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El largometraje trata sobre la vida de un joven 

pingüino emperador que sufre la desdicha de haber


nacido sin la capacidad de cantar en medio de una comunidad en la que el canto significa ser
aceptado socialmente, lo cual obviamente le trae el desprecio de sus compañeros y cohabitantes.
Buscando una solución a su problema, se encuentra con que la vida lo dotó con una peculiar
capacidad para bailar especialmente bien; así que poco a poco comienza a ejercitar ésta habilidad
para suplir su falta de voz. Esto no parece ser bien visto por sus camaradas, quienes satanizan su
baile y lo tachan de antinatural. 

Si, han acertado. La metáfora que emplea el filme, aunque bastante flexible, es ya muy vista. Sin
embargo "Happy Feet" logra volver ésta terrible duda existencial en un problema menor, cuando
poco a poco comienza a desarrollar su subtrama hasta volverlo en el nudo principal del guión.
Debo decir que en éste momento estaba fascinada, puesto que aquella historia paralela que
parecía tan insignificante al principio logró convertirse en todo un problema central lo
suficientemente extenso como para ser perfectamente explotado por los escritores. 

Lamentablemente esto no sucedió; y parece que los escritores se emocionaron tanto creando el
conflicto que cuando volvieron en sí se percataron que para ese entonces la audiencia habría
olvidado completamente el tema inicial de la película (que trata sobre los prejuicios y la
aceptación). Así que en una maniobra mediocre, los guionistas dieron un fin a tanto nudo complejo
con un pequeño "tirón" mágico, recordándome que al fin y al cabo sólo estaba tratando con una
película para niños, dándole a los últimos 10 minutos del filme un "final de cuento de hadas", que
fue bastante inverosímil e infantil a mi gusto.

Así fue como una película prometedora logró llevarme a la punta más alta de mi expectativa, para
luego tirarme al nivel de lo aceptable dentro de un largometraje familiar. Dándome a entender así
que el mundo no estaba listo para ver una animación tan ácida y sombría por lo menos dentro de
los siguientes 5 años. Aunque admitiré que cumplió más de lo que prometía, es probable que al fin
y al cabo el error mío fue de exigir mucho de un filme que estaba obviamente dirigido al mercado
infantil, que si bien fue lo suficientemente bueno para ganar un premio Óscar por encima de sus
contemporáneos, no lo considero a la altura de otros grandes de su género.

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