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INDICE

INTRODUCCION.

CAPITULO I. EL DERECHO A LA VIDA DE LAS PERSONAS.

I.1 LOS GRADOS EN LA ESCALA DE LA VIDA.


I.2 EL ORIGEN DE LA VIDA HUMANA.
I.3 LA PERSONA COMO SUJETO DE DERECHOS HUMANOS
SEXUALES Y REPRODUCTIVOS.
I.4 LA PROTECCIÓN JURÍDICA DE LA VIDA HUMANA.
I.4.1 EL DERECHO CONSTITUCIONAL.
I.4.2 EL DERECHO PENAL.
I.4.3 EL DERECHO PENAL Y LA CONSTITUCIÓN.
I.4.4 EL DERECHO CIVIL.
I.4.5 EL DERECHO LABORAL.
I.4.6 LOS TRATADOS INTERNACIONALES.
I.4.7 EL DERECHO CANÓNICO.
I.4.8 EL REGLAMENTO DE LA LEY GENERAL DE SALUD.

CAPITULO II. EL DERECHO A LA MUERTE.

II.1 LA EUTANASIA.
II.2 EL ABORTO Y LA EUTANASIA.
II.3 EL SUICIDIO.
II.4 LA PENA DE MUERTE.

CAPITULO III. EL DELITO DE ABORTO.


III.1 GENERALIDADES.
III.2 TIPOS DE ABORTO Y MÉTODOS ABORTIVOS.
III.3 EL ABORTO EN EL MUNDO ACTUAL.
III.4 LA POSTURA DE LA IGLESIA CATÓLICA ANTE EL ABORTO.
III.5 ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL ABORTO.

CAPITULO IV. LEGISLACIÓN SOBRE EL DELITO DE ABORTO.

IV.1 DIFERENCIA ENTRE DESPENALIZAR Y LEGALIZAR EL


ABORTO.
IV.2 CONSECUENCIAS DE LEGALIZAR ESTE DELITO.
IV.3 DERECHO COMPARADO EN LA MATERIA.
IV.3.1 ANTECEDENTES - EL DERECHO ROMANO.
IV.3.2 AMÉRICA.
IV.3.3 EUROPA.
IV.3.4 ASIA.
IV.3.5 AFRICA.
IV.3.6 OCEANÍA.
IV.4 LA LICITUD DEL ABORTO EN LAS DIVERSAS
LEGISLACIONES.
IV.4.1 LEYES QUE AUTORIZAN EL ABORTO A PETICIÓN DE LA MUJER.
IV.4.2 LEYES QUE AUTORIZAN EL ABORTO POR CAUSAS SOCIALES,
MÉDICAS O SÓLO PARA SALVAR LA VIDA DE LA MUJER.
IV.4.3 LEYES QUE NO PERMITEN EL ABORTO POR RAZÓN ALGUNA.
IV.5 LOS POLITICOS ANTE EL ABORTO.
IV.6 LA LEGALIZACION DEL ABORTO EN MEXICO.
IV. 7 REFORMAS A LA LEY EN MATERIA DE ABORTO.
IV.1 LAS RAZONES DE LA REFORMA.
IV.2 PROPUESTA DE REFORMA AL CÓDIGO PENAL PARA EL DISTRITO
FEDERAL -LA DENOMINADA ―LEY ROBLES‖.

CAPITULO V. IMPACTO SOCIAL DEL DELITO DE ABORTO.

V.1 EL ABORTO CRIMINAL Y SU TRASCENDENCIA SOCIAL.


V.1.1 TESTIMONIOS.
V.1.2 LA PÉRDIDA DE LOS VALORES ELEMENTALES.
V.1.3 ACTITUDES FRENTE AL ABORTO.
V.2 PREVENCION SOCIAL DEL ABORTO.
V.2.1 OPCIONES QUE FACILITAN LA SITUACIÓN DE LA MUJER
EMBARAZADA.
V.2.2 EL ABORTO NO ES UNA SOLUCIÓN.
V.2.3 LA ADOPCIÓN COMO UNA SOLUCIÓN AL EMBARAZO NO
DESEADO.
V.3 PREVENCION DEL ABORTO POR MEDIO DE EDUCACION.
V.3.1 EDUCACIÓN EN LAS VIRTUDES.
V.3.2 EDUCACIÓN EN EL AMOR Y EDUCACIÓN SEXUAL.
V.3.3 EDUCACIÓN EN LA DEFENSA DE LA VIDA.
V.3.4 LA INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL.

CONCLUSIONES.
FUENTES CONSULTADAS.

―Muchas de las cosas que hemos menester tienen espera. El niño no; él está
haciendo ahora mismo sus huesos, creando su sangre y ensayando sus
sentidos... A él no se le puede responder mañana... él se llama ¡ahora!‖

Gabriela Mistral

INTRODUCCION

Toda familia está llamada a engendrar y educar a sus hijos cooperando de


modo admirable en la obra del Creador y dando al mundo, con cada niño, una
nueva sonrisa. Por eso, resulta grave cualquier ofensa a la dignidad humana y a la
justicia, todas aquellas actividades de los gobiernos o de otras autoridades
médicas o públicas que tratan de limitar de cualquier modo la libertad de los
esposos en la decisión sobre los hijos.

La misión fundamental de la familia es el servicio a la vida, el proceso de la


concepción y del desarrollo en el seno materno, el parto, el nacimiento, sirven para
crear un espacio adecuado para que la nueva criatura pueda manifestarse como
―don‖. El recién nacido se entrega a los padres por el hecho mismo de nacer. Su
vida es ya un don, el primer don del Creador a la criatura. El hijo entonces, no es
un derecho sino un don. El hijo no puede ser considerado como objeto de
propiedad, pues se estaría reconociendo un pretendido ―derecho al hijo‖. Sólo el
hijo posee verdaderos derechos: el ser fruto del acto específico del amor conyugal
de sus padres y tiene el derecho también a ser respetado como persona desde el
momento de la concepción.

Los actuales atentados contra la vida presentan problemas de gravedad


singular, por el hecho de que tienden a perder, en la conciencia colectiva, el
carácter de delito y tienden a asumir paradójicamente el de ―derecho‖
pretendiendo el reconocimiento legal por parte del Estado y la ejecución por medio
de la intervención gratuita de los médicos. Estos atentados golpean sobretodo a
las familias de pocos recursos, cuando están privados de toda capacidad de
defensa. Aún es más grave el hecho de que estos delitos se produzcan dentro y
por obra de la familia que está llamada a ser el ―santuario de la vida‖.
Estamos frente a una verdadera ―cultura de la muerte‖. Se puede hablar, en
cierto sentido, de una guerra de los poderosos contra los débiles. Se afirma con
frecuencia que la anticoncepción segura, buena para todos, es el remedio más
eficaz contra el aborto. Pero los contra valores inherentes a la ―mentalidad
anticonceptiva‖ hacen más fuerte esta tentación, ante la eventual concepción de la
vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está más desarrollada en los
ambientes que promueven la anticoncepción. Cierto la anticoncepción y el aborto,
son males distintos. Pero en muchos casos están íntimamente relacionados, como
los frutos de la misma planta, tienen las mismas raíces. La vida que brota del
encuentro sexual se convierte en el enemigo que hay que evitar absolutamente a
través de la anticoncepción y se es necesario con el aborto.

La estrecha conexión que, como mentalidad, existe entre la anticoncepción y


el aborto se manifiesta cada vez más con la preparación de productos químicos
(píldora, inyectables), dispositivos intrauterinos y ―vacunas‖ que, distribuidos con la
misma facilidad que los anticonceptivos, actúan en realidad como abortivos en la
fase inicial del desarrollo de la vida. La estrecha conexión que, como mentalidad,
existe entre la anticoncepción y el aborto se manifiesta cada vez más con la
preparación de productos químicos (píldora, inyectables), dispositivos intrauterinos
y ―vacunas‖ que, distribuidos con la misma facilidad que los anticonceptivos,
actúan en realidad como abortivos en la fase inicial del desarrollo de la vida. Las
diversas técnicas de ―procreación artificial‖ o ―fecundación artificial‖ dan pie a
nuevos atentados contra la vida. Desde el momento en que separan la
procreación del contexto unitivo propio del acto sexual, estas técnicas registran un
alto porcentaje de fracaso.

Además se producen con frecuencia embriones en número superior al


necesario para su implantación en el seno de la mujer a los cuales se les llama
―embriones supernumerarios‖ que posteriormente son suprimidos o utilizados para
investigaciones. Con estos procedimientos la vida y la muerte quedan sometidos a
la decisión del hombre, que de este modo termina por constituirse en dador de la
vida y de la muerte por encargo.

Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto
procurado presenta características que lo hacen grave e ignominioso. Actualmente
la percepción de su gravedad se ha ido debilitando en la conciencia de muchos.
La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma Ley
es señal evidente de una crisis moral, que cada vez es incapaz de distinguir entre
el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida.
Ante una situación tan grave se requiere el valor de mirar de frente a la verdad y
de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o
a la tentación del autoengaño. La gravedad moral del aborto procurando se
manifiesta en toda su verdad si se percibe que se trata de un homicidio
considerando las circunstancias específicas que lo cualifican. Quien es eliminando
es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente que se puede
imaginar: ¡JAMÁS PODRÁ SER CONSIDERADO AGRESOR Y MENOS AÚN UN
INJUSTO AGRESOR!.

En el caso del aborto se difunde un lenguaje engañoso, se le dice ―interrupción


del embarazo‖, ―regulación de la menstruación‖ que tienden a ocultar la verdadera
naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública. Este fenómeno de
lenguaje es un síntoma de malestar de las conciencias de quienes lo promueven.
De hecho, ninguna terminología puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto
procurado, como quiera que se le realice, es la eliminación deliberada y directa de
un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al
nacimiento.

En muchas ocasiones la opción del aborto para la madre, tiene un carácter


dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la
concepción no se toma por razones egoístas o de conveniencia, pero ningún
motivo aunque sea grave y dramático, puede justificar la eliminación deliberada de
un ser humano inocente.

En la decisión sobre la muerte de un niño aún no nacido, además de la madre


intervienen con frecuencia otras personas. Ante todo puede ser culpable el padre
del niño, no sólo cuando induce expresamente a la mujer al aborto, sino cuando la
deja sola ante los problemas del embarazo. Otras veces las presiones vienen de
los familiares o amistades. También son responsables los médicos y el personal
sanitario cuando ponen al servicio de la muerte la competencia adquirida para
promover la vida, los legisladores que han reformado los ordenamientos legales a
efecto de legalizar el aborto. Otros responsables son las instituciones de salud, las
agencias internacionales, asociaciones y grupos -como el GIRE- que luchan
sistemáticamente para la legalización y la difusión del aborto en el mundo.

En nuestra época se manifiesta una profunda crisis de la verdad, reinando la


mentira y en primer lugar la crisis de conceptos.

Ahora, términos como amor, libertad, entrega sincera e incluso persona, derechos
de la persona y otros, ya no significan lo que realmente por su naturaleza son.
Solamente si la verdad sobre la libertad, la comunión y la comunicación de los
esposos en el matrimonio y entre los miembros de la familia recuperan sus valores
en el esplendor de la verdad, empezará la edificación de una civilización del amor.
Sólo la verdad prepara para un autentico amor. El amor reducido sólo a la
búsqueda de placer o a un reciproco uso del hombre y de la mujer hace a las
personas esclavas de sus debilidades. Ciertos programas culturales modernos
favorecen esta esclavitud, juegan con las debilidades del hombre haciéndolo más
débil e indefenso. Para que estas debilidades se fortalezcan, la familia necesita
recurrir a las fuentes de vida, amor y perdón, que tenemos cerca de nosotros, para
evitar que ideologías e intereses ajenos a la familia la destruyan.

Recientemente en nuestro país se han aprobado una serie de reformas en


materia de aborto que han dado lugar al planteamiento de interrogantes sobre la
vida y los derechos que tienen sobre ella los que gozan de ese don. El presente
trabajo se propone defender la vida humana siguiendo una metodología lógico-
jurídica, enfrentando argumentos tanto en pro como en contra de la vida, y
llegando finalmente a una defensa sólida, fundamentada y razonada de la
misma, esto con el propósito de servir como guía ante la confusión y la oscuridad
legal que dichas reformas han provocado, y crear así formar la conciencia del
lector para que, a su vez, pueda defenderse con un criterio propio frente a una
postura contraria a la suya.

―La vida nos ha sido dada...pero sólo se merece dándola.‖


Rabindranath Tagore.

CAPITULO I
EL DERECHO A LA VIDA DE LAS PERSONAS

CAPITULO I

EL DERECHO A LA VIDA DE LAS PERSONAS

Lo más valioso que posee el hombre es la vida, y lo es aún por encima de sus
derechos personales. El valor de la Vida Humana es tan grande, que se le califica
como ―divina‖, aunque se debe reconocer que tiene limitaciones propias de su
condición de humana. Desde hace siglos los filósofos han afirmado lo anterior, así
tenemos a Séneca que asevera: ―Homo sacra res homini‖ -el hombre es cosa
sagrada para el hombre; y Aristóteles lo reitera diciendo que: ―El embrión humano
es algo divino, en tanto que es un hombre en potencia.‖

La vida humana es sagrada al menos por tres razones: por su origen, por su
naturaleza y por su fin o destino. La divinidad de la vida humana en lo que se
refiere a su origen, se conoce gracias a la lectura del Génesis, donde se narra
además de la creación del universo, cómo Dios formó al hombre a imagen y
semejanza suya, modelando una porción de arcilla, sobre la que luego sopló,
infundiéndole un aliento de vida: el espíritu inmortal. Así, el hombre no es
solamente materia, aunque la materia sea uno de sus componentes; goza de un
alma espiritual, irreducible a lo corpóreo.

El cuerpo del hombre no es como el de los demás miembros del reino animal
porque es personal, con características específicas, y se distingue de las demás
criaturas en que tiene un alma espiritual, la cual, desde el momento de la
concepción, rige todo el desarrollo del embrión y lo llevará a la perfección humana
que puede alcanzar en la tierra. Las almas son creadas directamente por Dios, sin
intermediarios. Entratándose de la generación humana, las criaturas son causa
unas de otras, pero el origen de cada persona humana es muy singular, mientras
los padres engendran poniendo la base material, biológica, a la vez Dios crea
produciendo de la nada el alma espiritual y la infunde en el minúsculo cuerpo
engendrado por los progenitores; de tal modo que es muchísimo mayor la obra de
Dios que la obra del hombre. Por esto cabe decir con todo rigor que cada vida
humana es sagrada, pues desde su comienzo compromete la acción del Creador.

La Vida Humana también es sagrada por su naturaleza. La crea Dios a Su


imagen, con la participación de los padres. El hombre es la única criatura que Dios
ha querido por sí misma. Para Dios, todos y cada uno de los seres humanos
poseen un valor excepcional, único, irrepetible, insustituible desde el momento en
que es concebido en el seno de la madre. El embrión humano es algo divino en
tanto que es ya un hombre en acto, que aunque minúsculo en tamaño, encierra
una estructura grandiosa, admirable, completísima, animada por un alma inmortal.
Por eso se puede afirmar con toda certeza que la maternidad y la paternidad son
grandiosas, porque es la manera de intervenir con Dios en un gran milagro, mucho
mayor que el de devolver la vista a un ciego por ejemplo, o incluso mayor que el
de resucitar a un muerto, pues esto implica recomponer huesos y cenizas,
mientras que dar la vida es crear un cuerpo animado por un alma, partiendo de la
nada absoluta. Sin embargo, cada vez se ve menos raro este milagro, porque
hemos perdido la sensibilidad para darle el valor que se merece.

Todos los seres humanos deberían valorar la individualidad de cada una de las
personas como seres únicos e irrepetibles. Las actitudes hostiles a la natalidad
son in-humanas, y absolutamente extrañas a la naturaleza humana. Se requiere
haber perdido de vista lo que el hombre es y el sentido de la vida, para caer en
esa suerte de nihilismo que prefiere la nada al ser; o suscribir el paradójico
hedonismo que desprecia los bienes eternos por mantener, a toda costa, algunas
comodidades provisionales. El problema de la natalidad, hay que considerarlo por
encima de las perspectivas parciales de orden biológico o sociológico, a la luz de
una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena, sino
también sobrenatural y eterna.[1]
Por lo anterior es que se afirma que el infanticidio, el fratricidio, el parricidio y el
homicidio del cónyuge son crímenes especialmente graves a causa de los
vínculos naturales que rompen, y las preocupaciones de eugenismo o de salud
pública no pueden justificar ningún homicidio, aunque fuera ordenado por las
propias autoridades. El Estado busca como fin esencial el bien común, y la razón
jurídica nos explica que debe defender la vida de los miembros de la sociedad de
manera absoluta y positiva, es por eso que debe a través de sus leyes hacerle eco
a la comprensión y la compasión que necesita una persona cuando se ve envuelta
en una situación límite, de la cual cree salir solamente matando o matándose, y
entonces considera el aborto o la eutanasia como su mejor o única opción. Si se
legalizan estas situaciones, el Estado se convierte en cómplice de un asesinato.

No hay vida humana inútil, por más que las apariencias sugieran lo contrario.
Toda persona, cualquiera que sea su estado físico o psíquico, está eternamente
llamada a ser feliz en la tierra y en el cielo. Aunque cueste entenderlo, también el
dolor conduce a la felicidad si se encamina al bien de los que le aman. Si una
tribulación pasajera y liviana, produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria,
¿Qué decir, pues, de una tribulación grave y duradera, como puede ser una vida
con graves deficiencias físicas o psíquicas, tanto para quien la sufre como para
quienes han de protegerla y mimarla? No hay palabras que expresen su grandeza
y el honor eterno que alcanzarán. No se pueden comparar los sufrimientos de esta
vida presente con la gloria futura que se ha de manifestar en nosotros.

Se ha comprobado científicamente que el embrión humano no es solamente un


conjunto de células, sino un verdadero ser humano[2]. Médicos expertos en el
tema confirman que todos nacemos de un embrión. El caso del doctor Bernard
Nathanson, mejor conocido como ―El Rey del Aborto‖, es impactante. Este médico
afirma con toda certeza que después de haber practicado más de 75. abortos,
nadie tiene más experiencia en esta práctica homicida que él. Cuando Nathanson
se dio cuenta, gracias a uno de los primeros ultrasonidos que se llevaron a cabo,
de que el embrión es un verdadero ser humano en gestación, experimentó una
transformación personal que lo llevó a convertirse al Catolicismo.

El otrora ―Rey del Aborto‖, decidió escribir un libro, en donde confiesa cada
una de las técnicas que usaba para manipular a las personas, quienes una vez
mentalizadas a favor del aborto, se sometían a él. Asimismo, Bernard Nathanson
realizó la sobrecogedora película ―El Grito Silencioso‖, donde permite observar con
todo detalle la escena que él mismo observó y que le ha cambiado la vida: el
crimen del aborto. En esta cinta, claramente se aprecia cómo el feto, movido por el
instinto de supervivencia que posee por el simple hecho de ser humano, sufre y
trata de defenderse como pueda de la agresión del médico cuando éste introduce
en el seno materno el instrumento para matarlo.
Es menester defender la vida que se gesta en el seno materno, utilizando todos
los medios, y para ello es necesario saber exactamente qué es el aborto. Los
medios de comunicación y los libros de ciencias naturales juegan un papel
importantísimo al respecto y se requiere de su seriedad y profesionalismo para
explicar de un modo cierto y real, lo que científicamente es el aborto y las
consecuencias que de él se derivan.[3]

I.1 LOS GRADOS EN LA ESCALA DE LA VIDA.

Los seres vivos constituyen un sistema jerárquico, en donde cada uno tiene
operaciones propias, por las que se clasifican en diferentes grados, es por eso que
un ser vivo aislado no tiene ningún sentido. Los grados de vida son rangos de
inmanencia de los seres vivos y de autonomía en sus operaciones, de esto
depende su mayor o menor independencia respecto de factores extrínsecos. Y
estos niveles de autonomía son a su vez categorías de conocimiento y libertad
respecto de su fin. Tradicionalmente se han considerado tres grados de vida: la
vegetativa, la sensitiva y la intelectiva.

Estos grados de vida, son también grados de unidad, ya que a medida que se
ocupe un lugar más alto en la escala de la vida, la unidad se va haciendo más
fuerte, esto es, a medida que el organismo se hace más complejo y sus partes
más heterogéneas, este ser se vuelve más unitario e indivisible. Así tenemos que
la unidad o la individualidad de un mamífero es más intensa que la de las
bacterias o la de las plantas. Si una planta por ejemplo se divide en dos partes, se
convierte en dos nuevas plantas, diferentes e independientes entre sí; pero si un
mamífero es partido en dos, muere.

Pero hablemos de cada uno de los grados de vida: El primero de ellos es la


Vida Vegetativa. Se considera a la bacteria como el organismo vivo más elemental
y primitivo conocido. Puede cumplir solamente las funciones vitales mínimas como
nutrición, crecimiento y reproducción. La Nutrición es la más elemental de las
operaciones de los seres vivos y consiste en asimilar sustancias inorgánicas hasta
hacerlas propias pasando así, a ser elementos orgánicos, vivos en la unidad del
ser vivo. La nutrición se subordina al crecimiento o maduración. A su vez, el
Crecimiento se subordina a la Reproducción, la cual, al ser realizada por
bipartición, más que una operación del individuo, es una función de la especie. Es
la forma de replicarse a sí mismos, es un cierto modo de inmanencia y por ello un
ser vivo es más sustancial que uno inerte.

El segundo grado es la Vida Sensitiva. En éste caben los seres vivos que
están dotados de un sistema perceptivo, cuyas funciones están medidas por el
conocimiento previo, tanto de los alimentos como su entorno. La Nutrición implica
en estos seres, un movimiento en el espacio que se produce por un sistema motor
que le da una mayor o menor autonomía al animal, según la complejidad del
mismo; también tiene un sistema nervioso muy rudimentario, que le proporciona el
mínimo grado posible de subjetividad:

la sensación: En este grado se encuentran los animales, los cuales tienen la


capacidad de sentir, su sensibilidad les da una intimidad mucho mayor de los
animales, que les permite tener conciencia de sí mismos, y sentir agrado o
desagrado. El comportamiento de los animales está relacionado con el grado de
conocimiento que posean. Estos seres no se dan a sí mismos sus propios fines,
sino que cumplen los que le fija su propia naturaleza, es decir solamente siguen su
instinto. La nutrición y la Reproducción es para ellos un instinto.
La Vida Intelectiva ocupa el tercer grado. En ella está el hombre, aquel ser que
tiene autoconciencia y por lo tanto, una mayor inmanencia; se mueve en orden a
un fin que él mismo se fija por medio de la razón y del intelecto. El hombre tiene el
modo más perfecto de vivir, porque se mueve a sí mismo con la mayor perfección,
es capaz de proponerse fines desde su conocimiento, lo cual implica reflexión. Las
plantas consiguen su autorrealización en la nutrición, el crecimiento y la
reproducción, mientras que los animales cuentan además con el movimiento; por
su parte el hombre no se auto realiza solamente cumpliendo su ciclo biológico de
nutrición, crecimiento, reproducción y muerte, sabe que necesita conseguir comida
para sobrevivir, y que para establecer una relación necesita una pareja,
pero debe idear la manera de conseguir sus satisfactores, y regular tales
actividades. A esto se le denomina cultura y es propia del género humano.
El hombre es el único ser capaz de proponerse fines, en virtud de las
facultades superiores que le distinguen que son su inteligencia y su voluntad. El
hombre es el único ser que posee una naturaleza animal y racional al mismo
tiempo, por eso puede vencer su plasticidad e indeterminación usando la razón y
la cultura. Así las cosas, el ser humano posee una facultad de autodeterminación
sobre sí mismo, esto es: a través de su inteligencia y su voluntad, el hombre
ejerce un imperio sobre su cuerpo. Por todo la anterior, es ser humano es definido
como ―una unidad sustancial de naturaleza racional, con vocación social‖. El
hombre es un ser al mismo tiempo corporal y espiritual, es decir, un ser que está
vinculado al mundo exterior, y lo trasciende. En cuanto espíritu, además de cuerpo
es persona; el hombre es espíritu encarnado, cuerpo informado por un espíritu
inmortal.
El fundamento de la diferencia entre la vida humana y la vida animal, está
consagrado en la Sagrada Escritura[4], cuando narra cómo fue Dios quien modeló
al hombre del barro y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser
animado; creado de esta forma, se distingue de todo el mundo visible, y en
particular del mundo de los animales. El ―aliento de vida‖ hizo al hombre capaz de
conocer estos seres, imponerles el nombre y reconocerse distinto de ellos, y
aunque en esta descripción no se habla del ―alma‖, es fácil deducir que la vida
dada al hombre en el momento de la creación es de tal naturaleza que trasciende
la simple dimensión corporal, que es propia de los animales. Ella toca, más allá de
la materialidad, la dimensión del espíritu, en la cual está el fundamento esencial de
esa ―imagen de Dios‖, que se ve en el hombre.
I.2 EL ORIGEN DE LA VIDA HUMANA.

De la noción personal de cuándo comienza a existir un ser humano, depende


la actitud que se ha de tomar ante la vida y así, la postura a asumir frente al
aborto. De acuerdo con los conocimientos científicos actuales, la biología moderna
nos enseña que los progenitores están unidos a su descendencia por un eslabón
material continuo, de modo que de la fertilización de una célula femenina (óvulo)
por la célula masculina (espermatozoide) surgirá un nuevo miembro de la especie.

La vida tiene una historia muy larga, pero cada individuo tiene un comienzo
muy preciso: el momento de su concepción.[5] El ciclo vital del hombre se inicia
con la fertilización; una vez fecundado el óvulo, no existe ningún elemento que se
incorpore a ese ser concebido posteriormente, por el cual se transforme en una
persona humana. Es ya una nueva naturaleza individual llamada PERSONA, que
contiene toda su información genética, todas las potencias propias de su esencia
humana, así como toda su sustancia racional.[6]

Si se cumplen las condiciones necesarias, ese nuevo ciclo continúa, y todos


los procesos naturales como la multiplicación y la determinación celular, la
diferenciación de los tejidos y la formación de los órganos, aparecen lógicamente
en pasos sucesivos. El proceso que forma en sí el organismo es continuo. Se
trata siempre de un mismo individuo, que va adquiriendo su forma definitiva. Si en
algún momento este proceso se interrumpiese, se produciría la muerte del
individuo. No existe una diferencia esencial entre el embrión de uno, dos o tres
meses. Durante todo este proceso, desde el estado unicelular en adelante, el
embrión conserva su propia identidad e individualidad, por la Ley de
Gradualidad.[7] El ser humano va presentando diferentes características según su
edad, así podemos resumir los dos primeros meses, cuando los pro-abortistas
consideran que no hay vida humana:

 1er. día.- Es una célula con 23 pares de cromosomas al unirse las células
germinales.
 3 a 4 días.- La célula se traslada hacia el útero.
 5 a 9 días.- Se implanta por sí mismo en el útero.
 10 a 15 días.- Suspende el ciclo menstrual de su madre, mide tan sólo 2
milímetros.
 20 días.- Se establecen el cerebro, el sistema nervioso y la columna
vertebral.
 21 días.- El corazón empieza a latir, y continuará latiendo hasta la muerte.
 28 días.- Se forman músculos y se manifiestan brazos y piernas.
 30 días.- Es 10, veces más grande que la célula primera, ahora mide 4.5
milímetros.
 40 días.- Se detectan las ondas del cerebro.
 42 días.- Comienza a producir células sanguíneas. Sería la segunda
menstruación de la madre de no estar embarazada.
 60 días.- Mide 3 centímetros, tiene impulsos eléctricos cerebrales.

En consecuencia, la vida de cada concebido tiene un valor y un sentido único e


irrepetible, que no es dado desde afuera, así como tampoco le puede ser quitado,
no puede ser privado de él por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, la
ciencia lo evidencia. Y no son los científicos católicos los únicos que consideran el
momento de la concepción como el inicio de la persona humana, como algunos
quieren hacer creer, personalidades mundiales pertenecientes a campos tan
diversos como médicos, abogados, especialistas en ética y ciencias sociales,
bioquímicos, obstetras y ginecólogos, genéticos, representados proporcionalmente
según la disciplina académica, raza y religión[8], se reunieron para concluir
unánimemente: ―La mayoría de nosotros no pudo encontrar ningún punto o etapa
en el tiempo que transcurre entre la unión del espermatozoide y el óvulo, o por lo
menos la etapa del blastocisto y el nacimiento del niño, en que pudiéramos decir
que esa vida no es humana. Los cambios que ocurren entre la implantación, el
embrión de 6 semanas, el feto de 6 meses y la persona adulta son, simplemente,
etapas de crecimiento y maduración‖.[9]

José Hernández Yago[10] corrobora lo anterior cuando declara que el genoma


humano confirma la dignidad del hombre desde su concepción y que el reciente
descubrimiento del mapa genético humano, ha demostrado inequívocamente que
desde el momento de la fecundación del óvulo por el espermatozoide, surge un
ser humano, con todo el genoma completo; el científico afirma que la primera
célula del ser humano, contiene ya completo el genoma que informará su
desarrollo posterior y ninguna otra cosa más se añadirá a la cadena genética
durante el resto de su vida. El hallazgo nos invita a asumir que si hemos de
respetar al ser humano, hemos de hacerlo desde el primer momento, porque la
vida humana empieza desde la fecundación y no hay discontinuidad después, sino
un proceso del mismo ser.

Este nuevo conocimiento sobre el mapa genético humano es un hecho


histórico importantísimo que tiene además, grandes implicaciones éticas y debe
hacernos reflexionar de forma rigurosa en temas como el aborto.

Estamos ante una revolución en la medicina preventiva, porque se puede prever


hasta la longevidad de una persona. Sin embargo, la personalidad se hace a partir
de respuestas y decisiones como lo prueba el hecho de que los gemelos
univitelinos tienen el mismo genoma, pero cada uno tiene su propia personalidad.

No obstante, también se ha hecho un uso negativo de este hallazgo en


algunos casos, hoy es preocupante por ejemplo, el uso del conocimiento genético
para la práctica el aborto eugenésico[11].

El mismo Dr. Nathanson, avala estas investigaciones cuando afirma que:


―como científico, no es que crea, es que sé que la vida empieza en el momento de
la concepción y debe ser inviolable. Pese a que no profeso ninguna religión,
pienso que existe una Divinidad que nos ordena poner fin a este triste, inexplicable
y vergonzoso crimen contra la humanidad‖.[12]

Como se afirmó en el punto anterior, el hombre pertenece al reino animal, por


lo que se asemeja a ellos en la materialidad de un cuerpo con las funciones
esenciales de supervivencia, se distingue de los mismos en la espiritualidad de un
alma, por la que posee facultades superiores como la inteligencia y la voluntad,
por las cuales ejerce un dominio sobre sí mismo. No obstante, dentro del reino
animal, los seres humanos somos los más desprotegidos al nacer: mientras que
otras criaturas, en horas, días, o meses, pueden manejarse con autonomía e
independencia de sus semejantes, no así el ser humano.

Sin embargo, aún cuando el recién nacido es uno de los seres más
dependientes e indefensos de entre todos los que existen, ha sido dotado del
llanto para llamar la atención, de la sonrisa que compensa cualquier sacrificio de
los padres, que dicho sea de paso, aprenden a ser padres forzados por sus hijos.

Ahora bien, la reproducción sexual -propia de los mamíferos como lo es el


hombre-, se caracteriza por la unión de dos células o gametos: una
llamada espermatozoide, que es aportada por el macho y otra, que aporta la
hebra y se llama óvulo, que dan origen así a un nuevo individuo.

Cada una de ellas está dotada en cuanto célula, de un núcleo que tiene cierto
número de cromosomas. Cada cromosoma a su vez, contiene un cierto número de
moléculas de ADN (ácido dexosirribonucléico). Cada molécula de ADN contiene a
su vez cierto número de genes, con una disposición interna propia.

Las células de cada especie biológica poseen un número constante y


específico de cromosomas. En el organismo humano la cifra es de 46 por cada
célula, los cuales se hallan distribuidos por pares, resultando 23. De ellos, un par
es de cromosomas sexuales: X femenino; Y masculino.
Pero las células dispuestas para la fecundación: óvulo y espermatocito, tienen
cada una la mitad de ese número: 23, de modo que al unirse el óvulo con el
espermatocito y constituir el óvulo fecundado o cigoto, reúne 23 cromosomas de la
madre y 23 del padre, para adoptar los 46 [13].

El espermatozoide está constituido por un núcleo (cabeza) y un flagelo (cola),


que le permite ascender por los fluidos del aparato genital femenino. En el curso
de tal ascenso, los espermatozoides sufren no sólo un proceso de selección, sino
también ciertas modificaciones en las proteínas que cubren su cabeza,
adquiriendo así la capacidad de fertilizar.

Con mucha claridad se expresa el genetista Jerome Lejeune al señalar:


―...sobre la cinta de un magnetófono se puede inscribir por medio de minúsculas
modificaciones físicas una serie de señales que corresponden, por ejemplo, a la
ejecución de una sinfonía. Esa cinta, puesta en un magnetófono, reproducirá la
sinfonía aunque ni el magnetófono ni la cinta contengan instrumentos o partituras.
El conjunto sonoro inventado por el músico y ejecutado por la orquesta ha sido
transformado en un mensaje codificado, y la función del magnetófono consiste en
descifrar el mensaje observando reglas que corresponden a aquellas según las
cuales ha sido elaborado. Algo parecido sucede con la vida: la cinta de registro es
increíblemente tenue, estando constituida por la molécula de ADN, cuyo grado de
miniaturización confunde al entendimiento‖.

Es el número y la calidad de las señales grabadas en esta cinta, esto es: el


número y la distinta calidad de los genes, lo que hace que una molécula de ADN y
un cromosoma sean característicos de una determinada especie.

La célula primordial es comparable al magnetófono completo con cinta grabada.


Apenas el mecanismo se pone en movimiento, la ópera humana es vida en
estricta conformidad con el programa.

Toda la existencia, desde las primeras divisiones hasta la extrema senectud, no


es más que la amplificación del tema primitivo. Es el embrión, quien por un
mensaje químico suspende el ciclo menstrual de su madre. Obliga así a la madre
a protegerlo. A los quince días del retraso de la regla, es decir, a la edad real de
un mes, el ser humano mide cuatro milímetros y medio. Su minúsculo corazón ya
late desde hace una semana y están esbozados sus brazos, piernas, cabeza y
cerebro. Ciertamente, la mayor parte de los niños nacen a los nueve meses, sin
embargo desde los cinco, está completo.

Es importante ahora cuestionarnos la relación que guarda esa célula con el


organismo materno. Si bien el nuevo ser depende de la madre que lo está
gestando, no existe ningún elemento para reducirlo a una parte más de dicho
organismo materno, ya que de éste lo único que recibe es alimento y espacio para
crecer, pero sus células, su sangre, sus tejidos y funciones, las obtiene y
desarrolla por sí mismo.

Pese a que aún es feto, se trata de un ser perfectamente individualizado, que


como todo ser vivo, necesita de otros seres para vivir, tanto como ambiente, como
alimento o como condición de vida. Al igual que la madre que le lleva en su
regazo, el padre que le dio vida o cualquier otra persona adulta, necesita alimento,
oxígeno y calor, pero en cuanto ser humano, es un ser distinto del aire, de los
alimentos y de la energía calorífera.

Un caso semejante es el de la simbiosis, en el que un ser vive unido a otro y


depende de él, pero como tal, es distinto del otro, y tiene en sí su propio principio
de vida. Eso mismo sucede con el no nacido: depende de la madre como
ambiente, como fuente de alimentación, como condición para desarrollarse.

Experimentalmente se demuestra por el hecho de que, a medida que el


hombre es capaz de crear artificialmente ese medio para etapas cada vez más
iniciales del desarrollo del embrión humano, éste se desarrolla normalmente
dentro del medio artificial en etapas más prematuras; lo cual sería impensable si
fuera una parte de otro ser vivo -de la madre-, y no tuviese en sí su propio
principio vital.

Los científicos no se han terminado de poner de acuerdo sobre el momento


exacto en que la vida humana inicia; unos afirman que es en la concepción, otros
que en la implantación del embrión, alguno ha dicho que no es posible determinar
cuándo comienza la vida, pero ninguno ha mencionado que empieza con el
nacimiento.

Pese a ello, las técnicas de fecundación in vitro son una prueba científica de
que el embrión es considerado humano desde la concepción. Los doctores
Edwards y Steptoe, cuando situaron el embrión de Louis Brown[14] en el seno de
su madre, tenían plena certeza de que era un ser humano en estado embrionario.

El caso de los gemelos, por ejemplo, es singular ya que en la fase inicial del
cigoto se puede desarrollar otro organismo completo, y aún así puede el embrión
ser considerado un organismo individual. Es verdad que en las primeras etapas
del embarazo existe la posibilidad de que sean varios individuos los que se
desarrollen, puesto que el cigoto lleva a cabo una real multiplicación, sin embargo
eso no modifica la obligación de respeto y cuidado. Así pues, en esa primera
etapa hay un individuo o existen más de uno.

El embrión puede ser considerado individuo, aunque todavía no posea un


cerebro que funcione. Con la muerte cerebral de una persona, se acaba la vida,
tanto de relación como del organismo de ese individuo. El caso del embrión es
muy distinto. Se caracteriza por una vida de relación que sigue un desarrollo
dinámico y, por supuesto, esa carencia no marca su fallecimiento.

El ser humano posee una dignidad que lo distingue. Boecio define a la persona
como: ―rationalis naturae individua substantia‖ esto es, ―substancia individual de
naturaleza racional‖; por Sustancia se refiere a un ser que tiene la peculiaridad de
existir por sí mismo. Individual significa que, unificados sus componentes, se trata
de un ser distinto de los demás, para que sea este sujeto y no otro. Naturaleza no
es otra cosa más que la esencia hecha vida, esto es, la forma de actuar según
cada especie. La Racionalidad procede de las facultades superiores exclusivas del
ser humano: la inteligencia y la voluntad, gracias a las cuales somos capaces de
seguir un fin reflexivamente, de satisfacer las necesidades materiales con la
inteligencia, decidir y, si se ve conveniente, arrepentirse de cualquier decisión.

Ser persona es ser sui iuris, dueño del propio ser. El propio dominio es el
distintivo del ser personal y el fundamento de su dignidad. La humanidad misma
es una dignidad[15], porque el hombre no puede ser tratado por ningún hombre
como un simple medio o instrumento, sino siempre, a la vez, como un fin; y en ello
precisamente estriba su dignidad (la personalidad).
Tomás de Aquino hace radicar la superioridad del hombre sobre el resto de la
creación material en el hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de
Dios; y ese mayor grado de similitud se debe a que el hombre posee una voluntad
libre, por la cual puede dirigirse a sí mismo hacia su propia perfección.

La dignidad se ubica en la peculiarísima relación que une al hombre al


Absoluto. De hecho, cuando se ha querido prescindir de esa relación, se ha
desembocado en los más netos abusos y atentados contra esa misma nobleza:
desde los horrores de las dos guerras mundiales, hasta el desprecio de la vida
humana que hace el aborto, la eutanasia y otros.

Así es como el hombre, a pesar de tener la mayor dignidad sobre la tierra, es


capaz de cometer acciones indignas. Esto es porque es el único ser que posee
libertad.

Pero la Libertad entendida, no como la capacidad de poder realizar lo que


venga a uno en gana, que es la forma más o menos común de entender la libertad
y tiene algo de verdad, porque se está refiriendo a la libertad de opción. Existen
niveles o planos en la Libertad, según el punto de vista desde donde se estudie,
estos son: el psicológico, también llamado de opción o elección o libre arbitrio, y el
moral.
La libertad de opción es la capacidad del hombre para autodeterminarse y
poder tomar muchas decisiones, lo cual no asegura que las decisiones tomadas
conduzcan a la felicidad.

Y es que elegir bienes, no implica forzosamente elegir bien. La libertad


esencialmente humana es la libertad moral, que consiste en el hábito de usar la
capacidad de elegir correctamente, de escoger lo bueno.

Aquí entra la libertad de opción como condición de la libertad moral, pues no


es posible elegir bien, sin tener la posibilidad de elegir. La verdadera libertad, la
que conduce a ser feliz, consiste en el hábito de usar la capacidad de elegir, para
elegir el Bien.

Se es verdaderamente libre al elegir lo bueno, aquello que conduce a ser


mejores personas. En efecto, la elección del mal, aunque sea fruto de tener
libertad de opción no conduce a un uso auténtico de la libertad, por lo contrario,
manifiesta la negación a abrirse hacia lo que permite la realización de sí mismo.
Actualmente es muy poco lo que se escucha hablar acerca de las restricciones
a la libertad moral, que son garantía de conservar la libertad de opción, y se
aceptan precisamente para continuar siendo libres. Resulta, pues, necesario
prestar atención a la libertad moral.

En el tema del aborto se pone de manifiesto esa capacidad de elegir que tiene,
y por siempre ha tenido el hombre, por cierto no siempre acertadamente. Por eso
no me parece correcto acudir a la definición de hombre exclusivamente como
―animal racional‖, pues esta descripción no explica la constante irracionalidad con
que sigue actuando tantas veces ese ―animal racional‖, al no prestar atención a la
necesidad que se tiene de hacer un buen uso de la libertad.

En resumen, el ser humano es persona desde el momento en que es


concebido. El recién concebido es por tanto, un ser vivo cuya trascendencia debe
ser respetada, porque es ya una persona humana.

El embrión no es una plasta, una masa de tejido o un apéndice de la madre


que puede ser extirpado de ella sin mayores complicaciones físicas, psicológicas o
morales.

