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Este libro recoge el material escrito de las XXVIII Jornadas anuales de
ACOMPAÑAR

Asociación Española de Catequetas (AECA)


la Asociación AECA (Asociación Española de Catequetas) celebrada en
Madrid los días 5-7 de diciembre de 2019. Se trata de la continuación
de las Jornadas del año 2018: “El acompañamiento en catequesis”.
La originalidad y el centro de reflexión que se añade se ve con claridad
en el título: el acompañamiento en la catequesis es iniciático, es decir,
PARA INICIAR EN
es un acompañamiento parecido al de un entrenador que orienta el
entrenamiento, lo dosifica, lo encauza. El entrenador no juega después
el partido. Son los entrenados los verdaderos protagonistas del “parti-
LA VIDA CRISTIANA
do de la vida cristiana” en el terreno del mundo, con su originalidad y
dotes personales. Asociación Española de Catequetas (AECA)
El catequista entrenador no “vive la vida cristiana” de ninguno de sus
bautizandos o catecúmenos, pero sí los inicia (entrena) en la vida que
tienen que vivir como cristianos en medio de la realidad del mundo. Él
los introduce, de manera pedagógica y progresiva, en esas “tareas de la
catequesis” que los capacitan para vivir la vida cristiana de manera inte-
gral, de modo que puedan ser servidores del Reino y testigos de Jesús.

La Asociación Española de Catequetas (AECA) es una asocia-

ACOMPAÑAR PARA INICIAR EN LA VIDA CRISTIANA


ción pública de fieles, dotada de personalidad jurídica pública,
constituida por decreto de la Conferencia Episcopal Española,
con un ámbito territorial que abarca a todas las diócesis de
España. También está inscrita en el Registro de Entidades Re-
ligiosas del Ministerio de Justicia del Estado español y cuenta
con su propia identificación fiscal.

203950
ISBN 978-84-2883-650-0

9 788428 836500
17

ACOMPAÑAR
PARA INICIAR EN
LA VIDA CRISTIANA
Asociación Española de Catequetas (AECA)
INTRODUCCIÓN

Álvaro Ginel, SDB


Presidente de AECA

Juan Carlos Carvajal


Vicepresidente y secretario de AECA

Este libro recoge el material escrito de las XXVIII Jornadas anuales de la


Asociación AECA (Asociación Española de Catequetas) celebrada en Ma-
drid los días 5-7 de diciembre de 2019 con el título “Acompañar para
iniciar en la vida cristiana”.
En realidad, se trata de la continuación de las Jornadas realizadas por
AECA en el año 2018 con el título “El acompañamiento en catequesis 1”.
La originalidad y el centro de reflexión que se añadía en las Jornadas del
2019 se ve con claridad en el título: el acompañamiento en la catequesis
es iniciático, es decir, es un acompañamiento parecido al de un entrena-
dor que orienta el entrenamiento, lo dosifica, lo encauza. El entrenador
no juega después el partido. Son los entrenados los verdaderos protago-
nistas del “partido de la vida cristiana” en el terreno del mundo, con su
originalidad y dotes personales. El catequista entrenador no “vive la
vida cristiana” de ninguno de sus bautizandos o catecúmenos, pero sí
les inicia-entrena en la vida que tienen que vivir como cristianos en me-
dio de la realidad del mundo. Él les introduce, de manera pedagógica y
progresiva, en esas “tareas de la catequesis” (cf. DGC 84-87) que les capa-
citan para vivir la vida cristiana de manera integral, de modo que pue-
dan ser servidores del Reino y testigos de Jesús.
El acompañamiento para iniciar en la vida cristiana, por otra parte, es
un entrenamiento temporal. El catequista actúa con el bautizado o ca-
tecúmeno durante un tiempo prudencial, considerado suficiente para

  Asociación Española
1
de Catequetas (AECA), El acompañamiento en catequesis, PPC,
Madrid 2019.

