Está en la página 1de 23

CUADRO 1°

ZABULÓN. -Incurable. ¿Ve que unos son sordos o ciegos de nacimiento?


Pues yo tengo hambre desde que nací, y eso no se cura en un día. ¡Ay, mire: la
“LA ESTRELLA DE ORIENTE” estrella milagrosa otra vez!
SALOMÉ. - ¿Dónde?
SALOMÉ pastora de edad, y ZABULÓN EL COJO; lleva un pie abultadísimo ZABULÓN. - (Engullendo tajadas mientras la distrae) Allá, detrás de aquel
de vendajes, y se ayuda con una muleta. Revuelve el caldero con un largo risco. ¿No la ve? Una estrella azul con un rabo de luz...
cucharón, y aprovecha todo descuido para echar mano a las tajadas, que SALOMÉ. - ¿Detrás de qué risco? ¿De ese de acá?
engulle en un santiamén. SALOMÉ hila con la rueca a la cintura. Lejos se oye ZABULÓN. -No, de ese de allá.
un vago rumor de esquilas SALOMÉ. - ¿Aquél de allá?
ZABULÓN. -Má~ allá. Según se va para allá, pero un poco más acá, a la
ZABULÓN. -Apenas ha empezado a caer la tarde y ya están volviendo los derecha de acullá. ¿No la ve? (Mete la mano en el caldero. Se quema y lanza
pastores. un grito.)
SALOMÉ. -Hoy es fiesta grande en la majada. ¡La boda de mi hija! Todo el SALOMÉ. - ¡Ajá! Conque una estrella de rabo a la izquierda de acá y a la
campo se ha puesto verde para celebrarlo y hasta el aire parece que huele a derecha de acullá, ¿eh? ¡Fuera de ahí, ladrón de ollas! Como te vuelvas a
rosas de Jericó. acercar al carnero del banquete te abro la cabeza con un tizón.
ZABULÓN. -El que huele a rosas de Jericó es este carnero estofado. ZABULÓN. - ¡Le juro que era verdad! Una estrella gran de muy baja y toda
Únicamente le falta un poco de sal. reluciente, como de plata. Aparece de repente, viniendo hacia acá..., y de
SALOMÉ. - ¡Ah, maldito glotón! ¿Ya lo has vuelto a probar? repente vuelve a desaparecer.
ZABULÓN. -Un poco nada más. No comí más que una pata. SALOMÉ. - ¡Será posible! Pues ya no eres tú el primero que ve esa estrella
SALOMÉ. - ¿Otra? Pues, a ese paso, con cuatro veces que lo pruebes, adiós misteriosa. Debe de ser algún aviso del cielo. (Se oyen cerca las esquilas y el
carnero, ¿Qué pata era? canto de los pastores, que van entrando en escena.)
ZABULÓN. -La cuarta. CORO
SALOMÉ, - ¡La última! Fuera de ahí, comilón, trágalo todo., ¡Fuera! Ya la tarde va cayendo,
ZABULÓN. -(Huyendo.) ¡Ay mi pierna..., ay mi pobre pierna! ya la noche va allegar.
SALOMÉ. -Sí, sí, ahora mucho quejarse y mucha compasión. ¡Inútil, más que Los pastores tienen frío y se van a calentar.
inútil! ¡Ay, la, ay, la,
ZABULÓN. -No me riña, madre Salomé, que si estoy inútil fue porque un ay, la-lará-lará l...
lobo me mordió defendiendo sus rebaños. ¡Tenga lástima de mí! Los pastores tienen frío y se van a calentar.
SALOMÉ. -Lástima, lástima... Si no me lo estorbara la pobreza, ya te daría yo (Ha entrado delante el viejo SAMUEL, esposo de SALOMÉ, patriarca y
tu merecido. ¿Sabes lo que haría yo si fuera rica para castigarte bien? mayoral, con el alto cayado de su autoridad. Detrás los PASTORES.)
ZABULÓN. - ¿Tenerme a pan y agua una semana entera?
SALOMÉ. -Al contrario. ¿Qué es lo que más te gusta a ti? Dichos, SAMUEL y PASTORES.
ZABULÓN. - ¿De comer? ¡Todo!
SALOMÉ. - ¿Pero lo que más? SAMUEL. -Felices, Salomé.
ZABULÓN. -Lo que más, chorizo, jamón y huevos fritos. SALOMÉ. -Felices, Samuel.
SALOMÉ. -Pues eso: te encerraría en una cueva llena de chorizos, jamón y SAMUEL. - ¿Clavaste bien fuerte las estacas del aprisco, Zabulón?
huevos fritos, y te obligaría a estar comiendo desde la mañana hasta la noche, ZABULÓN. -Clavadas están, señor.
como un gusano dentro del queso, a ver si te quitaba de una vez ese condenado SAMUEL. - ¿Diste a los mastines la leche con miga de pan?
apetito. SALOMÉ. -De eso me encargué yo. Cuando se encarga él siempre los deja a
ZABULÓN. -Gracias por la buena intención, pero lo que yo tengo no es media ración y luego aúllan toda la noche.
apetito. Es enfermedad. SAMUEL. - (Con la cabeza baja y las manos en oración.) Que Dios nos libre
SALOMÉ. - ¿Enfermedad? del huracán y del granizo.
ZABULÓN. -y de los lobos rabiosos y las serpientes malas... ZAMPABOLLOS. - ¡A ti, patas de chocolate!
SALOMÉ. -y del hambre furiosa de Zabulón. POLVORÍN. - ¡Barriga-azul..., barriga-azul..., barriga azul!
TODOS. -Amén. ZAMPABOLLOS. -(Ofendidísimo.) ¿Yo barriga azul? ¿Barriga azul yo?
SAMUEL. - ¿Estamos todos? ¡Ah, eso sí que no te lo perdono! (Empiezan a manotearse. SAMUEL
ZABULÓN. -Faltan Polvorín y Zampabollos. consigue a duras penas separarlos con la autoridad de un cayado.
SAMUEL. -Los de siempre: el más listo y el más tonto, siempre peleándose y ZABULÓN aprovecha la refriega para engullir de nuevo.) ¡Traidor! ¡Me ha
siempre juntos. ¿Está preparada la cena, SALOMÉ? mordido la oreja! (Rompe a llorar como un becerro.) ¡Mamá, mamita!...
SALOMÉ. --Serviremos en cuanto tú lo órdenes. SAMUEL. - ¡Basta! Silencio, y que hable uno solo, que yo haré justicia. (Se
SAMUEL. -Trae a nuestra hija. Que venga con sus guirnaldas de novia. Y las sienta en un tronco.) Ponte tú a este lado, Polvorín. Tú a este otro,
zagalas con ella. (Sale SALOMÉ). Pastores de mi majada: esta noche mi hija Zampabollos. Y habla tú el primero.
MARCELA y el pastor SALICIO celebran su promesa de bodas y bailarán la ZAMPABOLLOS. -Pues éste es el caso. Anoche, cuando el lobo se llevó la
danza de esponsales junto al fuego. Que Dios los bendiga. borrega blanca, éste y yo la salvamos.
TODOS. - ¡Amén! POLVORÍN. -La salvé yo.
SAMUEL. -Por tan feliz acontecimiento quiero que haya para todos, una cena SAMUEL. -Los dos juntos. Yo lo vi.
espléndida. ZABULÓN, revuelve el caldero. ZAMPABOLLOS. - ¿Lo estás oyendo, melón? ¡Los dos!
ZABULÓN. -Gracias, señor. (Se lanza al caldero. Entran a grandes gritos POLVORÍN. -Bueno, los dos, pero yo más. Entonces usted nos regaló una
POLVORÍN y ZAMPABOLLOS, disputándose un morral del cual tiran los empanada de chorizo para que la comiéramos a medias. Y yo le dije: «Con
dos.) media empanada ¿qué hacemos? ¿Nos la apostamos entera?» Y nos la
apostarnos.
Dichos, POLVORÍN y ZAMPABOLLOS SAMUEL. -Muy bien. ¿Y cuál fue la apuesta?
POLVOR1N.-A ver cuál de los dos tenía un sueño más bonito. «El que gane,
ZAMPABOLLOS. - ¡El morral es mío!... ¡Suelta! ese se come la empanada entera», y con esa condición nos tumbamos a dormir.
POLVORÍN. -Pero la empanada es mía. ¡Yo la gané en buena ley! ZAMPABOLLOS. -Pero el sueño más hermoso fue el mío.
ZAMPABOLLOS. - ¡Mentiroso! SAMUEL. -Eso vamos a verlo. ¿Qué soñaste tú? (Se sientan todos en rueda.
POLVORÍN. - ¡Mentiroso, tú! ¡Mentiroso, tramposo y tenebroso! ¡Cara de Hasta ZABULÓN.)
oso! ZAMPABOLLOS. -YO soñé que me salían de repente unas alitas blancas..., y
ZAMPABOLLOS. -y tú, roñoso, pringoso y tartajoso... ¡Cabeza de raposo! que andaba sin tocar el suelo, ris-ras, igual que una paloma. Y andando,
POLVORÍN. -Y tú, pollino, pingüino y cebollino... ¡Cara de langostino! andando, andando...
ZAMPABOLLOS. -y tú, zangolotino, cochino y lechuguino... ¡Cabeza de POLVORÍN. -Volando, volando, volando...
pepino! ZAMPABOLLOS. -Llegué a un país desconocido, todo lleno de lagos azules,
SAMUEL. - ¡Alto ahí! ¡Qué modales son ésos delante de mí! Soltad el morral de praderas verdes, de pájaros de colores y de árboles que sonaban al viento
los dos, y vamos a ver por qué es la pelea. como flautas encantadas. ¡Era el reino de la Felicidad! Entré en un palacio
POLVORÍN. -Este Zampabollos, que es más tonto que el burro... todo de cristal, con el suelo de chocolate y las columnas de turrón, y un jardín
ZAMPABOLLOS. -Este Polvorín, que se cree que yo me chupo el dedo. ¡La con un gran surtidor de arroz con leche. En esto se abrió una puerta de oro y
empanada es mía..., y tú eres un pingajo, cascajo y renacuajo... ¡Cara de apareció una princesa, preciosa, con un traje de cola bordado de diamantes, y
escarabajo! me dijo muy dulce, muy dulce, con voz de ruiseñor: «Zampabollos...
POLVORIN. -Y tú, un redruejo, cangrejo y sin pellejo... ¡Orejas de conejo! Zampabollos..., ¡cuánto me has hecho esperar!» Luego mandó servir un gran
ZAMPABOLLOS. -y tú, una lagartija, canija y en botija... ¡Orejas de torrija! banquete en el salón del trono. Y, finalmente, la princesa se casó conmigo.
