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25 de mayo.

Cierro los ojos y pienso en aquel mayo de 1810.


Dicen que la historia depende de quién la cuenta.
A veces, escucho discursos, leo textos, descubro algunas enseñanzas que
presentan lo ocurrido en mayo de 1810 como si hubiera surgido de pronto, como
cuando brota una semilla y vemos ese brote tan joven y hermoso, pero olvidamos
todo lo que le costó brotar, el origen de la semilla, la cantidad de semillas que no lo
lograron
La Revolución de Mayo no surgió de la nada, estaba la semilla, la tierra fértil y
llovió lo suficiente para que al fin pueda iniciar su camino hacia el sol. Pues era
hora, estaba harta de tanta oscuridad y opresión.
Pero sin un Mariano Moreno que recordara despejar la maleza para que creciera,
jamás se hubiera llegado a ver, años más tarde, el fruto de la LIBERTAD.
¿ Y qué logramos, en este 2022? Si hablamos de Revolución, pensamos en cambio,
en Igualdad, en tratar al otro como lo que son: Seres Humanos. Dignos y plenos.
Estamos ante un momento histórico sin igual, esta pandemia nos hizo ver nuestras
zonas oscuras, esas semillas que jamás brotarán por egoísmos, necedad o
desinterés. Pero la pandemia nos permitió descubrir también seres plenos de
valores, desinterés, altruismo, solidaridad. Son los Mariano Moreno del presente,
hablo de los enfermeros, los docentes, agricultores, panaderos y tantos otros, algo
así como los pregoneros que descubrimos en los actos representados por los
niños. Son los que resisten, los olvidados pero son los que dan lo mejor de sí. La
pandemia nos enseñó a descubrir quiénes son los ESENCIALES de los que no lo
son.
¡Vamos a dejar que el viento junte nuestras voces! Renazcamos con valentía, no
permitamos que nadie que nos dibuje ni interprete nuestros sueños…
Como docentes debemos visibilizarnos, revalorizarnos, dejar de disertar en el
desierto. Son tiempos de mucho desconcierto...
Por eso, propongo que prodiguemos de vida nuestros largos silencios, seamos
faros en la distancia de los que aún no encuentran la voz. Hay mucho por hacer,
igual que en aquel 1810.
Y es más fuerte, se hace uno solo el grito auténtico, que llena el alma y nos habla
de encuentros. Gritemos con fuerza ¡PATRIA! quizás despierte la semilla que aún
está durmiendo.
Alicia Abatilli

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