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público y género
Perspectivas urbanas para la igualdad sustantiva
Territorio, espacio
público y género
Perspectivas urbanas para la igualdad sustantiva
ISBN: 978-607-8789-06-1
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Introducción | 9
Lina María Arias Saldaña y Ricardo A. Tena Núñez
Semblanzas | 361
Introducción
1 Las alumnas son arquitecta Lina Arias Saldaña, ingeniera arquitecta Alejandra Calva Avalos, ingeniera
arquitecta Ireri Niño Martínez, arquitecta Eréndira Álvarez Morales e ingeniera arquitecta Elsa Leyva
Hernández.
2 Se trata de las maestras Sheila A. Espinosa de la uam-Xochimilco, Jessica Reyes del cinvestav y la
doctora Margarita Dalton Palomo del ciesas-Oaxaca.
3 Entre las demandas feministas más significativas se aprecian en movimientos como: “#Metoo” (Yo
también) iniciado en 2017, en los “tendederos” de denuncia de acoso sexual en las escuelas desde
2019 —año que en México se reportaron más de 23 mil casos—; y particularmente en las grandes
manifestaciones de los días 8 y 9 de marzo de 2020, en muchas ciudades de México.
Lina María Arias Saldaña y Ricardo A. Tena Núñez
particular, al urbanismo, donde han sido poco estimados;4 por ejemplo, no han
sido considerados al valorar las persistentes crisis urbanas en su interpretación
teórica, ausencia que es parte de la inconsistencia, simplicidad y fragmenta-
ción de las concepciones urbanas, ya que constituye un vacío importante en
el debate epistemológico (por ejemplo, sobre los nuevos paradigmas), o entre
las visiones que dominan en la disciplina (progresistas y culturalistas), en las
escalas del análisis urbano (macro, meso y micro), así como en la consideración
del territorio y sus distintas dimensiones (históricas, jurídico-políticas, ideoló-
gicas, económicas, culturales, geográficas, ambientales). Carencia que, paradó-
jicamente, no ha impedido que en los últimos años se incluya la perspectiva
de género en la legislación y en algunas iniciativas de planeación, de gestión e
intervención territorial (rural y urbana).5
Esta situación obliga a reflexionar sobre la brecha que separa al urbanis-
mo —como disciplina— de las iniciativas gubernamentales, empresariales o
sociales que se emprenden a su nombre, ya sea como parte de la gestión, la
intervención y las prácticas, y que, como tal, son parte de su objeto de estudio,
como se puede ver al valorar la gran ausencia de la perspectiva de género en los
estudios urbanos.
En nuestro caso, asumimos que ha sido un proceso lento y discontinuo,
basado en la construcción transdiciplinaria de una postura crítica y autocrítica,
que ha requerido encarar la incertidumbre y no pocos obstáculos epistemológi-
cos para operar bajo nuevos paradigmas, como el enfoque de Proyecto Urbano,
el concepto de urbanización sociocultural y la teoría de los Sistemas Complejos,
con los cuales ahora buscamos a analizar la ciudad con perspectiva de género.
En este proceso podemos referir algunos antecedentes de aproximación al
tema, en dos vertientes. Por un lado, la reflexión sobre las revoluciones del siglo
4 De los pocos autores que refieren aspectos de género en los estudios urbanos destaca Carlos García
Vázquez (2004): “La ciudad de los diferentes; la ciudad de las mujeres”. En México, entre los primeros
estudios sobre la “mujer y la ciudad”, destacan los realizados por el Observatorio Urbano de la Ciudad
de México (ocim), el Centro de la Vivienda y Estudios Urbanos, AC (cenvi) y la uam-Azcapotzalco,
publicados entre 1990 y 1999 (Sánchez Mejorada y Herrasti, 1999).
5 Si bien la lucha feminista en México tiene importantes antecedentes (Galeana, 2017), es a partir de
los foros internacionales (onu: 1952, México, 1975; cedaw 1979, Beijín 1995) cuyas recomenda-
ciones comprometen a los gobiernos en la adopción de iniciativas en favor de la igualdad sustantiva
para eliminar la violencia contra las mujeres, así como para incluir la perspectiva de género en la
legislación, como en la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo
Urbano (2016), en la Constitución de la Ciudad de México (2017), o en modelos como las llamadas
“ciudades incluyentes y seguras”, con medidas referidas al transporte, el espacio público y la vivienda
(INNOVA, 2019).
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Introducción
6 El caso de la conferencia “Sexo-Derecho-Estado” (Tena y Bañuelos, 1984, fm, unam); a los talleres
de investigación sobre “Vivienda tradicional” en Malinalco y Tepoztlán (enah, 1985-1991). Las in-
vestigaciones de los barrios: Los Ángeles (1991, Rafael López Rangel) y La Merced (1999, Salvador
Urrieta García).
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Introducción
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Lina María Arias Saldaña y Ricardo A. Tena Núñez
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Introducción
7 Identificado desde la epistemología feminista como el hombre blanco, heterosexual, saludable y activo
económicamente.
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Las mujeres dominan la plaza. ratn. Puebla, Puebla, 2016.
Preámbulo
Una vez popularizadas, las ideas androcéntricas se vuelven parte del sentido
común que, aceptado como denominador común, establece juicios de valor
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El espacio donde respiramos y el género:
relaciones de poder en los espacios públicos y privados
sobre las personas, estableciendo el qué, cómo, cuándo y dónde se puede ac-
tuar y ejercer un oficio, trabajo, religión, opción sexual o identitaria y opinión.
Es una forma de esquematizar el comportamiento de las personas. Por tanto,
establece de forma subjetiva el prestigio, la dignidad y el reconocimiento social.
Sin duda, se reconoce el peso de la ideología en los juicios de valor (Van
Dijk, 2000).
Los juicios de valor involucran la construcción subjetiva en psicología, so-
ciología, historia y arquitectura. Las concepciones acerca de las necesidades
humanas en ciudades, viviendas, lugares de recreación, en muchas ocasiones
son pensadas desde el androcentrismo y no resuelven los espacios de acuerdo
con las necesidades de quienes van a ocupar los espacios. Debido a los roles
sexuales, hombres y mujeres ocupan espacios diferenciados en la casa y pocas
veces se consideran las necesidades de las mujeres. Un ejemplo: en las viviendas
populares, los espacios de cocina, sala, recámaras, no están pensados para quien
los ocupa; así, en muchas ocasiones, a la cocina se le da un espacio mínimo.
Al analizar los roles sexuales, no se puede por menos que pensar en el cuerpo.
Así, mediante la crítica a ciertas habitaciones, viviendas, casas, por la confor-
mación de los espacios, el cuerpo se vuelve una nueva categoría de análisis para
tomarse en consideración cuando se va a construir un espacio arquitectónico.
La construcción de los roles sexuales está vinculada, sin duda, a las funcio-
nes biológicas de hombres y mujeres. La capacidad de gestación de las mujeres
ha sido el origen de la división del trabajo, que en la prehistoria podía tener un
sentido, pero no en la actualidad. La paternidad responsable ha sido impulsada
por el feminismo, pues ha demostrado que los trabajos de cuidado pueden ser
ejercidos también por los hombres, ya que este trabajo no es biológico sino so-
cial. Así, los roles sexuales, o los estereotipos, se vuelven caducos, porque no ex-
presan en realidad la urdimbre y el entramado de los comportamientos sociales.
Para explicarlo mejor, falta algo importante: el papel que desempeña el po-
der y la dominación. Para esto es importante tomar en cuenta la construcción
de ciertos dispositivos en las redes del poder, “…como observó Foucault, se
caracteriza por ser una red de relaciones heterogéneas (discursos, instituciones,
arquitecturas, reglamentos, enunciados científicos, etcétera), en la que el pro-
pio dispositivo es el que establece la naturaleza del nexo de la red, el nexo que
liga a todos los elementos heterogéneos” (Arranz, 2015: 59).
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Margarita Dalton Palomo
Por otra parte, en las relaciones sociales se han establecido actitudes varia-
bles, no sólo en cuanto al género y los roles sociales, sino en cuanto a la diferen-
ciación según la clase, raza y situación geográfica, puesto que todo esto afecta
la agencia de transformación y cambio. Bourdieu habla del habitus, como un
aprendizaje inconsciente, interno y externo; “como matriz estructurante de las
percepciones, las apreciaciones y las acciones de los agentes de cara a una coyun-
tura o acontecimiento y que él contribuye a producir” (Bourdieu, 1972: 178).
El conocimiento de estos conceptos y las teorías que los sustentan ayudan
a quienes se dedican a la construcción a añadir valor a sus diseños técnicos de
estructuras más orgánicas. Es bueno recordar que “Un factor fundamental en
la teorización del habitus es su relación con el cuerpo: el habitus se aprende
mediante el cuerpo —se incorpora—: mediante un proceso de familiarización
práctica, que no pasa por la conciencia, con un universo de prácticas” (Bour-
dieu, 1980: 117).
Una ciudad o un centro urbano no es lo mismo para un hombre que para una
mujer. Recapacitar sobre los varios tipos de mujeres, por clases, etnias, edades,
colonias y opciones sexuales y el habitus de sus orígenes. Cuando se habla del
espacio público se piensa en varones y respecto del espacio privado se piensa en
mujeres. Este condicionamiento hace mella en actitudes y pensamientos. Sin
ir más lejos, en la lengua castellana, al asociar una mujer al espacio público, se
la llama “mujer pública” y cuando se asocia a un hombre al espacio público se
le llama “hombre público”. No cabe duda que los dos significados tienen dis-
tintas apreciaciones subjetivas. Una mujer de la calle, mujer pública, significa
una prostituta; un hombre de la calle, un hombre público, es un gobernante,
o funcionario que gobierna. Este sencillo ejemplo nos habla de una forma de
pensar, de una ideología androcéntrica.
Si pensamos en los condicionamientos sociales de las mujeres, encontramos
que, para ellas, una serie de prescripciones tiene que ver con los espacios. Una
mujer sola en la calle puede provocar acoso o hasta violencia. Por lo mismo,
a la mujer se la conmina a no salir de noche y a tener mucho cuidado, lo cual
produce un temor inscrito en el aprendizaje de la identidad, en su habitus
interno que se proyecta hacia el exterior. Se añaden las experiencias dolorosas
personales o relatadas de violaciones y feminicidios. En resumen, una ciudad
tiene dos espacios: uno de noche y otro de día.
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El espacio donde respiramos y el género:
relaciones de poder en los espacios públicos y privados
Lo que no se nombra no existe. De ahí que la historia de las mujeres ha sido in-
visibilizada por muchos siglos. ¿Qué ideas existen detrás de una construcción?
¿Cuáles son los contenidos de su percepción? ¿Cuál es la ideología de quien
construye? Cuando en el siglo xv, Christine de Pizan escribe La ciudad de las
damas (Le livre de la cité des dames, de 1405), no era una ciudad como podemos
imaginar hoy, sino una colección de historias de heroínas del pasado. Pero fue
una forma para establecer la valía de las mujeres. Utilizando el título de Pizan
como una metáfora, podemos pensar que “la ciudad de las mujeres debe ser
una donde las mujeres se sientan seguras”, donde no exista temor al salir a la
calle de noche.
Quien nombra, tiene poder. Definir la función de un espacio empodera a
quien lo hace. Diseñar es pensar, imaginar, crear y no se hace en el vacío. Quien
lo hace, ejerce su conocimiento y su poder, sus valores, juicios y prejuicios.
Quien construye un edificio, un área urbana, un parque, una plaza, tiene poder
y éste puede ser autocrático o democrático; es decir, impositivo o, por el contra-
rio, basado en la opinión de quienes van a utilizar la casa, el edificio, la ciudad.
Para todas las ciencias, incluyendo la arquitectura e ingeniería, debería ser im-
portante pensar en el género, cuando se inicia un proyecto. Por experiencia he visto
que se construyen cocinas donde el lavatrastos, la estufa y varias áreas, miran a una
pared desnuda en vez de a una ventana. ¿Qué significa esto, si se piensa en la fun-
ción de la cocina y que quien la ocupa la mayor parte del tiempo son las mujeres?
El feminismo ha hablado mucho sobre que vivimos en una sociedad pa-
triarcal. Pater, padre, patriarca, patrimonio, patrimonial… Cómo se mantiene y
construye la ideología. Al reproducir ideas que conservan el statu quo, parecería
no logramos liberar de “dispositivos”, habitus, y agencias que construyen modelos
patriarcales. Estamos en un mundo con una mentalidad patriarcal. No se puede
negar. Sin embargo, estamos también en un periodo de transición hacia nuevas
mentalidades, hacia nuevos modelos arquitectónicos más acordes con las necesi-
dades del planeta y de todos y todas las humanas. En el siglo xxi se están vislum-
brando nuevos contenidos de cambios sustanciales para la convivencia humana.
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Margarita Dalton Palomo
Bibliografía
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Territorio, ciudad y género.
Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
Ricardo Antonio Tena Núñez
8 Ildefonso Cerdá (1815-1876) fue un arquitecto catalán que, además, estudió la infraestructura y co-
municaciones, con las ideas sociales de la época (socialismo utópico, igualitarismo) creó el Urbanismo
como una disciplina; electo diputado de Barcelona y desde otros puestos, entre 1851 y 1874, realizó
los proyectos de “ensanche” de vialidades de esa ciudad.
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
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Ricardo Antonio Tena Núñez
9 Un estudio que da continuidad al trabajo de F. Choay (1965) es el de Carlos García Vázquez (2004)
donde despliega, confronta e interrelaciona, cuatro tendencias dominantes que definen la ciudad
contemporánea: culturalista, sociológica, organicista y tecnológica.
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
10 José Magnani (1998) define la cultura urbana como: “el conjunto de códigos inducidos por y exigidos
para el uso de equipamientos, espacios e instituciones urbanas responsables del desempeño de las
formas de socialidad adecuada […]”
11 En los últimos años incluimos los estudios etnográficos de Abilio Vergara, referidos a expresiones de
la cultura urbana en México, Perú y Canadá, entre ellos destaca Etnografía de los lugares. Una guía
antropológica para estudiar su concreta complejidad (Vergara, 2015).
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Ricardo Antonio Tena Núñez
Con este instrumental, el análisis del significado del escenario urbano de-
bió realizar dos movimientos: desmarcarse de las posturas que conciben la
ciudad como una variable independiente de lo social (cosificada como recurso
o como recipiente), y aproximarse a un enfoque transdiciplinario para consi-
derar la ciudad como una parte indisociable de la experiencia sociocultural y
de la formación de sentido, que conciba objetiva y subjetivamente los espacios
urbanos y destaque su forma activa, unida a los procesos que la definen y que
configuran un modo particular de vida, aportando su naturaleza material y
simbólica al análisis de la relación ciudad-ciudadano desde el punto de vista
de la cultura.
El análisis hermenéutico realizado y la reinterpretación de los conceptos de
ciudad y cultura urbana motivaron la formulación del concepto de urbaniza-
ción sociocultural, necesario para explicar la importancia y los efectos cultu-
rales (simbólicos) que produce la ciudad sobre sus habitantes, lo que modifica
radicalmente la valoración de los espacios urbanos, problematiza las iniciativas
públicas y privadas de intervención urbana en espacios significativos (históri-
cos, tradicionales o valorados localmente), ya sean determinados por la residen-
cia o por las prácticas culturales asociadas a identidades urbanas, puesto que
revalora las prácticas culturales en escenarios diferenciados; también, el concep-
to permitió abrir una línea de investigación nueva sobre la dimensión cultural
de la ciudad, que a quince años de distancia cuenta con resultados sumamente
alentadores en materia de investigación urbana, aborda temas diversos y encara
nuevos desafíos.
Los primeros trabajos de investigación sobre cultura urbana tenían un ca-
rácter exploratorio, orientados a la formulación del concepto de urbanización
sociocultural (usc) y se llevaron a cabo en los centros históricos de las ciudades
de México y São Paulo, donde se estudiaron prácticas culturales cuyas carac-
terísticas respondieran de manera significativa a las configuraciones urbanas,
como las que generan las principales plazas públicas (Zócalo y Se) y las que se
territorializan por su vínculo con la vida festiva o con la lucha por el espacio
(Tena, 2015).
La formulación del concepto de urbanización sociocultural (usc) y el
registro etnográfico de la cultura urbana para ser procesada con un análisis
hermenéutico motivaron el despliegue de nuevos proyectos de investigación,
cuyas problemáticas demandaron la incorporación de conceptos fundamen-
tales: cultura popular, territorio, tiempo libre, industria cultural, imaginarios,
habitus, género y patrimonio, entre otros; abriendo así, el análisis con otras
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
Sobre el feminismo
Para abordar y entender la problemática histórica y social en torno del sexo y
el género —características, implicaciones y consecuencias— es necesario partir
del feminismo, por ser la principal fuente de reflexión crítica y de lucha de las
mujeres por la igualdad sustantiva, pero también, por ser el referente primor-
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Ricardo Antonio Tena Núñez
El género
El término “género” es muy antiguo y presenta un amplio repertorio polisémi-
co13 —incluso en arquitectura se identifican géneros de edificios—, pero como
12 Para tener una idea se puede ver en la bibliografía: Lamas (2002); Lagarde (1990); Sánchez Mejorada,
Herrasti (1999); Dalton, Aranda y Jurado (2015; 2018); Bolos (2008), entre otras.
13 Joan Corominas (1976) identifica la palabra género, hacia 1440, del latín genus-ěris, “linaje”, “espe-
cie”, “género” (derivado de gigněre “engendrar”), y tiene como derivados: Congénere. Degenerar, hacia
1570, del latín degenerare; desdecir del linaje; degeneración, 1604; degenerativo (pp.296). Por su parte,
Larousse (1976) define el significado de la palabra género (lat. genus, generis), como: Colección de seres
que tienen entre sí analogías importantes y constantes: el género humano (Sinón. V. Especie.) // Clase,
manera: género de vida. // Clase: mal género. // Mercancía: los géneros viajan… // Cualquier clase de
tela: géneros de algodón. // Hist. Nat. […] variedades o individuos. // Gramática, Forma que reciben
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
concepto es más reciente, pues fue incorporado en la década de 1970 a los es-
tudios vinculados con el pensamiento feminista —centrado en el análisis de la
asimetría sexual— por antropólogas norteamericanas de la escuela culturalista
(Lamas, 2002). Hoy el concepto de género es objeto de un importante debate
en y entre diferentes disciplinas (humanidades, ciencias sociales y ciencias mé-
dico-biológicas). A cincuenta años de distancia presenta un desarrollo signifi-
cativo que aporta mayor claridad sobre sus implicaciones y potencial heurístico
(explicativo). Además, está incorporado a los derechos humanos y recomenda-
ciones de Naciones Unidas.
Marta Lamas (2002) expone el contexto, la importancia y las tensiones
que desató la incorporación del concepto de “género” en los estudios femi-
nistas, documenta las rupturas que forjó la concepción cultural del género
(guiada por la dicotomía cultura-naturaleza expuesta por la tradición cultu-
ralista norteamericana —Boas, Benedict, Mead— y por la etnología francesa
presentada por Claude Lévi-Strauss en 1973), frente a la designación biológica
(natural, genética) del sexo, lo que cambió el terreno del debate: refutó la idea
de subordinación natural de la mujer al hombre, pero fundamentó la subor-
dinación cultural:
La crítica feminista amplio el repertorio de la interrogación antropológica al re-
gistrar las formas en que el cuerpo es percibido por un entorno perceptivo es-
tructurado por el género. El género se conceptualizó como el conjunto de ideas,
representaciones, prácticas y prescripciones sociales que una cultura desarrolla,
desde la diferencia anatómica entre mujeres y hombres, para simbolizar y cons-
truir socialmente lo que es “propio” de los hombres (lo masculino) y lo que es
“propio” de las mujeres (lo femenino) (Lamas, 2002: 131-132).
las palabras para indicar el sexo: el género masculino. // en Literatura: estilo, tono de una obra y también
categoría de obras definidas por ciertas reglas comunes y características semejantes: género dramático. //
Pintura: pintor de género. // Género chico, en teatro español de fines del siglo xix, se da este nombre a las
obras cortas de género festivo. // Géneros de punto: los tejidos hechos en forma malla (p. 433).
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
Así, Lagarde afirma que si bien todas las mujeres están cautivas (sin libertad,
oprimidas), observa que lo están de diferente forma y en distintas condiciones,
y que socialmente existen pocas formas de ser mujer, dado que las opciones
culturales dominantes las ubican en ciertos grupos estereotipados de la condi-
ción genérica (positivos y negativos), con modos de vida que problematizan la
sexualidad erótica y su relación de dependencia de los otros; como grupos que
se oponen y complementan recíprocamente. Para su registro y análisis define
una tipología: “madresposas, putas, monjas, presas y locas”, con los cuales do-
cumenta las formas culturales de “Los cautiverios de las mujeres” y los espacios
que representan y ocupan: la casa, el burdel, el convento, la cárcel y el manico-
mio (Lagarde, 1990).
Sobre este valioso estudio de Marcela Lagarde, cabe señalar su vigencia e
importancia pedagógica por el abordaje temático, teórico y metodológico, al
desarrollar —desde su concepción de la cultura— un innovador proceso de
investigación con una clara orientación feminista que encara el tema de la se-
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Ricardo Antonio Tena Núñez
Hasta hace algunos años eran pocas las personas autorizadas para hablar, investigar
y escribir sobre sexualidad, casi todas ellas pertenecían al ámbito religioso, médico,
pedagógico, psiquiátrico o psicológico y, para que sus discursos fueran aceptados
como verdaderos o científicos debían contar con títulos de reconocidas universi-
dades. Aun no hay suficientes revistas y libros académicos que nos hablen sobre
la construcción y el ejercicio de las sexualidades; no obstante, en la vida cotidiana
la sexualidad se practica, se vive, se disfruta y forma parte del lenguaje del día a
día a través del cine, el teatro, de señas, gestos, chistes, albures, décimas, bailes y
canciones (Ponce, 2018: 95).
14 Ver el trabajo de Víctor Manuel Ortiz Aguirre (2008) Mujer ante todo(s). Trabajadoras sexuales y psico-
logía sexual, donde profundiza y desarrolla el estudio de la prostitución (comercio sexual) en México
desde la psicología social, como un aporte singular a la reflexión del género y problematiza la distancia
socialmente establecida entre la mujer “decente” y la trabajadora sexual.
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
15 Refiere los siguientes autores: Jeffrey Weeks (1998) Sexualidad, Paidós-unam, México; Patricia Ca-
plan (1987) Introduction, en Patricia Caplan (comp.) The Cultural Construction of Sexuality, Paidós,
México, pp. 1-30; y Carol Vance (1991) Anthropology Rediscovers Sexuality: […]. Social Science and
Medicine, Vol. 33: 8.
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Ricardo Antonio Tena Núñez
Otro abordaje que resulta interesante para estudiar la relación entre género
y ciudad es el que presenta Miriam Calvillo (2012) titulado “Territorialidad
del género y generidad del territorio”. Es un texto que de manera breve pero
rigurosa, expone la complejidad que implica “esclarecer los lazos que vinculan,
no únicamente los conceptos —género y territorio—, sino dos perspectivas
teóricas de la realidad social” (p. 263). Por tanto, el trabajo avanza en una bús-
queda por descifrar las interrelaciones entre dos construcciones sociales que se
determinan mutuamente (de manera similar a lo que hemos planteado con el
concepto de urbanización sociocultural, entre ciudad y cultura).
Es interesante la reflexión sobre la relación entre género y espacio, no sólo
por la crítica a la dicotomía convencional: hombre/mujer y público/privado,
sino por el cambio de paradigmas que han permitido la formulación del géne-
ro como un concepto explicativo de las relaciones asimétricas que ocurren en
espacios (lugares) específicos e históricamente determinados, las que expresan
un espacio social, que explica —con Giménez (1997)— como un “sistema de
diferencias sociales jerarquizadas en función de ciertas legitimidades socialmen-
te establecidas y reconocidas en un momento dado” (Calvillo, 2012: 265).
Por último, además de considerar una lectura más detenida, es importante
ver los desarrollos que surgen del planteamiento de la identidad y los límites
territoriales, que ayuda a entender las formas en que los territorios se presen-
tan como “generizados” y territorializados. En este sentido, destaca el estudio
de la relación casa/cuerpo para el análisis de las formas de control y disciplina
que regulan la visibilidad femenina. Sin duda, el esfuerzo más destacado es la
formulación del concepto de “generización del territorio”, el cual por sus im-
plicaciones conviene explorar en casos particulares, que la autora no expone.
Perspectiva de género
Para cerrar esta breve exploración sobre la relación entre ciudad y género convie-
ne recuperar la definición más normalizada del concepto perspectiva de género,
expuesta por onu-Mujeres, básicamente por sus implicaciones sociopolíticas,
pero principalmente porque es resultado de la lucha feminista internacional
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
16 Ciertamente que este proceso se puede documentar en distintas fuentes, entre ellas destaca la obra de
Georges Duby y Michelle Perrot (1990) “Historia de las mujeres”, para la época contemporánea son
de gran utilidad los tomos 4 y 5; para el caso de México, destaca la obra de Patricia Galeana (2017)
donde registra los movimientos políticos más importantes de las organizaciones de mujeres trabajado-
ras, por derechos civiles y el voto en 1953, entre otras luchas.
17 En memoria de las 130 trabajadoras muertas en el incendio de la fábrica textil donde protestaban por
sus derechos laborales, Nueva York, 8 de marzo de 1908. La primera conmemoración se realizó en la
2ª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (Dinamarca, 1910).
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
18 Son: la División para el Adelanto de la Mujer (daw, establecida en 1946; el Instituto Internacional
de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (instraw, establecido en 1976);
la Oficina del Asesor Especial en Cuestiones de Género (osagi, establecido en 1997); y el Fondo de
Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (unifem, establecido en 1976).
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
En esta mancha cultural las mujeres son las protagonistas (actores principa-
les); son las que planean y llevan a cabo la fiesta en todos sus detalles, de acuer-
do con la tradición, la costumbre, las formas propias de sus lugares de origen, la
moda y los recursos disponibles. Ellas son las que conocen la zona, el universo
de posibilidades, las ventajas que tiene y las formas de seleccionar y comprar en
esta zona, así como los diversos complementos que se adquieren en el tejido de
senderos y lugares del Centro Histórico.
Con lo anterior, en estas prácticas culturales, el liderazgo lo ejercen las
madres y/o las abuelas con una presencia significativa en todo el proceso, y
la indumentaria desempeña un papel simbólico central en el ritual y en la
memoria; esto se aprecia, por ejemplo, en las formas en que se realizan los pro-
cesos de selección, negociación y compra de un vestido de novia a la medida,
proceso que usualmente se lleva a cabo en tres momentos, como visitas con
distintas características.
En la primera visita se realizan recorridos para apreciar los modelos, colores,
texturas y precios en los aparadores durante varias horas (3 a 5). Aquí se apre-
cian pequeños grupos de mujeres donde invariablemente está la madre y/o la
abuela, la novia y una hermana, eventualmente la suegra o una amiga, algunas
llevan revistas y recortes de modelos, otras toman fotos con el teléfono, pero
todas opinan, comparan y sugieren; cuando un modelo les llama la atención,
responde al llamado de la vendedora en turno y pasan a verlo, tocarlo y probár-
selo (sin compromiso), ver cómo luce, comparar muestras de colores, tipos de
tela y precios, incluso regatear.
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Ricardo Antonio Tena Núñez
Los hombres se ven poco, pues la selección de su traje es más simple y es-
tereotipada (el clásico esmoquin), y no obstante ser los que usualmente pagan,
participan de manera secundaria; sus opiniones respecto del traje de la novia
son limitadas, por lo que se dedican a acompañar a las mujeres y a seleccionar
insumos complementarios (invitaciones, servicios de video, adornos de mesa,
recuerdos, etcétera), características y contenidos que deben ser aprobados por
esposa/madre y la novia, antes de hacer la compra o el pedido.
Si la primera visita fue exitosa y se hizo el pedido del traje de novia (con un
anticipo y a liquidar en la entrega), la segunda visita está destinada a la realiza-
ción de pruebas y ajustes del traje con las costureras; a esta visita se suman las
madrinas, por lo que se aprovecha para seleccionar su indumentaria (que com-
bine y no compita con el de la novia), lo que genera otros breves recorridos de
manera similar a la primera, pero sin tanto rigor; también la madre y la novia
dedican esta segunda visita para seleccionar y adquirir complementos básicos:
zapatos, bolso y guantes que combinen con el traje, trayecto que va desde el
mercado de zapatos de La Lagunilla y diferentes establecimientos; mandar ha-
cer o recoger las invitaciones en las imprentas de los portales y los recuerdos,
entre otras tareas.
La tercera visita está dedicada a recoger el vestido de novia, previa prueba
y ajustes necesarios; eventualmente, las madrinas acompañan para hacer prue-
bas y ajustes con las costureras; también se aprovecha para hacer recorridos de
Santo Domingo a los Portales del Zócalo y Madero, para seleccionar y adquirir
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Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
en el camino otros complementos del ritual: azares, lazo, anillos (alianzas), mi-
sales, velos, medias y ramo de flores; contratar las fotos del estudio, la limusina,
la música, la grabación en video de la boda, y, si se puede, la indumentaria
para la noche de boda y la luna de miel, de acuerdo con el lugar previamente
seleccionado por la pareja.
Incluso las visitas pueden incluir la selección y compra de muebles (sala,
recámara y comedor) y aditamentos domésticos (almohadas, sábanas, toallas,
manteles, trastos, vajillas…) para la casa de los recién casados, contando para
ello con los mercados de La Lagunilla, Atzacualco y La Merced, donde también
se realiza el abasto de alimentos para la comida o cena de la boda y sus secuelas.
47
Ricardo Antonio Tena Núñez
Ahora, con una perspectiva de género, este estudio nos lleva a reflexionar
sobre el proceso de construcción cultural de las “madresposas” (Lagarde, 1990)
considerando el significado del vestido de novia en el contexto de los procesos
preliminares de la boda, donde la “madresposa” encabeza y hereda el ritual de
paso, entrega a la hija a su nueva condición de sacrificio conyugal, envuelta en
la imagen del amor romántico alcanzado con un vestido virginal, que la puri-
fica y somete a una sexualidad reproductiva, casada, de buena esposa y digna
madre de los futuros hijos.
