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MITO DE LA CAVERNA

La alegoría de la caverna pretende manifestar el estado en el que se halla la humanidad


en relación con el conocimiento de verdad y a la ignorancia. Los prisioneros representan
a la mayoría de la humanidad, esclava y prisionera de la ignorancia, aferrada a las
costumbres, opiniones, y falsas creencias de siempre y poco dispuesta a cambiar su
modo de ver las cosas. Creen que saben y se sienten felices en su ignorancia, pero viven
en el error y toman por real y verdadero las sombras y ecos que escuchan. Este mito
habla sobre la distinción mediante metáforas del mundo sensible y mundo inteligible
(dualismo ontológico), así como conocimiento y opinión (dualismo epistemológico). La
función principal de este mito es exponer el proceso que debe seguir la educación del
filósofo-gobernante. Esta representación es el recorrido del prisionero liberado desde el
interior de la caverna hasta El Mundo exterior, y culmina con la visión del Sol. El mito da
a entender que la educación es un proceso largo y costoso, plagado de obstáculos y no
accesible a cualquiera. El prisionero liberado debe abandonar sus falsas creencias y
prejuicios y superar obstáculos para ser capaz de comprender la realidad que tiene ante
sus ojos, más real y auténtica que la anterior. De ahí que deba ser ” obligado” por una
“áspera y escarpada subida”, y acostumbrarse muy poco a poco a la luz de fuera, hasta
alcanzar el conocimiento de lo auténticamente real, lo eterno, inmaterial e inmutable, es
decir, de las ideas o esencias que representan la estructura profunda del mundo. Una vez
formado el conocimiento de la verdad, debería “descender nuevamente a la caverna” y
deberá ocuparse de los asuntos humanos, los propios del mundo sensible material y
cambiante: la política, la organización del Estado, los tribunales de Justicia o el grado de
la ciudad.

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