Desde el momento de la concepción es un ser humano con una individualidad


específica que lo hace una mujer o un hombre único e irrepetible y en
consecuencia insustituible. Si se comprende este razonamiento, se está
necesariamente a favor de la vida; sin embargo algunos afirman que la maternidad
es un condicionamiento impuesto por la sociedad, los que sustentan tal criterio
intentan oponerle barreras artificiales que la vida no conoce.

Frente a la afirmación de que el hombre y la mujer en cuanto seres humanos


son iguales en dignidad y derechos, podemos reiterar que efectivamente uno no
es ni inferior ni superior al otro, pero tampoco son iguales, sino que se
complementan, conservando cada parte sus diferencias específicas, por eso la
mujer tiene una dignidad exclusiva al haber sido elegida por Dios para recibir el
don inapreciable de ser portadora potencial del misterio de la vida, es algo natural
a la mujer el ser madre, pues posee esa capacidad desde que nace, y puede o no
actualizarla, sin que por ello varíe su esencia femenina.[16]

En este tenor, las mujeres que por autodefinirse como ―feministas‖, aceptan el
aborto voluntario, están negando su propia feminidad y la misma raíz u origen de
ésta. El ser madre es una tendencia inherente a la naturaleza de la mujer, no es
que la sociedad se lo haya impuesto o que de ella lo haya aprendido. Esta
tendencia anterior al hecho de ser madre, es causa y no efecto, está inscrita en su
ser femenino, y en la hipótesis de que físicamente no llegara a realizarse, no por
esto de disminuiría dicha tendencia.

Para que la mujer desarrolle en forma plena su ser femenino y se dignifique es


necesario que como condición anterior se revalorice la raíz de su feminidad, es
decir, la maternidad, en todo lo grande y portentoso que hay en ella. De lo
contrario la mujer se estará traicionando a sí misma y sufrirá las consecuencias de
su equivocación.

En todo esto, hay una lección importante que aprender: Todos los esfuerzos
que se realicen para sensibilizar a las personas en cuanto a demostrar que el
bebé es un ser humano desde su concepción, motivará a los que están a favor de
la vida, pero estos esfuerzos no tendrán ningún efecto en aquellos que defienden
el aborto.
Estas personas han endurecido su corazón hacia el ―feto‖ o ―producto‖.
Biológicamente, pueden aceptar que sea un ser humano, pero están convencidos
que el niño no-nacido es menos importante que la mujer. Cualquier información
que se presente, no los hará cambiar su posición. La lucha de los abortistas está
enfocada totalmente hacia la mujer.

Por lo tanto, la única manera de luchar contra ellos, es enfocar los esfuerzos
pro-vida hacia la mujer. Es necesario cambiar el debate del aborto y discutir sobre
su mismo punto de fuerza: los intereses de la mujer. Se deben concentrar todos
los esfuerzos pro-vida en probar que la segunda razón para hacer legal el aborto
es falsa, el aborto no es seguro. El decir que ―el aborto es seguro‖ es la razón más
fuerte de los abortistas.
El aborto lastima a la mujer, En muchos casos, ocasiona un daño irreparable a
la función reproductiva de la mujer. En los últimos diez años, se ha comprobado
que tiene graves daños psicológicos y emocionales. En muchos casos, el trauma
post-aborto es psicológicamente devastador, afectando sus relaciones familiares,
amistades e incluso laborales.

I.3 LA PERSONA COMO SUJETO DE DERECHOS HUMANOS SEXUALES Y


REPRODUCTIVOS.
Dentro de las facultades que tiene el individuo por el solo hecho de serlo, esto
es, dentro de los derechos humanos están comprendidos los derechos sexuales y
los derechos reproductivos que se refieren a todo lo relacionado con la vida, la
salud sexual y reproductiva; son parte de los derechos humanos e implica que
todas las personas son capaces de tener una vida sexual satisfactoria y segura;
son capaces de reproducirse y son libres para decidir si lo hacen o no, en qué
momento desean tener hijos y cuántos quieren.
Grupos pro abortistas como el GIRE (Grupo de Información en Reproducción
Elegida) informa que las personas tienen el derecho de tomar tales decisiones de
manera libre, informada y responsable; esto, con el acceso a la información y los
medios para hacerlo, y considera que los derechos reproductivos incluyen: El
derecho a recibir, obtener o comprar información completa sobre sexualidad y
reproducción; El derecho a tener libertad para expresar tu sexualidad en
condiciones seguras, dignas y placenteras; El derecho a recibir, obtener o comprar
métodos anticonceptivos seguros y efectivos, incluso si eres adolescente o soltera;
El derecho a un aborto seguro y legal, en caso de que ésta sea tu decisión; El
derecho a no sufrir violencia, abuso o coerción sexual o corporal.
I.4 LA PROTECCIÓN JURÍDICA DE LA VIDA HUMANA.
El derecho a la vida debería estar protegido por las diversas leyes que norman
el aborto, pero éstas son incoherentes, ya que proclaman el carácter humano de
toda persona desde el comienzo de la vida y le garantizan su respeto, sin
embargo, autorizan a matarlo en determinados casos, al establecer la posibilidad
de atentar contra este principio únicamente en caso de necesidad y según las
condiciones definidas por la misma Ley.
En realidad, es justamente porque se reconoce que el niño concebido es un
ser humano, por lo que no se quiere que nazca. Se sabe que el ser que está por
llegar será pronto un bebé, luego un adolescente y después un adulto. Y es
precisamente porque, si se le permite continuar su desarrollo embrionario, va a ser
un bebé, un adolescente y un adulto, por lo que se le suprime.
Si bien en capítulos posteriores estudiaremos las referencias que las
principales ramas de la legislación mexicana hacen en torno al aborto, podemos
decir a grandes rasgos que cada vez le resulta más difícil distinguir al ser humano
a partir de cuándo es legalmente protegido como tal. La convivencia interpersonal
implica necesariamente la obligación de dar o respetar a cada quien lo suyo; esto
es materia de la Justicia y objeto del Derecho. Cualquier persona tiene el derecho
a la vida, que es fundamental entre todos aquellos bienes que el Estado debe
proteger, pues si no existiera, los demás perderían el sentido de su observancia.

I.4.A DERECHO CONSTITUCIONAL.


La Constitución Política Mexicana, establece un régimen de garantías
individuales, en las que si bien no se determina específicamente a partir de
cuándo inicia la existencia de la vida humana, consagra el respeto a la vida, en la
garantía llamada de seguridad y legalidad jurídica, en el párrafo segundo de su
artículo 14, que a la letra dice: "Nadie podrá ser privado de la vida, de la libertad o
de sus propiedades, posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los
tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades
esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con anterioridad al
hecho".
El vocablo ―nadie‖ que utiliza el artículo Constitucional, se circunscribe
exclusivamente al ser humano. No es posible referirlo a un animal, una planta o
cualquier ser vivo, sino únicamente a un individuo de la especie humana. Por
tanto, resulta factible traducir el ―nadie podrá ser privado de la vida...‖. como:
―ningún ser humano podrá ser privado de la vida‖. Sin embargo, no se especifica a
partir de cuándo aplica esta prohibición.
El concebido pero aún no nacido, también es protegido en cuanto a su vida,
por el artículo 16 de la Carta Magna, que manifiesta: ‖Nadie puede ser molestado
en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de
mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa
legal del procedimiento. Ninguna ley o autoridad puede decretar la muerte de un
individuo más que en los casos establecidos en el artículo 22 ...‖,
Pero dentro de estos supuestos no se menciona al concebido: ―Artículo 22
Const.- ...Queda también prohibida la pena de muerte por delitos políticos, y en
cuanto a los demás, sólo podrá imponerse al traidor a la Patria en guerra
extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, premeditación o ventaja, al
incendiario, al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos
graves del orden militar.‖

I.4.B DERECHO PENAL.


También en materia Penal se protege al ser humano desde su etapa inicial, ya
que el aborto se tipifica como uno de los delitos encuadrados en el Título
Decimonoveno de los ―Delitos contra la vida y la integridad corporal‖,
compartiendo créditos con delitos tales como lesiones, homicidio, abandono de
personas y violencia familiar. La definición que se maneja en la jerga penal sobre
el aborto está contenida en el artículo 329 del código cuando afirma: ―Aborto es la
muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez‖; una
vez más, es a partir de la concepción cuando se protege al no nacido.

Las sanciones para este delito las contiene el artículo 330 del mismo
ordenamiento, al tenor siguiente: ―Al que hiciere abortar a una mujer se le
aplicarán de uno a tres años de prisión, sea cual fuere el medio que empleare,
siempre que lo haga con consentimiento de ella. Cuando falte el consentimiento, la
prisión será de tres a seis años y si mediare violencia física o moral se impondrán
al delincuente de seis a ocho años de prisión‖.
Posteriormente, el artículo 331 y el 332, nos plantean una serie de hipótesis
por las que aumenta o disminuye dicha sanción. El primero trata del aborto
causado por un médico, cirujano, comadrón o partera, en cuyo caso, además de
las sanciones que le correspondan conforme al artículo 330, se le suspenderá de
dos a cinco años en el ejercicio de su profesión. Por su parte, el 332 dispone que
se impondrán de uno a tres años de prisión a la mujer que voluntariamente
practique su aborto o consienta en que otro la haga abortar.
El aborto en México no admite la tentativa, pues claramente el artículo 333 del
Código Penal para el Distrito Federal expresa que el delito de aborto sólo se
sancionará cuando se haya consumado. Sobre esta cuestión abundaré más
adelante, pues considero que se trata de una situación jurídicamente ilógica por
las razones que expondré posteriormente en el Capítulo IV de este trabajo.

―Artículo 334 C.P.- No se aplicará sanción:


I. Cuando el embarazo sea resultado de una violación, o de una inseminación
artificial no consentida;
II. Cuando de no provocarse el aborto, la mujer embarazada corra peligro de
afectación grave a su salud a juicio del médico que la asista, oyendo éste el
dictamen de otro médico, siempre que esto fuere posible y no sea peligrosa
la demora;
III. Cuando a juicio de dos médicos especialistas exista razón suficiente para
diagnosticar que el producto presenta alteraciones genéticas o congénitas
que puedan dar como resultado daños físicos o mentales, al límite que
pueda poner en riesgo la sobrevivencia del mismo, siempre que se tenga el
consentimiento de la mujer embarazada;
IV. Que sea resultado de una conducta culposa de la mujer embarazada.
En los casos contemplados en las fracciones I, II y III los médicos tendrán la
obligación de proporcionar a la mujer embarazada, información objetiva, veraz,
suficiente y oportuna sobre los procedimientos, riesgos, consecuencia y efectos;
así como de los apoyos y alternativas existentes, para que la mujer embarazada
pueda tomar la decisión de manera libre, informada y responsable‖.[17]

En todos los Estados de la República Mexicana se trata el tema de manera


semejante; y es que la protección del ser humano, concebido o nacido, no puede
dejar de pertenecer al ámbito penal, pues constituye su misma esencia, ya que sin
personas no existe sociedad. Por eso, el delito por antonomasia es el homicidio, y
el aborto no es otra cosa que una cualificación de éste.
I.4.C EL DERECHO PENAL Y LA CONSTITUCIÓN

El Código Penal guarda una relación muy estrecha con la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos en materia de aborto. Este último ordenamiento
por su parte señala en su primer artículo que ―todo individuo gozará de las
garantías que otorga esta Constitución, las cuales no podrán restringirse, ni
suspenderse, sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece‖.
Por tanto, es deseo del Constituyente que conforme al artículo 14, todo ser
humano y en primerísimo lugar el derecho a la vida de cada uno, sea respetado.
Esas garantías -continúa el texto-, ―no podrán restringirse, ni suspenderse, sino en
los casos y con las condiciones que ella misma establece‖. De tal manera que la
protección al no nacido, que otorga la Constitución Federal y precisada en los
códigos civiles de todos los Estados, y tipificada como delito de aborto por los
códigos penales, establece varias excepciones.

En resumen: el Código Penal lo mismo sanciona el delito de aborto que lo


excusa en determinados casos. Quienes justifican el aborto cuando el embarazo
sea consecuencia de una violación, argumentan la aplicación del principio de ―no-
exigibilidad‖, por el cual se considera que la carga que lleva consigo el embarazo
fruto de la violación, exige un sacrificio tan grande que no se le debe exigir, y por
tanto se considera justificada -sin culpa- la realización del aborto. Distinto es el
caso del aborto por peligro para la vida de la madre, pues se trata de una excusa
absolutoria por la aplicación del denominado ―estado de necesidad‖. Es
incongruente que estas excusas absolutorias coexistan en la legislación junto con
la protección que la misma ley brinda a la vida del no nacido.
A pesar de lo expuesto, y precisamente por no encontrarse claramente
señalada en la Constitución la protección de la vida del no nacido, algunos
pretenden fundamentar cualquier aborto en el párrafo tercero del artículo 4° de
esta Carta Magna, que establece: ―Toda persona tiene derecho a decidir de
manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus
hijos‖. El legislador entonces deberá decidir sobre los posibles conflictos que
pueden surgir entre los diversos bienes jurídicos protegidos, que en este caso
serían el alcance de la protección de la vida del no nacido y el derecho de la mujer
embarazada a espaciar los nacimientos de sus hijos. [18]
I.4.D DERECHO CIVIL.

En materia de derecho Civil, el código en su artículo 22 establece: ―La


capacidad jurídica de las personas físicas se adquiere por el nacimiento y se
pierde por la muerte; pero desde el momento en que un individuo es concebido,
entra bajo la protección de la ley y se le tiene por nacido para los efectos
declarados en el presente Código‖. El término ―individuo‖, que menciona el texto
citado, necesariamente se refiere al ser humano, puesto que este artículo, al igual
que el 23 y 24, se encuentran bajo el título que se denomina ―De las personas
físicas‖.

Este precepto concede al concebido protección legal desde el momento de su


concepción y muestra la intención del legislador de darle la mayor seguridad
jurídica posible, al considerarlo como nacido. Esta idea está contenida en todos
los Códigos Civiles locales en México, de tal manera que no puede hacerse
ninguna distinción entre el concebido y el nacido en orden a su derecho a la vida.
Estar en el seno materno, no es ninguna circunstancia que le quite su derecho a
vivir. Aunque el concebido aún no ha nacido, se le tiene como ya nacido, porque al
legislador le interesa protegerlo, debido al dato real de su existencia.

Algunos tratadistas encuentran oposición entre el artículo 22 y el 337, también


del código Civil, que se refiere al inicio de la personalidad al afirmar: ―se reputa
nacido el feto que, desprendido enteramente del seno materno, vive veinticuatro
horas, o es presentado vivo al Registro Civil‖. No obstante que el artículo 22[19]
considera que la capacidad jurídica se adquiere por el nacimiento, y sólo por una
ficción legal se tiene por nacido al ser concebido, no es necesario recurrir a esa
ficción, pues la ley permite adquirir bienes por herencia, legado o donación al ser
concebido, siempre y cuando para los dos primeros casos la fecha de la
concepción sea anterior a la muerte del de cujus, porque le reconoce su capacidad
de goce, pero sujeta a la condición resolutoria de que no nazca viable.
Es decir, la personalidad existe desde el momento de la concepción, dado que
hay capacidad para adquirir ciertos bienes y derechos, pero depende de una
condición resolutoria negativa: que no nazca viable el ser concebido. Si se realiza
esta condición se destruye la personalidad con efectos retroactivos y para el
derecho se considera como si no hubiera habido sujeto. En cambio, si no se
presenta esta condición resolutoria negativa, la personalidad ha existido desde el
momento de la concepción.

Evidentemente que si no nace viable, es decir, si nace muerto, o no es


presentado vivo al oficial del Registro Civil o no logra vivir veinticuatro horas sin
ser presentado al citado oficial, se destruirá su personalidad por estar sujeta a
esas condiciones resolutorias. La ficción consiste en considerarlo como nacido
anticipadamente, pero no resulta una ficción la existencia del concebido. El no
nacido, debido a esta protección jurídica que le otorga el legislador es capaz de
heredar, no así quien aún no ha sido concebido, pues aún no existe[20]; el no
nacido abre un compás de espera en el discernimiento de la sucesión[21],
modifica las obligaciones alimentarias de la sucesión[22]; suspende la partición de
la herencia[23]; puede recibir donaciones[24] y en consecuencia tener un
patrimonio, con todas sus consecuencias: tener un representante, contratar,
obligarse, etc. El ya concebido, aunque no ha nacido, ya ha irrumpido en el campo
del Derecho, han nacido para él derechos y obligaciones y con su presencia ha
modificado la situación jurídica y el patrimonio de otros. Por tanto, el Derecho lo
considera persona.
I.4.E DERECHO LABORAL

Asimismo, dentro del marco del Derecho Laboral federal, se otorga una
especial protección a la vida humana, ya intrauterinamente, al establecer en la
fracción V del Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que ―Las mujeres durante el embarazo no realizarán trabajo que exijan
un esfuerzo considerable y signifiquen un peligro para su salud en relación con la
gestación‖.

I.4.F TRATADOS INTERNACIONALES.

Los Tratados Internacionales son acuerdos celebrados por escrito entre dos o
más Estados o Países, que obligan a las partes que los suscriben y que se rigen
por el Derecho Internacional. En México, los Tratados Internacionales -según
consta en el artículo 133-, se colocan jerárquicamente en el mismo nivel que la
Constitución y las Leyes Federales que de ella emanan y se consideran Ley
Suprema de toda la Unión, por lo que prevalece su aplicación sobre las
disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los
Estados. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido una interpretación
de la legislación mexicana sobre la materia, concluyendo que los Tratados
Internacionales suscritos por la nación, se convierten en derecho interno y
forman parte del derecho vigente.
Existen una serie de tratados internacionales sobre derechos humanos, los
cuales se refieren a la protección de la vida del embrión. Entre ellos, menciono los
siguientes:

La DECLARACIÓN DE GINEBRA DE 1924, de la que se deriva el juramento


que versa de la siguiente manera[25]:
―Siendo ahora admitido en la profesión médica solemnemente doy mi palabra
de consagrar mi vida al servicio de la humanidad; Guardaré respeto y gratitud a
mis dignos maestros; Practicaré la medicina con dignidad y conciencia; Pondré en
primer lugar la salud y la vida de mis enfermos; Celosamente callaré toda
confidencia de mis pacientes; Mantendré el honor y las nobles tradiciones de la
profesión médica; Mis colegas serán como hermanos; No permitiré
discriminaciones de raza, religión, nacionalidad, partidos políticos o posición social
que intervengan entre mi deber y mi paciente; Mantendré el mayor respeto a la
vida humana desde su concepción; Ni bajo amenazas usaré mis conocimientos
contra las leyes de la vida y la humanidad; Espontáneamente y por mi propio
honor formulo este juramento.‖
Esta Convención define al genocidio de la siguiente manera[26]: ―En la
presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos
mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico, radical o religioso, como tal: ... d)
Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo‖.
Otra Convención Internacional de importancia sobre el tema que nos ocupa, es
la DECLARACIÓN UNIVERSAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS, adoptada por México el 10 de diciembre de
1948. Este documento encuentra su prolongación en la DECLARACIÓN DE LOS
DERECHOS DEL NIÑO, que fue adoptada en la Asamblea General del 20 de
noviembre de 1959, en cuyo Preámbulo leemos...
―Considerando que el niño, por su falta de madurez física o mental, necesita
protección y cuidados especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes
como después del nacimiento... Principio 4.- El niño debe gozar de los beneficios
de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud;
con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados
especiales, incluso atención prenatal y postnatal. El niño tendrá derecho a disfrutar
de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados‖.
En la relación de estos tratados, encontramos también la DECLARACIÓN
SOBRE LA ELIMINACIÓN DE LA DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER,
adoptada el 7 de noviembre de 1967.
Por su parte, la CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS
HUMANOS, que fuera firmada en San José el 22 de noviembre de 1969, ratificada
por México el 24 de marzo de 1981 y publicada en el Diario Oficial de la
Federación el 7 de mayo del mismo año, habla del Derecho a la vida en el tenor
siguiente[27]:

―Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente‖.
Cronológicamente, tenemos enseguida al PACTO INTERNACIONAL DE
DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS, ratificado por México el 23 de marzo de
1981 y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de mayo de 1981;
posteriormente al PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS ECONÓMICOS,
SOCIALES Y CULTURALES, ratificado por México el 23 de marzo de 1981 y
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 12 de mayo de 1981; y por último
a la CONVENCIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO, adoptada el 20 de
noviembre de 1989, ratificada por México el 21 de septiembre de 1990 y publicada
en el Diario Oficial de la Federación el 25 de enero de 1991.
I.4.G DERECHO CANÓNICO[28]
La dimensión jurídica y ética de la acción ilícita en el delito de aborto
constituye un grave problema moral para la sociedad en general.
Ciertos pecados particularmente graves están sancionados con excomunión, la
pena eclesiástica más severa y cuya absolución, por consiguiente sólo puede ser
concedida, según el derecho de la Iglesia, por el Papa, por el Obispo del lugar, o
por sacerdotes autorizados por ellos[29]. El Código de Derecho Canónico en el
canon 1398 sanciona el aborto provocado y la pena impuesta es la excomunión
latae sententiae. Sólo algunos sacerdotes tienen la facultad de absolver y de
levantar esta pena.
Por eso, es necesario formar la conciencia y esclarecer el juicio moral. Una
conciencia bien formada es recta y veraz, formula sus juicios según la razón,
conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de
la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas
y tentados por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas
autorizadas[30].

I.4.H REGLAMENTO DE LA LEY GENERAL DE SALUD.

El aborto, según lo sostuvieron algunos asambleístas en la sesión del 18 de


agosto del año 2 dos mil, ha sido considerado también un problema de salud
pública. Sin duda que quienes así lo sostienen tendrán sus razones, pero es
necesario hacer notar, que, antes de ser una cuestión de salud pública, es, ante
todo, un asunto de justicia, y, por tanto, de Derecho, que busca conducirse con la
máxima justicia. Es evidente que no puede conciliarse una idea de Derecho justo,
donde no se reconozca personalidad a todos los seres humanos por igual, en
cualquier estadio de su evolución biológica.
El marco legal en este tema es el Reglamento de la Ley General de Salud.
Éste, en la fracción II de su artículo 40 define al Embarazo como el periodo
comprendido desde la fecundación del óvulo (evidencia por cualquier signo o
síntoma presuntivo de embarazo, como suspensión de menstruación o prueba
positiva de embarazo médicamente aceptada) hasta la expulsión o extracción del
feto y sus anexos; la fracción III del mismo precepto define al Embrión como el
producto de la concepción desde la fecundación del óvulo hasta el final de la
décimo segunda semana de gestación; la definición de Feto está contenida en
la fracción IV, de la siguiente manera: feto es el producto de la concepción desde
el principio de la décimo tercera semana de la gestación hasta su expulsión o
extracción; más adelante, en la fracción XI se entiende la Fertilización Asistida
como aquella en que la inseminación es artificial (homóloga o heteróloga) e
incluye la fertilización in vitro.

―No solamente nace el niño de la madre, sino que también la madre, como tal,
nace del niño‖
Firkel, E.
CAPÍTULO II

EL DERECHO A LA MUERTE
II. 1 EUTANASIA.
La eutanasia es una acción por medio de la cual se busca provocar la muerte
de una persona enferma. El reto social y médico, consiste en controlar el dolor y
aliviar el sufrimiento.
La reciente legalización de la eutanasia en Holanda ha provocado la solicitud
por parte de algunos partidos políticos de la legalización de la eutanasia en
España; razones como ésta han motivado las protestas por parte de quienes
defienden la vida, en contra de esta práctica.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella
"acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente".
Esta acción puede ser directa (proporcionando una inyección letal al enfermo),
o indirecta (dejando de proporcionar el soporte básico para la supervivencia del
mismo). En ambos casos, la finalidad es la misma: acabar con una vida enferma.
Esta acción sobre un enfermo, con la intención de quitarle la vida, no puede tener
otro nombre que el de homicidio.
Existe también el llamado ―suicidio asistido‖, que consiste en la información y
conocimiento del paciente sobre su enfermedad y la demanda libre y voluntaria de
poner fin a su vida. Pero no por esto deja de ser un homicidio, y de entrar en grave
conflicto con los principios rectores del Derecho y de la Medicina hasta nuestros
días.

El ejercicio de la eutanasia conlleva graves consecuencias familiares, sociales,


médicas, éticas y políticas. El Informe Remmelink sobre la práctica de la eutanasia
en Holanda arroja a la luz 1, muertes sólo por eutanasia involuntaria (sin
consentimiento explícito) durante 1990. Las peticiones explícitas de eutanasia o
de suicidio asistido crecieron un 9% desde este año hasta llegar a ser, de los
2,300 casos de eutanasia que se dieron en 1990, a 3,120 casos en 1995; la
cooperación al suicidio ha pasado de 400 casos a 540 casos; se trata de miles de
poderosísimas razones para oponerse a la eutanasia activa. Igualmente en los
casos en los que la eutanasia es solicitada por el enfermo existe un grave
problema ético porque se trata de una derrota social y profesional ante el
problema de la enfermedad y de la muerte.
Los partidarios de terminar con la vida de algunos enfermos, siempre aluden
los casos extremos y la autonomía personal para su despenalización, lo que no
resulta suficiente para generar leyes socialmente injustas, que enfrentan el deseo
individual con el ineludible deber del Estado a la protección de la vida física de
cada ciudadano. Hay que eliminar el sufrimiento humano, pero no al ser humano
que sufre.
Tres cuestiones complejas están presentes en el debate de la eutanasia: el
consenso democrático, la dignidad de la persona humana y la autonomía
personal:

El consenso convierte el principio legislativo en la única fuente de verdad y de


bien, y deja la vida humana a merced del número de votos emitidos en un
Parlamento. Las legislaciones sobre el aborto, la clonación humana, la
fecundación extracorpórea y la experimentación embrionaria son consecuencia de
la aplicación del principio de las mayorías.
Los derechos humanos no son otorgados por el número de votos obtenidos, ni
por la sociedad, ni por los partidos políticos, aunque deben siempre reconocerlos y
defenderlos. No se basan tampoco en el consenso social, ya que los derechos los
posee cada persona, por ser persona. Las votaciones parlamentarias no modifican
la realidad del hombre, ni la verdad sobre el trato que le corresponde.

Por lo que respecta a la dignidad de la vida humana podemos afirmar que


ninguna vida carece de valor. El nacimiento y la muerte no son más que hechos y
sólo hechos, adornados naturalmente de toda la relevancia que se quiera. Por ello
no pueden ser tenidos como dignos o indignos según las circunstancias en que
acontezcan, por la sencilla y elemental evidencia de que el ser humano siempre,
en todo caso y situación es excepcionalmente digno, esté naciendo, viviendo o
muriendo.

Decir lo contrario es ir directamente en contra de lo que nos singulariza y


cohesiona como sociedad. Legalizar la eutanasia es una declaración de derrota
social, política y médica ante el enfermo que no acabará con las perplejidades de
la vida, ni de la muerte, ni con las dudas de conciencia de los médicos, de los
pacientes y de los familiares.
Si bien el ser humano posee una autonomía personal sobre su vida, el
derecho a morir no está regulado constitucionalmente, no existe en la Constitución
la disponibilidad de la propia vida como tal. Si existiera este derecho absoluto
sobre la vida, existirían otros derechos como la posibilidad de vender tus propios
órganos o aceptar voluntariamente la esclavitud.
Luego entonces, la autonomía personal no es un absoluto. Uno no puede
querer la libertad sólo para sí mismo, ya que no hay ser humano sin los demás.
Nuestra libertad personal queda siempre conectada a la responsabilidad por todos
aquellos que nos rodean y la humanidad entera. La convivencia democrática nos
obliga a someternos y a aceptar los impuestos, las normas y las leyes que en
ningún momento son cuestionados como límites a la libertad personal. Los
enfermos merecen la protección de todos, y la protección legal de la vida en su
finitud conlleva necesariamente a un bien social.
Cualquier ser humano anhela una buena muerte, sin que artificialmente le
alarguen la agonía, ni le apliquen una tecnología o unos medios
desproporcionados a la enfermedad; desea ser tratado eficazmente del dolor,
tener la ayuda necesaria y no ser abandonado por el médico y el equipo sanitario
cuando la enfermedad sea incurable.
Lo que necesita un individuo que posee un precario estado de salud, es que
sea informado adecuadamente sobre su enfermedad, el pronóstico y los
tratamientos de que dispone la medicina, que le expliquen los datos en un
lenguaje comprensible, y participar en las decisiones sobre lo que se le va a hacer.

Lo mínimo que merece un enfermo terminal es un trato respetuoso, que en el


hospital pueda estar acompañado de su familia y sus amigos, sin otras
restricciones que las necesarias para la buena evolución de su enfermedad y el
buen funcionamiento del hospital.
El paciente tiene el derecho a morir sin dolor, pudiendo rechazar tratamientos
que prolongan artificialmente la vida, informado sobre la enfermedad y las
posibilidades de tratamientos, con palabras comprensibles, pudiendo decidir sobre
lo que se le va a hacer y rechazar tratamientos que prolongan artificialmente la
agonía, siempre tratado con respeto y cariño por los profesionales de la salud,
estando acompañado de la gente que lo quiere y protege.
Y el médico juega un papel importante en esto. El acto médico se basa en una
relación de confianza donde la persona aquejada por un padecimiento deja en
las manos del galeno el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí
mismo. En la relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte
intencionada. La eutanasia terminará con la confianza depositada durante milenios
en una profesión que siempre se ha comprometido a no provocar la muerte
intencionalmente bajo ningún supuesto.
Aprobar abiertamente la eutanasia trae consigo graves consecuencias. Esta
aceptación deshumanizará a la medicina. Solamente desde el respeto absoluto es
posible concluir que todas las vidas humanas son dignas, que ninguna es
dispensable o indigna de ser vivida. También frenará el progreso de la medicina.
Los médicos se irán volviendo indiferentes hacia determinados tipos de
enfermedad, no habrá razones para indagar en los mecanismos patogénicos de la
senilidad, de la degeneración cerebral, del cáncer en estadio terminal, de las
malformaciones bioquímicas o morfológicas, etc.
La solución es dar un cuidado integral a quien pronto va a morir, tratándole
tanto los sufrimientos físicos como los sufrimientos psíquicos, sociales y
espirituales. Este es el fundamento de la Medicina Paliativa que desde la
perspectiva del respeto absoluto debido a toda persona y ante los límites
terapéuticos de la propia medicina, pasa a controlar los síntomas de la
enfermedad, especialmente la presencia de dolor, acompañando al enfermo hasta
la muerte.
Las difíciles circunstancias que provocan algunas enfermedades o una
experiencia familiar desagradable pueden ser causa de una posición personal a
favor de la eutanasia. Pero los casos extremos no generan leyes socialmente
justas, por las dificultades que estos mismos comportan. Los casos extremos son
utilizados y presentados como irresolubles, por lo que si hoy aceptamos matar
intencionadamente a un paciente como solución para un problema, mañana
podremos hallar una centena de problemas para los cuales matar sea la solución.

La eutanasia no resuelve los problemas del enfermo, sino que destruye a la


persona que tiene los problemas. Se habla del control absoluto del acto
eutanásico ante su despenalización pero la evidencia es muy distinta pues el
médico, si se despenaliza la eutanasia, tendrá impunidad para matar sin que nadie
se entere.
Aprobar la propia muerte voluntariamente o con consentimiento, es una gran
derrota familiar, social, médica y política que debe movernos a reflexionar sobre la
voluntad de morir de estos pacientes que no es que deseen morir, sino que no se
les deje solos cuando ya no pueda más. En el tema de la eutanasia estamos
hablando de homicidios involuntarios.
II.2 ABORTO Y EUTANASIA.
La concepción de la vida humana en que se inspiran los defensores de la
eutanasia es fundamentalmente la misma que la de los defensores del aborto.
Ambos consideran que la vida propia y la ajena no tiene otro sentido que el placer.
Si alguien sirve de obstáculo a mi placer o si me es inútil, puedo eliminarlo; si
alguien no puede vivir una vida agradable, su vida puede ser suprimida. Esta
última observación muestra que hay un vínculo real entre el eugenismo (hoy
ortogenismo) y la eutanasia: ya se trate de un niño o de un inválido, su existencia
no es admisible más que en función del placer.
Vemos así que una sociedad hedonista, es decir, que da el valor supremo a la
búsqueda del placer, degenera fatalmente en una sociedad de violencia y de
muerte. Se afirma que del aborto a la eutanasia no hay más que un paso, pero en
realidad se trata de cuestiones muy distintas.

Cuando en un país se legaliza el aborto, se deja abierta la puerta a una serie


de propuestas para aprobar muchas otras leyes relacionadas con la libertad y
autonomía humana, como son la misma eutanasia, la unión libre y el matrimonio
entre homosexuales, la adopción por parte de estos últimos, y otros temas más. Y
es que es una cascada, piezas de dominó colocadas paralelamente, que se
derriban una a la otra hasta no quedar ninguna de pie.
II.3 EL SUICIDIO.
En algunas ciudades como Zurich, en Suiza, ya se permite ejercer el ―suicidio
asistido‖ como un derecho para los ancianos ingresados en residencias[31]. El
1.1% de los residentes han mostrado su deseo de recurrir a la medida. La noticia
ha causado sobresalto en ese país, debido a que la decisión de conceder este
nuevo ―derecho‖ no ha sido tomada tras el debate de una ley federal, sino que se
debe a una iniciativa del jefe del departamento sanitario del Ayuntamiento de
Zurich, Robert Neukomm, del cual dependen las residencias de ancianos.

En Suiza, la ley prohíbe la eutanasia activa (a petición del paciente) pero deja
abiertas algunas rendijas. Sobre todo, no regula la ―eutanasia pasiva‖ (interrupción
de cuidados necesarios para permanecer con vida: transfusión, aparato
respiratorio, etc.) y sobre todo consiente, con sutileza jurídica, justamente la
―ayuda al suicidio‖, que sólo está penalizado si se demuestran intereses de
terceros interesados.
No obstante el suicidio, sea asistido o no, había estado prohibido hasta ahora
por una normativa municipal en las residencias de ancianos de Zurich, en las que
estaba vetada la entrada de las asociaciones de ―ayuda a la muerte‖.
Ahora se ha cambiado de línea y esto ha sido visto como un progreso: ―En una
sociedad cambiada que da alto valor al derecho a la autodeterminación -sentencia
Neukomm- no había ya sitio para semejantes prohibiciones‖.
No contentos con ello, se prevé también la manera en la que la persona
acabará con su vida. Antes, los ancianos que deseaban suicidarse, se veían
obligados a dejar la propia residencia para realizar en otro lugar su plan. Ahora
todo se desarrolla en la misma ―atmósfera familiar‖ de la residencia.
La normativa prevé que quien pide el suicidio asistido esté en total posesión de
sus facultades mentales, pero si hubiesen dudas sobre la plena integridad mental
de la persona interesada, o sobre posibles presiones de terceros, la petición de
suicidio no será bloqueada automáticamente, sino que será revisada por una
comisión. En los preparativos no podrá participar el personal de la residencia pero
podrá, si así lo quiere, ―estar presente‖.
En la mayor parte de los casos, esta decisión se toma en un momento de
depresión aguda. Las estadísticas muestran que entre el 85 y el 95% de los
suicidas frustrados (de todas las edades) salvados en el último momento, se
sintieron muy contentos por haber permanecido con vida.

Sólo el 1.1% de los internos de casas de ancianos han mostrado el deseo de


suicidarse. Varios representantes de la Iglesia católica en Suiza se han
manifestado claramente en contra de esta disposición, ante el temor de que la
normativa constituya un peligroso ―aliciente‖ y además un ―primer paso‖ hacia la
eutanasia activa.
II.4 LA PENA DE MUERTE.
Sobre este tema se han suscitado inacabables discusiones, tanto a favor como
en contra, porque se está tratando de concluir si la muerte es verdaderamente útil
y justa en un gobierno bien organizado.
Cesar Bonesano, Marqués de Beccaria[32], busca saber qué derecho pueden
atribuirse las autoridades para despedazar a sus semejantes, porque no será el
que resulta de la soberanía y de las leyes, que no son solamente una suma de
cortas porciones de libertad de cada uno, que representan la voluntad general
como agregado de las particulares; estamos envueltos en cuestionamientos sobre
quién ha querido dejar a los otros hombres el arbitrio de hacerlo morir, o cómo
puede decirse que en el más corto sacrificio de la libertad de cada particular se
halla aquel de la vida, grandísimo entre todos los bienes, y si fue así hecho este
sacrificio, cómo se concuerda tal principio con el otro, en que se afirma que el
hombre no es dueño de matarse.
Beccaria define la pena de muerte no como un derecho sino como una guerra
de la nación contra un ciudadano, porque juzga útil o necesaria la destrucción de
su ser. Se han argumentado dos motivos por los que puede creerse necesaria la
muerte de un ciudadano:

El primero, cuando aún privado de su libertad, tenga tales relaciones y tal


poder, que interese a la seguridad de la nación; cuando su existencia pueda
producir una revolución peligrosa en la forma de gobierno establecida. Entonces
será su muerte necesaria, cuando el país recupera o pierde la libertad; o en el
tiempo de la anarquía, cuando los mismos desórdenes tienen lugar de leyes; pero
durante el reino tranquilo de éstas en una forma de gobierno, por la cual los votos
de la nación estén reunidos, bien prevenida dentro y fuera con la fuerza y la
opinión, acaso más eficaz que la misma fuerza, donde el mando reside solo en el
verdadero soberano, donde las riquezas compran placeres y no autoridad; no veo
yo necesidad alguna de destruir a un ciudadano, a menos que su muerte fuese el
verdadero y único freno que contuviese a otros, y los separase de cometer delitos:
segundo motivo por que se puede creer justa y necesaria la muerte de un
ciudadano[33].

Y si estos argumentos no persuadiesen a los hombres, que siempre tienen por


sospechoso el lenguaje de la razón y por eficaz el de la autoridad, basta consultar
su naturaleza misma para conocer la verdad de mi aseveración -continúa el
autor[34]. No es lo intenso de la pena lo que hace el mayor efecto sobre el ánimo
de los hombres, sino su extensión; porque a nuestra sensibilidad mueve con más
facilidad y permanencia las continuas, aunque pequeñas impresiones, que una u
otra pasajera y poco durable, aunque fuerte.
No es el freno más fuerte contra los delitos el espectáculo momentáneo
aunque terrible, de la muerte de un malhechor, sino el largo y dilatado ejemplo de
un hombre, que privado de su libertad, recompensa a aquella sociedad que ha
ofendido. La sentencia de ser privado de la libertad es mucho más poderosa que
la idea de la muerte, a quien los hombres miran siempre en una distancia muy
confusa. La pena de muerte hace una impresión, que con su fuerza no suple al
olvido pronto, natural en el hombre, aún en las cosas más esenciales, y acelerado
con la fuerza de las pasiones. Si bien las pasiones violentas sorprenden los
ánimos, no lo hacen por largo tiempo.
La pena de muerte es un espectáculo para la mayor parte, y un objeto de
compasión mezclado con desagrado para algunos. En las penas moderadas y
continuadas el dictamen dominante es el último, porque es él solo. Para que una
pena sea justa no debe tener lo intenso de ella más que aquellos
grados solos que basten a separar los hombres de los delitos.
Muchísimos miran la muerte con una vista tranquila y entera; quien por
fanatismo, quien por vanidad, que casi siempre acompaña al hombre más allá del
sepulcro; quien por un esfuerzo último y desesperado, o de no vivir, o salir de
miseria; pero ni el fanatismo ni la vanidad están entre los cepos y las cadenas,
bajo el azote, bajo del yugo, en una jaula de hierro; y el desesperado no acaba sus
males si no los principia. Nuestro ánimo resiste más bien a la violencia y dolores
extremos, si son breves, que al tiempo y enojo incesante; porque él puede
reunirse todo en sí mismo por un momento para sufrir los primeros; pero su
vigorosa elasticidad no es bastante a contrarrestar la repetida acción de los
segundos.

Acude entonces la religión al entendimiento del malvado, que abusa de todo; y


presentándole un fácil arrepentimiento, y una cuasi certidumbre de felicidad
eterna, le disminuye en gran parte el horror de aquella última tragedia.

Pero aquel que ve delante de sus ojos un gran número de años, o todo el
curso de su vida, que pasaría en la esclavitud y en el dolor a la vista de sus
conciudadanos, con quienes vive libre y sociable, esclavo de aquellas leyes, de
quien era protegido, hace una comparación útil de todo esto con la incertidumbre
del éxito de sus delitos, y con la brevedad del tiempo que podría gozar sus frutos.

En resumen: No es útil la pena de muerte por el ejemplo que da a los hombres


de atrocidad.
Si las pasiones o la necesidad de la guerra han enseñado a derramar la sangre
humana, las leyes, moderadoras de la conducta de los mismos hombres, no
debieran aumentar este fiero documento, tanto más funesto, cuando la muerte
legal se da con estudio y pausada formalidad. Parece un absurdo que las leyes,
esto es, la expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio,
lo cometan ellas mismas; y para separar los ciudadanos del intento de asesinar,
ordenen un público asesinato[35].
―... Quiero dirigir mi pensamiento hacia el Tepeyac, a Nuestra Señora de
Guadalupe, Estrella de la primera y de la nueva Evangelización de América. A ella
encomiendo la Iglesia que peregrina en México y en el Continente Americano, y le
pido ardientemente que acompañe a sus hijos a entrar con fe y esperanza en el
tercer milenio. Bajo su cuidado pongo a los jóvenes de esta Patria, así como la
vida e inocencia de los niños, especialmente los que corren el peligro de no nacer.
Confío a su amorosa protección la causa de la vida: !que ningún mexicano se
atreva a vulnerar el don precioso y sagrado de la vida en el vientre materno!...‖

S.S. Juan Pablo II durante su visita a México, 1999.


