Tiempo y lugar para Dios:

hacia el
crecimiento
1 libro

espiritual

Parte
1: Fundamentos de
la formación
espiritual módulos 1,
2, 3 y 4
Publicado por el
Centro por la Excelencia en las Organizaciones
de Eastern University,
Rama educativa del movimiento
Asociados Internacionales por el Desarrollo

P.O. Box 49278

Colorado Springs, CO 80949-9278 USA
Tel. +1 (719) 598-7970 / Fax +1 (719) 598-1556
E-Mail: 75211.2414@compuserve.com
© Development Associates International, 1998
Indice

Páginas

Presentación del curso................................................................................................1-2

¿Cómo realizar este curso?........................................................................................3

Tiempo y lugar para Dios hacia el crecimiento espiritual..........................................................4

Modulo 1: Sed de Dios: ¿cómo restaurar nuestra pasión por Dios?..........................................5-36

Módulo 2: Imágenes de la formación espiritual: ¿cuál es la meta de la vida en Cristo?....................37-55

Módulo 3: El ABC de la formación espiritual: un repaso a los fundamentos...............................57-85

Módulo 4: Obstáculos: ¿por qué no estamos viviendo en victoria?........................................87-105

Presentación del curso
Propósito del curso
Estás a punto de iniciar el estudio del primer módulo
del curso titulado Tiempo y lugar para Dios: hacia el
crecimiento espiritual. Este curso ha sido diseñado para
animar, mejorar y engendrar patrones y hábitos de disciplina
que nos abren a Dios, y para promover una vida espiritual
saludable por medio de la lectura semanal, el estudio, la
aplicación y la práctica de las disciplinas espirituales clásicas. Al
final de este curso, el estudiante habrá diseñado su propio plan
de acción basado en su situación particular y en su experiencia
con las disciplinas espirituales y podrá avanzar en los
siguientes años de su crecimiento espiritual. Ésta es nuestra
esperanza y nuestra oración.
El método
En este curso te ofrecemos algunas lecturas
necesarias para desarrollar cada módulo, así como la
enseñanza del módulo (en letra cursiva). También encontrarás
preguntas para contestar en el manual de trabajo que te
ayudarán a aplicar a tu situación particular lo que estás
aprendiendo. Puede ser que necesites comprar algunos libros
de texto para seguir las lecturas que llamamos Lecturas del
libro de texto. Al final de esta presentación encontrarás
información de otros cursos disponibles y de otros
formatos de presentación distintos al aquí usado.
Libros de texto adicionales
• Devocionales Clásicos, Richard Foster y James Smith.
• Thirsty for God (Sed de Dios), Bradley Holt.
• Alabanza a la disciplina, Richard Foster.
• To Love as God Loves (Amar como Dios ama), Roberta Bondi.
• Camino a casa, Henri Nouwen.
Maestros
La sección de enseñanza de este curso proviene
originalmente de las grabaciones de audio-casete hechas por
el Dr. David Fraser y por el Dr. Chris Hall. La transcripción
de su grabación se presenta aquí en cursiva.
El Dr. David A. Fraser es decano de la Escuela de
Liderazgo y Desarrollo Internacional, y director del
Centro por la Excelencia en las Organizaciones de
Eastern University en St. Davids, Pennsylvania, donde
anteriormente trabajó como profesor de Sociología y Estudios
Cristianos.
El Dr. Fraser es acreedor de diversos títulos
universitarios: bachiller con honores de Columbia Bible
College and Seminary (en Biblia) y de Stanford University (en
antropología). También posee títulos de posgraduado de
Harvard University (en sociología), Fuller Theological
Seminary (en teología y misiones) y de Vanderbilt University
(en ética teológica).
Previamente a su ingreso en Eastern en 1986, el Dr.
Fraser obtuvo una experiencia práctica y significativa al
servir en dos posiciones a nivel mundial. Primero, fue el
miembro del personal de mayor antigüedad del
Departamento MARC de Visión Mundial Internacional, con
la responsabilidad por los pueblos no alcanzados. Luego
trabajó con el Centro de Recursos y Formación Misionera
(Mission Training and Resource Center) durante tres
años, y ahí, ayudó a desarrollar programas de estudio y
modelos para una formación y orientación más
efectivas de las personas llamadas a un ministerio
transcultural.
La experiencia docente del Dr. Fraser incluye
la enseñanza en confraternidades en las Universidades de
Harvard y Vanderbilt, al igual que en las facultades de
Columbia Bible College and Seminary, Eastern Baptist
Theological Seminary y en Eastern University. También ha
dictado cursos en Fuller Theological Seminary, Azusa Pacific
University,Trevecca Nazarene University y Daystar University
College (Nairobi, Kenya). Ocasionalmente sirve como
profesor visitante en Nairobi Evangelical Graduate School of
Theology (Kenya).
Algunas de sus publicaciones son: Planning Strategies
for World Evangelization (Planificación de Estrategias para la
Evangelización Mundial), escrito conjuntamente con Ed Dayton,
ahora en su segunda edición; y su libro Sociology Through the
Eyes of Faith (La Sociología a través de los ojos de la fe), escrito
conjuntamente con Tony Campolo. Su actual investigación y
sus escritos se centran en la cultura del Nuevo Testamento
como base y modelo para asuntos contemporáneos, con el
propósito de encarnar la fe cristiana en las diversas culturas en
el movimiento cristiano mundial.
Por su parte, el Dr. Christopher A. Hall es
actualmente profesor asociado de estudios bíblicos y
teológicos en Eastern University en St. Davids,
Pennsylvania.
El Dr. Hall posee título de Bachiller de la University
of California en Los Angeles (en historia), y títulos de
posgraduado de Fuller Theological Seminary (en estudios
bíblicos), de Regent College en Vancouver, B.C. (en teología) y
de Drew University (en teología histórica y sistemática).
Antes de su ingreso al Eastern University, el Dr.
Hall estaba afiliado a la Christian Associates International, un
ministerio de implantación de iglesias en Los Angeles,
California; él además ha estado involucrado con la
implantación de iglesias en el sudeste asiático y en Europa.
Durante cinco años fue pastor asociado en Crossroads
Evangelical Church en Ferney-Voltaire, Francia. También ha
sido parte del equipo pastoral de Granville Chapel
(Vancouver, B.C., Canadá), y por varios años fue director del
cuidado pastoral del Centro Geriátrico Hagedorn, el único
hospital gero-psiquiátrico de Nueva Jersey.
Es el autor de varios libros, entre los que se
encuentran: Religion and Health: A Bibliographic Essay (Religión y
salud: un ensayo bibliográfico) -Templeton Press-, Ancient
Christian Commentary on Scripture: The Gospel of Mark
(Comentario del cristianismo primitivo en la escritura: el evangelio
de Marcos), escrito conjuntamente con Thomas C. Oden
(Intervarsity Press), y Reading the Scripture with the Church
Fathers (Leyendo la Escritura con los padres de la
iglesia)
–Intervarsity-. El Dr. Hall trabaja también como editor
asociado del Comentario sobre el cristianismo primitivo en la
Escritura, una serie de comentarios de 27 volúmenes acerca de
la exégesis de los patriarcas. A su vez, contribuye
frecuentemente con la sección de “Libros y Cultura” en la
revista Christianity Today, de la cual es editor principal (senior
editor). Uno de sus futuros proyectos de publicación es su
libro sobre la doctrina de la trinidad, el cual será escrito
conjuntamente con Roger Olson (Eerdmans).
Otros cursos que ofrece el Centro por la
Excelencia en las Organizaciones:
• “Primero lo Primero -El Reino de Dios”: fundamentos
teológicos sobre los cuales edificar nuestra vida y
ministerio.
• “Ser Líder: Capacitar a otros para ser
productivos”: métodos de liderazgo que siguen el
modelo de Jesús.
• “La multiplicación de la cosecha: cómo edificar un
ministerio efectivo según el modelo de Jesús”:
pensando y planificando estratégicamente.
Para más información contactar con el
Centro por la Excelencia en las Organizaciones
en Eastern University:
COE at Eastern
University 1300 Eagle
Road
St. Davids, PA 19087, USA
Tel: +1 (610)-341-1566, Fax: +1 (610)-341-5910,
E-mail: coe@eastern.edu
2
¿Cómo realizar este curso?
¡Lee primero estas instrucciones!
• Este curso titulado Tiempo y lugar para Dios:
hacia el crecimiento espiritual está conformado por
trece módulos que se dividen en cuatro grandes
secciones:
I. Fundamentos de la formación espiritual,
II. Gracia, obras y hábitos,
III. Identidad, éxito y fracaso y
IV. Diseñemos una espiritualidad perdurable.
•Inicia cada módulo con oración, para que Dios te
dé entendimiento específico según aplicas los principios
aprendidos en el curso.
• Repasa el diagrama de los trece módulos de
este curso, para tener una visión general de todo lo que
va explicándose.
• Completa las lecturas del módulo antes de
comenzar con el manual de trabajo. Concéntrate en captar los
puntos principales de la lectura y reflexiona sobre las
implicaciones que éstos tienen para tu vida espiritual.
3
• Sigue los pasos del manual de trabajo. Éste contiene
preguntas de reflexión y proyectos por realizar.
• Disponte a detener la lectura cada vez que
encuentres una pregunta, para pensar y aplicar lo que estás
aprendiendo. Las preguntas están diseñadas para desafiarte en
maneras prácticas. Nuestra meta es proveerte continuamente
la ocasión de parar, pensar y aplicar.
•Realiza el proyecto al final del módulo y compártelo
con una persona que te sirva de mentor-a, alguien que esté
disponible para ser tu amigo-a y consejero-a y haga todo
lo posible para ayudarte a aplicar lo que estás aprendiendo.
•Piensa en maneras en que puedas usar este material
para capacitar a otros-a; ha sido diseñado para que lo puedas
usar con tal propósito.
Tiempo y lugar para Dios:
hacia el crecimiento espiritual

Fundamentos de la formación espiritual

1. Sed de Dios:
1. Parte ¿cómo restaurar nuestra pasión por Dios?
(retiro y silencio)

2. Imágenes de la formación espiritual:

¿cuál es la meta de la vida en Cristo?
(estudio)

3. El ABC de la formación espiritual:

un repaso a los fundamentos
(oración)

4. Obstáculos:
¿por qué no estamos viviendo en victoria?
(ayuno)

II Parte: Gracia, obras y hábitos

5. La espiritualidad:
lo que es, y lo que no
es (servicio)
6. El aspecto espiritual de las disciplinas
(meditación)

7. El duro trabajo de la espiritualidad

(sumisión)

III Parte: Identidad, éxito y fracaso

8. Persona, posición y provisión

(celebración)

9. Los pecados cardinales:

soluciones radicales para pecados radicales
(simplicidad)

10. Perdón y reconciliación:

remedio para la persona y la comunidad
(confesión)

IV Parte: Diseñemos una espiritualidad perdurable

11. Una vida de integridad:

discernimiento, fidelidad y franqueza
(guía espiritual)

12. Crisis y adversidad:

¿cómo enfrentarlas?
(una semana sin las disciplinas)

13. Preparación para el resto de la vida

(adoración)

4
módulo 1

Sed de Dios:
¿cómo restaurar nuestra pasión por Dios?
(retiro y silencio)
módulo 1
Sed de
Dios:
¿cómo restaurar nuestra pasión por
Dios? (retiro y silencio)
Páginas
Manual de trabajo.......................................7-15

Disciplina enfocada en este módulo................16-20

Retiro: apartarse deliberadamente de la actividad y de las
personas, dedicando tiempo y lugar para adoptar una
disposición interior abierta y reflexiva en la presencia de
Dios.

Lecturas:

Del manual de trabajo:

• La fe evangélica: recuperación de una tradición de
profunda espiritualidad, R. Lovelace,...............................21-26

• Retiro y ministerio contemporáneo, H. Nouwen,...........27-31

• Silencio: El aposento portátil, H. Nouwen,.......................32-36

Del libro de texto: Objetivo del curso:

• Thirsty for God (Sed de Dios), Holt, caps 1-6.
• Devocionales Clásicos, págs. 111-117 (Nouwen); págs. 140-146
(Laubach); págs. 97-103 (Lorenzo).
Animar, mejorar y engendrar patrones y hábitos de
disciplina que nos abran a Dios; promover una vida espiritual
saludable por medio de la lectura semanal, el estudio, la
aplicación y la práctica de las disciplinas espirituales clásicas. Al
final de este curso, el estudiante habrá diseñado su propio plan
de acción basado en su situación particular y en su experiencia
con las disciplinas espirituales, para avanzar en los siguientes
años de su crecimiento espiritual.

Ejercicios para tu diario personal:

Responde a las preguntas de reflexión de Devocionales
Clásicos, en la p. 115 (preguntas 1 a 5 para el diario); p. 145
(preguntas 1, 3 y 5); p. 102 (preguntas 1 a 5). También
encontrarás ejercicios para el diario y preguntas en la
sección titulada “Disciplina enfocada” de este módulo.

Objetivos del módulo:

A lo largo de este módulo podrás:

1. Introducirte de una manera general en el

curso Tiempo y lugar para Dios, su contenido,
componentes, requisitos y metas.

2. Explorar la naturaleza y profundidad de la sed de

Dios y de una vida en Cristo más vital y efectiva.

3. Reflexionar sobre la complejidad y las razones

por las cuales los creyentes pasan por la “crisis de media edad”
en sus vidas espirituales.
Manual de trabajo
transcripción del audio-casete:
Chris Hall
Estamos comenzando el curso Tiempo y lugar para
Dios: hacia el crecimiento espiritual. Durante los próximos
meses nos involucraremos en un proceso para redefinir y
renovar los elementos clave de tu vida y de tus prácticas
espirituales. Este curso ha sido diseñado pensando en líderes
cristianos que:
• han puesto los cimientos para muchos de los temas
básicos del discipulado cristiano
• están anhelando una mayor profundidad y autenticidad en
su relación con Dios
• están dispuestos a pagar el precio de tomar pasos hacia
una nueva apertura que le permita a Dios transformar sus
vidas.
Te preguntarás del por qué de este curso. ¿Acaso el
crecimiento espiritual en nuestra relación con Dios no es
el elemento más importante en nuestras vidas como líderes
cristianos? Por supuesto que sí. Sin embargo, muchos deseamos
más de lo que hasta aquí hemos experimentado. Algunos veteranos
experimentados del ministerio cristiano son capaces de reconocer
que “Si esto es todo lo que hay, estoy dispuesto a dejarlo todo”. Lee
los siguientes testimonios, y pregúntate a ti mismo si hay un eco en
tu interior que dice: “Sí, me identifico perfectamente con lo que
se está diciendo”.
1. “Debo confesar que estoy cansado de correr
de una reunión a otra, intentando suplir tantas necesidades. He
trabajado tan duro y por tanto tiempo, que francamente me
siento como un autómata, sin ninguna sensibilidad. Ya llevo
meses sin realmente sentirme cerca de Dios. La lectura de la
Palabra se ha vuelto algo seco y aburrido. Ya hace mucho
tiempo que las palabras no saltan de la página como una
palabra directa de Dios para mí”.
2. “¿Que dónde estoy en mi relación con Dios?
Creo que me encuentro estancado. No siento que Dios
está lejos, pero sí siento que no ha habido ningún
cambio significativo en mi vida en los últimos cuatro o
cinco años. Continúo luchando con los mismos
sentimientos y tentaciones, las mismas peleas de siempre con
mi cónyuge, los mismos conflictos sobre prioridades y
estilos de ministerio con mi equipo de liderazgo. La realidad
hoy es muy diferente a cuando me convertí, cuando todo
parecía nuevo y diferente”.
3. “Cuando estoy con otros en una reunión
grande, cantando y orando, me siento muy bien. Es hermoso
sentir el calor de los demás. Pero de vuelta en casa, me
siento solo, decaído, inefectivo y desorientado. Mi matrimonio
ha ido más
esto es un proceso de exploración y descubrimiento en la vida
espiritual del alumno a lo largo del semestre.
o menos bien (bueno, quizás no tan bien). Ya nos hemos
acostumbrado a convivir con los problemas de siempre, las
mismas peleas y los mismos callejones sin salida de los
últimos diez años. Casi me da alegría cuando puedo salir en
un viaje de ministerio, y me asusta tener que volver a casa. A
veces me pregunto si estoy casado con la persona
correcta”.
4. “Creo que es tiempo de hacer un alto en el
camino y dejarnos de tanto espectáculo en el mundo
evangélico. Parece que estamos intentando adornar tanto la
vida espiritual -haciéndola brillar demasiado en nuestros
testimonios y publicaciones, y siempre presentando nuevas
técnicas y secretos de cómo vivir la vida cristiana- que su
práctica diaria tiene más parecido a un cuerpo sin vida en el
depósito de cadáveres. No me importa si son los
pentecostales, los de “la vida profunda”, los del énfasis de la
plenitud del Espíritu, o la espiritualidad de los 12 pasos;
ninguno funciona bien. Tenemos que despertar a la realidad,
ser auténticos, dejar de engañarnos a nosotros mismos
pensando que hay una fórmula exacta, y que puedes obtenerla
comprando mi libro o viniendo a mi seminario”.
5. “No sé. Creo que estoy bien. No creo que las
cosas estén tan mal ahora mismo. Últimamente estoy
obteniendo algunos resultados dirigiendo el estudio bíblico y
el programa de evangelismo. Pero realmente no hay
mucho apetito o hambre por Dios en mi vida. Lo que
más me preocupa es saber qué es lo que Dios quiere que
haga, realmente qué pide de mí. Todo me parece muy
borroso e incierto. Casi siempre me siento como si
estuviera viviendo en la niebla”.
Durante los últimos siete años, he enseñado
periódicamente un curso universitario llamado “Fundamentos de
Espiritualidad Cristiana”. Y al leer los diarios escritos por mis
estudiantes -siendo que el diario es uno de los requisitos principales
del curso- he visto una sombra en el mundo evangélico que me
causa mucha preocupación. Una cosa que pido a los estudiantes es
que escriban y reflexionen sobre personas, grupos, percepciones,
preguntas, luchas, barreras y experiencias claves de la vida que han
moldeado su entendimiento de Dios y de ellos mismos. Por ejemplo,
pido a una clase que anote en su diario los hábitos buenos y
malos que ayudan o impiden su progreso espiritual. Otro
aspecto que a veces sugiero es explorar cómo su entorno cultural
les ha “metido en su molde”, según lo dice la traducción de Phillips,
citando las palabras de Pablo en Romanos 12:2. Otros proyectos para
el diario tienen que ver con las relaciones con sus padres, hermanos,
pastores y otros líderes claves, y cómo éstas siguen moldeando su
entendimiento de Dios y su relación con él. Todo
Desde el principio, para mi sorpresa y consternación, me
di cuenta del nivel de dolor, tragedia y pecado que habían
 6
experimentado mis estudiantes, y no infrecuentemente en su necesidad de algo diferente a lo que hemos estado experimentando
hogar o entorno cristiano, el cual llegaba a grados por encima de en la mayoría de círculos evangélicos. Si tú tienes la misma hambre
lo que me hubiera podido imaginar. Los primeros diarios que leí y sed que nosotros, has venido al lugar correcto.
hablaban de incesto, abuso infantil, violación, aborto, avaricia,
materialismo, y una ampliamente extendida y profunda confusión David Fraser
y desilusión espiritual. Pero no todos los diarios mostraban esta
Este curso se compone de trece módu los, los cuales
imagen de infección espiritual. Algunos estudiantes claramente
están diseñados para quesemanas una persona pueda completar
en 26
estaban creciendo espiritualmente, y presentaban un
las lecturas y la práctica de las sciplinas espirituales enfocadas.
entendimiento amplio y sano de su persona. Sin embargo, muchos di
El proceso requiere una reflexión en el contenido de los materiales
admitían abiertamente de la existencia de una gran brecha entre
escritos o grabados, al igual que la práctica regular de llevar
lo que confesaban con su boca, creían en su corazón, y un
diario
experimentaban en su diario vivir. Aunque esta experiencia inicial personal.
de lectura de los diarios fue un shock, me consolé a mí mismo En la página introductoria del curso, puedes ver su
pensando que quizás este primer grupo de estudiantes era objetivo principal; y en el gráfico de la página 4, encontrarás un
particularmente problemático, y que no era una muestra panorama general del curso y sus diferentes temas. Quizás quieras
representativa del promedio normal de la población volver a echarles un vistazo.
estudiantil evangélica. ¿Qué puedes esperar de este curso? Nuestro objetivo de
la página introductoria es éste:
Pero con el paso del tiempo, el mismo patrón se repetía
constantemente. De hecho, he llegado al punto en que ya espero
“Animar, mejorar y engendrar patrones y hábitos
que de un grupo de 40 a 60 estudiantes evangélicos, muchos estén
de disciplina que nos abran a Dios, además de promover
viviendo en inmoralidad sexual, consumiendo algún tipo de droga,
una vida espiritual saludable por medio de la lectura
estén apartados de sus padres, hayan sido víctimas de violación o
semanal, el estudio, la aplicación y la práctica de las
incesto, o estén confundidos en su orientación sexual. Muchos de
disciplinas espirituales clásicas. Al final de este curso, el
mis estudiantes afro-americanos me dicen que continuamente se
estudiante habrá diseñado su propio plan de acción
encuentran con actitudes racistas por parte de las iglesias
basado en su situación particular y en su experiencia con
evangélicas de raza blanca. Algunos estudiantes, en particular las
las disciplinas espirituales, para avanzar en los siguientes
mujeres, repetidamente hablan de su desconfianza en los pastores
años de su crecimiento espiritual”.
por causa del abuso emocional, y a veces sexual, que han
sufrido de los líderes de su iglesia. Otras mujeres comparten su
Queremos animarte a que te propongas tomar pasos
frustración al tener que vivir marginadas porque su iglesia y su
concretos para cambiar el ritmo de desarrollo que estás llevando en
entorno cristiano permanecen ciegos a los dones y habilidades que
tu vida espiritual. Los líderes cristianos encuentran cada vez
anhelan ofrecer al Señor, y con los que quieren servir a su
más difícil poder ejercer control del uso de su tiempo, y justamente
comunidad cristiana.
es ese tiempo que les permite cultivar su relación con Dios y
Quizás se podría pensar que los estudiantes que asisten
renovar sus fuerzas y su pasión, habiendo mantenido luchas
a mi universidad están excepcionalmente traumatizados en su
agotadoras y recibido heridas en el ministerio.
vida y nivel de salud y madurez espiritual. Sin embargo, al
Entendemos que como líder, tú ya estás haciendo cosas
compartir mi experiencia con colegas que enseñan en otras
para alimentar y fortalecer tu vida en Cristo. Por lo cual, no
universidades cristianas, mis observaciones e inquietudes han sido
estamos comenzando desde cero, sino más bien estamos
confirmadas. Estos profesores me hablan de historias horribles
retomándolo a medio camino. Nuestra intención es mejorar lo que
parecidas a las que yo conozco, y reaparecen los mismos temas. Los
ya haces bien. Lo que no queremos hacer es matar aquello que es
estudiantes luchan con o son expuestos al pecado y abuso sexual en
vital y fuerte, sólo con el propósito de que realices nuestro curso.
una forma generalizada. También luchan con la adicción; el
Contamos con que actúes sabiamente, trabajando con este curso
racismo; la falta de un propósito, visión y llamamiento; la
para edificar sobre lo que ya está fuerte en tu vida.
introspección y auto- indulgencia; la auto justificación y una
Pero también creemos que hay áreas de nueva
actitud permanente de ira. Y así la lista podría continuar. ¿Qué
experiencia que deben ser engendradas; algunas por primera vez,
nos está pasando? ¿Es algún virus que se ha metido en el riego
otras después de un largo periodo de negligencia. Nuestra
sanguíneo evangélico, una bacteria que amenaza con cortar
convicción es que los patrones de hábitos disciplinados que nos
nuestra habilidad de presentar un testimonio relevante de Cristo
abren continuamente al Espíritu son fundamentales en el desarrollo
a un “mundo observador”, como lo decía Francis Schaeffer? O, para
y mantenimiento de la salud y la fortaleza espiritual. Este curso te
usar la traducción de Phillips de Romanos 12:2, ¿esa presión del
dará la oportunidad de hacer un inventario de tus hábitos y
entorno de consenso cultural norteamericano está metiendo al
prácticas semanales. Queremos ayudarte a ver qué necesitas
mundo evangélico en su molde extraño?
cambiar, qué estás haciendo bien que debe ser reafirmado, y qué
En resumen: La razón por la que nos hemos propuesto
debe ser aprendido por primera vez. Debemos hacer el tipo de
este curso es la evidencia que vemos en todo lugar de la
cosas que los cristianos a lo largo de los siglos han visto como
actual
prácticas esenciales que nos llevan a la madurez en Cristo.
No nos dirigimos a ti como si fuéramos cristianos
perfectos, con las respuestas y que han aprendido todo lo que
Dios

tiene para nosotros, pero los dos ya vamos bien avanzados en Permíteme compartir contigo un poco sobre mi propio
nuestro caminar con Cristo. caminar con Cristo. Crecí en un hogar al que podríamos llamar
8
nominalmente cristiano. Mi madre era una cristiana comprometida, pero mi
Chris Hall padre no era lo que yo llamaría un hombre espiritualmente sólido; así que
en mi crianza recibí señales confusas de mis padres en cuanto a
quién es Dios y cómo conocerle y experimentar su amor en
Cristo. Según crecía, empecé a observar cuidadosamente cómo
vivían las personas que se decían ser cristianas, lo cual me resultó
una experiencia muy difícil, al darme cuenta de las deficiencias
en las vidas de estas personas. Tuve diferentes experiencias de
encuentros con personas a quienes admiraba en algún aspecto,
pero que al mismo tiempo me defraudaban, al ver que cómo sus
vidas no eran lo que yo entendía que debía ser la vida de un
cristiano.
Una de mis frustraciones fue intentar encontrar a alguien
que pudiera explicarme el mensaje del evangelio. Muchas personas
sabían de Cristo, pero eran pocos los que podían explicarme cómo
alguien como yo, con mis luchas, problemas, dificultades y pecados,
podía encontrar el camino al Reino de Dios. Mirando en
retrospectiva, veo que por la providencia de Dios me encontré
estudiando en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA).
Allí conocí un grupo de personas que, aunque estaban luchando
con muchos de los mismos asuntos con los que yo luchaba, al
mismo tiempo podían explicarme la maravilla de quién es Jesús.
Este grupo, pensándolo hoy, y mirando atrás, quizás podría ser
llamado un grupo del “Movimiento de Jesús”; y fueron ellos quienes
pudieron explicarme cómo Dios ha mostrado su amor por mí en
Cristo, y cómo conocerle por medio de él. Me explicaron de una
manera sencilla, el sencillo mensaje del evangelio. Fue sorprendente
ver lo que una relación con Cristo puede hacer por uno, y los
cambios que llega a producir.
Yo había estudiado en UCLA por cuatro años, con la
intención de llegar a ser abogado. Me había ido bastante bien
en mis exámenes de aptitud en la Escuela de Leyes, y había sido
aceptado en la Escuela de Leyes de la Universidad de San Diego.
Estaba convencido de que estudiaría allí, llegaría a ser abogado y,
según lo pensaba en aquel entonces, ganaría un montón de dinero.
Pero entonces conocí a Cristo, me interesé en la Biblia, y sin
pensarlo dos veces, comuniqué a la Universidad de San Diego que
ya no iba a ingresar allí. Me preguntaron por qué, y les dije que
quería estudiar la Biblia por algún tiempo. “Ah, ¿y dónde va a
estudiar?”.
Éste resultó ser un asunto difícil, ya que los tres años
siguientes estudié en una escuela bíblica no oficial llamada Light
and Power House (Casa de Luz y Poder), la cual era parte del
“Movimiento de Jesús” de finales de los años sesenta y principios de
los setenta. Así que, esos tres años estudié en una escuela bíblica no
acreditada del Movimiento de Jesús. Allí aprendí griego, leí muchos
libros sobre la Biblia, y tomé algunos cursos durante tres años.
Después, estudié varios años en Fuller Seminary, y
durante este tiempo fui parte de un equipo cristiano de baloncesto.
A menudo teníamos partidos en otros países, como por ejemplo
en
en la obra por los pueblos no alcanzados, específicamente
en la oficina que se ocupaba de ese tema. Viajé a unos 15 ó 18
países diferentes para observar el progreso de Visión Mundial y
su testimonio del evangelio en los diferentes proyectos que
9
llevaba a cabo. Al final de ese periodo, inesperadamente tuve
que pastorear varias iglesias durante cuatro años y medio,
el sudeste de Asia, en África y Europa. Todo esto durante mi
seminario. Habiéndome graduado del seminario, enseñé por un
breve tiempo en uno de los seminarios con los que estaba asociado
anteriormente, pero mi enseñanza era demasiado superficial. Era
superficial porque nunca había estado involucrado en el ministerio
pastoral. Sentí como que Dios me decía: “Chris, si en un futuro
quieres enseñar en una institución, debes dejar de enseñar ahora, y
dedicarte al pastorado”. Como tenía un grupo de amigos en
Ginebra, Suiza, y ellos me habían dicho a mí y a un par de
amigos del equipo de baloncesto: “¿Por qué no vienen y establecen
una iglesia aquí?”, eso hicimos, allá por 1980. Mi esposa, otros
dos amigos nuestros y yo viajamos a Ginebra, y establecimos
una congregación en Francia, justo al otro lado de la frontera. Así,
tuve la oportunidad de estar involucrado en este ministerio de
implantación de iglesias y pastorado, durante cinco años.
Después de ese tiempo, sentí un fuerte deseo de regresar
para enseñar, pero no tenía todos esos títulos que uno necesita
para enseñar en un instituto, universidad o seminario. Así que
ingresé en Regent College en Vancouver donde estudié un par de
años, y obtuve otro grado de maestría. Por la gracia de Dios, fui
aceptado para hacer un programa de doctorado y después de
varios años de estudio en Drew University en Nueva Jersey, recibí
mi doctorado en teología sistemática e histórica.
Mientras estudiaba en Drew, fui el director de cuidado
pastoral por varios años de uno de los hospitales psiquiátricos
estatales de Nueva Jersey y finalmente terminé viniendo a Eastern
University, donde por seis años he estado enseñando teología
sistemática y clases sobre la vida espiritual. Así que tengo
experiencia en otros países, siento una preocupación por temas
relacionados con la formación espiritual y con el liderazgo, y mi
deseo es ayudar a personas con problemas psiquiátricos de cuando
en cuando.
David Fraser
Me convertí a Cristo cuando era un adolescente, en la
escuela secundaria, hace unos 40 años. Mi conversión fue un
proceso lento y tardó unos seis meses. Al inicio de ese periodo
de mi vida, y aunque asistía a una iglesia de la que era
miembro, me daba cuenta que Dios era un extraño para mí.
Pero, al final de este tiempo, vi que había experimentado un
cambio total. Una de las cosas que sucedió muy pronto en mi
experiencia cristiana fue que un pastor de jóvenes me tomó
bajo su cuidado, me animó, me mostró su amor, y me ayudó en
el estudio de la Biblia. Entonces me di cuenta que sin importar
a qué me llamaba Dios, necesitaba entender la Biblia y tener
l herramientas básicas necesarias para crecer en mi vida
as
cristiana.
A la temprana edad de 16 años, ingresé en una
universidad bíblica, con el deseo de adquirir la disciplina básica
y la formación para el ministerio. Pasé un verano en Guatemala
con la Misión Latinoamericana y de esa experiencia recibí una
visión por el mundo. Después, realicé algunos trabajos en
antropología, me casé, hice estudios de posgraduado en
sociología, enseñé y continué en el seminario.
Después de terminar el seminario, trabajé cuatro años
con Visión Mundial Internacional, enfocándome principalmente
mientras mi esposa obtenía su doctorado y nos ocupábamos de
la crianza de nuestros hijos.
Vine a Eastern University cuando mi esposa empezó
a trabajar en Eastern Baptist Seminary. En un principio,
comencé enseñando sociología y estudios bíblicos y teológicos.
Pero en 1990 me di cuenta de que mi vida había tocado
 techo; las habilidades básicas que había aprendido como joven
cristiano sobre la oración, el estudio bíblico y el testimonio ya
no me alimentaban ni me ayudaban en el crecimiento
personal. Entonces, en enero de 1991 ocurrió un cambio
dramático en mi vida. Tuve que permanecer quieto por varias
semanas en la presencia de Dios, diciendo:“Señor, no sé lo que
está pasando, pero me siento distante y seco. Es como si toda
la maquinaria se hubiera parado”. Sentía una nueva hambre
de Dios, y que necesitaba hacer algo verdaderamente
diferente. El ABC del cristianismo que había estado usando en
mi vida espiritual ya no era suficiente. Comencé a escribir mis
reflexiones de la Escritura, ya no sólo a leerla y orarla, sino de
hecho escribir una página o dos cada día según la leía.
Entonces noté que estaba al borde de un océano de la
realidad y los recursos de la vida cristiana que nunca había
explorado. Necesitaba abrirme a un mundo más amplio de
experiencia y de realidad cristiana no conocidos por mí hasta
entonces.
Durante este tiempo, me encontré con Chris. Él había
llegado a Eastern University uno o dos años antes. Algunos de
nosotros nos juntábamos semanalmente en un grupo de
oración para animarnos y orar los unos por los otros.
Entonces Dios comenzó a hacer algo nuevo en mí.
Estoy agradecido al Señor por estas cosas nuevas.
He vivido variadas experiencias durante estos cuarenta años
de mi vida. Trabajo con Light of the World Ministries
(Ministerios Luz del Mundo), una organización dedicada a
establecer seminarios teológicos en otros países y a ayudar a
los ya existentes a convertirse en instituciones autóctonas.
Continúo enseñando en otros países y buscando
maneras de colaborar con ministerios en circunstancias
difíciles. Actualmente aquí en Eastern, estamos pidiendo a
Dios que haga grandes cosas en nosotros y por medio de
nosotros.
Para nosotros dos, el ministerio y la experiencia
personal nos han hecho volver a lo básico, y nos han
traído otra vez al deseo de hacer lugar para Dios en
nuestras vidas y dedicar el tiempo debido a él. Así que, de
muchas maneras, lo que aquí te presentamos es autobiográfico,
tanto desde el punto de vista bíblico como teológico.
Y ahora queremos comenzar este curso con nuestro
primer ejercicio de reflexión. A continuación encontrarás el
relato de la experiencia de un misionero occidental. Toma un
momento para leerlo y para pensar en la pregunta. Cuando
hayas terminado, continuaremos.
Escribe tu propia respuesta en este espacio.
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¿Cómo encontrar todo lo que Dios nos
quiere dar? : testimonio de un misionero.
“Al principio de mi vida cristiana, me desanimé
profundamente por mi incapacidad de romper un ciclo de
comportamiento de pecado-confesión-perdón-pecado. Me
preguntaba dónde estaba la realidad de Romanos 8. Sólo
conocía la experiencia de derrota de Romanos 7, de hacer
continuamente aquello que espiritualmente me debilitaba.
En
aquel tiempo, entré en contacto con el movimiento de ‘La Vida
Profunda’. Su enseñanza sobre la miseria del yo y la
completa suficiencia de Cristo trajo un penetrante rayo de
esperanza a mi alma cansada de luchar. Inmediatamente
extendí mis manos en súplica. ¡Cuánto anhelaba un nivel más
elevado de experiencia espiritual constante! De una forma
dramática, fui llenado a rebosar. Por tres meses mi
corazón agotado tuvo descanso. ¡Qué experiencia más
bendecida y enriquecedora fue aquella! La oración era tan
real como conversar con mi mejor amigo. La Biblia llegó a
ser algo vivo y de una vitalidad palpitante. El dar
testimonio era todo un gozo.
Pero paulatinamente estos sentimientos iban
desapareciendo. Los malos pensamientos una vez más
comenzaron a asaltarme. Una corriente fría comenzó a soplar
dentro de mí. Interiormente me entumecí. Tenía la sensación
que me había subido a un ascensor veloz que se movía sin
parar entre el techo de la victoria y el sótano de la
derrota.
¿Cómo es que no hay un ascenso gradual a la victoria
espiritual? ¿Qué quiere decir la Escritura cuando habla de una
vida cristiana que va siempre en triunfo? ¿Cómo se
apropia uno de la vida abundante de Juan 10:30? ¿Aquellas
fuentes interiores están produciendo aguas frescas y
purificadoras, o fluyendo con aguas adulteradas y
contaminadas?
¿Es la victoria espiritual sólo un fantasma esquivo,
parecido al fenómeno que observé durante un viaje safari en
Kenya? En el polvo y calor de nuestro vehículo, ¡qué
refrescante fue mirar en la distancia, sobre kilómetros de
matorral, y fijar mis ojos en un hermoso lago. Los rayos del
sol danzaban sobre la superficie tranquila de esta gran
extensión de agua. Pronto resultó obvio que sólo
habíamos visto un espejismo. ¿Es la victoria espiritual nada
más que una ilusión de desierto?” (Tomado de The Cross and
the Crescent - La Cruz y la Media Luna- P. Parshall, p. 16).
Reflexiona en la experiencia de P. Parshall. ¿En qué
maneras se corresponde ésta con tu propia experiencia? ¿Lo
que esperabas que se resolviera de una vez por todas,
10 que
fuese derrotado y terminado, que fuese suplido en fuerza y
abundancia, no ha resultado ser así? De cualquier forma, ¿cuál
sería tu consejo a Parshall? ¿Qué piensas que debe hacer
él para obtener respuesta a sus preguntas y para
experimentar un progreso constante y decidido en la
restauración de la imagen de Cristo en su vida? ¿O acaso su
experiencia es todo lo que uno puede esperar?
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David Fraser
La experiencia de Parshall no es inusual ni única. Muchos
de nosotros hemos sentido algo parecido a la dinámica descrita por
él, aunque no hayamos tenido contacto con el movimiento de “La
vida profunda”. Quizás para nosotros ha sido una experiencia
carismática de llenura del Espíritu, o un encuentro místico que
produjo un cambio, o una conversión dramática que trajo una
limpieza profunda y la sanidad de muchas heridas del pasado.
Sin embargo, un año o una década después nos
encontramos luchando, a veces con antiguos problemas que
reaparecen, otras veces con nuevos, o sencillamente viejos
problemas a un nivel mucho más profundo. Entonces nos damos
cuenta de que nos falta algo, o hay algo que no está bien, o la vieja
naturaleza no está perdiendo tanta fuerza, o incluso, de repente
está más fuerte de lo que nos imaginábamos que pudiera estar.
¿Qué es lo que has dicho a Parshall? ¿Qué puede esperar
él? ¿Hay más de la vida espiritual que lo que él está
experimentando? Y si lo hay, ¿cómo puede echar mano de ello?
¿Cómo puede apropiárselo y hacer que se encarne en su vida y
experiencia? Éstas son preguntas básicas. Pero hay mucho más
que queremos conocer antes de darle un consejo a Parshall.
En este curso de Tiempo y lugar para Dios,
procuramos responder a algunas de las preguntas de Parshall y
proveer un camino que nos lleve a abrirnos de una forma nueva
a la obra transformadora de la gracia de Dios.
Una de nuestras premisas es que Dios ha prometido
hacernos como Cristo, aunque nunca afirmó que este sería un
proceso fácil o instantáneo, ni que Él haría nuestro trabajo
para
11
Los conflictos espirituales: un diagnóstico de
las causas de las dificultades
¿Por qué piensas que la gente a tu alrededor
conseguirlo. El desarrollo espiritual es un proceso de ser moldeado
a la imagen y semejanza de Cristo Jesús. En 2ª Corintios 3:18 se
nos dice que:“Nosotros todos, mirando a cara descubierta, como en
un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en
gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. Debido
a que nos hemos apartado tanto de dicha imagen, hay un largo y
doloroso camino en el cual Dios quita de nosotros nuestra vieja
naturaleza y da energía a la nueva.
Tiempo y Lugar para Dios se enfoca
principalmente en lo que debemos estar haciendo para estar en la
posición donde Dios puede moldearnos, para ser como Cristo.
Chris Hall
La complejidad del asunto: cuando escuchamos a los
líderes cristianos, descubrimos la gran variedad que existe del
cuerpo de Cristo. Las personas que vienen a Él proceden de una
amplia variedad de trasfondos y de un vasto abanico de puntos de
partida y de experiencias. Sus temperamentos también son
diferentes, lo mismo que sus áreas de tentación.
Existen diferentes razones por las cuales muchas
personas no son sanas espiritualmente. También hay
diferentes
razones por las que las personas no crecen, sus vidas espirituales
no funcionan, o su vida interior está vacía y
hueca.
Nos gustaría pedirte que tomes algunos minutos y
pienses sobre ti mismo y aquellos que están a tu alrededor. Si
hicieras una descripción de los cristianos que conoces y de ti mismo,
¿cuáles considerarías las principales razones por las cuales
las
personas tienen ¿Por qué algunos
conflictos? permanecen
inmaduros, otros caen en pecado, algunos no se desprenden
de
hábitos no cristianos, otros están cansados o vencidos o quemados,
otros dejan la fe y otros aguantan heroicamente, pero
no
experimentan paz ni
libertad?
Piensa en esto. Te pedimos que respondas a la pregunta
que a continuación presentamos:
tiene tantos conflictos espirituales? ¿Por qué crees que las
personas no maduran más rápido, o caen en pecado después
de mucho tiempo en el Señor y de una experiencia
significativa en su caminar con él? ¿Por qué no se ve la
 imagen de Cristo en la vida de los creyentes y las
comunidades cristianas? ¿Y qué sobre ti mismo? ¿Qué se
interpone como una montaña en el camino de tu propia
experiencia de crecimiento espiritual?
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Chris Hall
Estos ejercicios de reflexión son importantes.
Aquí
sugerimos algunas respuestas, pero no queremos que pierdas
tu propia perspectiva y contribución.
He aquí algunas experiencias que hemos vivido y
tenemos como ciertas:
1.Algunos líderes tienen conflictos espirituales porque
no son lo suficientemente sabios como para reconocer
lo No
descansan
bueno de nuestras limitaciones lo
humanas.
suficiente. Se extralimitan por meses y años en una actividad
agotadora. Luchan a causa de su falta de equilibrio y
prioridades adecuadas.
2. Otros sufren porque cargan con el peso de
muchos años de malos hábitos en su estilo de vida, desde
antes de convertirse. Algunos han sufrido abusos en su infancia, y
tienen heridas dolorosas sin sanar que continúan
infectándose interiormente. Otros sencillamente tienen
temperamentos hipersensibles, tendencias depresivas o altos
grados de temor y ansiedad.
3.Algunos se encuentran solos y aislados al no tener
una pequeña comunidad de creyentes que les acepte y les afirme,
asigne su respectiva lectura. En este primer módulo, pedimos que
se lea una buena parte del libro de Bradley Holt, titulado Thirsty
for God:A Brief History of Christian Spirituality (Sed de Dios:
y donde puedan abrir su corazón. Necesitan amigos maduros que
sirvan de mentores y modelos de mejores patrones de vida; pero no
tienen un lugar donde sus conflictos y anhelos puedan ser
expresados, y donde puedan ser ayudados en la oración y la
confesión, de manera confidencial.
4.Otros no saben cuál es el problema. Pasan por la
vida sin entender que Dios quiere para ellos algo más profundo,
amplio y vital de lo que hasta ahora han vivido. Algunos están
atrapados por pecados secretos cuyo dominio parece tan fuerte
que nunca les deja libres de su control, a no ser por breves
periodos.
5. Algunos tienen una idea errónea de lo que
significa ser como Cristo. Piensan que la práctica de las
disciplinas espirituales tiene que ver más con las obras de justicia
que con la gracia. Para ellos la gracia significa no hacer ningún
esfuerzo, no arriesgarse, ni hacer ninguna actividad de su parte. La
función que Dios tiene en hacernos como Cristo no tiene
relación alguna con nuestra función en llegar a ser como él.
Existen muchas razones por las que los creyentes, sus
iglesias y organizaciones viven muy por debajo de lo que Dios desea
para ellos. En el módulo 4, trataremos el tema de “Los obstáculos:
¿por qué no estamos viviendo en victoria?”. Allí estudiaremos más
a fondo lo que nos impide echar mano de todos los recursos y
del poder que Dios nos ofrece. La imagen de Cristo no es un
mero ideal resplandeciente, una meta inalcanzable o un deseo
soñado. Es lo que Dios desea y ha destinado para nosotros. Aquí
y ahora, en esta vida, somos alcanzados por la gracia de Dios y
capacitados por el Espíritu para obtener tal nivel de sanidad en
nuestras vidas y de crecimiento espiritual, capaz de colocarnos
en una posición real, aunque limitada, de ser conformados a la
imagen de Cristo.
David Fraser
En este primer módulo, no hemos pasado mucho tiempo
con las tareas del manual de trabajo. En los próximos módulos te
pediremos que hagas más que aquí. De momento te estamos
presentando el curso en su conjunto. Esperamos que ahora tengas
una mejor idea de lo que se trata. Cada módulo ha sido diseñado
para introducirnos a un área diferente de la formación
espiritual. Nuestra esperanza es que al final del curso tengas una
idea mucho más clara sobre el estado de tu salud espiritual y
de lo que necesitas y puedes hacer para crecer más rápida y
deliberadamente hacia la plenitud de la estatura de Cristo Jesús.
Permítenos dedicar estos pocos minutos del final para
explicar lo que debes hacer para conseguir los objetivos y las metas
del curso. Además de la enseñanza del audio y las preguntas del
manual de trabajo, hay cuatro cuestiones adicionales que necesitas
hacer:
A. Lectura
Al prin cipio de cada módulo, encontrarás una lista para
repasar las tareas por realizar. Ésta te indica qué debes leer antes
de empezar el módulo, qué hacer después de haber respondido a
las preguntas del manual de trabajo y cómo comprobar si
efectivamente has completado todas las tareas asignadas al
módulo antes de continuar con el siguiente.
Para cada módulo se asignan unas lecturas de ciertos
libros de texto. Presentaremos cada libro en el momento en que se
Una Breve Historia de la Espiritualidad Cristiana).
En este texto, el autor rápidamente repasa cómo los cristianos
han entendido la espiritualidad cristiana y nos presenta a unos cuantos
personajes cuyos escritos irás leyendo a lo largo de este curso. Con
esto pretendemos mostrarte que este tema del crecimiento
espiritual ha sido experimentado por los cristianos por mucho
tiempo. Además, las nociones que vamos a explorar no han sido
inventadas por nosotros. Vienen de muchos otros santos en
otras épocas y culturas.
También te pediremos que leas Devocionales
Clásicos de Foster y Smith. Se trata de una colección de lecturas
que toma tres o cuatro páginas de material de cada autor de una
amplia gama seleccionada. Estas selecciones te dan un poco
de entendimiento acerca de lo que dichos escritores sintieron y
dijeron al describir sus experiencias más íntimas con Cristo.
Algunos son escritores conocidos, otros no tanto, pero lo bueno de
esta colección es que te ofrece una bibliografía adicional, para
leer más sobre cualquiera de los autores que te interese.
Foster y Smith también te ofrecen una corta biografía de
cada escritor, junto con ciertas preguntas para la reflexión y
anotaciones en tu diario. Esperamos que disfrutes de su lectura.
Luego te pediremos escribir las respuestas a algunas de estas
preguntas en tu diario personal según avanzamos.
B. Tu diario personal
Permíteme hacer una breve anotación en cuanto a tu
diario personal. Este es una parte fundamental del curso pues se
trata de un registro personal de lo que estás sintiendo y
pensando y de lo que entiendes que Dios te está diciendo.
A lo largo de la historia, muchos cristianos han
descubierto que los momentos dedicados a escribir en su diario
personal han sido de gran ayuda para entender lo que estaba
pasando en sus vidas. Algunos de ellos llevaron un diario personal
durante casi toda su vida. Uno de los libros que leerás más adelante
consiste en las anotaciones de un diario. Éste podría ser un modelo
para tu propio diario, aunque obviamente fue escrito teniendo en
mente su publicación. Nos referimos al libro de Nouwen titulado
Camino a casa: un viaje espiritual.
A lo largo de este curso, también te pedimos que escribas
en tu diario personal un promedio de una vez por semana o más,
hasta cuatro veces por semana. A menudo te daremos recursos
para ayudarte en esta tarea. Por ejemplo, podrás usar tu diario
para responder algunas de las preguntas de la sección de lecturas.
Otras veces te pediremos que lo uses para responder a las
preguntas del manual de trabajo. Queremos que te sientas
tranquilo y seguro, y que seas completamente franco y honesto con
tus escritos. Quizás algunos podrán usar un computador como un
sistema seguro para llevar su diario, otros querrán usar una libreta
con seguro o disponer de un lugar para guardarla fuera del alcance
de otros.
En este primer módulo, te pedimos que comiences a
escribir en tu diario y respondas las preguntas de Devocionales
Clásicos asignadas para este módulo.
13
C. Ejercicio de la disciplina espiritual
Cada módulo pide que practiques y experimentes una de
las disciplinas espirituales clásicas. Este módulo comienza el
proceso con la disciplina del retiro. Escogimos este punto de inicio
para los líderes cristianos pensando en que posiblemente
muchos están sobrecargados con demandas por encima de sus
posibilidades, en una actividad frenética de ministerio y
enfrentando desafíos sobrecogedores. Por tanto, lo primero que
te pedimos hacer es aquietar tu alma y dedicar un tiempo para
aflojar tu ritmo y acallar las voces que reclaman tu atención desde
dentro y desde fuera. El retiro espiritual es una forma de acallar
esas voces y disponerse a esperar quietamente delante de Dios
para escucharle.
Al final de cada módulo, encontrarás algunas notas para
reflexionar en la disciplina espiritual correspondiente. Cada una de
las disciplinas se presenta en un material de varias páginas
donde se dan instrucciones sobre qué hacer para
experimentarla. No estamos pidiendo que sustituyas tu enfoque en
esta disciplina por otras actividades que ya estás haciendo para
cultivar tu vida espiritual. Solo queremos que encuentres un
tiempo para practicar la disciplina, el suficiente como para tener
cierta experiencia de lo que ésta te ofrece para abrirte a la obra
transformadora de Dios. Si eres un principiante en dicha
disciplina, deberías comenzar despacio y con poco, pero si ya
eres experimentado, te pedimos dedicar algún tiempo para
renovar y repetir la disciplina en una manera más significativa y
con mayor profundidad para ti.
D. El proyecto final del módulo: una reflexión sobre lo
aprendido
Por último, te señalamos lo siguiente: en cada módulo
deberás escribir una o dos páginas después de haber terminado
lo que tenías que leer, escribir y anotar en el diario, y después
de haber hecho la práctica de la disciplina correspondiente. Estas
dos últimas páginas las llamamos, el “proyecto para este módulo”.
Y esto es todo. Te damos la bienvenida a este viaje de
lectura, reflexión, respuestas y de un nuevo compromiso con
Cristo.
Tu proyecto
para este módulo

Cuando hayas terminado las lecturas asignadas y los ejercicios de la disciplina espiritual, por favor responde a las
siguientes preguntas:

En una hoja, responde a la pregunta que se encuentra en la página 116 de Devocionales Clásicos, que a continuación
transcribimos: El retiro, según Nouwen, “crea, un espacio para Dios, pero también quita nuestras distracciones protectoras,
obligándonos a tratar con nuestro caos interior. Nos ocupamos de las disciplinas espirituales para ‘impedir que el mundo sature
nuestras vidas a tal grado que no queda lugar alguno para escuchar’. ¿Qué cosas están llenando actualmente su vida y le impiden
escuchar?”.

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 En una segunda página, escribe cuáles son tus principales expectativas de este curso. ¿Qué esperas de él? ¿Qué anhelas
ver que ocurra en tu vida? ¿Cuáles grandes desafíos anticipas que encontrarás al intentar ser fiel y comprometido en terminar
este curso? Usa esta página para expresar tus esperanzas y metas para este curso y lo que anticipas serán dificultades por
vencer y tener éxito al final de tu carrera.

