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EL Revista

CONSTRUCTIVISMO GEOGRÁFICO Y LAS APROXIMACIONES CUALITATIVAS 5


de Geografía Norte Grande, 37: 5-21 (2007)

El constructivismo geográfico y las


aproximaciones cualitativas1

Alicia Lindón2

RESUMEN
Este trabajo presenta una aproximación cualitativa denominada hologramas so-
cioespaciales, destinada al estudio de la construcción social de los lugares. Esta
propuesta es parte de una investigación de mayor alcance centrada en la espa-
cialidad de la vida cotidiana en contextos urbanos, más específicamente perifé-
ricos y suburbanos. En esta orientación, la espacialidad es el núcleo central de
la investigación, a través del concepto de lugar tal como es entendido en la
perspectiva de la geografía humanista. Esto implica que la investigación se
asume como una perspectiva comprensiva de la vida cotidiana, aunque con un
sesgo constructivista: se concibe al lugar como una construcción social siempre
en curso, necesariamente inacabada.
En la primera parte de este trabajo se presenta un acercamiento muy somero al
lugar como un tipo de mirada particular para estudiar la espacialidad de la vida
social. Luego, en el segundo apartado, se profundiza la cuestión del lugar a
partir de la propuesta de estudiarlo como una construcción social. Posterior-
mente se desarrollan los elementos básicos de la aproximación cualitativa de-
nominada hologramas socioterritoriales. En el apartado siguiente se presenta un
holograma particular, en el contexto de la periferia excluida del oriente de la
ciudad de México. Por último, terminamos con unas reflexiones abiertas.
Palabras clave: Hologramas socioespaciales, geografía humanista, lugares in-
visibles.

ABSTRACT
This paper presents a qualitative approach named “socio-spatial holograms”, focu-
sed on analyzing the social construction of places. This proposal is part of a broader
research centered on the spatiality of everyday life in urban contexts; more specifi-
cally the peripheral and suburban’s environments. In this line, spatiality is the core
of this research, through the concept of place, as understood by the humanistic
geography. This implies that the research is oriented in a comprehensive perspective
of everyday life, but with a constructivist bias: place is conceived as a social
construction always in transformation or on the move, never finished.
In the first part of this work, a basic approach to the concept of place is
presented, as a particular gaze to study the spatiality of social life. Then, in the
second part, the place question is deepened, proposing the possibility to study
it as a social construct. After that, the basic elements of this qualitative appro-
ach named “socio-territorial holograms” are lay down. In the next part, a parti-
cular hologram is presented, in the context of the marginal periphery of eastern
Mexico City. Finally the paper concluded with some open remarks.
Key words: Socio-spatial holograms, humanistic geography, invisibles places.

