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Activa tu propia energía espiritual

Tus manos son tu herramienta básica, pero también tu mente. No permitas que se disperse. Céntrala en lo
que sientes en las manos. La energía cada vez será más fuerte y concentrada si practicas a diario, aunque
solo serán suficientes unos minutos. Puedes sentir calor en las palmas y también hormigueo. Recuerda que
las manos no se tocan, se mantienen siempre a distancia.
1. Un círculo mágico. Pon las manos en paralelo, con las palmas enfrentadas, como si fueras a aplaudir.
Sitúalas a unos 20 cm aproximadamente y con los dedos ligeramente separados, sin forzarlos. Mientras
dejas una mano fija en esa posición, mueve muy despacio la otra describiendo círculos. Mantén siempre las
palmas enfrentadas. Prueba luego con la otra mano.
2. El giro magnético. Coloca la palma de una mano mirando hacia el techo, con los dedos separados. Sobre
ella, y a unos 20 cm, sitúa la otra palma y hazla girar como si la movieras por los números de un reloj. Prueba
en el otro sentido y luego con la otra mano.
3. La pelota de tenis invisible. Coloca las dos manos delante de ti, en paralelo, con las palmas mirando hacia
el techo. Imagina que las dos manos están conectadas por un muelle en forma de U. Mueve una de ellas con
pequeños vaivenes y nota cómo ese movimiento repercute en la otra mano. Otra variante es pensar que
tienes una pelota de tenis imaginaria en una palma y la lanzas con un ligero movimiento parabólico hacia la
otra palma.
4. El imán. Vuelve a juntar las manos como en el ejercicio del círculo. Deja una palma fija y haz varios
círculos muy lentos con la otra. Detén el movimiento y estira hacia fuera uno o dos centímetros, como si
tuvieras chicle o algo enganchoso entre las manos y quisieras despegar una de ellas. Si lo repites con
paciencia, haciendo círculos y estirando un poquito, llegará un momento en que notarás físicamente «algo»
entre las manos. Cuando las quieres juntar, ese «algo» se opone, como si tus palmas fueran imanes que se
repelen.&
Una vez que has sentido esa energía entre las manos, por leve que sea, proyecta una palma o las dos sobre
la cara. Haz dos o tres círculos y luego separa la palma de la cara con muchísima lentitud. Notarás como si
«algo» de la cara se despegara hacia fuera.
A partir de ahí, juega con la energía: coloca una mano a unos 20 cm de una oreja y la otra a la misma
distancia de la otra oreja. Haz círculos lentos con una palma y separa un poco. Luego con la otra y separa.
Siempre con esos movimientos circulares y separando, deja que tu intuición te guíe. Cuando tengas un
dolor, sitúate sobre la zona y haz el mismo movimiento circular y de separación, sin tocar el cuerpo. Haz
estos ejercicios también como práctica de meditación.

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