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2.

Del Alto Perú al Paraguay


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se progresivamente en una o dos mercancías que, por diversas
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El Tucumán y el corredor Potosí-Atlántico

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r5 Las relaciones interétnicas


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e 1k Alfaro, oidor de la Audiencia de Charcas, ofrece una excelente opor-
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111anas. Desde 1613 en adelante, los encomenderos de la mayor parte
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42 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguay 43

di' establecer asentamientos durables en los valles. Los españoles no ha-


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' 1.111 más que calcar la conducta que habían tenido un siglo antes los in-
' .1s, que sólo habían conseguido dominar parcialmente a los grupos ét-
111< os valliserranos.

( :uando hablamos de los valles, nos referimos especialmente a los va-


llr ·s calchaquíes. Orientados de norte a sur, están recorridos fundamen-
1;ilmente por dos ríos: el Calchaquí, que corre hacia el sur, y el Santa
~1.iiía, que lo hace en sentido contrario, y ambos se unen en Cafayate.
,,.; 1 •is valles pueden ser divididos en tres áreas: el valle de los pulares en el
11111 tc, el valle Calchaquí propiamente dicho en el centro y el valle de
\, 11 .1vil en el sur. Los tres estaban ocupados por diversos grupos étnicos

• 11ya identificación plantea numerosas dudas aun hoy. No sólo parece


11.ilwr habido un complejo mosaico étnico, sino también que las migra-
' 11111('S posteriores y la influencia del dominio inca, con la presencia in-
ol1ul.1ble de mitimaes [colonias asentadas en distintos pisos ecológicos,
dq.ulas del núcleo étnico], especialmente en el norte y el centro, com-
pl1e .111 bastante las cosas. Como ocurre en otras áreas americanas, este
11111~.1ico étnico surge en parte de una lectura peculiar de las fuentes y
ol1 los cronistas realizada por los primeros historiadores de la región, a
110
¡ •.11 1ir ele la cual los nombres de los líderes circunstanciales terminaron
Mapa jesuita del Tucumán, 1634. d.111do vida a una identidad étnica con frecuencia ilusoria.
1 .1s poblaciones de los valles presentan también una gran variedad
Esa documentación es una fuente excelente para conocer la situación 1•11 '''relación con los invasores europeos: desde la habilidad de los pu-
de los indígenas sometidos del Tucumán: envíos de indios como carga- l,111 s que siempre se mantuvieron entre la aceptación silenciosa y la re-
dores a Potosí, trabajos en chacras y en estancias agroganaderas, escasa ¡¡,-, 111 ia muda, pero que parecen haber cumplido con algunos servicios
1

1111111¡ presencia de los curacas, persistencia de las relaciones de comensalidad 1 "1s 1·11comenderos- hasta la resistencia y lucha abierta de los quilmes

con algarrobales y chañares, debilitamiento de la estructura de los pue- ', 111lorubones, encontramos casi todos los matices. Lo que es induda-
1111
blos de indios -con la señalada excepción de los pueblos de la Puna y l1!.1111"11tc cierto es que los españoles enfrentaron grandes dificultades
de Santiago- e importancia del servicio personal de los yanaconas en jh11.1 someter a estos grupos aguerridos, de liderazgo disperso. Algunos
1

las casas y unidades de producción de los españoles. Únicamente en al- 11 dios tenían además fuertes enfrentamientos entre sí; otros mante-
gunos pueblos de Salta y Jujuy el tributo era parcialmente percibido en 11i.111 v111rulos amistosos, sellados generalmente por intercambios de
"monedas de la tierra" y no sólo en servicio personal. En realidad, estas 1111q1·11·s entre los líderes étnicos.
ordenanzas de Alfaro de 1611 (ni siquiera promulgadas en forma ofi- \1 p.11 cccr, los linajes curacales, muy probablemente patrilineales, te-
cial para el Tucumán) se convirtieron en letra muerta apenas unos po- HÍl111 1111;1 fuerte tendencia a enlazarse entre sí y un hondo sentimiento
cos años después de la visita. 111 fü¡w1 ioridacl social frente a los indios del común. Por otro lado, un
liil1 1.11go disperso no impedía que se formasen confederaciones cir-
La resistencia indígena: los valles calchaquíes 1111~1.1111 i.il1·s c111rc varios grupos, como ocurrió durante los levanta-
La resistencia indígena fue muy importante en toda el área y ello obligó 111i1•11111s. lk todos modos, trajo romo rcsuhaclo para los españoles di-
a los españoles a conformarse con situar sus primeros poblados en las \1_1 1 ' ni 1 ~ .. i. .. 1d.1s 11<- g111•11.1 ahi1·11.1 1·11 1111 marco gcneral de indudable
llanuras bajas, al menos en un primer momento, ant<· la imposibilidad i~111111.1111111· ¡r,¡,ov 1r,¡,:1111v11l11g.111·1 p1i11w1 yg1a11 l<·v;1111a111ic1110,

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44 La Argentina colonial
Del Alto Perú al Paraguay 45

liderado por el curaca de Tolombón,Juan Calchaquí; a éste le sigue un siglo XVII llega el visitador Luján de Vargas, no pocos pueblos son a la
período que llega hasta 1585, en el cual la presencia española en los va- wz encomiendas.
lles es mínima, por no decir inexistente. Desde 1585 hasta 1630, algu-
nos grupos de los valles cumplen sus obligaciones hacia los encomende-
ros, aunque con muchas reticencias. Esta situación de los valles puede
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asimilarse a otros fenómenos semejantes que ocurrían en algunas áreas El engarce con el espacio peruano
marginales del vasto imperio americano, donde hubo persistentes focos Desde el siglo XVI, los encomenderos y gobernadores del Tucumán llevan
de resistencia a la dominación de los europeos. a cabo un fructífero comercio con textiles de algodón, que tiene una de
En 1630 estalló la gran rebelión, que se extendió hasta 1643. Hacia el sus vías de salida fundamentales en los mercados de Potosí y Chile.
fin de los levantamientos, algunos de los grupos del valle fueron desna- Según C.S. Assadourian, el textil cordobés de algodón habría entrado en
turalizados y repartidos entre los vencedores como yanaconas. Es nota- crisis en los años treinta del siglo XVII. Entre las causas probables de la
ble que, aun en este caso, una vez finalizada la campaña represiva, los caída, menciona la competencia peruana en el mercado potosino.
españoles se retiraron de los valles. Finalmente, un aventurero andaluz Desconocemos otros datos sobre el particular, pero indudablemente el
de nombre Pedro Bohorques (el llamado "falso inca") lideró la última algodón de los pueblos de indios de algunas áreas, como Catamarca
experiencia guerrera de los calchaquíes entre 1656 y 1664. Una vez de- (fundada en 1683), La Rioja y Santiago del Estero, siguió teniendo una
rrotados, por orden del gobernador Mercado y Villacorta, fueron repar- presencia relevante en los mercados regionales, aun cuando es probable
tidos entre los encomenderos de todo el Tucumán y Santa Fe -el padre que su difusión no pasara ya de la Quebrada de Humahuaca. La visita de
Lozano enumera más de un millar de familias indígenas así repartidas-. Luján de Vargas de fines del XVII muestra en forma reiterada que el textil
Por vez primera, se convertirían en encomendados sometidos a servicio continuaba siendo entonces una de las actividades más destacadas en la
personal, bastante más de un siglo después de la promulgación de las relación entre los indios e indias de los pueblos y sus encomenderos. De
Leyes Nuevas, que prohibían tanto la esclavización de los indios como todos modos, ya desde mediados del siglo XVII, también la presencia de
el servicio personal. El mismo cronista, Lozano, señala que los vecinos ropa peruana en los mercados tucumanos resulta innegable . .1
1
tucumanos se volvieron muy contentos después de esta victoria con sus
"despojos": "[ ... ] que fueron principalmente indios para su servicio, 1 os productos principales que los colonos europeos envían al Alto Perú
111
premio el más apetecido en esta provincia, pues de él dependen las de- 1111 vacas y mulas. Un documento de 1677 evalúa el tráfico en 40 000 va-
más conveniencias temporales, que sin indios es imposible gozar".
Los quilmes, los más aguerridos, fueron obligados a rehacer su po- •'' ·.1~. 30 000 mulas -además de 20 000 arrobas [arroba =11,5 kilos] de
}1·1 ha paraguaya y cortas cantidades de tabaco y azúcar- que pasan por
blado a 1200 kilómetros del original, a unas pocas leguas al sur de la ~.1111iago del Estero en viaje hacia Potosí cada año. Como en el caso de
ciudad de Buenos Aires, en plena pampa. Allí, los sobrevivientes f.1 yc1 ba, a medida que las cantidades de mulas y vacas crecían, los pre-
-unos centenares habían ya sido repartidos a beneméritos de Córdoba ' 1c is descendían. Para este tráfico, se organizaban compañías entre en-
y unos pocos habían huido- fueron forzados a formar una reducción 0

