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Dicho de otro modo, sirve para que la gente quite horas a su vida familiar, social y de pareja para
dedicárselas a la organización y, todo, por el mismo módico sueldo. No discutiremos aquí el por
qué este mecanismo enfermizo tiene tanta aceptación entre los jefes peruanos, pero claramente
no es algo que vaya con las organizaciones ni con las personas triunfadoras quienes tienen como
una de sus primeras características, el balance entre todos sus distintos roles.
En resumen: que tu trabajo es solo tu trabajo. No dudamos que es una parte importantísima de tu
vida (así, subrayando "una parte" y no subrayando "importantísima"). Pero tu trabajo no es tu vida
y no debieras permitir que tu trabajo se convierta en tu "yo", en tu identidad. A menos que seas
un chupe de octava y no tengas ninguna otra forma de lograr que no te echen de ese empleo de
bajo rango.
Las primeras cuatro razones por las que debes quitarte la camiseta
1. La primera razón para que no construyas tu "yo" alrededor de tu organización es que mañana
podrían botarte del trabajo porque tus jefes decidieron, a pesar de todos tus sacrificios y toda tu
entrega (dado que no te quitabas la camiseta de la organización ni para dormir), que deben
ahorrar costos y "racionalizar". O tal vez no te boten, solo te saquen de planilla y te pasen a cobrar
por recibo para que le cuestes menos a la organización y así se ahorren el dinero que
desperdiciaban en tu salud, tus vacaciones, tu jubilación y otras tonteras por el estilo. Lo único
importante, es que algún gerente, gracias a estos ahorros, logrará sus metas y cobrará su bono
anual, que es lo único que de verdad importa.
2. La segunda razón es más bonita. Podría suceder que, dada tu gran capacidad y tu buen
desempeño, mañana podrías conseguir una mejor chamba y decidas renunciar y te vas de esta
organización. ¿Qué harías entonces con esa "camiseta" que ya la tienes tatuada en la piel?
En el extremo, es una total y peligrosa mentira que necesitamos ejecutivos comprometidos con la
empresa: lo que necesitamos son ejecutivos comprometidos con su propia vida, con sus familias,
con su éxito y que, para buena suerte nuestra, deciden realizar su éxito en nuestra empresa. (Esto
lo veremos en el siguiente artículo).
Los mejores ejecutivos, más que tener camisetas bien puestas, tienen los cerebros bien activos.
Aman el éxito, por lo que quieren que sus empresas y sus productos sean exitosos, pero no están
cegados por el amor a ellos de modo que son conscientes de los peligros y limitaciones.