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UNIVERSIDAD SAN SEBASTIAN FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA DE DERECHO
OBTENCIÓN DEL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS
EXAMEN DE GRADO
CEDULARIO DE DERECHO CIVIL

1. TEORÍA GENERAL DE LA LEY. 1-86


Introducción Al Derecho Civil.

1.- La constitucionalización del Derecho Civil.


2.- Principios Generales del Derecho Civil.

2.1.- Autonomía de la voluntad.


2.2.- Responsabilidad.
2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.
2.4.- Protección de la Buena fe,

La ley.
1.- Concepto y características.
2.- Clasificación de las leyes de derecho privado: prohibitivas, imperativas y permisivas.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


2.- Clases de interpretación. .
3.- Interpretación judicial! de la ley.
4.- interpretación legistativa de la ley.
5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.
6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.
7.- Efectos de la ley en el Tiempo

2.- DE LAS PERSONAS.


Personas naturales.

1.- Principio y fin de la existencia de las personas.


2.- Atributos de la personalidad.

Personas jurídicas.

1.- Conceptos generales.


2.- Clasificación.
3.- Atributos de la personalidad jurídica.

3.- TEORÍA GENERAL DEL NEGOCIO JURÍDICO. 87-153


Concepto y clasificaciones.

1.- Teoría del negocio jurídico. Concepto, efectos.


2.- Clasificaciones de los negocios jurídicos.

Estructura, requisitos y vicios del consentimiento.

1.- Elementos.
2.- Requisitos de existencia y de validez (análisis de cada uno de ellos).
3.- La manifestación de la voluntad.
4.- El consentimiento. Formación del consentimiento. Vicios del consentimiento: error, fuerza, dolo. La lesión.
5.- Objeto.
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6.- Causa.
7.- Formalidades.
8.- Capacidad.

La representación en tos negocios jurídicos.


1.- Concepto.
2.- teorías.
3.- Requisitos.

Ineficacia del negocio jurídico.

1.- inexistencia.
2.- Nulidad absoluta y relativa.
3.- inoponibilidad.

4.- DERECHOS REALES. 154-334


Conceptos fundamentales.

1.- Cosas y bienes. Conceptos y clasificaciones.


2.- Derecho real. Concepto, características y clasificaciones.

Dominio o propiedad.
1.- Concepto.
2.- Características.
3.- Atributos.

Posesión.

1.- Concepto, elementos y clasificación.


2.- La distinción entre posesión y mera tenencia.
3.- Adquisición, conservación y pérdida de la posesión.

Modos de adquirir el dominio.


1.- Conceptos y clasificaciones.
2.- Sistema de transferencia y transmisión de los derechos reales en Chile.
3.- La tradición.
4.- La prescripción adquisitiva.
5.- El Registro Conservatorio de Bienes Raices.

Acciones Protectores del Dominio.


1.- Esquema general
2.- Acción Reivindicatoria.

5.- TEORÍA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES. 335-410

Concepto, estructura y fuentes.


Clasificación de las obligaciones.
Se incluye un análisis particularizado de:

1.- Obligaciones con pluralidad de sujetos.


2.- Obligaciones sujetas a modalidad.
3.- Obligaciones de dar, hacer y no hacer.

Efectos de las Obligaciones.


1.- La indemnización de perjuicios. Su avaluación convencional, legal y judicial.
2.- Derechos auxiliares del acreedor.

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Modos de extinguir las obligaciones.

1.- La resciliación.
2.- El pago.
3.- La prescripción extintiva.

El derecho de garantía general de los acreedores.

6.- LOS CONTRATOS. 411- 566

Teoría General del Contrato.

1.- Concepto y clasificaciones. Principios.


2.- La autonomía privada y su evolución. Las nuevas formas contractuales.
3.- Efectos de los Contratos. La fuerza obligatoria y el efecto relativo de los contratos.
4.- La interpretación de los contratos.

Contratos en particular.
1.- Promesa de celebrar un contrato.
2.- Compraventa.
3.- Mandato.
4.- Hipoteca,

7.- RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL. 567- 666


Elementos de la Responsabilidad por Culpa.

1.- Hecho imputable


2.- Capacidad
3.- Hecho libre del responsable.

La Culpa.

1.-La cuipa en la Responsabilidad por el hecho propio.


2.-Deber de cuidado.
3.-Causales de justificación.
4. -Presunción de culpabilidad por el hecho propio.
5.- La culpa en la responsabilidad por el hecho ajeno.
6.- Responsabilidad por el hecho de los incapaces.
7.- Presunciones de culpa por el hecho ajeno.
8.-Responsabilidad por el hecho de las cosas.
9- Casos en que se presume la cuipa.

El Daño en la Responsabilidad Civil

1.- Concepto de daño.


2.- Tipos de daños.
3.- Principios que rigen la reparación de los daños.
4.- Daño moral.

Causalidad.

1.- El hecho de la persona.


2.- Daños directos.
3.- Varias causas.
4.- Prueba y calificación de la relación causal,
5.- Pluralidad de responsabies.
6.- Culpa o hecho de la victima.

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Diferencias y semejanzas entre la responsabilidad contractual y extracontractual,

8.- DERECHO DE FAMILIA. 667-696


El matrimonio.

1.- Concepto, elementos, régimen jurídico.


2.- Requisitos de existencia y validez.

La disolución del vínculo matrimonial,

1.- Por muerte real y presunta.


2.- Por declaración de nulidad.
3.- Por divorcio.
4.- La compensación económica.

Efectos del matrimonio en cuanto a las relaciones personales de los cónyuges.

El régimen de bienes en el matrimonio.

1.- Concepto y clasificaciones.


2.- La sociedad conyugal.
3.- Los bienes reservados de ta mujer casada.
4.- Regimen de separación de bienes.
5.- Régimen de participación en los gananciales.
6.- Bienes Familiares.

La Filiación.

1.- Concepto, fundamentos y principios jurídicos que informan el régimen de filiación actualmente vigente.
2.- Clasificación.
3.- Determinación de la filiación.
4.- Acciones de reclamación y acciones de impugnación.
5.- Efectos de la filiación. En especial: autoridad paterna y patria potestad.
6.- El derecho de alimentos.

9.- DERECHO SUCESORIO. 668-


La Sucesión por Causa de Muerte.

1.- Concepto y características como modo de adquirir. Requisitos para suceder por causa de muerte.
2.- Asignatarios a titulo universal o herederos. Herederos universales, de cuota y del remanente.
3.- Asignatarios a título singular o legatarios. Legados de género y de especie o cuerpo cierto.
4.- Apertura de la sucesión. Concepto, oportunidad, lugar en que se abre, ley que la rige.
5.- Delación de las asignaciones. Concepto. Momento en que se verifica.
6.- Derecho de transmisión.

El Derecho Real de Herencia.

1.- Concepto.
2.- Características.
3.- Posesión de la herencia.
4.- Requisitos para que los herederos puedan disponer de los bienes heredados.
5.- Adquisición del derecho real de herencia por tradición y prescripción.

La Sucesión intestada.
1.- Concepto.
2.- Derecho de representación.
3.- Herederos abintestato. Órdenes sucesorios.
4.- Sucesión en parte testada y parte intestada.

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El Testamento.
1.- Concepto.
2.- Características.
3.- Requisitos.
4.- El testamento solemne, abierto y cerrado.
5.- Revocación.

Derechos que concurren en una sucesión.

1.- El derecho de acrecimiento.


2.- El derecho de sustitución.
3.- Forma en que concurren los derechos de representación, transmisión, crecimiento y sustitución.

Las asignaciones forzosas.


1.- Concepto,
2.- Enumeración.
3.- Análisis.
4.- Los acervos.

Pago de deudas hereditarias.


1.- Responsabilidad de los herederos.
2.- División de las deudas hereditarias.

Desarrollo de cedulario
1. TEORÍA GENERAL DE LA LEY. 1-86
Introducción Al Derecho Civil.

1.- La constitucionalización del Derecho Civil.


2.- Principios Generales del Derecho Civil. Por Carlos Ducci

2.1.- Autonomía de la voluntad.


2.2.- Responsabilidad.
2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.
2.4.- Protección de la Buena fe,

La ley.
1.- Concepto y características.
2.- Clasificación de las leyes de derecho privado: prohibitivas, imperativas y permisivas.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


2.- Clases de interpretación. .
3.- Interpretación judicial! de la ley.
4.- interpretación legistativa de la ley. 0
5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.
6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.

1. TEORÍA GENERAL DE LA LEY. 1-86


Introducción Al Derecho Civil.

1.- La constitucionalización del Derecho Civil.


2.- Principios Generales del Derecho Civil.

2.1.- Autonomía de la voluntad.


2.2.- Responsabilidad.
5
2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.
2.4.- Protección de la Buena fe,

1. TEORÍA GENERAL DE LA LEY. 1-86


Introducción Al Derecho Civil.

1.- La constitucionalización del Derecho Civil.


2.- Principios Generales del Derecho Civil.

2.1.- Autonomía de la voluntad.


2.2.- Responsabilidad.
2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.
2.4.- Protección de la Buena fe,

La ley.
1.- Concepto y características.
2.- Clasificación de las leyes de derecho privado: prohibitivas, imperativas y permisivas.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


2.- Clases de interpretación. .
3.- Interpretación judicial! de la ley.
4.- interpretación legistativa de la ley.
5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.
6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.

1.- LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO CIVIL.

CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO CIVIL

Lo primero que debemos tener en cuenta es la distinción que hay que hacer entre derecho público y derecho privado.

Tanto el derecho público como el derecho privado tienen diferencia en cuanto a su regulación.

Por una parte el derecho publico es una actividad que se desarrolla a través del poder público, y se gestiona mediante actos
políticos y administrativos y principalmente a través de la ley y estos son para regular la sociedad. En cuanto a su conocimiento el
derecho público se destina a que sea conocido por todos los habitantes de la republica. Entonces, por su publicidad todos pueden
enterarse del contenido de dichas leyes. Por esto mismo el articulo 7 de nuestro código civil establece que desde la fecha de su
publicación, la ley se entenderá conocida por todos y a su vez el articulo 8 dispone que nadie podrá alegar ignorancia de la ley,
después que ésta haya entrado en vigencia.

Art. 7º. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde la fecha de éste se entenderá conocida
de todos y será obligatoria. Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el Diario Oficial.
Sin embargo, en cualquiera ley podrán establecerse reglas diferentes sobre su publicación y sobre la fecha o fechas en que haya de
entrar en vigencia.

Art. 8º. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.

Por otro lado el derecho privado es el que formulan los particulares.

Por ejemplo en el testamento o en el arrendamiento, en que las partes acuerdan o estipulan lo que les interese a cada uno. Estos
constituyen un derecho privado tanto por su contenido, por las partes, por la materia a que se refiere. Privado porque está regido
por el principio de libertad contractual en que los particulares pueden autorregularse. Ahora, si bien hablamos de un derecho
privado, el poder público puede intervenir para evitar que existan ciertos abusos entre los mismos particulares y lo hace a través de
la ley con mandatos y prohibiciones, como por ejemplo aquellas solemnidades que ley exige para el testamento, ya que si bien una

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persona puede determinar como desea que se repartan sus bienes post mortem, existen ciertas reglas o formalidades a cumplir
como por ejemplo ocurre con las asignaciones forzosas o el numero de testigos para un acto jurídico, etc.

Entonces de acuerdo a lo anteriormente dicho podemos considerar que existe una absorción que hace el derecho público al
derecho privado, por una parte está el derecho público que puede ser considerado estatal o no estatal y por otro el derecho
privado.

El derecho público estatal está representado por la CPR, por el derecho administrativo, el derecho militar y el derecho penal.

El derecho público estatal  CPR


 D° Adm.
 D° Militar
 D° Penal

Y por otro lado el derecho publico no estatal está representado por el derecho de familia y de las personas, el derecho del
trabajo y el derecho de la seguridad social, el derecho comercial, el derecho de aguas y el derecho de minas.

derecho publico no estatal  Derecho De Familia Y De Las Personas,


 El Derecho Del Trabajo y El Derecho De La Seguridad Social,
 El Derecho Comercial,
 El Derecho De Aguas Y El Derecho De Minas.

Por ende lo que podemos visualizar de aquello es que varias ramas del derecho no se pueden considerar puramente o
concretamente de derecho público o de derecho privado.

 El fenómeno de la constitucionalización del derecho privado.

Básicamente este fenómeno consiste en que existen normas de derecho privado en la Constitución y por eso se habla de un
“derecho privado constitucional” o “constitucionalización del derecho privado”.

Pero, ¿Qué es la Constitución? A modo general podemos decir que es “el derecho que organiza el poder político de una sociedad,
en cuanto a cómo se debe gestionar la sociedad”. Al hablar del concepto de constitución y derecho privado no hay una relación o
conexión en cuanto a que cada una trata materias distintas.

En la constitución existe una diversidad de lo que se llama “declaración de derechos” de las personas. En un comienzo esta
declaración de derechos era una limitación al poder en cuanto a que no se debían vulnerar dichos derechos. Y precisamente en esta
declaración de derechos es donde podemos encontrar contenido de derecho privado como por ejemplo la garantía del derecho de
propiedad. Pudiendo observar la existencia de normas de derecho privado en el cuerpo constitucional.

Estos derechos, ¿son derechos subjetivos privados o derecho objetivo privado? La constitución chilena contiene un catalogo de
disposiciones que son derechos subjetivos privados y es porque garantizan a las personas en sí. Como por ejemplo el articulo 19
nº24 que garantiza el derecho de propiedad. Garantía que se plantea para y por el individuo, las personas, y no así para las
instituciones.

Art. 19.- La Constitución asegura a todas las persona: N° 24º.- El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda
clase de bienes corporales o incorporales.

Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer de ella y las limitaciones y obligaciones
que deriven de su función social. Esta comprende cuanto exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la
utilidad y la salubridad públicas y la conservación del patrimonio ambiental.

Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o de alguno de los atributos o facultades
esenciales del dominio, sino en virtud de ley general o especial que autorice la expropiación por causa de utilidad pública o de
interés nacional, calificada por el legislador. El expropiado podrá reclamar de la legalidad del acto expropiatorio ante los
tribunales ordinarios y tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial efectivamente causado, la que se
fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho por dichos tribunales.

A falta de acuerdo, la indemnización deberá ser pagada en dinero efectivo al contado.

La toma de posesión material del bien expropiado tendrá lugar previo pago del total de la indemnización, la que, a falta de
acuerdo, será determinada provisionalmente por peritos en la forma que señale la ley. En caso de reclamo acerca de la
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procedencia de la expropiación, el juez podrá, con el mérito de los antecedentes que se invoquen, decretar la suspensión de la
toma de posesión.

El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas, comprendiéndose en éstas las
covaderas, las arenas metalíferas, los salares, los depósitos de carbón e hidrocarburos y las demás sustancias fósiles, con
excepción de las arcillas superficiales, no obstante la propiedad de las personas naturales o jurídicas sobre los terrenos en
cuyas entrañas estuvieren situadas. Los predios superficiales estarán sujetos a las obligaciones y limitaciones que la ley señale
para facilitar la exploración, la explotación y el beneficio de dichas minas.

Corresponde a la ley determinar qué sustancias de aquellas a que se refiere el inciso precedente, exceptuados los
hidrocarburos líquidos o gaseosos, pueden ser objeto de concesiones de exploración o de explotación. Dichas concesiones se
constituirán siempre por resolución judicial y tendrán la duración, conferirán los derechos e impondrán las obligaciones que
la ley exprese, la que tendrá el carácter de orgánica constitucional. La concesión minera obliga al dueño a desarrollar la
actividad necesaria para satisfacer el interés público que justifica su otorgamiento. Su régimen de amparo será establecido por
dicha ley, tenderá directa o indirectamente a obtener el cumplimiento de esa obligación y contemplará causales de caducidad
para el caso de incumplimiento o de simple extinción del dominio sobre la concesión. En todo caso dichas causales y sus
efectos deben estar establecidos al momento de otorgarse la concesión.

Será de competencia exclusiva de los tribunales ordinarios de justicia declarar la extinción de tales concesiones . Las
controversias que se produzcan respecto de la caducidad o extinción del dominio sobre la concesión serán resueltas por ellos; y
en caso de caducidad, el afectado podrá requerir de la justicia la declaración de subsistencia de su derecho.

El dominio del titular sobre su concesión minera está protegido por la garantía constitucional de que trata este número.

La exploración, la explotación o el beneficio de los yacimientos que contengan sustancias no susceptibles de concesión, podrán
ejecutarse directamente por el Estado o por sus empresas, o por medio de concesiones administrativas o de contratos especiales
de operación, con los requisitos y bajo las condiciones que el Presidente de la República fije, para cada caso, por decreto
supremo. Esta norma se aplicará también a los yacimientos de cualquier especie existentes en las aguas marítimas sometidas a
la jurisdicción nacional y a los situados, en todo o en parte, en zonas que, conforme a la ley, se determinen como de
importancia para la seguridad nacional. El Presidente de la República podrá poner término, en cualquier tiempo, sin expresión
de causa y con la indemnización que corresponda, a las concesiones administrativas o a los contratos de operación relativos a
explotaciones ubicadas en zonas declaradas de importancia para la seguridad nacional.

Los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en conformidad a la ley, otorgarán a sus titulares
la propiedad sobre ellos;
El fenómeno no es más que un reconocimiento tardío de la doctrina nacional e incluso internacional de reconocimientos y
regulación de ciertos derechos que declara pero que tiene un rango privado o particular así el derecho de propiedad. Es algo que
siempre ha existido.

La constitucionalización del Derecho Civil

¿Cómo impacta la normativa constitucional en la regulación en el día de las problemáticas generadas por los ciudadanos? R:- Por
muchos años se consideró una normativa programática y destinada a regular aspectos políticos.

Concepto y Rol del Derecho Privado

En el CC parte importante de su texto no es en realidad tal, sino que obedece a lo que se denomina “El apéndice”, es decir, un
conjunto de normas que tienen aplicación en materia civil, pero que no forman parte de la ley. Esa agrupación de normas que van
anexas a nuestro CC se aleja del sentido de la codificación.

Con el fenómeno de la codificación se pretendía sistematizar, ordenar, generar una norma de carácter abstracto aplicable a
una generalidad de situaciones, donde el proceso para determinar o resolver un conflicto iba a partir por subsumir una realidad
concreta a una norma determinada. Pareciera ser que ese objetivo se pierde porque se genera un archipiélago (como habla el
artículo del profesor Corral), en el sentido de que tenemos una serie de disposiciones legales dispersas aplicables al derecho
privado que dificulta muchas veces referirnos al derecho civil como una cuestión o como una forma de resolver el conflicto de
manera particular o de manera sistemática.

 En definitiva, lo que se debe hacer es tener presente que existe un principio que se denomina de supremacía
constitucional, es decir, la normativa debe ajustarse a la CPR. Ahora, cuando hay una norma que no se ajuste a la CPR, o
cómo garantizamos que la Carta Fundamental tenga plena aplicación y que los preceptos legales se adecuen a ella de
manera efectiva.
 A propósito de este fenómeno se dan diversas alternativas:

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ALTERNATIVAS:

1.- Reforma legal. Es lo que ocurrió con una serie de modificaciones que se realizaron particularmente en materia de familia en la
década del 90. En el año 99´ se dictó la denominada ley de filiación, y que venía a dar cumplimiento a un objetivo plasmado en
nuestra CPR, pero también reconocido por nuestro ordenamiento jurídico a través de la sujeción a los tratados internacionales. Es
así como se reconoce el principio de igualdad. Si tomamos un texto o manual de derecho de familia o sucesorio previo a ese
cambio legislativo nos vamos a encontrar con que un manual del año 90 por ejemplo establecerá diferencia entre los hijos
dependiendo si eran de origen matrimonial o no, y estas diferencias iban en contra de la igualdad ante la ley consagrado como
principio fundamental en nuestra CPR.

 Supongamos que teníamos por una parte a un menor que había sido reconocido por su padre y madre, pero por el hecho
de que esos padres no tenían un vinculo matrimonial, ese hijo iba a tener el calificativo de natural, lo que generaría
consecuencias desde el punto de vista patrimonial, y la más evidente era en los derechos hereditarios, donde se limita su
derecho a la mitad de lo que correspondía a los hijos de filiación matrimonial y por lo tanto, hijos legítimos.
 Este tipo de discriminaciones que generaba la norma civil tuvo que ser adecuado a través de un cambio legislativo.
También por esos años se modifico la ley de adopciones que establecía distintas categorías en materia de adopción, no
todas concedían al adoptado la calidad de hija, lo cual igual suponía una afectación a los derechos de los niños, niñas y
adolescentes.

2.- Interpretación conforme a la Constitución. Se trata de leer en clave constitucional.

3.- Aplicación directa Constitución. Esto es sin que exista una norma legal que venga a aplicar la garantía o el texto
constitucional.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA

 Tenemos que partir como siempre en Roma. Los romanos fueron muy prácticos, y por lo tanto, la ley como la
conocemos nosotros dista mucho del análisis o estudio que efectuaban ellos para resolver las cuestiones o problemáticas
que se planteaban.
 Donde hay un desarrollo más científico del derecho es a partir del S. XII.

 S. XII
 Primeros maestros del derecho, los Glosadores. Se le atribuye un valor a los textos no por el razonamiento que
hubiese hecho quien participo en la generación de ese documento, sino por la sabiduría que se entiende que
comprenden, y también porque existía mucho respeto hacia la autoridad imperial y todo su poderío. Por lo tanto,
el texto aquí no se discute, se analiza, pero la sabiduría del texto le da el valor necesario para aplicarlo y resolver
un conflicto.
 Valor de los textos está basado por su sabiduría ancestral y por provenir del poder imperial.
 El texto no se discute, labor exegética. Ese análisis es simplemente desentrañar el sentido de un texto, pero no
tiene un trasfondo o sentido de organización de las materias que se están analizado. Eso se logra siglos más
tardes.

 S. XIV y XV
 Labor sistematizadora y generalizadora.
 Destaca Bartolo de Sasoferrato, (1313-1357), fundador de la dogmática del derecho privado.

 S. XVI y XVII
 Escuela del Derecho Natural Racionalista Grocio, Pufendor. A Grocio lo estudiamos siempre a propósito del
desarrollo del derecho internacional. Lo que se extrae de este derecho ya no es el reconocimiento casi religioso
del derecho romano por provenir de una sabiduría ancestral, lo que importa es la naturaleza humana.
 Las normas se deben sustentar en la naturaleza del hombre.
 Los textos romanos revelarían el mandato de la razón natural.

 S. XVIII
 Movimiento de Reforma Legislativa:
 Derogación de las fuentes de derecho antigua. Surge la necesidad de organizar este derecho, no se
discute que corresponde a una época distinta, pero se extrae aquello que sirve para resolver conflictos.
Por lo tanto, no es necesario hacer una referencia a las fuentes antiguas. Es necesario organizar y
revelar este aspecto racional de los textos antiguos.
 Reunir las fuentes en instrumento escrito, con reglas abstractas, claras.

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 Derecho Privado nuevo. Surge basado en estas fuentes, pero prima la búsqueda de un elemento
racional.
 S. XIX
 Movimiento de codificación. ¿Qué relevancia o relación hay entre el movimiento codificador y el surgimiento
del Estado Moderno? ¿De dónde surge el valor de esta ley?

Hay una serie de procesos que nos hicieron partir en Roma, ellos solucionaban sus conflictos de esa manera, pero hoy día
nos encontramos con un texto normativo abstracto y le adicionamos una serie de normas relacionadas con las temáticas propias de
los ciudadanos, por esto algunos hablan de la “descodificación”, donde la pura norma abstracta fue insuficiente y se debió
complementar con otro tipo de disposiciones. Sabemos que nuestro Código data del S. XIX, pero su vigencia se mantiene hasta el
día de hoy, y hay aspectos del derecho civil que prácticamente no han sido modificados. El derecho romano surge muy vinculado
a aspectos que en la actualidad diríamos que son públicos, no privados, y en esta evolución va circunscribiendo su accionar a lo
que denominamos derecho privado.

Cuando tenemos normas que ya no emanan del poder imperial, sino que en un Estado Moderno tenemos normas que
surgen principalmente de la discusión parlamentaria, ¿Por qué las obedecemos? Cuando tenemos un legislador, en realidad lo que
esta haciendo es manifestar la voluntad del pueblo que lo eligió, que voto por él, es por eso que sus crisis de representatividad son
tan complejas socialmente en cuanto al cumplimiento de las normas y funcionamiento de las instituciones.

 Un nuevo diseño político, la norma proviene de la voluntad del pueblo.


 Se sitúa sobre otras fuentes del derecho: Costumbre, jurisprudencia, doctrina. En este movimiento de
codificación reconocemos que hay un fundamento en el nuevo diseño de la política, en cómo se ejerce el poder, estamos frente
a la voluntad del pueblo que se está manifestando a través del parlamento. Entonces, esta norma que ya no viene del poder
imperial ni de la sabiduría ancestral, sino que obedece a una creación de un sujeto en base al poder o autoridad que se le ha
conferido por parte del pueblo, tiene una preeminencia respecto de las demás fuentes del derecho, las que siguen vigente pero
ya no tienen la misma relevancia. Tenemos una tradición legalista.
 Nuestro CC acerca de la costumbre dice que no constituye derecho, sino en los casos en que la ley se
remite a ella. Hay varios casos, por ejemplo, en contratos, en la venta de al peso, cuenta o medida,
señalada de modo que no pueda confundirse con otra porción la perdida, deterioro o mejora pertenecerá
al comprador, entonces se extraen consecuencias de una práctica usual de las partes.
 A propósito del mandato, nos encontramos frente a un acto jurídico o contrato naturalmente oneroso,
¿Por qué? Las cosas de la naturaleza son aquellas que la ley entiende sin necesidad de cláusulas
expresas, pero también las partes en virtud del principio de la autonomía privada podrían modificar
estos elementos o dejarlos sin efectos. Por lo tanto, en el mandato, al ser un contrato naturalmente
oneroso, si las partes nada dicen, deberán entender que existe la obligación por parte del mandante de
pagar una remuneración, y eso se desprende de la afirmación de que se deberá la remuneración pactada
o la usual, y aquí encontramos a la costumbre.
 En los contratos de arrendamiento también hay varias menciones en cuanto a la época o su duración.

¿Y la CONSTITUCIÓN? ¿Qué pasa con la nuestra?

 Su última modificación fue el 28 de abril de 2021 que agrego una disposición transitoria.
 En julio del año 2020 hubo reformas más trascendentales del articulado permanente, la última fue por el tema del retiro
de las pensiones.

Cambios en el Derecho Privado:

1.- Teoría Hermenéutica: Sentido que corresponde atribuir a la norma en un caso actual. La norma no lo es todo.

 Los cambios que se advierten desde el punto de vista de la interpretación son importantes. El sentido gramáticas que nos
esforzábamos en encontrar en una norma, va decayendo en relevancia frente al texto constitucional.

2.- Fragmentación del derecho privado a través de la dictación de abundante normativa especial.

Hay otro fenómeno que se produce también que dice relación con la necesidad de generar normativa especial. ¿Cuántos tipos de
prendas conocen entre las civiles y comerciales? Está la prenda sin desplazamiento; y la prenda con desplazamiento del CC que no
tiene mayor importancia práctica, porque si bien el acreedor recibe la cosa dada en prenda, también significa una molestia para él,
ya que tiene que encargarse de cuidar la cosa empeñada y además tiene las dificultades por parte del deudor, como en el caso de
un agricultor que quiera comprar semillas para la próxima siembra y tiene que constituir una prenda, y sus bienes más valiosos son
aquellos que utiliza para el desarrollo de su actividad agrícola, entonces imagínense el sin sentido de dejar en prenda bienes como
su tractor, maquinarias, y entregárselas al acreedor para seguridad de su crédito. Por lo tanto, se fueron generando prendas

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especiales, y ahí está la prenda industrial, agrícola, ley sobre compraventa de muebles a plazo, ley sobre almacenes generales del
depósito, etc.

Como esas formas de contratación no fueron suficientes en la vida actual, se han ido generando normativas especiales, teniendo
siempre presente que el derecho civil es la norma de base y general, y a la cual debemos recurrir cuando en esta normativa especial
no encontremos una solución a la problemática concreta.

Lo mismo pasa con otras materias más antiguas como las ligadas al derecho del trabajo, el cual estaba originalmente regulado en
el contrato de arrendamiento de servicios. Los principios del derecho civil no logran comulgar con los del laboral, como el
protector, que no tiene cabida en materia civil en que estamos hablando de la autonomía privada, y si las partes son libres para
contratar también lo son para definir el contenido de los contratos, mientras que en laboral hay ciertos límites a propósito de la
remuneración, jornada de trabajo, etc.

La normativa en materia de derecho del consumo también ha generado una disposición particular, o sea prácticamente no hay
ejemplos para referirse a una compraventa regulada exclusivamente por el Código Civil. El derecho del consumo rige las
relaciones que se dan entre los consumidores y los proveedores.

Las normas del derecho del trabajo y del consumo establecen la irrenunciabilidad, porque todas estas normas protectoras serían
letra muerta si no establecieran restricciones para renunciar a los derechos. A propósito del arrendamiento, también tratándose de
inmuebles, en el contrato de arrendamiento de predios urbanos se establece una irrenunciabilidad. Son situaciones originalmente
reguladas en el CC, pero que la practica fue haciendo necesario proteger a ciertas partes cuando se vinculaban en relación a
contratos determinados.

1. Internacionalización del Derecho Privado.


 Hace un par de décadas atrás la normativa internacional no tenía un valor actual y practico en el ejercicio de la profesión,
normalmente se limitaba a lo que era el derecho interno.
 Hoy día hay una serie de tratados internacionales que inciden en la aplicación práctica de la normativa, en la resolución
de conflictos. Principalmente porque se incorporó el inc. 2 al art. 5 CPR el año 1989, por muchos años esta fue la reforma
a la CPR, aunque hoy debemos precisarlo.
 Por ejemplo, en materia de tratados internacionales, los más relevantes son la Convención sobre los derechos del niño del
año 1990, el que ha generado más adhesión en la comunidad internacional y solamente dos países no lo han ratificado.
Aquí se habla del interés superior del niño, niña y adolescente, y en nuestra legislación se habla del interés superior del
hijo a propósito de la regulación en materia de filiación. La filiación es la relación que existe entre un sujeto y su
inmediato ascendiente y descendiente. Entonces estas vinculaciones no se encuentran únicamente amparadas en el CC a
propósito de los efectos de la filiación, como el cuidado personal, patria potestad, deber de respeto y cuidado de los hijos
y padres en la ancianidad, sino que también en estos tratados internacionales en sus más diversos aspectos.
 En materia de discriminación y del reconocimiento del principio de la igualdad , encontramos la Convención sobre la
eliminación de toda forma de discriminación hacia la mujer. Tiene importancia respecto de la sociedad conyugal, aquí
nos estamos refiriendo a un régimen de bienes, y es una de las pocas ocasiones que nuestra legislación nos exige hacer la
diferencia entre marido y mujer, porque normalmente uno habla indistintamente de cónyuges, por ejemplo, a propósito de
la compensación económica: Se podría pensar que social y culturalmente es una institución establecida en beneficio de la
mujer, pero es en beneficio del cónyuge más débil. Un tema complejo en la sociedad conyugal es que la administración
pertenece al marido.
 En materia de efectos de la filiación se modifico el cuidado personal, y se estableció el principio de la corresponsabilidad:
ambos pares deben contribuir equitativamente a la crianza de los hijos, aun cuando vivan separados o el cuidado personal
recaiga en uno de ellos.

2. Constitucionalismo Social del Siglo XX, relevancia de DDHH.

Alemania. Este constitucionalismo impacta desde el punto de vista de los derechos humanos, los derechos fundamentales. En el
plano político internacional el gran hito que nos lleva a este constitucionalismo social, es decir, a darle un trasfondo social a un
texto que era político programático, es la segunda guerra mundial. Después de ella, hay una reacción contra los regímenes
totalitarios que desde el punto de vista formal pudieron haber tenido un reconocimiento de distribución del poder político, de un
funcionamiento adecuado, pero que en los hechos se advierte que la Constitución necesita además para asegurar el funcionamiento
social del reconocimiento de ciertos principios básicos para el quehacer diario.

Italia. Hay otras experiencias ligadas a este fenómeno, y una particularmente relevante es la italiana, porque ellos tenían un
Código que técnicamente era adecuado, pero había sido generado dentro del régimen fascista, entonces ahí surge la necesidad de
respetar los derechos fundamentales contenidos en la Constitución, y en este caso, mantener la vigencia de la ley interpretándola
en un sentido que sea acorde con la Constitución vigente.

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EEUU. Tienen otro sistema de derecho, pero igualmente el derecho emanado de su Constitución debe generar interpretaciones que
sean capaces de dar soluciones a los conflictos actuales.

 Todos estos fenómenos que se dan en Alemania, Italia y EEUU determinan que este positivismo que entre nosotros
todavía está presente vaya decayendo, y que lo importante es el reconocimiento a los principios que permitan actuar en la
vida jurídica, más allá del cumplimiento de una norma o ley determinada. Hacen necesario una reformulación de lo que
se había entendido por derecho constitucional y luego traspasar esos derechos fundamentales hacia la interpretación de
los textos legales.

Chile

 Acción Constitucional de Protección. En nuestro país se da con la CPR del 80’ un fenómeno ligado a esta acción, es la
generación de un mecanismo de tutela efectiva a los derechos a través de ella.
 Aportes de la Doctrina. Ha habido un gran desarrollo doctrinario basado en esta revisión de los derechos fundamentales
contenidos en nuestra Carta, y luego interpretando los textos legales a la luz del contenido de la CPR.

RELACIÓN ENTRE LA CONSTITUCIÓN Y EL DERECHO PRIVADO

Se generan una serie de problemáticas que son propias del derecho civil pero que hacen evidente generar algunos
cambios. Siguiendo el artículo del profesor Corral algunos de ellos han sido modificados en ciertos aspectos, y otros no han
generado un cambio legislativo, pero si desde el punto de vista doctrinal y jurisprudencial.

 Derecho de la Persona. Si bien la dignidad humana no está reconocida expresamente en un texto civil, el que esté
reconocido en nuestro texto fundamental hace indispensable reconocerlo a la hora de interpretar cualquier texto legal, aún
cuando podamos tener diferencias en temas valóricos, por ejemplo, lo cierto es que cuando generamos una norma
particular el principio fundamental siempre debe partir desde el reconocimiento de la dignidad de la persona.
 Contratos. Un aspecto relevante es la aplicación irrestricta que al parecer reconocemos a la autonomía privada en
materia de contratos. Sin embargo, al analizar los casos de objeto ilícito, por ejemplo, vamos a advertir que en verdad no
está indiscriminada la aplicación de este principio.
 Bienes. Hay limitaciones que se han ido agregando, sobre todo en materia de derecho urbanístico, de protección
ambiental, de familia a propósito de la declaración de bien familiar. Estas normativas vienen a establecer límites al
derecho de propiedad, el que confiere las facultades de uso, goce y disposición y su limitación es el derecho de terceros,
no puede ser ejercido indiscriminadamente, vamos a encontrar una fundamentación en la función social de la propiedad.
 Responsabilidad Civil. El contenido o fundamento de la indemnización de daño moral se ha buscado en el derecho a la
integridad psíquica al que se refiere el art. 19 N°1 CPR, y todo daño debe ser reparado, indemnizado, la ley no hace
distinción.
 Sucesiones. Tenemos una regulación de la sucesión intestada, que es la regla general, la mayoría de las personas fallece
sin dejar testamento, y aún dejando testamento, como existe libertad de testar, se pueden generar dificultades a la hora de
proceder a cumplir las disposiciones testamentarias.

 Familia. Es un tema muy debatible, en consideración a que entran a jugar no solo aspectos normativos, sino criterios
valóricos. Hoy día tenemos un matrimonio indisoluble, aun cuando tengamos una regulación que permite el divorcio
vincular desde la existencia de la LMC. Hay una serie de conceptos valóricos que llevaron en su momento a que era la
familia matrimonial a la cual se le debe dar resguardo y protección en nuestra CPR, pues el art. 1 dice que la familia es el
núcleo fundamental de la sociedad y la discusión es qué se entiende por familia y por ende cuál es digna de protección.
En la actualidad cada vez son menos los que defienden solo a la familia matrimonial.

El Estado debe proteger a la familia, y la regulación de la forma de protección no está contenida en la CPR, sino que
debemos buscarla en las normativas contenidas en el CC como ley, y en general en el derecho civil, normativas que son
de carácter privado y que la amparan. Entre las normas de protección que encontramos respecto de este grupo humano
tenemos: el art. 3 LMC que plantea el interés superior del niño; la ley N°14.908 sobre abandono de familia y pago de
pensiones alimenticias, regula el derecho que tiene el alimentario y las medidas que se pueden adoptar en contra del
alimentante, establece criterios mínimos y presunciones en favor del alimentario hijo cuando demanda de alimentos a su
padre, como la presunción de que al menos tiene el 40% del IMR; en la LMC también se hace referencia al resguardo del
cónyuge más débil al tratar la compensación económica.

¿CÓMO SE RESUELVE LA PROBLEMÁTICA DE LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL DERECHO PRIVADO EN


CHILE?

1. Vía reformadora: Modificación legislativa.

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 Por ejemplo, antes existía la posibilidad de investigar paternidad y gran cantidad de personas demandaban reclamación de
filiación. El supuesto padre se negaba a practicarse el examen de ADN, y hubo un cambio legislativo en que se estableció
en tal caso una presunción grave de paternidad. Esta norma también exigía originalmente que se acompañaran a la
demanda antecedentes que hicieran plausibles la solicitud.

2. Vía hermenéutica:
a) Moderada. Se refiere a utilizar una interpretación en clave constitucional para completar ciertos conceptos jurídicos
indeterminados. Por ejemplo, disposiciones como la buena fe, las buenas costumbres, contrario a la moral, conceptos
que deben ser llenados a la luz de nuestra CPR actualmente vigente.
b) Radical. Dice relación con que el derecho civil pasa a cumplir una función de carácter instrumental, y pasa a
considerarse como un conjunto de criterios, principios, que van a asumir estos valores del orden constitucional, no
solo para llenar conceptos jurídicos indeterminados, sino para entenderlos plenamente incorporados a la legislación
civil. Por lo tanto, la lectura en vía hermenéutica moderada no sería suficiente para este grupo, todo el derecho civil
debe entenderse a la luz de la CPR vigente.

3. Aplicación directa. Pasa por generar una regulación en base al texto constitucional, y nos encontraremos con el
inconveniente de que es la misma CPR la que reserva ciertas materias a la generación de una ley, por lo tanto, son
apreciaciones que resultan muy discutidas. ¿Cuándo resulta dar aplicación directa? ¿Cuándo hay un vacío normativo? O,
¿es una creación artificiosa del intérprete para aplicar su propio criterio a la resolución de un problema? Esta vía resulta
de mayor resistencia, porque somos un país que sigue teniendo mucha confianza en la norma escrita.
a) No existe ley que resuelva el caso, o la Constitución ofrece una protección alternativa. Hay que determinar si
es efectivo que no existe norma, o si es solo un artificio.
b) Existe norma pero se estima preferible aplicar norma constitucional. Por ejemplo, porque es más beneficioso.

INFLUENCIA DEL DERECHO CIVIL EN EL DERECHO CONSTITUCIONAL

La constitucionalización del derecho civil no solo hay que tener presente en términos de aplicar la ley fundamental, sino
que también los tratados internacionales que se encuentren vigentes y que digan relación con los derechos fundamentales.

Se ha hablado en relación prácticamente a los derechos fundamentales, pero cada vez hay mayor coherencia internacional
en materia de contratos, por todas las transacciones internacionales que se van generando.

ANEXO.

1.- EL DERECHO CIVIL CHILENO Y SU EMERGENTE CONSTITUCIONALIZACIÓN

En Chile la influencia de la Constitución en el derecho privado comienza a apreciarse con la entrada en vigor de la Constitución de
1980, que contiene una muy desarrollada parte dogmática, con el apoyo de la acción constitucional de protección, que ciertamente
ha revolucionado el sistema jurídico chileno. La doctrina del derecho civil nacional, sin embargo, se mantiene aún cauta y
recelosa. Sólo hay todavía incursiones doctrinales esporádicas: tenemos un sugerente artículo de Ramón Domínguez publicado en
1996 (“Aspectos de la constitucionalización del Derecho Civil chileno”, en RDJ t. 93, Derecho, pp. 107-137), y un esfuerzo por
sistematizar la jurisprudencia producida por la aplicación de la Constitución en ámbitos propios del derecho civil es la obra de
Emilio Rioseco (El Derecho Civil y la Constitución ante la jurisprudencia, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 1996).

La aplicación de la Constitución a las relaciones del derecho privado es algo que hoy por hoy no puede discutirse. Se sostiene que
es posible una aplicación directa, sin necesidad de que exista una ley ordinaria que concretice o desarrolle el texto constitucional,
y también una aplicación extensiva u horizontal: los derechos y principios constitucionales no son sólo oponibles a los órganos
estatales sino también a los particulares, ya que estos están también obligados a cumplir las disposiciones de la Constitución. En
efecto, el art. 1o inc. 4 y el art. 6 inc. 2, ponen de relieve que la Constitución obliga no sólo al Estado sino a todas las personas. Por
su parte, la acción constitucional de protección puede interponerse frente a los actos u omisiones cometidos por particulares en
lesión de los derechos constitucionales protegidos (art. 20).

Además muchas normas constitucionales tienen incidencia directa en la conformación del sistema de derecho privado, en las
distintas áreas en las que éste se suele dividir. Así:

- Derecho de la persona: Está pendiente toda una reformulación del Derecho de la persona sobre la base de la dignidad esencial
como valor rector y fundamento de la libertad e igualdad de todos los seres humanos y de los derechos esenciales que emanan su
naturaleza y que son anteriores al Estado (art. 1o). Otras materias necesitadas de reevaluación a la luz de la constitucional son la
protección de la vida en sus diversas etapas y especialmente en las que parece más débil (art. 19 No 1), el respeto a derechos de la
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personalidad como el derecho a la honra, la intimidad y la imagen (art. 19 No 4), las personas jurídicas y su relación con el
derecho de asociación (art. 19 No 15).

- Contratos: es muy relevante para la fundamentación constitucional de la autonomía privada y sus límites el derecho a la libre
iniciativa en materia económica contemplado en el art. 19 No 21 de la Constitución.

- Bienes y derechos reales: en esta sede está pendiente una armonización mejor entre la regulación de la propiedad prevista en los
No 24 y 25 de la Constitución y su regulación en el Código Civil y en las leyes especiales. Particular relevancia puede tener para
la regulación de los modos de adquirir el dominio y la clasificación de los bienes en públicos y privados, el derecho contemplado
en el art. 19 No 23 de la Carta Magna.

- Responsabilidad civil: son pocos los esfuerzos que intentan integrar los criterios de la responsabilidad por daños con las normas
constitucionales. Se ha advertido ya que el principio de la reparación integral y la indemnizabilidad general del daño moral puede
desprenderse del derecho a la integridad psíquica de que habla el art. 19 No 1.

- Sucesiones: se trata de un terreno poco explorado aún, pero convendría estudiar el respaldo constitucional de la libertad de testar
así como la justificación de sus limitaciones por medio de las asignaciones forzosas tomando en cuenta la función social de la
propiedad manifestada en el interés general del Estado de proteger la familia (art. 19 No 24 inc. 2 en relación con el art. 1, incs. 2
y 5).

- Familia: toda la regulación de la familia está justificada sobre la base de la declaración constitucional de que ella es el núcleo
fundamental de la sociedad (art. 1 inc.2) y que el Estado tiene frente a ella un especial deber de protección y fortalecimiento (art. 1
inc. 5). La discusión sobre temas tan relevantes como la imposición del modelo de matrimonio divorciable, la regulación de la
filiación, la adopción y las llamadas técnicas de reproducción asistida, la mantención de la sociedad conyugal o su reemplazo por
un régimen de separación con participación diferida en los gananciales, tienen su raíz en la forma en que se entienden los referidos
preceptos constitucionales.

Es evidente entonces que la consideración de la Constitución de 1980 puede ser altamente provechosa para una nueva forma de
comprensión del derecho privado chileno, pero más allá de esta evidencia es necesario preguntarse por qué vías se hace operativa
esta influencia en el quehacer del derecho privado.

¿Cómo opera la constitucionalización del Derecho privado?

A nuestro juicio, el proceso de constitucionalización del derecho privado en el medio nacional puede transcurrir por tres diferentes
vías: la reforma de las leyes, la interpretación de las leyes, y la aplicación de la Constitución como ley.

a) La vía reformadora. La Constitución como motor del cambio legislativo. Un primer camino aparentemente más efectivo es el
de la modificación de las leyes para alinearlas al texto constitucional o a la interpretación que predomina de él en la voluntad
política mayoritaria. Entre nosotros el ejemplo más contundente de esta influencia es la reforma del Código Civil en materia de
filiación (ley No 19.585, de 1998) que desde un comienzo se justificó en la necesidad de ajustar la normativa legal a las exigencias
del principio de igualdad recogido en la Constitución, si bien para ello se relativizó el deber del estado de proteger la familia
fundada en el matrimonio. Una muestra de esta incursión del texto constitucional en el mismo Código Civil es el actual art. 222
CC, que establece que “La preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo” y que para ello “procurarán su
mayor realización espiritual y material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana de modo conforme a la evolución de sus facultades”. La frase “derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana”
está tomada directamente del art. 5 inc. 2 de la Carta Magna.

a) La vía hermenéutica o de aplicación indirecta

Se trata de una vía menos invasiva que la anterior, pero quizás de mayor penetración y permanencia. Este camino tiene dos
formas, una moderada y otra radical. La moderada contempla la Constitución como el marco dentro del cual deben moverse los
operadores en el Derecho Privado a la hora de intelegir los textos legales. En esta versión, es posible incluir la aplicación del
criterio de interpretación llamado “conforme a la Constitución” y que consiste en privilegiar como lectura de un texto legal aquella
en que se aprecie mejor su compatibilidad con los valores y normas constitucionales. Igualmente se aplica esta vía, cuando el
intérprete se encuentra con cláusulas generales o abiertas en la descripción de los supuestos de hecho de las normas. Son los
llamados conceptos jurídicos indeterminados como buenas costumbres, orden público, moral, incomerciabilidad, buena fe, etc.
Todas ellas pueden concretarse o llenarse de contenido haciendo uso de los preceptos constitucionales. También es posible
sostener que cuando el juez debe hacer uso de los principios generales del derecho para interpretar o integrar el orden legal, ha de
preferir aquellos que poseen consagración constitucional. Cuando el ar. 24 del Código Civil habla del espíritu general de la
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legislación, ha de incluirse dentro de esta última la “legislación” constitucional. En una perspectiva más novedosa es factible
propiciar un recurso a los valores y principios constitucionales a la hora de la interpretación de los contratos y convenciones entre
particulares, sobre todo respecto de aquellos que imponen exigencias que podrían lesionar la dignidad o los derechos
fundamentales de los contratantes o de la parte más débil de la negociación. La vía hermenéutica tiene sin embargo una versión
más profunda y radical, que pasa por un cambio en la perspectiva metodológica y en la comprensión del Derecho privado. Este
ya no puede ser entendido como un conjunto de reglas técnicas y asépticas que sirven para distribuir los bienes entre los
particulares sin que existan opciones valóricas o morales subyacentes. El Derecho civil pasa a ser comprendido en todas sus
normas o instituciones como un conjunto de pautas, criterios y preceptos que asumen como propios los valores y principios del
orden constitucional.

c) La vía de la aplicación directa. La aplicación directa se produce cuando el juez es autorizado a resolver un caso de derecho
privado invocando las disposiciones constitucionales sin esperar que ellas hayan sido desarrolladas por un texto legal. Podemos
también reconocer dos versiones en esta vía. La primera la denominamos “praeter o secundum legem”. Tiene lugar toda vez que
la Constitución debe ser aplicada porque no hay ley que resuelva el caso. Nos parece que también es procedente para invalidar un
acto o contrato contrario a los valores de la Constitución, aunque normalmente en estos casos se hará uso de la vía herméutica a
través de las cláusulas generales de objeto o causa ilícita. Pero esta vía no sólo se abre ante una laguna legal, sino también cuando
a pesar de haber ley la Constitución quiere ofrecer una protección alternativa para los derechos de las personas. A través de la
acción constitucional de protección los particulares pueden lograr una tutela más eficaz del ejercicio legítimo de un derecho civil
también amparado por la Carta Fundamental. Frente a una duplicidad de instrumentos cautelares, el particular elige la aplicación
directa de las normas constitucionales. Por ejemplo, frente a una perturbación ilegítima de la posesión de una propiedad, puede
optar entre recurrir a las acciones posesorias que contempla la legislación civil o accionar de protección por afectación del derecho
constitucional de propiedad.

Existe una segunda versión una vía de aplicación directa que podríamos llamar “contra legem”. Según esta teoría, incluso cuando
existe ley que resuelve el conflicto privado, esta puede ser descartada de su aplicación al caso porque el juez de instancia estima
preferible aplicar directamente una norma constitucional que contiene criterios diferentes a los consagrados por el legislador. No
compartimos esta segunda versión de la aplicación directa de la Constitución. A nuestro juicio, ella no resulta legítima en nuestro
sistema constitucional que contempla un modelo concentrado de control constitucional en el Tribunal Constitucional y en la Corte
Suprema.

Tampoco parece propiciable si se tiene en cuenta la racionalidad y coherencia del orden jurídico como un todo. Por querer afirmar
la supremacía constitucional podemos correr el riesgo de incurrir en el extremo de lo que podemos llamar “autarquía
constitucional”

2.- LA “CIVILIZACIÓN” DEL DERECHO CONSTITUCIONAL. EL DERECHO COMÚN

Es el mismo fenómeno pero observado desde el ángulo inverso: materias que eran y son propias de derecho privado ahora se las
encuentra en la Constitución, al menos en sus elementos básicos. Así, la disposición que contempla que “la ley protege la vida del
que está por nacer” ha pasado del Código (art. 75) a la Constitución (art. 19 No 1), y lo propio sucede con clasificación de las
cosas en corporales o incorporales (art. 565 CC, art. 19 No 24 Const.). Estas disposiciones no cambian su pertenencia o
adscripción al derecho privado por el solo hecho de recogerse en la Constitución o por contar con una adicional tutela juridiccional
de fuente constitucional. La diferencia de visión no nos parece relevante a menos que se esté indicando una forma distinta de
método para comprender y aplicar esas normas. Es claro que el derecho civil no puede pretender mantener el método lógico-
exegético a la hora de tratar esas normas, como si fueran preceptos del Código. Será necesaria la interpretación teleológica o según
principios que es la que conviene al texto constitucional.

En todo caso, debe considerarse que la unidad del ordenamiento y su coherencia necesitan de un sector del derecho que funcione
como un gran “centro de abastecimientos” al cual pueda recurrirse en subsidio de pautas o criterios específicos. Es la categoría
jurídica que llamamos Derecho común o supletorio. Nos parece que, con todo, el Derecho Civil, y su Código como fuente de
autoridad y no sólo de poder, sigue manteniendo el rol de proporcionar reglas que puedan regir a falta de previsiones particulares,
y es conveniente que lo conserve. La Constitución misma no podría ser aplicada si se ignorara o se arrinconara el Derecho civil a
regir sólo a las relaciones privadas prototípicas. Términos como familia, persona, persona jurídica, responsabilidad,
indemnización, nulidad, propiedad, bienes corporales o incorporales, cauciones, contratos, obligaciones solidarias, mencionados
por el texto constitucional carecerían de sentido sino fuera por la existencia de un derecho común – y de un Código– donde todos
esos términos están especialmente definidos y caracterizados. No parece correcto considerar que la constitucionalización del
Derecho privado exija que el Derecho civil abdique de su secular función de Derecho común y nuclear respecto no sólo del
derecho privado sino de todo el orden jurídico La Constitución, por su misma situación de estar en el vértice superior de la

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pirámide y por la necesaria concisión y tono declamativo de sus normas, no puede suplantar al Derecho Civil en la necesaria
función nutricia capaz de alimentar y dar consistencia y unidad al ordenamiento jurídico en su conjunto.

RESUMEN:

1. La constitucionalización del derecho privado no es un proceso único sino que una de las varias tendencias en las que se aprecia
un cambio metodológico de la ciencia del derecho privado o dogmática jurídica iniciado en la segunda mital del siglo XX.

2. En Chile se trata de un proceso que tiene avance en la jurisprudencia pero que aún no ha sido captado plenamente por la
doctrina y los operadores del Derecho.

3. La constitucionalización puede operar de tres formas: a) por la vía reformadora; b) por la víahermenéutica o de la aplicación
indirecta y c) por la vía de la aplicación directa.

4. Un exagerado entusiasmo la constitucionalización puede conducir a sobrevalorar la Constitución y a incurrir en un régimen de


“autarquía” más que de supremacía constitucional.

5. Uno de los peligros de esta especie de autarquía constitucional se presentaría si se reconociera la constitucionalización por vía
de aplicación directa contra disposición expresa de ley que no ha sido declarada inconstitucional. También debe evitarse la
tentación a fabricar de vacíos legales artificiales negando la función subsidiaria de las leyes civiles para atribuir la regulación de
completos regímenes jurídicos a la norma constitucional.

6. La constitucionalización también puede ser mirada como una elevación a rango constitucional de normas y principios propios
del derecho civil o privado, de modo que es posible hablar también de una constitucionalización o privatización del derecho
constitucional.

7. La constitucionalización, rectamente entendida y practicada, no debiera desconocer ni desvirtuar el rol de derecho nuclear y
común del Derecho Civil, respecto del derecho privado y en general de todo el orden jurídico.

Aspectos de la constitucionalización del Derecho Civil chileno

1. Introducción.
2. Rol jurídico de la Constitución.
3. El principio de legalidad y algunas de sus consecuencias para la constitucionalización del derecho civil.
3.1. La interpretación conforme a la Constitución.
3.2. La derogación de normas contrarias o incompatibles con la Constitución.
3.3. La integración de los Tratados Internacionales como fuente directa de derecho.
4. Los medios técnicos de la constitucionalización.
4.1. La dificultad de creación de una norma jurídica por medio de la jurisprudencia.
4.2. Hacia la desaparición de acciones clásicas.
4.3. Vulneración de principios procesales fundamentales.
5. La propietarización del derecho.
6. Algunas consecuencias de la constitucionalización en el alcance de las garantías.
6.1. Fundamentos constitucionales de la reparación del daño moral.
6.2. Fundamentos constitucionales del derecho a la intimidad y a la propia imagen.
6.3. Fundamentos constitucionales de la autonomía privada en el orden contractual.
7. La noción concreta de persona frente a la abstraccion del código.

1. Introducción.

Anclada por una tradición casi inconmovible, la enseñanza del derecho chileno repite, en diversos grados y con variados objetivos,
la existencia de una suma divitio entre el derecho público y el derecho privado. La suerte de esta división ha sido, con todo,
diversa según las épocas. Hasta hace unos veinticinco años, entre los cultores de diversas disciplinas, existía una urgencia por
situarla en el ámbito del derecho público. Se trataba de tiempos en que los vientos de la historia y de la política conducían al país
por senda recta y sin obstáculos previsibles hacia una sociedad calificada de “socialista”, adjetivo que, en aquellos tiempos, era
sinónimo de “estatista”, y hacemos la precisión, porque en los tiempos actuales, habiendo ahora cambiado la dirección de aquellos
vientos, aun quienes defienden su calidad de socialistas, se apuran en repugnar del estatismo. Las ideas de “nacionalización”,
“estatización”, “interés público”, “propiedad comunitaria” y otras semejantes formaban parte del vocabulario asentado para los
líderes políticos y estaban en boga en las aulas de las Facultades de Derecho, desde que estaban destinadas a sustituir, con
seguridad absoluta, las viejas y retrógradas de propiedad privada o de autonomía de la voluntad. La sola mención de esta última
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evocaba al liberalismo del siglo XIX y, por lo mismo, un pasado que ya se diluía a ojos vistas, frente a la nueva economía. Tanta
era la seguridad de ese rumbo histórico que en el derecho comparado obras destinadas a explicar la decadencia de la autonomía
privada hicieron famosos a sus autores.

Más aún, incluso algunos cultores del derecho privado se apuraron en sostener que las instituciones clásicas de éste habían
evolucionado de tal modo, que muchas cabían ahora en un orden estatista bajo las nociones de contrato dirigido o impuesto, o de
función social de la propiedad. Se oyó a más de algún comercialista sostener que el derecho mercantil ya no era de derecho
privado, porque se refería a la empresa, noción cautelada por el Estado.