En contraste, como expresión dialógica, está la dimensión cultural y urbana
del erotismo y sexualidad, con otras mujeres cautivas en el Centro Histórico de
la Ciudad de México, tema central de un proyecto en desarrollo sobre género
y ciudad.
Bibliografía
48
Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
49
Ricardo Antonio Tena Núñez
50
Territorio, ciudad y género. Una perspectiva desde la urbanización sociocultural
51
Equipamiento urbano de salud, un elemento
de integración o segregación socioespacial
En los últimos años se ha mantenido su evolución positiva del ibg a nivel na-
cional, pero aún hay mucho que trabajar para reducir más esa diferencia.
Según datos del último censo de población (2010), la población total ascien-
de a 112,322,757 personas, de la que 57,464,459 son mujeres y 54,858,298
hombres. Es una población diversa en territorio, costumbres, idiomas e ideolo-
gías, con arraigadas y renovadas desigualdades sociales.
En los grupos más jóvenes, de 15 a 29 años, el porcentaje de analfabetismo
de hombres y mujeres es de 1.8 por ciento y 2 por ciento, respectivamente.
El analfabetismo y la brecha por sexo se incrementa considerablemente en el
grupo de 75 años y más, con 26.1 por ciento de hombres y 35.3 por ciento de
mujeres, lo que puede considerarse como un rezago de paradigmas de género
“del pasado”.
Si bien en los niveles básicos la matrícula escolar es casi equivalente, con
apenas un diferencial de un punto porcentual entre hombres y mujeres —pri-
maria: 51.2 por ciento de hombres y 48.8 por ciento de mujeres; secundaria:
50.2 por ciento de hombres y 49.8 por ciento de mujeres (sep, 2007)—, este
equilibrio se distorsiona conforme se avanza en los niveles de instrucción y
áreas de conocimiento evocando un “techo de cristal” en la trayectoria educa-
tiva de las mujeres.
Hace casi dos décadas, en 1990, sólo una tercera parte de la matrícula de
posgrado correspondía a las mujeres (32.2 por ciento), pero en 2007 su partici-
pación porcentual alcanzaba 49.4 por ciento del total. En el país la formación
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Equipamiento urbano de salud, un elemento de integración o segregación socioespacial
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Carlos Antonio Mata Gutiérrez y Delia Patricia López-Araiza Hernández
Brecha de género
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Equipamiento urbano de salud, un elemento de integración o segregación socioespacial
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Carlos Antonio Mata Gutiérrez y Delia Patricia López-Araiza Hernández
58
Equipamiento urbano de salud, un elemento de integración o segregación socioespacial
Fuente: inegi. Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica. Catálogo Nacional de Indica-
dores. En: www.inegi.org.mx (2 de mayo de 2018).
educación universitaria que los hombres (21 por ciento comparado con 18 por
ciento) (ocde, 2018; inegi, 2018). Para 2012, las mujeres terminaron sus es-
tudios universitarios con mejores calificaciones que los hombres. Sin embargo,
antes de que cumplan los treinta años, devengan 10 por ciento menos que ellos
(gem, 2012; inegi, 2018).
A principios de marzo de 2020 en México se empezó a hablar del virus sars
cov2, mejor conocido como covid-19, el cual afectaba las vías respiratorias y
que se propagaba muy rápidamente por Asia y Europa. Se tenía poca informa-
ción al respecto, pero donde se empezaban a registrar casos, rápidamente se
presentaban defunciones, por lo que las autoridades internacionales, como la
Organización Mundial de la Salud, alertaron al mundo, pidiendo que se sus-
pendieran las actividades concentradoras de personas, iniciando por el sector
de educación. La Ciudad de México no fue la excepción de modo que fueron
suspendidas las clases presenciales.
En cuanto a los servicios de salud, para el 14 de septiembre de 2020 se es-
tableció lo que en México se ha denominado fase 3 color naranja del semáforo
epidemiológico, donde los casos de mujeres enfermas es de 47.89 por ciento
de las cuales sólo el 26.83 por ciento requirió algún tipo de hospitalización, en
las 1,338 camas disponibles con equipo de intubación se encuentra en uso el
34.6 por ciento en la capital del país; de las defunciones confirmadas el 35.19
por ciento eran mujeres y 64.81 por ciento hombres; es decir, que los hombres
presentan una mayor tasa de mortalidad frente al covid-19 en México.
59
Carlos Antonio Mata Gutiérrez y Delia Patricia López-Araiza Hernández
Bibliografía
60
Equipamiento urbano de salud, un elemento de integración o segregación socioespacial
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Carlos Antonio Mata Gutiérrez y Delia Patricia López-Araiza Hernández
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El patrimonio urbano territorializado. M. Jarquín. El Zócalo, cdmx, 2019.
Identidad socioterritorial
66
Políticas urbanas y conflicto por el territorio:
identidad y exclusión en barrios originarios. Xoco en Ciudad de México
67
Ireri Niño Martínez
co, la cual provocó que Xoco y sus alrededores fueran lugares de interés para la
población, por lo cual comenzó una urbanización habitacional vertiginosa con
fraccionamientos en las periferias del pueblo.
Actualmente, Xoco está pasando por una cuarta etapa de redensificación y
modernización que se puede observar en las periferias del pueblo, encontran-
do altas torres de departamentos de lujo, supermercados, tiendas de prestigio,
medios de transporte de todos tipos; el comercio local ha desaparecido casi por
completo, así como la horizontalidad de la vivienda y la vida barrial, éstas son
algunas de las barreras simbólicas que han invisibilizado el paisaje, las relacio-
nes y las prácticas de un barrio popular y tradicional.
Los habitantes que llegaban a residir a Xoco en décadas pasadas lograron
integrarse en cierto grado a las prácticas tradicionales del pueblo. Sin embargo,
se puede notar la diferencia en algunos casos, sobre todo con los vecinos que
llegaron a los complejos de las torres construidas en la periferia del pueblo, así
como los habitantes de los fraccionamientos en el interior de Xoco. El tejido
social de los habitantes de Xoco muestra claras diferencias; se puede identificar
fácilmente a los habitantes originarios de los nuevos, tomando como habitante
nuevo a aquel que llegó a residir a Xoco sin haber tenido un vínculo familiar
previo en el sitio, y quien, además, no ha creado vínculos de arraigo hacia las
tradiciones y la espacialidad del lugar.
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Políticas urbanas y conflicto por el territorio:
identidad y exclusión en barrios originarios. Xoco en Ciudad de México
Lo que inició con intenciones de mejorar la calidad de vida a través del re-
poblamiento de la ciudad central ayudando a las familias de escasos recursos,
terminó en una disputa por el territorio donde el suelo se ha encarecido y trans-
formado; todo esto derivado a la falta de un análisis profundo y un control de
hasta dónde podía redensificarse cada zona de la ciudad central por parte de
las políticas y la modificación indiscriminada de los programas de desarrollo
urbano implementadas con el Bando 2, especialmente en la delegación Benito
Juárez, donde se percibe un claro problema de densificación y gentrificación.
69
Ireri Niño Martínez
70
Políticas urbanas y conflicto por el territorio:
identidad y exclusión en barrios originarios. Xoco en Ciudad de México
Reflexiones finales
Bibliografía
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Ireri Niño Martínez
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Reflexión urbana en la arquitectura y
el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Introducción
19 El género se clasifica en hombre y mujer. Sin embargo, hay variantes en cuanto a preferencias sexuales
y modificación de sexo. Se abordarán estas dos concepciones, aunque cabe aclarar que los que no se
sienten identificados en estas dos, por diversas circunstancias han optado por incluir en el lenguaje
una “x” o una “e” por ejemplo: todas, todos y todes.
20 Es la muerte violenta de las mujeres por razones de género.
María Guadalupe Valiñas Varela
Se parte del supuesto hipotético de que la represión hacia las mujeres, ejer-
cida por los hombres a lo largo de la historia, se relaciona con los roles apren-
didos desde la infancia, relacionados con la educación. Por ello, para romper
paradigmas es necesario una reparación social por medio de la concientización
del problema a nivel mundial. Esto puede ser posible mediante expresiones
artísticas que constituyan un medio de comunicación que pueda transformar
a la sociedad.
Pregunta de investigación principal: ¿qué situaciones sociales han orillado a
las mujeres de la Ciudad de México a atentar contra elementos arquitectónicos
y patrimoniales en el espacio público?; además, ¿será posible revertir el daño
por medio del arte y la perspectiva de género?
Preguntas secundarias: ¿en qué condiciones se encuentran edificios patri-
moniales, monumentos, además del espacio público después de las marchas
feministas en el centro de la Ciudad de México?, ¿cuáles son los mensajes que
dejaron grabados en monumentos y edificios estos colectivos?, y ¿qué signifi-
can? ¿Cómo se puede lograr una reparación del daño en el patrimonio y en la
sociedad? ¿Puede ser por medio del arte?
El objetivo general será, por ello, evaluar las situaciones sociales que han
generado a las mujeres el atentar contra la arquitectura y el patrimonio de la
Ciudad de México, así como las condiciones de éste, además de la posibilidad
de generar arte en el espacio público por medio de la escultura, la pintura y la
danza, para generar conciencia del respeto a las mujeres como parte medular
de la sociedad.
Objetivos secundarios: conocer las condiciones de edificios patrimoniales,
monumentos, además del espacio público después de las marchas feministas en
el centro de la Ciudad de México; sintetizar los mensajes en las pintas a monu-
mentos y edificios de carácter patrimonial; analizar los mensajes asentados en
ellos como signo de protesta, desde el análisis del discurso; explicar la escultura
en la actualidad como producción social de comunicación, así como la pintura,
el grafiti urbano, la música, la danza, entre otros y su relación con la arquitec-
tura y el patrimonio.
Formulada en un inicio por Edgar Morín, la metodología estará sustentada
en el pensamiento complejo, donde se apliquen los siguientes principios: la re-
cursividad, lo hologramático (ir del todo a la parte, y de la parte al todo), la dia-
léctica, además de la contradicción para llegar a la obtención de conocimiento.
Se aplicó, así, una investigación de corte cualitativo, por medio de recorridos,
registros, y observación de forma deductiva.
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Antecedentes históricos
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María Guadalupe Valiñas Varela
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
realizada para los Juegos Olímpicos de 1968. Sus obras suelen ser de acero,
monumentales, para el espacio público, como Eclipse donada en Bogotá, Co-
lombia, en la cual maneja la dualidad luz-oscuridad y urbano-naturaleza.
Figura 1. Escultura Río Papaloapan, obra de arte escultórica en acero de Ángela Gurría, ubicada en la
entrada del Museo de Arte Moderno y del lado derecho una foto de una exposición exterior “Desde
nosotras”,21 en las galerías abiertas de las rejas de Chapultepec. Archivo personal 29 de julio de 2020.
En la arquitectura del siglo xx, si bien hay graduadas por las universidades,
no hay muchas mujeres de las cuales hablar, pues en las construcciones que
suelen abundar, los nombres que aparecen como referentes son de hombres.
Pocas se pueden mencionar, quizás a Lina Bo Bardí, nacida en Italia y que vivió
en Brasil, donde se encuentra la mayoría de sus obras arquitectónicas, como el
Museo de Arte Popular, el Museo de São Paulo, la casa de cristal y la Iglesia del
Espíritu Santo de Cerrado.
En México Ruth Rivera, hija de Guadalupe Marín y Diego Rivera, fue la
primera mujer en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto
Politécnico Nacional. Participó en la construcción del Centro Médico Nacio-
nal y el Museo de Arte Moderno.
Otra importante arquitecta fue Estefanía Chávez Barragán, quien fundara
la Asociación de Mujeres Arquitectas Urbanistas en México.
77
María Guadalupe Valiñas Varela
Marco teórico
Este trabajo fue elaborado a partir de dos ejes de análisis: a) arquitectura y pa-
trimonio y b) arte y género. Por tanto, empezamos por ponerlos en contexto.
Antes que nada, debemos saber que además de la pintura, la música, la escul-
tura, la literatura, la danza y el cine, la arquitectura es una de las bellas artes.
Para algunas personas la construcción no es considerada en sí misma como
arquitectura, pues debería generar emociones. Sin embargo, es conveniente leer
algunas definiciones de distintos teóricos:
El arte, cuyo secreto resorte es la esencia de la belleza que a nuestra vista se ostenta,
produce obras en las que ella se revela y manifiesta…
Basta al caso hacer constar los hechos transitorios anteriores a un hecho ca-
pital, y los que a éste sucedieron inmediatamente, a fin de poner en relieve el no
conocimiento del principio allí, y la desviación aquí de él o su completo olvido,
origen y causa siempre de toda decadencia (Cabello y Aso 1876: 143: 148).
El autor anterior es del siglo xix, por lo cual se nota en la expresión de su len-
guaje, pero ¿cómo se define el arte en nuestra contemporaneidad? El siguiente
teórico es del siglo xx:
No sabemos cómo empezó el arte, igual que ignoramos cual fue el comienzo del
lenguaje. Si tomamos la palabra arte para significar actividades como construir
templos y casas, realizar pinturas y esculturas o trazar esquemas, no hay pueblo en
el mundo que carezca de arte. Si, por otra parte, entendemos por arte una especie
de lujosa belleza, algo que puede gozarse en los museos o exposiciones o una cosa
especial que sirva como preciada decoración en la sala de mayor realce, tendre-
mos que advertir que este empleo de la palabra corresponde a una evolución muy
reciente y que muchos de los mayores arquitectos, pintores y escultores, jamás
pensaron en ello (Gombrich, 1950: 21).
78
Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Para entender lo anterior, arte no significa lo mismo para todos, pero es un he-
cho que el arte está ligado a la estética. Aun así, que algo sea estético tampoco
quiere decir que sea bello, porque lo que para unos es bello para otros puede
no serlo. ¿Entonces?
La estética es el arte de la filosofía que estudia los efectos que produce la per-
cepción de las obras y situaciones objetivas artísticas dentro de un estado crítico
evaluativo de la realidad en la conciencia que analiza lo bello, lo sublime, lo gran-
dioso, lo gracioso, lo dramático, etc. (Camacho, 2007: 359).
79
María Guadalupe Valiñas Varela
cipales e importantes, y por tanto sólo pueden formularse desde teorías neutrales,
racionales y abstractas y no desde la experiencia personal. Esta valoración discri-
minadora tiene su formalización en el orden doméstico (Montaner, 2017: 197).
22 Tomado del Módulo Preservación del Patrimonio Urbano Arquitectónico de la Maestría en Proyec-
tos Arquitectónicos y Urbanos, España: Fundación Universitaria Iberoamericana, elaborado por R.
Álvarez, A. Gaspar Vera y M. Quiroga, 2010.
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Cuando se acepta lo que están haciendo los artistas, resulta posible admirar su
esfuerzo. La obra deja entonces de ser una prueba, de la validez de las intenciones
del artista: son sus intenciones las que deben probar la validez de su obra (Berger,
2016: 118).
Giunta sostiene que “El inicio de una historiografía del arte feminista puede
situarse en 1971, cuando Linda Nochlin escribe su emblemático artículo “Why
Have There Been No Great Women Artists?”, o “Por qué no ha habido grandes
81
María Guadalupe Valiñas Varela
mujeres artistas” (Giunta 2019: 31). Esto es muy interesante, porque ella atri-
buye la falta de artistas a la falta de educación escolar. Sin embargo, si algo tuvo
el siglo xx fue la apertura de las universidades y academias a las mujeres. Enton-
ces el motivo no era tener cierta formación o no. Desde luego, la educación es
relevante, pero no en las academias, sino en el hogar, desde el establecimiento
de roles aceptados y no aceptados de acuerdo a lo masculino y lo femenino. Las
mujeres podrán en muchos casos tener infinidad de estudios, pero la sociedad
patriarcal no dejará que las mujeres pasen a ciertos ámbitos; a esto se le deno-
mina “techo de cristal”.
Metodología
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
y los diversos recorridos elegidos con la finalidad de identificar los puntos pri-
mordiales de reunión de colectivos feministas desde una percepción del espacio
urbano a través de la experiencia de ellas.
Entonces, mediante los escritos, dibujos y el reconocimiento de los mismos
se irán obteniendo los mensajes diversos para acercarnos a la zona cero, deter-
minada en esta investigación como el lugar donde se asienta la monumenta,
frente al Palacio de Bellas Artes. En la avenida Paseo de la Reforma se encuen-
tra el Ángel de la Independencia, hito urbano arquitectónico, referente para
la reunión de los mexicanos ante cualquier evento importante. Actualmente
se encuentra tapiado y sostenido por cables y en él se alcanza a leer “México
feminicida”; como se puede observar en la figura 2, este elemento fue construi-
do para conmemorar el centenario de la Independencia de México en 1910, y
tiene una figura humana asexuada, misma que representa un ángel que no es ni
femenino ni masculino.
Figura 2. El Ángel de la independencia, acercamiento a pinta feminista. Archivo personal 29 de julio de 2020.
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María Guadalupe Valiñas Varela
Resultados
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Figura 3. Antimonumento feminista y de frente estatua de Madero en avenida Juárez Centro Histórico
de la Ciudad de México. Archivo personal, 29 de julio de 2020.
23 El Financiero (Julio, 2020) “Se registran 73 feminicidios durante enero de 2020”, en <https://www.el-
financiero.com.mx/nacional/se-registran-73-feminicidios-en-mexico-durante-enero#: ~: text=A%20
nivel%20nacional%2C%20en%202019,del%20primer%20mes%20de%202019>.
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María Guadalupe Valiñas Varela
Figura 4. Edifico Nacional de Correos, con publicidad para detener la violencia contra las mujeres.
Archivo personal, 29 de julio de 2020.
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
Figura 5. Mural de chicas asesinadas de la uacm en el Centro Histórico, Calle Fray Servando Teresa de
Mier. Archivo personal, 29 de julio de 2020.
Figura 6. Arte urbano en las cortinas de los locales en referencia a las mujeres en la calle de Pino Suarez.
Archivo personal, 19 de septiembre de 2020.
Conclusión
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María Guadalupe Valiñas Varela
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Reflexión urbana en la arquitectura y el patrimonio en la Ciudad de México.
Una mirada desde el arte y la perspectiva de género
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89
María Guadalupe Valiñas Varela
90
Patrimonio y perspectiva de género.
La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
…la vida de las mujeres en la ciudad —en todos los entornos urbanos mo-
dernos— es diversa, varía conforme avanzan en edad y progresan a lo largo
de su vida y, además, puede verse afectada por privilegios o desventajas espe-
ciales en razón de su clase, raza, religión y (dis)capacidad corporal o mental.
Susan Yeandle
Vicente Quirarte
Introducción
92
Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
Hablemos de conceptos
Otra autora más actual, con gran impacto, es Marta Lamas, la cual inició su
labor en el siglo pasado, como fundadora de la revista Debate Feminista. Éste es
su concepto de género:
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Eréndira Álvarez Morales
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Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
Desde el siglo xixi, las mujeres han luchado por sus derechos a ejercer el
poder de elección, una lucha truncada en diferentes momentos por los sucesos
históricos surgidos a inicios del siglo xx, culminando entre las décadas de 1930
y 1960, cuando algunos países otorgaron a la mujer el derecho al voto y, en mu-
chos de ellos, también el acceso a la educación fuera del hogar, permitiéndoles
estudiar ciertos tipos de carreras conformes a los roles preestablecidos del papel
femenino. Así, en la década de 1960 la mujer empezó a estudiar en ámbitos
predeterminados para los hombres, tal es el caso de la Bauhaus. Al tener acceso
a otras profesiones hasta entonces no permitidas, también se le reconoció y
permitió desempeñar un papel más notable en la determinación de la historia,
no porque antes no lo hiciera, sino porque no se le había reconocido como
forjadora de aspectos determinantes dentro de la herencia que por años se ha
dejado en las culturas y ciudades.
Los movimientos por los derechos acompañaban esta transformación para
desentrañar y reconocer nuevos valores y bienes culturales. Representantes de
minorías, habían sido excluidas o marginadas en los discursos patrimoniales. La
cuestión del género se ha quedado al margen muchas veces de esas transformacio-
nes, aun con las olas feministas que debaten la situación vivida por las mujeres.
Como cita Laura Jane Smith (2008: 159), “el género se ha pasado por alto
en los debates patrimoniales y esto ha supuesto una clara ‘masculinización del
patrimonio’, excluyendo e invisibilizando a las mujeres”.
Es necesario abordar las relaciones de poder o dominación sobre las mujeres
en el campo del patrimonio, porque implica observar las relaciones de género
en su contexto político, económico, histórico y cultural, donde se denota la
prioridad otorgada a la figura masculina.
Patrimonio
95
Eréndira Álvarez Morales
Patrimonio cultural
El patrimonio pasó de ser los bienes con valor económico y legal, heredados
por vía paterna, de generación en generación, a convertirse en ciertas edifica-
ciones, obras de arte y algunos objetos con un papel simbólico otorgado hege-
mónicamente, para darle identidad a un país o localidad, e incorporando de tal
forma en la actualidad múltiples elementos determinados como parte del patri-
monio de una nación. Esta labor internacional intenta cumplir ciertas normas
y recomendaciones dictadas por la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco) y el Consejo Internacional de
Monumentos y Sitios (icomos) bajo las cuales muchos países toman sus refe-
rencias para definir normas y leyes patrimoniales.
En este proceso de definir los espacios patrimoniales, se han tomado ele-
mentos representativos e identitarios de una nación o comunidad. Sin embar-
go, no siempre se incluyen los diversos aspectos de la identidad de un país o
una localidad, pues frecuentemente se excluye o invisibiliza a algunos sujetos y
elementos que componen la diversidad identitaria de un territorio.
Tal es el caso de las mujeres, cuya exclusión y desigualdad tienen muchos
años de trayectoria. La carencia de derechos civiles, así como el rol impuesto de
una vida circunscrita a los espacios privados, fueron, en un tiempo, el marco
para cumplir su papel en la sociedad, alterado cuando se iniciaron los movi-
96
Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
Patrimonio y género
Al considerar género como una categoría que implica relaciones de poder […]
podemos observar que género atraviesa la sociedad en su conjunto. No es posible
pensar la vida social sin contemplar las relaciones de género […] todo hecho cul-
tural, lo cual incluye todo aquello que pudiera considerarse patrimonio cultural,
está atravesado por el género (Rostagnol, sf ).
97
Eréndira Álvarez Morales
98
Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
24 Hurtado muestra una lista donde se indica el aumento de mujeres en cada generación, en las diferen-
tes escuelas donde se impartía esta carrera.
99
Eréndira Álvarez Morales
El contraste
Sin embargo, existe un contraste, el cual ha sido muy palpable en las mani-
festaciones realizadas en los últimos años, donde la mujer reclama su derecho
a vivir, a no tener miedo, a no ser asesinada. Paradójicamente, mientras las
mujeres tienen la oportunidad de aspirar a desempeñar un papel más pre-
ponderante en la vida y la dirección pública, también encuentran obstáculos
para avanzar.
El movimiento del 8 y 9 de marzo de 2020 fue un grito en pro de defender
y visualizar la lucha constante de la mujer. Sin embargo, ya con anterioridad
han habido movimientos cuyo fin fue también visualizar de forma más radical
la situación de la mujer. La controversia surgió por la afectación al patrimonio,
lo cual fue el estandarte para llamar la atención de autoridades y ciudadanía.
Edificios y monumentos se vieron pintados con frases y demandas en pro
de la lucha feminista. La sociedad volteó a ver, pero no necesariamente para
apoyar, sino para condenar los actos realizados por cientos de mujeres en dis-
tintos espacios.
La Cooperativa y Restauradoras con Glitter hicieron propuestas para restau-
rar los espacios dañados, no sin antes documentar las peticiones de las mani-
festantes. De hecho, se propuso tomar como parte del patrimonio las pintas
hechas en 2019 en el Ángel de la Independencia por las manifestantes. La
propuesta no rindió mayor fruto, pero hacia el evento de marzo en este año se
sigue manteniendo la lucha por una vida tranquila y segura para la mujer.
100
Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
Conclusión
Hasta aquí se manejan diferentes semblantes de las dos caras de la moneda. Por
un lado, la búsqueda de las mismas oportunidades para las mujeres, a través de
los años en los cuales diferentes pioneras han logrado avances cualitativos y de
trascendencia en los distintos aspectos de la vida cotidiana. Esta lucha callada,
pero constante, como la preparación en múltiples profesiones de mujeres que
actualmente continúan abriendo camino y apoyando a tantas más del géne-
ro femenino, circunstancia en otro tiempo criticada, hoy pareciera una lucha
aceptada por hombres y mujeres, aun con sus recelos, pero al parecer esperando
que la mujer no luche por más, aunque los puestos directivos conseguidos son
los mínimos y siguen estando condicionados.
Esas mujeres hoy en puestos importantes aún encuentran obstáculos, cri-
ticas, condicionadas. Sin embargo, muchas de ellas continúan manteniéndo-
se en la búsqueda y la espera de un tiempo más benévolo para su labor y su
superación.
La otra cara es el hartazgo de esas barreras, algunas discretas y otras muy
marcadas, donde la mujer sigue estando sujeta a estándares impuestos, don-
de no puede aspirar ni siquiera a la vida, porque se la arrebatan, porque no
merece sobresalir, no le es permitido superarse o siquiera tener el derecho a
decidir sobre sí misma. Y ahí es donde la lucha desaprobada es vista, criticada,
ridiculizada, a la vez que se vuelve feroz, tenaz, sin límites, a veces sin razonar,
atacando y dañando y vulnerando, en nuestro caso los bienes patrimoniales,
y lo justifican, pues ellas mismas han sido atacadas, vulneradas, heridas o in-
cluso asesinadas.
La pregunta que queda en el aire es la retórica de sus demandas: ¿cuál es el
patrimonio más importante? Para la sociedad, para los profesionistas, para el
gobierno, para la mujer… ¿Cuál se escogerá ante el siguiente conflicto?
La posición como profesionista se vuelve ambivalente, pues algunas pro-
curan preservar el patrimonio construido, mientras se debaten contra aquellas
preservadoras de la vida como patrimonio. Unas más buscan mantener ambos
aspectos, pero con poco apoyo. Ojalá en un futuro considerar la vida sea lo su-
101
Eréndira Álvarez Morales
Bibliografía
102
Patrimonio y perspectiva de género. La labor de la mujer en los procesos
de construcción y preservación del patrimonio
Páginas electrónicas
<https: //www.inah.gob.mx/en/boletines/1307-inah-rinde-homenaje-a-la-an-
tropologa-mexicana-beatriz-barba>.
<https: //www.inah.gob.mx/boletines/856-reivindicar-a-mujer-en-histo-
ria-de-arqueologia-mexicana-deuda-pendiente>.
<https: //mujermexico.com/heroinas/maria-luisa-dehesa-la-primera-mujer-ar-
quitecta-de-mexico/>.
<http: //centrotepoztlan.org/wp-content/uploads/2017/08/cv_lourdes-ariz-
pe-schlosser_2016.pdf>.
<http: //bitacora.arquitectura.unam.mx/la-revolucion-silenciosa-mujeres-mo-
dernidad-y-arquitectura-en-la-prensa-mexicana/>.
<https: //latfem.org/restauradoras-con-glitter-las-pintadas-y-graffitis-co-
mo-patrimonio/>.
103
La resignificación del monumento a través
de la mujer en el espacio público patrimonial
Introducción
Desde hace algunos años, con el fin de salvaguardarlo el espacio público pa-
trimonial ha pasado por una serie de intervenciones, desde el mantenimiento
a los monumentos, mobiliario e instalaciones hasta la introducción de nuevos
elementos que lo componen, junto con la conservación los monumentos. Tam-
bién han pasado por procesos de resignificación en la historia; por ejemplo:
el Monumento a la Revolución actualmente en la Ciudad de México. Des-
de la mirada de la mujer, el espacio público patrimonial es parte importante,
en su composición monumental, de significados y simbolismos que, desde las
manifestaciones (léase movimientos sociales), se utilizan para expresar cómo
conciben su entorno social y espacial. Por tal motivo, es necesario hacer una
reflexión crítica de cómo estos componentes urbanos patrimoniales que son
monumentos podrían ser sujetos a una resignificación, quizá no institucional-
mente, pero sí socialmente.
Por lo que partiendo del supuesto de que, debido a la dinámica social en
la cual nos vemos envueltos actualmente, guiada en parte importante por mo-
vimientos encabezados por las mujeres, exige que su papel sea resignificado y
revalorado, todo esto en el espacio público, el cual constituirá eventualmente
un espacio público patrimonial en el área central de la Ciudad de México.
Se plantea que se están creando nuevas categorías de monumentos. ¿Cuáles
podrían ser estas categorías? ¿A partir de qué se podrían redefinir? Entonces,
¿podría haber una resignificación?
Dicho lo anterior, el objetivo de este artículo es principalmente plantear
una propuesta de posibles categorías de monumentos que se identifican en el
La resignificación del monumento a través de la mujer en el espacio público patrimonial
espacio público patrimonial a partir de los elementos por los cuales se creen
nuevos monumentos. Por tanto, se realiza una revisión teórica para entender
cómo se dan los procesos de resignificación de los monumentos en el espacio
público patrimonial a partir de la coyuntura mencionada.
Los elementos que dan pie al proceso de resignificación se identifican en
la literatura de los principales exponentes en la relación monumento-patri-
monio-significado. Con estos elementos se analizan tres casos específicos: el
Monumento a la Madre, la Diana Cazadora y la reciente antimonumenta a los
feminicidios de mujeres ubicada frente al Palacio de Bellas Artes.
Los resultados se categorizan en tres vertientes: a) monumentos que reflejan
cambio de forma de pensar, por lo cual es difícil que tenga la aceptación de
todos; b) monumento como símbolo de expresión de violencia femenil y c) los
nuevos monumentos (antimonumentos) que recomponen el espacio sin tener
la certeza de su duración.
