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PUBLICADA M E N S U A LM E N T E PO R LA CREOLE PETR O LEU M C O R P O R A T IO N

REDACCION: EDIFICIO ATLAS — PUENTE REPUBLICA — ESTE 2 — APARTADO 889


EL CONTENIDO DE ESTA REVISTA PUEDE REPRODUCIRSE SIEMPRE QUE SE DE SU ORIGEN

No. C X X ! I I CARACAS, AGOSTO DE 1949 ----- AÑO X DISTRIEUCION GRATUITA

E L Z U L I A
E l Estado Z alia, cayo vasto territorio incluye en tístico del Zulia sobrepasó al millón y m edio de bo­
sas límites la inmensa hoya del Lago de Maracaibo, lívares, suma cuantiosa para aquella época.
se interpone geográficam ente entre el mar y la p o ­
pulosa región andina venezolana, de ahí que la úl­ Pero el destino le reservaba un progreso jam ás
sospechado, pues a sus actividades com erciales, agrí­
tima siem pre se ha visto económ icam ente ligada al
colas y pecuarias y a su ventajosa situación geográ­
grande y rico bajío occidental. Y Maracaibo, desde
fica ya m encionada, se añadió el descubrim iento de
la Colonia, no sólo ha sido el puerto m arítimo de la una nueva fuente de riqueza: el Petróleo.
gran cuenca maracaibera, sino también de los esta­
dos cordilleranos que por ese puerto em barcaban sus H oy, el Estado Zulia rinde el 7 0% de la produc­
frutos al exterior, o de él se surtían de mercancías ción petrolera venezolana, que lo hace un verdadero
importadas. em porio para Venezuela. Sus actividades econ óm i­
cas — ya im portantes desde la Colonia— ahora, gra­
La guerra de em ancipación estableció por un cias al poderoso desarrollo de esa nueva fu ente de
largo tiem po un n exo político entre el Zulia y los riqueza, se han intensificado de tal manera que en
estados andinos, pues se había creado el gran depar­ muchas ramas com erciales, industriales y agrícolas
tamento Zulia, que entonces incluía a los llamados ocupa el Zula sitio preponderante. En las riquezas
del Zulia descansa gran parte de la prosperidad na­
Territorios Táchira, Mérida, Trujillo, Maracaibo y
cional. Y si bien las riquezas naturales son un don
Coro. F ué m ucho tiem po después, en 1854, cuando
divino, ellas sólo adquieren ana utilidad real cuando
se constituyó el Estado Zulia com o entidad federal. el espíritu industrioso y el sentido de responsabili­
dad de los pueblos acude en concierto al desem peñ o
Su privilegiada situación geográfica y el espíritu de la gran tarea.
industrioso de sus habitantes ha perm itido al Zulia
desarrollar sus actividades económ icas en form a de Si el Zulia es rico, también es justo decir que el
ocupar siem pre una destacada posición dentro de pueblo zuliano es un pueblo industrioso y respon ­
la unidad nacional. Ya para 1882, el producto ren­ sable.

NUESTRA PORTADA

Hemos escogido para la portada de este número dedicado al trises-


quicentenario del Descubrimiento del Lago de Maracaibo una hermosa foto­
grafía en colores que se debe al enfoque certero del lente de Ruth
Robertson. Las brillantes estructuras de acero de las torres petroleras
simbolizan hoy el progreso industrial y la mecanización de nuestro siglo
en el apacible paisaje polícromo de la región lacustre que las naos de
Ojeda descubrieran hace 450 años.
EL P O Z O L os B arrosos N? 2 v om itó más de un m illón de
barriles de petróleo en p o co más de once días y
m arcó el com ienzo de lo que se denom ina “ época
del c h o rro ” , lapso en el que casi cien com pañías se
dedicaron a una fe b ril búsqueda de petróleo.

H i s í OF i a ¿1el.
P e t F (0)l e o en eJ.
o

E s í <£HA O JLi 111 i a .

E STA N E G R A catarata de cru do se despeña en una enorm e


zanja abierta en el suelo, p roceden te del pozo G algo N? 1
en el cam po de M isoa, en 1921. En los tiem pos prim itivos de
la industria, el p etróleo se alm acenaba en hoyos. Los dep ó­
sitos de acero para alm acenam iento escaseaban m ucho.
LOS P A T IO S y ed ificios de la L ago P A R E JA S de burros acarreaban tu­ L O S afloram ien tos de p etróleo c o ­
Petroleu m C orporation en La Salina bería y otros m ateriales desde este m o éste en el cam po M ene G rande
en 1927, que en aquella época rep re­ pequeño m uelle de La Rosa, en 1922, atrajeron a los g eólogos al Estado
sentaban una inversión de $4 m illones. en prin cipios de la “ época del ch o rro ” . Zulia a prin cip ios del siglo X X .

L sol había salido hacía p o ­ la torre y ponerse a salvo en la m a­ cedor, puede decirse literalm ente que

E co más de una hora, pero el


aire ya era caliente y h ú ­
m edo en la plataform a de
leza inm ediata, cuando el pozo que
habían estado p erfora n d o entró en
eru pción com o un v olcá n en m iniatu­
el ru ido se sintió en el m undo entero.
Con él se desató una fe b ril búsqueda
de p etróleo en toda la costa oriental
la cabria. M ediaba d iciem bre, p or lo ra y lanzó a las alturas una gruesa del L ago de M aracaibo, que atrajo a
que eran de esperar frecuentes lluvias colum na de n egro petróleo. El p e tró ­ unas 73 com pañías en el plazo de dos
en la orilla nordeste del L ago de M a­ leo salvó con la velocid a d de una bala años. Las gentes aun se refieren a
racaibo. A causa de esta circunstan­ los 20 m etros de altura de la torre y los años que siguieron inm ediatam en­
cia, los equipos y dem ás m aquinarias con tin u ó su ascensión hacia el cielo, te después com o la “ época del ch o rro ” .
situados en la base de la torre se en­ hasta llegar a los 45 m etros, antes de A u n qu e el p ozo L os B arrosos N*? 2
contraban encerrados en un rústico describir una parábola y em pezar su (q u e h oy se denom ina R N1? 2) es el
cob ertizo h echo de burdas planchas de caída hacia la tierra. D urante tod o el más n otable en la historia petrolera
m adera y hojalata. Una abertura en día llo v ió sobre los p erforad ores del del Zulia, no m arca b a jo ningún co n ­
la plataform a de la cabria perm itía p ozo Los B arrosos N<? 2, pero la lluvia cepto el p rin cip io de esa historia. El
m anejar el tubo que se in trodu cía en fu é de p etróleo y no de agua. v erdadero p rin cip io se in ició hace m i­
el pozo, pero apenas dejaba entrar la L os nom bres de los trabajadores que llones de años, cuando se form a ron los
leve brisa que soplaba en el lago. Los corrieron para proteger sus vidas ante estratos que en la actualidad contienen
hom bres de la cu adrilla de p e rfo ra ­ el p a voroso espectáculo de las fuerzas el p etróleo. La m a yor parte de esta
ción se secaban sus sudorosos rostros desatadas de la Naturaleza se han p e r­ historia no está escrita con p a la b ra s,.
y trataban de no escuchar el persis­ dido en la turbulenta historia del p e­ sino en las propias rocas. L os geólogos,
tente ru gir de la m aquinaria p e rfo ra ­ tróleo del Zulia. P ero el relato del que saben cóm o “ le e r” la historia de
dora. Para ellos, no era más que otro in con trolado pozo Los B arrosos N? 2, la form a ción de la tierra, han p od id o
cálido día de trabajo que les aguarda­ p erfora d o p or la V enezuelan Oil C on- determ inar después de largos años de
ba, pues no sabían que en cuestión de cessions, Ltd. (com pañ ía del grupo estudio lo que su cedió en la cuenca
m inutos estarían h aciendo historia S h ell), perdurará siem pre com o un del L ago de M aracaibo para con v er­
para el p etróleo. destacado hito en el cam ino seguido tirla en una de las zonas productoras
A las 6 a.m. de ese día, 14 de d i­ p or V enezuela hacia el prom inente de p etróleo más ricas del m undo.
puesto que h oy ocupa com o nación H ace más de cien m illon es de años,
ciem bre de 1922, los p erforad ores se
p rodu ctora de petróleo. toda la cuenca estaba sum ergida b a jo
olvid aron súbitam ente del calor, de
Los B arrosos N? 2 b rotó librem ente las aguas. En el transcurso del tiem ­
la hum edad y del ru id o de la m aqu i­
durante casi d oce días, inundando la po, este gran m ar re troced ió m ultitud
naria de p erforación , para atender a
com arca circundante con más de un de veces, dejan d o cada una de ellas
un estruendo aun más ensordecedor.
m illón de barriles de p etróleo casi p u ­ grandes depósitos de arena y fauna y
Apenas les quedó tiem po para saltar
ro, antes de que las arenas lo obstru ­ flo ra m arina, los cuales cubrían en or­
apresuradam ente de la plataform a de
yesen el día de N avidad de 1922. Esta mes extensiones. Cada vez que las
prod u cción , que se ca lcu ló en más de aguas se retiraban, la cuenca quedaba
100.000 barriles diarios, lo con virtió expuesta a la acción de los elem entos
DOS SU FRID O S F ord M od elo T y un
en el pozo más caudaloso de V enezu e­ durante m u ch o tiem po, antes de que
grupo de trabajadores de la C arib-
la, y uno de los m ayores del m undo. el m ar la invadiese de n u evo y dejase
bean C om pany posan en 1921 en el
Gran parte del p etróleo que brotaba la tierra regada con nuevas sedim en­
cam po M ene G rande de la com pañía.
se alm acenó en anchas zanjas cavadas taciones. En nuestra época, un n úcleo
a toda prisa en los cam pos de las in ­ de tierra y rocas extraído de casi cu al­
m ediaciones, pero una cantidad con si­ qu ier punto de la cuenca m uestra es­
derable se perdió. tas distintas sedim entaciones, super­
L os p etroleros veteranos se acerca ­ puestas co m o las capas de un pastel.
ban a con tem plar el p ozo Los B a rro­ Parte de estos antiguos restos m arinos
sos N? 2 llen os de adm iración y hacían se con v irtieron en p etróleo, aunque
toda clase de cálcu los sobre su m agn i­ sigue siendo o b je to de debate entre
tud. U no de los observadores in form ó los g eólogos qué era exactam ente esa
a su com pañía que era posible soste­ sustancia al prin cip io.
ner una con versación “ con un tono de M ucho antes de que los españoles
v oz n orm al dentro de un radio de 45 descubriesen el L ago de M aracaibo en
m etros a lred ed or d el p o z o ” . P ero si 1499, los indios que habitaban la cu en ­
el estruendo no llegaba a ser ensorde- ca habían “ d escu b ierto” p etróleo y le