De improviso, preocupados más por nuestra ruda realidad política de los años del gobierno militar, nos vimos inmersos en lo que
pareció, primero, como un modelo económico inventado e impuesto por los sostenedores de ese régimen y no fueron muchos los
que entonces, y desde Chile, pudieran darse cuenta que esas transformaciones económicas eran aires universales que llevaban ya a
la caída de los socialismos reales con su consecuencia en la denominada renovación de los socialistas teóricos.
¿Cómo íbamos a imaginar, quienes estudiamos derecho en la Universidad de Concepción en los años sesenta, sede ilustre de
movimientos izquierdistas latinoamericanos, que años más tarde la realidad ideológica y económica sería tan opuesta? ¿Y qué
tantas ideas, rechazadas como añejas, porque propias de otra época, volverían con nuevos ropajes y denominaciones, a ser las
dominantes? ¿Y que los aires de la privatización se presentarían como signo de modernismo, hasta el punto de dejar para los
estantes de los libros históricos aquel volumen de Konstantin Katzarov sobre Teoría de la Nacionalización, que con tanta
dificultad, entonces, nos consiguiera el profesor Gonzalo Figueroa Yáñez, cuando aún funcionaba el Instituto de Docencia e
Investigaciones Jurídicas? ¿O que las obras del ilustre decano Savatier que describían el paso del derecho privado al derecho
público como una de las metamorfosis del derecho de la época, hoy han perdido vigencia, habiéndose hecho realidad la reacción
que él pedía en ellas?

Pero lo cierto es que, luego de la caída de los llamados socialismos reales y del imperio en todo el mundo de los afanes
privatizadores, aun los sectores más socialistas de este país han asimilado como adecuados y correctos los principios en que se
basó la transformación económica llevada adelante por el gobierno surgido del golpe militar de 1973. Afloran con aires
renovados por nuevas denominaciones, aquella vieja autonomía privada, la propiedad individual, la libertad contractual y,
como consecuencia, el derecho privado recobra su lugar.

Con todo, el renacimiento del derecho privado no se hace bajo los mismos esquemas técnicos ni doctrinarios que inspiraron
al Código Civil y a la sociedad de su tiempo. No se trata de una simple restauración, como se calificara a aquellos regímenes que
surgieron luego de la Revolución Francesa. Si renacen las instituciones centrales del derecho privado bajo una economía de
mercado, lo hacen ahora marcadas por el internacionalismo de la economía, por la necesidad de utilizar medidas legislativas
destinadas a lograr la igualdad de las partes en las convenciones o para proteger la libre circulación de mercaderías, o el recto
funcionamiento del mercado. Nociones como la de contratos estándares, o de cláusulas generales de los contratos, o de protección
del consumidor o la aparición de formas negociales que van más allá de la idea clásica de contrato, para crear más bien la de
operación, como en el leasing o franchising u otras son las que dominan.

Pero además y tal vez por sobre todo, es la consideración de la persona y sus derechos , como preocupación esencial del
derecho privado lo que ha renacido con más fuerza. Aquel renacimiento de las instituciones de una economía privada es más
universal. Pero nos parece que en Chile ha tomado tanta o más importancia la valorización de los derechos de la persona
real. Seguramente porque la dolorosa experiencia de los años del gobierno militar ha puesto en evidencia, aun para los que
repugnaban de las llamadas “libertades burguesas”, que la consideración de los derechos individuales es esencial para la paz social
y la subsistencia de un país organizado democráticamente. Muchos tuvieron que experimentar, desgraciadamente en sus personas,
lo que era la falta de esos derechos mirados antes tan en menos.

Pero no bastaría con reconocer la transformación operada, si ésta no hubiese adoptado formas jurídicas tan particulares que llaman
la atención y necesitan de un examen más detenido, vista la experiencia de casi veinte años y que nos vuelve a la idea inicial: la
distinción entre derecho público y privado.

En efecto, el renacimiento de las instituciones privadas no se ha dado por el mero uso del Código Civil o del Comercial o de las
renovaciones de sus normas. Claro está que muchas de ellas han sido reformadas. Pero se ha producido un fenómeno más notable
para nuestro medio conocido en otros países con experiencia anterior semejante como España y que consiste en el uso técnico de
la Constitución como ley fundamental, para amparar aquellas instituciones esenciales a la persona y en la creación de
herramientas jurídicas efectivas para hacerla respetar. Este es un fenómeno que no habíamos conocido en Chile, al que con justicia
se denomina “constitucionalización del Derecho Civil”.

No es que antes la Constitución de 1925 no contuviera también las garantías constitucionales.


Las esenciales que hoy reconocemos estaban también allí; pero la Constitución carecía de medios técnicos para imponerse
efectivamente como ley suprema en la práctica, de modo que tales garantías sólo eran respetadas jurídicamente cuando leyes de
rango inferior las ponían en ejercicio, pues de otro modo, permanecían como meras normas programáticas. Tan solo la libertad
individual, a través del recurso de amparo contenido en el artículo 16 de aquella constitución y reglamentado por el Código de
Procedimiento Penal, tenía real eficacia en los hechos, desde que otras, como la propiedad privada, habían sufrido tales
limitaciones, también por norma constitucional, que sólo se conservaba el principio, porque no la práctica. El recurso a las
requisiciones, fundadas en normas de rango inferior, es un mal recuerdo al respecto; pero un buen ejemplo de cómo no se
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conocían entonces principios como el de legalidad constitucional o de interpretación conforme a la constitución. Por ello, basta
comparar la jurisprudencia anterior a 1977 o aún anterior a 1973, con la actual, para verificar el poco uso que de los textos
constitucionales se hacía en la defensa de los derechos individuales bajo la Constitución de 1925, a diferencia de lo que hoy
sucede bajo el amparo de la de 1980.

Se ha producido entonces un fenómeno curioso, porque para proteger los principios, derechos e instituciones propios del derecho
privado, se ha utilizado el texto normativo de derecho público por excelencia, que es la Constitución y así, por medio de ésta y de
los medios técnicos que ella proporciona y propios del derecho público, se renueva el derecho privado hasta el punto de
introducirse éste en el derecho constitucional o, más exactamente, hasta el punto que el derecho constitucional tiende a abarcar los
fundamentos del derecho privado civil y comercial.

2. Rol jurídico de la Constitución

El derecho público tiene un medio jurídico fundamental para poner las instituciones y los derechos por sobre las
variaciones de gobiernos y de ideas de paso -salvo ruptura del orden jurídico, claro está- y ese medio es la Constitución.

Clásicamente en la enseñanza del derecho público tradicional, se nos enseñó que la Constitución “es el conjunto de normas de
derecho que regulan y limitan los poderes de un determinado tipo de estado”. Se trata de un claro texto de derecho público,
porque su función es reglar y organizar los poderes estatales. De allí que la insistencia en esta noción determina que el estudio del
derecho constitucional clásico se dedique en gran medida a los poderes del Estado, a sus competencias, a su formación. Incluso en
otras definiciones más comprensivas del rol de la constitución se mantiene ese principal carácter. Así, se dice que la constitución
es el “conjunto de reglas supremas que fundan la autoridad estatal, organizando sus instituciones, otorgándole sus poderes y a
menudo, también, imponiéndole limitaciones, en particular garantizando las libertades a los sujetos o ciudadanos”. Se
observará que incluso en esta definición más comprensiva, las libertades individuales aparecen en la constitución como
limitaciones al poder estatal, es decir, en función a ellos.

Pero existe otro modo de examinar el rol de la constitución que podemos calificar de formal o técnico. En un Estado que
funciona de acuerdo a derecho, las normas jurídicas no se encuentran dispersas, sino formando parte de un orden, es decir, de un
todo coherente y sistematizado jerárquicamente, que es lo que queremos afirmar cuando decimos que en el país impera un Estado
de Derecho. Este implica la subordinación de unas normas a otras según un orden de jerarquía, la que determina una serie de
consecuencias prácticas y técnicas, tanto en el alcance obligatorio de las normas unas respecto a otras, como para su interpretación
y su mantención en el tiempo y en el espacio, de forma que todos los efectos tradicionales asignados tradicionalmente a la ley -en
su sentido amplio- están determinados por ese orden. Esta observación, hoy lugar común, es la que destaca, por ejemplo, la
conocida teoría de Kelsen, tan recurrida y manoseada, pero de la que no siempre se obtienen consecuencias prácticas.

En la cúspide de ese orden, como sabemos, está la constitución y a ella han de subordinarse las demás reglas de grado inferior. Por
lo mismo, situar en la constitución un derecho o facultad, implica darle una salvaguardia en contra de toda norma inferior y de
toda acción de los órganos del Estado, poniéndole al amparo de las vicisitudes políticas o de los gobiernos y autoridades de turno,
de interpretaciones y transgresiones reglamentarias, y le confieren una superioridad y predominio absoluto sobre cualquiera otra
regla que emane del poder público. Es lo que los publicistas más recientes en Chile y que tanto han aportado a la vigencia
efectiva de la constitución y su rol técnico, denominan el principio de juridicidad o de legalidad constitucional , que ha de
examinarse sucintamente para verificar sus consecuencias en la constitucionalización del derecho civil.

3. El principio de legalidad y algunas de sus consecuencias para la constitucionalización del derecho civil

La superioridad de la Constitución como norma, determina la sumisión del resto del ordenamiento a sus prescripciones, así como
también el del actuar de los órganos del Estado y aun de los particulares. No es aquí el lugar para su análisis, tanto en sus
fundamentos como en sus más variadas consecuencias para el derecho público, sobre lo cual nos remitimos a quienes tienen
autoridad en la materia”. Recordemos solamente que aparece consagrado en los arts. 6° y 7° de la Constitución, en particular en
el primero de ellos que manda que “Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ella” y que “Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a
toda persona, institución o grupo” (incs. 1 y 2).

Art. 6 CPR: Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y
garantizar el orden institucional de la República.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda persona, institución
o grupo.
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley.

Art. 7 CPR: Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su
competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las
leyes.
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Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley señale.

Curiosamente, este principio se desprendía también, en cierta medida, del artículo 4o de la Constitución de 1925, y más de
alguna vez, la jurisprudencia pudo aludir a la supremacía constitucional, aunque otras veces, con un legalismo que hacía
necesaria la consagración de los principios constitucionales en leyes, no le reconocía valor práctico por sí solo; pero precisamente
por el modo de entender la eficacia de los textos constitucionales, subordinándolos a leyes que pusieran en efecto sus reglas, nunca
tal principio alcanzó la importancia que tiene en la actualidad en la jurisprudencia de los tribunales y en la defensa de los derechos
individuales.

La Constitución en vigor, consagrándolo de modo más categórico y preciso permite extraer de él consecuencias efectivas para el
derecho privado y los derechos de las personas. Algunas de ellas son examinadas a continuación. Pero es necesario anotar que,
cuando se trata de las garantía constitucionales, el principio en cuestión está reforzado por lo que se dispone en el art. 19 N° 26, al
darse a toda persona “La seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la Constitución regulen o complementen
las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza, no podrán afectar los derechos en su
esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio”, regla a la que volveremos más abajo.

3.1. La interpretación conforme a la Constitución

De la subordinación del resto de las normas jurídicas a la Constitución, ha de derivarse una consecuencia primera en cuanto al
sistema de interpretación de las leyes y demás normas jurídicas, que implica superponer a los elementos de interpretación que
disponen los artículos 19 y siguientes del Código Civil, uno más fundamental: el de adecuación a la norma constitucional.

En efecto, si todos los órganos del Estado han de mantener sujeción a la norma fundamental, ese deber se aplica también al Poder
Legislativo y, por lo mismo, a las normas que él dicta.

Como consecuencia, ello rige para toda otra norma de jerarquía inferior. De aquí que, cuando se trata de interpretar una regla,
antes de examinarla a la luz de los elementos gramaticales, históricos, lógicos o sistemáticos, habrá que confrontarla con el texto
constitucional, de modo de apartar de los posibles sentidos de la regla, aquel que pudiera infringir el texto constitucional. Y este
esencial elemento en la interpretación tiene además su fundamento en un elemental principio de conservación o utilidad de la regla
jurídica. En efecto, habrá de entenderse que toda norma se dicta para recibir efectiva aplicación y para que produzca efectos
regulatorios. De aquí que, al interpretarla, habrá siempre que preferir el sentido en que ella haya de producir algún efecto a aquel
que no la haga producir efecto alguno, como sucedería si el que se le confiere, luego del proceso hermenéutico, se aparta de la
Constitución, con lo que la dicha regla deja de tener posibilidades de aplicación válida. Si este principio de conservación aparece
explícito para la interpretación contractual (artículo 1562, Código Civil), no se observa el porqué no deba regir para la
interpretación de la norma general, desde que se trata de una consecuencia fundada en la lógica más elemental, de la que aquella
regla no es sino una aplicación; pero no la exclusiva.

Artículo 1562. El sentido en que una cláusula puede producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de
producir efecto alguno.

En el derecho comparado, la interpretación conforme a la Constitución es cuestión que ha sido reconocida y estudiada. De allí
que algunos señalen, con certeza, que existe no sólo la interpretación de la Constitución, sino también la interpretación desde la
Constitución y “este principio de interpretación de la legislación de acuerdo con la Constitución se erige en criterio
interpretativo general y fundamental en toda actividad interpretativa de carácter jurídico. Es decir, estamos ante un principio
que actúa como referente normativo permanente y básico en cualquier tarea de carácter hermenéutico que se plantee en el
seno de un sistema jurídico”. Aplicando este principio interpretativo, el Tribunal Constitucional de España, en sentencia de 27
de julio de 1985, tiene resuelto que “incluso si existen varios sentidos posibles de una norma, es decir, diversas interpretaciones
posibles de la misma, debe prevalecer, a efectos de estimar su constitucionalidad, aquella que resulte ajustada a la Constitución
frente a otros posibles sentidos de la norma no conformes con el fundamental”. Y con anterioridad, el mismo Tribunal había
resuelto que “A partir de la entrada en vigor de la Constitución es un imperativo para todos los poderes llamados a aplicar la
ley, interpretarla conforme a aquella, esto es, elegir entre sus posibles sentidos aquel que sea más conforme con las normas
constitucionales” (sentencia 5 de mayo de 1982).

La consideración de este elemento constitucional en la interpretación, derivado del principio de legalidad, es una profunda
alteración del modo en que tradicionalmente se ha venido interpretando la ley en nuestro país, porque implica entregar al juez
intérprete la custodia, a través del procedimiento de hermenéutica, de los derechos fundamentales, de forma de no aceptar
sentidos de las leyes que importen vulneración de los mismos. Esta custodia no se da únicamente por medio de los
procedimientos de declaración de inconstitucionalidad, sino también por el de interpretación. Más aún, es posible afirmar que la
inconstitucionalidad sólo podrá darse, justamente en aquellos casos en que se concluya que existe una contradicción o
incompatibilidad entre la norma legal y la constitución, insalvable por medio de la interpretación, es decir, cuando el único sentido
posible de la regla es precisamente uno que se aparta de la garantía constitucional y la vulnera. Claro está que ello ha de decirse de
la ley, en su sentido estricto, es decir, el que manda el artículo 1° del Código Civil, porque cuando se trate de normas de rango

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inferior, si no hay posible sentido que haga concordarla con la Constitución, el juez deberá abstenerse de aplicarla y deberá hacer
prevalecer la garantía fundamental.

Es justamente aplicando estos principios interpretativos que la Corte de Apelaciones de Concepción, en sentencia de 13 de junio
de 1995, justamente elogiada por un autorizado comentarista y redactada por el profesor de la Facultad de Derecho de la U. de
Concepción don René Ramos, ha resuelto que “Legalidad constitucional significa que se ha de observar el respeto a las normas
jerárquicas superiores, de forma que el uso de esa facultad no conduzca a una solución que implique perturbar un derecho o
garantía constitucional. En otros términos, debe interpretarse las normas con la debida coherencia para que la conclusión no
vulnere un derecho garantizado por la Constitución. Así resulta de aplicar lo dispuesto en los artículos 6o y 7o y en especial el
19 N° 26 de la Carta Fundamental. Ninguna norma puede interpretarse de tal manera que conduzca a vulnerar la
Constitución”.

Art. 19. La Constitución asegura a todas las personas. N° 26º.- La seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la
Constitución regulen o complementen las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza, no
podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio.

De este modo, por ejemplo, no podrá aceptarse que una norma reglamentaria se interprete en sentido tal que atribuya a una
autoridad administrativa, una facultad discrecional en materia de garantías constitucionales. En efecto, si el artículo 19 N° 26 de
la Constitución da la seguridad que las normas complementarias de los derechos fundamentales no pueden afectarlos en su
esencia, no podría concluirse que una regla de grado inferior atribuya, por ejemplo, a la Dirección de Obras Municipales, una
facultad discrecional subjetiva para conceder o denegar un permiso de construcción o aprobar o no un anteproyecto. Se trata
entonces del derecho a edificar en un predio, atributo inherente al derecho de uso que conlleva la propiedad, garantizada por el
artículo 19 N° 24 de la Constitución. Luego, si la norma reglamentaria dice que “Si del estudio del anteproyecto se infiere la
factibilidad y conveniencia de desarrollar el loteo propuesto, el Director de Obras Municipales concederá la autorización para
desarrollar el proyecto definitivo” (artículo 3.1.3. inciso 4 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones), no podrá
interpretarse el texto en el sentido de atribuir al Director la facultad de estimar de acuerdo a sus personales criterios, la
conveniencia del proyecto y, por ende, negar su curso si él, conforme a sus criterios urbanísticos cree que es inconveniente, por
elevadas que sean sus razones. Una facultad discrecional subjetiva en materia de garantías constitucionales, implica tanto como
entregar su vigencia al criterio funcionario, lo que se aparta, evidentemente, del carácter de garantías que ellas tienen y, por tanto,
del carácter objetivo y anteriores a todo poder administrativo de que están dotadas. Eso fue lo que resolvió en aquel caso la Corte
de Concepción. En igual sentido, la misma Corte ha resuelto que el artículo 331 del Código del Trabajo no puede interpretarse
en el sentido de atribuir a la Inspección del Trabajo facultad para resolver sobre la legalidad de un convenio colectivo al momento
de pronunciarse sobre las objeciones de legalidad hechas a la respuesta dadas por el empleador a un proyecto de contrato colectivo
del trabajo, porque ello significaría atribuirle el carácter de tribunal competente para resolver sobre un convenio celebrado, es
decir, infringir el artículo 19 N° 3 inciso 6 y el N° 24 del mismo artículo. El primero en cuanto garantiza el no poder ser
juzgado por comisiones especiales: Art. 19. La Constitución asegura a todas las personas. N°3 inciso 6. La igual protección de
la ley en el eejecrcio de sus derechos. Inciso 6. Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que
señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a la perpetración del hecho.
Y el segundo que asegura, a través del derecho de propiedad, la intangibilidad de los contratos y convenciones, cuya validez sólo
puede ser objeto de un juicio tramitado ante el tribunal del orden judicial competente.

3.2. La derogación de normas contrarias o incompatibles con la Constitución.

Si hubiese de seguirse el principio de legalidad y de jerarquía constitucional, habría que concluir, necesariamente, que la
dictación de la Constitución de 1980 ha significado la derogación de todas las reglas de grado inferior que resulten contrarias o
inconciliables con ella.
En efecto, si el principio de legalidad está fundado en la subordinación de normas inferiores a las superiores y de todas a la
Constitución, la existencia de una regla constitucional ha de obligar a su obedecimiento porque prevalece sobre toda otra. Los
principios que fundan la derogación tácita de la ley, contenidos en los artículos 52 y 53 del Código Civil, han de aplicarse al caso.

Artículo 52 CC. La derogación de las leyes podrá ser expresa o tácita.


Es expresa, cuando la nueva ley dice expresamente que deroga la antigua.
Es tácita, cuando la nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las de la ley anterior.
La derogación de una ley puede ser total o parcial.

Artículo 53 CC. La derogación tácita deja vigente en las leyes anteriores, aunque versen sobre la misma materia, todo
aquello que no pugna con las disposiciones de la nueva ley.

Con todo, esta cuestión no ha sido pacífica en la jurisprudencia de los últimos años y ha existido una diversidad de soluciones
que se mantiene a la fecha. La cuestión ha sido también tratada por la doctrina en numerosos estudios y la divergencia entre la
opinión académica y las decisiones de los tribunales es notoria. Para los tribunales, hay al menos tres posibles soluciones que
se han ido dando sucesivamente:

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1.- Para algunas sentencias y algunos jueces, la existencia de una regla anterior a la constitución que entre en conflicto
con las normas de ésta, ha de ser resuelta por la vía de los principios de la derogación tácita, según los cuales, la norma
posterior deroga por incompatibilidad o contradicción la norma precedente, si es de la misma o de inferior jerarquía.
2.- Para otras, si bien existe derogación tácita, nada impide que la diferencia pueda también zanjarse por la vía del
recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.
3.- Por último, sentencias más recientes sostienen que la divergencia sólo puede atacarse por la vía del recurso de
inaplicabilidad y ello por dos razones:
a.- porque la Constitución no distingue al establecer el dicho recurso entre normas anteriores y posteriores, es
decir, el clásico argumento Ubi lex non distinguit
b.- y porque, además, los artículos 52 y 53 del C. Civil suponen una colisión entre normas de idéntica jerarquía.

Habrá de reconocerse que el problema planteado no es de fácil solución y cada una de las alternativas plantea a su vez nuevas
dificultades. Desde luego, aquella que sostiene que el artículo 53 del C. Civil supone normas de igual jerarquía, incurre en un
error: la derogación tácita no se produce porque haya colisión entre dos normas del mismo nivel obligatorio, sino porque existe
una voluntad legislativa que es inconciliable con otra precedente, sea por incompatibilidad o por contradicción, tal cual sucede con
la revocación testamentaria (artículo 1215), de forma que hay una real presunción de alteración de esa voluntad. Si ello se produce
entre normas de igual jerarquía, con mayor razón ha de existir la misma presunción si el conflicto se da entre una norma de menor
jerarquía precedente y la posterior de superior jerarquía, porque una mínima lógica manda que lo que se dice de lo igual ha de
predicarse con mayor razón de lo que es superior, ya que entra en cuestión aquí, además de la alteración de voluntad legislativa, el
principio de legalidad y de jerarquía de las normas a que hemos aludido.

Pero por otra parte, ha de tenerse presente también la necesidad de seguridad jurídica que hace necesario un orden legislativo
cierto. Esa certeza se pierde si cualquier juez puede declarar la derogación de una norma; pero tampoco se gana en certeza y si se
pierde en justicia y equidad, si el dilema entre ley anterior y norma constitucional posterior haya de resolverse únicamente por la
vía de la inconstitucionalidad decretada por la Corte Suprema, como lo entienden algunas sentencias y como ha ocurrido en la
práctica con la exigencia de caución de materia libertad provisional de acuerdo al artículo 44 inciso 2 de la Ley de Cheques.

Bastará que en un caso no se deduzca tal recurso para que el querellado no obtenga la libertad con caución simple, frente a aquel
otro que, con más recursos, pudo llegar hasta el tribunal supremo y obtener tal declaración.

En todo caso, la falta de certeza en las soluciones que el principio de legalidad ha traído en esta materia es una de las
imperfecciones más notorias que el derecho chileno presenta en estos últimos veinte años, hasta el punto que, mientras en materia
de cheques se ha sostenido la necesidad de recurso de inconstitucionalidad, en otra idéntica, como en la exigencia de caución del
artículo 163 letra f) del Código Tributario, se ha resuelto que “aun cuando la cita del artículo 26 N° 19 de la Carta Magna
podría conducir a la necesidad de pensar en la necesidad de interponer un recurso de inaplicabilidad, no puede olvidarse que la
contradicción entre el texto constitucional y el texto legal es severa” y que, por ende, se produce la derogación tácita que los jueces
del fondo pueden constatar por sí solos.

En cuanto a la doctrina, no ha faltado el recurso de derecho comparado para justificar las tesis en debate; pero por nuestra parte
entendemos que en esta como en ninguna otra materia, ha de tenerse cautela en uso del derecho extranjero porque las tradiciones
constitucionales y jurídicas pesan aquí más que en otros aspectos y la nuestra difiere con mucho, por ejemplo, de la francesa, que
siempre se ha mostrado contraria a entregar el control de constitucionalidad a los jueces, aun de la Corte de Casación, por
prejuicios que vienen desde la Revolución Francesa. Otro tanto ocurre con el derecho alemán, al que algunos recurren en materias
constitucionales, olvidando que sus tradiciones en ello son más que recientes. Autorizados doctrinadores mantienen la tesis
tradicional de la derogación tácita a ser declarada aún por los jueces del fondo. Se ha dicho incluso que “Respecto de las leyes, se
da todo el problema del control difuso de la constitucionalidad, que ha originado diversas posturas de la jurisprudencia suprema. . .
Sépase sí, que nos parece obvio que cualquier juez de la República al conocer de un proceso ha de determinar las leyes aplicables
al caso y leyes vigentes, por lo cual toca a él saber si se adecua a la Constitución, o sea, si es conforme a ella, dado que si es
contraria simplemente es nula (artículos 6o y 7° de la Constitución). Pretender que sólo la Corte Suprema puede pronunciarse
sobre la constitucionalidad de las leyes es simplemente desconocer el principio de juridicidad y pasar de largo por el artículo 6 de
la Carta Fundamental”.

3.3. La integración de los Tratados Internacionales como fuente directa de derecho

El principio de legalidad plantea otro desafío al ordenamiento jurídico tradicional y a la teoría de la ley que se sigue enseñando en
Derecho Civil, en base al Título Preliminar, como si éste no hubiese sufrido los embates de la constitucionalización del derecho en
los últimos veinte años.

Este desafío viene producido por la reforma que la Ley de Reforma Constitucional 18.825 introdujo al artículo 5o de la
Constitución. De acuerdo a éste “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por
esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”. No
comentaremos aquí el alcance práctico inmenso que se esconde en la formulación general de la primera parte del inciso.
Complementada esa regla por la del artículo 19, N° 26, determina una exigencia imperativa para los jueces de subordinar toda
decisión al respeto a las llamadas tradicionalmente “garantías constitucionales”, aún por sobre cualquier texto normativo. No se
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ha llegado aún a ello en la práctica; pero la regla está allí con su poder latente para futuras innovaciones. Pero sí interesa aquí
comentar lo ocurrido desde su aparición con los tratados internacionales sobre derechos humanos.

Art. 19. La Constitución asegura a todas las personas. N° 26º.- La seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la
Constitución regulen o complementen las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos en que ella lo autoriza, no
podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio.

Los autores de la reforma constitucional quisieron introducir en la carta los mismos principios que ya han sido admitidos desde
hace algún tiempo por los derechos de otros países, como es el caso de España, Francia, Alemania y en nuestro continente, por
ejemplo, por Argentina (artículo 75, inciso 2 de la Constitución).

Art. 75 CPR: Si el Presidente de la República no devolviere el proyecto dentro de treinta días, contados desde la fecha de
su remisión, se entenderá que lo aprueba y se promulgará como ley.
La promulgación deberá hacerse siempre dentro del plazo de diez días, contados desde que ella sea procedente.
La publicación se hará dentro de los cinco días hábiles siguientes a la fecha en que quede totalmente tramitado el decreto
promulgatorio.

Ellos consisten en entender incorporados al derecho interno las prescripciones de los tratados internacionales relativos a derechos
de la persona, tales como Convención Americana sobre Derechos Humanos, llamada Pacto de Costa Rica y otras semejantes.

Pero esa incorporación no ha dejado de suscitar arduas cuestiones con incidencia no sólo teórica, sino eminentemente prácticas y
otras que pueden sugerirse; pero que hasta ahora no han sido planteadas formalmente.

Desde luego, esa incorporación plantea un problema de jerarquía de norma: si esos tratados se incorporan, ¿Qué rango toman
dentro del orden jurídico chileno? ¿Tienen rango constitucional? ¿Tienen rango meramente legal? ¿Quedan situados entre la
Constitución y la ley? ¿O bien, no tendrán incluso rango aún superior al de la propia Constitución? La respuesta tiene, como se
comprenderá, consecuencias muy distintas: desde luego, para verificar el efecto que produce la incorporación respecto de las leyes
que pudieren serles contrarias o incompatibles. Las respuestas que ha dado la doctrina y la jurisprudencia al respecto son variadas;
pero ya se recordará lo ocurrido respecto al Pacto de Costa Rica y la libertad provisional en materia de delitos de giro de cheque
sin provisión, de delitos tributarios, de apremios contenidos en diversas leyes, sobre lo cual no volveremos aquí; pero
recordaremos que la cuestión es aún discutida con pareceres diversos entre las sentencias de la propia Corte Suprema y entre éstas
y las de las Cortes de Apelaciones. ¡Y para qué volver sobre la misma cuestión y la ley de amnistía decretada bajo el gobierno
militar! Se han producido en esta materia, situaciones que ofenden los más elementales principios de justicia y seguridad jurídica.

Así, mientras la Corte Suprema ha sostenido en el último tiempo la constitucionalidad del artículo 44 de la Ley de Cheques,
algunas Cortes de Apelaciones, como por ejemplo la de Concepción, bajo el supuesto que dicha regla está derogada por los
preceptos constitucionales y los tratados que prohíben toda prisión por deudas, conceden comúnmente la libertad bajo caución
simple conforme a las normas del Código de Procedimiento Penal. Como, por otra parte ya no es posible, luego de la reforma de la
Ley N° 19.374 al Código Orgánico de Tribunales, recurrir de queja por tales resoluciones, la doctrina seguida por la Corte
Suprema no produce efecto alguno y sus sentencias no cumplen ningún efecto regulador de la doctrina jurisprudencial, para fijar,
bien o mal, la subsistencia o derogación del citado artículo 44 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques. Quien gira un
cheque sin fondos en Florida, Octava Región, puede entonces obtener la libertad provisional con caución simple; pero quien lo
haga pasado el puente Queime, es decir, bajo el territorio de la Corte de Chillan, deberá consignar conforme al artículo 44 citado.
¿Es entonces efectivo que la ley es una sola para todo el país? Pero si el debate se ha centrado en torno a esos conflictos muy
determinados, bien pudiera pensarse en otros más complejos; pero que no podrían decidirse sino por las mismas soluciones: ¿Está
subsistente el régimen de filiación chileno y la distinción entre hijos legítimos, naturales y simplemente ilegítimos? ¿Y es
compatible con aquellos tratados, el régimen de sociedad conyugal en cuanto confiere sólo al marido la administración de la
sociedad conyugal y separa de ella a la mujer? ¿Y es posible entender que está conforme con las normas de esos tratados, buena
parte de nuestro sistema procesal penal, vistas las garantías que exige el artículo 8o del Pacto de San José de Costa Rica? ¿Y
algunas normas penales sobre presunciones? Podríamos seguir, pero nos basta evocar esos ejemplos, para anotar que los principios
de la incorporación directa y, más aún, la obligatoriedad de los tratados para el juez, como norma interna, sin previa norma legal
reglamentaria, responde a los mejores propósitos de garantía de la persona; pero provocan considerables dificultades y trastornos
en la seguridad y conocimiento del orden jurídico chileno. Podrá afirmarse que el Estado realiza ya una acción de concordancia
del ordenamiento interno con las exigencias de los tratados internacionales, mediante reformas que ya se han operado en el
procedimiento penal y con los proyectos de reforma del Código Civil en materia de filiación. Pero para introducir esas reformas no
se habría requerido de la modificación constitucional de 1989, pues desde que Chile ha ratificado ciertos tratados, ha adquirido el
deber de cumplirlos, adaptando su ley interna al contenido de ellos y este deber ha existido siempre, desde que se pertenece a la
comunidad internacional y se mantiene la voluntad de cumplir los compromisos internacionales. La reforma, si algún sentido
tiene, ha pretendido algo más: la vigencia e incorporación directa y, por tanto, la obligatoriedad para los jueces de los tratados y no
la simple declaración del deber para el Estado de modificar la ley nacional y es esto lo que determina consecuencias complejas que
hemos querido evocar.

Si así no fuera, la reforma constitucional habría sido inútil.

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Pero hay más cuestiones que señalar en este mismo orden de cosas: la incorporación de los tratados implica también alterar el
sistema de interpretación de las normas, no solamente por las mismas consideraciones que hemos señalado para la Constitución,
sino además porque los tratados tienen reglas propias de interpretación que no son asimilables a las del Código Civil. ¿Cómo
entonces conciliar todo el sistema interpretativo actualmente existente, si por una parte hay que tomar el elemento constitucional,
luego el internacional y también el legal interno? Cuestión delicada, pues ya se sabe que la interpretación de un tratado no puede
hacerse sino de acuerdo a las normas del Derecho Internacional y no con la aplicación de las reglas interpretativas del derecho
interno porque, de otro modo, se estaría entregando el alcance de un tratado no a la voluntad común de quienes adhirieron a él,
sino a la individual de cada Estado, con lo que su carácter de regla obligatoria para los suscribientes quedaría eliminada. Si el
tratado es directamente obligatorio para el juez interno, lo es incluyendo el sistema y los principios de interpretación de los
tratados, como por ejemplo los de buena fe o el de pacta sunt servanda, como lo manda el artículo 31 de la Convención de Viena
de 1969 sobre Derecho de los Tratados.

Entonces, más allá aún de la constitucionalización del derecho civil, se observa también un proceso de internacionalización del
derecho civil que requiere de atención, porque es otro de los aspectos importantes en la evolución del derecho chileno privado de
los últimos veinte años y que, a medida que se acentúa la incorporación del país a tratados comerciales, se irá acentuando y ya no
sólo en aspectos propios de los derechos individuales.

4. Los medios técnicos de la constitucionalización

Poco se habría adelantado en estas cuestiones si la Carta de 1980 no hubiese entregado a la práctica judicial medios técnicos para
hacer efectiva la protección de los derechos fundamentales. Ya hemos recordado que, aunque con notorias imperfecciones y
limitaciones, las constituciones precedentes y en especial la de 1925, contenían buena parte de las mismas garantías
constitucionales que la actual y, sin embargo, nunca tuvieron ellas una traducción efectiva en la práctica, permaneciendo las más
de las veces en su carácter de meras reglas programáticas. En un país de tradición profundamente estatista y formalmente legalista,
era difícil si no imposible pedir a los jueces que aplicasen principios generales, normas no reglamentadas o no particularizadas en
otras más elaboradas, conteniendo requisitos, definiciones y demás elementos controlables por la simple sumisión de los hechos a
las leyes.

Habría ocurrido lo mismo con la Constitución de 1980 si ésta no hubiese consagrado además medios técnicos para obligar
a los jueces a pronunciarse directamente por la infracción a las garantías constitucionales. Y entre ellas, dos han sido
fundamentales: el recurso de protección del artículo 20 y el artículo 19 N° 26, llamado con razón “la garantía de las
garantías”.

Artículo 20. El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el
legítimo ejercicio de los derechos y garantías establecidos en el artículo 19, números 1º, 2º, 3º inciso quinto, 4º, 5º, 6º, 9º
inciso final, 11º,12º, 13º, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y libre contratación,
y a lo establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º, 24°, y 25º podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la
Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el
imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda hacer
valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes.
Procederá, también, el recurso de protección en el caso del Nº8º del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal imputable a una autoridad o persona
determinada.

Es, pues, con justicia que un autorizado doctrinador, que por su parte ha puesto mucho de lo suyo en esta evolución, al referirse a
ese recurso ha podido escribir que él ha significado “otra revolución silenciosa”, parodiando el título de una conocida obra que
alaba las transformaciones económicas de estos veinte años. Nacido antes de la Constitución en el Acta Constitucional N° 3, pocos
imaginaron lo que iba a significar en la transformación del derecho chileno y en especial en el derecho civil en los años
posteriores. Las preocupaciones de esos años no iban justamente dirigidas a alabar una creación de un gobierno de facto. La
historia podrá más tarde juzgar la curiosidad que significa que la más poderosa herramienta de defensa de los derechos
individuales haya sido creada por un gobierno no constitucional.

No es este el lugar para hacer ni esa historia, aún demasiado reciente, ni para examinar ese recurso. Nos interesa sólo anotarlo
como el medio por el cual, en los hechos, la constitucionalización teórica ha llegado a la práctica. Es por su intermedio que los
tribunales se han visto en la necesidad de incorporar a las soluciones de los casos que se les plantean, el razonamiento
constitucional, el principio de legalidad, el examen de constitucionalidad de las normas, el respeto a su orden jerárquico, la
sumisión de los actos de la administración a las normas legales y constitucionales. Este examen, de algún modo imperfecto, se
producía en la tradición jurisprudencial cuando se había resuelto que los jueces podían dejar de aplicar decretos ilegales; pero
ahora el examen constitucional es amplísimo y sin límites y se ha de hacer ya no como único medio de subsanar la inexistencia de
tribunales administrativos en la Constitución de 1925. Se trata ahora de un deber entregado a las Cortes de Apelaciones y tan
general, por el alcance que la práctica ha dado a este recurso, que ha significado, por otra parte, el precisar en los hechos el
contenido de las garantías constitucionales. Es gracias a él y al trabajo jurisprudencial que de él ha emanado, que hoy en día la
noción de una administración pública todopoderosa que se impone al administrado, tiende a desaparecer en la cultura nacional,

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para ir hacia una que ha de cumplir su fin de servicio. Por otra parte, los conflictos entre particulares que alcanzan a los derechos
garantizados por la Constitución, tienden a resolverse por este medio y no por las acciones tradicionales.

Pero esta revolución no ha sido sin problemas y aquí queremos retrasar algunos con trascendencia en la teoría de la ley y en los
principios del derecho civil clásico.

4.1. La dificultad de creación de una norma jurídica por medio de la jurisprudencia

Las garantías constitucionales no están contenidas, como es natural, en reglas particularizadas o normadas, a las que la tradición
jurídica chilena estaba acostumbrada. El juez, se nos ha enseñado desde siempre, es encargado de aplicar la ley y la jurisprudencia
no es jamás fuente general de derecho. Esas son ideas que se continúan enseñando a los alumnos desde el primer año de derecho.

El valor relativo de la sentencia judicial, por más que en los hechos, como haya dicho un eminente maestro, “la ley reina y la
jurisprudencia gobierna” es un dogma que aparece en los códigos civiles de casi todos los derechos de tradición romanista y,
evidentemente, en las obras que tratan esta cuestión. Luego, el juez requiere siempre, salvo hipótesis de laguna legal, de una ley,
es decir, de una norma que le guíe y le precise la regla que ha de hacer observar.

Pero cuando el juez se enfrenta a la solución de un problema de respeto a una garantía constitucional , sólo cuenta con los
hechos por una parte (que pueden estar incluso integrados por normas reglamentarias y decisiones administrativas) y el
correspondiente número del artículo 19 de la Constitución que sólo contiene la garantía o derecho humano precisado en sus más
generales caracteres: la necesidad del “respeto a la integridad física o psíquica de la persona”, la “igualdad ante la ley”, “no poder
ser juzgado por comisiones especiales”, “respeto y protección a la vida privada y pública”, etc. ¿Y cuándo ha de entenderse que se
vulneran tales garantías? ¿Cuál es el contenido de cada una? ¿Qué límites tienen? ¿Qué ocurre con la colisión posible entre ellas?
¿Cuáles son los caracteres del dominio? ¿Y el alcance de los derechos económicos? Nada de ello viene reglamentado en el texto
constitucional y el recurso de protección pide a jueces que están acostumbrados a un derecho plagado de definiciones, requisitos y
detalles normativos, que determinen ellos si hay vulneración en el caso a una regla general en su enunciado. Por otra parte, no es
posible pensar que sólo hay que atender al caso y que, por ende, no importa la falta de precisión. Las exigencias de seguridad
jurídica, una garantía constitucional no consagrada expresamente; pero base de todo orden, requieren de una precisión de tales
derechos, de modo de saber, en el futuro, qué comportamientos están de acuerdo a ella y cuáles no. La falta de precisión podría
producir graves inconvenientes, incluso en la vida económica diaria, en la programación de inversiones y de proyectos de obras.

Pero nuestros jueces no están acostumbrados a la creación por vía jurisprudencial de normas precisas. Y el recurso de protección
exige, por sus caracteres, que el juez al resolver cada caso piense en las consecuencias que para el futuro tiene su decisión, ya que
no hay otra guía en la materia que los fallos que se van produciendo. Se incorpora a una tradición legalista y romanista, exigencias
propias de la tradición del common law, para las cuales ni nuestra enseñanza, ni nuestros usos están acostumbrados.

Habrá de recordarse que, contrariamente a una creencia común, la creación de una regla jurídica a través de la jurisprudencia es
lenta, mucho más que la que se produce por los tradicionales métodos legislativos. Mientras la regla no se decanta, la
incertidumbre subsiste y si los jueces no tienen presente su rol creador, las soluciones dispares para casos semejantes se
multiplican creando inseguridad y, por lo mismo, obstáculos y vallas a la práctica negocial. La manera de creación de la regla por
medio de la jurisprudencia ha sido preocupación doctrinaria y se destaca por insignes maestros que el juez, al fallar, no puede
limitarse a resolver la situación concreta y que para hacerse una idea exacta de lo que ha de resolver, es necesario sobrepasarla y
referirse a principios generales del sistema jurídico. Por otra parte, el carácter definitivo o no de una cierta solución dependerá en
mucho de la adhesión o de las resistencias que le manifiesten los individuos y el cuerpo jurídico.

Esta dificultad no ha dejado de sentirse en estos últimos veinte años. En algunos aspectos la regla jurisprudencial parece asentada,
aunque de pronto surjan excepciones. Así, puede afirmarse que ya es regla el que los conflictos sobre la titularidad del dominio no
son materia propia a dilucidarse por la vía de la protección. Pero en otras, las oposiciones subsisten y con notoriedad. Un buen
ejemplo lo dan las sentencias de la Corte Suprema de 14 de agosto de 1995 y de 13 de noviembre de 1989. En la primera, el
Tribunal Supremo revoca una sentencia de la Corte de Puerto Montt que, fundándose precisamente en la anterior doctrina de
la Corte Suprema, entendía que había infracción al derecho de dominio al quitarse a un área verde de una urbanización, su carácter
de tal por decisión municipal. Ahora, en la sentencia de 1995, la Corte Suprema decide que no existe tal infracción, porque los
recurrentes sólo tienen un interés legítimo de defensa del área verde, más no un derecho de propiedad sobre un bien corporal,
olvidando que antes había sostenido y pensamos que con razón, que la cercanía a un área verde constituye un atributo propio a los
inmuebles afectados por su supresión. Con todo, en sentencia de 20 de septiembre de 1995, la Corte vuelve a su primitiva doctrina
que, según acabamos de decir, nos parece la correcta. En cuanto a las atribuciones de la autoridad administrativa para pronunciarse
sobre la legalidad de un convenio colectivo, la regla tiende a formarse en cuanto a que tal facultad no existe por significar
atribuirse el rol de juez e infringir además el derecho de dominio que emana de los efectos de un contrato, pero ello se traduce en
dudas, en sentencias que contradicen la regla. En otras situaciones, mientras a algunos se ha exigido que precisen en contra de
quién recurren, en otras se ha resuelto que lo que interesa es el fin perseguido de hacer cesar los actos ilegales y arbitrarios, sin
importar que no pueda precisarse en contra de quién se pide protección. Y sólo tomamos algunos ejemplos.

Recordemos también el tiempo que demoró el sentar la regla respecto al entendimiento de la frase “sin perjuicio de los demás
derechos que pueda hacer valer ante la autoridad” el afectado por el hecho objeto de la protección que utiliza el artículo 20 de la

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Constitución y que diera lugar a sentencias contradictorias hasta sentarse la doctrina que parece correcta36, en cuanto a que la
existencia de otros recursos procesales no cierra la vía a la protección.

La dificultad de precisar la regla aplicable cuando ello ocurre por vía jurisprudencial y particularmente en materias
constitucionales no es exclusiva de nuestra realidad. En un país de tanta tradición legalista y en que no existe una Corte Suprema
única que tenga el control exclusivo de la constitucionalización, se han multiplicado también en los últimos años, las
interpretaciones de la Constitución y poco a poco ha comenzado también a entenderse, incluso por la Corte de Casación, la
vigencia directa de las normas constitucionales para el juez. Prueba de ello es una reciente sentencia de la Primera Cámara Civil de
4 de enero de 1995 insistiendo sobre el carácter constitucional del derecho de propiedad y que precisa que una restricción al
derecho de disponer libremente de un inmueble, es un atentado a ese derecho constitucional. La sentencia innova sobre la idea
comúnmente establecida en cuanto a que los tribunales ordinarios no son jueces de la constitucionalización de las leyes y trae a
debate el peligro de la diversidad de jurisprudencias constitucionales; pero como bien lo hace notar un comentarista de la
sentencia, “he ahí tal vez una crisis necesaria que permitirá la transición hacia un orden nuevo que integre plenamente la
dimensión constitucional del derecho... Vamos más lejos. La contradicción es creadora. Lo es, en general, como se sabe, entre la
jurisprudencia y la doctrina. ¿Por qué no lo sería también entre varias doctrinas jurisdiccionales?

Pero la dificultad e incertidumbre existe y debe tenerse en cuenta, en especial por los jueces, ya que la Constitución no es un texto
legal como los demás: es el que confiere el carácter fundamental a las instituciones y que, como lo dijimos al inicio, otorga su
poder como la máxima garantía a los derechos esenciales de la persona. Ha de quedar al margen entonces de las soluciones sólo
motivadas por las exigencias del caso, sin visión de generalidad y, como dice aquel comentarista, requiere estar protegida “en
contra de los caprichos de la conciencia colectiva” y de las influencias que, de un modo u otro, son constantes en nuestra práctica
judicial de los tiempos actuales y que han merecido públicas denuncias. Nuestro sistema no es el del precedente anglosajón, en el
que tiende a respetarse la solución ya adoptada y, por ello, la regla sólo se decantará con el tiempo, luego de una constancia
jurisprudencial, una vez que los tribunales hayan tomado ellos mismos conciencia de la regla que así han dictado.

Este rol que ha de tener la jurisprudencia frente a la constitucionalización del derecho privado, requiere entonces tomar clara
conciencia de la profunda alteración que se produce en la teoría general de las fuentes formales del derecho, ya que la
jurisprudencia adquiere ahora un efectivo rol creador de norma general, al precisar el alcance de las garantías constitucionales, rol
que incluso, en variadas situaciones, prevalecerá incluso sobre el sentido legal. Se produce así un desplazamiento en las fuentes:
de un derecho legislativo a otro pretoriano.

4.2. Hacia la desaparición de acciones clásicas

El nacimiento de la acción constitucional de protección, con todas sus ventajas, no ha dejado de significar, sin embargo, una grave
perturbación en el debate procesal diario. Su aformalismo, que resulta de la generalidad con que está consagrado en el artículo 20
de la Constitución y de las normas muy primarias que, para reglamentarlo contiene el Auto Acordado de la Excma. Corte, así
como de la doctrina jurisprudencial que se ha ido creando en cuanto a sus exigencias procesales, ha derivado en la paulatina
desaparición de acciones clásicas. El recurso de protección ha resultado así una acción procesal instaurada en desmedro de otras de
rango meramente legal; pero con una sólida tradición y con exigencias conocidas y reguladas. Los litigantes prefieren,
indudablemente, recurrir de protección ante hechos que, de otra forma, serían propios de aquellas acciones. El recurso de
protección no requiere de gran imaginación de los abogados, pues a éstos les basta señalar hechos y de modo muy general,
adecuarlos a algunas de las garantías constitucionales. Ni siquiera en la petición ha de usarse gran ingenio, ya que basta pedir que
se adopten las providencias que la Corte juzgue necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección
del afectado, copiándose así parte del artículo 20. ¡Qué enorme facilidad: la determinación precisa de la regla aplicable queda
entregada al Tribunal, desde que éste verá, finalmente, cuál es la garantía vulnerada, hará el razonamiento para establecer esa
vulneración y determinará las medidas correctivas del caso!

Pero entonces recurrir a las acciones posesorias para defender un inmueble de atentados de terceros resulta absurdo. Los conceptos
clásicos de posesión, de su prueba, las exigencias de calificación de la acción impuestas por la doctrina jurisprudencial son
obstáculos que pueden eludirse mediante el uso de la protección. Y es cuestión de revisar las diversas revistas que publican
sentencias en Chile para verificar que en los últimos veinte años las acciones posesorias han desaparecido de la práctica. El juicio
que pueda tenerse sobre el punto puede ser incluso neutro; pero para nosotros hay allí una consecuencia que no puede dejar de
mencionarse, visto por lo demás, lo que se dirá en torno a la adecuada tutela de un justo proceso.

Del mismo modo, el abuso a la simpleza del recurso de protección, determina que en numerosas ocasiones, el incumplimiento
contractual que debería ser objeto de un proceso común, se resuelva por la vía de la protección, desnaturalizándose su fin mediante
una extensión indebida de su alcance y finalidades, con la ayuda de los tribunales a quienes parece, en tales casos, que su deber de
hacer justicia prevalece sobre otras consideraciones, como si los fines de seguridad jurídica, de equilibrio procesal y otros
principios que conducen al debido proceso, no fueran también y en forma esencial, elementos de un juicio justo. No habrá de
olvidarse al respecto, como nos lo enseña una larga vida de abogado de ejercicio activo, que la peor justicia es la que se hace sin
formas y bajo el supuesto de “hacer justicia”. Son numerosos los casos en que conflictos contractuales aún complejos y aún
acciones de nulidad son objeto de recursos de protección. Las más de las veces, la intervención de la Corte de Apelaciones por la
vía del recurso de protección se ha justificado bajo la base de mantención del statu quo y de impedir actos de autotutela. Más, la
justificación no nos convence, pues bien miradas las cosas, todo incumplimiento contractual implica un acto de autotutela. Salvo
casos en que una de las partes está impedida de cumplir, en los demás, el incumplidor no lo hace porque pretende tener alguna
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razón para no hacerlo: incumplimiento real o supuesto de la otra parte, vicios imputados al contrato, hechos sobrevinientes que
alteran las bases contractuales iniciales y otros. Bajo tal prisma, el único caso en que un contratante no toma la justicia de su
propia mano es aquel en que imperan los viejos principios de solve et repete, en que la acción del que tiene quejas por el actuar
contrario se abre después de haber cumplido y para obtener la restitución.

De aquí que la intervención del recurso de protección en materia de incumplimiento contractual nos parece un exceso que la
evolución jurisprudencial habrá de corregir. Lo mismo puede decirse de aquellas sentencias que, por esta vía sumaria, han llegado
incluso a condenar al pago de perjuicios, convirtiéndola en verdaderas acciones de responsabilidad civil; pero sin las garantías de
un juicio realmente contradictorio y en abierto conflicto con el carácter urgente de la sentencia de protección que no significa cosa
juzgada sobre los derechos que han podido discutirse.

4.3. Vulneración de principios procesales fundamentales

La desmedida extensión que por las razones ya señaladas ha alcanzado el recurso de protección, implica en numerosos casos, la
vulneración de principios procesales fundamentales que, incluso, atendido el amplio tenor que ha de alcanzar en una sociedad
regida por un estado de derecho, la garantía del debido proceso (artículo 19, N° 3, inciso 5 de la Constitución), tienen rango
constitucional. Y habrá de recordarse que esa garantía sólo cede en importancia al derecho a la vida y a la igualdad ante la ley, si
hemos de aceptar que entre aquellas existe un orden de prelación, que ha de regir los casos de conflictos que pudieren producirse
entre tales derechos fundamentales. Sin embargo, es lo cierto que de esa garantía los cultores del derecho procesal chileno no han
sabido extraer todas las posibles consecuencias que de ella han de derivarse para la validez de los procesos. Ha faltado, sin duda, a
su respecto, la misma elaboración y contribución que los autores del derecho público chileno han aportado al desenvolvimiento de
los principios constitucionales y, precisamente, a la constitucionalización del derecho privado a que nos hemos venido refiriendo.

Tal vez, como la aplicación de esa garantía a los tribunales ordinarios, requeriría un examen crítico de la propia labor, los jueces
no contribuyen a su pleno respeto cuando de los procesos que han de conocer ellos se trata, aunque sí les haya servido para
contener la invasión de autoridades administrativas a tareas jurisdiccionales.

Ahora bien, la garantía de un debido proceso requiere, por ejemplo, como cuestión esencial, la obligación de observarse en
todo proceso, el deber de lealtad que, como lo ha escrito muy recientemente un ilustre profesor, “va a contribuir a la manifestación
de la verdad en el sentido en que ella subentiende la existencia de un cierto número de disposiciones procesales que sirven para
poner en obra la búsqueda de la verdad. El proceso no sería leal si no pasara por la búsqueda sincera de la verdad, lo que conduce
a que las partes deban discutir sus pruebas recíprocas, y les impone previamente comunicarse voluntariamente sus elementos de
prueba”. Sin embargo, el carácter aformal no sólo del recurso de protección mismo, sino aún más el de su tramitación, implica,
cuando se trata de materias propias de juicios de lato conocimiento, hoy a menudo resueltos por esa vía, infringir esos deberes. No
existe ni la contradicción de la prueba, ni su comunicabilidad a la contraria, pues las más de las veces incluso se presenta justo
antes de la vista de la causa. Más aún, la práctica hace que cuestiones técnicas que requerirían de examen controversial, se
resuelvan con ayuda de “oficios” que el Tribunal ordena enviar a los más variados organismos, aún sin petición de parte y, desde
luego, sin posibilidad de examen contradictorio. Del mismo modo, se designan peritos, sin las formas clásicas, se admiten pruebas
que, en un proceso regular no serían oídas, como declaraciones notariales, documentos elaborados para el caso, etc., y no se
permiten otras, como testigos formalmente examinados, confesionales, etc. Es verdad que todo ello podría justificarse en un
procedimiento que, por su naturaleza, debería ser rápido y destinado, fundamentalmente, a mantener una situación de hecho, a
impedir justicias por mano propia. Es decir, en un procedimiento de “urgencia”. Tal es el carácter propio con que se creó el
recurso de protección y sus aspectos procesales que un autorizado exponente ha destacado, determinan que sea unilateral e
inquisitorio, lo que implica que no se respete en él los principios procesales a que hemos aludido, claro está que entendiéndose que
la sentencia que en él se dicte es eminentemente provisoria. Pero en la práctica, este carácter se ha ido vulnerando con la amplitud
alcanzada por este recurso al que los tribunales no han podido o no han querido fijar deslindes más precisos. De allí que, hoy en
día, numerosos recursos de protección se hayan transformado en verdaderos juicios ordinarios sin tramitación ordenada, con
centenares de páginas de tramitación y en los cuales ya, ni siquiera la Corte Suprema respeta su propio Auto Acordado que señala
plazos perentorios para su fallo. Cuestiones delicadas, como las ambientales, que necesitan de un examen técnico acabado,
resultan así planteadas por esta vía y se llama al tribunal a resolver, por ejemplo, si es o no posible instalar una central
hidroeléctrica y si ella implica o no altera esencialmente condiciones naturales de un río, su incidencia en las aguas marinas, etc., o
si un contrato es válido o nulo, si una asamblea de socios se ha efectuado de acuerdo a las normas legales, si hay o no
inoponibilidad de un contrato y sólo citamos ejemplos de lo que hemos visto de acuerdo a nuestra práctica profesional. Y ello sin
entender que se trata de sentencias provisorias, tanto por las conclusiones terminantes de muchas de ellas, cuanto porque de hecho,
adquieren todas el carácter de definitivas.

No siempre se repara en que el formalismo procesal, si bien engorroso y molesto para quienes propugnan una justicia rápida, es
también garantía de real justicia y seguridad. Bien dice un maestro del derecho, con fina ironía, que “Definitivamente, el mito de
una justicia a la vez expeditiva y buena es para ser guardado en el mismo compartimento que el vehículo espacioso, pero fácil para
estacionar”. Y para insistir en este aspecto, nos remitimos a las palabras de otra autorizada exponente: “el debate contradictorio es
la negación de toda verdad revelada y no discutida en provecho de una verdad contradicha y sólo entonces establecida”.

Es verdad que la obligatoriedad directa de la constitucional para los jueces ha significado, como lo hemos ya manifestado, un
elemento esencial para la efectiva vigencia de las garantías constitucionales. Pero ello no ha de llevarse al extremo de significar el
olvido de principios que también son fundamentales para un estado de derecho y un efectivo ordenamiento jurídico. De allí que
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entendida esa obligatoriedad en forma absoluta, como si la Constitución fuera la única regla existente y que ha de concebirse
separada del resto de las normas, produce resultados inconvenientes para la seguridad jurídica. Si la Constitución es, según se ha
visto, elemento esencial para la interpretación del resto de las normas, no es menos cierto que éstas deben ser también integradas
en la interpretación y aplicación de la regla constitucional, de forma que haya coherencia en todo el sistema. Abandonar entonces
el respeto a principios procesales que, por último, tienen también rango constitucional o son esenciales para la seguridad jurídica,
es un exceso que habrá que corregir. Bueno es recordar que en países que han tenido una experiencia semejante a la nuestra, como
España, la jurisprudencia ha vuelto sobre sus pasos en el exceso constitucional.

