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La Bolsa o La Vida - Joe Domínguez Vicki Robin
La Bolsa o La Vida - Joe Domínguez Vicki Robin
La bolsa o la vida
Joe Domínguez y Vicki Robín
La bolsa
o la vida
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el pre
vio permiso escrito del editor.
Título original: Your Money or Your Life Traducción de Alejandra Devoto
© Vicki Robin y Joe Domínguez, 1992
Publicado de acuerdo con Viking Penguin, división de Penguin Books USA
Inc.
Córcega, 273-279, 08008 Barcelona (España) Diseño cubierta: Marc
Panero y Mónica Caparros Ilustración cubierta: Franc Aleu Primera
edición: enero de 1997 Segunda edición: abril de 1997 Tercera edición:
mayo de 1997 Depósito Legal: B. 24.815-1997 ISBN 84-08-01945-7
Composición: Víctor Igual, S. L. Impresión: Liberduplex, S. L.
ÍNDICE
Agradecimientos 9
Advertencia ai lector 11
Prólogo. ¿Para qué sirve leer este libro? 13
1. ♦ La trampa del dinero: el viejo plano del dinero 31
El primer paso: hacer las paces con el pasado 62
A. ¿Cuánto dinero ha ganado en su vida? 63
B. ¿Qué ha obtenido a cambio? 66
2. ♦ El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido 74
A. ¿A qué precio está canjeando su energía vital? 95
B. Controle cada peseta que entra o sale de su vida 106
3. ♦ ¿Adonde va a parar todo eso? 113
El tercer paso: la tabla mensual 120
4. ♦ ¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho? 147
El cuarto paso: tres preguntas que le van a cambiar la vida 150
¿He recibido satisfacciones, recompensas y valores proporcionales a la ener
gía vital
que he gastado? 151 Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores
y el pr6
o I
p nd
ó i
s ce
ito que tengo en la vida? 156 ¿De qué forma cambiarían estos gastos si no
tuviera que trabajar para vivir? 166
Primera pregunta:
5. ♦ Comprobar los progresos 186
El quinto paso: hacer visible la energía vital 186
Segunda pregunta:
6. ♦ El sueño americano... con pocos recursos 207
El sexto paso: valorar su energía vital
Tercera pregunta:
gastando lo menos posible 211
7. ♦ Por amor o por dinero: valoración de la energía vital.
Trabajo e ingresos 268
8. ♦ El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica 311
El octavo paso: el capital y el punto de equilibrio 315
9. ♦ Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer
con ella? 346
El noveno paso: el manejo de las finanzas 346
Epílogo. ♦ Nueve pasos mágicos para crear un nuevo plano 385
Bibliografía 395
Notas 399
Dedicamos este libro a todos aquellos
que contribuyen activamente a dejar nuestro planeta
8 Indice
en un estado mejor que el que encontraron.
AGRADECIMIENTOS
Vaya nuestro agradecido reconocimiento a Monica Wood, que apadrinó este
programa desde el primer momento.
Queremos dar las gracias en particular a los pioneros que tuvieron la
visión y la diligencia de utilizar este programa en su provecho en la década
de los ochenta, cuando había tanta gente que iba en sentido contrario.
Su
aportación a este libro, a través de cartas, sus historias tan reveladoras y a
menudo su colaboración práctica, ha constituido una manifestación ejempla
r de su espíritu de servicio:
Anita Cleary, Lu Bauer y Steve Branden, Marilynn
Bradley, Tom Clayton, Amy y Jim Dacyczyn, Ken Freistat, Wanda Fullner,
Diane Grosch, Paula Hendrick, Lynn Kidder, Kees y Helen Kolff, Ter
ry
Krueger, Evy McDonald, Karen McQuillan, Cari Merner, Marcia Mey
er,
June y Mike Milich, Gordon Mitchell, Tim Moore, Sally Morris, Chri
s
Northrup, Lani O'Callaghan, Ted y Martha Pas- ternak, Roger y Carrie Lyn
n
Ringer, Hilda Thompson, Rhoda Wal- ter, Steve West, Jason y Nedra
Weston, Dwight Wilson, Lucy Woods y Penny Yunuba... por no mencionar
más que a unos cuantos.
El Consejo de Asesores de la New Road Map Foundation merece un gran
agradecimiento: Herbert Benson, Ernest Callenbach,
Joyce y Rosh Doan, Duane Elgin, Robert y Diane Gilman, John Graham y
Ann Medlock, Dorothie Hellman, Dorothea y Jim Je- well, la herman
a
Miriam MacGillis, Ann Niehaus, Roger Pritchard, Ivan Scheier, Bernie
y
Bobbie Siegel, Brian Swimme, Michael y Justine Toms y Paul Wachtel nos
han ayudado a adaptar nuestro mensaje para que tuviera sentido para
el
público en general. Queremos enviar un agradecimiento especial a nuestro
asesor Robert Muller, quien inspiró nuestro trabajo con su frase: «Lo
más
importante que cualquiera puede aportar al planeta es la vuelta a la
frugalidad.» Se supone que sabe lo que dice, porque ha sido secretari
o 10
g Ag
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adj ie
u n
n to
Beth Vesel, nuestra agente, merece todo nuestro aprecio por
convencernos de que todavía hay personas que leen y que el material
del
curso en casetes también se tenía que publicar en formato libro. Sin
su
persistencia, su colaboración creativa y su habilidad negociadora, este libro
no existiría. Queremos dar las gracias, asimismo, a todo el equipo de Viking
,
que ha puesto todo su esfuerzo para que este libro sea legible y leído. Mind
y
Werner, la editora, procuró hacernos hablar con la mayor cantidad de públic
o posible.
ADVERTENCIA AL LECTOR
Ya ha visto los anuncios, por lo general en la contraportada de catálogos o e
n otras publicaciones igualmente sensaciona- listas, o en la programación de
madrugada de la televisión:
«Rebaje 50 kilos en una semana, sin dejar de comer de todo.»
«Gane un millón al mes mientras duerme.»
El programa que aparece en este libro SE ATREVE A SER DIFERENTE.
Le pide que HAGA algo.
En realidad, le pide que aplique los nueve pasos que se describen. SÍ. Tiene
que ponerlos en práctica. DE VERDAD. Tiene que seguirlos uno a u
no, según las instrucciones.
EL PROGRAMA NO SURTE EFECTO A MENOS QUE SIGA LOS
PASOS REALMENTE Y CON HONESTIDAD.
Sólo entonces comienzan a cobrar sentido los resultados que se describen e
n los testimonios personales.
De manera que no DESPERDICIE su preciosa energía diciéndose: «Eso es
imposible» o «Nadie puede hacer una cosa así en una economía como ésta»
o
«Yo jamás podría ahorrar de ese modo» o ...
En cambio, AHORRE su energía y SIGA LOS PASOS POR SÍ MISMO. Al
cabo de unos cuantos meses, vuelva a leer el libro.
¿QUÉ LE PARECE?
PROLOGO
¿PARA QUÉ SIRVE LEER ESTE LIBRO?
Formúlese las siguientes preguntas:
♦ ¿Tiene suficiente dinero?
♦ ¿Dedica el tiempo suficiente a su familia y sus amigos?
♦ Cuando regresa a casa después de trabajar, ¿se encuentra lleno de
vitalidad?
♦ ¿Tiene tiempo para participar en actividades que le parece que
merecen la pena?
♦ Si perdiera el empleo, ¿lo vería como una oportunidad?
♦ ¿Está satisfecho con lo que ha aportado al mundo?
♦ ¿Se siente en paz con el dinero?
♦ Su empleo, ¿es un reflejo de sus valores?
♦ ¿Cuenta con ahorros suficientes para sobrevivir durante seis meses,
sin reducir gastos?
Si ha respondido negativamente a una sola de estas preguntas, le
conviene leer este libro.
TRATE LA VIDA COMO UN TODO INTEGRADO
12 Prólogo
Actualmente hay muchos libros que tratan el tema del dinero: libros
sobre la filosofía del dinero, la psicología del dinero, la contabilidad
y el
presupuesto doméstico, cómo ganarlo, cómo ahorrarlo, cómo invertir lo que
gana y ahorra, cómo afecta al medio ambiente la forma en que lo gasta, cóm
o hacerse millonarios, cómo declararse en quiebra, cómo jubilarse...
Estos libros tienen un elemento en común: todos suponen que su vid
a
financiera es independiente del resto de su vida. En cambio, este libro vuelv
e
a reunir todos los aspectos, ya que trata de integración, y hace un an
álisis
holístico de la vida. Le devuelve a los aspectos fundamentales: los
fundamentos de convertir su manera de gastar (y, si es posible, de ahorrar) e
n un reflejo de los valores
y propósitos que tiene en la vida. Se refiere a la más fundamental de las
libertades: la de pensar por uno mismo.
Este libro tiene por objeto transformar su relación con el dinero, que no
comprende sólo lo que gana, lo que gasta, lo que debe y lo que ahorra, sino
que incluye también el tiempo que ocupan estas funciones en su vida
.
Asimismo, su relación con el dinero se refleja en la satisfacción que
le producen sus vínculos familiares, comunitarios y planetarios.
Toda transformación implica un cambio fundamental en la naturaleza o
función de algo. Cuando haya cambiado la naturaleza y la función de
su
interacción con el dinero, después de seguir los pasos que se indican en este
libro, se transformará su relación con el dinero y alcanzará nuevos grados d
e
comodidad, eficacia y conciencia con respecto a la cuestión monetaria
. Y
esto no es más que el comienzo de las posibilidades que se le abren si se dej
a guiar por el nuevo plano del dinero.
EL VIEJO PLANO
Suponga por un momento que se encuentra en una ciudad que no conoce
y que en el lugar donde, según el plano, tendría que estar el zoo encuentra u
n
centro comercial, y el camino que supuestamente conduce a la playa resulta
que acaba en una estación de trenes. Al cabo de unas cuantas experiencias p
or
el estilo, al final pensaría que el plano no sirve para nada; entonces l
o
observaría con atención y descubriría que ha sido trazado... ¡en 1890! Para
llegar al lugar donde quiere ir, lo mejor será que consiga un plano nuevo.
Volviendo al tema que nos interesa, así como nadie se puede orientar con
un plano tan antiguo, tampoco conseguirá abrirse camino en el actual
laberinto monetario con un plano financiero elaborado a finales del siglo xi
x, cuando se estaba fraguando la revolución industrial.
i'rólogo 13
La revolución industrial tuvo éxito en la medida en que suministró lo
s bienes materiales que se consideraban necesarios para la sociedad
estadounidense. El transporte (primero el ferroviario, a continuación el
automóvil personal y, en último término, los aviones) tuvo una importancia
vital en la expansión hacia el Oeste. La mecanización agrícola fue
imprescindible para alimentar una población cada vez más numerosa;
la
energía barata y todos los medios que facilitan el trabajo, para destinar más
energía humana a otros usos; los medios de comunicación masivos, p
ara mantenernos en contacto a lo largo y a lo ancho del vasto continente.
Como todas las revoluciones, ésta prometía una vida mejor para todos. Y
lo consiguió, aunque sólo en la medida en que lo que realmente se necesitab
a
fuesen más bienes materiales. En el viejo plano, los carteles indicadores era
n
claros: trabajar de nueve a cinco hasta los sesenta y cinco; cuando sea mayo
r,
la empresa se hará cargo de mantenerle; Estados Unidos es la mayor potenci
a
económica del mundo y no se equivoca nunca; hemos de esforzarnos
por mejorar el nivel de vida,
dejando de lado las consecuencias morales, éticas,
emocionales, culturales, espirituales, matrimoniales, ecológicas y políticas.
En algún momento de los últimos cuarenta años, sin embargo, las
condiciones comenzaron a cambiar. En el caso de muchas personas, l
os bienes materiales pasaron de satisfacer necesidades a aumentar las
comodidades, y de allí a permitir el lujo, y más allá a convertirse en exceso.
Pasamos de una economía nacional a una economía cada vez más
internacional. A diferencia del pasado, comenzaron a surgir problemas que
no se solucionaban con más bienes materiales. Además, estos problemas no
se limitaban a los países occidentales industrializados sino que adquirieron
un carácter global.
El propio planeta empezó a dar señales de que se acercaba a los límites de
su capacidad para absorber las consecuencias de nuestro crecimiento
económico y nuestro consumismo: la falta de agua, el deterioro del suelo, el
calentamiento global, los agujeros en la capa de ozono, la extinción d
e especies, la degradación y desaparición de los recursos naturales, la
contaminación atmosférica y la acumulación de residuos son síntomas
de
que nuestra supervivencia peligra. En 1989, estos problemas eran tan graves
y estaban tan extendidos que la revista
Time dedicó todo un número, «El
planeta del año», a plantear la gravedad de la situación. Además, ya hemos
visto que nuestra dependencia del petróleo puede dar origen a conflict
os internacionales.
Aunque hayamos ganado la revolución industrial, los despojos de la
guerra cada vez se han deteriorado más, sobre todo en lo que respecta a los
14 Prólogo
individuos. El viejo plano del dinero nos ha atrapado en el mismo vehículo
que se suponía que nos liberaría del trabajo. Es evidente que este pla
no anticuado ya no nos conduce al sueño americano:
♦ Desde la década de los cincuenta, ha ido en aumento la cantidad de
individuos que se ha arruinado.
♦ El número de individuos que gastan más de lo que ganan se ha
incrementado considerablemente entre las personas cuyos ingresos se
encuentran por debajo del percentil 40.
♦ En Estados Unidos, la cantidad de niños que vive por debajo de la
línea de pobreza se ha incrementado del 14,9 % en 1970 al 19% en 1990.
♦ El 11 % de las personas entrevistadas preferiría pasar más tiempo con
sus familiares y amigos, y el 38 % afirma que reduce las horas de
sueño para disponer de más tiempo (para ganar más dinero).
♦ «El dinero es la causa del 90 % de los divorcios» según Victoria
Felton-Collins, experta en planificación financiera y psicóloga.
♦ El porcentaje de divorcios ha aumentado un 34 % con respecto a 1970.
♦ Los ahorros de toda la vida de un individuo medio de cincuenta años
ascienden a 2 300 dólares (unas 300000 pesetas).
♦ El estadounidense medio trabaja un 20 % más ahora que en 1973 y
dispone de un 32 % menos de tiempo libre por semana.
♦ De 4126 ejecutivos de sexo masculino, el 48 % opinaba que su vida
estaba «vacía y no tenía sentido», a pesar de los años dedicados a la
competencia profesional.
El (¿alegre?) tiovivo del dinero
En otra época,
ganarse la vida era un medio para conseguir un fin. El medio era
ganar y el fin era la vida.
Con el correr del tiempo, nuestra relación con el dinero (ganarlo, gastarlo,
invertirlo, tenerlo, protegerlo, preocuparnos por él) ocupa la mayor parte de
nuestra vida.
La mayoría de nosotros dedica a ganar dinero mucho más de 40 horas del
total de 168 que tiene la semana. Necesitamos tiempo para vestirnos, para ir
a
trabajar, para desplazarnos hasta el lugar donde trabajamos, para pensar en e
l trabajo tanto allí
como en casa, para liberarnos de la presión del trabajo. Las
tardes y los fines de semana nos vemos obligados a escapar para
recrearnos.
De vez en cuando nos hace falta ausentarnos del empleo, o acudir a la consu
lta del médico para recuperar la salud, afectada por el estrés laboral.
i'rólogo 15
Mantener el puesto de trabajo nos cuesta dinero: la ropa necesaria, el
transporte y comer en el trabajo, que resulta más caro. Hemos de gastar para
que el lugar donde vivimos, la vivienda, el coche, el estilo de vida e incluso
la pareja reflejen la posición que ocupamos en el mundo laboral.
Después de gastar tanto tiempo y dinero en el trabajo y en relación con él,
no tiene por qué extrañarnos el hecho de que nuestra identidad dependa de é
l.
Si alguien nos pregunta a qué nos dedicamos, no decimos: « Hago trabajos
de fontanería», sino « Soy fontanero».
Cuando no obtenemos nuestra identidad de nuestro puesto de trabajo, se
nos identifica como consumidores. Según el diccionario,
consumir quiere
decir «destruir, extinguir». Ir a comprar nos parece una diversión y lo
hacemos continuamente. Queremos darle un futuro a nuestros hijos, de mod
o que trabajamos más, o trabajamos los dos miembros de la pareja, y
confiamos la educación de los niños a una guardería o un canguro.
Les
compramos los mejores juguetes como prueba de amor. Ganamos dine
ro
para enviarles a la universidad, pero dejamos de lado la oportunidad de esta
r
con ellos durante sus años de formación. Nos quejamos de las influencias d
e las malas compañías,
aunque nunca hayamos compartido con ellos el tiempo
suficiente como para influirles. De nuestro
precioso tiempo destinamos tanto a ganar dinero para gastar que no nos
queda más para analizar nuestras prioridades.
En lugar de ayudarnos a ser más independientes y a sentirnos más
satisfechos, nuestro viejo plano financiero nos ha metido en una maraña de
dependencias. Desde que nacemos hasta que morimos, somos dependientes
financieramente: primero, de nuestros padres, que nos mantienen cuan
do somos pequeños; después, de la economía,
para conseguir un buen puesto de trabajo al acabar los estudios; del
empleo para sobrevivir; del paro para salir
de apuros hasta que encontramos otro trabajo; de la pensión para mantenern
os cuando somos mayores; de la Seguridad Social para completar la
pensión (o sustituirla en caso de insolvencia de la empresa que tuviera que
pagarla o del asegurador) y del seguro médico si enfermamos antes de morir
.
Pero el viejo plano ha llegado al final de su camino. El progreso material qu
e, supuestamente, nos liberaría, nos ha esclavizado más.
A pesar de que han cambiado las condiciones, seguimos operando
financieramente de acuerdo con las normas establecidas durante la
revolución industrial, unas normas basadas en la producción de más bienes
materiales. Pero nuestro alto nivel de vida no ha traído como consecuencia
16 Prólogo
una mejor calidad de vida, ni para nosotros ni para el planeta. No olvidemos
que el viejo plano no tenía nada de malo; al contrario, era sumament
e
práctico en 1890 y siguió siéndolo durante muchos años, pero ha cambiado
el terreno y se necesitan nuevos instrumentos para orientarnos. Ahora
precisamos un nuevo plano financiero que, partiendo de las actuales
condiciones globales, nos ofrezca una salida.
LA CREACIÓN DE UN PLANO NUEVO
¿Cómo se crea un plano dinerario nuevo? Hace falta cambiar la manera
de pensar, manejar la vida como un todo integrado y reconocer las vi
ejas hipótesis.
Cambiar la manera de pensar: la historia de la pierna de cerdo y la del queso
A pesar de nuestra inteligencia, los seres humanos tenemos nuestros
hábitos y solemos aferramos a viejos patrones de comportamiento. La
historia que aparece a continuación es un buen ejemplo:
Un día, una niña pequeña observaba a su madre, que estaba preparando
una pierna de cerdo para asarla al horno. Entonces la niña preguntó:
—Pero, ¿por qué?
—Abuela, cuando preparabas la pierna de cerdo para asarla al horno
siempre le cortabas los dos extremos. ¿Por qué?
—Pero, ¿por qué?
Y van las tres a casa de la bisabuela.
—Bisabuela, cuando preparabas la pierna de cerdo para asarla al horno
siempre le cortabas los dos extremos. ¿Por qué?
—Porque la fuente del horno era demasiado pequeña —respondió la
bisabuela.
Del mismo modo en que a veces caemos en patrones anticuados que se
transmiten de generación en generación, podemos quedar atrapados también
en nuestras propias convicciones obsoletas y en restricciones inconscientes
e
i'rólogo 17
invisibles que limitan nuestra capacidad para pensar de otra manera, como
queda demostrado en la siguiente historia:
Érase una vez una rata. Era una rata común y corriente, con una
inteligencia común y corriente, muy aficionada al queso y dotada de
buen olfato.
Un día inundaba el aire el olor de un buen queso. La rata se sentó sobre
las patas traseras, frunciendo la nariz.
—¿Dónde estará ese queso? —se preguntó.
Frente a ella había cuatro túneles. Se introdujo rápidamente en el má
s próximo, pero no dio con el queso. En el segundo tampoco había queso.
Correteó por el tercero, pero allí tampoco encontró el queso. Sólo faltaba
un túnel. Penetró en el cuarto túnel donde halló un trozo de queso enorme
y suculento, cuyo sabor era tan bueno como su olor.
Al día siguiente volvió a percibir el mismo olor. Se metió en el cuarto
túnel y... ¡queso! Y al día siguiente, y al otro, y al siguiente. La rata estaba
muy satisfecha porque sabía dónde encontrar el queso.
Un día notó el olor del queso pero no pudo hallarlo en el túnel de
siempre. Salió corriendo y comprobó que no se había equivocado: sí, era el
cuarto túnel. Volvió a entrar pero el queso no estaba allí. Salió y entró otra
vez para intentarlo de nuevo. ¡Pero allí no había queso!
Un momento. El olor seguía allí. Tal vez el queso estuviera en el tercer
túnel. Lo probó. Nada. ¿Y en el segundo? Tampoco. ¿Y en el primero? ¡El
queso! Y con gran satisfacción, se lo comió.
En cierto sentido, los seres humanos nos parecemos a esta rata. Olemos
el queso, apuntamos nuestra vista y nuestro olfato al objetivo y, al cabo de
algunos intentos, damos con el túnel donde se encuentra el queso. Y, por lo
general, tiene un sabor excelente. Pero, ¿qué sucede el día que ya no está all
í?
Volvemos a introducirnos en el mismo túnel, observando y husmeando. Del
queso, ni rastro. Lo intentamos una y otra vez.
Llegado a este punto, la rata empieza a probar en los otros túneles. ¿Qué
hacemos los seres humanos? Seguimos insistiendo con el cuarto túnel, y otr
a vez el mismo túnel, y otra vez, y otra más.
¿Cuál es, entonces, la diferencia entre ratas y seres humanos? A ellas
sólo les interesa el queso; en cambio, a los seres humanos nos preoc
upan
nuestro aspecto, tener razón, mantener las apariencias, estar a la altura de lo
s
demás, la tradición, la autoestima, hacer las cosas como siempre se h
an
hecho. «Tengo que probarme a mí mismo», «Todo el mundo lo tiene», «Ya
encontrará el Gobierno alguna solución».
18 Prólogo
De hecho, después de un cierto punto, es posible que ya ni nos preocupe
si el queso está allí o no. Ya sea por una cuestión de hábito (la pier
na de
cerdo) o de tozudez (el queso), con frecuencia nos negamos a cambia
r de forma de pensar, aunque sea nuestro fin... como podría ocurrir.
Para saber si hay o no hay queso al final del túnel, tiene que empezar a
pensar dejando de lado sus restricciones. En la figura P-l le presentamos un
enigma: tiene que unir los nueve círculos con tres líneas rectas, sin separar
del papel el lápiz o el bolígrafo.
Prólogo 21
FIGURA P-l
El enigma de los nueve círculos
No podrá resolver este enigma sin salir de su marco de referencia
acostumbrado. Este libro se refiere al aprendizaje de nuevas formas d
e pensar, a encontrar otros túneles que recorrer, a ver más allá de lo que
sabe que es verdad para descubrir un nuevo plano monetario.
Pensar con independencia financiera
Una de las claves para crear el nuevo plano es lo que llamamos pensar
con IF.
Se trata del proceso de analizar todos aquellos supuestos básicos que
uno adopta de forma inconsciente, de evaluar su viejo plano. Son ejemplos
de la forma de pensar con IF el hecho de darse cuenta de que ya no hace falt
a
cortar los extremos de la pierna de cerdo, que el queso ya no está en el cuart
o túnel y que el camino de la felicidad ya no se llama
cuanto más, mejor.
Pensar con IF es despertar del sueño americano.
Pensar con IF está relacionado con la cartografía, con la elaboración de su
propio plano, un plano que represente con precisión el terreno de su vida tal
cual es en la actualidad. Este plano le permite elegir su propia senda a travé
s
del territorio de sus ganancias y gastos, e integrar esta senda con el resto de
su vida.
Pensar con IF es imprescindible para todos aquellos que deseen una
relación clara y relajada con el dinero. Si no puede pensar de forma
independiente, no puede ser independiente. Mientras no sea capaz de
cuestionar su plano monetario de forma intencionada y objetiva, estará
atrapado en un callejón financiero sin salida, en situaciones como las
siguientes:
22 Prólogo
♦ Gastando más de lo que gana.
♦ Comprando caro y vendiendo barato.
♦ Con un trabajo que no le agrada, pero sin encontrar una solución.
♦ Necesitando dos sueldos paira llegar a fin de mes.
♦ En el momento preciso en que consigue llegar a fin de mes, viendo que
alguien (el jefe, el Gobierno) lo hace peligrar.
♦ Estando tan confundido con respecto al dinero que lo deja en manos de
expertos que, a su vez, sacan provecho de su ignorancia.
Las consecuencias de pensar con IF
Pensar con IF está relacionado con ser conscientes del dinero que pasa
por su vida. El mero hecho de leer este libro le hace comenzar a pensar con
IF, pero con esto no basta. En realidad, si sigue los pasos sencillos que aquí
se
indican podrá transformar su relación con el dinero, y así pasará de pensar
con IF a vivir con IF.
Pensar con IF conduce naturalmente a la inteligencia financiera, la
integridad financiera y la independencia financiera.
La inteligencia financiera
La inteligencia financiera consiste en ser capaz de desprenderse de sus
hipótesis y sus emociones con respecto al dinero para analizarlas
objetivamente. ¿Es cierto que el dinero compra la felicidad? ¿Todos tienen
que ganarse la vida? ¿El dinero es algo que hay que temer o ambicionar, am
ar
u odiar? Si vendo la mayor parte de mi tiempo por dinero, ¿realmente estaré
seguro?
A fin de lograr la inteligencia financiera, en primer lugar tiene que saber
cuánto dinero ha ganado hasta ahora, qué ha obtenido a cambio, cuán
to dinero entra en su vida y cuánto sale.
Pero esto no basta. También tiene que averiguar qué es realmente el
dinero y lo que entrega a cambio de dinero en su vida.
Una muestra tangible de inteligencia financiera consiste en quedar libre
de deudas y disponer en el banco por lo menos de una cantidad sufi
ciente
para cubrir los gastos básicos durante seis meses. El programa que se
presenta en este libro conduce inexorablemente a la inteligencia financiera.
La integridad financiera
El diccionario define la integridad como la cualidad de íntegro que s
e
atribuye a una persona recta, proba, intachable y también a lo que no carece
de ninguna de sus partes.
i'rólogo 23
Para lograr la integridad financiera hay que saber cuál es el impacto real
de lo que gana y lo que gasta tanto sobre sus familiares más inmediatos com
o
sobre el planeta. Es saber cuánto dinero y cuántos bienes materiales s
on
suficientes para sentirse satisfecho, y qué es lo que sobra y lo que confunde.
Es hacer que todos los aspectos de su vida financiera coincidan con
sus
valores. El programa que se presenta en este libro conduce inexorablemente
a la integridad financiera.
La independencia financiera
La independencia financiera se obtiene como consecuencia de seguir
diligentemente
todos los pasos del programa que se explica en este libro.
Consiste en disponer de ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades
y
comodidades básicas, procedentes de una fuente que no sea el empleo
remunerado.
Si bien puede que la independencia financiera no sea uno de los objetivos
que se plantea en este momento, con el tiempo forma parte del futur
o de
todos. Piénselo. La independencia financiera es una consecuencia natural e
inevitable de la vida. Llegará un momento a partir del cual ya no te
ndrá
necesidad de ganarse la vida. La única opción que tiene al respecto es cuánd
o
y cómo alcanzar ese punto. En algunos casos se logra en vida y entonces rec
ibe el nombre de jubilación. En la actualidad, en numerosos sectores
se
tiende a una jubilación anticipada. Esta práctica a menudo evita el despido d
e mayor cantidad de trabajadores más jóvenes.
Una de las finalidades de este libro consiste en dar a conocer los medios
para lograr la independencia financiera mucho antes que la jubilación
tradicional, sin depender de las fuentes de ingresos habituales, como son las
pensiones y la Seguridad Social. Al avanzar en la lectura, verá asimismo qu
e
la independencia financiera comprende mucho más que disponer de u
nos
ingresos seguros. También es desembarazarse del obstáculo que representan
ciertas creencias financieras, de deudas que nos impiden actuar y de nuestra
paralizante incapacidad para enfrentarnos a las
comodidades de la vida
moderna, desde reparar el coche hasta arreglar la calefacción central.
La independencia financiera es
todo aquello que no le hace depender del dinero para manejar su vida.
¿Qué es una PIF?
PIF es la sigla que utilizamos aquí para designar a una persona que piensa
con IF, que está adquiriendo la inteligencia financiera, aprendiendo la
integridad financiera y avanzando naturalmente hacia la independencia
24 Prólogo
¿CÓMO SE LLEVÓ A CABO ESTE LIBRO?
Este libro no se basa en una teoría, en una buena idea ni en un nue
vo
enfoque. Es el resultado de sumar cincuenta años de experiencia (treinta de
Joe Domínguez más veinte de Vicki Robin) viviendo según todos los
principios que aquí se exponen. Éste es un libro que no surgió de repente,
sino que fue creciendo.
En 1969, a los treinta y un años, Joe se retiró de su carrera en Wall Street
y nunca más
volvió a aceptar dinero a cambio de un trabajo. A lo largo de su
vida, Joe se acostumbró a pensar de otros modos y naturalmente aprendió a
pensar con IF.
Durante los diez años que trabajó como analista técnico y asesor para
inversiones institucionales, se dedicó a tratar de alcanzar un objetivo secreto
: adquirir conocimientos suficientes sobre el dinero para desarrollar un
programa que le permitiera jubilarse con unos ingresos adecuados par
a mantener el resto de su vida el estilo de vida elegido;
y todo partiendo de un salario modesto, sin especulaciones ni
grandes éxitos financieros.
Después de ensayar y fallar muchas veces, de hacer pruebas e introducir
modificaciones, finalmente dio con un programa que no tenía nada que ver
con estrategias de inversión arriesgadas ni con métodos analíticos originales
y complejos. Por el contrario, se trataba de aplicar el sentido común,
observando los usos comerciales elementales, reexaminando hipótesis
pasadas de moda y siguiendo diligentemente nueve pasos sencillos.
Joe se llevó una gran sorpresa al comprobar que lo que había
elaborado como un
proyecto puramente personal despertaba el interés de otras personas y que a
los
demás les resultaba tan útil como a él, independientemente de su tipo
de trabajo. Vicki fue una de sus primeras discípulas.
Se conocieron en 1969,
varios meses después de que ella abandonara una incipiente carrera teatral y
cinematográfica en Nueva York con la intención de averiguar qué más podí
a
ofrecerle la vida. Tras acabar el instituto con uno de los promedios más alto
s y de licenciarse con honores por la Universidad Brown, Vicki sabía lo que
era el éxito, pero se preguntaba si para conseguirlo era imprescindible el tip
o
de estrés y egocentrismo que había encontrado en el mundo profesional. Su
mente abierta y sus considerables ahorros le permitieron reconocer el valor
del nuevo
mapa monetario de Joe y aplicarlo a su propia vida. Tuvo que
i'rólogo 25
adaptar su estilo de vida a sus nuevos medios, pero los cambios no hicieron
más que aumentar su sensación de libertad y de confianza en sí misma.
En los veinte años siguientes, numerosos amigos y los voluntarios qu
e
trabajaban con Joe y Vicki en diversos proyectos de servicios les pidi
eron
datos acerca del programa, los aplicaron y descubrieron así que se aclaraban
todos los aspectos de su vida financiera: los ingresos y los gastos, el pago d
e
deudas, disponer de tiempo para la familia, cumplir con las obligacio
nes
impositivas tan temidas antes, ahorrar para permitirse una vivienda me
jor, superar la conciencia de pobreza,
la inseguridad laboral, el temor a la falta de... y muchas cosas
más, sin plantearse siquiera como meta la cuestión de la
jubilación anticipada.
Durante todos esos años, ni Joe ni Vicki tuvieron la intención de
organizar seminarios sobre temas financieros. Disfrutaban trabajando todo e
l día como voluntarios en una amplia variedad de proyectos, desde ayudar a
establecer un centro para jóvenes con problemas de drogadicción hast
a
colaborar con otros proyectos para obras de caridad y de servicios pa
ra la
comunidad. El seminario apareció de pronto, mientras estaban embarcados
en otras actividades. Al principio, Joe se reunía con sus amigos, individual-
mente, en una charla informal; a medida que ellos fueron aplicando los paso
s
y comprobando su eficacia, hicieron correr la voz, entusiasmados. Y así fue
como Joe empezó a dar unos seminarios por las tardes, con el título
de
«Transforme su relación con el dinero y logre la independencia financiera».
La demanda fue en aumento y el curso se convirtió en un seminario
que
duraba todo el día, con la asistencia de numeroso público. En menos de dos
años se llevaron a cabo seminarios en más de cuarenta ciudades de Estados
Unidos, y la demanda seguía creciendo, siempre andando de boca en boca.
En 1984, Vicki creó la New Road Map Foundation (la Fundación Nuevo
Plano), una organización educativa y de caridad, sin fines de lucro, con el
objetivo primordial de satisfacer esta demanda publicando una compilación
compuesta por un curso en audio- casetes de ocho horas de duración y un
libro de ejercicios que reunían lo mejor de los seminarios de Joe. Siguiendo
su política, se vendieron a un precio económico (60 dólares, unas 7
500
pesetas) y los beneficios netos se han distribuido entre otras organizaciones
sin fines de lucro que trabajan por un mundo mejor.
Durante los últimos años, su entusiasmo por comunicar los principios de
este nuevo plano financiero han llevado a Vicki a dar infinidad de charlas.
Al
igual que Joe, jamás ha aceptado dinero a cambio de su trabajo. Además, la
New Road Map Foundation no paga salarios, ni derechos, ni honorarios, ni
gastos personales.
26 Prólogo
En 1991, más de 30000 personas habían asistido al seminario
«Transforme su relación con el dinero y logre la independencia financiera».
El curso llegó a todo Estados Unidos, a todas las provincias de Canadá y a
otros veinte países más; llamó la atención de los medios de comunica
ción
estadounidenses, se realizaron entrevistas por la radio y aparecieron artículo
s
en varias revistas y en innumerables periódicos. Prácticamente toda la
difusión se hizo de boca en boca, o a través de la correspondencia.
No se publicaron anuncios ni se hizo publicidad en televisión.
A lo largo de los años, la reacción de los individuos siguió reforzando la
idea de que el curso no se refería sencillamente a la jubilación anticipada,
sino a cambiar la manera de pensar.
¿QUÉ PUEDE ESPERAR DE ESTE LIBRO?
Los capítulos siguientes están estructurados para ayudarle a que aprenda
a pensar con IF, enseñándole a reconocer su viejo plano monetario y
a elaborar uno nuevo.
Mediante la exploración de los conceptos que se presentan en el libro y la
aplicación diligente de los nueve pasos, logrará transformar su relación con
el dinero y obtener la IF: la inteligencia financiera, la integridad financiera e
incluso la independencia financiera. Le contaremos el caso de otras persona
s (desde cocineros hasta asesores, desde personas que odian las matemáticas
hasta gerentes de empresas, desde entrenadores hasta camioneros) cuy
as
vidas son ahora más completas y más satisfactorias, después de aplicar lo q
ue han aprendido siguiendo los nueve pasos que aquí presentamos.
A partir de los cientos de cartas que hemos recibido, sabemos cómo se
han enriquecido las vidas de tantas personas después
de seguir el programa:
♦ Por fin conocen los aspectos fundamentales del dinero.
♦ Se vuelven a conectar con sus viejos anhelos y encuentran maneras de
llevarlos a cabo.
♦ Con una gran sensación de libertad y alivio, aprenden a distinguir
entre lo esencial y lo superfluo en todos los aspectos de su vida y a
liberarse de sus cargas.
♦ Ven cómo mejora la relación con su pareja y con sus hijos.
♦ Su nueva integridad financiera les permite resolver muchos conflictos
internos entre sus valores y su estilo de vida.
i'rólogo 27
♦ El dinero deja de ser una cuestión fundamental en su vida y por fin
consiguen el espacio intelectual y emocional para dedicarse a otros
temas que tienen más importancia.
♦ En un plano material, cancelan sus deudas, incrementan sus ahorros y
son capaces de ser felices viviendo dentro de los límites que les
impone su presupuesto.
♦ Disponen de más tiempo libre porque al reducir los gastos no tienen
que trabajar tantas horas.
♦ Dejan de solucionar los problemas con dinero y, por el contrario,
utilizan las dificultades como oportunidades para adquirir nuevas
aptitudes.
♦ En términos generales, desaparece la división entre su dinero y su vida
que, de este modo, se convierte en un todo integrado.
Todas las personas que siguen este programa consiguen algo exclusivo
que mejora su vida. ¿En cuánto tiempo? Esto ya depende de cada uno... y d
e su propio plano.
PARA PONERSE EN CAMINO
Si pretende crear su propio plano financiero, lo único que precisa es una
libreta, un bolígrafo y la voluntad de cambiar su manera de pensar.
El enigma de los nueve círculos es un buen ejercicio para salir de lo
s encasillamientos mentales habituales y para descartar hipótesis. Casi todos
los que no son capaces de resolverlo a la primera suponen que no se puede
salir del cuadrado imaginario que definen los nueve círculos. Pero río hay
ninguna regla que prohiba prolongar las líneas hasta el borde del papel... o
incluso más. Otra hipótesis frecuente es que esas cosas redondas son puntos
,
en vez de círculos de un tamaño razonable, con una parte superior, un centr
o y una parte inferior. ¿Ya tiene suficientes pistas? Si todavía no ha
descubierto la solución, siga trabajando con los pasos del libro hasta que se
le presente sola.
Para crear su propio plano económico no hace falta ser experto en
matemáticas; cualquiera es capaz de realizar los ejercicios aritméticos
necesarios. Cada uno émpieza a partir de su propia situación económi
ca
(tanto si debe seis millones de pesetas como si dispone de cuantiosos
ahorros) y psicológica (tanto si ama el dinero como si lo odia).
Para seguir los pasos del programa hace falta dedicación pero cada paso
trae consigo su recompensa. Tenga en cuenta que no obtendrá codas l
as
compensaciones cuando acabe de leer el libro. Al principio, es posible que
28 Prólogo
tenga la impresión de que hace falta mucho tiempo para poner en práctica d
e
forma coherente alguno de los pasos; no obstante, quieipes llevan vari
os
meses practicando reconocen que realmente pierden menos tiempo en
cuestiones económicas que antes de haceif el curso. El hecho de poder salda
r
siempre la cuenta corriente, de no tener que salir corriendo al banco
para
cubrir un descubierto, de no perder el tiempo en presupuestos absurdos, de
no discutir más con el cónyuge por cuestiones de dinero, de no pasar horas
tratando de averiguar «adonde ha ido a parar todo lo que tenían», y de llevar
automáticamente un registro contable que les facilita las cosas cuando llega
el momento de hacer la declaración de renta, no son más que algunos ejemp
los de la forma en que la aplicación habitual de estos pasos le permi
te ahorrar uno de sus recursos más preciados: el tiempo.
UN PLANO MÁS GRANDE
No hay que olvidar que nuestro plano económico actual se elaboró para la
comunidad estadounidense durante la revolución industrial. Se han
producido muchos cambios en estos cien años, pero ha habido muy pocos
cartógrafos.
En la actualidad, nuestro plano económico se extiende más allá de nuestra
propia familia, incluso más allá de la comunidad de nuestro propio país, par
a
incluir a todos los pueblos del mundo. Además, teniendo en cuenta los grav
es
problemas ecológicos que existen en todo el mundo, debemos abarcar
también la naturaleza. En definitiva, ahora nuestra comunidad es todo
el planeta.
economía de tiempos de paz? Su plano, ¿es el reflejo de una vida qu
e ha alcanzado la máxima satisfacción?
Si este libro le ayuda a desarrollar con plenitud su vida, hemos cumplido
nuestro objetivo.
Nuestra experiencia a lo largo de tantos años de presentar el program
a
nos ha enseñado que se puede llevar a cabo y que usted también pu
ede
hacerlo. Las personas que han alcanzado la independencia financiera h
an
descubierto la emocionante satisfacción que se desprende del hecho d
e aportar tiempo, talento y amor al bienestar de nuestro planeta y sus
habitantes. Los autores desean fervientemente que este libro le haga
más libre para colaborar en nuestro mundo.
v< rt
LA TRAMPA DEL DINERO: EL VIEJO
PLANO DEL DINERO
EL DINERO: ¿UNA TRAMP 1
A?
«¡La bolsa o la vida!»
¿Qué haría si alguien le pusiera una pistola en las costillas y le dijera esta
frase? Seguramente, entregarle la cartera. La amenaza surte efecto por
que damos más valor a la vida que al dinero. ¿O no?
Chris Northrup era una mujer que intentaba abrirse camino en una
profesión dominada por los hombres: la medicina. Como tantas otras minor
ías
que pretenden romper con siglos de costumbres y prejuicios, se sentía
obligada a superar a sus pares en todos los niveles: hacía horas ext
raordinarias, participaba en las juntas, daba conferencias e incluso trataba
de ser una súper-mamá
y criar dos hijos sin perder comba. Su trabajo, ■ que en
muchos sentidos le gustaba mucho, le consumía la vida a razón de o
chenta horas a la semana.
Después de acabar el instituto, Gordon Mitchell dedicó los primeros siete
años a trabajar como organizador a nivel nacional dentro de una or
ganización de militantes negros. No tenía ingresos fijos pero la organizació
n
cubría sus necesidades. Sus compatriotas eran su familia y su misión, su vi
da.
No obstante, aparecieron fallos en este matrimonio perfecto
de trabajo y
sueldo. Gordon acabó por desilusionarse ante la disparidad entre lo
que
predicaba la organización y lo que practicaban sus dirigentes y al final se f
ue.
Se incorporó al mercado laboral y se convirtió en un próspero
asesor financiero en Michigan. Al igual
que muchas otras personas que dejan que su
trabajo les consuma la vida, el matrimonio acabó en divorcio y contr
ajo
deudas por 120000 dólares (unos 15000000 de pesetas). Entonces se puso a
soñar con los viejos tiempos, cuando vivía con sencillez y cumplía una misi
ón interesante. ¿Podría volver a algo así?
Penny Yunuba trabajaba como vendedora setenta horas a la semana y le ib
a
muy bien, pero eso no le bastaba. Penny afirma que, «después de leer libros
como The Poverty of Affluence (La pobreza de la abundancia)
de Paul Wachtel, me di
cuenta de que no era la única que experimentaba la sensación de que "me f
altaba
algo". Empecé a hablar con otras personas y descubrí que los demás tambi
én se
sentían deprimidos muchas veces. Después de conseguir el premio de
una
vivienda cómoda con todo lo que hay que tener, me sentía insatisfecha. ¿Te
ngo
que trabajar y trabajar hasta que llegue el momento de jubilarme, extenuad
a, y
seguir así hasta que me pongan a criar malvas? ¿Y no hacer otra c
osa que
gastarme el dinero que he guardado y perder el tiempo hasta el fin de mis d
ías?»
El gran amor de Cari Mertier era la música, pero se ganaba la vida como
procesador de datos para el condado de Snohomish, en el estado de Washin
gton,
y había perdido las esperanzas de hacer coincidir su amor y su vida. Sin sa
ber a
ciencia cierta qué quería decir ser un hombre, había asumido todos los ata
víos de
la adultez y esperaba que llegara un día en que hicieran de él un hombre. T
enía
un título universitario, esposa, profesión, empleo, coche, casa, hipoteca y h
asta
un césped para cortar. Sin embargo, en vez de sentirse un hombre, cada vez
se sentía más atrapado.
Diane Grosch odiaba su trabajo de programadora. Aunque no hacía más q
ue
el mínimo necesario para no perder el empleo, lo hacía tan bien que no pod
ían despedirla. Acumuló todos los símbolos del éxito: un Mazda RX-
7, una casa de
campo... pero apenas le servían para compensar el aburrimiento del trabaj
o. Se
dedicó a viajar y a participar en diversos talleres, sin que ninguno d
e estos placeres le hiciera olvidar la tristeza de la semana laboral. Al final
se convenció
de que a lo mejor no podía pedir más, y que tenía que conformarse con que
el trabajo le hiciera perder lo mejor de su vida.
Aunque a muchos de nosotros nos agrade el trabajo que hacemos, son pocos
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 33
los que pueden decir con sinceridad que su actividad laboral es perfecta. Por
que
para serlo tendría que ofrecer cierto grado de dificultad para resultar interes
ante,
pero sin ser demasiado difícil para resultar agradable; un cierto comp
añerismo
para que podamos crecer como personas, pero también la soledad suficiente
para
resultar productiva; suficientes horas de trabajo para acabar la faena,
pero el
tiempo libre suficiente para descansar; suficiente servicio para sentirno
s útiles,
suficiente sencillez para resultar entretenida. Además del dinero suficiente p
ara
pagar las cuentas... y un poco más. La mayoría de nosotros ha dejad
o volar la
imaginación viendo cosas así por la televisión. Pero hasta el mejor trabajo ti
ene
inconvenientes. Uno llega a la mitad de su vida y se da cuenta de que ha est
ado
haciendo lo que sus padres le han dicho. O peor aún, que lleva veint
e años
curando caries porque alguien, a los diecisiete años (¿es posible que f
uera yo,
realmente?), decidió que lo mejor del mundo era ser dentista. Nos he
mos incorporado al mundo real,
al mundo de las concesiones. Después de tanto entusiasmo por
salir a ganar la medalla de oro, estamos tan cansados al final del
día que lo único que pretendemos es un sofá donde caer rendidos.
Sin embargo, todos nos aferramos a la noción de que hay una manera de viv
ir
la vida que tiene más sentido, que brinda más satisfacción y le da u
n mayor
significado. Las personas que aparecen a lo largo del libro han comprobado
que
esa otra manera existe. Hay una manera de vivir una vida auténtica, product
iva,
significativa, conservando al mismo tiempo todas las comodidades material
es que
queremos o necesitamos. Hay una manera de equilibrar la vida interio
r con la
exterior, de hacer que nuestro yo laboral se lleve bien con nuestro yo famili
ar y con nuestro yo más
profundo. Hay una manera de resolver la cuestión de ganarse
la vida que nos permita llegar más vivos al final. Hay una manera de plante
arse la
vida de tal forma que, si nos dan a elegir entre la bolsa y la vida, podamos d
ecir:
«Quiero las dos, gracias.»
En lugar de ganarnos la vida, nos matamos trabajando
Muchos trabajadores, sin embargo, desde aquellos que disfrutan con s
u
trabajo hasta los que apenas lo soportan, parece que no tienen una ve
rdadera alternativa entre la bolsa o la vida.
Lo que ellos hacen para conseguir dinero
domina sus horas de vigilia, y la vida es lo que cabe en el poco tiempo que l
es queda.
Pensemos en el típico trabajador estadounidense. Suena el despertador a las
siete menos cuarto, se levanta y empieza a correr. La ducha. Ponerse el unif
orme
profesional: para algunos, un traje o una falda; un mono para otros; de blanc
o, los
profesionales de la medicina; vaqueros y camisas de franela para los obrero
s de la
construcción. El desayuno, si queda tiempo. Coger el bocadillo y la cartera (
o la
fiambrera) y montarse en el coche para sufrir el castigo diario de la hora pu
nta. En
el trabajo de nueve a cinco. Tratar con el jefe. Tratar con ese compañero que
nos hace la vida imposible. Tratar con los proveedores. Tratar con los
clientes/pacientes. Parecer atareado. Disimular los errores. Sonreír cuan
do nos
piden que cumplamos metas imposibles. Suspirar con alivio cuando es
e hacha llamada reestructuración o reducción de plantilla —
o simplemente despido—
cae sobre las cabezas de los demás. Hacerse cargo del trabajo adicional. Vig
ilar el
reloj. Discutir con la propia conciencia pero darle la razón al jefe. V
olver a
sonreír. Las cinco. Otra vez el coche y camino a casa. Llegar a casa. Actuar
como
un ser humano con la pareja, los niños o los compañeros de piso. Comer. Mi
rar la tele. A la cama. Ocho horas de bendito olvido.
¿Y a esto le llaman ganarse la
vida? Piense un poco. ¿Cuántas veces las
personas parecen más espabiladas al acabar la jornada laboral que al comen
zarla?
Cuando llegamos a casa después de habernos ganado el sustento, ¿estarnos
más
llenos de vida? ¿Atravesamos la puerta alegremente, frescos y llenos de ene
rgía, dispuestos a pasar una velada espléndida con la familia? ¿Dónde está
toda la vida
que se supone que hemos ganado en el trabajo? Para muchos de nos
otros, ¿en realidad no estamos más cerca de
matarnos trabajando? ¿No nos estamos matando —
nuestra salud, los amigos, la sensación de alegría y entusiasmo— por
el trabajo? Sacrificamos la vida por dinero, pero tan poco a poco que apenas
nos
damos cuenta. Las sienes plateadas y la creciente calvicie, junto con ciertos
signos
dudosos de progreso, como un despacho, una secretaria o un cargo im
portante,
son lo único que marca el paso del tiempo. Al final, a lo mejor conseguimos
todas
las comodidades, e incluso los lujos que habíamos deseado, pero la inercia
nos
impide salir de la rutina de trabajar de nueve a cinco. Después de to
do, si no
trabajáramos, ¿qué haríamos con el tiempo? Soñábamos con encontrar senti
do y La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 34
satisfacción por medio del trabajo, pero esos sueños se han desvaneci
do en la realidad de las
intrigas, el tedio y la intensa competencia del mundo profesional.
Incluso los que trabajamos en una actividad que nos agrada y sentimos que
estamos aportando algo, reconocemos que podríamos disfrutar mucho más f
uera
de la rutina de nueve a cinco: la satisfacción que se siente cuando u
no hace el
trabajo que le gusta sin ningún tipo de limitaciones ni restricciones, y sin te
mer
tampoco que nos despidan y sumarnos a las filas de los desempleados. ¿Cuá
ntas
veces hemos pensado o hemos sostenido: «Yo lo haría de este modo, si pudi
era, pero los vocales de la Junta lo quieren a
su manera»? ¿Cuántas veces hemos
tenido que sacrificar nuestros sueños para conservar nuestros fondos o
nuestro empleo?
Creemos que somos nuestro trabajo
Aunque nuestra situación financiera nos permitiera renunciar a un empleo q
ue
limita nuestra felicidad y atenta contra nuestro sistema de valores, a menud
o no
tenemos la capacidad psicológica para liberarnos, porque nos hemos
acostumbrado a supeditar nuestra identidad y nuestra valía personal a
nuestro empleo.
El trabajo ha pasado a ocupar el lugar de la familia, el barrio, las cuestiones
cívicas, la iglesia e incluso los amigos corno vínculo principal, convirtiéndo
se en
nuestra principal fuente de afecto y lugar de autoexpresión. Reflexion
e un
momento. Piense en lo que siente cuando le formulan la dichosa pregunta: «
¿A
qué se dedica?» y responde «Soy...». ¿Se siente orgulloso? ¿Avergonz
ado?
¿Quisiera decir: «No soy más que...» si no está a la altura de sus pr
opias
expectativas? ¿Se siente superior, inferior, a la defensiva? ¿Dice la ve
rdad?
¿Bautiza con un nombre exótico una ocupación corriente y moliente para da
rse importancia?
¿Nos hemos habituado a medir nuestro valor como seres humanos en funció
n
del sueldo? ¿Serían más importantes los profesores que los médicos si gan
aran más que ellos? ¿Cómo es posible que, en la década de los ochenta, un
master en
administración de empresas se convirtiera en la clave del éxito con el
sexo
opuesto cuando hasta ese momento las personas con ese título tenían
fama de
aburridos, en el mejor de los casos? Cuando nos reunimos con nuestr
os ex
compañeros de instituto, ¿cómo evaluamos en nuestro fuero íntimo el
éxito de
nuestros iguales? ¿Averiguamos si se sienten satisfechos, si viven de acuerd
o con
sus valores, o les preguntamos dónde trabajan, qué puesto tienen, dónde viv
en,
qué coche tienen y a qué escuela van sus hijos? Éstos son los símbolos del é
xito que todos reconocemos.
Paralelamente al racismo y al sexismo, nuestra sociedad posee una especie
de
sistema de castas según lo que uno haga por dinero. Este tipo de discrimina
ción
laboral se manifiesta en nuestra relación con los demás en el trabajo,
en las
reuniones sociales e incluso en nuestras casas. Si no, ¿por qué motivo las a
mas de casa se consideran ciudadanos de segunda?
El elevado coste de matarse trabajando
El psicoterapeuta Douglas LaBier documenta este malestar social
en su libro
Modern Madness (La locura moderna). La sucesión de profesionales
de éxito que
se presentaban en su consulta con el cuerpo agotado y el alma vacía le alert
aron de
los riesgos que implica nuestro materialismo para la salud mental y física. L
aBier
comprobó que, en el 60 % de los varios cientos de casos que abarcaba su est
udio,
el hecho de centrarse en el dinero, la posición y el éxito a expensas
de la
satisfacción y el sentido personales provocaba depresiones, angustias y
otros trastornos relacionados con el trabajo, incluido el ubicuo estrés.
Si bien ya ha transcurrido casi medio siglo desde que oficialmente se
estableció una semana laboral de cuarenta horas, muchos profesionales cree
n que
deben trabajar horas extraordinarias y los fines de semana para mantenerse
al día.
Según una encuesta realizada por Harris en noviembre de 1990 entre
1 255
adultos, el 54% de los estadounidenses opina que dispone de menos tiempo
libre
que hace cinco años. Otras encuestas de opinión han mostrado una n
otable
disminución de la satisfacción laboral en todos los grupos de edad, en todas
las
ocupaciones, en todas las clases sociales, en todo el país, a pesar de que al
mismo
tiempo se produjo un incremento en la cantidad de personas con eda
des
comprendidas entre los 25 y los 45 años, aproximadamente, que tenía
n una
carrera. Trabajamos más pero disfrutamos menos de la vida (y es posible, a
demás,
que tengamos menos vida para disfrutar). Hemos desarrollado un mal-
estar La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 35
nacional que depende de nuestra forma de ganar dinero.
¿Qué hemos obtenido a cambio?
Aunque no seamos más felices, cualquiera diría que por lo menos disfrutam
os
del símbolo tradicional del éxito: tener dinero en el banco. Pero no e
s así. En
realidad, nuestra capacidad de ahorro ha disminuido. El índice de aho
rro (el
porcentaje de ahorro en función de la renta disponible) era del 4,5 % en 199
0 (y en
1988 incluso llegó al 4,1 %), mientras que en 1973 los estadounidenses aho
rraban
una media del 8,6 %. Los japoneses, por su parte, ahorran más del 15 % de
su renta disponible.
No sólo ahorramos menos sino que también ha subido (¡y mucho!) nuest
ro
nivel dé endeudamiento. La deuda del consumidor superó los 735 mil millo
nes de
dólares en 1990, lo cual significa un 42 % más que en 1985 y un Í46 % más
que en
1980; 3 000 dólares (unas 390000 pesetas) por cada hombre, mujer y niño q
ue
hay en el país. Cada ocho segundos llega a nuestra sociedad un recién nacid
o al
que se recibe exclamando: «¡Bienvenido! Nos debes 3000 dólares», y
eso sin
tener en cuenta su participación en la deuda pública. No me extraña que se e
che a llorar.
La deuda es una de nuestras principales trabas. Con nuestro nivel de
endeudamiento y nuestra falta de ahorros, caemos forzosamente en la rutina
de nueve a cinco.
Entre las hipotecas, la financiación del coche y las deudas de las
tarjetas de crédito, no podemos permitirnos el lujo de renunciar. Cada
vez hay
más estadounidenses que acaban viviendo en el coche o en la calle.
Y no nos
referimos sólo a los pobres o a los deficientes mentales. La categoría
de desempleados que aumenta con mayor rapidez es
la de los empleados de oficina.
La cantidad de despidos aumenta con creciente rapidez en todos los s
ectores,
desde la industria maderera del noroeste, en la costa del Pacífico, hasta las a
ltas finanzas de Wall Street.
Nos matamos trabajando para gastar durante el fin de semana
Piense en cómo gasta el consumidor medio el dinero que ha ganado.
El
sábado, lleva la ropa al tinte, los zapatos al zapatero para que les ca
mbie los tacones, y el coche al taller para que le roten los
neumáticos y averigüen el
motivo de ese ruido tan extraño. Después, al supermercado, a comprar com
ida
para toda la semana y a quejarse de lo caro que está todo: pensar q
ue antes
gastábamos 50 dólares (unas 6000 pesetas) y ahora la cuenta no baja
de 150
dólares (unas 18000 pesetas). (Desde luego, se podrían reducir los co
stes
aprovechando las ofertas y buscando la tienda más barata, pero ¿quié
n tiene
tiempo para eso?) A continuación, al centro comercial a comprar el li
bro que
están leyendo todos los componentes del grupo de apoyo. Sale con dos libro
s, un traje (rebajado a mitad de precio) con sus correspondientes
zapatos y una agenda
nueva (una libreta de hojas sueltas, con cremallera y calculadora), todo paga
do
con la tarjeta de crédito. A casa. Ahora hay que ocuparse del jardín. ¡Vaya!
Hay
que ir a la tienda a comprar unas podaderas. Regresa con dos semille
ros de
prímulas y un adorno para el césped... ¡ah, sí!, y también las podaderas. Ma
nipula
el tostador que quema el pan por más que se seleccione la temperatura míni
ma.
No consigue desarmarlo para localizar el problema y tampoco encuent
ra la
garantía. Acude a la tienda de electrodomésticos más próxima a comp
rar otro.
Vuelve con anaqueles y soportes para el cuarto de trabajo, muestras de color
es
para pintar la cocina... ¡ah, sí!, y el tostador también. Sale a cenar con la par
eja y dejan a los niños con la canguro. El domingo por la mañana,
crépes para todos.
¡Vaya! No queda más harina. Va al colmado a comprar harina y regr
esa con fresas y arándanos congelados para los crépes,
jarabe de arce, café de Sumatra...
¡ah, sí! y la harina. Lleva a la familia a dar un paseo en coche por el campo;
pone
gasolina; conduce durante dos horas. Se detienen a comer algo en un restaur
ante y
paga con la tarjeta de crédito. Se pasa la tarde leyendo revistas, dond
e los
anuncios le hacen soñar con lo maravillosa que sería la vida si se comprara
un Porsche, o al extranjero de vacaciones, o cambiara el ordenador, o...
Lo malo es que pensamos que trabajamos para pagar las facturas, cuando en
realidad gastamos más de lo que ganamos para comprar más de lo q
ue
precisamos, con lo cual volvemos a la cuestión de tener que trabajar
para conseguir dinero para comprar más cosas para...
¿Somos felices?
Si el esfuerzo cotidiano nos hiciera felices, no nos importarían las molestias
ni La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 36
los inconvenientes. Si pensáramos que nuestro trabajo contribuye a ha
cer del
mundo un lugar mejor, gustosamente sacrificaríamos horas de sueño y
nuestra
vida social sin sentirnos vacíos. Si las diversiones que adquirimos con nuest
ros
afanes nos proporcionaran algo más que un mero placer momentáneo y la o
casión de superar a los demás, estaríamos contentos de pasar más
horas trabajando. Pero
cada vez resulta más evidente que, a partir de un mínimo de comodi
dades, el dinero no compra la felicidad que pretendemos.
Todas las personas que han participado en nuestros seminarios,
independientemente de sus ingresos, siempre decían que necesitaban
más para ser
felices. Hemos incluido en los seminarios el siguiente ejercicio: le pe
díamos a
cada una que se situara en una escala de felicidad que iba del 1 (desgraciado
) al 5
(dichoso), en la cual el 3 equivalía a «no me puedo quejar», y establecimos
una
correlación entre las cifras que nos daban y sus ingresos. En una muestra de
más
de mil personas, tanto de Estados Unidos como de Canadá, el grado
medio de
felicidad se mantenía siempre entre un 2,6 y un 2,8 (¡ni siquiera llegaba al
3!),
tanto para personas cuyos ingresos no llegaban a los 1000 dólares
mensuales
(130000 pesetas), como para las que superaban los 4000 dólares (52
0000
pesetas). (Véase la figura 1 - i.)
Los resultados nos dejaron atónitos porque no sólo demuestran que la mayo
ría de las personas suele ser infeliz, sino también que puede serlo
independientemente de lo que gane. Hasta las personas que se encuen
tran en
buena posición económica no siempre se sienten satisfechas. En las mismas
hojas
preguntamos a los asistentes a los seminarios: «¿Cuánto dinero le haría falta
para
ser feliz?» La respuesta fue siempre entre un cincuenta y un cien por cien «
más del que tengo ahora».
Estas conclusiones se confirman con muchas otras investigaciones sob
re la
felicidad. En un estudio clásico, Roy Kaplan, del Instituto de Tecnolo
gía de
Florida, siguió el rastro de mil personas que habían ganado la lotería durant
e un
período de diez años. Fueron pocos los que se sintieron más felices o supier
on qué hacer con el dinero. Una cantidad increíble de ganadores se sentía
menos feliz al
cabo de seis meses, después de dejar unos puestos de trabajo que constituía
n para
ellos una fuente de autoestima y de ganar un dinero del que no se s
entían
merecedores. Muchos comenzaron a consumir drogas y a sentirse solos.
De modo que así es la situación, la sociedad más opulenta que ha tenido e
l
privilegio de habitar sobre la faz de la tierra, y no somos capaces de hacer o
tra
cosa más que trabajar sin parar, de casa al trabajo y del trabajo a casa, mient
ras nuestro corazón anhela algo que apenas
está un poco más allá del horizonte.
FIGURA 1-1 Escala de valoración de la vida
1
2
3
4
5
Incómoda
Insatisfecha
Satisfactoria
Feliz
Dichosa
Cansada
Sigo buscando
No está mal
Me hace crecer
Entusiasta
Incompleta
Insuficiente
Común
Satisfactoria
Plena
Frustrada
Las
relaciones Aceptable
Productiva
Desbordante
podrían ser mejores
Temerosa
A veces alegre, a Relajada
Apasionante
A menudo solitaria Me las apaño
veces triste
Sin tensiones
Intensa Soy
Airada
Mejorando
Estable
Eficiente
alguien
Necesitada
de No
demasiado Normal
amor
productiva
Me alcanza el
Insegura
Pocos riesgos
tiempo
Necesito
Divertida
seguridad
Me adapto
Segura
0-1000
1 001-2000
2001-3000
3001-4000
más de 4000
(en dólares)
Promedio de la
2,81
2,77
2,84
2,86
2,63
valoración de la vida
de todos los
participantes con el
mismo volumen de
ingresos:
LA PROSPERIDAD Y EL PLANETA
Si esto no fuera más que un infierno privado, ya sería suficiente tragedia. Pe
ro
no es así, porque nuestro estilo de vida tiene consecuencias cada vez
más devastadoras para nuestro planeta.
Estamos agotando los recursos de la tierra, obstruimos sus arterias (rí
os y La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 37
caminos) y contaminamos el aire, el agua y el suelo. Los distinguidos miem
bros
de la Comisión Mundial de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
el
Desarrollo, al cabo de tres años de estudios y conferencias en todo el mund
o, han
acordado que una de las principales causas de los problemas ecológicos a es
cala
mundial son los patrones norteamericanos de consumo excesivo. Si añadim
os a
este consumo la comprensible envidia y los deseos de los demás por conseg
uir los
mismos lujos que nosotros, la situación presagia el desastre. Y el desastre n
o está lejos, sino que ya ha comenzado.
Todos conocemos los indicadores trágicos de este desastre que se cierne sob
re
nosotros, desde el efecto invernadero hasta el agujero en la capa de
ozono.
Aparecen en las primeras páginas de los periódicos y nos convierten a todos
en
ecologistas renuentes y asustados. La situación empeora porque la ind
ustria
publicitaria propicia la demanda de productos que no necesitamos y qu
e se fabrican con materias primas que podrían agotarse en poco tiempo.
En un programa de la Radio Pública Nacional, el comentarista econó
mico
Lester Thurow dijo que era como si nos hubiéramos endeudado hasta el cu
ello
para celebrar la mayor fiesta de fin de año de la historia, durante la cual tod
o el
mundo se lo pasa en grande pero, cuando llega el 2 de enero, la ale
gría ha desaparecido y sólo quedan las facturas
por pagar. En la década de los ochenta la
situación ha estallado y ahora parece que el 2
de enero se hará realidad en la
próxima generación. Esto es particularmente grave porque en la últim
a década
Estados Unidos ha pasado de ser la principal nación acreedora del m
undo a
convertirse en la principal deudora del mundo. Cada vez en mayor medida,
las
empresas, las viviendas, el suelo y los bonos del Estado del país pert
enecen a
inversores extranjeros. Hemos hipotecado la granja y el cobrador del
alquiler puede venir a golpear a nuestra puerta una década de éstas.
Asimismo, en la última década se produjo una mayor separación entre ricos
y
pobres, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Existen millo
nes de
personas que no tienen hogar, porque no disponen de dinero para pag
ar una
vivienda mientras que otros, en cambio, gastan millones en hogares d
e lujo.
Históricamente, tal desigualdad es precursora de cambios importantes, e inc
luso violentos.
Desde un punto de vista económico, social, político y espiritual, el af
án
desmedido por gastar que se apoderó de nosotros después de la segunda gue
rra
mundial nos hizo contraer algunas deudas importantes. De un modo u otro,
vamos a pagarlo todo, y con intereses.
El gran perdedor en el juego del dinero
Lo malo es que muchos de nosotros ni siquiera somos conscientes de
esta
deuda, porque nuestros principales benefactores no dicen nada y no teníamo
s ni
idea de que ellos eran los que nos prestaban. No nos hemos limitado
a pedirle dinero al banco.
Nos han ayudado las generaciones futuras e incluso la generosa
Madre Tierra.
En este planeta cada vez más pequeño, la naturaleza es como el cam
po
comunitario de la aldea donde pacen las ovejas de todos. Si nos resp
etamos
mutuamente y respetamos el terreno comunitario, todas las ovejas consigue
n su
ración, y el campo y la comunidad prosperan. Pero si algunos sólo se preoc
upan
de sí mismos y, por ejemplo, llevan más ovejas a pacer, de pronto desaparec
e la buena voluntad, todos llevamos más ovejas y el campo se arruina.
La competencia entre los países ha agotado los recursos comunitarios
de
nuestro planeta. Todo lo que comemos, vestimos, conducimos, compra
mos y
desperdiciamos procede de la tierra. Muchos de estos productos se fabrican
con recursos no renovables. Cuando los tiramos, puede que esas partes
de la tierra no
sean capaces de sostener una vida significativa tal vez en miles y miles de a
ños.
Es un viaje sin retorno de la tierra a la fábrica, de la fábrica a la tienda, de la
tienda
a nuestra casa y de allí al vertedero. Hemos ignorado el hecho de que debe
mos
nuestro nivel de prosperidad actual a los dones benéficos (y gratuitos)
de la
naturaleza: el suelo, el agua y el aire, que no cuestan nada y de los que exigi
mos al
máximo. Ahora nos enfrentamos a la triste posibilidad de que tal vez un dí
a la
tierra ya no sea capaz de mantener la vida, o al menos la vida como la cono
cemos
y como queremos que sea. Por civilizados y desarrollados que seamos, segu
imos
dependiendo del aire para respirar, del agua potable y del suelo fértil para n
uestra
existencia cotidiana. Pero hemos infligido a nuestro planeta unos daños eno
rmes, tal vez irreparables.
Pero, ¿por qué?
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 38
¿Cómo nos hemos metido en este brete? ¿Y por qué no hacemos nada por s
alir de él?
En primer lugar, muchos de nosotros ni siquiera nos damos cuenta, mientras
que otros opinan que la felicidad está a la vuelta de la esquina. En su libro
New
World, New Mind (Un nuevo mundo, una nueva mente), Robert Ornstein y
Paul
Ehrlich señalan que nuestra mente ha sido diseñada para responder bien a lo
s peligros inminentes, como tigres e incendios, y la cercanía de núes-
tros enemigos. Sin embargo, en el mundo actual los peligros ambienta
les se
acumulan con tanta lentitud que nuestra mente es incapaz de registrar
los.
Sostienen Ornstein y Ehrlich que debemos aprender a reaccionar ante las pri
meras La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 39
señales lejanas de complejas medidas ecológicas con la misma energía con l
a que solíamos trepar a los árboles para huir de las fauces del tigre.
Además, aceptamos
matarnos trabajando porque nos parece que no tenemos
alternativa. Ya se afirmaba en la Biblia que «ganarás el pan con el sudor de
tu frente». El trabajo de nueve a cinco, hasta los sesenta y cinco,
tan reciente en la
historia de la humanidad y sin embargo tan arraigado ya, parece la única op
ción
para cualquier persona que no sea ni una superestrella del deporte o del espe
ctá-
culo, ni un excéntrico. Después de todo, tenemos facturas que pagar
y una
identidad que mantener y, además, ¿qué haría de mi vida si no tuviese un e
mpleo?
¿Más = mejor?
Muchos de nosotros nos
matamos trabajando porque nos han vendido la noción de que
cuanto más, mejor. Aunque Buckminster Fuller compare la tierra
con una nave espacial, seguimos aferrados a las imágenes cinematográficas
de la Frontera, donde «siempre queda más en el sitio de donde viene esto».
Construimos nuestra vida laboral sobre este mito, con la expectativa de gan
ar
más a medida que pasan los años. Tendremos mayor responsabilidad
y más
prerrogativas a medida que ascendamos en nuestro campo. Con el tie
mpo,
tenemos la esperanza de conseguir más bienes, más prestigio y más respeto
de la
comunidad. Nos habituamos a esperar cada vez más de nosotros mismos y c
ada
vez más del mundo pero, en lugar de estar satisfechos, la experiencia demue
stra
que, cuanto más tenemos, más queremos... y menos satisfechos estamos c
on el
statu quo.
Más = mejor; he aquí el lema que nos impulsa. El lema que nos lleva a cam
biar
de coche cada tres años, a comprar ropa nueva para cada ocasión y cada est
ación,
a cambiarnos a una casa más grande y mejor cada vez que podemos y a ren
ovarlo
todo, desde el aparato de música hasta el cortacésped, simplemente p
orque ha
aparecido otro modelo con algún dispositivo automático nuevo. Paul Wacht
el, el autor de
The Poverty ofAffluence (La pobreza de la abundancia), cuestiona nuestra
dependencia del «más = mejor» como la
solución a todos nuestros anhelos. Demuestra que nuestro frenético af
án por
conseguir más al final resulta contrario a los mismos objetivos que pr
etendía conseguir: seguridad y satisfacción.
En 1958, cuando el economista John Kenneth Galbraith describió acertada
mente a Estados Unidos como la sociedad opulenta, el 9,5% de los
hogares del país tenía aire acondicionado, alrededor del 4% disponía
de lavavajillas, y en menos
del 15% había más de un coche. En 1980, cuando Ronald Reagan lo
gró
reemplazar a Jimmy Cárter basando su campaña en la impresión generaliza
da de
que el pueblo experimentaba dificultades económicas, el porcentaje de hoga
res
con aire acondicionado se había quintuplicado, el porcentaje de lavavajillas
se había incrementado más de un 700%, y el porcentaje de familias con dos
o más vehículos casi se había triplicado. Sin embargo, a pesar del notable
crecimiento económico —
a pesar de poseer más dispositivos, aparatos y máquinas que se
supone que facilitan la vida
— según las encuestas los estadounidenses se sentían mucho menos
afortunados que hacía veinte años.
Si su intención en la vida es tenerlo todo, nunca le alcanzará con lo que tien
e.
más que estoy seguro de que va a hacer que mi vida sea mejor,
como sigo creyendo que más es mejor, el más que he conseguido
todavía no me basta. Y así
eternamente. Si pudiera conseguir más, entonces... y así sucesivamente. Cad
a vez caemos en más deudas, y a menudo en más desesperación. Ese
más que se suponía que volvería la vida
mejor nunca puede ser suficiente.
Los límites del crecimiento
La versión económica del cuanto más, mejor es que
el crecimiento es bueno.
La economía moderna venera el crecimiento. En teoría, el crecimiento pone
fin a la pobreza, mejora nuestro nivel de vida, disminuye el desemple
o, nos
mantiene al ritmo de la inflación, alivia el aburrimiento de los ricos y la mis
eria de
los pobres, refuerza el PNB (Producto Nacional Bruto), hace subir el índice
Dow La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 40
Jones y derrota a los japoneses. La marea alta hace subir todos los barcos.
Pero pasamos por alto el hecho de que lo que impulsa el crecimiento
económico procede de la naturaleza e, incluso en las mejores circunstancia
s, la
naturaleza no es infinitamente abundante. Los recursos se agotan en a
lgún momento.
La naturaleza tiene límites. En el terreno de lo físico, no hay nada que crezc
a
indefinidamente. Todas las plantas y todos los animales alcanzan un t
amaño
óptimo y entonces comienzan a funcionar con madurez, a participar en la vi
da:
dan hojas y frutos, reaccionan a los estímulos y proporcionan sustento
a otras
formas de vida de su entorno. Sabemos también que toda población v
egetal o
animal alcanza una cantidad máxima en función de los recursos limit
ados de
energía, alimento, agua, suelo y aire, y que a partir de ese momento comien
za a
estabilizarse o a reducir su tamaño. Siempre se llega a un punto en e
l cual el
individuo o la población en cuestión desaparece por falta de recursos
o se estabiliza a un nivel que el medio puede asumir.
Por ignorar esta realidad fundamental del mundo natural, nosotros co
mo
individuos y nuestra economía nos hemos acercado peligrosamente a los lí
mites
de la capacidad de la Madre Naturaleza para brindarnos lo que le exi
gimos. A
pesar de todos los debates sobre la manera de calcular la cantidad de individ
uos de
la especie humana que puede soportar el ecosistema terrestre (la capa
cidad de
sustento terrestre), el científico Peter Vitousek calcula que en la actua
lidad los
seres humanos nos apropiamos del 40 % de lo que ofrece la naturaleza, a pe
sar de
no ser más que una de los millones de especies que vivimos de ella.
El
crecimiento continuado, ya sea en población o en consumo, podría provocar
un
desastre; las cifras de población y nuestras expectativas de un nivel de vida
más alto siguen subiendo.
Aunque resulta evidente que hemos de poner freno a nuestra adicción perso
nal
y colectiva al crecimiento, manifestamos la clásica resistencia al cambio qu
e se
conoce con el nombre de negación. No tenemos que cambiar porque
estamos
seguros de que la tecnología nos va a salvar. Después de todo, decimos, bast
a con
echar una mirada al pasado. La ciencia y la tecnología han eliminado
enfermedades mortales, desde la viruela hasta la difteria. Sin duda, v
amos a
desarrollar la tecnología necesaria para purificar el agua; la ingeniería
genética
nos dará semillas capaces de germinar a pesar del calentamiento glob
al;
acabaremos con la contaminación y hallaremos la clave para obtener una en
ergía
barata e ilimitada. Y si no nos salva la tecnología, sin duda lo hará el Gobier
no.
Basta con ver todos nuestros avances sociales como especie. Si nos manifes
tamos
a favor de las apropiaciones, el Gobierno desarrollará un programa. Hay ex
pertos
que saben lo que ocurre y que se están ocupando del tema. De todos modos,
en definitiva, no es un problema mío sino del Tercer Mundo. Si
ellos dejaran de tener
tantos hijos y de quemar sus bosques, podríamos sobrevivir. Son ellos
los que
tienen que cambiar. En cualquier caso, sería una tontería cambiar por
que es
probable que los informes se equivoquen. No es la primera vez que nos mie
nten
los científicos, los políticos y los medios de comunicación. Seguro qu
e este
problema ecológico no es más que un invento de unos cuantos abogados list
os y
unos alarmistas indecisos. Y además, ¿qué puedo hacer yo? Después
de todo,
tengo deudas y no puedo dejar de recorrer 60 km por día para ir a la fábrica
de
chismes nucleares, aunque de ello dependiera la continuidad de la vida sobr
e la Tierra, que no es el caso, ¿verdad?
Como personas y como planeta sufrimos un
aumento de la riqueza y una
disminución de la nobleza. Como mínimo, tenemos que detenernos y
preguntarnos si realmente merece la pena, si nos sentimos tan satisfechos co
mo
pretendemos. Si no es así, ¿para qué persistir, como adictos, con hábitos que
están acabando con nosotros?
La creación de consumidores
Quizá nos aferremos a nuestra opulencia (aunque no nos favorezca ni
a
nosotros ni al planeta) por la naturaleza misma de nuestra relación con el di
nero.
Veremos que el dinero se ha convertido en la pantalla sobre la cual se desarr
olla
nuestra vida. Sobre él proyectamos la capacidad de cumplir nuestras f
antasías,
calmar nuestros temores, mitigar nuestro dolor y hacernos subir hasta lo má
s alto.
De hecho, por medio del dinero satisfacemos la mayoría de nuestras necesid
ades
y deseos. Todo lo compramos, desde la esperanza hasta la felicidad.
Ya no vivimos la vida sino que la consumimos.
Los estadounidenses solíamos ser ciudadanos; ahora somos
consumidores que La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 41
(según la definición de
consumir que aparece en el diccionario) son personas que
«destruyen, extinguen; utilizan comestibles perecederos u otros géneros de
vida
efímera para satisfacer necesidades o gustos pasajeros». No obstante,
el
consumismo es un invento del siglo xx de nuestra sociedad industrial que se
estableció en una época en la cual se consideraba necesario estimular a las
personas a adquirir más bienes
a fin de lograr un crecimiento económico constante.
A comienzos de la década de los años veinte surgió una curiosa novedad en
la economía estadounidense. La increíble capacidad de las
máquinas para satisfacer
las necesidades humanas había resultado tan eficaz que la actividad econó
mica
comenzaba a reducir su velocidad. Sabiendo por instinto que ya tenían sufic
iente,
los obreros solicitaban una reducción de la jornada laboral y más tiempo lib
re para
disfrutar del fruto de su trabajo. Esta tendencia alarmó a dos sectores
de la
sociedad estadounidense. Por una parte, a los moralistas, que habían asimila
do la
ética laboral protestante y opinaban que el ocio era peligroso y degra
dante y
conducía, como mínimo, a la pereza, y quizá también al resto de los siete pe
cados
capitales. El otro sector que dio la voz de alarma fue el de los indus
triales: el
descenso de la demanda de la producción fabril amenazaba con frenar
el
crecimiento económico. Los trabajadores no parecían tener tanto interé
s por
adquirir los nuevos bienes y servicios (coches, productos químicos, ap
aratos y entretenimiento) como los viejos (alimentos, ropa y cobijo).
No obstante, la alternativa al crecimiento no se consideraba un signo
de
madurez sino precursora del estancamiento de la civilización y la mue
rte de la
productividad. Hacían falta nuevos mercados para la creciente abundan
cia de
bienes que las máquinas producían con tal celeridad y precisión... y para qu
e los
fabricantes siguieran percibiendo ganancias. Y entonces surgió una idea gen
ial:
estos nuevos mercados surgirían de las masas populares, pero se educ
aría al
pueblo para querer no sólo los objetos necesarios de siempre sino artículos
nuevos que no necesitaran. Así nació el concepto de nivel de vida,
un arte, una ciencia y
una industria creados para convencer a los estadounidenses de que est
aban
trabajando para elevar su nivel de vida en lugar de para satisfacer ne
cesidades
económicas básicas. En 1929, el Comité Herbert Hoover sobre Recien
tes
Cambios Económicos publicó un informe sobre la marcha de esta estr
ategia nueva (y tan ventajosa):
La encuesta ha demostrado de forma concluyente lo que desde hace tiempo
se
consideraba válido en teoría: que los deseos son prácticamente insaciables y
que
un deseo satisfecho cede paso a otro. La conclusión es que, económicament
e, se
abre ante nosotros un campo ilimitado; que existen deseos nuevos que abrir
án
camino a infinidad de otros deseos más nuevos, tan pronto como se
vean satisfechos (...) Nuestra situación es
afortunada y nuestro impulso, notable.
En lugar de aprovechar el ocio como una actividad relajada, se transformó e
n
una oportunidad para incrementar el consumo, incluso el consumo del propi
o ocio (en forma de viajes y vacaciones). Coincide Henry Ford:
Cuando las personas trabajan menos, compran más (...) El comercio e
s el
intercambio de bienes. Los bienes sólo se compran en la medida en
que
satisfacen necesidades. Las necesidades se satisfacen sólo en la medida en q
ue se experimentan y se sienten más durante las horas de ocio.
El Comité Hoover estuvo de acuerdo. De hecho, el ocio no era un motivo
para no trabajar, sino un motivo para trabajar más todavía. En cierto
modo, la
solución del consumo resultó satisfactoria tanto para los industriales hedoni
stas,
empeñados en lograr un paraíso material, como para los puritanos que temía
n que
el ocio sin ocupación condujera al pecado. En realidad, el nuevo consu- mis
mo
favoreció todos los pecados mortales (lujuria, avaricia, gula, orgullo, envidi
a), a excepción, quizá, de la ira y la pereza.
Tras apaciguarse ligeramente durante la Depresión, el consu- mismo volvió
con renovado vigor en los años que siguieron a la segunda guerra mundial.
Así lo
proclamaba Victor Lebow, un analista del comercio al por menor estadouni
dense de los años de posguerra:
Nuestra economía enormemente productiva (...) nos exige que hagamo
s del
consumismo nuestra forma de vida, que convirtamos en rituales la adquisici
ón y el uso de bienes, que busquemos
en el consumo nuestra satisfacción espiritual y
la satisfacción de nuestro yo (...) Necesitamos consumir, extinguir, gas
tar, La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 42
sustituir y tirar las cosas a una velocidad cada vez mayor.
Y así comenzó la competencia inexorable que nos atormenta si no
encontramos el término medio entre trabajar más para comprar artículos de
lujo y
disponer de tiempo suficiente para disfrutarlos. Con el entusiasmo inic
ial que
despertó en nosotros nuestra nueva condición de consumidores, aprend
imos a
defender nuestros derechos, oponiéndonos a la falta de escrúpulos. No obsta
nte, desde entonces los derechos han adquirido otro sentido.
El derecho a comprar
Hemos llegado a creer, en nuestro fuero interno, que tenemos derecho
a
consumir. Si disponemos de dinero, podemos comprar todo lo que qu
eramos,
tanto si lo necesitamos, lo usamos o al menos nos produce placer, co
mo si no.
Después de todo, estamos en un país libre. Y si no tenemos dinero... ¡no im
porta!
Para eso están las tarjetas de crédito: para comprar. Gana el que muera con
más juguetes. La vida, la libertad y la búsqueda de bienes materiales.
Después de los derechos constitucionales a la libertad de expresión, d
e
reunión, de un juicio justo y todos los demás, viene el derecho a tener todo l
o que
queramos, en la medida en que estemos dispuestos a pagar por ello (o al me
nos
que prometamos hacerlo... a su debido tiempo). Se difama a los ecologistas
que
cuestionan el derecho a comprar un coche grande que consume mucha gasol
ina, o
a los activistas sociales que cuestionan el coste social de que una persona po
sea
una vivienda con cuarenta y cinco habitaciones mientras otros duerme
n en la
calle, por considerar que interfieren con la libertad individual. Nadie cuestio
na el
derecho a la propiedad privada; simplemente destacamos lo a pecho q
ue nos
hemos tomado el derecho a consumir, situándolo quizá por encima de
otros derechos, privilegios y obligaciones de una sociedad libre.
En años venideros, puede que cada vez se cuestione más nuestro derecho a
consumir lo que queremos, cuando queremos, como queremos y donde quer
emos,
a medida que nos enfrentamos con cuestiones como el mercado globa
l, los
derechos humanos, el comercio libre, el daño ecológico y la merma d
e los recursos. ¿No sería más
sencillo librar nuestras batallas personales contra nuestro
afán de ostentación antes de comenzar con los enfrentamientos públic
os? Éste
sería un buen momento para aprender a tener menos, en vez de esperar a qu
e unas
normas estrictas y el clamor popular nos arranquen nuestros pequeños capri
chos.
Es mucho más fácil ser buenos por elección que por obligación.
Comprar es bueno
Tras desafiar y enfrentarnos con esa vaca sagrada que es el derecho
a consumir, vamos a analizar otro tipo de derecho.
Hemos incorporado el concepto de que es
bueno comprar, que en el consumo
estriba la fuerza de nuestro país. Hace poco, el titular de un periódico advert
ía que
«Si los consumidores escatiman gastos, se perjudica la economía». Nos pre
vienen
de que, si no consumimos, habrá despidos en masa, las familias perderán su
hogar, aumentará el desempleo, las fábricas cerrarán, poblaciones enteras p
erderán
la base de su economía. Estamos obligados a comprar para que el país no pi
erda su fuerza.
Los
consumidores disponen de menos dinero para gastar en parte porque
ahorrar se ha convertido, sin duda, en una cuestión anti-
patriótica. El lenguaje
mismo de la economía moderna promueve el consumo. ¿Qué otra cosa pode
mos hacer con la renta
disponible más que disponer de ella? Es evidente que nadie
quiere guardarla donde se pueda echar a perder.
De modo que, si consumir es
la manera de mantener fuerte la economía, y los
ahorristas son personas a las cuales no les importa si sus conciudadanos pier
den el
empleo, pasar el día en el centro comercial se puede considerar una
actividad
totalmente patriótica. Lo único malo es que nuestras expectativas crecientes
han
mermado nuestros ingresos, endeudando cada vez más al patriótico consum
idor
medio. Esto nos coloca en un aprieto: la única forma que tenemos de poner
en
práctica nuestro patriotismo económico es endeudarnos más. Si alguna vez
se ha
sentido confuso frente a su afán de ostentación, puede que esto sea parte del
motivo. Usted mismo y cada uno de sus conciudadanos se encuentran en u
na situación sin salida: hace mal si compra y también si no compra.
Todo esto lo exacerba la publicidad. Cuando el adolescente medio aca
ba el
instituto, ya ha presenciado más de 100000 anuncios publicitarios, a r
azón de entre tres y cuatro horas a la semana.
Alan Durning indica que «el ciudadano medio oye de cincuenta a cien anun
cios La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 43
cada mañana» antes de las nueve. La industria publicitaria gasta casi 500 dó
lares anuales por cada ciudadano estadounidense (unas 62 500 pesetas).
Según las teorías de marketing,
nos dejamos llevar por el temor, la promesa de
la exclusividad, la culpa y la ambición, y la necesidad de aprobación
se está
convirtiendo en la nueva motivación de los años noventa. La tecnolog
ía
publicitaria, con las armas que le proporcionan las investigaciones de merca
do y
una psicología compleja, pretende hacernos perder el equilibrio emoci
onal... y
después nos promete resolver nuestro malestar con un producto. De cincuen
ta a cien veces antes de las nueve de la mañana, todos los días.
Si somos un cáncer, ¿cuál es la solución?
Al mismo tiempo, entre tantos anuncios, la televisión, la radio y los periódic
os
nos traen malas noticias sobre el medio ambiente: los envases de los produc
tos
obstruyen los vertederos; su fabricación contamina el agua subterránea, pro
voca
la deforestación de la región amazónica, ensucia los ríos, baja el nivel del a
gua,
reduce la capa de ozono y modifica el clima. Si llevo tejidos sintéticos, cont
ribuyo
a agotar nuestras limitadas reservas de combustibles fósiles, pero si me pon
go una
prenda de algodón cultivado en Arizo- na, estoy pasando por alto los pozo
s de
aguas profundas que aumentan la salinidad del suelo y que ponen en peligro
los
cultivos. Y si no llevo nada, contribuyo al desempleo. Está mal lo qu
e hago y
también lo que no hago; y está mal igualmente lo que hacemos sin pensar, c
omo ocurre en la costa del Pacífico noroeste, donde las
presas hidroeléctricas impiden que el salmón nade río arriba para desovar.
Parece que no hay manera de que los consumidores hagan las cosas bien.
Todo
lo que hacemos representa un coste para el medio ambiente. Hasta la nueva
moda de los productos biológicos,
es decir, el consumo de productos que ocasionan
menos perjuicios ecológicos, aunque resulta menos agresiva, no llega
a ser totalmente inocua.
Como consumidores, nos estamos convirtiendo en una especie de cáncer pa
ra el planeta; nos estamos
cargando a nuestro anfitrión. Paul Ehrlich que, aparte de
ser uno de los autores de New
World, NewMind (Un nuevo mundo, una nueva mente) ha escrito tam
bién The
Population Bomb (La bomba demográfica) y varios libros más, sostiene que
en
Estados Unidos, debido al uso excesivo de los recursos, un individuo perju
dica
cien veces más el medio ambiente que en otros países menos desarrol
lados. El
consumo de energía per cápita es el doble que en Europa, a pesar de que el
nivel de vida no es muy superior.
Es evidente que ni nos lo planteamos cada mañana, cuando vamos a trabajar
en coche. No sopesamos: «Consumir o no consumir, he aquí el dilem
a.» El
concepto de que es bueno consumir tropieza cada día con la advertencia de
que
tenemos una deuda personal y, además, que estamos jugando a la ruleta rusa
con el medio ambiente.
Pero, ¿qué podemos hacer? En medio de nuestra ajetreada vida, ¿cómo vam
os
a ser conscientes, y mucho menos a tomar medidas, con respecto a la lluvia
ácida,
la deforestación, la extinción de especies, el agujero en la capa de oz
ono, el calentamiento global y el crecimiento exponencial
de la población? «¿Qué puede
hacer una persona sola?», nos preguntamos y buscamos otra emisora de radi
o. Y
seguimos así, haciendo un esfuerzo por cambiar una semana, sin hace
r caso la
siguiente, escudándonos en la negación para protegernos de los duros
cambios que se avecinan.
Si seguimos limitándonos a introducir pequeños cambios, no obstante,
no conseguiremos más
que movernos con mayor lentitud hacia un futuro reducido y
empobrecido. En realidad, no hace falta un cambio sino una transformación.
No
basta con variar la posición de las piezas; hay que cambiar de tabler
o. La
transformación no consiste simplemente en probar una nueva serie de soluci
ones
para unos problemas difíciles de resolver, sino en formularse preguntas nu
evas que nos permitan ver los mismos problemas desde otro punto de vista.
En 1981, Joñas Salk publicó World Population and Human Valúes: A New
Reality {La población mundial y los humanos: una nueva realidad),
un libro que
presentaba las esperanzas y los peligros de transformar un mundo que girab
a en
torno al crecimiento en un mundo más sostenible, que girase en torno
a los valores.
A medida que se desacelera el crecimiento de la población y que nos acerca
mos a un estancamiento del tamaño de la población mundial, nuestras
mayores
(...) En el proceso de reacción a las fuerzas y los límites de la natural
eza, sabremos si tenemos la capacidad suficiente
para superar este desafío. Si es así,
emergeremos del presente no sólo como supervivientes sino como ser
es humanos en una nueva realidad.
Para realizar el cambio de una ética del crecimiento a una ética de l
a
sostenibilidad sin duda hará falta que cada uno de nosotros transforme su re
lación
con el dinero y el mundo material. Transformar nuestra relación con el dine
ro y
reevaluar nuestra forma de ganar y gastar podría devolvernos a nosotr
os y
también al planeta al buen camino. Hemos de aprender del pasado, d
eterminar
nuestra realidad presente y crear una relación nueva con el dinero, partiendo
de la
realidad y dejando de lado hipótesis y mitos ineficaces. Necesitamos
un nuevo
plano para el dinero y el materialismo que se ajuste verdaderamente al mom
ento que nos toca vivir.
EL COMIENZO DE UN NUEVO PLANO DEL DINERO
¿Cómo es posible que el consumo lo consuma todo? Por más que la
publicidad y la industria hayan conspirado para vendernos el materiali
smo, la
cuestión es que lo hemos comprado. ¿Qué parte de nosotros se dejó desviar
tan fácilmente de los placeres más intensos de la vida?
Según los psicólogos, el dinero es el último tabú.
Nos resulta más fácil hablar
con el psicoanalista de nuestra vida sexual que con el contable de nu
estra situación económica. El dinero —
no tanto la cantidad que poseemos sino lo que sentimos al respecto
— rige nuestras vidas tanto o más que ningún otro factor. Hay
más matrimonios que se van a pique por culpa del dinero que por cualquier
otra causa. ¿Por qué?
Los patrones de creencias
Para comenzar a comprender este hecho, hemos de saber algo sobre la ment
e
humana. En apariencia, numerosas fuentes, desde los modernos investi
gadores
del cerebro hasta los antiguos filósofos orientales coinciden en el con
cepto
fundamental de que la mente es un mecanismo que elabora y repite patrones
. Los
científicos afirman que somos la única especie que no tiene una conducta fij
a de
respuesta a cada estímulo porque creamos nuestros propios patrones de resp
uesta.
Algunos derivan de la experiencia personal, fundamentalmente la de los pri
meros
cinco años de vida; otros son genéticos, otros culturales y otros parecen ser
universales. Se supone que todos nos ayudan a aumentar nuestras probabilid
ades de
supervivencia. Cuando un patrón queda registrado, cuando se ha puesto a pr
ueba
y se ha decidido que contribuye a la supervivencia, resulta muy difícil camb
iarlo.
La boca se nos llena de saliva cuando percibimos el olor de un sofrito de ce
bolla;
apretamos el freno cuando vemos una luz roja, y segregamos adrenalina si a
lguien
grita «¡Fuego!». Es evidente que no sobreviviríamos si no hubiéramos
incorporado una cantidad enorme de interpretaciones asociadas con co
nductas.
Pero el problema reside en que no todos, ni siquiera la mayoría de estos patr
ones,
guardan relación alguna con la realidad objetiva y, sin embargo, siguen rigie
ndo
nuestra conducta. De hecho, son tan persistentes que a menudo ignora
mos o
negamos la realidad y damos prioridad a una de nuestras interpretacio
nes. Las serpientes que el niño ve
en el suelo de su habitación y que desaparecen si la
madre deja abierta la puerta son un ejemplo evidente de una interpretación
de la
realidad absurda pero convincente. Solemos dar el nombre de supersti
ciones a
estas nociones evidentemente erróneas. Pero de todas las cosas que cr
eemos,
¿cuáles son supersticiones y cuáles hechos?
¿Realmente trae mala suerte pasar por debajo de una escalera o romp
er un
espejo? La mayoría de nosotros no hace caso de estas supersticiones primiti
vas.
¿Y qué hay de otras creencias menos sospechosas? ¿Cómo nos constipamos
? ¿Por
salir de casa con la cabeza húmeda? ¿Por culpa de los gérmenes? Reconoce
mos
en la primera causa una antigua creencia popular. ¿Y la segunda? De
spués de
todo, hay muchas personas que pasan por el despacho sin pillar un constip
ado.
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 45
¿Cómo es que los gérmenes no les han atacado? Tal vez la teoría de los gér
menes
no es más que una superstición moderna. La Tierra siempre ha sido r
edonda
aunque para la conciencia humana no lo fue hasta el siglo xv. Nos resulta pi
nto-
resco el concepto de una Tierra plana. Seguramente, las generaciones
futuras encontrarán pintorescas algunas de nuestras creencias.
¿Qué dicen nuestras acciones?
Como ocurre con la Tierra plana y el suelo del dormitorio lleno de serpiente
s,
existen muchas realidades que nuestras creencias y nuestro comportam
iento
financiero no tienen en cuenta. Si bien en gran medida no somos consciente
s de
nuestras convicciones económicas, nuestra ceguera nos condena a un encier
ro que nosotros mismos creamos.
Por más que afirmemos enfáticamente que sabemos que
el dinero no compra la felicidad y que lo mejor de la vida es gratis,
hemos de ser sinceros y
profundizar un poco más, porque nuestro comportamiento presenta una vers
ión distinta.
¿Qué hacemos cuando estamos deprimidos, nos sentimos solos, o pensamos
que nadie nos quiere? La mayoría de las veces compramos algo para
sentirnos
mejor: ropa nueva, un cuba libre (o dos), un coche nuevo, un helado, un bill
ete a
una isla lejana, un pececillo para la pecera, una entrada al cine, un p
aquete de galletas de chocolate (o dos).
Cuando queremos festejar nuestra buena suerte, compramos algo: un banqu
ete
de bodas, un ramo de rosas, un anillo de diamantes, o invitamos a los amigo
s a tomar una copa.
Si estamos aburridos, compramos algo: una revista, un crucero, un juego, o
apostamos en las carreras.
Si nos parece que tenemos que sacarle más partido a la vida, compramos al
go:
un curso, un libro de autoayuda, un psicoanalista, una casa en el campo, un
piso en la ciudad.
Ninguna de estas soluciones es equivocada. Simplemente, esto es lo q
ue
hacemos. Hemos aprendido a buscar soluciones externas cuando la me
nte, el
corazón o el alma nos envían señales de algún desequilibrio. Intentamos sati
sfacer
necesidades psicológicas y espirituales mediante el consumo en el terreno fí
sico.
¿Cómo ha ocurrido esto?
He aquí un ejemplo.
La curva de la satisfacción
La curva de la satisfacción (véase la figura i-
2) muestra la relación entre la
experiencia de satisfacción y la cantidad de dinero que gastamos (por lo gen
eral,
para adquirir más bienes). Al comienzo de nuestra vida, seguramente cuant
o más
teníamos, más satisfechos estábamos. Había que cubrir unas necesidades
básicas:
nos daban de comer, calor y protección. La mayoría de nosotros no recuerda
el
miedo al hambre y al frío, que se aliviaban con una simple manta o un pech
o, y sin
embargo todos hemos pasado por ello. Cuando estábamos incómodos,
cuando
llorábamos, algo venía de fuera para ocuparse de nosotros. Era como
magia; nuestras necesidades quedaban satisfechas
y hemos sobrevivido. Nuestras mentes
han registrado cada uno de estos incidentes y recuerdan: busca fuera de ti m
ismo y quedarás satisfecho.
Después pasamos de las meras necesidades (alimento, vestido, cobijo)
a
ciertas diversiones (juguetes, ropa, una bicicleta), y la relación positiv
a entre
dinero y satisfacción se fue arraigando cada vez más profundamente.
¿Recordamos todavía la emoción que sentimos cuando recibimos nuestro pr
imer
coche de juguete, el primer balón de fútbol o la primera muñeca? Para algu
nos de
nosotros, lo que nos compraban para ir a la escuela era una maravilla. Nues
tros
padres nos advertían: «Estas cosas cuestan dinero, cariño; dinero que
ganamos
trabajando para ti, porque te queremos.» Nos daban una asignación p
ara que
aprendiéramos a conocer el valor del dinero. ¡Fantástico! Así podíamos eleg
ir y
comprarnos la felicidad nosotros mismos. Y así sucesivamente, año tras año
. Un buen traje, el corsage, la raqueta de tenis.
Al final, salimos de las diversiones para llegar al auténtico lujo, y ni siquier
a
nos dimos cuenta del cambio. Por ejemplo, un coche es un lujo que el 92 %
de la
población mundial no disfruta jamás. En cambio para nosotros el prim
er coche
marca el comienzo de una relación amorosa con el automóvil que du
ra toda la
vida. Después llega el lujo que supone el primer viaje lejos de casa
que, en
muchos casos, coincide con ir a la universidad. El
primer apartamento. Y aunque
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 46
cada paso sigue siendo emocionante, cada vez
La trampa del dinero: el viejo plano del dinero 47
nos cuesta más entusiasmarnos y el entusiasmo se desvanece con mayor
rapidez.
Pero a estas alturas ya estamos convencidos de que el dinero produce
satisfacción, de modo que apenas nos damos cuenta de que la curva deja de
subir. La vida continúa: la casa, el empleo, las obligaciones familiares... Má
s dinero trae más preocupaciones. De-
dicamos más tiempo y energía a nuestros compromisos a medida que ascen
demos
en la escala social. Pasamos más tiempo lejos de la familia. Tenemos
más que
perder si nos roban, de modo que nos preocupan más los robos. Pag
amos más
impuestos y más honorarios a los asesores fiscales. La comunidad nos exige
más
obras de caridad. Las cuentas del psicoanalista. Las facturas de las reformas
en casa. Los gastos para que los niños se entretengan.