SAMUEL. - ¡Basta de insultos entre compañeros! Veamos qué pleito es ese de POLVORÍN. - ¡Pobre princesa!
la empanada. SAMUEL. -Silencio. El sueño no está nada mal. A ver ahora tú, ¿qué soñaste?
ZAMPABOLLOS. -Pues verá, patriarca Samuel. Este ladrón de Polvorín... POLVORÍN. -Pues yo estaba durmiendo junto a éste, y vi cómo le salían las
POLVORÍN. - ¿Insultos otra vez a mí, cara de cebolla? alitas blancas, ¡tan ricas! Y vi que llegaba volando..., ris-ras..., al reino de la
Felicidad, y que se abría la puerta de oro, y que salía la princesa, y que se Después probé otra, y eché más sal; y luego, otra. Y luego, otra. ¿Qué culpa
casaban... Y, entonces pensé: «Anda, pues con tanto palacio y tanta princesa y tengo yo si ese carnero raquítico no tenía más que cuatro patas?
tanto arroz con leche, Zampabollos no vuelve más». Y entonces me levanté y SAMUEL. - ¡Ay, Zabulón (gesto de desaprobación) ¡Bueno, ya! Si Dios ha
me comí la empanada-yo solo. dispuesto que hoy nos acostemos sin cenar, por algo será…
ZAMPABOLLOS. - ¿Que te la comiste? ¿Entera? (Registra lívido el zurrón.)
¡Ladrón de pobres! ¡Asesino de empanadas!
POLVORÍN. - ¡Barriga azul! XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
ZAMPABOLLOS. - ¿Barriga azul yo? ¡Yo barriga azul! (Se echa a llorar
cavernosamente.) ¡Mamá..., mamá!...
ZABULON. - ¡Silencio! ¡Ya llegan los novios! ¡Miren qué hermosa viene la SALOMÉ. -Nunca. La voz se le ha quedado en la garganta como un pájaro
novia con sus guirnaldas de flores! con frío.
SAMUEL. - ¡Y el novio, con su piel de ciervo y su corona de hojas silvestres! MARÍA. - (Recibiendo en su regazo al niño que trae MARCELA) ¡Pobre
TODOS. - ¡Vivan los…novios! ¡Vivan!... (Música de dulzainas y panderos. niño! ¡Es hermoso como una estrella!
Llegan con sus mejores galas MARCELA y SALICIO, las zagalas MARCELA. -No lo vayas a despertar
RAQUEL, REBECA Y ESTHER, la madre SALOMÉ y músicos. Desfilan al MARÍA. -Pierde cuidado. Ya tengo los brazos acostumbrados a acunar la
son de la música.) esperanza del mío. (Acompañada por un fondo de violines invisibles canta la
SAMUEL. -pónganse en rueda, pastores, y cúmplase la ceremonia delante de antigua canción de cuna, que el coro acompaña en el estribillo)
la hoguera. (Forman semicírculo quedando en medio SAMUEL y SALOMÉ. La luna tiende en el ciclo
MARCELA y SALICIO: figuras de Arcadia feliz, quedan en los dos su largo velo blanco y azul:
extremos. Lentamente ha caído la tarde, y el fuego dora la escena.) Pastor pero no tiene una cuna,
Salicio: ante Dios, ante el fuego y ante el pueblo, ¿juras tomar por esposa a mi leré, como esta cuna,
hija la pastora MARCELA? leré, que tienes tú
SALICIO. -Juro, señor: ante Dios, ante el fuego y ante el pueblo.
SAMUEL. -Marcela, hija mía, ¿juras tomar por esposo al pastor Salicio? CORO
MARCELA. -Juro, señor: ante Dios, ante el fuego y ante el pueblo. ¡Ay, la luna, la luna, la luna, como la del
SALICIO. -Madre Salomé: en prenda de amor ponle mi corona de hojas a mi niño no hay luna alguna!
esposa Marcela.
MARCELA. -Padre Samuel: en prenda de amor ponle mi guirnalda de flores a ¡Ay el río, ay el río, ay el río, el fío y la luna
mi esposo Salicio. en los ojos del niño!
SAMUEL. -Que el cielo os acompañe, siempre unidos en la felicidad y en la
desgracia. MARÍA
REBECA. - ¡Vivan los novios! La madre suspira y llora, porque su
TODOS. - ¡Vivan! hijo no tiene voz; pasó por allí
SALOMÉ. - ¡A danzar, pastores; a danzar! (Baile de cintas y figuras. María, leré: «No llores, madre, leré,
Dulzainas y panderos. Terminan con gritos y aplausos. Voces felicitando a confía en Dios».
los novios)
SAMUEL. -Terminada la ceremonia, empecemos con el banquete. ¡Vengan CORO
platos! (Mientras los pastores acuden con escudillas, revuelve el guiso.) Pero
¡Ay, la luna, la luna! la luna, ¡como
¿qué es esto? ¿No te mandé poner un carnero entero, Salomé? Aquí no hay
la del niño no hay luna ninguna! ¡Ay
más que caldo y huesos. ¿Dónde está la carne?
el río, ay el río, ay el río, el fío y la
SALOMÉ. -Pregúntaselo a Zabulón.
luna en los ojos del niño!
ZABULÓN. -Yo no hice más que probar. Primero probé una pata, y eché sal.
(Todos han ido acercándose; un coro íntimo a su alrededor, unos de pie y POLVORÍN. - ¿Qué es lo que tienes más duro?
otros sentados sobre la yerba) ZAMPABOLLOS. -La cabeza.
POLVORÍN. - ¡Pues de cabeza, bruto! (ZAMPABOLLOS, a gatas, entra
MARÍA. -Tómalo..., se está despertando... Mira, ya abre los ojos... cautelosamente. Cuando ha metido medio cuero, lanza un grito y
¡Silencio! (Le da un beso en la frente y se lo entrega a SALOMÉ. De pronto retrocede, espantado) ¿Qué ha sido? ¿Qué pasa?
el niño despierta y lanza un grito) ZAMPABOLLOS. -Está oscuro y huele a queso.
NIÑO. - ¡Madre! POLVORÍN. - ¿A queso?
SALOMÉ. - ¿Quién ha gritado? ¿Ha sido él..., ha sido él o estoy soñando? ZAMPABOLLOS. -No, no es a queso...; es eso otro que..., a eso que... ¡A
¿Quién? azufre!
NIÑO. - ¡Madre! POLVORÍN. -Vamos, cobarde. ¡Silencio, y adentro!
SALOMÉ. - ¡Ha sido él! ¡Hijo! ¡Hijo! ZAMPABOLLOS. -Voy. ¡Ánimo, Zampabollos valiente! ¡A la una! (Tirita.)
SAMUEL. -Mi hijo ha hablado..., mi hijo ha hablado. ¡Déjame besarle! ¡A la otra!... (Tirita) ¡A la penúltima!...
MARCELA. - ¡Mi hermano ha hablado! POLVORÍN. -(Empujándole.) ¡Ya la última! (Se meten los dos, a gatas,
TODOS. - ¡El niño ha hablado! ¡Milagro! ¡Milagro! (Todos rodean al por el siniestro agujero. Pausa. Se oye roncar a los dormidos. Entra el
pequeño tratando de besarle) DIABLO. Es la estampa tradicional, con cuernos, tridente y un rabo rojo
MARÍA. -Vamos ya, José. Hay que llegar a Jerusalén esta misma noche. que le arrastra; pero con aire de infeliz y fatigado)
JOSÉ. -Vamos. Adiós, pastores. (Toma el ronzal. Acude SALOMÉ.
MARCELA queda con el NIÑO.) PASTORES dormidos y el DIABLO.
SALOMÉ. -No te vayas..., déjame besar tu manto. ¿Quién eres tú, que has
curado a mi hijo? ¿Eres una reina disfrazada? ¿Eres una diosa? DIABLO. - ¡Así! ¡Dormidos todos! ¡Dormidos como troncos! Cuando la
MARÍA. -No tanto... Soy una pobre costurera de Nazaret que va a ser madre estrella milagrosa pase por aquí, nadie la verá, y así nadie acudirá a adorar al
como tú. Mi nombre es María. (Música de armónium, mientras MARÍA y Niño. ¡Dormid, miserables! Si supierais que el Diablo os' contempla y que
JOSÉ se alejan.) estáis junto a la boca del infierno, no dormiríais tan tranquilos. ¡Ah, si yo
SALOMÉ. - (De rodillas.) ¡Que Dios te acompañe, María! ¡Bendita tú eres pudiera dormir así! ¡Cómo envidio a estos malditos hombres y cómo los odio!
entre todas las mujeres! Aquí no puedo, porque el cielo los protege; pero al primero que me encuentre
MARÍA. -Adiós, pastores. en mi camino, pobre de él: ¡le pincho, le muerdo, le desgarro...! (Va entrando
SAMUEL. - (De rodillas.) ¡Estrella de la mañana! a gatas por el agujero, con el tridente por delante.) ¡Truenos y centellas!
REBECA. - ¡Rosa mística! ¡Serpientes ardiendo! ¡Maldición, maldición y maldición! (Desaparece.
RAQUEL. - ¡Torre de marfil! Pausa. ZABULÓN manotea como espantando mosquitos, se despierta, se
SALICIO. - ¡Puerta del cielo! incorpora, vuelve a manotear. SALICIO se despierta al sentirlo.)
ESTER. - ¡Consuelo de los tristes! SALICIO. - ¿Qué pasa, Zabulón? ¿Hay mosquitos?
MARCELA. - ¡Reina de los ángeles! ZABULÓN. - ¡Menudo mosquito! Un moscardón verde que no me deja, en
TODOS. - ¡Dios te salve, María! (Con la frente en el suelo, rezan todos en paz. (Imitando el zumbido) ¡Uhuhuhuuuu por aquí! ¡Uhuhuhuú por allá! ...
silencio. SAMUEL se levanta, y luego, los demás) ¡Uhuhuhuuú!
SAMUEL. -No hay duda que es una elegida por Dios. Sus manos hacen SALICIO. - ¿Qué miras tan fijo? ¿Es el moscardón verde?
milagros. ZABULÓN. - (Se levanta de un salto.) ¿Qué moscardón? ¡Es la estrella!
ZABULÓN. - ¡Lástima que no haya tocado mi pierna, a ver si me la curaba! ¡Mírala!
ZAMPABOLLOS. -y mi zurrón, a ver si se llenaba de empanadas. SALICIO. - (Se levanta también.) ¿Dónde?
POLVORÍN. -Muchas cosas misteriosas están ocurriendo estos días. Zabulón ZABULÓN. - ¡Allí, por el camino de Nazaret! ¿La ves?
dice que ha vuelto a ver aparecer la estrella maravillosa. SALICIO. - ¡Ahora, sí! (Despertando a todos) ¡Arriba, padre Samuel!