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15
 Disciplina enfocada en este módulo:
el retiro
El propósito de estas páginas es darte una
orientación sobre la disciplina del retiro y del silencio,
sugerirte cómo reflexionar sobre estas disciplinas y
proveerte algunos ejercicios para escribir en tu diario
personal, según comienzas a hacer lugar para Dios en tu vida.
Esta orientación te ayudará a comenzar a practicar el retiro y
el silencio en la próxima semana y también durante la
siguiente.
Hay varias explicaciones sobre el retiro en los libros
que estamos usando como textos. También hay otras muy
buenas en otros libros no usados en este curso. Incluimos
copia de una serie de ensayos de Henri Nouwen en cuanto al
significado del retiro y el silencio aplicado al ministro
“compulsivo”.
El lugar del retiro está entre los imperativos de
“huir” y “orar”. Según descubrirás, ninguna de las disciplinas
espirituales es efectiva por sí misma. Cada una de ellas es
sólo una parte de algo mayor que lleva a todo nuestro ser
a la presencia de Dios, para dar lugar y tiempo a su obra
transformadora en nosotros.
Según desarrollas el módulo 1, busca tiempo para
leer el artículo sobre retiro y silencio, y para apartar algunos
momentos de retiro cada semana. Nuestra sugerencia es que
practiques este retiro brevemente cada día, cinco o diez
minutos en silencio y soledad. La siguiente semana puedes
apartar un poco más de tiempo, una hora o más, unas dos
veces. Descubrirás que escribir en el diario te ayudará a
encontrar significado en lo que estás aprendiendo sobre esta
disciplina, sobre ti mismo, y sobre Dios, según desarrollas los
ejercicios asignados.
El primer ejercicio del libro de Holt, en la página 13,
te da algunas sugerencias de cómo comenzar a practicar
el retiro. Además, en el manual de trabajo encontrarás algunas
sugerencias prácticas de ejercicios.
Referencias: Spirit of the Disciplines - El Espíritu de las
disciplinas- Willard, (págs.159-165). Thirsty for God -Sed de
Dios- Holt (p. 13). En español: Devocionales Clásicos, Foster y
Smith (págs. 111-117; también págs. 97-103 y 140-146);
Encontrar en Él la vida, p. 36;
Otras: Alabanza a la disciplina, Foster, capítulo 7;
Sojourners (Peregrinos), Nouwen, Vol. 9, Nº 6-8, “The Desert
Counsel to Flee the World” (“El consejo del desierto de huir
del mundo”, junio de 1980, págs.15-18);“Silence, the Portable
En el libro Encontrar en Él la vida (Buenos Aires:
Editorial Guadalupe, 1986, p. 37), Henri Nouwen nos ofrece un
consejo sabio. Nos habla de la necesidad de la disciplina en
una vida espiritual saludable. ¿Para qué? Para escuchar la voz
Cell” (“Silencio: el aposento portátil, julio de 1980, págs. 22-
26);“Descend with the Mind into the Herat” (“Desciende con
la mente al corazón”, agosto de 1980, págs. 20-24).
Retiro y silencio
¿Por qué comenzar con la disciplina del retiro y el
silencio? Quizás porque estos dos asuntos son
desconocidas para nosotros, especialmente para los
occidentales. Por ejemplo, quienes han crecido en
Norteamérica o en Europa, aprenden muy temprano que es la
actividad, y no el carácter, lo que se valora. “El hacer” es
valorado mucho más que “el ser”. Una de las primeras
preguntas que los norteamericanos hacen cuando les
presentan a alguien es: ¿qué haces? (¿a qué te dedicas?). La
capacidad de rendir y de producir es el factor principal que
moldea el concepto y la consciencia que los
norteamericanos tienen de sí mismos.
Los norteamericanos se sienten incómodos con la
inactividad. Es así como las vacaciones, tiempo de descanso,
relajación y quizás reflexión, son para muchos en
Norteamérica un tiempo de frenética actividad; se reemplaza
el ritmo frenético de su trabajo por vacaciones llenas de
actividades desde la mañana hasta la noche.
En gran medida, este estilo de vida se está
extendiendo a otras partes del mundo, especialmente a las
áreas urbanas. También en muchas iglesias y organizaciones
cristianas el alto nivel de actividad es una cualidad muy
valorada. Lo que más vale es cuánto haces y cuánto logras.
¿Por qué vamos desenfrenados? ¿Qué tememos oír
si disminuimos la actividad y el nivel de ruido en nuestras
vidas? ¿Cuántos de nosotros somos siervos de Dios
“quemados” o a punto de quemarnos? De alguna manera
tenemos la idea de que debemos suplir todas las necesidades
en los momentos de crisis. Hemos servido, estudiado,
ministrado y aun orado, de prisa y corriendo. Pensamos que
los siervos de Dios efectivos son los ocupados.
Pero, pronto descubrimos que siempre tenemos
demasiado para hacer y nunca el tiempo suficiente para
hacerlo. Y ahora, después de cinco o diez años en un
ministerio activo, nos encontramos agotados, desanimados o
desilusionados. Hemos intentado hacer demasiado. Hemos
dado y dado, pero hemos fallado en reponer nuestras
energías. ¿No hay una manera más sabia, sana y saludable
para ayudar a otros y conservarnos a nosotros mismos?
de Dios.
“Una vida espiritual sin disciplina es imposible. La
16
disciplina es el otro lado del ser discípulo. La práctica de una
disciplina espiritual nos hace más sensibles a la débil y suave voz
de Dios” (Encontrar en Él la vida, Buenos Aires: Editorial
Guadalupe, 1986, pág. 36).
Lo que a Nouwen le preocupa es el alto nivel de
ruido en la mayor parte de nuestras vidas. ¿Cuál es el motivo
de su preocupación?
“Muchas veces hemos llegado a ser sordos, incapaces
de distinguir cuando nos llama Dios e ineptos para discernir
en qué dirección somos llamados” (ídem p. 37).
El autor resalta la estrecha relación entre aprender
a escuchar y aprender a obedecer. ¿Hemos relacionado
nosotros demasiado rápido la acción con la obediencia? ¿Cuán
a menudo hemos actuado sin primero haber escuchado?
¿Cómo puede la disciplina del retiro y el silencio ayudarnos a
recobrar nuestra sanidad espiritual?
En primer lugar, utilizando como ejemplo la vida de
Jesús, Nouwen nos muestra que escuchar, orar, obedecer y
ministrar van invariablemente interrelacionadas.
“La vida de Jesús fue una vida de obediencia. El
siempre escuchaba al Padre, siempre atento a su voz, siempre
alerta a sus indicaciones. Jesús era “todo oídos”. Esa es la
verdadera oración: ser todo oídos para Dios. El núcleo de
toda oración es realmente escuchar permaneciendo
obedientemente en presencia de Dios” (ídem p. 37).
Richard Foster también ha observado este patrón
de: retiro-escuchar-orar-ministrar, en la vida de Jesús.
Observa atentamente este patrón en los siguientes pasajes
de los evangelios (véase Alabanza a la disciplina, Foster, p. 109):
1. Mateo 4:1-11. La experiencia de la tentación de
Jesús en el desierto. ¿No sería el silencio y el retiro del desierto
lo que fortaleció la capacidad de Jesús para resistir los
ataques del maligno?
2. Lucas 6:12. Antes de seleccionar los doce
apóstoles, Jesús pasa la noche en oración solo.
3. Mateo 14:13. Después de saber de la muerte
de Juan el Bautista, Jesús se retira a un lugar solitario.
4.Mateo 14:23. Poco después de alimentar a los cinco
mil, Jesús sube al monte solo.
5. Marcos 1:35. Después de una larga noche de
trabajo, Jesús se retira a “un lugar solitario”.
6. Lucas 5:16. Después de sanar a un leproso, Jesús
“se apartó al desierto a orar”.
7. Mateo 26:36-46. Jesús se retira a Getsemaní a
preparar la más grande de sus obras.
Propósitos y funciones del retiro
Muchos son los propósitos y funciones del retiro.
Para algunos, simplemente provee un necesitado descanso y la
oportunidad
17 de reflexionar. Otros descubren en él un
entendimiento más profundo de cómo el estilo de vida carnal
del mundo ha tergiversado su perspectiva del ministerio y el
discipulado. Las deficiencias de carácter que hemos evitado
enfrentar pronto salen a la superficie cuando las
distracciones de estudios, amigos, entretenimiento o
actividades de iglesia son quitadas de nuestra vida.
Escritores tan distintos como Richard Foster,
Dietrich Bonhoeffer y Tomás de Kempis concuerdan en
En todos estos pasajes, vemos claramente un patrón
bien marcado de ministerio-retiro-ministerio. Parece que
Jesús se dio cuenta de que sólo podía realizar la obra que Dios le
había dado con las personas si constantemente se retiraba de
ellas. En otras palabras, Cristo ganaba en el silencio y el retiro la
fuerza necesaria para ministrar con eficacia a los demás. Si el
retiro y el silencio fueron una necesidad en la vida y en el
ministerio de Jesús,
¿cuánto más lo necesitamos nosotros en nuestra más agitada
condición?
Entonces, ¿qué es el retiro?
El autor Willard afirma que el retiro nos provee del
espacio y el silencio necesarios para librarnos del “curso normal
de las interacciones humanas del día a día” que nos atan a
“patrones de sentimiento, pensamiento y acción de un mundo en
contra de Dios. Sólo el retiro nos libra de un comportamiento
arraigado que impide nuestra integración en el orden divino”
(The Spirit of the Disciplines,Willard, p. 160).
Nouwen expresa que el retiro es crear tiempo y
espacio para Dios: “Si creemos realmente no sólo que Dios
existe, sino también que está presente de modo activo en
nuestras vidas - sanando, enseñando y guiando- necesitamos
reservar un tiempo y espacio para otorgarle sin divisiones
nuestra atención (Encontrar en Él la vida, Buenos Aires: Editorial
Guadalupe, 1986, p. 38).
Joyce Hugget ilustra la necesidad del retiro con una
historia proveniente de la tradición monástica:
“Uno de los ‘Padres del Desierto’ lo expresó sencilla
pero poderosamente. Echó agua y arena en una jarra. Al sacudir
la jarra, el agua se enturbió; pero al dejar reposar la jarra, la arena
se asentó en el fondo, y el agua se aclaró. Usando esta ayuda
visual, este padre enseñó a sus discípulos que el ritmo de
vida de las personas normalmente oscurece su perspectiva
espiritual. Los que se atreven a ponerse en el reposo de Dios
descubren que el agua de la percepción se hace clara otra vez”
(The Joy of Listening to God, Joyce Hugget, p. 185).
Ejercicios para tu diario personal:
1. En una escala de 1 a 10 (1=paso de tortuga,
10=velocidad de la luz), ¿dónde pondrías el nivel de actividad
en tu vida? Si estás demasiado ocupado, ¿por qué piensas que
has llenado tu vida con tanta actividad?
2.¿Cuál es el nivel de ruido en tu vida? Cuando
estás solo, ¿inmediatamente tiendes a acudir a la radio o la
televisión? Si tuvieras la posibilidad de tener un periodo
extenso de soledad y retiro, ¿lo aprovecharías, o lo evitarías?
¿Por qué?
afirmar que la vida comunitaria sana y el retiro espiritual son
3. Nouwen escribe,“Nos
inseparables. Bonhoefferinvolucramos
lo dice así: en la práctica
de las disciplinas espirituales para ‘impedir que el mundo
llene nuestras vidas
“El que denotalsepa
forma
estarque
solo,noque
quede
tengalugar en con la
cuidado
ellas para
vidaescuchar’. ¿Qué cosas
en comunidad... están
El que nollenando
sepa viviractualmente tu que
en comunidad,
vida quetenga
te impiden
cuidadoescuchar?”
con estar (Encontrar
solo...enCada
Él la cosa
vida. por
Buenos
separado
Aires: Editorial
conllevaGuadalupe, 1986,
serias trampas p. 37). Querer vivir en comunidad
y peligros.
y nunca estar solo es arrojarse al vacío de las palabras y
los sentimientos. Y querer estar solo, sin la comunidad, es
perecer en el abismo de la vanidad, el narcisismo y la
desesperación” (Vida en comunidad, Dietrich Bonhoeffer. Pedal
133. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1997, págs. 80-81).
 El comentario de Foster es: “Por tanto tenemos que
buscar la tranquilidad recreativa del retiro, si queremos estar
con otros individuos de manera significativa. Tenemos que
buscar el compañerismo y confiar en la responsabilidad de
otros si queremos estar a solas con seguridad. Tenemos que
cultivar las dos cosas si queremos vivir obedientemente”
(Alabanza a la disciplina, Foster. Nashville,TN: Editorial Caribe,
1986, p. 110).
Entonces, el principio clave aquí vendría a ser el
siguiente: necesitamos los momentos de retiro para
que al estar con otras personas, podamos ofrecerles
nuestro consejo o apoyo de manera segura y sana.
Tomás de Kempis era muy consciente de este principio
espiritual. Él advirtió que no se debían poner personas en
posiciones de liderazgo basándose solamente en sus dones o
personalidad:
“Uno no debe estar en público si no le gusta la
reclusión. Uno no debe hablar si no sabe gustosamente
guardar silencio. Uno no debe gobernar si no está
dispuesto a ser subordinado. Uno no debe mandar si no
ha aprendido a obedecer” (Imitación de Cristo, Tomás de
Kempis. México: Ediciones Paulinas, S.A., 1962. 1.20.2 [Libro 1,
cap. 20, sección 2].
De Kempis enseñaba que en el silencio y la reclusión
una consciencia de nuestros pecados y flaquezas nos llevará
al arrepentimiento y a un mayor entendimiento de
nosotros mismos. Éste es un proceso doloroso, pero esencial
para los que quieren ministrar a otros desde una base
segura.
través de mí, hasta que tus ideas se conviertan en mis ideas”. El
telegrama favorito de Juan Wesley a Dios era, “Jesús, fortalece
mi deseo para trabajar, hablar y pensar para ti”. En la tradición
ortodoxa oriental encontramos la “oración a Jesús”: “Señor
“En el silencio y la quietud progresa el alma
piadosa, y llega a penetrar los misterios de la Escritura. Allí
encuentra manantiales de lágrimas con que lavarse y purificarse
todas las noches, para hacerse tanto más amiga de su Creador
cuanto más lejos vive de todo el bullicio del mundo” (ídem
1.20.6).
¿Cómo se relaciona el retiro con la disciplina del
silencio? Foster habla del retiro como algo que tiene que ver
con una continua “atención interior”. ¿Qué quiere decir esto?
Quiere decir que es muy difícil escuchar a otra persona, estar
atento a lo que me quiere decir, si soy yo el único que habla.
Mientras yo tenga la palabra, tengo el control y soy el centro
de la atención. Puedo dirigir la conversación de acuerdo con
mis necesidades y a mi agenda. El silencio requiere confianza
en la otra persona con la que me estoy relacionando. Foster
lo dice así:
“Una de las razones por las cuales no aguantamos el
permanecer en silencio es que eso nos hace sentir
completamente indefensos. Estamos muy acostumbrados a
confiar en que las palabras manejen y controlen a los demás.
Si nosotros callamos, ¿quien tomará el control? Dios lo
tomará, pero nosotros nunca dejamos que él lo tome
mientras no confiemos en él. El silencio está intimamente
relacionado con la confianza” (Alabanza a la disciplina, Foster.
Nashville TN: Editorial Caribe, 1986, p. 113).
Quizás éste sea el motivo por el que guardamos
silencio con aquellos que amamos y en quien confiamos. Los
patrones de nuestro hablar pueden enseñarnos mucho acerca
de en quién confiamos, quién no nos gusta, a quién envidiamos,
a quién admiramos y a quién tememos.
Ejercicio para tu diario personal:
Analiza cómo has usado tus palabras durante esta
última semana. ¿Qué patrones de conversación ves? ¿En qué
situaciones tiendes a usar las palabras inapropiadamente (por
ejemplo: para manipular a otros, explotar o controlar)? ¿Ha
habido situaciones cuando has guardado silencio por razones
inapropiadas (por ejemplo: por temor al qué dirán otros, a
equivocarte, a hacer el ridículo, o a ir contra la corriente)?
El retiro en nuestro horario
Quizás digas, “Bien, comprendo que las disciplinas de
retiro y silencio son necesarias, pero mi horario no me
permite retirarme. Por más que procuro encontrar espacio
y tiempo para estar a solas con Dios, es imposible. Tengo que
cumplir con las demandas de un duro trabajo semanal. Y
además, tengo que atender a mi familia. El ideal propuesto
es bueno, pero inalcanzable, debido a la realidad de mi vida
diaria”.
Está bien. Pero, ¿qué consejo nos pueden dar
nuestros mentores espirituales? Foster nos motiva a
aprovechar los “pequeños retiros” a lo largo del día. Guy
Brinkworth por su parte, sugiere que llenemos las pausas del
día con breves oraciones directas: “Espíritu Santo, piensa a
Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador”.
Catherine de Hueck Doherty habla de “las pequeñas
lagunas de silencio” que proveen pausas durante el día. Joyce
Hugget por su lado, intentó descubrir las coyunturas
específicas en las actividades del día que le permitían algún
espacio para tener comunión con Dios:
“Cuando saco el papel de mi máquina de escribir
o me preparo una taza de café, cuando tengo que esperar en el
cruce del semáforo, me propongo intencionadamente volver
mis pensamientos hacia Dios. A menudo él me comunica su
presencia de alguna forma tangible… Mientras lavo los platos,
plancho, paso la aspiradora, quito el polvo, cuido del jardín,
camino a la oficina de correos, conduzco a la tienda, o viajo en
transporte público; en todo esto intento escuchar a Dios tan
atentamente como en mi aposento de oración. Y veo que
funciona. Siento una Amada Presencia cerca de mí.Al conducir,
un Amado Viajero va a mi lado. Cuando leo, cocino, estudio,
mientras enseño, atiendo a otros, hago las cuentas, en el
tumulto del supermercado, o esperando en la parada del
autobús o del tren, siempre siento esa Presencia Amorosa,
ese anhelo por mi Creador” (The Joy of Listening to God -El
Gozo de Escuchar a Dios-, Joyce Hugget. págs. 171-173).
Esta autora nos enseña que el retiro se puede
encontrar en medio de la actividad, y de hecho, en medio de
otras personas. Nuestro enfoque, o como lo llama Foster,“la
atención interior”, parece ser el factor que transforma
improbables situaciones y horarios en oportunidades de
comunión con Dios. En un principio, deberemos hacerlo muy
intencionadamente, para integrar esta consciencia de Dios en
nuestro ritmo diario de vida.
Quizás nos resulte útil el “experimento de Frank
Laubach de llenar cada minuto con el pensamiento de Dios”
(véanse las Letters By a Modern Mystic -Cartas de un Místico
Moderno-, Frank Laubach, en Devocionales Clásicos, págs. 140-
146). Entre otros asuntos, él menciona la necesidad de
aprender a mantener dos cuestiones en la mente al mismo
tiempo:
“Podemos mantener dos cosas en la mente al
mismo tiempo, aunque de hecho no podemos mantener una
sola cosa en la mente más que medio segundo. La mente es un
continuo flujo de cosas, una constante oscilación. La
concentración es sólo la continua vuelta al mismo problema
desde una infinidad de ángulos. Así que, mi problema es
éste: ¿Puedo traer a Dios de regreso en el fluir de mi
mente cada ciertos segundos, de tal modo que Dios
siempre esté en mi mente como una sensación visual
una vez que la causa de estimulación ha cesado? ¿Será
siempre uno de los elementos en cada concepto y
precepto?” (ídem p. 143).
las muchas distracciones siguen presentándose. Más adelante en
la medida en que reciban menos y menos atención, se van
19 lentamente.” (ídem p. 40).
retirando
Puede ser que el concepto de Laubach resulte
inalcanzable para algunos, pero siempre podemos intentar
practicar un ejercicio sugerido por Foster y Smith. Ellos
sugieren que pongamos “algún recordatorio” -una nota, una
cruz, un pasaje bíblico- en nuestro lugar de trabajo que evoque
el pensamiento de la presencia de Dios cada vez que lo
vemos a lo largo del día (ídem, p. 145).
Al mismo tiempo que procuramos desarrollar un
continuo sentir de comunión con Dios, es importante proveer
en nuestro horario diario tiempos específicos de retiro y
silencio. A menudo esto nos parecerá imposible. Pero una
clave es empezar con pasos pequeños, quizás sólo de cinco o
diez minutos al día. Nouwen sugiere que lo anotemos
muy claramente en nuestro calendario de actividades
diarias. También propone que la medida de tiempo
dedicada se relacione con “nuestro temperamento, edad,
tipo de trabajo, estilo de vida y madurez”. Pero aunque sólo
fuera unos pocos minutos, necesitamos apartar algún tiempo
para este propósito.
Nouwen enfatiza lo importante de esta disciplina
diciendo que:
“Pero no tomamos la vida espiritual en serio si no
reservamos un tiempo para estar con Dios y escucharlo.
Puede ser que tengamos que escribirlo en blanco y negro en
nuestra agenda diaria para que nadie pueda robarnos este
período de tiempo. Entonces podremos decir a nuestros
amigos, vecinos, estudiantes, clientes de todo tipo o pacientes:
lo siento, pero ya tengo un compromiso a esa hora y no se
puede cambiar.” (Encontrar en Él la vida, Nouwen. Buenos
Aires: Editorial Guadalupe, 1986, p. 39).
Las distracciones interiores
¿Qué hacer con nuestras distracciones? Nouwen
apunta que la nueva experiencia de retiro y silencio podría sacar
a la superficie pensamientos y sentimientos escondidos que
nos produzcan cierta inquietud.
“Uno de los antiguos escritores cristianos describe la
primera etapa de oración solitaria como la experiencia de un
hombre que, tras haber vivido por años con las puertas
abiertas, decide de repente cerrarlas. Las visitas que venían y
solían ser recibidas en su casa comienzan ahora a golpear
insistentemente en sus puertas, preguntándose por la razón de
que ahora no se las deje pasar. Sólo cuando, con el tiempo, se
dan cuenta de que no son bienvenidas, dejarán de venir.”
(Encontrar en Él la vida, Nouwen, p. 40).
Algunos han descubierto que anotar las distracciones
según les vienen a la mente, sin tomar el tiempo en ese
momento para procesarlas, las priva de su poder. Así que,
acuérdate de tener lápiz y papel en tiempos de retiro para
este propósito. Con tiempo y práctica, las distracciones
dejarán de ser un problema. Nouwen comenta que las
distracciones son “la experiencia de cualquiera que decida
entrar en la soledad después de una vida sin mucha disciplina
espiritual. Al principio
Hemos enfatizado que aprender a “escuchar a Dios”
es un aspecto vital del retiro, aunque seguramente resultará
intimidante para algunos. La mayoría de nosotros hemos
conocido a personas que insistían que Dios les había dado un
mensaje específico, o les había mandado realizar cierta acción.
Muchos de estos mensajes o acciones nos han dejado
confusos, irritados, ansiosos o escépticos. ¿Cómo podemos
discernir si estamos escuchando la voz de Dios o sólo
experimentando el post-efecto de la cena de la noche
anterior? Para responder a esto, debemos tener en mente
ciertas salvaguardias de sana espiritualidad según exploramos
estas disciplinas de retiro y silencio.
1. El Espíritu Santo nunca va a contradecir lo que el
Espíritu ya ha revelado en las páginas de la Escritura. Si, por
ejemplo, Dios ya ha prohibido las relaciones sexuales
prematrimoniales o extramatrimoniales, después Dios no va a
decirme que la acción más amorosa que puedo hacer con mi
novio/novia es acostarme con él/ella. Todos los mensajes de
Dios deben estar conforme y ser rigurosamente contrastados
con los patrones de la verdad bíblica. De aquí la importancia
de conocer bien la Escritura. La disciplina del estudio y de la
meditación la veremos en el siguiente módulo.
2. Lo que entendemos que Dios nos está diciendo en
el retiro debe ser traído a nuestra comunidad para ser
probado. El mismo Espíritu que vive en el individuo también
mora en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Busca personas en tu
congregación, ojalá amigos que te conozcan bien y que lleven
vidas espirituales disciplinadas, y comparte con ellos lo que
entiendes que Dios te está diciendo. Toma en serio su
discernimiento y consejo.
Preguntas para tu diario personal:
¿Ha habido momentos concretos en tu vida
cuando entendías que Dios te estaba dando un mensaje
específico para ti? ¿Cuándo? ¿Qué circunstancias rodeaban
esa situación?
¿Por qué creías que este mensaje venía de Dios? ¿Te
equivocaste o acertaste?
Ejercicio para tu diario personal:
Haz planes para tener un tiempo de retiro de dos
o cuatro horas dentro de las dos semanas siguientes.
Durante este breve retiro, propónte un periodo de
confesión, evaluación y renovación de tu compromiso con
Dios. Te sugerimos responder a las preguntas que Hugget
plantea:
1.¿Hay ciertos asuntos en mi vida que se interponen
entre Dios y yo?
2.¿Habrá impedimentos para entregarme libremente
para cumplir el plan de Dios para mi vida?
3.¿Qué he hecho para servir a Dios en el pasado?
4.¿Qué estoy haciendo actualmente para Dios?
Sugerencias y pasos para practicar el retiro
y el silencio:
¿Cuáles son algunos de los pasos prácticos que
podemos dar hacia el retiro y el silencio? Ya hemos
mencionado que podemos aprovechar esas “pequeñas lagunas
de silencio” que son parte de nuestro diario vivir. Foster
también sugiere lo siguiente:
1.Encuentra o crea tu propio “lugar de quietud”, tu
lugar personal de escondite, para estar solo y en silencio.
2. Intenta hacer las cosas sin sentir que tienes que
dar una palabra de explicación a otros. Como dice Foster:
“Aprende a confiar en Dios como el que te justifica”.
3. Disciplínate para que tus palabras sean pocas y
plenas.
4. Como un experimento -no una nueva ley- pasa
todo un día sin hablar.
5. “Retírate durante tres o cuatro horas con el
propósito de reorientar las metas de tu vida, cuatro veces al
año. ¿Qué quieres haber realizado de aquí a un año? ¿Y de
aquí a diez años? Fija metas realistas, pero está dispuesto a
soñar y a extenderte” (véase Alabanza a la disciplina, Richard
Foster, p. 120).
6. Haz un retiro una vez al año simplemente para
estar solo. Joyce Hugget sugiere cuatro objetivos para un
retiro largo:
A. Percibir más claramente la presencia de Dios.
B.Pensar en cómo hemos estado respondiendo a
los “cortejos amorosos” de Dios desde nuestro
último retiro.
C. Discernir cuál es la voluntad de Dios para mi vida
aquí y ahora.
D. Reajustar mi estilo de vida a la luz de lo que Dios
me dé en este retiro (The Joy of Listening to God
-El gozo de escuchar a Dios-, Hugget, p. 189).
Como nota final sobre el retiro y el silencio,
recuerda que la meta de estas disciplinas no es el retiro y el
silencio en sí mismos, sino sobre todo cultivar el amor y la
compasión. Foster escribe: “Un gozoso resultado de hacerse
amigo de Dios es una creciente compasión por los demás.
Una vez que hemos penetrado el abismo de nuestra propia
vanidad, nunca más podremos mirar las debilidades ajenas
desde una condescendiente superioridad. Una vez que hemos
enfrentado los demonios de desesperación en nuestra
propia soledad, nunca más podremos tomar a la ligera la
depresión silenciosa y la triste soledad de aquellos que nos
rodean. Llegamos a ser uno con todos los que sufren y
temen. Somos libres para darles el mayor de los dones
que poseemos, el don de nosotros mismos” (Study Guide for
Celebration of Discipline - Guía de estudio de Alabanza a la
disciplina, Foster, p. 57).
20
módulo 1
lecturas
La fe evangélica:
Recuperación de una tradición
de
profunda espiritualidad 1
Richard Lovelace2
Considerando la ironía de la historia reciente,
inicialmente parece algo raro hablar del tema de la tradición
evangélica de la santidad y la renovación espiritual. Al ver la
caída de nuestras estrellas evangélicas de los medios de
comunicación, la prensa nos ha dado una especie de
radiografía pública de las partes más débiles de la fe evangélica
moderna; y ha puesto una sombra sobre nuestra fe, y ha
sembrado dudas sobre sus raíces espirituales.
Pero mi intención aquí no es defender el
presente, sino explorar el pasado. Ciertamente el camino
más rápido y sano al futuro evangélico podría ser a través de
su pasado, a través de un estudio exhaustivo de la fuerza
espiritual y teológica original del movimiento evangélico.
I. La espiritualidad de la reforma
No podemos hacer justicia a esta tarea sin mirar
primero a los orígenes de la piedad evangélica en la Reforma,
porque el mismo nombre de evangélico viene de la
recuperación que Lutero hizo del significado completo del
evangelio, el “evangelion”.
Pero debemos reconocer que los mismos Lutero y
Calvino eran profundos deudores de los padres de la
Iglesia Primitiva, especialmente de Agustín. La tradición
mística agustiniana, con su profunda visión del significado
humano y su énfasis en la salvación sólo por gracia, es el
tallo del que floreció la Reforma. Sin embargo, la
espiritualidad de Lutero y de Calvino fue una reacción en
contra de la espiritualidad Católica Occidental. La ausencia
de la justificación como categoría teológica separada de la
santificación fue un factor dominante que moldeó la
espiritualidad pre-reformista. Lutero veía que la vida
espiritual de todo católico, desde los monjes y monjas
hasta el menor de los laicos, era distorsionada por “la
brecha de la justificación”. También creía
1
Reformed Journal -Revista Reformada-, vol. 40, núm. 7, septiembre de 1990.
Lectura extraída en su totalidad de la revista citada.
2
Richard Lovelace es Profesor de “Historia de la Iglesia” en Gordon Conwell
Theological Seminary.
simplemente por una fe real en Jesucristo. Los protestantes
consecuentes con su fe empiezan cada día en el peldaño más
que la ausencia de esta dimensión espiritual prácticamente
había determinado todo el perfil de la iglesia medieval. “Ah -
decía Lucero- si el artículo de la justificación no hubiera caído,
no hubieran tenido lugar en la Iglesia las hermandades, los
peregrinajes, las misas, la invocación a los santos, etc. Si este
artículo vuelve a caer (¡quiera Dios impedirlo!), estos mismo
ídolos retornarán”.
¿Cómo es que la ausencia de la justificación llevó a
una disfunción en la espiritualidad medieval? Los católicos
creían que eran justificados en el proceso de ser
santificados. Siendo que la santificación nunca es perfecta y
siempre está en peligro a lo largo de nuestra vida, ellos tenían
una seguridad imperfecta de su salvación. Los creyentes
practicantes podían curar esta inseguridad por el martirio
sin sangre de la espiritualidad ascética. El método preferido
para tratar con el pecado era la amputación radical—
cortando las ligaduras del dinero, el sexo y el poder por
medio de los votos monásticos de pobreza, castidad y
obediencia.
La tradición mística occidental, desde Agustín hasta
Bernardo y los místicos de Rinlandia, no se quedaron en el
masoquismo espiritual; sino que entendieron que la
mortificación del pecado era la meta de la santificación, y que
el castigo del cuerpo no ayudaba en este proceso. Pero el
entendimiento característico del misticismo ascético es que
el crecimiento espiritual es el resultado del duro trabajo.
La escalera es una imagen central de su literatura. Uno
comienza abajo, y hay trece pasos por los que debe subir para
moverse, por ejemplo, desde el orgullo hasta la humildad.
Pero si no se tenía la enseñanza de la escalera, por lo
menos se tenían los tres pasos del Camino Triple: Primero, la
purga del pecado de nuestra vida, luego la iluminación del
Espíritu Santo, y finalmente la unión con Dios. Para los
protestantes, hay lecciones importantes en esta estructura,
pero al mismo tiempo debemos hacer dos observaciones:
Primero, que el paso inicial, la purga del pecado, es un gran
paso. Segundo, la fe en Jesucristo, y aun la mención del
Redentor, son comodidades escasas en esta literatura. Ésta es
en sobremanera teocéntrica en vez de Cristocéntrica, y está
llena de nerviosas instrucciones a los creyentes que intentan
cruzar la brecha entre el hombre y Dios sobre sus propios
senderos.
Y éste es el genio de la espiritualidad de la
Reforma, el entendimiento de que el más sencillo creyente
puede saltar al peldaño más alto de la escalera de la
espiritualidad
alto de la escalera, recibiendo por fe lo que sólo Dios puede
dar y lo que no puede ser alcanzado por esfuerzos humanos:
 La seguridad de su salvación y la presencia y guía del Espíritu
Santo. Puede ser que resbalen a algunos peldaños inferiores
durante el curso del día, pero el camino hacia arriba no es
escalando, sino por un salto de la fe.
De manera similar, Lutero pone la “Vía Triplex” en la
cabeza de la escalera. La unión con Cristo, recibida por la fe,
es el fundamento de la espiritualidad evangélica, y no su logro
final. Entonces la iluminación del Espíritu Santo viene para
irrumpir en nuestra oscuridad, y nos muestra nuestros
pecados. Y finalmente, la purga del pecado es un proceso de
santificación en el que somos llevados por el Espíritu a
reconocer, confesar y dar muerte a los patrones personales
de pecado que están presentes en nuestra particular
naturaleza caída.
El hecho de que ésta es la forma bíblica de ver el
crecimiento espiritual parece algo muy obvio para los
evangélicos. Después de todo, los discípulos no eran monjes
esenios, como Jesús tampoco lo era. No vestían pieles de
animal ni comían langostas, como Juan el Bautista. Eran
aprendices y oyentes torpes en la senda de la fe, y no monjes
de rezos y cantos buscando el retiro espiritual. Estos
discípulos eran torpes hasta la irritación en su respuesta
espiritual a lo largo de los evangelios. Sin embargo, no fueron
curados por guardar las disciplinas espirituales, sino por la
efusión del Espíritu Santo, un torbellino que reestructuró sus
mentes, impartiendo una espiritualidad que ellos nunca
hubieran alcanzado. Cómo Pablo lo dice:
“¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley o por
el escuchar con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo
comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar por la carne?...
Aquel, pues, que os da el Espíritu y hace maravillas entre
vosotros, ¿lo hace por las obras de la Ley o por el oír con fe?”
(Gálatas 3:2-5, RV 1995).
La enseñanza de Lutero penetra a través de la
espiritualidad Católica Romana sobre el esfuerzo propio,
enfatizando el elemento que era más importante para Jesús: La
fe Cristocéntrica. La piedad evangélica es antes que nada
una espiritualidad de fe, en contraposición a la espiritualidad
del esfuerzo propio. En respuesta al modelo ascético de la
experiencia cristiana, el protestantismo adoptó un modelo
esencialmente pentecostal o carismático. La espiritualidad
viene no por medio de un laborioso cultivo del espíritu
humano, sino por medio del don gratuito del Espíritu Santo.
Ésta es una espiritualidad que florece en el terreno de la fe. No
se escala a ella a través de ejercicios ascéticos, sino que es
directamente infundida como en Pentecostés. Es así cómo, en
términos Católicos Romanos, la infusión de la contemplación
es la herencia común de los laicos y el clero, y no la
prerrogativa privada de aquellos de vocación ascética.
Gordon Wakefield comenta que la espiritualidad católica había
tratado con la regeneración como una breve obertura
bautismal a la representación en tres actos de toda una vida
de santificación. Pero los puritanos identificaron la
regeneración como una conversión a conciencia; e hicieron
Los reformadores evitaron los ejercicios espirituales
como un camino al crecimiento cristiano, aunque enfatizaron la
necesidad de oír y leer la Escritura para alimentar la fe, y la
necesidad de orar para expresar la fe. Además, Juan Calvino
trajo un equilibrio al énfasis de Lutero en la justificación, dando
un tratamiento intenso a la santificación. Tomando del material
de las secciones de aplicación en las cartas de San Pablo,
Calvino desarrolló cuidadosamente un entendimiento del
crecimiento espiritual por la mortificación del pecado, y la
vivificación de cada aspecto de la personalidad por la obra
liberadora del Espíritu. Más adelante, Juan Owen, posterior
discípulo de Calvino, llegó hasta el punto de asegurar que “el
vigor y poder de la vida espiritual dependen de la mortificación
del pecado”. Es así como la tradición de la Reforma hizo
un gran esfuerzo por excluir “la gracia barata”.
Un esfuerzo aun mayor fue hecho por la rama
evangélica de la Reforma Radical, por ejemplo entre los
menonitas. Más tarde, algunos sub-temas importantes de la fe
evangélica fueron expuestos con una claridad cristalina:
Idealmente cada comunidad cristiana local debería consistir de
cristianos regenerados, sin—como lo dirían lo puritanos—
ningún “mero profesante”. Los cristianos no deberían ser
absorbidos por el sistema del mundo, y sus iglesias deberían
estar separadas de los gobiernos. Lo más significativo de todo
es el esfuerzo intencionado por edificar comunidades cristianas
de acuerdo con el modelo de Hechos 2, un movimiento de
“comunidades de base” al estilo europeo en el siglo dieciséis.
II. Puritanismo y Pietismo
La segunda generación de líderes luteranos y
calvinistas se dio cuenta que su énfasis válido en la justificación
estaba siendo usado como un pretexto para la gracia barata.
Mucha gente en la iglesia pareciera haber estado de acuerdo
con Heinrich Heine cuando decía: “Las cosas están
admirablemente arregladas. A Dios le gusta perdonar los
pecados, y a mí me gusta cometerlos”.
Esto llevó a una segunda fase en el desarrollo de
la espiritualidad evangélica: Los esfuerzos de los
puritanos calvinistas y de los pietistas luteranos de
completar el proceso de reforma por medio de “reformar
nuestras vidas tanto como nuestras doctrinas”. Estos
movimientos parecían ser un resurgimiento del ascetismo
dentro del protestantismo, que venían a confirmar las
muchas inquietudes en el lado izquierdista de la Reforma.
Los puritanos, tales como los menonitas, querían
congregaciones de “santos visibles” que no fueran
simplemente “nacionalmente ortodoxos”, sino
espiritualmente vivos.
Los puritanos continuaron desarrollando el énfasis
de Calvino en la santificación, enfocándose en la
regeneración como primera fase de la santificación. El tema
del “nuevo nacimiento” de los Anabaptistas fue integrado
entonces en la espiritualidad evangélica.
22
de ésta un largo primer acto, a lo cual el resto del crecimiento
cristiano es casi un epílogo. Éstos insistían en una “obra de la ley”
preliminar, para preparar al pecador a través de una prolongada
reflexión en su pecado personal. Los convertidos en potencia eran
seleccionados y ya prácticamente presantificados para el
momento en que encontraban su camino a la
justificación por fe.
La seguridad de la salvación, un precioso don que no
podía fácilmente ser alcanzado, y que fácilmente podía ser
perdido, era un enfoque crucial para los puritanos y los
pietistas. No que la salvación en sí misma se pudiera perder,
como en la enseñanza Católica Romana. Pero los
protestantes persistentes en la comisión de serios pecados
prácticamente eran obligados a perder la seguridad de su
salvación, de acuerdo con la Confesión de Westminster.
Los puritanos más legalistas enseñaban que esta
seguridad se veía a través de la inspección de las obras.
Los más evangélicos optaron por obtener esta seguridad a
través del testimonio interno del Espíritu Santo. Aunque
las dos enseñanzas tienen respaldo bíblico, probablemente
Lutero se hubiera sentido inquieto con las dos, si se buscaban
aparte de una dependencia en Cristo que mira hacia fuera y
que echa mano de la salvación sólo a través de la fe. Los
puritanos tenían tantas dudas que este empuje inicial de la
Reforma fuese suficiente para protegerlos de la gracia
barata, que hubieran llamado antinómico a Lutero si hubiera
aparecido entre ellos.
Esto apunta al hecho de que el puritanismo se
estaba inclinando hacia el legalismo ascético, intentando
tanto competir con la piedad contra-reformista como
crear una espiritualidad protestante distinta, que eliminara
la gracia barata. El puritanismo intentó injertar la
espiritualidad patrística y medieval en la base de la
justificación por fe de la Reforma. Pero hubo momentos
cuando dicha base fue oscurecida. Max Weber acierta al
llamar al puritanismo “innerweltliche Askese,” “ascetismo del
mundo interior”, un esfuerzo de convertir al laico
protestante normal en un ascético casado, practicante del
misticismo bíblico.
Estos intentos conllevaron ciertos problemas. La
espiritualidad fundamentalista moderna ha heredado algo de la
casuística tertulianesca de los puritanos; esto es, la prohibición
del teatro, el uso de cosméticos, la danza, y los juegos de
azar.
Por otro lado, hubo cierta grandiosidad en este
esfuerzo de desarrollar un movimiento laico dedicado al
conocimiento religioso y a la oración como algo mejor a lo
practicado por monjes y monjas. La espiritualidad evangélica
moderna ha retenido muchos instrumentos que fueron
23
III. La espiritualidad evangélica y “el gran
despertamiento”
Esta corriente de pensamiento es llevada al
movimiento evangélico del Primero y Segundo
Despertamiento, que realmente son el puritanismo y el
pioneros en aquella época. El “tiempo quieto” al comenzar el
día proviene directamente de la lectura de la Escritura y la
reflexión prescrita por los laicos puritanos. Los puritanos
añadieron la oración en las comidas, la oración con el cónyuge,
y las devociones en familia a la hora de la cena. Y aún
más, recomendaron un tipo de oración continua durante
el día, además de “reflexiones ocasionales” -entendimiento
místico tomado del significado simbólico de eventos y objetos,
el cual era una devoción proveniente de los teólogos
victorianos medievales. Los puritanos introdujeron el uso
del diario espiritual como un tipo de sustituto protestante
para la confesión.
No es de sorprenderse que los escritos puritanos
están saturados de referencias de autores patrísticos. Hay
más referencias a los Padres que a Lutero y Calvino. Así que,
el puritanismo es un movimiento que sirve de puente, y en el
que los evangélicos modernos y los Católicos Romanos
pueden encontrar raíces espirituales comunes. El apetito
espiritual voraz de Cotton Mather introdujo muchas prácticas
católicas; como por ejemplo, breves oraciones fervorosas,
votos e intenciones de piedad, y vigilias largas de un día o una
noche. Mather también promovió nuevos instrumentos de
espiritualidad protestante, tales como las reuniones en grupos
pequeños para la oración y la conversación de temas
religiosos.
El puritanismo fue pionero en explorar el campo
abandonado de la neumatología, en los tratados masivos de
Juan Owen y en la teología de iluminación espiritual de Jonatán
Edwards. El gusto por la espiritualidad puritana se manifiesta
en títulos como The Christian’s Communion with the Father, Son
and Holy Ghost (La comunión del cristiano con el Padre, el Hijo y
el Santo Espíritu) de Owen; y Directions for a Comfortable Walking
with God (Instrucciones para un cómodo caminar con Dios) de
Robert Bolton.
Tanto el puritanismo como el pietismo definen la
comunión mística con Dios como una práctica normal de
todo cristiano. Éste no es un misticismo que es trans-
intelectual en la tradición seudo-dionisiana, sino uno anclado
en una reflexión consciente de los textos bíblicos. Sin
embargo, nadie puede leer esta literatura sin pensar
inmediatamente en Teresa, y Juan de la Cruz. Tomás Goodwin
incluso tiene una versión bíblica de The Dark Night of the Soul:
A Child of Light Walking in Darkness (La noche oscura del alma: el
Hijo de Luz caminando en la oscuridad) un tratado de
“deserciones divinas”.
La meta de la espiritualidad puritana era “el poder de
la piedad”, en contraposición a “una forma de piedad que niega
su poder”. La “ortodoxia viva” puritana se oponía de igual
manera al tradicionalismo sin vida de la derecha, como a la
heterodoxia de la izquierda. Los puritanos, y especialmente los
pietistas luteranos, fueron atacados por los dos lados, y esto
mismo les daba seguridad de que iban por el buen camino.
pietismo en marcha, reemplazando su visión de la espiritualidad
individual por la conversión de las masas. Sin embargo, la
espiritualidad del Despertamiento no fue simplemente el
perfeccionamiento de individuos santos, sino que involucraba
el esperar en Dios en oración corporativa para que el
derramamiento pentecostal del Espíritu Santo diera poder a
 la Iglesia, y movilizara las tropas para asaltar el reino de
las tinieblas.
La espiritualidad del Despertamiento fue
conscientemente ecuménica al reconocer que Dios tiene
metas más importantes que la re-definición de la teología
perfecta por éste o aquél pequeño grupo de teorizantes
escogidos. Haber podido discernir la obra del Espíritu que
atravesaba las fronteras del calvinismo, luteranismo, y
arminianismo, fue una de las marcas del movimiento evangélico
de los siglos dieciocho y diecinueve.
Aunque “el Gran Despertamiento” es tratado a
menudo como un fenómeno americano aislado, fue en
realidad un evento transatlántico en el que la espiritualidad
puritana de América se entretejió estrechamente con los
eventos de Europa. En Alemania, en los años de 1720, el
Conde Zinzendorf ensanchó la dimensión espiritual de la
comunidad mucho más allá de los experimentos anabaptistas
y puritanos en esta área. La oración corporativa por el
despertamiento espiritual de toda la iglesia, y por la
empresa misionera de todo el mundo, fue el corazón de la
comunidad de Herrnhut de Zinzendorf.
Herrnhut fue diseñada a propósito como un símbolo
ecuménico para juntar a luteranos, moravos husitas, calvinistas,
católicos, y protestantes sectarios, como un tipo de
recapitulación de Hechos 1, cuando toda clase de cristianos
existentes entonces se juntaron para orar en el aposento
alto. Los grupos pequeños para la confesión mutua del
pecado y la intercesión rompieron las separaciones teológicas
entre las diferentes clases de cristianos; y se estableció la
oración las 24 horas del día, un equivalente protestante de las
horas canónicas monásticas, lo cual preparó el camino para la
experiencia de “bautismo en el Espíritu Santo” en
Herrnhut el 13 de agosto de 1727.
Zinzendorf llamó este evento “el Pentecostés de
Herrnhut”. Después de esto, la comunidad experimentó una
explosión hacia las misiones, formándose equipos
bivocacionales para las misiones extranjeras, y equipos de
renovación para visitar las denominaciones históricas. Entre
ellas estaba la Iglesia de Roma, ya que sólo Zinzendorf entre los
líderes protestantes de su tiempo veía al catolicismo no como
el “anticristo”, sino como otra denominación desordenada y
en necesidad de renovación.
espiritualidad evangélica; es decir, la creciente activación de los
laicos, la convicción que todo creyente posee dones
sobrenaturales para la edificación de todo el Cuerpo,
reforzando así la actividad laica del fundamentalismo después de
Durante los años de 1730, el Despertamiento
apareció más o menos simultáneamente en América y en
Inglaterra. El presbiterianismo americano volvió a nacer a
través del clásico énfasis puritano de los “Tennents” y los
demás “log college men”. Jorge Whitefield trabajó como el
primer evangelista ecuménico, patrón que seguirían D.
L. Moody y Billy Graham, reuniendo las tropas a través de
las diferentes líneas denominacionales. En el sector
congregacional del Despertamiento sobresalió Jonatán
Edwards, que surgió como el principal monitor y mentor
teológico, el mayor teólogo americano, y uno de los mejores
teólogos espirituales de la historia. Edwards es
profundamente original, y también profundamente puritano; y
si queremos decirlo así, es el Johann Sebastian Bach del
puritanismo, que abrazó todo el movimiento, al mismo
tiempo que lo transcendió.
Edwards era mucho más conservador que
Zinzendorf, y no era un sintetista práctico y amplio como lo
fue Juan Wesley. Wesley dominó la fase inglesa del
Gran Despertamiento, en parte por su rara habilidad de
discernir los valores en otras partes del Cuerpo de
Cristo y de adoptarlas o adaptarlas. Una de sus principales
prácticas para mantener la espiritualidad fue el énfasis en
grupos pequeños, que tomó de Zinzendorf. Pero también
aprendió de personas de las que casi ningún otro podía
aprender; por ejemplo, de los cuáqueros.
El cuaquerismo había emergido en el siglo dieciséis
como un movimiento puritano radical, con una teología muy
cuestionable y una visión profética asombrosamente incisiva
en temas como la esclavitud, la reforma de las prisiones y la
guerra. La primera generación de cuáqueros literalmente no
sabía la suficiente teología como para confundirles, pero tenían
un gran don para detectar prácticas no bíblicas. Para gran
crédito de Wesley, fue él quien tomó mucha de la agenda
social cuáquera y la estableció con toda precisión en la
teología de misión del Despertamiento
Es así que el Segundo Despertamiento Evangélico
después de 1789 apareció no sólo como una nueva
explosión evangelizadora, sino también como un catalizador
social de transformación cultural en Inglaterra y América. El
movimiento wesleyano ayudó a los pobres en Inglaterra, y
articuló sus preocupaciones ante el “frente unido evangélico”,
el cual incluía líderes anglicanos como Juan Newton. Los
laicos evangélicos, líderes que pasaban tres horas diarias en
oración intercesora, procuraron no sólo evangelizar al
individuo, sino también cambiar la sociedad, para abolir
completamente la esclavitud y el trabajo esclavizante. Una
24
mentalidad socialmente progresista, una nueva sensibilidad
a la información, y una oración extensa, dirigieron el
impacto transformador del Segundo Despertamiento en
Inglaterra y América.
Un desarrollo mayor al impulso wesleyano fue el
surgimiento del movimiento pentecostal a principios del siglo
veinte, que mantuvo el empuje característico de la
la época de Moody. La espiritualidad pentecostal y carismática
mantuvo viva la preocupación radical de experimentar contacto con
Dios, la misma que caracterizó a los puritanos y a los
“despertistas”. Esta tradición, más que ninguna otra en el
movimiento evangélico moderno, ha continuado promoviendo
la oración corporativa por el despertamiento espiritual en la
iglesia. David Du Plessis continuó con la preocupación de
Zinzendorf de ver un despertamiento espiritual unido en toda
la iglesia visible, a pesar de que pocos carismáticos parecieron
entender esta preocupación.
IV. La espiritualidad del movimiento
evangélico moderno
Con este trasfondo histórico de fondo podemos
ahora hacer alguna evaluación del estado presente de la
espiritualidad evangélica.
Así como el liberalismo americano, el movimiento
evangélico moderno tiene un entendimiento debilitado
acerca de la santidad de Dios y de la profundidad del
pecado personal. Se ha mantenido el énfasis de la
Reforma en la justificación, y también la necesidad de una
regeneración, tema principal del puritanismo. Pero el
proceso del nuevo nacimiento se presenta como algo mucho
más fácil que en el puritanismo. Éste es presentado como
una simple respuesta inmediata de fe y compromiso, a
menudo después de una corta presentación del evangelio. La
posibilidad de uno perder la seguridad de su salvación ni
siquiera se menciona. De hecho, a los convertidos se les
insta a creer que son salvos, como si esto fuera una de las
principales doctrinas de la fe. Se habla mucho menos sobre
la santidad y la continua regeneración, en comparación
con el énfasis hecho sobre estos temas durante la época
de los puritanos y del Despertamiento. Los evangélicos
están sufriendo una vez más de “la brecha de la
santificación”.
El fundamentalismo moderno heredó y enfatizó una
de las partes más débiles de la tradición puritana: su legalismo
sectario. Los fundamentalistas hablan de la autoridad de la
Escritura, pero su espiritualidad está cautiva al tradicionalismo
revivalista. Los neo-evangélicos han desarrollado una mejor
teología de la cultura, pero generalmente reflejan una falta
racionalista de énfasis en la espiritualidad, incluso en algunos
casos una desconfianza activa en la experiencia cristiana, como
si fuera una fuente de liberalismo. Sin embargo, en grupos
paraeclesiales y congregaciones evangélicas se promueve
vigorosamente una espiritualidad laica simplificada que
involucra el estudio bíblico y la oración.
La Renovación Carismática continúa expresando la
espiritualidad mística de épocas del puritanismo y del
mucho peor que el descrédito del fundamentalismo durante
la década de los años ‘20.
25 Bajo estas presiones, ¿qué podemos hacer para
revitalizar la espiritualidad evangélica?
Despertamiento, pero a menudo sin la comprobación racional
y teológica contra el error, y sin la credulidad mantenida por
los evangélicos. Como consecuencia, los carismáticos tienen
algunos de los mismos problemas que tuvieron los
espiritualistas radicales del ala izquierdista de los anabaptistas
y de los puritanos. Los dones del Espíritu son más
prominentes que el llamado a la santificación. El jardín
carismático está lleno de un lujoso sobrecrecimiento de
hierbas teológicas, incluida la del evangelio de “fe y
prosperidad”, la más virulenta forma de herejía americana, que
asegura que el cristianismo garantiza el éxito mundano. Un
difuso y no estructurado ecumenismo convive lado a lado con
un desenfrenado sectarismo.
La división de la mentalidad evangélica en la
controversia fundamentalista/modernista ha dejado a los
evangélicos modernos con una consciencia disminuida del
pecado social y un énfasis profético debilitado en comparación
con los Protestantes de la Corriente Principal y con los
Católicos Romanos. Los evangélicos son cautivados por las
ideologías económicas conservadoras. La estructura
económica del movimiento está atada a un laicado que no es
socialmente progresista, que no ora tres horas al día, y que no
dona sus recursos con la generosidad de los líderes laicos del
Segundo Despertamiento. Lo que fue un movimiento de
humanismo cristiano se ha convertido en una corriente anti-
intelectual. La cara tarea de formar nuevas universidades
cristianas está descuidada, y los educadores cristianos cobran
poco y trabajan mucho.
Esto limita la fuerza espiritual del movimiento
evangélico en la reforma social y la transformación cultural.
Sin embargo, algunos importantes asuntos de moral están
siendo tratados por los evangélicos de la derecha. Pero
actualmente, el tipo de impacto hecho por los protestantes
evangélicos en el siglo diecinueve se ve mayormente en
los círculos católicos. El misionero evangélico Guillermo
Cook dice que en Latinoamérica católicos y protestantes
han intercambiado lugares. Los evangélicos se arriman a
los dictadores, y venden una salvación espiritual vacía;
mientras que los católicos están rompiendo la alianza de la
Iglesia con la riqueza y el poder militar, y desarrollando una
espiritualidad bíblica que se levanta en contra de la
injusticia de las estructuras.
La brecha de la santificación ha sido hecha pública en
el último año por los escándalos de líderes cristianos en
los medios de comunicación. El año de la última elección
presidencial expuso todo tipo de debilidad espiritual en
nuestro movimiento, cuando los americanos vieron un reflejo
de la mente dividida del protestantismo americano en las
campañas de Pat Robertson y Jesse Jackson. (¡Ah, si algún
cirujano de genética divina nos pudiera dar un candidato con
las fuerzas de cada uno de ellos, y sin las debilidades de
ninguno!) Las represalias humanistas contra los derechos
religiosos están produciendo la peor situación de relaciones
públicas que el movimiento evangélico haya podido soportar,
En primer lugar, quizás necesitaríamos volver al
modelo de espiritualidad ascética. Los grandes
despertamientos espirituales han venido cuando tanto el
26
modelo ascético como el pentecostal han estado en su mayor
 fuerza; es decir, cuando ha habido un equilibrio entre el énfasis
en la fe y el énfasis en las obras, en la justificación y en la
santificación. Durante casi todo despertamiento, los católicos
y los protestantes se han acercado más unos a otros, como lo
están haciendo ahora, porque se han aproximado al modelo
parcial de espiritualidad del otro para recobrar un equilibrio
bíblico. Parece evidente que ahora el movimiento evangélico
protestante se ha desviado de su curso hacia una gracia barata.
El nuevo interés por las disciplinas espirituales muestra que
estamos intentando recobrar ese equilibrio. Esto será tanto
más fructífero si también comenzamos a explorar las áreas
poco conocidas de la santidad y la continua regeneración.
En segundo lugar, quizás necesitamos desafiar más
y consolar menos en nuestra evangelización y
discipulado. Tenemos que hacer más difícil que las personas
retengan la seguridad de su salvación cuando se apartan a
practicar un pecado grave. Los modelos católico romano y
wesleyano demandarían que se anunciara que aquellos han
perdido su salvación. El modelo reformado, prevaleciente
entre los evangélicos, demandaría que les recordásemos que
algunas plantas parecen llevar fruto en mala tierra, pero que
finalmente se secan porque no tienen raíz profunda, porque no
hubo una conversión real en el principio. Tenemos que
decirles a algunas personas que se creen salvas, que se
pierdan. Los puritanos fueron bíblicamente realistas al
respecto; nosotros hemos llegado a ser indulgentes y
sentimentales al promover una seguridad de salvación bajo
cualquier circunstancia.
En tercer lugar, necesitamos escuchar
atentamente; porque Dios nos está hablando alto y claro
sobre el camino a la recuperación de la profundidad
espiritual del movimiento evangélico clásico.
También necesitamos escucharnos
cuidadosamente unos a otros -los fundamentalistas,
evangélicos y carismáticos- todos han preservado una parte
de la esencia genética de la tradición evangélica, aunque a
menudo los buenos genes están atados a los malos. Si
hablamos la verdad en amor, y escuchamos en humildad,
podemos quitar muchas aristas de las deformidades los
unos de los otros, y recobrar en alguna medida la
profundidad espiritual que nuestro movimiento evangélico
solía tener.
También necesitamos escuchar cuidadosamente
a otros tipos de cristianismo. Los creyentes Protestantes
de la Corriente Principal, los Católicos Romanos, y los
Retiro y ministerio contemporáneo3
Parte uno de una serie
por Henri Nouwen
[La siguiente es la primera de tres meditaciones sobre
lo que significa ser ministro del evangelio en nuestros
tiempos tumultuosos y agonizantes. Para los que
enfrentan agotamiento, desilusión y aburrimiento en el
ministerio, Henri Nouwen intenta alcanzar un nuevo
entendimiento del ministerio, tomando de la “espiritualidad
del desierto”. Esto lo hace reflexionando en los dichos de los
padres y las madres del desierto.].
Ortodoxos han preservado ciertos valores bíblicos que
nosotros no tenemos. Y a menudo ellos tienen un
entendimiento claro sobre nuestras faltas que nos podrían
ayudar a arrepentirnos.
Necesitamos escuchar a la historia, la historia
de nuestro propio movimiento, y el conjunto de toda la
tradición que ha alimentado otros movimientos. Los primeros
Padres, los místicos medievales, los doctores espirituales de la
Reforma y la contra-Reforma, los líderes de las épocas del
Despertamiento, y los irregulares profetas de la Reforma
social liberal; todos ellos pueden forzarnos a volver hacia el
equilibrio bíblico y la espiritualidad auténtica.
Necesitamos escuchar a la Escritura en este
contexto. Nuestras contextualizaciones viciadas y parciales
del texto bíblico deben romperse según descubrimos nuevas
implicaciones de la verdad que nuestra propia auto-
satisfactoria ortodoxia pueda haber oscurecido.
Finalmente, necesitamos escuchar el registro
del desenvolvimiento de los eventos actuales. Cada día
puede traer una nueva revelación de nuestra necesidad de
arrepentimiento y renovación o alguna señal esperanzadora
de vigor espiritual en lugares donde no lo esperamos. Los
evangélicos han experimentado un asombroso resurgimiento
en las últimas décadas en cuanto a la multiplicación de su
liderazgo. Ahora Dios nos está llamando a que nos pongamos
en serio en nuestras vidas espirituales. Los recientes fracasos
me causan sobriedad, pero aún así tengo confianza que
responderemos a este llamado de Dios.
Los Padres del Desierto y las Madres del Desierto fueron
cristianos que vivieron en el desierto egipcio durante los siglos
cuarto y quinto D.C. Una vez que las persecuciones de los
cristianos primitivos habían cesado, ya no era posible testificar de
Cristo a través de seguirle como un testigo mártir. Pero el fin de las
persecuciones no significaba que el mundo había aceptado los
ideales de Cristo y que había cambiado sus caminos. El mundo
continuó prefiriendo la oscuridad a la luz (Juan 3:19).