2 Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Iz-


1 Artículo recibido el 10 de marzo de 2007 y acep- tapalapa, Ciudad de México (México).
tado el 1 de mayo de 2007 E- mail: alicia.lindon@gmail.com
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Este trabajo plantea el tema del construc- embargo, las geografías humanistas anglo-
tivismo geográfico como una forma de sajonas –desde los años setenta– reconstruye-
aproximarse al estudio del espacio, que pue- ron este concepto planteando que los lugares
de ponerse en práctica a través de metodolo- no solo son una localización particular, tam-
gías cualitativas. En este sentido, se desarro- bién tienen identidad, o bien, tienen rasgos
lla una propuesta metodológica cualitativa peculiares a través de los cuales son identifi-
particular que hemos denominado hologra- cados, se les atribuyen valores y son objeto
mas socioespaciales, destinada al estudio de de construcción simbólica. La revisión de
la construcción social de los “lugares”. Esta esta discusión teórica indudablemente es una
propuesta se articula dentro de nuestro traba- labor relevante, atractiva y también ardua,
jo de investigación que de manera general, se pero no es nuestro objetivo en esta ocasión.
aboca a estudiar la espacialidad de la vida Antes bien remitimos a algunas obras de la
cotidiana en contextos urbanos, más específi- extensa literatura sobre el tema. Baste en esta
camente periféricos y suburbanos. En esta lí- ocasión solo con especificar brevemente a
nea de trabajo hemos enfocado la espaciali- qué nos referimos con las expresiones próxi-
dad a través del concepto de “lugar” tal mas entre sí de lugar y espacio vivido.
como es entendido en la perspectiva de la
geografía humanista. Entre otras cosas, esto El concepto de lugar hace referencia a
implica que nuestro trabajo se asume entera- espacios delimitados, con límites precisos,
mente como una perspectiva comprensiva de que para los sujetos representan certezas y
la vida cotidiana, aunque con un sesgo cons- seguridades otorgadas por lo conocido
tructivista: concebimos al lugar como una (Tuan, 1977). A pesar de que el lugar alude
construcción social siempre en curso, nece- a un espacio con límites, dichos límites se
sariamente inacabada. extienden hasta donde lo hace el contenido
simbólico de los elementos objetivados en
De esta forma, en la primera parte de este él y que pueden ampliarse a través de redes
trabajo se presenta un acercamiento muy so- y relaciones de sentido. Por ello, se puede
mero al lugar como un tipo de mirada parti- considerar al lugar, siguiendo a Gumuchian
cular para estudiar la espacialidad de la vida (1991), como “una acumulación de signifi-
social. Luego, en el segundo apartado, pro- cados”, o bien, en las palabras similares de
fundizamos la cuestión del lugar a partir de Entrikin (1976), el “lugar es un depositario
la posibilidad de estudiarlo como una cons- de significados”. La acumulación de signifi-
trucción social. Posteriormente desarrollamos cados sobre un lugar también ha sido estu-
los elementos básicos de nuestra aproxima- diada a través de “íconos portadores de sen-
ción cualitativa que denominamos “hologra- tido que se lo confieren a los lugares”, como
mas socioterritoriales”. En nuestro propio tra- lo señalara el geógrafo francés Joel Bonne-
bajo de investigación los hemos utilizado en maison (2000).
diversas ocasiones, por ejemplo para abordar
la construcción social de espacios del miedo, En las geografías francófonas, también
pero también para estudiar la construcción desde los años setenta –de manera casi si-
social de paisajes parcialmente invisibles multánea a lo ocurrido en las geografías an-
(Lindón, 2007). En el apartado siguiente pre- glosajonas–, se viene desarrollando el con-
sentamos un holograma particular, contextua- cepto de espacio vivido, con un contenido
lizado en la periferia excluida del oriente de más o menos próximo al que ha tomado el
la ciudad de México. Por último, terminamos de lugar y sentido del lugar en la geografía
con unas reflexiones abiertas. anglosajona. El concepto de espacio vivido
( espace vécu) fue propuesto en 1976 por Ar-
El lugar como orientación mand Frémont (1999). Así para la geografía
de Francia del Oeste3:
general
El lugar refiere a una localización concre-
3 Este núcleo de la Francia del Oeste (Caen, Angers,
ta, por eso los geógrafos teoréticos (cuantita-
tivos) lo consideraban un punto, y entre va- Le Mans, Nantes, Rennes) reunió a Armand Fré-
mont, Jacques Chevalier, Robert Hérin y Jean Re-
rios puntos es posible medir distancias. Sin nard (Marconis, 1996, p. 189).
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“La propuesta del espacio vivido no se sajón) y el espacio vivido (desde el pensa-
limita a reconocer lugares frecuentados, miento francófono), ha emergido un abanico
definir itinerarios, situar al hombre-ha- muy amplio de problemáticas espaciales de
bitante en su cuadro familiar de existen- investigación en ambas tradiciones del pen-
cia (...) sino focalizar la mirada en la re- samiento. Por ejemplo, algunas buscan “re-
lación con las representaciones (...), es conocer lugares frecuentados, definir itine-
decir superar el espacio extensión (o es- rarios, situar al hombre-habitante en su
pacio-soporte), para abordar la noción cuadro familiar de existencia” (Gumuchian,
de representación (imagen) del espacio, 1991: 62). Asimismo, el concepto de lugar
planteando una nueva pregunta: ¿cómo ha abierto un importante horizonte en torno
ven los hombres el espacio? (...) El espa- al estudio de la identidad del lugar (Hiern-
cio vivido es reivindicado como un es- aux, 2000; Nogué, 1999) y el sentido del lu-
pacio cargado de valores (Chevalier, gar ( sense of place ) (Butz & Eyles, 1997).
1974: 1)”. Otra derivación del concepto del lugar, son
los estudios sobre la memoria del lugar y los
Años más tarde, Guy Di Meo –otro geó- lugares de memoria, para retomar la expre-
grafo francés– también toma parte en esa re- sión que ha hecho célebre Pierre Nora
flexión inicial. Di Meo diferencia el espacio (Nora, 1997; Javeau, 2000). Otros ángulos
de vida del espacio vivido, y completa la abiertos a partir del concepto de lugar son
propuesta teórica con el concepto de espa- las denominadas fantasías geográficas
cio social: (Rowles, 1978), las topofilias, topofobias y
los paisajes del miedo (Tuan, 1990; 1980;
“El espacio de vida se confunde, para Lindón, 2005b; Yori, 1998; 1999; Uribe Cas-
cada individuo, con el área de sus prác- tro, 2002), los lugares y paisajes efímeros y
ticas espaciales. Es el espacio frecuenta- fugaces (Hiernaux, 2006), asimismo la tan
do por cada uno de nosotros, con sus lu- polémica deslugaridad o placelessness plan-
gares atractivos, sus nodos en torno a los teada inicialmente por Relph (1976), la “ato-
cuales se construye la existencia indivi- pía” (Turco, 2000; Lindón, 2005a), la territo-
dual: la morada, la casa, los lugares de rialidad, la apropiación de los lugares y los
trabajo y de ocio. El espacio concreto de lugares mágicos y míticos (Sack, 1980;
lo cotidiano (1991: 123)”. 1986; Raffestin, 1977; 1982; 1986), los es-
pacios domésticos e interiores (Collignon &
Por otra parte, Di Meo –siguiendo la tra- Staszak, 2003; Lindón, 2006b); así como el
dición de Frémont– ha planteado que: papel de la retórica y sus tropos en la cons-
trucción de los lugares (Debarbieux, 1995;
“El edificio construido sobre las bases Lindón, 2003). También esta visión del lugar
de la materialidad y sus prácticas (el es- ha producido una profunda renovación de
pacio de vida) se enriquece de la pulpa los estudios del lugar y el paisaje con énfa-
de los intercambios sociales (el espacio sis cultural (Nogué, 1989; 1992; 2006a;
social), de las cargas emotivas, de las 2006b; Cosgrove, 1985; 2002; Duncan &
imágenes y de los conceptos individua- Ley, 1993), muchas veces articulados a la
les, aunque siempre son de esencia so- indagación sobre identidades. En esta última
cial, que forjan nuestra representación perspectiva, lo innovador radica en no con-
del mundo sensible y contribuyen a cebir al paisaje como simple producto cul-
c o n f e r i r l e s e n t i d o ( e s p a c i o v iv i d o ) tural (como se hizo dentro de la tradición
(1991: 127)”. saueriana), sino reconocer la anterior condi-
ción de producto cultural junto a su capaci-
Esta forma más compleja e integradora es dad para incidir en la cultura.
el espacio vivido. Por ello para Frémont
(2005: 79), “el espacio vivido es el más La consolidación de estas miradas ego-
completo, el más denso, el que integra todas céntricas –desde el sujeto y su subjetividad
las distancias y todas las complejidades”. (Hiernaux & Lindón, 2004)– las geografías
de los mundos interiores (Debarbieux,
A partir de estas dos líneas teóricas, so- 1997), así como el microanálisis, parecería
bre el lugar (desde el pensamiento anglo- que desdibuja las fronteras rígidas entre el
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pensamiento francófono y anglosajón, al mente, la perspectiva de la construcción so-


