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Cementerio en Finisterre César Portela

Nuestra cultura actual ha interpreta-


do el cementerio como un recinto, un
camposanto, limitado, acotado, cerrado.
Como un ámbito arquitectónico que tiene
un dentro y un fuera.
Por el contrario, la alternativa que aquí
se contempla, viene de la mano de una
tipología de cementerio libre en cuanto
a su estructuración, que no implique
la realización de grandes desmontes,
procurando al máximo la adaptación a
la topografía existente y minimizando
28 así el impacto arquitectónico que un
cementerio al uso, compacto, provocaría
en el paisaje.
La propuesta, en síntesis, contempla
la construcción de un cementerio, frag-
mentado en un conjunto de pequeñas
edificaciones, articuladas en torno y a lo
largo de pequeños caminos existentes,
que discurren por las laderas de la mon-
taña, carente de cualquier tipo de cierre,
y con la presencia continua del mar como
telón de fondo.
La imagen del cementerio, será la de
un rueiro, una vereda, una senda, una
serpe, que desciende sinuosamente por
la ladera de la montaña hasta el mar,
adaptando su trazado a la accidentada
topografía del terreno y en cuyos bor-
des, las sepulturas: grandes cajones,
bloques rocosos de geometría aristada,
recuerdan las enormes formas graníticas
diseminadas en las faldas de los montes,
que se acumulan en las revoltas, en los
lugares más llanos, como si al rodar
1 ladera abajo
encontrasen un lugar para detenerse,
en tanto que otras, más osadas, han
superado los accidentes del terreno y
ruedan y se precipitan por el acantilado,
llegando hasta la orilla del mar, donde
permanecen para siempre, siendo mode-
ladas sus formas por la acción del oleaje
y el viento, del tiempo, en definitiva.
La ilimitada extensión del mar y el
cielo constituyen el escenario cósmico
en el que se sitúa y se compone este
proyecto de cementerio. El cementerio,
el mundo de los muertos, entendido así,
es una red de caminos que se extienden
por el acantilado.
El terreno no se mueve, el territorio
no se modifica, el paisaje se transfor-
ma. Lo que aquí se propone, reconoce
y respeta las preexistencias, se basa
en ellas, las aprovecha, las utiliza y las
integra como partes de un todo nuevo, y
ello, simplemente, creando unos cuantos
objetos, pero sobretodo creando nuevas
tensiones. Porque lo importante de este
proyecto no es el módulo que es, o puede 29
parecer, reiterativo, incluso torpe, sino la
relación entre estos módulos. Lo impor-
tante no son los objetos, ni tan siquiera
el proyecto, sino la estrategia.
La estudiada diseminación de estos
objetos responde a la intención de que
sean encontrados al azar, como que-
riendo recordarnos que la muerte y los
muertos están allí por donde vamos, allí
por donde el camino de la vida nos lleve.
Al fin y al cabo no hace falta que nos la
encontremos ya que siempre, de alguna
manera, nos acompaña.
La Topografía, el Silencio, la Ausencia
y la Memoria, son siempre los inspirado-
res y los protagonistas de este proyecto.
La Arquitectura, el resultado, casi una
consecuencia.

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César Portela, Cementerio en Finisterre,
1997-99

1. Cabo de Finisterre, con el cementerio en


primer término, mirando al Monte de O Pindo
a través del Mar de Dentro

2. Estructuras funerarias

3. Planta de implantación

4.-5.-6. Articulación de las estructuras


funerarias a través de la ladera

7. Hórreos en Portugal. Bernard Rudofsky:


"Arquitectura sin arquitectos"

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MAR Y NAUFRAGIO

A las mujeres y hombres del mar

Traer los cuerpos de los muertos. Ponedlos ahí, quietos


y siempre vivos, la luna
es un canario azul en los ojos de los muertos. Dejadlos.
Traer los muertos, compañeros, despacio,
posadlos: trenzas de vida
que aún laten; mujeres de mar
escuchan llegar los barcos
y en la ribera ponen patelas de silencio. Despacio.
El día es claro como un paso de libertad.
Los campos tienen colores vivos, y los pájaros
posan sus voces
en las ramas de los robles; cerezos; camelias...
Todo parece nuevo en la tierra donde la traición ya es vieja.
Las mujeres llevan paños de luto en la cabeza
y arrastran los pies con cadenas de tiempos modernos.
Hay una máscara de piedra que avanza. Traer los muertos.
...Aquí; posadlos...;
dejad que la luna los despierte;

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Alfonso Pexegueiro

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