5. La propietarización del derecho

Es este otro de los aspectos más novedosos ocurridos en el derecho chileno de los últimos veinte años y justamente como parte de
la constitucionalización del Derecho Civil. Es uno más de los medios técnicos por los cuales esa constitucionalización se ha
producido, pero sus peculiares caracteres requieren de un examen especial. Se trata ahora de un fenómeno inverso al que hemos
venido describiendo: mientras hasta ahora hemos señalado que la tendencia es convertir los derechos privados en garantías
constitucionales para ponerlos a salvo de los atentados del resto del ordenamiento jurídico, ahora se trata de convertir los más
variados derechos, situaciones y aún hechos, en propiedad o dominio para así lograr la protección que el artículo 19 N° 24
consagra a este derecho el más eminente del ámbito civil patrimonial. Si antes un autor pudo decir “todo se hace derecho público”,
hoy podríamos decir, por el contrario: “todo se hace derecho de propiedad”.

Este fenómeno, calificado de “propietarización del derecho”, es denunciado por algunos como un exceso inaceptable; pero
defendido por otros como gran logro de la actual Constitución, incluso con acalorados argumentos. Es él el causante de la
desmedida extensión del recurso de protección, efecto sobre el cual tenemos un juicio a lo menos reservado.

Desde luego, como se ha dicho por quienes han analizado la cuestión, el fenómeno tiene como sustento jurídico el alcance que los
tribunales han dado a la primera frase del artículo 19 N° 24 de la Constitución al garantizar: “El derecho de propiedad en sus
diversas especies sobre todaclase de bienes corporales e incorporales” y como, por otra parte, el artículo 565 del C. Civil dice que
“Los bienes consisten en cosas corporales o incorporales”, agregándose por el artículo 583 que “Sobre las cosas incorporales hay
también una especie de propiedad”, la conclusión judicial ha sido la propia de un silogismo primario: luego sobre toda cosa
incorporal hay una propiedad y, por tanto, todas merecen protección constitucional, porque toda forma de propiedad está
garantizada constitucionalmente. Así, el derecho del alumno para proseguir sus estudios es una propiedad de aquél, el cargo
público confiere una propiedad a su servidor (y así resulta la curiosidad que un cargo destinado al “servicio público” se convierte
en un derecho personal de quien está obligado a servir), el derecho de cada parte que emana del contrato es una propiedad suya,
etc. Los excesos han llegado hasta el punto de entenderse, en una curiosísima sentencia, que un médico tiene un derecho de
dominio sobre su propio prestigio, de forma que el hecho vulneratorio de tal prestigio es un atentado a esa propiedad, que además
se califica de patrimonial y en otra se ha calificado de derecho de dominio sobre una cosa incorporal al que emana de una
resolución judicial, con lo cual la sentencia se transforma así en otra fuente de derechos reales.

No abundaremos en mayor análisis de este fenómeno, ya que está consagrado por la práctica y parece difícil de contener. La regla
está formada. Además, sus vicios jurídicos han sido analizados con cuidado por autores a que hemos aludido. Pero no podemos
dejar de mencionar al menos sus graves defectos técnicos. El derecho de propiedad implica, por definición (artículo 582, C. Civil),
la disponibilidad. Sin ella no hay real propiedad. Pues bien, las más de las veces, los tribunales califican de propiedad a situaciones
o pretensiones subjetivas y aun a derechos de la persona, con lo cual resulta que, como todos ellos no son disponibles, he aquí una
propiedad que no es realmente tal sino sólo para fines de protección constitucional por la vía del recurso en examen. Porque no se
supondrá que un alumno pueda enajenar sus calificaciones, sobre las cuales, sin embargo, se ha resuelto, en un comienzo, que
tiene un derecho depropiedad, aunque afortunadamente no siempre. Por otra parte, si el C. Civil señala que sobre las cosas
incorporales hay una especie de propiedad, no habrá de olvidarse que el artículo 576 clasifica a las cosas incorporales de derechos
reales o personales y que los derechos personales o de crédito (art. 578) son distintos a los derechos reales. De este modo, cuando
se resuelve a veces que el arrendatario tiene un derecho de dominio sobre los efectos del contrato, se incurre en la curiosidad de
calificar de real al derecho que se tiene sobre los efectos de un contrato, que son eminentemente personales, con lo cual, el derecho
personal se convierte en real, incluso con respecto al arrendador, es decir, a la contraparte, con la cual sólo existe como lazo un
derecho de crédito. Derecho de crédito y derecho real se hacen iguales, de forma que la distinción del artículo 576 se torna inútil.

En realidad, el acreedor de un derecho personal tiene justamente eso: un derecho personal que le permite exigir prestaciones de la
contraparte y en contratos como el de arrendamiento, un deber de lealtad y que se traduce en la obligación de garantía, sea contra
actos de perturbación de terceros, sea contra perturbaciones del propio arrendador (artículos 1924 N° 3, 1928, 1930).

La cuestión que evocamos tiene su origen, además, en el clásico vicio de nuestros derechos romanistas que no han evolucionado
en sus conceptos y que es el de tomar por realidades inconmovibles, las calificaciones y categorías reconocidas clásicamente,
olvidándose que ella no son sino procedimientos de abstracción de la técnica jurídica; pero no realidades del mundo exterior,
cuyos límites y excesos han sido puestos en relieve por numerosos autores que razonan sobre derechos de la misma familia; pero
con visión más acabada y que no olvidan que “hay nociones que no se dejan integrar sin artificios en las clasificaciones o
categorías más generales” y que “en derecho como en toda otra materia, hay que saber renunciar al sistema cuando el número y la
importancia de las excepciones vienen a demostrar que la construcción ya no está adaptada a lo real, y que hay que buscar otra
más adecuada a los supuestos del problema”. De este modo, la insuficiencia de nuestras clasificaciones ha dado a las categorías de
bienes y de derechos el Código Civil un carácter tan absoluto, que ha llevado incluso a constitucionalizarlas por la vía que hemos
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indicado: al referirse la Constitución a toda forma de propiedad sobre cosa corporal o incorporal, hace atribuir carácter
constitucional a los artículos del Código que contienen y desenvuelven aquella clasificación. Pero no se repara que, siendo ellas
clasificaciones que nacieron en otro tiempo, se adaptan mal a nuevas consideraciones sobre los derechos. Desde luego, como
acabamos de decirlo, los propios de la persona, que no son derechos reales ni personales. “El núcleo duro de la patrimonialidad –
dice un autor- está, pues, constituido por todos los bienes que, aún si están provistos de un legítimo poseedor, no están unidos a
este último, hasta el punto de formar parte de su ser. Es la capacidad que tiene el bien de cambiar indefinidamente de titular que le
da su calidad de bien patrimonial” y, por lo tanto, la distinción entre derecho real y personal, propia sólo de los derechos
patrimoniales resulta inapropiada para usarla al referirse a aquellos derechos, por esencia indisponibles. Tampoco se tiene en
consideración que el artículo 583 del C. Civil no puede interpretarse hasta el punto de atribuir el carácter de derecho de propiedad
al que tiene sobre cualquier situación ni aun derecho subjetivo. El derecho mismo de crédito es un derecho distinto al de propiedad
y es sólo un inadecuado análisis del mismo, o su insuficiencia, que permite entender que el acreedor tenga “dominio” sobre el
crédito. Tiene un derecho de crédito; pero el contenido de éste va mucho más allá que la sola facultad de exigir la prestación y el
derecho de prenda general, porque integra también su concepto, la facultad de disposición y su negociabilidad, tal cual lo expone
acertadamente L. Diez-Picazo. La insuficiencia de nuestras clasificaciones clásicas es tal que, con la argumentación de la
jurisprudencia, como el deudor de una obligación tiene también facultades, como la de liberarse de su deuda, hasta el punto que el
acreedor no puede impedirle el pago, bien podría afirmarse con aquel exceso, que el deudor, frente a una negativa de recepción por
parte del acreedor, está habilitado a lograrlo no por el pago por consignación, sino por medio de recurso de protección, desde que
tendría la “propiedad de la deuda”, infringida por el acreedor al negarse a recepcionar el pago. ¡Y se habría infringido esa
“propiedad”, al vulnerarse el derecho a pagar!

Hay aquí un aspecto de la constitucionalización del derecho privado que requerirá, sin duda, un mayor examen. La forma en que
ella se ha producido es un evidente desafío a los civilistas para revisar sus categorías y clasificaciones tradicionales y reducir a sus
límites lógicos el derecho de propiedad, es una tarea pendiente.

6. Algunas consecuencias de la constitucionalización en el alcance de las garantías

Para concluir esta aproximación a la constitucionalización del derecho civil, necesitaríamos pasar revista a las diversas garantías
constitucionales y ver en ellas la existencia de derechos clásicos privados, pero elevados al rango de normas fundamentales.
Evidentemente esa tarea sobrepasa el objeto de este análisis que se limita a “aspectos” de la constitucionalización como uno de los
fenómenos más relevantes ocurridos en el derecho privado de los últimos veinte años. Con todo, sin llegar a ello, nos parece
importante hacer algunos esbozos de análisis de algunas de ellas, porque desbordan del límite que fija su mero tenor literal. Nos
reduciremos a aquellas que presentan un particular valor práctico para cuestiones clásicas del derecho privado.

Acabamos de señalar que las garantías constitucionales no pueden tener un mero alcance literal. Tratándose de normas muy
generales, de ellas han de derivarse para el beneficio del individuo consecuencias que integren su esencia, como bien lo dice el
artículo 19 N° 26. Más aún, no sólo existen las garantías que textualmente resultan del texto del artículo 19, sino aquellas otras
que se derivan de la coordinación entre varias de ellas o de su complementación, de forma que están implícitas. No se trata de una
aseveración arbitraria. Como lo ha observado un autor tratando de esta misma materia en otro derecho, es de actualidad recordar la
existencia de los principios generales a los que la ley y, desde luego el Código Civil (artículo 24) invita arecurrir desde antiguo.
Estos principios, según ha sido costumbre, se hacen derivar del derecho natural para algunos, o de la coordinación de normas
legales para otros. Pero no habrá entonces que olvidar que el derecho público y en especial el constitucional, también tienen
principios generales y que si ellos están inscritos en la constitución o derivan de sus normas, tienen valor constitucional y entonces
“nada se opone teóricamente, a que el juez judicial descubra así principios fundamentales con valor constitucional”. Las normas
positivas de la Constitución, en especial las relativas a las garantías constitucionales expresan valores fundamentales que tienen
variadas dimensiones, entre las cuales no es de desdeñar aquella “desde la que los valores superiores del ordenamiento jurídico
cumplen la función de criterio o parámetro de valoración para justipreciar hechos y conductas. . . se convierten en el criterio para
medir la legitimidad de las diversas manifestaciones del sistema de legalidad”. Así, de esas normas han de derivarse los valores
que la sociedad consideraba esenciales y que, por ende, no quedan limitados sólo al tenor literal de la norma.

Otro aspecto que interesa destacar es que, al constitucionalizarse los derechos fundamentales y al dotárseles por la propia
constitución de medios efectivos de protección resulta que ellos no sólo pasan a ser obligatorios para los poderes públicos que no
pueden ejercer sus funciones en desmedro de aquellos, por impedirlo los artículos 6, 7 y 19, N° 26, sino también son obligatorios
para los demás individuos, con lo cual tienen eficacia inmediata en la relación con los particulares y ello sin necesidad de previa
reglamentación legal, particularidad que fue destacada primero en Alemania por Nipperdey y es hoy doctrina común en otros
países como España.

Para observar la trascendencia de esos conceptos, veremos su aplicación en algunos ejemplos.

6.1. Fundamentos constitucionales de la reparación del daño moral

Siguiendo aquellos principios, nos parece indudable que un principio constitucional a destacar es el de la reparación del daño
moral, al menos en sus especies más comunes. En efecto, tal reparación tiene asidero constitucional en el artículo 19 N° 1 que
asegura el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona, artículo 19 N° 4 que asegura el respeto y protección a
la vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia, artículo 19 N° 9, que asegura el derecho a protección de la
salud, entre otros.
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Para sostenerlos pensamos que hay que recordar algunas nociones elementales sobre el daño moral, porque no siempre son
entendidas por nuestros tribunales. El daño moral no es sólo el pretium doloris, como a veces se cree, aunque ya ese aspecto queda
comprendido por la integridad psíquica de la persona. Más generalmente, es todo atentado a un interés no económico y que afecta
a la persona. Por tanto, a veces repercute en la psiquis de la persona natural, otras en su integridad corpórea; pero también en su
esfera de intimidad, en su imagen, en su honra o prestigio. De allí que todo hecho que afecte de tal modo a la persona natural o
jurídica, en cuanto le sean aplicable, requiere y exige reparación como modo de restituir el interés afectado, aunque no se le
reponga. Así, toda lesión que implique una disminución a la integridad física de la víctima, sea daño corporal, sea daño estético, es
un acto ilícito, porque esa integridad está asegurada por la Constitución, con lo cual ésta no hace sino recoger los principios tan
antiguos como los que San Pablo, para referirse al Cuerpo de la Iglesia, recordaba lo que sucedía con el cuerpo humano: “del
mismo modo que el cuerpo es uno solo, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos,
forman un solo cuerpo” (1, Corintios, 12). Pero también, y por idéntica razón, han de ser reparados el daño biológico y la salud, ya
que también se trata de aspectos de la persona asegurados y protegidos por la norma constitucional. Una contaminación de sida o
de hepatitis, por transfusión sanguínea en un hospital, es por lo mismo un daño reparable bajo el amparo constitucional, sin
perjuicio de fundamento que pueda tener, si se trata de un hospital estatal, en la responsabilidad de derecho público que emana del
artículo 6o de la Constitución y de las normas que emanan de esa regla, es decir, la responsabilidad por falta de servicio.

Mención especial ha de hacerse al daño causado a la esfera de intimidad que la Constitución califica de “vida privada”,
porque no siempre los tribunales nacionales han comprendido ese aspecto de la persona, como se verá más abajo.

Por último, si la reparación del daño moral tiene hoy en día fundamento constitucional, la distinción entre daño moral
extracontractual y daño moral proveniente de contrato deja de tener interés en cuanto dice relación con la existencia del
derecho a reparación. Las normas constitucionales no distinguen entre la fuente de la lesión, sino que dan resguardo al interés
mismo de la persona, sea cual sea el origen del mismo o de donde surja su lesión. Por consiguiente, cualquiera sea el alcance que
en otro tiempo haya querido darse al artículo 1556 del Código Civil en cuanto a limitar la indemnización contractual al sólo daño
económico, hoy en día, en presencia de las reglas constitucionales, esa interpretación no puede admitirse, porque según hemos
visto, no cabe una que contraríe la Constitución.

Recordaremos que la constitucionalización del daño moral, como principio general emanado de las normas de la Constitución de
1980, no es novedad en el derecho comparado. Bastará señalar que el artículo 5° de la Constitución del Brasil contiene mención
expresa a la reparación de ese daño en casos de vulneración a ciertos derechos de la persona.

6.2. Fundamentos constitucionales del derecho a la intimidad y a la propia imagen

Es con el mismo criterio que entendemos protegido constitucionalmente el derecho a la intimidad y a la propia imagen. Es verdad
que el artículo 19 no menciona específicamente el derecho a la imagen; pero sí menciona el derecho a la esfera de intimidad,
cuando asegura el respeto y protección a la vida privada y pública de la persona (artículo 19 N° 4). Pues bien, el concepto de vida
privada comprende todo cuanto dice relación a la reserva de comunicación que de la persona ha de mantenerse y que es esencial
para su dignidad. Además, el honor u honra comprende también la imagen física que la persona presenta ante los demás y puede
por tanto infringirse mediante la exhibición de la imagen en situaciones desmedradas. No queremos con ello sostener que el
derecho a la propia imagen no haya de adquirir independencia o autonomía frente al derecho a la intimidad o al derecho al honor.

Concebido cabalmente, si es autónomo y así lo han entendido autorizados tratadistas. Pero lo que sí queremos expresar es que, de
aquellas reglas se deriva también como valor constitucional y principio general, el respeto a todos los demás derechos de la
persona y si se han expuesto en forma positiva aquellos, no ha de entenderse que no se comprenda el derecho a la propia imagen,
ya que la vulneración a éste, las más de las veces, implicará un atentado a la esfera de intimidad o al honor.

No lo han entendido siempre así nuestros tribunales. La Corte Suprema, por ejemplo, en la curiosa sentencia de la C. de Santiago,
de 1 de agosto de 1989, confirmada sin un solo agregado por la C. Suprema el 16 del mismo mes, resolvió que la publicación de
una fotografía de una joven en bañador por un periódico, sin su consentimiento y con leyenda alusiva a sus condiciones físicas no
violaba su intimidad porque “la circunstancia de que –los hechos- sean realizados en un lugar público está indicando que la
presunta afectada no los considera privados y sobre el particular su voluntad es en este aspecto decisoria”. Por su parte, el diario
objeto del recurso de protección destacaba que el derecho a la imagen no aparece protegido en el artículo 19 N° 4. Claro está que
una decisión como esa no entiende que es el derecho a la intimidad, ni el derecho a la propia imagen, porque de otra forma, no
pudo emitirse una decisión como la transcrita. La esfera de intimidad no depende del lugar donde el acto se realice. Si fuera así, no
existiría ese atributo de la personalidad fuera de la casa en que se vive y allí es precisamente donde menos puede realizarse un
atentado en su contra. Y en cuanto a la imagen “constituye bien. . . una prolongación de la personalidad, de la que representa uno
desus atributos, al mismo título que nuestro cuerpo, nuestra voz, como la carta que se escribe o el nombre que se lleva”.

Pero el mismo reproche no puede hacerse a la sentencia de la misma Corte, 17 de noviembre de 1992, porque entiende que el solo
hecho de no haberse obtenido la debida autorización del paciente para que se filme una intervención quirúrgica que se le hace,
implica una acción ilícita que contraviene su privacidad.

Con todo, habrá de señalarse que un tema aún no resuelto plenamente por nuestros tribunales, es la colisión entre el derecho a la
honra y a la intimidad con otras garantías, tales como el de emitir opinión e informar sin censura previa del artículo 19 N° 12. Por
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ahora, la decisión ha sido que prevalece el primero por ser de mayor rango que el segundo, como se dijo en el célebre caso
Martorell; pero en otras situaciones, se ha preferido eludir la decisión bajo el pretexto deno poder determinarse quién es el autor de
la publicación, aunque era evidente que se hacía en un conocido diario. Es evidente, sin embargo, que aquí existe una oposición
severa entre dos visiones de lo que ha de ser primordial para una sociedad organizada.

6.3. Fundamentos constitucionales de la autonomía privada en el orden contractual

Los contratos innominados. Del artículo 19 Nros. 21 y 23 se desprende la facultad del individuo para autorregular su actividad
económica mediante los negocios jurídicos que estime adecuados, con tal que, por otra parte, se respeten los valores propios de la
licitud. Entendemos así que la libertad contractual adquiere también rango constitucional y ella es esencial si se pretende que el
modelo económico aceptado por el constituyente es el de economía libre o de mercado, porque es a través de esa libertad
contractual que puede organizarse jurídicamente el desarrollo de toda actividad económica. La libertad contractual como garantía
constitucional ha sido reconocida en variadas sentencias.

De esta libertad habrá de extraerse entonces su máximo alcance en cuanto por ella resulta también amparada no sólo la libertad de
celebrar contratos, sino de regularlos tanto en su contenido como en sus formas, salvo ley prohibitiva que sólo puede justificarse
por la protección de otras garantías o a otras partes de la relación. Es ello lo que podría justificar, por ejemplo, las normas que
prohíben la discriminación o restringen el derecho a no contratar, como en el conocido caso de negativa a proporcionar el acceso a
un establecimiento de baños a una persona por supuesta “falta de fineza”. Pero más allá el legislador no puede ir y, por ende, habrá
de reconocerse que la libertad contractual permite crear figuras contractuales si son lícitas. La noción de contrato innominado o
atípico adquiere también autorización constitucional, puesto que no se observa por qué razón no habrían de aceptarse figuras
contractuales que, aunque no reguladas, son lícitas por no atentar contra otras libertades fundamentales o valores constitucionales
y, por el contrario, confieren un marco jurídico adecuado a los fines económicos que persiguen las partes. De esta manera, habrán
de aceptarse ampliamente toda suerte de contratos preparatorios y zanjarse por la vía de la integración de las diversas normas la
cuestión de si tales contratos son permitidos, atendido el tenor aparentemente restrictivo del artículo 1554 del C. Civil. Esta regla
no podrá interpretarse entonces, como se ha hecho a veces, en el sentido de que el único contrato preparatorio lícito es el de
promesa de celebrar un contrato, impidiéndose las variadas figuras de opción u otras parecidas que se integran incluso en el
leasing y otros contratos hoy admitidos comúnmente por la práctica.” Es la promesa la que debe cumplir los requisitos del artículo
1554; pero esa regla no puede significar limitación a la libertad de moldear contratos y convenciones al libre interés de las partes,
porque no existe razón alguna que justifique una extensión del supuesto mandato imperativo envuelto en aquella regla del artículo
1554, por sobre la libertad negocial que va envuelta en la libertad económica reconocida por la Constitución, como modo técnico
de llevarla jurídica a efecto. Porque si por vía legal pudiera restringirse y aún prohibirse las formas contractuales que las partes
adopten para llevar a efecto sus empresas económicas, la garantía constitucional sería meramente ilusoria, como ocurrió en el
pasado reciente. Sólo cuando las libres forma contractuales infringen otras garantías o principios constitucionales de mayor
entidad pasan a ser ilícitas y allí es propio que el legislador la límite o incluso la impida. Y por esos mismos principios, no se
observa tampoco la razón para esmerarse, tanto en asimilar una operación crediticia tan usual hoy en día, como es el leasing, a
contratos nominados, como son el arrendamiento y la promesa, y no reconocerle una naturaleza propia que emana de la libertad
contractual, evitándose así enojosas consecuencias prácticas que acarrea aquella forzada naturaleza híbrida que, en razón del fin de
este trabajo, no podemos abordar. Del mismo modo y para poner otro ejemplo, no se entiende cuál sería la razón de no permitir
que las partes den el carácter de créditos a la orden a los que no lo son por su naturaleza.

7. La noción concreta de persona frente a la abstraccion del código

La constitucionalización del derecho civil, es decir, la acogida de normas y principios del derecho privado por la regla
constitucional, tiene como consecuencia y de las más positivas, el haber centrado la noción de persona en el individuo concreto, en
la persona humana, en sus intereses, valores, atributos, en su libertad de escoger, de proyectarse, de realizar. Cuando la
Constitución se refiere a la persona, no trata de aquella noción abstracta del Código Civil, desligada de su entorno y de su propia
identidad, sino el hombre real, de lo que con redundancia pero con precisión, se denomina la persona humana. Y esta observación
es digna de considerarse si se tiene presente que, para las codificaciones clásicas, como la civil nuestra, esa persona no aparece.

Para el Código existe más bien la noción de “personalidad” que la de persona. Si el ser humano es persona en el Código no es
porque su naturaleza propia le dé tal carácter, sino porque la ley le reconoce personalidad. Como lo escribía el Decano Savatier “el
hombre que concibe, aun cuando se trate de un propietario de inmueble, es una persona filosófica, un ser abstracto y está por lo
demás siempre encuadrada en instituciones jurídicas de interés general: la nacionalidad, el estado civil y las actas de estado civil,
el domicilio, la familia o las incapacidades. En parte alguna se habla claramente de sus atributos y derechos en tanto persona”.

Uno de los efectos más importantes y útiles de la constitucionalización del derecho civil es precisamente el de permitir abandonar
ese concepto abstracto y etéreo de la persona para obligar a percibir al hombre, al ser humano, con sus atributos y también sus
limitaciones, es decir, restituirlo como preocupación esencial del derecho privado. La persona no es sujeto de derecho, porque esté
dotada de personalidad, sino porque el derecho no tendría sentido si la defensa del hombre en su integridad física y psíquica, en su
intimidad, en su familia, en su honor, en su proyección económica y de trabajo no estuviese en la primacía de sus fines. La
incidencia directa de la norma constitucional ante el juez y la práctica, obliga a considerar esa visión concreta de la persona y, por
ende, a concebir el funcionamiento del orden jurídico en torno a ella, de forma que los atributos de la misma surgen como límites a
cualquier derecho y como elemento a considerar en su interpretación.

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Las observaciones precedentes son muy generales y, seguramente, están influenciadas por lo que nos ha tocado como experiencia
de ejercicio profesional de abogado en la práctica diaria de los tribunales. Carecen entonces de la suficiente objetividad y ciencia
que confiere un examen meramente doctrinario. Son entonces una invitación a nuestros colegas profesores de derecho civil para
hacer una profunda reflexión sobre las contribuciones del derecho público a la renovación del derecho privado clásico, ya que no
es digno de la tradición que en Chile ha tenido el derecho civil, el limitarse a observar cómo otros contribuyen al cambio, y para
bien según vemos, del derecho chileno.

2.- PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO CIVIL.

2.1.- Autonomía de la voluntad.


2.2.- Responsabilidad.
2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.
2.4.- Protección de la Buena fe,

1. La libre circulación de los bienes, incluso el de la mutación de la propiedad de la tierra, no sujetándola a trabas que
obstaculicen su paso de unas manos a otras.

2. La defensa de la propiedad individual.

6. El de igualdad de todos los habitantes de nuestro territorio, sean chilenos o extranjeros, en cuanto a la adquisición y goce
de los derechos civiles (C. Civil, art. 57).

2.1.- Autonomía de la voluntad.


La autonomía de la voluntad
La autonomía de la voluntad va siendo configurada al disponer el artículo 12 del C. C. que pueden renunciarse los
derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su
renuncia;
Artículo 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del
renunciante, y que no esté prohibida su renuncia.
Más adelante el art. 1445 establece que para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario
que consienta en dicho acto o declaración;
Artículo 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario:
1º que sea legalmente capaz;
2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio;
3º que recaiga sobre un objeto lícito;
4º que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.

El art. 1437 define la convención como el concurso real de voluntades de dos o más personas.
Artículo 1437. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los contratos o
convenciones;
Ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los
cuasicontratos;
Ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos;
Ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.

Por otra parte, el art. 1450 señala que en la promesa de hecho ajeno el tercero no contraerá obligación alguna sino en virtud de su
ratificación;
Artículo 1450. Siempre que uno de los contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es legítimo
representante, ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación alguna, sino en
virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa.

A la inversa y así como nadie puede obligarse contra su voluntad, el pago por un tercero de una obligación contra la voluntad del
deudor no genera responsabilidad para éste, ya que no se produce subrogación legal ni hay derecho para exigirle el reembolso de
lo pagado (art. 1574 C. C.);
Artículo 1574. El que paga contra la voluntad del deudor, no tiene derecho para que el deudor le reembolse lo pagado; a
no ser que el acreedor le ceda voluntariamente su acción.

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En la novación, que consiste en la extinción de una obligación que se reemplaza por otra, la diferencia entre ambas obligaciones
puede consistir en que las partes sean distintas (art. 1631 C. C.);
Artículo 1631. La novación puede efectuarse de tres modos:
1º. Substituyéndose una nueva obligación a otra, sin que intervenga nuevo acreedor o deudor;
2º. Contrayendo el deudor una nueva obligación respecto de un tercero, y declarándole en consecuencia libre de la obligación
primitiva el primer acreedor;
3º. Substituyéndose un nuevo deudor al antiguo, que en consecuencia queda libre.
Esta tercera especie de novación puede efectuarse sin el consentimiento del primer deudor. Cuando se efectúa con su
consentimiento, el segundo deudor se llama delegado del primero.

Ahora bien, el art. 1635 del Código dispone que la substitución de un nuevo deudor a otro no produce novación si el acreedor no
expresa su voluntad de dar por libre al primitivo deudor.
Artículo 1635. La substitución de un nuevo deudor a otro no produce novación, si el acreedor no expresa su voluntad de
dar por libre al primitivo deudor. A falta de esta expresión, se entenderá que el tercero es solamente diputado por el
deudor para hacer el pago, o que dicho tercero se obliga con él solidaria o subsidiariamente, según parezca deducirse del
tenor o espíritu del acto.

En materia contractual el art. 1444 del Código Civil establece la facultad de las partes de modificar las cosas de la naturaleza
de un contrato o de agregarle cosas accidentales por medio de cláusulas especiales emanadas de su voluntad.
Artículo 1444. Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las
puramente accidentales. Son de la esencia de un contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o
degenera en otro contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en él, se entienden
pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales a un contrato aquellas que ni esencial ni
naturalmente le pertenecen, y que se le agregan por medio de cláusulas especiales.

Por otra parte, una vez perfeccionado el pacto, el art. 1545 dispone que el contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales.
Artículo 1545. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales.

Esta disposición establece toda la fuerza de la declaración de voluntad. Este acuerdo celebrado tiene el imperio de una
verdadera ley para los contratantes, ley que, si bien no es de ejecutoriedad general, tiene completa validez en el ámbito de sus
relaciones Recíprocas. Tan completo es el alcance que se ha dado a esta identificación legal del acuerdo contractual de las partes,
que el recurso de casación en el fondo que, en conformidad con el artículo 767 del C. de P. C., sólo tiene lugar contra sentencia
pronunciada con infracción de ley, siempre que esta infracción haya influido sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia, es
aceptado de modo uniforme por nuestra Corte Suprema, cuando esta infracción no lo ha sido de una ley normativa corriente sino
que ha consistido en una infracción de la ley del contrato.
Artículo 767 CPC. El recurso de casación en el fondo tiene lugar contra sentencias definitivas inapelables y contra
sentencias interlocutorias inapelables cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación, dictadas por
Cortes de Apelaciones o por un tribunal arbitral de segunda instancia constituído por árbitros de derecho en los casos en
que estos árbitros hayan conocido de negocios de la competencia de dichas Cortes, siempre que se hayan pronunciado con
infracción de ley y esta infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia.

Conviene señalar que la autonomía de la voluntad en materia contractual se refuerza por las normas de interpretación de los
contratos, ya que el art. 1560 del C. C. dispone que: "Conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella
más que a lo literal de las palabras".

Esta relevancia de la voluntad no se refiere tan sólo a los contratos, sino también a los actos bilaterales que no tienen tal carácter y
a todos los actos jurídicos. Por ejemplo, en la tradición, el papel de la voluntad está señalado en la definición del artículo 670
del C. C.
Artículo 670. La tradición es un modo de adquirir el dominio de las cosas y consiste en la entrega que el dueño hace de
ellas a otro, habiendo por una parte la facultad e intención de transferir el dominio, y por otra la capacidad e intención de
adquirirlo.
Lo que se dice del dominio se extiende a todos los otros derechos reales.

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Y como un requisito expreso en el art. 672. La tradición de los bienes raíces se efectúa mediante la inscripción, y ésta, para que
pueda ser dejada sin efecto, requiere la voluntad de las partes (art. 728 C. C.).

Artículo 672. Para que la tradición sea válida debe ser hecha voluntariamente por el tradente o por su representante.
Una tradición que al principio fue inválida por haberse hecho sin voluntad del tradente o de su representante, se valida
retroactivamente por la ratificación del que tiene facultad de enajenar la cosa como dueño o como representante del dueño.

Artículo 728. Para que cese la posesión inscrita, es necesario que la inscripción se cancele, sea por voluntad de las partes, o
por una nueva inscripción en que el poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, o por decreto judicial.
Mientras subsista la inscripción, el que se apodera de la cosa a que se refiere el título inscrito, no adquiere posesión de ella ni pone
fin a la posesión existente.

En los actos unilaterales también la voluntad vincula definitivamente para el futuro; así la aceptación de una asignación
hereditaria o testamentaria no puede rescindirse (art. 1234 C. C.).
Artículo 1234. La aceptación, una vez hecha con los requisitos legales, no podrá rescindirse, sino en el caso de haber sido
obtenida por fuerza o dolo, y en el de lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia al
tiempo de aceptarla.
Esta regla se extiende aun a los asignatarios que no tienen la libre administración de sus bienes.
Se entiende por lesión grave la que disminuyere el valor total de la asignación en más de la mitad.

En otros casos como el de la oferta, en que el ofertante puede retractarse tempestivamente, la retractación le impone sin embargo
la obligación de indemnizar gastos y perjuicios (arts. 99 y 100 C. Comercio).
Artículo 99. El proponente puede arrepentirse en el tiempo medio entre el envío de la propuesta y la aceptación, salvo que
al hacerla se hubiere comprometido a esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de
desechada o de transcurrido un determinado plazo.
El arrepentimiento no se presume.

Artículo 100. La retractación tempestiva impone al proponente la obligación de indemnizar los gastos que la persona a
quien fue encaminada la propuesta hubiere hecho, y los daños y perjuicios que hubiere sufrido.
Sin embargo, el proponente podrá exonerarse de la obligación de indemnizar, cumpliendo el contrato propuesto.

Mucho se ha expresado que la autonomía privada está desapareciendo cada día más en el derecho, que existe una
tendencia del derecho privado a transformarse en público, porque hay normas que imponen regulaciones de carácter irrenunciable
y no supletorio a la esfera privada. Estas regulaciones vinculantes contenidas en la ley pública que afectan la esfera privada, no
constituyen un derecho público, de acuerdo con la distinción que hicimos en un comienzo, sino que establecen límites al particular
que, al realizar sus negocios jurídicos, debe tomarlos en cuenta SO pena de ineficacia de los mismos.

La autonomía de la libertad siempre ha tenido límites, precisamente porque el derecho es un freno a la libertad
individual en garantía de la libertad de todos. Estos límites no significan el desaparecimiento de la libertad. Si pensamos en los
contratos forzosos, en que el particular sólo puede convenir en una forma preestablecida, incluso en los contratos forzosos,
heterodoxos en que la parte está obligada a contratar, y todos los términos y la contraparte del convenio se encuentran
predeterminadas, veremos que todos ellos se realizan dentro de una actividad negociadora voluntaria, en la cual ese contrato no es
más que un accidente o accesorio del desarrollo de una actividad deseada y querida.

En ciertos contratos la intervención del legislador se realiza con el fin de garantizar un mínimo de justicia en la relación
que surja entre los contratantes. Este es el caso del contrato de trabajo. El legislador ha estimado que las partes no estaban en
igualdad de condiciones para realizar el trato contractual. Ante esta situación fija condiciones mínimas para aquella que considera
más débil; se trata de un marco mínimo irrenunciable; sobre él las partes pueden negociar con libertad.

Existen otros contratos, especialmente frente a Empresas que ejercen monopolios legales o actividades controladas
totalmente por la autoridad. El que desea obtener el transporte en un servicio público o contratar un suministro de energía
eléctrica, no podrá discutir las condiciones al igual que la Empresa que no podrá negarle el servicio. Si se trata de un suministro o
de un seguro, deberá suscribir un modelo impreso, lo que se denomina un contrato-tipo.

Otros contratos de características especiales son los contratos de adhesión. Ellos se forman a base de un esquema
preestablecido por uno de los contratantes y cuyo texto no puede generalmente ser discutido por la otra parte. Responden estos
contratos a una exigencia de rápida conclusión y a una necesidad de unificar relaciones semejantes por el gran número de ellos que
realiza uno de los contratantes.

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La existencia de estas distintas figuras contractuales no implica, como se ha pretendido, el desaparecimiento de la
autonomía de la voluntad. Más que una intervención para reglamentar el contenido contractual, las normas dictadas por el
legislador al respecto aparecen como una acción preventiva para la tutela eficaz de los contratantes.

Si razones de orden social o económico imponen esta tutela, ello no significa la supresión de la libertad, como no lo ha
sido nunca, por ejemplo, la tutela de los incapaces que no pueden contratar o actuar libremente en el mundo jurídico.

LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD TIENE DIVERSAS LIMITACIONES.

En primer término encontramos la limitación legal. Esta limitación se presenta de dos aspectos:
- Uno es que el acto voluntario no puede trasgredir la ley;
- El otro, que dicho acto no puede hacer dejación de aquellos derechos que la ley declara irrenunciables.

1.- Hemos visto que el art. 1445 del C. C. dispone que todo acto o declaración de voluntad debe tener un objeto lícito y una causa
lícita.
Artículo 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario:
1º que sea legalmente capaz;
2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio;
3º que recaiga sobre un objeto lícito;
4º que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.

2.- Ahora bien, el art. 1461 en su inciso 3° dice que si el objeto es un hecho, debe ser moralmente posible y es imposible, entre
otros, el prohibido por las leyes;
Artículo 1461. No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino las que se espera que
existan; pero es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el que es contrario a la
naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público.

3.- El art. 1466 agrega que hay, en general, objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes;
Artículo 1466. Hay asimismo objeto ilícito en las deudas contraídas en juego de azar, en la venta de libros cuya circulación
es prohibida por autoridad competente, de láminas, pinturas y estatuas obscenas, y de impresos condenados como
abusivos de la libertad de la prensa; y generalmente en todo contrato prohibido por las leyes.

4.- El art. 1475 señala que las condiciones deben ser moralmente posibles y no lo son cuando consisten en un hecho
prohibido por las leyes.

Artículo 1475. La condición positiva debe ser física y moralmente posible.


Es físicamente imposible la que es contraria a las leyes de la naturaleza física; y moralmente imposible la que consiste en un
hecho prohibido por las leyes, o es opuesta a las buenas costumbres o al orden público.
Se mirarán también como imposibles las que están concebidas en términos ininteligibles.

5.- Por su parte, el inc. 2 del art. 1467 señala que es causa ilícita la prohibida por la ley.
Artículo 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o
beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las
buenas costumbres o al orden público.
Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un
crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita.

6.- Desde el otro punto de vista, o sea la prohibición de renuncia, fuera de que no respetarla constituiría una infracción legal
dentro del contexto que hemos analizado, el art. 12 dispone expresamente que no pueden renunciarse los derechos conferidos por
las leyes si está prohibida su renuncia.
Artículo 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del
renunciante, y que no esté prohibida su renuncia

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Una segunda limitación es la protección del orden público y las buenas costumbres . Con relación al orden público el Código
se refiere a él en diversas disposiciones.

1.- Así, el art. 548 establece que los estatutos de una corporación no deben contener nada contrario al orden público;
Artículo 548. El acto por el cual se constituyan las asociaciones o fundaciones constará en escritura pública o privada
suscrita ante notario, oficial del Registro Civil o funcionario municipal autorizado por el alcalde.
Copia del acto constitutivo, autorizada por el ministro de fe o funcionario ante el cual fue otorgado, deberá depositarse en la
secretaría municipal del domicilio de la persona jurídica en formación, dentro del plazo de treinta días contado desde su
otorgamiento. Este plazo no regirá para las fundaciones que se constituyan conforme a disposiciones testamentarias.

Dentro de los treinta días siguientes a la fecha del depósito, el secretario municipal podrá objetar fundadamente la constitución de
la asociación o fundación, si no se hubiere cumplido los requisitos que la ley o el reglamento señalen. No se podrán objetar las
cláusulas de los estatutos que reproduzcan los modelos aprobados por el Ministerio de Justicia. La objeción se notificará al
solicitante por carta certificada. Si al vencimiento de este plazo el secretario municipal no hubiere notificado observación alguna,
se entenderá por el solo ministerio de la ley que no objeta la constitución de la organización, y se procederá de conformidad al
inciso quinto.

Sin perjuicio de las reclamaciones administrativas y judiciales procedentes, la persona jurídica en formación deberá subsanar las
observaciones formuladas, dentro del plazo de treinta días, contado desde su notificación. Los nuevos antecedentes se depositarán
en la secretaría municipal, procediéndose conforme al inciso anterior. El órgano directivo de la persona jurídica en formación se
entenderá facultado para introducir en los estatutos las modificaciones que se requieran para estos efectos.

Si el secretario municipal no tuviere objeciones a la constitución, o vencido el plazo para formularlas, de oficio y dentro de quinto
día, el secretario municipal archivará copia de los antecedentes de la persona jurídica y los remitirá al Servicio de Registro Civil e
Identificación para su inscripción en el Registro Nacional de Personas Jurídicas sin Fines de Lucro, a menos que el interesado
solicitare formalmente hacer la inscripción de manera directa. La asociación o fundación gozará de personalidad jurídica a partir
de esta inscripción.

2.- El Art. 880, que las servidumbres no deben dañar el orden público;
Artículo 880. Cada cual podrá sujetar su predio a las servidumbres que quiera, y adquirirlas sobre los predios vecinos con
la voluntad de sus dueños, con tal que no se dañe con ellas al orden público, ni se contravenga a las leyes.
Las servidumbres de esta especie pueden también adquirirse por sentencia de juez en los casos previstos por las leyes.

3.- Los artículos 1461, 1467 y 1475 lo señalan como requisito de un objeto lícito, de una causa lícita, de una condición
moralmente posible.
Artículo 1461. No sólo las cosas que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino las que se espera que
existan; pero es menester que las unas y las otras sean comerciables, y que estén determinadas, a lo menos, en cuanto a su género.
La cantidad puede ser incierta con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla.
Si el objeto es un hecho, es necesario que sea física y moralmente posible. Es físicamente imposible el que es contrario a la
naturaleza, y moralmente imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público.

Artículo 1467. No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es necesario expresarla. La pura liberalidad o
beneficencia es causa suficiente.
Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por ley, o contraria a las
buenas costumbres o al orden público.
Así la promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe, carece de causa; y la promesa de dar algo en recompensa de un
crimen o de un hecho inmoral, tiene una causa ilícita.

Artículo 1475. La condición positiva debe ser física y moralmente posible.


Es físicamente imposible la que es contraria a las leyes de la naturaleza física; y moralmente imposible la que consiste en un
hecho prohibido por las leyes, o es opuesta a las buenas costumbres o al orden público.
Se mirarán también como imposibles las que están concebidas en términos ininteligibles.

El concepto de orden público nunca ha sido objeto de una definición precisa: se ha hablado "del arreglo de las personas y cosas
dentro de la sociedad", pero sin duda tiene un concepto mucho más exacto y significa lo que está conforme a ese espíritu general
de la legislación a que se refiere el art. 24 del Código Civil.

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Artículo 24. En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán los pasajes
obscuros o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad natural.

Desde este punto de vista, engloba también los principios generales que resultan de la moderna legislación económica. No existe
pues una antítesis, como lo quieren los economistas, entre el orden público económico y el clásico orden público de nuestro
Código Civil; nada obsta a esta conclusión y la capacidad de recepción de nuestro Código a las nuevas problemáticas se confirma
una vez más.

Con relación a las buenas costumbres nuestro Código se refiere a ellas en los artículos 548, 1461, 1467, 1475 y 1717.
Corresponden a aquellos usos y costumbres que la sociedad considera en un momento dado como normas básicas de
convivencia social. No se trata de usos cuya inobservancia esté penada por la ley, porque entonces nos encontraríamos en
presencia de una infracción legal. Constituye un concepto difícil de precisar y que cambia de una sociedad a otra y en una misma
sociedad con el transcurso del tiempo.

Una tercera limitación de la autonomía de la voluntad la constituye la protección de los derechos legítimos de terceros.

1.- La protección de los derechos de terceros frente a la renuncia que de sus propios derechos pueda hacer una persona está
establecida en forma genérica en el art. 12 al disponer que puedan renunciarse los derechos que sólo miren el interés individual
del renunciante.
Artículo 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del
renunciante, y que no esté prohibida su renuncia

2.- Dentro del mismo criterio el art. 1126 señala que si se lega una cosa con la calidad de no enajenarla, la cláusula se tendrá por
no escrita, salvo que la enajenación comprometiere algún derecho de tercero.
Artículo 1126. Si se lega una cosa con calidad de no enajenarla, y la enajenación no comprometiere ningún derecho de
tercero, la cláusula de no enajenar se tendrá por no escrita.

3.- Por su parte el art. 1661 dispone que la compensación no pueda tener lugar en perjuicio de los derechos de un tercero.
Artículo 1661. La compensación no puede tener lugar en perjuicio de los derechos de tercero.
Así, embargado un crédito, no podrá el deudor compensarlo, en perjuicio del embargante, por ningún crédito suyo
adquirido después del embargo.

4.- Generalmente la legitimidad o ilegitimidad de los derechos de un tercero depende de si está o no de buena fe , lo que
corresponde a si ignora o sabe la situación antijurídica que puede desenvolverse en su contra.

a.- Así, si está de buena fe, no le perjudica la nulidad del contrato de sociedad en las acciones que le correspondan contra
todos y cada uno de los asociados por las operaciones de la sociedad (art. 2058 C. C.).
Artículo 2058. La nulidad del contrato de sociedad no perjudica a las acciones que corresponden a terceros de buena fe
contra todos y cada uno de los asociados por las operaciones de la sociedad, si existiere de hecho.

b.- Asimismo tendrá acciones contra el mandatario si el mandato expira por una causa ignorada del mandatario o éste,
sabedor de la causa, hubiere pactado con él (art. 2173 C. C.).

Artículo 2173. En general, todas las veces que el mandato expira por una causa ignorada del mandatario, lo que éste haya
hecho en ejecución del mandato será válido y dará derecho a terceros de buena fe contra el mandante.
Quedará asimismo obligado el mandante, como si subsistiera el mandato, a lo que el mandatario sabedor de la causa que lo
haya hecho expirar, hubiere pactado con terceros de buena fe; pero tendrá derecho a que el mandatario le indemnice.
Cuando el hecho que ha dado causa a la expiración del mandato hubiere sido notificado al público por periódicos, y en
todos los casos en que no pareciere probable la ignorancia del tercero, podrá el juez en su prudencia absolver al mandante.

c.- Tal vez el caso más claro es que en la resolución no proceda la acción reivindicatoria contra terceros poseedores de buena fe
(art. 1490 C. C.); del artículo 1491 resulta que esta buena fe consiste en haber ignorado la existencia de la condición.
Artículo 1490. Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá
derecho de reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe.

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Artículo 1491. Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o servidumbre, no
podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando la condición constaba en el título respectivo, inscrito u otorgado
por escritura pública.

d.- Hay muchas otras disposiciones que se refieren a esta materia. El art. 927 autoriza, en la acción posesoria de
restitución, para cobrar perjuicios al tercero de mala fe.
Artículo 927. La acción para la restitución puede dirigirse no sólo contra el usurpador, sino contra toda persona, cuya
posesión se derive de la del usurpador por cualquier título.
Pero no serán obligados a la indemnización de perjuicios sino el usurpador mismo, o el tercero de mala fe; y habiendo varias
personas obligadas, todas lo serán insólidum.

e.- El art. 976 dispone que la acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe.
Artículo 976. La acción de indignidad no pasa contra terceros de buena fe.

f.- El art. 2303 señala que el que pagó lo que no debía, no puede perseguir la especie poseída por un tercero de buena fe.
Artículo 2303. El que pagó lo que no debía, no puede perseguir la especie poseída, por un tercero de buena fe, a título
oneroso; pero tendrá derecho para que el tercero que la tiene por cualquier título lucrativo, se la restituya, si la especie es
reivindicable y existe en su poder.
Las obligaciones del donatario que restituye son las mismas que las de su autor según el artículo 2301.

En resumen, la autonomía de la voluntad tiene una amplia y clara limitación en cuanto no puede atentar contra los derechos
legítimos de terceros.
1.- Incluso al definir el dominio el artículo 582 dice que es el derecho real sobre una cosa corporal, para gozar y disponer de
ella arbitrariamente; no siendo contra ley o contra derecho ajeno. Esta limitación no se aplica sólo al dominio, ya que el art.
583 dice que sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad, concepto que amplía el No 24 del art. 19 de la
Constitución, al señalar que se tiene el derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales o
incorporales; por lo tanto, las limitaciones al ejercicio del dominio se aplican también a todos los demás derechos.

ARTÍCULOS CLAVE

Artículo 1545. “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para las partes contratantes y no puede ser invalidado sino por su
consentimiento mutuo o por causas legales”
Artículo 1560. “Conocida claramente la intención de los contratantes debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”.
Artículo 1567. “Toda obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer
libremente de lo suyo, consienten en darla por nula”.
Artículo 12. “Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del
renunciante, y que no esté prohibida su renuncia”.
Art. 1445: nos habla de la relevancia que tiene la voluntad
Artículo 1437. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los contratos o
convenciones;
Ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los
cuasicontratos;
Ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos;
Ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.
Artículo 1450. Siempre que uno de los contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es legítimo
representante, ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación alguna, sino en
virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa.
Artículo 1574. El que paga contra la voluntad del deudor, no tiene derecho para que el deudor le reembolse lo pagado; a
no ser que el acreedor le ceda voluntariamente su acción.

Limitaciones
• La ley
• La moral (concepto mutable)
• Las buenas costumbres (concepto mutable)
• El orden público
• Protección de los derechos legítimos de terceros.
Saber los cuatro subprincipios de la libertad contractual
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Concepto del principio de autonomía de la voluntad: es un principio rector del derecho privado que permite a las partes celebrar y
ejecutar actos y contratos libremente determinando sus contenidos y efectos con las limitaciones correspondientes o especiales.
Limitaciones nos referimos al marco regulatorio que entrega la ley, entonces la limitación siempre será la ley.

En la clase de la semana pasada hicimos un análisis del derecho publico versus el derecho privado. La gran particularidad de esto
es que en el derecho privado prima la utilidad privada versus la utilidad publica. En el derecho privado existe un principio de
libertad. La gran diferencia es que en el derecho privado existe un principio de libertad porque se puede hacer todo lo que no este
expresamente prohibido, en cambio en el derecho publico solo se pude hacer aquello que este expresamente autorizado en virtud
del principio de legalidad y juricidad del articulo 6 y 7 de la Constitución.

Ejemplo de principio de legalidad en derecho publico es un impuesto, si yo fijo un impuesto debe estar por ley.

En cambio en el derecho privado las partes podemos hacer todo aquello que no este expresamente prohibido es decir abre mucho
mas el panorama. Y en eso surge el principio de la autonomía de la voluntad o autonomía privada.

La autonomía de la voluntad surge de la base de que la voluntad en si o consentimiento es un requisito del acto jurídico de la
naturaleza, es un requisito de existencia o un elemento esencial (elemento esencial es aquel cuyas cosas sin las cuales o no produce
efecto alguno o degenera en otro contrato diferente). Esta regulado en el articulo 1444. Entonces, la voluntad o consentimiento ;
hablamos de voluntad al referirnos en un acto jurídico unilateral y cuando hablamos de consentimiento es un acuerdo de
voluntades, acto jurídico bilateral.

Es tal la relevancia de la voluntad como requisito que lo que hace el legislador es dictar normas que incluso van a tener que suplir
esa voluntad, es de tal relevancia el elemento voluntad o consentimiento en relación con este principio de autonomía de la
voluntad que el legislador civil lo que hace es tratar de suplir la voluntad cuando no esta visible o si es confusa intenta interpretar
(determinar el sentido o alcance). La suple dándonos la opción de hacer todo aquello que no esta expresamente prohibido es decir
las partes podemos relacionarnos en la medida que esa relación no este prohibida podemos estipular cosas que no están prohibidas
en la medida que no se trate de normas de orden publico (las normas de orden publico tienen la finalidad de ser irrenunciables, son
inexcusables para el desarrollo de la sociedad, son aquellas que jamás podemos vulnerar) las normas de orden publico pueden
darse tanto en el derecho publico como en el derecho privado. Las normas de orden privado si pueden ser renunciables, pero con el
limite de que no este prohibido por ley.

Pregunta profesora: ¿Que ramo del derecho civil contempla normas del orden publico? Derecho de familia. Es importante por
ejemplo en los derechos y deberes del matrimonio. Los cónyuges no pueden renunciar al derecho de fidelidad por ejemplo.

Lo que hace el legislador incluso es que a veces trata de suponer ¿Qué habría pensado el contratante? Por ejemplo en derecho
sucesorio. Si el fallecido no deja un testamento, quien fija el orden sucesorio y lo que hace el legislador es presumir lo que quería
el testador.

Por lo tanto el principio de la autonomía de la libertad es una consecuencia del principio de libertad del derecho privado, esto de
que en el derecho privado se puede hacer todo lo que no este expresamente prohibido.

De este principio deriva otro principio que es el principio de libertad contractual, que es las partes tienen libertad para contratarse.
Son libres para contratar con quien quieras, con el contenido que quieran, etc. Salvo cuando la ley prohíbe una persona, objeto u
objeto determinado. Prohíbe con una persona determinada por ejemplo la venta entre cónyuges. Y en cuanto a los efectos las
solemnidades.

Expresiones directas del principio de la autonomía de la voluntad: la principal manifestación (manifestación legal) del principio
de la autonomía de la voluntad en los términos generales, el principal articulo es el 12 con la institución de la renuncia de
derechos.

Articulo 12  Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del
renunciante, y que no esté prohibida su renuncia.

La naturaleza jurídica de la renuncia de derechos es un acto jurídico unilateral. (testamento, oferta, aceptación).

La otra manifestación importante es el articulo 1545 del código civil.

El artículo 1545 del Código Civil establece que "Todo contrato legalmente celebrado es una ley para las partes contratantes y no
puede ser inválido sino por su consentimiento mutuo o por causas legales"

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Es un principio porque le da tal relevancia que le da carácter de ley. Le da un rango legal. Y en caso de que no las regulen entra el
legislador, lo que busca el legislador es suplir la voluntad.

Consecuencias o manifestaciones del principio de la autonomía de la voluntad:

- Nos permiten celebrar todo acto y contrato (las partes) en la medida que no sean contrarias a derecho
- La eficacia del contrato o acto depende principalmente de las partes. Con la eficacia nos referimos a los efectos tanto de
las partes como de terceros, pero esa eficacia depende de las partes porque depende de nosotros si ese contrato produce
efecto o no.
- El código civil fija normas interpretativas que buscan siempre despejar aclarar la voluntad.
- Asociado a la manifestación legal es la posibilidad de la renuncia de derechos, articulo 12 código civil.

Limitaciones del principio:

- La ley, cuando el legislador nos ponga expresamente su aplicación. (en cuanto a sus efectos)
- Derecho de familia, se restringe (no se limita, si se suprime) por ejemplo en el matrimonio la ley establece el
ordenamiento de como realizar el matrimonio. Existe autonomía para celebrar y contraer pero en cuanto a los efectos
aplica la autonomía de la voluntad. Yo elijo con quien, pero no puedo restringir los derechos y deberes propios. No
puedo limitar los efectos que va a producir el matrimonio.

PAV: El reconocimiento de la autonomía de la voluntad, principio según el cual los particulares,

respetando las normas de orden público y buenas costumbres, pueden celebrar libremente los

actos jurídicos y determinar, con arreglo a su voluntad, el contenido y efectos de los mismos (art.

1545 del Código Civil).

Es el ppio. mas importante del código civil chileno, se manifiesta en la inclusión de

marcos normativos mínimos, dejando a la voluntad de los particulares la decisión acerca del

contenido de los mismos, ajustándose al marco mínimo establecido por la ley (elementos de

existencia y validez como mínimo básico).

Debe considerarse en sentido relacional, cuando se manifiesta en relaciones para con

terceros (ej. compraventa o cualquier convención) y también en sentido individual, al actuar en

actos jurídicos unilaterales, sin la necesidad de otra voluntad (testamento, o ejercicio de las

facultades que emanan de los derechos)

2.2.- RESPONSABILIDAD.

Más que de derecho privado es un principio común a todo el ordenamiento jurídico en el cual la responsabilidad se halla siempre
presente bajo las más diversas formas. Hablamos en derecho público de la responsabilidad del Estado, de la responsabilidad de
los funcionarios políticos o administrativos, de la responsabilidad ministerial de los jueces, etc. Con relación a los particulares nos
referimos a su responsabilidad penal o civil.

Se ha señalado que la ley es un precepto emanado del Estado y que lleva aparejada una sanción; ahora bien, la más general de
estas sanciones, ya sea porque se infrinja o no se cumpla un precepto legal, ya sea porque se desarrolle una conducta antijurídica,
es la responsabilidad.

Esta responsabilidad puede significar una pena cuando se ha cometido un delito, o bien, indemnizar un perjuicio o resarcir un
daño, como sucede en la responsabilidad civil.

En los primeros tiempos no existió una distinción clara entre las responsabilidades penal y civil, entre la represión a que daba lugar
la primera y la reparación que provenía de la segunda. En muchos casos la indemnización a la víctima fue al mismo tiempo la pena
impuesta al culpable.

Muy lentamente fue estableciéndose la distinción entre ambas especies de responsabilidad, que los juristas destacaron en el siglo
XVI a través de una nueva interpretación de la ley Aquilia e inspirándose en las ideas de los canonistas. El Código Napoleón
consagró en forma definitiva su separación.
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Por eso hoy diferenciamos claramente la responsabilidad penal que acarrea la comisión de un delito, de la responsabilidad civil
que consiste en la reparación de un perjuicio o un daño ilícitamente causados.

En materia civil distinguimos dos campos fundamentales de la responsabilidad.


- Una corresponde a la de aquellas personas que no han cumplido oportunamente la obligación derivada de un contrato; por
lo mismo, se la denomina responsabilidad contractual.
- Otra incumbe a las personas que, dolosa o culpablemente, han cometido un hecho ilícito que causa daños a un tercero; en
este caso hablamos de responsabilidad extracontractual. Tal vez en ambos casos hay violación de una obligación; en el
primero, de la obligación contractual; en el segundo, de una obligación genérica de no causar daño injusto a otro, lo que
los romanos señalaban con la frase "alterum non laedere".