SAMUEL. -Si la vuelves a ver, llámanos. Ahora, a dormir ¡Arriba!, ¡pastores! (Llama a gritos) ¡Madre Salomé! ¡Marcela y Zagalas!
SAMUEL. - ¿Qué ocurre?
VOCES. - ¿Qué gritos son ésos? (Van despertando y levantándose todos)
SALICIO. - ¡La estrella! ¡La estrella maravillosa! ¡Mírala!
CUADRO 2°
SAMUEL. - ¡Dios de los ejércitos! ¡Si es verdad!
ZABULÓN. - ¡y viene avanzando hacia acá!

Dichos y las MUJERES “UNA NOCHE EN EL INFIERNO”


Despacho del Diablo en el Infierno. Caverna de estalactitas de plomo
SALOMÉ. - ¡Preciosa! Parece de oro y de plata. derretido. Vapores y reflejos rojos. Grandes grilletes de presidiario. Una
RAQUEL. -Es un cometa de luz. cabeza de cocodrilo, pajarracos siniestros, una inmensa clepsidra.
REBECA. -Es algún aviso del cielo. Utensilios de tortura, alquimia y brujería. Tanto el decorado como el juego de
MARCELA. - ¡Es la estrella de Oriente! trucos y actores tendrá toda la exageración precisa para suscitar un delicioso
SAMUEL. -De rodillas, pastores. Algo nunca visto va a ocurrir hoy en el terror infantil aliviado por lo grotesco. Al fondo, la entrada del pasadizo
mundo. ¡De rodillas! (Se arrodillan todos, entre deslumbrados y medrosos. subterráneo, cerrada con una pequeña puerta, cuyo cartel dice: «Entrada
Aparece, cruzando lentamente; la estrella infantil de vidrios y purpurinas, privada». Una mesa y un par de sillas. Música cacofónica. Chirridos.
alumbrada por un foco a cuya luz resplandece. Música de órgano. La
estrella se detiene sobre los pastores, mientras una Voz dice las palabras En escena, DOÑA DIABLA Y SUS dos hijas VIPERINA y SATANASlTA.
de la Anunciación) La madre lleva a la cintura un llavero de enormes llaves y candados. Un resto
VOZ. - ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de irreprimible de feminidad le hace adornarse el rabo con un lazo de seda verde.
corazón! Las hijas, bellas, atractivas, muy pintadas y fumando en largas boquillas,
entran por ambos lados con dos grandes libros, mientras la madre da órdenes a
gritos hacia dentro en varias direcciones. DOÑA DIABIA viste de negro. Las
CUADRO PRIMERO diablesas, de rojo.
UTILERÍA Zabulón Muleta
(Cada uno Salomé DIABLA. -Ese lago de aceite hirviendo no está bastante amarillo, ¡que le
Cucharón largo, Olla grande
lo trae) echen más azufre! ¡Azufre y pez! ¡Aprieten más las tenazas de la Avaricia!
Zampabollos Morral, Empanada ¡Más! ¡Afilen bien los pinchos de la Envidia! ¡Más! ¡Al rojo vivo, las parrillas
Samuel Cayado de la Soberbia! ¡ASÍ, así! (Sus voces son contestadas con chirridos, efectos
Diablo Tridente (palo que lo simule) musicales y reflejos cárdenos.) ¡Ay, yo no aguanto tanto trabajo! ¡Esto es un
VOZ Un palo en la punta (la estrella) infierno! (Se sienta) Hola, Viperina, hija, ¿qué traes ahí?
MÚSICA De panderetas (Boda antigua) VIPERINA. -El libro de quejas.
Voz de un niño que diga “Madre” (hijo de Salomé) DIABLA. - ¡Era lo único que faltaba! ¿Quién se queja?
Música de Armónium mientras María y José se van VIPERINA. -La lengua ardiente de los usureros. Protestan porque se les pone
COROS… en el aceite mucho plomo derretido.
DIABLA. - ¿Cuánto les habéis puesto?
Sonido de ronquidos
VIPERINA. -Lo de siempre: mitad y mitad.
Música siniestra (cuando entra el DIABLO)
DIABLA. -Mitad y mitad es poco para un usurero: que les pongan el ochenta
Sonido de un mosquito molestando por ciento. ¿Quién más se queja?
Sonido de órgano cuando pase la estrella VIPERINA. -Los extranjeros del séptimo círculo; dicen que ellos no quieren
VOZ diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra ni azufre, ni pez, ni aceite, ni plomo, ni alquitrán.
a los hombres de corazón! DIABLA. -SÍ, sí, ya sé; lo de siempre: esos extranjeros lo único que quieren es
petróleo. ¡Que se lo echen ardiendo! Y tú, Satanasita, ¿qué traes?
SATANASITA. -El registro del día. Vamos a cerrar.
DIABLA. - ¿Cuántos condenados han entrado hoy?
SATANASITA. - 248 para Torturas de Fuego; 85 para Torturas de Hielo, y 14 ZAMPABOLLOS. - ¡La Lucifera! ¡La Satanasa!...
para castigos varios. DIABLA. - ¡Silencio! ¿Quién les ha dado permiso para meterse por ese
DIABLA. -Toda gente grande, seguro. pasadizo secreto?
SATANASITA. -Todos, mamá. POLVORÍN. -Nadie, señora. Íbamos dando un paseo, vimos ese caminito..., y
DIABLA. - ¡Ya estoy harta de pecadores empedernidos y carne dura! ¡Lo que éste me dijo...
yo quiero son niños! (Con gula de opresa) ¡Carne fresca para el horno! ZAMPABOLLOS. - ¡Mentira! ¡Yo no quería! Fue él, el que me dijo: «¡Ese,
¡Almitas tiernas para el asador! ¡Niñas rubias para la parrilla! ése, ése!»
SATANASITA. -Imposible. Papá dice que estos días va a nacer un niño DIABLA. - ¡Ah! ¿De manera que se han metido por ese pasadizo sin saber
milagroso que defenderá a todos los demás. adónde iba? Pues lo siento, jovenzuelos, pero están ustedes en el infierno.
DIABLA. - ¡Cuentos! ¡Lo que pasa es que tu padre es un inútil que ya no sirve ZAMPABOLLOS. - ¿Ves? ¿Ves cómo mi abuela tenía razón? (Rompiendo a
ni para tentar! Lo único que hace, ¡eso, sí!, es pasarse las noches enteras fuera llorar can su llanto de becerro) Mamá..., yo quiero volverme a mi casa.
de casa. (La gran aguja de reloj da la vuelta.) ¡Mira qué bonito, las tres de la ¡Mamá!...
madrugada, y tu padre sin volver! (Se oye golpear en la puerta secreta) DIABLA. -Paciencia, hijo. Esto es una ratonera: fácil para entrar, pero
VIPERINA. -Ahí está. imposible para salir. (Cierra la puerta con tres rechinares vueltas de llave)
DIABLA. - ¿Tu padre llamando? No puede ser. El no sale nunca de casa sin su Avisa al tío Belcebú, nena. Que prepare dos parrillas nuevas.
llave. VIPERINA. -Voy. ¿Cómo prefieren ustedes las parrillas? ¿Con pinchos o sin
VIPERINA. - ¿Quién puede ser entonces por el pasadizo secreto? pinchos?
SATANASITA. - (Con un grito de susto) ¿No serán ladrones? (La madre POLVORÍN. -Para mí, sin pinchos, si me hace el favor.
les hace un gesto de silencio. Se acercan las tres en puntillas descorren ZAMPABOLLOS. -Pero ¿es que nos van a tostar?
suavemente la puerta y quedan a los lados en acecho, como gatos ante una SATANASITA. -Nada; hoy, por ser el primer día, sólo, por un lado. Mañana
ratonera. Asoma cautelosamente ZAMPABOLLOS. Mira en todas papá dirá. (Con una palmada en la mejilla a POLVORÍN.) ¡Hasta mañana,
direcciones, sin verlas. La voz de POLVORÍN se oye tras él) guapo!
VIPERINA. - (Dirigiéndose a ZAMPABOLLOS.) ¡Adiós! precioso!
Dichas, ZAMPABOLLOS Y POLVORÍN. ZAMPABOLLOS. - ¡No me toque, atrevida!
SATANASITA. - (Saliendo.) ¿Has visto qué buenos mozos? ¡Me los comía a
POLVORÍN. - ¿Qué ves, Zampabollos? los dos!
ZAMPABOLLOS. -Veo… veo… veo... (El cocodrilo abre la boca V se le VIPERINA. -Mañana, mejor, tonta. Bien asaditos están mucho más ricos.
encienden los ojos. ZAMPABOLLOS lanza un grito y retrocede.) (Salen)
POLVORÍN. - ¿Qué pasa? DIABLA. - (Toma el libro registro y se sienta a la mesa.) Vamos a ver su
ZAMPABOLLOS. - ¡Un co-co-co... un drilo-dri-drilo! número y castigo. ¿Cómo se llama usted?
POLVORÍN. - ¡Vamos, cobarde, adelante! (Avanza de nuevo. El pajarraco ZAMPABOLLOS. - ¿Yo? ¿Yo? Oye, ¿cómo me llamo yo?
abre el enorme pico y lanza un graznido siniestro. Se repite el juego.) POLVORÍN. -Zampabollos. Jacobo Zampabollos, de la tribu de Judá.
¿Otra vez? ZAMPABOLLOS. - ¡Una urru-rru-rru..., una urra-ca-ca! Solterr…
POLVORÍN. - ¡Mentira! Lo que tienes tú es miedo. Déjame a mí. (Entra DIABLA. -(Consultando.) Zampabollos... Zampabollos. ¿Con ceta?
POLVORÍN a gatas y con ZAMPABOLLOS avanzan hasta el centro.) ZAMPABOLLOS. -Con ceta al principio y con bollos al final.
¿Ves cómo era mentira? Nadie por aquí... DIABLA. -Zamarro... Zamora... Zampa…zampa…zampa ¡Qué extraño! Aquí
ZAMPABOLLOS. -Nadie por allá... no figura ningún Zampabollos en la lista. Vamos a ver. (Toma otro registro)
DIABLA. - (Avanzando) ¡Alto! ¿De qué se ha muerto usted?
ZAMPABOLLOS. - ¡Uyuyuyuyyy! ¡La Diabla! (Tratan de huir los dos al ZAMPABOLLOS. - ¿Yo? ¿Yo estoy muerto? (Se toma el pulso,
pasadizo) angustiado)
DIABLA. - ¡Quietos! ¡Cerrad ahí! (Las diablesas cierran.) DIABLA. -Naturalmente. Si no, ¿cómo iba a estar aquí?