' 1111H nderos (titulares de mercedes de tierras rápidamente convertidas


que contaría no más de 800 individuos; en 1680, sólo quedaban unas • 11 1·s1ancias y haciendas), mercaderes e intermediarios que, gracias a la
455 personas viviendo en el pueblo. La resistencia había sido vencida, 11 w1 .1<1 de trabajo de los indios encomendados y de una creciente pobla-
aunque a más de ciento treinta años del inicio de la conquista y al pre- 111111 111cstiza más o menos libremente enganchada, envían sus hatos ha-
cio de despoblar casi completamente los valles. Mercado y Villacorta !'i.1 l'I Pnú. Algunas de las ciudades del camino de Potosí, Salta y Jujuy,
tuvo su premio y una exitosa carrera: en 1681 se desempeñaría como 111111 io11aron como etapas primordiales de invernada en este largo viaje
presidente de la Audiencia de Panamá. Desde entonces, la mayor parte .-¡111· h.1hía forncnzado en las campañas del litoral. . ····~
de los pobladores autóctonos fueron reducidos a pueblos, sometidos así U11 11:wano doniiciliaclo en.Jujuy en los años setenta del s~glo XVII; L ~
al dominio de sus encomenderos, quienes contribuyeron a ubicarlos en du11 M.111111 de· Coy1·1 IH'a, c·s 1111 1>111·11 ejemplo de ('SIOS crnpreSfirfos y, ., ¡~<.~
las proximidades de sus estancias y haciendas. Así, cuando a fines del •:' 111~pc·11.il , de In~ 111111ig1.1111c •s dl'I p.11 s vasro , q11i1·11C·s 111vic·1011 dcsla .. .,, \

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cado papel en Salta,Jtúuy y Potosí. Goyt·c ht·a s1· 1 . 1 ~.1 11111 l.1 hij.1 de una 111111 1' ) "111 .11111' , 101110 s1· q111·j•111 los indios cid pueblo de Morogasta
prestigiosa familia de la elite local; es cabildanlc, l<:nit•ntt• <k goberna- 11 i), 11111.11-\11. 'l:1111hH·11oc11111a, como en algunos pueblos deJujuy, que
dor, maestre de campo en la frontera chaqueña, y ya en 1696 ha adqui- "" 111d1os 1111s111os se descmpciia ban como pequeños empresarios en
rido o recibido en merced haciendas y estancias. Como mercader, sus !11.111w11.1 y l'I transporte , continuando así una vieja tradición prehis-
intereses lo llevan con frecuencia a Buenos Aires y Potosí, hacia donde p .~ 1ii1,; 1 1· i11d11so utilizando camélidos andinos, al menos hasta las pri-
envía mulas compradas en Salta y .en Córdoba o yerba del Paraguay. 1111•1, 1 ~ d1 ·rnclas del XVII.
Además, esta elite jujeña -como ocurría en la mayor parte de las villas l 'c •111, eksdc la época de Mercado y Villacorta, hacia 1662, los indíge-
ibéricas a ambos lados del Atlántico- estaba encuadrada en una serie de h\ ~ dl'I ( :haco - a los que la domesticación del caballo les permitió ex-
redes familiares estrechamente ligadas entre sí -fenómeno que ha sido ¡;,111d11 s11 capacidad de control del territorio- chocaron con los blancos
llamado "comunidad de parientes"- que la relacionaban con el sur alto- 11 g, 11·c o , como lo habían hecho desde los años veinte del siglo XVII
peruano. Hallamos así a familias como los Zárate o los Ovando, cuyas 11 , 1 1'.11 ,1guay. Desde ese momento, las tierras adyacentes a las ciuda-
encomiendas y propiedades se extendían desde Jujuy hasta Tarija, Chi- 1• ' d1 · l11juy, Salta, Esteco, San Miguel y Santiago del Estero en la fron-
chas y Lípez, lo cual reforzaba los nexos mercantiles entre todas estas 111 .1 111 i1·11tal estuvieron expuestas a los ataques chaqueños. Este hecho
áreas. También familias como los De la Tijera, originarios de Potosí, 111 11<111.1 ronsecuencias contradictorias en la vida social y económica del
que tefl!linarían teniendo una fuerte implantación enJujuy desde fines 1'111 11111.í11 : inseguridad en los caminos y el tráfico mercantil, necesidad
del siglo XVII. IP ¡11 111•11 entradas militares de defensa -y después pequeños fortines-
Si bien en los primeros tiempos en los envíos de animales al Perú par- í 1111110 la posibilidad de repartir piezas indígenas entre los aventure-
ticiparon casi exclusivamente empresarios tucumanos, ya desde media- ! ! •f· 1 'olclados que formaban parte en esas entradas. Desde ese mo-
dos de siglo la presencia de hombres llegados desde Santa Fe y Buenos 111111111 y hasta mediados del siglo XVIII, fue una extensa frontera ca-
Aires, asociados con mercaderes tucumanos o altoperuanos, comenzó a llr 11k y la práctica de los repartos de familias indígenas entre soldados
hacerse sentir. A veces, estos empresarios -como en el caso de Santa Fe- \· 1 1111111 i1adores se volvió corriente durante casi todo el período.

también incluyeron en el contrato a sus indios encomendados, para \ lo largo del siglo XVII, los pueblos de indios -con la llamativa ex-
que fueran peones en los arreos. De ese modo, el trabajo relacionado p1 11111 de los dependientes de Salta,Jujuy y Santiago del Estero y al-
con el transporte, sea mediante tropas de carretas como en arrias de 1111 q1·mplo peculiar de San Miguel del Tucumán, como es Amaicha-
mulas y los arreos de vacas y mulares, fue uno de los principales para in- !111 11111 volvi éndose cada vez menos importantes demográficamente.
dios y mestizos en todo este período. 11'" 1" 111 oceso de muerte lenta se extendió en el tiempo; todavía a media-
¿Cómo se realizaban estos viajes? En 1693, los indios de una enco- '"' del si~ XIX, los pueblos indígenas riojanos tenían una presencia
mienda salteña cuentan que hicieron un "viaje a la ciudad del Puerto v1•1hk en los conflictos políticos locales. Esto no debe hacernos olvidar
de Buenos Aires a hacer vacas con el dicho encomendero y las traje- I'"'· paralelamente, se produjo un crecimiento de la población campe-
ron y aunque concertaron por cinco pesos por mes, no les acabó de 111.1 1111·stiza, que continuaría incrementándose tanto con contingentes
pagar su trabajo y sólo les dio en cordellate y bayeta [tipos de géne- k 1111grantes llegados desde el Alto Perú, como con las piezas que los
ros] hasta diez varas y que tardaron en el dicho viaje un año y medio". 111 1111H·nderos y los soldados recibirían después de las grandes rebelio-
Ese mismo año, unos indios de una encomienda catamarqueña hicie- 111 '1< ). unís tarde , de las entradas regulares hacia el Chaco. Todas estas
ron cinco viajes entre la estancia del encomendero y Córdoba en bús- l.1111ili.1s indígenas, que vivirían en las chacras, estancias y haciendas de
queda de arreos de vacas que llevarían más tarde aJujuy. Otros indí- 11 s p.1t1onos - fu eran éstos encomenderos o no-, se mestizarían muy rá-
genas de Santiago del Estero centraban sus quejas en los alquileres l'ld :11111·nte. Además, muchos de los varones serían utilizados también
que sus encomenderos realizaban a terceras personas para destinarlos 1111110 1;111('tf'ros o en las tropas d e mulas y vacas al Perú -ocupación iti-
a arreos de vacas o mulas desde Buenos Aires a Salta. Además, los pro- 111 •r.111t1 · <(llt' , casi por definición , ace ntúa el mestizaje cultural-. Será
blemas de escasez de mano de obra que tenían los encomenderos ha- d111.11111· (') siglo sig ttit·nt<' < ttando <·s ta población campesin a irrumpa
cían que con frecuencia se negaran a recibir el tributo en plata con- H'" 1111'11,11·11 l,1 l11sto1ia di' la 11•g io11 .