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encontraron m ultitud de sencillas a pli­ duos que venían del V ie jo M undo p a­ p lora ción activa de los recursos p etro­
caciones. H allaron el p etróleo pesado ra establecer sus colonias allí no h i­ líferos de lo que h oy se llam a Estado
y el asfalto en aquellos lugares en que cieron casi ningún esfuerzo para en­ Zulia, en la cual p articiparon intereses
se había abierto paso a través de las contrar más aplicaciones al p etróleo am ericanos y británicos. M enos de
form aciones del subsuelo y llegaba que salía bu rbujean do a la superficie dos años después — en 1914— se en­
b u 'b u :?a n d o a la superficie. Esto su- que las que los indios con ocían hasta con tró el prim er p etróleo en cantida­
c-: ^ en m uchos sitios de la cuenca, entonces. L os piratas hacían audaces des com erciales.
don de ¿xistían afloram ientos su p erfi­ incursiones en el lago y calafateaban El cam po más antiguo del Z ulia es
ciales, a los que denom inaron “ m e- sus navios y pavonaban sus espadas el de M ene Grande, perteneciente a
nes” . y sables con el prod u cto de las filtra ­ la S hell C aribbean P etroleu m C om pa-
Los prim eros historiadores españo­ ciones, regresando después al Caribe ny, filia l del G ru po Shell. La existen­
les escribieron sobre los m uchos usos para realizar nuevas depredaciones y cia de grandes filtra cion es en una z o ­
que los indios daban a este extraño saqueos. na situada a unos 30 kilóm etros de la
prod u cto negro de la Naturaleza. Es­ En la historia de esta zona sólo ex is­ costa del lago, en la parte del D istrito
tos historiadores describen la form a te una m ención que dem uestre que S ucre que h oy es el D istrito Baralt,
en que los indios sacaban de los y a ci­ alguien apreció las posibilidades c o ­ llam ó la aténción de los geólogos. El
m ientos el p etróleo pesado y el asfalto m erciales de los yacim ientos p e tro lí­ pozo del descubrim iento, Z um aque N*?
y lo utilizaban para calafatear sus feros de la región antes de finalizar 1, em pezó a p erforarse el 12 de enero
el siglo X IX . Fué en 1825, cuando, de 1914, y quedó term inado com o p ro ­
canoas, hacer velas y antorchas, e in ­
según los historiadores, los habitantes du ctor el 18 de abril de 1914. En
cluso com o m edicina. U no de los his­
del distrito del sudoeste del Zulia, que 1917 quedaron term inados los traba­
toriadores tam bién afirm a que los in ­
dios usaban las filtraciones para atra­ entonces se denom inaba “ C olom b ia ” , jos de un oleod u cto hasta San L oren ­
par anim ales salvajes. Según las encontraron una fuente su perficial de zo, en la orilla del lago, y p o co tiem po
petróleo liviano, que produ cía un lí­ después la com pañía con stru yó una
palabras de este historiador, G onzalo
Fernández de O viedo y V aldez: “ cér- quido al que dieron el n om bre de pequeña refinería en el m ism o pueblo
“ aceite de C olom b ia ” . El p roced im ien ­ de San L orenzo, para elaborar el cru ­
canlos a o je o y constríñenlos a m eter­
se en alguna parte p or dó passen p or to para re cog erlo no podía ser más do proced en te d el cam po de Mene
sencillo: se sum ergían telas en las la ­ Grande. Esta fu é la prim era refinería
aquellos m anantiales; y en el prim ero
gunas y lu ego se trasladaba el líqu id o del Zulia, la cual continúa aun sus
que entran o quieran atravesar, se
quedan, y los tom an con m ucha fa c i­ a unas vasijas exp rim ien do esas telas. operaciones.
lidad; y es m ateria de m ucho p la ce r” . El citado líq u id o se usaba para em pa­ La p rod u cción com ercial de p etró­
T al era la “ industria” del p etróleo par antorchas o en lám paras ru dim en ­ leo cru d o en el Zulia, y a este resp ec­
com o la en contró A lon so de O jeda el tarias, con ob jeto de alum brar las to en toda V enezuela, em pezó en 1917,
24 de agosto de 1499, cuando su p e ­ viviendas. Se rem itieron muestras a cuando se term in ó el oleod u cto desde
queña flota de carabelas penetró desde Inglaterra, F rancia y los Estados U ni­ el cam po M ene G rande hasta San L o ­
el C aribe y descu brió la vasta cuenca dos, con la esperanza de encontrar allí renzo. En 1917, un total de 120.399
acuática que h oy se denom ina L ago un m ercado para este com bustible, p e ­ barriles p roced ía de ese cam po. En
de M aracaibo. L os españoles llegaron ro la tentativa no tuvo éxito. A un no los siguientes seis años, o sea, hasta
en busca de oro. P o co se im aginaban se había descubierto el v a lor com er­ 1923, la p rod u cción p etrolífera de V e ­
que la sustancia negra que los indios cial del petróleo y transcurrieron 40 nezuela se m id ió casi exclu sivam ente
recogían de la tierra sería algún día años más antes de que se perforase el p or el ren dim iento del citado cam po.
tan cod icia d o com o el oro. No podían prim er pozo p etrolífero com ercia l en Para 1924, la p rod u cción antedicha
saber que esta gran extensión de agua los Estados Unidos. Casi un siglo an­ había aum entado a un total de 4.872.-
que ellos bautizaron con el n om bre de tes del acontecim iento de Los Barrosos 708 barriles anuales y V enezuela ya
L ago de San B artolom é y los in d íge­ N<? 2. estaba en cam ino de destacarse inter­
nas llam aban C oquivacoa se co n v e r­ nacionalm ente com o p rod u ctora de
Los yacim ientos de asfalto de la
tiría cuatro siglos después en el cora ­ petróleo.
cuenca del L ago de M aracaibo atraje­
zón de una de las zonas petrolíferas ron la atención de personas interesa­ El cam po M ene G rande ha sido un
más p rolíficas del m undo. das en su posible v a lor com ercia l ya p rod u ctor constante en el transcurso
D urante algo más de cuatro siglos, en 1893, cuando se p rom u lgó la p ri­ de los años. En 1948 rin dió 16.338.313
los recursos p etrolíferos de esta región mera L ey de Minas. P ero hasta 1912 barriles, increm entando su p rod u cción
perm an ecieron latentes y los in d iv i­ aproxim adam ente no se in ició la e x ­ total durante los 31 años últim os a
más de 322 m illon es de barriles.
Los g eólogos de la C aribbean P e­
troleum C om pany tam bién señalaron
P A N O R A M IC A DE la costa del L ago de M aracaibo en La Rosa, en octu bre de 1924 la posibilid ad de que existiese petróleo
tom ada desde la plataform a del pozo N? 5 de L ago P etroleu m C om pany, en la en la parte Oeste del lago, y en ju n io
cual aparecen cabrias de m adera y acero m ezclado. De aquí fu é que n ació el a c­ de 1915 el p ozo exp lora torio de esa
tual C am po costanero B O L IV A R con sus m iles de pozos productores. com pañía. Z a m b op alo N? 2, em pezó a
p rod u cir cerca del río Palm ar, en el po. C inco años después se lleg ó a c o ­ quinaria pesada de p erfora ción y d e­
D istrito P erijá, a unos 88 k ilóm etros n ocer la verdadera im portan cia del más equ ip o tenían que descargarse
al Sur de la ciudad de M aracaibo. Se cam po, cuando el p ozo L os B arrosos allí y enviarse lu ego a los em plaza­
den om in ó cam po T otum o, y aunque N? 2, abierto en la m ism a zona gen e­ m ientos de las orillas d el lago en
sólo p rod u jo una cifra relativam ente ral, inundó la com arca con un m illón pequeñas em barcaciones de vela. Las
pequeña y llev a ya cerrad o m ucho de barriles de petróleo. A sí n ació el operacion es de p e rfo ra ción en C olón
tiem po, tu vo el m érito de ser el se­ rico C am po C ostanero B olívar. y P erijá se servían de botes fluviales,
gundo cam po en contrado en el Estado S ólo una d ecisión in ex p lica b le re ­ y la m adera para levantar las torres
Z ulia y el p rim ero de la orilla o c c i­ trasó el descu brim iento de L os B a rro ­ se obtenía de los tron cos talados en
dental del L ago. sos N? 2. Este p ozo se em pezó no m u ­ los bosques inm ediatos. El barro, in ­
M ientras tanto, los g eólog os de la cho tiem po después d el Santa B árbara grediente indispensable en las op era ­
C olon D evelop m en t C om pany (otra N? 1, p ero su p e rfo ra ció n se suspen­ ciones de p erfora ción , tenía que m *r'
filia l de la S h ell), habían in iciado e x ­ dió en 1918, cuando la m echa había ciarse a m ano. Las calderas utilizadas
p loracion es en el D istrito C olón, a 230 p rofu n d izad o hasta los 164 m etros. para sum inistrar energía a las cabrias
kilóm etros al sudoeste de M aracaibo, C uatro años después se d ecid ió reanu­ se transportaban en m uchos casos,
en 1914. En esa época, toda la zona dar la p erfora ción del p ozo L os B a rro ­ arrastradas p o r lentos bueyes, hasta
estaba cubierta de densas selvas y se sos N? 2 y casi inm ediatam ente se l o ­ sus em plazam ientos. D eb id o a estos
hallaba inhabitada, salvo p or las tri­ gró el resonante éxito que alcanzó a problem as y otros sim ilares, se n ece­
bus de los indios m otilones, que eran todos los ám bitos del m undo y h oy es sitaban a veces casi dos m eses para
hostiles. A pesar de las dificu ltades historia. levantar la cabria una vez que se ha­
que ofrecía el transporte de hom bres El m ism o mes en que el p ozo L os bía elegid o el em plazam iento. El p e ­
y equ ipo a esta rem ota reg ión y de B arrosos N? 2 reven tó en la costa tróleo extraído de los pozos se alm a­
la constante am enaza de los m o tilo ­ oriental del lago (en d iciem b re de cenaba en zanjas abiertas en tierra.
nes, la C olón con sigu ó abrir un pozo 1922), se en contró otro gran cam po A causa de la distancia a que se en ­
con éx ito en las inm ediaciones de R ío p etrolífero en la costa occiden tal, al contraban algunos pozos d escu b rid o­
de O ro en septiem bre de 1915. El N orte de M aracaibo. El cam po La Paz, res, transcurrían en ocasiones varios
cam po nunca p ro d u jo grandes can ti­ a unos 38 kilóm etros al Oeste y lig e ­ años antes de poderse tender o le o d u c­
dades de petróleo, y lleva ya in activo ram ente al N orte de M aracaibo, en el tos hasta ellos, para que el p rop ietario
m uchos años. Sin em bargo, sirvió pa­ D istrito M aracaibo, fu é descu bierto en pudiese reem bolsarse de su inversión.
ra com p robar la existencia de p etróleo d iciem bre de 1922, cuando la V.O.C. P o r ejem plo, el cam po T arra fu é
en la región , y hasta cierto punto m o ­ term inó con éxito el p ozo Las F lores descu bierto en 1916, p ero hasta 1930
tivó el descu brim iento d el cam po Ta- N? 1 (qu e lu ego se rebautizó com o La sólo p ro d u jo una cantidad relativa ­
rra, a unos 70 kilóm etros al sudoeste, Paz N? 1). Las p erfora cion es a gran m ente pequeña de p etróleo d ebid o a
el 27 de agosto de 1916. La misma profu n didad, que se realizaron m uchos la falta de m edios para transportar el
com pañía descu brió el cam po L os M a­ años después, habían de dem ostrar p rod u cto hasta el m ercado. En 1930,
nueles, u bicad o en el m ism o em pla­ que este cam po es uno de los más ricos la C olón D evelop m en t C om pany term i­
zam iento general, en enero de 1927. de V enezuela, y ha p rod u cid o más de nó un oleod u cto de 141 k ilóm etros
Estos dos cam pos habían p rod u cid o 100 m illon es de barriles de petróleo desde el cam po hasta La S ólita, en la
más de 100 m illon es de barriles para hasta la fecha. desem bocadu ra del río Escalante en
finales de 1948. D urante los años anteriores a 1923, el L ago de M aracaibo. La p rod u cción
El d escu brim iento siguiente regis­ la búsqueda y d esarrollo de cam pos del cam po Tarra aum entó inm ediata­
trado en la historia cro n o ló g ica del p etrolíferos en la cuenca del L ago de m ente de 127.507 barriles en 1929 a
p etróleo en el Z ulia fu é el más im p o r­ M aracaibo se efectuó en tierra, y en 4.865.913 barriles en 1930, fech a en
tante, aunque entonces no d ió in d i­ m uchos casos en con d icion es e x tra o r­ que se term inó la tubería.
cios de la gran riqueza p etrolera que dinariam ente d ifíciles. D on de h oy Cuando la L ago P etroleu m C o rp o ­
se había encontrado. Se trataba del existen m odernas carreteras, sólo ha­ ration, precu rsora de la em presa que
pozo Santa B árbara N? 1, p erfora d o bía entonces picas o selvas vírgenes. es h oy la C reóle P etroleu m C orp ora ­
aproxim adam ente un k ilóm etro al Sur En aquel entonces la gente viajaba tion, se estableció oficialm en te en V e ­
de la aldea de La Rosa, en la orilla prin cipalm en te en b u rro o a pie; el nezuela-el 19 de ju n io de 1923, tropezó
oriental del L ago de M aracaibo y en F ord M od elo T hizo su aparición p ro n ­ con estos y otros problem as. H abía
el D istrito B olívar. La V enezuelan to, pero resultaba virtualm ente inútil entrado con retraso en la fe b ril bú s­
Oil C oncessions Ltd. in ició la p e r fo ­ fu era de las zonas inm ediatas a los queda de p etróleo en la cuenca del
ración de este p ozo p recu rsor en 1915, cam pos. D urante m uchos años, el lago, y com o con secu encia h ubo de
y lo term inó com o pequ eño p rod u ctor agua p otable se v en d ió a real la lata aceptar las únicas con cesion es que
p or b om b eo en 1917. A pesar de su de 18 litros, lo que hacía que valiese quedaban: las situadas b a jo las aguas
red u cid o tam año, el Santa Bárbara más que el p etróleo crudo. del L ago de M aracaibo. La p e rfo ra ­
N? 1 había en contrado p etróleo y ello M aracaibo era una som nolienta u r­ ción subm arina era prácticam en te des­
hizo que la V .O .C. desarrollase el cam ­ be de 75.000 habitantes y toda la m a­ con ocid a en aquella época y prom etía