Hasta que un buen día nos enfrentamos con nuestra insatisfacción, sentados
en
nuestra casa de 400 metros cuadrados, situada en un terreno arbolado
de una
hectárea, con una piscina climati- zada en el jardín y un equipo de submarin
ismo
en el sótano, y echando de menos la vida que llevábamos cuando éramos
unos
estudiantes pobres que disfrutábamos de un paseo por el parque. Llegamos
a un
techo de satisfacción y jamás nos hemos dado cuenta de que la fórmula
dinero =
satisfacción no sólo ha dejado de tener validez sino que además se está volv
iendo
en contra de nosotros. Independientemente de lo mucho que hayamos comp
rado, la curva de la satisfacción sigue descendiendo.
Suficiente: el punto más alto de la curva
En el gráfico de la pág. 57 encontramos un punto muy interesante: el punto
máximo. Parecería que parte del secreto de la vida consiste en que c
ada uno identifique por sí
mismo su punto de máxima satisfacción. Este punto de la curva
tiene un nombre que le sirve de base para transformar su relación con el din
ero. Es
una palabra que empleamos todos los días y sin embargo prácticamente so
mos incapaces de reconocerla cuando nos topamos con ella: la palabra
suficiente. En lo
alto de la curva de la satisfacción tenemos lo suficiente (véase la figura i-
3): lo
suficiente para sobrevivir, suficientes comodidades y hasta suficientes pequ
eños
lujos.
Tenemos todo lo que necesitamos; no hay ningún elemento extra que nos
frene, nos distraiga o nos moleste, nada que hayamos comprado a crédito, n
o ha-
yamos usado jamás y nos estemos sacrificando para pagar. Suficiente
es un lugar La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 48
valiente, seguro, honesto y reflexivo donde se aprecia y se disfruta plename
nte lo
que aporta el dinero a nuestra vida, sin adquirir jamás nada que no sea neces
ario o deseado.
Cuando descubra lo que es suficiente en su caso, puede que su curva
de la
satisfacción cambie de sentido y empiece a subir. No la pierda de vista.
La curva de la satisfacción: Suficiente
La confusión: un destino peor que la escasez
¿Qué hay más allá del suficiente,
del punto máximo a partir del cual la curva de
la satisfacción empieza a descender? ¡Confusión!, eso es lo que hay. Confus
ión es
todo lo que le sobra. Todo lo que tiene que no le sirve y, sin embargo, ocupa
un
espacio en su mundo. Librarnos de esa confusión no significa pasar p
or
privaciones sino iluminar y abrir un espacio nuevo para que ocurran cosas n
uevas.
Por obvias que parezcan estas ideas, muchas personas experimentan u
na
resistencia débil (o no tan débil) a aceptarlas. Por tal motivo, a veces se con
funde
la frugalidad con la privación, la carencia y la necesidad. ¡Todo lo c
ontrario!
Suficiente es como una meseta ancha y estable; un lugar de atención, creativ
idad y
libertad. A partir de este lugar, quedar asfixiado bajo una montaña de confu
sión
que hay que guardar, limpiar, trasladar, aprovechar y pagar a crédito es un d
estino peor que la escasez.
Acabamos de recibir una carta de una madre soltera que está haciend
o el
programa de IF. Estaba a punto de instalar una bañera con equipo de hidrom
asaje
cuando recibió uno de nuestros boletines. Igual que un personaje de
dibujos
animados, se detuvo a mitad de camino y se preguntó: «¿Realmente quiero
una
bañera con hidromasaje?» Después de todo, razonó, si quiero bañarme
puedo
sumergirme en una bañera normal, llena de agua caliente. La bañera
con
hidromasaje será una cosa más para limpiar, mantener, desinfectar y r
eparar.
Pensándolo mejor, decidió que sería mejor subir la lavadora que tenía en el
sótano,
para acceder al cual tiene que levantar una puerta bastante pesada, e instalar
la en el
lugar destinado a la otra bañera. De este modo podría hacer la colada sin for
zar la
espalda (con lo cual no gastaría tanto en masajes), suprimiría los gast
os de
instalación y mantenimiento de la bañera con hidromasaje, ahorraría el tiem
po que
hubiese tenido que dedicar a recibir a los amigos que quisiesen aprovechar
el hidromasaje, sin dejar de disfrutar de un baño caliente cuando quisiera. ¡
Una ventaja
desde cualquier punto de vista! Entonces experimentó lo que sienten la may
oría de
las personas cuando se resisten a caer por la resbaladiza pendiente de la con
fusión: un gran alivio.
El circuito absurdo
¿Cuál es el origen de la confusión? Se infiere de la curva de la satisfacción
que
la mayor parte de la confusión penetra en nuestras vidas por la puerta del
cuanto más, mejor; procede del mal-
estar que produce el materialismo, de buscar la
satisfacción interna en las posesiones externas. Parte de esa programac
ión
temprana que nos acostumbra a solucionar los inconvenientes por medio de
algo
exterior: un biberón, una manta, una bicicleta, un diploma universitario, un
BMW
o, en fin, cualquier objeto material.
Procede también de un hábito inconsciente. Pongamos como ejemplo l
os La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 49
caprichos. Un capricho es cualquier cosa que no puede evitar comprar. Todo
el
mundo los tiene. Abarcan una amplia variedad de objetos, desde calculador
as de
bolsillo y destornilladores diminutos hasta bolígrafos y bombones de chocol
ate.
Se encuentra en un gran centro comercial, como una máquina de comprar e
n su
recorrido semanal por el circuito absurdo. Llega a la sección de cosas inútil
es y
asalta a su mente una serie de pensamientos: «Fíjate, de color rosa...
No tengo
ninguno de ese color... ¡Oh! Éste funciona con energía solar... ¡Qué práctico
!...
¡Vaya! Si es sumergible... Si no lo uso, lo tiro y se acabó... Antes de darse c
uenta,
una mano extraña (una prolongación de su cuerpo) se ha extendido para cog
er el
capricho y ahora se dirige hacia la caja, como uno de esos muñecos de cuer
da.
Llega a casa con su nueva adquisición, la introduce en el cajón de los capric
hos
(junto con otros cinco o diez más) y se olvida de ellos hasta la siguiente vez
que acude al centro comercial. Entonces llega a la sección de cosas
inútiles y...
Los rostros y las funciones de la confusión
Aunque algo esté fuera del alcance de nuestra vista, no significa que
no
constituya confusión. Los diversos cajones donde guardamos caprichos (alti
llos,
sótanos, garajes, guardarropas y trasteros) son paraísos de la confusión, repl
etos
de proyectos y productos que probablemente no usaremos jamás. Los proye
ctos
inconclusos nos debilitan. La ropa que dejamos de lado después de usarla u
nas
cuantas veces nos deja una vaga sensación de insatisfacción y superficialida
d.
Tengo un amigo que tiene un garaje lleno de piezas electrónicas y de
más
chucherías que ha ido coleccionando a lo largo de los años, la mayoría de el
las
sabiendo que nunca las usaría. Pero si limpiara el garaje, tendría que recono
cer
que su casa es demasiado grande para él y su mujer, ahora que sus hijos ya s
on
mayores. En ese caso, tendría que mudarse. Entonces tendría que admitir qu
e su
matrimonio ha muerto hace años pero que le da miedo separarse de su muje
r. Lo más sencillo es ignorar el garaje y aferrarse a la confusión.
Cuando se haga a la idea de lo que es la confusión, la encontrará por todas
partes. ¿Acaso una actividad sin sentido no es
una forma de confusión? ¿Cuántas
comidas de trabajo, cócteles, reuniones sociales e interminables veladas fre
nte al
televisor se pueden considerar confusión, es decir, actividades que no
añaden
nada positivo a nuestra vida? ¿Y esos días desorganizados, llenos de cosas q
ue hacer, pero al final de los cuales
nos queda la sensación de no haber hecho nada?
¿Y todas esas cosas que se apunta que tiene que hacer, sin encontrar
jamás el momento para hacerlas? Tropezar con ellas todas las semanas
es comparable a la
frustración que nos produce navegar entre los periódicos y los juguetes
infantiles que llenan las salas de algunas personas.
También hay una confusión sonora. Muchos de nosotros filtramos cada día l
os
ruidos de nuestra vida ciudadana y laboral. Para los habitantes de las
junglas
urbanas, el silencio del desierto puede resultar ensordecedor. Aunque
no todos
estamos hechos a la medida de los desertícolas, no deja de ser triste que al h
ablar
de la vida moderna consideremos un lujo el hecho de controlar nuestro ento
rno
acústico y de disfrutar sólo de los sonidos de la naturaleza y de la b
uena
conversación. Lo habitual es la cacofonía de los coches y los autobus
es, la
televisión y la radio, los microondas y los lavavajillas, y las conversa
ciones
triviales. Todo es confusión: elementos ambientales que no nos sirven pero
que ocupan lugar.
También hay motivos confusos, como cuando nos cuesta tomar decisi
ones
acerca de todo, desde cuestiones políticas hasta personales. Cuando no
planificamos suele haber confusión; así acabamos yendo dos veces al
día al
colmado para comprar lo que nos hemos olvidado en la compra sema
nal. Una
afición resulta confusa cuando aumenta la proporción entre lo que tenemos
y lo
que usamos, como esos aficionados a la fotografía que viajan con maletas ll
enas
de objetivos y filtros pero al final obtienen las mejores fotos con una
cámara automática.
A medida que se haga más consciente de la confusión, sentirá la tentación d
e hacer limpieza general con toda su vida. Al
seguir los nueve pasos que se indican
en el libro, elaborará su propia definición de la confusión y poco a poco, sin
dolor,
incluso con alegría, se irá librando de ella. El primer paso consiste en exami
nar el pasado para comprender y asumir la responsabilidad del presente.
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 50
¿Está dispuesto a examinar su propia relación con el dinero y las cosas
que se
compran con él? Este ejercicio tiene por objeto incrementar su concie
ncia,
dejando de lado la arrogancia y la vergüenza. Sirve para situarle en el tiemp
o y el espacio, para revisar —sin culpa
— su forma de ganar y de gastar en el pasado.
Para sacar el máximo provecho de este programa, le conviene tomar notas d
e las respuestas que dé a las preguntas que se plantean en el
texto y de sus cálculos para cada uno de los nueve pa
sos. Escriba en el mismo libro o en una libreta con espiral. Sea cual fuere
el sistema que utilice, hágalo de modo que pueda volver so bre sus
respuestas más adelante. Este programa inicia un proce so de toma de
La trampa de l dinero: ei viejo plano de l dittéro 51
conciencia y cambio que lleva muchos años. Revisar las notas cada seis
meses, o una vez al año, le ayudará a profundi zar y a captar mejor
este camino de transformación de su relación con el dinero.
El primer paso comprende dos partes:
A. Averiguar cuánto dinero ha ganado en su vida, es decir, la suma total de
sus ingresos íntegros, desde la primera peseta hasta el último sueldo.
B. Averiguar a cuánto asciende su patrimonio neto, elaborando un bal
ance personal de su activo y su pasivo.
A. ¿CUÁNTO DINERO HA GANADO EN SU VIDA?
En un principio, puede que la tarea le parezca imposible. «No lo tengo
registrado», dirá cualquiera. Pero merece la pena hacer un poco de trabajo
arqueológico. En primer término, saque sus de claraciones de la renta
anterior, y adapte las cifras por si ha inclui do algún engaño: propinas no
declaradas, trabajos cobrados bajo mano, asesoramientos informales,
ganancias de los juegos de azar, regalos no declar ados recibidos de
familiares, dinero robado, premios en efectivo que haya ganado, ingresos
recibidos por alquilar una habitación de la vivienda o esa casa que nunca
utiliza, y cualquier otro ingreso que no haya declarado. Retroceda con la
memoria hacia esos trabajos de verano durante el instituto y la uni -
versidad, y hacia todos sus vericuetos financieros durante la edad adulta.
Merece la pena dedicar algunos días a analizar todos los comprobante
s
que haya guardado: talonarios de cheques, libretas de ban cos, nómina
s, libretas de contabilidad incompletas. Si tiene un curriculum vitae, puede
servirle para rastrear sus antecedentes laborales año a año. Sea sincer
o con respecto a esos tres años que figuran como
de reciclaje: ¿cuántos
trabajos ha realizado y cuánto ha ganado recogiendo manzanas,
trabajando de canguro, ocupándose del jardín o de los animales del
vecino, o haciendo adornos de Navidad?
Las personas que han trabajado como asalariadas durante toda
su vida pueden encontrar todos estos datos registrados en la Segurida
d Social;
basta con ponerse en contacto con la agencia del distrito, de la comu
nidad
autónoma, o del Estado y solicitar un certificado de ingresos. Pero si
no se
conservan datos en ninguna parte, ni siquiera en los ordenadores de la Segur
idad
Social, procure hacer los cálculos lo mejor posible. El objetivo consis
te en
obtener una cifra lo más exacta y honesta posible que represente todo el din
ero que ha recibido en su vida.
El valor del primer paso
Este paso es beneficioso de diversas maneras:
1. Elimina los obstáculos que le impiden conocer su relación con el dinero
en
el pasado. La mayoría de las personas no tiene ni idea de la cantidad de dine
ro que
ha ganado en su vida y, por lo tanto, no tiene idea del que podría ganar.
2. Acaba con mitos y conceptos falsos sobre uno mismo, del estilo de; «So
y
incapaz de ganar mucho dinero», e incluso «No tengo que preocuparme por
que
siempre puedo ganar mucho dinero» (una afirmación bastante común en bo
ca de
personas que son mantenidas por otras). Si es usted una de esas personas qu
e su-
bestiman totalmente la cantidad de dinero que han ganado en su vida, este p
aso
puede llegar a tener una importancia increíble, porque quizá descubra que
vale más de lo que cree.
3. Le coloca en una situación de punto de partida, permitiéndole comenzar
el
programa financiero con las ideas claras y confiando en su capacidad para g
anarse la vida.
4. Le permite identificar los secretos o mentiras que distorsionen su relació
n actual con el dinero y librarse de ellos.
Para ilustrar la importancia de este paso, tomemos como ejemplo la historia
de
una mujer divorciada, de unos treinta y cinco años, que asistió a uno de nue
stros
seminarios. Durante la mayor parte de su vida adulta había sido un ama de c
asa de
una zona residencial, afectada por problemas psíquicos bastante comunes e
n las
personas como ella: se veía dependiente del marido, ingenua y (la ve
rdad sea dicha) superflua.
Sabía que este paso no tenía nada que ver con ella que, después
de todo, no había hecho ninguna aportación financiera al matrimonio;
además, La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 52
hasta ese momento incluso le daba vergüenza aceptar el dinero que le pasab
a su
ex marido porque consideraba que no había hecho nada para ganarlo. Pero c
omo
las recomendaciones decían que era importante cumplir todos los pasos, soli
citó
un certificado de ingresos y comprobó que había ganado más de 15 000 dól
ares
(1875 000 pesetas) con diversos trabajos discontinuos durante esos añ
os de su matrimonio en los cuales no había aportado nada.
A raíz de este certificado se dio
cuenta, por primera vez, de que era capaz de ganar un sueldo. Sólo este pas
o bastó
para darle la confianza suficiente para solicitar y conseguir un puesto de tra
bajo, ganando el doble de lo que hasta entonces suponía que merecía.
Actitudes positivas
Sin vergüenza ni culpa. Este paso puede hacer aflorar sentimientos de
autocrítica, incluso de vergüenza. Existe un método para resolverlos poco a
poco,
un ejercicio valioso que sirve para hacernos cambiar de punto de vista y apr
ender
a pensar de otra forma. Algunos lo llaman por su nombre en sánscrito:
mantra. En
realidad, se trata de cualquier palabra o frase sencilla que represente la actit
ud o el
atributo en el cual queremos centrarnos. Contar hasta diez es una esp
ecie de
mantra para las personas que enseguida montan en cólera. Los padres
y otras personas que se enfrentan a menudo con conductas irracionales
se suelen repetir:
«Paciencia, paciencia, paciencia», antes de reaccionar frente a una cris
is. Un
mantra es como un timón que nos permite gobernar la mente, alejánd
ola del
peligro y orientándola hacia un horizonte abierto, despejado. Para seg
uir este programa económico, un mantra muy adecuado es:
sin vergüenza ni culpa.
Cuando alguien decide cambiar un comportamiento no deseado, tiene
que
distinguir entre recriminación y discriminación. La recriminación se refiere
a la
vergüenza y la culpa, el bien y el mal; en cambio la discriminación
separa lo
verdadero de lo falso. Si nos hundimos en la vergüenza y en la culp
a, nuestro
avance hacia la libertad financiera se vuelve más lento. La recriminación no
s inmoviliza, nos desmoraliza y nos distrae. En cambio, la discriminac
ión simplemente nos ayuda a alumbrar los posibles
escollos para poder sortearlos.
Es posible que caiga muchas veces en el error de culparse a sí mism
o (o a
otros) en función de lo que vaya aprendiendo con este programa. Entonces
ha de recordar la discriminación y el mantra:
sin vergüenza ni culpa. Tenga en cuenta
que las ganancias de toda su vida no son más que una cifra; no son
su cifra. Una
cifra que no es ni mucho ni poco, que no demuestra lo que vale, ni tampoco
que no
vale nada; que no justifica ni la desesperación porque ya no queda nada de e
se dinero, ni el recochineo porque su amigo ganaba mucho menos.
Impecabilidad. Este paso constituye una de las piezas fundamentales d
el
programa, y de él depende la eficacia de los ocho restantes. Puesto que cada
paso
requiere precisión y hacer cálculos, un comienzo impecable sienta un
buen
precedente. Además, la impecabilidad en este paso a lo mejor le ayu
da a
conseguir un trabajo mejor, con un sueldo más alto. De modo que comprueb
e otra
vez si realmente ha dado este paso con integridad; si de verdad ha revisado
sus
apuntes y sus recuerdos para registrar absolutamente todos sus ingresos: bus
que
los motivos que le impulsan a hacer un trabajo no del todo impecable en est
e paso.
¿Otras veces ha esgrimido los mismos motivos para no enfrentarse a
las
dificultades? Las personas que ponen poco entusiasmo en lo que hacen, suel
en encontrar la misma respuesta en la vida.
GUÍA
1. Certificado de ingresos expedido por la Seguridad Social.
2. Declaraciones de la renta.
3. Talonarios de cheques.
4. Libretas del banco, actuales y anteriores.
5. Regalos.
6. Ganancias.
7. Préstamos.
8. Ganancias de capital.
9. Fuentes ilegales.
10. Ingresos no declarados a Hacienda (propinas, canguros, recados, etc.).
B. ¿QUÉ HA OBTENIDO A CAMBIO?
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 53
Durante el tiempo que ha trabajado en relación de dependencia, ha ganado c
ierta
cantidad de dinero (que acaba de calcular). Lo que le queda en este moment
o de su vida es su patrimonio neto.
Prepárese.
Ahora va usted a calcular su patrimonio neto (todo su activo menos
todo su pasivo) quizá por primera vez en su vida. ¡Ánimo! A lo mejor result
a que
está endeudado hasta el cuello y que hasta ahora no se había enterado. Ha ll
egado
el momento de enfrentarse a la cruda realidad. Algo así como pesarse despu
és de las vacaciones: primero un momento de desánimo y después
ya tendrá ocasión de
introducir algunos cambios. O al contrario, puede que descubra que y
a está en
condiciones de disfrutar de su independencia financiera. Son muchas las per
sonas que lo han averiguado así, simplemente con este paso.
En la manera de plantear este paso hay un desafío implícito: «¿Qué
ha
obtenido a cambio?» Es mejor decirlo en voz alta, con diferentes entonacio
nes.
Por lo general suena algo crítico, incluso despectivo. Pero no se asust
e: su
compromiso con la integridad financiera es más fuerte. De modo que
siga
adelante: «¿Qué ha obtenido a cambio de todo ese dinero que ha entrado e
n su vida?» Vamos a averiguarlo.
Elaborar un balance personal no significa más que repasar su universo mate
rial y hacer una lista de todo lo que posee (su activo) y todo lo que debe (su
pasivo).
Los activos líquidos
A esta categoría pertenece el dinero en efectivo, o todo lo que sea fácilment
e convertible en efectivo. Hay que incluir lo siguiente:
♦ El dinero en mano, incluido el contenido de la hucha, el cambio que tiene
en la cómoda, el dinero que guarda en un cajón para una emergencia.
♦ Las cuentas de ahorros. Revise todas las libretas viejas que tenga y busqu
e esa cuenta que abrió con el saldo mínimo de 100 dólares (12 500 pesetas)
para conseguir gratis cualquier chuchería digital de regalo.
♦ Los certificados de ahorro o de depósito.
♦ Los bonos de ahorro (incluidos esos que le regalaron cuando acabó los
estudios y de los cuales ni se acuerda).
♦ Las acciones. Calcular al valor actual de mercado.
♦ Los bonos. Calcular al valor actual de mercado.
♦ Los fondos de inversión. Calcular al valor actual de mercado.
♦ Los fondos comunes de inversiones. Calcular al valor actual de mercado.
♦ El valor en efectivo del seguro de vida.
El activo inmovilizado
En esta lista, comience por lo más evidente: el valor de mercado de sus bien
es
principales, como la casa y el o los coches. Para conocer el valor ac
tual de
mercado de la vivienda, consulte con un agente de la propiedad inmobiliaria
. Para
averiguar el precio actual del coche, según la marca, el modelo y el
año de fabricación, hay que consultar la guía del motor.
Revise el altillo, el sótano, el garaje y el trastero. Conviene detallarlo todo, s
in
hacer evaluaciones subjetivas del tipo: «Eso no vale nada.» Sea firme. Medi
ante
un proceso tan sencillo como éste, más de un aficionado a guardar de todo o
un
coleccionista se ha enconlrado con un garaje lleno de auténticos tesoros.
Recorra cada una de las habitaciones de la vivienda y haga un inventario de
absolutamente todo. Mire hacia arriba para ver esos bonitos apliques decora
tivos;
mire hacia abajo que hay allí un tapete. ¿Y esos hermosos anaqueles de nog
al que
ha colgado hace unos años, y aquellos objetos traídos de la India? Tiene que
enfrentarse a todas estas cosas con equidad. Sea riguroso, pero sin c
aer en lo
irracional; por ejemplo, no hace falta mencionar uno por uno cada cuchillo,
cada
cuchara, cada tenedor, pero sí ese juego de trinchantes caros, con el
mango de
palisandro, dentro de su caja de caoba. Y también los dos juegos de platos q
ue conservan todavía el embalaje original.
Debe dar a cada una de sus pertenencias un valor en efectivo. Nos referimos
a
su valor actual, es decir, lo que le darían por cada objeto en cualqui
er establecimiento de compra y venta, o en los lugares
donde se venden artículos de
segunda mano. Para hacerse una idea de su precio, revise la sección
Ventas de los
clasificados del periódico y de cualquier otra hoja informativa de la z
ona; o
dedique el sábado a recorrer tiendas de segunda mano, apuntando los precio
s de La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 72
los artículos que se parezcan a los suyos; incluso si tiene algunos más valio
sos puede llevarlos a que se los tasen.
No deje nada de lado. Algo que a lo mejor le parece inútil podría se
r una
antigüedad preciosa para otros. El hecho de que no valore algo no significa
que no tenga valor.
Tampoco deje de lado lo que le deben, por lo menos si tiene alguna esperan
za
de recuperarlo. Se incluyen los depósitos que se pagan por ciertos bie
nes o servicios, como el teléfono, la vivienda o el alquiler.
Incluya todo lo que se pueda convertir en dinero.
En este momento está desempeñando el papel de tasador de su propi
o
patrimonio, pero tómeselo como una tarea agradable. No hace falta q
ue venda
nada si no quiere, de modo que no deje que el sentimentalismo le impida re
alizar
el inventario. De hecho, no se deje invadir por ningún sentimiento. La triste
za no
debe impedirle asignar un valor en efectivo a las herramientas que le ha dej
ado su
marido. Aunque se sienta algo avergonzado por su compulsión a com
prar, no
puede dejar de asignar un valor a los veinte pares de zapatos que tie
ne en el
armario y todavía no ha estrenado. Que la culpa no le impida catalogar todo
s los
aparatos para hacer gimnasia que ha comprado y no ha usado jamás. Es pref
erible
alegrarse. Por fin descubrirá para qué sirven la bicicleta estática y el aparato
de
gimnasia: no para hacerle perder esos kilos de más sino para conseguir algo
de
dinero cuando los venda en el establecimiento de artículos de segunda mano
.
Algunas personas resuelven esta cuestión en uno o dos días; en cambio hub
o
una señora que estuvo tres meses haciendo el inventario. Revisó cada caja,
miró
todas las fotos, abrió todos los cajones y los armarios, no sólo para hacer un
a lista
de los objetos sino para recordar cómo habían llegado a su poder. El proces
o le
produjo una profunda sensación de gratitud por lo que tenía. Nos produce ta
nta
insatisfacción pensar en lo que no tenemos, que el mero hecho de re
conocer y
valorar lo que sí tenemos a veces cambia totalmente nuestra perspectiva. In
cluso
hay personas que afirman que, una vez superado el nivel de superviv
encia, la
diferencia entre prosperidad y pobreza depende simplemente de nuestro gra
do de gratitud.
El pasivo
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 70
Esta categoría incluye todas
sus deudas, ya sea que se paguen con dinero, con
bienes o con servicios; comprende todo lo que debe, desde préstamos
hasta facturas pendientes de pago.
Si en la lista de activos figura el valor de mercado de la vivienda, tiene que
hacer constar como pasivo la parte que todavía debe, y lo mismo ocurre con
el coche.
No olvide los préstamos bancarios, los de los amigos, lo que debe de la tarje
ta de crédito, los préstamos para estudios y las facturas
del médico y el dentista que todavía no haya pagado.
El patrimonio neto
Se suman las cifras correspondientes a los activos líquidos y el activ
o
inmovilizado y se Ies resta la cifra del pasivo. En el sentido más sencillo, co
ncreto
y material, éste es su patrimonio neto actual. Es lo que ha obtenido a cambi
o de
los ingresos de toda una vida; el resto son recuerdos e ilusiones frente a la r
ealidad del balance.
No hemos incluido los activos no materiales, como la educación, las aptitud
es
adquiridas, el buen nombre conseguido a fuerza de invitar a los demás a una
copa, los comprobantes desgrava- bles de donativos a obras
de caridad, la personalidad
bien adaptada que nos ha costado ocho años de psicoanálisis, los negocios
que conseguimos por pertenecer al club adecuado...
Por valiosos que sean, son
intangibles y, por lo tanto, es imposible darles
un valor numérico, objetivo, como
los métodos que estamos aprendiendo a aplicar a nuestras finanzas personal
es.
Al finalizar esta evaluación de su patrimonio neto, algunas personas s
e dan
cuenta de que en realidad su patrimonio es negativo; algunas se sorprenden
de lo
poco que han obtenido a cambio de los ingresos de toda su vida, mie
ntras que
otras se maravillan de la cantidad y el valor de los bienes que han adquirido
con sus ganancias.
Independientemente de los resultados, no olvide que una cosa es su
patrimonio neto y otra muy distinta su valor personal.
¿PARA QUÉ SIRVE HACER UN BALANCE?
1. Aunque al principio no lo parezca, esta parte del programa es mu
y
estimulante. Hasta ahora, su vida financiera apenas ha tenido rumbo n
i
conciencia. En términos económicos, es como si hubiese viajado sin
ningún
objetivo: consumiendo gasolina, gastando los neumáticos, sin llegar a
ningún
sitio. Es posible que conserve memorias gratas y otros elementos intangible
s, pero
que no tenga más que un puñado de auténticos recuerdos que pueda convert
ir en
dinero en efectivo. Con toda la fuerza y los objetivos claros que le brinda el
hecho
de tomar las riendas de sus asuntos financieros, estará en condiciones
de ser mucho más efectivo en el mundo.
2. Ahora tiene una visión global de su situación financiera y está en
condiciones de decidir objetivamente si quiere hacer efectivos parte de sus a
ctivos fijos para incrementar así
sus ahorros o para reducir un poco sus deudas.
Al concluir este paso, una persona se dio cuenta de que podía liquid
ar los
bienes que no necesitaba, invertir el producto líquido y disponer de s
uficientes
ingresos en concepto de intereses para alcanzar de inmediato la indep
endencia
financiera en cuanto a comodidad y estilo de vida. Aunque no tomó esta
decisión
en ese momento, el hecho de saberlo le permitió correr más riesgos relacion
ados
con lo que realmente le gustaba: el arte, y sigue haciendo los demás
pasos y consiguiendo un valor tremendo.
Otra persona observó que tenía demasiadas cosas que no utilizaba y que ya
no
le interesaban, aunque se aferraba a ellas porque «a lo mejor algún d
ía las
necesitaba». Encontró una solución creativa: vendió todo lo que no le hacía
falta y
reservó el producto líquido por si en el futuro tenía que volver a comprar al
guna
de estas cosas porque le venía bien. Mientras tanto, el dinero le daba interes
es, su
vida se simplificó y alguien que realmente precisaba esos objetos les
estaba sacando provecho.
Téngalo siempre presente: sin vergüenza ni culpa. Al realizar el balance, es
posible que surjan muchos sentimientos relacionados con su universo
material:
tristeza, pesar, nostalgia, esperanza, culpa, vergüenza, desconcierto, ira. Co
nviene
adoptar una actitud desapasionada y comprensiva para que este paso le sirva
para
reconocer realmente las cargas físicas y emocionales que ha soportado
durante tantos años.
GUÍA PARA ELABORAR SU PROPIO BALANCE
La trampa del dinero: ei viejo plano del dittéro 71
Activo líquido
Efectivo disponible
Cuentas de ahorros
Cuentas corrientes
Certificados de ahorros o de depósito
Bonos de ahorro
Acciones
Bonos
Fondos de inversión
Fondos comunes de inversiones
El valor en efectivo del seguro de vida
Activo inmovilizado Vivienda
Segunda residencia Coche/s Muebles
Antigüedades Objetos de arte Prendas de
vestir Equipo de música Aparato/s de televisión Vestido de bodas Zapatos /
bolsos Lámparas Joyas
Deudas a su favor Depósitos de garantía
Despacho: máquina/s de escribir, ordenador/es
Equipo deportivo
Bicicleta / moto
Objetos de plata
Cuarto de-baño: báscula, toallas
Cocina: nevera, horno, microondas
Herramientas eléctricas
Pasivo
Facturas pendientes de pago: el médico, el dentista Lo que falta pagar de
la vivienda Lo que falta pagar del coche Otros pagos a crédito
Al finalizar este paso, uno entra en el aquí y el ahora. Ya ha analizado y
llegado a un acuerdo con su antigua relación con el dinero, y ya ha
averiguado cuánto ha ganado y qué ha obtenido a cambio, en término
s cuantitativos. Ha llegado el momento de enfrentarse el presente.
RESUMEN DEL PRIMER PASO
A. Averiguar cuánto dinero ha ganado en toda su vida.
B. Elaborar un balance de su activo y su pasivo. ¿Qué ha obtenido con
el dinero que ha ganado?
2
EL DINERO YA NO ES LO QUE ERA.. Y
NUNCA LO HA SIDO
A Jasort y Nedra Weston no les costó demasiado hacer el primer paso.
Jason, un idealista de veintidós años, hacía años que era alérgico
al dinero.
Llevaba el pelo largo, alquilaba una habitación pequeña en una casa situad
a
en una zona rural, y para él lo más apasionante del mundo era man
tener conversaciones profundas. A pesar de evitar
el dinero (o quizá precisamente
por eso), había acumulado una deuda de 5000 dólares (unas 625 00
0
pesetas) que pensaba saldar algún día.
Cuando conoció a Nedra en 1983, se
sintió atraído hacia su personalidad atenta y generosa, no hacia su estilo d
e
vida. Cuando se enamoró de ella, descubrió que debía ¡5000 dólares (1875
000 pesetas). Como para tantos jóvenes, para Nedra ser independient
e
significaba acumular objetos, equipar un apartamento y contraer deud
as.
Las deudas eran una forma de vida para los jóvenes profesionales urbanos
y
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ellas. Pagar intereses era menos
agobiante que saldar la deuda, sobre todo porque tenía cosas mejores que
hacer con su tiempo. De modo que trabajaba de forma discontinua c
omo
auxiliar administrativa para cubrir los gastos inmediatos y se dedicaba de
lleno a su crecimiento personal y a trabajar de voluntaria para las
organizaciones que más le apetecían. Ya saldaría las deudas... más adelant
e.
Cuando Jason y Nedra se fueron a vivir juntos, la mayoría de los muebles y
objetos que ella tenía fue a parar a un depósito. De todos modos, Nedra no
estaba preparada para despedirse de su afición a adquirir cosas.
Desconfiaba tanto de la austeridad de Jason como él de la pasión de ella p
or
comprar. Entonces vinieron a nuestro seminario y Nedra se dio cuenta de la
disparidad que había entre su deseo de llegar a ser alguien en la vida y su
deseo de ignorar las consecuencias de su deuda, cada vez mayor. ¿Cómo ib
a
a ser libre para hacer las cosas que le importa- han si estaba limitada por l
a
obligación de saldar su deuda, que seguía aumentando? Se comprometió a
analizar y cuestionar su apego por «tener cosas bonitas». A su vez, J
ason
acordó que no la presionaría, que dejaría que ella misma descubriera lo qu
e
le convenía en lugar de obligarla a ajustarse a su sistema de valores
.
Decidieron casarse y cuando Jason dijo: «Sí, quiero» se refería no sólo a s
u
amada sino también a triplicar su deuda. Durante el primer paso les
hice
enfrentar el hecho de que tenían un patrimonio neto de -20000 dólar
es (-2500000 pesetas). Así nacieron ambos a una nueva forma de vivir.
Si ha completado el primer paso, usted también conoce su patrimonio
neto.
¿O no? Al igual que los Weston, tiene una cifra de dinero (esperemos que
sea positiva);
pero, ¿sabe lo que eso significa? Ahora nuestra misión consiste
en desentrañar el misterio del dinero. Después de todo, ¿qué es el dinero? E
sto es
importante porque no se puede mantener una relación efectiva con nada ni
con nadie si no se sabe lo que es o quién es o, peor todavía, si
se lo identifica
con algo o alguien que no es. Sin una verdadera definición del diner
o,
universal y coherente, nuestro manejo de este elemento puede ser cualquier
cosa, desde inepta hasta absurda, y casi
siempre incapaz de brindarnos lo que creemos que queremos.
Antes de seguir leyendo a toda velocidad, como un estudiante
entusiasmado, para averiguar la respuesta correcta (es decir, la nuestra), es
preferible que se detenga un momento, ahora mismo, y apunte la definición
de
dinero más precisa que conozca. ¿Cómo se podría definir el dinero d
e una forma universal y coherente?
¿Ya está? Entonces vamos a emprender un viaje hacia el corazón del
dinero, en busca de la verdad absoluta.
UN ANÁLISIS DEL DINERO
Normalmente, cuando hablamos del dinero, en realidad estamos hablando
de lo que podemos hacer con él: cómo ganarlo, gastarlo, invertirlo, ahorrarl
o,
pagar (o tratar de no pagar) nuestros impuestos con él, y asegurarnos
de
disponer de él en abundancia cuando lleguemos a la tercera edad. Ya sea qu
e
lo odiemos o lo adoremos, lo denostemos o lo codiciemos, lo acusemos de
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q ue hace, el dinero mismo es una
realidad de la vida. Sin embargo, la mayoría de nosotros lo conoce
mucho menos que a otras realidades de la vida.
Y casi nadie se ha encontrado en su
presencia como podría ocurrimos con una sequoia, un Rembrandt o una noc
he
estrellada en el desierto. Puede que lo adoremos, le rindamos tributo
o sacrifiquemos nuestra vida por él... pero no lo vemos.
¿Qué es el dinero? ¿Qué vemos cuando analizamos el dinero?
Nuestro primer impulso podría ser sacar de la cartera unos cuantos billetes
o monedas y ponerlos en un pequeño altar. Así podríamos sentarnos delante
,
estirar la espalda, relajar los hombros, respirar profundamente y... contempl
ar el dinero.
Pero lo que tiene delante no es el dinero, sino la mera forma física
de la moneda que circula en cada país, desprovista de valor intrínseco. No s
e
come, ni se viste y, en muchas partes del mundo, ni siquiera sirve p
ara
comprar nada. Es imposible que el dinero sea estos trozos de papel o estas
piezas de metal.
Pero entonces, ¿qué es el dinero?
Para responder a esta pregunta hemos de ampliar nuestros horizontes.
Debemos observar no sólo el aspecto material del dinero sino, yendo más al
lá, también los aspectos no materiales.
LAS CUATRO PERSPECTIVAS DEL DINERO
Vamos a ilustrar esta visión más amplia realizando una excursión par
a
contemplar el paisaje del dinero desde perspectivas cada vez más alta
s.
Vamos a utilizar la imagen de una ciudad como metáfora porque, aunque la
imagen será sin duda más vivida para los
urbanitas, casi todos tenemos algún conocimiento de las zonas
metropolitanas. Vamos a comenzar en la calle de una gran metrópolis;
después subiremos en ascensor hasta la plataforma de observación de
un
bloque de oficinas céntrico, la Torre Babélica; subiremos a un helicóp
tero
para conseguir una visión más completa y después iremos en avión p
ara ampliar todavía más nuestros horizontes.
Comenzamos a ras del suelo, donde se observa el caos habitual de la vida
urbana: gente que va y viene en todas direcciones, algunas con un objetivo
determinado, otras paseando y mirando escaparates. De coches, camiones y
autobuses se oye el ruido del claxon, las explosiones del tubo de escape y el
chirrido de los frenos por toda la calle. Los mensajeros pasan zumbando en
bicicletas y motos. Algunas personas sin hogar exhiben un plato o un som-
brero. Los sonidos son tan numerosos y variados que parecen desvanecerse
en
un solo rugido de fondo. El mero hecho de cruzar la calle se asemej
a
peligrosamente a arriesgar la vida. Sería difícil descubrir el lugar que ocupa
cada uno dentro de la disonancia de esta calle en particular.
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ó sito de cupón cero. La compra y
venta de acciones, futuros, opciones
y bonos basura. Sin olvidarnos del típico
rito de iniciación: la tarjeta de crédito, que abre las puertas del paraís
o del
consumo. Que a menudo nos lleva hacia esa crisis tan frecuente en mitad de
la vida, con una declaración de quiebra. Reorganización. Y además la
planificación impositiva y los planes de pensiones. Fondos fiduciarios.
Donativos. Testamentos. El seguro de sepelio.
Desde la información más simple hasta las fórmulas más complejas, esta
perspectiva de la calle abarca toda la gama de transacciones financieras que
encontramos a lo largo de nuestra vida. La mayoría de los libros que tratan
sobre el tema del dinero nos enseña a orientarnos mejor y con mayor
provecho a este nivel. Precisamente aquí bailamos al son del
cuanto más, mejor y muy pocas veces, casi nunca, oímos otra cosa.
Más, mejor y diferente
Fíjese además en que, aparentemente, a este nivel se presentan la mayoría
de nuestras dificultades financieras y que aquí tratamos de solucionarlas. Si
estamos disconformes con nuestra ropa, el coche o la vivienda, compramos
otros. Si nos falta dinero, sabemos que tenemos que mendigar, pedir prestad
o,
robar o ganar más. Es evidente. ¿O no lo es? Un amigo me decía una vez:
«Cada vez que consigo llegar a final de mes, el mes se
alarga.» Él, como casi todos, seguimos practicando el
más, mejor o diferente dentro del mismo
campo limitado de opciones y oportunidades, sin cuestionarnos siquier
a si
merece la pena seguir jugando al mismo juego, o si no habrá otro juego mej
or.
Por ejemplo, es probable que la mayoría de los inversores particulares no
tenga nada que hacer en la Bolsa; ellos toman decisiones a partir de
corazonadas, caprichos, lo que hayan hecho la semana anterior, lo que
les
aconseja su agente y lo que prevén del futuro. En otras palabras, act
úan
impulsivamente en un terreno que los profesionales pisan con cautela. Pero
cuando invierten en acciones y pierden dinero, ¿acaso se echan atrás
y
analizan sus motivos y su capacidad para invertir en la Bolsa? Todo lo contr
ario. Deciden que tienen que comprar más acciones, mejores acciones,
u otras acciones diferentes para recuperarse de las pérdidas.
¿De qué manera afecta su vida el más, mejor y diferente? ¿Alguna vez se
ha puesto a pensar que por cada supuesta
solución surge un problema nuevo?
Tratar de resolver nuestros problemas financieros exclusivamente a este niv
el
material es como mover las piezas de un tablero sin tener una visión global
del juego.
Eso no quiere decir que este nivel no sea importante. Forma parte de
l
tejido y de la sabiduría popular de nuestra cultura, y todos deberían salir del
instituto por lo menos con un mínimo de conocimientos sobre los asp
ectos fundamentales.
Lamentablemente, ni Jason ni Nedra (ni casi nadie) han recibido este tipo
de conocimientos. Nedra no comprendía las consecuencias de compra
r a
crédito. Pensaba que podía hacer frente a unos «pequeños pagos mensuale
s»
y nunca calculó el coste a largo plazo de su apartamento lleno de muebles y
sus armarios llenos de ropa. El concepto de invertir sus ahorros que
daba
fuera de su alcance; jamás acumuló ahorros suficientes para invertir.
Su
responsabilidad fiscal se reducía a pagar las facturas y a controlar el saldo
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ía conocimientos suficientes en la
materia pero su ignorancia se manifestaba de otro modo. Desde que se fue
de
casa al acabar el instituto, evitaba el dinero con bastante habilidad.
Vivía
con un grupo de personas que se dedicaban al crecimiento personal
y la
honradez, y le ofrecían alojamiento y comida a cambio de su trabajo. Para
ganar el mínimo de dinero en efectivo necesario para sobrevivir en este sigl
o
hacía trabajos temporales, como ayudar a mi- nusválidos o realizar trabajo
s de mensajería. En lo que respecta al dinero, tanto Jason como Nedra eran
analfabetos funcionales... al igual que muchos de sus compañeros.
Evidentemente, el dinero debe ser mucho más de lo que hemos dicho hasta
ahora. Incluso entre las personas que no son
analfabetas en el tema, algunas
prosperan mientras que otras se hunden. Nuestra investigación sobre el dine
ro
no puede acabar aquí, de modo que vamos a entrar en ese bloque de oficina
s
de acero y cristal de cuarenta pisos de altura, la Torre Babélica, y a subir en
ascensor hasta la plataforma de observación, desde la cual aumenta nuestra
perspectiva, se amplían nuestros horizontes y llegamos a captar otro aspecto
del dinero.
Desde la plataforma de observación, miramos hacia abajo, a la confusión
de la calle, y la situamos dentro del barrio. Encontramos un patrón ordenad
o
en el trajín de las personas. Las vemos salir de un edificio y dirigirse a otro,
trescientos metros más allá. Tienen un origen y un destino. Vemos niños qu
e
juegan en una calle menos transitada, mientras sus madres les vigilan desde
los escalones de una casa en construcción. Vemos personas que van a
la
compra y se detienen a conversar entre sí. Esa actividad, que parecía no seg
uir
ningún orden desde la perspectiva de la calle, adquiere cierta coheren
cia
cuando empezamos a ver cómo se relacionan entre sí las actividades de la
s
personas y de los vehículos. La perspectiva del barrio podría represent
ar el primer nivel
no material del dinero, la clave emocional y mental que aglutina
nuestras interacciones cotidianas con él. En este nivel colocamos lo q
ue
pensamos y lo que sentimos con respecto al dinero, es decir, nuestro estilo o
personalidad monetaria. ¿Es usted impulsivo, precavido, competitivo,
generoso, ostentoso, mezquino, sexista («De eso se ocupa mi marido/
mujer»)? ¿Se preocupa demasiado, es como el avestruz, o un esnob, o no
tiene remedio? A este nivel nos damos cuenta de que nuestras propia
s
actitudes con respecto al dinero dependen del ambiente psicológico en
que hayamos crecido.
¿Su familia se consideraba rica, pobre o de clase media? ¿Se hablaba
abiertamente de cuestiones relacionadas con el dinero, o se considerab
a de
mala educación tocar este tema? ¿Le daban alguna suma para sus gas
tos?
¿Tenía que desempeñar alguna tarea para ganar su asignación? ¿Se distinguí
a
de sus compañeros porque recibía más o menos dinero que ellos? ¿Quién se
encargaba de manejar la economía doméstica? ¿Cómo se sentían al respecto
?
¿Ha crecido con la sensación de que su familia disponía de dinero suficiente
para comprarle todo lo que realmente quería o necesitaba? Cuando sus padr
es
le negaban algo que deseaba, ¿era por una cuestión de dinero? En el seno de
la
familia, ¿se asociaba el dinero con las recompensas, con las discusiones, co
n
el hecho de que el padre no estuviera nunca en casa? ¿Qué mensajes
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ía de los divorcios tiene su origen
en el dinero, como resulta fácil imaginar al ver que cada persona se
ha
desarrollado en un ambiente financiero diferente. El mero hecho de respond
er
a estas preguntas podría cambiarnos la vida. Merece la pena que dedique un
momento a reflexionar sobre esta cuestión, o que se ponga de acuerdo con s
u
pareja y ambos dediquen la tarde a comparar las respuestas de cada uno. Le
s conviene profundizar todo lo que puedan.
Podemos encontrar libros e incluso psicoanalistas que nos ayuden a
comprender nuestra propia personalidad monetaria y a corregir los patrones
disfuncionales de nuestro comportamiento en este tema. Es evidente q
ue el
hecho de comprender el primer aspecto no material del dinero puede
ayudarnos a decidir mejor desde la perspectiva de la calle. El conocimiento
de
nuestra psicología financiera constituye otro nivel de complejidad con
respecto al dinero.
Esta segunda perspectiva comprende asimismo lo que significa el dinero
para nosotros, nuestra mitología monetaria. Al explorar estos mitos profund
os
debemos ser conscientes de la posibilidad de que nuestra mente racio
nal
niegue lo que nuestro comportamiento manifiesta. A lo mejor decimos que
no
somos supersticiosos pero evitamos pasar debajo de una escalera. O decimo
s que el dinero no es
más que trozos de papel y de metal que manejamos bien o
mal, pero en realidad nuestras acciones contradicen nuestras palabras. Cada
uno de nosotros vive en una red intrincada de creencias con respecto a estos
trozos de papel y de metal.
Ha llegado el momento de que se interrogue con respecto a sus propios
mitos monetarios.
El dinero como seguridad
En su opinión, ¿el dinero significa seguridad? Este concepto del diner
o
como amortiguador entre nuestra fragilidad y vulnerabilidad y el mundo frí
o,
cruel y a menudo imprevisible es uno de los más comunes. De hecho, much
as
personas consideran que la seguridad es tener dinero en el banco y un puest
o
de trabajo fijo para poder tener siempre más. La tendencia a acumula
r que
manifiestan aquellas personas que equiparan el dinero con la seguridad abar
ca un amplio espectro que incluye desde reducir al máximo los gastos
(negándose no sólo lujos sino a veces incluso lo más necesario), hast
a la
adicción a las gangas (compre ahora, compre más, compre dos), pasando po
r
el ahorro compulsivo (cuyo extremo patológico implica esconder fajos
de
billetes en colchones y cajas de cartón). Para muchas personas, la seguridad
financiera implica seguridad emocional. Hay quienes utilizan el dinero para
defenderse de situaciones emocionales desagradables, como el temor, l
a preocupación, la angustia y la soledad, comprando acompañantes,
guardaespaldas,
contables,
amigos,
haciéndose
miembros
de
las
organizaciones que más les convienen y, cuando falla todo lo anterior,
pagando a un psicoanalista para solucionar el embrollo.
En realidad, la creencia de que el dinero da seguridad es una de nuestras
locuras más racionales. Viviendo en una cultura como la nuestra, con
viene
dar crédito a esta convicción en la medida en que podamos comer, vestimos
y
cobijarnos adecuadamente. Si fuera un mensajero que tuviese que atravesar
el
centro de una gran ciudad por la noche, con un maletín lleno de dinero espo
sa-
do a la muñeca, ¿se sentiría seguro? Si el dinero fuese seguridad, la respuest
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mito de que el dinero da seguridad
no es otra cosa que un mito, precisamente.
El dinero como poder
¿Y el poder? ¿Le parece que el dinero es poder? ¿Se comporta como si el
camino hacia el poder estuviese empedrado de dinero? ¿Cree en el poder de
tener la sartén por el mango? Parece que toda persona con poder para otorg
ar
o denegar dinero es dueña del consentimiento y la lealtad (al menos
en
apariencia) de sus subordinados: familiares, empleados, beneficiarios de sus
obras de caridad. ¿Cree que si uno no recibe una costosa educación universi
taria, está condenado al fracaso?
Cualquiera diría que el dinero confiere el poder de hacer lo que uno quiere
hacer y de ir adonde uno quiera, en el momento que se le ocurra. Además, e
l dinero otorga el poder de no hacer algo que uno no quiere hacer: basta con
pagarle a otro para que lo haga.
Pero si el dinero es sinónimo de poder, ¿cómo se explica el poder d
e
personas como Gandhi? El tipo de poder que liberó a la India de Gran Breta
ña
no tenía nada que ver con el dinero sino con lo que Gandhi llamaba
satyagraha,
la «fuerza del alma». El dinero carecía de poder frente al
indomable Gandhi y sus seguidores, que vivían en lo que llamaríamos
pobreza y sin embargo experimentaban una alegría irreprimible y ejercían u
na influencia tremenda.
Si bien en nuestra cultura tiene cierta validez el concepto del poder que
otorga el dinero, si nos comportamos en función de este mito perdemos las
numerosas oportunidades de ejercer el «poder del alma» y este error
nos vuelve mucho más débiles.
El dinero como medio de aceptación social
Algunos de nosotros obramos en función del mito de que el dinero implica
aceptación social. Existe una profunda necesidad de formar parte de un gru
po
y la exclusión se experimenta, a nivel inconsciente, como una amenaza para
la
supervivencia. Puede que el deseo de tener más que el vecino no se
base
exclusivamente en la ostentación y la competencia sino también en el
recóndito anhelo de ser aceptado por los demás. La industria publicita
ria
aprovecha nuestras epidemias de escasez de autoestima para pro- mocionar
productos que nos vuelvan más soportables para nuestro prójimo: para oler
mejor de la cabeza (champú) a los pies (polvos de talco), para tener
una
silueta más esbelta y el coche más adecuado, para que aprendamos a bailar..
.
por dinero. Hasta la amistad parece costar dinero. ¿Tiene que gastar
para disfrutar de la compañía de sus amigos?
Analicemos otra forma de aceptación social: salir con alguien y form
ar
una pareja. Históricamente y en todas las culturas, es bien sabido que
el
dinero (o las vacas, las cabras, o la tierra) figuraba casi siempre en el contra
to
matrimonial. ¿Qué ocurre con nuestra sociedad liberada? ¿Qué función tien
e
el dinero en las relaciones amorosas? En algún nivel, ¿seguimos creyendo q
ue el dinero nos ayuda a tener éxito con el sexo opuesto?
Como ocurre con las demás concepciones equivocadas sobre el dinero
,
actuar en función del mito de que el dinero implica aceptación parece tener
cierto mérito. Después de todo, disfrutar de la compañía de otras pers
onas
mientras cenamos, vemos una película o tomamos el sol en la playa,
son
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os sólo porque cuesten dinero. Sólo
se tornan peligrosos cuando perdemos de vista el hecho de que las personas
que comunican su amor a los demás pueden disfrutar de compañía, amistad
e
intimidad de forma gratuita. Las distorsiones comienzan cuando equiparam
os
el dinero con la aceptación social. Es como ir a un buen restaurante, donde
sirven muchos platos deliciosos, y elegir el menú en vez de comer a la carta
.
No tiene gracia, como tampoco la tiene gastar dinero para obtener aceptació
n sin experimentar jamás una verdadera intimidad.
El dinero como mal
Puede que vivamos en un mundo donde se considera que el dinero
produce tristeza y dolor. En su mitología personal, ¿el dinero es malo? ¿Qué
deja traslucir su comportamiento: que el dinero es sucio, deshumanizante o
un
instrumento de represión? ¿Lleva un registro mental de los pecados que ha
cometido el dinero?
Es probable que la noción de que el dinero es malo derive de la
amonestación bíblica de que «el apego al dinero es la raíz de todo
mal».
Nuestra afición a las cosas, más que a las personas, es la que nos impulsa a
obrar mal. Si reflexionamos por un momento nos damos cuenta de q
ue el
dinero no hace daño a las personas; son las mismas personas las culpables.
El
dinero no es malo; a veces las personas eligen actuar mal con el dinero. El
dinero no es sucio; las personas se hacen cosas sucias las unas a las
otras, y a
veces lo hacen con dinero. El dinero es moralmente neutro. Nuestra adic- ci
ón
a lo que se compra con dinero nos lleva a obrar de un modo perjudicial para
la vida.
Las diferentes personalidades monetarias de Nedra y Jason eran el punto
de partida para entrar en conflicto o para crecer. Nedra creció en una famil
ia
de clase obrera en el sur de California. Su padre murió cuando ella
era
pequeña y su madre trabajaba para mantener a los hijos, de modo que Ned
ra
se quedaba en casa haciendo de madre. Después de sólo dos años e
n una
escuela baptista, abandonó los estudios, decidida a llevar una vida mundan
a con muchas de las satisfacciones materiales
que no tuvo de niña. Uno de sus
mitos era que el dinero traía la felicidad y la buena vida. Los padre
s de
Jason, por su parte, eran totalmente alternativos y se oponían con énfasis a
l
materialismo. Creció viajando en un transporte escolar y haciendo marchas
por la paz, y por la noche se iba a dormir mientras sus padres y los amigos
de
éstos hablaban de política hasta las tantas. Jason analizó los valores de sus
padres, los consideró válidos y decidió seguir viviendo de acuerdo con ellos
.
En su mitología monetaria figuraba la convicción de que el «dinero no era
importante». Y así fue cómo Jason y Nedra, dos adultos jóvenes con
dos
formaciones muy distintas, llegaron al matrimonio intentando combinar do
s puntos de vista económicos opuestos. La tarea, por difícil
que parezca, no es
más dura que la que enfrentan la mayoría de las parejas jóvenes.
¿Y usted?
Dedique unos cuantos minutos a pensar un poco para descubrir cuál es su
posición con respecto al dinero. ¿Cuál es su personalidad monetaria?
¿Qué
piensa sobre el dinero? ¿Cuál es su código personal? ¿Qué subterfugios y q
ué
mitos utiliza? ¿De qué modo han afectado su relación con los demás
sus
83
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elación existe entre el dinero y su
sentido personal del valor? En lo que respecta al dinero, ¿se siente superior
o
inferior a las personas que le rodean? ¿Qué significa el dinero para u
sted?
Analice su comportamiento en relación con el dinero. ¿Alguna vez es
irracional? ¿Qué revela? Ha llegado el momento de examinar con má
s
profundidad lo que ha aprendido acerca del dinero y su relación con
él, de verdad. ¿Cuál es realmente su personalidad monetaria?
Es muy valioso curar las heridas que nuestra psicología y nuestra
mitología monetarias nos han causado a nosotros mismos y a los de
más.
Evidentemente, comprender el dinero desde la perspectiva del barrio n
os
aclara y nos revela nuestras interacciones con su aspecto físico. Pero tambié
n
es evidente que nuestro plano interno no es el territorio adecuado. Qu
eda
mucho por hacer en este viaje de descubrimiento de la verdad acerca
del
dinero. Todavía no hemos encontrado una verdadera definición del dinero q
ue sea universal y coherente.
Desde la plataforma de observación, emprendemos vuelo en helicóptero
para obtener una visión de la ciudad todavía más completa. Desde aquí, las
personas y los coches que circulan por la calle se funden en una corriente de
movimiento. Ya no nos llaman la atención ni los individuos ni las relaciones
entre ellos. Nos deja pasmados nuestra capacidad para ver toda la ciudad al
mismo tiempo. Reconocemos las señales que identifican los distintos barrio
s
pero, en lugar de ver cada uno como una isla, comprendemos que es
más
importante lo que mantiene unida la ciudad que lo que separa a sus habitant
es
en enclaves sociales o económicos. Todos pertenecemos a esta gran entidad
metropolitana. Al analizar el dinero desde la perspectiva de la ciudad
se
incluyen las hipótesis que todos compartimos con respecto al dinero, nuestr
o
concepto cultural. Vivimos y morimos suponiendo que el dinero es al
go.
Según los economistas, es un «depósito de valor» y un «medio de in
tercambio».
Aunque lo consideremos todopoderoso, el dinero no tiene nada de
sagrado. Es un invento humano que no tiene más de 4000 años. Dentro de l
a
familia (normalmente) no se cobra por realizar las tareas domésticas c
omo
barrer, quitar el polvo, cuidar de los niños y ocuparse del jardín. Tam
poco
pagamos cada vez que comemos. Antes también era así en los clanes y las
tribus. Pero con el tiempo las transacciones se volvieron demasiado complej
as para resolverse con un simple trueque. De modo que al
octavo día el hombre
creó el dinero como un medio para pagar por los bienes o servicios recibido
s.
El dinero adquiere valor cuando se comercia. No es más que un símbolo, si
n
valor intrínseco, de algo que teóricamente, en algún momento, tenía v
alor
para alguien. Pero todavía quedan muchas personas sobre la Tierra que no l
o
han tocado jamás. Y a pesar de nuestra arrogancia con respecto a su inmens
o
poder, no es aceptado en todas partes del mundo. Una anécdota debid
a al
vertido de petróleo en Alaska en 1989 nos habla de un grupo de esquimales
a los cuales
Exxon no podía indemnizar porque el dinero no tenía ningún valor
en su cultura. El dinero es un depósito de valor y un medio de intercambio
sólo dentro de los límites de la aceptación cultural. Desde un punto de vista
práctico, en Occidente, a finales del siglo xx, el dinero suele ser un medio d
e
84 E
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en etrar en la realidad más profunda
del dinero. Queremos llegar a la esencia, no al hipermercado.
El dinero desde la perspectiva de la ciudad presenta no sólo su historia y
los principios de la economía sino también la sociología y la antropología d
el
dinero. Entonces nos damos cuenta de que nuestra definición del dinero está
condicionada por muchas fuerzas culturales, y esta noción nos permite toma
r
mayor distancia. Por ejemplo, como norteamericanos compartimos cier
tas
hipótesis sobre el dinero y el trabajo que probablemente no tenemos en com
ún con los italianos, ni con los habitantes de la selva amazónica.
Como hemos dicho en el capítulo 1, una de nuestras hipótesis más
persistentes es que el crecimiento es bueno. Nuestra economía depend
e del
crecimiento para sobrevivir y nosotros, como ciudadanos, hemos incorpora
do
esta ética del crecimiento a nuestras propias aspiraciones vitales. Si tenemos
un coche, necesitamos dos. Si
tenemos un par de pantalones, precisamos dos; si
tenemos dos, queremos tres. Ignoramos el crecimiento intelectual, emocion
al y espiritual, porque estamos muy ocupados tratando de seguir creciendo
físicamente, incorporando cada vez más posesiones.
Ciertos temores que asoman su horrible cabeza
A este nivel encontramos una serie de fantasmas económicos, como l
a
inflación, el coste de la vida, la recesión y la depresión. Si el Produc
to
Nacional Bruto crece un 1 % o menos, se dice que estamos en recesión y, se
vean afectados o no nuestros ingresos, todos sufrimos las consecuencias. N
os
tomamos los indicadores económicos como una cuestión personal. Si l
os
economistas dicen que el coste de la vida es elevado, automáticamente nos
sentimos más pobres, por más que lo que ahora se incluye en el índi
ce de
Precios al Consumo hace apenas veinte años fueran artículos de lujo, algo q
ue
nadie tenía ni nadie echaba de menos, como alojarse en hoteles o viajar en
avión. Además, creemos en la inflación con tanto fervor como cree un niño
en
su amigo invisible. Pero nosotros, los autores, no experimentamos inflación
desde hace veinte años. Si uno hace la compra con inteligencia (como se co
menta en el capítulo 6), aunque se exponga al fuego del mercado no se que
ma.
Puede que el precio de la vivienda haya aumentado en algunas zonas del paí
s,
pero muchos otros precios han disminuido y los productos de lujo de los añ
os
cincuenta ahora están al alcance de los consumidores del noventa en
las rebajas de los grandes almacenes.
Estos espectros (la inflación, el coste de la vida, la recesión y la depresión)
nos asustan y nos obligan a plegarnos a la fórmula económica del bienestar,
el crecimiento es bueno, y su corolario, el mito de
cuanto más, mejor. Como
cualquier religión basada en el miedo, este credo económico nos mant
iene sometidos por nuestra propia ignorancia, dependientes de que los
sacerdotes
del Banco Central mantengan nuestro paso seguro desde el nacimiento hast
a
la muerte, ajustando nuestros ingresos según el coste de la vida para superar
apenas el espectro de la inflación. No obstante, al comienzo de la década de
los noventa muchos de nosotros hemos comprobado que
Nuestra Señora del
Perpetuo Crecimiento no nos ha brindado la seguridad y la felicidad
que
confiábamos merecer por creer en ella. Al mismo tiempo, vivir en este País
del Nunca Jamás de la eterna inmadurez ha evitado que dedicáramos la mis
ma energía a crecer en otros aspectos.
85 El di
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A pesar de las diferencias psicológicas entre Jason y Nedra, ambos eran
hijos del concepto de que cuanto más, mejor. Lo único que variaba er
a su
respuesta al mensaje: Nedra lo aceptaba y Jason se rebelaba. Pero ninguno
de los dos escogía libremente una relación madura con el dinero y c
on el
mundo material. En cierto sentido, la actitud de Jason de que «el dinero no
tiene importancia» era tan limitada como la búsqueda de la felicidad en las
posesiones materiales por parte de Nedra. Al negarse a participar en el jue
go
habitual del trabajo y el dinero, las opciones vitales de Jason queda
ban
seriamente limitadas. En este sentido, comprobó que perdía más tiemp
o haciendo trabajos ocasionales que si hubiese
tenido un empleo fijo. Ninguno
de los dos podía afirmar que vivía de acuerdo con su condicionamie
nto
cultural. Ninguno había estudiado Economía ni conocía tampoco la
definición clásica de dinero como un «depósito de valor». Eran típico
s
también en su inconsciencia porque ¿cuántos de nosotros crecemos con un
conocimiento cultural claro de lo que es el dinero?
La visión económica y cultural más amplia que conseguimos desde el
helicóptero vierte abundante luz sobre nuestra psicología del dinero, así co
mo también sobre esa actividad que irónicamente se denomina
ganarse la vida.
Se observan mucho mejor los motivos que hay detrás de algunas de
las
estrategias para ganar dinero en nuestro medio cultural en particular y la raz
ón
por la cual algunas de nuestras locuras monetarias parecen cuerdas: porque
coinciden con lo que piensan los demás. Éste es el nivel que se estudia en la
Universidad o en el mundo de los negocios. Por escla- recedora que resulte
la
educación a este nivel, la perspectiva no llega a brindarnos una definición d
el
dinero que tenga validez universal y permanente, una con la que pod
amos
contar en cualquier situación. El hecho de comprender las numerosas caras
del dinero no conduce necesariamente a la verdad.
4. El dinero desde una perspectiva aérea. La responsabilidad y la
transformación personales
Ha llegado el momento de dar un paso atrás, de liberarse de todo lo que
cree que sabe acerca del dinero, de poner la mente en blanco. Al igual que l
os monjes, hemos agotado todas las verdades
aprendidas sobre el tema y
tenemos que llegar a zonas más profundas de la Verdad. Allí se encuentra la
entrada a otro aspecto del dinero. Dejamos el helicóptero y despegamos en
avión para observar el dinero desde una perspectiva todavía más alta.
En
medio de un gran estruendo, el avión rueda por la pista de despegue y se ele
va
suavemente. En seguida alcanzamos una altitud desde la cual alcanzamos a
ver la región entera. Entonces nos damos cuenta de que la ciudad no es todo
el
mundo. Más allá de sus límites, la agricultura y la naturaleza se exti
enden
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La definición del dinero que descubrimos en este ámbito de la
responsabilidad personal atraviesa una enmarañada red de pensamiento
s,
sentimientos, actitudes y convicciones. Esta definición es de otra calid
ad,
tiene validez universal y permanente, y nos devuelve el poder que,
inconscientemente, hemos entregado al dinero.
Todos los conceptos falsos acerca del dinero que hemos sostenido hasta
ahora tienen un defecto en común: identifican el dinero como algo exterior
a
nosotros. Es algo que con mucha frecuencia no tenemos, que luchamos por
conseguir, en lo que depositamos nuestras esperanzas de poder, felicid
ad,
seguridad, aceptación, éxito, satisfacción y valor personal. El dinero es el a
mo y nosotros los esclavos. El dinero es el
vencedor y nosotros los vencidos.
Entonces, ¿cuál es la solución? Hemos de encontrar una definición de
l
dinero que siempre sea válida y que nos permita ser claros, decididos
y poderosos en nuestra relación con él.
El dinero es algo a cambio de lo cual decidimos entregar nuestra energía
vital.
Vamos a repetirlo por si no ha llegado a comprender todo lo que implica
esta frase: El dinero es algo a cambio de lo cual decidimos entregar nuestra
energía vital.
Nuestra energía vital es el tiempo que nos toca vivir aquí en la Tierra, las
preciosas horas de vida que tenemos a nuestra disposición. Cuando vamos a
trabajar, cambiamos nuestra energía vital por dinero. Por sencilla que parez
ca,
ésta es una verdad muy profunda. Aunque sea menos evidente, tambi
én es
verdad que cuando recurrimos a la asistencia social cambiamos nuestr
a
energía vital por dinero. Cuando vamos al casino, cambiamos nuestra energí
a
vital por dinero (al menos, eso esperamos). Hasta una suerte inesperada, co
mo una herencia, s
e gana en cierto modo antes de que pertenezca realmente al heredero:
hay que cambiarla por energía vital. Se necesita tiempo para hablar
con abogados, contables, administradores, agentes de bolsa y personas que s
e
dedican a asesorar sobre inversiones para manejar el dinero. O dedica
el
tiempo a hacer psicoanálisis para analizar su relación con el difunto, o para
elaborar su sentimiento de culpa por recibir tanto dinero. O dedica el tiempo
a
investigar con qué causas merece la pena colaborar. Todos éstos son ejempl
os de energía vital que se cambia por dinero.
Esta definición del dinero nos proporciona una información valiosa,
porque tenemos una experiencia más real de nuestra energía vital que
del
dinero. Incluso se podría decir que el dinero es igual a nuestra energía vital.
De modo que, aunque el dinero no posea una realidad intrínseca, nue
stra
energía vital sí, al menos para cada uno de nosotros. Es tangible y es finita.
La
energía vital es todo lo que tenemos. Es preciosa porque es limitada
e
irrecuperable, y porque las decisiones que tomamos acerca de la form
a de
usarla expresan el sentido y el propósito que tiene para nosotros el tiempo q
ue nos toca vivir en la Tierra.
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estro seminario a comienzos de la
década de los ochenta, al tomar conciencia de que el dinero = energía vital
,
cambió la relación de ambos con él. En el caso de Nedra, esta fórmula aca
bó
con su negación de la deuda. Se dio cuenta, con claridad y remordimiento,
de
que la energía vital que salía de su salario y la energía vital que dedicaba a
mantener su estilo de vida nunca alcanzarían para saldar su deuda. Ya no
podía seguir usando la tarjeta de crédito cuando su barco hacía agu
a.
Llevaba demasiado peso y usar así la tarjeta era como arrancar las tablas
que componen el casco de la embarcación. Reconoció que se estaba yendo
a
pique. En el caso de Jason, la fórmula le ayudó a darse cuenta de que, a pe
sar
de sus buenas intenciones de «convertir el mundo en un lugar mejor»
, sus
esfuerzos no servían de nada porque se empeñaba en ignorar este tema. Pa
ra
llevar a la práctica su deseo de llegar a ser alguien en la vida, tení
a que
aprender a manejar el dinero. Fuera donde fuese en el mundo, en una marc
ha o en un piquete, a construir o a curar, tenía que mantenerse a sí
mismo o ser
una carga para otros. Aunque el dinero y la religión parecen dos pol
os
opuestos, tanto para Jason como para Nedra la intuición de que el dinero =
energía vital significó una experiencia muy enriquecedora.
Su energía vital
¿Qué significa para usted que dinero = energía vital? Es evidente que el
dinero le parece valioso porque, al fin y al cabo, dedica una cuarta parte del
tiempo de vida que le corresponde a conseguirlo, gastarlo, preocuparse por
él,
fantasear al respecto, o reaccionar frente a él de una manera u otra. Es cierto
que hay muchas convenciones sociales en relación con este tema que merec
e
la pena aprender y respetar, pero en definitiva cada individuo ha de decidir
qué valor le atribuye al dinero ya que se trata de su energía vital, porque
paga con tiempo por ese dinero. Cada uno decide cómo quiere gastarlo.
Una persona de cuarenta años, puede esperar disponer de alrededor de 329
601 horas (treinta y siete años) de energía vital antes de morir. (En la figura
2-
1 encontrará la expectativa de vida para distintas edades.) Suponiendo que
dedica la mitad del tiempo a las actividades necesarias para mantener
el
cuerpo en buen estado (dormir, comer, evacuar, lavarse y hacer ejercicio), le
quedan 164800 horas de energía vital para usos tan variados como:
♦ Relacionarse consigo mismo.
♦ Relacionarse con los demás.
♦ Expresar su creatividad.
♦ Colaborar con la comunidad.
♦ Colaborar con el mundo.
♦ Lograr la paz interior y...
♦ trabajar.
Ahora que sabe que el dinero es algo que se obtiene a cambio de energía
vital, tiene ocasión de establecer nuevas prioridades para usar un bien
tan valioso. Después de todo, ¿hay alguna cosa
que sea más vital para el individuo que su energía vital?
UNA PRIMERA APROXIMACIÓN
88 El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido A LA
INDEPENDENCIA FINANCIERA
Ya hemos dicho en el prólogo que uno de los objetivos de este libro es
incrementar su independencia financiera. Si sigue los pa-
FIGURA 2-1
Edad
Expectativa media de vida restante Años Horas
20
56,3
493526
25
51,6
452326
30
46,9
411 125
35
42,2
369925
40
37,6
329601
45
33,0
289278
50
28,6
250708
55
24,4
213890
60
20,5
179703
65
16,9
148145
70
13,6
119218
75
10,7
93796
Datos obtenidos del Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de Estados
Unidos, Vital Statistics of the United States, anuario. Impreso por la
Oficina del Censo de Estados Unidos, Statistical Abstract of the United
States: 1991 111.a edición, Washington, D.C., 1991, p. 74.
sos, se encaminará inexorablemente hacia la integridad financiera y la
inteligencia financiera y algún día (esperemos que antes de morir) llegará a
la
independencia financiera. No obstante, para demostrarle que es posible
alcanzarla, antes hemos de indicarle en qué no consiste.
Para empezar, vamos a analizar qué impresión le produce la expresió
n
independencia financiera.
¿Ganar montones de dinero en el mercado de
valores? ¿Heredar una fortuna? ¿Ganar la lotería? ¿Cruceros, islas
tropicales,
dar la vuelta al mundo? ¿Joyas, coches de lujo, ropas de diseño? Casi todos
representamos la independencia financiera como una fantasía inalcanzable
de inagotables riquezas.
Esta noción de que la independencia financiera implica riqueza procede de
la primera perspectiva del dinero, la de la calle; se trata de la independencia
financiera en un sentido material. Para lograrla, basta con ser ricos;
pero aquí
nos encontramos con otra palabra muy difícil de definir: ¿qué significa
rico?
La riqueza sólo existe por contraste con algo o con alguien. Ser ricos es
tener
mucho más de lo que tengo; es tener mucho más de lo que tienen casi todos
los demás. Pero ya conocemos la falacia del mito del más, que es como un
espejismo: jamás se alcanza porque no es real. John Stuart Mili dijo en una
ocasión:
«El hombre no desea ser rico, sino sólo ser más rico que los demás.»
En otras palabras, en cuanto la riqueza se pone al alcance de las per
sonas como nosotros, deja de ser riqueza.
Sólo desde la perspectiva aérea, en el ámbito de la responsabilidad
personal, hallaremos nuestra primera definición de la auténtica independenc
ia financiera.
Nuestra definición de independencia financiera supera el nudo gordiano
de ignorar en qué consiste la riqueza porque no tiene nada que ver con ella.
En
realidad, la independencia financiera se refiere a la experiencia de ten
er lo suficiente, y un poco más. Como recordará,
suficiente se encuentra en el
89
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ció n. Es algo cuantificable que cada
persona define para sí misma a medida que va trabajando en los distintos pa
sos de este programa. La vieja noción de independencia financiera, como la
riqueza permanente, es inalcanzable, pero no ocurre lo mismo con
suficiente.
Lo que es suficiente para uno puede que no lo sea para su vecino, pero será
una cifra real para cada uno y está a su alcance.
La libertad financiera y psicológica
El primer paso que tiene que dar para experimentar la sensación de tener
lo suficiente, y un poco más consiste en liberarse de la identificación con el
nivel de la calle (la realidad material del dinero), la perspectiva del barrio (l
a realidad psicológica del dinero) y la perspectiva de la ciudad (los
convencionalismos culturales acerca del dinero). Cuando lo consiga, h
abrá
logrado la independencia financiera, sin importar en absoluto la cantidad de
dinero que posea. Mientras no lo consiga, no logrará la independencia
financiera, por más dinero que tenga.
La independencia financiera es experimentar la libertad en el terreno
psicológico. Uno siente que no está esclavizado por hipótesis acerca d
el dinero que asume inconscientemente, y que está libre de las culpas,
resentimientos, envidias, frustraciones y angustias que tal vez haya sentido
en
cuestiones monetarias. Aunque experimente estas sensaciones, están all
í
como si fueran una camisa, que uno se pone y se quita cuando quiere. Ya no
se
siente obligado por los mensajes familiares y sociales que ha recibido duran
te
la infancia en relación con la forma correcta de relacionarse con el dinero si
uno quiere triunfar, ser respetado, virtuoso, seguro y feliz. Se ha liberado de
la
confusión que tenía acerca del dinero. Ya no le intimida mantener el saldo d
e la cuenta corriente, ni descifrar el parloteo de su agente cuando le habla de
anualidades o fondos de inversión sin comisiones ni intermediarios. N
o compra jamás lo que no quiere ni le hace falta, y es
inmune a la seducción de
los centros comerciales, los grandes almacenes y los medios de
comunicación. Su bienestar emocional ya no depende de su bienestar
económico; su ánimo no baila al son de los índices económicos. Ya no le ha
ce
falta calcular mentalmente el tiempo que falta: las horas que faltan para sali
r
del trabajo, los días que faltan para cobrar, las pagas que faltan para reunir e
l dinero de la entrada de una moto, lo que cuesta el proyecto para arreglar la
casa y los años que le faltan para jubilarse. Al principio, el silencio
es
atronador. A lo mejor pasan días, incluso semanas, sin que piense en
el
dinero, sin que su mente recurra a la cartera para solucionar los problemas y
las oportunidades de la vida.
Cuando se alcanza la independencia financiera, el dinero funciona en su
vida como usted quiera, sin depender de las circunstancias. De forma que el
dinero no es algo que le pase, sino algo que incluye en su vida
deliberadamente. Desde este punto de vista, lo que habitualmente es un dra
ma
como el «de nueve a cinco hasta los sesenta y cinco», matarse trabaj
ando, salir adelante, ser rico y famoso —
todas esas excusas que nos inventamos—
se reduce a una mera serie de opciones entre tantas otras. La independencia
financiera consiste en estar a salvo de la confusión y de los fanatismos que
muchos sentimos con respecto al dinero.
Si esto suena como la paz mental, lo es. Y la felicidad fiscal. Si le parece
tan inalcanzable como la riqueza, no lo es. Así lo han experimentado los mil
es
de personas que han cambiado su concepto del dinero como se describe en
90 El d
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ticos y las sencillas observaciones
que se recomiendan.
El segundo paso:
¿Cómo se manifiesta en su vida esta gran verdad: dinero = energía vital?
Cuando pensaba que el dinero era algo que servía para comprar y vender, o
que era seguridad, poder o un instrumento del demonio, o que era el primer
premio de la feria, podía racionalizar su comportamiento en términos
de
conveniencias y obligaciones. Pero ahora ya sabe que el dinero = ene
rgía
vital, su propia energía vital, y cada vez tiene más interés por saber realmen
te
cuánto pasa por sus manos. El segundo paso en el camino hacia la libertad
financiera saciará su curiosidad. Este paso comprende dos partes:
A. Determinar los costes reales, en tiempo y dinero, que hacen falta
para
mantener su empleo, y calcular lo que gana realmente por hora de
trabajo.^
B. Controlar cada peseta que entra o sale de su vida.
A. ¿A QUÉ PRECIO
ESTÁ CANJEANDO SU ENERGÍA VITAL?
Ya hemos dicho que el dinero no es más que algo que se recibe a cambio
de energía vital. Vamos a calcular cuánta energía vital (en horas) está
cambiando por cuánto dinero (en pesetas); es decir, cuánto dinero gana por
el tiempo que trabaja.
Esta proporción entre energía vital y ganancias casi siempre se determina
de un modo irreal e inadecuado: «Si por semana gano 440 dólares (5
5 000
pesetas) y trabajo 40 horas, esto significa que recibo 11 dólares (1 3
75
pesetas) a cambio de una hora de mi energía vital.»
Pero no es tan sencillo.
Piense en todas las maneras en que utiliza su energía vital que se
relacionan directamente con su empleo remunerado. Piense en todo el diner
o
que gasta en relación directa con su trabajo. En otras palabras, si no necesita
ra
ese empleo para ganarse la vida, ¿qué gastos de tiempo y de dinero
desaparecerían de su vida?
Prepárese... Hay personas que odian su trabajo: las horas de monotonía, el
aburrimiento, la política de la empresa, el tiempo que pasan lejos de lo que
realmente les gustaría hacer, los conflictos de personalidad con el jefe o los
compañeros; y muchas se sienten impotentes para cambiar sus circunstancia
s.
Una respuesta a estos sentimientos de resentimiento e impotencia consiste e
n
gastar dinero. «Ha sido un día tan duro que me merezco algo diverti
do.
Salgamos a cenar/bailar/al cine/de compras.» Prepárese para averiguar
cuántos gustos se da poniendo como excusa: «Odio mi trabajo.»
Prepárese también para descubrir todo lo que gasta en alternativas caras a
cocinar, limpiar, reparar y demás cosas que podría hacer usted mismo si no
tuviera que trabajar.
El diner
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e cuesta ambicionar una carrera
profesional de éxito, todo lo que se ve obligado a adquirir si pretende seguir
escalando posiciones: el coche adecuado, la ropa adecuada, el lugar adecua
do
para ir de vacaciones, la casa adecuada en el barrio adecuado en la c
iudad
adecuada, la escuela privada adecuada para sus hijos; hasta el psicoanalista
adecuado.
Utilizando como punto de partida el análisis que le ofrecemos a
continuación, descubra realmente cuánto tiempo y cuánta energía le h
acen
falta para mantener el trabajo de nueve a cinco. Puede que en su caso no se
apliquen todas las categorías, y tal vez se le ocurran otras que no ha
yamos mencionado.
Al
final del análisis se tabulan estas cifras para averiguar cuanta energía vital
dedica a ganar el dinero que recibe; pero no olvide que esta cotización horar
ia
real sigue siendo arbitraria, a partir de nuestras cifras hipotéticas. Cua
ndo
haga sus propios cálculos, partiendo de cifras reales, sabrá lo que gana por
cada hora de trabajo.
Transporte
Ir y volver del trabajo implica un gasto de tiempo o de dinero, o de ambos,
tanto si se traslada en su propio vehículo como si va a pie o utiliza
algún
medio de transporte público. En este caso, vamos a suponer que utili
za el
coche. No olvide incluir los gastos de aparcamiento y de peaje, y también el
desgaste del vehículo. Digamos que el transporte le lleva una hora y media
al
día, es decir, siete horas y media por semana, a un coste, entre gasol
ina y
mantenimiento, de 50 dólares (6250 pesetas) por semana. (Si utiliza e
l transporte público, seguro que las cifras varían.)
7VI horas/semana - 50 dólares (6250 pesetas)/semana Ropa
Para ir a trabajar, ¿lleva la misma ropa que cuando está de vacaciones, o
necesita ropa especial para estar acorde con el empleo? Esto incluye no sólo
las prendas más obvias, como el uniforme de las enfermeras, las botas que
llevan los obreros de la construcción y los delantales de los cocineros, sino
también los trajes a la medida y los zapatos de tacón, las medias de nailon y
las corbatas que son de rigor en cualquier despacho. Fíjese en esas prendas.
¿Se pondría un lazo al cuello o andaría todos los días con tacones de
siete
centímetros si no estuviera dentro de las expectativas del puesto de trabajo?
Piense también en el tiempo y el dinero que gasta en su cuidado per
sonal,
desde la loción para después de afeitarse hasta los costosos productos
cosméticos.
Calcule todas las actividades relacionadas con la indumentaria, desde ir de
compras a maquillarse, afeitarse y hacerse el nudo de la corbata. Digamos q
ue
dedica a esta actividad una hora y media por semana, con un coste medio de
15 dólares (1 875 pesetas) por semana (es decir, lo que gasta en ropa al año
dividido por 52 semanas, más lo que cuestan los cosméticos).
1% horas/semana - 15 dólares (1875 pesetas)/semana Comida
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afectadas por el trabajo adoptan formas muy variadas; por ejemplo, lo
que
gasta en desayunar un café y una pasta, el tiempo que pierde haciendo cola
en
la cafetería de la empresa, la comida que compra más cara porque es
tá
demasiado cansado para preparar la cena, los gastos de restaurante que no le
han reembolsado, los programas para perder peso que tiene que seguir porq
ue el trabajo le impide alimentarse como corresponde.
Digamos que acude a un grupo de apoyo para perder peso que le lleva una
hora a la semana, y que cada día dedica cincuenta minutos a comer, lo que
suma cuatro horas por semana y hace un total de cinco. La comida que com
pra
preparada le cuesta unos 15 dólares (1875 pesetas) por semana más q
ue si
comiera en casa, y los cafés que se toma en las pausas que hace co
mo
recompensa por trabajar suman 5 dólares (625 pesetas) por semana. El total
de gastos por este concepto asciende a 20 dólares (2 500 pesetas).
5 horas/semana - 20 dólares (2 500 pesetas)/semana
Relajación diaria
Cuando llega a casa después de trabajar, ¿está alegre y lleno de vida,
dispuesto a dedicarse a proyectos personales o universales, o a compartir la
intimidad con su familia u otros seres queridos? ¿O se siente cansado y vací
o,
se deja caer, taciturno, en el sillón delante de la televisión, cerveza o aperiti
vo en mano, porque ha tenido
uno de esos días? Si le lleva un rato desconectar de
las presiones laborales, ese rato constituye un gasto relacionado con e
l
empleo. Podríamos calcular más o menos unas 5 horas por semana y
20
dólares (2 500 pesetas) en elementos recreativos.
5 horas/semana - 20 dólares (2 500 pesetas)/semana
Distracciones
Piense en la cantidad de veces que afirma necesitar distracciones de
evasión. ¿Para evadirse de qué? ¿Acaso se encuentra en prisión o en
circunstancias que le limitan y de las cuales quiere huir? Si
su experiencia de
la vida fuera siempre satisfactoria e interesante, ¿de qué tendría que escapar
?
¿Seguirían siendo necesarias las horas que pasa delante del televisor o de la
pantalla del cine? Prestemos atención a las circunstancias que rodean frases
como: «Ha sido una semana de trabajo tremenda. Salgamos esta noche para
compensar», o «¿Por qué no nos escapamos este fin de semana y nos vamos
de viaje?» ¿Haría falta todo esto? ¿Cuál es el coste en energía vital
y en
dinero? ¿Qué parte de las diversiones del fin de semana le parece que es la
recompensa que se merece por aguantar un empleo aburrido? Vamos
a asignar a todo este tema cinco horas
y 20 dólares (2 500 pesetas) por semana.
5 horas/semana - 20 dólares (2 500 pesetas)/semana
Vacaciones y diversiones caras
Si lo que hace cada día fuera realmente agradable, le llenara de alegría y
satisfacción y le brindara la sensación de estar contribuyendo realment
e a
mejorar la vida de los que le rodean y de la gran familia global, ¿te
ndría
necesidad de irse de vacaciones? ¿Le haría falta ese viaje al Caribe? ¿Y qué
me dice de la casa de campo, la embarcación o el vehículo de recreo que sól
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a escaparse? ¿Qué proporción del
tiempo y el dinero que implican estas adquisiciones se debe al trabajo? Teng
a
en cuenta las cuotas mensuales del club o de su organización profesi
onal:
¿sería socio si no fuera por el trabajo? Sumándolo todo y dividido e
ntre cincuenta y dos, da cinco horas y 20 dólares
(2 500 pesetas) por semana.
5 horas/semana - 20 dólares (2 500 pesetas)/semana
¿Qué porcentaje de enfermedades está relacionado con el trabajo, al ser
provocadas por el estrés, por las condiciones físicas del empleo, por el dese
o de tener un motivo
legítimo para no ir a trabajar, o por conflictos con los jefes
o los compañeros? Hay cada vez más pruebas médicas que indican que un a
lto
porcentaje de las enfermedades es de origen psicosomático. Por decirl
o en
pocas palabras, las personas felices y satisfechas están más sanas. En nuestr
a
propia experiencia a lo largo de los años, hemos visto muchas menos
enfermedades y absentismo por causas médicas entre voluntarios que
entre las personas que tienen un empleo remunerado.
En esta categoría, hacen falta criterios más subjetivos para evaluar el
porcentaje de costes médicos (en tiempo y dinero) atribui- bles al tra
bajo.
Supongamos que en el curso de un año falta una semana al trabajo por algu
na
enfermedad relacionada con éste, lo que implica un gasto en efectivo de 15
dólares (1875 pesetas) por semana por la parte de los medicamentos que no
cubre el seguro.
1 hora/semana - 15 dólares (1875 pesetas)/semana
Otros gastos relacionados con el trabajo
Fíjese en el balance de su activo y su pasivo (el primer paso). ¿No figuran
en él objetos que no habría comprado si no estuvieran relacionados
directamente con su trabajo? Preste atención a lo que paga en concept
o de
empleados de hogar: ¿precisaría un ama de llaves, un jardinero, un c
riado para todo o un mecánico si
no tuviera que trabajar? Los gastos de guardería o
de canguro en las familias donde hay un solo progenitor o donde trabajan lo
s dos padres se llevan una buena porción de su sueldo y no harían falta si no
trabajara. Hágase un registro horario de una semana típica. ¿Cuántas de esas
horas corresponden estrictamente a actividades relacionadas con el trabajo?
Por ejemplo, leer los anuncios clasificados para encontrar otro empleo, o las
reuniones sociales para establecer contactos comerciales. Las horas dedicad
as
a transmitir a su pareja su frustración laboral, ¿son una actividad relacionad
a
con el trabajo? A medida que recorre los distintos pasos del programa, tome
nota de todos esos gastos ocultos que están relacionados con la activi
dad
laboral. No olvide los gastos de perfeccionamiento y reciclaje, como
programas educativos, libros, herramientas y conferencias. Recuerde qu
e,
aunque su situación sea única, son aplicables las ideas básicas. Descubra su
s propias categorías
de gastos de tiempo y dinero relacionados con el trabajo.
FIGURA 2-2
94 El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido
Energía vital - ingresos: ¿Cuánto gana realmente por hora?
Empleo básico
Horas/semana
Dólares/semana
Dólares/hora
1sin incluir ajustesj
40
440
11
Ajustes
Traslados
+7,5
-50
Ropa
+ 1,5
-15
Comidas
+5
-20
Relajación
+5
-20
Entretenimientos de evasión
+5
-20
Vacaciones
+5
-20
Enfermedades relacionadas
con el trabajo
+1
-15
Tiempo y dinero destinados
+30
-160
a mantener el trabajo
(total de ajustes)
Trabajo, con ajustes
(total real)
70
280
4
Cuánto gana realmente por hora
Reúna todas estas cifras y confeccione una tabla, sumando a la semana
laboral normal la cantidad aproximada de horas extras relacionadas co
n el
trabajo, y restando de su sueldo habitual los gastos relacionados con
el
empleo. Para los apartados a largo plazo, como vacaciones o enfermedades,
haga un prorrateo sobre cincuenta semanas (un año menos dos semanas de
vacaciones). Por ejemplo, esas vacaciones que le costaron 1 000 dólar
es
(125000 pesetas) y que no le habrían hecho falta si su trabajo le gustara, se
computan como 1 000 dólares repartidos en cincuenta semanas, lo qu
e equivale a 20 dólares (2 500 pesetas) por semana.
Evidentemente, todas estas cifras no son más que aproximaciones, pero
una persona diligente puede calcular cifras bastante ajustadas.
La figura 2-2 ejemplifica el proceso de calcular lo que gana realmente por
hora y, como corolario, cuántos minutos de vida representa cada dólar que h
a
gastado. Recuerde que estas cifras son arbitrarias y han sido elegidas
exclusivamente por su valor como números redondos. Es probable que las
cifras que maneje sean muy diferentes, y posiblemente también sus
categorías.
Conclusión: En la figura 2-2 queda demostrado, sin ninguna duda, que en
realidad está vendiendo una hora de su energía vital por 4 dólares (5
00
pesetas), en vez de los i 1 dólares (1 375 pesetas) que calculaba al principio.
De hecho, está ganando 4 dólares (500 pesetas) por hora de trabajo. En este
punto, cabe formularse una buena pregunta: ¿Estoy dispuesto a acepta
r un
empleo con este sueldo? (Tiene que hacer este cálculo cada vez que cambie
de trabajo, o que cambie los hábitos relacionados con el trabajo.)
También resulta interesante la cifra que aparece como corolario. Según
este ejemplo, cada dólar (125 pesetas, aproximadamente) que gasta
representa quince minutos de su vida. Piense en esta cifra la próxima vez qu
e
meta la mano en el bolso o el bolsillo para comprar otro capricho. Pregúntes
e si eso vale ciento veinte minutos de su energía vital.
Tenga en cuenta que en nuestros cálculos no hemos incluido elementos
intangibles como el tiempo que dedica a planificar estrategias para ascender
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a vida familiar deteriorada por las
obligaciones laborales, y el tiempo y los gastos necesarios para mantener un
estilo de vida acorde con su puesto de trabajo.
Cuando Larry Graham acabó la primera parte del segundo paso, le
cambió totalmente la vida. Llevaba diez años trabajando como director de
proyectos en la industria de la construcción. Cuenta Larry que «No era feli
z
con el trabajo que hacía para ganarme la vida, pero como ganaba lo mism
o
que gastaba seguí adelante pensando que así se vivía siempre en las grande
s
ciudades». Entonces hizo el segundo paso y calculó lo que ganaba realment
e
por hora. «Cuando analicé nuestros gastos, comprobé que casi la mitad de
lo
que ganaba lo gastaba en el trabajo; es decir, en gasolina, aceite, arreglos,
comidas, un poco por aquí, otro poco por allá, y casi
todo irrecuperable. En
resumidas cuentas, me convenía quedarme en casa, trabajar desde all
í a
tiempo parcial y, de hecho, ahorrar ganando la mitad.» Entonces, cuando s
e
dio cuenta de que podía renunciar a su empleo y hacer lo que de verdad le
gustaba, todo cambió. Aprendió a manejar esos asuntos financieros q
ue
siempre había llevado retrasados, desde los saldos de las tarjetas de crédito
hasta eliminar comidas en restaurantes, o poder hablar de dinero con
su
mujer sin utilizar los mismos argumentos de siempre. Cuando reestructuró
sus finanzas, él y su esposa se dieron cuenta de que podían vivir
perfectamente con lo que ella ganaba en un empleo que le gustaba (
dar
clases a personas con problemas de aprendizaje), mientras él reanudaba su
s
estudios para dedicarse a la profesión que siempre había querido, co
mo
consejero y psicoanalista. «De hecho, nos sentimos menos es- tresado
s
porque estamos intentando mejorar nuestra relación absurda con el dinero,
sin pensar exclusivamente en éste.»
Para qué sirve hacer este paso
¿Por qué es fundamental este ejercicio para transformar su relación con el
dinero?
1. Este ejercicio coloca el empleo remunerado dentro de una perspectiva
real y le demuestra lo que gana realmente, que es la conclusión a la que se
llega.
2. Le permite evaluar de forma realista su empleo actual y futuro en
función de sus ingresos reales. Conviene aplicar la información
correspondiente a este paso a cualquier otro empleo posible; un empleo que
requiera un mayor desplazamiento, o para el cual haya que ir mejor vestido,
podría resultar peor remunerado que otro cuyo salario sea inferior. Compare
las ofertas de empleo desde la perspectiva real de lo que obtiene a cambio d
e su energía vital.
3. El hecho de llegar a un mínimo financiero aceptable con respecto a su
puesto de trabajo le sirve para clarificar aún más los motivos que tiene para
trabajar y para preferir un empleo a otro. La historia de Larry Graham no es
excepcional. Muchísimas personas gastan todos sus ingresos y algo más
para
conservar su puesto de trabajo... y se consideran afortunadas. Otro PIF afir
mó que después de hacer este
paso fue más consciente de los gastos innecesarios
relacionados con el trabajo y que esto le permitió duplicar sus ingresos neto
s
por hora. Cuando se dio cuenta de todos los gastos motivados por su trabajo
consiguió reducir e incluso eliminar muchos de ellos. Por ejemplo, empezó
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e comprarla preparada; dejó de ir a
trabajar en coche y empezó a utilizar el transporte público (lo cual duplicó l
os
beneficios de esta opción, al aprovechar el regreso como tiempo de r
ela-
jación), reevaluó la supuesta necesidad de cambiar de ropa elegante ta
n a
menudo y se acostumbró a salir todos los días a dar un paseo con su mujer
(mejorando así la relación entre ellos y la salud de ambos). Otra pers
ona
utilizaba los resultados de este paso como criterio para aceptar o rechazar u
n
empleo. Después de calcular exactamente cuánto ganaría por hora, sab
ía a
ciencia cierta si el trabajo le convenía. De hecho, hay puestos que an
tes hubiera solicitado y que ahora ni se plantea.
Sin vergüenza ni culpa
No olvide que en este punto ¿floran a la superficie con más fuerza q
ue
nunca sus sentimientos acerca de su trabajo/empleo/identidad. La clave está
en tomar conciencia de uno mismo y ser comprensivo. Observe cada
sentimiento cuando se presente, sin criticarlo, sin determinar si el trabajo, el
jefe, usted mismo, o este libro son buenos o malos. ¿Que ha estado pagando
por trabajar? No importa. ¿Que se ha gastado todo lo que ha ganado
en
compensarse por sobrevivir una semana más? No tiene importancia. ¿
Que
lleva un ritmo de vida intenso y apenas gana 4 dólares (500 pesetas) por hor
a?
No se preocupe. Todo esto pertenece al pasado. A todos les pasa ant
es de aprender que el dinero = su energía vital.
GUÍA: RELACIÓN ENTRE LA ENERGÍA VITAL Y EL SUELDO
Tiempo
Dinero
+ horas/semana -pesetas/semana
Transporte:
desgaste por kilometraje
gasolina y aceite transporte
público aparcamientos peajes
neumáticos a pie o en bicicleta
Ropa:
ropa comprada para ir a trabajar maquillaje
comprado para ir a trabajar una cartera elegante
zapatos comprados para ir a trabajar afeitarse para
ir a trabajar Comidas: almuerzos comidas
invitaciones
compensaciones gastronómicas por un
trabajo que nos desagrada
comida preparada
Tiempo
Dinero
+ horas/semana -pesetas/semana
Relajación diaria:
el tiempo que transcurre hasta que los hijos
pueden seguir gritando el tiempo adicional hasta
que uno se convierte en una persona civilizada
hasta que uno está en condiciones de realizar un
trabajo productivo.
Distracciones: cine bares
televisión por cable salidas de fin de semana
vacaciones en _______
El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sidii 97
aparatos de gimnasia equipo deportivo
embarcación casa de verano cuotas del club
Enfermedades relacionadas con el trabajo:
resfriados, gripes, etc. hospitalizaciones
personal para: limpiar la casa cortar el césped
reparar el coche lavar y planchar la ropa canguros
guardería
programas educativos decorador
publicaciones (profesionales) conferencias
telecomunicaciones especial para no quedar
anticuado
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ENTRA O SALE DE SU VIDA
De momento hemos establecido que el dinero equivale a energía vital
y
hemos aprendido a calcular exactamente cuántas horas de energía vital nos
cuesta cada peseta. Ahora tenemos que ser conscientes del movimiento de e
sa
forma de energía vital llamada dinero en cada momento de nuestra vi
da;
tenemos que controlar nuestros ingresos y nuestros gastos mediante u
n registro diario. La segunda parte del segundo paso es
bien sencilla aunque no
necesariamente fácil. A partir de este momento, controle cada peseta
que entre o salga de su vida.
Muchas personas se mantienen deliberadamente al margen del dinero.
Según su mitología, colocan el dinero y
el amor, la verdad, la belleza y la
espiritualidad en dos compartimientos distintos. Existen numerosas variant
es
a esta dicotomía. Están, por ejemplo, las organizaciones populares de
activistas que no consiguen que les cuadren las cuentas porque ni siq
uiera
saben cómo llevar la contabilidad. Hay personas que no saben decir que no
a
un amigo que les pide un préstamo y a las que ni siquiera se les oc
urriría
hacerles firmar un pagaré por la operación (porque después de todo se trata
de
un amigo). También están las personas que asisten a talleres, grupos
de
trabajo y conferencias sobre el «desarrollo personal y planetario» y que tod
o
lo pagan con cheques o tarjetas de crédito sin conservar ningún comprobant
e
de sus gastos, porque dejan que el banco se ocupe de esos detalles.
Hay iglesias
que han ido a la quiebra por no saber presentar a la congregación sus
necesidades financieras reales. Incluso hay parejas que se resisten a convers
ar
sobre la situación económica que comparten porque... en fin, después de tod
o,
se aman. Todas estas situaciones tienen su raíz en el mismo concepto
: el
dinero es el dinero y el amor es el amor, y jamás se deben mezclar. Preste
atención a sus propias actitudes. ¿Justifica la inconsciencia financiera
con preceptos espirituales?
Una disciplina espiritual
Las religiones antiguas y modernas y los grupos de crecimiento personal
del movimiento del potencial humano cuentan con
técnicas para enseñar a la mente a estar aquí y ahora, a vivir el presente. Est
as
prácticas adoptan formas variadas e incluyen técnicas aparentemente ta
n
diversas como contar cada vez que uno inspira y espira, concentrarse en la
forma en que el aire entra y sale del cuerpo, repetir una frase una y otra vez
para centrar la mente, concentrarse en un objeto sin prestar atención a los re
cuerdos pasados o a las fantasías futuras al respecto sino simplemente
enfrentarse al objeto aquí y ahora, practicar diversas artes
marciales (como el aikido o el kárate), desarrollar un
testigo interior, objetivo, que se limita a
observar lo que uno hace en ese momento.
Vamos a añadir a esta lista otra disciplina más, diseñada para agudizar la
conciencia, indispensable para el programa financiero y, quizá, más fácil de
aceptar para nuestra mentalidad materialista occidental que otras prácti
cas más esotéricas.
En lugar de observar la respiración, se observa el dinero. Es
muy sencillo: Controle cada peseta que entra o sale de su vida.
Las normas para este instrumento altamente desarrollado de la tecnología
de la transformación son: Controle cada peseta que entra o sale de su vida.
El método para esta maravilla de la metafísica monetaria es: Controle cada
peseta que entra o sale de su vida.
