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LAS LEYES
DE LA
GUERRA
ESPIRITUAL
Centro Cristiano Dios Es Mi Fuerza
Dirección: Pérez Bulnes 771 – B° Lucchetti Villa Rosa (Pilar) R.N.C N° 2861.
Matrícula 27.834 Bs. As. ARGENTINA. Tel.0230 451-9271. Cel. 011 15 3144-3228 -
Pr. Presidente Eduardo Alberto Gallo.
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III
Efesios 6 (los primeros versículos) nos habla de relaciones, relaciones y relaciones.
La relación entre esposos, es más antigua que nosotros mismos. Usted y yo no tenemos
la autoridad de cambiar la Ley de Dios.
Siempre ha estado en la mente de Satanás pervertir los caminos de Dios, pervertir los
caminos del Señor.
Cuando Dios hizo a la humanidad, el primer género que Dios hizo es el masculino
¿Por qué la gente habla de la madre naturaleza, de la madre tierra, si todo lo hizo Dios?
El hombre quiere cambiar todos los órdenes y la Ley de Dios, ¿Por qué? Porque quiere
hacer todo a su manera; y ésta es una de las cosas que nosotros tenemos que ver en
nuestra vida. Podemos tener poder de decisión, pero la Palabra de Dios es absoluta; y
nosotros no debemos desviarnos de la Palabra de Dios; más allá de nuestros deseos, de
nuestros gustos (que pueden ser buenos), pero la palabra de Dios es perfecta.
Ahora, yo debo elegir entre hacer mi voluntad (que puede estar influenciada por mis
deseos, o puede estar influenciada por el enemigo), o puedo hacer la voluntad de Dios;
sometiendo mi voluntad a la voluntad de Dios. Yo soy el que al final elige.
Lo que nosotros llamamos guerra, comienza con alguien que quiere hacer las cosas a su
manera. Eso no es el diablo, eso no es otra cosa (y escuche bien esta definición que le
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voy a dar) que nuestra carne, que no está crucificada. La persona tiene la habilidad de
batallar con eso. Si yo le dijera a usted, por ejemplo, que puedo orar por usted, pero no
puedo crucificar su carne; porque esa es una decisión personal. Puedo orar para que
Dios lo sane, pero no puedo crucificar su carne. Puedo orar para que su vida cambie, su
mentalidad, para que en lugar de ser influenciado por los sentidos, ser influenciado por
lo que le rodea, o ser influenciado por las tinieblas, usted sea influenciado por Dios;
pero al fin y al cabo, la última determinación la va a tener usted.
¿Tiene sentido ésto? En verdad, este es el gran problema. Podemos orar por usted, pero
solo usted tiene la autoridad de crucificar su carne.
También, tenemos que entender y creer verdaderamente, que si alguien quiere ser
liberado, entonces es liberado. No hay demonio que se pueda resistir al poder de Dios.
Si alguien quiere ser sanado, es sanado; y si alguien quiere ser prosperado, es
prosperado.
Sepa ésto, ¿por qué? porque ya la voluntad de la persona está rendida; su carne está
crucificada. Por eso cuando algo no sale, es que estamos luchando con una carne no
rendida, que no quiere morir.
Entonces tenemos que plantearnos nosotros esta cuestión en nuestra vida personal; no
para juzgar a otro sino para chequear nuestra vida, de porqué las cosas no están saliendo
como la Biblia dice que tendrían que salir. Satanás está derrotado, pero la voluntad
humana no está derrotada. Usted mantiene su poder de elección, usted puede escoger.
El Señor nos dice claramente en su Palabra: “Te he puesto delante la vida y la muerte,
el bien y el mal, la bendición y la maldición, escoge; pero yo te aconsejo que escojas la
vida, para que vivas”. O sea, Dios nos da el consejo; pero al fin y al cabo los que
decidimos somos nosotros.
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Tenemos que entender ésto, que nuestra guerra es diferente a la que tuvo que lidiar
Jesús, ¿Por qué es diferente? Jesús tuvo que luchar con un diablo que era legal, por
causa de Adán; pero la cruz puso a Satanás en un estado ilegal. Fue la cruz la que nos
dio a nosotros la victoria.