menos en este campo de trabajo. Así, nues- cial de la realidad desde la espacialidad y
tro trabajo aspira a ubicarse en esa conver- posteriormente incorpora directamente la
gencia de las dos tradiciones del conoci- construcción social del lugar desde varias
miento: sobre el lugar y el espacio vivido. entradas: por ejemplo, el intercambio sim-
bólico y recíproco entre la gente y los luga-
La construcción social del res (Ley, 1981a); o bien, la convergencia de
la subjetividad y la intersubjetividad con la
lugar/espacio vivido materialidad de los lugares, o la articulación
de lo subjetivo y lo objetivo (Ley, 1989).
Esta concepción del lugar nos ha llevado
a esa corriente de la teoría social actual co- Indudablemente, el geógrafo sueco Gun-
nocida como constructivismo. Si bien es una nar Olsson también ha jugado un papel cen-
perspectiva ampliamente reconocida en la tral en esta perspectiva de constructivismo
filosofía de las últimas décadas4 y en las di- espacial por su trabajo sobre la inclusión del
versas ciencias sociales y las humanidades, lenguaje, en particular los juegos del len-
es menor el impacto que ha tenido en el guaje de Wittgenstein en el estudio de la es-
caso particular de la geografía y en general pacialidad (Olsson, 1978; 1980; 1991). Se-
en el estudio de la espacialidad. Efectiva- gún Olsson (1997: 39), “Los límites del
mente, los autores que se asocian usualmen- ecúmene son los límites de mi mundo. Los
te al constructivismo –tales como Bateson, límites de mi mundo son los límites de mi
Gergen, Watzlawick, Maturana, Varela, Ber- lenguaje. Los límites de mi lenguaje son
ger, Luckmann, Schutz– en principio no pa- pensamiento-y-acción al límite de sí mis-
recen tener vínculos con la geografía y los mo”. Asimismo, la concepción de los luga-
estudios territoriales. Sin embargo, desde res como textos, la textualidad (Barnes &
hace tres décadas el humanismo geográfico Gregory, 1997: 138-144) llevó a incluir
viene abriendo un camino que actualmente planteamientos como el de la intertextuali-
parece fértil para el diálogo con estas líneas dad, inspirados en la obra de Todorov y
del pensamiento, sobre todo por el replan- Bakhtin: un lugar evoca otro lugar, entre un
teamiento del concepto de espacio (space ) lugar y otro se da una relación de copresen-
en el de lugar ( place) y en el de espacio vi- cia, el sentido de un lugar evoca al sentido
vido (espace vécu ), y también por otorgarle de otro lugar. Asimismo, estas miradas cons-
centralidad a la experiencia espacial (Butti- tructivistas también introdujeron en la geo-
mer & Seamon, 1980). Algunos autores, han grafía el problema de las representaciones
insistido más en la dimensión individual y la (Bailly, 1989) y el consecuente tema de la
intencionalidad del individuo (Buttimer, crisis de las representaciones (Duncan &
1976), con un énfasis de tipo fenomenológi- Ley, 1993: 4). La crisis deriva tanto del senti-
co. Otros –con una mirada más próxima al do literal de representar como reproducción
interaccionismo simbólico, sin perder la fiel de lo real (las representaciones miméti-
componente fenomenológica– han colocado cas), como también del tipo de representa-
el énfasis en la negociación cotidiana de las ciones legitimadas, sobre todo a través de la
personas en contextos concretos (Ley, 1978). racionalidad cartográfica (Harley, 2005;
En esta última perspectiva, cabe destacar Minca, 2002).
que David Ley (1978) plantea, temprana-
Todos estos aspectos han sido retomados
y problematizados por el movimiento deno-
4 Aunque la expresión constructivismo es reciente minado cultural turn , que desde fines de los
–muchos marcan el hito inicial en 1980– remite a años ochenta mueve a la geografía anglo-
una problemática del conocimiento muy antigua,
sajona (Philo, 1999). Dicho Giro Cultural ha
como es la relación entre el objeto y el sujeto que
conoce. Hay antecedentes en el mundo griego clá- tomado como uno de sus principales ejes la
sico, en el siglo XVII con Gianbattista Vico, en el incorporación de lo no material en el estu-
siglo XVIII con Inmanuel Kant, a fines del XIX con dio del espacio y la espacialidad. En estas
William James y Friedrich Nietzsche, en la primera miradas cabe destacar aportes como el de
mitad del XX con José Ortega y Gasset y Alfred
Schutz, por nombrar solo algunas figuras promi-
Derek Gregory que buscan la articulación
nentes. de la mirada de Lacan en relación con la es-
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pacialidad (Gregory, 1995). No obstante, una de las circunstancias que ayude a com-
tanto Derek Gregory como Nigel Thrift y prender estos rezagos y resistencias sea el
Don Mitchell (voces destacadas a favor de la peso que ha tenido la idea del espacio como
semiótica del espacio a fines de los ochen- una realidad material objetiva. Aunque los
ta), después de haber impulsado la conside- aportes de muchos autores han mostrado
ración del lenguaje, lo textual y lo semióti- que el espacio y el territorio también son
co, a mediados de los noventa proponen objeto de elaboración subjetiva por parte
abandonar este camino para centrarse en las del sujeto-habitante, las resistencias a su in-
“prácticas” que construyen el lugar. clusión –más aún, de manera central– son
considerables.
Desde la geografía francófona, aunque
muy imbuida del pensamiento anglosajón, En nuestra propuesta, el constructivismo
las palabras de Antoine Bailly también resul- geográfico –o espacial– se puede definir al
tan elocuentes de estas miradas que recha- menos desde los ejes que planteamos a con-
zan la reducción del espacio a su compo- tinuación, considerando que no son exclu-
nente material: yentes entre sí, sino distintas entradas que se
entrecruzan:
“En un entorno histórica y socialmente
dado, el individuo construye su propia • El espacio visto a la luz del sujeto como
realidad articulando lo estructural, lo habitante (Dardel, 1990).
funcional y lo simbólico; (…) el paisaje
nos remite a nuestra experiencia existen- • El lugar en la dialéctica entre el espacio
cial; cómo se articulan lo real y lo imagi- y la sociedad. Esto significa que el lugar
nario en cada lugar (1989: 11)”. es concebido como productor de lo so-
cial y al mismo tiempo como producto
Estas perspectivas muestran que el pro- social. Así, el lugar resulta de un movi-
blema de la espacialidad de la vida social miento constante entre fuerzas constitu-
no debería reducirse a una realidad mate- yentes y constituidas: los sujetos constru-
rial, única y externa a las personas. Más yen el lugar y el lugar es construido
bien, siguiendo a Antoine Bailly (1989), se socialmente, el lugar modela la vida so-
lo puede entender en la mezcla entre lo cial que allí se aloja.
imaginario y lo real.
• El lugar en la dialéctica entre las formas
En suma, el estudio de la espacialidad espaciales y los sentidos del lugar. Esto
también puede asumir el constructivismo ya implica que el lugar se despliega en lo
que uno de sus presupuestos es que lo que material y en lo no material. Así, lo ma-
conocemos y creemos resulta del lenguaje terial resulta de las formas de sentir, per-
con el que entendemos y transmitimos nues- cibir y concebir los elementos materiales
tras percepciones del mundo. Los constructi- del entorno de algunos sujetos sociales.
vistas han dicho que al hablar –en un mun-
do compartido siempre con otros– creamos • Las redes que articulan lugares –incluso
la realidad. Por eso, un mismo fenómeno, distantes– a partir de la experiencia de
una misma realidad, puede ser construida los habitantes de esos lugares.
de diferentes formas en función de distintos
puntos de vista. En esta concepción, el lugar/espacio vi-
vido construido socialmente queda total-
Si bien en ciencias sociales como pue- mente vinculado a la lógica del movimien-
den ser la sociología o la psicología social, to como una tensión constante entre las
el tema del sujeto y su punto de vista ya permanencias y los cambios, que a su vez
cuenta con tradiciones consolidadas, en el pueden operar en distintas escalas tempora-
estudio de la espacialidad y del territorio la les y espaciales. En otros términos, la cons-
situación es diferente: existen antecedentes trucción del lugar puede llevar consigo per-
relevantes (voces pioneras), pero distan de m a n e n c i a s b r e ve s o e x t e n s a s e n s u
ser enfoques instituidos y retomados en las duración, así como permanencias de gran
comunidades académicas. Posiblemente, extensión espacial o reducidas espacial-
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mente. Lo mismo puede ocurrir con los Las aproximaciones