ZAMPABOLLOS. - ¡Estoy muerto, Polvorín! ¡Estamos los dos muertos de La DIABLA vuelve a cerrar)
pies a cabeza! (Rompe a llorar.) ¡Mamá!...
DIABLA. - ¡Sin lágrimas! El reglamento es el reglamento, y hay que Dichos y DIABLO.
cumplirlo.
POLVORÍN. -Mire, señora, no se canse. Ni estamos muertos, ni venimos ZAMPABOLLOS. - ¡Es el Diablo en persona! ¿Te das cuenta, Polvorín de mi
destinados aquí, ni tenemos documentación. alma? ¡El Dia-dia-diablo de carne y hueso, y nos va a comer asados con ese
DIABLA. - ¡Ah, vamos: dos voluntarios! tenedor!
ZAMPABOLLOS. -Yo, no; la culpa fue de él, que me dijo que íbamos a POLVORÍN. - ¡Silencio! Hay que hacer como si no le tuviéramos miedo, o
encontrar un tesoro. estamos perdidos. ¡Ánimo, Zampabollos! ¡Firmes!
POLVORÍN. - ¿Y no es un tesoro eso que tienes delante? ¿Has visto nunca un ZAMPABOLLOS. - ¿Firmar qué?
tesoro semejante a esa hermosura? ¿Has visto nada como esa piel de POLVORÍN. - ¡Firmes las piernas!
membrillo y esos labios escarlata? DIABLA. - ¡A buenas horas, marido! ¡Toda la noche fuera de casa para volver
DIABLA. - (Se acicala, conmovida.) Gracias, noble caballero. Hacía tiempo sin un mal condenado! ¿No te da vergüenza?
que no llegaba a esta casa un condenado tan galante. DIABLO. -Perdona, mujer; yo hago lo que puedo. Pero no tengo suerte.
ZAMPABOLLOS. - (Mirando en todas direcciones) Pero de quién estás POLVORÍN. -Buenas noches, señor de las Tinieblas. ¿Cómo está usted?
hablando? DIABLO. -Echando pestes; gracias.
POLVORÍN. - ¿De quién va a ser? De esta bella señora. DIABLA. - ¿Traes, por lo menos, las últimas noticias de la tierra?
ZAMPABOLLOS. - ¿De ésta? Esta señora es una birria. DIABLO. -Malas. Pésimas. Parece ser que de un momento a otro va a nacer
DIABLA. - ¡Grosero! ese Niño que me destronará y me arrebatará mi reino.
ZAMPABOLLOS. - ¡Birria! DIABLA. - ¿Han visto qué marido tengo? ¡Temblando de miedo delante de un
DIABLA. - (Llamando a gritos) ¡Pronto, marmitones! ¡Preparen una caldera niño! (Le golpea con el llavero) ¡Cobarde! ¡Inútil!
de alquitrán al rojo, y una parrilla con pinchos de triple filo! DIABLO. -(Digno.) Por lo que más quieras, mujer. No se trata así a un
POLVORÍN. - (Aparte, rápido) ¿La oyes, bruto? O somos galantes con ella, esposo delante de las visitas. ¿Quiénes son estos desconocidos?
o estamos perdidos. Pídele perdón, y dile tú también que tiene piel de DIABLA. -Dos voluntarios sin documentación. Se han colado por la puerta
membrillo y labios escarlata. privada.
ZAMPABOLLOS. -VOY, voy. Perdón, señora. Polvorín tiene razón. Nunca DIABLO. - ¡No! ¿Dos espontáneos aquí?
he visto nada como ésos..., como ésas..., como éstos... (Vuelve junto a ZAMPABOLLOS. - ¡Fue sin querer, señor Lucifer!
POLVORÍN. Bajo.) ¿Cómo era? DIABLO. -Yo no me llamo Lucifer. (Golpea con la pierna el suelo muy
POLVORÍN. - (Rápido y bajo.) Como esa piel de membrillo y esos labios fuerte. Susto de ZAMPABOLLOS) De manera que, sin permiso, sin
escarlata. (ZAMPABOLLOS avanza de nuevo: Lírico y alto) documentación, de contrabando...
ZAMPABOLLOS. -Como esa piel de ladrillo y esos labios de hojalata. ZAMPABOLLOS. - ¡No lo haremos más, señor Satanás!
DIABLA. - ¡Grosero! ¡Mil veces grosero! ¿Ves esa bola de hierro? En castigo, DIABLO. - ¡Yo no soy Satanás! (Doble golpe de pierna en el suelo. Susto de
vas a llevarla eternamente atada al pie. ZAMPABOLLOS) Conque sin pasaporte..., sin número de entrada..., sin
POLVORÍN. - Perdónele, señora. Es la emoción, que le trastorna. (Llaman huellas digitales... Y ahora ¿cómo arreglo yo este lío? ¿Cómo?
en la entrada privada.) ZAMPABOLLOS. -Eso allá tú, señor Belcebú. (Golpe raro de piernas,
DIABLA. - ¿Otra vez llamando a esa puerta? ¿Quién puede ser? tratando de imitar al Diablo. Diablo vuelve a golpear fuerte.
POLVORÍN. - ¿No será su esposo? ZAMPABOLLOS cae de espaldas)
DIABLA. -El siempre lleva su llave. DIABLA. -Trátalos bien. Sobre todo, a ése. ¡Es tan galante!
POLVORÍN. -Pero usted ha cerrado por dentro con tres vueltas y cerrojo. DIABLO. - Haremos lo que se pueda. ¿Dónde están mis lentes? (Se los pone)
DIABLA. - ¡Ah, es verdad! (Llaman de nuevo.) ¡Voy, voy ...! (Abre con tres DIABLA. -Para esta noche les prepararé la habitación de huéspedes. Hasta
vueltas, exageradamente rechinantes. Entra a gatas el DIABLO. La luego, caballeros.
clepsidra da otra vuelta. El cocodrilo abre las fauces. El pajarraco grazna. POLVORÍN. -A sus pies, señora. (Sale doña DIABLA con un largo
suspiro) DIABLO. -Apostado!
DIABLO. - ¡Ay!, ¡cómo me duele el rabo de tanto arrastrarlo por los caminos! ZAMPABOLLOS. - ¿No tienes otro trozo de queso?
(Se lo limpia amorosamente) ¡Mi lindo rabito dolorido! (Lo acaricia y lo DIABLO. -Aquí está.
besa.) ZAMPABOLLOS. - ¡Venga! ¿A que me meto este trozo de queso debajo del
ZAMPABOLLOS. -Oiga, excelentísimo señor Demonio rabudo... sombrero sin levanta el sombrero?
DIABLO. - ¿Sin levantar el sombrero? A que no.
DIABLO. - ¡A callar, miserable! ¡Háblame de rodillas! ZAMPABOLLOS. - ¡Va! (Se remanga y hace ensalmos, imitando a
POLVORÍN. - Sí, sí, muy valiente con nosotros; pero con tu mujer, ¡un POLVORÍN.)
cordero! Quirilín-quin-puz... qui-ri-lín-quin-paz!
DIABLO. -Las mujeres son otra cosa. ¡Ya me lo dirás algún día! Quirilín micifuz! Quirilín capataz! ¡pif paf!
POLVORÍN. -Si me hicieras caso, yo te enseñaría una trampa para dominar a A la una a las dos y a las tres. (Se mete tranquilamente el queso en la boca)
tu mujer. Véase cómo Zampabollos se mete el queso debajo del sombrero sin levantar el
DIABLO. - ¡Infeliz! ¿Crees que puede haber en el mundo alguna trampa que sombrero
yo no conozca? DIABLO. -Tramposos..., estafadores..., ¡piratas de queso!
POLVORÍN. - ¿A que sí? POLVORÍN. -Y tú, tonto del rabo.
DIABLO. - ¿A qué no? DIABLO. - ¿Tonto del rabo, yo? ¿Yo? ¡Atrévete a repetir eso! (Ruge.)
POLVORÍN. - ¿Apostamos un permiso de regreso a la tierra? ZAMPABOLLOS. -Tonto del rabo. Y, además, un tarugo y un mendrugo sin
DIABLO. -Apostado. jugo. ¡Cabeza de besugo!
POLVORÍN. -Vamos allá. (Se remanga.) ¿Tendrás encima algo de comer? DIABLO. - ¿Cabeza de besugo, yo…? (Ruge.)
DIABLO. - (Se registra.) Dos trozos de queso. Es todo lo que me queda. POLVORÍN. - ¡Tú! y una araña tacaña con dos cuernos de caña..., ¡cabeza de
POLVORÍN. -Venga uno, y fíjate bien. A la una: el trozo de queso se coloca castaña!
sobre la mesa. A las dos: el trozo de queso se tapa con este cacharro. Y a las DIABLO. - ¿Castaña, yo...? (Ruge.)
tres, ¿a qué me como ese queso sin tocar el cacharro? ZAMPABOLLOS. - ¡Tú! Y, además, un tuerto retuerto y patituerto ¡Cara de
DIABLO. - ¿Sin tocar el cacharro? ¿A qué no? burro muerto!
POLVORÍN. - ¿A que sí? (Gestos de ensalmo) DIABLO. - ¿Burro muerto, yo...? (Ruge.)
¡Quirilín quin puz. quirilfn quin paz! POLVORÍN. - ¡Tú! Y, además, un gandul, cabeza de abedul, que duerme en
Aquí el buz, allí el baz, hágase la luz, tápese la faz, un baúl.
póngase un capuz con el arcabuz Los DOS. - ¡Barriga azul..., barriga azul...; barriga azul!...
y el buUicuzcuz DIABLO. -(Colmado.) ¡Ah, eso sí que no! ¡Todo menos barriga azul!
contra el antifaz. ¡Truenos y centellas!... ¡Rayos venenosos!... ¡Maldición, maldición y tres
¡Quirilín quin puz. quirilín quin paz! veces maldición! (Se abalanza contra ZAMPABOLLOS. POLVORÍN le
Ya está. salta por detrás, a horcajadas, en la cintura y le muerde. El DIABLO se
DIABLO. - ¿A qué no? (Levanta el cacharro para cerciorarse, y entonces sacude con un alarido.) ¡Ah, traidor! ... ¡Me ha mordido la oreja! (Llora
POLVORÍN coge tranquilamente el queso y se lo come.) cavernosamente, como ZAMPABOLLOS.) ¡Mamá!... ¡Mamá!. .. (Vuelve
POLVORÍN. - ¿A que sí? Véase cómo Polvorín se come el queso sin tocar el doña DIABLA)
cacharro. DIABLA. - ¿Qué pasa?