Finalmente, se deja a discusión la definición y permanencia de estos nuevos
tipos de monumentos en la ciudad y la resignificación en la que se ven involu-
crados diferentes actores. Es pertinente apelar a la memoria y a la historia para
reconsiderar el papel de la mujer en la sociedad contemporánea que ha dado un
giro en la forma en que la mujer se concibe a sí misma y en lo que proyecta en
su entorno. Históricamente ha habido una lucha para conseguir que se les mire
como un ser clave en ámbitos sociales, políticos, académicos, artísticos, y no
sólo como proveedoras de vida. Es importante tener en cuenta que los tiempos
y las generaciones cambian para entender cómo las personas significan los espa-
cios que habitan y viven cotidianamente para construir su propio patrimonio.
25 Greta Thunberg ha expresado que su preocupación ante el cambio climático comenzó desde pequeña:
“Cuando tenía 11 años empecé a estar muy deprimida: dejé de comer, hablar e ir a la escuela. Esto
tenía que ver mucho con el cambio climático: yo estaba muy preocupada. No sabía qué hacer”. Según
nota periodística del sitio Semana Sostenible; Fuente: <https://sostenibilidad.semana.com/impacto/
articulo/quien-es-greta-thunberg/46842>.
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…la ciudad es la calle y hay ciudad cuando hay centros, lugares significantes por
su historia y su patrimonio físico, por su memoria colectiva y su polivalencia, por
su animación y su capacidad de sorprender… (Borja, 2010: 11).
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pensados de forma limitada como la calle, puesto que las plazas, los jardines y
otros espacios, como el hogar de las personas, que en el abordaje político filosó-
fico de Hannah Arendt podría ser un espacio público en tanto espacio político,
en el cual se entablan relaciones políticas de acuerdo con Fernando Carrión
(2003) el espacio público es:
…un concepto difuso, indefinido y poco claro, que puede incluir la plaza, el par-
que, la calle, el centro comercial, el café y el bar, así como la opinión pública o la
ciudad, en general; y que, por otra parte, puede referirse a la esfera pública, allí
donde la comunidad se enfrenta al Estado, constituyéndolo como un espacio de li-
bertad. En este sentido, el espacio público no se agota ni está asociado únicamente
a lo físico-espacial (plaza o parque), sea de una unidad (un parque) o de un sistema
de espacios… (Carrión, 2003: 1).
Así, la relación entre ciudad y espacio público patrimonial está ahí y ha estado
ahí desde el nacimiento de la misma ciudad, porque la urbe se construye y se
transforma dinámicamente al igual que el espacio público. Esto dirige a cues-
tionarnos: ¿es la misma ciudad la que vivimos cada día? ¿Es el mismo entorno
y su ambiente los que predominan sobre los actores que la viven y la transfor-
man? o ¿son los actores quienes viven a diario la ciudad y los elementos que la
constituyen los que inciden sobre la concepción y constitución del espacio? y
¿cuáles son los elementos constituyentes de la ciudad que se ven afectados en
las transformaciones?
Los habitantes de las ciudades intervienen en la dinámica de transforma-
ción de los espacios en diferentes escalas, pero a su vez son permeados por los
mismos espacios. Es una relación constante, los espacios invitan a ser vividos,
experimentados, significados, ya sea por su ambiente o por sus elementos físi-
cos, pero, desde otro punto de vista, los espacios son producto de quienes los
viven y los experimentan, en tanto que significados por aquéllos que constru-
yen memorias y le atribuyen valores o los conservan en torno a determinados
elementos o hechos que los convierten en espacios valiosos y significativos para
una colectividad.
Al respecto Salvador Urrieta (2011) dice:
…estos lugares de alto significado además de las imágenes que proveen de tipo
histórico, mítico, social o cultural, también dan cuenta de la realidad de la ciudad,
sus problemas (de tráfico, marginalidad o contaminación) y de sus aspiraciones
como sociedad (culturales o sociales) (Urrieta, 2011: 41).
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como la de otras tantas personas, pues Marín (2019) celebró que su obra fuera
tomada como vehículo de expresión en la manifestación y expresó a manera de
deseo que “Ojalá se quedara así como testimonio de esta protesta” (figura 8).
Con estas dos posturas —encontradas— se deja abierta la discusión sobre
el uso, valor, significación y resignificación de los elementos que constituyen el
patrimonio urbano —en este caso de la Ciudad de México—, los cuales remi-
ten a la noción de monumento involuntario (Choay, 1992) y que son relativos
de cada forma de pensar, contexto social y político que encierra las acciones que
permean sobre ellos.
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Figura 7. Usuaria de la red social Twitter comparte un video del momento en que una mujer defiende
la escultura de Francisco I. Madero. Fuente: <https: //aristeguinoticias.com/0903/mexico/javier-marin-
autor-de-escultura-de-madero-celebra-pintas-en-su-escultura-y-pide-que-la-dejen-asi/>.
Figura 8. El artista plástico Javier Marín, autor de la escultura de Madero, se pronunció a través de la
red social Twitter por los hechos ocurridos el 8 de marzo de 2019, en la que se vio intervenida la escul-
tura referida. Fuente: <https: //aristeguinoticias.com/0903/mexico/javier-marin-autor-de-escultura-de-
madero-celebra-pintas-en-su-escultura-y-pide-que-la-dejen-asi/>.
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La resignificación del monumento a través de la mujer en el espacio público patrimonial
Conclusiones
…se afirma como monumento y más precisamente como monumento que resume
el universo, como si la obra de los hombres fuera también el hogar de los dioses,
como el corazón de un espacio político del cual es expresión, imagen, pero tam-
bién instrumento (Henaff, 2014: 20).
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Bibliografía
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La resignificación del monumento a través de la mujer en el espacio público patrimonial
123
3. La violencia como punto focal en
la ruptura entre género y ciudad
La ciudad de noche, una visión de género, caso de
estudio la Alameda Central de la Ciudad de México26
Elsa Leyva Hernández
26 Este artículo se presenta como parte de los avances de la tesis de maestría en Ciencias de Arquitectura y
Urbanismo, en el Instituto Politécnico Nacional y con registro ante conacyt. La tesis aborda el tema
de la ciudad de noche, y para el presente artículo se agrega a los anteriores la perspectiva de género,
que es el tema seleccionado en el ciclo de una de las cátedras que se imparten en la maestría.
Elsa Leyva Hernández
Los tiempos sociales y modos de vida han cambiado, dando lugar a nuevos ritmos
y, por ende, a diversas temporalidades urbanas (Hernández, 2016).
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la Alameda Central de la Ciudad de México
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Elsa Leyva Hernández
responde que la noche es para ellos, que para eso está hecha y básicamente no
hay nada más que decir, pues “las cosas así son”.
Entendamos qué se dice cuando se escribe género. El artículo 26 del Re-
glamento Nacional de la Ley General de Población, publicado el 14 de abril de
2000, describe el género como “…el conjunto de ideas, creencias, representaciones
y atribuciones de nuestra cultura tomando como base la diferencia sexual”.
Para la unesco (2014) la igualdad de género significa igualdad de derechos,
responsabilidades y oportunidades para mujeres y hombres y niñas y niños, con
base en sus intereses, necesidades y prioridades, y con reconocimiento de la
diversidad de los grupos de personas, tales como personas de minorías étnicas
o con orientación sexual o identidad de género diferente (unesco: 2016).
La perspectiva de género se origina en el movimiento feminista. Múltiples
reflexiones, investigaciones y ensayos han demostrado la veracidad de que exis-
te una desigualdad basada en el patriarcado que impone diferencias a hombres
de mujeres.
130
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Ejemplos de ciudades de 24 horas están: Nueva York, con línea de metro con
operación continúa las 24 horas y servicios como peluquería, no sólo los tí-
picos de la noche, Tokyo, Ámsterdam, Barcelona y Las Vegas (Gastón, 2016)
ya se detectan 40 ciudades con un cargo administrativo, que varía en el título
otorgado al cargo en cada país pero que es encargado de la gestión pública de
la economía nocturna.
132
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Figura 1. Propuesta de las diversas formas de opresión, delineadas bajo el criterio de Género
Interseccional. <https: //www.pnitas.es/interseccionalidad-feminismo-interseccional/>.
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La ciudad de noche, una visión de género, caso de estudio
la Alameda Central de la Ciudad de México
Imagen 1. Alameda Central (Plan de manejo y conservación del parque urbano Alameda
Formaba parte de la traza elaborada por Alonso García Bravo, quien inició
la construcción de la “nueva ciudad” sobre la traza de la original Ciudad de Mé-
xico Tenochtitlan (Hernández, 2008: 73). En su tesis Hernández describe que
“el perímetro de la Alameda estaba delimitado por acequias (2008. 74) […]
además de que, dadas sus características, como un espacio de carácter estratégi-
co, fundacional, ritual, funcional y monumental (2008: 73). Durante la época
virreinal desde el siglo xvi fue el paseo más antiguo (Hernández, 2008: 73) y
un espacio exclusivo para los españoles y criollos, que la población en general
sólo podía ver desde afuera, hasta que se abrió a todo el público y se comenzó a
decorar con monumentos, si bien pasó por periodos de abandono por las inun-
daciones constantes. Es de recordar la crónica que relata que, si bien la ciudad
prehispánica se iluminaba con fogatas, los dos primeros siglos posteriores a la
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Elsa Leyva Hernández
Imagen 2. Escena en la Alameda Central, 1831, por Juan Moritz Rugendas, en <https: //mediateca.
inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/pintura%3A4084>.
llegada de los españoles fueron en penumbra debido a que había asuntos más
urgentes que resolver que dotar las calles de luz para las noches.
Fue intervenida en 2010. En el periódico La Jornada del 26 de abril de ese
año (2010: 36) Laura Gómez Flores describe la intervención que en general
implicó la mejora de los pavimentos, las fuentes, los monumentos, así como la
restauración del arbolado y la jardinería, la reubicación de los vendedores am-
bulantes, la iluminación de las fuentes y de todo el parque, aunque el mismo
artículo refiere:
136
La ciudad de noche, una visión de género, caso de estudio
la Alameda Central de la Ciudad de México
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Elsa Leyva Hernández
es más probable en el caso de mujeres que, por estar solas, se le percibe como
disponibles, o que ellas están propiciando ser abordadas por un hombre, o en
franca oferta de servicio sexual, ante las que si alguien se interesa hará muestra
de la intención, acercándose, o preguntando directamente.
Para un hombre, ir solo y arreglado puede interpretarse como que se tras-
lada a algún sitio o remotamente pueda despertar inseguridad, por sospecharse
que, por el hecho de ir solo, se considere un posible agresor. Se ha consultado a
varios conductores de taxi o Uber si llevarían a un hombre solo en un servicio
durante la noche y todo responden que no; después ellos acotan que tal vez lo con-
siderarían si no les inspira desconfianza, aunque sea un servicio contratado me-
diante una aplicación, lo que regularmente no le ocurre a una mujer sola. En la
mayoría de los casos, algunos conductores refieren que al ir sola ella podría estar
coludida con alguien, aunque son los menos; si se tratara de un hombre lo que
priva es en casi en todos los casos la desconfianza. Por lo que, en ambos casos
durante la noche, es mejor ir en un grupo mixto, pues ello puede neutralizar
los imaginarios de hostilidad. Si bien, de las personas entrevistadas, hombres y
mujeres toman distintas precauciones al día, todos refieren que con ello salen
con seguridad. Quienes cuentan con automóvil propio aseguran poder despla-
zarse solos sin que ello les represente un riesgo adicional.
En el caso de la Alameda Central, citando nuevamente a Margulis, anota
que:
…un espacio pasa a convertirse en un lugar, a partir del sentido que le es conferido
por las interacciones físicas, afectivas y simbólicas de quienes lo frecuentan (1997:
23).
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La ciudad de noche, una visión de género, caso de estudio
la Alameda Central de la Ciudad de México
…en las jardineras (que colindan con la calle Doctor Mora) también es un lugar
de encuentro por la noche, señores gay de 40 años en adelante se sientan esperando
la llegada de jóvenes gay (2018: 151).27
Las prácticas socioculturales que ella describe representan una herramienta va-
liosa para identificar más rubros a comentar en el tema del espacio público y el
género, que se salen del alcance del presente estudio.
Conclusiones
27 Hay más grupos y comportamientos, pero el alcance de este análisis sólo abarca uno representativo.
Un análisis detallado se puede encontrar en la tesis de maestría de Viridiana Hernández Escobar, de
2019 en el repositorio digital de sepi esia Tecamachalco-Regina.
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Elsa Leyva Hernández
Bibliografia
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La ciudad de noche, una visión de género, caso de estudio
la Alameda Central de la Ciudad de México
141
Transición urbana, violencia y género
Felipe Heredia Alba
Introducción
Uno de los objetivos de este texto es presentar una breve reflexión teórica en
torno a la transición epocal, la ruptura de valores y el género. En el primer
subcapítulo, intentamos de manera general explicar si las condiciones de tran-
sición o cambio epocal propician el aumento en las formas de violencia social
y de género, y en el tercero intentar definir y explicar brevemente a qué refiere
la categoría de género, la generidad o la transgeneridad.
Como idea central del trabajo se consideró que el cambio epocal (entre
modernidad inconclusa y posmodernidad) ha contribuido a la liberación de las
prácticas de género, pero, por otro lado, este proceso coincide con el aumento
descontrolado y desmedido de la violencia social y de género, en proporción al
grado como los valores y normas sociales (como principios colectivos de orden
y sentido) se desvanecen de las conductas y comportamientos sociales.
Los cambios epocales y sus transformaciones representan un periodo de
crisis coyuntural que conserva y “libera” relativamente a la sociedad de los vín-
culos y normas de control tradicional, de los ritos, mitos y del orden patriarcal
interiorizados en las conductas sociales. Se presenta como un proceso en el cual
la sociedad enfrenta violentamente la fuerza del orden patriarcal y su orden
androcéntrico.
Es el arribo de esta realidad doble (posmoderna y globalizada) lo que inten-
ta por diversos medios (políticos, culturales y urbanos) forzar, cambiar o dar
nueva continuidad al orden y los roles tradicionales, hasta subsumirlos e inte-
grarlos a las dinámicas económicas del sistema. En su intento por reorganizar
a la sociedad y al territorio, el nuevo orden global confunde, excluye, margina
y violenta la percepción y las formas de organización tradicional, la identidad
y las relaciones sociales.
Transición urbana, violencia y género
28 Ernesto Sábato (2019) La resistencia. Una reflexión contra la globalización, la clonación, la masificación,
Buenos Aires, Planeta, Colección Ensayo.
143
Felipe Heredia Alba
…los actores sociales abandonaron no sin dolor, la idea de este como un espa-
cio encantado: la magia las supersticiones se consideran demoniacas y el hombre
debió enfrentarse solo a su destino. La ciencia y la técnica ocuparon el lugar que
antes había ocupado la brujería y la alquimia… (1993: 166).29
29 Lidia Girola (1993) “Ni racionalistas ni desencantados. Peculiaridades socioculturales el proceso de
modernización a la mexicana”, Sociológica, año 8, número 22. uam-a.
30 Peter L. Berger y Thomas Luckmann (1997) “Modernidad pluralismo y crisis de sentido”, Madrid,
Paidós Ibérica.
144
Transición urbana, violencia y género
145
Felipe Heredia Alba
El tiempo de la vida no era de la prisa de los relojes, sino que aun guardaba espa-
cio para los momentos sagrados y para los grandes rituales, donde se mezclaban
antiguas creencias de estas tierras… (2019: 41).
34 Pablo Piccato (2010) Ciudad de sospechosos. Crimen en la Ciudad de México, 1900-1931, México, Casa
Chata, ciesas, conaculta.
146
Transición urbana, violencia y género
35 Carlos Martínez Assad (1993) “Cuando el futuro nos alcanzó”, Suplemento La Jornada Semanal 225,
México, La Jornada.
147
Felipe Heredia Alba
36 Horst Kurnitzky (1998) Vertiginosa inmovilidad. Los cambios globales en la vida social, México, Blanco
y Negro.
37 Gerard Imbert (1992) Los escenarios de la violencia. conductas anómicas y orden social en la España
actual, España, Icaria Editorial.
148
Transición urbana, violencia y género
38 Reguillo Roxana (2005) “Ciudades y violencias. Un mapa contra los diagnósticos fatales”, Ciudades
traslocales: espacios, flujos, representación, México, iteso-ssrc.
39 Octavio Ianni (2001) “La violencia en las sociedades contemporáneas”, Metapolítica, Siglo XXI,
Continuidades y rupturas” Vol. 5, Centro de Estudios de Política Comparada.
149
Felipe Heredia Alba
40 Roxana Reguillo (2008) “La construcción social del miedo y la formación de imaginarios urbanos
maléficos”. Revista Iztapalapa No. 64-65, enero-diciembre, México, uam-i.
41 Roxana Reguillo (2001) “Miedos: imaginarios, territorios, narrativas”, Metapolítica, Vol. 5, N° 17,
México, conaculta.
150
Transición urbana, violencia y género
Ianni, por su parte, señala, desde una visión global, que la violencia es un
evento heurístico de excepcional significación, que invade al ser y su entorno
porque, la violencia “…revela lo visible y lo invisible, lo objetivo y lo subjetivo
en lo que se refiere a los social […] Nace como técnica del poder, se ejercita
también como modo de preservar, ampliar o conquistar la propiedad” y se
perfila “como un elemento importante de la cultura política con la cual se
ordenan, modifican o transforman las relaciones entre los dueños del poder”.
En este sentido, aclara que “es válido reconocer que cada siglo, época o con-
figuración histórico-social, se caracteriza por formas y técnicas de violencia
arraigadas y juegos de fuerzas sociales y tramas de sociabilidad” (2001: 59).
La incertidumbre, la inseguridad (como lo imprevisible) y la violencia
son sentimientos y prácticas reinventadas cíclicamente por los cambios en
el sistema económico y político epocal; no son sentimientos “aislados” o co-
yunturales, sino actos sociales que deben ser mirados como un hecho social
total, por la complejidad de sus implicaciones y efectos diversos (psicoló-
gicos, bio-sociales o territoriales), y porque la violencia es una práctica que
“invade” todos los órdenes y escalas de la vida social, y “no puede desvincu-
larse de las condiciones económicas, ni de las representaciones colectivas y
del imaginario” (Imbert, 1992: 11-12); agregamos que ni de las relaciones
de poder. Entonces, el miedo es un sentimiento que surge de una relación
de poder; es decir, el miedo es un “objeto construido que se impone en las
mentes, mediante la construcción de un referente (enunciado/contenido de
la información)” y, segundo, la violencia posee “un discurso, relacionado
con la crisis de valores colectivos y el cuestionamiento del modelo capitalista
(Imbert, 2006: 23).
151
Felipe Heredia Alba
procesos que liberan normas y modelos sociales, así como llevan a rupturas del
orden y a empoderamientos sociales importantes.42
Uno de los efectos y aportes más importantes del movimiento de mujeres
y feministas los encontramos en el área académica y científica. La producción
de nuevos estudios e investigaciones sobre el tema de género fueron resultado
de los nuevos cambios. Melucci (1999) explicaba43 que “la novedad del movi-
miento de las mujeres no reside en su diferencia ‘natural’, aquella entre macho
y hembra, que se revela en las bases de muchas otras diferencias, en el poder, en
sus funciones, en las formas de organización social; sino porque puso en discu-
sión algunas certidumbres y conquistas de la conciencia progresista, marxista
o no”. Sin embargo, “el movimiento de las mujeres sostiene otra libertad: no
ya la libertad por la necesidad, sino la libertad de la necesidad, no la lucha por
la igualdad, sino por la diferencia, no ya la libertad de hacer, sino la libertad
de ser” (1999: 132). Es decir, “… la posibilidad de vivir la sexualidad como
elección, como fuente de placer, instrumento de comunicación, eros no enca-
minado a la reproducción” (1999: 138).
Sin duda, el que el movimiento feminista haya logrado separar la sexuali-
dad y los roles de las viejas visiones, es uno de los logros del movimiento social
de los años sesenta y setenta. Posteriormente ejercieron una gran influencia
en las prácticas de género y en la sexualidad de la ciudad. La separación entre
sexualidad y reproducción biológica “…toma simbólica y prácticamente, las
dos formas típicas de la contracepción y de la fundación artificial, a saber, la
condición de una sexualidad sin reproducción […] la segunda, la sexualidad
humana llega a ser un campo de experiencia abierto sobre lo posible, un área
de inversión simbólica y de producción de sentido, confiada en aquéllos que la
viven” (Melucci, 1999: 138).
El movimiento feminista sufragista de antaño fue un movimiento activo,
cuestionador y liberador del rol social y de la visión reproductivita y biológica
de la mujer, con el cuestionamiento al mismo orden y del rol masculino como
42 Resumidamente, los movimientos sociales que cuestionaron al orden (autocrático y androcéntrico)
fueron, a escala nacional e internacional, los movimientos Beat (eua), estudiantil, ecologista, hippie de
antiguerra, feministas, o los movimiento sindicalista, etcétera, también, en el contexto internacional,
aparecieron movimientos armados triunfantes, como las revoluciones (China, Cuba o Vietnam),
las cuales determinaron el surgimiento de guerrillas en México (y en América Latina), como los
movimientos armados de Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres, Genaro Vázquez (Estado de
Guerrero) o la Liga Comunista 23 Septiembre a nivel urbano.
43 Alberto Melucci (1999) Acción colectiva, vida cotidiana y democracia, Centro de Estudios Sociológicos,
El Colegio de México.
152
Transición urbana, violencia y género
efecto. Pero también fue crítico del concepto y modelo tradicional del matri-
monio (monogámico) y de la familia (patriarcal), ambas condiciones “basados
en la propiedad privada”, que “crean una doble moral sexual según esta sea para
el hombre o para la mujer” (Oranich, 1976: 41).44
Menciona Vázquez que, a finales de los setenta, el feminismo se filtró en
la sociología, la geografía, la antropología y la crítica literaria. Así “nacieron
los Women’s studies, una de cuyas primeras publicaciones fue Women in the
American City”. De orientación marxista, “el argumento que vehiculó sus rei-
vindicaciones fue la detección en la cotidianidad urbana, de una misoginia que
favorecía los valores e intereses masculinos a costa de los femeninos” (García
Vázquez, 2016: 161).
En este contexto inician asimismo los estudios sobre la identidad homosexual
y Queer (posteriores a los trabajos de Foucault). Ambos movimientos, señala Gar-
cía Vázquez, “compartían un presupuesto: la ciudad era un territorio social di-
señado por el hombre para excluir al ‘otro’, léase, ‘homosexual’ o ‘mujer’. En el
primer caso, la suposición de que la heterosexualidad era la expresión ‘normal’ de
la sexualidad…” (García Vázquez, 2016: 162). Posteriormente, el movimiento
se intensificó en 1980, de manera que “las nuevas demandas estuvieron relacio-
nadas con el cuerpo, la sexualidad, el aborto, los derechos y la libre expresión”.
Pero ¿existe una ciudad sin género o asexuada? Diríamos que no hay histó-
ricamente una ciudad con esas características en virtud de que quien la domina
mantiene simbólica y espacialmente una relación de poder y dominación mas-
culino sobre las expresiones de género.
Harvey decía (narrado por García Vásquez, 2016)45 que “…el espacio urba-
no no es algo neutro u objetivo, sino un ente predispuesto a que los poderosos
ejercieran su domino sobre los débiles…” y prosigue García Vázquez:
153
Felipe Heredia Alba
Algunos de ellos fueron abordados e investigados por los llamados Estudios Cul-
turales, uno de ellos fueron los estudios sobre el poscolonialismo y el segundo el
género… (Vázquez, 2016: 161).
46 Chris Booth (1998) La vida de las mujeres en las ciudades. La ciudad, un espacio para el cambio, España,
Narcea.
47 Miriam Calvillo Velazco (2012) “Territorialidad del género y generidad del territorio”, en María
Eugenia Reyes Ramos y Álvaro F. López (coords.) Explorando territorios. Una visión desde las ciencias
sociales, Vol. 2, México, uam-Xochimilco.
154
Transición urbana, violencia y género
…es una teoría amplia que abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y co-
nocimientos relativos al conjunto de fenómenos históricos construidos en torno
al sexo. El género está presente en el mundo, en las sociedades, en los sujetos
sociales, en sus relaciones, en la política y en la cultura. El género es la categoría
correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad:
la sexualidad a su vez definida y significada históricamente por el orden genérico
(Lagarde, 1996: 11).
48 Marcela Lagarde (1996) “El género”, fragmento literal: ‘La perspectiva de género’, en Género y
feminismo. Desarrollo humano y democracia, España, Horas y horas, pp. 13-38.
155
Felipe Heredia Alba
49 Alejandra Massolo (1988) Red nacional de investigación urbana, uam-Azcapotzalco. México.
50 Olivia Domínguez Prieto (2002), versión abreviada de tesis de maestría México, enah.
156
Transición urbana, violencia y género
Como en todos los casos, la institución de la cultura decide los roles, “incluso
la posición de las mujeres, sus actividades, sus limitaciones y sus posibilidades
varían de cultura en cultura” (2002: 30). Como se lee, se trata de construccio-
nes simbólicas y sociales regidas por relaciones de poder institucionalizadas en
la sociedad.
De igual forma, Rosanna Reguillo (2013) apunta,52 al hablar sobre jóvenes,
que el género “es utilizado para referirse a la construcción social y cultural de
la feminidad y la masculinidad en su relación”. Buena parte de los estudios de
género tienden “… a explicar las razones y las fuentes de la opresión y subor-
dinación de las mujeres, encontrando que radicaban en la cultura y estructura
social más que en la biología” (2013: 42). Las críticas al sistema de relaciones de
género dominante desarrollaron una nueva visión y “…contribuyeron a revelar
que las asimetrías entre hombres y mujeres están asociadas con construcciones
simbólicas sobre lo que significa ser varón y ser mujer y con las relaciones de
poder entre personas de distinto sexo” (Reguillo, 2013: 43).
Más adelante, Reguillo señala que la identidad y la construcción del género
son procesos culturales de diferenciación social, asociados “con la construcción
cultural del cuerpo a través de rituales de iniciación (al grupo), decoración de
los cuerpos, fachadas, estilos, consumos de música, de ídolos juveniles y exhi-
bición pública de roles masculinos” (Reguillo, 2013: 43). Reguillo indica una
estética corporal como un factor a través de la cual los jóvenes emulan potentes
estereotipos, como referentes identitarios y diferenciadores del género.
Lo anterior nos permite clarificar que las relaciones sociales de género son y
están mediadas por una estructura social y relaciones de poder que condiciona
sus actos y comportamientos. También sería correcto explicar que las desigual-
51 Marta Lamas (2002) Cuerpo: diferencia sexual y género, México, Taurus.
52 María Urteaga Castro Pozo (2013) “Género, clase y etnia. Los modos de ser joven”, en Rossana
Reguillo, Los jóvenes en México, México, fce, conaculta.
157
Felipe Heredia Alba
El hartazgo de las formas de control social que el sistema ejerce sobre el cuer-
po, los pensamientos o la inmutabilidad de los roles de género tradicionales,
ha obligado a sectores de la población, masculina o femenina, a optar, como
respuesta ante este control y asedio permanentes, por una actitud y compor-
tamiento distinto a las formas introyectadas tradicionalmente, como sinóni-
mo y proceso de ruptura con el orden patriarcal. Villagómez53 señala a esta
actitud como empoderamiento femenino.54 Considera a este comportamiento
social “como un conjunto de actividades que buscan conseguir un objetivo
político-social: cambiar la naturaleza y dirección de las relaciones de poder,
que marginan a la mujer y a otros sectores en desventaja, en un contexto social
dado” (2008: 145). Esta actitud y comportamiento femenino, de acuerdo con
el autor, se han convertido hoy en emblema de cambio y liberación, en parti-
cular, para este sector mayoritario de la población.
En el mismo trabajo de Villagómez se presenta un estudio realizado a mu-
jeres afectadas por la violencia de género y las formas de empoderamiento que
algunas asumen como respuesta frente a la violencia masculina, y arriba a las
siguientes conclusiones: “tras la variable ‘poder decisión de la mujer’ (… se ha
hallado que incrementa el riesgo de violencia)” (2008: 149). Más adelante re-
fiere que los “análisis de regresión realizados […] encontraron que la variable
‘equidad en la pareja’ reduce el riesgo de experimentar maltrato entre 0.02 y
0.14 veces, dependiendo del tipo de violencia. ‘Participación activa en la vida
sexual’, también reduce el riesgo […] finalmente ‘mujer maltratada en la infan-
cia’, permanece en el modelo incrementando el riesgo de violencia entre 0.09 y
0.53 veces” y finaliza con algunas reflexiones: “Las causas de la violencia están
relacionadas con la inequidad de género”.
Por tanto, el empoderamiento femenino “…puede implicar una ruptura
con los roles tradicionales e incrementar el riesgo de violencia” (2008: 151); es
53 Candelas Villagómez, j. A., (2008) “Empoderamiento femenino y violencia contra la mujer: apuntes sobre
relaciones complejas”, en Memoria primer encuentro transdiciplinario. México. Casa de México en París.
54 Caro de Jesús cita a Breton para definir el término del inglés empowerment, como “…concienciación,
capacitación, fortalecimiento, autoafirmación, lucha y cambio social, todo a la vez” (2008: 265).
158
Transición urbana, violencia y género
Masculinidades
Por otro lado, la masculinidad es una categoría social que representa una visión
y concepción del mundo que ha sido interiorizada y manipulada en el imagi-
nario colectivo como un símbolo de poder naturalizado en las relaciones y sím-
bolos sociales. La apropiación de excedentes, el establecimiento de la propiedad
como fundamento del sistema patriarcal, fue diseñado social y culturalmente
para controlar, cuidar y mantener en sujeción esos bienes en posesión personal,
incluyendo a los seres humanos.