cambios, pueden ser rápidos, es decir ocu-
rrir en tiempos muy breves o desarrollarse cualitativas y los hologramas
en temporalidades largas. De igual forma, socioespaciales
el lugar puede construirse a través de cam-
bios registrados en extensiones espaciales Las miradas cualitativas atentas a lo mi-
reducidas o en extensiones extensas. Asi- núsculo, aun cuando sea fugaz, permiten un
mismo, los cambios o permanencias pue- acercamiento fértil a las prácticas espaciales
den ser en las formas materiales como en y su intencionalidad, así como a los sentidos
los sentidos del lugar. otorgados a los lugares (Pred, 1981; 1984;
Ley, 1981a; Daniels, 1997). Por su parte, las
De esta forma no es posible considerar prácticas son parte de las formas espaciales,
al lugar como una realidad estable, inma- no como formas fijas sino en tanto configu-
nente e inmutable. En algunos casos se lle- raciones en movimiento 5 . Por ello, las
ga a constatar la permanencia. Esto sobre aproximaciones cualitativas y el microanáli-
todo se asocia con tres circunstancias: des- sis, al conectar lo material y lo simbólico
de el punto de vista del sujeto, con la repe- (Eyles, 1988), constituyen un camino idóneo
tición del hacer; desde la dialéctica espa- para estudiar empíricamente la construcción
cio-sociedad (Santos, 1990), con la social del lugar a partir de las prácticas es-
capacidad del espacio para modelar a las paciales (Ley, 1988; Eyles, 1985).
sociedades; y, desde la dialéctica formas-
sentidos (Eyles, 1985; Ley, 1981a; 1981b), Nuestra propuesta consiste en demarcar,
con el peso de las formas para definir los dentro de los discursos de los habitantes del
sentidos del lugar. lugar, hologramas socioterritoriales que nos
permitan comprender la construcción social
En el otro extremo, la lógica del movi- de lugares/espacios vividos particulares. La
miento también supone la posibilidad de idea del holograma procede de la física. No-
cambio constante en el lugar. Desde la pers- sotros la estamos tomando de manera meta-
pectiva del sujeto-habitante, el cambio en el fórica. De acuerdo a la invención realizada
lugar resulta de cambios en sus formas de en 1947 por el físico húngaro Dennis Gabor,
hacer, en sus prácticas. Desde la dialéctica la holografía es una técnica avanzada de la
espacio-sociedad, el cambio resulta de la fotografía por la cual “en la placa fotográfi-
posibilidad de que la sociedad –a través del ca se impresionan las interferencias causa-
sujeto– pueda recrear, transformar, modifi- das por la luz reflejada de un objeto con la
car, el lugar en todo momento. Desde la dia- luz indirecta. Iluminada (después de revela-
léctica formas-sentidos, el cambio emerge da) la placa fotográfica con la luz del láser,
de la posibilidad de que el sujeto le asigne se forma la imagen tridimensional del objeto
nuevos sentidos a unas mismas formas espa- original” (RAE, 1992: 1117).
ciales.
Es metafórico el uso que hacemos de la
Entre estas dos lógicas opuestas de cam- expresión hologramas, ya que en esencia no
bio y permanencia en distintas escalas de nos estamos refiriendo ni a placas fotográfi-
tiempo y espacio, la construcción social del cas, ni a luces ni a rayos láser. No obstante,
lugar se objetiva en numerosas situaciones consideramos que la metáfora puede resul-
intermedias entre el cambio y la permanen- tar iluminadora del sentido que se busca po-
cia, entre lo reducido y lo extenso espacial- ner de manifiesto: A través de un procedi-
mente, entre lo efímero y lo duradero en el miento reconstruir una imagen que de otra
tiempo. En estas lógicas de cambio y perma- forma no se percibe. En la holografía se trata
nencia a través de las cuales se da la cons- de un procedimiento técnico de ilumina-
trucción social de los lugares, su expresión ción. En esta versión del constructivismo
más evidente es el lenguaje. Sobre todo en
lo relacionado con los sentidos atribuidos a
las formas espaciales, aunque también inter- 5 Cabe recordar que Soja (1996) denomina primer
viene en la definición de las formas materia- espacio a la conjunción de las formas espaciales
les mismas. materialmente dadas y las prácticas espaciales.
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geográfico se trata de un procedimiento de lenguaje materializa el flujo de la vida so-


