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Planificación lingüística

Chapter · December 1998

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Francisco Moreno-Fernandez
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CAPÍTULO 20

PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA

La planificación lingüística y sus componentes

Hablaban la lengua general del Cuzco, conforme a la ley y


edictos de los reyes, que mandaban que todos sus súbditos la su-
piesen y hablasen.
(PEDRO CIEZA DE LEÓN, La crónica
del Perú, 1540-1550)

La lengua griega y latina [...], por aver estado debaxo de arte,


aun que sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en
una uniformidad. Por que si otro tanto en nuestra lengua no se
haze como en aquéllas, en vano vuestros cronistas y estoriado-
res escriven y encomiendan a inmortalidad la memoria de vues-
tros loables hechos, y nosotros tentamos de passar en castellano
las cosas peregrinas y estrañas, pues que aqueste no puede ser
sino negocio de pocos años.
(ANTONIO DE NEBRIJA, Gramática
de la lengua castellana, 1492)

El estudio de la planificación lingüística ha interesado principalmente a los sociólogos


del lenguaje. Quiere esto decir que, desde su nacimiento como corriente de investigación, se
ha sumado al conjunto de disciplinas que conforman la sociología del lenguaje, puesto que
son sociológicos, más que lingüísticos, los criterios que maneja. No obstante conviene dis-
tinguir entre el estudio de la planificación y la planificación misma: si el primero se ha desa-
rrollado desde fechas muy recientes, sobre todo en sus aspectos teóricos, la segunda se ha
practicado, de forma abierta unas veces, velada otras, en todo lugar y época en que una per-
sona o un grupo de ellas han tomado una decisión que haya afectado al vehículo de comuni-
cación de una comunidad. Planificar es preparar un plan destinado a orientar o determinar el
uso de una o más lenguas en una comunidad (Fernández Pérez, 1994).
Dentro de este complejo campo, la lengua y, por tanto, la lingüística tienen una rele-
vancia singular. No contraviene esto a lo dicho sobre la primacía de los intereses socioló-
gicos. La lengua es un fenómeno social y por ello tiene aspectos que han de preocupar a los
sociólogos; pero los sociólogos la atienden, no por ella misma, sino en tanto en cuanto es
parte capital de la organización social.
336 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

Comenzó a hablarse de planificación lingüística, con el sentido más reciente de la de-


nominación, en el año 1959, fecha del trabajo de Einar Haugen titulado «Planificación
para una lengua estándar en la Noruega actual». Desde esa época se han desarrollado dos
concepciones de la planificación: una instrumental (Tauli, 1974) y otra sociolingüística
(Rubin y Jernudd, 1975). En la primera, la lengua es vista como un mero instrumento de
comunicación al que hay que darle la forma objetivamente más sencilla, rentable y prácti-
ca para que esa comunicación sea más eficaz. Desde la concepción sociolingüística se
atiende además a factores como la actitud de los hablantes ante las lenguas o el valor sim-
bólico de éstas, aunque se entre en conflicto eventualmente con la estética y la funcionali-
dad. A pesar de todo, la evolución de esta corriente no ha conocido importantes enfrenta-
mientos entre tendencias opuestas, antes bien su desarrollo se ha producido con la suma de
nuevos elementos, perfeccionando los precedentes. La base a la que se han incorporado
sumandos y sobre la que se han hecho las matizaciones está constituida principalmente por
los trabajos de Einar Haugen (1966).
En términos generales, se distinguen dos formas de planificar, según los objetivos
que se marquen. La primera se denomina determinación lingüística y se aplica a las situa-
ciones que requieren crear o recrear una variedad lingüística (pongamos por caso, la revi-
talización del hebreo en el Estado de Israel) (Uribe, 1972: 59-63). La segunda se conoce
con el nombre de desarrollo lingüístico y se aplica en aquellos casos en los que ya se cuen-
ta con una variedad que funciona como lengua nacional (Ferguson, 1968).
Para la labor de crear una variedad nueva se parte de una selección entre formas lin-
güísticas disponibles. Planificar es predeterminar las selecciones lingüísticas de los ha-
blantes de una comunidad cuando ésta ofrece la posibilidad de utilizar varias modalidades
y se aplica sobre los niveles más formales de las lenguas, especialmente sobre el uso escri-
to, la lectura y los registros más cuidados (Haugen, 1966).
Los objetivos concretos de este tipo de planificación tienen que ver, por un lado, con
la lengua y la lingüística y, por otro, con la sociedad y la sociología. Unos y otros invocan
el concurso de la política lingüística. Teniendo en cuenta esta doble faz (lingüística y so-
cial), Haugen propuso un modelo de planificación con cuatro estadios, dos referidos a lo
social y dos referidos a lo lingüístico. Cuando es necesario dotar a una comunidad de una
variedad nueva o reformada hay que llevar a la práctica la selección, la codificación, la im-
plantación y la elaboración de una lengua (cuadro 20.1).
En la primera fase se selecciona una de las variedades preexistentes en la comunidad
para convertirla en el objeto de la planificación. En Noruega, por ejemplo, donde la lengua
escrita desde el siglo XV había sido el danés y más tarde una variedad noruega de esta len-
gua (danonoruego o bokmål ‘lengua de los libros’), se quiso crear y oficializar una lengua
puramente noruega y se construyó sobre la base de los dialectos del oeste del país: así, el
landmål ‘lengua del país’ se convirtió en nynorsk ‘neo-noruego’.
En la segunda fase de la planificación se procede a la codificación lingüística de la va-