...
48 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguay 49

Por otro lado, en la mayor parte de las ciudades, junto a una elite es-
pañola -o al menos tenida como tal por sus coetáneos-, también el I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I' I'
mestizaje (y la presencia de población africana que seguía entrando en Un contrato de trabajo
forma incesante por el puerto de Buenos Aires) fue en lo sucesivo un "En la ciudad de Mendoza en doce días del mes de enero de mil
elemento claramente perceptible en la vida social urbana. Otro hecho setecientos años parecieron presentes el capitán Jorge Gómez de
destacable es la progresiva pérdida de preeminencia de la "madre de Araujo, vecino morador de esta ciudad, y Ursula, india natural de
ciudades", Santiago del Estero, y su reemplazo por Córdoba: el traslado Santiago del Estero de la provincia del Tucumán, y dijeron que estaban
de la cabeza del obispado a esta última desde mediados de siglo es un convenidos y concertados en que la dicha Ursula le ha de servir por
claro testimonio de ello. Córdoba se convirtió entonces en el núcleo ur- tiempo de un año con su servicio personal y el dicho capitán Jorge
bano más poblado de toda el área del camino de Potosí, siendo Salta el Gómez de Araujo le ha de dar por su trabajo y servicio personal por el
que le seguía en importancia. No por azar, ambas ciudades asumirían discurso y fin del año treinta y dos pesos de a ocho reales cada un peso
un papel cardinal en la cría, la invernada y el tráfico de mulas y vacas en plata, ropa o en otros géneros para el adorno y vestuario de su
hacia el Perú. Además, los diezmos [impuesto eclesiástico que se reco- persona y sacarle bula de cruzada[ ... ] y hacerle todo buen tratamiento
lectaba para el sustento de la iglesia; en general un 10 por ciento de la curarle en sus enfermedades y por lo que a la dicha Ursula toca se obligó
producción agrícola] de la diócesis nos muestran que, a fines del siglo a asistirle y servirle según está obligada y por lo que a cada uno toca
XVII, Córdoba es el área agrícola más importante de todo ese espacio, obligaron su persona y bienes habidos y por haber, sometiéndose a las
seguida de lejos por el valle de Catamarca y La Rioja, en tanto que San- Justicias y jueces de Su Majestad [... ]y lo firman con testigos. En la
tiago es casi la última jurisdicción en cuanto a su monto decimal. Por dicha ciudad y por falta de escribano público ni Real y por no haber
supuesto, el estatus especial de los indígenas en cuanto al pago de los protector y no saber firmar la dicha Ursula, rogó a un testigo firmase por
diezmos -en general, no estaban obligados a ese pago- exige tomar es- ella- A ruego y por testigo de la otorgante testigo Francisco de Videla,
tos datos con mucha precaución; en efecto,Jujuy, Salta y Santiago, áreas Mateo de Arteaga, Jorge Gómez de Araujo [firmas]. por mi y ante mi,
en donde la población indígena es dominante, aparecen en los lugares Juan Godoy del Castillo [firma]" (Archivo Histórico de Mendoza). I'
menos destacados.
1ksde comienzos del XVII, los vinos y aguardientes de Cuyo y La Rioja
Cuyo y La Rioja en el espacio regional '1· hicieron presentes en los mercados mediterráneos y litorales: Cór-
Junto al sistema de mitayos, existió en Mendoza -al igual que en las res- doha,c. Santa Fe y Buenos Aires. En 1664, se calculan de 3500 a 4000
tantes áreas que hemos estudiado- el yanaconazgo. Los indígenas así .11 rnbas de productos cuyanos entrados en la ciudad porteña; años más
encomendados vivían en las casas de la ciudad, las chacras y las estancias t.11de, en 1681, se aseguraba en Santa Fe que las ventas cuyanas eran
de los encomenderos cuyanos. Los inicios de la producción agrícola re- 111;Ís de ocho veces superiores a las de La Rioja. Ambas áreas producto-

gional (vinos, aguardiente y frutas secas) no podrían comprenderse sin , .1s seguirían estando presentes en todos los mercados litorales durante
el trabajo de los yanaconas en las chacras irrigadas que comenzaron a 1·~1<' siglo. De todos modos, para los riojanos siempre estaba abierta la
instalar los españoles en el valle. Hasta bien avanzado el siglo XVII, posibilidad de enviar sus cortas partidas de aguardiente al Alto Perú, si-
hubo pocas modificaciones en los sistemas prehispánicos de riego en el g11i<'ndo el camino de los valles calchaquíes, tanto como a las restantes
valle de Huentata; la producción agrícola cuyana tendría en las chacras villas tucumanas.
irrigadas su núcleo central. Hacia la segunda mitad de este siglo, se ex- Pm supuesto, también el tráfico desde y hacia Chile, cruzando la
tiende un nuevo mecanismo de acceso a la fuerza de trabajo indígena 1or dilll'ni ele los Andes durante la primavera y veranos australes, con-
para los no encomenderos: el alquiler por determinados períodos de 111h11yú a dar vida a la economía cuyana. De este modo, un leve pero
tiempo, un antecedente de formas laborales más laxas. c:111is1.11111· flujo <k oro rhikno pasó a Buenos Aires vía la región cu-
~·;111.1 .1 e .1111hio <k yn ha (c-1 <.1111i110 di' San1iago de Chik sirve de trán-
i111 p.1r:t .1q1wll11' p111 1111\ d1 •l l',H din> do1Hk s1· ro11s1111w la y1·1ha:

•.
Del Alto Perú al Paraguay 51
50 La Argentina colonial

lidió prohibir definitivamente los beneficios yerbateros. La cuasisuble-


Lima, Arica, Guayaquil, Panamá), sebo, lienzos de algodón, al igual
vación de los colonos que siguió a la visita dio como resultado -al igual
que esclavos y mercaderías europeas entradas desde Buenos Aires. El
que en el Tucumán- que la mayor parte de las disposiciones se convir-
peso económico de este circuito, legal e ilegal, crecería sensiblemente
1ii'ran en letra muerta. Ni la supresión del servicio personal -final-
en el siglo XVIII.
111ente aceptada ante la persistencia de una realidad económica que vol-
vía impensable la conversión de la renta en trabajo en una renta
1110netaria o en especie-, ni la radical limitación del tiempo de trabajo,
El Paraguay
11i la prohibición de los beneficios yerbateros quedaron en pie cuando
~"confirmaron las Ordenanzas en 1618.
En las encomiendas paraguayas de la primera época, el trabajo de los
indios "de servicio" no tenía ninguna limitación temporal. Esto cam-
bió en las reglamentaciones que se sucedieron desde 1597 en ade-
lante . En esa fecha, el gobernador Ramírez de Velazco dictó nuevas
disposiciones: se establecieron entonces tres tipos diversos de mitas,
dependiendo de la distancia que separara a los pueblos del lugar de
cumplimiento. Unos pocos años más tarde, en 1603, el gobernador
Hernandarias dictó nuevas ordenanzas; esta reiteración legislativa
nos muestra la difusa conciencia de la catastrófica situación que esta-
ban sufriendo los pue blos de indios ante las exigencias desmedidas
de los colonos cuando ya había comenzado el ciclo de exportación de
la yerba mate. Se reiteraron las disposiciones diferenciales con rela-
ción a la distancia, se acortaron los tiempos de los turnos y se estable-
ció que sólo la tercera parte de los tributarios debían integrar esos
turnos. La eficacia de estas nuevas reglamentaciones resulta suma- !

