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1- Con la pandemia, ya hemos visto una acogida global de nuevos hábitos para

prevenir la enfermedad – uso de mascarillas, lavado de las manos, distanciamiento

social y cuarentena– que muestra que las personas pueden responsabilizarse y

modificar su comportamiento para prevenir enfermedades, pero el motivador es una

amenaza en vez de una promesa de buena salud.}

2- Si más pacientes cuidaran o protegieran su salud por sí mismos y atendieran

sus malestares menores en casa, el tiempo y el dinero ahorrados permitirían a las

instituciones y especialistas enfocarse en condiciones más graves; resultando en un

beneficio mutuo para consumidores, médicos y gobiernos.

3- Si lográramos incluir el autocuidado como parte del pensamiento de extremo

a extremo y a su vez añadirlo en el tratamiento de cuidado, todo el mundo se

beneficiará.
4- Las vacunas contra la COVID-19 protegen contra esta enfermedad

porque inducen inmunidad contra el virus SARS-Cov-2 que la causa, es decir,

reducen el riesgo de que de este cause síntomas y tenga consecuencias para la

salud. La inmunidad, que ayuda a las personas vacunadas a luchar contra este

virus en caso de infección, reduce la probabilidad de que lo contagien a otras

personas y, por tanto, también protege a estas. Este fenómeno reviste especial

importancia porque permite proteger a los grupos que corren más riesgo de

presentar síntomas graves de la COVID-19, como los profesionales de la salud,

los ancianos y las personas que presentan determinadas enfermedades.

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