CUADRO 20.1. Fases de la planificación lingüística, según Haugen

Norma Función

Sociedad 1. Selección 3. Implantación


Lengua 2. Codificación 4. Elaboración
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 337

riedad seleccionada, esto es, a la preparación de una gramática, una ortografía y un diccio-
nario. En la tercera fase se ponen los medios para difundir la nueva norma por la comuni-
dad y conferirle el estatus deseado. Finalmente, la variedad se elabora progresivamente
para modernizarla y adecuarla a las necesidades de comunicación, comprobando si se ob-
tienen los resultados previstos en el proyecto.
Más tarde, a las dimensiones de la planificación presentadas por Haugen se añadieron
otras de distinta procedencia, que han servido para mejorar el modelo: el cultivo —pro-
puesta por Neustupnú (1970)—, la evaluación —propuesta por Rubin en 1971— y la
orientación —propuesta por Fishman (1974)—. En cuanto a la evaluación, debe tenerse
en cuenta que la planificación requiere una instrumentación adecuada, así como una revi-
sión, si se pretende que sea efectiva. Al hablar de instrumentación se hace referencia a la
dotación de fondos por parte de organismos oficiales; la evaluación puede hacerse compa-
rando y valorando distintos proyectos; la revisión consiste en la creación de leyes que rati-
fiquen lo conseguido, si es óptimo, o que creen nuevos modelos que permitan obtener me-
jores resultados. Por su parte, la orientación, la finalidad de la planificación, podría ser la
institucionalización (crear una lengua donde no la hay), la ampliación (difundir una len-
gua preexistente) o la sustitución de una lengua por otra.
Reconociendo el valor de estas dimensiones, hay que admitir que una de las aporta-
ciones más significativas al modelo general de la planificación ha sido la realizada por
Heinz Kloss (1969). Este especialista propone llevar la separación entre los aspectos so-
ciales y lingüísticos hasta el extremo de reconocer dos tipos de planificación: la planifica-
ción del corpus y la planificación del estatus. La primera, de larga tradición, trabaja con
cambios en la gramática, la ortografía o el vocabulario de una lengua. La segunda determi-
na la posición social que una lengua ocupa respecto de otras o con relación a los criterios
políticos, sociales o ideológicos de los gobiernos. El modelo de planificación, enriquecido
con estas nuevas dimensiones y conceptos, se resume en el cuadro 20.2. Hasta aquí lo que
se refiere a la creación e implantación de variedades lingüísticas nuevas.
Los fines de la planificación encaminada al desarrollo lingüístico son muy variados
y, en ciertos aspectos, coinciden con los de la determinación. Algunos de estos fines son
de naturaleza lingüística: conservar la pureza de una lengua, regular usos variables, favo-
recer la mezcla de variedades, desarrollar o elaborar terminologías (Cabré, 1993), crear

CUADRO 20.2. Modelo de planificación revisado por Haugen (1983)

Forma Función
(política lingüística) (cultivo de la lengua)

Sociedad 1. Selección 3. Implantación


(planificación (proceso de decisión) (difusión educativa)
del estatus) a) Identificación del problema a) Procedimientos correctores
b) Localización de la norma b) Evaluación

Lengua 2. Codificación 4. Elaboración


(planificación (proceso de estandarización) (desarrollo funcional)
del estatus) a) Ortografía a) Modernización de terminología
b) Gramática b) Desarrollo estilístico
c) Léxico
338 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