Pero si el mundo ya no era el enemigo de los cristianos, los
cristianos sí debían convertirse en enemigos del mundo de
oscuridad. La huida al desierto fue la forma de escapar de la
tentación de conformarse al mundo. Antonio, Agaton,
Macario, Poemena Teodora, Sara y Sincletica se convirtieron
en “abbas” y “ammas” (padres y madres) en el desierto, donde
llegaron a ser los nuevos mártires, nuevos testigos en
contra de los poderes destructivos del mal por el poder
salvador de Cristo Jesús.
Estas tres meditaciones se basan en la historia de
Abba Arsenio. Arsenio era un romano muy culto de rango
senatorial que vivió en la corte del emperador Teodosio como
tutor de los príncipes Arcadio y Honorio.
Estando aún en el palacio, Abba Arsenio oró a Dios con
estas palabras: “Señor, guíame en el camino de la salvación”. Y una
voz vino a él: “Arsenio, huye del mundo, y serás salvo”. Habiéndose
embarcado secretamente en Roma y navegado a Alejandría, y
habiéndose apartado a una vida solitaria (en el desierto),Arsenio
oró otra vez: “Señor, guíame en el camino de la salvación”. Y otra
vez oyó la voz diciendo: “Arsenio, huye, está en silencio y ora siempre;
porque ésta es la fuente de una vida sin pecado”.
(The Sayings of the Desert Fathers -Los dichos de los padres del
desierto-, trad. Benedicta Ward, Mowbrays, London & Oxford,
1975)
Las palabras huye, está en silencio, y ora resumen la
espiritualidad del desierto. Éstas indican las tres maneras de
impedir que el mundo nos meta en su molde, y por tanto son
las tres sendas a la vida en el Espíritu.
3
Sojourners –Peregrinos-, Vol. 9, junio 1980, 15-18; julio 1980, 22-26.
Extraído textualmente del documento citado.
Por ejemplo, fijémonos por un momento en nuestra
rutina diaria. En general, somos personas muy ocupadas.
27
Tenemos muchas reuniones a las que asistir, muchas visitas
El “padre de los monjes”,Antonio, es la mejor guía en
nuestro intento de entender el papel del retiro en el
ministerio. Nacido alrededor del año 251, Antonio era el hijo
de unos campesinos egipcios. Cuando tenía alrededor de 18
años, escuchó en la iglesia las palabras del evangelio: “Anda,
vende lo que tienes, y dalo a los pobres… y ven y sígueme” (Mateo
19:21). Entonces se dio cuenta que estas palabras eran para
él personalmente. Después de un tiempo de vivir como un
obrero pobre en la periferia de su aldea, Antonio se retiró al
desierto, donde vivió en completa soledad durante 20 años.
En estos años, Antonio experimentó una terrible
prueba. El cascarón de sus seguridades superficiales se quebró,
y el abismo de su iniquidad se abrió ante sus ojos. Pero él salió
victorioso de esta prueba, no por el poder de su propia
voluntad o sus conquistas ascéticas, sino porque estaba
incondicionalmente rendido al señorío de Cristo.
Cuando emergió de su retiro, las personas
reconocieron en él al hombre verdaderamente “sano”,
completo en cuerpo, mente y alma. La gente corrió a él por
sanidad, consuelo y dirección. Ya de anciano, Antonio volvió
a su soledad para ser totalmente absorbido en una directa
comunión con Dios. Murió en el año 356, aproximadamente
a la edad de 106 años.
La historia de Antonio, según la cuenta Atanasio, nos
muestra que debemos ser hechos conscientes del llamado a
dejar nuestro falso y compulsivo yo, y ser transformados en
el nuevo yo en Cristo. También nos muestra que el retiro
es el horno en el que esta transformación se lleva a
cabo. Finalmente, revela que es de este yo convertido
y transformado que fluye el verdadero ministerio. Por tanto,
propongo que exploremos estos tres aspectos de la vida
de Antonio, con la esperanza de descubrir tanto los
problemas como las oportunidades de nuestro
ministerio.
El ministro compulsivo
Tomás Merton escribe en la introducción de su libro,
Wisdom of the Desert -La sabiduría del desierto: “La sociedad…
era considerada por los Padres del Desierto como el
naufragio de un barco del que cada hombre tenía que nadar
por su vida… [Los Padres del Desierto] eran hombres que
creían que dejarse a arrastrar por la corriente, pasivamente
aceptando los principios y valores de lo que conocían
como sociedad, era pura y llanamente un desastre”.
Esta observación nos lleva directamente al corazón
del problema. Nuestra sociedad no es una comunidad
radiante del amor de Cristo, sino una peligrosa red de
dominación y manipulación en la que fácilmente podemos ser
enredados y perder nuestra alma. La verdadera pregunta es
si nosotros, los ministros de Cristo, no hemos sido ya tan
profundamente moldeados por los poderes seductores de
nuestro mundo de oscuridad que nos hemos vuelto ciegos
a nuestro propio estado moribundo, y al de los demás; y
hemos perdido el poder y la motivación de nadar por
nuestras vidas.
que hacer, muchos cultos que dirigir. Nuestras agendas están
llenas de citas, nuestros días y semanas llenas de
compromisos, y nuestros años llenos de planes y proyectos.
 Raro es que haya un tiempo en que no sabemos lo que
debemos hacer; y vamos por la vida de una forma muy
apretada, de manera que no tomamos el tiempo ni aun para
descansar y preguntarnos si alguna de las cosas que
pensamos, decimos o hacemos vale la pena pensar, decir o
hacer. Simplemente nos dejamos guiar por los muchos
“debo” y “tengo que”, que han sido pasados a nosotros; y
vivimos con ellos como si fueran la traducción concreta del
evangelio de nuestro Señor. Así que somos personas
ocupadas como las demás personas ocupadas,
recompensadas con las recompensas con que son
recompensadas las personas ocupadas. Esto es
simplemente para sugerir cuán tremendamente
seculares suelen ser nuestras vidas ministeriales. ¿Por qué
sucede esto? ¿Por qué nosotros, los hijos de luz, tan
fácilmente nos volvemos conspiradores con la oscuridad?
La respuesta es realmente sencilla. Nuestra
identidad, nuestro sentido de quiénes somos, está en juego.
Lo secular es una forma de dependencia en las opiniones de
nuestro entorno. El yo secular, o falso yo, es el que es
fabricado, como dice Tomás Merton, por la fuerza de las
compulsiones sociales. “Compulsivo” es realmente el mejor
adjetivo para el falso yo. Se centra en la necesidad de
una continua y creciente afirmación. ¿Quién soy yo? Yo soy el
que es querido, alabado, admirado; o no querido, odiado
o despreciado. Sea un pianista, un oficinista, o un ministro,
lo que importa es cómo soy percibido por mi mundo. La
compulsión se manifiesta por un asedio del temor al fracaso,
y por una incesante urgencia de prevenirlo, juntando más de
lo mismo—más trabajo, más dinero, más amigos.
Precisamente estas compulsiones son la base de los
dos principales enemigos de la vida espiritual: La ira y la
avaricia. Éstas son el lado interno de la vida secular, porque
tanto la ira como la lujuria son los frutos amargos de
nuestras dependencias mundanas. ¿Qué otra cosa es la ira
sino la respuesta impulsiva a la experiencia de ser privado de
algo? Cuando mi sentido de valor propio depende de lo
que otros dicen de mí, la ira es una reacción bastante
natural a una palabra de crítica. Y cuando mi sentido de
valor depende de lo que puedo adquirir, la avaricia aparece
al frustrarse mis deseos. Por tanto, vemos claramente que la
avaricia y la ira son el hermano y la hermana del falso yo,
fabricado por las compulsiones sociales de un mundo no
redimido.
Pareciera que la ira fuese casi un vicio profesional del
ministerio contemporáneo. Los pastores tienen ira contra
sus líderes por no liderar, y contra sus seguidores por no
seguir. Tienen ira contra aquellos que no vienen a la iglesia
por no venir, ira contra aquellos que vienen por venir sin
Para entender el significado del retiro, primeramente
tenemos que desenmascarar las formas en que la idea de
retiro también ha sido adoptada por nuestro mundo. Nos
decimos unos a otros que necesitamos un poco de soledad en
entusiasmo. Están airados con sus familias que les hacen
sentirse culpables, y airados consigo mismos por no ser lo
que quisieran ser.
Ésta no es una ira abierta, vociferante y rugiente, sino
una ira escondida tras la palabra suave, la cara sonriente, y el
educado apretón de manos. Es una ira congelada, una ira que
se arraiga en un resentimiento cortante, que
progresivamente paraliza el corazón generoso. Si hay algo
que hace que el ministerio se vea como algo triste y hosco,
es esta oscura e insidiosa ira en los siervos de Cristo.
No es de extrañar que Antonio y sus compañeros
monjes consideraran un desastre espiritual aceptar
pasivamente los principios y valores de su sociedad. Ellos
habían aprendido a apreciar cuán difícil era, no sólo para el
creyente sino también para la iglesia, escapar de las
compulsiones seductoras del mundo. ¿Cuál fue su respuesta?
Escapar del barco en naufragio y nadar por sus vidas. Y el
lugar de salvación que escogieron fue el desierto, un lugar de
retiro. Veamos ahora el efecto de este retiro en sus vidas.
El horno de la transformación
Cuando Antonio escuchó la palabra de Jesús: “Anda,
vende lo que tienes, y dalo a los pobres… y ven y sígueme”, la
tomó como un llamado a escapar de las compulsiones de
su mundo. Se mudó, dejando a su familia, para vivir en
pobreza en una choza en la periferia de su aldea; y se
ocupó en el trabajo manual y en la oración. Pero pronto
reconoció que se requería más de él. Tuvo que enfrentarse
directamente con los enemigos de la ira y de la avaricia y
dejarse transformar totalmente en una nueva criatura. Su viejo
y falso yo tuvo que morir, y un nuevo yo tuvo que nacer. Es
por esto que Antonio se retiró a la completa soledad del
desierto.
El retiro es el horno de la transformación. Sin retiro,
permanecemos víctimas de nuestra sociedad, y continuamos
siendo enredados en las ilusiones del falso yo. Jesús
mismo entró en este horno, y allí fue tentado por tres
compulsiones del mundo: Ser relevante (“Di que estas piedras
se conviertan en pan”), ser espectacular (“Échate abajo”), y
ser poderoso (“Todos estos reinos te daré”). Fue allí donde
Jesús afirmó que Dios era su única fuente de identidad (“Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”).
El retiro es el lugar de la gran lucha y del gran
encuentro: la lucha contra las compulsiones del falso yo, y el
encuentro con el Dios amoroso que se ofrece a sí
mismo como la sustancia del nuevo yo.
Esto podría sonar imposible para muchos. Puede
ser que incluso evoque en tu mente asociaciones con la
búsqueda ascética medieval de la que felizmente Lutero y
Calvino te salvaron. Pero una vez que has tratado estas
fantasías como se merecen y les has dejado que se vayan,
verás que aquí estamos tratando con ese lugar santo
donde el ministerio y la espiritualidad se abrazan el uno al
otro. Éste es el lugar de retiro.
nuestras vidas. Pero realmente estamos pensando en un tiempo y
lugar para nosotros solos, para no ser molestados por otras
personas, y para pensar en nuestros propios pensamientos,
expresar nuestras quejas, y hacer lo que queremos, sea28lo que sea.
Para nosotros, retiro suele significar privacidad. Hemos
llegado a la dudosa convicción de que todos tenemos derecho
a la privacidad.Así que el retiro se convierte en una especie
de propiedad espiritual por la que podemos competir en
el mercado libre de los valores espirituales. Sin embargo,
no vemos el retiro sólo como privacidad.También lo vemos
como una estación donde podemos recargar nuestras
baterías, o un lugar donde podemos retomar nueva fuerza
para seguir en la competición incesante de la vida.
Pero éste no es el retiro de Juan el Bautista o de Jesús,
de Antonio o Benedicto, de Carlos de Foucauld o de los
hermanos de Taize. Para ellos, el retiro no era un lugar de
terapia privada; sino más bien el lugar de conversión, el lugar
donde el viejo yo muere, y el nuevo yo nace, el lugar donde
ocurre el surgimiento del nuevo hombre y de la nueva mujer.
En la soledad me deshago de mi andamiaje: No hay amigos para
hablar, no hay llamadas de teléfono para hacer, no hay
reuniones a que asistir, no hay música para entretener, no hay
libros para distraer, sólo estoy yo—desnudo, vulnerable,
débil, quebrantado, pecador, privado—sin nada más. Es este
estado de la nada que debo enfrentar en mi soledad, una
nada tan terrible que todo en mí quiere correr a mis amigos, mi
trabajo, mis distracciones, para olvidarme de mi nada y hacer
que mi yo crea que soy algo.
Pero esto no es todo. Tan pronto como decido
retirarme a la soledad, ideas confusas, imágenes perturbadoras,
fantasías disparatadas y asociaciones extrañas saltan en mi
mente como monos en una platanera. La ira y la avaricia
comienzan a mostrar sus caras feas. Doy largos y hostiles
discursos a mis enemigos, y sueño sueños lujuriosos en los
que soy rico, influyente, muy atractivo; o pobre, feo y en
necesidad de consolación inmediata. Es así como intento
nuevamente huir del abismo oscuro de mi nada para intentar
restaurar mi falso yo en toda su vanagloria.
La meta es perseverar en mi retiro, y permanecer en
mi celda hasta que mis visitas seductoras se cansen de llamar a
mi puerta y me dejen tranquilo. El “Altar Isenheim”, pintado
por Grunewald, muestra el espantoso realismo de los feos
rostros de los muchos demonios que tentaron a Antonio en su
soledad. La lucha es real porque el peligro es real. Es el peligro
de vivir toda nuestra vida en una prolongada defensa en
contra de la realidad de nuestra condición y un esfuerzo
desasosegado de convencernos a nosotros mismos de nuestra
propia virtud. Pero Jesús “no vino a llamar a los virtuosos, sino a
los pecadores” (Mateo 9:13).
persona, dependiendo de su carácter individual, su estilo de
vida, su responsabilidad ministerial, y su medio ambiente.
29
Cuando visité a la madre Teresa de Calcuta hace
algunos años, y le pregunté cómo vivir mi vocación como
Ésta es la lucha, una lucha por morir al falso yo. Pero
esta lucha va más allá, mucho más allá de nuestra propia fuerza.
Los que quieren combatir sus demonios con sus propias armas
son necios. La sabiduría del desierto enseña que la
confrontación con nuestra espantosa nada nos fuerza a
rendirnos total e incondicionalmente al Señor Jesucristo.
No podemos enfrentar con impunidad “el misterio
de iniquidad”. Sólo Cristo puede vencer los poderes del mal.
Sólo en él y a través de él podemos sobrevivir las pruebas de
nuestra soledad.
Y sólo en el contexto de un gran encuentro con
Cristo mismo, puede haber una real y auténtica lucha. El
encuentro con Cristo no ocurre antes, después, o más allá de
nuestra lucha con el falso yo y sus demonios. No, es
precisamente en medio de esta lucha que nuestro Señor
viene a nosotros.
Entramos al retiro primeramente para encontrarnos
con nuestro Señor y para estar con él, y sólo con él. Por
tanto nuestra tarea principal en el retiro no es poner una
enorme atención a los muchos rostros que nos asaltan, sino
mantener los ojos de nuestra mente y corazón en el que
es nuestro divino Salvador. Sólo en el contexto de la
gracia podemos enfrentar nuestro pecado. Sólo en el lugar
de sanidad nos atrevemos a exponer nuestras heridas. Sólo
con la atención de una mente no dividida puesta en Cristo
podemos entregar los temores que se nos pegan y enfrentar
nuestra propia y verdadera naturaleza. Según reconocemos
que no somos nosotros que vivimos sino Cristo que vive en
nosotros, que él es nuestro verdadero yo, progresivamente
dejaremos que nuestras compulsiones se vayan esfumando; y
comenzaremos a experimentar la libertad de los hijos de
Dios. Entonces miraremos hacia atrás con una sonrisa, para
darnos cuenta que ya no somos personas airadas o
codiciosas.
¿Qué significa todo esto para nosotros en nuestra
vida diaria? El hecho de que no somos llamados a una vida
monástica, o que no poseemos la constitución física para
sobrevivir los rigores del desierto, no nos excusa de crear
nuestro propio retiro. Precisamente porque nuestro entorno
secular nos ofrece tan pocas disciplinas espirituales, debemos
desarrollar la nuestra propia. Ciertamente tenemos que
diseñar nuestro propio desierto a donde podamos retirarnos
cada día, sacudirnos de nuestras compulsiones, y morar en la
suave y reparadora presencia de nuestro Señor. Sin este tipo
de desierto, perderemos nuestra propia alma mientras
predicamos el evangelio a los demás. Pero con tal morada
espiritual, nos iremos conformando más y más a la imagen de
aquél en cuyo nombre ministramos.
La primera cosa que necesitamos hacer es apartar
un tiempo y un lugar para estar con Dios, y sólo con él. La
forma concreta de esta disciplina del retiro será diferente
para cada
sacerdote, ella simplemente dijo: “Querido Padre, pase una
hora al día en la adoración de su Señor, y nunca haga nada que
sabe que está mal, y así estará muy bien”. Puede ser que ella
hubiera dicho algo diferente a una persona casada con hijos
pequeños, y otra cosa a alguien que vive en una comunidad
 grande. Pero como todos los grandes discípulos de Jesús, la
madre Teresa igualmente afirmó la verdad de que el ministerio
sólo puede ser fructífero si surge del directo e íntimo
encuentro con nuestro Señor.
Así que, el retiro es el lugar de purificación y
transformación, el lugar del gran combate y del gran
encuentro. El retiro no es simplemente un medio para un fin.
El retiro es un fin en sí mismo. Es el lugar donde Cristo
nos moldea a su imagen y nos liberta de las compulsiones
esclavizantes de nuestro mundo. El retiro es el lugar para
nuestra salvación, y por tanto el lugar al que queremos llevar
a todo aquel que busca la luz en este mundo de oscuridad.
Antonio pasó 20 años en el desierto; y cuando lo
dejó, llevó su soledad con él y la compartió con todos los que
venían a él. Había adquirido tal imagen de Cristo, y estaba tan
radiante del amor de Dios, que todo su ser era un ministerio.
Ahora permíteme intentar mostrarte cómo un
ministerio compasivo fluye de un yo transformado.
Un ministerio compasivo
La vida de Antonio, después que hubo emergido de
su periodo de total aislamiento, fue bendecida con un ministerio
rico y variado. La soledad que al principio había requerido un
aislamiento físico se convertía ahora en una cualidad de su
corazón, una disposición interior que no podía ser perturbada
por aquellos que buscaban su guía. Pareciera que aun su
soledad se había convertido en un espacio infinito al que
cualquiera podía ser invitado.
Su consejo era simple, directo, concreto y nacido en
el retiro. Alguien le preguntó: “¿Qué debe hacer uno para
agradar a Dios?” Este anciano le respondió:“Presta atención a
lo que te voy a decir: Quienquiera que seas, siempre ten a
Dios delante de tus ojos en cualquier cosa que hagas; hazlo de
acuerdo con el testimonio de la Santa Escritura; y no dejes
fácilmente de hacerlo en cualquier lugar donde vivas. Guarda
estos tres preceptos, y serás salvo”. Y mirando al futuro,
Antonio dijo, con palabras que tienen una misteriosa
actualidad: “Viene el tiempo cuando los hombres se
enloquecerán, y cuando vean que alguien no está loco, lo
atacarán diciendo: ‘Estás loco, no eres como nosotros’”.
A través de la lucha con sus demonios y el encuentro
con su Señor, Antonio había aprendido a diagnosticar los
de nuestros propios juicios. Estos límites auto-impuestos nos
impiden estar disponibles para las personas, y hace que
nuestra compasión mengüe.
corazones de las personas y la actitud de su tiempo, y por
tanto a ofrecer consejo, consuelo, y consolación. El retiro
había hecho de él un hombre compasivo.
Aquí alcanzamos el punto donde el ministerio y la
espiritualidad se tocan el uno al otro: en la compasión. La
compasión es el fruto del retiro, y la base para todo ministerio.
La purificación y transformación que ocurren en el retiro
se manifiestan en la compasión.
Ahora veamos cuán difícil es ser compasivo. Es difícil
porque requiere de una disponibilidad interior para con otros
en su herida, cuando se encuentran débiles, vulnerables, solos
y quebrantados. Pero ésta no es nuestra reacción espontánea
al sufrimiento. Lo que más deseamos es desechar el
sufrimiento huyendo de él, o encontrar una cura rápida.
Como ministros ocupados, activos y relevantes, queremos
ganarnos el pan haciendo una verdadera contribución; lo cual
significa primeramente y sobre todo hacer algo que evidencie
que nuestra presencia hace una diferencia. Con la mejor de
las intenciones, y antes de darnos cuenta, ya hemos
emprendido una acción. De esta manera pasamos por alto
nuestro mayor don, que es la capacidad de participar en la
soledad con aquellos que sufren.
Es en esta soledad que crece la solidaridad
compasiva. En soledad reconocemos que nada humano nos
resulta ajeno; que la raíz de todo conflicto, guerra, injusticia,
crueldad, odio, celos y envidia está profundamente anclada en
nuestro corazón. En la soledad nuestro corazón de piedra
puede ser convertido en un corazón de carne, el corazón
rebelde se puede convertir en un corazón contrito, y el
corazón cerrado se convierte en un corazón que se puede
abrir a todos los que sufren, en un gesto de solidaridad.
Si preguntamos a los Padres y Madres del Desierto
por qué el retiro da a luz compasión, podrían respondernos:
“Porque nos hace morir a nuestro prójimo”. A primera vista
esta respuesta parece perturbadora a la mente moderna.
Pero cuando la miramos más de cerca, podemos ver que para
servir a otros, tenemos que morir a ellos; lo que significa que
tenemos que renunciar a medir nuestro significado y valor
con la vara de medir de otros. Morir a nuestro prójimo
significa dejar de juzgarles, dejar de evaluarles, y así llegar a
ser libres para ser compasivos. La compasión nunca puede
coexistir con el juicio, porque el juicio crea distancia, una
postura de estar en contra, que nos impide realmente estar
con el otro.
Mucho de nuestro ministerio está lleno de juicio. A
menudo inconscientemente clasificamos nuestra gente entre
muy buenos, naturalmente malos, y muy malos; y estos juicios
influencian profundamente los pensamientos, palabras
30 y
acciones de nuestro ministerio. Antes de darnos cuenta,
hemos caído en la trampa de la profecía que se auto-realiza.
Aquellos que consideramos perezosos, indiferentes, hostiles
o molestos, los tratamos como tales; y así los forzamos a
vivir de acuerdo con nuestra propia definición. Es así como
mucho de nuestro ministerio se ve limitado por las trampas
“No juzguéis, y no seréis juzgados” es una palabra de
Jesús que ciertamente es muy difícil de cumplir; pero contiene
el secreto para un ministerio compasivo. La compasión se ve de
maneras hermosas en muchas historias del desierto. Abba Moisés,
uno de los seguidores de Antonio, dijo a un hermano: “Morir
a nuestro prójimo es esto: Llevar tus propias faltas, y no
prestar atención a ningún otro, preguntándose si es bueno
o malo. Es necedad para un hombre que tiene un muerto
en su casa dejarlo allí e ir a llorar sobre el muerto de su
vecino”.
El retiro nos lleva a un conocimiento del muerto en
nuestra propia casa, y nos guarda de hacer juicios sobre el
pecado de los demás. Es de esta manera que el verdadero
perdón se hace posible. La siguiente historia del desierto nos
ofrece una buena ilustración al respecto:
Un hermano… cometió una falta. Se llamó a un
consejo, al cual Abba Moisés fue invitado; pero él se negó a ir.
Entonces el sacerdote envió a alguien para decirle:“Venga, porque
todos están esperando por Ud.”. Así que se levantó y fue. Tomó
un jarro con orificios, lo llenó de agua, y lo llevó con él. Los demás
salieron para encontrarle, y le dijeron: “Padre, ¿qué es eso?” El
anciano les dijo: “Mis pecados se derraman detrás de mí, y yo
no los veo, ¿y hoy he de venir a juzgar el error de otro?” Cuando
ellos oyeron esto, no dijeron nada más al hermano, sino que
le perdonaron.
hace víctimas de sus compulsiones, somos llamados al
retiro, donde luchamos contra nuestra ira y avaricia, y
permitimos que nuestro nuevo yo nazca en un amoroso
encuentro con Cristo Jesús. Es en esta soledad que llegamos
a ser personas compasivas, profundamente conscientes de
nuestra solidaridad, sufriendo el quebrantamiento con el
resto de la humanidad y dispuestos a acercarnos a cualquier
persona en necesidad.
El final de la historia de Antonio lo muestra
volviendo a su soledad después de años de un ministerio
compasivo, para ser totalmente absorbido en la directa
comunión con Dios. No son las personas, sino Dios, la meta
de nuestra vida. Sólo en él podemos encontrar el descanso
que buscamos.
Es al retiro que debemos regresar; no solos, sino
con todos aquellos que abrazamos por medio de nuestro
ministerio. Éste es un regreso continuo hasta que sepamos
que el mismo Señor que nos envió al mundo ahora nos
llama devuelta a estar con él en una comunión sin fin.

Lo que aquí se hace patente es que el retiro moldea

las personas justas a sus propios ojos en personas
gentiles, amorosas y perdonadoras que están tan
profundamente convencidas de su propia pecaminosidad, y tan
profundamente conscientes de que la misericordia de Dios es
aun mayor, que toda su vida se convierte en un ministerio.
En tal ministerio prácticamente no se ve ninguna diferencia
entre el hacer y el ser. Cuando estamos llenos de la
presencia misericordiosa de Dios, no podemos hacer otra
cosa que ministrar, porque todo nuestro ser testifica de la
luz que vino a nuestra oscuridad.

Antonio y sus seguidores que escaparon de las

compulsiones del mundo, no lo hicieron por desprecio a la
gente, sino para salvarlas. Tomás Merton asegura que,“Ellos
sabían que eran incapaces de hacer ningún bien a otros
mientras estuvieran forcejeando en medio del naufragio.
Pero una vez que pusieron pie en tierra firme, las cosas
cambiaron. Entonces ya no sólo tenían el poder, sino
también la obligación de arrastrar al mundo entero a la
misma salvación que ellos habían experimentado” (Wisdom
of the Desert -La sabiduría del desierto. James O. Hannay).

Así que en y a través del retiro, no nos apartamos

de la gente, sino que al contrario, nos acercamos a ellos por
medio de un ministerio compasivo. En un mundo que nos
Silencio: El aposento portátil
La palabra que crea comunión
Parte dos de una serie
31 por Henri Nouwen
Cuando Arsenio, el educador romano que cambió
su status y riqueza por la soledad del desierto egipcio, oró:
“Señor, guíame al camino de la salvación”, oyó una voz que le
decía: “Guarda silencio”. El silencio completa e intensifica la
soledad del retiro. Ésta era la convicción que compartían
todos los Padres del Desierto.
Hay una hermosa historia sobre el abad Macario
que ilustra muy bien esta enseñanza:
“En una ocasión, después que Macario había dado la
bendición final a los hermanos en la iglesia de Escete, les dijo:
“Hermanos, huyan”. Uno de los ancianos le respondió:
“¿Cómo podemos huir más lejos de donde estamos, si ya
estamos en el desierto?” Entonces Macario puso su dedo
en la boca y dijo:“Huyan de esto”. Habiendo dicho lo cual,
entró a su aposento, y cerró la puerta”.
(The Wisdom of the Desert -La sabiduría del desierto-, James O.
Hannay, p. 208)
 El silencio es la manera de hacer del retiro una
realidad. Los Padres del Desierto enseñaban que el silencio
era el camino más seguro a Dios. “A menudo me he
arrepentido de haber hablado”—decía Arsenio—“pero
nunca de haber callado”.
El silencio es una disciplina indispensable en la vida
espiritual. Desde que Santiago describió la lengua como “un
mundo de maldad”, y el silencio como poner un freno en la
boca del caballo (Santiago 3: 3, 6), los cristianos han
intentado practicar el silencio como una forma de
dominio propio. Esto se puede entender como llevar
nuestro aposento portátil con nosotros del lugar de retiro al
lugar de nuestro ministerio. Éste es el retiro practicado en
la acción.
Nuestro mundo palabrero
En las últimas décadas, hemos sido inundados por
un torrente de palabras. Por dondequiera que vamos, nos
encontramos rodeados por palabras. Las palabras forman el
suelo, las paredes y el techo de nuestra existencia. Pero no
siempre ha sido así. Hace no mucho tiempo, no existía la
radio, la televisión, las señales de stop, señales de ceda el
paso, señales de incorporación, letreros en los parachoques,
como tampoco los siempre presentes anuncios que indican
el aumento de los precios o las ofertas especiales.
Antiguamente vivíamos sin la publicidad que ahora vemos
que cubre ciudades enteras con palabras.
Hace poco iba conduciendo por Los Ángeles,
cuando repentinamente tuve la extraña sensación de estar
Dios, que la simple conversación con Dios o la simple
presencia de Dios ha llegado a ser prácticamente imposible.
Nuestra gran habilidad verbal, que nos posibilita hacer muchas
distinciones, a veces ha llegado a ser un pobre sustituto del
compromiso de una mente sin doblez a la Palabra quien es vida.
conduciendo a través de un diccionario gigante. En cualquier
dirección que miraba había palabras que intentaban apartar
mis ojos de la carretera. Señales que decían: “Úsame,
llévame, cómprame, bébeme, cómeme, huéleme, tócame,
bésame, acuéstate conmigo”.
Las palabras se han desenfrenado. Han abandonado
el entorno seguro de volúmenes cuidadosamente
encuadernados, donde podían ser estudiadas con una atención
crítica. Se han anidado como insectos en pequeños libros de
tapas polvorientas. Se han arrastrado hasta las burbujas de
los dibujos de historietas, y han contaminado las paredes de
las casas y del transporte subterráneo. ¿Quién puede
mantener el respeto por las palabras en nuestros días?
Todo esto para sugerir que las palabras, incluida mi
opinión, han perdido su poder creativo original. Su
multiplicación ilimitada nos ha hecho perder confianza en ellas,
y nos ha llevado a pensar muy a menudo que “sólo son
palabras”.
Los maestros hablan a los alumnos por seis, doce,
dieciocho, y a veces veinticuatro años; pero a menudo el
estudiante sale de esta experiencia con la sensación de que
todo ha sido “sólo palabras”. Los predicadores predican sus
sermones semana tras semana y año tras año, pero sus
oyentes siguen igual, y a menudo piensan: “Esto es sólo
palabras”. Los políticos, los empresarios, los ayatolas, y los
papas dan sus discursos y hacen sus afirmaciones “en tiempo
y fuera de tiempo”, pero sus oyentes dicen, “Sólo son
palabras… un entretenimiento más”.
El resultado es que no llega a cumplirse la principal
función de la palabra, que es la comunicación. La palabra ya
no comunica. No promueve la comunicación. No crea
comunidad; y por tanto, no da vida. La palabra ya no ofrece
un terreno fiable en el que puedan encontrarse las personas
para edificar una sociedad.
¿Exagero al decir todo esto? Permíteme
enfocarme por un momento en la enseñanza teológica. ¿Qué
otra cosa es la meta de la enseñanza teológica, sino traernos
más cerca de nuestro Señor y Dios, para que podamos
cumplir mejor el gran mandamiento de amarle con todo nuestro
corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, y amar a
nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:37)? Los
seminarios y las escuelas de divinidad deben guiar al estudiante
a una creciente comunión con Dios, con los demás, y con el
resto de los seres humanos. La enseñanza teológica debería
formar la persona completa para ser hecha cada vez más
conforme a la mente de Cristo, para que nuestra manera de
orar y nuestra manera de creer sean una sola cosa.
¿Pero, realmente ocurre esto? A menudo pareciera
que los que estudiamos o enseñamos teología nos
encontramos enredados en una red tan compleja de
discusiones, debates y argumentos sobre Dios, y asuntos de
Si hay una crisis en la enseñanza teológica, es primero y
sobre todo una crisis de la palabra. Esto no es para decir que el
trabajo intelectual crítico y las distinciones sutiles
32 que ésta
requiere no tienen lugar en la formación teológica. Pero cuando
nuestras palabras ya no son el reflejo de la Palabra divina, en
y a través de quien el mundo ha sido creado y redimido,
pierden su base y se vuelven tan seductoras y
engañosas como las palabras usadas para vender
aspirina. Vale la pena preguntarse por qué muchos
seminarios e institutos teológicos se han convertido en
lugares tan locuaces. Cuando entro a la sala pública de Yale
Divinity School a la hora del receso, y soy envuelto en las
olas de conversaciones tibias en las que voluntariamente me
sumerjo, a menudo recuerdo la observación de un abad
trapista: “Cuando un novicio profundiza en la vida espiritual,
no sólo habla más suave, sino que aun camina más suave”.
Entretanto, nosotros hemos resuelto el problema poniendo
una nueva y muy gruesa alfombra de pared a pared.
Hubo un tiempo cuando el entorno obvio para la
enseñanza teológica era el monasterio. Allí las palabras nacían
del silencio, y podían llevarle a uno a un silencio más profundo.
Aunque los monasterios ya no son los lugares más
comunes para la enseñanza teológica, el silencio sigue
siendo tan indispensable hoy como lo fue en el pasado. La
Palabra de Dios nace del eterno silencio de Dios, y es de esta
Palabra que queremos ser testigos.
El silencio
El silencio es el hogar de la palabra. El silencio da
fuerza a la palabra, y la hace fructífera. Incluso podemos decir
que el propósito de las palabras es desvelar el misterio
del silencio del que proceden.
El filósofo taoísta, Chuang Tzu, lo expresa de esta forma:
“El propósito de la red es coger peces. Cuando el
pez ha sido cogido, uno se olvida de la red. El propósito
de la trampa de conejos es cazar conejos. Capturado el
conejo, uno se olvida de la trampa. El propósito de la palabra es
transmitir ideas. Cuando las ideas son captadas, uno se
olvida de las palabras. ¿Dónde puedo encontrar un hombre
que haya olvidado las palabras? Es con él con quien me gustaría
hablar”. (El camino de Chuang Tzu, Colección Destellos. Buenos
Aires: Editorial Lumen, 1996. p. 140).
“Me gustaría hablar con el hombre que ha
olvidado las palabras”. Esto podría haber sido dicho por
uno de los Padres del Desierto. Para ellos, la palabra es el
instrumento del mundo presente, y el silencio es el misterio del
mundo futuro. Para que una palabra lleve fruto, debe ser
hablada desde el
por demasiado tiempo en una de las pequeñas aldeas por las
que pasamos en nuestro peregrinaje, de haber sido motivados
más por curiosidad que por servicio. Las palabras a menudo
nos 33
hacen olvidar que somos peregrinos llamados a invitar a
mundo futuro al mundo presente. Por tanto, los Padres del
Desierto consideraban que entrar en el silencio del desierto
era el primer paso hacia el mundo futuro. Desde ese mundo,
sus palabras podían llevar fruto, porque allí podían ser llenadas
con el poder del silencio de Dios.
Una mirada más detenida a las muchas palabras sobre
el silencio que encontramos en los dichos de los Padres
del Desierto nos permite distinguir sus tres aspectos:
Primeramente, el silencio nos hace peregrinos. En segundo
lugar, el silencio guarda el fuego en nuestro interior. Y en
tercer lugar, el silencio nos enseña a hablar.
El silencio nos hace peregrinos
Del Abba Titoes provienen las palabras: “Peregrinaje
significa que un hombre debería controlar su lengua”. Y la
expresión, “ser peregrino es guardar silencio”, expresa la
convicción de los Padres del Desierto que el silencio era la
mejor anticipación del mundo futuro. El argumento más
repetido a favor del silencio es simplemente que las palabras
llevan a pecar. Por tanto, no hablar es la manera más obvia de
apartarse del pecado.
Así que, el silencio se convirtió en una de las
disciplinas centrales de su vida espiritual. Benedicto, el padre
de la vida monástica en el Occidente, y patrón de Europa, puso
gran énfasis en el silencio en su “Norma”. Él cita al salmista
que dice: “Guardaré mi boca con freno… Atenderé a mis caminos
para no pecar con mi lengua” (Salmo 39:1). Benedicto no
sólo advierte a sus hermanos en contra de hablar el mal, sino
que además les dice que eviten las palabras buenas,
santas y edificantes; porque, como dice en el libro de
Proverbios: “En las muchas palabras no falta pecado”
(Proverbios 10:19). Hablar es peligroso y fácilmente nos
desvía del camino recto.
La idea central de estas enseñanzas ascéticas es que
el hablar nos envuelve en los asuntos del mundo, y es muy
difícil estar envuelto sin dejarse enredar y contaminar por el
mundo. Los Padres del Desierto y todos los que siguieron sus
huellas “sabían que cada conversación tendía a interesarles por
este mundo, a hacerles menos forasteros y más ciudadanos”
(Wisdom of the Desert -La sabiduría del desierto, p. 20).
Puede ser que esto nos suene como algo demasiado
fuera de este mundo; pero por lo menos reconozcamos
cuántas veces hemos salido de una conversación, discusión,
una reunión social, o una reunión de trabajo con un mal sabor
de boca. Rara vez una conversación larga ha resultado ser
buena y fructífera. ¿No es verdad que la mayoría de las
palabras que usamos podrían mejor haber quedado sin
pronunciarse?
Las palabras a menudo nos dejan con un sentimiento
de derrota interior. Incluso pueden crear en nosotros una
sensación de entumecimiento, oscuridad o pegajosidad; un
sentimiento como de haber estado caminando en un pantano.
Las palabras nos pueden dar un sentimiento de haber parado
otros a unirse en nuestro peregrinaje. “Guardar silencio nos
mantiene como peregrinos”.
El silencio guarda el fuego en nuestro
 interior
Un segundo, y más positivo, significado del silencio es
que protege el fuego interior. El silencio guarda el calor interno
de las emociones religiosas. Este calor es la vida del Espíritu
Santo dentro de nosotros. Así que el silencio es la disciplina
por la que el fuego interior de Dios es avivado y se
mantiene ardiendo.
Diadoquio de Fotiz nos ofrece una imagen muy
concreta al respecto:
“Cuando se abre la puerta de una sauna, pronto
pierde su calor; lo mismo que cuando el alma quiere hablar
mucho, aun diciendo buenas cosas; la memoria de Dios se
disipa pronto, se evapora hacia fuera por la misma puerta
por la que salen muchos discursos. El resultado es que luego
el alma es dejada sin buenos pensamientos cuando necesita
de ellos. Cuando expresa sus muchos pensamientos a
cualquiera, sin distinción, el Espíritu Santo ya no le impide
ver los muchos objetos de distracción del mundo. La buena
presencia del Espíritu Santo, estando lejos de los ruidos y
las imaginaciones, impide la multitud de palabras. Así que, el
silencio es una cosa excelente, y es el padre de los buenos
pensamientos”.
Estas palabras de Diadoquio van en contra de la
corriente de nuestro estilo de vida contemporáneo, en el que
“compartir” se ha convertido en una de las mayores virtudes.
Se nos ha hecho creer que los sentimientos, las emociones, y
aun las inquietudes del alma tienen que ser compartidos con
otros. Expresiones tales como, “Gracias por compartir eso
conmigo”, muestran que la puerta de nuestra sauna está abierta
la mayor parte del tiempo. De hecho, las personas que
prefieren guardar silencio y que no exponen su vida
interior, tienden a crear incomodidad; y a menudo son
consideradas inhibidas, insociables, o simplemente raras.
Pero, por lo menos planteemos la pregunta de si
nuestras maneras pródigas de compartir no son más bien
compulsivas que virtuosas, y en vez de crear comunidad, tienden
a apagar nuestra vida juntos. A menudo volvemos a casa de una
sesión de compartir con el sentimiento de que algo
precioso nos ha sido quitado, o que el terreno santo ha sido
pisoteado. James Hannay, comentando sobre los dichos de los
Padres del Desierto, escribe:“La boca no es la puerta por la que
ningún mal entra. Los oídos son tal puerta, lo mismo que los
ojos. La boca es sólo la puerta de salida. ¿Qué es lo que los
[Padres del Desierto] temían dejar salir? ¿Qué era lo que
alguien podía robar de sus corazones, como el ladrón que
roba el caballo del establo cuando se deja la puerta
abierta? No puede ser otra cosa que la fuerza de las
emociones religiosas”.
que procede, y nos lleva a él. Una palabra no arraigada en el
silencio es débil y sin fuerza; suena como “un metal que resuena
Lo que debe ser protegido es la vida del Espíritu
en nosotros. Especialmente los que deseamos testificar de
la presencia del Espíritu de Dios en el mundo, tenemos
que mantener el fuego interior con el mayor de los cuidados.
No es de extrañarse que muchos ministros se hayan
quemado; porque son personas que hablan muchas palabras
y comparten muchas experiencias, pero en quienes el fuego del
Espíritu de Dios ha muerto, y de quienes no surge mucho más
para dar que sus propias ideas y sentimientos aburridos y
triviales. A menudo me pregunto si realmente confiamos en
el poder del Espíritu de Dios en nosotros. Muchas veces
pareciera que nuestras muchas palabras son más una
expresión de nuestras dudas que de nuestra fe. Es como si no
estuviéramos seguros que el Espíritu de Dios puede tocar el
corazón de las personas, y tenemos que ayudarle,
convenciéndoles de su poder con muchas palabras. Pero
precisamente es esta incredulidad de la palabrería que apaga
su fuego.
Nuestra primera y más importante tarea es cuidar
fielmente el fuego interno, para que cuando realmente se
necesite, pueda dar calor y luz a los viajeros perdidos. Nadie
ha expresado esto con más convicción que el pintor holandés
Vicente van Gogh:
Puede ser que haya un gran fuego en nuestra alma; pero
sin embargo nadie se acerca para calentarse con él; y el transeúnte
sólo puede ver un espiral de humo saliendo de la chimenea, y sigue
su camino. ¿Qué hacer, entonces? ¿No debemos cuidar el fuego
interior, tener sal en nosotros, esperar pacientemente, aunque con
cuánta impaciencia, la hora cuando alguien venga y se siente—
quizás para quedarse? Que el que cree en Dios espere esta hora,
que vendrá tarde o temprano.
(The Complete Letters of Vincent van Gogh -Las cartas
completas de Vicente van Gogh- p. 197)
Vicente van Gogh habla aquí con la mente y el
corazón de los Padres del Desierto. Él sabía de la
tentación de abrir la puerta para que todos los transeúntes
pudieran ver el fuego, y no sólo el humo saliendo de la
chimenea. Pero también reconocía que si abría la puerta,
el fuego se extinguiría, y ninguno podría encontrar nuevas
fuerzas. La propia vida de Vicente es un poderoso ejemplo de
fidelidad del cuidado de su fuego interior. Durante su vida,
nadie vino a sentarse junto a su fuego; pero hoy miles, y aun
millones, han encontrado consuelo y alivio en sus dibujos,
pinturas y cartas.
Como ministros, la mayor de nuestras tentaciones
son las muchas palabras. Éstas debilitan nuestra fe, y nos hacen
tibios. Por tanto el silencio es una disciplina sagrada, y un
guarda del Espíritu Santo.
El silencio nos enseña a hablar
34 como
La tercera forma en que el silencio se revela
el misterio del mundo futuro es enseñándonos a hablar.
Una palabra con poder es una palabra que viene del silencio.
Una palabra que lleva fruto es una palabra que emerge del
silencio y vuelve a él. Es una palabra que nos recuerda el
silencio del
o un címbalo que retiñe” (1ª Corintios 13:1).
 Será palabra de poder sólo cuando el silencio del
que proviene no es un silencio vacío y ausente, sino una plenitud
y presencia; cuando no es el silencio humano del
desconcierto, la vergüenza, o la culpabilidad, sino el silencio
divino en el que el amor reposa seguro.
Comenzamos, por tanto, a ver un pequeño destello
del gran misterio en el que participamos por medio del
silencio y de la Palabra; el misterio de Dios mismo hablando.
De su silencio eterno, Dios habló la Palabra; y por medio de
su Palabra, creó y recreó el mundo. En el principio, Dios
habló la tierra, el mar y el cielo. Habló el sol, la luna y las
estrellas. Habló las plantas, aves, peces, animales salvajes y
domésticos; y finalmente habló el hombre y la mujer. Y en el
cumplimiento de los tiempos, la Palabra de Dios, por medio de
la cual todo había sido creado, se hizo carne, y dio poder de
ser hecho hijo de Dios a todo el que cree. En todo esto, la
Palabra de Dios no rompe el silencio de Dios, sino que más
bien despliega la inmensurable riqueza de su silencio.
Al entrar al desierto, los monjes egipcios querían
participar del silencio divino; al hablar de este silencio en las
necesidades de su gente, buscaron participar en el poder
creativo y recreativo de la Palabra divina.
Nuestras palabras sólo pueden crear comunión, y
por tanto nueva vida, cuando hacen presente el silencio del
que emergen. Tan pronto como comenzamos a controlarnos
unos a otros con nuestras palabras, o a usar las palabras para
defendernos u ofender a otros, la palabra deja de hablar del
silencio. Pero cuando la palabra ofrece sanidad y quietud
restauradora de su propio silencio, son pocas las palabras que
se necesitan, y se puede decir mucho sin hablar mucho.
Así que, el silencio es el misterio del mundo futuro.
Nos mantiene como peregrinos, e impide que nos enredemos
en las preocupaciones de esta vida; guarda el fuego del Espíritu
Santo que mora en nosotros, y nos permite hablar una
palabra que participe en el poder creativo y recreativo de
la misma Palabra de Dios.
El ministerio del silencio
Ahora nos quedamos con la pregunta concreta de
cómo practicar un ministerio de silencio en el que nuestra
palabra tiene el poder para representar la plenitud del silencio
de Dios. Ésta es una pregunta importante, porque nos
hemos contaminado tanto por nuestro mundo palabrero
que nos aferramos a la opinión engañosa de que nuestras
palabras son más importantes que nuestro silencio. Por tanto,
se requiere de una esforzada disciplina para hacer que el
propósito de nuestro ministerio sea introducir las personas en
el silencio de Dios.
Ésta es la tarea que Jesús nos ha dado.Todo el
ministerio de Jesús apuntaba no a él mismo sino al Padre
que le había
35
La mayoría de las personas que escuchan un sermón
mantienen sus ojos puestos en el predicador, y con razón,
siendo que él o ella piden atención a la palabra que está
siendo hablada. Pero también es posible hablar la palabra de
enviado. A sus discípulos, Jesús dijo: “Las palabras que yo os hablo,
no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él
hace las obras” (Juan 14:10). Jesús, la Palabra de Dios hecha
carne, habló no para atraer la atención a sí mismo, sino para
mostrar el camino a su Padre: “Salí del Padre, y he venido al mundo;
otra vez dejo el mundo, y regreso al Padre” (Juan 16:28). Para ser
un ministro en el nombre de Jesús, nuestro ministerio también
debe apuntar más allá de nuestras palabras al inefable misterio
de Dios.
Uno de nuestros principales problemas es que en
esta sociedad charlatana, el silencio ha llegado a ser algo a lo
cual tenemos mucho temor. Para la mayoría, el silencio
crea incomodidad y nerviosismo. Muchos experimentan el
silencio no como algo pleno y enriquecedor, sino vacío y
hueco. Para ellos, el silencio es como un abismo abierto
que les puede tragar. Tan pronto como el ministro dice en
un culto:“Estemos en silencio por unos momentos”, las
personas tienden a ponerse inquietas y preocupadas, con un
solo pensamiento en mente: “¿Cuándo se acabará esto?”.
El silencio impuesto suele crear hostilidad y
resentimiento. Muchos ministros que han experimentado con
el silencio en sus cultos pronto se han dado cuenta que el
silencio podría ser más demoniaco que divino; rápidamente han
captado estas señales, y responden diciendo: “Por favor, sigan
hablando”. Es bastante comprensible que la mayoría de los
ministerios eviten el silencio precisamente para no enfrentar
la ansiedad que éste provoca.
Pero, ¿acaso el propósito de todo ministerio no es
revelar que Dios no es un Dios de temor, sino de amor? ¿Y no
podríamos lograr esto convirtiendo cuidadosa y suavemente
el silencio vacío en un silencio de plenitud, el silencio de
ansiedad en un silencio de paz, y el silencio de inquietud en un
silencio de descanso, para que en este silencio convertido, se
pueda llevar a cabo el verdadero encuentro? ¡Qué poder
tendrá nuestra palabra cuando pueda capacitar a las
personas para abrazar su silencio! Permíteme describir unos
pasos concretos de cómo puede ocurrir esto.
Silencio y predicación
Nuestra predicación, cuando es buena, es interesante
o conmovedora, y a veces las dos cosas. Estimula la mente y el
corazón, y trae un nuevo entendimiento o un nuevo
sentimiento. Esto es tan valioso como necesario. Pero hay otra
opción, una que es especialmente apropiada cuando trabajamos
con grupos pequeños. Es una forma de predicación en la que
la Escritura es repetida silenciosa y regularmente, intercalando
un breve comentario aquí y allí, para que la Palabra cree un
espacio interior donde podamos escuchar a nuestro Señor.
Es verdad que la palabra de la Escritura debería
llevarnos a la presencia de Dios; por tanto, debemos ser
cuidadosos en usar esa palabra no simplemente como una
palabra interesante o motivadora, sino sobre todo como una
palabra que crea los límites dentro de los cuales podemos
escuchar en la presencia amable, amorosa y tierna de Dios.
tal forma que lentamente quite la atención del púlpito, y la
lleve al corazón del que escucha, para allí desvelar un silencio
interior en el cual se permanece en seguridad.
 Las sencillas palabras, “El Señor es mi pastor”, pueden
ser dichas quieta y persistentemente, de tal forma que se
conviertan en un cerco alrededor del jardín donde se puede
sentir el cuidado pastoral de Dios. Estas palabras, que en
principio pudieran aparecer no más que una analogía
interesante, pueden lentamente descender de la mente al
corazón, y allí ofrecer el contexto en el cual toma lugar la
transformación interior por Dios. Así que, las palabras, “El
Señor es mi pastor”, nos llevan a los pastos silenciosos donde
podemos permanecer en la presencia amorosa de aquel en
cuyo nombre el predicador habla. Esta predicación
meditativa es una manera de practicar un ministerio de
silencio.
Silencio y consejería
La consejería es entendida por muchos como la
manera en que una persona escucha a otra y le guía a un
mejor entendimiento de sí mismo y a una mayor
independencia emocional. Pero también es posible
experimentar la relación entre pastor y consejero como la
manera de entrar juntos en el silencio amoroso de Dios, y
allí esperar la Palabra sanadora.
El Espíritu Santo es llamado el divino consejero, él
está activamente presente en las vidas de quienes se reúnen
para discernir la voluntad de Dios. Es por esto que los
consejeros humanos deberían ver su tarea principal como la
de ayudar a la persona aconsejada a ser consciente de los
movimientos del Consejero Divino, y animarle a seguir
dichos movimientos sin temor. Desde esta perspectiva, la
consejería pastoral es el intento de dirigir a personas
temerosas al silencio de Dios y ayudarles a sentirse en
casa en ese lugar, confiando que ellos poco a poco
descubrirán el proceso sanador del Espíritu.
Esto significa que el consejero humano debe estar
muy sensible a las palabras de la Escritura, como palabras que
emergen del silencio de Dios y son dirigidas a personas
concretas en circunstancias concretas. Cuando una palabra
de la Escritura es hablada por un consejero en el
momento particular en que la persona puede escucharla,
ciertamente puede derribar grandes muros de temor y abrir
perspectivas inesperadas. Tal palabra trae consigo el silencio
divino del que procede, y al que regresa.
Silencio y organización
Finalmente, quiero enfatizar la importancia del
silencio en la manera en que el ministro organiza su
propia vida y la de otros. En una sociedad en la que el
entretenimiento y la distracción son preocupaciones tan
importantes, los ministros también son tentados a unirse a las
filas de los que consideran que su tarea principal es la de
mantener ocupados a sus fieles. Es fácil ver a los ancianos y a
los jóvenes como personas que necesitamos mantener en la
calle o fuera de ella; y los ministros frecuentemente se
encuentran en una competencia feroz con otras personas
o instituciones que ofrecen algo más emocionante que ellos.
Pero nuestra tarea es lo contrario a la distracción; es
ayudar a las personas a concentrarse en el genuino, aunque a
menudo oculto, evento de la presencia activa de Dios en
nuestras vidas. Por tanto, la pregunta que debe guiar todas
nuestras actividades de organización en la congregación, no es
cómo mantener ocupadas a las personas, sino cómo evitar
que estén tan ocupadas que no pueden escuchar la voz de
Dios que llama y que les habla en silencio.
Así que, el propósito de reunir a las personas
debería ser llamarlas a apartarse de la palabrería del
mundo de oscuridad, que fragmenta y distrae, para venir a ese
silencio en el que pueden descubrirse a sí mismos, el uno al
otro, y a Dios. Así que la organización puede ser vista
como la creación de un espacio donde se hace posible la
comunión, y donde se puede desarrollar la comunidad.
Estos ejemplos de silencio en la predicación,
consejería y organización tienen el propósito de ilustrar cómo
el silencio puede determinar la forma concreta de nuestro
ministerio. Pero no seamos tan literales respecto al silencio.
Después de todo, el silencio del corazón es mucho más
importante que el silencio de la boca. El Abba Poemeno decía:
“Un hombre puede parecer callado, pero si su corazón está
condenando a otros, está balbuceando incesantemente”. Sin
embargo, puede haber otra persona que habla desde la
mañana hasta la noche, pero que en realidad está en silencio.
El silencio es primeramente una cualidad del corazón que nos
lleva a una caridad cada vez mayor. En una ocasión, un visitante
dijo a un ermitaño: “Perdóneme por hacerle romper con sus
normas”. Pero el monje le respondió: “Mi norma es practicar
la virtud de la hospitalidad para con los que me visitan, y
volverlos a enviar a su hogar en paz”.
La caridad, y no el silencio, es el propósito de la vida
espiritual y del ministerio. En esto todos los Padres del
Desierto son unánimes.
Al fin de todo, la base de nuestro ministerio de
silencio no es si decimos poco o mucho, sino si por medio de
nuestras palabras atraemos el amoroso silencio de Dios
mismo. Es a este silencio que todos nosotros somos llamados.
Las palabras son el instrumento del mundo presente, pero el
silencio es el misterio del mundo futuro.
36
módulo 2

