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Ambiente gráfico positivo. Buen nivel de forma. - La enfermedad perjudica la motricidad, acusando directamente
sobre la fluidez del trazado, los movimientos se presentarán
- Por el nivel de forma reparamos en el comportamiento rígidos, comprimidos, ocasionando angulosidad, quiebres,
social con el medio, en los mecanismos defensivos, la roturas, temblores, etc.
modalidad conductual, reflejando así mismo la
estructura de la personalidad. .-Observaremos: envejecimiento gráfico, prematuro en los casos
de personas jóvenes y en casos extremos grandes
- Fluidez. La salud y el bienestar aumentan los perturbaciones en el orden, la distribución espacial, y la presión
movimientos circulares, logrando movimientos y gráfica.
desplazamientos armónicos. No debe existir dificultad
al realizar las curvas, los movimientos deben ser .-Debemos recordar siempre que toda enfermedad con lleva una
progresivos, sin perturbaciones en la onda gráfica. determinada desorganización según la causa, el estado y el
período en el que ésta se encuentre, pudiendo ser prematuro,
intermedio o avanzado; por lo que la magnitud de la alteración
- Consideraremos el orden, la armonía, la velocidad, la gráfica, será relativa a ello.
dirección, la presión y la continuidad. Rapidez o
lentitud de los movimientos (desplazamientos). .-Deberemos observar minuciosamente toda alteración en la
presión gráfica y en el orden.
Debe presentar regularidad y proporción constantes (con
leves fluctuaciones), sin interrupciones guardando un - Alteración en la disposición de texto:
buen ritmo en la ejecución de los trazados. Márgenes irregulares/ retraídos/ muy desordenados.
- La velocidad debe ser media, sin ligereza excesiva, ni - Grafismo desordenado, superposición de líneas o de trazos.
lentitud extrema, con cadencia rítmica metódicamente
desigual (Moretti). - Distribución arrítmica, espaciamiento irregular.
- Escritura en progresión: movimientos que se dirigen hacia - Escritura confusa, desorganizada en su distribución, choques de
la derecha sin que esto demande un gran esfuerzo. plano.
- Escritura nítida, legible, clara, buena distancia entre - Trazos invasores o enmarañados (falta de claridad mental,
palabras, líneas y letras, sin choques de planos. obnubilación- imprecisión de ideas o pensamientos-
personalidad invasora- obsesiva).
- Buena presión, en este punto aclararemos que,
generalmente, las enfermedades orgánicas presentan - Desorden, confusión, dispersión, falta de regularidad en la
más alteraciones en la presión gráfica y morfología continuidad gráfica.
que las psicopatologías, éstas últimas presentan
mayoritariamente, alteraciones de cohesión, - Torsiones .-Temblores
dimensión, orientación espacial, morfología (forma,
alteraciones de la gestalt/ gestalt perturbada), - Deformaciones .- Sacudidas, Agitaciones
conjuntamente.
- Reenganches .-Fragmentaciones
- Coherencia en el recorrido de la onda gráfica.
- Roturas. Trazos quebrados, rotos .- Brisados
- Profundidad normal. (presión)
- Facetamientos .- Congestiones
- Tensión mediana, firme.
- Pastosidades, empastamientos. .- Afinamientos
- Calibre medio:
(Que supere 1/3 de mm sin superar ¾ de mm). .- Envejecimiento grafico .- Apoyos
- Perturbaciones de presión
- Envejecimiento gráfico
- Trazos masivos
- Omisión de letras
- Apoyos
- Puntuación innecesaria.
Es preciso aclarar, que toda afección, tanto orgánica como psicológica, puede estar constituida por una
multiplicidad de factores, causales que hacen al desarrollo de cada patología, ya que "no existen enfermedades
sino enfermos" y cada caso puede presentar innumerables manifestaciones compuestas por causas endógenas
y/ o exógenas, que pueden estar combinadas o no entre sí, dando origen a cada patología, o siendo parte de la
misma. Es así, que en toda enfermedad física podemos hallar un perfil psicológico que muy posiblemente
acompañe el desarrollo de la patología, lo cual será un importante soporte de análisis para evaluar las posibles
causas del desarrollo de la afección. También, desde la óptica psicológica de la manifestación gráfica, podemos
encontrar anomalías de tipo psicopatológicas, y en este sentido mencionar, que muy posiblemente acompañe
este estado, un estado de salud alterado (físico- neuroquímico- fisiológico, etc.), causales éstas, que detectadas
con conocimiento, nos llevarán a un resultado más certero, no olvidando, aún así, que en lo que hace al análisis
de la manifestación gráfica, siempre estaremos hablando de tendencias y también recordar, que un grafólogo
tiene incumbencias y limitaciones que no debe transgredir.