CAPÍTULO III
EL DELITO DE ABORTO

III.1 GENERALIDADES.

El término ―aborto‖, proveniente del latín abortus, está formado por la unión de
los vocablos ab (opuesto a) y orior (nacer) quesignifica la ―privación del nacimiento
u origen de una persona‖[36].
Esta acción ha sido definida de varias formas, como ―todo lo que nace antes
de tiempo‖, ―todo lo que se extirpa del seno materno‖, ―en general todo lo que no
logra su debida madurez, como planes fracasados‖, ―en botánica, es todo defecto
en los órganos de un vegetal, o cuando las flores o frutos caen antes de tiempo‖,
―los viñadores hablan de aborto en las vides, cuando enferman produciendo
zarcillos en lugar de racimos‖, ―la Enciclopedia Espasa Calpe lo define como un
género de delito consistente en el uso voluntario de métodos adecuados para
producir un mal parto con el fin mediato o inmediato de que perezca el feto, sea
cualquiera la época de la preñez‖, ―la Enciclopedia de Biología se refiere a la
interrupción de la gravidez antes de que el feto sea capaz de vivir‖, ―‖el Diccionario
del Cristianismo por su parte, lo describe como la interrupción del embarazo
provocado voluntariamente‖.
Si bien en términos coloquiales se suele utilizar la palabra Crimen para
referirse a un homicidio, esto no es del todo correcto: técnicamente hablando, un
crimen no necesariamente es un homicidio, sino un delito de cualquier tipo. El
aborto es un asesinato, es peligroso, es cosa de mujeres irresponsables, pero a
pesar de que puede ser riesgoso, caro y clandestino, el aborto existe.
Según el Código de la materia, aborto significa la interrupción del embarazo
esta palabra se usa para señalar delitos particularmente repulsivos, los cuales
merecen una condena y el rechazo inalterables por parte de la sociedad.

El nombre más adecuado para el delito de aborto, es el de feticidio, aunque no


sea el que ordinariamente se utiliza. Porque de la misma manera que fratricida es
el que mata a su hermano, parricida el que priva de la vida a su padre, infanticida
el que asesina a un menor de edad y genocida el que elimina a un pueblo; se
debe denominar feticida al que mata a un ser humano en su etapa fetal o
embrionaria.

Una serie de reformas acaecidas a principios de mil novecientos noventa y


cuatro agrupó a todos estos crímenes en un solo tipo penal; así, el Código Penal
para el Distrito Federal vigente se refiere únicamente al ―Homicidio en Razón del
Parentesco o Relación‖. El género es el delito de homicidio y todos estos delitos
no son sino especies del mismo género. Y por su parte, el delito de aborto se
contempla en varios preceptos penales agrupados independientemente de los
primeros.

El crimen por antonomasia es aquel que se realiza en contra de inocentes


indefensos[37]. Así, el aborto es un crimen porque se asesina en el vientre
materno a un ser humano no nacido. Entonces el aborto es la pérdida del feto, la
interrupción del embarazo por procesos naturales o de una manera artificial. Cada
día se emplea más el término aborto para señalar el final provocado del embarazo
como uno de los métodos de control de natalidad y también, impropiamente, como
uno de los métodos anticonceptivos.[38]
El aborto provocado es una acción contraria a la naturaleza y dignidad del hombre,
que destruye el ser antes de nacer, y la mujer que se lo práctica además de
exponerse a graves daños, está claudicando de sus deberes, está siendo
irresponsable, lo cual no la ayudará a desarrollarse y madurar como persona.
La ilicitud del aborto es un hecho objetivo corroborado por la ciencia, más allá de
cualquier relativismo. El aborto voluntariamente provocado es un crimen, sean
cuales fueren las causas para realizarlo. Y aunque la madre o el médico que lo
practica no lo consideren así, la cuestión no cambia. Aceptar el hecho de que, tras
la fertilización, un nuevo ser ha comenzado a existir, no es una cuestión de gusto y
de opinión, la naturaleza humana de ese ser, desde su concepción hasta su vejez,
no es una disputa metafísica. Es una palmaria evidencia experimental.[39]

El aborto en vez de constituir una experiencia liberadora como muchos


sostienen, representa en realidad la abdicación de la mujer a una de las
experiencias más grandes de su vida: la de ser Madre. En definitiva: ―El aborto
provocado sin condenarlo como el más cobarde de todos los asesinatos‖.[40]

III.2 TIPOS DE ABORTO Y MÉTODOS ABORTIVOS.

Hay varios tipos de aborto:

 El aborto espontáneo, sucede cuando el cuerpo de la mujer expulsa el


producto sin que nadie lo provoque. Es la salida del seno materno del
embrión o feto producida de manera natural, o accidentalmente.
 El aborto inducido, es decir, sucede cuando se hace algo para interrumpir el
embarazo. Es la expulsión provocada intencionada y artificialmente por
cualquier método.
Éste se subdivide a su vez en dos tipos de aborto:
- Terapéutico.- cuando se hace por motivos de salud de la gestante, y
- Legal.- cuando es motivado por cualquiera de las causas que la
legislación de cada país autoriza, y
- Criminal.- cuando se practica fuera de las prescripciones legales.
La clasificación que nos interesa en el presente trabajo, y a la cual nos
referiremos es el Aborto Provocado.
Hay distintas maneras de provocar un aborto. Algunas más peligrosas que otras,
entre ellas:

❖ El legrado y la aspiración.

❖ Consumir tés abortivos.

❖ Darse masajes violentos en el vientre.

❖ Usar sustancias o pastillas sin receta médica.

❖ Meterse sondas u otros objetos en la vagina.

❖ Dejarse caer, golpearse o darse sentones.

Estos métodos pueden provocar abortos incompletos, infecciones y


hemorragias; además de que si no se atienden inmediatamente, estas
complicaciones pueden poner en riesgo su salud e incluso su vida.
III.3 EL ABORTO EN EL MUNDO ACTUAL.

Una persona desorientada, se deja llevar por la sicología que, utilizando


grandes resortes, lo único que hace es provocarle un desorden en su sexualidad.
Los promotores del culto a la sexualidad organizan reuniones a nivel mundial
donde se dictan normas internacionales que fuerzan a los países a sostener
conductas desordenadas sexualmente hablando.
Durante 1992, se efectuó en Río de Janeiro una reunión que trata los
problemas de la contaminación a nivel mundial, y en ella lo que se hizo
fundamentalmente fue atacar la llegada de nuevos seres a este mundo; se colocó
un reloj que en lugar de marcar la hora señalaba los nacimientos que, según ellos,
se dan a cada segundo en el planeta y otras argucias por el estilo.
Se supone que la población mundial está aumentando cerca de los 200
millones anuales de personas, pues, si en 1992 afirmaban que el mundo tenía
poco menos de 5400 millones de habitantes, para estas fechas ya mencionan que
existimos más de 5500 millones de humanos vivos; a este paso la población se
duplicaría en apenas 25 años, lo cual es definitivamente imposible, son cifras
manejadas de manera irresponsable y absurda. Han mejorado la falsa teoría de la
sobrepoblación de Tomas Malthus.
Primero se promueve la sexualidad incontrolable y desordenada, se le quita su
carácter reproductivo y de expresión del amor humano a través de los
anticonceptivos y después se espantan con catástrofes como la explosión
demográfica, la falta de alimentos[41], los desastres ecológicos achacados a la
pobreza y el subdesarrollo; la necesidad del progreso, se dice, es limitada por la
sobrepoblación, por lo tanto hay que impedir la llegada de mas niños al mundo, se
debe legalizar y permitir el aborto , hay que implantar programas de planificación y
control familiar, etc.
Las conductas sexuales así se manejan a nivel mundial por medio de ciertas
dependencias de la ONU, como la UNICEF la OMS la FAO la UNESCO y otras, de
manera que tanto la infancia, la salud, la alimentación y la educación estén
encauzadas con programas que promueven el ―culto a la sexualidad‖.

III.4 LA POSTURA DE LA IGLESIA CATÓLICA ANTE EL ABORTO.

Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto


provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto
directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a
la ley moral: ―No matarás el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién
nacido...‖

La Biblia narra en su libro del Génesis, cómo Dios creó al hombre, a Su


imagen y semejanza, lo puso por encima del resto de la creación y le dio una
especial dignidad, que ninguna otra criatura sobre la tierra posee. Por eso Dios se
acuerda el hombre y lo cuida, Él nos formó en las entrañas y nos tejió en el seno
de nuestra madre.
El amor divino es eterno, en cambio el querer humano está siempre
inevitablemente sometido a la ley del tiempo y de la caducidad. Antes de que Dios
nos formara en el seno materno, nos conocía y antes que nacieran, ya tenía
consagrados a los que había de llamar. Innumerables testimonios revelan el
cuidado con que Dios vela especialmente por los hombres, entre ellos el Quinto
mandamiento del Decálogo que dispone ―No matarás‖.

Respecto al inicio de la vida humana, Santo Tomás de Aquino, Doctor de la


Iglesia que en el siglo XIII desconocía la genética y la existencia de los
cromosomas, adoptó respecto al feto la opinión de la animación retardada o
también denominada mediata, por la que no se consideraba persona humana al
no nacido, hasta días después de la fecundación.
La fundamentación filosófica de esta teoría es que en esas etapas de
desarrollo se carece de apariencia humana, y el alma humana no puede informar -
dar vida, animar- a un cuerpo que no sea humano. No obstante, nunca admitió la
posibilidad lícita de atentar contra esa vida, ya que si bien en los primeros días de
la concepción no lo consideraba una persona humana, sí pensaba en él como su
potencia más próxima, y que inequívocamente resultaría un ser humano.
Si el no nacido en el momento del aborto estaba animado, su eliminación sería
un homicidio; si no estaba animado, estaríamos -aún así- ante un pecado grave.
Independientemente de la existencia o no de la teoría de la animación retardada,
la posición de la Iglesia Católica es clara al mencionar en el Código de Derecho
Canónico, canon 1398: ―Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en
excomunión inmediata‖. Y son muchos los documentos que confirman la postura
de la Iglesia a favor de proteger al ser humano desde el momento de la
concepción hasta la muerte:

 1° Carta Encíclica Casti connubii del Papa Pío XI -31 de diciembre de 1930.
 2° Encíclica Mater et magistra del Papa JuanXXIII -15 de mayo de 1961.
 3° Encíclica Pacem in terris del Papa Juan XXIII -11 de abril de l963.
 4° Carta Encíclica Humanae vitae del Papa Pablo VI -25 de julio de 1968.
 5° Constitución Pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II -7 de
diciembre de 1965.
 6° Exhortación Apostólica Familiaris consortio del Papa Juan Pablo II -22 de
noviembre de 1981-.
 7° Instrucción Donum vitae del Papa Juan Pablo II -22 de febrero de 1987-.
 8° Carta Encíclica Evangelium vitae del Papa Juan Pablo II -25 de marzo de
1995.
 9° Carta a las Mujeres del Papa Juan Pablo II -29 de junio de 1995-.

En definitiva, para la Iglesia Católica, el origen del hombre no se debe sólo a


las leyes de la biología, sino directamente a la voluntad creadora de Dios. Por eso
señala el Catecismo que dotada de un alma espiritual e inmortal, la persona
humana es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma.

Desde su concepción está destinada a la bienaventuranza eterna.

Asimismo establece que desde el momento en que el óvulo es fecundado, se


inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un
nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si
no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre la genética moderna
otorga una preciosa confirmación. Con la fecundación inicia la aventura de una
vida humana. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el
instante de su concepción. Por tanto, con la autoridad conferida por Cristo a Pedro
y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia Católica, el Santo
Padre Juan Pablo II confirmó que la eliminación directa y voluntaria de un ser
humano inocente es siempre gravemente inmoral.
El 23 de Mayo de 1988, la Pontificia Comisión para la Interpretación Auténtica
de los Textos Legislativos declaró que el aborto no es sólo matar el fruto inmaduro
del vientre, sino toda acción que de cualquier modo y en cualquier momento
conduzca a su muerte. El castigo afecta a todos los que intervienen en el aborto y
no sólo a la madre que mata o hace matar a su hijo. El panorama de la Iglesia
Católica respecto al aborto es el siguiente: el aborto procurado es la eliminación
deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase
inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento.

El Concilio Vaticano II ha calificado al aborto como un crimen horrendo, porque


consiste en quitar la vida a una criatura inocente, que no ha cometido ningún
delito. Además, se agrava el crimen por ser la víctima una criatura que tendría
derecho al amor de sus padres y que no alcanzará a disfrutar de ninguno de los
bienes de la vida, principalmente del Bautismo y las gracias del cristianismo. Este
crimen se comete contra alguien absolutamente incapaz de defenderse y muchas
veces no es eficazmente sancionado por la justicia humana, razón por la cual se
debe temer aún más el juicio divino.

Quien consiente y deliberadamente practica un aborto o acepta que se lo


practiquen o presta una colaboración indispensable a su realización incurre en una
culpa moral y en una pena canónica, es decir comete un pecado y un delito.

Por culpa moral entendemos un pecado grave contra el valor sagrado de la


vida humana. El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un pecado
excepcionalmente grave –mortal- porque la víctima es inocente e indefensa y su
muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial obligación de
velar por su vida. Además, hay que tener en cuenta que al niño abortado se le
priva del Santo Bautismo.

La pena canónica por su parte, es una sanción que la Iglesia impone a algunas
acciones delictivas, que están tipificadas en el Código de Derecho Canónico,
porque se trata de transgresiones externas, voluntarias y gravemente imputables
de una ley que lleva aneja una pena.

La Iglesia castiga el aborto directamente provocado con pena canónica de


excomunión no sólo a la madre y al médico, sino a toda persona que sin su ayuda
no se hubiera realizado este delito contra la vida humana. El canon 1398 del
Código de Derecho Canónico dice: ―Quien procura un aborto, si éste se produce,
incurre en excomunión latae sententiae‖, esto quiere decir que se cae en una
pena, por la que se excluye al sujeto de la comunión de los fieles y, en
consecuencia, se le prohíbe cualquier participación ministerial en la celebración de
la Eucaristía o en cualesquiera otras celebraciones de culto, celebrar los
sacramentos o sacramentales y recibir los sacramentos; así como desempeñar
oficios, ministerios y cargos eclesiásticos o realizar actos de régimen, sin
necesidad de que ninguna autoridad de la Iglesia lo declare de manera expresa.
La razón de ser de esta norma es proteger –también de esta manera, y no sólo
con la catequesis y la recta formación de la conciencia– la vida del hijo desde el
instante mismo de la concepción, porque la Iglesia se da cuenta de que la frágil
vida de los hijos en el seno materno depende decisivamente de la actitud de los
más cercanos, que son, además, quienes tienen más directa y especial obligación
de protegerla: los padres, los médicos, enfermeras, etc. Luego, cuando el niño
nazca, estará además protegido de alguna manera por la sociedad misma.

Ahora bien, para que se produzca la pena de excomunión el aborto debe


consumarse, es decir, el hijo ha de morir como consecuencia del aborto. Si por
cualquier circunstancia, el aborto no llega a consumarse, no se producirá la
excomunión, aunque sí se dará el pecado. Quien utiliza fármacos o dispositivos
intrauterinos que son abortivos, no queda excomulgado, porque no consta que en
cada caso se haya producido un aborto, ya que no se sabe cuándo hubo
fecundación y, por tanto, expulsión del embrión. Sin embargo, para la Iglesia
Católica, el uso de estos medios es siempre pecado grave, por la ocasión próxima
de aborto y por el pecado contra la castidad.

En el caso del aborto, incurren en la pena de excomunión -si se dan las


condiciones que configuran el delito de aborto- además de la mujer que aborta
voluntariamente, todos los que han prestado una colaboración indispensable para
que se cometa el aborto, esto es quienes lo practican, quienes ayudan de modo
que sin esa asistencia no se hubiera producido el aborto, quien aconseja y anima
decisivamente a practicarlo y éste efectivamente se produce, etc.

Sin embargo, puede suceder que alguna persona consienta o colabore en un


aborto y no incurra en excomunión, dado que en Derecho Canónico no existe
delito si no hay pecado grave (mortal), hay circunstancias en las que no se incurre
en esta pena, que requiere plena imputabilidad. Por ejemplo, no quedan
excomulgados los que procuran un aborto si ignoran que se castiga con la
excomunión; los que no tengan conciencia de que abortar voluntariamente es
pecado mortal; los que han intervenido en un aborto forzados con violencia
irresistible contra su voluntad o por miedo grave; los menores de dieciséis años de
edad; en general, los que han obrado sin plena advertencia y pleno
consentimiento.
El canon 1323 del Código de Derecho Canónico dice al respecto:

«No queda sujeto a ninguna pena quien, cuando infringió una ley o precepto:

1. aún no había cumplido dieciséis años;
 2. ignoraba sin culpa que estaba infringiendo una ley o precepto; y a la
ignorancia se equiparan la inadvertencia y el error;
 3.obró por violencia, o por caso fortuito que no pudo preverse o que, una
vez previsto no pudo evitar;
 4. actuó coaccionado por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente,
o por necesidad o para evitar un grave perjuicio, a no ser que el acto fuera
intrínsecamente malo o redundase en daño de las almas;
 5. actuó en legítima defensa contra un injusto agresor de sí mismo o de
otro, guardando la debida moderación;
 6. carecía de uso de razón, sin perjuicio de lo que se prescribe en los cc.
1324 § 1,2° y 1325;
 7. juzgó sin culpa que concurría alguna de las circunstancias indicadas en
los números 4° ó 5°.

En el caso de que la vida de la madre corra peligro, se debe hacer todo lo


posible para salvarla. Igualmente, la vida de la criatura debe tratar de salvarse a
toda costa. No es lícito matar directamente a uno para salvar al otro. Si,
procurando salvar ambas vidas, accidentalmente, sin quererlo, se produce la
muerte de una o de ambas, no hay delito; pero siempre se ha de procurar salvar
las dos vidas, que valen igualmente ante Dios.

Aunque los médicos pronostiquen que la criatura será anormal, tampoco se


puede provocar el aborto para evitar que nazca, sólo Dios es dueño de la vida y el
hombre no puede condenar a muerte a una criatura inocente por ser anormal o por
el temor de que pueda llegar a ser anormal. Aunque la salud y la normalidad son
perfecciones del hombre, sin embargo el hombre no vive para ser sano, no es éste
el supremo valor.

Las personas enfermas o deformes, también pueden ser muy felices en esta
vida y alcanzar un alto grado de santidad, de gloria y de felicidad en la vida futura,
pueden prestar grandes servicios a Dios y a los hombres, aunque sean
parcialmente incapaces y nadie puede prever con certeza cómo habrá de ser la
vida de una criatura aún no nacida, ni siquiera la ciencia, porque ésta, al
encontrarse en manos de los hombres, no es absoluta, sino perfectible al igual que
ellos.

La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de los peores


crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio Vaticano II dice a este
respecto: ―Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de
proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por
ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el
aborto y el infanticidio son crímenes abominables‖.

Así también lo señala claramente el Catecismo de la Iglesia Católica:


―La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el
momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser
humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el
derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.[42]
Ya que en los últimos años cada vez hay más países y legislaciones que
permiten el aborto, hay quienes afirman que habría sido un gesto de benevolencia
de la Iglesia el haber mitigado las penas para los católicos que aborten; pues bien,
la Iglesia pudo haber cambiado, en la última y profunda revisión del Código de
Derecho Canónico culminada en 1983, la pena de excomunión que pesa sobre los
que procuran conscientemente un aborto, pero no lo hizo así precisamente porque
en las últimas décadas se ha producido en todo el mundo una acusada relajación
de la sensibilidad de las personas y también de muchos creyentes hacia este
crimen. Y si bien esta mayor laxitud social, que ejerce una presión cierta sobre las
conciencias, puede disminuir la gravedad del delito en algunos casos, una
atenuación de la pena habría suscitado, inevitablemente, la errónea idea de que la
Iglesia considera hoy el aborto provocado como menos grave que antes, cuando,
evidentemente, no es así.

La Iglesia, es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira y fácil para el
perdón, pero como Maestra no puede desvirtuar el depósito de la doctrina que ha
recibido de Dios, y no puede decir que está bien lo que está mal, ni puede dar pie
a que nadie suponga que actúa de esta manera.

La Iglesia Católica ha emitido algunas recomendaciones en la materia,


como ejemplos que pueden dar idea del enorme campo que un cristiano tiene
ante sí en relación con este gravísimo problema; tales son:

·Que legisladores y los dirigentes sociales en general, sepan comprender que


los hijos concebidos y no nacidos son los más inocentes y los más indefensos
miembros de nuestra sociedad, y que, como repetidamente ha dicho el Santo
Padre Juan Pablo II, nunca se puede legitimar la muerte de un inocente.
 No despreciar el valor moral del dolor y del sacrificio, cuyo rechazo lleva a
justificar cualquier intento de acabar con lo que se cree que son sus
causas, incluidos los ancianos o enfermos inútiles, los deficientes que son
una carga o los nuevos hijos que pueden complicar la vida o disminuir el
bienestar de la familia.
 Acoger y ayudar también económicamente, a quienes, por razón de su
maternidad, se encuentran en situaciones difíciles.
 Recibir con alegría, por duro que pueda ser, el nuevo hijo enfermo o
deficiente que llegue a la familia, como una bendición de Dios. Es ejemplar
el testimonio de numerosos padres cristianos en este sentido.
 Reaccionar positivamente ante escritos públicos o programas audiovisuales
que defiendan la vida humana, y críticamente ante los que la ataquen.
 Informar a quienes nos rodean, con caridad, pero con firmeza y claridad, de
la realidad del hijo no nacido y de la importancia de defender su derecho a
vivir.
 Los médicos, en especial los ginecólogos, y otros profesionales sanitarios,
emplear los medios técnicos que permiten que una madre vea en una
ecografía, con sus propios ojos, al hijo en sus entrañas, moviéndose,
nadando, chupándose el dedo. Se ha dicho que si el vientre de las madres
fuera transparente, muchos verían la cuestión del aborto provocado de otra
manera.

Los católicos no tienen el monopolio de la defensa de la vida humana. El


respeto de toda vida humana es un precepto de moral universal, proclamado
en todas las grandes civilizaciones y constituye la trama de toda sociedad
democrática. Si este derecho a la vida no es respetado y protegido, todos los
demás derechos estarán en peligro[43].

El desafío es lograr un nuevo pacto entre familia y vida, ya que las familias
están atravesando duro ―invierno cultural‖. Se han olvidado de que los hijos son
la primavera de la familia y de la sociedad, y padecen los síntomas de un frío
invierno. Las heladoras ráfagas de viento de este invierno cultural son
conocidas por todo aquel que lee los periódicos. Algunas de ellas son la
―píldora del día después‖ -gravemente abortiva- y la mentalidad que se
esconde detrás de su promoción; la equiparación de todo tipo de unión al
matrimonio, incluyendo la adopción de niños por parte de parejas
homosexuales; el abuso de niños de las maneras más humillantes, incluida la
producción y distribución de material pornográfico; el uso comercial de los fetos
abortados, etc.

La lista de vendavales que ponen bajo cero el termómetro que mide el


estado de la salud de la familia podría continuar. la Iglesia quiere dar aliento y
empuje al compromiso de los miles y miles de familias comprometidas en
testimoniar la belleza de su amor y fidelidad. Las dificultades no tienen que
detener nuestro empuje. Es necesario ayudar a las familias a recuperar la
primacía de los valores morales para que los transmitan a sus hijos. El hijo es
la vida, la plenitud de las aspiraciones de las parejas y de los pueblos.

Por desgracia, no piensan así los que promueven una filosofía en la que
―familia y vida‖ están separadas por una profunda brecha. Aquí, está la raíz del
problema. Los hijos dejan de ser vistos como un don de Dios y son
considerados, por el contrario, como el producto de una simple decisión.

Esta mentalidad que separa familia y vida ha llevado a dos fenómenos


típicos de la sociedad de hoy, el nacimiento de los llamados ―nuevos modelos
de familia‖ y el control artificial de la natalidad, a veces promovido incluso por
organizaciones supranacionales o por potencias económicas. Los hijos se
convierten, según esta mentalidad, en un peso y en un obstáculo para la propia
realización. Esta antropología, al alejarse de la realidad más íntima de la
familia y del hombre, confunde el delito con el derecho. El caso del aborto, en
este sentido, es el mejor ejemplo.
La Iglesia proclama con fuerza la dignidad sagrada de cada niño y los
deberes y derechos de la familia. El invierno puede dejar paso a una nueva
primavera: cuando los pueblos y los gobernantes, los legisladores, deciden
creen en la verdad del hombre, defenderlo, respetarlo, y las leyes inicuas y
asesinas son sustituidas por leyes al servicio de la familia y de los niños, para
que el bien más precioso, precisamente los niños, sea amado, defendido,
respetado como un tesoro. Es decir, como el futuro de la humanidad.

La opinión del Vaticano sobre el preservativo no ha cambiado; la prensa de


Estados Unidos se inventa una primicia al afirmar el Diario del Vaticano que
debería tolerarse el preservativo para combatir el SIDA. Este titular recorrió como
un terremoto las redacciones de los periódicos de Estados Unidos y de Gran
Bretaña el fin de semana pasado[44].
El Santo Padre Juan Pablo II ha pedido a médicos católicos no ser cómplices
de crímenes contra la vida. Durante una celebración eucarística en la Plaza de
San Pedro, el Papa concluyó leyendo una moción en la que solicitaba a los
doctores la asistencia sanitaria para todos; la lucha contra el aborto y la
eutanasia; la protección del embrión antes del límite arbitrario de los 14 días de
vida; y la defensa de la familia fundada sobre el matrimonio. Luego de saludarlos,
el Pontífice les dijo: ―En la actividad que ejercéis cumplís cada día un noble
servicio a la vida. Tocáis con la mano que en vuestra profesión no bastan los
cuidados médicos y los servicios técnicos, aunque sean realizados con ejemplar
profesionalidad. Es necesario estar en grado de ofrecer al enfermo también la
medicina espiritual que está constituida por el calor de un auténtico contacto
humano. Este es capaz de devolver al paciente amor por la vida, estimulándolo a
luchar por ella, con un esfuerzo interior tal vez decisivo para la curación. El
enfermo debe ser ayudado a reencontrar no sólo el bienestar físico sino también el
psicológico y moral. Esto supone en el médico, junto a la competencia profesional,
una postura de amorosa solicitud, inspirada
en la imagen evangélica del buen samaritano. El médico católico está llamado
junto a cada persona que sufre a ser testimonio de aquellos valores superiores
que tienen en su fe su solidísimo fundamento. Hoy, lamentablemente, vivimos en
una sociedad en la que a menudo dominan tanto una cultura abortista, que lleva a
la violación del derecho fundamental a la vida del concebido, como una
concepción de la autonomía humana que se expresa en la reivindicación de la
eutanasia como autoliberación de una situación que se ha hecho por algún motivo
penosa. Sabéis que al católico no le es nunca lícito hacerse cómplice de un
presunto derecho al aborto o a la eutanasia. La legislación favorable a símiles
crímenes, siendo intrínsecamente inmoral, no puede constituir un imperativo moral
para el médico, el cual se valdrá con buen derecho del recurso a la objeción de
conciencia. El gran progreso, registrado en estos años de las curas paliativas al
dolor consiente responder de modo adecuado a las situaciones difíciles de los
enfermos terminales. Mientras entramos en el tercer milenio, en especial en los
países más pobres, hombres y mujeres siguen por desgracia no teniendo acceso
a servicios sanitarios y fármacos esenciales para curarse. Muchos hermanos y
hermanas mueren cada día de malaria, lepra, SIDA, tal vez en la indiferencia
general de quienes podrían o deberían prestarles ayuda. ¡Sea sensible vuestro
corazón a estas llamadas silenciosas! Es vuestra tarea, queridos miembros de las
asociaciones de médicos católicos, trabajar para que el derecho primario a cuanto
es necesario para el cuidado de la salud y por tanto para una adecuada asistencia
sanitaria, se haga efectivo para cada hombre, prescindiendo de su posición social
y económica‖. [45]
En épocas anteriores, cuando un médico se recibía como profesional,
realizaba un juramento en el que se obligaba a seguir un comportamiento ético en
la práctica de la ciencia de la medicina. El primero de éstos lo redactó Hipócrates
en el año 460 a.C. el cual fue sustituido por la Declaración de Ginebra de 1948. En
la actualidad estos juramentos se conocen como ―protesta‖, la cual pronuncian los
estudiantes de medicina una vez que aprueban su examen profesional y en la que
se comprometen a defender la vida desde su concepción.[46]

Pero el mensaje de la Iglesia no se limita a los médicos o a un país en


especial; todos los católicos de todos los países están llamados a la defensa de la
vida en el ámbito en el que desarrollen sus principales actividades. Así tenemos
ejemplos como los católicos de Estados Unidos, que han hecho a su presidente de
una serie de peticiones en pro de la defensa de la vida del ser humano, desde su
concepción hasta la muerte natural. No hay duda de que este ha sido el tema más
importante para los católicos en las elecciones y será el tema más importante
también en el futuro. Tiene lugar en estos momentos una campaña contra el
carácter sagrado de la vida que se manifiesta en el aborto, el suicidio asistido
y la pena de muerte. El presidente tendrá un papel central en esta confrontación
porque casi seguramente nombrará suficientes jueces del Tribunal Supremo,
como para cambiar la mayoría del tribunal más importante de los Estados Unidos.
Mi esperanza es que sean elegidos magistrados decididos a respetar la
Constitución estadounidense que protege la dignidad de la vida humana, añade el
prelado. No ha sido fácil para los católicos escoger en las urnas al candidato.
George Bush era contrario al aborto pero favorable a la pena de muerte. Al Gore,
en cambio, mantenía ambas propuestas. no existía un candidato ideal. Espero que
los católicos, también a nivel parlamentario, hayan votado basándose en la
enseñanza de la Iglesia y en su conciencia. Luego veremos si será posible hacer
progresos.

III.5 ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL ABORTO.[47]

En el debatido tema del aborto se han emitido cientos de argumentos tanto


favor como en contra de esta actividad, que hacen de la discusión algo
interminable. Dentro de ellos se han mezclado otros aspectos como la política, la
economía, la religión o la cultura de cada país, logrando así tendencias o
corrientes más o menos extremistas y contrarias entre sí. La misma afirmación del
derecho a la maternidad consciente y responsable es anulada, puesto que se
persigue tal maternidad interrumpiéndola.
Para tener una visión general del aborto, es necesario conocer ambas caras
de la moneda, y formarse un criterio propio partiendo de un análisis objetivo de las
mismas. A continuación se explican algunas de estas razones, que los defensores
y los detractores de la materia, sostienen al respecto.
- Pues bien, en primer lugar resulta arbitrario y carente de fundamento el
afirmar que el ser humano no comienza su existencia como tal desde su
fecundación, o que la comienza a partir de los 14 días después de la concepción,
a los dos o tres meses o en cualquier otra fecha dada por un mero
convencionalismo, sin un sostén científico. Es de llamar la atención que en la
mayoría de sus argumentos los pro-abortistas, mezclen la discusión científica con
la filosófica al introducir el concepto de persona en ellos.
El cuerpo, que existe desde que los gametos se fusionan, es un componente de la
esencia humana, que es la ―corporeidad‖, el hombre empieza a ―ser‖ desde que su
cuerpo existe. Por lo tanto, el ser humano es un organismo, que aunque se forma
gradualmente, es un ser autónomo respecto de su madre, desde su concepción.

El hecho de que un bebé necesite que su madre lo abastezca con fluidos


vitales durante el periodo de gestación, porque es una alimentación indispensable
para la supervivencia, no ―hace‖ al niño.
Dentro de la bolsa amniótica, el nuevo ser es perfectamente viable. El ser
concebido no es una parte de su madre, ni es un objeto de su propiedad; se trata
de un medio de transporte para él mientras se desarrolla, porque es débil e
indefenso. El niño, que vive aún dentro de su madre, merece protección y respeto
a su vida y su bienestar.
El ser humano en gestación no es un simple trozo de carne, incluso ya se
pueden tratar dentro del útero muchas enfermedades e intervenir quirúrgicamente.
El doctor Nathanson afirma que: ―si el ser concebido es un paciente al que se le
puede tratar, entonces es una persona, y si es una persona tiene derecho a la vida
y a que nosotros procuremos conservarla‖.[48]
- El primero de los argumentos que sostienen los defensores del aborto es que
en términos generales, nadie está a favor del aborto, pero pretenden justificarlo
como la única salida a la angustiante situación que supone un embarazo no
deseado y se hace caso omiso de que la peor angustia para una mujer vendrá
después del aborto.
En realidad es la peor salida por ser violenta y como tal, tiene terribles
consecuencias psíquicas como el síndrome post-aborto, que se manifiesta como
sentimientos de remordimiento y de culpa, oscilaciones de ánimo y depresiones,
llanto inmotivado, estados de miedo y pesadillas; frecuentemente estos
fenómenos van acompañados de perturbaciones físicas, como alteraciones del
ritmo cardiaco o de la tensión arterial, migraña, trastornos del aparato digestivo o
calambres en el vientre. Inmediatamente tras el aborto y bastante tiempo después,
las pesadillas tienen como tema niños pequeños muertos.
Al 52% de las encuestadas les molesta ver a mujeres embarazadas porque les
recuerdan sus propios hijos abortados. En el 70% de las mujeres surge una y otra
vez el pensamiento de cómo serían las cosas si el niño abortado viviera ahora.
Además, las encuestas arrojan proporciones de hasta 50% de uniones que se
rompen después de un aborto.
A semejante conclusión llegó el Doctor Nathanson. La mujer que se sometía a
este procedimiento, pasado el tiempo, presentaba síntomas no sólo en su aspecto
físico, sino también en el emocional.
Lo mencionado hasta aquí se hace tomando en cuenta que la experiencia del
aborto provocado puede generar dos posibilidades: ningún efecto psicopatológico
o algún efecto. En el primer caso se tratará de pacientes con cierto grado de
insuficiencia psíquica o trastorno de la personalidad de tipo sociopático, y que por
lo mismo, les falta conciencia de su propia conducta y de su trascendencia.
Sin embargo, la experiencia del aborto provocado en una personalidad normal,
se asocia negando la culpa. Ante un caso de Síndrome Post-aborto (SPA), se
impone la actitud terapéutica y comprensiva, así como la ayuda espiritual.

Un estudio financiado por el gobierno de Finlandia confirmó que las mujeres


que se someten a un aborto corren cuatro veces más el riesgo de morir que las
que continúan su embarazo y dan a luz. El estudio analizó más de nueve mil
casos.
El médico David C. Reardon, encargado de la investigación, explicó que se
trata de un estudio impecable, basado en informaciones verídicas que confirma
que el hecho de que el aborto sea más peligroso que el parto, no es algo que
pueda dudarse.
Los investigadores de la unidad de análisis estadístico del National Research
and Development Center for Welfare and Health examinaron los certificados de
defunción de todas la mujeres en edad reproductiva -entre 15 y 49 años de edad-
que murieron entre 1987 y 1994, es decir unas 9,129 mujeres.
Luego, examinaron la base de datos nacional para identificar cualquier evento
relacionado con el embarazo ocurrido en el año previo a la muerte. Los
investigadores encontraron que en comparación con las mujeres que llevaron su
embarazo hasta el final, las que abortaron en el año previo a su muerte fueron: 60
% más propensas a morir por causas naturales; siete veces más tendientes al
suicidio; cuatro veces más propensas a morir en accidentes; y 14 veces más
propensas a ser víctimas de un homicidio.
Los investigadores creen que el alto índice de muertes relacionadas a
accidentes y homicidios está relacionado a las tasas más altas de conductas
suicidas o de alto riesgo. Reardon, que publicó un artículo al respecto en la revista
Post-Abortion Review, denunció que aunque este importante estudio fue publicado
por el medio más importante de la medicina escandinava, fue completamente
ignorado por la prensa estadounidense.
Todo el cuerpo de la literatura médica muestra claramente que el aborto sólo
perjudica la salud física y mental de las mujeres, aseguró Reardon. A las mujeres
se les oculta esto. Nadie les dice que dar a luz mejora la salud femenina, no sólo
en comparación con las que han abortado sino con las que no han resultado
embarazadas, agregó. Si los que promueven el aborto son en realidad gente pro-
choice (a favor de la opción), permitirían que las mujeres conozcan los riegos
reales del aborto. Así pues, el recurso al aborto no significa una verdadera
solución, sino todo lo contrario, posteriormente se convierte en un grave problema.

Por otra parte, siempre existen alternativas menos violentas que el aborto. A
este respecto, las estadísticas nacionales del Centro de Ayuda a la Mujer,
después de 11 años de atención han llegado a la mismo conclusión.
Las razones por las que una mujer decide recurrir al aborto son las siguientes:
1) 51.6% sociales.
2) 22.8% económicas.
3) 14.3% familiares.
4) 5.7% salud.
5) 3.3% personales.
6) 2.2% violación.

Las ayudas que se les ofrecen para salir adelante de su problema sin poner en
riesgo su propia vida y la de su hijo son: orientación educativa sobre el valor de su
persona y autoestima, despensas, bolsa de trabajo post-parto, media beca para
atención prenatal y parto en instituciones públicas y privadas, albergue y respaldo
frente a la familia, canalización a instituciones de salud y atención de embarazos
de alto riesgo, asistencia psicológica para el tratamiento del síndrome post-
violación y canalización a organismos que pueden dar en bebés en adopción.
Gracias a esas ayudas se han podido salvar de la muerte a cientos de bebés,
pues habitualmente las madres optan por su hijo. Pero aun así, algunas personas
estimulan a las mujeres a optar mejor por el aborto, presentándolo como el camino
―más fácil‖ o como la ―única salida‖. Sin embargo esas mismas personas ignoran o
parecen olvidar, que el aborto no es la ―única salida‖, sino la ―peor salida‖.

- Otra de las razones argüidas es que debería permitirse el aborto ante un


embarazo no deseado, porque tener al hijo en esas condiciones, trauma a la
mujer; sin embargo, la experiencia ha demostrado que si se les deja nacer,
muchos hijos no deseados se convierten en muy queridos. Es probable, incluso,
que nosotros mismos al principio no fuimos unos hijos deseados, pero sí acogidos.

Stan Sinberg confiesa en The Baltimore Sun estar perplejo, como partidario del
derecho al aborto, desde el día en que supo que él estuvo a punto de ser
abortado: en una reunión su propia madre le confesó que al enterarse que estaba
embarazada, intentó abortarlo; su padre dijo que trataría de encontrar a alguien
que realizara el aborto y al no encontrarlo, lo tuvieron.

Así pues, él debía su existencia a una legislación social a favor de la vida; vive
gracias a que su mamá no tuvo el derecho al aborto, y cuántos no deberán su vida
a una legislación así. No es fácil saberlo.
La mujer que acude a una clínica de abortos, puede tener seguridad de que no
le informarán bien acerca de los traumas que podrá sufrir años más tarde, si toma
la decisión de abortar. Pero en el fondo, en muchos partidarios del aborto existe el
convencimiento de que toda inclinación, si es acogida, tiene derecho a que se
satisfaga, independientemente de si es justa o no la pretensión, y eso no es válido,
pues con qué derecho se niega la vida a quien no ha cometido ningún delito.