3
que los ejercicios de entrenamiento y de rehabilitación los continúe ya
la persona por su cuenta. Lo cual no quiere decir que esto lo realice en
solitario. Aquí es donde aparecen de manera decisiva dos sujetos funda-
mentales a cuyo servicio está la persona del catequista iniciador y entre-
nador desde el inicio, pero que se hacen después, en su ausencia, total-
mente decisivos: la acción del Espíritu de Jesús y la comunidad cristiana
– El Espíritu es el protagonista de la vida cristiana, su acción miste-
riosa va moviendo la libertad del discípulo de Jesús para que en las
circunstancias de la vida diaria, a través de los encuentros persona-
les que se producen, vaya siguiendo a quien es su Maestro y Señor,
hasta vivir como un hijo de Dios y hermano de sus semejantes. A
través del acompañamiento en la catequesis, el catequista intro-
duce al que se inicia en la capacidad de discernir esa acción de la
gracia divina, para así después poder vivir según el Espíritu y cami-
nar tras las huellas de Jesús.
– La comunidad cristiana es el seno maternal donde los discípulos de
Jesús son engendrados como hijos de Dios. Ella, en un primer mo-
mento inicial (¡que se hace iniciático!) ofrece a la persona que quiere
iniciarse la ayuda de su propia vida comunitaria y la del catequista.
La comunidad y el catequista actúan sabiendo que preparan “para
facilitar el crecimiento de una experiencia de fe de la que él (el cate-
quista y la comunidad) no es dueño. Ha sido depositada por Dios en
el corazón del hombre y de la mujer. La tarea del catequista es solo
cultivar ese don, ofrecerlo, alimentarlo y ayudarlo a crecer” (DGC
244). Este acompañamiento de la comunidad, que el catequista
sirve, pero no suple, es el que permitirá que los iniciados se reconoz-
can miembros de la Iglesia, participes de su vida y misión.
Acompañar para iniciar en la vida cristiana tiene unas referencias
teóricas que hunden sus raíces en la Tradición viva de la Iglesia, en su
hacer y en su reflexión milenaria. En nuestros días, el Magisterio eclesial
resalta la necesidad del acompañamiento.
La comunidad evangelizadora se dispone a “acompañar”. Acompaña a la hu-
manidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe
de esperar largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de
paciencia, y evita maltratar límites (EG 24).

4
En el capítulo tercero de la Exhortación mencionada, dedica los nú-
meros 169-173 al acompañamiento personal de los procesos de creci-
miento. El Sínodo de los jóvenes (2018) nos ha proporcionado una rica
reflexión sobre el acompañamiento que el lector podrá descubrir en la
ponencia del profesor Rossano Sala.
Todas estas reflexiones tienen que ser enmarcadas dentro de un con-
texto de la vocación educativa que la Iglesia tiene por su tarea de evan-
gelizar (cf. EN 14). En realidad, en una catequesis que evangeliza edu-
cando y educa evangelizando (cf. DGC 147), el acompañamiento mismo
es un modo de educar y evangelizar. Si la relación personal y afectuosa
siempre comporta una maduración de los que conviven, la catequesis
desarrollada como acompañamiento se manifiesta como un espacio pri-
vilegiado para una relación en la que maduración personal y apertura a
la gracia del Evangelio se unen y se potencian.
En este volumen, no encontraremos una descripción total y absoluta
de acompañamiento. Acompañar tiene mucho que ver con el “arte de
conducir” del que nos habla el Directorio General para la Catequesis.
La formación tratará de que madure en el catequista la capacidad edu-
cativa, que implica: la facultad de atención a las personas, la habilidad
para interpretar y responder a la demanda educativa, la iniciativa de acti-
var procesos de aprendizaje y el arte de conducir a un grupo humano ha-
cia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que el catequista
adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propia per-
sonalidad los principios generales de la pedagogía catequética. (DGC 244).
La última palabra, el último toque del acompañamiento no puede es-
tar escrito. Lo tiene que escribir con su originalidad el propio catequista,
con su psicología, con su historia personal de ser acompañado y de sen-
tir la guía segura del Espíritu y de la comunidad a su lado.
Tener en cuenta estas consideraciones es importante para evitar que-
rer tener todo claro en una exposición teórica. Y es, además, importante
para abrirse a la cantidad de formas de acompañamiento que la comuni-
dad cristiana tiene como riqueza y fruto del Espíritu de Jesús.
Acompañar es estar atentos a lo que el Espíritu de Jesús hace en o a
través de lo que proponemos. No acompañamos quedándonos deteni-
5
dos en lo que hacemos para los demás, bautizandos-catecúmenos. El Es-
píritu Santo, como “Maestro interior” (cf. CT 72), en la intimidad de la
conciencia y del corazón, es el que mueve a los que se inician a abrirse
al Evangelio, a desear ser como Jesús, a participar de su relación filial
con el Padre, a disfrutar de la vida fraterna de la comunidad cristiana.
Como diría el papa Francisco, Dios, por medio de su Espíritu, nos “prime-
rea”. Es él el que mueve la libertad de los que siguen la catequesis en la
dirección de la fe. Por eso es tan necesario estar atento a esos movi-
mientos, acompañarlos y apoyarlos. La comunidad eclesial ejerce su ma-
ternidad al ponerse al servicio de la gracia de Dios y de la libertad de los
que se inician.
En este contexto de reflexión es importante leer y contextualizar
cuanto a continuación se presenta al lector: ponencias, intervenciones,
mesa redonda, síntesis global que dan idea de lo que las Jornadas AECA
2019 fueron.