Imágenes de la
formación espiritual:
¿cuál es la meta de la vida en Cristo?
(estudio)
módulo 2
Imágenes de la formación espiritual:
¿cuál es la meta de la vida en Cristo?
(estudio)
Páginas
Manual de trabajo......................................39-49
Disciplina enfocada en este módulo................50-55
Estudio: el estudio es la observación intencionada y la reflexión
en objetos significativos de la realidad. Por medio de esta
disciplina buscamos mejorar nuestros hábitos de percepción y
entendimiento, gracias a la adquisición de un conocimiento
significativo.
Lecturas:
Del libro de texto:
• Thirsty for God (Sed de Dios), Holt. caps. 7 y 8 (págs. 100-
130)
• To Love as God Loves (Amar como Dios ama), Bondi. caps. 1 y
2 (págs. 7-40)
•Devocionales Clásicos, págs. 51-58 (Bernardo de Claraval),
págs. 186-192 (Rolle), págs. 349-356 (E. Stanley Jones).
Ejercicios para tu diario personal:
En este documento nos enfocamos en la disciplina
del estudio. En el primer módulo has ido frenando tu
ritmo de vida, aquietando tu espíritu y abriéndote al
Señor para escucharle y estar quieto delante de él. Ahora
debemos proponernos buscar maneras de escuchar a Dios
por medio del estudio. Para el ejercicio en tu diario, te
sugerimos que escribas sobre tus deleites, frustraciones y
dificultades en tu proceso de estudio y también sobre los
descubrimientos que has hecho de nuevos patrones de
estudio.
Además, en el Apéndice A encontrarás algunos
recursos que te ayudarán a practicar la disciplina del estudio;
por su parte, las lecturas en los Devocionales Clásicos te
ofrecerán algunas preguntas para motivar la reflexión en tu
diario. Por favor, recuerda que debes escribir una vez por
semana, o más.
Objetivos del módulo:
A lo largo de este módulo podrás:
1.Explorar varios pasajes y autores de la Biblia para
ampliar y afinar tu entendimiento de lo que es esencial para
una vida espiritual saludable, examinando diferentes imágenes
o figuras que describen la vida cristiana.
2.Comprender y ser capaz de definir algunas de
las muchas metáforas o imágenes de la vida cristiana, así
como describir lo que éstas significan en el proceso de
formación espiritual.
3. Probar la variedad de elementos involucrados en
la vida cristiana y atreverte a tomar acciones concretas para
ser más responsable y activo en alimentar y animar el
proceso de apertura a la obra transformadora del Espíritu en
tu vida.
38
Manual de trabajo
transcripción del audio-casete:
Chris Hall
En este módulo nos enfocaremos en el tema de “hacia
dónde vamos” según participamos en las diferentes buenas
cosas que un cristiano supuestamente debe hacer; bien sea el
estudio bíblico, la oración, la exhortación mutua, el canto de
himnos, la celebración corporativa, los retiros espirituales, la
evangelización y fundación de iglesias, la enseñanza, la
formación de equipos y los ministerios de ayuda social, o
ministerios de recaudación de fondos. ¿Cuál es el propósito de
todo esto? ¿Dónde nos llevan todas estas actividades?
¿Tenemos en mente una visión clara del resultado final
que Dios quiere que logremos con todo este duro trabajo? Si la
formación espiritual tiene el efecto que Dios se ha
propuesto,
¿cuáles resultados veremos?
Vamos a procurar responder esta pregunta desde
diferentes ángulos. Primeramente, queremos ir al centro de la
cuestión y ver si podemos responderla de una forma directa.
Luego, deseamos enfocarla desde la circunferencia de los
diferentes aspectos relacionados directamente con el tema. En
una palabra, queremos ver primero la simplicidad de la
respuesta y después la complejidad de su funcionamiento y
aplicación.
He aquí una imagen para tener en mente al hablar de
estas cosas: una rueda de carreta. El centro es el cubo sobre el
cual gira toda la rueda. Los rayos son las varias facetas que
comunican el poder del eje a la rueda en sí misma. La
circunferencia exterior es donde la goma hace contacto con el
suelo. En otras palabras, la totalidad de nuestro carácter y
acciones que se roza con otros y que tiene contacto directo con
el mundo real. Comenzaremos con el centro de la rueda.
Piensa sobre la pregunta que a continuación
planteamos, la cual es el título de este módulo: ¿cuál es la meta
de la vida en Cristo? ¿Qué tiene Dios en mente como resultado
final al llevarnos a lo largo de un proceso de crecimiento y
transformación? Hay diferentes maneras de responder esta
pregunta, así que no te preocupes tanto por emplear las
palabras precisas.
¿Cuál es la meta de la vida en Cristo? ¿Cuál es la meta
de la formación espiritual? ¿Qué tiene Dios en mente al
llevarnos por los conflictos, el esfuerzo, el gozo y el dolor
que conlleva la verdadera vida en Cristo?
A veces estamos tan enfocados en todos los detalles de la
vida y el ministerio cristiano, que nos olvidamos de lo central, de la
meta principal. Permíteme darte cuatro palabras claves que
podrían resumir esta meta: amor, imagen, madurez, acabar. Cada
uno 39
de estos términos representa una manera de pensar acerca
Escribe tus respuestas en esta página.
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del corazón de la vida espiritual y del crecimiento.
Una buena respuesta a la pregunta anteriormente hecha
es decir que la meta es el amor. El título de la introducción de
Roberta Bondi a los padres y madres de la iglesia primitiva es un
buen resumen de esta respuesta: “Amar como Dios ama”. Esta
 afirmación recoge bien lo que es la meta de la formación espiritual.
Jesús nos dijo que la totalidad de la ley de Dios se resume en amar
a Dios con todo lo que somos y amar al prójimo como a nosotros
mismos. Por tanto, la intención de Dios es rehacer nuestro carácter
para que seamos capaces de amar libremente de esta forma. Al
llegar a ser más como Dios, nos convertimos en criaturas capaces
de expresar su amor desinteresado y entregado. Debemos
aprender cómo relacionarnos con Dios y con nuestro prójimo en
maneras amorosas, en vez de emplear la indiferencia, hostilidad o
el egoísmo.
Otra buena respuesta sería decir que somos creados
para ser imágenes de Dios, pues la intención de Dios en la
creación (y ahora en la redención) es que reflejemos a Dios.
Debemos ser como Dios y reflejar, mostrar y dibujar su perfil en
esta creación. Nuestras acciones, actitudes, relaciones y palabras
deben ser señales o parábolas del carácter y actividad de Dios. Las
acciones del cristiano repiten en un plano humano el tipo de
acciones que Dios lleva a cabo. Una acción es buena o mala
según repite o no las acciones previas de Dios. Si Dios es
amoroso, estamos representando la imagen de Dios cuando
nosotros somos amorosos. Si Él preserva y cuida la vida,
nosotros reflejamos las acciones de Dios cuando cuidamos y
protegemos la vida en contra de la muerte. Si Dios busca
justicia y rectitud en la sociedad, nosotros somos pequeñas
parábolas de Dios cuando establecemos justicia en alguna medida
en nuestra sociedad.Así que, la respuesta sería: “La meta de la
formación espiritual es equiparnos y capacitarnos nuevamente
para reflejar el carácter y la acción de Dios en la creación”. A
menudo describimos esto diciendo que debemos “ser como
Cristo”.
Una buena respuesta también sería decir que la meta
es la madurez en Cristo. Como Pablo lo expresa, es el resultado
de la edificación de todo el cuerpo de creyentes “hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo” (Efesios 4:13). La madurez tiene que ver con un carácter
bien formado y plenamente desarrollado. Significa ser una persona
de sabiduría y de conocimiento, con experiencia en discernir el bien
y el mal en situaciones de la vida real, con entendimiento de cómo
las personas y las culturas funcionan para vivir vidas puras y
compasivas que expresan los caminos de Dios. Esto significa que
la meta no es simplemente aprender una serie de normas morales
o conformar nuestra vida a un cierto estilo de ministerio, o aprobar
un examen para demostrar que podemos manejar una gran
cantidad de información sobre la Biblia y la vida cristiana. La
madurez es mucho más que todas estas cosas.
Y finalmente, otra buena respuesta podría ser que la
meta es terminar la carrera, habiendo peleado la
buena
fundamental y orientativo, y si es más básica que otras para nuestro
entendimiento de la vida cristiana.
batalla, para recibir la aprobación de Dios. La meta es agradar a
Dios y ser aprobado en ese gran día cuando estemos ante el
Gran Trono Blanco, el día cuando nuestras obras serán
probadas. La meta es ser la novia pura y sin mancha en el banquete
de las bodas del Cordero; o estar entre las ovejas que serán traídas
al redil del Pastor, en vez de ser parte de las cabras. La meta es ser
hallado digno en Cristo y recibir la aprobación plena y la
recompensa de Dios en su reino; es hacernos tesoros en el cielo,
tener “estrellas” en nuestra corona.
Así que, estas son cuatro maneras de describir el centro o
la meta del crecimiento cristiano: amar como Dios ama, reflejar a
Dios en la tierra, llegar a la madurez de la plenitud de Cristo,
terminar la carrera -llegar hasta el final- con excelencia.
Las muchas facetas de la
complejidad de la formación
espiritual
Una vez que tenemos el centro en el foco de
atención, debemos ir un paso más adelante para poder ver el
círculo mayor que lo rodea. Si la meta es ser hechos a la
imagen de Cristo, terminar bien la carrera, llegar a la madurez
en Cristo, aprender a amar como Dios ama, ¿qué significan
estas cosas? ¿Qué representa ir desde donde nos
encontramos hacia donde Dios quiere que estemos?
Al leer la Biblia, pronto vemos que se usan diferentes
metáforas para describir la vida cristiana. Una metáfora es una
ilustración en palabras que compara una cosa que nos es
familiar con una realidad que estamos tratando de entender
más profundamente. Es una figura del lenguaje que nos
ayuda a entender pues nos sugiere ciertos puntos de
similitud con una realidad más conocida. Si digo,“el Señor es
mi pastor…”, inmediatamente mi mente capta una metáfora,
una figura hablada que me ayuda a sentir más cómo Dios
quiere relacionarse conmigo y cuidarme. Quiere decir que
soy como una oveja que depende del cuidado de otro. Dios es
como un buen pastor que se preocupa por las necesidades
de sus ovejas.
Todas las imágenes o metáforas que describen la
vida cristiana apuntan al hecho de que esta vida se
experimenta sólo en relación con Dios y por el poder del
Espíritu; en otras palabras, es una vida en la que Cristo
mismo está presente interiormente y es conformada a su
voluntad.
David Fraser
Veamos ahora algunas imágenes de la vida cristiana
en el Nuevo Testamento. En Mateo 7:13-14, Jesús nos dice que
entremos por la puerta estrecha y caminemos por el camino
angosto, porque sólo por ellos y a través de ellos podremos
experimentar la vida eterna. De hecho, el Nuevo Testamento
40 nos
ofrece una variedad de ilustraciones /representaciones /analogías
/metáforas /imágenes de la vida cristiana con la intención de captar
las muchas dimensiones y complejidades que esta vida representa.
Por tanto, si hemos de entender la naturaleza y la forma de la
vida a la que somos llamados, debemos entender estas
metáforas. Necesitamos descubrir si alguna de ellas es
un modelo
Un ejemplo de esto puede ser tomado de Efesios 6:10- 20,
donde la metáfora es la guerra. El cristiano es como un soldado que lucha
contra enemigos que pueden causar un daño mortal. La vida
cristiana se ve aquí como una lucha contra los principados y las
potestades, contra Satanás y los gobernadores de las tinieblas. La
formación espiritual se ve como un endurecimiento para la
guerra, un proceso de ponernos toda la armadura de Dios, quien
nos capacita para permanecer firmes y salir victoriosos en dicho
conflicto.
A continuación, queremos pedirte que anotes tantas
metáforas de la vida cristiana como puedas recordar. Escribe
dónde se encuentran en la Escritura, e indica lo que implica la
metáfora para la vida cristiana en el proceso de formación
espiritual.
Imágenes o metáforas de la vida cristiana:
En el espacio a continuación, haz una lista de tantas
imágenes de la vida cristiana como puedas recordar. Escribe
dónde se encuentran en la Escritura y describe lo que esta
imagen representa en la vida cristiana y el proceso al que se
refiere en la formación espiritual. A continuación te damos
un ejemplo:
La guerra. Se encuentra en Efesios 6:10-20. El cristiano es
como un soldado que lucha contra enemigos que pueden
causar un daño mortal. La vida cristiana se ve aquí como una
lucha contra los principados y las potestades, contra Satanás y
los gobernadores de las tinieblas. La formación espiritual se ve
como un endurecimiento para la guerra, un proceso de
ponernos toda la armadura de Dios, que nos capacita para
permanecer firmes y salir victoriosos en dicho conflicto
(véase también 2ª Corintios 10: 3-5).
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41
3.Ser embajadores: la vida cristiana es un servicio
diplomático. Debemos representar las intenciones e intereses
de un reino ante aquellos con intenciones e intereses
contrarios. El propósito de la formación espiritual es obtener
un conocimiento concienzudo de los asuntos de los dos
David Fraser
Una vez que comenzamos a pensar en las imágenes de
la vida cristiana en la Escritura, nos damos cuenta de cuántas
existen. En parte esto es un reflejo de una buena estrategia de
comunicación que usa muchas imágenes para asegurarse de que
la experiencia de toda persona se ve reflejada por al menos una
de ellas. Pero también en parte es un reflejo de la realidad de que
la vida cristiana y la formación espiritual son experiencias
complejas.
Nuestra tendencia es ocuparnos de una o dos de estas
imágenes y olvidarnos de las demás. Sin embargo, cada una es sólo
un cuadro parcial; una verdad, pero limitada. Al considerar la
variedad de imágenes que existen, recordamos que hay diferentes
verdades importantes, las cuales no debemos descuidar, para que
nuestro entendimiento no sea distorsionado o desequilibrado.
A continuación, encontrarás una lista de algunas de estas
imágenes o metáforas. Quizás veas algunas que tú ya has anotado.
Las presentamos para que las leas y pases unos momentos
repasándolas, a ver si hay algunas que no se encuentran en tu lista.
Según las repasas, pregúntate cuáles son fundamentales en tu
manera de ver el crecimiento cristiano y la espiritualidad. Tal
vez te sorprendas al ver que algunas de éstas, tan fundamentales
son sólo una pequeña parte de tu experiencia cristiana.
Selección de imágenes de la Escritura:
1.El crecimiento biológico: esta imagen es usada
especialmente por el apóstol Juan. La vida cristiana es vista
como un lento proceso de desarrollo que es relativamente
automático. Lo que se requiere es nacer. Luego hay que
tomar el alimento necesario (la leche espiritual, o el alimento
sólido, como lo diría Pablo); es decir, participar en los
sacramentos, recibir el maná del cielo. La meta de la vida
cristiana es la madurez plena, llegar a la estatura de la plenitud
de Cristo.
Esta imagen es más bien “pasiva”, pues el crecimiento
se ve como un subproducto de la salud y la vida. El propósito
de la formación espiritual es mantener esa salud al
“permanecer” en la Vid, la fuente de vida. En otros lugares, la
Biblia presenta al cristiano como un árbol o como una semilla
que necesita un buen terreno, estar bien enraizada y tener el
agua necesaria para que el nutrimento penetre a través de
nosotros según vivimos en la luz y producimos fruto
(véanse Salmo 1, Colosenses 2:7 y Filipenses 1:11).
2. La carrera: Pablo presenta esta imagen en 1ª
Corintios 9 y Filipenses 3. La vida cristiana es como una
carrera de competición, un esfuerzo para alcanzar una meta
futura y por ende, la victoria. Así como el entrenamiento
atlético, la formación espiritual es altamente disciplinada,
rutinaria y repetitiva. La práctica repetitiva de las habilidades
con la ayuda de un “entrenador” es esencial para alcanzar la
excelencia de esas habilidades de forma automática. Pablo dice
que esto requiere la sumisión y el estricto dominio del
cuerpo. Ésta es una imagen muy “activa” de lo que es la vida
cristiana, ya que se ve como el desarrollo de ciertos “hábitos”
como resultado de mucha disciplina y práctica (véase
Hebreos 12:1-14).
reinos: el que representamos y el terrenal, dentro del cual
somos representantes del celestial. Esto significa un estudio
cuidadoso de la estructura, la composición, los patrones de
comunicación, señales y símbolos de aquellas personas que
estamos conociendo. También significa aprender el lenguaje
 y saber cómo relacionarnos de una forma respetuosa con
las personas que no comparten nuestros valores o
“costumbres”, para saber cómo y cuándo hablar de los
intereses del Rey que servimos (véase 2ª Corintios 5:30).
4. La esclavitud: la vida cristiana significa ser la
“posesión” de un Amo. La meta entonces, es la disposición y
voluntad de llevar a cabo los mandamientos y deseos del Amo.
Esto significa que el cristiano no tiene tiempo ni recursos que le
“pertenecen”. Nada que uno “posee” le pertenece, siendo que
todos estos poderes e instrumentos de nuestro Amo deben
ser usados dentro de las intenciones y direcciones suyas.
El propósito de la formación espiritual es desarrollar
una creciente sensibilidad a los deseos de nuestro Amo. Es
aprender por medio de la experiencia cuáles son los
mandatos y las demandas que el Amo pone sobre nosotros
como sus esclavos. Significa que no tenemos una “carrera”
separada o diferente que el mejoramiento de la posición y
las posesiones de nuestro Amo. Esta imagen también es muy
pasiva en su enfoque fundamental (véanse 1ª Corintios 4:1;
Efesios 6:5-9; Filipenses 1:1;Tito 1:1; Santiago 1:1; 2ª Pedro
1:1).
5. Mayordomía (administración): el cristiano
es alguien a quien se le confía la propiedad de otro. Según
Pablo lo describe, la propiedad es el “misterio de Dios” es decir,
la revelación de la verdad dada en Cristo. La meta principal
del mayordomo es la correcta administración de esa
propiedad. De esto se deducen dos responsabilidades
básicas: el mantenimiento del capital original y la adición de
nuevas riquezas a ese capital.
En términos de la vida cristiana, esto puede ser el
mantenimiento fiel de la tradición que hemos recibido de los
profetas y apóstoles; por tanto es necesario transmitir este
“depósito” de la fe a otros y no ir tras especulaciones vanas o
diluir su mensaje con otras adiciones. Cuantas más personas
abracen las buenas nuevas y los misterios de Dios, tanto más
crece la Palabra de Dios, como vemos en el libro de los
Hechos. En este caso, la formación espiritual es un
crecimiento en la adquisición de ciertas capacidades para
entender la fe lo suficientemente como para mantener su
integridad y reconocer las ideas que la diluyen y la amenazan
con un “evangelio diferente”. Es también la capacidad de
pasarla a los demás, para que más y más personas la afirmen,
abracen y la pasen a otros (véase Mateo 13:52,53, donde se
expresa esta idea diciendo que es como “un padre de familia
que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas”; también 1ª
Pedro 4:10,Tito 1:7, Efesios 3:2 y 1ª Corintios 4:1-5).
cristiana, aunque involucra al individuo, no es individualista, sino
6. El servicio litúrgico: el cristiano es como un
sacerdote que sirve en el templo, ofreciendo adoración a
Dios. Esta imagen enfatiza la participación activa del
cristiano en hacer sacrificios espirituales de alabanza, acción de
gracias, himnos, cánticos y oración. La formación espiritual
en este contexto sería la práctica diaria de las disciplinas
“litúrgicas”, es decir, el aprender a orar a Dios, pasar
tiempo en la adoración, etc. (véanse 2ª Timoteo 4:6,
Romanos 15:16 y también se encuentra esta imagen en
Hebreos 10:19-25 y 1ª Pedro 2:4-10).
7. El Hijo: el cristiano es como un hijo en una
familia. Aquí se desarrolla la imagen del crecimiento
enfocado más directamente en la persona “humana”. Somos
adoptados para tener una relación con Dios como nuestro
“Padre” celestial. El crecimiento hacia la madurez no es un
simple subproducto de la salud. Aquí se trata de mantener la
relación con Dios, experimentando su guía y su disciplina y
viendo cómo él “modela” lo que es un Padre en términos de
actitudes y comportamiento que también se esperan de
nosotros. La vida cristiana es una relación de dependencia
entre seres que pueden comunicarse el uno con el otro.
El propósito de la formación espiritual es adoptar el
papel de hijo y relacionarse con el Padre desde una base de
fe y amor. Podemos generalizar esta metáfora comparándola
con la de la familia, siendo que la Iglesia es la familia espiritual
a la que pertenecemos y en la cual tenemos
responsabilidades con nuestros “hermanos” y “hermanas”,
lo mismo que con nuestros “padres” y “madres” en la fe
(véanse 1ª Pedro 1:14- 16, 1:22-2:3 y 1ª Juan 3:1-3; 5:1-5). Una
imagen relacionada con ésta es la del hijo que ha heredado la
propiedad de su Padre (véanse Efesios 1:11,14, 5:1 y
Colosenses 3:24).
8. La rama en la vid: Juan 15 presenta el
discipulado de una forma dramática como el hecho de estar
conectados a la vid, siendo Dios el labrador, Jesús la vid y
nosotros las ramas o pámpanos. Todo lo que se requiere
es una conexión inquebrantable y saludable a la vida de la
vid.
9. La guerra: Efesios 6 presenta la vida cristiana
como un aprestarse para la batalla y un equiparse con la
armadura necesaria para resistir las armas y tácticas del
malvado (véanse también 1ª Timoteo 6:12; 2ª Timoteo 2:3-4 y
2ª Corintios 10:3-5)
10. El cuidado animal: el Salmo 23 y Juan 10
presentan a Dios como un pastor y a nosotros como
ovejas, sugiriendo toda una serie de conceptos sobre lo
que es esencial en una relación de confianza entre la oveja y su
pastor. Se enfoca muy fuertemente en lo que el Gran Pastor
hace por sus ovejas, en vez de en lo que las ovejas hacen por sí
mismas, por otros o por Dios (véase también 1ª Pedro
2:25).
11. El arquitecto diestro: Pablo aplica esta
ilustración a la comunidad de los corintios según edificaban
sobre el único fundamento que había sido puesto, esto es,
sobre Jesús. Se dirige a ellos en plural, para dar a entender que
la vida
que construye una red de relaciones, una comunidad de personas que

comparte su vida y tareas juntos y que edifica, bien con
madera, heno y hojarasca -edificaciones defectuosas- u oro,
piedras preciosas y plata (véase 1ª Corintios 3:10-17).
12. Vasijas y recipientes: 2ª Timoteo 2:20-23
presenta una gran casa con muchos utensilios de diferentes
tamaños para usos variados, algunos muy comunes y otros
altamente apreciados y usados sólo para las ocasiones más
significativas y honrosas. La enseñanza de Pablo es que lo
común y lo impuro no se usa de la misma manera que las
vasijas especiales y puras. A los cristianos que se limpian de
las diferentes prácticas y actitudes que él menciona se les
denomina vasijas especiales dedicadas y usadas en la casa del
Amo, que es Dios mismo. La vida de discipulado es vista
entonces como el descubrimiento de las cosas que le
“contaminan” a uno y los pasos por dar para purificarse de
éstas.
13. Un barco anclado en un remolino: Hebreos
2:1 sugiere esta imagen. Debemos prestar gran atención al
mensaje que Dios nos dio en Cristo, “no sea que nos deslicemos”
de él. Aquí la imagen es la de un ancla que se va soltando y
el barco es arrastrado por el remolino de su lugar seguro en
el muelle. El autor continúa diciendo que esto puede suceder
por negligencia, endurecimiento del corazón o por rechazar
nuestro compromiso inicial.
14. El viaje por una senda o un camino: Jesús
habla del camino estrecho y los cristianos mismos son
llamados seguidores de ese “camino”. La imagen de la vida
cristiana es la de un peregrinaje hacia un destino. En 2ª Pedro
2:15 leemos:“Han dejado el camino recto, y se han extraviado
siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el
premio de la maldad…”. Por su parte, 1ª Juan 1:6-7 hace un
contraste entre caminar en la oscuridad y caminar en la luz.
15. La novia: la Iglesia es presentada como la novia
de Cristo: preparada, pura, fiel y sin mancha (2ª Corintios 11:2).
16. El cuerpo: la Iglesia también se ve como una
serie de partes o miembros de un cuerpo
interconectados, especializados y diferenciados, unidos
unos con otros y recibiendo la vida de una cabeza común (2ª
Corintios 12:12-31).
17. El vestido: se nos dice que debemos
despojarnos del viejo vestido que solíamos llevar y ponernos
las ropas nuevas, lo cual significa despojarse de la vieja
naturaleza y revestirse de la nueva (Efesios 4:25-32; Romanos
13:12-14; Colosenses 3:5-17).
18. Residentes extranjeros [en griego: paroikos,
exiliados, residentes extranjeros]. Esta ilustración se encuentra a
lo largo de 1ª Pedro. Implica la necesidad de ser conscientes de
que somos ciudadanos de otra ciudad, con lealtades y un
destino que apuntan hacia otro lugar. Sin embargo, debemos
vivir y florecer aquí y ahora en un ambiente que no
siempre provee armonía o ánimo.
¿Qué tiene que ver esto con nuestro entendimiento de la
formación espiritual? A menudo tendemos hacia un desequilibrio
en la vida cristiana, en nuestro intento de abrirnos a la obra de Dios
en nosotros.
43 La variedad de imágenes nos ayuda a ver que hay
42
19. El animal de yugo (Mateo 11:29): somos co-
laboradores, aparejados en la labor con Cristo y tenemos que
aprender a disciplinar nuestra individualidad para beneficio del
trabajo que Cristo nos ha asignado.
20. Un cadáver levantado de la muerte a una
vida nueva (Efesios 2:1-6): no poseemos vida que se origine
en nosotros mismos. Si estamos vivos y respondiendo al
llamado de Jesús, es porque hemos sido espiritualmente
“levantados” de los muertos. Todo lo que nos aporta energía,
vitalidad y crecimiento viene del “milagro” de Dios de la vida
nueva. La vida cristiana es la vida que Dios da gratuitamente
y en su autoridad soberana.
21. El estudiante o discípulo en proceso de
entrenamiento (todo el evangelio de Mateo y Gálatas
6:6): esta es la imagen de un estudiante siendo entrenado,
pasando por el proceso de aprender de forma disciplinada
cómo aplicar las lecciones en las circunstancias de la vida
real (más adelante en este módulo, se tratará este tema).
22. El guardia que protege un tesoro sagrado
(1ª Timoteo 6:20; 2ª Timoteo 1:14): nuestra comisión es
asegurarnos de que el tesoro sagrado del evangelio no es
“robado” o adulterado. Se nos ha confiado una posesión
sagrada y debemos prepararnos para reconocer amenazas
y peligros que amenazan lo que guardamos. Hay los que
cambiarían, reorientarían, o malusarían el evangelio; así que
tenemos que conocer su contenido y su espíritu. Igualmente
tenemos que ser sabios en conocer los enemigos que querrían
destruir el evangelio.
23. El espejo que refleja la realidad de Dios
(imago Dei). Cfr. Romanos 8:29; Colosenses 3:29 y 2ª
Corintios 3:18: lo que significa la vida cristiana es abrirse a
Dios, volverse a Dios de tal manera que su actividad y
carácter puedan verse reflejados en nosotros. Si llegamos a
ser como aquello que contemplamos, entonces reflejar la
imagen de Dios involucra una continua y repetida
contemplación de Dios para permitir que ese reflejo suyo
moldee lo que somos. En tiempos modernos, podemos
pensar en la imagen de la exposición de una película a la luz,
para que al revelarse se vea la imagen de lo que la cámara
expuso ante ella.
David Fraser
Hemos hecho una lista de las metáforas de la vida
cristiana en aspectos tales como el nacimiento y crecimiento de un
niño, la competición de una carrera, la preparación de una novia
para el matrimonio, el ser embajador a una tierra extranjera, el
anclaje de un barco en un remolino, el despojarse de ropas viejas y
ponerse nuevas, el estar injertado y permanecer como rama en la
vid, el servicio litúrgico de un sacerdote en el templo, el viaje por un
camino, la mayordomía o administración de un capital, la actividad
de formación de un estudiante con su tutor, el animal en yugo con
otro tirando de la carga, la actividad del labrador y otras. No hemos
intentado mencionar todas las imágenes, sino sólo las necesarias
para recordarnos que son muchas las que hay.
más sobre la formación espiritual que lo que nuestra tradición
cristiana puede habernos enseñado; o que podemos estar
enfatizando un aspecto de la madurez y la restauración de nuestra
imagen de Dios mientras completamente descuidamos otra verdad
 importante y complementaria.
Vamos a pasar un momento detallando una de estas
imágenes, con el propósito de tener un ejemplo de lo que significa
nuestro proceso de formación espiritual. Al estudiar los varios
autores de la Biblia podemos notar que tenían su manera
favorita de presentar la vida cristiana. Esto es particularmente
cierto en el caso de los escritores del evangelio.
Consideremos un ejemplo de los escritos de San Juan. El
evangelio de Juan se contrasta de maneras muy relevantes con los
de Mateo, Marcos y Lucas. De maneras notorias, Juan tiene una
perspectiva y un lenguaje muy diferentes a los demás
evangelios. Por ejemplo, mientras que en los primeros la expresión
principal de las enseñanzas de Jesús es el “Reino de Dios”, en
Juan esta expresión ocurre pocas veces.
El tema principal de la enseñanza de Jesús en el
evangelio de Juan se describe con la expresión “vida eterna” y el
evangelio se escribió para que las personas experimentaran dicha
vida, Juan 20:31. También se presenta al mundo inferior como
oscuridad, que está en el regazo del malvado y que fomenta y se
expresa por medio de la carnalidad (Juan 8:23; 16:11; 11:9; 1:5;
1:13; etc.). El énfasis está en el conflicto entre la vida que es
posible para la experiencia humana común y la vida que no tiene
continuidad biológica, es decir, la vida que viene “de arriba” y es
eterna.
Para Juan, el acceso a la vida cristiana es un asunto
de fe, y esta a su vez, ofrece el “conocimiento” de Dios, quien es la
verdad. Además, sólo teniendo tal conocimiento somos
capacitados para participar de la vida eterna y recibir la promesa
del Espíritu Santo, el Consolador, cuyo consejo y guía nos
capacitan para separar la luz de las tinieblas, la verdad del
engaño, o para entender el significado de las señales que Jesús
hizo para dirigirnos a la única fuente de vida eterna.
La imagen primordial de la vida cristiana en Juan es la
de una impartición de la vida por el poder del Espíritu, cuando se
nace de arriba o se nace de nuevo; entonces viene el proceso de
crecimiento y desarrollo hasta que esta vida alcance su
expresión de madurez plena. Somos nacidos en una nueva
familia con muchos hermanos y hermanas a quienes debemos
amar como Dios ama. De esta forma, el mensaje de Juan
sobre el vivir cristiano se centra en el concepto de la vida
eterna.
Juan usa otras imágenes de la vida cotidiana, como los
pámpanos que permanecen en la vid (Juan 15) o las ovejas que
escuchan la voz del verdadero Pastor (Juan 10), pero ninguna es
tan mencionada o importante como la noción del nacimiento y el
crecimiento hacia la madurez. Juan nos enseña a ser hijos de
Dios, a nacer de nuevo, crecer y desarrollarnos y permanecer en
Cristo -sanos y vivos- participar del “maná del cielo” (la carne y la
sangre de Cristo), vivir en una comunión que requiere amar a los
“hermanos y hermanas”, etc.
Notas sobre el evangelio de Mateo:
Parece que este evangelio fue escrito durante un
tiempo de persecución. Tales amenazas pudieron haber
La plenitud de la vida es la metáfora principal que
se presenta en varias de las “señales” del evangelio para
ayudarnos a entender las muchas dimensiones de esta vida
eterna. Esta vida vence la “ceguera” (Juan 9), sana la
enfermedad del “alma” (Juan 5), satisface la “sed” más profunda
(Juan 7), etc. Las comparaciones entre la vida física y la eterna
por su parte, sirven para enseñarnos los elementos principales
que componen esta forma de vida.
¿Te das cuenta de cuánto énfasis puede haber en el
pensamiento de un autor sobre una imagen de la vida cristiana?
Podríamos tomar tiempo para hacer algo parecido y examinar
el pensamiento de cada autor del Nuevo Testamento, pero esto
se sale del propósito de este curso.
El siguiente paso es hacer algo parecido con el
evangelio de Mateo y su imagen principal de la vida cristiana.
Te pedimos que tomes veinte o treinta minutos para leer
algunas secciones de Mateo. En las siguientes páginas, te
presentamos unas breves notas para orientarte en esto. Allí
encontrarás un bosquejo de Mateo y verás que está
estructurado como una enseñanza o manual de instrucción en
el discipulado. Mateo presenta la vida cristiana primariamente
como una vida de discipulado. Así que tenemos que
preguntarnos: ¿qué es un discípulo?
Mateo: el discipulado como la imagen
fundamental de la vida en Cristo
¿Qué es un discípulo? ¿Qué conlleva el proceso de
ser discípulo? ¿Cuál es la diferencia entre un discípulo
auténtico y uno falso? ¿Qué se debe incluir en la
formación espiritual si ésta se ve como un proceso de
convertirse y desarrollarse como discípulo para entonces
hacer discípulos de todas las naciones? ¿Qué debe ocurrir
en la vida del discípulo para producir en él la madurez y
la capacidad de reflejar a Dios y para que aprenda a amar
como Dios ama?
Quizás quieras comenzar leyendo al final del
evangelio de Mateo (25:18-20). Si necesitas ayuda en tu
estudio, como ya hemos dicho, en las siguientes páginas
encontrarás algunas notas breves del bosquejo y la estructura
de este evangelio.
Escribe tu respuesta en el espacio a continuación.
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significado una tentación a los cristianos para no hacer
evangelización. Quizás temían confesar a Cristo públicamente o
recibir en sus casas a otros cristianos que estaban44 siendo
perseguidos (10:34-42).
Mateo se enfoca en la naturaleza y el significado
del discipulado. Los verdaderos discípulos se distinguen
por el hecho de no ser sólo los que dicen “Señor, Señor” o
que hacen milagros, sino por obedecer todo lo que Cristo
les ha mandado. El discípulo obedece y hace conocidas las
buenas nuevas a pesar de la persecución (7:15-23; 25:31-
46).
Mateo está estructurado con el propósito de
servir de instrucción a los cristianos (catecúmenos). Es una
estructura que ayuda a la memorización en una comunidad
de comunicación oral. Aunque la estructura es compleja, la
mayor parte del libro está marcada por un intercambio
entre una sección narrativa, con algunos breves discursos, y
una sección de discurso o sermón. Entre estas secciones
mayores hay una frase que hace de transición y siempre la
misma: “Cuando terminó Jesús estas palabras…” (7:28;
11:1; 13:53; 19:1; 26:1).
El libro de Mateo se puede leer mejor al
considerar cómo termina. La Gran Comisión señala el
tema principal: los que han sido hechos discípulos deben
ahora hacer más discípulos de todas las gentes de la tierra.
El material previo a la Gran Comisión muestra a Jesús
haciendo discípulos y de varias maneras hace una
exposición de lo que es un verdadero discípulo.
El autor Peter Ellis en su libro, Matthew: His Mind
and Message (Mateo: su mente y su mensaje, (Liturgical Press,
1974) sugiere que el libro se puede ordenar en un
“quiasmo”, teniendo como punto de cambio el versículo
13:35, donde Jesús se vuelve del falso Israel al verdadero
“Israel”. Hasta este punto Jesús emplea su tiempo con
todas las personas; pero de aquí en adelante se concentra
principalmente en aquellos que han respondido a su
mensaje y se han convertido en discípulos verdaderos. He
aquí la estructura:
Discurso (f) Cap. 13 (f')
Narrativa Cap. 11-12 (e) (e') Cap. 14-17
Discurso Cap. 10 (d) (d')Cap. 18
Narrativa Cap. 8-9 (c) (c') Cap. 19-22
Discurso Cap. 5-7 (b) (b')Cap. 23-25
Narrativa Cap. 1-4 (a) (a') Cap. 26-28
Bien sea que Ellis acierte o no, el material de
Mateo se divide en unidades parecidas a lo que él propone
en el siguiente bosquejo:
Al leer y estudiar Mateo notarás muchos otros
patrones que giran alrededor de la idea del discipulado: lo
que es, las diferencias entre el discipulado auténtico y el no
45
auténtico, tipos de experiencias básicas en la formación de
un discípulo, etc.
A. Narrativa: Jesús, hijo de David, hijo de Abraham,
Mesías, nuevo Moisés (1-4). Breve discurso: Juan el
Bautista sobre el que viene (3:8-12).
B. Discurso principal: la excelente justicia del
verdadero discípulo (5-7).
C. Narrativa: la autoridad de Jesús demostrada en diez
milagros (8-9).
D. Discurso principal: la inevitable persecución en la
labor del discípulo (10).
E. Narrativa: oposición y persecución a Jesús (11-12).
F/F’ Discurso principal: Parábolas del Reino. El
entendimiento separa al discípulo verdadero del
falso (13).
E’. Narrativa: Jesús es entendido y malentendido (14-
17).
D’. Discurso principal: los verdaderos discípulos
viven en comunidad, unidos por una aceptación
mutua basada en la humildad y el perdón (18).
C’. Narrativa: aceptación de varios grupos (no casados,
niños, disminuidos, publicanos y pecadores,
gentiles) y rechazo de los líderes judíos por parte de
Dios (19-22).
B’. Discurso principal: advertencia: el juicio caerá sobre
los falsos discípulos cuando el Hijo del Hombre
regrese (23-25).
A’. Narrativa: El juicio cae sobre Jesús—crucifixión y
resurrección (26-28). Breve discurso: hacer
discípulos hasta el fin del mundo (28:16-20).
Éste es sólo un breve bosquejo. Habrás notado
que generalmente los discursos tratan un tema en particular
en su enseñanza y sólo el Sermón del Monte varía en esto,
pero termina con la multitud asombrada porque Jesús
enseñaba como uno con “autoridad” (con su “Pero yo os
digo…” que contrastaba con el entendimiento de la ley y
de la justicia común a su día).
La narrativa que sigue esas palabras suele retomar
el tema y presentar historias que de alguna manera enfatizan
el mismo punto. Por ejemplo, el discurso en el capítulo
diez enfatiza el conflicto y la persecución que espera a
aquellos discípulos enviados a predicar y sanar. La
narrativa en los capítulos once y doce se compone en su
mayor parte de historias sobre la oposición o la posibilidad de
ésta: de Juan el Bautista y sus seguidores, de las ciudades
de Corazín y Betsaida, de los “sabios y entendidos” y de
los escribas y fariseos.
Otra faceta interesante de la teoría de Ellis sobre
la estructura de Mateo es la continuidad y los contrastes
que existen entre sus correspondientes partes. En su
teoría, el primer discurso principal (5-7) se corresponde
con el quinto discurso principal (23-25). Los dos son casi
igual de extensos, están asociados con una montaña y en
ambos Jesús toma la posición de estar sentado como un
maestro. En uno se presentan las bienaventuranzas y en el
otro los juicios. Ambos terminan además con una escena
de juicio en la cual los condenados se dirigen a Jesús como
“Señor, Señor”. Similares tipos de paralelismo y contraste
se pueden ver entre otras secciones.
David Fraser
Mateo nos ofrece una clara teología de la vida cristiana.
 1. Su metáfora básica es la del discipulado.
2. La actividad básica del discípulo es ser un “seguidor”:
aprender el contenido de la enseñanza del Maestro,
adoptar el estilo de vida y el “camino” del Maestro,
hacer lo que el Maestro manda, sufrir la misma
suerte del Maestro.
3. La explicación básica del discipulado es dada a lo largo
de todo el evangelio, pero especialmente en los cinco
discursos principales:
(A)El Sermón del Monte (Mateo 5-7) presenta el estilo
de vida, actitudes y conducta que caracterizan al verdadero discípulo.
Aquí vemos el corazón de la enseñanza de Jesús sobre la ética y la
espiritualidad; esto es, cómo vivir una vida de justicia que sobrepasa la
de los fariseos y de los escribas. Hacer justicia es obedecer las
palabras y mandamientos del Maestro, Jesucristo.
(B) La Misión de los Apóstoles y su Persecución
(Mateo 10) nos dice que los discípulos tienen una labor que hacer en
el mundo, llevando la buena nueva del Reino de Dios y el poder del
Espíritu para sanar y para confrontar los poderes del maligno. También
enseña sobre el ministerio del verdadero discípulo.
(C) Los discípulos y el Reino de Dios (Mateo 13)
nos instruye sobre la naturaleza del Reino de Dios.
Normalmente pensamos en un reino como un poder de control, sin
embargo, el Reino de Dios viene humilde y calladamente, en una
forma que incluso, puede ser rechazado. Sus seguidores todavía
sufrirán en este mundo y su venida no acaba con todo el mal o los
malhechores. Todo depende de nuestra respuesta a la Palabra del
Reino dada por medio de Jesús; si tenemos buenos oídos, debemos
escuchar y entender el mensaje de Jesús sobre la presencia del
Reino y sus prioridades.
(D) La hermandad en la comunidad de discípulos
(Mateo 18) ofrece enseñanzas para los discípulos en cómo llevar las
relaciones dentro de la comunidad del Rey. ¿Qué debemos hacer
cuando hermanas o hermanos cristianos no viven según el Sermón del
Monte? ¿Qué hacer sobre la corrupción entre los discípulos, cuando
caen en serio error moral o doctrinal? ¿Qué sobre la disciplina de otros
discípulos?
(E)Los discípulos como vigías, a la luz del juicio
que se avecina (Mateo 23-25) nos recuerda que Jesús viene otra
vez. Los verdaderos discípulos están vigilantes ante lo que se aproxima
mientras permanecen fieles en su servicio. Sirven al pobre y
continúan predicando el mensaje del Reino de Dios en Cristo a todas
las naciones de la tierra. Entonces, y sólo entonces, este siglo llegará a
su fin y el triunfo poderoso y visible del Reino vendrá a la tierra.
La obra del discípulo dada en Mateo 28:18-20 es el clímax
del evangelio. Aquí el énfasis, como lo es a lo largo del evangelio, está
en hacer u observar la ley de Dios dada por medio de Jesús
como
En alguna medida, la vida cristiana depende completamente
de cómo enfrentamos nuestras decisiones y disciplinas. Esto representa
un trabajo duro, muy duro. Por otro lado, la vida cristiana es adoptar
una actitud completamente receptiva; y tiene que ver no tanto con lo
que podemos hacer, sino con lo que Dios hace en nosotros. En este
verdadero Maestro, en contraste con el simple conocerla o hablar de
ella. Jesús es el ejemplo positivo; los fariseos y los falsos discípulos son
el negativo.
Lo que aquí estamos presentando es sólo un ensayo y
un comienzo. Necesitaríamos explicar el discipulado más
exhaustivamente para entender sus implicaciones en la vida cristiana
y en la formación espiritual. Chris desarrollará esta noción del
discipulado como una parte de los fundamentos básicos de la
formación espiritual en el módulo 3.
El punto importante que queremos resaltar es que -en
contraste con la figura básica del evangelio de Juan de la vida eterna
impartida por el nuevo nacimiento, la nutrición, el crecimiento y la
madurez de esa vida- la figura principal de Mateo es la de un
estudiante, un discípulo enrolado en un proceso de aprendizaje de por
vida. Dos diferentes figuras, pero una misma realidad espiritual.
Estamos a punto de terminar este módulo. Hasta aquí
hemos visto el tema central: aprender a amar como Dios ama, ser
conformados a la imagen de Dios, alcanzar la madurez conforme a la
estatura de la plenitud de Cristo, correr la carrera hasta el final y
terminar bien. Hemos considerado una serie de imágenes de la vida
cristiana y aprendido sobre sus implicaciones para la formación
espiritual. Ahora queremos explicar una de esas implicaciones que es
la consecuencia de este análisis: el proceso de la formación espiritual
conlleva el equilibrio entre ciertas polaridades o tensiones clave.
La polaridad es una referencia a dos realidades opuestas
entre sí pero que no se puede tener la una sin la otra. Un ejemplo de
una polaridad es el hombre y la mujer o aún mejor, la luz y la
oscuridad o lo caliente y lo frío. Permíteme darte un ejemplo de las
imágenes de la formación espiritual: hay una polaridad entre la
actividad y la pasividad humana.
La imagen de la vida cristiana como una carrera enfatiza la
actividad que debemos realizar para correr bien; entrenarnos,
desechar actividades y pesos legítimos pero no esenciales; así,
debemos despojarnos del pecado que nos impide correr una larga
distancia, correr bien y terminar fuertes, puestos los ojos en Jesús.
Esta imagen enfatiza cuán activos y disciplinados debemos
ser.
La imagen del nacimiento y crecimiento biológico también
muestra la simple realidad de la salud y el alimento. El tiempo
producirá crecimiento si nos mantenemos saludables y bien
alimentados. Hay muy poco que podemos hacer; nacemos con
las características únicas de la persona que somos. No podemos
añadir a nuestra estatura ni un codo por mucho que nos afanemos u
oremos. La misma pasividad parece implícita en la figura de los
pámpanos que permanecen unidos a la vid.
Recordarás que te sugerimos en el principio que pensaras
en la lección de este módulo como la descripción de una rueda de
carreta; el centro es el cubo, el eje sobre el que todo gira. Ésta es la
meta del crecimiento espiritual, la unidad de todas las actividades y
actitudes que componen la vida cristiana. Luego miramos a la
complejidad, la circunferencia de la vida espiritual. Vimos que
existen muchas perspectivas e imágenes de lo que conlleva la
espiritualidad. Ahora queremos captar los temas que van a lo largo
de todas estas imágenes: las polaridades. Si pensamos en la 46rueda, las
polaridades son como los rayos que le proveen el equilibrio necesario.
Cada polaridad es como un par de rayos, el uno equilibra al otro. Te
hemos presentado un par de rayos: la actividad y la pasividad humana.
caso, la vida simplemente se desarrolla sin esfuerzo propio según la
alimentamos y le damos tiempo. Otra forma de decirlo es que la gracia de
Dios y la obra humana se equilibran y van interrelacionadas la una con la
otra.
En nuestro último ejercicio de este módulo, queremos pedirte que
repases las varias imágenes en las páginas 7-11. ¿Puedes
descubrir algunas polaridades en estas imágenes? A continuación, se
te pide que añadas cuáles polaridades has descubierto en las
diferentes imágenes. ¿Cuántas has encontrado?
Según examinas y piensas en las diferentes imágenes de la
formación espiritual que escribiste en la página 7 y las de nuestra lista
de las páginas 8-11, ¿puedes descubrir algunas tensiones o
polaridades? Si consideramos estas figuras como complementarias y
no contradictorias, ¿qué tipo de actitudes contrapuestas sugieren? A
continuación te damos un ejemplo para ayudarte a comenzar.
¿Cuántas otras distinciones o polaridades puedes ver?
Activo vrs. pasivo (la imagen de los pámpanos en la vid frente
a la del corredor que entrena y compite).
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David Fraser
Hay una polaridad entre la actividad de Dios y la
nuestra. Por un lado, todo depende de Dios.Vemos el evento
extraño y milagroso de una persona como Juan el Bautista que fue
lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Nada es
efectivo sin la obra del Espíritu. Pero, por otro lado, se nos dice en la
epístola a los Hebreos que no seamos negligentes con una
salvación tan grande. Debemos estar alertas, activos y trabajar duro
y permanentemente, como lo hizo Pablo como resultado de la obra del
Espíritu y de la gracia de Dios en él.
Por un lado, a veces pareciera como si todo dependiera
de nosotros y de lo que hacemos, de cuál es nuestra respuesta. Y
por otro lado, la imagen de la vida cristiana como un cuerpo levantado
de la muerte pone de manifiesto cuán imposible es para nosotros
hacer algo que produzca salud y vitalidad. Estamos muertos en
nuestros pecados y transgresiones; todo es la obra de gracia de
Dios.
47
Hay también una polaridad entre proceso y evento. La
conversión, o el nacimiento, para muchos de nosotros fue un evento
muy determinado. Sin embargo, después de esto el crecimiento es un
proceso día tras día y año tras año, desarrollado lentamente y con
cambios a veces tan pequeños que apenas podemos discernir lo que
está pasando. Éstas son las polaridades o los rayos de la rueda. La
imagen del nuevo nacimiento muestra un evento, mientras que la
imagen de la carrera señala un proceso.
Hay otra polaridad entre nuestra iniciativa y libertad, y
la iniciativa y libertad de Dios. Podemos ver esto en el contraste
del cristiano como esclavo de Cristo y el mayordomo del Reino;
también puede observarse un contraste entre la figura del cristiano
como oveja y la del discípulo que debe tomar iniciativa y trabajar
duro para aprender.
También existe una polaridad entre la individualidad y la
comunidad que se muestra en la carrera individual en contraste con
el ser miembro de un cuerpo. Igualmente, entre amar a Dios y
amar a nuestro prójimo. ¿Cómo podemos decidir cuánto
tiempo y atención debemos dar a Dios en contraste con el tiempo
que pasamos ayudando a nuestro prójimo? ¿Qué es más
importante en ser discípulo, la evangelización o la transformación
social y la justicia? Hay imágenes que resaltan lo uno o lo otro.
Hay polaridad entre el conflicto y la lucha y el
descanso sabático que tenemos en Cristo. La vida cristiana en
algunos aspectos es serena y pacífica, pero por otro lado significa
sufrimiento, lucha y noches de agonía en vela.
Se dan muchas otras polaridades cuya característica más
importante son los frutos en contraste con los dones del
Espíritu; ésta es la distinción y diferencia entre el carácter y las
capacidades. Lo que llama la atención es que los dones de una
persona y sus virtudes no siempre se acompañan uno de otro. Ésta
realmente no es una polaridad, sino más bien una forma de expresar
otros elementos de la formación espiritual que necesitan ser
desarrollados conjuntamente.
Con éstos voy a terminar mi lista de rayos que equilibran el
movimiento de la rueda de la vida espiritual. Existen otros muy
importantes que quizás tú hayas incluido en tu propia lista al principio.
La meta de este módulo es recordarnos del propósito de la vida
en Cristo y descubrir algunas de las complejidades que la
acompañan.
Según progresemos en nuestro caminar con Cristo, nos
encontraremos con otros creyentes que hablan sobre la vida cristiana
de una manera que difiere con nuestra perspectiva; de hecho, hacen
afirmaciones que nos parecen faltas de equilibrio. Entonces, cuando
esto suceda, debemos preguntarnos qué faceta de la verdad bíblica
están enfatizando. ¿Están presentando una imagen equilibrada o
sobre enfatizan para corregir un defecto que perciben en el
Cuerpo de Cristo?
A continuación encontrarás el proyecto para este módulo;
complétalo cuando hayas terminado la lectura sobre la
disciplina del estudio y los ejercicios para escribir en tu diario
personal. Al final, esperamos que hayas podido entender la
dinámica usada en este curso y así obtener el máximo
beneficio de él.
Tu proyecto
para este módulo

Cuando hayas terminado las lecturas asignadas y los ejercicios de la disciplina espiritual, responde a las siguientes
preguntas:

En esta hoja, responde a la pregunta que se encuentra en la página 354 de Devocionales Clásicos: “De acuerdo con
Colosenses 2:6-7, nuestra vida con Cristo se parece a un árbol. Usando esta metáfora [imagen], ¿cómo describiría el árbol de su
vida? ¿Cómo son sus raíces? ¿Sus ramas? ¿Su fruto?”.