Si Jesús pudo echar fuera demonios, cuando estos eran legales, cuánto más la iglesia
tiene autoridad ahora, que los demonios son ilegales. Ahora, que su sangre fue
derramada y declarado su Reino (porque Él dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo
y en la tierra”), nos dio esa potestad y nos dijo: “Vayan y hagan discípulos a todas las
naciones”. Por eso, cuando alguien quiere ser salvo, sano, libre, transformado, próspero;
va a serlo, porque ya crucificó todo en Cristo Jesús.
Usted y yo vamos a luchar con algo en nuestra vida, hasta que tomemos la decisión de
crucificar, rendir eso a la voluntad de Dios.
Lo mismo pasa con las personas; si no se rinden a Dios, y todo el tiempo están pidiendo
oración, consejos, que no siguen, “no pierda más tiempo con ellos”. No es el diablo, es
la persona que quiere hacer lo que bien le parece. Esa es la forma que el diablo quiere
desgastarnos a nosotros, y hacer que dudemos del poder de Dios sobre nuestras vidas.
Cuando realmente, tenemos que discernir que es la persona que no quiere rendirse a la
voluntad de Dios, no quiere crucificar su carne.
Una regla del Reino para la guerra: tenemos que entender que comienza en la rebelión
contra el orden establecido. Usted no puede ganar batallas espirituales en la carne.
Entonces, tenemos que entender que si vamos a hacer guerra con el enemigo, tenemos
que crucificar nuestro yo, nuestra carne, para que ya no viva yo, sino que Cristo viva en
mí.
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En las relaciones uno conoce lo que le gusta al otro, o lo que le hiere; y los que están en
el espíritu tratan de no decir aquello que lastima al otro; a menos, que queramos
provocar alguna reacción en la otra persona.
El diablo siempre quiere reducirnos a un estado emocional; por eso hay creyentes que
no están en su juicio cabal, que no son estables; están siempre en un estado inestable,
como dice la Palabra, arrastrados por todo viento de doctrina. Todo eso es evidencia que
está en la carne; y no en el espíritu, porque éste se rebela contra la voluntad de Dios. Tu
espíritu, mi espíritu no se rebelan contra la voluntad de Dios; la acepta con gozo y
alegría.
Prestemos mucha atención a esto: ¡No podemos ganar batallas espirituales en la carne!
Es más, si estoy en la carne (piense en esto) “Si estoy en la carne, soy cómplice de
rebelión contra los planes perfectos de Dios”. Cómplice, significa que soy partícipe;
estoy ayudando al diablo a que haga su obra, en lugar de hacer la voluntad y la obra de
Dios.
Adán en el Jardín, se hizo cómplice. ¡Si usted se hace cómplice es igual que la persona
que empezó el asunto! El asunto lo empezó la serpiente, Eva se hizo cómplice y también
Adán. Un cómplice es una persona que ayuda a otra a cometer un crimen, un delito o un
ilícito.
Efesios nos habla de relación, relación, relación. Las relaciones tienen que estar
correctas, sino nuestra autoridad estará siempre en juego. Cuando la relación de Adán y
Eva fue incorrecta con Dios, y se hicieron cómplices con el enemigo, su autoridad fue
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puesta a juicio, “fueron echados del Huerto del Edén”, y así empieza la historia de la
humanidad.
El mundo hoy como está, nos damos cuenta que no han crucificado la carne; entonces a
lo bueno lo llaman malo, y a lo malo lo llaman bueno. Y parece ser que a los cristianos,
a los hijos de Dios, nos maltratan, nos dicen que somos retrógrados, anticuados, muy
tradicionalistas; pero nadie puede ser más anticuado que Dios; y nosotros estamos de
acuerdo con Dios. Porque: “Lo que a Dios le agrada, a mí me agrada, y lo que a Dios
le desagrada, a mí también me desagrada”.
Nuestras relaciones tienen que ser correctas, porque podemos sufrir daño o pérdida.
Acuérdese de Adán, de Saúl, de los hijos de Elí. Ellos eran los encargados de estar en
comunión con Dios, eran los encargados de crucificar su carne, de poner cada día la
carne delante del altar; pero decidieron seguir la corriente de este mundo.
que el cielo y la tierra pasarán, pero los que hacemos la voluntad de Dios, vamos a
permanecer para siempre.
Examen https://forms.gle/fDD9vHoJ4pn8JbeK7