En dado caso, son los mismos sistemas políticos epocales los que han lo-
grado sujetarse y reproducir estructuralmente modelos anteriores y roles de
género asociados a estructuras de poder. Como veremos adelante, el o los roles
masculinos no son comportamientos únicos o igualitarios. Por el contrario, la
masculinidad asume formas y roles aprendidos, interiorizados, codificados y
simbolizados espacialmente en la ciudad. La visión tradicional haría suponer
“que los varones sólo pueden vivir la masculinidad de una misma manera. Pero
55 Gloria Ramírez Hernández (sf ) “La violencia de género, un obstáculo a la igualdad”, Revista de
Trabajo Social, unam.
56 Tania Alejandra Ramírez Rocha (2020) “Las fronteras del género y sus grietas”, Suplemento cultural
El Tlacuache N° 934, Centro inah Morelos.
159
Felipe Heredia Alba
57 Carlos Caudillo Herrera (2009) “Las transformaciones de los estereotipos de la masculinidad”, en
José de Jesús González Núñez, Conceptos y reflexiones actuales sobre la masculinidad a partir de Freud,
México, iipcs-ipn.
58 Rabin Amadeo Martínez Hernández (2018) “La masculinidad como instrumento de diciplina en el
actual contexto de violencia ligada al crimen organizado”, en Luis Gerardo Ayala Real y Rodríguez Lanuza
(coords) Masculinidad, crimen organizado y violencia, México, Colofón, Universidad de Querétaro.
59 Manuel de Jesús, Caro (2001) “El papel del teatro en la diversificación de la masculinidad”, en
Rosaura Hernández Monroy y F. Medina Manuel (coords.) Las miradas de la crítica, los discursos de la
cultura hoy, México, uam-a, Biblioteca de Ciencias y Humanidades.
160
Transición urbana, violencia y género
161
Felipe Heredia Alba
Conclusión
En La era del acceso, Rifkin (2000)60 decía que la época actual representa la
desintegración de los principios y fundamentos de la vida moderna, pues “una
nueva constelación de realidades económicas […] están contribuyendo a que
la sociedad reconsidere los tipos de vínculos y fronteras que definirán las rela-
ciones humanas en el siglo venidero”. Esto significa el fin del periodo moderno
iniciado con la Revolución Industrial de fines del siglo xviii, y culmina en dos
procesos: la destrucción violenta de los órdenes sociales y los modelos de urba-
nización e industrialización modernos instaurados durante siglo xx, y, segun-
do, un proceso de expansión terciaria tan violento como el anterior.
En estos procesos históricos de cambio, los valores como principios de or-
ganización entran en colisión, interactúan y conviven desigualmente con los
símbolos del orden anterior, los que, a su vez, provocan rupturas y discontinui-
dades sociales y culturales, debido a que cada época histórica impone y dispone
simbólica y territorialmente de símbolos, ambientes y nuevos principios nor-
mativos que dan continuidad al sistema patriarcal.
60 Jeremy Rifkin (2000) La Era del Acceso. La revolución de la nueva economía, España, Paidós.
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Transición urbana, violencia y género
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Repensar el derecho a la ciudad ante la
violencia-miedo, un reclamo de las mujeres
Violencia y miedo
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Sheila Asnet Espinosa Cortés
construyó y fortaleció esta idea en la cual la mujer no puede ni debe pisar luga-
res masculinos, como son cantinas, bares, centros de recreación, y en México,
hasta el siglo xx, en 1981, se quitó la prohibición de la entrada de mujeres a
las cantinas.
Estas construcciones socioculturales no sólo se reflejaron en la forma de
vivir la ciudad, sino también en la forma de hacer ciudad y en la atención de
las políticas públicas que se encargaron de construir una urbe para hombres,
disfrutada y pensada para ellos, mientras que las mujeres construían muros
invisibles de miedo, restricción y reclusión, dejadas sin el derecho al disfrute no
discriminatorio de los espacios públicos, puesto que ahí ocurren las agresiones,
la violencia, violaciones hacia ellas.
Estas condiciones reflejan asimismo las relaciones de poder gestadas y de-
sarrolladas a lo largo de los años. Puesto que el poder define lo que pueden
considerarse como reglas, lo bien visto, y si este orden establecido es roto, las
consecuencias serán graves; este orden determina quién pertenece a qué lugar
y bajo qué términos; el espacio público es, por lo mismo, un lugar ajeno e
inapropiado para las mujeres, dando ventaja a los hombres. Las dimensiones
políticas, sociales y económicas reflejan esta disparidad aun en estos días.
De vital importancia es romper con este enfoque de los espacios privados y
públicos, ya que, por una parte, sitúa determinadas experiencias y actividades
en un espacio, mientras que las excluye del otro y, por otra parte, perpetúa la
idea de que las cosas públicas son de responsabilidad común, pública, comu-
nitaria, en tanto que las cosas que pasan en el ámbito doméstico se quedan
en el ámbito de lo privado y, por tanto, se siguen reproduciendo jerarquías y
desigualdades basadas en el género (Valdivia: 2018).
Esta ruptura sobre lo público privado permite visibilizar las diferentes prácti-
cas que se llevan a cabo por parte de las mujeres, que siempre han estado presen-
tes en los espacios públicos de las ciudades, comprando y vendiendo mercancías,
caminando por las calles para ir a trabajar y participando en celebraciones reli-
giosas y civiles, organizando marchas para exigir vivienda, servicios, educación y,
a últimas fechas, exigiendo y reclamando un verdadero derecho a la ciudad, no
ser asesinadas sino visibilizadas junto con todas sus necesidades, metas y sueños.
Es necesaria también la ruptura de lo público privado para visibilizar que la vio-
lencia junto con el miedo se ejerce también en el espacio privado.
La concepción de miedo gestada en las ciudades se relaciona con los even-
tos registrados como asaltos, violaciones, agresiones, aunque también guarda
una estrecha relación con la configuración de espacios, callejones oscuros, ca-
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Repensar el derecho a la ciudad ante la violencia-miedo, un reclamo de las mujeres
La experiencia más fea y que me ha molestado fue cuando un tipo que se iba mas-
turbando en el camión a lado de mí. Yo iba en la prepa y tardé mucho, mucho en
darme cuenta. Cuando lo hice me quise bajar del camión y el tipo también pidió
la parada. Todos lo vieron bajarse con el pene de fuera y la intención de seguirme.
Lo dejé bajar y regresé a mi lugar. Me enojé, todos habían visto pero nadie hizo
nada, ni siquiera dijeron algo (Citlalli).
He tenido varias experiencias relacionadas donde he sentido miedo. Sin em-
bargo, dos son de las más fuertes que una mujer puede vivir en esta ciudad. La
primera de ellas ocurrió cuando tenía unos 14 años; para llegar a casa después de
la escuela debía tomar un transporte. En esa ocasión el chofer nos bajó antes y tuve
que caminar para llegar a casa. En el trayecto una camioneta de valores de la em-
presa Cometra circulaba de frente a la calle donde iba. El chofer y el copiloto me
lanzaron miradas horribles, de lascivia. Sentí mucho miedo, me sentí amenazada;
no sabía bien de qué, pero percibí peligro. De repente uno de ellos grito ¡súbela
güey, súbela! Tuve mucho miedo, miré hacia abajo vi la avenida, ya que yo iba por
un puente; pensé si me quieren subir prefiero saltar y morirme a que me lleven.
Creo que ellos percibieron ese miedo y siguieron su camino, Sin embargo, esa
sensación de miedo aún ahora me causa nervios.
La segunda vez fue cuando iba a la licenciatura. Los domingos asistía a clases
de yoga. Caminaba por la calle con un pantalón blanco; de frente circulaba una
patrulla, los dos policías me vieron de una forma amenazante como con desespe-
ración, como diciendo con la mirada lo que me querían hacer. Por suerte y a pesar
de ser domingo, en la calle estaba una tienda abierta. Me metí y uno de los policías
aún se me quedo viendo. ¿No deberíamos poder confiar en la autoridad? (Mirell).
Estas dos experiencias reflejan de forma tangible cómo es vivir la ciudad para
las mujeres día a día, y por qué es importante de manera urgente que cambie
la forma de hacer ciudad, que las políticas públicas contemplen soluciones más
allá de colores rosas en el diseño, que recojan las experiencias y sean traducidas
en nuevas formas de pensar y repensar la ciudad.
Refiriendo al espacio privado, la casa es el lugar donde trascendemos a
través de las diferentes etapas que en ella desarrollamos; es el espacio que sig-
nificamos, vivimos y recordamos de diferentes formas, la casa es el primer uni-
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Sheila Asnet Espinosa Cortés
61 En diciembre de 2019, noticias a nivel mundial daban cuenta de un virus nuevo con síntomas parecidos
a la gripe, pero con más intensidad y que cobraba vidas de forma rápida, el nombre establecido:
covid-19, la ciudad: Wuhan China, pronto se esparció por Europa, en México el primer registro se
dio en marzo. Las acciones del Gobierno fueron implementar la suspensión de labores escolares, el
trabajo desde casa, y una cuarentena prolongada.
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Repensar el derecho a la ciudad ante la violencia-miedo, un reclamo de las mujeres
diseñar ciudades más respetuosas con los intereses y las necesidades de las mu-
jeres, sino también con las ideas de los profesionistas de otras ramas que actúen
en la ciudad y aporten esta nueva postura de una ciudad realmente para todos.
A este respecto es necesario contemplar lo que destaca Paula Pérez: el espa-
cio debe definirse como una entidad socialmente construida, y, por tanto, con
ese enfoque, pone la posibilidad en manos de sus habitantes de concebirlo
como algo construible y transformable, susceptible de verse (re)apropiado; un
ámbito en el cual se pueden plasmar las necesidades y los deseos.
No se pide, además, que la mujer sea el centro de atención, pues se busca
que, al contemplar la postura feminista, se incorporen las experiencias cotidia-
nas que no han sido tomadas en cuenta. No se trata de cerrarse a otras situacio-
nes de desigualdad, como en el caso de los ancianos y niños que tampoco son
contemplados en la vida de ciudad. Se trata de que, desde esta perspectiva, sean
considerados los orígenes, las edades, las capacidades, las clases, etcétera. Hay
que participar recordando que no existe un tipo único de mujer ni un ámbito
urbano que se mantenga estable y sin cambios, necesario es reconocer que exis-
te diversidad en las relaciones, experiencias, percepciones, metas, deseos dentro
de una ciudad en cambio constante. Esto puede ayudar a reflejar las diversas
realidades, situaciones de desigualdad e ir más allá el observar cómo viven las
personas y cómo se usan los espacios. El diseño participativo es un punto clave
a la hora de reformular el derecho a la ciudad.
La violencia y el miedo deben dejar de ser parte de las precauciones de antes
de salir de casa, así como el evitar la ciudad y ciertos espacios, recluirse y no
disfrutar, los cuales deben ser eliminados del vivir diario de las habitantes de las
ciudades. Conociendo a fondo las preocupaciones y mecanismos que oprimen
y desalientan a las mujeres, se podrían establecer propuestas para mejorar sus
condiciones de vida en los contextos urbanos e ir más allá de los análisis des-
criptivos, el llevarlos a la práctica debe resultar en el disfrute total de la ciudad.
La concepción actual de la ciudad impulsa a las mujeres a ser cada vez más
temerosas, a evitar el contacto cotidiano, a vivir en aislamiento fomentando el
temor a relacionarse con los demás, y así, al mismo tiempo, evitar el reconoci-
miento, la identidad. Se vive de esta manera en una ciudad fragmentada, que
sin duda resuelve el trabajo, la escuela, la recreación, pero que no permite el
encuentro ni el goce, ni mucho menos la libertad.
No se pretende dirigir la mirada hacia una nueva construcción tangible de
ciudad. No se puede tirar todo y empezar de cero. Sin embargo, los habitantes
de la ciudad pueden intervenir en los sitios que ya habitan, tomando en cuenta
173
Sheila Asnet Espinosa Cortés
todos los procesos urbanos en los cuales se intenta hacer ciudades cuidadoras,
escuchando y recogiendo las experiencias de todos.
Hay que subrayar que las políticas públicas deben incluir en su agenda la
importancia de espacios de cuidado donde las mujeres puedan socializar sus co-
nocimientos, experiencias, alegrías, tristezas, que puedan expresarse sin miedo.
Estos espacios no tienen por qué ser los sobrantes de la ciudad, que tienen que
ser pensados y repensados por mujeres; espacios agradables que sirvan para so-
ciabilizar, pero también para refugiarse, descansar, reconocerse y auto conocerse.
Estos espacios de cuidado sirven también para romper la dicotomía entre
lo público y lo privado, e incluso se pueden generar espacios donde las muje-
res que sufren violencia en el hogar sean acogidas, escuchadas y atendidas por
otras mujeres, ampliando las redes que se generan a nivel barrial y de las que se
documenta muy poco, que, pese a tener experiencias exitosas, son raramente
replicadas o tomadas en cuenta.
Otro aspecto importante es dejar de pensar en ciudades sólo para el con-
sumo, en que se tengan que realizar trayectos que unan trabajo y casa. La vida
diaria va más allá; en específico la de las mujeres que conjugan labores de cui-
dado, labores de trabajo, labores de ocio, y que se desplazan e intentan tejer, de
alguna manera, todos estos fragmentos de ciudad. La idea de una ciudad más
humana, donde el miedo se quede de lado, es de las mujeres.
Al repensar la ciudad y exigirla desde las mujeres, el planteamiento es uti-
lizar el diseño como una herramienta de redistribución, inclusión y cuidados,
dejar de pensar que son utopías el pensar en ciudades ideales, que contemplen
la naturaleza y la relación con los habitantes, los efectos de beneplácito que pro-
duce, espacios que no inviten al consumo pero sí a conocer al otro, a escuchar,
incluir y visibilizar a los habitantes que por siglos han creado y modificado la
ciudad, como en una capa oculta, pero que están ahí.
Esta visión exige una toma de conciencia y de determinación para llevarse
a la práctica, exigir que el diseño sea público dejando de ponderar los intereses
privados, para hacerlo participativo, comunitario, que contemple los tiempos,
las actividades no remuneradas, como el ocio, el disfrute de las cosas que gustan
a cada persona, evitando la exclusión, el acoso, las agresiones; dejar de ver estos
últimos como algo normal debe llevar a retomar el placer de vivir en la ciudad
con todas las virtudes que ésta ofrece y que son sustentadas por las personas
que en ella viven.
Romper paradigmas anteriores de diseño exige voltear a ver que muchas de
las prácticas de la vida diaria han cambiado, que las mujeres han dejado de par-
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Los días que voy a la escuela, uso ropa holgada, no me maquillo, y camino rápido,
me gusta usar ropa corta pero sólo la uso cuando no voy a la escuela si estoy en mi
casa o si no voy a salir lejos o sola, porque me da miedo que me agarren o que me
pase algo, siempre pienso qué ropa se me ve más grande para utilizarla al ir lejos de
mi casa, porque siento que así ya no te pueden hacer caso, o no llamas la atención
(Dafne, 19 años).
Entonces las afectaciones del miedo y violencia en las mujeres toman otra di-
mensión, no sólo afecta, como hemos descrito, a la relación de la mujer con la
ciudad y las actividades que ésta realiza o deja de realizar, además de que im-
pacta en la relación con su cuerpo. Como lo narra la entrevistada, pareciera que
el cuerpo es una especie de cárcel que no permite ser mostrado ni disfrutado
por temor a ser visto, y, por ende, a ser agredido, otro disfrute más negado en
pro de la seguridad.
Estos temores, impactan en la movilidad y en la apropiación, en el uso y
disfrute del espacio público que hacen o no las mujeres, así como en las prácti-
cas que se replican u omiten dentro del espacio urbano, teniendo como justifi-
cación el entre más encerrada más segura.
Romper los paradigmas, replantear el derecho a la ciudad, rescatar las expe-
riencias exitosas, visibilizar y notar cómo viven las mujeres, escuchar sus voces y
verterlas en participación ciudadana a la hora de repensar la ciudad constituyen
las primeras acciones que pueden tomarse si queremos realmente una ciudad
para todos, una ciudad que no se crea utópica e ideal pero sí real, que rescate
las redes vecinales que tejen las mujeres y donde se puedan expresar y fomentar
los conocimientos de mujer a mujer.
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Repensar el derecho a la ciudad ante la violencia-miedo, un reclamo de las mujeres
Bibliografía
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Repensar la violencia de género en el espacio público.
Mirada desde Ecatepec
Alejandra Calva Avalos
Introducción
tiva de género con la que se investiga. De esta manera, resulta una necesidad
preguntarnos qué se está entendiendo sobre violencia de género.
El espacio público será esta plataforma de características urbanas y mediá-
ticas que concentra toda expresión pública. Cuando hablamos de lo público,
nos referimos a toda construcción relacional. Es pertinente aquí, por lo mismo,
cuestionarnos cómo se dan actualmente estas relaciones y prácticas de socia-
bilidad. Exponer una mirada desde Ecatepec ejemplifica de manera cruda la
naturalización de la realidad que se vive en relación con la violencia de género.
62 Artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, onu (1994).
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Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
la Salud, que estima que el 35 por ciento de las mujeres del mundo ha sufrido
en algún momento violencia física y/o sexual. Esto señala que las mujeres son
mayormente víctimas de violencia física, sexual y psicológica, así como de todo
aquello que agrede su libertad y su vida. Esta violencia no distingue espacios.
La violencia puede ser ejercida en contra de la víctima en cualquier lugar pú-
blico o privado. En este sentido, la violencia de género se reduce a la mujer y
abre una nebulosa brecha de diversas violencias. Es pertinente en este punto
replantearnos el entendimiento de tal concepto.
Existen distinciones relevantes entre estas dos vertientes conceptuales, lo
que hace necesario su examen de manera general, debido a que en las defini-
ciones conceptuales e incluso en las estadísticas, es decir, en materia subjetiva y
objetiva, persiste una fusión o anulación a la parte de género.
Por una parte, desde el punto de vista académico, la violencia de género
exige la reflexión preliminar de lo que universalmente se entiende por violencia
y por género. Cabe aclarar que eso reduce lo complejo de los conceptos, debi-
do a que la universalidad anula la lectura sensible que profundizaría en estos
dos conceptos. Sin embargo, como ejercicio literario y discursivo, se plantea
lo siguiente. En lo que respecta a la violencia y en función a la extensión del
texto y el objetivo del mismo, es preciso entender la violencia desde una visión
multidimensional y extensiva.
Abordar el entendimiento de la violencia no es unívoco, se podría come-
ter un error al definirla de manera abstracta: “la violencia trata de un fenó-
meno complejo, heterogéneo y pluridimensional difícil de atrapar en un solo
concepto” (Giménez, 2017: 10). Giménez sugiere que la violencia se explica
mejor concretizándola mediante clasificaciones o tipologías. Al sufrir tal frag-
mentación y dispersión en los estudios interdisciplinarios, la heterogeneidad
del concepto y del fenómeno pierden su ontología de manera profunda, al sub-
rayar que se convierte en difusa la función de la violencia entre sus conexiones
estructurales y sus diversas modalidades en diferentes escalas.
Previo a ilustrar lo que es la violencia, es fundamental tener presente que es
necesario ubicar en un tiempo y un espacio a cada definición, contextualizar y
personalizar estos visores conceptuales que, por así decirlo, ayudarán a enten-
der el por qué del fenómeno violento, sus condiciones geográficas e históricas,
así como considerar los procesos sociales, culturales, económicos y urbanos.
Quisiera citar a Bourgois que desde 2000 recogió en tres categorías a la
violencia, identificando ésta como un fenómeno que opera a lo largo de un
continuo. Realiza una categorización teórica concentrando lo que es la violen-
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Alejandra Calva Avalos
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Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
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Alejandra Calva Avalos
Para complementar el vacío conceptual que deja este texto sobre la violen-
cia física, hemos de resaltar que la teoría de la violencia de Galtung ubica a la
violencia directa en el vértice superior del triángulo, simbolizando con ello las
manifestaciones y comportamientos visibles máximos, es decir, son las formas
expresadas en actos concretos que pueden ser verbales, físicos o psicológicos.
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Afirmar que el género es una norma no es lo mismo que decir que hay visiones
normativas de la feminidad y de la masculinidad, aunque claramente existan di-
chas visiones normativas. El género no es exactamente lo que uno “es” ni tampoco
precisamente lo que uno “tiene”. El género es el aparato a través del cual tiene lugar la
producción y la normalización de lo masculino y lo femenino junto con las formas in-
tersticiales hormonales, cromosómicas, psíquicas y performativas que el género asume.
Asumir que el género implica única y exclusivamente la matriz de lo “masculino” y
lo “femenino” es precisamente no comprender que la producción de la coherencia
binaria es contingente, que tiene un coste, y que aquellas permutaciones del géne-
ro que no cuadran con el binario forman parte del género tanto como su ejemplo
más normativo (Butler, 2004: 72).
Existe una confusión importante en lo que hoy se entiende por género; tanto
como se puede confundir con el sexo y con las creencias de que sólo existen dos
géneros, que ignora la existencia de diversas identidades sexuales, así como no se
alcanza a percibir que el género va más allá de indicar la sexualidad de alguien.
El término de género lo utilizó por primera vez en 1955 el psicólogo y
médico John Money al referirse a los modos de comportamiento. Desde en-
tonces el estudio de este concepto ha resultado en un importante interés para
las ciencias sociales. Al mismo tiempo, desde los años setenta, se ha utilizado el
concepto en varias teorías de la corriente feminista, de tal modo que se convir-
tió en una referencia pilar en numerosos argumentos políticos y sociales.
El entendimiento del género ha sobrepasado la clasificación lingüística y
se ha analizado con profundidad su extensión e impacto. Lo cual es un avance
189
Alejandra Calva Avalos
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Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
Ahora bien, ¿qué nos quiere decir esta suma de información? Sería una
atrocidad hacer un diagnóstico superficial; de hecho no es el objetivo en este
apartado. Sin embargo, resaltar lo esencial a la vista puede darnos respuestas
para reflexionar. Lo que se percibe en un primer plano es que muestra en un
estado vulnerable a la mujer, al género femenino. Seguido de que se interpreta
que la propaganda es dirigida también hacia la mujer. En tercer lugar, se ob-
servan figuras de manos pintadas, simulando detener “algo”. Hay una brecha
pequeña de palabras cortas que son: violencia, no más, género y mujeres. Todas
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Alejandra Calva Avalos
estas observaciones parecieran que están relacionadas con una relación en pare-
ja, esta misma relación binaria de sexos que señalábamos anteriormente. Otra
observación importante es que no involucra al agresor a detenerse, solamente
se muestra como una figura de la cual se tiene que evitar o “parar”. Finalmente,
se observan colores en tonos morados, violetas y rosas.
Analicemos brevemente algunos cuestionamientos que surgen a partir de la
anterior descripción, sin profundizar. Se expondrán tres cuestionamientos ge-
nerales: el primer cuestionamiento que viene a la mente, después de haber leído
sobre el concepto de género, es por qué la mujer se asocia mayúsculamente a
la violencia de género. Esto es relativamente evidente, debido a que la mujer es
mayormente víctima de la violencia de género.
Las estimaciones mundiales publicadas por la oms indican que alrededor de una de
cada tres (35 por ciento) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual
de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida (oms, 2019).
192
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
mujeres sobre los hombres, o sobre otras mujeres, desplaza asimismo la violen-
cia practicada de hombres sobre otros hombres.
Es importante rescatar en este primer cuestionamiento, acerca del ejercicio
anterior, que casi siempre la violencia de género atiende al ámbito de la pareja
sentimental o de una persona cercana a la víctima. Para concluir el primer
cuestionamiento, se reconoce que la violencia de género es entendida hasta hoy
por todas las instituciones como la que afecta únicamente a las mujeres; de ahí
que muchas veces el término violencia de género se ocupa igualmente como
violencia contra la mujer o violencia hacia la mujer.
Retomando el ejercicio de análisis que surgió a partir de la descripción
analizada en el primer apartado derivado del conjunto de imágenes que refiere
internet por violencia de género, el segundo cuestionamiento tiene que ver con
la estrategia política y social que se promueve en torno al centralizar la ayuda
únicamente en la víctima. En este punto el cuestionamiento central es ¿qué su-
cede con el agresor y las personas cercanas a la víctima? Aquí pudiera justificarse
en que también existe la ya clasificada violencia doméstica, que se centraliza en
el hogar o, mejor dicho, en el espacio privado ocupado por la institución de la
familia. Considerando que en cada tipo de violencia existe un actor principal
al cual atender, valdría la pena cuestionar aquí si la violencia tiene género o si
el género, como término lingüístico, es usado una vez más para difuminar des-
igualdad y centralizar una relación de poder.
El tercer cuestionamiento involucra la falta de información sobre la vio-
lencia de género en la propaganda. Observemos que el conjunto de imágenes
mostradas en la ilustración 2 refiere a un problema social sumamente im-
portante para promover la erradicación de la violencia de género. Si bien la
mercadotecnia es fundamental como herramienta para la promoción, ¿por
qué tratar un problema tan alarmante de esa manera? Con tanta sencillez, sin
un contenido crítico, quedándose en la simple descripción del problema. La
comunicación resalta únicamente los efectos de la violencia de género y no
sobre la violencia de género. Los productos informativos, como lo folletos,
carteles, trípticos, comerciales, anuncios, etcétera, son herramientas con un
significado que va directamente al ojo de la víctima y el victimario. En este
sentido, sería conveniente un diagnóstico sobre la limitación que presenta este
instrumento de divulgación, sobre todo porque mucho del trabajo científico
y teórico se queda en la academia, es decir, se detiene en una única esfera; en
este contexto, es preocupante que no se brinde un conocimiento científico
traducido a la sociedad.
193
Alejandra Calva Avalos
La violencia de género es la violencia misógina contra las mujeres, por ser mujeres
ubicadas en relaciones de desigualdad de género: opresión, exclusión, subordi-
nación, discriminación, explotación y marginación. Las mujeres son víctimas de
amenazas, agresiones, maltrato, lesiones y daños misóginos. Los tipos de violencia
son: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial; y las modalidades de la
violencia de género son: familiar, laboral y educativa, en la comunidad, institucio-
nal y feminicida (Lagarde, 2017: 235).
194
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
195
Alejandra Calva Avalos
Ilustración 3. Esquema con base en Rita Segato (2020) sobre violencia de género.
Sin esta última y sin una trasformación de las conciencias mediante discursos que
consigan dar palabras, nombrar la dificultad que enfrentamos, no hay camino
(Segato, 2020).
196
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
197
Alejandra Calva Avalos
198
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
Bourdieu habla de que “se instituye entre dos ‘realidades’, el habitus y el campo,
que son dos modos de existencia de la historia, o de la sociedad, la historia hecha
cosa, institución objetivada, y la historia hecha cuerpo, institución incorporada
(Bourdieu, 1994: 9).
199
Alejandra Calva Avalos
extinción los parques, los quioscos y las alamedas, ni qué decir de los museos
y los teatros. La fragmentación de un territorio genera pobres urbanos, es aquí
donde las germinaciones de los espacios públicos padecen. A reserva de este
padecimiento, se practica el espacio cibernético que relativamente ofrece más
seguridad, con un vaciamiento de los espacios públicos y de sus prácticas cul-
turales. Esto quebranta el tejido social y a la comunidad misma, provocando
hostilidad e indiferencia hacia el entorno físico y social.
Patricia Ramírez Kuri cita a Lefebvre al sostener:
Esto nos lleva a cuestionarnos ¿quiénes se están apropiando del espacio públi-
co? La violencia, la ausencia y los “residuos humanos”, citando a Bauman quien
consideraba que los procesos de la modernidad fabricaban residuos humanos,
y, coincidiendo con él, los procesos modernos, la construcción del orden y del
futuro mejor conduce al caos.
A partir de una reflexión sobre la experiencia de lo urbano en las ciudades
contemporáneas, por ciudades contemporáneas nos referimos a las urbes bastante
densificadas que sufren de una expansión desmedida. Los habitantes de estas urba-
nizaciones experimentan lo urbano desde realidades que incurren en la fragmenta-
ción del tejido socioespacial afianzándose de la violencia. Partimos de tres momentos
que se entretejen. El primero proviene de un urbanismo moderno; en esta etapa
se forman las condiciones estructurales. Como respuesta a esto, se observa una
estratificación en todas sus dimensiones, pobreza y vacíos. El segundo momento se
desprende del primero; en él se observa un estado de vulnerabilidad originado por
las condiciones estructurales en combinación con una sociedad violenta construida
histórica y culturalmente. Este momento condiciona el terreno y los escenarios
para acoger al tercer momento, que tiene a las violencias por protagonista.
Los espacios públicos dejan de practicarse: se quedan sin el transeúnte,
dando espacio para que cohabite la violencia. Las manifestaciones violentas se
producen históricamente en el espacio público para exhibir un castigo. Vale la
pena reflexionar sobre la resignificación del espacio público y cómo éste funcio-
na para expresar patologías sociales como la drogadicción, el alcoholismo, los
feminicidios, la prostitución y la pobreza.
200
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
En síntesis, los espacios públicos serán esos foros donde se expresa la cultura
y donde formas culturales, reglas y actores estructuran un cotidiano. El estudio
del espacio público hace ver los efectos del sistema político-social en el que hoy
vivimos. El espacio donde se construye el tejido social es igual de importante
que el de la transformación de los discursos, ya que en él se reflexionaran.
201
Alejandra Calva Avalos
No diría que por ser mujer he sufrido violencia, diría que por ser “esta mu-
jer”, que creció con películas de “amor” y jugando a la “comidita”, la misma que
pasó a sentirse angustiada por no gustarle a ningún hombre cuando iba en la
secundaria, a la que le preocupaba si tenía las piernas velludas en clase de edu-
cación física. Fui la que decidió querer caerle bien a todos antes de que a mí, la
que renunció por no complacer los deseos de alguno que otro superintendente
en obra. Asimismo me asaltaron casi siete veces en el transporte público. Pero
no, no soy la víctima, no soy la que renunció a ser lo que fui. Creo que soy la
que quiere saber, la que quiere preguntar. Soy la que en vez de retirarse, hago
frente. Soy la que lastimaron un día, pero que se levantó los días siguientes. Soy
la que necesita entender el por qué no me siento compatible con las feministas
de ahora y sí con las de antes.