códigos con fines específicos; en general, aumentar o restringir los recursos lingüísticos.
Pero, al lado de estas metas, hay otras que tienen que ver con la función que la lengua de-
sempeña dentro de una comunidad: favorecer el aumento o la disminución del número de
hablantes; prestigiar o desprestigiar determinadas variedades lingüísticas.
Si bien los modelos de planificación actuales son bastante completos y se están apli-
cando, con distinta suerte, en numerosos países (Canadá, Bélgica, Noruega, Filipinas, Mé-
xico, España, países árabes), hay una dificultad que no se puede evitar, por minucioso que
sea al proyecto planificador: las lenguas cambian; y las sociedades también, y lo pueden
hacer a velocidades de vértigo. Ningún modelo de planificación es lo suficientemente sóli-
do y ágil para soportar una sucesión de cambios sociales como los que se están conociendo
en muchos rincones de Europa, Asia o África. Cada comunidad exige de la teoría una ca-
pacidad de adaptación y de flexibilidad que constantemente la ponen a prueba y una de-
mostración cotidiana de que se trata de algo eficaz, adecuado y aceptable. De no ser así, el
fracaso del proyecto de planificación está garantizado.
La planificación lingüística llamada de determinación se ha concebido y practicado
en situaciones problemáticas en las que dos o más variedades lingüísticas están en contac-
to. Generalmente esas variedades tienen la categoría de lengua. Los fenómenos y proble-
mas propios de las comunidades monolingües tienen más que ver con el desarrollo lin-
güístico. En este tipo de comunidades es frecuente encontrar hablas dialectales, regionales
o locales al lado de un habla de mayor prestigio a la que podemos denominar normativa,
vinculadas a una misma lengua. En la América hispana, por ejemplo, encontramos situa-
ciones lingüísticas en las que conviven varias lenguas y situaciones monolingües, en las
que se encuentran un habla dialectal y una variedad prestigiosa.
Einar Haugen, en uno de sus primeros trabajos, habló de tres tipos de comunidades,
según las situaciones de comunicación que en ellas fueran más usuales: una comunidad
lingüística primaria existe cuando las diferencias entre los individuos son puramente idio-
lectales; en una comunidad lingüística secundaria se utilizan dos lenguas diferentes, pero
hay inteligibilidad parcial, mientras que en una comunidad lingüística terciaria los ha-
blantes de lenguas distintas no se entienden entre sí, por lo que se hace necesaria la presen-
cia de intérpretes. Un ejemplo de comunidad primaria sería Islandia; de secundaria, el Rei-
no Unido; de terciaria, Suiza. Según Haugen, en las comunidades —o situaciones comuni-
cativas— primarias la planificación es superflua, puesto que no suele haber fallas de co-
municación, aunque habría que saber que son un caldo de cultivo apropiado para el llama-
do desarrollo lingüístico.
Si no perdemos de vista la distinción entre corpus y estatus que planteamos más arri-
ba, parece claro que los planificadores del corpus deben ser los que siempre han sido, des-
de Dionisio de Tracia y Prisciano, hasta Johnson, Webster y Bello, pasando por Nebrija y
Petrus Ramus, esto es, los expertos en la lengua. Pero, además de las iniciativas persona-
les, también han tenido peso —a veces mucho— las propuestas institucionales. No es ne-
cesario recordar con detalles la importancia que han tenido para sus respectivas lenguas
las Academias de la Crusca, la Francesa o la Española, en los cuatro últimos siglos. Más
recientemente, están cumpliendo una función planificadora (del corpus y algo sui generis)
los servicios lingüísticos de las grandes empresas de información, cuyos trabajos se dan a
conocer en forma de libros de estilo.
En cuanto a la planificación del estatus, existen estructuras de gobierno que dejan un
lugar para la planificación en los servicios o direcciones generales de política lingüística,
que son regidos por personas que no tienen necesariamente una formación lingüística. En
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 339

el momento de fijar los objetivos concretos de una planificación del estatus, los responsa-
bles saben que sus decisiones van a repercutir directamente sobre los usos sociales de una
comunidad y que, en consecuencia, pueden enfrentarse con problemas éticos que afectan a
la lengua y a los hablantes (Cobarrubias, 1983). En muchos planes políticos es tanta la im-
portancia que se concede a los intereses de la comunidad, de la nación o de determinados
grupos de esa comunidad o nación que se ignoran, injustamente, los intereses de los indivi-
duos que las forman o de otros grupos, por amplios que sean, planteando una equivalencia
absoluta y falaz entre el bien de los políticos gobernantes, de la comunidad y de los miem-
bros de esa comunidad. La planificación del estatus de una lengua supone una decisión de
naturaleza política, que generalmente sintoniza con las demás acciones políticas de un go-
bierno. Desde este punto de vista, se suele esperar de los gobernantes una conducta respal-
dada en la ética o la moral que los identifica.
Por último, es interesante tener en cuenta que existe una clara alternativa, casi teórica,
a los modelos de planificación que aquí hemos tratado: la ausencia de planificación. En
1950 R. Hall jr. daba un título semi-publicitario a un libro suyo: Leave Your Language
Alone (‘deja tu lengua sola; deja tu lengua en paz’). Allí se advierte de los peligros de las
intervenciones lingüístico-sociales que hacen los políticos: crean inseguridad en los ha-
blantes, producen un alejamiento de la lengua hablada y alteran el sentido de los cambios
lingüísticos. Algunos autores consideran que esta actitud es razonable en determinadas si-
tuaciones; otros, como Rosenblat (1984), piensan que «la sociedad no puede dejar la len-
gua en paz, ni nada en paz».

Planificación de lenguas y dialectos: a propósito del español en el mundo

Con frecuencia se habla de lengua o variedad estándar cuando se hace referencia a la


enseñanza de lenguas o a cualquier tipo de planificación lingüística. Sin embargo, desde
nuestro punto de vista, sobre todo en lo que atañe al español, no se trata de un principio
bien definido: en todo caso, una variedad estándar sería aquella que está desprovista de
cualquier marca —diacrónica, diatópica, diafásica, diastrática— alejada de una norma ge-
neral. Pero una realidad así no es utilizada por nadie. Según Manuel Alvar (1990):

«Lengua standard» es el resultado de un consenso basado, precisamente, en los usos li-


terarios. Y esa lengua, digámoslo técnicamente, es la langue de Saussure: existe en todas par-
tes, está aceptada por todos los hablantes (no sólo los escribientes), pero nadie la utiliza.