6
PRESENTACIÓN

Álvaro Ginel, SDB


Presidente de AECA

1 Saludo y bienvenida
Al inicio de nuestras Jornadas, dentro de las que tendremos mañana por
la tarde también nuestra Asamblea General Ordinaria, me es muy grato
poder saludaros, miembros de la Asociación: los “de toda la vida” y los
“nuevos”, que son su futuro. Además, un saludo cordial a los amigos que
nos acompañan con su presencia: los amigos portugueses, los que, invi-
tados, se acercan a los momentos de las jornadas que les son posibles.
Sed bienvenidos. Sentíos en casa. AECA os acoge con gusto y como “fa-
milia nuestra”. Y una palabra de gratitud a todos los que de una forma u
otra habéis aceptado pequeñas o grandes tareas internas para que las
Jornadas y la Asamblea resulten lo mejor posible.
Según los Estatutos:
La Asamblea General es el órgano de gobierno de la Asociación. Está inte-
grada por todos los miembros de la misma (art. 9).
La Asamblea General ordinaria se celebrará anualmente y será convocada
por el Presidente, al menos con quince días de antelación, mediante escrito
que el Secretario dirigirá a todos los miembros de la Asociación, a su propio
domicilio. En dicha convocatoria constará el día, hora, lugar de la reunión y
el orden del día de la misma (art. 11,1).
Es costumbre, desde los orígenes, celebrar la Asamblea en el marco de las
Jornadas AECA. Espero que, con la participación de todos, nuestras Jorna-
das y la misma Asamblea General, sean un lugar de diálogo, de encuentro,
de reflexión y de horizontes, y, ¡cómo no!, de fraternal convivencia.

2 El gran marco en el que reflexionamos


Nos vamos a centrar en estas Jornadas en un “detalle”, ciertamente im-
portante, actual y demandado por la Asamblea celebrada el año 2018:
7
Acompañar para iniciar en la vida cristiana. Las ponencias y nuestra
“sabiduría” serán fuente de reflexión. Insisto porque me parece muy im-
portante: nosotros somos un libro vivo, con mucha sabiduría y reflexión,
con mucha vida práctica y lectura acumulada. Escuchar unas ponencias
estimula y provoca nuestra sabiduría y la pone en marcha en medio de
las Jornadas.
Además de este remarque, quiero llamar vuestra atención para que no
perdamos de vista el horizonte de la catequesis mientras ponemos la
lupa en “un” aspecto de ella. El marco del universo catequético es mu-
cho más amplio que el acompañamiento, aunque nos detengamos en él.
Nuestra mirada no puede perder el contexto general. Si lo hiciera, corre-
ríamos el riesgo de una reflexión descontextualizada.

3 La reflexión eclesial
Me hago esta pregunta, ¿en qué marco más amplio del panorama cate-
quético mundial hacemos nuestra puntual reflexión sobre el acompaña-
miento en catequesis, continuación de las Jornadas de 2018? Una primera
respuesta es el reciente congreso en Roma sobre La Iglesia en salida, eje
eclesiológico importante para la acción pastoral, sin perder de vista los
dos sínodos últimos. Espero que los miembros de AECA que pudieron es-
tar compartan sus impresiones a lo largo de nuestra reflexión.
Está por hacer una reflexión catequética a fondo de lo que el Magiste-
rio actual nos está ofreciendo en sus últimos documentos: Evangelii gau-
dium, Documento final del Sínodo, y la Exhortación Apostólica Christus
vivit. No podemos dejar de lado la anunciada aparición del nuevo Direc-
torio y los documentos del Sínodo sobre la Amazonía. El campo de estudio
es amplio. Esto me lleva a pensar en lo que fueron las Semanas Interna-
ciones de Catequesis promovidas por el jesuita holandés P. Hofinger  1

  El P. Hofinger partía de una idea muy clara: el problema de la catequesis es la falta


1

de reflexión sobre los principios universales de la evangelización. Promueve las semanas


internaciones que facilitaron la convergencia de pensamiento que hizo posible el primer
Directorio General de Pastoral catequética, publicado por la Sagrada Congregación Del
Clero el 11 de abril de 1979. Edición bilingüe latín-español: Ediciones del Secretariado
Nacional de Catequesis, número extraordinario de “Actualidad Catequética”, 1973. Las

8
en diferentes continentes. No se trata solo de una reflexión local 2, sino
amplia, de toda la Iglesia. Esperemos a ver qué da de sí el nuevo Direc-
torio. Mientras tanto, hay que aprovechar los cauces de reflexión que
tenemos en las diversas asociaciones de catequetas (AECA, España;
AICA, Italia; SCALA, América Latina; EEC, Europa), algo se está moviendo
también con nuestros queridos hermanos portugueses. Habrá que dar
cabida a foros de reflexión catequética que puedan surgir en los que las
realidades de los diferentes continentes nos ayuden a no proponer como
principio universal algo que es solo “patrimonio” de un continente, de
una manera de concebirse la persona. Posiblemente estemos caminando
hacia algo que el Directorio General para la Catequesis ya apuntaba:
El anuncio, la transmisión y la vivencia del Evangelio se realizan en el seno de
una Iglesia particular o diócesis. La Iglesia particular está constituida por la
comunidad de los discípulos de Jesucristo que viven en un espacio socio-cul-
tural determinado. En cada Iglesia particular “se hace presente la Iglesia
universal con todos sus elementos esenciales”. Realmente, la Iglesia univer-
sal, fecundada como primera célula el día de Pentecostés por el Espíritu Santo,
“da a luz a las Iglesias particulares como hijas y se expresa en ellas”. La Iglesia
universal, como Cuerpo de Cristo, se manifiesta así como “Cuerpo de las Igle-
sias” (n. 217).
La catequesis es una acción evangelizadora básica de toda Iglesia particular.
Mediante ella, la diócesis ofrece a todos sus miembros y a todos los que se
acercan con el deseo de entregarse a Jesucristo, un proceso formativo que
les permita conocer, celebrar, vivir y anunciar el Evangelio dentro de su pro-
pio horizonte cultural. De esta manera, la confesión de fe, meta de la cate-
quesis, puede ser proclamada por los discípulos de Cristo “en su propia len-
gua”. Como en Pentecostés, hoy también la Iglesia de Cristo, “presente y
operante” en las Iglesias particulares, “habla todas las lenguas”, ya que, cual
árbol que crece, echa sus raíces en todas las culturas (n. 218).