De este modo lograremos dos objetivos: ayuda al analizado y responsabilidad del otro.
Esta responsabilidad incluye también conocer los estatutos de ética y deontología profesional de la grafología,
no desconociendo, entre otras cosas, que un grafólogo no puede diagnosticar enfermedades, sí puede detectar
anomalías gráficas, signos de alarma, compatibles con estados morbosos de salud, y de este modo hacer una
sugerencia de derivación con el profesional indicado.
Estos conjuntos de signos o señales gráficas se denominan en Grafopatología: Conjunto de signos prodrómicos;
que son un conjunto de signos gráficos o síntomas, que se reflejan en los escritos y ponen de manifiesto que la
persona posee una determinada enfermedad o que ésta tiene una pronta instauración.
Para cada tipo de patología, existe un conjunto de signos prodrómicos que le son característicos a ella,
precisamente de esto se encarga esta valiosa área de la grafología llamada Grafopatología. El análisis
grafopatológico de cada escrito que analicemos, toma un valor importantísimo porque nos aporta datos y nos
orienta sobre el tipo de afección que la persona puede tener; constituyéndose la Grafología en una valiosa
herramienta de prevención.
Es importante destacar, que cada patología, posee una etiología que debe ser evaluada siempre en un contexto
de trabajo interdisciplinario; sin este conocimiento, es casi imposible ser lo más precisos posible en lo detectado,
sin duda esto requiere de una formación muy completa y una intención de trabajo que siempre incluya el
altruismo en nuestra profesión, desplazando el ego y la competencia, asumiendo nuestras limitaciones
profesionales y humanas, fomentando una tarea de construcción y cooperación tanto entre colegas, como con
profesionales de otras áreas interdisciplinarias.
Es preciso ser muy claros en esto, principalmente desde la toma de conciencia de cada uno de nosotros, no
creernos omnipotentes y tener la suficiente humildad, como para poder asumir y/ o reconocer una limitación o
injerencia profesional.
No es pecado consultar a otro, ni nos hace menos profesionales, sino todo lo contrario, nos hace grandes seres
humanos, grandes profesionales, ricos en humanidad, conocimiento y sabiduría. En definitiva, al elegir una
carrera humanística queda expuesto en primer término el móvil que nos ha motivado a elegirla, que hace que
tengamos muy presente nuestro primer objetivo: la ayuda a los otros. Y para lograrlo se requiere
fundamentalmente, estar siempre a la altura de las circunstancias.
Entonces, ¿cuáles son los puntos iniciales a contemplar dentro del análisis en un escrito?
En principio podríamos decir que estos son, poder determinar en primer término si se trata de una escritura sana
o enferma; a estos efectos, a continuación, desarrollaremos algunas consignas con referencias gráficas de
escrituras sanas y enfermas.
SIGNOS PRODRÓMICOS DE CÁNCER EN LA ESCRITURA
(El caso de Elvira A.)
Nadie desconoce lo que significa para la humanidad el terrible azote del cáncer. De
hecho, en un comunicado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que hasta
el año 2020 se diagnosticarán anualmente unos 15 millones de nuevos casos en el
mundo. Conque, al margen de todo el empeño puesto a diario por los investigadores en
procura de tratamientos innovadores, es incontestable que, hoy por hoy, la mejor
herramienta que posee la medicina moderna para combatir la enfermedad sigue siendo la
de la detección en la etapa incipiente; lo que lleva a concientizar la verdadera importancia
que tienen las campañas de prevención.