Al hablar del español en su uso cotidiano, preferimos evitar el nombre de lengua es-
tándar y distinguir, porque así es tradición en la lingüística española, entre el español
como diasistema (al que se denomina español general) y el castellano como variedad pres-
tigiosa sobre la que se han elaborado gran parte de los dictámenes académicos.
Partiendo de los tipos de comunidades identificados y definidos por Haugen (primarias,
secundarias, terciarias), las comunidades lingüísticas de España serían, en su mayor parte, de
tipo primario (García de Diego, 1978). También existen comunidades secundarias (por ejem-
plo, dentro de Galicia), si bien, en las comunidades que manejan más de una lengua, los ha-
blantes o son monolingües en español o son bilingües (español-catalán, español-gallego, espa-
ñol-vasco), por lo que no se presentan problemas graves de incomunicación.
En las situaciones lingüísticas primarias se producen distintos tipos de relación entre
340 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

FIG. 20.1. Tipos de relación entre un modelo normativo (cuadrado grande), una norma prestigio-
sa (cuadrado pequeño) y un habla local (círculo) (Moreno Fernández, 1991; 1992b; 1994b).

hablas diferentes o entre unas hablas y unas normas cultas y prestigiosas. Dentro del mun-
do hispánico encontramos situaciones que muestran claramente cómo las hablas (dialecta-
les, regionales y locales) y las variedades más prestigiosas se están disputando muchos
contextos de uso. Los tipos de relación que se establecen entre hablas diferentes o entre
unas hablas y las normas más prestigiosas se representan en la figura 20.1.
Los esquemas representan situaciones en las que existen hablas locales, marcadas o
no,16 vinculadas a normas prestigiosas17 que, a su vez, se hallan dentro del dominio de un
modelo de lengua regulada al que llamamos modelo normativo.18
En el esquema de la Situación 1 se refleja la existencia de un habla local, inserta en
una norma prestigiosa, que, a su vez, se inscribe en un modelo normativo. Junto a ella pue-
de encontrarse otra habla, procedente de una variedad diferente, que no cuenta con una re-
ferencia prestigiosa ni con un sistema regulado. En esa circunstancia es fácil hallar en la
primera elementos de la segunda,19 aunque la norma ejerce sobre ellos una influencia tal

16. Aquí no entendemos «habla» en el sentido de estructura de rasgos poco diferenciados limitada a una
pequeña circunscripción geográfica (Alvar, 1982: 65), sino como parole, lengua actualizada tal y como aparece
en un lugar determinado.
17. Este concepto viene a coincidir con el de «norma culta», que se corresponde con el uso de los ha-
blantes más prestigiosos de una comunidad y, por lo general, en registros cuidados. Puede darse el caso de que
exista una norma de prestigio en una lengua que no cuenta con una tradición escrita.
18. El concepto de «lengua normativa» hace referencia a la lengua regulada en las gramáticas, especial-
mente la de la Academia, y a las normas seguidas en la lengua escrita.
19. Normalmente se trata de elementos que han sobrevivido dentro de hablas locales (seguimos ahora la
definición de Alvar) que pertenecieron a una lengua desaparecida como tal. En muchos casos esas unidades son
vestigios que sólo se encuentran dentro de otra lengua.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 341

que los hace desaparecer progresivamente. Las hablas que no conviven con otras varieda-
des, externas o internas, podrían representarse de la misma forma, pero suprimiendo sim-
plemente el círculo anejo.20 También tendrían interés aquellas hablas locales desmembra-
das de su variedad de origen que carecen, en sí mismas, de un punto de referencia presti-
gioso y normativo (círculo solamente).21
En el español de España y en el de América se hallan situaciones lingüísticas como la
número 1: ahí está el contacto del español con hablas indígenas «menores» (círculo ane-
jo)22 o en la presencia de elementos indígenas dentro de las hablas españolas, elementos
que ya no tienen un punto de referencia prestigioso, que son vestigios de un sistema que en
numerosas ocasiones ha dejado de existir (por ejemplo, las lenguas del Caribe) y que están
sometidos a un proceso secular de sustitución por unidades de procedencia hispánica.23
Pensemos también, para el español de España, en la presencia de elementos léxicos de ori-
gen leonés dentro de las hablas castellanas del Noroeste peninsular: las formas léxicas leo-
nesas formarían parte del círculo anejo; las hablas castellanas (círculo interior) estarían in-
cluidas en la norma prestigiosa castellana (cuadrado pequeño), que, a su vez, participaría
del modelo normativo del español (cuadrado grande) (Borrego, 1981; González Ferrero,
1991).
El esquema de la Situación 2 representa la relación entre dos hablas locales vincula-
das a una misma norma de prestigio y a una misma lengua. En este caso se producen in-
fluencias de la norma sobre ambas hablas y, a menudo, de una variedad (generalmente la
más cercana a la norma) sobre la otra. Esto puede observarse al estudiar el habla actual de
Toledo (uno de los círculos) (Calero, 1993; Molina, 1998), que, en determinados registros,
acusa el influjo del modelo de las hablas castellanas del norte (el otro círculo) y de la nor-
ma culta (cuadrado pequeño) (García Mouton y Moreno Fernández, 1994; Molina, 1998).
Igualmente, la penetración de un habla (más prestigiosa) en otra se observa en los hablan-
tes que emigran desde las zonas rurales a la ciudad (Caravedo, 1990; Martín Butragueño,
1991). En América encontramos situaciones semejantes: por ejemplo, la relación existente
entre el habla rural y el habla urbana en Puerto Rico (Navarro Tomás, 1948: 229 y ss.), por
la cual la primera se deja influir en ciertos contextos por la segunda.24
En la Situación número 3 se da cuenta de la existencia de dos hablas locales, cada una
de ellas con su propia norma culta, aunque pertenecientes a una misma lengua. Es lógico,