Por todas partes se encuentran seguidores de esta doctrina que se
reconocen por el hábito infalible de introducir la mano en el bolsillo
o la
cartera en busca de una libreta y un bolígrafo cada vez que están a punto de
recibir o de entregar dinero.
No hay ninguna especificación para llevar este registro diario. No hay que
comprar ningún libro oficial («por sólo 49,95 dólares, 5 995 pesetas, incluy
e
índices, cuadros de referencia rápida y una calculadora solar»). Este registro
diario es una parte del programa financiero en la que cada uno pued
e ser
creativo y trabajar a su manera. Para muchas personas, una agenda de bolsil
lo
es el compañero perfecto para apuntar hasta la última peseta que entra o sal
e
de su vida, así como también el motivo del registro. Al cabo de año
s de
perfeccionar el sistema, una mujer ha comprobado que una ficha de 7,5xf 2,
5
cm y un bolígrafo que lleva en la cartera le permiten ser honesta y apuntar
cada vez que gasta o recibe dinero. Otra persona que aprecia más el tiempo
que el dinero registra los gastos y los ingresos en un apartado de su agenda.
Y
otra mujer, que antes era muy distraída con respecto al dinero, prefiere el pe
so
y la significación de llevar consigo a todas partes su libro de contabilidad y
registra cada artículo por categorías, dejando lugar para hacer cómput
os diarios, semanales y mensuales.
Sea cual fuere el sistema que utilice, lo importante es hacerlo (¡de lo
contrario, el programa no sirve!) y hacerlo con precisión. Conviene adquirir
el
hábito de apuntar todos y cada uno de los movimientos de dinero, la cantida
d
exacta y el motivo del intercambio. Cada vez que gaste o reciba dine
ro,
acostúmbrese a anotarlo enseguida. Tan valiosa es esta práctica que p
uede
que al final siga haciéndolo mucho después de alcanzar sus objetivos
financieros;
en el caso de los autores, se ha convertido en un hábito para toda la vida.
La figura 2-3 es un ejemplo ficticio de las anotaciones de dos días. Fíjese
en lo detallado que está cada gasto; los gastos realizados en el trabaj
o se
reconocen como tales; los gastos realizados en un centro comercial distingu
en
entre comida rápida («patatas fritas, salsa, agua con gas») y «un paquete de
3
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e i n d o
las categorías de gastos en las
compras del sábado en el supermercado. Las subcategorías o el desgl
ose
dentro del total son aproximaciones redondeadas (aunque conviene que sea
preciso en sus aproximaciones, llevaría mucho tiempo calcular el coste exac
to
del papel higiénico, el vino, etcétera), pero la suma total tiene que ser exact
a hasta la última peseta.
¿Cada peseta?... Pero, ¿por qué?
Recuerde que este proceso tiene por objeto controlar cada peseta que entra
o sale de su vida.
Tal vez se pregunte: «¿Por qué hay que exagerar tanto?»
Porque es la mejor forma de tomar conciencia de cómo entra y sale
realmente el dinero de su vida en lugar de limitarse a juzgar por las
apariencias. Hasta ahora, la mayoría de nosotros ha demostrado una actitud
bastante irregular con respecto a nuestras pequeñas transacciones diarias. A
menudo nos lo pensamos mil veces, e incluso lo consultamos con la pareja,
antes de pagar 40 dólares (5 000 pesetas) por un nuevo trebajo para zurdos
a
cuatro colores aunque a lo largo del mes hayamos gastado, sin darnos cuent
a, una suma mucho mayor en pequeñas compras insignificantes.
102 El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido
«Pero, ¿debo controlar hasta la última peseta?», se preguntará.
¡Sí, hasta la última peseta!
Pero, ¿por qué cada peseta, en lugar de usar cifras redondas o
aproximadas? Porque esto sirve para establecer importantes hábitos de por
vida. Después de todo, qué es una chapuza o qué significa bastante
aproximado.
Siendo la naturaleza humana como es, si empezamos a engañar,
aunque sólo sea un poquito,
ese poquito tiende a crecer y en poco tiempo
empezamos a pensar: «No hace falta que apunte todo, todo; basta co
n los
gastos principales»; y al cabo de un tiempo: «Pues ya he apuntado durante u
n
mes entero; ahora creo que voy a comenzar a redondear en unidades de mil.
»
(Es como cuando hacemos un régimen para adelgazar: si se lo salta el marte
s
por la mañana por comer una magdalena con mantequilla en vez de
una
tostada sin nada, cada vez se tiende a hacer más trampas y a la tard
e se
zampará una caja de helado y un trozo de pastel.) Para que merezca la pena
tanto esfuerzo, hay que hacerlo bien.
Puesto que el dinero está relacionado directamente con su energía vital,
¿por qué no respetar ese bien tan precioso, su energía vital, tomando
conciencia de cómo lo gasta?
Este paso es, en cierta medida, el que más impacta. Muchas veces algún
participante entusiasta en los seminarios ha venido a decirnos: «Su seminari
o
es lo más extraordinario que me ha ocurrido desde el punto de vista
financiero. ¡Desde entonces controlo cada peseta!»
Y nosotros replicamos: «¡Qué bien! ¿Y ha seguido los demás pasos?»
«No, no tienen nada que ver conmigo. Pero sigo haciendo el programa y
controlo hasta la última peseta.»
Si bien este paso es importante, no es el único; no es más que una pieza
del engranaje que hace funcionar el programa. El único resultado
garantizado, si sólo hace este paso, es que al final tendrá una colección de
libretas con registros de cada peseta que ha gastado desde el primer día.
A lo mejor al principio le cuesta hacerlo de forma impecable, pero e
n última instancia hay que seguir este paso, sin tener en cuenta los
sentimientos, porque se trata de una parte fundamental del camino real
hacia el manejo del dinero:
Controle cada peseta que entra o sale de su vida.
El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sidii 113
Actitudes positivas
Sin término medio. O es partidario de la integridad financiera al cien por
cien o no lo es. Un telescopio que tiene aunque sea un solo objetivo una piz
ca
desviado ya no nos permite ver las estrellas. Lo mismo se aplica a la vida
humana. Una pequeña mentira ya no deja pasar la misma cantidad de luz
.
Tiene que ser despiadado, riguroso y absoluto.
En realidad, en este punto se pone a prueba su intención de aclarar s
u
relación con el dinero. La mayoría de nosotros es propensa a perdonarse un
desliz, y es grande la tentación de olvidarnos
de controlar hasta la última peseta. Una de las claves
para lograr el éxito en este programa (y en la vida)
reside en un cambio de actitud, pasando de la negligencia a la precisión y la
impecabilidad. (Dicho sea de paso, esta integridad a veces obra milagros en
otros aspectos de la vida. Hay personas que han perdido peso, han mantenid
o sus escritorios ordenados y han recuperado una relación que habían
perdido... por el mero hecho de seguir este paso. La integridad es integridad
en todos los sentidos.)
112 El dinero ya no es lo que era... y nunca lo ha sido
Sin juicios de valor, con mucho discernimiento. Emitir juicios (culparnos
a nosotros mismos y a los demás) consiste en clasificarlo todo en bueno y
malo. Un juicio fue lo que expulsó a Adán y Eva del Paraíso terrenal: porqu
e
comieron el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal y enton
ces
empezaron a juzgarlo todo, comenzando por su propio cuerpo, y se sintiero
n
avergonzados. En el camino de la transformación de su relación con el diner
o y de la obtención de la independencia financiera, verá que no le sirven los
juicios de valor ni la culpa, y que en cambio el discernimiento es una aptitu
d
esencial. Discernir significa distinguir lo verdadero de lo falso, separa
r el
grano de la paja. Durante el proceso de apuntar cada peseta que entra o sale
de su vida, tendrá que comenzar a discernir qué gastos son indispensables y
resultan satisfactorios y cuáles son superfluos, excesivos o incluso tota
lmente embarazosos. El discernimiento tiene que ver con esa facultad
superior que todos poseemos que nos permite conocer la verdad, saber lo qu
e
es necesario y deseable para la vida, reconocer como real el deseo de llegar
a ser alguien en la vida. Esta facultad interviene cada vez más a medida que
trabajamos con el programa financiero. En hacer coincidir nuestros ga
stos
con esta facultad reside la clave de la integridad financiera. Al apuntar cada
peseta que entra y sale de su vida está despertando esta facultad e invitándol
a a que dirija su vida cada vez más.
RESUMEN DEL SEGUNDO PASO
1. Determinar (con precisión y honestidad) cuánto dinero obtiene a cambio
de su energía vital, y descubrir lo que gana realmente por horas.
2. Conocer su comportamiento con respecto al dinero mediante un control
riguroso de cada peseta que entra o sale de su vida.
3
¿ADONDE VA A PARAR TODO ESO?
¡Enhorabuena! Ha llegado al presente. Saber qué suma de dinero ha entrado
y salido de su vida (hoy, la semana pasada, el mes pasado y desde que recibi
ó su
primera asignación) es una proeza monumental, un paso de gigante h
acia la
inteligencia financiera. Sin embargo, teniendo en cuenta hacia dónde n
os
conduce este programa, no ha hecho más que empezar. Lo que ha int
uido,
aunque le haya parecido muy intenso, no es más que una mínima parte de lo
que le aguarda.
Para hacer el primero y el segundo paso, le bastaba con aceptar las
afirmaciones de ciertos supuestos expertos (los autores y todas las de
más
personas que han seguido este programa) que consideran que este tip
o de
recuento obsesivo es necesario para acabar con la influencia que tiene el din
ero
en su vida. Sólo ha tenido que nombrar y contar elementos tan tangibles co
mo
sus ingresos, gastos, saldos bancarios y posesiones. En cambio, con el terc
er
paso tendrá que poner más de su parte para que funcione. Ahora em
pieza el
proceso de evaluación de la información recogida. Si lo comparamos con u
n
régimen para adelgazar, el primero y el segundo paso consisten en contar la
s calorías, mientras que en el tercero hay que subirse a la balanza.
LOS PRESUPUESTOS,
IGUAL QUE LAS DIETAS, NO SIRVEN
¡Presupuestos! ¿Alguien ha dicho presupuestos? Todos sabemos lo que son
los presupuestos, ¿verdad? Hay que ir a la papelería y comprar uno
de esos
típicos cuadernos (y apuntar lo que ha costado, por supuesto). Entonc
es uno
intenta por todos los medios adaptar su vida a las categorías estándar.
Las
vacunas que le pusieron al perro la semana pasada en la consulta del
veterinario, ¿se incluyen en
gastas médicos? ¿Lo que le damos de comer se
} Adonde va a parar todo eso i 114
pone en comestibles? Lo que le hemos prestado a Laura, ¿es un
gasto? El
combustible que le he puesto a la moto para correr en la pista de pruebas, ¿s
e considera
transporte? Después de hacer todo lo posible para distribuir todas sus
excentricidades entre las diez categorías básicas (¿cómo es posible que
varios sume más que vivienda?),
pasamos al plan de gastos. ¿Cuánto he de
presupuestar para cada categoría para el mes próximo? Uno apunta lo
que
mejor le parece, dado que las categorías no cuadran del todo, y avan
za
tambaleándose hasta el mes siguiente. Este ritual se suele repetir dos
meses
más, hasta que al final llega a la conclusión de que tiene que llevar una vida
más
restringida y aburrida o abandonar la farsa. Abandonar parece mucho
más
sencillo. Muchos de nosotros hemos repetido este ritual del arrepentim
iento fiscal varias
veces en la vida, siempre en vano. No se preocupe. Relájese. ¡Este
programa no tiene nada que ver con presupuestos!
Volvamos una vez más al ejemplo del régimen de adelgazamiento con el fin
de mostrar la diferencia fundamental entre este programa financiero y
los presupuestos estándar.
Al nacer, ninguno de nosotros sabía lo que eran las calorías. Durante una
época comíamos galletas de chocolate, helados y grandes cantidades d
e
mayonesa simplemente porque nos gustaban. Por lo general las calorías (y e
l
primer régimen) aparecen en escena en torno a la pubertad, puesto qu
e
entonces, lamentablemente, nos hacemos conscientes de que no somos
perfectos. A partir de ese momento, todo depende de la ropa. Si nos caben l
os
pantalones rojos, estamos bien. Si no, somos inútiles, feos, indisciplinados
e
indignos, sin la menor oportunidad de perdón, proscritos hasta el próx
imo
régimen. Pero los regímenes no sirven, porque combaten los síntomas en ve
z
de ocuparse de las causas. En realidad, la causa de la gordura no son las cal
orías
de los alimentos sino los deseos de nuestra mente. Una persona que sigue u
n
régimen dirá que se muere de hambre cuando en realidad se está librando de
la
fijación que le sirve para eliminar el aburrimiento, castigar a su madre, pasa
r el
tiempo, dominar la ansiedad, integrarse, sentirse más seguro de sí mis
mo, vencer la soledad y en general curarse de todas sus aflicciones.
Y todo esto, ¿qué tiene que ver con el dinero? Mucho. Así como las
personas que comen en exceso detestan subirse a la balanza, los que gastan
en
demasía temen el momento de hacer la declaración de la renta y, de
hecho,
cualquier otro momento en el que tengan que sumar gastos, porque se convi
erte
en una especie de ocasión para hacer presupuestos. Los que hacen un régim
en,
al principio manifiestan incredulidad (se bajan de la balanza para comproba
r
que la aguja vuelva al cero). Después vienen las excusas («Estoy reteniendo
líquidos», o «Es de esperar, después de Navidad», o «Estamos en inv
ierno;
} Adonde va a parar todo eso i 115
todos los animales
aumentan de peso en invierno»), A continuación vienen las
recriminaciones («feo, indisciplinado, inútil, indigno»). Finalmente, con
la
cabeza gacha y el rabo entre las piernas, se someten al castigo que significa
un régimen. Hacer frente a la realidad (la balanza) significa una pena.
Lo mismo ocurre con los que gastan sin darse cuenta. Se niegan a m
irar
ningún papel que se parezca a una factura, cargan al límite toda la variedad
de
tarjetas de crédito que poseen, libran cheques posfechados esperando que le
s
depositen el sueldo en la cuenta antes de que se hagan efectivos, pid
en
préstamos a los amigos, solicitan préstamos de consolidación de deud
as,
desnudan un santo para vestir a otro, y así sucesivamente hasta que llega un
momento, al cabo de meses o incluso años de negación y racionalización, e
n
que al final se deciden y llevan sus registros, penosamente desorganizados
e
incompletos a un asesor financiero (o, por una cuestión de menos envergadu
ra,
al servicio gratuito de aseso- ramiento de crédito al consumo), al cual confie
san
sus pecados y se someten para hacer un presupuesto de penitencia. Se acaba
ron
las diversiones. Se acabó el cine. Se acabaron los fines de semana por ahí. S
e
acabaron la ropa bonita y los rayos UVA. Tan sólo las promesas desesperad
as
de no usar ninguna tarjeta de crédito («Por favor, no me pida que las cancel
e.»), vivir a pan y agua, y trabajar.
Puede que estos ejemplos sean un poco exagerados, pero contienen cierto
componente de verdad con respecto a los patrones del gasto inconscie
nte.
¿Alguno de ellos se parece a algo que haya podido sentir o hacer? Tal vez el
núcleo de su adicción no sean ni el dinero ni la comida; millones de nosotro
s
abusamos de una sustancia de un tipo u otro. La única diferencia es que alg
unos
adictos van a la cárcel, otros a juicio, otros a grupos de apoyo para personas
con problemas de peso, y algunos llegan a lo más alto de la escala social.
¿Le parece extraño considerar el dinero una adicción que goza de
aceptación social? Sin duda, puesto que todos quieren dinero y lo quieren e
n
abundancia, no puede ser una adicción. Pero, ¿cómo llamaríamos a u
na
sustancia o actividad que buscamos de forma compulsiva aunque no
nos
produzca satisfacción? ¿Qué otro nombre le podríamos dar a algo sin lo cua
l
estamos convencidos de que no podemos vivir? Evidentemente, la mera ide
a de
no tenerlo nos abruma y nos llena de temor. ¿De qué otra forma llamaríamo
s a
una necesidad intensa, crónica y que nos parece esencial para nuestra sensa
ción
de plenitud? ¿Cómo, si no, denominaríamos a algo que escapa a nues
tro
raciocinio, que llena al mismo tiempo nuestros sueños y nuestras pesadillas
?
¿Qué nombre daríamos a algo que para nosotros adquiere mayor importanci
a
que nuestra relación con la familia y los amigos, y cuya adquisición
se
convierte en un fin en sí mismo? ¿Cómo llamaríamos a algo que acumulam
os
} Adonde va a parar todo eso i 116
hasta una cantidad irracional a fin de sentirnos seguros? Una adicción es un
a
necesidad que se ha descontrolado, que se ha convertido en un cáncer que s
e traslada al tejido sano y al final consume a su anfitrión.
No hace mucho tiempo, una amiga nos hablaba acerca de una amiga suya
que, a pesar de gozar de una buena posición económica, había vivido
atormentada por la inseguridad hasta que al final acabó suicidándose. En ho
nor
a la amistad que había unido a nuestra amiga con la difunta durante
tanto
tiempo, la familia la invitó a que eligiera un recuerdo de entre sus posesione
s.
Una tarea amarga y dulce al mismo tiempo; pero quizá lo peor de todo fue a
brir un cajón que contenía treinta y ocho jerseys blancos, todos ellos
cuidadosamente doblados. ¿Qué revelaba esta colección de prendas cas
i
idénticas? A nuestra amiga le hablaban de una mujer triste y desespe
rada,
adicta a la ropa y en particular a los jerseys blancos. Cada vez que la abrum
aba la sensación de que le faltaba algo, salía de compras para animarse.
Puede que
el hecho de comprar cada jersey le proporcionara unos inscantes de placer,
pero
esta felicidad se disipaba, probablemente, en cuanto la prenda desapar
ecía
dentro del cajón. Como decía el sabio, nunca se tiene suficiente de lo que n
o se precisa realmente.
La codicia es otro componente de nuestra relación irracional y adictiva con
el dinero. Como decía Gordon Gekko, el maniobrero de la película
Wall Street,
«La codicia es buena». No cabe duda de que es una motivación que goza d
e
aceptación e incluso de estímulo social. Junto con su oscuro pariente, el tem
or,
dirige el casino llamado Wall Street y aparece en los periódicos y revistas m
ás
respetables del mundo. La codicia, además, es lo que domina a tantos
de
nosotros cuando sobrepasamos el punto máximo de la curva de la satisfacci
ón y
acumulamos confusión. Con su tergiversada distribución de la riqueza, nues
tra
sociedad sitúa la codicia por encima de la necesidad; tanto es así que
hasta parece un poco antipatriótico sugerir que los pobres
merecen por lo menos una
pequeña parte de los beneficios. «Que trabajen, como hago yo», dicen los q
ue
poseen suficientes bienes en lugar seguro. De hecho, la codicia forma parte
de
nuestra naturaleza hasta tal punto que ni siquiera la reconocemos como seña
l de adicción.
BASTA CON ACCEDER A TOMAR CONCIENCIA
Con esto no pretendemos que se avergüence. De hecho, la vergüenza
es
señal de culpa y si se siente culpable es probable que caiga en estrat
egias drásticas como regímenes
o presupuestos. En cambio, reconocer y ser sinceros
} Adonde va a parar todo eso i 117
con respecto a nuestro comportamiento irracional y adictivo frente al
dinero
constituye el primer paso hacia la cordura. En este punto precisamente es do
nde
el programa se diferencia de las decenas o centenas de otras recetas
para la
salud fiscal. Este programa está construido sobre la base de la conciencia, l
a
satisfacción y la elección, en lugar de hablar de presupuestos y privaciones.
Volviendo a la analogía del régimen, en un libro de Bob Schwartz titulado
Diets Don't Work (Las dietas no funciona?!) nos ofrecen cuatro reglas para
salir del carrusel de los regímenes:
1. Coma cuando tenga hambre.
2. Coma exactamente lo que le pida el cuerpo.
3. Tome conciencia de cada bocado que come.
4. Deje de comer cuando el cuerpo tenga suficiente.
Muy sencillo. Basta con tomar conciencia. Ni contar calorías ni ceñirse a
costosas dietas líquidas. Ni pasar hambre. Ni medir las raciones de c
omida.
Todas estas técnicas tienen que ver con los síntomas y uno deja de comer de
forma compulsiva para hacer régimen de forma compulsiva. Ser consc
iente
implica prestar atención a lo que uno piensa y siente cuando come. Hay qu
e aprender a comer cuando el cuerpo tiene hambre, no porque uno está
aburrido,
sentado a la mesa, solo en la cocina, antes de comenzar a hacer algu
na otra
cosa, como premio por algo que ha hecho bien, muy deprimido, verd
e de
envidia o irritado. Tiene que comer cuando el cuerpo le dice que lo necesita.
Tiene que dejar de comer cuando haya comido lo suficiente. Hay que presta
r
atención. Sencillo, aunque no siempre fácil. Hace falta descubrir y eje
rcitar
ciertos músculos mentales que tal vez se hayan atrofiado por falta de uso. H
ay que reconocer lo que significa tener hambre, lo que significa
estar satisfecho,
lo que uno quiere de verdad en comparación con algo que uno anhela por se
ntir
que siempre le ha faltado, y lo que uno come verdaderamente mientr
as está
comiendo. Los dos aspectos importantes de la toma de conciencia, en
comparación con hacer régimen, son los siguientes:
1. Tiene que reconocer y obedecer las señales interiores, en vez de las
amonestaciones externas o los deseos habituales.
2. Tiene que cambiar sus patrones de alimentación a largo plazo, en lugar
de lo que come a corto plazo.
Este programa financiero apunta en la misma dirección. No se trata d
e
ceñirse a nuestro presupuesto, ni al de ninguna otra persona, con cate
gorías
estandarizadas y un porcentaje de ingresos sugerido para cada categorí
a. No
} Adonde va a parar todo eso i 118
hace falta jurar al comienzo de cada mes que esta vez lo hará mejor. No se t
rata
de sentirse culpable. Tiene que ver con reconocer, cada uno por sí mismo, lo
que necesita en contraste con lo que quiere, qué adquisiciones o tipos
de adquisiciones le hacen sentirse satisfecho, qué significa
suficiente para usted, y
realmente en qué se gasta el dinero. Este programa se basa en su pr
opia
realidad, no en un conjunto de normas externas. En consecuencia, el éxito d
e
este programa depende de su honestidad e integridad. En el tercer pa
so
comienzan a ejercitarse estos músculos. Si no está en buena forma puede qu
e se
sienta dolorido, pero de hecho este paso no tiene nada de doloroso.
Al contrario, ¡es muy divertido!
SIN VERGÜENZA NI CULPA
Recuerde el mantra: sin vergüenza ni culpa. Lo que hay que enfrentar no es
más que la verdad acerca de las decisiones que ha tomado a lo largo de su vi
da.
Sin vergüenza ni culpa. Es una suerte que pueda hacerlo por sí mism
o y no
porque se lo exige la Agencia Tributaria. Es una suerte que lo haga ahora y
no
cuando está a punto de abandonar la Tierra. Sin vergüenza ni culpa. No olvi
de utilizar el
mantra en esos momentos en los que uno quisiera esconderse bajo la
cama, salir a comprar como loco hasta
olvidar la causa del problema, o decidir
que este programa no sirve para nada y darse por vencido. Sin vergüenza
ni culpa.
Anita Cleary necesitaba algo parecido a este mantra
para ser capaz de
révisar su armario a la luz de una nueva conciencia. No cabía la menor du
da
acerca de su adicción: la ropa y la bisutería. Había sido adicta a co
mprar.
Cada vez que cogía el coche sentía la compulsión de pasar por el c
entro
comercial sólo por saber lo que tenían de oferta. En cierto modo, este ritual
de
ir de compras y gastar le ayudaba a sentirse bien consigo misma. Pero al c
abo
de años de adicción el resultado se encontraba allí, en el armario. No estar
ía
mal si se hubiese convertido en ese momento, pero no fue así sino que sigui
ó
comprando hasta quedar en números rojos, y entonces dejó de sentirse bien
por tener tantas cosas y no usarlas. Como medida provisional, justifi
có sus
excesos dándolos como regalo. Se entretuvo así en dar a amigos y familiare
s
cosas que no había usado jamás. Poco a poco se fue debilitando su deseo d
e
comprar. Hasta que un día, en uno de sus grandes almacenes preferi
dos,
mientras miraba los colores de los jerseys nuevos, tomó conciencia. «¿Voy
a
seguir haciendo lo mismo durante toda la vida? ¿Todo se reduce a esto? ¿Q
ué
} Adonde va a parar todo eso i 119
estoy haciendo? ¡Ya tengo suficiente!» Y salió de la tienda con las m
anos
vacías, sorprendida ante esta revelación. Poco después de esta experi
encia, Anita se dio cuenta de que había perdido el deseo de comprar.
Si Anita hubiese seguido la estrategia del presupuesto estándar y el plan de
gastos, tal vez no se habría dado cuenta de que corrí- prar era su ad
icción y habría seguido siendo una
compradora compulsiva, como tantos bebedores
compulsivos que no se consideran alcohólicos. Aplicando de forma
permanente la conciencia y la comprensión a su hábito de comprar, a
l final
consiguió caer en la cuenta de que ya tenia bastante. Ahora es tan alérgica a
las
compras que ha perdido algunas de sus viejas amigas cuyo principal rito soc
ial
consiste en curiosear por el centro comercial. Pero ha ganado muchas más.
Una vez establecido el contexto, prosigamos con el tercer paso: la creación
de la tabla mensual.
El tercer paso: la tabla mensual
Al cabo de un mes de controlar el dinero (segundo paso), dispone de amplia
información específ ica sobre el
flujo monetario en su vida, hasta la última peseta. En este
paso tiene que establecer unas categorías de gastos que reflejen
las características propias de su vida (en lugar de la simplificación que supo
nen las categorías impuestas, como comida, vivienda, ropa, transportes y
salud).
Aunque puede ceñirse, si quiere, a estas categorías básicas, dentro de cada
una de ellas seguro que encuentra y define numerosas subcategorías
importantes que le darán una visión mucho más exacta de sus gastos.
Lo
entretenido (y lo complejo) de este paso consiste en descubrir sus pro
pias
categorías y subcategorías de gastos, diferentes de las de los demás.
Estas
subcategorías son como un diccionario de sus hábitos exclusivos de g
astos.
Puede que le brinden la descripción más exacta y actualizada de su estilo
de vida, incluidas todas sus peculiaridades y debilidades.
Este retrato minucioso de su vida constituye su auténtico punto de partida.
Olvídese de todos sus mitos; olvídese de las historias que se cuenta a sí mis
mo y
a los demás; olvídese de su curriculum y de la lista de asociaciones a las qu
e
pertenece. Cuando haga el tercer paso, obtendrá una imagen clara y concret
a de
su vida real, sus ingresos y sus gastos a lo largo del tiempo. En esta imagen,
verá exactamente lo que obtiene a cambio del tiempo que invierte en
ganar dinero.
¿Adonde va a parar todo tso r 120
¿CÓMO SE ESTABLECEN LAS CATEGORÍAS?
Para establecer sus categorías, conviene que sea minucioso y preciso, pero
sin exagerar.
Alimentación
A menos que sea muy diferente del resto de los seres humanos, seguro que
tiene una categoría muy amplia para la alimentación. Sin embargo, si se fija
en los gastos del mes, tal vez note que en realidad aquí
se incluyen distintos tipos
de compras de comida. Por ejemplo, lo que se come en casa en familia y lo
que
se come en casa cuando hay invitados. Así que ya tenemos dos categorías:
en casa en familia y en casa con invitados.
Pero no exagere. No vigile a sus
invitados para apuntar en su libreta lo que comen y en qué cantidad.
La
pregunta «¿Quiere algo de segundo, señor Martínez?» podría adquirir
un
significado completamente diferente. Basta con hacer un cálculo aproximad
o,
dentro de los gastos totales de alimentación, de la proporción que ha
correspondido a los invitados. Por ejemplo, si tiene cuatro invitados y
habitualmente sólo compra para dos, aproximadamente se imputan a
en casa
con invitados dos tercios del importe. Los totales son exactos al máximo, pe
ro los desgloses son estimativos.
Tal vez le interese averiguar cuánto gasta en tentempiés. ¿Cuál es el coste
mensual de esos cafés? ¿Y lo que come frente al televisor; las patatas fritas,
las
palomitas de maíz, los dulces y los refrescos que a menudo van mano a man
o (o
mano a boca) con ver la televisión? ¿Compra más caro por comprar los mej
ores
productos de cultivo biológico y al final resulta que se salta los escrúpulos c
omiendo chucherías entre las comidas?
Otra subcategoría que puede resultar interesante incluye las comidas en el
trabajo, ya sean los almuerzos de trabajo con los clientes o el habitual filete
con
ensalada del restaurante de la esquina. Todos estos patrones de gastos apare
cen
si establece categorías que reflejen su comportamiento real en lugar d
e limitarse a apuntarlo todo en la columna de alimentación.
La finalidad no es
lograr mayor precisión cuando se confiese con su asesor financiero. Esto sir
ve
para que, cuando alce las manos y exclame, enfadado: «¿Adonde va
a parar
todo? Si casi no compro nada» (que, traducido a los regímenes, equivaldría
a
«¿Cómo es posible que haya engordado tres kilos? Si no como casi nada...»
),
pueda responderse con voz firme y segura: «Va a parar a la máquina
de golosinas del tercer piso del bloque donde trabajo.»
} Adonde va a parar todo eso i 121
Ropa
En lo que respecta a la indumentaria, es posible que no reciba sufici
ente
información sobre su manera personal de gastar si cuenta con una sola categ
oría llamada ropa.
Tal vez necesite distinguir entre lo que compra por utilidad y lo
que compra por vanidad (la necesidad de no aparecer jamás por el despacho
dos
veces seguidas con el mismo conjunto, por ejemplo, o de asistir a las reunio
nes
sociales vestido con más elegancia que los demás). En otras palabras, concr
ete
y realice las distinciones apropiadas. Para obtener un mapa exacto de su pat
rón
de gastos, es posible que necesite varias subcategorías, como la ropa
que se
pone para estar en casa todos los días, la que estima más adecuada p
ara ir a
trabajar, y el atuendo especializado que le parezca necesario para sus activid
ades recreativas. Un médico que siguió este programa con la intenció
n de
averiguar cómo le desaparecía sistemáticamente el veinte por ciento d
e sus
ingresos, descubrió que en realidad era aficionado a comprar zapatos.
Tenía
zapatos de golf, de tenis, para correr, para navegar, para andar, para
salir de
excursión y para escalar, aparte de zapatos para hacer esquí de fondo, botas
de
esquí y botas para después de esquiar. El mero hecho de incluir una categorí
a
para los zapatos le ayudó a encontrar parte de esos ingresos que había perdi
do y
a darse cuenta de que, en realidad, pocas veces usaba algo que no fu
eran
zapatos cómodos para andar por casa. Pero no estaba solo en su fetichismo.
El
varón medio estadounidense posee una media de 2,5 pares de zapatill
as
deportivas y las mujeres, 2,6. Reebok calcula que, a mediados de la década
de
los noventa, sus clientes contarán con una media de seis o siete pare
s de
zapatillas. He aquí un dato todavía más increíble: en Estados Unidos, el och
enta
por ciento del calzado deportivo no se usa jamás para la actividad para la cu
al ha sido diseñado.
Todo esto no se reduce a una mera contabilidad, sino que forma parte del
proceso de descubrimiento de uno mismo. Puede incluso que sea el ú
nico
proceso de este tipo que se compromete a dejarle financieramente en
mejor forma al final que al principio.
¿Qué otras maneras existen de establecer categorías para la ropa? A menud
o
se utiliza el vestir como un medio de expresión, como un intento de compen
sar la subestimación de uno mismo, o de vender una imagen. Hacer un
análisis por
colores es una forma estupenda de dividir en dos los gastos en ropa. Ademá
s
están los infinitos consejos (perversamente contradictorios) que aparecen en
las
revistas femeninas sobre cómo vestirse para ir a trabajar (un vestuario) o pa
ra conseguir pareja (otro vestuario). La ropa se utiliza también como
tranquilizante o como estimulante: «Estoy tan deprimido que me parece qu
e,
para animarme, voy a salir a comprarme ropa nueva.» Un amigo nue
stro lo
} Adonde va a parar todo eso i 122
Se está tratando a nueve mujeres
por un problema curioso provocado por los
hábitos sociales modernos. La enfermedad, que los expertos han denominad
o el síndrome de la moda, se caracteriza por la adquisición incontrolada de
ropa, joyas y cosméticos en cantidades y a precios desproporcionados con l
as
necesidades o los medios de las pacientes. El trastorno fue identificado por
primera vez por un psiquiatra estadounidense en 1984. Otros médicos
de
distintas partes del mundo se han interesado asimismo por este proble
ma.
Este síndrome suele ir acompañado por otras alteraciones como la
depresión
y la bulimia (hartarse y devolver). Las mujeres manifiestan escasa
autoestima, sentimientos de culpabilidad y una imagen distorsionada de
su cuerpo.
Si sufriera el síndrome de la moda, ¿no preferiría descubrirlo mediante un
sencillo ejercicio contable en lugar de tener que caer en situaciones
más dolorosas o humillantes?
Transporte
Él uso de las subcategorías adecuadas dentro del
transporte le ayuda a
captar conceptos que pueden llegar a ahorrarle decenas de miles de pesetas
al
año. Sacar las cuentas le brinda una magnífica oportunidad para refle
xionar
sobre los motivos por los cuales tiene coche en lugar de utilizar el transport
e
público. ¿Tal vez por conveniencia, por su posición social, por necesidad, p
or
no ser distinto, porque le da sensación de libertad...? También es la ocasión
de
revisar el seguro del coche: ¿qué parte del seguro es necesaria y cuá
nto es hábito, convención y dejarse convencer por las tácticas
del vendedor? ¿En qué
categoría pondría el segundo coche: transporte, afición u ostentación?
Perfeccione sus categorías
Esta especie de honestidad despiadada resulta soportable porque nos
enfrenta con nuestras debilidades e indiscreciones en la intimidad de nuestr
o
propio libro de contabilidad, en lugar de que alguien nos pille en falta. Por e
so
no escatime información verdadera si se encuentra cara a cara con alguno d
e
sus defectos y flaquezas mientras realiza inocentemente la tabla mensual. ¿
Hay
una manera mejor de enfrentarse a la cruda realidad? Si piensa que l
as
consecuencias de este ejercicio no son el castigo de ceñirse a un presupuest
o
sino la libertad de aceptarse tal cual es, seguirá adelante de todos modos. Po
r
ejemplo, ¿en qué categoría entra esa parte del dinero para alimentos que des
tina
} Adonde va a parar todo eso i 123
a jugar en las máquinas tragaperras o a comprar billetes de lotería?
Y otro
momento de verdad llega cuando vacila sobre el lugar donde apuntar
las bebidas alcohólicas: ¿son alimentos, entretenimiento o sustancias
adictivas?
También es importante diferenciar entre los gastos relacionados con el
trabajo y los demás. Por ejemplo, en
transporte se puede hacer una lista por
separado del coste de los traslados hasta el lugar de trabajo y otros gastos de
desplazamiento relacionados con el empleo (que no le reembolsen). Si utiliz
a el
mismo vehículo para ir a trabajar que para pasear, divida los costes según el
kilometraje correspondiente a cada categoría. Asimismo, si emplea el teléfo
no
para llamadas relacionadas con el trabajo y también para las personal
es, conviene apuntar los costes en listas separadas.
Dentro de la categoría médica, puede que encuentre varias subcategorías:
enfermedad; bienestar (es decir, todo lo que compra para mantenerse en for
ma,
como vitaminas, las cuotas del gimnasio, el club, el chequeo anual); el segu
ro
médico; los medicamentos con receta; los medicamentos sin receta, etcéter
a.
Es fácil comprobar por qué este proceso ha permitido a tantas person
as transformar algo más que su relación con el dinero.
Se puede perfeccionar aún más si decide cómo contabilizar los grand
es gastos extraordinarios,
como las primas anuales del seguro, los gastos en
bienes de capital, como una nevera nueva, el dinero colocado en plan
es de
jubilación o la amortización progresiva de la vivienda. Nosotros no sabemo
s cuál es la forma correcta de hacerlo.
Al cabo de un año de oírnos utilizar la misma excusa todos los mes
es con
respecto a todos los gastos extraordinarios («Este ha sido un mes extraordin
ario
porque ha habido que pagar...»), nos hemos dado cuenta de que todos los m
eses
son extraordinarios y que estos gastos extraordinarios son una parte perman
ente de la vida.
Tal vez mejore las categorías con el tiempo. Tómese el ejercicio con
tranquilidad y como una diversión, porque requiere una mezcla de honestid
ad y
creatividad, estimula su imaginación y constituye un desafío a su mor
alidad,
todo al mismo tiempo. Es mejor que la mayoría de los juegos de bar
aja, de televisión y de tablero, todos en uno.
No olvide que tiene que registrar además todo el dinero que entra en su vida
,
y que tal vez desee establecer subcategorías también para los ingresos
. Es
importante distinguir entre los salarios/ sueldos/propinas y los ingresos
por
intereses/dividendos. ¿Dónde piensa registrar las monedas que encuentre en
la
acera, los duros que le devuelvan las cabinas telefónicas y lo que gane en la
s
máquinas tragaperras? Si trabaja como autónomo, tendrá que decidir cómo
y cuándo registrar los rendimientos irregulares procedentes de su trabajo.
} Adonde va a parar todo eso i 124
Después de examinar los apuntes desglosados en el registro diario y de crea
r
las categorías que representan con precisión sus patrones de gastos, tiene qu
e
inventar una forma efectiva de registrar los gastos de cada categoría. La fig
ura 3-
1 puede darle una idea de cómo podría ser esta tabulación. Verá que
hay
cuatro líneas en blanco en la parte inferior de la tabla. De ellas hablaremos
más adelante; de momento basta con que las incluya.
LA SUMA TOTAL
Una advertencia. Seguramente, los lectores que sean fanáticos de la
informática querrán buscar o diseñar un programa que les ayude en esta tare
a
contable. Cuidado. La tabla mensual es algo bastante sencillo y por lo gener
al
no requiere un programa complicado. Ambos autores hemos alcanzado
la
independencia financiera sin ordenador. De modo que compruebe que
su
relación amorosa con el ordenador no le dé minutos a cambio de las horas q
ue le roba. Si bien no hemos hecho ningún estudio, apostaríamos
126 ¿Adonde va a parar todo eso?
} Adonde va a parar todo eso i 128
a que no existe correlación alguna entre el grado de complejidad de l
a
contabilidad y la realización efectiva de los pasos de este programa.
Más bien suponemos que todo lo contrario.
Al final del mes, tiene que copiar cada anotación del registro diario
en la
columna correspondiente de la tabla mensual. Sume las columnas de i
ngresos
para saber cuál es el total de ingresos mensuales. Sume los gastos en
cada
columna y apunte el total de cada subcategoría en la última línea de la colu
mna
correspondiente. A continuación, sume todos los totales de todas las categor
ías de gastos; el resultado es el total de sus gastos mensuales.
LA CONFECCIÓN DEL BALANCE
A continuación, cuente el dinero en efectivo que tiene en la cartera y
en la
hucha y haga un balance real de los talonarios de cheques y las libre
tas de las
cuentas corrientes y de ahorros. Ya dispone de información suficiente para s
aber
con cuánta precisión ha sido capaz de controlar el dinero que ha entr
ado y ha
salido de su vida el mes pasado. Si ha llevado un registro exacto (y no ha pe
rdido
dinero, físicamente), el dinero que tiene al final del mes (tanto en efectivo c
omo
en el banco) será igual al dinero que tenía al principio del mes más
el total de
ingresos del mes menos el total de los gastos del mes. Si no ha llev
ado una
contabilidad rigurosa (o ha perdido dinero, físicamente), seguramente ha pe
rdido
o ganado un dinero en efectivo que no puede justificar. La diferencia
entre los
ingresos totales del mes y los gastos totales del mes (más o menos e
l error
mensual) es la cantidad de dinero que ha ahorrado durante este período. Cua
ndo el
error del mes sea siempre cero, eso significa que ha conseguido el segundo
paso
(controlar hasta la última peseta). ¡Enhorabuena! Ha logrado un pequeño mi
lagro.
En la figura 3-2 aparece un ejemplo con cifras para que le sirvan de modelo,
pero sólo eso. Lo divertido y lo importante es crear un tipo de balance que s
ea efectivo en su situación en particular.
CONVERTIR EL DINERO EN ALGO REAL
Ahora llegamos a una de las claves mágicas de este programa. Lo que tiene
delante, por más exacto y compensado que esté, to-
¿Adonde va a parar todo esof 129
davía no tiene poder para transformar su relación con el dinero. No es más
que el resultado de un mes de controlar efectivamente trocitos de pap
el y
trocitos de metal. Es posible que estas anotaciones le hayan producido una
reacción emocional, que sin duda olvidará en cuanto se dirija a la tie
nda
donde venden cosas inútiles. El hecho de gastar, por ejemplo, 88 trocitos de
papel para comprar revistas no afecta directamente su experiencia de la vida
.
Sin embargo, recordando que el dinero es algo que recibe a cambio de su
130 ¿Adonde va a parar todo eso?
En el capítulo 2 hemos hecho un cálculo para demostrar que un sueldo que
teóricamente representaba 11 dólares (1 375 pesetas) por hora al final
podía
convertirse en un sueldo real de 4 dólares (500 pesetas) por hora. Es evident
e que
su cifra puede ser diferente pero para este ejemplo vamos a partir de los 4 d
ólares
(500 pesetas) por hora. En el caso del hábito de las revistas, se divid
en los 88
dólares (11000 pesetas) por el salario real por horas (4 dólares, 500 pesetas)
y el resultado es que ha destinado 22 horas de su vida a este
placer en particular:
Ahora dispone de una cifra real (22 horas irrecuperables de su trayecto por l
a
vida) con la cual comparar la pila creciente de revistas maravillosas (pero si
n leer)
que tiene en el cuarto de baño. Estas revistas le quitan energía tres v
eces: la
primera, para ganar el dinero que necesita para comprarlas; la segunda, por
que
pierde horas de sueño para leerlas, y la tercera, porque se siente culpable po
r no
haber acabado de leer una cuando ya le ha llegado el número del mes siguie
nte
(eso sin contar que después hay que guardarlas o deshacerse de ellas). ¿No
podría haber dado un uso mejor a esas 22 horas? ¿Todavía es
cierto que no tiene tiempo
para dedicarle a la familia? ¿Qué relación encuentra entre esta cifra y
las
postergaciones habituales? Siempre piensa que no duerme lo suficiente
; ¿ya lo
tiene resuelto? ¿Acaso valieron esas revistas cada una de las horas dedicada
s a su
adquisición? ¿Le han proporcionado 22 horas de placer, y algo más...? Pero
no
conteste todavía. Fíjese cómo el hecho de convertir las pesetas en horas le r
evela
lo que le cuesta realmente mantener su estilo de vida. En el capítulo 4 vamo
s a seguir analizando estas cuestiones.
Vamos a analizar otro ejemplo: lo que paga por el alquiler o la hipot
eca.
Digamos que paga 1000 dólares (125 000 pesetas) al mes
} Adonde va a parar todo eso i 131
por el privilegio de vivir en su casa o piso. Algunas personas dirán que es u
na cifra
excesiva, otras que es muy poco. Recuerde que esta cifra no es más
que un ejemplo y no significa que sea el precio adecuado. Si
partimos del cálculo de que
realmente gana 4 dólares (500 pesetas) por hora, dividamos esos 1000
dólares
(125000 pesetas) entre 4 para obtener una cifra real. Mantener este te
cho
determinado sobre su cabeza le está costando 250 horas mensuales. Teniend
o en
cuenta la jornada habitual de 40 horas semanales, es fácil darse cuenta de q
ue la
vivienda le cuesta más horas de las que dedica al trabajo. Cada hora de tra
bajo
sirve para pagar una vivienda de la que quizá no disfrute más de dos o tres h
oras
por día. ¿Merece la pena? No estamos hablando del mercado de la vivienda
en su
lugar de residencia. No nos referimos a lo que todo el mundo sabe que pued
e o
debe hacer con respecto a la vivienda; simplemente estamos observando qu
e le
cuesta 250 horas mensuales vivir donde vive. Nada más. Sin vergüenza ni c
ulpa...
ni excusas.
Ahora divida el total de la columna de cada subcategoría entre la cantidad d
e
horas de energía vital que le ha costado (redondee en medias horas).
La tabla mensual tendrá ahora un aspecto similar a la de la figura 3-3.
ALGUNAS IMÁGENES
QUE VALEN MÁS QUE MIL PALABRAS
Vamos a estudiar los casos reales de varios PIF que han obtenido provecho
de este paso.
Fíjese en las categorías que se estableció Rosemary Irwin en la figura 3-4.
¿No le parece que de la simple observación de la tabla correspondiente al
mes de
enero de 1991 podemos extraer algunas conclusiones acerca de su personal
idad?
Es evidente que valora mucho la belleza, puesto que utiliza para ella
dos categorías (belleza y estética).
Se nota que se ocupa de su cuerpo y está dispuesta
a gastar dinero para mantener su salud. Resulta revelador que tenga catego
rías positivas, como productos para la salud y servicios de salud,
en lugar de categorías negativas, como medicamentos y médicos.
La categoría donativos
indica que aporta lo suficiente para considerarla por separado en lu
gar de incluirla en varios.
132 ¿Adonde va a parar todo esof
Mes: enero
Año: 1991
Sueldo real por horas: $ 6.75
Gastos
Total en
Horas
Ingresos
dólares de
} A
vital
Alquiler
200,00
30
Sueldo
1345,16
Gas natural
Reembolso por kilometraje
23,87
Electricidad
14,00
2
Otros
15,00
Servicios varios
Teléfono
3,72
0,6
Hogar
18,96
2,8
Alimentación
55,00
8
Extras
2,22
0,3
Comer fuera
3,89
0,6
Alcohol
4,24
0,6
Gasolina/aceite
24,44
3,6
Reparación/mantenimiento
del coche
Seguro/impuestos del coche
160,30
24
Aparcamiento
0,25
Transporte público
Seguro médico
36,06
5
Productos para la salud
Servicios de salud
5,00
0,7
Higiene
Belleza
8,50
1,3
Ropa: necesaria
6,93
1
Ropa: innecesaria
16,42
2,4
Diversión
Estética
Regalos/tarjetas
12,00
1,8
Libros/revistas
16,20
2,4
Crecimiento personal
Correo
2,03
0,3
Papelería
Fotocopias
Donativos
Cargo comisión por servicios
bancarios
Varios
0,40
Préstamos
50,32
7
TOTAL
640,88
TOTAL
1 384,03
FIGURA 3-4
Tabla mensual de Rosemary, incluidas las horas de energía vital
¿Adonde va a parar todo eso' 135
Si
lo comparamos con la media del año anterior para la misma categoría, las
cifras ¿aumentan o disminuyen?
La categoría crecimiento personal
no aparece normalmente en un presupuesto estándar.
El proceso de elaboración de la tabla proporcionó a Rosemary infor
mación muy valiosa acerca de sus prioridades
y le dio un método concreto para averiguar
hasta qué punto estaba dedicando su energía vital a ¡as cosas que r
ealmente le
importaban. El ritual periódico de apuntar las cifras reúne todas las caract
erísticas
de un juego emocionante. ¿Cuánto suma cada categoría? ¿Ha aument
ado o disminuido con respecto al mes anterior?
Vamos a analizar ahora las categorías que ha elaborado una pareja y
su tabla mensual de control.
Lu Bauer y Steve Brandon viven en una zona rural del Estado de Maine, en
el noreste
de Estados Unidos. Profesionalmente se encuentran en extremos opuestos:
él es camionero y ella, contable; en cambio, en lo personal se llevan muy bi
en y
disfrutan de la conciencia y la comunicación que surge de compartir
ingresos y
gastos. Para calcular su salario real por horas, sumaron los totales para o
btener
una sola cifra para ambos: 6,35 dólares (793 pesetas) por hora. Co
mo se desprende de la figura 3-5, el total
de horas ajustadas de Lu suma setenta y siete y media, mientras que las de
Steve son sesenta y siete y media, es decir, 145 horas entre los dos. Los ingr
esos totales de Lu fueron de 671 dólares (83 875 pesetas), mientras que los
de Steve fueron de 250 dólares (31250 pesetas); sumando ambos resu
ltan
} Adonde va a parar todo eso i 138
921 dólares (115125 pesetas). Si dividimos los ingresos de ambos por
las
horas de ambos se obtiene la cifra de 6,35 dólares (793 pesetas) por hora;
esto significa que cada dólar (unas 125 pesetas) gastado representa c
asi
nueve minutos y medio de energía vital. Echemos un vistazo a la figura 3-6,
su tabla correspondiente al mes de agosto de 1990. Verá que los ingresos n
o
concuerdan con sus cómputos anteriores, algo bastante comprensible ya qu
e
ambos tienen un horario variable según la estación y otros factores.
No
obstante, como media sigue siendo válida la cifra de 6,35 dólares (7
93
pesetas) por hora. Miremos ahora las categorías que han incluido. Si
nos fijamos en todas las subcategorías de animales,
nos damos cuenta de que les
gustan mucho. ¿Qué querrá decir ese otros?
¿Tal vez gatos callejeros, o
invitados, o la vaca cuando no produce leche? También parecen generosos,
porque los donativos incluyen dos categorías. Los gastos de la casa indican
que pueden estar construyéndola o remodelándola poco a poco y, teniendo
en cuenta el bajo coste de mano de obra del mes, es probable que lo hagan
ellos mismos. Los 818 dólares (102250 pesetas) que han pagado de hipotec
a
incluyen otros 200 dólares (25000 pesetas) de amortización de capital
.
Ahorran muchos intereses de la hipoteca al amortizarla lo antes posi
ble.
Aparte de que Steve afirma que la propia tabla le ha hecho ahorrar de una
manera insólita. Cierto mes (no este en particular), analizando la categoría
golosinas, descubrió que estaba colgado
de las galletas: había gastado el
doble en galletas que en música, una de sus principales aficiones. «De no s
er
por la tabla», confiesa, «habría tenido que hacer terapia durante diez mese
s
para modificar mi comportamiento a fin de aprender a controlar mi peso. E
n
cambio así, la tabla mensual me sirvió para tomar conciencia de la
situación».
Sumar ingresos y gastos va bien para Lu y Steve; en cambio, para otras
parejas la única forma de conseguir reflejar con exactitud sus patrones únic
os ha sido separar las cifras de cada uno.
Cualquiera diría que ya que Lynn y Cari Merner compartían la misma
pasión (la música) y la misma profesión (la informática) lo natural sería qu
e
calcularan juntos los ingresos y los gastos. Pero si bien desde fuera parecía
n
una pareja muy bien avenida, tenían personalidades totalmente diferentes.
Cari era más racional, conservador y calculador, mientras que Lynn era m
ás
emocional, experimental y desorganizada. Tenían caprichos diferentes.
Su
forma de comprar era diferente. Sus aficiones (dejando apart.e la música)
eran diferentes. La elaboración conjunta de la tabla mensual no les brindab
a
demasiada información útil. No sólo eso, sino que poco después de comenz
ar
el programa, Lynn dejó de trabajar en informática y se puso a trabajar fuer
a
de casa como profesora de piano a tiempo completo. Su horario y su sueldo
dejaron de ser fijos de modo que, como compensación por aportar m
enos
dinero a la economía familiar, se hacía cargo de las tareas domésticas. Este
arreglo no monetario no se reflejaba en la tabla mensual de una ma
nera
satisfactoria. Cuanto más se esforzaban para que saliera bien, más
aumentaban las tensiones entre ellos. Entonces, para mantener las
relaciones amistosas dentro del matrimonio y seguir haciendo el programa,
decidieron separar sus finanzas. A Cari le pareció razonable; a Lynn,
un
} Adonde va a parar todo eso i 139
riesgo, aunque accedió a hacer la prueba. Se sorprendió mucho al
comprobar que el hecho de llevar las cuentas por sí misma le brindaba una
maravillosa sensación de autonomía. Descubrió que, durante los años
de
matrimonio, se había vuelto dependiente en muchas formas sutiles y
recuperó entonces la fuerza y la independencia que tenía de soltera.
Vamos a ver cómo hacía su balance otra PIF.
Diane Grosch aplicó su mente lógica de programadora a la tarea de
elaborar una hoja de balance a su medida. Las categorías de su tabl
a
mensual se parecen a las de Rosemary y por eso no las incluimos; en cambi
o, su balance manifiesta tal precisión y corrección que merece la pen
a verlo (véase la figura 3-7). La elaboración de este
balance personalizado le
facilitó la contabilidad a fin de mes y, al mismo tiempo, le proporcio
nó mayor precisión. Constituyen su capital
la suma de sus ahorros, una cuenta
del mercado monetario y unos bonos. Todo ese dinero genera unos intereses
que ella prefiere mantener al margen de lo que tiene en la cuenta corriente.
Estos ejemplos no pretenden establecer un patrón, sino servirle de
muestra para que pueda confeccionar una tabla mensual a su medida.
Recuerde que esto no es un presupuesto ni un plan de gastos. Nadie pretend
e
encasillarle dentro de la sociedad. La elaboración de este balance constituye
un proceso de descubrimiento Agosto de 1990
Final
Principio
Diferencia
Capital: Ahorros
5,64
5,61
0,03
Análisis coste-beneficio
1 538,84
3695,19
-2156,35
Bonos
70000,00
65000,00
5000,00
Cuenta corriente
1 341,61
435,03
906,58
Efectivo en caja
69,44
94,24
-24,80
T otal diferencia
= 3725,46
Total gastos
+ 537,38
Total ingresos
- 4272,40
Dinero no contabilizado
= - 9,56
FIGURA 3-7 Balance de Diane
personal. No se trata de aprender cómo hay que hacerlo, sino de que cada u
no
lo haga a su manera. No hay una forma que esté bien y otra que esté mal; lo
importante es hacerlo, como nos demuestra la historia siguiente.
Lo más notable de la experiencia de Leslie Nelson con la tabla mensual
no es
la forma sino el impacto que ha tenido en su vida. Leslie vive en Santa
Fe (Nuevo México), y es camarera y activista. Por naturaleza le inter
esa
mucho más la política que lo que gana. Mantener el control no se le daba
bien por naturaleza, y tal vez por ese motivo este paso tuvo tanta importanc
ia
para ella. Antes de hacer el programa de la IF, «debía dinero y era
totalmente inconsciente de cualquier
cuestión monetaria». Las tablas le han
} Adonde va a parar todo eso i 140
proporcionado un punto de apoyo. Cuando se le escapan de las manos, se d
a cuenta de que vuelve a endeudarse. Como su tabla tiene una forma que le
permite registrar los gastos día a día, es mucho más minuciosa a la hora de
apuntarlo todo. Esta diligencia ha rendido sus frutos: en cinco años
ha reunido 20 000 dólares
(2 500 000 pesetas) de ahorros, que son inviolables,
aunque a veces se descontrole un poco y sienta la tentación de aumentar su
s gastos. Y
no sólo eso, sino que además la declaración de renta ha dejado de ser
una pesadilla para convertirse en un sueño.
Este paso es esencial para el resto del programa, por eso todos aquellos
que afirman orgullosamente que siguen el programa porque controlan hasta
la
última peseta están completamente equivocados. Este paso le ayuda a darse
cuenta de tantas cosas y a sentirse tan fuerte que habrá merecido la pena has
ta el último minuto que dedique a su preparación.
A continuación presentamos, a modo de ejemplo, algunas formas posibles
de desglosar las categorías más extensas en subcategorías restringidas
que
reflejen su calidad de vida personal. Recuerde que se trata de un ejemplo y
que no debe servir más que como tal. Si se limita a adaptarlo a su situación,
se
estará perdiendo una parte importante del paso, que consiste en descubrir y
perfeccionar sus propios patrones de gastos. La intención del program
a es hacerle tomar conciencia.
GUÍA
1. Alimentación
A. En casa, comidas principales
B. En casa, comida rápida y dulces
C. En casa, con invitados
D. En el trabajo, comidas principales
E. En el trabajo, tentempiés y descansos
F. Fuera, restaurantes, por diversión
G. Fuera, comida rápida, por comodidad mientras vamos de compras, etc.
H. Comida sana, régimen especial, la última moda, etc.
I. Golosinas, adicciones actuales
J. Caprichos especiales: helados, tapas, etc.
K. Artículos de jardinería: semillas, abono, etc.
2. Vivienda
A. Amortización de la hipoteca (los intereses se incluyen en la
categoría 11) o alquiler
B. Hoteles
C. Alquiler en vacaciones
D. Arreglos en la vivienda
E. Remodelación
F. Impuesto sobre bienes inmuebles
3. Sevicios
A. Electricidad
B. Calefacción
C. Leña
D. Butano o gas natural
} Adonde va a parar todo eso i 141
E. Carbón para la barbacoa
F. Agua
G. Teléfono
H. Recogida de residuos
I. Alcantarillado
4. Mantenimiento del hogar
A. Productos de limpieza
B. Lavandería y limpieza en seco
C. Ferretería y reparaciones
D. Accesorios del cuarto de baño
E. Artículos de cocina (excluidos alimentos)
F. Servicios especiales: fontanero, empleada de hogar, jardinero. etc.
G. Herramientas adquiridas para proyectos domésticos (aunque no se
hayan llevado a cabo)
H. Gastos de la terraza o el jardín.
5. Ropa y adornos (joyería, bisutería y accesorios)
A. Necesidades diarias, ropa para mantener el cuerpo vestido y
protegido
B. Ropa de trabajo
C. Ropa de vestir
D. Ropa de deporte: equipo para correr, equipo de tenis, zapatos de
golf, botas para ir de excursión, equipo de ciclismo, trajes de baño,
equipo de montar, mallas y calentadores para hacer ejercicio, ropa
para bailes folcló- ricos, etc.
E. Compra compulsiva
A. Traslados de y hacia el trabajo
B. Automóvil: gasolina
C. Automóvil: aceite
D. Automóvil: mantenimiento habitual
E. Automóvil: taller mecánico
} Adonde va a parar todo eso i 142
F. Automóvil: seguro, inspección, matriculación, carnet de conducir
G. Transporte público, local
H. Avión, tren, autocar interurbano
I. Alquiler de coches
J. Reparación y mantenimiento de bicicletas
K. Cuotas del coche
L. Peajes y aparcamientos
7. Comunicaciones
B. Correo, papelería, correo urgente, servicio de mensajería
C. Fotocopias, imprenta
D. Telegramas, cablegramas
E. Fax
F. Módem
G. Servicio de correo electrónico
H. Coste de las líneas 900
8. Salud
A. Médicos
B. Odontólogos
C. Seguro médico
D. Medicinas alternativas: masajes, acupuntura, etc.
E. Medicamentos con receta
F. Vitaminas y suplementos
G. Regímenes por recomendación médica
H. Gimnasio
9. Ocio
B. Tabaco
B. Acontecimientos deportivos
C. Teatro, conciertos, museos
D. Cine
E. Cintas de audio, discos, discos compactos
F. Cintas de vídeo
G. Equipo electrónico: cámara de vídeo, radio, televisión, radiocasetes,
walkman, equipo estéreo, etc.
0. Equipo de deportes y de acampada
P. Gastos relacionados con la práctica del deporte: telesillas, entrada a la
pista de patinaje, etc.
10. Regalos y donativos
} Adonde va a parar todo eso i 143
A. Regalos personales
B. Iglesia
C. Organizaciones de ayuda (Cáritas, UNICEF, etc.)
D. Colectas en el despacho
E. Activismo (igualdad de derechos, solidaridad con el Tercer Mundo,
etc.)
F. Contribuciones a grupos políticos
G. Mendigos
11. Intereses y gastos bancarios (el coste de ganar y gastar)
A. Intereses de la/s hipoteca/s
C. Intereses por los pagos con tarjeta de crédito
D. Intereses de las cuotas del coche
F. Intereses y gastos por préstamos bancarios
G. Coste adicional por comprar gasolina con tarjeta de crédito, en vez
de hacerlo en efectivo
H. Gastos de la cuenta corriente
1. Recargos por pagos atrasados J. IRPF
Pérdidas
A. Dinero perdido
B. Dinero robado
C. Dinero perdido en máquinas expendedoras y teléfonos
D. Dinero prestado (se trata como ingreso en el momento de la
devolución)
E. Pérdidas en el juego, apuestas, etc.
F. Billetes de lotería
G. Diferencias en la contabilidad mensual
13. Caprichos
Encontrará una lista parcial de posibles caprichos en cualquier catálogo
de ventas por correo. Cada artículo de cada página lo es en potencia,
desde los anillos hasta los zapatos.
14. Otros gastos
15. Ingresos
A. Sueldo, salario, propinas: neto
B. Dinero encontrado
C. Devoluciones de préstamos
D. Herencias, regalos
E. Intereses de las cuentas de ahorros
F. Intereses de las inversiones
G. Dividendos
H. Devoluciones del IRPF
I. Bonificaciones
J. Devoluciones fiscales (cuando se reciben)
K. Reintegros
} Adonde va a parar todo eso i 144
O. Ganancias del juego
16. Ahorros. Capital
A. Cuentas de ahorro en el banco
B. Huchas, lata de galletas, bonos del Estado, certificados de depósito, etc.
C. Inversiones aseguradas no especulativas: bonos del Estado,
certificados de depósito, etc.
D. Otras inversiones y especulaciones.
RESUMEN DEL TERCER PASO
1. Decida cuáles son las categorías y subcategorías exclusivas de gastos e
ingresos del mes que le conviene que figuren en el registro diario.
2. Confeccione la tabla mensual.
4. Calcule el total de gastos para cada subcategoría.
5. Sume el total de ingresos y el total de gastos del mes. Calcule el total
del efectivo en caja y el saldo de todas las cuentas bancarias. Aplique
la fórmula (el total de ingresos mensuales menos el total de gastos
mensuales, más o menos el error del mes) para comprobar su grado de
precisión. A fin de mes ha de tener el dinero que tenía al principio más
los ingresos mensuales menos los gastos mensuales.
6. Convierta la cantidad de dinero que ha gastado en cada subcategoría en
horas de energía vital, utilizando el método para calcular el salario real
por horas que ha obtenido en el segundo paso.
4
¿CUÁNTO ES SUFICIENTE? ¿QUÉ ES
ESTAR SATISFECHO?
¿Qué es la satisfacción? Tanto en el sentido de alcanzar una meta como en e
l
de disfrutar de un momento de profunda alegría, la satisfacción es la experie
ncia
de cumplir un gusto o un deseo, como cuando alguien dice: ¡Aaahhh!
... ¡Qué
comida tan deliciosa! ¡Qué bien hecho está este trabajo! o ¡Qué buena comp
ra!
Pero para que uno quede satisfecho ha de saber lo que está buscando
. Resulta
bastante sencillo darse cuenta de lo que es la satisfacción en términos de co
mida o
de otros placeres temporales. Pero para estar satisfecho en un sentido más a
mplio,
para estar satisfecho con la vida, hace falta saber lo que uno pretende, tener
una idea de lo que sería una buena vida.
Sin embargo muchos de nosotros, al crecer, hemos dejado atrás nuestr
os
sueños. En lugar de escribir un gran libro, uno se conforma con redactar anu
ncios
publicitarios; en vez de convertirse en un orador inspirado, a uno le
basta con
llegar a ser administrador y mediador entre facciones en pugna. En vez de c
onocer
de verdad a sus pacientes, saber cómo viven y lo que les preocupa, los médi
cos de
hoy día visitan a tantas personas que no disponen de más de cinco minutos
para
cada una. Después de soñar con dar la vuelta al mundo, nos conformamos c
on dos
semanas de vacaciones en lugares plagados de turistas. Llevar una vid
a
satisfactoria y plena parece casi imposible, teniendo en cuenta lo que hace f
alta
simplemente para resolver las necesidades y los problemas cotidianos.
No
obstante, en algún momento de nuestra vida casi todos soñábamos con llega
r a ser algo.
No importa donde se encuentre en estos momentos;
deténgase y dedique unos
minutos a reflexionar sobre sus sueños. Muchos de nosotros hemos pasado t
antas horas, días
e incluso años de nuestra vida trabajando por cuenta ajena que a veces
nos cuesta ponernos en contacto con nuestros sueños. Muchos de nosotros h
emos
ido deshaciéndonos poco a poco de lo que nos hacía únicos para encajar en
nuestro
nicho social,
y ahora nos parece que somos indulgentes con nosotros mismos si
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 146
nos preguntamos qué clase de
nicho nos gustaría labrarnos para nosotros mismos.
No importa, dése el gusto. Mire por una ventana o cierre los ojos, y
trate de
imaginar lo que sería para usted una vida verdaderamente satisfactoria
. Para
ayudarle a iniciar el camino, le planteamos los siguientes interrogantes:
♦ ¿Qué quería ser de mayor?
♦ ¿Qué ha querido hacer siempre pero no ha hecho nunca?
♦ ¿Qué ha hecho en la vida de lo que realmente se sienta orgulloso?
♦ Si supiera que sólo le queda un año de vida, ¿qué haría durante ese tiemp
o?
♦ ¿Qué le produce mayor satisfacción, y cómo se relaciona esto con el
dinero?
♦ Si no tuviera que trabajar para vivir, ¿en qué emplearía el tiempo?
A lo mejor prefiere responder por escrito. Estas preguntas sirven para que s
e
centre en lo que valora de verdad, en lo que da sentido a su vida. En este pa
so,
vamos a averiguar hasta qué punto sus gastos coinciden con estos valores.
TODO EL MUNDO TIENE UN SUEÑO
El sueño de algunas personas es bastante convencional y lo comparten gran
cantidad de individuos.
El sueño de Amy y Jim Dacyczyn, por ejemplo, era bastante simple: quería
n
tener hijos y vivir en una granja enorme en medio del campo. Cuando se ca
saron,
entre los dos llevaban más de veinte años en el mundo laboral; él como mar
ino de
carrera y ella como artista gráfica. Y sin embargo, sus ahorros apenas asce
ndían a 1500 dólares (187500 pesetas).
Cuenta Amy que tuvieron el primer hijo «nueve meses y quince minutos des
pués
de casarnos». Se dieron cuenta de que para ellos la familia y la comunidad
eran
más importantes que el rápido ritmo de vida que llevaban y decidieron educ
ar a
sus hijos y hacer realidad su sueño con un solo ingreso: el sueldo que cobra
ba Jim en la Marina.
Para hacer realidad su sueño, recurrieron a toda la experiencia de frugalid
ad
obtenida de unos padres ahorradores e inventaron montones de estrate
gias de
ahorro, pero sin tener jamás la sensación de carecer de nada. Disfrutaban
de este
desafío a su creatividad y la relación entre ellos prosperaba a partir del obj
etivo
común. Al cabo de siete años tenían cuatro hijos y 49 000 dólares (
6125 000
pesetas) de ahorros (todos procedentes de los ingresos de Jim, que ganaba
menos
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 147
de 30000 dólares [3 750000 pesetas] anuales; Amy se quedaba en casa con
los
niños), suficientes para dar una entrada de una granja en Maine, sal
dar las
deudas y comprar un coche, muebles y accesorios. Dos años después,
Amy
decidió aplicar sus conocimientos como artista gráfica para crear un foro d
onde
intercambiar ideas sobre la austeridad. En junio de 1990 nació The Ti
ghtwad Gazette (algo así como La gaceta tacaña,),
un boletín de ocho páginas lleno de
consejos prácticos para vivir bien con poco dinero, y un año después nacier
on los
mellizos. Todavía son capaces de vivir bien. Su historia demuestra que los s
ueños
sencillos, como vivir en el campo y dedicarse a tener hijos, no son inalcanz
ables.
En cambio, hay personas cuyo sueño resulta menos convencional:
A Wes Lambert le apasiona la naturaleza, tanto disfrutarla como conservar
la.
Para él, el programa de IF es un modo de hacer lo que siempre ha
querido:
contribuir a que la humanidad conozca y respete el mundo natural...
a tiempo
completo. Hace lo posible porque los distintos aspectos de su vida concuer
den
con su sueño. Como químico, su trabajo consiste en determinar la ca
lidad del
aire. Se ha ido a vivir cerca del lugar donde trabaja para poder ir
a pie y no
aumentar así la contaminación. En vacaciones, le gusta hacer piragüi
smo en
zonas silvestres no contaminadas, y los fines de semana da clases de piragü
ismo
para que otras personas aprendan a relacionarse con la naturaleza d
e forma segura y respetuosa. Su renta disponible
le permite incrementar sus ahorros y
apoyar a distintas organizaciones ecologistas. Toda su vida gira en to
rno al mundo natural y cada uno de sus aspectos apunta en esa dirección.
Y algunas personas prefieren satisfacer varios sueños al mismo tiempo.
Kees (se pronuncia keisj y Helen Kolff son un caso especial. Él es médico y
dirige una clínica que brinda atención sanitaria a minorías y trabaja
dores
inmigrantes. Helen ha sido maestra y ahora participa en programas de disti
ntas
organizaciones no lucrativas, aparte de ocuparse de la familia. Las vi
das de
ambos reflejan lo que ambicionaban cuando se conocieron en la univ
ersidad.
Han disfrutado de sus veinticuatro años de matrimonio y de la educación d
e sus dos hijos, pero ahora esperan a que el nido
quede vacío para volar ellos también.
El programa financiero les ha brindado una forma de renunciar al e
mpleo
remunerado al mismo tiempo que dejan de ser padres a tiempo completo, y
ya han
comenzado a averiguar en qué proyectos pueden participar los dos juntos, t
al vez en algún país del Tercer Mundo.
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 148
El cuarto paso del programa financiero le permite evaluar sus prioridades
y
corregir sus cuentas. Le ayuda a recuperar los sueños que tenía guard
ados y a
incorporarlos a esa vida cotidiana en la que se mata trabajando hasta que, co
n el tiempo, descubra que por fin ha aprendido a ganarse la vida.
2. Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores y el propósito qu
e tengo en la vida?
3. ¿De qué forma cambiarían estos gastos si no tuviera que trabajar para
vivir?
Para hacer este paso, vuelva a la hoja de la tabla mensual y fíjese en las tres
filas en blanco en la parte inferior. Apunte en ellas la respuesta a est
as tres preguntas (véase la figura 4-
1). Ya ha convertido el dinero en horas de energía
vital; ahora tiene que decidir cómo quiere gastar un bien tan precioso. Estas
tres preguntas, aplicadas a cada una de las subcategorías
de la tabla mensual, le darán
una base para evaluar la forma en que se gasta el dinero.
PRIMERA PREGUNTA:
¿HE RECIBIDO SATISFACCIONES, RECOMPENSAS Y VALORES
PROPORCIONALES A LA ENERGÍA VITAL QUE HE GASTADO?
Esta pregunta le ofrece un modo de evaluar sus gastos. Examine cada
subcategoría teniendo en cuenta esta pregunta. Si este gasto de energía vital
le ha
producido tanta satisfacción que incluso quisiera aumentar el gasto en
esta
subcategoría, dibuje un + (o una flecha hacia arriba) en la primera casilla. Si
le ha
producido poca satisfacción o ninguna, ponga un - (o una flecha hacia abajo
). Si el gasto está bien tal como está, trace un 0.
Este sencillo ejercicio le permitirá apreciar cuándo los gastos son automátic
os,
tal vez incluso porque hay una adicción. A lo mejor hasta encuentra
sus
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 149
debilidades,
sus caprichos. Al principio puede que se enfade y quiera defender
estos hábitos. «Pues a mí me gusta tener un montón de zapatos. Cada par cu
mple
una función. De todos modos, es mi dinero.» Nadie pretende quitarle
sus
caprichos. En realidad, ni siquiera hay nadie que le preste atención, porque
este
ejercicio requiere una franqueza que aflora mejor cuando estamos solos. Co
n el
tiempo, cuando vea la cantidad de horas de vida que ha perdido sólo para re
galarse
otro capricho más, puede que hasta deje de considerarlos un tesoro y los vea
como un premio de consolación.
Evy McDonald, una enfermera de cuidados intensivos, habla de sus compra
s
favoritas: «Me di cuenta de que cada mes me compraba por lo menos un pa
r de
zapatos, me los ponía unas cuantas veces y después los colocaba al
fondo del
armario, junto con los demás cuarenta y pico pares, para dejar sitio a otro
par
más. Calculé que, en un mes, un par de zapatos me costaba diez horas de d
uro trabajo. Puse un gran signo menos en la casilla
152 ¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho?
FIGURA 4-1
Ejemplo de tabla mensual con las tres preguntas
correspondiente a la categoría de los zapatos. Por más que lo racion
alizara,
nada me impedía comprobar una verdad tan sencilla: no ganaba nada tenie
ndo tantos pares de zapatos.»
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 154
Puede ocurrir, por el contrario, que compruebe que ha sido mezquino
en
categorías que le brindan muchas satisfacciones. Destaque esos aspectos qu
e le
resultan tan agradables y ponga un + (o una flecha ascendente) en aq
uellas columnas donde en realidad gasta de menos.
Lo principal a la hora de hacer esta evaluación es ser objetivos, sin tratar de
encontrar explicaciones que justifiquen unos gastos excesivos o insufic
ientes y
sin condenarnos por haber gastado tanto en tal o cual categoría. No
debemos olvidar la frase clave: sin vergüenza ni culpa.
También en el caso de las parejas este paso ha sido muy útil para conversar
con ecuanimidad y objetivamente sobre las diferencias
en su forma de gastar.
Ted y Martha Pasternak comprobaron que esta pregunta les permitía acced
er
a un método más sereno para evaluar los patrones de gastos de cad
a uno sin
colocarse a la defensiva ni agredirse. En vez de condenar abiertamente una
de
las compras de Ted, Martha le pregunta con mucha calma si realmen
te ha
recibido satisfacciones, recompensas y valores proporcionales a la energía
vital
que ha gastado. De este modo están en condiciones de percibir, e in
cluso de
hacer comentarios acerca de los caprichos del otro de una forma mu
cho más
comprensiva. En el caso de Martha, son los libros: en el de Ted, los t
eléfonos
(tiene un aparato en cada habitación, y no siempre funcionan). El hecho de
ser
capaces de conversar sobre opciones financieras sin pelearse ha sido
muy valioso para ellos y de hecho les
ha ayudado mucho en su matrimonio.
Hay que establecer un criterio personal para medir el grado de satisfacción
Encontrar una respuesta a esta pregunta le sirve para establecer un cr
iterio personal para medir su grado de satisfacción y, al
mismo tiempo, para librarse de cualquier hábito de compra perjudicial. Tal
vez
descubra que viene calculando su satisfacción o su insatisfacción en función
de lo
que tienen las personas que le rodean, o de lo que debería tener seg
ún la publicidad. Estar satisfecho es
tener lo suficiente. Piénselo. Tanto para la comida
como para el dinero o los bienes materiales, si no sigue un criterio personal
que le indique cuánto es suficiente, pasará directamente del insuficiente al
exceso, sin prestar casi atención al suficiente,
que se pasa en un abrir y cerrar de ojos.
Entonces no sabrá lo que es la satisfacción. Si trabaja con empeño en torno
a esta
pregunta aprenderá a distinguir un criterio personal que le servirá par
a saber cuánto es suficiente.
Para establecer este criterio personal, lo primero que hay que hacer es tomar
conciencia. No en vano se ha dado en llamar el sueño americano a esa opule
ncia
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 155
que nos rodea; en realidad estábamos dormidos. Despertamos cuando
nos
cuestionamos el sueño. Preguntarnos a nosotros mismos, todos los meses, si
hemos recibido satisfacciones proporcionales a la energía vital que hemos
gastado
en cada subcategoría despierta en nosotros ese ansia natural por saber
cuándo tenemos lo suficiente.
Así aprende a diferenciar una ilusión pasajera de la verdadera satisfacción,
ese
punto de perfecto equilibrio en el cual desaparecen los deseos porque
se han
cumplido con creces. Menos sería insuficiente; más sería excesivo. Una co
mida
nos resulta satisfactoria cuando todos los sabores, los olores y las tex
turas se
funden a la perfección y nuestro apetito queda saciado sin el menor síntom
a de
haber comido en exceso. Asimismo, un coche es satisfactorio cuando
cubre
nuestra necesidad de transporte, cuando lo disfrutamos durante miles
de kilómetros, cuando no perjudica a nuestro bolsillo ni a nuestros valores
y cuando,
con un buen mantenimiento, resulta fiable y placentero de conducir. Ese crit
erio
personal desecharía cualquier deseo superficial de impresionar a los d
emás, de
evitar el aburrimiento de conducir el mismo coche durante dos años seguido
s, de
poseer un Mercedes por lo que representa socialmente, o de tener un conver
tible
azul que haga juego con el color de sus ojos. Todos éstos son criterios exter
nos.
Cuando una experiencia o una adquisición resulta verdaderamente satisfact
oria,
desaparece el deseo durante mucho tiempo. Uno se siente satisfecho, conten
to y en paz.
Poseer un criterio personal de satisfacción de hecho forma parte de l
o que
llamamos integridad financiera. Uno aprende a tomar decisiones financ
ieras
independientemente de lo que la publicidad y la industria deciden que
más le
conviene. Uno queda al margen de la humillación de ser manipulado
para que
gaste su energía vital en bienes que no le producen satisfacción. Contaba M
arcia
Me- yer que antes de hacer esta evaluación se sentía incapaz de dominar el
dinero
que llevaba en la cartera. «Entraba en una tienda y el dinero salía volando d
e mi
cartera. No literalmente, claro, pero me daba esa sensación. No podía evitarl
o.»
Una forma de independencia financiera consiste en ser capaces de fre
nar los gastos inconscientes.
Recapitulación
Al evaluar cada subcategoría, ponga un 0 en la casilla si
le parece bien lo que
ha gastado, un + (o una flecha hacia arriba) si le produce tanta satisfacción
que incluso quisiera gastar más, o un - (o una flecha hacia abajo) si no está
satisfecho
con lo que ha gastado. Esta pregunta le brinda la oportunidad de comprobar
el
grado de satisfacción en su vida mediante el análisis de algo tan sen
cillo y
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 156
concreto como su manera de aprovechar su energía vital. Sin vergüenza ni
culpa.
No son más que hechos.
SEGUNDA PREGUNTA:
ESTE GASTO DE ENERGÍA VITAL,
¿CONCUERDA CON MIS VALORES
Y EL PROPÓSITO QUE TENGO EN LA VIDA?
Esta pregunta resulta muy reveladora, porque nos proporciona una for
ma
concreta de darnos cuenta de si estamos o no aplicando lo que defendemos.
Como
ha hecho con la primera pregunta, interrogúese acerca de cada subcat
egoría:
«Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores
y el propósito que tengo en la vida?» Si la respuesta es un
sí rotundo, ponga un + (o una flecha hacia
arriba) en la segunda casilla, en la columna correspondiente; si es un no,
ponga un
- (o una flecha hacia abajo). Si está bien, ponga un 0. Tómese el tiempo que
haga falta para pensar cada respuesta.
Las personas como Amy y Jim Dacyczyn tenían una escala de valores muy
clara y sabían muy bien lo que querían cuando empezaron a vivir con auster
idad.
Lo mismo se puede decir de Wes Lambert y de Kees y Helen Kolff. Contras
tar
sus decisiones financieras con estos dos factores les ayudó a hacer coincidir
sus
finanzas con sus sueños. En cambio, hay muchas personas que disfrutan
de un
mayor bienestar económico y sin embargo sufren de pobreza de ideales. Ent
re los
confusos encontramos muchos ricos herederos, bien preparados financieram
ente
pero que no saben adonde van. Y muchas personas normales que han alcanz
ado el sueño americano y ahora se preguntan si
la vida no tendrá algún otro sentido.
¿Qué le parece? ¿Tiene claros sus valores y el sentido de la vida?, ¿o están
desenfocados, enterrados bajo el peso de un estilo de vida que no ter
mina de cuadrar?
Los valores
Vamos a hablar primero de los valores. Nuestros valores son aquellos
principios y cualidades que nos interesan, que son realmente importan
tes para
nuestra sensación de bienestar. En un nivel, los valores son las ideas
y las
convicciones que nos sirven de base para tomar decisiones. Son como un A
DN
invisible, compuesto por lo que consideramos que está bien y está mal, del c
ual
dependen nuestras opciones. Cuando elegimos proporcionar a nuestros
hijos
comida, casa y abrigo, lo hacemos a partir de unos valores. La decisión de p
asar el
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 157
día paseando por el parque o de regresar al despacho depende de unos valor
es. La manera en que utilizamos nuestro tiempo libre y nuestra renta
disponible refleja nuestros valores.
De modo que nuestros valores son nuestras convicciones. Puesto que nuestr
a
manera de actuar revela nuestras motivaciones reales, nuestros valores
son
asimismo conductas. (Los padres pretenden soslayar este hecho con la
frase:
«¡Haz lo que yo digo mas no lo que yo hago!») Este libro trata de
una de las
principales manifestaciones sociales de nuestros valores: la forma en que m
anejamos el dinero a lo largo de nuestra vida.
Si mira su tabla mensual aprenderá mucho acerca de los valores que rigen s
u
vida. ¿Qué revelan esos 100 dólares (12 500 pesetas, o 25 horas de energía
vital, a
4 dólares, 500 pesetas, la hora, calculados en nuestro ejemplo del cap
ítulo 2)
destinados a comer fuera de casa? Hay muchas opciones: que valora
la
comodidad, que le gusta comer bien, o que quiere disfrutar de la compañía
de sus
amigos. ¿Y las 12 horas dedicadas a obras de caridad? ¿Y las 30 ho
ras de la factura del teléfono?
Es posible que esté de acuerdo con muchos de estos gastos y que cuestione
otros. Tal vez le parezca bien destinar veinticinco horas de energía vital a co
mer
fuera de casa... hasta que se da cuenta de que este mes apenas le ha dedicad
o ocho
horas a uno de sus hijos. Para muchas personas, sus gastos expresan unos va
lores
que no son los que les gustaría vivir. Al sumar algunas categorías, q
uizá
compruebe que se ha dejado llevar por el hábito, la presión de sus compañer
os, o incluso por el aburrimiento.
Volvamos a las preguntas del comienzo del capítulo. Si no tuviera que traba
jar
para vivir, ¿en qué emplearía el tiempo? ¿Qué ha hecho en la vida d
e lo que
realmente se sienta orgulloso? Si supiera que sólo le queda un año de vida,
¿qué
haría durante ese tiempo? Su forma de responder a estas preguntas le dará u
na idea precisa de lo que realmente valora.
Las tablas mensuales son como un espejo. Verá que todos los meses,
al
plantearse la pregunta «Este gasto, ¿concuerda con mis valores?», esta
rá buceando en las profundidades
de su ser. El mero hecho de formular y responder
esta pregunta va a producir cambios, grandes y pequeños, que le acercarán a
su
integridad financiera, donde todos los aspectos de su vida financiera armoni
zan
con sus auténticos valores. El proceso de llegar a la integridad es co
mo el
telescopio al que nos hemos referido en el capítulo 2. Los numerosos objeti
vos del
telescopio permiten al observador ampliar y expandir su visión, pero sólo si
cada
uno de ellos está limpio y pulido, y sólo si todos están alineados y bien orie
ntados
entre sí. Si algún aspecto de nosotros mismos no coincide con nuestra totali
dad,
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 158
no podremos ver muy lejos; al contrario, nuestra visión quedará completam
ente obstruida por ese objetivo que no está en línea.
En 1985, Tom Clayton disponía de todos los factores para tener una
vida
agradable. Todas las piezas encajaban para proporcionarle el éxito: una es
posa
estupenda, dos hijos, dos coches, una casa preciosa y numerosas vent
ajas
tangibles e intangibles que le brindaba su trabajo como administrado
r de una
escuela. Gozaba de respeto, buenos ingresos y seguridad. Le iba bien pero
no era
feliz, sino todo lo contrario: estaba desesperado. Se sentía furioso e impote
nte
ante un sistema que le había hecho creer que uno quedaba satisfecho
cuando
disponía de los medios adecuados (casa, coche, empleo, etcétera). Per
o él no
estaba conforme. Buscando una salida, acudió a uno de nuestros sem
inarios
sobre la IF. Ese día tomó conciencia de algo que ya sabía: que la felicidad
no
viene del exterior, sino que deriva de integrar nuestros valores con n
uestra
relación con el dinero. Su vida no tenía nada de malo, sólo que al unir las p
iezas
no obtenía nada de lo que sentirse orgulloso íntimamente. Su vida estaba bi
en
pero era irreal. Al examinar sus valores se dio cuenta de que lo que más an
helaba
era contribuir a resolver alguno de los problemas del mundo, en vez de ser
uno de esos millones de personas que piensan que lo más importante es
ocuparse de sus
propios asuntos. ¿Qué podía hacer para vivir de acuerdo con sus valo
res? Su
empleo, aunque no estaba mal, no manifestaba en absoluto su preocupació
n por
los demás. Se arriesgó y, aunque ganando menos, abandonó el sistema edu
cativo
y puso una consulta privada de aseso- ramiento, y empezó a trabajar
en una
clínica en colaboración con un médico. Así fue centrando poco a poco su n
ueva
carrera. Con el tiempo formaron una sociedad y se dedicaron a dar
clases de
formación y seminarios con el nombre de Bienestar Ilimitado. Tom y
su socio
ayudan a los demás a descubrir sus valores y lo que valen, su responsabilid
ad
para consigo mismos y para con la sociedad. De este modo, Tom ha conseg
uido
hacer que encajen las piezas de sus aptitudes, valores y preocupaciones en
una
vida de su agrado. Ahora, lo que piensa concuerda con lo que hace y así ha
logrado ser feliz.
¿Qué es el propósito?
Para responder a la segunda parte de esta pregunta, tiene que evaluar
sus gastos en función del propósito que tiene en la vida.
Seguro que tiene muy claro
lo que significa tener una finalidad en la vida. Para algunos, como Amy y
Jim
Dacyczyn, su finalidad es trabajar en algo de su agrado o dedicarse a la fam
ilia.
Puede ser que otros no lo tengan tan claro. Algunas personas pasan años bu
scando su propósito en la vida mientras que otras, como Wes
Lambert, aparentemente lo
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 159
conocen desde que nacieron. Pero, ¿qué es exactamente eso que llam
amos el propósito de la vida?
En cierto sentido, se encuentra el propósito en la respuesta que uno da cuan
do
le preguntan: «¿Para qué hace lo que hace?» Puede que la acción sea eviden
te,
como cuando uno come, aunque la motivación puede variar, desde el apetito
hasta
el deseo de aceptación social o la necesidad de acumular hidratos de carbon
o con el fin de aumentar la resistencia física para ir a esquiar.
El propósito es también el significado que cada uno atribuya a sus acciones.
Ésta es la historia de tres picapedreros que están picando un bloque enorme
cada
uno. Una persona se acerca al primero de ellos y le pregunta: «Perdóneme p
ero,
¿qué está haciendo?» El picapedrero le responde con brusquedad: «¿Acaso
no lo
ve? Estoy picando este trozo de piedra enorme.» El curioso se acerca al seg
undo
picapedrero y repite la pregunta. El otro lo mira con una mezcla de
orgullo y
resignación y le dice: «Me estoy ganando el sustento para mantener a mi es
posa y
a mis hijos.» Entonces, el preguntón se dirige al tercer picapedrero y le preg
unta:
«Y usted, ¿qué hace?» El tercer picapedrero lo mira con la cara radi
ante y le contesta con reverencia: «¡Estoy construyendo una catedral! »
El significado que atribuimos a una acción procede de nuestro interior
. Al
igual que el primer picapedrero, tenemos la opción de negar que nuestras ac
ciones
tengan sentido más allá de la realidad física de lo que estamos haciendo. Co
mo el
segundo, podemos absorber el significado que nuestra cultura atribuye a lo
que
hacemos. Mantener una familia es un propósito aceptado culturalmen- te, c
omo
también lo son recibir educación, casarse y tener hijos, fundar una e
mpresa de
éxito, descubrir la manera de curar una enfermedad, ganar premios... y m
uchas cosas más. La respuesta del tercer picapedrero apunta a otro nivel
de significado:
a vivir de acuerdo con nuestros ideales más altos, a dedicarnos a algo que p
arece noble y merecedor de nuestra devoción constante.
Por último, el propósito es también nuestra misión, ese compromiso
apasionado que impulsa nuestras acciones. Cuando exponemos una misión,
ya sea
con una finalidad colectiva o individual, en general hablamos de algo
tangible
(«Nuestra misión consiste en fabricar artefactos») y de algo intangible («Co
n la
máxima precisión e integridad»). El hombre a menudo tiene esta sens
ación de
misión para mejorar su comunidad o el mundo en general, por ejemplo, ayu
dando
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 160
a resolver problemas de hambre, desamparo, abusos en las relaciones famili
ares,
calentamiento global. A veces, hay personas que encarnan ciertas cual
idades,
como el amor, la paz o la no violencia. En este contexto, el propósito se refi
ere a una prolongación de nosotros mismos hacia el mundo que nos rodea.
Cómo encontramos nuestra misión
Joanna Macy, educadora, ecologista y escritora, sugiere tres direcciones par
a buscar nuestra propia misión:
1. Trabajar con pasión en proyectos que le interesen profundamente. ¿Qué
sueño tenía antes de dejar de soñar? ¿Qué trabajo haría aunque no le pagara
n? No
nos referimos a esas preferencias superficiales que aparecen en las pegatina
s de
los coches, como «Me encanta hacer submarinismo», sino a algo que le inte
rese más que su propia comodidad y conveniencia.
2. Trabajar con el dolor,
con personas cuyo dolor le conmueva. ¿Conoce la
sensación de «a mí me ha pasado por eso sé lo que se siente» con respecto a
la
angustia, la tristeza, la desesperación, el hambre, el terror? ¿Es capaz de co
mpartir
con otros lo que esta experiencia le enseñó y le hizo sentir? ¿Existe algún as
pecto
del sufrimiento mundial que le impulse a actuar? Si se siente tan herido que
ha
perdido contacto con su capacidad para ayudar a los demás, ahora tiene oca
sión de extender la mano para ayudar a otros que sufren. Es curativo.
3. Trabajar con lo que tenga a mano,
con las oportunidades que surgen
diariamente para responder a las necesidades sencillas de los demás. A men
udo se
ha comparado el hecho de encontrar el propósito con descubrir ese pr
oyecto
perfecto de trabajo o servicio que le santifique como a la madre Tere
sa. Esta
sugerencia de trabajar con lo que tenga a mano sirve para recordarnos que t
odo el
mundo está interconectado y que cualquier acto de servicio contribuye
al
bienestar de todos. Si tiene en cuenta que no existe un único acto de grande
za,
sino una serie de pequeños actos llevados a cabo con mucha pasión
o mucho
amor, haciendo lo que le parece que hay que hacer (llevarle comida a un vec
ino
que está enfermo, ayudar a un niño para que aprenda a leer, escribir cartas a
los
periódicos, defender a las personas sin hogar de su población), descu
brirá una
vida llena con la experiencia de tener un propósito por el cual merec
e la pena vivir.
Sufrimiento, dolor, lo que tenga más a mano... que estas puertas le sirvan pa
ra descubrir un propósito más allá de la adquisición de bienes materiales.
Cómo se miden sus avances hacia el propósito
Vuelva, una vez más, a las preguntas formuladas al comienzo del cap
ítulo.
¿Qué ha querido hacer siempre pero no ha hecho nunca? ¿Qué le produce m
ayor
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 161
satisfacción? Lo que reflexione para responder le servirá también para evalu
ar su propósito.
Dedique ahora mismo unos minutos a apuntar cuál es el propósito que tiene
en
la vida. A lo mejor no tiene nada que ver con lo que hace. Puede que no ten
ga
ningún valor para los demás. Hasta es posible que ni siquiera esté muy seg
uro.
Haga todo lo que pueda. Tome como referencia este propósito para valorar s
us acciones. Si con el correr del tiempo comprueba que el propósito ha cam
biado, no se
preocupe: simplemente escriba cuál es el nuevo propósito y siga toma
ndo esta definición como punto de referencia.
Sea cual fuere su definición del propósito, necesita un método para evaluar l
os
resultados, alguna respuesta que le indique si está bien encaminado. A men
udo
tomamos como indicadores el éxito material o el reconocimiento prof
esional o social.
Pero hay otro método más adecuado para saber si vivimos de acuerd
o con
nuestro propósito, un método que va más allá del éxito material y de cual
quier
recompensa o reconocimiento. Nos referimos a su respuesta a la pregunta «
Este
gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores y el propósito que tengo
en la
vida?». Si responde a esta pregunta con sinceridad, todos los meses, en rela
ción
con todas las categorías, esto le servirá para clarificar sus valores, vivir de a
cuerdo
con la finalidad establecida y definir mejor su verdadero propósito en la vid
a.
Cuenta la historia que en una ocasión George Bernard Shaw le dijo a una da
ma
de la alta sociedad: «Señora, apuesto a que se acostaría conmigo por cinco l
ibras.»
Ella se mostró indignada. ¿Cómo se atrevía a pensar algo semejante? Enton
ces él
hizo una pausa, como si pensara y añadió: «¿Y si le ofreciera i00000 libras?
» Al
dudar la mujer, su silencio la traicionó. Shaw dijo entonces: «De mo
do que el
problema no es el acto en sí, sino el precio...» El dinero es una medida muy
fuerte para todos nosotros, incluso para los más desinteresados.
Otra forma de medir sus avances hacia su propósito consiste en realizar un t
est
elaborado por Viktor Frankl. Después de sobrevivir a los campos de l
a muerte
nazis, Frankl observó que había un factor, más allá de lo intelectual
o lo
psicológico, que hacía que algunas personas siguieran siendo humanas inclu
so en
circunstancias inhumanas. Llegó a la conclusión de que este factor era el
sentido (o el propósito), es
decir, la capacidad para hallar, mediante un diálogo profundo
con la propia conciencia, una significación positiva a los acontecimientos d
e la
vida de cada uno. La voluntad de darle un sentido y un propósito a la vida,
dice, es
superior a la voluntad de poder o a la voluntad de placer. De hecho, prevale
ce esta
última cuando se frustra la voluntad de hallar un sentido. Asimismo
observó
Frankl que «ser humano significa relacionarse y estar orientado hacia
algo o
alguien fuera de uno mismo». Responder al cuestionario de la figura 4-
2, basado
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 162
en el profundo trabajo de Frankl, le servirá para medir sus propios avances
hacia el propósito que tiene en la vida.
Para averiguar su puntuación, sume todos los números marcados con
un
círculo. Si el total es inferior a 92, es probable que a su vida le falte sentid
o y
propósito; si suma entre 92 y 112, la sensación de propósito es impr
ecisa y
confusa; si ha superado los 112 puntos, tiene muy claro su propósito. Veam
os qué puntuación obtiene. Recuerde que si
se formula la pregunta: «Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis val
ores y el propósito que tengo en la vida?», esto le
ayudará a definir y a reunir todos los elementos que componen la sensación
de propósito.
Dedique algo de tiempo a tomar notas. A lo mejor le interesa leer el libro de
Frankl, muy conmovedor, titulado
Man's Search for Meaning (La voluntad de
sentido: conferencias escogidas sobre logoterapia).
Volviendo a la integridad
Volvamos a la segunda pregunta del segundo paso: «Este gasto de en
ergía
vital, ¿concuerda con mis valores y el propósito que tengo en la vida?» Aho
ra que
ha examinado los valores y propósitos con mayor profundidad, formúlese ot
ra vez la misma pregun-
164 ¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho?
¿Cuánto es suficiente$ ¿Qué es estar satisfechoi 165
ta, sin criticarse ni autocondenarse, sino con honestidad y objetividad. Fíjes
e en
la evaluación que ha hecho antes de sus gastos; ¿sigue pensando lo
mismo?
Modifique las respuestas si ahora ha cambiado su evaluación de algu
na categoría.
Ahora dispone de una imagen en blanco y negro de sus patrones de gastos y
su relación con los valores y propósitos que ha definido. Quizá encue
ntre
diferencias entre el propósito expuesto y su manera de expresarlo, de las cu
ales
tal vez no sea consciente. Para volver a la integridad (hacer coincidir valore
s y
acciones) se pueden modificar bien los gastos o bien el propósito. De hech
o,
esta pregunta es la herramienta principal para alcanzar la IF en el sentido de
la
integridad financiera. Así lo indica también Charles Givens en su libr
o
Financial Self-Defense (Autodefensa financiera):
Cuando sus acciones no coinciden con sus valores, puede experimenta
r
temor, culpa, frustración y desequilibrio emocional. Afortunadamente,
para deshacerse de esos sentimientos negativos no deseados tiene dos
posibilidades:
TERCERA PREGUNTA: ¿DE QUÉ FORMA
CAMBIARÍAN ESTOS GASTOS
SI NO TUVIERA QUE TRABAJAR PARA VIVIR?
Utilice esta pregunta para evaluar cuánto le cuesta su trabajo y para empeza
r a
centrarse con mayor claridad en su vida fuera de la actividad laboral. Pregú
ntese:
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 166
«¿Qué gastos se reducirían y cuáles desaparecerían si no tuviese que ir a tra
bajar
todos los días?» En la tercera fila debajo de las categorías de gastos, ponga
un - (o
una flecha hacia abajo) si le parece que el gasto disminuiría, un + (o una fle
cha
hacia arriba) si cree que aumentaría, y un 0 si es probable que se mantuvies
e igual.
Si consigue llegar a una cifra aproximada, apúntela en una línea aparte en la
tabla mensual.
Esta pregunta le abre la posibilidad de llevar un estilo de vida en el cual no
tiene que presentarse a trabajar una semana tras otra. ¿Cómo sería su vida si
no
trabajara por dinero cuarenta horas por semana, o más? ¿Qué gastos
desaparecerían? Si no tuviera que trabajar para ganar dinero, ¿comprar
ía más
ropa? ¿Acaso menos? ¿Consumiría más gasolina? ¿Menos, quizá? ¿Venderí
a el
coche? ¿Se trasladaría a una vivienda más económica, alejada de la z
ona
comercial? Los gastos médicos, ¿aumentarían o disminuirían? (Quizá aume
nte el
seguro, pero enfermaría menos.) ¿Pasaría el fin de semana en un hote
l para descansar? ¿Gastaría más o menos en viajes?
A medida que se va interrogando, es posible que llegue a conclusion
es
sorprendentes. Si no estuviera todo el tiempo buscando la aceptación
de los
demás, ¡sin duda la vida sería mucho más barata! Como dedica el día a trab
ajar,
necesita dinero para manejar casi todos los demás aspectos de su vida, desd
e el
cuidado de la casa hasta las reparaciones, desde la diversión hasta pagar a al
guien para que le escuche.
Un acertijo: ¿Quién es más independiente financieramente: una persona qu
e
puede arreglar la tostadora, o alguien que tiene que pagarle a otro para que s
e la arregle?
En muchos sentidos, nos hemos vuelto más dependientes financierame
nte.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado sin saber qué hacer delante de un apa
rato
que se negaba a funcionar? Si ío lleva al taller de reparaciones más cercano,
le dicen que lo envíe a la fábrica y muchas veces
los gastos de envío son superiores
a los que supone comprar uno nuevo. Lo arreglaría yo mismo, pero no sé có
mo.
¿Acaso el hecho de necesitar dinero para vivir no es una forma de dependen
cia?
Si es así, formularse la pregunta «¿A cuánto se reduciría este gasto si dispus
iera
del tiempo y la habilidad necesarios para mantener yo mismo mis bie
nes?», le llevaría a depender menos del dinero para cubrir sus necesidades.
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 167
Observe ahora la tabla. Busque todos los - (o flechas hacia abajo). Fíjese en
qué categorías no le han resultado satisfactorias en función de la primera pr
egunta
(porque no ha recibido satisfacciones proporcionales a la energía vital
que ha
gastado) o de la segunda (porque este gasto de energía vital no concuerda c
on sus
valores y el propósito que tiene en la vida), y en cuáles corresponden a gast
os que cambiarían de forma significativa si no tuviera que
matarse trabajando. Mire
ahora la lista. ¿Qué se deduce? ¿Ha aprendido algo sobre usted mism
o? No se
castigue y no se prometa que va a «mejorar el mes que viene». (Recuerde q
ue esto
no es un presupuesto.) Basta con que utilice esta información y todo lo que
haya
aprendido para clarificar mejor sus valores y su propósito. Y recuerde
: sin vergüenza ni culpa.