Es de conocimiento de todos los grafólogos que el profesor Alfred Kanfer llevó a cabo
una prolífica investigación de los escritos de pacientes afectados de cáncer, logrando
identificar 16 ítems grafomotores comunes a la mayoría de los casos; los cuales le
permitieron luego detectar la enfermedad en otros sujetos que no habían presentado
ningún síntoma a la hora de los primeros chequeos clínicos, pero que, años después,
acabaron padeciéndola. Y nos consta, además, que al principio sus logros no cayeron en
saco roto. Muy por el contrario, a poco, Kanfer fue objeto de la mirada atenta de
prestigiosas instituciones vinculadas a la medicina preventiva, como la American Cancer
Society, la Metropolitan Life Insurance Company y la Yale Cancer Detection Clinic entre
otras, que le propusieron identificar a través de la escritura a aquellos individuos que
padecían la enfermedad; a lo que él respondió de manera contundente con un promedio
de aciertos del orden del noventa por ciento en la mayoría de los casos, y superando
incluso en otras ocasiones el porcentaje que las mencionadas instituciones habían
conseguido por medios convencionales...
Desde luego, así las cosas, todo hacía suponer lícitamente por aquel entonces que, por
fin, la grafología iba a empezar a transitar con paso firme y sin tropiezos el estrictamente
señalado camino hacia la aceptación científica... Pero, como ya sabemos, no fue eso lo
que ocurrió. Y al cabo de algún tiempo, la otrora ilusión acabó convertida en algo más
bien parecido al espejismo de un beduino sediento en mitad del desierto.
En lo personal, cada vez que intentaba argumentar frente a los médicos acerca de la
practicidad y efectividad de la grafopatología para identificar la presencia de signos
prodrómicos de cáncer (y otras enfermedades), éstos me despedían casi siempre; en el
mejor de los casos mostrándome una condescendiente sonrisa que poco, o nada,
contribuía a aliviar la desagradable sensación que le provoca a uno que le dejen
conversando consigo mismo. De modo que quizá comprenderán ustedes a qué me refiero
si digo que, para mí, el caso que a continuación voy a presentarles lo considero de alguna
manera emblemático.
Por lo demás, he de aclarar que durante el análisis, si bien he puesto la obvia atención
sobre los dieciséis rasgos grafomotores determinados por el profesor Kanfer, he
considerado también otros diecinueve signos (ver recuadro) que, según he podido
comprobar, se hallan presentes en su mayoría en esta enfermedad.
El Caso de Elvira A.
Y lo mismo me ocurrió en el transcurso del año ‘89, aunque por entonces los signos
grafológicos ya mostraban un avance de la enfermedad, demarcándose alteraciones en
sector intestinal, orientados en zona colónica.
No fue mucho después de eso - en abril de 1991 - que la señora Elvira A. empezó a sufrir
dolor abdominal generalizado y obstrucción parcial de intestino con eliminación de sangre
en las deposiciones.
La señora Elvira A. falleció a principios del mes de septiembre de ese mismo año, a la
edad de 66 años.
Pero conozcamos ahora, cuales son los ítems grafomotores que permiten identificar un
proceso canceroso.
En primer lugar deberemos tener en cuenta que en las etapas prodrómicas, sólo es
posible identificar sus características particulares, observando los escritos a través de un
microscopio de un aumento no inferior a 20 dioptrías, siendo conveniente la utilización de
40, 60 e incluso hasta 100 dioptrías en algunos casos.
Puestos a reflexionar...
Y todavía lo sostengo. Hoy más que ayer. Porque a lo largo de los años los he visto
repetirse - aquellos mismos ítems - una y otra vez, en diferentes escritos...; y en todas las
ocasiones he tomado conocimiento del mismo diagnóstico ulterior: ¡Cáncer! Y he visto
además a estos signos deteriorarse progresivamente conforme avanza inexorablemente
la enfermedad, y también los he visto atenuarse, hasta casi desaparecer, ante un
tratamiento oncológico oportuno y adecuado.
He pensado en ello a menudo durante los últimos años. Y acabé firmemente persuadida
de que había una muy atendible razón para ese poco feliz estado de cosas. Se trata, en
efecto, de una enojosa cuestión. Pero, sin duda, merece la pena ponernos a reflexionar
sobre el particular... si de veras deseamos remediarlo.