20. El ejemplo más claro, dentro del ámbito hispánico, sería el de las hablas castellanas, que poseen una
norma prestigiosa (el castellano) y que han servido de base para gran parte de las normas académicas.
21. Esto ocurre, dentro de la península Ibérica, con los bables de Asturias o con las fablas del Pirineo
aragonés. Un caso de características semejantes sería el de las hablas canarias trasplantadas a algunos territo-
rios norteamericanos (por ejemplo, los habitantes de los brulis en Luisiana): durante decenios han vivido ais-
ladas y sin contacto con su norma de origen, con otras normas hispánicas o con la lengua normativa (Armis-
tead, 1991).
22. Los ejemplos se multiplican, por ejemplo, en México (Manrique Castañeda, 1990).
23. La sustitución de elementos indígenas por españoles ya fue comentada por Armas y Céspedes en el
siglo pasado (1882). Posteriormente J. M. Lope Blanch (1979) señaló que el número de voces indígenas vivas
en las provincias, en el habla campesina, era superior al de indigenismos usuales en las ciudades. Las generacio-
nes jóvenes, sobre todo urbanas, muestran claramente un abandono de las unidades léxicas pertenecientes al
mundo rural y a un modo de vida que está siendo sustituido por otro más industrial y moderno (López Morales,
1991; Lope Blanch, 1990). Por otro lado, se ha comprobado que la mayor parte de los indigenismos que tienen
vitalidad en determinadas zonas americanas son los que han pasado ya a la lengua general.
24. Por otra parte, el habla rural suele compartir muchos rasgos con el habla de los niveles sociocultura-
les más bajos de las ciudades. En estos casos, el abandono de los rasgos poco prestigiosos por parte de las gene-
raciones más jóvenes está bastante generalizado (Alba, 1990: 218-224; López Morales, 1979: 107-130).
342 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

FIG. 20.2. Contactos lingüísticos en comunidades bilingües.

en tales circunstancias, que una de estas hablas acuse la presión de la otra norma culta, pre-
sión que se ve favorecida por el hecho de tener detrás una misma referencia prescriptiva.
Es el caso de la relación del habla y la norma de algunas comunidades americanas o de las
hablas andaluzas, respecto del habla y la norma castellanas.25
Finalmente, el esquema de la cuarta situación es similar al de la tercera, pero en este
caso cada norma pertenece a una lengua diferente (cuadrados grandes). Las interrelacio-
nes entre dos sistemas distintos se dan frecuentemente en los lugares donde entran en con-
tacto: las zonas fronterizas. Aquí puede observarse la influencia sobre un habla de otra ha-
bla, otra norma y otra lengua diferentes. En tales situaciones suelen aparecer variedades
lingüísticas mezcladas (círculo intermedio) que tienen como base una u otra lengua: es lo
que ocurre en la frontera catalano-aragonesa (chapurreao) (Alvar, 1975) o en los límites
de Uruguay y Brasil (fronterizo) (Rona, 1965; Elizaincín, 1992).
En las comunidades bilingües (fig. 20.2), las circunstancias socio-espaciales son di-
ferentes; en ellas se da la superposición de dos lenguas. Algunas veces, cada una posee una
norma prestigiosa y disfruta de una referencia normativa diferente (cuadrado grande) (si-
tuación 5); otras, una de las hablas posee su norma prestigiosa vinculada a una lengua nor-
mativa, pero la otra puede carecer de esta última (situación 6). Una situación similar a la
descrita con el número 5 es la que se da en comunidades hispanas de Estados Unidos
(Amastae y Elías-Olivares, 1982; Poplack, 1983). La número 6 se da en las comunidades
en que el español convive con alguna lengua indígena de cierta importancia.26 En ambas es
usual la aparición de variedades de compromiso (círculo intermedio) consecuencia del
contacto lingüístico (por ejemplo, el llamado espanglish de las comunidades puertorrique-
ñas de Nueva York o la media lengua en el Ecuador, mezcla de quechua y español (Muys-
ken, 1979) (cap. 15).