No se justifica el aborto cuando el niño por nacer no es deseado, pues no se


puede decidir válidamente si un niño deseado será feliz o si uno que no lo es,
sufrirá desamor o será desgraciado. Se dan casos tanto de niños imprevistos que
son muy queridos y de niños deseados que son infelices.
El hecho de desear tener un niño no es señal de que va a ser querido: las
personas dañadas que gozan el torturar a los niños, desean tenerlos, para poder
saciar sus instintos en ellos. Un niño, aún cuando hubiese sido deseado antes de
nacer, una vez que nazca, puede representar una serie de riesgos para sus
padres y la sociedad, o puede, dejar de ser tan deseado como lo fue meses atrás.
Lo que necesitamos es, por lo tanto, una educación basada en la mentalidad
que acoja al niño independientemente de estos factores externos. Además,
durante el embarazo, la madre pasa generalmente, de la contrariedad a la
aceptación y de ésta al amor. Es probable que no todos hayamos sido deseados,
pero finalmente, todos hemos sido acogidos.
Al formar una familia, dos seres humanos se unen por un deseo mutuo de
duración, fidelidad y confianza, lo que lo ayuda a hacer frente a los imprevistos. La
familia es la estructura natural para recibir al niño, y la sociedad debe dejar de
disuadir a las parejas de planear proyectos a futuro y de procrear o hacer sentir
culpables a quienes se deciden a tener niños.
La paternidad responsable dignifica al hombre, por ello es necesaria la
planificación de los nacimientos, la cual no se refiere a la anticoncepción radical,
abortos, esterilización y eutanasia de niños minusválidos.
- Existe una afirmación más; aquella de que el embrión es sólo una masa de
células, y que la vida propiamente humana inicia a partir de que se registra
actividad cerebral, y en el feto esto se da pasados muchos meses.
Esta aseveración es totalmente falsa y científicamente fácil de desechar.[49] La
biología moderna enseña que los progenitores están unidos a su descendencia
por un eslabón material que es el DNA. En cada célula reproductora, este
filamento de un metro de longitud aproximadamente, está cortado en piezas -23
en el ser humano. Cada segmento está cuidadosamente enrollado y
empaquetado, de tal manera que al microscopio aparece como un bastón, un
cromosoma.
Es exclusivo de los seres humanos poseer 23 pares de cromosomas en las
células. La genética enseña que desde el momento de la fecundación existe un
ser humano con todo el material genético que se va a desarrollar a lo largo del
tiempo. Una vez fecundado el óvulo estamos ante un nuevo ser humano, y eso, no
es cuestión de gusto u opinión, pues lo que hoy es considerado como humano, no
se puede sostener seriamente que ayer que estaba en el útero no lo era. Lo que
se extrae del útero cuando se realiza un aborto no es una cosa sino un ser
viviente, por más que se quiera disfrazar de otro modo. Si se cuida el embarazo y
no se destruye, veremos como nace una criatura, no como se extirpa un órgano
más de la madre, como afirman que es.
No existe un ser humano adulto que no haya pasado antes por ser embrión,
feto y bebé. Por eso se dice que si el vientre de la madre fuera transparente, el
aborto provocado se vería de otra manera.
No necesitamos conocimientos científicos para saber, por sentido común que
lo que se lleva en el seno materno es algo vivo, sin embargo algunos dudan de
que se trate de un ser humano, pero, si no fuera un ser humano, tampoco
sabríamos decir qué tipo de ser es; si no se tuviera la convicción de que es un ser
humano los pro-abortistas no buscarían con tanto afán que se interrumpa su
crecimiento. Cuando una mujer está embarazada se consulta a un ginecólogo
para que revise al futuro bebé, porque todo el mundo espera el nacimiento de un
ser humano y no de otra cosa, no se llama a un veterinario para ver si nace un
cachorrito de animal, ni se acude a un botánico por si da a luz una florecita.
- Respecto a la idea –desafortunadamente cada vez más generalizada- de que
el aborto debe permitirse porque la mujer tiene derecho a disponer de su cuerpo,
podemos confirmar que efectivamente la mujer tiene el derecho absoluto sobre su
cuerpo; que es ella y nadie más quien debe utilizar sus facultades espirituales –su
inteligencia y su voluntad- para decidir qué va a hacer o qué no va a hacer con su
cuerpo, ya que es el templo de su espíritu.
Sin embargo, tampoco podemos olvidar que el nuevo ser que lleva consigo,
NO es parte de su cuerpo, sino que es otro ser humano, que si bien depende de
ella para alimentarse y crecer, una vez que alcance el desarrollo suficiente será
independiente de la madre misma que le dio la vida; será una persona viva y
viable, que no porque ahora sea un feto en pleno desarrollo, esto signifique que no
será un individuo.
Tratándose del aborto no se está manipulando el propio cuerpo, sino que se
acaba con la vida de otra persona sobre la que no tiene derecho, menos aún de
eliminarla. Además, el derecho al propio cuerpo tiene sus límites, por ejemplo no
es permitido manejar en estado de ebriedad, venderse como esclavo, o
desvestirse en vía pública, y esto porque ser dueños del propio cuerpo no justifica
realizar cualquier acción con él.
En años recientes, ciencias como la genética, la inmunología y la fecundación
in vitro lo han demostrado cada una por su cuenta: madre e hijo son seres
distintos. De ella recibe alimento y espacio para vivir. En efecto, la posibilidad
misma de este tipo de fecundación, representa una prueba contundente de que el
embrión no constituye un apéndice de la madre.
A la mujer que ha consentido acabar a su propio hijo, una sociedad permisiva
quizá no encuentre gran dificultad en dejar pasar esa acción, lo peor es que ella
misma no se lo perdonará fácilmente. Y si efectivamente se sobrepone y hace
callar a su conciencia, lo hace a base de insensibilizarse, de destruir su sentido de
valores, de desfeminizarse, de deshumanizarse.
De hecho, en principio, ningún tipo de mujer normal persiste en apoyar la
muerte de los hijos, en todo caso buscaría otras alternativas no violentas o menos
brutales.

Norma Mc Corvey quien es la mujer cuyo caso -en el que intervino con el
seudónimo de Jane Roe- dio origen a la sentencia del Tribunal Supremo Roe
versus Wade en 1973, que liberalizó el aborto en E.U.A., comentó que en 1991
empezó a trabajar en una clínica abortista y conoció de cerca la realidad del
aborto. En 1995 anunció que había cambiado de mentalidad, y dijo: conozco muy
poca gente que pueda presenciar un aborto y después seguir estando a favor de
él.
No hay personas que piensen sinceramente que de esta forma ayudan a las
mujeres, algunas quieren tal vez convencerse de que trabajan por una buena
causa, pero para ellas es sólo un debate intelectual. Todo lo que quieren es hacer
progresar su causa, pues si sintieran verdaderamente algo por las mujeres,
intentarían ayudarlas de otra forma.
El caso también es paradójico, porque esta mujer, relacionada con la muerte
de millones de no nacidos, nunca ha abortado. McCorvey era una mujer soltera de
21 años, embarazada por tercera ocasión, pobre e inculta. Cuando la sentencia
fue favorable al aborto, ya había nacido su hija, así que la dio en adopción, al igual
que las dos niñas anteriores. Ahora está en contra del aborto en cualquier periodo
del embarazo.
Es ilógico luchar cada vez más contra la violencia intrafamiliar, y al mismo
tiempo defender el aborto, porque no cabe peor violencia que matar a un hijo en el
seno materno, y lo que resulta más cruel e inentendible: propiciado por su propia
madre.

- El pensamiento pro-abortista sostiene que el aborto es un asunto de la propia


conciencia, es una cuestión personal, íntima, en la que ni la legislación, ni la
religión, ni nadie, excepto la propia madre, debe intervenir.
La ideología provida por el contrario, se mantiene en la idea de que, aunque
todos debemos seguir la propia conciencia, el papel de ella no es crear la verdad;
y en lo particular respecto al aborto no es un asunto de la propia conciencia, una
cuestión personal, íntima, en la que nadie debe intervenir, porque afecta en
concreto a una persona, al no nacido, que es conducido a la muerte.
Quien aborta acaba con la vida, la libertad, la intimidad y la conciencia de otra
persona; cuando se defiende la vida humana del no nacido, no se está en contra
de la mujer, sino a su favor, ya que estadísticamente está demostrado que por
cada dos abortos, uno era del sexo femenino.
Protegiendo la vida desde la concepción se establece que ninguna mujer
podrá ser agredida, ni siquiera en el vientre de su madre. Si se realizan campañas
a favor de la conciencia ecológica, cuanto más debemos hacer por los seres
humanos.

Promoviendo el respeto al ser humano no nacido como condición para la paz


social. El amor empieza en el hogar y debemos recordar que el futuro de la
humanidad pasa a través de la familia. Las parejas tienen que planificar su familia
y para eso hay planificación familiar natural. La forma de planificar la familia es
planificación familiar natural, no contracepción. Al destruir el poder de dar vida, por
medio de la contracepción, un marido o una esposa se están haciendo algo a sí
mismos. Esto enfoca la atención hacia uno mismo y así destruye el regalo del
amor en él o ella. Amando, el marido y la esposa deben enfocar la atención hacia
el otro, como sucede en la planificación familiar natural, y no a sí mismo, como
pasa con la contracepción. Una vez que el amor viviente es destruido por la
contracepción, el aborto sigue muy fácilmente. Hay grandes problemas en el
mundo, muchas parejas no se aman mutuamente lo suficiente para practicar la
planificación familiar natural. No podemos resolver todos los problemas en el
mundo, pero no caigamos en el peor problema de todos, que es destruir el amor.
Y esto es lo que pasa cuando le decimos a la gente que practique la contracepción
y el aborto. Los pobres son una gran gente. Pueden enseñarnos tantas cosas
bellas. Una vez uno de ellos vino a darnos las gracias por enseñarle planificación
familiar natural y dijo: Ustedes, la gente que ha practicado la castidad, ustedes son
la mejor gente para enseñarnos planificación familiar natural porque no es nada
más que auto-control que brota del amor por cada uno. Y lo que esta persona
pobre dijo es muy cierto. Estas personas pobres quizás no tengan nada para
comer, tal vez no tengan una casa donde vivir, pero aún así ellos pueden ser
grandes personas cuando son espiritualmente ricos. El aborto, que con frecuencia
le sigue a la contracepción, ocasiona a la gente ser espiritualmente pobre, y esa
es la peor pobreza y la más difícil de vencer.[50]

- En la actualidad la situación económica es un factor importante para que las


mujeres se decidan a abortar. Se ha llegado a afirmar que sólo las mujeres con
recursos económicos que deciden abortar se hacen abortos ilegales en las
mejores condiciones, mientras que las demás fallecen o quedan afectadas debido
al aborto clandestino mal realizado. El sustento de esta afirmación lo encuentran
en el sofisma de que si la madre arriesga la vida por matar a su hijo, démosle
permiso para que pueda destruirlo sin arriesgarse.
El aborto siempre es peligroso en sí mismo, realizado clandestinamente o bajo
manos expertas y con las mejores condiciones de higiene. No existen los abortos
―buenos‖. Algunas consecuencias son: hemorragia, perforación uterina, infección
genital, esterilidad permanente, embarazo ectópico, apertura permanente del
cuello uterino, perforación de intestino. Además están las perturbaciones
psíquicas, más graves y profundas que las anteriores, así como el sentimiento de
culpa. El aborto marca para siempre.
Diversas organizaciones internacionales de planificación familiar, como el
instituto Alan Guttmacher -entidad financiada en gran parte por la International
Planned Parenthood Federation (IPPF)-, han difundido datos sobre mujeres
fallecidas a causa de los abortos clandestinos en Latinoamérica.
Según sus cifras, estos fallecimientos eran cada año 300, en México. Sin
embargo, el anuario estadístico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha
desmentido esas cifras. Así por ejemplo, en 1989 fallecieron en nuestro país
172,423 mujeres, de las cuales 21,177 se encontraban en edad fértil, y de esas
muertes, la OMS sólo registra 149 en México debidos al aborto, incluidos los
espontáneos.

Los datos del INEGI, indican que en 1994 se registraron un total de 181,136
defunciones femeninas. Las 5 principales causas fueron: enfermedades del
corazón 16.7%, tumores malignos 13.4%, diabetes mellitus 9.4%, enfermedad
cerebrovascular 6.7%, neumonía e influenza 4.9%, sin especificar la edad.
En cuanto a la mortalidad materna, por cada 10, nacidos vivos fallecieron 4.9
mujeres en 1994. Las principales causas son: Toxemia del embarazo 27.4%,
hemorragia del embarazo 24.1%, complicación del puerperio 10.4%, aborto 6.7%.
Niños nacidos vivos en 1994: 2,903,825.
Por tanto, por razón de maternidad fallecieron en ese año 1,421 mujeres y de
ellas 212 se atribuyeron al aborto.
Ahora bien, no resulta novedoso manipular las cifras para conseguir implantar
el aborto, así lo consiguió Bernard Nathanson, el llamado ―Rey del aborto‖ para
todo Estados Unidos en 1973. Como él mismo lo declaró una vez cambiada su
opinión. En 1968 organizó la ―Asociación Nacional para la Revocación de las
Leyes del Aborto‖, y afirmaba que de 10 a 15 mil mujeres morían cada año debido
a los abortos clandestinos, cuando de hecho él sabía que eran entre 200 y 300 los
casos .
En todo caso, cualquiera que sea la cifra real de mujeres fallecidas por abortos
clandestinos, lo único que significaría es que, tanto la sociedad como el gobierno,
no hemos sabido ofrecer alternativas para las mujeres que han concebido un hijo
no deseado.
En México se tiene la experiencia de que los abortos son evitables si se logra
explicar a las mujeres que el aborto es el homicidio de su hijo.
Y es que el no nacido es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de
aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los
gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección
y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno[51].

Los defensores de la teoría Maltusiana respecto a la sobrepoblación y el futuro


negro del país como consecuencia, dicen que el aborto es una buena medida de
control natal, que no es necesario traer más gente al mundo. Empero, la
superpoblación no es un problema en México, en cambio sí lo es el nacimiento de
niños que nacen fuera de matrimonio -alrededor del 50%- sin formar una familia,
como nos lo han indicado los censos.
Para asegurar el recambio generacional en el mundo se necesitan 2.1
nacimientos por pareja. Actualmente existen países en los que su índice de
crecimiento es menor, por lo cual empieza a desaparecer su población después de
años de estar controlando la natalidad. Es que, como dice la máxima: Dios
perdona siempre, los hombres algunas veces, pero la naturaleza, nunca.
Algo indicará que en Europa y en Canadá se estén apoyando económicamente a
las familias numerosas.
―El aborto debe ser una opción cuando se carece de capacidad para la
manutención económica del no nacido‖. Han dicho los que pretenden legalizarlo.
Si se autoriza legalmente atentar contra la vida del más indefenso e inocente de
los individuos, ¿cuál es, entonces, el sentido de la ley? De ninguna manera puede
ser una solución aceptable acabar con seres humanos. Como tampoco puede
considerarse un delito ser pobre.
En resumen, indudablemente una de las principales causas del aborto en
México es la pérdida de los valores espirituales, el Materialismo. Para comprender
esto, hay que empezar por aclarar un extremo: hay que saber hacia qué sociedad
queremos ir, qué sociedad queremos fomentar; una sociedad que restaure el
privilegio de los amos e incluso su prerrogativa de disponer de la vida de los
demás, reposaría sobre unas bases muy diferentes de las que inspiran las
sociedades democráticas, en ella se admitiría que todos los seres humanos no
son igualmente respetables.
―Un niño concebido en el seno de la madre no es nunca un agresor injusto, es un
ser indefenso, que espera ser acogido y ayudado‖.
S.S.Juan Pablo II: Cruzando el Umbral de la Esperanza.

CAPÍTULO IV
LEGISLACIÓN SOBRE EL DELITO DE ABORTO
IV.1 DIFERENCIA ENTRE DESPENALIZAR Y LEGALIZAR EL ABORTO.
Despenalizar el aborto es sacarlo fuera del ámbito del Código Penal, y
legalizarlo es autorizarlo. Entre estos dos términos cabe una distinción muy
precaria. Al despenalizar el aborto, éste escaparía a una sanción penal, pero no
significaría necesariamente que esté permitido, un ejemplo claro de esto, es el
caso análogo del robo de famélico.
Pero como en un Estado democrático ―todo lo que no está prohibido, está
permitido‖, despenalizar el aborto equivaldría a declararlo no punible, lo que para
efectos prácticos sería autorizarlo o legalizarlo, y con ello pasaría a ser un derecho
más entre las libertades individuales. Despenalizar el aborto es aceptarlo,
legalizarlo, ponerlo bajo la autoridad de la Ley, es privar al niño no nacido de la
protección legal de su propia vida. Así las cosas, el objetivo es la legalización
(facilitar el aborto), y la despenalización (la promulgación de una Ley que lo
autorice), no es más que el medio empleado para lograrlo.
En resumen: ―puesto que en una democracia el prohibir sin prever un castigo
no tiene sentido, una despenalización contribuiría inevitablemente a crear una
mentalidad favorable al aborto, que multiplicaría el número de abortos legales y
clandestinos.
V.2 CONSECUENCIAS DE LEGALIZAR ESTE DELITO.

El aborto, en tanto la privación de la vida de una persona, es un crimen. Sin


embargo, hay circunstancias en que no se considera al aborto como delito.
Cuando el embarazo es resultado de una violación; cuando el aborto es provocado
accidentalmente (o de manera "imprudencial"); si a juicio del médico el embarazo
pone en riesgo la vida de la mujer; en caso de que el feto tenga malformaciones
genéticas (esto es, por "razones eugenésicas"); si de continuar con el embarazo
se provocase un grave daño a la salud de la mujer; cuando el embarazo es
producto de una inseminación artificial no deseada, y
si la mujer tiene razones económicas para interrumpir el embarazo, entre otras.
Los defensores del aborto consideran que, ya que es un hecho que se
practican abortos clandestinos, sería mejor convertirlos en un acto médico para
que éstos se realicen en buenas condiciones, y legalizarlos con el fin de disminuir
su número; sin embargo, estas afirmaciones no son correctas, un acto médico no
es el uso de instrumentos, medicinas o instalaciones hospitalarias, ni es el empleo
de conocimientos o técnicas, ni siquiera es necesario que el que lo ejecuta, posea
un diploma universitario.
El acto médico tiene la finalidad de salvar la vida o mejorar la salud. Por lo tanto,
el aborto que realice un médico, por más que utilice las técnicas más perfectas, no
basta para que sea calificado como un acto médico.

La solución no estriba en legalizarlo, ya que con esto no se logra disminuir su


número; las cifras del aborto no son tan grandes como las estadísticas afirman.
Están maquilladas para crear en la gente un estado de miedo y de expectación tal,
que lleguen a considerar al aborto como la única solución al problema de la
economía y a los problemas intrafamiliares.
Médicos que han practicado cientos e incluso miles de abortos, como es el
caso de Bernard Nathanson por ejemplo, han confesado que el número de abortos
clandestinos se ha llegado a multiplicar por 10; asimismo, se ha demostrado con
estadísticas reales, que en otros países, las cifras del aborto han bajado
significativamente después de la legalización del mismo.
El derecho positivo es la objetivación de la norma moral, inscrita en el corazón
de todos los seres humanos y la prohibición de ―no matar‖ es un grito de toda
conciencia recta, sobretodo cuando se comprende basado en la ciencia médica
que el aborto no es decisión de una persona frente a sí misma, sino una decisión
de una persona humana - la madre- frente a otra persona humana - el hijo. Los
defensores de esta actividad se han inclinado por penalizar solamente el aborto en
caso de que se realice en contra de la voluntad de la madre, es abrirle la puerta a
la eutanasia y a cualquier tipo de suicidio asistido.
No solamente los niños deseados o sanos tienen derecho a vivir. Es una total
discriminación el defender la ejecución de un niño inocente e indefenso, solamente
porque no es deseado por sus padres, la madre o la sociedad, o porque es, o
puede llegar a ser discapacitado.
Las autoridades judiciales deberían ser las primeras en pensar seriamente
acerca del perjuicio que les causaría la aprobación de una ley que permitiera la
práctica del aborto, aunque sea en casos de excepción. La legalización y
medicalización del aborto provocarían un cambio radical en la concepción que el
público tiene de la magistratura y de la persona del juez; la experiencia muestra
que en los países en que el aborto ha sido autorizado, los jueces carecen
prácticamente de la posibilidad de hacer respetar la Ley.

Es algo grave que la mayoría de las legislaciones que autorizan el aborto


transfieran al médico la competencia del juez. Esto es tanto como arrebatarle al
juzgador su función primordial: hacer respetar la vida humana, con anterioridad a
la de hacer respetar los bienes. Así las cosas, los jueces estarán ahora más
capacitados para hacer respetar el derecho a la propiedad, que para hacer
respetar la vida de ciertas categorías de seres humanos. Si se les retira la
competencia para hacer respetar la vida del niño por nacer, estarán igualmente
incapacitados a la hora de hacer respetar la de los ancianos, de los incurables y
de todos los que sean considerados ―estorbos‖ para la sociedad.
Con mucha frecuencia se escucha el argumento de que ―la Ley refleja las
costumbres, y como el aborto ha entrado en las costumbres, éste debe ser
legalizado‖, pero lo cierto es que son las costumbres las que siguen a la Ley, y al
modificarla, se modifica todo el modelo de comportamiento humano. Se ha
observado que en países como Francia, por ejemplo, muchas mujeres que se
sometieron a un aborto hubieran encontrado otra solución de no haber existido la
ley de autorización del aborto.
El hecho de que la Ley no se aplique en un país, no significa que en él no se
viva un Estado de Derecho, así como tampoco basta con afirmar que una ley que
permita la tiranía, o legalice el despotismo, sea justa solamente por haber seguido
un proceso formal para su aprobación. El verdadero Estado de Derecho se da
únicamente cuando la Ley está al servicio de la justicia para todos y no para el
grupo más fuerte o numeroso. Solamente cuando la Ley protege la vida y libertad
de todos, especialmente de los más débiles, puede un individuo esperar que la
suya sea protegida.
Lo que los partidarios de la legalización del aborto suelen adoptar como punto
de vista es la llamada ―ética de las consecuencias‖, se trata de saber si haciendo
legal el aborto las consecuencias serán mejores o peores que las que se obtienen
con el aborto ilegal. Aducen entonces las beneficiosas consecuencias en el orden
de la higiene, de evitar la clandestinidad, de decidir libremente sobre el propio
cuerpo, etcétera.
Quienes se oponen, en cambio, a la legalización del aborto, adoptan
comúnmente la perspectiva que puede denominarse ―ética de los principios‖.
Tomando como punto de partida el principio del respeto a la vida humana,
entonces la pregunta sería si el fruto inmediato de la concepción es un ser
humano.

Ante la respuesta a esta pregunta, el análisis de las consecuencias resulta


secundario, pues adoptado el principio del respeto a la vida humana, nadie
analizaría la cuestión de si prescindir en este momento de la mitad de la
humanidad, o de los ancianos, o de los débiles mentales, acarrearía buenas o
malas consecuencias sobre el resto de los que quedarían con vida.[52]
Quienes defienden la vida no cesan de afirmar que hablando de la defensa de
la vida, no es necesario ni homologar, ni despenalizar, ni legalizar el aborto, que
se debe modernizar toda la legislación de la materia, porque se ha demostrado
científicamente que desde el instante de la concepción en el vientre materno,
existe ya un nuevo ser humano. Ya no podemos basarnos en interpretaciones
filosóficas y teológicas, debemos elevar a rango constitucional el derecho a la vida
desde el instante mismo de la concepción.

El objetivo de las leyes que prohíben en mayor o menor grado el aborto no es


molestar a la mujer ni ignorar o cuestionar sus derechos, sino poner de relieve la
vida del niño concebido, ya que sostienen que nadie puede disponer de la vida de
un inocente y ponen en práctica el principio general que caracteriza a toda
sociedad democrática, que es la igualdad de derechos de todos los seres
humanos en cuanto a la vida.
La legalización del aborto no contribuye a la liberación de las mujeres, porque
junto con los niños por nacer, las grandes víctimas del aborto son ellas mismas,
heridas en su cuerpo y en su alma; los grandes beneficiarios de los abortos son
los hombres y los que sacan un provecho financiero o de otro tipo de esas
operaciones.

Defender el aborto tolerado o totalmente libre es poner de relieve la tendencia del


hombre a discriminar a la mujer y denigrarla convirtiéndola en un objeto que
buscan explotar para su diversión. Pero paradójicamente, las mujeres se han
asociado a esta pretensión, mientras que los hombres ponen de relieve los
derechos de la mujer, aspirando a mantener sobre ella su despreocupado dominio
en las relaciones sexuales.

La legalización del aborto significa más bien, una regresión grave en el largo y
paciente esfuerzo de las mujeres para que se reconozca su dignidad, y una
oportunidad para que los hombres puedan disponer a su antojo, en cualquier
momento, de cualquier mujer, descargándose desde el principio de toda
responsabilidad respecto del niño que pudieron haber engendrado. Mientras no se
fomenten medidas que mejoren la situación de la mujer en la sociedad, éstas se
convierten en meros objetos de explotación, provocándoles un conflicto.
El Bien Jurídico que busca proteger la legislación es el Derecho a la Vida, como
una Libertad inherente del ser humano, que es único e irrepetible en su
individualidad, distinto a los dos seres que lo originan y a la madre que lo forma en
la primera etapa de su desarrollo. El ser humano tiene el derecho de existir, en su
carácter de persona.
IV.3 DERECHO COMPARADO EN LA MATERIA.

El aborto ha sido considerado como delito en casi todo el mundo desde hace
cientos de años. Sin embargo, desde hace aproximadamente ochenta y dos años
a la fecha, se han ido reformando todas estas normas, en el sentido de lograr la
despenalización del aborto.

Esta tendencia comenzó con la Europa Soviética en 1920, y continuó dándose


después en occidente; así sucedió en Islandia en 1935, Dinamarca en 1939,
Suecia en 1939, Alemania Oriental en 1950, Finlandia en 1950, Hungría en 1950,
Checoslovaquia en 1954, Suiza en 1954, Polonia en 1956, Rumania en 1957,
Noruega en 1960, el Abortion Act del Reino Unido de 1967, Bulgaria en 1968,
Alemania Occidental en 1974, Francia en 1975, Italia en 1978, Países Bajos en
1981, Portugal en 1984, España en 1985, Grecia en 1986 y Bélgica en 1990.[53]
Este cambio en las legislaciones se inicia hablando de la despenalización para los
casos límite, como por ejemplo en caso de violación, o que corra peligro la vida de
la madre; posteriormente como una solución al problema social que supone la
práctica de abortos clandestinos, luego se ha llegado a su completa
despenalización en nombre de la emancipación de la mujer.

IV.3.A ANTECEDENTES -EL DERECHO ROMANO.

El Derecho en Roma ya consideraba al no nacido como ser humano y por ende


titular de derechos, como si hubiese nacido, cuando sea en su beneficio. Este
principio es una de las bases universales constitutivas de los derechos humanos,
el derecho a la vida.[54]
No obstante, existen al mismo tiempo algunas referencias del derecho al
aborto desde la época del imperio romano en el sentido de que el hijo, antes del
parto, es una porción de la mujer o de sus vísceras, no queriendo con esto
justificar el aborto, sino defender que es imposible, antes de que nazca la criatura,
ejercer plenamente los derechos que la patria potestad otorgaba al padre, entre
los cuales se contaba el tener al hijo en su compañía.
Así lo expresa un caso del Digesto, que entendido correctamente, es un
argumento más a favor de la vida, pues no se autoriza al padre a llevar consigo al
hijo antes del parto. En el mismo texto del Digesto, se recogen varios fragmentos
del Edicto del pretor, regulando las facultades de los tutores del vientre.[55]
IV.3.B AMÉRICA.
En Estados Unidos a partir de la decisión Roe contra Wade del 22 de enero de
1973, respecto a la licitud del aborto, atendiendo al periodo de gestación, se
declaró lo siguiente:
a) Primer trimestre .- La decisión del aborto queda absolutamente en manos
de la mujer que consulta con el médico;
b) Segundo trimestre.- Sólo pueden existir restricciones relativas a garantizar
la seguridad del procedimiento para la mujer, por ejemplo: personal,
instrumental, método, instalaciones adecuadas, etc.;
c) Tercer trimestre.- El aborto queda prohibido, excepto para salvar la vida o
salud de la madre. Pero el Tribunal Supremo en una decisión posterior
(Dolton), definió el término ―salud‖ de manera tan amplia, admitiendo
factores psicológicos, familiares, sociales, económicos, etc., que una mujer
queda ―justificada‖ para abortar bajo cualquier motivo.[56]
El caso de Estados Unidos es uno de los principales en América en materia de
aborto, éste fue un tema de división en las pasadas elecciones norteamericanas.
La discusión sobre el aborto sigue causando polémica en aquel país. Se consideró
que el próximo presidente tendría la oportunidad de nombrar varios miembros de
la Corte Suprema, dado que algunos ya son de edad avanzada. Así que tanto los
grupos pro-vida como los defensores del aborto consideraron que los comicios de
noviembre serían una cita crucial en su lucha.
No obstante, la postura de la sociedad estadounidense sobre del aborto
probablemente no será transformada, al menos en poco tiempo. Siendo candidato,
Bush había prometido al menos firmar la ley para vetar el aborto por decapitación,
o por nacimiento parcial. Gore, en cambio, era favorable al aborto en todos los
casos. Antes del voto, el Congreso había aprobado una ley federal que en la
práctica anula todas las iniciativas de los Estados a favor de la eutanasia, pues
impide que los médicos puedan prescribir fármacos con el fin de ayudar a los
pacientes a quitarse la vida.
Estas normas acabarían entrando en vigor de cualquier manera, pues los dos
candidatos presidenciales habían dicho que estaban a favor. Los
católicos manifestaron su postura sobre el aborto ante los políticos. Durante el
primer debate entre George Bush y Al Gore, el candidato republicano hizo eco de
las palabras de Juan Pablo II al declarar que como presidente trataría de reducir el
aborto y promover "una cultura de la vida". Si bien no todos los espectadores se
dieron cuenta del origen de la frase, ciertamente para los católicos las palabras
sonaron familiares.
Los dos candidatos estaban luchando para ganar el apoyo de los católicos.
Aunque tradicionalmente el católico solía votar por el partido demócrata, ya en los
ochenta muchos cambiaron a favor de los republicanos. Sin embargo, no pocos
católicos se sienten atraídos por los demócratas, porque perciben el partido como
más cercano a ellos en los temas de justicia social y economía. Por otra parte la
posición radical a favor del aborto en toda circunstancia del partido demócrata es
un factor que beneficia a los republicanos.
Durante su campaña Bush estuvo intentando promover su posición pro-vida,
pero en términos suaves, para no perder los votos del centro. Mientras que Gore
confirmó su posición en favor del aborto, la píldora abortiva RU-486 y el principio
de que la mujer debe ser totalmente libre de decidir si quiere abortar o no.
Además, Gore defendía el aborto por decapitación que se practica en la última
fase del embarazo.
De hecho la posición radicalmente pro- aborto de Gore fue comentada en un
artículo del "National Catholic Register" que analizaba si los católicos podían en
conciencia votar por él. El periódico observó que incluso el candidato demócrata
declaró que debe ser legal ejecutar a una mujer que esté embarazada.

Richard Doerflinger, un portavoz de la oficina pro-vida de los obispos


norteamericanos, explicó que los prelados no apoyarían a ningún candidato
político, ni tampoco harían juicios públicos que relacionaran un tema particular con
una recomendación de votar a favor o en contra de un candidato. No obstante,
algunos obispos, como Monseñor William Murphy, vicario general de la diócesis
de Boston, y el arzobispo Elden Curtis, de Omaha, criticaron abiertamente la
posición pro- aborto del partido demócrata.
Dos importantes organizaciones a favor del aborto invirtieron fondos en la
campaña para ayudar a Gore. Según informó el "Pro-Life Infonet", NARAL
(National Abortion and Reproductive Rights League) gastó cinco millones de
dólares en quince estados para la elección presidencial. También intentaron influir
en la elección de los candidatos al Congreso y Senado. El grupo tenía una lista de
los enemigos pro-vida, para que fueran objeto de un especial esfuerzo contra
ellos. NARAL entró en contacto con más de dos millones de electores con folletos
y llamadas telefónicas para movilizarles a votar a favor de candidatos que
defienden el aborto.
Otra organización que entró en la lucha es Planned Parenthood, dueño de la
cadena más grande de clínicas de aborto del país. Según comunicó Reuters,
Planned Parenthood gastó diez millones de dólares en la campaña electoral contra
Bush. De esa suma siete millones se destinaron a anuncios en la televisión y el
resto a movilizar a las personas pro- aborto a votar en las elecciones.
La situación en las legislaturas locales y en el Congreso mientras tanto era
difícil; los políticos pro-vida siguieron promoviendo leyes para defender la vida. En
el Congreso, según informó el "Pro-Life Infonet", se votó a favor de una propuesta
de ley para proteger la vida del niño que naciera después de un intento fallido de
aborto. De esta manera el bebé sería tratado bajo la ley como una persona y no
sería lícito matarlo.
El Congreso aprobó la iniciativa por 380 votos a 15. Los defensores de la
propuesta explicaron que era necesario debido a algunas decisiones recientes de
la Corte Suprema en las que los jueces indicaron que el interés del gobierno en
proteger al niño no nacido se relaciona con el punto en que el bebé puede
sobrevivir independientemente de la madre. Uno de los promotores de la ley, el
republicano Charles Canady, comentó que era crucial afirmar el principio de que
un niño nacido vivo debe recibir la plena protección de la ley.
Como informó el "Washington Times", durante la consideración de los méritos
de la propuesta una enfermera, Jill L. Stanek, dio testimonio al Congreso de casos
de niños que nacen vivos como resultado del aborto y simplemente son aislados
en un lugar hasta que mueren.
Algunos grupos pro- aborto, como NARAL, argumentaron que no hacía falta
aprobar la ley porque la ley ya protege la vida de los niños en esas situaciones.
Además NARAL y otras organizaciones afirmaban que la legislación fue otro
intento de debilitar la decisión de Roe V. Wade, que legalizó el aborto en Estados
Unidos. Aunque el Congreso dio su pleno apoyo a la iniciativa, el Senado todavía
tiene que considerar la propuesta.
Mientras tanto al nivel de los estados el "Washington Post" informó que los
grupos pro-vida promovieron leyes para restringir el uso de la píldora abortiva RU-
486. Los directores de más de veinte organizaciones pro-vida comentaron que
están estudiando si el uso de la RU-486 entra en el ámbito de las leyes que piden
para el aborto el consentimiento de los padres en el caso de los menores de edad,
y un período de espera obligatorio antes de proceder a abortar.
El periódico observó que el año pasado se promovieron en las legislaturas
estatales 439 propuestas de ley para restringir de alguna manera el aborto. Esas
iniciativas terminaron en 70 leyes aprobadas en 34 estados. Actualmente en 31
estados hay medidas que requieren la notificación o el consentimiento de los
padres cuando un menor de edad quiere abortar. Asimismo en 43 estados la ley
prohíbe a los que no son médicos llevar a cabo abortos.
Gran parte del esfuerzo contra el empleo de la RU-486 se enfocó en la región
central de Estados Unidos, que en el pasado fue el lugar más preocupado por
regular el aborto.
Finalmente se aprobó el uso de la píldora abortiva RU-486, como una manera
de aletargar las conciencias[57]. Después de doce años de discusiones sobre la
conveniencia de su uso, la Agencia de revisión de Fármacos y Alimentos de
Estados Unidos aprobó la utilización de la mencionada píldora abortiva en ese
país.
La píldora, que fuera desarrollada hace veinte años por la compañía francesa
Roussel UCLAF, produce la interrupción casi inmediata del embarazo, y ya es
usada por millones de mujeres en trece países. Por el momento, no se ha
precisado en qué condiciones podrá recetarse la píldora, aunque cabe la
posibilidad de que los médicos que la prescriban deban estar registrados en la
lista de facultativos habilitados para practicar abortos.
La importación de la píldora RU-486, conocida también como mifepristona,
estuvo prohibida hasta que la administración Clinton la autorizó en 1993. Hasta
entonces los gobiernos de los republicanos Bush y Reagan se habían opuesto a
su distribución. En 1996, la misma compañía distribuidora de la píldora renunció a
su introducción en los Estados Unidos a causa de los efectos secundarios que
tiene que hubieran podido provocar denuncias legales.
La posición de la Conferencia Episcopal, según una declaración de prensa de
Gail Quinn, directora ejecutiva del Secretariado para las Actividades a favor de la
Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, es que muchos
han promovido de manera tergiversada la mifepristona como si fuera una
panacea.

En realidad, el aborto químico es un sistema que prevé entre tres y quince días
de visitas a un establecimiento y una combinación de drogas con la posibilidad de
complicaciones que ponen en peligro la vida. Lo peor de todo es que la aprobación
del aborto químico aletargará nuestra conciencia ante la violencia del aborto y ante
la eliminación una vida humana inocente. La Iglesia y la comunidad que está a
favor de la vida continuarán anunciando la verdad sobre este fármaco de muerte, y
continuará asistiendo a las mujeres que se encuentran en crisis o que sufren
después de un aborto.
No obstante, hay países excepcionales como Perú, cuya legislación en torno al
tema del aborto es de franco rechazo y por tanto está en favor de la defensa de la
vida desde el momento de su concepción hasta su fin natural. Así lo señala
claramente la Constitución Política del Perú así como su Código Civil y Código
Penal.

IV.3.C EUROPA.

El país europeo que más polémica ha causado en materia de aborto es sin


duda Francia. Las niñas francesas pueden abortar sin el consentimiento de sus
padres, gracias a un proyecto de ley aprobado hace poco por el Gobierno francés,
un signo de que la democracia está en peligro. Al mismo tiempo, el ejecutivo
formado por una coalición de fuerzas de izquierdas (socialistas, ecologistas y
comunistas) amplía el plazo legal para el aborto: de diez a doce semanas de
embarazo.
El obispo Olivier de Berranger, presidente de la Comisión social de la
Conferencia Episcopal Francesa, denuncia la ―miopía‖ de los gobiernos, que en
materia de cuestiones tan importantes como la familia adoptan medidas
electorales que buscan agradar, pero que dejan a un lado los problemas
verdaderamente graves.
El proyecto de ampliación de la ley sobre interrupción voluntaria del embarazo
en Francia, supone una reforma de la conocida como ―Ley Weil‖ de 1975, que
legalizó el aborto en el país galo. Según el texto del ejecutivo, las menores
embarazadas podrán acudir a abortar a los servicios médicos - en la actualidad
son unas 5. cada año- acompañadas de un adulto que ellas mismas hayan
escogido entre sus parientes o entre los miembros de asociaciones.

Pero Francia es una sociedad sin debate. En el último año se han adoptado en
este país leyes que atentan contra la familia, como el Pacto de Convivencia Civil
para las Parejas de Hecho (PACS). Los franceses están contentos, sin embargo
ya no hay puntos de referencia objetivos. La única norma es lo que se quiere que
piense la gente.
El Comité Ético ha lanzado un globo sonda para ver qué es lo que pasa con la
eutanasia; se busca llegar a una ley similar a la que ha sido adoptada en Holanda.
Y esto sucede también con la introducción de la píldora abortiva del día después,
la ampliación del plazo legal para abortar o el "despojo de la responsabilidad" de
los padres.
Por otra parte, en España se aprobó que la mujer pueda decidir el aborto si el
embarazo le supone un conflicto personal, familiar o social de gravedad, es decir,
riesgo para su vida o su salud - física o psíquica- semejante estas tres situaciones,
malformaciones en el feto, o violación. Para abortar será preciso recibir un
asesoramiento previo, que informe sobre otras salidas como la adopción.
Además, en este caso el aborto habría que hacerse dentro de las doce
primeras semanas de gestación. Los datos muestran que, en la práctica, el aborto
es ya libre en España invocando el supuesto de peligro para la salud psíquica de
la madre, que los médicos abortistas certifican fácilmente. Las estadísticas revelan
que este motivo es el que se invoca en el 97% de los abortos.[58]
Otro país europeo, Suecia, redujo en el año 1864 la pena máxima prevista
para el aborto procurado, para quedar establecida en seis años de trabajos
forzados. El 1 de enero de 1939, se legaliza el aborto ―terapéutico‖. Desde 1975
está a completa discreción de la mujer hasta la duodécima semana de gestación,
y de ahí a la decimoctava, debe consultar a un asistente social. En períodos
posteriores, la decisión corresponde a la Dirección General de Salud Pública y
Previsión Social. Y las estadísticas mostraron que el número de abortos legales
aumentó de 0.4; 1 mujeres durante el período 1939-43, a 3.7 diez años después.
Los datos de la ONU hasta 1994 atribuyen a Suecia 20.4 abortos inducidos
por mujeres en edad fértil.[59]
IV.3.D ASIA.
En el continente asiático, el país más representativo es Japón, en donde el artículo
14 de la Ley de Protección Eugenésica permite el aborto si la continuación del
embarazo puede significar riesgo para la salud de la gestante, o si el parto puede
significar riesgo físico o económico, lo que ha significado dejar totalmente el aborto
a solicitud de la embarazada, por más que en 1972 se quiso restringir un poco
cambiando las razones económicas por riesgos de salud física o mental. Pero
hasta la actualidad nada se ha hecho por restringirlo en la práctica.
La República Popular de China es sui generis, su Ministerio de Salud legalizó
el aborto a solicitud de la mujer embarazada en 1957, con la indicación de que
debía concederse el aborto a toda solicitud, sin restricciones relativas a la edad de
la gestante, a su número de hijos y sin exigencia de procedimientos especiales de
aprobación; pero limitado al primer trimestre y sin poder repetirse en la misma
mujer más de un aborto al año. Para 1972 se aclaró que el aborto estaba
disponible sin restricciones durante las doce primeras semanas de embarazo, por
enfermeras y en las comunas rurales hasta por parteras adiestradas. En 1983 se
elevó a nivel constitucional la prohibición de tener más de dos hijos, bajo severas
penas, lo que ha hecho mayor aún la práctica del aborto.
En Taiwán el aborto está categóricamente prohibido, sin excepción, pero
aparentemente se puede obtener sin mucha dificultad con algunos médicos de la
isla. En este país, la política del ―hijo único‖ fue obligatoria desde 1979. Las
autoridades centrales se encargan de formular las directrices ideológicas, y los
gobiernos locales concretan las sanciones e incentivos en función de la situación
local. Sobre el número máximo de hijos, en casi todas las regiones residentes en
ciudades, sólo pueden tener uno o dos, si el primero es inválido; a los campesinos
se permite tener dos hijos si el primero es niña. El tercer hijo está vedado en casi
todas las normativas. Si una mujer queda embarazada y es soltera, está obligada
a abortar.[60]
IV.3.E ÁFRICA.

En la mayoría de los países del Norte de África el aborto está prohibido, o


restringido a las indicaciones médicas. Solamente en Túnez está legalizado el
aborto a solicitud, pero para mujeres que cuenten con más de cinco hijos vivos,
disposición que data de 1965. Pero en septiembre de 1973, Túnez aprobó el
aborto a solicitud para todas las mujeres, durante el primer trimestre de embarazo,
siempre que fuese realizado por un médico en un hospital o clínica. Pasado el
tercer mes, el aborto queda limitado a las multicitadas razones médicas,
psiquiátricas y eugenésicas.
En África del Sur del Sahara hasta hace poco continuaban vigentes las leyes
restrictivas de sus periodos coloniales, con excepción de Zambia que en 1972
adoptó el Acta Británica Sobre el Aborto de 1967 y de la República de Sudáfrica
que legalizó el aborto por indicaciones médicas, eugenésicas y jurídicas.

IV.3.F OCEANÍA.

En Australia la legislación del aborto depende de cada uno de los estados.


Uno de ellos, Australia Meridional, legalizó el aborto en 1969 adoptando el Acta
Británica sobre el Aborto de 1967, pero excluyendo la cláusula que lo autoriza
tomando en consideración la salud de los hijos existentes y prescribiendo la
realización del aborto en un hospital.

Nueva Gales del Sur aprobó el aborto en 1971 por razones socio- médicas,
con la indicación de la corte para que un médico que estuviera tomando una
decisión acerca de la terminación de un embarazo, debería tener en cuenta no
solamente factores de salud física y mental, sino también indicaciones económicas
y sociales.