La responsabilidad civil extracontractual se configura a través de la comisión de un delito o cuasidelito civiles que los artículos
1437 y 2284 del Código Civil señalan como fuentes de obligaciones.

Artículo 1437. Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los contratos o
convenciones;
Ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos los
cuasicontratos;
Ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos;
Ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.

Artículo 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una de las
partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella.
Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito.
En este título se trata solamente de los cuasicontratos.

La obligación que de ellos nace es precisamente la de indemnizar el daño causado. El campo de la responsabilidad civil es
inmenso. Se aplica a las personas naturales y a las personas jurídicas, y sus alcances se van determinando por una jurisprudencia
que debe adecuar las normas del Código Civil, ya centenario, a las variaciones y complejidades de las relaciones jurídicas y de los
conflictos personales del mundo actual.

Lo expresado anteriormente no significa que la responsabilidad se limite sólo a aquellos casos de infracciones contractuales y de
hechos ilícitos dañosos; ella se extiende a todas las obligaciones, cualquiera que sea su origen.

Así, si examinamos en primer término los actos lícitos no contractuales que dan origen a obligaciones (cuasicontratos),
vemos que en todos ellos se hace presente la responsabilidad. Por ejemplo, la responsabilidad del agente oficioso la establecen
especial y específicamente los artículos 2287, 2288 y 2290 del Código Civil; la del que recibió el pago de lo no debido está
contemplada prácticamente en todas las disposiciones que se refieren a ese cuasicontrato (arts. 2295 a 2303 del C. C.); por último
el artículo 2308 del Código Civil señala la responsabilidad de cada comunero en la comunidad.

Otro tanto pasa con las obligaciones que emanan de la ley. El incumplimiento de las obligaciones legales genera siempre una
responsabilidad. En los derechos de familia encontramos ejemplos respecto a los derechos y deberes entre los cónyuges; en los
derechos del padre de familia en el art. 250; respecto a los tutores y curadores, en los artículos 378, 391 y 419.

- En otras materias vemos, por ejemplo, que en el usufructo se establecen responsabilidades para las obligaciones tanto del
nudo propietario como del usufructuario (arts. 774 y 802 del C. C.).
- En la posesión encontramos en las prestaciones mutuas la responsabilidad general del poseedor vencido (arts. 904 a 915
del C. C.).
- Igualmente genera responsabilidad el privar a alguien injustamente de su posesión (art. 926 del C. C.).
- En las sucesiones existen también disposiciones que establecen explícitamente la responsabilidad, como el artículo 1299
respecto al albacea, o el artículo 1329 relativo al partidor.

Tanto en la responsabilidad que origina la infracción de una obligación derivada de un cuasicontrato como en la que del
incumplimiento de una obligación legal, surge el problema de saber si debemos ceñirnos a las normas que regulan la
responsabilidad contractual o extracontractual, que son diferentes.

Hemos visto que la responsabilidad es una institución general del derecho. Que, en materia civil, toda persona es responsable
de las obligaciones que contraiga, cualquiera que sea su origen, incluso aquellas que nacen al causar culpablemente un
daño.

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Pero esta responsabilidad carecería de alcance práctico si no existieran medios para poder exigir coercitivamente el cumplimiento
de las obligaciones, si el deudor no quisiera o se mostrara renuente a cumplirlas en forma voluntaria. Debe además establecerse en
qué forma y sobre qué bienes puede ejercerse esa acción forzada.

El artículo 2465 del Código Civil establece que: "Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su
ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no
embargables".

Este precepto que establece lo que se llama prenda general de los acreedores, es un precepto fundamental en que descansan el
sistema jurídico y la responsabilidad en materia de obligaciones.

De acuerdo con esto la responsabilidad recae sobre los bienes del deudor, no sólo los que éste tenía al contraerse la obligación,
sino también los que adquiera en el futuro, y que existan en su patrimonio al momento de hacerse efectiva la obligación.

Estos serán los bienes que respondan y la forma de hacer efectiva la responsabilidad será la ejecución forzada de la obligación.

R:- regla general: tenemos que comportarnos en la vida jurídica evitando hacer daño a los demás.
La responsabilidad se traduce en reparar el daño: materia civil: restituyendo o reparando los perjuicios ocasionados a través
de una indemnización
- responsabilidad contractual y extracontractual
Artículos 1437: Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como los contratos o
convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en
todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos y
cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos sujetos a patria potestad.

2284: Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que
nacen de la ley se expresan en ella.
Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito.
En este título se trata solamente de los cuasicontratos.

2314: El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la
pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
Concepto: principio rector que consiste en una consecuencia del principio de imputabilidad de los actos de las personas en virtud
del cual se debe responder siempre ante un daño o perjuicio, ¿Por qué? porque se ha ejecutado una acción u omisión dolosa o
culpable que genera un daño.

¿con que se relacionaba la imputabilidad? Nos permitía relacionar una conducta determinada a un sujeto, es decir atribuirle la
conducta a un sujeto que la ejecuta y obviamente esa conducta que se le atribuye al sujeto que la ejecuta, que sea imputable,
dependiendo si la consecuencia es favorable o desfavorable, es decir si yo cumplí con la conducta no hay responsabilidad, pero si
es una consecuencia desfavorable lo lógico es que esa persona responda y ahí nace el principio de responsabilidad.

¿Porque es importante esto? Al vincular ambos principios hacemos un poco el enlace de que la persona debe responder por la
conducta siempre, si la consecuencia es desfavorable significa que ese sujeto debe responder por la conducta.

La conducta también puede ser una omisión, o una acción. (por eso nos habla de conducta y no de acción).

¿Por qué hablamos de dolosa o culpable? Ahí entramos a hablar un poco mas fino, ya que nos metemos a los elementos subjetivos
de la responsabilidad, porque también decimos que de alguna manera este principio es una DERIVACION que tiene su
fundamento en el deber de reparar todo daño.

¿Dónde tiene su fundamento este principio? En el deber de reparar todo daño. Básicamente ese es el fundamento, esto es algo que
es clave en materia de responsabilidad en nuestro país.

¿de donde deriva esto? El principio de responsabilidad deriva del PRINCIPIO DE AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD. ¿Por qué
razón? Porque obviamente nosotros sabemos lo que estamos ejecutando, dimensionamos el acto que estamos ejecutando, y sino
las partes podemos ponerle termino.

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También es una derivación del PRINCIPIO DE BUENA FE ¿Por qué? todas las personas tenemos que actuar de manera correcta,
CONFORME A DERECHO, y además si bien el principio de buena fe es un principio rector independiente, al ser una derivación
va a importar si esta de buena fe o de mala fe, para ver si aumenta o disminuye la RESPONSABILIDAD.

En algunos casos es relevante, en donde la mala fe que se equipara al dolo agrava la responsabilidad: en responsabilidad
contractual (la del dolo del deudor). ¿y el dolo se equipara a que en materia civil? A la culpa grave o culpa lata.

La nulidad es una sanción de ineficacia que produce sus efectos solo respecto a las partes respecto de terceros.

ACCION REIVINDICATORIA:

Los efectos de la nulidad respecto de terceros,(porque los efectos de la nulidad respecto de las partes es que se retrotrae al estado
anterior a la celebración del acto o contrato) da acción reivindicatoria, pero debemos distinguir si esta de buena o mala fe, por
motivos de oponibilidad ante terceros. Efectivamente en materia de acción reivindicatoria no distinguimos buena o mala fe, la
acción se ejerce igual, lo que si se permite es la excepción al poseedor de buena fe.

Se le da un margen al poseedor de buena fe, ¿y cuanto se entiende en ese caso que el poseedor esta de buena fe o hasta cuando esta
de buena fe? Hasta la notificación de la demanda. Porque ahí ya deja de estar de buena fe, se supone que no
sabia.

ACCION RESOLUTORIA: otra acción de la cual también deriva una acción reivindicatoria contra terceros pero aquí si se
distingue la buena fe o la mala fe.

En La acción resolutoria contenida en el articulo 1489 es la cual nos permite pedir frente a un contrato bilateral, puedo demandar
el cumplimiento o resolución del contrato, mas la indemnización de perjuicios. ¿puedo ejercerlas juntas? Cumplimiento y
resolución, NO ES INCOMPATIBLE.

¿Cuál es la vía procesal para ejercer esa acción? Juicio ordinario de mayor cuantía.

En la acción resolutoria ¿Cuál es el efecto que produce la acción resolutoria? La resolución del contrato, más la indemnización de
perjuicio. También da acción reivindicatoria contra un tercero, pero ahí hay que ir ala norma para ver si esta de buena o mala fe.
ahí ya es una excepción como ocurría antes, sino que la responsabilidad va a estar determinada si es de mala fe y de forma mas
atenuada si el tercero esta de buena fe, hay una sanción expresa.

En resumen la acción reivindicatoria que deriva de los efectos de la nulidad no distingue si el tercero esta de buena o mala fe,
salvo para la excepción de esperarlo hasta que este notificado , en cambio, la acción reivindicatoria que deriva de la acción
resolutoria si se distingue si esta de buena o mala fe porque ahí hay norma expresa ART 1490 Y 1491.  por esto es importante
que relacionemos porque la responsabilidad tiene vinculación directa con el principio de la buena fe.

¿Cuáles son las clases de responsabilidad que distinguiremos en el derecho civil?

1.- responsabilidad CONTRACTUAL: ¿en que consiste? En la existencia de un vínculo jurídico, y en específico de un contrato
(acuerdo de voluntades destinado a crear derechos y obligaciones) presupone la existencia de un contrato, ¿Qué mas presupone la
responsabilidad contractual? O ¿Cuáles son los elementos o requisitos de la responsabilidad contractual?

1.- un hecho imputable al deudor.

2.-¿Qué es lo que produce esta acción u omisión? daño o perjuicio.

3.- se requiere nexo causal entre el hecho y el daño.

4.- el incumplimiento o incumplimiento tardío de la obligación.

5.- que el deudor se constituya en mora.

2.- responsabilidad EXTRACONTRACTUAL: aquella que proviene de los delitos o cuasidelitos civiles o los ilícitos de carácter
civil, con o sin intención. ¿en que consiste? El deber u obligación de reparar todo el daño. Se debe reparar siempre el daño causado
a una persona, INTEGRALMENTE TODO DAÑO, pero además se debe indemnizar todo daño. Ejemplo: avaluaron
anticipadamente los perjuicios a través de una clausula penal art 1535.

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En su momento fue discutible si en la responsabilidad contractual procedía el daño moral, si se podía generar una ficción de
carácter psicológico, hoy en día esa discusión esta superada y el daño moral opera en ambas responsabilidades.

¿Cuáles son los elementos comunes de la responsabilidad contractual y extracontractual?

1. El hecho imputable, que es la acción u omisión dolosa o culpable. Es decir que hay intención de causar el daño o
simplemente es una negligencia, y ahí tendremos que ver hasta que daño de negligencia se puede distinguir en la resp
contractual (LATA O GRAVE, LEVE- LEVISIMA ART 34) , la culpa en la responsabilidad extracontractual no se
gradúa.
2. El daño o el perjuicio, el fundamento en la responsabilidad es que se repare el daño.
3. El nexo causal o la relación de causalidad, porque obviamente el daño o perjuicio debe ser acción directa o mas bien
consecuencia directa del hecho, de la acción o de la omisión.

La responsabilidad. La ley es un precepto emanado del Estado y lleva aparejada una sanción. La más general de estas sanciones,
ya sea porque se infrinja o no se cumpla un precepto legal, ya sea porque se desarrolle una conducta antijurídica, es la
responsabilidad. “Es la necesidad que surge de responder por un daño causado en la persona o bienes de otro, producto del
incumplimiento de un contrato o de la comisión de un ilícito civil”. Esta responsabilidad puede significar una pena cuando se ha
cometido un delito, o bien, indemnizar un perjuicio o resarcir un daño, como sucede en la responsabilidad civil.
En materia civil se distinguen dos campos fundamentales de la responsabilidad. Una corresponde a la de aquellas
personas que no han cumplido oportunamente la obligación derivada de un contrato; por lo mismo, se la denomina responsabilidad
contractual. Otra incumbe a las personas que, dolosa o culpablemente, han cometido un hecho ilícito que causa daños a un tercero;
en este caso se habla de responsabilidad extracontractual.

2.3.- Proscripción del enriquecimiento sin causa.

-El enriquecimiento sin causa

Un tercer principio lo constituye la reparación del enriquecimiento sin causa.

La idea de causa rebasa aquí las definiciones teóricas que la hacen residir en la causa final, para acercarse más a la definición de
nuestro Código. El artículo 1467 dispone que no puede haber obligaciones sin una causa real y lícita; en su inciso segundo señala
que se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato. Cualquiera que sea el alcance jurídico que se quiera dar al
término "causa" es evidente que todo acto jurídico debe tener una razón, que lo determine, lo que en derecho anglosajón se
denomina "consideration". El enriquecimiento sin causa es aquel que no tiene un motivo jurídico válido para haberse producido.

Pero para que este enriquecimiento constituya la figura jurídica no basta que haya sido inmotivado; es necesario además que el
enriquecimiento de un patrimonio corresponda al empobrecimiento de otro en un fenómeno no necesariamente
equivalente, pero sí correlativo. Si en estas circunstancias el empobrecido no tiene otra acción o forma de obtener la reparación
podrá intentar la de repetición que se denomina "actio de in rem verso". Es necesario señalar que esta acción subsidiaria tendrá un
doble límite, no podrá ser superior al empobrecimiento sufrido por el actor ni tampoco al enriquecimiento del demandado.

El enriquecimiento sin causa lo considera nuestro Código en la accesión (arts. 658, 663, 668, 669 del C. C.); en las prestaciones
mutuas (arts. 905 al 917 del C. C.); en la nulidad de los actos de un incapaz y con igual criterio en la nulidad de pago (arts. 1688 y
1578 del C. C.);1° en la lesión enorme en la compraventa (arts.1889, 1890, 1893 del C. C.); en la acción de reembolso del
comunero contra la comunidad (art. 2307 del C. C.);" en la restitución del pago de lo no debido (arts. 2295, 2297 del C. C.); en el
derecho de indemnización para los responsables civiles por hechos de terceros (art. 2325 del C. C.), etc.

Es tan amplia y consistente la reparación del enriquecimiento sin causa que, más que un principio general de nuestro derecho
privado, se ha creído ver en ella una fuente adicional de obligaciones más allá de las que señalan los artículos 1437 y 2284 del
Código Civil.

R:- El enriquecimiento a costa del empobrecimiento del otro es mal visto.

Aplicación concreta en los 3 principales cuasicontratos: comunidad, agencia oficiosa, pago de lo no debido: 2295-2297

Art. 1688: el que se hizo más rico

2307: A las deudas contraídas en pro de la comunidad durante ella, no es obligado sino el comunero que las contrajo; el cual
tendrá acción contra la comunidad para el reembolso de lo que hubiere pagado por ella.
Si la deuda ha sido contraída por los comuneros colectivamente, sin expresión de cuotas, todos ellos, no habiendo estipulado
solidaridad, son obligados al acreedor por partes iguales, salvo el derecho de cada uno contra los otros para que se le abone lo que
haya pagado de más sobre la cuota que le corresponda.

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Manifestaciones:

 Pago de lo no debido
 Recompensas en la sociedad conyugal
 Prestaciones o restituciones mutuas que derivan de un juicio reivindicatorio entre reivindicante y poseedor vencido
 La inoponibilidad;
 Normas de la accesión (por ejemplo en la adjunción, especificación, y la mezcla, y en la accesión de una cosa mueble a
inmueble)
 Lesión enorme en la compraventa de bienes raíces.

Concepto: es un principio general del derecho privado, que consiste en el rechazo o reparo que tiene el derecho a un
enriquecimiento a expensas de otro, sin causa legal que lo justifique.

¿Qué manifestaciones se pueden dar aquí?

- también se le considera una fuente de obligaciones autónoma ¿Por qué? porque si bien consiste en una atribución
patrimonial de una persona, pero que constatada va a dar inmediatamente un derecho de recuperación al afectado.
- ¿Qué acción surge a raíz del enriquecimiento sin causa? Acción de reembolso o acción in remverso.

¿Qué requisitos tiene esta figura?

- Una persona que se haya enriquecido.


- Que otra persona se haya empobrecido. (que haya sufrido una disminución en el patrimonio de esta persona)
- Ausencia de causa legal, es decir, una persona se enriquece, otra persona se empobrece, pero no hay causa legal que lo
justifique.
- Relación entre el enriquecimiento y el empobrecimiento. (el empobrecimiento debe ser consecuencia directa del
enriquecimiento sin causa ilegitimo).

¿Qué opciones tenemos? ¿Se puede demandar? Si, ¿Qué es lo que ocurre si se constata? Surge la acción de reembolso.

¿Cuál es el fundamento de este principio? Reparar la lesión injusta sufrida por el empobrecido.

¿Qué ocurre con el código civil? ¿esta consagrado el principio de enriquecimiento sin causa en el código civil? No expresamente,
pero si hay manifestaciones, como por ejemplo el ART 1467 se refiere a la causa, el motivo que induce el acto o contrato, pero
además nos dice que la causa debe ser real y debe ser licita. Segundo, en materia de lesión, la lesión enorme en una compraventa
por ejemplo, en el fondo trata de ver la equivalencia de las prestaciones ART 1889, 1890, 1891.

Concepto de acción de reembolso: es una acción de carácter personal, y patrimonial que se le confiere al titular de una atribución
que impropiamente a recibido el enriquecido para obtener que ese enriquecido injustamente sea obligado a reembolsar o a restituir
el valor respectivo.

Características:

- Personal.
- Patrimonial.

La reparación del enriquecimiento sin causa que es aquel que no tiene un motivo jurídico válido para haberse producido y que
por lo tanto debe ser reparado. Ejemplo: restitución del pago de lo no debido (arts. 2295 y 2297 del C.C.). Implica un
enriquecimiento de una parte (carente de causa) , un empobrecimiento correlativo de otro individuo (al menos en la concepción
clásica del e.s.c) y una relación de causalidad entre los elementos anteriores.

2.4.- Protección de la Buena fe,


- La buena fe

Un segundo principio fundamental en nuestro derecho privado lo encontramos en la protección de la buena y, consecuencialmente,
en el castigo de la mala fe. Más de cuarenta disposiciones del Código se refieren a la buena fe y otras tantas a la mala fe.
Tampoco este principio está expresado en una fórmula general, pero se encuentra en el trasfondo de todas las instituciones. Tal vez
la disposición más directa sea el inciso final del artículo 44, que define el dolo como la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro. Pero si analizamos el concepto, vemos que la mala fe no siempre consiste en una intención positiva,
puede significar una actitud culpable y desprejuiciada; por otra parte, la mala fe no siempre va a ser necesariamente dirigida contra
otra persona; puede motivarse por un simple deseo de beneficio personal o por tratar de soslayar requisitos o prohibiciones legales.

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Por lo demás, la buena fe no es un concepto único; bajo su denominación se agrupan dos situaciones distintas, perfectamente
diferenciables. Ellas tal vez se reflejan en el lenguaje corriente, pues entendemos que son dos conceptos diversos el estar de buena
fe que el actuar de buena fe.

En el primer caso, la buena fe aparece como una actitud mental, actitud que consiste en ignorar que se perjudica un interés ajeno o
no tener conciencia de obrar contra derecho, de tener un comportamiento contrario a él. El otro aspecto de la buena fe consiste
en la fidelidad a un acuerdo concluido o, dentro del círculo obligatorio, observar la conducta necesaria para que se cumpla en la
forma comprometida la expectativa ajena. El primero es el estado de conciencia en un momento determinado; el otro, la
realización de una conducta.

Ambos aspectos de la buena fe están considerados en nuestro derecho. El primero está claramente establecido en el art. 706 que
define la buena fe en materia posesoria como "la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos,
exentos de fraude y de todo otro vicio". Lo encontramos en el matrimonio putativo que, de acuerdo al art. 122, produce los
misinos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que de buena fe y con justa causa de error lo contrajo. Los arts. 906 y
sigtes. en las prestaciones mutuas atienden a la buena o mala fe del poseedor vencido, y el art. 913 señala que ella se refiere
"relativamente a los frutos, al tiempo de la percepción, y relativamente a las expensas y mejoras, al tiempo en que fueron hechas".
El art. 1267 no hace responsable de las enajenaciones o deterioros de las cosas hereditarias al que de buena fe hubiese ocupado la
herencia. El inc. 2° del
art. 1576 valida el pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en posesión del crédito, aunque después aparezca que
no le pertenecía; también en el pago, si éste no tiene validez y ha consistido en la transferencia de propiedad de una cosa fungible,
se valida si el acreedor la ha consumido de buena fe. El art. 1916 da efectos legales al arrendamiento de cosa ajena respecto del
arrendatario de buena fe. Si se prestó por quien no tenía derecho de enajenar, y las especies no pueden reivindicarse por haber
desaparecido su identidad, el mutuario de buena fe sólo será obligado al pago de los intereses estipulados (art. 2202 C. C.). Según
el art. 2295, "si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo debía, tiene derecho para repetir lo pagado", y el art. 2297
agrega que "se podrá repetir aún lo que se ha pagado por error de derecho".

Este aspecto de la buena fe, que consiste en la ignorancia de una situación de hecho o de una antijuridicidad, fuera de los ejemplos
señalados, queda perfectamente en claro cuando el art. 2468 señala en qué consiste el dolo pauliano; dice al efecto: "estando de
mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero". La mala fe consiste en
el conocimiento; la buena fe habría estribado en la ignorancia.

El otro carácter de la buena fe, como desarrollo de una conducta, aparece claro en la reglamentación del pago respecto del cual el
art. 1591 impide que se haga parcialmente mientras, a su vez, el art. 1590 dispone que si el pago es de un cuerpo cierto, el acreedor
debe recibirlo con sus deterioros, salvo que ellos provengan de hecho o culpa del deudor. Igualmente la pérdida de la cosa debida
extingue la obligación, salvo que haya perecido por culpa o durante la mora del deudor (arts. 1670, 1672 C. C.). Todo esto se
resume en lo dispuesto en los arts. 1548 y 1549 que señalan que la obligación de dar contiene la de entregar la cosa y si ésta es una
especie o cuerpo cierto, la de conservarlo hasta su entrega; la obligación de conservar la cosa exige que se emplee en su custodia el
debido cuidado. El conjunto de estas disposiciones señala que el deudor debe proceder de buena fe al cumplimiento de la
obligación. Pero esta obligación de conducta no corresponde sólo al deudor, sino también al acreedor. Su responsabilidad es clara
si siendo vendedor debe responder de los vicios redhibitorios (arts. 1858 y 1861 C. C.), o si siendo comprador se ha constituido en
mora de recibir (art. 1827 C. C.). La norma general de la buena fe como conducta la encontramos en el artículo 1546 del Código
Civil. Dicha disposición establece:" Los contratos deben ejecutarse de buena fe".

De las disposiciones a que nos hemos referido resulta que nuestro derecho protege la buena fe, y la sanción de la mala fe es
evidente que no cuenta con esa protección.

Pero existen muchas disposiciones en que la ley sanciona directamente la mala fe: así el art. 94 No 6 respecto del que ha sabido y
ocultado la verdadera muerte del desaparecido; el art. 897 en la reivindicación, que sanciona al que de mala fe se da por poseedor
de la cosa que se reivindica, sin serlo; en la accesión de cosas muebles (arts. 658, 662, 663 C. C.); el art. 1814 en la compraventa
que hace responsable de perjuicios al que vendió a sabiendas lo que en el todo o en una parte considerable no existía. Tal vez la
disposición que más ampliamente establece la sanción de la mala fe es el artículo 1468 que dispone: "No podrá repetirse lo que se
haya dado o pagado por un objeto o causa ilícita a sabiendas".

Todos estos ejemplos nos llevan a concluir que la protección de la buena fe y la sanción de la mala fe constituyen un principio
general de nuestro derecho privado.

En una sentencia (de hace pocos años la Corte Suprema expresa:" el acto jurídico administrativo debe estar inspirado en el
principio general que es la base de todo régimen de derecho, la buena fe".

La legislación privada parte del concepto de que los particulares están y actúan de buena fe en sus relaciones jurídicas. Por eso el
artículo 707 del Código Civil establece al respecto un principio general: "La buena fe se presume, excepto en los casos en que la
ley establece la presunción contraria.

En todos los otros la mala fe deberá probarse".

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Por lo tanto existe una presunción general de buena fe en todo el ámbito del derecho privado.

Las presunciones de mala fe son escasas; así, en materia posesoria, el inciso final del art. 706 establece que el error en materia de
derecho constituye una presunción de mala fe que no admite prueba en contrario. Sin embargo esta presunción desaparece cuando
se trata de la prescripción adquisitiva extraordinaria, ya que el artículo 2510 N° 2 dispone que se presume de derecho en ella la
buena fe.

R:- Alcance: evoca la idea de rectitud, de corrección, de actuar leal y diligente, no malicioso.

Manifestaciones
(1) Buena fe objetiva
Artículo 1546 , “Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino
a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella”.
- imperativo de conducta, mandato, para obrar conforme a la buena fe.
(2) Buena fe subjetiva.
Artículo 706, “La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y
de todo otro vicio”.
- Representa un actuar lícito, conforme a derecho, cree que esta realizando una acción sin perjudicar a otro, esta obrando de
manera recta.
Actuaciones de la Buena Fe.
- Estar de Buena Fe: el mandato
- Actuar de Buena Fe: no causar daño
- Mala fe: intención dolosa, culposa, negligente, ausente de un debido cuidado en una situación concreta.
Posesión: Buena fe inicial, art. 702, procede de justo titulo
Nulidad del matrimonio: la buena fe se presume.
Prestaciones mutuas: restitución de la cosa a la cual fue condenada.
Herencia: 1267
Pago: 1576 inciso 2
Arrendamiento: 1916
Mutuo: 2202
Los contratos: 1546
Principio de la Buena Fe

El elemento de las normas jurídicas es la exterioridad porque requiere que se exteriorice la conducta y la norma moral es la
característica contraría es la interioridad, autonomía. La norma jurídica es heterónoma porque proviene del legislador. La
diferencia y la característica de la heteronomía de la norma jurídica radica que al ser heterónoma se aplica sea que el destinatario
este de acuerdo o no, es decir la impone a un tercero independiente de si esta de acuerdo o no.

En cambio en la autonomía yo decido o no. El hecho de que la norma jurídica sea exterior no significa que para el derecho sea
irrelevante o indiferente el fuero interno, porque le importa para determinar la intencionalidad. Es relevante para por ejemplo
agravar la culpa, para la existencia de vicios. No es lo mismo actuar con negligencia que actuar con dolo, por ende para el derecho
si es relevante el fuero interno.

Lo que busca el derecho es la buena intención porque en el fondo la mala intención la sanciona de otra manera, agrava la
responsabilidad del deudor por ejemplo, o en materia penal es diferente dolo que culpa.

Concepto general de buena fe  Principio rector del derecho civil privado que consiste en la convicción de actuar de manera
correcta y licita.

En el fondo es actuar conforme a derecho.

Se hace la distinción entre:

 buena fe objetiva ejecución del acto  ACTUAR de buena fe. / Aplica la regla del 1546  buena fe contractual.
El tema esta en La buena fe contractual: articulo 1546

Articulo 1546 Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a
todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella.

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¿Qué nos dice la primera parte? “los contratos deben ejecutarse de buena fe”. Recordemos que existe el iter criminis contractual
que son los grados del desarrollo del contrato, entonces dicho eso el gran tema es el ITER CONTRACTUAL que son las etapas
del contrato:

- etapa previa, etapa de las tratativas preliminares (se conoce como la responsabilidad pre-contractual)
- celebración o perfeccionamiento del acto o contrato
- ejecución
Es relevante esto, y surge el gran tema porque el articulo 1546 dice que los contratos deben ejecutarse de buena fe, entonces surge
un poco esta discusión porque si tenemos presente el iter contractual, es decir las etapas ¿Qué pasa antes? Nos lleva a la ultima
etapa el 1546 y nos dice que es en la ejecución, entonces ¿Cómo salvamos las tratativas preliminares? si podríamos salvar la
segunda etapa de celebración o perfeccionamiento del contrato, porque el 1546 parte de la base de que el contrato se celebro para
que pueda ejecutarse. Es obvio esta inmerso en el concepto se ejecutarse.

El problema esta en las tratativas preliminares, lo que conocemos como responsabilidad extracontractual.

( tanto la etapa previa como la celebración del acto o contrato se conoce como responsabilidad contractual y la ejecución como
responsabilidad extracontractual).

El problema que se genera es ¿Qué pasa si hay una ruptura en la celebración de las tratativas preliminares? ¿celebración de
contrato de promesa? No, porque es antes de negociar.

Por ejemplo pagar un estudio de titulo, hacer tasaciones. Entonces ya hay un tipo de negociación que significo algún tipo de gasto
y después de meses uno de los contratante dice arrepentirse.

Lo que esta en jaque es la certeza y seguridad jurídica de los contratantes y hoy en día en chile se reconocen “la responsabilidad
pre-contractual por ruptura de tratativas preliminares”

El fundamento es, se reconoce porque:

1) Garantía a la certeza y seguridad jurídica


2) Es una forma de regular un abuso desmedido de la libertad contractual (corte suprema, amparado en el 1445, 1437 y 1545
que es el gran articulo que dice que todo contrato es ley para las partes y solo puede invalidarse por mutuo
consentimiento y por las causas legales.)
3) Ha recurrido también a la formación del consentimiento. Respecto a la retractación articulo 100 del código de comercio.
Hay una figura que protege al aceptante que había aceptado la oferta y el oferente se retracta y le causa perjuicios.
Recordemos que la oferta y aceptación que deben cumplir con requisitos.
Respecto a la oferta debe ser: seria, completa, y puede ser indeterminada
Y la aceptación debe ser pura y simple (porque si le ponemos un regla es una nueva oferta) , oportuna y debe ser
tempestiva es decir “mientras la oferta este vigente”. El tema es ¿Cuándo pierde vigencia la oferta? No siempre esta
asociado al plazo. Puede ser cuando hay retractación, muerte e incapacidad.
4) Consideró que no se abuse de la libertad contractual
5) Evitar de que uno de los posibles contratantes perjudique al contratante para irse a negociar con un tercero
Cuando la corte recoge esto cita los libros de Cristian B, porque dice que no puede quedar en el aire la certeza y seguridad jurídica
de los contratantes aun cuando no se haya materializado nada, no hubo promesa pero hubo gastos, el valor del tiempo, de las
horas.

Consideran que existe:

- Existe un deber de información


- Existe un deber de veracidad, que la información sea verdadera
- Un deber de lealtad, se supone que las personas que van a contratar deben ser leales
- Deber de confidencialidad, se refiere a que debo mantener en resguardo toda la tratativa preliminar porque si la uso en
favor de otro causare un perjuicio.
El fundamento esencial, la institución jurídica que reconoce p al cual se sujeta la corte suprema para reconocer la responsabilidad
de las tratativas preliminares es fundado en la buena fe  la conciencia de actuar de manera correcta y licita aunque el 1546 diga
ejecutar de buena fe.

¿Cómo exijo la responsabilidad contractual? (de la etapa 1 y 2) : 1489 cumplimiento del contrato resolución mas indemnización de
perjuicios. Procedimiento ordinario de mayor cuantía.

Se puede aplicar el estatuto de la responsabilidad extracontractual y esa es la forma en que hoy se puede exigir y demandar la
responsabilidad pre contractual por ruptura de tratativas preliminares. Y que se funda en el principio de la buena fe.

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 Buena fe subjetiva conciencia de actuar de cierta manera  ESTAR de buena fe. / Aplica 706  buena fe posesoria:
conciencia de adquirir el dominio conforme a derecho y conforme a los demás medios que establece la ley, la buena fe se
presume y en los demás casos la mala fe deberá probarse.
La norma del 707 rige para todo, por ejemplo vicios del consentimiento, el dolo.

La voluntad no viciada es un requisito de validez del acto jurídico, puede nacer a la vida del derecho y es susceptible de nulidad y
en ese caso ¿que tenemos que hacer en la práctica? Demandar la nulidad con la acción de nulidad por vicio del consentimiento con
un procedimiento ordinario de mayor cuantía.

Protección a la buena fe (y consecuencialmente el castigo de la mala fe).

En general consiste en actuar rectamente. Puede dividirse en dos sentidos, según el campo de aplicación: En sentido objetivo la
buena fe es el correcto comportamiento en las relaciones con otros sujetos (actuar de buene fe). La norma general de la buena fe
como conducta se encuentra en el art. 1546 del C.C. al establecer “Los contratos deben ejecutarse de buena fe”.

En sentido subjetivo es la creencia sincera o firme persuasión de conocer una situación jurídica, estando basada tal creencia o
persuasión en un error de hecho (estar de buena fe). En homenaje a la convicción sincera el legislador protege al que en tales
condiciones ha incurrido en error; lo protege contra las consecuencias del acto en que se ha obrado con dicho conocimiento
erróneo. Ejemplo: art. 706 que define la buena fe en materia posesoria como “la conciencia de haberse adquirido el dominio de la
cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio”; otro ejemplo es el del matrimonio nulo que produce los
mismos efectos civiles del válido respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa de error, lo contrajo, supuesto, sí, que el
acto se hubiere celebrado ante oficial del Registro Civil.

La legislación parte del concepto de que los particulares están y actúan de buena fe en sus relaciones jurídicas. Por eso el art. 707
del Código Civil establece al respecto un principio general: “La buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece
la presunción contraria. En todos los otros la mala fe deberá probarse”.

La ley.
1.- Concepto y características.
2.- Clasificación de las leyes de derecho privado: prohibitivas, imperativas y permisivas.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


2.- Clases de interpretación. .
3.- Interpretación judicial! de la ley.
4.- interpretación legistativa de la ley. 0
5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.
6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.

La ley.
1.- Concepto y características.
LA LEY
- Concepto
En general podemos decir que ley es una fórmula precisa dictada por órganos soberanos especiales. En forma más concreta, que es
un mandato expreso que proviene de la voluntad del legislador formulado en palabras determinadas y a través de un procedimiento
preestablecido.

La Constitución de 1980 regula la formación de las leyes hasta su promulgación y publicación en los artículos 62 a 72 inclusive.

Planiol define la ley como una regla social obligatoria, establecida en forma permanente por la autoridad pública y sancionada por
la fuerza.'

De esta definición y de los aspectos que hemos señalado resultan las principales características de la ley en cuanto a su contenido,
es decir, en cuanto a principio normativo:

a. La ley es una regla social, esto es, una norma de conducta exterior; la ley no regula el fuero interno de las personas sino sus
actos, y no sus actos aislados sino los que se relacionan con la vida social.

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b. La ley emana de la autoridad pública, esto es, del organismo al que la comunidad social ha investido del poder de dictarlas.

c. Las leyes deben ser cumplidas no es facultativo para los individuos el acatarlas o no.

d. La ley es sancionada por la fuerza. La sanción de las leyes de derecho público toma distintas formas, desde las medidas de
prevención hasta las penas. En materia civil reviste también distintos aspectos; así, las acciones destinadas a hacer efectivo un
derecho conferido por la ley (art. 1470 C. C., por ejemplo).

e. La ley es general. No sólo es general sino también abstracta, y se ha establecido para un número indeterminado de actos o
hechos, o para que rija a todas las personas que se encuentran en una situación determinada. Es por ello que no constituyen
propiamente leyes ciertos actos administrativos que realiza el poder legislador que tienen la misma tramitación y presentación
formal de una ley.

f. La ley es permanente. La ley dura indefinidamente desde el tiempo de su promulgación hasta su derogación. Esto no implica
que la ley deba ser perpetua. Existen leyes temporales que se dictan para tener vigencia durante un tiempo determinado; y leyes
transitorias que, generalmente, regulan el paso de una legislación antigua a una nueva.

La ley es cierta. La ley no necesita ser acreditada. De acuerdo con el artículo 82 del Código Civil nadie podrá alegar ignorancia de
la ley después que ésta haya entrado en vigencia. Debemos hacer notar que esta certeza no rige para la costumbre, la que debe ser
acreditada cuando la ley se remite a ella en materia civil (art. 2 del C. C.), o bien cuando suple el silencio de la ley en materia
comercial (art. 5 del C. de Comercio). No rige tampoco este principio para la ley extranjera en los casos en que proceda su
aplicación (art. 411 N° 2° del C. de P. C.).

- Definición del Código Civil

Nuestro Código Civil en su artículo 1° dice: "La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la
forma prescrita por la Constitución, manda, prohibe o permite".

Esta definición ha sido criticada en cuanto a su forma y en cuanto a su fondo.

En cuanto a la forma, porque se señala que la redacción es poco feliz, ya que la ley parece mandar, prohibir o permitir, por haber
sido manifestada en la forma prescrita en la Constitución y no por ser la voluntad soberana.

En cuanto al fondo, porque no señala las características específicas de la ley. En especial se aduce que al dar a la ley una validez
solamente formal, no se señala que debe ajustarse a ciertos principios de justicia natural, a ciertas formas consideradas válidas en
cualquiera sociedad.

Debemos señalar que aunque existe siempre un concepto social de justicia, éste es uno para cada sociedad y en un momento
determinado; no hay preceptos inmutables y eternos anteriores y superiores a cualquiera sociedad. Los principios generales de
justicia, válidos y admitidos en un momento social determinado se consignan en la Constitución y se imponen al legislador a
través de ella. Si una ley no los respeta, el individuo tiene el recurso de atacar la constitucionalidad de la ley, pero antes de que
esta inconstitucionalidad se declare, no puede sustraerse al cumplimiento de la ley.

El ciudadano no puede invocar los principios generales de justicia para sustraerse a la aplicación de normas positivas concretas.
En la aplicación del derecho a las relaciones jurídicas específicas no debe acudirse a más normas que las suministradas por el
derecho positivo.

Si llegara a admitirse que ciertas normas no son aplicables por ser injustas, o no propender al bien común o cualquier otro
argumento análogo, el orden social llegaría a su fin.

Por eso la definición del Código Civil, destacando el aspecto formal de la ley, es la única que conduce a la solución lógica y ésta
es que debe ser aplicada y respetada por los particulares, sin que éstos puedan por una decisión y un criterio propios sustraerse a su
cumplimiento.

R:- Ley según el Código Civil. Artículo 1º. “La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma
prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite”.

Ley según Marcel Planiol. “Es una regla social obligatoria establecida con carácter permanente por la autoridad pública y
sancionada por la fuerza”.
Ley según Santo Tomás de Aquino. “Es una ordenación racional, dirigida al bien común, dada y promulgada por quien tiene a
su cargo el cuidado de la comunidad”.
Ley según la Constitución Política de la República. Artículo 63 (antiguo 60): “Sólo son materias de ley: 20) Toda otra norma
de carácter general y obligatorio que estatuya las bases esenciales de un ordenamiento jurídico”.
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Características:
1.- Es Una Regla General
2.- Emana De La Autoridad Pública
3.- Es General
4.- Es Obligatoria
5.- Es Permanente
6.- Es Abstracta
7.- Es Cierta

CONCEPTO DE LEY DEL JURISTA MARCEL PLANIOL “Es una regla social obligatoria establecida con carácter
general y permanente por la autoridad pública y sancionada por la fuerza.”
Esta definición ha sido acogida ampliamente en la doctrina jurídica chilena, primordialmente dentro de los civilistas, lo que
seguramente se debe a la influencia del Derecho Civil Francés en nuestro país.
Analizada esta definición, se ha señalado que no es un definición de lo que en nuestro sistema jurídico se entiende por ley en
sentido estricto. Más bien estaría conceptualizando a las normas de origen estatal, incluyendo así a la Constitución Política del
Estado, a las leyes propiamente tales, a gran parte de los Decretos y Reglamentos, y otras normas dictadas por autoridades
administrativas e inclusive.

Características de la Ley basadas de la definición de Planiol.


1.- Es una regla social. Tiene por finalidad regular la conducta de los hombres en sociedad, característica que posee toda norma
jurídica.
2.- Es obligatoria. Encauza y dirige el accionar de los individuos, prescribiendo determinadas conductas.
3.- Tiene carácter permanente. La ley se dicta para que dure o tenga vigencia indefinidamente. De todas las características que
Planiol le atribuye a la ley esta es la más discutida, puesto que aunque al mayor parte de las leyes se dictan para que tengan
duración indefinida, en múltiples ocasiones es necesario dictar leyes que no tienen tal carácter, y que posee un duración
claramente definida, pensemos por ejemplo, en las leyes de Presupuesto Anual.
4.- Es establecida por la autoridad pública. La opinión es unánime hoy en día respecto a que las leyes emanan de la autoridad
pública. Las leyes en sentido estricto emanan de una autoridad pública en particular, de un poder del estado, en específico del
Poder Legislativo.
5.- Es sancionada por la fuerza. La ley regula determinadas conductas humanas, y si alguien infringe esas conductas, entonces
recibe una sanción.
6.- Se presume conocida. Esta característica no se encuentra expresamente formulada en la definición, pero se deduce pues se
supone que la autoridad, al establecerla, la da a conocer. El no admitir ignorancia de la ley se funda en la necesidad imperiosa de
otorgar Seguridad Jurídica.
7.- Es general. Se aplica a un número indeterminado de personas y casos.

DEFINICION DE LA LEY EN EL CODIGO CIVIL. El Código Civil define la ley como “una declaración de la voluntad
soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite.” Así, el Código Civil pone
de relieve que lo decisivo para calificar un acto de ley es la forma en que se gesta y no la naturaleza de la disposición que él
contenga.
Tal como señala el precepto, la ley es "UNA" declaración de la voluntad soberana y no "LA" declaración, pues no es la única de
esta especie. En efecto, son también declaraciones de la voluntad soberana, por ejemplo, las sentencias judiciales y las decisiones
adoptadas por la ciudadanía convocada a un plebiscito. Se han formulado críticas de fondo y de forma a la definición de ley del
Código Civil:
• CRÍTICA DE FONDO (O SUSTANCIAL): Se critica a la definición debido a que no da una idea clara del objeto de la ley, ni de
lo que esta es, en sí misma.
• CRITICA DE FORMA: Se critica porque tal como está redactada parece decir que manda, prohíbe o permite por estar
manifestada en la forma prescrita en la Constitución, y no por ser una declaración de la voluntad soberana, aspecto obviamente
más relevante.

Requisitos o Elementos de la Ley De la definición del Código, se desprende que los requisitos de la ley son externos e
internos.
- Los requisitos externos permiten a los ciudadanos cerciorarse si la norma que se les presenta es o no ley.
A.- Declaración de la voluntad soberana. La soberanía reside esencialmente en la Nación, la cual delega su ejercicio, en lo que a
legislar se refiere, en el Poder Legislativo, integrado entre nosotros, por el Congreso Nacional y el Presidente de la República.

50
B.- Manifestada en la forma prescrita por la Constitución. Los trámites que debe seguir un proyecto para convertirse en ley los
establece la Constitución Política.
Sin embargo, nuestro Código Civil contempla dos aspectos formales de importancia: la promulgación y la
publicación.
La promulgación es el acto por el cual el Jefe de Estado, Presidente de la República, atestigua o certifica al cuerpo social
la existencia de la ley y ordena su ejecución, es decir, le otorga fuerza coercitiva.
La promulgación se hace a través de un Decreto Supremo. Pero, además, para que la ley tenga fuerza obligatoria, es
necesaria su publicación. Este es el medio por el cual se da a conocer la ley a los habitantes del territorio nacional. De acuerdo
con el artículo 7 del Código Civil “la publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde la fecha de
éste se entenderá conocida de todos y será obligatoria”. Nos remitimos a lo analizado en el principio de seguridad jurídica. Agrega
el artículo 8 del Código Civil que “nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.” Nos
remitimos a lo estudiado en el principio de seguridad jurídica. En cuanto a los requisitos internos de la ley, son aquellos que dicen
relación con el contenido de la norma, estos es, que la norma manda, prohíbe o permite. Toda ley, por el sólo hecho de ser tal
implica un mandato, pero las leyes contienen mandatos de diversa especie, y desde esa referencia del Código Civil, se extrae una
primera y gran clasificación de las leyes.

AGREGAR LA DEFINICION DE SANTO TOMÁS

2.- Clasificación de las leyes de derecho privado: prohibitivas, imperativas y permisivas.

CLASIFICACIÓN DE LAS LEYES

De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1° del Código Civil las leyes pueden dividirse en imperativas, prohibitivas y permisivas.

Esta clasificación ha sido criticada por la doctrina, porque se dice que, en el fondo, toda ley imperativa es prohibitiva porque
prohíbe hacer lo que ordena en forma distinta a lo legalmente establecido. Se discute también si al lado de las dos primeras
categorías tiene razón de ser la existencia de la tercera, en cuanto a que aquello que no es mandado ni prohibido es lícito y
permitido como consecuencia del principio fundamental de libertad.

A.- Leyes Prohibitivas Es la ley que impone observar un determinado comportamiento negativo, esto es, una abstención u
omisión que no puede sustituirse por ningún comportamiento positivo. En general, se acostumbra señalar que una ley es
prohibitiva cuando impide la ejecución de un hecho o la celebración de un acto, en todo respecto y bajo toda circunstancia. Para
ver si una ley es prohibitiva, lo que hay que analizar es si el acto al cual ella se refiere puede realizarse o no, sin que sea relevante
la forma gramatical en que la prohibición está expresada. Es decir, debe atenderse al contenido de la norma y no a su redacción.
Por ejemplo, son normas prohibitivas en el Código Civil, los artículos 402; 412 pero sólo su inciso 2°; 1796; etc. De acuerdo con
el artículo 10 del mismo cuerpo legal, si se realiza un acto prohibido por la ley la sanción es la nulidad, sin perjuicio que la propia
ley señale otra sanción distinta. (visto)

Las leyes prohibitivas contienen el mandato de no hacer algo y no lo permiten en ninguna circunstancia.
En realidad ley prohibitiva y acto prohibido por la ley son una misma cosa.

Respecto a las leyes prohibitivas hay que recalcar dos aspectos.

En primer término, que para que una disposición sea prohibitiva el acto no debe poder realizarse bajo ningún aspecto ni en
ninguna circunstancia. Si la ley autoriza o permite realizar el acto en determinadas condiciones no es prohibitiva sino imperativa.

En segundo lugar, no es necesario que la ley emplee la expresión "se prohíbe"; será siempre prohibitiva si no permite realizar el
acto aun cuando utilice cualquiera otra expresión.

De acuerdo con lo anterior, son prohibitivas la disposición del art. 1796 del Código Civil, que declara "...nulo el contrato de
compraventa entre cónyuges no divorciados perpetuamente, y entre el padre o madre y el hijo de familia", y la del art. 402 el
Código Civil que prohíbe al guardador la donación de bienes raíces del pupilo, aun con previo decreto del juez. Los actos
contemplados en estas disposiciones no pueden realizarse en forma alguna.

En cambio no es prohibitiva la disposición del art. 1797 del Código Civil, pues los administradores de establecimientos públicos
pueden efectuar las ventas contempladas en él con autorización de la autoridad competente.

Respecto a las distintas expresiones de que el Código se vale para establecer la prohibición, podemos señalar: es prohibida (art.
402), no vale (art. 1465), no valdrá (art. 1892), es nulo (arts. 1462 y 1796), se tendrá por no escrita (art. 1892), no dejarán de serlo
(art. 1469), pero sólo después de (art. 2494), es indelegable (art. 1004), etc.

51
El art. 10 del Código Civil dispone que "los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor; salvo en cuanto designe
expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención".

De acuerdo con este precepto tenemos entonces que por regla general la sanción por infracción (le una ley prohibitiva es la
nulidad.

La disposición del art. 10 la reitera el art. 1466 del Código Civil que dice que hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por las
leyes. La sanción del objeto ilícito es, de acuerdo con el art. 1682 del Código Civil, la nulidad absoluta.

Sin embargo, el mismo art. 10 nos señala que la sanción de nulidad absoluta tiene salvedades y ello sucede cuando la propia
disposición prohibitiva señala otro efecto que el de nulidad para el caso de contravención.

Ejemplos de tales disposiciones que señalan una sanción distinta de la nulidad los encontramos en el art. 407 del Código Civil,
referente al arriendo por el guardador de los predios rústicos del pupilo; en los arts. 745 y 769 del Código Civil, referente a los
usufructos y fideicomisos sucesivos; en el art. 2206, referente a los intereses en el mutuo, etc.

- Leyes imperativas. Es la ley que contiene la orden de observar un determinado comportamiento positivo; tenemos dos categorías
de leyes imperativas:
a.- Las que mandan u ordenan hacer algo
b.- Las que imponen la observancia de ciertas formalidades. Los Tribunales han resuelto que califica como ley imperativa aquella
que no prohíbe en forma absoluta la ejecución de un acto jurídico, sino que prohíbe su realización mientras no se cumplan ciertos
requisitos, solemnidades u otras exigencias especiales. La inobservancia de una ley imperativa no tiene una sanción aplicable a
todos los casos, sino que es necesario analizar cada caso en particular para determinar la sanción. Si el requisito o formalidad se
exige en consideración a la naturaleza del acto o contrato, la sanción va a ser la nulidad absoluta. Por ej. Art.1682 C.C. En
cambio, si el requisito o formalidad atiende a la calidad o estado de las partes, la sanción será la nulidad relativa. Si la formalidad
se exige para otorgar publicidad al acto o contrato, esto es, para noticia de ellos a los terceros, la sanción va a ser la inoponibilidad.
La misma ley podrá también señalar la sanción para el caso de incumplimiento.

Las leyes imperativas son las que imponen la obligación de hacer algo o el cumplimiento de un requisito.

Así son disposiciones imperativas, porque ordenan hacer algo, la del art. 1826 del Código Civil, que establece que el vendedor es
obligado a entregar la cosa vendida inmediatamente después del contrato, o en la época prefijada en él, y la del art. 378 que obliga
al guardador a inventariar los bienes del pupilo, y son imperativas porque imponen el cumplimiento de un requisito, la disposición
del art. 1011 del Código Civil que establece que el testamento solemne es siempre escrito y la del inc. 2° del art. 1801 que exige el
otorgamiento de una escritura pública para la venta de bienes raíces, servidumbres y censos, y de una sucesión hereditaria.

La sanción de las leyes imperativas no es siempre la misma.

Para determinar su sanción debemos distinguir si dichas disposiciones son de interés público o general o si son simplemente de
interés particular o privado.

Por lo general se considera que son disposiciones imperativas de orden social o general las que dicen relación con el orden público
y las buenas costumbres.

El concepto de orden público es extremadamente difícil de precisar.

En general puede decirse que está constituido por el conjunto de reglas esenciales para el mantenimiento de la sociedad.

Junto a esta definición, inevitablemente vaga, podemos señalar el criterio de algunos autores que consideran de orden público todo
lo que en las leyes interesa más directamente a la sociedad que a los particulares, o la opinión de Planiol que estima que una ley de
derecho privado es de orden público si está inspirada en una consideración de interés general, que se encontraría comprometida si
los particulares pudieran impedir libremente su aplicación.

Dentro de este concepto tendremos algunas que dicen relación con el orden público, en primer término, las leyes de derecho
público. El art. 1462 del Código Civil nos dice que hay objeto ilícito en todo lo que contraviene el derecho público chileno. Serán
también de orden público las disposiciones de derecho privadoque no pueden renunciarse por los particulares de acuerdo al art. 12
del Código Civil, porque no miran a su solo interés individual o está prohibida su renuncia. Igualmente las que no pueden ser
alteradas por los particulares, como los derechos y obligaciones entre los cónyuges de acuerdo al art. 1717 del Código Civil. Por
último serán también de orden público las normas que no puedenser excluidas por voluntad de las partes. Así tenemos el art. 1469
del Código Civil que niega valor a las cláusulas en que se renuncie a la acción de nulidad y el art. 1892 del Código Civil que
declara que no valdrá estipulación en que se diga que no podrá intentarse la acción rescisoria por lesión enorme, o el art. 2494 del
C. C. que prohibe renunciar anticipadamente a la prescripción.

Otros autores, para determinar el carácter de orden público de las leyes, atienden a la naturaleza del vínculo que las liga al interés
de la sociedad. Desde este punto de vista son de orden público las leyes relacionadas con la organización política. Lo son también
52
las leyes relacionadas con la organización económica en cuanto tienden a la protección de derechos de terceros y de ciertos
contratantes que la ley estima se encuentran en inferioridad de condiciones, e igualmente en cuanto organizan la propiedad raíz y
el crédito territorial. Son también de orden público las leyes relacionadas con la organización social en cuanto organizan la familia
y regulan el estado y capacidad de las personas. Por último son de orden público ciertas leyes relacionadas con la organización
moral como las que prohíben los juegos de azar (art. 1466 del C. C.), fijan los impedimentos dirimentes para el matrimonio (art. 5°
de la Ley de Matrimonio Civil), o restringen la procedencia de la investigación de la paternidad (arts. 272 y 288 del Código
Civil).

Se ha expresado también que son de orden público las normas destinadas a cumplir con los fines esenciales del Estado, que están
establecidas en el interés general y no dicen relación inmediata y directa con los derechos subjetivos de los particulares. Su
contravención existe por el solo hecho de lesionar el orden jurídico objetivo, aunque de esa infracción no resulte lesión de
derechos subjetivos.

Las buenas costumbres corresponden a las normas morales conforme a las cuales se procede en forma concreta por la generalidad
de las personas de una sociedad en una época determinada.

El Código Civil se refiere a las buenas costumbres en numerosas disposiciones. Así tenemos los arts. 58, 1461, 1475 y 1717.

El art. 1467 en su inciso final al decirnos que tiene causa ilícita la promesa de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho
inmoral, en realidad nos está señalando un ejemplo de una causa contraria a las buenas costumbres.

La sanción de las leyes imperativas de interés general será la nulidad absoluta en cuanto el acto que las contravenga adolezca de
objeto o causa ilícitos, o, si dichas leyes imponen un requisito, se trata de formalidades exigidas para ciertos actos y contratos en
atención a la naturaleza de ellos.

La sanción, en cambio, será la nulidad relativa si dichos requisitos se exigen en atención a la calidad de las personas que los
ejecutan o acuerdan.

Podrá también la propia disposición señalar una sanción especial para el caso de incumplimiento (inc. 40 art. 146 C. C.).

Existen requisitos formales que sólo están establecidos por razones de publicidad o de prueba. El no respetarlos traerá como
sanción en unos casos la inoponibilidad; en otros, la limitación de los medios probatorios para acreditar el acto.

Hay excepcionalmente requisitos cuya omisión no está sancionada (art. 1026 en relación con los arts. 1016, 1023 inc. 52 y 1024
inc. 2 del C. C.).

La sanción de las leyes imperativas de interés particular será, en caso de infracción, la responsabilidad como norma general.

La responsabilidad por la infracción de la norma imperativa que obliga al cumplimiento de las obligaciones contractuales está
tratada en forma genérica en el Título XII del Libro IV del Código Civil relativo al efecto de las obligaciones.

A más de la responsabilidad, el incumplimiento de estas obligaciones puede significar la sanción adicional de dejar sin efecto el
contrato a través de su resolución o terminación.

Sin embargo, una disposición especial de la ley puede establecer una sanción diferente, como lo deja a salvo el inciso final del art.
1547 del C. C. (p. ej., art. 378 del C. C.).

La responsabilidad no sólo está establecida en el Código Civil como una norma general de sanción sino que además en numerosas
disposiciones señala en forma específica su procedencia (p. ej., arts. 1826, 1873, 1926, 1929, 1945, 2083, 2129, 2178, 2222, etc.).

La responsabilidad será también la sanción de la disposición imperativa que surge de los artículos 2284 y 2314 del Código Civil y
que configuran la obligación de no inferir un daño ilícito a otro.

De ellos surge una institución fundamental del ordenamiento jurídico que denominamos la responsabilidad extracontractual.

- Leyes permisivas. La ley permisiva es aquellas que permite, concede o autoriza hacer o no hacer algo; debiendo los demás
tolerar que la persona beneficiada con el permiso haga o no haga lo que expresamente se le ha permitido. En doctrina, algunos
autores niegan razón de ser a las normas permisivas puesto que en derecho privado puede hacerse todo aquello que no esté sujeto a
leyes imperativas o prohibitivas. Otros estiman que cumplen con la función de dejar clara constancia de que la disposición
prohibitiva o imperativa que existía ha sido derogada. Las leyes permisivas tampoco tienen señalada una sanción específica y
habrá que analizar en cada particular cual será la sanción o si la misma ley la establece. Importante aquí es el artículo 12 C.C. ya
que la renuncia se refiere a los derechos y no a la ley, de lo contrario equivaldría a su derogación, lo que no puede hacerse por
simple voluntad de las partes. Si bien no pueden renunciarse aquellos derechos que no miran únicamente al interés individual del
renunciante, como por ejemplo, la patria potestad, tampoco pueden renunciarse los derechos cuando la ley prohíbe expresamente
su renuncia, como ocurre con el derecho de la mujer de solicitar la separación de bienes. La renuncia del derecho no es lo mismo
53
que su no ejercicio; el no ejercicio del derecho consiste en mantenerse en un estado pasivo, en cambio, la renuncia es la abdicación
del derecho de manera que ya no podrá ejercerse con posterioridad. Sólo se admite la renuncia específica y no la concedida en
términos generales, es decir, se puede renunciar a derechos determinados, pero no a todos los derechos que se tengan La renuncia
de un derecho puede ser expresa o tácita, esto es, puede efectuarse en términos formales y explícitos, o bien, puede deducirse de
ciertos actos o acciones del renunciante. Debe sí tenerse presente, que por ser la renuncia una situación de excepción, debe
siempre interpretarse restrictivamente por lo que queda restringida al caso específico y no puede extenderse a otro por muy similar
que sea.