25. En Sevilla, por ejemplo, el seseo (rasgo que separa claramente la norma sevillana y la castellana)
tiene un índice de aceptación, entre los hablantes cultos, más bajo que el de otros fenómenos teóricamente me-
nos diferenciadores, como la aspiración de s. Esto se debe, entre otras razones, a la presión y el prestigio de la
norma castellana (Lamíquiz y Carbonero, 1987: 29-48). Todo ello está también ligado a la actitud positiva que
muchos hablantes hispanoamericanos demuestran hacia las variedades lingüísticas de España (Alvar, 1986b:
158-162, 189-191; Lope Blanch, 1972: 29-46).
26. Pensamos en lenguas como el quechua, el guaraní o el náhuatl (Granda, 1980-1981).
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 343

Las situaciones aquí descritas hacen ver que cualquier planificación de la lengua es-
pañola tendría que tratar los siguientes aspectos:

1. El español ante sus variedades dialectales internas.


2. El español en territorios bilingües.
3. El español ante las variedades mixtas.
4. El español en países de lengua oficial diferente.

La finalidad de una planificación de la lengua española

El español merece una planificación lingüística que aporte soluciones a los muchos
problemas que se presentan a sus hablantes (y a la propia lengua) en todo el mundo. Aun-
que son necesarias unas líneas de conducta comunes para el conjunto del territorio hispá-
nico, cada país requiere una planificación adecuada a sus características y a las de sus ciu-
dadanos.27
Ya hemos comentado que cualquier proceso de planificación debe afrontar una doble
tarea: la planificación del corpus lingüístico y la planificación de su estatus social. Desde
el punto de vista del corpus, el criterio de la «corrección» suele orientar el uso lingüístico,
porque las comunidades necesitan y exigen una norma «correcta» que seguir.28 Las Aca-
demias pretenden satisfacer esta necesidad en los países de habla hispana, aunque si una
comunidad no dispone de una institución capaz de orientar, busca el norte en el juicio per-
sonal de algunos gramáticos y lexicógrafos o en los medios de comunicación social: pen-
samos en la importancia del Webster’s para el inglés americano, en el influjo de la gramáti-
ca de Johnson (1755) y de la BBC en el inglés del Reino Unido o en la función de la RAI 1
en Italia.
Los países americanos de habla española han conocido intentos de planificación del
corpus y decisiones de defender la pureza del español frente al empuje de otras lenguas de
cultura; en muchos casos, mediante determinadas acciones de política lingüística, se ha re-
conocido la oficialidad de unas lenguas o de otras, aunque a menudo no se ha ido mucho
más allá; en otras ocasiones se han puesto sobre la mesa los problemas que plantean las va-
riedades internas del español, especialmente en lo que concierne a la unidad de la lengua o
a la defensa de un nacionalismo lingüístico (Blanco de Margo, 1990; Troike, 1982), aun-
que rara vez ha tenido todo ello un reflejo en la práctica.29
Las situaciones lingüísticas del mundo hispánico, esquematizadas más arriba, encie-
rran unos problemas complicados e interesantes: cómo tratar los préstamos aportados por
otras hablas o lenguas, qué variedad del español enseñar y en qué variedad enseñarla,30 qué
variedades deben usarse en los medios de comunicación social, cómo solucionar las difi-

27. Existen numerosos trabajos sobre la planificación lingüística en diversos lugares de Hispanoaméri-
ca (Cebollero, 1945; Fernández Arévalos, 1970; Brice Heath, 1972; Chang-Rodríguez, 1982; Obregón, 1983;
Pulcinelli Orlando, 1988; Herranz, 1996). Los estudios sobre uno de los aspectos básicos de la planificación, la
enseñanza, son numerosísimos (Catrileo, 1982; Najarro Arriola, 1990; Valle-Castillo, 1992).
28. En este sentido, una de las iniciativas más importantes en Hispanoamérica fue la Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos de A. Bello (1847).
29. La preocupación por el español en comunidades no hispánicas apenas ha ido más allá de la descrip-
ción sociolingüística (Alvarado, 1977-1978).
30. Asunto siempre importante, pero que a menudo se plantea a propósito de América y de regiones es-
pañolas como Extremadura, Murcia, Andalucía o Canarias.
344 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

cultades que surgen en la relación entre lengua escrita y lengua hablada, qué estatus debe-
rían tener las lenguas minoritarias y las variedades mixtas.
Al margen de aspectos tan concretos, los objetivos generales de una planificación del
español podrían buscar lo siguiente:

a) Favorecer la unidad y el enriquecimiento de la lengua.


b) Garantizar el derecho a comunicarse en esa lengua en situaciones públicas.
c) Proteger el derecho a hacer un uso correcto y prestigioso de la lengua.