IV.4 LA LICITUD DEL ABORTO EN LAS DIVERSAS LEGISLACIONES.

Los códigos penales en el mundo fueron, en su inmensa mayoría, redactados


antes de que la ciencia médica demostrara que, desde el instante en que un óvulo
es fecundado por un espermatozoide, estamos ante una nueva vida humana
completa.[61] No obstante, las diversas legislaciones en la materia, han sufrido
una serie de cambios por los cuales se ha ido considerando el aborto como una
práctica más o menos lícita según el país de que se trate. A continuación se
describe la ratio legis de las legislaciones mencionadas, a efecto de descubrir el
espíritu de sus diferencias.
IV.4.A LEYES QUE AUTORIZAN EL ABORTO A PETICIÓN DE LA MUJER.

El aborto es ilegal en países como Brasil donde, sólo bajo determinadas


circunstancias la realización de un aborto constituye un acto legal en ese país. El
aborto ser permite solo si se realiza para salvar la vida de la mujer embarazada o
para terminar el embarazo que resulte de una violación.

En ésta circunstancia, se requiere el consentimiento de la mujer embarazada


para realizar el procedimiento. Aunque los casos mencionados anteriormente son
permitidos por el Código Penal desde 1940, éstos fueron prohibidos por la Red
Pública de los Hospitales, pero después de una sesión masiva de la Comisión de
Constitución y Justicia de la Cámara de Diputados, del 20 de agosto de 1997, en
la cual fue aprobado por 24 votos contra 23, el proyecto que manda a los
hospitales de la red pública que realicen los abortos en los casos permitidos por el
Código Penal, que son por violación y en caso de riesgo de vida para la madre.

La aprobación generó diversas reacciones, y grupos de católicos y


evangelistas protestaron y los consideraron asesinos; y este tema fue el tópico
principal de los periódicos, revistas y televisión por varios días, así como si el
proyecto fue acerca de la legalización del aborto y no meramente sobre la
coacción de la ley, exigiendo que los hospitales vinculados a la red pública
obedezcan lo que ya ha sido aprobado por el Código Penal por más de 57 años.
El Código Penal especifica que si una mujer embarazada lleva a cabo un aborto
sobre sí misma, o consiente en que sea realizado sobre sí por otra persona, será
sujeta a una sentencia de uno a tres años de prisión.

Un aborto realizado sobre una mujer sin su consentimiento, implica una pena
de tres a diez años de prisión. Las penas agravadas se imponen por la realización
de un aborto ilegal sobre una mujer que ha consentido bajo dudosas
circunstancias. Por lo tanto, la pena para la realización de tales abortos se
aumenta de uno a cuatro años de prisión, si la mujer no es mayor de catorce años
de edad; la mujer está mentalmente enferma o retrasada mental; o si el
consentimiento de la mujer ha sido obtenido por medios fraudulentos, amenazas
graves, o violencia.

Las penas por la realización de un aborto ilegal, también se aumentan si la


mujer es lastimada. Las penas se aumentan en una tercera parte si, como
consecuencia del aborto, la mujer embarazada sufre un daño corporal grave. Si la
mujer embarazada muere, las penas se duplican. La ley sobre el aborto en Brasil,
parece ser que está en proceso de reforma. Aunque el Código Civil establece que
―protege tanto los derechos del feto como su concepción‖, la Constitución no
contempla este derecho.
En 1993, se propuso un proyecto de ley, que permitiera los abortos después
de la doceava semana de embarazo. Los abortos después de las veinticinco
semanas de embarazo también serían permitidos en embarazos que sean
resultado de una violación y por razones eugenésicas, tales como cuando el feto
está ―gravemente deforme‖, o es ―portador del virus de VIH‖.
IV.4.B LEYES QUE AUTORIZAN EL ABORTO POR CAUSAS SOCIALES,
MÉDICAS O SÓLO PARA SALVAR LA VIDA DE LA MUJER.

El caso en el que hay que elegir entre la vida de la madre o la del niño,
actualmente se presenta muy rara vez. En ningún caso se sacrifica
deliberadamente a un ser humano para salvar a otro, pero puede ocurrir que al
intentar salvar a uno de los dos, el otro muera. Lo que se quiere es, ante todo,
salvar las vidas que puedan ser salvadas. Al llevar a cabo un acto con doble
efecto, uno positivo y otro negativo, éste último nunca se quiere, solamente se
tolera.

El aborto no está justificado en caso de violación porque no se remedia una


injusticia grave cometiendo otra más grave todavía. Está comprobado
estadísticamente que los casos de violación que tienen como consecuencia un
embarazo, son bastante escasos. Los Jueces deberían defender mejor a la mujer,
desanimando a los posibles candidatos a violador. El aborto como tal, provoca
faltas de respeto a la mujer y le resta importancia al fenómeno de la violación.

El aborto no se justifica por deficiencias físicas; se afirma que la vida sólo vale
la pena vivirla a partir de un cierto nivel de calidad. Si se observa que un niño que
viene ―en camino‖ va a nacer en un ambiente que no le será favorable a su
felicidad, la solución más humana no es eliminarlo, sino esforzarse en crearle unas
mejores condiciones de existencia. A fin de cuentas, la calidad de vida es
subjetiva, no existe un claro límite entre la felicidad y lo insoportable; cada cual es
feliz con diferentes cosas, y cada uno encuentra soluciones diferentes a su
infelicidad, que van desde una sonrisa hasta el suicidio, esto está muy
directamente relacionado con la educación de cada persona, a la escala de
valores que se le inculque al niño desde pequeño, dentro de su familia y en la
misma sociedad.

Si fuese legítimo matar a un no nacido porque se presume que va a vivir


inmerso en la pobreza, entonces tendríamos que matar a todos lo que ahora
mismo sufren el hambre y la pobreza. ―La solución de la pobreza no es eliminar al
pobre, sino compartir con él‖.[62] Con una política de ayuda a la maternidad bien
pensada, aplicada y controlada, todo niño podría desde que nazca, disponer de lo
mínimo indispensable para garantizarle una existencia digna.
La calidad de vida no es la vida humana, son dos nociones distintas, en
distintos planos. Una cosa es la vida y otra, la buena o mala manera de vivirla. Un
niño minusválido o un anciano impedido, lleva intrínseca en su esencia una
existencia humana. Cuando el niño esperado sufre una malformación, la sociedad
sugiere recurrir al aborto para evitarle una existencia indigna de un hombre, con
esto, en vez de ayudarlos a soportar el peso de su ―problema‖ y darles fuerzas
para asumir su situación, se les está empujando a una solución desesperada al
dejarlos llevar solos ese peso.
Con puntos de vista como éste, el niño es deseado o no, como un objeto de
consumo, si te gusta te lo quedas, y si no, lo abortas. El niño, aun cuando sufra
una malformación, es un sujeto de pleno derecho, y eliminarlo por esa razón, es
una forma de discriminación, no obstante que los defensores del aborto afirman
que no es que no se desee al niño; lo que no se desea es su malformación. El
caso por ejemplo de los niños mongólicos nos muestra como estos niños son
felices, pues viven alejados de los problemas que los niños ―normales‖ sufren. Sus
padres también son felices con ellos, incluso se sabe que niños como ellos unen al
matrimonio que los recibe.

IV.4.C LEYES QUE NO PERMITEN EL ABORTO POR RAZÓN ALGUNA.

Frente a este tema se presentan dos posturas antagónicas: la de quienes


están a favor del aborto y la de quienes están a favor de la vida. Cualquier postura
intermedia sólo evidenciaría una falta de coherencia, porque si se sabe que el ser
concebido es un ser humano no se puede justificar el aborto provocado bajo
ninguna circunstancia; el ser humano merece respeto por su trascendencia desde
el momento de la concepción, dado su carácter de persona.
IV.5 LOS POLÍTICOS ANTE EL ABORTO.
La reivindicación más importante por la que están luchando los políticos
católicos en estos momentos, es la defensa de la vida, desde la concepción hasta
la muerte natural. No hay duda de que este ha sido el tema más importante en las
últimas elecciones y lo será también en el futuro. Tiene lugar en estos momentos
una campaña contra el carácter sagrado de la vida que se manifiesta en el aborto,
el suicidio asistido y la pena de muerte. El presidente de cada país tendrá un papel
central en esta confrontación, porque tienen la facultad de nombrar suficientes
jueces y magistrados del Poder Judicial, decididos a respetar la Constitución
Política del país que protege la dignidad de la vida humana, que sean capaces de
cambiar la opinión de la mayoría en estas instituciones.[63]
Abortar es matar. Pero esta muerte es peor que un crimen, es una estupidez y
una estupidez política, porque el aborto despenalizado además de un crimen
contra el más frágil e indefenso de los seres humanos y además de grave falta
moral de quien lo asume o lo ejecuta, es también un serio error político por parte
de quienes lo promueven a nivel legislativo[64].
Estamos hablando de una cuestión política y no moral, porque mientras ésta
sólo afecta la conciencia de quienes profesan una fe religiosa o una ética basada
en principios trascendentes, los aspectos socio- políticos del aborto legalizado y
trivializado afectan a cualquier ciudadano –incluso ateo- sensible al valor
fundamental de la vida humana y de los derechos fundamentales que de ella
derivan.
Pero, ¿qué es un político?, y ¿cómo puede separar un político su vocación social,
profesional, de una sana antropología, de una visión que responda a las
aspiraciones más profundas del mundo? Un político, decía Aristóteles, es un
arquitecto de la sociedad. No se puede mirar a la acción de un personaje público,
sobre todo en materia del derecho de la familia, sin preguntarse cuál es el bien
que persigue, cómo son los hijos o hijas, los padres de familia que quiere construir
en el futuro. Un católico no puede votar por un político abortista, porque un político
no puede separar su compromiso social de su vida moral y, quien se dice católico
debería ser coherente con lo que cree en su vida pública y privada.[65] Y si un
político quiere definirse católico, debe examinarse a sí mismo y la coherencia que
persigue en su propia vida familiar.
Los católicos no pueden votar a un candidato político que es favorable al
aborto, pues los creyentes comprometidos en la vida pública con respecto a los
principios del magisterio de la Iglesia en materia de aborto, eutanasia,
anticoncepción y fecundación artificial, deben mostrar un mínimo de coherencia
entre su decir y su actuar al proponer sus programas y llevarlos a cabo.
Sin respeto por la vida todo se derrumba. Los políticos deben tener en su
propio corazón y en su propia mente la defensa del derecho a la vida, para
ofrecerla a la comunidad. Sin esta defensa el político, en vez de contribuir con la
construcción de la sociedad, la destruye.
La tutela de la vida humana es un deber político que no puede relegarse a la
moral particular o privada de cada uno. La vida física es un bien universal que no
puede ser amenazado por ninguna circunstancia. El plano Jurídico- político regula
las relaciones entre los hombres - por la convivencia en paz, seguridad y libertad-
y protege los bienes comunes de los que participamos todos y en los que la vida
física de cada hombre es un presupuesto necesario para la existencia de otros
bienes. No es un deber del Estado hacer bueno al hombre a través de las leyes
civiles, pero sí proteger a todos los que pueden verse privados del derecho
fundamental a la vida especialmente ante la vulnerabilidad que comporta la
enfermedad.

El derecho a la protección de la vida física de cada persona y bajo cualquier


circunstancia de enfermedad o de vejez es el fundamento que nos protege de los
criterios éticos de los demás sobre la propia existencia, de la forma en cómo los
otros "me ven", e incluso de la moralidad particular de aquel que no descubre el
respeto debido siempre al otro, como el médico que practica abortos.

Un Estado democrático reconoce los derechos de sus miembros a la Vida, la


Libertad y a la Seguridad de sus bienes. No decide quién tiene el derecho a robar,
a matar o a violar, ni mucho menos decide quién puede vivir o quién puede ser
suprimido. Un estado que hiciese lo anterior, dejaría de ser democrático, estaría
dotando de leyes que ponen en peligro su propia existencia, puesto que si dicta
leyes que contengan en su mismo texto las infracciones toleradas, sólo estaría
favoreciendo su propagación. Al admitir la eliminación de los niños no nacidos, se
admitirá enseguida la de los recién nacidos declarados anormales, la de los
enfermos incurables y la de los viejos, por ser todos ellos una carga para la
sociedad.

La Democracia no es esencialmente la aplicación mecánica y ciega de la regla de


la mayoría, sino un consenso fundamental de todo el cuerpo social sobre el
derecho de todo hombre a vivir dignamente. Este derecho necesita ser fomentado
y protegido, y para ello, sí se justifica que el legislador reprima las acciones de los
individuos que se arrogan el ―derecho‖ de disponer de la vida, la libertad o los
bienes del prójimo.

IV.6 LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO EN MEXICO

La Ley Penal en México no opera contra el aborto. La Ley vigente es


imperfecta y por ende, los efectos que surte son parciales y en muchos de los
casos, son disuadores y apologéticos del crimen del aborto. El Código Penal para
el Distrito Federal se refiere al Aborto en su CAPÍTULO VI.[66] En términos
generales en México, la práctica del aborto es ilegal, y la práctica del aborto debe
hacerse necesariamente en la clandestinidad; así que por muy higiénico y seguro
que sea el lugar, no deja de ser prohibido lo que ahí se realiza. El aborto pone en
riesgo la salud y hasta la vida de quien se lo realiza, más que el pasar por el
proceso de embarazo.

El debate sobre el aborto en México y en diversas partes del mundo, refleja


dos posturas completamente opuestas: quienes lo condenan por considerarlo un
acto inmoral o un asesinato y quienes lo defienden como una decisión que
compete únicamente a la mujer o a la pareja. En México, el artículo 4° de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su tercer párrafo si bien
señala que ―Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e
informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos‖, pero se refiere a la
decisión de tener o no aquellos hijos que puedan venir en el futuro, y no a los que,
estando concebidos, aún no han visto la luz.

Por otra parte, como ha quedado explicado en el primer capítulo del presente
trabajo, el Derecho Civil coloca al concebido bajo la protección de la ley y muestra
el deseo del legislador de darle la mayor protección posible, al considerarlo como
nacido. La materia Penal clasifica el delito de aborto dentro del título de los delitos
contra la vida. En ese mismo apartado se encuentran las lesiones, el homicidio,
etc. De manera semejante es tratado en todos los estados de la República
mexicana y se maneja como legal el aborto por violación, en el que se corre
peligro para la vida de la madre y el llamado aborto terapéutico. En resumen, la
legislación mexicana sí protege al no nacido, sin embargo, es necesario señalar
que carece de claridad, pues por una parte defiende la vida humana hasta
descender al detalle de considerar nacido al concebido; y por otra, no expresa de
manera contundente, en la Constitución por ejemplo, el respeto que se le debe.
Contrario a lo que se piensa, la Ley que castiga el aborto no es odiosa para la
mujer ni ignora sus derechos. Las leyes que reprimen el aborto no cuestionan en
absoluto los derechos de la mujer, pero ponen de relieve el derecho de la vida del
niño concebido, derecho que hoy se escamotea. Lo que afirman dichas leyes es
que nadie puede disponer de la vida de un inocente. Estas leyes ponen en
práctica simplemente el principio general que caracteriza a toda sociedad
democrática: la igualdad de derechos de todos los seres humanos en cuanto a la
vida. Por lo tanto, el carácter penal de estas leyes no es más que la consecuencia
de un derecho anterior, inalienable, del niño por nacer, y es la violación de este
derecho lo que provoca y justifica una sanción penal. En toda sociedad, algunos
factores favorecen la vida en común y otros la dificultan.

Es muy común utilizar una expresión de refinada hipocresía para denominar el


aborto provocado: ―interrupción del embarazo‖; así las cosas, la horca o el garrote
pueden llamarse interrupción de la respiración, y con un par de minutos basta.
Cuando se provoca el aborto o se ahorca, se mata a un ser humano. Y es una
hipocresía mayor considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se
encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses del nacimiento
va a ser sorprendido por la muerte.

Se ha afirmado la licitud del aborto cuando se juzga que probablemente el que


va a nacer – o el que iba a nacer- sería anormal, física o psíquicamente, pero esto
implica que el que es anormal no debe vivir, ya que esa condición no es probable,
sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal por
accidente, enfermedad o vejez. Si se tiene esa convicción, hay que mantenerla
con todas sus consecuencias, y matarlos también aunque tengan meses o años
de vivir siendo ―normales‖, pero los defensores de esta teoría actúan
incongruentemente, puesto que reconocen el derecho a la vida de un ser anormal,
solamente en el caso de que ya haya nacido, pero durante su gestación
consideran que otro ser humano puede privarlo de ese derecho por la condición
física que posee o puede llegar a poseer.

En un afán de hacer lo más objetiva posible la decisión de la madre de abortar,


los partidarios de esta práctica han propuesto que el aborto lo decidan los
médicos, porque ellos saben si es conveniente o no realizarlo en cada situación.
En nuestro país recientemente se presentó una iniciativa de reforma, denominada
―Ley Robles‖ en la que se consideraba la opinión de dos médicos como un
requisito para aprobar la elaboración por parte del Ministerio Público de una carta
que autorice la realización del aborto a la madre que lo solicitó. Esta iniciativa fue
votada, aceptada por la Asamblea[67], impugnada y recientemente declarada
constitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Los médicos se someten a un largo período de enseñanza superior y práctica


técnica, donde aprenden a diagnosticar las enfermedades y aportan al enfermo la
preparación especializada, a cambio de la compensación del pago, un
reconocimiento especial y el privilegio de invadir el cuerpo ajeno con autoridad, sin
embargo, eso no les otorga el derecho a decidir si conviene o no el aborto, pues
los intereses para admitirlo pueden ser múltiples.

Algunas estadísticas pretenden demostrar que permitir el aborto reduce el


índice de criminalidad, un estudio ha levantado polémica al afirmar los efectos
benéficos del aborto para la sociedad, puesto que la legalización del aborto hizo
disminuir la criminalidad. Dado que la incidencia del aborto durante los años
setenta fue desproporcionadamente alta entre las mujeres pobres de grupos de
minorías, el número total de jóvenes que podrían tener problemas con la ley es
mucho menor. Desde este punto de vista, el aborto ofrece una alternativa a las
madres para no tener hijos que van a enfrentarse a una vida dura, dado que esos
niños habrían nacido en un ambiente de pobreza y carencia de amor maternal,
hubieran tenido mayor probabilidad de entrar en conflicto con la policía.
Han declarado los seguidores de esta corriente proabortista que el aborto
podría haber sido el factor responsable de la mitad de la reducción de la
criminalidad de 1991 a 1997 ya que, según el estudio, en las áreas donde hubo
tasas altas de aborto, han experimentado una disminución más significativa de la
criminalidad. Los diez estados con el nivel más bajo de aborto vieron aumentar el
número de homicidios en un 16.9% de 1985 a 1997, mientras que los diez estados
con la incidencia más alta de aborto experimentaron una disminución de los
homicidios de un 31.5%.

Naturalmente, los grupos pro-vida reaccionaron ante estas declaraciones en


los días posteriores a la divulgación de esa noticia. Su punto de vista es que es
una desgracia sugerir que los 40 millones de niños que han sido abortados desde
1973 habrían llegado a ser criminales. El estudio está dando por supuesto que las
mujeres pobres y las de las minorías están criando criminales. No hay discusión:
Sencillamente no cabe preguntarse si el aborto disminuye la criminalidad, porque
el aborto mismo es un crimen.

La reformas a la ley penal, pretenden que el aborto sea legal por los que sí lo
deseen y si alguno no está de acuerdo, que no lo haga, pero no quiera imponer su
criterio sobre los demás. A esto añaden el argumento de que el actual régimen
legal que penaliza el aborto está en desuso, a nadie se persigue por aborto. No
hay que olvidar que las leyes cumplen una determinada función, que es lograr un
Estado de Derecho. Al declarar un precepto como conveniente se postula un
criterio social de comportamiento, que de hecho, puede ir en beneficio o no de los
fines de los ciudadanos. En el caso del aborto, es claro que no censurarlo va en
perjuicio de la persona humana.

Lo mismo hace el derecho penal, siempre impone convicciones. Cabría incluso


afirmar que resultaría inconcebible si renunciara a ello; tan absurdo sería, desde el
punto de vista de su objeto, dar paso a la sanción penal sin estar convencido de
que el bien protegido lo merezca, como dejar el cumplimiento de sus normas al
libre arbitrio de cada sujeto. Sin embargo, es frecuente escuchar, en cierto
ambiente político, que se está a favor de la vida, pero que se apoya el aborto por
respeto a quienes mantienen otros puntos de vista. Lo que no mencionan es que
ese respeto por la opinión ajena, tiene sus límites, porque ninguno apoyaría una
ley que protegiera la vida de todos, pero permitiera a cualquiera privarle de la
suya. Matar es siempre un acto violento que no debe ser alentado, y quien es
indiferente ante la violencia, favorece a quien la ejerce. En este, como en otros
casos, quien busca una posición neutral o apoya la libre elección, realmente
favorece el aborto. Cuando se pierde el respeto por la vida, fácilmente se
transgrede cualquier derecho.
El aborto es muy defendido cuando el feto presenta alteraciones genéticas o
congénitas, alegando que eso mejoraría la calidad de vida que pudieran llegar a
tener esos niños. Afirman que nadie desea un hijo con malformaciones o SIDA.
Pero esto tampoco es así. Aún sin quererlo los padres, muchos no nacidos
fallecen; otros no podrán llegar a la vida adulta porque su naturaleza no está
preparada para alcanzarla, entonces no hay necesidad de acabar con ellos
intencionadamente.

La medicina ha logrado adelantos que antiguamente eran inimaginables, y


entre ellos está la posibilidad de obtener datos suficientes para pronosticar alguna
patología del no ser en gestación. Pero, aún así, nadie puede decidir qué
enfermedad es definitiva para optar por el aborto. Es muy triste que los padres
rechacen a sus hijos por sufrir de alguna discapacidad, así como de médicos que
están dispuestos a ―mejorar la raza‖; pero también existen personas que acogen
como hijo muy querido a un bebé así. Por ejemplo, la mayoría de los papás de los
niños con Síndrome de Down dirá que son hijos muy felices, más aún, que ellos se
dicen felices de su hijo. Miles de niños y adultos con problemas de discapacidad
son felices, mantienen la esperanza, y prefieren vivir a no haber nacido nunca.

Existen muchos casos que lo confirman.

Hay que reconsiderar qué es lo realmente importante, porque se están


tomando determinaciones que afectan a la persona humana y no a la cría de
ganado. Si fuera legítimo matar a un ser humano porque corre el riesgo de tener
una vida ―sin valor‖, entonces habría que matar a todos los que entren en ese
mismo modelo, porque es muy difícil saber en dónde se sitúa la calidad de vida de
una persona, es algo muy subjetivo.

En donde uno es feliz, otro piensa en el suicidio. Es pues necesario esperar a


que cada uno elija su destino, no adelantarse tomando una decisión que no admite
rectificación. Valiente ley sería aquella que permite matar al más desvalido y débil,
y en el caso, enfermo. Estar a favor del aborto eugenésico conduce a la
aberración de suponer que dar muerte a un ser humano es hacerle un favor.

Autorizar el aborto porque de todas formas se va a realizar clandestinamente,


es algo tan absurdo como razonar que si un bandido arriesga su vida para robar,
será mejor dejarle la puerta abierta y la luz encendida para que no tropiece.
Siguiendo este criterio, podríamos sugerir -con toda paz- que en vista de que el
robo va a seguir siendo uno de los delitos que con mayor frecuencia ocurren en
nuestra sociedad, pues vamos legalizándolo, así se evitaría que el ladrón sufra un
momento de nerviosismo e incertidumbre tal durante la realización del delito, que
pueda llegar a producirle severos traumas a futuro e incluso arriesgar su vida al
llevar a cabo algo que la sociedad, por ser tan ―cerrada‖ considera ilícito.
Igualmente resultaría absurdo el castigar por robo, no a quien lo ha realizado
materialmente, sino a quien al ir pasando por el lugar, solamente lo ha
presenciado, sin haber tenido intervención alguna, únicamente porque es quien
está más a la mano, y no puede defenderse porque ni siquiera se le está dando la
posibilidad de hacerlo.

Esto, que a todas luces parece hasta ilógico mencionarlo, es exactamente lo


que está pasando con el aborto: se le está castigando al único que no tiene la
culpa ni de estar vivo, ni de estarlo en condiciones que a un tercero -o a más- les
perjudican. No podemos sancionar las consecuencias, cuando lo que se debe
castigar son los actos.

Los partidarios del aborto mencionan cifras alarmantes de mujeres fallecidas


por causa de abortos clandestinos. A ellos habría que preguntarles cuántas
mujeres fallecen anualmente, porque sería una locura adoptar la medida jurídica
de matar a unos inocentes por un dato impreciso o desconocido.
La función de la ley es crear un estado de Derecho, si, en cambio, consistiera
en consagrar las situaciones de hecho, es claro que no podría ser así sólo en el
caso del aborto. Ante la extensión del robo, la violencia, el fraude, las torturas, los
secuestros, el acoso sexual, la corrupción de menores -por mendicidad inducida,
droga, agresión sexual- la explotación -sordomudos, dementes, lisiados- el
maltrato infantil y femenino, el cohecho, el terrorismo, el narcotráfico, etc., al
legislador no le quedaría otro camino que declarar legal lo que es ilegítimo,
debería entonces proponer que se cambien las leyes para despenalizar los delitos.

Algunos afirman que mientras el aborto no sea permitido habrá más abortos
clandestinos. A esas personas habría qué preguntarles si piensan seriamente que
habrá menos gente que se drogue cuando la droga sea permitida, o si habrá
menos asaltos cuando robar sea legal; se deben entonces legalizar los delitos que
el pueblo recurrentemente cometa. En tal caso, en Estados Unidos deberían ir
pensando en legalizar que los niños de escuelas de enseñanza básica acribillen a
sus compañeros.

Indudablemente que en toda legislación existen preceptos que se deberían


cambiar. Quienes apelan a las costumbres para pedir la abrogación de una ley, se
debe a que suponen que se trata de una norma circunstancial, y en muchos casos
será así. Sin embargo, también existen preceptos inderogables, que hacen posible
disfrutar de seguridad jurídica y social: la vida pertenece a esas normas.

Por otro lado, es un hecho que en aquellos países en los que es legal el
aborto, continúa la práctica ilegal, para no aparecer como madre soltera; para
cubrir una aventura; por odio al padre; porque no se reúnen los requisitos para un
aborto legal; o simplemente porque una clínica clandestina resulta ser más barata.
En México una solución semejante se podría fundamentar en la aplicación del
último párrafo del artículo 4º de la Constitución Política que señala: ―la ley
determinará los apoyos a la protección de los menores, a cargo de las
Instituciones Públicas‖. Esas pobres mujeres lo que necesitan es apoyo, pero esa
ayuda no debe consistir en matar a los hijos. Permitir el aborto por razones
económicas, no significa ningún progreso o adelanto social, sino todo lo contrario:
la civilización que promueve el aborto por razones económicas es totalmente
antisolidaria y descubre una gran pobreza y miseria humanas.

Así lo demostró la legislación en Yucatán, en donde está considerado legal el


aborto por la situación económica de los padres. Cuando es claro, para cualquier
mexicano auténtico, que la solución debería ir en sentido contrario, pues la cultura
de este país tradicionalmente ha sabido dar acogida al más necesitado, por ello la
legislación debería prever un sistema más acorde con nuestras costumbres, en la
que el cuerpo social sea valorado a cada nivel, y al mismo tiempo se mantengan
vivas las ricas y múltiples relaciones humanas que garantizan la existencia de una
red capaz de sostener los miembros más débiles.

Los que se plantean que para ayudar hay que abortar, simplemente porque no
son personas aptas para gobernar. En los países más desarrollados se practica el
aborto a petición. Prohibir, sólo sirve para condenar a las mujeres sin recursos a
un grave riesgo para sus vidas, pues a ellas no les sirve que los abortos sean
considerados delito. Resulta evidente que no se está tomando en cuenta a quien
se elimina. Es verdad que en la actualidad son muchos países los que han
autorizado la práctica del aborto a petición, pero también lo es que esos cambios
legislativos constituyen un retroceso al permitir la supresión de vidas inocentes.

En esos lugares en donde el aborto a petición es un ―derecho‖ de los


ciudadanos, suponer que las mujeres por sí mismas tengan derecho a decidir si
continúan embarazadas o no, daría pie a entender que la procreación está sujeta
a su voluntad, y por lo tanto, toda la responsabilidad de la crianza y educación.
Porque los derechos siempre van vinculados a responsabilidades. Y así lo ha
determinado la legislación en países en los que el aborto es libre. Se está
utilizando como excusa para los hombres que eluden su responsabilidad,
alegando que el niño que ellos han contribuido a engendrar, debía haber sido
abortado, y que la mujer que no quiso abortar no puede imponerles ninguna
responsabilidad por el ―estilo de vida que ha elegido‖. Sin embargo, todos están
siendo perjudicados, pues algunos se enteran demasiado tarde, y con dolor, de
que el niño que ellos habrían acogido ha muerto.

Es grato sin embargo ver cómo frente a toda esta apología del aborto, existen
reacciones favorables a la vida. Prueba de ello son las llamadas operaciones
rescate que dificultan pacíficamente, la entrada a las clínicas abortistas en
Estados Unidos, con el objeto de rescatar de una muerte segura al menos a
algunos no nacidos. Esto se ha llevado a cabo, a pesar de que el Congreso
norteamericano aprobó una ley que establece penas para los responsables de
manifestaciones delante de clínicas abortistas. Los castigos pueden llegar hasta
un año de prisión y 100, dólares de multa la primera vez, o hasta tres años y
250, dólares para los reincidentes, si concurre violencia.

Despenalizar no convertiría lo que era un delito en un derecho, pero la realidad


demuestra que así acaba ocurriendo, debido a la función promotora de las normas
jurídicas. Aunque sólo se buscara aplicarlo para los casos de excepción, se
acabaría convirtiendo tal conducta en ―normal‖ y exenta de reproche social, lo que
facilitaría su multiplicación.

Resulta poco razonable suponer que porque los países del primer mundo lo
realizan debe ser imitada esa conducta; es tanto como decir que si en Estados
Unidos el SIDA ocupa una de las principales causas de muerte, y otro tanto en lo
que respecta a drogadictos, homicidios en escuelas, también debe ser así en
México.

En la cuestión de los proyectos para legalizar el aborto, algunos partidarios de


la legalización necesitan argumentar, deshacer resistencias. Una tarea que se
toman en serio porque, muchos de ellos saben que el aborto, en si, es anormal, y
también repugnante. Si el aborto fuese generalmente considerado una operación
más o menos delicada, pero sin más consecuencias —algo así como extraer una
muela— los partidarios del aborto no tendrían necesidad de vencer resistencias.
Esas resistencias existen no sólo en una parte de la población, sino en una parte
de los decididos defensores de la legalización del aborto.

El argumento a favor de la legalización del aborto que más impresión causa en


los que están claramente en contra es aquel en el que afirman lo siguiente:
―Personalmente, soy contrario al aborto. Pero no me parece justo imponer mi
opinión a los que no piensan como yo. Por eso defiendo, como un nivel menor, la
legalización del aborto; de este modo, las mujeres que no quieran abortar, no
abortarán; las que quieran, podrán hacerlo, y cargarán ellas con las
consecuencias. Antes que nada es preciso defender la libertad de los demás‖.

En realidad, esta expresión refleja un utilitarismo en la concepción de la vida


social; la sociedad se remodela según la presión y el compromiso que impliquen
sus intereses. Si la presión social fuerza a favor del aborto, la ley tendrá que
legalizar lo que las costumbres ya han admitido.

Cuando una sociedad acepta en sus costumbres el aborto, hasta el punto de


darle el beneficio de la ley, otras muchas cosas han dejado de funcionar. Por
ejemplo, no debería extrañar el aumento constante de la delincuencia. Si la
persona humana en vías de nacer es considerada una pieza que se puede jugar
en el tapete de los intereses, con mayor razón el individuo de esa sociedad se
sentirá disculpado cuando rapte a otro con fin de lucro. En realidad, no mata:
simplemente cambia una vida con unos millones de pesetas. Con mayor razón
aún, el robo será considerado cosa de poca monta. ¿Qué gravedad podrá tener
hacerse con un poco de dinero del Estado o de cualquier persona que lo ha
ganado con su esfuerzo en el trabajo si, con tanta facilidad se decide sobre el
destino de algo tan importante como la vida de un concebido aún no nacido?.
El bajo nivel de moralidad que denota la aceptación social del aborto y, aún
más, su sanción legal, no se queda ahí, en ese ámbito grave, pero limitado. La
deseducación moral de una ley injusta se transmite a todo el ordenamiento
jurídico. Si se justifica el aborto porque «la mujer es dueña de su propio cuerpo» y
«hay que defender su libertad», ¿por qué ha de ser delito el consumo de droga?
Yo, dueño de mi cuerpo, la utilizo para experimentar en él los efectos
estupefacientes de la marihuana.

En otras palabras: cuando las leyes se degradan admitiendo como legal lo


inmoral, todo el edificio jurídico empieza a resquebrajarse. Si algunas conductas
siguen considerándose delitos y son puntualmente perseguidas y reprimidas -el
robo, el rapto, etc.- se debe a que tocan de cerca los intereses más crematísticos,
ardorosamente defendidos también por los que no tienen obstáculo en estar a
favor del aborto. El utilitarismo de fondo llega a quedarse con lo mínimo para la
supervivencia. Pero el paso de la civilización a la jungla no es tarea de siglos; se
puede dar en pocos años.

La fundada sensación de inseguridad que ya se nota en algunas grandes


ciudades -no se puede salir de casa a partir de la puesta del sol; nadie
testimoniará en contra de un delincuente que comete un delito impunemente, a la
luz del día- es una prueba de que la jungla está más cercana de lo que puede
parecer a primera vista.

En este contexto -que no es una previsión, sino una comprobación-, la


afirmación de que declarándose a favor de la legalización del aborto se defiende la
libertad de los demás aparece en su intrínseca deformación. ¿Qué libertad se
defiende cuando se favorece un clima en el que el delito es casi impune? Se
defiende la libertad en su sentido inmediato de poder hacer; pero el ámbito de ese
poder hacer es cada vez menor, porque también se favorece la libertad del
delincuente, su impunidad. Con la misma impunidad con la que una señora
acaudalada aborta, una sociedad anónima de delincuentes la rapta y pide 50
millones de pesetas por el rescate. El aborto será legal; el rapto, ilegal. Pero en el
clima social creado, los dos hechos son igualmente impunes.
Pero se soluciona nivelando por lo bajo. Este, es entre otros, uno de los
inconvenientes de esa demagogia de la libertad y de la igualdad que quieren
nivelar, pero por lo bajo. La civilización humana es un largo camino hacia el
optimum de la relación entre lo que se puede físicamente hacer y lo que no se
puede -es decir, no se debe, no se debería hacer-. No es descubrir nada afirmar
que algunos no se debe se han demostrado irracionales e incluso antihumanos.
Pero considerar como criterio de civilización la supresión de la frontera entre lo
que se puede físicamente hacer y lo que no se debe moralmente hacer, es, a la
vez, utopía y utilitarismo. Utopía, porque esa condición es un sueño con
pesadillas; y las pesadillas son las consecuencias del utilitarismo. Habrá siempre
cosas que no se deben hacer, pero, en el contexto utilitarista, no serán las más
importantes para salvaguardar la dignidad humana, sino las más urgentes, aquí y
ahora, para conservar una paz precaria en medio de un mosaico de egoísmos.
Volviendo al tema de la legalización del aborto, puede preguntarse: la no
legalización, ¿arreglaría el problema? Y se argumenta entonces en la forma
acostumbrada: si el aborto no es legalizado, prolifera la práctica clandestina, que
pone en peligro la vida de la mujer. En realidad, los hechos llevan a comprobar
que, legalizando el aborto, la práctica clandestina no disminuye.
Simplemente se aborta en los dos sistemas: el legal y el ilegal. Cada forma
tiene su público. Por otro lado, la ley que legaliza el aborto es la que tendría que
penar el aborto clandestino, pero obviamente, para eso carece de fuerza moral:
porque pena el mismo hecho que, adornado con unos simples requisitos
administrativos, permite y sanciona.

La tesis de que la no legalización del aborto no arreglaría el problema es


razonable en la medida en que signifique esta afirmación: con sólo las leyes no se
conserva y eleva el nivel moral de la sociedad. Leges sine moribus vanae sunt, se
ha dicho durante mucho tiempo. Las leyes son importantes si no están sostenidas
socialmente por unas costumbres. Por eso la ley que legaliza el aborto es un
verdadero mal: porque constituye un obstáculo a que se afiancen unas
costumbres—unas mores—que serian el soporte de la ley que prohíbe el aborto.

Sobre las leyes y costumbres, se ha ironizado mucho sobre la impotencia de


las mores (los positivistas han cantado ese estribillo hasta la saciedad); pero se
olvida que la relativa paz de la que se goza aún en sociedad se debe a la
existencia de un margen de moralidad, es decir, al hecho de que algunos no
hacen lo que podría hacerse, pero no debe hacerse. Cuando en una sociedad, la
tranquilidad social depende sólo del hecho coyuntural de que no todos se
comportan inmoralmente al mismo tiempo, se está volviendo al territorio de la
jungla.

El verdadero fundamento de nuestra seguridad es la honradez de los otros.


Cuando la mayoría no es honrada, pocos están seguros. Sólo en caso de extrema
necesidad entraríamos en una calle habitada por alcohólicos que no beben desde
hace una semana, si vamos cargados de una caja de vino. En esa situación la
probabilidad de que vayamos seguros -de que podarnos ejercer nuestra libertad
de transitar por un sitio público- es casi cero. El ejemplo es grotesco y hasta
surrealista. Pero hay otros muchos, más diarios y verosímiles: ¿quién se atreve a
dejar su auto abierto, incluso en el garaje del condominio? La sociedad empieza a
ser esa calle malfamada, insegura, en la que hay que volver a aprender las
antiguas astucias de los pueblos nómadas y cazadores, en donde de lo primero
que hay que sospechar es de la apariencia de honradez.

Hay, sin duda, el relativo consuelo de pensar que otras veces ha sucedido lo
mismo, o incluso cosas peores. Pero se habla quedado en que la civilización es un
esfuerzo hacia lo mejor, un común intento de hacer la tierra más humana y más
habitable. Cuando el utilitarismo y el pragmatismo de vía estrecha hacen que el
esfuerzo moral no esté de moda y que la afirmación cínica pase por realismo, las
mores se repliegan en su caparazón, como el caracol esconde los cuernos ante el
peligro.

Si alguien dice que lo más importante es abrir el camino a una verdadera


revolución moral—es decir, al imperio de las mores, a la extensión creciente de la
honradez—, es tachado de moralista totalitario, salvo que emplee la expresión
«revolución cultural», que cierta izquierda ha heredado de la China de Mao, con el
carisma de la infabilidad. Se olvida que esa revolución cultural no es sino una
revolución moral, pero en el sentido materialista y oportunista en el que la entiende
Mao-Tse-tung.

No hay sociedad que se mantenga sin la cohesión de las mores, que operan
como raíces capilares. Esto es una comprobación formal, estructural. Se trata de
que esas mores sean buenas, las mejores, centradas en el atento y vigilante
respeto a la dignidad de cada persona. El error radical de una ley que legaliza el
aborto estriba en que no sólo impide, sino que positivamente va en contra de unas
mores buenas: porque muy pocos se sentirán movidos a respetar la dignidad de
una vida que cualquiera puede suprimir cuando ni siquiera cuenta con medios
para defenderse.

Se suele decir que, detrás del aborto, viene la legalización de la eutanasia, la


de la supresión de los subnormales, la de los ancianos «improductivos». No es un
alarmismo retórico. El poder oculto de las mores—no es tangible, pero en ellas se
sostienen las leyes— continúa también cuando se corrompen. Las leyes tendrán
que darse prisa para seguir sus pasos. Sólo en un punto se sostiene el esfuerzo
moral; pero se puede caer por cualquier parte.

IV. REFORMAS A LA LEY EN MATERIA DE ABORTO

IV.a Las razones de las Reformas.

La Historia enseña que han existido errores en las legislaciones, incluso


graves, con relación al trato que se da al ser humano. Así lo ha demostrado la
existencia de la esclavitud, la discriminación racial con negros, indígenas, judíos y
a las propias mujeres. Ahora son tristemente célebres aquellos que tomaron esas
malas decisiones legislativas. El caso más actual de discriminación es con el no
nacido. Sin embargo se ha llegado a considerar legal el aborto porque se dan
determinadas condiciones: discapacidad, embarazo como consecuencia de una
violación, peligro para la vida o la salud de la madre, etc.; o por el sistema de
plazos, cuando el tiempo de embarazo es menor al que la ley establece para
poder abortar.

En esos casos cabe la pregunta ¿por qué el aborto será legal? ¿cuál es el
motivo por el que alguien está o no a favor de él? ¿existe la información
necesaria? ¿es una causa humanitaria? Actualmente no existe duda de que el no
nacido es un ser humano; así lo declara la genética, la embriología, la
inmunología, los estudios por ultrasonido, etc. Aún así, no faltan personas que
sostienen que el no nacido es humano a partir de que la corteza del cerebro está
completamente desarrollada y empieza a funcionar, colocando este evento
alrededor de los siete meses de gestación , por tanto, ¿habría qué tirar a los
seismesinos?
Ante este curioso caso es de suponer que, además de la búsqueda de la
verdad sobre este asunto pueda existir otro motivo, no precisamente filantrópico,
porque ¿qué humanitario será eliminar al ser humano más indefenso? ¿habría qué
tirar a seismesinos?