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48
 En esta segunda hoja y en actitud de oración, escribe sobre las principales áreas donde Dios te está hablando en cuanto
a tu compromiso, hábitos y cómo desarrollar una vida espiritual fuerte y saludable en Cristo. Según lo estudiado de las diferentes
imágenes de nuestra vida espiritual, ¿en qué áreas de tu vida ves más debilidad? ¿Dónde ves las mayores fortalezas? ¿Qué puedes
hacer para avanzar decididamente a un nuevo nivel de salud y fortaleza espiritual? Pensando en las polaridades de la vida espiritual,
¿ves algún desequilibrio en tu vida?

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49
 Disciplina enfocada en este módulo:
el estudio
Estudio y transformación interior
No es muy difícil traspasar el propósito de las
disciplinas para convertirlas en un ejercicio de autointerés y
derrota espiritual. Las disciplinas no son un fin en sí mismas;
su propósito es llevar a cabo una transformación personal
interior y exterior.
En ningún otro lugar se puede discernir con más
facilidad el propósito de las disciplinas espirituales -o
fracasar en él- como en el estudio. Pablo nos dice que
debemos ser transformados por la renovación de nuestra
mente (Romanos 12:2). Y se nos manda que pensemos “en
todo lo que es… puro, amable, de buen nombre, de virtud y
digno de alabanza” (Filipenses 4:8); en conexión con ese
pensamiento, se nos pide que prosigamos a hacer “lo que
aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí [Pablo]
…” (versículo 9). El estudio siempre va conectado con la
vida y la acción piadosas.
Ese estudio al que nos referimos no es un
aprendizaje abstracto o un fin en sí mismo; se trata más
bien de un pensamiento concentrado y enfocado en
llevarnos de una manera consciente y determinada al lugar y
a la práctica de hábitos esenciales para la salud, el
crecimiento y la madurez espiritual. Es un esfuerzo para
colocarnos justamente en las realidades más amplias y
despojarnos de ilusiones y falsos conceptos que tenemos,
para ayudarnos a entender la textura y forma de los mundos
visibles e invisibles sin sorprendernos por sus procesos y
resultados. Somos moldeados por las cosas que pensamos
y en las que nos concentramos.
Jesús dijo que somos liberados por la verdad:
“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Éste no es
simplemente un conocimiento de texto sino de la realidad
espiritual, con el que se puede contar y sobre el que se puede
edificar, sin importar las apariencias circundantes. El estudio es
una disciplina que ataca el pecado de la falsedad (según la
definición de cierto teólogo, la falsedad es uno de los tres
pecados capitales). Por el estudio penetramos las tinieblas
de las ideas y las actitudes de nuestra cultura y
reabastecemos nuestra mente y corazón con las realidades
y verdades que forman el carácter de Dios y que son
parte de toda la creación.
Esta renovación de la mente humana es una
transformación de hábitos destructivos de pensamiento, los
cuales permitimos que controlen nuestra mente y resultan
contrarios a la buena y perfecta voluntad de Dios. El ser
humano piensa incesantemente. Lo importante es qué
de tu compañero representará una afrenta a tu importancia y
verás cada evento como un lugar donde tienes que ser el
estamos pensando y cómo estamos haciéndolo. ¿Qué controla
nuestros pensamientos? Cuando pienso en Dios, ¿en qué
temas y aspectos me concentro? ¿Y qué en cuanto a mi
pensamiento sobre otros? ¿Cuáles son los hábitos de
pensamiento que estructuran mi vida interior?
¿Cómo tener nuevos ojos?
Cierto proverbio reza que no vemos el mundo como
es, sino como somos. En otras palabras, lo que somos moldea
la forma de percibir y de pensar sobre el mundo. Jesús
nos enseña que lo que vemos depende mucho de lo que
somos. Lo que vemos depende no sólo de lo que está
frente a nuestros ojos, sino de lo que está dentro de nuestra
mente y corazón.
Recuerdo a mi hijo Scott volviendo a casa del centro
de biología ambiental en Au Sable, Michigan, después de haber
hecho un curso extenso en ornitología, el estudio de las aves.
Una mañana me dijo: “Papá, no me había dado cuenta que
teníamos tantas clases de pájaros en nuestro jardín”. Hasta no
haber sido capacitado para reconocer las diferentes especies
y escuchar el canto de las aves, éstas simplemente eran parte
del gran trasfondo de una realidad ignorada por él.
Todos estamos rodeados por vastos mundos de
realidad los cuales ni siquiera reconocemos que existen. El
ojo entrenado del geólogo, al ver una roca, ve mucho más que
la persona común que la aparta del camino como un estorbo.
El ojo entrenado del maestro de ajedrez mira el juego y
ve mucho más que la distribución casual de peones, caballos
y torres. El médico diestro que toma el pulso y observa el
color de la piel ve más sobre la salud del paciente que lo que
tú o yo podemos ver. La experiencia y el
conocimiento marcan la diferencia en cómo vemos.
El estudio es uno de los medios para renovar nuestro
ser interior y obtener la pureza de corazón y claridad de
visión necesarias para vernos a nosotros mismos, a Dios, a la
historia, la Biblia y a otros de forma correcta. No vemos bien
porque nuestros ojos están velados o empañados por
lo que llena nuestro corazón.
Ésta es una de las principales enseñanzas que Jesús
nos da en el Sermón del Monte. Si dejas que tu corazón esté
lleno de deseos y ansias sexuales, verás a otros como objetos
sexuales y potenciales parejas sexuales. Si permites que tus
pensamientos estén controlados por la ambición y el orgullo,
en cada situación verás una amenaza a tu posición; cada éxito
centro, o estar frente a otros, para que no se pierda el interés en ti.
Si tu vida interior está gobernada por la avaricia, verás el mundo
como un lugar por explotar y una escalera a la riqueza y
la seguridad.
¿Cómo podemos alcanzar el lugar donde la
transformación es efectiva y poderosa en nuestra vida
interior? El estudio no es la panacea, pero es una de las
medicinas que Dios nos ofrece en el discipulado para
devolvernos la salud y cimentarnos bien en su Palabra y en el
mundo que vivimos.
Es sorprendente y desafiante leer las narraciones
sobre Jesús y analizar las cartas y documentos escritos por
los apóstoles. En ellas se nota el conocimiento intrincado,
detallado y amplio que ellos tenían del Antiguo Testamento.
Éste había sido memorizado, reflexionado, pensado,
considerado, meditado y discutido. Sin importar en qué
situación se encontraban, Jesús y los apóstoles echaban mano
de las Escrituras apropiadas para respaldar y guiar su
pensamiento y su juicio, o para corregir los conceptos
inadecuados o inmaduros de otros.
Aunque no estamos sugiriendo que todos debamos
vivir y movernos en el mismo nivel de capacidad que
vemos en Jesús y los apóstoles, sí podemos verlos como un
ejemplo para nosotros. Necesitamos emplear mucho más
tiempo en las Escrituras si hemos de ser renovados por
la transformación de nuestras mentes. La buena semilla de la
Palabra de Dios debe ser recibida vez tras vez para que
pueda ser bien guardada en un buen corazón, y para que con
tiempo y lugar sea fructífera en nuestro ser.
Es más, no estamos restringidos a la Escritura como
la única dimensión importante de lo que tiene o puede tener
un impacto transformador en nosotros. También el estudio
del mundo natural, de las grandes piezas de literatura, de las
artes plásticas y escénicas, de las técnicas para dominar
determinada área; todas éstas pueden ser incorporadas a la
espiritualidad de este mundo natural, que toma en serio el
cuerpo y su lugar en él.
Estudio y meditación: ¿en qué se diferencian?
Hagamos aquí una importante distinción: el estudio
es un ejercicio analítico; conlleva desmontar situaciones o
sucesos y darles varias vueltas para percibir sus facetas o
conocer sus ritmos. El estudio no es lo mismo que la
meditación. La meditación es un ejercicio devocional
cuyo propósito es la contemplación, el gusto y el disfrute. Esta
toma un elemento para su aprecio, su disfrute y
celebración. En cambio, el estudio explica y expone. Sin
embargo estas dos actividades coinciden en parte, o se
mezclan de alguna manera. Personalmente, a menudo me
siento cautivado por la maravilla de algo que estoy
estudiando y de repente me doy cuenta que ya no lo estoy
analizando,
51
significado de las palabras. La memorización se convierte en
sino meditando en él. Y en la meditación, a veces me
encuentro analizando y desmontando algo que estaba
contemplando. Sin embargo, resulta útil hacer esta distinción.
Hay otras actividades que no necesariamente son una
disciplina de estudio:
* la práctica común de escuchar la predicación en el
culto dominical
* la lectura devocional de la Biblia
* la simple memorización de la Escritura o de la
letra de los himnos aparte del análisis y la
comprensión
* el aprendizaje de alguna nueva faceta o hecho
sobre las cosas espirituales o sobre la Biblia y la
teología
* la lectura casual de un libro como distracción o relax
* ver una película o vídeo, o escuchar un audio-casete.
¿Por qué las anteriores no son un estudio? Porque la
actitud dominante al hacerlo no es un análisis activo, junto
con una comprensión y los pasos necesarios para unir
el nuevo conocimiento con el antiguo. Puede que el estudio
esté tomando lugar en estas actividades o que estos
elementos sean útiles para la transformación que se da en el
proceso. Sin embargo, el estudio como una disciplina
conlleva una determinación más deliberada, enérgica y
concentrada.
De todas formas, escuchar la predicación del
domingo puede convertirse en estudio, si hay una
preparación para la ocasión y unos mecanismos para retener
el mensaje y aun usarlo como un medio para el estudio
más profundo de la Escritura y de las enseñanzas
presentadas. Algunas personas toman nota durante la
predicación y luego profundizan en el pasaje y comparten la
aplicación del mensaje con otros cristianos.
La lectura devocional de la Escritura también
puede emparejarse con el estudio. A menudo la lectura
devocional no se preocupa por entender los puntos oscuros y
las ambigüedades del texto leído, ni se pregunta por el
significado del pasaje en su contexto original. Pero el estudio
cuidadoso de la Biblia puede llevarnos a una lectura devocional
más impactante. Cuando hemos aclarado en nuestra mente la
línea de pensamiento, y discernido las partes del texto que son
difíciles o extrañas, se convierte en un deleite escuchar la
Palabra hablarnos de una forma clara y refrescante. Así, la
lectura devocional puede llevarnos a examinar textos que
apelan a nuestra curiosidad para un estudio posterior.
La memorización también es una buena forma de
hacer lugar en nuestra consciencia para la Palabra de Dios; y
de forma natural nos vendrá a la mente en situaciones de
necesidad. Es así como de repente decimos “¡aja!” al darnos
cuenta de la relevancia e importancia de una promesa,
mandamiento, entendimiento o perspectiva. Poco se practica
la memorización en nuestra vida cristiana contemporánea,
pero aun así, una persona puede memorizar renglones,
párrafos e incluso libros de la Biblia sin haber discernido
el
una parte del estudio cuando se une a un sondeo serio de las
 frases del credo, himno, oración, versículo o párrafo; para que Si fallamos en el estudio apropiado, seremos
no sólo podamos recitar las palabras, sino decir lo que fácilmente arrastrados por la perspectiva del mundo de la
significan y por qué son importantes. cultura que nos rodea. Seremos víctimas de la nueva
moda cultural del momento, sea ésta social o teológica.
Cuando estudiamos, aprendemos nuevas facetas Pablo advirtió a los Colosenses: “Mirad que nadie os engañe
y hechos de la Biblia o de una verdad teológica, incluso por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones
cuando no necesariamente estamos enfocados en aprender de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y
específicamente esto. Sin embargo, no somos salvos por no según Cristo” (Colosenses 2:8).
nuestro conocer de muchos hechos o acontecimientos,
aunque la salvación conlleva un conocimiento y su respectiva Un ejercicio fiel y diligente de la mente
experiencia. El conocimiento por sí solo no es suficiente,
La disciplina del estudio nos lleva a una estabilidad
como tampoco nos salva o nos transforma el dominio de
y madurez por medio del ejercicio fiel y diligente de nuestra
diferentes puntos de vista o de interpretaciones alternativas
mente. Foster escribe:
de un pasaje de la Escritura.
“Una vez más tenemos que hacer incapié en que los
La lectura casual de un libro como
arraigados hábitos de pensamiento, que están formados, se
distracción o esparcimiento no es estudio. Aunque,
conformen al orden de aquello que se está estudiando. Lo que
otra vez, lo importante es cómo lo hacemos y si el
estudiamos determina la clase de hábito que se ha de
elemento de análisis está presente de una forma
formar. Esa fue la razón por la que el apóstol Pablo nos
significativa. Podemos estar leyendo un libro como
insta a concentrar nuestros pensamientos en todo lo
distracción y sorpresivamente encontrarnos con el gozo de
que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
que Dios nos transforma por medio de él. También
puro, todo lo amable y de buen nombre” (Alabanza a la
podemos encontrar un libro tan significativo que lo leemos
Disciplina, p. 76).
otra vez y pasamos a estudiarlo y a dominar los elementos
que captan nuestros patrones de pensamiento y los
No hace falta que a ninguno se nos recuerde que
moldean a una forma más piadosa y verdadera. La cuestión
el estudio es un duro trabajo; todas las disciplinas son así porque
no es si lo importante es hacer esto o lo otro. Ya tienes una
van en contra de nuestras tendencias y costumbres naturales.
idea de los diferentes niveles en que se puede leer un libro.
Parecería como que el pensar sobre la verdad, lo honesto, lo
Hacerlo por recreación es una forma legítima y maravillosa;
justo, lo puro, lo amable y las cosas de buen nombre, debería
y posiblemente la mayoría de nosotros tendríamos que hacerlo
ser una delicia. La verdad es que nos cansamos muy
más, especialmente aquellos que están sirviendo en la
rápidamente cuando intentamos penetrar y entender grandes
capacidad de liderazgo que requiere grandes dosis de
cantidades de información o nuevas áreas de experiencia
estudio, como por ejemplo los maestros y predicadores,
para descubrir la verdad, y nos resulta una rutina aburrida.
personal médico, periodistas y editores.
Richard Foster sugiere cuatro pasos como elementos
Ver una película o un vídeo o escuchar un
esenciales para el estudio:
audio-casete puede ser una forma de estudio. Lo que
importa es la manera en que esta actividad se incluye como
1. Repetición: este paso se basa en la realidad de
parte de tu vida. ¿Existe un proceso analítico con el cual
que muchas veces se aprende por un constante contacto con
reflexiones sobre el vídeo o la película para discernir su
determinadas enseñanzas y su repetida expresión. Pensar
significado e importancia en el contexto de la sociedad
continuamente en ciertos temas o seguir un patrón de
donde sirves? Un buen estudio para la transformación de
análisis afirma e imprime nuevas ideas y hábitos de
la mente es intentar entender y discernir las diferentes
pensamiento. Éste es el patrón seguido por Moisés en la
perspectivas del mundo, o captar el significado de los
ley cuando mandó que el pueblo estuviera continuamente
temas culturales ampliamente aceptados que se presentan
rodeado por la ley (en sus puertas, los postes de su casa, en
en las películas y en los medios de comunicación.
su frente y en sus manos - Deuteronomio 11:18). “Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
Sin el estudio como una faceta de nuestra
y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas al
consonancia con la información, y con las imágenes y símbolos
acostarte y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7).
que nos rodean; sin el estudio como parte de nuestro
discipulado en la Palabra de Dios; sin el estudio como un
2.Concentración: aquí aprendemos a centrarnos y
ingrediente esencial en nuestro continuo crecimiento; todas
a enfocar nuestra atención en lo que estamos estudiando. Y
las experiencias de éxtasis y de euforia con Jesús nos dejarán
es aquí donde en parte coincide la disciplina del estudio y la
sin discernimiento y sin preparación para los conflictos
de la meditación. La meditación nos enseña cómo
difíciles de la vida.
concentrarnos, enfocándonos para que toda nuestra energía
sea puesta en el objeto de contemplación. El estudio se vale
de esta habilidad para que podamos tratar el objeto de
estudio centrados en un único propósito.

3. Comprensión: esta es la meta inicial de todo
estudio. Nos proponemos entender, discernir y ver el
significado y la importancia del tema. El propósito del
análisis es llevarnos al punto donde vemos el significado
que da estructura al objeto que estudiamos. Si es un libro,
comenzamos a entender el tema principal desde el punto de vista
del autor y los principios básicos en que se fundamenta el
argumento y el arreglo del material. Si lo estudiado
52 es una
producción artística, empezamos a captar el espíritu y la visión
del creador de la obra. Si es un estudio de la naturaleza,
haremos conexiones que nos permiten entender los
mecanismos y patrones intrincados que caracterizan
determinada parte de nuestro mundo. Si no entendemos
lo que estamos estudiando, es imposible tener un
verdadero discernimiento y hacer una evaluación
significativa.
4. Reflexión: después de que hemos entendido lo
que estamos estudiando -no antes- debemos preguntarnos:
¿qué significado tiene esto? ¿Es importante? ¿Es verdadero?
¿Tiene valor? ¿Es hermoso? ¿Es honorable? Sólo en este nivel
podemos tomar la postura o relación apropiada frente a lo
que estamos estudiando; bien sea para evitarlo, defenderlo,
proseguir con ello, o incorporarlo al más amplio conjunto
de principios y perspectivas que gobiernan nuestra visión de
la vida.
El estudio de libros
Veamos ahora el tema particular del estudio de
libros, el tipo de estudio básico a esta disciplina, aunque no la
única manera de asimilar la realidad y verdades necesarias para
la transformación de nuestras mentes. Existen varios hábitos
y estrategias específicos para leer un libro. Adler y Van Doren
han publicado un clásico que nos lleva por unos pasos para
ayudarnos a tener un encuentro más significativo con el libro
que leemos.
1.Cómo leer un libro1, Adler y Van Doren ofrecen un
relato minucioso sobre cómo leer diferentes tipos de
libros; qué observar y las dificultades con las que uno se
puede encontrar para dominar el contenido de un libro. El
énfasis de su relato es cómo ser un lector considerado con el
autor, es decir, un lector que dedica tiempo y esfuerzo para
entender, dialogar y debatir con las afirmaciones y
proposiciones del autor. Foster llama esta dinámica las
“Normas intrínsecas”, que son las siguientes:
a. La primera lectura: ponerse “de acuerdo” con
el autor. La primera tarea al leer un libro es familiarizarse
con la manera en que el autor usa los términos clave (en el
caso de Pablo, se puede pensar en términos como
justificación por fe, el espíritu frente a la carne, la ley, el
evangelio de Dios, etc.).
b. La segunda lectura: ver el libro como un todo;
ésta es una lectura “sintética”. La segunda tarea es interpretar
el texto para que puedas entender lo que quiere decir el
autor con los términos que usa y la estructura de su
argumento o
1
Cómo leer un libro, Adler y Van Doren, Madrid. Editorial Debate, 2000.
identificada previamente, de cuatro pulgadas de largo y que
sabe como la papaya, tú no tendrías mucha idea de lo que es,
narrativa. Al escribir este texto, ¿qué se propone afirmar el
autor sobre el tema en cuestión? La primera lectura se
preocupa por familiarizarse con lo que el autor dice; esta
segunda con ser capaz de expresar con nuestras propias
palabras lo que el autor quiere decir.
c. La tercera lectura: preguntarse y responder a
las preguntas: “¿y entonces qué?” y “¿es esto verdad en las
partes y también en el todo?”. Ésta es la evaluación y es la
parte más difícil del estudio del libro -tan difícil como
familiarizarse con un libro y volver a expresar su significado.
La evaluación se refiere a las causas por las cuales
valió la pena escribir este libro: ¿qué diferencia hace en
nuestro mundo o en el mundo en general el hecho de que
esto haya sido escrito? ¿Es éste un libro importante o la vida
continuará más o menos igual sin él? ¿Es éste un libro
creativo, que aporta algo nuevo, o es la representación de algo
ya bien conocido y entendido de otros libros mejor
escritos?
¿Y qué sobre el factor de la verdad? ¿Es verdadero
en las declaraciones que hace o la visión de la vida que
presenta?
¿Algunas de sus partes son deficientes, pero el libro como un
todo afirma algo que es verdadero y válido?, ¿o hay partes que
son verdad pero las afirmaciones del libro como un todo
no nos ofrecen un panorama verdadero? ¿Podemos decir qué
es verdadero y qué no lo es? Debemos ser lectores
comprensivos y generosos, dispuestos a ponernos al lado del
autor y vivir dentro de sus presuposiciones y limitaciones.
Nuestro propósito no es criticar el libro o al autor
por no escribir el texto que no se proponía hacer; eso sería
como quejarnos porque Pablo no escribió la narración de un
evangelio, o porque Lucas no escribió un libro de verdades
proverbiales.
Si nos mantenemos dentro de las presuposiciones
y compromisos del autor, podremos concluir si el libro es
importante y verdadero. Sin embargo, luego podemos salirnos
de su mundo y presuposiciones -las cuales quizás no
compartamos- y sugerir una manera diferente de ver el
mundo, que capte mejor la verdad o la exprese en una manera
menos distorsionada.
2. El estudio de libros no puede restringirse sólo a
nosotros y al autor. Existen diferentes ayudas adicionales que
nos sirven para alcanzar cierto nivel de comprensión y
reflexión sobre éste. Foster las llama “ayudas extrínsecas”
y son las siguientes:
a. La experiencia: hay ciertos temas en los libros
que no podemos entender sin haber tenido cierta experiencia
con el tema que tratan, por ejemplo, si leemos sobre la fuerte
sensación de sabor producido al morder una papaya madura.
Los que nunca han comido papaya tendrán poca idea de
cómo es esta fruta y ciertamente no sabrán cuál es su
sabor. Si yo dijera que he descubierto una nueva fruta en
Vietnam, no
porque quizás no sabes cuán larga es una pulgada, o cómo es
una papaya. Hay cosas en los libros que no pueden ser
 entendidas o evaluadas sin una base apropiada de experiencia.
b. Otros libros y recursos: también podemos
pensar en ayudas tales como diccionarios, enciclopedias, otras
obras del mismo autor, obras del mismo tema de autores con
puntos de vista muy diferentes; o recursos tales como vídeos
o programas de computadora que sustituyen la falta de
experiencia. Puede que a mí me sea difícil leer, y aun más
entender el libro de Hebreos, si soy un cristiano nuevo, ya que
su argumento es muy denso y algunos de sus símbolos e
imágenes son complejos. Un buen comentario bíblico provee
una gran ayuda para ir más allá de lo mostrado por el libro
y entender adecuadamente lo que significa. Más aún, muchos
libros son parte de una conversación mayor. Podré
entender mejor el libro de Hebreos si domino o estoy
familiarizado con el Pentateuco, especialmente con las partes
que tratan con el tabernáculo, el sacrificio y el sacerdocio, como
lo hace Levítico. Podré entender más plenamente el
comentario sobre Gálatas de Martín Lutero si he leído su
biografía y conozco los asuntos que rodearon al gran
reformador de la fe y la práctica cristiana en Alemania. Así
que, otros libros pueden ser ayudas valiosas para la lectura
del libro en cuestión.
c. La discusión en vivo: podemos compartir con
otros nuestro propio esfuerzo interno para entender lo leído.
A menudo el mismo hecho de que voy a reunirme con
un grupo para discutir un capítulo de un libro o una lectura
juntos me motiva a leer de forma cuidadosa. Luego en la
discusión y el diálogo, incluso en el debate, descubriré asuntos
que había pasado por alto. Puede que haya malentendido
el punto principal del todo, y por lo tanto, haberlo
evaluado erróneamente debido a mi inadecuada
interpretación. La discusión en vivo es un medio valioso para
aprender conjunta y comunitariamente, para que juntos,
como grupo de compañeros cristianos, procurar entender la
mente de Cristo.
El estudio de la naturaleza
En otro apartado de asuntos, tenemos el estudio de
la naturaleza. Aun el estudio de las varias facetas del mundo
que Dios ha creado puede aportarnos beneficios espirituales.
Mucho depende de nuestro llamado y disposición a ir más allá
de la simple observación de la belleza de un atardecer.
Muchos científicos antiguos y contemporáneos llevaron a
cabo la práctica de la disciplina de investigación como un
acto de adoración. Véase también Tending the Garden:
Essays of the Gospel and the Earth (El cuidado del huerto:
ensayos del Evangelio y la tierra), Wesley Granberg-Micaelson
(especialmente los ensayos de Jegen y Rasmussen).
El estudio del arte
El estudio del arte y de las representaciones escénicas
aporta a muchos la energía e inspiración que no reciben
del estudio escrito u oral. Un ejemplo de esto es la obra de
Henri
por el autor- tienen que ser traídas a la luz”. En otras palabras,
en la teología, los libros antiguos que han probado su fiabilidad
y valor proveen “un estándar del cristianismo claro y
central...que pone las controversias del momento en una
Nouwen, El regreso del hijo pródigo 2. Nouwen describe el
entendimiento e impacto que tuvo en su comprensión y
asimilación de esta parábola para su vida espiritual cuando la
estudió usando la pintura de Rembrandt. El arte traspasa
muchas de las defensas y tira de algunas partes de nuestro
ser interior que de otra manera están descuidadas, o no
son alimentadas. Véase al respecto El arte moderno y la muerte
de una cultura, por H.R. Rookmaaker3, especialmente el capítulo
9, “Fe y Arte”. Hay mucho más que tendría que decirse aquí
como invitación al estudio de las artes plásticas y escénicas.
El estudio de la Escritura
1. Es importante tratar con toda la Escritura
de una forma sistemática y disciplinada. Demasiado a
menudo nos familiarizamos sólo con un segmento o unos
pocos libros favoritos de la Biblia, adquiriendo de esta manera
sólo una perspectiva parcial.También debemos ser conscientes
de lo importante que es que la Escritura fluya continuamente
en nuestras mentes. Ésta es una de las maneras usadas por
Dios para estimularnos y limpiarnos de la contaminación que
recogemos en nuestro diario vivir. Comenzar con la lectura
de diez minutos por la mañana y diez minutos por la
tarde, siguiendo un calendario bíblico que nos lleva a lo
largo de la Biblia, es sólo el ABC del estudio.Y para
profundizar, se pueden dedicar cuatro o cinco horas a la
semana al estudio de temas específicos o libros de la Biblia,
usando comentarios y otras ayudas.
2. Puedes probar estudiando un libro
pequeño de la Biblia, como Efesios, leyéndolo todo cada
día por un mes, y luego leyendo un comentario relacionado
con éste.
3. Planea un retiro privado para enfocarte en
el estudio: varios días o una semana de seis u ocho horas
diarias de estudio concentrado en un tema o libro de la Biblia
en el que siempre has querido profundizar. Alguien dijo: “Me
he dado cuenta que el problema más difícil no es encontrar
el tiempo, sino convencerme a mí mismo que es
importante hacerlo”.
4. Junto con la Escritura, familiarízate con los
grandes libros; y aparte de la lectura recreativa, pasa
tiempo con estos libros. Emplea tu esfuerzo en libros que
han probado su valor. Si tuvieras un tiempo limitado,
¿cómo lo querrías usar, bebiendo agua tibia o vino de calidad?
a. El mismo hecho de que estos libros hayan
perdurado por un largo tiempo nos da una manera de
distinguir la paja del trigo. C.S. Lewis escribe:“Un libro nuevo
está todavía en prueba, y el novato no está en la posición de
juzgarlo. Tiene que ser probado en contraste con el gran
conjunto de pensamiento cristiano a lo largo de las edades; y
todas sus implicaciones escondidas -a menudo insospechadas
2
El regreso del hijo pródigo, Henri Nouwen, Madrid. Editorial PPC, 1989.
3
El arte moderno y la muerte de una cultura, H. R. Rookmaker, Madrid. Editorial
CUE, 2002.
perspectiva apropiada”. 54
b. Cada época tiene su propia perspectiva. Lewis
escribe: “Esto es especialmente bueno para ver ciertas verdades,
y especialmente propenso para cometer ciertos errores. Por 5. Estudia más que sólo la Biblia; desde la
tanto, todos nosotros necesitamos libros que corrijan los literatura inspirada por ésta (novelas y poesía), hasta
errores característicos de nuestra época; y los libros personajes, naturaleza, publicidad y los porqués de la política
antiguos hacen precisamente esto”. Los libros antiguos no actual. Te sorprenderás al ver cómo la Biblia adquiere un
son más infalibles que los modernos, pero aquellos no nuevo enfoque y vitalidad al adentrarte en otras cosas más allá
cometieron los mismos errores que éstos. de sus frases e historias. La historia de la Biblia tiene
relevancia para todas las demás historias, pero nunca veremos
c. Sé selectivo en tu lectura. Cuando enfrentes un su relevancia hasta que no nos adentremos en esas
tema importante, lee al respecto. Los temas modernos historias también.
demandan una lectura de escritores modernos, aun cuando la
perspectiva de escritores antiguos tenga todavía mucho que
ofrecer. Da lugar a la providencia de Dios para ayudarte a
hacer tus selecciones. Por ejemplo, si eres un maestro y se te
ha asignado enseñar cierto tema, lee libros que son relevantes
al ejercicio de este don. Quizás quieras escoger un
determinado tema para estudiar durante todo un año, un tema
que sabes que es importante para tu vida y ministerio, algo
donde necesitas profundidad y fortaleza. Combina la lectura
sobre áreas específicas de interés con un esfuerzo más
amplio para llenar los vacíos de tu formación personal.

55
56
módulo 3

El ABC de la
formación espiritual:
un repaso a los fundamentos
(oración)
módulo 3
El ABC de la formación espiritual:
un repaso a los fundamentos
(oración)
Páginas
Manual de trabajo....................................59 - 70

Disciplina enfocada en este módulo..............71 - 85

Oración: la conversación y comunicación con Dios.

Lecturas:

Del libro de texto:

• To Love as God Loves (Amar como Dios ama), Bondi, capítulo

3 (págs. 41-56).

• Alabanza a la disciplina, Richard Foster, prefacio + capítulos 1-

4 (págs. 9-73).

• Devocionales Clásicos, págs. 13-17 (Lewis), págs. 20-26

Ejercicios para tu diario personal:
(Willard), págs. 43-50 (Juan de la Cruz). Para este momento ya habrás tenido una experiencia
significativa de cómo llevar tu diario; estarás descubriendo lo
que te ayuda más a percibir la voz de Dios, gracias a este
proceso de evaluación espiritual y de capacitación. Ahora, en
este módulo te pediremos que fijes tu atención en las
preguntas de Devocionales Clásicos, que tienen que ver con
lo que Dios te está diciendo según continúas con la práctica
de las disciplinas de estudio, retiro y oración. También
enfocaremos el tema de tu historia espiritual: Cómo y cuándo
te convertiste a Cristo, qué se te enseñó y cuáles fueron tus
primeras prácticas para crecer en la vida espiritual. Además de
hacer los ejercicios del Manual de Trabajo, quizás quieras pasar
un tiempo reflexionando y escribiendo tu historia espiritual.

Objetivos del módulo:

A lo largo de este módulo podrás:

1.Repasar algunos fundamentos exegéticos

importantes para la formación espiritual cristiana.

2.Escribir la historia de tu propia formación

espiritual.

3. Repasar algunas metáforas o modelos claves para

la formación espiritual vistos en el módulo anterior.

4.Analizar el llamado al discipulado, notando cuáles

son las áreas clave donde Cristo nos desafía a un proceso
permanente de desarrollo y cambio, es decir, a tener la
disposición a renunciar a ciertas cosas, a caminar como
peregrinos y a ser enseñados y guiados.

58
Manual de trabajo
transcripción del audio-casete:

David Fraser
Éste es el comienzo del estudio sobre El ABC de la ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
formación espiritual. Lo incluimos aquí no porque consideremos ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
que ignoras la enseñanza de este tema, sino porque creemos
necesario refrescar la memoria con los fundamentos esenciales de ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
nuestra vida cristiana. Con esto en mente, comencemos con el
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
siguiente ejercicio. Lee despacio y con mucha atención Hebreos 5-
6 y 1ª Corintios 2-3. Según el autor de Hebreos y el apóstol Pablo, ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
¿cuáles son los fundamentos básicos de la fe cristiana? ¿Por qué
crees que los destinatarios de la epístola a los Hebreos y la iglesia ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
de Corinto todavía están tomando leche cuando deberían estar ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
tomando alimento sólido?
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Estudio de algunos pasajes ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
sobre las cosas elementales de
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
la fe:
Lee despacio y con mucha atención Hebreos 5:7- ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
6:12 y 1ª Corintios 2:1-3:23. Según el autor de Hebreos ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
y el apóstol Pablo, ¿cuáles son los fundamentos básicos de la
fe cristiana? ¿Por qué crees que los destinatarios de la ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
epístola a los Hebreos y la iglesia de Corinto todavía están
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
tomando leche cuando deberían estar tomando alimento
sólido? ¿Qué son la leche y los alimentos sólidos?

Escribe tres áreas específicas donde crees que ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Dios te llama a profundizar en tu fe, dejando así la leche ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
espiritual para tomar alimento sólido.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––– ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
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––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