-— r r * r r r ^
ser m uy costosa. La L ago se preparó
a sentar precedentes y a pagar el p re ­
cio. La decisión dem ostró ser acerta­
da, pues la p rod u cción que en la a c­
tualidad obtiene la C reóle de esas
concesiones lacustres alcanza casi a la
tercera parte de la p rod u cción p e tro lí­
fera total de V enezuela.
Las con cesion es del lag o estaban
L A G U N IL L A S H A C IA 1920, cuando sólo se habían p erfora d o unos cuan­
ubicadas a p rofu n didades que llegaban
tos pozos en lo que h oy es uno de los cam pos más p ro lífe ro s de
hasta los 27 m etros. C om o un nadador
V enezuela. Obsérvese la costa sin urbanizar a la izquierda, y la al­
m edroso, la L ago se desplazó len ta­
dea v ieja de Lagunillas en el lago, la cual no existe en la actualidad.
m ente aguas adentro, em pezando en
el borde, don de la m itad de la plata­
form a de la torre podía estar en tierra
y la otra m itad en el agua, y lu ego
am pliando sus operacion es hasta aguas
profundas. Para operar en m ayores
profundidades, los ingenieros de la
L ago con stru yeron plataform as de
p erfora ción sobre el agua, apoyadas
en gigantescos pilotes hincados en el
fo n d o blan d o del lago. S im ultánea­
m ente, se p roy ecta ron gabarras de p er­
fo ra ció n para p rop orcion a r energía y
sum inistros a las cabrias que trabaja­
ban sobre las aguas.
La L ago estableció en L a Salina una
planta com pleta para la con stru cción
de estos pilotes de sustentación, de
estructura m on olítica com puesta de
co n cre to y acero, los cuales m iden 41 *
m etros de lon gitu d y pesan hasta 80
toneladas. C on posterioridad, se crea­
ron los pilotes-caisson que llegaban a
tener hasta 55,5 m etros y pesaban 90
toneladas. Estos últim os p ilotes se
hincan en el fo n d o d el lag o en las z o ­
ESTOS P A N ZU D O S bon gos tran spor­ nas más profundas. H oy, la fa b rica ­
tan m aquinaria y equ ipo p or el río ción de los “ caisson” y pilotes en La
Tarra para las prim eras operaciones Salina con stituye una gran industria
petroleras en el Zulia. El v ia je era en sí, la cual ha servid o de m odelo
bastante penoso. (F oto T om m y L a w ). para las operacion es de p erforación
subm arina en tod o el m undo.
P ero al com ienzo, las operacion es de
LA A L D E A de Lagunillas antes, d u ­ la L ago se efectuaban p róxim as a la
rante y después del incendio del 15 de costa y las plataform as de p e rfo ra ­
ju n io de 1928, que fu é el prim ero de ción se levantaban sobre p ilotes de
tres fu egos que causaron daños y v íc ­ m adera creosotados h incados en aguas
timas en un p eríod o de diez años. p oco profu n das y unidos a tierra por
largas pasarelas. D e esta manera, la
L ago p e rfo ró el prim er p ozo p ro d u c­
tor en aguas del lago, fren te a los
EL P O Z O L -44 de la L ago que reventó pozos de la V .O .C. en La Rosa, el 14
el 6 de diciem bre de 1927 con tal fuerza de abril de 1924, en las in m ed ia cio­
que sacó la torre de sus soportes y la nes de lo que h oy es el cam po La
p recipitó en el agua. (F oto M. G rande) Salina de la C reóle P etroleu m C orp o­
ration.
La V enezuela G u lf O il C om pany
(en la actualidad M ene G rande Oil
C om pany) tam bién había obten ido
con cesion es en el lago, paralelas a la
línea de la costa, en lo que se con oce
con el n om bre de “ fa ja del k ilóm etro” .
Esta com pañía descu brió el cam po
A m b rosio, que h oy form a la sección
más septentrional d el C am po C ostane­
ro B olívar, el 13 de en ero de 1926, con
su p ozo R odrígu ez N? 2.
Casi exactam ente cuatro m eses des­
pués, la V enezuela G u lf hizo otro n o ­
table descu brim iento en las aguas p o ­
co profundas, cuando su p ozo L ago N?
1 em pezó a p ro d u cir a unos 35 k iló ­
m etros al Sur de La Rosa, en L aguni-
lias, el 14 de m ayo de 1926. El 26 de ha log ra d o obtener p rod u cción de p o ­ el G ob iern o del Estado Z ulia em plean ­
agosto d el m ism o año, la V enezuela zos situados hasta a 19 kilóm etros de do ladrones y delincuentes sacados de
G u lf p erforó el U nity N? 1, p ozo que la costa. Después de más de 25 años la cá rcel de C abim as y obligad os a
sirvió para descu brir el cam po Punta y de más de 5.000 pozos perforados, trabajar todos los días desde las 6 a.m.
B enítez, para la U nity P etroleu m C o r­ aun no se con ocen del tod o los lím ites hasta las 6 p.m. con un jorn a l de Bs. 2.
poration. de la zona p rod u ctiva del C am po C os­ La m ano de obra era escasa y algunos
L os petroleros aceptaban la p o sib i­ tanero B olívar, y todos los años se trabajadores prestaban sus servicios a
lidad de que todos estos cam pos de encuentran nuevas reservas. una com pañía durante el día y a otra
la orilla oriental d el L a g o de M ara­ A m edida que se desarrollaba el distinta durante la noche.
caibo fuesen en realidad un gran ca m ­ C am po Costanero B olív a r en tierra y Las p erfora cion es se in crem entaron
po, y no transcurrió m u ch o tiem po sin sobre las aguas, la orilla oriental del rápidam ente después del reven tón de
que com probasen su teoría. L ago experim en tó una gran tran sfor­ L os B arrosos N? 2, en especial en las
L a L ago descu brió el cam po Tía m ación. En los prim eros tiem pos, se inm ediaciones de La Rosa. A lgunas
Juana, hacia la m itad del cam ino entre necesitaban seis horas para ir de Ca- veces, una sola com pañía tenía hasta
La Rosa y L agunillas, el 9 de m ayo de bim as a L agunillas en un F ord M odelo 12 cabrias trabajando al m ism o tiem ­
1928, y la V enezuela G u lf descu brió T y en el equ ipo norm al para tal v ia je po. La en orm e ex h ib ición de fuerzas
B achaquero, que es la sección más se incluían un hacha, un m achete, p ico naturales que tu vo lu gar en el pozo
m erid ion al d el h oy llam ado Cam po y pala, cadenas para los cauchos y Los B arrosos hizo que los p erforad ores
C ostanero B olív ar, el 7 de diciem bre un m ecate para rem olcar. La m ayor se m ostrasen más cautelosos e insta­
de 1930, cuando su p ozo Lagunita N? 1 parte de las gentes p refería v ia ja r de lasen válvu las para im p edir rev en to­
reven tó y flu y ó a razón de unos 4.500 un cam po a otro p or agua, siguiendo nes en cada n u evo pozo. P ero este
la línea de la costa en botes o lanchas. equ ipo no siem pre servía para detener
barriles diarios. C on el d escu brim ien ­
La L ago con stru yó un fe rro ca rril p or el potente im pulso del p etróleo p ro ce ­
to de B achaqu ero qu edó com p leto el
la costa desde C abim as a L agunillas, dente de las form a cion es del C am po
con torn o general a p roxim a d o del
para transportar equipo, el cual rin ­ C ostanero B olívar, y con frecu en cia se
C am po C ostanero B olívar, tal com o
d ió servicios m u y útiles durante m u ­ perdía el con trol sobre los pozos. V a ­
en la actualidad se con oce.
chos años. L os rieles fu eron levan ta­ rios de ellos se incendiaron.
D urante los siete años siguientes a
dos y se em plearon para con stru ccio­ Uno de los incendios más espectacu ­
1923, cuando se aceleró la búsqueda
del p etróleo en esa parte de la cu en ­ nes cuando hubo escasez de acero d u ­ lares se p ro d u jo en La R osa en ju n io
ca, se form a ron m uchas com pañías p e ­ rante la segunda G uerra M undial. de 1925. El p ozo R -28 de la V .O .C.
troleras. A lgu nas obtu vieron co n ce ­ El transporte resultaba tan d ifícil reven tó el 1? de ju n io, con tal fuerza
siones, las ven d ieron con un b en eficio que no p u do cerrársele y estu vo sa­
que in cluso los circos am bulantes, que
y se disolvieron . Otras h ubieron de lien do p etróleo a razón de unos 40.000
deben en gran parte su existencia a
abandonar las operacion es a causa de ó 60.000 barriles diarios. El R -28 es­
su m ovilid ad , se atascaban y arruina­
taba situado en la línea de la costa y
los ingentes gastos que originaban. ban en los cam pos petroleros. Los
el p etróleo se exten d ió rápidam ente
S ólo las em presas que tu vieron éxitos artistas que se quedaban sin ocu p a­
sobre las aguas del lago, form a n d o
inm ediatos o que estaban dispuestas ción se h icieron trabajadores p e tro le ­
una capa de hasta 7 cms. de espesor.
a arriesgar enorm es sumas para a p ro­ ros, y algunos de ellos aun siguen allí.
Las chispas de las calderas de Ciro
v ech ar la oportu n idad de encontrar P o r ejem plo, N icolás C aciello era p a ­
pozo inm ediato p ren d ieron este m ar
p etróleo con tin u aron sus actividades. yaso de un circo italiano que lleg ó en
de p etróleo y casi instantáneam ente
M udo testim onio de este h echo es que 1927. H oy es m eson ero del clu b de la
una zona de 10 ó 12 hectáreas se co n ­
p o co después de que em pezase la fie ­ C reóle en el cam po La Salina.
virtió en un in fiern o de fu ego. E l R -28
bre d el p etróleo había casi 100 co m ­ Otra faceta de las d ificu ltades del
tam bién se incendió.
pañías petroleras en funcionam iento. transporte la re fle ja el h ech o de que
A l divisar las prim eras llam as, las
En la actualidad, sólo existen tres que un n orteam ericano, que estaba en car­ cuadrillas de p e rfo ra ción saltaron al
exp loten el C am po C ostanero B olívar. gado del cu id o y m anutención de los agua y nadaron o vadearon hacia lu ­
Y prueba de que estas com pañías bu rros em pleados p o r una com pañía, gares más seguros, aunque algunos
en contraron la ju gada digna de ha­ com p ró un elefante de un circo desa­ ob reros resultaron con quem aduras
cerla es que en 1948 el C am po C osta­ p a recido en Cabim as, con la creencia graves y siete trabajadores m u rieron
nero B olív a r p rod u jo 727.000 barriles de que haría el trabajo de diez burros. entre las llamas.
diarios, o aproxim adam ente el 54% A sí f u é , pero el p aqu iderm o com ía El hum o y las llam as se elevaban
del ren dim iento diario de V enezuela más que los diez burros precitados, y hasta cien m etros encim a d el R -28 y
y cerca d el 8 % de la p rod u cción total el em pren dedor contratista h ubo de el ru gir de la con fla g ra ción era tan
anunciada para el m undo. A fines de abandonar la idea so pena de arru i­ intenso que había que em plear señales
1948 se habían ex traído d el citado narse. para dar órdenes a los bom beros, pues
cam po casi 3.000 m illon es de barriles las v oces no se oían.
El ju eg o era uno de los “ deportes”
de p etróleo y las reservas co m p ro b a ­ fa v oritos de los prim eros tiem pos, pues El fu e g o se extin gu ió p or fin b o m ­
das del m ism o se calculan en 5.000 m i­ beando m iles de litros de agua en la
no había m uchas cosas que hacer en
llones de barriles. form a ción p etrolífera a través de un
las horas libres de entonces. Las
El C am po C ostanero B o lív a r se apuestas a los dados flo re cie ro n y más pozo inm ediato. Después de arder d u ­
extiende h oy p or la orilla oriental del de un trabajador p erd ió en una sola rante más de 48 horas, la encendida
L ago de M aracaibo en una distancia n oche el jo rn a l de un mes. N o obstan­ colum na de p etróleo y gas que brotaba
de 72 k ilóm etros, en el D istrito B o lí­ te, casi no se prod u cían hechos de san­ del R -28 desapareció entre silbantes
var del Estado Zulia. Tiene una an­ gre d eb id o a los duros castigos im ­ nubes de vapor.
chura de 26 k ilóm etros inm ediatam en­ puestos. La prim era carretera de C a­ Se calcula que el in cen d io causó más
te al N orte de L agunillas. La C reóle bim as a Lagunillas fu é construida p or de m illón y m edio de bolívares de

7
pérdidas y daños, in clu yen d o la des­ m ación. Antes de 1924 se habían e fe c­ al Este del lago gracias a las crecien ­
tru cción de 8 cabrias de perforación , tuado descubrim ientos en los D istritos tes actividades de la industria p etro­
varios pozos productores, m iles de b a ­ C olón, P erijá y M aracaibo. En 1924, lera, tam bién se m od ificó en la costa
rriles de crudo, m uelles, ed ificios, etc. la V.O.C. p e rfo ró el pozo de d escu b ri­ occidental. Se con stru yeron carrete­
T am bién se p rod u jo un costoso retar­ m iento en el cam po La C oncepción, a ras asfaltadas entre los principales
do en el d esarrollo del cam po, m ien ­ unos 25 k ilóm etros al sudoeste de M a­ p u eblos y cam pam entos. D on de antes
tras se retiraban los escom bros y se racaibo. no había más que densas selvas sur­
efectuaban las reparaciones necesarias. M ientras tanto, la Standard Oil g ieron m odern os cam pam entos, para
En aquella época, los trabajadores C om pany de V enezuela, subsidiaria de a loja r a los em pleados de las com p a­
vivían en cobertizos p a lafíticos sobre la Standard Oil Co. (N. J.) y otra p re ­ ñías, y en sus inm ediaciones se crea­
el lago o en cabañas hechas de barro cursora de lo que h o y es la C reóle, ron pueblos. H ospitales y escuelas, f i ­
en las orillas. El cru do de los pozos inició operaciones en la costa o ccid e n ­ nanciados, total o parcialm ente p or las
p rodu ctores se bom beaba desde los tal del lago. Los g eólogos de la Stan­ com pañías petroleras, llen aron de o r­
puntos de alm acenam iento, a través de dard eligieron el D istrito P erijá, d on ­ gu llo cív ico a los ciudadanos. M ara­
tuberías tendidas sobre el fo n d o del de se habían encontrado in dicios de caibo se tran sform ó de un som noliento
lago, hasta grupos de pilotes de m a­ existencia de p etróleo, com o em pla­ p uerto trop ica l en una m odern a ciudad
dera, don de atracaban y cargaban los zam iento para sus prim eros pozos e x ­ de 200.000 almas. El gas natural se
tanqueros. Casi no existían escuelas ploratorios. El P eb iy N? 1, que fu é lle v ó p or gasoductos desde el in m e­
y los servicios m édicos eran de lo más uno de los fracasos más costosos en la diato cam po p e tro lífero hasta la ciu ­
rudim entario. historia del petróleo de la cuenca del dad, para d ed ica rlo a fines dom ésticos
A m edida que las torres se fu eron lago, se em pezó el 6 de m arzo de 1925. e industriales, m ediante un contrato
exten dien do lentam ente p o r la tierra Su u bicación aislada hizo ex tra o rd i­ firm a d o con la V .O .C. en 1940. El
y el agua, estos p roblem as se re so l­ nariam ente d ifícil el p roblem a de agua, en otro tiem po más valiosa que
v ieron y la región experim en tó un transportar equ ipo y sum inistros. Los el petróleo, lleg ó p or tuberías hasta
gran cam bio. Se abrieron carreteras a m otilones m ataron con sus flech as a los hogares y e d ificios pú blicos. Los
través de la densa m aleza y de los varios m iem bros de esta ex p ed ición y vapores em pezaron a tocar con reg u ­
terrenos pantanosos y se pavim enta­ el 11 de septiem bre de 1926 se aban­ laridad en M aracaibo y el v ia je hasta
ron con asfalto h ech o d el cru do que don ó el p ozo p or seco. L os Bs. 5.240.- N ueva Y o rk , que en otro tiem po re ­
se extraía del subsuelo. Se con stru ­ 000 in vertidos se perd ieron p o r co m ­ quería 17 días de barco, se red u jo a
y eron cam pam entos don de los traba­ p le t o . cin co. M aracaibo v in o a ser la capital
jad ores de las com pañías y sus fa m i­ petrolera de la A m érica d el Sur.
H ubo otros descubrim ientos secu n ­
liares podían v iv ir en casas lim pias La historia del p etróleo en el Zulia
darios en el Oeste del L ago de M a­
e higiénicas. Las com pañías tam bién se sigue escribien do aun. Cada año,
racaibo en los años que siguieron a
con stru yeron escuelas, dispensarios y m illon es de barriles de p etróleo son
1925, pero ninguno revistió im portan ­
I clubes para su personal. Saludables extraídos de las form a cion es d el sub­
cia com ercia l hasta 1944, cuando la
entretenim ientos en los clubes o cam ­ suelo del Estado y enviados a los re ­
V.O.C. p e rfo ró un pozo en las fo rm a ­
pos de deportes de los cam pam entos ductos del com ercio m undial para ha­
ciones cretáceas situadas b a jo las z o ­
sustituyeron al ju eg o com o pasatiem ­ cer girar las ruedas de la industria
nas produ ctoras del v ie jo cam po La
p o favorito. A p a recieron m uelles, d on ­ contem poránea y p rop orcion a r las c o ­
Paz, y en con tró una abundante p r o ­
de los tanqueros y m ercantes podían m odidades de la civ iliza ción m oderna.
ducción. La im portancia de este des­
cargar y descargar y se trajo más ca r­ Se están con stru yen do nuevos o le o ­
cu brim ien to puede apreciarse en las
ga directam ente a los cam pam entos del ductos para acelerar la llegada del p e­
estadísticas de p rod u cción . D esde su
Cam po C ostanero B olíva r, en lugar de tróleo a los m ercados. El m ayor es el
descu brim iento en 1922 hasta 1944, La
tener que descargarla prim ero en M a­ de la C reóle, que pu ede llev a r más
Paz había p rod u cid o 15.500.000 b a rri­
racaibo. El carro y el cam ión sustitu­ de 300.000 barriles diarios desde el
les de p etróleo con 74 pozos. Desde
y eron a los burros y bueyes. La anti­ C am po C ostanero B olíva r hasta la b a ­
1944 hasta 1948 sólo se p erfora ron 11
gua aldea de Lagunillas, construida hía de A m u ay, en la península de Pa-
pozos en el cretáceo, pero p rod u jeron
en el lago, se quem ó tres veces y, p or raguaná. Esta tubería qu edó term ina­
más de 88 m illones de barriles. Este
últim o, sus habitantes la reed ifica ron da en 1948.
d escubrim iento hizo que la V .O .C. des­
en la costa, y h oy sólo pueden verse cubriese en 1945 los yacim ien tos cre ­ El puñado de usos que los indios
unos cuantos pilotes en negrecidos en táceos del cam po Mara, en el Distrito dieron al p etróleo hasta finales del
el sitio d on de en otro tiem po tuvieron Mara. T am bién se en con tró p etróleo siglo X V se ha m u ltip licad o p or m il,
sus m oradas. cretáceo b a jo el v ie jo cam po La C on ­ y com o con secu encia la rica cuenca
M ientras se prod u cían estos p ro g re ­ cepción . Estos hallazgos fu eron el p re ­ p etrolífera del L ago de M aracaibo es
sos en la orilla orien tal del lago, la lu dio de una intensa búsqueda de las h oy un cen tro de p rogreso. L os n ue­
búsqueda de p etróleo continuaba con profundas form a cion es cretáceas en la vos pozos que se están p erforan d o h oy
éx ito en la orilla opuesta. De una m a­ cuenca del lago, que aun prosigue. En en el cretáceo, pod rían h acer que los
nera m enos espectacu lar (pueá" los 1948, la Sh ell C aribbean descu brió hallazgos de la “ época d el ch o rro ”
cam pos p etrolíferos estaban más des­ nuevos yacim ien tos cretáceos con su aparezcan pequ eños en com paración.
perdigados que en el C am po C ostane­ pozo Sibucara, p erfora d o a sólo nueve Pero, suceda esto o no, el p etróleo se­
ro B o lív a r), la com arca al Oeste del k ilóm etros al Oeste de M aracaibo. guirá siendo la industria p rin cip a l de
lago exp erim en tó la m ism a tran sfor­ L o m ism o que se transform ó la vida la región durante m uchos años.