i:
mente dudosa, tanto porque en áreas alejadas como Mbaracayú y
Guayrá era muy difícil hacerlas cumplir como porque, además, las
exigencias productivas de la yerba mate no se correspondían con esta
limitación temporal, pero lo cierto es que son indicadores de la situa- ."""1-.l"'\!LH>?'~
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1
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ción de la fuerza de trabajo indígena.
En 1611 se produjo la visita [palabra que designa la inspección de un

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enviado de las autoridades] de Francisco de Alfara, quien ya había pa- .P' ·~·-:.- ... -:-.
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sado por el Tucumán. El visitador venía con un objetivo claro: suprimir
Cnrta de Paraquaria ("ParaqvariaNulgo/Paraguay./Cum adacenibus"),
el servicio personal para adecuar la realidad indígena local a la legisla-
publicada por primera vez en 1667 y reproducida luego muchas veces.
ción de Indias. El propio visitador no dejó de señalar en su correspon-
l 'or la precisión de sus detalles, es el mejor mapa de la región en este
dencia que esa materia era "tan indigesta que con mucha dificultad se
\m puede entablar lo susodicho". Ante todo, Alfara dispuso la supresión 1>orfodo. En G. Furlong Cardiff, Cartografía jesuítica del Río de La Plata,
1l11011os Aires, Peuser, 1936.
del servicio personal; en el caso de que algunos indígenas quisiesen se-
guir sirviendo, estableció una disminución muy sensible de la renta en
trabajo. Esta disminución se basaba a su vez en una doble operación re- Q.111 11os di11 ·11 los dalos d« In visita de Garabito de 1652 acerca de las
ductora: menor tiempo de trabajo de cada mitayo y reducción SC'nsible li11111.1'11lt- 111111pli111i1·1110 <il' las 111i1as? Es indudable• que en la región de
<'11 la composición d<' cada turno. Además, influido por los j1 ·~ 11il.1s , ele- 1111111111" 11 'IJll 'l,1 l'I pl.1111 d1 · snw11t.1 dí:111(:11111<11a11do hay diversas