“Semanas”, con buen criterio, se tenían en diferentes continentes: Nimega (Holanda)


1959; Eichstätt (Alemania), Bangkok (Tailandia), Katigondo (Uganda), Manila (Fillipinas),
Medellín (Colombia) 1968. Cf. Joseph Hofinger (ed), Renouvellement de la catéchêse, Rap-
ports de la semaine internationalle d’études d’Eichstätt sur la catéchèse dans les pays de
mission, Cerf, París 1961. Trad. Española: Catequesis y misiones, Ed. Eset, Vitoria 1962.
2
  Recordar que a escala local ya algunos de los presentes participamos en un Semina-
rio de reflexión del que surgió el libro: Asociación Española de Catequetas, La catequesis
que queremos, PPC, Madrid 2015.

9
O cuando se habla del catequista y se dice:
El fin y la meta ideal es procurar que los catequistas se conviertan en prota-
gonistas de su propio aprendizaje, situando la formación bajo el signo de la
creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Por eso debe
ser una formación muy cercana a la práctica: hay que partir de ella para
volver a ella (n. 245).
En resumen, la comunidad eclesial está poniendo en práctica princi-
pios que se enunciaban, pero no se llevaban al fondo en la práctica. Po-
demos muy bien afirmar un principio de fidelidad a Dios y fidelidad a la
persona (DGC 145) y después pedir a todas las personas lo mismo, sin te-
ner en cuenta la cultura, la realidad social y personal, la historia y los
procesos personales. Es una tarea apasionante y delicada que consiste
en asumir la sana tradición de la pedagogía de la fe y de sana Tradición,
y el respeto y la respuesta a la persona de hoy en su situación.

4 La reflexión catequética en nuestro contexto cultural


y eclesial
Existen también nuestras pequeñas y más inmediatas realidades.
Comienzo por señalar que no tenemos muchos espacios de reflexión
catequética a nuestro alcance 3. Sin embargo, atravesamos momentos ac-
tuales en que el estudio de la catequética es absolutamente necesario por-
que se nos caen modelos de hacer que vienen de lejos y necesitamos cam-
bios que no sean solo “retoques”. Esto exige reflexión. No sé si atreverme
a decir que nos faltan maestros en materia de catequética que sean refe-
rentes. Nos absorben las tareas en mengua de la reflexión. Podemos caer
en un “vamos tirando” o en “un salir del paso”. AECA tiene aquí mucho
que decir. Los Estatutos nos marcan unos fines que van en esta dirección 4
y que no podemos relegar al silencio.

  Con dolor tenemos que confesar que no solo no tenemos espacios de reflexión, sino
3

que no percibimos “interés” por la formación en la transmisión de la fe en amplios secto-


res eclesiales. “Se da por hecho” que la formación catequética no parece importante.
Hay supresión de revistas en esta área de la vida comunitaria y están bajando las sus-
cripciones a revistas específicamente pensadas para los catequistas.
4
  Art. 4. Fines. A) Agrupar y coordinar a las personas: a) que, estando en posesión de

10
Reconozcámoslo, existe inercia en la reflexión catequética y hay po-
cos que puedan reflexionar. Quienes hacen estudios superiores de cate-
quética, al regresar a sus lugares de origen se siente desbordados por
encomiendas que no les permiten continuar la reflexión iniciada. Aquí,
entre nosotros, hay miembros de AECA que hicieron estudios de catequé-
tica y hoy están con responsabilidades de gobierno. Digo responsabili-
dades, en plural. Un plural que, en no pocos casos, no permite disponer de
tiempo para la reflexión pausada y para la elaboración de pensamiento
catequético.
Esta situación es peligrosa y empobrecedora. Puede llevar a que se
hagan cambios no porque la reflexión apunte en una dirección, sino porque
no tenemos más remedio, porque nos quedamos sin destinatarios. Tam-
bién puede haber una “oculta y poderosa razón”: la sospecha o intuición
de que los cambios necesarios no son retoques o pequeñas reformas,
sino que se trata de una “gran obra de reconstrucción” de la evangeliza-
ción y de la catequesis de acuerdo a las coordenadas en las que la Iglesia
se mueve hoy en la sociedad que le toca vivir y que le obliga a releer su
identidad y su presencia y praxis en el mundo. Se trata de una gran obra
de reconstrucción que involucra a toda la vida de la comunidad y a la
forma de comprenderse a sí misma 5. En esta situación, algunos prefieren
lamentarse a afrontar un verdadero cambio que “no sabemos muy bien
cómo hacer ni en qué dirección” 6. Además, no pocos llamados