Me preocupa más mi Ecatepec, me preocupa saber que lo estamos estig-
matizado, violado, usado y burlando. Me aterra la violencia infantil, la que las
madres ejercen contra las hijas y los hijos. Quisiera que se cuestionaran a los
padres ausentes y violentos. Quisiera cuestionar a mis padres y a mis maestros.
Quisiera preguntar por qué al agresor se castiga con la cárcel. Quiero cues-
tionar a todas las reglas que nos inventamos y reinventamos cotidianamente.
Pero ¿para qué? A veces pienso que mejor podríamos inventar nuevas, cambiar,
visibilizar. La trasformación de la sociedad podría ser contagiosa, así como la
violencia. Tal vez en una de ésas todos comenzamos a ser iguales, a ser justos
con las y los indígenas, con las y los ancianos, con el campo, con el otro.
Aquí hay tanta norma, tantos programas, ¿para qué? ¿Para justificar un entregable
político?, ¿para remediar una alerta llamada violencia de género? ¿Una emergen-
cia? No. Esto no alcanza, no se puede remediar un sistema. Siento que los re-
miendos no es lo que necesitamos. Necesitamos una buena sacudida, palabras que
lleguen a nuestra alma. Queremos escuchar a seres humanos, a nuestros paisanos
hablándonos y no precisamente de un protocolo. Yo me pregunto, ¿cuánto van a
aguantar estas estrategias institucionales para disipar la violencia de género?
Mi mirada como mujer viviendo en Ecatepec es fuerte y melancólica, es deli-
cada. Me duele la indiferencia que sucede cuando encuentran a una mujer muerta
en las hierbas a la orilla del gran canal como la de este 20 de septiembre del 2020.
Me intriga saber si todas son de Ecatepec o ya la misma imagen del lugar resultó
ser el óptimo para alojar delitos. ¡Al fin! Aquí todos somos anónimos. Aquí se pue-
den matar y matar a mujeres y hombres y no se hace una marcha al Zócalo como
lo fue para Ingrid Escamilla. Todas esas mujeres somos Ingrid, todas las muertes
merecen ser marchadas. Basta de normalizar las muertes que suceden aquí, aquí en
202
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
mí Ecatepec. Creo que estamos cansados de que sean las calles y los pocos parques
que tenemos, los que padecen nuestra ausencia, estamos cansados de sentir miedo
por lo que se dice y también por lo que es. Mi mirada es valiente, vivir aquí me
ha dado la resistencia necesaria para ir a la ciudad y regresar (mientras leo esto me
tiembla la voz).
Reflexiones finales
203
Alejandra Calva Avalos
estas problemáticas seguirán existiendo. ¿Las condiciones van a seguir las mis-
mas, habrá logrado un cambio o generó más problemas?, ¿se habrá resuelto
algo con estos discursos académicos?, ¿con estas teorías y estos significados? Sin
duda, hay estragos que no se pueden evadir, como el que la diferencia sexual
produce desigualdad social. Así también como el que el concepto cambia de-
pendiendo su espacio y su tiempo. Que no se puede pensar en el género desde
un universal.
Invitamos a todos los artículos y discursos a ser traducidos para todos los
lenguajes y todas las mentalidades. Proponemos controlar los conocimientos.
Debemos dejar de ser únicamente un aparato científico. Trabajemos pedagógi-
camente sobre los temas más complejos y sirvamos a la sociedad. Capacitémo-
nos y capacitemos a funcionarios públicos. Hagamos de estos conceptos más
fáciles de leer. Usemos nuestros instrumentos de análisis, entre otros lentes,
para practicar la perspectiva de género y la lucha de clases. La condición actual
nos lo permite.
Bibliografía
204
Repensar la violencia de género en el espacio público. Mirada desde Ecatepec
205
Fuente: <https://cancunissimo.mx/asi-sera-la-marcha-del-orgullo-gay-en-mexico/>.
4. Sexualidad y género:
dicotomía en el espacio público
Sexualidades, género y espacio público
Jessica Reyes Sánchez
Introducción
Las ciudades son sin duda espacios políticos donde se organiza la vida colectiva,
y se presentan las diversas identidades y culturas de las y los urbanitas. Éstas
se encuentran determinadas por los procesos históricos de contextos situados,
lo que va a establecer cómo se concibe el espacio público (Carrión, 2007: 56).
En el mundo occidental el cuerpo ha dejado de ser un espacio primordial y
político para quedar subyugado, aparentemente, por las normatividades que
las sociedades han considerado las válidas. Y a partir de lo anterior se puede
afirmar que los dispositivos de control estatal y moral han reducido el vínculo
entre el espacio público y las ciudadanas y los ciudadanos.
La división de género determina cómo hombres y mujeres se apropian o
no del espacio en las ciudades. Las mujeres han estado subordinadas históri-
camente y han sido recluidas al ámbito privado, lo cual ha limitado durante
décadas su participación en el espacio público. Por mucho tiempo, para este
grupo, incluirse en lo público significaba que, en ciertos contextos, perdieran
respetabilidad y estatus debido a que se temía que perdieran la virginidad y que
las malas costumbres se apropiaran de ellas, mientras que los hombres han sido
asociados al ámbito público, lo que sin duda les ha dotado de ciertas libertades
(Sennet, 1994).
Basados en una visión que mercantiliza el erotismo, las sociedades posicio-
nan modelos que no se corresponden con la realidad, con el afán de convertir
al cuerpo y al placer en objetos de consumo. Las y los urbanitas han formado
su percepción de la sexualidad escuchando en instituciones, como la escuela
o el sistema de salud, discursos conservadores que limitan el goce y el placer,
y relacionan la sexualidad con la reproducción. Pero, por otro lado, escuchan
un discurso que, desde la mercantilización, busca hipersexualizar los cuerpos
Jessica Reyes Sánchez
210
Sexualidades, género y espacio público
63 En este trabajo la sexualidad se entiende como una construcción cultural que incluye componentes
biológicos. Además, se vincula a normatividades y a dispositivos creados por el sistema patriarcal
hegemónico heteronormado que van a reglamentarla. Por tanto, al estudiarla hay que tener en cuenta
que existen matices por época histórica y contexto social.
211
Jessica Reyes Sánchez
64 Retomo de Michael Warner (2004) la idea de que la heteronorma se basa en las relaciones de poder
por las cuales la sexualidad se reglamenta en nuestra cultura. Lo que implica la idealización e institu-
cionalización y las relaciones heterosexuales como lo deseable. Pero, además, reglamenta elementos
como el género, la raza y las prácticas sexuales.
212
Sexualidades, género y espacio público
Sin duda, las ciudades (y sus espacios públicos), además de ser sitios políticos
donde convergen las culturas, también son espacios donde se expresa la se-
xualidad. Como se verá en las siguientes líneas, aparte de las sexualidades que
encajan en la heteronorma, se presentan las sexualidades transgresoras. Y lo
relevante es que, por momentos, el ejercicio de la sexualidad en los espacios pú-
blicos crea rupturas entre las normas que impone el Estado, que históricamente
han sido vinculadas al displacer.
Pese a que los grupos conservadores lo nieguen, en la vida cotidiana muchas
personas piensan, fantasean y (algunas) llevan a cabo un tipo de práctica erótica
que consiste en tener relaciones sexuales en espacios públicos,65 generalmente
de forma anónima y sin vínculos de pareja. Dicha actividad suele realizarse en
parques, bosques, cines, baños públicos, en el transporte colectivo, como el
Metro y las áreas de descanso de las autopistas.66 Las personas67 efectúan dicha
práctica por los más diversos motivos, como son la falta de espacio, romper
las reglas, vivir experiencias nuevas, desafiar a la autoridad. En los encuentros
sexuales en el espacio público se transgrede la dicotomía público-privado, ya
que se coloca en el ámbito público al erotismo, al que las tradiciones estoicas
han destinado al ámbito privado.
Coloquialmente, a los encuentros sexuales heterosexuales se les denomi-
na dogging o “cancaneo” y a los homosexuales cruising. Hay diferentes formas
de llevar a cabo esta actividad; para algunas personas se encuentra a nivel de
fantasía y/o deseo, mientras que otras han experimentado la actividad por lo
menos una vez en su vida, y otras más para quienes representa el continuo en el
ejercicio de su erotismo. Este tipo de práctica sexual es ejemplo del desafío a la
normatividad sexual impuesta en las ciudades, ya que al momento de realizar el
cruising o dogging estas personas transgreden las normas y escapan de los dispo-
sitivos de poder que regulan a los cuerpos, para después volver a la cotidianidad
y a la “norma”. Los encuentros se vinculan en su mayoría a la clandestinidad, ya
65 Para este trabajo un encuentro sexual, incluye fajes y caricias hasta relaciones sexuales coitales, dicha
inclusión tiene que ver con descolocar a la sexualidad de la genitalidad.
66 Hay que aclarar que este trabajo retoma las características de los encuentros sexuales que se dan en la
Ciudad de México, por lo que no se puede generalizar las formas en que este tipo de práctica se llevan
a cabo en otras zonas del país.
67 Los encuentros sexuales en el espacio público trascienden el estatus social, la orientación/preferencia
sexual, la condición etaria o la escolaridad.
213
Jessica Reyes Sánchez
que las personas desconocen que en la Ciudad de México no existe una norma
jurídica que castigue dichos encuentros.
La materia prima de este tipo de encuentros es el cuerpo sexuado y el ero-
tismo. Es a través de los sentidos que los practicantes van resignificando los
espacios públicos que usan para fines sexuales, y rompen la lógica del uso del
espacio, es decir, los sitios son usados para un fin diferente para el que fueron
proyectados; en ese sentido, podemos hablar de apropiación del espacio (Mer-
leau-Ponty, 1998).
Es relevante que quienes desempeñan esta actividad crean tácticas que
incluyen la generación de códigos de ligue, que, por ejemplo, implica saber
cómo mirar a otra persona en la calle, hasta la creación de grupos virtuales y el
uso de aplicaciones para conocer personas. Esto sucede regularmente cuando
los encuentros se realizan con parejas casuales, mientras que las parejas esta-
bles elaboran códigos que posiblemente tienen que ver con la experimenta-
ción de la ludicidad del erotismo. En ambos casos es necesario crear códigos
de seguridad para evitar ser vistos e incluso molestados por personas ajenas a
la práctica.
Otra de las tácticas consiste en “rotar” de espacio público, puesto que el
uso continuo de ciertos parques o calles genera que se “corra la voz” y que un
mayor número de personas lo ocupe con fines sexuales. Con mayor número
de practicantes es mayor la posibilidad de ser descubiertos, por lo cual se debe
rotar de lugar, lo que, además, sirve para ampliar el número de lugares.
Considero que es a través de las tácticas creadas por los practicantes de los
encuentros sexuales que éstos logran escapar del control que se ejerce sobre el
cuerpo y se entremezclan con la actividad de las otras personas que habitan
las ciudades. Después de la transgresión vuelven a su papel de cotidianidad,
donde es probable que se alineen a los mandatos heteronormativos. A través
de los momentos de transgresión las y los practicantes de dogging y cruising se
apropian de diversos espacios públicos.
En la Ciudad de México, a través de rumores, pláticas e incluso vídeos, se
sabe de varios sitios donde ocurren encuentros de tipo sexual. Incluso por me-
dio de redes sociales y aplicaciones es posible conocer de forma geográfica los
lugares, y adentrarse en los códigos y normas que han elaborado las y los prac-
ticantes de estas actividades. Entre los lugares de encuentro sexual en la ciudad
destacan, por ejemplo, parques, bosques, el Metro y calles de colonias aledañas
a las estaciones de este sistema de transporte.
214
Sexualidades, género y espacio público
68 La norma que rige el bienestar en el ámbito público es la Ley de Cultura Cívica publicada en 2004,
que sanciona prácticas como beber en la vía pública, obstruir o permitir la obstrucción de la vía pú-
blica y, entre otros, invitar a la prostitución, ejercerla o solicitar el servicio (en el espacio público). Las
relaciones sexuales en los espacios públicos no se encuentran mencionadas de manera explícita en el
documento, como sí lo estuvieron en el Reglamento Gubernativo de Justicia Cívica, donde realizar
actos obscenos, que causaran ofensa a una o más personas, implicaba hasta treinta días de multa y
hasta 36 horas de detención.
215
Jessica Reyes Sánchez
216
Sexualidades, género y espacio público
ticamente de ciertos espacios públicos, da pie para reflexionar cómo los cuerpos
pueden por momentos salirse de la sexualidad hegemónica.
Es interesante que las personas de la disidencia sexual y las heterosexua-
les pueden posicionarse como transgresoras y sostener prácticas sexuales en el
espacio público. Que la práctica no sea exclusivamente de un sector ayuda a
comprender la complejidad en la que se ven inmersas las sexualidades en los
ámbitos occidentales. Y se puede afirmar que los dispositivos sobre el cuerpo
pueden ser igual de fuertes para quienes se encuentran en las sexualidades pe-
riféricas como para quienes se adscriben dentro de la sexualidad considerada
“normal”. En ese sentido, hay que cuestionar la imposición de la heteronorma-
tividad y buscar posicionar a las formas alternativas como sujeto legítimo de
reconocimiento social.
Este trabajo busca evidenciar los elementos positivos del cruising y el dog-
ging, ya que representan una forma alternativa de vivir el cuerpo sexuado y de
vincularse, incluso de manera más democrática, con las ciudades. Su existen-
cia da cuenta de cómo en los ámbitos urbanos es posible vislumbrar espacios
que momentáneamente se vinculan al placer sexual y, ¿por qué no?, al disfrute
de la ciudad. En este punto es relevante mencionar algo sobre las posturas que
afirman que es “dañino” (sobre todo para los niños) tolerar encuentros eróti-
cos en espacios públicos. Desde ese punto de vista, se afirma que, con este tipo
de actividades, se ven afectados los derechos de los no practicantes. Y que los
espacios públicos deben usarse para lo que fueron construidos, por lo que es
impensable darle un uso erótico. Habrá que reflexionar por qué en el contexto
mexicano no se cuestionan los ataques por homofobia, los feminicidios o las
diferentes formas de violencia que se viven en la ciudad, pero se cuestionan las
expresiones vinculadas al placer erótico. Y, en este sentido, se puede afirmar
que cualquier expresión de violencia representa un mayor atentado contra la
ciudadanía que ver a personas expresándose eróticamente.
Los sitios donde ocurren los encuentros sexuales en el espacio público per-
miten generar experiencia urbana y democratizar los espacios, lo cual implica
un potencial enorme para los estudios urbanos, ya que permite entender de
forma diferente cómo se apropian las personas de ciertos espacios.
Sin duda, la estigmatización de este tipo del cruising y el dogging deja de
lado los aspectos positivos de la práctica, como pueden ser la creación de redes
de solidaridad, la transgresión de la normatividad vigente o la apropiación del
espacio público. Y lo más relevante desde mi punto de vista es que estigmatizar
y prohibir este tipo de actividades aborda la sexualidad desde un discurso que
217
Jessica Reyes Sánchez
tiene que ver con el miedo, el displacer, y descoloca a los practicantes como
sujetos que puedan decidir de manera libre ejercer o no la práctica. Por esto,
este trabajo apela por el rescate del placer mediante los usos diversos que dan
los urbanitas al espacio público.
Debido a que las reglamentaciones sobre el cuerpo casi siempre implican
que las ciudadanas y los ciudadanos vean sus derechos coartados, es necesario,
desde mi perspectiva, rescatar el vínculo de los cuerpos sexuados (politizados)
con la ciudadanía, puesto que permite cuestionar a la heteronorma. Lo que da
pie para que las ciudadanas y los ciudadanos se conviertan en actores activos,
que, además, puedan tener la oportunidad de cuestionar las formas en que las
instituciones intentan regular el placer.
En este trabajo se retoma la ciudadanía sexual69 como un discurso que pro-
cura el bienestar y ejercicio del placer colectivo e individual, aparte del recono-
cimiento de la diversidad sexual como derecho civil. La propuesta se encuentra
ligada a la exigibilidad de los derechos humanos con énfasis en los derechos
sexuales.70 Hay que subrayar que, desde esta perspectiva, es fundamental la
interrelación entre los derechos, pues lo que busca es el bienestar integral de las
ciudadanas y los ciudadanos. Por ello si se habla de ciudadanía y derecho a la
ciudad se debe hablar de los derechos sexuales.
La ciudadanía sexual permite que entre los ciudadanos exista diálogo, que
se generen lazos y redes de apoyo y que se movilicen social y políticamente.
Estoy convencida que dicha propuesta es un medio de vincular a los cuerpos
sexuados con el espacio público y con las ciudades; de ahí se desprende la im-
portancia de retomarla y de coadyuvar a que las ciudadanas y los ciudadanos
conozcan los derechos humanos, pero, sobre todo, que se apropien de las cate-
gorías y se sientan sujetos y sujetas de derecho, lo cual hace la diferencia entre
una ciudadanía que no participa y una que es proactiva y se defiende.
La ciudadanía sexual sirve para nombrar injusticias basadas en estigmas
sobre las sexualidades no heteronormadas. Asimismo, permite poner a debate
en la opinión pública la discusión de la inclusión de los límites de los ámbitos
69 El concepto “ciudadanía sexual” está en constante debate y construcción. Uno de los retos vinculados a
dicha categoría es, por un lado, posicionar al cuerpo como el primer territorio/espacio político sobre el
que sólo sus dueñas y dueños podrían decidir. Y, por otro, crear un corpus teórico que la sustente de ma-
nera académica y política. Lo relevante de dicha categoría es que destaca la relación del cuerpo sexuado
con el ámbito público y permite poner a discusión justo la relación de sexualidad y espacio público.
70 Con los derechos sexuales se ha puesto en la discusión internacional, regional y local el papel que des-
empeñan los cuerpos sexuados en el ámbito público. Con ellos se ha avanzado en acuerdos y creación
de legislaciones que pugnan por un mayor respeto de los cuerpos sexuados.
218
Sexualidades, género y espacio público
71 En este trabajo se define como una forma de urbanismo que de manera interdisciplinar busca “en-
tender” “explicar” e “intervenir” las ciudades. Incluye la gestión del territorio y dialoga con planes
urbanos a diferentes escalas (macro-micro), por lo que coadyuva a reflexionar sobre la complejidad de
las ciudades, impulsa la participación ciudadana y el diálogo con tomadores de decisión y del ámbito
privado, y destaca la diversidad del espacio público como elemento de inclusión social y en su relación
con el entorno urbano.
219
Jessica Reyes Sánchez
Reflexiones finales
220
Sexualidades, género y espacio público
221
Jessica Reyes Sánchez
Bibliografía
222
Sexualidades, género y espacio público
223
La desheterosexualización de la Ciudad de México.
Proyecto de regeneración urbana inscrito en la
lucha para el reconocimiento de las sexualidades
disidentes para una ciudad libre de la
heteronormatividad
Michaela De Marco
Introducción
(Castoriadis, 1975), colectivamente construidos a través de la interacción comunitativa, que orientan y de-
terminan nuestros discursos en torno a la realidad y nuestras prácticas y acciones individuales y colectivas.
77 lgbtqi+ está por L (Lesbianas) G (Gay) B (Bisexuales) T (Transgénero) Q (Queer o Questioning) I
(Intersexual). Transgénero es un término “para definir una comunidad social y política que incluye
transexuales, transgéneros, travestis y otros grupos de género variable como drag queens y kings, lesbia-
nas butch, así como mujeres trans que cambian de sexo. Transgénero también se ha usado para referirse
a todas las personas que expresan el género de maneras no asociadas tradicionalmente con su sexo, se
identifiquen o no con el sexo de su nacimiento” (cfr. Whittle, 2000: 65, en Córdova Plaza, 2011: 55).
Por su parte, Queer (excéntrico) es usado para definir aquellas personas que expresan disenso ante la
heteronormatividad y el binarismo de género. Según una interpretación minoritaria, Q debería signi-
ficar questioning, es decir, aquéllas personas que aún no se sienten seguras de su orientación sexual y
aún se están cuestionando su propia identidad de género. Intersexual es aquella persona con caracterís-
ticas físicas diversas de aquéllas tradicionalmente asociadas a hombres y mujeres. La ciencia reconoce
cerca de cuarenta variaciones diversas de la intersexualidad (cfr. ídem). El “+” se usa para agregar a
la sigla todos los géneros, identidades y orientaciones sexuales que se llegaran a identificar. Algunas
personas han considerado necesario, por ejemplo, agregarle una “A” (para referirse a los “asexuales”)
y una “P” (para referirse a los pansexuales). Sin embargo, la sigla se presentaría demasiado larga y de
difícil difusión. No obstante, el debate en torno a esta sigla sigue abierto.
78 Con el término “cisgénero” nos referimos a todos aquéllos individuos cuya identidad de género coin-
cide con su fenotipo sexual (cfr. Schilt; Westbrook, 2009).
79 Con el término “heteronormatividad” entendemos la creencia de que la heterosexualidad sea la única
orientación sexual “normal” y, por tanto, legítima y aceptada normativamente (cfr. Harris, White,
2018) y que las relaciones sexuales y conyugales sean “apropiadas” sólo entre personas del sexo opuesto
(cfr. Goodman, Gorski, 2014).
80 La vulnerabilidad es aquella exposición al riesgo, aquella posibilidad de ser heridos y dañados sin la
posibilidad de sustraerse, que no permite el control individual y la libre elección (cfr. Fineman, 2009).
81 Con el término “binarismo de género” nos referimos a la convicción que existan sólo dos géneros: el
género masculino y el femenino.
225
Michaela De Marco
226
La desheterosexualización de la Ciudad de México
85 En 1997 la activista lesbiana Patricia Jiménez Flores ganó un escaño en el Congreso de la Unión; en
2000, otra activista lesbiana, Enoé Uranga, fue elegida como diputada de la Asamblea Legislativa de la
Ciudad de México; en 2002, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México estableció que la discri-
minación es un crimen. En 2006, el prd pudo incluir una plataforma lgbtq en el programa electoral
del partido, asignándole un espacio en su lista de candidatos. En 2008, se reconocieron las uniones no
contractuadas por matrimonio (“sociedad de convivencia”) también entre personas del mismo sexo. En
el mismo año, se estableció el acceso a curas hormonales y atención psicológica gratuita para el trans-
gender, además de facilitar la detección y cura de vih y otras enfermedades de transmisión sexual. En
2009, se reconoció el matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho a adoptar. En 2011, se
reforzaron las medidas de la administración pública para prevenir y atacar la discriminación. Durante
los gobiernos de Marcelo Ebrard (2006-2012) y Miguel Ángel Mancera (2012-2018), la bandera del
arco iris ha sido utilizada como elemento simbólico para la promoción de la capital mexicana como
una ciudad abierta a la diversidad sexual. En 2013, las expresiones ofensivas hacia los homosexuales,
transgender, etcétera, se vieron vetadas y consideradas en el marco de la discriminación y de los daños
227
Michaela De Marco
228
La desheterosexualización de la Ciudad de México
91 El pri (Partido Revolucionario Institucional) es un partido político mexicano fundado en 1929 y
representa uno de los partidos más importantes de la historia contemporánea de México.
92 El gobierno del prd nace en 1989, y en 1997 gana la jefatura del gobierno del entonces Distrito
Federal (hoy Ciudad de México), en abierta oposición a las políticas del pri, consideradas represivas,
proponiendo una forma de gobierno más democrática y más abierta también hacia las demandas de
la comunidad lgbqi+ (Manzur Soda, 2017: 45).
93 Morena (conocido también como Movimiento de Regeneración Nacional, por el nombre de la aso-
ciación civil que le dio origen) es un partido político mexicano de izquierda, creado en 2011 e impul-
sado por el actual presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. Actualmente, la jefa de
gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, pertenece a este partido.
94 A mediados del siglo XIX, el gobierno mexicano decidió separar la Iglesia del Estado. Este secularismo
se reafirmó en la Constitución de 1917 (Manzur Soda, 2017).
95 Ídem: 40.
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“buena vida” es que el individuo reciba un adecuado reconocimiento (Honneth, 1994, en Piroma-
lli, 2012: 258). En este orden de ideas, una sociedad será considerada justa sólo si las expectativas
morales de todos sus miembros, su necesidad de sentirse reconocidos, serán plenamente satisfechas
(Piromalli, 2012).
111 Consideramos “misconocimiento” al no reconocer la humanidad del otro y “mal reconocimiento”
cuando no cuestionamos su humanidad, pero la consideramos de valor inferior (De Marco, 2021-a).
112 Al quererse superponer por encima del otro, en nombre de la propia auto-afirmación, se crea una
relación que Hegel describe a través de la imagen de la relación entre el esclavo y su patrón. A di-
ferencia de lo que superficialmente podríamos afirmar, al reducir el otro, tampoco el patrón recibe
un reconocimiento adecuado, porque el reconocedor ha demostrado ser un “mero” esclavo que no
cuenta como un juez autónomo y competente (Hegel, 1801-1806, en Iser Mattias, 2013). Por tan-
to, el reconocimiento de un esclavo no es verdaderamente suficiente para construir nuestra plena
autorrealización. Para que el yo se autorrealice, necesita reconocer al otro (Hegel, 1801-1807, en
Honneth, 1992).
113 Honneth, 1992, 1998: 28; 53; Honneth, 2010: 9.
114 Hegel, 1801-1807, en Honneth, 1992, 1997: 10-19; 29-30; Honneth, 2010: 8.
115 Honneth, 2010: 11.
116 De Marco, 2021-a.
117 Aquí, nos referimos en particular a los estudios de Hegel (1801-1807), Honneth (1992, 1998,
2010), Iser Mattias (2013) y Ricoeur (2005).
118 La identidad de un sujeto puede considerarse bien lograda cuando es “libre de orientaciones estables
y profundas a la prevaricación del otro y capaz de reaccionar al misconocimiento” (Piromalli, 2012:
186) y al no-reconocimiento.
119 Honneth, 1997; Iser Mattias, 2013.
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La desheterosexualización de la Ciudad de México
Marco metodológico
1.Elektra Lesbiana
2.Blanca Lesbiana
3. Ricky Demi-sexual
4. Ángel Bisexual
5. Pray Queer
6. Damon Gay
7. Esteban Gay
8. Stan Bisexual
9. Candy Bisexual, “pero no practicante”
10. Lemar Gay/Pansexual
11. Lulu Queer
12. Costas Gay
13. Shadow Gay
14. Chris Gay
142 Larazón del uso de la herramienta virtual es la pandemia covid-19 que nos afectó en los
trabajos de campo, para esta investigación.
143 Técnica que consiste en identificar un narrador a partir de otro.
237
Michaela De Marco
Las preguntas de las entrevistas se dividen en tres grupos: con las del primer
grupo tratamos de individualizar el perfil de nuestres entrevistades; con las pre-
guntas del segundo grupo, exploramos la relación que les entrevistades tienen
con su entorno urbano, mientras, con las preguntas del grupo 3, tratamos de
entender las significaciones que estas personas tienen alrededor de la regenera-
ción urbana y su posición en torno a la función que ésta podría desempeñar en
las luchas para el reconocimiento de la comunidad lgbtqi+.
Discusión
144 Desafortunadamente a causa de la emergencia sanitaria que estamos viviendo no logramos ponernos
en contacto con personas transgénero: una comunidad, indiscutiblemente importante, para enten-
der el fenómeno estudiado de forma más completa. De hecho, sería interesante mejorar los resulta-
dos de esta investigación, a través de un trabajo de campo más extenso, posiblemente no virtual, a
través de entrevistas semiestructuradas, con una muestra de entrevistades más heterogénea desde el
punto de vista socio-económico, sociocultural e identitario.
145 Apartado 1.
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La desheterosexualización de la Ciudad de México
En cuanto mi manera de vestir, trato de ser lo más sencilla y precavida que puedo
con lo que uso, ya que la Ciudad de México es un sitio peligroso para las mujeres
y tengo miedo de ser violentada o atacada sexualmente (Ángel).
146 <https://www.eleconomista.com.mx/politica/Feminicidios-crecen-en-la-Ciudad-de-Mexi-
co-20200219-0123.html>, consultado el 10 de agosto 2020.
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La desheterosexualización de la Ciudad de México
Llegan a causar temor los de la policía, ya que ellos llegan a extorsionarte con el
pretexto que realizas faltas a la moral sin haber realizado algún acto sexual u otro
que justifique la acción (Shadow).
Sólo en una ocasión fui discriminado. Se trató de una ocasión en la que por expe-
rimento escolar, me vestí de mujer y caminé por la calle y pedí un taxi para llegar
al aula. Dos taxistas me rechazaron diciendo que les habían llamado para realizar
un servicio y que por tanto no podía subirme. Llegando al sitio donde estaba mi
aula, dos señoras me fotografiaron (Damon).
241
Michaela De Marco
Sin embargo, hallamos que la reacción más evidente entre nuestres informantes
es la de evitar el conflicto disimulando la propia identidad y orientación sexual
en el espacio público. En muchas ocasiones, al haber vivido discriminación y
violencia sistémica a lo largo de sus vidas, las personas llegan a generalizar a sus
interlocutores y les consideran todes potencialmente discriminadores y violen-
tos. Por esta razón, ocultan en público su verdadera identidad, exponiéndola
exclusivamente en el ámbito privado. Seleccionamos la siguiente narrativa que
nos muestra esta realidad:
Cuando salgo con una mujer suelo ser más conservadora y dejar las muestras de
afecto en lo privado, ya que esto causa cierto morbo en los espectadores, lo que
suele ser incómodo (Ángel).
Las personas trans y queer siguen siendo discriminadas aun dentro de la misma
comunidad. Esto es: son personas marginadas dentro de la marginación (Chris).
El mayor rechazo lo he sufrido, no por parte de mis núcleos sociales más cer-
canos, sino más bien por el grupo de la comunidad lgbtq+, ya que las personas
bisexuales siguen viéndose como seres confundidos y curiosos (Ángel).
242
La desheterosexualización de la Ciudad de México
Podríamos interpretar esta tendencia como un intento por parte de les “escla-
ves” de colocarse, respecto de otros sujetos igualmente devaluados y margina-
dos, en la posición del “patrón”.147 Al sentirse “patrones” de ciertos sujetos,
logran sentirse “liberades” de la humillación, que es intrínseca de su condición
de “esclavitud” en el ámbito de la sociedad heteronormativa.