DIABLO. - ¡Lo toqué yo! DIABLO. -Esos hombres malos... ¡Me han comido todo el queso y me han
POLVORÍN. - ¡Pero yo, no! mordido la oreja!
DIABLO. - ¡Pero eso es trampa! DIABLA. -Lo tienes bien merecido, por tonto del rabo. ¡Siéntate ahí, y a
ZAMPABOLLOS. - ¿A qué te hago yo otra que tampoco sabes? callar! (El DIABLO obedece, y se sienta sumiso como niño castigado) Ya
DIABLO. - ¿Tú? ¡A que no! está preparada para ustedes la caldera de huéspedes. ¿Quieren pasar a verla?
ZAMPABOLLOS. - ¡A que sí! ¿Nos apostamos otro permiso de regreso? POLVORÍN. -Con mucho gusto. Pero antes dígame, ¿cómo es posible que
una señora tan distinguida tenga unas manos tan descuidadas, con esas uñas DIABLA. -(Forcejeando.) ¡No puedo! ¡No puedo sacar las manos de este
negras y largas? ¿No le gustaría tener unas manos blancas y finas, como una maldito cacharro! ¡Persíguelos tú!
princesa? DIABLO. -No puedo tampoco. ¡Me han puesto rabo de presidiario! (Salta
DIABLA. - ¡Ay, si fuera posible...! grotescamente, arrastrando la bola.) ¡Ay, mi pobre rabo, mi rabito
POLVORÍN. -Yo lo arreglo ahora mismo con el agua mágica. ¿Quiere echar querido...! (Rompe a llorar) ¡Mamá!...
una poca en ese cántaro y traerme unas hojitas de laurel verde? DIABLA. - ¡Inútil!... ¡Cobarde! (Le estrella en la cabeza el cántaro, que
DIABLO. -No les hagas caso. Hacen trampas los dos. salta en cien pedazos. POLVORIN Y ZAMPABOLLOS se meten a gatas
DIABLA. - ¡Tú, a callar! Con mucho gusto, caballero. (Hace lo indicado. por el pasadizo y cierran por fuera. Al golpe del cántaro, fuertemente
POLVORÍN habla aparte a ZAMPABOLLOS, llevándole a primer subrayado por timbal y platillo, el DIABLO cae desplomado levantando
término.) una gran polvareda roja)
POLVORÍN. - ¡Ahora o nunca, Zampabollos! ¡Hay que apoderarse de esas
llaves, sea como sea, y dejarlos fuera de combate a los dos! Mientras yo la CUADRO SEGUNDO
entretengo, tú átale el rabo al Diablo sin que se dé cuenta. UTILERÍA Diabla Llavero de enormes llaves y candado
DIABLA. -Aquí está el agua y el laurel. (Cada uno Diablesas 2 grandes libros, cigarros o pipas
POLVORÍN. -Muy bien. ¿Lleva usted encima alguna cosa de hierro? lo trae)
DIABLA. -No creo. Como no sean estas llaves... Diablo Tridente, 1 trozo de queso, cacharro
POLVORÍN. -Déjelas sobre la mesa, por favor. El hierro quita la virtud del Zampabollos 1 trozo de queso, sombrero
ensalmo. Muy bien. Ahora vaya repitiendo conmigo. (Recita con jeribeques Polvorín Cántaro con agua
extraños, que ella repite)
¡Hoja de laurel, hoja de laurel! Las uñas de nácar, de nieve la piel; MÚSICA Música cacofónica
las manos más bellas de todo Israel. Sonido de chirridos, música tenebrosa apara Diabla
¡Abrase en el agua la flor del laurel! Sonido de la aguja de reloj
Ahora, cuatro pases mágicos con la hojita verde. Norte, Sur, Este y Oeste. Sonido de golpe de puertas
Ahora, las hojitas en el agua. Y ahora meta las dos manos, dentro. Primero, la Sonido de suspenso cuando entran polvorín y zampabollos
izquierda. Ahora, la derecha...
2 veces sonido de que tocan la puerta
DIABLA. -Las dos no me caben. Sonido de que se abre una puerta antigua (rechinando)
POLVORÍN. -Apriete. Más. Más. Tienen que ser las dos juntas. ¡Así! Ahora Sonido tenebroso para diablo
cierre los ojos y vaya contando despacito hasta trescientos sesenta y cinco. Son Sonido alegre para cuando logran escapar
las noches del año. Cierre los ojos usted también, señor Diablo. Cuenten: uno,
dos..., tres...
(DIABLO y DIABLA empiezan a contar a ritmo lento. Durante el
ensalmo, ZAMPABOLLOS, sigilosamente. ha atado el rabo del DIABLO
a la cadena de la bota de hierro. POLVORÍN coge el llavero; van los dos
de puntillas a la puerta ratonera, y se oye el triple chirrido de la llave al CUADRO 3°
abrir. Como dando la alarma, el pajarraco grazna, el cocodrilo abre las “LOS REYES MAGOS”
fauces y enciende los ojos insistentemente, la clepsidra da otra vuelta.
Rumor de vendaval. El DIABLO abre los ojos. Se levanta) Otra vez en la majada de Samuel. A la luz de luna, los pastores duermen
DIABLO. - ¡Ah, miserables, bandidos! ¡Centinelas, alerta! tranquilamente arrebujados en sus mantas, tal como estaban en el cuadro
ZAMPABOLLOS. - ¡Quieto! (Empuñando el tridente.) ¡Manos arriba, o te primero. Breve preludio de ronquidos y esquilas bucólicas.
pincho la barriga! SALICIO se incorpora de pronto, dando un manotazo al aire y refunfuñando.
DIABLO. - ¡Detenlos tú, mujer!
ZABULÓN. - ¿No os podéis callar de una vez?
SALICIO. - ¡Maldito moscardón! (ZABULÓN se queja en sueños.) ¿Qué POLVORÍN. - ¡Chist!, hay que matarlo. Es venenoso.
pasa, Zabulón? ¿Te duele algo? ZABULÓN. - ¿Quién es venenoso?
ZABULÓN. -Esta pobre pierna. Con el relente de la noche se me pone como POLVORÍN. - EI moscardón verde.
si la tuviera en carne viva. ¡Ay, mi pierna..., mi pobre pierna! ZAMPABOLLOS, - (Acercándose de puntillas.) Quieto, Zabulón, que se te
SALICIO. -Vamos, paciencia. ¡Aprieta fuerte los párpados, y a dormir! ha posado en la pierna...; quieto un momentito... (Garrotazo. ZABULÓN se
ZABULÓN. - ¡Ojalá pudiera! ¡Ay mi pierna..., mi pierna! (Se duermen. levanta en un alarido, saltando y agarrándose la pierna víctima con las
Nueva pausa bucólica. Por el agujero siniestro aparecen sigilosamente dos manos.)
POLVORÍN y ZAMPABOLLOS.) ZABULÓN. - ¡Aaaayyy!... ¡Asesino! ¡Asesino de piernas desvalidas! (Se
POLVORÍN. -Todos durmiendo tranquilamente, como quedaron. Nadie se ha despierta SAMUEL)
dado cuenta. SAMUEL. - ¡A callar! ¿Vais a dejar dormir, si o no? ¡Ah! La pareja
ZAMPABOLLOS. - ¿No nos vendrán persiguiendo? desaparecida. ¿Por dónde andabais los dos?
POLVORÍN. - ¡Quia! Con el golpe del cántaro en la cabeza, ese pobre diablo POLVORÍN. - ¿Nosotros? ¡Si no nos hemos movido de aquí!
tiene cama para quince días. SAMUEL. -Conque no, ¿eh? Y antes, cuando pasó la estrella, ¿dónde
ZAMPABOLLOS. - Por si acaso, pongamos las ramas tapando como estaban. estabais?
POLVORÍN. - Eso, sí. Y, sobre todo, que nadie sepa dónde hemos estado. POLVORÍN. - ¡Ah! Pero ¿por fin pasó la estrella?
¿Juras no decírselo a nadie nunca? SAMUEL. -Una estrella milagrosa, de oro y plata. Aquí mismo se posó
ZAMPABOLLOS. -Nunca jamás, amén. ZAMPABOLLOS. - (Acude solícito con su estaca) ¿Dónde? ¿Dónde se
POLVORÍN. - ¿Jurado? posó? SAMUEL. -Aquí mismo. Sobre mi cabeza.
ZAMPABOLLOS. -Jurado. Mano de amigos. (Se escupen en las palmas y se ZAMPABOLLOS. - ¿Sobre tu cabeza? ¡Quieto, Samuel!, ¡quieto un
estrechan la mano sonoramente) momento!... (Se acerca por detrás de él y levanta el garrote sobre la cabeza
POLVORÍN. -Pues silencio y a dormir, que bien nos lo hemos ganado. (Se patriarcal. En ese preciso momento se oye un toque vibrante de clarín
tienden bajo la misma manta. Silencio. POLVORÍN se incorpora muy cerca. ZAMPABOLLOS, asustado, suelta la estaca y cae de espaldas.
repentinamente con un manotazo) Todos se despiertan sobresaltados)
ZAMPABOLLOS. - ¿Qué pasa? PASTOR 2 (Ana). - ¿Qué ocurre? ¿Por dónde fue?
POLVORÍN. -Nada; un moscardón. (Vuelven a tenderse. ZAMPABOLLOS ZABULÓN. -Fue por allí; por el camino de Jerusalén.
repite el juego.) Y ahora, ¿qué ha sido? PASTOR 6 (Diana). - Parece un toque de trompeta. ¿Serán soldados? (Los
ZAMPABOLLOS. -El moscardón otra vez. Es ese verde que no deja dormir Pastores y Las Mujeres, que entran siguiendo a SALOMÉ.)
desde hace una semana. ¡Hay que matarlo! SALOMÉ. -Son los soldados de Roma persiguiendo a alguien.
POLVORÍN. -Duro con él. (ZAMPABOLLOS empuña un garrote y REBECA. -Mira: ahí llegan los fugitivos. ¡Pobre gente!
acecha por escena, siguiendo el vuelo del moscardón. Da un garrotazo al RAQUEL. -Son un hombre y una mujer.
aire y cae sentado. SALICIO se despierta.) MARCELA. - ¡Pero si es María, la que curó al niño!
SALICIO. - ¿Quién anda por ahí? ¿Es que no se va a poder dormir en paz?
POLVORÍN. -Silencio...; estamos persiguiendo al moscardón verde. Dichos; MARÍA y JOSÉ, jadeantes.
ZAMPABOLLOS. -Quieto, Salicio..., que se te ha posado en la cabeza...;
¡quieto un momento por favor! (Le da un garrotazo, y SALICIO cae MARÍA. - ¡Por piedad, pastores..., socorro! Los soldados de Herodes nos
dormido) vienen persiguiendo.