8
1 4 9 9 — 2 4 de a g o sto . — O je d a descu bre 1 7 8 8 — 2 4 de octu b re. — N ace R a fael Ur- 1 8 3 4 — E nsayos para cu ra r la le p ra co n
el L a go. daneta. la plan ta ch in ch u ch illi.
1 5 2 9 — Los alem anes, a quien es C arlos V 1 8 3 7 — Se instala el p rim er a serra d ero, en
1 8 1 6 — C o n stru cció n del p rim er m erca d o.
ce d e la P rovin cia , cru zan el Lago. la costa del la go.
1 8 2 1 — B olívar llega a M a ra ca ib o.
1 5 3 2 — M u ere el C a ciq u e M ara c o m b a ­ 1 8 3 7 — Se d ecreta el esta b lecim ien to del
1 8 2 1 — Se fun da el p rim er p e r ió d ico C o le g io N acion al.
tien do p o r su in d epen den cia .
1 5 7 1 — 2 0 de en e ro . — F u n d a ción de M a­ 1 8 2 1 — El C a b ildo se declara p o r la in d e­ 1 8 3 9 — El C en so del ga n ad o de todas c la ­
ra ca ib o p o r A lo n s o P a ch e co . p en d en cia . ses revela gran aum ento.
1 5 7 4 — R e fu n d a ció n de M a ra ca ib o p o r P e ­ 1 8 2 3 — 2 4 de ju lio. — Batalla N aval del 1 8 4 4 — Se reorga n iza bien el se rvicio de
dro M a ldon a do.
L a go. C orreos.
1 6 0 0 — 22 de ju lio . — Los indios in ce n ­
1 8 2 4 — Sale el B atallón Z u lia para el Perú. 1 9 2 2 — 14 de d iciem b re. — Salta el p ri­
dian a G ibraltar.
1 8 2 6 — B olívar llega a M a ra ca ib o. m er p o z o p e tro le ro en La R osa.
1 6 4 2 — El o d io s o filibusterism o a zota ei
1 8 2 6 — L legada del p rim er b u q u e de v a ­ 1 9 3 5 — Los ca m p os p e trole ro s m e jo ra n el
L a go.
por. standard de vida del o b re ro v e n e ­
1 6 9 4 — L legan los C a p u ch in os. — Las M i­
siones. 1 8 2 7 — C odazzi levanta su fam osa Carta zola n o.
1 7 5 0 — A p a r ic ió n de la V irg e n de Chi* del L a go y de la B arra y un m a ­ 1 9 3 8 — La industria pesq u era se in ten si­
q u in quirá. p a c o r o g r á fic o de tod o el D e p a r­ fica y organ iza.
1 7 7 6 — Se levan ta el C astillo de San C a r­ tam ento. 1 9 4 9 — C olm en a giga n tesca de industrias
los. 1 8 3 3 — In ten sifica ción de la agricu ltu ra. de todas clases.
n n n

u ti tf u

das palafíticas de los aborígenes te­ m aravillosa en la ribera d el G o lfo de


nían sus puentecitos de com u n icación L ion , a no m ucha distancia de la des­
y que pequeñas canoas cruzaban las em bocadu ra del río R ódan o, que le
aguas que las separaban, cual si fu e ­ sirvió adm irablem ente de m agn ífica
ran góndolas, llam aron al lugar G o lfo vía de p en etración p or todos los p a­
de V enecia, recordan do en su fantasía rajes de F ranconia.
soñadora aquella ciudad reina del P or últim o, R om a la Eterna, estrella
A driático, que b a jo el gob iern o de los de la civ iliza ción del m undo antiguo y
D ux exten dió su p od erío sobre las sede de la Cristiandad, exten día su
islas del A rch ip iéla go. Este G o lfo de soberbia arquitectura y su p od erío c o ­
V enecia se llam ó posteriorm ente G o lfo m ercial y gu errero en las* orillas del
de V enezuela y dió n om bre a nuestra Tiber, cuyas fangosas aguas se p er­
(F ragm entos de la C om posición que Patria gloriosa. dían en el m ar, diecisiete k ilóm etros
O btuvo el P rim er P rem io, la Rosa de A llí se levantó lu ego incipiente c o ­ más allá, en Ostia. La historia nos
O ro, en el C ertam en abierto p o r la lonia, destruida p or los aborígenes y dem uestra que la hegem onía p olítica
Institución Z uliana de Caracas, en de nuevo fundada con em peño, para y com ercial, civiliza d ora y con quista­
con m em oración del Trisesquicentena- llegar a ser regidora y m otora p rin ­ dora, d el L a cio surgió de ese hum ilde
rio del d escu brim iento del L a go.) cipal del m ovim ien to p rog resiv o de curso de agua, que lam e los m uros del
las otras aldeas lacustres y desarrolla- castillo papal de Saint’ A n g elo.
L 24 de agosto de 1499, al dora poderosa en in tercam bio fo r m i­ El M editerráneo fu é cuna de casi

E realizarse p o r A l o n s o de
O jeda el descu brim iento del
L ag o de M aracaibo, se e fe c ­
dable con los países del m undo c iv ili­
zado.
P odem os corrob ora r el postulado de
todas las civiliza cion es antiguas (fe ­
nicia, griega, egipcia, cartaginesa, r o ­
mana, francesa y española) y hasta la
tuó uno de esos sucesos que, a través Ratzel ( *) , puesto de reliev e en el época de la apertura d el C anal de
de las edades, se cuentan en el m undo L ago de M aracaibo, con el h echo his­ Suez podía considerarse com o un gran
com o de in iciación de un p roceso e v o ­ tórico de que las ciudades fen icias de lago interior, a sem ejanza d el L ago
lutivo, verdaderam en te trascendental T iro y S idón fu eron el origen de la de M aracaibo. F ué su in flu en cia la
para la vida de las naciones. civiliza ción del M editerráneo y, lu ego que hizo avanzar la civiliza ción g reco-
de extenderse p or Cartago, Cádiz y latina hasta alcanzar a la rem ota A l-
N o pensó nunca el de O jeda — a p e ­
las colonias del G o lfo de Rosas en Ca­ bión. Fué esa circunstancia de lago
sar de las grandes fantasías de su c e ­
taluña, dieron origen a la civiliza ción interior, de corrientes fluviales, la d e ­
reb ro— ni tam poco lo pensaron sus
hispánica. La antigua S evilla tu vo una term inante de tod o ese p roceso la b o ­
célebres com pañ eros de descu brim ien ­
gran influencia m editerránea y atlán­ rioso, firm e y ex p ed itivo. Fué esa
to, Juan de la Cosa y A m é rico V espu-
tica, debid o a su situación estratégica fu lg o r gen eroso el que d eslu m bró to ­
cio, que aquel lag o habría de ser al
en el río G u adalqu ivir que la puso a da la com erca y cu m p lió el destino
correr de los siglos, gran m etrópoli de
inm ediaciones del mar. que le estaba asignado.
principalísim as influencias en el p o r ­
P odem os tam bién citar a M arsella, A sim ism o la in flu encia pasó de
ven ir de una gran nación. No era p o ­
cuna de la prim itiva civ iliza ción fra n ­ nuestro gran lago de C oqu ibocoa, tie­
sible que su im agin ación con cibiera
cesa, que fu é la sem illa que germ inó rra adentro, m arcando jalon es de
que allí, don de solo existían un ancho avance progresista hacia la T ru jillo
en toda F rancia con irresistible fuerza
lago y una selva intrincada — enigma de G arcía de Paredes, p or la orilla de
y la con v irtió p or espacio de siglos en
in d escifrable ante sus excru tadores M otatán y los valles de B ocon ó. Ya
la nación más civilizada de toda E uro­
o jos— llegara a alzarse orgu llosa y Juan R odrígu ez Suárez había fu n dado
pa. Esa influencia tan poderosa, tan
ufana una ciudad cosm opolita; ni m u ­ a M érida y tam bién hacia allá se d i­
irresistible, la debió a su situación
cho m enos que aquel lago m anso y rigió el C om ercio. P osteriorm ente se
ru m oroso llegara a ser fa ctor de p ri­ extenderá a la N ueva Granada, log ra n ­
(*) Ratzel da gran importancia al mar
mera m agnitud en los destinos de la y a las corrientes fluviales en el futuro de do ejercitarse bien con los tairom as
región. los pueblos, por la circunstancia de mayo­ de la Sierra.
res factores de movimiento, y, consecuen-
P ero — destino inescrutable de los Y así fu é acentuándose la in com p a­
cialmente, de un medio de acción más ex­
pu eblos— desde ese m ism o trascen­ tenso. Para este investigador son también rable visión de los conquistadores al
dental m om ento in icia l del descu bri­ dignos de tomarse en cuenta los pueblos de rem em orar, el día del descubrim iento
m iento, em pezó la in flu encia m iste­ las montañas, de quienes dice que cuando del lago, aquella bella reina del A d riá ­
bajan hasta los llanos son como un alud
riosa de un n om bre a ju g a r papel im ­ tico, la de los m aravillosos celajes
de influencias benéficas, porque regular­
portante para el futuro. C om o los mente llevan consigo hombres fuertes y de cantados p o r los m ejores poetas del
descu bridores vieran que las v iv ie n ­ sano pensar. R enacim iento. El e q u ilib rio com ercia l

LA H E R O IN A DEL LAGO qu erien do sign ifica r con esta frase

ANECDOTA Ana M aría Cam pos, patriota fe r ­


viente, que vivía a orillas del L ago,
netam ente m aracaibera que se p erd e­
ría sin rem edio.
S ú polo el terrib le asturiano y la
en una fiesta se exp resó desp ectiva­
m ente del je fe realista M orales, a hizo com p a recer a su presencia.

ZU L I A NA quien se le venía el m undo encim a


p or la p roxim id a d de la B atalla N a­
— ¿Es cierto que usted d ijo esas
palabras?
val, y d ijo : “ Si no capitula, m on d a” , — Sí señor.

10
y la vida espiritual fu eron acentuando se vislum bra un h orizon te ilím ite, m u ­ m iente com ercia l m u n dial en tiem pos
la im presión de que la h oya del C o- ch o más allá de lo que soñó la fan ta­ de paz y base d el triu n fo en los h o rro ­
qu ibacoa estaba llam ada a grandes sía. res de la guerra.
destinos. R em on tán don os en el curso A l estudiar este tem a de la in flu en ­ Sus p ob la cion es ribereñas, antes
del tiem po sorprenderem os ya los m o ­ cia d el d escu brim iento del L ago de pequeños grupos qu e lan gu id ecían a
m entos de expan sión privilegia d a que M aracaibo en los destinos de V e n e ­ través de los años, se han vu elto, al
se van m anifestando en el form id a b le zuela, tenem os que con v en ir con p le ­ in flu jo m á gico d el m a rav illoso aceite,
p roceso evolu tivo. na sinceridad en que este d escu b ri­ bullentes cen tros industriales y c o ­
m iento ha sido uno de los sucesos de m erciales, d on de el dinam ism o y la
F ué en el L ago d on de se lib ró la m ayor trascendencia en los prin cip ios a ctividad son la n orm a diaria de su
gran batalla naval de nuestra in d e­ de la odisea española en A m érica. vida. F lotas d e bu ques-tan ques cru ­
pendencia. P or sus aguas surcaron H em os constatado que el co n g lo m e ­ zan sobre sus olas para transportar a
veloces naves de todas clases trans­ rado que se fu é form a n d o allí se m a­ todas partes del m u n do el p recioso
p ortando patriotas para la acción. Fué nifestó pron to saturado de un gran com bustible. Y p o r estas actividades,
tanto el entusiasm o, que hubo h ijos ca lor vital, p rop u lsor de altos desig­ el in flu jo d el L ago, m erced a su p etró­
del C oquibacoa que, no encontrando nios. V erdaderam ente algo así com o leo, se hace sentir en los rin con es más
m edios de transporte, se lanzaron a una feliz y m isteriosa trasm utación apartados del m undo, en los cuatro
nado hasta el lu gar de reu nión de la d el gran ca lor reinante en la región, puntos cardinales d el g lob o. V eam os
flota repu blican a y se pusieron a las con v ertid o en m ovim ien to de avance tod o esto palpablem ente al con tem ­
órdenes del alm irante de la escuadra.
y de genial desen volvim ien to. P or plar los trasatlánticos en sus rápidas
Y de las ondas del L ago, aureoladas
esto es fuerza que pudiéram os llam ar excursiones, los au tom óviles que cru ­
con los fu lgores del triun fo, y teñidas zan las carreteras, los aviones que
autóctona, pues desde su m ism o p rin ­
p or la sangre generosa de estos co m ­ hienden el aire y disputan su dom in io
cip io y en m isteriosas evolu cion es re­
batientes, surgieron m ayores ideales al sonido, tod o en fu n ción creadora
novadoras ha p reparado y efectuado
de sign ificación trascendental.
el m ovim ien to que entre nosotros ha hasta en las telas que nos cu bren, en
A sí el L ago, que venía sirvien do de
afianzado la verdadera nacionalidad. los perfum es, en los cosm éticos de las
poten cialidad en el d esarrollo y p r o ­
Cuando el prim er p ozo de petróleo bellas, en casi toda la indum entaria
greso de las herm anas region es v e c i­
saltó en La Rosa en 1917 y el señuelo del h o m b re . . .
nas, sirvió tam bién del elem ento de
del oro n egro causó una verdadera A q u ella energía fó sil, aquella en er­
em an cipación en el m om ento más cu l­
re v o lu ció n en todos los órdenes del gía estática, qu e aprisionó la natura­
minante de la epopeya, cuando el
país, la in flu encia se hizo más decisiva leza b a jo las aguas d el L ag o y la
triu n fo de la flota realista hubiera
aún. Y en ese m om ento culm inante, gu ardó para p rod ig a rla siglos después,
sign ificad o el afianzam iento de la m o ­
narquía o cuando m enos la p ro lo n g a ­ fu é el m ism o lago el que puso de re ­ se v e h o y con v ertid a el lu m in oso p o ­
ción de la guerra p or tiem po in d e fi­ liev e su potencialidad. L o que hoy der, p regon a n d o su in flu en cia m ara vi­
constituye la prim era riqueza de V e ­ llosa com o con quista del tra bajo y de
nido.
nezuela y su m áxim a industria, saltó la civiliza ción .
En el caso especialísim o del L ago
de M aracaibo, que pudiera llam arse p or prim era vez de sus m árgenes y P ero no se detiene aqu í la a cción de
“ e x te rio r” e “ in terior” , de d ob le fu n ­ después de sus m ism as aguas, antes tan p oderosa actividad. A l analizar
ción hacia el fon d o d el país y hacia serenas y tranquilas. el p reciso m om en to actual, nos en con ­
el m ar abierto a todas las am biciones, Fué el L ago el que, al efectuarse tram os que está para celebrarse el
se obtiene naturalm ente d ob le p ro v e ­ m iles de años antes el cataclism o que T risesqu icen ten ario de aqu el día m e­
ch o y d ob le in flu encia. N o sólo, com o arrasó la gran selva m ilenaria, la cu ­ m orable, día en qu e los o jo s atónitos
los dem ás lagos de la tierra, sirve para b rió con sus aguas y con servó avaro del d escu b rid or se extasiaron ante b e ­
el com ercio del país, hasta cierto pu n ­ ese tesoro para o fre ce rlo a las gen e­ lleza tan singular. C uatrocien tos cin ­
to restringido a veces, sino que amplía raciones actuales. Y el hom bre, u ti­ cuenta años ju stos han tran scu rrido y
su rad io de a cción sin lím ite alguno lizando su inteligencia, llega h oy al la energía ra cia l y la in d om a ble v o ­
hacia los con fin es d el m undo. D u ali­ fo n d o con su barrena de acero y p e ­ luntad siguen firm es en su obra. La
dad de p rofu n d o sign ifica d o que lleva netra en las p rofu n didades de la tierra con m em ora ción será fastuosa com o
a pensar en un in fin ito avance espi­ y hace saltar a la su p erficie el m ara­ corresp on d e a la fech a trascendental.
ritual, de grandeza prodigiosa, en que v illo so h id rocarbu ro, eje d el m ov i- JUAN BESSON.