Volvamos a la tabla mensual del capítulo 3 y veamos cómo han hecho estas
evaluaciones Rosemary y Lu y Steve.
La tabla de Rosemary es bastante directa. Aunque decidió no calcular cuánt
o
gastaría para cada categoría si dejara de trabajar para vivir, las categorías qu
e cree
que bajarían dan mucho que pensar. La de Lu y Steve resulta sumam
ente
interesante, porque han surgido unas adaptaciones y unas interpretaciones
muy originales.
Lo primero que notará es que Lu y Steve han añadido otra pregunta más: «E
ste
nivel de gastos, ¿resulta beneficioso para el pía- neta?» ¿De qué modo camb
iarían sus patrones de gastos si se hiciera la misma pregunta?
La otra peculiaridad que encontrará es que, después de conseguir la I
F (es
decir, cuando han alcanzado la autosuficiencia financiera y ya no trab
ajan por
dinero) su cifra para obras de caridad coincide con sus ingresos. Esto se deb
e a
que, según Lu y Steve, puesto que se han liberado del empleo remunerado,
están
en condiciones de dedicarse como voluntarios a tiempo completo a causas q
ue les
interesan. En lugar de entregar donativos mensuales, se entregan ellos mism
os; sus vidas serán, así, su obra de caridad.
Fíjese ahora cómo han hecho Kees y Helen Kolff para calcular sus gastos p
ara
cuando sus hijos acaben la universidad y ellos queden libres para dedicarse
juntos a proyectos al servicio de la comunidad. En la figura 4-
5 comparan la media de
gastos mensuales de cada categoría correspondiente a 1990 con los ga
stos
previstos para 1994. Llegaron a estas cifras al cabo de varios años de contro
lar
gastos y de formularse las tres preguntas. Los cálculos correspondientes a 1
994
no son un presupuesto sino lo que estiman según su experiencia, tras
años de controlar y evaluar el coste real de una vida satisfactoria.
No hace falta saber con toda precisión lo que haría si no trabajara. Ni siquie
ra
hace falta que desee dejar de trabajar. Basta con que se formule la pregunta
con
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 168
respecto a cada categoría de gastos: «¿Cómo cambiarían los gastos en
esta
categoría si no tuviese que trabajar para ganarme la vida?» Recuerde:
sin
vergüenza ni culpa. Por hacerse esta pregunta no está violando su compro
miso
con su profesión, ni es tampoco una manifestación de falta de lealtad hacia
sus
superiores, ni de insatisfacción laboral el hecho de plantearse cómo g
astaría el
dinero si hiciera alguna otra cosa. Si su trabajo le agrada, el sencillo
ejercicio
mensual de hacerse esta pregunta no hará más que incrementar su sat
isfacción laboral al aumentar su certeza de que trabaja porque le gusta.
El cuarto paso es el núcleo central del programa. No se preocupe si no tiene
demasiado claro el propósito de su vida ni el patrón interno para medir su gr
ado de satisfacción. En el caso de algunos
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 169
Mes: enero
Año: 1991
Sueldo real por horas: $ 6,75
Gastos
Total
en Horas
de
Satis-
Cohe-
Despué
dólares
energía vital facción
rencia
s de la
IF
Alquiler
200,00
30
0
0
0
Gas natural
Electricidad
14,00
2
0
0
0
Servicios varios
Teléfono
3,72
0,6
0
0
0
Hogar
18,96
2,8
0
0
0
Alimentación
55,00
8
0
0
0
Extras
2,22
0,3
0
0
0
Comer fuera
3,89
0,6
0
0
0
Alcohol
4,24
0,6
0
0
0
Gasolina/aceite
24,44
3,6
_
Reparación/mantenimiento de! coche
Seguro/impuestos del coche
160,30
24
0
—
0
Aparcamiento
0,25
0
0
0
Transporte público
Seguro médico
36,06
5
0
0
0
Productos para la salud
Servicios de salud
5,00
0,7
0
0
0
Higiene
Belleza
8,50
1,3
0
0
0
Ropa: necesaria
6,93
1
0
0
0
Ropa: innecesario
16,42
2,4
—
—
—
Diversión
Estética
Regalos/tarjetas
12,00
1,8
0
0
0
Libros/revistas
16,20
2,4
—
—
—
Crecimiento personal
Correo
2,03
0,3
0
0
0
Papelería
Fotocopias
Donativos
Cargo comisión por servicios bancarios
Varios
0,40
0
0
0
Préstamos
50,32
7
—
—
—
TOTAL
640,88
FIGURA 4-3
Mes de agosto, 1990
IF Tercera pregunta
Steve Lu Total
Total/IF
lor comparable con las unidades de energía
ENTRADAS
Ingresos comerciales de Steve Sueldo
neto de Steve Sueldo de Lu
684,64
684,64
1 505
Segunda pregunta de la IF: este nivel de
Subsidio por incapacidad laboral
Regalos recibidos
2 075,31
2 075,31
Devolución de impuestos pagados
Cuarta pregunta de la IF: este nivel de gas-
Ingresos por intereses
150,00
150,00
Dividendos
Dinero encontrado
Varios
0,52
0,52
Preguntas de la ÍF Unidades Steve
Total de entradas del mes
Lu de vida IF 12 4 12 4
SALIDAS
Steve: Gastos de explotación
Tributos
y
suscripciones
Lavandería
834,64
2 075,83
2 910,47
1 505
Publicidad y promoción
Formación
Teléfono
(horas)
Total de gastos de explotación
Vehículos-Steve impuestos-Steve'
15,60
15,60
-
0
2,5
-
0
-
0
0
0
Cargo comisión por servicios
17,00
17,00
-
0
2,7
-
0
-
0
0
0
bancarios Donativos a obras de
caridad Donativos-no deducibles
Ropa
Médicos/salud/asesoram iento
C52,Ó35
C32,ófr>
c
Cuotas y suscripciones Películas y
CS.T
revelado Jardinería Regalos para dar
)
Alimentación en casa Hogar-varios
Hogar: reparaciones Hogar: material
265,35
265,35
0
265
41,8
0
0
0
0
0
0
de construcción Hogar: mano de
obra Hogar: pago de la hipoteca
2,65
2,65
0
2
0,4
+
0
0
+
0
0
10,00
2,00
12,00
+
1 505
1,9
-
0
+
-
-
+
35,00
35,00
-
0
5,5
-
-
-
-
-
-
140,00
140,00
130
22,0
-
-
-
-
-
-
29,97
41,40
71,37
0
71
11,2
0
0
0
-
-
0
34,00
170,00
204,00
-
50
32,1
-
-
-
0
-
-
55,96
63,91
1)9,87
0
120
18,9
0
0
0
0
0
0
42,96
79,99
122,95
0
123
19,4
0
0
0
0
0
0
+
100
264,58
264,58
-
41,7
0
0
-
0
0
0
817,97
817,97
-
0
128,8
0
0
0
0
0
0
1990
1994
Alimentación
510
300
Restaurante
32
10
Gato
5
5
Electricidad
33
30
Gas
35
40
Otro ¿
s se C
r u
vi á
ci n
o t s o( e
al s s
ca u
nt fic
aril i l ente
ado, ? ¿
ag Q
u u
a, é
e e t s e
c.) star satisfech
33 o 'i 173
30
Cocina/productos de limpieza
32
20
Mantenimiento del hogar
89
100
Jardín/flores
18
10
Ropa
59
50
Coche: gasolina, reparaciones
167(77 + 90)
150
Teléfono
47
50
Despacho/imprenta/correo
42
20
Deportes
51
40
Diversión
33
20
Viajes
51
100
Educación/libros
117
50
Regalos
187
50
Donativos
131
30
Asignación
150
0
Médico/dentista
68
25
Seguro odontológico
50
Varios (fotografía)
(10)
100
Hipoteca
349,07
350
Seguro del coche
144,17
150
Seguro de la casa
28,50
40
Seguro de las joyas
6,17
0
Seguro de vida
122,25
0
Seguro médico
110,26
180
195,85
300
TOTAL GASTOS
2 856/mes
2 300/mes
(x 12 = 34272/año)
FIGURA 4-5
Tabla de la media de gastos mensuales de Kees y Helen
individuos, el programa les ha servido para definir sus valores y su pro
pósito.
El proceso mismo de formularse las tres preguntas
y de responderlas, mes tras
mes, le ayudará a conocer mejor lo que significan la satisfacción
y el propósito. Basta con interrogarse y marcar las
respuestas en la última línea de
cada columna de gastos, utilizando tanto la intuición como el raciocinio
.
Los nueve pasos del programa son sencillos. No hace falta comprenderl
os;
basta con seguirlos. De hecho, las personas que encuentran más dificult
ades en este proceso son las
que piensan que se pueden saltar los pasos que les parece
que no tienen nada que ver con ellas. Si pudiéramos acortar el p
rograma
(reduciendo la cantidad de pasos), lo haríamos. Pero más breve no pued
e ser.
Somos prácticos y no hemos incluido fiorituras ni nociones misteriosas
porque
sí. Cada uno de los pasos es imprescindible, y todos funcionan de
forma
sinérgica, porque se apoyan y se refuerzan los unos a los otros, de modo
que relájese y siga adelante.
Con el tiempo, verá cómo se producen cambios increíbles, no sólo en su
relación con el dinero sino con la vida misma. He aquí unos cuan
tos
recordatorios sobre la forma de trabajar con el cuarto paso para
sacarle el máximo provecho.
Información y conciencia, sin vergüenza ni culpa
Se trata, simplemente, del proceso para obtener información, que
constituye el primer paso para programarse de nuevo. Sirve para
poner de
manifiesto e identificar cualquier patrón inconsciente y adictivo de gast
os al
proyectar sobre él la luz de la evaluación honesta y la expresión
numérica
clara. La cuestión es no provocar el cambio por una cuestión de
culpa o autocrítica, sino ajustar los gastos hasta que todas las
columnas pongan 0 o +.
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 174
La valoración personal
Se produce un cambio en el campo de los valores
a medida que su manejo
del dinero coincide cada vez más con lo que realmente le interesa
. En la
década de los ochenta (como en tantas otras épocas) nos convencimos d
e que
comprarnos cosas a nosotros mismos era una manifestación de au
toestima.
Aprendimos a pensar que nos merecíamos lo mejor. «Ya no soy un ciud
adano de segunda categoría. Lo que quiero, lo consigo; y si
no tengo dinero, lo pago
con la tarjeta de crédito.» A continuación tiene lugar un proceso
de
replanteamiento de su relación con el dinero y con el mundo, y t
odo se
invierte. Piensa: «Gastar dinero en mí mismo en formas que tal v
ez me
produzcan una felicidad superficial, pero que no contribuyen a un
a
satisfacción duradera, en realidad no es una manera de valorarme a mí
mismo,
sino de desperdiciar mi preciosa e irrecuperable energía vital. De todos
modos,
¿cómo no se me ha ocurrido pensar que nadie me va a pagar la cuenta
de la
Visa?» La verdadera inteligencia financiera consiste en comprender qu
e lo que
compro ahora lo pago después... con intereses. La inteligencia fina
nciera
reside en saber que si gasta su energía vital en objetos que sólo le produ
cen una
satisfacción pasajera y no están de acuerdo con sus valores, al final le q
ueda menos vida.
Este paso no tiene nada que ver con presupuestos, ni con auto- condena
s, ni
con pasar privaciones. Se trata de defender y valorar ese recurso
limitado
llamado energía vital, de usar la autoestima para obtener mayor satisfa
cción y
para aumentar la sensación de plenitud, coherencia e integridad.
Para ello,
hemos de tomar conciencia, sin dolor, de los patrones de gastos que no
hemos examinado y que no nos satisfacen.
Integridad y sinergia
Este paso le ayuda a hacer coincidir valores y comportamientos, adapta
ndo
los unos a los otros. La independencia financiera se sustenta en la integ
ridad
financiera y ésta, a su vez, se sustenta en la coherencia entre punto de vi
sta y valores por un lado, y acción por el otro.
Aunque se quede perplejo al ver cómo se reflejan sus patrones
inconscientes de gastos en forma de columnas cuidadosamente contabili
zadas,
hasta la última peseta, tan minuciosa honestidad resulta absolutam
ente
imprescindible. Hay personas que gastan cientos de miles de peset
as en
psicoanálisis, talleres y seminarios para aprender a enfrentarse co
n sus
patrones autodestructivos de pensamiento y acción. Con este paso se co
nsigue
el mismo objetivo, sin coste alguno y en la intimidad de su propi
o hogar.
Cuando logre superar todo el proceso de elaboración y evaluación de la
s tablas
con la mente y el corazón serenos, habrá ganado el cinturón negr
o de la integridad financiera.
La integridad es satisfactoria por naturaleza. Hacer coincidir el punto
de
vista, los valores y la acción (tanto si hablamos de un individuo como de
un
grupo o de toda la sociedad) favorece un proceso conocido como sinergi
a. La
sinergia es la acción por la cual el todo es mayor que la suma de las par
tes. De
este
modo, de un sistema sale más energía de la que ha entrado. La sinergia
es muy poderosa.
Como a menudo trabajamos en contra de nuestros propósitos, den
tro de
nosotros mismos y en nuestras empresas, la sinergia parece obra de la
magia, o
de la gracia, o un milagro, pero no lo es. Se produce en el interior del in
dividuo
cuando todos los aspectos de su naturaleza se concentran en la m
isma
dirección. Alguien que sea una fiera en el trabajo pero un gallina en cas
a tiene
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 175
algo en su interior que no termina de cuadrar. La energía se concentra
en un
acto de malabarismo en el cual siempre se le caen las pelotas. Pero si to
dos los
aspectos de su vida se caracterizan por la felicidad, la claridad y la paz,
y lo
que hace está de acuerdo con su propósito, entonces se convierte
en una
persona fuerte y satisfecha. Y esto se consigue dedicando unos cu
antos
minutos al mes a plantearse las tres preguntas en relación con cada una
de las
subcategorías de gastos. Así podrá descubrir lo que es suficiente en el te
rreno
material y disfrutará de la alegría de vivir la vida que le interesa.
¿Cómo se llega al nivel de suficiencia?
En el capítulo 1 hemos hablado de la curva de la satisfacción y de ese lu
gar tan interesante, en el punto máximo de la curva, llamado
suficiente. Hay un
suficiente para su supervivencia, un suficiente para las comodidades
e incluso algunos lujos especiales, sin cargarse en exceso.
Suficiente hace que se sienta
en un lugar fuerte y libre, un sitio seguro y flexible, que cada uno define
para sí
mismo en cifras a medida que sigue el programa. Plantearse las tres pre
guntas,
todos los meses, es el medio fundamental para aprender a definir
por experiencia lo que significa suficiente para cada uno.
En nuestra propia experiencia y en la de los participantes en el seminar
io,
suficiente comprende cuatro elementos o características comunes:
1. El control de las cuentas. Saber cuánto dinero entra y sale de
su vida
constituye la inteligencia financiera básica. Evidentemente, si nunca sa
be lo que tiene ni adonde va a parar, jamás podrá tener lo suficiente.
Todos los meses, independientemente de lo que ganara, una cociner
a y
restauradora llamada Marilynn Bradley temía quedarse sin dinero antes
de
recibir la paga siguiente. Aunque siempre le había bastado, nunca se habí
a
sentido satisfecha porque no conocía su situación exacta. Cuando comenz
ó a controlar el dinero meticulosamente, desaparecieron sus temores.
Este control contable beneficia tanto a ricos como a pobres. Hay person
as
que tienen suficiente aunque estén incluidas en programas de ayu
da del
Estado, por cuestiones familiares o por incapacidad, mientras que
otras personas en la misma situación no lo están. En el
Wall Street Journal se
publicó la historia de una madre que sólo recibía 500 dólares
(62 500 pesetas)
al mes de ayuda familiar y sin embargo logró ahorrar 3000 dólares (375
000
pesetas) en cuatro años con mucho cuidado, austeridad y prudenci
a. La explicación era bien sencilla: esos ahorros servirían para pa
gar los estudios
universitarios de su hija, de modo que cuidaba hasta el último centavo.
En el
extremo opuesto, el abogado de una familia de Los Ángeles que n
o tenía
vivienda cuenta que, con muchas dificultades, logró conseguirles 800 dó
lares
(100000 pesetas) para que tanto padres como hijos pudieran comprarse
ropa
decente y comer alimentos nutritivos; entonces, el padre fue a co
mprar un
equipo estéreo que costaba 800 dólares (100000 pesetas) porque, ya que
todos
lo habían pasado tan mal, se merecían una compensación. Muchas per
sonas
quiebran y acaban en la calle en parte por no haber aprendido los prin
cipios
básicos de la administración del dinero, sobre todo a controlar las
cuentas.
2. El criterio interno para medir el grado de satisfacción. Como ya he
mos
indicado, jamás tendrá suficiente si se pone a comparar con lo que tiene
n o lo que piensan los demás.
3. Un propósito en la vida que sea más importante que satisfacer
sus
propios caprichos y deseos, porque no se puede tener lo suficiente
si cada
deseo se convierte en una necesidad que hay que satisfacer. Un deseo de
spierta
otro deseo, como queda implícito en el anuncio publicitario de las
patatas
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 176
fritas que afirma: «No podrá comer una sola.» Si parte de sus de
seos y
caprichos para decidir si tiene lo suficiente, ésta será, en el mejor de los
casos, una experiencia efímera.
¿Qué quiere decir
un propósito que sea más importante que obtener lo que
queremos? Lo contrario de obtener es dar y aquí reside el secreto
de la
satisfacción. Más allá de la medida de lo suficiente, la felicidad se
logra
cuando ponemos en práctica nuestra capacidad de dar. Si tiene un prop
ósito en
la vida más importante que tener más y seguir adelante, entonces
todas sus
energías se concentran en conseguirlo, tanto si se trata del amor a su fa
milia, de
colaborar en el consejo escolar o de trabajar en favor de la paz. Cuand
o uno
deja de definir en dinero su propio valor consigue apearse del fút
il e
interminable carrusel monetario en el cual la vida se reduce a tra
tar de adelantar a la persona que uno tiene delante.
4. La responsabilidad, esa sensación de que la vida de uno encaja dentr
o de
la comunidad y de las necesidades del mundo. Si no nos importa nadie
más,
salvo nosotros mismos, en realidad nunca podremos estar satisfechos a
menos que lo tengamos todo. Dentro de la misma palabra
responsabilidad se
encuentra la clave del motivo por el cual es una parte fundamental de t
ener lo suficiente: si la separamos, vemos que contiene dos partes:
respon (de responder) y habilidad.
Si uno pasa por la vida como un robot, siguiendo los
patrones establecidos por la genética, los padres o la sociedad, uno reac
ciona
pero no responde. Para responder hace falta ser conscientes de que exis
te una
alternativa, de que se puede elegir una respuesta. Si es responsabl
e, usted
decide cuándo quiere detenerse. Si no lo es, se detiene cuando encuentr
a una
barrera exterior, ya sea del tamaño de su estómago, su tarjeta de crédit
o o el límite que impone la legislación. Con respons-
(h)abilidad podemos elegir
nuestros límites y mantener la sensación de equilibrio, tanto dentro de
nosotros
mismos como con nuestro prójimo. En un principio, la responsabil
idad se
refiere a darse cuenta de que uno tiene lo suficiente y detenerse, por su
propio
bien. En último término, la responsabilidad consiste en que todos tenga
mos lo suficiente y en buscar formas para que así
sea, por el bien del planeta. De este modo, nos hacemos responsables
ante la vida misma.
MIENTRAS TANTO, REGRESEMOS AL PLANETA: EL DINERO
DESDE UNA PERSPECTIVA ESPACIAL
Dejemos de lado por un momento nuestra exploración de los valores y e
l
propósito para emprender un viaje imaginario en una nave espacial d
esde la
cual se observa todo el planeta. ¿Qué vemos? Un pequeño planeta azul
colgado
en una vasta oscuridad. Un mundo sin límites nacionales, un siste
ma interconectado donde hay vida.
Desde la nave captamos la visión más amplia posible del dinero y
de la
economía, que comprende las otras cuatro perspectivas que hemos com
entado
en el capítulo 2. Recordará que el primer nivel nos presenta el dinero d
esde la
perspectiva de la calle, con los aspectos fundamentales de las tran
sacciones
financieras y la administración monetaria. En el nivel siguiente, d
esde la
perspectiva del barrio, encontramos lo que pensamos y sentimos con re
specto
al dinero. En el tercer nivel, exploramos nuestras convenciones cultural
es en
relación con este tema y, en último lugar, llegamos a la perspectiva aére
a de la
independencia financiera, donde cada cual escoge por sí mismo la funci
ón que tiene el dinero en su vida.
La perspectiva espacial del dinero y la economía nos permite ver
cómo
actúa el dinero en el terreno global, pero no desde el punto de vista del
PNB
(Producto Nacional Bruto) y la carga de la deuda de cada país.
No nos
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 177
referimos a la economía global en el sentido de empresas multinacional
es ni de
los miles de millones de pesetas que rodean a los traficantes de drogas y
armas
y a los terroristas de toda índole, sino en el sentido de saber que todo lo
que
comemos, lo que nos ponemos, el lugar donde vivimos y lo que somos d
eriva de la Tierra y de los miles de millones
de años de relación entre ésta y el Sol.
Desde la nave espacial vemos que toda nuestra actividad económica no
es
más que el resultado de sumar nuestra voluntad, nuestro ingenio,
nuestra
codicia y nuestra genialidad a lo que nos han dado gratuitamente
los eones
emanados de la interacción generativa entre el Sol y los elementos terre
stres,
que constituye nuestra cuenta bancaria natural. Todo lo que hemos fab
ricado
depende de procesos químicos y biológicos que preceden a la intel
igencia
humana. La moneda que echamos en la cabina telefónica procede de la
tierra.
La indumentaria que llevamos, gastamos y después regalamos a la
s tiendas
que venden ropa de segunda mano procede de la tierra. La gasolina qu
e hace
funcionar el coche procede de una fuente limitada de luz solar (lo
s
combustibles fósiles) acumulada en la tierra. La tostadora que se estrop
ea (y
teñe- mos que comprar otra para sustituirla porque no sabemos a
rreglarla)
procede de la tierra. Este libro y los ojos que le sirven para leerlo forma
n parte
de la tierra. Y no nos engañemos, porque todo esto al final se va
a
descomponer en los vertederos para volver a alimentar la vida en algun
a otra
época. En el caso de la mayoría de los productos modernos, se trata de
un viaje
sin retorno: cuando salen del mundo de los vivos, van a morir en
la tumba cerrada del vertedero.
Tomar conciencia de la fuerza y, al mismo tiempo, de la fragilidad de la
naturaleza
resulta
impresionante...
y
también
tremendo.
Cuando
contemplamos la creación, nos maravillamos de la bondad y la perfecci
ón de
la vida. Nuestra existencia es un verdadero milagro. En realidad,
esta
perspectiva espacial abarca también esa sensación de maravilla an
te la
unicidad de la vida en general. Puesto que estamos hechos, literalmente
, del
cuerpo de la Tierra, esto significa que ha habido una sola creación que
se fue
desenvolviendo por todas partes al mismo tiempo. Nosotros formamos
parte
de ella, todos pertenecemos a la familia humana, a la familia de la vida.
Lo que
nos mantiene unidos es más fuerte y más fundamental que lo que nos se
para.
De algún modo extraño, la vida nos vive como nosotros la vivimos a ella
.
Esta conciencia de la naturaleza a veces nos inspira también una sensac
ión
de espanto por lo descuidados que somos con lo que hemos recibido. Nu
estras
vidas dependen de que podamos acceder a un aire no contaminado, a a
guas
limpias y a un suelo fértil, pero todo esto se está consumiendo y destruy
endo a
una velocidad alarmante. Nuestra verdadera riqueza peligra frente
a lo que
damos en llamar actividad económica (la transformación de los re
cursos
naturales en productos para vender), cuyos efectos secundarios so
n la
contaminación y la destrucción. ¿Y si se hunde el barco? ¿Y si queda ta
n lleno
de agua y tan estropeado que las generaciones futuras tuvieran que con
sumir toda su energía sólo para sobrevivir?
La sostenibilidad
La búsqueda de un punto de vista que reconozca nuestra dependencia
del
mundo natural para todas nuestras actividades, tanto económicas
como de
cualquier otra índole, nos conduce al concepto de sostenibilidad. ¿
Qué
podemos hacer, tanto nosotros como los demás miembros de nuest
ra
generación, para satisfacer nuestras necesidades sin poner en pelig
ro la
capacidad de las generaciones futuras para cubrir las suyas? Al h
ablar de
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 178
sostenibilidad reconocemos que economía y
ecología comparten la misma raíz, eco,
que significa «casa». Se trata de una verdadera economía doméstica
que nos permite implementar la conciencia de que nuestro hogar
es nuestra
fuente de recursos, que sus recursos no son ilimitados y que necesitamo
s un planeta limpio y fértil.
Desde los consumidores particulares hasta las grandes empresas, estam
os
reevaluando nuestras decisiones financieras en función de los principio
s de la
sostenibilidad, no sólo por subirnos al carro triunfal de los ecologi
stas, sino
porque económicamente es lo más lógico. A medida que vaya sigu
iendo el
programa, comprobará que, naturalmente, cada vez toma decision
es más
sostenibles. Por ejemplo, tal vez observe que comprar un buen abrigo y
usarlo
durante diez años resulta más económico que comprar diez abrigos, un
o según
la moda de cada año. Puede que note que comprando alimentos f
rescos, no
envasados, gasta menos en alimentación. Y a lo mejor se despierta un d
ía y descubre que ya no le interesa poseer un automóvil de lujo.
Buckminster Fuller hizo esta provocativa declaración: «He aprendido
muy
pronto y de forma dolorosa que uno tiene que elegir desde el pri
ncipio si
pretende tener dinero o ser sensato; creo que no se puede hacer ambas
cosas al
mismo tiempo.» Todavía queda mucho por descubrir cuando se contem
pla el dinero desde una perspectiva planetaria.
Por ejemplo, en la conferencia Global Tomorrow Coalition,
celebrada en
Los Ángeles en noviembre de 1989, un joven y vehemente filipino
llamado
Máximo Kalaw describió un programa completo de autoayuda (en
cuya
elaboración había contribuido) destinado a acabar con la pobreza
y la
desesperanza de los pueblos indígenas de su país. Al igual que tantos ot
ros,
mencionó el con- sumismo del mundo occidental como una de las fuerz
as más destructivas
del planeta. Le preguntaron qué reformas tendrían que producirse
en América del Norte para que pudiéramos creer que habíamos c
ambiado y
que nos convertiríamos en socios justos y equitativos en un proces
o de
desarrollo razonable y sostenible. No mencionó el uso de transportes pú
blicos,
ni el reciclaje, ni siquiera la reducción del consumo; sólo nombró
estas dos cosas:
1. Volver a trabajar en comunidad para resolver nuestros problemas.
2. Volver a conectarnos con nuestra espiritualidad.
Muchas personas no apreciarían esta observación. En general, nos vem
os a
nosotros mismos como seres buenos, religiosos y con conciencia comuni
taria.
¿Cómo es posible que alguien procedente del mundo en vías de desarrol
lo diga
justamente que nos faltan estas características? ¿Será verdad que
hemos
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 183
ganado el mundo pero hemos perdido nuestra alma?
El sueño americano nos ha hecho creer que podemos disfrutar de un ni
vel
de vida cada vez más alto sin perder nada de lo que ya teníamos
. Nos
encontrábamos en una escalera mecánica que ascendía hacia el gran cu
erno de
la abundancia ilimitada. De hecho, nos habían prometido que tendríam
os que
trabajar cada vez menos para tener cada vez más. Ya se calcula que, gr
acias al
consumo de combustibles fósiles, el estadounidense medio lleva un estil
o de
vida equivalente al trabajo que producen aproximadamente doscie
ntos
esclavos. Es El Dorado, la fuente de la eterna juventud, los anhelos de t
oda la
humanidad concretados en nuestra vida. Sin embargo, como cualquier
a puede
demostrar, desde académicos como Paul Wachtel hasta encuestadores
como Roper y Harris, no somos más felices. ¿Cómo es posible?
Volver a conectar con la comunidad
Hemos de reconocer que en realidad hemos entregado algo más que tie
mpo
a cambio del dinero que tenemos. La nota central del 8 de abril de 1991
de la revista
Time trataba del creciente deseo, entre los profesionales de éxito, de
volver a la vida sencilla.
Este estudio de quinientos adultos, realizado por
Time conjuntamente con la CNN, indicaba una clara tendencia a
regresar a lo fundamental:
♦ El 69% manifestó que preferiría «llevar una vida más tranquila
y
relajada», mientras que apenas el 19% se mostró partidario de «una vi
da más emocionante, a un ritmo más rápido».
♦ El 61 % coincidió en que «en la actualidad, ganarse la vida re
quiere tanto esfuerzo que cuesta encontrar tiempo para disfrutarla».
♦ Un elevado porcentaje, el 89%, dijo que ahora le parecía más import
ante
dedicar tiempo a la familia, y el 56 % quería tener tiempo para
sus intereses y aficiones personales.
♦ Apenas un 7 % opinó que merecía la pena dedicar tiempo y dinero a
comprar objetos que simbolizaran una elevada posición social, y sólo el
13 % mostró interés por comprar lo que estaba de moda.
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 182
La revista
Fortune proclamó este regreso a la frugalidad en un artículo de
Ronald Henkoff publicado el 14 de agosto de 1989 y titulado «¿Ha mue
rto la codicia?». Partiendo de una encuesta
realizada por Research & Forecasts para
Chivas Regal, el artículo informaba de que al 75% de la población activ
a de
Estados Unidos comprendida entre los 25 y los 49 años le agradaría «qu
e el
país recuperara un estilo de vida más sencillo y que pusiera menos énfa
sis en el
éxito material». Tan sólo un 10% de los encuestados opinó que «ganar
mucho dinero» era un indicador de éxito, mientras que el 62 %
consideraba que «una
vida familiar feliz» era el símbolo principal de una elevada posición soc
ial.
Parece que lo primero que han sacrificado muchas personas en su
quimera
del oro es su relación con los demás. Si por esto se entiende un matrimo
nio
feliz, disfrutar de los hijos, la buena vecindad, un círculo de amigos ínti
mos,
que los comerciantes le conozcan, la participación cívica, el espírit
u
comunitario, o simplemente vivir en un sitio donde puede ir anda
ndo a
trabajar, está desapareciendo en todas partes. La red de relaciones hum
anas,
llena de oportunidades para la sinergia, ha sido sustituida por una opul
encia
que mide el éxito por la cantidad de metros construidos, o por la superf
icie de terreno que uno puede poner entre uno mismo y los demás.
Lewis Thomas, el autor de The Lives of a Cell (Las vidas de una célula),
nos habla del destino de los iks,
una tribu de ex cazadores y cosecheros
ugandeses que, con motivo de la creación de un parque natural, f
ueron
desplazados del territorio donde vivían y obligados a convertirse e
n
agricultores en un terreno yermo situado en la falda de una colin
a. La total
desaparición de su cultura tradicional, junto con la pobreza de su
nueva
existencia, les privó de su experiencia como comunidad. Se volvieron av
aros y
taciturnos, y lo único que les entusiasmaba era robarse comida los unos
a los
otros o defecar en la puerta del vecino, enfrentándose por todos los med
ios que
tenían a su alcance. Thomas se pregunta si esto es lo que queda del ser
humano
cuando pierde su sentido comunitario, cuando deja de reconocer a los d
emás
como parte de sí mismo. ¿Acaso no se comportan entre sí del mismo
modo
tantos grupos, ya sean clubes, ciudades o países, con igual «codicia, rap
acidad, egoísmo e irresponsabilidad»?
Toda comunidad tiene como característica fundamental y como clave u
na
base de cooperación. De hecho, cada uno de nosotros coopera den
tro de diversas comunidades (en las cuales todos son
nosotros) y compite con muchas otras (en las cuales todos son
ellos). Todo depende de donde
pongamos nuestros límites y de lo bien que respetemos los límites
de los demás.
En definitiva, todo el planeta se puede ver como una comunidad
de comunidades, es decir, de círculos cada vez más grandes de
nosotros, llenos de crecientes oportunidades para la co-
creación si- nérgica. Roger Ringer, que
vive en una zona rural de Kansas, nos escribió:
Lo que es bueno para una vivienda es bueno también para el planeta, si
se hace con
visión y propósito. El interés personal se puede convertir en nuest
ro aliado para
ayudarnos a salir de la rutina los unos a los otros. Pero la cultura del co
nsumismo se ha
vuelto experta en confundir la diferencia entre el interés personal
y el egoísmo, de
modo que a la mayoría de nosotros le resulta fácil caer en deuda
s, gastos y
consumismo, de los que le cuesta salir cuando en realidad lo único que
queremos es un nivel razonable de comodidad y seguridad.
Volver a conectarnos con nuestra espiritualidad
Como señalaba Máximo Kalaw, el joven filipino, extender nuestra
sensación de identidad para abarcar esta comunidad de comunida
des no es
más que la mitad del viaje hacia un futuro sos- tenible. También tenem
os que
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 183
profundizar en nuestra identidad, recuperando nu
estra espiritualidad. Si los
problemas en realidad son oportunidades que nos hacen crecer, las dific
ultades
que encontramos como especie constituyen una llamada a un nuevo con
cepto
de lo que significa ser humano. Este tipo de concepto no procede
de la
tecnología, ni de la ciencia, ni del Estado, sino de lo más profundo de no
sotros
mismos. Tanto dentro como fuera de las estructuras de las religio
nes
tradicionales, el hombre ha luchado por volver a conectarse con este as
pecto
más profundo de la vida. ¿Cómo podríamos relacionarnos adecuadame
nte con
esos miles de millones de seres humanos, con personas que tal vez viva
n al
otro lado del planeta y sin embargo entran en nuestros hogares cada no
che, a través
del televisor? ¿Cuánto respeto y protección debo a las demás especies?
¿Qué opinan mis valores con respecto a la guerra, a la forma en
que mi
consumo afecta a la biosfera, a las personas que no tienen hogar, y al ha
mbre
en medio de tanta abundancia? Tenemos la temible pero atractiva misi
ón de vivir en esta comunidad de comunidades y de participar como
ciudadanos del mundo.
La enormidad de semejante tarea nos hace retroceder hasta nuestras
raíces, tanto dentro de nuestras tradiciones religiosas como dentro de n
osotros
mismos. El nuevo plano del dinero forma parte de este nuevo pla
no de la
familia humana, que convive con todas las formas de vida en este
hogar compartido que es la Tierra.
Tener lo suficiente
Los ciudadanos del mundo viviendo de forma sostenible en una
comunidad de comunidades global... ¿qué tipo de mundo sería? P
or un
momento, tratemos de imaginar un mundo así, un mundo en el q
ue todos
tuvieran lo suficiente: lo suficiente para sobrevivir, para estar cóm
odos, e
incluso que les sobrara lo suficiente para esas ocasiones especiales
que representan el verdadero placer.
Hemos comenzado el capítulo hablando de nuestros sueños personales
y
de la forma de hacer coincidir nuestros ingresos y gastos con nuestros v
alores
y nuestro sentido del propósito. La especie humana viene soñando desd
e hace miles de años con que todo el mundo tenga lo suficiente,
pero este sueño jamás se ha hecho realidad.
Seguir los pasos del programa, controlar el dinero, realizar la tab
la
mensual y formularse las tres preguntas se convertirá en algo tan sencil
lo y tan
normal que tal vez se pregunte qué pasaría si hicieran lo mismo todos a
quellos que viven con más que suficiente.
El sueño de un mundo sostenible podría
empezar a parecer posible si desapareciera de la vida lo que no hace fal
ta: la
confusión. ¿Suena imposible? Tal vez... pero si está de acuerdo co
n Viktor
Frankl cuando afirma que todos poseemos la voluntad de darle se
ntido a nuestra vida, entonces hay muchas posibilidades.
Los japoneses tienen un proverbio maravilloso que dice lo siguiente: «L
os dioses sólo ríen cuando los hombres les piden dinero.»
Y el Tao Te King,
el antiguo libro chino de la sabiduría, señala: «Aquel que
sabe que tiene lo suficiente es rico.»
RESUMEN DEL CUARTO PASO
1. Para cada subcategoría de gastos de la tabla mensual, hágase la pri
mera pregunta: «¿He recibido satisfacciones, recompensas y valores
proporcionales a la energía vital que he gastado?» Marque la respuesta
con un + (o una flecha hacia arriba), un - (o una flecha hacia abajo), o u
n 0.
2. Para cada subcategoría de gastos de la tabla mensual, hágase la segu
nda
pregunta: «Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores y el
propósito que tengo en la vida?» Marque la respuesta con un + (o una
flecha hacia arriba), un - (o una flecha hacia abajo), o un 0.
3. Para cada subcategoría de gastos de la tabla mensual, hágase la terc
era
pregunta: «¿De qué forma cambiarían estos gastos si no tuviera q
ue
trabajar para vivir?» Marque la respuesta con un + (o una flecha hacia
arriba), un - (o una flecha hacia abajo), o un 0, y apunte la cifra estima
da en la tabla mensual.
4. Revise todas las subcategorías y haga una lista de todas aquell
as que tengan el símbolo - (o la flecha hacia abajo).
5
COMPROBAR LOS PROGRESOS
El quinto paso: hacer visible la energía vital
En el quinto paso se vuelven visibles los resultados de los pasos anterior
es,
al volcarlos en un gráfico que le brinda una visión clara y sencill
a de su
relación actual con el dinero (la energía vital) así como también la tend
encia
de su situación financiera y la transformación de su relación con el dine
ro.
LA CONFECCIÓN DE SU GRÁFICA
El quinto paso comprende la elaboración de un gráfico de sus ingresos
y
sus gastos que tenga un tamaño suficiente para albergar los datos
correspondientes a un período de entre tres y cinco años. Este gráfico es
fácil
de diseñar, fácil de mantener y fácil de interpretar. Toda la infor
mación
necesaria ya está en la tabla mensual. No hace falta un programa infor
mático
¿Cuánto es suficiente? ¿Qué es estar satisfecho 'i 185
para llevar a cabo el quinto paso; ¡sólo hay que poner manos a la obra!
En una tienda de artículos para of
Co
icin m
as p
r
o oba
en r u lo
n s
a p
p ro
ap greso
eler s 1
ía 9
co 1
n siga una hoja
grande de papel milimetrado (puede ser una hoja de 45 x 55 cm, o de 6
0 X 90
cm, que tenga 10 cuadrados por centímetro). Pero si no la encuen
tra, no se
preocupe: se puede hacer con cualquier hoja grande de papel y u
na regla (véase la figura 5-
1). El eje vertical izquierdo representa el dinero; en él han de
figurar tanto sus ingresos como los gastos. Marque los incrementos de d
inero; comience con 0 en la parte inferior y deje espacio sufi-
Comprobar los progresos 1 91
FIGURA 5-1 Tamaño y diseño sugeridos para la gráfica o>
"O
ciente en la parte superior. Aunque le parezca extraordinario en e
stos
momentos, es probable que tenga que reservar suficiente espacio en la
parte
superior por si se duplican sus ingresos. Más de un PIF nos ha e
nseñado
tímidamente una gráfica a la cual ha tenido que añadir otra hoja en l
a parte
superior para hacer constar un nivel de ingresos que jamás se le había
ocurrido
pensar que podría conseguir. Calcule la escala de modo que la cif
ra más
elevada (ingresos o gastos) de este mes quede más o menos por la mitad.
La
escala horizontal representa el incremento del tiempo mes a mes. En est
e eje le
tienen que caber de cinco a siete años para poder comprobar las tenden
cias a
largo plazo, y a lo mejor le basta para conseguir la independencia finan
ciera.
Al final de cada mes, marque las cifras correspondientes al total de ingr
esos
y gastos de ese período. Le conviene usar colores diferentes, uno
para los
ingresos y otro para los gastos. Una con una línea cada punto con el del
mes
anterior. De este modo, le quedarán dos líneas de colores, una para los i
ngresos y otra para los gastos.
Y eso es todo. Al hacer este paso, el primer mes, obtendrá una i
magen
inmediata, y muy reveladora, acerca de sus hábitos con respecto a
l dinero.
Pero lo más interesante y lo más divertido es
marcar las cifras mes a mes, año C
tr om
as pro
añ b
o a
. r lo
L s
a pr
g o
r gr
áf esos
ica 1 9
añ 1
ade a las dos
dimensiones de la tabla mensual la dimensión dinámica del tiempo. Es
como
transformar un álbum de fotografías en una película en movimiento: la
s tablas
mensuales son como instantáneas de momentos determinados de su viaj
e hacia
la independencia financiera; en cambio, la gráfica da vida al movimient
o hacia la meta, al progreso en el tiempo. El
diagrama será como una película en movimiento en más de un sentido,
porque le presenta en movimiento y además le
mantiene en movimiento, renovando su compromiso de seguir adelante.
EL CICLO INICIAL DE LA CONTENCIÓN Y EL
DESPILFARRO
Es posible que el primer mes que registre las cifras se enfrente a uno de
los
puntos débiles de nuestra cultura: puede que tenga menos ingresos que
gastos,
es decir, que haya gastado más de lo que ha ganado. (Después de todo, e
s lo
que suele ocurrir.) Comprobar esta realidad quizá le resulte extra
ño y
seguramente querrá cambiar, ahora mismo además. Acostumbrado
a los
presupuestos, los regímenes y las promesas que todos nos hacemos el dí
a de Año Nuevo, jura sobre una pila de extractos de cuentas bancarias
y tarjetas de crédito que el mes siguiente será mejor.
Entonces se suele
poner a dieta la cartera, con el celo característico de
aquellos que acaban de comenzar un régimen:
escatiman, ahorran, se aprietan
el cinturón a sí mismos y a sus familias;
sólo alubias, arroz y pasta. Todos los
días se concentran en esta línea, decididos a reducir los gastos a la mita
d en un
solo mes. Muchos de ellos lo consiguen, por increíble que parezca. Al an
otar la
cifra del segundo mes, observan con orgullo que se ha producido un des
censo importante.
Lo malo es que resulta imposible mantener semejante austeridad. El te
rcer
mes las cifras vuelven a subir, como si se vengaran, en compensación po
r las privaciones del mes anterior.
Y ahora, ¿qué? Siguiendo la antigua forma de pensar, a lo mejor decid
e
aceptar la carga de volver a ceñirse a un presupuesto... o se da por venc
ido. No se desaliente: existe un método mejor que, además, funciona.
A Diane Grosch, la programadora que conocimos en el capítulo 1 y que
odiaba su trabajo pero no encontraba otra salida, río le costó dema
siado
hacerse una gráfica: lo suyo eran los números y los controles. Aun
que disponía de diversos trofeos que demostraban su éxito —
desde un costoso
automóvil deportivo hasta recuerdos de viajes a países exóticos
— su gráfica
no se diferenciaba demasiado de la de tantos otros que persiguen el
sueño americano: tenía más gastos que ingresos.
«Al verlo realmente quedé muy sorprendida. No tenía idea de que gastaba
más de lo que ganaba. Pero no había la menor duda: ese mes tení
a unos
ingresos de 2 280 dólares (285000 pesetas) y unos gastos de 2 4 70 dólares
(308 750 pesetas).»
Lo tomó como un desafío. Si las probabilidades indicaban que no se
ría
capaz de gastar menos de lo que ganaba, quiso demostrar lo impro
bable.
Decidió probar distintas formas de reducir los gastos. En vez de salir a co
mer
con sus compañeros de trabajo, o incluso de encargar comida más
barata,
decidió comer en el trabajo. Durante un mes no se compró ropa ni
salió a
comer fuera; después de todo, cualquier cosa se puede soportar durante u
n
mes. Y así fue cómo, al mes siguiente, había conseguido gastar menos de l
o que ganaba, demostrando así que era capaz de hacerlo.
«¡Fantásticol Al mes siguiente pr Co
esté mpro
men b
o asr alos p
ten rog
ció r
n e
, sros
ec 1
u 9
p 1
e ré mi antiguo
hábito de gastar y perdí gran parte de lo que había conseguido el
mes anterior. Mi gráfica tenía un aspecto horrible.»
Entonces se dio cuenta de que en lugar de cambiar la gráfica tenía que
cambiar ella misma. Sin embargo, a lo largo de los años había gas
tado
montones de dinero en seminarios para cambiarlo todo, desde su autoesti
ma
hasta su eficacia laboral, mas los cambios nunca habían sido duraderos.
Pero
esta vez había algo diferente: la gráfica, que parecía cuestionar toda su fo
rma
de vivir la vida. Al trazarle una imagen de sus hábitos de gastos, l
e
demostraba fehacientemente por qué no le alcanzaba el dinero hasta final
de
mes. Decidió seguir los pasos y averiguar adonde conducían. Había lucha
do
contra las dificultades y había vencido en otras ocasiones, y estaba decidi
da a volver a hacerlo. (Véase la figura 5-2.)
¿Cómo se produjo este cambio en los gastos? Diane explica que a medi
da
que iba siguiendo los pasos del programa y notando su efectivida
d, su
autoestima fue en aumento y, al ver que era capaz de lograrlo, su insati
sfacción
se convirtió en el deseo de hacerlo lo mejor posible. Este entusias
mo
transformó su experiencia laboral, algo que la sorprendió tanto a ella c
omo a sus superiores.
190 Comprobar los progresos
de enero de 1986 a agosto de 1990
FIGURA 5-2
Gráfica de Diane con gastos
«En dos meses ya no tenía deudas y mis gastos se redujeron a 850 dólares
(106250 pesetas). Los gastos de alimentación pasaron de 186 dólares (232
50
pesetas) al mes a 105 dólares (13125 pesetas), sin siquiera proponérmelo.
Tal
vez se debiera en parte a que estaba más satisfecha con mi traba jo y, por l
o
tanto, necesitaba premiarme menos. Las facturas de restaurante se reduje
ron
a 40 dólares (5000 pesetas) de los 120 dólares (15000 pesetas) anter
iores,
por el mero hecho de salir a comer fuera sólo cuando realmente me apete
cía.
Me fui a vivir a una casa donde pagaba menos alquiler, situada más cerca
del
trabajo, de modo que mis gastos de gasolina se redujeron en un 60 %. Los
gastos médicos se redujeron tam- bién a la mitad, probablemente po
r el
mismo motivo por el que se redujeron los gastos en alimentación: como m
e
gustaba más el trabajo, ya no tenía necesidad de ponerme enferma. Nada
de
todo esto me hizo sentir que me estaba privando de algo; no me esforzaba
por
gastar menos. En realidad, ni siquiera era consciente de estar haciendo n
ada
en particular. Todo fue ocurriendo poco a poco. Al mismo tiempo, me gust
aba
apuntar las cifras en la gráfica mes a mes y comprobar los cambio
s. ¡Qué emocionante!»
La gráfica nos recuerda que la transformación de nuestra relación con
el
dinero requiere tiempo y paciencia. La impaciencia, la negación y la co
dicia
en realidad forman parte de lo que se está cambiando. Hace falta tiemp
o para
reflexionar sobre nuestras vidas y ver si todavía queremos ir al sitio al
cual estamos yendo. Una
intuición es instantánea pero cualquier evolución requiere tiempo. A lo
mejor
tarda sólo unos cuantos días en leer este libro, pero cambiar su relación
con el
dinero le llevará más tiempo. Recuerde los que ganaron la lotería. Por
más que
gane la lotería, esto no cambiaría su relación con el dinero y su
vida no se
llenaría de pronto de más alegría y tranquilidad. Si presta atención a su
reacción frente a la gráfica en lugar de sentirse contrariado, pod
rá aclarar las
actitudes y las creencias que le han llevado al lugar donde se enc
uentra actualmente.
Existen dos claves para que este proceso funcione en su caso:
1. Comenzar.
2. Seguir adelante.
Nos dicen a menudo que un largo camino empieza siempre por un prim
er paso. Lo que no nos dicen es que uno llega a su destino después
de cientos de
miles de pasos. Hay que seguir avanzando siempre, porque estos
pasos son
importantes para que siga desarrollando la conciencia y reforzand
o su
integridad día a día. Al final, uno em C
p omp
ieza ro
a b s a e r
n los
tir pr
la o gr
m e
a so
g s
ia 1
d 91
el proceso. Sin
siquiera intentarlo, verá que la línea de gastos empieza a bajar. ¿Cómo
?
¿DE QUÉ MODO
¿Recuerda las tres preguntas del cuarto paso? Ahora va a compr
obar el
profundo efecto que tienen en su conciencia acerca del dinero y,
por consiguiente, en la gráfica.
La disminución automática de los gastos
La primera pregunta era: «¿He r Co
ec m
ib pr
id o o b a s r los
atis f pro
ac g
c re
io s
n os 1
es, 9
r 1
e compensas y
valores proporcionales a la energía vital que he gastado?» Si se formula
esta
pregunta todos los meses con respecto a cada una de las categorías de g
astos,
tendrá mayor conciencia de sus elecciones y de este modo conseguirá re
ducir
automáticamente el total de gastos mensuales, con lo cual sentirá el pla
cer de
ver cómo desciende la línea de gastos de la gráfica. Corno hemos visto e
n el
capítulo 4, aprender a distinguir los gastos que nos producen satisfacció
n de los que no activa nuestro mecanismo de supervivencia.
En realidad, se está
reprogramando. Cada uno de sus signos - constituye un ultraje a su inst
into de
supervivencia, ese movimiento automático hacia el placer para alej
arse del
dolor. Este poderoso mecanismo se convierte en su aliado cuando
adquiere
conciencia de que algunos gastos que consideraba una fuente de placer,
o que
realizaba por pura costumbre, en realidad no le resultan agradabl
es en absoluto.
¿Se acuerda de los caprichos? En seguida sabrá cuáles son los suyos. Es
os
instantes de cegadora conciencia, cuando de pronto se da cuenta de que
está a
punto de gastar su energía vital para comprar otro capricho más, le ay
udarán a reducir gastos. Vamos a ver cómo funciona.
En el pasado, cuando intentaba cambiar de hábitos e incrementar
así su
experiencia de la satisfacción, no tenía una imagen global exacta de su
patrón
de gastos. En lugar de reconocer que la adquisición de caprichos era un
a fuente
de insatisfacción, seguía pensando que era algo que tenía que cont
inuar. A
veces, tal vez haya intentado renunciar a alguno como castigo por ser ta
n dis-
pendioso... para encontrarse otra vez delante de ellos en cualquier
tienda
pensando: «Uno más, sólo uno más.» Pero ahora ya lo tiene claro y obse
rva el
laberinto del dinero desde más arriba. Ya ha visto la luz: «En realidad,
este
gasto de energía vital no me produce satisfacción.» Se sentirá como cua
ndo
uno despierta de un sueño y se da cuenta, con alivio, de que no era real.
De hecho, esto es justamente lo que ocurre.
Este tipo de reprogramación tiene una fuerza increíble y empezará a ac
tuar
la próxima vez que esté a punto de comprar algo automáticamente. En
cuanto
estire la mano para coger otro capricho, se encenderá de pronto una luz
roja en su cerebro:
«¡Alto! ¿De verdad necesito otro? ¡No! Irá a parar al cajón junto a
todos los demás. Cada uno de ellos me cuesta cinco horas de energía vit
al, y ni
siquiera los uso.» Mientras se va alejando de su adicción a los ca
prichos
exclama: «¡No!» (Al cabo de un tiempo, aprende a no perder la calma.)
Toda
la diferencia radica en ese instante de conciencia. Ahora que la relación
entre
gastar dinero y obtener satisfacción se coloca en el lugar que le corresp
onde,
un capricho ya no significa satisfacción automática, sino todo lo c
ontrario.
Ahora puede ser coherente consigo mismo, sin violentarse ni tratar de
comprar felicidad ni satisfacción. Al contrario, ahora obtiene satisf
acción
utilizando su energía vital de otra manera; está valorando esa energía v
ital y,
por consiguiente, se está valorando a sí mismo. Desde esta perspe
ctiva, Comprobar los progresos 1 91
cambiar de dirección resulta sencillo.
Ivy Underwood había tenido una infancia pobre como hija de padre
s mexicano-
estadounidenses. Nunca tenían suficiente dinero, pero en lugar de
reconocerlo y hablar de lo malo de la situación, le decían trivialida
des.
«Somos afortunados», decía su padre, que era católico, «porque sólo los p
obres entrarán en el Reino de los Cielos». De este modo, se mezclaban la
religión con la pobreza y la frustración de contar hasta la última
moneda,
dejando a Ivy confusa y resentida. Decidió que cuando creciera tendría su
ficiente dinero para no tener que preocuparse jamás del saldo de su cuent
a corriente y para comprarse todo lo que quisiera.
Ivy identificó sin esfuerzo su debilidad: la ropa. Al hacer el inventario, en
el primer paso, recorrió rápidamente toda la casa, satisfecha ante s
u
sencillez, hasta que llegó a su armario. ¿De dónde había salido tanta ropa
?
Evidentemente, procedía de distintas tiendas, y la mayoría de ellas era car
a.
Pero, ¿por qué? Su determinación de no volver a ser pobre nunca
más se
había convertido en la necesidad de ir siempre vestida a la perfección. Me
día
la distancia que la separaba de la pobreza por la cantidad de cumplidos q
ue recibía cada día por su atuendo.
Por supuesto que para su carrera profesional era importante ir bien
vestida, pero para Ivy esto significaba varios conjuntos nuevos cada
mes.
Incluso se sentía poco elegante si se ponía la blusa del mes anterior con el
traje nuevo del mes actual.
Al hacer la tabla mensual en seguida se dio cuenta de que la satisfacción
que sentía no era proporcional a las horas de energía vital dedicadas a ser
clienta de varios grandes almacenes. Sin luchas, negaciones ni privacione
s,
dejó de comprar ropa que no necesitaba. Quedó muy sorprendida al obser
var que la cantidad de cumplidos diarios no disminuía en absoluto.
Todo fue bien durante muchos meses hasta que un día, deprimida por alg
o,
se encontró otra vez en la sección de ropa, buscando unos pantalones cort
os.
De pronto se dio cuenta. «¿Qué hago yo aquí, si ni siquiera me hacen falt
a
unos pantalones cortos?» Salió de la tienda con las manos vacías y
la sensación de que su propio poder
y su integridad habían salido fortalecidos.
Gordon Mitchell, el activista negro convertido en asesor financiero
que
hemos conocido en el capítulo 1, comprobó que sus categorías de gastos
inconscientes eran mucho más devas C
tadom
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a rso b
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e os
la p
a rogre
fició sno s
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e 9
I 1
vy por la ropa.
Habría que llamarlas mega-
caprichos, o sencillamente grandes debilidades.
Para él, el curso de IFfue más parecido a una operación de cataratas que
a conseguir un par de gafas nuevas.
Al interrogarse a sí mismo acerca de la satisfacción y la coherencia, se di
o
cuenta de lo aburrido y cansado que estaba desde hacía ocho años. Tambi
én
vio con toda claridad cómo había llegado a esa situación. En primer lugar
,
había supuesto que como asesor financiero necesitaría un despacho
caro,
pero cuando comprobó la cantidad de energía vital que le estaba cos
tando
(2600 dólares, 325000 pesetas, al mes), se preguntó si realmente le
compensaba. De hecho, resultó que no, puesto que la mayor parte
de las
operaciones se concretaba por teléfono, por correo o en casa del cli
ente.
Nadie le visitaba nunca en su despacho. De modo que lo trasladó a su cas
a, con lo cual el coste mensual se redujo a 500 dólares (62 500 pesetas).
El segundo punto débil para Gordon eran sus hijos, que vivían con
su
madre pero de cuyo sustento se ocupaba él, sin ningún problema. P
ero el
problema era que les daba más dinero cada vez que se lo pedían, porque s
e
sentía culpable por no estar con ellos. Tiene nueve hijos, lo cual acrecent
aba
el problema. Por más que les diera, siempre querían más. Este proc
eso de
honesta evaluación le ayudó a darse cuenta de que sus hijos se habían vu
elto
adictos y que él era el responsable. Decidió cambiar y, por más que ellos s
e
hayan distanciado en cierta forma, Gordon está contento de no seg
uir pagando con dinero la culpa de ser un padre ausente. Incluidos
algunos pequeños ajustes más, después de formularse las tres preguntas
Gordon ha reducido sus gastos en un 50 %, y además se siente mucho m
ás satisfecho.
Si bien no hay muchos casos como el de Gordon, después de ver
las
gráficas de centenares de PIF podemos afirmar que aquellos que
superan el
período crítico de tres meses reducen sus ingresos un 20 %, aproximad
amente,
casi sin darse cuenta: sin sentir que se privan de nada, sin esforz
arse por
mantener un presupuesto; simplemente, se trata de un descenso n
atural.
Cuando uno se da cuenta de que no obtiene una satisfacción proporcion
al a la
cantidad de energía vital que ha dedicado a una subcategoría de
gastos
cualquiera, automáticamente genera un cambio autoprotector en su for
ma de
gastar. Con el tiempo, acaba sintiéndose mejor cuando no gasta; no co
mprar
un capricho se convierte en una fuente de satisfacción porque uno ha d
ecidido que no le satisfacen.
La coherencia y la integración personal
Todavía podemos esperar mejores resultados del trabajo con la gr
áfica.
Fíjese cómo desciende la línea de gastos a medida que se formula, todos
los
meses, la segunda pregunta: «Este gasto de energía vital, ¿concuerda co
n mis valores y el propósito que tengo en la vida?»
Esto constituye un sistema de retroalimentación para la integridad
. La
manifestación de los valores y el propósito en la vida es un reflej
o de su
máxima aspiración, lo que cada uno desea realmente para sí mis
mo. Uno
quiere actuar en la vida cotidiana de forma coherente con sus val
ores y su propósito. Sin embargo, por desgracia a veces no presta
atención a lo que está
haciendo y se comporta de una forma que no sólo no coincide con su pu
nto de
vista y sus intenciones, sino que en ocasiones incluso resulta total
mente
contradictoria... y además sin darse cuenta siquiera. Lo peor es q
ue, en
ocasiones, cuando surge un conflicto entre los caprichos y esa má
xima
aspiración, se resuelve acallando la voz de la conciencia. La informació
n sobre
la manera en que gasta su energía vital le proporciona una medida tang
ible y
real de esa integridad, y le brinda un apoyo inmejorable para hacer coi
ncidir su
etas. p
C ro
u b
a a
n r
d l o o s h p
a r
y o gr
co es
h os
er e 1
n 91
cia entre gastos
y objetivos, se experimenta una sensación de plenitud e integridad
; uno se
siente bien consigo mismo. Cuando esta coherencia no existe, es decir, c
uando
la respuesta a la pregunta «Este gasto, ¿coincide con mis valores
y mi propósito?» es un ¡no! rotundo, es
probable que uno se sienta desilusionado o insatisfecho de sí mismo.
El proceso sutil aunque eficaz del refuerzo (si gasto en x, me siento bien
; si
gasto en z, me siento mal) resulta de gran utilidad porque ayuda a rom
per con
patrones de gastos automáticos. El mero reconocimiento de la falt
a de
coherencia en una categoría determinada sirve para reorganizar su rea
cción a
los estímulos correspondientes a esa categoría. Automáticamente uno e
mpieza
a gastar menos en objetos que no concuerdan con sus valores y su prop
ósito en
la vida, y se siente mejor consigo mismo, sabiendo que cada vez más po
ne el
dinero donde está su propósito, integrando así la vida material co
n su conciencia interior. Esta integración es el
núcleo de la integridad financiera.
Aparentemente, Diane Grosch no tenía ningún propósito en la vida.
Quería pasarla lo mejor posible, y buscaba el placer y huía del dolor todo
lo
que podía. Pensando en su infancia recordaba que, cuando su familia salí
a de excursión al
campo, lo único que la hacía feliz era pasear por el bosque.
En el momento en que comenzó el programa de IF, era la única d
e sus hermanos que había salido adelante.
Uno era un recluso que vivía de la ayuda
del Estado, otro se había suicidado y el tercero vivía en la calle. C
on un
empleo bien remunerado, un coche deportivo y una casa bonita, ella pare
cía una triunfadora... ante sus ojos y los de su familia.
La cuestión de hacer coincidir sus gastos con sus valores hizo temblar su
complacencia. Como siempre se había comparado con los demás, Diane c
omenzó a analizar disimuladamente a sus amigos y compañeros de
trabajo
para averiguar si tenían alguna meta superior. Una de sus compañe
ras de
despacho era una de esas personas que pretendían salvar el mundo. El he
cho
de que no estimara su patrimonio neto en función de sus bienes ma
teriales
intrigó a Diane, que empezó a cultivar su amistad. Al poco tiempo,
ambas asistían a las reuniones
de un grupo pacifista y todas las personas que Diane
conoció allí estaban buscando una manera de vivir más acorde con
sus valores y de hacer algo por el mundo que expresara su propósito.
Estas reuniones se convirtieron en su principal diversión. En lugar
de
asistir a cursos caros y de salir a ver los últimos estrenos cinematográfico
s,
empezó a asistir a charlas y a participar en maratones telefónicas. Averig
uó
que había un parque enorme cerca de su casa y los fines de semana se pa
saba
horas paseando entre los árboles. Cuando llegaba el momento de h
acer la
gráfica, la línea de gastos seguía bajando cada vez más. De un desembols
o
mensual de más de 3000 dólares (375000 pesetas), pasó a gastar entre 600
y
800 dólares (de 75000 a 100000 pesetas). Buscarle una finalidad a su vida
resultó ser un elemento clave en el cambio que estaba experimentando.
¿Y ESOS MESES ESPECIALES?
Es evidente que habrá
meses especiales en los cuales la línea de gastos dé
un salto alarmante hacia arriba; por ejemplo, cuando vence el seguro, c
uando
hay que hacer un arreglo imprevisto, cuando tiene que hacer la declara
ción de la renta. ¿Qué se hace en estos casos?
Por una parte, a lo mejor decide que todos los meses son especiales. Así,
uno aprende a salvar estos obstáculos y a pagarlos en electivo, en
vez de
ocultarlos en la tarjeta de crédito. Un mes son los impuestos, otro es el s
eguro, otro es el médico. Con el tiempo, estos gastos
especiales se equilibran.
Otra estrategia consiste en prorr
atea o
r m
lo p s r o g bar l
asto o s s pr
an o
u g
a reso
les s 1
en 91
lo
s doce meses.
Por ejemplo, si el seguro del coche le cuesta 500 dólares (62 500 pesetas)
al
año, podría (aparte de cuestionarse si el coche lo vale) dividirlo p
or doce y
tomarlo como un gasto mensual. Lo mismo se puede hacer con el
seguro
médico, el pago de la renta, el impuesto sobre bienes inmuebles y
todo lo demás.
No hay una sola manera de llevar la contabilidad. Cada uno tiene que e
legir
el método que le proporcione la información que necesita de mod
o que,
mirando la gráfica, pueda saber dónde se encuentra y hacia dónde se di
rige.
SUS FINANZAS AL DESNUDO
Hay otra manera para hacer que la gráfica funcione bien y es ponerla e
n
algún lugar donde la vea todos los días. Con el fin de sacarle el
máximo
provecho, tiene que ser visible para darle ánimos a menudo, de f
orma que quiera seguir adelante. Pero, ¿dónde la ponemos?
Algunas personas la cuelgan en el armario, en la parte interior. D
e este
modo, sus asuntos financieros siguen siendo privados y, no obstante, los
tienen
a la vista todos los días mientras se visten para salir a trabajar, recordá
ndoles
que tienen que ser conscientes de la forma en que manejan el di
nero. Para
quienes optan por la independencia financiera, refuerza la conciencia d
e que
trabajar ya no es pensar sólo en ganar dinero, sino en acercarse cada ve
z más a
la meta de librarse de los temores financieros y los fracasos fiscal
es. Es un estimulante, igual que una taza de café o un abrazo.
Ivy Underwood, que no quería ser pobre nunca, conoció a su Prínc
ipe
Azul. Entonces, igual que en los cuentos de hadas, se casó, tuvo dos hijos,
una
casa de ensueño a la medida, con tres plantas, dos patios y amueblada por
un
decorador de interiores, y ya no tuvo que volver a preocuparse del saldo d
e su
cuenta corriente. Pero entonces volvió a la realidad. Las fantasías sobre l
as
cuales había edificado toda su vida no tenían la fuerza suficiente p
ara
mantener su matrimonio ni su salud mental. En 1983 dijo adiós al marido
, la
casa, los muebles y el empleo estresante que tenía, cargó unos cuantos bie
nes escogidos en una furgoneta y se dirigió hacia el oeste con sus hijos.
Siete años después, haciendo el curso de IF, encontró el camino hacia un
a
mayor libertad. Ella y su amiga Margaret Parsons invitaron a un grupo d
e
veinte amigos a hacer el curso a fin de apoyarse mutuamente para seguir
el
programa. Se reunían todos los meses, compartían impresiones, éxito
s y obstáculos... y los detalles íntimos de su vida financiera.
Cuando Ivy elaboró la gráfica, se planteó la cuestión de enseñársela al
grupo y entonces reaparecieron algunos de sus viejos temores. Lo p
rimero
que pensó fue: «Mis padres creerán que me he vuelto loca. ¿Cómo voy a e
n-
señarles a otros lo que gano y lo que gasto? Es... es... una cuestión de mal
gusto. Es... es...» ¿Por qué le costaba tanto?
¿Por qué le daba miedo mostrar
sus finanzas? Entonces se dio cuenta de que el motivo era que los
demás
podrían juzgarla y decidir si era una persona que valía la pena. Po
drían
resumirla en unas cuantas cifras y dejarla de lado si no daba la talla. Con
la
misma decisión que la ayudó a salir de su matrimonio, presentó la gráfica
al
grupo: sus temores se esfumaron y experimentó un gran alivio inter
ior con
respecto al dinero. Gastaba sencillamente lo que gastaba y ganaba l
o que
ganaba. Ahora podía comentarlo con los demás con la misma facilidad co
n que hablaba del color del sillón de la sala. Así de simple.
Con el tiempo puede que varíen su C
s o s mp
en ro
ti ba
m r lo
ien s
to p
s r og
co r n e s r os 1
esp 91
ect o a la gráfica
como consecuencia del cambio producido en su relación con el di
nero. La
gráfica representa así si vive de acuerdo con sus valores y refleja la aten
ción
que presta a cada decisión relacionada con su mundo material. Se convi
erte en
una fuente de orgullo, pero no de arrogancia, sino de esa profunda satis
facción
característica de la integridad. Cuando esto ocurre, muchas personas se
sienten
tan contentas de sus progresos que sacan la gráfica del armario y la cue
lgan en la pared.
Éste es el momento de detenerse a reflexionar acerca de sus prop
ios
sentimientos con respecto a su relación actual con el dinero. ¿Se atrever
ía a
colgar esta representación gráfica de su situación financiera en me
dio de la sala, en un sitio donde pudieran verla todas las personas
que fueran a su casa?
¿Cómo se sentiría: cómodo o incómodo? El grado de comodidad
está
relacionado con el grado de malestar económico. No se preocupe, porq
ue la
desazón desaparece a medida que uno sigue los pasos del programa.
LA INDEPENDENCIA FINANCIERA
COMO CONSECUENCIA DE SEGUIR LOS PASOS
Las personas que ponen en práctica los pasos del programa comentan q
ue
el proceso de transformación de su relación con el dinero resulta compl
ejo y a
la vez fascinante. Apuntarlo todo con detalle se convierte en un ri
tual
agradable cada vez que llegan a la caja y tienen que pagar, aparte de de
spertar
la curiosidad de los demás, que quieren averiguar lo que está hac
iendo. El
momento de rellenar la tabla mensual es fantástico. Las tres preguntas
que se
formula le brindan la oportunidad de hacer un rápido contraste con su
s valores
y su propósito en la vida. El momento de apuntar en la gráfica los ingre
sos y
los gastos le sirve para reflexionar sobre si realmente es conscient
e con
respecto al dinero. Al cabo de unos cuantos meses o un año de s
eguir el
programa, comenzará a notar consecuencias muy satisfactorias: a medi
da que, mes
tras mes, gana más de lo que gasta, con el tiempo queda libre de deudas
y empieza a ahorrar.
¿Le parece imposible, teniendo en cuenta su situación financiera
particular? Uno no avanza en función de las condiciones de su vida, sin
o según
lo que haga con ellas. Entre los seguidores del programa, algunos
debían
mucho dinero y estaban en el paro, o no tenían estudios superiores, o te
nían un
curriculum vitae muy incompleto, o una familia que mantener, o
vivían en
zonas deprimidas del país. No marchaban viento en popa, sino que se li
mitaban a aprovechar hábilmente las condiciones
que encontraban y a dejarse llevar.
En el sentido más estricto, la independencia financiera, tal como la hem
os
definido, implica tener unos ingresos suficientes para satisfacer las
necesidades y las comodidades más elementales que no procedan del e
mpleo
remunerado sino de alguna otra fuente. Pero ahora vamos a ver que ha
y otros aspectos de la IF, como saldar las deudas y ahorrar.
La independencia financiera es no tener más deudas
Para muchos, quedar libre de deudas constituye un acontecimiento
importante, uno de los principales logros de la independencia fina
nciera. A
menudo no se dan cuenta de la carga que representa una deuda
hasta que desaparece.
Analicemos su caso. ¿Tiene deudas? ¿Sabe cuánto debe y a quién? ¿Sa
be
cuánto le cuesta estar endeudado? ¿O se limita a pagar la hipote
ca, el/los coche/s y las tarjetas de crédito hasta que la muerte
los separe?
No hace mucho, un defensor de los sin hogar sostenía que la dife
rencia
entre éstos y la mayoría de los estadounidenses eran dos meses de sueld
o. Nos
pareció exagerado, casi increíble; sin C e om m p
b ro
ar b
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o r, lo
d s pr
esp o
u gre
és so
d s
e 1
h 91
ab lar con otros
profesionales que conocen en profundidad el funcionamiento de la deud
a del
consumidor, algunos nos han dicho que dos meses de sueldo era un cál
culo
bastante conservador. Un solo sueldo o una enfermedad grave bastaría
n para que muchos pasaran al otro lado.
Actualmente, los jóvenes estadounidenses gastan una media de 1,2
0
dólares (150 pesetas) por cada dólar (125 pesetas) que ganan. ¿Es éste s
u caso, o lo ha sido?
Una joven que participaba en un grupo de apoyo para deudores
compulsivos comentaba que antes de cumplir los treinta años había acu
mulado
una deuda de 30000 dólares (3 750000 pesetas). Hizo una carrera rápid
a y sus
ingresos llamaron la atención de los tiburones de las tarjetas de c
rédito.
Cuando American Express le envió la Tarjeta Oro, imaginó que h
abía
alcanzado la cima: si ellos pensaban que valía tanto, seguramente lo val
ía. Con
la cabeza erguida y la espalda recta marchó a la mejor tienda de muebl
es de la
ciudad y compró todo lo que quiso... sin darse cuenta de que sus
compras generarían intereses.
He aquí algunos datos de la cruda realidad para que los digiera.
Por la
deuda de la tarjeta de crédito está pagando entre un 16 % y más del 20
% de
interés, algo así como trabajar cinco días a la semana y que le p
aguen por
cuatro. Si la empresa anunciara que van a bajar los sueldos en esta pro
porción,
todos los trabajadores se pondrían en pie de guerra. Las personas
que
consideran que las deudas son eternas y se limitan a pagar lo menos pos
ible en
realidad están optando por este sueldo inferior. No se dan cuenta
de que
comprando un nuevo aparato estéreo a crédito para festejar una
subida de
sueldo, pierden la ganancia... y algo más. Un coche comprado a crédito
al final
cuesta dos veces y media más que el precio de venta original. Una vivie
nda
con una hipoteca a treinta años al 10 % en el momento de saldar la hip
oteca podría llegar a costar tres veces el precio de venta.
Según Deudores Anónimos, nos endeudamos para no hacer frente
a
nuestros sentimientos, sobre todo a los de privación. Como cualqu
ier otra
adicción, la deuda nos permite negar el dolor, la pena, la pérdida,
la ira, la
soledad y la desesperación. Su tendencia al uso de la tarjeta de c
rédito, ¿es simplemente un hábito o es una adicción?
The People's Almanac menciona una encuesta según la cual se gasta el 2
3
% más al comprar con tarjeta de crédito que al comprar en efec
tivo. Las
deudas se han convertido en algo tan habitual que apenas nos damos cu
enta de
que nos hacen depender de un empleo, que por ellas trabajamos sin par
ar para
pagar unos placeres que hemos disfrutado hace tiempo y unos lujos que
apenas tenemos tiempo de aprovechar.
Sally Morris solía decir que su C
vid oam
pro
era bna r
« lo
b s
o pro
mb g
a rse sdos
e 1
d 91
ía y paz por la
noche». Para ganarse la vida, trabajaba como diseñadora gráfica para un
a
empresa de alta tecnología que tenía importantes contratos con el Ministe
rio
de Defensa, y porque le gustaba trabajaba en una variedad de proyectos d
e
voluntariado patrocinados por la iglesia. Como debía 17000 dólares
(2125000 pesetas), aparentemente no tenía alternativa. Y como ya se habí
a
repetido una y otra vez que no le quedaba otra alternativa, su conc
iencia había dejado de molestarla.
El programa de IF le proporcionó un espejo implacable... pero la liberó.
Pegó encima de la gráfica una nota que ponía: «Estoy en vías de saldar m
is
deudas.» Debajo pegó unos cuantos trozos de velero con cifras y se dedicó
a
controlar la cifra que debía exactamente. «Era como fundir una vel
a o
adelgazar cincuenta kilos», nos dijo. Sin incrementos de sueldo y sin senti
rse desposeída, en dos años quedó libre de deudas.
Cuando se centró en lo que realmente le daba satisfacción en la vi
da,
descubrió que con lo que más disfrutaba eran unos viajes cortos de trabaj
o en
los que había participado, colaborando en tareas de construcción en luga
res
como Costa Rica y Kenia. Al regresar de su primer viaje a Kenia quedó m
uy
deprimida: aunque había contribuido a levantar una parte de un ho
spital
rural en una aldea perdida en las montañas se preguntaba: «Y ahora, ¿qu
é?»
Ella seguía siendo rica mientras ellos eran pobres. De modo que comenzó
a
recoger medicamentos que si no se habrían tirado para enviarlos a Kenia
con los turistas que iban de safari.
Cuando logró saldar su deuda, Sally sabía exactamente cuál sería el paso
siguiente. Había averiguado que en Kenia moría mucha gente por f
alta de
tratamiento de los abscesos dentarios. Renunció al trabajo, alquiló la casa
de
campo y el coche, y se fue a Kenia por un año para ayudar a crear una clí
nica
dental. Como no tenía deudas, el alquiler de la casa y el coche le proporci
onó
el dinero que necesitaba para vivir en Kenia, en el campo. Había alcanza
do la
liberación financiera. Al no tener deudas, tenía la posibilidad de elegir... y
eligió hacer lo que le pedía el corazón.
En consecuencia, saldar las deudas es una forma de independenci
a
financiera. Al desaparecer la deuda, uno recupera la libertad de e
legir. Sea
cual fuere el clima económico, ser capaz de afirmar que uno no le debe
nada a
nadie constituye una declaración de salud mental, dignidad y libertad.
Cuando uno no tiene deudas, puede elegir. Puede elegir, como Sall
y,
seguir los dictados de su corazón hacia tierras lejanas, o cualquier otra
cosa. O
a lo mejor prefiere disfrutar del proceso de transformación de su relaci
ón con
el dinero desde el mismo lugar donde se encuentra. A medida qu
e sigue
gastando menos de lo que gana (disfrutando de la vida al máxim
o) en la
gráfica la línea de los ingresos se va distanciando cada vez más de la de
los
gastos. Esta diferencia tiene un nombre que es poco habitual en los últi-
Comprobar los progresos 1 91
FIGURA 5-3 Gráfica con gastos, ingresos y ahorros mos años: se llama
ahorros (véase la figura 5-3) y constituye otra forma de
independencia financiera.
La independencia financiera es tener dinero en el banco
¿A cuánto ascienden sus ahorros en este momento? ¿Cómo sería su vid
a si
dispusiera de dinero para cubrir sus gastos durante un año, en algún ti
po de ahorros de los que pudiera disponer fácilmente?
Ya hemos indicado que las tarjetas de crédito incrementan sus gastos m
ás
de un 20%; por lo tanto, si las eliminamos, los gastos se reducirán en la
misma
proporción. Lo más interesante es que las personas que hacen el progra
ma de
apoyo para deudores compulsivos también comprueban que gastan alre
dedor
de un 20 % menos. No olvide, además, el consejo de la famosa a
sesora financiera Jane Bryant Quinn que, partidaria del
pagúese a usted primero (es
decir, ahorre antes de pagar las cuentas y llenarse la cartera), ob
servó que
hasta que ella misma no logró ahorrar un 20 % no sintió que es
tuviera
reduciendo gastos. Casi un 20 % del dinero se le escurría entre los dedo
s sin proporcionarle ningún placer apre- ciable.
La capacidad de ahorrar está al alcance de cualquiera. Verá cómo ahor
ra si sigue los pasos.
¿Qué significa todo esto en su caso?
Cuando uno dispone de ahorros, el paro deja de ser una tragedia. Si un
o
deja de cobrar un sueldo pero cuenta con algunos ahorros, no tie
ne que
desprenderse de sus bienes. Además, tal vez encuentre la ocasión de an
alizar
opciones que hasta ese momento no había considerado porque est
aba
demasiado ocupado. Por ejemplo, podría meter la familia en una
roulotte y
recorrer todo el país. O echarse una mochila a la espalda y dar l
a vuelta al
mundo. O leer. O realizar en su casa todos los proyectos que tiene plane
ados.
O aprender un oficio distinto. O explorar su creatividad, pintando cuad
ros o
componiendo música por puro placer. O dedicar un año entero a
buscar un
empleo que le venga como anillo al dedo. O hacer una licenciatur
a o un
doctorado que le permitan acceder a un nivel superior dentro de
su ámbito
laboral. O trabajar como voluntario a tiempo completo por una causa
que le
interese, y quizá conseguir un empleo remunerado. O recuperar lo
s lazos familiares.
Pruebe a hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué haría con su tiempo si pu
diera
estar un año sin cobrar un sueldo? Si su mente ha quedado en blanco, n
o se
sorprenda; es posible que la total iden C
tif ompr
icac ob
ió a
n r lo
co s
n p s ro
u g
tr res
ab os
aj 1
o 9
h 1
a ya suprimido
transitoriamente sus sueños y sus deseos. Pero no olvide la pregu
nta y
descubra las posibilidades de lo que elegiría hacer si tuviera sufici
entes
ahorros para no necesitar un empleo remunerado durante un año.
¿Qué le parece la idea de contar con ahorros? ¿Está a favor o en contra
?
Tener ahorros, compromete la imagen que tiene de sí mismo ¿Represen
ta el
final de su juventud o una capitulación delante de sus padres? ¿Es uste
d un manirroto que opina que la expresión
ingresos disponibles significa que tiene
derecho a gastar todo lo que tiene en su bolsillo? Los ahorros, pa
recen un
sueño imposible, teniendo en cuenta su actual situación financiera? ¿C
uáles
son sus convicciones religiosas o políticas con respecto al ahorro? ¿Deb
ería
entregar todo el dinero que le sobra a la iglesia, a los pobres o hacer do
nativos
para alguna causa? La cuestión en este caso no reside necesariam
ente en
cambiar sus hábitos de ahorro, sino en analizar su actitud al respecto a
fin de
ser capaz de manejar con facilidad e integridad el incremento de los ah
orros que se produce cuando uno sigue estos pasos.
Los ahorros, por consiguiente, son una forma de independencia financi
era que le proporciona más
coraje en su trabajo y una nueva energía para analizar
los aspectos de su vida que tiene descuidados; le permiten sobrevivir du
rante
las malas épocas cuando trabaja como autónomo o en alguna acti
vidad
estacional; borran el temor inconsciente a quedarse en la calle y
evitan las decisiones precipitadas a causa de la desesperación.
Ahorrar es como construir una represa en un río. El agua contenida po
see
cada vez más energía potencial. Si almacena energía vital (dinero)
en una
cuenta bancaria, estará en condiciones de impulsar cualquier proyecto,
desde pintar la casa hasta dar una nueva orientación a su vida.
¿Y TODO ESTO SÓLO POR UN GRÁFICO?
La gráfica no tiene nada de mágico. Puede anotar las cifras
a principios de
mes y olvidarse de ella el resto del tiempo, y no pasa nada. Pero si
la observa,
presta atención a lo que indica y le hace caso, notará cambios con el cor
rer del
tiempo. Forma parte de la inteligencia financiera la permanente concie
ncia de sus patrones de ingresos, gastos y ahorros en el tiempo.
♦ Le
recuerda constantemente su voluntad de cambiar su relación con el
dinero. Contrarresta el síndrome de
ojos que no ven, corazón que no siente.
Le impide perder de vista su intención de cambiar sus hábitos
inconscientes de gastos.
♦ Es una forma de
retroalimentación que le presenta, de forma clara y
gráfica, su posición actual y sus avances hacia la meta. Ya no tiene que
destripar la hucha ni consultar la tabla para saber cómo va todo. Las d
os líneas del gráfico o suben o bajan.
♦ Puede servir como inspiración,
porque la satisfacción que experimenta
al avanzar le sirve de incentivo para seguir adelante. Si le parece que n
o pasa nada, la gráfica le recordará que no es así.
♦ Puede ser una motivación,
un estímulo para la constancia cuando cunde
el desaliento y las energías flaquean. Ante la tentación, la idea de
enfrentarse a la gráfica a final de mes tal vez le sirva para tomar una
decisión más sana.
♦ Coloca su
integridad en un sitio bien visible. Es difícil (o por lo menos
más difícil) que se mienta a sí mismo con respecto a sus progreso
s delante de la gráfica.
♦ Constantemente le sugiere que Co
apr m
o p
v rob
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h r
e l s os
u p
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n og
er re
g so
ía s
v 1 91
ital. Sus ingresos
representan muchas horas de preciosa vida en esta tierra maravillosa y
sus gastos representan las formas que ha elegido para usar esas horas t
an
valiosas. La gráfica le recuerda que tiene que administrar este tiempo l
o mejor posible.
♦ Por último, le ayuda a conseguir un
apoyo permanente. Al ponerla en la
pared, al alcance de la vista de los demás, atrae su interés y les
hace
partícipes. Sirve de mucho tener amigos y familiares dando ánimo
s desde la barrera.
LO QUE HACE FALTA
♦ Papel milimetrado: una hoja de papel milimetrado de 45 X 55 cm o d
e 60 X 90 cm, aproximadamente, con 10 cuadrados por centímetro.
♦ Bolígrafos, uno negro y otros dos de distintos colores.
RESUMEN DEL QUINTO PASO
Confeccionar y mantener al día una gráfica donde figuren el total
de ingresos mensuales y el total de gastos mensuales.
6
EL SUEÑO AMERICANO. .
CON POCOS RECURSOS
Resulta triste y, al mismo tiempo, revelador el hecho de que no haya un
a
palabra para designar la vida en el punto más alto de la curva d
e la
satisfacción, teniendo siempre lo suficiente pero sin estar abrumad
o por el
exceso. Esta palabra tendría que evocar la cuidadosa administraci
ón de los
recursos tangibles (tiempo, dinero, bienes materiales) junto con el
feliz
desarrollo de los recursos espirituales (creatividad, inteligencia, am
or). Por
desgracia, 110 hay palabras para explicar esa mezcla de riqueza y frug
alidad
que se produce después de seguir los pasos del programa. Lo malo es q
ue, en la segunda mitad del siglo veinte, la palabra
frugalidad ha adquirido muy mala fama.
¿Por qué la frugalidad ha dejado de ser bien considerada? Después de t
odo,
es un ideal permanente y uno de los pilares de la sociedad. Tanto
Sócrates
como Platón alababan «el justo término medio». Tanto en el Anti
guo
Testamento («No me des ni pobreza ni riqueza, sino sólo lo suficiente»)
como
en el Nuevo (donde Jesús enseña que «no se puede servir a Dios y al Din
ero»),
se ensalza el valor de la sencillez material para enriquecer la vida espiri
tual. En
la historia de Estados Unidos ha habido numerosos individuos (Be
njamín
Franklin, Henry David Thoreau, Ralph Wal- do Emerson, Robert
Frost) y
también grupos (amish, cuáqueros, mennonitas) que han impulsado la
virtud
de la frugalidad, tanto por respeto a la tierra como por el ansia
de ganar el
cielo. Y para construir esta nación ha hecho falta la frugalidad de la ma
yoría de
los ciudadanos. De hecho, la riqueza que disfrutamos en la actúa- lidad
es el
resultado de siglos de frugalidad. Como ya hemos dicho, la cultur
a del consumismo, del cuanto más, mejor,
se acaba de imponer. Tenemos una base de frugalidad y ya es
hora de que nos acostumbremos a la palabra, y a ponerla en práctica.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, frugalidad
quiere
decir «templanza, parquedad en la comida y la bebida». No está mal; es
una palabra práctica y bastante sosa, sin la elegancia ni la gracia de la
suficiencia
que experimentan los PIF. Pero si seguimos indagando, vemos que
frugal tiene la misma raíz latina que
frug (que significa «virtud»), frux («fruto» o
«valor») y
frui («gozar, disfrutar de lo que uno posee»). Esto ya es otra cosa.
Frugalidad es gozar de la virtud de aprovechar el valor de cada minuto
de su energía vital y de todo lo que uno posee.
Muy interesante. Más que interesante; en realidad, es todo un ca
mbio.
Frugalidad quiere decir disfrutar de lo que uno tiene. Si una mujer tien
e diez vestidos y E
s l
i s
g ue
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s ric
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ponerse, es probable que sea
una manirrota. En cambio, si tiene diez vestidos y ha disfrutado ponién
doselos
durante años, es frugal. Lo malo no es la cantidad de objetos que se pos
ean
sino el hecho de no disfrutar de ellos. Una persona no es frugal
porque escatima el dinero, sino por el grado de satisfacción que o
btiene del mundo material.
¿Obtener placer del mundo material? Pero, ¿eso no es hedonismo? Aun
que
ambos se refieren a disfrutar de lo que uno tiene, la frugalidad y el hed
onismo
son actitudes opuestas frente a lo material. El hedonismo se manifiesta
en el
placer de los sentidos e implica un consumo excesivo y una const
ante
búsqueda de más. En cambio, a las personas frugales todo les produce
placer,
desde un diente de león hasta un ramo de rosas, desde una fresa hasta l
a comida más exquisita. Un hedonista bebería el zumo de cinco naranja
s antes de un desayuno suculento; en cambio, una persona frugal
se relamería comiendo
una sola naranja, disfrutando del color y la textura de la fruta, d
el olor y la
humedad que se desprenden al empezar a pelarla, de la transparencia d
e cada gajo, del sabor que estalla
sobre la lengua... y de guardar la piel para cocinar.
Ser frugal significa que la relación entre la felicidad y los objetos
materiales sea intensa;
es decir, que una persona frugal obtiene una unidad de
felicidad por cada objeto material. En cambio, si necesita diez obj
etos para
empezar siquiera a registrar algún cambio en el medidor de felicidad, si
gnifica que no le ha encontrado sentido al hecho de estar vivo.
En castellano hay una palabra que resume todo esto: aprovechar,1
que
significa «emplear útilmente alguna cosa, hacerla provechosa o sac
arle el
máximo rendimiento», tanto en lo que se refiere a una cremallera vieja
de una
prenda usada como a un día de sol en la playa. Quiere decir sacarle a la
vida
todo su valor, disfrutar de todo lo bueno que puede ofrecernos cada mo
mento y
cada cosa. Hemos de saber aprovechar una comida sencilla, un plato de
fresas
muy maduras o un crucero. Esta palabra no tiene nada que ver con la
miseria, sino que es suculenta, llena de sol
y de sabor, mucho más dulce que la palabra
frugal.
La mentalidad del cuanto más, mejor y
nunca es suficiente fracasa en el
test de frugalidad no sólo por el exceso sino también por no saber disfr
utar de lo que se tiene. Aunque se ha calificado a los occidentales
de materialistas, en
realidad no es éste el término adecuado. Porque con frecuencia no disfr
utamos
tanto de las cosas materiales como de lo que éstas representan: c
onquista,
posición social, éxito, satisfacción, sensación de valía e incluso el favor a
los
ojos del Creador. Después de conseguir la casa de nuestros sueños, un c
oche
acorde a nuestra posición social y la pareja perfecta, pocas veces
nos
detenemos a disfrutarlos plenamente; en general, seguimos corriendo e
n pos de lo siguiente que anhelamos adquirir.
Otra lección que se desprende de la definición
de frugal que nos da el
diccionario es reconocer que no tenemos que poseer algo para dis
frutarlo;
basta con usarlo. Somos frugales cuando disfrutamos de algo, nos perte
nezca o
no. Con respecto a muchos de los placeres de la vida, puede ser mucho
mejor
usar algo que
poseerlo (y gastar tiempo y energía para su mantenimiento). Nos
hemos comportado a menudo como señores feudales, reuniendo en
todas
partes la mayor cantidad de posesiones posibles y llevándolas dent
ro de los
muros de nuestro castillo. Si queremos algo (o lo queríamos en el pasad
o, o
imaginamos que podemos quererlo en el futuro), nos parece que d
ebemos 1 N. de la t.: en castellano en el original.
introducirlo dentro de los límites del mundo que llamamos mío.
Pero no nos
damos cuenta de que lo que se encuentra fuera de estos muros de lo
mío no pertenece El s
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co nsideramos que lo que está
Por lo tanto, frugalidad también es aprender a compartir, a considerar
que el mundo es nuestro, en vez de ser de ellos o mío.
Y, aunque no quede explícito
en el término, ser frugal y estar satisfecho con lo suficiente significa que
queda
más para los demás. Aprender a compartir equitativamente los recurso
s de la
Tierra es lo más importante; un poco de frugalidad creativa sería muy
útil para mantener ese equilibrio.
Frugalidad es equilibrio; es el concepto griego del justo término medio.
Es
saber cosechar felicidad en el mundo en que vivimos. Es manejar
con
sabiduría el dinero, el tiempo, la energía, el espacio y las posesiones. Co
mo
decía Ricitos de Oro al hablar de las sopas: «Ni demasiado calien
tes ni
demasiado frías, sino justo en el término medio.» La frugalidad e
s algo
parecido: que ni sobre ni falte; que haya lo justo. No se pierde n
ada, ni
tampoco queda nada sin usar; como una máquina limpia, eficaz y
perfecta;
sencilla pero elegante. La palabra mágica es... suficiente. En lo más alto
de la
curva de la satisfacción, es el punto de partida de una vida de sa
tisfacción, aprendizaje y colaboración con el bienestar del planeta.
No debemos perder esto de vista cuando buscamos formas de ahorrar.
No
se trata de conformarse con cualquier cosa ni de caer en la tacañ
ería o la
avaricia. Estamos hablando de frugalidad creativa, una forma de
vivir que
proporciona la máxima satisfacción por cada unidad de energía vi
tal que gastamos.
De hecho, sabiendo que el dinero es su energía vital, sería una to
ntería
pensar en gastarlo en cosas que no disfrutamos ni usamos. Volvie
ndo a la
aritmética del capítulo 2 recordará que, si tiene cuarenta años, ap
enas le quedan 329601 horas de energía vital. Tal
vez ahora le parezcan muchas, pero serán muy preciosas al final de su v
ida. Si ahora las gasta bien, más adelante no se arrepentirá.
En definitiva, esta frugalidad creativa es una manifestación de autoesti
ma
al valorar la energía vital que invierte en bienes materiales. Mode
rar el
consumo para ahorrar esos minutos y esas horas de energía vital
es la expresión máxima de respeto hacia uno mismo.
El sexto paso: valorar la energía vital gastando lo menos posible
Este paso está relacionado con el uso inteligente de su energía vit
al
(dinero) y con la reducción o eliminación consciente de los gastos.
Hemos
dispuesto los siguientes consejos prácticos en varias listas, basadas toda
s ellas
en décadas de experiencia en vivir con frugalidad. También se inc
luyen algunas de las
sugerencias que Amy y Jim Dacyczyn comparten con tanta generosidad
en el boletín que publican, titulado The Tightwad Gazette (y
subtitulado «La promoción de la frugalidad como un estilo de vida alte
rnativo viable»), que hemos mencionado en el capítulo 4.
Considere las siguientes listas como un menú de opciones. Explore las q
ue
despierten su curiosidad o le interesen y prescinda del resto. Todo el mu
ndo
encontrará algo que le sirva, pero no todo será útil para cada persona,
aunque
puede que le resulte instructivo preguntarse por el motivo que le
lleva a
desechar algunas ideas y a adoptar otras. Tal vez encuentre condiciona
mientos
que proceden de su infancia, algunos mitos culturales, e incluso ci
erta
información reveladora acerca de sus valores. Tenga presente que estas
ideas son opor E
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alidad está relacionada con el
placer, no con escatimar gastos. Le deseamos unos felices ahorros
o, mejor dicho, ¡feliz frugalidad!...
UN MÉTODO SEGURO PARA AHORRAR
No trate de impresionar a los demás
Es probable que los demás estén tan entretenidos tratando de impresio
narle
que, en el mejor de los casos, ni siquiera se darán cuenta de sus esfuerz
os. Y en el peor de los casos, les molestará que intente superarles.
bien la publicación en 1899 de
The Theory of the Leisure Class (La
teoría de la clase ociosa) de Thorstein Veblen no causó demasiada sensa
ción, el autor acuñó una expresión, consumo conspicuo,
que llegó al corazón de
nuestra cultura. En el prólogo, el comentarista social y escritor Stuart
Chase resume su tesis con las siguientes palabras:
Las personas que viven por encima de la línea de subsistencia
básica, en esta época y en todas las anteriores, no utilizan el
excedente que les brinda la sociedad fundamentalmente con fines
prácticos. En lugar de desarrollar sus vidas, de vivir de una form
a
más sabia, inteligente y comprensiva, pretenden impresionar a los
demás con su excedente (...) derrochando inútilmente dinero, tiempo
y esfuerzo en la agradable tarea de inflar su yo.
El hecho de que el consumo conspicuo sea una aberración intercultural
e
histórica de la especie humana no significa que todo el mundo tenga qu
e caer
en esta práctica. Si deja de intentar impresionar a los demás, verá cómo
ahorra
cientos de miles, tal vez incluso millones de pesetas. (Y piense en
lo
impresionados que quedarán los demás con todo lo que ha ahorrado...)
DIEZ MÉTODOS SEGUROS PARA AHORRAR
1. No vaya de compras
Si uno no va de compras, no gasta. Evidentemente, cuando realmente le
hace falta alguna cosa, tiene que ir a comprarla. Pero no vaya de compr
as sin más. Según Carolyn Wesson, la autora de
Women Who Shop Too Much
(Mujeres que compran demasiado: cómo superar la pasión por el consum
o),
«En Estados Unidos, 59 millones de personas son adictas a ir de compr
as o a
gastar». Alrededor del 53 % de los comestibles y del 47 % de las compr
as de ferretería son impulsivas. En una encuesta
realizada entre 34300 compradores
en centros comerciales de todo el país a los que se interrogó por
el motivo
fundamental de su visita, sólo el 25 % respondió que buscaba un
artículo
determinado. Aproximadamente un 70 % de los adultos visita una
vez a la
semana algún centro comercial. En 1957, había en Estados Unidos unos
2 000
centros comerciales; en la actualidad, según el Consejo Internacio
nal de
Centros Comerciales son más de 30000. Hace poco, la cantidad de
centros
comerciales superó el número de institutos de enseñanza secundaria qu
e hay en Estados Unidos.
No cabe duda de que ir de compras es uno de nuestros pasatiem
pos
nacionales favoritos. Más allá del simple hecho de adquirir los bie
nes y
servicios que necesitamos, ir de compras pretende satisfacer infini
dad de
necesidades (y evidentemente no lo consigue, puesto que vamos de com
pras
con tanta frecuencia):
una forma de adaptación al medio social y organización
del tiempo, como compensación por un trabajo bien hecho, como
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mo una forma de afianzar la
personalidad, para demostrar una cierta posición social, como sím
bolo de
afecto. Un antropólogo procedente de Marte podría llegar a la conclusi
ón de
que el centro comercial es un lugar sagrado en nuestra cultura y que co
mprar
es el ritual fundamental de comunión con la divinidad. Según observa
Lewis
Lapham, «Nuestro anhelo de lo inefable se expresa mediante la voracid
ad de
nuestro apetito. (...) Así, las festividades del consumo se convierten en ri
tuales
de comunión». El consumo parece ser nuestra forma favorita y le
gal de drogadicción.
De modo que no vaya de compras y no preste
atención a la publicidad que
le despierta la necesidad de tener cosas que realmente no quiere. Y no p
reste
atención a las ofertas si quiere conservar su salud mental, por no habla
r de la espiritual.
2. Viva dentro de sus posibilidades
Este concepto está tan pasado de moda que es posible que muchos lecto
res
ni siquiera sepan lo que significa. Vivir dentro de sus posibilidade
s quiere
decir no comprar más de lo que uno se puede permitir, dentro de los lí
mites de
la prudencia, evitar las deudas a menos que uno esté seguro de que va a
tener la
oportunidad de pagarlas enseguida, y tener siempre alguna reserv
a por si
acaso. Era una forma de vivir bastante corriente apenas una generació
n atrás,
antes de que empezáramos a vivir por encima de nuestras posibili
dades. La
situación actual tiene ventajas e inconvenientes. Lo bueno es que uno p
uede
tener ahora mismo todo lo que se le antoje. Lo malo es que lo paga con
su vida.
Cuando uno compra a crédito, ya se trate de coches, viviendas o vacaci
ones, suele pagar tres veces más. ¿Merece la pena pasar dos semanas
de vacaciones
en una isla lejana este año si el año que viene a lo mejor tiene q
ue trabajar
cuatro meses más para pagarlas? Esto no significa que tenga que
cancelar todas las tarjetas de crédito; basta con no usarlas.
Vivir dentro de las propias posibilidades implica esperar hasta ten
er el
dinero antes de comprar algo. Esto le brinda la ventaja de que no
tiene que
pagar intereses y, además, así tiene tiempo para reflexionar y a lo
mejor
descubre que, después de todo, algunas de esas cosas ya no le interesan.
El que
duda ahorra. Lo bueno de vivir dentro de sus posibilidades es que uno
usa y
disfruta lo que tiene y cosecha así mucha satisfacción, tanto de su viejo
coche,
de un abrigo o de la casa. Implica también que podrá sobrevivir en perí
odos
económicos malos, que siempre los hay. En 1987 Alfred Malabre, direct
or de la sección económica de The Wall Street Journal,
publicó un libro cuyo título lo dice todo:
Beyond Our Means: How America 's Long Years of Debt, Déficits
and Reckless Borrowing Now Threatens to Overwhelm Us (Más allá
de
nuestras posibilidades: cómo los largos años de deuda, déficit y de adquiri
r préstamos sin límite en América amenazan ahora con superamos),
en el cual se lee lo siguiente:
Resumiendo, la fiesta está a punto de acabar y, según la sabiduría
que han acumulado todos los eminentes economistas de las distintas
escuelas, no va a ser posible practicar una extirpación indolora en la
situación difícil en que nos encontramos.
Un motivo como cualquier otro para vivir dentro de nuestras
posibilidades.
3. Cuide lo que tiene
Hay algo que todos tenemos y que queremos que nos dure mucho tiemp
o: el cuerpo. E
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a las medidas preventivas de
eficacia demostrada, podemos ahorrar mucho dinero. Por ejemplo,
si nos
lavamos los dientes, no gastamos tanto en el dentista; y si comem
os lo que
sabemos que le conviene al cuerpo (en función de la energía que produc
e, no a
juicio de las papilas gustativas), también podemos ahorrar mucho dine
ro en procedimientos costosos e incluso llegar a salvar la vida.