A través de nuestras entrevistas, corroboramos que la marginación social de
estas personas se materializa espacialmente en el hábitat que viven cotidiana-
mente y llega a manifestarse en la percepción que las mismas personas constru-
yen alrededor de su espacio.
Por ejemplo, varies de nuestres entrevistades diferencian su percepción de
la seguridad en el espacio público según el barrio donde se encuentran: hay
barrios donde se sienten más cómodes y segures, y barrios donde perciben más
hostilidad. A seguir, reportamos sólo dos de este tipo de narraciones:
147 Nos referimos aquí a la relación esclavo-patrón ilustrada por Hegel. Apartado 2.
243
Michaela De Marco
Me gusta mucho que existan (barrios como éstos). Cuando comencé a explorar
mi identidad sexual, estos barrios […] han representado para mí un refugio libre
de discriminación que me permitió expresar libremente mi sexualidad sin sufrir
algún tipo de violencia (Tess).
Creo que es bueno que haya (de estos espacios) en la ciudad, dan un sentimiento
de pertenencia (Lemar).
[En estos espacios] puedes encontrar personas que te ayudan a descubrirte y
deconstruirte más a fondo […] cada vez que voy obtengo experiencias que me
hacen deconstruirme como persona […] (Ángel).
Es importante ver a otros como tú, reconocerte en sus expresiones de afecto,
lenguajes (Costas).
Creo que (estos barrios) son importantes porque permiten que la gente con
visiones similares del mundo generen puntos de encuentro y de articulación social
[…] (sintiéndose) segures y arropades por su comunidad (Ricky).
148 La mayoría de nuestres informantes coincide en que la Zona Rosa (Colonia Cuauhtémoc) y al Cen-
tro Histórico sean los más “abiertos” y a estos siguen la colonia Condesa, Roma y Juárez.
244
La desheterosexualización de la Ciudad de México
Un área segura (es un área) con gran presencia de espacios para personas lgbt
(Shadow).
Hay colonias en los que la comunidad lgbtqi+ está más presente, donde se
han apropiado del espacio para la expresión de su identidad sexual de forma más
abierta (Pray).
La Zona Rosa es (de hecho) más “afeminada”: colorida, erótica, desafiante (Damon).
[…] Porque la cultura queer se ha hecho de una estética propia, muchas veces
basadas en el kitsch, el camp y el cringe, que son estéticas que representan posturas
éticas, políticas e identitarias. Los espacios reproducen estas estéticas como una
forma de apropiación (o incluso desterritorialización) y expresión de la identidad
sexual (Pray);
245
Michaela De Marco
En cdmx no existen barrios lgbt, existe una zona roja que se volvió de tolerancia
para las personas lgbt y en donde se concentran la mayor parte de sex shops, salo-
nes de belleza, billares, bares y discotecas gay o gay friendly (Blanca).
[Se debería favorecer el cuestionamiento de los] clichés que suponen que los ho-
mosexuales [que es desde donde hablo yo] habitan ciertos espacios y otros no, lo
que significaría “tolerancia” ahí, pero no en los espacios que no les corresponden,
como si existir fuera de ellos tuviera que penalizarse (Costas).
246
La desheterosexualización de la Ciudad de México
Asocio la regeneración urbana con una serie de procesos que buscan revalorizar
espacios urbanos que están perdiendo las condiciones positivas de imagen y usos
mediante la inversión en espacios públicos y privados. Incluye riesgos como el
encarecimiento del suelo y la consecuente limpieza social (Elektra).
Sin embargo, todes les demás informantes asocian la regeneración del espacio
físico-arquitectónico con la necesidad de adaptar la “estructura-ciudad” a los
nuevos requerimientos de la sociedad. Evidentemente, cuando hablan de “nue-
vos requerimientos”, se refieren a las necesidades de las personas de sentirse
finalmente libres y segures de explorar y expresar su identidad y orientación
sexual. A partir de esto, consideran la “regeneración urbana” como el conjunto
de procesos que acompañan a las ciudades a ser más incluyentes y seguras para
todes, sin discriminaciones. En palabras de nuestres narradores:
[“Regeneración urbana” es] volver a construir los cimientos para tener un “edifi-
cio” [arquitectónico-urbano] adecuado, que aguante las nuevas estructuras [socia-
les] (Stan).
Para mí [“regeneración urbana”] significa hacer un análisis de los espacios y sus
funciones para quienes los transitan y/o habitan y evaluar si contestan a las necesi-
dades de nuestra época. Entonces, volver a planificar y diseñar, el establecimiento
de áreas comunes y locales que mejoren las condiciones de vida para las personas
de la ciudad (Tess).
[Regenerar una ciudad es] volverla incluyente en sentidos simbólicos, de acce-
sibilidad, mobiliario y también con respecto a límites que permitan a las personas
realizar sus actividades y prácticas sin ser violentadas o agredidas (Costas).
La regeneración urbana significa, para mí, que la ciudad sea un lugar de en-
cuentro entre personas y visiones del mundo, un espacio de recreación y esparci-
miento físico, emocional, sexual, psicológico y artístico (Ricky).
247
Michaela De Marco
[Regeneración urbana es] resolver los problemas que enfrenta una ciudad, tanto
sociales, económicos y ambientales, reconfigurando las relaciones sociales a través
del espacio y su significación (Pray).
Un proyecto urbano es de gran importancia, ya que de alguna forma se crean
las condiciones en las que se va a desarrollar la sociedad (Tess).
[Regenerar una ciudad] sería principalmente desechar muchas ideas que llevamos
cargando como sociedad desde hace mucho tiempo y empezar a aceptarnos o al
menos respetarnos unos a otros (Esteban).
Ahora bien, consideramos que esta confusión sea “natural”, si estamos hablan-
do de un grupo de personas que vive sistemáticamente acoso y discriminación
y siente la urgencia de mejorar su entorno social a través de cualquier medio.
En este contexto, la regeneración urbana se percibe como uno de los medios
posibles a este fin. Exploraremos este punto en el próximo apartado.
[La comunidad no debe estar] segregada a barrios sino que forma parte de su te-
jido social (Damon).
248
La desheterosexualización de la Ciudad de México
[Es importante] que se abran los espacios a que los miembros de la comunidad
puedan sentirse libres fuera de los barrios típicos (Candy).
Para mí [regenerar una ciudad] significaría crear, para las nuevas generaciones,
espacios donde no se divida, sino que se integre […] [hay que] facilitar la conexión
humana; estamos diseñados biológicamente para tal propósito, a falta de conexión
hay sufrimiento y dolor (Chris).
Se tendría que descentralizar el negocio lgbt y también diversificarlo para que
la gente común se familiarizara con las identidades lesbianas, trans, gay y no binarias
en espacios donde los intereses sean comunes y no específicos de les lgbt (Blanca).
[Al hablar con la gente, conocí] sobre dicha identidad sexual [demisexual: entre
heterosexualidad y asexualidad]. [Esto] hizo que tuviera mucho sentido la forma
en que he vivido mi sexualidad, la cual durante mucho tiempo sentí que era de-
fectuosa (Ricky).
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Michaela De Marco
[Es importante] que estos espacios no sólo sean integrados mediante el consumo (Pray).
Abrir una zona segura para personas lgbt+, pero que no se mantenga sólo en antros
y bares; creo que deberían existir sitios culturales o de ayuda e información (Shadow).
250
La desheterosexualización de la Ciudad de México
[…] Para una buena organización urbana, es necesario escuchar las solicitudes de
los habitantes y de esta forma enfocarse en cubrir sus necesidades de relacionarse,
expresarse y sentirse seguros en cualquier lugar […] Jamás me han pedido mi
opinión respecto a la regeneración de un espacio urbano. La mayoría de las trans-
formaciones de espacios públicos ocurre de manera que no se consulta a la gente
y mucho menos; se piensa con perspectiva de género, ni se dirigen a las personas
de la comunidad. Por lo que me encantaría que consideraran mi punto de vista
en un proyecto para la regeneración en el espacio en el que vivo y me desarrollo
como persona (Tess).
Sin embargo, nuestres entrevistades son conscientes de que esto sigue siendo
una tarea difícil: algunes explican las dificultades de operar en conjunto debido
a la conflictividad que reina en nuestras sociedades, mientras otres se refieren
a la falta de tiempo y voluntad de actuar para el bien público. Estas dificulta-
des son fácilmente comprensibles en un contexto cultural dominado por el
imaginario social capitalista/neoliberal (y el sistema que de este imaginario se
desprende), caracterizado por la competencia entre las personas y los ritmos
rápidos y el individualismo que esta competición genera:149
Creo que es fácil cuando se pueden coordinar los esfuerzos de varios grupos, la
parte difícil es enfrentar los conflictos mediante la negociación (Pray).
Creo que es fácil [involucrarse], pero a veces me hace falta tiempo y voluntad
para ser más activo en este tema (Ricky).
Conclusiones
Como señala David Harvey, en su Ciudades rebeldes (2013), los deseos de las
personas lgbtqi+ (y de todas aquéllas que las apoyan “desde afuera”) pueden
considerarse quiméricos, si consideramos las dificultades y los obstáculos que
tienen que afrontar. Sin embargo, las luchas políticas por el derecho a la ciudad
de estos grupos “cobran aliento tanto de los deseos quiméricos cuanto de las
razones prácticas” (Harvey, 2003: 9-10). Coincidimos con él al considerar que:
Tales prácticas crean espacios heterotópicos por todas partes. No tenemos que
esperar a que la gran revolución construya estos espacios […] lo espontáneo con-
fluye en un momento de “irrupción” cuando diversos grupos heterotópicos ven de
repente, aunque sólo por un momento efímero, la posibilidad de la acción colec-
tiva para crear algo radicalmente diferente (Harvey, 2003: 9-10).
251
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150 Coincidimos con Axel Honneth en pensar que los proyectos cooperativos de rescate psicológico y social de
las víctimas de no-/mis-reconocimiento, deban ser inducidos por aquellas personas conscientes y “despiertas”
ante las injusticias que dominan el sistema en donde estas personas operan (Honneth en De Marco, 2021).
151 De Marco, 2021 (a).
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La desheterosexualización de la Ciudad de México
152 Idem.
153 Dos ejemplos en la Ciudad de México son Casa Gomorra (para mayor información: <https://twitter.
com/casagomorra>; <https://www.facebook.com/pages/Casa-Gomorra/1489033594702375>) y Casa
Roshell (para mayor información: <https://www.facebook.com/ClubRoshell/?ref=page_internal>).
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Michaela De Marco
Bibliografía
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La desheterosexualización de la Ciudad de México
255
Michaela De Marco
256
América Latina es mujer y nos une, André Brito Gonsalves, São Paulo, Brasil, 2019.
5. Apropiación: de la participación
individual a la colectiva
Espacio público, género y civilidad: la marcha del
8m en el Zócalo de la Ciudad de México
José Luis Anaya Alpide
Introducción
de las mujeres del mundo para garantizar la igualdad de derechos, así como su
acceso a las mismas oportunidades que los varones. Las mujeres, históricamente
relegadas al hogar y a trabajos no remunerados, iniciaron a principios del siglo
xx un proceso de autorreconocimiento y visibilización de la desigualdad que
prevalece y se extiende a distintas dimensiones de la vida pública y privada. El
8 de marzo de 1908, en una fábrica textil de Nueva York, Estados Unidos, 129
mujeres murieron en un incendio, luego de que se declararan en huelga con
permanencia en el lugar. El siniestro ocurrió mientras permanecían encerradas
por orden del dueño de la fábrica. Este acontecimiento trágico fue retomado en
1910 por la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Di-
namarca. En él se estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer
Trabajadora, para honrar la memoria y lucha de las mujeres caídas en aras de la
igualdad. En México se conmemoró por primera vez en 1935.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer en México se ha
centrado, desde hace varios años, en visibilizar la crisis social, de impunidad y
de violencia hacia las mujeres históricamente presente en la sociedad mexicana.
Un hecho significativo de violencia contra las mujeres lo constituye las Muertas
de Juárez, en Ciudad Juárez, Chihuahua. La desaparición y asesinato de cientos
de mujeres en esta ciudad fronteriza fueron perpetrados, en su mayoría durante
la década de los noventa, sin que la autoridad estatal esclareciera los hechos, ni
aclarara la discrepancia en el número total de víctimas, en comparación con los
reportados por la Secretaría de Gobernación (Segob).
El contexto que se vivía en Ciudad Juárez y en el resto del país, en los años
noventa, era de una apertura económica con la entrada en vigor del Tratado
de Libre Comercio para América del Norte (tlcan), en 1994. La industria
maquiladora y automotriz, entre otras, se vio favorecida por las grandes inver-
siones de capital que desarrollaron regiones geográficamente estratégicas, apro-
vechando la cercanía y los beneficios de la circulación transfronteriza de bienes
y servicios. El acceso de la mujer al mercado laboral a gran escala se convirtió
en una constante que el tlcan fortaleció. Otro elemento contextual es la con-
solidación del neoliberalismo en México y sus repercusiones en la estructura del
Estado, que paulatinamente abandonó la condición de benefactor para asumir
una más identificada con las funciones de regulador. Pese a que el tlcan y el
cambio al modelo neoliberal fueron vendidos como grandes promesas para
alcanzar el progreso y desarrollo social, la realidad que enfrentó la mayor parte
de la sociedad fue muy distinta, ya que los niveles de pobreza y de inseguridad
no dejaron de aumentar, principalmente ocasionados por los grupos de delin-
260
Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
261
José Luis Anaya Alpide
violenta de mujeres por razones de género, ya sea que tenga lugar dentro de la
familia o en cualquier otra relación intrapersonal, en la comunidad, por parte
de cualquier persona (individuo responsable) o que sea perpetrada o tolerada
por el Estado y sus agentes, por acción u omisión.
La responsabilidad que tienen el Estado en el aumento de los feminicidios
es incuestionable y, pese a que un cambio en la ideología política nacional —
de centro derecha a izquierda— se vivió el pasado 1 de diciembre de 2018,
la denominada Cuarta Transformación encabezada por el presidente Andrés
Manuel López Obrador ha tenido resultados poco satisfactorios para invertir la
tendencia ascendente de sexenios anterior y disminuir los asesinatos por cues-
tiones de género. El aumento del índice delictivo de 2015 a 2020 presenta un
alza como se muestra a continuación en la siguiente tabla y gráfica:
Porcentaje en relación
Año Tipo de delito Nacional cdmx
con el total nacional
2015 411 56 13.62%
2016 604 46 7.61%
2017 741 37 4.99%
Feminicidio
2018 891 43 4.83%
2019 983 71 7.22%
2020 375 29 7.73%
Tabla de elaboración propia con la información proporcionada en el índice delictivo del fuero común (Se-
cretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2020) actualizada hasta el mes de mayo.
Todos y todas en esta ciudad debemos decir alto, basta. Por mi parte enfrento la
realidad y mi gobierno defenderá con fuerza a las mujeres, niñas y niños víctimas
de los agresores sexuales (El Economista, 2020).
262
Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
Gráfica de elaboración propia con la información proporcionada en el índice delictivo del fuero común
(Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2020) actualizada hasta el mes de mayo.
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José Luis Anaya Alpide
El espacio público del siglo xxi en la Ciudad de México pasa, al igual que la
sociedad misma, por una reconfiguración social e institucional que pretende
transformar tanto la espacialidad física, simbólica e histórica, como los usos de
un bien en constante apropiación y disputa. Es el espacio común —de todos—,
en el cual la sociedad contemporánea promueve y reafirma sus nuevos valores
de convivencia y que, como refiere Berroeta (2012), es también el modo en
que (de)construimos un discurso societal. La incorporación de la epistemología
feminista a la discusión hace indispensable repensar la visión androcéntrica que
se tiene del mundo creado por el varón y la mujer.
El espacio público al ser un constructo sociocultural está condicionado por
una temporalidad que define sus atributos, lógicas y valores, es decir, carac-
terísticas que permiten identificar y generar un distanciamiento de éste, con
respecto de otros históricamente heredados. A diferencia de otros espacios, el
público contemporáneo tiene como característica la inclusión de diferentes ac-
tores históricamente invisibilizados y relegados a espacios privados, como las
mujeres, los miembros de la comunidad lgbtttiq, las minorías raciales o per-
sonas con capacidades diferentes. El espacio público debe ser, hoy por hoy, un
espacio de integración social, antes que, de exclusión, un espacio de encuentro
abierto a la diversidad donde la democracia se negocia y reafirma una suma de
actores cada vez más heterogéneos.
El concepto de espacio público refiere a una polisemia que se puede ex-
plicar desde distintas dimensiones, como la filosofía política, el urbanismo, el
derecho, entre otras. Es a partir de esta relación que se entreteje una red con-
ceptual y que, al respecto (Carrión 2016: 17), define el espacio público como
el escenario de la conflictividad, que puede tener una función u otra, depen-
264
Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
diendo de los pesos y contrapesos políticos y sociales. Para que este escenario de
la conflictividad —espacio— adquiera un sentido público debe presentar tres
características: la primera es que sea de interés y utilidad común; la segunda es
que sea conocido y ostensible; la tercera es que sea abierto y accesible (Rabotni-
kof, 2011: 9). Estas cualidades de público permiten a los espacios físicos desa-
rrollar una polivalencia y multifuncionalidad de usos que van de un espacio de
tránsito y encuentro social a un escenario de representación y acción colectiva
al que los ciudadanos trasladan sus conflictos públicos y privados.
El espacio público, como escenario de conflictividad, permite a los ciuda-
danos desempeñar un rol distinto al de habitante y manifestar abiertamente su
repudio, inconformidad o solidaridad en temas de interés común. La diferencia
entre el ciudadano y el habitante está dada por el grado de responsabilidad
social que se ejerce: mientras que para el ciudadano implica una acción activa
y participativa, para el habitante es más una actitud pasiva y delegativa (Mires,
2001). El rol de ciudadano es un ejercicio asociativo que incluye el derecho de
manifestación y asociación, ambos contemplados en los artículos Sexto y No-
veno de la Constitución. Mientras que el Artículo Sexto refiere que la manifes-
tación de ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa,
sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terce-
ros, se provoque algún delito, o perturbe el orden público. El Artículo Noveno
señala que no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente
con cualquier objeto lícito, pero solamente los ciudadanos de la República po-
drán hacerlo para participar en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión
armada tiene derecho de deliberar. Estas consideraciones que hace la ley con
respecto de las formas implican el reconocimiento del concepto de ciudadanía
que Villavicencio (2007) define como el estatus que garantiza a los individuos
el mismo acceso a derechos y obligaciones, libertades y restricciones. Aunque
formalmente los hombres y las mujeres somos iguales ante la ley, es mediante
la asociación pacífica y la manifestación de ideas que las mujeres visibilizan
las desigualdades que han sido normalizadas y tradicionalmente ejercidas por
algunos sectores de la sociedad. El espacio público es afectado por ese cambio
porque las mujeres se han legitimado a usarlo y apropiárselo como ciudadanas
que ejercen sus derechos.
Actualmente, en la Ciudad de México existen una gran cantidad de espacios
públicos que por sus cualidades patrimoniales y culturales son muy represen-
tativos para la sociedad mexicana en general, pero ninguno quizá con la tras-
cendencia e influencia —a nivel nacional e internacional— como la Plaza de la
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José Luis Anaya Alpide
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Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
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José Luis Anaya Alpide
biológica del sexo: hombre y mujer, asocia e impone valores como lo masculino
y femenino, es decir, fronteras entre lo que representa el ser hombre y ser mu-
jer. El género lo define Lourdes Benería (Martín 2008: 40) como el conjunto
de creencias, conductas y actividades que diferencian a hombres y mujeres por
medio de un proceso de construcción social que se compone por un momento
histórico que se desarrolla a diferentes niveles, como el Estado, la familia, las
relaciones interpersonales, y otro que supone la jerarquización de estos rasgos
y actividades, de tal modo que a lo masculino se le atribuye mayor valor. Las
conductas y las actividades asociadas a lo femenino han ido cambiando dentro
del hogar —espacio privado— y más visiblemente en el espacio público. Con-
cretamente, en la 8M pudimos constatar que, mediante la desnudez y el enfado,
el uso del lenguaje soez y la violencia, las mujeres abandonan la represión de los
prejuicios y estereotipos de las relaciones de poder que condicionan su modo de
pensar y de vivir.
Desde la reinterpretación de lo que significa ser mujer, y consecuentemente
de lo femenino, se entrelaza el feminismo como movimiento social que invo-
lucra principalmente a mujeres que buscan, entre otras cosas, contrarrestar las
inequidades que los sistemas de poder dominantes han ejercido históricamente
sobre los grupos no hegemónicos, en este caso las mujeres. Actualmente distin-
tas visiones del feminismo se distinguen entre sí por sus referentes ideológicos,
así como por su propia interpretación del ser y sentirse mujer en un contexto
geográfico, político, religioso, socioeconómico y cultural determinado. El fe-
minismo es para Lagarde (1997: 16) un detractor del orden patriarcal, ya que
lo considera nocivo y productor de una organización social basada en la des-
igualdad, la injusticia y la jerarquización política de las personas basada en el
género, como conjunto de normas que dan sentido y orden al mundo. Tanto el
orden como el sentido que cuestiona Lagarde son susceptibles de una decons-
trucción y una resignificación alejada del androcentrismo y etnocentrismo más
propio de una modernidad rígida que de un periodo de transición, como en el
que actualmente nos encontramos entre lo moderno y lo posmoderno.
Aun cuando la perdida de fe en el proyecto de la modernidad ha resultado
en un proceso de transición paulatino y asimétrico, persisten algunas de las
interpretaciones de ese mundo construido; entre ellas encontramos la homo-
geneización del individuo por las grandes instituciones modernas —el Estado
nación, las ideologías políticas— que justifican los procesos civilizatorios y los
universalismos como modelo de asimilación que elimina la diferencia en favor
de la idea de progreso. Como parte de esta homogenización, la cultura pasa a
268
Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
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Conclusiones
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Espacio público, género y civilidad: la marcha del 8M en el Zócalo de la Ciudad de México
Bibliografía
Páginas de internet
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José Luis Anaya Alpide
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Apropiación del espacio público en la migración
desde una perspectiva de género en la
Ciudad de México
Introducción
Estas categorías de análisis teóricas abordan un fenómeno que las engloba den-
tro de un mismo marco en el cual las ciudades globalizadas y el mundo de los
flujos es causa (y es parte de sus contradicciones), que son las desigualdades
y las barreras socioespaciales que irónicamente se constituyen entre los indi-
viduos por estos procesos de urbanización a escala global; a pesar de ser estas
barreras objetos simbólicos o espaciales que la tesis de la globalización, o mejor
dicho del movimiento y velocidad, dicen romper con la fluidez de la vida con-
temporánea, en realidad terminan por constituir nuevos obstáculos que frag-
mentan el espacio urbano mundial.
Desde la óptica del presente trabajo, estas desigualdades entre los indivi-
duos determinan la configuración del espacio urbano globalizado. Y la gestión
de la diversidad (género y origen) legitima dichas desigualdades en un marco de
una falsa equidad, simetría de oportunidades, y libertad del hombre por expre-
sar la cultura que lo define frente a otros, es decir, se produce una contradicción
del derecho a la ciudad.
Esto se refiere al estudio de las relaciones sociales en su dimensión políti-
ca por el ejercicio del poder; en primera instancia, entre los ciudadanos y, en
segunda, por la legitimización del Estado de ciertas pautas culturales, y de la
predilección por ciertos modos de vida sobre otros, que tienen que ver con el
género y el origen.
En este sentido, se habrá de abordar el tema de la desigualdad social que
configura la ciudad, producto de esta realidad globalizada y explicarla desde
la perspectiva de género para entender las disparidades y contradicciones del
espacio urbano, y las relaciones sociales, por la incapacidad del mundo contem-
poráneo por reconocer y gestionar las identidades diversas (género y origen).
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
Ciudades globalizadas
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Homero Jesús Angeles de Paz
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
Figura1. Foto tomada por Homero de Jesús Ángeles de Paz, junio de 2020.
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Espacio público
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
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y los recursos con los que se ha de vincular el espacio con las personas (Subirats,
2016). Lo que se entiende aquí es que el espacio público es un bien común en
teoría y por definición. Sin embargo, lo que se observa en el espacio, producto
de la segmentación urbana, es su privatización, y su incapacidad de ser inclu-
yente para todos los habitantes.
Esto se explica de la siguiente manera: en primera instancia, el espacio pú-
blico está constituido por una red compleja de instituciones culturales, tradi-
ciones y reglas que regulan el uso y legitiman las prácticas sociales de los indi-
viduos; estos conjuntos de personas operan en lo colectivo como sus titulares
(en calidad de usuarios, actores), es decir, el espacio público de una ciudad está
conformado por todas las entidades y sinergias que se encuentran dentro de él
y del cual sus habitantes son dueños, componiendo así una red de reglas de uso,
disfrute y salvaguarda.
El espacio público también se rige por normas jurídicas y sinergias que lo
controlan y lo determinan. En esta definición lo público se vuelve propiedad
atribuida a algún propietario en lo individual o lo colectivo. Así, pues, la pro-
piedad siempre se atribuye a alguien, individual manejado colectivamente o
privado manejado institucionalmente, “nos concierne a todos”, ejemplifica el
efecto de la construcción del bien común sobre el espacio público.
Sin embargo, es pertinente exponer que el concepto de bien común no
debe confundirse con el término de bien universal. Como ya se dijo, los bienes
comunes se basan en el conjunto de bienes e implicados (titulares o usuarios)
sobre los cuales se aplican las reglas de apropiación, límites de uso y sanciones
a todo aquel que use el espacio público. Esta compleja estructura social, com-
puesta por los habitantes, instituciones y tradiciones que restringen su uso, está
constituida por las estructuras sociales que gestionan los bienes comunes de
su realidad inmediata. En cierto sentido, éstos privatizan los bienes comunes
cuando gestionan, administran y ejercen su poder colectivo. Aquí se produce la
articulación y reforzamiento de las interdependencias de todos aquéllos a quie-
nes les concierne el bien común. Resultado de esta gestión colectiva del espacio
público es cómo se pueden producir las ventajas del compartir o las tendencias
a segregar (Subirats, 2016).
Lo que se observa es que estas relaciones sobre el espacio público, enten-
dido como un bien común, crean fenómenos simbióticos entre los elementos
que conforman la estructura social de un lugar. Todos estos procesos giran en
torno a la capacidad de cada uno de los elementos para ejercer el control de
un bien o un objeto, en este caso el objeto es el espacio público, en el cual se
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
busca siempre una retribución por satisfacer las necesidades de una persona o
un grupo en lo individual o en lo colectivo.
En todo caso, el espacio público, entendido como un bien común, se refiere
a la relación de los bienes con las personas desde esta perspectiva cualitativa
basada en la inclusión y el acceso compartido a un mismo espacio, como una
posibilidad de ejercer la libertad de los habitantes con su entorno. Sin embargo,
el ejercicio de las libertades está regulado por sinergias que controlan y regulan
al hombre y la estructura social, la relación del ciudadano con el Estado y la
gestión del territorio (ciudad y el espacio público), y su posibilidad de ser usado
de manera equitativa recae en el ejercicio de la ciudadanía, es decir, de la liber-
tad de actuar en lo individual o en lo colectivo de los habitantes de una ciudad.
Ahora bien, este sentido, que incluye a todas las personas que habitan la
ciudad y hacen suyo el espacio público, denota una asimetría entre quienes
pueden, de manera legítima, usar el espacio público y los incapaces de hacerlo.
A esto se refiere este trabajo con la exclusión de las minorías en el espacio urba-
no y la dificultad de las mismas por generar lugares y ser parte de ellos.
Migración
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Homero Jesús Angeles de Paz
forman una nueva identidad con respecto del otro (sujetos) y a lo otro (sus
prácticas culturales).
En este sentido, la relación entre unos y otros se da por medio del entendi-
miento entre ambos a través de sus pautas culturales que constituyen todas las
valoraciones y sistemas de orientación con las que cuenta un grupo social para
orientarse en su realidad, como pueden ser usos, hábitos, leyes y etiquetas. Y es
así como el individuo conforma su mundo social donde lleva a cabo y desen-
vuelve sus expresiones humanas (Simmel, 2012).
Así con este conocimiento adquirido los miembros de un grupo social ad-
quieren la capacidad de comprender y ser comprendidos en el mundo que
los rodea. A éste se le conoce como el pensar habitual, el cual mantiene cierta
congruencia, siempre y cuando mantenga cierto orden que no desestabilice la
idea de los sistemas de relevancia que se ha construido. Esta desestabilización
del pensar habitual entra en crisis siempre que el grupo que lo creó se encuentra
con otro grupo que no comparte sus mismas pautas culturales (Simmel, 2012).
Esto se puede ver reflejado en la relación entre los migrantes y los autóctonos
de una ciudad, cada uno con pautas culturales distintas que, en un principio,
instituye en ellos una imagen del otro que regula cómo se debe actuar en rela-
ción a lo desconocido. Este desequilibrio en el pensar habitual de ambos gene-
ra condiciones de desconocimiento del otro, ya que las pautas culturales sólo
abren la capacidad de interpretar el mundo, mas no cómo interactuar con él.
Así se va conformando una imagen de relación entre ambos, es decir, del
yo frente al otro entre dos grupos diferenciados, el residente establecido y el
forastero ajeno, produciendo una relación de poder, cuyas fuerzas entre ambos
grupos y los resultados de esta relación construyen una identidad de sí mismos
frente a lo distinto, o lo que le es ajeno. En un principio, esta imagen de domi-
nación por el ejercicio de poder que construye una imagen de lo que es bueno y
malo o, lo que es mejor y peor, en torno a sus pautas culturales y las expresiones
de estas mismas.