Y desde luego, en ese contexto, la grafología mal puede esperar de parte de los hombres
de ciencia una actitud diferente a la de la repulsa que muchos manifiestan...
Entonces, quizá la pregunta verdaderamente significativa que deberíamos hacernos los
grafólogos no tiene que ver con todo lo bueno que hemos hecho, sino más bien con todo
lo malo que hemos omitido denunciar y combatir. Porque, si algo hay aquí que resulta
evidente es que ni un palmo avanzaremos si nuestra elección es la de continuar echando
culpas a los científicos por su aparente miopía dogmática al juzgar las bondades del
método grafológico, en lugar de admitir la urgente necesidad de asumir la responsabilidad
que nos cabe.
En resumen, y para decirlo en otras palabras: las puertas - muy bien custodiadas - del
claustro académico, no se abrirán por completo, para nosotros, mientras no hagamos a
un lado, definitivamente, tales malas compañías...
Y mientras lo hacemos, tal vez sería oportuno dar una muestra de nuestro buen criterio,
diciendo con las palabras de Sigmund Freud (Obras - Los Caminos de la Terapia
Psicoanalítica) que: “Nunca hemos pretendido haber alcanzado la cima de nuestro saber
ni de nuestro poder, y ahora, como antes, estamos dispuestos a reconocer las
imperfecciones de nuestro conocimiento, añadir a él nuevos elementos e introducir en
nuestros métodos todas aquellas modificaciones que puedan significar un progreso”.
CAMBIOS PRODUCIDOS ENTRE 1983 -1986 – 1987- 1991
http://www.grafopatologia.com/articulos/signosprodromicos.html
La máxima información en este campo, la ha dado el Dr. Camilo Streletski, profesor de la Escuela de París, con quien estudiara Matilde
Ras, becada por el gobierno español. El decía que las disfunciones glandulares, presentaban torsiones con preponderancia en las
crestas o hampas. Tanto el Dr. René Resten como el profesor Augusto Vels y también el investigador argentino
Pedro Foglia, exponen que siguiendo el esquema corporal, la sexualidad y sus dolencias, deben situarse en zona inferior (jambas). Para
estudiar los signos grafológicos de disfunciones glandulares, consideraremos el orden, la armonía, la velocidad, la dirección, la presión, la
continuidad y la forma.
EN ADULTOS EN ADULTOS
- Lenta, sobria, curva, blanda, bastante regular, bien hecha -a - Rápida e irregular, muy desigual, lanzada, impulsiva, ascendente,
veces titubeante-, torsión en hampas (Streletski y otros).
generalmente sin presión marcada, presión desigual o anormal,
torsión en hampas. - La escritura estará afectada por sacudidas, desigualdades
- Temblorosa, lábil, cortada y con tendencia sinestrógira. gráficas; la excitabilidad se manifiesta en todas las palabras.
- Los bucles se ahogan, apretándose y finalizando en puntas
agudas, denotando la falta de - La forma, dirección y dimensión escritural, son inarmónicas.
aire.
- Las crestas y los ejes, presentan torsiones. - Torsión en las crestas: indica sufrimiento y tortura.
- Los óvalos aplanados, con brisados y abundantes descargas de
tinta. (Congestiones). - Escritura rápida y precipitada (filiforme, ilegible), señala la
- Torsiones en las crestas. alteración de todos los procesos.
- Trazado pausado o lento.
- Escritura curva, algo blanda pero bien realizada. - Escritura lanzada (inclinada a la derecha, barras de “t” largas
- Jambas “en guadaña” ubicadas a la derecha; puntos de la “i” ubicadas a la derecha, finales
largos y margen izquierdo en progresión).
EN NIÑOS
- Lenta, redonda, inhibida, vacilante, discordante. - Desigualdades acusadas de tamaño, inclinación, forma, dirección,
etc.; (índice de excitación y desequilibrio nervioso y emocional).
EN NIÑOS
Nota: Los conceptos expresados en esta parte, han sido tomados de:
- Apuntes de la Prof. Roxana Bidoglio
-Pedro J. Foglia: Signos de Enfermedad en la Escritura. Ediciones La Rocca.
-Matilde Rass: Lo que sabemos de Grafopatología; Ed. Gregorio del Toro.