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En 1280, el rey Eduardo I de Inglaterra invade y conquista Escocia tras la muerte de Alejandro III de

Escocia, que no dejó heredero al trono. William Wallace es testigo de una traición del rey inglés contra un
grupo de señores feudales locales, sobrevive a la muerte de su padre y su hermano, y es llevado al extranjero
en una peregrinación por toda Europa por su tío paterno Argyle, donde es educado. Años después, Eduardo
I le otorga a sus nobles tierras y privilegios en Escocia y así mismo concede a nobles escoceses, para
conseguir su apoyo tierras en Inglaterra, incluida la primae nocte. Mientras tanto, Wallace regresa a Escocia
y se enamora de su amiga de la infancia Murron MacClannough, y los dos se casan en secreto para evitar
la primae nocte. Wallace rescata a Murron de ser violada por soldados ingleses, pero mientras lucha contra
su segundo intento, Murron es capturada y ejecutada públicamente. En venganza, Wallace lidera a su clan
y asesina a la guarnición inglesa en su ciudad natal y envía a la guarnición invasora de Lanark de regreso a
Inglaterra.

El Zanquilargo ordena a su hijo, el príncipe Eduardo, que detenga a Wallace por todos los medios
necesarios. Wallace se rebela contra los ingleses y, a medida que su leyenda se propaga, cientos de
escoceses de los clanes circundantes se unen a él. Wallace lleva a su ejército a la victoria en la Batalla del
Puente de Stirling y luego incursiona en el norte de Inglaterra ahora indefenso sin el ejército aniquilado en
Stirling, saquea la ciudad de York matando al sobrino de El Zanquilargo y enviando su cabeza cortada al
rey. Wallace busca la ayuda de Robert Bruce, el hijo del noble Robert Bruce Sr. y aspirante a la corona
escocesa. Robert está dominado por su padre enfermo de lepra, quien desea asegurar el trono para su hijo
sometiéndose a los ingleses. Preocupado por la amenaza de la rebelión, El Zanquilargo envía a la esposa
de su hijo, Isabel de Francia, para intentar negociar con Wallace como una distracción para el desembarco
de otra fuerza de invasión en Escocia.

Después de conocerlo en persona, Isabel se enamora de Wallace. Advertido de una inminente invasión por
Isabel -el príncipe Eduardo había ordenado levas y el Rey las había reorganizado para invadir Escocia-,
Wallace implora a la nobleza escocesa que tome medidas inmediatas para contrarrestar la amenaza y
recuperar el país. Liderando al ejército inglés él mismo, el Rey Eduardo se enfrenta a los escoceses en
Falkirk, donde los nobles Lochlan y Mornay, después de haber sido sobornados por el rey inglés, traicionan
a Wallace, causando que los escoceses pierdan la batalla tras una lluvia de flechas galesas que mataron
indiscriminadamente en el fragor de la melé. Cuando Wallace carga contra El Zanquilargo a caballo, es
interceptado por uno de los lanceros del rey, que resulta ser Robert Bruce, pero lleno de remordimiento,
Bruce lleva a Wallace a un lugar seguro antes de que los ingleses puedan capturarlo. Wallace mata a
Lochlan y Mornay por su traición y libra una guerra de guerrillas contra los ingleses durante los próximos
siete años con la ayuda de Isabel con quien finalmente tiene una aventura amorosa. Robert establece una
reunión con Wallace en Edimburgo, pero el padre de Robert ha conspirado con otros nobles para capturar
y entregar a Wallace a los ingleses. Al enterarse de su traición, Robert - vapuleado en su intento de salvar
a Wallace- rechaza a su padre. Isabel se venga del rey Eduardo, que ahora padece una enfermedad terminal,
diciéndole que su linaje será destruido después de su muerte, ya que ahora está embarazada del hijo de
Wallace.

En Londres, Wallace es llevado ante un magistrado inglés, juzgado por alta traición y condenado a ser
torturado y decapitado públicamente. Incluso mientras es ahorcado, arrastrado y descuartizado, Wallace se
niega a someterse al rey. Mientras los gritos pidiendo misericordia para él -darle muerte inmediatamente
para que deje de sufrir- provienen de la multitud que mira profundamente conmovida por el valor del
escocés, el magistrado le ofrece una última oportunidad, pidiéndole que pronuncie la palabra "misericordia"
y que se le concederá una muerte rápida. Wallace grita, "¡Libertad!", y el juez ordena su muerte
considerando que ya es inútil que sufra más. Momentos antes de ser decapitado, Wallace tiene una visión
de Murron en la multitud sonriéndole, pero Wallace no muere en vano Eduardo I muere quedando como
sucesor del trono su hijo el débil Eduardo II.

En 1314, Robert, ahora rey de Escocia, lidera un ejército escocés ante una línea ceremonial de tropas
inglesas en los campos de Bannockburn, donde debe aceptar formalmente el dominio inglés. Cuando
comienza a cabalgar hacia los ingleses, se detiene e invoca la memoria de Wallace, implorando a sus
hombres que luchen con él como lo hicieron con Wallace. Robert luego lleva a su ejército a la batalla contra
el atónito inglés, ganando la libertad de los escoceses.

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