Título académico eclesiástico (Diplomado, Licenciado o Doctor) en Catequética, traba-


jan en los diversos campos de la reflexión y la experimentación catequética dentro de
España; b) que operan en la docencia y en la investigación catequética o tienen alguna
responsabilidad catequética diocesana, de nivel superior o con reconocida solvencia. B)
Favorecer la mutua ayuda en las tareas de docencia, investigación de sus miembros, así
como recoger, dar a conocer, promover estudios, experiencias y proyectos en el campo
catequético… C) Establecer cauces de colaboración e intercambio con Asociaciones simi-
lares, especialmente de los países latinoamericanos y europeos, para el desarrollo de la
investigación y de la praxis catequética.
5
  Nos estamos refiriendo con estas palabras a lo que el papa Francisco propone en
EG: la transformación misionera de la Iglesia (nn.19-49). Añadamos a esto el magisterio
salido del Sínodo de los jóvenes y del Sínodo sobre la Amazonía. Existen focos de re-
chazo frontal a una manera de ser Iglesia que tiene su origen en el Vaticano II.
6
  Recordemos las nítidas palabras del Episcopado Francés, cf. Donaciano Martínez y
otros, Proponer la fe hoy. De lo heredado a lo propuesto, Sal Terrae, Santander 2005:

11
“buenos cristianos” muchas veces se convierten en una fuerte resisten-
cia y oposición, (¡no menor de los que han dejado la Iglesia y la pisan
puntualmente “exigiendo” que se hagan las cosas “como se hacían”!).
Protestan ante los cambios y dicen, ellos, que casi no pisan la iglesia:
“¡Nos lo quieren cambiar todo! ¡No hay quién entienda a la Iglesia!”.

5 Nuevas connotaciones actuales


Hemos aludido más arriba, a un marco eclesial de renovadas coordena-
das que nos tocan y nos influyen. Pero también hay connotaciones par-
ticulares nuestras, aunque coincidan con lo que otras Iglesias locales
viven. Cuando por los años ochenta del siglo pasado se fundó nuestra
Asociación AECA, creo que existía un problema de fondo en la cateque-
sis: elaborar su originalidad 7 vivido con pasión y dedicación de perso-
nas. Era el momento en que salíamos de una catequesis entendida como
“catequesis escolar” durante mucho tiempo y había que construir una
reflexión específica sobre la catequesis de la comunidad.
Tengamos presente que el documento que “lo cambió todo” en Es-
paña 8, fue La enseñanza religiosa escolar (11 de junio de 1979). Allí se
consagró la distinción entre enseñanza religiosa escolar y catequesis. El
documento citado incluía unas pautas de comprensión de la enseñanza
religiosa y unos principios para su ejecución. Tuvimos que esperar la
aparición del documento La catequesis de la comunidad. Orientaciones
pastorales para la catequesis en España, hoy (22 de febrero de 1983)

“Rechazamos toda nostalgia de épocas pasadas, en las que el principio de autoridad


parecía imponerse de manera indiscutible. No soñamos con una imposible vuelta a lo
que se denominaba “cristiandad” (p. 45). “Estamos cambiando de mundo y de sociedad.
Un mundo desaparece, y otro está emergiendo, sin que exista ningún modelo preestable-
cido para su construcción” (p. 46)
7
 A. Ginel, De la catequesis escolar a la enseñanza religiosa en la escuela y la catequesis
de la comunidad cristiana, en “Estudio Agustiniano” vol. LIV – fasc. 1 y 2 (2019) 185-220.
8
  Me parece que hubo dos factores de cambio: la reflexión proveniente de la comuni-
dad cristiana, el ambiente postconciliar, los Sínodos de 1974 y de 1977 que dieron lugar
a importantes documentos para la catequesis: Evangelii nuntiandi (Pablo VI, 1975), Cate-
chesi tradendae (Juan Pablo II, 1979). A estas realidades, en el ámbito español específico,
hay que sumar el cambio político con la muerte de Franco (1975), la aparición del cate-
cismo de preadolescentes Con vosotros está (1976), por no citar más acontecimientos.

