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Stray sigue las aventuras de

un ágil e ingenioso gato,


todo ello ambientado en una
ciudad futurista. Conoce por
qué los gatos lo aman.
Existe un videojuego hiperrealista que
te hace sentir como si fueras un
verdadero gato. Se llama Stray y es una
de las más recientes producciones de Blue Twelve Studio y Annapurna Interactive. Los
movimientos y los gráficos son tan vívidos que incluso los gatos quedan hipnotizados
cuando está viendo las imágenes en las pantallas.
Las redes sociales se han llenado de videos caseros que muestran las reacciones
de los gatos que se maravillan ante lo que ven. Existe una cuenta en Twitter que se
llama Cats Watching Stray que muestra un recopilado de gatos que reaccionan frente
a Stray. Algunos rascan la pantalla; otros, en cambio, mueven la cabeza al ritmo del
movimiento del personaje gatuno.
Stray no solo lo disfrutan los amantes de los juegos de video y los gatos, sino
también quienes gustan de las historias de ciencia ficción y cyberpunk. El juego sigue
las aventuras de un ágil e ingenioso gato, todo ello ambientado en una ciudad
futurista.
El videojuego no solo está llamando la atención de los gatos sino que también ha
recibido una lluvia de críticas positivas, como esta reseña del The Washington Post:
“Stray es una clase magistral de narración ambiental y diseño de niveles. Desde los
primeros momentos en los barrios bajos, parece que la ciudad está viva (a pesar de su
nombre), un personaje por derecho propio que no sólo sabe que estás allí, sino que
está cuidando de este pobre gatito extraviado que se ha metido en algo más grande
que él mismo”.
https://www.muyinteresante.com.mx/junior/stray-el-videojuego-de-ciencia-ficcion-que-atrae-a-
los-gatos-videos/amp/

La función del arte

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre; —¡Ayúdame a
mirar!

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas dunas de arena, después de mucho
caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor que
el niño quedó mudo de hermosura.

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba mas allá de los altos médanos, esperando.

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