•.
52 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguay 53

modalidades dentro de ese marco); en cambio, nada puede asegurarse de acarreo de la yerba hasta los puertos fluviales. Había allí indígenas que
acerca de Guayrá y Mbaracayú, pues allí la encomienda mitaya se con- acudían como mitayos encomendados e indígenas que trabajaban para
funde en la documentación con la mita o beneficio yerbatero, cosa dis- empresarios no encomenderos. Podía haber también indígenas
tinta, como veremos enseguida. De todos modos, los turnos parecen ser enganchados, es decir, semiasalariados, tanto porque hubieran sido
de una amplitud mucho mayor que sesenta días. enviados por sus encomenderos (quienes se apropiaban del sueldo) o
porque fueran realmente libres. El teniente de gobernador era quien tenía
Los repartimientos de trabajo la facultad de abrir la época del beneficio general y disponer el reparto de
En el Paraguay, como en la mayor parte de América hispana (donde tuvo la fuerza de trabajo de los pueblos concernidos -en esta época, los de
diversos nombres, en especial "repartimiento de trabajo" en Mesoamérica Guayrá y Mbaracayú- entre los encomenderos y los empresarios no
y "mita" en el área andina), la asignación de trabajadores por parte de las encomenderos. Hasta las rebeliones comuneras paraguayas de los años
autoridades a empresarios no encomenderos fue moneda corriente 1720-1735, los beneficios yerbateros, estructurados de esta manera,
desde muy temprano y duró en alguna de sus modalidades hasta fines del fueron el mecanismo más importante para reclutar fuerza de trabajo
período colonial. Del mismo modo que los indios del valle de México de- indígena en función de esta producción.~
bían acudir a los repartos de los panes o a las minas de Pachuca y los mi-
tayos altoperuanos a las minas de Potosí y Huancavelica, los indios de los Las reducciones de los jesuitas
pueblos paraguayos estaban obligados a cumplir dos tipos de servicios La experiencia de los jesuitas está precedida en casi treinta años por
dentro de este marco: los mandamientos y el beneficio yerbatero. la de los franciscanos y ésta misma, incluso, debe englobarse en el
El mandamiento se mantuvo hasta finales del período colonial. Me- marco de la política general de reducciones y reorganización de los
diante una orden del gobernador o de su teniente, se asignaba a un em- t<·rritorios indígenas que es común a todo el mundo colonial hispano.
presario hispano (fuera éste encomendero o no) un grupo de indíge- lJ na serie variada de razones estructurales se halla detrás de esta polí-
nas de los pueblos para una tarea determinada o por un período en tica general de reducciones. El primer elemento es la reafirmación
especial. De este modo, para ocasiones puntuales, se solucionaban los dd control colonial: control político, pero, sobre todo, control ideo-
problemas resultantes de la inexistencia de un mercado libre de tra- lógico; en este aspecto, la religión cristiana tendrá un rol determi-
bajo. Durante gran parte del período colonial, todo el sistema de trans- nante como elemento de occidentalización. Esta "puesta en poli<;ia"
porte terrestre y, sobre todo, fluvial, sin el cual los productos paragua- (tal como dicen las fuentes, donde la palabra "polifia" remite al anti-
yos no habrían podido llegar jamás a los centros de redistribución y de
consumo, se basó en el mecanismo de mandamientos gubernamenta-
...
¡.;uo sentido de "polis") tiene que ver con el control liso y llano; en el
<aso de los guaraníes, los colonos sentían que su dominio sobre las al-
les. En cambio, los beneficios yerbateros estaban más pautados tempo- d1·as estaba en peligro a causa de la resistencia indígena. El control so-
ralmente y se hallaban destinados a la recolección y preparación de la l11 e la fuerza de trabajo es otro de los motivos que explican las reduc-
yerba mate durante una época determinada del año. • iones: los encomenderos quieren que sus indios cumplan con las
111itas y, además, la asignación de trabajadores por parte de las autori-
dades sólo puede hacerse efectiva en el marco de pueblos consolida-
~~~~~~~~~~~~~~~~
dos. En algunos lugares (tal parece ser el fenómeno de las tres prime-
Los beneficios yerbateros 1,1s reducciones franciscanas cercanas a Asunción) el problema de la
En 1629, durante la gobernación de Cespedes Xeria, se dictaron unas 1•·organización territorial y de la liberación de tierras para la apropia-
Ordenanzas en Mbaracayú. Éstas constituyen uno de los testimonios • i<i11 y explotación por parte de los colonos es un elemento de tras-
más antiguos acerca del período temprano de los beneficios yerbateros ' l't1d<·11cia en este esquema explicativo.
en esa área clave, antes de la primera gran oleada bandeirante que l .. 1 Co111pailía ele Jesús inicia sus reducciones en el Guayrá, al norte
finaliza en 1632 con la caída de Guayrá. El servicio de los indios tenía de· VilLr Ri<"a, ron dos pu('blos, San Ignacio de Ypaimbucú y Loreto del
seis meses de duración: cuatro de trabajo en los yerbales silvestres y dos l'i1,1po: 1·11 .1111hos, los 1•11ro1111·11<lnos 111a11t<'11Ían su ckr<'rho al tributo

~.
54 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguay 55

de sus encomendados. Estas reducciones desaparecieron con los ata- La evolución de la población
ques bandeirantesde la década de 1630. Más tarde, los jesuitas ocuparían F.1 medio millón de guaraníes existente en el momento de los primeros
dos áreas fundamentales, en las que llegaron a fundar más de veinti- e ontactos con los conquistadores se habría reducido a una tercera o
cinco reducciones durante este siglo: la región que va del río Tevikuary e 11arta parte en los primeros cincuenta años. La primera visita realmente
al Uruguay (que en la actualidad pertenece al Paraguay y a la Argen- ,1•ria a la región, la de Andrés Garabito en 1651y1652, brinda cifras bas-
tina) y la extensa área que va desde el río Uruguay hasta la Serra do t;mte menores: 14 360 indígenas encomendados. Nada sabemos, sin em-
Mar, en lo que hoy es el estado brasileño de Rio Grande do Sul. bargo, acerca de los grupos guaraníes que seguían escapando al control

,..,,..,,..,,.., ,..,,..,,..,,..,,..,,..,,..,,..,,..,,.., ,.., ,.., directo de los colonos. Si le sumamos los aproximadamente 15 000 indí-
¡.:cnas que controlaban los jesuitas en sus reducciones en el Paraguay, el
lotal de los indígenas bajo dominio español llegaba en esa fecha a unos
Las reducciones de los jesuitas 'W 000 individuos como máximo. Esto significa (suponiendo que existían
Resulta difícil diferenciar, en sus inicios, la experiencia de las .11·111 guaraníes que escapaban al control directo de los españoles) que es-
reducciones jesuíticas de la política colonial del período. Las diferencias 1.11nos frente a una cifra que, en poco más de un siglo, se redujo a la dé-
las marcó, más bien, el complejo desarrollo posterior de las c1ma parte del número estimado para el momento previo a la invasión.
reducciones y su progresivo aislamiento respecto del ámbito controlado Las causas de esta caída demográfica en poco difieren de las que co-
por los encomenderos. Los jesuitas comprendieron que sólo 11 ocemos para otras áreas: epidemias aportadas por los invasores, que
autonomizando sus reducciones de las exigencias de los colonos la e ornienzan desde muy temprano a repetirse con una terrible regulari-
experiencia podía tener un futuro. Para ello, se vieron obligados a ceder dad decenal; hambrunas, pérdida del acceso a una multiplicidad de re-
algo a cambio. Las reducciones cumplirían un rol defensivo ' 11 rsos, acciones bélicas y represivas, incremento del ritmo de trabajo en
fundamental en esta área fronteriza entre los dos imperios ibéricos, l1111ción de las nuevas actividades económicas, etc. Sin embargo, un as-
como también en algunos conflictos internos entre la Corona y los 1wcto vuelve más dificil en este caso la vida de las aldeas guaraníes du-
colonos. De esta forma, los jesuitas recuperaron y transformaron las 1.111 te los primeros contactos después de la fundación de Asunción: la
tradicionales pulsiones guerreras de los guaraníes en beneficio de la l'lltrega, de buen o mal grado, de gran cantidad de mujeres y los efec-
Corona. Por otra parte, también habían conseguido modificar te1s desastrosos de este hecho en relación con la demografia indígena.
progresivamente la vida cotidiana de los indígenas. Esto se debió a que \demás, los efectos de la reorganización del territorio original y la po-
introdujeron nuevas formas de ordenamiento del trabajo al separar las l1t ica de reducciones no hicieron más que empeorar la situación en las
actividades en favor del sostenimiento de la Orden de aquellas cuyo e i 11 ro primeras décadas. Sumémosle a ello las reiteradas expediciones