David Fraser y el inmaduro y además, muestran lo difícil que es hacer una clara
El estudio de Hebreos y de 1ª de Corintios es interesante definición de los detalles de esta desigualdad. En el Nuevo
porque ambos textos hacen la distinción entre el cristiano maduro Testamento valga mencionar, son muy claras las diferencias para
59 entender la formación espiritual.
 En los escritos de Pablo encontramos varias de estas
distinciones. Por ejemplo, leemos en Romanos sobre los cristianos
“débiles” y los “fuertes”. La distinción que se hace en este caso es
entre aquellos cuyo entendimiento de la fe es maduro y bien
formado y quienes tienen un entendimiento inadecuado. Sin
embargo, estos dos tipos de cristianos son capaces de permanecer
y vivir delante de Dios. En este caso, la enseñanza de Pablo es
cómo los dos grupos pueden relacionarse sin rencor, exclusión o
desprecio. Lo importante en la relación era que el cristiano fuerte
no pusiera tropiezo al débil, pues así no realizaría acciones
condenadas como pecaminosas por su conciencia.
En 1ª Corintios, encontramos la distinción entre el
cristiano “espiritual” y el “no espiritual”, como categorías paralelas
al maduro y no maduro. El capítulo 3 se refiere a ellos como
“cristianos carnales” o “niños en Cristo”. Aquí el tema parece
implicar más que el simple entendimiento de la fe, aunque también
conlleva esto; pero también tiene que ver con las bases sobre
las que se fundamenta la vida cristiana cotidiana. Algunos de
estos cristianos no sólo son inmaduros, sino que además siguen
actuando en la carne; su mentalidad está dominada por los
impulsos e influencias de la carne en vez de por los del
Espíritu. Son principiantes a quienes no se les puede dar el
mismo tipo de conocimiento y enseñanza que se les da a los
maduros.
La epístola a los Hebreos trata esta distinción con aun
mayor detalle. Había personas cuya fe estaba amenazada por la
tentación de renunciar a su identidad cristiana y volver a la
identidad puramente judía, para así evitar la persecución que el
emperador Nerón estaba empleando contra los llamados
cristianos. Estos cristianos necesitaban saber que parte de su
conflicto era por causa de su crecimiento estancado y su pecado de
negligencia, pereza espiritual y temor. El autor les da una palabra
de afirmación en el capítulo 6: les expresa su confianza en que ellos
no retrocederán sino que más bien, proseguirán más allá de los
principios elementales ya conocidos y crecerán hacia una
fortaleza y madurez en el Señor.
A continuación presento algunas notas sobre Hebreos
donde se muestran las consecuencias de esta distinción entre el
cristiano maduro y el inmaduro, y cómo se relaciona con el ABC
de la fe cristiana. Toma un momento para leerlas, ya que ellas
te darán un marco de referencia bíblico para próximos estudios.
Notas sobre Hebreos 5:11-6:12
Características de la inmadurez
Hebreos
5:11 “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y
difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.
12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto
La comida sólida viene sólo después que el niño ha sido
destetado. Pero estos cristianos no son saludables.
El elemento clave señalado aquí es la falta de
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles
son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis
llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de
alimento sólido. 13 Y todo aquel que participa de la leche es
inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 14 pero el
alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para
los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal”.
Este pasaje inicia el tema del crecimiento y la
madurez. Jesús aprendió la obediencia por sus sufrimientos. El
autor ve que estos cristianos bajo presión se encuentran
estancados en su crecimiento; han sido cristianos por años
pero siguen siendo bebés, continúan tomando una dieta
espiritual de alimento infantil. No existe nada anormal con el
hecho de ser niño. Todos lo hemos sido alguna vez, pero la
tragedia viene cuando el crecimiento se detiene demasiado
pronto. Qué trágico sería ver a un joven de quince años
siendo tan pequeño y dependiente como un niño que está
aprendiendo a caminar. He aquí una lista de las características
de la inmadurez:
1.El inmaduro es tardo para oír. Ha perdido
el deseo incesante de seguir conociendo a Cristo. Ya no tiene
ese anhelo de escuchar las cosas que le llevan a buscar a
Dios. Su reunión con otros creyentes es una rutina de
eventos aburridos y áridos. Es como la historia del padre que
en una ocasión le estaba mostrando la iglesia a su hijo.
Cuando se acercaron a una placa conmemorativa, el niño
se quedó mirándola y preguntó: “¿Qué es eso, papá?”. El padre
le dijo: “Ah, es una placa con los nombres de los miembros
de la iglesia que murieron en el servicio”. El hijo pensó
por un momento y preguntó:“¿Qué servicio, el de la mañana
o el de la noche?”.
2. El inmaduro es incapaz de ayudar a otros.
Por su antigüedad y experiencia, estos cristianos deberían
poder enseñar a otros pero son incapaces. No han asimilado
lo que han escuchado tantas veces como para decir las
palabras apropiadas a otros que están batallando con sus
propios conflictos. Ellos mismos continúan en sus luchas,
dando vueltas en su confusión y apatía. Quizás ni tan siquiera
ven las necesidades desesperadas de los que les rodean.
Puede que lean sus Biblias año tras año sin tener un
sentido de progreso y de profundidad en su relación con
Dios. Su conocimiento de la fe y su entendimiento de las
doctrinas de la teología cristiana no les son útiles para
llevar una vida cristiana normal y efectiva.
3. El inmaduro tiene necesidad de ser
enseñado una vez más en el ABC de la fe. En la
ilustración de Hebreos, se les presenta como aquellos cuya
dieta espiritual todavía es la “leche” de la Palabra, en vez del
“alimento sólido” y a quienes se les tiene que enseñar una
vez más los elementos básicos del mensaje de Dios. Un niño
sano sólo necesita una dieta nutritiva para poder
desarrollarse y pasar de la etapa de leche infantil a la etapa de
alimento sólido.
capacidad para aplicar la palabra de justicia. El mensaje de
salvación no es algo abstracto, no práctico, o sin relación con la vida
real. Aunque parte de éste es difícil de asimilar, si le60 prestamos
atención podremos encontrar las claves para discernir el bien y el
mal. El fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal
nos trajo confusión y muerte. En su lugar, tenemos una nueva
fuente de conocimiento del bien y del mal: la Palabra de
Dios viva y escrita.
Sin embargo, esta Palabra no es inerte o automática;
produce sus beneficios sólo en los que crecen y maduran. Ella
nos lleva a la fuente de la justicia y nos revela sus principios
y propósitos. Pero sólo aquellos con las facultades
entrenadas por el continuo uso pueden usarla para
discernir el bien y el mal. La Palabra de Dios puede ser
viva y más cortante que espada de doble filo, activa y
penetrante. Quienes toman esta espada pueden blandirla
incontroladamente, como carniceros sangrientos que matan el
espíritu y destruyen la vida inocente, mas usada sin la fuerza y la
habilidad apropiada, la Palabra de Vida puede convertirse en
un elemento de muerte y de división en la comunidad.
La diferencia entre la inmadurez y la madurez se ve
en estas palabras: los diestros en la Palabra (quienes pueden
asimilar el alimento sólido) también saben usarla. Esta Palabra
corta todo mal pegado como sanguijuela. El inmaduro en
cambio, al sentir el dolor causado por el ataque de la Palabra
sobre su pecado, clama diciendo que ella es un elemento de
muerte, causante de división en la comunidad y mentirosa,
intolerante y juzgadora. Al no saber usar la Palabra de justicia,
necesita ser enseñado aún en los fundamentos de una
relación con Dios, es decir, en el arrepentimiento de obras
muertas y en la fe en Dios. La Palabra de justicia es
elemento de muerte para el pecado y divide la comunidad
humana en dos grandes categorías: los obedientes y los
desobedientes.
Rudimentos de la doctrina de Cristo
Hebreos
6:1 “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la
doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando
otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas,
de la fe en Dios, 2 de la doctrina de bautismos, de la
imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del
juicio eterno. 3 Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite.
4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados
y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del
Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de
Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra
vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo
para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio.
7 Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae
sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los
cuales es
este fundamento. No podemos sobrepasar esta base hacia
una espiritualidad más adecuada o avanzada que no requiera
arrepentimiento y fe. Todo lo que la vida cristiana requiere es
labrada, recibe bendición de Dios; 8 pero la que produce
espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida,
y su fin es el ser quemada.”.
El ABC de la fe cristiana está descrito de forma
breve en este párrafo. Existe duda sobre si la parte
introductoria anterior es o no una ironía. Si lo es, el autor
está procurando despertar la conciencia del lector por
haber perdido su valentía y vuelto a las reacciones infantiles.
En tal caso, afirma que sus lectores realmente no tendrán
ningún problema en proseguir hacia la madurez y en edificar
sobre el fundamento que ya ha sido bien puesto. Este
sermón escrito es, en sí mismo, una forma de alimento
sólido y no de leche espiritual.
Sin embargo, por el contexto es obvio que esta
introducción no es una ironía sino que realmente existe un
problema en esta comunidad cristiana. Aunque el escritor sea
irónico por la fuerza con que se expresa, con esta ironía pone
de relieve un problema real. Éstos son cristianos que han
tenido años de formación y experiencia; no son ignorantes ni
faltos de conocimiento sobre las enseñanzas centrales de la
fe cristiana. El problema parece ser que no están
respondiendo a las implicaciones de los principios elementales
de su fe, y que el potencial existente en esas enseñanzas
primarias no está dando el fruto apropiado en ellos.
La lista sobre los rudimentos de la fe cristiana
parece estar dividida en dos grupos: el primero es el
arrepentimiento de obras muertas y el segundo es la
fe en Dios. Y estos dos son el punto de partida de una
vida en Cristo. Para los judíos, era cuestión de reconocer
que las observancias de rituales levíticos y la etiqueta
espiritual no producían vida. En vez de impartir vida, esto
podría llegar a convertirse en una horca religiosa puesta al
cuello de los creyentes y en un legalismo que ahogaba la
vida espiritual. Además, estaban los actos de desobediencia a
la ley de Dios, es decir, las obras que producen muerte y
cuyo resultado final es la separación de Dios. Estas obras
muertas debían terminarse y ser desechadas.
La fe en Dios es el lado positivo. No tiene sentido
diagnosticar la enfermedad sin tomar la medicina curativa.
Una reforma de hábitos y de carácter es el paso positivo.
Pero éste debe ser acompañado por una confianza en Dios
como el único que puede quitar la culpa acumulada,
remediar sus efectos dañinos sobre nuestra vida y sobre la de
otros y traer orden a nuestras vidas desordenadas. Puede que
la salvación sea un asunto personal, pero no es un asunto
individualista. Lo que nosotros hemos hecho ha podido
producir muerte en otros y haberles llevado a obras
muertas, por ende, lo que creemos al confiar en la
salvación de Dios es que su poder es suficiente para abarcar
todo aspecto de las consecuencias de muerte producidas
por las acciones pecaminosas.
Con estas dos respuestas por nuestra parte,
ponemos los fundamentos para la vida cristiana. En un sentido,
no podemos ir más allá de esto; sólo podemos edificar sobre
abarcado por la fe y la obediencia. Tampoco podemos
edificar hacia estos fundamentos, sino que ellos son la puerta
al Reino de Dios. Son el puente sobre el que cruzamos para
 entrar a la tierra prometida de bendición. Pero una vez
hecho esto, debemos ser instruidos sobre la importancia de
la práctica y esperanza de nuestra vida cristiana, lo cual
se describe a continuación.
Los bautismos. El término está en el plural y
parece referirse a los varios ritos de lavamientos practicados
por los judíos para obtener la pureza ritual para acercarse a
Dios. Entre éstos se puede incluir el bautismo (lavamiento)
del arrepentimiento para el perdón de los pecados practicado
por Jesús y por Juan el Bautista. Estas acciones tenían que
ser redefinidas para que el judío normal pudiera entender la
nueva naturaleza de inclusión de la comunidad de Cristo. Él
podía continuar practicando sus rituales de purificación al
mismo tiempo que su hermano o hermana gentil no lo hacía;
y sin embargo estar los dos en correcta relación con Dios.
La imposición de manos. Quizás esta acción
estaba relacionada con el reconocimiento de nuevos
cristianos, quienes eran incluidos en la comunidad con la
impartición del don del Espíritu. Puede que haya habido otros
propósitos en la imposición de manos, como el recibir los
dones espirituales o el reconocimiento de profetas y
profetisas por parte de la comunidad (1ª Corintios 11).
La resurrección de los muertos y el juicio se
refiere a diversas enseñanzas sobre los acontecimientos
finales. Después de todo, para quienes se escondían en las
catacumbas, la esperanza de la resurrección y la seguridad de
que la justicia estaba en manos de Dios eran necesarias para
infundirles valentía. El fin de esta vida es más bien la
introducción a la vida eterna, abundante y auténticamente
efectiva.
Empero, después de haber presentado estas
enseñanzas se presenta el peligro de recaer. Se describe
entonces una posibilidad terrible, que también nos deja ante
una disyuntiva: ¿cómo puede alguien experimentar todo lo
descrito aquí sin ser cristiano? Y si existen aquellos que se
han convertido a Cristo y han vivido las realidades
espirituales,
¿cómo pueden estas personas luego apartarse de Dios y no
tener ninguna esperanza de restauración? Si anteriormente
consideramos las características de quienes todavía se
alimentan de leche, ahora en esta ilustración vemos los que
nacen muertos.
Las características de los nacidos muertos se
describen diciendo que “fueron iluminados”. Sus ojos fueron
abiertos a su propia necesidad personal desesperada. Han
visto que Jesucristo es la ofrenda de Dios por el peligro
del juicio que conlleva su pecado. “Gustaron del don
celestial”, es
Al final de esta advertencia se presenta la analogía
de dos tipos de tierra. En Hebreos se ve la ilustración de la
tierra rocosa, la cual representa a quienes reciben la palabra
con gozo pero se apartan cuando viene la persecución. Si
uno ha resistido las demandas de Dios repetidamente y
decir, el don inefable de su Hijo, el amor expresado en la
encarnación y la crucifixión y al final, esto ha llegado a ser
parte de su experiencia de vida.
“Fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y
asimismo gustaron de la buena palabra de Dios”. Ésta no es
la descripción de una relación superficial o nominal con
los poderes centrales del evangelio; sus propias vidas
interiores han sido cambiadas por la presencia del Espíritu
Santo. La Palabra de Dios ha hecho impacto en sus vidas y
les ha traído regocijo; han experimentado los efectos y la
gloria de sus promesas como fruto de su fe.
En resumen, han experimentado “los poderes del
siglo venidero”, o en otras palabras, han llegado a marcar sus
vidas aquellas cualidades de experiencia interior con las
realidades objetivas del poder liberador de Dios. En esa zona
donde coinciden las edades, ellos han entrado al lugar donde
los poderes del presente siglo se encuentran y son
vencidos por los poderes del siglo venidero.
Sin embargo, la sentencia es firme:“Es imposible que
[aquellos que han recaído] sean otra vez renovados para
arrepentimiento”. ¿Cómo puede uno que ha tenido tal
comienzo con Dios caer sin esperanza de ser restaurado?
¿Pudiera ser que a menudo confundimos la
concepción con el nacimiento? Si la vida espiritual sigue el
patrón de la vida física, entonces sabemos que esta no
comienza con el nacimiento sino con la concepción. ¿Existe
en la vida espiritual un periodo de gestación como en la vida
física? Quizás cuando el nuevo cristiano se asemeja más a un
embrión, se forma poco a poco en el vientre y se alimenta
por la fe y la vitalidad de otros. En este caso, la vida dada por el
Espíritu puede tener como resultado el nacimiento de un
embrión muerto. Puede ser que Pablo tuviera esta imagen en
mente cuando escribió a los Gálatas: “Hijitos míos, por quienes
vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en
vosotros”.
Si esto es así, entonces el momento de concepción
es sólo uno de los momentos cruciales de la vida. La
concepción ocurre entonces cuando en el principio la Palabra
de Dios se encuentra con la fe. Es aquí donde la posibilidad
de una nueva vida comienza. Otro momento crucial se
presenta cuando el individuo reconoce que el discipulado
significa seguir a Cristo a costa de sus propios deseos,
ambiciones y planes. Encontramos una ilustración parecida
en la parábola de las diferentes tierras. Jesús nos llama a
“negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirle”.
En este punto, el llamado y las demandas del Reino de
Dios son tan grandes y costosos que la persona podría
volverse atrás y no perseverar. La gracia de Dios la ha traído
hasta este punto del camino, a través de la puerta estrecha,
pero ahora se da la vuelta y sale por el mismo camino por
donde ha venido. 62
durante mucho tiempo, si su crecimiento está estancado por un
periodo demasiado largo, si rehúsa ser disciplinado por el Padre
Celestial, quien disciplina a sus hijos legítimos, puede llegar el
momento cuando se vuelve a crucificar al Hijo de Dios.
 Esto se ve más claramente en aquellos que repudian
a su Señor, como en el caso de Judas, quien posiblemente
también realizó milagros y proclamó el Reino de Dios
junto con los demás apóstoles. Simón el Mago, en Hechos 8,
es otro de estos casos. Más tarde, la historia de la Iglesia lo
presenta como un gran enemigo del cristianismo. Uno puede
pensar en Chuck Templeton, cuyo ministerio prominente
se convirtió más tarde en un repudio a Cristo. Desde su
entrada en la televisión, se propuso ridiculizar la idea de
que Jesús puede resolver nuestros problemas actuales. Es una
posibilidad real el poder tener una experiencia verdadera y
profunda con Dios y luego apostatar de él.
¿Cómo se produce la madurez?
Si pensamos que nosotros mismos podemos tener
todas estas experiencias y cualidades y todavía apartarnos de
Dios, entonces debemos poner intensa atención a las
condiciones que previenen tal curso de acción desastroso. En
este pasaje también se traza el camino a la madurez. Pero
antes de hablar de eso, pensemos en lo que no produce salud
y madurez espiritual.
1. El tiempo solo no produce madurez. Por
razón del tiempo solamente, estos cristianos deberían ser
maduros; sin embargo han retrocedido y están actuando y
pensando en maneras características de la inmadurez
espiritual. Uno no puede madurar sin tiempo; sin embargo,
sólo el paso del tiempo no es suficiente. Podemos ser
como la persona que llevaba veinticinco años en el mismo
trabajo, quien al final no terminó con veinticinco años de
experiencia, sino con la experiencia de un año repetida
veinticinco veces. El crecimiento y la madurez no son un
subproducto automático del tiempo.
2.El trabajo duro no produce madurez. Cuán
a menudo pensamos que la solución a un problema es
trabajar más duro. Por tanto, intensificamos nuestras
acciones, oramos con más intensidad, cantamos más alto,
trabajamos más rápido y leemos más la Biblia. Empero, de
nada sirve que un predicador (o un maestro) frenéticamente
quiera aumentar nuestros esfuerzos para llevarnos a la
madurez. Un niño no crece físicamente por esforzarse
más.
3. El evangelio por sí solo no produce
madurez. Esta es la enseñanza del escritor de Hebreos al
decir a sus lectores que prosigan con los asuntos de la fe más
allá de lo elemental. Deben permitir que los principios
voluntad. No debemos ser llevados por cualquier nuevo viento
de doctrina o nueva experiencia sino estar anclados en Cristo
y estabilizados
63 por una serie de hábitos internos maduros y
elementales de la fe permanezcan como están, pero tienen
que proseguir a las profundidades difíciles del alimento sólido
de la Palabra. Pablo escribe lo mismo a los corintios, deseando
poder comunicarles algunas enseñanzas realmente
sustanciales, pero sólo pudiendo darles los aspectos iniciales
de la fe.
4. Tener más experiencias religiosas no
produce madurez. Cuán a menudo se nos dice que lo que
nos hace falta es ésta o aquélla experiencia espiritual. Los
corintios son un buen ejemplo al respecto; ellos tenían todos
los dones del Espíritu, pero también todos los conflictos de la
carne. Hablaban en lenguas, profetizaban, predicaban y
cantaban en el poder del Espíritu; sin embargo, no tenían
amor. Unían su práctica a falsas perspectivas y a ciertos
énfasis en doctrinas distorsionadas. Dejaron de crecer y
empezaron a pelear. Seguían siendo niños, a pesar de todas
las experiencias religiosas y morales de las que se jactaban.
Entonces, ¿cómo se produce la madurez y qué
genera el tipo de cristiano que puede permanecer firme
en medio de la persecución? Hebreos sugiere varios
asuntos, aunque no todos en el contexto inmediato del
capítulo que estamos estudiando. Ciertamente lo es la
perseverancia: Hebreos llama a una paciencia que guarda la
lealtad a Cristo sin vacilar y a una fe hasta el final, aunque éste
sea el martirio. Pero, ¿cómo desarrollar este tipo de
persistencia valiente en nuestras vidas? He aquí algunos
elementos necesarios, que anteriormente se han
mencionado:
a. Debemos ser capaces de usar la Palabra de
justicia en nuestro diario vivir. Debemos emplear el tiempo
y el esfuerzo necesarios para adquirir conocimiento y
destreza en el uso de la Palabra. Muchos poseemos sólo
un conocimiento superficial del contenido y del propósito de
la Biblia y no tenemos idea de cómo aplicarla a asuntos y
situaciones relevantes de nuestra vida. Debemos dejar que la
Palabra de Cristo more en nosotros abundantemente.
b. Debemos adquirir práctica en discernir el
bien y el mal en nuestras vidas. No despertaremos de
repente a un mundo libre de tentación y de prueba. No
podemos pedir o esperar que seamos exentos de las
presiones de este mundo, así que continuamente debemos
activar nuestro discernimiento para aplicar la guía de Dios en
nuestra vida.
c. Debemos atrevernos a salir del terreno conocido
de las doctrinas elementales y proseguir con las
enseñanzas más profundas de Dios. Para muchos esto
resulta un riesgo. Estamos tan aferrados a lo elemental que
no deseamos proseguir hacia una fe tan compleja como
las mismas complicaciones de nuestro mundo.
Dios nos llama a todos a un caminar más profundo
con él, a una nueva libertad del pecado y de la incapacidad, a un
nuevo grado de madurez, a un nivel más alto de
obediencia a su
bien fundamentados.Tampoco debemos conformarnos con la
verdad, la consagración, la obediencia, el amor o la madurez
parciales sino buscar la plenitud de la madurez de la estatura
 de Cristo.
Componentes centrales del carácter cristiano
Hebreos
6:9 “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos
persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación,
aunque hablamos así. 10 Porque Dios no es injusto para olvidar
vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia
su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
11 Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la
misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza,
12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de
aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.”.
Hay una serie de términos básicos en este párrafo
que juntos ofrecen algunos componentes centrales del
carácter cristiano:
1. Trabajo: la liberación de la esclavitud no
significa relajación o un descanso que no conoce actividad. Más
bien, se trata de la libertad para hacer la labor que produce el
fruto que recibe bendición de Dios. Hay trabajos inútiles, que
quebrantan el espíritu y destruyen el cuerpo, pero estos no
son para los cuales la gracia de Dios nos libera. Esta nos
capacita para una actividad continuada y con propósito, y se
enfoca en producir efectos en el tiempo y en el espacio
correspondientes con la actividad perenne de la redención
de Dios.
2. Amor: la suma de dicho trabajo se encuentra en
el amor, pero no en cualquier tipo o en todo tipo de “amor”.
Se trata de un amor “por Dios”. Es un amor modelado por
Jesús e infundido en nosotros por la entrada del Espíritu
Santo en nuestra vida. Es un amor que acaba con nuestros
falsos amores y apegos. Es un amor no natural, ya que no
fuimos marcados por él ni movidos a expresarlo antes de ser
hechos amigos de Dios por medio de su obra de salvación.
3. Servicio: la expresión de ese amor es un hecho
concreto. No es simplemente una serie de sentimientos
interiores, una sensación agradable del espíritu, o una
identificación con el sufrimiento de otros; sino que es un amor
encontrado en acciones específicas que proveen ayuda a los
santos en primer lugar. La tentación de un cristiano a aislarse de
los hermanos y las hermanas en la fe era algo muy fuerte en
el tiempo en que fue escrito el libro de Hebreos.
Identificarse como cristiano cuando Nerón estaba
presionando a la comunidad cristiana y matando a los santos,
era arriesgarse a la persecución e incluso a la muerte.
4. Diligencia: la persistencia es esencial cuando
tenemos ante nosotros obstáculos y posibilidades de
características. Éstas son “las cosas mejores” de las que el
autor tiene confianza que marcarán las vidas de los cristianos
de esta comunidad.
desánimo. La constancia de propósito, la resolución y
tenacidad para proseguir con aquello que entendemos es la
voluntad y el camino de Dios deben marcar nuestras
acciones.
5. Esperanza: a menudo lo que necesitamos para
practicar el amor desinteresado en el servicio diligente es la
completa y firme convicción de que Dios no solo está a
nuestra retaguardia sino también delante de nosotros.
Tenemos la confianza de que el camino delante de nosotros
es positivo en el sentido más absoluto. Cualquiera que sea
el castigo que recibamos debido a la oposición humana,
cualesquiera sean las pérdidas devastadoras de nuestra
propiedad terrenal, todo a lo que renunciemos en servicio del
amor por causa del Señor, Dios lo restaurará
abundantemente. Nuestra persistencia sin vacilaciones no está
basada en los eventos circunstanciales que nuestra sociedad
nos presenta, sino en la confianza expectante del cercano
triunfo de Dios. Ninguna fuerza de este mundo puede
determinar nuestra historia o la del mundo en una forma tan
decisoria como para impedir el cumplimiento de su destino; la
diligencia y el celo de Dios finalmente derrotarán la gran
maldad en y alrededor de nosotros.
6. Fe: ser fiel es mantener íntegramente nuestro
leal compromiso y confianza en Dios, hasta el fin de
nuestro peregrinaje y camino. Y aunque no tengamos
certeza de lo que nos acontecerá debemos volvernos a Dios
como el único garante de nuestro destino. Sus promesas no
cambian con nuestros estados de ánimo ni con nuestros
infortunios o fortunas, nuestras desilusiones o ansiedades.
Siempre permanecen igual porque Él es el mismo.
7. Paciencia: lo anterior no significa que vamos a
ver aquí y ahora los frutos o la manifestación de dichas
promesas en todas nuestras situaciones presentes. Por tanto,
es necesaria la paciencia por causa de la tardanza en el tiempo
entre lo que escuchamos como promesa de Dios y el
cumplimiento de ésta. Para Abraham significó un periodo de
veinticinco años desde la promesa hasta el nacimiento del
hijo que la cumpliría. Entretanto, las posibilidades para el
cumplimiento de la promesa se fueron extinguiendo
gradualmente.
Cuando la promesa fue cumplida, Sara ya había
pasado la menopausia y el cuerpo de Abraham estaba como
muerto. La paciencia requiere que tengamos fe durante
mucho tiempo, pues la fe salvadora no es una confianza
instantánea dentro de un ambiente positivo y de apoyo sino
un aferrarse con creciente intensidad y con tenacidad
persistente a la Palabra de Dios como verdadera, aunque
todo a nuestro alrededor quiera desautorizarla.
Éstas no son las únicas cualidades evidentes en un
auténtico carácter cristiano, pero sí son de las más
importantes. Profesar el nombre de cristiano, asegurar que
somos buena tierra que produce fruto y recibe la bendición
de Dios, proseguir a la madurez, es adquirir 64 y mostrar
estas
El peligro de hacernos perezosos
El gran peligro de la vida cristiana se describe en este
párrafo como “pereza” (es decir, vagancia o flojedad). Como
parte de nuestra salvación, se nos asigna un trabajo
concreto; hay tareas que ahora con nuestra nueva vida
debemos llevar a cabo. No se nos deja con la idea de
trazarnos una identidad o crear un nuevo estilo de vida que
en nada se corresponde con lo estudiado en las Escrituras.
Sin embargo, podemos ser negligentes con tan gran salvación
por la inercia o la inmovilidad, por una inactividad pasiva o, al
contrario, por un activismo en asuntos que impiden cultivar
proactivamente la vida de Dios en nosotros.
Parte de la miseria de nuestro pecado es la pereza.
Podemos continuar viviendo inalteradamente aun después
de haber sentido el impacto de la venida del Reino.
Podemos continuar afirmando que es inevitable cometer
pecado, a pesar de la realidad de la victoria de Jesús sobre
éste. La pereza es nuestra negación determinada, no sólo a
la salvación sino a los factores que la acompañan.
La pereza es también estupidez y necedad, una
inercia de la mente y del razonamiento. Incluso puede
esconderse detrás de la apariencia de la sabiduría de este
mundo. Se nos da una vasta variedad de consejos, inmensos
volúmenes de conclusiones “razonables” para el manejo de
nuestros asuntos. Pero pocas de estas conclusiones toman
como base el triunfo de Dios en el siglo venidero. En vez
de renovar nuestra manera de pensar, edificando sobre la
premisa del presente y universal señorío de Cristo,
podemos conformarnos de una manera perezosa y
confirmar con nuestros hábitos los patrones que nuestra
cultura nos ofrece. Hoy pocos trabajos son tan difíciles
como pensar de una manera diferente y más profunda a la
manera de la mayoría.
La pereza es una inactividad y una
inhumanidad inútiles. En vez de responder a la
opresión evidente, a la explotación y a la desesperación
resultante de éstas que vemos a nuestro alrededor, en
ocasiones, no vemos o incluso negamos su gravedad. En
otros momentos, también declaramos libres de
responsabilidad tanto a las víctimas como a los opresores.
Un determinismo sociológico y una ingenuidad psicológica
pueden robarnos de una activa coparticipación en la
angustia de la condición humana. Podemos esconder
nuestra inutilidad e inactividad aun bajo el manto de la
filantropía. Donamos pequeñas cantidades y celebramos
nuestra gran generosidad, mientras permanecemos a salvo
en nuestros escondites de afluencia y seguridad.
La pereza además es disipación. En vez de nutrir
nuestros mejores poderes y capacidades, podemos
65
David Fraser
No necesito agregar mucho más a todo lo anterior, sólo extraer
algunas conclusiones generales:
1. Tanto Hebreos como 1ª Corintios nos
enseñan que es posible tener mucha experiencia espiritual,
incluso dones y habilidades espirituales, y todavía ser inmaduro,
participar en una serie de patrones autodestructivos. Estos
pueden ser fumar, malos hábitos de alimentación, falta de
ejercicio, un horario caótico o falta de diligencia en el
dormir, beber en exceso y trabajar hasta la extenuación.
Las maneras en que escogemos ignorar el claro
conocimiento del efecto destructivo de ciertos patrones
son una indicación de nuestra pereza. Entonces, podemos
esconder nuestra disipación bajo la máscara de la “libertad”
y la naturalidad. Afirmamos, por ejemplo, el derecho al sexo
no seguro cuando, donde y con quien queremos e
igualmente reclamamos el derecho de hacer con nuestros
cuerpos lo que sea, bajo la teoría de que nuestro “yo” es
finalmente nuestra verdadera “posesión”.
Asimismo, la pereza es la innecesaria
preocupación o ansiedad. No confiamos a Dios el
tiempo que ha de durar nuestra vida y más bien, nos
preocupamos porque el futuro puede traer fuerzas
incontroladas e incontrolables a nuestra experiencia, que
nos priven de nuestras seguridades y expectativas. Estamos
ansiosos y tememos que el rostro de la muerte se nos
aparezca antes de estar listos para mirarle a los ojos. El
enemigo que nos amenaza es negado por una resignación
pasiva y la exaltación de una vida contemplativa (una vida
deliberadamente sin logros) o lo opuesto, que es la
exaltación de una vida de logros concienzudos. El esfuerzo
heroico o la resignación pueden ser usados como una
negación del hecho de que nuestras necesidades básicas y
fundamentales y nuestro futuro están en las manos de Dios.
Queremos unir los varios hilos de nuestro destino a
poderosas técnicas que nos aseguren éxito y nos garanticen
las comodidades que anhelamos.
Finalmente, la pereza es descuidar los asuntos que
acompañan la salvación. Nos dedicamos a docenas de
tareas diferentes al trabajo diligente de servir a otros en el
amor que nace de nuestra relación con Dios. Aflojamos
nuestra seguridad en la esperanza divina y como consecuencia,
nos sentimos intimidados por el futuro desconocido. Las
promesas de Dios pueden estar en nuestros labios y cabezas,
pero no nos aferramos a ellas con la paciente firmeza de la
fe. Somos pasivos en lugar de activos, sin principios ni
propósito en nuestra actividad, arrastrados por todo viento
de urgencia y moldeados por conceptos no examinados que
hemos traído al Reino de Dios.
El autor nota que nuestro comienzo en la fe estaba
marcado por una conciencia y una voluntad que podemos
perder, según el tiempo y la experiencia nos mueven hacia
adelante. Lo que necesitamos más bien es la misma
diligencia, la misma atención, la misma aceptación de
nuestra responsabilidad que marcaron nuestra entrada en
el Reino de Dios. La manera en que comenzamos esta
carrera de la fe es la manera en que debemos continuarla,
pero la pereza puede terminar con ella.
carnal y seguir alimentándose de leche en vez de alimento sólido.
Los fundamentos son buenos, pero no son suficientes para la obra y
la vida a las que Dios nos ha llamado.
2. El tiempo por sí solo no es suficiente para producir
madurez. Uno no nace en el Reino de Dios como cristiano maduro,
pues esto toma tiempo. Sin embargo, es posible que una persona
sea creyente por años -y aun ser activo y comprometido en una
 organización cristiana como la tuya- pero seguir mostrando muchas
de las cualidades de una persona inmadura y no espiritual.
3. Tenemos que ir más allá de las enseñanzas del
principio. La razón por la cual les dedicamos tanto tiempo es
porque parece que los que nos rodean nunca avanzan más allá
de éstas. La ruina de la mayor parte de la comunidad cristiana
es el golpe repetitivo de los mismos mensajes y prácticas año
tras año. El creyente escucha vez tras vez las enseñanzas
elementales.
Debemos entonces preguntarnos ¿qué viene
después?,
¿qué hacen quienes han vivido durante años con base en sus
fundamentos iniciales y ahora se encuentran vacíos, huecos,
hambrientos y en dificultades porque carecen de los recursos
internos para enfrentar el aumento de las demandas externas
sobre su vida? ¿Cómo podemos avanzar a un nuevo nivel de
madurez y a nuevas profundidades de discernimiento y vida
espiritual? Éstas son las preguntas que Hebreos y 1ª Corintios
ponen delante de nosotros.
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David Fraser
Me gustaría compartir tres cosas de mi reflexión personal
de este ejercicio.
1.Siendo adolescente y cristiano recién nacido de nuevo,
La historia personal de mi formación
espiritual:
Escribe un breve repaso de la historia personal de tu
formación espiritual. ¿Cuáles fueron los momentos cruciales
que moldearon tu entendimiento actual de la vida cristiana?
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Puedes guiarte con preguntas como las siguientes:
¿cuáles fueron los elementos fundamentales que te
enseñaron cuando te convertiste? ¿Qué te enseñaron sobre
la vida espiritual, por ejemplo, en cuanto a la conducta
apropiada, el papel de la comunidad, lo que hace y no hace
un cristiano (¿qué es un cristiano?), cómo orar, estudiar,
adorar, confesar, etc.? ¿Quiénes fueron tus principales
maestros, tus mentores y modelos?
Ahora, haz una lista de 10 libros, además de la Biblia,
que moldearon tu entendimiento de la espiritualidad cristiana.
Si trabajas para una organización cristiana, ¿qué enseña tu
organización en cuanto a los asuntos elementales de la
formación espiritual? Si te convertiste y sólo tiempo después
aprendiste el ABC de la vida cristiana, escribe lo que
aprendiste y cómo lo hiciste.
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tuve el privilegio de estar bajo el cuidado de un pastor de jóvenes que
dirigía un grupo juvenil activo. Los viernes nos reuníamos para comunión,
comida y estudio bíblico. Estudiamos 1ª Juan durante mi primer año como
cristiano. Se me enseñó a leer la Biblia, a orar a Dios, a participar en los
eventos de la iglesia y a compartir mi fe con otros. Yo solía practicar más
las primeras tres cosas; me llevó más tiempo compartir de
Cristo con mis compañeros de secundaria. Pero pensaba que
esto era todo lo que se necesitaba para un fuerte crecimiento
en Cristo. Entonces descubrí que a pesar de lo bueno de esos
fundamentos, no eran suficientes. Después de unos seis años de
ser cristiano, me encontré en un ambiente hostil, y me di cuenta
que necesitaba mucho más para enfrentar las tareas que tenía
que cumplir.
2.Toda mi vida espiritual he sido impresionado con el
hecho de que muchos de los momentos cruciales sucedieron
cuando estaba siendo guiado por un mentor, un cristiano más
maduro que yo. La mayoría de las verdades fundamentales que
han formado mi entendimiento de la vida cristiana han sido
aprendidas en conversaciones espontáneas, lo mismo que en
relaciones de largo plazo con algún cristiano mayor: mi pastor
juvenil, que fue mi padre espiritual, algunos de mis maestros
universitarios, mi jefe en Visión Mundial y ahora un pequeño grupo
de colegas en el Centro por la Excelencia en las Organizaciones de
Eastern University.
3.A lo largo de los años, he descubierto que nada dura
toda la vida. Lo que me alimenta y fortalece en un punto de mi
vida se desvanece y se convierte en algo rutinario después de
algunos años. Continuamente tengo que ser sensible para ver cuál
de las disciplinas espirituales es fresca y vital para mí y cómo
practicarla. A menudo me he quedado apresado por mi propia
rutina, suponiendo que algo estaba fallando por mi culpa en vez de
intentar tomar una nueva dirección, por ejemplo, reordenando mi
tiempo de estudio para que éste sea beneficioso aquí y ahora en
este momento de mi vida.
En parte, esto refleja la diversidad de los aspectos que
componen la realidad de la formación espiritual. A veces
necesitamos estar quietos y simplemente permanecer en el Señor;
otras veces necesitamos una actividad altamente disciplinada e
intensa. Los ritmos y el equilibrio de nuestra vida cambian
continuamente y tenemos que ir a la par de esos cambios.
Un repaso a las imágenes de la formación
espiritual:
Haz un repaso de las principales imágenes de la
formación espiritual estudiadas en el módulo 2 ¿Cuáles de
ellas tratan específicamente con el tema del crecimiento
espiritual? ¿Cuáles de estas imágenes se relacionan más
íntimamente con tu experiencia personal? ¿Cuáles resultan
extrañas o ajenas a tu historia espiritual en el pasado?
¿Por qué? Y, finalmente, ¿qué imágenes se centran en el
discipulado como un llamado al cambio? Es decir, ¿cuáles
imágenes o
67
años, como la ira, el mal genio, la pereza, la envidia, la avaricia, el
trabajo excesivo o diferentes desórdenes sexuales. A nivel
intelectual, comprendemos que Cristo nos ha llamado a una
libertad substancial de estos patrones y comportamientos, pero
figuras bíblicas presentan un llamado muy directo a la
transformación en Cristo?
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Chris Hall
¿Te ha resultado beneficioso este ejercicio de repaso a las
diferentes imágenes bíblicas que describen el crecimiento
espiritual? Espero que sí, porque son importantes y tratan del
cambio en la vida espiritual. Por eso van a ser importantes en
nuestro estudio, según continuamos en una nueva dirección en este
módulo. Piensa, por ejemplo, en la imagen de Jesús en Juan
capítulo 15, donde se presenta la figura de la rama unida a la vid.
La rama crece, se desarrolla, es nutrida, está enraizada y cambia
según pasa el tiempo. El llamado al discipulado es un llamado a un
cambio en por lo menos cuatro áreas:
1. La disposición a dejar atrás ciertas
costumbres: como líderes cristianos que somos, la mayoría de
nosotros, y a veces todos, entendemos la importancia de dejar atrás
ciertas prácticas como un aspecto esencial del discipulado. Para los
primeros discípulos (como para muchos de nosotros) este
“abandono” significó un cambio radical en su vocación o en sus
medios de subsistencia.
A Pedro, Andrés, Santiago y Juan se les pidió
expresamente que dejaran atrás sus redes de pescar cuando
Jesús les llamó a seguirle. Sin embargo, ese “dejar” también
conlleva el llamado amoroso y firme a entregar al toque sanador
de Cristo patrones de comportamientos emocionales, espirituales o
físicos profundamente amados u odiados. Por ejemplo, muchos
líderes cristianos siguen atados por el temor; si no están en control
de cada aspecto de su ministerio, su ansiedad aumenta. Otros
están esclavizados por patrones enraizados de comportamiento o
actitud que han sido alimentados consciente o
inconscientemente por
somos incapaces de romper con ellos. A menudo el resultado es el
desánimo espiritual o el autoengaño.
 El discipulado como un dejar atrás
¿Qué actitudes específicas o patrones de
comportamiento piensas que Dios te está pidiendo dejar
atrás?
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2. La disposición a caminar con la perspectiva de
un peregrino en vez de vivir como un residente permanente: es
impactante notar que la más temprana designación de la
primera generación de creyentes se refiere a los “de este camino”
(Hechos 9:2). La primera comunidad cristiana se veía a sí misma
como peregrina en un viaje. No había llegado a su destino, sino
que continuamente avanzaba hacia su hogar.
¿Cómo debería esta imagen del creyente como peregrino
en un viaje influir nuestra propia percepción de lo que somos como
líderes cristianos y lo que somos llamados a ser? ¿Los líderes
cristianos que se ven a sí mismos como peregrinos caminando
hacia su hogar verían su tarea y posición en forma diferente de
aquellos que están estableciendo su campamento permanente
aquí? El terreno de este mundo es visto de forma diferente por los
peregrinos a como lo ven los que se hacen residentes permanentes.
Es decir, que nuestro estatus presente como peregrinos o como
extranjeros residentes debería influir significativamente en nuestra
percepción de los propósitos y acciones de Dios según forma la
imagen de Cristo en nosotros, y en la misión que nos da de alcanzar
el mundo.
Me viene a la mente una de mis historias favoritas, la de
San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla al final del
siglo
IV. A él le chocaba la incongruencia de las personas que
La importancia de escuchar la voz de Cristo
¿Cuáles son las lecciones específicas que Cristo
proclamaban la resurrección futura de los muertos y la realidad
de la vida eterna y sin embargo, vivían como si este mundo fuera
todo lo que existiera e importara. “Deja de clavarte a esta tierra”,
solía decir él exhortando a los de su congregación. ¿Por qué decía
esto? Porque Crisóstomo reconocía que Jesús había llamado a
la comunidad cristiana a ser un pueblo peregrino, un pueblo que
estaba en camino a su hogar, pero que todavía no había
alcanzado su destino. Seguro pensaba: “si esto es así, ¿para qué
estamos intentando levantar un campamento permanente
aquí?”.
¿Peregrino o residente permanente?
Como líder cristiano, ¿en qué maneras estoy todavía
“clavado a esta tierra”? Contesta a esta pregunta
primeramente como un simple cristiano. Y entonces
contéstala desde la perspectiva de líder. Por ejemplo, ¿son mis
perspectivas y prácticas de liderazgo las de un peregrino o
las de un residente permanente? ¿En qué se diferencian las
dos? Si todavía debo adoptar una vida de peregrino, ¿qué es
lo que me detiene? ¿Por qué?
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3. La disposición a ser enseñados: como líderes
cristianos, ¿cuánto sabemos escuchar, no sólo a Cristo, sino a la
familia, a amigos, conocidos y a los sufrimientos del mundo a
nuestro alrededor? ¿Es particularmente difícil para un líder saber
escuchar? Jesús a menudo exhortaba a su audiencia a tener “oídos
para oír” (Mateo 11:15, 13:9, 13:43). ¿Cuánto nos impide el nivel
de ruido en nuestra vida escuchar lo que Dios quiere
decirnos?
¿Estamos tan ocupados, aun en la buena obra del Reino, porque
tememos lo que Jesús pueda decirnos si nos detenemos y
escuchamos? Como ya hemos visto y experimentado en68el módulo
1, las disciplinas espirituales de silencio y retiro nos detienen y nos
apartan con el propósito de recibir la paz y el silencio para
aprender las lecciones que Dios ha estado anhelando
enseñarnos.
podría estar intentando enseñarte, particularmente en cuanto a tu
papel como líder cristiano? Anota tres áreas específicas.
¿Cuánto estás escuchando lo que Cristo está intentando de tu historia espiritual personal cuando Cristo u otros en tu
enseñarte? ¿Qué factores pueden estar interfiriendo con tu comunidad cristiana te llamaron a la sumisión o a ser un
habilidad de escuchar y obedecer la voz de Cristo en estas seguidor. ¿Cuál fue tu respuesta?, ¿por qué? ¿Hubiera podido
tres áreas? Tomás de Kempis encomendarte al liderazgo?
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4. La disposición de ser guiados: en el centro de
Chris Hall
la espiritualidad cristiana está la pregunta fundamental: ¿quién
Cristo nos llama a ser completos e íntegros, a tener una
está en control aquí? Tanto para los principiantes como para
manera de vida donde el pensar y el actuar van juntos. O, como lo
los veteranos de la vida cristiana, ésta es una pregunta que debe
expresa la epístola a Diognetio en el segundo siglo:“Que tu corazón
ser hecha y respondida muy a menudo. Jesús insiste en la
sea conocimiento, y tu vida la verdadera enseñanza”. Sólo teniendo
importancia de este aspecto en su uso de la imagen del buey y el
la postura de un buey que inclina su cabeza al yugo para ser
yugo en Mateo 11:29. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de
guiado podremos encontrar el significado, la paz e integridad que
mí”. Así que la postura fundamental, tanto del principiante como del
anhelamos como líderes cristianos. Las disciplinas tales como el
líder, es la de un buey que voluntariamente se somete al yugo para
servicio y la sumisión juegan un papel importante en ayudarnos
ser guiado.
a adoptar esta postura.
¿Y esto, por qué? Por nuestra marcada tendencia de desviarnos en
la dirección equivocada.
Esa tendencia ha sido ampliamente demostrada en los
últimos quince años, al presenciar la tragedia de numerosos líderes
cristianos que han caído en pecado. La brecha existente entre el
mensaje poderosamente predicado y el estilo de vida llevado
por algunos muy conocidos pastores, evangelistas y misioneros
ha desilusionado a muchos. Sin embargo, en nuestros momentos de
mayor honestidad, casi todos podemos reconocer las mismas
disparidades entre lo que conocemos y lo que vivimos. Con
nuestras mentes comprendemos el evangelio, pero en la práctica
luchamos por vivir sus realidades en nuestra experiencia cotidiana.
El resultado es un sentimiento de desánimo y de irrealidad en
nuestra vida espiritual, debido a la creciente brecha entre nuestras
palabras y nuestras prácticas.

La importancia de aprender a ser guiados

Tomás de Kempis enseñó que el único cristiano a
quien se puede confiar liderazgo es aquél que primeramente
ha aprendido a ser guiado. Apunta tres momentos específicos

69
Tu proyecto
para este módulo

Cuando hayas terminado todas las lecturas, los ejercicios del manual de trabajo y las anotaciones en tu diario personal,
lo mismo que la práctica de la disciplina de oración, termina este módulo escribiendo dos páginas para responder a las siguientes
preguntas:

Como líder, has estado involucrado en un ministerio cristiano durante años. Describe tu actual estado de salud espiritual.
¿Cuán firmes han permanecido tus fundamentos a lo largo de los años? Solo te pedimos que mires el ABC de la enseñanza que
recibiste. ¿Qué tipo de cimientos fueron puestos para edificar tu vida cristiana?, ¿qué se enfatizaba?, ¿qué se dejó de incluir?, ¿cuán
avanzado estás en tu caminar con el Señor? ¿Se están agrietando tus cimientos? ¿Las disciplinas que te enseñaron al principio
todavía te ayudan hoy, o sientes como que estás haciendo una carrera de maratón con el entrenamiento y la capacidad para sólo
100 metros planos? ¿Has sobrestimado la capacidad de los hábitos y las perspectivas que se te enseñaron en el pasado, pensando
que te mantendrían funcionando y creciendo? Haz una evaluación de la viabilidad y vitalidad de los orígenes de tu formación
espiritual. ¿Cómo va tu progreso? ¿Hay áreas que necesitan ser desarrolladas para mejorar tus capacidades para -por la gracia
de Dios y el poder del Espíritu- cumplir el llamado y los desafíos que enfrentas semana tras semana? (¡Escribe sólo dos páginas!)

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70
Disciplina enfocada en este módulo:
la oración
Como ya habrás podido ver por las lecturas de los
Devocionales Clásicos, la reflexión acerca de la oración cristiana
es muy rica y diversa (véase Devocionales Clásicos, págs. 83-
170). Richard Foster hace una lista de por lo menos 21
tipos diferentes de oración en La Oración: verdadero refugio del
alma. Para muchos de nosotros, la oración es una de las
disciplinas más activamente cultivadas.
Habiendo trabajado en la práctica de las disciplinas del
retiro y del estudio, ahora queremos enfocarnos en uno de los
elementos fundamentales de la vida cristiana. Los fundamentos
no se dejan atrás nunca sino que se sigue construyendo
sobre ellos, se profundizan y se vuelve a ellos. Después
hablaremos más sobre la oración como disciplina específica. En
este módulo, lo que te pedimos es que te fijes en las maneras
y momentos en que oras. Nos gustaría pedirte que pienses en
cómo ampliar y aumentar a nuevos horizontes tu actividad y
actitud de oración.
Para comenzar, nos gustaría que volvieras a los
principios: a una oración que reconoce lo que dijiste a Dios al
comenzar tu vida con Cristo, a una oración que reafirma y
revitaliza la actitud de dependencia en la iniciativa y
misericordia de Dios; en resumidas cuentas, queremos que
tengas una oración que sea una sencilla expresión de
arrepentimiento y fe en el perdón de Dios y su amor activo
por nosotros.
El llamado al discipulado incluye un cambio, una
reorientación fundamental de valores, prioridades, metas y
dirección a la luz de Cristo y su Reino. Jesús nos pide que
renunciemos a ciertas cosas de nuestro pasado; algunas cosas
deben definitivamente morir, otras se harán volver a la vida.
Richard Foster describe muy bien esta dinámica. Sugiere
cinco “oraciones a practicar”, las cuales te serán útiles para
responder al llamado de Cristo a una vida renovada de
discipulado:
1. La oración de autodespojo: “Ora meditando en
las palabras del capítulo 2 de Filipenses,” que describe cómo
Cristo se despojó a sí mismo voluntariamente). “Invita al
Espíritu de Dios que te acoja, para que apliques su oración a las
cosas específicas del día. Espera quietamente. Escucha con
cuidado. Obedece de inmediato.” (La oración: verdadero refugio
del alma, Foster, p. 68).
2. La oración de entrega: “Usando cualquiera de
los Evangelios Sinópticos, con Jesús hasta el jardín. Permanece
despierto y velando. Mira su alma triste. Permite que tu
corazón se entristezca también. Lucha junto a Él para
encontrar otras opciones, con la esperanza de evitar la copa.
Ahora repite sus
4. La oración de encomienda: “Primero, pon en
palabras y hazlas tuyas: “pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya”. Invita al resucitado a que interprete las palabras dentro
de tu vida, la de tu familia, y la de tu vocación.” (Ibid, p. 69).
3. La oración de abandono: Henri Nouwen
escribe de su lucha y gozo al abandonarse a Dios.
“Esta mañana durante mi hora de oración, traté de
llegar a algún nivel de abandono en mi Padre celestial. Fue una
lucha dura, ya que hay mucho en mí que quiere hacer mi
voluntad, realizar mis planes, organizar mi futuro y tomar mis
decisiones. Sin embargo, sé que la verdadera alegría viene de
dejar que Dios me ame del modo en que Él quiere hacerlo, ya
sea a través de la enfermedad o la salud, el fracaso o el éxito,
la pobreza o la riqueza, el rechazo o la alabanza. Es muy difícil
para mí decir: “Aceptaré agradecido todo lo que te place, Señor.
Que se haga tu voluntad.” Pero sé que, cuando verdaderamente
crea en mi Padre es amor puro, será cada vez más posible
decir estas palabras desde el corazón.” Camino a casa,
Nouwen, p. 145; el subrayado es mío).
Pregunta para tu diario:
Tanto Foster como Nouwen mencionan la oración de
abandono de Foucauld:
“Padre,
me abandono en tus manos;
haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea te doy gracias;
Estoy listo para todo, acepto todo.
Haz que sólo tu voluntad se haga en mí,
y en todas tus criaturas.
No deseo nada
más oh Señor.
Te entrego mi alma.
Te la doy con todo el amor
del que soy capaz,
porque te amo, Señor,
y necesito darme,
ponerme en tus manos,
por que eres mi Padre.”
(Camino a casa, Nouwen, p. 144; véase también La oración:
verdadero refugio del alma, Foster, p. 55).
¿Cuáles aspectos o necesidades, te pide el Señor -
como lo dice Foster- “que pongas a sus pies”? (Ibid, Foster, p.
55).
las manos de Dios a tus hijos, a tu pareja, a tus amistades.
 71
Luego, deja en su cuidado amoroso tu futuro, tus esperanzas,
tus sueños. Finalmente, entrégale tus enemigos, tus iras, tus
deseos de venganza. Deja todo en sus manos, da media vuelta
y vete de ahí. Él se encargará de todo, según convenga.” (La
oración, Foster, p. 69).
5. La oración de resurrección: en este punto
pedimos al Señor que vuelva a la vida aquellas cosas que
le agradan y avanzan la causa de su Reino. “Señor”,
puedes decirle, “trae a la vida lo que te plazca y lo que sea
para el avance de tu Reino. Deja que vuelva en cualquiera
forma que tú desees. Que sea en tu tiempo y a tu modo.
Gracias, Señor, por la resurrección”. Algunas cosas quizá
permanezcan muertas y será mejor que así sea. Otras
vendrán a nueva vida en tal forma que difícilmente las
podrás reconocer. En cualquier caso, descansa en la confianza
de que Dios es mejor que tú en resucitar” (La oración, Foster, p.
69; el subrayado es mío).
Quizás estas cinco formas de oración te resulten
útiles para expresar, como los discípulos, tu petición a Jesús:
“Señor, enséñanos a orar”.
Según nuestra experiencia, de los muchos tipos de
oración, los protestantes parecen gravitar entre sólo unas
pocas de ellas. Para quienes están involucrados en el
ministerio, la oración de petición es central (como lo es en la
oración del Padre Nuestro después de las oraciones de
alabanza y celebración de la realidad y bondad del Señor). Las
siguientes notas se enfocan en la oración de petición y
examinan esta forma de expresar nuestra dependencia en
Dios. Esta sección toma mucho de la enseñanza de
Richard Foster. Después, terminaremos con un análisis
de los obstáculos a la oración y sus posibles soluciones.
Ciertas preguntas surgen inmediatamente en un
análisis honesto acerca de la oración de petición: “¿Por qué
debemos pedir cosas específicas si Dios ya conoce
nuestras necesidades?, ¿está Dios realmente interesado en
los pequeños detalles de nuestra vida?, ¿qué pasa con las
oraciones no contestadas?, ¿qué efecto tiene el pecado en la
oración?”.
Foster sugiere que cualquier respuesta a estas
preguntas tiene que ser enmarcada dentro del contexto de la
relación personal; es decir, ¿cómo puede el contexto de una
relación personal ayudarnos a entender la razón de la oración
de petición? Él dice:
“…Jesús sigue llamándonos hacia la relación básica de
hijo y padre, a la de pedir y recibir… La súplica, entonces, no
es una forma más baja de oración. Es nuestra dieta básica. En
una expresión infantil de fe presentamos nuestras
necesidades diarias y nuestros deseos a nuestro Padre
celestial. Ninguno de ustedes podría darle a sus hijos una
piedra si les pidieran
mi hijo. También para mí en ese momento no había nada más
importante en el mundo.
pan, dice Jesús. Ninguno de nosotros le daría una víbora si
pidieran pescado. Pues aun nosotros, cargados con nuestra
agenda egoísta, respetamos los códigos más fundamentales de
la relación padres-hijos. Con mayor razón, entonces, Dios
que nos ama nos respeta y gozosamente nos da cuando le
pedimos (Mateo 7:9-11)” (La oración, Foster, p. 224).
La relación padre-hijo no responde todas nuestras
preguntas sobre la oración, pero ilustra una dinámica
importante. Por ejemplo, ¿por qué debemos pedir cosas a
Dios si él ya conoce nuestra necesidad? Como afirma
Foster, posiblemente porque “a Dios le gusta que se le pida”.
Nuestra relación no es con una computadora divina, ni con un
botones divino; en la oración nos relacionamos con un ser
infinitamente personal y amoroso que desea lo mejor para
nosotros, pero dentro del marco de una relación personal.
Así como hemos experimentado en nuestra relación con
nuestros padres o hijos, “el mismo hecho de pedir fortalece y
profundiza la relación… el amor ama que se le diga lo que ya
sabe...quiere que se le pida por lo que se desvive en dar” (Ibíd.,
Foster, p. 225).
¿Está Dios genuinamente interesado en los
aparentemente insignificantes detalles de mi vida?
¿Y por qué no? Yo soy padre de tres hijos. El menor,
Joshua, tiene seis años. En general, conozco bien sus
necesidades, deseos, gozos y tristezas. Y parece que Josh
también se da cuenta de esto; él sabe que su padre lo ama y
que está presente cuando lo necesita. Hace algún tiempo
tuvimos una conferencia especial para familias en nuestra
iglesia. Mientras los adultos recibían la enseñanza del principal
conferenciante, se habían planificado actividades por separado
para los pequeños. Al final de la sesión de la primera noche,
Josh se acercó a mí muy emocionado y me dijo:
“Papá, mañana por la noche tengo que traer una
linterna. Vamos a construir una cabaña en el salón. Cuando
terminemos, apagaremos las luces, y nos meteremos en la
cabaña con las linternas”.
“Fabuloso, Josh” -le respondí un poco distraído- y
entonces me di cuenta de su expresión. Sus ojos
irradiaban emoción al pensar en estar en la cabaña con su
linterna. Para él, en ese momento no había nada más
importante en el mundo.
Recuerdo cómo la siguiente noche caminé por el
pasillo hacia el salón de clases, con mi pequeño de seis años.
Una pequeña manita estaba agarrada de mi mano y la otra
sostenía firmemente su linterna. Al entrar al salón, Josh me
miró y dijo:“¡Papá, esto va a ser fabuloso!” ¿Era esto algo tan
del otro mundo? No. Pero, sin embargo, este momento se ha
quedado grabado en mi mente. ¿Por qué? Porque era mi
pequeño hijo que había abierto su vida a mí y quería que
yo fuera parte de su gozo. La parte adulta en mí hubiera
podido distanciarse de la situación, analizándola fríamente y
quizás pensando, “qué cosa más infantil”. Pero esa parte en mí,
que quizás Jesús llamaría “la parte abba”, se deleitaba en el
gozo de
72
De la misma manera, Foster nos recuerda del
“corazón abba de Dios”:
 “En un sentido importante nada es más esencial
para Él que la ansiedad que sentimos por la intervención
quirúrgica que tendremos mañana, el enfado que sentimos hoy
a causa de la irresponsabilidad de los hijos y la
desesperación que sentimos por el mal estado de nuestros
ancianos padres. Estos son asuntos de gran magnitud para
Él porque tienen gran importancia para nosotros. Es falsa
humildad echarnos para atrás y no expresar nuestras
necesidades más profundas. Su corazón se siente herido por
nuestras reservas. Así como nos gusta que nuestros hijos nos
comuniquen hasta los más mínimos detalles de un día de
escuela, así Dios desea de corazón que nosotros le
digamos los más pequeños detalles de nuestra vida. Se goza
cuando las hablamos con Él.” (Idem, Foster, p. 226; el
subrayado es mío).
Preguntas para tu diario:
¿En qué forma tu relación con tus padres ha
distorsionado o mejorado tu capacidad de experimentar el
amor paternal o maternal de Dios? ¿Hay otras metáforas
de Dios en la Escritura con las que te identificas mejor?
¿Existen áreas específicas de tu vida que has dejado de
compartir con Dios, quizás pensando que a él no le
interesarían? ¿Cuáles son esas áreas?
¿Qué sucede con aquellas oraciones hechas de
corazón que no reciben respuesta?
¿No hemos orado fervientemente cualquiera de
nosotros para que una relación sea restaurada, un
matrimonio sanado, o una enfermedad curada para tan solo
encontrarnos con que nuestra petición parece haber caído en
oídos sordos? Sí, todos hemos oído esa respuesta
despreocupada, “Oh, no hay oraciones no respondidas; Dios a
veces dice sí, y a veces dice no”. ¿Pero tal respuesta nos es
de ayuda realmente? ¿Es lo suficientemente amplia como
para aliviar el dolor de un matrimonio que después de
veinticinco años se separa, o de un cáncer que devora el
cerebro de un niño de seis años? Como escribe C.S. Lewis:
“Cada guerra, cada hambre y plaga, casi cada muerte
de cama es el monumento a una súplica que no fue concedida”
(Letters to Malcolm on Prayer -Cartas a Malcolm sobre la oración,
citado por Foster, Idem, p. 226).
Foster nos advierte en contra de la necedad o
crueldad de las respuestas despreocupadas y frívolas al
misterio de la oración. En el presente “vemos por espejo
oscuramente”. Por tanto su consejo es:
“La primera cosa que debemos confesar es que
tenemos un problema auténtico, no imaginado. Cualquier
solución supuesta que yo o cualquier otra persona dé son sólo
73
medio de lo misterioso y guardando “nuestras preguntas para
una larga conversación en el otro lado”. De hecho, P.T.
Forsythe señala que muy posiblemente el futuro guarda las
parciales y no harán que el problema desaparezca. No sé por
qué la sentida súplica de una persona enferma terminal o de
una persona desamparada queda sin respuesta. Francamente
desearía que fuera de otra manera. Aquí estamos bajo los
misterios de los caminos de Dios, atisbando a través de un
oscuro espejo.” (Idem, Foster, p. 227).
James Dobson hace aseveraciones similares en su
libro, When God doesn’t Make Sense (Cuando lo que Dios hace
no tiene sentido). El argumento de Dobson es que los
cristianos demasiado a menudo pasan por alto las
ambigüedades de la vida, lo cual les deja mal preparados
para los accidentes horribles, enfermedades terminales y las
muertes repentinas que llegan con una regularidad
impresionante. Como lo dice él,“En cuestión de segundos,
nuestro mundo puede salirse de su eje”. Y cuando esto sucede,
los cristianos frecuentemente experimentan un profundo
sentimiento de abandono de Dios, porque pareciera que él
hubiera fallado en responder a sus oraciones más
profundas.
Tanto Foster como Dobson nos ofrecen algunas
guías para ayudarnos a entender estas situaciones. Por
ejemplo, Dobson llama a sus lectores a una más profunda
reverencia de Dios como Dios. Él no es ni un botones ni un
genio. Tampoco necesita rendir cuentas ni dar explicaciones a
nadie por sus acciones.
Ésta es una palabra dura de oír, en especial para
aquellos que han experimentado el trago amargo del dolor, o
la soledad de una noche de angustia. Pero, como afirma
Dobson, cuando Dios pareciera “desafiar la lógica y las
sensibilidades humanas”, el cristiano debe permitir que su
infinito amor revelado en Cristo y presentado en la Escritura
le sostenga en ese momento.
Aun más, Dobson advierte que al ser humano le falta
la habilidad intelectual para sostener un prolongado debate
con Dios. Según él lo ve, el cristiano tiene dos opciones:
demandar respuestas de Dios -las cuales puede ser que no
quiera recibir aun si se las da- o confiar en Dios como
Dios. Insistir en respuestas a eventos inexplicables podría
resultar en una creciente amargura contra Dios y contra la
vida.
Dobson aconseja al cristiano que formule
expectativas realistas, basadas en un conocimiento de la
Escritura y de la aceptación del sí y el no de Dios. A veces
Dios responde a las oraciones de una forma asombrosa, otras
veces pareciera que Dios no dice nada. Si fallamos en formar
conceptos lo suficientemente amplios como para enmarcar la
realidad de la respuesta de Dios, más tarde o más temprano
Dios va a parecernos “caprichoso, no fiable, injusto, o
siniestro”.
Foster y Dobson nos enseñan que un día se dará
respuesta a las preguntas que no encuentran solución a este
lado del cielo. Pero, de momento, como creyentes debemos
continuar fielmente nuestro peregrinaje, confiando en Dios en
respuestas a las perplejidades del presente. “Algún día
llegaremos a un cielo donde favorablemente sabremos que
las grandes negativas de Dios fueron a veces la verdadera
 respuesta a nuestras más ciertas oraciones”. (El alma de la
oración, P.T. Forsythe, citado en La oración, Foster, p. 227).
¿A qué se refiere Forsythe? ¿No podría ser, pregunta
Foster, que nuestra propia falta de discernimiento o nuestra
ceguera nos lleven a pedir cosas dañinas para nosotros o para
otros? Quizás la respuesta a nuestra oración impediría la
respuesta a una necesidad aún mayor. Esto lo he visto en las
oraciones de mi propia hija.
Nathalie, a sus doce años, no cuestiona si Dios está
interesado en los pequeños detalles de su vida o no. Ella sabe
que Dios se preocupa por sus problemas y deseos. Sin
embargo, a menudo en el invierno, cuando se iba a acostar,
oraba para que nevara. Puede ser que su oración fuera
buena, pero una noche le pregunté cómo se sentirían las
personas en el centro de la ciudad de Philadelphia si nevara
esa noche. Hice tal pregunta, no para quitar la confianza de
Nathalie en la disposición de Dios a responder a sus
oraciones, sino para recordarle que la respuesta a su
oración podría significar que otras peticiones más urgentes
fueran dejadas sin responder. Ella pareció entenderlo y poco
a poco, con el entendimiento y perspectiva de una
adolescente de doce años, comenzó a aumentar los límites
de su consciencia según oraba. Por tanto, parece que nuestras
peticiones encierran más necesidades, esperanzas y sueños
que simplemente los nuestros.
¿No es verdad que también a veces pedimos cosas
que no estamos preparados para recibir? Como Foster lo
pone de relieve, “a veces nuestras oraciones, si fueran
respondidas, nos harían daño. Sencillamente no estamos
preparados para recibir lo que pedimos. En tales casos, sólo
la gracia y misericordia de Dios no permiten que nuestras
oraciones sean respondidas. Dios retiene sus dones para
nuestro bien. No podríamos lidiar con lo que se nos diera
si nuestras peticiones fueran concedidas… C.S. Lewis dice, ‘si
Dios me hubiera concedido todas las oraciones superfluas que
le he hecho en mi vida, ¿dónde estaría yo ahora?’” (La oración,
Foster, p. 228).
A veces nuestras oraciones son inconsistentes, lógica
y espiritualmente. “Señor, enséñame paciencia [pero ahora
mismo]”. “Señor, enséñame a confiar en ti, [pero no me lleves
más allá de mi zona de seguridad]”. “Señor, forma la humildad
en mí [pero, por favor, haz que mi familia y amigos sean
personas más fáciles de servir]”. “Señor, reina en mi vida,
[pero de acuerdo con mi horario y mis planes]”.
El discernimiento parece ser un elemento clave en
la oración de petición. ¿No podría ser que Dios esté
respondiendo a la verdadera intención de nuestra oración,
situación inmediata para re-enfocar mi visión en lo que Dios
genuinamente pudiera haber estado haciendo en respuesta a
mis oraciones. Foster nos recuerda que “no somos partes
pero nos falta discernimiento para ver la respuesta? Foster
dice que a menudo éste es el caso.
“Dios entiende los profundos intentos de nuestras
oraciones y por eso responde a esta gran necesidad que, en
su tiempo y a su forma, resuelve nuestra preocupación
específica de oración. Tal vez pedimos por más fe para sanar a
otros, pero Dios, que entiende mejor la necesidad
humana, nos provee de más compasión para que podamos
llorar con otros. Una parte de nuestra súplica debe ser
siempre por un creciente discernimiento, de tal modo que
podamos ver las cosas que Dios quiere que veamos”. (La
oración, Foster, p. 228; el subrayado es mío).
Personalmente comencé a aprender la lección sobre
el discernimiento cuando servía como pastor en una
congregación internacional cerca de Ginebra, Suiza. Había
tomado un creciente interés por la sanidad. Había leído
varios libros de sanidad y oración y sentía que Dios me
llamaba a orar por los enfermos de una forma nueva, más
intensa e intencionada. Era grande la emoción por este nuevo
énfasis en mi ministerio y esperaba que ocurrieran
resultados dramáticos muy pronto. Pero lo que pasó fue
justamente lo contrario. Las personas por las que oraba
parecían empeorar en vez de mejorar. Y no sólo esto, sino
que yo mismo me enfermé. Durante el primer año que oré
para que otros fueran liberados de su enfermedad,
permanecí más tiempo enfermo que sano. Por mucho
tiempo no podía entender el por qué de esto. Como
puedes imaginar, me sentía terriblemente desanimado.
“Señor, estoy orando para que las personas se sanen, y se
enferman más. Y yo mismo estoy cansado de estar enfermo.
En los últimos seis meses, lo único que he hecho es pasar de
un virus a otro. Quizás me equivoqué al comenzar a orar
por estas cosas. Quizás no tengo el don de la sanidad.
Quizás estás llamando a otra persona a este tipo de
ministerio. Quizás debería dejarlo”.
¿Qué me estaba intentando enseñar el Señor?
¿Estaba él ignorando mis oraciones? Creo que no. En
realidad, Dios estaba respondiendo a la intención más
profunda y a la necesidad mayor de mis peticiones. Yo
esperaba que Dios sanara por medio de mí.
Evidentemente Dios creía que era más importante que yo
entendiera por experiencia lo que significaba estar enfermo
día tras día. Quería ver a Dios sanando, pero Dios veía
una mayor necesidad en mí, la necesidad de un corazón
tierno y compasivo; un corazón dispuesto a identificarse
con el sufrimiento de aquellos que anhelaba ver sanados. Mi
mayor necesidad, por lo menos en ese momento de mi vida,
era la compasión y no un ministerio exitoso de sanidad.
Me llevó tiempo discernir la verdadera respuesta de
Dios, no sólo porque estaba esperando una respuesta
diferente y más inmediata a mis oraciones, sino porque estaba
profundamente involucrado en el proceso. Me faltaba la
claridad y neutralidad de un observador, ya que yo 74
mismo era
uno de los enfermos. Me era muy difícil distanciarme de
la
desinteresadas” en nuestras peticiones.
“Es mucho más fácil orar con claridad respecto a
cuestiones que no tienen un impacto directo sobre
nosotros, que respecto a nuestro propio dedo infectado. Sin
embargo, esto no debe limitarnos jamás de orar por
nuestras propias necesidades, pues se nos ha mandado que lo
hagamos, pero esto nos debe recordar que somos capaces
de una autodecepción infinita”. (Ibid, Foster, p. 228; el
subrayado es mío).
¿Cómo puede el pecado estorbar nuestras oraciones?
Trataremos con esta pregunta con mayor detalle
cuando analicemos los obstáculos específicos a la oración.
Pero, de momento, debemos saber que el pecado produce tal
tipo de interferencia o impedimento espiritual que estorba
nuestra capacidad de discernir la voluntad de Dios. ¿Por qué?
Porque inevitablemente el pecado distorsiona y perturba
nuestra relación con Dios. Como lo dice Foster, el pecado
cauteriza “nuestra sensibilidad espiritual” y como resultado
nuestras peticiones son “torcidas”.
“Dios me dice, por ejemplo, que actúe
amorosamente con mi vecino, tal vez que lo invite a cenar a
casa. Pero me niego a esto en principio porque estoy molesto
con las hojas de su árbol que caen en mi jardín. Dios me
recuerda mis resentimientos contra mi vecino más de una
vez. No hago nada. Al tiempo, ya no escucho a Dios que me
habla respecto a mi vecino, y pienso para mis adentros: ”¡Bien,
ya me zafé de ese!” No, no lo hice. La sordera me ha
llegado, en parte. La ceguera ha llegado, en parte. El
adormecimiento de las sensibilidades espirituales es algo
que espero que temamos”. (Idem, Foster, p. 229).
Preguntas y ejercicios para tu diario:
Haz una lista de peticiones de oración que has hecho
en un pasado reciente, quizás en los últimos seis meses. ¿Qué
peticiones parece que respondió Dios?, ¿cuán rápido lo hizo?,
¿cuáles eran las circunstancias generales? ¿Por qué sentiste
que debías orar sobre estas circunstancias particulares, estas
personas, asuntos, o eventos? ¿Cuáles peticiones parece que
no fueron respondidas?, ¿pudiera ser que “la intención mayor”
de tus peticiones realmente haya sido respondida?
El Padre Nuestro como un modelo de
oración Lucas 11:1-13
Las siguientes páginas son parte de un estudio
que David escribió en su diario en 1992 y se transcriben
textualmente, para captar (o intentar hacerlo) el significado
del Padre Nuestro como un modelo para nuestra oración.
Ésta es una mirada a lo que Dios nos da por medio de esta
oración y una aplicación a los asuntos de nuestro mundo
actual. Este registro que David escribió es una de las formas
deseamos dar una expresión activa a nuestro deseo de
una relación con el Dios que nos ha dado el don de la vida y
todas
75 las demás cosas buenas que nos vienen por ser
criaturas humanas vivas e inteligentes en este planeta
de llevar un diario. En su caso, lo enfocó no tanto en la
autoreflexión o la expresión de la vida interior, sino en lo que
él entendía que Dios estaba diciendo al estudiar las Escrituras
en profundidad.
Ofrecemos estas páginas con el deseo de que te
permitan aumentar tu propio entendimiento de la provisión
de Dios para tu vida, según procuras equiparte para orar
como Jesús enseñó. Un aspecto interesante del Padre
Nuestro es que podemos decir las mismas palabras que
Jesús usó (como se nos dice aquí en Lucas: “Cuando oréis,
decid…”); también podemos usar este modelo de oración
para canalizar otras oraciones, como se nos dice en Mateo
6:9, donde el Padre Nuestro es introducido con las
palabras, “Vosotros, oraréis así…”.
Las parábolas sobre la oración que siguen en
Lucas 11 nos enseñan el espíritu y la actitud con los que
debemos orar, además del carácter y la naturaleza del
Dios a quien oramos, proveyéndonos el ánimo y el
estímulo que necesitamos, para no desmayar en la oración.
29 de agosto de 1992
(a) Lucas 11:1-4
Las prioridades y proporciones de la vida nos
resultan difíciles de definir, dada nuestra naturaleza y el tipo de
presiones que recibimos en nuestro mundo caído. La primera
necesidad -y la mejor elección que podemos tomar para
nuestra vida- es dedicar el tiempo y la energía esenciales
para permitir que Dios nos hable. Porque antes de esperar
que el Señor nos escuche a nosotros, debemos sentarnos a sus
pies y escucharle a él. ¿De qué otra forma podemos conocer a
aquél a quien nos dirigimos en oración? ¿De qué otra
forma sabremos lo que debemos pedir, o lo que debemos
esperar como respuesta afirmativa a nuestra petición?
Jesús nos enseña a nosotros, sus discípulos, tanto un
modelo de oración, como la forma apropiada de dirigirnos a
Dios cuando oramos. En este prototipo de oración
descubrimos algunas de las cosas que gobiernan las
prioridades de la oración, así como los diferentes aspectos
que deberían ocuparnos según pedimos que Dios nos
escuche.
No debemos orar como un sustituto para el ejercicio
de la sabiduría y la prudencia, como si el único momento para
orar fuera cuando nos encontramos en una crisis que
nosotros mismos nos hemos creado. No debemos orar
como un paliativo cuando la naturaleza aplasta nuestros
insignificantes logros y expone una vez más cuán pequeños
son nuestros poderes y cuán vulnerable es nuestra existencia.
La oración no es un tipo de dedo espiritual que chupamos
cuando nos sentimos inseguros y cansados de luchar por
nuestra existencia.
Oramos porque el corazón del universo es un Dios
personal que nos ha creado para ser compañeros suyos
que comparten en su bondad y su gloria. Oramos
porque
tierra.
La respuesta cristiana a la pregunta del por qué de
la condición del mundo que nos rodea, es que Dios desea
 comunicarse personalmente con seres compasivos. En la renovación. Por medio de la oración, nosotros participamos
bondad sin límites de Dios, él ha determinado traer a la en y procuramos la transformación de nuestros pequeños
existencia criaturas con quienes compartir sus beneficios y su mundos.”.
gloria. La bondad de Dios sería menos bondadosa si no fuera
derramada sobre otro ser. El poder de Dios sería menos
29 de agosto de 1992
poderoso si no fuera compartido con la ternura del amor.
(b) Lucas 11:1-4
El gozo de Dios sería menos gozoso si no hubiera otros
La primera petición es que el nombre de Dios
con quienes compartir la profundidad de dicho gozo. Dios
sea santificado. Nuestro mundo santifica o reverencia
creó el mundo con la intención de mostrar la plenitud de su
muchas otras cosas fuera del nombre y la persona del Dios
ser. Dios creó un mundo con seres personales para que la
vivo.
bondad de Dios pudiera ser compartida a través de la
historia de una relación conocida como el pacto.
Este nombre es preeminentemente 'Padre'.Tras
dicho nombre está Uno que es personal, que ejercita la
Aunque éste no es “el mejor de los mundos
plena responsabilidad por la creación y por la continuidad de
posibles”
la vida de la criatura. Cuando oímos lo que Dios
-concebido en un sentido abstracto- es un mundo que refleja
auténticamente dice de sí mismo, descubrimos a un Dios
la bondad que Dios deseaba impartir al crearnos. Es un
personal, amoroso y tierno, que procura compartir con
mundo de diversidad y multiplicidad, con una profusión
nosotros la plenitud y gozo de la vida para la cual fuimos
asombrosa de cosas. Es un mundo donde Dios nos
creados. 'Padre' nos provee de un contenido específico para
comunica tanto de su bondad como nosotros podemos
ese término vacío y ambivalente que es 'Dios'. ¿Quién es
recibir, siendo como somos, limitados en inteligencia, emoción
este 'Dios' a quien se nos invita a dirigirnos en oración?
y capacidades físicas. Como criaturas, se nos imparte la
'El Padre' es este Dios.
vida para que 'glorifiquemos a Dios y disfrutemos de él para
siempre'. Y esto lo hacemos al reflejar la gloria de Dios en
Nombrar a Dios como 'Padre' es una afirmación
nuestra forma limitada, temporal y finita como imagen suya en
analógica. Sin embargo, no es una mera analogía, ya que se
el contexto de una creación mayor. Dios nos ha creado para
deriva de más que una experiencia con nuestros padres
ser felices en un orden limitado proporcional a nuestras
terrenales. La realidad entera de la paternidad se deriva
naturalezas y el tipo de bienes que podemos crear dentro
originalmente del mismo carácter inherente a Dios (Efesios
de los propósitos del pacto. Es el propósito de Dios bendecir
3:14-15). A Dios se le llama 'Padre' porque eso es lo que Dios
todo tipo de vida para permitir que la felicidad abunde,
es en su sentido original y propio. Llamamos a Dios 'Padre'
siempre y cuando ésta esté cimentada y dirigida hacia Aquel
porque es el nombre que Jesús usó para dirigirse a Dios.
que es feliz en el sentido pleno.
Esto significa que debemos venir a Dios como hijos.
Nosotros tenemos la capacidad de compartir en la
Sin embargo, ¿cómo podemos pensar que somos hijos de Dios
felicidad de nuestro Creador, pero sólo de una forma que
cuando en nuestro mundo le hemos resistido tanto? No nos
ocurre a través del ejercicio de nuestra libertad y poderes
mostramos como dignos de ser llamados hijos de Dios.
limitados como criaturas dentro de una creación llena de
Nuestra conducta contradice ese hecho. Lo que
riesgos. El mundo que nos rodea es un mundo donde el
mostramos es quién verdaderamente es nuestro ‘Padre’;
nombre de Dios no es reverenciado debidamente; donde la
el padre de mentira, el Maligno, el mismo Diablo que nos
voluntad y caminos de Dios son violados; donde las
controla. Sólo podemos honestamente llamar a Dios nuestro
desigualdades crean hambre, empujan a la tentación, y a hacer
'Padre' cuando nos aproximamos a él a través de aquel que
mal al prójimo. Este mundo de ninguna manera parece reflejar
es el verdadero Hijo de Dios. Cristo es el único auténtico
de forma natural y obvia la gloria de su Creador, la cual va
Hijo, quien, en perfecta obediencia, honró y respetó a Dios
ligada a la felicidad de la criatura humana.
su Padre.
Oramos porque muchos de los asuntos de nuestro
Somos hijos de Dios sólo por el don de la gracia.
mundo no pueden ser resueltos por nuestra planificación o la
En este sentido, no existe ninguna otra opción. No es algo
acción individual o corporativa. Si el Creador no recrea las
que hayamos olvidado o extraviado en los caminos de la
personas y condiciones de este mundo, la gloria de Dios y el
historia; sino una relación que hemos repudiado, e incluso
bienestar de sus criaturas están destinados a ser erradicados.
repudiamos diariamente. Por tanto, si venimos a Dios
Pero Dios está determinado a realizar tal tarea de salvación y
como hijos, lo hacemos sólo porque nos aferramos al
poder que Jesús nos imparte, aquí y ahora, para ser hechos
hijos de Dios.

