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Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos; (Efesios 6:18).
Para los cristianos orar es como respirar. Usted no tiene que pensar para respirar porque
la atmósfera que nos rodea ejerce presión sobre sus pulmones y lo fuerza a respirar. Por
eso es más difícil aguantar la respiración que respirar. Asimismo, cuando usted nace en
la familia de Dios, usted entra en una atmósfera espiritual en la que la presencia y la
gracia de Dios ejercen presión o influencia sobre su vida.
La oración es la respuesta normal a esa presión. Como creyentes, todos hemos entrado
a la atmósfera divina para respirar el aire de la oración. Sólo entonces podremos
sobrevivir a la oscuridad del mundo. Desafortunadamente, muchos creyentes se
aguantan la respiración espiritual por largo tiempo, pensando que breves momentos
con Dios son suficientes para permitirles sobrevivir. Pero esa restricción en el consumo
espiritual es causada por sus deseos pecaminosos. El hecho es que todo creyente debe
estar continuamente en la presencia de Dios, respirando constantemente sus verdades
para ser completamente funcional.
Debido a que, para varios de nosotros, la sociedad es libre y próspera, es más fácil que
los cristianos se sientan seguros presumiendo de la gracia de Dios que dependiendo de
ella. Demasiados creyentes se quedan satisfechos con las bendiciones físicas y tienen
muy poco deseo de las bendiciones espirituales.
Al haberse vuelto tan dependientes de sus recursos físicos, sienten poca necesidad de
los recursos espirituales. Cuando los programas, métodos y dinero producen resultados
impresionantes, hay una inclinación a confundir el éxito humano con la bendición
divina.