12
para tener una referencia teórica de qué entendía la Iglesia en España
por catequesis.
Este documento, muy en sintonía con el Directorio General para la
Catequesis (1997) que amplía y enriquece muchas de sus intuiciones y
orientaciones, nos abría los ojos para pensar la catequesis en la onda de
inspiración catecumenal y de iniciación cristiana. En la práctica, yo
creo que es justo reconocer que se colocaron en muchos materiales ca-
tequéticos expresiones como “catequesis catecumenal”, “catequesis de
iniciación cristiana”, “iniciación cristiana para la primera comunión”
que en el fondo seguían siendo muy escolares.
La actual situación es muy diferente. No solo está cambiando vertigi-
nosamente nuestra sociedad. Es la misma persona la que está cambiando
la comprensión de sí misma, influenciada ella misma por los cambios que
el progreso provoca. Lo afirma rotundamente el Concilio Vaticano II:
El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado
por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al
universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo
creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos indivi-
duales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento
para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto,
que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que
redunda también en la vida religiosa (GS 4).
Por eso, aun utilizando hoy las mismas palabras “iniciación cristiana,
catecumenado, catecumenal”, las referencias a las que nos remitimos se
aproximan en este momento más a la realidad del catecumenado primi-
tivo, cuando la Iglesia era minoritaria en un mundo pagano. Pasamos de
cargar el acento en “la catequesis” para ponerlo en “la iniciación cris-
tiana”. Basta pensar que tenemos niños no bautizados que piden algún
sacramento, igual que jóvenes y adultos piden el bautismo. Sin hacer
análisis sociológicos científicos, la observación sencilla de las realidades
pastorales hablan de la inmensa disminución de bautizos, bodas, prác-
tica religiosa en general. Todo nos lleva a imaginar un horizonte próximo
con unas exigencias catecumenales muy fuertes. Posiblemente las comu-
nidades cristianas tengan que ofrecer varios caminos de iniciación: para
bautizados y para catecúmenos de diferentes franjas de edad. En vez de
13
“una” puerta de entrada en la comunidad, habrá que ofrecer “variadas”
puertas, según la realidad de las personas que se acercan a la comunidad
cristiana.

6 El tema de nuestras Jornadas


El Consejo Directivo de AECA, siguiendo el sentir de la Asamblea de 2018,
eligió como tema de reflexión este: Acompañar para iniciar en la vida
cristiana. No es que vayamos a retomar la reflexión de las Jornadas 2018
sobre el acompañamiento específico en la pastoral catequética. La lupa
de reflexión la aplicamos al acto catequético, donde el catequista acom-
paña a “entrenarse” en la vida cristiana trenzando el saber, el compor-
tarse, el orar y celebrar, el compromiso y la identificación con la comu-
nidad cristiana. Intentamos presentar un “mapa” de acompañamiento o
acompañamientos con matices diversos que inicien en la vida cristiana
al catecúmeno o al bautizado.
De alguna manera se tocó este tema el año pasado en la ponencia Una
forma de acompañar en catequesis: “encuentro con Jesús, el Cristo” para
catecúmenos adultos 9. Lo concreto es lo que está (¡o no está!) en el ma-
terial que el catequista usa en su catequesis y en su particular forma de
realizarlo. Nos tendremos que mantener siempre en grandes orientacio-
nes porque acompañar tiene siempre algo de “artesanía”, de elaboración e
interpretación muy personal de cada catequista.
La lógica de desarrollo de las Jornadas, (que tiene que ser modificada
por las posibilidades de agenda del ponente Rossano Sala) estaba pre-
vista presentando, en primer lugar, el concepto de acompañamiento en
el itinerario del Sínodo de los jóvenes (2018). Al P. Rossano Sala sdb, Se-
cretario Especial del Sínodo y uno de los miembros del consejo de redac-
ción tanto del Instrumentum laboris como del Documento final, le hemos
pedido que nos clarifique la comprensión del concepto acompañamiento
en el Sínodo 2018. El título de su intervención es: ¿Qué significa hoy
acompañar en la catequesis?

  Álvaro Ginel, “Una forma de acompañar en catequesis. La propuesta del material:


9

Encuentro con Jesús, el Cristo”, en Sinite 181 (2019), 213-253.

14
Miguel López Varela, miembro de nuestra asociación AECA, nos ayu-
dará a centrarnos en el acompañamiento propio de la catequesis con la
ponencia Iniciar en la vida cristiana: acompañar y entrenar.
Repensando sobre el tema para hacer esta introducción a las Jornadas
he sentido una extraña sensación interior: el acompañamiento es un ha-
cer que tiene algo de indecible. Al final, cada catequista, como cada
maestro, “tiene su librillo” su originalidad suscitada por su experiencia
personal de creyente y de “escuchador” del Espíritu, que es el gran acom-
pañante. Los catequistas son lanzados a la acción muchas veces sin
“ejercitación o prácticas previas”. Es cierto que todos llevan grabado
en su experiencia creyente “lo que otros miembros de la comunidad han
hecho con ellos”. Necesitarían ver acompañar. Ver cómo hace un “maes-
tro artesano” (algo así como los aprendices de medicina en los hospita-
les universitarios). Por decirlo más claro: Creo que es imposible pensar
en un acompañamiento que todos puedan seguir. Sí habrá grandes prin-
cipios referenciales hechos vida, en la práctica, por cada creyente y cada
catequista. Tenemos que reconocer, de entrada, que hay aseveraciones
y espacios intocables que solo el hacer de cada catequista puede realizar
en la práctica. Por eso, pretender describir el acompañamiento en cate-
quesis es una ardua tarea. Posiblemente experimentemos en nuestras
sesiones esta secreta inquietud.