producto volvería a los pueblos. De este modo, y no sin pena -los de• los bandeirantes en búsqueda de indios para esclavizar y tendremos
castigos corporales no estaban en absoluto ausentes-, la exitosa 1·11tonces un cuadro bastante completo para explicar la variante local
economía de las reducciones fue una experiencia que permitió a los 1k 1·sta catástrofe demográfica.
jesuitas una solvencia financiera notable en un área de evidente
pobreza. Esto no les franqueó la benevolencia de encomenderos y Los productos paraguayos
mercaderes, privados de una riqueza que creían fabulosa {los famosos 1.il como dijimos más arriba, la vida económica del Paraguay termina-
e inexistentes "tesoros" de los jesuitas), y que se había consolidado ' i.1 girando casi exclusivamente alrededor de la yerba mate. Este pro-
exclusivamente sobre la base de una conducción rigurosa, una férrea d11< to ya se había extendido progresivamente a todo el espacio pe-
organización laboral y una racional estructura administrativa. Para los 111.1110; al litoral a fines del siglo XVI, al Tucumán en la década de 1610,
encomenderos y mercaderes del Paraguay, no era creíble que la solidez y .1 Potosí 1·11 la ele 1620. Desde Mendoza cruza la cordillera poco des-
económica de las reducciones fuera sólo producto del trabajo de los p111·s para asentarse en Chile, alcanza Guayaquil e incluso la lejana
indígenas. , 1 N1wv:i Esp.111;11·11d<111so di'! siglo. j1111to ron esta expansión, se asiste
.1 1111 e 1<"<11111t •11lo so1-tc·111clo ele · l.1~ <.111t1d01d1·s 1·x po1 tadas: pasando ck

~.
56 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguny 57

los centenares de arrobas de fines del siglo XVI a unas 2500 en la ter- < iedad. Otro hecho dominaba la vida social y política de la colonia: las
cera década del XVII, se alcanzan las 25 000 arrobas en los años setenta tirantes relaciones con los jesuitas -vinculadas sobre todo con el control
y se superan las 50 000 a principios del siglo XVIII. Pero este creci- d<' la fuerza de trabajo indígena y con el papel de los jesuitas en el co-
miento en las cantidades mercantilizadas no debe hacernos pasar por 1ncrcio yerbatero-, que estallarían, como veremos en el capítulo 7, en
alto un fenómeno típico de la economía agraria colonial: a medida que 1111 agudo conflicto durante el siglo XVIII.
crece el volumen, los precios bajan, es decir que los beneficios no si-
guen la curva ascendente de las cantidades negociadas. Sólo la yerba
producida en las reducciones de los jesuitas, llamada "caaminí", de fac- Las producciones regionales en el marco del espacio peruano
tura más cuidadosa y de mayor calidad, soporta mejor esta caída de los
precios, lo que evidentemente no vuelve a los miembros de la Compa- <:acta una de las regiones se fue especializando en determinadas produc-
ñía de Jesús muy simpáticos a ojos de los asuncenos. Hacia fines del si- 1iones que, gracias a ventajas comparativas, le permitían expandir su ra-
glo XVII, las reducciones también comenzarían a enviar lienzos de al- dio de comercialización más allá del mercado local. Por supuesto, estas
godón y vacas a los mercados del litoral. wntajas no se refieren únicamente al tipo de productos, sino también a
El vino, que había sido importante en otro momento, no pudo hacer l.1s condiciones de producción, comercialización y transporte. Yerba, ta-
frente luego a la competencia cuyana y riojana y casi ha desaparecido a h.1co, lienzos de algodón, mulas, vacas, sebo, vinos, aguardiente, etc.,
mediados de siglo. Sólo acompañarían la evolución de la yerba el azúcar, 11 ían tejiendo la trama de intercambios del mercado interno colonial en
el tabaco y los lienzos de algodón de las reducciones de los jesuitas. Los 1·st<' vasto espacio. Esos intercambios, tanto los realizados en el propio
ganados, que también habían integrado las exportaciones paraguayas 11wrcado altoperuano como los efectuados en las villas intermedias que
durante los primeros cincuenta años, entran en crisis desde los años 1·staban a su vez conectadas con éste, de donde recibían el metálico, per-
1610-1620, cuando los indios chaqueños -que en gran parte habían 111itían a los mercaderes hacerse de las codiciadas piñas de plata o pesos
adoptado ya el caballo- redoblan sus incursiones y lentamente arrinco- l11crtes potosinos. En todos los casos, la fuerza de trabajo fundamental
nan a los colonos del otro lado del río Paraguay. Incluso esa barrera d1·trás de estas múltiples actividades productivas era la de los indígenas,
duró poco, y ya desde mediados del XVII, los indios prolongaron sus en- \ .11111 cuando la presencia africana y mestiza se incrementaba a medida
tradas hacia las tierras más fértiles de la banda oriental del río, contribu- q1w se acercaba el final del siglo XVII, todavía se puede afirmar, como lo
yendo así a la crisis total del vino y a una inversión del flujo mercantil de llím el padre Lozano, que "sin indios es imposible gozar", tal como ocu-
ganado que, de ahora en más, correría desde el litoral hacia el Paraguay. 111,1 en el resto de América hispana. Es dificil evaluar adecuadamente el
La ciudad de Asunción, durante mucho tiempo cabeza de la inmensa """" 1wso de estas corrientes mercantiles. En 1689, el gobernador del Tucu-
gobernación que abarcaba desde el Guayrá hasta las orillas del Plata, 111.111, Tomás de Argandoña, calcula en 800 000 pesos el valor de las mer-
perdería preeminencia desde la década de 1620 y pasaría ya en forma 1.111cías enviadas desde las provincias de abajo a Potosí; en 1692, otro go-
inevitable a un segundo plano, manteniendo sólo el comercio de la 111•1 nador se refiere a una suma de más de "millón y medio al año"
yerba mate como vínculo mayor con el espacio peruano. Su aislamiento (11" ordemos que en esos años una gran estancia de la campaña litoral
espacial la obligaría a dejar una parte relevante de los beneficios del trá- 1.11.11ncnte superaba los 10 000 pesos).
fico yerbatero en manos de los mercaderes santafesinos durante todo 1><-hemos evocar aquí también el problema, bastante debatido en la
este período. Santa Fe era un nexo inevitable y funcionaría como llave 111,tmiografía, de la crisis del siglo XVII. Earl Hamilton mostró el
del paso del comercio desde y hacia Asunción. tl1111pto descenso de los envíos legales de oro y plata a la Metrópoli des-
Se trataba de una sociedad basada en un intenso mestizaje, donde ni p111•s dd quinquenio 1616-1620. Hasta que se conocieron las cifras del
siquiera el muy reducido núcleo de los encomenderos descendientes lil11 o <k MiclH'I Morineau, que muestra un cuadro mucho más mati-
de los primeros conquistadores pudo escapar realmente a este intenso .1d11 q111' d nocado por l lamilton , este abrupto descenso no pudo me-
proceso que se produjo a nivel étnico y cultural; el bilingüismo caste- "°' q111 11·l.11io11.11s1· <011 la n isis 1·11ro1wa del siglo XVII. Se habló en-
llano-guaraní comenzó a ser un fenómeno extendido a casi toda la so- 111111•1·, d1 ' 1111 ,¡ < 11\ls dc·I siglo XVII t.1111i>il'11 p.11.1 l'I l'spacio all1<•1icano,

...
58 La Argentina colonial Del Alto Perú al Paraguay 59

lo cual parecía confirmado por una serie de indicadores internos a la con el movimiento comercial legal e ilegal, a hacer progresivamente de
economía colonial, aun cuando algunos datos hacían pensar que el Buenos Aires un centro mercantil de cierto relieve. La relativa facilidad
área novohispana había sido mucho menos afectada por la recesión. La para alimentar a sus habitantes con trigo y carne cooperaría también
curva de las acuñaciones oficiales potosinas muestra que existe una con- on el lento despegue de la ciudad porteña.
cordancia entre los datos de producción de plata en Potosí y los embar- El rol de Buenos Aires en el vínculo semilegal entre Potosí y la econo-
ques hacia España, tal como aparecen en la obra de Hamilton. En otras mía-mundo siguió girando alrededor de un tipo específico de nexos
palabras, la minería potosina sufre durante el siglo XVII una crisis que mercantiles y, en especial, del intercambio de esclavos y mercancías eu-
parece imparable. Además, a fines del siglo XVII reinaba, en especial ropeas por plata (no tienen "más interés que el reducirlo a piñas'', dice
en el sur del continente, una situación aguda de rarefacción monetaria. un documento de 1692, hablando de las mercaderías que se enviaban a
Por supuesto, este fenómeno debía ser relacionado no sólo con el des- Potosí). Además, las campañas de Santa Fe y Buenos Aires se fueron
censo en el ritmo de producción en Potosí, sino también con los signos agregando en forma progresiva a la corriente de vacas y mulas que atra-