interpretación. La holografía obtiene con ese cial, le da una forma y lo cristaliza en ella,
procedimiento una imagen tridimensional, aun cuando lo cotidiano sea un discurrir
es decir, de mayor profundidad y en conse- que nunca se detiene ni adopta formas esta-
cuencia, más próxima al objeto mismo. En bles, sino formas cambiantes. Las formas lin-
nuestro constructivismo geográfico, la inter- güísticas, las palabras empleadas, le dan for-
pretación nos permite obtener una imagen mas particulares a lo multiforme que es lo
más profunda de los lugares: es decir no vivido (Pratt, 1997; Mondada, 2000; Nogué
solo la descripción de sus rasgos materiales & Villanova, 1999). Así como la placa foto-
y evidentes, sino también los sentidos que gráfica “inmoviliza” la vida social que fluye
destacan unos rasgos del lugar y desdibujan continuamente. La narrativa hace lo propio
otros. a través de las formas lingüísticas emplea-
das: las palabras empleadas “inmovilizan”
Nuestros hologramas cualitativos funcio- lo vivido. Entonces, al trabajar con fragmen-
nan de la siguiente manera: los habitantes tos del lenguaje (las narrativas), esto nos
del lugar producen las narrativas de vida en permite captar momentos de la vida social,
situación de interacción con el investigador. capturar el instante dentro del flujo, en el
Esto constituye el material básico y objeto sentido de Bergson. En términos de un cons-
de análisis, es decir el equivalente de la pla- tructivismo geográfico, esto nos permite
ca fotográfica tradicional, en las cuales la captar esos lugares no visibles para quien no
luz deja una huella. Por su parte, a la acción participa de cierta experiencia, o bien los
de iluminar con un rayo láser que se aplica paisajes fugaces de los que habla Hiernaux
a los hologramas físicos, equivale en nues- (2006), que en última instancia son instantes
tros hologramas socioespaciales la tarea de del flujo de la vida social.
descifrar y decodificar lo que está detrás de
las palabras, es decir los significados más Los hologramas socioespaciales se dibu-
profundos. Las conexiones entre un signifi- jan dentro de narrativas de circunstancias en
cado y otro nos permiten reconstruir una apariencia banales, pero de gran valor meto-
trama de significados que está encriptada en dológico por condensar elementos claves
el discurso. Esa trama permite conectar dis- acerca de la construcción del sentido del lu-
tintos lugares no visibles para una observa- gar. En consecuencia, proporcionan pautas
ción superficial. Esta última tarea de conec- acerca de la forma en que la persona se re-
tar en una trama de significados, laciona con ese lugar y con otros lugares.
metafóricamente corresponde al momento
en el que el físico logra la imagen tridimen- En los hologramas socioespaciales, el na-
sional por la iluminación del rayo láser. rrador refiere a lugares y prácticas concretas
que allí se despliegan, verdaderos escena-
Cabe señalar que el desciframiento de rios espacio-temporales de la vida cotidiana
esta “tercera dimensión” exige que el obser- (Lindón, 2006a). Por medio de las prácticas
vador asuma cierta posición, de la misma for- la persona se apropia del lugar para distintos
ma que la tercera dimensión del holograma fines, compartiéndolo e interactuando con
físico exige mover el mismo, o tomar cierto otros que convergen en el lugar. Sin embar-
ángulo que permita visualizar la tercera di- go, el holograma socioespacial no es un
mensión. En otros términos, no es posible simple relato de prácticas y lugares, o un re-
desvelar esta dimensión, en principio oculta, lato de simples escenarios en los que se des-
desde cualquier posición. En este sentido, la pliegan prácticas. Es un relato de prácticas,
práctica de investigación muestra que un lugares y escenarios que contiene dentro de
análisis tradicional de los discursos no permi- sí y de manera encapsulada, otros lugares,
te descifrar todo lo que “esconden detrás” sentidos de los lugares, intencionalidades de
(incluidos los lugares invisibles), sino que es los habitantes de esos lugares, simbolizacio-
a través de prácticas analíticas cualitativas nes de los lugares y del quehacer que en
profundas que podremos encontrarlas. ellos se concreta.

Todo lo anterior se funda en el supuesto En esta perspectiva, el holograma socio-


(nuestra posición epistemológica) que el espacial es una propuesta metodológica
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abierta a la interpretación espacial (Ley, permite encontrar huellas susceptibles de in-


1988) en dos planos: una localizada y otra terpretación en dos perspectivas: una, res-
desplegada en una red de lugares interco- pecto a la particular superposición de luga-
nectados a través de lo vivido (Di Meo, res. La otra, en cuanto a situaciones
1999). A continuación se analizan ambas ancladas en lugares distantes de aquellos a
posibilidades de la interpretación espacial. los cuales se refieren los hologramas direc-
tamente, pero que en algún aspecto están
El primero de estos planos de la interpre- conectadas con ella. Esto puede entenderse
tación espacial –la localizada– toma como como una expresión de la intertextualidad
punto de partida el lugar en sí mismo en el espacial: un lugar evoca otro lugar. Por ello,
cual se ancla la narrativa, y desde allí llega a los hologramas socioespaciales permiten
otro lugar invisible aparentemente, que está comprender –al menos parcialmente– algu-
superpuesto con la forma espacial del lugar nas formas de relación del sujeto con su es-
directamente referido. El lugar invisible está pacio de vida que van más allá de una situa-
construido simbólicamente sobre las formas ción particular u otra. En otras palabras, los
espaciales enteramente visibles. Esa construc- hologramas socioespaciales tienen la virtud
ción simbólica conlleva una apropiación par- de dar cuenta del cruce de lo situacional y
ticular a través de la realización de prácticas particular con lo que se reitera en distintas
no esperables de acuerdo a las formas espa- situaciones y a través del tiempo. Esto cons-
ciales visibles, pero sí esperadas con relación tituye una forma de la singularidad o bet-
a su construcción simbólica. Un ejemplo de weenness (Entrikin, 1991).
esto son ciertas prácticas que suelen realizar
los homeless en la vía pública, como puede En suma, este recurso metodológico tie-
ser la de dormir. Esta práctica puede no ser ne una enorme potencialidad porque permi-
esperable si se observa el lugar superficial- te observar lo minúsculo para, desde allí,
mente como parte de una acera o del espacio desentrañar las tramas de significación y los
público. Sin embargo, es esperable si se com- lugares parcialmente visibles en los que es-
prende que ese habitante llamado homeless tas se objetivan. No obstante, también hay
ha apropiado ese lugar como su hogar (Ze- que tener en cuenta que es un recurso meto-
neide-Henry, 2002). dológico inscripto en la lógica del rompeca-
bezas necesariamente incompleto, la lógica
En este primer nivel el holograma socio- de los fragmentos densos pero siempre par-
espacial permite una interpretación espacial ciales. En última instancia, el análisis de los
que va más allá del descifrar el sentido del significados en contextos específicos (Eyles,
lugar: permite reconstruir dos lugares física- 1988).
mente superpuestos, pero uno de ellos de
visibilidad evidente mientras que el otro es A continuación presentamos un hologra-
de visibilidad parcial, o lo que es lo mismo, ma particular que corresponde a narrativas
casi invisible. de jóvenes habitantes de la periferia exclui-
da del oriente de la ciudad de México. En
El segundo plano de la interpretación es- esta zona son frecuentes las formas espacia-
pacial que permite el holograma socioespa- les típicas de la pobreza urbana, reiterada
cial es el que establece conexiones entre el en las periferias excluidas de las ciudades
lugar en el cual está anclada la narrativa (ya latinoamericanas. Al nivel de las formas es-
sea el lugar evidente o el parcialmente visi- paciales se trata de espacios muy conocidos
ble) y otros lugares distintos (incluso, pue- y ampliamente estudiados. Posiblemente en
den ser diametralmente diferentes) y distan- ese nivel de las formas espaciales, los holo-
tes. Estas redes o conexiones entre lugares gramas no agregan demasiado respecto a lo
se establecen a través de las experiencias de conocido. Sin embargo, desde la perspectiva
vida del sujeto: son lugares que integran el de la construcción social del lugar emergen
acervo de experiencias espaciales de un ha- aspectos poco conocidos y menos aun, ana-
bitante (Di Meo, 2000b; 1999). lizados. Como ocurre con muchos otros ho-
logramas, este muestra la construcción so-
La condensación que ha realizado el len- cial de un tipo de lugares que suele estar
guaje en estos hologramas socioespaciales presente en otras periferias metropolitanas
EL CONSTRUCTIVISMO GEOGRÁFICO Y LAS APROXIMACIONES CUALITATIVAS 13