Las leyes permisivas confieren un derecho que queda entregado al arbitrio del titular.

Las demás personas deben respetar este derecho y pueden, en caso necesario, ser forzadas a ello o a indemnizar los perjuicios
resultantes para el titular si no lo hacen.

Por lo tanto podemos decir que la sanción de la ley permisiva consiste en darle al particular los medios para obtener el
reconocimiento de su derecho o la indemnización de los perjuicios quele acarree su desconocimiento.

Los particulares pueden sí renunciar a los derechos que les confieren las leyes permisivas. El art. 12 del Código Civil dice que
podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante y que no esté
prohibida su renuncia.

Por lo tanto, los derechos conferidos por la ley no pueden renunciarse, en primer término, si éstos miran al interés general o
afectan intereses de terceros. No pueden renunciarse tampoco si la ley expresamente prohíbe su renuncia.

Ejemplos de tales prohibiciones los tenemos en los arts. 153, 334 y 1001 del Código Civil, 1469 (nulidad absoluta); 2494
(prescripción no cumplida).

En cambio la rescisión o nulidad relativa los interesados pueden renunciarla (arts. 1684 y 1693 C. C.). También el artículo 53 del
Código del Trabajo dispone que los derechos establecidos por las leyes laborales son irrenunciables.

En esta materia es preciso distinguir entre el no ejercicio y la renuncia de un derecho.

El no ejercicio de un derecho consiste en una simple inacción por parte del titular, pero ella no implica por sí sola la pérdida de la
facultad de ejercer posteriormente el derecho.

La renuncia del derecho es, en cambio, una manifestación expresa de que el derecho no se va a ejercitar e implica que éste no
podrá ejercerse posteriormente.

R:- IMPERATIVAS: Imperativas son aquellas en que el legislador impone la obligación de hacer algo o el cumplimiento de un
requisito

- Sus finalidades son el interés general (Nulidad Absoluta), interés particular (Nulidad Relativa) y la protección a terceros
(Inoponibilidad).

PROHIBITIVAS: Son aquellas en que la ley impide algo en términos absolutos y categóricos. Principio y regla general: Nulidad
Absoluta. Excepción: sanción distinta.

PERMISIVAS: Son aquellas que le entregan a su titular un derecho, el cual es libre de ejercer o no. Sanción indemnización.

*buscar ejemplos.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


2.- Clases de interpretación. .
3.- Interpretación judicial! de la ley.
4.- interpretación legistativa de la ley. 0
5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.
6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.

Interpretación de la ley.

1.- Métodos de interpretación.


54
 1.- Método lógico tradicional
 2.- Métodos nuevos o modernos de interpretación.

1.- Método lógico tradicional: Este método pretende sobre todo acertar la voluntad de la ley al momento de ser redactada y
promulgada. Concentra la búsqueda de la intención del legislador en los textos legales, en sus palabras, antecedentes y motivos, y
también en la ilación lógica o racional de sus diversas disposiciones y del o los principios que las inspiran. Este sistema se reduce
a la máxima: las letras y los textos ante todo. Para encontrar el pensamiento del legislador se vale de diversos medios:
a) La Exégesis o explicación gramatical y semántica de las palabras empleadas en la ley (elemento gramatical). Se supone
que el legislador domina el lenguaje y a través de él exterioriza su voluntad.
b) Los trabajos preparatorios tales como anteproyectos, proyectos, exposición de motivos, debates parlamentarios, etc.
(elemento histórico) Se estima que en estos antecedentes puede encontrarse el pensamiento legislativo.
c) La Conjetura, o sea, el juicio probable sobre la verdadera intención del legislador que se desprende del espíritu general
de la legislación y de la apreciación lógica de las consecuencias a que llevaría cada una de las interpretaciones en pugna.
d) Otros procedimientos lógicos basados en el raciocinio: argumentos a fortiori, por analogía, a contrario. El método
lógico tradicional alcanza su cumbre en el siglo XIX. Casi todos los juristas de la época lo siguen y forman la Escuela de la
Exégesis. Este método tradicional, también llamado exegético por el apego y respeto religioso a los textos, tiene como mérito el
presentar todo un sistema para la interpretación legal y es el que mejor permite conocer los textos; pero en su contra se dice que
conduce a la petrificación del Derecho porque deja a las normas jurídicas estáticas en la época de su nacimiento y por ende, sin
aptitud para moldear en forma adecuada las nuevas realidades. Se agrega que cuando la intención del legislador es incierta,
también lo es la utilización de los medios destinados a descubrirla y que a menudo esos medios contienen datos confusos y suelen
llevar a resultados contradictorios.

2.- Métodos nuevos o modernos de interpretación.


- a.- El método histórico evolutivo
- b.- de la libre investigación científica.
- c.- Método positivo teleológico
- d.- De la jurisprudencia de los intereses.
- e.- Método de la escuela del derecho libre.
a.- EL MÉTODO HISTÓRICO EVOLUTIVO Según este método, la ley no debe concebirse como la voluntad de su autor; una
vez dictada se independiza de éste, adquiere existencia autónoma y pasa a vivir su propia vida, cuyo destino es satisfacer un
presente siempre renovado. El intérprete está llamado a hacer cumplir el fin de la ley, respetando la letra de la ley, puede atribuirle
un significado diverso del originario, que responda a las nuevas necesidades de la vida social. Ha de darse a la ley el sentido que
tenga, no al momento de dictarse sino, al momento de ser aplicada. No se trata de indagar lo que quería el legislador sino que es lo
que quiere la ley de acuerdo a las exigencias actuales. Su consigna es: Por el Código Civil, pero más allá del Código Civil Se
critica este método en cuanto construye las soluciones deformando el sentido primitivo de la ley permitiendo al intérprete sustituir
la voluntad del legislador por otra, dando margen para que se pierda objetividad y se impriman los puntos de vista personales en la
interpretación. Con ello se puede degenerar en la arbitrariedad y desaparece la certidumbre de la ley y con ello, la seguridad
jurídica de los particulares.

b.- DE LA LIBRE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. Este método hace entrar en juego la interpretación sólo cuando hay dudas
sobre el sentido de la norma. Tal sentido se determina de acuerdo con la intención del legislador, que revelan las circunstancias
dominantes a la época de dictación de la ley, reconstruyendo el pensamiento que habría tenido el legislador si hubiera conocido la
dificultad que se presenta en la actualidad. La discrepancia de este método con el método clásico se presenta frente a las
oscuridades insalvables de la ley y a los vacíos o lagunas de ésta. En tal caso, de acuerdo con el método de la libre investigación
científica, resulta inútil buscar una intención legislativa que no ha existido. El intérprete debe sortear la dificultad creando él
mismo la solución adecuada al caso, tomando como criterio general de orientación la idea de justicia y se fundará en la naturaleza
real de las cosas, cuyo conocimiento otorgan los datos históricos, racionales, ideales, utilitarios y sentimentales. La investigación
del intérprete es libre y científica: libre, porque se encuentra sustraída a la autoridad positiva de las fuentes formales del derecho;
científica, porque se apoya en elementos objetivos que sólo la ciencia puede revelar. El método anterior ha recibido grandes
elogios porque estructura un sistema claro, prudente y equilibrado. Sin embargo, se le reprocha que permite al intérprete imponer
sus opiniones y tendencias en aquellos casos de oscuridad o vacíos legales.

c.- MÉTODO POSITIVO TELEOLÓGICO. Según el método positivo teleológico, las normas jurídicas tienen un fin práctico, y
éste es el que debe indagar el intérprete, y no la voluntad o intención del legislador. Si el caso o la relación jurídica no están
regulados por la ley, deben solucionarse con la norma que se encuentre más adecuada, la cual se deducirá de las necesidades
mismas, de la observación objetiva y positiva de los hechos, de la ponderación de las exigencias reales y de las utilidades

55
prácticas. El defecto de este método consiste en suponer que cada ley tiene un fin propio y único, y la verdad es que tanto la norma
legal como la conducta por ella regulada, suponen una cadena de múltiples fines sucesivamente articulados.

d.- DE LA JURISPRUDENCIA DE LOS INTERESES. Según muchos, no es sino la versión más moderna del método
teleológico. Parte de la base de que las leyes son resultantes de los intereses materiales, nacionales, religiosos y éticos que luchan
dentro de una comunidad jurídica. Consecuentemente, el intérprete, para resolver una cuestión, debe investigar y ponderar los
intereses en conflicto, y dar preferencia al que la ley valore más. Para tal efecto debe tener como guía e inspiración los intereses
que son causa de la ley, dejando de lado la letra de ésta y los pensamientos subjetivos de su autor. A este método se le reprocha
haber olvidado que en un gran sector del Derecho los intereses de los individuos no se toman en cuenta, porque prima la idea de
comunidad o porque simplemente no hay lucha de intereses. También se le imputa el desconocer ciertos valores esenciales como
la justicia, el bien común y la seguridad jurídica. Finalmente se indica que la valoración que debe efectuarse de los intereses en
juego implica una apreciación subjetiva y el consiguiente peligro de arbitrariedad.

e.- MÉTODO DE LA ESCUELA DEL DERECHO LIBRE. No se trata de un simple método de interpretación, sus
planteamientos son muchos más vastos: abarcan en general la elaboración y la creación del Derecho. Sus premisas centrales y más
compartidas son las siguientes:
- Las primeras fuentes del derecho no son las fuentes oficiales del Estado, sino las reales, constituidas por los hechos y fenómenos
de la realidad social. Las fuentes formales se limitan a comprobar las fuentes reales, de manera que están subordinadas a estas
últimas.
- El Derecho está en la conciencia colectiva del grupo social en que se genera y el juez se limita a descubrirlo mediante el estudio
de las circunstancias que le dan nacimiento.
- El intérprete y el juez deben prescindir de la ley cuando su texto no es claro y adquieran el convencimiento que el legislador no
habría resuelto el conflicto presente en el sentido que le dio a la ley.
- El juez, persiguiendo como fin último la realización de justicia, debe, ante los vacíos legales, crear libremente la solución del
caso concreto sometido a su conocimiento. A este método se le critica la falta de certidumbre y seguridad que proporcionan las
reglas formales; el llevar a una anarquía jurídica por medio de soluciones subjetivas de los jueces; y el olvidar principios básicos
que regulan la vida jurídica colectiva.

INTERPRETACIÓN DE LA LEY
- Concepto
La interpretación de la ley consiste en fijar su verdadero sentido y alcance, pero además incluye el conjunto de actividades
indispensables para aplicar el derecho.

En realidad comprende dos elementos, uno abstracto, que es la interpretación propiamente tal, y radica en fijar el sentido de la
ley, y uno concreto, que es la aplicación, y significa adaptar la ley al hecho concreto. En la interpretación judicial ambos procesos
constituyen un todo unitario. La ley es una formulación general de situaciones pensadas como posibles. En la sentencia, o sea, en
la individualización jurisdiccional del derecho, esta generalidad de la ley debe armonizarse con las características y circunstancias
específicas del caso concreto. La norma jurídica debe tener idéntico sentido que la situación real para que puedan recíprocamente
ser puestas en correspondencia.

Según que la legislación establezca o no normas de interpretación ésta se denomina reglada o no reglada.

A diferencia del Código Napoleón, que no establece normas para la interpretación de la ley, nuestro Código Civil ha adoptado la
interpretación reglada y establece normas de interpretación de la ley especialmente en los artículos 19 a 24 y en algunas otras
disposiciones como los artículos 3, 42, 11 y 13.

Según de quien emane la interpretación de la ley ésta se divide en interpretación por vía de doctrina o privada e interpretación por
vía de autoridad.

R:- Interpretación: es la determinación de su significado, alcance, sentido o valor en general y frente a las situaciones jurídicas
concretas a que dicha ley debe aplicarse.
- Interpretación jurídica=hermenéutica legal
1.- Interpretación de la ley. Interpretar la ley consiste en precisar su verdadero sentido y alcance. En nuestro código civil hay
reglas de interpretación a propósito de tres grandes materias con reglas propias:

 Interpretación de la ley, regulada en los artículos 19 y siguientes.


 Interpretación de los contratos (artículos 1560 a 1566).
 Interpretación del testamento, regulada esta materia en el artículo 1069.

56
La interpretación jurídica toma el nombre de hermenéutica.

La interpretación no puede hacerse arbitrariamente sino debe hacerse en base a ciertos principios o ciertas directrices. Cuando
estos principios están rigurosamente establecidos en la ley, se habla de un sistema de interpretación reglado. Cuando así no ocurre
se habla de un sistema de interpretación no reglado.

2.- Clases de interpretación. .

Interpretación doctrinal

La interpretación privada o por vía de doctrina es la que realizan los jurisconsultos, los tratadistas, los abogados y otros.
Esta interpretación no tiene fuerza obligatoria. Constituye sólo una opinión abonada cuya importancia dependerá del prestigio de
la persona de quien emana o de los fundamentos que se hagan valer.

Los tratadistas y jurisconsultos han preconizado diversos métodos en el análisis e interpretación judicial de la ley.

Los grandes comentaristas del Código Napoleón en el siglo XIX, Duranton, Aubry et Rau, Demolombe, Troplong, Laurent,
formaron lo que se ha llamado la Escuela de la Exégesis en el Derecho Civil.

Esta doctrina tiene como características el culto del texto de la ley; el predominio de la búsqueda de la intención del legislador en
la interpretación del texto de la ley; el concepto de la omnipotencia del legislador y de su infalibilidad, la ley es la única fuente de
las decisiones jurídicas; un respeto sacramental por las autoridades y los precedentes.

El aplicar un criterio exegético impide toda evolución y progreso del derecho a través de la interpretación jurídica. Impide que
éste, a través de una interpretación progresiva, pueda adaptarse a la evolución y cambios del medio social y condena al mundo
actual a la aplicación estricta de fórmulas dictadas tomando en consideración un estado social a veces anterior en siglos al
momento presente.

La reacción fundamental contra la escuela tradicional o de la exégesis la determinó la aparición en 1899 del tratado de François
Geny: Método de interpretación y fuentes en derecho privado positivo. Dio origen a lo que se ha llamado Escuela Científica o
"teoría de la libre investigación científica" en materia de interpretación. Esta doctrina preconiza un método libre para llegar no
sólo a las fuentes formales de las reglas de derecho que son la costumbre y la ley, sino a las fuentes reales de dichas normas. Estas
fuentes reales están constituidas por un elemento racional que es la noción del derecho y un elemento experimental que es la
aspiración a la armonía colectiva que existe en el medio social.

Según ella la interpretación procede cuando hay dudas sobre el sentido de la ley y del texto. En ella se consideran el precepto y el
fin social de la ley, siempre que junto al texto —fuente formal de la ley— esté la ciencia del derecho —fuente real de la ley.

Existen numerosas otras escuelas de interpretación, entre las que merece citarse la Escuela Histórica del derecho desarrollada
por Savigny.

Puede señalarse también la Escuela del Derecho Libre, elaborada por Germán Kantorowicz. Sostiene que frente al derecho
estatal existe un derecho libre, que pueden o no coincidir; la jurisprudencia no puede basarse exclusivamente en el derecho estatal
y si la ciencia del derecho posee fuerza creadora, la jurisprudencia no será nunca mera servidora de la ley. Se la ha criticado
señalando que esta escuela destruye la certeza del derecho.

La Doctrina Teleológica iniciada por Ihering busca la finalidad de la ley ya que, según él, el fin es el creador de todo derecho.

Como un desarrollo de esta teoría podemos considerar la jurisprudencia de intereses de acuerdo con la cual el intérprete debe
decidir el conflicto de intereses, dando preeminencia a los que han sido preferidos por el legislador.

Esto lleva a la jurisprudencia de valorización de intereses, que propician muchos autores.

Por último, debemos señalar la Teoría del Derecho Puro formulada por Hans Kelsen.

Según ella todo derecho deriva de la voluntad del Estado y no hay más derechos que el derecho positivo.
Los ideales jurídicos pertenecen a la moral, la religión o la metafísica, pero no a la jurisprudencia. El sistema jurídico constituye
una pirámide donde las normas de menor jerarquía están condicionadas por las de mayor valor hasta llegar a la Constitución.

Cuando por indeterminación de la norma o por no existir una única determinación correcta el juez debe optar, puede hacerlo
libremente dentro del margen de posibilidades que le brinda la ley, sin necesidad de recurrir a ningún criterio director.

Interpretación por vía de autoridad

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Se ha dicho tradicionalmente que la interpretación por vía de autoridad emana del legislador o del juez. Esto no es exacto entre
nosotros, pues existen diversos organismos autorizados legalmente para interpretar la ley.

Tenemos así la Contraloría General de la República, la Superintendencia de Seguridad Social, el Servicio de Impuestos Internos,
el Servicio Nacional de Aduanas, la Dirección General del Trabajo, etc.

Estos organismos pueden interpretar leyes, no toda ley, sino aquellas que se refieren a las funciones que les están encomendadas.

Por otra parte, y dentro de la distinción que haremos más adelante, su interpretación tiene un carácter más amplio que la
Interpretación judicial, pues tiene una validez general más allá del caso específico en que fue pronunciada.

R:- doctrinal y de autoridad.


- doctrinal o privada: proviene de los particulares y no tiene fuerza vinculante. Emana de los privados, que se manifiesta en
tratados, revista y en la cátedra. Es la más libre, puramente teórica, solo tiene fuerza moral.
- De autoridad o auténtica: judicial o legal. Art. 3 CC

3.- Interpretación judicial de la ley.

Interpretación judicial
La interpretación judicial de la ley es la que realiza el Juez en las causas sometidas a su conocimiento.
Como hemos indicado, el Código Civil fija normas que regulan esta interpretación. Ellas se aplican, como lo señalaba el propio
don Andrés Bello, a la interpretación no sólo de los preceptos del Código, sino a la de cualquiera ley, no importa su clasificación o
categoría.

Tampoco importa para su aplicación cuál sea el organismo distinto de los Tribunales Ordinarios (exceptuado el legislador) que
realice la interpretación. Ello no sólo porque debe existir una interpretación concordante y uniforme de la ley sino también porque
en muchas ocasiones la interpretación legal que realizan otros organismos va a tener una revisión judicial y no sería lógico ni
aceptable que en ambas instancias imperaran criterios diferentes.

Interpretación de autoridad Judicial: es la que emana de las sentencias de los tribunales.


Su fuerza obligatoria es limitada, solo a los litigantes por el efecto relativo de las sentencias Art. 3 CC
Interpretación de autoridad Judicial es la que emana de las sentencias de los tribunales de justicia. Su fuerza obligatoria solo
alcanza a los litigantes respecto del caso concreto sometido a la decisión del tribunal. Ni siquiera ata al juez de manera que este
puede resolver en forma distinta casos análogos. Pero si bien es verdad que la decisión del tribunal alguna tiene fuerza obligatoria
general, ocurre que cuando la Corte Suprema, en varios casos análogos, aplica la ley en un mismo sentido, los otros tribunales
tienden a interpretar la disposición respectiva en un mismo sentido cuando legalmente no tienen obligación de hacerlo.
Importante es:
1.- quien realiza: es la que emana de las sentencias de los tribunales.
2.- fases que la integran: el juez tiene un doble rol: interpretar y aplicar la ley, para llevarlo a cabo en cada caso concreto debe:
Primero: interpretar, fase que a su vez se descompone en dos etapas:
- Conoce, vale decir, selecciona la ley aplicable al caso concreto.
- Juzga, o sea, desentraña el verdadero sentido y alcance de la ley, convina o conjuga la hipótesis general y concreta,
extrayendo las consecuencias jurídicas.
Segundo: aplicar la ley, fase que se traduce en la dictación de las sentencias. Se trata de un precepto complejo, en el cual el juez
sigue un conjunto de pasos lógicos.

4.- interpretación legislativa de la ley.

Interpretación por el legislador

El art. 3° del Código Civil dispone que: "Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente
obligatorio.
Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren".

Esta norma establece la primera gran diferencia entre la interpretación legal y la interpretación judicial; la legal tiene una
fuerza obligatoria general, la segunda una fuerza relativa exclusivamente al litigio que ha sido resuelto.

Desde otro punto de vista la interpretación hecha por el legislador no está sujeta a reglamentación alguna. A la inversa, la
interpretación judicial debe ceñirse a las normas que establece el Código Civil.

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Esta interpretación se llama también auténtica por provenir del mismo órgano que dictó la norma interpretativa. Lo anterior no
quiere decir que la interpretación auténtica esté restringida a la ley; puede existir también una interpretación auténtica de la
sentencia p. ej. El recurso de aclaración y aun del contrato como es el caso contemplado en el inciso final del art. 1564 del
Código Civil.

La interpretación la efectúa el legislador por medio de una ley, la ley interpretativa. Este carácter se contrapone al que informa el
contenido de otras leyes: las leyes modificatorias.

Una ley es interpretativa de una anterior en la medida en que en esta última exista algo oscuro o confuso que requiera de
aclaración o interpretación; si nada existe en una ley que requiera de tal esclarecimiento, sino que simplemente la ley posterior
modifica su texto, se está en presencia de una ley modificatoria que no es interpretativa y, en consecuencia, debe regir a partir de
la fecha de su publicación.

Resulta a veces difícil distinguir entre el carácter de ambos tipos de leyes. Algunas sentencias han sostenido que para que una ley
se entienda interpretativa debe decirlo expresamente.

No parece lo correcto, ya que será el contenido de la ley lo que determinará si debe entenderse interpretativa o modificatoria, sin
necesidad de palabras sacramentales. A la inversa, no servirá que una ley se autocalifique de interpretativa si de su contenido no se
desprende ese carácter.

El inciso 2° del art. 9° del Código Civil dice que "...las leyes que se limiten a declarar el sentido de otras leyes, se entenderán
incorporadas en éstas; pero no afectarán en manera alguna los efectos de las sentencias judiciales ejecutoriadas en el tiempo
intermedio".

Por lo tanto, la ley interpretativa es necesariamente retroactiva, ya que se entiende incorporada a la ley interpretada.
Esta retroactividad impone limitaciones a la interpretación legal.

La primera limitación se desprende del propio texto legal citado. La ley interpretativa, aunque se entienda incorporada a la ley
interpretada, no puede modificar los efectos de las sentencias ejecutoriadas en el tiempo intermedio.

La segunda dice relación con el efecto retroactivo de las leyes interpretativas.

El legislador puede dictar leyes retroactivas, pues no lo afecta la prohibición contenida en el artículo 9° del Código Civil que, no
teniendo rango constitucional, es un mero consejo para el legislador.

Sin embargo, esta retroactividad no puede trasgredir las garantías constitucionales.

En materia civil la principal limitación la constituye el que una ley no puede trasgredir la garantía constitucional del
derecho de propiedad contenida en el N° 24 del artículo 19 de la Constitución.

En materia penal la limitación proviene del N° 3°, inciso 7° del artículo 19 de la Constitución que establece que ningún
delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva
ley favorezca al afectado".

Interpretación Auténtica o Legislativa: es la realización por medio de una ley. Tiene fuerza obligatoria, efectiva y alcance más
amplio, art. 3: solo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio.
Interpretación autentica o legislativa es la realizada por medio de una ley que señala el sentido en que debe entenderse una ley
anterior. Por una ficción legal se supone que la ley interpretativa forma un solo cuerpo con la ley interpretada, se entiende
incorporada en esta como dice el art. 9 CC. Esto significa que debe aplicarse desde la fecha de la ley interpretada. Esto es
fundamental para enfrentar el problema de la retroactividad de la ley interpretativa. Al entenderse incorporada en una ley anterior,
podría decirse que rige para lo pasado, sin embargo técnicamente no tiene efecto retroactivo, porque se supone que esta nueva ley
solo viene a indicar lo que dice realmente la ley anterior y no hay nada nuevo que rija hacia atrás porque solo se limita a aclarar.
Para que una ley pueda calificarse realmente de interpretativa, debe limitarse a declarar el sentido de otra precedente ,
pues si contiene normas nuevas o diversas, no puede atribuírsele tal carácter. Por otra parte los derechos declarados por sentencia
judicial quedan firmes e invulnerables aunque hayan sido declarados en contradicción con el verdadero sentido de la ley en
atención a la cosa juzgada. La interpretación autentica es la que tiene más fuerza efectiva y el alcance más amplio, según se
desprende del art. 3 CC.

5- Reglas del Código Civil sobre interpretación de la ley.


- Elementos de interpretación

Para buscar el sentido de la ley, el Código señala los elementos tradicionales de la interpretación judicial:

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1. el gramatical,
2. el histórico,
3. el lógico,
4. el sistemático y,
5. en el art. 24, el espíritu general de la legislación y la equidad natural.

La ordenación de estos elementos no significa que ellos deban emplearse sucesiva y subsidiariamente; todos ellos deben ser
utilizados para fijar el sentido de la ley frente al caso específico al cual debe aplicarse. Su concurrencia permitirá al juez llegar a la
determinación jurisdiccional del derecho.

Interpretación de la ley

Art. 19. Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu.
Pero bien se puede, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu, claramente manifestados en
ella misma, o en la historia fidedigna de su establecimiento.

Art. 20. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero
cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal.

Art. 21. Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte;
a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso.

Art. 22. El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la
debida correspondencia y armonía.
Los pasajes obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto.

Art. 23. Lo favorable u odioso de una disposición no se tomará en cuenta para ampliar o restringir su interpretación. La extensión
que deba darse a toda ley, se determinará por su genuino sentido y según las reglas de interpretación precedentes.

Art. 24. En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán los pasajes obscuros o
contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad natural.

1.- El elemento gramatical que se señala en el inc. 1° del art. 19 implica el análisis de la semántica y de la sintaxis del precepto
legal.
Art. 19. Inc. 1ro: Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su tenor literal, a pretexto de consultar su espíritu.
El precepto hace una clara distinción entre el sentido de la ley y su tenor literal. Por tanto la claridad a que el precepto se
refiere, es a una claridad de sentido, de contenido y alcance jurídico de la norma y no a su claridad gramatical. La disposición
puede ser gramaticalmente perfecta y sin embargo su sentido jurídico puede ser oscuro, ambiguo o contradictorio. La
determinación del sentido de la ley implica que debe efectuarse siempre un proceso de interpretación. Es imposible establecer a
priori que el sentido de la ley es claro si esta no se interpreta para establecer dicho sentido. Para que el sentido de una ley se
estime claro, no basta que la parte consultada (un articulo), esté redactado en términos que no provoquen duda, también es
menester que no haya otro precepto que lo contradiga, porque si lo hay, el sentido de la ley no es claro, ya que este resulta del
conjunto de disposiciones y no de una aislada. El sentido de la ley es claro cuando el alcance de la disposición se entiende de su
sola lectura, sea porque considerada aisladamente de las demás no origina dudas, sea porque relacionada con ellas no denota
discordancia. Con todo el concepto de claridad es relativo, hay leyes que son claras en su texto abstracto, pero que enfrentadas
con los hechos de la realidad, se toman oscuras por virtud de esos hechos. En esta etapa que puede llamarse de valorización, el
juez puede llegar a la conclusión que el texto o tenor literal de la norma refleja exactamente su alcance jurídico frente a las
circunstancias especificas del conflicto que debe resolver. En tal caso el intérprete aplicará la norma de acuerdo a su tenor literal.
Pero puede suceder que el tenor literal de la norma no corresponda al alcance jurídico que el juez le ha asignado en su
proceso de valoración. En tal caso deberá separarse del tenor literal y establecer el alcance jurídico de acuerdo con los otros
elementos de interpretación. Para establecer el tenor literal de la ley el código da algunas normas sobre la forma de establecer el
significado de las palabras en sus artículos 20 y 21

Al efecto los artículos 20 y 21 dan diversas normas.

En primer término que las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio.
Art. 20. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero
cuando el legislador las haya definido expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal.
Durante mucho tiempo nuestros tribunales estimaron que este sentido natural debía encontrarse en el Diccionario de la Real
Academia Española; hoy día, y considerando los cambios que experimenta el lenguaje, se ha reaccionado frente a este criterio y se
ha considerado que el sentido natural de una palabra o frase es el que se le atribuye en el medio que la emplea. Es por lo
demás el criterio del Código que, en su artículo 51, al referirse a la denominación de las medidas, dice que a falta de definición
legal se entenderán "en el sentido general y popular, a menos de expresarse otra cosa".

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Art. 51. Las medidas de extensión, peso, duración y cualesquiera otras de que se haga mención en las leyes, o en los decretos del
Presidente de la República, o de los tribunales o juzgados, se entenderán siempre según las definiciones legales; y a falta de éstas,
en el sentido general y popular, a menos de expresarse otra cosa.

Una segunda norma es que a las palabras que el legislador haya definido expresamente para ciertas materias se les dará su
significado legal. Esta indicación no es absoluta, porque a veces el propio Código no emplea las palabras en su estricto sentido
legal “tradición" en el inc. 2 del art. 2174, o el legislador en general las usa en un sentido distinto que su definición. Aquí
hablamos más de una definición más específica.

Art. 2174. El comodato o préstamo de uso es un contrato en que una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie,
mueble o raíz, para que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma especie después de terminado el uso.
Este contrato no se perfecciona sino por la tradición de la cosa.

Art. 21. Las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte;
a menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso.

Es frecuente el caso en que la ley da otro significado que el técnico a las palabras de una ciencia o arte. Así el código civil en
varios preceptos habla del demente para referirse al enfermo mental que por la gravedad de su trastorno psíquico, debe estimarse
incapaz, sin embargo la psiquiatría da un significado más especifico al termino demente, pues llama así al que sufre un
proceso de pérdida de sus facultades psíquicas, especialmente de la inteligencia por causas sobrevenidas durante el curso de su
vida. Corresponderá al intérprete determinar si la palabra se ha utilizado en su sentido técnico o vulgar y en primer caso,
determinar cuál es ese significado técnico.

2.- El elemento histórico se contempla en la parte final del inc. 2 del art. 19, que se refiere a la historia fidedigna del
establecimiento de la ley.
Pero bien se puede, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu, claramente manifestados en
ella misma, o en la historia fidedigna de su establecimiento.

Esta historia fidedigna sirve para fijar "su" intención o espíritu, es decir, los objetivos de la ley, y es sólo un elemento
supletorio para fijar ese alcance de la ley que no se halle claramente manifestado en ella misma. La secuencia de la disposición
deja plenamente establecido que la historia fidedigna se utiliza para fijar la intención o espíritu intrínseco de la ley y no una
supuesta voluntad del legislador.
Para determinar el sentido de la ley, el intérprete puede también buscar su intención o espíritu en la historia fidedigna de su
establecimiento. Art. 19 inc 2do parte final. Lo que se busca al recurrir a esta historia fidedigna es determinar la razón o espíritu
de la ley y no la intención subjetiva del legislador.

3.- El elemento lógico se encuentra establecido en el inciso 2 del art. 19 y en el inc. 1 ° del art. 22.
inciso 2 del art. 19: Pero bien se puede, para interpretar una expresión obscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu,
claramente manifestados en ella misma, o en la historia fidedigna de su establecimiento.
Art. 22. El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la
debida correspondencia y armonía.

El elemento lógico consiste en la concordancia que debe existir entre las diversas partes de la ley, pues es natural que éstas no
sean contradictorias y exista entre ellas una unidad conceptual y de criterio.

El primero señala que las expresiones oscuras de la ley pueden interpretarse, buscando en ella misma su intención o espíritu.

Es decir, es el contexto de la ley el que servirá para fijar el sentido de cada una de sus partes. Es conveniente destacar que el
término "expresión" que utiliza este artículo no tiene el significado de "palabra", sino el discurso, de oración con un contenido
conceptual.

El inciso 1° del art. 22 reafirma este concepto al señalar que: "El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada
una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía". O sea, debe buscarse la
concordancia entre las distintas partes de la ley, y esta concordancia debe ser consecuente, es decir, armónica.

La intención es la determinación de su voluntad en orden a un fin. Esta finalidad es la objetiva de la ley. Lo que debe buscarse es
la finalidad manifestada claramente en la propia ley. El inciso 2do del Art. 19 emplea el termina “expresión”. El artículo del
código de Lusiana del que fue tomado este precepto usa la frase plural sus expresiones, indicando claramente que se refiere al
contenido conceptual de la disposición. Este es evidentemente el alcance también del artículo 19, el término “expresión” no está
tomado, como sostienen algunos, en el sentido de “término” o “palabra”. Para la búsqueda de la intención o espíritu de la ley, el
intérprete debe utilizar alguna forma de raciocinio, ya que no puede hacerlo intuitiva o arbitrariamente, sino que tiene que emplear
al efecto un proceso lógico. Pero no se trata de lógica pura, ya que no se busca determinar si una proposición es verdadera o falsa,
sino de establecer si una norma tiene o no validez, esto es, si es o no aplicable al caso que se juzga. Es indispensable no confundir
la lógica pura o formal con la lógica jurídica. El juez ante una norma aparentemente aplicable debe ser si se cumple su razón o
61
espíritu frente al caso especifico. Si no se cumple debe abandonar la norma o valorizarla entendiendo su sentido de modo de llegar
a un resultado justo.
Ahora bien la regla de hermenéutica que establece el inciso 1ro del artículo 22 significa que una disposición legal no puede
considerarse aisladamente para su interpretación. La disposición consagra un elemento especial de juicio para buscar lógicamente
el sentido de la ley. El sentido de la ley no puede buscarse aislando una disposición de otra ni un inciso de un mismo artículo de
otros, ni mucho menos, tratándose de una sola regla, separando una frase de las otras.

4.- En el elemento sistemático esta correspondencia de la legislación se busca más allá de la propia ley interpretada, analizando,
como lo establece el inciso 2 del art. 22, otras leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto.
Los pasajes obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto.

El concepto filosófico de sistema es el de la correlación de las partes de un todo unitario y de las partes entre sí. Un sistema de esta
naturaleza es imposible en el terreno jurídico. Por lo tanto si hablamos de interpretación sistemática no podemos referirnos a un
sistema en el sentido puro de la palabra, sino a algo mucho más reducido: al conjunto de normas que se refieren a unos mismos
conceptos jurídicos, que conciernan a la misma materia, que tengan una igual finalidad.

El elemento sistemático se encuentra en el inciso 2do del art. 22 y en el art. 24. Básicamente se dice que el espíritu general de la
legislación equivale a los principios que informan el ordenamiento jurídico. La equidad es el sentimiento seguro y espontaneo de
lo justo y de lo injusto.
El art. 24 se refiere a los pasajes oscuros o dudosos y por lo mismo, algunos señalan que solo puede recurrir a los principios o a la
equidad cuando existe una ley difusa, pero no cuando existe un vacío legal. Otra parte de la doctrina estima que si cabe recurrir a
tales elementos cuando existe vacío, a través de lo que se conoce como “analogía integradora”. Ej. Al analizar el pre y post natal
hay que ir al codigo del trabajo.

5.- La Equidad: Art. 24 CC: La extensión del elemento sistemático puede llevar al análisis del espíritu general de la legislación, a
que se refiere el art. 24.

El Código, en último término, se refiere al espíritu general de la legislación y a la equidad natural. Aunque el art. 24, que los
contempla, comienza con la frase: "En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes", ello no
significa que se trate sólo de elementos supletorios de interpretación.

Ya hemos visto que el espíritu general de la legislación se encuentra implícito en el elemento sistemático; ahora bien, la equidad
natural no puede estar ausente en ningún criterio de interpretación. El fin de la aplicación de la ley es hacer justicia y la equidad es
la justicia referida a un caso concreto. Por lo tanto, todo fallo y la interpretación en que se fundamenta deben ser justos y
equitativos.

La frase inicial del art. 24 a que nos hemos referido sólo tiene el alcance de señalar que el juez no está facultado para dictar una
resolución basada exclusivamente en la equidad, como él subjetivamente la entienda. Ello significaría una absoluta falta de
seguridad jurídica. Por eso los demás elementos de interpretación lo vinculan a la norma para seguridad del derecho, pero no lo
liberan de considerar fundamentalmente la equidad al realizar la interpretación.

El juez debe buscar la solución justa, la más justa entre todas las posibles.

La leyes especiales prevalecen sobre las generales: La disposición del art. 4° que establece la aplicación preferente de los
Códigos especiales y la del art. 13° que dispone que las disposiciones de una ley, relativas a cosas o negocios particulares,
Prevalecerán sobre las disposiciones generales de la misma ley, señalan la aplicación preferente de las disposiciones especiales.

El art. 23 dispone que lo favorable u odioso de una disposición no se tomara en cuenta para ampliar o restringir su interpretación.
Este artículo tiene un fundamento histórico: en tiempos antiguos lo odioso se restringía y lo favorable se ampliaba: como es regla
se prestaba para abusos, el código consideró conveniente abolirla expresamente.
Esta es una norma general ya que, por ejemplo, el art. 4° del Código Tributario dispone que sus normas sólo se aplican a su
interpretación y aplicación y a las demás disposiciones relativas a la tributación fiscal interna, no pudiendo aplicarse
analógicamente en otras materias.

En el campo de la legislación penal se ha estimado que ella es de aplicación restrictiva, aunque no existe ninguna norma específica
al efecto.

En materia de legislación laboral se estima que la interpretación debe favorecer al dependiente, fundándose este criterio en el
carácter tutelar que inviste la legislación del trabajo.

R:- Elemento Gramatical: cuando el sentido de la ley es claro…

Artículo 19 inciso 1º: “Cuando el sentido de la ley es claro no se desatenderá su tenor literal (elemento gramatical) a pretexto de
consultar su espíritu”.

62
Artículo 20: “Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio según el uso general de las mismas palabras”.
Artículo 20: “Pero cuando el legislador las haya definido se les dará a éstas su significado legal”. RAE
Artículo 21: “Las palabras técnicas, de toda ciencia o arte se entenderán en el sentido de los que profesan dicha ciencia o arte”.
Pero esto es “a menos que aparezca claramente que se han tomado en un sentido diverso”.

- Elemento lógico: cuando el sentido de la es claro no debemos desatender su tenor literal.

Artículo 19 inciso 2º primera parte: “pero bien se podrá, para interpretar una expresión oscura de la ley, recurrir a su intención
o espíritu claramente manifestados en ella misma (…)”.

Artículo 22 inciso 1º: “El contexto de la ley servirá para ilustrar cada una de sus partes de manera que haya entre todas ellas la
debida correspondencia y armonía”.

- Elemento histórico: busca el espíritu de la norma en el estado del derecho existente sobre la materia a la época de dictación de la
corma.
Artículo 19 inciso 2º segunda parte: …o en la historia fidedigna de su establecimiento…

- Elemento Sistemático: se basa en una conexión interna que une a todas las instituciones jurídicas en una gran unidad.
Artículo 22 inciso 2º: “Los pasajes oscuros de una ley pueden ser interpretados por medio de otras leyes, particularmente si
versan sobre el mismo asunto”.
Artículo 24: “En todos los casos en que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán los
pasajes oscuros o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad
natural”.
- La Equidad: Art. 24 CC: el sentimiento seguro y espontaneo de lo justo y lo injusto que deriva de la sola naturaleza humana, con
prescindencia del derecho positivo.

- justicia del caso concreto

- último elemento de interpretación

BUSCAR LA EQUIDAD

6.- Reglas auxiliares prácticas de interpretación de la ley: analogía, a contrario sensu, argumentos a fortiori, argumento de
no distinción, argumentación por reductio ab absurdum.
Aforismo: sentencia breve o doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte. Si es en derecho el aforismo será
jurídico. RAE
1.- Argumento de la analogía: Donde existe la misma razón, existe la misma disposición”. Significa resolver un caso concreto
que la ley no ha previsto por la letra o por el espíritu de otra en un caso semejante.

2.- A contrario sensu: Argumento de la contradicción: Implica que “incluida una cosa se entienden excluidas las demás”;
“quien dice de uno, niega de los otros”. Argumento menos prudente, por cuanto las afirmaciones de la ley no llevan consigo ni
implican negaciones.

3.- Argumento a fortiori: argumento de mayor razón: Quien puede lo más, puede lo menos”; “al que la ley prohíbe lo menos,
con mayor razón le prohíbe lo más.

4.- Argumento de la no distinción: Donde el legislador no distingue no es lícito al intérprete distinguir.

5.- Argumento del absurdo: Debe rechazarse toda interpretación que lleve al absurdo o que contraríe a la lógica o a la
aplicación práctica de la ley. Ej.- yo soy acreedor, tengo un deudor y un tercero paga: interrumpe la prescripción.

Fuera de la analogía existen diversos aforismos o reglas prácticas que, en realidad, no son sino formas que toman la
argumentación o la lógica jurídicas.

Entre ellos podemos señalar el argumento ab auctoritate, que consiste en invocar la opinión favorable de los tratadistas o de la
jurisprudencia.

El argumento a generale sensu, que supone que donde la ley no distingue no es lícito al intérprete distinguir.

63
Los argumentos a fortiori, que en realidad son dos.
- A maiore ad minus, o sea, quien puede lo más, puede lo menos; y
- a maiore ad maius, que implica que a quien le está prohibido lo menos con mayor razón le está prohibido lo más.

Por último, el argumento a contrario sensu, con el que se sostiene que incluida una cosa se entienden excluidas las demás.

2.- DE LAS PERSONAS.


Personas naturales.
1.- Principio y fin de la existencia de las personas.
2.- Atributos de la personalidad.

Personas jurídicas.

1.- Conceptos generales.


2.- Clasificación.
3.- Atributos de la personalidad jurídica.

2.- DE LAS PERSONAS.

LOS SUJETOS DEL DERECHO: PERSONA Y REIACION JURIDICA


- Sujetos
El primer elemento de la relación jurídica son los sujetos.

La palabra "relación" implica por sí misma la idea de personas que se encuentran ligadas jurídicamente. En forma próxima o
mediata la existencia de sujeto es indispensable para la posibilidad de una relación jurídica.

Como ya lo hemos señalado anteriormente, para un hombre aislado la idea de derecho, el concepto de relación jurídica, son
totalmente extraños. Es la sociedad, la vida de relación, la que da existencia y significado a estos términos.

Los sujetos de derecho son las personas. El término persona significa precisamente en derecho la posibilidad de ser sujeto de
una relación jurídica.

Mientras la idea de personalidad implica la posibilidad de ser sujeto de una relación jurídica, de un derecho, cuando una persona
llega a ser precisamente sujeto de una relación, de un derecho determinado, decimos que es "titular" del mismo.

Ahora bien, si analizamos los aspectos de sujeto activo y sujeto pasivo de la relación jurídica para individualizar a uno y otro
sujeto, debemos hablar de "acreedor" y "deudor". Estas designaciones, que son muy exactas, tienen, sin embargo, el
inconveniente de usarse normalmente no para deferirse a los sujetos de cualquiera relación jurídica sino de una clase determinada.
La relación jurídica personal.

¿Quiénes son personas?


R:- son sujetos capaces de adquirir derechos y contraer obligaciones
Clasificación: Personas Naturales y Personas Jurídicas

Personas naturales.

1.- Principio y fin de la existencia de las personas.


- Concepto y existencia

En primer término son personas los hombres, el ser humano.

Nuestro Código Civil dice en su art. 55: "Son personas todos los individuos de la especie humana, cualquiera que sea su edad,
sexo, estirpe o condición". DEFINICION.

Esta definición acentúa la igualdad de los hombres ante el derecho. Puede parecer redundante en su enumeración; no lo
es, sin embargo, si pensamos en condiciones históricas, a veces muy próximas, que la justifican. Basta pensar en la existencia (de
la esclavitud que privaba a ciertos hombres, los esclavos, de su condición de personas. Nuestro propio Código Civil en los arts. 95
a 97, hoy derogados, privaba de la personalidad a los denominados muertos civiles, que eran aquellos que habían hecho profesión
solemne en un instituto monástico reconocido por la iglesia Católica.

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*A los hombres los designamos "personas naturales" para diferenciarlos de las personas jurídicas, que estudiaremos más
adelante.
Existencia natural:
Alcances,
Protección jurídica:
1.- De la vida del que está por nacer (75.1).
2.- De los derechos deferidos (77)
Existencia legal:
Norma legal (74),
El nacimiento: (1) Que el niño sea separado de su madre.
(2) Que la separación sea completa.
(3) Que la criatura haya sobrevivido a la separación un momento siquiera.
El artículo 74 inciso 2º señala una serie de situaciones en que no hay nacimiento:
(a) cuando la criatura muere en el vientre materno;
(b) cuando perece antes de estar separada completamente de la madre;
(c) cuando no ha sobrevivido a la separación ni un momento siquiera.

El nacimiento constituye el inicio de la personalidad natural.

El art. 74 del C. Civil expresa: "La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de su
madre.

La criatura que muere en el vientre materno, o que perece antes de estar completamente separada de su madre, o que no haya
sobrevivido a la separación un momento siquiera, se reputará no haber existido jamás".
Inicio de la existencia de la persona natural:

Por lo tanto, para que el nacimiento constituya un principio de existencia se requiere que la criatura haya sido totalmente
separada de su madre, lo que se realiza al cortar el cordón umbilical.

Se requiere también que haya sobrevivido a esta separación un momento siquiera. Este es un punto en casos de duda de
comprobación médica y se traduce generalmente en que haya alcanzado a respirar. En otras legislaciones se exige además la
viabilidad. Esto es, que el recién nacido nazca con posibilidades de sobrevivir.

Cuando el nacimiento no constituye un principio de existencia se reputa que la criatura no ha existido jamás, pero no obstante
esta afirmación y el hecho de que la personalidad sólo comience con el nacimiento, existe una realidad, cual es la de la criatura ya
concebida, realidad que no ha podido ser ignorada por el derecho.

El propio Código Civil establece en su art. 75 que la ley protege la vida del que está por nacer. En su art. 77 dispone, además,
que "los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese, estarán suspensos
hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el recién nacido en el goce de
dichos derechos, corno si hubiese existido al tiempo en que se defirieron".

Art. 75. La ley protege la vida del que está por nacer. El juez, en consecuencia, tomará, a petición de cualquiera persona o de
oficio, todas las providencias que le parezcan convenientes para proteger la existencia del no nacido, siempre que crea que de
algún modo peligra.
Todo castigo de la madre, por el cual pudiera peligrar la vida o la salud de la criatura que tiene en su seno, deberá diferirse hasta
después del nacimiento.

Art. 77. Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese, estarán suspensos
hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el recién nacido en el goce de
dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el caso del artículo 74, inciso 2º, pasarán estos
derechos a otras personas, como si la criatura no hubiese jamás existido.

Lo anterior está de acuerdo con lo dispuesto en las sucesiones por el art. 962 del C. Civil que hace válidas las
asignaciones hechas a personas que no existen al tiempo de abrirse la sucesión, pero se espera que existan.

Art. 962. Para ser capaz de suceder es necesario existir al tiempo de abrirse la sucesión; salvo que se suceda por derecho de
transmisión, según el artículo 957, pues entonces bastará existir al abrirse la sucesión de la persona por quien se transmite la
herencia o legado.
Si la herencia o legado se deja bajo condición suspensiva, será también preciso existir en el momento de cumplirse la
condición.

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Con todo, las asignaciones a personas que al tiempo de abrirse la sucesión no existen, pero se espera que existan, no se
invalidarán por esta causa si existieren dichas personas antes de expirar los diez años subsiguientes a la apertura de la sucesión.
Valdrán con la misma limitación las asignaciones ofrecidas en premio a los que presten un servicio importante, aunque el que lo
presta no haya existido al momento de la muerte del testador.

Igualmente los arts. 485 y ss. del C. Civil disponen que, a falta de patria potestad de padre o madre, se nombrará un curador de
bienes para los derechos eventuales del que está por nacer.

Por su parte, la legislación penal configura también como delito los atentados contra la vida de la criatura que aún no ha nacido.

Art. 485. Los bienes que han de corresponder al hijo póstumo, si nace vivo, y en el tiempo debido, estarán a cargo del curador que
haya sido designado a este efecto por el testamento del padre, o de un curador nombrado por el juez, a petición de la madre, o a
petición de cualquiera de las personas que han de suceder en dichos bienes, si no sucede en ellos el póstumo.
Podrán nombrarse dos o más curadores, si así conviniere.

Art. 486. La persona designada por el testamento del padre para la tutela del hijo, se presumirá designada asimismo para la
curaduría de los derechos eventuales de este hijo, si antes de su nacimiento, fallece el padre.
Lo dispuesto en este artículo y en el precedente no tendrá lugar cuando corresponda a la madre la patria potestad.

Art. 487. El curador de los bienes de una persona ausente, el curador de una herencia yacente, el curador de los derechos
eventuales del que está por nacer, están sujetos en su administración a todas las trabas de los tutores o curadores, y además se les
prohíbe ejecutar otros actos administrativos que los de mera custodia y conservación, y los necesarios para el cobro de los créditos
y pago de las deudas de sus respectivos representados.

Art. 488. Se les prohíbe especialmente alterar la forma de los bienes, contraer empréstitos, y enajenar aun los bienes muebles que
no sean corruptibles, a no ser que esta enajenación pertenezca al giro ordinario de los negocios del ausente, o que el pago de las
deudas la requiera.

Art. 489. Sin embargo de lo dispuesto en los artículos precedentes, los actos prohibidos en ellos a los curadores de bienes serán
válidos, si justificada su necesidad o utilidad, los autorizare el juez previamente.
El dueño de los bienes tendrá derecho para que se declare la nulidad de cualquiera de tales actos, no autorizado por el juez; y
declarada la nulidad, será responsable el curador de todo perjuicio que de ello se hubiere originado a dicha persona o a terceros.

Art. 490. Toca a los curadores de bienes el ejercicio de las acciones y defensas judiciales de sus respectivos representados; y las
personas que tengan créditos contra los bienes podrán hacerlos valer contra los respectivos curadores.

Art. 491. La curaduría de los derechos del ausente expira a su regreso; o por el hecho de hacerse cargo de sus negocios un
procurador general debidamente constituido; o a consecuencia de su fallecimiento; o por el decreto que en el caso de
desaparecimiento conceda la posesión provisoria.
La curaduría de la herencia yacente cesa por la aceptación de la herencia, o en el caso del artículo 484, por el depósito del
producto de la venta en las arcas del Estado.
La curaduría de los derechos eventuales del que está por nacer, cesa a consecuencia del parto.
Toda curaduría de bienes cesa por la extinción o inversión completa de los mismos bienes.

Presunción de la época de la concepción

Art. 76. De la época del nacimiento se colige la de la concepción, según la regla siguiente:
Se presume de derecho que la concepción ha precedido al nacimiento no menos que ciento ochenta días cabales, y no más
que trescientos, contados hacia atrás, desde la medianoche en que principie el día del nacimiento.

Presunción que no admite prueba en contrario:


- concepción: hecho desconocido e incierto. El lapso de tiempo no puede ser menos de 180 días ni más de 300,
equivalente a 6 y 10 meses respectivamente
- nacimiento: hecho conocido y cierto

Fin de la existencia de las personas

LA MUERTE NATURAL
Fin de la existencia de la persona natural: Art. 78

Clasificación:

- Muerte real: Consiste en el cese absoluto e irreversible de los fenómenos de la vida

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- Muerte presunta: Es la declarada por el juez, en conformidad a las reglas legales, respecto de un individuo que ha
desaparecido y de quien se ignora si vive o no.

Prueba: certificado de defunción

Comurientes: Art. 79

**Tal como el nacimiento determina el comienzo de la persona natural, la muerte implica el fin de la existencia de la Misma.

El artículo 78 del Código Civil dispone: "La persona termina en la muerte natural".

La muerte es la terminación de las funciones vitales del individuo.

Es un concepto claro, aunque hoy día se habla también de "muerte clínica". Se entiende por tal un estado en que se conservan
algunas funciones vitales, especialmente vegetativas, que se mantienen, por lo general, en forma artificial, pero, no obstante
ellas, el individuo ha perdido toda conciencia o proceso intelectual.

El concepto de muerte clínica o cerebral ha sido aceptado por la Ley N° 18.173, de 15 de noviembre de 1982, que autoriza el
trasplante de órganos de cadáveres con fines terapéuticos. En tal caso el certificado de defunción se otorgará "cuando se haya
comprobadao la abolición total e irreversible de todas las funciones encefálicas, lo que se acreditará mediante la certeza
diagnóstica de la causa del mal y, a lo menos, dos evidencias electro encefalografías”.

La muerte es un hecho jurídico natural; como hecho jurídico produce consecuencias de derecho; por este motivo es necesario
poder determinar la fecha de la muerte.

**La fecha de la muerte será la que indique la inscripción respectiva en el Registro de Defunciones del Registro Civil.

Dicha fecha es requisito esencial de la inscripción según el artículo 50 de la Ley N° 4.808. De acuerdo al artículo 45, al
requerirse la inscripción debe presentarse un certificado médico de fallecimiento. : Art. 50. Son requisitos esenciales de la
inscripción de una defunción, la fecha del fallecimiento y el nombre, apellido y sexo del difunto. Art. 45. Al requerirse la
inscripción de un fallecimiento, deberá presentarse un certificado expedido por el médico encargado de comprobar las defunciones
o por el que haya asistido al difunto en su última enfermedad.

    Si se trata del fallecimiento de un párvulo, el Oficial del Registro Civil indagará si el nacimiento ha sido inscrito previamente y
si no lo estuviere, procederá a efectuar, también, esta inscripción.
    En dicho certificado se indicará, siendo posible, el nombre, apellido, estado, profesión, domicilio, nacionalidad y edad efectiva
o aproximada del difunto; el nombre y apellido de su cónyuge y de sus padres; la hora y el día del fallecimiento, si constare o, en
otro caso, las que se consideren probables, y la enfermedad o la causa que haya producido la muerte.
    La verificación de las circunstancias indicadas en el inciso precedente, siempre que no hubiere facultativo en la localidad, podrá
ser substituída por la declaración de dos o más testigos, rendida ante el Oficial del Registro Civil o ante cualquiera autoridad
judicial del lugar en que haya ocurrido la defunción. Esta declaración deberá ser hecha, de preferencia, por las personas que
hubieren tratado más de cerca al difunto o que hubieren estado presentes en sus últimos momentos, de todo lo cual se dejará
testimonio expreso en la inscripción.

El artículo 79 del Código Civil reglamenta el caso de los comurientes.

Si dos o más personas han perecido en un mismo acontecimiento y "no pudiere saberse el orden en que han ocurrido sus
fallecimientos", se procederá como si todas hubieren perecido en un mismo momento, y ninguna de ellas hubiere sobrevivido a las
otras.

Art. 79. Si por haber perecido dos o más personas en un mismo acontecimiento, como en un naufragio, incendio, ruina o batalla, o
por otra causa cualquiera, no pudiere saberse el orden en que han ocurrido sus fallecimientos, se procederá en todos casos como si
dichas personas hubiesen perecido en un mismo momento, y ninguna de ellas hubiese sobrevivido a las otras.

Dijimos que la muerte producía numerosos efectos jurídicos:

a) En primer término la sucesión de los bienes de una persona se abre al momento de su muerte
(Art. 955 C. C.): La sucesión en los bienes de una persona se abre al momento de su muerte en su último domicilio; salvos
los casos expresamente exceptuados.
La sucesión se regla por la ley del domicilio en que se abre; salvas las excepciones legales.

- Al mismo tiempo se defieren las asignaciones hereditarias o testamentarias, excepto las condicionales
(art. 956 C. C.). La delación de una asignación es el actual llamamiento de la ley a aceptarla o repudiarla.
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La herencia o legado se defiere al heredero o legatario en el momento de fallecer la persona de cuya sucesión se trata, si el
heredero o legatario no es llamado condicionalmente; o en el momento de cumplirse la condición, si el llamamiento es
condicional.
Salvo si la condición es de no hacer algo que dependa de la sola voluntad del asignatario, pues en este caso la asignación se
defiere en el momento de la muerte del testador, dándose por el asignatario caución suficiente de restituir la cosa asignada
con sus accesiones y frutos, en caso de contravenirse a la condición.
Lo cual, sin embargo, no tendrá lugar cuando el testador hubiere dispuesto que mientras penda la condición de no hacer
algo, pertenezca a otro asignatario la cosa asignada.

- Sólo pueden suceder los que existan en ese momento. Excepto los que ya estén concebidos en ese instante
(arts. 962 CC.): Para ser capaz de suceder es necesario existir al tiempo de abrirse la sucesión; salvo que se suceda por
derecho de transmisión, según el artículo 957, pues entonces bastará existir al abrirse la sucesión de la persona por quien
se transmite la herencia o legado.
Si la herencia o legado se deja bajo condición suspensiva, será también preciso existir en el momento de cumplirse la
condición.
Con todo, las asignaciones a personas que al tiempo de abrirse la sucesión no existen, pero se espera que existan , no se
invalidarán por esta causa si existieren dichas personas antes de expirar los diez años subsiguientes a la apertura de la
sucesión.
Valdrán con la misma limitación las asignaciones ofrecidas en premio a los que presten un servicio importante, aunque el
que lo presta no haya existido al momento de la muerte del testador.