POLVORÍN. - ¿Lo mataste? SAMUEL. -Pero ¿por qué? ¿Es que habéis hecho algo malo?
ZAMPABOLLOS. - No; solo lo volví a dormir JOSÉ. -El tirano de Jerusalén ha ordenado que todos los niños recién nacidos
POLVORÍN. - ¿EI moscardón? sean degollados.
ZAMPABOLLOS. - ¡Ah, no! El moscardón se escapó. (Sigue acechando el SAMUEL. - ¿Degollar a los inocentes?
vuelo. ZABULÓN se despierta.) MARÍA. -Ha oído la profecía anunciando que entre ellos nacerá el más
poderoso de todos los reyes. ¡Y es a mi hijo al que quiere matar! ZAMPABOLLOS. - ¡Las piernas serán las cobardes; ¡pero yo, no! (Trata de
SALOMÉ. -Pero tu Hijo no ha nacido todavía. adoptar una actitud gallarda, temblando cada vez más) ¡Firmes! ¡Quietas,
MARÍA. -Va a nacer esta misma noche. Ayúdame. Yo salvé a tu hijo. Salva tú malditas piernas! ¿No os da vergüenza? ¡Firmes! (Por fin queda rígido. Se
ahora al mío. oye un clarinazo fuerte muy cerca, y ZAMPABOLLOS vuelve a caer de
SALOMÉ. -No tengas miedo; nosotros te defenderemos. ¿Por dónde vienen espaldas. SALICIO, que se ha adelantado a vigilar, vuelve.)
los soldados? SALICIO. -Silencio. Ya están ahí.
JOSÉ. -Por ahí; van camino de Nazaret. ZAMPABOLLOS. - ¿Son muchos?
SALOMÉ. -Entonces por aquí: por este atajo llegaréis a un pequeño establo en SALICIO. -Uno solo.
Belén. ZAMPABOLLOS. - ¡Ah!, ¿uno solo? ¡Firmes!
MARCELA. -No hay más que un pesebre de paja; pero el ganado calentará a ZABULÓN. -Mirad cómo le brilla el casco y la armadura.
tu hijo con su aliento. POLVORÍN. -Es un centurión romano.
RAQUEL. -Yo os enseñaré el camino. ZAMPABOLLOS. - ¿Un qué?
ESTER. -Todas. Vamos todas con ellos. POLVORÍN. -Un centurión.
SALOMÉ. -Vamos. Y vosotros, pastores, no dejéis pasar a esos soldados, ZAMPABOLLOS. - ¿Un centurión de esos de sujetar los pantalones?
aunque os cueste la vida. Vamos, María. (Se oye el canto de los gallos.) SAMUEL. -Silencio, bruto. Y mucho ojo con lo que dices. Los romanos son
MARCELA. - ¿Oyes cantar esos gallos? Allí es Belén. todos orgullosos como emperadores. (Entra el CENTURIÓN, despectivo y
JOSÉ. soberbio, radiante en su armadura. Casco de penacho rojo, y piernas
Caminad, Esposa, Virgen desnudas con grebas de plata. Trae un clarín a la cintura y el pergamino
singular, que los gallos en la mano. Saluda teatralmente a la romana)
cantan, cerca está el lugar. CENTURIÓN. - ¡Salve, esclavos de Roma! ¡Salve en nombre del emperador!
SALOMÉ. SAMUEL. -Salve, señor Centurión.
Caminad, Señora, bien TODOS. -Salve, señor.
de todo bien que antes de ZAMPABOLLOS. -Sí, sí, salve, salve. Y a mí, ¿quién me salva?
una hora serás en Belén. CENTURIÓN. -Decidme, esclavos: ¿habéis visto pasar por aquí a un hombre
MARCELA. y una mujer, en un burro, camino de Nazaret? (Silencio.) Los habéis visto, ¿SI
Yo, Señora, siento que vas fatigada o no? (Silencio.) ¡Ah!, ¿os negáis a contestar? ¿Quién es el jefe aquí?
y paso tormento por verte cansada. SAMUEL. -Yo, señor.
Pronto habrá posada donde descansar. CENTURIÓN. -Acércate. ¡Y ay de ti, si mientes! ¿Los has visto?
TODAS. SAMUEL. -Por aquí no ha pasado nadie.
Pronto habrá posada donde descansar, CENTURIÓN. -Mientes, miserable. Mira que los cómplices tienen el mismo
que los gallos cantan, cerca está el lugar. castigo que los culpables. ¿Te atreverás a jurar que no has visto pasar a nadie
(Salen rodeándola. Lejos se oye nuevamente el canto de los gallos.) por aquí?
SAMUEL. -Lo juro.
Los PASTORES, y luego el CENTURIÓN. CENTURIÓN. -y yo juro que al que trate de engañar a un centurión romano
le saco los ojos y le corto la lengua. ¡Pónganse en fila! ¡A ver, un voluntario!
SAMUEL. - ¿Habéis oído bien? ¡Aunque nos cueste la vida! ¿Jurado? ¿Ninguno? (Pasa revista, mirándolos.) ¿Por qué tiemblas tú?
TODOS. -Sí, padre Samuel; aunque nos cueste la vida. ¡Jurado! ZAMPABOLLOS. -YO no tiemblo, señor Cinturón. Es la parte de abajo, que
ZAMPABOLLOS. - (Se adelanta, temblando.) Yo, señor Samuel, si no le no me obedece.
parece mal..., con su permiso, yo voy a dar una vuelta por allá... CENTURIÓN. -Dos pasos al frente. ¿Has visto por aquí un hombre y una
POLVORÍN. -Quieto, cobarde. mujer camino de Nazaret?
ZAMPABOLLOS. - ¿Cobarde, yo? ZAMPABOLLOS. - (Mira con igual miedo al CENTURIÓN que a sus
POLVORÍN. -Tú. ¡Mira cómo te tiemblan las piernas! compañeros, que le imponen silencio con gestos de amenaza.) ¿Yo...? ¿Que
si los he visto yo...? van retirando con visible repugnancia.)
CENTURIÓN. - ¡Tú! CENTURIÓN. - ¿De manera que cómplices por todas partes? ¿No hay un
ZAMPABOLLOS. - ¿Por aquí? voluntario para leer este pregón?
CENTURIÓN. -Por aquí. ZAMPABOLLOS. - (Avanza resuelto.) Yo.
ZAMPABOLLOS. - ¿A un hombre y a una mujer? CENTURIÓN. - ¡Por fin! Vamos a ver. (Le entrega el rollo de pergamino.)
CENTURIÓN. -Un hombre y una mujer. Lee en voz alta. (ZAMPABOLLOS toma el rollo sin saber qué hacer con
ZAMPABOLLOS. - ¿Camino de Nazaret? él. Lo mira por un lado y otro. Mira por el hueco como si tuera un
CENTURIÓN. - ¡Camino del demonio! catalejo.) ¡Desenróllalo, animal! (ZAMPABOLLOS obedece. Tose,
ZAMPABOLLOS. -(Rápido.) ¿Camino del demonio? ¡No, señor! preparándose como un tenor.)
CENTURIÓN. - ¡Mientes, miserable! ZAMPABOLLOS. -Atención. (Otra tos) ¡Hmhmhmhm!...
ZAMPABOLLOS. - (Mecánicamente en el mismo tono.) ¡Mientes, ¡Hmhmhmhmhmhm!...
miserable! CENTURIÓN. -Pero ¿qué dice este imbécil? CENTURIÓN. -Ese pergamino está al revés.
ZAMPABOLLOS. -Pero ¿qué dice este imbécil? ZAMPABOLLOS. -Ya decía yo que le pasaba algo. (Lo vuelve. Tose de
CENTURIÓN. - ¿YO? nuevo.) ¡Hmhmhmhm!... i Hmhmhmhmhmhm!...
ZAMPABOLLOS. - ¡Yo! CENTURIÓN. -Pero ¿sabes leer o no?
SAMUEL. -Perdónele, señor. Está asustado, y no sabe lo que dice. ZAMPABOLLOS. - ¿Yo? No, señor.
CENTURIÓN. -Está bien. A ver, otro. Tú. Dos pasos al frente. CENTURIÓN. - ¿y entonces...?
POLVORÍN. -Un, dos. ZAMPABOLLOS. -VOY a ver si aprendo. ¡Hmhmhmhm!... No aprendo.
CENTURIÓN. -Piénsalo bien antes de jugarte la vida. Tienes que haberles CENTURIÓN. -Venga ese rollo. Lo aprenderás de memoria. Vete repitiendo
visto. Era una mujer joven con manto azul, y un hombre con barba, como yo, y conmigo. (Lanza un toque vibrante de clarín. ZAMPABOLLOS lo repite,
un burro... haciendo corneta con la mano.)
POLVORÍN. - ¿Una mujer joven, y un hombre azul, y un burro con barba ZAMPABOLLOS. -Tatachín..., tachín-tachín!... ¡Chin!
como tú? ¡No los he visto! CENTURIÓN. - (Lee en voz muy alta, adelantándose al proscenio y
CENTURIÓN. -Pero ¿es que se han puesto todos de acuerdo contra mí? A alargando las palabras finales en tono de pregón. ZAMPABOLLOS
ver, otro... (Volviéndose de repente al público. Avanza al proscenio con la repite, deformando, en el mismo tono.) De orden de Herodes...
espada desnuda.) ¡Ese! ¡Ese que se ha reído ahí atrás! ¿Has visto pasar por ZAMPABOLLOS. -De orden de Herodes...
aquí a José y María, sí o no? (Los actores ayudarán a que los niños CENTURIÓN. -y de César Augusto, rey de los romanos...
intervengan en la acción negando.) ¿Tampoco tú los has visto? ¿Ni tú? ZAMPABOLLOS. -y de César Augusto, rey de los marranos...
¿Nadie? ¡Mirad que hay orden de degollar a todos los cómplices? ¿Nadie los CENTURIÓN. - «Senatus pópulus romanorum...»)
ha visto? ¿Nadie? ZAMPABOLLOS. - Sentados «in sécula secolorum...»
SAMUEL. -Ya lo estás oyendo, señor. Los niños siempre dicen la verdad. CENTURIÓN. -A súplicas del pretorio.