7 Una llamada a todos


Las ponencias que escucharemos “no son las Jornadas”. Las ponencias
son solo un “incentivo” para entablar entre nosotros una reflexión poli-
fónica. Quienes estamos aquí, de una u otra forma, tenemos un “saber”
catequético amplio sobre el acompañamiento práctico en catequesis
por lo que hacemos o por lo que vemos hacer o por la reflexión teórica
realizada. Por eso, los diálogos en el aula serán también “una ponencia”,
la nuestra, la que surge de escuchar y de intervenir. Esperamos que Juan
Carlos, observador atento que irá siguiendo el ritmo de nuestras Jorna-
das, al final nos podrá “redecir” lo que hayamos dicho. En el horario se
ha previsto tiempo suficiente para el intercambio de ideas y para la
construcción de una reflexión “in situ”.

15
En este marco de las Jornadas, mañana tendremos un momento de
celebración y de plegaria “in memoriam” por destacados catequetas
que nos han dejado: Mons. Estepa, Ricardo Lázaro, ambos miembros de
nuestra Asociación. Hemos añadido también al P. Joseph Gevaert, profe-
sor de alguno de los aquí presentes en la Universidad Salesiana de Roma,
por la influencia que ha tenido en muchos seminarios con sus libros de
antropología y catequesis. Presidirá la Eucaristía Mons. Amadeo, obispo
de Jaén y presidente de la Subcomisión de Catequesis de la Conferencia
Episcopal Española.
No me queda más que agradecer a todos aquellos que han aceptado
alguna pequeña encomienda, o grande, en el desarrollo de las Jornadas.
Sed bienvenidos. Disfrutemos de nuestra presencia, riqueza personal, y
que los días de “largas sentadas” sean fructíferos y de fraterna convi-
vencia.
Gracias.

16
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN (Álvaro Ginel, Juan Carlos Carvajal) ................... 3


1. PRESENTACIÓN (Álvaro Ginel) ............................................... 7
1. Saludo y bienvenida .......................................................... 7
2. El gran marco en el que reflexionamos ............................... 7
3. La reflexión eclesial ........................................................... 8
4. La reflexión catequética en nuestro contexto cultural
y eclesial ........................................................................... 10
5. Nuevas connotaciones actuales ......................................... 12
6. El tema de nuestras Jornadas ............................................. 14
7. Una llamada a todos .......................................................... 15

2. EL ACOMPAÑAMIENTO. LA EVOLUCIÓN
DEL CONCEPTO DURANTE EL SÍNODO SOBRE LOS JÓVENES
(Rossano Sala) ........................................................................ 17
1. Un camino largo y articulado para y con los jóvenes ........... 17
2. Los dos pilares del camino: sinodalidad y discernimiento ..... 19
3. Una primera idea de acompañamiento ............................... 22
4. El tono y el éxito del debate sinodal ................................... 25
5. Relanzamiento postsinodal ................................................ 28

3. ENTREVISTA CON ROSSANO SALA. A PROPÓSITO


DEL PROCESO DEL SÍNODO SOBRE LOS JÓVENES (2018) ........ 31
1. Primera pregunta .............................................................. 31
2. Segunda pregunta ............................................................. 34
3. Tercera pregunta ............................................................... 35
147
4. Cuarta pregunta ............................................................... 37
5. Quinta pregunta ............................................................... 38
6. Sexta pregunta .................................................................. 39

4. INICIAR EN LA VIDA CRISTIANA: ENTRENAR Y ACOMPAÑAR


(Miguel López Varela) ............................................................. 43
1. De nuevo a vueltas con el “nuevo paradigma” de la
iniciación cristiana y el acompañamiento en la catequesis ... 43
1 Paradigma en pastoral y en catequesis ........................... 46
2 Nuevo punto de partida para la construcción del nuevo
paradigma: una hipótesis .............................................. 48
2. Iniciación cristiana como “entrenamiento” a la carrera
y al combate de la vida de fe ............................................. 53
1 La vida cristiana como carrera, combate y lucha:
la perspectiva paulina ................................................... 53
2 La iniciación cristiana como entrenamiento o ejercitación:
el catecumenado bautismal de adultos ........................... 60
3. La catequesis al servicio de la iniciación cristiana:
el Directorio General para la Catequesis ............................. 69
1 La vida cristiana ........................................................... 70
2 La iniciación cristiana ................................................... 73
3 La catequesis, un aprendizaje o formación iniciática ...... 76
4. Iniciar en catequesis: entrenar y acompañar ....................... 82
1 Catequesis como entrenamiento de la vida cristiana ....... 82
2 Acompañamiento iniciático en la catequesis .................. 89