(77 del C. C.). Los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese,
estarán suspensos hasta que el nacimiento se efectúe. Y si el nacimiento constituye un principio de existencia, entrará el
recién nacido en el goce de dichos derechos, como si hubiese existido al tiempo en que se defirieron. En el caso del artículo
74, inciso 2º, pasarán estos derechos a otras personas, como si la criatura no hubiese jamás existido.

b) El matrimonio se disuelve por la muerte de uno de los cónyuges (artículo 42 de la Ley de Matrimonio Civil).
Artículo 42.- Ley 19.947.- El matrimonio termina:
1º  Por la muerte de uno de los cónyuges;
2º  Por la muerte presunta, cumplidos que sean los plazos señalados en el artículo siguiente;
3º  Por sentencia firme de nulidad;
4º  Por sentencia firme de divorcio, y
5° Por voluntad del cónyuge de la persona que ha obtenido la rectificación de la ley Nº 21.120, en aplicación de lo dispuesto
en el artículo 19 de dicho cuerpo legal.

c) La muerte determina la extinción de los derechos intransmisibles .


- Así, por ejemplo: el derecho de pedir alimentos (Art. 334 C. C.)
(Art. 334 C. C.): El derecho de pedir alimentos no puede transmitirse por causa de muerte, ni venderse o cederse de modo
alguno, ni renunciarse.
- la expectativa del fideicomisario (art. 762);
(art. 762). El fideicomisario que fallece antes de la restitución, no transmite por testamento o abintestato derecho alguno
sobre el fideicomiso, ni aun la simple expectativa, que pasa ipso jure al substituto o substitutos designados por el
constituyente, si los hubiere.
- los derechos de usufructo, uso o habitación (arts. 773 y 812);
Art. 773. La nuda propiedad puede transferirse por acto entre vivos, y transmitirse por causa de muerte.
El usufructo es intransmisible por testamento o abintestato.
Art. 812. Los derechos de uso y habitación se constituyen y pierden de la misma manera que el usufructo.
- la expectativa de una asignación testamentaria condicional (art. 1078);
Art. 1078. Las asignaciones testamentarias bajo condición suspensiva, no confieren al asignatario derecho alguno, mientras
pende la condición, sino el de implorar las providencias conservativas necesarias.
Si el asignatario muere antes de cumplirse la condición, no transmite derecho alguno.
Cumplida la condición, no tendrá derecho a los frutos percibidos en el tiempo intermedio, si el testador no se los hubiere
expresamente concedido.
- la solidaridad de una obligación no pasa individualmente a los herederos de los deudores solidarios (art. 1523);
Art. 1523. Los herederos de cada uno de los deudores solidarios son, entre todos, obligados al total de la deuda; pero cada
heredero será solamente responsable de aquella cuota de la deuda que corresponda a su porción hereditaria.

d) Hay contratos que se extinguen por la muerte de uno de los contratantes, así:
El de confección de una obra material(art. 2005); Art. 2005. Todos los contratos para la construcción de una obra se
resuelven por la muerte del artífice o del empresario; y si hay trabajos o materiales preparados, que puedan ser útiles para
la obra de que se trata, el que la encargó será obligado a recibirlos y a pagar su valor; lo que corresponda en razón de los
trabajos hechos se calculará proporcionalmente, tomando en consideración el precio estipulado para toda la obra.
Por la muerte del que encargó la obra no se resuelve el contrato.

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El de sociedad (art. 2103); Art. 2103. Disuélvese asimismo la sociedad por la muerte de cualquiera de los socios, menos
cuando por disposición de la ley o por el acto constitutivo haya de continuar entre los socios sobrevivientes con los
herederos del difunto o sin ellos.
Pero aun fuera de este caso se entenderá continuar la sociedad, mientras los socios administradores no reciban noticia de la
muerte.
Aun después de recibida por éstos la noticia, las operaciones iniciadas por el difunto que no supongan una aptitud peculiar
en éste deberán llevarse a cabo.

El de mandato (art. 2163); Art. 2163. El mandato termina:


1.º Por el desempeño del negocio para que fue constituido;
2.º Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación del mandato;
3.º Por la revocación del mandante;
4.º Por la renuncia del mandatario;
5.º Por la muerte del mandante o del mandatario;
6.º Por tener la calidad de deudor en un procedimiento concursal de liquidación, el mandante o el mandatario;
7.º Por la interdicción del uno o del otro;
8.º Derogado.
9.º Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

El de comodato (art. 2180); Art. 2180. El comodatario es obligado a restituir la cosa prestada en el tiempo convenido; o a
falta de convención, después del uso para que ha sido prestada.
Pero podrá exigirse la restitución aun antes del tiempo estipulado, en tres casos:
1º. Si muere el comodatario, a menos que la cosa haya sido prestada para un servicio particular que no pueda diferirse o
suspenderse;
2º. Si sobreviene al comodante una necesidad imprevista y urgente de la cosa;
3º. Si ha terminado o no tiene lugar el servicio para el cual se ha prestado la cosa.

El de renta vitalicia (en los términos de los arts. 2264 y 2274). Art. 2264. La constitución de renta vitalicia es un contrato
aleatorio en que una persona se obliga, a título oneroso, a pagar a otra una renta o pensión periódica, durante la vida
natural de cualquiera de estas dos personas o de un tercero.
Art. 2274. Si el tercero de cuya existencia pende la duración de la renta sobrevive a la persona que debe gozarla, se
transmite el derecho de ésta a los que la sucedan por causa de muerte.

e) En materia de formación del consentimiento, la oferta se extingue por la muerte del proponente (art. 101 C. de
Comercio).
Art. 101 C de C: Dada la contestación, si en ella se aprobare pura y simplemente la propuesta, el contrato queda en el acto
perfeccionado y produce todos sus efectos legales, a no ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o
incapacidad legal del proponente.

f) En materia de familia la muerte determina la emancipación de los hijos, por la muerte del padre, salvo que
corresponda a la madre ejercer la patria potestad, y por la muerte de la madre, en caso de que ella la ejerza (art.
270 No 1 y 2).
Art. 270. La emancipación legal se efectúa:
1º. Por la muerte del padre o madre, salvo que corresponda ejercitar la patria potestad al otro;
2º. Por el decreto que da la posesión provisoria, o la posesión definitiva en su caso, de los bienes del padre o madre
desaparecido, salvo que corresponda al otro ejercitar la patria potestad;
3º. Por el matrimonio del hijo, y
4º. Por haber cumplido el hijo la edad de dieciocho años.

g) Algunas instituciones terminan por la muerte del que las desempeña . Por ejemplo: las guardas, cargos otorgados en
atención a las personas (art. 531); el albaceazgo (art. 1279).
Art. 531. Las incapacidades preexistentes quitan al guardador todo derecho a la asignación antedicha.
Si la incapacidad sobreviene sin hecho o culpa del guardador, o si éste fallece durante la guarda, no habrá lugar a la
restitución de la cosa asignada, en todo o parte.

Art. 1279. El albaceazgo no es transmisible a los herederos del albacea.

h) Por último, podemos señalar también que por la muerte se extinguen determinadas acciones civiles . Entre otras la
acción de nulidad del matrimonio que, según el artículo 47 de la Ley de Matrimonio Civil,
Artículo 47.- La acción de nulidad del matrimonio sólo podrá intentarse mientras vivan ambos cónyuges, salvo los casos
mencionados en las letras c) y d) del artículo precedente. No podrá intentarse si no viven ambos cónyuges, salvo casos de
excepción.

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Art. 46 c)  En los casos de matrimonio celebrado en artículo de muerte, la acción también corresponde a los demás
herederos del cónyuge difunto; d)  La acción de nulidad fundada en la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto
corresponde, también, al cónyuge anterior o a sus herederos, y

La misma ley dispone que la acción de divorcio corresponde únicamente a los cónyuges.

LA MUERTE PRESUNTA

De la presunción de muerte por desaparecimiento

Art. 80. Se presume muerto el individuo que ha desaparecido, ignorándose si vive, y verificándose las condiciones que van
a expresarse.

Art. 81.
1º. La presunción de muerte debe declararse por el juez del último domicilio que el desaparecido haya tenido en Chile,
justificándose previamente que se ignora el paradero del desaparecido, que se han hecho las posibles diligencias para
averiguarlo, y que desde la fecha de las últimas noticias que se tuvieron de su existencia, han transcurrido a lo menos cinco
años.

2º. Entre estas pruebas será de rigor la citación del desaparecido; que deberá haberse repetido hasta por tres veces en el
periódico oficial, corriendo más de dos meses entre cada dos citaciones.

3º. La declaración podrá ser provocada por cualquiera persona que tenga interés en ella, con tal que hayan transcurrido
tres meses al menos desde la última citación.

4º. Será oído, para proceder a la declaración, y en todos los trámites judiciales posteriores, el defensor de ausentes ; y el
juez, a petición del defensor, o de cualquiera persona que tenga interés en ello, o de oficio, podrá exigir, además de las
pruebas que se le presentaren del desaparecimiento, si no las estimare satisfactorias, las otras que según las circunstancias
convengan.

5º. Todas las sentencias, tanto definitivas como interlocutorias, se insertarán en el periódico oficial.

6º. El juez fijará como día presuntivo de la muerte el último del primer bienio contado desde la fecha de las últimas
noticias; y transcurridos cinco años desde la misma fecha, concederá la posesión provisoria de los bienes del desaparecido.

7º. Con todo, si después que una persona recibió una herida grave en la guerra, o le sobrevino otro peligro semejante , no se
ha sabido más de ella, y han transcurrido desde entonces cinco años y practicándose la justificación y citaciones prevenidas
en los números precedentes, fijará el juez como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o peligro, o, no siendo
enteramente determinado ese día, adoptará un término medio entre el principio y el fin de la época en que pudo ocurrir el
suceso, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes del desaparecido.

8º. Se reputará perdida toda nave o aeronave que no apareciere a los tres meses de la fecha de las últimas noticias que de
ella se tuvieron. Expirado este plazo, cualquiera que tenga interés en ello podrá provocar la declaración de presunción de
muerte de los que se encontraban en la nave o aeronave. El juez fijará el día presuntivo de la muerte en conformidad al
número que precede, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes de los desaparecidos.
Si se encontrare la nave o aeronave náufraga o perdida, o sus restos, se aplicarán las mismas normas del inciso anterior,
siempre que no pudieren ubicarse los cuerpos de todos o algunos de sus ocupantes, o identificarse los restos de los que
fueren hallados.
Si durante la navegación o aeronavegación cayere al mar o a tierra un tripulante o viajero y desapareciere sin encontrarse
sus restos, el juez procederá en la forma señalada en los incisos anteriores; pero deberá haber constancia en autos de que
en el sumario instruido por las autoridades marítimas o aéreas ha quedado fehacientemente demostrada la desaparición de
esas personas y la imposibilidad de que estén vivas.
En este caso no regirá lo dispuesto en el número 2º, ni el plazo establecido en el número 3º; pero será de rigor oír a la
Dirección General de la Armada o a la Dirección General de Aeronáutica, según se trate de nave o de aeronave.

9º. Después de seis meses de ocurrido un sismo o catástrofe que provoque o haya podido provocar la muerte de numerosas
personas en determinadas poblaciones o regiones, cualquiera que tenga interés en ello podrá pedir la declaración de
muerte presunta de los desaparecidos que habitaban en esas poblaciones o regiones.
En este caso, la citación de los desaparecidos se hará mediante un aviso publicado por una vez en el Diario Oficial
correspondiente a los días primero o quince, o al día siguiente hábil, si no se ha publicado en las fechas indicadas, y por dos
veces en un diario de la comuna o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere,
corriendo no menos de quince días entre estas dos publicaciones. El juez podrá ordenar que por un mismo aviso se cite a
dos o más desaparecidos.

70
El juez fijará, como día presuntivo de la muerte el del sismo, catástrofe o fenómeno natural y concederá inmediatamente la
posesión definitiva de los bienes de los desaparecidos, pero será de rigor oír al Defensor de Ausentes.

Art. 82. El juez concederá la posesión definitiva, en lugar de la provisoria, si, cumplidos los dichos cinco años, se probare
que han transcurrido setenta desde el nacimiento del desaparecido. Podrá asimismo concederla, transcurridos que sean
diez años desde la fecha de las últimas noticias; cualquiera que fuese, a la expiración de dichos diez años, la edad del
desaparecido si viviese.

Art. 83. Durante los cinco años o seis meses prescritos en los números 6º, 7º y 8º del artículo 81, se mirará el
desaparecimiento como mera ausencia, y cuidarán de los intereses del desaparecido sus apoderados o representantes
legales.

Art. 84. En virtud del decreto de posesión provisoria, quedará disuelta la sociedad conyugal o terminará la participación
en los gananciales, según cual hubiera habido con el desaparecido; se procederá a la apertura y publicación del testamento,
si el desaparecido hubiere dejado alguno, y se dará posesión provisoria a los herederos presuntivos.
No presentándose herederos, se procederá en conformidad a lo prevenido para igual caso en el Libro III, título De la
apertura de la sucesión.

Art. 85. Se entienden por herederos presuntivos del desaparecido los testamentarios o legítimos que lo eran a la fecha de la
muerte presunta.
El patrimonio en que se presume que suceden, comprenderá los bienes, derechos y acciones del desaparecido, cuales eran a
la fecha de la muerte presunta.

Art. 86. Los poseedores provisorios formarán ante todo un inventario solemne de los bienes, o revisarán y rectificarán con
la misma solemnidad el inventario que exista.

Art. 87. Los poseedores provisorios representarán a la sucesión en las acciones y defensas contra terceros.

Art. 88. Los poseedores provisorios podrán desde luego vender una parte de los muebles o todos ellos , si el juez lo creyere
conveniente, oído el defensor de ausentes.
Los bienes raíces del desaparecido no podrán enajenarse ni hipotecarse antes de la posesión definitiva, sino por causa
necesaria o de utilidad evidente, declarada por el juez con conocimiento de causa, y con audiencia del defensor.
La venta de cualquiera parte de los bienes del desaparecido se hará en pública subasta.

Art. 89. Cada uno de los poseedores provisorios prestará caución de conservación y restitución, y hará suyos los
respectivos frutos e intereses.

Art. 90. Si durante la posesión provisoria no reapareciere el desaparecido, o no se tuvieren noticias que motivaren la
distribución de sus bienes según las reglas generales, se decretará la posesión definitiva y se cancelarán las cauciones.
En virtud de la posesión definitiva cesan las restricciones impuestas por el artículo 88.
Si no hubiere precedido posesión provisoria, por el decreto de posesión definitiva se abrirá la sucesión del desaparecido
según las reglas generales.

Art. 91. Decretada la posesión definitiva, los propietarios y los fideicomisarios de bienes usufructuados o poseídos
fiduciariamente por el desaparecido, los legatarios, y en general todos aquellos que tengan derechos subordinados a la
condición de muerte del desaparecido, podrán hacerlos valer como en el caso de verdadera muerte.

Art. 92. El que reclama un derecho para cuya existencia se suponga que el desaparecido ha muerto en la fecha de la muerte
presunta, no estará obligado a probar que el desaparecido ha muerto verdaderamente en esa fecha; y mientras no se
presente prueba en contrario, podrá usar de su derecho en los términos de los artículos precedentes.
Y por el contrario, todo el que reclama un derecho para cuya existencia se requiera que el desaparecido haya muerto antes
o después de esa fecha, estará obligado a probarlo; y sin esa prueba no podrá impedir que el derecho reclamado pase a
otros, ni exigirles responsabilidad alguna.

Art. 93. El decreto de posesión definitiva podrá rescindirse a favor del desaparecido si reapareciere, o de sus legitimarios
habidos durante el desaparecimiento, o de su cónyuge por matrimonio contraído en la misma época.

Art. 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas que siguen:
1ª. El desaparecido podrá pedir la rescisión en cualquier tiempo que se presente, o que haga constar su existencia.
2ª. Las demás personas no podrán pedirla sino dentro de los respectivos plazos de prescripción contados desde la fecha de
la verdadera muerte.
3ª. Este beneficio aprovechará solamente a las personas que por sentencia judicial lo obtuvieren.
4ª. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren, subsistiendo las enajenaciones, las
hipotecas y demás derechos reales constituidos legalmente en ellos.
5ª. Para toda restitución serán considerados los demandados como poseedores de buena fe, a menos de prueba contraria.
71
6ª. El haber sabido y ocultado la verdadera muerte del desaparecido, o su existencia, constituye mala fe.

De la comprobación judicial de la muerte

Artículo 95.- Toda vez que la desaparición de una persona se hubiere producido en circunstancias tales que la muerte
pueda ser tenida como cierta, aun cuando su cadáver no fuere hallado, el juez del último domicilio que el difunto haya
tenido en Chile, a solicitud de cualquiera que tenga interés en ello, podrá tener por comprobada su muerte para efectos
civiles y disponer la inscripción de la resolución correspondiente en el Servicio de Registro Civil e Identificación. Igual
regla se aplicará en los casos en que no fuere posible la identificación del cadáver.

Artículo 96.- Un extracto de la resolución que tenga por comprobada la muerte del desaparecido deberá publicarse
en el Diario Oficial dentro del plazo de sesenta días, contado desde que ésta estuviere firme y ejecutoriada.
Dicho extracto deberá contener, al menos, los antecedentes indispensables para su identificación y la fecha de muerte que
el juez haya fijado.

Artículo 97.- La resolución a que se refiere elartículo 95 podrá dejarse sin efecto conforme a lo dispuesto en el párrafo
precedente.

Pero como fin de la existencia de las personas existe también en el derecho la institución de la muerte presunta.

Se presume la muerte de la persona que ha desaparecido y de quien no se tienen noticias si se cumplen los demás requisitos
que señala la ley.

Después de un cierto espacio de tiempo debe determinarse si está viva o ha muerto una persona que ha desaparecido de su
domicilio y de la cual no se tienen noticias.

Es el juez quien debe declarar la presunción de muerte presunta por desaparecimiento, por medio de una sentencia judicial
ejecutoriada.

El Código Civil reglamenta con gran detalle la muerte presunta en los artículos 80 a 97. Ello porque es necesario cautelar los
intereses del mismo ausente, mientras no se otorga la posesión definitiva de sus bienes; los intereses de los presuntos herederos del
desaparecido; el interés de sus acreedores; por último, el interés social involucrado en la certidumbre y actividad de un patrimonio.

La declaración puede solicitarla al juez cualquiera persona que tenga interés en ello.

En la muerte presunta se distinguen en general tres períodos:


- el de mera ausencia;
- el de posesión provisoria de los bienes del desaparecido;
- el de posesión definitiva de dichos bienes.

El período de posesión provisoria no está siempre presente, para lo cual se atiende a la edad del desaparecido y a las
circunstancias en que se produjo su desaparecimiento.

El período de mera ausencia comienza desde que han dejado de tenerse noticias del ausente. Es un estado de hecho en el cual el
objetivo fundamental es proteger los derechos del ausente, para lo cual se tiende a la administración de sus bienes. Si el ausente ha
dejado apoderados o representantes con poder suficiente o tiene un representante legal, ellos administrarán los bienes y no se
adoptará medida alguna. Si no existen tales apoderados o representantes procede nombrar un curador de los bienes del ausente en
conformidad a los artículos 473 y ss. del Código Civil.

El período de mera ausencia dura normalmente cinco años, pero durará seis meses si la desaparición se produjo en un sismo o
catástrofe (art. 81 N° 9° del C. C.); o tres meses si provino de la pérdida de una nave o aeronave (art. 81 N° 8° del C. C.).
8º. Se reputará perdida toda nave o aeronave que no apareciere a los tres meses de la fecha de las últimas noticias que de
ella se tuvieron. Expirado este plazo, cualquiera que tenga interés en ello podrá provocar la declaración de presunción de
muerte de los que se encontraban en la nave o aeronave. El juez fijará el día presuntivo de la muerte en conformidad al
número que precede, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes de los desaparecidos.
Si se encontrare la nave o aeronave náufraga o perdida, o sus restos, se aplicarán las mismas normas del inciso anterior,
siempre que no pudieren ubicarse los cuerpos de todos o algunos de sus ocupantes, o identificarse los restos de los que
fueren hallados.
Si durante la navegación o aeronavegación cayere al mar o a tierra un tripulante o viajero y desapareciere sin encontrarse
sus restos, el juez procederá en la forma señalada en los incisos anteriores; pero deberá haber constancia en autos de que
en el sumario instruido por las autoridades marítimas o aéreas ha quedado fehacientemente demostrada la desaparición de
esas personas y la imposibilidad de que estén vivas.
En este caso no regirá lo dispuesto en el número 2º, ni el plazo establecido en el número 3º; pero será de rigor oír a la
Dirección General de la Armada o a la Dirección General de Aeronáutica, según se trate de nave o de aeronave.

72
9º. Después de seis meses de ocurrido un sismo o catástrofe que provoque o haya podido provocar la muerte de numerosas
personas en determinadas poblaciones o regiones, cualquiera que tenga interés en ello podrá pedir la declaración de
muerte presunta de los desaparecidos que habitaban en esas poblaciones o regiones.
En este caso, la citación de los desaparecidos se hará mediante un aviso publicado por una vez en el Diario Oficial
correspondiente a los días primero o quince, o al día siguiente hábil, si no se ha publicado en las fechas indicadas, y por dos
veces en un diario de la comuna o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere,
corriendo no menos de quince días entre estas dos publicaciones. El juez podrá ordenar que por un mismo aviso se cite a
dos o más desaparecidos.
El juez fijará, como día presuntivo de la muerte el del sismo, catástrofe o fenómeno natural y concederá inmediatamente la
posesión definitiva de los bienes de los desaparecidos, pero será de rigor oír al Defensor de Ausentes.

El período de la posesión provisoria de los bienes del desaparecido no existirá en los dos casos de excepción señalados en el
párrafo anterior, o bien, cuando el desaparecido recibió una herida grave en la guerra o le sucedió otro peligro semejante (art. 81
N° 7 del C. C.). En estas situaciones se concede de inmediato la posesión definitiva de los bienes del desaparecido.
7º. Con todo, si después que una persona recibió una herida grave en la guerra, o le sobrevino otro peligro semejante , no se
ha sabido más de ella, y han transcurrido desde entonces cinco años y practicándose la justificación y citaciones prevenidas
en los números precedentes, fijará el juez como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o peligro, o, no siendo
enteramente determinado ese día, adoptará un término medio entre el principio y el fin de la época en que pudo ocurrir el
suceso, y concederá inmediatamente la posesión definitiva de los bienes del desaparecido.

La posesión provisoria o definitiva de los bienes es una consecuencia de la declaración de muerte presunta.

Para declarar la muerte presunta es indispensable que:

a) Se pruebe la ausencia. Para este efecto no basta la simple ausencia física; es además necesario que no se hayan recibido
noticias del desaparecido y que se hayan efectuado todas las posibles gestiones y diligencias para averiguar su paradero
(art. 81 N° 1°).
Art. 81. 1º. La presunción de muerte debe declararse por el juez del último domicilio que el desaparecido haya tenido en
Chile, justificándose previamente que se ignora el paradero del desaparecido, que se han hecho las posibles diligencias
para averiguarlo, y que desde la fecha de las últimas noticias que se tuvieron de su existencia, han transcurrido a lo menos
cinco años.

b) La citación del desaparecido. Se efectúa por una publicación repetida tres veces en el Diario Oficial (art. 81 N° 2°).
Art. 81. 2º. Entre estas pruebas será de rigor la citación del desaparecido; que deberá haberse repetido hasta por tres veces
en el periódico oficial, corriendo más de dos meses entre cada dos citaciones.

c) Que se oiga al Defensor de ausentes (art. 81 N° 4).


Art. 81. 4º. Será oído, para proceder a la declaración, y en todos los trámites judiciales posteriores, el defensor de ausentes ;
y el juez, a petición del defensor, o de cualquiera persona que tenga interés en ello, o de oficio, podrá exigir, además de las
pruebas que se le presentaren del desaparecimiento, si no las estimare satisfactorias, las otras que según las circunstancias
convengan.

d) Que hayan transcurrido los plazos que la ley señala y a que nos hemos referido . Además el que tenga interés en ella
no puede pedir la declaración de muerte sino transcurridos tres meses a lo menos desde la última citación (art. 81 N° 3°).
Art. 81. 3º. La declaración podrá ser provocada por cualquiera persona que tenga interés en ella, con tal que hayan
transcurrido tres meses al menos desde la última citación.

e) La sentencia debe publicarse en el Diario Oficial (art. 81 N° 5).


Art. 81. 5º. Todas las sentencias, tanto definitivas como interlocutorias, se insertarán en el periódico oficial.

Es además indispensable fijar el día presuntivo de la muerte.

Para este efecto se atiende a las causas que motivaron el desaparecimiento y al respecto se fijan una norma general y dos
excepciones.

La norma general es que el juez fijará como día presuntivo de la muerte el último del primer bienio contado desde la fecha de las
últimas noticias (art. 81 N° 6).
Art. 81. 6º. El juez fijará como día presuntivo de la muerte el último del primer bienio contado desde la fecha de las
últimas noticias; y transcurridos cinco años desde la misma fecha, concederá la posesión provisoria de los bienes del
desaparecido.

1.- La primera excepción la encontramos cuando el desaparecido recibió una herida grave en la guerra o le sobrevino otro
peligro semejante. El juez fijará como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o peligro o, no siendo enteramente
determinado ese día, un término medio entre el principio y el fin de la época con que pudo ocurrir el suceso. El mismo criterio se
aplica en los casos de pérdida de una nave o aeronave (art. 81 N° 7 y 8).
73
.
2.- La segunda excepción se produce cuando el desaparecimiento ha coincidido con un sismo, catástrofe o fenómeno
natural; será la fecha de tal evento la que el juez fijará como día presuntivo de la muerte (art. 81 N° 9).

El decreto de posesión provisoria tiene diferentes efectos.

1° En primer lugar pone término a la sociedad conyugal o al régimen de participación en los gananciales, según cual hubiera
habido con el desaparecido (art. 84 y 1764 N° 2 del C. C.).
Art. 84. En virtud del decreto de posesión provisoria, quedará disuelta la sociedad conyugal o terminará la participación
en los gananciales, según cual hubiera habido con el desaparecido; se procederá a la apertura y publicación del testamento,
si el desaparecido hubiere dejado alguno, y se dará posesión provisoria a los herederos presuntivos.
No presentándose herederos, se procederá en conformidad a lo prevenido para igual caso en el Libro III, título De la
apertura de la sucesión.

Art. 1764. La sociedad conyugal se disuelve:


1º. Por la disolución del matrimonio;
2º. Por la presunción de muerte de uno de los cónyuges, según lo prevenido en el título Del principio y fin de las personas;
3º. Por la sentencia de separación judicial o de separación total de bienes: si la separación es parcial, continuará la
sociedad sobre los bienes no comprendidos en ella;
4º. Por la declaración de nulidad del matrimonio;
5º. Por el pacto de participación en los gananciales o de separación total de bienes, según el Art. 28, Nº 27 Título XXII-A
del Libro Cuarto y el artículo 1723.

2° Se Produce la emancipación de los hijos, salvo que el desaparecido sea el padre y le corresponda ejercer la patria
potestad a la madre (art. 270 Nos 1°, 2° del C. C.). Se abre la sucesión del desaparecido.
Art. 270. La emancipación legal se efectúa:
1º. Por la muerte del padre o madre, salvo que corresponda ejercitar la patria potestad al otro;
2º. Por el decreto que da la posesión provisoria, o la posesión definitiva en su caso, de los bienes del padre o madre
desaparecida, salvo que corresponda al otro ejercitar la patria potestad;
3º. Por el matrimonio del hijo, y
4º. Por haber cumplido el hijo la edad de dieciocho años.

3° Al efecto se procede a la apertura y publicación del testamento, si hubiere dejado alguno; en caso contrario se da la
posesión provisoria a los herederos presuntivos; si no existieren se declara la herencia yacente (arts. 84, 955 y 1240 del C. C.).
- Se entienden por herederos presuntivos los testamentarios o legítimo a la fecha de la muerte presunta.
- Tienen los derechos y limitaciones que señalan los artículos 85 a 89 del Código Civil.

El decreto de posesión provisoria termina o bien porque el Presunto desaparecido reaparece o porque se concede la
posesión definitiva de sus bienes.

El decreto de posesión definitiva de los bienes del desparecido se concede sin pasar por la etapa de la posesión provisoria en los
casos que ya hemos analizado.

Fuera de esos casos de excepción se concede también de inmediato si pasados los cinco años desde las últimas noticias se probare
que han transcurrido setenta desde el nacimiento del desaparecido.

El juez concederá la posesión definitiva transcurridos diez años desde la fecha de las últimas noticias, cualquiera que fuere la edad
del desaparecido a la expiración de dicho plazo.

El decreto de posesión definitiva produce diversos efectos:

1.- En primer término determina la disolución del matrimonio. A este efecto el artículo 42 de la Ley de Matrimonio Civil
exige para ello que pasados cinco años de las últimas noticias el desaparecido tuviere más de setenta años de edad; en caso
contrario, que hubieren transcurrido quince años desde las últimas noticias. Lo anterior no se aplica en el caso de que la
desaparición se deba a la pérdida de una nave o aeronave, porque entonces el matrimonio se disuelve transcurridos dos años desde
el día presuntivo de la muerte (art. 42 de la Ley de Matrimonio Civil, art. 81 N° 8° del C. C.).

2.- En segundo lugar, todos aquellos que tengan derechos subordinados a la condición de muerte del desaparecido podrán
hacerlos valer (legatarios, p. ej.), (art. 91 del C. C.).
Art. 91. Decretada la posesión definitiva, los propietarios y los fideicomisarios de bienes usufructuados o poseídos
fiduciariamente por el desaparecido, los legatarios, y en general todos aquellos que tengan derechos subordinados a la
condición de muerte del desaparecido, podrán hacerlos valer como en el caso de verdadera muerte.

3.- En tercer término, si no hubiere precedido posesión provisoria, por el decreto de posesión definitiva se abrirá la
sucesión según las reglas generales (art. 90 inc. 3 del C. C.).
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Art. 90. Si durante la posesión provisoria no reapareciere el desaparecido, o no se tuvieren noticias que motivaren la
distribución de sus bienes según las reglas generales, se decretará la posesión definitiva y se cancelarán las cauciones.
En virtud de la posesión definitiva cesan las restricciones impuestas por el artículo 88.
Si no hubiere precedido posesión provisoria, por el decreto de posesión definitiva se abrirá la sucesión del desaparecido
según las reglas generales.

4.- En cuarto término se cancelan las cauciones constituidas por los herederos provisorios y cesan las restricciones
impuestas a ellos (art. 90 incisos 2do del C. C.). En consecuencia, los herederos no tendrán limitaciones y podrán enajenar
libremente los bienes de la herencia. Art. 90 inc. 2do. En virtud de la posesión definitiva cesan las restricciones impuestas por
el artículo 88. Art. 88. Los poseedores provisorios podrán desde luego vender una parte de los muebles o todos ellos, si el
juez lo creyere conveniente, oído el defensor de ausentes.
Los bienes raíces del desaparecido no podrán enajenarse ni hipotecarse antes de la posesión definitiva, sino por causa
necesaria o de utilidad evidente, declarada por el juez con conocimiento de causa, y con audiencia del defensor.
La venta de cualquiera parte de los bienes del desaparecido se hará en pública subasta.

5.- Finalmente, y en conformidad a las normas generales, podrá procederse a la partición de los bienes.

Naturalmente esta presunción no puede sobreponerse a la realidad. Por ello el artículo 93 del Código Civil dispone: "El decreto
de posesión definitiva podrá rescindirse a favor del desaparecido si reapareciere, o de sus legitimarios habidos durante el
desaparecimiento, o de su cónyuge por matrimonio contraído en la misma época".

La revocación o rescisión del decreto de posesión definitiva puede pedirla el presunto desaparecido en cualquier tiempo; las
demás, dentro de los respectivos plazos de prescripción, plazo que se contará desde la muerte del desaparecido.

Pronunciada la rescisión, los herederos presuntivos deben restituir los bienes en el estado en que se hallaren y serán considerados
poseedores de buena fe, a menos de prueba en contrario (art. 94, reglas 4 y 54). Por lo tanto, estando de buena fe, no pesa sobre
ellos ninguna responsabilidad y no deben devolver el valor de las enajenaciones efectuadas. Cabría preguntarse si este valor no
podría serles exigido a través de una acción de enriquecimiento sin causa.
Respecto a los terceros, el reaparecido carecerá de acciones frente a ellos y las enajenaciones efectuadas a su favor continuarán a
firme (art. 94, regla 4 del C. C.). Art. 94. En la rescisión del decreto de posesión definitiva se observarán las reglas que
siguen:
1ª. El desaparecido podrá pedir la rescisión en cualquier tiempo que se presente, o que haga constar su existencia.
2ª. Las demás personas no podrán pedirla sino dentro de los respectivos plazos de prescripción contados desde la fecha de
la verdadera muerte.
3ª. Este beneficio aprovechará solamente a las personas que por sentencia judicial lo obtuvieren.
4ª. En virtud de este beneficio se recobrarán los bienes en el estado en que se hallaren, subsistiendo las enajenaciones, las
hipotecas y demás derechos reales constituidos legalmente en ellos.
5ª. Para toda restitución serán considerados los demandados como poseedores de buena fe, a menos de prueba contraria.
6ª. El haber sabido y ocultado la verdadera muerte del desaparecido, o su existencia, constituye mala fe.

6.- En último término, cabe señalar que la regla 6 del artículo 94 dispone que: "El haber sabido y ocultado la verdadera
muerte del desaparecido, o su existencia, constituye mala fe".

RESUMEN: Presunción de muerte por desaparecimiento: Procedimiento: Art. 80-94

Fases

1.- Etapa de Mera Ausencia:


1.- Empieza desde la fecha de las últimas noticias y hasta que se decrete el decreto de posesión provisoria o definitiva.
2.- Los bienes son administrados por el o los mandatarios del ausente o sus representantes legales. 83.
3.- Término:
(1) Decreto de posesión provisoria.
(2) Decreto de posesión definitiva, cuando la anterior no tiene cabida.
(3) Prueba de que el desaparecido vive (o sea, reaparece)
(4) Prueba o conocimiento positivo de la fecha exacta de la muerte.)

2.- Etapa Posesión Provisoria


1.- Comienza con la dictación del decreto judicial de posesión provisoria y termina con el decreto que otorga la posesión
definitiva de los bienes del desaparecido. El juez transcurrido cinco años desde la fecha de las últimas noticias, concederá la
posesión provisoria de los bienes del desaparecido.
2.- Constituye a los herederos presuntivos en tales. Los herederos deben confeccionar un inventario, y rendir caución

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3.- Termina la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales, según cual hubiera habido con el desaparecido.
Artículo 84. No disuelve el matrimonio. Artículo 1764 Nº 2.
4.- Se procede a la apertura y publicación del testamento, si el desaparecido hubiere dejado alguno.
5.- Se emanciparán legalmente los hijos que estuvieren sujetos a la patria potestad del ausente. Artículos 270. Esto salvo que le
correspondiera a otro ejercitarla.

3.- Etapa Posesión Definitiva


1.- Comienza con el decreto de posesión definitiva de los bienes del desaparecido
2.- El decreto de posesión definitiva debe inscribirse en el registro Conservatorio que corresponda al último domicilio que el
desaparecido haya tenido en Chile, es decir, el del lugar en que se decreto la muerte presunta. Si no se inscribe es inoponible
frente a terceros.
3.- Procede cumplidos diez años desde las últimas noticias, cualquiera que fuese la edad del desaparecido si viviese a la
expiración de los diez años. Artículo 82.
4.- Excepcionalmente el juez concederá de inmediato el decreto de posesión definitiva cuando:
(1) cumplidos cinco años desde la fecha de las últimas noticias, se probare que han transcurrido setenta desde el
nacimiento del desaparecido. 82.
(2) Inmediatamente después de transcurridos cinco años desde la fecha de la batalla o peligro en que se encontró la
persona desaparecida, sin haberse sabido más de su existencia. Artículo 81 Nº 7.
(3) Después de tres meses de la fecha de las últimas noticias que se tuvieron de la nave o aeronave perdida. Artículo 81
Nº 8.
(4) En los casos de sismos y catástrofes. Artículo 81 Nº 9 (seis meses)
5.- Se produce la disolución del matrimonio. Artículos 42 LMC y 82 del Código Civil.
6.- Decretada la posesión definitiva, todos los que tienen derechos subordinados a la muerte del desaparecido pueden hacerlos
valer como en el caso de la verdadera muerte, como el caso del legatario, que puede reclamar la cosa legada. Artículo 91.
7.- Se produce la apertura de la sucesión del desaparecido, en el caso que no hubiere precedido posesión provisoria de los bienes.
Artículo 90 inciso 3º.
8.- Se produce la cancelación de las cauciones y cesación de restricciones impuestas por el artículo 88. Artículo 90 incisos 1º y 2º.
9.- Se procede a la partición de bienes conforme a las reglas generales.

Comprobación judicial de la muerte: Agregado por Ley N° 20.577, de 8 de febrero de 2012, que modifica plazos sobre muerte
presunta y establece normas sobre comprobación judicial de muerte.
- Importancia: Sirve para comprobar la muerte para efectos civiles. Simplifica el procedimiento en caso necesario.
- Tramitación: Artículo 95.- Toda vez que la desaparición de una persona se hubiere producido en circunstancias tales que
la muerte pueda ser tenida como cierta, aun cuando su cadáver no fuere hallado, el juez del último domicilio que el
difunto haya tenido en Chile, a solicitud de cualquiera que tenga interés en ello, podrá tener por comprobada su muerte
para efectos civiles y disponer la inscripción de la resolución correspondiente en el Servicio de Registro Civil e
Identificación. Igual regla se aplicará en los casos en que no fuere posible la identificación del cadáver.
- Extracto: Artículo 96.- Un extracto de la resolución que tenga por comprobada la muerte del desaparecido deberá
publicarse en el Diario Oficial dentro del plazo de sesenta días, contado desde que ésta estuviere firme y ejecutoriada.
Dicho extracto deberá contener, al menos, los antecedentes indispensables para su identificación y la fecha de muerte
que el juez haya fijado.
- Revocación de la resolución: Conforme a reglas generales. Art. 97

Rescisión del decreto de posesión definitiva: Art. 93

- Podrá rescindirse a favor del desaparecido si reapareciere, o de sus legitimarios habidos durante el desaparecimiento, o
de su cónyuge por matrimonio contraído en la misma época.
- Casos en que opera la rescisión del decreto de posesión definitiva: Si tuvieron noticias exactas de la existencia del
desaparecido. Si tuvieron noticias exactas de la muerte real del mismo. Si el presunto muerto reaparece.
- Personas en favor de las cuales puede rescindirse : En favor del desaparecido, pues son sus intereses los que están en
juego. En favor de legitimarios habidos durante el desaparecimiento. En favor del cónyuge por matrimonio contraído en
la época del desaparecimiento.
- Tiempo para pedir la rescisión: El desaparecido puede pedirlo en cualquier tiempo en que se presente, o en que haga
constar su existencia. Artículo 94 Nº 1.
- Las demás personas (legitimarios y cónyuge) no pueden pedirlo sino dentro de los respectivos plazos de prescripción,
contados desde la fecha de la verdadera muerte. Artículo 94 Nº 2.
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- Efectos de la rescisión: El beneficio de la rescisión aprovecha solamente las personas que por sentencia judicial la
obtuvieron. Artículo 94 Nº 3.
o Se recobran los bienes en el estado en que se encuentren, subsistiendo las enajenaciones, hipotecas y demás
derechos reales constituidos legalmente sobre ellos. Artículo 94 Nº 4.
o Como los poseedores definitivos son equiparados a los dueños de los bienes, no responden siquiera de la culpa
lata, por lo que pueden devolver los bienes deteriorados sin que tengan que responder por esta causa a menos
que se les pruebe que actuaron con dolo (artículo 94 N° 5).
o Para toda restitución los poseedores serán considerados como de buena fe. Artículo 94 Nº 5.
o La sentencia que rescinde la declaración de muerte presunta debe anotarse como subscripción, al margen de la
partida que corresponda. De lo contrario, no puede hacerse valer en juicio.
- Presunción de mala y buena fe : El artículo 94 dice que de ser probada la mala fe porque sabía u ocultó la existencia o
verdadera muerte del desaparecido, constituye mala fe.

2.- Atributos de la personalidad.


ATRIBUTOS DE LA PERSONALIDAD
- Concepto

Existen ciertos elementos que son inherentes, que integran el concepto mismo de la personalidad. A veces de se les denomina
atributos de la personalidad, pero esta expresión es engañosa, porque ellos no consisten solamente en derechos o prerrogativas,
sino que imponen simultáneamente deberes o cargas.

Desde el momento en que se tiene personalidad se tienen los atributos anexos a ella, pero, al mismo tiempo, se está sujeto a los
deberes o cargas que impone. No pueden los atributos ser negados a una persona, ni ésta tampoco puede despojarse de ellos.

Igual sucede con los deberes o cargas inherentes a ella; la ley los impone por sobre la voluntad de los interesados.

Desde el punto de vista económico se trata de bienes extrapatrimoniales, sin un significado o valor económico directo. Ello no
impide que puedan llegar a tenerlo especialmente cuando se lesionan dichos atributos y hay lugar a una indemnización.

Muchos autores en lugar de atributos de la personalidad hablan de derechos de la personalidad. Creemos que esta denominación
sólo conduce a equívocos. Los atributos de la personalidad son calidades que corresponden a todo ser humano sólo en virtud de
ser tal; en cambio "derechos" son aquellos esenciales o absolutos que pueden ejercerse eventualmente y están destinados a
proteger elementos que la constituyen, como el derecho a la vida, a la integridad física, al honor, etc.

Desde este punto de vista podemos decir que los atributos esenciales de la personalidad son:

a) el nombre,
b) la capacidad,
c) la nacionalidad,
d) el domicilio,
e) el estado civil,
f) el patrimonio,
g) los derechos de la personalidad.

EL NOMBRE

El nombre es la designación que sirve para individualizar a una persona en la vida social y jurídica.

El nombre de las personas está constituido por dos elementos:

El pronombre, o nombre propiamente tal, que individualiza a una persona dentro del grupo familiar; y el o los apellidos, o nombre
patronímico o de familia, que señala a los que pertenecen a un grupo familiar determinado. El conjunto de ambos individualiza a
una persona en el cuerpo social.

El Código Civil no reglamenta el nombre; no obstante lo anterior numerosas disposiciones se refieren al nombre y apellido de
una persona. Así, por ejemplo, los artículos 103, 447, 455, 690, 691, 1016, 1023, 1024, 1037 y 1432. La Ley N-4.808 sobre
Registro Civil dispone en su artículo 31 que las partidas de nacimiento deberán contener: "3° El nombre y apellido del nacido, que
indique la persona que requiere la inscripción". Por su parte, el N° 4 establece que la inscripción contendrá también los nombres y
apellidos de los padres si el recién nacido fuese hijo legítimo; y si fuese ilegítimo, el del padre o madre que le reconozca o haya
reconocido. La misma disposición prohíbe imponer nombres extravagantes, ridículos, impropios o equívocos.

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Nombre patronímico o de familia. El nombre de familia o patronímico es revelador de la familia, de los orígenes del individuo
que lo lleva, y en principio esta subordinado a la filiación.
El Reglamento del Registro Civil dispone que al inscribir un nacimiento se designara al inscrito por el nombre que indique la
persona que requiera la inscripción, luego hay que distinguir:

a) Si se trata de hijos de filiación matrimonial , luego del nombre se le pondrá el apellido del padre y en seguida el de la
madre.
b) Tratándose de hijos de filiación no matrimonial, luego del nombre se le pondrá, el apellido del padre o de la madre que
hubiere pedido se deje constancia de su paternidad o maternidad, y si ambos los hubieren solicitado, primero el apellido
del padre y luego el de la madre. El hecho de consignarse el nombre del padre o la madre, a petición de ellos, en la
inscripción de nacimiento, es suficiente reconocimiento de la filiación no matrimonial.
c) Filiación adoptiva, EL Art. 26 N° 2 de la Ley 19.620 señala que la sentencia que acoja la adopción debe ordenar que se
remita el expediente al Registro Civil del domicilio de los adoptantes, a fin de que se practique una nueva inscripción del
nacimiento del adoptado como hijo de los adoptantes.

El artículo 14 de la Ley N° 7.613 sobre adopción autoriza al adoptado para tomar el o los apellidos del o de los adoptantes. De
acuerdo con la Ley N° 16.346 sobre Legitimación Adoptiva, la sentencia que la conceda ordenará que se inscriba al adoptado
legítimamente como hijo de los adoptantes (art. 8).

El pronombre, o nombre propiamente tal, a diferencia del nombre patronímico o de familia que revela por regla general la
filiación, los nombres propios o de pila, tienen un carácter individual. El niño lleva el o los nombres propios que le han sido dados
en la inscripción de nacimiento señalados por la persona que requiere la inscripción.
Puede darse a una persona todos los nombres propios que se quieran, y su elección es enteramente libre, sin embargo, el
artículo 31 de la ley 4.808 sobre Registro Civil dispone que no podrá imponerse al nacido una nombre extravagante, ridículo,
impropio de personas, equivoco respecto del sexo o contrario al buen lenguaje. Si el Oficial del Registro Civil se opusiere a la
inscripción de un nombre y el que lo solicita insiste, entonces debe enviar los antecedentes al juez de letras quien resuelve sin
forma de juicio con audiencia de las partes.
Por su parte el Código Penal protege el nombre castigando al que en un instrumento cometiere falsedad "contrahaciendo o
fingiendo letra, firma o rúbrica" (arts. 193 y 197) y, más directamente, en el artículo 214, que pena al que "usurpare el nombre de
otro". El artículo 468 castiga al que defraudare a otro usando nombre fingido.

Características del nombre, considerado como un bien extrapatrimonial, es indivisible, irrenunciable, imprescriptible,
incomerciable, intransferible e intransmisible (salvo el derecho de los hijos de usar el patronímico de sus padres), inembargable e
inmutable, salvo las excepciones que analizaremos.

De acuerdo con lo expresado, el nombre se adquiere en primer término por filiación. El hijo legítimo tiene el nombre que sus
padres le asignen y el patronímico formado por los apellidos de éstos. Esta no es una costumbre universal; en otras partes,
especialmente en Europa y en los países sajones, el patronímico está compuesto exclusivamente por el apellido del padre. El
apellido de soltera de la madre sólo se usa, a veces, para una mayor singularización, como un segundo nombre entre éste y el
patronímico. De esto resulta que el apellido paterno es siempre el último del nombre total, y que la costumbre nuestra de usar
ambos apellidos produce la confusión de hacer creer que el apellido materno es el paterno.

Lo anterior tiene atingencia con los efectos del matrimonio en relación con el patronímico de la mujer. En otros países la mujer al
casarse pierde su patronímico y pasa a tener el apellido del marido. Entre nosotros, sin ninguna disposición legal que regule
materia en uno u otro sentido, la mujer al casarse conserva su patronímico agregando el apellido del marido, precedido de la
reposición "de".

Ya hemos visto que los hijos ilegítimos (naturales o no) toman el apellido del padre que los hubiere reconocido. Los hijos
adoptivos corrientes pueden tomar el apellido de su adoptante; los adoptados en forma legítima, necesariamente el del matrimonio
que los ha adoptado.
Hemos dicho que, en general, el nombre es inmutable, pero a este efecto la Ley N° 17.344 autorizó el cambio de nombre y
apellidos. Conviene hacer presente que aun antes de la dictación de dicha ley, nuestros tribunales habían procedido a autorizar el
cambio de nombres cuando éstos eran ridículos o de otra manera lesivos a las personas. Se fundaban en la facultad general de
alterar o modificar las inscripciones contenidas en los artículos 17 y 18 de la Ley de Registro Civil.

Cambio de nombre. El nombre no tiene un carácter inmutable, definitivo, pues puede modificarse en el curso de la existencia de
una persona. El cambio puede producirse por vía principal o por vía de consecuencia.

El cambio por vía principal o directa está constituido por el procedimiento que tiende única y exclusivamente a obtener la
mutación del nombre. Este procedimiento que autoriza el cambio de nombres y apellidos será previsto en la ley 17.344 de 1970.
El cambio por vía de consecuencia o indirecta es el que se produce como consecuencia del cambio de una situación jurídica
dada, ejemplo, reconocimiento de un hijo de filiación no matrimonial.

La Ley N° 17.344 consagra el derecho de una persona de usar los nombres y apellidos con que haya sido inscrita, pero
autoriza a solicitar, por una sola vez, su cambio, por tres órdenes de razones:
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a) si menoscaban moral o materialmente a la persona (ridículos, risibles, etc.);
b) cuando la persona ha sido conocida por un nombre distinto en la vida civil durante más de cinco años; y
c) para que la inscripción no haga manifiesta una filiación ilegítima.

Ley 17.344 que autoriza el cambio de nombre.


Cabe señalar que las inscripciones del Registro Civil no pueden ser alteradas ni modificadas sino en virtud de sentencia
judicial ejecutoriada.
El Director General del RCI sólo puede ordenar por vía administrativa, las rectificaciones de inscripciones que contengan
omisiones o errores manifiestos, entendiéndose por tales todos aquellos que se desprendan de la sola lectura de la respectiva
inscripción o de los antecedentes que le dieron origen o que la complementan, también puede ordenar de oficio la rectificación de
una inscripción en que aparezca subinscrita un reconocimiento con el solo objeto de asignar al inscrito el o los apellidos que le
correspondan (padre o madre que le haya reconocido).

a) Casos en que procede el cambio de nombre y/o apellidos (artículo 1).


Señala el artículo 1 que, sin perjuicio de los casos en que las leyes autorizan la rectificación de inscripciones del Registro Civil,
cualquier persona puede solicitar, por una sola vez, que se la autorice para cambiar sus nombres y/o apellidos, en los siguientes
casos:
i) Cuando unos u otros sean ridículos, risibles o menoscaben moral o materialmente a la personas.
ii) Cuando el solicitante haya sido conocido durante más de 5 años, por motivos plausibles, con nombres o apellidos, o
ambos, diferentes de los propios.
iii) En los casos de filiación no matrimonial o en que no se encuentra determinada la filiación, para agregar un apellido
cuando la persona hubiera sido inscrita con uno solo o para cambiar uno de los que se hubieren impuesto al nacido, cuando fueren
iguales.
Se puede también solicitar la supresión de nombres propios cuando se cuenta con más de uno.
b) Traducción o cambio de nombres y apellidos que no son de origen español (artículo 1 inc. penúltimo). La persona cuyos
nombres o apellidos, o ambos, no sean de origen español, pude solicitar se la autorice para traducirlos al idioma castellano, o pude
solicitar cambiarlos si la pronunciación o escrituración de los mismos es manifiestamente difícil.
c) Peticiones entabladas por los menores de edad (artículo 1 inc. final). Si se trata de un menor de edad que carece de
representante legal, o si teniéndolo éste se halla impedido o se niega a autorizar al menor para solicitar el cambio de nombre, el
juez debe resolver con audiencia del menor a petición de cualquier consanguíneo de éste o del Defensor de Menores o de Oficio.
d) Competencia y publicación (artículo 2). Es juez competente el juez de letras en lo civil del domicilio del solicitante, y la
solicitud debe publicarse en el D.O. en extracto, el día 1o o 15 de cada mes.
e) Oposición, prueba, necesidad de oír a la Dirección General del RCI (art. 2). Cualquier persona interesada puede,
justificadamente, oponerse a la solicitud de cambio de nombre (no supresión), dentro del plazo de 30 días contados desde la
respectiva publicación, caso en el cual el juez resuelve sin forma de juicio, aprecia la prueba en conciencia y con el mérito de las
diligencias que ordene practicar. Si no hay oposición, el tribunal debe proceder con conocimiento de causa, previa información
sumaria. En todo caso es obligatorio oír a la Dirección General del RCI.
f) Casos en que debe denegarse la solicitud (artículo 2). No debe autorizarse el cambio o supresión de nombre, si del respectivo
extracto aparece que el solicitante se encuentra procesado o ha sido condenado por crimen o delito que merezca peca aflictiva, a
menos que en este último caso hubieren transcurrido más de 10 años contados desde la fecha en que quedó ejecutoriada la
sentencia de condena y se encuentre cumplida la pena.
g) Inscripción de la sentencia (artículo 3). La sentencia que acoja el cambio o supresión de nombre, debe inscribirse en el RCI, y
sólo surte efectos legales una vez que se extienda la nueva inscripción. Si se trata de personas nacidas en el extranjero, será
necesario proceder antes a la inscripción del nacimiento en el registro de la Primera Sección de la comuna de Santiago.
h) Obligación de usar el nuevo nombre o apellido (artículo 4 y 5). Una vez modificada la partida de nacimiento, la persona
puede usar en todas sus actuaciones su nuevo nombre propio o apellido. El uso malicioso de los primitivos nombres o apellidos o
la utilización fraudulenta del nuevo nombre o apellido para eximirse del cumplimiento de obligaciones contraídas con anterioridad
al cambio, traen aparejada una sanción penal.
i) Personas a las cuales alcanza el cambio de apellido (artículo 4). El cambio de apellido no se hace extensivo a los padres del
solicitante y no altera la filiación, pero alcanza a sus descendientes sujetos a patria potestad y a los demás descendientes que
consientan en ello. Si el solicitante es casado o tienen descendientes menores de edad, debe pedir también en la solicitud, la
modificación respectiva en su partida de matrimonio y en las partidas de nacimiento de sus hijos.

NATURALEZA JURÍDICA DEL NOMBRE.


a) Teoría de la propiedad (Aubry y Rau). Ellos consideran que el nombre constituye un derecho de propiedad, lo que ha sido
avalado por la jurisprudencia francesa, por lo tanto, a la persona que lo lleva le es permitido, en principio, gozar y disponer de su
nombre.
CRITICA. La mayoría de la doctrina señala que la naturaleza del nombre no se aviene con los caracteres de la propiedad:
i) Una propiedad es, por lo general, enajenable y prescriptible, en cambio, el nombre no puede ser objeto de cesión ni
prescripción.
ii) La propiedad es de orden patrimonial y susceptible de avaluación pecuniaria, no el nombre.
iii) La propiedad es natural o esencialmente exclusiva, en cambio, los nombres de familia y los nombres propios son
llevados por miles de individuos.
b) Teoría de la marca distintiva de la filiación (Colin y Capitant). Ellos ven el nombre la marca distintiva de la filiación,
prueba de ello sería que el nombre se determina generalmente por la filiación.
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CRITICA: se señala que en principio esta afirmación es verdadera, pero hay ciertos casos en que ello no ocurre, por ejemplo, en
ciertos países el nombre es atribuido por decreto de la autoridad administrativa; en otros casos, la mujer casada toma el nombre de
su marido perdiendo o no el suyo; y finalmente, los niños abandonados adquieren el nombre que les den.
c) Teoría del nombre institución de policía civil. Para Planiol el derecho al nombre no existe, sólo se trata de una
reglamentación administrativa para procurar la identificación de los individuos, como dice él “el nombre es una institución de
policía civil; es la forma obligatoria de la designación de las personas”.
d) Teoría del nombre atributo de la personalidad (Salecilles, Perreau, Josserand). Ellos ven en el nombre el signo distintivo y
revelador de la personalidad. Como atributo de la personalidad el nombre presenta las siguientes características: no es
comerciable; no es susceptible de una cesión entre vivos, no transmisible por causa de muerte; es inembargable; es
imprescriptible; por lo general, inmutable; y uno e indivisible.

PROTECCIÓN DEL NOMBRE.


El derecho al nombre está garantido con sanción penal, en efecto, el artículo 215 CP castiga al que usurpe el nombre de otro. Para
que exista este delito es necesario que el nombre usurpado sea de una persona que exista actualmente. El que toma un nombre
supuesto no usurpa nombre ajeno y no comete delito, sino la falta prevista en el artículo 496 N 5o.

Cabe señalar que la usurpación de nombre está prevista en el titulo de las falsificaciones y falsedades, de lo que se colige que para
nuestro legislador el derecho al nombre no es un derecho de propiedad, sino un derecho del individuo digno de protección.

Si la usurpación del nombre irroga perjuicios o daños, el afectado puede hacer efectiva en contra del usurpador la responsabilidad
civil que le cupiese.

Otra manifestación de la protección al nombre en nuestro ordenamiento jurídico, lo constituye la prohibición de registrar como
marca comercial el nombre, seudónimo o el retrato de una persona natural, salvo consentimiento dado por ella o por sus herederos.

Estudiar por cuenta propia:


1) Cambio del nombre propio en los transexuales.
2) El sobrenombre y el seudónimo.