El poder legislativo pertenece actualmente a la clase de soberanos que tienen


poder sobre la vida y sobre la muerte, sin embargo ese poder no debe ejercerse
arbitrariamente o en contra de las personas. Si el respeto absoluto a la vida
humana no forma parte de ese bagaje cultural necesario en toda civilización,
entonces ¿qué habrá de importante que nos pueda unir? si en esto -el respeto a la
vida- no acabamos de ponernos de acuerdo, entonces ¿en qué lo estaremos?

¿Se tutela eficazmente con las normas jurídico-penales la vida del concebido?
Fue especialmente a partir de los años setentas cuando se inicia un cambio
contrario a la vida en las legislaciones de algunos países de occidente, al no
considerar antijurídico el aborto para el caso de violación, ni tampoco cuando está
en riesgo la vida de la madre. Últimamente se ha ido a más, al autorizar
legalmente el aborto eugenésico y cuando peligra la salud de la madre, abriendo,
en la práctica, cualquier posibilidad de aborto, hasta llegar al momento actual, en
el que muchos países lo admiten a petición de la madre.

Ahora bien, es verdad que el legislador establece las sanciones penales según
el valor que le otorga a los bienes jurídicos protegidos, que en el caso del aborto,
considera al concebido de menor valor que uno ya nacido, pero esto es anticuado,
fuera de la realidad científica; por eso mismo es necesario adecuar la legislación a
los avances del conocimiento, así como evaluar la situación de angustia por la que
puede atravesar una mujer soltera y embarazada, o con problemas serios, para
quien la presencia de un nuevo hijo representa otro problema más. Debemos mirar
cuidadosamente a las especiales circunstancias de una víctima de violación
embarazada, porque ¿podrá un aborto resolver el problema? Por lo tanto, no es
suficiente la adición a la Constitución para conseguir mayor justicia, se requiere
también atender a la legislación secundaria, como lo es específicamente el código
Penal que regula el delito del aborto.

Pero todo avance requiere de una adecuación. El derecho penal -como todas
las ramas del derecho-, tutela bienes que se ponen de manifiesto en normas
jurídicas para su mejor protección; y si bien de alguna manera las convicciones
culturales de la comunidad se reflejan en ellas, aprobando o desaprobando ciertas
conductas en base a lo que se percibe como adecuado, ello no resta -sino al
revés, lo confirma-, el que se modifiquen cuando se consideran menos justas que
las nuevas propuestas. Sin embargo, la justicia o la falta de ella, no se puede
medir sólo en base a la opinión de una mayoría en el Congreso, porque no
garantiza que la dignidad del hombre sea debidamente respetada y promovida; en
esto se precia un Estado democrático, en el que todos tienen el derecho de
exponer y defender su opinión.
Es cierto que la democracia es el mejor de los sistemas de organización
política, porque garantiza, mediante el sufragio universal, el relevo pacífico en el
ejercicio del poder, pero la democracia y su instrumento, la regla de la mayoría, no
es un método para la investigación de la verdad. La verdad se puede adquirir por
la evidencia, la demostración concluyente o el fidedigno testimonio ajeno; lo que
no se puede hacer es someterla a votación. De aquí que existan leyes que, aun
siendo promulgadas democráticamente, no merecen ese nombre. La ley, según la
definición clásica, es la ordenación racional, para el bien común, promulgada por
quien tiene potestad para ello. De acuerdo con esta definición, las leyes, entre
otras, la del aborto, no son leyes sino corrupciones de ley, ya que no están
inspiradas en la razón, sino en la voluntad de la mayoría; no producen el bien
común que es el bien de todas y cada una de las personas; ni han sido decididas
por quien tiene potestad para ello, porque ningún poder legislativo, aunque tuviera
el respaldo de los que estén en turno, tiene potestad para derogar un derecho de
la persona tan primario y fundamental como lo es el derecho a la vida y a su
protección por el Estado.

Así sucede con el aborto, que aun cuando es considerado como un delito
contra la vida y la integridad de las personas, resulta poco adecuado el tratamiento
que se da al no nacido, debido a que la legislación no lo valora como un ser
humano igual a los demás. La prueba más clara de esto es la experiencia en las
legislaciones que tienden, cada vez más, a admitir la práctica del aborto libre, a
pesar de que la ciencia, como medio auxiliar del derecho Penal, ha demostrado
que el ―ser en gestación‖ tiene impresas todas las características humanas desde
el momento de la unión de los gametos femenino y masculino, constituyendo un
individuo de nuestra misma especie.

Pues bien, esa despenalización que paulatinamente se está dando no parece


obedecer a una situación de justicia, sino todo lo contrario, porque la evidencia de
su humanidad, está, cada vez más claramente, a favor del concebido.

Es necesario, pues, reformar el aborto; modernizar el tipo penal, adecuarlo a


los avances de la genética y la embriología. Por ello, habría que sustituir, por
anacrónico, en el capítulo relativo al aborto, el concepto de ―producto de la
concepción‖, que en su momento fue tomado de la ciencia médica, por el de ―ser
humano‖, más adecuado a los conocimientos que nos proporciona la genética
moderna. Y algo semejante cabría hacer con el párrafo que establece ―en
cualquier momento de la preñez‖, por el de ―no nacido‖ en el artículo 329 del
código Penal para el Distrito Federal. ¿Por qué? Porque algunos procedimientos
de reproducción humana no inician en la interioridad del cuerpo, sino que se
realizan extracorpóreamente y por tanto técnicamente no existiría preñez, este es
el caso de la clonación, de la fecundación
in vitro, y de la manipulación genética de embriones.
Es necesario someter a revisión el ordenamiento jurídico a la luz de las
cambiantes circunstancias y ajustarlo a las nuevas necesidades, pues bien, para
conseguir un verdadero Estado de Derecho resulta necesario ejercer no sólo la
facultad, sino la obligación de dotarse de los conocimientos suficientes para hacer
frente a las nuevas interrogantes y situaciones.

Esto, que resulta importante para cualquiera de los tres poderes, es más
apremiante para el caso del legislativo. Siendo que la misión del Estado ha de
estar dirigida a asegurar el mínimo existencial de cada persona, la meta es un
orden que pueda ser sentido como justo, incluso según las cambiantes
circunstancias, puesto que las decisiones de ahora, influyen en las condiciones de
vida de las generaciones venideras, pues lo que hoy se decide no es corregible
inmediatamente, sino tan sólo en un futuro más o menos lejano; y en caso de
cometer equivocaciones, no basta con desandar lo andado y eliminar las causas
para que no se repitan los errores. En la medida de lo posible, los problemas
habrán de ser anticipados con el fin de que el daño o los perjuicios, ni siquiera
lleguen a producirse.

Es de esperar el esfuerzo en favor de hacer hoy lo que convenga a los


intereses de quienes vayan a nacer en el futuro, así como anticiparse a las
necesidades de las generaciones siguientes. Nadie quiere arriesgarse al reproche
de que actúa sin sensibilidad social o de que no colabora al triunfo de los nuevos
acontecimientos, pero realmente ¿qué contribuye al verdadero progreso humano?
Cualquier ley presupone la existencia de unos principios mínimos, y en especial la
parte dogmática de toda Constitución muestra un orden de valores, de tal manera
que la universalidad del ordenamiento jurídico recibe directrices e impulsos de esa
jerarquía. No se trata de máximas de formulación ideológica, sino más bien de
aquellos principios fundamentales que se requieren como base de la convivencia
en una comunidad organizada.

Por eso, el Derecho es algo más que la forma en la que son declaradas como
generalmente vinculantes las decisiones adoptadas por la dirección del Estado.
También el propio Estado está de alguna manera dominado por el Derecho. El
Derecho contiene determinados principios fundamentales a los que todo el mundo
-incluso el Estado- debe estar sometido. Los derechos subjetivos públicos del
gobernado, es decir, aquellas garantías individuales y sociales que la Constitución
establece en su parte dogmática, constituyen una limitación a la potestad del
Estado. La dignidad y el respeto a la vida del ser humano, es un valor excelso y
por tanto, debe ser reconocido expresamente en la Ley Fundamental. La decisión
a favor de la propiedad privada, o la especial protección a la familia, se fundan
necesariamente en posiciones de valor. Cuando constan en la propia Constitución
responde al objetivo de fortalecer la eficacia de los derechos fundamentales.
De ordinario, este orden de valores, es una descripción del contenido normativo de
los derechos fundamentales.

Actualmente el orden de valores de la Ley Fundamental y las leyes que sirven


a su ejecución, compensan, hasta cierto punto, la pérdida de referencias
orientativas. Por tanto, para conservar el Estado de derecho, hemos de buscar la
preservación de aquellos valores que se ven amenazados o en peligro de
desaparición. A este respecto se empieza a notar como últimamente se ha venido
transformando la percepción de aquellos principios considerados como
inmutables. Solamente a guisa de ejemplo, se pueden citar los graves problemas
referentes al aborto, a la eutanasia, a las varias formas de fecundación artificial, a
la experimentación sobre embriones humanos, a la clonación, etc.: hechos todos
de gran trascendencia social y política, ética y filosófica.

Toda esta vasta y compleja problemática ha hecho sentir la necesidad y la


urgencia de llegar, también con la ayuda de la genética, a una exacta y objetiva
comprensión y delimitación del derecho del hombre a una vida digna. Un derecho
que, siendo de los fundamentales, está por ello en la base de los conceptos
mismos de Derecho y, por tanto, en la base del concepto mismo de la civilización
humana. Porque sin respeto de la persona no existe Derecho, y sin respeto al
Derecho no existe Civilización. Se trata de una cuestión que, de ser solucionada
inadecuadamente en el nivel legislativo, se revela como un peligroso principio de
disolución para todo el ordenamiento jurídico.

Pero, ¿en base a qué proteger al no nacido? Como ha quedado en el presente


trabajo, la unión de las dos células que se denominan germinales, dan origen a un
nuevo individuo de la especie humana. Lo mismo señala la Ley General de Salud,
cuando señala que las células germinales son las células reproductoras
masculinas y femeninas capaces de dar origen a un embrión. Ha quedado
demostrado, también en el primer capítulo que desde el momento en que un
individuo es concebido, el Derecho lo considera persona. Además, la legislación
penal tipifica el delito de aborto dentro de los delitos contra la vida y la integridad
de las personas, y se define como ―la muerte del producto de la concepción, en
cualquier momento de la preñez‖. Estas leyes son leyes de siempre.
En base a lo anterior se formula esta pregunta: Cuando la legislación protege
la vida humana ¿en quiénes se ha pensado? ¿tan sólo en los que han logrado
nacer? o ¿se han incluido a los no nacidos?, aunque algunos no entren en la
categoría de los denominados normales: sin defecto físico o psíquico. ¿Se ha
pensado proteger a los débiles, a los indefensos, a los inocentes? Si la respuesta
es sí, sólo entonces se incluye a los no nacidos.

Se ha propuesto adicionar la Constitución, dado que los derechos


fundamentales deben existir en beneficio de todos, es necesario que la protección
de la vida humana sea regulada con mayor claridad desde el momento de la
concepción hasta la muerte, y no sólo garantizada a quienes puedan disponer de
su ejercicio o reclamo. El presupuesto fundamental para la defensa de cualquier
derecho, requiere, en primer lugar, el respeto absoluto a la vida humana y en
especial, por su indefensión e inocencia, la de los no nacidos. Actualmente, con el
desarrollo de la genética, nadie puede negar razonablemente que el individuo
formado por los gametos provenientes de individuos de la especie homo sapiens,
pertenezca también él a la especie homo sapiens, es decir, que no le falta nada
para ser definido, desde su concepción, como ―ser humano‖.

El ser humano no nacido, por ser persona, goza de una dignidad propia. Lo
más suyo que tiene es la vida, por lo que este derecho debe ser protegido y hecho
respetar. Por tanto, ser considerado persona humana, no debe ser una
característica que aparece sólo a partir de un cierto intervalo de tiempo después
del nacimiento, y que se puede perder en el transcurso de la vida. Si en materia de
Derecho Penal es preferible que se escape algún culpable a que sea condenado
un inocente, ¿qué justificación tendrá dejar de proteger al no nacido, en cualquiera
de los posibles atentados a su vida?

Por tanto, con el objeto de sentar las bases para un cuerpo de leyes sólido y
acorde a la dignidad humana, que exprese de manera clara la protección a la vida
del no nacido, se propone la reforma por adición a la Constitución, para quedar
como sigue. Toda persona tiene derecho a la protección de la vida y
la salud desde el momento de la concepción hasta su muerte. Defender la vida a
nivel Constitucional, desde el momento de la concepción hasta la muerte, no es un
programa político ni una alternativa cultural, supone alejarse de la violencia y una
manera concreta de alcanzar la paz.

Sin duda alguna, de aquí se derivarán beneficios de mayor justicia y respeto


del hombre por el hombre. No es un impulso circunstancial el que lleva a
empeñarse en esto, se trata de defender el derecho a la vida y el respeto a la
democracia de un pueblo al que no se debe defraudar.

Existe la idea de que si ya está previsto proteger el derecho a la vida del


concebido en la ley civil y penal, ¿para qué incluirlo en la Constitución? De esta
prevista objeción emerge la evidente ausencia de voluntad en afirmar un derecho
a la vida, fundamental e inalienable, pues si bien es verdad que está previsto en la
legislación, sin embargo, la protección es muy deficiente, lo cual es fácilmente
observable al considerar las actuales amenazas a la vida en otros países y en
México mismo. Algunos ejemplos los podemos observar con el llamado ―aborto
eugenésico‖, es decir, malformaciones físicas o mentales, que se consideren
graves, ya es legal en los Estados de Baja California Sur, Coahuila, Colima,
Chiapas, Durango, Guerrero, Oaxaca, Puebla, y Yucatán; y, aún sin especificar
que sea grave, en los estados de Quintana Roo y Veracruz; por ―motivos
económicos‖ en Yucatán; por ―inseminación no deseada‖ en Baja California Sur,
Colima, Chihuahua y Guerrero.

Un caso reciente es el de Yucatán, en donde un sólo partido decidió la suerte


de los concebidos en ese estado de la República: 15 legisladores del PRI
manifestaron su total apoyo a la iniciativa que el 5 de enero del 2 envió el
Gobernador, mientras los ocho del PAN y los dos del PRD se opusieron. Así las
cosas, el código Penal establece que el aborto no es sancionable en los siguientes
casos:
1. cuando sea causado por acto culposo (accidentalmente) de la mujer
embarazada;
2. cuando el embarazo sea el resultado de una violación;
3. cuando de no provocarse el aborto, la mujer embarazada corra peligro de
muerte a juicio del médico que la asista;
4. cuando el aborto obedezca a causas económicas graves y justificadas y
siempre que la mujer embarazada tenga ya cuando menos tres hijos;
5. cuando se practique con el consentimiento de la madre y del padre en su
caso y a juicio de dos médicos exista razón suficiente para suponer que el
producto padece alteraciones genéticas o congénitas graves.

También se ha llegado a considerar legal el aborto cuando el embarazo cause


grave daño a la salud de la madre, sin especificar qué se considera por ―grave
daño a la salud‖; así se establece en los estados de Guerrero, Hidalgo, Jalisco,
Estado de México, Michoacán, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas,
Tlaxcala y Zacatecas. Dentro de esta situación favorable al aborto, el caso más
crítico se presentó en Chiapas ya en 1990, cuando se aprobó un artículo en el cual
se autorizaba el aborto por razones de planificación familiar y en el caso de una
mujer soltera embarazada; el texto es el siguiente: Art. 136 ―No es punible el
aborto cuando el embarazo sea consecuencia de violación, si se realiza dentro de
los noventa días a partir de la concepción; cuando a causa del embarazo la madre
corra peligro de muerte o pueda determinarse que el producto sufre alteraciones
genéticas o congénitas que den por necesario el nacimiento de este con trastornos
físicos o mentales graves, cuando el aborto se efectúe por razones de
planificación familiar en común acuerdo con la pareja; o en el caso de madres
solteras, siempre que tales decisiones se tomen dentro de los primeros 90 días de
gestación y previo dictamen de otros médicos, cuando sea posible, y no sea
peligrosa la demora‖.

Sin embargo, este nuevo artículo no se encuentra vigente en la actualidad


debido a que se recolectaron más de 200, firmas en contra de esa reforma del
código Penal, determinando el Congreso del Estado suspender su aplicación en
tanto la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitiera una opinión al
respecto, la cual, a la fecha, aún no se realiza. Y, en otros países en los que ya es
permitido legalmente el aborto como Estados Unidos, Australia y sobre todo
Holanda se está librando la batalla jurídica de la eutanasia; en Europa, y
específicamente en Inglaterra, con la clonación de seres humanos. Así las cosas,
no vaya a ocurrir que, en la práctica, la vida sea un derecho fundamental, pero
sólo de los nacidos, porque, aún cuando existe un interés en el ordenamiento
jurídico de proteger al concebido, lo es mediante un estatuto diferente e inferior del
que corresponde a las personas nacidas.
Entonces, el no nacido puede llegar a ser considerado por el Derecho de una
manera que no difiere mucho de las simples cosas, y su mayor o menor protección
dependería de las más variadas cuestiones de oportunidad: demográficas,
económicas, reproductivas, psicológicas, sociológicas, ecológicas, biológicas. En
la historia del Derecho se encuentran situaciones vejatorias similares, donde en
diferentes épocas y apelando a las más variadas justificaciones, se ha negado
personalidad jurídica a determinados seres humanos, transformando el Derecho
en una herramienta de opresión, más que en una de liberación
Por ejemplo, con la esclavitud , la discriminación racial, la falta de derecho al
voto para la mujer, etc. Ha sido necesario cambiar muchas cosas y corresponde a
los legisladores hacerlo. Es verdad que los artículos 22 del código Civil y los
relativos al aborto del código Penal establecen la protección al no nacido, con
fundamento en los artículos 1° y 14 de la Constitución Federal, sin embargo, el
deber de proteger la vida humana, también la del no-nacido, no se encuentra
específicamente señalada en la Constitución, a pesar de ser un valor fundamental
entre todos los bienes que el Estado debe proteger.

También cabe mencionar que la adición que se propone resulta totalmente


congruente con los preceptos de la legislación, o, de no ser así, ¿a quién protege
la Constitución Federal en el párrafo segundo del Art. 14 cuando señala que
―nadie podrá ser privado de la vida‖? ¿no estará aludiendo específicamente al ser
humano? Y respecto al momento preciso al que se refiere ¿no es congruente con
la legislación de todos y cada uno de los Estados de la República, que sea desde
la concepción, según lo establecido por el Art. 22 del código Civil?

Por lo tanto, con la adición se precisa la protección a la vida humana ―desde el


momento de la concepción‖, haciendo más específico lo señalado por el Art. 14
Constitucional, pues actualmente el numeral 22 del código Civil y los preceptos
que tipifican el aborto en el código Penal lo intentan, pero sin garantizarlo. Con la
adición propuesta se concretaría de manera específica, clara y congruente, el
inicio del derecho irrestricto a la vida. Específica: al señalar que se protege la vida
humana ―desde el momento de la concepción‖. Clara: porque hasta ahora es sólo
la legislación secundaria quien lo menciona de esa manera -legislación, apunto
ahora, supeditada a cambios-. Congruente: con la voluntad de los legisladores que
establecieron el Art. 22 en todos los estados de la República Mexicana.
En resumen, la legislación en México protege al no nacido desde que es
concebido; sin embargo, ese amparo carece de contundencia. Si se protege la
vida humana desde el momento de la concepción en el código Civil y Penal no
existe problema alguno en que se determine en la Constitución.

Por lo mencionado hasta el momento, cabe preguntar: ¿de continuar la


legislación como hasta ahora, existe el peligro de que aumenten las excusas
absolutorias para el aborto, o incluso de abrir nuevas brechas contra la vida
humana? Y la respuesta es que, en la práctica, sí es posible, como es fácilmente
comprobable al observar las legislaciones de las entidades del País. Visto lo
anterior, se puede concluir que la protección actual para el concebido no resulta
suficiente, llamando poderosamente la atención la oposición para llevarlo a la
Constitución. ¿Serán concientes de lo que es y significa -en cuanto a justicia- un
aborto? ¿Habrán visto alguno? ¿No sería necesario que la sociedad observara lo
que realmente es? Porque todos opinamos al respecto, pero no está claro que
esos mismos sepan a fondo qué es. Concluyendo:
PRIMERO. Los artículos 22 del código Civil y 329 del código Penal, establecen una
clara protección al no nacido, y tiene su fundamento en los artículos 1° y 14
de la Constitución Federal.
SEGUNDO. El deber de protección a la vida humana -también la del no-nacido-, no se
encuentra específicamente señalada en la Constitución, a pesar de ser un
valor fundamental entre los bienes que el Estado debe proteger.
TERCERO. Ese mismo deber obliga al Estado a conservar y fomentar en la conciencia
popular el respeto por la vida del no-nacido.
CUARTO. Adicionar la Constitución para proteger la vida del no nacido, no sólo no
pugna con la Constitución, sino que es coherente con los códigos Civil y
Penal de todos los Estados de la República.
QUINTO. Conviene adicionar la Constitución de la siguiente manera: Toda persona
tiene derecho a la protección de la vida y la salud desde el momento de la
concepción hasta su muerte.

Un antecedente de lo expuesto puede considerarse en las consecuencias de la


despenalización del aborto bajo los tres supuestos o excepciones a la norma en la
ley del aborto de 1985: por violación, por malformaciones fetales o congénitas y
por el peligro para la salud física o psíquica de la madre. El peligro para la salud
psíquica de la madre se ha convertido en un cajón de sastre donde cabe todo ya
que el 97,83% de los motivos se acogen a este supuesto. Hoy ya nadie habla del
derecho a la vida de los no nacidos y el aborto se ha convertido en una práctica
médico-social habitual sin control legal alguno en los supuestos contemplados por
la ley.

Con estas reformas se intenta dar una mayor protección a la mujer. Respecto
al Código Penal, podemos analizar lo siguiente: Es necesario distinguir entre la
sanción para la mujer que aborta y los otros sujetos del delito. La decisión de
abortar en una mujer soltera y embarazada, o con problemas serios, para quien la
presencia de un nuevo hijo representa agravar las cosas, es, sin duda, signo de
que está muy afectada. Pero ese no es el caso de quienes lucran ante la crisis de
esa mujer. Para ella, el aborto supondrá un daño a sí misma, por esa unión natural
que existe desde el seno materno entre una madre y su hijo. Ella es quien, en
condiciones normales, más goza su embarazo. Es una experiencia que una madre
no cambia, y que si la destruye, se perjudica a sí misma.

Por ese mismo deterioro, habrá qué reducir la pena privativa de la libertad para
la madre y proporcionarle una terapia encargada a especialistas, ya que es la
mujer quien tiene la custodia natural de la vida humana desde sus inicios, y si
voluntariamente la interrumpe, queda emocionalmente perturbada para esa tarea.
Matar a un ser humano indefenso, en el lugar que la naturaleza lo proveyó de
seguridad, implica obrar con las agravantes de responsabilidad penal, por lo que
se deberá aumentar la pena a los autores del delito. Sin embargo, se prescinde de
la suspensión en el ejercicio profesional, con el propósito de asegurar la inmediata
reintegración a la vida laboral, sin estigmas posteriores a la privación de la
libertad. Así se protege más a la mujer, también alejándola del aborto:
I. Reduciendo la pena privativa de libertad para ella.
II. Impidiendo que se hagan un daño psicológico y en ocasiones físico.
III. Al evitar que las mujeres sean orilladas a abortar por parte de quienes no
aceptan la responsabilidad ante un embarazo inesperado.

Se propone además la derogación de los artículos 331 y 332, por quedar


incluidos en el segundo párrafo del artículo 330 del Código.

IV.B PROPUESTAS DE REFORMA DEL CÓDIGO PENAL PARA EL


DISTRITO FEDERAL.

Algunos insisten en que es preferible conservar la redacción actual de los


artículos relativos al aborto; que se deben mantener los artículos del código Penal
relativos al aborto tal y como están actualmente, con todo y que se trata de una
redacción de los años treinta que sirvió para regular unas situaciones que la
ciencia médica y jurídica han superado. Así pues, es a todas luces claro que los
artículos relativos al aborto deberían redactarse de nuevo, componer nuevas
fórmulas jurídicas, porque las leyes son siempre mejorables, y si no fuera así,
¿para qué están los señores diputados? ¿qué función desempeñan?

Nadie es tan soberbio como quien se muestra ingrato, y ¿cuántos pueden


asegurar que no deben su vida a una legislación favorable a la vida? Cuando se
colocan las personas en el lugar del indefenso e inocente, se ven las cosas de otro
modo. El no nacido es una persona completamente indefensa. Vivimos en una
sociedad en donde todos gozamos de iguales derechos, menos el no nacido,
porque no puede exigirlos y cada vez existen más legislaciones que atentan contra
su vida.

Desde la perspectiva de la justicia, legalizar el aborto equivale a la capitulación


del ―Estado de Derecho‖, que ha consistido en el sometimiento del más fuerte al
imperio de la ley. Hay bienes jurídicos que el Estado ha de defender, aunque no
exista siquiera titular capaz de exhibir un derecho al respecto.

Es más; el Estado habrá de proteger una vida, en contra incluso de la voluntad de


quien sí lo tiene: un recluso que se declara en huelga de hambre (una transfusión
sanguínea a una persona que se niega a recibirla).

No sólo se excluye toda posible neutralidad del Estado ante bienes


merecedores de pública protección, sino que se considera especialmente obligada
su defensa frente a posibles exigencias de la mayoría. Históricamente, la lucha por
los derechos humanos ha podido apoyarse siempre menos en los tópicos vigentes
que en la utopía. Resulta también significativo que, a la hora de regular los
derechos fundamentales, se excluya toda posible entrada en juego de una
iniciativa legislativa popular contemplada (con un respaldo de miles de firmas).

La intensidad polémica alcanzada por un debate social más bien debería


considerarse como síntoma de la necesidad de una intervención estatal -dada la
relevancia que los ciudadanos atribuyen al problema- que de lo contrario. Cuando,
en tales circunstancias, se opta por la inhibición jurídica es fácil que haya entrado
en juego algún larvado prejuicio. Detrás de una proclama de ―neutralidad‖ de lo
público se detecta la fe en la armonía preestablecida propia de la moral
individualista. La convicción de que cada cual puede organizar a su gusto lo que
afecta a su programa de vida resulta mucho más pacífica cuando pasa inadvertida
la existencia de un tercero capaz de exigirnos solidaridad.

El individualismo posesivo que –apelando al derecho de propiedad sobre el


propio cuerpo- acompaña a la polémica sobre el aborto resulta elocuente al
respecto. Puede llegarse incluso al exceso de tachar de fundamentalista a todo el
que se atreva a atribuir algún fundamento a lo que defiende. El fundamentalismo
entra, sin embargo, realmente en juego cuando se renuncia a la argumentación,
para recurrir a la violencia, o cuando se rechaza toda posible distinción entre
exigencias morales y jurídicas, por entenderse -en clave integrista- que el derecho
habría de asumirlas en su integridad. Si nada puede ser considerado más
verdadero o falso, legítimo o ilegítimo que su contrario, no queda otra posibilidad
que la imposición de la cultura hegemónica.

La existencia de unas exigencias jurídicas con fundamento objetivo se


convierte en condición para el establecimiento de normas de obligado
cumplimiento, que no impliquen la mera imposición de un colonialismo dictado por
una cultura que -a golpes de relativismo- se autoproclama indiscutible. La
negación del derecho natural se convierte en eficaz aliada de esos
fundamentalismos a los que priva de todo freno. Es cierto que, en la actuación
política, los ciudadanos no tienen más remedio que aceptar la regla de la mayoría,
pero el hecho de que su pensamiento no coincida con el imperante, no les impide
que sigan defendiendo la verdad que sinceramente creen haber hallado y que se
esfuercen para, con su voto, cambiar la situación.

Esta es la esencia de la democracia. Hacerles callar porque están en minoría


sería ignorar la famosa frase que John Stuart Mill estampó en su Sobre la libertad:
―si toda la especie humana no tuviera más que una opinión y solamente una
persona fuera de la opinión contraria, no sería más justo que la humanidad
impusiera silencio a esta sola persona, que si ésta misma, si tuviese poder
suficiente para hacerlo, lo ejerciera para imponer silencio al resto de la
humanidad‖.
LA ―LEY ROBLES‖.

Planteamiento de la reforma.

Para la discusión y aprobación del dictamen que presentó la Comisión de


Administración y Procuración de Justicia, con proyecto de decreto de reformas al
Código Penal para el Distrito Federal y al Código de Procedimientos Penales para
el Distrito Federal, se celebró una sesión de pleno en la Primera Asamblea
Legislativa del Distrito Federal el 18 de agosto del año 2

Esta iniciativa fue conocida como ―Ley Robles‖, debido a que fue presentada a
dicha Asamblea, por la entonces Jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario
Robles.

Argumentos esgrimidos en la Asamblea.

Respecto al Código Penal para el Distrito Federal, la reforma pretende


aumentar dos causales excluyentes de responsabilidad penal, en el caso de
aborto, que son:
 El aborto terapéutico.- cuando corre grave riesgo la salud de la madre; esta
obligación del Estado se deriva de Tratados Internacionales que México ha
suscrito en la materia; y
 El aborto eugenésico.- cuando el producto presenta graves malformaciones
físicas o genéticas.

Y en lo que toca al Código de Procedimientos Penales para el Distrito Federal, se


propone la modificación al artículo 131 Bis de dicho ordenamiento, el cual señala
cuál es el procedimiento que se tiene que seguir para que una mujer haga uso de
su derecho a decidir si interrumpe o no el embarazo en caso de violación, en el
supuesto de que haya sido víctima de una agresión de un violador y que esto
violente su integridad física o psicológica. En el Distrito Federal no se contemplaba
esta situación, aunque así lo hagan algunos estados de nuestra República.

Lo que la Comisión de Procuración y Administración de Justicia busca, es


homologar nuestra Ley, argumentando que cuando en un país hay leyes locales
diversas, que tienen planteamientos diferentes, esto genera que la Ley no se
cumpla, se genera movilidad o traslado entre entidades federativas según los
intereses personales de quien busca delinquir. Asimismo, afirman que buscan
equiparar las leyes mexicanas a las de otros países, porque México al firmar
Tratados Internacionales en Materia de Protección de la Salud, quedó obligado a
respetarlos y a cuidar que todas las mexicanas gocen de los mismos derechos.
Alegando que su proyecto de reformas, no es la despenalización del aborto
sino un intento de garantizar el derecho a la salud de las todas las mujeres. Una
vez más, dicen que estas prerrogativas descansan en el reconocimiento del
derecho básico de todas las parejas y personas a decidir libre y responsablemente
el número y espaciamiento de sus hijos, la frecuencia con la que los tendrán y a
tener la información y los medios para hacerlo, así como el derecho a alcanzar el
grado más alto de salud reproductiva y sexual, y el derecho de todos a tomar
decisiones relativas a la reproducción libre de discriminación, coerción y violencia.

Pero olvidan –o pretenden olvidar- que la base del derecho a la libertad


reproductiva, es la autonomía moral de las personas, y que al establecer nuestra
Carta Magna a que pueden decidir el número y espaciamiento de sus hijos, se
está refiriendo a los hijos que pueden llegar a tener a futuro, y no a los que ya
están concebidos.

No se puede aprobar una reforma como esta. Entrando a una lectura rápida
del dictamen y haciendo una revisión del mismo, se encuentran serias deficiencias
jurídicas y contenidos graves que alarman a cualquier jurista, mismos podemos
resumir en las siguientes consideraciones:

❖ Sin justificación alguna se elimina la causal excluyente de responsabilidad en


caso de que la mujer embarazada o el producto corran peligro de muerte.

Es decir, estarían desprotegidas esas mujeres que deseen abortar cuando su


vida corre peligro, lo cual parece delicado, toda vez que le dan menor importancia
el estado de peligro de muerte que de afectación grave a la salud.

❖ Se elimina la tentativa, figura que es aceptada universalmente para los delitos


materiales o de resultados.
Los delitos se cometen cuando se tiene la intención de ello, aún cuando no se
consumen cabalmente por causas ajenas a la voluntad de quien realiza la
conducta.

❖ Se establece el supuesto del caso en que la mujer embarazada corra peligro de


afectación grave a la salud.
Además de resultar ambigua, esto abre la posibilidad a un sinnúmero de
criterios y muy probablemente a serias arbitrariedades, como a juicio de quién y
cómo se determina la gravedad de la salud de la mujer, y de qué tipo debe ser
ésta –física, mental o social. Una disposición legal en materia de aborto –y en
Derecho Penal en general- no debe dejar lugar a discrecionalidades ni a
interpretaciones, debe establecerse una causa extrema concreta, de lo contrario
se deja abierta la posibilidad a arbitrariedades.

En esta causal tampoco se establece el consentimiento de la madre, entonces


cabe preguntar si los médicos, cuando a su criterio consideren que corre peligro
grave la madre, ¿le van a practicar el aborto aún sin su consentimiento?
❖ Se adiciona el supuesto de que el producto presente alteraciones genéticas o
congénitas que puedan dar como resultados daños físicos o mentales graves en el
mismo.

Con esto se deja en total indefinición la gravedad de los daños, y tampoco se


aclara a juicio de quién se van a calificar estos daños y bajo qué criterios. No hay
mejor práctica discriminatoria que ésta. El gobierno se olvida de la supuesta
preocupación y lucha por los derechos de los discapacitados, y de su obligación
de atender a todos los grupos de la sociedad. Es claro que ante la incapacidad de
brindar el apoyo y atender las necesidades de este sector tan vulnerable se
busque una salida fácil: acabar con ellos evitando que nazcan. Con un
razonamiento tal, no sería extraño que en un futuro no muy lejano, se presente
una iniciativa de reformas para eliminar a los pobres de nuestro país.

❖ El Ministerio Público autorizará la ―interrupción del embarazo‖ cuando sea


resultado de una violación.

Resulta igualmente grave que a través de una ley secundaria se otorguen


facultades judiciales a un órgano administrativo, contrariando y rebasando la
Constitución, e invadiendo esferas de competencia que se traducen en graves
excesos. Con esta prerrogativa, se otorga un poder amplísimo al Ministerio Público
para juzgar, calificar y afirmar tácitamente que hubo violación y que por lo tanto,
procede el aborto. El artículo 21 Constitucional es bastante claro al referir que al
Ministerio Público solamente le incumbe la investigación y la persecución de los
delitos, no la calificación de los mismos. Con esto se trasgreden las garantías del
procedimiento constitucional. Entonces qué va a suceder cuando el órgano
investigador autorice el aborto, éste se practique y finalmente el Juez resuelva en
Sentencia que no hubo violación, cómo se va a reparar el daño, si es ya
físicamente imposible.

Por otro lado, dejan a las instituciones de salud pública del Distrito Federal la
práctica del examen que compruebe la existencia del embarazo y su interrupción,
lo que entre otras cosas, implica necesariamente de hospitales, medicamentos,
instrumentos y personal para atender a la demanda de servicios; infraestructura
que en realidad no tiene nuestro sistema de salud. Estamos hablando de un
compromiso y una responsabilidad que es muy poco probable que el Gobierno
que propone esta disposición asuma. El problema es de aplicación real de la
reforma.

Tampoco se está considerando que existen médicos –aunque no sean


mayoría- que laboran en el sector salud y tienen objeción de conciencia; resulta
injusto sancionarlos por negarse a practicar el aborto, cuando han protestado el
Juramento Hipocrático que los obliga a defender la vida en el tenor siguiente:
JURAMENTO DE HIPÓCRATES

―Juro por Apolo, Médico, por Asclepio, Higia y Panacea, por todos los dioses y
todas las diosas a cuyo testimonio apelo, que yo, con todas mis fuerzas y con
pleno conocimiento, cumpliré enteramente mi juramento: respetaré a mi maestro
en este arte como a mis progenitores, que, compartiré con él, el sustento y que le
daré todo aquello de que tuviese necesidad; que consideraré a sus descendientes
como a mis propios hermanos y que a mi vez enseñaré sin compensación y sin
condiciones este arte; que dejaré participar en las doctrinas e instrucciones de
esta disciplina en primer lugar, a mis hijos, luego a los hijos de mi maestro y luego
a aquellos que con escritura y juramentos que se declaren escolares míos y a
ninguno más fuera de éstos.

Por lo que respecta a la curación de los enfermos, ordenaré la dieta según mi


mejor juicio y mantendré alejado de ellos todo daño y todo inconveniente, no me
dejaré inducir por las súplicas de nadie, sea quien fuere, para proporcionar un
veneno o para dar mi consejo en semejante contingencia.

No introduciré a ninguna mujer una prótesis en la vagina, para impedir la


concepción o el desarrollo del niño. Consideraré santos mi vida y mi arte; no
practicaré la operación de la talla,[68] y cuando entre en una casa entraré
solamente para el bien de los enfermos y me abstendré de toda acción corruptora
y no me manejaré en voluptuosidad en contacto con mujeres u hombres; libres o
esclavos, todo lo que habré visto u oído durante la cura o fuera de ella en la vida
común, lo callaré y lo conservaré siempre como un secreto, si no me es permitido
decirlo. Si mantengo perfecta fe a este juramento, que me sea concedida una vida
afortunada y la futura felicidad en el ejercicio del arte, de modo que mi fama sea
alabada en todos los tiempos; pero si faltare al juramento o hubiese jurado en
falso, que ocurra lo contrario‖.

Es triste que lo que mueva a nuestros legisladores a tocar estos temas, sea un
afán protagonista, motivado por la desilusión por la conformación de la siguiente
legislatura. Analizando el tema con seriedad y madurez, podremos reconocer que
estas disposiciones en el fondo se traducen en permisibilidad, es decir,
disfrazadas de causa excluyente de responsabilidad se autorizará la práctica de
abortos y lo que es peor, se obligará a los médicos a realizarla. Vivimos en una
sociedad que es plural y por ello merece respeto; no debe ser agredida
imponiéndole una medida unilateral que además resulte inaceptable en su
contenido y en su forma jurídica.

Resulta más eficaz buscar soluciones a las causas y no a las consecuencias,


esto es, si se sabe que los abortos son resultado de embarazos no deseados,
pues vamos buscando evitar los embarazos no deseados, no dar lugar a los
abortos; vamos implementando políticas públicas integrales, una educación sexual
real, una información real sobre planificación familiar, fortalezcamos las
instituciones de la familia y de la adopción, atendamos los problemas de la
pobreza y la educación.

No se trata de un tema aislado, se trata de analizar la protección del Estado


frente al valor esencial de la vida. Abordar el tema del aborto, única y
exclusivamente desde el ámbito penal como lo hace el dictamen de referencia
requiere, insisto, de madurez, seriedad, conocimiento y tolerancia.

Respecto a la sugerencia de que no sea punible el aborto, llamado en el


dictamen interrupción del embarazo a propósito de la violación, es falso, ni
siquiera puede ser parte de una modificación en un artículo, cuando el artículo
mismo lo contempla. El artículo 333, dice actualmente: ―no es punible el aborto
causado por imprudencia de la mujer embarazada o cuando el embarazo sea
resultado de una violación‖. Por su parte, el dictamen dice al respecto en su
artículo 334: ―no se aplicará sanción, cuando el embarazo sea resultado de una
violación‖; es decir que no hay nada nuevo, ya estaba contemplado ese supuesto.
Lo mismo sucede con la fracción IV de ese precepto, en la que se lee: ―que sea
resultado de una conducta culposa de la mujer embarazada‖, mientras que el
artículo 333 del actual Código Penal dice: ―por imprudencia de la mujer
embarazada‖. Es lo mismo, la hipótesis es la falta de intención.

Si bien existe un vacío legal, y por ende la necesidad de legislar al respecto, la


propuesta contenida en la Ley Robles no es la mejor opción. No se han escuchado
a otros grupos que tienen propuestas interesantes y de mayor viabilidad para
atender a este vacío en la Ley.

Lo que indigna profundamente de la reforma es que la fracción III del artículo


334 -del dictamen- vaya dirigida única y exclusivamente a las personas con
discapacidad, al decir: ―No se aplicará sanción... cuando a juicio de dos médicos
especialistas exista razón suficiente para diagnosticar que el producto presenta
alteraciones genéticas o congénitas que puedan dar como resultado daños físicos
o mentales graves en el mismo, siempre que se tenga el consentimiento de la
mujer embarazada.‖

Quien tiene una alteración genética o congénita, con un daño físico o mental,
es una persona con discapacidad intelectual o con discapacidad física. Estamos
hablando de un bebe con Síndrome de Down, estamos hablando de mil personas,
en la que hace dos años se instaló en la Primera Legislatura una comisión, a
propósito de tratar con seriedad y prudencia, que no quiere decir no actuar, sino
actuar como se debe, con Ley firmeza o con la ligereza que se deba en el tema de
las personas con discapacidad. Cerca de 40 millones de mexicanos en el país,
vivimos de manera directa o indirecta la discapacidad, que esto ha aparecido en
nuestras vidas, adquirida o de nacimiento, y la fracción como tal,
desgraciadamente esta dedicada a la posibilidad de que una madre diga si quiere
o no tener una persona que sufra un síndrome, parálisis cerebral con los brazos
cortos, con los brazos largos, sin una pierna, ciego, sordo, mudo, qué se yo...
Es preocupante que se vea con ligereza y parcialidad un tema tan
trascendente y que se aborde desde el ámbito del Derecho Penal. El derecho a la
maternidad, se debe discutir, se debe debatir, pero no a propósito de una fracción
del artículo 334 del Código Penal, cuando no se tiene definida una política
criminal.