excluidas de las grandes ciudades. Precisa- que por allí transitara o allí estuviera, por su
mente, su valor radica en que no es único, materialidad insoslayable: la basura era una
sino singular. forma espacial, tanto la basura contenida en
los recipientes como la basura dispersa en el
Un holograma socioespacial suelo. Los perros, como los asiduos visitan-
tes y exploradores del lugar, y los recipien-
sobre lugares casi invisibles tes mismos de la basura completaban ese
paisaje. Para el extranjero, el basurero era la
Este holograma particular representa una forma espacial más visible, por ello no era
ventana para la comprensión de lugares/es- difícil caracterizar al lugar como desolado y
pacios vividos parcialmente visibles o casi con carencias: Un lugar de la desolación y
invisibles a pesar de su condición de outsi- la basura. La idea de la desolación viene de
deness (exterioridad) (Relph, 1976): se ancla la asociación con lo que falta en ese lugar,
en las calles de una periferia metropolitana las carencias. Sin embargo, en términos es-
excluida. La identificación de este hologra- trictos esta visión de lo que falta procede de
ma particular fue posible a partir de una lo que allí está (la basura), que de inmediato
preocupación teórica previa sobre paisajes y nos permite ver al lugar como lo que no es,
lugares invisibles, o lo que Joan Nogué pero podría ser6 . Por eso, para el forastero y
(2005) denomina “las geografías de la invisi- también para muchos habitantes del lugar,
bilidad”. parece un lugar del dolor y la aflicción por
las carencias. Esta es la interpretación super-
La invisibilidad de un lugar que está fue- ficial ( light), muy asociada a las formas es-
ra de un recinto –un outdoor (De Castro, paciales en su expresión material.
1997)– para quien allí habita o transita por
el lugar parece indisociable de la siguiente Sin embargo, la consideración de que
pregunta: “Para quién es invisible lo que aquel lugar pueda ser interpretado como un
puede ser visible para otros” (Lindón, 2007). holograma nos permitió iniciar el primer ni-
Una pregunta de este tipo no puede tener vel de la interpretación espacial hologramá-
una respuesta única, sino muchas y específi- tica. Así, se hizo evidente que aquellas for-
cas. Más allá de esas respuestas para cada mas espaciales son inseparables de
contexto y situación, cabe destacar que la dimensiones no materiales, no visibles para
pregunta ubica el tema en una mirada: La otros, que no refieren ni a la desolación ni a
invisibilidad, o la visibilidad parcial, de un las carencias sino a los encuentros sexuales
outdoor no es independiente del punto de de los jóvenes habitantes del lugar. En la ex-
vista, no puede ser considerada al margen periencia espacial de aquel lugar, cada una
del sujeto que ve o no ve, ya que no se trata de estas formas espaciales participa de ma-
de una “invisibilidad estructural”, sino de neras particulares para los jóvenes habitan-
una invisibilidad o visibilidad experiencial. tes: Por ejemplo, los recipientes de basura
Por eso, más que lugares invisibles, son lu- constituyen una seudoprotección para una
gares parcialmente visibles (Nogué, 2005; sexualidad efímera y nocturna. Los perros
2006b; Lindón, 2007). callejeros (perros homeless) son una compa-
ñía indiferente pero permanente de esa
En nuestro trabajo sobre la periferia sexualidad. Así, la socialidad juvenil cons-
oriental excluida del Oriente de la ciudad truye a ese espacio de la basura en un lugar
de México, emergió un holograma en torno de la sexualidad.
a un lugar particular: un basurero, era un
área en la cual se alineaban una serie de
grandes recipientes para la acumulación y
6 Nos referimos a ese rasgo propio del ser humano
posterior recolección de la basura. Sin em-
bargo, para los jóvenes que habitaban el en- que Tuan identifica como el núcleo de una cultura
y que se expresa en una forma de escapismo : El
torno, era el lugar de las experiencias sexua- ser humano no solo ve el entorno, se somete, se
les. Indudablemente, para ellos también era adapta a él y lo transforma, sino también es capaz
el lugar donde se concentraba materialmen- de “ver lo que no hay” (Tuan, 1998:24), induda-
te la basura, eso resultaba parte de lo evi- blemente esto no es ajeno a la imaginación, a la
capacidad de anticipar no solo cursos de acción,
dente tanto para ellos como para cualquiera
sino también un entorno espacial.
14 R E V I S TA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