Después de hecha la alteración la persona no podrá usar en el futuro sino su nuevo nombre.

El seudónimo es un nombre imaginario que voluntariamente adopta una persona para esconder o caracterizar su verdadera
personalidad en una actividad determinada. Corrientemente eI seudónimo es usado en las labores literarias.

Muchas veces el renombre de la persona en la actividad en que utiliza el seudónimo hace que éste desplace al verdadero nombre
y que llegue a ser conocida exclusivamente por él (Gabriela Mistral, p. ej.).

Aunque a diferencia del nombre el seudónimo no es impuesto sino voluntario, sirve también para un proceso de identificación de
la persona.

El Código Civil no reglamenta ni se refiere al seudónimo. Distinto es el caso con la ley N° 17.336 sobre Propiedad Intelectual.
Dicha Ley en la letra e) de su art, 5° denomina obra seudónima “aquella en que el autor se oculta bajo un seudónimo que no lo
identifica.....; por su parte el artículo 82 dice que "se presume que es autor de la obra la persona que figure como tal en el ejemplar
que se registra, o aquella a quien, según la respectiva inscripción, pertenezca el seudónimo con que la obra es dada a la
publicidad". Por último el N2°5 del art. 14 da al autor el derecho de exigir que se respete su voluntad de mantener la obra anónima
o seudónima.

Dicha ley en su artículo 1° dice que el derecho de autor comprende los derechos patrimonial y moral, que protegen el
aprovechamiento, la paternidad e integridad de la obra. El derecho patrimonial contiene el aprovechamiento de la obra y los
beneficios pecuniarios que de ella provengan. El seudónimo formará parte del derecho moral como lo señala el art. 14 de la ley;
como tal será un derecho extrapatrimonial y, por lo tanto, intransferible pero transmisible por expresa disposición del artículo 15
de la ley.

Formando parte de la propiedad intelectual gozará de la protección que la Ley N° 17.336 otorga a dicha propiedad.

LA CAPACIDAD

Desde el nacimiento el ser humano puede ser sujeto de relaciones jurídicas, puede ser titular de derechos; en otros
términos, adquiere personalidad.
Uno de los atributos de la personalidad es precisamente lo que se denomina "capacidad de goce"; es decir, la posibilidad
de ser titular de derechos.
Pero ser titular de derechos no implica necesariamente el que esté habilitado para ejercitarlos personalmente. Esta
posibilidad es lo que se denomina "capacidad de ejercicio".
Si bien toda persona, por ser tal, tiene capacidad de goce, no todas poseen capacidad de ejercicio. En otros términos,
aunque pueden ser titulares de derechos no pueden ejercitar dichos derechos por sí mismas.
80
Por lo tanto, en relación a la capacidad de ejercicio debemos distinguir entre capaces e incapaces. No hay persona que no
tenga capacidad de goce, pero las hay que no tienen capacidad de ejercicio.

La regla general es la capacidad. El art. 1446 del C. Civil dispone: "Toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la
ley declara incapaces".
Estas incapacidades están establecidas en razón de que el legislador considera que determinadas personas no tienen
discernimiento para actuar en la vida jurídica, o no tienen el suficiente discernimiento para actuar en ella correctamente.

El art. 1447 del C. Civil señala los casos de incapacidad y establece dos tipos de ella: la incapacidad absoluta y la incapacidad
relativa.
Art. 1447. Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender
claramente. Sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten caución.
Son también incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo. Pero la
incapacidad de las personas a que se refiere este inciso no es absoluta, y sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y
bajo ciertos respectos, determinados por las leyes.
Además de estas incapacidades hay otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas
para ejecutar ciertos actos.

Los incapaces absolutos no pueden actuar nunca personalmente en la vida jurídica; pueden actuar sólo representados.
Los incapaces relativos, además de actuar representados, pueden actuar también personalmente si son debidamente autorizados.

El mismo artículo que hemos señalado establece que son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordomudos
que no pueden darse a entender por escrito.
Son relativamente incapaces los menores adultos y los disipadores que se hallen bajo interdicción de administrar lo suyo.

Dementes son los seres privados de razón y son absolutamente incapaces, se encuentren o no declarados en interdicción por causa
de demencia.
Con relación a la edad, las personas son plenamente capaces, como lo dispone el art. 26 del C. Civil, al cumplir 18 años de edad.
Menores de esa edad se dividen en impúberes y menores adultos.
Impúberes son el hombre que no ha cumplido 14 años y la mujer que no ha cumplido 12, y la ley los considera absolutamente
incapaces. Mayores de esa edad y hasta cumplir 18 años se denominan menores adultos y son relativamente incapaces.

Art. 26. Llámase infante o niño todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el varón que no ha cumplido catorce años y la
mujer que no ha cumplido doce; adulto, el que ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha
cumplido dieciocho años; y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a cumplirlos.

El disipador, como lo establece el art. 445 del C. Civil, es el que manifiesta una total falta de prudencia por actos repetidos de
dilapidación. Debe haber sido declarado en interdicción como disipador para que, ante la ley, sea relativamente incapaz.

Art. 445. La disipación deberá probarse por hechos repetidos de dilapidación que manifiesten una falta total de prudencia.
El juego habitual en que se arriesguen porciones considerables del patrimonio, donaciones cuantiosas sin causa adecuada, gastos
ruinosos, autorizan la interdicción.

Hemos visto que los incapaces pueden actuar en la vida jurídica representados y los relativamente incapaces también autorizados.
Las personas a quienes corresponde esta representación o autorización son las que la ley denomina "representantes legales".

El art. 43 del C. Civil dice: "Son representantes legales de una persona el padre o la madre legítimos, el adoptante y su tutor o
'tirador".
De acuerdo con lo anterior el representante legal de los hijos no emancipados será el padre o madre que ejerza la patria potestad.
El adoptante será el representante del adoptado. Para las personas sometidas a tutela o curaduría será el guardador que desempeñe
el cargo el que las represente.

El inc. final del art. 1447 del Código Civil se refiere a otras incapacidades particulares. No se trata aquí de verdaderas
incapacidades sino de prohibiciones impuestas a determinadas personas para realizar ciertos actos. Encontramos ejemplos de estos
casos en los arts. 402, 412, 1294, 1796 a 1800, etc., del Código Civil.

Capacidad es la aptitud de una persona para adquirir derechos y poderlos ejercer por sí misma. De esta definición se desprende
que la capacidad puede ser de goce o adquisitiva y de ejercicio.
La capacidad de goce (también llamada capacidad jurídica) es la aptitud de una persona para adquirir derechos.
La capacidad de ejercicio (también llamada capacidad de obrar), es la aptitud para ejercer los derechos por sí mismo, o como
dice el CC en el artículo 1445 inc. 2o “La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el
ministerio o autorización de otra”.
Los conceptos de personalidad y capacidad de goce se implican recíprocamente: no hay persona sin capacidad de goce y no hay
capacidad de goce sin persona. Además, no existen seres humanos desprovistos en absoluto de capacidad de goce.

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Art. 1445. Para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad es necesario:
1º que sea legalmente capaz;
2º que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio;
3º que recaiga sobre un objeto lícito;
4º que tenga una causa lícita.
La capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, y sin el ministerio o la autorización de otra.

LA NACIONALIDAD
La nacionalidad es el vínculo jurídico que une a una persona con un Estado determinado.
Este vínculo crea derechos y deberes entre el Estado y el sujeto.
Los deberes del sujeto, que son a la vez los derechos del Estado, se encuentran por lo general establecidos en las leyes y consisten
principalmente en defender y prestar determinados servicios al Estado y en respetar su ordenamiento jurídico (Constitución,
artículos 22 y 23).
Los deberes del Estado, que son recíprocamente los derechos del sujeto, derechos del hombre, son normalmente de carácter
constitucional. Esencialmente comprenden el derecho a la vida, a la integridad física, a la libertad, la protección de los derechos, la
admisión a los empleos y funciones públicas, la igual repartición de los impuestos y contribuciones, etc. (Constitución, artículo
19).
El artículo 56 del Código Civil dispone que: "Son chilenos los que la Constitución del Estado declara tales. Los demás son
extranjeros".

La Constitución en su artículo 10 señala cinco formas de adquirir la nacionalidad chilena. En primer término por nacer en el
territorio chileno; habiendo nacido en el extranjero por ser hijo de padre o madre chilenos y avecindarse en Chile; siendo
extranjero por obtener carta de nacionalización en conformidad a la ley, y los que obtuvieren especial gracia de nacionalización
por ley.
Lo mismo que la nacionalidad se adquiere, también puede perderse.
El artículo 11 de la Constitución señala las causales de pérdida de la nacionalidad. La nacionalidad debe ser una, pero el mismo
artículo 11 a que nos hemos referido permite la doble nacionalidad cuando los chilenos deban adoptar la del país en que residan
como exigencia legal o constitucional para su permanencia en él.

En materia de derecho privado el artículo 57 del Código Civil establece que "la ley no reconoce diferencias entre el chileno
y el extranjero en cuanto a la adquisición y goce de los derechos civiles que regla este Código".

Este principio tiene muy escasas excepciones. El Decreto Ley N° 1.939 de 1977 limita, en su art. 6, a sólo las personas naturales o
jurídicas chilenas la ocupación a cualquier título de ciertas tierras fiscales. El art. 7 prohíbe a determinados extranjeros la
propiedad, posesión o mera tenencia de bienes raíces en la Provincia de Arica u otras que determine el Presidente de la República.

En el Código Civil encontramos ciertas distinciones entre chilenos y extranjeros. Por ejemplo en el caso de extraterritorialidad de
nuestra ley que establece el artículo 15 y que se refiere sólo a los chilenos. Igualmente en el artículo 998 que da cierta protección
a éstos en la sucesión de un extranjero que se abra dentro o fuera del territorio de la República.

En otras materias el artículo 611 sólo permite pescar en el mar territorial a los chilenos y extranjeros domiciliados. Los extranjeros
no domiciliados no pueden ser testigos de un testamento (art. 1012 No 10), ni tampoco testigos de un matrimonio (artículo 14 N°
60 de la Ley de Matrimonio Civil).

Nuestro CC no reglamenta la nacionalidad

Concepto. La nacionalidad es el vínculo jurídico que liga a una persona a un Estado determinado.
Nacionalidad y ciudadanía. No deben confundirse estos conceptos. La ciudadanía es la que habilita para ejercer los derechos
políticos y, especialmente, el derecho a sufragio. Nuestra CPR señala que la calidad de ciudadano otorga los derechos de sufragio,
de optar a cargos de elección popular y los demás que la misma Constitución o la ley confieran (artículo 13 inc. 2º CPR).

Extranjeros. En la doctrina jurídica suele decirse que extranjero es la persona que transitoria o permanentemente se encuentra en
un país distinto del suyo de origen o de adopción o que es apátrida. No se consideran extranjeros aquellos que se naturalizan o
nacionalizan en el país en que están, esto es, que adoptan formalmente la nacionalidad de éste.

Adquisición de la nacionalidad chilena (artículo 10 CPR).


Articulo 10 “Son chilenos:
1° Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su
Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena;

En este caso, la palabra territorio está tomada en el sentido que le da el Derecho Internacional, por lo tanto, son chilenos, los que
nacen:
a) En el territorio que materialmente comprende la República de Chile;
b) En Buques o aeronaves de guerra chilenos;
c) En naves mercantes extranjeros surtas en aguas de la República o en altamar;
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d) En buques mercantes extranjeros surtos en aguas territoriales chilenas;
e) En aeronaves mercantes chilenas o extranjeras que navegaren en el espacio atmosférico que cubre el territorio que
materialmente comprende la República y sus aguas territoriales;
f) En aeronaves mercantes chilenas que naveguen en el espacio atmosférico que cubre alta mar;
g) En la casa de un agente diplomático chileno, residente en el extranjero, o en la legislación chilena existente en el extranjero,
gozaren de este derecho con arreglo a los principios del Derecho Internacional.

En el No 1 del artículo 10, luego de establecer la regla general, contiene dos excepciones:
i) Los hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y
ii) Los hijos de extranjeros transeúntes. En todo caso, ambos pueden optar por la nacionalidad chilena.

2° Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero. Con todo, se requerirá que alguno de sus
ascendientes en línea recta de primer o segundo grado, haya adquirido la nacionalidad chilena en virtud de lo establecido en los
números 1°, 3° o 4°;
3° Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización en conformidad a la ley, y
4° Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley.

Pérdida de la nacionalidad chilena (artículo 11 CPR).


Artículo 11: La nacionalidad chilena se pierde:
1° Por renuncia voluntaria manifestada ante autoridad chilena competente. Esta renuncia solo producirá efectos si la persona,
previamente, se ha nacionalizado en país extranjero;
La causal de pérdida de la nacionalidad chilena señalada precedentemente no regirá respecto de los chilenos que, en virtud de
disposiciones constitucionales, legales o administrativas del Estado en cuyo territorio residan, adopten la nacionalidad extranjera
como condición de su permanencia en él o de igualdad jurídica en el ejercicio de los derechos civiles con los nacionales del
respectivo país;
2° Por decreto supremos, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior a enemigos de Chile o de sus aliados;
3° Por cancelación de la carta de nacionalización, y
4° Por ley que revoque la nacionalización concedida por gracia

Cabe señalar que los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cualquiera de las causales establecidas en el artículo 11,
sólo podrán ser rehabilitados por ley. Sin embargo, el artículo 12 dispone un recurso en contra de la autoridad administrativa: “la
persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa que la prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca,
podrá recurrir, por si o por cualquiera a su nombre dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como
jurado y en tribunal pleno. La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos”.
Recordar principio de igualdad entre chilenos y extranjeros en relación a los derechos privados o civiles: artículo 57.

EL DOMICILIO
El domicilio es el asiento jurídico de una persona para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.

El artículo 59 del Código Civil lo define como "la residencia, acompañada, real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en
ella". Agrega que se divide en político y civil.

El artículo 60 dice que el domicilio político es relativo al territorio del Estado en general. El que lo tiene o adquiere es o se hace
miembro de la sociedad chilena, aunque conserve la calidad de extranjero.

El domicilio político no se refiere a los derechos de esa designación; significa que una persona se encuentra vinculada al país, no
a un lugar determinado de él, sino al país entero, como dice el Código, a la sociedad chilena. Los chilenos lo tienen por origen; los
extranjeros por el hecho de habitar en Chile. Por eso el artículo 14 del Código Civil dice que la ley es obligatoria para todos los
habitantes de la República, inclusos los extranjeros; y, a su vez, el artículo 57 les reconoce el derecho y goce de los derechos
civiles.

El domicilio civil tiene otro alcance: se refiere a una parte determinada del territorio. El domicilio civil no es sino una
determinación del domicilio político. El que tiene domicilio civil en Chile tiene necesariamente domicilio político en el país.

La definición del artículo 59 se aplica con mayor propiedad al domicilio civil.


Señala dos elementos:
1° la residencia;
2° el ánimo, real o presuntivo, de permanecer en ella. Por lo tanto, comprende un elemento físico, la residencia, y un elemento
psicológico, el ánimo de permanecer en ella.

Otras legislaciones sólo miran al elemento físico. El artículo 40 del Código Civil español dice: "el domicilio de las personas
naturales es el lugar de su residencia habitual".

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De ambos el más importante es el elemento "ánimo"; puede darse el caso de un ánimo sin residencia, pero la sola residencia sin
ánimo no puede constituir domicilio. Por esto nuestra jurisprudencia ha dicho que el domicilio, antes que un mero y simple hecho,
es un concepto jurídico.

Tenemos aquí que distinguir tres conceptos distintos:


Habitación,
Residencia y
Domicilio.

La habitación o morada es una relación de hecho de una persona con un lugar donde permanece y generalmente pernocta, pero
puede ser accidental, ocasional o transitoria. Podemos pensar, al efecto, en el pasajero que habita un tiempo en un hotel.

La residencia es siempre una noción concreta. Se diferencia de la habitación en que aquí desaparece el aspecto de transitorio, o
mejor, de ocasional. La residencia implica la idea de algo estabilizado; la permanencia física de una persona en un lugar
determinado en forma permanente o habitual, lo que no significa que siempre, en todo momento, deba estar allí. La mera
residencia hará las veces de domicilio civil respecto de las personas que no tuvieren domicilio civil en otra parte (art. 68 del C. C.).

El domicilio, en cambio, es la intención de la persona de tener el lugar de su residencia como asiento de su vida social y jurídica.

El caso más corriente es que ambos elementos coincidan. Por eso, el artículo 62 del Código Civil dispone: "El lugar donde un
individuo está de asiento, o donde ejerce habitualmente su profesión u oficio, determina su domicilio civil o vecindad".

De acuerdo con las disposiciones del Código el ánimo puede ser real o presunto. Al efecto establece diversas presunciones de
domicilio o de ánimo tanto positivas como negativas.

- Presunciones de domicilio
El Código establece presunciones positivas y negativas de domicilio o ánimo.
Los autores consideran que el artículo 62 que hemos citado implica una presunción positiva de domicilio. Puede estimarse así,
pero en el fondo es la norma general que reconoce la situación corriente de las personas en cuanto al domicilio.

Otras presunciones positivas son que se presume desde luego el ánimo de permanecer y avecindarse en un lugar, por el hecho de
abrir en él tienda, botica, fábrica, taller, posada, escuela u otro establecimiento durable, para administrarlo en persona (art. 64 del
C. C.).

Igualmente rige la misma presunción por el hecho de aceptar en un lugar un cargo concejil, o un empleo fijo de los que
regularmente se confieren por largo tiempo; y por otras circunstancias análogas (art. 64 del C. C.).

Como presunción negativa se establece que no se presume el ánimo de permanecer, ni se adquiere, consiguientemente, domicilio
civil en un lugar, por el solo hecho de habitar un individuo por algún tiempo casa propia o ajena en él, si se tiene en otra parte su
hogar doméstico o por otras circunstancias aparece que la residencia es accidental (art. 63 del C. C.).

En el mismo carácter se establece que el domicilio civil no se muda por el hecho de residir el individuo largo tiempo en otra parte,
voluntaria o forzadamente, conservando su familia y el asiento principal de sus negocios en el domicilio anterior (art. 65 del C C.).

- Clasificación del domicilio


Ya vimos la distinción inicial que hace el Código Civil entre domicilio político y civil.

Como otra distinción podemos señalar la de domicilio general y domicilio especial.


Domicilio general es el normal de una persona para todas sus relaciones jurídicas.
El domicilio especial se refiere sólo a ciertas relaciones determinadas. Así el artículo 2350 del Código Civil establece un
domicilio especial para la fianza. Para los efectos procesales todo litigante deberá, en su primera gestión judicial, designar un
domicilio conocido dentro de los límites urbanos en que funcione el tribunal respectivo (art. 49 del Código de Procedimiento
Civil). Pero generalmente el domicilio especial tiene el carácter convencional. Así el establecido en un contrato se aplica los actos
judiciales o extrajudiciales a que diere lugar.

Desde el punto de vista de su origen podemos distinguir entre domicilio legal, convencional y real.
El domicilio legal es impuesto por la ley a determinadas personas. Esto puede provenir de su situación de dependencia respecto
de otras, o bien, del cargo que desempeñan. Respecto de los menores, el artículo 72 del Código Civil establece que los que viven
bajo patria potestad tendrán el domicilio paterno o materno, según el caso. Esta disposición se refiere por lo tanto a los hijos
legítimos.

Los interdictos tendrán el domicilio de sus guardadores. El art. 72 del Código Civil dice que el que se halla bajo tutela o
curaduría sigue el domicilio de su tutor o curador.

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Sin perjuicio de lo que hemos señalado respecto de estos domicilios legales, el artículo 73 agrega que los criados y dependientes
tendrán el domicilio de la persona a quien sirven si residen en la misma casa.

El domicilio legal proveniente del cargo que se desempeña está señalado en forma general en el artículo 64 que presume el
domicilio por el hecho de aceptarse en un lugar un cargo concejil o un empleo fijo de los que se confieren por largo tiempo.
Asimismo el artículo 66 del Código Civil dice que los eclesiásticos obligados a una residencia determinada tienen su domicilio en
ella. Cabe señalar que el inciso 1° del artículo 311 del Código Orgánico de Tribunales dispone que "los jueces están obligados a
residir constantemente en la ciudad o población donde tenga asiento el tribunal en que deban prestar sus servicios".

El domicilio convencional está establecido por el Código Civil en el artículo 69 que dice: "Se podrá en un contrato establecer de
común acuerdo un domicilio civil especial para los actos judiciales o extrajudiciales a que diere lugar el mismo contrato".

Este domicilio especial, que puede ser ficticio o llegar a serlo, es, sin embargo, unilateralmente inmutable mientras dure la
convención; ello porque ha pasado a formar parte del contenido y, por lo tanto, de la ley del contrato (arts. 1545 y 1546 del C. C.).

Cabe agregar que el artículo 1589 del Código Civil dice que: "si hubiere mudado de domicilio el acreedor o el deudor entre la
celebración del contrato y el pago, se hará siempre éste en el lugar en que sin esa mudanza correspondería". Esta subsistencia del
domicilio durante la vigencia del contrato se aplica no sólo al domicilio convencional, sino también al domicilio real o efectivo.

El domicilio convencional es limitado tanto en la materia como en el tiempo. Es limitado en la materia porque sólo se aplica a los
efectos a que diere lugar el contrato; esto mismo hace que deba interpretarse y aplicarse restrictivamente. Es limitado en cuanto al
tiempo, porque sólo durará mientras tenga efecto el contrato.

El domicilio real, llamado también de hecho o voluntario, es la norma general y el que resulta de la definición del artículo 59 del
Código Civil.
Estará constituido por la residencia acompañada del ánimo de permanecer en ella y será aplicable siempre que el
individuo no esté sometido a ninguna de las reglas que según la legislación le imponen un domicilio especial.
Como los factores que configuran el domicilio pueden variar, puede existir un cambio de domicilio. Ello sucederá cuando
haya un cambio real y efectivo de sus elementos constitutivos.
Esta posibilidad de cambio nos lleva a examinar la prueba del domicilio. Como una persona está amparada por la
disposición o presunción general del artículo 62, no necesita probar que el lugar en que está de asiento sea su domicilio. El que
quiera alegar la falsedad o el cambio de domicilio deberá probarlo. Igualmente el interesado si alega que el domicilio que se la
asigna no es el verdadero o ha sido cambiado.
El domicilio es un hecho material y, por lo tanto, al producirse prueba al respecto son admisibles todos los medios
probatorios.
Debemos señalar, eso sí, que no siempre el cambio de domicilio tiene efectos jurídicos. El artículo 1589 del Código Civil
dispone: "Si hubiere mudado de domicilio el acreedor o el deudor entre la celebración del contrato y el pago, se hará siempre éste
en el lugar en que sin esa mudanza correspondería, salvo que las partes dispongan de común acuerdo otra cosa". Por lo tanto, salvo
convención al respecto, el cambio de domicilio no varía el lugar del pago de una obligación de género que debe hacerse en el
domicilio del deudor.
Por su parte el artículo 49 del Código de Procedimiento Civil establece que el domicilio que cada litigante debe designar
en su primera gestión judicial "se considerará subsistente mientras no haga otra la parte interesada, aun cuando de hecho cambie su
morada". El alcance de la norma es más amplio del que aparece a primera lectura; el domicilio designado subsiste, no sólo si el
litigantecambia de morada, sino también si cambia su domicilio real.

Pluralidad de domicilios

Apartándose del Código Napoleón (art. 102) y de la doctrina francesa que establecen que una persona sólo puede tener un
domicilio, nuestro CC acepta la pluralidad de domicilios.
En efecto, el artículo 67 dispone: "Cuando concurran en varias secciones territoriales, con respecto a un mismo individuo,
circunstancias constitutivas de domicilio civil, se entenderá que en todas ellas lo tiene; pero si se trata de cosas que dicen relación
especial a una de dichas secciones exclusivamente, ella sola será para tales casos el domicilio civil del individuo".
Esta disposición, que acepta la pluralidad de domicilios y que puede tener especial importancia respecto a las personas jurídicas,
hace concordante la posibilidad de un domicilio convencional, que en muchos casos puede ser ficticio.

- Importancia del domicilio


La principal importancia del domicilio es que tija para las personas el lugar en que habitualmente deben ejercer sus
derechos y cumplir sus obligaciones.
Los artículos 1587 a 1589 del Código Civil señalan el lugar donde debe efectuarse el pago. Si no hay un lugar
establecido convencionalmente las obligaciones de género deben pagarse en el domicilio del deudor. Por lo tanto, el domicilio
sirve aquí para saber dónde debe ejercer su derecho el acreedor y dónde debe el deudor cumplir sus obligaciones.
Otra importancia fundamental es en materia sucesoria, ya que el artículo 955 del Código Civil dispone que la sucesión
en los bienes de una persona se abre al momento de su muerte en su último domicilio; más adelante agrega que la sucesión se regla
por la ley del domicilio en que se abre.

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En materia procesal el domicilio es importante para determinar la competencia, que es la facultad que tiene cada juez o
tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado dentro de la esfera de sus atribuciones. Al respecto, el artículo 134
del Código Orgánico de Tribunales dispone que "en general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para
intervenir en un acto no contencioso, el del domicilio del demandado o interesado".
El artículo 31 de la Ley de Matrimonio Civil dispone que es nulo el matrimonio que no se celebrare ante el Oficial del
Registro Civil correspondiente. Por su parte, el artículo 9 de la misma ley dice que es Oficial competente el del domicilio o
residencia de cualquiera de los contrayentes; agrega que se tendrá por lugar de residencia aquel en que cualquiera de los
contrayentes haya vivido los últimos tres meses anteriores. Esta disposición, hiera de su importancia práctica, es jurídicamente de
interés, porque usa los tres conceptos: de domicilio, residencia y morada.
En materia de estado civil posesión notoria del carácter de cónyuge o hijo legítimo debe haberse desarrollado ante el
vecindario del domicilio (arts. 310 y 311 del C. C.), igualmente la calidad de hijo natural (art. 271 N2 30)•
Las inscripciones en el Registro Conservatorio deben consignar el domicilio de las partes (arts. 690 del C. C. y 78 N°
3" del Reglamento del Registro Conservatorio de Bienes Raíces). Igualmente en el Registro Civil toda inscripción deberá expresar
el domicilio de los comparecientes y en la de defunción, si es posible, el domicilio del difunto (arts. 12 N° 22 y 45 inciso 3 de la
Ley de Registro Civil).
Con relación a los extranjeros ya hemos visto que la ley efectúa ciertas distinciones en cuanto a si son transeúntes o
tienen domicilio en Chile.

EL ESTADO CIVIL
- Concepto y características
El artículo 304 del Código Civil lo define diciendo: "El estado civil es la calidad de un individuo, en cuanto le habilita para
ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles".
En realidad la definición es muy deficiente, porque no señala a qué calidad del individuo se está refiriendo; podría
perfectamente referirse con más propiedad a la capacidad. Por otra parte, la habilidad de un individuo para ejercer derechos o
contraer obligaciones puede ser muy diversa, aunque su estado civil permanezca invariado; así un mayor de edad, hijo legítimo,
soltero, tiene plena capacidad, pero si cae en demencia, su capacidad va a desparecer, aunque no varía en nada su estado civil.
Se ha definido generalmente el estado civil como la calidad permanente que un individuo ocupa en la sociedad y derivada
de sus relaciones de familia. La calidad de permanente no es exacta, porque existen circunstancias que pueden hacer variar el
estado civil. Así, aunque la calidad de hijo legítimo es permanente, no lo es la de ilegítimo el que puede ser reconocido como hijo
natural o adoptado legitimariamente. Por lo tanto, el estado civil de una persona puede variar, o ser permanente para él mientras no
lo afecte un nuevo acto constitutivo de estado civil.
El estado civil es un atributo de la personalidad y, por lo tanto, toda persona debe tener un estado civil.
Se ha dicho también que es uno e indivisible, lo que es exacto en cuanto se atiende a una clase de relaciones de familia,
filiación o matrimonio; p. ej., en cada una de estas relaciones puede tener sólo un estado civil, pero ambas pueden yuxtaponer dos
estados basados en relaciones diferentes. Una persona, por ejemplo, puede ser hijo en cuanto a su filiación y, al mismo tiempo,
casada si consideramos el matrimonio.
En cuanto a las dos clases de relaciones que hemos señalado, dan origen al parentesco.
El estado civil da origen a derechos y cargas u obligaciones. Tal sucede en los derechos y cargas de familia u
obligaciones patrimoniales que se producen entre los padres y los hijos o entre los cónyuges. Cabe, por último, señalar que todo
lo relativo al estado civil es de orden público. Toda la regulación del estado civil está establecida por la ley y escapa a la
autonomía de la voluntad particular.
Aunque el matrimonio, por ejemplo, es en sí un acto voluntario, las consecuencias que de él se derivan están establecidas
por la ley, aun las de índole patrimonial, salvo las escasas estipulaciones posibles en las capitulaciones matrimoniales.
Lo anterior determina que el estado civil sea personalísimo.
De esto se deriva que en los actos de estado civil no se admita la representación legal sino sólo la voluntaria (arts. 103 y
271 N° 1 inciso 3° del C. C.). Al mismo tiempo son estrictamente personales las acciones judiciales para adquirirlo o protegerlo y,
por lo tanto, intransferibles e intrasmisibles (arts. 182, 272, 317 del C. C.), al mismo tiempo son intransables. El artículo 2450 del
Código Civil dispone: "No se puede transigir sobre el estado civil de las personas".
El carácter personalísimo alcanza también a ciertos derechos patrimoniales inherentes a estados civiles, lo que determina
quedichos derechos sean inembargables. El artículo 2466 del Código Civil dispone en su inciso final: "no será embargable el
usufructo del marido sobre los bienes de la mujer, ni el del padre o madre de familia sobre los bienes del hijo".
Por último podemos señalar que el estado civil es imprescriptible,ya que el artículo 2498 del Código Civil dice que se
gana por prescripción el dominio de los bienes que "están en el comercio humano". Además el artículo 320 del Código Civil
señala que "Ni prescripción ni fallo alguno, entre cualesquiera otras personasque se haya pronunciado, podrá oponerse a quien se
presentecomo verdadero padre o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o madre que le
desconoce"; la disposición limita además el efecto de las sentencias en materias de estado.

- Fuentes del estado civil


Las fuentes del estado civil están constituidas por:
 Hechos jurídicos,
 Actos jurídicos y
 sentencias judiciales.
Entre los hechos jurídicos podemos señalar el nacimiento, la edad y la muerte.
Entre los actos jurídicos, el matrimonio, la legitimación, el reconocimiento voluntario de hijos no matrimoniales.
Entre las sentencias, el divorcio, de reconocimiento forzado de hijos, la que declara verdadera o falsa la legitimidad de un hijo.
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Es necesario destacar que cuando el estado civil emana de un hecho jurídico constituye una imposición de la ley y la
voluntad de los interesados no tiene ninguna influencia. El termino del matrimonio por cede de la convivencia da origen al estado
civil de divorciado.

-La familia y el parentesco


Dijimos que las relaciones de filiación y matrimonio que sirven de base al estado civil daban origen al parentesco.
La familia es el conjunto de personas unidas por un lazo de Parentesco o de matrimonio.
La adopción no tiene aquí efectos, ya que el artículo l° de la Ley N° 7.613 dispone que la adopción no constituye estado civil.
El artículo 14 declara que no establece relaciones entre el adoptante y el adoptado y la familia del otro. Por último el
artículo 15 dice que el adoptado continuará formando parte de su familia.
El parentesco o vínculo de familia puede ser por consanguinidad o afinidad.
 El parentesco consanguíneo se produce cuando dos personas descienden una de otra o tienen un antepasado común.
 El parentesco por afinidad es el que se produce entre una persona que ha conocido carnalmente a otra y los
consanguíneos de ésta.

En el parentesco debemos distinguir entre la línea y el grado.


 La línea es la serie de parientes que descienden unos de otros de un antepasado común. En el primer caso se llama línea
recta; en el segundo, línea colateral. Según esto, padres, abuelos, hijos, nietos, son parientes en línea consanguínea recta;
hermanos, tíos, sobrinos, primos, son parientes consanguíneos en línea colateral.
 Se por grado el número de generaciones que separan a los parientes. En la línea recta el cálculo es muy fácil. El padre y
el hijo son parientes en primer grado; el abuelo y el nieto parientes en segundo grado. Para contar los grados en la línea
colateral es necesario subir desde un pariente hasta el antepasado común, y desde él bajar hasta el otro. Así, entre tío y
sobrino tenemos: desde el sobrino a su padre, un grado; a su abuelo, otro; del abuelo descendiendo al tío, un nuevo grado;
en total tres grados. Los parientes más cercanos por línea colateral son los hermanos, cuyo parentesco es de segundo
grado de consanguinidad colateral. Si aplicamos estas reglas en forma ilimitada, todas las personas del mundo de acuerdo
a la tradición bíblica serían parientes por muy infinitamente lejano que fuera el grado. ¿Hasta qué grado podemos
considerar que los colaterales son parientes y forman parte de la familia?
La ley no da una respuesta directa a esta interrogante, pero si examinamos las reglas de la sucesión intestada, en que los
herederos son llamados en distintos órdenes sucesivos a la sucesión del causante atendiendo a ser cónyuges o parientes de éste,
podemos encontrar una respuesta. En efecto el artículo 992 del Código Civil, que establece el último orden de sucesión, a falta de
ascendientes, descendientes o cónyuge sobreviviente, llama a la sucesión a los otros colaterales legítimos, prefiriendo a los de
grado más próximo. En su regla 2° establece que "los derechos de sucesión de los colaterales no se extienden más allá del sexto
grado". En este grado de parentesco están los que en el lenguaje corriente se llaman primos de segundo grado.
Los colaterales pueden serlo de simple conjunción, esto es, los que sólo son parientes por parte de padre o por parte de
madre, o de doble conjunción, esto es, los que a la vez son parientes por parte de padre y por parte de madre. Ambos se
consideran iguales; los últimos no tienen ninguna preferencia en cuanto al parentesco sobre los primos (artículo 992 regla 3° del
Código Civil).
Por lo tanto, podemos concluir que jurídicamente el parentesco y la familia se extienden hasta abarcar a los colaterales de
sexto grado, sin que importe la simple o la doble conjunción.

El parentesco por afinidad no se produce solamente entre un cónyuge y los consanguíneos del otro. Nuestro Código, siguiendo
la tradición de Las Partidas, establece el parentesco de afinidad entre dos personas que no han contraído matrimonio y se han
conocido carnalmente y los consanguíneos de la otra (artículo 32 del Código Civil).
El artículo 31 del Código dice que la línea y grado de afinidad legítima con un consanguíneo de su marido o mujer, se
califican por la línea y grado de consanguinidad del dicho marido o mujer con el dicho consanguíneo. De acuerdo con esto el
marido está en primer grado de afinidad en línea recta con su suegro o suegra y en segundo grado de afinidad en línea colateral
con su cuñado.
Art. 31. Parentesco por afinidad es el que existe entre una persona que está o ha estado casada y los consanguíneos de su
cónyuge.
La línea y el grado de afinidad de una persona con un consanguíneo de su cónyuge, se califican por la línea y grado de
consanguinidad de dicho cónyuge con el referido consanguíneo. Así, uno de los cónyuges está en primer grado de afinidad, en
la línea recta, con los hijos habidos por su cónyuge en anterior matrimonio, y en segundo grado de afinidad, en la línea
transversal, con los hermanos de su cónyuge.
Las leyes u otras disposiciones que hagan referencia, a las expresiones marido y mujer, marido o mujer, se entenderán
aplicables a todos los cónyuges, sin distinción de sexo, orientación sexual o identidad de género.
Conforme con el artículo 33 del Código Civil, en la afinidad ilegítima se califican las líneas y grados de la misma
manera que en la afinidad legítima.
Art. 33. Tienen el estado civil de hijos respecto de una persona aquellos cuya filiación se encuentra determinada, de conformidad
a las reglas previstas por el Título VII del Libro I de este Código. La ley considera iguales a todos los hijos.

En la sucesión intestada la ley estima que la afección del causante habría estado determinada por la mayor cercanía del
parentesco y con este criterio establece los distintos órdenes de sucesión.

- Prueba del estado civil


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El Código Civil en el Título XXI del Libro IV establece normas diversas que regulan la prueba de las obligaciones,
complementadas especialmente por lo dispuesto en el Título XI del Libro 11 del Código de Procedimiento Civil. Estas normas
probatonas no se aplican a la prueba del estado civil, la que se regula enel Título XVII del Libro 1 del Código Civil.
La prueba fundamental del estado civil se efectúa por medio de los certificados o partidas del Registro Civil. Estas
partidas son esencialmente las de nacimiento, matrimonio y muerte. Las partidas de que habla el Código Civil son los certificados
o copias de inscripciones efectuados en el Registro Civil, por expresa disposición del artículo 24 de la Ley N2 4.808. Estas
partidas no prueban directamente el estado civil sino los hechos constitutivos del mismo. El artículo 24 de la Ley N2 4.808 dice
que los certificados o copias de inscripciones o subinscripciones que expidan el Conservador o los oficiales del Registro Civil,
tendrán el carácter de instrumentos públicos.
El artículo 1699 del Código Civil define el "instrumento público o auténtico" y fija su valor probatorio en el artículo
1700. La autenticidad, de acuerdo al inciso 29 del artículo 17 del Código, se refiere "al hecho de haber sido realmente otorgados y
autorizados por las personas y de la manera que en los tales instrumentos se exprese".
Las partidas pueden rechazarse, aun cuando conste su autenticidad, probando que no son una misma la persona a que el
documento se refiere y la persona a quien se pretenda aplicar (art. 307 del C. C.).
Respecto a las partidas de matrimonio el artículo 308 del Código Civil dice que las partidas "atestiguan la declaración
hecha por los contrayentes de matrimonio, por los padres, padrinos u otras personas en los respectivos casos, pero no garantizan la
veracidad de esta declaración en ninguna de sus partes. Podrán, pues, impugnarse, haciendo constar que fue falsa la declaración en
el punto de que se trata". Esta disposición es concordante, en su primera parte, con el mérito probatorio general de los
instrumentos públicos. El artículo 1700 del Código Civil establece que: "El instrumento público hace plena fe en cuanto al hecho
de haberse otorgado y su fecha, pero no en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados. En esta
parte no hace plena fe sino contra los declarantes".
La autenticidad del instrumento público está garantizada por la fe pública que el Estado deposita en el funcionario que
lo autoriza; esta misma fe pública cubre el hecho de haberse realmente efectuado las declaraciones de los interesados en el
matrimonio, de las personas a que se refiere el art. 308 del C. C. En resumen, todo lo que forma parte del documento y que el
funcionario ha podido constatar personalmente; pero no garantiza la veracidad de las declaraciones, porque el funcionario no
puede saber si éstas son verídicas o no.
Respecto a la veracidad de las declaraciones hay una diferencia esencial entre el valor probatorio general del
instrumento público establecido en el art. 1700 del C. C. y el valor probatorio de la partida de matrimonio señalado en el art. 308
del Código.
En efecto, el instrumento público hace plena fe en relación al hecho de haberse otorgado y su fecha, pero no en cuanto a
la verdad de las declaraciones que en él hayan podido hacer los interesados. En este sentido, no hace plena fe, sino en contra de los
declarantes. Esto no quiere decir que las partes no puedan impugnar la verdad de sus declaraciones, pero, al efecto, necesitarán un
medio probatorio que tenga al respecto la misma fuerza que el instrumento público, es decir, otra plena prueba. Esto descarta
muchos medios probatorios, por ejemplo, el testimonial.
En cambio, el artículo 308 del Código Civil, después de decir que la partida de matrimonio no garantiza la veracidad de
las declaraciones contenidas en ella en ninguna de sus partes, admite que tanto los interesados como los terceros puedan
impugnarla sin ninguna limitación probatoria. El inciso 2 de la disposición señala en forma amplia: "Podrán, pues, impugnarse,
haciendo constar que fue falsa la declaración en el punto de que se trata".
Ejemplo antiguo: La procedencia de la nulidad de matrimonio por incompetencia del Oficial del Registro Civil,
probándose por medio de testigos un domicilio distinto del declarado por los contrayentes, fue aceptada cuando nuestros
Tribunales estimaron que era el artículo 308 y no el 1700 el que regulaba el valor probatorio de la partida de matrimonio.

A falta de partidas, el Código establece otros medios supletorios de prueba del estado civil. Estos medios no pueden usarse en
contra de la partida ni en vez de la partida si ésta existe; sólo proceden cuando la partida falta. Esta falta podrá suplirse, en primer
término, por otros documentos auténticos.
Se ha estimado que la ley en esta materia se está refiriendo a instrumentos públicos. No lo creemos así; la palabra
auténtico está utilizada en un sentido más amplio. Servirán al efecto sin duda, otros instrumentos públicos, pero pueden servir
algunos instrumentos privados cuya autenticidad esté establecida. Así el testamento solemne otorgado ante cinco testigos (art.
1014 del C. C.) no constituye un instrumento público, pero si es reconocido en la forma que establece el artículo 1020 del Código
Civil, y se designa en él a una persona, por ejemplo, como hijo legítimo sería absurdo no darle valor como prueba de un estado
civil.

Otro medio supletorio es la declaración de testigos que hayan presenciado los hechos constitutivos del estado civil. Estos
testigos deben ser presenciales y no de oídas. Para el matrimonio podrán ser, por ejemplo, los testigos del mismo; para el
nacimiento, el médico o matrona que atendió a la madre, etc.

El último de los medios supletorios es la posesión notoria del estado civil. En materia de bienes, y de acuerdo con el artículo
700 del Código Civil, la posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño. El poseedor puede o no ser
dueño; si no lo es puede adquirir el dominio por prescripción (art. 2492 del C. C.). En este caso el término "posesión" tiene un
sentido diverso. En primer término el estado civil no puede adquirirse por prescripción; aquí la posesión es un hecho social y no
sirve para adquirir un estado sino para probar un estado.
Si examinamos los artículos 310 y 311 del Código Civil, el primero de los cuales señala en qué debe consistir la
posesión notoria del estado de matrimonio y el segundo la del estado de hijo, vemos que está constituida por hechos notorios, es
decir, públicos, que tradicionalmente se ha dicho consisten en el trato, nombre y fama que la persona ha tenido ante terceros.
De acuerdo con el artículo 312 del Código Civil deberá haber durado diez años continuos, por lo menos.
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Por último, y de acuerdo con lo establecido en el artículo 313, "se probará por un conjunto de testimonios fidedignos, que
lo establezcan de un modo irrefragable; particularmente en el caso de no explicarse y probarse satisfactoriamente la falta de la
respectiva partida, o la pérdida o extravío del libro o registro, en que debiera encontrarse".

Podrán ser otros instrumentos igualmente auténticos como la escritura pública o el acto testamentario a que se refiere el
mismo número. La posesión notoria servirá de base a la sentencia que contempla el N° 3 .
En general la prueba en el caso de los Nos 2, 3 y 4 del artículo 271 será la sentencia judicial dictada en el juicio
respectivo.
En el caso del número 5 será la resolución judicial en la gestión que en él se señala.

- Sentencias en materia de estado civil


Decíamos anteriormente que entre las fuentes del estado civil se encontraban las sentencias judiciales.
Para que una sentencia tenga este carácter es necesario, en primer término, que el estado civil que ella establece no aparezca como
una cuestión accesoria de un problema diverso. La cuestión principal debatida debe haber sido precisamente el estado civil (arts.
272, 280, 315 del C. C.).
Para que los fallos en estos juicios produzcan efecto en la materia el artículo 316 del Código Civil exige, además, tres
requisitos:
1° Que hayan pasado en autoridad de cosajuzgada;
2° Que se hayan pronunciado contra legítimo contradictor;
3° Que no haya habido colusión en el juicio.
El concepto y alcance de la cosa juzgada ya los hemos analizado. Los producen las sentencias definitivas o interlocutorias
firmes o ejecutoriadas, que lo son porque no hay recursos pendientes en contra de ellas, o no proceden, o no se interpusieron
oportunamente.
La noción de legítimo contradictor a que se refiere esta disposición y también el artículo 272 del Código Civil está
explicada en el artículo 317. Legítimo contradictor en la cuestión de paternidad es el padre contra el hijo o el hijo contra el padre, y
en la cuestión de maternidad el hijo contra la madre o viceversa.
Por último, colusión es un acuerdo fraudulento y secreto entre las partes en un juicio para obtener una sentencia
determinada.
Estas sentencias, no obstante constituir sentencias declarativas, no valen sólo respecto de las personas que intervinieron
en el juicio, sino respecto de todos, es decir, tienen efectos absolutos (art. 315 del C. C.).
La acción que se ejerce en estos juicios, en que se reclama o pretende un estado civil, se denomina acción de reclamación
de estado. Esta acción es imprescriptible por lo dispuesto en el artículo 320 del Código Civil, que establece: "Ni prescripción ni
fallo alguno, entre cualesquiera otras personas que se haya pronunciado, podrá oponerse a quien se presente como verdadero padre
o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce".
Cabe agregar que la calidad de hijo ilegítimo, ya sea natural o simplemente ilegítimo, sólo puede establecerse por los
medios indicados en los artículos 271 y 280 del Código Civil (art. 284 del C. C.). Además la acción que concede el artículo 280 no
podrá intentarse contra ninguna mujer casada no divorciada perpetuamente (art. 288 del C. C.).

-El Registro Civil


La primera ley sobre Registro Civil fue dictada en el año 1884. Forma parte de un grupo de grandes leyes liberales que
determinaron cesar con la intervención eclesiástica en importantes materias de la vida civil; el mismo año se dictaron la Ley de
Matrimonio Civil, hasta hoy vigente, y la ley que autorizó la creación de los cementerios laicos.
La ley actualmente vigente en materia de Registro Civil es la N° 4.808 de 10 de febrero de 1930.
En su artículo 12 establece que "las inscripciones de los nacimientos, matrimonios, defunciones y demás actos y contratos
relativos al estado civil de las personas, se harán en el Registro Civil, por los funcionarios que determina esta ley".
El Registro consta de tres libros: nacimientos, matrimonios y defunciones.
En el libro de nacimientos no se inscriben sólo éstos, sino que en el registro de la misma comuna en que se hubiere
inscrito el nacimiento se inscribirán: la escritura pública de legitimación y la (k iepiidiacióii (le ésta (arts. 208 y 209 del C. C.); la
escritura o el tesIanlrtlt() Cli que se reconoce al hijo natural (art. 271 N I) la (S(liIIllI (le l(l)ll(lia(ioli (le este reconocimientola
sentencia que decreta la emancipación judicial (arts. 265 y 267); y las sentencias en que se declare o altere el estado de hijo
legítimo o natural. Todo lo anterior de acuerdo con el artículo 6 de la Ley de Registro Civil.
En el libro de matrimonios se inscribirán éstos.
En el libro de defunciones se inscribirán éstas como igualmente las sentencias ejecutoriadas que declaren la muerte
presunta.
Fuera de las inscripciones pueden o deben realizarse diversas subinscripciones.
En general deben subinscribirse las sentencias ejecutoriadas que dispongan la rectificación de cualquiera partida (arts. 72
y 8 L. de R. C.). En el registro de matrimonios deben subinscribirse especialmente los instrumentos en que consten las
capitulaciones matrimoniales y las sentencias ejecutoriadas que declaren la nulidad del matrimonio, el divorcio perpetuo o
temporal, la simple separación de bienes, las que concedan la administración extraordinaria de la sociedad conyugal a la mujer o a
un curador y las que declaren la interdicción del marido.
El artículo 1723 del Código Civil autoriza para que los cónyuges durante el matrimonio substituyan el régimen de
sociedad conyugal por el de participación en los gananciales o por el de separación total de bienes. La escritura en que conste este
pacto debe subinscribirse al margen de la respectiva inscripción matrimonial dentro de los treinta días siguientes a su fecha; si esto
no se cumple no surtirá efecto entre las partes ni respecto de terceros.
En realidad la subinscripción dentro del plazo constituye aquí una solemnidad del acto.
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La ley establece la forma, contenido y requisitos de las inscripciones y subinscripciones.
Tal como en las escrituras públicas los particulares actúan presentando copias de las inscripciones, ya que los Registros
originales naturalmente no son de uso público.
Los certificados o copias de las inscripciones o subinscripciones que expidan el Conservador o los Oficiales del Registro
Civil tendrán el carácter de instrumentos públicos, y surtirán los efectos de las partidas a que se refieren los artículos 305, 306, 307
y 308 del Código Civil (art. 24 de la L. de R. C.).

El Registro Civil es un servicio nacional dirigido por un funcionario único que se denomina Director General del Registro
Civil e Identificación.
El Registro Civil está organizado por comunas: cada una de ellas está a cargo de un Oficial del Registro Civil. Ellos
llevan los libros respectivos correspondientes a su comuna y deben otorgar las copias o certificados de las inscripciones que en
ellos constaren.
En las comunas que no sean asiento de un Notario deberán llevar ciertos Registros públicos para autorizar determinados
actos corno testamentos abiertos, poderes judiciales, etc. (art. 86 de la L. de R. C.).

Concepto.
a) Concepto doctrinario: en un sentido amplio el estado civil es la cualidad o posición jurídica de los individuos. Estos pueden ser
considerados en si mismos, entonces hablamos de estados individuales, o bien, en relación a los grupos humanos de que forman
parte, y entonces se habla de estados sociales.

b) Concepto legal: el artículo 304 dispone “el estado civil es la calidad de un individuo en cuanto le habilita para ejercer derechos
o contraer obligaciones civiles”.

CRITICA: este concepto tan amplio y general, donde caben muchas situaciones jurídicas, como la capacidad, la nacionalidad, etc.,
no se condice con el contenido del título dentro del cual esta ubicado (XVII del Libro I, De las Pruebas del Estado Civil, como
tampoco en el sentido que toman otras leyes, pues en ambos casos se considera al estado civil en forma restringida: mirando al
individuo en sus relaciones de familia.

En virtud de lo anteriormente expuesto, es más acertado definir al estado civil como “la posición permanente que un
individuo ocupa en la sociedad, en orden a sus relaciones de familia, en cuanto le confiere o impone determinados derechos y
obligaciones civiles”.
Demás esta señalar que el estado civil es propio de las personas naturales, porque las personas jurídicas no tienen
relaciones de familia.

Consecuencias del estado civil.

a) Da origen a derechos y obligaciones, v.gr., entre cónyuges, padres e hijos, etc.


b) Puede influir en la capacidad de las personas. Ejemplos, artículos 173. Es menester señalar que capacidad y estado civil tienen
diferencias sustanciales: i) la capacidad depende del individuo considerado en si mismo, en cambio, el estado civil depende de las
relaciones de familia; ii) el estado civil es un vinculo que une al individuo con la familia, en cambio, la capacidad es la aptitud
para adquirir y ejercer derechos; iii) todas las personas tienen estado civil, pero no todas son capaces (de ejercicio).
c) Da origen al parentesco.

Fuentes del estado civil.

a) La ley, por ejemplo, el nacimiento dentro del matrimonio determina que el hijo sea de filiación matrimonial.
b) Hechos ajenos a la voluntad humana, por ejemplo la muerte de uno de los cónyuges atribuye al sobreviviente el estado civil de
viudo(a).
c) De la voluntad humana por la realización de hechos jurídicos, por ejemplo el matrimonio, el reconocimiento de un hijo de
filiación no matrimonial.

Características del estado civil.

a) Todo individuo tiene estado civil.


b) El estado civil es uno e indivisible. Un individuo puede tener más de un estado civil, pero éstos derivan de hechos diferentes,
por ejemplo, casado e hijo de filiación matrimonial.
En consecuencia, la unidad e indivisibilidad se relaciona con un mismo hecho de origen. Emanación de este principio es
el artículo 315, que señala que las sentencias que se dictan en materia de estado civil, producen efectos absolutos, con lo que se
hace excepción al artículo 3 (efecto relativo de las sentencias judiciales).
c) Las leyes sobre estado civil son de orden público. El estado civil está fuera del comercio humano y, por ende, no puede
renunciarse, transferirse ni transmitirse, ni adquirirse por prescripción., El artículo 2450 dice expresamente que no se puede
transigir sobre el estado civil de las personas.
d) El estado civil es permanente. El estado civil no se pierde mientras no se adquiera otro.

EL PATRIMONIO
90
- Concepto e importancia

Se ha definido corrientemente el patrimonio como el conjunto de derechos y obligaciones de una persona susceptibles de
estimación pecuniaria.
Dentro de la teoría clásica, elaborada por Aubry y Rau,3 el patrimonio es un atributo de la personalidad distinto de la
capacidad.
Esto le da el carácter de ser:
a) único;
b) inalienable;
c) imprescriptible (no se pierde ni adquiere por prescripción);
d) inembargable, y
e) intransmisible. Ya veremos cómo esta característica no es aplicable en nuestro derecho positivo.
Desde otros puntos de vista el patrimonio es:
a) una universalidad jurídica; está compuesto no por cosas u obligaciones determinadas, sino por la totalidad de los bienes y
obligaciones de que la persona es sujeto o titular;
b) consecuencialmente es independiente, distinto, de los derechos y obligaciones que los componen;
c) tiene un activo y un pasivo, ya que está integrado por derechos y obligaciones;
d) por ser un atributo de la personalidad e independiente de los bienes que lo componen, no necesita un saldo positivo para existir.
Una persona tiene patrimonio aunque no tenga bienes;
e) por ser una universalidad jurídica tiene su origen en la ley; la voluntad de los particulares no puede crear universalidades
jurídicas.

Nuestro Código Civil, al igual que el Código francés, no define ni trata en forma orgánica el patrimonio. Hay, sin
embargo, numerosas disposiciones que a él se refieren. Así el artículo 85inciso 2 habla del patrimonio del desaparecido; el 534 del
patrimonio del pupilo; el 347, en las guardas, habla de indivisión de patrimonios y de su división; el 1341 se refiere a la confusión
de patrimonios; los 1170 y 1172 hablan del patrimonio del difunto; los 1114 y 1115 hacen una clara distinción entre el patrimonio
y las cosas que existan en él; el 1750 dice: "el marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales, como si ellos y sus
bienes propios formasen un solo patrimonio", etc.
Tal vez la disposición que puntualiza con más claridad el concepto de patrimonio, aunque no lo nombre, es el artículo 549
del Código Civil, que dice: "Lo que pertenece a una corporación, no pertenece ni en todo ni en parte a ninguno de los individuos
que la componen; y recíprocamente las deudas de una corporación, no dan a nadie derecho para demandarlas, en todo o parte, a
ninguno de los individuos que componen la corporación, ni dan acción sobre los bienes propios de ellos, sino sobre los bienes de
la corporación". Más adelante el inciso final agrega: "Si una corporación no tiene existencia legal según el artículo 546, sus actos
colectivos obligan a todos y cada uno de sus miembros solidariamente".
Toda la esencia de la teoría del patrimonio está en esta disposición.
Si la corporación está constituida, es una persona jurídica, tiene un patrimonio propio, sus actos no afectan el patrimonio
personal de los asociados. Si no lo está, no tiene patrimonio, y los actos colectivos que realicen las personas que la forman obligan
a éstas solidariamente en sus propios patrimonios.