— R etráctese, usted, o será castiga­ azotes hasta' que se retractara. Y M orales cap itu ló
da. así lo hizo. Un n egro la azotaba, p i­ con el agua a la garganta;
— No m e retracto, contestó altiva­ dién d ole su retractación, y ella seguía si no capitula m onda
m ente la Cam pos, lo sostengo: “ Si no rep itien do: “ Si no capitula, m on d a ” . co m o le d ijo la Cam pos.
capitula, m on d a ” .
Hasta que p erd ió las fuerzas en el su­
Inm ediatam ente ord en ó M orales que A doña A na M aría C am pos
p licio.
fuera m ontada en un asno, con las es­ Señora m u y distinguida
paldas desnudas y se le paseara p or Las coplas de las gaitas que se ca n ­ la azotaron en un b u rro
las calles de M aracaibo sufriendo taron ese año, decían: p orq u e v ito re ó a Padilla.

11
LA LEYENDA DEL LAGO
POEMA INDIANO

En pos de un b lan co vu elo de alígeras gaviotas


el de O jeda ven ía de com arcas rem otas,
p o r las ondas cerúleas que rizaba el Caribe,
a las doradas costas d on de el indiano vive.
V enía con ensueños de am bición i de gloria
a segar nuevos lauros para prez de su historia,
a o frecer n uevos tim bres a su gente bizarra.
Tras las niveas gaviotas se internó p or la “ B arra”
d e arenosos b ajíos coron ad os de espum a;
i en su b a rco lig ero cu al levísim a plum a,
al hallarse de pron to con un lago de seda,
se quedó sorpren dido don A lon so de Ojeda.
En sus sueños de gloria, de am bición i fortuna,
nunca v ió que se alzara más herm osa Laguna,
ni aquel otro p rod ig io que a la incierta m irada
ofrecía el señuelo de una isla encantada.
A va n zó al O ccidente b a jo el ala sonora
de la brisa. Extasiado, de su nave en la prora,
i a la luz de una tarde de irisados reflejos,
e l país m ilagroso con tem plaba a lo lejos.
A van zó, i a m edida que avanzaba a O ccidente,
d e sus chozas lacustres, en la m argen riente,
los indianos m iraban con suspensas pupilas
el cruzar de la nave p or las ondas tranquilas.

L ago adentro, al abrigo de un re co d o suave,


recogid as las velas, soltó anclas la nave;
i al com pás de dos rem os, sobre frá g il barquilla,
d on A lon so de O jeda dirigióse a la orilla.
I saltó, i a la som bra de profu sa arboleda,
sobre rústico asiento, don A lon so de O jeda
con tem p ló con pupila cod iciosa i avara
e l grandioso espectácu lo de la tierra de Mara.
L u en go espacio qu edóse pen sativo i absorto,
con la vista en las ondas.
El ocaso era un orto;
co m o un orto, que h acien do de su púrpura alarde,
d isolvía en las ondas el fu lg o r de la tarde.

De repente, un an cian o. . .
(S u c o lo r i su traza
D en u n ciaron que él era de la índica raza)
I le d ijo al anciano en su lengua nativa:
— S eñor, ¿qué de m i suelo te subyuga i cautiva?
¿qu é tanto te em belesa? ¿Q ué tanto te com place,
a tí, que acaso vienes de don de el día nace?
Calló. I h abló el de O jeda con entusiasta acen to:
— M i planta peregrin a cruzó lugares ciento.
Y o he visto en largos viajes de guerra i de aventura
cien p u eblos encantados, cien islas de verdura,
d on de tal vez habiten b a jo fron das discretas
los genios i los dioses que evoca n los poetas.
L a tierra de m is padres, ven ero de prim ores,
m i n oble Patria, aquella Patria de m is am ores,
m i tierra, toda llena de encanto i poesía,
com o la más herm osa d el m un do la creía.
Mas hoi, cual dón más alto, m e brinda la Fortuna
llega r hasta la m argen que te sirvió de cuna;
i al v er tu L ago en d on de p arece que palpita
un corazón, qu e un alm a p oética se agita;
qu e jú n ta al m ar sus lin fas b a jo dosel de fron d as
sin que el C aribe am argue las m ieles de sus ondas;
al v e r de sus orillas el rico panoram a
qu e en olas de p roficu a verdu ra se derram a;
al v e r su lom o terso com o cristal p u lid o . . .
eriales m e parecen las tierras que he v ivid o.
T ú que naciste en estas m agn íficas regiones,
¿no sabes p or ventura de v iejas tradiciones
qu e digan el origen de tu gentil Laguna?
I respon dió el anciano, llen o de orgu llo:
— H ai úna.

13
La saben cuantos indios recorren las florestas
del L ago. En los areitos i en las nocturnas fiestas
nosotros la decim os en trém ulos cantares,
al són de los carrizos, b a jo de los palm ares.
— ¿Eres poeta? Cántala en tu salvaje idiom a,
que tiene en mis oídos arrullos de palom a.
— ¿P oeta? ¿Q uién a orillas de m i Laguna quieta
no sueña, no se inspira, no can ta. . . no es poeta?
Sabrás la extraña historia; mas no p o r lengua m ía:
el tiem po ahogó los ritm os que en m i garganta había.
Después, hacia la orilla se adelantó el anciano:
batió en señal, tres veces, las palm as de la m ano;
i un gru po de desnudas don cellas, al aviso,
dejan do sus flotan tes cabañas, de im p roviso
som orgu jó en las linfas sus curvas i sus flancos,
m ov ien d o en torn o espumas com o p lu m ajes blancos.
R om p ió con diestros brazos las ondas, en qu e el día
la luz del vespertino crep ú scu lo ponía;
i al alcanzar la orilla con algazara leda,
fo rm ó en un sem icírcu lo delante del de Ojeda.
------- * *

— Cantad — d ijo el anciano, de las indias al co ro —■


la leyen da d el L a g o cristalino i sonoro.
I en su canto de ritm o m ela n cólico i vago,
refirieron las indias la L eyend a d el L ago:
— Cuando en rem otos días, un Jefe, el G ran Zapara,
ocu p ó estas region es con su tribu preclara,
p or el vasto d om in io d on de el L ago m urm ura
levantaba una selva su gigante espesura.
En red or de sus lindes lu ju riosas i hurañas
fa b rica ron los indios sus alegres cabañas;
mas ninguno en el seno de la selva podía
penetrar, que la selva m isteriosa i um bría
reservó el G ran Zapara, p o r arcano deseo
o ca p rich o de J efe, para p ro p io recreo.
A llí alzó su m orada peregrin a; i en ella,
con M arum a su hija, con M arum a la bella,
departía en las horas de reposo.
M aruma
no sabía de am ores; i en las tardes sin brum a
i en las noches serenas — singular poetisa—
le cantaba can cion es de ternura im precisa,
0 acordábale en versos de arm onías extrañas
de su estirpe guerrera las heroicas hazañas.
— ¡E l am or! ¡Cosa inútil! el C acique decía;
1 aunque bravos gu erreros de probada hidalguía
req u irieron la m ano de la india hechicera,
ni una alegre esperanza vislu m braron siquiera.
— ¡El am or! ¡Cosa inútil! I el Zapara egoísta,
a M arum a la herm osa, a M arum a la artista,
co n fin ó en su m orada, cu al un raro tesoro,
p or gustar de sus versos i su canto sonoro.

Mas un día el C acique se alon gó p o r la estrecha


senda d el m a r. . .
M arum a, con el arco i la flecha,
i en la cintura b rev e la b ien provista aljaba,
detrás de un cie rv o arisco la selva atravesaba.
C orría tras la pieza sin calm a ni respiro;
de p ron to se d etu vo: la pieza estaba a tiro.
L lev óse al p ech o el arco de recia contextura,
calada yá la vira sobre la cuerda d u r a . . .
Fué a disparar. . .
R epente, con ráp id o zum bido
v ib ró otra flech a : el cie rv o ca y ó de m uerte h erid o;
i en m ed io de la selva m isteriosa i callada
q uedó M arum a absorta, suspensa la m irada,
el arco distendido, la flech a sobre el arco,
m ientras la res gem ía sobre p u rp ú reo charco.
Un cazador apuesto, d el fo n d o d el b osca je
encam inó sus pasos hacia la res salvaje,
en cu ya fren te, com o si fu era un asta fina,
veíase clavada la fu erte jabalina.
M arum a fu é al encuen tro d el cazador que, ufano,
alzaba en ese punto con vig orosa m ano
la pieza, todavía caliente i palpitante.
— ¿Q uién eres, i qué buscas?
El in dio irgu ió el sem blante,
P.C-V.
d e jó sobre la alfom bra la ensangrentada p re sa . . . de rabia, dió a los aires co lé rico rugido,
i con tem p ló a M aruma con plácida sorpresa. que estrem eció a lo lejos d el m onte la garganta;
— ¿Q uién eres, i qué buscas en la selva sagrada, batió la dura tierra con form id a b le planta,
a todos, p or m i padre, sin ex ce p ció n vedada? i, cual si herida fuese p or ru do cataclism o,
A sí la india. la selva, b a jo el golpe, se con v irtió en abism o.
I luego, b a jo la fron d a obscura L os caudalosos ríos, desde las cord illeras
d el bosque, se m iraron con tím ida ternura. vecinas, descen dieron con ím petu de fieras,
i, a m od o de un d ilu v io terrífico i disform e,
— T am are soi, i v en go de m i nativa tierra. v a cia ron sus torrentes en el abism o enorm e.
Una virtud divina m i corazón encierra: E ntonces el C acique con sus robustas m anos
y o canto, soi poeta; p ero la gente mía la tierra abrió hacia el N orte; sus odios inhum anos
rechaza a los que adoran la excelsa Poesía. llenar la cuenca ansiaban. . . i, co m o en fuga loca,
Errante v o i; más nunca será que el paso vu elva; el m ar entró al abism o p or la entreabierta boca.
cru cé, no supe cóm o, las lindes de tu selva; Así, ya satisfecho del ven ga tivo estrago,
i en ella v o i perdido, du rm ien do entre sus grutas, entre el C aribe undoso i el apacible L ago
bebien d o en sus raudales, gustando de sus frutas. — después que de su tribu ced ió el gob iern o a M ara—
¡O h, herm osa! y o ignoraba que el tránsito en su seno en arenosa Isla se con v irtió el Zapara.
v e d a d o está: perdon a si de m alicia a jen o
m e entré p or la espesura; con ozco yá la veda: I en tanto que en estrofas de rítm ica dulzura
in dícam e el cam ino p or do alejarm e pueda cantaba la pareja su am or i su ventura,
a d on de el G ran E spíritu m orada m e depare. d el m ar las densas olas i el agua de los ríos,
T al, de em oción h enchido, le respondió Tam are; fu n dien do en solo un ím petu sus poderosos bríos,
i b a jo el rico d om bo cu bierto de verdura giraron, i en un v órtice de arenas i de espuma
tornaron a m irarse con íntim a ternura. hundieron de im p roviso la choza de M aruma.
— T am are: — d ijo entonces M aruma, i fu é su acento Cantaba la pareja cuando se hundió; i los sones
com o ru m or de cañas m ecidas p or el v ien to— postreros de su canto, p or entre los turbiones
el dón porqu e tu p u eb lo te aleja i te abandona, flota ron en las olas a m od o de una queja
m i espíritu lo siente, m i labio lo pregona. lanzada en la agonía p or la gentil pareja.
Para escuchar mis cantos, que a otros oídos niega,
d el trato de los hom bres m i padre m e relega.
M arum a soi, la h ija d el Gran Zapara pero
aunque ved ad o el sitio, p rivarte d él no quiero. Desde entonces las almas de los tiernos amantes,
M i padre se halla ausente de la selva; con m igo en las ondas del L ago difundidas i errantes,
vén: en m i oculta choza te o frezco pan i abrigo. van cantando los sueños de su eterna ventura:
R epararás tus fu erzas. . . T e m archarás mañana, es su voz la que suena cuando el L ago m urm ura;
cuando m i padre torne de su excu rsión leja n a . . . i el ru m or que la brisa de las ondas levanta,
En tanto, solos, solos i en dulces desvarios, es su ritm o que vuela, es su verso que canta.
m e cantarás tus versos, te cantaré los míos.
Tal, en v oz que el susurro de las auras rem eda,
I p or vereda inculta que el cazador desbroza,
con su m úsica extraña cautivando al de O jeda,
se fu eron lentam ente, cam ino de la choza.
* entonaron las indias en unísono coro
❖ * la L eyenda del L ago cristalino i sonoro.