Al entrar a la presencia de Dios como hijos, nos

sentimos inexpertos, ineptos, incapaces e inmaduros -como
se siente un niño-. Nuestra necesidad de la gracia y la fuerza
de Dios como Padre nunca termina. No es que finalmente
alcancemos tal punto donde ya no necesitamos depender de
Dios; como si ya fuéramos suficientes, como si ya no
necesitáramos de su guía y gracia, como si ya no

enfrentáramos peligros demasiado grandes para nuestra fuerza, o no necesitáramos sabiduría y dirección. La idea de que

debemos llegar a ser autónomos, seres maduros, que han
sobrepasado la necesidad infantil de una religión y un Dios, es
un repudio hacia el Dios vivo y verdadero del mundo
moderno.
Es cierto que debemos ser como niños, pero sin ser
infantiles. Al llamar a Dios (b) Lucas 11:1-'Padre', estamos
reconociendo una distinción entre el ser y el orden. No
somos nuestro propio 'Padre', y sólo en un sentido derivado
somos el 'Padre' de nuestros propios hijos. Dios es final y
plenamente el que es el verdadero 'Padre'. Podemos
apoyarnos en él y confiar que él hará aquello que sólo el
'Padre' Celestial puede hacer. No podemos tratar a Dios
como a un Papá Noel, o un 'amiguete'; pero tampoco como a
una persona indiferente o un ser tirano y distante. La
relación que Dios tiene con nosotros es de amor y cuidado
paternal. En un sentido, la intención de Dios al expresar sus
atributos y acciones puede ser interpretada como la de
una 'Madre'. Cuando oramos, se nos invita primeramente a
comunicarnos con Uno cuya realidad está contenida en estas
cualidades.
'Padre' conlleva la idea de intimidad y distancia. Jesús
se dirigía a Dios como Abba, el término que los niños usaban
para dirigirse a su papito; aunque aun de adultos seguían
usando el mismo término. Es una palabra que denota
dependencia, confianza, amor y afecto. Al mismo tiempo,
denota una cierta distancia. El 'Padre' era responsable por el
hijo, y actuaba como su guardián, protector y señor. Así que,
existen connotaciones de fuerza y respeto más allá del
significado que 'Padre' tiene en nuestros días. El futuro del hijo
continuaba dependiendo del patrocinio y la bendición del
'Padre' aún después, en la edad adulta.”.
30 de agosto de 1992
(c) Lucas 11:1-4
Para algunas personas, el 'don' de 'Padre' como el
nombre por el que podemos hablar de Dios, es simplemente
un concepto deficiente de una religión patriarcal sin esperanza
de ser cambiado. Para ellos, éste es, junto con el género
masculino de Jesús como Salvador, la prueba permanente e
insuperable del sexismo en el corazón de la fe cristiana. La
denuncia es que éste es uno de los fundamentos
ideológicos del sexismo que ha sido perpetuado en el
Occidente por siglos y que continúa ganando vigor y nueva
vida por esta forma de nombrar a Dios.
Éste es un asunto complejo que no puede ser
resuelto fácilmente. Hay aquellos que correctamente observan
que la Escritura nos provee una revelación de Dios que debe
ser nuestra norma; y que por tanto no podemos hablar de
Dios dejando de usar el lenguaje de la Escritura. Por otro
lado, están los que correctamente observan que todo nuestro
lenguaje sobre Dios es analógico, aun en las Escrituras. Y que
por tal razón tenemos libertad para usar las analogías de la
Escritura en nuevas formas e inventar nuevas analogías, si
mantenemos la intención original del significado de la revelación.
contradictorios el uno al otro. En su canción, “My God, How
76
La realidad fundamental es que Dios está por encima
de los géneros sexuales, y más allá de la denominación de 'él' o
'ella'. Ninguna de estas denominaciones expresa adecuadamente
la naturaleza personal de Dios, quien trasciende los géneros. La
plenitud del ser divino trasciende aun lo que hay de verdad al
nombrar a Dios usando pronombres personales. En el idioma
español no existen pronombres adecuados para hablar de
un ser personal sin especificar el género de la persona. Éste
no es el caso con muchos otros idiomas que sí tienen
pronombres genéricos. Parte del problema viene dado por la
evolución de ciertos idiomas.
Pero lo anterior no resuelve el problema mayor que
se presenta con este aspecto de la revelación del nombre de
Dios en la Escritura. El poder para nombrar es la
capacidad de crear un mundo de significado y poder. El
casi exclusivo uso de pronombres masculinos y papeles
típicamente masculinos para designar a Dios suena exclusivo
y denigrante para la mujer. Sin embargo, he aquí una parte
esencial del problema: Si el lenguaje de Padre-Hijo en la
Trinidad, y Padre Celestial-hijo de Dios en la comunidad
cristiana, es en realidad una degradación a la dignidad del
hombre y la mujer, o no.
Teológicamente hablando, tanto el hombre como la
mujer son imagen de Dios, y por tanto no es apropiado hablar
del hombre solo como el que refleja la imagen de Dios.
Aunque sólo una pequeña porción de las imágenes bíblicas
de Dios le presentan de forma femenina (por ejemplo, Isaías
49:15 presenta a Dios como Madre), es suficiente para desechar
la postura que rechaza cualquier referencia a Dios con un
lenguaje femenino.
Así que la pregunta de si Dios también puede
igualmente ser llamado 'Madre', tiene que ser respondida
afirmativamente. El hecho de que Jesús llamara a Dios ‘Padre’
no era un intento de hacer una declaración indirecta sobre el
orden social humano (por ejemplo, decir que sólo los varones
y los padres son la imagen primaria de Dios y legítimos
portadores de autoridad y poder en la sociedad humana). Lo que
pretende aquí Jesús es designar la relación primaria que
Dios tiene con sus criaturas. Dios es la fuente personal del
ser de ellas, y una persona amorosa y deseosa de tener una
relación íntima con estas criaturas.
Sin embargo, nosotros los humanos, poseemos sólo
experiencias limitadas de lo que es la paternidad. Tal
experiencia es cultural, y a menudo personalmente diversa. La
naturaleza divina trasciende el género sexual, pero su
comunicación con nosotros no trasciende las limitaciones
humanas. Así que al comunicar el sentido y significado de su
persona a la creación, lo hace en términos que podemos
entender. Pero el sentido, significado y realidad de Dios
no se agota con el uso de una metáfora que explica esta
relación. Se nos permite llamar a Dios ‘Padre’, pero él no está
limitado a ese nombre solo.
Llamar a Dios 'Madre' no representa minar la
autoridad de Jesús o la nominación apropiada de Dios
como ‘Padre’. En este contexto, estos dos términos
no son
Wonderful You Are” (“Mi Dios, Cuán maravilloso eres”), Faber nos
 77
lleva a una adoración apropiada de Dios cantando:
Ningún padre terrenal ama como tú,
No ha habido madre, por más tierna que sea,
Que soporte y perdone como tú has hecho
Conmigo, tu hijo pecador.”.
30 de agosto de 1992
(d) Lucas 11:1-4
Santificar el nombre de Dios es traer a la memoria
quién es Dios, recitando reverentemente sus nombres. Es
confesar que Dios es ‘Padre’, y nosotros somos 'hijos'. Orar
para que el nombre de Dios sea santificado es reconocer
una gran pasión incumplida. Nosotros somos quienes nos
preocupamos por el honor de Dios. Nosotros somos los que
tenemos un celo por el respeto, veneración, reputación e
integridad del buen nombre de Dios. No podemos
quedarnos neutrales en un mundo donde Dios es
despreciado o ignorado.
La palabra 'santo' significa 'apartado' por causa de su
consagración; son las cualidades especiales que marcan a esa
persona o cosa como algo fuera del ordinario por su
dedicación a usos más allá de lo rutinario o común. F. Dale
Bruner sugiere que debemos usar un término diferente para
captar el significado de 'santo', debido a la mentalidad
moderna, que entiende la palabra “apartado” en el sentido de
espacio o lugar. Apartar o separar se podría interpretar en
nuestro pensamiento como poner a un lado; es decir,
moverlo fuera del centro hacia los márgenes. En cambio, la
idea de santificar el nombre de Dios es hacer de él el centro
absoluto, hacerlo central a todos los aspectos de la vida.
Esta petición no es un sermón indirectamente
dirigido a los humanos, para que hagan de Dios algo central. La
petición va dirigida a Dios, y pide que él haga esta cosa necesaria
para poner todas las demás cosas en orden en este mundo
desordenado. La petición es: Que Dios sea Dios. Dios está
actuando en este mundo para establecer las condiciones y
realidades bajo las cuales él sea tratado como Dios. La mayor
necesidad del mundo -aunque éste no lo reconozca- es
conocer a Dios, el Dios vivo y verdadero. Y esto no es algo
que el ser humano pueda lograr.
Dios es el enteramente Otro, el ser inalcanzable, el
que está oculto. Si hemos de poder conocer a Dios, él mismo
debe generar las condiciones para ese conocimiento. La brecha
entre nuestra ignorancia de Dios y el conocimiento que
necesitamos de él sólo se puede cerrar por la actividad del
poder y la gracia de Dios mismo. Es decir, que conocer a Dios
es experimentar cómo él se muestra a sí mismo. Es
experimentar cómo Dios se desvela a sí mismo; y en definitiva,
es experimentar una revelación divina.
La idea de santificar el “nombre” de alguien tiene que
ver con reconocer su verdadera identidad y carácter. Existen
muchos rumores en nuestro mundo acerca de quién es
Dios,
conciencia humana reprime ese conocimiento. Nuestra
injusticia actúa como un anticuerpo, atacando el conocimiento
que está disponible a nosotros. Es así como Dios es conocido
y al mismo tiempo desconocido.
muchas fabricaciones y suposiciones. Algunos dicen esto, y
otros aquello acerca de Dios. Son tantas las opiniones y
las grandes religiones, que nuestras cabezas dan vueltas
cuando intentamos separar lo genuino de lo falso. Al pedir
que el nombre de Dios sea santificado, estamos orando para
que se revele el verdadero carácter de Dios, y para que sea
conocido en nuestro mundo. Estamos pidiendo que la
reputación de Dios mejore en nuestro mundo, y que más y
más personas sean despojadas de sus conceptos erróneos
al tener un encuentro con Dios en Cristo Jesús.
Al hacer esta oración, en primer lugar estamos
reconociendo que no conocemos a Dios correctamente. ¿Por
qué estamos tan deseosos de santificar el nombre de Dios? Es
por causa de nuestra propia gran ignorancia y nuestro
entendimiento equivocado de Dios en nuestras vidas. Lo que
estamos diciendo primeramente es que necesitamos que Dios
haga conocida su verdadera identidad, para que podamos
reconocer cuán central y gloriosa es su persona. Estamos
pidiendo que Dios se muestre a sí mismo como santo,
majestuoso, fiel, amoroso, justo, eterno, sabio y bueno. No es
que no tengamos ya la revelación de Dios en las páginas de la
Escritura, pero aun esa revelación necesita ser activada y
avivada en nuestra consciencia.
“Dios se ha revelado a sí mismo a Israel como el
Santo; es decir, el Inalcanzable, el enteramente Otro Dios,
como la gloriosa Majestad, el Gobernador sobre todos los
poderes en el cielo y en la tierra, el Dios que reivindica su
honor, quien juzga en su ira, y también quien es absoluto en
justicia y en verdad. La plena gloria de la santidad de Yahveh
se alinea tras sus demandas por justicia, y da un carácter de
inevitabilidad a sus requerimientos morales” (An Outline of Old
Testament Theology -Un bosquejo de teología del Antiguo
Testamento,T.Vriezen, 2ª edición, p. 310).
La clave a este conocimiento de Dios es dada ya por
Jesús. Él es el Hijo eterno, el segundo miembro de la Trinidad,
quien procede eternamente de Dios, y conoce a Dios como
su Padre único. De hecho, cuando Jesús se dirige a sus
discípulos, nunca habla de “nuestro” Padre, sino siempre de
“mi” Padre. Lo que Jesús está diciendo es que esa relación
única que él tiene con Dios el Padre es pasada ahora a sus
discípulos. También a ellos se les da el poder de llamar a
Dios su Padre. Al relacionarse con Dios de esta manera, se
colocan en la debida posición para que el Dios que se revela
a sí mismo pueda santificar su nombre en sus vidas.”.
30 de agosto de 1992
(e) Lucas 11:1-4
Dios es el Dios conocido y desconocido. Según Isaías
6:3, el mundo está 'lleno de la gloria de Dios'. Él está cerca a
todos nosotros. No existe lugar en la tierra o en los cielos
donde podamos buscar y no encontrar que Dios está
disponible para nosotros. Dios está presente, y comunica su
naturaleza y poder. Dios es conocible y conocido. Sin
embargo, Pablo nos dice que la oscuridad moral que
habita en la
Esto es cierto en el mundo en general. Al examinar
78 culturas
las construcciones sociales y mentales de las diferentes
humanas y la historia, no podemos encontrar un claro
conocimiento del Dios santo y verdadero. En vez de claridad
y verdad, encontramos una cacofonía de reclamos y contra-
reclamos, de orgullo y arrogancia, de etnocentrismo y
miseria moral. También encontramos impresionante belleza
y aspiración, altos logros tecnológicos y profundas
penetraciones literarias en el dilema humano. Sin embargo, la
esencia de la suma de todo esto es ambivalencia, indefinición,
ambigüedad y perversidad en lo que se refiere a Dios. El vasto
océano de conocimiento y logros humanos no añade nada
al conocimiento de Dios. Existen imitaciones y reflexiones
de Dios por doquier; sin embargo, este conocimiento en
igual medida es distorsionado por la profanación y el
repudio de Dios y de la justicia.
Dios está en el centro del mundo y de su historia; sin
embargo, está presente sólo como actor oculto, y como meta
de dicha historia. El conocimiento de Dios en el mundo está
envuelto en una gran oscuridad que revolotea sobre la
historia debido a la injusticia del ser humano y su falta de
fidelidad.
Dios también es conocido y desconocido en la
Iglesia. Dios es conocido en ésta por causa de Cristo
Jesús, y por tanto conocido en una manera que es
cuantitativa y cualitativamente diferente a cómo es
conocido en el mundo. El origen de la Iglesia, y la realidad
que anima su vida, es la autorevelación de Dios en Cristo. La
Iglesia tiene su ser en la realidad de esta autorevelación
definitiva; sin embargo, aun en la Iglesia encontramos que el
Dios santo y verdadero también es alienado y contradicho por
la misma estructura y vida de la Iglesia.
Esto sucede cuando la Iglesia es apóstata, cuando deja
de santificar el conocimiento y realidad de Dios; y descuida,
abandona, pervierte o distorsiona ese conocimiento,
entregándose a una naturaleza pervertida. Esto lo hace al
exaltarse a sí misma, reclamando demasiado para sí, haciendo
de ella la gloria que llena la tierra. Demasiado a menudo la
Iglesia se preocupa de sus propias tradiciones, la grandiosidad
de sus instituciones, la capacidad de su entendimiento y de sus
dones al mundo. De esta manera la Iglesia santifica y
consagra como santos su propio nombre y estructuras.
Dios tampoco es conocido en la Iglesia por defecto;
esto es, la Iglesia que deja de tomarse en serio, que duda que
la Palabra viene de Dios, que se siente intimidada por los
grandes poderes de la ciencia, la política, economía o la
historia. Ésta es la Iglesia que se siente atemorizada por el
mundo que la rodea, y se vuelve imitadora y repetidora de
todas sus palabras y acciones. Es la Iglesia que glorifica al
la política, donde vemos pequeños tiranos, o simplemente
representantes corruptos, que buscan ejercer poder para su
propio interés, en vez de para el bien común de los
ciudadanos
79 de un determinado sector. Buscar y aferrarse
al poder se convierte en un fin en sí mismo. A veces se usa
mundo y se denigra a sí misma, secularizándose mientras
santifica los nombres que brillan en el mundo.
Dios no es santificado y central en ninguno de estos
casos. La Palabra de Dios es reemplazada por palabras y
perspectivas humanas. En su supuesto “conocimiento de
Dios”, la Iglesia se convierte en albergue de una gran
ignorancia de Dios. Al orar que Dios santifique su nombre,
estamos pidiendo que destruya y quite el mal que infecta aun
a la Iglesia y es causa de su perversión y destrucción.
Dios también es conocido y desconocido por el
creyente. Aun nosotros, los que decimos ser seguidores de
Jesús, lamentamos el hecho de que nuestro conocimiento y
visión de Dios son demasiado confusos e inciertos. Aunque
sabemos que no debe haber compromiso con el mal y las
tinieblas que éste trae, venimos día a día a pedir perdón a Dios
(como Isaías clamaba: '¡Ay de mí! Que soy muerto; porque
han visto mis ojos al Rey, Jehová de los Ejércitos' Isaías 6:5).
No hay conocimiento de Dios que no revele el círculo de
ignorancia que queda. El gran escándalo en la vida cristiana es
que junto con nuestra hambre de justicia, hay una tendencia a
la injusticia. En oposición a nuestro conocimiento de Dios,
reconocemos malos pensamientos, malas palabras, y malas
obras. Si confesamos a Cristo, también debemos confesar el
pecado y la culpa. Porque profanamos el nombre de Dios,
debemos orar, 'Santificado sea tu nombre'.
30 de agosto de 1992
(f) Lucas 11:1-4
La segunda petición es por la venida del
Reino de Dios. La gran visión que Isaías tuvo de Dios fue
del Santo sentado en alto y exaltado en el trono, con sus
faldas llenando el templo (6:1). Dios es el Rey de reyes. Dios
gobierna y reina con supremacía en el mundo que creó. Ésta
es la realidad más fundamental de nuestro mundo. Dios es
el que ordena y sostiene el mismo proceso físico y la
sustancia de nuestro universo.
Sin embargo, esta petición reconoce que ahora
nuestro mundo no está ordenado de acuerdo a la voluntad de
Dios. El Reino de Dios ya no gobierna ni dirige, de hecho,
todas las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios. Existe un
reino además del Reino de Dios que está presente, y afecta
los asuntos del diario vivir. Éste es el mundo de Dios
por derecho; y sin embargo, Dios es excluido de él. Pero, al
mismo tiempo, representa un gran alivio saber que sólo Dios
puede restablecer su Reino. Nosotros no somos los
arquitectos, edificadores, o establecedores. Si Dios no toma
la iniciativa para hacer su gobierno activo en este mundo de
principados, reinos, estados y poderes ingobernables,
estamos completamente perdidos y destruidos.
¿Quiénes son estos poderes ingobernables que crean
este desorden llamado historia humana? Son los poderes
desatados por los humanos que han escogido vivir
autónomamente, vidas separadas de Dios. Son los poderes de
el argumento de la seguridad nacional para esconder todo
tipo de intenciones diferentes, y para justificar la injusticia y
defender muchas otras ideas en nombre de la libertad, la
justicia social, la democracia, o el honor de la nación.
 Son los poderes de la economía, ejercidos por
millones de siervos de Mamón. Su absoluta dedicación a
“controlar” bienes materiales y artículos de valor les lleva a
la idolatría del dinero que les controla. Las personas sólo
tienen “peso” en la medida en que poseen dinero y
propiedades ‘¡Éste es un peso pesado!’. ¡Cuánto tienes,
cuanto vales!
También son los poderes de las ideologías, los
diferentes 'ismos' a los que las personas están tan
comprometidas que persiguen y matan a los de 'ismos'
opuestos. El siglo veinte ha quedado cubierto de cuerpos de
personas muertas en nombre del fascismo, comunismo,
fundamentalismo islámico, capitalismo, socialismo,
anarquismo, nacionalismo étnico, individualismo,
catolicismo, protestantismo, etc. Las ideas se han vuelto más
importantes que las personas, y la justicia de la comunidad
humana es sacrificada en nombre de este o aquel
movimiento que busca logros personales o comunitarios.
También existen los poderes de la ciencia y el
progreso. Más y más “subordinamos” las fuerzas naturales
por medio de fuerzas dominadoras, usándolas para el logro
de las metas y la comodidad del ser humano. La
tecnología es cada vez más precisa y poderosa; sin
embargo, la experiencia nos muestra el lado destructivo
de ésta en desastres ecológicos, envenenamientos
planetarios, y en extinciones. Hacemos de la ciencia y del
progreso una religión y un gran mito, y rehusamos enfrentar
los desastres previsibles que nuestra generación está
creando para la siguiente generación.
Todos estos poderes ocupan los 'órdenes' que
creamos porque buscamos en ellos liberarnos de Dios.
Tomamos los poderes buenos, que nos han sido prestados a
los humanos y a la naturaleza, y los usamos sin consideración
de la justicia que Dios requiere de la hermandad humana, la
cual así mismo debe preocuparse y cuidar de la tierra. Las
mismas habilidades que nos caracterizan como imagen de
Dios se vuelven inhumanas, demoniacas y destructivas; y son
usadas en contra de nuestro prójimo y de la tierra, en vez de
a su favor. Al hacer ingobernables estos poderes, nosotros,
los humanos, hemos llegado a ser los creadores del desorden,
destruyendo no sólo la sociedad, sino a nosotros mismos.
Nos excedemos en orgullosa rebelión contra lo que Dios
nos pide para nuestro propio bien.
Lo anterior también se aplica a nuestra petición por
la venida del Reino de Dios. No oramos esto para luego
aplicar nuestros esfuerzos para respaldar los poderes
Al orar para que venga el Reino de Dios, pedimos
que él mismo vuelva a entrar en nuestro desorden y que
restaure la desorganización, para que se alinee con su justicia.
Estamos pidiendo que el mundo futuro del cielo venga a la
tierra en su plenitud. Pero también pedimos que este Reino
se manifieste aquí y ahora, así como se manifestó en Jesús, y
que ejerza su señorío sobre nuestros poderes ingobernables,
para ponerlos en su lugar como siervos de Dios.”.
30 de agosto de 1992
(g) Lucas 11:1-4
No es suficiente reconocer que las dos primeras
peticiones van dirigidas a Dios; sino que esto es lo que siempre
debemos subrayar. La actividad de Dios es previa a la nuestra
y más importante que ésta. Sin embargo, no oramos sin
actuar. A menudo Dios responde las oraciones poniendo
manos y pies humanos que trabajen en servicio de lo que
hemos pedido que él haga. Si somos la imagen de Dios en
la tierra, entonces reflejaremos con nuestra actividad y
actitudes el carácter y la actividad del Dios que servimos.
El término más comúnmente usado por Pablo para
referirse a aquellos que han tenido un encuentro con Cristo a
través del arrepentimiento y la fe es “santos” (consagrados).
Somos los que han sido hechos santos al habernos
sometido al Dios Santo. Si estamos pidiendo, buscando y
llamando a los portales del cielo para que Dios sea
santificado en este mundo, nosotros mismos seremos
proactivos en poner a Dios en el centro de nuestros mundos
personales y de nuestras relaciones. No podemos pedir
que el nombre de Dios sea santificado y al mismo tiempo
ponernos al servicio de aquello que profana el nombre de
Dios en nuestro mundo.
La omnipotencia de Dios no es la omnicausalidad de
Dios. Puede que Dios sea el único que se puede revelar a
sí mismo tal y como es para que tengamos un
verdadero conocimiento de él y le reverenciemos
debidamente; pero Dios a menudo nos ofrece ese
conocimiento por medio de otros seres humanos (por
medio de Moisés, David, Isaías, Jesús, Pablo, Lucas,
Santiago, Juan). La respuesta de Dios a nuestras oraciones
no excluye el envío de ésta a través de seres humanos. Así
que, santificar el nombre de Dios incluye que nosotros
seamos usados para avanzar el conocimiento de la gloria de
Dios entre los pueblos.
En nuestro celo por honrar a Dios, existe no sólo la
actividad sincera y repetida de oración y alabanza; sino
también la santidad práctica de extender el conocimiento de
Dios a través del ejemplo, los escritos, la enseñanza y el
compartir. Orar por la honra de Dios es preocuparse de
que cada ocupación y esfera de la vida llegue a tener
personas que temen y sirven a Dios, que confiesan el nombre
de Dios en sus planes y actividades. Así que, en respuesta a
esta, nuestra oración, Dios podría responder enviándonos a
nosotros, como envió a Isaías, quien testificó del Dios vivo y
verdadero en las esferas y ocupaciones de sus áreas de
influencia.
ingobernables y los procesos que desafían el gobierno de Dios. Si
tenemos celo por el gobierno y justicia de Dios, recibiremos el
poder de su parte para oponernos a toda injusticia. Existe una
contradicción al orar por el triunfo de Dios en los asuntos
humanos y al mismo tiempo no ser parte de la lucha por
la justicia humana. El orden de Dios incluye un orden
correspondiente en los asuntos humanos. Ya que somos
agentes responsables en nuestras comunidades, debemos
procurar también ser parte de que ese orden sea una
realidad en ellas.
Desde luego que no podemos y no seremos los
que traigan el Reino de Dios. Lo que podemos hacer es
traer una anticipación pequeña y humildemente limitada de
esa justicia y orden divinos. Al orar para que venga el Reino,
el cristiano busca aprovechar las posibilidades inherentes en
su presente mundo desordenado, para procurar una mayor
justicia de la que actualmente hay. Si tenemos hambre y sed
de justicia, seremos satisfechos. Finalmente esa satisfacción
viene con la venida del Reino de Dios. Sin embargo,
podemos establecer relaciones justas aquí y ahora, aunque
sea de una manera provisional. Procuraremos actuar en
formas que reflejen el Reino de Dios; y practicaremos la
presencia del Rey en nuestras familias, iglesias,
organizaciones y asuntos.
El Reino de Dios es el completamente futuro
mundo de Dios viniendo a la tierra al final de la historia.
Pero también es el Reino que entra en nuestro corazón y
transforma nuestro carácter ahora. El Reino ya está cerca, y
podemos acceder a él y experimentarlo. Sin embargo, nos
transforma no sólo interiormente -cambiando nuestra
motivación- sino que también mueve nuestros pies y manos
para servir, haciendo la voluntad de Dios en este mundo.
Debemos ir más allá de la conformidad a las culturas y
políticas desordenadas de nuestro siglo, para crear un nuevo
patrón de conducta. Podemos ser parte de lo que Dios hace
con los seres humanos, y de lo que desea hacer en el mundo
natural de los animales y las plantas donde vivimos. Podemos
ser parte reformando y transformando la manera como
nos relacionamos con nuestro prójimo y con nuestro
mundo natural. Podemos ser pequeñas respuestas a
nuestras propias oraciones.
30 de agosto de 1992
(h) Lucas 11:1-4
La tercera petición es por nuestro pan diario.
Habiendo atendido al aspecto central de nuestro mundo—
Dios—ahora Jesús nos enseña a ver las prioridades del ser
humano y sus asuntos. Aunque las preocupaciones
teológicas del principio de esta oración son primordiales, las
preocupaciones humanas por las que oramos ahora nunca
podrán ser algo meramente secundarias o periféricas.
cantidades de fuerza, producen una pobreza interminable y un
gran número de personas desplazadas. Al pedir por
La suma de la ley es amar a Dios y al prójimo
como a sí mismo. Estas cosas están puestas juntas, pero en un
orden apropiado. El asunto preeminente que debe ser
rectificado es la impiedad de nosotros y de nuestro
mundo. La falsa espiritualidad es la raíz de toda
distorsión que hay en el individuo y en la sociedad, y que
vemos en nosotros mismos y en nuestro entorno. Pero Jesús
no está satisfecho con que oremos sólo por las cosas más
importantes; sino que también nos lleva a preocuparnos con
cosas que, para aquellos con falsas ideas de Dios, pudieran
parecer inferiores a su dignidad, y no merecedoras de su
atención; esto es, el pan y el perdón
-áreas en las cuales somos puestos a prueba-.
Esta primera petición subraya el carácter materialista
de la fe cristiana. Somos seres corporales que precariamente
existen en la plataforma de la comida disponible. Puede que
no vivamos sólo de pan, pero no podemos vivir sin el
sostenimiento que éste provee. Hay varias facetas dignas de
enfatizar en esta petición:
1. Comenzando con ésta, tenemos varias peticiones
que se presentan en la primera persona del plural. No dice,
'dame mi' pan diario. La petición me incluye a mí, pero no
excluye a los otros seis mil millones de personas en el
mundo. El mismo Jesús que alimentó a los cinco mil se
preocupa porque todos los humanos tengan lo suficiente
para su diario vivir. Al orar esto, busco una respuesta para
mi propia necesidad que es compatible con la inclusión de
otros en la abundante provisión que Dios suple de la tierra.
No pido que se me dé un filete o un pastel, sino pan -la
necesidad más básica de la vida-.
2. El pan es el resultado de un largo proceso que
comienza con la semilla y una buena tierra en la que ésta
crece. Orar por el pan diario es pedir una serie de cosas que
comienzan con el cuidado y productividad de la tierra hasta
el dinero necesario para comprar el pan. Esta petición
encierra todo el proceso de lo socioeconómico—nuestra
organización y orden para crear y distribuir los bienes y
riquezas provenientes de nuestros poderes productivos. Al
orar por el pan diario, estoy pidiendo una tierra
productiva, buenas especies de plantas, buen tiempo,
agricultores, banqueros, empresarios, trabajo, gobierno,
empleos y dinero. Estoy orando por buenas carreteras y
sistemas de transporte, instalaciones adecuadas para
almacén, y por fabricantes honestos que produzcan comida
sana, por salarios justos y buena distribución de la
riqueza, para que todos tengan lo suficiente para comprar
pan. Todo un mundo de asuntos humanos está contenido en
esta petición sencilla y directa.
3.Vivimos en una era en que somos confrontados
constantemente con la realidad del hambre y la tragedia de
la inanición en diferentes lugares del mundo. Los
hambrientos y desnutridos nos miran desde las pantallas de
nuestro televisor. Nuestro actual sistema económico y el
terror creado por medio siglo de una industria creciente
de armamentos que pone en las manos de millones de
personas enormes
nuestro pan diario, nos sentimos avergonzados al ver nuestras
neveras llenas y nuestros estilos de vida extravagantes.
 Confesamos nuestro pecado por almacenar -igual que el
hombre rico del Evangelio- más riquezas de las que
podríamos gastar en diez vidas, mientras no hacemos nada
por los que tienen tan poco que en este día ni pueden
comer un trozo de pan. Somos cristianos ricos en una era
de hambre. Al vivir tan cómoda e insensiblemente, estamos
colaborando con esos poderes impíos e ingobernables.
4.Esta petición va seguida por una oración pidiendo
perdón. Primero oramos pidiendo pan, porque no podemos
existir sin él. Primero necesitamos poder mantenernos. Y
sólo entonces podremos mantenernos rectos. Al ver el
mundo a través de los hambrientos, tenemos un nuevo
entendimiento de nuestra necesidad por perdón y la deuda
de compartir -no sólo el importante mandato de santificar
el nombre de Dios, sino la abundancia que él nos da-.
El Evangelio comienza con la realidad espiritual de Dios como
la realidad económica y social más significativa del mundo.
Pero continúa con lo práctico del pan material y con la
justicia social, que manda que no estemos tan satisfechos
con tener demasiado cuando hay otros que tienen tan poco.
La justicia social y la espiritual van juntas.
30 de agosto de 1992
(i) Lucas 11:1-4
La cuarta petición es por el perdón de
pecados, en conexión con nuestro perdón a otros.
Debido a nuestra impiedad, nuestra rebelión contra el
gobierno de Dios, y nuestra acumulación ambiciosa de los
bienes de esta vida, esta petición es eminentemente lógica y
razonable. Tenemos mucho de qué ser perdonados, por Dios
y por nuestro prójimo. El problema de nuestro mundo no son
esos pícaros y canallas que arruinan la fiesta de los buenos.
El problema en el mundo soy yo. Yo estoy en el centro
del problema.
Primeramente pedimos a Dios que dé, y luego le
pedimos que perdone (“Tú eres dadivoso, y dador de perdón,
siempre bendices, siempre bendito”). Nuestra primera
necesidad es la de existir; así que pedimos pan. Pero nuestra
necesidad más profunda es existir en una forma que agrade a
nuestro Creador. Ya que estamos destituidos de la gloria de
Dios, estamos en una situación precaria y en serio peligro. Y
por eso pedimos ser perdonados. Pareciera extraño que los
que son llamados “santos” son enseñados a pedir perdón.
Martín Lutero nos entendía bien cuando describía al cristiano
como simul justus et peccator (simultáneamente justo y
pecador). Esto es cierto de todos nosotros, aun de tales
personas como María, la madre de Jesús, y los apóstoles.
Hay una secuencia en esta petición: Primero
perdonamos a nuestro prójimo, cuya negligencia y descuido
nos han hecho daño. Y luego pedimos el perdón de Dios.
En
Pedimos perdón porque podíamos haber actuado de
forma diferente a como lo hemos hecho. El pecado
hubiera podido haberse evitado, y era inmerecido el dolor
Lucas, el tiempo del verbo está en el presente: “Perdónanos
porque nosotros estamos perdonando”. La condición para
poder pedir que Dios nos extienda perdón es que nosotros
mismos extendamos perdón a los que nos ofenden. Esto
no es una condición para el perdón de Dios-el cual se
ofrece sobre la base de la gracia sin precio, y la misericordia-
sino una condición para poder hacer nuestra petición.
Lo anteriormente dicho también es una indicación
de que nosotros entendemos lo que significa ser perdonados
por Dios. ¿Cómo podemos estar abiertos a la experiencia
y realidad de ser perdonados si no podemos perdonar a
otros?
¿Podemos nosotros recibir amor si no amamos a otros? No
podemos dar de lo que no hemos recibido. Existe aquí una
secuencia gallina-huevo. Sólo cuando conocemos el perdón de
otros, podemos descubrir en nosotros los recursos para
perdonar. Encontramos esta petición en una oración que
tiene el propósito de servir de guía a los discípulos. Ellos
ya han pasado por el portal del arrepentimiento y la
confesión de pecado; ya han recibido el perdón de Dios.
Ahora deben reflejar dicha actividad de Dios en sus propias
relaciones. La prueba de su profesión de conocer al Dios
que perdona los pecados es que ellos se convierten en
personas que perdonan a otros.
¿Podemos pedir a Dios que nos perdone por no
perdonar a otros? Ciertamente no estamos tratando con
santos perfeccionados cuyo perdón a otros es perfecto.
Perdonar a menudo no es un acto instantáneo o el
pronunciamiento de las palabras “te perdono”. A menudo la
herida y el dolor son tan profundos y sentidos, que la sanidad
interior que viene al perdonar lleva su tiempo.
Como mínimo, podemos venir a Dios con la disposición de
llegar a ser perdonadores. Lo que no podemos traer a Dios es
la oración de un corazón que está endurecido y determinado
a no perdonar nunca. Si la fe que dice “creo; ayuda mi
incredulidad” fue recibida por Jesús, con seguridad el conflicto
que dice, “perdono; ayuda mi falta de perdón” también será
recibido por él.
En la oración del Padre Nuestro, se usan dos
términos diferentes:“perdónanos nuestros pecados
[hamartias] porque también nosotros perdonamos a todos
los que nos deben [opheilonti]”. El vocabulario del Antiguo
Testamento que se refiere al pecado puede ser resumido en
tres categorías: (1) desviación del camino correcto; (2) el
estado de pecado, y por tanto el estado de culpa e impiedad; y
(3) la rebeldía contra un superior, o la deslealtad a un acuerdo
(transgresión).
El Nuevo Testamento también concuerda con esta
enseñanza. La palabra “pecado” en el Padre Nuestro se
refiere a errar el blanco. Tiene que ver con el hecho de que
personal y voluntariamente nos desviamos de la norma
que Dios tiene para nuestras vidas. Es una transgresión de la
ley de Dios; es dejar de hacer aquello que legítimamente
se espera de nosotros, la violación de una relación,
82 y la
falsificación de la verdad.
que causamos a Dios y a otros. Nos hemos apartado del gobierno de
Dios, y hemos resistido su reinado. Hemos ido tras otros dioses y
profanado el santo nombre del Dios vivo. Hemos mal usado y
abusado de nuestro prójimo, y hemos dejado a muchos sin
las necesidades básicas de la vida. Es por esto que pedimos
el perdón de Dios.
31 de agosto de 1992
(j) Lucas 11:1-4
La quinta petición es que Dios no nos ponga a
prueba. La oración por pan se enfocaba en la necesidad
presente, y del futuro inmediato. La oración del perdón
buscaba la remoción de los errores pasados. Y esta última
petición trata con el futuro. Una vez que se ha tratado con
los aspectos del sustento material y con la reconciliación
con Dios y los hermanos, estamos listos para enfrentar el
futuro. Lo que sabemos por nuestras propias historias
familiares y las de la Biblia, es que podemos caer bajo la
influencia de eventos y personas tan abrumadores que
somos llevados a una crisis personal o a reaccionar de
maneras pecaminosas.
En el Antiguo Testamento, vemos a Job puesto a
prueba; también lo fue Abraham en el monte cuando se le
mandó sacrificar a su hijo único. Pero la prueba más notable
es cuando el Espíritu llevó a Jesús al desierto para enfrentar
al Maligno. La prueba descubre nuestra necesidad de guía
y protección. Jesús no se llevó a sí mismo a ese
encuentro, como si disfrutara de la idea de enfrentar dicho
conflicto. En ningún lugar de la Escritura se nos pide que nos
pongamos en lugares y circunstancias donde sabemos que
estaremos sujetos a una crisis y a la oportunidad de hacer
el mal.
El hecho de que se incluya esta petición es una
indicación de que nuestra relación apropiada con Dios no nos
hace exentos de la posibilidad de pecar. La posibilidad de
perfección antes de la plena manifestación del Reino de Dios
es una quimera. Tenemos un Santificador completo en la
persona del Espíritu Santo, pero no seremos completamente
santificados hasta que seamos glorificados y veamos a Cristo
cara a cara. Entonces seremos como él. Ahora somos
como él sólo parcialmente.
Éste no es un consejo para la desesperación; ni
tampoco para legitimar una conciencia autoindulgente frente al
pecado continuo o al deseo de pecar. Pablo conocía el
conflicto interno de desear lo correcto y hacer lo errado
(Romanos 7). Dentro de nosotros, existe el principio
permanente de la naturaleza carnal lista para arrastrarnos de
vuelta a las obras del viejo hombre. Fuera de nosotros
permanece el mismo mundo lleno de atracciones y
tentaciones a pecar. Así que, nuestra oración para que no
caigamos en la tentación es una aplicación real del deseo
de santificar el nombre de Dios. Sabemos cuán fácil nos es
profanar el carácter de Dios y apartarnos de la sumisión a su
gobierno.
comparación es que Dios, como el cabeza de hogar que
dormía, dará a las personas lo que genuinamente necesitan
cuando se lo pidan. Si aquel amigo logró lo que necesitaba
Pero Pablo de igual manera clama triunfante que el
Espíritu Santo puede librarnos, y nos librará, de los impulsos
del viejo hombre; y nos dará la capacidad para caminar en
harmonía y fiel obediencia a Dios (Romanos 8). No
tenemos que vivir en nuestros pecados habituales por
siempre, desanimados y sin esperanza de tener victoria.
Pero tampoco debemos ser necios y poner a Dios a prueba
exponiéndonos a situaciones que por nuestra experiencia
pasada sabemos nos llevarán a pecar. Tampoco debemos
ser tímidos en pedir lo que se nos anima a pedir a Dios en
esta parte de la oración.
Lo que enfrentamos en la tentación, a menudo no es
un ataque frontal y anunciado del mal; sino algo sutil, tal y
como se ve la tentación en su esencia en el Huerto de Edén.
Las personas son puestas bajo presión de tal forma que eligen
caminos y obras que al final les destruirán. Ciertas presiones
nos fortalecen porque nos proyectan más allá de lo que
pensamos que son los límites de nuestra capacidad, sin llegar
a causar una crisis en nosotros. La presión de la tentación
puede llevar a la persona a una crisis positiva, normalmente de
tipo moral. Esto quiere decir que Dios no nos prueba con
la intención de destruirnos, sino de fortalecernos y de
producir más del verdadero yo en nosotros, el cual es la
imagen de Cristo (Santiago 1:13).
Esta oración afirma lo que necesitamos: 'Fiel es Dios,
que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación
la salida, para que podáis soportar' (1ª Corintios 10:13).
Somos 'tentables' porque Dios nos ha dado libertad y
voluntad propia. No enfrentamos solos la tentación que
busca destruir nuestra libertad impulsándonos a usarla
mal; Cristo, el triunfante, camina con nosotros. Sin
embargo, debemos enfrentar la tentación nosotros mismos.
Jesús no nos priva del camino del discipulado, apartándonos
de las presiones que nos vienen para fortalecernos, ni de
aquellas de fuente diabólica que nos empujan a la
autodestrucción. Lo que él hace es invitarnos a pedir la
ayuda de Dios; una ayuda que nos da poder para soportar
fielmente cualquier prueba que venga.”.
31 de agosto de 1992
(k) Lucas 11:5-8
La parábola del amigo a quien se le despierta
a medianoche para suplir el pan necesitado para la
hospitalidad es una comparación y un contraste. Compara a la
persona orando con el hombre en desesperada necesidad
del pan para cumplir con su responsabilidad de buen
anfitrión. Y contrasta a Dios con el cabeza de familia
durmiendo a medianoche, muy indispuesto a levantarse a dar a
su vecino el pan que necesita.
La clave de la parábola es un argumento de lo menor a
lo mayor. Dios no es quien se acuesta, cierra la puerta, no se
despierta fácilmente ni se puede persuadir por la amistad a darle
al vecino las provisiones que necesita. Dios no espera para
escuchar y responder hasta que le irritemos con nuestras
peticiones persistentes y desvergonzadas sin fin. El punto de
en tales circunstancias desfavorables, ¿cuánto más será
posible que nosotros recibamos lo que necesitamos de
nuestro Dios amoroso que no duerme?

Más difícil es la comparación con el hombre que
pide el pan (se refiera ésta a él o a su amigo que duerme).
El problema se presenta por el significado impreciso de la
palabra normalmente traducida como persistente o
inoportuno (en griego, anaideia). Normalmente se ha
interpretado igual que en la enseñanza de Lucas 18:1, donde
se dice que no debemos desmayar en la oración, y que
debemos persistir en pedir a Dios lo que sabemos que él
desea darnos. Bailey sugiere que la palabra se traduciría
mejor como 'sin vergüenza'.
Pero aun si la mejor traducción es “sin vergüenza”,
todavía se nos presentan dos posibles interpretaciones. Si el
hecho de “no tener vergüenza” se refiere a la actitud del dueño
de casa, la idea sería la siguiente: La vergüenza y el honor eran
elementos importantes en la reputación de una persona en
una vida de relaciones estrechas de una pequeña aldea. La
persona de honor actuaría de tal forma que evitaría traer
vergüenza a su nombre o al de su familia. Así que, este dueño de
casa, quien está irritado por habérsele despertado a una
hora tan inoportuna, todavía ve el asunto de honor y
vergüenza en este suceso, y porque no quiere perder su
reputación y ser avergonzado, se levanta y actúa de
acuerdo con el código de conducta de su lugar para dar el
pan. Y de esta manera actúa de una forma “sin vergüenza”
(=sin falta). En este caso, la enseñanza de la parábola es así
de sencilla: Tenemos seguridad de que si aquel hombre obtuvo lo
que legítimamente necesitaba bajo tales condiciones
espectacularmente desfavorables,
¿cuánto más recibiremos nosotros al venir en oración a
nuestro Padre Celestial?
Si la 'falta de vergüenza' se refiere al que pide el
pan, entonces el énfasis cambia, como también el significado
de la palabra. En este caso, el anfitrión corre el riesgo de
demostrar públicamente su falta de planificación y de
recursos. No sólo corre el riesgo de despertar a su vecino, sino
también a otras familias que viven muy cerca. Sin embargo, es
atrevido, directo, “sin vergüenza” en su petición; y no duda en
demandar de su indispuesto vecino, y a una hora de la noche
inapropiada, que le conceda su petición. En este caso, la
comparación no es con Dios, sino con nosotros, en la oración.
No deberíamos dudar en venir a Dios y atrevidamente
presentarle nuestras peticiones de lo que necesitamos.
Venimos a Dios, quien ha prometido dar a sus hijos buenas
cosas, si tan sólo se las piden. Dios no es un personaje
distante, despreocupado, fácilmente irritable, que rechazará
nuestras peticiones aun si provienen de nuestros propios
errores y falta de planificación.
No importa cuál vemos que finalmente sea el énfasis
específico de esta parábola; porque de todas formas el principio
de la persistencia es enseñado en otros textos más adelante
en
razón por la que esta sencilla promesa y mi experiencia
aparentemente discrepan.
En los versículos 11-13, Jesús enseña otro principio
el evangelio, lo mismo que el principio de entrar directamente
y con valentía a la misma presencia de Dios. No debemos
caer en la trampa del Maligno, que nos tienta al orgullo (a
actuar como si no necesitáramos la ayuda de Dios en los
asuntos ordinarios de nuestra vida), o a una actitud de
autorepugnancia (a actuar como si hubiéramos complicado
tanto y tan mal las cosas que Dios no puede escucharnos en
la desesperación por nuestras necesidades).
Una de las maravillas del Padre Nuestro es su
manera de incluir todas las áreas de la vida. La oración por
perdón es puesta en medio de las peticiones personales. No
tenemos, porque no pedimos, o pedimos inapropiadamente
(motivados por nuestra codicia). Sin embargo, podemos venir
directamente, aun cuando hemos fallado, pidiendo la
reconciliación y la renovación de la relación, y obtener
respuesta a nuestra petición. Podemos venir
repetidamente, y recibir lo que buscamos de Dios.”.
31 de agosto de 1992
(l) Lucas 11:9-13
Una de las razones para ver la persistencia como
el tema básico de la parábola del amigo de medianoche es
debido a su contexto inmediato. Hay tres verbos en la
forma del imperativo. La connotación de los verbos es 'seguir
pidiendo', 'seguir buscando' y 'seguir llamando' (pedir, buscar,
llamar). Los verbos especifican una acción repetida.
¿No podríamos ver en ellos diferentes niveles de
intensidad en la oración? ¿Quieres algo de Dios? Entonces
exprésalo verbalmente. No pienses que lo recibirás
simplemente porque Dios lee en tu mente un deseo no
pronunciado. Nómbralo; Dios lo escuchará, y tú lo recibirás.
Pero luego, busca. Tienes que abrir tus ojos y buscar
la respuesta a lo que has pronunciado en oración. Reúne tus
fuerzas, y lucha con Dios en oración por lo que hay en tu
corazón y en tus labios. Éste es un paso más allá que
simplemente expresar la petición verbalmente.
Y, entonces llama. Ésta es la forma de oración más
persistente y exigente; como el amigo de medianoche
golpeando a la puerta de su vecino, pidiendo y buscando el pan
que necesitaba para poder ofrecer la apropiada hospitalidad a su
visitante. Al buscar respuesta a tus oraciones, a menudo
encontrarás puertas cerradas entre tú y la respuesta. Ésta es
una invitación a golpear las puertas del Cielo.
La promesa es sencilla: Lo que pidas se te dará. Lo que
busques hallarás. La puerta a la que llames se te abrirá. Éstas
son palabras sorprendentes para quien pasa tiempo en la
oración. En mi propia experiencia no siempre veo una directa
correlación entre mis peticiones y las respuestas. La razón de
esto en parte ha sido sugerida en la oración modelo; a
veces pido la cosa equivocada porque mi vida no está
centrada en el honor y el gobierno de Dios, o en las
necesidades básicas de la vida en el Reino -el pan diario, la
reconciliación y el poder para permanecer firme en medio de las
ambigüedades de la vida-. Pero existe otra
84
que va de lo menor a lo mayor; otro contraste entre Dios y el ser
humano. En este caso, la comparación es entre lo que los padres
humanos, aun siendo malos, dan a sus hijos; y lo que da Dios, en quien
no hay una sola muestra de mal. Cuando los hijos piden el alimento
normal de una comida (huevo o pescado), el padre humano no
les da algo no comestible, como un escorpión o una serpiente;
sino que gustosamente les da buenas cosas. Cuánto más nuestro
Padre Celestial dará buenas cosas a los que le piden. Dios es
más perfecto en amor que un padre terrenal. Incluso
puede que nosotros pidamos un 'escorpión', pero Dios nos
dará pan a cambio.
En este caso, todas las buenas cosas que pidamos,
busquemos, o por las que llamemos a puertas cerradas para
que se nos abran, se resumen en el supremo don del Espíritu
Santo. Al recibir el Espíritu Santo en una plenitud cada vez
mayor, al ejercitar cada vez más su guía y poder, y participar
cada vez más en la realidad de Dios, tenemos en el Espíritu
todas las demás cosas que pudiéramos desear.
85
Haz una lista de aquellas cosas que realmente estás
dispuesto a buscar: más disciplina, mayor sabiduría para
organizar tu vida, mejores notas en la universidad, control
sobre la impaciencia o el mal genio, un espíritu menos crítico,
amor por una persona difícil en tu vida, capacidad para ser
un buen predicador, recursos para pagar tus deudas,
oportunidades y sabiduría para testificar de Cristo a los
perdidos, libertad de un hábito o pecado persistente, etc. Sea lo
que sea por lo que estás dispuesto a luchar, al tener el Espíritu
Santo, tienes la respuesta que es la suma de todas las demás
respuestas de oración juntas.
Si oramos por una santidad de vida que
sinceramente santifique el nombre de Dios, el Espíritu Santo
es el secreto para poder reverenciar a Dios en todo lo que
hacemos y decimos. Si oramos para que venga el Reino de
Dios, sabemos que el Espíritu Santo es el poder del siglo
venidero. Si pedimos comida, perdón, guía y fortaleza;
todas éstas vienen por la operación y actividad del Espíritu
Santo. Ahora vivimos en la edad del Espíritu, y somos
bautizados por el Espíritu y por agua. Al buscar cosas específicas,
descubrimos que lo que finalmente estamos buscando es a
Dios en su plenitud.”.
86
módulo 4

Obstáculos:
¿por qué no estamos viviendo en victoria?
(ayuno)
módulo 4
Obstáculos:
¿por qué no estamos viviendo en victoria?
(ayuno)
Páginas
Manual de trabajo....................................89-102

Disciplina enfocada en este módulo.............103-105

El ayuno: la negación voluntaria de lo que de otra manera sería
una función normal, con el propósito de realizar una actividad
espiritual intensa.