El
mismo principio es aplicable a todo lo que poseemos. Está comprobado
que los cambios frecuentes de aceite hacen que el coche dure más; si li
mpia las
herramientas, duran más. (¿Cuántas veces se le ha estropeado el s
ecador de
pelo o el aspirador por no quitar las bolas de pelo que se quedan atasca
das?) Si
quita el polvo de la rejilla de ventilación de la nevera, ahorra en
ergía y el
aparato funciona mejor. Una de las principales diferencias entre los ser
es vivos
y las máquinas es que éstas no se curan solas. Si le duele la cabeza y no
hace
nada, es probable que se le pase. Pero si un motor hace un ruido raro y
no toma
ninguna medida, podría desprenderse una pieza, quemarse la bomba d
e agua, o producirse algún otro tipo de inconveniente grave... y costoso.
Muchos de nosotros hemos vivido rodeados de excesos durante tantos a
ños
que ya ni se nos ocurre mantener lo que tenemos. «Siempre quedan má
s en el
sitio del que viene esto», nos decimos. Pero más cuesta dinero, y ademá
s es posible que llegue un momento en que ya no haya más.
4. Espere hasta que se gaste
¿Qué fue lo último que tiró porque estaba gastado? Los estadounidense
s
tiran 660 kg de basura al año (otro aspecto en el cual siguen sie
ndo los
primeros del mundo) y es probable que gran parte de lo que se tira se p
udiera
seguir usando perfectamente. Las fibras sintéticas son muy durade
ras; en la
actualidad, es difícil que la ropa se gaste de verdad. Si no fuera por la i
ndustria
de la moda (y por el aburrimiento), podríamos seguir llevando las
mismas
prendas básicas durante años. Fíjese en lo que tiene. ¿Se limita a renov
ar o a
duplicar los aparatos electrónicos, muebles, utensilios de cocina, alfomb
ras y
ropa blanca del año anterior, o realmente los sustituye cuando se estrop
ean?
Piense en lo que ahorraría si decidiera prolongar la vida de estos
objetos
aunque sea sólo un 20 % más. Si normalmente renueva las toallas cada
dos
años, procure hacerlas durar dos años y medio. Si cambia de coche cad
a tres
años, espere hasta cuatro. Si cambia de abrigo cada dos inviernos, fíjese
si no
le va bien esperar al tercero. Y cada vez que esté a punto de com
prar algo,
pregúntese: «¿No tengo ya uno de estos que se puede seguir usando?»
Otra forma de ahorrar consiste en preguntarse, antes de tirar alg
o a la
basura, si no habrá otra manera de usarlo, en todo o en parte. El papel
usado
sirve para tomar notas; una taza desportillada sirve para guardar lápic
es; del
tostador estropeado se recuperan los tornillos y también el cable eléctri
co, la
resistencia, una pequeña bandeja metálica y un asa resistente al calor;
de los
muebles viejos se puede aprovechar la madera para el siguiente tr
abajo de
carpintería. Los expertos en frugalidad de los años treinta (y antes) gua
rdaban
siempre una pila de trozos de madera y cosas viejas, y tenían la habilid
ad de
aprovechar las piezas para construir lo necesario: basta con reconocer
que todo
puede ser útil y tener la creatividad necesaria para descubrir par
a qué.
Entonces, en vez de comprar algo, uno se pregunta: «¿No lo tend
ré ya en
alguna otra forma? En tal caso, ¿qué necesito para que funcione
como yo quiero?»
Una advertencia a las personas que ya son frugales: usar algo hasta que
se
gaste no significa dejar que nos desgaste. Si tiene que estar lucha
ndo
constantemente con una lámpara para que funcione por más que haya t
ratado
de arreglarla, puede que no valga la energía vital necesaria para
hacerla funcionar E
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m po en el taller que fuera, y le
cuesta más horas de mantenimiento (o más dinero en reparaciones) que
de servicio, compre otro. Si le duelen las articulaciones de la rodi
lla porque las
zapatillas deportivas han perdido elasticidad, le cuesta menos comprar
otro par (en las rebajas) que pasar por el quirófano.
5. Hágalo usted mismo
¿Es capaz de regular el motor del coche? ¿Y hacer que el grifo
deje de
gotear? ¿Sabe hacer la declaración de la renta? ¿Y cambiarle la resiste
ncia al
tostador? ¿Sabe cambiar un neumático a la bicicleta? ¿Puede hacer un
pastel?
¿Y construir una estantería para los libros? ¿Y arreglar el techo? ¿Y li
mpiar la
chimenea? ¿Sabe hacerse un vestido? ¿Y cortarle el pelo a la familia? ¿
Por qué
no crear su propia asociación sin ánimo de lucro? Antiguamente, todas
estas
aptitudes básicas se aprendían con los padres mientras los hijos crecían
, pero
la revolución industrial envió a los padres a trabajar a las fábricas y a l
os hijos,
al prohibirles el trabajo y con la aparición de la enseñanza pública obli
gatoria,
a la escuela. Después, los abuelos fueron a parar a instituciones geriátri
cas y
así desaparecieron las personas que tradicionalmente enseñaban a los n
iños las
cosas de la vida mientras los padres trabajaban. Con el tiempo, h
ubo que
incorporar a la programación clases de economía doméstica y tall
eres para
completar la escasa formación que recibían los niños en su casa. En la d
écada
de los setenta, ya no estaba bien visto que las madres se quedaran en ca
sa con
sus hijos. No es de extrañar, entonces, que en la década de los noventa l
a única
manera que conozcamos de cuidar de nosotros mismos sea como
consumidores de bienes y servicios que nos brindan los demás. Si
quiere
invertir la situación, la próxima vez que esté a punto de llamar a un exp
erto
pregúntese: «¿Puedo hacerlo yo mismo? ¿Cuánto me llevaría aprend
er? ¿Es algo que me conviene saber hacer?»
Los conocimientos básicos para vivir y sobrevivir se adquieren en escue
las
para adultos, centros de extensión o divulgación, campamentos de vera
no y, en
último término aunque no el menos importante, en los libros. Cad
a avería
puede servir como oportunidad para aprender y crecer. Si hay algo que
no sabe
hacer, o que prefiere no hacer por sí mismo, siempre puede llamar a otr
o para
que lo haga y colaborar en la medida de lo posible. Cada porción de ene
rgía
que invierta para resolver estas dificultades no sólo le enseña algo que
debe
saber para la próxima vez, sino también a evitar errores y a pagar men
os. Una PIF
nos ha contado que un invierno se le estropeó la calefacción. Llamó a tr
es
empresas para que le presentaran un presupuesto y cada una le dijo co
n toda
certeza en qué consistía el problema. Por desgracia, las tres versio
nes eran
diferentes. De modo que se puso a descifrar libros, analizó el labe
rinto de
tuberías, llegó a una conclusión aproximada y eligió la empresa q
ue más se
acercaba a su análisis, con lo cual ahorró decenas de miles de pesetas e
n obras innecesarias
y posiblemente destructivas. Cuando fue el especialista, se quedó
a su lado viendo cómo trabajaba y así previno unos cuantos errores
costosos y
ahorró un tiempo (precioso) realizando algunas de las tareas más
sencillas.
Una familia típica en la cual los dos miembros trabajaran habría pagad
o diez veces más por el mismo trabajo y además se
habría sentido satisfecha de tener dos sueldos, «porque es
tan alto el coste de la vida moderna...»
6. Prevea sus necesidades
Ser previsor a la hora de comprar permite ahorrar mucho dinero. Si pr
evé
con la suficiente anticipación, seguro que los artículos que necesita esta
rán de
rebajas en algún momento, lo cual significa pagar de un 20 a un 50 %
menos
que el precio normal. Le conviene recibir los catálogos y folletos de reb
ajas de los grand E
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lte los anuncios de ofertas en
el periódico de los domingos; busque las rebajas estacionales de i
nvierno y verano, las
de vacaciones y las ventas por liquidación de existencias.
El mero hecho de fijarse en que el neumático izquierdo trasero del coch
e
está en malas condiciones antes de que haya que tirarlo le permite anti
cipar
una necesidad. Siendo consciente de ella, seguro que presta atenci
ón a la
sensacional venta de neumáticos que se va a publicar en la sección depo
rtiva
del periódico dominical dentro de tres semanas, y sabrá que el pr
ecio es excelente porque ya ha hecho algunas averiguaciones.
A corto plazo, comprar en la tienda más próxima resulta caro. Si prevé
sus
necesidades (que necesita algo para cenar, que se quedará sin leche en
mitad
de la semana, o que quiere grabar algo y no le quedan cintas vírgenes),
no tiene
que salir corriendo a comprar en la primera tienda que encuentre
, sino que
puede comprar lo que busca en el supermercado o cuando pase por la ti
enda
donde estén mejor de precio, con lo cual consigue un ahorro considerab
le. Si
se fija en el ejemplo del registro diario del segundo paso que apa
rece en la
página 109, verá la diferencia de precio entre las cintas compradas el vi
ernes en la tienda más próxima y las compradas el
sábado en un supermercado.
Al prever sus necesidades desaparece también uno de los mayores pelig
ros
para la frugalidad: las compras compulsivas. Si no ha previsto qu
e necesita
algo al salir de casa a las tres y cinco, es poco probable que lo necesite a
las tres
y diez cuando se encuentra frente al mostrador de los caprichos en la ti
enda de
la esquina. No queremos decir que no pueda comprar nada que n
o haya
apuntado antes en la lista de la compra (aunque esto no les vendría mal
a los
compradores compulsivos), sino que debe ser escrupulosamente sin
cero
cuando vaya a comprar. No es lo mismo decir «Me parece que voy a nec
esitar
uno de éstos», dejándose tentar por un trebejo para zurdos o un
jersey de
cachemir, que haber previsto que lo iba a necesitar y reconocer q
ue ése en
concreto está muy bien de precio. Recuerde el corolario de la ley de Par
kinson
(«El trabajo se prolonga hasta abarcar el tiempo que nos dan para acab
arlo»):
«Las necesidades crecen hasta abarcar todo lo que sienta el impul
so de comprar».
7. Valor comparativo, calidad, durabilidad y multiplicidad de usos
Compare antes de comprar. Existen muchas publicaciones que bri
ndan
evaluaciones y comparaciones excelentes sobre casi todo lo que se
puede
comprar y que, además, son entretenidas de leer. Decida cuáles so
n las
características que le parecen más importantes. No compre automática
mente
el producto más barato. Puede que la durabilidad sea fundamental en e
l caso de
algo que piense usar todos los días durante veinte años. Es evidente que
ahorra
si gasta menos en cada artículo que compra, pero también es cierto que
si paga
40 dólares (5 000 pesetas) por una herramienta que dura diez años, en l
ugar de comprar una de 30 dólares
(3 750 pesetas) que tendrá que cambiar después de
cinco años, a la larga está ahorrando 20 dólares (2 500 pesetas). Otro de
los
factores que conviene tener en cuenta es la multiplicidad de usos. Si co
mpra un
artículo que cuesta 10 dólares (1250 pesetas) que sirve para los mismos
usos
que cuatro artículos de 5 dólares (625 pesetas) cada uno, está aho
rrando 10
dólares (1250 pesetas). Un buen cazo de cocina puede (y quizá de
bería)
reemplazar a media docena de utensilios especiales para preparar
arroz, palomitas, paella, frituras y espaguetis. De modo que si
realmente espera usar
algo, comprarlo por su durabilidad y porque sirve para muchas cosas e
s una
buena forma de ahorrar. Pero si sólo piensa usarlo de vez en cuando, ta
l vez no
le convenga pagar más por un producto de alta calidad. Primero
tiene que saber ex E
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espués averiguar la gama de
Aparte de consultar las revistas para consumidores, se puede eval
uar la
calidad afinando el ojo y examinando cuidadosamente antes de compra
r. Si va
a comprar una prenda de vestir, fíjese en si tiene dobladillos anc
hos, si el
acabado es bueno, si la tela es duradera, si es lavable o si tendrá que ha
cerla
lavar en seco. Si compra un aparato eléctrico, mire si los tornillos
que lo
mantienen unido parecen resistentes y si está hecho de material f
uerte o
endeble. Observe si los muebles están clavados, grapados o atornillados
. Aquí
es donde hay que ser un materialista experto, porque tiene que conocer
muy
bien los materiales para calcular cuánto puede durar algo, del mi
smo modo
que un silvicultor conoce la antigüedad y la historia de un árbol caído.
Esto es
justo lo contrario del materialismo sin más. Es una forma de rendir ho
menaje a
las maravillas de la creación, como si estuviera en un bosque de
sequoias.
Todo, absolutamente todo lo que se compra viene de la tierra. Si sabe c
ómo se desgasta el
aluminio en comparación con el acero inoxidable está honrando la
tierra igual que si abogase por leyes más rigurosas para la protec
ción del medio ambiente.
8. Consígalo más barato
Hay muchas formas de buscar el mejor precio. He aquí
algunos ejemplos: 1.
Empresas de ventas por correo que hacen descuentos: cuando uno sabe
exactamente lo que quiere, incluida la marca y el modelo, se puede obvi
ar el
intermediario y hacer pedidos directamente por correo. Los descu
entos en carretes y equipo fotográfico, en ordenadores y toda la
parafernalia
informática, en cintas y en equipos estéreo y de vídeo son impresi
onantes;
encontrará anuncios en las revistas especializadas. Consiga los cat
álogos
correspondientes; no sólo los hay para material fotográfico, inform
ático, de
audio y de vídeo, sino también para herramientas, recambios para auto
móviles,
deportes y muchas cosas más. Aparte de ayudarnos a ahorrar, estos cat
álogos
son estupendos para darnos una lección sobre el consumo conscie
nte.
Pongamos como ejemplo esos enigmáticos trebejos para zurdos. ¿P
ara qué
sirven? ¿Por qué aparecen en la sección «varios»? ¿Ya estaban en el cat
álogo
del año pasado, o constituyen un adelanto tecnológico? Un solo trebejo,
¿me
evitará el dolor de cabeza de tener que cambiar cada año esos @#!$@!!
*%$ü!
trastos? Nosotros somos adictos a la lectura de catálogos y hemos de rec
onocer
que nuestra cultura general se ha enriquecido más con esta actividad q
ue con nuestros años de universidad.
2.
Cadenas de tiendas que venden a precios rebajados: por el mero hecho
de comprar un artículo en la mejor tienda de la ciudad, no será de mejo
r calidad
que el mismo artículo adquirido en una de esas cadenas de tiendas que
venden
a precios rebajados. Las tiendas con descuento y los grandes almacenes
venden
muchos productos de marca de gran calidad a precios reducidos, pero u
no tiene
que conocer los precios así que, aunque prefiera curiosear en algu
na tienda
cara porque sabe que allí sólo encontrará los mejores productos, no du
de en
comprar en las tiendas de rebajas. No obstante, tenga siempre presente
que, por
más que en la tienda de rebajas de la esquina tengan el estéreo
que quiere
comprar, eso no significa que le resulte más barato. Es posible que esta
tienda
tenga el precio más económico si el dueño le hace extensivos sus
escasos
gastos de fábrica, si tiene un exceso de existencias, si el producto se ha d
ejado
de fabricar o de importar, o si se vende con pérdida (es decir, cuando se
trata de
artículos con un precio inferior a su coste que sirven de cebo par
a hacerle
entrar y comprar en una tienda). Pero también puede ocurrir lo contra
rio, por
eso es importante saber los precios. ¿Cómo saber cuándo y dónde com
prar?
Para eso El
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n e a continuación.
3.
Compare precios por teléfono: ¿dónde compra y por qué? ¿Porque
compra allí desde siempre, porque es la tienda que le queda más cerca,
porque
allí compran sus amistades, porque la publicidad o su posición so
cial
determinan que es el mejor lugar para comprar? Nosotros compr
amos por
teléfono. Cuando sabemos lo que queremos, empezamos a llamar por te
léfono
para averiguar dónde ofrecen el mejor precio. Cuanto más sepa acerca
del producto y cuanta más información brinde acerca de la marca
o modelo que
quiere, mejor le irá en la búsqueda de gangas. Se sorprenderá de la var
iedad de
precios que le pedirán por el mismo artículo. Si prefiere comprar siemp
re en la
misma tienda o proveedor, busque el mejor precio por teléfono y
después
acuda a su tienda habitual para ver si ellos lo igualan. En 1984, despu
és de
muchas averiguaciones, decidimos que queríamos un Toyota Ter- c
el con
tracción en las cuatro ruedas. Entonces nos dedicamos a llamar a
todos los
concesionarios en un radio de 160 km y así ahorramos 4000 dólares (50
0000
pesetas, es decir un 33%) sobre el precio más alto comprando un model
o de
muestra (un modelo de lujo que lo incluía todo menos el aire acondicio
nado)
que ya había recorrido unos 6000 km. Siete años y 160000 km despué
s, no hemos tenido ningún problema.
4.
Regatear: se puede pedir un descuento por pagar en efectivo, o porque
adquiere un producto que no se encuentra en perfecto estado. Puede sol
icitar
una rebaja aunque oficialmente empiecen al día siguiente o hayan acab
ado el
día anterior, o pedir un descuento mayor sobre un precio ya rebajado, o
porque
compra varios artículos al mismo tiempo. Se pueden pedir descue
ntos en
cualquier momento y lugar. El que no arriesga no gana. El regate
o es una
tradición muy antigua. En general, el precio de catálogo de cualquier a
rtículo
está bastante inflado. Cuando le digan «Éste es el precio de catál
ogo...»,
pregunte siempre: «De acuerdo, ¿y cuál es el suyo?» Según Jim Dacycz
yn, así
se puede ahorrar hasta un 24 % del precio marcado en el coche,
aunque la
misma estrategia no sólo es válida para vehículos, viviendas y otras co
mpras
importantes. No tiene nada que perder por pedir un descuento en
cualquier
tienda, desde la ferretería donde compra habitualmente hasta una
tienda de
ropa. Hace poco nos ocurrió algo muy interesante cuando salimos a co
mprar
unas zapatillas deportivas. Había un par que no tenía el precio marcad
o en un
estante especial que ponía, como precio de catálogo, 60 dólares (7
500
pesetas). Eran de nuestra medida. Le preguntamos el precio a un vende
dor y
nos respondió: «24,99 dólares (3125 pesetas)». «¿Aceptaría 19,99 d
olares
(2499 pesetas)?», dijimos. Echó una mirada a lo que le quedaba y
dijo:
«Dieciocho dólares (2250 pesetas).» Podríamos haberle sugerido que, se
gún
las normas del regateo, su contraoferta debería haber sido más al
ta que la
nuestra y no más baja, pero tuvimos la astucia de cerrar la boca, abrir l
a cartera y aprovechar una auténtica ganga. Un periodista de
The Wall Street Journal
que investigaba para un artículo acerca del incremento del regateo debi
do a la
recesión de los años 1990 y 1991, hizo la prueba de regatear en su barri
o, en la
ciudad de Nueva York. Tanto en las ferreterías como en las tiend
as de
antigüedades o en los grandes almacenes, la mayoría de los comerciante
s se
mostró dispuesta a rebajar cantidades considerables del precio de
venta. En consecuencia, regatee. No tiene nada que perder.
9. Compre productos usados
Reconsidere su actitud con respecto a comprar productos de segu
nda mano. Si
es adicto a comprar artículos usados, pregúntese si realmente ahorra
o si acaba comprando cosas que no necesita sólo porque «están tan bi
en de
precio». Pero si ni por asomo se le ocurre echar un vistazo en una tiend
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estas tiendas se han puesto de
moda. Así lo afirman hasta en
Newsweek donde, en un artículo titulado «I Can
Get It for You Resale» («Se lo puedo conseguir de segunda mano
»), se afirmaba que «Comprar objetos usados es chic,
aparte de ser barato... Este
cambio refleja el nuevo espíritu de la época... Se da más importa
ncia a la
calidad y al valor que a comprar enseguida, sin pensar». En las t
iendas de
segunda mano se encuentra de todo, desde ropa y utensilios de cocina h
asta
muebles y cortinas, y se sorprenderá de la excelente calidad de m
uchos
artículos. En realidad, muchos adictos a la compra compulsiva justifica
n sus
excesos regalando cosas nuevas a las tiendas de segunda mano. Si le par
ece
que no podría comprar en tiendas de segunda mano, piense en las tiend
as que
venden mercaderías consignadas, donde los precios son más elevados p
ero la
calidad también es superior. Según nuestra experiencia, las tiendas de s
egunda
mano van mejor para comprar ropa; en cambio, las ventas de particula
res son
más baratas (y más de fiar) para aparatos, muebles y utensilios d
e uso
doméstico. Si se llega a primera hora (incluso antes de que los ve
ndedores
hayan tenido tiempo de desayunar) a menudo se encuentran cosas
excepcionales. En cambio, cuanto más tarde vaya, más interés ten
drán por
librarse de lo que les queda por poco dinero. Los mercadillos o rastrillo
s son
mercados callejeros donde todo tipo de vendedores expone todo ti
po de
mercancías; allí encontrará desde astutos vendedores ambulantes y
coleccionistas
de todo lo que se le ocurra hasta familias que pretenden vender
lo que les sobra antes de trasladarse. Igual que para comprar en las tie
ndas que
venden con descuento, hay que conocer bien los precios porque siempre
habrá
algún listillo en el circuito de los mercadillos que le venda herramientas
, ropa
importada, cristales y otros artículos a un precio superior al que
pagaría en cualquier tienda.
10. Siga los nueve pasos del programa
Miles de personas han seguido con éxito los pasos del programa
y han
comprobado que de este modo transforman su experiencia del din
ero y del
mundo material. Todos los pasos son importantes y se combinan para s
ervirle
de estímulo. Si ve que empieza a fla- quear, fíjese en si se ha saltado alg
ún
paso (pensando, quizá, que no se aplica en su caso) y, si así fuera, vuelv
a atrás
y hágalo. Le garantizamos que recuperará el ritmo y la claridad. No ha
ce falta
estar convencido de que todos los pasos le van a dar buenos resultados;
basta
con aplicarlos de forma mecánica. Lo importante es hacerlos. De este m
odo, seguro que ahorra algo más que dinero.
CIENTO UNA MANERAS SEGURAS DE AHORRAR
DINERO
Le presentamos a continuación otras estrategias de ahorro más concret
as.
Insistimos en que tal vez no todas
vayan bien en su caso, pero le conviene ser
flexible y probar todas las que pueda. No tiene nada que perder,
aparte del saldo mensual de la factura de su tarjeta de crédito.
Una regla fundamental para ahorrar consiste en reducir lo que paga po
r el
privilegio de usar dinero prestado. Después de todo, ya ha cumplido co
n su
horario de trabajo para obtener el privilegio de meterse ese diner
o en el
bolsillo. ¿Por qué volver a pagar por lo mismo y seguir arrastrando el g
rillete de la deuda mientras avanza con dificultades
por el camino de la vida?
1. Salde la deuda de sus tarjetas de crédito
Las empresas que ofrecen tarjetas de crédito cobran entre un 16 y un 2
0% de interés El sueño americano... con pocos recursos 214
sobre el saldo aplazado. En 1989, el tipo de interés medio sobre las tarje
tas de crédito fue
del 18,66%; esto significa que por cada 100 dólares (12 500 pesetas) de
deuda se pagan
18,66 dólares (2 333 pesetas) de intereses al año, lo cual implica que una
persona que paga un 28% de impuestos necesita unos beneficios
antes de impuestos de 25,92 dólares
(3 240 pesetas) para pagar por el privilegio de gastar esos 100 dólares (
12 500 pesetas).
Es evidente que las tarjetas de crédito son muy cómodas pero no
son ninguna ganga.
Cuando empiece a ahorrar, le conviene cancelar en primer términ
o las deudas más elevadas.
2. Cancele todas las tarjetas de crédito menos una, para casos de
emergencia, y no pague más cuotas anuales innecesarias.
Salvo raras excepciones, cada tarjeta de crédito que tiene le cuest
a al año entre 20
dólares (2 500 pesetas) y 300 dólares (37 500 pesetas; un precio e
xorbitante) por el
privilegio de usarla, aunque cada mes pague la liquidación.
3. Pague todas las compras en efectivo, incluso las más grandes, como e
l coche.
Si sigue una regla tan sencilla como ésta, pronto no habrá más d
eu das en su vida.
Además, para hacer algunas compras tendrá que esperar a ahorrar el
dinero suficiente... y
puede ocurrir que entonces ya no le interese lo que antes
le parecía imprescindible.
4. Cancele la hipoteca lo antes posible.
Si prolonga los pagos durante los 30 años de rigor, puede llegar a pagar
por su casa
hasta tres veces el precio de adquisición, es decir, que si adquiere
una vivienda por
100000 dólares (12 500000 pesetas) con una hipoteca a 30 años al 9,5%,
en el momento
de efectuar el último pago habrá desembolsado más de 300000 dó
lares (37 500000
pesetas). Puede que cancelar la hipoteca antes de tiempo sea más
sencillo de lo que
parece. Según un artículo periodístico, un incremento de apenas u
n 5% en los pagos podría reducir en casi 7 años
la cancelación de una hipoteca a 30 años, y si paga un 10%
más, se reduciría a poco más de 19 años.
5. Si la cuenta bancaria no le cobra por los cheques
o le ofrece el servicio
de forma gratuita a cambio de mantener un saldo mínimo, no ba
je de ese mínimo.
Para ello hace falta la disciplina de llevar un registro actualizado de los
cheques, pero
resulta muy sencillo evitar estos gastos innecesarios. Y llevar un registr
o actualizado de los cheques no es una mala costumbre, de todos
modos.
6. No devuelva los cheques.
(Véase el número 5.) Además, los cheques devueltos hacen perder
energía vital a
muchas otras personas que tienen que dedicar parte de su precios
o tiempo de vida
tratando de cobrarle. No hay mejor manera de demostrarle al mundo q
ue uno no es una persona con integridad que devolviendo un cheque.
Los gastos de transporte
7. Decida si realmente necesita o no un coche más (o dos). A lo
mejor
prefiere eliminarlo y reducir los gastos de gasolina, aceite, manten
imiento, taller mecánico, aparcamiento, seguro, matrícula y multas.
Lu Bauery Steve Brandan habían heredado un coche de la típica anciana
que sólo lo usaba para ir a la iglesia los domingos. Tenía el
chasis en perfectas condiciones (algo increíble en una zona donde las
carreteras se cubren de sal casi la mitad del año) y el motor funcionaba
muy bien. No lo necesitaban, pero ya que lo tenían decidieron
conservarlo por si les hacía falta. Al cabo de un año de controlar los
gastos que les ocasionaba, se dieron cuenta de que tener semejante
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es en el granero les estaba
costando un montón de dinero en permisos y seguros; en cambio, si lo
vendían en ese momento, cuando tuvieran que sustituir el coche que
tenían habrían ahorrado mucho dinero. Además de que otra persona
de su comunidad rural tendría el placer de conducir el excelente coche
de la abuela.
Steve West se encontraba en una posición semejante. Como
decorador de interiores, calculaba que sus dos vehículos extras (un
viejo camión todo terreno y otro coche viejo y destartalado) le
resultaban útiles para transportar herramientas y material para sus
obras. Puesto que no tenían mucho valor en el mercado, supuso que le
convenía conservarlos. Pero se equivocaba. Al hacer la tabla mensual,
se dio cuenta de todo lo que le costaba la comodidad de poseer (y
mantener) estos vehículos adicionales. En vez de pagar por la
transmisión, el seguro, la licencia y los litros de gasolina que
consumían hasta en los viajes más cortos, Steve llegó a la conclusión
de que por menos dinero podría alquilar un camión si llegaba a
necesitarlo. Entonces vendió los dos y todavía no ha tenido que
alquilar otro vehículo.
8. En la medida de lo posible, trasládese a pie para hacer gestiones.
¿Qué distancia es demasiado lejos para recorrerla a pie? Recorrer
pequeñas distancias en coche, cuando el motor está frío, es una de las
principales causas de desgaste y mayor consumo de gasolina. Analice
los motivos que le impulsan a usar el coche para recorrer distanc
ias
inferiores a los 1500 metros. ¿Comodidad, velocidad, seguridad? Fíjese
también en lo que le cuesta en términos de dinero y ejercicio. Pruebe a
andar.
9. Utilice el transporte público.
Por lo general, resulta muy rentable, sobre todo cuando hay prob
lemas de aparcamiento. No olvide que el coste de ir en coche al centro
de la ciudad no es sólo lo que le cuesta el aparcamiento, sino qu
e también tiene que incluir la gasolina y el desgaste del vehículo.
FIGURA 6-1 Ejemplo de registro del automóvil
Fecha Cuentakilómetros
Galones (3,8 1) Coste Mil as/galón
Otros
26/7
48317
12,8 $14,00 26,4
4/8
48634
13,2 $14,35 24
aceite a 3/4
6/8
48750
1 1 de aceite Mobil 10/30
6/8
48750
Rotación de neumáticos - el posterior izquierdo
se está quedando liso
10. Lleve un registro del vehículo.
Llevar un registro detallado del automóvil es una costumbre excelente
que,
además, le sirve como un valioso instrumento de diagnóstico porq
ue allí se
apunta todo lo que le ha hecho al coche, junto con la fecha y la correspo
ndiente
lectura del cuentakilómetros. No olvide apuntar la cantidad de gas
olina que
pone cada vez que llena el depósito, la cantidad de kilómetros recorrido
s por
cada litro, la cantidad de aceite, la sustitución o rotación de los neumáti
cos, las
puestas a punto, las reparaciones y los recambios. (Encontrará un ejem
plo en la figura 6-
1.) Todas las personas encargadas de un parque de vehículos utilizan
este tipo de registros que les permiten gastar menos en arreglos. No sólo
tendrá
contento al mecánico que así sabrá qué le han hecho al coche con anteri
oridad, sin E
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fo rmación sobre el estado del
vehículo. Por ejemplo, si aumenta el consumo de gasolina sabrá que le
hace
falta una puesta a punto. Se pueden sustituir algunos recambios a
intervalos
regulares, antes de que se estropeen, se rompan o empiecen a funcionar
mal; y lo mismo podemos decir de las bujías, el condensador y los
filtros de aire y de
gasolina, las válvulas de PVC, el aceite y el filtro del aceite. Por último,
todos
los dueños de coches que tienen más de 160000 kilómetros coinciden en
un
sencillo procedimiento de mantenimiento: el cambio frecuente de a
ceite.
Robert Sikorsky, el autor de Drive It Forever (Condúcelo para siempre),
dice que cambiar el aceite a menudo es lo mejor que se puede h
acer para
prolongar la vida de cualquier vehículo; como mínimo, se han de respet
ar las
recomendaciones del fabricante, aunque Sikorsky incluso aconseja
que se reduzca el plazo en un 10% en verano y en un 20% en invierno.
11. Adquiera algunas nociones básicas de mantenimiento del vehículo.
Seguro que es consciente de las dos hipótesis tácitas acerca del
mantenimiento de los coches. Una sostiene que
los hombres saben, natural e intuitivamente, cómo se arregla un coche-,
según la otra, las mujeres no saben ni pueden arreglar su coche solas.
Estas dos hipótesis fomentan la
ignorancia. Si le parece que ya sabe algo, ya no le queda sitio par
a aprender
más. Muchos hombres se siguen enfrentando a problemas mecánic
os
insondables para ellos, a unas herramientas que no saben utilizar
(y que
probablemente les han costado una barbaridad) y a una compañera im
paciente ante la cual son incapaces
de reconocer su ignorancia. Asimismo, si piensa que
no sabe nada y además no puede aprender, ya no queda espacio para av
eriguar
la respuesta. Muchas veces, cuando una mujer se encuentra con u
na rueda
pinchada se queda esperando a que aparezcan la grúa o un buen
samaritano,
cuando en realidad todo lo que se necesita para hacer el trabajo se encu
entra dentro del maletero. De modo que lo mejor es
buscar a alguien que le enseñe y
aprender. Esta persona puede ser ese cuñado suyo que se encarga
del
mantenimiento de su propio coche y puede enseñarle a cambiar el
aceite, a
poner a punto el motor y a cambiar un neumático. O a lo mejor
prefiere
apuntarse a una clase para adultos sobre el mantenimiento del ve
hículo para
aprender a desempeñar algunas tareas fáciles y seguras, con la supervis
ión de
un profesional y en un taller, donde los errores se detectan y se c
orrigen enseguida.
A continuación le presentamos algunos cálculos bastante impresion
antes
para que se los plantee como incipiente mecánico de su propio co
che: si un
cambio de silenciador le cuesta 65 dólares (8125 pesetas) en el taller me
cánico,
puede ganar 32,64 dólares (4080 pesetas) por hora si lo cambia usted m
ismo.
¿Cómo? Si el silenciador y lo que lo sujeta cuestan 18 dólares (2250 pes
etas) en una tienda barata de recambios
para automóviles y hacer el trabajo le lleva dos
horas, sale ganando 47 dólares (5875 pesetas), o los 23,50 dólares
(2938
pesetas) por hora que le cobraría el taller por hacer el trabajo. P
ero si se
encuentra dentro de la categoría impositiva del 28%, tendría que ganar
65,29
dólares (8161 pesetas) para pagar el 28% del impuesto y que le
queden 47
dólares (5 875 pesetas) después de impuestos para pagar la coloca
ción del
silenciador. Con lo cual pierde 18,28 dólares (2285 pesetas) más,
incrementando así lo que gana por hora en 9,14 dólares (1143 pes
etas).
Sumándolo todo, ganaría 32,64 dólares (4080 pesetas) por hora si camb
iara el
silenciador, lo cual significa una cantidad de dinero considerable por al
go que
algunos consideraríamos una experiencia agradable, instructiva y pote
nciadora.
(Dicho sea de paso, ¡con estos sueldos ganaría 67891 dólares, es decir 84
86 365
pesetas, al año!)
12. Busque algún mecánico de confianza, y que cobre precios razonabl
es, antes de necesitarlo.
En ocasiones son los propios talleres mecánicos los que ofrecen clases so
bre
el mantenimiento del automóvil para que los clientes conozcan su propi
o coche; de e El s
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ánico de confianza. Del mismo
modo que le conviene contar con un buen médico antes de sufrir
algún
problema de salud, es importante elegir el mecánico antes de que se pro
duzca
alguna avería. Pregunte a sus amigos quién les arregla el coche. Al eval
uar diversos candidatos para ocupar el importante puesto de ser
su mecánico, he aquí
una serie de preguntas que le conviene plantearse: si el taller está limpi
o; si le
inspira confianza; cuánto cobra por hora; si está acreditado; si ga
rantiza el trabajo. Seguramente, la mayoría de los mecánicos
son honrados, pero también
hay algunos que recomiendan trabajos caros e innecesarios que no le ar
reglan ni
le mejoran el coche. Si vence su propia ignorancia, aprende a rea
lizar el
mantenimiento básico y elige un mecánico de confianza, podrá ah
orrar un montón de dinero.
13. Adquiera los recambios para el automóvil después de compara
r precios por teléfono. Si hace falta, haga que el mecánico se los instale.
Los recambios oficiales de fábrica para el automóvil pueden llegar a co
star
mucho más que los del mercado secundario, y los dos son igualmente fi
ables. A
menudo se consiguen recambios reconstruidos en lugar de original
es, que se
venden con la garantía de que duran lo mismo que los nuevos. Además,
hinchar el precio de los recambios es uno de los
recursos que emplean las estaciones de
servicio para ganar un pequeño extra en cada trabajo. De modo que le
conviene
llamar por teléfono a las tiendas que venden recambios para automóvil
es; para
ello tiene que saber la marca, el modelo y el año de fabricación del coch
e, el
nombre del recambio y, si es posible, el número de referencia. No
olvide
regatear; averigüe si está rebajado o si le ofrecen algún descuento. Si no
sabe instalarlo, pregunte a su mecánico si está
dispuesto a instalarlo cobrándole sólo las horas de trabajo. Algunos le
dirán que sí, otros que no.
14. Realice un mantenimiento regular (o lleve el coche al taller) p
ara reducir la probabilidad de sufrir averías.
Las puestas a punto y los cambios de aceite frecuentes alargan la vida d
el
coche. De este modo, no sólo podrá sustituir los recambios antes
de que se
estropeen, sino que tendrá ocasión de observar el estado de todo el mot
or y del
chasis. Compruebe el estado de las correas de transmisión, si los tubos f
lexibles
se han debilitado, si se observa alguna fuga, si se está oxidando el silenc
iador,
si los neumáticos se gastan de forma desigual... Los coches (como
cualquier
máquina) responden bien a este tipo de atenciones, igual que las person
as.
15. Comparta el coche con otros para ir a trabajar.
En algunas ciudades hay programas que facilitan que las personas que
van a
trabajar desde la misma zona compartan un vehículo. Ponga un anunci
o en el
tablero de anuncios del trabajo o en la tienda de alimentación que qued
a cerca
de su casa. Pregunte a los vecinos. Un coche con cinco personas se cond
uce
igual que cuando uno va solo, pero cuesta una quinta parte por persona
. En ciertas ciudades donde hay mucho tráfico, se reservan algunos
carriles para
vehículos con varios pasajeros, que entonces tienen prioridad sobr
e los que
llevan uno solo. (Además, uno tiene la satisfacción de contaminar
menos, al mismo tiempo que gasta menos.)
16. Trabaje en casa, conectándose al despacho a través del ordenador,
el módem, el fax, el teléfono y la nómina.
De una manera formal o informal, muchas empresas están estable
ciendo
este tipo de trabajo para los padres que prefieren permanecer en casa c
on sus
hijos, las personas que quieren conservar su empleo aunque su cónyuge
haya
sido trasladado a otra ciudad, y las que prefieren organizar el trabajo e
n función de su vida y no viceversa. Por ejemplo, en el condado de Los
Ángeles hay 700
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con una mejora notable de la
productividad. De este modo, no sólo ahorra dinero (y tiempo) eri trasl
ados,
tintorería y comer fuera de casa, sino que la empresa adquiere u
n
margen competitivo con sus empleados conectados con el despacho
.
Pregunte en el trabajo. A lo mejor hasta se hacen cargo de comprarle el
equipo necesario.
17. Elija la vivienda y el trabajo de modo que pueda trasladarse a pie e
ntre uno y otro.
Muchas personas son conscientes de lo nocivo que resulta el auto
móvil para el medio ambiente y procuran vivir cerca de su lugar de
trabajo a fin de desplazarse a pie.
Así no tendrá que desplazarse por lo menos un día por semana.
Además, no tendrá que utilizar el vehículo en horas punta.
19. Utilice la bicicleta cuando y donde pueda.
¿Qué distancia es demasiado lejos para recorrerla en bicicleta?
Nosotros vivimos en Seattle, una ciudad con muchos desniveles y
donde llueve mucho, pero también nacimos con un cuerpo de ent
usiastas ciclistas en permanente expansión que, con chubasqueros
y diez velocidades, se enfrentan a cualquier tipo de terreno en cualquier
tipo de clima. Hay un movimiento de repercusión nacional que pretend
e
convertir las antiguas servidumbres de vía en carriles para bicicletas. S
i
en el lugar donde vive no hay afición por las bicicletas, tal vez pueda se
r un precursor. Corno combustible basta con un buen desayuno.
20. Si piensa comprar un coche nuevo, averigüe a cuánto asciende
el
seguro, ya que algunas marcas y modelos pagan más que otros a
unque no brinden mejor servicio.
Se sorprenderá cuando se entere de lo que las compañías de seguros
consideran un automóvil deportivo, por el cual cobran una prima más
elevada.
21. Haga arreglar y conserve el coche viejo en lugar de comprar
uno nuevo. Así también paga menos de seguro.
En los años cincuenta y sesenta, tal vez tuviera sentido cambiar e
l coche
cada tres años o cada 80000 kilómetros, pero ahora no ocurre lo mismo.
Los
fabricantes se pueden permitir unas garantías de siete años, porque sab
en que
sus vehículos con encendido electrónico y motores de inyección ten
drán un
rendimiento excelente por lo menos durante ese tiempo. Cuanto más an
tiguo sea el coche, menos pagará de seguro.
22. Organice lo que tiene que hacer para conducir menos.
Un viaje al centro comercial para comprar diez artículos consume
mucha
menos gasolina que diez viajes para un artículo cada uno. La lista de la
compra
reduce el coste del transporte. Si elige un solo día para hacer las gestion
es, se
podrá organizar y plantear mejor las necesidades de toda la sema
na. Al
organizarse conserva también otra parte fundamental de su energí
a vital: su tiempo.
Los gastos médicos
Los gastos médicos se han disparado de tal modo que mantenerse sano
es tan recom E
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el 9
o rganismo. Mantenerse bien,
en lugar de esperar a enfermar para aplicar un tratamiento, puede ser
un buen
sistema para reducir gastos. El cuidado de la salud comienza en el hoga
r y hay
muchas cosas que se pueden hacer para no enfermar, en primer t
érmino. A continuación, le damos algunos consejos prácticos.
23. Plantéese la posibilidad de un seguro médico importante, con
deducibles de 1000 dólares (125 000 pesetas) como mínimo.
Norman Cousins afirmaba que el 85% de todas las enfermedades tiend
e a
resolverse sin intervención. El cuerpo, si le damos descanso y una
buena
alimentación, se cura solo de la mayor parte de las enfermedades.
La
naturaleza, el tiempo y la paciencia son los tres grandes médicos.
Aunque
necesite acudir a un especialista y pagar esos gastos de su bolsillo porqu
e no
superan el deducible, el coste global sigue siendo inferior al que resulta
ría si
estuviera pagando primas más elevadas por una cobertura contra todo
riesgo.
Como los consumidores se resisten a pagar el elevado precio de l
os seguros
médicos, cada vez más compañías ofrecen este tipo de pólizas. Hay disti
ntos tipos de compañías aseguradoras;
averigüe a cuál pertenece la suya.
24. Compare los precios de los medicamentos, los análisis de sangre, las
radiografías y demás procedimientos.
Todos estos precios varían. A menudo nos dejamos guiar tanto po
r las
instituciones médicas que hacemos lo que nos dicen sin cuestionar
jamás el
precio. Algunas clínicas y laboratorios, como reclamo publicitario,
ofrecen análisis de sangre a precios reducidos para captar nuevos
clientes.
25. Muchos médicos visitan a sus pacientes en distintos hospitales.
Se sorprenderá cuando sepa cuánto varían de un hospital a otro los gas
tos de
internación y de uso de la sala de operaciones. Uno de los inconveniente
s de
que los pagos los efectúe la compañía de seguros es que los propi
os consumidores no pueden exigir de los hospitales unos precios más
asequibles.
26. Siga una dieta equilibrada.
El mantenimiento preventivo, en el terreno físico, implica escuchar y cu
idar
del propio cuerpo. Preste atención a lo que come y asegúrese de ingerir
todos
los nutrientes que necesita. Lo esencial es comprobar qué beneficia a
su cuerpo, en vez de seguir estrictamente las últimas
teorías nutricionales.
27. Haga ejercicio.
Necesita tres tipos de ejercicio: aeróbico, de fortalecimiento y de
estiramiento. El yoga, correr, el ciclismo, la natación y andar rápi
do le proporcionan uno o más de estos tipos
de ejercicios. En el mercado encontrará
numerosos libros que podrán ayudarle, pero antes queremos hacer
una
advertencia: para mantenerse sano no hace falta hacerse socio de un gi
mnasio ni
comprar equipos costosos; a lo mejor acaba con un excelente estado físi
co y una
pésima situación económica. Además, ¿no es más agradable cortar
la propia
leña y hacer la compra andando que pedalear en la bicicleta estát
ica para no
llegar a ningún sitio? Un libro que ha aparecido hace poco titula
do Fitness
Without Exercise (Estar en forma sin hacer deporte) da muchos ejemplos
más sobre el valor de la actividad cotidiana como ejercicio. Un P
IF nos ha
comentado que ha vendido su antiguo cortacésped automático y h
a vuelto al
sistema manual, reduciendo de este modo la cuota elevada que pagaba
en el
gimnasio y mejorando su salud al mismo tiempo. Según otro amigo nue
stro,
pasar el aspirador es un buen
ejercicio aeróbico, si se hace con mucha energía
y trabajando bien con los pies. ¿Quién precisa un equipo de submarini
smo cu E
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er ba y limpiar las ventanas? Si se
le ha obstruido el lavabo, no lo considere una tragedia sino una oportun
idad de
ejercitar los músculos pectorales. Recoger los juguetes de los niños es ju
sto el
tipo de ejercicio de flexión y estiramiento que necesita como precalenta
miento
antes de ponerse a correr vigorosamente de una habitación a otra para
impedir
que el pequeño haga algún desastre con sus cosas. Si gasta energí
a vital
(dinero) en el gimnasio, tal vez sea un indicio de que tiene que g
astar más
energía vital natura] (tiempo) en sus tareas activas. Limpiar la casa uno
mismo,
en lugar de contratar personal de limpieza, quema las grasas y no sólo l
as de sus gastos.
28. Mantenga una actitud adecuada.
El aspecto físico no lo es todo; el componente emocional y el psicológico
de la
buena salud tienen, como mínimo, la misma importancia, y posiblemen
te más.
¿Cómo alimenta su mente? Sabemos que las actitudes, las convicci
ones, los
pensamientos y los sentimientos enfermizos crean tensiones que desemp
eñan una
función fundamenta] en el origen de las enfermedades. Pregúntese qué
gana cuando se pone enfermo. ¿Qué está tratando de decirle el cuerpo c
uando enferma? Un
médico amigo nos ha dicho hace poco que el 75% de sus pacientes no
quería
sentirse bien, mientras que otro médico afirma que esta cifra es demasi
ado baja.
¿Está dispuesto a sentirse bien? Estar bien se refiere a la persona
en su totalidad y a ese malestar en su vida que se manifiesta en
forma de malestar físico.
29. Reduzca el estrés.
La vida no es demasiado estresante aunque puede que uno se sienta de
masiado
estresado por la vida. Tenemos la suerte de vivir en un país donde abun
dan las
instrucciones sobre la forma de manejar el estrés para no agotarnos físi
camente.
La mayoría de las técnicas para reducir el estrés nos enseña a no dar u
na respuesta automática a los estímulos y a reinterpretar una situación
estresante como «una
oportunidad para crecer», «una aventura interesante», o sencillamente
como «un problema que no me concierne».
Contar hasta diez es otra táctica del mismo tipo que, por lo general, no
s permite
superar un ataque de ira sin que nos haga daño. Fíjese en cómo
su cuerpo
experimenta el miedo, la angustia, el terror, la aprensión y el ner
viosismo, y así sabrá cómo funciona la relación cuerpo-
mente. Por lo tanto, reducir el estrés podría
suponer la habilidad de tomarse las cosas con más calma, o también re
plantearse las
situaciones de su vida para que no desencadenen semejantes torre
ntes de sentimientos.
30. Deje de fumar.
Los no fumadores no sólo tienen menos problemas de salud, sino que p
or este
motivo las compañías de seguros les cobran menos. Además, una
persona que
empieza a trabajar a los veinte años fumando una cajetilla diaria podrí
a jubilarse
antes con lo que gasta en tabaco. Aquí tiene un ejemplo tomado de un p
eriódico canadiense:
Higgins empezó a fumar a los 15 años y cada paquete le costaba
unos 50
centavos (alrededor de 50 pesetas). Ahora tiene 28 años y fuma una caj
etilla y
media diaria, a razón de 1,85 dólar canadiense (unas 175 pesetas) cada
una. De
momento, lleva gastados unos 6800 dólares canadienses (casi 650000 pe
setas)...
[Suponiendo que el precio del tabaco siga subiendo en la misma
proporción,
cuando tenga 70 años cada paquete le costaría 75 dólares canadie
nses (7 125
pesetas).] Si sigue fumando, habrá gastado 186708 dólares (casi 180000
00 de
pesetas). Pero si deja de fumar a los 30 años y coloca el dinero en algo q
ue le
brinde exención fiscal, al 9%, obtendrá 1851 313 de dólares canadiense
s (más de 175 000000 de pesetas).
El sueño americano... con pocos recursos 221
Evidentemente, se pueden hacer cuentas de este tipo en relación con cu
alquier
hábito innecesario, desde el consumo de alcohol hasta la adicción
al chocolate.
Pongamos como ejemplo el caso del tabaco: tras comprobar que, en las
colas de
gente que vive de la caridad, el 60% de sus componentes fuma, u
n hombre se
ufanaba: «Por lo que vale una cajetilla de tabaco al día yo podría come
r muy bien, al menos desde el punto de vista
de la nutrición. Todo se reduce a saber elegir bien.»
A lo cual su amigo le desafió a que se lo demostrara. Y así lo hiz
o: decidió que
durante un mes comería por un presupuesto diario de 1,45 dólar (181 p
esetas), lo
que costaba un paquete de tabaco en esa época. Al final del mes se enco
ntraba en
perfecto estado de salud y disponía de 9,73 dólares (1216 pesetas) en efe
ctivo, y
además le habían sobrado patatas, pasta, margarina, huevos y pan, ent
re otras cosas.
31. Descanse bien.
¿Ha calculado las horas de sueño perdidas al sumar lo que gana realme
nte
por hora? Las personas que tienen mucho trabajo podrían estar
privándose
diariamente de hasta tres horas del descanso que necesitan. Según un a
rtículo publicado por el Reader's Di- gest,
cuando no había luz eléctrica por la noche se
dormían nueve horas y media; en la actualidad, si uno duerme más de s
eis horas
y media, los demás piensan que carece de entusiasmo o ambición. La fa
lta de
sueño produce pérdida de memoria a corto plazo y disminuye la capaci
dad para
tomar decisiones y concentrarse. Uno de cada diez accidentes de tráfic
o está
relacionado con el sueño, y hasta un 20 % de los conductores se queda
dormido
mientras conduce. Dormir menos de lo necesario no es bueno para la sa
lud, y
un buen descanso no se compra con dinero. Cada uno es libre de elegir
por sí mismo.
32. Si pesa más de lo que los médicos consideran adecuado para su tipo
físico, reduzca peso.
Esto le permite ahorrar en alimentación, tanto por los productos c
ostosos
que consume como por los tratamientos, también costosos, para reducir
peso.
Si bien es posible que no haya ninguna relación directa entre lo que gan
a y el
tamaño de su cintura, tal vez le convenga introducir una columna en la
tabla mensual que ponga
cosas que como que el cuerpo no necesita. En general, los
médicos coinciden en que si uno supera considerablemente
su peso ideal, tiene más probabilidades de caer enfermo.
La vivienda suele ser uno de los elementos más caros de la tabla mensu
al.
Por regla general, el 25% de lo que uno ganaba servía para pagar el alq
uiler,
pero ahora la cifra se aproxima más al 33%. Hay muchas quejas acerca
de las
obligaciones que implica una hipoteca: estar atado a un trabajo para p
agar la vivienda. La mentalidad del
cuanto más, mejor nos tiene esclavizados en lo
que respecta a comprar viviendas cada vez más grandes. He aquí
algunas maneras de replantearse los costes de la vivienda.
33. Si tiene una casa para las vacaciones, alquílela cuando no la utilice.
En los diez años que llevamos viajando para presentar nuestros semina
rios y
trabajar en proyectos de servicio, ha habido numerosas ocasiones
en las que
necesitábamos una casa durante varios meses y así nos enteramos
de que en
Estados Unidos cada unidad familiar dispone de entre 1,1 y 1,6 (los cálc
ulos
varían) viviendas. Esto incluye la segunda vivienda, las que están aban
donadas,
las de verano, las que están en venta pero no se venden, las que están i
mplicadas
en problemas de divorcios y herencias, etcétera. Son casas hermosas qu
e están vacías. Algunas veces hemos localizado a los propietarios
de las viviendas que
nos interesaban a través del asesor fiscal o de los vecinos, y ento
nces les
preguntábamos si les interesaba alquilárnoslas por unos meses. Ofrecía
mos una fue El
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rte de referencias de otros caseros
anteriores. Invariablemente, los propietarios quedaban satisfechos
porque recibían unos ingresos extras, la
vivienda estaba protegida de los ladrones, y se
la entregábamos en condiciones inmejorables cuando nos íbamos. I
ncluso
algunos nos invitaban a volver al año siguiente, y hasta nos reducían el
precio del alquiler.
34. Alquile viviendas que no estén en alquiler.
Esta estrategia sirve también para los alquileres por períodos prolonga
dos.
Recorra la zona donde le apetecería vivir en busca de signos evidentes
de que
las casas están deshabitadas, como la hierba sin cortar, las persianas ba
jadas o la falta de cortinas, los setos crecidos o el correo todavía
en el buzón. Póngase en contacto con el dueño a través del registro de la
propiedad, o haciendo indaga-
ciones. Con bastante frecuencia, detrás de una casa vacía hay una muer
te, un
divorcio o dificultades con los anteriores inquilinos. Su disposición a cui
darla
bien (que se manifiesta en un depósito generoso) suele ser un aliv
io para el propietario.
35. Pruebe a trabajar como cuidador.
Jason y Nedra Weston, a quienes hemos conocido en el capítulo 2, re-
corrieron el camino hacia la IF como unos cuidadores de casas
fabulosos. Para poner una flecha hacia abajo todos los meses en la
categoría correspondiente al alquiler, se pusieron a buscar otra
solución. Al poco tiempo vieron un anuncio en el que se solicitaba una pa
reja para
hacerse cargo de un enfermo de cáncer a cambio del alojamiento (
su propia casa de
campo) y la comida. Sonaba bien pero la realidad fue mucho mejor, porq
ue resultó que el
hombre vivía en una finca preciosa, con piscina, bañera con equipo d
e hidromasaje y
jardines. Lo único que tenían que hacer era la compra, preparar la
cena, hablar de
deportes mientras comían y limpiar. No sólo ganaban un lugar donde vivi
r y la comida
sino que además él les pagaba 600 dólares (75 000 pesetas) al mes.
Quedaron tan
satisfechos con ellos que cuando el señor se curó del cáncer, les invitó a q
uedarse dos
años más. Desde entonces, han tenido trabajo como cuidadores de casas a
través de una vasta red de personas con suficientes recursos.
Hay agencias especializadas en conseguir trabajo de caseros, pero
también puede buscar oportunidades por su cuenta, a través de
amistades, de los tableros de anuncios y del periódico. Cuando
demuestre lo que vale, no le faltará trabajo.
36. Si le sobra espacio en su casa, alquílelo.
¿Cuántos metros cuadrados tiene su casa? ¿Cuántos utiliza realme
nte? Alguna parte de ese espacio que sobra, ¿podría servir para hacer
vida independiente?
Penny Yunuba había conseguido un empleo lucrativo pero que no coincid
ía con
muchos de sus valores y tenía muchas ideas sobre lo que podría hacer si n
o tuviera que ir
a trabajar todos los días. Comprobó que siempre estaba buscando alternat
ivas y formas
de huir del trabajo, que le empezaba a pesar como una prisión. El curso d
e IF le abrió un
túnel, pero fue su propio ingenio el que encontró la salida: se dio cuenta
de que si se
trasladaba al sótano de su casa y alquilaba su propia habitación, c
on el dinero del
alquiler podía pagar la hipoteca. Eso fue lo que hizo y además, implem
entando otras
estrategias creativas, consiguió dejar el trabajo con dinero suficiente para
vivir.
37. Haga la prueba de vivir en una comunidad con otras persona
s que compartan sus inquietudes.
Comparta la vida con personas que defienden sus mismos valores,
ya sea bajo el mismo techo o como parte de una cooperativa de
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ese
s, un fideicomiso sobre una
finca o una comunidad planificada. Aunque los costes varían, cuando
se habla de varias personas, los gastos individuales
tienden a disminuir. La bibliografía que presentamos a continuación le
ayudará a decidir cuál es la mejor opción en su caso:
♦ Corinne McLaughlin y Gordon Davidson, Builders of the Dawn.
♦ Intentional Cotmnumties: A Guide to Cooperative Living.
♦ Kathryn McCamant y Charles Durrett,
Cohousing: A Contempo- rary Approach to Housing Ourselves.
♦ «Living Together», número 29 de la publicación In Context,
Bainbridge Island, Washington.
38. Múdese a una zona más barata.
Roger Ringer tiene un sueño: quiere que todos volvamos a vivir en
zonas rurales.
Cuando él y su esposa decidieron trasladarse al campo, comprobaron que
lo mejor era volver
a los propios orígenes, al lugar donde habían nacido. Mil habitante
s. Una casa de tres
dormitorios y sótano por 30000 dólares (3 750000 pesetas). Inconve
nientes: ninguno.
Ventajas: construir uno mismo una casa capaz de generar la energí
a necesaria para su
sustento, cultivar el huerto, jugar con los niños, disfrutar de la pareja, esc
uchar música en el estéreo, alquilar un vídeo de vez en cuando... esto es
justamente lo que hace Roger. Él sueña
con que los jóvenes vayan a vivir a la ciudad durante cinco años, más
o menos, hasta lograr
la independencia financiera y después regresen a vivir
al campo con suficiente liquidez y un alto nivel de vida.
Si el empleo no le obligara a vivir en la ciudad, podría trasladarse a cua
lquier
otro sitio donde el dinero rindiera mucho más. Tomemos otro ejemplo,
esta vez del
índice comparativo del precio de las viviendas publicado en 1990
por The Seattle
Times: una casa de doscientos metros cuadrados, con cuatro dormitorio
s, dos cuartos de baño y un aseo, cuarto de estar y un garaje para dos c
oches cuesta 916 666
dólares (más de 114000000 de pesetas) en Beverly Hills, California, per
o sólo 81
666 dólares (algo más de diez millones de pesetas) en Corpus Christi, Te
xas... y si lo analizamos en su conjunto, sería más agradable
vivir en Corpus Christi.
La flexibilidad también ofrece ventajas en cuestión de alquileres.
Una casa o
apartamento con un dormitorio y un cuarto de baño podría llegar a cos
tar hasta 980
dólares (122 500 pesetas) por mes en Honolulú, o apenas 305 dólares (u
nas 38000
pesetas) en Oklahoma City. Otros lugares que conviene evitar son
Nueva York;
Boston; San José, California; Washington D.C. y San Francisco. S
on preferibles
Colorado Springs, Colorado; Austin o San Antonio, Texas; Wichit
a, Kansas, e incluso Tucson, Arizona.
39. Venda la casa y vaya a vivir a una caravana.
¿Ha oído hablar alguna vez de esas parejas de jubilados que viven todo
el año en
una caravana? Y se lo pasan de maravilla. Con lo que obtienen de la ve
nta de una casa modesta, compran una espléndida casa sobre ruedas
que les ofrece las mismas
comodidades que un hogar... y algo más. Viajan según el clima, de mod
o queja-
más tienen problemas de calefacción o aire acondicionado. En las
ciudades se
acercan a la casa de algún amigo o familiar, se conectan a la corriente el
éctrica y disfrutan de todas las ventajas
de una vivienda urbana. Si son un poco más osados,
pueden acampar en lugares ignotos en terrenos del Estado, por una can
tidad ínfima.
Si se instalan paneles fotovoltaicos en el techo, hasta generan su
propia
electricidad. Si le interesa explorar este tipo de vida, le recomendamos
que lea los números atrasados de la revista Trailer Life.
Si cerca del lugar donde vive hay algún
campamento para caravanas, puede ir a conversar con personas que vi
van allí de
forma permanente y seguramente no tendrán ningún inconveniente
en mostrarle cómo viven.
40. Compre un terreno e instale en él una caravana.
Durante una entrevista que nos hicieron para un programa de radio, ll
amó por El sueño americano... con pocos recursos 224
teléfono una señora que comentó que ella y su marido habían comprad
o un terreno
a cuarenta minutos de Seattle y una caravana usada, y que había
n pagado por
ambos 10000 dólares {1 250000 pesetas) en efectivo. No podía compren
der que las
demás personas que llamaron se quejaran de que pagaban 1000 dólares
(125 000
pesetas) o más al mes por una hipoteca cuando había otras form
as de vivir más baratas.
41. Haga usted mismo los arreglos en casa.
Cuando uno es propietario, el mantenimiento de la casa significa un des
censo
importante de sus ahorros. Si cualquier obrero especializado cobra
más de 50
dólares (6 250 pesetas) por hora, el simple hecho de arreglar una fuga d
e un grifo
puede damos una sorpresa a la hora de pagar la factura. Aprender a h
acerlo uno
mismo no es tan difícil como parece. Existen numerosas guías exc
elentes que
enseñan a realizar los arreglos domésticos (en la biblioteca, desde
luego), pero además cuenta con otra
fuente de información que a menudo pasamos por alto: los
vídeos. De hecho, ver cómo trabaja una persona que sabe nos brin
da más información que el libro mejor escrito o ilustrado.
Compartir
¿Utiliza todo el tiempo todo lo que tiene? Desde luego que no. De modo
que, ¿qué hay de malo en dejar que otra persona use algo mío cuando n
o lo
estoy usando, siempre que me lo devuelva en el mismo estado en que est
aba?
Una cierta flexibilidad en el concepto de lo que es
mío hace que la vida sea más
barata y más divertida. También puede intercambiar bienes y servicios
con los
vecinos, en lugar de pagar en efectivo. Presentamos algunos ejemplos q
ue no son más que una mínima parte de lo que se puede hacer.
42. Comience en el barrio un intercambio de herramientas y
conocimientos.
Haga una lista de las herramientas y los conocimientos de que
dispone. Agregue las demás herramientas y conocimientos que supone
que deben tener las demás personas que viven en el mismo edificio o en
la manzana. Haga una fotocopia de la lista para cada vecino y deje un
espacio debajo de cada punto para que cada uno indique si dispone de
algo y qué garantías precisa para estar dispuesto a prestarlo. En
una
manzana no hacen falta más que unas cuantas tijeras de podar, u
na
escalera de corredera, varios corta- céspedes, un par de motosierr
as
eléctricas, etcétera; sin embargo, por falta de comunicación, en ca
si
todas las casas hay un artículo de cada clase que no se utiliza el 95 % d
el
tiempo. Eso sin hablar de lo que cada uno sabe, o del tiempo de q
ue
dispone. A lo mejor la vecina se gasta los últimos ahorros para
conseguir contratar a alguien que cuide de su marido que está en cama,
mientras uno pierde tres horas todas las tardes viendo culebrones por l
a
tele. Quién sabe si la ayuda que precisa no está en la casa de al lado. Est
os intercambios brindan más beneficios que el simple ahorro de dinero.
43. Intercambie la ropa con amigos que usen la misma talla.
Lo que es viejo para uno a lo mejor le brinda a otro toda la novedad
que precisa. A menos que ambos trabajen en el mismo despacho, nadie
tiene por qué conocer el origen de la ropa que lleva.
44. O intercambie la ropa con usted mismo... en el futuro.
En lugar de revisar el armario y regalar la ropa que no le interesa, saqu
e todo
lo que no haya usado el año anterior, métalo en una caja y guárdela. La
próxima
vez que tenga muchas ganas de ponerse algo nuevo, abra la caja en lug
ar de ir a una tienda. Encontrará allí viejos amigos que le encantarán.
El sueño americano... con pocos recursos 225
45. Intercambie servicios: «un corte de pelo a cambio de cuidar a
un enfermo».
Dentro de los límites familiares, nos intercambiamos servicios de i
orma
permanente: cocinar, limpiar, ocuparse del jardín, lavar la ropa, quitar
el polvo,
pasar el aspirador y muchos otros. Nadie cobra por hacer lo que tiene q
ue hacer.
Entonces podemos ampliar la definición de
familia e intercambiar servicios
con los amigos. En algunos países están apareciendo organizacione
s más
formales en un marco nacional. Por ejemplo, un sistema de trueque por
ordenador llamado LETS (Local Economic Trading System), estab
lecido
originalmente en una comunidad de Canadá, se ha extendido a Estados
Unidos.
Al prestar un servicio a algún miembro del LETS, uno gana un crédito
que sirve para pagar después otro servicio.
46. Incorpórese a una cooperativa para cuidar niños.
Numerosos padres se han unido con otros de la misma zona para forma
r una
cooperativa para cuidar de sus hijos, con lo cual cada uno dispone de ti
empo
libre y flexibilidad, al mismo tiempo que ahorra dinero y las eternas dif
icultades de encontrar una canguro de fiar que esté disponible
cuando haga falta.
47. Lea libros y revistas de la biblioteca, en lugar de comprarlos.
La ventaja es que, con los programas de préstamo entre bibliotec
as, la
biblioteca de la ciudad o de la provincia le puede conseguir casi cualqui
er libro que se le ocurra, aunque tenga que pedirlo a la
otra punta del país.
48. Comparta con un amigo la suscripción a una revista.
El doble de placer por la mitad del precio. Y
la mitad de papel para rédela i.
además.
49. Haga correr la voz. Informe a sus amigos y familiares de lo
que necesita.
Es muy probable que alguien que conozca tenga justo lo que necesita
en algún rincón de su casa y que esté encantado de prestárselo o incluso
de regalárselo, así que no tema preguntar. La frugalidad consiste
en
aprovechar los bienes materiales, tanto los suyos como los de los
demás. A lo mejor le hace un favor al donante al quitarle eso de
enmedio, o tal vez se sienta menos culpable por haber comprado otro
capricho.
Ivy Underwood comentó en su grupo de apoyo de IF que necesitaba una
máquina de
coser normal y corriente. Resultó que Ellen tenía una que no había usado
jamás. Ivy le
preguntó a Ellen lo que quería a cambio, y lo que más le apetecía a Ellen
era hacerse
amiga de Ivy, porque acababa de renunciar a un trabajo como empleada
administrativa
para trabajar como autónoma sobre todo con el fin de tener más tiempo p
ara dedicar a
los amigos. Así que Ellen dijo que quería ir cuatro veces a casa de Ivy a c
omer comida
casera... y así se han hecho muy amigas. Si hubieran hecho las cosas seg
ún el sistema
tradicional, Ivy habría tenido que pagar unos 300 dólares (37500 pesetas)
para comprar
una máquina de coser y Ellen se habría perdido una buena amiga. De est
e modo, salen ganando las dos
Las compras - Marilynn, la «urbanita tacaña»
Marilynn Bradley, que alcanzó la IF después de trabajar seis años como
cocinera y restauradora, nos ha enseñado las estrategias que utiliza
para
aprovechar hasta la última peseta que gasta en alimentación. Hace las co
mpras para una familia compuesta por seis personas y gasta 2 dóla
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r a para una o dos personas,
tenga en cuenta que muchas de las ideas de Marilynn se pueden ada
ptar a
familias más reducidas. Ella sostiene que hacer las compras con cuidado
le
permite ahorrar no sólo dinero, sino también tiempo ya que, al hacer las c
ompras deforma organizada, no tarda más de cinco minutos al día por per
sona.
50. Averigüe los precios.
Dedique un día a averiguar los precios de todas las tiendas de la zona
y apunte los precios de los artículos habituales en su lista de la compra.
Si no compara precios, no se dará cuenta cuando algo es una ganga.
51. Confeccione una lista y cíñase a ella.
Por suerte, Marilynn no es una compradora compulsiva; por eso es ella la
que se
encarga de las compras en lugar de su compañera de piso, que no sabe lo
que quiere
hasta que no lo ve. Marilynn tiene una lista de las cosas que se utilizan en
la casa que le sirve para comprobar lo que hace falta.
52. Guarde los vales de descuento.
Gracias a estos vales, Marilynn ahorra hasta 40 dólares (5000 pesetas) al
mes.
53. Es preferible una compra grande cada siete o diez días que v
arias compras pequeñas más frecuentes.
Aunque tenga una voluntad de hierro con respecto a las compras
compulsivas, cuanto menos esté expuesto a la tentación, mejor. Est
a estrategia permite ahorrar tiempo, además de dinero.
54. Prepare los menús con anticipación para los siete o diez días para l
os cuales
realiza la compra, y aproveche los productos que hay en el mercado.
De este modo gasta menos, no sólo porque compra lo que está mejor
de precio, sino también porque no compra de más (que después l
e sobra) ni de menos (y entonces se ve obligado a comprar en cualquier
tienda a mediados de la semana).
55. Compare precios, consultando el periódico y las ofertas
semanales de los supermercados.
Marilynn compra en tres o cuatro tiendas de alimentación diferentes para
conseguir
el mejor precio para cada artículo. Como todas se encuentran dentro de u
n radio de unos 3 km de su casa, no tarda mucho más pasando por todas
en una sola mañana.
56. Compre en grandes cantidades los productos que utiliza con
frecuencia, como harina, cereales y especias.
En algunas tiendas se suelen vender productos en grandes cantida
des, aunque no siempre a mejor precio. Una oferta especial para las
bolsas
de dos kilos y medio de harina de la marca del establecimiento podría s
er una buena compra.
En algunos artículos, Marilynn compra al por mayor sacos de veint
icinco kilos y guarda h que le sobra en envases herméticos de plástico.
57. Entérese de cuáles son los productos de temporada que, por lo tant
o, están mejor de precio.
Si no se empeña en comer pomelos en verano y melocotones en
invierno, la cuenta de la frutería puede bajar considerablemente.
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a: lo que abunda siempre es
barato y lo escaso resulta caro.
58. Cuando haya alimentos rebajados compre mayores cantidades, sob
re
todo si se trata de productos enlatados, aunque puede hacer lo mismo c
on la carne si dispone de espacio en el congelador.
A estas alturas, Marilynn ya sabe cuántas latas de atún devoran en su cas
a en verano,
lo cual le permite aprovechar las rebajas y comprar cajas enteras. No hay
ninguna ley
que prohiba vaciar las estanterías de la tienda de comestibles si alg
ún artículo está
especialmente rebajado, y comprar por ejemplo cincuenta kilos de harina
o dos cajas de olivas en lata.
59. Fíjese dónde pone cada tienda los productos que tiene rebajad
os porque tiene interés en venderlos rápidamente.
Las tiendas suelen rebajar muchos productos que todavía se encue
ntran en buen estado porque ya no están en su mejor momento. Si
sabe mirar bien, podrá distinguir los productos que estén frescos y que
le puedan servir.
60. Si dispone de un huerto donde cultivar algunas hortalizas, sea frug
al y
cultive aquellas que le permitan ahorrar más por el mínimo espacio y e
sfuerzo.
Cada persona puede tener motivos diferentes para ocuparse de su h
uerto. Por
ejemplo, para Lu Bauery Steve Brandon forma parte de su compromiso d
e vivir de
acuerdo con la tierra y aprovechar sus recursos con inteligencia. Todo tie
ne que ser de
cultivo biológico y fresco de modo que, aunque no resulte más barato que
comprar en el
supermercado, ellos lo prefieren así. Gracias a un congelador
de segunda mano que les
costó 50 dólares (6250 pesetas), disponen de hortalizas de su propia c
osecha durante todo el año.
Muchas personas que viven en la ciudad consiguen encontrar un po
co de
tierra y de sol para plantar unos cuantos tomates y ahorrar, en v
ez de comprarlos en el mercado... aparte de la diferencia
de sabor, desde luego.
61. Use la imaginación. Si está a punto de quedarse sin algo antes de la
siguiente compra programada, trate de improvisar con lo que tiene a m
ano en lugar de salir corriendo a la tienda más próxima.
Ya hemos dicho que solucionar los problemas con dinero suele an
ular nuestra creatividad. En lugar de insistir siempre en ciertos
productos para cada
día de la semana, procure alimentarse con lo que tenga en ese momento
. No
olvide que la masilla fue un error de laboratorio hasta que alguien desc
ubrió su verdadera utilidad. A lo mejor incluso inventa
un nuevo plato...
62. Asocíese con sus amigos y vecinos con el fin de formar una
cooperativa para comprar al por mayor.
Aunque no viva con otras personas, puede comprar en grandes cantida
des
juntando sus pedidos con los de otros. Conocemos un PIF que incluso a
horra un
poco más porque es la persona que se encarga de recoger los ped
idos y de distribuirlos entre el resto del grupo.
63. Coma un plato de carne menos por semana (o dos) y sustituyalo po
r uno de legumbres o de pasta.
Busque unas cuantas recetas de su agrado que utilicen ingrediente
s
económicos y combínelas en el menú semanal con otras más caras, con l
a doble
ventaja de ahorrar y, al mismo tiempo, introducir cambios saluda
bles en su alimentación.
El sueño americano... con pocos recursos 228
64. Compre en puestos callejeros y en donde venden los mismos
productores.
En estos sitios se compra más barato porque no hay intermedia rios. ¿S
abía El sueño, americano... cotí pocos recursos 229
que un producto alimenticio normal recorre en Estados Unidos más de
dos mil
kilómetros desde el lugar donde se cultiva hasta el lugar donde se
consume?
Enviar un camión cargado de mercancía al otro extremo del país puede
costar
hasta 4 500 dólares (562 500 pesetas). Todo esto se ahorra cuando se co
mpran
productos de la propia región. Además, cada dólar que se gasta e
n comprar
productos regionales circula en la economía local, generando de 1,81 dó
lar (226
pesetas) a 2,78 dólares
(348 pesetas) en otras actividades. Además, en este tipo
de puestos los dependientes suelen estar más dispuestos al regateo
que los cajeros de los supermercados.
65. Conozca las características de los mercados de la zona y los artículo
s que se venden a mejor precio en cada uno de ellos.
Algunas tiendas de alimentación se especializan en ciertos product
os
agrícolas, otras en carnes o productos lácteos. Otras venden produ
ctos envasados con su propia marca a precios
muy económicos. En otras encontrará un horno de panadería
para atraer a los clientes.
En muchos supermercados de Estados Unidos cobran cinco pesetas por
las
bolsas de plástico. Con una bolsa de lona para la compra, que le puede
durar
diez años, podría ahorrar hasta 25 dólares (3 125 pesetas). Si la compra
en una tienda de rebajas a un dólar
(125 pesetas), significa un ahorro considerable.
67. No compre comida preparada.
He aquí algunos ejemplos de los campeones de la frugalidad, Am
y y Jim Dacyczyn:
♦ Su chocolate a la taza (VS de taza de leche en polvo, 1 cuchara- dita d
e cacao
en polvo, 1 cucharadita de azúcar) les cuesta 7 centavos (9 peseta
s) por
ración, en comparación con los 25 centavos (31 pesetas) por ració
n que cuesta la mezcla que se vende ya preparada en paquetes.
♦ Su té helado casero les cuesta 20 centavos
de dólar (25 pesetas) por cada medio litro,
en comparación con el 1,29 dólar (161 pesetas) por cada medio litr
o que cuesta la
mezcla instantánea. El agua con gas en botellas de dos litros cuesta 2,63
dólares (329
pesetas), las cajas de seis cuestan 4,28 dólares
(535 pesetas), una botella de agua con
gas en una cadena de comida rápida cuesta 7,64 dólares (955 pesetas) y
14,98 dólares
(1 873 pesetas) si la compra en el cine. El agua del grifo, añaden, no cue
sta nada.
♦ Amy y Jim hicieron un test meticuloso y científico para comparar las
palomitas para
microondas con las normales. Aquéllas costaban una media de 0,1
26 dólares (16
pesetas) por taza, en comparación con 0,01 dólar (1,25 peseta) por taza
para las normales. Además, éstas se hacen más rápido.
Las vacaciones
A medida que aprende a manejar mejor el dinero y su vida se vuelve m
ás
satisfactoria, uno tiene menos necesidad de salir de vacaciones. De
spués de
todo, si está satisfecho con su vida, ¿qué sentido tiene irse a la playa du
rante una semana para achicharrarse la piel?
68. Relájese más cerca de casa.
A lo mejor disfruta quedándose en casa. Todo el tiempo que trabaja po
r el privilegio
de ser su dueño o inquilino le da derecho a relajarse y a disfrutarla dur
ante una semana. Si necesita irse, la distancia da lo mismo:
fuera de casa son tanto cinco kilómetros como
quinientos. Y si no se va muy lejos, no tendrá que pasar por el estrés de
meter en una El sueño, americano... cotí pocos recursos 230
maleta todo lo que necesita para una semana.
Chris Northrup llegó a la misma conclusión y empezó a pasar las vacacio
nes en
una casa en la playa a una hora de su casa. Su familia está más
relajada que antes,
cuando pasaban unas costosas vacaciones para demostrar que disponían
de una buena posición económica.
69. Compre los billetes de avión con bastante anticipación.
Si compra los billetes de avión por lo menos un mes antes de via
jar, conseguirá mejores precios.
70. Aproveche los precios más bajos que le ofrecen por viajar en mitad
de la semana y quedarse a pasar el fin de semana.
Cada compañía aérea tiene una política diferente, pero en general le ofr
ecen un descuento por pasar la noche del sábado en el
punto de destino.
71. Sea su propio agente de viajes.
No suponga que en una agencia de viajes le van a conseguir el mejor pr
ecio
posible. Compare por teléfono los precios de los billetes, como los
de
cualquier otro producto, y después adquiéralos a través de su agencia,
que a su vez se gana la comisión y ya le brindará mejores servicios en
el futuro.
72. Vaya de acampada.
En lugar de tomarlo como unas vacaciones baratas, plantéeselo como u
na excursión por su territorio. A cada ciudadano estadounidense 1
e pertenece 1,21
hectárea de tierra (1/250000 000 parte del total de los terrenos públicos,
que
hacen un total de 293 276 790 hectáreas para ser exactos). Le pa
recerá
increíble lo relajante que es ir de acampada. Tiene todo lo que necesita
y ya no
le hace falta ir a comer a un restaurante y dormir en un motel. Está en
pleno
campo, así que no se siente obligado a ver paisajes ni a aprovechar el ca
mpo de
golf de dieciocho hoyos del club. Nada de piscinas olímpicas, pistas de t
enis,
establos, juegos ni bailes de etiqueta. Relájese; aunque le crezca la barb
a o se le arrugue la ropa, no se preocupe. ¡Eso sí que son vacaciones!
73. Pase las vacaciones trabajando como voluntario en algún proy
ecto que sea compatible con sus valores y su propósito.
A través de la organización Earthwatch (680 Mount Auburn Stree
t, Watertown, Massachusetts 02272, 617/926-
8532) uno se puede ofrecer como
voluntario para trabajar en cualquier parte del mundo en proyect
os de investigación sobre el
medio ambiente. Por medio de diversas organizaciones
puede viajar como observador internacional a países que mantiene
n tensas
relaciones con su país, creando amistades que contribuyan a aliviar en
parte las
tensiones. Otra organización americana, Global Exchange (2141 M
ission Street #202, San Francisco [California] 94110, 415/255-
7296) organiza
excursiones en grupo a países del Tercer Mundo para conectarse con pr
oyectos populares de pacificación y desarrollo. En
Volunteer Vacations (Vacaciones y
voluntariado) de Bill McMillan (consulte la bibliografía, al final de
l libro) encontrará información en abundancia.
Las invitaciones y las salidas
La clave para que las invitaciones y salidas sean frugales consiste
en
recordar su finalidad: disfrutar de la compañía de los demás. Cuando u
no llega
a la base misma de la cuestión, más allá de un cierto nivel de comodida
d, el
dinero no hace que el encuentro resulte ni más ni menos agradable. De
hecho,
las relaciones más profundas entre las personas no tienen nada q
ue ver con cosas que se puedan comprar con dinero.
74. Organice una comida informal en la que cada invitado lleve algo, e
n El sueño, americano... cotí pocos recursos 231
lugar de una gran cena.
Las comidas informales suponen el máximo grado de comodidad e igua
ldad
con respecto a las invitaciones: nadie se siente obligado, no hace f
alta
impresionar a los demás con platos muy complicados, siempre hay algo
para
todos los gustos y regímenes, y al final los invitados se llevan sólo la fue
nte,
con lo cual al dueño de la casa le quedan las sobras para el día
siguiente.
Además, no dejan huellas profundas en su presupuesto.
75. invite amigos a comer, pero no prepare nada fuera de lo normal.
Puede que el arroz y las lentejas sean viejos conocidos suyos, per
o a lo
mejor para sus invitados son una novedad. Tener invitados a comer no
tiene por
qué costar más que preparar una o dos raciones más. Algunos de
nuestros
amigos incluso han comido lo mismo cada vez que han venido a visitarn
os, y no lo disfrutan menos por este motivo.
76. Invite a los amigos a comer el postre y a ver juntos una cinta de víd
eo
o un documental que le parezca interesante y sobre el cual puedan conv
ersar después.
Hemos utilizado a menudo esta estrategia social con excelentes resultad
os.
77. Organice una cena progresiva.
Es un método que funciona muy bien en un barrio o en una ciudad peq
ueña,
aunque se puede adaptar a ciudades más grandes y espacios abier
tos. Se
empieza en la casa de alguna persona con el aperitivo, se pasa a la casa
de la
siguiente a tomar la sopa, después a otra; y se sigue así, de casa en casa,
para
cada plato. Se parece a las cenas informales porque todos cocinan algo,
pero
ninguna familia tiene que fregarlo todo al final. Tenemos amigos
que han
adaptado esta variante en relación con los trabajos de la casa y del jard
ín. Dos
amigos o más se ponen de acuerdo para ir cada uno a casa del otro par
a hacer
esas tareas que resultan demasiado difíciles o pesadas para uno so
lo. Por
ejemplo, en la primera casa todos podan el seto vivo, en la segunda frot
an el
suelo y en la tercera retiran las contraventanas. Realizadas en eq
uipo, estas
tareas resultan mucho más entretenidas, y al estar todos juntos el tiemp
o y las manos vuelan.
78. Vaya al cine el día del espectador, o a funciones matinales má
s económicas, si no puede esperar a ver una película en vídeo.
Ir al cine suele ser una de las primeras actividades que se eliminan cua
ndo
uno se da cuenta de la cantidad de energía vital que gasta en establecim
ientos
comerciales. Pero esa experiencia cinematográfica de vez en cuando pu
ede ser
maravillosa, de modo que averigüe si hay horarios o días más económic
os. Si
no, espere a que la película aparezca en vídeo y entonces alquílela una n
oche
más barata o, mejor todavía, invite a sus amigos a verla. Si añad
e unas
palomitas recién hechas, ya tiene una verdadera velada de cine en su pr
opia sala de estar. Aparte de que así
pueden reír a carcajadas, llorar y hacer comentarios tontos
con total libertad.
79. Si es fanático del teatro, trabaje de acomodador en alguna sala.
Comuniqúese con algún teatro cerca de su domicilio y averigüe cuáles s
on El sueño, americano... cotí pocos recursos 232
sus requisitos. Este método funciona también con charlas, conferencias,
talleres
y ferias. En el caso de casi todos los eventos a los que le interese
asistir, es
posible cambiar horas de trabajo como voluntario por entradas o
matrículas.
Incluso como voluntario tal vez lo disfrute más que como un espectador
común,
porque a lo mejor llega a conocer al elenco o tiene que llevar al aeropue
rto al
orador principal y queda atrapado en un atasco durante cuarenta
y cinco minutos con un compañero fascinante.
80. Saque de la biblioteca los discos compactos, casetes de au- dio
y cintas de vídeo.
Quedará sorprendido ante la amplia variedad de títulos fascinantes que
tiene
a su disposición. Muchas personas comprueban que les basta con
leer (o
escuchar o ver) algo una sola vez para obtener todo lo que desea
n. Puede
escuchar buena música, aprender un idioma, formarse en una var
iedad de
cuestiones, disfrutar de una película, y todo sin contribuir a la co
nfusión ni recurrir a la cartera.
81. No salga más a comer fuera hasta que no vuelva a resultarle
un verdadero placer.
Comer en un restaurante es otra categoría de gastos que cuestionan los
PIF
cuando se dan cuenta de la cantidad de energía vital que les consume el
hecho
de comer fuera de casa, lo cual no significa, evidentemente, que t
engan que suprimir este lujo de forma automática.
Mary Yew y su familia (cuatro en total) viven en el campo en las afueras d
e Paonia,
en Colorado. Tienen su propia casa, comen lo que ellos mismos pro
ducen y apenas
gastan unos 300 dólares (37500 pesetas) al mes. Una vez por semana van
todos juntos de
compras al pueblo. Comen un trozo de pizza o un plato de sopa de brécol
y después se
quedan descansando en el restaurante, esperando a que se les funda la ni
eve de las botas y haciendo planes para el resto de la tarde (pasear
en trineo, preparar salsa de tomate,
hacer algún trabajo artístico), contando chistes y conversando con l
as personas que
entran en el establecimiento. Puro lujo y satisfacción total... ¡por 20
dólares (2 500
pesetas) al mes! De ningún modo piensan renunciar a semejante ritual.
Chris Northrup ha llegado a la conclusión de que merece la pena que los
cuatro
miembros de su familia salgan a comer fuera, no porque la comida
sea nada
extraordinaria, sino porque así disfrutan del tiempo en fa- miña sin interr
upciones.
En casa, al menos una persona (que suele ser ella misma) va y viene
constantemente, sirviendo y recogiendo la mesa. Pero no hay motivo
para que estas ocasiones especiales impliquen un coste elevado, sino
que eligen restaurantes económicos para disfrutar del lujo de estar
juntos frente a una comida nutritiva.
Diane Grosch, nuestra exyuppy, estuvo un mes sin pisar ningún
restaurante y durante ese tiempo aprendió mucho de cocina. A final de
mes, ella y su compañero cogieron 15 dólares (1875 pesetas) y fueron a
pie hasta el restaurante más próximo. Fue una cena muy especial y sin
embargo Diane ni siquiera volvió a tener ganas de salir a comer hasta
el mes siguiente. Se dio cuenta de que el verdadero valor estaba en lo
que ella aportaba y no en lo que pagaba por la cena ni en la elegancia
del restaurante.
82. Escriba cartas en lugar de hacer llamadas telefónicas a larga distan
cia.
Si sus seres queridos (novia/o, abuela, ex profesor) viven fuera del
radio de llamadas locales, cualquier conversación que vaya más allá de
un hola y adiós cuesta más que escribir una carta. Además, es posible
que por carta pueda decir cosas que no se atrevería a decir por teléfono
o personalmente. Aparte de que una carta se puede releer y conservar
El sueño, americano... cotí pocos recursos 233
durante muchos años.
83. Y no olvide que lo mejor de salir con una persona es que no cuesta
nada de dinero.
Las aficiones
84. Procure que sus aficiones sean rentables y le ayuden a reducir gast
os.
Algo que muchas personas hacen cuando tratan de reducir sus gastos
es buscar cosas que puedan hacer por sí mismas en lugar de comprarla
s; se trata del síndrome del hágalo usted mismo.
Por ejemplo, dedicar diez
horas a la fabricación de una lámpara de mesa en un torno de madera
puede ser muy entretenido y seguro que la lámpara queda preciosa y es
muy práctica, pero semejante gasto de energía vital no se puede
justificar como un ahorro.
Una lámpara de segunda mano que le puede
costar dos dólares (250 pesetas) resulta mucho más rentable que las die
z
horas que ha dedicado a la tarea. Lo cual no significa que esta activida
d
no tenga otras compensaciones más importantes que la mera rent
abilidad,
como la expresión artística, la satisfacción creativa y otros valores intan
gibles.
A esa conclusión precisamente llegaron Lu Bauer y Steve Brandon con
respecto
a su huerto de cultivo biológico y entonces se limitaron a cambiar el no
mbre de la categoría: ahora, en lugar de alimentación, se llama
aficiones.
85. Busque aficiones para las cuales no tenga que recorrer grande
s distancias.
Si pretende vencer el miedo, podrá lograrlo igual de bien en cual
quier escuela de artes marciales que practicando
rafting en los rápidos de Asia
central. Y si le gusta escalar, antes de ir a Nepal trate de coronar todos l
os picos
que encuentre a una distancia de un día de coche del lugar donde vive,
a menos
que viva en una zona de extensas llanuras, en cuyo caso tendrá que viaj
ar un
poco más. Pregúntese qué puede hacer para vivir una aventura, aprend
er algo y
poner a prueba su valentía y su ingenio en el lugar donde vive.
86. Elija aficiones que pueda disfrutar sin necesidad de adquirir un eq
uipo costoso.
Todos conocemos a los fanáticos de los equipos. Son aquellos que, cuan
do
se deciden a practicar golf, compran los mejores palos del mundo antes
de pisar siquiera el
green y, si se dedican a la fotografía, adquieren un montón de
cuerpos de cámaras, objetivos, filtros y trípodes antes de hacer la
primera foto.
Hasta una afición sencilla, como salir a correr, les brinda la ocasi
ón para
invertir varias decenas de miles de pesetas en zapatillas deportivas, ca
misetas
sin mangas, mallas, sudaderas, elásticos para el pelo, relojes de p
ulsera para tomarse el pulso y, evidentemente, un walkman.
Nosotros utilizamos el
método opuesto para practicar una afición. En primer lugar, si te
nemos que
comprar un equipo caro para iniciarnos en un deporte, lo pasamos por
alto. Para
los demás, no compramos más de lo que necesitamos para nuestr
o nivel y,
cuando nuestro grado de capacitación supere al equipo, ya iremos poni
éndonos al día poco a poco y según corresponda.
87. Haga útil su afición o convierta su afición en un servicio.
Reunirse con otras personas que realizan actividades para contrib
uir al
bienestar de los demás resulta entretenido en sí mismo, tanto si se tra
ta de reuniones informativas o de planificación, como de preparar
correspondencia, controlar la cooperativa alimenticia o visitar un
orfanato. Algunas personas han encontrado la manera de que su afició
n
coincida con su escala de valores: hay quienes corren por motivos tan
variados como acabar con el hambre mundial o con el cáncer; en
El sueño, americano... cotí pocos recursos 234
muchas ciudades se hacen
bailes por la paz y los participantes recaudan
fondos para colaborar con la paz mundial. Si le gusta cocinar, siempre
se vende comida por causas altruistas. Incluso los aficionados a
comprar utilizan su afición para encontrar gangas en artículos de uso
doméstico que se envían a los refugios para las personas sin hogar. Si le
gusta hacer algo, le gustará más si sabe que al mismo tiempo est
á ayudando a los demás.
88. Busque o modifique sus aficiones a fin de evitar pagar cuotas
de asociación a clubes o gimnasios caros.
Ya hemos mencionado que cortar la hierba con un cortacésped
manual, aparcar el coche en el otro extremo del aparcamiento,
desplazarse a pie para hacer las gestiones, ir a trabajar en bicicle
ta y
subir por las escaleras en lugar de utilizar el ascensor son métod
os
excelentes para ahorrarse la cuota del gimnasio. Hasta las tareas
domésticas podrían ser una forma de hacer ejercicio.
Los seguros
¿Por qué creemos que tenemos que asegurar cada aspecto de nuestra vi
da
por millones de pesetas? ¿De qué tenemos tanto miedo? Un PIF l
legó a la
conclusión de que muchos hombres temían no dar la talla como provee
dores
eficaces y por lo tanto tapaban su inseguridad con pólizas de segu
ros: si no
puedo proporcionar a mi familia lo que les hace falta, al menos les brin
do un seguro que cubra sus necesidades. La negación es cara en más
de un sentido.
89. El valor o estado actual de su coche, ¿justifica el seguro multirriesg
o que paga por él?
A pesar de los grandes avances de Marilynn Bradley con relación a
las compras, adoptaba un comportamiento automático con respecto al
seguro del coche. Después de dos años de independencia financiera,
otro coche chocó con el suyo de costado. Aparte de la puerta, que
quedó bastante estropeada aunque seguía funcionando, el resto del
coche no sufrió ningún desperfecto. De todos modos, su compañía de
seguros lo declaró siniestro total y le pagó 1000 dólares (125000 pesetas).
Todo
muy bien y Marilynn siguió pagando una cuota anual de más de 5
00 dólares (62500
pesetas) sin captar siquiera la ironía de la situación hasta que hizo las cue
ntas al final
del año... dos años después. Cuando dejó de pagar un seguro multi
rriesgo que no
precisaba, la cuota anual quedó por debajo de los 300 dólares (37500 pese
tas).
¿No estará actuando como Marilynn?
90. ¿Está asegurando bienes heredados que jamás podría sustituir,
ni siquiera si se los robaran?
Kees y Helen Kolff interrumpieron sus tablas y evaluaciones mensuales al
llegar
al seguro de la vivienda: estaban pagando 6 dólares (750 pesetas) c
ada mes para
asegurar unas joyas que Helen había heredado de su abuela. Aplica
ndo la forma de
pensar con IF se dieron cuenta de que no podrían sustituir esos tesoros y
que tampoco lo
harían porque lo que tenían de especial era, precisamente, su relación co
n el pasado.
Entonces, ¿para qué pagaban esa cuota mensual? ¿Para que les devolvier
an un dinero
como consuelo? Aficionado como era a sacar cuentas, Kees calculó cuánt
o haría falta de
capital para producir unos intereses de 6 dólares (750 pesetas) cada mes e
n el momento
en que planeaban alcanzar la independencia financiera (mayo de 1993).
La cifra (1000
dólares, es decir, unas 125000 pesetas) resultó tan convincente que
cancelaron el seguro.
91. Si su mujer tiene su propia profesión, ¿necesita un seguro tan
El sueño, americano... cotí pocos recursos 235
completo como el que pagaba su padre?
Dedique un poco de tiempo a evaluar su seguro de vida. ¿Hasta qué
punto constituye una protección razonable para que su familia pue
da
pagar el entierro, saldar las deudas y subsistir, y hasta qué punto servir
á
para aliviar esa incómoda sensación de temor, dolor y descontrol?
¿Acaso no hay mejores formas de manejar este tipo de sentimientos qu
e
pagar una póliza de seguro elevada, otras formas que servirían p
ara
profundizar la relación entre ambos y aumentar al mismo tiempo
su autoestima?
Los hijos
En 1986 se calculaba que criar un niño en una gran ciudad hast
a los dieciocho años en Estados Unidos costaba más de 100000 dólares
(12 500000
pesetas). Los niños de hoy día, ¿son verdaderos agujeros negros (
pozos sin
fondo de necesidades, caprichos y deseos), o se pueden limitar los costes
de la
paternidad/maternidad? Si decide que se puede permitir el lujo de tene
r hijos,
aquí tiene algunos consejos prácticos de otros PIF sobre cómo lim
itar los costes:
92. Utilizar la creatividad en lugar del dinero para planificar las fiestas
de cumpleaños y los disfraces de carnaval.
Amy y Jim Dacyczyn, los famosos tacaños de Maine, lograban ahorrar co
n el
sueldo que él recibía de la Marina, incluso con seis hijos. Partiendo de la
base de que
«la tacañería, sin creatividad, es privación», Amy ha hecho cosas m
uy imaginativas,
como convertir el interior del cobertizo en un barco pirata para el cumple
años de su hijo,
usando sábanas blancas viejas, cuerdas, los lados desmontables de una ca
ravana y cajas viejas de madera, o sea con cosas
que tenía por allí. Para carnaval, otro de sus hijos se
disfrazó de astronauta, con un traje de cartón adornado con objetos
de metal
encontrados en la basura. (Ganó el primer premio.) En su ensayo sobre la
creatividad,
Amy prosigue: «Cuando falta imaginación e inventiva, la frugalidad signi
fica privación;
en cambio, cuando la creatividad se combina Con la frugalidad uno se las
arregla sin dinero, pero no se priva de nada.»
93. Dé a los niños una asignación y deje que ellos decidan la for
ma de gastarla.
Muchos PIF comentan que, en cuanto sus hijos se daban cuenta de
que tenían que gastar su propio dinero para conseguir lo que querían, s
e volvían muy frugales... y emprendedores.
94. Limite sus propios gastos y sus hijos le imitarán.
Tal vez requiera un poco de tiempo, pero si cambia su escala de
valores, sus hijos harán lo mismo.
En cuanto Katey Ned Norris, abogado, dejaron de comprar ropa cara e
n unos
proveedores de venta por correo, su hija de seis años dejó de pedir pantalo
nes Osh-Kosh.
Cuando Kate empezó a comprar en tiendas de segunda mano, su hi
ja disfrutaba
poniéndose ropa usada (antes se había negado sistemáticamente). Cu
ando Laura
cumplió los nueve años, empezó a hacer de canguro en el barrio. Aunque
se gasta todo el
dinero que le regalan sus abuelos, todo lo que gana va a parar a su hucha
de la IF:
95. Si su hijo o hija no recibe una asignación y quiere que le compre al
go,
dígale que pueden volver a hablar sobre el tema al cabo de unos días.
La mayoría de los caprichos pasajeros acaba desapareciendo. Si
resurge la necesidad de algo, otra estrategia consiste en darle a elegir
entre dos o tres cosas que ha pedido últimamente. En lo que respecta a
El sueño, americano... cotí pocos recursos 236
gastar, el que duda ahorra. (En realidad, este método funciona también
para los padres y demás adultos. Un período de enfriamiento va
de
maravilla cuando uno se encapricha en comprar cosas que no necesita.)
96. Vuelva a plantearse la necesidad de unos estudios universitarios.
Éste es un tema muy importante. Nuestro sistema educativo, sobre
todo la Universidad, resulta tan costoso e insostenible como la alt
a
tecnología médica. Vamos a comentar algunas alternativas a pagar
100000 dólares (12 500000 pesetas) por adolescente para darle una
formación universitaria.
Kees y Helen Kolff no lo tenían claro en la cuestión de la educación de su
s dos
hijos universitarios. Los padres de Kees le habían pagado sus estudios de
medicina, de
modo que él pensaba que tenía que hacer lo mismo por sus hijos. Entonce
s invitó a cenar
a unos cuantos amigos y les preguntó si sus padres habían pagado su edu
cación. Más de
la mitad habían trabajado para pagarse los estudios. Después quiso
saber quiénes
pensaban que la educación universitaria les había resultado beneficiosa.
Resultó que los
que se la habían pagado por sí mismos eran los que la valoraban más. Mu
y sorprendido,
le preguntó a su mejor amigo de la universidad qué pensaba hacer por su
s hijos y éste le
contestó que no pensaba pagarles toda la universidad. Después de a
nalizar todos los factores, Kees y Helen decidieron ofrecer
a cada hijo una cantidad fija por sus estudios
superiores que, si iban a una universidad privada, les duraría dos años
y medio, y en
cambio, si iban a una estatal, les duraría seis años. La decisión era suya.
Ted y Martha Pasternak han pensado mucho en el futuro de su hijo. Au
nque Willie sólo tiene tres años, han comprado bonos
para proporcionarle de todo, desde los
aparatos de ortodoncia hasta el primer
coche. Sin embargo, no ahorran para enviarle a
una universidad privada. Consiguieron su independencia financiera
poco antes de su
nacimiento y ocuparse de él es prioritario para ambos. «No vamos a volve
r a trabajar
para pagar su educación. Nosotros somos su educación. Si estamos obran
do bien ahora,
no va a necesitar ir a Harvard para que le vaya bien en ta vida. No quere
mos que, a los
dieciocho años, Willie nos diga que no quiere ir a la universidad p
ero que le habría
gustado tener cerca a sus padres mientras crecía.» Ted y Martha son la ed
ucación de Willie, en lugar de comprarla.
Puede que cuando Willie cumpla los dieciocho años sea como el
joven de la historia que le contamos a continuación:
Cuando Tim Moore acabó los estudios secundarios, decidió dedicar más ti
empo a
la escuela de la vida porque se dio cuenta de que aprendía más en menos t
iempo cuando
trabajaba en sus propios proyectos. De modo que en lugar de estudi
ar ingeniería
mecánica aprendió el oficio de mecánico y ahorró durante varios a
ños. De día
reconstruía motores, y de noche y los fines de semana se armaba un coch
e deportivo a la
medida, pieza por pieza. Cuando acabó el coche, lo vendió y consiguió din
ero suficiente para pagar dos años de universidad. Con una eficaz
mezcla de pasión y madurez, ahora
está construyendo un prototipo de un coche eléctrico en el laboratorio de l
a universidad
y quiere llegar a ser un experto en transporte urbano. No cabe dud
a de que su
experiencia vital refuerza su experiencia educativa para convertirlo e
n un magnífico defensor de soluciones
inteligentes para plagas urbanas como la contaminación.
Los regalos
Para muchas personas, regalar es una manifestación importante de cari
ño.
Se puede gastar menos en regalos sin que el cariño se resienta. Un PIF c
omenta
que, como amo de casa, tiende a hacer regalos de elaboración cas
era; en
cambio su mujer, que es ejecutiva, expresa su cariño comprando cosas.