indudables de un aumento del tráfico ilegal, es decir, del contrabando. vesaba todo el interior para dirigirse al Alto Perú (Santa Fe también en-
El contrabando generalizado explicaría una parte del aparente misterio vía vacas al Paraguay "a cambio de yerba"). Asimismo, la ciudad porteña
detrás de la falta de concordancia entre las cifras oficiales y legales -em- podía remitir sus cueros en los barcos de retorno que llevaban los me-
barques decrecientes de metálico- y ciertos hechos, como el aumento t;tles preciosos. Barcos y navíos que exigían su rancho en el viaje de re-
del stock monetario en algunos países europeos (por ejemplo, Francia), J.\reso y multiplicaban así la demanda local de trigo, carnes y legumbres.
estrechamente ligado al tráfico ilegal con las colonias, o el fuerte incre- /\ mediados de ese siglo, la ciudad contaba con unos 3000 habitantes.
mento de las exportaciones de plata hacia el lejano Oriente -centro de Santa Fe no tenía más de 150 vecinos en los años veinte (lo que hace
la economía-mundo- realizadas por la Compañía holandesa de las In- '"poner aproximadamente un millar de habitantes) y Corrientes menos
dias Orientales entre 1660 y 1700. Todo subraya la situación de escasez .1(111, pues Vázquez de Espinosa le otorgó unos 40 vecinos, es decir, dos o
monetaria que parece sufrir el mosaico de regiones ligado a la minería tn·s centenares de habitantes. En 1679, un testigo le atribuye a Santa Fe
1
potosina. El resultado de este proceso es una mayor caída de los precios ya unos 270 vecinos; este crecimiento está relacionado con su papel en el
¡¡: de casi todas las mercancías producidas en las economías regionales. ' omercio entre el Paraguay, el Perú y Chile. Yerba y vacas son los produc-
1
1os clave del comercio santafesino y, pese a la caída de los precios, las
l'xpediciones de vaquerías -en las cuales 50 o 60 hombres pasaban seis
1

El litoral en el siglo XVII nH·ses de auténtica caza de ganado silvestre, trayendo tropas de 10 000
,;· 15 000 animales- siguieron siendo uno de los puntales de la economía
En la segunda década del XVII, el humilde villorrio que era Buenos Ai- local. Estas vacas se pagaban generalmente en ropa (en su mayor parte,
¡1.J res se independiza del Paraguay y pasa a encabezar una nueva goberna- pnuana) , permitiendo así a los mercaderes llegados de las provincias de
ción, que incluye las villas litorales de Santa Fe y Corrientes. Esta dispo- .111iba un peculiar comercio triangular: ropa, adquirida en sus lejanos lu-
sición administrativa no hace más que confirmar el desigual destino g.11 es de producción -los obrajes del Perú y Quito-, por vacas y yerba en
futuro de Asunción y Buenos Aires. A mediados del siglo XVII la pri- .S.111ta Fe; mercancías que eran enviadas nuevamente hacia el Alto Perú
mera perdería su papel de villa más populosa en beneficio de la se- p.11 a ser cambiadas por las piñas de plata. La idea de toda la operación
gunda, que se convertiría poco a poco en el núcleo urbano más rele- n .1 comprar donde fuera barato y vender donde fuera caro; incluso la
vante de todo el espacio platense. Razones estratégicas continentales ¡11.11.1 forma parte de este circuito ya que, al igual que cualquier otra mer-
condujeron además a la Corona a establecer en Buenos Aires una guar- ' .111( ía, <'S más barata allá donde se produce.
nición militar desde 1631 sostenida -como ocurría en el Caribe- con <:L11 o que las cosas no son tan simples como parecen. El tiempo de
un situado [dinero destinado a mantener una fuerza militar] enviado 1 nt.u iútt d(') capita l ('11 <'Stas empresas mercantiles era muy largo; esto,

en este caso desde Potosí. Al igual que en el Caribe, esta corriente de "'·"lo~ i111111111<•1,1hlcs .11,111·s a los qtt(' se veían sometidas en los cientos
plata fresca que llc>gaba todos los años (o casi todos) contribuiría, junto di lq.;11.1 ' 1k 1·sc· c·xtc ·11'0 i1i11n,11 io, h.u ta qtH' las t.1sas d<' ~anancia

....
001 nA1ql)11li1111 r..:1!0111111

cuando resultaban exitosas hu·1,111 11111y .llt.1s, pc10 q111· los 1'1.tc ·""~) l.1s l lr1l:111rl,1, 111yo1s 11.1vn 11111.11111111 IHo d1 l.1 l'l.11.11·1110111 t'fllo d1 ",1111
quiebras fuesen también harto frccue11t1·s. Los fkt<·1os <k l,1s t1op.1s cl1· h;1d11~" 111.i-. o 1111·1111s 1 l,111d1·s1111,1'1. S1· 111111.1 ,1s1 1111 1110111t·11to 11111)' p1·111
ganado que se envían desde Santa Fe a Salta y Jujuy (donde i11w111an) li.11 q111 • li;r sido ll:1111ado d<· "co11H'1 cio directo" entre las principales po-
cobran su trabajo en ganado -más del 50 por ciento del ganado cfécti- i• 1111.t'> 1·111op1·as, que 1·st;ín ocupando posiciones en el Caribe que ha
vamente arribado a las dos ciudades arribeñas es entregado como flete; 1li-1.1do ya d1· ser exclusivamente español, y el mercado colonial.
y no es raro que capataces, ayudantes e incluso algunos peones ocasio- l'.11 1·ste tráfico los esclavos ocupaban un lugar preponderante, con ca.
nalmente se ocupen de internar cortas partidas de ganado a su nom- 1O 000 individuos anuales. Los retornos eran realizados sobre todo en
bre-. Después de invernar allí, las tropas deben subir trabajosamente i1w1.tlcs preciosos, aunque algunos productos como el cuero vacuno y
hasta el paraje de La Lava, a ocho leguas de Potosí, en cuya feria se re- 1¡1 l.111a de vicuña formaban también parte de los envíos desde Buenos
alizará finalmente la venta del ganado restante, ahora sí "a cambio de \i11·s. Un cargamento de retorno típico contaba con unos 250 000 pe-
plata". Es probable que ya en el siglo XVII se hubiera establecido una "~ 1·n metálico, unos 15 000 en cueros, unos 4000 pesos en lana de vi-
diferencia entre las mulas que pasan sobre todo por Salta -si bien tam- ' 1111,1, a los cuales se agregaban los 4000 o 5000 pesos de rancho para la
bién hay partidas de vacas- y la mayor parte de las vacas que hacían su 111 ¡>11 (ación. De este modo, cualquiera fuese la estructura legal en que
tránsito por Jujuy. Estos grandes arreos con frecuencia hacían el ca- opnase cada navío, un flujo consistente de metálico y, en menor me-
mino en forma conjunta por razones de seguridad; los viajes se inicia- d11 la, también de productos agropecuarios tomaba anualmente el ca-
ban generalmente a comienzos del otoño (sobre todo para las mulas) 1111110 del Atlántico a través del puerto de Buenos Aires.
a causa del clima, una vez acabada la feria de mulas que se extendía du-
ran te los meses de febrero a abril.
¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT ¿¡¡fT

El siglo XVII puede ser dividido en dos períodos en lo que hace a las re- Buenos Aires y la economía-mundo
laciones entre Buenos Aires y el Atlántico. Hasta la revolución de Portu- Ya sea desde Génova, Cádiz, Saint-Malo, Sevilla, Usboa o Ámsterdam,
1

gal de 1640 y la captura holandesa de Luanda en 1641, acompañada por las mercancías más diversas, siguiendo distintos itinerarios, toman el
11

1111':
la presencia holandesa en Recife desde 1630, la actividad del puerto bo- camino de Potosí vía Buenos Aires. Entre 1648 y fines de siglo entran en
1, naerense fue muy grande, con un clímax en las décadas que van de 1605 la ciudad más de 158 naves. Casi el 40 por ciento son originarias de
'I
1'.'1 a 1625. En esos veinte años se han registrado oficialmente en la rada Holanda, un tercio son españolas (navíos del Registro, Avisos, etc.), un
porteña más de 230 naves y es de imaginar que la cifra total, incluyendo 25 por ciento portuguesas, el 1O por ciento inglesas y el 5 por ciento
las entradas semilegales, debería ser superior. En los años que llegan francesas. Por supuesto, cuando decimos que las mercancías "toman el
hasta mediados de ese siglo, entrarían por Buenos Aires más de 25 000 camino de Potosí" no quiere decir que todas lo hagan. En 1680, las
esclavos, si bien estos datos son siempre objeto de discusión y algunos deudas del Registro [navío mercantil legalmente habilitado] de Francisco
autores proponen una cifra que sobrepasa los 40 000 individuos. Este pe- Retana se ubican en un rango que va de un 66 por ciento en Potosí a un
ríodo está dominado por los portugueses; Buenos Aires resulta así ligada 5 por ciento en Santa Fe, pasando por el 18 por ciento en Chile y el 1O
a Lisboa y África, a través de Bahía fundamentalmente, pero se percibe por ciento en el Tucumán. Cuando las negociaciones eran exitosas, la
también la presencia de algunos buques holandeses y, por supuesto, es- tasa de beneficio podía llegar a ser muy alta: Acarette du Biscay, un
pañoles. A partir de esos años, los mercaderes portugueses -algunos de comerciante europeo que dejó una vívida descripción del Río de la Plata
ellos judíos conversos- pasaron a ocupar un lugar destacado en la redu- a mediados del siglo XVII, cuenta que su expedición consiguió un