A estos imaginarios se les llama “prejuicios medios”, por los cuales miem-
bros de un grupo legitiman ciertas prácticas en torno a otros, de acuerdo con
una interpretación de un grupo diferente al que consideran inferior. Este pre-
juicio es conformado por una relación de interdependencia del cual ambos
grupos en cuestión aceptan desempeñar un rol dentro de esta conjunción. El
reparto desigual del poder entre los grupos como resultado de este proceso es
lo que termina por producir tensiones y estigmatizaciones de unos con otros
(Simmel, 2012).
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Grafica 2. País de origen de los migrantes en México, representado en cantidad y en porcentaje (inegi, 2019).
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
estudio con las características que buscamos. Nos indica que la posibilidad de
encontrar migrantes tiende a ser muy probable por la cantidad de personas
procedentes de otras nacionalidades que viven aquí.
Grafica 4. Lugar de residencia de los migrantes dentro de las alcaldías o municipios del país
en miles de habitantes y porcentaje (inegi, Extranjeros residentes en México, 2019).
Pero las migraciones son producto del mercado laboral a escala mundial,
producto de la globalización. Existe en la actualidad una considerable fuerza
de atracción en los mercados laborales de los países desarrollados y las ciuda-
des globalizadas, donde se vive una reorganización del trabajo que obliga a
estos espacios urbanos a demandar mano de obra calificada que les permita
incorporarse a las actividades económicas que demandan estas ciudades. En
ocasiones, las ciudades no logran cubrir los puestos necesarios para cubrir di-
chas vacantes y recurren al trabajo especializado de los migrantes para lograr
dicho fin. Por ejemplo, para que una empresa multinacional opere dentro de
una ciudad, es imperante que cuente con una amplia red de filiales en dis-
tintas regiones del globo terráqueo que, de manera estratégica y en conjunto
con otras filiales, configuren los mercados laborales globales (Cervantes-Be-
llo, 2019: 205).
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Grafica 4. Distribución de la población migrante dentro del territorio nacional y la relación entre su
estancia y el motivo de la misma expresado en porcentaje (Chávez, 2020).
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una perspectiva de género en la Ciudad de México
Figura 2. Imagen del parque México. Foto tomada por Homero de Jesús Angeles de Paz, 2020.
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Como paradigma y como una categoría de análisis, el género se refiere a las cua-
lidades culturales y sociales que se asocian simbólicamente a las personas según
las formas de concebir las identidades genéricas (de género). Las teorías relati-
vas del género abarcan componentes asociados al conocimiento de las ciencias
sociales que parten de la filosofía existencialista de Simone de Beauvoir.
Éstas aportan una perspectiva cultural comparativa que indica que el sexo y
el género no son necesariamente entendidos de manera universal. Éstos siem-
pre se construyen en un contexto y una coyuntura específicas (Casares, 2008).
Entre las características que la definen se pueden identificar los conceptos teó-
ricos que explican la desigualdad de género como la capacidad de incidir en la
construcción social del hábitat, por los efectos asimétricos que produce entre
los diversos actores sociales como:
Relaciones de género
Roles de género
Son éstas las actividades, comportamientos y tareas que cada cultura asigna
a cada sexo, como las habilidades sociales y formas de actuar que se piensan
apropiados para los miembros de una sociedad (Casares, 2008).
Estereotipos de género
Construcciones sociales que forman parte del mundo simbólico que funciona
como mecanismo ideológico que apunta a la reproducción y reforzamiento de
la desigualdad, entendidas como el conjunto de ideas arraigadas en la concien-
cia que escapan a la razón (Casares, 2008).
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Estratificación de género
Identidad genérica
Figura 3. Monumento frente al Palacio de Bellas Artes que fue intervenido por acción
de las manifestaciones feministas en la Ciudad de México en marzo de 2020.
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Homero Jesús Angeles de Paz
Reconocimiento
Para que las personas puedan recibir un trato igualitario sin importar su origen
y su orientación sexual, y las ciudades globalizadas puedan ser vividas en un
marco democrático de entendimiento y de respeto hacia la diversidad, es nece-
saria una transformación.
Para lograr este reconocimiento es importante enfocar la visión sobre dos
problemas esenciales: la identidad y la diferencia, concepción sobre la cual el
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Conclusión
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Bibliografía
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feministas. Manifestación femenina,
marcha del 8 de marzo de 2020
154 Según cifras oficiales del Gobierno de la Ciudad de México publicadas en su cuenta oficial de Twitter
@GobCDMX, en <https://twitter.com/GobCDMX/status/1236835601736859648>.
155 Entendemos pasiva como el no uso de grafitis, elementos de combustión y de contacto (piedras,
ladrillos, etc.). Es decir, sólo la apropiación del espacio público (calles, banquetas, plazas) y la mani-
festación por medio de arengas y performance culturales.
156 Entendemos activa como el uso de grafitis, pintas, intervención sobre el patrimonio y el uso de ele-
mentos de combustión y de contacto (piedras, ladrillos, etcétera).
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Manifestación femenina, Marcha del 8 de marzo de 2020
y el inegi, donde podemos identificar, por ejemplo, tan sólo el 44.89 por
ciento160 de las mujeres mayores de 15 años tienen una participación econó-
mica a diferencia de los hombres que tienen 77.07 por ciento, lo que arroja
una brecha en la participación económica de 32.19 por ciento. Datos simila-
res se presentan en la tasa de informalidad laboral donde a nivel nacional las
mujeres tienen un porcentaje mayor de 57.32 por ciento; es decir, las mujeres
se encuentran más propensas a desempeñarse de manera informal, lo cual
ocasiona un descenso en la calidad de vida en ellas y sus familias.
Estos datos reflejan el trabajo remunerado sea formal o informal. Pero las
diferencias porcentuales se agudizan cuando empezamos a hablar del uso de
tiempo, donde, por ejemplo, el promedio de horas a la semana que dedica la
población de doce años o más a realizar trabajos dentro del hogar no remu-
nerados: a nivel nacional las mujeres dedican 48.55161 horas a la semana en
contraste con los hombres que sólo dedican 19.57 a la semana, menos de la
mitad de lo que una mujer mexicana dedica a su hogar. También la población
que desempeña este trabajo no remunerado consiste en el 88.82 por ciento por
mujeres. Además, hay que tomar en consideración las dificultades de entrar a
la esfera económica de manera formal, tienen ocupadas más de cuarenta horas
por semana al cuidado del hogar; en otras palabras, las mujeres dentro de la
sociedad mexicana realizan una doble jornada; puesto que deben cumplir con
sus actividades económicas ya sean formales o informales, deben cumplir con
la jornada (equiparable en horas) doméstica sin recibir remuneración.
A partir de estas diferenciaciones (en este caso, económicas) podemos ver
la desigualdad en la que se encuentra la mujer mexicana, pues se puede ver
porcentualmente el reflejo de los roles de género (asignados dicotómicamente
femeninos/masculinos, mujer/hombre) que aún siguen presentes dentro de la
sociedad mexicana, espacializando162 lo femenino y lo masculino. El espacio
público y la esfera pública (poder) es considerado el espacio para el hombre
tipo mientras que lo privado y doméstico (lo subordinado) como espacio para
las mujeres (en ejercicio de los cuidados).
En segundo lugar, tenemos el tema de la impunidad y el acceso a la justi-
cia. Estas desigualdades reflejadas en el acceso al poder y, en particular, en lo
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de los casos denunciados y sucedidos en los cuales “de las 3,418 defunciones
femeninas con presunción de homicidio registradas en 2017, sólo se iniciaron
741 averiguaciones previas y/o carpetas de investigación por el delito de fe-
minicidio y únicamente se emitieron 16 sentencias condenatorias en ese año
por dicho delito” (Luque, 2020), es decir, esos 741 corresponden sólo al 21.6
por ciento y de éstos sólo 16 se han sentenciado, o sea, al 2.1 por ciento; en
suma, únicamente el 2.1 por ciento de estas defunciones ha sido sancionada
en tan sólo 2017.
Además, en las cifras presentadas por el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (inegi), la violencia de género afecta en mayor porcentaje a la pobla-
ción femenina al tiempo que en promedio el 82 por ciento de los imputados
por violencia de género son hombres. En rigor, es la representación (física y vio-
lenta) de la dominación masculina. En la figura 1 podemos ver los porcentajes
de la violencia de género vivida por mujeres y hombres. También nos muestra
que en la violencia intrafamiliar el 82 por ciento de los imputados también son
hombres, en materia de acoso sexual166 el 93 por ciento, en los casos de hosti-
gamiento sexual167 el 95 por ciento, en la violencia sexual el 90 por ciento, en
los casos de incesto el 64 por ciento, en los casos de rapto el 86 por ciento y,
por último, en los casos de acoso el 88 por ciento.
En relación con lo anterior, y por último, está el acoso y el feminicidio.
¿Por qué hablamos de acoso y feminicidio cómo hechos detonantes? Dentro de
la marcha y las manifestaciones organizadas por los movimientos feministas,
la principal solicitud es detener la violencia en todas sus expresiones, incluido
el acoso y el feminicidio. Es preocupante cómo estos dos hechos de violencia,
tanto urbana como de índole privado, se han acrecentado en la última década y
aún más estos dos últimos años, incluyendo el actual que, a pesar de encontrar-
nos en un contexto de pandemia, y de restricciones en las formas de contacto,
sigue en alta.
Tan sólo de enero a octubre de 2020 han sumado alrededor de 801168 femi-
nicidios en todo el país, doce más que en el mismo periodo en 2019, además de
166 El acoso sexual “se considera una forma de violencia que conlleva un ejercicio abusivo de poder,
aunque no haya subordinación de la víctima; coloca a la víctima en un estado de indefensión o de
riesgo; y se concreta en uno o varios eventos” (cndh, 2017).
167 El hostigamiento sexual “es el ejercicio del poder en una relación de subordinación real de la víctima
frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas,
relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva” (cndh, 2017).
168 De acuerdo con el reporte de seguridad nacional.
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que las cifras de feminicidios han aumentado; por ejemplo, en 2015 la tasa de
feminicidios fue de 426, en 2016 fue de 645, en 2017 fue de 766, en 2018 fue
de 913, en 2019 fue de 963,169 como también podemos observar en la figura 2.
Por ello las manifestaciones femeninas que se presentan en las diferentes
ciudades de México como contraposición a las violencias, el acceso a la justicia
y la desigualdad son relevantes para la apropiación y uso del espacio público.
Como indica Teresa Pérez Vázquez del Centro de Investigaciones para la Equi-
dad Política Pública y Desarrollo:
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Figura 2. Feminicidios.
Fuente: <http://mexicosocial.org/feminicidios-en-mexico-tendencia-imparable/>.
ción se da sobre todo a partir de que la violencia contra las mujeres pasó de ser un tema
del ámbito privado a convertirse en un problema del ámbito público170 (Vázquez, s.f.).
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Lina María Arias Saldaña
Apropiación
Para empezar, la apropiación colectiva parte de lo que Melucci define como
“identidad colectiva”, es decir, no podemos concebir el término de “apropia-
ción colectiva” sin entenderla desde el proceso de identidad. Para Melucci, una
identidad colectiva “es una definición interactiva y compartida, producida por
varios individuos que interactúan y que hace referencia tanto a las orienta-
ciones como al ámbito de oportunidades y restricciones en el que tiene lugar
su acción” (Melucci, 1989: 34; Tejerina, 2012: 80); también ejemplifica que,
dentro de esta identidad, hay tres elementos que pueden diferenciarle; en pri-
mer lugar, habla de los aspectos que refieren una definición sobre los fines, los
medios y lo concerniente a la acción colectiva, siendo esto un nivel cognitivo
que se muestra y está presente en los rituales, las prácticas y las producciones
culturales que generalmente se manifiestan desde la acción colectiva coherente-
mente y, además, allí se producen circunstancias y visiones divergentes que se
agrupan en esta acción.
En segundo lugar, estas identidades colectivas se pueden definir como una
red de relaciones en la cual hay jerarquías, identidades individuales e influen-
cias. Estas redes se comunican, influyen, interactúan y llegan a acuerdos entre
ellas, para así llegar a acciones e identidades conjuntas, o sea, colectivas. Cada
una de estas redes de actores pueden tener diferentes tipos de liderazgos, orga-
nización, tipos de comunicación, pero al final se evocan en una acción colectiva
unísona (como podemos identificar el día 8 de marzo de 2020).
Por último y, en tercer lugar, Melucci habla sobre la implicación emocio-
nal, es decir, que dentro de estas acciones e identidades se permean por unas
emociones en común. Ello permite que los actores se puedan implicar pro-
fundamente con las acciones que realizan, evidenciadas en la marcha del 8 de
marzo de 2020. Este tercer punto es, para Melluci, definitivo en cuanto esta
implicación emocional permite toda identidad colectiva y, a su vez, la consti-
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Espacio público
Dentro de la apropiación colectiva y las identidades y acciones colectivas, el
espacio público se torna como lugar articulador que permite la elaboración y
desarrollo de dichas acciones. Por ello es importante definir al espacio públi-
co como ente social y político, además de las diversas significaciones que éste
puede tener.
En primer lugar, como lo define Ricardo Tena, en Ciudad, cultura y urba-
nización sociocultural, “el espacio público se reconoce como lugar de relación e
identificación; hoy cobra importancia el papel de los gobiernos locales, parti-
dos, organismos formales y de organismos sociales de acción colectiva”172 (Tena,
2007: 287); en otras palabras, el espacio público incorpora todos los procesos
de relación de las acciones colectivas, tanto las redes gubernamentales como las
de movimientos sociales, como las redes de las identidades colectivas, como los
movimientos feministas, son, al final de cuentas, las que realizan un proceso de
identificación, apropiación y territorialización.
Aparte de definir y concebir el espacio público como un lugar de relación,
podemos identificarlo, como lo propone Salvador Urrieta: “espacio público
como lugar de penetración y flujo […] un espacio cargado de valores y signi-
ficaciones” (Urrieta, 2019: 29). Además de ser de relación y de identificación,
el espacio público está cargado de valores y significaciones. Por ejemplo, el
Centro Histórico de Ciudad de México se compone de pedazos históricos in-
trínsecos y yuxtapuestos en el plano físico (arquitectura y calles) que relatan,
desde sus modificaciones, el paso del tiempo, la historia y valores que han cons-
tituido a la urbe y a la nación. Desde la época prehispánica, la colonización,
la revolución hasta el día de hoy, en sus fachadas y calles se recoge la memoria
histórica donde estos grupos de identificación colectiva pueden reconocerse y
/o identificarse o no.
Estas dos definiciones se complementan y atribuyen al espacio público des-
de un componente social, una mirada profunda en cuanto a las relaciones que
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allí se tejen desde las significaciones que produce la memoria histórica del lugar.
Esto hace preguntarnos si todos interactuamos de la misma forma con estos
espacios o, en esta misma relación con ellos, nos identificamos o no. Como pa-
rece suceder, los movimientos sociales feministas se contraponen en el espacio
público cargado de memoria histórica en el centro de la Ciudad de México.
Movimientos feministas
En relación con los dos apartados anteriores, de apropiación colectiva del es-
pacio público, se ven permeados por las acciones colectivas de las identidades
conjuntas, como en nuestro lugar de estudio los movimientos sociales feminis-
tas que allí se desarrollan, desde una manifestación en primer lugar, pero que,
en la última década, se ha implicado lo político.
En primer lugar, como define Benjamín Tejerina en su articulo “Movi-
mientos sociales, espacio público y ciudadanía: los caminos de la utopía”:
173 Plausibilidad definida por la Real Academia Española como: atendible, admisible, recomendable.
También puede ser definido como posible.
174 Vicaria definida por la Real Academia Española como: Que tiene las veces, poder y facultades de otra
persona o la sustituye; persona que en las órdenes regulares tiene las veces y autoridad de alguno de
los superiores mayores, en caso de ausencia, falta o indisposición. También puede ser definida como
facultad de reemplazar a otro individuo.
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Metodología
Este artículo se configura a partir de la construcción del espacio público pen-
sado y construido desde una visión patriarcal, que se ha configurado como un
espacio para el disfrute en el tiempo libre, a la que se dota por lo mismo de
temporalidades específicas, donde se desarrollan prácticas de acuerdo con la vi-
sión hegemónica de la ciudad, y en función a los estereotipos y roles asignados
a los individuos en él.
Por ello es relevante identificar y reflexionar las nuevas significaciones y/o
apropiaciones por parte de discursos contrapuestos a los establecidos, como
los actuales movimientos feministas que, en sus representaciones colectivas, se
establecen y reúnen en espacios públicos de significación nacional y jerárquicos
dentro de la Ciudad de México. Así, se identifica como hipótesis si la apropia-
ción del espacio público por los movimientos feministas cambia el sentido de
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…el prefijo anti significa “opuesto” o “con propiedades contrarias”. Sin embargo,
la creación de esta idea no es simplemente una contraposición u oposición a la de
monumento, sino la deconstrucción de la misma (Lacruz, 2017: 88).
176 Se describe el tiempo, como el límite temporal en donde ocurre la marcha del 8 de marzo de 2020.
177 Antimonumento: son aquéllos que son recordatorio público, donde se rememora.
178 A-patrimonial: se toma el significado del prefijo “a” que indica carencia de “patrimonio” o de esos va-
lores y símbolos que evocan los patrimonios actuales y se resignifican a través de las manifestaciones.
179 Descrito y utilizado por Víctor Turner.
180 Las cursivas en este texto, no en el original.
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181 Traducción hecha por la autora: “O antimonumento corresponde a um desejo de recordar de modo
ativo o passado (doloroso), mas leva em conta também as dificuldades do trabalho de luto” (Selig-
mann, 2016: 51).
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Foto 4. Ruta tomada en la marcha del 8 de marzo del 2020. Fuente: publicado en Milenio.183
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Foto 6. Ruta tomada en la marcha del 8 de marzo de 2020. Fuente: publicado en Animal político.184
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Foto 8. Recorrido por la calle de Madero. Fuente: archivo personal Lina María Arias.
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Resultados
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con la que fueron configurados estos espacios, además de las diferentes relacio-
nes que se entablan y consolidan dentro de esta temporalidad, desde el inter-
cambio de elementos básicos de cuidado hasta el escudar y cuidar a las otras en
los momentos de represión por parte de las autoridades.
Es asimismo de carácter femenino desde el momento en que las mujeres
asistentes lo apropian desde su expresión de género opuesto a la visión patriar-
cal por la cual éste fue concebido.
Conclusiones
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Bibliografía
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Manifestación femenina, Marcha del 8 de marzo de 2020
319
La generidad de los muros. Juan Manuel Lira, Centro Histórico, 2019.
187 El concepto de “novela urbana” que propone el colombiano Álvaro Pineda Botero (2017), por su
parte, se entiende como la expresión de los problemas filosóficos del hombre contemporáneo, donde
la ciudad dista de ser un elemento meramente mimético en las formas estéticas de la literatura, para
dar lugar a elaboraciones sensibles que configuran condiciones de posibilidad sobre las diferentes
cartografías que se trazan en el devenir ciudad del sujeto urbano (Pineda Botero, a través de Moreno,
Pierre, 18 de octubre de 2017).
188 Judith Butler (2010), por su parte, embiste las ideas esencialistas sobre la inmutabilidad de las iden-
tidades de género que encontrarían arraigo en la naturaleza o el cuerpo, y aquéllas que se basan en la
preconcepción de una heterosexualidad normativa y obligatoria.
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
que experimenta una mujer de un sector económico medio o alto, por ejemplo,
que la que vive una mujer proletaria, una mujer obrera. Es, a través de esta dis-
quisición, que llegamos a la postura de Pierre Bourdieu al respecto.189 Bourdieu
establece en su libro La dominación masculina (1998), cómo la mujer padece
la opresión del patriarcado porque el reconocimiento que hace de sí misma lo
hace desde la mirada del hombre. El autor comenta:
Dicho de otro modo, la mujer busca “ser” en un mundo establecido por hombres.
Por ello, se siente atraída, por ejemplo, por tipos de mayor estatura. El feminis-
mo es importante, en palabras del sociólogo, porque visibiliza. El movimiento
feminista ha contribuido notablemente a una considerable ampliación del área
de lo político o de lo politizable, haciendo entrar en la esfera de lo políticamente
discutible o contestable objetos y preocupaciones descartados e ignorados por la
tradición política, porque parecen corresponder a la esfera de lo privado, aun-
que en realidad pertenecen a lo público. Ello, por supuesto, incluye a la ciudad.
Este estudio busca establecer la visión de la libidio dominantis (Bourdieu, 2008),
donde la mujer se describe en los textos como rota, fragmentada, duplicada o
evaporada, una mujer fantasma.190 Y lo hace desde una reinterpretación herme-
189 Esta idea me obligó a revalorar, para mi trabajo de tesis, que el imaginario de la ciudad para la mujer
depende también, como ocurre en el caso de los hombres, de la posición social del actor participan-
te, es decir, se halla pendiente del personaje descrito, y de la mirada de la autora, en función de la
posición que ambos elementos constituyen dentro de un campo cultural. Bourdieu considera que
no existen precisamente las clases sociales, lo que no exime de la discriminación económica, racial o
sexual en el ámbito sociocultural; para él cada individuo forma parte de un campo cultural o habitus,
donde desempeña un rol que puede ser intercambiable con respecto de la posición que ocupa, tanto
en representaciones económicas y de poder, dentro de la sociedad. Bourdieu analiza la novela Al faro,
de Virginia Woolf, como la muestra de un padre de familia que actúa como un rey arcaico, enfermo,
envuelto en un ridículo patriarcado, que no deja de ser infantil, y sobre todo solapado por la esposa.
Establece que la dominación masculina encuentra uno de sus mayores aliados en el desconocimiento
que favorece la aplicación al dominador de categorías de pensamiento engendradas en la relación
misma de la dominación, libido dominantis (deseo del dominador), que implica la renuncia a ejercer
en primera persona la libido dominandi (deseo de dominar) (Bourdieu, 1998: 102).
190 El método que se propone aquí es el de la hermenéutica profunda, diseñado por John B. Thompson
en su libro Ideología y cultura modernas (1993), ligado al método interpretativo, cinematográfico y
literario, propuesto por Lauro Zavala (2012) y Pulecio Mariño (2018) en sus respectivos libros (que
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Ulises Paniagua Olivares
néutica, en una visión compleja, que parte del análisis interpretativo, literario y
cinematográfico, que proponen Lauro Zavala (2012) y Pulecio Mariño (2018),
donde una obra literaria o cinematográfica puede ser revisada desde tres de sus
elementos básicos: la trama, los personajes y los escenarios.191
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
Las mujeres que reinan en la familia, que seducen en la tertulia, que fascinan en
el baile parecen hallarse entorpecidas en la calle. Las que van solas, o son de edad
avanzada, o esposas o viudas. Las niñas necesitan compañía […] Para las demás
la calle es una región extraña; se cansan pronto, las lastima el piso, las sofoca la
multitud, les molesta el bullicio, andan como aves espantadas que abandonan el
nido y caen entre breñales (Zarco, en Quirarte, 2018: 200).
¿Cuál era, entonces, el uso y la exhibición del cuerpo femenino en ese entonces?
La mujer era relegada a la casa, mientras el hombre era amo y señor tanto del
hogar como de la calle. Si a la mujer se atrevía a salir al espacio público, se le
llamaba “callejera”. Si no quería permanecer en sus habitaciones, le restaba el
recurso del convento. La mujer era esposa, o monja o prostituta. No había otra
opción. Lo público estaba vedado para ella, incluso de manera cultural. Y, sobre
todo, su participación política. Esta sumisión queda de manifiesto de manera
corporal, y en el modo de vestir. Monserrat Galí, escritora perteneciente a la era
del romanticismo, lo deja claro en el retrato que hace de las damas de su tiempo:
No hay libertad de movimientos; la pequeñez del pie nos indica que no camina ni
hace ejercicio. Las faldas forman un verdadero cerco de protección que impediría
el acercamiento a otros cuerpos […] cintura estrecha, torso de esquema corazón y
falda ancha de globo. Dicho de otra manera: cuerpo dividido, vestido que obliga al
aislamiento, a la inacción y a disponer de mucho tiempo libre […] Moda costosa
que aislaba socialmente a las usuarias, marcando el status y el nivel económico de
los padres o esposos que lo proporcionaban (Galí, en Quirarte, 2018: 201).
192 Basta recordar Estatua de sal de Salvador Novo (1945) o El vampiro de la colonia Roma de Luis Zapata
(1979), como libros emblemáticos de la comunidad lgbttti y de la Ciudad de México.
327
Ulises Paniagua Olivares
193 En Otelo de William Shakespeare (1603) asistimos a la historia de un feminicidio. En realidad, a dos,
si atendemos la muerte de Desdémona, esposa de Otelo; y de Emilia, consorte de Yago. Aunque se
trata de una obra escrita bajo la mirada de una sociedad misógina, son interesantes la duda de Otelo
al cometer el asesinato de Desdémona ante su supuesta infidelidad (lo que habla de su titubeo ante
la presión chauvinista); los diálogos de Emilia hacia la posición patriarcal: “Qué rápido se delatan
los hombres. Todos son estómagos, y nosotras, comida. Primero nos devoran, y luego, nos vomitan”
(Shakespeare, 1603) o “Sepan los maridos que las mujeres también son seres humanos” (Shakespea-
re, 1603); y el que Otelo, a pesar de poseer un rango importante, es acusado y perseguido por su
crimen, es decir, el feminicidio no queda impune. Lo mismo ocurre en el caso de Yago (hecho que
resultaría insólito en el México del siglo xxi). Es necesario, entonces, encontrar en Otelo (1603) una
crítica al sistema patriarcal de aquéllos años.
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
194 Como dato curioso, Mary W. Shelley tuvo que esperar a que su nombre como autora de la novela
Frankenstein o el moderno Prometeo apareciera hasta 1823, en lugar del de su marido, Percy Bysshe
Shelley, porque se sospechaba de la capacidad de una mujer para escribir una obra espléndida.
195 Vicente Quirarte, en México, ciudad que es un país, menciona que una de las mucamas de la empe-
ratriz Carlota hace una descripción del castillo de Chapultepec y su paisaje cercano, descripción que
fue registrada por escrito.
329
Ulises Paniagua Olivares
La trama
Soledad es una mujer que decide desaparecer, en la Ciudad de México, ante la
sutil violencia que ejercen sus familiares, su novio y su jefe. La trama muestra
una mujer desgarrada, que encuentra en las avenidas y los monumentos his-
tóricos (con los que habla) un anclaje para encontrar una posición dentro del
caos urbano. Es decir, en una ciudad violenta socioculturalmente hablando, el
patrimonio histórico, pero sobre todo el simbólico, se convierte en una referen-
cia existencial para la protagonista de la historia.
196 Aparece el siglo xxi. Las publicaciones se multiplican. El feminismo se consolida, es una
realidad, una fuerte influencia en la transformación social y literaria. Los feminicidios, por
otra parte, aumentan de manera alarmante en el país. El mundo editorial se descentrali-
za. Ya no es el aparato estatal el único en autorizar editar, o no, un libro. Las editoriales
independientes y las grandes casas comerciales dan lugar a distintas voces femeninas que,
aunque publicadas después del año 2000, recurren a los recuerdos de los años ochenta y
noventa del siglo pasado (algunas sí abordan las primeras décadas de la nueva centuria).
330
La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
Los personajes
En la novela Los deseos y su sombra (2000), Soledad, la protagonista, es violen-
tada por un sistema social que se instala en la cotidianidad urbana. Ante la sutil
violencia familiar en su infancia, inventa una personalidad alterna: Lucía. Lucía
es el álter ego de la pequeña, un desdoblamiento que le permite sobrevivir en un
mundo machista. Como adulta, la protagonista decide esfumarse entre la mul-
titud; está viva, aunque ronda las calles como si se hubiese convertido en un
fantasma: asistimos a la presencia de una mujer desvanecida dentro del sistema
económico y sociocultural que representa la polis. Soledad (un nombre simbó-
lico, sin duda) es joven, posee un cuerpo atractivo, por lo que los hombres la
miran como un objeto. En algún momento de la historia conoce a Péter Nagy,
un fotógrafo húngaro de quien se enamora, y quien la abandona sin explica-
ción alguna. Tiempo después, acosada por su nuevo jefe, y luego despedida,
entra en crisis, desaparece. No está muerta, pero nadie, excepto las estatuas,
los monumentos y los muertos, pueden verla. Ésa parece ser la sensación de
la mujer en la ciudad, la de convertirse en un ente invisible en un mundo de
hombres. El espectro se pasea por el Castillo de Chapultepec, recorre el Paseo
de la Reforma y dialoga con sus héroes de bronce. En las entrañas del Palacio
de Bellas Artes descubre los vestigios de un mundo subterráneo que tiende
puentes con la ciudad prehispánica y colonial: enfrenta una Ciudad de México
mágica, terrible y deslumbrante, llena de personajes híbridos y alucinantes.197
De la protagonista se puede extraer una interpretación hermenéutica intere-
sante: la de una chica que desde niña ha sido ignorada, y quien, al crecer, pasa
del control del patriarcado familiar al de la pareja y los jefes. Se trata de la do-
minación masculina a la que refiere Pierre Bourdieu (1998), un mundo donde
el orden de las cosas no es un orden natural contra el que nada pueda hacerse,
sino una construcción mental con la que el hombre satisface su sed de dominio.
Una visión que las propias mujeres, sus víctimas, han asumido, aceptando su
supuesta inferioridad.198
197 A través de Soledad es posible interpretar una categoría de ciudad, la ciudad de las mujeres evapo-
radas. Dicho término lo toma la escritora Eve Gil del escritor Flaubert, quien considera como una
“mala” contemporánea, una “evaporada”, a una mujer que no es sexualmente liberada, aventurera o
desobediente, sino una que se deja arrastrar por el infortunio, pasiva ante la destrucción, temerosa de
la gloria y esclava de sus miedos, complejos y pasiones (Flaubert a través de Gil, 2018: 6).
198 Es curioso cómo al mencionar a las mujeres se tiende a hablar de ellas como una minoría. Esta visión
desacertada salta a la vista si se considera que las mujeres constituyen el 52.6 por ciento de la pobla-
ción total de la Ciudad de México, con un total de 4,687,003 mujeres, contra 4,231,650 hombres,
que representan apenas el 47.4 por ciento de dicha población (inegi, 2015).