Bajo ninguna circunstancia se puede privar de la paternidad. Lo de la violación,


ya estaba; lo de la conducta culposa de la madre, ya estaba, eso no es nuevo.
Única y exclusivamente estamos en el tema de aquel ser humano que desde el
vientre de su madre se le detecte una malformación física o mental, una disfunción
congénita o genética como alteración, se tiene y se abre esa puerta para que no
nazca, se abre esa puerta para abortarlo y creo que se construye, y de manera
demagógica, la opinión de la madre. También existen hombres -aunque no sean la
mayoría- que tienen un alto sentido de la responsabilidad y la paternidad, y en
este dictamen no se contempla. Se está abordando el tema de manera parcial y
por lo tanto, irresponsable y ligero.

Los legisladores no son congruentes en su vida. Mientras públicamente dan


dinero al Teletón y fomentan el trabajo de revisión legislativa, de justicia y de
accesibilidad a las oportunidades de una persona con discapacidad, después
ponen a debate esta fracción III del artículo 334 a modificarse. Cuando se creó la
Comisión se dijo que era un paso adelante el discutir y aprobar la Ley para
Atención a Personas con Discapacidad; el punto de coincidencia era incorporar al
discapacitado a la sociedad. Y ahora, en este dictamen, se vota a favor de abrir la
posibilidad de que dos médicos digan con el consentimiento de la madre, de que
no volverá a nacer, si así lo quiere su propia madre, un discapacitado en esta
ciudad.

No podemos abordar de manera parcial, ligera y coyuntural el tema. Estamos


hablando de la vida, de discapacidad y de maternidad, porque se toca el tema de
la mujer y del derecho de la madre de tener cuando quiera un hijo -si es fértil- pero
el padre no. El padre no es considerado para saber cuando puede o no. Y no
importa si el padre es un violador. Si el padre es violador, el hijo es producto de un
delito. Y si el producto de la concepción es producto a su vez de la violación, este
supuesto lo contempla el artículo 332 desde antes de la reforma y no será punible.
Por otro lado, al padre violador se le impone la pena por el delito cometido, pero
nadie castiga el homicidio que también se ha cometido.

No hay forma de aprobar el aborto, ni en casos de excepción, haciendo que


una ley formalmente aprobada por votación democrática, lo contenga en su
redacción. De ninguna manera. En ninguna norma moral pueda quedar sujeta a
votación por razonado que pudiera ser el voto. Esto es una utopía, cuando se
sujeta a votación una legislación penal, no se pone nunca en duda si robar, violar,
allanar, matar, lesionar, difamar, es malo; se pone a votación la forma como está
redactada la ley y las sanciones aplicables y la situación que integran un tipo
penal.

Si se razona con recta razón, leyendo las normas morales, escritas en el


corazón de los seres humanos, por fuerza tendrá que concluirse que abortar es un
delito y causa un dolor inmenso a la madre y a la sociedad. Solo es posible la
verdadera democracia con un mínimo de ética, el respeto al derecho de la vida de
todos los seres humanos, no importa si son discapacitados, no es una cuestión de
diferencia de RELIGION, no es una cuestión de salud, es parte de esta ética
mínima que el Estado democrático debe promover, la verdadera democracia es un
consenso fundamental de todo el cuerpo social, que sostiene el derecho de todo
ser humano a vivir y además vivir con dignidad.

Reacciones frente a la aprobación de la reforma.

A raíz del consentimiento de esta iniciativa, diecisiete asambleístas del Partido


Acción Nacional y cinco del Partido Verde Ecologista de México, interpusieron una
acción de inconstitucionalidad el pasado 25 de septiembre del 2 , ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, la cual, a juicio de Marta Lamas -directora del
Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE)- más que una posición o
definición ideológica, estaba obligada a emitir simplemente una resolución jurídica
al respecto de estas reformas que aumentaron los motivos por los que una mujer
puede abortar legalmente en esta Ciudad. El Máximo Tribunal admitió el recurso el
29 de septiembre del mismo año y lo notificó al gobierno del Distrito Federal y a
los miembros de la segunda Asamblea Legislativa para que cada uno presentara
sus argumentos.

Al respecto, el Presidente de la Comisión de Administración y Procuración de


Justicia de la Asamblea, diputado Juan José Castillo Mota, manifestó en una
entrevista que la legislación aprobada en materia de aborto era buena, y que no
podían dar marcha atrás a la misma. El diputado Castillo afirmó que las reformas
que se hicieron fueron adecuadas y lo único que se necesita ahora es que se
aplique la ley y se sancione a quienes lo ameriten. En su concepción, si bien
existieron reacciones diversas en ese tema, sobretodo de quienes calificó como
personas ―que no tienen pensamiento abierto‖, la violación que sufra una mujer en
el Distrito Federal será motivo suficiente para practicarse el aborto, porque la
mujer es el alma de una familia y la familia lo es de un Estado.

Opinión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La ministra Olga Sánchez Cordero elaboró el proyecto de sentencia en el


sentido de que lo que establece esta reforma en general, es constitucional. Así, el
pasado 29 de enero de 2002, la Corte emitió el Comunicado de Prensa Número
497, de la Dirección General de Comunicación Social, que se titula VALIDA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN EL ARTÍCULO 334,
FRACCIÓN III, DEL CÓDIGO PENAL DEL DISTRITO FEDERAL, donde el Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró formalmente constitucional
la reforma al artículo 334, fracción III, del Código Penal para el Distrito Federal, de
1999, por medio de la cual, no se aplicará sanción por el delito de aborto, cuando
éste obedezca a alteraciones genéticas o congénitas, que puedan dar como
resultado daños físicos o mentales, al límite de poner en riesgo la sobrevivencia
del producto. La acción de inconstitucionalidad 10/2 , cuyo proyecto de resolución
estuvo a cargo de la ministra Olga María del Carmen Sánchez Cordero Dávila de
García Villegas, fue presentada por diputados de la Asamblea Legislativa del
Distrito Federal, pertenecientes a los partidos Acción Nacional y Verde Ecologista,
el 25 de septiembre de 1999, y en la misma se impugna también la adición del
artículo 131 BIS del Código de Procedimientos Penales para el DF. Por lo que
respecta a la impugnación de la reforma al artículo 334, fracción III, del Código
Penal para el DF, el Pleno de ministros, por mayoría de votos, resolvió declarar la
constitucionalidad de dicho precepto, por considerar que en éste se contempla una
excusa absolutoria. En virtud de lo anterior, de darse las hipótesis previstas en el
mencionado artículo, las autoridades correspondientes no deberán imponer la
sanción cuando la madre decida interrumpir su embarazo. A este respecto, el
artículo 334, en su fracción III, señala lo siguiente: ―ARTICULO 334.- No se
aplicará sanción (al delito de aborto): III.- Cuando a juicio de dos médicos
especialistas exista razón suficiente para diagnosticar que el producto presenta
alteraciones genéticas o congénitas que puedan dar como resultado daños físicos
o mentales, al límite que puedan poner en riesgo la sobrevivencia del mismo,
siempre que se tenga el consentimiento de la mujer embarazada. En los casos
contemplados en las fracciones I, II y III, los médicos tendrán la obligación de
proporcionar a la mujer embarazada, información objetiva, veraz, suficiente y
oportuna sobre los procedimientos, riesgos, consecuencia y efectos, así como de
los apoyos y alternativas existentes, para que la mujer embarazada pueda tomar
la decisión de manera libre, informada y responsable‖. En la discusión, los
ministros establecieron que la Constitución Federal protege la vida humana y, de
igual forma, protege al producto de la concepción, en tanto que éste es una
manifestación de la vida humana, independientemente del momento del proceso
biológico en que se encuentre. El Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación resolvió única y estrictamente sobre criterios jurídicos, respecto de la
constitucionalidad o no de la mencionada reforma, sin atender a ningún otro
criterio que no fuera el sustentado en el Derecho. El Pleno de ministros decidió
diferir para mañana la discusión del artículo 131 BIS del Código de Procedimientos
para el Distrito Federal, impugnado en la mencionada acción de
inconstitucionalidad.

Cuando un niño no cuenta con esta seguridad, se derrumba el orden natural


desde su raíz. El aborto es el mayor de los crímenes y legalizarlo o
despenalizarlo[69] da pie a que situaciones de hecho igualmente contrarias a este
orden natural, como la unión libre entre homosexuales, la adopción por parte de
este tipo de parejas, la eutanasia, el suicidio asistido, la pena de muerte y otros
crímenes mayores, se conviertan en situaciones de derecho, pues una vez
justificado el aborto, cualquier conducta es justificable. ―Crear quiere decir llamar a
la existencia desde la nada; por tanto, crear quiere decir dar la existencia. Y si el
mundo visible es creado para el hombre, por consiguiente el mundo es dado al
hombre. Y contemporáneamente el mismo hombre en su propia humanidad recibe
como don una especial ―imagen y semejanza‖ de Dios. Esto significa no sólo
racionalidad y libertad como propiedades constitutivas de la naturaleza humana,
sino además, desde el principio, capacidad de una relación personal con Dios,
como YO y TU... el hombre ―es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado
por sí misma‖, en su dignidad de persona, pero abierta a la integración y comunión
social.‖
Juan Pablo II en Dominum et Vivificantem.

CAPÍTULO V

IMPACTO SOCIAL DEL DELITO DE ABORTO.

Las mujeres fueron durante años -incluso siglos- consideradas como objetos
por sus maridos y la sociedad en general, sin voz ni voto, sin derecho a estudiar,
ni a trabajar. Solamente se limitaban a las labores domésticas, a tocar algún
instrumento musical o a hacer manualidades. Fue entonces cuando algunas
mujeres iniciaron una lucha para ser ciudadanas y sujetos de derechos políticos y
ser candidatas a trabajos que originalmente eran sólo para caballeros y para que
pudieran estudiar lo que prefirieran según sus intereses.

Esto pudo haber sido muy benéfico para que las mujeres se superaran, pero
los problemas surgieron cuando estos deseos de superación se convirtieron en
una competencia radical con los hombres y descuidaron totalmente la familia por
su deseo de salirse de la casa, dejaron de encargarse de las labores domésticas y
educativas de los hijos, y comenzaron a perder la motivación para casarse o tener
hijos, porque sienten que eso las ata y no las deja ser libres; pero tomar esta
actitud no las libera... no deberían buscar un crecimiento en sentido contrario u
opuesto, sino uno paralelo al de los hombres.

V.1 EL ABORTO CRIMINAL Y SU TRASCENDENCIA SOCIAL.

Una sociedad que, impulsada por oscuros motivos a ignorar el valor de la vida
incipiente, entra en un engranaje mental que, casi ineludiblemente, conduce al
desprecio de la vida en su totalidad. Entre otras cosas, ello significa – las
estadísticas son claras al respecto- un progresivo menosprecio a la familia, una
creciente soledad de la mujer ante el entrañable misterio de la maternidad y la
contemporánea exaltación del egoísmo masculino, una degradación de las
relaciones físicas entre el hombre y la mujer, la abulia mental y ética en jóvenes
que afrontan el mundo – de por sí tan hermoso y enriquecedor- de las relaciones
interpersonales sin el suficiente sentido de responsabilidad, una grave inversión de
la profesión médica que de ser servidora de la vida, se ha transformado en
instrumento de la muerte, y de muerte violenta y prematura, abriendo así el
camino a otras intervenciones – como la eutanasia o el eugenismo- contrarias al
derecho a la vida.
Esto ha traído como ineludible consecuencia el fomentar a su vez otras
realidades más profundas y sutiles, como el abandono de cualquier inspiración
ética personal por parte de ciertos políticos, la progresiva privatización total de
cuanto hace referencia a la vida del hogar y la desconfianza de largos estratos
sociales en los profesionales de la política y de la medicina, considerados
potenciales aliados de sistemas de vida alienantes y al límite, creadores de falsas
libertades que a plazo más o menos largo, se convierten en verdaderas prisiones
mentales[70].

La sociedad tiene derecho y obligación de ejercer, por su medio, vigilancia y


control sobre las manifestaciones de lo sexual. Este principio está fundamentado
en las exigencias del bien común, que requiere un clima social adecuado y sano,
apto para una educación y desarrollo integral de las personas, entre las que
algunas son débiles y humanamente inmaduras. No se deben permitir, por tanto,
ciertas manifestaciones públicas de lo sexual, que perturban indebidamente el
ambiente tranquilo en que los ciudadanos desean reposar serenamente su
espíritu. Sin embargo, las censuras y sanciones han de llevarse a cabo de modo
que busquen, a la vez que el bienestar ciudadano, la madurez personal, incluso la
de los agresores del orden y de la tranquilidad ciudadana.

Las medidas de salud moral tendrán cuidado en no confundir las


formulaciones socio- culturales propias con el pudor. Las normas generales han
de restringirse a cada cultura y a cada época cultural, sin hacer trasvases de una a
otra; las manifestaciones concretas del pudor conllevan relatividad.

La frase ―El ser humano es un ser social por naturaleza‖, se refiere a que la
persona tiene una dimensión social desde que nace, porque la lleva en su
estructura en cuanto que es llamada desde lo más íntimo de sí, a la comunión y
entrega con los demás. ―Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido
que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de
hermanos[71].‖ La sociedad es una comunidad formada por personas,
interdependendientes y recíprocas respecto de la misma sociedad; es así como
todo lo que se realiza a favor de la persona representa un beneficio para la
sociedad, y visceversa.

Ahora bien, podemos afirmar que es la sociedad de hombre y mujer la


expresión primera de la comunión entre personas humanas. Considerando que la
expresión primera y originaria de la dimensión social de la persona es el
matrimonio y la familia, y que Dios no creó al hombre en solitario, sino que desde
el principio ―los hizo hombre y mujer‖. Diversas asociaciones civiles, conscientes
del grave problema que representa este tema en México, han propuesto una serie
de planteamientos para resolver de manera justa y equitativa para todas las
mujeres mexicanas. Es sabido que la democracia se fundamenta en la
participación ciudadana y en las adecuaciones legales para una mejor convivencia
social, sin embargo, en términos del artículo 46 del Estatuto de Gobierno del
Distrito Federal [72], los ciudadanos de esta entidad carecemos del derecho de
iniciativa.
El mayor porcentaje de adolescentes embarazadas en el Distrito Federal
corresponde a la delegación Iztacalco con un 14.3% de incidencia, mientras que
en el resto de la ciudad es de 10.1%, comenta para ―El Universal‖ la jefa
delegacional iztacalquense, Elena Tapia. Agrega que el común denominador de
las jóvenes es que consideran el inicio de una relación de pareja como la
posibilidad de abandonar sus hogares; sin embargo, la experiencia indica que
suele ocurrir lo contrario, porque en esos casos no salen del núcleo familiar, sino
que lo incrementan.

Por su parte, la directora general de Desarrollo Social de la delegación, Elsa


Conde Rodríguez, destaca en entrevista con el Reforma que en la delegación
Iztacalco cada año se embarazan aproximadamente 5 mil adolescentes de entre
15 y 19 años de edad, lo cual corresponde al 27% del total de las mujeres que
viven en la demarcación. Elsa Conde señala que la educación sexual en México
es insuficiente y se requiere de mayor información y acceso a métodos de
planificación familiar para disminuir el número de embarazos en niñas y
adolescentes.

En madres de entre 15 y 19 años la tasa es de 53.9% para Iztacalco y 24.3%


para el resto de la ciudad de México. Y, con base en datos de la Dirección de
equidad del Gobierno del Distrito Federal, se sabe que la edad promedio en que
las mujeres del DF tienen su primera relación sexual es a los 17 años. Además
señala que:
 52.4% de las jóvenes de entre 15 y 19 años se embarazan
 Cada año nacen 25 mil niños de madres menores de 19 años 10% de
adolescentes logran abortar
 Riesgos: entre los primogénitos de madres menores de 10 años, 6.2%
mueren en el primer año.

En todo el mundo, los promotores del aborto han seguido como método de
lucha aquel que consiste en presentar cifras exageradas para impactar a los
incautos. Por ejemplo han declarado que a principios de esta década se producían
aproximadamente unos 850, abortos al año [73]. Sin embargo no son capaces de
probar sus afirmaciones, y esto se debe a que son falsas. El médico Bernard N.
Nathanson, quien durante años llevó el título de ―El Rey del aborto‖ (el cual se
ganó a pulso) reconoce que él y su gente, para impactar a la población utilizaban
esta táctica de la exageración, multiplicando las cifras reales. En 1979 Nathanson
escribió: ―Confieso que sabía que las cifras que revelábamos eran totalmente
falsas... pero en la moralidad de nuestra revolución, eran cifras muy útiles,
ampliamente aceptadas...‖

Lo que revelan las cifras, independientemente de cuáles sean éstas, es que


sociedad y gobierno no han sabido cumplir una parte importante de su deber, ya
que no han ofrecido alternativas a las mujeres que están gestando o que ya han
dado a luz a un hijo no deseado, ni han educado en el ejercicio de la sexualidad
con responsabilidad.

V.1.A TESTIMONIOS.

* ―Soy Luci, una de las jóvenes religiosas que ha sido violada por los soldados
serbios. Le escribo, Madre, después de lo que nos ha sucedió a mis hermanas
Tatiana, Sandria y a mí. Permítame no entrar en detalles del hecho, hay en la vida
experiencias tan atroces que no pueden confiarse a nadie más que a Dios, a cuyo
servicio, hace apenas un año, me consagré. Mi drama no es tanto la humillación
que padecí como mujer, ni la ofensa incurable hecha a mi vocación de
consagrada, sino la dificultad de incorporar a mi fe un evento que ciertamente
forma parte de la misteriosa voluntad de Aquél, a quien siempre consideraré mi
Esposo divino.

Hace pocos días que había leído "Diálogos de Carmelitas", y


espontáneamente pedí al Señor la gracia de poder también yo morir mártir. Dios
me tomó la palabra, pero ¡de qué manera! Ahora me encuentro en una angustiosa
oscuridad interior. Él ha destruido el proyecto de mi vida, que consideraba
definitivo y exaltante para mí y me ha introducido de improviso en un nuevo
designio suyo que, en este momento, me siento incapaz de descubrir. Cuando
adolescente escribí en mi Diario: Nada es mío, yo no soy de nadie, nadie me
pertenece. Alguien, en cambio, me apresó una noche, que jamás quisiera
recordar, me arrancó de mi misma, queriendo hacerme suya...
Era ya de día cuando desperté y mi primer pensamiento fue el de la agonía de
Cristo en el Huerto. Dentro de mí se desencadenó una lucha terrible. Me
preguntaba por qué Dios permitió qué yo fuese desgarrada, destruida
precisamente en lo que era la razón de mi vida; pero, también me preguntaba a
qué nueva vocación Él quería llamarme. Me levanté con esfuerzo y mientras
ayudada por Josefina me enderezaba, me llegó el sonido de la campana del
convento de las Agustinas, cercano al nuestro, que llamaba a la oración de las
nueve de la mañana. Hice la señal de la cruz y recité mentalmente el himno
litúrgico: En esta hora sobre el Gólgota, Cristo, verdadero Cordero Pascual, paga
el rescate de nuestra salvación.

¿Qué es, Madre, mi sufrimiento y la ofensa recibida, comparados con el


sufrimiento y la ofensa de Aquél por quien había jurado mil veces dar la vida? Dije
despacio, muy despacio: Que se cumpla tu voluntad, sobre todo ahora que no
tengo dónde aferrarme y que mi única certeza es saber que Tú, Señor, estás
conmigo.

Madre, le escribo no para buscar consuelo, sino para que me ayude a dar
gracias a Dios por haberme asociado a millares de compatriotas ofendidas en su
honor y obligadas a una maternidad indeseada. Mi humillación se añade a la de
ellas, y porque no tengo otra cosa que ofrecer en expiación por los pecados
cometidos por los anónimos violadores y para reconciliación de las dos etnias
enemigas, acepto la deshonra sufrida y la entrego a la misericordia de Dios. No se
sorprenda, Madre, si le pido que comparta conmigo un "gracias" que podría
parecer absurdo. En estos meses he llorado un mar de lágrimas por mis dos
hermanos asesinados por los mismos agresores que van aterrorizando nuestras
ciudades, y pensaba que no podría sufrir más, qué tan lejos estaba de imaginar lo
que me habría de suceder!

A diario llamaban a la puerta de nuestro convento centenares de criaturas


hambrientas, tiritando de frío, con la desesperación en los ojos. Hace unas
semanas un muchacho de dieciocho años me dijo: Dichosas ustedes que han
elegido un lugar donde la maldad no puede entrar. El chico tenía en la mano el
rosario de las alabanzas del Profeta. Y añadió en voz baja: Ustedes no sabrán
nunca lo que es la deshonra. Pensé largamente sobre ello y me convencí de que
había una parte secreta del dolor de mi gente que se me escapaba y casi me
avergoncé de haber sido excluida. Ahora soy una de ellas, una de las tantas
mujeres anónimas de mi pueblo, con el cuerpo desbastado y el alma saqueada. El
señor me admitió a su misterio de vergüenza. Es más, a mí, religiosa, me
concedió el privilegio de conocer hasta el fondo la fuerza diabólica del mal.

Sé que de hoy en adelante, las palabras de ánimo y de consuelo que podré


arrancar de mi pobre corazón, ciertamente serán creíbles, porque mi historia es su
historia, y mi resignación, sostenida por la fe, podrá servir si no de ejemplo, por lo
menos de referencia de sus reacciones morales y efectivas. Basta un signo, una
vocecita, una señal fraterna para poner en movimiento la esperanza de tantas
criaturas desconocidas. Dios me ha elegido -que Él me perdone esta presunción-
para guiar a las más humilladas de mi pueblo hacia un alba de redención y de
libertad. Ya no podrán dudar de la sinceridad de mis palabras, porque vengo,
como ellas, de la frontera del envilecimiento y la profanación.

Recuerdo que cuando frecuentaba en Roma la universidad para la


Licenciatura en Letras, una anciana eslava, profesora de literatura, me recitaba
estos versos del poeta Alexej Mislovic: Tú no debes morir porque has elegido
estar/ de la parte del día. Ahora ya todo pasó y al volver hacia atrás tengo la
impresión de haber sufrido una terrible pesadilla. Todo ha pasado, Madre, pero,
todo empieza. En su llamada telefónica, después de sus palabras de aliento, que
le agradeceré toda la vida, usted me hizo una pregunta concreta: ¿Qué harás de
la vida que te han impuesto en tu seno? Sentí que su voz temblaba al hacerme
esa pregunta, pregunta a la que no creí oportuno responder de inmediato; no
porque no hubiese reflexionado sobre el cambio a seguir, sino para no turbar sus
eventuales proyectos respecto de mí. Yo ya decidí. Seré madre. El niño será mío y
de nadie más. Sé que podría confiarlo a otras personas, pero él - aunque yo no lo
quería ni lo esperaba- tiene el derecho a mi amor de madre. No se puede arrancar
una planta con sus raíces. El grano de trigo caído en el surco tiene necesidad de
crecer allí, donde el misterioso, aunque inicuo sembrador le echó para crecer.
Realizaré mi vocación religiosa de otra manera. Nada pediré a mi
congregación que me ha dado ya todo. Estoy muy agradecida por la fraterna
solidaridad de las hermanas, que en este tiempo me han llenado de delicadezas y
atenciones, y particularmente por no haberme importunado con preguntas
indiscretas. Me iré con mi hijo, no sé adonde; pero Dios, que rompió de improviso
mi mayor alegría, me indicará el camino a recorrer para hacer su voluntad. Volveré
pobre, retomaré el viejo delantal y los zuecos que usan las mujeres los días de
trabajo y me iré con mi madre a recoger en nuestros bosques la resina de la
corteza de los árboles... Alguien tiene que empezar a romper la cadena de odio
que destruye desde siempre nuestros países. Por eso, al hijo que vendrá le
enseñaré sólo el amor. Este mi hijo, nacido de la violencia, testimoniará junto a mí
la única grandeza que honra al ser humano es el perdón.‖

* En un debate ante la televisión francesa, Lejeune preguntó a Monod: de un


padre sifilítico y una madre tuberculosa que tuvieron cuatro hijos; el primero nació
ciego, el segundo murió al nacer, el tercero nació sordomudo, y el cuarto es
tuberculoso; la madre queda embarazada de un quinto hijo. Ud. ¿qué haría? -Yo
interrumpiría ese embarazo- respondió Monod con toda seguridad; a lo que su
contrincante le contestó: Tengamos un minuto de silencio, pues Ud. hubiera
matado a Beethoven.

* Ernestina[74] nació de milagro, sólo porque Dios lo permitió. Fue la tercera


hija de una familia ―moderna‖ y ―liberada‖ que no deseaba que ella existiese pero
que, ante las circunstancias, no le quedó más remedio que aceptarla y luchar por
su vida. Su mamá, identificada con los criterios utilitaristas de la época, después
de que nacieron sus dos primeros hijos había ―cerrado la fábrica‖, como ahora
dicen; se hizo la ligadura de trompas de Falopio y se dispuso al goce ―libre‖ y sin
―riesgos‖. Su esposo estaba de acuerdo, supuestamente, para que pudiesen ser
felices sin tener que cuidar más ―estorbos‖. Cuando se le presentó el embarazo
extrauterino a Ernestina, no lo podía creer y muy molesta, se dispuso a abortar.
Sin embargo el papá la convenció para que hiciera el intento de aguantar lo más
posible aquel embarazo ―accidental‖ y ―desafortunado‖.

Desde ese momento la señora tuvo que someterse a una serie de controles,
tratamientos y cuidados intensivos; se controló su alimentación para que el bebé
no creciera más de lo indispensable y poco antes de los seis meses de gestación
se le practicó una cesárea, difícil y delicada, y la niña, aunque viva y ya
desarrollada, nació con fuertes deficiencias pulmonares, ya que el aparato
respiratorio es lo último que se le forma a los niños durante la preñez.

Los primeros meses de vida de Ernestina transcurrieron en una sofisticada


incubadora; se le alimentaba a base de sueros y otros elementos que pudiesen
sustituir la leche materna y que, asimismo, le ayudaran a terminar el desarrollo
mínimo indispensable para sobrevivir. Finalmente la criatura, de modo admirable,
superó sus deficiencias y se salvó. Cuando su padre la llevó a casa, la criatura era
muy pequeña, flaquita, frágil y con aspecto enfermizo. Como su mamá ya estaba
―hastiada‖ de tantos problemas, la niña casi siempre se la pasaba en casa de sus
abuelos, ya de avanzada edad, lo que le generó innumerables conflictos
emocionales debido a la diferencia de trato entre una y otra familia. Creció muy
inestable. El acabóse fue cuando, un día, su madre abandonó el hogar familiar y
huyó con una de sus ―tantas‖ aventuras posteriores a la ligadura de trompas. Los
tres hermanos se quedaron solos bajo el cuidado de su padre.

El tiempo siguió su curso y al cumplir 15 años, Ernestina le pidió a su papá que


la dejara ir a estudiar Oceanografía a una ciudad de la costa y él, que le había
tomado mucho cariño, aceptó y la dejó partir. Cuando llegó al puerto donde se
hallaba la escuela se sintió más sola que nunca, resintió aún más la falta de cariño
y sufrió lo indecible recordando el conflicto de sus padres. Estaba en esas
condiciones cuando conoció a Alfonso, un hombre 22 años mayor que ella, dos
veces divorciado y padre de tres hijos, aunque con ninguno de ellos vivía. A los
pocos días, Ernestina se fue a vivir con él. En poco tiempo iniciaron sus
―convivencias sexuales‖ y ella se protegió tomando la ―píldora‖, pero, debido a su
corta edad y a sus antecedentes de nacimiento, pronto empezó a tener problemas
por lo que consultó al médico que, sin mayores preámbulos, le colocó el
dispositivo intrauterino o ―DIU‖.

Ambos llegaban de existencias solas y faltas de afecto pero, ―como eran


modernos y muy maduros‖, desde los primeros días de intimidad llegaron a un
acuerdo:
- Mira Ernestina, yo no te quiero, pero la verdad me entiendo contigo, la
pasamos bien y sin complicaciones. Le expuso Alfonso.

- Si es cierto, yo tampoco te amo, si me gustas, pero hasta ahí: ¿qué te parece


si seguimos así?, pero muy ―honestos‖, cuando tú te canses de mí o yo de ti, aquí
se rompió una taza y ya sabes...

- Por eso es mejor ni pensar en hijos que impidan nuestra libertad, vivamos
sólo el momento y no nos preocupemos por qué pasará mañana...

Ella continuó así sus estudios de Oceanografía y él siguió por su lado con
programaciones de computación para las compañías pesqueras del puerto;
durante el día poco se llegaban a ver pero, por las noches o en los fines de
semana, ―gozaban‖ como pareja sin más compromiso que ―apoyarse‖ y ―hacer el
amor‖, de acuerdo con los tiempos. Así pasaron siete años. Ernestina terminó sus
estudios y encontró un trabajo bien remunerado en una de las compañías
pesqueras; ya andaba cerca de los veinticuatro años y las huecas relaciones con
Alfonso no le satisfacían ya; se sentía vacía y la mayor parte del tiempo lo
ocupaba en el trabajo para no pensar; sin embargo, casi siempre estaba cansada
y sin ilusiones. Todo explotó el día en que le vino una tremenda hemorragia
vaginal por la que fue a parar hasta el hospital. De inmediato la revisaron y
notaron que el ―DIU‖ le había perforado las paredes del útero por lo que tuvieron
que retirárselo y realizaron labores de corretaje. Estuvo bastante delicada.
Al salir del centro de salud reflexionó acerca de su vida y decidió dejar a
Alfonso. Quince días después estaba de vuelta en la casa de su padre y como
buena ―liberada independiente‖, tomó un trabajo y pensó que había llegado el
momento de tener un hijo, se le antojaba tenerlo para ella sola, sería ―suyo‖ y de
nadie más.

El ansia de dar y recibir el cariño que le había faltado durante toda su niñez y
en el resto de su vida, la impulsaban a ello. Fue así que buscó y conoció a un
joven que le gustó y pronto se casó con él, claro que sólo por lo civil; no le
preocupaba mucho como fuese, siempre y cuando le sirviera para alcanzar el
embarazo que se le había metido entre ceja y ceja. El tiempo pasaba y a pesar de
todos los intentos, los resultados eran negativos, ya que no quedaba encinta.

Preocupada visitó al ginecólogo sólo para recibir un diagnóstico desolador: debido


a las lesiones internas provocadas por el ―DIU‖ su útero había formado tejido
cicatrizal inapropiado para retener el embrión que pudiera llegar a concebir, por lo
que ya no podría tener hijos.

Perdido el objeto de su matrimonio civil, la unión fracasó, el joven


desilusionado, pidió y obtuvo el divorcio. Ernestina vive ahora con varias amigas
para remedir su soledad y frustración; todas ellas sufren problemas de falta de
cariño; todas, de entre 28 y 35 años buscan remediar su ―liberado‖ fracaso; ansían
desesperadas encontrar la estabilidad emocional, el verdadero amor, añoran un
esposo o un hijo que les de una razón válida a su vida. Por desgracia, parece que
no hay valientes que se animen a iniciar la aventura con ellas.

* Gianna Jessen, cuya madre hace 23 años se sometió a un aborto por


inyección salina, procedimiento que causa la muerte del bebé a través de severas
quemaduras. El procedimiento no terminó con la expulsión de un feto muerto de
tres meses --como creían los que hicieron la operación abortiva-- sino en el
nacimiento de una niña agonizante a los siete meses de su gestación. Una
enfermera se apiadó de ella y en un hospital cercano salvaron su vida.

* Sara Smith, cuya madre --esposa de un pastor protestante--, decidió terminar


con su sexto embarazo en una clínica de California. Ni los «médicos» ni la madre
sabían que en el vientre llevaba dos niños --un varón y una mujer-- y que el
procedimiento sólo acabó con uno- -Andrew James--, dejando con vida a su hija
Sarah, que hoy tiene 30 años de edad. Audrey Frank, la «decana» de las
sobrevivientes del aborto, sobrevivió al intento de aborto de su madre, mucho
antes que el aborto fuera legal en Estados Unidos y nunca había querido, hasta
ahora, contar su historia fuera de las limitadas audiencias con las que su actual
trabajo pastoral la pone en contacto.

* Bridget Hooker. Su madre intentó abortarla en 5 ocasiones con la inyección


de un compuesto químico con la hormona Pitocin. Bridget nació en febrero de
1965 sin ningún problema de salud y con muchos deseos de vivir. Su profunda fe
la ha ayudado a enfrentar su historia y soportar un arduo proceso de reconciliación
con su madre.
* En Brasil fue bautizado Vitor, salvado del aborto y su madre recibió la
Primera Comunión en el mismo acto. Vitor, uno de los niños más famosos del
mundo, estaba a punto de morir en un hospital de Sao Paulo, a manos del equipo
de aborto coordinado por el doctor Jorge Andalaft. Tenía ya cinco meses de vida
intrauterina pero su madre quería abortar por el hecho de haberlo concebido en
una violación. En verdad, Vitor, es hijo de Fabiana, de 15 años, residente en
Goiânia, y su padrastro. El mundo entero se movilizó para solicitar al doctor Jorge
Andalaft que salvase la vida del inocente. «En aquella época, comunicándose
conmigo por teléfono --relata Luiz Carlos Lodi da Cruz, presidente de la
organización Pro-Vida de Anápolis-- el médico se mostró muy irritado y amenazó
con procesarme por "invasión de la vida privada". Según él, el hospital estaba
recibiendo 30 llamadas telefónicas a la hora, así como fax y correos electrónicos
de todo el mundo. El globo terrestre entero se movilizó por la vida de Vitor». Al
final, el doctor Jorge Andalaft decidió que no haría el aborto. En la misma ocasión,
también Fabiana Silva anunció que desistía de la idea.

Hoy, Vitor es el principal centro de atención en la casa donde vive Fabiana y


su madre. Ninguna de las dos ha pensado en donar al niño. Al contrario de lo que
preveía el doctor Jorge Andalaft, Fabiana Silva no ha interrumpido sus estudios,
recibe gran atención de los benefactores pro-vida y dio a luz en el Hospital
Materno Infantil de Goiânia, asistida ¡nada menos que por 10 médicos! Vitor
(nombre escogido por Fabiana y que significa "vencedor") fue bautizado ayer en la
Catedral del Buen Jesús de Anápolis. Su madre, Fabiana Silva recibió la Primera
Comunión en la Santa Misa celebrada poco antes.
«Su bautismo --afirma Luiz Carlos Lodi da Cruz-- es el símbolo vivo de la
resistencia pro-vida. Y yo tengo la honra de celebrarlo. Qué bueno es Dios».

* LA CONVERSIÓN CIENTÍFICA DE BERNARD NATHANSON

"El Rey del Aborto" defiende ahora el derecho a la vida del feto. Después de
ser uno de los principales promotores de la legislación del aborto en los Estados
Unidos, hasta el punto de ser conocido en Nueva York como "el rey del aborto", el
Dr. Bernard Nathanson experimentó un cambio radical. El conocimiento de los
avances médicos que demuestran la existencia de una vida humana en el feto le
abrió los ojos. Un hombre que ha realizado personalmente casi cinco mil abortos,
afirma ahora: "Dramáticamente tengo que reconocer que el feto no es un trozo de
carne: es un paciente".

Una amiga embarazada.

Mi interés por el aborto comenzó a raíz de mi paso por la Facultad de Medicina


y de la experiencia, casi obligada, de tener una amiga que quedó embarazada. En
aquella época era casi imposible obtener un aborto; finalmente lo logramos, pero
el sujeto que lo realizó era un charlatán que por poco la mató. Después siguieron
algunos años de práctica en obstetricia y ginecología ocho años, para ser exacto.
Fue entonces cuando se despertó en mí una gran sensibilidad por lo penoso de la
situación de aquellas mujeres que se exponían a lesiones graves e, incluso, a la
muerte, en los abortos practicados clandestinamente. Y en el período siguiente, de
1957 a 1967, ejerciendo ya como médico, me reafirmé en mi creencia de que era
necesario cambiar las leyes que prohibían el aborto, por considerarlas restrictivas
e injustas.

El éxito de una campaña propagandística.

Así que en 1968 organicé un grupo llamado Asociación Nacional para la


Renovación de las Leyes del Aborto. A nuestros contrincantes los cogimos
durmiendo. En esta organización, que unió todas las fuerzas que había entonces
en pro del aborto, ideamos una serie de tácticas para nuestra campaña. Le dijimos
al público que de diez a quince mil mujeres morían cada año debido a los abortos
clandestinos. De hecho, sabíamos por nuestras investigaciones que el número era
más bien de doscientas o trescientas. Inventamos también lemas sumamente
persuasivos y agresivos, como "la mujer tiene derecho al dominio de su propio
cuerpo", "libertad de elección", "la conspiración católica" y otros similares. Tuvimos
un éxito extraordinario. Trabajamos con un presupuesto de siete u ocho mil
dólares anuales, echamos por tierra la ley en el Estado de Nueva York en dos
años. Gracias a una telaraña de mentiras y calculada intriga, logramos tener, por
vez primera en Estados Unidos, una ley que permitía absolutamente el aborto.
Hicimos de Nueva York la capital del aborto en el país, mientras que mis colegas
me calificaban en la prensa como el "rey del aborto". Por supuesto, no nos
consideramos satisfechos simplemente como haber logrado la despenalización del
aborto. Aspirábamos a poner en marcha toda una operación masiva, que
permitiera a cualquier mujer –también a las pobres- obtener un aborto barato,
rápido y seguro. Y establecimos una clínica bajo el nombre de Centro de Salud
Sexual y la Reproducción, un eufemismo bastante bueno para lo que a fin de
cuantas se convirtió en matadero. Durante la época en que fui director de la clínica
se practicaron 60, abortos, aproximadamente 120 diarios.

Yo mismo, personalmente, he realizado cerca de cinco mil abortos a lo largo


de mi vida. La clínica generaba uno ingresos de cinco millones de dólares anuales.
De hecho, entonces era la única instalación de ese tipo. De 1970 a 1972,
atraíamos a mujeres de la mitad Este de los Estados Unidos, y jamás volverá a
darse una experiencia tan concentrada en un solo punto, ya que la sentencia de
Tribunal Supremo (en 1973) levantó las restricciones al aborto en todos los
Estados.

El ataque contra la iglesia Católica

Otra táctica muy importante fue presentar la oposición al aborto como


injerencia de la iglesia Católica. No se trataba de fustigar al Papa porque el centrar
la atención en un solo hombre podría despertar una reacción de simpatía.
Desechemos también condenar a todos los católicos porque esto diluiría el tema
demasiado. Además, íbamos a necesitar algunas mujeres católicas para llevarlas
al frente, como escudo, para que dijeran que estaban a favor del aborto. Y así lo
hicimos. Por eso concentraremos el ataque en los obispos y altas jerarquías, un
grupo lo suficientemente reducido para que absorbiera el castigo y lo bastante
amplio para que fuera obvio. Ahora pienso que si en la propaganda de aquellos
años, en la que arremetíamos contra la Iglesia Católica, hubiéramos sustituido la
palabra "católica" por la palabra "negro" la opinión pública nos hubiera aplastado.

Pero entonces se había puesto de moda fustigar a la Iglesia Católica, y nos


aprovechamos de ello.

Para que un lema sea eficaz debe esgrimirse un argumento. En este caso, el
de que la Iglesia no debe inmiscuirse en los asuntos del Estado. Sin embargo,
todos sabemos que Martín Luther King era un ministro protestante y llevó a cabo
una de las revoluciones sociales más profundas en los Estados Unidos. También
recordaremos que algunas de las personas más activas en la abolición de la
esclavitud en Boston fueron miembros del clero. También escucharán ustedes que
el aborto es un problema médico, que debe dejarse en manos de los doctores.
Pero el que el aborto sea una técnica médica no lo convierte en un problema
médico, del mismo modo que la pena de muerte no es un asunto de los ingenieros
electricistas por el hecho de que se use la silla eléctrica. Cada año se practican en
Estados Unidos 1,300. abortos, a un promedio de 350 dólares por aborto, hacen
500 millones de dólares anuales, que van a parar a los bolsillos de los médicos y
de los responsables de las clínicas. Dejar una cuestión como la del aborto en
manos de los más interesados en ella económicamente es locura e
irresponsabilidad.

La farsa del aborto terapéutico

También tenemos bastantes experiencias en Nueva York sobre los comités del
"aborto terapéutico", cuando antes de 1970 el aborto sólo era posible por
necesidad médica. Estos comités, formados por tres doctores en cada hospital,
dictaminaban sobre la validez de cada solicitud de aborto. Aquellos comités bien
pronto se convirtieron en una farsa. Las solicitudes de aborto iban invariablemente
acompañadas de dos certificados extendidos por psiquiatra, manifestando que la
mujer en cuestión tenía tendencias suicidas a causa del embarazo. Naturalmente,
siempre que tenía una paciente que deseaba abortar, la enviaba a dos psiquiatras
amigos míos. Estos extendían los certificados acostumbrados –una tarea rutinaria
que no les llevaba más de cinco minutos- y cobraban los cien dólares
acostumbrados. Yo enviaba los informes al comité que los revisaba les estampaba
su sello y la paciente obtenía rápidamente el aborto solicitado. Los comités eran
algo absolutamente vacío, invitaban al descrédito y al abuso de la ley, y cuando
ésta fue abolida en 1970 se desbandaron.

Otro dato ilustrativo sobre el llamado "aborto terapéutico" es el cambio que se


produjo en 1976, cuando el Congreso aprobó una enmienda en virtud de la cual
sólo podrían ser financiados con fondos públicos los abortos motivados por
violación, incesto o porque estuvieran en peligro la vida de la madre. En pocos
meses, el porcentaje de abortos sufragados por el Estado cayó a un 2%. Estaba
claro que la inmensa mayoría de los abortos no respondían a ninguna "necesidad
medica".