El concepto de patrimonio es el que regula y hace posible la responsabilidad del deudor por sus obligaciones civiles. El
artículo 2465 del Código Civil establece lo que denominamos la prenda general de los acreedores al disponer: "Toda obligación
personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el artículo 1618".
Lo anterior deja en claro que el deudor responde de sus obligaciones, no con los bienes que tuvo al tiempo de contraerlas,
sino con los bienes que existan en su patrimonio al tiempo de exigirse el pago de la obligación. Ello permite al deudor una
completa libertad en la vida jurídica; puede contraer nuevas obligaciones, puede enajenar sus bienes, puede adquirir nuevos
bienes.
Son los bienes que existan en el patrimonio al tiempo de exigirse el cumplimiento de la obligación aquellos sobre los
cuales ésta puede perseguirse.
Todo ello porque es el patrimonio el que responde. No el patrimonio en sí mismo, que es atributo de la personalidad e
inembargable, sino los bienes que contenga. Tanto es así que en el pago por cesión de bienes o en el pago con beneficio de
competencia, con los cuales se libra el deudor de apremios pero no se solventan totalmente las obligaciones, el patrimonio
continúa respondiendo.
El N° 32 del artículo 1619, en la cesión de bienes, dice que "si los bienes cedidos no hubieren bastado para la completa
solución de las deudas, y el deudor adquiere después otros bienes, es obligado a completar el pago con éstos". El beneficio de
competencia por el cual ciertos deudores no son obligados a pagar más de lo que buenamente puedan es "con cargo de devolución
cuando mejoren de fortuna" (art. 1625 del C. C.).
A la inversa, tal como son los bienes en el patrimonio los que responden a la obligación, los acreedores no pueden
perseguir los bienes que ya salieron del patrimonio, salvo el caso muy excepcional de la acción pauliana (art. 2468 del C. C.), que
se fundamenta en otras consideraciones.
Consecuentemente, si determinado patrimonio es el obligado, los créditos no pueden hacerse valer en un patrimonio
distinto. El artículo 150 del Código Civil, que reglamenta el patrimonio reservado de la mujer casada, señala en sus incisos 6 y 8
que las obligaciones de la mujer en su patrimonio separado no obligarán el del marido y, a la inversa, que los acreedores del
marido no tendrán acción contra los bienes de la mujer, salvo, en ambos casos, que hayan obtenido beneficio de las obligaciones,
pero esto, no en relación a una responsabilidad directa, sino a la derivada del enriquecimiento sin causa. Otro tanto sucede en la
91
herencia que el heredero ha aceptado con beneficio de inventario, lo que determina que no se confunda su patrimonio propio con
el patrimonio heredado; de acuerdo con los artículos 1247 y 1263 del Código Civil su patrimonio personal no será responsable de
las obligaciones hereditarias o testamentarias. Igualmente el artículo 253 del Código Civil establece que los actos y contratos del
hijo (le familia no autorizados por el padre, o por la madre, o por el curador adjunto, según el caso, le obligarán exclusivamente en
su ctilio profesional o industrial; inversamente, los actos y contratos que el hijo celebre fuera de su peculio y que el padre o la
mimadre autorice o ratifique por escrito, obligarán directamente al padre o a la madre y subsidiariamente al hijo hasta
concurrencia del provecho que hubiere reportado (art. 254 del C. C.).
Por ultimo, cabe s('nllar que la responsabilidad del patrimonio 51 ('jCITC in(lis1iI1íml1metIIe sobre los bienes que este
contenga, no sobre bienes (l('IeI'ImmiILI(lm)s. ( mimímdo existeil gmnmm1Iíms reales, ('ornola hipoteca, puede perseguirse en
primer término el bien gravado, pero ésta es una característica especial del derecho real. Si el bien hipotecado no alcanza a
solventar la obligación el saldo se hace efectivo en forma indeterminada sobre los demás bienes. Si el bien hipotecado ha pasado a
manos de un tercero puede hacerse efectiva la garantía a través de la acción persecutoria, pero no sobre el patrimonio del tercero,
sino exclusivamente sobre el bien hipotecado.
Si quedare un saldo insoluto, éste no se hará valer sobre el patrimonio del tercer adquirente sino sobre el del deudor
original.

Como lo hemos señalado, en la teoría clásica del patrimonio se dice que éste es intransmisible. Esto es debido a la
ambigüedad del Código Napoleón en la materia. El artículo 711 primero del Libro Tercero de dicho Código, en que se tratan las
sucesiones, se refiere a la propiedad de los bienes que se adquieren y transmiten, entre otras fuentes, por las sucesiones y
donaciones testamentarias. En los artículos 745 y siguientes trata de las sucesiones deferidas a los parientes; muchos más adelante,
en el artículo 1003, se refiere a los legados universales en que el testador ha dejado a una o varias personas la universalidad de sus
bienes. Esto ha dado lugar a que se opine que no existe la transmisión del patrimonio, o bien, que ésta sólo puede realizarse
respecto de los herederos parientes, pero no extraños.
Estas dudas no caben en nuestro derecho, porque, con una notable precisión y claridad, el artículo 951 dice: "Se sucede a
una persona difunta a título universal o a título singular.
El título es universal cuando se sucede al difunto en todos sus bienes, derechos y obligaciones transmisibles, o en una
cuota de ellos, como la mitad, tercio o quinto".
Más adelante el artículo 1097 agrega: "Los asignatarios a título universal, con cualesquiera palabras que se les llame, y
aunque en el testamento se les califique de legatarios, son herederos; representan la persona del testador para sucederle en todos
sus derechos y obligaciones transmisibles".
No cabe entonces duda de que en nuestro ordenamiento el patrimonio es transmisible; pasa del causante a su o SUS
herederos, criterio que corroboran muchas otras disposiciones, como los artículos 996 y 1382 del Código Civil.
En consecuencia, una segunda importancia del concepto de patrimonio en nuestro derecho es que hace concordante y orgánica la
regulación de la sucesión por causa de muerte.

Otro capítulo por el cual tiene especial importancia la teoría del patrimonio es el de las personas jurídicas. Nuestro Código Civil en
su artículo 545 dice que ellas son capaces de ejercer derechos y contraer obligaciones civiles, y el artículo 549 agrega que lo que
pertenece a una corporación no pertenece en todo ni en parte a ninguno de los individuos que la componen; igualmente que éstos
no son responsables de las deudas de la corporación, las que sólo pueden hacerse valer sobre sus propios bienes.

El que esta propiedad y esta responsabilidad pueden radicarse exclusivamente en la corporación y no en los miembros que la
componen, no puede explicarse jurídicamente sino a través del concepto de que ella tiene un patrimonio propio distinto del
patrimonio personal de los asociados.

El fundamento de la personalidad jurídica, ya se trate de corporaciones, fundaciones, sociedades anónimas, sociedades colectivas
de responsabilidad limitada, adquiere, a través del concepto de patrimonio, una base y explicación coherentes.

Otra figura jurídica que la teoría del patrimonio explica es la representación.

La representación se produce cuando una persona actúa jurídicamente a nombre de otra, estando autorizada para hacerlo, y los
efectos del acto se radican, no en sí mismo, sino en el tercero; es lo que se denomina "la representación".

El artículo 1448 del Código Civil dice que "Lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por la ley
para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo".
De la propia disposición resulta que la representación puede ser legal o voluntaria. El artículo 43 del Código Civil señala los
representantes legales; en el contrato de mandato (arts. 2116 y ss. del C. C.) se reglamenta la representación voluntaria.

Si el representante actúa por el representado, los efectos del acto jurídico se van a radicar en éste y no en la persona que
materialmente está actuando. El patrimonio vinculado es entonces el patrimonio del representado, en el cual se radican los efectos
del acto. Si el representante no adquiere ningún derecho ni contrae obligación alguna es porque no ha comprometido su propio
patrimonio sino el del representado.

Hay otra situación todavía más evidente. El artículo 2144 del Código Civil dispone que el mandatario no puede comprar para sí
Lis cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo lo que este le ha ordenado compra¡-, Sifl() con aprobación
xlrest del iii;mdiiiíe. lsie artículo (lemIlesi ra que el autocontralo del lii 11(1alll'io (S I)05u1)lt (li este (l5O, ('Ohio h5ihlli5hI1() en
92
eldel artículo 245 del Código Civil y 371 del Código de Comercio, entre otros, con autorización del mandante, pero, como regla
general, sin necesidad de autorización.

En ambos supuestos es imposible entender que la persona esté contratando consigo misma si no entendemos que está actuando por
dos patrimonios: el propio y el del representado.

- Características
Al analizar las características del patrimonio debemos señalar en primer término que se trata de una universalidad jurídica.

Más adelante haremos la distinción entre universalidades de hecho y universalidades jurídicas, señalando que las primeras pueden
derivar de la voluntad privada pero que las segundas sólo pueden ser establecidas por la ley. Así, mientras la ley (artículo 2056 del
Código Civil) prohíbe toda sociedad a título universal, el artículo 135 establece que por el hecho del matrimonio se contrae
sociedad de bienes entre los cónyuges.

Ahora bien, nuestras normas positivas dejan en claro que el patrimonio es una universalidad. El artículo 549 del Código Civil y
otras disposiciones que se refieren a él y que ya hemos indicado señalan que contiene un conjunto de derechos y obligaciones sin
especificación. Por eso, al referirse a la comunidad, el artículo 2306 del Código Civil dice expresamente que la herencia es una
cosa universal. También lo ha establecido así nuestra jurisprudencia al resolver sobre la forma de tradición del derecho de
herencia.

El carácter de universalidad jurídica del patrimonio trae aparejado su carácter de intransferible.

Aunque no hay ningún precepto legal que lo establezca directamente, ello resulta de diversas disposiciones: del artículo 1407 del
Código Civil, que prohibe las donaciones a título universal; del artículo 1811, que declara nula la venta de todos los bienes
presentes o futuros o de unos y otros, ya se venda el total o una cuota; del artículo 2056, que prohibe toda sociedad a título
universal.

Parecería oponerse a este carácter intransferible del patrimonio la cesión del derecho de herencia que autoriza la ley.

En realidad no es así, porque en tal caso el cedente no enajena su patrimonio personal u originario, el que siempre es
intransferible.

Además nuestro Código ha creado al respecto un sistema original que, entre otras cosas, hace lógica la posibilidad de enajenación.
En efecto, el Código Civil al enumerar los derechos reales, en el artículo 577 incluye el derecho de herencia; el artículo 1264
señala que en este derecho puede fundamentarse una acción real; este derecho es susceptible de posesión legal (art. 688 del C. C.)
o efectiva y ésta con o sin justo título (art. 704 y 1269 del C. C.); y puede adquirirse por prescripción de acuerdo al artículo 2512
del Código Civil.

Por otra parte, la sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir el dominio (art. 588 del C. C.), que se aplica tanto a las
cosas singulares contenidas en la herencia como al derecho real de herencia en su totalidad (art. 1268 del C. C.). De este modo al
heredero no sólo se le ha transmitido el patrimonio del causante por la muerte de éste, sino que, al mismo tiempo, ha ingresado a
su patrimonio un derecho real de herencia que ha hecho suyo por el modo de adquirir sucesión por causa de muerte. El derecho
real de herencia es muy similar al dominio; se ejerce respecto de todos, erga omnes, pero en lugar de recaer en una cosa corporal o
incorporal (arts. 582 y 583 del C. C.), recae sobre una universalidad jurídica. Así, el que cede un derecho deherencia (art. 1909 del
C. C.) está transfiriendo un derecho real que está contenido en su patrimonio personal u originario que subsiste.

El hecho de que el patrimonio esté fuera del comercio humano hace que a la vez sea inembargable.
Además ya sabemos que el artículo 2465 del Código Civil exceptúa a los bienes no embargables de aquellos sobre los cuales el
acreedor puede perseguir el cumplimiento de sus obligaciones.

El artículo 1618 del Código Civil en su N9 9' establece que no son embargables aquellos derechos cuyo ejercicio es enteramente
personal, lo mismo repite el N2 15 del artículo 445 del Código de Procedimiento Civil, y tal es el caso del derecho de dominio que
sobre su patrimonio tiene una persona.

Igualmente el que el patrimonio no esté en el comercio humano implica además que él es imprescriptible; no puede ad-
({tlirirse ni perderse por prescripción.

El artículo 2498 del Código Civil dice que se gana por prescripción el dominio de los bienes raíces o muebles que están en el
comercio humano, lo que ratifica el artículo 2510 al referirse a la prescripción adquisitiva extraordinaria de las cosas comerciales.

La prescripcióli extilil iv tampoco procede por lo dispuesto en el iii ictiI() 2517 deI Cóffigo Civil, ya que ella requeriría la prcscrip
(i11 i(l(tii5iíiVi (Id (l(I((Ii().originario y lo mismo se aplica a ciertos patrimonios vinculados o fraccionados correspondientes a
ciertos incapaces.

93
Cabe sí hacer presente que el derecho de herencia puede adquirirse o perderse por prescripción, como expresamente lo establece el
artículo 2512 del Código Civil. Lo anterior se funda en las mismas razones que analizamos al estudiar la enajenación del derecho
de herencia.

Finalmente, podemos señalar como característica del patrimonio el ser unitario.

Esto es evidente si consideramos el patrimonio como un atributo de la personalidad: cada persona es y debe ser titular de un
patrimonio, único e indivisible al cual hemos denominado patrimonio personal u originario.

Esto no obsta a que cierto conjunto de bienes dentro de un patrimonio puedan estar vinculados o adscritos a ciertos fines u
obligaciones especiales.

Tal sucede, por ejemplo, en el caso del heredero que acepta la herencia con beneficio de inventario. Este beneficio, de acuerdo con
el artículo 1247 del Código Civil, "consiste en no hacer a los herederos que aceptan responsables de las obligaciones hereditarias y
testamentarias, sino hasta concurrencia total de los bienes que han heredado". Lo anterior no significa una dualidad de
patrimonios, sino una limitación de responsabilidad; las obligaciones hereditarias y testamentarias que pasan al heredero se
reducirán, en el caso de ser mayores, al monto de los bienes heredados.

Distinto es el caso del peculio profesional o industrial del hijo y del patrimonio reservado de la mujer casada, en los que la figura
jurídica es más compleja. Aquí no hay sólo vinculación de determinados bienes a ciertas obligaciones; hay también ingreso de
bienes a este patrimonio fraccionado y, por último, una administración distinta a la del patrimonio originario del incapaz.

El No 12 del artículo 243 del Código Civil establece que el padre no gozará del usufructo, de los bienes adquiridos por el hijo en el
ejercicio de un empleo, profesión liberal, industria u oficio mecánico; agrega que éstos forman su peculio profesional o industrial.
Más adelante el artículo 246 dispone que el hijo de familia se mirará como mayor de edad para la administración de este peculio.

Por otra parte, el artículo 150 del Código Civil se refiere a la mujer casada, de cualquiera edad, que desempeñe cualquier empleo o
ejerza una profesión, oficio o industria separadamente de su marido. En tal caso se considerará como separada de bienes para el
ejercicio de dichas actividades y para la administración de lo que en ellas obtenga.

Tenemos entonces el caso de patrimonios fraccionados. Estos peculios están sometidos a un régimen jurídico distinto del
patrimonio normal u originario del titular. El régimen jurídico es distinto porque estos patrimonios tienen una administración
especial. Los bienes del hijo de familia son administrados por el padre; este patrimonio lo es por el propio hijo. Igualmente los
bienes de la mujer casada son administrados por el marido; los bienes reservados, por la propia mujer. Los frutos de los bienes del
hijo los percibe el padre, los de los bienes de la mujer el marido; aquí los frutos los reciben respectivamente el hijo o la mujer.

Igualmente las obligaciones que pueden hacerse valer en ellos no son todas las obligaciones de los titulares, sino ciertas
obligaciones (artículo 150 incisos 62 y 7, artículo 253 del Código Civil).

El Código a este respecto no habla de patrimonios. Referente al hijo la denominación es "peculio profesional o industrial". Con
relación a la mujer habla de "administración separada" o "bienes reservados"; sin embargo, el inciso final del artículo 4q de la Ley
N2 3.918 sobre Sociedades de Responsabilidad Limitada se refiere al "patrimonio" que separadamente administra la mujer.

No podríamos hablar aquí de patrimonios o bienes de afectación, porque ellos no están afectos o destinados a una finalidad
especial; es la procedencia de los bienes la que determina la formación del patrimonio separado. Tienen además un carácter
eventual, porque si el posible titular no ejerce las actividades que le dan origen, no existirá jamás.

Por otra parte, si el titular adquiere o recobra su plena capacidad, el patrimonio separado desaparece y pasa a confundirse consti
patrimonio originario o personal, cuya identidad y permanencia, por lo tanto, no han sido afectadas.

R:- 1.- capacidad de Goce

- capacidad de goce: La capacidad de goce dice relación con la adquisición de los derechos.

- capacidad de ejercicio: Dice relación con el ejercicio de los derechos sin el ministerio o autorización de otra persona.

2.- domicilio: Art. 59 CC, residencia acompañada, real o presuntivamnete, del ánimo de permanecer en ella.

3.- estado civil: Art. 304: Artículo 304: El estado civil es la calidad de un individuo, en cuanto le habilita para ejercer ciertos
derechos o contraer ciertas obligaciones civiles. Concepto legal.

- doctrinario: Situación permanente de un individuo dentro de la sociedad, que deriva de sus relaciones de familia en cuanto le
habilita para ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones.

94
- Características:

• Es permanente.
• Es atributo exclusivo de las personas naturales.
• Es uno e indivisible, pero esto en relación con el hecho generador que le da origen
• Es incomerciable.
• Es irrenunciable.
• Es intransigible, artículo 2450.
• Es imprescriptible, artículo 2498.
• Los juicios sobre estado civil no pueden someterse a arbitraje

- Fuentes
o La Ley
o La Voluntad de las partes
o La ocurrencia de un hecho
o La sentencia Judicial

3.- nacionalidad: La nacionalidad es un vínculo jurídico que une a una persona con un Estado determinado. Chilenos y
extranjeros

4.- nombre: Es el conjunto de palabras que sirven para individualizar a una persona.

- características:

• No es comerciable.

• No se puede ceder por acto entre vivos ni transmitir por causa de muerte.

• Es inembargable e imprescriptible.

• Es uno e indivisible.

• Es inmutable.

5.- patrimonio: Están constituidos por un conjunto de bienes y relaciones jurídicas activas y pasivas consideradas jurídicamente
como formando parte de un todo indivisible.

- Norma legal: Artículo 2465. Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los
bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el
artículo 1618.

Artículo 85 inciso 2º. El patrimonio en que se presume que suceden, comprenderá los bienes, derechos y acciones del
desaparecido, cuales eran a la fecha de la muerte presunta.

- Características

• Toda persona tiene un patrimonio (para algunos discutible)

• Es inalienable (no se puede hacer ajeno), imprescriptible, inembargable.

• Todo patrimonio tiene un titular (no hay patrimonio sin titular)

• Toda persona tiene un patrimonio (ya que es atributo de la personalidad)

• Es una entidad independiente de los bienes que lo integran.

Personas jurídicas.

1.- Conceptos generales.


2.- Clasificación.
3.- Atributos de la personalidad jurídica.
95
Personas jurídicas.

1.- Conceptos generales.


R:- Se llama persona jurídica una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones civiles, y de ser
representada judicial y extrajudicialmente.

LAS PERSONAS JURIDICAS


Concepto y clasificación
Como sujetos de la relación jurídica existen no sólo las personas naturales sino también las personas jurídicas. Se trata de
entidades colectivas que tienen una personalidad propia, independiente de la personalidad individual de los seres que las
componen.

A ciertas colectividades jurídicamente organizadas de hombres o de bienes, el Estado las reconoce y la ley las eleva a la Categoría
de sujetos de derecho. Conviene señalar, sin embargo, que la Corte Suprema ha falla-(lo(lije tiene legitimación para obrar en el
recurso de protección -calidad sustancial que corresponde al titular de los derechos de los que emana esta acción cautelar— no
sólo la persona natural, sino todo ente, individual o colectivo, que tenga o crea tener un derecho dentro del ordenamiento
constitucional, y ello aunque se trate de grupos o personas morales que carezcan de personalidad jurídica,'° no así las zonas
geográficas, provincias o divisiones territoriales."

El que ciertas entidades que no son personas humanas puedan ser sujetos de una relación jurídica, no obstante constituir una
realidad muy común en la vida social, es desde el punto de vista jurídico un problema difícil para cuya explicación se han
formulado muy diversas teorías.

Algunas de estas teorías sostienen que la persona jurídica es una ficción; otras, que es una realidad, técnica en unos casos, objetiva
en otros.

El representante más ilustre de la teoría de la ficción es el jurista alemán Savigny; para él las personas jurídicas son seres creados
artificialmente capaces de tener un patrimonio. El que las personas colectivas sean seres ficticios no significa que carezcan de
realidad; quiere decir solamente que aunque este ente real carezca de voluntad, la ley se la atribuye ficticiamente al otorgarle
personalidad jurídica.

Se ha combatido la teoría de la ficción por los que estiman que la capacidad jurídica no está determinada por la voluntad. Si ello
fuera necesario, los infantes y los dementes no podrían ser sujetos de derechos. De lo anterior resulta que el hecho de no tener
voluntad propia no podría esgrimirse como un argumento en contra de la realidad de la persona jurídica. Se alega también que las
personas jurídicas no son entes ficticios, sino que tienen un importante y notorio poder como individualidades sociales.

Algunos autores, como Brinz, estiman que se trata de patrimonios que no pertenecen a una persona determinada, sino que están
destinados a un fin. Los derechos de la persona jurídica no son de alguien, sino de algo, del patrimonio. Es lo que se llamaría un
patrimonio de afectación.

Otras teorías declaran que las personas jurídicas son realidades, especialmente la de Otto Gierke, que las considera un organismo
social, o sea, una realidad objetiva; o la de Francisco Ferrara, que las considera como asociaciones o instituciones formadas para la
consecución de un fin y reconocidas por el ordenamiento jurídico como sujetos de derecho, esto es, una realidad abstracta.

Nuestro Código Civil acepta la teoría de la ficción, ya que el artículo 545 dispone: "Se llama persona jurídica una persona ficticia,
capaz de ejercer derechos y contraer obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente". Por otra parte, en
esta materia don Andrés Bello siguió la doctrina de Savigny, que fue uno de los autores que le sirvieron de antecedente en muchas
partes del Código Civil.

Por su función las personas jurídicas pueden clasificarse, en primer término, en personas jurídicas de derecho público y
personas jurídicas de derecho privado.

Nuestro Código Civil, que, por otra parte, fue uno de los primeros que reglamentaron la personalidad jurídica, las trata en el Título
XXXIII del Libro 1. En él se expresa, en el inciso 2 del artículo 547, que las disposiciones de este Título no se extienden a las
corporaciones o fundaciones de derecho público, como la ilación, el fisco, las municipalidades, las iglesias, las comunidades
religiosas y los establecimientos que se costean con fondos del erario.

Las personas jurídicas de derecho privado se dividen entre las que no persiguen fines de lucro y aquellas que sí los persiguen.

Las primeras pueden ser corporaciones o fundaciones.

A éstas solamente se refiere el Título que hemos señalado del Código Civil. Las personas jurídicas que persiguen fines de lucro, y
que se denominan sociedades, no están comprendidas en él. Al efecto, el inciso 1° del art. 547 del Código Civil, que ya hemos
96
citado, dice: "Las sociedades industriales no están comprendidas en las disposiciones de este título, sus derechos y obligaciones
son reglados, según su naturaleza, por otros títulos de este Código y por el Código de Comercio".

Por lo tanto, las personas jurídicas que persiguen fines de lucro, o sociedades, pueden ser civiles o comerciales. Serán coinerciales
cuando estén destinadas a realizar actos de comercio.

El Código Civil reglamenta las sociedades civiles al referirse al (Hiltrato de sociedad en el Título XXVIII del Libro IV. El primer
iiiiculo de dicho título, el 2053, expresa: "La sociedad o compañía es un contrato en que dos o más personas estipulan poner algo
en común con la mira de repartir entre sí los beneficios que de ello provengan.

La sociedad forma una persona jurídica, distinta de los socios individualmente considerados".

Las sociedades pueden ser colectivas, en comandita, o anónimas, según lo establece el artículo 2061 del Código Civil.

Las sociedades colectivas o en comandita pueden ser civiles o comerciales si se forman para negocios que la ley califica de actos
de comercio. La sociedad anónima es siempre mercantil aunque se forme para la realización de negocios de carácter civil.

La sociedad colectiva es aquella en que todos los socios administran por sí o por un mandatario elegido de común acuerdo.

Además, los socios responden personalmente de las obligaciones sociales cuando el patrimonio social es insuficiente para
solventarlas.

Este último aspecto hizo que posteriormente se creara por ley una clase especial de sociedades colectivas, llamadas de
responsabilidad limitada, en que la responsabilidad personal de sus socios queda limitada al monto de sus aportes.

Las sociedades en comandita están constituidas por dos clases de socios: los socios comanditarios, que efectúan un aporte a la
sociedad, y sólo son responsables hasta concurrencia de su aporte, y los socios gestores, que administran la sociedad y son
responsables de todas las obligaciones y pérdidas de ella.

La sociedad anónima es una persona jurídica formada por la reunión de un fondo común, suministrado por accionistas
responsables sólo hasta el monto de sus respectivos aportes, y administrada por un directorio integrado por miembros
esencialmente revocables.

Las personas jurídicas sinfines de lucro

Señalamos que nuestro Código Civil al referirse en el Título XXXIII del Libro 1 a las personas jurídicas, sólo reglamentaba las
personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro.

En el artículo 547 señala que las sociedades industriales no están comprendidas en las disposiciones de ese Título, las que no se
extienden tampoco a las corporaciones o fundaciones de derecho público.

Las personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro pueden ser corporaciones o fundaciones.

Las corporaciones son personas jurídicas formadas por un cierto número de individuos asociados para la realización de un lit]
común que no tenga carácter de lucro.

Las fundaciones están constituidas por un conjunto de bienes destinados a un fin de interés general.
De aquí nace una diferencia fundamental: es la reunión de personas la que determina la corporación; si estas personas desaparecen
o son muy exiguas para la consecución de los fines y los estatutos no hubieren prevenido el modo de renovarlas y la autoridad no
las renueva, desaparece la corporación. En cambio, la existencia de bienes no es indispensable para la subsistencia de la
corporación.

Por el contrario, la existencia de bienes es indispensable a la existencia de las fundaciones; las que como lo dispone el artículo 564
del Código Civil, perecen por la destrucción de los bienes destinados a su manutención. Las personas, en cambio, no son
necesarias para la constitución de la fundación; lo son sólo para la administración de su patrimonio.

Ambas tienen de común la persecución de un fin, naturalmente lícito, no lucrativo y determinado. La corporación puede perseguir
un fin común que propenda al bienestar de sus asociados o que consista en actividades de interés general o social. Las
fúndaciones, en cambio, por su constitución, sólo pueden tener un fin ideal en interés de personas indeterminadas.

- Corporaciones
Las corporaciones se constituyen por ley o a través de la iprobación del Presidente de la República. En el segundo caso su
constitución se rige por el Reglamento sobre Concesión de Personalidad jurídica, N 110 de 1979 (D.O.20-03-79).

97
La constitución es solemne, ya que los artículos 2 y 30 del Reglamento exigen que la solicitud en que se pida la concesión de la
personalidad jurídica deberá constar en escritura pública. lsta solicitud, que debe contener las indicaciones que señalan los utículos
42 y 9 a 10 del Reglamento, deberá ser aprobada por el Presidente de la República de conformidad al artículo 23.

Los estatutos de una corporación tienen fuerza obligatoria sobre toda ella. Estos estatutos regularán la forma en que se manilslará
la voluntad de la corporación. Al respecto el artículo 550 del Código Civil dispone que la mayoría de los miembros que 1(I1ga
voto deliberativo constituirá una "sala" o reunión legal de la (()Iporaci()n y que la voluntad de la mayoría de la sala será la \ Ii iii
tacI de la corporación.

Las corporaciones soii representadas por las personas designaal (lc('t() por ki ley O los esttl litos y sus actos SOfl actos de la
()I'lD)ta(iOIl (II (IIaIlh 11(1 (X(('(laIl los líiiiiis (l(' Sil lflall(laIO. Los estatutos de una corporación pueden reformarse. Esta
reforma deberá ajustarse a lo que al respecto dispongan los estatutos; con sujeción a ellos o a falta de sus disposiciones, dicha
reforma deberá ser aprobada en una Junta General de la corporación.

En todo caso, esta reforma debe sujetarse a los mismos requisitos y formalidades establecidos para la concesión de la
personalidad, conforme a lo dispuesto en el artículo 24 del Reglamento respectivo. Se ha discutido en teoría si en la modificación
de estatutos puede cambiarse el objeto de una corporación. Al respecto cabe señalar que el artículo 24 del Reglamento sobre
Concesión de Personalidad jurídica establece en su inciso 4: "Las corporaciones no podrán alterar sustancialmente sus fines
estatutarios y corresponderá al Presidente de la República calificar si concurre o no dicha circunstancia".

Las corporaciones pueden disolverse por su propia voluntad, pero al efecto, como lo disponen el artículo 559 del Código Civil y el
artículo 25 del Reglamento, es necesaria la aprobación de la autoridad que legitimó su existencia.

También pueden disolverse por disposición de la autoridad o por ley, aun contra la voluntad de sus miembros, si llegan a
comprometer la seguridad o intereses del Estado, o no corresponden al objeto de su institución (art. 559 inc. final del C. C.).

Otra causal de disolución podría ser la contemplada en el artículo 560 del Código Civil, que se pone en el caso de que falten
todos los miembros de una corporación o queden reducidos a tan corto número que no puedan ya cumplirse los objetos para que
fuera instituida. En tal caso, debe estarse en primer término a lo que dispongan los estatutos respecto a su integración; si nada han
previsto corresponderá a la autoridad la forma en que haya de efectuarse la integración o renovación. Si esta facultad no se
ejercitare, la corporación desaparecerá por falta de las personas naturales que deben integrarla.

Una vez disuelta la corporación se dispondrá de sus bienes en la forma prescrita en los estatutos; si éstos nada han dispuesto al
efecto, sus propiedades pertenecerán al Estado, con la obligación de emplearlas en objetos análogos de la institución,
correspondiendo al Presidente de la República señalarlos.

- Fundaciones

En general, la reglamentación que hemos señalado para las corporaciones se aplica también a las fundaciones (le henchcencia,de
acuerdo a lo establecido en el artículo 563 del Código Civil y a lo que dispone el artículo 30 del Reglamento respectivo.

A diferencia de las corporaciones, las fundaciones se constituyen por la voluntad de su fundador y el Presidente sólo aprueba su
existencia. Se rigen por los estatutos dictados por el fundador; si él no hubiera manifestado su voluntad a este respecto o sólo la
hubiere manifestado incompletamente, será suplido este defecto por el Presidente de la República (art. 562 del C. C.).

De lo anterior se desprende que para la creación de una fundación es indispensable la existencia de un fundador. Este puede
hacerlo en primer término por medio de una asignación testamentaria.

El artículo 963 del Código Civil al determinar que son incapaces de todo legado las organizaciones que no sean personas jurídicas,
agrega en su inciso 2: "Pero si la asignación tuviere por objeto la fundación de una nueva corporación o establecimiento, podrá
solicitarse la aprobación legal, y obtenida ésta, valdrá la asignación".

No siempre deberá tratarse de una asignación que cree directamente la fundación, sino que puede tener también el carácter de una
asignación modal. Asignación modal, de acuerdo al artículo 1089 del Código Civil, es aquella en que se asigna algo a una persona
para que lo tenga por suyo, pero con el objeto de aplicarlo a un fin especial. Este fin especial puede ser la creación de una
íundación con una finalidad determinada. Puede también tratarse de una donación modal.

Puede crearse igualmente la fundación por un acto entre vivos que consistirá en una declaración unilateral de voluntad del
lundador. En todo caso, es un acto solemne ya que, de acuerdo al Reglamento, en la solicitud de aprobación de estatutos debe
acompañarse una copia autorizada del instrumento público en que consten el acto de fundación, los estatutos y el poder de la
persoiia que la solicita (artículo 30 en relación con el artículo 3 del Reglamento).

Otro punto fundamental en que la reglamentación de las fundaciones se diferencia de la de las corporaciones es que éstas tienen
una causal especial de disolución. El artículo 5664 del Có-(ligo Civil dispone: "Las fundaciones perecen por la destrucción de los
bienes destinados a su manutención".
98
Esto es lógico si consideramos, como se dijo en un comienzo, (ILIC la fundación está constituida por un conjunto de bienes
destinados a un fin de interés general; si estos bienes desaparecen, también se extingue la fundación, ya que ellos la constituyen y
son (1 lluCdi() (lIme lidie pDII realizar su fin.

2.- Clasificación.

3.- Atributos de la personalidad jurídica.


ATRIBUTOS DE LAS PERSONAS JURÍDICAS

Los atributos de la personalidad que corresponden a las personas naturales no podemos asignarlos en igual forma ni en su totalidad
a las personas jurídicas. Por de pronto carecerán de estado civil y el concepto de patrimonio tendrá un alcance diverso.

Reglas especiales gobernarán su nombre, su nacionalidad, su capacidad y domicilio.

Nombre y domicilio
Las personas jurídicas de derecho privado sin fines de lucro, corporaciones y fundaciones, establecen su nombre y domicilio desde
su origen. El Reglamento sobre Concesión de Personalidad Jurídica (Decreto Supremo de justicia N6 110 de 1979) dispone en su
artículo 42 que: "Los estatutos de toda corporación deberán contener:

1) La indicación precisa del nombre y domicilio de la entidad". A su vez, el artículo 31 dice: "Los estatutos de toda fundación
deberán contener:
a) El nombre, domicilio y duración de la entidad". Respecto a las sociedades el Código Civil no tiene normas directas,
pero da por sentado que debe existir una firma o razón social (art. 2062).

Respecto a las sociedades comerciales colectivas el Código de Comercio en su artículo 352 señala que la escritura social debe
expresar: "2 La razón o firma social... 116 El domicilio de la sociedad".

Lo anterior se aplica a las sociedades en comandita de acuerdo al artículo 474 del Código de Comercio. Respecto a las sociedades
anónimas el artículo 42 de la Ley N2 18.046 que regula este tipo de sociedades, señala que la escritura de sociedad debe expresar:

“El nombre y domicilio de la sociedad".


El Código de Comercio reglamenta en cierto detalle la razón o firma social de la sociedad colectiva en los artículos 365 y ss. Por
otra parte, la Ley sobre Sociedades Anónimas (Ley N2 18.046 de 1981) dice que "si el nombre de una sociedad fuere idéntico o
semejante al de otra ya existente, esta última tendrá derecho a demandar su modificación enjuicio sumario" (art. 82).

Los autores han estimado que en caso de litigio los tribunales pueden determinar si el domicilio efectivo de la sociedad con-
esponde o no al fijado en los estatutos. Al mismo tiempo, estimamos que puede ser aplicable a las personas jurídicas lo dispuesto
en el artículo 67 del Código Civil, especialmente si tienen agencias o sucursales. Ello significará que si concurren en varias
secciones territoriales circunstancias constitutivas de domicilio civil, se entenderá que en todas ellas lo tiene.

Nacionalidad
La nacionalidad de una persona jurídica puede tener importancia cuando ella actúa en otro país y puede plantearse
internacionalmente el problema del derecho aplicable en caso de controversia.

Al respecto tradicionalmente existían dos criterios distintos.

En los países de la Europa continental se estimaba que debía atenderse a la sede social, es decir, una sociedad tiene la nacionalidad
del país en que está ubicada su sede social.

99
Los países del common law adoptaron un criterio diferente, el de la autorización. La nacionalidad de una sociedad era la del
Estado que la autorizó a funcionar como tal.

Las grandes guerras mundiales crearon problemas nuevos; en especial cuál es la vinculación de una sociedad a un Estado que
autorice a ésta para otorgarle protección diplomática. Frente a esto las grandes potencias cambiaron su criterio y comenzaron a
reivindicar para las sociedades el mismo derecho de protección diplomática que correspondía a los individuos y se estableció una
analogía entre las reglas que rigen su nacionalidad y las que rigen las de los individuos.

Posteriormente se presentaron problemas relacionados con la protección diplomática de intereses de nacionales que formaban
parte de una sociedad extranjera a la que se inferían daños en cualquier país. También se presentó el caso de ciudadanos de un país
que constituían una sociedad en un país distinto para que tuviera la nacionalidad de éste. Así podían realizar actos que, en su
carácter de extranjeros, les eran prohibidos o ilícitos personalmente.

Surgió así la teoría del control, que sostiene que la nacionalidad de una sociedad está determinada por la nacionalidad de las
personas que controlan sus decisiones.

Este criterio tuvo influencia en nuestra legislación. El Decreto con Fuerza (le Ley N6 251 de 1931 exige en sus artículos 46 y 6"
(lue pala ejercer el comercio de seguros las SOcie(Ia-(les a!IÓU1IILIS cl(l)iaIl tellel 1111 capital que en sus (los leiceras partes, a
lo menos, fuera suscrito y conservado por accionistas chilenos o extranjeros radicados en Chile. El Decreto Ley N2 3.057 ha
modificado el artículo 62 y, aunque habla de sociedades anónimas nacionales de seguros, suprime la exigencia relativa a la
propiedad del capital, con lo cual parece volverse al criterio de que es la constitución en Chile lo que da a una sociedad anónima el
carácter de nacional. Igualmente la Ley General de Bancos deja en claro que son nacionales los constituidos en Chile; al referirse a
los bancos extranjeros el artículo 29 dice: "Los bancos constituidos en el extranjero".

Frente a estos criterios dispares puede señalarse que la última decisión jurisdiccional importante sobre este tema, dada a conocer
por la Corte Internacional de Justicia el 5 de febrero de 1970, descartó el criterio del control y siguió considerando válidos para
determinar la nacionalidad, a los efectos de la protección diplomática, a los de la sede social y de la autorización. Entre nosotros
estimamos que es la autorización, o sea, la constitución en Chile, lo que determina la nacionalidad chilena.

Patrimonio

Las personas jurídicas tienen también un patrimonio.

Es tal vez la noción de patrimonio la que hace posible la comprensión en derecho de la persona jurídica. Es precisamente el hecho
de que la persona jurídica tenga un patrimonio propio distinto del de las personas naturales que puedan formarla, lo que hace
posible lo dispuesto en el artículo 549 del Código Civil: 1° que lo que pertenece a la corporación, no pertenece ni en todo ni en
parte a ninguno de los individuos que la componen; 2' que las deudas de la corporación no dan a nadie derecho para demandarlas,
en todo o parte, a ninguno de los individuos que componen la corporación.

Sin embargo, en las personas jurídicas el patrimonio puede tener un carácter fundamental que no lo tiene en las personas naturales.
Hemos visto que el patrimonio tiene un activo y un pasivo y que no importa el signo negativo del balance entre ambos.

No importa tampoco que una persona carezca de bienes, porque en todo caso tendrá un patrimonio; lo que importa es el continente
y no el contenido.

En las personas jurídicas, en cambio, el patrimonio con un valor positivo, como continente de bienes, puede ser indispensable para
la subsistencia de la personalidad.
Tenemos así el artículo 564 del Código Civil, que establece: "Las fundaciones perecen por la destrucción de los bienes destinados
a su manutención". Por otra parte, el artículo 2100 dice: "La sociedad se disuelve asimismo por su insolvencia, y por la extinción
de la cosa o cosas que forman su objeto total".

El Código de Comercio aplica la disposición anterior, porque en el artículo 407 dispone que "la sociedad colectiva se disuelve por
los modos que determina el Código Civil".

Tenemos entonces que, en todos estos casos, un patrimonio que tenga un signo positivo de una magnitud determinada es
indispensable para la subsistencia de la personalidad jurídica.

Capacidad

El Código Civil dice en forma general en el artículo 545 que las personas jurídicas son capaces de ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles, y de ser representadas judicial y extrajudicialmente.

Pero, por su naturaleza propia, esta capacidad está restringida a los derechos patrimoniales; los derechos de familia son sólo
compatibles con la persona natural.
100
Aun dentro de los derechos patrimoniales pareciera que ciertos derechos personalísimos no entraran dentro de la capacidad de las
personas jurídicas. Se trata de aquellos derechos que el Código Civil en el N2 90 del artículo 1618 llama "derechos cuyo ejercicio
es enteramente personal", dando como ejemplo los de uso y habitación.

Por otra parte, ciertos cargos sólo pueden ser desempeñados por personas naturales. Así los artículos 338 y siguientes del Código
Civil (en especial arts. 497, 500, 514, etc., del C. C.) giran en torno a las personas naturales. La Ley General de Bancos al
autorizar, en su artículo 48 N2 4, a los bancos para ser guardadores testamentarios en determinados casos, señala que el cargo sólo
se extenderá a la administración de los bienes del pupilo. Salvo ciers excepciones relacionadas también con los bancos, las
personas (trídicas no pueden desempeñar el cargo de partidores, albaceas () depositarios.

En general, Li capacidad de una persona jurídica se encontraa(letniís (t(í('ittiilCi(Li y SUIR)rdinada a su tipo y hnalidad.

RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURíDICAS

- Responsabilidad penal

La posibilidad de responsabilidad penal para las personas jurídicas no ha sido resuelta de modo uniforme por los tratadistas.

Los partidarios de que la personalidad jurídica es una ficción estiman que ella es imposible porque, en primer término, tal
responsabilidad se basa en la voluntad de un ser humano para realizar actos razonados; en segundo lugar, por el principio de
personalidad o individualidad de las penas.

En efecto, la sanción contra una persona jurídica la sufrirían todos los asociados, incluso los que no tuvieron ninguna participación
en el hecho punible.

Los que estiman que las personas jurídicas son realidades objetivas admiten que tienen responsabilidad penal, pero deben
restringirse a casos excepcionales y a penas determinadas.

Los que sostienen que las personas jurídicas son una realidad, pero abstracta, estiman que no pueden ser autoras de delito en el
sentido natural o legal; que si por parte de la persona jurídica se cometiere un delito, no personal sino colectivo, debe ser castigado
a través del derecho penal administrativo.

Entre nosotros no cabe esta discusión teórica. En efecto, el inciso segundo del artículo 39 del Código de Procedimiento Penal dice:
"La responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las personas naturales. Por las personas jurídicas responden los que
hayan intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad civil que afecte a la corporación en cuyo nombre hubieren
obrado".

- Responsabilidad civil
En la responsabilidad civil debemos distinguir si se trata de responsabilidad contractual o extracontractual.

En materia contractual las personas jurídicas responden de todas las obligaciones contraídas en su nombre por sus representantes si
éstos han obrado dentro de los límites de su mandato.

En efecto, el artículo 545 del Código Civil dice que la persona jurídica es capaz de contraer obligaciones civiles y de SCE
representada judicial y extrajudicialmente.

Por otra parte, el artículo 552 agrega que: "Los actos del representante de la corporación, en cuanto no excedan de los límites del
ministerio que se le ha confiado, son actos de la corporación; en cuanto excedan de estos límites, sólo obligan personalmente al
representante".

Por lo tanto, la persona jurídica está obligada al cumplimiento de sus obligaciones; en caso contrario, incurrirá en responsabilidad
civil contractual y estará constreñida a pagar las indemnizaciones de perjuicios, compensatorias y/o moratorias, que procedan.

Igualmente la persona jurídica puede incurrir en responsabilidad civil extracontractual.

Ahora bien, esta responsabilidad emana de los delitos o cuasidelitos civiles, que son aquellos hechos ilícitos, dolosos o culpables
que causan daño a un tercero. La responsabilidad consiste en la obligación de indemnizar este daño.

Considerando la disposición expresa del artículo 39 del Código de Procedimiento Penal que ya hemos citado y que no existe
ninguna disposición limitativa en el Título XXXV del Libro IV del Código Civil que reglamente la responsabilidad
extracontractual, no hay razón alguna para sostener, como lo han hecho algunas sentencias, que la persona jurídica sea incapaz de
cometer delitos o cuasidelitos civiles.

101
Si la persona jurídica puede contraer obligaciones civiles, como expresamente lo dispone el artículo 545 del Código Civil, no hay
razón alguna para limitar esta capacidad a una sola de las fuentes de las obligaciones, ni tampoco para excluir a una de dichas
fuentes.

En cuanto al daño que causen las personas, la responsabilidad extracontractual puede provenir del hecho propio, o bien, del hecho
de un tercero por el cual se es civilmente responsable.

Esta situación excepcional en que alguien responde del delito o cuasidelito ajeno la plantea en forma general el artículo 2320 del
Código Civil al decir que "toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que estuvieren
a su cuidado". En los ejemplos que señala dicha disposición, y que no son taxativos, dice que los artesanos y empresarios
responden del hecho de sus aprendices o dependientes, mientras estén bajo su cuidado. 181. En relación con la responsabilidad
personal de las personas jurídicas, se ha sostenido por los autores franceses y por Alessandri, entre nosotros, que el delito o
cuasidelito debe haber sido cometido por sus "órganos", esto es, por las personas naturales o asamblea en que reside la voluntad de
la persona jurídica, o sea, la mayoría de la sala de acuerdo al artículo 550 o las personas que la representan en conformidad al
artículo 551 del Código Civil, y además obrando en ejercicio de sus funciones.

De acuerdo a este criterio el daño inferido por cualquiera persona natural que forme parte de la sociedad jurídica, pero que no
tenga su representación, sólo podría hacerla responsable a través del mecanismo de responsabilidad por el hecho a' 18 No
compartimos este criterio que parte de no considerar aquí la diferente reglamentación de la capacidad en materia contractual y en
materia de responsabilidad civil extracontractual. Para realizar válidamente actos jurídicos es necesario tener la capacidad al
efecto, capacidad que está regulada por las disposiciones del artículo 1447 del Código Civil. La capacidad para contraer
responsabilidad civil la fija el artículo 2319 del Código Civil; de acuerdo con él, los únicos incapaces son los menores de siete
años (infantes) y los dementes.

Por lo tanto, para contraer responsabilidad civil no es necesaria la capacidad para realizar actos jurídicos, lo que es lógico, porque
aquí estamos en presencia de simples hechos jurídicos; consecuencialmente, para que la persona jurídica contraiga responsabilidad
civil no es necesario que actúen las personas que la representan y realicen los actos exigidos para obligarla contractualmente.

¿Cómo actúa la persona jurídica en el mundo real? A través de las personas naturales que forman parte de ella en cualquier
carácter, tengan o no su representación. Es precisamente en los hechos de la vida diaria, en las ocurrencias de la actividad, en los
que se causan daños y se incurren en responsabilidad civil. Ahora bien, esta actividad no la realizan las personas jurídicas, entes
abstractos, sino las personas naturales que las componen o forman parte de ellas como administradores o como dependientes.

Por lo tanto, las personas jurídicas incurren en responsabilidad civil extracontractual por los daños que produzca su activi-dad,
realizada por intermedio de cualquiera de las personas que la componen, tengan o no su representación.

Las personas jurídicas pueden ser también responsables por el hecho ajeno.

La disposición general del artículo 2320 del Código Civil, que hemos citado, no tiene limitaciones. A mayor abundamiento, entre
los ejemplos que coloca el artículo se encuentra la responsabilidad de los empresarios por sus dependientes, y el artículo 2322
establece la responsabilidad de los amos por la conducta de sus criados.

Por empresario se ha entendido entre nosotros, en forma limitativa, que es la persona natural o jurídica que ejecuta una obra o
explota un servicio público. Por dependientes se ha entendido los que están a su servicio, tales como empleados y obreros.
Aplicando el texto del artículo 2320, resulta que la responsabilidad del empresario puede existir mientras los dependientes estén a
su cuidado y cesa cuando no están a su servicio. Aun en el primer caso la responsabilidad del empresario cesará si prueba que
empleó la debida vigilancia y cuidado y no obstante no pudo impedir el hecho.

Hemos citado también la responsabilidad de los amos, porque la jurisprudencia ha dado a los términos "amo", "criado" y
"sirviente" un significado amplio, abarcando en los últimos a las personas que sirven por salario, y en el primero, a todas las
personas o entes que tienen asalariados a su servicio. Aquí también la responsabilidad cesa si el amo prueba que el criado ejerció
sus funciones de un modo impropio que el primero no tenía medio de prever o impedir (art. 2322 del C. C.).

Resalta de inmediato lo restringida que resultaría la responsabilidad civil extracontractual de las personas jurídicas si la derivada
de los daños que originan las personas que actúan por ellas sólo pudiera perseguirse a través del mecanismo de la responsabilidad
por el hecho ajeno.
R:- 1.- Capacidad.

- Son capaces, tanto para actos patrimoniales como extra patrimoniales


- Tienen derechos de la personalidad, como la honra.
- Tienen responsabilidad
2.- Domicilio.
• Se señalará en sus estatutos
• Si nada dice, corresponde al lugar donde tenga su asiento principal la respectiva corporación o fundación
102
3.- Nacionalidad.
• DERECHO PÚBLICO. La nacionalidad del Estado de que emanan
• DERECHO PRIVADO. Conforme al principio de territorialidad, corresponde a la ley del Estado que las autorice, esto es
Chile.
4.- Nombre.
• Deberá hacer referencia a su naturaleza, objeto o finalidad.. 548-3
• Restricciones. 548-3.2: no podrá coincidir o tener similitud susceptible de provocar confusión con ninguna otra persona
jurídica u organización vigente, sea pública o privada, ni con personas naturales, salvo con el consentimiento expreso
del interesado o sus sucesores, o hubieren transcurrido veinte años desde su muerte.

3.- TEORÍA GENERAL DEL NEGOCIO JURÍDICO. 87-153


Concepto y clasificaciones.
1.- Teoría del negocio jurídico. Concepto, efectos.
R:- Hechoshechos materiales y hechos jurídicos.
Hechos materiales: cuando no generan efectos jurídicos
H. Naturaleza
H. Hombre
Hechos Jurídicos: Cuando generan efectos jurídicos: todo suceso de la naturaleza o del hombre que produce la adquisición,
modificación o extinción de un derecho subjetivo.
Hechos Jurídicos de la naturaleza: el nacimiento (persona Natural), la muerte (fin a la existencia de la persona natural),
la demencia (falta de capacidad de ejercicio), la mayoría de edad (capacidad de ejercicio)
Hechos J. del hombre:
 Sin la intención de prod. Ef. Jdcos. Licitos o ilícitos: cuasicontratos, cuasidelitos y delitos civiles.
 Con la intencios de PEJ y lícitos: Actos jurídicos. Ej. Contrato, testamento, pago, ocupación, tradición,
etc.
Acto Jurídico: Manifestación de voluntad que se hace con la intención de crear, modificar o extinguir un derecho subjetivo.
- Manifestación de voluntad: los diferencia de los hechos, manifestación realizada con la intención de producir efectos jurídicos,
los diferencia de los cuasicontratos, cuasidelito y delitos.
- El AJ puede crear derechos y obligaciones: contrato
- Modificar derechos: modificar el derecho de propiedad en la constitución de un derecho de usufructo.
- Transferir derechos; Tradición.
- Transmitir derechos y obligaciones: Testamento
- Extinguir derechos y obligaciones: Pago
- Reconocimiento de la AV.

2.- Clasificaciones de los negocios jurídicos.


Clasificación legal y doctrinal
Legal
1.- Atendiendo al número de voluntades necesarias para que el acto nazca a la vida del derecho : Actos Unilaterales y Actos
Bilaterales. Ar. 1439 CC.
- AJU: expresión de la voluntad de una sola parte. Actos unilaterales simples, manifestación de la voluntad de una persona, ej.
Testamento. También es la manifestación de voluntad de varias personas, que en conjunto expresan una sola voluntad, actos
unilaterales colectivos, concurren varias personas a la celebración del acto en vista del interés común, ej., la mayoría de la
voluntad de una corporación. Autor.
- AJB: Acuerdo de voluntades de dos o más partes=consentimiento. Convención y contrato. Multilateral o plurilateral.
Multilateral: contrato de sociedad
Parte: puede ser una o más personas. Art. 1438 CC. Persona o grupo de personas que constituyen un solo centro de interés.
- convención: modifican o extinguen obligaciones. Pago o tradición.
- Contrato: convención que crea obligaciones. Que puede ser unilateral y bilateral o sinalagmático, según si resulta
obligada sólo una de las partes o si resultan ambas. Art. 1439.

2.- En cuanto a la reciprocidad de las prestaciones. Art. 1440


a) A título gratuito: el contrato es gratuito o de beneficencia cuando solo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo
la otra el gravamen. Ej. Donación, comodato, depósito cuando no es remunerado. Una sola de las parte se obliga.
b) A título oneroso: cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno en beneficio del otro. Ej.
Compraventa, arrendamiento, sociedad. Hay obligaciones reciprocas entre las partes.

103
 Importancia:
- Procedencia de la acción pauliana
- Prestación de culpas
- Procedencia de la lesión
AJATO Conmutativo Art. 1441: El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una
cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez. Ej., compraventa, arrendamiento, sociedad.

AJATO Aleatorio Art. 1441: y si el equivalente consiste en una contingencia de ganancia o pérdida, se llama aleatorio. Ej.,
juego, apuesta o seguro.
Importancia:
- Clausula penal enorme
- Lesión enorme
- Teoría de la Imprevisión.

3.- En cuanto pueden o no subsistir por sí mismos. Principales y accesorios. Art. 1442 CC.
a) AJ Principal: El Contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención. Ej. Matrimonio,
compraventa, arrendamiento.

b) AJ Accesorio: Cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir
sin ella. Ej., fianza, prenda, hipoteca.

Importancia
- Art. 46: Cauciones.: lo accesorio sigue la suerte de lo principal
- Contrato dependiente: es aquel que sigue la suerte del contrato principal, sin garantizarlo ni caucionarlo. Ej.,
capitulaciones matrimoniales.
4.- En cuanto a si requieren o no formalidades para su existencia en atención a la naturaleza del acto. Art. 1443
a) EL contrato es real: cuando para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; Ej., comodato, depósito y
mutuo.
b) EL contrato es solemne: cuando está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no
producen ningún efecto civil; ej., matrimonio, hipoteca, compraventa e inmueble.
c) Consensuales: cuando se perfeccionan por el mero consentimiento.
Entrega y Tradición: Art. 670, la diferencia está en el elemento INTENCIÓN, del cual la entrega carece.

Clasificación doctrinal
1.- En cuanto a que si tienen carácter pecuniario o no:
a) AJ Patrimoniales: Aquellos cuyo contenido es de carácter pecuniario en interesa particularmente a sus autores, creo, modifica o
extingue un derecho pecuniario. Ej. Contrato de arrendamiento
b) AJ de Familia: se refiere a la situación del individuo frente a la familia y las relaciones del mismo frente a los demás miembros
del grupo familiar e incluso de la sociedad. Ej. Matrimonio, adopción.

Diferencias Patrimoniales Familia

1.- que derechos Renunciables Irrenunciables


consagra
2.- Principio de la Hay plena libertad y la AV es Limitado
Autonomía de la plenamente eficaz.
Voluntad
3.- En cuanto a los Solo el interés de quienes concurren a la Comprometido el interés de quienes
fines que persigue. celebración realizan el acto y el interés de la
sociedad.

3.- En cuanto a la época en que van a producir efectos se dividen en:


a) Actos entre vivos: Aquellos que no suponen la muerte de su autor para producir efectos.
b) Actos por causa de muerte: Aquellos que suponen la muerte de su autor para producir efectos.

4.- En cuanto al momento en que se producen sus efectos normales:


104
a) Puros y simples: aquellos que no están sujetos a modalidades, da inmediatamente nacimiento a un derecho cuyo ejercicio puede
ser inmediato y su duración indefinida.
b) Sujetos a modalidades: son aquellos cuyos efectos están subordinados al cumplimiento de ciertas clausulas restrictivas
particulares, introducidas por las partes: condición, plazo y modo.

5.- En cuanto si están o no regulados por ley.


a) AJ Típico o nominados: son los que están regulados y estructurados por la ley. Ej. El matrimonio, adopción, testamento.
b) AJ Innominado o atípico: AJ no configurados por la ley, creados por los particulares PAV. Ej. Contrato de suministro,
abastecimiento, consignación.

6.- En cuanto a si crea o no una situación jurídica o un derecho nuevo.


a) AJ Constitutivos: Aquellos que crean una situación jurídica o un derecho nuevo que antes no existía. El crear las calidades de
deudor o acreedor.
b) AJ Declarativos: No hacen nacer un nuevo derecho, ni crean un SJ preexistente. Se limita a reconocer un derecho que la
persona ya tenía con anterioridad. Ej. Adjudicación en la partición de bienes.
c) AJ Traslaticios: Son los que transfieren de un titular a otro un derecho que ya tenía existencia. Ej. Tradición.

7.- En cuanto a la existensión de las facultades del que los realiza:


a) Actos de disposición: los que conciernen al valor capital del patrimonio, los que pueden importar pérdida o disminución de éste.
b) Actos de Administración: Los que tienden a conservarlo aun cuando contemplen enajenación.

8.- En cuanto a si todos sus efectos se producen o no de inmediato:


a) Instantáneos: Normalmente todos sus efectos se producen de inmediato. Ej. Pago al contado.
b) De tracto sucesivo: sus efectos se van produciendo en el tiempo. Arrendamiento.

9.- En cuanto a si la causa en motivo suficiente para su celebración.


a) Actos Causados o materiales: aquellos en que la causa aparece manifiesta o está indicada. Compraventa
b) Actos formales o abstractos: aquellos cuya causa no cobra expresión en ellos o que se celebran sin guardar relación alguna con
una determinada. Letra cambio.

Estructura, requisitos y vicios del consentimiento.

1.- Elementos.
2.- Requisitos de existencia y de validez (análisis de cada uno de ellos).
3.- La manifestación de la voluntad.
4.- El consentimiento. Formación del consentimiento. Vicios del consentimiento: error, fuerza, dolo. La lesión.
5.- Objeto.
6.- Causa.
7.- Formalidades.

9.- DERECHO SUCESORIO. 668-


La Sucesión por Causa de Muerte.

1.- Concepto y características como modo de adquirir. Requisitos para suceder por causa de muerte.
R:- SXCM: Concepto. La sucesión por causa de muerte es un modo de adquirir el dominio, que consiste en la transmisión del
patrimonio de una persona que fallece o bienes determinados a otras personas también determinadas.

Características

1.- derivativo

2.- por causa de muerte

3.- a título gratuito

4.- a titulo universal o singular

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2.- Asignatarios a titulo universal o herederos. Herederos universales, de cuota y del remanente.
3.- Asignatarios a título singular o legatarios. Legados de género y de especie o cuerpo cierto.
4.- Apertura de la sucesión. Concepto, oportunidad, lugar en que se abre, ley que la rige.
5.- Delación de las asignaciones. Concepto. Momento en que se verifica.
6.- Derecho de transmisión.

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