En este
punto, la pregunta 3 del cuarto paso nos ayuda a descubrir las opciones
ocultas.
Si no tuviera que trabajar para vivir, ¿daría regalos diferentes (y
más económicos)?
97. Prometa a sus hijos uno, o como máximo tres, juguetes como regalo
de El sueño, americano... cotí pocos recursos 237
Navidad y deje que ellos elijan lo que quieren. Más que eso sería
más que suficiente.
Ésta ha sido la estrategia de Amy y Jim Dacyczyn desde que obser
varon el
funcionamiento de la curva de la satisfacción el día de Navidad. El prime
ro o los dos o
tres primeros regalos eran recibidos con gritos de alegría pero, a partir de
ese momento
el entusiasmo disminuía. En lugar de ponerse a jugar con lo que t
enían, los
niños se sentían obligados a seguir abriendo regalos. Al final,
quedaban cansados y de mal humor, y nada les venía bien.
98. Compre los regalos en tiendas de segunda mano y espere la ocasión
propicia.
¿De dónde le parece que sale todo lo que se vende de segunda mano? So
n
regalos que le hacen a uno y no utiliza jamás. Es una forma de ha
cer que el movimiento continúe.
99. Preste un servicio (dé un masaje, ofrézcase como canguro, dé
un concierto personal o pode el seto) en lugar de dar algo.
¿No le apetecería más un masaje en la espalda o en los pies que
una
coctelera eléctrica? Y una semana sin fregar la cocina, ¿no le par
ece un espléndido comodín para canjear en el momento más
oportuno?
100. Póngase de acuerdo con sus amigos y familiares para no
intercambiar regalos en Navidad o en los cumpleaños.
La época de Navidad se ha transformado en la temporada de compras
por
antonomasia y los comerciantes obtienen entonces la mayor parte
de sus
ingresos anuales. No hay motivo para que la celebración del naci
miento de
Jesús o de una persona querida tenga que darnos ocasión de gastar. Par
te del
acto de dar un regalo es expectativa social. Y esto es algo que podemos
cambiar con una conversación franca y sencilla.
101. Si es una persona habilidosa, puede hacer regalos sencillos y único
s.
Para una ávida montañista, su cámara fotográfica forma parte del
equipo
imprescindible para escalar. Cuando llega a la cima y se harta de conte
mplar la
vista, toma fotos sucesivas de los 360 grados de belleza. Después de reve
larlas,
las combina hábilmente para conseguir un solo montaje panorámi
co que
entrega como regalo. Coste total: menos de 10 dólares (1250 pesetas). V
alor total: incalculable.
Ya está: 101 métodos demostrados para ahorrar. Y hay muchos más. D
e
hecho, falta una categoría en la que se podrían obtener considerables a
horros,
tanto para los individuos como para el planeta: buscar formas de
reducir el consumo de recursos. Como dicen los ecologistas:
reciclar, reducir, recuperar, reutilizar, reparar.
(De hecho, cualquier palabra que empiece por
re tiene algo de frugalidad. Úsalo otra vez, Saín.
Duplique el placer es un ejemplo de concepto frugal.)
GUARDAR DINERO ES SALVAGUARDAR EL PLANETA
Estas sugerencias y consejos prácticos le permiten ahorrar energía vital
y
tener más dinero en su cuenta bancaria y más años de vida. Con la ve
ntaja,
además, de que el proceso resulta beneficioso para el planeta. Ern
est Callenbach, el autor de
Ecotopia (una fantasía futurista en la cual el norte de
California, Oregón y Washington se separan de los demás Estados y fu
ndan
una sociedad ecológica), advierte que entre su salud, su bolsillo y el me
dio am-El sueño, americano... cotí pocos recursos 238
biente existe una relación de apoyo mutuo, es decir, que si alguien hace
algo
que favorece a uno de ellos, casi siempre favorece también a los otros d
os. De
modo que si va a trabajar a pie o en bicicleta para contribuir a reducir
el efecto
invernadero, al mismo tiempo ahorra dinero y hace ejercicio. Si aprove
cha los
desechos orgánicos de la cocina para abonar el suelo del jardín (e
l medio
ambiente), mejora también la calidad de sus hortalizas (su salud)
y gasta
menos en fertilizantes. Es muy posible que ahorrar le salve la vida y sal
ve la Tierra al mismo tiempo.
No es por mera coincidencia que existe una relación entre guardar dine
ro y
salvaguardar el planeta. De hecho, en cierto sentido su dinero es el pla
neta.
Vamos a ver.
El dinero es un derecho de retención sobre los recursos de la Tierra. Ca
da
vez que gastamos dinero en algo, estamos consumiendo no sólo el metal,
el
plástico, la madera o cualquier otro material que contenga el obje
to en
cuestión, sino también todos los recursos que ha costado extraerlos de l
a tierra,
transportarlos hasta el fabricante, procesarlos, montar el producto, env
iarlo al
comerciante minorista y llevarlo de la tienda a su casa. Toda esta activi
dad y coste se incluye, en cierto modo, en los 9,99 dólares
(1 248 pesetas) que gasta
por el tostador nuevo. Aparte están los costes medioambientales, q
ue no se
incluyen en el precio, lo que los economistas llaman factores exter
nos o
indirectos: la contaminación y los desechos que pagamos de otras
maneras,
como enfermedades pulmonares, cáncer, problemas respiratorios, d
esertiza-
ción, inundaciones, etcétera. De lo que se deduce que cada vez que gast
amos
estamos eligiendo el tipo de planeta que queremos dejar a las gen
eraciones futuras.
El dinero es un derecho de retención sobre la energía vital del planeta.
Lo llamamos el principio de la Pogonomía,
es decir, la economía desde el punto
de vista de un personaje de cómic llamado Pogo. Quizá recuerde
que la
contribución de Pogo al día de la Tierra del año 1970 fue la sigu
iente
observación: «Hemos encontrado al enemigo y él es nosotros.» Para na
die es
un misterio que el planeta está contaminado y nosotros somos los
responsables, porque siempre queremos algo más, mejor y diferent
e.
Pensemos un poco. La prostitución sería la profesión más solitaria del
mundo
si no tuviera demanda. El cártel de Medellín sería un club de ayuda soc
ial si no
hubiera demanda. En lugar de la OPEP habría un consorcio para
la energía solar y la desalinización, si no hubiera demanda.
Como enfrentarnos a cualquier verdad, aceptar el hecho de que n
uestra
demanda es la causa de tantos problemas puede darnos un poder inme
nso. Nos
hace sentirnos fuertes saber que el motivo principal de las dificult
ades del
planeta no es el complejo militar- industrial ni el presupuesto nacional
ni los
gastos de defensa (esos asuntos frente a los cuales solemos sentirn
os
impotentes), sino nuestros propios patrones de consumo, nuestra d
emanda,
que es algo que podemos cambiar, y al mismo tiempo nos benefic
iamos
nosotros mismos. La frugalidad creativa beneficia no sólo a nuestros bo
lsillos sino también al planeta.
Como ya hemos visto en la curva de la satisfacción, ésta depende,
por
definición, de saber cuándo se tiene lo suficiente. Podemos formul
arnos las tres preguntas del capítulo 4 de otro modo, si
tenemos en cuenta el planeta.
Hemos de preguntarnos:
♦ ¿Es probable que el dinero gastado me brinde una satisfacción
proporcional a los recursos que representa?
♦ Esta compra, ¿concuerda con los valores que todos compartimos
: el El sueño, americano... cotí pocos recursos 239
deseo de sobrevivir y prosperar?
♦ ¿Cómo serían los gastos de esta categoría si yo trabajara por el biene
star
de todo el mundo, en lugar de hacerlo por mi propia supervivenc
ia personal?
No olvide que plantearse estas preguntas no le privará de lo que realme
nte le produce satisfacción sino que, simplemente, le abrirá nuevas
oportunidades
de ahorrar y conseguir claridad en su relación con el dinero.
Un ejemplo de forma de pensar pogonómica
Joe Domínguez era el director del Departamento de Informática de
un
estudio de investigaciones médicas que buscaba la manera de llevar a cab
o
investigaciones de primer orden sin tener que solicitar financiación y con
un
mínimo de desembolsos. Al comenzar la fase estadística del estudio, para l
a
cual había que imprimir cientos de estadísticas y gráficos, fue evidente qu
e las
cintas para la impresora tendrían una función fundamental. En una
sola
tirada se gastó una cinta. Joe hizo algunos cálculos y llegó a la conclusió
n de que, a 9,25 dólares (1156 pesetas) por cinta, este gasto elevaría
considerablemente los costes del proyecto. Entonces se acordó de un pequ
eño
anuncio publicitario en una revista de informática que ofrecía algo
tan
extraño como una máquina para entintar cintas. La compró por 60 dólare
s (7
500 pesetas), junto con medio litro de tinta especial por 18 dólares
(2250
pesetas), y a un proveedor informático que vendía con descuento le compr
ó 12
cintas a 8 dólares (1000 pesetas) cada una, confiando en que su inversión
, a largo plazo, le produciría un ahorro considerable.
Máquina para entintar
$ 60 (7500 ptas.) $
Medio litro de tinta 12
18 (2250 ptas.) $ 96
cintas
(12000 ptas.)
TOTAL de la inversión
$ 174 (21 750 ptas.)
Un año después de efectuar estas compras, Joe volvió a entintar cad
a una de las trece cintas en siete ocasiones.
13 X 7 X $8 =
$ 728 (91000 pías.)
Coste por entintar
- 174 (21 750 pías.)
TOTAL ahorrado en un año
$ 554 (69250 ptas.)
Rentabilidad de la inversión a un año
318%
Este método le permitió ahorrar cientos de dólares... además de tener
consecuencias interesantes para el planeta. Piense en los millones de desp
achos donde se tiran las cintas de las impresoras usadas. Calcule los verte
deros que se han llenado con la demanda de cintas de nailon. Calcule la
cantidad de petróleo destinada a la fabricación del plástico. Y además tom
e en cuenta lo siguiente, publicado en The Wall Street Journal:
La producción de nailon, una fuente de óxido nitroso
Según los científicos, las plantas de fabricación de nailon producen
gases que parecen estar implicados en la reducción del ozono de la
atmósfera y en el aumento del calentamiento global.
Ahorrar y salvaguardar el planeta al mismo tiempo
No pretendemos con todo esto que se vaya a vivir al desierto, se aliment
e de frutos y se cubra con hojas de higuera. No olvide el
mantra: sin vergüenza
El sueño, americano... cotí pocos recursos 240
ni culpa. Todos hemos nacido en un mundo donde parecía normal
y
beneficioso llegar a la felicidad a través del consumo. Para que el
medio
ambiente siga siendo viable hemos de introducir en nuestros hábitos act
uales
unos cambios que requieren una modificación sistemática y valient
e por
nuestra parte. ¿Para qué esperar al año 2000? Evitemos la fiebre del
milenio
y empecemos ahora a preocuparnos por estas cuestiones. Se pueden ele
gir
muchos placeres no contaminantes que producen una satisfacción
doble:
para uno mismo y para el planeta. En realidad, disfrutar de la naturale
za y
sentir nuestra conexión vital con la tierra, la fuente de toda vida, es uno
de los
mayores placeres que existen. En el aspecto celular, no hay demas
iada
diferencia entre un ser humano y un árbol. Experimentar esta afi
nidad sin
consumirla corresponde a un estilo de vida tan ecológico como reciclar
los restos de las hortalizas en forma de abono.
Si quiere saber cómo guardar dinero y salvaguardar la Tierra, tiene a s
u
disposición varios libros sobre el tema. Uno de los más populares
es 50
Simple Things You Can Do to Save the Earth (50 cosas simples que puede
s hacer para salvar la Tierrra),
aunque hay muchos más que le pueden servir
para reevaluar sus decisiones personales con respecto a su estilo d
e vida,
teniendo en cuenta los conocimientos que poseemos actualmente acerca
del
impacto humano sobre el ecosistema. Si no hay libros sobre este tema e
n la
biblioteca de su barrio, pida que compren alguno para que otras
personas también puedan leerlos. Esto ya es bueno para la Tierra.
Lo fundamental es recordar que todo lo que compra y no utiliza, todo l
o
que tira, todo lo que consume y no disfruta es un desperdicio de dinero,
de
energía vital y de los recursos limitados del planeta. Todo desperd
icio de
energía vital son más horas perdidas en competencia inexorable,
matándose trabajando.
Si no le alcanza el tiempo para disfrutar de los frutos de su
trabajo, tal vez no necesite otro curso para aprender a administrar el ti
empo
sino un repaso a la frugalidad. La frugalidad es un estilo de vida sencill
o y ecológico.
Pero no se detenga aquí en su búsqueda de la frugalidad, el estilo de vid
a más avanzado y perfecto del planeta. Siga leyendo.
MIL Y UNA MANERAS SEGURAS DE AHORRAR DINERO
Al cabo de un año de tablas mensuales, seguramente tiene alrededor de
1001 partidas en sus 15 a 30 categorías de gastos. Es muy probable que
esté
gastando menos en todas las compras (desde aceite hasta zapatos)
sin que
esto haya empeorado la calidad de los productos ni su calidad de vida.
La
actitud de respetar su energía vital es la que le señala el camino, en luga
r de
seguir la receta de otros para conseguir una vida frugal. Estará t
an
entusiasmado al descubrir lo que ha ahorrado como nosotros cua
ndo
entintábamos las cintas de la impresora o amueblábamos la casa con lo
que
comprábamos en mercadillos o nos regalaban. Esta potenciación proce
de de
El sueño, americano... cotí pocos recursos 241
su ingenio y su creatividad para hallar sus propios métodos de ser frug
al. Por
eso la llamamos frugalidad creativa. De modo que aquí tiene un espacio
en
blanco para que escriba sus propios mil y un consejos para vivir con m
enos y disfrutarlo.
UN MILLÓN Y UNA MANERAS
SEGURAS DE AHORRAR DINERO
Preste atención a lo que piensa. Todas las personas que practican
la
meditación saben que nuestra materia gris es como un mono frenético
que
agita un flujo constante de pensamientos inconexos a una velocidad mí
nima
de uno por segundo. En apenas 1 f ,6 días habrán pasado por su cabeza
un
millón y un pensamientos... y la mayoría de ellos tendrá algo que ver co
n sus
deseos: quiero esto, aquello no me apetece, me gusta eso, aquello
me desagrada. Buda decía que el deseo es el origen de todos los
sufrimientos.
También es el origen de todo lo que compramos. Si toma conciencia de l
os
próximos un millón y un deseos, tendrá un millón y una oportunidades
de no gastar nada en algo que no le va a producir satisfacción. No es
la publicidad
lo que hace que uno compre, sino las expectativas de los demás. No es l
a
televisión lo que hace que uno compre, sino lo que uno piensa. Vigile lo
que
piensa porque sus pensamientos son peligrosos para su bolsillo... y
para mucho más.
No olvide que la frugalidad no tiene nada que ver con ser tacaño
o
mezquino, sino con respetar y valorar su recurso más precioso: su ene
rgía vital. Comprar con inteligencia, ahorrar, respetar el adagio:
Úselo, gástelo,
empléelo o prescinda no significa privarse de nada, sino quererse tanto
a uno
mismo y a la propia vida que no se quiera desperdiciar ni un se
gundo.
Además, como ya hemos visto, también significa que uno ama tan
to al
planeta que quiere cuidarlo bien. Y por último, que uno se preocupa ta
nto por
las generaciones futuras que quiere dejarles la Tierra mejor de como la
ha encontrado.
Cuando hablamos de preservar el medio ambiente, eso está relacionado c
on muchas otras cosas. Como creo que, en definitiva, la decisión procede
del corazón humano me parece que lo fundamental es
poseer un auténtico sentido de la responsabilidad universal.
El Dalai Lama
1. No vaya de compras.
2. Viva dentro de sus posibilidades.
3. Cuide lo que tiene.
4. Espere hasta que se gaste.
5. Hágalo usted mismo.
6. Prevea sus necesidades.
7. Valor comparativo, calidad, durabilidad y multiplicidad de usos.
El sueño, americano... cotí pocos recursos 242
8. Consígalo más barato.
9. Compre cosas de segunda mano. 10.
Siga los pasos del
programa.
RESUMEN DEL SEXTO PASO
Reduzca el total ele gastos mensuales mediante una valoración de
su
energía vital y siendo más consciente de lo que gasta. Aprenda a preferi
r la calidad de vida antes que el nivel de vida. Sea frugal; es fantástico.
7
POR AMOR O POR DINERO:
VALORACION DE LA ENERGIA VITAL.
TRABAJO E INGRESOS
En el capítulo 6 hemos hablado de que tiene que valorar su energía vita
l siendo
más consciente de sus gastos. En este capítulo vamos a hablar de
valorar su
energía vital fijándose en cómo utiliza su tiempo. ¿Obtiene el valor tota
l de la venta de ese bien tan precioso que es
su vida? ¿Trabaja el trabajo a su favor?
A veces tenemos que hacernos preguntas obvias para llegar a la verdad
. En
este capítulo vamos a analizar la pregunta siguiente: ¿qué es trab
ajar? La
respuesta evidente es, claro está, que trabajar es lo que hacemos para g
anarnos la
vida. Pero esta definición nos deja sin vida. Algunas personas respetan
su trabajo
y descuidan el resto de su vida. Otras soportan el trabajo y se recupera
n durante
las tardes y los fines de semana. En todo caso, sólo nos queda la mitad d
e la vida.
En ninguno de los dos casos valoramos nuestra energía vital. En ambos
casos, a
menudo nos sentimos incapaces de introducir cambios. Ahora vamos a
analizar si
parte del problema no estará en la definición misma del trabajo.
¿Utiliza bien su energía vital tanto cuando trabaja como cuando no lo h
ace?
Su trabajo, ¿le
consume (agota, destruye, desperdicia) la vida? ¿Aprecia su vida
y aprovecha cada hora (tanto en el trabajo como fuera de él) con cuida
do? Como
hemos dicho en el capítulo 2, nuestra energía vital es preciosa porque es
limitada
e irrecuperable y porque nuestras decisiones acerca del uso que le
damos
expresan el significado y el propósito de nuestro tiempo sobre la
Tierra. De
momento ha aprendido a valorar su energía vital estableciendo una cor
relación
entre sus gastos por una parte, y su satisfacción y sus valores, por la otr
a. Ahora Por amor o por dinero 243
vamos a enseñarle a valorar su energía vital sacando el máximo provec
ho de lo
que obtiene (en cariño o en dinero) a cambio de las horas que in
vierte en su trabajo.
¿QUÉ ES EL TRABAJO?
Como ocurre con el dinero, nuestro concepto del trabajo está compuest
o de
una cantidad de creencias, ideas y sentimientos contradictorios, de noci
ones que
hemos recibido de nuestros padres, nuestra cultura, los medios de comu
nicación
y nuestra experiencia de la vida. Las siguientes citas son un ejem
plo de la incongruencia de las distintas definiciones
del trabajo que conocemos:
Según E. F. Schumacher, el trabajo humano tiene tres finalidades:
♦ Primera, proporcionar bienes y servicios útiles y necesarios.
♦ Segunda, permitir que cada uno de nosotros use y, por lo tanto,
perfeccione sus dones.
♦ Tercera, hacerlo en forma de servicio a los demás y en colaboración c
on
ellos a fin de liberarnos a nosotros mismos de nuestro egocentris
mo innato.
Según el economista Robert Theobald el trabajo se define como al
go que
nadie quiere hacer, y el dinero, como la compensación que se recibe por
hacer algo desagradable.
Studs Terkel comienza de este modo su libro titulado
Working (Trabajar):
Puesto que este libro se refiere al dinero, trata naturalmente de l
a
violencia, tanto la espiritual como la física. Se refiere a úlceras y
también a accidentes, a griteríos y a puñetazos, a ataques de nervios y
también a malos tratos. Se refiere sobre todo (o por debajo de todo) a
las humillaciones diarias. Sobrevivir día a día es todo un triunfo para la
mayoría de nosotros... También se refiere a la búsqueda diaria de
sentido y no sólo de pan, de reconocimiento y no sólo de dinero,
de
sorpresas más que de apatía; resumiendo, de un tipo de vida diferente a
l tipo de muerte que encuentra uno de lunes a viernes.
Por su parte, Kahlil Gibran nos dice: «El trabajo es la manifestación vi
sible del amor.»
Pero entonces, ¿qué es el trabajo? ¿Es una suerte o una maldició
n, un esfuerzo o un triunfo, algo bueno para el alma o un
infierno, como sugiere el
caricaturista Matt Groening? Nuestra misión consiste en volver a
definir el
trabajo, como hemos hecho con el dinero, fijándonos en lo que se puede
decir
acerca del trabajo que sea cierto de forma coherente. Esta definición le
brindará
una nueva perspectiva de su trabajo, más acorde con su escala de valor
es y con
su verdadera satisfacción, así como también con su mínimo aceptable.
EL TRABAJO EN LA HISTORIA
Para comenzar, vamos a hacer un breve repaso de la historia del
trabajo,
porque así encontraremos nuevas oportunidades de dar forma a nuestr
a historia
personal. ¿De dónde proceden los conceptos que tenemos del trabajo? ¿
Por qué trabajamos? ¿Qué lugar ocupa el trabajo en nuestra vida?
La obligación laboral mínima diaria
En nuestra condición de seres humanos, todos estamos obligados a trab
ajar
un poco para nuestra supervivencia mínima, pero la cuestión es ¿cuánt
o? ¿Existe una obligación laboral mínima diaria?
Diversas fuentes, de origen tan variado
como las culturas primitivas o la historia moderna, calculan una cifra
de unas tres horas diarias durante la vida adulta.
Marshall Sahlins, el autor de
Stone Age Economics (Economía de la Edad de
Piedra), descubrió que antes de que la influencia occidental cambia
ra su vida cotidiana, los hombres
Kung salían de caza entre dos y dos días y medio por
semana, con lo cual trabajaban alrededor de quince horas semanales,
mientras Por amor o por dinero 244
que las mujeres trabajaban en la cosecha durante el mismo perío
do, más o
menos. De hecho, con un día de trabajo, la mujer conseguía suficientes
hortalizas
para alimentar a su familia durante los tres días siguientes. Durante to
do el año,
hombres y mujeres trabajaban un par de días y utilizaban otros
dos para
descansar y entretenerse, cotillear, organizar los rituales y hacer visitas.
.. Parece
que antiguamente la jornada laboral no tenía nada que envidiar a
los horarios actuales de los bancos.
Según el Dr. Frithjof Bergmann:
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, apenas se
trabajaba dos o tres horas por día. A medida que fuimos pasando de la
agricultura a la industrialización, las horas de trabajo fueron en
aumento, dando lugar a unos estándares que determinan que quien no
trabaja cuarenta horas a la semana es un haragán. (...) El concepto de l
a
conveniencia de que todos tuvieran un empleo no apareció hasta l
a revolución industrial.
En su estudio sobre comunidades utópicas del siglo xix, John Hu
mphrey
Noyes, el fundador de la Comunidad Oneida, ha destacado lo siguiente:
Todas estas comunidades han demostrado lo que decía el práctico
Dr. Franklin (del siglo xvni): que si todo el mundo realizara tres horas
diarias de trabajo físico no habría necesidad de que nadie trabajara má
s de tres horas.
Pasando al siglo xx, en 1934 un sabio y visionario indio llamado
Paramahansa Yogananda hablaba de comunidades autosufi- cientes en
el mundo entero, con una orientación espiritual, en las cuales:
Todos, pobres o ricos, tienen que trabajar tres horas diarias para
producir tan sólo las necesidades extremas de la vida... trabajar t
res
horas diarias y vivir en medio del lujo de la riqueza literaria y tener
tiempo para [hacer lo que nos parezca importante].
Todas estas citas sugieren que tres horas diarias es todo lo que te
nemos
obligación de trabajar para sobrevivir. Es posible imaginar que, e
n épocas
preindustriales, este patrón tendría sentido. La vida era más coherente
entonces y el
trabajo se confundía con la vida familiar, los festejos religiosos y el jue
go.
Después llegó la revolución industrial para ahorrar trabajo,
la vida se subdividió en trabajo y no trabajo,
y aquél ocupaba una porción cada vez mayor de la
jornada de una persona normal.
En el siglo xix, el hombre común,
con una aversión justificada a trabajar
tantas horas, comenzó a luchar por reducir la jornada laboral. Los defe
nsores de
los obreros sostenían que si trabajaban menos horas, se cansarían
menos y
aumentaría la productividad. En realidad afirmaban que menos h
oras era la
expresión natural de la maduración de la revolución industrial. Tr
abajando
menos horas, los trabajadores tendrían libertad para poner en pr
áctica sus
facultades, y la democracia se beneficiaría al contar con ciudadan
os cultos y comprometidos.
Pero todo esto acabó con la depresión. Después de caer en picado
, de las
sesenta horas de principios de siglo a las treinta y cinco durante la depr
esión, la
jornada laboral se estabilizó en cuarenta horas para la mayoría y ha au
mentado a
cincuenta o incluso sesenta horas por semana en las dos últimas década
s. ¿Cuál es el motivo?
¿El derecho a la vida, la libertad y a ganar un sueldo?
Durante la depresión, el tiempo libre se convirtió en sinónimo de desem
pleo.
En su intento por reactivar la economía y reducir el desempleo, e
l pacto político-económico del presidente Roosevelt
(new deal) impuso la jornada
laboral de cuarenta horas por semana y al Gobierno como garante del e
mpleo en
última instancia. Se educó a los trabajadores para considerar que
como
ciudadanos tenían derecho al empleo en vez de a tener tiempo libre (¿a
la vida, a
la libertad y a ganar un sueldo?). Benjamín Kline Hunnicutt, en
Work Without Por amor o por dinero 245
mayor renta disponible,
lo cual quiere decir mayores beneficios, que a su vez
implican la expansión del negocio, que significa más puestos de tr
abajo, que suponen más consumidores
y mayores rentas disponibles. Como hemos visto en
el capítulo 1, el consumo mantiene en movimiento las
ruedas del progreso.
Comprobamos así que nuestro concepto (como sociedad) del ocio
ha
cambiado radicalmente. Después de ser considerado un elemento d
eseable y
civilizador de la vida cotidiana, se ha convertido en algo temible
que nos
recuerda al desempleo de los años de la depresión. A medida que el ocio
ha ido
perdiendo valor, el valor del trabajo ha ido en aumento. El empu
je del pleno
empleo, junto con el desarrollo de la publicidad, ha dado origen
a masas
populares cada vez más orientadas al trabajo y a ganar más dinero par
a consumir más recursos.
El trabajo adquiere así un nuevo significado
Además, según Hunnicutt, durante el último medio siglo hemos empeza
do a
perder el entramado de familia, cultura y comunidad que daba sentido
a la vida
fuera del lugar de trabajo. Los rituales tradicionales, las relaciones soci
ales y el
simple placer de la compañía de los demás servían para estructurar el t
iempo que
no se dedicaba a trabajar, brindando a las personas una sensación de p
ropósito y
de integración. Sin esta experiencia de pertenecer a un grupo y a un lug
ar, el ocio suele conducir a la soledad y al aburrimiento.
Como la vida fuera del ámbito laboral ha perdido vitalidad y sen
tido, el
trabajo ha dejado de ser un medio para convertirse en una finali
dad. Destaca Hunnicutt:
Ahora se buscaba en el trabajo un sentido, una justificación, un propósi
to, e
incluso la salvación, sin hacer referencia obligatoriamente a ninguna es
tructura
tradicional, ni filosófica ni teológica. Los hombres y las mujeres encont
raban
nuevas respuestas a las viejas cuestiones religiosas, y estas respuestas es
taban
cada vez más relacionadas con el trabajo, el ascenso, la ocupación
y la profesión de cada uno.
La última pieza del rompecabezas encaja en su sitio si nos fijamo
s en el
cambio en la actitud religiosa hacia el trabajo que se produjo como con
secuencia
del auge de la ética protestante. Antes, el trabajo era una cuestión profa
na y la
religión era lo sagrado. Después, se empezó a tomar el trabajo como el
campo
donde uno se esfuerza por conseguir la salvación, y la prueba de una bu
ena vida religiosa era que a uno le fueran bien los negocios.
Y así llegamos al final del siglo XX, cuando nuestro empleo remunerad
o ha
asumido una infinidad de funciones y nuestros trabajos cumplen l
a tarea que
tradicionalmente correspondía a la religión: el lugar donde buscamos r
espuesta a las eternas preguntas: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?
y ¿qué sentido tiene todo?
También le corresponde al trabajo proporcionarnos la emoción de
un
romance y las profundidades del amor. Cualquiera diría que cree
mos que en alguna parte nos está esperando un trabajo azul (como el
príncipe azul de los
cuentos de hadas) que va a satisfacer todas nuestras necesidades y a ele
varnos a
la máxima grandeza. Nos hemos convencido de que por medio de este t
rabajo lo
conseguiremos todo, en cierta manera: posición social, sentido, ave
nturas,
viajes, lujos, respeto, poder, difíciles pruebas y fantásticas recompensas.
Basta
con encontrar el trabajo adecuado. Tal vez lo que hace que algunas per
sonas se
aferren al circuito de casa al trabajo y del trabajo a casa sea precisame
nte esta ilusión del trabajo azul.
Somos como la princesa que insiste en besar sapos con
la esperanza de que algún día se encontrará abrazada a un bello prínci
pe. Nuestro trabajo viene a ser nuestro sapo.
Por último, pretendemos que el trabajo nos brinde una sensación de di
gnidad.
Ser o hacer, he aquí el dilema
Todos recordamos esa pregunta que nos formularon invariablemente d
urante toda nuestra infancia:
¿y qué quieres ser de mayor? ¿Recuerda la respuesta?
¿Era algo que le salía de dentro o acaso, con intuición infantil, respondí
a lo que
los adultos esperaban oír? ¿Fue cambiando la respuesta con el tie
mpo? El
adolescente de dieciocho años, rebosante de hormonas, que eligió s
u carrera Por amor o por dinero 247
universitaria, ¿sabía lo que hacía? Los sueños de su adolescencia,
¿están
guardados junto con las fotos de sus compañeros de instituto? Su histor
ia laboral,
¿ha dado un salto y ha tomado un rumbo queja- más habría imaginado
cuando
estaba en el instituto? Si ha seguido estudiando hasta llegar a ser lo que
quería ser, ¿ha cumplido sus expectativas?
En realidad, el problema está en la pregunta en sí (¿qué quieres
ser de
mayor?). A uno le preguntan lo que quiere ser, cuando de hecho se supo
ne que
contesta lo que piensa hacer. No es de extrañar que haya tantas
crisis de los
cuarenta cuando tenemos que enfrentarnos al hecho de que lo que hace
mos no expresa en absoluto lo que somos.
Estamos tan ocupados con la actividad que realizamos para
ganarnos la vida
que, sin darnos cuenta, seguimos confundiendo hacer con ser. De
hecho, si
hacemos un cálculo por horas, es posible que estemos más unidos
a nuestro
trabajo que a nuestra pareja. Las promesas de permanecer juntos para
bien o para
mal, en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad (y a
menudo
hasta que la muerte nos separe) a veces se aplican mejor al empl
eo que al cónyuge. ¿Acaso cuando nos presentamos no decimos:
«Soy enfermera» o «Soy
contratista», en vez de decir: «Soy padre/madre» o «Soy amigo/a»?
En el capítulo 5 hemos visto que, si
uno salda sus deudas y acumula algunos
ahorros, el desempleo podría convertirse en una magnífica oportu
nidad para
descubrir, aprender y renovarse. Pero, ¿qué ocurriría si uno pensase qu
e lo que es
depende de lo que hace para ganar dinero? Por más ahorros que tuvies
e, perdería
su sensación de propósito y su autoestima. Vamos a ver que lo que
uno es es
mucho más de lo que hace por dinero, y su verdadero trabajo es mucho
más que
su empleo remunerado. Es posible que, al centrarnos en el dinero
y en el
materialismo, hayamos perdido el orgullo que podemos y debemos sent
ir por lo
que somos como personas y por todas las maneras en que contrib
uimos al
bienestar de los demás. Ahora nuestra misión consiste en recuperar el d
erecho a reconocernos a nosotros mismos como
seres humanos, en lugar de como
personas que actúan y ganan dinero.
¿HEMOS GANADO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL?
Estamos muy lejos de aquella época en que nuestros antepasados traba
jaban
tres horas por día y el resto del tiempo disfrutaban del placer de las rel
aciones
sociales, los rituales, los festejos y los juegos. ¿Ha merecido la pena?
No cabe duda de que hemos ganado mucho al centrar nuestra creativid
ad y
nuestro ingenio en el dominio del mundo físico. Tanto la ciencia c
omo la
tecnología, la cultura, el arte, el lenguaje y la música han ido evoluciona
ndo y
brindándonos incontables beneficios. Muy pocas personas preferirí
an volver
atrás por completo y olvidarse de Bach o de la penicilina, o incluso del
motor de
combustión interna. Sin embargo, conviene que nos detengamos y evalu
emos la
dirección que llevamos. ¿Seguimos yendo en la dirección correcta?
Vamos a
hacer un rápido análisis de los modernos puestos de trabajo y los
mercados laborales. ¿En qué lugar nos encontramos? ¿Es allí
donde queremos estar?
♦ Algunas personas se sienten subempleadas porque cada día tien
en que
repetir las mismas tareas serviles o rutinarias que requieren muy
poca
creatividad o inteligencia. Otras, en cambio, sienten que trabajan
en
exceso, sobre todo ahora que las empresas tienden a reducir personal y
los
pocos afortunados que conservan el empleo ven que sobre sus hombros
recaen cada vez más responsabilidades.
♦ La numerosa generación de los años cincuenta, tan famosa y
documentada, está descubriendo que, al ser tantos, tan sólo un reducid
o
porcentaje llegará a lo alto de la escala social, y muchos ya no p
odrán seguir avanzando en sus vidas profesionales.
♦ Una mayor conciencia de las cuestiones relacionadas con la justicia s
ocial
y la ecología producen conflictos en algunos trabajadores: desde un pu
nto
de vista económico, precisan el empleo, pero desde un punto de vista éti
co
no están de acuerdo con los productos o servicios que brinda la empres
a donde trabajan.
♦ La seguridad en el empleo ya no es lo que era. Durante los últimos se
is Por amor o por dinero 248
meses de 1990, la recesión dejó sin empleo a más de un millón d
e
personas en Estados Unidos, y muchas más perdieron su puesto de trab
ajo en 1991.
♦ La jubilación ha dejado de ser algo seguro. Es posible que ni siquiera
los empleados más leales puedan contar con una
pensión, ya que las malas inversiones de algunas empresas han llevado
a la Por amor o por dinero 279
quiebra a muchos fondos de pensión.
♦ Si bien sólo la mitad de la población activa declara que está satisfech
a con su empleo, apenas una tercera parte lo conservaría si
no fuera necesario.
♦ Según una encuesta reciente llevada a cabo por John Robin- son par
a la
empresa de hoteles Hilton, el 70 % de las personas que gana 30000 dóla
res
(3750000 pesetas) al año, o más, renunciaría a un día de paga por sema
na a
cambio de tener otro día libre más. Incluso entre los que ganan 2
0000
dólares (2 500000 pesetas) por año, el porcentaje sería del 48%.
Parece que ya estamos hartos de matarnos trabajando en un mundo de
locos.
Dedicamos al trabajo la mayor parte de las horas que estamos de
spiertos y
aparentemente no merece la pena. Consideramos el trabajo como
la forma de
satisfacer gran parte de nuestras necesidades y al final acabamos insati
sfechos.
¿Por qué dedicamos los mejores
años de nuestra vida a nuestro empleo?
¿CUÁL ES LA FINALIDAD DEL TRABAJO?
Vamos a seguir explorando el trabajo, esta relación tan personal
y tan profunda, haciendo una reflexión sobre algunas cuestiones:
♦ ¿Por qué hace lo que hace para ganar dinero?
♦ ¿Qué le motiva a levantarse de la cama cinco días a la semana para i
r a un sitio a ganar dinero?
♦ ¿Qué propósito tiene, según su experiencia, su empleo remunerado? (
Si le
mantiene su cónyuge o algún familiar, puede reflexionar bien sobr
e el
trabajo de esta persona o bien sobre alguna experiencia laboral s
uya anterior. Si está
jubilado o en el paro, piense en algún empleo anterior.)
Analice ahora la siguiente lista de posibles finalidades del empleo
remunerado y elija la que se aplique en su caso.
Para ganar dinero
Por amor o por dinero 278
♦ Para atender a las comodidades.
♦ Para atender a los lujos.
♦ Para obtener dinero destinado a otros (filantropía).
♦ Para dejar un patrimonio.
Por la sensación de seguridad
♦ Para cubrir sus necesidades.
♦ Para que se reconozca su valor como ser humano adulto.
Por tradición
♦ Para continuar con la tradición familiar de seguir una profesión
determinada.
♦ Para mantener una sensación de continuidad y conexión con el pasad
o.
Por placer
♦ Para estar en contacto con personas interesantes.
♦ Para obtener estímulo, diversión y entretenimiento.
Por obligación
♦ Para contribuir en la medida que le corresponde con el fin de que la
sociedad siga funcionando.
Por servicio
♦ Para aportar algo a los demás, a la sociedad y al mundo.
Para aprender
♦ Para adquirir nuevas aptitudes.
Por el prestigio y la posición social
♦ Para recibir de los demás alabanzas, admiración y respeto.
Por el poder
♦ Sobre el curso de los acontecimientos, influyendo en las decisiones.
Por las relaciones sociales
♦ Para entrar en contacto con el público y sentirse parte de la comunid
ad.
Por crecimiento personal
♦ Por el estímulo y el desafío.
♦ Para desarrollar su vida emocional e intelectual.
Por triunfar
♦ Por la retroalimentación que brinda el éxito.
♦ Por lograr la satisfacción, esa sensación de dar todo lo que puede.
♦ Por el desafío, por mantenerse alerta, por crear algo nuevo.
Por organizar el tiempo
♦ Para organizar el tiempo y darle a su vida un ritmo ordenado.
Porque sí
♦ Porque todo el mundo lo hace.
Habrá observado que el trabajo cumple dos funciones diferentes:
una
material o económica (es decir, que le paguen) y otra personal (e
mocional, intelectual, psicológica, incluso espiritual).
La pregunta original era: ¿cuál es la finalidad del empleo remunerado?
De
hecho, el empleo remunerado cumple una sola finalidad que es la
de que le
paguen a uno. Ésta es la única conexión real entre el trabajo y el dinero
. Las otras
finalidades del empleo remunerado son compensaciones de otros ti
pos,
deseables sin duda, pero que no están relacionadas
directamente con el sueldo y Por amor o por dinero 279
que también existen en actividades no remuneradas.
Si nuestro empleo remunerado nos produce algún tipo de estrés, confus
ión o
desilusión, rara vez se debe al propio sueldo. Ya hemos visto que, a part
ir de un
cierto nivel de bienestar, más diñero no produce mayor satisfacción. A l
o mejor
el problema del empleo es que no satisface nuestra necesidad de e
stímulo,
reconocimiento, desarrollo, contribución, interacción y significación.
¿Qué
sucedería si retirásemos del empleo remunerado la mayoría de estas ex
pectativas y nos diéramos cuenta de que
las actividades no remuneradas cumplen todas las finalidades
del trabajo, salvo ganar dinero?
Esta observación nos conduce a un punto crítico en la revaloración de n
uestra
relación con el trabajo. El trabajo tiene dos aspectos. Por una parte, est
á nuestra
necesidad y deseo de dinero, puesto que trabajamos para que nos pagu
en. Por la otra, y con total independencia del sueldo,
está el hecho de que trabajamos para cumplir muchas otras
finalidades de nuestra vida.
UNA NUEVA DEFINICIÓN DEL TRABAJO
El verdadero problema con el trabajo, por lo tanto, no es que nu
estras expectativas sean demasiado altas, sino que confundimos
trabajo con empleo remunerado.
Si definimos el trabajo sencillamente como cualquier actividad
productiva o intencionada, el empleo remunerado se convierte en una a
ctividad
más, y esto nos libera de las falsas suposiciones de que lo que ha
cemos para
llevar el pan a la mesa y para tener un techo sobre nuestras cabezas tie
ne que
darnos, además, una cierta sensación de sentido, propósito y satisf
acción. Al
romperse la conexión entre el trabajo y el dinero, estamos en con
diciones de recuperar el equilibrio y la salud mental.
Nuestra satisfacción como seres humanos no reside en nuestro empleo,
sino
en el panorama general de nuestra vida: en nuestra sensación per
sonal del
sentido de la vida, nuestra relación con los demás y nuestras ansias de s
entido y
propósito. Al separar el trabajo del sueldo, reunimos los distintos
aspectos de
nosotros mismos y recordamos que nuestro verdadero trabajo consiste
en vivir
de acuerdo con nuestros valores lo mejor que sepamos. De hecho, confu
ndir el trabajo con el salario significa que la mayoría de nuestros
trabajos no ha
obtenido ni la atención ni el crédito que merecen; nos referimos a traba
jos como
amar a nuestra pareja, ser buenos vecinos o desarrollar un estilo
de vida
satisfactorio. Cuando nos sentimos completos, no necesitamos abrirnos
camino
hacia la felicidad a fuerza de consumir. La felicidad es un derech
o que se adquiere al nacer.
Puede que su empleo remunerado le fascine, o puede que lo odie; da igu
al.
De todos modos tiene que reconocer que tiene por finalidad que l
e paguen, mientras que es posible que su auténtico
trabajo sea mucho más importante.
Separando el trabajo del sueldo podrá ver con mayor claridad si
valora (tanto
cuando trabaja como cuando no lo hace) ese bien precioso que es
su energía vital.
¿Recuerda lo que hemos dicho sobre la energía vital en el capítulo 2? Si
tiene
cuarenta años, según las tablas apenas le queda un saldo de 329601 hor
as de vida en su
cuenta bancaria de energía vital. Eso es todo lo que tiene, porque no ha
y
nada en la vida que sea más valioso que su tiempo, los momentos que le
quedan.
Nunca será demasiado consciente ni intencionado en su forma de invert
ir esos momentos.
Si separa el trabajo del sueldo, puede obtener mejores resultados en tod
os sus
trabajos.
En el empleo remunerado, valora su energía vital trabajando con
eficiencia, diligencia, inteligencia y por la remuneración más alta posibl
e. En el
resto de su trabajo, la valora trabajando con eficiencia, diligencia, inteli
gencia y con todo el entusiasmo y el cariño de que sea capaz.
Romper el vínculo entre el trabajo y el sueldo tiene tanta influen
cia en
nuestra vida como el reconocimiento de que el dinero no es más que «al
go que
recibimos a cambio de nuestra energía vital». El dinero es nuestra ener
gía vital;
su valor no depende de las definiciones exteriores, sino de lo que inverti
mos en él. Asimismo, el empleo remunerado recibe su único valor
intrínseco del hecho
de que nos pagan por hacerlo. Todas las demás cosas que hacemos expr
esan lo Por amor o por dinero 280
que somos, no lo que debemos hacer por necesidad económica. Al romp
er este
vínculo, recuperamos la calidad, los valores y nuestra propia esti
ma como
balance final. Al romper este vínculo, podemos dar una nueva def
inición del
trabajo sencillamente como todo lo que hacemos de conformidad
con el propósito que tenemos en la vida. Al romper este
vínculo, recuperamos la vida.
LAS INCREÍBLES CONSECUENCIAS DE UNA NUEVA
DEFINICIÓN DEL TRABAJO
Desde este punto de vista, resulta evidente el motivo por el cual su empl
eo remunerado se puede considerar una forma de
matarse trabajando. Aparte de
ganar dinero, es posible que no haga nada más que concuerde con su pr
opósito, entre ocho y diez horas al día, cinco días
a la semana, cincuenta semanas al año,
cuarenta o más años de su vida. Esto abre una infinidad de preguntas:
¿cuánto
dinero precisa para alcanzar la cima de su satisfacción? ¿Se lo proporc
iona su
empleo? ¿Trabaja por menos de lo que vale y lleva a casa menos dinero
del que
necesita? ¿O gana mucho más de lo que necesita para estar satisfecho?
¿Cuál es el propósito de ese dinero de más? Si
no sirve para ningún propósito, ¿preferiría
trabajar menos y disponer de más tiempo para hacer otras cosas que le
interesan?
Si cumple algún propósito, ¿está ese propósito tan relacionado con sus
valores
que llena de alegría las horas que pasa en el empleo remunerado
? De lo contrario, ¿qué tiene que cambiar?
Vamos a explorar juntos algunas de las consecuencias de desvincu
lar el
trabajo del sueldo, de distinguir entre el empleo remunerado y el
trabajo, es
decir, el trabajo en el sentido de cumplir con el o los propósitos que tien
e en la vida.
1. Redefinir el trabajo aumenta las posibilidades
Supongamos que lo que más le agrada es enseñar, pero que traba
ja como
programador porque así gana más y está convencido de que necesita es
e dinero.
Según la vieja manera de pensar, cada vez que alguien le preguntase a
qué se
dedica, se vería obligado a afirmar: «Soy programador.» ¿Qué efectos
supone
que podría tener en su persona esta permanente incongruencia entre lo
que siente
internamente y su presentación exterior? A lo mejor sentiría una leve i
nfelicidad,
sin saber muy bien por qué. O podría enfermar, como le ocurrió
a una amiga
nuestra cuando renunció a su sueño de convertirse en concertista de pia
no para
dedicarse a la programación. Padeció una enfermedad inexplicable y es
tuvo de
baja durante casi un año. Otras personas recurren a la tarjeta de
crédito para compensarse por hacer algo que realmente no les
agrada.
Sin embargo, es posible que uno pase por alto cuestionarse si es
o no es
programador por el mero hecho de trabajar como tal para ganar
se la vida, Al
romper el vínculo entre el sueldo y el trabajo, surgen otras opciones. C
uando le
preguntan a qué se dedica, puede contestar: «Soy profesor, pero d
e momento
trabajo como programador para ganar dinero.» Ser capaz de reco
nocer lo que
uno realmente es le permite revisar la forma en que ha estructur
ado su vida
profesional. A lo mejor decide ahorrar y volver a dedicarse a la
enseñanza; o
trabajar menos horas y dar clases como voluntario; o enseñar pro
gramación.
Incluso podría incorporar una tercera afición, como el piragüismo, y en
señar esto
los fines de semana mientras se gana la vida como programador. Al
desvincular
el trabajo del salario, los distintos compartimentos de su vida se s
eparan, se
desplazan y se reestructuran para prestarle un mejor servicio.
Chris Northrup se abrió camino en un mundo que se solía consider
ar
exclusivamente masculino y entonces vio que no cuadraba con su sensibil
idad y
su intuición femeninas. Como médico, se encontró tratando de prom
over la
salud en un sistema insalubre, que exigía una semana laboral de 100 hor
as, no
le permitía descansar lo suficiente y apenas le dejaba tiempo para ningun
a otra cosa.
Durante la residencia y los primeros años de ejercicio de la profesi
ón,
trabajaba tanto que no le quedaba tiempo para pensar en el dinero
ni para
preocuparse de cómo lo gastaba. Se casó con un cirujano ortopedista, con
lo
cual se duplicó la inconsciencia. Chris y su marido acumularon vivi
endas,
coches e inversiones absurdas. Como ambos tenían trabajos muy lucrativ
os, no
les costaba nada respetar su única norma contable: gastar menos d
e lo que Por amor o por dinero 281
ganaban. Pero les resultaba inconcebible la idea de controlar los gastos: ¡
no
podían preocuparse de adonde iba a parar lo que gastaban! En rea
lidad,
confundían saber con preocuparse, y ya tenían bastantes preocupaciones
con la práctica de la medicina.
Pero los días de Chris como súper médico estaban contados porque pasó
por
esa experiencia íntimamente femenina de tener dos hijos. La maternidad l
e abrió
el corazón y atemperó su voluntad, de modo que empezó a cuestionar la ét
ica y
la economía de la práctica estándar de la medicina. Quiso salir del negoci
o de
la medicina y volver a su visión original de la medicina como servicio,
donde
tuviera tiempo para escuchar y atender a sus pacientes, aparte de tiempo
para
disfrutar de su familia. Con temor y decisión, renunció a un trabajo segur
o, con todos sus beneficios,
y abrió una clínica para mujeres, con personal femenino,
que coincidía con sus valores.
Durante este período, Chris comenzó a reconocer (en sí misma y en
sus
pacientes) patrones de pasividad y dependencia económicas. Algunas de e
stas
mujeres habían crecido sin nada, y jamás habían podido satisfacer
sus
necesidades; otras habían recibido objetos en vez de cariño; muchas
re-
nunciaban a su propio poder y responsabilidad económicos al casarse. Au
nque esta ineptitud parecía natural
(o quizá comprensible) en mujeres de más de
cuarenta y cinco años, lo raro era que incluso mujeres más jóvenes y con
una
carrera (como la propia Chris) mostraban síntomas de la misma subordin
ación
económica enfermiza. Chris, honesta y valiente, empezó a indagar en su i
nterior
al mismo tiempo que recomendaba a sus pacientes que hicieran una refle
xión profunda. ¿Cuáles
eran sus hipótesis y puntos débiles con respecto al dinero?
Más o menos por esa época escuchó el curso de IF en casetes. Entusiasm
ada,
le planteó a su marido la pregunta que estaba empezando a formul
arse a sí
misma: «¿Qué harías si no tuvieras que trabajar para vivir?», a lo
que él le
respondió: «¿Qué quieres decir? A mí me gusta mucho mi trabajo.» Pero
ella insistió: «¿Y si jamás tuvieras que cobrar para cubrir tus gastos?»
Incapaz de
responder, él se fue a dormir enseguida. Al final, él también escuchó el cu
rso,
aunque no le despertó el mismo entusiasmo que a Chris por practic
ar la
medicina de otra manera. Ella empezó a seguir los pasos del programa, p
ero su
marido no la seguía. ¿Cómo hacerlo sin él? Hasta que llegó a la conclusi
ón de
que, incluso en una pareja convencional (o tal vez más en una par
eja
convencional), la mujer ha de estar dispuesta a vivir por sí misma.
El
matrimonio no acaba con nuestra necesidad espiritual de llegar a ser pers
onas
completas y autónomas. Incluso, para que una pareja funcione, cada una
de las
partes tiene que crecer como individuo Al final, realizó todos los pasos ell
a sola.
A medida que fue creciendo su intuición personal, comenzó a replantears
e la
clínica. Evidentemente, era un paso en la dirección correcta, pero sólo le
servía
para saber todo lo que le faltaba por andar. Por ejemplo, como los ideales
del
personal de la clínica se ajustaban a la realidad financiera, todas,
desde la
recepcionista hasta Chris, tenían que hacer un análisis serio de sus
convicciones financieras. Nadie quería trabajar según el horario que man
tenía
la mayoría de los profesionales médicos, pero a todas les costaba adaptars
e a
reducir sus ingresos. Los números no cuadraban. A medida que Chris em
pezó a
dedicarse a procedimientos médicos menos radicales, se redujeron sus ing
resos
por paciente. Lo que más compensa a la mayoría de los médicos es la ciru
gía; en
cambio, Chris prefería la prevención: enseñar a las mujeres a ser respons
ables
de su salud. Veía una forma de practicar la medicina para curar tanto el c
uerpo
como el alma, pero los números la seguían llevando al antiguo sist
ema de
trabajo. «O practico la medicina de otra forma o no la practico de ningun
a.»
Para Chris, la IF representa la oportunidad de tomar nuevas decisi
ones
sobre la práctica de la medicina. Tiene mucho interés en hacer la prueba
sin
necesidad de un sueldo, y en escribir sin necesidad de que le paguen. A m
edida
que avanza en su independencia financiera, tiene previsto dar más
charlas y
escribir más, y llevar a cabo cada vez menos prácticas. Todavía no e
stá muy
claro cómo va a salir todo esto, pero para ella la independencia financiera
es
todo el proceso de dejar atrás las viejas maneras de pensar con res
pecto al
dinero, el trabajo, el sentido y el propósito. En realidad, la IF es un proce
so de
recuperación, igual que las curas para superar la adicción al alcohol o a l
as
drogas. Es el proceso de curación de todas las maneras en que hemos entr
egado Por amor o por dinero 282
nuestro poder a los demás y a circunstancias ajenas a nosotros, trat
ando de
obtener la sensación de valor de los símbolos sociales del éxito y negando
al
mismo tiempo nuestra realidad interior. En este momento, Chris está trata
ndo
de definir cuánto le resulta suficiente para sentirse satisfecha y buscando
formas
que le garanticen esos ingresos mínimos que le permitan realizar el trabaj
o que más le agrada y entregar al mundo todos sus dones.
Chris no es la única. Amy Saltzman, la autora de
Downshifting: Reinventing Success on a Slower Track (Vivir
con menos: reinventar el éxito a un ritmo más lento),
ha entrevistado a numerosos profesionales muy prósperos y ha
descubierto que muchos están dispuestos a aceptar voluntariament
e una
reducción de su sueldo y sus responsabilidades con tal de vivir un
a vida más equilibrada y más volcada al servicio de los demás.
2. Redefinir el trabajo le permite trabajar desde el interior hacia fuera
Muchos de nosotros vivimos gran parte de nuestra vida de fuera hacia
dentro,
eligiendo nuestras funciones y personalidades como quien elige el menú
en un restaurante chino. Una persona elige
bombero en la columna Empleo, rubia, de
ojos azules en la columna Esposa; dos en la columna Hijos;
occidental en la columna Estilo; Ford, en la de Coches; conservador,
en la de Política, y piso en
la de Vivienda, y se figura que ya tiene la vida resuelta. Pero encajar nu
estro yo
en ese agujero cuadrado llamado Empleo refuerza la impresión de que l
a vida
consiste en seleccionar opciones en una lista. A menos que sea art
ista o
empresario, su trabajo consiste casi siempre en resolver los problemas
de otra
persona y, a cambio de sus servicios, recibe un sueldo. En el mun
do laboral
existe una especie de irresponsabilidad derivada y sin embargo perman
ente, esa
sensación de que siempre estamos cumpliendo órdenes, tratando de co
mplacer a
alguien que tiene un poco más de poder que nosotros. En las grandes e
mpresas,
la mayoría de los empleados no tiene ni idea de quién da las órd
enes; estas
empresas no sólo compran nuestro trabajo sino también nuestra p
ersonalidad,
con normas culturales tácitas acerca de quién habla con quién, có
mo hay que
vestirse, dónde comen los empleados según su categoría, cuántas h
oras extraordinarias hay que hacer para
hacerse notar y cientos de otras opciones
cotidianas. Evidentemente, si pensamos que somos lo que hacemos
para
ganarnos la vida, al final vamos a acabar adoptando el patrón qu
e mejor nos
permita sobrevivir en el trabajo. Por ejemplo, es probable que un progr
amador
haya absorbido una gran cantidad de actitudes y creencias con re
specto a sí
mismo al mismo tiempo que los conocimientos que le permiten re
alizar su
trabajo. Pero si para usted no es lo mismo lo que es que lo que hace par
a ganar
dinero porque ha separado el trabajo del sueldo, está en condiciones de
recuperar
su yo perdido. A medida que llegue a conocerse a sí mismo, sus valores,
sus convicciones, sus verdaderos talentos y lo que le interesa, será capaz
de trabajar de
dentro hacia fuera. Podrá realizar su trabajo sin renunciar a su propio
yo. Será
responsable tanto dentro como fuera de su trabajo. Tendrá como
prioridad la
posibilidad de vivir consigo mismo y, si el trabajo se lo impide, podrá ca
mbiar de trabajo.
Margaret Parsons se encuentra en pleno proceso de dejar de vivir d
e
acuerdo con los valores de los demás (defuera hacia dentro) para descubr
ir y
vivir de acuerdo con sus valores (de dentro hacia fuera). Estuvo casada, t
uvo
dos hijos y se divorció. Su sentido del deber la impulsó a querer ganar lo
más
posible para mantener a su familia, de modo que descartó la enseñanza, p
ara la
cual estaba capacitada y, como experimentó este cambio de profesió
n en la
década de los ochenta, en ese momento el mejor lugar para encontrar bue
nos
ingresos eran los servicios financieros y la vía más rápida era conseguir e
l título de asesora financiera.
De modo que eso fue lo que hizo, pero al cabo de varios años empezó a se
ntir
las consecuencias del conflicto. Ella y sus clientes pensaban que su funci
ón era
asesorarles y protegerles en el confuso mundo de las inversiones, pe
ro en
realidad era una vendedora trabajando a comisión, y algunos productos e
ran
más lucrativos que otros. Empezó a sentir dolores de estómago y se dio cu
enta
de que tenía que dejar de vender productos financieros a toda costa.
Dejó de Por amor o por dinero 283
esforzarse por vender
y, aunque su cuerpo mejoró, sus finanzas empeoraron.
Se puso muy contenta al comenzar, junto con Ivy Underwood, el grupo de
apoyo para la independencia financiera constituido por veinte personas q
ue se
habían comprometido a trabajar con el programa de la IF. Sus reu
niones
mensuales eran oasis de apoyo y salud mental donde se disolvía la cacofo
nía de
la cultura del consumo y todos volvían a oírse pensando en voz alta. A me
dida
que iban siguiendo los pasos del programa, se sentían cada vez más dispu
estos
a seguir el dictado de su corazón, que para cada uno de ellos adop
taba una
forma ligeramente diferente. Por ejemplo, una mujer brillante e incisiva s
e dio
cuenta de que su trabajo como funcionaría tenía un nivel de exigencia m
uy por debajo de sus posibilidades. Al respetar su energía vital,
vio que estaba
desperdiciando su talento en medio de tanta mediocridad. «No me p
agan lo
suficiente para lo que me hacen sufrir.» De modo que renunció y ahora vi
ve de
sus ahorros y está buscando una forma y un lugar para reinsertars
e en el
mercado laboral. Otra pareja renunció a la seguridad de un puesto institu
cional para abrir su propia consulta privada... sin endeudarse por ello.
Todos estos cambios han surgido del proceso de seguir los pasos
del
programa. Si los miembros del grupo no hubiesen realizado los co
ntroles,
registros y autoexámenes de rigor, es posible que estos cambios le
s hubiesen
producido temor en lugar de esperanza. Si no hubieran encontrad
o sus 101
maneras de reducir gastos, muchos de ellos no se habrían arriesgado a
cambiar.
En sus reuniones
mensuales realizaban los ejercicios del libro que acompaña las
ca- setes del curso para reflexionar todos juntos sobre sus mitos y conce
pciones
equivocadas acerca del dinero. Algunos descubrieron que, más allá
de su
trabajo, no tenían ningún propósito real en la vida y comenzaron a cele
brar otra
reunión mensual para hablar de propósitos. Unos cuantos tuvieron que
buscar la
manera de cambiar a pesar de sus costosos hijos adolescentes y de la f
alta de
comprensión de su pareja. Después de realizar todos los pasos, lograba
n romper
con la fórmula trabajo = sueldo y entonces conseguían encontrar
nuevas
maneras de organizar su vida para que coincidiera con sus verdaderos
valores y propósitos.
3. Redefinir el trabajo vuelve a integrar la vida en un todo
En aras del orden y la conveniencia, hemos dividido nuestra vida
en
compartimentos: tenemos la vida laboral, la vida familiar, la vida comu
nitaria, la vida interior y nuestra vida secreta. Esta
administración de sistemas nos permite
controlar y mantener en equilibrio nuestras numerosas responsabilidad
es. Pero
no podemos decir que la vida sea una de esas listas de prioridades de co
sas que
tenemos que hacer que, en teoría, nos sirven de orientación pero, las m
ás de las
veces, acaban por dirigirnos. En lugar de percibir la vida como un flujo
constante
de experiencias en el momento presente, llegamos a la conclusión de qu
e nuestra
vida está atrapada en una carpeta con separadores de colores. Si nos li
mitamos a
seguir las indicaciones y a conectar los puntos, surgirá ante nuest
ros ojos la
imagen de la vida perfecta. Y las principales y más exigentes indicacion
es que seguimos corresponden a nuestro empleo remunerado.
En cambio, si desvincula el trabajo del sueldo, tendrá la oportuni
dad de
descubrir que simplemente está haciendo cosas, de un tipo u otro, de la
mañana a
la noche. Haga una prueba durante los tres próximos días: cada
vez que se
acuerde, pregúntese «¿Dónde estoy?». La respuesta más evidente será s
iempre:
«Aquí.» Entonces vuelva a preguntarse: «¿Y qué estoy haciendo realme
nte?» No se limite a responder que está
trabajando durante esas ocho horas que pasa en el
trabajo. Lo más probable es que esté escribiendo, o pensando, o l
impiando, o
hablando, o andando, o de pie, o levantando algo, o sentado, o escuchan
do, o
tomando una decisión, o buscando algo... el mismo tipo de activid
ades que
realiza el resto del día. Todo el día, todos los días, se limita a vivir su vid
a. A lo
mejor esto resta importancia a su trabajo, pero también hará que el res
to de su
vida parezca más vivido y coherente... y se sentirá más vivo. Inténtelo.
conseguir este ideal.
En primer lugar, evidentemente, debido al crecimiento de la
Por amor o por dinero 284
población, para alcanzar el pleno empleo hay que crear más puestos de
trabajo.
Para asegurarnos de que habrá mercados para estos bienes y serv
icios
adicionales, hemos de incrementar el consumo, no sólo en Estados Unid
os sino
en todas partes. Sin embargo, los límites que impone la base de los recu
rsos, el
planeta, lo convierten en un objetivo improbable e incluso absurdo. De
modo que
es posible que el crecimiento económico no pueda proporcionar p
uestos de trabajo suficientes para esta mano de obra en expansión.
Además, como sugieren Willis Harman y John Hormann en su ex
celente libro titulado Creative Work (Trabajo creativo),
la permanente eficacia de la
revolución industrial y tecnológica hace que cada vez más mano de obr
a humana
sea reemplazada por máquinas. Nos encontramos en un callejón si
n salida.
Nuestro progreso tecnológico representa cada vez más nuestro fracaso s
ocial, a
medida que sigue en aumento el número de desempleados. Empeo
ra esta
situación el hecho de que hayamos considerado la enseñanza supe
rior la
formación para un puesto de trabajo, y sin embargo ahora hay c
ada vez más
licenciados que se encuentran sin empleo o subempleados. Cada vez res
ulta más
evidente que cualquiera de nosotros puede perder el empleo, pero si sep
aramos
el trabajo del sueldo estamos en condiciones de comprobar que nunca n
adie está
desempleado, por más que no tenga un empleo remunerado. En el peor
de los casos, se encuentra en un período de transición.
Ya hemos visto en el capítulo 5 que siguiendo los pasos se llega al ahorr
o, y
que éste brinda una especie de protección o garantía en caso de perder
el empleo.
Además, al desvincular el trabajo del sueldo, se transforma el desemple
o en un
período de aprendizaje y descubrimiento. Una persona que está en el p
aro no es
un paria ni un inútil. Se puede sentir millonario, aunque no gane una p
eseta. Su
valor como persona no depende de lo que le paguen, sino de lo que es y
de lo que
da. Si consigue cultivar esta verdad en su interior, es posible que
surjan
posibilidades y oportunidades de empleo remunerado en los lugare
s más inverosímiles.
5. Redefinir el trabajo aporta vida a su jubilación
Todo el mundo se jubila algún día. La única duda es ¿cuándo?
Muchas
personas se matan trabajando y mueren antes de tiempo, por lo que no
se jubilan
hasta llegar a la tumba. Otras respetan las reglas del juego y se jubilan
cuando su
empresa se lo sugiere u ordena. En los últimos años, los ejecutivos de al
gunas
empresas que están reduciendo personal aprovechan la jubilación antic
ipada. Y
otras personas han hecho el curso de IF (o han seguido algún plan seme
jante) y
se han jubilado cuando todavía les quedaba mucha vida por dela
nte.
Independientemente del momento en que se jubile, la calidad de su ju
bilación
mejora si ha sabido separar el trabajo del sueldo. De este modo, podrá t
ener la
seguridad de que jubilarse significa abandonar el empleo remunerado,
no la vida.
Podrá seguir ampliando su trabajo real después del
retiro tanto si renuncia a los
cuarenta, como a los sesenta o a los ochenta. Si participa activamente e
n una vida
plena de significado, nadie podrá afirmar que ya no sirve para trabaja
r. Puede
perder el puesto de trabajo remunerado, pero no pierde su capaci
dad ni su
dignidad. Piense en sus propias asociaciones con la palabra
jubilación. Si le
encuentra connotaciones negativas, fíjese en si redefinir la situació
n como
hemos sugerido no modifica estos sentimientos. La jubilación sólo supo
ne el fin de la vida si
se define a sí mismo en función de su empleo remunerado.
6. Redefinir el trabajo enaltece las
actividades no remuneradas
Si le parece que sólo trabaja cuando gana dinero, hay millones de perso
nas
como usted que están muy ocupadas sin trabajar gran parte del t
iempo. Las
actividades cotidianas de cuidar de uno mismo, del hogar y de la
familia son
trabajos no remunerados. Es evidente que no pasan inadvertidas,
pero no
siempre les damos importancia. En nuestro interior, solemos consi
derar estas tareas meros obstáculos en el camino hacia nuestro trabajo
de verdad, el que nos pagan.
¿Y todas las horas que dedicamos a estar con nuestros hijos, a se
r buenos
vecinos, a ocuparnos de nuestros amigos, a ser cariñosos con nuestra pa
reja, a ser
buenos ciudadanos de la ciudad, el país y el planeta? Todas estas activi
dades, por
sí solas, podrían llenar una vida de sentido, de estímulo, de creati
vidad y de Por amor o por dinero 285
propósito. Sin embargo, como estamos ocupados con nuestro empl
eo remunerado, a menudo tratamos de
cumplir con nuestro trabajo de relación según
unas normas imaginarias. El padre o la madre ocupados suminist
ran comida,
ropa, casa, cursos, servicio de chófer y, cuando pueden, una velada com
partida.
El cónyuge bien intencionado pero ocupado comparte la cama, la casa,
las tareas
domésticas, el desayuno, la cena (si no tiene ninguna reunión de trabajo
a esas
horas), las finanzas y, en la medida de lo posible, una velada especial de
vez en
cuando. Como ciudadano, vota. Como vecino, se ocupa de las plantas d
el balcón
o del jardín, conversa con los demás vecinos a la entrada o en el ascenso
r y acude
a las reuniones de la comunidad. Como amigo, prepara una cena
o habla por
teléfono. En el fondo de nuestro corazón, sabemos que podríamos hacer
lo mejor
pero tenemos tantas cosas que hacer que no nos queda tiempo para sim
plemente estar con los demás.
Otra víctima de nuestra confusión entre trabajo y sueldo es nuestro tra
bajo
interno, el trabajo de autoanálisis, crecimiento personal y maduración
afectiva y
espiritual. Conocerse a uno mismo requiere tiempo: tiempo para r
eflexionar,
para el silencio, para escribir un diario, para oraciones y rituales, para
conversar
con un amigo querido que nos ayude a curar las heridas del pas
ado, para
desarrollar un estilo de vida coherente y un código ético personal, para
fijarnos
objetivos individuales y para analizar nuestra evolución. Sin embargo,
en lugar
de dar a todo esto la importancia que se merece, reducimos lo que pode
mos todo
esto a las noches y los fines de semana mientras dedicamos la mayor pa
rte de nuestro tiempo al trabajo de verdad, que es el
empleo remunerado.
Redefinir el trabajo nos devuelve toda la experiencia y la expresión de e
stas
otras actividades. Así enaltecemos las tareas domésticas, la relació
n con los
demás y el trabajo interior, y concedemos a ese empleo no remunerado
la misma
creatividad, el mismo respeto y la misma atención que al remunerado.
7. Redefinir el trabajo lo vincula con el juego
Puesto que, inconscientemente, hemos equiparado
ingresos (que nos paguen) con trabajo,
nos figuramos que si no percibimos ningún ingreso debe de ser
porque no estamos trabajando, sino
tan sólo jugando, un pasatiempo frivolo que
no sirve para nada. En ocasiones, un juego parece trabajo, como en los
partidos
de ajedrez difíciles. Otras veces, un trabajo parece un juego, e incluso r
ecibe ese
nombre, como en el caso de los deportes profesionales. Incluso a
veces hay
trabajos que resultan tan agradables que algunos dicen, sintiéndos
e un poco
culpables: «Es un trabajo tan divertido que no deberían pagarme por h
acerlo.»
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el trabajo y el juego?
Vamos a revisar algunos parámetros comunes para ver si alguno
nos
proporciona un método infalible para distinguir el trabajo del juego. Pe
nsemos
en una persona que desempeña muy bien alguna actividad que lo
s demás
consideran valiosa, como por ejemplo el patinaje artístico, o conducir u
n autocar
por caminos de montaña, o defender un caso muy importante en
un tribunal.
¿Cuál es el factor decisivo para determinar si lo que hace es trabajar?
Trabajo
Juego
Competencia
sí
sí
Cooperación
sí
sí
Concentración
sí
sí
Habilidad
sí
sí
Absorción
sí
sí
Satisfacción
sí
sí
Sensación de poder
sí
sí
Posibilidad de viajar
sí
sí
Obtención de reconocimiento
sí
sí
Autoexpresión
sí
sí
Recibir dinero a cambio
sí
no
¡Por fin hemos hallado la diferencia! Si hay dinero de por medio,
no cabe
duda de que es trabajo. Si no lo hay, puede ser un juego (que equipara
mos con
diversión) o un deber (algo necesario, pero no necesariamente divertido
). Uno lo
hace porque quiere o porque tiene que hacerlo, pero no para gan
ar dinero.
¿Acaso no es cierto que toda actividad no remunerada, ya sea juego o d
eber, a
menudo se considera in-
útil, es decir, no tan útil como una actividad
Por amor o por dinero 286
remunerada? ¿Acaso no es una creencia casi generalizada en nuestra c
ultura que si
uno no trabaja por dinero, no se labra un porvenir o no tiene un emple
o, es un don nadie?
8. Redefinir el trabajo le permite disfrutar más del ocio En
Downshifting,
Amy Saltzman analiza el tema de reinventar el éxito a un
ritmo más lento. Como profesional,
le llamaba la atención el hecho de que su
generación, por más que luchara, no parecia alcanzar la felicidad jamá
s. El libro comienza y acaba con una meditación acerca de los porches
vacíos de las casas,
esos mismos lugares que en otras épocas rebosaban de actividad y place
r. El libro está destinado a «todos aquellos que hemos cumplido ad
ecuadamente
nuestro papel de profesionales dejando de lado, en algunos casos, casi t
odo lo
demás que proporciona propósito y sentido a nuestra vida». Nos
habla de
profesionales que han cambiado de ritmo para disfrutar de una vida m
ás pausada
y más satisfactoria. Todos ellos reclamaban el valor de su tiempo
libre, del
disfrute de lo cotidiano. Para los antiguos griegos, el tiempo libre era el
bien más
preciado, la esencia de la libertad, un tiempo dedicado al crecimiento p
ersonal y a ocupaciones
más importantes. Y sin embargo, henos aquí, a punto de acabar el
segundo milenio sin saber relajarnos y disfrutar de nuestro ocio. Hasta
el idioma mismo nos traiciona, llamándolo tiempo libre,
como si se tratara de unos cuantos
minutos para recuperarnos antes de volver al ruedo de la vida, a luchar
con todas
nuestras fuerzas. Si no nos identificáramos tanto con lo que hacemos po
r dinero,
disfrutaríamos mejor del ocio. Vale la pena jugar; vale la pena re
lajarse en la penumbra y escuchar el canto de los pájaros;
vale la pena pasear sin rumbo fijo.
El ocio no supone una crisis de identidad cuando uno sabe que uno no e
s lo que
hace. La dificultad reside, evidentemente, en considerar que esa o
ciosidad aparente merece la pena. Como destaca Saltzman:
Para muchos de nosotros, el trabajo es una manera sencilla y
aceptable de pasar el tiempo. En nuestra vida profesional, tenemo
s normas muy precisas que seguir y objetivos que alcanzar. En cambio,
depende por completo de nosotros la invención de un marco ideal para
nuestro tiempo libre.
9. Redefinir el trabajo vierte una nueva luz sobre la
mejor forma de ganarse el sustento
La mejor forma de ganarse el sustento consiste en el ideal de hacer coinc
idir
su auténtico trabajo o vocación con su empleo remunerado. Si bie
n podría
parecer que eso es lo que defendemos aquí, tan noble esfuerzo pr
esenta unas cuantas dificultades que el programa de la IF
soslaya hábilmente.
La primera dificultad es que no se tiene ninguna seguridad de encontra
r a
alguien que nos pague por hacer lo que nos sentimos llamados a
hacer. A lo
mejor tarda diez años en desarrollar su arte, o su investigación, o su in
novación
social, o su nueva técnica hasta un grado que despierte el interés de los
que tienen
dinero. La mayor parte de las veces, esto tiene menos que ver con el val
or real del
trabajo y más con la suerte, la casualidad, la perseverancia, las relacion
es o una
amplia variedad de factores. Si renuncia a esperar a que le paguen par
a hacer el
trabajo que le apasiona, puede hacer las dos cosas con mayor integrida
d: ganar
dinero para cubrir los gastos y seguir los dictados de su corazón sin con
cesiones.
Michael Phillips, en su libro titulado
The Seven Laws ofMoney (Las siete
leyes del dinero), advierte sobre las trampas
y falacias que esconde el ideal de la
mejor forma de ganarse el sustento y recomienda separar los proy
ectos de servicio de las necesidades de supervivencia:
Por desgracia, muchas personas no pueden separarlos con lo cual a
su convicción de que el proyecto en el cual trabajan es lo más
importante que pueden hacer suman su convencimiento de que tienen
que sobrevivir. La combinación de estas dos ideas les hace creer que el
mundo tiene la obligación de mantenerlas.
Otros factores que se han de tener en cuenta con respecto a este tema:
1. ¿Es posible, o incluso adecuado, recibir un salario a cambio del traba
jo
que nos sentimos llamados a desempeñar, ya sea nuestra colaboración i
nformal
para resolver conflictos en la comunidad, nuestro trabajo de formación
entre los Por amor o por dinero 287
niños del barrio que no tienen donde ir, las campañas telefónicas en fav
or de la paz, la amistad cariñosa hacia un moribundo? En
At the Crossroads (En el cruce de caminos),
un documento acerca de nuestra era elaborado por la
Communications Era Task Forcé, llaman
actividades comprometidas a estas
actividades desempeñadas «por un sentido de compromiso persona
l y de compromiso con la sociedad»:
Steve Brandon, nuestro eamionero de Maine, tenía media docena de buen
as
formas de ganarse la vida: era enfermero diplomado, paisajista, mas
ajista y
agricultor. Para él, la mejor forma de ganarse el sustento estaba en
la
enfermería, en desempeñar un verdadero servicio en favor de los de
más sin
dejar por eso de pagar las facturas. Pero ésa no era la solución. C
omo
enfermero, se veía obligado permanentemente a hacer gráficos y a r
edactar
informes, y pasaba más tiempo con la pluma que con los pacientes. Y al fi
nal del
día ya no le quedaban fuerzas para el trabajo voluntario que tanto le gust
aba.
Para trabajar como enfermero, tenía que hacerlo por amor, no por dinero
. De
modo que ahora se dedica a conducir el camión que reparte el propano; ti
ene
mil clientes y una ruta que abarca varios miles de kilómetros de ca
minos
secundarios que conducen a granjas y casas de campo muy aisladas
. En
invierno, a veces es el único ser humano que ven muchas de estas person
as en
toda la semana. Algunas son ancianas y están enfermas, de modo q
ue él se
detiene a conversar con ellas y averigua si están bien; a veces escu
cha sus
quejas y les ayuda a decidir por qué vale la pena preocuparse y qué les co
nviene
ignorar. Les enseña mucho sobre nutrición, sobre todo para aquello
s que no
tienen ni idea de lo que quiere decir el médico cuando les habla d
e una alimentación pobre en grasas y rica en fibra.
En cierto modo, aunque no les tome
la temperatura ni escriba ningún informe, ellos se sienten mejor des
pués de hablar con Steve. Es un curador sin sueldo
y está muy satisfecho. Se gana la vida
repartiendo propano y entrega su amor a cambio de nada.
2. Si a pesar de todo le pagan por hacer el trabajo para el cual piensa q
ue
tiene vocación, fíjese bien en cómo administra el tiempo destinado a ese
trabajo
productivo que le proporciona la forma ideal de ganarse la vida.
¿Realmente
hace el trabajo plenamente y bien hecho, o dedica demasiado tie
mpo a
cuestiones económicas, como reunir dinero para seguir adelante con el t
rabajo?
Hay personas con vocación de santos que muchas veces acaban re
caudando
fondos, y otras que, siendo entusiastas activistas, terminan escribiendo
boletines
para los miembros con el fin de que no se interrumpa la afluencia de do
naciones.
Cualquier actividad que dependa de fondos, tanto públicos como priva
dos, está
sujeta a caprichos y prioridades ajenos. Cualquier producto o ser
vicio que
dependa de un público consumidor inconstante puede dejar de sobreviv
ir en un mercado competitivo. De modo que fíjese en si
su trabajo es seguro, o si existen
dificultades futuras con respecto al dinero de las que tal vez le co
nvenga ocuparse ahora.
3. ¿Seguiría desempeñando el trabajo de la misma forma si pudiera con
trolar
sus necesidades económicas? De no ser así, ¿qué ajustes introduce
porque
necesita esos ingresos? ¿Le permite mantenerse fiel a su propia integrid
ad? En la
medida en que uno recibe dinero por el trabajo que realiza, cabe la posi
bilidad,
por ínfima y sutil que sea, de que esto condicione su punto de vista, sus
valores o sus convicciones.
En The Biology of Art (La biología del arte),
el zoólogo Desmond Morris
menciona un experimento para introducir el
motivo de la ganancia entre simios.
El primer paso consistió en enseñarles a ser artistas y a realizar unos di
bujos y pinturas francamente fantásticos. Una vez establecido su
arte, comenzó a
pagarles,
dándoles cacahuetes a cambio de sus obras. El sistema de recompensas
hizo que su trabajo artístico se deteriorara rápidamente y que co
menzaran a Por amor o por dinero 288
entregar rápidos garabatos a fin de conseguir los cacahuetes. Con el
comercio,
los simios dejaron de ser artistas y empezaron a pelearse por unos caca
huetes.
Aquí aparece la necesidad de ser honestos. ¿De qué manera, por insigni
ficante que parezca, está modificando su
arte (ya sea carpintería, arqueología, cuidar
niños o cualquier otra cosa) para seguir recibiendo cacahuetes? ¿Hasta
qué punto
está dispuesto a arriesgarse en sus sermones dominicales antes de
empezar a
pensar en la posibilidad de perder el empleo, los ingresos y la rectoría,
además de
su posición y su poder en la comunidad? ¿Utilizaría los mismos
métodos de
enseñanza si no se tratase de un empleo remunerado? ¿Escribe a
nuncios
publicitarios en vez de esa espléndida novela con la que sueña de
sde hace
cuarenta años? ¿Ha sacrificado su punto de vista de cómo debería ser l
a vida por la realidad de matarse trabajando?
Rick Paul, ex ejecutivo de publicidad con un sueldo de 100000 dólares (
12
500000 pesetas) al año, renunció a su trabajo para convertirse en escrit
or aunque
no esperaba triunfar enseguida. Entonces consiguió un trabajo a tiemp
o parcial como guardabosques para que siguieran dándole
cacahuetes e intenta dedicarse
a escribir el resto del tiempo. En un artículo titulado «Getting a Life» (
«Hacerse
un vida»), escrito por Richard Seven y publicado en la revista dominica
l Pacific, Rick decía:
Nuestros amigos nos preguntan cómo es posible que [él y su mujer
Kathleen] renunciáramos a buenos puestos de trabajo en Seattle p
ara
vivir al margen de la vida moderna. Desde que tengo uso de razón he
tenido dos sueños: vivir al margen de la vida moderna y ser escritor. Ta
l vez descubra que soy un escritor pésimo, pero es mejor que jubilarse a
los sesenta y cinco, y mirar hacia el pasado con un puñado de
interrogantes por lo que pudo haber sido...
Redefinir el trabajo le permite dar un paso atrás, contemplar sus
sueños
como lo que son, dar a su empleo el valor que le corresponde y sacar el
máximo provecho de ambas cosas.
El poder de redefinir el trabajo
Redefinir el trabajo, rompiendo el vínculo entre éste y el sueldo, t
iene
consecuencias y ventajas increíbles. Así lo expresa Willis Harman, reco
nocido futurista y presidente del Instituto de Ciencias Noéticas:
Aparecen infinitas oportunidades cuando la mente se libera a través
de la separación entre las funciones de la labor creativa y la distribució
n de ingresos.
Al romper el vínculo conceptual entre trabajo y dinero, se está brindan
do la
oportunidad de descubrir en qué consiste realmente su trabajo. A lo me
jor resulta
que no guarda ninguna relación con lo que está haciendo en este mome
nto por dinero.
Tanto si su empleo le agrada y lo conserva como si decide cambiar, rom
per
el vínculo entre trabajo y dinero deja sitio en su vida para otras
partes de su
propia personalidad que estaban demasiado ocupadas con su trabajo. P
uede que
por un momento sienta pánico ante el vacío que deja esta suspen
sión
momentánea de la identificación de uno mismo con su empleo. Pero tod
os somos
muchas cosas más: padres o madres, aprendices, amigos, aventure
ros, organizadores, voluntarios, artistas, soñadores
y artífices de nuestra propia vida.
Hace poco, un amigo nuestro le preguntaba a un compañero de trabajo
por
qué aparentemente no estaba estresado cuando todos los demás se quej
aban de
exceso de trabajo. El colega le respondió: «Es que mi trabajo no
es lo más importante en mi vida.»
Acabar con el vínculo entre trabajo y dinero le permite recuperar
su vida,
porque ya no necesita que ese distintivo de aprobación que llamamos
empleo le
brinde todos los beneficios afectivos, intelectuales y espirituales de la oc
upación.
Puede que descubra que no le hace falta trabajar de nueve a cinco el re
sto de su vida para mantenerse.
Ahora que ha establecido que la única finalidad intrínseca del em
pleo
remunerado es la paga (tanto si adora su trabajo como si lo detesta), co
nviene
averiguar si recibe lo que se merece a cambio de su preciosa energía vit
al. Ahora Por amor o por dinero 289
que sabe que su vida es más que su trabajo, le conviene buscar un empl
eo que
realmente le compense, es decir, en el que le paguen bien. Ahora
que está en
condiciones de ver otras opciones aparte de matarse trabajando
de nueve a cinco hasta los sesenta y cinco, compruebe si
su empleo remunerado le compensa por
el tiempo que invierte en él. De este modo llegamos al séptimo pa
so del programa de la IF.
El séptimo paso: valorar la energía vital
elevando al máximo sus ingresos
El séptimo paso tiene que ver con incrementar sus ingresos, al va
lorar la
energía vital que invierte en su empleo y cambiarla por el sueldo más el
evado posible que concuer- de con su salud y su integridad.
Cuando cobra el sueldo, ¿realmente es justo lo que obtiene a cambio de
la
valiosa energía vital que ha invertido? La clave para liberarse del
mundo del
matarse trabajando está en valorar su energía vital. Ya hemos visto que
el dinero
no es más que lo que obtiene a cambio de su energía vital y también he
mos caído
en la cuenta de que la finalidad del empleo remunerado es la paga. ¿Ac
aso el
sentido común y el respeto por uno mismo no sugieren que, cuando uno
trabaja
para ganar dinero, una opción es ganar el máximo posible por hora, de
una forma
coherente con su integridad y su salud? Aunque tal vez esto le su
ene a pura
codicia, siga adelante y verá que se encamina en una dirección to
talmente distinta.
Siguiendo los pasos del primero al sexto ha definido qué es
suficiente para usted. En lugar de ser más de lo que tengo ahora,
con lo cual se condena a una
perpetua pobreza, está descubriendo que es mucho menos de lo que im
aginaba y
que se encuentra perfectamente a su alcance. Recuerde que
suficiente será un
nivel de gastos que surja de hacer coincidir lo que gasta con la satisfacc
ión que
obtiene, y con el propósito que tiene en la vida y con sus valores.
Suficiente no es
el mínimo que necesita para sobrevivir sino la cantidad exacta que le br
inda una
satisfacción sin excesos. Como hemos señalado en el capítulo 5, esto suel
e ser
bastante menos de lo que gana. Si gasta menos de lo que gana, esto sign
ifica que
puede trabajar menos horas y seguir teniendo suficiente. Elemental, ¿n
o? Si le
basta con 1 000 dólares (125 000 pesetas) por mes y gana 10 dól
ares (1250
pesetas) por hora, tiene que trabajar cien horas para cubrir sus gastos.
Pero si le
pagan 20 dólares (2 500 pesetas) por hora, le basta con trabajar apenas
cincuenta horas cada mes en su empleo remunerado.
Ahora empezamos a regresar al estilo de vida que los seres huma
nos
disfrutaban antes de la revolución industrial. Podría trabajar dos o tres
horas al
día por dinero y pasar el resto de la jornada haciendo lo que le a
petezca para
relajarse, divertirse, crecer como persona, relacionarse con los de
más, o
participar en trabajos comunitarios o de interés mundial. Si decid
iese trabajar
más horas en su empleo remunerado, lo haría por una buena razón, pu
esto que
valora mucho su energía vital. Tal vez lo haga para mantener a alguien
o a algo;
o para saldar sus deudas y experimentar ese aspecto particular d
e la libertad
financiera; o con el fin de reunir algunos ahorros para sentirse seguro,
sea cual
fuere el clima económico; o para alcanzar alguna otra de sus metas en l
a vida,
como seguir estudiando, o dar la vuelta al mundo, o incluso logra
r la
independencia financiera. La dimensión y la intensidad de sus metas de
terminará
el tiempo y el esfuerzo que invierta en su puesto de trabajo. A lo mejor
tiene tanta
prisa por lograr su meta financiera que al final acaba buscándose otro
empleo, y
tan feliz. Porque, a diferencia del comportamiento de los adictos a
l trabajo, trabajar horas extraordinarias ahora está
relacionado con su propósito.
Para Rosemary Irwin, desvincular el trabajo del sueldo significó la
posibilidad de buscar otros objetivos aparte del empleo, unos objetiv
os que
abarcaban desde viajar hasta escribir, pasando por trabajar en proye
ctos en beneficio del planeta. Si
bien le gustaba trabajar como directora de actividades
en una residencia geriátrica, no tenía previsto dedicar toda su vida a esta
tarea.
Tenía muy claro que, cuanto más ganara, antes podría continuar con sus
otras
metas. Cuando recibió 10000 dólares (1250000 pesetas) de herencia
de su
abuela, enseguida sumó esta cantidad a sus reservas. En lugar de buscar
otro
empleo con un sueldo más elevado (con la posibilidad de más estrés), deci
dió Por amor o por dinero 290
cambiar de estrategia y consiguió otro trabajo más, como empleada de gu
ardia
para una pequeña empresa de distribución de cintas de audio con l
a cual
colabora varias horas por las tardes y los fines de semana. El hora
rio es
flexible; los compañeros, agradables; el estrés, mínimo y gana por
horas lo
mismo que en su empleo a tiempo completo. Aunque ahora trabaja
más de
cuarenta horas a la semana, ni su energía ni su estado de ánimo f
laquean porque tiene muy claro su objetivo.
Valorar su energía vital y pretender ganar lo máximo posible no tiene n
ada que ver con la mentalidad del cuanto más, mejor.
Usted no quiere más dinero para tener más
bienes materiales, sino para tener los suficientes... y más vida. Si
consideramos que dinero = energía vital, al incrementar sus ingresos, a
umenta la
cantidad de vida que tiene a su disposición. Según lo que gane re
almente por
hora, un coche nuevo le puede costar un mes, seis meses o un año de tr
abajo.
Pero no quiere el dinero para aumentar su posición social, ni par
a tener más
prestigio, poder o seguridad, porque sabe que estas cosas no se co
mpran con
dinero, sino que lo quiere con el fin de tener más libertad para ser uste
d mismo
sin preocuparse por el dinero. Asimismo, no quiere más dinero para au
mentar su
autoestima, sino como una expresión de la misma, de que valora su ene
rgía vital.
En este punto, dispone de varias opciones creativas que puede ex
plorar,
como ganar más con el fin de trabajar menos horas, intensificar su emp
leo actual o cambiar de trabajo.
Ganar más: una cuestión de actitud
Son muchas las
personas pasivas, incluso fatalistas, con respecto a la cuantía
de sus ingresos, que se comportan con mentalidad de víctimas tot
almente
sometidas a fuerzas externas, como el jefe, la escala de salarios, e
l paro, la
recesión, la pobreza de la zona, la política económica del Gobiern
o, la
competencia de los japoneses, y muchas cosas más. Tienen la actit
ud de que:
«No puedo encontrar un buen empleo... y ellos tienen la culpa. Ellos me
impiden librarme de un empleo mal remunerado.»
Aunque la realidad económica en ocasiones pueda ser dura, la mente h
umana
está capacitada para hacer realidad nuestros pensamientos y conviccio
nes, y por
tal motivo deberíamos poner mucho cuidado en el concepto que t
enemos de
nosotros mismos. Cuando uno se considera una víctima, a lo mejor pier
de tiempo
en sentir lástima de sí mismo en vez de darse cuenta de todas las oportu
nidades que tiene de cambiar su triste destino.
Piense de qué forma valorar su energía vital podría transformar
su
experiencia y su rendimiento laboral, así como también su capacid
ad para
conseguir otro trabajo si se lo propusiera. Con una actitud así, cada mo
mento que
dedique a su empleo remunerado es coherente con sus metas, objetivos,
puntos
de vista y valores personales. No importa dónde trabaje porque siempr
e trabaja
para usted mismo. Se siente valioso, como responsable de su manera de
distribuir
su energía vital, como alguien que elige libremente entregar su energía
vital a este trabajo en particular.
Un factor importante que limita las ganancias potenciales es la ac
titud: la
actitud que cada uno tiene con respecto a sí mismo (por ejemplo:
«No soy lo
bastante bueno»), con respecto al trabajo o a la empresa (por eje
mplo: «Me
quieren echar») y con respecto a las circunstancias actuales (por ejempl
o: «No
hay trabajo»). Estas actitudes que nos rebajan, nos debilitan y nos conf
orman se
reflejan en la cantidad y la calidad de nuestro trabajo, en nuestra relaci
ón con la
empresa y los compañeros de trabajo y en nuestra inseguridad laboral.
Para triunfar, cultive actitudes positivas de respeto a sí mismo, orgullo
por su
contribución al trabajo, dedicación, cooperación con la empresa y
con los
compañeros, deseo de hacerlo bien, integridad personal, responsabi
lidad y
control, y hágalo simplemente porque valora su energía vital. Y valora
su energía
vital porque valora la vida. Busca la perfección en su trabajo porque pr
etende una
integridad al cien por cien, independientemente de lo que haga. Le sorp
rendería
descubrir hasta qué punto la satisfacción laboral depende del trabajado
r en vez de
depender del trabajo en sí. Y suele ocurrir que esta integridad y la mej
or calidad y Por amor o por dinero 291
productividad de su trabajo le harán acreedor de un aumento de sueldo
sin que tenga que pedirlo.
Steve West, el carpintero que conocimos en el capítulo 6, descubrió que u
no
de los regalos que le brindaba el programa de la IF era la ocasión de volv
er a
conectarse con sus aspiraciones como escritor. Había crecido en un
a familia
que trabajaba para las Fuerzas Aéreas y de adulto había seguido cambian
do de
lugar de residencia. Acabó el instituto en Gulfport, Misisipíy a continuaci
ón se
trasladó a Austin (Texas), donde puso una empresa de decoración, c
on ocho
empleados, hasta que la caída del precio del petróleo lo echó todo
por los
suelos. Entre esto y su divorcio, sus pertenencias quedaron reducidas a lo
que
cabía en una furgoneta (con lo cual el primer paso le resultó bastante sen
cillo) y
decidió cambiar de aires. Tras pasar un año en Massachusetts, se fue a O
regón,
donde vive actualmente. Después de poner en práctica durante un a
ño el
programa de la IF, Steve disponía de ahorros suficientes para mant
enerse a
salvo de dificultades financieras durante otro año. Entonces decidió trata
r de
escribir algunos relatos, que le acompañaban desde hacía años, basados e
n las
experiencias vividas en Misisipí a comienzos de los años setenta, cu
ando
construyó una iglesia baptista con unos viejos carpinteros negros. Con el
fin de
tener más tiempo para escribir, Steve empezó a pedir mucho más p
or sus
trabajos de decoración, suponiendo que de este modo tendría menos traba
jo. Lo
que ocurrió le dejó muy sorprendido: muchas personas que habían
visto su
trabajo anterior estaban dispuestas a pagarle lo que pedía, así que le sobr
aba
trabajo y ganaba mucho más. Deseoso de ofrecer la calidad que le p
agaban,
puso más empeño en sus trabajos de carpintería; de este modo, creció su f
ama
de artista y le trajo más trabajo. Cada vez trabajaba menos horas en su e
mpleo
remunerado, cobraba más, tenía menos preocupaciones y más tranquilida
d, y el
tiempo que dedicaba a escribir le parecía eterno. Quedó muy sorprendido,
pero no iba a cuestionar su buena suerte... ¿O sería tal vez
su buena autoestima?
La independencia financiera como reducción de la jornada laboral
Steve West se decidió por algo que solemos llamar
trabajo a tiempo parcial o
jornada reducida.
Esta nueva concepción del dinero y el trabajo arroja nueva luz
Por amor o pot amero 292
sobre esta expresión. Cuando el trabajo es sinónimo de identidad, un tr
abajo a
tiempo parcial le convierte en una persona a tiempo parcial, sin v
alor
permanente. Según esta línea de pensamiento, perdería muchas de las v
entajas
del empleo a tiempo completo, como el seguro médico y el plan de pensi
ones de
la empresa; perdería también oportunidades de progreso y es pro
bable que
perdiese también las mejores posibilidades, teniendo que conforma
rse con las
sobras que dejan los empleados a tiempo completo después de comerse
la mejor
parte del pastel. Sin embargo, según la nueva concepción, uno trabaja a
tiempo
parcial por cuenta de otra persona, a cambio de dinero o a fin de dedic
ar todo el tiempo posible a -
trabajar por cuenta propia. Entrega a la empresa lo que se
merecen a cambio de dinero, pero sin definir su valor personal en funci
ón de lo que hace durante esa pequeña fracción de su tiempo.
El tema del trabajo a tiempo parcial ofrece múltiples variaciones.
Hay
personas que trabajan tres días a la semana, y así siempre les quedan f
ines de
semana largos. Algunas trabajan seis meses al año por dinero y hacen l
o que les
place durante los otros seis. (Se sorprendería de la cantidad de artistas,
escritores,
activistas y aventureros que se encuentran entre los trabajadores estaci
onales.)
Otras trabajan cuatro horas al día para estar con sus hijos antes y desp
ués de la escuela.
Piense por un momento en el impacto que tendría el hecho de que cada
vez
más personas se decidiesen por un empleo a tiempo parcial. Dos
personas
podrían compartir un solo puesto de trabajo, reduciéndose así la compe
tencia por
los escasos puestos disponibles. Ya no se presionaría al Gobierno
para que resolviese el
problema del desempleo y la presión resultante del imperativo legal
del pleno empleo no recaería sobre el medio ambiente. De hecho, compa
rtir el
puesto de trabajo se está convirtiendo en una opción respetada y
bien vista.
Como la forma de pensar con IF contribuye a reducir gastos, un emple
o podría
proporcionar a dos personas un sueldo que les permitiese vivir. Además
, todos
trabajarían mejor porque no experimentarían ni el agotamiento ni
el aburrimiento
Pero... ¿y si me gusta mi trabajo?
Si su trabajo le gusta, esta nueva perspectiva (valorar su energía
vital) no
hace más que incrementar su experiencia... y también sus ingresos.
A Lu Bauer (la esposa de Steve Brandon el repartidor de propano)
le
encanta trabajar de contable. Trabaja con un punto de vista y una misión.
Se considera una contable holística
y se dedica a capacitar a los demás para que
sean responsables de su dinero. Haciendo el curso de IF, descubrió los pu
ntos
débiles de sus propias finanzas personales. Cuando calculó sus gana
ncias
reales, comprobó que, de los 60 dólares (7500 pesetas) que supuesta
mente
cobraba por hora, en realidad le quedaban 5 dólares (625 pesetas)
netos.
¿Adonde iba a parar el resto? Lu averiguó que había estado trabajando p
ara sus clientes
y sus empleados. Muy noble de su parte, pero poco rentable.
Como quería brindar un servicio a aquellas personas que no pudies
en
pagarlo, cobraba poco y siempre era ella la que hacía horas extras e iba d
onde
nadie quería ir. Las tablas mensuales le demostraron que no avanza
ba
demasiado desde el punto de vista económico. Había olvidado la simple le
cción de valorar su propia energía vital.
Decidió aumentar sus tarifas en un 23 % y limitar el personal a una sola
secretaria. Además, decidió limitar también la cantidad de clientes,
concentrándose sólo en los que tenían interés en aprender a ayudar
se a sí
mismos, y la cantidad de horas de trabajo. Después de introducir estos ca
mbios,
resultó que le quedaban exactamente la cantidad y el tipo de clientes que
quería,
de modo que ahora trabaja menos horas y gana más. Como Lu se valora
a sí misma y a su energía vital, sus clientes
valoran sus consejos y aprenden de ella a valorarse a sí mismos.
Cómo conseguir un trabajo con un sueldo y una integridad elevados
Por amor o por dinero 293
Lo sentimos, pero este capítulo no es un manual para encontrar empleo
. Ya hemos visto que no existe el trabajo azul.
Las personas que presentamos en estas
páginas han tenido que indagar mucho en el fondo de su corazón, corre
r riesgos,
experimentar y poner a prueba viejas creencias para conseguir un trab
ajo que les
diese un sueldo más alto y mucha integridad. Han tenido que descubrir
que su
vida era más importante que su trabajo, que las partes de sí mismas qu
e habían
quedado sofocadas por su empleo remunerado necesitaban espacio par
a volver a
respirar. Han tenido que rescatar la imagen de la vida que tenían en la i
nfancia y
que había quedado escondida bajo la posición social, la seriedad y ese a
ire de
importancia que supuestamente representan la adultez. Han tenido
que ser
sinceros con respecto a si su empleo remunerado cumplía realmente su
objetivo, es decir, remunerarles.
Existen en el mercado numerosas guías para buscar empleo, y ca
da día
aparecen algunas nuevas, ahora que el empleo se ha convertido en un b
ien cada vez más escaso. La mejor que hemos encontrado es el clásico
What Colour is
Your Parachute? (¿De qué color es su paracaídas?) de Richard Bolles. P
ero a
partir de allí, tendrá que aguzar el ingenio. Le hacemos una advertenci
a. Como
dijo P. T. Barnum en una ocasión: «Cada minuto nace un ingenuo
». Hay una infinidad de talleres, agentes, cazatalentos,
asesores, consejeros, e individuos por el estilo que, por un
módico precio, se ofrecen para ayudarle a encontrar el
trabajo ideal. Algunos de estos servicios son útiles, pero guíese por su c
riterio.
Lea la letra pequeña de los contratos y preste tanta atención como cuan
do sale a
comprar un coche o una nevera. A continuación, le ofrecemos un
a guía de actitudes
que podría serle de tanta utilidad como un costoso especialista laboral.
Guía para buscar trabajo
1. La finalidad. A fin de encontrar un empleo de gran integridad,
con un
gran sueldo, primero necesita una finalidad clara para tenerlo. Pu
esto que la
finalidad del empleo remunerado es la remuneración, el gran suel
do será, sin
duda, parte de su finalidad. Otra podría ser, sencillamente, el deseo de
dejar un
trabajo que no le agrada. Pero además tiene que clarificar su fin
alidad más
amplia, ya sea su deseo de crecer como persona, de aprender, de aventu
ras o de
aportar algo a los demás. Recuerde que, cuanto más le paguen, de más
tiempo
dispondrá para sus otros intereses. Lo que está en venta es su en
ergía vital.