CENTURIÓN. -Bien; por esta vez se han salvado. Pero ya caerán. Y ahora ZAMPABOLLOS. -Animas del Purgatorio.
escuchadme bien, esclavos. Dicen las profecías que va a nacer un niño de la CENTURIÓN. -Se busca a siervos proscritos...
raza de Judá que será el Rey del Mundo. Para que nadie pueda creer en ZAMPABOLLOS. -Me gustan los huevos fritos.
semejante profecía y pensar en un falso rey, Herodes ordena que todos los CENTURIÓN. -y una lucha se organiza.
niños nacidos en estos días sean degollados. Tú, como jefe de esta tribu, te ZAMPABOLLOS. -y con mucha longaniza.
encargarás de hacer cumplir la orden aquí. Además, necesito un voluntario CENTURIÓN. - (Severo, dejando de leer) ¡Oye, idiota!...
para leer este bando por todas estas aldeas. ZAMPABOLLOS. - (Repite en pregón.) ¡Oye, idiota!...
SAMUEL. -Yo no sé leer. CENTURIÓN. -No es el pregón. ¿Eres tonto o sordo?
SALICIO. - Yo, tampoco. ZAMPABOLLOS. -Lo que usted mande, señor Cinturón:
POLVORÍN. -Yo sabía, pero se me olvidó. CENTURIÓN. -Fíjate primero bien, y a ver si luego lo repites entero.
ZABULÓN. -Yo no puedo ir de aldea en aldea con esta pierna... (Todos se ZAMPABOLLOS. - ¡Chist!... ¡El moscardón verde otra vez!... (Sigue al
tábano de puntillas, mientras el CENTURIÓN lee sonoramente) SAMUEL. -Calma, hijos, calma. No os alegréis tan pronto. Lo que han hecho
CENTURIÓN. - «De orden de Herodes, gobernador de Galilea, todos los Zampabollos y las mujeres está muy bien. Pero la venganza de Herodes puede
niños varones que nazcan estos días serán arrancados de los brazos de sus ser terrible. Calma. Vamos a celebrar (Señala a POLVORÍN.) Tú, entre tanto,
madres y se les cortará la cabeza...» ¿Has oído bien? ¿Dónde se ha metido prepara el veneno para los lobos, y vigila por si llegan soldados. (Se sienta en
ése?... (ZAMPABOLLOS ha empuñado su garrote y se acerca el tronco, con el báculo en la diestra, y todos en el suelo a su alrededor.
sigilosamente a la espalda del CENTURIÓN, que ha dejado de leer.) POLVORIN, en primer término, se pone a preparar su ungüento.
ZAMPABOLLOS. - ¡Chist!... ¡Quieto, Centurión, que se te ha posado en el ZAMPABOLLOS se sienta a su lado.)
casco! Un momento, que va a salir un pajarito... A la una, a las dos y... (De un ZAMPABOLLOS. -Déjame ayudarte, a ver si aprendo. ¿Quién te enseñó a ti?
garrotazo le hunde el casco hasta la barba. El CENTURIÓN saca furioso POLVORÍN. -Nadie; es un ungüento que inventé yo.
su espada, amenazando ciegamente y tropezando por la escena.) ZAMPABOLLOS. - ¿Y escuece mucho?
CENTURIÓN. - ¡Ah, miserable, atacar a traición a un soldado de Roma! POLVORÍN. - ¿Escocer? ¡Arde como una centella! Basta untar con él un
¿Dónde está ese gusano vil? ¿Dónde? (Llegan SALOMÉ y las zagalas, todas trozo de carne, y lobo que lo muerda, lobo que sale echando chispas.
con escobones) ZAMPABOLLOS. - ¿Me enseñas la receta?
POLVORÍN. -Fíjate bien, mientras yo lo voy haciendo. Dame ese bote. (Va
Dichos y las MUJERES. mezclando el contenido de botes y cacharros en un caldero, que revuelve
Con un palo) Primero, basta de lagartos machacados y ponzoña de alacranes
SALOMÉ. - ¿Quién ha dicho que va a cortar la cabeza a nuestros niños? furiosos. Mitad y mitad. Así. Ahora, cuatro lenguas de víbora en vinagre.
MARCELA. - ¿Degollar a los inocentes? ¡Cobardes! Después... (Echa un líquido rojo) ¡Sangre ardiente de la «Zamparrampa con
REBECA. - ¡Monstruos! las tripas en la garganta»
CENTURIÓN. - ¡Silencio las mujeres! ¡Es la voluntad del emperador! ZAMPABOLLOS, - ¿De qué?
(Consigue sacarse el casco. Las mujeres se lo vuelven a hundir de un POLVORÍN. -De la «Zamparrampa-con-las-tripas-en la garganta». Un
escobazo) animal. fabuloso. Ahora un poco de pólvora, un poco de sublimado..., un poco
SALOMÉ. - ¡Nosotras no tenemos más emperador que nuestros hijos! de dinamita... Se rocía todo con cicuta. Se revuelve hasta ciento. Y ya está.
MARCELA. - ¡Fuera los asesinos de niños! (Le arrebata su espada.) ZAMPABOLLOS. - ¡Estupendo! Oye, ¿y si echo ahí dentro un fosforo?
RAQUEL. - ¡Abajo los tiranos! POLVORÍN. - ¿Encendido? Ni se te ocurra, animal. (Tapa
ESTER. - ¡A barrerlos! apresuradamente.) Si echas aquí una sola chispa ardemos todos como un
TODAS. - ¡Fuera..., fuera! (MARCELA, pinchándolo por detrás con la cohete. Revuelve y calla. ¿Te has fijado bien en la receta?
espada, y las otras, a escobazos, lo barren materialmente. El ZAMPABOLLOS. -Facilísima. Mañana mismo la hago YO solo: Pólvora de
CENTURIÓN huye) lagartos..., sangre de la «zarzaparrifja. con-las-tripas- en-una-silla: un animal
CENTURIÓN. - ¡Socorro, guardia pretoriana! ¡A mí las legiones de Roma! asqueroso. Se rocía todo con. perejil en vinagre, y ya está. Facilísimo. (Por el
(Salen las mujeres persiguiéndolo. Los pastores, locos de júbilo, alzan en agujero infernal asoma a gatas el DIABLO, lo primero que se ve es el
hombros a ZAMPABOLLOS, aclamándolo.) tridente. Nadie se da cuenta de su presencia.)
PASTORES. - ¡Viva Zampabollos! Un héroe. ¡Viva el héroe Zampabollos!
ZAMPABOLLOS. - ¿Has visto? ¡Ahora resulta que soy un héroe, y yo sin Dichos y el DIABLO.
saber nada!
POLVORÍN. -Un héroe de verdad. Desde ahora siempre te respetaré y nunca DIABLO. - ¡Ajá!, los malditos tramposos, preparando su desayuno. Mi
volveré a insultarte. venganza será horrenda. Pero primero, cumplamos nuestros deberes infernales
ZAMPABOLLOS. - ¿Nunca jamás amén? con estos miserables pastores. Por lo pronto, me disfrazaré de venerable
POLVORÍN. - ¡Nunca jamás amén! anciano para engañarlos mejor. (Deja el tridente en el pasadizo. Se pone una
ZAMPABOLLOS. - (Le abraza conmovido.) Gracias, Polvorín. barba blanca que trae astutamente prevenida; toma un manto y un
POLVORÍN. - (Conmovido, también, casi llorando) De nada, barriga azul. cayado que habrá en el suelo y se acerca al consejo con melosa voz) ¡Salve,
Perdón, fue sin querer. La costumbre. pastores de Judea!
TODOS. - ¡Salve, forastero! chispas de bengala. Los pastores les persiguen a garrotazos, hasta que
SAMUEL. - ¿Qué quieres de nosotros, venerable anciano? consigue huir por el pasadizo secreto. Los pastores se abrazan
DIABLO. -Soy un viejo amigo de los pastores; sé lo que ha ocurrido aquí y alborozados.)
vengo a daros un buen consejo. SAMUEL- ¡Bravo, muchachos! ¡Buena paliza le hemos dado a ese maldito!
SAMUEL. -Gracias, buen hombre. Habla. POLVORÍN. - ¡y la que le va a dar su mujer ahora cuando llegue!
ZAMPABOLLOS. - (Deja de revolver un instante.) Esa voz. ¿A quién me SALICIO. - ¡Esto hay que celebrarlo con un baile! (Llamando) ¡Marcela!
recuerda esa voz? ¡Zagalas!...
POLVORÍN. - ¡Revuelve y calla! ZABULÓN. -Hoy todo parecen milagros. En cuanto Salicio ha dicho que hay
DIABLO. -No os atreváis a rebelaros contra Herodes porque sería vuestra que celebrarlo con un baile, ya está ahí la música.
ruina. Vuestras chozas serían incendiadas y vuestros rebaños sacrificados. SAMUEL- ¿Qué música?
SALICIO. - ¿Y qué vamos a hacer entonces? ¿Obedecer una orden criminal? ZABULÓN. - ¿No oyen? ¡Chist!, silencio... (Escuchan todos. Se oye una
DIABLO. -Herodes es el rey. Tiene derecho a mandar. música oriental acercándose.)
SAMUEL. -Pero a mandar matar, no. SAMUEL. -Pues es verdad. Es una música oriental. ¿Quién puede ser?
ZABULÓN. - ¡y menos a unos niños inocentes! SALICIO. -Por allí asoman. Parece un ejército.
DIABLO. -No hace falta matarlos a todos. Con uno solo basta. ¿No habéis ZAMPABOLLOS. - ¡Ay Dios mío! ¡Que no sea un ejército de cinturones!
visto pasar por aquí una estrella misteriosa? Seguid a esa estrella; la veréis SAMUEL- No. Parece una comitiva de príncipes.
detenerse en Belén, a la puerta de un establo. Si matáis al niño que POLVORÍN. - Traen diademas de perlas y coronas de oro.
encontraréis allí, todos los demás se salvarán. ZABULÓN. -y vienen montados en camellos.
ZAMPABOLLOS. - ¡Te digo que yo conozco esa voz! Y eso rojo que le SALICIO. -y no van vestidos como los romanos. Miren, los tres jefes delante.
asoma por debajo del manto..., ¿no es un rabo, Polvorín? Parecen tres reyes.
POLVORÍN. - ¡Es el Diablo disfrazado! ¡Hay que avisar a Samuel! SAMUEL- Quizá tengan hambre o sed. Llama a las mujeres, por si necesitan
ZAMPABOLLOS. - ¡Chist, silencio! Yo tengo otra idea mejor algo.
POLVORÍN. - ¿Una idea? ¿Tú tienes una idea? SALICIO. - ¡Madre Salomé! ¡Marcela! ¡Zagalas! ¡Vengan pronto!
