Dentro de mi cerebro había explotado un bosque de neuronas, como árboles-constelaciones resplandeciendo con una apasionada actividad. Se sabe cuándo comenzó todo, pero nunca cuando termina, y mis neuronas aún iban a necesitar años para acabar de construir los andamios de un vecindario bien cimentado; era el tiempo del aprendizaje básico: había que distinguir luces de sombras, reconocer los olores, sentir caricias y el corazón latir, controlar las manos, ponerme de pie, aprender a hablar… Algunas de mis neuronas percibieron cada uno de mis intentos por aprender y modificaron rápidamente su actividad eléctrica, viajando la información necesaria en paquetes con pequeñas moléculas neurotransmisoras a sus vecinas. Pero esta vez, algo nuevo sucedió: estas neuronas no se cansaron de hablar de lo ocurrido, y esto las ayudó a producir nuevo material de construcción proteico y llevaron a cabo la decoración profunda de mi vecindario que hasta entonces había estado medio desnudo: mis primeros pasos, mis primeras palabras…, todo un armazón digno de Gaudí sobre el que me apoyé y comencé a crecer- construirme. Todo lo aprendí, aunque no me acuerde de cómo lo hice, ni de cómo era yo. Allí, los recuerdos antiguos se atrincheran y se hacen fuertes, pero a pesar de ello, al ejercer la ardua tarea de recordar, cuando despertamos a las neuronas que guardan un recuerdo, aquellos abrazos se vuelven casi tan frágiles como al principio. Corro con una ventaja: soy capaz de actualizar mi viejo recuerdo incorporando nuevas experiencias y/o fortalecerlo. Inconveniente: puedo olvidarlo, o incluso de crear un recuerdo completamente falso si las neuronas, caprichosas, o confundidas, cambian de pareja. Mi creencia de que la memoria nos define, me lleva a aceptar con cierta pena que nunca volveremos a ser exactamente la misma persona que fuimos un día. “No somos otra cosa que nuestros recuerdos”. Pienso en cuantos recuerdos he atesorado en mi vida, ¿cómo saber qué hechos sucedieron tal y como rememoro, y cuáles son producto de mis neuronas confabuladas a cambiar mi historia?” Si atendés al significado de lo que leíste, si hilamos el contenido, lo enganchamos con tus conocimientos previos de anatomía I y II - biofísica, si anticipamos que sucederá al avanzar en el texto y encontramos pistas que nos ayuden a entender, nos provocará un efecto placentero de “prueba conseguida”. Nuestro cerebro nos premia cuando acabamos de resolver lo que era un enigma y nos ponemos muy contentos.
Este texto tiene palabras elegidas, y ya
conocidas por vos. Necesitamos que las rescates para introducirnos en la maravilla de nuestro sistema nervioso y profundizar la próxima clase.
Para ello abrimos un foro, que finalizará el
sábado 11 de Abril a las 12:00, donde podremos compartir nuestros descubrimientos y debatir sobre ellos…. Y quién te dice no compartir algún que otro recuerdo, que por supuesto será bienvenido.