Procure venderla al mejor postor, sin perder de vista su integridad, su s
alud y su bienestar personal.
2. La intención. La intención es
la voluntad de cumplir un objetivo o lograr
una finalidad. La mayoría de nosotros sabe lo que quiere o debe hacer,
pero sin la
intención de llevarlo a cabo a veces lo postergamos o nos desviamos de
nuestro
camino. El desánimo, la postergación y la falta de concentración s
uelen ser
síntomas de convicciones paralizantes acerca de uno mismo y de la cap
acidad
para alcanzar las metas. Mire en su interior y fíjese en si consigu
e identificar
algún prejuicio que le reste fuerzas; después, abra su conciencia h
acia otras
posibilidades más positivas. La segunda causa de desánimo es la falta d
e claridad
acerca de lo que uno quiere realmente. Es imposible encontrar alg
o si uno no
sabe lo que busca. Cuanto más clara sea la definición del trabajo que p
retende,
más precisa será su búsqueda y mejor podrá discernir entre las ofertas
que reciba.
¿Qué es lo más valioso de lo que sabe hacer, es decir, lo que má
s dinero le
reportaría? ¿Cuánto pretende ganar (por hora)? ¿Cuáles son las c
ondiciones
geográficas? Es decir, si prefiere quedarse en el mismo lugar o, de lo co
ntrario,
¿dónde estaría dispuesto a trabajar? ¿Cuáles son las condiciones é
ticas? ¿Qué
condiciones laborales considera fundamentales? No olvide incluir l
o que ha
aprendido en el segundo paso (al averiguar lo que recibe realmente a ca
mbio de
su energía vital) como parte de su criterio para seleccionar un empleo.
Puede que
ya no le convenga un empleo que pague 20 dólares (2 500 pesetas) por h
ora si implica muchos gastos y tiene que recorrer grandes
distancias todos los días.
3. La disponibilidad. Aparte de tener la intención, tiene que estar dispu
esto
a trabajar por lo que quiere. Aunque tenga toda la intención del mundo
de beber
un vaso de agua, no lo logrará si no está dispuesto a buscar un vaso y ll
enarlo de
agua. Para encontrar o crear un empleo que se ajuste a sus inter
eses, ha de
mostrarse activo; tiene que salir a buscar el empleo. Tiene que familiari
zarse con las reglas
de este juego y salir a jugar con confianza y agilidad. Puede que tenga
que ofrecer sus servicios por teléfono a personas desconocidas, asi
stir a Por amor o por dinero 294
reuniones para relacionarse con otras personas de la misma profesión,
consultar
a sus amigos, familiares y colegas, y hacer averiguaciones en la bibliote
ca. Ha de
estar dispuesto a actuar con confianza, creatividad, inventiva y persiste
ncia.
4. La conciencia. Durante todo el proceso, tiene que ser consciente. Por
más
que tenga toda la finalidad, la intención y la disponibilidad del mundo,
a lo mejor
todavía no se da cuenta de las oportunidades y los obstáculos que se le
presentan.
Sea consciente de todas las posibilidades laborales que hay a su alreded
or. Siga
todas las pistas. Si decide que un camino determinado no conduce
a ninguna
parte, olvídelo. Hablar con los demás para que le informen sobre
un posible
empleo, aunque ellos no tengan ninguno que ofrecerle, suele ser u
n método
eficaz para descubrir una posibilidad oculta. Hable siempre con la pers
ona que
podría contratarle. En ocasiones, uno puede crear su propio puesto de t
rabajo si
es capaz de demostrar al empresario que su empresa tiene necesi
dad de una
persona con sus condiciones. Plantéese un camino para llegar al empleo
ideal y manténgase abierto a lo inesperado. Encontrar un empleo es
un proceso activo e interactivo. Si
no pierde la conciencia, todo irá bien.
Podrá conseguir el empleo que más le convenga si tiene la finalid
ad, la
intención, la disponibilidad y la conciencia necesarias para encontr
arlo. Si el
empleo que tiene no es perfecto, revise la lista para averiguar en qué fal
la. ¿Tiene
clara su finalidad? ¿Es realmente lo que pretende? ¿Está buscand
o sin mucho entusiasmo? ¿Se pierde las mejores
oportunidades? Siga buscando.
Tendrá más fuerza si sabe que maneja las riendas de la situación y cont
rola la
cantidad de horas, días, semanas y años que tiene que trabajar para ga
nar dinero;
si sabe que puede establecer un objetivo exacto con respecto a la
cantidad de
dinero que precisa para mantenerse al nivel del estilo de vida que elija;
si sabe
que, una vez conseguida esa cifra, ganar dinero no tiene que ser el únic
o criterio
para hacer lo que haga. Puede que saber todas estas cosas le pro
porcione la motivación necesaria para elevar sus ingresos hasta alturas
insospechadas.
5. El reconocimiento. Por último, tiene que ser capaz de reconoce
r si ha
logrado alcanzar su meta. Triunfar significa simplemente lograr lo
que uno
pretende o intenta. Cada uno determina su propio éxito según lo
que elige
conseguir, y lo consigue cuando reconoce que ha llegado. La demostraci
ón del
éxito no depende de lo que opinen los demás, sino de que uno haya cons
eguido o
no lo que pretendía; y la única persona que puede decidirlo es uno mis
mo. Una
señal externa, como un trofeo o un aumento de sueldo, puede ser un ele
mento
adicional muy agradable, pero la verdadera señal está en que uno
sepa en su
interior que ha logrado lo que se proponía. Sin este conocimiento interi
or, por
más que reciba recompensas externas, nunca tendrá la sensación de sat
isfacción interna, y por más honores que reciba nunca le parecerá
suficiente.
Con ese conocimiento interior, puede lograr todo lo que se proponga.
Diez años antes de dar con el camino de la IF, Marcia Meyer había puest
o
fin a su matrimonio y se había ocupado sola de criar a sus cuatro hijos. H
abía
oído hablar del programa financiero varios años antes de decidirse a hace
rlo, y
había comenzado a registrar meticulosamente todo lo que ganaba y
lo que
gastaba. No tenía idea de por qué eso era tan importante, pero le
daba una
cierta sensación de control en una vida por lo demás caótica. Cuan
do
finalmente se decidió a escuchar las casetes del seminario, sus hijos
ya eran mayores y Marcia era libre para buscar su propio camino.
Aunque había madurado mucho espiritualmente desde su divorcio, todaví
a
se sentía impotente e inepta en cuestiones de dinero. Ahora vivía co
n unos
amigos y trabajaba a cambio de su alojamiento y su sustento. Decidida a l
ograr
la independencia financiera, recorrió a pie el camino solitario entre
el lugar
donde vivía y un pequeño motel de la costa, donde solicitó trabajo
como
camarera. La contrataron enseguida y regresó a casa contentísima p
orque
estaba en vías de conseguir la IF. Cuando sus amigos le preguntaron cuá
nto ganaría, se dio cuenta de que se le había olvidado preguntarlo.
Al cabo de varios meses, Marcia se trasladó a Seattle en busca de un empl
eo
donde le pagaran más que el sueldo mínimo. Lo que le faltaba en formaci
ón lo
compensaba con su resolución. Pocas semanas después de llegar, est
aba
viviendo con una amiga, se había confeccionado ella misma toda su
ropa de
trabajo, y prestaba servicios para una empresa de empleo temporal. Enseg
uida
colgó la gráfica en un sitio visible y, al cabo de unos cuantos mese
s, había Por amor o por dinero 295
borrado unos cuantos cientos de miles de pesetas de deuda. Sus ava
nces la
estimularon a continuar. Para cada empleo temporal, calculaba su sueldo
real
por horas. Evaluaba objetivamente cada oportunidad, comparándola
con el
coste real del trabajo: tener que aprender a manejar un nuevo procesador
de
textos, recorrer grandes distancias y la personalidad de sus compañe
ros de
trabajo eran factores que contaban en sus decisiones. Ya había duplicado
sus
ingresos, de menos de 4 dólares (500 pesetas) la hora a alrededor de 8 dól
ares
(1000 pesetas), pero no se detuvo allí. En cada empleo temporal seg
uía
buscando un puesto fijo. Usaba todos los contactos y todas las conversaci
ones:
cuando un supervisor del hospital donde estaba trabajando le habló
de una
salida laboral como auxiliar administrativa a tiempo completo para uno d
e los jefes de departa-
Por amor o por dinero 296
De diciembre de 1984 a agosto de 1989
FIGURA 7-1 Gráfica de Marcia, con ingresos
mentó, Marcia se presentó y, en la entrevista, convenció al
médico de que ella
era justamente la persona que estaba buscando y así consiguió el puesto.
Su
paga aumentó rápidamente a más de 10 dólares (1250 pesetas) por
hora y
empezó a tener beneficios. A pesar de no haber tenido jamás un e
mpleo
semejante, recurrió a todo lo que había aprendido trabajando en ofi
cinas
durante años, al tipo de experiencia administrativa que hace falta para cri
ar
cuatro hijos y al respeto por uno mismo y a la integridad que derivan de s
eguir el programa de la IF, granjeándose así
la admiración de todo el personal.
Pero no dejó de buscar. Siguió leyendo los anuncios, entrevistándose con
amigos en distintas profesiones y aguzando el oído. Mirando cada d
ía la
gráfica, siguió siendo consciente de que, cuanto más cara vendiera su ene
rgía
vital, antes ahorraría, y antes recuperaría su tiempo. La siguiente oportun
idad
se produjo por un hecho inesperado, pero pudo aprovecharla porque esta
ba a
la espera de oportunidades. Como consecuencia de su interés por te
mas
relacionados con la salud, Marcia estaba trabajando como voluntaria en
una
conferencia médica anual. El primer día formaba parte de la mesa donde
se
vendían camisetas, cuando de pronto el director ejecutivo de la organizaci
ón
que patrocinaba el encuentro abandonó su puesto, dejando que los
participantes se las compusiesen como pudieran. Marcia organizó el equi
po de
voluntarios que se presentaron para cubrir el vacío. Su habilidad y
sus servicios no pasaron inadvertidos. Cuando la
junta directiva se puso a buscar un nuevo director ejecutivo, Marcia
fue la
opción más evidente. De modo que pasó sus dos últimos años de e
mpleo remunerado como directora ejecutiva de la organización. La junta
directiva cada
vez admiraba y confiaba más en su integridad y lo expresó aument
ando sus
compensaciones. Al final, llegó a ganar más de 14 dólares (1 750 pesetas)
por
hora, con un sueldo anual por encima de los 28000 dólares (3 500000 pes
etas),
una cifra tan impensable para Marcia cuando empezó como camarera qu
e tuvo
que pegar más papel milimetrado en la parte superior de su gráfica
para
apuntar sus ingresos mensuales, porque ya no cabían en la hoja.
(Véase la figura 7-1.)
La claridad en la finalidad, intención, disponibilidad y conciencia de M
arcia
le permitieron reconocer cada nueva oportunidad de ganar más, hasta
llegar a cuadruplicar sus ingresos. Su imagen personal pasó de
trabajadora que gana el sueldo mínimo a directora ejecutiva.
Convirtió cada experiencia en una nueva
plataforma para seguir avanzando. Sus aptitudes y sus antecedentes, q
ue según
ella le ayudarían a seguir una vida profesional sin demasiadas am
biciones, al
final le permitieron acceder a la categoría ejecutiva. Lo único que tuvo
que hacer
fue valorar su energía vital, recordar su finalidad, comprometer su vol
untad y prestar atención a cada oportunidad que se le presentaba.
El séptimo paso consiste, sencillamente, en
valorar su energía vital e
incrementar sus ingresos, puesto que la única finalidad del empleo remu
nerado
es el sueldo. El motivo no es la codicia ni la competencia, sino el respeto
por uno
mismo y la apreciación de la vida. Como efectos secundarios, a lo
mejor
consigue reducir la deuda y aumentar sus ahorros, su tiempo libre, su e
nergía en
el trabajo, su energía fuera del trabajo, la satisfacción de sus clie
ntes, la satisfacción de su familia y su tranquilidad de espíritu.
Por amor o por dinero 297
RESUMEN DEL SÉPTIMO PASO
Aumente sus ingresos valorando la energía vital que invierte en el traba
jo y
cambiándola por todo lo que pueda ganar sin perjudicar ni su sa
lud ni su integridad.
8
EL PUNTO DE EQUILIBRIO: EL
TESORO AL FINAL DE LA GRÁFICA
Siguiendo los pasos del primero al séptimo, avanzará inexorablemente
hacia
la IF. Con toda naturalidad, alcanzará la inteligencia financiera, la cap
acidad de
alejarse de sus hipótesis y emociones con respecto al dinero y de observ
arlas de
forma desapasionada. Sabrá cuánto tiene, cuánto gasta y cuánta e
nergía vita)
invierte en cada aspecto del estilo de vida que ha elegido. Ya no le llama
rá la
atención la mayoría de sus viejos caprichos, y los pocos que compre le p
arecerán una tontería al poco tiempo.
Siguiendo los siete primeros pasos también aumentará su integrida
d
financiera. Su manejo del dinero estará cada vez más integrado con los
demás
aspectos de su vida. Todas las facetas de sus finanzas coincidirán con su
s valores.
Por sí solos, estos cambios tal vez produzcan un incremento sustancial
de su
independencia financiera. Es posible que sus gastos se reduzcan, que au
menten
sus ingresos, que desaparezcan sus deudas y que crezcan sus ahorros. P
uede que
incluso comparta más y se dedique a arreglar las cosas, en lugar de solu
cionarlo
todo comprando. Estos pequeños cambios le harán sentir una libe
rtad que le
parecerá milagrosa: un verdadero renacimiento financiero. El dine
ro dejará de
ser un problema en su vida y la creatividad que tenía encerrada
en la lucha
permanente con sus finanzas quedará libre para hacer realidad otros s
ueños más importantes.
Con el octavo paso, se abre la posibilidad de la total independenc
ia
financiera. Naturalmente, todos alcanzaremos la IF en algún mom
ento
comprendido entre el presente y el día de nuestra muerte. La cue
stión es
¿cuándo? El octavo paso le enseña a cola-
borar con este hecho inevitable y, quiza, a dejar el empleo remu -
nerado mucho antes de lo que jamás habría pensado. También co
-
noceremos el caso de otras personas que han llegado a esta meta
y veremos en qué han decidido trabajar cuando el dinero ha dejado de
ser un problema.
En el capítulo 7, hemos visto la gráfica de Marcia Meyer, en la
cual ya no cabía la línea de los ingresos. Vamos a volver a mirarla,
añadiendo esta vez la línea de los gastos (véase la figura 8 -1).
Después de vivir tantos años en los límites de la pobreza, Marcia no estab
a acostumbrada a gastar demasiado, de modo que su línea de gastos se
estabilizó enseguida en torno a los 450-
550 dólares (de 55000 a 70000 pesetas) cada mes. Lo que no se nota en la
gráfica es el cambio en la categoría de gastos varios,
que han dejado de ser diversiones para llenar el vacío
para convertirse en actividades de apoyo a mi propósito, ni tampoco el
aumento constante de su paz interior. Como ya hemos mencionado
en el capítulo 7,
su línea de ingresos quedó fuera de la gráfica, no sólo como
consecuencia de su labor profesional sino también por algunos trabajos a
destajo que realizó para una pequeña empresa de la zona. La gráfi
ca de
Marcia es bastante característica de las personas frugales a toda pru
eba, cuya capacidad para generar ingresos sobrepasa su propio techo.
ENE JUL ENE JUL ENE JUL ENE JUL ENE JUL De enero de 1986
o agosto de 1990 FIGURA 8-2 Gráfica de Diane con gastos e ingresos
La gráfica de Diane Grosch (véase la figura 8-2) es típica de una persona
con unos ingresos bastante constantes y que gasta mucho, que ha aplicad
o
enseguida los principios del programa, logrando de este modo reducir sus
gastos a la mitad. Las primeras cosas que desaparecieron fueron los exces
os
que, evidentemente, no le producían ninguna satisfacción, como los viajes
y
las diversiones sin sentido. Después, desaparecieron los hábitos de g
astos
automáticos que no contribuían a su calidad de vida; por ejemplo, comer
en
restaurantes, todos los días y comprarse ropa cuando estaba aburrid
a.
Finalmente, encontró métodos menos costosos de conseguir lo que quería
: se El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .300
mudó a un apartamento más económico; contrató paquetes de viaje
económicos para ir a esquiar; cambió su enorme coche deportivo por otro
que consumía menos gasolina, y aprendió a ocuparse ella misma de
su
mantenimiento. Afirma que todo esto ha mejorado su calidad de vid
a y su autoestima.
En estas dos gráficas se aprecia una separación cada vez mayor e
ntre
ingresos y gastos, es decir, un aumento de los ahorros. Antes de adoptar
la forma de pensar con IF, una persona
normal consideraría que estos ahorros
están destinados a un gasto importante en el futuro, como la entrada pa
ra una
vivienda más grande o unas vacaciones espléndidas en los confines
de la
Tierra. En cambio, desde el punto de vista de la IF estos ahorros se con
sideran
capital.
¿AHORROS O CAPITAL?
Los ahorros son fondos que se reservan de vez en cuando y que no se ga
stan.
Por lo general, uno ahorra por algún motivo, aunque sólo sea por si
las cosas no
van bien. En cambio, el capital es dinero que genera más dinero. El cap
ital es
dinero que sigue trabajando a su favor, produciendo unos ingresos
del mismo modo que los produce su trabajo.
Cuando uno deposita sus ahorros en un banco, éste no es más que un lu
gar
seguro donde guardar el dinero hasta que lo necesite. El interés que obt
iene es un
derivado del hecho de tener una cuenta bancaria, pero no es el propósit
o de la
cuenta. Sin embargo, cuando deposita un capital en un banco o en cual
quier otro
instrumento que produzca intereses, se trata de una inversión. Una inve
rsión es la
conversión de capital en alguna forma de patrimonio que no sea
dinero en
efectivo, con la expectativa de obtener unos ingresos. Fundamental
mente hay
dos tipos de inversiones: la especulación y los documentos de reconocim
iento de
una deuda (préstamos). Las acciones, los bienes raíces, el capital riesgo
y otros
productos similares son inversiones especulativas porque uno espera (es
pecula)
que el valor de lo que uno compra se incremente y produzca gan
ancias. La
deuda, por su parte, consiste en prestar su capital a un tercero y
en cobrarle
intereses por el privilegio de usar su dinero durante un período determi
nado, al
cabo del cual se le devuelve el capital intacto para que pueda volver a p
restarlo.
Los bonos son un ejemplo de este tipo de documentos. En el capí
tulo 9
analizaremos en detalle un programa de inversión con ÍF, pero por aho
ra basta
con que se dé cuenta de que sus ahorros de hecho son un capital
que genera dinero a su favor.
Los ingresos que recibe del capital
son de un tipo diferente de los que recibe
por su trabajo, porque le llegan tanto si va a trabajar corno si no. En lu
gar de
limitarse a sumarlos al total de ingresos mensuales, tiene que introducir
los en la
gráfica por separado, según la fórmula que le damos a continuación. Es
ta tercera línea recibe el nombre de ingresos mensuales
derivados de inversiones.
Cada mes, aplique la fórmula siguiente al capital total acumulado y ap
unte el resultado en la gráfica:
capital x tipo de interés actual a largo plazo
------------------------------------------------------------
- = ingresos mensuales derivados de inversiones 12 meses
Su capital total acumulado no es más que el dinero que tiene (por lo ge
neral en una cuenta de ahorro) y que no piensa gastar. Para el
tipo de interés actual no
tome el que le dan en la cuenta de ahorro, sino el rendimiento actual de
los bonos
del Tesoro a largo plazo. (Esta cifra aparece en la mayoría de los periód
icos de las grandes ciudades, además del
Wall Street Journal.) Esta cifra es una de las
que mejor reflejan los tipos de interés vigentes para los instrumentos de
la deuda.
Es un cálculo conservador del rendimiento que puede esperar de una in
versión a
largo plazo como ésta. En el momento de escribir el libro, esa cifra ron
daba el
7,5 %. Para simplificar los cálculos vamos a utilizar un 6%, aun
que esto responde sólo a nuestra comodidad y no constituye ni u
na predicción ni una
promesa sobre los tipos de interés cuando se decida a invertir. En su ec
uación,
tendrá que anotar el tipo de interés en el momento en que empiece a in
vertir su El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .301
capital.
Por ejemplo, supongamos que tiene ahorrados 100 dólares (12 500 pese
tas).
Si considerara que esos 100 dólares son su capital y los invirtiera en un
bono que
paga un interés del 6 %, la ecuación quedaría así (recuerde que estas ci
fras son hipotéticas y sirven sólo a modo de ejemplo):
De modo que, si el primer mes de su gráfica tiene ahorrados 100
0 dólares
(125 000 pesetas) y el tipo de interés actual es del 6 %, la ecuaci
ón será la siguiente:
Esto significa simplemente que los 1 000 dólares (125 000 pesetas) de la
s que El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .302
dispone actualmente en forma de ahorros pueden rendirle 5 dólares (62
5 pesetas)
por mes, si las considera capital y las invierte en bonos. Según es
te ejemplo, 1000 dólares (125 000 ptas.) X 6%
12
- 5 dólares (625 ptas.) de ingresos
mensuales derivados de inver-
apuntaría 5 dólares (625 pesetas) en la siones
gráfica, con un rotulador de otro color.
(Enseguida vamos a ver cómo aparece esto en la gráfica de Marcia.)
No cabe duda de que es una cifra insignificante en comparación con los
altos
picos que representan sus ingresos laborales, pero de todos modos son 5
dólares
(625 pesetas) al mes (60 dólares, 7 500 pesetas, al año) durante la vigenc
ia del
bono. Sólo por curiosidad, haga la conversión a algo tangible, algún gas
to que
considere imprescindible para su supervivencia, como cinco kilos de ar
roz por
mes, o quinientos kilómetros de gasolina para la moto, o medio k
ilo de café
recién molido por mes, o una parte de la factura del teléfono.
Siga aplicando la misma ecuación a todos los ahorros que acumule cada
mes.
Por ejemplo, si ahorra 500 dólares (62 500 pesetas) el segundo mes, súm
elas a los 1000 dólares
(125 000 pesetas) anteriores, de modo que la ecuación para ese
mes será:
1 500 dólares
(187 500 ptas.) X 6% = 7,5 dólares (937,5 ptas.) de ingresos 12
mensuales derivados de inver-
siones
Apunte esta cifra en la gráfica y únala con la anterior. Al cabo de unos
cuantos meses, en la gráfica comenzará a subir una tercera línea
desde la
parte inferior, una línea que representa los ingresos mensuales derivado
s de las inversiones (véase la figura 8-3).
Cuando tenga ahorrados 5000 dólares (625 000 pesetas), podrá
invertirlos de acuerdo con los criterios que se definen en el capítulo 9. L
os
ingresos procedentes de esa inversión formarán parte de la cifra
que
constituye sus ingresos mensuales derivados de inversiones, junto c
on la
cifra que derive de aplicar la misma fórmula a sus ahorros posteriores.
Los siguientes 5 000 dólares que acumule
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la grafica 303
FIGURA 8-3
Aplicación de la fórmula al capital para obtener los ingresos mensuales
derivados de inversiones y registrar esta cifra en la gráfica
se invertirán del mismo modo, y también los siguientes, y así su -
cesivamente.
Regresemos a la gráfica de Marcia para ver qué aspecto tiene (véase
la figura 8-4).
Como al principio Marcia tenía algunas deudas, la línea de los ing
resos
mensuales derivados de las inversiones ni siquiera apareció hasta alreded
or de
un año después de que empezara a trabajar como camarera. Sin e
mbargo,
cuando comenzó a ahorrar y a convertir sus ahorros en capital, estos ingr
esos
empezaron a subir y a subir. Fíjese, por ejemplo, en que en enero
de 1987,
Marcia gana 125 dólares (15625 pesetas) en concepto de ingresos derivad
os de
inversiones, mientras que sus gastos ascienden a 490 dólares (61250 peset
as).
En cambio, en enero del año siguiente, sus ingresos por inversiones
se han
elevado a 205 dólares (25625 pesetas) mientras que sus gastos se mantien
en
entre 450 y 550 dólares (de 55000 a 70000 pesetas). Mire ahora el
mes de
febrero de 1989: sus ingresos por inversiones suman 315 dólares (3
9375
pesetas) y sus gastos se mantienen dentro
De diciembre de 1984 a agosto de 1989 FIGURA 8-4
Gráfica de Marcia con los ingresos mensuales derivados de inversiones
de la misma franja. El factor determinante en este caso no es sólo el aume
nto
de sueldo de Marcia, sino lo que se conoce como la magia del inte
rés compuesto: el interés que produce el capital se suma otra vez al
capital, generando así intereses sobre los intereses, y de este modo el capit
al se va incrementando.
En su caso esto implica que, aunque la cantidad que se sume cada mes
al
capital sea un incremento constante (si todos los meses ahorra, por eje
mplo, 500 dólares, 62 500 pesetas), el interés
compuesto hace que, en la gráfica, la
línea de ingresos por inversiones forme una curva ascendente, en
lugar de El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .304
mantenerse siempre en el mismo nivel.
Verá que en la gráfica de Marcia se está produciendo una tenden
cia
interesante: esa línea modesta, pero siempre ascendente, de ingreso
s por
inversiones se acerca cada vez más a la línea de gastos, que es b
astante
estable. Enseguida advertiremos la importancia de este hecho. De mom
ento,
basta con que nos demos cuenta de que, por el mero hecho de seguir est
os pasos, los ingresos de Marcia por inversiones crecen mes
a mes. Y lo mismo ocurrirá en su caso.
EL PUNTO DE EQUILIBRIO
Un día, mirando su gráfica, se dará cuenta de que puede proyectar haci
a el futuro la línea de ingresos mensuales por inversiones
(véase la figura 8-5).
El punto de equilibrio
Como ya ha establecido una tendencia bastante estable en el total de ga
stos El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .305
mensuales, también puede hacer una proyección iutura razonable de es
ta línea (véase la figura 8-
6). Verá que, en algún momento futuro predecible, estas dos
líneas (el total de gastos mensuales y los ingresos mensuales por i
nversiones)
llegarán a cruzarse; es lo que llamamos el punto de equilibrio (figura 8-
7). Más
allá de este punto, los ingresos procedentes de su capital de inversión su
peran los gastos mensuales.
El punto de equilibrio nos proporciona nuestro concepto definitivo
de la
independencia financiera. En el punto de equilibrio, en el que los
ingresos
mensuales por inversiones se cruzan con los gastos mensuales, uno logr
a la independencia financiera en el sentido tradicional del término: ya d
ispone de unos
ingresos seguros y constantes de por vida, procedentes de una fuente qu
e no es el empleo.
LA FACULTAD DE TRABAJAR DURANTE UN
PERÍODO LIMITADO
Este concepto ha tenido un impacto tremendo en muchas personas. Pié
nselo.
Si su vida le parece más importante que su empleo y puede plant
earse la necesidad de trabajar para ganar dinero sólo durante
un período limitado y predecible,
tiene probabilidades de llegar a ser un trabajador mucho más
motivado y más íntegro. La propia seguridad, la mayor motivació
n, la
dedicación, la integridad, el orgullo satisfecho por el trabajo bien
hecho y la
responsabilidad que uno adopta cuando aprende a valorar su ener
gía vital se
multiplican cuando uno se da cuenta de que está en sus manos decidir s
i quiere trabajar para ganar dinero sólo durante un período limitado.
Dedique un minuto a plantearse lo que sucedería si supiera que t
iene que
trabajar por dinero durante un período limitado y predecible (por
ejemplo,
durante cinco años) en lugar de la vaguedad que implica trabajar
hasta la
jubilación tradicional. ¿No se esforzaría mucho más si supiera que
sólo va a
trabajar un tiempo limitado? ¿No le resultaría más soportable el aburri
miento y más interesantes las dificultades? Si está
próximo a la edad de jubilarse, ¿qué le
parecería restar algunos años de su trabajo y sumarlos a los de su jubil
ación?
Una de las piedras angulares del programa para aquellos que desean al
canzar
la independencia financiera, consiste en concentrarse ahora en ganar di
nero para
no tener que hacerlo más adelante. De este modo, uno se compromete a
ganar
dinero de forma intensiva (sin vender su integridad ni poner en peligro
su salud) durante un período limitado.
Hasta que Steve West (el carpintero del capítulo 6) no se dio cuenta de lo
que
implicaba el «período limitado», creyó que el curso de la IF no era más q
ue una
presentación bien articulada de unos principios que ya conocía. Incl
uso en
algún momento de su vida había controlado todos sus gastos, pero como n
o supo
qué hacer con las notas, al final dejó de hacerlo. Pero las casetes del curs
o le
enseñaron a reunir todas las piezas para crear una vida que fuera signific
ativa y
que reflejara su verdadera personalidad. Nos escribió en una carta: «Par
a mí,
lo más importante fue darme cuenta de que podía desempeñar mi t
rabajo durante un tiempo limitado.
Eso me hizo cambiar totalmente de actitud. Mientras escuchaba la cásete,
se me
aceleró el pulso, me sudaban las manos, mi nivel de energía se disp
aró y me puse a gritar: ¡sí! ¡sí! Además, empecé a reír y a llorar al
mismo tiempo. Me di
cuenta de que podía dedicarme a mi trabajo con pasión y con un objetivo
claro,
aumentar mi productividad y obtener un resultado tangible, un resul
tado
magnífico, el resultado tan anhelado, al cabo de entre cinco y siete
años. No
puedo describir lo liberadora que fue y sigue siendo esa sensación.»
Dentro de no demasiados años, Steve piensa dedicarse de lleno a escribir.
Espera ganar dinero con la literatura, sin tener que vender para cubrir ga
stos.
Penny Yunuba tenía una casa en el campo donde se refugiaba los fines de
semana que podía. Una vez iba paseando con unos amigos alrededo
r de un
estanque que había por allí y todos quedaron cautivados por la serenidad
y la El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .306
belleza del atardecer, y la tranquilidad de la caminata. Entonces Penny se
dio
cuenta de que estaba calculando el tiempo que faltaba para tener que regr
esar a
la ciudad y ponerse a trabajar. En ese momento, se decidió por el
período limitado.
Después nos dijo: «La independencia financiera significa que no tengo
que disfrutar este minuto el doble porque al minuto siguiente habrá
desaparecido. A partir de ese momento, mi vida ha adquirido una d
imensión infinita. Ahora para mí el límite es el cielo.»
Tal vez recuerde a Roger Ringer, del capítulo 6, aquel colono que quería q
ue
todos nos fuéramos a vivir al campo. Cuando él y su esposa, Carri
e Lynn,
decidieron ajustar su economía personal a la ecología del planeta, regresa
ron a
su pueblo natal, en Kansas, le compraron a un amigo algunas tierr
as,
derribaron un antiguo depósito de madera y levantaron una viviend
a con
energía solar con ayuda de sesenta amigos y el padre de Roger, qu
e era
carpintero y albañil. Al mismo tiempo, Roger trabajaba para su pad
re
transportando basura mientras Carrie estudiaba en la escuela de enf
ermería
para aprender una profesión que siempre resulta rentable. En todo
lo que
hacían, procuraban introducir sus valores: autosuficiencia, economía
doméstica, rendimiento energético y la alimentación con los productos qu
e ellos
mismos cultivaban o que se producían en la zona. Lo hacían todo poco a
poco,
procuraban pagar sus gastos y no contraer deudas. Tenían la esper
anza de
eliminar más de la mitad de sus gastos habituales, como el alquiler y la m
ayoría
de los comestibles y servicios, y vivir por debajo del nivel imponible. Reco
ger
basura no le llevaba más de cinco horas por día. Roger no sólo disfrutaba
con su
trabajo sino que, además, así obtenía toda la ropa que necesitaba para tra
bajar:
el máximo rendimiento con el mínimo de medios. Mientras tanto, Carrie
Lynn trabajaba de enfermera dos días por semana.
Fue entonces cuando hicieron el programa de la IF. Cuando Roger
descubrió lo que implicaba un período limitado,
vio las cosas claras. Recoger
basura estaba bien y resultaba rentable, pero no le atraía la perspe
ctiva de
seguir haciéndolo el resto de su vida. Pero lo que realmente hizo v
olar su
imaginación fue la posibilidad de la autosuficiencia financiera y de dedic
arse a
explotar su hectárea y media de campo con un rendimiento sostenible, y t
ambién
de ayudar a sus vecinos a encontrar la combinación y la rotación más ren
tables
y adecuadas para criar ganado y cultivar cereales y otras plantas en las va
stas praderas del oeste de Kansas.
No sólo quiere hacerlo para sí mismo sino también para la comuni
dad,
porque se da cuenta de que la figura del pequeño agricultor tiende
a desaparecer. Cada año, en esta parte del país, disminuye la población y
aumenta el
promedio de edad. Quiere cambiar esta situación, dando él mismo el ejem
plo.
Considera que quizá los jóvenes puedan ir a vivir a la ciudad durante cinc
o años
a fin de lograr la independencia financiera, regresar al campo sabie
ndo que
alguien se encarga de satisfacer sus necesidades de liquidez y recup
erar la
agricultura de subsistencia y la vida en pequeños núcleos urbanos. Puede
que
sus pequeños esfuerzos contribuyan a mejorar la vida no sólo para su pro
pia
familia sino para muchas otras, incluso para toda la población rura
l del continente.
El período limitado
abrió las posibilidades de Roger de pasar años recogiendo basura h
acia un futuro lleno de sueños prácticos. Cuatro años después
de hacer el curso de la IF, Roger llegó a su propio punto de equilibrio, cu
ando
los ingresos que tenía en inversiones alcanzaron el mismo nivel que
lo que
obtenía recogiendo basura. Ya podía dejar de trabajar para ganar di
nero y dedicarse a trabajar en favor de sus sueños.
¿Y usted? ¿Existe
otra vida profesional en su interior, aguardando a salir?
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .307
¿Posee algún talento que no haya desarrollado jamás? ¿Disfruta el dobl
e de esos
momentos de libertad cuando no trabaja porque ya no tiene espe
ranzas de
jubilarse antes de los sesenta y cinco? ¿Tiene algún sueño, con re
specto a sí
mismo o a la comunidad, que le gustaría hacer realidad? ¿Qué significa
en su caso trabajar por un período limitado?
Lo bueno de este programa es que la independencia financiera se logra
como
consecuencia de seguir los pasos; para conseguirla, no hace falta propo
nérsela
como meta, sino que basta con dedicarse a hacer coincidir los ing
resos y los
gastos con sus valores y con lo que le produce verdadera satisfacc
ión. El concepto de
período limitado es un motor secundario que le impulsa hacia la IF,
en lugar de ser el empuje inicial. Para aquellas personas que está
n muy
motivadas para abandonar el empleo remunerado a fin de dedicar
se a hacer realidad sus sueños, el
período limitado es como el olor del establo para un
caballo que regresa después de cabalgar mucho tiempo: se apoder
a de uno el
instinto de regresar a casa y vuela en dirección a la meta. Tanto
si logra la
independencia financiera en cinco años como en veinte, a los treinta, co
mo Joe
(uno de los autores del libro), o a los sesenta y cinco, como la m
ayoría de la
población, saber que uno trabaja sólo durante un período limitad
o brinda una motivación permanente para considerar la vida más
importante que el empleo.
LA INDEPENDENCIA FINANCIERA: TENER LO
SUFICIENTE... Y ALGO MÁS
En el punto de equilibrio, cuando los ingresos que genera el capital inve
rtido
superan los gastos mensuales, sus necesidades vitales fundamentales, es
decir,
todos los elementos que componen el estilo de vida que ha elegido
, quedan cubiertas
por los ingresos que percibe mensualmente por sus inversiones.
En el punto de equilibrio ya tiene suficiente... y un poco más. La gráfica
le
demuestra, sin lugar a dudas, cuánto le cuesta mantener su estilo de vid
a óptimo.
Cada mes se ha formulado las preguntas con respecto a la satisfa
cción y los
valores, y su línea de gastos constituye un elegante reflejo de ese
proceso de
autoevalua- ción. Ahora tiene la certeza de que no le interesa gastar má
s. Esto no
significa que haya reducido sus gastos al nivel de mera subsistencia, sin
o que ha
conseguido vivir con armonía y resulta que ahora tiene una idea exacta,
hasta la
última peseta, de lo que le cuesta esa armonía. Está seguro de que sus i
ngresos
mensuales por inversiones son suficientes, no porque se lo haya propues
to, sino porque ha quedado demostrado con claridad.
Pero, ¿qué me dice del
y un poco más? Para confiar cómodamente en los
ingresos mensuales por inversiones, es importante sentir que uno
dispone de
cierto margen de movimiento por si surge algún imprevisto. Esta necesi
dad de
amplitud forma parte del programa. ¿Recuerda sus proyecciones s
obre cómo
quedaría cada categoría de gastos después de la IF? La diferencia entre
el coste
de su estilo de vida en función del trabajo y su estilo de vida con IF corr
esponde a ese y algo más.
Es lo que le permite cierto margen de movimiento para explorar
sus nuevas circunstancias. Incluso algunos PÍF han trazado una cuarta
línea en la gráfica para controlar la cifra de gastos después de la IF,
para tener la plena seguridad de ese y algo más.
Pero no se alcanza el punto de equilibrio hasta que la
línea de ingresos mensuales por inversiones no se cruza efectivame
nte con la
línea de sus gastos mensuales, por más que uno determine, a trav
és de la
experiencia y de sus meticulosas proyecciones, que los gastos podrían se
r más reducidos. En el capítulo 9 vamos a referirnos a otra parte de ese
y algo más. a los
ahorros adicionales que le recomendamos que acumule para cubri
r las
fluctuaciones de gastos que se producen de un mes a otro, así como tam
bién para
casos de emergencia. También en el próximo capítulo vamos a an
alizar los
detalles principales para diseñar un buen programa de inversiones con
IF que le
garantice de por vida unos ingresos seguros y constantes, incluida la for
ma de
crear o incrementar su protección. De momento, es importante que sim
plemente
reconozca que la gráfica es un antídoto poderoso contra la angustia rela
cionada con el futuro.
En el punto de equilibrio, uno consigue la independencia financier
a. Ha
logrado destruir el vínculo entre trabajo y dinero... en su propia vida.
Festejemos la independencia financiera
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .308
¡Estamos de fiesta! Ha logrado algo muy difícil. Ha reestructurado su v
ida en
torno a lo que le resulta más satisfactorio y más valioso. Se ha d
edicado a
sustituir ficciones financieras por hechos financieros, desafiando much
as viejas
creencias con respecto a sí mismo, a su dinero y a su vida. Se ha despert
ado del sueño de que
cuanto más, mejor y ha definido lo que es suficiente en su caso particula
r. Ha comenzado a contabilizar su energía vital, controlando y evaluan
do el
dinero que entra y sale de su vida. Ha establecido un criterio int
erno para la
satisfacción, liberándose de las oscilaciones de la publicidad y la presió
n de los
demás. Ha analizado sus valores y su propósito personal, y ha ido orien
tando su
vida cada vez más hacia lo que realmente le interesa. Ha percibid
o las
consecuencias progresivas de su relación con el dinero, entre ellas
el impacto
que sus hábitos de gasto podrían tener sobre los demás y sobre el planet
a. Lo ha
conseguido definiendo su finalidad, con la intención de alcanzarla,
con su
disposición a hacer todo lo necesario para lograr su objetivo y co
n plena conciencia en cada paso del proceso.
Ha llegado el momento del reconocimiento, de darse cuenta de qu
e ha
llegado a su destino. Organice una fiesta, telefonee a sus amigos, envíe t
arjetas a
todas las personas que felicita para Navidad, o limítese a sonreír con sa
tisfacción
delante de una hoguera; en definitiva, haga lo que sea para darse cuent
a de que
acaba de atravesar el umbral de la libertad. Romper el vínculo entre tr
abajo y dinero
en serio supone un incremento exponencial de las posibilidades d
e
descubrir su verdadero trabajo, de recomponer las piezas dispares de s
u vida y de
ser realmente una unidad. Tendrá libertad para trabajar en favor de su
s valores y
de sus sueños, no sólo para ganar dinero. Verá que esta libertad afecta s
u vida de
muchas maneras, sobre todo porque ahora tiene más posibilidades par
a elegir, después de abrir la puerta a tantas opciones nuevas en su vida.
YA PUEDE DEJAR DE TRABAJAR PARA GANAR
DINERO
Esto no significa que
esté obligado a dejar de trabajar para ganar dinero, sino que
puede hacerlo.
Si ha tenido un trabajo mecánico o agobiante que le ha
robado los mejores años de su vida, ahora puede dejar de trabajar por
dinero y
explorar otras vías. Podría comenzar con algunos placeres sencillo
s, como no
despertarse con el sonido del despertador, no llevar reloj, o quedarse to
do el día
en pijama. Disfrute de la deliciosa sensación de hacer novillos todo el ti
empo
que desee. No haga nada y siéntase orgulloso de ello en la medid
a en que
realmente le produzca satisfacción. Ahora puede disfrutar del tipo de a
ctividad o
inactividad que tanto le apetecía cuando estaba sujeto al yugo del
trabajo, durante el tiempo que quiera. La mayoría de las personas
descubre que no hacer
nada les resulta mucho menos agradable de lo que pensaban. Al final te
rminan
desempolvando otros sueños; a lo mejor le ocurre lo mismo. Sea cual fu
ere el
que elija, siempre le conducirá hacia otro modo de vida. O, si le gusta s
u trabajo
(lo que hace), pero le disgusta su empleo (para qué o para quién lo hace
), a lo
mejor encuentra la manera de seguir haciéndolo, pero de otro modo.
A Diane Grosch no se le escapa la ironía del trabajo que realiza después
de
alcanzar la IF. Después de conseguir la independencia financiera, se ha s
entado
muchas veces delante del ordenador para programar. Pero ahora es d
istinto.
Utilizando unos conocimientos que para ella son tan naturales
como hablar, ha
ayudado a diversas organizaciones sinfines de lucro a mejorar su balance
final,
mediante la prestación de un servicio. Ha trabajado con un grupo de auto
ayuda
para personas sin techo, con un instituto que da clases sobre cómo mante
nerse y
con un centro de reunión para ecologistas, entre otros. Visto de fuera, un
o no
sabría decir si Diane está diseñando un impreso para una compañía de se
guros
o ayudando a garantizar un futuro mejor para el mundo, pero ella apreci
a la
diferencia. Lo que hace es totalmente voluntario y totalmente gratificante.
No aceptaría dinero a cambio de su trabajo.
Aunque numerosos PIF, como Diane, han decidido no aceptar din
ero por
nada que hagan después de alcanzar la IF, esta decisión no forma
parte del
programa sino que es totalmente personal. Sin embargo, cuando uno de
scubre la El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .309
satisfacción del trabajo voluntario, cada vez se muestra menos dis
puesto a
someterse a un sueldo y a todos los compromisos que suele llevar aparej
ados.
Uno descubre por sí mismo y a partir de su propia experiencia un princ
ipio que
comparten muchas de las religiones del mundo, como el que se ex
presa en el Nuevo Testamento con las siguientes palabras:
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a
uno y
amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al se
gundo.
No se puede servir a Dios y al Dinero.
Cuando llegue al punto de equilibrio, ésta es una de las numeros
as
alternativas morales que tendrá el placer y el lujo de resolver: «T
rabajar por dinero o no trabajar por dinero: he aquí el dilema.»
Evidentemente, no hay ningún problema en seguir trabajando por
dinero,
pero ahora lo puede hacer con un enfoque diferente. Hace varios
años, nos
contaron la historia de Ron Schultz, un próspero fabricante de té que vi
vía en
Santa Rosa, California. Ya tenía una posición económica estable cuand
o él y su
mujer fueron al Tercer Mundo para adoptar dos niños. Contemplar dir
ectamente
el sufrimiento de estas personas cambió la vida de Ron. Lo que más le c
onmovió
fue la situación de los niños, de los cuales quince millones morían cada
año a
causa de enfermedades y de la deshidratación provocada por diar
reas. Quiso
hacer algo pero no sabía qué; él no era médico, ni enfermero, ni siquier
a sabía
cómo obtener fondos. Lo único que sabía hacer era fabricar té. Y aquí
está la
clave de la historia. Ron volvió a Santa Rosa y comenzó a fabricar té de
nuevo...
pero dándole un giro inesperado. Viendo que podía vivir bien con los in
tereses
derivados de su capital y sus inversiones, pudo donar todas las gananci
as de su
empresa a su nueva organización de asistencia: Medicinas para la
Infancia.
Durante el primer año de actividad, la empresa recaudó 20 000 dólares
(2 500000
pesetas) para los refugiados en el norte de África, con una previsión de
30000
dólares (3 750000 pesetas) de un rendimiento total de 400000 dóla
res (50000
000 de pesetas). «A diferencia de las obras de caridad, esto no depende
de lo que
la gente dé sino de que les guste el té. De tan sencillo, resulta ridículo. L
a pega es
que no hay ninguna pega.» El propio Ron es un ejemplo magnífico de l
o evidente
que resulta la forma de pensar con IF, tanto si sigue este programa en p
articular como si no.
Mediante una pequeña reestructuración de sus finanzas, TedyMartha
Pasternak lograron la independencia financiera poco después de hac
er el
programa de la IF. Aunque los dos eran conscientes de que pretendían qu
e sus
vidas tuvieran un objetivo superior, ninguno sabía exactamente en qué po
dría
consistir éste. Como Ted había trabajado en el negocio inmobiliario,
se le
ocurrió que podía contribuir a solucionar el problema de las viviendas a
precios accesibles
y se hizo colaborador de Habitat para la Humanidad. Con el tiempo
se dio cuenta de que, aunque la misión estaba bien, su forma de participa
r no
era la más adecuada. Entonces tuvo una idea: lo que mejor se le d
aba era
vender propiedades. ¿Por qué no hacerlo por amor y donar su comisión a
las
causas que él mismo o sus clientes eligieran? Ahora se pone de acuerdo c
on sus
clientes para decidir a qué organización quisieran apoyar y, cuando se co
ncreta
la transacción, dona el 50 % de su comisión a la organización sinfines
de lucro
que hayan elegido. Todos salen ganando, aparte de servir de ejempl
o para
otros. En el caso de Martha, lo suyo es la maternidad. Cuando nació su hi
jo,
ambos decidieron pasar todo el tiempo posible en casa para ocuparse de é
l.
Tanto Ted como Martha siguen buscando la mejor manera de combinar s
us
actividades sin dejarse llevar por necesidades financieras. Según Martha,
«la
seguridad no procede de símbolos exteriores. La IF tiene menos de di
rección
que de ir haciendo camino, y las ventajas no paran de llegar. Exist
en tantas
opciones de trabajos significativos... Ahora trabajar se ha convertido
en el
proceso de descubrir la manera de expresar lo que es la vida para mí, en l
ugar de una forma de ganar más».
No fue la compasión lo que impulsó a Wanda Fnllner a conseguir
la
independencia financiera, sino la ira. Su divorcio le enseñó que las mujer
es, al
delegar su responsabilidad económica, al final acaban empobrecidas. Lle
gó a la
conclusión de que «las mujeres no tienen necesidad de vender su alma a c
ambio El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .310
de protección económica» y se propuso cambiarlo, empezando por sí
misma.
Comenzó enseñando lo que había aprendido con tanto esfuerzo sobre el
manejo
de las finanzas personales y al final siguió hasta convertirse en ase
sora
financiera, con lo cual logró tanto el poder financiero como unos b
uenos
ingresos. Además, encontró su propia estrategia para la IF: alquilab
a
habitaciones de su casa a estudiantes y el dinero que recibía de ellos le ser
vía
para pagar el alquiler, y algo más... En cinco años, acumuló una r
eserva
suficiente para asegurarse de por vida unos ingresos mínimos pero
que le
permitirían subsistir sin necesidad de volver a depender de nadie. A partir
de
esta base, ha seguido aceptando que le pagaran por algunos trabajos, aun
que
ahora es libre de elegir lo que hace en función de lo que cree que es su mi
sión,
en lugar de hacerlo por una necesidad económica. Esta libertad le
brindó el
margen necesario para probar distintas opciones hasta dar con la m
ás
adecuada: en la actualidad trabaja como escritora y educadora para
la
Asociación Estadounidense de Jubilados, elaborando material sobre
el poder
económico de las mujeres de mediana edad y mayores. Tiene un horario f
lexible
y trabaja lo justo. Brinda asesoramiento financiero particular a algunos c
lientes selectos. Se toma un mes de re-creación
cuando quiere y dispone de tiempo
suficiente para dedicarse a otros intereses. Para Wanda, la independ
encia
financiera ha significado la libertad de hacer coincidir su vida profesiona
l con
su pasión, según sus propias normas. Ya no vende su alma a camb
io de protección económica, ni a su pareja ni al mercado.
¿Qué nuevo giro podría darle a su trabajo o a su profesión si no tuviera
que
trabajar por dinero? A lo mejor podría seguir trabajando, pero donan
do parte o la
totalidad de sus ingresos a las causas que le interesan. O tal vez probar
con otra
profesión que le ofrezca mayores satisfacciones, aunque gane meno
s. Para
muchas personas, ganar dinero es una de las satisfacciones que le
s brinda el
trabajo, pero esos ingresos adquieren un significado totalmente diferent
e cuando no son imprescindibles para pagar las facturas.
LA IF ES TIEMPO PARA USTED MISMO...
¿Se ha fijado alguna vez en esas listas que algunos cuelgan sobre la pue
rta de
la nevera para recordarse a sí mismos todo lo que quieren hacer cuand
o tengan tiempo?
¿Cuáles son esas cosas que reserva para
algún día? Por ejemplo, algún día
voy a pintar la casa; o algún día voy a leer todas las obras de S
hakespeare, o
tendré tiempo para ir a pescar, o para dar la vuelta al mundo, o para p
asar el fin
de semana solo con mi mujer, ordenar el trastero, hacer un curso sobre
mecánica
del automóvil, trabajar como voluntario en alguna organización, apren
der a manejar todos los programas del ordenador, recorrer a pie el cam
ino de Santiago,
estudiar lo que sea, meterme en política, correr una maratón... Dedique
un poco
de tiempo ahora y confeccione una lista de algunas de las cosas que le g
ustaría hacer algún día.
Una vez superado el punto de equilibrio, desaparece el principal obstác
ulo
para realizar todas estas cosas: el trabajo. En el segundo paso ha
calculado la
cantidad real de horas que dedica cada semana a su trabajo en total. Pe
ro si deja
de trabajar, todas esas horas quedan libres. En este sentido, la IF es el p
rincipal
instrumento para organizar el tiempo. En lugar de ganar un minuto po
r aquí y
otro por allá, mediante una planificación meticulosa, con un simpl
e punto de
equilibrio gana diez horas al día. Evidentemente, se va a encontra
r con un
conjunto de dificultades totalmente nuevas para estructurar el día en f
unción de
la infinidad de cosas que querrá hacer, pero el tipo de autoestima y aut
odisciplina que uno ha conseguido a estas alturas
le ayudarán a resolver cualquier problema
relacionado con el tiempo que tiene a su disposición.
... Y PARA SUS SERES QUERIDOS
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .311
El tiempo para estar con los demás (tanto con la familia como co
n los
amigos) se convierte en una prioridad para muchas personas que
logran la independencia financiera. Cuando la revista
Time publicó un artículo sobre «La
vida sencilla», presentó a Peter Lynch que, al renunciar a una vida prof
esional
magnífica para pasar más tiempo con su familia, hizo de su vida una es
pecie de cuento de hadas de la década de los noventa.
Mientras que a sus cuarenta y siete años, la superestrella de las i
nversiones se
dedicaba a convertir el fondo de inversión colectiva Fidelity Magellan e
n un coloso de
trece mil millones de dólares (1,625 billones de pesetas), su hija me
nor cumplió siete
años y él se dio cuenta de que apenas la conocía... Lynch disponí
a de una reserva
acumulada de 50 millones de dólares (6250 millones de pesetas) de mod
o que bien podía
permitirse el lujo de renunciar... En la actualidad, cuando otros g
estores de carteras
escudriñan la información del mercado a primeras horas de la mañana,
Lynch se dedica a
preparar la comida que sus hijos llevan a la escuela. Afirma que «me g
ustaba mucho lo
que hacía, pero llegué a una conclusión, como muchas otras personas: ¿
qué sentido tiene
todo esto? No conozco a nadie que, en su lecho de muerte, se arrepintie
ra de no haber pasado más tiempo en su despacho».
Otros PIF están haciendo algo parecido, aunque en general con ingreso
s muy inferiores.
Marcia Meyer logró la independencia financiera en mayo de 1990, j
usto
después de salir airosa de la coordinación de su segunda conferencia méd
ica.
Desde entonces, ha mantenido su nivel de gastos en torno a los 50
0 dólares
(62500 pesetas) mensuales, sin privarse de nada que verdaderamente quis
iera
tener o hacer. Su camino hacia la independencia financiera aclaró
muchos
aspectos de su vida y, una vez conseguida ésta, tuvo tiempo para trasladar
esa
claridad a sus relaciones con su familia y a cicatrizar las heridas del pasa
do,
sobre todo lo que tenía pendiente como consecuencia de los proble
mas
matrimoniales y su posterior divorcio. Recuperó la relación con dive
rsos
miembros de su familia y le dio prioridad. Al dedicarle su atención, salier
on a la
superficie muchas cuestiones dolorosas del pasado y fue capaz de enfrent
arlas.
Su reconciliación con sus hijos, sus hermanos y su madre requirió
mucho
esfuerzo y determinación, pero hubo tantas sorpresas y satisfaccione
s como
antes había habido resentimientos y lamentos. A cambio del tiempo invert
ido,
Marcia recuperó la paz, algo que ningún trabajo le habría proporcionado
, por más lucrativo que fuese.
¿Cuántas relaciones han sido postergadas en su vida? En el lugar
de la
amistad, ¿ha colocado las relaciones que le convienen para su trabajo?
¿Se ha
tenido que conformar su familia con el poco tiempo que le queda despu
és de un
trabajo que le ocupa casi todo el día? ¿Y qué me dice de su relac
ión consigo
mismo? ¿También ha sido relegada? ¿Y si tuviera el tiempo necesario p
ara escribir en un periódico, o irse de pesca, o simplemente para sentar
se en la ladera de
una montaña a contemplar el paisaje exterior y el interior? Ser c
apaz de
reflexionar sobre su vida mientras la vive (en lugar de esperar al instan
te de su
muerte) es una de las claves de la satisfacción, sea cual fuere su
manera de
resolverlo. Cuando uno trabaja todo el día, sin embargo, un rato de tra
nquilidad es
una cosa más que hacer en una jornada demasiado intensa.
EL TRABAJO VOLUNTARIO: LA LIBERTAD DE ELEGIR LO QU
E
HACE Y DE HACER LO QUE ELIGE
Como ya hemos dicho, aunque no tenga necesidad de trabajar después
del punto de equilibrio, esto no significa que no pueda ni
deba hacerlo. Aunque su máxima aspiración haya sido olvidarse d
el
despertador, uno siempre acaba por levantarse. Y después de hacer tod
as esas cosas que uno pensaba hacer
algún día todavía le queda mucha vida
El punto de equilibrio: el tesoro al final de ¡a gráfica 312
por delante.
La mayoría de las personas que consigue la independenc ia financiera
al final vuelven a trabajar, aunque lo hacen porque quie ren, no
por
obligación. Realizan un trabajo voluntario y a menu do le dedican
más horas que al trabajo anterior, pero con alegría.
¿Cómo se sentiría con respecto a su trabajo si lo hiciera de for m
a
totalmente voluntaria, aunque fuese el mismo que realiza ac tualmente
?
¿Qué aspectos se mantendrían inalterables? ¿Qué as pectos elimina
ría
por completo? ¿Qué decisiones tomaría que no puede tomar ahora?
Si hace tanto tiempo que trabaja que no puede imaginarse un trabajo
voluntario,
piense en las cosas que realiza actualmente por que quiere.
¿Por qué limpia la casa, va a la iglesia, organiza comi tés, perten
ece a
asociaciones no lucrativas, juega con sus h ijos, riega el jardín, acude a
las reuniones de la escuela de sus hijos, hace el amor, sale a comer una
pizza con los amigos, y hace todas esas cosas que hace voluntariamente
?
Las hace porque quiere hacerlas, porque sabe de antemano que valen l
a
pena. La actividad voluntaria puede ser útil para sus valores y tambi
én para el propósito que tiene en la vida.
Una nueva definición del voluntariado
En lugar de trabajo voluntario, podemos hablar de voluntaria do.
En
una época en la cual todo está profesionalizado, desde cui dar niñ
os y
realizar las tareas domésticas hasta comprar ropa, los voluntarios a vec
es se consideran ciudadanos de segunda clase porque están menos
capacitados y son menos productivos que las personas que realiza
n un
empleo remunerado y, sobre todo, que los profesionales que acompañan
su nombre con tantos títulos. Sin embargo, la palabra
voluntario solía
indicar (y puede que vuelva a hacerlo) un tipo de actividad más vigoros
a,
más responsable y más expresiva que el concep to de voluntarios
como accesorios del trabajo auténtico.
Robert L. Payton, director del Centro de Filantropía de la Uni -
versidad de Indiana, indica que la palabra
filantropía procede del griego
«ser humano». En este sentido, todos los voluntarios son filántrop
os porque
expresan su amor al género humano. Todos los voluntarios son
ricos y poderosos
porque tienen la capacidad de cambiar el mundo por medio del amor.
Existen
infinidad de trabajos voluntarios. En un discurso pronunciado en la Un
iversidad
de Hofstra, Payton señaló que más de un millón de asociaciones v
oluntarias
emplean a 98,4 millones de voluntarios (personas que dedican tres o má
s horas
por semana) y 7,4 millones de personas en plantilla. Estas organiz
aciones
administran 122 mil millones de dólares (15,25 billones de pesetas) en d
onativos
de caridad. Muy alejada de la marginalidad, la población de volu
ntarios
constituye un sector terciario poderoso. Puede que la filantropía no co
ntribuya
demasiado al Producto Nacional Bruto ya que, como señala Payton, el
producto
del voluntariado es el sentido de la vida, pero sí que aporta un s
aldo final
igualmente esencial: los principios éticos fundamentales que mantienen
unida la sociedad.
Los voluntarios son personas libres para actuar en el momento, el lugar
y de la forma que deseen, en contraste
con los empleados, que tienen que cumplir las
obligaciones que otros les imponen. Ellos trabajan en favor de sus valor
es y sus
convicciones íntimas con respecto a la vida. Puede que esto ocurra tam
bién con
los empleados remunerados, si bien en el trabajo que realizan éstos, sue
le haber
tanto (o más) pragmatismo como principio. Los voluntarios nos re
cuerdan la
mejor parte de ser humanos, justamente porque trabajan por amor, no
por dinero.
El voluntariado es la síntesis de la expresión personal: elegir lo que uno
hace
en función de un impulso interno es sumergirse en sus propios re
cursos (su
compromiso y también sus condiciones, su amor y también sus conocim
ientos)
para lograr en el mundo algo que considera que merece la pena.
Si bien hay personas que temen que si hubiera demasiados volunt
arios,
acabarían compitiendo por el empleo con los trabajadores que nec
esitan el
sueldo para subsistir, el tipo de voluntarios creativos y motivados a los
que nos El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .313
referimos funcionan más como empresarios que como esquiroles. A vec
es, los
voluntarios ponen en marcha proyectos y procesos que al final re
quieren el
concurso de empleados remunerados para llevarse a cabo. Desde si
empre, los
voluntarios se han orientado hacia necesidades sociales para las cuales
recogen fondos y que, al final, se convierten en
FIGURA 8-8
La curva de la satisfacción: más allá del
consumo
profesiones. Con el tiempo, los visionarios precisan muchos educad
ores que
difundan sus ideas. Como voluntario, uno funciona como capital d
e riesgo
humano, aumentando las oportunidades laborales para otros miem
bros de la comunidad.
Cómo conseguir la máxima satisfacción
Volviendo a la curva de la satisfacción, vemos que en el punto más alto
uno
encuentra alternativas: puede seguir trabajando para satisfacer sus
propias
necesidades y deseos, para adquirir más posesiones o experiencias, o tr
abajar en
favor de algo más importante que uno mismo, ayudando a los demás y
al mundo.
Uno puede consumir o crear. Como ya hemos dicho, cuando uno tiene s
uficiente,
es el compromiso de dar lo que hace que la línea de la satisfacción suba
hasta la
parte más alta de la gráfica. Eso es lo que aporta el voluntariado a su vi
da. (En la figura 8-8 encontrará este
nuevo paradigma de la curva de la satisfacción.)
Definir a los voluntarios como empresarios sociales y culturales po
dría
producir tantas transformaciones como la nueva definición del tra
bajo o del dinero.
Voluntariado y libertad
Los voluntarios disponen de una libertad extraordinaria. Piense en tod
o esto mientras se plantea las posibilidades para su futuro.
♦ Como voluntario, es libre de desempeñar el tipo de trabajo que elija,
sin
estar limitado por su experiencia previa, sus conocimientos o la
disponibilidad de empleo. Si uno no está capacitado, aprende. Si no tien
e experiencia, la adquiere. Si no encuentra un hueco en ninguna
organización, puede empezar solo u ofrecerse a crear el puesto que bus
ca.
Jamás es demasiado tarde para un voluntario; siempre puede volv
er a empezar, una y otra vez.
♦ Como voluntario, queda al margen de consideraciones económicas. U
na
PIF consiguió el puesto de enfermera que deseaba porque estaba dispu
esta
a trabajar gratis. Cuando uno trabaja para lograr la independenc
ia
financiera, le conviene invertir el tiempo en algún trabajo que le resitúe
bien; pero cuando uno trabaja exclusivamente en favor de sus sueños y
sus El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .314
valores, tiene la posibilidad de trabajar sin sueldo.
♦ Como voluntario, es libre de pensar lo que le parezca. Cuando uno tr
abaja
por dinero, le pagan por pensar lo que el jefe o la empresa quieren que
piense y tiene que dedicar su inteligencia y su creatividad a resol
ver
problemas específicos. Los mandos intermedios del tipo que sean (
las
empresas, la Administración pública o las instituciones) resultan
particularmente duros porque tienen que implementar políticas qu
e les
vienen impuestas desde arriba, con un escaso margen para la originalid
ad.
♦ Como voluntario, tiene libertad para expresar sus opiniones. Co
mo no
tiene que proteger un puesto de trabajo, puede decir lo que piensa y pe
nsar lo que quiera.
♦ Como voluntario, es libre para vivir de acuerdo con su ética personal
, sin necesidad de adaptar sus principios para sentirse seguro.
♦ Como voluntario, tiene libertad para adaptar su vida al sentido que l
e da.
Ya no tiene que soportar «bombas de día y paz de noche», como le ocur
ría a Sally Morris antes de saldar sus deudas e irse a África.
♦ Como voluntario, puede organizar su tiempo como le plazca, fij
ar su
propio horario y comenzar y acabar cuando quiera. Si le parece
que
empieza a estar agotado, siempre puede frenar y recuperar el equilibrio
; en
cambio, un empleado que cobra un sueldo muchas veces no tiene
alternativa cuando le exigen un informe para el día anterior. Los
trasnochadores que pocas veces se despiertan antes de mediodía puede
n
empezar a trabajar a esa hora. Como voluntario, a la larga uno rinde
más
por hora trabajada porque puede parar cuando disminuye su producti
vidad y seguir cuando se encuentra en su mejor momento.
♦ Como voluntario, tiene libertad para seguir adelante con su profesi
ón o
para cambiar de campo de acción; para impulsarse a crecer o para dej
arse
llevar por la comodidad. Y también tiene libertad para no volver a reali
zar
trabajos que le resultan insoportables o para acabar con sus prejuicios
y au- tolirnitaciones. En resumen, como voluntario, puede elegir.
Conocimos a Jason y Nedra Weston en el capítulo 2, cuando iniciaban su
viaje hacia la independencia financiera, y hemos vuelto a encontrarl
os en el
capítulo 6, cuando supimos que trabajaban como cuidadores a camb
io de
alojamiento, comida y un sueldo. Consiguieron la independencia financie
ra en
el mes de agosto de 1990, después de crear y administrar una próspera em
presa
de limpieza de hogares. A partir de ese momento, se han dedicado a
l trabajo
voluntario. Durante los primeros meses después de superar el punto
de
equilibrio, se dedicaron a visitar a familiares y amigos, a leer y a pensar t
odo lo
que habían postergado durante el torbellino que significó dirigir una emp
resa
complicada, y a indagar acerca de proyectos que pudieran interesarles. C
uando
visitaron la Fundación Hesperia, fue amor a primera vista. Fundado por
David
Werner, escritor y conferenciante sobre la atención sanitaria en el ámbito
rural
y en países del Tercer Mundo, el Proyecto Prójimo de la Fundación Hesp
eria
atiende a niños mexicanos discapacitados y se encarga de proporcion
arles la
asistencia quirúrgica que precisan en Estados Unidos y de conseguirles si
llas de
ruedas y muletas que se fabrican en México, en un taller que empl
ea a los
mismos discapacitados. Jason y Nedra han disfrutado al máximo colabor
ando
con este proyecto. A Nedra le apasiona estar con los niños. Después de m
uchos
estudios sobre cuestiones de población y de un profundo análisis int
erior, ha
decidido renunciar a tener hijos propios; después de todo, lo que menos h
ace
falta en el planeta son niños. De modo que trabajar y jugar con lo
s niños
mexicanos, tanto en la zona de la bahía de San Francisco como en la sede
del
proyecto, en México, fue para ella una especie de paraíso. Mientras tanto,
Jason
se dedicó a instalar una bomba para mejorar el suministro de agua en la s
ede;
era la primera vez que lo hacía, pero lo aceptó como un desafío. Además,
tanto
él como Nedra han conducido la furgoneta que transporta a los niños has
ta San
Francisco cuando tienen que operarles. Jason incluso hizo partícipe a su
padre,
y el hecho de colaborar juntos en un mismo proyecto despertó un nuevo r
espeto
mutuo y una gran camaradería. Aparte del trabajo con Hesperia, Jason y
Nedra
han colaborado en un proyecto de reforestación en Oregón y en un proye
cto de
conexiones
medioambientales en Washington. Entre un proyecto y otro, han ido
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .315
de acampada con su caravana. Esta mezcla de movilidad, habilidad
y
entusiasmo por probar cosas nuevas los convierte en un excelente e
quipo de voluntarios.
TRES TIPOS DE TRABAJO VOLUNTARIO
La verdad es que los voluntarios ya hacen gran parte del trabajo mund
ial; la
diferencia es que no aparecen en los titulares de los periódicos co
n tanta
frecuencia como las personas que ganan mucho dinero, como los polític
os, los
financieros y los famosos. A partir de nuestra propia experiencia
y de la
observación de muchas personas que buscan abrirse camino en el
mundo del
empleo no remunerado, llegamos a la conclusión de que existen tr
es grandes
tipos de trabajo voluntario, todos imprescindibles para que el mu
ndo siga funcionando.
1. Asistencia y atención. Hay muchas formas de ayuda
extraoficiales y
espontáneas, incluidos esos pequeños gestos que tantas veces pasan ina
dvertidos
y no se reconocen, y el apoyo social y psicológico que se brinda
de manera
informal a amigos y vecinos. El mero hecho de escuchar, sin emit
ir juicios,
puede ser una gran ayuda para alguien que está triste o estresado. La c
ortesía ha
dejado de ser una costumbre, a pesar de que ayuda a levantar la
moral. Estar
alegres es un trabajo voluntario contagioso y positivo. Y en cuant
o a la parte
oficial, hay miles de formas de prestar ayuda. En muchas ciudades hay
oficinas
de información que orientan a los voluntarios hacia proyectos, ins
tituciones u
organismos que necesitan justamente la habilidad y el amor que
uno está dispuesto a brindar.
Un magnífico incentivo para esta actividad está en lo que se ha d
ado en llamar lo sano de ayudar.
Alian Luks, ex director ejecutivo del Instituto de
Promoción de la Salud, comenta que más del 70 % de las casi dos mil p
ersonas
encuestadas (la mayoría de las cuales pertenecía a un grupo de v
oluntarios)
experimentan una sensación física concreta (calor, tranquilidad, me
nos
depresiones, disminución del dolor, más energía) en el momento en qu
e están
ayudando. Además, el 80 % de ellas afirmó que volvía a tener la
misma
sensación cada vez que recordaba esta experiencia. Estas sensaciones a
gradables también son buenas para la salud, según un informe de
American Health.
En un estudio sorprendente y controvertido realizado en la Universidad
de Harvard, el psicólogo David McClelland mostró a los alumnos una p
elícula
de la madre Teresa, símbolo del altruismo, trabajando entre los pobres
y los
enfermos de Calcuta. El análisis de la saliva de los alumnos reveló un a
umento
de in- munoglobulina A, un anticuerpo que ayuda a combatir las infecc
iones respiratorias.
Para los que son independientes financieramente, ayudar no tiene
que ser
una ocupación a tiempo parcial. La historia de Penny Yu- nuba es un ej
emplo de asistencia y atención como forma de vida.
Después del punto de equilibrio, la vida de Penny Yunuba es tan energétic
a
y variada como ella misma. Colabora con un grupo de Boston llam
ado
Hermanitos de los Ancianos, y lleva flores y comida a una mujer de oche
nta y
tres años que ha dejado de ser cliente para convertirse en amiga. La relac
ión ha
enriquecido tanto la vida de Penny que ya no está muy claro quién
ayuda a
quién. Además, Penny colabora un día por semana con un colectivo que r
édela
papel blanco de oficina. Aparte de que el trabajo le encanta y que cree en
lo que
hace, obtiene el beneficio añadido de un seguro de salud para todo el gru
po.
También distribuye folletos para la cooperativa de alimentación del distrit
o; de
este modo, no sólo consigue un 24 % de descuento en sus compras
de
alimentación sino que además, a causa de una enfermedad, le va bien an
dar y
así tiene un buen motivo para hacerlo. «Los demás piensan que soy muy
buena»,
confiesa riendo, «pero en realidad son ellos los que tienen que ir a
trabajar
todos los días mientras yo estoy al aire libre... ¡y después me dicen que soy
yo la
que lleva una vida dura!» Pero esto no es todo lo que hace. Ha puesto en
marcha
la sede local de una organización nacional de activistas para person
as
ocupadas que se llama Visión 20/20. Ha presentado una solicitud de admi
sión a El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .316
la secta de los cuáqueros, un lujo
para el cual no tenía tiempo cuando trabajaba
setenta horas por semana. Y además es una verdadera amiga de su
s amigos.
«No estoy agotada y puedo escuchar a los demás. Soy una especie
de terapia gratuita
porque no tengo que ir a trabajar.» Penny trabaja tanto en grupo como
sola; ahora se entrega a los demás a tiempo completo.
2. Activismo y promoción. Este tipo de voluntariado abarca de todo, de
sde la
protesta hasta la educación ciudadana, pasando por la política. Decía
Margaret
Mead: «No cabe duda de que un grupo reducido de ciudadanos concien
ciados
podría cambiar el mundo y que, de hecho, es lo único que lo ha consegu
ido.» La
mayor parte de los cambios sociales y políticos del mundo ha surgido d
e grupos
de voluntarios comprometidos. Es más, el ex gobernador de Colorado,
Richard Lamm, sostiene que los líderes
elegidos no lideran, sino que se limitan a seguir.
La mayoría de los proyectos que aprobó durante su mandato surgieron
del sector
de los voluntarios. Esta noción resulta particularmente alentadora para
aquellos
PIF que quieren hacer algo con respecto a las múltiples presiones
que la
humanidad ejerce sobre el planeta. Como disponen de tanto tiemp
o, pueden
educarse a sí mismos, educar a otros, escribir manifiestos políticos
, ejercer
presión social, proponer programas nuevos, conocer a otros activis
tas con los
mismos intereses, escribir cartas y realizar cambios. Los estilos so
n diversos,
desde enfrentamientos duros hasta presiones pacíficas, pero siempr
e con un
impacto tremendo. Muchas organizaciones con las que se ha puesto en
contacto
nuestra New Road Map Foundation para hacer aportaciones preferían
antes un
voluntario a tiempo completo, con independencia financiera, que u
na ayuda
financiera. «Consíganos personas en lugar de dinero», nos decían siemp
re. Un voluntario permanente, consciente y autónomo es
capaz de dar nuevo impulso a un grupo moderadamente efectivo.
Dwight Wilson es todo un caso. Perteneciente a una familia con un
a
situación económica muy buena, se suponía que este joven brillante y dec
idido
estudiaría en las mejores universidades, llegaría a ser abogado y de
spués se
metería en política. Pero su idealismo echó a perder todos estos planes. P
ocos
meses antes de recibir una herencia considerable, hizo el curso de IF y e
mpleó
dos días en vez de uno, como se recomienda, para encajar realment
e toda la
información. La herencia se convirtió en su capital de IF. Después
de
pensárselo bastante y de muchas dudas, decidió dedicarse al volunta
riado a
tiempo completo. La causa que más le atraía era salvar la incomprensión
entre
países y culturas que al final acababa en guerras. Trabajó como di
rector
ejecutivo de una organización de voluntarios de las Fuerzas de Paz que h
abían
regresado y querían recuperar parte del espíritu heroico que habían
experimentado mientras prestaban servicio en el exterior. Se dedicaron a
crear
un Parque de la Paz en su ciudad hermana, situada en lo que por entonce
s era la
Unión Soviética, y tuvieron que superar innumerables dificultades para ll
evar
adelante un proyecto en el cual participaron centenares de estadounidens
es y
soviéticos, en una empresa cooperativa y compleja. No cabe duda d
e que las
amistades que surgieron del trabajo conjunto y la buena voluntad que nac
ió de
la creación del precioso parque contribuyeron a poner fin a la guerra fría
. En la
actualidad, Dwight está trabajando con otro grupo sin ánimo de lucro, or
ga-
nizando proyectos cooperativos para plantar árboles con jóvenes de t
odo el
mundo. Es posible que cuando estos jóvenes se conviertan en los lí
deres del
siglo XXI, el recuerdo de haber trabajado con jóvenes de otros países y cu
lturas
les ayude a crear un mundo más pacífico. Con estos proyectos, Dwi
ght y los
demás miembros de la plantilla han podido dedicarse no tan to a c
onseguir
fondos sino a concretar proyectos, llenando la oficina cotí su inigua
lable combinación de entusiasmo e inteligencia.
3. Innovación y soñar un sueño nuevo. Martin Luther King Jr. tuvo un
sueño
y cambió la faz de Estados Unidos. En la actualidad, ¿quién se puede pe
rmitir
soñar? La mayoría de los trabajadores se sienten tan prisioneros de un
as formas
rígidas de pensamiento como si estuviesen en un atasco en plena autopi
sta. Los
voluntarios tienen libertad para extender los límites de lo conocid
o y
experimentar con nuevos planos para su vida. Como ya hemos di
cho, los
voluntarios se pueden permitir explorar territorios nuevos, fuera de lo
habitual
social o intelectualmente. A menudo, la necesidad de fondos y lo que se
percibe El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .317
como una amenaza al
statu quo impiden que una empresa, Estado u otra
institución se atrevan con una innovación creativa. Las verdaderas
novedades
por lo general no son lucrativas, y las pocas que lo son no suelen
ser muy
inspiradas. Las innovaciones sociales (como afirmaba el gobernador La
mm con
respecto a las políticas) a menudo surgen de los voluntarios y pos
teriormente reciben el apoyo de las empresas o las instituciones.
Le presentamos a continuación la historia de un proyecto de orige
n totalmente voluntario que desafía el
statu quo de la investigación médica y
también de la práctica de la medicina.
Evy McDonald, enfermera y administradora sanitaria, liquidó todos
sus
bienes en 1981, cuando le diagnosticaron una enfermedad terminal. Cons
ciente de que se retiraría
al cabo de un año, de todos modos, rápidamente aplicó a sus
finanzas el programa de la IF y se entregó de lleno a su trabajo como vol
untaria.
Renunció a una carrera estresante y se dedicó a llevar una vida que expre
sara el
amor y la dedicación al servicio en los que siempre había creído, p
ero que
nunca había tenido tiempo de practicar. Al mismo tiempo, atravesó un per
íodo
de honda reflexión y gran sinceridad, decidida a vivir de verdad antes de
morir.
Pocos meses antes de que transcurriese el tiempo que el médico le daba de
vida,
los síntomas comenzaron a desaparecer, aparentemente como consecuenc
ia de
su proceso interior. Después de esta experiencia personal tan profun
da y de
darse cuenta, desde dentro, de las limitaciones de la medicina a pesar de t
oda su
tecnifica- ción, decidió volver a introducir en la práctica de la medi
cina
convencional la mente, el corazón y el espíritu. Dio conferencias y
contó su
experiencia personal. La comunidad médica la escuchó amablemente y de
sechó su historia por considerarla meramente anecdótica.
Como no tenía ninguna vida
profesional que proteger sino que sólo quería dar, Evy colaboró con
la New
Road Map Foundation para elaborar una estrategia que hablara al
medio
millón de médicos que hay en Estados Unidos en un lenguaje que
pudieran comprender: el científico.
Diseñó un complejo estudio sobre la interacción entre mente, cuerpo y es-
píritu en relación con una enfermedad que tenía perpleja a la com
unidad
médica: la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o enfermedad de Lou
Gehrig.
Pero lo más increíble es que decidió no solicitar ninguna ayuda económic
a y
trabajar exclusivamente con voluntarios. La idea le fue inspirada por el d
octor
D. Carleton Gajdusek, premio Nobel de Medicina, que le había dicho a u
n grupo
de investigadores de primera línea que buscaban fondos para resolv
er el
problema de la ELA que el dinero jamás había solucionado ningún probl
ema
científico y que eran el amor y la dedicación, y no las ayudas económicas,
los
que producen milagros en medicina. De modo que Evy reunió un equipo
de más
de cincuenta personas, todas voluntarias, que incluía a un estadístic
o
profesional, varios catedráticos, un psicólogo conductista y destacados mé
dicos
expertos en ELA, que trabajó en tres centros de investigación y tratamient
o en
distintos puntos del país. El equipo de entusiastas investigadores dedicó m
iles
de horas y recorrió miles de kilómetros para entrevistar cada tres m
eses,
durante un año y medio, a 144 pacientes que sufrían esta enfermed
ad,
distribuidos por todo el territorio, mientras que otro equipo de volun
tarios
ayudó a cotejar y analizar la información. Algunos de los voluntarios ya h
abían
logrado la independencia financiera, pero la mayoría aprovechó las horas
que
les dejaban libres su trabajo u otros proyectos. Los profesionales que tam
bién
trabajaban en otros proyectos de investigación comentaron que en cierto
modo
este proyecto les produjo mayor satisfacción que los que contaban con ay
uda
económica, y todos los colaboradores afirman que les hizo crecer, m
ental y afectivamente.
Los voluntarios pueden estar al tanto de todo y ser persistentes,
pueden
prestar atención a los detalles del sufrimiento humano que se filtran a t
ravés de
las capas de burocracia y papeleo. ¿Recuerda el caso de Steve Br
andon, de
Maine, que prefiere practicar la enfermería mientras conduce el c
amión que
distribuye el pro- pano para no tener que perder tiempo elaborando inf
ormes?
Precisamente porque no son profesionales pagados, los voluntarios pue
den hacer
experimentos y guiarse por la intuición. Porque son atentos, porque pu
eden ser
activistas y promotores, porque tienen valor para soñar, los volunt
arios tienen El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .318
una fuerza que no siempre poseen los empleados remunerados. So
n fuertes porque son libres.
Pero ¿qué puedo hacer yo?
Si este tipo de libertad le resulta demasiado ambiciosa o le da mi
edo
planteársela en este momento, vuelva al capítulo 4 (página 161), donde
hemos
hablado del propósito y los valores. Haga caso de las sugerencias
de Joanna
Macy. ¿Qué formas tiene de trabajar con pasión en proyectos y c
ausas que le
conmuevan y le lleguen al corazón? ¿Cómo podría trabajar con e
l dolor,
ayudando a los demás a cicatrizar heridas que usted ya ha curado? ¿Po
r qué no
trabajar con lo que tiene al alcance de la mano, con las pocas pero apre
miantes
necesidades que encontramos a nuestro alrededor si nos decidimos a ve
rlas? Si
está seguro de querer colaborar con un problema o un grupo concreto
pero no
sabe cómo comenzar, es probable que en el Ayuntamiento tengan una b
ase de
datos con los trabajos voluntarios disponibles. Seguramente tendrá mu
chos para escoger.
Volunteer USA de Andrew Carroll ofrece una amplia variedad de
respuestas a la pregunta «¿Qué puedo hacer yo?». El libro de Marlene
Wilson
You Can Make a Difference (Tú puedes aportarla diferencia) también pu
ede ser útil para posibles voluntarios, al igual que
How Can I Help? (¿Cómo puedo
ayudar?) de Ram Dass y Paul Gorman. No importa lo que haga ni por
donde
empiece, recuerde que su vida como voluntario se desarrollará inevitab
lemente.
Dicen que cuando le preguntaban al escritor Edward Ab- bey por su pr
ofesión,
respondía: «No tengo una profesión, tengo una vida». En lugar de subir
por la
escalera de la vida profesional, seguirá los impulsos del corazón y la me
nte, y es
posible que encuentre algunos caminos secundarios más interesantes y
entretenidos que cualquier empleo que haya imaginado.
Voluntariado 202
Si después de alcanzar la IF decide hincar el diente en algo realmente g
rande,
aquí tiene una sugerencia de Robert Muller, ex secretario general
adjunto de Naciones Unidas, que informa que
The Encyclopedia of World Problems and
Human Potential (Enciclopedia de problemas mundiales y potencial h
umano)
contiene todos los problemas mundiales y todas las soluciones (tod
avía no
implementadas) del mundo. Lo malo es que los problemas graves so
n más de
mil. Lo bueno es que hay más soluciones que problemas. Con su
estilo irre-
sistible y optimista, Muller sugiere que escojamos uno cualquiera,
como para
empezar. Podría ser que unos voluntarios decididos consiguieran lo que
no han
logrado las grandes instituciones, con toda su riqueza y su cantid
ad de
empleados, es decir que el mundo vuelva a ser lo que era. ¡Mere
ce la pena intentarlo!
La vida después del punto de equilibrio
La esencia de la IF es tener opciones. Una vez superado el punto
de
equilibrio, uno puede elegir cómo va a ocupar las horas del día, y los dí
as de su vida productiva. Steve West
pretende escribir todo el día. La vocación de Roger
y Carrie Lynn Ringer es la agricultura sostenible. Wanda Fullner disfr
uta de la
libertad de trabajar como autónoma sólo en aquellos proyectos que me
recen su
respeto y aprovecha lo que gana para financiar por su cuenta otr
os proyectos
especiales. Marcia Meyer ha empleado la libertad para estar con
su familia,
además de trabajar como voluntaria. Ted y Martha Pasternak se dedic
an a criar a
sus hijos. Diane Grosch sigue trabajando con su ordenador pero le fasci
na poner
su experiencia a disposición de las organizaciones que admira. Evy Mc
Donald
dedica hasta la última gota de su energía vital a contribuir al rec
onocimiento científico de la relación cuerpo-
mente. Asimismo, a través de la New Road Map
Foundation, los autores educamos a las personas para que asuma
n una
responsabilidad personal con respecto a su dinero y también a su
vida, y
donamos todos los beneficios a organizaciones que trabajan a favor de
un futuro sostenible para nuestro planeta.
No hay ninguna fórmula sobre la forma de vivir después del pun
to de
equilibrio. A partir de allí, cada uno es libre de inventar su propia vida.
Es libre
de encontrar un significado a la famosa frase de Buckminster Fuller: «
Estamos llamados a ser los artífices
del futuro, no sus víctimas.» La decisión es suya.
RESUMEN DEL OCTAVO PASO
El punto de equilibrio: el tesoro al final de la gráfica .319
Todos los meses, aplique la siguiente ecuación a todo el capital acumula
do y
anote los ingresos mensuales derivados de inversiones en una línea difer
ente de la gráfica:
capital X tipo de interés actual a largo plazo
------------------ ------------------------------------------------
- = ingresos mensuales derivados de 12 meses
inversiones
Cuando empiece a invertir el dinero siguiendo las directrices que le ofre
cemos en
el próximo capítulo, apunte en la gráfica los ingresos reales por i
ntereses
correspondientes a los ingresos mensuales derivados de inversiones (au
nque siga
aplicando la fórmula a sus ahorros posteriores). Cuando las tende
ncias se
vuelvan evidentes, proyecte esa línea hasta el punto de equilibrio para o
btener
así una idea aproximada del tiempo que tiene que trabajar hasta
alcanzar la independencia financiera.
9
AHORA QUE LA HA CONSEGUIDO,
¿QUÉ PIENSA HACER CON ELLA?
Este paso le ayudará a llegar a ser un experto conocedor de las inversio
nes
rentables a largo plazo y a administrar sus finanzas para obtener
ingresos seguros, constantes y suficientes durante el resto de su vida.
Este capítulo incluye los rudimentos de un programa de inversión para
la IF:
integridad financiera, inteligencia financiera e independencia financ
iera. Este
programa de inversiones le brinda la posibilidad de obtener unos
ingresos
seguros y constantes, suficientes para cubrir durante el resto de s
u vida las
necesidades básicas que tenga según el estilo de vida que haya ele
gido. La
información se basa en lo que Joe, uno de los autores del libro, ha visto
desde
dentro del juego de las inversiones de Wall Street, en su investigación p
ersonal
realizada para su propia independencia financiera y en las experiencias
de ambos
autores después de la IF. El hecho de que más de veinte años des
pués de
conseguir la IF sigamos teniendo unos ingresos seguros y estables,
cada uno
según sus necesidades, demuestra la efectividad del programa de i
nversiones.
Así también lo demuestra la experiencia de muchas personas más
que han
sobrevivido a los excesos de la década de los ochenta con sus ingresos IF
intactos y siempre suficientes.
Este capítulo está dirigido a los novatos, aunque los aficionados, y tamb
ién
los profesionales, seguramente encontrarán bastante información que
merece la pena considerar.
RECUPERE SU PODER
Una de las misiones fundamentales de este libro consiste en recup
erar el
poder que, sin darse cuenta, ha cedido al dinero. Ya veremos más adela
nte que esto incluye el poder que ha cedido a distintos
expertos en inversiones, a las circunstancias
externas, y a sus creencias y conceptos financieros.
A lo largo de este programa hemos insistido para que se sienta cerca, có
modo
y en paz en su relación con el dinero (su energía vital). Ya está en condi
ciones de dar el último paso: aprender un poco sobre el mundo de las
inversiones.
No se preocupe; esto no significa volver a adoptar la mentalidad
de que
cuanto más, mejor ni aprender a hacer grandes negocios con su capital.
Después
de seguir los pasos del programa, ya sabe cuánto es suficiente en su cas
o, y el
programa de inversiones tiene por objeto asegurarle esa cantidad —
y un poco más— durante el resto de su vida.
Tampoco significa entrar en el campo de la macroeconomía, las g
randes
discusiones en las que siempre intervienen (aunque sin llegar jamás a ni
nguna
conclusión) los pesimistas dedicados a la economía de todo el mun
do. No
supone tampoco estar en condiciones de discutir las teorías de los que d
efienden
la oferta, los mo- netaristas, los fiscalistas, los partidarios de la co
yuntura
económica ni ninguna de sus variantes. Según un viejo dicho, si uno reú
ne a diez economistas, oirá quince opiniones
distintas. Si todos estos señores no se ponen
de acuerdo entre ellos, ¿para qué vamos a confundirnos tratando de co
mprender lo que dicen?
Llegar a ser un experto conocedor supone aprender lo suficiente
para
liberarse del temor y la confusión (o el orgullo y el prejuicio) que
invaden el mundo de las inversiones personales.
Los principios y las estrategias financieras que se mencionan en este ca
pítulo
son seguros, razonables y sencillos. También resultan bastante económi
cos a la
hora de ponerlos en práctica y no requieren demasiada gestión fi
nanciera ni experiencia.
La gran mayoría de los ciudadanos no tiene un plan de inversiones coh
erente.
Todas estas personas que, por temor, prejuicios o una prolongada
experiencia Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella?
321
profesional, consideran Wall Street un suburbio de Las Vegas tien
en una
necesidad evidente de hacerse fuertes y desarrollar un método seg
uro para
gestionar su capital reduciendo al mínimo los costes, las dificultades y l
os riesgos.
No hay nada en este apartado que se pueda interpretar como un
consejo
concreto de inversión. Toda la información que aparece, tanto aquí com
o en el
resto del libro, parte de nuestra experiencia personal y se present
a a modo de directrices, principios y datos instructivos.
No lo deje en manos de expertos
¿Cómo se hace para llegar a ser un experto conocedor de las inv
ersiones
rentables a largo plazo? La mayoría de los recién llegados al mu
ndo de las inversiones recurre a los expertos.
Después de todo, del mismo modo que se
acude al médico cuando se está enfermo, o al mecánico cuando se estro
pea el
coche, parece razonable que, cuando se tiene dinero para invertir, se co
nsulte a un experto financiero. ¿O no? Pues no.
El noveno paso se refiere a hacerse uno mismo capaz de tomar decisio
nes
financieras sensatas, y lo primero que tiene que aprender es a instruirse
para no
caer en manos de intermediarios, programadores financieros o ven
dedores sin
escrúpulos, que pretenden que uno participe en todo tipo de inversiones
que para ellos representan espléndidas comisiones.
Los agentes de Bolsa han recibido distintos nombres a lo largo de los añ
os,
corredores o agentes de cambio y Bolsa, pero básicamente siempre se tr
ata de lo
mismo: de vender. En la mayoría de los casos, sus ganancias proc
eden de las
comisiones. Para obtener una comisión tienen que venderle un product
o, aunque
también obtienen una comisión cuando le convencen para que se
deshaga del
producto, haya obtenido o no ganancias. Algunos productos generan co
misiones
mucho más elevadas que otros; algunos resultan mucho más renta
bles para el
jefe del vendedor que otros. Del vendedor se espera que genere u
n cupo de comisiones.
Siendo usted una persona inteligente se dará cuenta de que un arreglo
de este
tipo no siempre pretende defender sus intereses, de modo que empieza
a buscar un
agente independiente hasta que encuentra un artículo como el sig
uiente en
The Wall Street Journal: «LOS ASESORES DE INVERSIONES DISC
UTEN
LA ELABORACIÓN DE UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO»
Algunas de las cuestiones que se plantean los asesores
son las siguientes:
♦ Si los asesores están obligados a anteponer los intereses de sus cliente
s a los suyos propios en cualquier circunstancia.
♦ Si los asesores están obligados a resolver los problemas de sus cliente
s mediante métodos financieros adecuados,
como sugerir la cancelación de las deudas, antes que recomendarles
productos financieros.
♦ Si los asesores están obligados a revelar la compensación que re
ciben cuando los clientes
compran los productos que ellos recomiendan.
Si esto no le quita las ganas de depender de los consejos de los asesores
de
inversiones, pruebe a comparar este debate con otro que seguramente s
e produjo
cuando los proveedores de aceite de serpiente evolucionaron hasta conv
ertirse en
los farmacéuticos de hoy día. Cabe imaginar que cuestionarían la corre
cción de los usos establecidos de la siguiente manera:
♦ Si los vendedores de aceite de serpiente están obligados a anteponer l
os
intereses de sus clientes a los suyos propios en cualquier circunstancia.
♦ Si al seleccionar un aceite de serpiente deberían darle al import
e de la ganancia más
o menos peso del que resulte beneficioso para el paciente.
♦ En caso de que lo único que haga falta sea quedarse unos días en la c
ama,
si los vendedores de aceite de serpiente están obligados a recomendarlo
así aunque pierdan la posibilidad de vender varios frascos de un
tónico inútil.
En otras palabras, ¿por qué
discuten estas cuestiones los asesores de
inversiones? ¿Acaso estos principios éticos no son evidentes? No q
ueremos Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 322
decir con esto que los intermediarios sean deshonestos; nos limitamos a
señalar
que la única persona que no tiene otros intereses en la operación, más q
ue los suyos propios, es usted mismo.
En su best setter publicado en 1978,
The Only Investment Guide You '11
Ever Need {La única guía de inversiones que necesitará en su vida),
Andrew
Tobias lo expresa con las siguientes palabras: «En general, conviene qu
e cada
uno administre su propio dinero. Nadie va a dedicarle tanta atención co
mo uno mismo.»
Y en el best setter que publicó en 1987,
The Only Other Investment Guide
You'll Ever Need (La otra única guía de inversiones que necesitará en su
vida),
se muestra más firme todavía: «No confíe en nadie. Cada uno tiene que
asumir la responsabilidad de sus propios negocios.»
Herbert Ringold, el autor de
How to Lose Money in the Stock Mar- ket,
manifiesta la misma firmeza:
Repita conmigo:
Todos los agentes de Bolsa son vendedores. Todos los agentes de
Bolsa son vendedores. Todos los agentes de Bolsa son vendedores. El
agente de Bolsa no es el oráculo de Delfos. Si quiere que le diga la
verdad, se parece más a un revendedor de alto rango.
De modo que, si no puede confiar en el consejo de los expertos, ¿signific
a esto que puede confiar totalmente en sí
mismo? Es probable que no. El mercado
es un juego donde tradicionalmente ganan los que están dentro, l
os
profesionales, y los niños pierden. A nadie se le ocurriría meterse
en el
cuadrilátero si no sabe boxear ni conoce el reglamento, y si no ti
ene un
representante ni un entrenador. Tampoco participaría en una partida d
e póquer
en la cual se apuesten fuertes sumas si no dispone de suficiente capital,
no tiene nociones
de la teoría de la probabilidad y no sabe jugar bastante bien.
De modo que aquí está la paradoja: lo más lógico sería que gestionara s
us
propias inversiones, estuviera capacitado para tomar decisiones y sólo r
ecurriera
al agente de Bolsa para la parte en la cual ellos están más capac
itados:
simplemente, concretar las órdenes de compra y venta. Pero realmente
es muy
difícil introducirse solo en el complejo mundo de las inversiones, porqu
e existen innumerables productos, derivados e instrumentos.
Los viejos recursos, acciones y bonos,
han evolucionado, se han multiplicado, mutado y
transformado en formas tan variadas y complejas como los juegos infa
ntiles, con infinidad de nombres, apodos y siglas.
¿Cómo se puede aplicar el noveno paso y llegar a ser
un experto conocedor
cuando las condiciones son tan contradictorias? Puesto que invertir el c
apital que
tanto nos ha costado ganar constituye una parte esencial del prog
rama (los
colchones sólo producen ingresos para una pequeña parte de la poblaci
ón), debe
de haber alguna manera de resolver semejante dilema. La hay, pero no
la creerá
hasta que no hayamos analizado ese obstáculo que nos impide co
mpletar efectivamente el noveno paso: sus convicciones
con respecto a la inversión.
Hay que perder el miedo
Al igual que las hipótesis relacionadas con el dinero y el trabajo, es pro
bable
que lo que opine con respecto a las inversiones sea una mezcla de lo que
dicen
los medios de comunicación, sus compañeros de trabajo, el tío Juan («C
ompra
barato y vende caro, muchacho») y otras fuentes diversas y poco fiables
. Para
abrirse paso entre tanta confusión y prejuicios, le basta con admitir que
casi todo
lo que cree sobre la inversión se basa en dos impulsos fundamentales: la
codicia y el miedo.
Esperamos que haya podido dominar su codicia mediante la aplicación
de los
ocho primeros pasos del programa. Ya sabe por experiencia que
más no es necesariamente mejor; en cambio,
suficiente es muy satisfactorio y fácil de
lograr, al mismo tiempo. De hecho, los mejores profesionales de Wall St
reet han
llegado a la misma conclusión, sólo que ellos dicen: «Puedes ser un tor
o o un zorro, pero un cerdo, ¡jamás!»
El principal temor: ¿tendré suficiente mañana?
El noveno paso trata de los temores que tantas veces encontramos por d
ebajo Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 323
de las decisiones económicas. Uno de nuestros mayores temores es el mi
edo a lo
desconocido. Lo más desconocido es el futuro. El principal descon
ocido
financiero del futuro es: «¿Seguiré teniendo suficiente dinero cuan
do pase el tiempo?»
¿Cómo se hace para reducir poco a poco este temor hasta convertirlo e
n una prudencia razonable?
1. Aplicando los criterios de inversión que vamos a sugerirle.
2. Estableciendo una reserva de acuerdo con las directrices
que le vamos a dar.
3. Poniendo fin al temor irracional a la inflación.
La enfermedad social de los años cincuenta en Estados Unidos fue el mi
edo a
la depresión. En esa época, todavía nos basábamos en la frugalida
d y la
economía, y la educación infantil seguía partiendo de frases como
un dólar que
guardas es un dólar que ganas y muchas más por el estilo. Disfrutábam
os de
nuestra reciente prosperidad, aunque sentíamos desconfianza. Si retroc
edemos
hasta esa época, podemos comprobar que ese miedo irracional a la depr
esión nos impidió disfrutar de lo que actualmente consideramos
aquella época tan buena.
Asimismo, la enfermedad social de esta generación, el temor enfer
mizo a la
inflación, nos ha impedido ver algunas verdades fundamentales y
ha
distorsionado mucho nuestras impresiones. La industria financiera ens
eguida ha
aprovechado esta paranoia generalizada, con la consiguiente prolif
eración de
tantos instrumentos de inversión dudosos que ya hemos mencionado y e
l rápido
aumento del endeudamiento desenfrenado que ha provocado la caída d
e nuestras
instituciones y ha producido el mayor índice de quiebras que se haya vi
sto jamás en Estados Unidos.
LA INFLACIÓN
Para comenzar a encontrar la salida en el laberinto de las inversi
ones, primero hemos de aclarar un poco ese mal llamado
inflación que sirve de
contexto para gran parte del actual enfoque de la inversión.
El organismo que calcula la inflación es el Instituto Nacional
de Estadística,
que la presenta como el índice de precios al consumo o IPC. El IPC es
el índice
de los cambios de precio de una lista fija de productos y servicio
s en comparación con el precio de los mismos artículos durante el
año de referencia.
Los precios se ponderan en función de las preferencias de los con
sumidores,
como se refleja en la encuesta de gastos al consumo del período
básico. (Por
ejemplo, si durante el período básico de referencia los consumidor
es
encuestados han comprado el doble de carne vacuna que de pollo,
se le da a aquélla un valor 2 y al pollo, un valor 1.)
En 1970, el índice de precios al consumo de Estados Unidos fue de 38,8.
En 1990, alcanzó el 129,9.
Pero aquí encontramos un dilema. Con estas cifras, ¿cómo es posi
ble lo siguiente?:
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 324
1. En Í970, una familia de cuatro miembros gastaba entre 15 y 20 dólar
es en
ir al cine, incluido el viaje en coche, las palomitas y los refrescos.
En 1990, el cine y todo lo demás puede costar 4 dólares.
2. En 1970, una máquina de escribir costaba 247,99 dólares. En 1
990, un
aparato mucho más complejo cuesta 100 dólares y un procesador
de textos con 16 k de memoria cuesta 239,99 dólares.
3. En 1970, la bicicleta de montaña de Joe, con tres velocidades, costab
a 100
dólares. En 1990, una bicicleta magnífica, con diez velocidades, le costó
50 dólares.
4. En 1970, Joe gastaba habitualmente en torno a 2 dólares en co
mer. En 1990, pagaba 0,60 dólar por una comida mucho más sana.
5. En 1970, Joe gastó en gasolina 299,25 dólares, mientras que en 1990
por el mismo concepto gastó 177,31 dólares.
6. En 1970, Joe compró un radiocasete por 750 dólares. En 1990, la cali
dad
del sonido era mucho mejor con un aparato que le costó 90 dólares.
Reflexione un poco. Las cifras son correctas, no hay errores de i
mprenta.
¿Cómo es posible? ¿Qué más habrá cambiado para compensar el IPC?