— ¿Es cierto? *
— Es cierto, padre. * *
El indio está en m i alcoba ¿Q uién duda que en el L ago parece que palpita
de verdes palm as, sobre m i lech o de caoba. un corazón, que un alm a poética se agita?
Tu pan com im os juntos, hicim os un derroch e El cé firo i la onda, el p á ja ro i la rama,
de m úsica i de versos; i al exten d er la n oche pregonan el prestigio de esa virtud.
sus lú gu bres tinieblas, él en m is brazos preso, I es fam a
dorm im os juntos, juntos, después de un largo beso. que le basta, yá encinta, a la m adre futura
— ¡M aruma! som orgu jar sus form as en la corrien te pura
— Es cierto, padre. Nos unen fuertes lazos, para que luzca el h ijo sobre su sien de esteta
i torn o ahora al cielo d iv in o de sus brazos. la aureola que anuncia la gloria d el poeta.
M arum a entró en la c h o z a . . .
El Gran Zapara, h enchido U D O N P E R E Z

P.C-V.
EL L AGO DE
M A R A C A I B O EN
LA EMANCIPACION
DE V E N EZ U E L A
POR E L DR. A N G E L F R A N C I S C O B R IC E

a ruptura d el arm isticio con

L m otiv o de los sucesos de


M aracaibo en contró al e jé r ­
cito español para el m om en ­
to en que el L ib ertad or ord en ó la
con tin u ación de la guerra en m arzo
de 1821 si los españoles no r e co n o ­
cían la in depen den cia de V enezuela,
así: M orales tenía 4.800 hom bres en
C alabozo; La T orre, 4.700 escalona­
dos de San C arlos a G uanare; Cires,
1.900 en Caracas; Carrera, 800 en C o ­
ro; T ovar, 1.000 en Cum aná; y entre
A rana y R am írez en Oriente, e In-
chauspe y otros en O ccidente, sum a­
ban 2.200. P or tod o había, de parte
de los españoles, 15.400 com batientes
en el territorio ven ezolan o, según el
ilustre h istoriador con tem p orán eo Dr.
V icen te Lecuna. Sin em bargo, las d e­
serciones p or un lado, y p or el otro,
la derrota de C arabobo, p o r virtud
de la cual los patriotas tom aron p ri­
sioneros batallones enteros y otros se
dispersaron a rroja n d o sus armas p or
los bosques, dism in uyó notablem ente
el n um eroso ejé rcito español; pero,
no obstante, el resto de ese ejé rcito
era todavía de im portancia, p orq u e el
batallón “ V a le n ce y ” que se acantonó
en P uerto C abello, constante de unas
900 plazas, se d ed icó a reu nir d isper­
sos, y a él se u nieron las colum nas de
T ello y de L oren zo. N o debe o lv id a r­
se que el ejé rcito español que p eleó
en C arabobo no exced ía de 6.000 h om ­
bres, y se calcu la que La T orre, des­
pués de C arabobo, log ró reu nir en
P uerto C abello unos 4.200 y algunos
barcos de guerra. S egún d ice Baralt,
La T orre se d ió a pensar el m od o de
continuar la guerra, y, al efecto, en­
v ió a T ello en a u xilio de Inchauspe
en C oro, que estaba en p od er de los
españoles; m andó organizar guerrillas
en el in terior de la p rov in cia de C a­
racas, p on ien d o las p rin cipales al
m ando de los C oron eles A le jo M ira-
bal y A n ton io R am os; dispuso a lg u ­
nos ataques contra la línea sitiada de
P uerto C abello y prep aró au xilios pa­
ra Cum aná. H abía quedado, pues, un
im portante con tin gen te de tropas es­
pañolas en a cción en el territorio de
V enezuela, p or lo que sólo com o m e ­
dida política p u do d ecir el L ib erta d or
en su p roclam a exp ed id a el 30 de ju -

DIBU JO A N T IG U O de la B atalla N a­
val librada en el L ago de M aracaibo
el 24 de ju lio de 1823. A rrib a ; b oceto
del Gral. J. M. P adilla, El T riu n fador.
nio, refirién dose a la batalla de Ca- de C lem ente salió para G ibraltar y
rabobo, librada el 24 d el m ism o, que perseguido p or M orales siguió vía B e-
“ una victoria fin a l había term inado tijoqu e. P or otra parte, el C om andan­
la guerra en V en ezu ela” . te N atividad V illasm il entregó a las
Para p rin cip ios de 1823, los espa­ fuerzas realistas y de m anera inespe­
ñoles estaban fuertes en P uerto C abe­ rada el Castillo de San Carlos. C on la
llo, en C oro y en M aracaibo, de allí entrega del Castillo, M orales quedaba
que los republicanos, con razón, tra­ dueño de todo el Zulia y así m andó
taron de pon erle eficaz rem edio al fuerzas rápidam ente para la costa
mal. Oeste del L ago. N o perd ió tiem po M o­
Con m otivo de los sucesos d el 20 de rales y , en efecto, en vió refu erzos p a­
enero de 1821, que ocasionaron la ra las provin cias de S oco rro y P am ­
anexión de M aracaibo a los re p u b li­ plona, p or lo que el G ob iern o de C o ­
canos, La T orre en vió desde C oro lom bia, ante la amenaza, orden ó al
fuerzas com andadas p o r F rancisco G eneral M ontilla, en Cartagena, que
Tom ás M orales, en un esfuerzo p o r r e ­ tom ara m edidas convenientes. M ontilla
cuperar aquella plaza. En efecto, M o ­ pasó a R ío de H acha y m andó al Z u ­
rales lleg ó con sus fuerzas a los P u er­ lia al G eneral José Sardá con 1.000
tos de A ltagracia en abril de 1822; soldados y caballería con órdenes de
allí estableció su cuartel general y no com batir p or la in feriorid a d de sus
m andó a sus oficiales T en ien te-C oro­ tropas. Sardá atravesó La G uagira y
n el Luis M orillo y Capitán Juan B a­ se apoderó de Sinam aica, p ero con tra­
llesteros con dos colum nas a fin de riando las órdenes recibidas lleg ó a
que desem barcaran p or el Sur y el P uerto G uerrero, don de lo atacó y d e ­
N orte de la ciudad de M aracaibo, res­ rrotó M orales, quien lleva b a 1.800
pectivam ente. L a invasión se realizó: infantes y 120 hom bres de caballería.
S oublette, para contrarrestar la a c­
M orales entró p or La Cañada y B a lles­
ció n de M orales, dispuso que fu era a
teros p or el lugar n om brad o El E m ­
M aracaibo una ex p ed ición m arítim a
pedrado. B allesteros fu é atacado en
al m ando d el Capitán de N avio R e ­
Juana de A v ila p o r el C oron el José
nato B elu che para au xiliar al G eneral
R a fael Heras, quien triun fó, pero
L in o de C lem ente. A dem ás, orden ó
p erd ió la vida en el com bate. B alles­
al G eneral Páez que fu era al teatro
teros qu edó p risionero y herido, ha­
de los acon tecim ien tos con tres bata­
bien d o fa llecid o a los p ocos días. Los
llones, p ero al llegar Páez a C arache
españoles tuvieron, además, 47 m u er­
supo lo sucedido en M aracaibo y la
tos, 51 heridos y 118 prisioneros. P or
partida del G eneral de C lem ente p a ­
su parte, el T en ien te-C oron el M orillo
ra B etijoqu e, y en con ocim ien to de
capituló en P erijá ante el Intendente
que el C om andante G eneral del Z u ­
L in o de C lem ente el 26 d el m ism o
lia tenía fuerzas suficientes se re g re ­
abril, habién dosele em barcado para
só a V alen cia en octubre. El Capitán
Cuba con unos 500 hom bres. D ebido
B elu che lleg ó a la Barra, sin em bar­
a estos desastres, M orales abandonó
go, se dió cuenta de que el Castillo
la zona del Zulia y m arch ó para P u er­
de San Carlos estaba en p od er del
to C abello; en las inm ediaciones de
enem igo, p o r lo que se regresó a La
D ab aju ro fu é com batido p o r el G en e­
Guaira.
ral S oublette, p ero M orales siguió ha­
C reyéndose M orales om nipotente
cia el lu gar de su destino. Piñango,
con los triun fos obten idos en la r e ­
d el ejército repu blican o, ocu p ó a Cu- B A TA LL A N A V A L DE M ARACAIBO
gión de M aracaibo, resolv ió invadir
m arebo con 2.000 infantes y 200 h o m ­
y tom ar a C oro, lo que hizo sin m a­
bres de a caballo. L lega d o M orales a El 24 de ju lio de 1823 la flota de
y ores esfuerzos el 3 de diciem bre.
P uerto C abello, La T orre le entregó A m itigar un p o co estos desastres guerra patriota am aneció fren te a la
el cargo de Capitán General, para el de los repu blican os v in o el apresa­ costa de A ltagracia, lista para com ba­
cual había sido n om brado, y salió con m iento de la corbeta “ M aría F rancis­ tir contra la escuadra realista que se
destino a P uerto C abello, don de debía ca ” el 16 de diciem bre, m andada p or hallaba fon deada entre Capitán C hi­
desem peñar cargo sim ilar. M orales e l Capitán de N avio John D aniel Da- co y M aracaibo. El lago descubierto
no abandonó su idea de reconquistar nella y tripulada p o r 250 hom bres. La p or O jeda iba a ser testigo de una
a M aracaibo y así el 24 de agosto sa­ “ M aría F rancisca” lleva b a de Cuba gran batalla naval, la más grande de
lió ru m bo a La Guaira con 1,200 h o m ­ para P uerto C abello 30.000 pesos, nu ­ esta clase en nuestra independencia.
bres, desem barcó en C o jo ro el 29 y m erosos vestuarios y vív eres y varios Eran las dos y vein te m inutos de
lu ego se apoderó de Sinam aica. S abe­ in d ivid uos de las tropas que com a n ­ la tarde, cuando se a firm ó el viento
d or el G eneral L in o de C lem ente de daba L oren zo M orillo, las cuales r e ­ al N oreste y se d ió la orden de darse
que M orales se dirigía a M aracaibo, gresaban en con tra ven ción a lo co n ­ a la vela. O ch o m inutos después se
en vió al C oron el Carlos Castelli con v en id o en la capitulación de P erijá. d ió la de form a r línea de fren te para
fuerzas, las que se en contraron con el El m ovim ien to de las fuerzas de ataque sim ultáneo. A las tres y d ie­
en em igo en el paso “ Z u leta ” , donde ambas partes contendientes dem ostra­ cisiete m inutos, ya bien form ada la
los rep u blican os fu eron rechazados, ba aún a prin cip ios de 1823 que V e ­ línea en plen o avance, se hizo la se­
en vista de lo cual el G en eral de C le­ nezuela no estaba pacificada, a pesar ñal de abordar al en em igo y se d ejó
m ente salió con 700 hom bres al en ­ del triu n fo de C arabobo; todavía es­ izada la bandera, no obstante haber
cuentro de M orales, p ero fu é d e rro ­ taban en p od er de los españoles P u e r­ sido contestada p or todos la señal,
tado, h abien do qu edado en el cam po to C abello, que era centro de op era ­ com o m an ifestación de que ninguna
de a cción 322 patriotas entre m uertos ciones, C oro y M aracaibo, region es es­ otra cosa quedaba que hacer sino p e ­
y heridos. El resultado de esta d e rro ­ tratégicas que facilitaban la r e co n ­ lear.
ta fu é la entrada de M orales a la ciu ­ quista de las region es venezolanas en El gran gen eral José P adilla m an­
dad de M aracaibo. El G eneral L in o p od er de los republicanos. M orales daba la flota patriota y el C ontralm i­

18
rante A n g el L ab ord e la realista. 3 b e r ­ rios. El bergantín “ Esperanza” se rin ­ y el M ariscal de C am po don F rancis­
gantines, 10 goletas, dos pailebots fo r ­ d ió a nuestra goleta “ E m prendedora” co T om ás M orales, G en eral en Jefe
m aban el grueso de esta últim a con p ero v o ló su santabárbara y quedó del E jército de Costa F irm e, se v ió
cañones disponibles, a lo que se aña­ envuelta en hum o, no solo ella sino forza d o a capitular siendo em barcado
dían 20 em barcaciones que com pon ían tam bién el bergantín “ M arte” y los para Cuba con sus oficia les y demás
la fuerza sutil, que disponía de 20 ca ­ buques cercanos. El “ M arte” se b a ­ que qu isieron acom pañ arlo, en v ir ­
ñones. En total 67 piezas de artille­ tió tan denodadam ente que log ró d o ­ tud de las con d icion es de la capitula­
ría y 1.148 hom bres a bord o. La es­ m inar a varios buques. Nuestra g o le ­ ción.
cuadra patriota consistía en 3 b erga n ­ ta “ A ntonia M anuela” fu é atacada El G ob iern o de la G ran C olom bia
tines, 7 goletas y una fuerza de más por varios buques, y una vez a b ord a ­ d ecretó h onores para todos los com b a ­
de 13 em barcaciones. En total toda la da fu eron pasados a cu ch illo hasta tientes y se les con sid eró “ B en em éri­
flota española contaba con 2.200 co m ­ los m uchachos de cám ara; pero la re ­ tos de la P atria” y m ereced ores de la
batientes y la patriota con 1.645. cuperaron nuestra goleta “ L eon a ” y “ Estrella de los L ib erta d ores” .
Ningún bu que se salió de su p osi­ un b ote artillado del “ Independiente” . Esta v ictoria hizo eco en tod o el
ción y a las tres y cuarenta y cin co L ogra ron huir hacia el pu erto de C ontinente y fu é celebrada con gran ­
minutos abrieron los españoles fu e r­ M aracaibo la “ E speculadora” y dos des festejos en B ogotá, Lim a, Panam á
te cañoneo, al que pron to se sumó el goletas más, ju n to con las flecheras Saint Thom as y otros puntos.
fu ego de la fu silería con gran intensi­ “ G uaireña” y “ A tre v id a ” y la flotilla En realidad era de gran im portan ­
dad. P ero nuestra escuadra siguió so­ de em barcaciones m enores armadas. cia. Si los repu blican os la hubieran
bre ellos desprecian do sus fu egos T u vieron los realistas más de 800 b a ­ perdido, los realistas, fu ertes en to ­
hasta que estando a tocapen oles los jas entre m uertos y heridos. El m ar da la región del lago y con salida li ­
abordó con un fu e g o casi sim ultáneo quedó cu bierto de cadáveres, de h o m ­ bre hacia el exterior, hubieran p od id o
de cañón y fu sil a quem a-ropa. bres nadando y de restos de buques, seguir la guerra sin saberse el giro
El bergantín “ In dependiente” a b o r­ cuadro espantoso al d ecir de un his­ de los acontecim ientos.
dó y rin dió al “ San C arlos” . D e este toriador. P ero con este triun fo el baluarte
buque se lanzó al agua casi toda su El jú b ilo p or la v ictoria fu é indes­ español de sign ificca ión en V en ezu e­
tripulación p erecien d o ahogados v a ­ crip tib le en la ciudad de M aracaibo la desapareció para siem pre.