Los avances científicos me abrieron los ojos

Renuncié al cargo de director del "Centro de Salud Sexual y la Reproducción"


a fines de 1972, no porque estuviera desilusionado del aborto o porque tuviera
serias dudas, sino porque tenía demasiados compromisos, estaba minando mis
fuerzas y me sentía casado. Cuatro meses después me pidieron que organizara y
dirigiese el servicio de embriología y perinatología en el hospital St. Luke’s, uno de
los más importantes de Nueva York, perteneciente a la Universidad de Columbia.
Esta unidad engloba las disciplinas médicas que estudian el ciclo de vida, los
hábitos, la sicología, la sensibilidad y la fisiología del feto. Esta nueva rama de la
Medicina ha sido posible gracias a los logros de ciertas tecnologías, como el
ultrasonido, la inmunoquímica, el marcador de corazón de feto y otras técnicas
muy complejas. Allí tuve ocasión de entrar en contacto con estos avances que han
venido a arrojar luz sobre el oscuro campo de la vida del feto.
Cuando era estudiante de Medicina en la Universidad de McGill de Canadá,
manejábamos un libro de texto conocido como Williams. Todavía hoy es un texto
clásico en medicina. La edición que yo utilicé era 1947, hacía la octava y tenía 22
páginas dedicadas al feto, del total de 750 u 800 páginas de que contestaba el
libro. Actualmente se encuentra en su decimosexta edición, publicada en 1980.
Tiene 137 páginas sobre fisiología del feto y otras 127
sobre diagnósticos de enfermedades embrionarias, esto hace aproximadamente
una tercera parte del libro, lo que es un índice de la importancia que ha cobrado el
estudio del feto en los últimos ocho o diez años, desde que se constituyó la ciencia
de la embriología. Desde que comprobé con absoluta claridad, gracias a nuevas
técnicas, que el feto respira, que duerme con unos ciclos de sueño perfectamente
definidos, que es sensible a los sonidos se ha comprobado que reacciona de
distinta manera ante diferentes tipos de música, al dolor y a cualesquiera otros
estímulos que ustedes y yo podemos percibir, me resultó insoslayable que el feto
es uno de nosotros, de nuestra comunidad, que es una vida: una vida que debe
ser protegida.

Incluso mujeres que están decididamente en pro del aborto, cuando estén
embarazadas y se someten a pruebas tales como un ultrasonido, saldrán
impresionadas. Es tremenda la sacudida que se recibe al ver al feto tan cerca, en
el monitor, moviéndose, respirando, chupándose el dedo o rascándose la nariz ya
a los dos meses y medio o tres de vida. Es una revelación conmovedora, y estoy
convencido de que pasar por esta experiencia se convertirá en el argumento más
poderoso para detener la matanza. La falsedad de los lemas abortistas ¿Qué
queda, pues, de los slogans abortistas?. Tomemos ése de la "Libertad de
elección". Todos estamos a favor de la elección. Siempre y cuando, claro está,
que la elección sea una elección ética. Si una de las alternativas no es éticamente
aceptable, la elección no soporta el escrutinio: de hecho, no es una elección, y por
tanto, la "libertad de elección" es lema vacío. Supongamos que estoy en quiebra:
puedo elegir entre trabajar para pagar dinero, o robar un banco, o asaltarle a usted
para quitarle la cartera; pero las dos últimas no son elecciones éticas. El del
"derecho al dominio del propio cuerpo" es otro lema de gran atractivo. Hoy gracias
a la inmunología, se sabe con absoluta certeza que el feto no es una gran parte
del cuerpo de la madre. Los glóbulos blancos de la sangre son capaces de
reconocer cualquier cuerpo extraño al organismo y de poner en marcha los
mecanismos de defensa para destruirlo.

Cuando el feto se implanta en la pared del útero, el sistema inmunológico


materno reacciona para expulsar al intruso, pero, naturalmente, el feto está dotado
de un delicado método de defensa ante esta reacción. En algunos casos la
defensa no es tan eficaz como debiera, y el feto es expulsado y se malogra. Esto
muestra que el feto no es una parte del cuerpo de la madre. Simplemente está ahí
como huésped de paso y ella no puede disponer sobre él.

"No soy un hombre religioso"

No soy un hombre religioso; de hecho no he estado en un templo desde los


trece años. Pero si quiero decirles que hemos de detener ese proceso ineficaz y
destructivo, cuyo resultado es una mayor disolución de la familia. Debemos
reafirmar el amor entre nosotros, especialmente para el ser más pequeño e
indefenso. Ahora veo el aborto como un mal, indefendible éticamente, a la luz de
nuestros actuales conocimientos sobre el niño aún no nacido.[75]

* Mireya vive en la delegación Iztacalco, tiene 19 años y dio a luz a una niña hace
tres. Ahora trabaja como vendedora de ropa en un tianguis. No supo el riesgo que
representaba un embarazo a su edad. Ella admite que se arrepiente un poco
porque, ni ella ni el padre de su hija pudieron terminar una carrera profesional.
Acepta que intentó abortar con una inyección; sin embargo no funcionó por lo que
ambos decidieron tener a su bebé. Mireya reconoce que nunca acudió a pláticas
sobre prevención o salud sexual y mucho menos habló con sus padres de lo que
significaba tener relaciones sexuales. Según reportes del Programa Mundial de las
Naciones Unidas contra el Sida, la educación sexual logra que 42% de jóvenes
retrasen el comienzo de su vida sexual y reduzca el número de embarazos no
deseados y enfermedades de transmisión sexual. En el caso del Distrito Federal
se estima que las jóvenes tienen su primera relación a los 17 años, mientras que
los varones a los 15.

V.1.b La pérdida de los valores elementales.

Ante la ―cultura de muerte‖ que impera en nuestros días es necesario que la mujer
siga siendo signo de vida y amor, que no se deje engañar por quienes equiparan
maternidad y esclavitud, aborto y libertad, incitándola a convertirse en dadora de
muerte. El principio femenino, es el de dar nueva vida, es tendencia a centrar el
interés en el ser humano concreto, el signo de la mujer es un signo de vida y de
amor a la vida. Es por eso que los pueblos eligen símbolos femeninos para
representar su fecundidad y permanencia. Para que no se deje arrastrar debe
reencontrarse de nuevo a sí misma y su misión en el mundo, sólo aceptándola,
afrontándola y cumpliéndola podrá realizarse plenamente como mujer.
Dice el texto de la Evangelium Vitae que cuando la Libertad no reconoce ni
respeta su vínculo constitutivo con la verdad, está renegando de sí misma, se
autodestruye y se dispone eliminar al otro. Cada vez que la Libertad, queriendo
emanciparse de cualquier tradición y autoridad, se cierra a las evidencias
primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de la vida personal y
social, la persona acaba por asumir como única e indiscutible referencia para sus
propias decisiones no ya la verdad sobre el bien o el mal, sino sólo su opinión
subjetiva y mudable o, incluso, su interés egoísta y su capricho.

Si se concibe de esta manera la Libertad, la convivencia social se deteriora


profundamente. Si la promoción del propio YO se entiende en términos de
autonomía absoluta, se llega inevitablemente a la negación del otro, considerando
como enemigo de quien defenderse. De este modo la sociedad se convierte en un
conjunto de individuos colocados unos junto a otros, pero sin vínculos recíprocos:
cada cual quiere ser independiente de los demás, y quiere hacer prevalecer sus
intereses sobre ellos. Sin embargo, ante los intereses análogos de los otros, busca
una forma de compromiso, para garantizar a cada uno el máximo posible de
Libertad en la sociedad. Así es como desaparece toda referencia a valores
comunes y a una verdad absoluta para todos; la vida social se hunde en un
absoluto relativismo, en donde todo es pactable, todo es susceptible d
negociación, incluso el Derecho a la Vida, el primero de los derechos
fundamentales.

V.1.c Actitudes Frente al Aborto

Los psicólogos nos describen tres niveles de conciencia moral o actitudes


hacia el problema del aborto:

-En el más bajo nivel es cuando afecta únicamente a uno mismo.


-El segundo nivel es cuando afecta a alguna persona cercana: familiares,
amigos o conocidos.
-El tercer nivel es cuando afecta a personas ajenas, desconocidas, no nacidas.
Es en este tercer nivel donde el movimiento pro-vida está trabajando. Todos los
argumentos a favor del niño no nacido son efectivos para las personas con éste
nivel moral.

Para sensibilizar a las personas del primero y segundo nivel, se deben


informar todos los riesgos y problemas que causa el aborto a mujeres adultas y
adolescentes. Presentar el daño que puede hacer el aborto a sus hijas, esposas o
novias. En caso que una mujer considere el aborto, que este enterada de lo que le
puede afectar a sí misma. En el caso del padre de una adolescente embarazada
de catorce años, él solo está preocupado por la situación de su hija y no de su
nieto al cual lo considera todavía como algo abstracto.
Lo único que él puede ver en ese momento es que el embarazo destruye los
sueños del futuro de su hija, perdiendo todas las oportunidades y retos que la vida
le puede presentar. Aunque su hija quisiera tener al bebé, consideraría la opción
del aborto por su ―propio bien‖ pues pensaría que el conservar al bebé, es
solamente una ―fantasía juvenil‖.

Para poder convencer a estos padres, no es suficiente darles datos acerca del
desarrollo del bebé, sino los efectos destructivos que provoca el aborto en las
adolescentes. Deben estar informados de los riesgos de un daño permanente en
el aparato reproductivo y de los traumas psicológicos post- aborto.

Los familiares de adolescentes embarazadas deben saber que más del 90%
de las mujeres que han abortado tienen problemas de autoestima. Cerca del 50%
han incrementado el uso de drogas y alcohol. El 60% han tenido tendencias a
suicidarse. Otros problemas son promiscuidad, depresión, problemas de
concentración, tensión emocional, stress y cambios de personalidad entre otros
problemas.

En el momento en que una adolescente está embarazada, se encuentra en la


decisión de tener al bebe o realizar un aborto, es una decisión entre tener al bebe
o tener una experiencia traumática. El 52% de las mujeres que han abortado,
reportan que han sido ―forzadas por alguien‖. Es indispensable educar a este
―alguien‖ acerca de los riesgos del aborto, ya que están lastimando a las personas
que aman por quererlas ayudar. Mientras no se logre que los padres, novios,
consejeros o médicos estén conscientes del peligro del aborto para la mujer,
seguirá habiendo ―abortos por tu propio bien‖.

El aborto no produce un alivio en la situación angustiosa de algunas mujeres,


ya que lo que esperan las futuras madres en mala situación es que se les ayude,
no que se mate al niño que esperan. Su situación no cambia suprimiendo al niño;
la mayoría de las mujeres que se someten a un aborto son mujeres solas,[76] y
está comprobado que el aborto no resuelve el problema de su soledad sino que
por el contrario, lo agrava a largo plazo. El aborto legalizado libera a la sociedad
de la obligación de ayudar a la mujer que se encuentre en situación difícil.

Los partidarios del aborto, antes de su legalización, dicen que éste es


necesario ―para controlar la explosión demográfica‖, ya que los medios
anticonceptivos son insuficientes, pero una vez legalizado, dicen que ésta no tiene
un efecto demográfico notable y que no sabe a qué hay que atribuir la baja de la
natalidad. Pero a fin de cuentas, ¿qué es lo que hace que una existencia sea
digna de un hombre?

Al menos una quinta parte de la humanidad vive en una situación de pobreza


absoluta, en condiciones infrahumanas, consideradas indignas del hombre, y no
por eso lo mejor para ellos es prohibirles tener hijos. La riqueza, aunque no sea
mucha, está mal repartida, igual que los conocimientos. La explosión demográfica
del tercer mundo se debe a la pobreza de los pueblos, pero no son pobres por ser
demasiado numerosos, sino que son demasiado numerosos por ser pobres. Una
nación es pobre porque no es capaz de alimentar a su población. Por lo tanto, la
pobreza causa la superoblación, y no al contrario.

Los problemas demográficos existen, y los gobiernos deben tratar de


resolverlos, pero siempre cuidando de respetar los derechos fundamentales del
hombre, nunca por cualquier medio y a cualquier precio. La aplicación de una Ley
que autorice el aborto, es prácticamente incontrolable. De ahí la necesidad de
mantener una legislación preventiva (hay que protegerse de una agresión
irreparable contra la vida humana, que siempre está expuesta a ser eliminada por
los más fuertes), disuasiva (pues hay que desanimar a la madre de tomar la
decisión de abortar, y ofrecerle otras soluciones eficaces y de apoyo afectuoso) e
incluso represiva (es necesario castigar todo atentado contra la libertad del prójimo
y con mayor razón, contra su vida).

V.2 PREVENCIÓN SOCIAL DEL ABORTO.

La promoción de la mujer en la sociedad comporta, pues, la prevención del


aborto; la mujer tiene el privilegio de ser la primera que puede percibir en su carne
la presencia de un nuevo ser humano, y por lo tanto, es quien tiene la primera
decisión de acogerlo libremente, y proponer a los demás que a su vez lo acojan.
La madre tiene un papel insustituible en la sociedad, que se pone de relieve al
fomentar su dignidad de mujer. No se debe culpabilizar a las mujeres con niños,
ni discutir si existe o no el instinto maternal, lo que se debería lograr es crear unas
condiciones tales que permitan a las mujeres ser madres, aún cuando a la par
continúen ejerciendo su profesión.

V.2.A OPCIONES QUE FACILITAN LA SITUACIÓN DE LA MUJER


EMBARAZADA

La Moral General y el sentido común, nos dicen que entre dos males
inevitables, hay que elegir el menor. Pero cuando las dificultades de la mujer son
extremas, no cabe considerar el aborto como un mal menor. Esto es evidente: no
se puede elegir matar a un niño con la esperanza de que ello mejore la situación
de su madre, por difícil que ésta sea. No se está ante un conflicto de valores: la
Vida es, incuestionablemente, el primero de los bienes, el primer valor que
condiciona el acceso a todos los demás valores. Por lo tanto, el Derecho a la Vida
del niño, está antes de todos los derechos que tiene su madre respecto a los
demás valores.
I. Prevenir.- educar la voluntad con responsabilidad, ya que una persona que
es responsable, enfrenta siempre las consecuencias de sus actos.
II. Ofrecer alternativas a la mujer que concibió un hijo ―no deseado‖, tales
como Asistencia Social, ayuda económica, psicológica y espiritual
fundamentada en el derecho a la maternidad y a la vida del nuevo ser
humano, desde el embarazo hasta la crianza; la Adopción Plena a favor del
nuevo ser humano y de parejas dispuestas a acoger esa nueva vida.

V.2.B EL ABORTO NO ES UNA SOLUCIÓN

El aborto no es opción, pues optar es elegir libremente y la libertad es tal, sólo


cuando se elige responsablemente. La libertad es elegir de entre varios bienes, el
mejor y es imposible considerar al aborto como un bien para solucionar los
problemas. Una sociedad responsable, tiene la capacidad de elegir. Lo más
importante que se quiere lograr es que además de que el aborto no sea legal, sea
―impensable‖; en otras palabras: sencillamente QUE EL ABORTO NO SEA UNA
OPCIÓN.

Lograr cambiar la percepción que tiene la gente de que el aborto es ―seguro y


legal‖. Debemos convencer al público que aún aunque el aborto sea legal, jamás
será seguro. Nuestro ideal es que toda persona que se compadezca de una joven
que está embarazada, nunca se atreva a aconsejarla que aborte, ya que está
perfectamente informada y consciente de los daños espirituales, físicos y
emocionales que le provocará después.

Lograr que todas las personas crean que la verdad fundamental es que
cuando lastimamos a un bebe que no ha nacido, también lastimamos a su mamá y
lo contrario: cuando ayudamos a la madre, también ayudamos al bebe. Por lo
tanto, la solución de un embarazo no deseado, o de una adolescente embarazada,
no es el aborto, sino estar bien informada acerca de los daños que le ocasionará a
ella misma y a las personas que la quieren.

El aborto en Estados Unidos, así como en muchas partes del mundo, ha sido
legalizado basándose en dos razones falsas: Una de ellas dice que el aborto
únicamente destruye ―un grupo de células‖, no una vida humana. La segunda
razón es que el aborto es seguro, y que ayuda a la mujer a controlar y mejorar su
vida. Durante las últimas dos décadas, el movimiento pro-vida ha concentrado
todos sus esfuerzos para probar que la primera de estas razones no es válida.
Millones de dólares se han invertido en campañas publicitarias, libros, anuncios, e
importantes películas como El Grito Silencioso, para demostrar a la gente que el
niño no-nacido es una vida humana.

Estos esfuerzos informativos, han tenido un gran éxito. Encuestas de opinión


pública muestran que el 65% o más de la población, piensan que el aborto es
moralmente malo, sin embargo, muchos dentro de este mismo grupo creen que
debe ser legalizado. Estudios muestran que aún en mujeres que han practicado un
aborto, aproximadamente el 70% creen que el aborto es moralmente malo, o por
lo menos un mal comportamiento. Estas mujeres eligen el aborto, no porque estén
conscientes o no de su derecho a abortar, pero piensan que no tienen otra opción.
La gran mayoría de las personas saben que el aborto es quitarle la vida a un
ser humano. Incluso muchos abortistas admiten esta verdad y por lo tanto, han
dejado de defender la idea de que el aborto es solo destruir un‖grupo e células‖ y
la han cambiado por el siguiente reclamo: ―Los derechos y necesidades de la
mujer son más importantes que los derechos de un feto‖

En todo esto, hay una lección importante que aprender: Todos los esfuerzos
que se realicen para sensibilizar a las personas en cuanto a demostrar que el
bebe es un ser humano desde su concepción, motivará a los que están a favor de
la vida, pero estos esfuerzos no tendrán ningún efecto en aquellos que defienden
el aborto. Estas personas han endurecido su corazón hacia el ―feto‖.
Biológicamente, pueden aceptar que sea un ser humano, pero están convencidos
que el niño no-nacido es menos importante que la mujer. Cualquier información
que se presente, no los hará cambiar su posición. La lucha de los abortistas está
enfocada totalmente hacia la mujer. Por lo tanto, la única manera de luchar contra
ellos, es enfocar los esfuerzos pro-vida hacia la mujer. Es necesario cambiar el
debate del aborto y discutir sobre su mismo punto de fuerza: los intereses de la
mujer.

Por lo tanto, se deben concentrar todos los esfuerzos pro-vida en probar que la
segunda razón para hacer legal el aborto es falsa, el aborto no es seguro. El decir
que ―el aborto es seguro‖ es la razón más fuerte de los abortistas. El aborto
lastima a la mujer, En muchos casos, ocasiona un daño irreparable a la función
reproductiva de la mujer. En los últimos diez años, se ha comprobado que tiene
graves daños psicológicos y emocionales. En muchos casos, el trauma post-
aborto es psicológicamente devastador, afectando sus relaciones familiares,
amistades e incluso laborales.

La estrategia es simple: Realizar todos los esfuerzos para informar y


convencer a todo el público, acerca de los peligros que representa el aborto en la
salud mental, emocional y física de la mujer. El enfoque principal es sobre la
mujer. Esta estrategia tendrá varios efectos:

1) El conocimiento de los riesgos del aborto, hará que disminuya el número


de abortos. Familiares, amigos y novios, dejarán de presionar a la mujer para que
aborte por su ―propio bien‖.

2) Si los efectos post-aborto se documentan perfectamente, las mujeres que


sufren este trauma, tendrán el valor para rechazar la falsa información que les
puedan dar las clínicas o consejeros abortistas.

3) En el momento en que se publiquen los efectos del aborto, muchas


mujeres que han abortado, podrán entender las causas de sus problemas
psicológicos y recurrirán a programas de tratamiento y ayuda post-aborto, así
como contar con una ayuda espiritual y psicológica. Estas mismas mujeres
ayudarán a los movimientos pro-vida, ya que ellas mismas hablarán de los efectos
negativos del aborto.
4) Hasta el momento, muchas personas están convencidas por los
abortistas de que el aborto ‖ayuda a la mujer‖. Pero en el momento que se den
cuenta que la realidad es que sí daña a la mujer, entonces matar bebes que no
han nacido no tiene ningún sentido.

5) Se podrán demandar derechos para la mujer que ha abortado. Que


cuenten con la ayuda necesaria para todos los tratamientos que requiera

6) Al presentar información a los políticos que entran en sus nuevos cargos,


que estudios han demostrado que el aborto es peligroso para la mujer y le
ocasiona diversos problemas de salud, se puede lograr que tomen una actitud de
rechazo hacia las posturas abortistas.

7) Si los riesgos que produce el aborto están perfectamente documentados,


los jueces que decidan si se debe practicar o no el aborto, tenderán a defender los
derechos de la mujer y de los niños.

V.2.C LA ADOPCIÓN COMO UNA SOLUCIÓN AL EMBARAZO NO


DESEADO.

El Papa: sí a las adopciones; no a tener hijos a todo precio, dijo Juan Pablo II
presidió en la tarde de ayer, sábado, la vigilia del Jubileo de las familias en la que
se superaron todas las expectativas: 250 mil personas, de todos los continentes,
en una plaza de San Pedro que se quedó pequeña. El encuentro recordó las
imponentes Jornadas Mundiales de la Juventud del mes de agosto pasado. Hasta
el clima de la tarde era veraniego. La gente llegó en mangas de camisa. Niños por
todos los sitios se escapaban de las manos de sus padres para jugar --y a veces
perderse-- con sus amiguitos recién encontrados. Niños italianos jugaban con
pequeños de franceses, a pesar de que no se entendían ni una sola palabra. El
Papa llegó con algo de anticipación a la plaza de San Pedro. Dado que muchos no
tenían espacio para entrar, recorrió la Vía de la Conciliación en «papamóvil», de
pie, para a saludar de cerca a los peregrinos.

El encuentro había comenzado ya antes, con las imágenes de Nazaret, donde


por iniciativa del Consejo Pontificio para la Familia, organismo Vaticano presidido
por el cardenal Alfonso López Trujillo, está naciendo un centro de espiritualidad
para todas las familias del mundo. Precisamente es de Nazaret la cantante Amal,
quien cantó acompañada por una banda de músicos judíos y palestinos. De esta
manera sencilla, desde la plaza vaticana, salió un mensaje de paz en estos
momentos tan delicados para la tierra en que vivió Jesús.

Entre los testimonios que se ofrecieron al comenzar el evento, impresionó la


aventura humana de Anderson, un joven brasileño de 21 años, quien fue «niño de
la calle» y que pudo cambiar de vida cuando se encontró con gente capaz de
amarle. Ahora se dedica ayudar a otros pequeños que atraviesan su misma
experiencia. «No he conocido a mi padre y mi madre murió cuando tenía 9 años --
relató--. Me metí en el tráfico de droga, donde trabajan y mueren muchos niños,
allí experimenté el infierno. Nadie me amaba, yo no me amaba ni amaba a nadie».
Tomó también la palabra el Hermano Gabriel, quien desde hace 18 años trabaja
en Sri Lanka, que en el pasado era definida como «la Isla Paraíso»; ahora, sin
embargo, «desde hace unas décadas se ha convertido en meta de un turismo
perverso de hombres en búsqueda de playas encantadoras y de pequeñas
víctimas baratas» de las que abusan sexualmente. A pesar de los esfuerzos de los
misioneros salesianos, se calcula que hoy hay 33 mil adolescentes celandeses
están involucrados en la prostitución.

Siguieron así los testimonios de familiasque venían de Australia, Angola,


Venezuela, Bélgica, India, Estados Unidos. La italiana Elena Canale, al acercarse
al micrófono, al lado de su marido, Giovanni, explicó: «Vimos en un período la
historia de Francesco, que entonces tenía 40 días. Escribimos al juez para decirle
que no éramos una familia rica, pero que si lo que teníamos en casa y en el
corazón podía ser de ayuda, estábamos dispuestos a acogerle como un hijo.
Ahora Francesco es un estudiante del primer año de educación secundaria, y si
bien necesita una silla de ruedas eléctrica para moverse, ha aprendido muchas
cosas bellas. Sabe dibujar con la boca e inventarse cuentos». Una familia
misionera recibió la bendición del Papa. Representaba a las más de cien familias
del Camino Neocatecumenal dispuestas a partir a diferentes países del mundo
para anunciar el Evangelio con sus hijos.

Cuando ya había oscurecido, y la plaza de San Pedro se iluminó por las 250
mil velas de los presentes, Juan Pablo II tomó la palabra para dejar su mensaje
para este Jubileo de las familias, que giró en torno al tema: «Los hijos, primavera
de la familia y de la sociedad». Un mensaje que se enfrenta con una realidad
difícil, en especial en los países más ricos: «Parecería que en ocasiones los niños
son vistos más como una amenaza que como un don. Pero vosotros estáis aquí
esta noche para testimoniar, con vuestra convicción, que es posible invertir estas
tendencias». «En nuestro tiempo --añadió el Papa-- el reconocimiento de los
derechos del niño ha experimentado progresos, pero permanece el dolor por la
negación práctica de estos derechos, que se manifiesta en numerosos atentados
contra su dignidad».

Por ello, consideró, «es necesario vigilar para que el bien del niño se ponga
siempre en el primer lugar, comenzando por el momento en que se desea tener un
hijo». «La tendencia a recurrir a prácticas moralmente inaceptables en la
generación revela la absurda mentalidad de un "derecho al hijo", que ha sustituido
al justo reconocimiento de un "derecho del hijo" a nacer y a crecer de manera
plenamente humana». Frente a la mentalidad de quien quiere tener un hijo a
cualquier precio, el Papa presentó más bien el camino de la adopción: «un
auténtico ejercicio de caridad que apunta al bien de los niños antes que a las
exigencias de los padres». Por último, en una referencia implícita a algunas
políticas familiares que discriminan los derechos de los matrimonios o a los
programas de control coercitivo de la población, el Papa pidió «tanto a los
Parlamentos nacionales, como a las Organizaciones internacionales y, en
particular a la Organización de las Naciones Unidas, que nunca olviden esta
verdad».

V.3 PREVENCIÓN DEL ABORTO POR MEDIO DE EDUCACIÓN

V.3.A EDUCAR EN LAS VIRTUDES.

Y enfocándonos en otro supuesto del aborto, muy discutido y fuertemente


defendido, -no solamente por los que se manifiestan en total acuerdo con el
aborto, sino incluso la mayoría de los que se autodeclaran en contra del aborto,
pero que lo llegan a admitir en casos ―extremos de excepción‖- es la penalización
del aborto en caso de violación. Argumentos van y vienen, muchos de ellos sólo
confunden... Todos nos sentimos confundidos o desconcertados, ante la
posibilidad de penalizar el aborto, aún en caso de violación y sancionar a las
mujeres que lo realicen.

¿Por qué se ha de castigar a la víctima de una agresión, en vez de castigar al


que abusó de ella con toda la violencia imaginable? Argumentos van y vienen,
muchos de ellos sólo confunden y nos producen sentimientos de impotencia y
enojo. Para quienes además de ser mujeres, son madres, estos temas son
especialmente sensibles, y en estos tiempos que se caracterizan por avances
científicos y técnicos increíbles, han de usar toda su capacidad intelectual y
humana para procurar que estas cosas no sucedan. Me refiero tanto a los delitos
contra tantos inocentes, como a la aplicación "injusta" de la "justicia".

No debemos buscar soluciones simples o recetas de cocina para fenómenos


demasiado complejos y graves. Todo esto requiere de grandes y profundos
estudios. Lo que sí podríamos hablar es: ¿Qué puede hacer una mujer ante una
posible violación? De acuerdo a lo que señalan las estadísticas de nuestro país y
de muchos otros, aunque toda mujer joven -e incluso niña- es candidata a ser
atacada por un pelafustán, importa mucho cómo acostumbre vestirse ella, pues
hay ropa que podemos calificar como provocativa ya sea por el tipo de tela, por lo
ajustada que esté al cuerpo, o por que sea demasiado corta.

Conviene que a partir de determinadas horas, y esto dependerá de la estación


del año, las mujeres procuremos no andar solas y menos pasar por lugares que se
suponen peligrosos. En esto es importante la colaboración de los padres. De
manera muy especial, las mamás se han de ganar la confianza de sus hijas para
que éstas sientan la tranquilidad de platicarnos las cosas desde las primeras
insinuaciones.

Estas pueden venir incluso de familiares, sobre todo si son padrastros, tíos, o
primos mayores que vivan en la misma casa. Esta confianza se consigue desde
que los hijos son muy pequeños. Para lograrla, tenemos que superar el miedo a
hablarles sobre educación sexual; podemos pedir ayuda a profesionales, maestros
con más experiencia u otros papás. Esto no debe hacerse una o dos veces, debe
ser constante desde que son pequeños. Influye mucho también, el tono de voz
que utilizamos al llamarles la atención. Mientras más gritamos menos autoridad
moral conseguimos y nuestros hijos se alejan.

La confianza no la conseguiremos diciéndoles a ellos frases como: "Mira yo


soy tu mamá o papá, cuando necesites un consejo puedes venir a mi"; sino con
hechos, un trato amistoso y comprensivo desde que nacen. ¿Qué debemos hacer
ante una mujer que ha sido violada? Considero que todos estamos obligados a
vivir la virtud de la solidaridad que consiste en saber que "todos somos
responsables de todos" y que "nadie estamos exentos de nada". Por eso, si nos
enteramos que una joven o una mujer de cualquier edad ha sido violada, nos toca
darle todo nuestro cariño, comprensión y apoyo. Evitemos tocarle el tema para no
lastimarla más, a no ser que ella lo inicie. De ser así, hagámosle sentir que ella,
como su hijo, valen mucho, y que el haber sido víctima de un acto tan detestable,
no le resta en lo más mínimo su valía personal.

Afortunadamente en nuestro país hay instituciones con mucha experiencia,


que atienden estos casos y facilitan a una mujer todo tipo de ayuda; incluyendo la
posibilidad de dar en adopción a su hijo, cuando ella así lo decide o sabe que no
puede darle el cariño y las atenciones necesarias. Pienso que deberíamos abrir
más centros de orientación y educación sexual para la mujer. Por otro lado,
también deberían aumentarse las penas al violador, para que sea ejemplar. Darles
un castigo tan grande, que los obligue a pensarlo dos veces. Comparto vivamente
el dolor, el malestar y la rabia de una mujer que ha sido violada. La pregunta
siempre difícil y polémica sería, ¿las circunstancias que rodean la concepción y el
nacimiento de un bebé son las que determinan el valor de su vida? Ese nuevo ser
con identidad propia, ¿qué culpa tiene? No podemos remediar una tremenda
injusticia (la violación) con otra mayor, el aborto.

Aborto es asesinato, independientemente del motivo que da origen a una


nueva vida. No podemos eliminar el trauma de una mujer violada facilitándole que
cometa ella el delito de matar a un ser humano inocente. Las experiencias en
estos casos son variadas, pues así como algunas sienten aversión al hijo no
deseado, otras en cambio llegan no sólo a aceptarlo sino a amarlo, simplemente
por ser hijo suyo. Estoy segura que el defender la vida, sin duda derivará en una
mayor justicia y más respeto del hombre por el hombre. Creo que no debemos
verlo como un programa político, ni una alternativa cultural, sino como una manera
concreta de alejar la violencia. Si aceptamos que una mamá mate a su bebé,
¿cómo podríamos pedirle a los demás que no se maten entre si?
V.3.B EDUCACIÓN EN EL AMOR Y EDUCACIÓN SEXUAL..

Durante esta segunda mitad del siglo XX el ―culto a la sexualidad‖, se ha


encargado de transformar los fines amorosos y reproductivos de la sexualidad.
Nosotros mismos, por ignorancia, manipulación, debilidad humana e inconciencia
del valor y dignidad de la persona, nos hemos convertido con nuestro
comportamiento, en sus gestores. Existe hoy un incremento sin precedentes en la
sexualidad desordenada; el ataque, especialmente sexualmente prematuras, la
caída en aberraciones, la desorientación las enfermedades de transmisión sexual,
el SIDA, el fracaso en su vida, el vacío espiritual, etc...Sin abundar en mayores
datos baste decir que el 10% de los enfermos de SIDA en México, se localiza
entre los estudiantes de nivel universitario y que el 6% de la población estudiantil,
a partir de la secundaria, padece de alguna enfermedad venérea.

La civilización de fines de este siglo se encuentra sumida en una profunda


crisis de la que debe salir la más pronto posible, pues ya hay países que si no
modifican sus hábitos sexuales están condenados, de hecho, a desaparecer o a
caer en problemas humanos, sociales y económicos, sin precedentes. A los
países subdesarrollados en lugar de que se les brinde educación humana, se les
introduce en el desorden sexual y el control de la natalidad, mientras se desorienta
a la juventud, para que las naciones poderosas o los grandes consorcios
económicos internacionales los dominen y manejen a su antojo. El problema del
desequilibrio ecológico que hace peligrar la existencia de muchos seres humanos,
no se origina en la pobreza como sostienen los grupos políticos o económicos
internacionales; su origen se encuentra, entre otras causas, en el desorden e
irresponsabilidad de la gente utilitarista y consumista y en la ruptura de la ecología
sexual que produce los peores males a la persona humana: la degradación física y
moral que incapacitan para actuar con orden y positividad, con respeto y
solidaridad.

V.3.C EDUCACIÓN EN LA DEFENSA DE LA VIDA.

Paradójicamente, la mentalidad que promueve el ―culto a la sexualidad‖, es


enemiga de la vida y se da a través de la manipulación de las tendencias sexuales
en todas partes. Se sostiene de mentiras y engaños que cambian la mentalidad de
las personas y las conducen a justificar los asesinatos de inocentes como en el
caso del aborto, la eutanasia, las enfermedades de transmisión sexual, el SIDA,
las manipulaciones genéticas, los hijos abandonados o con traumas psicológicos
que nunca se podrán quitar, y muchos desórdenes más. Hoy lo que interesa es
convencernos del sexo ―liberado‖ e ―irresponsable‖, caiga quien caiga; el criterio
de que la sexualidad es ―incontrolable‖ y que ―no daña a nadie‖ se te impone en
las escuelas, en los programas de radio y televisión, se cuela en las noticias de los
periódicos y en las campañas gubernamentales; todo se vale, con tal de impulsar
la sexualidad ―libre de tabúes‖.
En México, por desgracia, son pocos los que manifestaron su oposición ante
una iniciativa de reformas, que desde hace meses se habían propuesto y
recientemente se han aprobado en México. Estas modificaciones a la Legislación
Penal vigente en materia de aborto, han despertado diferentes reacciones en
defensa del Derecho a la Vida, contra las campañas pro abortistas. De hecho, se
trata solamente de grupos, mayoritariamente católicos, apoyados por los
sacerdotes. Y me refiero solamente a estos grupos, porque paradójicamente las
asociaciones que se ostentan como ―ecologistas‖, cuyo objetivo es la salvaguarda
del derecho a la vida, protegen primero la existencia de un animal salvaje que la
del mismo ser humano; así tenemos que el Águila Real está más protegida que el
hombre, ya que no sólo se considera ilícito matarla, sino que también se sanciona
a quien destruye sus huevos mientras se están gestando, mientras que sí se
permite destruir a una criatura durante su periodo de gestación.

Esta situación, aunque es real, no deja de ser absurda, porque si bien se


busca proteger la vida, se puede afirmar que la vida humana es más valiosa que la
animal, porque posee un alma y una dignidad que la hace superior a cualquier tipo
de vida. Y son precisamente los no nacidos quienes requieren la mayor protección
de la Ley, porque son totalmente inocentes. En un país donde son las instituciones
médicas y los padres mismos, quienes prefieren ponerse a favor de la muerte y no
de la vida de sus propios hijos, convirtiéndose en sus asesinos, abusando de que
aún son demasiado pequeños e indefensos como para defender por sí mismos el
principal derecho que debe conservar mientras se convierte en un ser viable: el
derecho a su propia existencia, y en donde no existe una legislación justa que los
proteja durante su gestación, no se puede esperar que se pueda vivir en paz y se
defiendan los derechos humanos. Es por eso que asiste toda la razón al Santo
Padre cuando afirmada que ―El aborto es el peor peligro para la paz mundial‖.

V.3.f La influencia de los medios de comunicación social.

Los medios de comunicación social poseen los instrumentos y la capacidad


necesaria para conocer los fenómenos humanos, por ello su poder de persuasión,
en sentido positivo o negativo, es grande. La palabra y la imagen llegan a todos
los ambientes y a todos los hogares y surten en las comunidades y en los
individuos verdadero efecto de orientación y hasta de norma social. Con el tiempo
construyen en las conciencias arquetipos bien determinados de conducta o van
destruyendo otros anteriormente formados. Por todo esto corresponde a ellos una
alta responsabilidad en la vigilancia y control de las manifestaciones sexuales.
Ellos, sin embargo, tienen más persona próximo y tentador el peligro del atractivo
y del esnobismo del trasvase de los modelos culturales de conducta. Habrán de
emplear todo el sentido de su responsabilidad profesional para no caer en él ni
venderse a ningún tipo de juegos comerciales.

―La auténtica realización personal es y será siempre entrega a los demás... sólo
cuando es capaz de negarse a sí mismo en ofrenda a los otros‖
Emma Godoy.

CONCLUSIONES

PRIMERA.- El crimen por antonomasia es aquel que se realiza en contra de


inocentes indefensos. Así, el aborto es un crimen porque se asesina en el vientre
materno a un ser humano no nacido. Entonces el aborto es la pérdida del feto, la
interrupción del embarazo por procesos naturales o de una manera artificial. Cada
día se emplea más el término aborto para señalar el final provocado del embarazo
como uno de los métodos de control de natalidad y también, impropiamente, como
uno de los métodos anticonceptivos. El aborto provocado es una acción contraria
a la naturaleza y dignidad del hombre, que destruye
el ser antes de nacer, y la mujer que se lo práctica además de exponerse a graves
daños, está claudicando de sus deberes, está siendo irresponsable, lo cual no la
ayudará a desarrollarse y madurar como persona. La ilicitud del aborto es un
hecho objetivo corroborado por la ciencia, más allá de cualquier relativismo. El
aborto voluntariamente provocado es un crimen, sean cuales fueren las causas
para realizarlo. Y aunque la madre o el médico que lo practica no lo consideren
así, la cuestión no cambia. Aceptar el hecho de que, tras la fertilización, un nuevo
ser ha comenzado a existir, no es una cuestión de gusto y de opinión, la
naturaleza humana de ese ser, desde su concepción hasta su vejez, no es una
disputa metafísica. Es una palmaria evidencia experimental. El aborto en vez de
constituir una experiencia liberadora como muchos sostienen, representa en
realidad la abdicación de la mujer a una de las experiencias más grandes de su
vida: la de ser Madre. En definitiva: ―El aborto provocado sin condenarlo como el
más cobarde de todos los asesinatos‖
.

SEGUNDA.- El ser humano es persona desde el momento en que es


concebido. El recién concebido es por tanto, un ser vivo cuya trascendencia debe
ser respetada, porque es ya una persona humana. El genoma humano confirma la
dignidad del hombre desde su concepción y que el reciente descubrimiento del
mapa genético humano, ha demostrado inequívocamente que desde el momento
de la fecundación del óvulo por el espermatozoide, surge un ser humano, con todo
el genoma completo; el científico afirma que la primera célula del ser humano,
contiene ya completo el genoma que informará su desarrollo posterior y ninguna
otra cosa más se añadirá a la cadena genética durante el resto de su vida. El
hallazgo nos invita a asumir que si hemos de respetar al ser humano, hemos de
hacerlo desde el primer momento, porque la vida humana empieza desde la
fecundación y no hay discontinuidad después, sino un proceso del mismo ser. La
vida de cada concebido tiene un valor y un sentido único e irrepetible, que no es
dado desde afuera, así como tampoco le puede ser quitado, no puede ser privado
de él por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, la ciencia lo evidencia.
TERCERA.- Elegir bienes, no implica forzosamente elegir bien. La libertad
esencialmente humana es la libertad moral, que consiste en el hábito de usar la
capacidad de elegir correctamente, de escoger lo bueno. Aquí entra la liberad de
opción como condición de la libertad moral, pues no es posible elegir bien, sin
tener la posibilidad de elegir. La verdadera libertad, la que conduce a ser feliz,
consiste en el hábito de usar la capacidad de elegir, para elegir el Bien. Se es
verdaderamente libre al elegir lo bueno, aquello que conduce a ser mejores
personas. En efecto, la elección del mal, aunque sea fruto de tener libertad de
opción no conduce a un uso auténtico de la libertad, por lo contrario, manifiesta la
negación a abrirse hacia lo que permite la realización de sí mismo.

CUARTA.- El hecho de que la Ley no se aplique en un país, no significa que


en él no se viva un Estado de Derecho, así como tampoco basta con afirmar que
una ley que permita la tiranía, o legalice el despotismo sea justa, solamente por
haber seguido un proceso formal para su aprobación. El verdadero Estado de
Derecho se da únicamente cuando la Ley está al servicio de la justicia para todos
y no para el grupo más fuerte o numeroso. Solamente cuando la Ley protege la
vida y libertad de todos, especialmente de los más débiles, puede un individuo
esperar que la suya sea protegida. Cuando las leyes se degradan admitiendo
como legal lo inmoral, todo el edificio jurídico empieza a resquebrajarse. Si
algunas conductas siguen considerándose delitos y son puntualmente perseguidas
y reprimidas -el robo, el rapto, etc.- se debe a que tocan de cerca los intereses
más crematísticos, ardorosamente defendidos también por los que no tienen
obstáculo en estar a favor del aborto. El utilitarismo de fondo llega a quedarse con
lo mínimo para la supervivencia.

QUINTA.- La reflexión sobre la legalización del aborto revela no sólo la


extrema vulnerabilidad del niño, sino también, y más aún, la extrema
vulnerabilidad de la mujer dentro de la sociedad. Se hace patente la necesidad
imperiosa de no separar, en las discusiones, la promoción integral de la mujer y la
protección del niño por nacer.

―El hombre no se personaliza ni ética ni jurídicamente, más que si se sumerge


también en el río de la vida‖.
Paul Ricoeur.

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