Vamos a seguir analizando datos reales. Los precios que se indica
n a continuación están tomados del catálogo primavera-
ve- rano de 1970 de Sears
Roebuck y de anuncios publicados en el periódico
Seattle Times durante el
mismo año. Los de 1991 son precios de venta documentados que se han
hallado
mediante las meticulosas técnicas de compra que hemos analizado en el
capítulo
6 (del punto 50 al 67). Hemos buscado los productos más compar
ables que
hemos podido, teniendo en cuenta los numerosos avances tecnológicos
que se han producido a lo largo de estos veinte años.
1970
1991
Alimentación
Pollo, precio/0,5 kg
0,69
0,47
Jamón, precio/0,5 kg
1,49
1,19
Pavo, entero /0,5 kg
0,65
0,47
Huevos, precio x docena
0,59
0,58
Patatas, 10 kg
0,98
0,57
Tomates, 1 kg
0,50
0,39
Harina, 10 kg
1,19
0,98
Pan, barra de 0,5 kg
0,37
0,33
Margarina, 0,5 kg
0,39
0,38
Artículos de uso doméstico
Colchón doble
97,95
79,00
Estufa eléctrica
26,95
15,95
Trituradora de residuos
84,95
59,99
Detector de humos
35,00
6,95
Dispositivo para abrir la puerta del garaje
179,95
169,95
Herramientas y mantenimiento
Sierra circular, 18 cm
62,49
39,99
Sierra de cadena, 36 cm
139,95
59,99
Automóvil Neumáticos
con 64000 km de garantía
62,33
31,30
Gato, 1,5 toneladas
120,00
43,50
Rampas para el coche, 2,5 toneladas
44,29
33,29
Pasatiempos y aficiones
Máquina de coser
246,00
219,00
Aparato de televisión, de 18-20 pulgadas
349,95
249,96
Tablero de la canasta (para jugar a baloncesto) 69,95
59,00
Varios
Bolígrafos BIC, punta fina, f docena 2,49
0,89
Calculadora con función de multiplicar
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 325
[la de 1991 incluye todas las funciones]
177,9529,87 Llamada
de larga distancia, tarifa diurna,
de Nueva York a Los Ángeles
4,50
2,50
El índice de precios al consumo (IPC) no es un índice del
coste de la vida, por
más que muchas veces se diga lo contrario, sino una lista de precios de
bienes y
servicios concretos. Supone la compra habitual de los mismos pro
ductos, sin
tener en cuenta, por ejemplo, que nadie compra una nevera nuev
a todos los
meses, ni siquiera todos los años, o que el aparato que compramo
s en este
momento consume menos energía y tiene muchas más funciones q
ue su
predecesor y, si se elige bien, dura mucho más. Tampoco contempla el h
echo de
que el mejor modelo de hace unos años es superado, en todos los sentid
os, por el modelo económico actual.
El IPC no contempla los cambios en los hábitos de compra despu
és del
período básico. Los precios de los productos cotidianos siempre fl
uctúan.
Cuando se produce una helada en Florida, se dispara el precio de
l zumo de
naranja; en cambio, una cosecha estupenda de manzanas hace que el p
recio del
zumo de manzana caiga estrepitosamente. Cualquier comprador un po
co sensato cambia por el zumo de manzana, pero el IPC no obra igual.
Los automóviles actuales son una maravilla en cuanto a avances
tecnológicos: resistentes a la corrosión, mayor durabilidad, menos
mantenimiento, sistema de encendido electrónico, cubiertas radiales co
n 100000
km de duración, siete años de garantía y un rendimiento de tres a cuatr
o veces
superior al de los vehículos de hace veinte años. Es imposible comparar
los.
Cuando empezaron a subir los precios de los viajes y los hoteles,
muchos
descubrieron las ventajas de pasar unas vacaciones tranquilas, en
algún
campamento cerca del lugar de residencia, como pueden demostrar los
guardias
forestales de cualquier Parque Nacional. ¿Cómo tiene esto en cuenta el
IPC?
Para ampliar algunas cifras
que se han mencionado en el capítulo 6, en 1989
el precio de una vivienda de 200 metros cuadrados, con 4 dormit
orios y dos
cuartos de baño ascendía a 382 000 dólares en el condado de We
stchester
(Nueva York); a 418 333 dólares en Wellesley (Massachusetts); 388 500
dólares
en Wilmette (Illinois). La misma casa en Corpus Christi (Texas) costab
a 81666
dólares; en Boise (Idaho), 82 667 dólares y en Fort Wayne (India
na), 97250
dólares. ¿Cómo justifica el IPC a nuestra sociedad tan inquieta?
¿O tantas poblaciones pequeñas de aire no contaminado, distribuidas
por todo el país, que
se están quedando vacías, con viviendas a precio de saldo, simplemente
porque la moda de los
yuppies impone que hay que irse a vivir a zonas urbanas donde
todo cuesta el doble? Fíjese, además, en la cantidad de viviendas
que quedan
vacías (segundas viviendas, casas de verano o de vacaciones, hoga
res abandonados). Se ha dicho en el Nicjhtly Business Report,
un programa que se
emite diariamente por la cadena de televisión PBS que, según la
Oficina del
Censo, en Estados Unidos, una de cada diez casas está vacía; la proporc
ión más
elevada se encuentra en Vermont, un estado con muchas pistas de esquí
, con el 2 2 % .
Los costes de la atención y el seguro sanitarios han crecido muchísimo,
como
también han aumentado nuestros conocimientos sobre la prevenció
n de
enfermedades. Disponemos de pruebas convincentes sobre las cons
ecuencias
perjudiciales para la salud que tienen el tabaco, la obesidad, el es
trés, el
colesterol, las grasas saturadas y otros factores nutricionales, la contam
inación,
el alcohol y el abuso de drogas, los carcinógenos, la falta de ejercicio físi
co y la
exposición excesiva a la luz solar. Si bien cada visita al médico nos cuest
a más,
las necesitamos cada vez menos, en virtud de las decisiones que tomam
os con respecto a nuestro estilo de vida. Pero esto no aparece en el IPC.
En 1970, para estar en buena forma bastaba con trabajar en el jardín:
pasar el
cortacésped manual y barrer las hojas secas. En 1990, hacía falta ir al g
imnasio y
disponer de una bicicleta estática ergonómica que costaba 300 dólares (
37 500
pesetas), y eso para la persona que dispone de un cortacésped elé
ctrico de 12
caballos y un aspirador de hojas de 140 decibelios.
La inflación, ¿es una creencia o una experiencia?
Así como ha aumentado el nivel de vida, también ha aumentado el
nivel para Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella?
326
tener un nivel de vida próspero. En otra época, una persona tenía un b
uen nivel
de ingresos cuando no tenía que pedir prestado al vecino el cortacésped
manual;
ahora cualquiera se siente pobre si no tiene uno eléctrico. (Tal vez recue
rde la
frase de John Stuart Mili que decía que nadie quiere ser rico, sino sólo
más rico
que los demás.) En otras palabras, nos hemos superado y hemos creado
nuestra propia experiencia de la inflación, al margen de las cifras
del IPC.
Supongamos que, en los últimos años, ha ido adquiriendo los bienes bás
icos
no perecederos, como el coche, la vivienda, los electrodomésticos, los m
uebles y
un vestuario mínimo. Supongamos también que, como lo ha analiz
ado todo
cuidadosamente (véase el capítulo 6), ha comprado productos duradero
s, fáciles
de reparar, prácticos y flexibles. ¿No significa esto que el total de gast
os será
significativamente inferior la década siguiente con respecto a la an
terior? (A
menos, claro está, que se haya limitado a buscar la última versión del p
roducto o
lo que se llevaba en ese momento.) Varias veces han reñido a Joe por co
mprar en
las rebajas numerosos pares de pantalones color caqui que llevó durant
e más de
una década, pero no es el único. Ralph Nader, un defensor del consumi
dor, tardó
«veinticinco años en gastar la docena de pares de zapatos del Ejé
rcito que
compró en la tienda de la base militar, a 6 dólares (750 pesetas) el par, c
uando dejó el servicio en 1959».
Supongamos que de alguna manera dispone de más tiempo durante la s
emana
y que ha aprovechado ese tiempo para leer un par de manuales s
obre
reparaciones domésticas y el programa de mantenimiento del coche (o i
ncluso
que ha hecho un curso de mecánica del automóvil) que además le result
ó muy
agradable y le hizo sentirse satisfecho. ¿No es probable que tenga meno
s gastos mensuales?
Supongamos también que le ha parecido más conveniente (tanto
personalmente como para el planeta) desplazarse en bicicleta que en au
tomóvil,
o vivir más cerca del lugar donde trabaja, o compartir el coche con otro
s para ir a trabajar. ¿No es
probable que de este modo se reduzcan sus gastos anuales?
Supongamos que, en lugar de ir a la tienda de bicicletas más pró
xima a
comprar el último modelo de bicicleta de montaña, que cuesta 600 dóla
res (75
000 pesetas) —el BMW del yuppie ecológico— con neumáticos
bologna,
cuadro de cromo, veintisiete cambios de marcha hacia delante y doce h
acia atrás, y
derailleurs hidro- turbo, ha comprado una publicación donde se
anuncian artículos a bajo precio y ha mirado en
Venta de bicicletas usadas y allí encontró
listas y más listas de bicicletas con diez marchas, que fueron fabulosa
s el año
pasado y ahora están pasadas de moda, y que hoy se utilizan tan
poco, como
ocurrirá dentro de un año con la que hoy hace furor, a 50 dólares (6250
pesetas).
¿No se ahorraría una suma considerable, incluso comparando con los c
ostes de hace veinte años?
Supongamos que, en lugar de hacer cola para ver el último estre
no
cinematográfico en la pantalla grande desde lejos, la viera unos meses d
espués,
en una pantalla más pequeña pero desde mucho más cerca, en un
ambiente
mucho más tranquilo y con gran cantidad de palomitas, a un precio
más bajo.
¿No es probable que así
disminuya su presupuesto anual de diversiones?
Supongamos que, en lugar de tragar a toda prisa la carne con patatas f
ritas en
la tienda de comida preparada llena de gente que queda delante
del despacho
(como afirma Joe que hizo todos los años que trabajó en Wall Street, y
así lo
confirma su cardiólogo), se llevara alguna comida sana para come
r
tranquilamente en el parque que tiene delante del despacho... ¿No es pr
obable
que así disminuyan sus gastos anuales de salud, así como también el res
to de los gastos?
¿Podría ser que por lo menos parte de nuestra experiencia inflaci
onaria se
deba a hábitos inconscientes o automáticos y también al estilo de
vida que
hemos elegido? Tener un coche es una elección de estilo de vida; usarlo
para
hacer cosas que podríamos hacer a pie puede ser simplemente un
hábito.
Comprar el agua mineral en la máquina expendedora del despacho, si
mplemente
porque está a mano, en lugar de comprarla en el supermercado p
or mucho menos, puede ser un hábito.
Con esto no pretendemos afirmar que no haya habido nada de inflación
ni
siquiera sin las distorsiones del IPC. Los precios del seguro del au
tomóvil, la Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella?
327
habitación del hospital, los medicamentos con receta, la enseñanza
superior y
cientos de otros artículos se han disparado. No obstante, a pesar del au
mento de
precio, fíjese en cómo ha aumentado el número de familias con más de
un coche,
el abuso comprobado de los medicamentos con receta y la suposición in
fundada
de que el nivel educativo en general de una universidad privada cara es
mejor
que el de una pública. Estos casos representan opciones en lugar de nec
esidades.
Por otra parte, algunas veces el mayor coste se compensa con una
tecnología
avanzada o un mejor servicio, con lo cual los costes globales siguen sien
do los
mismos. Tomemos como ejemplo la mejora de las técnicas quirúrg
icas y los
tratamientos en los ambulatorios, que reducen la cantidad de días
de hospitalización.
¿Una protección contra la inflación?
Muchos analistas financieros sostienen que tradicionalmente este o
aquel
producto suponen una buena cobertura contra la in- ilación. Pero
unos
observadores más objetivos ponen en duda estas conclusiones. He aquí
algunos datos:
En
How to Lose Money in the Stock Market (Cómo perder dinero en
la Bolsa), Herbert Ringold destaca lo siguiente:
En el número del 16 de septiembre de 1985 de la revista Portes,
apareció una
lista que incluía 329 fondos de inversión, de los cuales había segu
ido los
valores récord durante los últimos ocho años y medio, desde 1976
hasta el primer semestre de 1985.
La media de todos los fondos era una ganancia del 14,39% duran
te el período indicado, que no representa más del 1,22% anual.
Habría salido ganando si hubiera depositado el dinero en una car
tilla de ahorros.
Hay otras maneras de generar ingresos, como sugiere el siguiente
comentario, publicado en The Wall Street Journal.
«De 1960 a 1988, la
rentabilidad anual de los agricultores fue igual a la de Wall Street y los
fondos de
inversión, según un estudio realizado por la Universidad de Minnesota.
» (Puede que el uso adecuado de fertilizantes
orgánicos sea más efectivo para combatir la
inflación que el que utilizan en Wall Street.)
El negocio inmobiliario ha sido para muchos la principal
protección contra la inflación,
y hubo personas que perdieron gran cantidad de dinero en la
depresión que sufrió el mercado inmobiliario en 1991. De Boston a Seat
tle, están
bajando los precios que la gente pide para desembarazarse de propieda
des que
han comprado a precios inflados en la década de los años ochenta, cuan
do todo el mundo sabía que el precio de los bienes raíces no baja nunca.
La cuestión es que no existe ningún método garantizado para adelantar
se al
índice de precios al consumo. Lo que se pone de moda en el ámbito fina
nciero en
una década se puede desmoronar en la siguiente, a un coste muy elevad
o para el capital ganado con tanto esfuerzo.
En resumen:
♦ Aunque puede que la
inflación sea un concepto macroeconó- mico válido,
esto no significa que, automáticamente, tenga que dirigir su vida.
♦ Sus decisiones, actitudes, convicciones, hábitos, gustos, temores y des
eos son, en definitiva, los que tienen consecuencias en el resultado final.
♦ La conciencia se define como la facultad de conocer lo que le afecta
mentalmente y lo que le pasa por la mente.
♦ La conciencia puede crecer más aprisa que la inflación.
♦ Ningún producto ni programa de inversión brinda una cobertura
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 328
garantizada contra la inflación. La conciencia sí.
Ahora está empezando a darse cuenta de que dos suposiciones muy co
munes con respecto al manejo del dinero —
que le conviene contratar a un experto y que
lo primero que hay que tener en cuenta es la inflación
— pueden ser erróneas.
Ahora está a punto para dar el noveno paso: inversiones inteligen
tes e independencia financiera.
DE LA INDEPENDENCIA FINANCIERA: EL CAPITAL, EL
COLCHÓN Y LA RESERVA SECRETA
El programa básico de inversión de IF consta de tres elementos: El capi
tal: es
la cantidad de dinero que se invierte en activos financieros que generan
rentas
periódicas del mayor plazo posible y con la máxima seguridad, y
que al final
producen por lo menos los ingresos que se indicaban en el punto de equ
ilibrio del capítulo 8.
El colchón: una reserva de efectivo en cuentas
corrientes o depósitos a corto
plazo que le permite cubrir los gastos ordinarios de seis meses. El objeti
vo de
este colchón es hacer frente a emergencias, así como cubrir posibl
es faltas de
liquidez motivadas por el hecho de que los diferentes gastos no se produ
cen de
forma homogénea y continua durante todo el año (por ejemplo, cuando
hay que
pagar el seguro médico anual o el seguro del coche) y para cubri
r los gastos
deducibles y de coparticipación en relación con los seguros.
La reserva secreta: la manifestación concreta de los ahorros permanent
es que,
para muchos PIF, resulta una sorpresa. Aunque no lo crea, uno p
uede seguir ahorrando después de conseguir la IF.
Al comienzo del proceso de IF, en cuanto sus ahorros superen la suma q
ue
estima un colchón confortable, puede empezar a transferir dinero a inv
ersiones a
largo plazo como las que se describen en las próximas páginas, creando
de este modo un capital generador de ingresos.
Una buena forma de llegar a ser un
experto conocedor consiste en determinar
el tipo de cuenta que más le conviene para depositar el colchón, además
del dinero que se va acumulando y que espera t
ser invertido. Compare las ventajas de las cuentas corrientes que
ofrecen los
bancos, las cajas de ahorro y las cuentas transitorias de los inter
mediarios financieros. Estas
últimas sirven para liquidar corretajes, que se van cargando de
forma automática y sin necesidad de enviar factura; al mismo tiempo, s
e invierte
semanalmente el exceso de efectivo en FIAMM (Fondos de Inversión en
Activos
del Mercado Monetario) en espera de la siguiente inversión. El mayor c
oste de
estas cuentas debería ser compensado por la mayor rentabilidad de los
FIAMM
(respecto a cuentas corrientes o de depósito).
Tanto si definimos la
independencia financiera como estar libre de deudas,
con ahorros suficientes para resistir los reveses económicos, o com
o una
jubilación anticipada que le permita dedicarse de forma permanente a l
o que más le interesa, se aplican los siguientes
criterios a lo que haga con su capital: 1. Su capital
debe producir ingresos.
2. Su capital debe estar absolutamente seguro.
3. Su capital debe tener una liquidez absoluta, es decir, que tiene
que ser
posible convertirlo en efectivo de inmediato, por si surgiera una
emergencia.
4. En el momento de invertir, no debe haber ni comisiones ni gas
tos de
gestión, rescate, promoción o distribución que mermen su capital.
5. Sus ingresos deben ser totalmente seguros.
6. Sus ingresos no deben fluctuar. Tiene que saber exactamente a
cuánto
ascenderán sus ingresos el mes siguiente, el año siguiente y al cab
o de Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 329
veinte años.
7. Sus ingresos tienen que ser pagaderos en efectivo, a intervalos regula
res;
no se tienen que acumular ni diferir ni rein- vertir automáticamente. T
odo el control debe estar en sus manos.
8. Sus ingresos no deben disminuir por comisiones ni
gastos de gestión ni reembolsos, etc.
9. La inversión debe producir estos ingresos regulares, fijos y conocido
s sin
necesidad de más participación rti gastos por su parte. No debe requeri
r
mantenimiento ni gestión ni presencia geográfica ni atención por causa
de fuerza mayor.
Los fundamentos de esta lista de criterios de inversión ya se han explica
do en
los capítulos anteriores, sobre todo en el 8. No está utilizando el capital
que tanto
le ha costado ganar para especular, para obtener más ganancias por cas
ualidad, ni
para tratar de hacerse rico rápidamente. Lo único que pretende es
disponer de
unos ingresos seguros y regulares con los que contar. No quiere preocup
arse (al
menos por su propia seguridad financiera) en caso de que se pro
duzca una recesión o una depresión, si aumenta el desempleo, o si el
Dow salta por encima de 4000 y cae por debajo de 1000.
Como abogado, Ned Norris está preparado para ver las situaciones desde
todos los ángulos y buscar vías de escape. Tanto los medios de comunicaci
ón
como las conversaciones que oía en el despacho le hicieron pensar que tal
vez
los supuestos expertos y los profetas tuvieran razón cuando le advertían q
ue en diez o veinte años tendría que duplicar sus ingresos para
mantener el mismo poder adquisitivo, por más que su experiencia le indic
ara
que su conciencia crecía más aprisa que la inflación. ¿No le conve
ndría
incorporar a su programa de inversiones una protección contra la i
nflación?
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 330
«¿Por qué voy a creer lo que dice Joe Domínguez?», pensó. «Tengo
que
comprobarlo yo mismo.» Hizo algunas averiguaciones hasta dar con un b
oletín
de inversión reciente que contenía información privilegiada de todo
tipo. Se pasó horas comprando y vendiendo valores
mentalmente... y después siguiendo
el mercado para ver lo que ocurría con sus inversiones imaginarias.
Cada
boletín añadía un nuevo giro y otra vez volvía a comenzar, y así durante ci
nco
meses, absorbiendo la mayor parte de la energía vital que no dedic
aba al
trabajo. Hasta que cayó en la cuenta de que, si los que hacían el boletín e
ran tan
listos, ¿cómo era posible que no fueran millonarios y siguieran publ
icándolo
para ingenuos como él? «De modo que la finalidad del boletín es q
ue me
aficione a él, no ayudarme a obtener unos ingresos seguros de por vida.»
Dejó
de lado su obsesión por la especulación y volvió a confiar en su pr
opia
experiencia y en los criterios que se indican en este capítulo, y así recuper
ó la tranquilidad.
La seguridad es el factor decisivo en cualquier programa de inver
sión
diseñado para llevar un estilo de vida independiente financierame
nte, No hay
nadie que prefiera renunciar a un empleo para estar preocupado todo e
l día por lo
que ocurre en el mercado bursátil, o si la empresa X está recortando di
videndos,
o si los bonos de Y no se pagan, o si el Movimiento de Ecomiópi
cos Empe-
dernidos piensa sabotear su sociedad para la producción de energía eóli
ca, o si el
Fondo de Inversión Interespecies para la Unidad Cósmica no encubrirá
alguna
secta, o si su capital riesgo no estará arriesgando capital para mantener
a algún cocainómano.
La lista de criterios elimina de forma automática la mayoría de l
as especulaciones e inversiones más conocidas en estos momentos. Las
acciones y
los fondos de inversión en renta variable no le aseguran el capital ni le
brindan la
seguridad absoluta ni los ingresos constantes que pretende. Los in
gresos procedentes de FIAMM experimentan profundas fluctuaciones
según varíen los tipos de interés a corto plazo. Si
invertimos en fondos de inversión de renta fija,
estamos expuestos al riesgo de que el gestor del mismo acierte con la de
volución de los tipos de interés. Todos los anteriores
disminuyen su capital, e incluso sus
ingresos, con diversas comisiones (con lo cual dejan de cumplir los crite
rios 4 y 8). Los cer-
tificados de depósito bancario, si bien son seguros cuando los emite un
banco
con garantía federal, tienen vencimientos a plazos demasiado cortos, po
r lo que
tendría que reinvertir el capital con demasiada frecuencia, con lo cual
corre el
riesgo de encontrar tipos de interés mucho más bajos al llegar al venci
miento.
Hasta una inversión que se supone más conservadora, como los biene
s raíces,
queda excluida, con la excepción posible de la primera vivienda.
Sólo queda un tipo de instrumento de inversiones que se ajusta perfecta
mente
a estos criterios: los bonos del Tesoro estadounidense y los bonos de org
anismos
públicos a largo plazo. Una advertencia: las personas que viven fuera d
e Estados
Unidos deberían informarse con respecto a los bonos de los organismos
públicos
de su propio país. Si bien se pueden comprar bonos del Tesoro y del Go
bierno de
Estados Unidos en casi todo el mundo, debido a las fluctuaciones en los
tipos de
cambio de las divisas, los ingresos por intereses resultarían demasiado i
nestables para cumplir las
condiciones de un programa de inversiones de ÍF.
Desde un punto de vista español, para un particular, el hecho de
que los
intereses de la Deuda Pública sean rendimientos del capital (sin un trat
amiento
especial) que tributan de forma menos ventajosa que los incremen
tos de patrimonio, puede hacer variar ligeramente este planteamiento.
Aquí tiene la solución a la paradoja que hemos planteado al final del ap
artado
titulado «Recupere su poder»: No hace falta convertirse en un experto
en todo el
terreno de la especulación y la inversión. Basta con centrarse en
un pequeño segmento que se ajuste perfectamente a sus condiciones:
los bonos del Tesoro y de los organismos públicos de Estados Unidos.
Hay muchos libros que tratan de los bonos del Tesoro y los orga
nismos
públicos. Aunque la información que se incluye a continuación es
un buen
comienzo, nuestra intención no es proporcionarle el tipo de informació
n global
que le conviene para llegar a convertirse en un experto conocedor de in
versiones a largo plazo que produzcan ingresos.
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 331
Un compendio sobre los bonos del Estado
Un bono no es más que un pagaré por el cual el emisor se comp
romete a
devolver al titular la cantidad que figura en el bono (el valor nominal) e
n una
fecha determinada (la fecha de vencimiento). Además, la mayoría de lo
s bonos
paga un tipo de interés determinado (el tipo de interés según cup
ón); esta
cantidad, aunque se suele ofrecer como un tipo de interés anual, por lo
general se paga en dos cuotas semestrales.
La mayoría de los bonos se puede comprar y vender en cualquier mom
ento
(son negociables) a través de bancos o agentes de Bolsa. (El emisor origi
nal no
tiene nada que ver con las posteriores compras y ventas del bono, apart
e de tener
la obligación de enviarle a quien sea titular en ese momento el cheque s
emestral
por los intereses.) Los precios de los bonos varían según el tipo de inter
és vigente
de modo que si vende un bono antes de su vencimiento, puede re
cibir más o
menos dinero del que le ha costado (el riesgo de mercado); en ca
mbio, si lo
conserva hasta el vencimiento, le darán exactamente su valor nom
inal, sean cuales fueren los tipos de interés vigentes en ese momento.
Según los expertos, los bonos del Tesoro de Estados Unidos y los bonos
de
organismos públicos son las inversiones que ofrecen una mayor segurid
ad a la
hora de recuperar el capital y cobrar los intereses. (No se deben confun
dir con los
conocidos bonos de ahorro estadounidenses, serie E o serie H, que no of
recen el alto interés
a largo plazo que le conviene para sacar provecho del programa IF.)
Los bonos del Tesoro son ideales para un programa de inversione
s que
pretende la independencia financiera. A continuación le presentamos u
na lista de sus ventajas:
♦ Máxima seguridad del capital.
♦ Máxima seguridad de los intereses (garantía absoluta con respecto al
principal y los intereses).
♦ Exención del pago de impuestos estatales y municipales, a diferencia
de España, donde sí cotizan.
♦ Sin amortización anticipada (la mayoría no puede ser amortizada an
tes de tiempo por el emisor).
♦ Máxima negociabilidad, absoluta liquidez, negociables
en todo el mundo.
Se pueden comprar y vender prácticamente
al instante, con unos gastos de gestión mínimos y en valores convenient
es,
por ejemplo, 1000 dólares (125000 ptas.), 5000 dólares (625000 ptas.) y
10000 dólares (1250000 ptas.).
♦ Máxima disponibilidad: directamente del Gobierno nacional (De
uda
Pública directa) y a través de casi todos los agentes y numerosos bancos
, en cualquier parte del mundo.
♦ La disponibilidad más económica: sin intermediarios ni comision
es ni gastos.
♦ Duración: existe una vasta gama de vencimientos disponibles; se pue
den
comprar obligaciones o bonos que vencen en pocos meses, u otros que n
o vencen hasta pasados treinta años.
♦ Total estabilidad de ingresos a largo plazo: son ideales para la IF. Evi
tan
las fluctuaciones de ingresos que se producirían con los fondos de
inversión, el arrendamiento de bienes inmuebles, etc.
Los dos riesgos que comportan los valores del Tesoro y de los organism
os del
Estado son el de mercado y el de la reinversión. Afortunadamente, am
bos son
bastante insignificantes en términos del plan de inversiones con la IF. E
l riesgo
de mercado (es decir, la fluctuación del precio del bono entre la fecha d
e emisión
y la fecha de vencimiento) no le afecta porque piensa seguir siendo titul
ar del
bono hasta su vencimiento y estas fluctuaciones no repercuten en sus in
gresos. El
riesgo de la reinversión se refiere a la posibilidad de que los tipos de int
erés sean
mucho más bajos en el momento de producirse el vencimiento del bono
y, por lo
tanto, que no consiga los mismos ingresos al reinvertir los beneficios. P
ara evitar
este problema, le conviene comprar los bonos al plazo más largo posibl
e (treinta
años y más aún). Además, si sigue durante un tiempo el mercado de val
ores de
renta fija (de forma inteligente, no compulsiva) encontrará magníf
icas
oportunidades para prorrogar el vencimiento de su cartera de val
ores,
manteniendo (o incluso incrementando) su nivel de ingresos. Estas técni
cas de Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 332
intercambio de bonos parten de la base de que, si bajan los tipos
de interés
vigentes, los bonos lejanos al vencimiento con tipos faciales altos aumen
tan su
precio de mercado en la misma proporción. Un bono de 10000 dólares (
1 250000
ptas.) al 8,5 % que ha comprado a la par (es decir, al precio nominal) p
odría valer
11000 dólares (1 375 000 ptas.) si los tipos de interés bajan al 7,7
5 %. Este
incremento de capital se puede reinvertir a un tipo de interés anual más
bajo, con
lo cual básicamente se mantiene el nivel de ingresos. Sin embargo, no c
onfunda
esta situación con la obsesión transitoria de Ned Norris por invertir y e
specular; no es habitual que haya que recurrir a este
tipo de intercambio de bonos.
Hablando de la fluctuación de los tipos de interés, hemos de destacar q
ue,
debido a los despiltarros tanto del Gobierno como de los individuos, los
tipos de
interés de los bonos del Tesoro y los organismos oficiales a largo
plazo han
alcanzado niveles insospechados. Durante la mayor parte del siglo, hast
a finales
de los años sesenta, los tipos de interés estuvieron por debajo del 5 %; e
n 1981,
alcanzaron su punto máximo y desde entonces vienen recuperando
la
normalidad. Para lograr la IF, no hacía falta que el mercado de valores
de renta fija alcanzara esas cimas
insólitas, ya que el programa funciona incluso al 5 % o al 6 %.
En 1969, cuando Joe logró la IF, tenía el capital invertido en bonos con
un
interés en torno al 6,85 % y con vencimientos hasta la década de los no
venta.
Gracias a unos cuantos intercambios inteligentes de bonos, y sin otros i
ngresos
aparte de los procedentes de los bonos, en la actualidad su cartera de v
alores produce un rendimiento medio del 9,85 %, con vencimientos que
alcanzan el año
2007 como media. Pero lo principal es que los ingresos que le pr
oducen los
bonos resultan más que suficientes para cubrir sus necesidades, a
pesar del aumento de la inflación previsto para este período.
Los bonos del Tesoro y de los organismos públicos: qué son y cómo
funcionan
El Gobierno del Estado dispone básicamente de dos formas de co
nseguir
dinero: los impuestos y los préstamos, de modo que cuando el gas
to público
supera lo que cobra de impuestos sólo tiene dos alternativas: o a
umenta los
impuestos o pide más préstamos. (Evidentemente, el Gobierno no se aju
sta a los
principios expuestos en el libro con respecto a gastar menos de lo que se
gana.)
Los valores del Tesoro son la forma que tiene el Gobierno de ped
ir un
préstamo. Cada unos cuantos meses emite bonos nuevos que vencen al
cabo de
diez, veinte y treinta años. Con cada emisión, lo primero que hace es sal
dar la
deuda que tiene con los titulares de las emisiones anteriores que van ve
nciendo.
El resto se utiliza para compensar el déficit del presupuesto federal. La
deuda
nacional es la principal obligación del Gobierno: el principal y los inter
eses de
los valores del Tesoro se tienen que pagar en cuanto vencen, antes que t
odo lo demás; de lo contrario el Gobierno perdería su
índice de solvencia en los
mercados mundiales, colapsando nuestra capacidad comercial y empuj
ándonos a la condición de país tercermundista.
En los últimos años, los intereses que se adeudan cada año sobre
la deuda
pública han superado el déficit, de manera que todo el dinero qu
e el Tesoro
recibe en préstamo sirve o bien para pagar el principal que vence
o bien para pagar los intereses de la deuda que queda.
Los bonos del Tesoro se venden en subasta. El total de bonos que se emi
ten
está predeterminado por las necesidades financieras del Gobierno,
y no por la
demanda de los bonos. Para simplificar, digamos que se sube el tipo de i
nterés de una emisión hasta
que se encuentra un nivel al cual se vende en su totalidad.
Los compradores de la emisión de bonos pueden ser de todo tipo:
bancos,
compañías de seguros, agentes de Bolsa, fondos de inversión, cajas de p
ensiones
o de jubilación, cooperativas de crédito, empresas grandes y pequ
eñas, y particulares.
El dinero que se paga por los bonos del Tesoro sólo llega a éste
en el
momento de la emisión; a partir de la fecha de emisión y hasta su venci
miento, los particulares compran y venden bonos en el
mercado secundario sin la
intervención del Gobierno, que se limita a pagar los intereses al t
itular de los
bonos en ese momento. Los bonos que se adquieren a través de bancos
y agencias de valores se compran en el mercado secundario.
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 333
Un típico bono del Tesoro de Estados Unidos al 8 %, que se compra por
10
000 dólares (1250000 ptas.), devuelve 34000 (4250000 ptas.) a lo largo d
e sus
treinta años de vida: 24000 dólares (3 000000 ptas.) en concepto d
e pagos de
intereses semestrales y 10000 (1250000 ptas.) a su vencimiento.
Últimamente se ha producido un cambio significativo en el hábito de ah
orro
de los ciudadanos estadounidenses que ha afectado al gasto público y lo
s tipos de
interés. Los ahorros han disminuido, pero el Gobierno ha seguido gasta
ndo de la
misma forma, aunque la cantidad ha variado porque el Gobierno tiene
que gastar
más para subir los tipos de interés si pretende atraer a los inversores ex
tranjeros para que compren bonos.
Algunos piensan que invertir en bonos del Tesoro implica tolerar el háb
ito de
gastar del Gobierno, pero los datos económicos lo niegan. Negarse
a comprar
bonos del Tesoro simplemente agrava la situación, porque el Gobi
erno se ve
obligado a mantener altos los tipos de interés para atraer compra
dores, produciendo así un aumento del déficit
al incrementarse el flujo de salida de los
pagos de interés. Nuestros impuestos financian la mayoría de los
gastos
públicos. En realidad, cuanto más dinero ganamos, y cuantos más
impuestos
pagamos, más estamos apoyando el gasto de forma directa. En cambio,
cuanto
más invertimos en el Tesoro, más nos paga el Gobierno a nosotros; en r
ealidad,
nos está dando un subsidio, lo cual resulta una idea gratificante para al
gunos PIF
que trabajan al servicio de su comunidad.
Los bonos de los organismos públicos de Estados Unidos son emitidos p
or
otras instituciones del Estado. Si bien muchos no son obligaciones con l
a plena
garantía del Gobierno (la mejor garantía posible), se considera que la
mayoría tiene una garantía implícita. Algunos emisores
característicos son:
The Federal National Mortgage Association («Fannie Mae»)
The Federal Home Loan Bank («Freddie Mac»)
The Federal Farm Credit Bank
The Government National Mortgage Association («Ginnie Mae»)
The Student Loan Marketing Association («Sallie Mae»)
Aunque unos cuantos bonos de algunos de estos organismos reúnen tod
os los
criterios que hemos establecido, su manejo resulta un poco más di
ficultoso:
puede que haya que adquirir mayores cantidades, que la disponibi
lidad y la
liquidez no se aproximen en absoluto a las de los bonos del Tesoro, que
algunos
organismos no ofrezcan los vencimientos más largos; en términos gener
ales, son más complejos para quienes se aventuran con el noveno paso.
Muchos de los depositarios habituales de nuestros ahorros (bancos, aho
rros y
préstamos, fondos de pensión, fondos comunes de inversiones, com
pañías de
seguros) los reinvierten en parte en emisiones del Tesoro u otros
organismos
públicos. La diferencia entre que lo hagamos directamente y hacerlo a t
ravés de
estas instituciones es que éstas obtienen una buena parte de las gananci
as. Por
ejemplo, los bancos adquieren bonos del Gobierno que rinden al 8 % y
sólo nos
pagan el 5 % por nuestros depósitos. La supresión del intermediario en
la compra directa de bonos se denomina desintermediación.
En España, es el Tesoro el organismo encargado de emitir la deu
da del
Estado. Existen varias modalidades: las Letras del Tesoro, que se
emiten al
descuento (con rendimientos implícitos a tres, seis y doce meses);
y los Bonos y
Obligaciones del Estado, a tres, cinco, diez y quince años, que tienen int
ereses
explícitos, ajustándose el tipo facial a los niveles del mercado. El Tesor
o presenta al principio de cada año un calendario de subastas, de mane
ra que adjudica
mayor o menor cantidad de deuda en función de sus necesidades de fin
anciación y de la evolución de los tipos de interés.
Para comprar Deuda del Estado, se puede hacer a través de un banco,
una
caja de ahorros o de un intermediario financiero (sociedades o ag
encias de
valores), o bien de forma directa en el Banco de España, si bien en este
último
caso siempre va a necesitarse alguna de las entidades anteriores para d
epositar la
deuda, cobrar los intereses o venderla de forma anticipada si se estima
conveniente. Por otra parte, el Banco de España es
un organismo no preparado para la
atención al público, sin red de oficinas ni
personal destinado a dicha función.
La desintermediación (o compra directa) y cómo se realiza
La desintermediación consiste en adquirir un valor determinado (
por Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 334
ejemplo, un bono del Tesoro) directamente, en lugar de invertir el diner
o en un
intermediario (como un fondo, un banco o cualquier otra institución), q
ue a su vez lo coloca en las
mismas inversiones, quedándose con una buena parte de las
ganancias. (No son pocos los intermediarios interesados en quedar
se con un trozo del pastel.)
En un buen fondo de inversión, es decir, uno formado por valores de
bajo
riesgo y alto rendimiento, el 22 % de los dividendos y las ganancias pro
ducidas
por los intereses jamás van a parar al bolsillo del inversor, sino que se d
estina a pagar gastos diversos:
Gastos de gestión
Gastos de distribución
Comisión de transferencia
Impresión
Gastos legales
Gastos de registro
Auditoría
Minuta de los directores
Impuestos estatales Gastos de
Depósito Otros
Un conocido fondo común de inversiones producía un beneficio del 7,11
%
en una época en la que los bonos del Tesoro y los organismos pú
blicos de Estados Unidos producían un beneficio de entre el 8,3 % y el
9 , 3 % . Buena parte
de esta diferencia se debía a que 1 3 centavos de cada dólar de interés g
anado iban a parar a los bolsillos de los administradores del fondo.
Nada de lo antedicho contempla las elevadas comisiones que se pagan a
los
agentes y asesores de inversiones por los fondos con comisión de suscrip
ción.
Según The Wall Street Journal,
en i 990 cualquier agente ganó más de 79000
dólares
(9875000 ptas.)... y se supone que fue un año malo para la industria.
De modo que, ¿qué opciones le quedan? Los bonos del Tesoro se
pueden
comprar directamente a la Reserva Federal, sin pagar comisiones, medi
ante un
programa llamado Deuda Pública directa. Sólo se puede comprar direc
tamente
en las subastas trimestrales que efectúa la Reserva Federal, que s
e celebra las
primeras semanas de febrero, mayo, agosto y noviembre. La Rese
rva Federal
abona los intereses semestrales directamente al banco o a la agencia de
valores
que se le indique y no le cobra por tener los bonos. Una desvent
aja de este
programa consiste en que para vender un bono antes del vencimiento h
ay que
transferirlo a una cuenta, con lo cual se generan gastos y demoras. Par
a obtener
más información sobre el programa, hay que ponerse en contacto con l
a Reserva Federal o con cualquiera de sus sucursales.
La otra manera que tiene un particular de comprar Deuda Pública (cu
alquier
emisión, no sólo la más reciente) y la más habitual para comprar
bonos de
organismos públicos es a través del mercado secundario. Las prin
cipales
agencias de valores y los bancos comerciales que ofrecen servicios com
pletos
son entidades delegadas del Tesoro y, por lo tanto, no cobran comisione
s. No
obstante, existe una diferencia o margen entre el precio de compra (el p
recio al
cual la entidad se ofrece a adquirir el bono) y el de venta (el precio al cu
al se
ofrece a venderlo). Tenga en cuenta que el precio que pague puede ser u
n poco
más elevado que el que se cotiza en los cuadros de cotizaciones de bonos
que publica
The Wall Street Journal o los periódicos de las grandes ciudades, porqu
e
estas cifras corresponden a grandes operaciones (por lo general, d
e más de
1000000 de dólares, 125000000 de ptas.) y se supone que un particular c
ompra sumas más pequeñas.
Para interpretar un cuadro de cotización de bonos hace falta comprend
er los siguientes términos:
Tipo de interés: es el tipo de interés anual que le paga el bono y se lee c
omo
un porcentaje; por ejemplo 9 1/8 quiere decir que el tipo de interés es el
9 1 /8 por ciento del valor nominal del bono.
Vencimiento: es la fecha de vencimiento, cuando se le devuelve el présta
mo
que el bono representa. También conviene saber que el interés se
paga
semestralmente el día y el mes correspondiente a la fecha de vencimient
o y seis
meses después; por ejemplo, por un bono que vence en mayo del 2018 l
e pagarán intereses todos los meses de mayo y noviembre.
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 335
Precio de compra: es el precio al cual la entidad se ofrece a comprarle e
l bono
y el de venta es el precio al cual se ofrece a venderlo. Al comprar el bon
o, paga el
precio de venta, aparte de una prima por comprar picos de menos de 1
000000 de
dólares (125000000 ptas.). En estos cuadros, los precios se expresan sob
re una
base de 100. Para saber el valor real de un bono de 1000 dólares (125 00
0 ptas.),
tiene que multiplicar el precio por 10. Además, en los cuadros, los preci
os de los bonos se expresan en puntos y 1/32 de punto;
por ejemplo, un precio de compra de 101:21 o 101-
21 corresponde en realidad a 101-21/32 o 1 016,56 dólares (127
070 ptas.).
«Chg» es el cambio (aumento o disminución) del precio de compr
a con respecto al día anterior, tal como aparece en
The Wall Street Journal; «Yld» es el
rendimiento al vencimiento (se expresa en un porcentaje); se adap
ta el
rendimiento actual para tener en cuenta si lo ha comprado por e
ncima o por
debajo del valor nominal y saber así si tendrá ganancias o pérdidas cu
ando se abone el bono.
Cómo se efectúa la compra
Cuando acuda al banco o la agencia de valores para formular un pedid
o, ha de
identificar el bono que le interesa mediante el tipo de interés y el venci
miento
(por ejemplo, bonos al 9 1/8 de mayo del 2018), Al decidir dónde va a fo
rmular
el pedido, tenga en cuenta que, a menos que se dirija a alguno que esté i
ncluido
en el grupo selecto de las entidades delegadas del Tesoro, éste a su vez t
endrá
que recurrir a una entidad delegada y le cobrará una comisión por sus
servicios, con lo cual ya tiene un intermediario.
Numerosos inversores prefieren pagar el pequeño coste adicional q
ue
representa adquirir los bonos en el mercado secundario a través de una
cuenta en
una de las principales agencias de valores que funcionan como en
tidades
delegadas del Tesoro porque pueden elegir la emisión, pueden com
prar en el
momento en que disponen del dinero (en lugar de tener que espe
rar al pago
trimestral de la Reserva Federal) y pueden vender antes del venci
miento, sin previo aviso.
Una de las incomodidades ocasionales de tratar con un agente (se
gún las
numerosas cartas que hemos recibido a lo largo de los veintiún a
ños de
existencia de «Transforme su relación con el dinero y logre la ind
ependencia
financiera») consiste en que algunos pretenden convencerle para que n
o compre
los bonos del Tesoro o de los organismos públicos que ha elegido, lo cua
l resulta
bastante comprensible ya que la operación prácticamente no represent
a ningún
beneficio financiero para el agente, en comparación con la cantidad de
dinero de
comisión que ganaría si invirtiera la misma suma en acciones de X, en e
l fondo Y
o incluso en bonos Z; aunque también es imperdonable, puesto que la f
unción
del agente es prestarle un servicio. Si le ocurre algo así, pida que le tran
sfieran a
otro representante. (Los bonos del Tesoro y de los organismos oficiales s
on las
inversiones más seguras y conservadoras del mundo. No pueden tener n
inguna objeción legítima.)
Marilynn Bradley, que llegó a la IF a través de la cocina y la restauración
,
creció al igual que muchos de nosotros con la profunda convicción de qu
e las
matemáticas y el dinero eran dos campos en los que no entendía nada. Lo
s pasos
del programa para la IF la ayudaron a perder en parte el temor y la ignor
ancia,
pero cuando vio que disponía de suficiente dinero para comprar bo
nos por
primera vez, volvió a sentirse abrumada. «Simplemente, no sabía cómo m
anejar
la situación», confiesa. «Evidentemente había tanto que aprender que no
sabía por dónde comenzar.»
En el mercado de valores de renta fija se sentía como si estuviera en otro
planeta. Deseó tener a alguien que le dijera lo que tenía que hacer y ento
nces se
dio cuenta de lo que significaba el noveno paso: llegar a ser una e
xperta
conocedora formaba parte del programa. Con la determinación que
la había
conducido hasta ese punto, decidió aceptar el desafío y comenzar a apren
der.
Sacó de la biblioteca un libro sobre bonos bien sencillo y lo leyó... por lo
menos
diez veces. La primera vez fue como leer en griego; la segunda, como si fu
era
alemán, porque al menos conocía el alfabeto aunque no entendiera
las
palabras. Con cada lectura entendía un poco más. El paso siguiente consi
stió en
leer The Wall Street Journal,
concretamente los cuadros de cotizaciones de
bonos del Estado y la sección sobre mercados de créditos, donde explicab
an lo Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 336
que ocurría en el mercado de valores de renta fija y a menudo sedesarroll
aban
los términos utilizados. A continuación, comenzó a hacer una tabla
con los
precios de los bonos del Tesoro a largo plazo que le permitió apreci
ar las
fluctuaciones de precios, observar las subidas y bajadas y, con el tie
mpo, comprender
la relación entre el precio y el rendimiento. Aprendió a calcular el
rendimiento corriente:
. . .
.
tipo de interés anual según cupón
rendimiento corriente = ---------------------- : -------- --------------
precio actual
Ya estaba lista para adquirir bonos por primera vez. Provista de los
conocimientos recién adquiridos y de su entusiasmo, se presentó en perso
na en la
agencia de valores con el dinero en la mano y abrió una cuenta. El agente
que le
asignaron cuando telefoneó la condujo a su despacho e intentó asesorar a
esa novata inexperta.
—
Quisiera informarle sobre un fondo de inversión muy interesante, justo a
su medida —comenzó.
—Le agradezco su consejo —replicó Marilynn
— pero yo quiero 5000
dólares (625 000 ptas.) de bonos americanos al 9 7/8 de interés fac
ial y con vencimiento en noviembre del 2015.
—
Los bonos del Estado son una inversión un poco conservadora para
alguien de su edad. ¿Qué le parece...?
Pero Marilynn no se dejó convencer. Sabía lo que quería y recordaba que
Joe decía que había que mantenerse firme.
—Se lo agradezco, pero lo que yo quiero es 5000 dólares (625000 ptas.) de
bonos americanos al 9 7/8 de interés facial
y con vencimiento en noviembre del 2015.
Al cabo de unos cuantos intentos, Marilynn logró lo que quería y formuló
su
pedido, que le fue con firmado pocas horas después. Al salir se sen
tía fuerte, segura de sí misma y bien encaminada. Aprender por sí
sola y llegar a comprar
su primer bono representaba todo un triunfo. «Fue maravilloso», co
mentaba
entusiasmada, «y lo hice yo sola. Aprendí a hacer algo que me par
ecía imposible. Si yo puedo hacerlo, cualquiera puede».
Superó este obstáculo en 1985 y varios años después dejó de trabajar en l
a
cocina y la restauración para dedicarse a superar los nuevos retos
que le
planteaba la vida. El poder que consiguió siguiendo los pasos que la cond
ujeron
hasta el sueño imposible de la independencia financiera (antes de cumplir
los
cuarenta años) le fue muy útil en su vida de libertad. Cada vez que se le p
resenta
un nuevo desafío y está a punto de tirar la toalla, se acuerda de la primer
a vez
que fue a comprar bonos y al final acaba diciendo que sí a cada invitació
n a seguir creciendo y superando sus propios límites.
Ahora que ya tiene una idea general sobre los bonos del Tesoro y
de los
organismos públicos, ha llegado el momento de analizar los eleme
ntos de un programa de inversiones IF.
LOS COLCHONES FACILITAN EL ATERRIZAJE
Sea cual fuere su nivel de gastos mensuales, ha de tener a su disposición
seis
veces esa cantidad en una cuenta bancaria o en un fondo común de inve
rsiones.
Uno no consigue la independencia financiera hasta que no dispone de u
n colchón
para casos de emergencia y para sobrevivir durante los meses que tra
nscurren
entre un pago de intereses y el siguiente. Sin embargo, aparte de agiliza
r el flujo
de dinero que entra y sale de su vida, el colchón tiene otra función prim
ordial.
Así como las dudas de Ned Norris acerca de su propia conciencia crecía
n más
aprisa que la inflación, es posible que dude si lo que hoy le resul
ta suficiente
seguirá siendo suficiente mañana. Un colchón hace desaparecer estas d
udas.
Rosemary Irwin se iba poniendo cada vez más nerviosa a medida q
ue se
acercaba el punto de equilibrio previsto. Estaba acostumbrada a su trabaj
o y le
asustaba la idea de renunciar a unos ingresos seguros y depender sólo de
lo que
produjeran los bonos. Si lo analizaba racionalmente, sabía que los
bonos le Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 337
producirían unos ingresos más que suficientes, pero de todos modos sentí
a un
temor irracional a no poder volver al mercado laboral en caso de que la I
F no
funcionara. «A lo mejor es lo mismo que les ocurre a los trapecistas cuan
do se
deciden a saltar de un trapecio a otro» pensaba. Tenía la red de seguridad
(el
colchón) en el lugar justo, pero le parecía muy lejos. Entonces decidió ace
rcar
el colchón y asegurarse, duplicándolo. Con una cantidad mayor de dinero
en el
banco, le costó menos vencer el temor interior que insistía: «¿Y si
pierdo el
coche y me enfermo de gravedad y se me quema la casa, todo al mismo tie
mpo?»
A medida que Cari
Merner se iba acercando a la IF, igual que a Rosemary,
cada vez le apetecía menos renunciar a las entradas que le brindaba su e
mpleo
y que llenaba sus arcas desde hacía más de doce años. Riendo, sostiene q
ue el
programa tiene que incluir un décimo paso: no dejar de renunciar al emp
leo,
porque se dio cuenta de que, después de haber dedicado la mayor parte de
su tiempo y su inteligencia a ser
programador, se había acostumbrado a depender
del dinero para solucionar las dificultades de la vida. Sus dudas tenían qu
e ver
con el mantenimiento de la casa y el coche si no tenía dinero suficiente pa
ra
pagar un pequeño ejército de mecánicos, fontaneros, techadores y fumiga
dores.
Para vencer el temor, decidió convertirse en un experto conocedor s
obre la forma de mantener la casa y el
coche, colaborando como aprendiz con algunos
expertos y leyendo todo lo que encontró en la biblioteca. Transform
ar los temores en desafíos es la síntesis de la forma de pensar con IF.
Ted y Martha Pasternak desarrollaron una estrategia distinta para s
us
temores, que tuvo especial importancia para ellos porque su hijo Willie y s
u IF
llegaron casi al mismo tiempo. Aunque no tenían intención de que
Willie se
convirtiera en un niño estadounidense medio de 100 000 dólares (1
2500000
pesetas), sabían que sus dieciocho años de trabajar como padres a t
iempo
completo les depararían muchas sorpresas financieras, de modo que
elaboraron lo que ellos llamaron un gráfico vital
para los tres. Para cada año
desde ese momento hasta que cumplieran los ochenta y cinco años
se
preguntaron qué necesidades o deseos podrían aparecer. Incluyeron todos
los
gastos normales para educar a un niño sano, sin mimarle en exces
o, como
aparatos de ortodoncia, profesores particulares, campamentos de verano
y el
primer coche, y calcularon lo que podría costar cada cosa. A conti
nuación
compraron un instrumento de inversión llamado certificado de depós
ito de
cupón cero (es decir, bonos del Tesoro sin intereses, que se compra
n con
grandes descuentos pero que se devuelven al valor nominal, muy ad
ecuados sobre todo para cubrir necesidades
futuras de efectivo) con distintos bonos que
vencían en cada uno de los años en los cuales
Willie necesitaría algo más caro.
Y si Willie no precisaba ortodoncia o decidía no ir al campamento de vera
no,
podían reinvertir ese dinero en bonos del Tesoro. También previeron
sus
propias necesidades razonables, como vivienda, atención sanitaria, educa
ción y
viajes, y calcularon cómo podrían moverse con tranquilidad con una
combinación de colchón y reserva secreta. Incluso se plantearon el
temor de
que esto no funcionara, teniendo en cuenta que siempre podrían vol
ver al
empleo remunerado durante algún tiempo si tuvieran que solucionar cual
quier
cambio imprevisto en su estilo de vida. Después de analizar todos sus tem
ores y
de prever los fondos necesarios para resolverlos, en la actualidad es
tán muy
tranquilos y además tienen proyectada una vida feliz y satisfactoria
para los
tres, donde hasta los habituales reveses de la fortuna forman parte
de la
aventura de vivir. Ya se han embarcado en el futuro y han abando
nado los
temores y misterios que con tanta frecuencia mantienen a los demás aferr
ados a su trabajo.
Su colchón les ayudará a manejar sus preocupaciones, tanto porq
ue les
demuestra que carecen de fundamento como porque les brinda el
efectivo
necesario para resolverlas. Y además está la reserva secreta, que
sigue
ampliando el colchón e incluso incrementa el capital que tiene para inv
ertir en bonos.
¿QUÉ ES LA RESERVA SECRETA? Y ¿DE
DÓNDE PROCEDE?
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 338
En tiempos de los pioneros, una reserva secreta era un hoyo en l
a tierra donde los viajeros enterraban las provisiones
que resultaban demasiado pesadas
para transportarlas, de forma que podían recuperarlas más tarde. En s
u programa
IF, la reserva secreta es una reserva de dinero extra (aparte del c
apital y del
colchón) que se acumula para usar más adelante. Los fondos que
pasan a en-grosar la reserva secreta proceden de diversas fuentes:
f. En el cuarto paso uno se pregunta: «¿De qué forma cambiarían estos
gastos si no tuviera que trabajar para vivir?»
La mayoría de las personas que elige la plena independencia fina
nciera
(jubilación anticipada) a fin de trabajar para hacer realidad sus sueños
ve que sus
gastos se reducen de modo significativo cuando abandonan el emp
leo
remunerado: ya no se desplazan cada día para ir a trabajar, no gastan t
anto en
vestirse ni comen en restaurantes... De modo que como el punto de eq
uilibrio
depende del total de gastos mientras tienen un empleo remunerad
o, cuando
alcanzan la independencia financiera, empiezan a acumular un ingreso
extra. En esto consiste el y un
poco más al que nos hemos referido en la definición de IF
2. Continuar con los pasos después de la IF es algo natural; su experien
cia
de la integridad financiera y la inteligencia financiera está tan arraigad
a y resulta
tan satisfactoria que no quiere detenerse. En realidad, incluso puede qu
e aumente
su entusiasmo porque, una vez alcanzada la IF, ya sabe que los principi
os funcionan. De modo que, entre los patrones de conciencia que ya está
n arraigados, la
apreciación intelectual de la lógica evidente de los pasos y la experienci
a de ver lo satisfactoria que resulta la vida cuando se tiene suficiente,
puede que descubra
que incluso gasta menos, aunque los ingresos se mantengan al mismo ni
vel, con
lo cual aumenta su reserva secreta. He aquí lo que opina al respe
cto Wanda Fullner, una PIF que también es asesora financiera:
En los quince años que llevo como asesora financiera, y teniendo en cue
nta
que los ingresos mensuales de muchos de mis clientes no superan
los 1000
dólares (125 000 pesetas), no me he encontrado jamás con ninguna exce
pción a la regla de que
si somos conscientes de los gastos, los orientamos deforma que
coincidan con nuestro valores y tenemos un plan de ahorro adecuado, las
oportunidades
para que el capital crezca proliferan más allá de las expectativas.
3. A medida que pasa el tiempo, uno se da cuenta de lo sabias
que han sido
las decisiones que ha tomado en el sexto paso: los artículos adquiridos d
espués
de cuidadosos análisis no se estropean; su capacidad para mantener sus
bienes
materiales ha mejorado enormemente, y no hace falta reemplazarlos
con tanta
frecuencia como antes; ya no se deja tentar por las últimas noved
ades ni las
mejoras más recientes; su universo material ocupa el lugar que le corre
sponde.
Sin embargo, como el coste original de estas adquisiciones ha inflado sus
gastos mensuales antes de llegar al punto de equilibrio,
ahora descubre que gasta
menos de lo que gana cada mes. Más reserva secreta.
4. El total de gastos mensuales incluía impuestos nacionales, autonómic
os y
municipales correspondientes a unos ingresos considerables que incluía
n cifras
bastante elevadas que iban a parar a sus inversiones en IF. Después de l
a IF, el total de ingresos mensuales apenas
supera el total de gastos y ahora paga mucho
menos de impuestos. Más reserva secreta. Incluso bastantes PIF ya no t
ienen que
preocuparse por pagar sus impuestos, porque han comprobado que pue
den vivir
perfectamente con unos ingresos inferiores al mínimo imponible. Esta s
ituación
resulta muy gratificante, tanto para los que no están de acuerdo con el
uso al cual
se destinan sus contribuciones, como para los que disfrutan dando la es
palda al Estado.
5. Otra fuente de reserva secreta son los ingresos incidentales, que pod
rían
incluir desde una herencia inesperada hasta que Hacienda le notif
ique que ha
habido un error en una declaración de impuestos de hace dos años y le
haga una devolución.
6. También se puede incrementar la reserva secreta como consecuencia
de
un empleo remunerado. Algunos PIF comprueban que, como consecue
ncia del
nuevo sentido que han dado a su vida, a veces les conviene emplearse d
urante un
tiempo a fin de aprender algo nuevo. Para otros, unos ingresos extra les
brindan
una mayor seguridad, aparte de proporcionarles los fondos necesa
rios para Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 339
financiar sus nuevos sueños.
Wanda Fullner sabe que sus ingresos IF van a ser más que suficie
ntes
cuando inicie la siguiente fase de su vida, pero de momento los ingresos e
xtra
que recibe prestando servicios financieros en los que sólo cobra honorari
os le permiten pagar los estudios universitarios de su hija.
Marcia Meyer utiliza los ingresos que percibe por los trabajos temporales
que realiza de vez en cuando para aumentar su reserva secreta a fin de vi
ajar
cuando le apetezca, como ha hecho hace poco, cuando enfermó un famili
ar que vivía a más 3 000 kilómetros de distancia.
Cómo librarse de la reserva secreta
Su objetivo primordial en el camino hacia la IF es conseguir una reserv
a en
forma de tiempo y energía... además de utilizar ese tiempo y esa energía
de la
forma que le resulte más satisfactoria. Pero es muy posible que esa rese
rva llegue
a sus manos también en forma de dinero. Para el lector que se e
ncuentra por
primera vez con las ideas que se exponen en el libro, o que hace pocos
meses que
aplica los distintos pasos, puede que el concepto de tener dinero extra le
resulte el colmo de lo absurdo.
El dinero que se acumula en su reserva después de la IF y que,
por
definición, no le hace falta para cubrir sus gastos cotidianos, tiene una f
unción
importante en el plan general de inversiones de IF. Como al logr
ar la ÍF uno
rompe el nexo entre ingresos y opciones de estilo de vida (es
decir, que el hecho
de tener dinero no significa que tenga que gastarlo), este fondo d
e reserva no constituye una tentación.
En primer lugar, esta reserva puede cumplir una función psicológi
ca al
demostrarle que tiene lo suficiente y, con el tiempo, un poco más, con lo
cual desaparecen las dudas que le quedan.
En el caso improbable de que, en alguna de sus categorías de gas
tos, la
inflación creciese por encima de su creciente capacidad y su conci
encia para
utilizar los recursos con inteligencia, el fondo de reserva le permite sup
erar el inconveniente.
Con este fondo se reemplazan los artículos de mayor envergadura
que
necesita para seguir llevando el estilo de vida que ha elegido cuando fin
almente se estropean, como el coche, la bicicleta o las coronas
de los molares.
Los proyectos y causas en las que participa a veces precisan una inyecci
ón
de capital para cumplir un objetivo específico; en esos casos, uste
d puede
proporcionar ese capital sin perjudicar su capacidad para brindar su a
porte más
valioso: su propia energía vital. Esta reserva le permite también manif
estar su
generosidad con sus familiares y amigos. Amy Dacyczyn, la direct
ora de The Tightwad Gazette,
explica la importancia que ha tenido esta generosidad para ella:
Sin embargo, no gasto poco. Llamo a mi abuela a larga distancia y
le dejo hablar todo lo que quiera, sin preocuparme por la factura
del
teléfono, porque sé que sólo la tendré durante un tiempo limitado
.
También hacemos donativos a la iglesia y a otras causas que se l
o
merecen. Si uno administra sus recursos para disponer de un excedente
, se puede permitir ser generoso. Y esto forma parte de lo que le falta a
nuestra cultura últimamente: estamos tan ocupados con el trabajo (par
a que al final nada nos alcance, ni el tiempo ni el dinero) que no
trabajamos como voluntarios ni damos lo suficiente.
Si reinvierte estos fondos en los mismos instrumentos donde ha puesto
el
capital de la IF, podrá obtener un fondo de ayuda informal. Puede entr
egar los ingresos que obtiene de esas inversiones a las
causas y proyectos que despierten su interés.
(A propósito, los fondos de reserva de los autores han servido para crea
r y
mantener la New Road Map Foundation durante los primeros año
s. Aunque
disponíamos y todavía disponemos de más que suficiente para nosotros
mismos,
este servicio daba origen a gastos de impresión, franqueo y transporte
que, en un principio, se cubrían con nuestras reservas.)
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 340
Es posible que el trabajo que haga después de la IF le presente
oportunidades interesantes en otras partes del mundo (como en el caso
de Sally
Morris, que deseaba establecer una clínica en África) y tendrá qu
e pagarse el
billete hasta allí. Sin embargo, fíjese en que no hemos mencionado ning
ún gasto
absurdo como podrían ser dos semanas de vacaciones en el Caribe. No
hay nada
que lo prohiba en el programa IF, pero la mayoría de los PIF que
conocemos
encuentra su vida tan satisfactoria que irse de vacaciones les parece un
a tontería,
a menos que tenga alguna relación con el servicio que prestan. De esta
manera,
Evy McDonald realizó el viaje a Europa que siempre había soñado, con
todos los gastos pagados.
Los planes de Evy McDonald dieron un giro radical cuando su enfermeda
d
terminal remitió. Como le quedaba mucha vida por delante, se dedicó a di
versos
proyectos, uno de los cuales era buscar la manera de compartir con
la
comunidad médica todo lo que había descubierto en relación con la salud
. Por
lo único que sentía un poco de nostalgia de su vida anterior era por los vi
ajes.
Como profesional de éxito le encantaba subirse a un avión para ir a pasar
un fin
de semana con amigos o para cambiar de clima. No obstante, lo q
ue nunca
había hecho era viajar a Europa y ya había perdido las esperanzas, pensa
ndo
que jamás podría reunir la reserva suficiente para darse semejante lujo, P
ero
además, sus valores cambiaron de tal manera que ni siquiera justifi
carían el
tipo de viaje apresurado por todo el continente con el que siempre había s
oñado,
de modo que renunció a su fantasía y siguió viviendo su realidad. Varios
años
después, recibió una carta de los organizadores de una conferencia
médica
internacional que estaban tratando de darle un talante valiente e innovad
or, y
pensaban que su historia crearía el impacto adecuado. La invitaban a ir a
Italia
para hablar en el banquete de clausura, con todos los gastos pagad
os, desde luego.
Por medio de los contactos que estableció en esta conferencia, Evy
creó
relaciones laborales que al final no sólo la condujeron hacia su pr
oyecto de
investigación sobre la esclerosis lateral amiotrófica sino que siguió recibi
endo
invitaciones para dar charlas en el extranjero. Evy dice que su servicio co
nsiste en trabajar para Dios
y comenta con ironía: «No son los sueldos que establece el
sindicato, pero los incentivos son espléndidos.»
Con frecuencia llegan hasta nosotros este tipo de historias con res
pecto a
personas que han elegido invertir el cien por cien de su tiempo e
n proyectos acordes con el propósito que tienen en la vida.
SÍ, PERO ¿Y SI TODOS HICIERAN LO MISMO?
El primero que pronunció esta frase fue un cavernícola de nombre Og c
uando otro cavernícola descubrió el fuego.
También se la dijeron a un agricultor de Mesopotamia cuando le comu
nicó a su esposa que quería irse a algo que llamaban la ciudad.
Parece una reacción natural del animal humano que, cuando se le prop
one un
cambio, lo primero que se le ocurre es pensar en inconvenientes,
aspectos negativos, «sí, pero...», «y si...».
La cultura y la economía estadounidenses han pasado por muchos cam
bios a
lo largo de sus quinientos años de historia, cambios en aspectos fundam
entales,
modas y caprichos pasajeros. Hemos pasado por la agricultura, el merc
antilismo,
la industrialización, la tecnología, la información y los servicios. Ha hab
ido una
expansión hacia el Oeste, los años veinte y la gran depresión, el Ford T,
la moda
de los coches antiguos, la furgoneta Volskwagen, el Honda Civic.
Las faldas
cortas, las largas, las minifaldas, las faldas se- milargas y las fald
as hasta el suelo. La generación del amor, la dei yo, la del nosotros...
Si los cambios económicos responden a los ciclos del capitalismo, o si no
son
más que fruto del azar, no tiene mayor importancia en este libro. Lo im
portante
es recordar que habrá cambios. Y si bien es cierto que ninguna tendenc
ia aparece
en un instante, no cabe duda de que vamos a ver cambios de sen
tido. A continuación mencionamos algunos de los cambios posibles.
Ahora que la ha conseguido, ¿qué piensa hacer con ella? 341
♦ A medida que aumente el número de personas que opten por un estil
o de
vida más frugal, se irán retirando antes del mercado laboral y de
jarán
vacantes más puestos de trabajo. (Ya hay muchas empresas que favorec
en
la jubilación anticipada con incentivos interesantes.) Se podría evit
ar el problema del creciente desempleo si tuviéramos empleo en serie,
es decir,
si constantemente se crearan nuevos puestos de conductores de autobus
es, recolectores de residuos, maestros, vendedores
e ingenieros a medida que
más personas logran la independencia financiera. Y no sólo eso, sino qu
e
disminuiría la presión sobre el planeta al serenarse la demanda de plen
o empleo y el consumo incesante.
♦ A medida que los individuos desarrollen un mayor sentido de propósi
to
con respecto a sus empleos (según lo indicado en el capítulo 7), aumenta
rá
la productividad, se recuperará la integridad en el lugar de traba
jo y
disminuirán las pérdidas producidas por el absentismo, la corrupción y
la
indiferencia de los trabajadores. El resultado serán productos mej
ores y más baratos.
♦ Con la desaparición del mito del desarrollo, las ciudades serán
más habitables y habrá cuantiosos ahorros al no hacer ya falta un
gobierno de
crisis para todo, desde la recolección de residuos hasta los atascos en las
autopistas, y desde la contaminación ambiental hasta la falta de agua.
♦ Seguirá en aumento el número de voluntarios: personas que trabajan
en lo
que creen, lo cual les brinda un profundo sentido de la colaboración, si
n
connotaciones económicas. Es muy posible que sean los voluntarios, en
lugar de los expertos,
quienes nos ayuden a superar las dificultades que
estamos encontrando como especie, los desafíos sociales, políti- eos
y
medioambientales de las últimas décadas del segundo milenio. Harán fa
lta
grandes cantidades de energía y creatividad humanas para dar el siguie
nte
paso en nuestra evolución sin caer en el estancamiento ni explotar a cau
sa
de las enormes tensiones no resueltas. Los genios creativos que hacen fa
lta para esta transformación se pueden liberar de matarse trabajando,
ya sea
trabajando por períodos limitados hasta lograr la independencia
financiera, o poniendo en práctica otras opciones
prudentes para entrar en terrenos financieros más sólidos.
♦ Perderá impulso el frenesí consumista alimentado por la publicida
d y el
crédito fácil durante un cuarto de siglo. Como hemos señalado va
rias
veces a lo largo del libro, nuestro consumo está íntimamente relacionad
o
con los problemas medioambientales, ecológicos, sanitarios, sociales
y
políticos que afectan a nuestro planeta. A medida que aumente el núme
ro
de personas que avanzan hacia un estilo de vida más sostenible y hacia
un
uso más consciente y satisfactorio de su energía vital, la reducción
del impacto sobre el planeta producirá dividendos incalculables.
Conclusión: está en vías de recuperar el poder que ha entregado al dine
ro y a los
expertos en dinero. Está en condiciones de convertirse en un administr
ador de
su energía vital consciente, amable y experto conocedor. Esperamos qu
e aplique
estos pasos a sus propias finanzas y que aplique su energía vital a los de
safíos que
afectan a nuestra especie y a nuestro planeta. Le deseamos mucho éxito
.
RESUMEN DEL NOVENO PASO
Llegar a ser un experto conocedor de las inversiones rentables a largo p
lazo y
administrar sus finanzas a fin de obtener ingresos seguros, consta
ntes y suficientes durante el resto de su vida.
EPILOGO
NUEVE PASOS MÁGICOS PARA
CREAR UN NUEVO PLANO
No hay ningún atajo más directo. Todo este libro, con los nueve
pasos, es el
mejor atajo. Resumimos a continuación los pasos para revisarlos
y para que
sirvan de referencia y recordatorio. En los capítulos correspondientes e
ncontrará el contexto y los detalles imprescindibles.
Los pasos son prácticas sencillas y de sentido común.
Es absolutamente necesario seguir diligentemente todos los pasos,
porque
cada uno de ellos se levanta sobre el anterior, produciendo la «m
agia» de la
sinergia: del todo que es más que la suma de las partes. Es posible que
no se dé
cuenta hasta que no haya seguido los pasos durante varios meses.
La aplicación consciente de todos los pasos transforma automáticament
e sus finanzas en un todo integrado por ser éste un método global.
A: Cuánto dinero ha ganado en su vida. Averigüe a cuánto ascien
den sus
ingresos, sumando el total de sus ingresos íntegros, desde la primera pe
seta que ganó en su vida hasta el último sueldo que ha cobrado.
CÓMO:
♦ Seguridad Social: solicitar un «certificado de ingresos».
PARA QUÉ:
♦ Para tener una idea clara de su capacidad para hacer que el dinero e
ntre en su vida.
♦ Para eliminar imprecisiones y falsas expectativas en este sentido.
♦ Para inspirarle confianza y ayudarle a establecer sus objetivos.
♦ Porque ésta es una costumbre básica y fundamental para cualq
uier empresa... y usted es una empresa.
B: Qué ha obtenido a cambio. Para averiguar cuál es su patrimonio net
o, elabore un balance personal de su activo
CÓMO:
♦ Haga una lista de todos sus bienes a su valor actual de mercado.
♦ Haga una lista de todo lo que debe.
♦ Reste su pasivo de su activo para conocer su patrimonio neto.
POR QUÉ:
♦ Porque nunca sabrá cuánto es suficiente para usted si no sabe lo que
tiene.
A lo mejor descubre que posee una gran cantidad de bienes material
es
que no le producen satisfacción y puede que quiera convertirlos e
n efectivo.
♦ Porque ésta es una costumbre básica y fundamental para cualq
uier empresa... y usted es una empresa.
los costes reales, en tiempo y en dinero, necesarios para
mantener su trabajo y calcule lo que gana realmente por hora.
CÓMO:
♦ Reste de sus ingresos brutos semanales los costes de transporte y rop
a para
trabajar; el coste adicional de comer fuera de casa; las cantidades
que
gasta en descompresión, recreo, evadirse y alejarse del estrés del trabaj
o;
las enfermedades relacionadas con el trabajo, y todos los demás g
astos relacionados con el mantenimiento de su puesto de trabajo.
♦ Sume a su semana laboral las horas que tarda en prepararse p
ara ir a
trabajar, en desplazamientos, descompresión, recreo, evasión, alejar
se y
hacer compras para sentirse mejor porque odia el trabajo, y todo el res
to del tiempo que dedica al mantenimiento de su puesto de trabajo.
♦ Divida la cifra semanal en pesetas obtenida de la resta por la cantida
d de
horas semanales que le ha dado la suma; esto es lo que cobra realmente
por hora.
♦ Los individuos que tienen ingresos irregulares pueden aplicar su
creatividad calculando medias mensuales, una semana media, o lo que l
es resulte más efectivo.
POR QUÉ:
♦ Porque ésta es una costumbre básica y fundamental para cualq
uier empresa... y usted es una empresa.
♦ Porque se trata del negocio de vender su recurso más precioso: su en
ergía vital. Le conviene averiguar a qué precio la vende.
♦ Porque la cifra que resulta de este paso —
lo que gana realmente por hora
— se convierte en un ingrediente fundamental para transformar s
u relación con el dinero.
B: Controle cada peseta que entra o sale de su vida
CÓMO:
♦ Invente un sistema de registro que le resulte práctico (por ejemplo, u
na
agenda de bolsillo). Apunte meticulosamente todos los gastos diari
os.
Apunte también todos sus ingresos.
POR QUÉ:
♦ Porque ésta es una costumbre básica y fundamental para cualq
uier empresa... y usted es una empresa.
♦ Porque se trata del negocio de canjear su recurso más precioso: su en
ergía
vital. Gracias a este registro, podrá conocer en detalle lo que reci
be a cambio.
El tercer paso: ¿Adonde va a parar todo eso? (La tabla mensual)
♦ Todos los meses confeccione una tabla con todos sus ingresos y todos
sus
gastos, dividida en categorías que respondan a su propio patrón exclusi
vo de gastos.
♦ Haga un balance de sus ingresos y sus gastos mensuales.
♦ Convierta las «pesetas» que ha gastado en cada categoría en «h
oras de
energía vital», partiendo de lo que gana realmente por hora según los c
álculos del segundo paso.
CÓMO:
♦ Mediante sencillas operaciones aritméticas. Sólo precisa una senc
illa
calculadora manual si ha olvidado cómo se suma y se resta a mano. Un
programa informático de contabilidad sólo le será de utilidad si ya sabe
utilizarlo.
POR QUÉ:
♦ Porque ésta es una costumbre básica y fundamental para cualq
uier empresa... y usted es una empresa.
344 Epílogo
♦ Porque se trata del negocio de canjear su recurso más precioso: su en
ergía
vital. La tabla mensual le ayuda a trazar un retrato exacto de la maner
a en que vive realmente.
♦ Porque esta
tabla mensual le sirve de base para el resto del programa.
1. ¿He recibido satisfacciones, recompensas y valores proporcionale
s a la energía vital que he gastado?
2. Este gasto de energía vital, ¿concuerda con mis valores y el propósit
o que tengo en la vida?
3. ¿De qué forma cambiarían estos gastos si no tuviera que traba
jar para vivir?
Debajo de cada categoría, ponga alguna de las siguientes marcas:
- Un signo menos (o una flecha hacia abajo) si no ha recibido satisfaccio
nes
proporcionales a la cantidad de horas de energía vital que ha ded
icado a la
adquisición de los bienes y servicios de esa categoría, o si ese gasto no c
oncuerda
con sus valores y su propósito, o si le parece que los gastos de es
a categoría disminuirán cuando alcance la independencia financiera.
+ Un signo más (o una flecha hacia arriba) si piensa que al aum
entar este
gasto se incrementaría también su satisfacción, habría una mayor
coherencia
personal, o que el gasto aumentará cuando logre la independencia finan
ciera.
CÓMO:
♦ Con total sinceridad.
POR QUÉ:
♦ Porque éste es el núcleo central del programa.
♦ Porque estas preguntas aclaran e integran sus ingresos, sus gast
os, sus
valores, su propósito en la vida, su sensación de satisfacción y su
integridad.
♦ Porque le ayudará a descubrir cuánto es suficiente para usted.
El quinto paso: Haga visible la energía vital
Confeccione una gráfica grande donde figuren el total de ingresos mens
uales
y el total de gastos mensuales que aparecen en la tabla mensual. Colóqu
ela en algún sitio donde la vea todos los días.
CÓMO:
♦ Consiga una hoja grande de papel milimetrado (puede ser una hoja
de 45
x 55 cm, o de 60 x 90 cm, aproximadamente, que tenga 10 cuadrados po
r
centímetro). Elija una escala que le deje espacio suficiente por encima d
el
máximo de gastos o de ingresos mensuales previstos. Use líneas de disti
ntos colores para marcar los gastos y los ingresos mensuales.
PARA QUÉ:
♦ Para conocer la tendencia de su situación financiera y darle la sensac
ión
de que avanza con el tiempo, y para hacer evidente la transformación d
e su relación con el dinero.
♦ Verá que la línea de los gastos baja a medida que la satisfacción
sube,
como consecuencia de la reducción «instintiva», automática, de los
gastos en aquellas categorías que antes tenían un signo menos.
♦ Esta gráfica se convierte en la imagen de su avance hacia la pl
ena
independencia financiera, y le servirá durante el resto del programa. L
e sirve de inspiración, estímulo, apoyo y como suave reprimenda.
El sexto paso: Valore su energía vital
gastando lo menos posible
Si aprende a usar su energía vital (dinero) con inteligencia, tendr
á menos
gastos y más ahorros. De este modo obtendrá mayor satisfacción, integr
idad y coherencia en la vida.
Epílogo 345
CÓMO:
♦ Aprenda a definir sus verdaderas necesidades.
Epílogo 346
♦ Tome conciencia de sus gastos.
♦ Domine las técnicas de gastar con sabiduría. Valor comparativo, cali
dad y durabilidad.
POR QUÉ:
♦ Porque está gastando su bien más preciado: su energía vital. Sólo le q
ueda una cantidad limitada.
♦ Porque está consumiendo los preciosos recursos del planeta. Lo que
queda es una cantidad limitada.
♦ Porque no puede pretender que sus hijos —ni el gobierno
— sepan lo que vale el dinero, si usted no se lo enseña.
♦ Porque la «calidad de vida» suele bajar a medida que sube el «nivel d
e
vida». La curva de la satisfacción tiene un punto máximo; despué
s de alcanzarlo, gastar más produce menos satisfacción.
al máximo sus ingresos
Respete la energía vital que invierte en el empleo. El dinero no es más q
ue lo
que recibe a cambio de su energía vital. Canjéelo teniendo en cuenta su
propósito y su integridad por los ingresos más elevados que pueda.
CÓMO:
♦ Pregúntese si se gana la vida o se mata trabajando.
♦ Examine la finalidad que le impulsa a tener un empleo remunerado.
♦ Separe el trabajo del sueldo a fin de abrir opciones nuevas par
a incrementar sus ingresos.
POR QUÉ:
♦ Porque sólo le quedan una cantidad X de horas de vida. Decid
a cómo quiere utilizarlas.
♦ Romper el vínculo automático entre lo que es y lo que hace para «gan
arse
la vida» le dejará en libertad para elegir opciones más satisfactorias.
Todos los meses aplique la siguiente ecuación al capital total acumulado
y
anote los ingresos mensuales de su independencia como una línea apart
e en la gráf ica:
inversiones
CÓMO:
♦ Cuando lleve unos cuantos meses siguiendo el programa, la línea de s
us
ingresos mensuales derivados de inversiones habrá empezado a su
bir
desde el borde inferior de la gráfica. (Si ha invertido el dinero según se
indica en el noveno paso, la línea formará una curva ascendente, como
consecuencia de la magia del interés compuesto.) Trace una línea suave
a
lápiz para proyectar hacia el futuro la curva de sus ingresos mens
uales
derivados de inversiones. En algún momento futuro, se cruzará co
n la
línea del total de gastos mensuales. Esto es lo que llamamos el punto de
equilibrio.
♦ La inspiración y el ímpetu irán en aumento cuando se dé cuenta de q
ue
sólo tiene que trabajar para ganar dinero durante un período limitado.
POR QUÉ:
Epílogo 347
♦ Porque al llegar al punto de equilibrio habrá conseguido la independ
encia financiera. Los ingresos mensuales proce-
dentes del capital invertido se habrán equiparado con los gastos reales
por mes.
♦ Porque tendrá lo suficiente.
♦ Porque ahora tiene muchas oportunidades.
♦ ¡Celébrelo!
El noveno paso; El manejo de sus finanzas
El último paso hacia la independencia financiera: llegue a ser un
experto
conocedor de las inversiones rentables a largo plazo. Invierta su capital
de una
manera que le proporcione unos ingresos seguros y suficientes para sati
sfacer sus necesidades básicas durante el resto de su vida.
CÓMO:
♦ Capacítese para decidir por usted mismo acerca de sus propias
inversiones, centrándose en los valores no especulativos más seguros, a
largo plazo, de ingresos fijos, como los bonos del Tesoro y los de otros
organismos públicos de su país. Razonando con claridad y con m
ayor conciencia, olvide el temor irracional a la inflación.
♦ Reduzca los elevados gastos, aranceles y comisiones de los intermedia
rios y los «productos» de inversión que tanto se comercializan.
♦ Confeccione su plan financiero sobre la base de los tres pilares: El ca
pital: el núcleo rentable de su independencia financiera.
El colchón: suficiente dinero en efectivo que genere intereses bancarios
para cubrir seis
meses de gastos. La reserva secreta: los excedentes de los
fondos derivados de la práctica constante de los nueve pasos. Pue
den
servir para financiar su trabajo voluntario, o se pueden reinvertir
para
obtener un fondo de reserva que le sirva para reemplazar algún objeto
que
sea más caro, o para compensar las consecuencias ocasionales de l
a inflación, para regalar, etcétera.
POR QUÉ:
♦ Porque la vida no se reduce a «de nueve a cinco»
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Wilson, Marlene: You Can Make a Difference,
Boulder, CO, Volunteer Management Associates, 1990.
hfci
NOTAS
PRÓLOGO. ¿Para qué sirve leer este libro?
16
desde la década del cincuenta: «Personal Bankruptcies — the Big Leap
» (gráfico),
Wall Street Journal, 18 de junio de 1991.
16
por debajo del percentil 40: Kelley Holland, «Two Studies See Consu- m
er Savings Rate Staying Slim», Seattle Post-lntelligencer,
13 de agosto de 1991.
16 el 19% en 1990: Oficina del Censo de Estados Unidos,
Statistical Abstract of the United Notas 351
States: 1991 ( I I I a edición), Washington D.C., 1991, pág. 462.
16
ganar más dinero: Carol Hymowitz, «Trading Fat Paychecks for Free
Time», Wall Street Journal, 5 de agosto de 1991.
16 Victoria Felton-
Collins: Rebecca Teagarden: «The Last Taboo: Couples Must Learn
to Talk about Money», Seattle Post-lntelligencer,
17 de febrero de 1990.
16
con respecto a 1970: The World Almanac and Book of Facts 1991 (Nuev
a York, Pharos Books, 1991), pág. 839.
16
individuo medio de cincuenta años ascienden a 2300 dólares: anuncio de
Merrill Lynch,
Wall Street Journal, 18 de septiembre de 1990.
16 tiempo libre por semana: «Are We All Working Too Hard?»,
Wall Street Journal, 4 de enero de 1990.
16
la competencia profesional: George Leonard, «An Avalanche of th
e Spirit»,
conferencia pronunciada en la asamblea anual de la Asociación de Psic
ología Humanística, el 17 de agosto de 1989.
CAPÍTULO 1. LA TRAMPA DEL
DINERO: EL VIEJO PLANO DEL
DINERO
36 el ubicuo «estrés»: Douglas LaBier,
Modern Madness (Reading, MA, Ad-
dison-
Wesley Publishing Co„ 1986), según se publica en Cindy Skrzycki:
«Is There Life After Success?», Washington Post Weekly,
31 de julio - 6 de agosto de t989.
36 hace cinco años: «Shoppers Are a Dwindling Species»,
Business Week, 26 de noviembre de 1990.
36
entre los 25 y los 45 años: Opinión Research Corporation. 1984; citado
en La Bier,
op. cit., pág. 13.
37 4,5% en 1990: «Incomes Jump in U.S., But Not Enough»,
Seattle Post- Intelligencer, 30 de enero de 1991.
37
en 1988 incluso llegó al 4,1 %: Mary Ganz y Cari Irving, «Americans
Bo- rrow to Consume, Japanese Pay Cash and Save», Seattle Post-
lntelli- gencer, 19 de junio de 1989.
37
8, 6 % : Charles Wolf, Jr., «Our Problem Isn't So Much Borrowi
ng», Wall Street Journal, 28 de setiembre de 1984.
37
su renta disponible: Marcus W. Brauchli, «U.S. Tells Japanese Thrift Is
n't a Virtue If Imports Are Low», Wall Street Journal,
6 de setiembre de 1989.
37
más que en 1980: Rick Gladstone, «Frugality Is a Key Word for
1991», Seattle Post-Intelligencer, 24 de diciembre de 1990.
37 desempleados: «Young, Gifted and Jobless», Newsweek,
5 de noviembre de 1990, pág. 48.
39
sentirse solos: investigación de Roy Kaplan, según se cita en Kat
hleen Brooks,
«Will a Million Let You Feel Like a Million?», Seattle Times,
9 de octubre de 1985.
43 las fauces del tigre: Robert Ornstein y Paul Ehrlich,
New World, New Mind, Nueva York, Doubleday, 1989.
44 según las encuestas: Paul Wachtel, «The Case Against Growth»,
New Age Journal, noviembre-diciembre de 1988, pág. 23.
45 millones de especies: Hermán E. Daly y John B. Cobb, Jr.,
For the Com- mon Good, Boston, Beacon Press, 1989, págs. 143-144.
48 impulso, notable: Benjamín Kline Hunnicutt, Work Without End,
Fila- delfia, Temple University Press, 1988, pág. 44.
49 una velocidad cada vez mayor: Víctor Lebow en
Journal of Retailing, según se cita en Vanee Packard,
The Waste Makers, Nueva York, David McKay, 1960, según el
extracto publicado en Alan Durning, «Asking How Much Is Enough», e
n Lester
Brown y otros, State of the World 1991,
Nueva York, W.W. Norton & Company, 352 Notas
1991, pág. 153.
50
el titular de un periódico advertía: «Penny Pinching by Consumers
May Tarnish Economy», Seattle Post-lntelligencer,
15 de marzo de 1991.
52
países menos desarrollados: Paul Ehrlich, según se cita en Dianne
Du- manoski,
53 una nueva realidad: de Joñas y Jonathan Salk,
World Population and Human Valúes: A New Reality,
Nueva York, Harper and Row, 1981, según el extracto publicado en
el folleto The S-
Shaped Curve: Emerging Valúes in a New Reality (Beyond War, 222
High Street, Palo Alto, CA 94301, págs. 38-39).
91
antes de morir: Datos obtenidos del Centro Nacional de Estadísticas Sa
nitarias de Estados Unidos, Vital Statistics of the United States,
anuario. Impreso por la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Statistical Abstract of the United States: 1991 ( I I I a
edición), Washington, D.C., 1991, pág. 74.
CAPÍTULO 3. ¿ADONDE VA A PARAR TODO ESO?
122
ha sido diseñado: «You and Your Shoes», revista Parade,
15 de julio de 1990, pág. 6.
123
de su cuerpo: tomado de una fotocopia sin fecha de un artículo publicad
o en el diario
El País de Madrid: «Nueve españolas afectadas por el
síndrome de la moda.»
CAPÍTULO 4. ¿CUÁNTO ES SUFICIENTE?
¿QUÉ ES ESTAR SATISFECHO?
149
con poco dinero: Amy y Jim Dacyczyn publican un boletín mensual,
The Tightwad Gazette, RR 1, Box 3570, Leeds, ME 04263-9710.
161
nuestra propia misión: Joanna Macy, disertación pronunciada dur
ante la
conferencia «Espíritu de Servicio» en la Fundación Seva de Vanco
uver, Columbia Británica, en mayo de 1985.
163
fuera de uno mismo: Viktor E. Frankl, «The Feeling of Meaningless- ne
ss: A Challenge to Psychotherapy» («La sensación de falta de
sentido: un desafío para la psicoterapia»),
American Journal of Psy- choanalysis.
vol. 32, n. 1, 1972, pág. 86.
163
en la vida: Test del sentido de la vida; los derechos pertenecen a Psy- ch
ometric
Affiliates, Box 807, Murfreesboro, TN 37133. Hay que obtener su
autorización para utilizar este test.
176
cuidaba hasta la última peseta: Robert L. Rose. «For Welfare Parents,
Scrimping Is Legal, but Saving Is Out», Wall Street Journal,
6 de febrero de 1990.
180
ambos al mismo tiempo: Buckminster Fuller, «Livingry: Artifacts f
or Human Success», Forum,
J. C. Penney Co., Inc., noviembre de 1983, pág. 7.
181
aproximadamente 200 esclavos: Jeremy Rifkin, Entropy,
Nueva York, Bantam, Notas 353
1981, pág. 136. (Trad. al cast.,
Entropía: hacia el mundo invernadero, Urano, 1990.)
182
estaba de moda: Janice Castro, «The Simple Life», Time,
8 de abril de 1991, pág.
58.
182
símbolo principal de una elevada posición social: Ronald Henkoff,
«Is Greed Dead?», Fortune, 14 de agosto de 1989, pág. 41.
183
egoísmo e irresponsabilidad: Lewis Thomas, «The Iks»,
Island in Space, Asociación de las Naciones Unidas
de Canadá, 1986, págs. 18-19.
CAPÍTULO 5. COMPRUEBE SUS PROGRESOS
200
cada dólar que ganan: Alfred L. Malabre, Jr., Beyond Our Means,
Nueva York,
Random House, 1987, pág. 27. El autor sostiene que, después de la Segu
nda
Guerra Mundial, en Estados Unidos se solicitan cada vez más pré
stamos; recientemente, las compra-
ventas a plazos ascendían a casi el 20 % de los ingresos
personales.
201
comprar en efectivo: David Wallechinsky y Irving Wallace,
The Peo- pie's Almanac, Nueva York, Doubleday, 1975, pág. 341.
CAPÍTULO 6. EL SUEÑO AMERICANO...
PERO CON POCOS RECURSOS
212 o a gastar: Carolyn Wesson, autora de
Women Who Shop Too Much, Nueva York, St.
Martin's Press, 1990 (Trad. al cast.,
Mujeres que compran demasiado: cómo superar
la pasión por el consumo, Paidós Ibérica,
1991.), según se cita en Carole
Beers, «Talking Shop to Those Who Can't Stop», Seattle Times,
6 de marzo de 1990.
212
algún centro comercial: «Big Spenders: As a Favored Pastime, Sho
p- ping Ranks High with Most Americans», Wall Street Journal,
30 de juli N
o o
t
d a
e s
13
95
84
7 .
213
Council of Shoppmg Centers: «The Pleasure Dome: Offering More
than
Merchandise, Malls Today Are Centers of Community Life»,
Wall Street Journal, 13 de mayo de 1988.
213
rituales de comunión: Lewis H. Lapham, «An American Feast: You Are
What You Buy», Wall Street Journal, 13 de mayo de 1988.
214
en la situación difícil en que nos encontramos: Malabre, op. cit.,
pág. 145.
215
se pudiera seguir usando perfectamente: John E. Young, «Reducing
Waste, Saving Materials», en Brown y otros, op. cit., pág. 44.
222
el precio de venta: Jeffrey A. Trachtenberg, «Let's Make a Deal»,
Wall Street Journal, 8 de febrero de 1991.
223
comprar enseguida, sin pensar: Nina Darnton, «I Can Get It for Y
ou Resale»,
Newsweek, 3 de junio de 1991.
224
gastar esos 100 dólares: Georgette Jasen, «Paying Ofí Credit Card Debt
Spells a Hefty Return», Wall Street Journal, 27 de noviembre de 1989.
224
el privilegio de usarla: David B. Hilder y Peter Pae, «Rivalry Rages
Among Big Credit Cards», Wall Street Journal, 3 de mayo de 1991.
225
poco más de 19 años: «Paying Off Mortgage Early Doesn't Take Much»
, Seattle Times, 19 de marzo de 1991.
230
mejora notable de la productividad: Maryrose Wood, «Phoning It I
n», Desktop, vol. III, n. 2, pág. 46.
231
las enfermedades suponen un límite: Norman Cousins, discurso pronunc
iado en la Unity Church de Seattle, en 1989.
233
de la actividad cotidiana: Bryant A. Stamford y Porter Shimer,
Fitness Without Exercise, Nueva York, Warner Books, Inc., 1990.
235
obtendrá 1851313 de dólares canadienses: «Financial Security Goin
g Up in Smoke», Vancouver Sun, 2 de diciembre de 1985.
236
entre otras cosas: Bob Keith, «Eating on a Pack a Day»,
Living Well (boletín de la Northwest
Health Foundation), verano de 1988, págs. 3-4.
236 mientras conduce: Natalie Angier, «Surprising Fact about Sleep»,
Reader's Digest, junio de 1991 (condensado del
New York Times del 15 de mayo de 1991), pág.
33.
239 lugar donde vivir: Home Price Comparison Index,
Seattle Times, 27 de mayo de 1991.
16.
247
248
y 1.
249
para ser exactos: World Almanac and Book of Facts 1991,
Nueva York, Pharos Books, 1991, pág. 550 y pág. 389.
256
más de 100000 dólares: «Updated Estimates on the Cost of Raising
a Child»,
Family Economic Review, 1987, pág. 30.
257
no se priva de nada: Tightwad Gazette, op. cit., octubre de 1990.
261
una relación de apoyo mutuo: Ernest Callenbach, «The Green Trian- gl
e», In Context, n° 26, verano de 1990, pág. 13.
264
calentamiento global: «Nylon Production Named as a Source of Ni- tro
us Oxide».
Wall Street Journal, 22 de febrero de 1991.
266 de la responsabilidad universal: My Tibet,
texto escrito por Su Santidad el 14° Dalai Notas 355
Lama del Tibet, fotografías e introducción de Galen Ro- well, Berkeley
y Los Ángeles, University of California Press, 1990, pág. 55.
CAPÍTULO 7. POR AMOR O POR DINERO:
VALORACIÓN DE LA ENERGÍA VITAL.
TRABAJO E INGRESOS
269
por hacer algo desagradable: Robert Theobald, Rapids of Change,
India- nápolis, Knowledge Systems, 1987, pág. 66.
270
tipo de muerte: Studs Terkel, Working,
Nueva York, Ballantine Books, 1985, pág. xiii.
270
la manifestación visible del amor: Kahlil Gibran, The Prophet,
Nueva York, Alfred A. Knopf, 1969, pág. 28. (Trad. al cast.,
El profeta: palabras de sabiduría y luz, Obelisco, 1994.)
271
horarios actuales de los bancos: Marshall Sahlins,
Stone Age Economics, Chicago: Aldine-
Atherton, Inc., 1972, pág. 23. (Trad. al cast.,
Economía de la Edad de Piedra, Akal, 1993.)
271
la revolución industrial: «From Joblessness to Liberation» (un art
ículo sobre Frithjof Bergmann), Green Light News,
vol. I, n. 1, 1984, pág. 19.
271 más de tres horas: John Humphrey Noyes.
The History of American Socialista, Filadelfia, Lippincott, 1870.
271 nos parezca importante: Paramahansa Yogananda, textos
inéditos, 1934.
272
al progreso económico, ibídem, págs. 313-314.
273
sin empleo: Rick Gladstone, op. cit.
277 si no fuera necesario: Michael Argyle,
The Psychology of Happiness,
Nueva York, Methuen and Co., 1987, pág. 50.
277 volcada al servicio de los demás: Amy Saltzman,
Downshifting, Nueva York, HarperCollins, 1991, pág. 17.
289 reemplazada por máquinas: Willis Harman y John Hormaun,
Creative Work, Indianápolis, Knowledge Systems, Inc., 1990, págs. 23-
24.
293
para nuestro tiempo libre: ibídem, pág. 200.
294
obligación de mantenerlas: Michael Phillips, The Seven Laws of Money,
Menlo Park, Word Wheel, 1974, pág. 8. (Trad. al cast.,
Las siete leyes del dinero, Libros del comienzo, 1995.)
295
procedimientos
burocráticos:
At
the
Crossroads,
Spokane:
Communications Era Task Forcé, 1983, pág. 22.
296
por unos cacahuetes: Desmond Morris, The Biology of Art,
Nueva York, Alfred A. Knopf, 1962, págs. 158-159.
297
lo que pudo haber sido: Richard Seven, «Getting a Life», Pacific,
el dominical del Seattle Times, 4 de agosto de 1991, pág. 8.
297 distribución de ingresos: Willis
Harman, «Work», en Alberto Villoldo y Ken Dynchtwald, eds.,
Millennium: Glimpses into the 21st Century, Los
Ángeles, J. P. Tarcher, Inc., 1981.
CAPÍTULO 8. EL PUNTO DE EQUILIBRIO: EL
internacional, Grand Rapids, MI, Zondervan Bible Publishers, 1973.
328
no hay ninguna pega: Randi Rossman, «His Charity Is in the Ba
g», Santa Rosa Press Democrat, 9 de setiembre de 1984.
334
mantienen unida la sociedad: Robert L. Payton, Centro de Filant
ropía, Universidad de Indiana-
Universidad Purdue en Indianápolis, 550 West North
Street, Suite 301, Indianápolis, IN 46202-3162. También discurso
pronunciado en la conferencia de la Universidad Hofstra «Money - Lur
e, Lore and Liquidity», del 21 al 23 de noviembre de 1991.
339 recordaba esta experiencia: Alian Luks, «Helper's High»,
Psychology Today, octubre de 1988, pág. 42.
339
combatir las infecciones respiratorias: Eileen Rockefeller Growald y Ali
an Luks,
«The Healing Power of ... Doing Good», American Health,
marzo de 1988.
340
que lo ha conseguido: Margaret Mead, citada por Ivan Scheier en su m
onografía
«Rules from Dreamers». Centre for Creative Community, P. O. B
ox 2427, Santa Fe, NM 87504.
340
del sector de los voluntarios: de un discurso pronunciado durante
la conferencia
«Choices for the Future» en Windstar, Snowmans, Colorado, en j
unio de 1986.
producen milagros en medicina: de un discurso pronunciado en un inte
rcambio
informal de opiniones sobre el tema «Hacia dónde se encamina la
investigación sobre la esclerosis lateral amiotrófica», celebrado en
San Francisco del 12 al 13 de julio de 1986.
soluciones (todavía no implementadas): Encyclopedia of World Problems
and Human Potential, 2.a edición, Nueva York, K. G. Saur, 1986.
no sus víctimas: citado en un discurso pronunciado por el Reverendo Al
fred F.
Swearingen en una ceremonia para dedicar uno de los sueños de Ivan S
cheier: una Cápsula del tiempo sobre el voluntariado, que se abrirá
en el año 2050.
CON ELLA?
348
fondos de inversión y las acciones: «51 Million Americans Own St
ocks, Poli Finds», Associated Press, Seattle Post-
Intelligencer, 22 de mayo de 1991.
349
productos que ellos recomiendan: Karen Slater y Earl C. Gottschal
k, Jr.,
«Financial Planners Squabble over Creating Code of Conduct»,
Wall Street Journal, 14 de marzo de 1991.
350
tanto como uno mismo: Andrew Tobías,
The Only Investment Guide You'll Ever Need,
Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1978, pág. 95.
350 sus propios negocios: Andrew Tobías,
The Only Other Investment Guide You'll Ever Need,
Nueva York, Simón and Schuster, 1987, pág. 13.
350 de alto rango: Herbert Ringold,
How to Lose Money in the Stock Market, Nueva York,
St. Martin's Press, 1986, pág. 13.
356
el22 %: oído en un programa diario de la cadena de televisión PBS, titu
lado
357
servicio en 1959: Patricia McLaughlin, «Nader May Look Like an Air-
bag, but Fashion Doesn't Bankrupt Him», Seattle Times,
24 de julio de 1991.
359
estudio realizado por la Universidad de Minnesota: Business Builet
in, Wall Street Journal, 18 de abril de 1991.
371
para la industria: «Brokers Averaged Pay of $79.169 in '90, Survey Say
s», Wall Street Journal, 24 de junio de 1991.
381
ni damos lo suficiente: Amy Dacyczyn en «What Is Enough?», produci
do por David Notas 357
Freudberg para Marketplace,
en la Radio Pública Estadounidense, el 21 de junio de 1991.