Estos fines afectarían tanto a los territorios monolingües como a los bilingües. Los
objetivos específicos serían asunto de cada nación hispanohablante.
Una planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería atender al
estatus que habría de ocupar respecto de las otras lenguas y a su uso en la enseñanza, la ad-
ministración, las instituciones jurídicas o los medios de comunicación social; en otras pa-
labras, tendría que garantizar el derecho de los ciudadanos a comunicarse en esa lengua y a
hacerlo de una forma correcta y adecuada. Se entiende que la política lingüística tendría
que ir en consonancia con los fines planificados y procurar el beneficio de los hablantes
como individuos.
En cuanto a las situaciones monolingües, una planificación tendría que ser capaz de
proporcionar una respuesta a la siguiente pregunta, entre otras: ¿qué variedad del español
hay que enseñar y cómo hacerlo? La falta de una guía clara obliga a muchos maestros y
profesores a buscar sus propias respuestas;31 la falta de orientaciones generales y el desco-
nocimiento de la realidad lingüística del español (dialectal y sociolingüística) hacen que
esas respuestas no sean siempre las más acertadas (Moreno Fernández, 2000b). El trabajo
de la escuela ha de recibir atención, porque allí se reflejan las características de la socie-
dad, los deseos y las necesidades sociales (Fishman, 1977: 4).
En cualquier proceso de planificación lingüística, sobre todo cuando se trata de propo-
ner y difundir unos modelos de lengua, es importantísima la función que cumplen las escue-
las y centros de Enseñanza Secundaria. Ocurre, sin embargo, que la escuela no es el medio
más eficaz de divulgar una norma y conferirle un estatus, dado que una parte importantísima
de la población no puede ser escolarizada o lo es insuficientemente. Ahora bien, donde no al-
canza la escuela pueden llegar los medios de comunicación social. Por eso es importante que
la variedad lingüística que allí se utiliza haya sido, como mínimo, objeto de reflexión por
parte de los comunicadores. Los medios de comunicación social pueden ser un instrumento
eficaz para la planificación lingüística. De momento, están consiguiendo que los hablantes
de unas variedades conozcan otras muy lejanas y diferentes, lo que afecta a sus actitudes lin-
güísticas, y se están convirtiendo en paradigma indiscutible de buen hablar, de prestigio.
Además, si se conociera bien la lengua de la radio y la televisión, se sabría qué dirección
pueden tomar, en plazos muy breves, algunos cambios lingüísticos, y se podrían orientar.
La planificación del corpus del español se ha venido haciendo prácticamente desde
que se iniciaron las tareas del scriptorium supervisado por Alfonso X. El proceso ha cono-
cido impulsores tan decisivos como Nebrija, Valdés o la Real Academia Española y siem-
pre ha contado con la escuela para su difusión, pero hoy día la divulgación de cualquier
norma no puede prescindir del apoyo de todos los medios de comunicación social.

31. No han sido frecuentes esfuerzos como el que hizo B. E. Vidal de Battini (1964) o como el de A. Be-
llo (1833, 1834) para orientar a padres y profesores.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 345

Lengua española y globalización

Desde la transición hacia el siglo XXI, la sociolingüística, en su sentido más amplio,


se ha ido haciendo eco de un asunto en el que se ha implicado todo el pensamiento contem-
poráneo y que se ha desarrollado desde las más diversas áreas de conocimiento, aunque
son notorias sus raíces económicas: la globalización. Como instrumento esencial para la
comunicación y el intercambio de cualquier naturaleza —desde el nivel más local al más
internacional—, las lenguas también se han visto implicadas en el debate intelectual sobre
el mundo globalizado. Entre ellas, dado su estatus de lengua internacional y de lengua
franca, ha sido el inglés la que más atención ha recibido (Cristal, 2003; Phillipson, 1992).
También ha preocupado la dimensión lingüística de la globalización en el mundo francó-
fono, donde van proliferando los análisis comparativos de la situación de las lenguas más
habladas del mundo, entre las que se encuentra el francés, por supuesto (Maurais y Morris,
2003).
El mundo hispánico se ha ido incorporando a este interés por analizar la situación
de la lengua española como lengua internacional, como lengua de amplios espacios geo-
gráficos en los que se mueven cantidades crecientes de mercancías y de personas. El aná-
lisis comenzó por el conocimiento del peso internacional del español en el mundo (Mar-
qués de Tamarón, 1995), incluida su dimensión demolingüística (Moreno Fernández y
Otero, 1998), y ha seguido por la cuantificación de los movimientos económicos en los
que la lengua española tiene un protagonismo directo (Martín Municio, 2003; Lodares,
2005). Al mismo tiempo, se ha producido la consolidación de importantes instrumentos
de difusión y análisis, como el Instituto Cervantes de España y su anuario El español en
el mundo, publicado desde 1998, o el despegue del interés por el aprendizaje del español
como lengua extranjera, entre otros factores. Se hace necesario continuar en el futuro el
análisis de la vitalidad del español, tomándole el pulso con regularidad a las variables
que según McDonell (1997: 354) la determinan: 1) su estatus en todos los territorios (es-
tatus económico, social, sociohistórico); 2) su demografía; 3) y el apoyo institucional
que recibe a través de los medios de comunicación, la educación, la industria, la religión,
la cultura y la política.
Coupland apuntaba en 2003 que los cuatro procesos clave, de naturaleza sociolin-
güística, en la globalización de una lengua eran la interdependencia de sus componentes
internos, su compresión en el tiempo y en el espacio, su homogeneización y su valor como
producto o mercancía. Mar-Molinero (2005) ha observado que todos estos factores concu-
rren en la situación de la lengua española, lo que permite deducir que está experimentando
un proceso de globalización: la interdependencia de todas las áreas hispánicas se está vien-
do reforzada en muchos sectores; el español ha tenido una amplia difusión geográfica,
apoyada en las comunicaciones tecnológicas; el español ha conocido y sigue conociendo
un proceso de hibridación y de homogeneización interna; y las industrias de la lengua es-
pañola mueven cada vez más dinero.
Esta clara tendencia del español hacia la globalización está llevando al estudio de la
lengua desde la perspectiva del imperialismo lingüístico y de la ideología de las lenguas
«estándar». Según Phillipson (1992), las características que han de concurrir para que
exista este tipo de imperialismo son unas ideologías, unas estructuras y unas prácticas
orientadas a la legitimación y reproducción de una división desigual del poder y de los re-
cursos entre unos grupos definidos sobre una base lingüística. Para Mar-Molinero, en el
mundo hispánico puede estar dándose este tipo de imperialismo. Ahora bien, está por ana-
346 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE

lizar en qué grado se produce la desigualdad y qué tipo de perjuicios y beneficios perciben
las partes implicadas en el proceso. También está por ver hasta qué punto esa visión impe-
rialista respondería a un modelo predeterminado políticamente.
En cuanto a la ideología de las lenguas estándar, el mundo hispánico se ha caracteri-
zado por su naturaleza multicéntrica, por la que, si bien la variedad del español castellano
es la que históricamente ha gozado de mayor reconocimiento, en la actualidad se atiende a
la existencia de varios focos de prestigio a lo largo y ancho de su geografía, representados
en el habla culta de las principales ciudades del mundo hispánico. Ello viene corroborado
por la política de las Academias de la Lengua Española, que redactan sus instrumentos de
planificación (diccionario, gramática y ortografía) sobre la base del respeto a la diversidad
y del consenso en el uso común. Y viene apoyado igualmente por la política de difusión
lingüística y de enseñanza de la lengua que el Instituto Cervantes desarrolla en sus centros,
en la que se concede el mismo valor académico y comunicativo a todas las variedades cul-
tas de la lengua española.

Reflexiones y ejercicios

1. Recopile y comente artículos o cartas al director de la prensa en que se traten al-


gunos aspectos relacionados con la política lingüística.

2. Describa el uso que se hace de las lenguas en la televisión pública de algún terri-
torio bilingüe, anotando la cantidad de tiempo y los tipos de programas emitidos en cada
lengua.

3. ¿Qué opina de la posición «deja tu lengua en paz»? ¿Piensa que hay que cumplir-
la siempre o sólo en lo que se refiere a su uso social? ¿Considera imprescindible la planifi-
cación del corpus?

4. Reflexione sobre la posibilidad de contribuir política o económicamente al


mantenimiento de una docena de lenguas indígenas, habladas por unos pocos miles de
personas en un país, o de facilitar su desplazamiento y asimilación a una lengua mayori-
taria.

Orientaciones bibliográficas

Es imprescindible la lectura de una trabajo clásico del ámbito de la planificación: se


trata del artículo de E. Haugen, «Lingüística y planificación idiomática» (1974). El ma-
nual de Y. Lastra, Sociolingüística para hispanoamericanos (1992) aporta información
muy útil sobre la situación lingüística de muchos países y territorios americanos. Sobre la
situación lingüística de España, véase el libro de M. Etxebarría, El bilingüismo en el Esta-
do español (1995) y el informe del Centro de Investigaciones Sociológicas, Conocimiento
y uso de las lenguas en España (Siguán, 1994; 1999); sobre la situación lingüística de
otros muchos países del mundo, véase Ó. Uribe Villegas, Situaciones de multilingüismo
en el mundo (1972).
Puede ser muy interesante, como ha sugerido J. Borrego (trad. de S. Romaine, El len-
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 347

guaje en la sociedad, 1996, pp. 83-84), la comparación de los trabajos contenidos en el li-
bro de A. Bastardas y E. Boix (eds.), ¿Un estado una lengua? La organización política de
la diversidad lingüística (1994) y del libro de G. Salvador, Lengua española y lenguas de
España (1987), a lo que se podría añadir la obra del mismo autor, Política lingüística
y sentido común (1992). También es recomendable la lectura del capítulo III de la obra de
F. Marcos Marín, Reforma y modernización del español (1979).

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