19
contaba con 1.700 hom bres y se p r o ­ rales era con flictiva , pues adem ás se tripulación y tropas y qu in ce o ficia ­
ponía atacar a L in o de Clem ente, a veía am enazado p or R eyes G onzález, les y cien to cin co de trip u lación y tro ­
la sazón en B etijoqu e, pero habiendo desde C oro; p or M anrique desde G i- pas heridos.
desistido de ese p ropósito, resolvió d i­ braltar al Sur d el L ago y p o r el G e ­ En cam bio, los españoles p erd ieron
rigirse a M érida con el fin de atacar neral F rancisco Esteban G óm ez, quien entre m uertos y h eridos más de ocho
a Urdaneta p or la espalda y co g erlo había sido enviado p o r el G eneral cientos hom bres, h abien do quedado,
entre dos fu egos; al efecto, d e jó a M ontilla desde R ío de H acha y se en p od er de los colom bian os, sesenta y
Calzada con 700 hom bres en las ave­ acercaba p or los lados de Sinam aica. n ueve oficia les y trescientos sesenta
nidas de T ru jillo para que le guar­ De C oro m archaron 1.000 hom bres y n u eve soldados y m arinos.
dara la retaguardia y con el resto se a reunirse con M anrique. D e su parte, A dem ás, los patriotas apresaron on ­
fu é a B ailadores, p ero retroced ió des­ el Capitán L a b ord e m andó a u xilios ce buques de los m ayores y un fa ­
de La G rita y se trasladó a M aracaibo desde C urazao a la escuadrilla de M o­ lu ch o de las fuerzas sutiles, habiendo
vía San Carlos d el Zulia. D esde M a­ rales y él m ism o salió el 4 de ju lio v ola d o el bergan tín -goleta ‘Esperan­
racaibo M orales trató de ayudar a La- con ru m bo a M aracaibo, llega n d o a za” y despedazado gran n úm ero de
barces, cuando tu vo noticias de la su­ San Carlos el 14 con dos goletas m er­ buques de la flota de falu ch os y p ira ­
b lev a ción de Santa Marta. cantes, p orq u e d e jó sus buques m a­ guas.
M ontilla, dándose cuenta del p e li­ y ores v igila n d o el G o lfo . C on la es­
Esta sangrienta batalla, pues tiñó
gro que im plicaba para la causa de cuadrilla que estaba en Zapara pasó el
en sangre las glaucas aguas d el C o-
los repu blican os que M aracaibo estu­ T ablazo el 22 y al siguiente día fo n ­
qu ivacoa, m otiv ó una capitulación
viera en p od er de M orales, preparó deó entre Capitán C hico y M aracai­
que bien p u do d ecirse que acabó con
una fu erte ex p ed ición en com b in a ción bo, a pesar de la resistencia que op u ­
la dom in ación española en tierras v e ­
con fuerzas navales que debían fo r ­ sieron los patriotas.
nezolanas, p orq u e ob lig ó a las fu e r­
zar la Barra. C on este fin consultó con La flota española, según el D iario zas com andadas p or el M ariscal de
una Junta de hábiles m arinos y em ­ de operacion es de la escuadra p a trio­ C am po F ran cisco T om ás M orales a
p ezó a reunir en R ío de H acha los ta, se com pon ía d el bergantín “ San entregar la plaza de M aracaibo, la
buques que debían dirigirse a M ara­ C arlos” , bergan tín -goletas “ M aratón” F ortaleza de San Carlos, la B arra y
caibo. En ejecu ción de este prop ósito y “ Esperanza” , goleta de dos gavias el territorio ocu p a do p or tropas d e­
zarparon para L os T eques los buques “ E speculadora” , nueve goletas de v e ­ pendientes d el e jé rcito español, así
de guerra “ In dependen cia” y “ G en e­ lacho, dos pailebotitos, las flecheras co m o los buques arm ados españoles
ral B olív a r” , com andados respectiva­ “ G u aireña” , “ A tre v id a ” y “ M aracai- surtos en el L ago. Esta derrota de las
m ente p or los Capitanes de N avio B e- b e ra ” y qu in ce buques más entre fa - fuerzas arm adas españolas tu vo su
lu ch e y N icolás Joly. A su vez, P a d i­ luchitas y piraguas armadas. P o r su rep ercu sión en la entrega posterior de
lla partió con la corbeta “ C onstitu­ parte, la escuadra y fu erza sutil c o ­ la plaza de P uerto C abello, plaza que
c ió n ” y otros buques apresados en lom bianas, según m an ifestación de era red u cto de lo que había quedado
C artagena para la cam paña, hacia el L abord e, se com pon ían de las unidades de aquel e jé rcito de 15.400 hom bres
G o lfo de V enezuela; pero el 1? de m a­ siguientes: bergan tín “ Independiente” , que a p rin cip ios de 1821 se en señ o­
y o de 1823, L abord e, Jefe de la Es­ “ M arte” y “ C onfian za” , goletas “ L e o ­ reaba p o r las abatidas tierras v e n e ­
cuadra española, en las costas de B or- na” , “ Espartana” , “ In dep end en cia” , zolanas.
burata apresó las corbetas “ C a ra b ob o” “ E m prendedora” , “ A ntonia M anuela” , D estrozada la escuadra española era
y “ M aría F rancisca” , las cuales fo r ­ “ M anuela C h ity” y “ P e a c o c k ” , fle ­ más fa ctib le el b lo q u eo de P uerto Ca­
m aban parte de las unidades m a ríti­ cheras “ B arinesa” y “ C ariaqueña” , b e llo p o r la flo ta colom bian a y fá cil
mas encargadas de m antener el b lo ­ lanchas “ T orm en tosa” , “ V o la d o ra ” y al G ob iern o v ig ila r y d efen d er el te­
qu eo de P uerto C abello. Y a Padilla, “ E m prendedora” , tres bon gos arm a­ rritorio, p orq u e adem ás de la im p o­
en las cercanías de la Barra, crey ó dos y vein te botes arm ados y bien sibilidad de m andar los españoles r e ­
n ecesario obtener los buques que ha­ equipados. fu erzos para los otros lugares del país
bía p ed id o al G eneral Sou blette des­ L os colom b ia n os tenían, según la p or la vía m arítim a, ya que tam poco
de fines de m arzo, y a este ob jeto m ism a in form a ción de L abord e, 2.200 era p osib le h a cerlo p or tierra debido
m andó a uno de sus m ejores buques al com batientes y 1.645 los españoles. al sitio existente, las fuerzas c o lo m ­
m ando de B eluche, pero, cuando éste Si se tom a en cuenta el núm ero de bianas podían con cen trar tod os sus
ven ía con ellos de B orburata se en ­ buques y tropas de am bos con ten d ien ­ esfuerzos a un solo punto, lo que im ­
con tró con L aborde, con tan m ala tes se deberá reco n o ce r que el com b a ­ plicaba la sim p lificación y unidad de
suerte que d el com bate a duras penas te que se avecinaba era de in d iscu ti­ la defensa.
p u do salvar su bu que; de esta manera b le im portancia; se trataba, pues, de Esto deja v e r que la in flu en cia de
la m arina española adquiría p rep on ­ una verdadera batalla y no de una batalla d el L ago de M aracabio en la
derancia sobre la colom biana, porqu e sim ple escaram uza, p o r lo que bien em an cipación de V enezu ela fu é m uy
le había apresado los m ejores y más p od ría decirse que de sus resultados im portante y así b ien pu ede decirse
fu ertes; y ante el p elig ro de arrostrar dependía la suerte de C olom bia, ya que esta a cción co n trib u y ó de m anera
una com pleta derrota si se le daba el que la derrota p o r parte de los c o lo m ­ efectiv a a la ex tin ción de la h egem o­
fren te a la escuadra de L abord e, o de bianos p osiblem en te hubiera d eja d o nía española en V enezuela, y, p o r con - ^
exp on erse a las contingencias de fo r ­ en p od er de los españoles una gran siguiente, al lo g ro de la In dependencia
zar la Barra, P adilla se d ecide p or cantidad de m aterial de guerra, una p o r la que luchaban B olív a r y los su­
lo últim o, y, en efecto, p ro ce d e a flota con siderable para aquellos tiem ­ yos de m anera denodada.
forza r el paso, lo que con sigu e con pos y una de las más ricas regiones P o r tanto, la batalla librada en el
éx ito no obstante el cañ oneo de la d el país; de m od o que el sanguinario, la g o de M aracaibo fu é d ecisiva para
F ortaleza de San C arlos; sólo se p e r­ p ero v a leroso M orales, bien habría libertar a V enezu ela d el d om in io es­
d ió un buque, com an dado p o r Joly, p od id o transportar a su volu n tad c o n ­ pañol, p orq u e esa batalla, al co n cre ­
p or haber en callado, p ero los p a trio­ tingentes de guerra para cu alqu ier tar la lucha al sitio de P u erto C abello,
tas lo in cen diaron para que no ca y e ­ parte del país y levan tar un p od eroso fa cilitó la tom a de ese lugar, y allí;
ra en p od er de los españoles. D e esta ejército, con lo cual habría p od id o com o d ijo Baralt, con clu y ó la guerra
m anera P adilla entró al L ago de M a­ m u y bien recon quistar a V enezu ela y de la In dependencia, ya qu e después
racaibo el 8 de m a yo; allí com batió p on er en co n flicto a los colom bian os. de ese suceso sólo qu edaron en el país
varias v eces a la escuadra española, El resultado de esta a cción fu é p a­ algunas gu errillas en acción , sin n in - 1
saliendo siem pre ven ced or. D ueño ra los patriotas la m uerte de och o o fi­ gúna im portancia.
P adilla del L ago, la situación de M o­ ciales y treinta y seis in dividuos de Caracas, ju lio de 1949.

20
'H .'i. U;T — S Z ...

m. -
& ® r

•V

EN L A M A R A C A IB O DE A N T A Ñ O m antenía la ciudad ese esta re p rod u cción de un d ib u jo antiguo de la Plaza


apacible aspecto de villa colon ia l, com o nos lo muestra de la C oncordia y su antiguo P a la cio E piscopal.

LA G E N E S I S E C O N O M I C A
DEL LAGO DE M A R A C A I B O
POR M ARCO A U R E LIO V IL A

Epoca colonial regiones del país. Los p ob la d os pala- L os años de la conquista pasan p or
A realidad fisiog rá fica de fíticos eran el expon ente de su sistema las tierras d el la g o com o vien tos de
ias tierras que rodean el de vida. T enían h ábitos sedentarios tem pestad. La p rim itiva econ om ía cae

L L ago de M aracaibo actúa


sobre la econ om ía de esta
p o rción del suelo ven ezolan o desde las
porqu e las aguas d el la g o y de los ríos
y las tierras ribereñas de uno y otros,
les solu cionaban sus p roblem as b ási­
a su im pulso. L os recién llegad os cru ­
zaban el la g o y recorrían las tierras
qu e lo rodean im pelidos p or el deseo
épocas más antiguas. L os caribes o c ­ cos. La econ om ía sim ple de los tiem ­ de hacerse, fu ese co m o fu ere, ráp id a­
cidentales desarrollaban su vida en pos p recolom b in os cu m plía p len am en ­ m ente con una riqueza. El oro con s­
form a distinta a los índigenas de otras te para los ven ezolan os de entonces. tituía, en resum en, lo que buscaban;

21
día v e r m enguar y desaparecer. Los El petróleo das las regiones del país y del ex te­ región ; y, com o resultado, nace una
jefes de las fra ccion es políticas eran rior llega a las riberas lacustres. La serie de nuevas actividades destina­
propietarios rurales y sus fuerzas es­ Los aborígenes con ocían la existen ­ m ano de obra recib e un pago m ucho das, p or una parte, a p rod u cir lo que
taban constituidas, en m uchas oca sio­ cia del p etróleo y este con ocim ien to más alto que el que hasta entonces las nuevas aglom eracion es hum anas
nes, p or los trabajadores que de ellos pasó a los españoles. L os “ m enes” recibiera en las labores d el cam po. requieren y, p or otra parte, perm itir
dependían. eran llam ados aquellos lugares donde C recen las localid ad es cerca de los que el din ero in trod u cid o en la región
Otra dem ostración de pujanza e co ­ el h id rocarb u ro surgía, p or in filtra ­ bosques de pozos perforad ores. M ara­ con m otiv o de las nuevas e x p lota cio­
n óm ica era el poseer una flotilla de ción, a la superficie. P oca im portan ­ caibo se con vierte rápidam ente en la nes encuentre lugar para gastarse; lo
em barcaciones lacustres; las cuales se cia d ieron unos y otros a lo que más segunda ciudad de la R epú blica y su cual es sinónim o de circular.
rem ontaban p or las corrientes de ríos tarde habría de llam arse el “ oro n e­ puerto recibe un gran im pulso. Las explotacion es petroleras piden
com o el C atatum bo y el Escalante. g ro ” . L os efectos de la nueva riqueza en brazos y elem entos que sepan adap­
El m ovim ien to p rod u ctiv o y m er­ P or allá en el año 1884 se dió la p ri­ exp lotación se hace sentir en todos los tarse a las técnicas extractivas. P ero
cantil de la región recaía en M ara­ mera con cesión para p erfora r en tie­ cam pos y actividades. M ientras las estos elem entos han de reu nir ciertas
ca ib o; y la im portan cia de su Aduana rras del Estado T áchira. En 1907 se Com pañías petroleras elevan p o b la ­ con d icion es entre las cuales la p ri­
era tal, que m uchas veces constituía hacen otras con cesion es en R ío de ciones nuevas don de a loja r a los que m ord ial es la salud física.
el prem io a fa v o r de algún person aje O ro y en B uch ivacoa. Las e x p lota cio­ trabajan para ellas, toda una p o b la ­ T oda industria extractiva al llegar
in flu yen te en la p olítica. nes em piezan a dar su fru to, p ero no ción abigarrada, don de abunda lo b u e­ a cierto ritm o de exp lota ción se m an­
L os ferroca rriles de La C eiba-M ota- m otivan aún, un cam bio en la vida no y lo m alo, con stru ye al lad o de tiene en él o b ien lo dism inuye. El
tán, Santa B árbara-E l V igía y E ncon ­ econ óm ica de la región. El cam pa­ esos cam pos, p or arte de m agia, co n ­ aum ento vegetativo — detenida ya la
trados-E stación T áchira, adem ás del nazo tiene lu gar el 14 de d iciem bre centraciones humanas sin ninguna cla ­ corrien te inm igratoria de la p ob la ción
ram al que se p rolon ga hasta Cúcuta de 1922 cuando el p ozo R -4 del cam po se de orden urbanístico. En realidad de los prim eros tiem pos— obliga a
en C olom bia, fu eron la tentativa bifen de La Rosa, cerca de Cabim as, dem ues­ se trata de n úcleos parásitos de p ob la ­ buscar a las nuevas gen eracion es su
con ceb id a para am pliar la zona e co ­ tra en form a plena la riqueza p etro­ ción. L os efectos sociológicos de este m edio de vid a en otras actividades,
n óm ica del lago al m ism o tiem po que lera del subsuelo. Las perforacion es fen óm en o — de otra parte, com ú n en ya que el cu po de trabajadores p etro­
la relacion aban con las tierras cir­ se suceden en ritm o crecien te a p ar­ todo lu gar donde se desarrolla rá p i­ leros está, de hecho, cu bierto. Es el
cundantes. El no haberse prosegu ido tir de este m om ento; y sus rep ercu ­ dam ente una nueva riqueza econ óm i­ cam po el que siem pre ofrece p osib ili­
con esta p olítica ferrocarrilera , en fo r ­ siones en la vida region al son p rofu n ­ ca.— han sido enorm es. dades ilim itadas.
L A M O D E R N IZA C IO N de M aracaibo la patentiza esta fotografía de la ma coordinada, vin o a frustrar la obra das. Con la exp lotación p etrolera entra P ero los años no han transcurrido
Plaza de la R epú blica, rodeada de anchas avenidas de prim era calidad. de sus iniciadores. Una in m igración p roceden te de to ­ un gran m ovim ien to de din ero en la en vano. La industria p etrolera ha

