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Conclusión
Dios se fija en la actitud de tu corazón: ¿Cuál es tu deseo más íntimo? ¿Agradar a Dios? Pablo
estaba “empeñado en agradarle, ya fuera en su hogar aquí o allá”. (2 Corintios 5:9) Cuando vivimos a la
luz de la eternidad, nuestro enfoque cambia. En lugar de plantearnos: “¿Cuánto placer me proporciona
la vida?”, llegamos a pensar: “¿Cuánto placer le proporciono a Dios con mi vida?”.
Dios está buscando personas como Noé para el siglo veintiuno: personas dispuestas a vivir para
agradarlo.
Su Palabra afirma: “Desde el cielo el Señor contempla a los mortales, para ver si hay alguien que
sea sensato y busque a Dios.” (Salmo 14:2).
¿Agradar a Dios será la meta de tu vida?
No hay nada que Dios no haga por quien se empeñe en alcanzar este objetivo.