cida elite de la ciudad y establecieron estrechas relaciones de parentesco beneficio del 250 por ciento. Es obvio, sin embargo, que no todos los
con las familias descendientes de los primeros colonos. Durante el pe- mercaderes que se arriesgaban a estas negociaciones terminaban su
ríodo siguiente (que comienza con la revolución de Portugal en 1640 en periplo de tan feliz manera, pues las asechanzas e incertidumbres de
el marco de la guerra entre España y las Provincias Unidas holandesas y tales aventuras eran múltiples en el largo trayecto Ámsterdam, Buenos
que culmina a fines del siglo XVII), el actor principal en este tráfico es Aires, Potosí, Buenos Aires, Ámsterdam. ¿¡¡fT

...
111 A1q1.•11l11111 u :1\c:o11111I

En 11)80, los po1tug11l'Sl'S l1111darn11 1111p111·110111 l.1 011.1 l>.111d,1 d1 •l R10 !liol p11d11 l111 ;11111,11 1111.1 p.ttlc ll11p111t.11t11 dt ,\11 t',, l111tllllil .11l111111hl1 ,1
de la Plata, Colonia do Sacramento, CJlll' tuvo , d111,111tl' 1.1si 1111 siglo, 1111 ll \\1\ 1111111.11 l-'. ll.1 e ,1 ,d1.1 l>.1 s. 1d.1 Jll ' l.11111·1111' 1'11 l.1 s .1< tividacks 1·<1111rn111
papel fundamental en las relaciones entre el espacio colonial y la c('o t'I d1 l,1 C'l111· lrn .tl , q111 · ll'111.111 1·11 c·I con11.1hando uno ele sus pihuc·s.
nomía-mundo en el área del sur del continente americano. El tráfico Dt· • «l.1 1111111,1, l.1ditc· 111erca111il y burocrática - la distinción entre estos
semilegal entre ambas orillas y la explotación de los ingentes rodeos de J, ,., 1ol1·s · ·~ clilíc il ele establecer- continuaría cumpliendo una serie de
ganado salvaje -con el objetivo de extraer sus pieles- que abundaban li1111 111111·s cstatal<'s que resultaban más baratas para la Corona. Si ésta se
en la Banda Oriental del Río de la Plata fueron las dos actividades prin- l11d11t·s1· visto obligada a financiar una auténtica burocracia, la opera-
cipales a las que se dedicaron los portugueses de Colonia. Hasta que, en ¡, •11 11' habría resultado mucho más costosa. Lógicamente, la contrapar-
1777, don Pedro de Cevallos ocupó este enclave, la presencia portu- 1d.1 1·s 1111 sistema estatal con un perfil y una autonomía bastante desdi-
guesa siguió siendo un dato fehaciente de la vida mercantil de la ciudad h1 q.1dos. Y ello no era contradictorio con los deseos de las elites locales,
del Plata y, con ella, el contrabando era la realidad cotidiana para los 11111) poco entusiasmadas con la idea de contar con una autoridad en-
mercaderes de ambas orillas. \'1.1el.1 por la Corona que fuera fuerte y vigilante.
l '1·1 o, más allá de las relaciones con la economía atlántica y el papel
d« pt1<'rla trasera de Potosí, desde las primeras décadas del siglo XVII la
CARTA TO~pGRAPHICA

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"'O VA (;01,.0~~ •.::-~ ¡;o.~:·.,.i:~~A_AUAMtM,.O
~"º 1'0D1rnos1ss1MOi~~y. E ENllOR f)JOAÓV "·
l "K•on comenzó a participar también en los envíos de ganado al Alto
1'1 111 y a Chile. A mediados de siglo se calculaba una media de unas 10 000
... .:.;:.:.·!":..~:.!:.:.!.....,.

tf;j-'·-· 1¡ - 1 .11 .1s, promedio que se mantuvo, con fuertes altibajos, hasta fines del si-

1~ .I f-:lu XVII. Lentamente las mulas se fueron agregando a estos envíos reali-
.11 los desde Buenos Aires, como también desde la vecina Santa Fe, pero
""~
_., ¡1 ·- -' ¡ l.1, rnntidades de ganado mular son menores en relación con el vacuno.
~

\ Santa Fe, su papel de paso obligado del comercio con el Paraguay


~ 1-l-- ~ ~
¡.:.1nado, vino cuyano y mercancías importadas a cambio de yerba y
1.1haco- le otorgaba asimismo un rol primordial en los intercambios
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.... ~..... '?)..• 11·gionales entre el litoral, el camino potosino del interior y la región
d1• Cuyo.
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-'41 ~ -·
~ 1.a mayor parte del ganado vacuno que se enviaba al Perú desde el li-
·~~~-
1mal era ganado semisalvaje que había sido capturado en las enormes
,. ~

l'\lensiones que se desgranaban desde la frontera sur de las misiones je-


~........,.

11ítj.f:as, cuyas reducciones participaban activamente en los envíos de


1.1ras al Perú, hasta las planicies de la Banda Oriental del Río de la
Primer plano de la ciudadela de Colonia do Sacramento: "Carta Plata, pasando por Entre Ríos. Estas expediciones terminarían encon-
Topographica da Nova Colonia e cidade do Sacramento no Grande Rio 1i.índose con los portugueses -desde 1680-y, hacia fines de siglo, tam-
da Prata", del padre Diego Soares, 1731. En G. Furlong Cardiff, bién con los jesuitas. En la banda occidental del Plata también había
Cartografía jesuítica del Río de La Plata, Buenos Aires, Peuser, 1936. El ¡.:anado semisalvaje, aunque en mucha menor cantidad: en las prime-
original se encuentra en el Archivo Militar de Río de Janeiro. 1as décadas del siglo XVIII, este ganado ya casi había desaparecido.
Aquí, los indios de la pampa -que estaban iniciando su complejo pro-
Paradójicamente, pese a todas las lamentaciones y quejas oficiales, el ' eso de araucanización y que habían domesticado el caballo hacía
contrabando resultaba funcional al imperio. Un trabajo sobre el movi- tiempo- comenzaron a extender su territorio hacia los límites mismos
miento comercial en el Río de la Plata durante el siglo XVII ha mos- de las tierras ocupadas por los blancos, y se enfrentaron con ellos en
trado cómo, gracias al tráfico mercantil -fuese éste legal o ilegal-, la Co- 111ás de una ocasión.

~.
11·1 t n f\lt1•111 t11 111' !)\< 1111111

Existía enton ces 1· 11 B11( •11os J\111· ~ 1111.1 1"111" l1111oc 1.1111 .1 ) 111 f· 11~ . 111td , 3. El Rfo do la Platn dumnl 1

propietaria de tie rras de pan llevar y ('Oll ln •ft1( ' IH 1<1 t•1111l>w11 el!· 1 ·~ 1.111 el largo siglo XVIII
cias ganaderas, que regía los destinos d e la ciudad. Entre los hahita11f( 'S
de la villa se cuentan, además, un millar de soldados d e la guarnición Producción y circulación en un mosaico de regiones
que era sostenida con un situado anual que superaba los 120 000 pesos
desde los años setenta del siglo XVII, cifra considerable para la modesta
realidad mercantil de esta villa mediana. Es evidente que tanto la inter-
mediación en el eje Potosí-Atlántico como su papel agroganadero y su
función de plaza militar fueron consolidando el crecimiento econó-
mico y demográfico de Buenos Aires. A fines del período, ésta poseía Al estudiar los siglos XVI-XVIII, no es posible hablar de "la
entre 6000 y 7000 habitantes, más unos 2000 en una campaña próxima Argentina" tal como la concebimos en la actualidad. El mapa
cuya extensión hacia el norte llegaba hasta Los Arroyos y alcanzaba futuro de la Argentina aún no estaba en los planes ni en la ima-
Magdalena en la frontera sur. Es decir que, en cincuenta años, la pobla- ginación de nadie. Por eso, cuando hablamos del Río de la
ción de la ciudad y de su campaña inmediata se había duplicado. Sin lu- Plata, nos referimos a un área mucho más extensa que la abar-
gar a dudas, pese a la humildad de esta cifra, Buenos Aires era el núcleo cada por la gobernación encabezada por Buenos Aires. El área
urbano demográficamente más destacado de todo el extenso territorio rioplatense englobaba entonces aproximadamente lo que sería
que se extendía hasta Potosí. Le seguían, en orden de importancia, a partir de 1776 el Virreinato del Río de la Plata. Toda el área
Asunción del Paraguay y Córdoba. norte de ese inmenso espacio regional giraba en torno a la
minería potosina. Desde el siglo XVI, las provincias sureñas del
Alto Perú (Potosí, Charcas, Chichas, Lipes) e incluso otras un
poco más alejadas, como Cochabamba y La Paz, habían tejido
estrechas relaciones con las provincias abajeñas, es decir, las
villas del Tucumán que se desgranaban hacia el sur, más allá de
la Quebrada de Humahuaca.

Las economías regionales del área tucumana


y los renovados nexos con el Alto Perú

""" A partir de la década de 1740, la actividad minera potosina


volvió a atravesar un momento positivo de crecimiento, que se acelera-
1ía a partir de 1760, si bien nunca más volvería a tener el peso que ha-
hía tenido hasta 1620, pues en el siglo XVIII la minería novohispana
ocuparía el lugar central como primera productora mundial de plata.
~:ste renovado período de crecimiento de la producción argentífera po-
tosina condujo a una nueva etapa en las relaciones mercantiles y en los
llujos económicos en dirección a la región minera.
Jttjuy, la ciudad más próxima al Alto Perú de todo el Tucumán, man-
tuvo vínculos muy estrechos con el sur altoperuano ya desde los inicios
de la colonización. El estudio de Daniel Santamaría muestra en forma

•.

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