y algo de él se obtu vo, a costa, em ­ Barinas y G uanare obtenían co rd o b a ­


pero, de la d esolación y ruina de una nes, esteras, sal, pescado y otras c o ­
econ om ía que se lim itaba a ser de sas más, aparte de traficar con el maíz
consum o. y ganado vacu no y cabrío.
Con la llegada de A lon so P ach eco L os m isioneros que se instalan en
en 1568 em pieza la obra colonizadora. las tierras lacustres fundan prósperas
L os que arriban desean obtener, c o ­ haciendas. En 1699 los capuchinos
m o los anteriores, riqueza; pero v ie ­ estaban en M oporo. Para el 1657 los
nen con ven cid os que para con seguir­ jesuítas tenían haciendas de cacao
la es necesario trabajar con disciplina cerca de G ibraltar y, en 1718, la ha­
y acom odarse a la realidad del m edio. cienda de B obures les pertenecía.
Em piezan p or fundar localidades c o ­ La C om pañía G uipuzcoana em pieza
m o N ueva Z am ora (1571), la actual sus actividades en la región p o r el
M aracaibo, que les sirva de centro e co ­ 1728. El m on op olio de la C om pañía
n óm ico. Su u bicación respondía a la es de h echo absoluto en el aspecto
n ecesidad de tener un puerto que, a m ercantil y M aracaibo se constituye
la vez, lo fuera del m ar y del lago. En en el cen tro regional. Más tarde des­
las riberas del Sur nace G ibraltar. aparece la C om pañía y el com ercio
C on este puerto lacustre las tierras de pasa a m últiples m anos. P ero las tie­
la C ordillera M erideña y de la D ep re­ rras siguen cultivándose en la misma
sión del Táchira, que em piezan a p o ­ form a de siem pre y dan los m ism os
blarse, tienen salida hacia el N orte; productos.
o sea hacia el m ar y hacia la M etró­
poli. A través de toda la historia c o ­ Desarrollo pre-petrolero
lon ial M aracaibo y G ibraltar serán
dos nom bres íntim am ente rela cion a ­ La G uerra de la Independencia se
dos. De puerto a puerto el com ercio in terfiere en esta econ om ía de grandes
será intenso. Cuando los corsarios latifundistas y de aspecto patriarcal.
realizan sus correrías tom an com o o b ­ Las guerras civiles posteriores no v ie ­
jetiv os para sus actividades de pirate­ nen precisam ente, a estabilizar la e co ­
ría ambas localidades. nom ía.
P o r el año de 1607 — la fech a no Em pero, la tierra es potente. La
está com probad a— G ibraltar era un situación g eográ fica de la región , la
m ercado de algodón , cacao, m aíz, y fertilid a d de sus suelos y la fa cilid a d
caña de azúcar. A llí iban la gente de las com u n icaciones p o r vía acuá­
de La G rita y M érida en fu n ció n de tica se im ponen.
m ercaderes. La riqueza agropecu aria era, sin
Para la m ism a fech a M aracaibo era, duda, la más im portante. P ero quien
a su vez, el lu gar en don de m eride- la poseía tenía que pon er sus esfuerzos
ños, tru jillan os y gente de Pedraza, en ella ya que de lo con trario la p o -

V IS T A P A N O R A M IC A del pujante puerto de M aracaibo, que p or su ven ta­


josa situación geog rá fica es la puerta al m ar del occid en te venezolano.
generado, de retope, nuevas industrias. La decadencia en la p rod u cción del A un qu e estas cifras son nacionales es­
Estas industrias han de ir absorbiendo, cacao que se experim enta desde al­ tán integradas, en su m ayor parte, p or
ju n to con el cam po, el increm ento de gunos años en tod o el país se deja sen­ la p rod u cción zuliana. M ientras que
la p oblación. tir tam bién en el Zulia. 1948 se o b ­ el Z ulia en la p rod u cción de licores
tuvieron 30 toneladas en una su p erfi­ (d e 38° a 50°) y aguardiente (d e 51°
R ealidad econ óm ica actual cie de 200 hectáreas. Esta reducida a 56°) la p ro d u cción de 1948 (d e ene­
p ro d u cción si se la com para con las ro a n ov iem b re) representó p o co den­
Extensas son las tierras zulianas de M iranda y Sucre, pod ría cobrar tro la totalidad de la p rod u cción na­
propias para el d esarrollo pecuario. un fuerte increm ento si las c o n d icio ­ cion al; p or lo que hace referen cia a la
En la actualidad, la ganadería espar­ nes econ óm icas de e x p lota ción m e jo ­ p ro d u cción de a lcoh oles (57° a 98°)
cida p or estas tierras ocupa el quinto raran. P ero, para esto, han de p ro d u ­ cu b rió el 67% de la p rod u cción total
lu gar con respecto a la de otras enti­ cirse ciertos cam bios, uno de los cu a ­ del país.
dades federales. L os cálcu los rea li­ les es el increm ento del p od er adqui­ M aracaibo es el cen tro de una re ­
zados p or los entendidos daban, para sitivo del m ercado internacional. gión econ óm ica cuya área de in flu en ­
1947, la respetable cantidad de 211.111 El g o lfo de V enezuela y el m ism o cia se extiende más allá de los p ro ­
cabezas. Se pu ede calcu lar que anual­ lago de M aracaibo, tiene unas aguas pios lím ites del Estado Zulia. En rea­
m ente va a los m ercados regionales m u y ricas en peces. L os grandes car­ lidad, esta región econ óm ica com p ren ­
el 10% de esta cifra. C on tod o no dúm enes recorren la costa m erid io ­ de las tierras de la depresión lacu s­
cu bre las necesidades de una p o b la ­ nal del g o lfo y penetran, en gran p ar­ tre más una segunda fra n ja circu n ­
ción que h oy día se puede calcu lar en te, al lago a través de la barra. La dante a éste la cual llega a com p ren ­
410.000 habitantes. Se hace, pues, u bicación de la isla de Toas ha h echo der in clusive a los suelos co lom b ia ­
n ecesario recu rrir a la im portación. de ella un centro de pesca con larga nos que tienen su salida natural p or
D e 6.500 á 7.000 cabezas de ganado historia. A un qu e las diferentes clases la h oya del lago de M aracaibo. B ar-
llegan anualm ente a las tierras del de peces tienen sus meses de abun­ quisim eto y San C ristóbal, en prim er
lago procedentes de F alcón -L ara, de dancia, se puede afirm ar que durante lugar; V alera y C oro en segundo, son
la com arca de P alm arito y de los L la ­ tod o el año la pesca o fre ce excelentes los centros econ óm icos que com piten,
nos. utilidades. En estos últim os años se a través de sus propias áreas de in ­
Es indudable que las tierras del sur ha m ejora d o los sistemas de pesca m e­ fluen cia, la tendencia expansionista de
de la región, las que constituyen la diante la m otorización de los trenes la econ om ía m aracaibera.
su bregión húm eda, podrían aum entar pesqueros. El p orv en ir de la región d el lago
su poten cia ganadera. E xcelentes p o ­ Sería la rgo y fastidioso el p orm e­ de M aracaibo se encuentra, d ejan do
sibilidades presentan para ello los L la ­ n orizar sobre el d esarrollo industrial aparte tod o lo referen te al petróleo, en
nos del C enizo y la m esopotam ia de del Zulia. Cabe, si, señalar algunos los pecu liares aspectos g eog rá ficos de
los ríos Escalante, Catatum bo y San­ datos estadísticos que re fle ja n la v e r­ la región . Un lago que tiene com u ­
ta A na. dad. Si consultam os las cifras esta­ n icación directa con el m ar y que p re­
La caña de azúcar crece lozana en dísticas d el censo de 1941, p odrem os senta unos ríos afluyentes navegables
las tierras m eridion ales del la g o y observar que en la totalidad d el Es­ no se encuentra fá cilm en te en otro lu ­
tiene su centro tran sform ador en B o- tado Z ulia existían, para aquella fe ­ gar de la T ierra. Se puede d ecir que
bures. L os tablones cu bren una su­ cha, 10.124 trabajadores al servicio es un caso único. L a fera cid ad de los
p erficie aproxim ada de 2.500 h ectá­ de la industria petrolera, in clu yen d o suelos es alta. C on tod o la a g ricu l­
reas y la p rod u cción de azúcar m os- las labores de ex p lora ción y ex p lo ta ­ tura de tipo in tertrop ical y la cría
cabada, en 1944, fu é de 13.324.620 k i­ ción . Para la m ism a fech a el p erso­ adaptada al m ed io no han alcanzado,
logram os. En algún año la falta de nal que dedicaba sus labores a otras ni m u ch o m enos, el d esa rrollo a que
brazos ha dado lu gar a que no se p u ­ industrias sum aba 26.364. Induda­ pueden aspirar.
diera cortar la caña de cierto núm ero blem ente que estas cifras habrán v a ­ L os bosqu es ribereñ os siguen gu ar­
d e tablones antes de la entrada de la riado notablem ente en estos últim os dando buena parte de su riqueza m a­
estación de lluvias. años y que el censo de 1950 nos dirá derera y ésta p od ría increm entarse si
En Q uisiro se encuentra la zona la verdadera situación. P ero ya se los que la exp lotan pusieran cu idado
arrocera más im portante de la región. puede p rev eer que si la p ro d u cción en replantar las especies de más p o r­
C om o expon ente de la p rod u cción te­ varía será, sin duda, a fa v o r de la ven ir en el m ercad o nacion al e inter­
nem os la de la cosecha del año a g rí­ industria petrolera. nacional. La riqueza pesquera es eter­
cola de 1948-1949, la cual p ro d u jo El orden en im portancia de las in ­ na, p or p o co cu idado que se tenga en
1.832 toneladas de este cereal para dustrias en 1941, de acu erdo con los cuidarla. El aspecto m inero — h oy
una su p erficie cultivada de 735 h ec­ elem entos que em pleaban, era el si­ casi sin desarrollarse p or la suprem a­
táreas. guiente: del vestido, de la con stru c­ cía del p etróleo— pu ede dar riquezas
Si se exceptúan las tierras don de las ción, de la alim entación, de la m ad e­ en la actualidad ignoradas. La e x p lo ­
llu vias son escasas y el rieg o im p o­ ra, de los cueros, y sus derivados, del tación de las calizas y del ca rbón es­
sible, todos los paisajes m uestran los tabaco, etc. tán aún en sus prin cipios.
sem brados de maíz. Para 1948-1949 En 1947 entró a fu n cion a r la fábrica Las salinas de las orillas d el g o lfo
se sem braron 16.550 hectáreas que de cem en to de M aracaibo lo cual vin o de V enezuela pueden, en su día, con s­
dieron una p rod u cción de 18.988 to ­ a fa v o re ce r la con stru cción y p erm i­ tituir la base de una industria q u í­
neladas. tió la erección de 1.000 casas d el B an­ m ica.
Las legum inosas, con e x ce p ció n del c o O brero. Las tenerías han visto au­ L a cla v e para el d esa rrollo fu tu ro
fr ijo l, no rinden una p rod u cción que m entar sus actividades y en la actua­ radica en una red de com u n icacion es
m erezca citarse. R eferen te al fr ijo l lidad fu n cion an las de M aracaibo, Ca- — ferroca rriles, carreteras, vías flu v ia ­
se cu ltivaron en el año agrícola de bim as y M ene Grande. Las fábricas de les y lacustres,— p erfectam ente rela­
1948-1949, 2.405 hectáreas con un ren ­ calzado se encuentran ubicadas en cionadas entre sí y que se com p le­
d im ien to total de 530 toneladas. las m ism as localidades y en L a g u n i­ m enten de m anera absoluta. A u n q u e
Zulia es, p or excelen cia , la región llas. el avión con stituye el m edio más rá­
bananera del país y su sector m e ri­ L a zona m erid ion al del la g o de M a- p id o de transporte, ninguna región del
d ion al cu bre la m a y or parte, de la ra ca ca ib o ha p erm itid o increm entar m undo p od rá v e r m an ejar la masa de
p rod u cción estatal. 10.410 hectáreas la p rod u cción de m antequilla y lech e su p rod u cción , sin tom ar en cuenta
sem bradas de banano p rod u jeron , en en p olv o. En 1947 V enezuela p ro d u jo los m edios de transporte que “perm iten
la cosecha de 1948-1949, 171.150.000 m antequilla p or unas 1.500 toneladas el traslado de grandes volú m en es y
unidades. y lech e en p o lv o p o r más de 2.000. grandes pesos de m ercancías.

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