331
Ulises Paniagua Olivares
Los escenarios
En el libro aparecen lugares de uso cotidiano, pero también turístico. Se pre-
sentan, en sus páginas escenarios significativos como el Paseo de la Reforma, la
Plaza Santo Domingo, el Castillo de Chapultepec y el Palacio de Bellas Artes
(ver imágenes 1, 2 y 3). Ana Clavel se interna, desde un interés literario, en
un estudio urbano paralelo a la historia. Le interesa describir los paisajes que
conforman la urbe de los años ochenta del siglo pasado. Es importante señalar
que, entre los tres libros analizados, esta autora es quien presenta una mayor
inquietud por extraer el imaginario de la Ciudad de México para plasmarlo en
sus páginas: los mitos, las trazas mentales, las leyendas urbanas y las fantasma-
gorías (Silva, 2015), que conforman nuestra ciudad.
Imagen 1: Mapa mental de la autora acerca de los escenarios de Los deseos y su sombra.
Elaboración: Ana Clavel.
Uno de los personajes del libro habla, con escepticismo, de una circunstan-
cia que, como representación mental, es una verdad: debajo de la ciudad pos-
moderna que vivimos se hallan las huellas, los símbolos, los signos, las marcas,
las ruinas y el esplendor de la ciudad modernizada; debajo de ella hay una ciu-
dad porfirista, art decó y art nouveau, que encubre el esplendor de la arquitec-
tura virreinal y posindependentista. Y debajo de todas ellas, como un corazón
latiendo, se encuentra México-Tenochtitlan, la ciudad subterránea que alimen-
ta la historia y las imaginerías colectivas (ver imagen 4). Nuestra ciudad es cada
una de estas capas. Así lo hace saber el diálogo en la novela de Ana Clavel:
332
La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
Imágenes 2 y 3. El Palacio de Bellas Artes y el Paseo de la Reforma, espacios históricos y simbólicos que
aparecen, como escenarios, en la novela de Clavel. Fotografías: Ulises Paniagua.
333
Ulises Paniagua Olivares
¿Y qué es nuestra ciudad sino aquello que está principalmente en nuestra ca-
beza, o, en cierto modo, en nuestra significación emotiva? Y puede dejar de
serlo en cuanto la pensemos de otro modo. De ahí la importancia de que las
intervenciones urbanas se realicen con conciencia de las capas históricas y de
los imaginarios socioculturales que la conforman. No se debe intervenir una
ciudad sin conocerla.
Clavel se adentra en la toponimia de las calles. Para aquéllos que no están ha-
bituados a las referencias católicas o al mundo antiguo, una calle como Niño
Perdido, o una calle de Escalerillas, puede despertar evocaciones extrañas e
interesantes, como las que despiertan en Soledad:
334
La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
La ciudad es antes que nada aquélla que reina en el imaginario de sus habitan-
tes; se transforma en nuestra concepción colectiva, en especial cuando, a través
de nuevos procesos históricos, aparecen nuevas nomenclaturas, casi siempre
ligadas a un cambio institucional:
…la cabeza se le llenaba con el recuerdo de otras calles de nombres sugestivos que
no había conocido pero que formaban parte del mapa de leyendas de su ciudad y
que su padre le contara algunas noches: callejón de Salsipuedes, de los Espantos,
del Monstruo, de la Buena Muerte… pero al igual que la del Niño Perdido, esas ca-
lles no existían más: por obra y gracia de una toponimia oficialesca que por la zona
de la Catedral agradeció a las repúblicas del orbe el reconocimiento del gobierno
revolucionario, la ciudad olvidaba sus nombres y su pasado (Clavel, 2000: 214).
La trama
La protagonista, Saturnina, una vez que su familia ha venido a menos tras la
muerte del padre (líder familiar), se ve protegida por un tío, piloto comercial,
quien le permite a la madre y a la hija, desamparadas, seguir disfrutando de
un mundo de viajes y lugares exclusivos. Al acentuarse la crisis económica,
con la consiguiente pérdida de sus privilegios, la protagonista finge ser otra, de
nombre Ángela, para acceder al mundo social y urbano al que aspira. Ángela
decide acercarse a las reuniones que Victoria, una mujer millonaria, organiza en
el número 20 de la calle Fuego. Allí conoce a César Augusto, un tipo elegante
que la seduce, ejerce violencia sobre ella, y prácticamente, en contubernio con
Victoria, intenta encerrarla en la casona (en un asunto de trata de blancas),
de la que al fin Saturnina escapa. Mientras tanto, de forma paralela, sucede el
incendio de la Cineteca Nacional, en pleno 1982, con un fantasma, éste sí real,
Arturo, quien narra parte del argumento. De forma similar a la novela Casi el
paraíso, de Luis Spota (1959), nos encontramos ante una impostora en medio
335
Ulises Paniagua Olivares
Los personajes
En Fuego 20 (2017), vemos, de nuevo, a una mujer jugando a representar un
personaje para encajar en una ciudad que la abruma. Saturnina, la protagonista
del libro, también flota como un espectro, se vuelve invisible. De nuevo, la
mujer, se evapora:
Floté por todo Insurgentes y subí por Copilco hacia Revolución, como si fuera
en coche. Yo sabía que quizá iba a poder elevarme encima de los edificios, dar
grandes saltos hacia la noche, pero todo eso no me asustaba, me daba vértigo.
Quizá a Ángela se le hubiera hecho muy divertido andar invisible por la ciudad,
enterándose de toda clase de cosas, se hubiera metido en todos lados, empezando
por las discotecas y los lugares llenos de gente, para tocarlos y sentirlos sin ser vista
(García Bergua, 2017: 239).
Nora y Fabiola acaban de entrar a estudiar Letras Inglesas, son como de otro pla-
neta. El papá de Nora es un empresario de lana, su hermano trabaja en Relaciones
Exteriores. En cambio, el de Fabiola es periodista dizque de avanzada […] Están
hablando de las elecciones que se avecinan y que ganará como siempre el pri, de
libros, de películas y lo que sea (García Bergua, 2017: 174-175).
336
La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
A eso de las siete regresó muy alborotada. ¿No estás lista? Prepárate porque tus
amigas y yo tenemos un plan para tu cumple. El plan consistía en ir a ver 10: La
mujer perfecta al Manacar, y luego irnos a cenar y a bailar a un sitio divertido que
ellas proponían (García Bergua, 2017: 63).
Los escenarios
Se presentan lugares elegantes, de “relevancia social”. Aparecen sitios como la
esquina corporativa de La Fragua y Reforma; la colonia Nápoles (residencial
de clase media alta), alguna agencia de viajes internacionales (indicios sim-
bólicos de un capital cultural ajeno a las prácticas socioculturales populares).
Se presentan, en adición, escenarios urbanos que hablan de su importancia
en los años ochenta, entre ellos: a) El Panteón Jardín, lugar de la memoria
(García Bergua, 2017: 25); b) la oficina de boletos de Aeronaves Mexicanas,
ubicado en Reforma, lugar de la memoria (García Bergua, 2017: 29); c) Bellas
Artes, punto de reunión (García Bergua, 2017: 55); d) el cruce de Insurgentes
y Félix Cuevas, lugar de accidentes de tránsito (García Bergua, 2017: 71);
e) las callejuelas de Coyoacán, lugar de conversación (García Bergua, 2017:
138); y f) la Cantina La Guadalupana, de Coyoacán, lugar de diversión (Gar-
cía Bergua, 2017: 293).
Aparecen calles y monumentos importantes en la morfología de la ciudad,
en este caso próximos al Paseo de la Reforma:
337
Ulises Paniagua Olivares
Llegamos a Reforma y doña Victoria me pidió que diera vuelta en Lafragua, hacia
el monumento a la Revolución. Ahí, en un edificio de grandes ventanales, se en-
contraban las oficinas de Triunfo 70. Pero antes debía dejarla a ella en el Sanborns
a dos cuadras, pues tenía una cita de trabajo (García Bergua, 2017: 57).
En realidad, me subía al Maverick a dar vueltas por la ciudad, recordando los pa-
seos que a veces dábamos Rafa y yo por rumbos que a él le fascinaban: Las Lomas,
Ciudad Satélite, San Ángel, el Pedregal. Cómo le gustaba llevarme a pasear y soñar
con que nos mudábamos ahí; luego me invitaba a comer helados al Dairy Queen
o, desde que cumplí quince, una copa al lobby de un hotel elegante en Reforma.
Al volver yo le mentía a mamá que había visto los departamentos y les inventaba
defectos […] A veces me quedaba llorando en el coche estacionado en la lateral del
Periférico (García Bergua, 2017: 29).
El Pedregal seguía desierto como la otra vez y sin embargo los camellones amplios,
regados con esas máquinas en las que el chorro de agua gira y te persigue, olían a
pasto recién cortado. Las casas silenciosas como extraños gigantes me hacían pen-
sar en el cuento que me leía mamá de niña, donde un joven valiente se aventuraba
en un bosque de árboles torcidos y llenos de espinas, con estatuas de piedra que no
podían hablar […]. Después de todo, se decía que en el Pedregal vivía toda clase
de gente, el dinero no garantizaba que una persona fuera recomendable, incluso
podía ser al revés, como pasaba con tantos políticos y abogados ladrones (García
Bergua, 2017: 41).
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
200 “El efecto de la explosión llega hasta el gabinete de estudios médicos Laroche, a tres cuadras del otro
lado de la calzada […] Todos salen a la calle sin saber qué pasa, aterrados […] Se está quemando la
Cineteca, les dicen, miren […] Arturo se echa a andar junto con su compañeros entre humo y patru-
llas, hasta un punto en el que pueden detenerse y ver, desde el otro lado de Tlalpan, a los bomberos
que luchan por apagar el incendio, y las ambulancias que van y vienen sacando a los niños de la casa
de Cuna que está a una cuadra […] El edificio de la Cineteca parece una enorme muñeca con la ropa
en jirones, un fuego enorme la hace bailar […] ni siquiera tiene caso intentar trasladarse a algún otro
sitio, si no es a pie: la garganta arde, el tráfico está muerto, los autos prácticamente estacionados en
Tlalpan y Churubusco, resoplando sin avanzar. Hay grandes colas en los teléfonos públicos de los
alrededores, la gente se desespera: muchos no sirven, para variar, y los que sirven no tienen línea”
(García Bergua, 2017:17-18).
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Ulises Paniagua Olivares
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
La trama
Étel despierta un día y descubre que algo le hace falta, que ha olvidado algo.
Frustrada por la violenta relación entre su madre y su padrastro, cansada de la
violencia psicológica de su novio, decide de vez en cuando beber, embrutecerse
con el alcohol. Vemos a un personaje femenino del siglo xxi: una mujer que
compra licor en la vinatería, que viaja en Metro, que fuma marihuana sin ser
considerada como en las novelas del siglo xix o xx una prostituta o una peca-
dora. Decide, en la historia, iniciar una aventura urbana tratando de recordar
lo que olvidó. Al final, descubrimos que se trataba de sus zapatos, aunque éstos
representan en todo caso un símbolo de su cordura.
Los personajes
Étel, una joven del siglo xxi, ejerce el uso del espacio y el transporte público,
no sin ciertos riesgos por ser mujer. Como respuesta a la violencia intrafamiliar
en la que vive, y ante la presión de Rosendo, un novio asfixiante y posesivo,
se convierte en una neonómada, una mujer que recorre la ciudad para escapar
de sí misma, tratando de recordar qué olvidó. En cierta forma, al igual que el
personaje de la novela de Ana Clavel, Étel encuentra en la ciudad el escenario
perfecto para deambular, ajena a la realidad social. Caminar la ciudad es desa-
parecer. En Tras las huellas de mi olvido (2010), Camacho confronta un proble-
ma del habitante contemporáneo, la pérdida de la memoria. La convicción de
haber perdido un recuerdo que podría salvarnos la vida es explorada hasta sus
últimas consecuencias. Amenazada por la inminencia de un crimen terrible,
Étel decide recorrer el centro de la Ciudad de México. Durante una semana
crucial, la protagonista oscila entre la certeza de que un evento siniestro está
por suceder y las ideas de vacío y sinsentido que la han invadido, interrumpidas
por sueños absurdos y claustrofóbicos, o la visión de una ciudad que parece una
maqueta monstruosa “a la que alguien olvidó agregar personas”. Los encuen-
tros tienen un carácter espectral y divertidos: el travesti Isaac estrena pechos
de silicón; Ramón y Lucía sufren un arresto que resulta ser una farsa policíaca.
Los escenarios
Aparecen escenarios de tipo popular, espacios públicos de tránsito, principal-
mente: el Metro Hidalgo, la Alameda Central, el Zócalo capitalino y el Palacio
Nacional. Se muestran una vecindad en el Centro Histórico, y el departamento
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Ulises Paniagua Olivares
donde vive Étel, ambos lugares de clase media baja. Asistimos, mediante el libro,
a la representación de una mujer libre que disfruta de recorrer las calles, las plazas
y las avenidas, quien goza los olores y los colores que conforman la identidad
urbana de los capitalinos. Uno de sus lugares predilectos es el Centro Histórico,
un sitio heterodoxo plagado de puestos ambulantes, a la par que es flanqueado
por espacios y monumentos arquitectónicos e históricos. De estos recorridos,
extraemos algunos párrafos. El primero de ellos, acerca del Zócalo capitalino:
El día me había avanzado mucho y seguía sin saber qué hacer. Me gustaba estar en
la plancha del Zócalo y observar a la gente que desfilaba por ahí o se quedaba a ven-
der o ejecutar acrobacias. Pensar en otra cosa me ayudaba a distraer la amnesia que
ahora sentía lejana, como el eco permanente de una enfermedad que nos recuerda
lo frágiles que somos (Camacho, 2010: 39) […]
Descendí del pesero y mientras caminaba por el Zócalo recordé el incidente
con Ramón y Lucila […] Seguí caminando, con la mirada perdida en mis miedos.
Me detuve en un changarro sobre Isabel la Católica, y mientras comía vi salir al
abuelo de una de las cantinas (Camacho, 2010: 86).
Dirigí mis pasos atrás de Palacio Nacional. Caminé algunos minutos sin encontrar
una pista. Los vendedores ambulantes con sus estructuras metálicas acaparaban
el entorno. Los gritos y la música me distraían continuamente. Había gente por
todos lados, pero nadie compraba nada. Caminé como en procesión de un lugar a
otro con el ritmo que la multitud y los escasos espacios libres marcaban. La satu-
ración del espacio me impedía reconocer la fachada que buscaba y tampoco podía
mirar todo el tiempo hacia arriba como imbécil, pues corría el riesgo de pisar la
mercancía de alguien o ser presa de los ladronzuelos (Camacho, 2010: 45).
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La mujer y la Ciudad de México en la literatura de fines del siglo xx
e inicios del xxi. Una visión de género
Étel utiliza el transporte público, en especial, hace uso del Metro. Ello podría
parecer un dato intrascendente, pero no lo es, si tomamos en cuenta que desde
su nacimiento en 1969 el Metro ha sido utilizado por millones de mujeres de la
capital, en especial de condiciones proletarias o de clase media, para quienes for-
ma parte de su imaginario y sus memorias. Aquí aparece el Metro Hidalgo, cuya
una de sus entradas está ubicada prácticamente en la Alameda (ver imagen 8):
Salí de casa como si fuera a la universidad. Cuando llegué a la estación Hidalgo del
Metro, en lugar de cambiar de tren, salí a la calle. Era poco después de las seis de la
mañana y la luz natural alumbraba todos los rincones […] Caminé por las orillas
de la Alameda (Camacho, 2010: 39).
343
Ulises Paniagua Olivares
Conclusiones
344
Bibliografía
346
Escenarios de entretenimiento masivo, género y
equidad en el Festival de Cultura Musical Vive Latino
primordialmente para captar a los niños. Otros casos menos evidentes son los
de la lucha libre, el box y el automovilismo deportivo, considerados como es-
pectáculos deportivos ofrecidos fundamentalmente a un mercado de aficiona-
dos masculinos, y, por esta razón, en cada función de lucha libre o de box, así
como en una carrera de autos, se hace indispensable la figura femenina con
atractivo visual.
El género es una condición cultural e identitaria basada en principio en las
diferencias sexuales entre hombres y mujeres, pero va más allá de estas caracte-
rísticas biológicas para designar una construcción sociocultural orientada a visi-
bilizar un complejo conjunto de determinaciones y características económicas,
sociales, legales, políticas, psicológicas y culturales que conforman lo que en
cada periodo histórico se observa como diferencias y desigualdades socialmente
construidas e internalizadas simbólicamente entre lo femenino y lo masculino.
Desde una perspectiva de género compleja y cercana a la interseccional
(Expositó, 2012), esta condición esta interrelacionada con otras categorías
socioculturales, como la etnia, la clase, la orientación sexual, la religión, las
castas, la discapacidad, la nacionalidad, la edad, entre otras, conformando
identidades colectivas imbricadas que interaccionan y se interconectan entre
sí, a distintos niveles y escalas, interdefiniéndose de manera que cada rasgo de
una identidad colectiva se encuentra vinculado de forma hologramática con
todos los demás elementos que constituyen el total de las identidades sociales
adscritas a esa colectividad.
A partir de esta concepción, un atributo de una identidad de género con-
tiene la casi totalidad de la información de las identidades sociales a las que está
adscrita esa colectividad, y éstas, a su vez, están en este elemento identitario.
Así, para entender la condición de género de los aficionados a un evento de
entretenimiento masivo, es necesario entender cómo operan otras identidades
sociales en estos asistentes según su grado de importancia, así como las condi-
ciones temporales y territoriales que se manifiestan.
En estos eventos de entretenimiento masivo lo deseable sería que en el
territorio, y durante el tiempo donde se efectúan, existan las mejores condicio-
nes de equidad dentro de lo posible. La equidad es, al igual que la igualdad,
dimensiones de la justicia social, pero ambas no significan lo mismo, y tienen
distintas implicaciones en la aplicación de los derechos ciudadanos y sus con-
siguientes obligaciones.
En la igualdad las condiciones son las mismas sin importar las diferencias
de aquéllos que hacen valer sus derechos y obligaciones ciudadanas. Estas cir-
348
Escenarios de entretenimiento masivo, género y equidad en el
Festival de Cultura Musical Vive Latino
349
José Antonio García Ayala
piedades de los ambientes que las condicionan, y los efectos que provocan en
la definición de las prácticas, pautas de comportamiento y hasta en las expre-
siones corporales características de los miembros de estas colectividades que, a
partir de la acción, interdefinen las identidades a las que están adscritos.
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2007, donde se presentó de The Magic Numbers y la edición de 2008 que contó
con la presencia de Motorcycle, mientras que en la de 2011 se presentó The Che-
mical Brothers, y en la de 2020 participó Guns N’ Roses, por mencionar algunos
casos que se salen de la norma general del festival.
Hoy, Vive Latino reúne diversos estilos musicales más allá del rock en español
(aunque éste sigue siendo la base), que funcionan como unidades independien-
tes, que han desarrollado sus propios códigos de identidad internos, con los cua-
les son conocidos y reconocidos. Establecen sentidos de diferencia y adscripción
entre sectores amplios de la sociedad, basados en las cosas que tienen en común.
Sin embargo, al analizarlos al detalle, se atomizan en las cosas que los distinguen.
En otras palabras, son géneros musicales cuyas identidades se establecen con base
en similitudes y disimilitudes, las cuales, a pesar de ello y a consecuencia de ello,
en un plano de mayor generalización con un sentimiento en particular, se susten-
tan en lo que se entiende con el ser y él debe ser de estas culturas que comparten
un origen común, una música hecha por y para los jóvenes.
Así, Vive Latino es el manto bajo el cual todos pueden convivir, con todo y
sus particularidades. Como todo festival, Vive Latino es una excelente oportu-
nidad para conocer bandas que, de otra manera, pasarían inadvertidas. En su
mayoría, los grupos ofrecen una colección de grandes éxitos, un poco por las
limitaciones de tiempo y otro tanto por la variedad y eclecticismo del público.
Así, un encuentro de este tipo permite, y hasta promueve, la tolerancia musical,
la combinación de gustos y el pleno disfrute de un concierto masivo, multitu-
dinario y de varias horas sin incidentes que lamentar.
Con veintiún ediciones, Vive Latino se ha transformado en una imperdible
fiesta musical del rock en español, que, desde sus inicios, se ha caracterizado por
mezclar cultura y tradición por medio de reconocidas bandas internacionales y
diversas muestras artísticas de fotografías, grafiti, carteles y posters, performan-
ces de danza, instalaciones de artes plásticas, cine y ópera rock, entre otras mues-
tras culturales de arte urbano de toda Iberoamérica, así como con la asistencia
del Tianguis Cultural del Chopo, en casi todas sus ediciones.
Vive Latino es un conjuro de tradición y encuentro cultural, el cual significa
identidad, toda vez que hace ya muchos años que el rock en español ha sido
apropiado y resignificado en esta región del mundo, desencadenando sentidos
de adscripción y diferencia, a través de productos culturales, como las músicas,
los bailes, las vestimentas, los lugares y muchos otros elementos característicos,
de un sector fundamentalmente de la población joven iberoamericana que se
distinguen por su gusto por este estilo de vida y su visión de la realidad.
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las semejanzas de edades al interior, que los diferencia con respecto de otros sec-
tores de la población. Es de destacar las diferencias entre hombres y mujeres, así
como las similitudes entre las jóvenes regueseras, poperas, roqueras alternativas,
metaleras, etcétera, que las hermanan a pesar de sus diferencias de acuerdo con
su condición de género, que las distingue con respecto de los varones de las
diferentes identidades juveniles que ahí se encuentran e interaccionan.
Al respecto, basta con observar con detenimiento algunas de las pautas de
comportamiento que adoptan hombres y mujeres en el Festival Vive Latino.
En este ambiente festivo, con condiciones temporales y espaciales iguales para
todo asistente, y donde las diferencias parecen desvanecerse, en ciertos casos
estas prácticas manifiestan las divergencias de género, a partir de los cuerpos
que expresan el disfrute de la música en este evento.
En el escenario principal instalado en el Foro Sol, la dinámica es muy par-
ticular, en la que la figura femenina se convierte en el atractivo principal, que
no sólo atrae las miradas de otros (en su mayoría hombres), sino que propicia
actuaciones. Los animadores y edecanes invitan a asistentes del público del
género femenino y masculino a participar en las dinámicas que organizan, tales
como bailes que son aplaudidos y fotografiados por el público que se aglomera
en torno al escenario. El público recibe regalos como gorras y playeras con lo-
gotipos de las marcas patrocinadoras, en un ambiente que invita a la fiesta y al
relajo, donde adolescentes y jóvenes conviven en estas prácticas culturales en el
contexto de este evento.
En el escenario localizado sobre la explanada de dispersión del Foro Sol, el
grupo de espectadores, aunque no sea el más numeroso, es el más interactivo
con los músicos. Estos músicos mostraban cómo los objetos de limpieza del
hogar encerraban melodías; así tinas, cubetas y trapeadores recreaban ritmos
que atrapaban la atención del público, que era invitado por los propios músicos
a integrarse al ambiente musical.
Fue en ese mismo lugar donde las jóvenes se integraban a un baile frenético
de slam, que, desarrollado al ritmo de la música, pareciera que su condición de
género no les inhibía a participar con otros hombres y, por algunos instantes,
se podía apreciar que, incluso las más desinhibidas, impulsivas y escandalosas
eran ellas, ante la mirada atónita de otros jóvenes de ambos géneros dentro del
publico espectador, que observa cómo las diferencias entre hombres y mujeres
se desvanecían aparentemente; incluso, el poder tradicionalmente asociado en
la sociedad con el género masculino era tomado por las mujeres; ahora con este
cambio sutil los inhibidos eran los jóvenes, que cuidaban de no usar excesiva-
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Un ambiente que impulsa a ciertas mujeres del público a subirse sobre los
hombros de su acompañante, en el entendido de que no sólo podrán observar
mejor el especulo ofrecido en el escenario, sino que, tarde que temprano, serán
tomadas por las cámaras de televisión que captan las acciones del festival, para
ser proyectadas en las pantallas panorámicas del foro, sobre todo si éstas se
mueven provocativamente al ritmo de la música, mientras en las pantallas se
muestran frases que las impulsan a desinhibirse y seguir con esta pauta de com-
portamiento, las cuales no son tomadas como ofensivas, sino como inherentes
a las experiencias que se quieren vivir en este campo de interacción y, por tanto,
son aceptadas, al parecer con naturalidad, pues el goce de la música invita al
disfrute del cuerpo y de las miradas.
Por último, en este festival, las jóvenes asistentes no sólo son cada vez
más, sino que este aumento ha venido aparejado del incremento en el nú-
mero de artistas mujeres programadas, que dan cuenta del crecimiento de
un poder femenino que se apropia de cada uno de los escenarios dispuestos
en el festival, con canciones que llevan discursos en sus letras y melodías que
conectan más con un público femenil, como en el caso de Carla Morrison.
Así, se puede observar un mayor número de mujeres que de hombres como
parte de los espectadores, quienes escuchan, gritan, aplauden, tomas fotos,
prenden la luz de su celular, se suben a los postes de la carpa que cubre al
publico en general para observar el espectáculo de alguna de ellas, al ritmo de
canciones como Déjame llorar.
El aumento en la inclusión de artistas en los carteles oficiales del festival
ha sido producto de un esfuerzo que da cuenta de los cambios que ha tenido
la escena de la industria musical, que hoy se caracteriza por accesibilidad
de las redes sociales, la centralización de medios especializados, festivales o
foros, así como una cultura de consumo musical afectada por las plataformas
de streaming que, si bien incrementan la pluralidad, reduce las posibilidades
de ser escuchado al haber más voces, por lo que la responsabilidad de incre-
mentar la equidad, no sólo en el número de participantes sino en el tipo de
escenarios donde se presentan, está en diversos actores de esta escena, pero,
sobre todo, de los espectadores femeninos o masculinos, de todos los tipos
de estilos musicales que ahí se congregan y de todas las edades que acuden a
este evento.
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Bibliografía
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del Estado de Puebla, Iberoamericana de Puebla y Tijuana y en la licenciatura, la maes-
tría y el doctorado en el ipn. Ha dirigido siete proyectos de investigación en la línea de
Ordenamiento Territorial Sustentable, sus publicaciones giran en torno a esa temática
y las más recientes sobre movilidad urbana y complejidad del hábitat desde la teoría
general de sistemas y los fractales, su libro más reciente es “Fractalidad en el análisis de
los espacios impermeables urbanos que impactan en la recarga del acuífero”. Ha ocu-
pado cargos en el gobierno de la Ciudad de México y es consultor independiente en
temas de Ordenamiento Territorial y Urbano. Coordinó los quince primeros progra-
mas territoriales operativos que dieron pie a los Programas de Mejoramiento Urbano.
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Eréndira Álvarez Morales
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elaborando su tesis titulada Ciudad nocturna. Espacio público patrimonial e iluminación
artificial. Caso de estudio: imaginarios urbanos en Plaza de la Constitución y Plaza de la
República, cuyo director es el doctor José Antonio García Ayala. Desde 2000, es direc-
tora de Taller de Proyectos de Iluminación y Control de Iluminación. Ha desempeñado
residencias y administración de obra. Sus proyectos representativos son: Hotel Dreams
Puerto Vallarta y Dreams Costa Rica (proyecto), la remodelación del hotel Hyatt Polan-
co (ejecución), oficinas corporativas axa en Félix Cuevas (ejecución), remodelación de
Oficinas Corporativas III (proyecto y ejecución). Es miembro ies desde 2014, coordinó
la mesa “Juego de Luz” (2013); eild, Workshop en 2012 México; 2014 Colombia y 2016
Brasil. Obtuvo el tercer lugar en el cuarto concurso a nivel nacional “Pon a México en
el mapa”, Zonas Arqueológicas, por Google e inah, con el modelado en SKETCHUP
de la pirámide del Tepozteco, en 2012. Ha participado en coloquios de estudiantes de
la Maestría de esia Tecamachalco y en talleres, como “Género, la plaza y el patrimonio”,
chcdmx y en los intercambios académicos México-Ecuador (fa, unam, esia-tec, ipn,
2020), ¿Patrimonio cultural, de quién? y ¿para qué? (uacm y cdmx, 2019); y “La técnica
al servicio del corazón de la patria” (ipn/ach 2019).
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espagueti (uam-x)” y diversos talleres con perspectiva de género. Es socia y fundadora
en urbanasmx colectivo feminista, y socia en la Asociación Mexicana de Arquitectas
y Urbanistas (amau) y colabora en el equipo editorial desde 2020.
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Michaela de Marco
Grottaglie, Taranto, Italia, 1983. Es licenciada en Lingue Culture dell’Asia e dell’Africa” por
la Universidad l’Orientale de Nápoles (Italia) y maestra en Storia, Lingue e Cultura Islamica
e dei Paesi del Mediterraneo por la misma universidad. Actualmente es tesista en el pro-
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grama de Doctorado en Ciencias en Arquitectura y Urbanismo de la Escuela Superior de
Ingeniería y Arquitectura Unidad Tecamachalco del Instituto Politécnico Nacional en Mé-
xico. Tiene como líneas de investigación: Sociedad Urbana, Reconocimiento Social, Pro-
yecto Urbano, Regeneración Urbana, Democracia Urbana, Espacio Público, entre otros.
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Red de Expertos en Sistemas Complejos, con la conferencia Patrimonio y representa-
ción femenina, la complejidad en el discurso de la apropiación e identidad y en el Tercer
Encuentro de esia’s, con la ponencia La ciudad de las mujeres, una conexión entre es-
pacio público, género y paisaje urbano (reconocimiento a mejor ponencia). Es alumna
consejera del Posgrado de esia Tec (2020-2021).
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Territorio, espacio público y género, perspectivas urbanas para la igualdad sustantiva,
se terminó de imprimir en los talleres de
Ediciones Navarra, Van Ostade #7,
Col. Alfonso XIII, Ciudad de México, CP 01460,
en el mes de febrero de 2021,
en tiro de 500 ejemplares.