148
5. ACOMPAÑAMIENTO DE JÓVENES UNIVERSITARIOS
HACIA LA INICIACIÓN CRISTIANA
(José María Pérez Navarro) ..................................................... 95
1. Observaciones previas ....................................................... 95
2. Tres procesos .................................................................... 97
1 M. D. (22 años) .............................................................. 97
2 I. M. (24 años) ............................................................... 99
3 M. M. (21 años) ............................................................. 100
3. Rasgos del acompañante ................................................... 102
4. Algunas conclusiones ........................................................ 103

6. LOS MOVIMIENTOS, ÁMBITO DE ACOMPAÑAMIENTO


E INICIACIÓN
Manuel María Bru Alonso ....................................................... 107
1. Qué entendemos por nuevos movimientos eclesiales ........... 107
1 Irrupción e identidad de los nuevos movimientos
eclesiales ...................................................................... 107
2 Principales características de los movimientos eclesiales . 108
2. Qué entendemos por acompañamiento e iniciación en los
nuevos movimientos ......................................................... 112
1 Movimientos eclesiales y procesos catequéticos
ordinarios de iniciación cristiana ................................... 112
2 Movimientos eclesiales y procesos extraordinarios
propios de iniciación cristiana ....................................... 113
3. Al hilo de Evangelii gaudium .............................................. 118
4. Mi experiencia personal ..................................................... 119

149
7. DISCERNIR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU EN EL PROCESO
INICIÁTICO. CLAVES DEL DISCERNIMIENTO IGNACIANO
(Isabel Muruzábal) ................................................................. 123
1. Acompañar un proceso iniciático desde las claves
del discernimiento ignaciano ............................................. 123
2. Elementos que sustentan la experiencia espiritual
desde la pedagogía ignaciana ............................................. 125
3. Siguiendo los pasos de Ignacio de Loyola, acompañar
es una vocación personal y un servicio a la Iglesia .............. 126
4. Después del discernimiento, Ignacio tuvo un segundo:
carisma: la conversación espiritual ..................................... 127
5. Algunos consejos que Ignacio (“psicólogo”) suele
recomendar para la conversación espiritual ........................ 129
6. Qué frutos podemos esperar por secundar la acción
del Espíritu ....................................................................... 130

EPÍLOGO: ACOMPAÑAR PARA INICIAR EN LA VIDA CRISTIANA.


CLAVES Y DESAFÍOS
(Juan Carlos Carvajal Blanco) ....................................................... 131
1. Iniciar en la vida cristiana ................................................. 132
1 Enseñar el arte de vivir .................................................. 132
2 “Ven y sígueme” (Mc 10,21) ............................................ 134
3 Acompañar en la catequesis iniciática ............................ 138
2. Desafíos de una catequesis que prima el acompañamiento ... 140
1 Catequistas capaces de iniciar y acompañar ................... 140
2 Procurar espacios y tiempos iniciáticos .......................... 142
3 Avanzar en una catequesis que ejercite en la vida
cristiana ....................................................................... 144

150
17
35
Este libro recoge el material escrito de las XXVIII Jornadas anuales de
ACOMPAÑAR

Asociación Española de Catequetas (AECA)


la Asociación AECA (Asociación Española de Catequetas) celebrada en
Madrid los días 5-7 de diciembre de 2019. Se trata de la continuación
de las Jornadas del año 2018: “El acompañamiento en catequesis”.
La originalidad y el centro de reflexión que se añade se ve con claridad
en el título: el acompañamiento en la catequesis es iniciático, es decir,
PARA INICIAR EN
es un acompañamiento parecido al de un entrenador que orienta el
entrenamiento, lo dosifica, lo encauza. El entrenador no juega después
el partido. Son los entrenados los verdaderos protagonistas del “parti-
LA VIDA CRISTIANA
do de la vida cristiana” en el terreno del mundo, con su originalidad y
dotes personales. Asociación Española de Catequetas (AECA)
El catequista entrenador no “vive la vida cristiana” de ninguno de sus
bautizandos o catecúmenos, pero sí los inicia (entrena) en la vida que
tienen que vivir como cristianos en medio de la realidad del mundo. Él
los introduce, de manera pedagógica y progresiva, en esas “tareas de la
catequesis” que los capacitan para vivir la vida cristiana de manera inte-
gral, de modo que puedan ser servidores del Reino y testigos de Jesús.

La Asociación Española de Catequetas (AECA) es una asocia-

ACOMPAÑAR PARA INICIAR EN LA VIDA CRISTIANA


ción pública de fieles, dotada de personalidad jurídica pública,
constituida por decreto de la Conferencia Episcopal Española,
con un ámbito territorial que abarca a todas las diócesis de
España. También está inscrita en el Registro de Entidades Re-
ligiosas del Ministerio de Justicia del Estado español y cuenta
con su propia identificación fiscal.

203950
ISBN 978-84-2883-650-0

9 788428 836500

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