Lecturas:
Ejercicios para tu diario personal:
De los libros de texto: Este módulo enfoca el ayuno como la disciplina a
practicar. Las anotaciones en tu diario deben seguir reflejando
• To Love as God Loves (Amar como Dios ama), Bondi, cap. lo que está pasando en tu vida en este momento. Seguramente
4 (págs. 57-77). querrás pasar algún tiempo adicional escribiendo en tu diario
durante el ayuno, especialmente si ésta es una disciplina nueva
• The Spirit of the Disciplines (El espíritu de las disciplinas), para ti. También te ayudarán algunas de las preguntas de
Willard, caps. 5-6 (págs. 56-94). Devocionales Clásicos. Puede que el material de lectura ponga
de relieve algunos aspectos muy significativos de tu vida
• Devocionales Clásicos, págs. 66-72 (Agustín), págs. 200-206 espiritual. Continúa anotando lo que sea más valioso para ti.
(Pascal), págs. 298-304 (Woolman). Ésta puede ser una buena semana para volver a leer lo que
has escrito desde el comienzo de este curso, para revisar si
hay algún patrón en la forma en que Dios te está hablando,
algunas áreas de victoria para celebrar, u otras que todavía
deben ser fortalecidas. ¡Que disfrutes este ejercicio!

Objetivos del módulo

A lo largo de este módulo podrás:

1.Iniciar un importante proceso de autoexamen al

comenzar a identificar debilidades y patrones habituales de
pecado en tu vida.

2.Hacer un repaso del entendimiento que tienes de

la gracia de Dios y tus cimientos en ella.

3.Analizar en detalle las dinámicas del auto-engaño.

4.Estudiar ciertos fundamentos exegéticos

importantes para entender lo que quiere decir “el mundo, la
carne y el diablo”.

5.Empezar a examinar qué obstáculos están

impidiendo tu desarrollo espiritual.

88
Manual de trabajo
transcripción del audio-casete:

David Fraser
En el anterior módulo estudiamos el tema de la oración; volveremos a tratarlo con más profundidad en otro momento, pero
mientras tanto, te pedimos que continúes repasando tus conocimientos sobre la oración adquiridos en el pasado, especialmente durante el
periodo cuando se estaban afirmando los cimientos para tu vida espiritual.
Este módulo inicia un análisis de nosotros mismos sobre el auto-engaño. El auto-engaño es una dinámica en la cual nos vemos
a nosotros mismos por medio de una imagen falsa o distorsionada; en ésta, bien nos sobrevaloramos o nos subestimamos. En otras
ocasiones nos hace sentir incómodos con respecto a nuestras capacidades o nos impide vernos honestamente como Dios nos ve, es decir,
como realmente somos. En el recuadro de la siguiente página se presentan algunas áreas para que hagamos una evaluación de nosotros
mismos. Hazte un autoexamen en estas áreas. Después de haberte calificado a ti mismo, pide a tu cónyuge o a un amigo cercano que te
evalúe.

89
 ¿Cuánta claridad y percepción tengo de mí mismo?

Mucho de lo que te hemos estado preguntando en este curso depende del entendimiento que tienes de ti mismo y de
tu honestidad. Por nuestra experiencia con nosotros mismos y con los demás, vemos que la mayoría de las personas (incluidos
los cristianos) en general no son muy honestos o abiertos en cuanto a sus debilidades y pecados. ¿Es ésta tu experiencia
personal?
¿Qué ejemplos específicos te vienen a la mente como ilustración para responder a esta pregunta general? ¿Cómo calificarías tu
propia disposición para enfrentar debilidades, patrones de hábitos y pecados contrarios a la voluntad de Dios y la extensión de su
Reino?

Califícate en las siguientes áreas, donde

1 equivale a Nunca,
5 Frecuentemente y
10 Siempre.

Nunca A veces Frecuentemente Normalmente Siempre

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

tidad Sensibilidad
dad de tener la razón Compasión
escuchar Entendimiento de mí mismo
ición a reconocer mis debilidades Disposición a ser corregido
ición a restituir los daños hechos a otros Culpar a los demás por los problemas
me por los problemas (por mi incapacidad o errores)

sionar la verdad sobre mi ministerio ante mis patrocinadores

Después de haber hecho la calificación de ti mismo, pide a tu cónyuge o a un amigo cercano que te evalúe usando la siguiente
página adicional. Si hay diferencias importantes entre tu autoexamen y el de ellos, averigua el por qué de esta diferencia en
percepción.

90
 Página adicional de evaluación:

Nunca A veces Frecuentemente Normalmente Siempre

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

onestidad Sensibilidad
ecesidad de tener la razón Compasión
aber escuchar Entendimiento de mí mismo
sposición a reconocer mis debilidades Disposición a ser corregido
sposición a restituir los daños hechos a otros
ulpar a los demás por los problemas Culparme por los problemas
or mi incapacidad o errores)

storsionar la verdad sobre mi ministerio ante mis patrocinadores

en los exámenes universitarios. Ellos querían saber a quién

Chris Hall
Varios estudios científicos empíricos indican que el ser
humano tiende a auto-engañarse en cuanto a sus fuerzas,
debilidades, bondades y pecados y motivaciones. Nos
engañamos a nosotros mismos sobre quién tiene la culpa
cuando las cosas van mal y nos atribuimos un grado exagerado
de reconocimiento cuando las cosas resultan bien.
Un ejemplo de esto lo vemos en el estudio hecho por
Arkin91y Maruyama sobre la atribución, el efecto y el rendimiento
atribuían los universitarios las malas notas en sus exámenes. Su
estudio reveló una marcada tendencia al egocentrismo. Los
estudiantes siempre atribuían el fracaso en los exámenes o bien
a los profesores o bien, al examen mismo. La mayoría rehusaba
aceptar la responsabilidad por su fracaso.
Bradley también observa esta tendencia egocéntrica
en la conducta humana. Su investigación indica que las
personas tienden a atribuirse a sí mismas la conducta positiva
y la negativa la atribuyen a factores externos. Esto equivale a
decir que el ser humano casi con toda seguridad se atribuirá a
sí mismo el crédito por las acciones buenas y reconocidas y
negará su responsabilidad por los malos actos y por los fracasos
(véase: “Self-Serving Biases in the Attribution Process: A
Reexamination of the Fact or Fiction Question.”, Journal of
Personality and Social Psychology -“Tendencias egocéntricas en
el proceso de atribución: una reevaluación de la cuestión de
realidad o ficción”, Revista de la personalidad y la psicología
social, Bradley, 36 (1978): 56-71.)
 Helmut Lamm y David Myers observan que en una
variedad de dimensiones, “la mayoría de las personas se ven a
sí mismas con más ética que sus compañeros, y con menos
prejuicios que la mayoría de las personas de su comunidad”
(The Inflated Self—El yo inflado, Myers, 23; cf. Lamm and
Myers, “Group-Induced Polarization of attitudes and
Behavior,”—“Polarización de Actitudes y conducta inducida por
el grupo, en Advances in Experimental Social Psychology -
Avances en la psicología social experimental, Vol. II, L.
Berkowitz, ed., New York: Academic Press, 1978, 145-195).
Pensemos en el holocausto durante la segunda Guerra
Mundial o en los campos de muerte de Camboya en los años
setentas. Nos gustaría poder creer que existe algo inherente en
el carácter alemán autoritario que llevó a las masacres de
Dachau y Auschwitz. Los alemanes y camboyanos pueden ser
capaces de tal maldad, pero nosotros no. ¿Nos estamos
engañando a nosotros mismos en este caso? En un conocido
estudio, Stanley Milgram colocó a personas bienintencionadas
en una situación de maldad para ver qué comportamiento
prevalecía, el bueno o el malo. Myers comenta sobre el
experimento de Milgram:
“Bajo condiciones óptimas; es decir, un comandante
dominante al lado de ellos, y una víctima alejada de ellos;
el 65% de los sujetos masculinos obedecieron cabalmente las
instrucciones de administrar lo que supuestamente eran shocks
eléctricos traumatizantes a una víctima inocente gritando en
otra habitación. Éstas eran personas normales—una mezcla de
obreros y profesionales. Aunque aborrecían las órdenes, la
mayoría no pudo sustraerse de obedecerlas” (The Inflated Self,
El auto-engaño del joven rico:
Medita en la historia del joven rico (Marcos 7:17-22).
¿De qué forma se engaña a sí mismo este hombre? ¿Cuál es la
naturaleza y dinámica de su engaño? ¿Cómo expone Jesús el
área donde este hombre se ha engañado a sí mismo? Si te es
difícil captar el corazón de esta historia, colócate a ti mismo
en el lugar del joven rico. Actualiza la historia procurando
sustituir su actitud por la tuya propia en cuanto al dinero y
las riquezas. Si se te pidiera dar un consejo al joven rico
sobre cómo reorientar su actitud hacia el dinero, ¿qué le
Myers, 15; cf. Stanley Milgram, “Some Conditions of Obedience
and Disobedience to Authority,”—“Algunas condiciones de
obediencia y desobediencia a la autoridad”, Human Relations -
Relaciones humanas 18 (1965): 57-75).
Michael Ross y Fiore Sicoly realizaron un estudio en el
cual se concluía, entre otros asuntos, que los cónyuges
normalmente se sentían con más responsabilidades por la
limpieza de la casa y el cuidado de los niños que lo que su
pareja estaba dispuesta a reconocer. Myers por su parte,
señala: “Ross y Sicoly creen que esta tendencia egocéntrica se
debe en parte a la mayor facilidad con que recordamos las
cosas en las que hemos participado activamente, en
contraposición con las cosas que otros han hecho” (The Inflated
Self, Myers 22; cf., Michael Ross y Fiore Sicoly, “Egocentric
Biases in Availability and Attribution,”—“Tendencias
egocéntricas en la disponibilidad y la atribución”, Journal of
Personality and Social Psychology, 37 (1979): 322-376).
B.R. Schlenker y R.S. Millar por su parte, observan que
las personas interpretan los hechos de una manera favorable
para sí mismas y atribuyen las conductas negativas a factores
externos (véase: “Egocentrism in Groups: Self-Serving Biases or
Logical Information Processing?” -“El egocentrismo en los
grupos: ¿tendencias egocéntricas o procesamiento lógico de
información?”, Journal of Personality and Social Psychology, 35
(1977): 755-764).
Todos estos estudios revelan la gran dificultad del ser
humano por enfrentar la verdad sobre sus propias debilidades,
fracasos y pecados. Es difícil encarar la verdad sobre nosotros
mismos, pues estamos terriblemente auto-engañados. Nos
consideramos más fuertes de lo que realmente somos, nos
imaginamos mejores de lo que verdaderamente somos y aun
cuando somos confrontados con nuestros fracasos palpables,
poseemos una habilidad innata de mentir sobre la verdad de la
situación. 92
Además, creemos que somos humildes cuando
estamos llenos de orgullo, libres de lascivia cuando de hecho
ésta nos consume, libres del amor al dinero y las posesiones
aunque rara vez o nunca damos nada. Quizás caemos
fácilmente en el auto-engaño porque toda nuestra vida hemos
sufrido de la enfermedad del pecado y nos parece un estado
normal. Casi siempre fallamos en reconocer que el auto-engaño
está presente en nosotros (véanse Salmo 36:1-3; 1ª Juan 1:8).
En el Salmo 36:1-3 se nos recuerda: “La iniquidad
del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios
delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus
propios ojos, de que su iniquidad no será hallada y
aborrecida. Las palabras de su boca son iniquidad y
fraude; ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien”.
¿Por qué les resulta tan difícil a las personas enfrentar la verdad
sobre sí mismas? ¿Por el orgullo?, ¿temor al rechazo, al castigo
o al cambio? ¿Haber intentado cambiar sólo para encontrarse
con repetidos fracasos?
dirías?
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93
Nos escondemos de nosotros mismos
y de Dios:
Chris Hall
¿Cuál fundamento o dinámica nos permite comenzar
el desafiante proceso de aprender sobre nosotros mismos y sobre
los caminos torcidos de nuestro propio pecado? Yo diría que
sólo podemos hacerlo al sumergirnos en el amor y la gracia de
Dios. Hay tanto que no conozco ni entiendo y cuanto más
estudio la teología, más reconozco la inmensidad del tema y
el carácter inexplicable e inefable de muchos de los grandes
misterios de la fe. Cuando me miro a mí mismo, más descubro mi
compleja personalidad. Sin embargo, de una cosa estoy seguro:
Dios me ama y ha demostrado su amor enviando a su Hijo para
morir por mí. Con el tiempo y la ayuda de disciplinas espirituales
muy específicas (por ejemplo, la oración, meditación o el
estudio), he llegado a conocer en una forma profunda y casi
inexpresable, que he sido justificado, santificado, adoptado y
sellado por Dios como su propio hijo. Poco a poco estoy
aprendiendo que en el análisis final, todas las acciones de Dios
por mí son evidencia de su amor. Es en este contexto de amor
que estoy aprendiendo a enfrentar las áreas de
mi vida que todavía necesitan renovación y restauración.
El concepto de la caja de acero: ¿No es cierto que
todos tenemos una caja de acero de la cual sólo nosotros
guardamos la llave?-. ¿Por qué guardamos ahí tantos artículos?
Puede ser por causa del temor y la desconfianza, la falta de
claridad en cuanto a Dios y su gracia (la capacidad de Dios de no
sorprenderse), por vergüenza, temor a la comunidad cristiana o
incluso, por la enseñanza falsa y distorsionada en la iglesia.
En esta caja ponemos todo evento, experiencia, memoria,
duda, temor y pecado que no podemos enfrentar; todo aquello
por lo cual nos sentimos tan avergonzados e incómodos por lo
que hemos hecho y por lo que somos. Día tras día guardamos
más y más cosas en esta caja. Quizás pensamos que al meter
algo en ella, allí se muere. Pero el contenido de la caja sigue
retorciéndose en nuestro interior, estrangulando nuestra vida
espiritual y oscureciendo nuestra visión de Cristo y de su
llamado.
Pero Cristo gentilmente sigue atrayéndonos hacia sí,
diciendo: “Abre la caja. Yo sé lo que hay dentro. Yo
conocía estas cosas sobre ti en el principio, cuando te
llamé a mi Reino. Yo te conozco mejor de lo que tú
te conoces a ti mismo. Sólo abriendo la caja y
vaciando su contenido ante mí terminará finalmente
su poder. Nada será una sorpresa para mí. Conozco
lo peor de ti, y todavía te amo. Confía en mí. Abre la
caja y deja que su contenido muera. Recuerda que yo
soy manso y humilde de corazón”.
Henri Nouwen escribe en Camino a casa sobre lo difícil
que resulta abrirse y ser honestos ante Dios:
“‘¿Quiero ser visto por Jesús? ¿Quiero ser
conocido por él?’ Si lo quiero, entonces la fe que
proclama a Jesús como Hijo de Dios crecerá en mí.
Sólo esta fe puede abrir mis ojos y revelar un cielo
abierto. Así veré, como estoy dispuesto a ser visto.
Recibiré ojos nuevos que puedan ver los misterios de
la vida de Dios cuando permita que él vea todo mi
ser, aun esas partes que yo mismo no quiero ver. Oh
Señor, quiero que me veas, y que me dejes ver”
(Camino a casa, Nouwen, p. 30).
¿Por qué nos resulta tan difícil enfrentar la verdad
sobre nosotros mismos? ¿Por el orgullo, temor al rechazo, al
castigo o al cambio? ¿Haber intentado cambiar sólo para
 encontrarse con repetidos fracasos? ¿Por haber sufrido
humillación o vergüenza? ¿Qué has metido en tu caja de
acero? ¿Por qué? Aun después de años en el ministerio,
¿cuáles aspectos en tu vida no han sido enfrentados y
sanados? En el espacio a continuación, escribe tus
reflexiones sobre estas preguntas.
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David Fraser
Parte de la respuesta del por qué del auto-engaño se
encuentra en las realidades del mundo, la carne y el diablo. Éstos
son actores claves del por qué no nos mostramos a Dios como
somos y él no se muestra a nosotros para transformarnos y
cambiarnos.
En el Sermón del Monte, registrado en el Evangelio de
Mateo, Jesús enseña que sus discípulos deben ser sal y luz:
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal
se desvaneciere, ¿con qué será salada?... Vosotros sois
la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte
no se puede esconder… Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está
en los cielos” (Mateo 5:13a, 14a, 16).
A la luz de este pasaje, William Iverson hace una
pregunta reveladora. Al observar que más de un cuarto de la
población total de los Estados Unidos profesaba haber tenido
una experiencia de conversión evangélica, Iverson comentaba:
“Seguro que un kilo de carne será afectado
por un cuarto de kilo de sal. Si éste es un verdadero
Al continuar en este módulo, te pedimos que tengas
presente ciertas metáforas usadas por Lovelace, en particular la del
mundo como “la carne corporativa” y el “ámbito de influencia
inmundo”. Personalmente, veo el “mundo” como una manera
corporativa de pensamiento y de vida que en su orientación general
es alimentada por lo demoniaco, gobernada por el diablo,
fortalecida por la carne y diametralmente opuesta a los propósitos
cristianismo, ‘la sal de la tierra’, ¿dónde está el efecto
del que hablaba Jesús?” (William Iverson, citado en The Spirit
of the Disciplines -El espíritu de las disciplinas, Willard, p. 23).
La pregunta de Iverson es legítima. Por un lado, Jesús
hace un claro llamado en el evangelio a una vida de fe,
compromiso, integridad y buenas obras. Él enseña que los
discípulos deben de mostrar la vida de su Reino a su mundo
alrededor. “Si la sal se desvaneciere… no sirve más para
nada, sino para ser echada fuera y hollada por los
hombres” (Mateo 5:13b). Aunque la enseñanza de Cristo es
clara, la realidad de nuestra vida está enturbiada. Somos miembros
del Reino de la Luz, pero nos vemos todavía luchando contra el
Reino de las Tinieblas. En nuestros momentos de mayor
honestidad, reconocemos que nos quedamos muy cortos de la
meta de integridad, de la vida en que la palabra y la obra se
encuentran en un genuino amor. Experimentamos tentación y
conflicto. Pecamos. Enfrentamos una fuerte oposición a nuestras
más altas esperanzas y sueños de servir a Cristo fielmente. En este
módulo, vamos a examinar la naturaleza de esta oposición y
conflicto. Un análisis cuidadoso de los obstáculos e impedimentos
que enfrentamos en la vida de fe nos ayudará, por la gracia de
Dios, a avanzar en nuestro peregrinaje hacia la madurez
cristiana.
1.El mundo:
¿Qué es exactamente el mundo (en griego, “kosmos”),
desde una perspectiva bíblica? Richard Lovelace nos ofrece una
excelente ayuda para entender el significado de este término. En
su libro Dynamics of Spiritual Life (Dinámicas de la vida
espiritual) Lovelace señala:
“Cuando la palabra ‘mundo’ se usa en sentido negativo en
la Escritura, se refiere al sistema total de la carne corporativa
operando en la tierra bajo el control satánico, con todos sus
incentivos de recompensa e impedimentos de pérdida, sus patrones
característicos de conducta, sus estructuras anticristianas, y sus
métodos, objetivos e ideologías… El ‘mundo’ incluye muchas formas
y agencias del mal que son difíciles de discernir y de enfrentar si se
hace sólo sobre la base de una perspectiva individualista del
pecado. En este concepto existen sistemas sociales, económicos y
políticos deshumanizantes; operaciones comerciales, y políticas
exteriores basadas en intereses locales a costa del bienestar
general del ser humano; y el pecado institucionalizado y
culturalmente generalizado, tal como el racismo. Como la bestia de
varias cabezas de Apocalipsis 13, el mundo es secretamente
compatible con y operativo dentro de sistemas que son
aparentemente antitéticos, tales como el capitalismo y el
comunismo. . . se nos manda que nos separemos cuanto más sea
posible del ámbito de influencia inmundo de la carne
corporativa de este planeta; que rompamos con nuestra
conformidad a sus ideologías características, sus métodos y
motivaciones; y que hablemos y actuemos proféticamente
contra su injusticia y su impedimento a la completa liberación
humana” (Dynamics of Spiritual Life, Richard Lovelace, págs. 93-
94).
de Dios. Este sistema representa un consenso del mundo y 94 de la cultura
que continuamente se enfrenta al evangelio e intenta socavar el mismo
corazón de éste. Podríamos pensar del mundo en su connotación
negativa como una atmósfera ácida y contaminada en la que la
Iglesia tiene que vivir en el tiempo presente. O, para cambiar la
metáfora, es un virus infeccioso que debemos filtrar y sacar continuamente
de nuestro riego sanguíneo espiritual.
 Jesús tiene mucho que decir sobre el “mundo”. Nos
advierte que de él vamos a tener oposición y odio. “Si el mundo os
aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a
vosotros.
¿Cómo el mundo moldea poderosamente nuestra
vida y perspectivas?
Parte 1: toma 15 minutos para identificar tres
maneras en que crees que el mundo te ha metido en su
molde (Romanos 12:1-2).
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Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois
del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os
aborrece” (Juan 15:18-19). Poco antes de su traición y crucifixión,
en su oración Jesús pide específicamente que Dios nos deje en el
mundo, pero también que nos proteja y nos llene de su gozo. “Pero
ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo
cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu Palabra; y el mundo los
aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del
mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal” (Juan 17:13-15).
Pablo también se refiere al “mundo”, pero lo compara con
un tornillo, el cual intenta aprisionar al cristiano en un molde
extraño. J.B. Phillips por su lado, capta muy bien el sentido de las
palabras de Pablo: “Que el mundo no os aprisione en su molde”
(Romanos 12:2, traducción del N.T. de Phillips). Pablo exhorta a sus
lectores a que, en cambio, ofrezcan sus cuerpos como “sacrificio
vivo” y a que sean “transformados por la renovación” de su
mente.
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Parte 2: piensa sobre la cultura donde naciste o
 donde ahora ejerces tu ministerio. ¿Cómo refleja ésta “la
carne corporativa” del mundo en oposición a Dios? Escribe
cinco ejemplos.
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bacteria. Richard Lovelace define nuestra naturaleza caída como
“la personalidad humana caída apartada de la influencia y
control del Espíritu Santo” y afirma que “la tendencia
David Fraser
2.La carne:
La palabra comúnmente empleada en el Nuevo
Testamento para referirse a la “carne” es el término griego
“sarx”. Éste tiene varios significados interesantes. El erudito del
Nuevo Testamento, F.F. Bruce indica que “sarx” puede referirse a
nuestra “carne natural (Romanos 2:28), nuestra descendencia
humana natural o filial (Romanos 1:3, 4:1, 9:3), o la humanidad
como tal (Romanos 3:20)” (Tyndale New Testament
Commentaries, Romans -Comentario del Nuevo Testamento
de Tyndale sobre Romanos, F.F. Bruce, p. 42). Cuando se
refiere a la naturaleza humana, “sarx” tiene varias
connotaciones neutrales o negativas. Por ejemplo, Pablo
emplea “sarx” neutralmente para referirse a la humanidad de
Jesús, la naturaleza humana que Cristo comparte con todos los
seres humanos. Bruce escribe: “Cristo vino en carne verdadera,
pero no en ‘carne pecaminosa’; el pecado no encontró lugar en
su vida. Por tanto, se dice que él vino ‘en semejanza de carne de
pecado’ (Romanos 8:3)” (Tyndale New Testament Commentaries,
Romans, F.F. Bruce, p.
43).
Pablo usa “sarx” también de una manera negativa para
describir la debilidad de la inteligencia humana en Romanos 6:19 y
Romanos 8:3, un versículo recién mencionado, Pablo comenta de la
ineficacia de la ley para producir justicia, porque es “débil por la
carne” o “la naturaleza pecaminosa”, que Bruce define como “la
naturaleza humana frágil” (Tyndale New Testament
Commentaries, Romans, F.F. Bruce, p. 43).
El apóstol también se refiere a su carne como una
inclinación pecaminosa, una disposición, o propensión a pecar que
ha heredado de Adán. En este sentido particular, Bruce explica
detalladamente los siguientes aspectos de “sarx”:
A. No hay nada bueno en ella: “Y yo sé que en
mí, esto es, en mi carne, no mora el bien” (Romanos 7:18).
B. Pablo todavía tiene que luchar con la “carne”,
aunque está siendo “progresivamente discapacitada” (Bruce, p. 43)
y de hecho crucificada con Cristo. “Sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo de
pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”
(Romanos 6:6, véase también Gálatas 5:24). ¿Cómo es que todavía
tenemos que luchar con la “carne”, si ha sido crucificada con Cristo?
Bruce lo explica de esta manera:
“Esta aparente paradoja es una de las que repetidamente
encontramos en los escritos paulinos, donde a los creyentes se les
ordena vez tras vez ser lo que son -ser en la práctica lo que
de hecho son; esto es, miembros de Cristo. Así que, se dice de ellos
que se han ‘despojado del viejo hombre con sus hechos’ y ‘revestido
del nuevo’ (Colosenses iii. 9f.), mientras que en otro lugar se les
exhorta a ‘despojarse del… viejo hombre’ y a ‘revestirse del nuevo
hombre’ (Efesios iv. 22,24)” (Ibid, F.F. Bruce, p. 44).
Así que, nuestra naturaleza caída no es nuestro cuerpo;
sino que “sarx” en su connotación negativa, es la
personalidad humana caída que usa el cuerpo como
su casa, de manera similar a como lo haría un virus o
una
característica de la carne es la independencia de Dios, su verdad y
voluntad; como si [el ser humano] fuera Dios” (Dynamics of Spiritual
Life, Lovelace págs. 89-90). Lutero creía que la principal característica de
96
la carne era la incredulidad; mientras que Agustín veía que
“sarx” posee dos manifestaciones centrales: la auto-exaltación y
la auto-indulgencia.
Tanto Agustín como Lutero empleaban una frase útil del
latín en su análisis de “sarx”. Ellos se referían al yo caído como
“incurvatus in se” -drásticamente contorsionado, o “encorvado
en sí mismo”- y en dirección opuesta a Dios. ¿Por qué? Piensa
en la historia de la caída del hombre. Dios había mandado a
Adán y Eva que no comieran del árbol del conocimiento del bien
y del mal (Génesis 2:17). La tentación de la serpiente se enfocaba
específicamente en la fiabilidad o fidelidad de Dios. ¿Realmente
podemos creer en Dios? ¿No tendrá Dios motivos ulteriores al
mandarnos esto? “Sino que sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal” (Génesis 3:5). ¿Pueden Adán y Eva confiar en un
Dios tan astuto? ¿Pueden creer en un Dios tan engañoso?
Tristemente, no. Adán y Eva escogieron confiar en sí
mismos, desconfiar de Dios y desobedecer el mandamiento. Se
apartaron de Dios y se pusieron a sí mismos en el centro de su
universo. Su percepción, juicios y deseos llegarían a ser su punto
de referencia central para determinar el bien y el mal. Como
hemos visto, la Escritura insiste que la inclinación fundamental
de la humanidad a confiar en sí misma y no en Dios es un
fenómeno universal. Todos queremos estar en el centro del
universo y ser el centro de atención. Todos queremos ser Dios.
Esta tendencia a pecar, profundamente enraizada, se
manifiesta en un trágico catálogo de horrores: sensualidad,
idolatría, hechicería, odio, celos, división, envidia y homicidio
(véanse Gálatas 5:19-21 y Colosenses 3:5-9). No todos somos
igualmente atraídos a cada una de estas manifestaciones
específicas de nuestra naturaleza caída, pero las personas tienen
diferentes tendencias, según la combinación de su genética, el
entorno, tipo de personalidad, diversas experiencias y hábitos
adquiridos. Algunos luchan con la lujuria y otros con la avaricia,
la pereza, o la autocompasión.
A veces nos damos cuenta de nuestras faltas, pero a
menudo somos inconscientes de nuestra devastación interior.
Fácilmente reconocemos los errores de otros, pero fallamos en ver
los propios. Jesús pregunta, “¿Por qué miras la paja que está en
el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu
propio ojo?” (Mateo 7:3). Si una de las principales características
de la “carne” en su condición caída es encorvarse en sí misma
(incurvatus in se), poner torcidamente al individuo aislado
en el centro del universo como rey o reina, entonces seguramente
las actividades centrales de la vida espiritual -actividades
practicadas constantemente por Jesús y por Pablo- han sido
diseñadas para ayudar al discípulo a invertir tal tendencia. ¿Cómo?
Como lo dice Willard, “Por medio de actividades y estilos de vida
que entrenen toda su personalidad para depender en el Cristo
resucitado, como él mismo se entrenó para depender de su
Padre” (The Spirit of the Disciplines, Dallas Willard, p. 106).
Menciona tres patrones de hábito negativos de tu naturaleza
caída
97 con los cuales te gustaría romper. ¿Cuáles son los
tres hábitos positivos que te gustaría desarrollar en su
lugar a lo largo de este año siguiente?
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De hecho, el propósito de este curso es enfrentar al
estudiante con tales actividades y con la dinámica sobre la que
se fundamentan. En la siguiente página, te pedimos que anotes
tus reflexiones sobre la función que tiene la “carne” y sus
dinámicas en tu vida.
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Hábitos de la “carne” enraizados en nuestro interior:
El propósito de este ejercicio es reorientar las
tendencias o hábitos de nuestra naturaleza humana. Pablo nos
manda a “despojarnos de nuestra vieja naturaleza” y a
“revestirnos de la nueva”. Por tanto, te pedimos que pienses
lo más concretamente posible en lo que esto significa.
¿Cómo podemos despojarnos de nuestro viejo yo y
revestirnos de Cristo y su naturaleza? Una forma de
responder a esta pregunta es identificando ciertos patrones
y hábitos, es decir, formas repetidas de acción, ciertas
conductas o actitudes.
¿Cómo podemos hacer morir los patrones negativos y
desarrollar patrones positivos en su lugar?
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David Fraser
3.El diablo:
Pablo es muy claro en insistir que existe un mal personal y
sobrenatural; este mal es Satanás y el mundo demoniaco, y está en
oposición a los propósitos de Cristo y de la extensión del Reino
de Dios. “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes” (Efesios 6:12). También Pedro nos habla de la
resistencia de Satanás y recomienda la disciplina espiritual y la
vigilancia como protección efectiva: “Sed sobrios, y velad; porque
vuestro adversario el diablo como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes…” (1ª Pedro 5:8-
9a).
Richard Lovelace presenta el mundo demoniaco como
un poder de ocupación en alianza con “el mundo” y “la carne”:
“… no hay más contradicción entre la combinación del
mundo, la carne y el diablo para producir la decadencia, que la que
hay en la combinación del stress [sic] ambiental, el agotamiento
físico y la bacteria para producir la enfermedad… Es evidente
que la maldad que naturalmente surge del ser humano puede ser
provocada, moldeada y gobernada por estas fuerzas para cumplir
sus propios objetivos de oposición a la redención. Cada avance del
Reino de Dios conlleva un combate con estos poderes de
ocupación para desalojarlos… entre los cristianos modernos
existe una extraña incapacidad de poder tomar en serio esta
información, y una incomodidad, aun entre los evangélicos, en
cuanto a la atención que
Chris Hall
Al continuar estudiando las dinámicas de la formación
espiritual, seguiremos considerando el trío caído del mundo, la carne y
el diablo. Por ejemplo, ¿cómo distorsiona nuestra naturaleza caída el
se le presta. Me parece que esta renuencia no se debe a que el tema
sea trivial, mórbido, o peligroso; sino a que estas fuerzas tienen acceso
a nuestras mentes, y son tan eficientes en cegarnos a su presencia
como lo son en velar el evangelio al mundo (véase 2ª Corintios 4:4)”
(Dynamics of Spiritual Life, Richard Lovelace, págs. 70-71).
El poder del maligno:
Identifica tres aspectos de lo demoniaco en tu cultura
o tu experiencia personal. ¿En qué áreas ves al diablo y
sus aliados obrando activamente -áreas donde los
cristianos deben resistirle vigorosamente en la humildad
de nuestra propia debilidad y por el poder del Espíritu-?
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entendimiento de quiénes somos, nuestro sentido de vocación y nuestra
disposición a confiar en que Dios suple lo que necesitamos para cumplir
dicha vocación? Trataremos con estas preguntas en el siguiente módulo.
98
Por ahora, consideremos cuáles son los obstáculos específicos
que enfrentamos, es decir, los efectos específicos que producen el
mundo, la carne y el diablo en nuestra vida:
A.La pereza en nuestra vida espiritual:
En esta sección, te pedimos que examines atentamente las
palabras de Dallas Willard; las encontrarás a continuación. Willard
nos advierte contra el engaño de que el crecimiento espiritual
sucede sin esfuerzo.
El crecimiento espiritual como un producto del
trabajo duro:
“En estos días, encontramos a alguien en cada esquina
que ofrece la sabiduría y la bondad en términos fáciles; pero
esto no es lo que la historia y la experiencia nos enseñan. Tal
sabiduría instantánea es sólo una expresión más de nuestra
moderna ideología hedonista, que es alimentada por nuestro
derecho constitucional a la felicidad. Pensamos que la virtud
debería ser fácil de conseguir. Pero, al contrario, la experiencia
enseña que casi todas las cosas valiosas en la vida son difíciles
de conseguir al principio, y que el bien que queremos no lo
alcanzamos en seguida, para que por el mismo proceso seamos
fortalecidos, y para que tengamos ese bien cuando más lo
necesitamos.
Pensemos en todos los proyectos y resoluciones
que comenzamos y que nunca terminamos. Empezar es fácil;
llevarlo a cabo es difícil. Pocas personas llegan muy lejos en
la mayoría de sus actividades, aun en aquellas en las que anhelan
sobresalir. Esto es muy cierto en campos como las artes y
los deportes; pero igualmente en actividades tales como la
comunicación con otros, ganar dinero, dirigir la actividad de
un grupo, o cuidar abejas. Y nosotros no quedamos exentos
de esta regla cuando venimos al Reino de la gracia. Así que,
no podemos hacer otra cosa que aceptar este hecho
psicológico de la personalidad humana y reconocer que la
rigurosidad a que la excelencia obliga es la única manera en
que podemos, como manda Pablo, ‘limpiarnos’ para ser
‘instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto
para toda buena obra’ (2ª Timoteo 2:21). Esto es lo que
debemos aceptar y a lo que debemos someternos,
sabiendo que los rigores de la disciplina con seguridad nos
conducen al yugo fácil y al pleno gozo de Cristo” (The Spirit
of the Disciplines,Willard, p. 121).
Chris Hall
La mayoría de los líderes cristianos reconocerán
inmediatamente la verdad de las palabras de Willard. Pocos hemos
obtenido nuestra posición actual cultivando la pereza en
nuestras vidas. Sin embargo, puede ser que estemos usando como
cortina de humo nuestros hábitos de trabajo disciplinado y nuestra
ocupación, incluso sin darnos cuenta, para esconder nuestra
pereza en tratar
99
con ciertos aspectos fundamentales de nuestra vida. Por ejemplo,
¿estoy evitando la relación con mi esposa y mis hijos bajo la excusa
del ministerio? ¿Me estoy escondiendo del dolor de enfrentar mi
naturaleza egocéntrica -claramente vista en la privacidad de mi
hogar- viajando mucho, estudiando, escribiendo, enseñando u
ocupándome de otras responsabilidades?
B. La lucha con el desánimo:
Si fallamos en entender adecuadamente los rigores
inherentes y la dificultad del crecimiento espiritual y del cambio,
fácilmente nos desanimaremos. ¿Cuál es el remedio? Trabajar para
desarrollar una perspectiva personal saludable. El desánimo puede
estar relacionado con el orgullo y el auto-engaño. ¿Te has dicho a ti
mismo después de cometer un pecado:“Yo no soy así. No puedo
creer que sea así”? Se da un gran paso hacia la sanidad cuando, en
vez de esta actitud, admitimos: “Es exactamente así como soy. Y
aparte de la gracia de Cristo, me encanta serlo”.
Otras cosas que pueden generar desánimo en los
líderes cristianos son: La falta de tiempo (¿Siento como que me he
vuelto indispensable?-esto evidencia una actitud de control),
también las comparaciones envidiosas con otros ministerios,
conflictos por falta de integridad (recaudación de fondos, asuntos
que tienen que ver con nuestra forma de vivir), y la falta de apoyo
de una comunidad (donde recibo aceptación y rindo cuentas por mi
vida; en vez de un lugar donde me siento atrapado en un ambiente
legalista y de juicio).
Activismo y desánimo:
¿De qué formas estás permitiendo que “la tiranía de
lo urgente”, las exigencias rápidas y constantes del ministerio,
te impidan tratar con asuntos más cruciales de tu familia o vida
personal? ¿Se ha convertido el activismo en una máscara que
esconde la pereza en tu vida?
¿Y qué sobre el desánimo?: ¿cuándo suelo
desanimarme?, ¿hay ciertos eventos, actitudes, reacciones
específicas que provocan desánimo en mi vida?
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 Preguntas para tu diario personal:
Las siguientes preguntas, tomadas de Devocionales Clásicos, te pueden ser muy útiles para continuar reflexionando en lo que
Dios te está diciendo:

1.Pascal cree que hemos sido creados en gloria, inocencia y perfección, pero que caimos en la presunción, deseando
hacer de nosotros el centro, y obrar sin la ayuda de Dios e intentando encontrar la felicidad en nosotros mismos.
¿Cómo trata con la tendencia a colocarse en el centro y ser independiente de Dios para encontrar en usted la felicidad?
(p. 204).
2.“Obsérvate, y ve si no encuentras las características vivas de estas dos naturalezas”, dice Pascal. ¿En qué áreas puedes
ver tanto tu grandeza como tu miseria, lo puro y lo impuro, lo noble y lo vil? (p. 205).
3.Agustín dice que se sentía como “una casa dividida”, desgarrado entre dos deseos contrapuestos. ¿Ha tenido usted alguna
vez esta experiencia? Descríbela (p. 70).
4.“Una fuerza poderosa que obra contra nuestra unidad interior”, escribe Agustín “es que estamos oprimidos bajo el peso
de la costumbre”. ¿Qué papel han jugado sus costumbres en el conflicto para lograr un pleno compromiso con Dios? (p.
71).
5.Agustín escribe sobre los murmullos de sus viejas costumbres y afectos, y cómo intentaron persuadirlo, hasta que, a

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100
Tu proyecto
para este módulo

Cuando hayas terminado todas las lecturas asignadas y los ejercicios de la disciplina de este módulo, responde a las
siguientes preguntas:

Usando dos hojas, responde a las preguntas de reflexión 1 y 2, de la página 302 de Devocionales Clásicos, que a continuación
transcribimos:

“Después de su éxito temprano como comerciante, John Woolman decidió no continuar extendiendo sus negocios
porque estos distraían mucha de la energía y atención que debía a Dios. Por esta razón, se volvió a una vida más tranquila como
sastre y hortelano. ¿Qué acciones podrían [ayudarte] a ‘poner toda [tu]atención a la voz del Verdadero Pastor’ en medio de la
actividad de tu vocación?

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101
 “¿De cuántas maneras, obvias y sutiles, los sentimientos de los demás te impiden seguir el camino de Dios? ¿Cómo puede
la humildad volverse salud y seguridad para [ti]?”.

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102
Disciplina enfocada en este módulo:
el ayuno
Antes de tratar directamente el tema del ayuno, una
disciplina que tiene relación directa con el cuerpo humano,
veamos un comentario muy apropiado en este punto de
Dallas Willard, sobre la relación entre el cuerpo y la
formación espiritual:
“La redención, según se presenta en el Nuevo
Testamento, es comprensible sólo cuando se coloca en su
relación debida con la naturaleza humana en un cuerpo y con
los propósitos de Dios cuando nos creó, lo cual no podría ser
de otra manera. En la creación, Dios puso en el organismo
del cuerpo humano las habilidades necesarias para servir
como el vehículo de nuestra vocación… Nuestros cuerpos
han sido diseñados dentro de unas características específicas, y
han sido dotados con sus propias habilidades y tendencias
formadas a través de nuestras experiencias vividas, incluidas
aquellas en las que voluntariamente hemos participado…
En la regeneración, y por medio de la aplicación de su
Palabra vivificante, Dios renueva nuestra capacidad original
para poder tener una interacción con él. Pero la esencia de
nuestro cuerpo sólo será transformada totalmente por
acciones y eventos en los que busquemos participar de forma
regular…”. En este sentido, ¿cuál es la función específica de las
disciplinas espirituales? Su función es la de moldear y formar la
naturaleza del yo en el cuerpo humano. La parte que
tenemos en nuestra redención es realizar actividades
específicas y apropiadas que nos lleven a ‘ceder’ la sustancia
plástica de la que estamos compuestos a las formas de esa
nueva vida que se nos ha impartido por el ‘Espíritu
vivificante’” (The Spirit of the Disciplines, -El espíritu de las
disciplinas- Willard, págs. 91-92; el subrayado es mío).
¿De qué manera ayuda la disciplina del ayuno a
moldear y transformar el yo humano? La Escritura
describe diferentes situaciones y ocasiones cuando Israel
como nación ayunó. Por ejemplo, ayunaban durante
tiempos de crisis nacional. Ester, poco antes de intervenir a
favor de su pueblo, pidió a todos los judíos que estaban con
ella en Susa que ayunaran.
“Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo:Ve y reúne a
todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis
ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas
ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea
conforme a la ley; y si perezco, que perezca” (Ester 4:15-16).
A menudo la oración se unía con el ayuno.
Cuando Nehemías en Babilonia escucha que los muros de
Jerusalén están en ruinas, se lamenta, ayuna y ora.
En cada uno de estos cinco pasajes del Antiguo
Testamento, reconocemos varios temas comunes: Israel pide
que Dios intervenga, proteja, libere y restaure. En cada caso,
hace ayuno al parecer, como señal de la gran seriedad de la
103
situación y el ferviente deseo de Israel de ver a Dios actuar.
“Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la
cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el
muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.
Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por
algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”
(Nehemías 1:3-4).
Estos dos pasajes vinculan al ayuno con el fuerte
deseo de ver a Dios intervenir, proteger y restaurar el
bienestar de Israel. De la misma forma Esdras ora y ayuna
pidiendo protección al emprender el largo viaje desde
Babilonia a Israel.
“Y publiqué ayuno allí junto al Río Ahava, para afligirnos
delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para
nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes.
Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo
que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos
hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien
sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra
todos los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a
nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esdras 8:21-23).
El rey Josafat llama a Israel a ayunar cuando enfrenta
un conflicto militar inminente:
“Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab
y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra
Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat,
diciendo: contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar,
y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.
Entonces él tuvo temor, y Josafat humilló su rostro para consultar
a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.Y se reunieron los
de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas la
ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová” (2ª Crónicas
20:1-4).
El profeta Joel llama a Israel a ayunar como señal de
confesión y arrepentimiento por su gran apostasía.
“Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del
altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada
es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad
ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a
todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro
Dios, y clamad a Jehová” (Joel 1:13-14; véanse también Joel
2:12; Jonás 3:5).
Esto quiere decir que para ellos no había nada más
importante que la situación que enfrentaban en ese
momento. La actividad normal no podía continuar igual. La
rutina diaria era interrumpida. Aun las necesidades básicas de
comer y beber se dejaban de lado como señal ante Dios de
 que Israel estaba en un gran peligro y sólo podía ser salvado
si Dios actuaba a su favor. “Señor -decían las peticiones-
tómanos en serio. Sin ti no tenemos esperanza. Si nos dejas
solos, estamos perdidos. Actúa a nuestro favor. Perdona
nuestras transgresiones. Realmente queremos cambiar”.
En el Nuevo Testamento encontramos a personas y
grupos ayunando en preparación para periodos intensos de
ministerio y prueba. En otras ocasiones, las personas
ayunaban y oraban para discernir la voluntad de Dios en una
situación particular. Jesús ayunó por cuarenta días en el
desierto antes de su confrontación con el diablo (Lucas 4:1-
2). Jesús explicó a los discípulos que ciertos actos de
ministerio requieren una ardua preparación. Habiendo fallado
ellos en su intento de echar fuera el demonio de un
muchacho, Jesús les dice que “este género con nada puede salir,
sino con oración y ayuno” (Marcos 9:29). La profetisa Ana
adoraba en el templo “con ayunos y oraciones de noche y de
día” (Lucas 2:36-38) y una de las pocas personas en
reconocer al Mesías cuando apareció fue ella.
Fue mientras ayunaban, adoraban y oraban que la
iglesia en Antioquía discernió que Bernabé y Pablo debían ser
apartados para la misión a los gentiles (Hechos 13:2). En
estos diferentes ejemplos, vemos que el ayuno conlleva
renunciar a algo, normalmente a la comida, por el bien de un
mayor beneficio o necesidad. Foster escribe:
“La idea central del ayuno es la negación voluntaria
de lo que de otra manera sería una función normal, con el
propósito de realizar una actividad espiritual intensa. No hay
nada malo en estas funciones normales de la vida;
simplemente sucede que hay momentos en que las ponemos
a un lado para concentrarnos” (Study Guide for Celebration
of Discipline -Guía de estudio de alabanza a la disciplina, Foster, p.
40).
El ayuno también puede servir como un instrumento
usado por Dios para ayudarnos a aprender sobre nosotros
mismos y para despojarnos de diversas capas de auto-engaño.
Yo personalmente podría engañarme a mí mismo, viéndome
como un hombre paciente, sabio y sensible. Es fácil
mantenerme en mi auto-engaño hasta el momento en que no
consiga lo que quiero y como lo quiero. Por ejemplo,
normalmente cuando tengo hambre, consumo un alimento
pues la sensación de hambre me envía una señal de
incomodidad, a la que yo respondo rápidamente para luego
“¡He visto a personas dejar de orar para responder
al teléfono! Quiero contarte un secreto: De ninguna
manera estás obligado a responder ese aparato cada vez que
suena. En mi casa, no respondemos el teléfono cuando
estamos comiendo o cuando estoy leyendo una historia a mis
continuar con mi ciclo normal de actividades. El ayuno rompe
este ciclo de incomodidad-respuesta. No recibo lo que deseo
según mi horario, sino que permanezco con hambre.
Podría mentir y decir que ese tiempo que
normalmente usaría para comer lo uso para actividades más
dignas, como la oración o el estudio bíblico. Pero rara vez es
éste el caso; el patrón más normal que surge en mí es el de la
impaciencia y de la irritación. Los pequeños problemas se
vuelven grandes dificultades. La sensibilidad se convierte en
insensibilidad, la irritación en ira, el auto-sacrificio en
introspección. “¿Señor, realmente soy así?”. Tristemente
dejado a mi propia suerte, sí, soy así. El ayuno normalmente
funciona como un imán divino en mi vida. Hace surgir
debilidades a la superficie, las cuales si por mí fuera escondería
bajo capas de comida, amigos, distracciones, entretenimiento,
libros, etc. El ayuno además, me muestra aquello en lo que
realmente me apoyo para obtener felicidad y paz mental. Me
muestra dónde soy débil, con el propósito de fortalecerme.
Es una herramienta clave que Dios usa en mi vida, y en la vida de
muchos, para desarrollar el dominio propio y reprender mi
deseo constante de auto-gratificación inmediata.
Foster sugiere varios ejercicios muy útiles que nos
ayudan a aprender por medio de la disciplina del ayuno.
Recordemos que el ayuno puede (y quizás debería) incluir
más que simplemente la comida. Por ejemplo, algunos de
nosotros estamos atrapados por nuestra necesidad de
amistad. Como lo dice Foster: “Devoramos personas. Por
tanto, debemos aprender a ayunar de la compañía de otros;
no porque seamos antisociales, sino precisamente porque
los amamos intensamente, y cuando estemos con ellos
queremos poder hacerles bien y no mal” (Ob. Cit., Foster, p.
40).
Otros debemos ayunar de los medios de
comunicación. ¿Se ha disminuido nuestra capacidad de
concentración por causa de las constantes interrupciones de
la televisión, radio o prensa? Foster nos dice que hay “un
tiempo para los medios de comunicación, pero también hay
un tiempo para estar sin ellos. Mandamos a nuestros hijos a
un campamento de verano, y regresan emocionados,
diciendo: ‘¡Dios me habló!’ Lo que pasó en el campamento
fue sencillamente que se apartaron de las diferentes
distracciones por el tiempo suficiente como para poder
concentrarse. Nosotros podemos hacer lo mismo aun en
el curso de nuestros días normales” (Ob. Cit., Foster, p. 41).
Quizás algunos seamos llamados a ayunar chocolate,
gaseosas, alcohol o música. Foster sugiere que debemos
ayunar de cualquier cosa o persona que sentimos que tiene
un grado exagerado o inapropiado de control 104 sobre
nosotros, incluidos el teléfono y la publicidad.
Él pregunta:“¿Por qué permitimos que el teléfono
sea un tirano en nuestra vida?” Y “¿cuál es la actitud que
estamos comunicando con esto?”
hijos, porque quiero que ellos entiendan que son más importantes
que una llamada telefónica. También es una terrible ofensa
interrumpir una conversación importante sólo para responder a una
máquina” (Study Guide for Celebration of Discipline, Foster, p. 41).
 Al mirar las vallas publicitarias, ¿qué vemos? Un
ayuno de esta publicidad podría significar que continuamos
viendo los anuncios, pero desde una perspectiva diferente:
“Cuando seamos bombardeados con imágenes
gigantes de mujeres sensuales y bebés regordetes, quizás
provocará en nuestras mentes la imagen de otro mundo, el
mundo en el que cuatrocientos sesenta millones de personas
son víctimas de un hambre severa (diez mil de los cuales
habrán muerto mañana por esta hora), un mundo en el que
un millón de acaparadores en Indiana tienen una vivienda
superior a la de mil millones de personas en este planeta”
(Ibid, Foster, págs. 41-42).
Finalmente, Foster menciona la necesidad de ayunar
ocasionalmente de la influencia de nuestra sociedad
orientada al consumismo, de “nuestra cultura de
consumismo y glotonería”.
“Por amor a nuestras almas, necesitamos momentos
para mezclarnos con los favoritos de Cristo: los
quebrantados, heridos, desposeídos—no para predicarles,
sino para aprender de ellos. Por amor a nuestro propio
equilibrio, nuestra sanidad, necesitamos momentos para
relacionarnos con aquellos quienes -según Mahatma Gandhi-
viven en ‘un eterno ayuno obligado’” (Ob. Cit., Foster, p. 42).
En el gimnasio: comienza a experimentar esta disciplina
empezando con un ayuno corto de veinticuatro horas. Ayuna la
cena y el desayuno. Escribe tus reacciones en el diario.
Ejercicio para tu diario personal:
¿El ayuno te ha resultado más fácil o más difícil de
lo que te imaginabas? ¿Cuáles conflictos interiores salen a
la superficie, o qué faltas de personalidad encubiertas se
manifiestan? Intenta un ayuno de otras influencias. Foster
sugiere ayunar de los medios de comunicación por una
semana y, al mismo tiempo, observar cuidadosamente lo que
aprendes acerca de ti mismo. Según ayunas, ofrece tus
debilidades al Señor.
¿Hasta qué punto somos controlados por la
necesidad de más, más y más? ¿Cómo podemos liberarnos de
la carne corporativa de nuestro entorno, que anuncia a
bombo y platillo la autorrealización y seguridad personal en
notas de auto-indulgencia y egoísmo? ¿Existe una manera más
sabia de vivir y de pensar, un estilo de vida que se
corresponda mejor con la perspectiva de peregrinos en
camino hacia el hogar? Estas preguntas también se hacen
en la disciplina de la simplicidad, con la cual trataremos en
el módulo 9.

105
106
 Asociados Internacionales por el Desarrollo

La misión de Asociados Internacionales por el Desarrollo es ayudar a

mejorar la efectividad y la integridad de líderes cristianos en todo el mundo, y
capacitarlos para cumplir su función en la extensión del Reino de Dios y en el
cumplimiento de la tarea de la evangelización mundial. Esto lo hacemos
proveyendo programas de desarrollo de liderazgo, asesoría en la dirección y
apoyo de proyectos.

Dr. James F. Engel, Presidente

Reuben Ezemadu, Presidente de la Junta Consultiva Internacional
Jane D. Overstreet, Director para Norteamérica
Dr. David A. Fraser, Director
Scott Morey, Director

Todos los materiales y artículos de este manual

han sido reproducidos con el debido permiso
de los autores y/o del editor.

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 Declaración de Misión

VISIÓN MUNDIAL es una confraternidad internacional de

cristianos cuya misión es Seguir a Jesucristo, nuestro
Señor y Salvador trabajando con los pobres y oprimidos
para promover la transformación humana, buscar la justicia
y testificar de las buenas nuevas del Reino de Dios.

Procuramos cumplir esta misión por medio de

un compromiso integral e integrado
con:

Un desarrollo transformador sostenible

basado en la comunidad, con atención especial a la
problemática de la niñez;

Ayuda en situaciones de emergencia

para socorrer a las personas afectadas por
conflictos o desastres;

La promoción de la justicia
que busque el cambio de las estructuras injustas
que oprimen a los pobres con quienes trabajamos;

Iniciativas estratégicas
que apoyen a la iglesia en el cumplimiento de su misión;

La concientización del público

para que comprenda la problemática de la pobreza, lo cual
conduzca a compartir recursos, comprometerse y orar;

El testimonio de
Jesucristo por medio de la vida, hechos, palabras
y señales que estimulen a las personas a responder
al evangelio.

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 Publicado por:
Visión Mundial
Oficina para América Latina y El Caribe,
Departamento de Compromiso Cristiano
San José, Costa Rica

Dirección de la publicación en español:

Harold Segura y
María Alejandra Andrade

Diseño y producción:
Fernando Otárola y
Carlos Valerín

Edición:
Elizabeth Corrales

Impresión:
Imprenta

Departamento de Compromiso Cristiano

Visión Mundial para América Latina y el Caribe
Telefax: (506) 257 5151
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