Fue necesaria la narrativa de los propios construcción simbólica del lugar solo se de-
jóvenes sobre ese lugar y sobre las experien- sarrollan en condiciones nocturnas. Para
cias allí vividas para que sus palabras lo hi- quienes es visible este lugar tiene este senti-
cieran visible. La clave fue la narrativa: la do (está marcado) diurna y nocturnamente,
palabra que dio contenido al holograma, aunque solo es practicado para la sexuali-
otorgó la visibilidad del lugar inicialmente dad nocturnamente.
no visible (Louiset, 2001) y superpuesto con
otro visible, el de la desolación. En términos de la extensión espacial del
lugar, el holograma muestra que el lugar se
Al ser construido aquel arreglo espacial extiende en torno a los recipientes de basura
como un lugar de la sexualidad, por un lado y hasta ese mismo perímetro se extiende la
esta se torna central para identificar y mar- construcción simbólica del lugar. Esto es re-
car el lugar: la sexualidad le da sentido al levante porque muestra que la construcción
lugar y lo construye en un lugar de la sexua- social y simbólica requiere necesariamente
lidad y la basura. Por otro lado, también de las formas materiales dadas por los reci-
ocurre lo inverso: la espacialidad es produc- pientes de basura. No obstante, eso no de-
tora de la sexualidad; el espacio como pro- bería llevar a plantear un determinismo de
ducto de la sociedad y también productor las formas espaciales ya que es evidente la
de ella (Santos, 1990). En este caso el espa- peculiar apropiación y refuncionalización
cio sería el lugar de la basura y la sociedad, de las formas: de contener la basura pasan a
sería este tipo de sexualidad Y como esa es- ser reapropiadas como un frágil muro que
pacialidad en términos materiales está col- demarca “un recinto de sentido”.
mada de basura, la sexualidad toma rasgos
de la basura, semántica y materialmente. Con respecto al segundo plano de la in-
Por ejemplo, la sexualidad es lo que queda terpretación espacial este holograma ofrece
(el residuo), es el residuo necesario que otro hallazgo relevante sobre la conexión
queda después de algo previo (deseo, impul- con lugares distantes o al menos, diferentes
so, una fiesta, un abandono, ejercicio del al lugar narrado: el lugar de la sexualidad y
poder y la violencia...). la basura se conecta experiencialmente con
lugares emplazados dentro de un recinto
Igual que la basura, la sexualidad queda –indoor– o interioridades – insideness 7 – de
confinada espacialmente a la calle. Al mis- los hogares de estos jóvenes: en esas interio-
mo tiempo, esa sexualidad toma otros rasgos ridades es usual es que la sexualidad de los
propios de ese espacio en sí, y no solo de la adultos (padres) sea parte de las prácticas
basura que en él se aloja. Así, la sexualidad realizadas ante la mirada de los otros (los
es lo que se aloja en un espacio abierto en hijos, por ejemplo) y tenga un sentido seme-
el cual cualquier objeto físico puede restar jante al de la sexualidad de la basura.
cierta visibilidad, pero también la sexuali-
dad es lo que se vive ante los ojos de otros Este lugar de la basura y la sexualidad es
indiferentes. Estos rasgos propios de aquel invisible para los que no son parte de estas
espacio terminan siendo constitutivos de la experiencias, por ello develar ese paisaje
sexualidad allí vivida. Además, el espacio tiene un primer y evidente valor: como es el
también es constitutivo de la socialidad en de desentrañar y reconocer lo aparentemen-
otro sentido: se constata aquello que plan-
teara Constancio de Castro (1997), en cier-
tos escenarios se pueden esperar algunos
7
comportamientos reiterativos. En otras pala- Para Relph, la interioridad o exterioridad no se an-
bras, el lugar hace a la conducta. Para los clan en construcciones materiales abiertas o cerra-
das, sino en el sentido del individuo por el lugar
jóvenes habitantes del lugar, desplazarse ha- (Relph, 1976, p. 49-55). Lo interno y externo no
cia este lugar en las noches implica ir en derivan de estructuras materiales cerradas a modo
busca de una experiencia sexual. de recinto o su ausencia, sino de la experiencia
que el individuo tenga con ese lugar. Cuando los
En cuanto a la extensión temporal, los lugares carecen de sentido para la persona, habla
de una “exterioridad existencial” que puede ser
hologramas muestran que las prácticas de experimentada tanto en un lugar abierto como en
encuentros sexuales que sustentan esta uno cerrado, una casa por ejemplo.
EL CONSTRUCTIVISMO GEOGRÁFICO Y LAS APROXIMACIONES CUALITATIVAS 15

te no visible y no conocido. Sin embargo, espesor, en donde sobre un lugar se ha mon-


más allá del hallazgo en sí, su importancia tado, invisiblemente para muchos, otro lu-
radica en que se constituye en una verdade- gar, y sobre ese, otro y otro. Esto termina
ra clave analítica para comprender otros as- siendo una forma de vivir la multiplicidad:
pectos de la vida social local a través de la haciendo reducciones transitorias, es decir
relación con lugares diferentes y distantes: construyendo invisibilidades circunstancia-
ciertos aspectos de las relaciones intrado- les y situacionales. En otras palabras, ante
mésticas (las que ocurren en el indoor) se una complejidad desbordante nos construi-
tornan más claros a partir de la forma en mos la opción de no ver ciertos mundos,
que aquel lugar fuera de un recinto (outdoor aun cuando estén junto a nosotros, como
de la basura) configura la sexualidad. Esto una forma de fragmentar selectivamente un
no implica que la sexualidad del indoor sea mundo complejo.
resultado de la sexualidad que transcurre
fuera del recinto (en los lugares casi invisi- Reflexiones finales
bles), sino que estos últimos dan claves para
comprender otros fenómenos asociados. Di- Actualmente, en Iberoamérica se ha am-
cho con otras palabras, no se trata de consi- pliado el interés por comprender la espacia-
derar a ambos fenómenos en términos de lidad de la vida social, tanto a través de los
causalidad sino que, al emerger uno de ellos aportes de la geografía humana, que se
(a través del holograma: los lugares de la compromete con las vías constructivistas, ya
sexualidad y la basura), permite comprender sean las próximas al pensamiento francófo-
otros fenómenos y lugares asociados en al- no o al anglosajón (De Castro, 1997; Haes-
guna dimensión de la experiencia espacial baert, 1997; 2001; Hiernaux & Lindon,
(la sexualidad del indoor). 2006; Nogué, 1985; 1989; 1992; 1999;
2006a; 2007; Nogué & Villanova, 1999;
De este holograma se desprende una re- Santos, 1990; Uribe Castro, 2002; Yori,
flexión bifronte: por un lado, comprender 1998; 1999), como por las visiones de las
lugares casi invisibles –o parcialmente visi- otras ciencias sociales, que también se pre-
bles– requiere de acercamientos metodoló- guntan por el espacio, el territorio y los lu-
gicos ad hoc y “conceptos sensibilizadores” gares. Por ejemplo, se habla de una “socio-
(Blumer, 1981), es decir, abiertos a captar la logía del lugar” (Gieryn, 2000). Todo este
interpretación que hace la persona en cada pensamiento social se halla en una circuns-
situación. En este caso, el holograma mostró tancia histórica particularmente favorable: el
que aquello que aparentemente se podía inicio de una perspectiva propia, pero al
concebir como un lugar de la desolación, el mismo tiempo, alimentada de todas las tra-
dolor y la basura, observado con profundi- diciones mencionadas. Para este nuevo pen-
dad devenía en un lugar de la sexualidad y samiento iberoamericano sobre la espaciali-
la basura. Por ello, el desafío es desarrollar dad, la ventana de la construcción social del
aproximaciones metodológicas –como los lugar se torna una alternativa de mucho in-
hologramas– que permitan hacer visibles los terés así como los acercamientos cualita-
lugares casi invisibles, o lugares superpues- tivos siempre asociados a esta. Precisamen-
tos debajo de otros muy visibles. te, uno de los papeles más importantes de lo
cualitativo para este constructivismo geográ-
Por otro lado surge la otra cara de este fico es la de canalizarlo hacia la investiga-
mismo interrogante: como ciudadanos de la ción empírica y desde allí producir nuevas
vida cotidiana –retomando la expresión de teorizaciones. Así, el constructivismo geo-
Habermas– cabe preguntarnos si nos intere- gráfico puede avanzar y al mismo tiempo,
sa ver todos esos paisajes casi invisibles. O evitar el límite de la reflexión abstracta que
¿será que la multiplicidad de la vida social, se alimenta sobre sí misma.
más aun de la vida metropolitana, nos hace
optar por la invisibilidad de muchos lugares Este constructivismo geográfico tiene la
como una estrategia de vida? De aquí se virtud de incorporar lo no material junto a
desprende una hipótesis a explorar: esos lu- lo material, así como comenzar a despren-
gares invisibles y superpuestos posiblemente derse del temor ancestral a que la centrali-
estén construyendo un espacio de mucho dad del individuo pueda suponer la pérdida
16 R E V I S TA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

de lo social. Asimismo, también hay que su- conexiones entre múltiples fragmentos. Por
brayar que estas alternativas constructivistas otra parte, lo fragmentado también es un in-
parecen aligerar los lastres del pasado deri- tento por restituir el movimiento que es pro-
vados de los fantasmas de los números, que pio de la vida social, pero que las técnicas
tan fuertemente cerraron las posibilidades de investigación casi siempre han anulado.
de comprender la subjetividad social y espa- Como dijera Jesús Ibáñez (1994), la técnica
cial. En síntesis, el constructivismo geográfi- es sedentaria pero la esencia de la técnica
co se atreve a explorar la espacialidad de la es nómada. Los hologramas socioespaciales
vida social a través del mundo del individuo aspiran a no perder de vista que la vida so-
(“los mundos interiores” de los que hablara cial que en ellos se despliega está en movi-
Debarbieux, 1997) y a desprenderse de las miento constante, es nómada.
ilusiones de verdad absoluta que habían
prometido los números y las aproximaciones Esta propuesta, al no llevar consigo los
desde ellos cultivadas. Al hacerse cargo de lastres del pasado, también tiene la virtud
esta osadía, el constructivismo geográfico de abrirse a temas poco estudiados hasta
encuentra en la investigación cualitativa una ahora, como es el ejemplo de los lugares
puerta de entrada a otra forma de producir invisibles o parcialmente visibles, los espa-
conocimiento espacial, pero que al mismo cios del miedo, los espacios de los home-
tiempo permite estudiar aspectos que otras less o del fenómeno conocido como home-
aproximaciones no podían focalizar. lessness, entre otros. En este contexto, la
propuesta de los hologramas se plantea
Esto es relevante porque se renuevan las como una ventana hacia la reconstrucción
formas de concebir la realidad social y la de formas de espacialidad más complejas
espacialidad, pero también las formas de porque incluyen los experiencial. Así, para
estudiarla (lo metodológico) e incluso el constructivismo espacial los desafíos ac-
emergen aspectos de la vida social y la es- tuales son múltiples, y uno de ellos lo
pacialidad que para otras visiones no “exis- constituyen los lugares invisibles o parcial-
tían” (Nogué, 1985). Un ejemplo pionero mente visibles. Los hologramas permiten,
lo encontramos en el trabajo de Graham entre otras cosas, comprender cómo los su-
Rowles en donde mostró, que la espaciali- jetos llegan a construir un insideness (inte-
dad de las personas mayores lejos de redu- rioridad) dentro de un outsideness (exterio-
cirse a medida que aumenta la edad, en al- ridad) (Relph, 1976), con la particularidad
gunas ocasiones se amplía descomunal- de que ese insideness solo es reconocido
mente a través de lo que él denominó las por quien participa de la situación o bien,
“fantasías geográficas” (Rowles, 1978). Ese quien tenga memoria espacial al respecto.
fenómeno que este autor denominó fantasía El insideness es un “recinto de sentido” y
geográfica posiblemente existía desde tiem- no un recinto material, por eso no es visi-
po atrás, sin embargo cuando los analistas ble para todos.
solo “medían” las distancias físicas recorri-
das diariamente por estas personas no lo Estos recintos de sentido son creados a
podían ver: era invisible. partir de la reapropiación de ciertos elemen-
tos materiales –de manera situacional– y de
En esta circunstancia histórica de apertu- su resignificación, sin que ello traiga nece-
ra hacia el constructivismo geográfico, nues- sariamente modificaciones materiales. Las
tra propuesta de los hologramas socioespa- ciudades actuales encierran numerosos re-
ciales pretende plantearse solo como una cintos de sentido parcialmente visibles, que
forma de comenzar a abrir el camino. Esta a veces protegen a la persona mientras que
propuesta no está libre de las dificultades otras condensan el dolor y la aflicción u
propias de la interpretación, ni de ofrecer otros sentidos del lugar muy diversos, pero
un conocimiento fragmentado. No obstante, que siempre se expresan en lo que hacen o
estos dos rasgos no deben ser considerados evitan hacer los sujetos. Los hologramas so-
como debilidades sino como particularida- cioespaciales asumen el desafío de hacer vi-
des de la propuesta. Lo relevante del cono- sibles estos lugares, y desentrañar el sentido
cimiento fragmentado que emerge de los ho- de otros. Aunque esta propuesta la construi-
logramas es que en su esencia están las mos a partir de la interpretación de una pe-
EL CONSTRUCTIVISMO GEOGRÁFICO Y LAS APROXIMACIONES CUALITATIVAS 17

riferia particular de la ciudad de México, BUTTIMER, A. & SEAMON, D. The hu-


ese tipo de lugares son frecuentes en otras man experience of space and place . New
ciudades. Pero más allá de la reproducción York: St. Martin Press, 1980.
de los lugares de la basura, la propuesta del
holograma se puede reconstruir con relación BUTZ, D. & EYLES, J. Reconceptualizing
a otro tipo de lugares. senses of place: Social relations, ideology
and ecology. Geografiska Annaler, 1997, Nº
En nuestro ejemplo el holograma mostró 79, Serie B, p. 1-25.
como lo que era en apariencia un simple lu-
gar de la basura, escondía otro lugar más CHEVALIER, J. Espace de vie ou espace
complejo que articulaba dos mundos de no vécu? L’Espace Géographique , 1974, Nº 1,
evidente articulación, como son la basura y p. 1-3.
la sexualidad. En casi todas las ciudades ac-
tuales hay interés por estudiar el problema COLLIGNON, B. & STASZAK, J-F. (eds.).
de la basura, pero es visto a partir de las for- Espaces domestiques: Construire, habiter, re-
mas espaciales que esta genera. Sin embar- présenter. Paris: BREAL, 2003.
go, el holograma presentado nos permite
comprender prácticas y sentidos otorgados a COSGROVE, D. Prospect, perspective
los lugares de la basura no esperados desde and the evolution of the landscape idea.
miradas externas. Transactions of the Institute of British Geo-
graphers, 1985, Nº 1, Vol. 10, p. 45–62.
En suma, la propuesta de los hologramas
busca constituir una alternativa –entre mu- COSGROVE, D. Observando la natura-
chas otras– ante los grandes desafíos meto- leza: El paisaje y el sentido europeo de la
dológicos que se han abierto a partir del vista. Boletín de la A.G.E , 2002, Nº 34, p.
momento en que el espacio y la espaciali- 63-89.
dad han comenzado a ser estudiados como
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