ZAMPABOLLOS. _ ¡Dame una cucharada de ese ungüento y un fósforo! ZABULÓN. - Vienen hacia acá. Los tres jefes se están apeando de los
POLVORÍN. -Pero ¿cuál es la idea? camellos. SAMUEL. - Recibámoslos con la hospitalidad debida a los
ZAMPABOLLOS. -Una idea tan grande que me estalla la cabeza. ¡Pronto! extranjeros. (La música llega a primer término. Entra primero el rubio
¡Una cucharada de ese ungüento y un fósforo! (Sigilosamente, mientras el GASPAR; luego, MELCHOR, el de la barba blanca, y después, el negro
DIABLO discute en el consejo, POLVORÍN y ZAMPABOLLOS le untan BALTASAR. Los acompaña una brillante comitiva de criados, pajes y
la punta del rabo con el cucharón y le prenden fuego) palafreneros cargados de ofrendas. Por el otro lado entran las mujeres)
SAMUEL. -No sé quién puedes ser, forastero. Pero el que aconseja matar a un
niño es un cobarde y un traidor. PASTORES, MUJERES Y REYES.
SALICIO. -Seguramente es un enemigo disfrazado.
DIABLO. -Soy un pobre pastor como vosotros. ¡Lo juro por mi blanca barba! GASPAR. - ¡Salve, pastores de Judea!
ZABULÓN. - ¡Mentira! La barba puede ser postiza. SAMUEL. - ¡Salve, nobles extranjeros!
SAMUEL-Y ese manto es el mío. ¡Venga el manto! TODOS. -Salve.
SALICIO. -y ese cayado, el mío. ¡Venga el cayado! GASPAR. - ¿Habéis visto pasar por aquí una estrella nueva distinta de todas
TODOS. - ¿Quién eres? ¡Confiesa, traidor! las otras?
POLVORÍN. - ¡Fuera esa barba, miserable! Mírenlo, ¡es el Diablo! SAMUEL. -Esta misma noche pasó por aquí.
ZAMPABOLLOS. - ¡Es el Diablo! ¡Miren cómo le arde el rabo! MELCHOR. - ¿Y hacia dónde iba?
DIABLO. - ¡Maldición, maldición y maldición! ¡Ay, mi pobre rabo! ¡Mi MARCELA. -Siguió por ahí, camino de Belén.
rabito querido! ¡Mi rabito lindo!... (El DIABLO, desarbolado, corre GASPAR. -Esa estrella, pastores, anuncia el nacimiento de un niño
frenéticamente por la escena, dando alaridos. El rabo arde lanzando prodigioso. BALTASAR. -Ese niño traerá a los hombres la salvación.
MELCHOR. -Será el amigo de los pobres, y establecerá en la tierra el reino
del amor y de la paz.
SAMUEL. -Así sea. y vosotros, ¿quiénes sois?
GASPAR. -Somos reyes, y nos llaman magos porque estudiamos las estrellas.
Desde el lejano oriente venimos siguiendo a esa que habéis visto esta noche.
SALOMÉ. - ¿No vendréis a matar a nuestros hijos?
GASPAR. - AI contrario. Venimos a traer ofrendas a todos los niños del
mundo. Yo soy Gaspar, rey de Asia.
MELCHOR. - Yo soy Melchor, rey de Persia.
BALTASAR. -Yo Baltasar, rey de África,
MARCELA. - ¡Mirad! Allá aparece otra vez la estrella, camino de Belén. CUADRO 4°
GASPAR. - ¡Vamos juntos reyes y pastores!
SAMUEL. - ¡Vamos! ¡Que cada cual lleve al niño lo mejor que tenga! “EL RABO DEL DIABLO”
SALICIO. -Yo le llevaré mi oveja blanca.
MARCELA. -Yo, leche y miel. Cruce de caminos en un claro del bosque, con árboles en rompimiento y una
REBECA. -Yo, un cordero recién nacido. forma de peñascos musgosos. Sobre un peñasco se yergue el espantajo negro
POLVORÍN. -Yo, mi zurrón lleno de nueces y avellanas. de un árbol fulminado por el rayo; sólo tiene dos ramas retorcidas como dos
ZAMPABOLLOS. -Yo me pondré a cuatro patas para ser su borriquito. muñones y el cuello decapitado. Delante de la forma hay una troza o tajo de
ZABULÓN. - ¿y los que no tenemos nada? leñador y un hacha.
GASPAR. -No importa. Los pobres, que lleven las flores del camino. ¡A Perfectamente legible, un indicador de caminos con dos flechas señalando
Belén, pastores! a derecha e izquierda: «A Belén». «A Jerusalén». Por detrás tendrá las
SALOMÉ. - ¡A cantar villancicos, zagalas! ¡A cantar todos! (Desfilan todos mismas indicaciones, y será practicable, de modo que, al darle vuelta,
al son del viejo villancico, tocando flautas, rabeles y panderos) queden las direcciones trocadas.
Amanece. Cantan los segundos gallos. La escena está desierta.
La Virgen María, ¡Madre del Señor! Desde antes de levantarse el telón se está oyendo la marcha oriental de Reyes
Ya vienen los Reyes con los aguinaldos: Magos, y van entrando los tres REYES con su séquito, como en el cuadro
oro, incienso y mirra para el Niño Santo. anterior.
Pampanitos verdes, hojas de limón...
Ya vienen los Reyes por el arenal, GASPAR. - ¡Alto! Deténganse ahí los camellos. Dadles de beber en el río.
ya le traen al Niño una torre real. (Observa extrañado el lugar) ¡Qué raro!... Esos peñascos de musgo..., ese
Pampanitos verdes, hojas de limón, árbol quemado por el rayo... ¿No hemos pasado antes por aquí?
MELCHOR. -También yo juraría que reconozco este sitio. Me parece, rey
CUADRO TERCERO Gaspar, que nos hemos vuelto a extraviar por tercera vez.
GASPAR. - ¿Perdernos tres veces en un bosque tan pequeño? ¡Imposible! ¿No
UTILERÍA se ve la estrella para guiarnos?
(Cada uno BALTASAR. -Ya, no. Está amaneciendo.
lo trae) GASPAR. - ¿Y los pastores? Ellos deben de conocer bien todos estos
caminos.
MELCHOR. -Se han quedado atrás. No pueden seguir el paso de nuestros
camellos.
MÚSICA GASPAR. - LIámalos, rey Melchor
MELCHOR. -No pueden oír. Están todavía al otro lado del río
BALTASAR. - ¿Qué hacemos entonces? ¿Acampamos aquí? medias lo que traemos?
GASPAR. - No, rey Baltasar. Hay que llegar a Belén cuanto antes. ¿Cuál será ZAMPABOLLOS. -Hecho. ¿Palabra de honor?
el camino? POLVORÍN. -Palabra y mano de amigos. Yo te doy la mitad de lo mío
MELCHOR- ¿No hay un letrero ahí? y tú a mí la mitad de lo tuyo. ¿Qué traes tú?
GASPAR. -A ver. (Lee.) A Jerusalén, por ahí; a Belén, por aquí. ¡Estamos ZAMPABOLLOS. -Yo, un queso de cabra y un chorizo. ¿Y tú?
salvados! Avisa a la comitiva, rey Melchor. POLVORÍN. -Yo, hambre.
MELCHOR. - ¡Eh, palafreneros! Por aquí... Sigan con los camellos por la ZAMPABOLLOS. - ¡Tramposo! Tú dijiste que traías lo que hace falta para
orilla del río. ¿Vamos? comer.
GASPAR. -Vamos. (Salen al son de su música oriental. El DIABLO asoma POLVORÍN. - ¿Y qué hace falta para comer? ¿Hambre? ¡Pues hambre!
por detrás de los peñascos mirándolos salir.) ZAMPABOLLOS. - ¡Mentiroso, embustero, mal amigo!...
POLVORÍN. - ¿Mal amigo yo? Está bien. Quédate solo como un perro
EL DIABLO solo. Luego, POLVORÍN y ZAMPABOLLOS. sarnoso... ¡Desagradecido! ¡Adiós para siempre!...
ZAMPABOLLOS. -No, Polvorín, por lo que más quieras... no me dejes solo.
DIABLO. - ¡Ah, esos malditos magos! ¡No hay manera de engañarlos! Tres (Se oye nuevamente el canto de los pastores muy cerca.)
veces he conseguido extraviarlos en el bosque y las tres veces han vuelto a POLVORÍN. - ¿Los oyes? ¡Ya están ahí! Ahora llegarán primero que
encontrar el camino. ¿Cómo lo habrán sabido siendo extranjeros? ¡Ah!, ahora nosotros..., ¡y todo perdido! Adiós, cobarde, flojo, poltrón...
comprendo. ¿Cómo no se me ocurrió borrar ese letrero? (Se sienta abrumado ZAMPABOLLOS. - ¡Espera! ¡Aaah! (Se da una palmada fuerte en la
en la troza, acariciándose el rabo dolorido) ¡Ay mi rabo querido..., mi pobre frente y cae de espaldas.)
rabito quemado!... ¡Criminales!... (Se oye el canto de los pastores.) Ya llegan POLVORÍN. - ¿Qué haces?
los pastores, siempre cantando y bailando. Sí, sí, mucha alegría, pero yo os ZAMPABOLLOS. - ¿Qué hacen los listos como tú cuando se les ocurre una
juro que este letrero no os va a servir de nada a vosotros. Voy a ponerlo al idea?
revés para que se pierdan. (Lo hace, dejando las direcciones trocadas) POLVORÍN. -Nos damos una palmada en la frente.
¡Ajajá! ¡Qué ideas diabólicas se me ocurren! Ahora creerán que el camino de ZAMPABOLLOS. -Pues eso. ¡Aaahhh! (Nueva palmada y nueva caída)
Belén es ése, y no llegarán nunca. (Risa satánica) ¡ja, ja, ja!... (Voltea con POLVORÍN. -Pero no tan fuerte, animal.
atención) Mis odiados enemigos. ¡Y los dos solos! Primero me divertiré con ZAMPABOLLOS. -Tiene que ser así de fuerte porque es una idea tremenda.
ellos como el gato con el ratón, y de repente... (Zarpazo y gruñido cruel.) No POLVORÍN. - ¿Otra? ¿Dos ideas tú el mismo día?
sufras más, mi rabito lindo... (Se lo besa sonoramente y jura, alzando la ZAMPABOLLOS. - Dos, y la cuál más gorda. Escucha. ¿Tú sabes leer?
mano a la romana.) Ha llegado la hora de tu venganza. (Se oculta POLVORÍN. -En letras grandes, sí.
astutamente tras los peñascos viendo llegar a POLVORÍN y ZAMPABOLLOS. - ¿Qué dice ahí?
ZAMPABOLLOS. Este viene jadeante y se sienta resueltamente en el POLVORÍN. - ¿Dónde, en este letrero? Dice que a Belén se va por aquí y a
suelo.) Jerusalén por ahí.
POLVORÍN. - ¡Ánimo! ¡Un esfuerzo más y llegaremos los primeros al portal ZAMPABOLLOS. - ¿Por aquí a Belén y por ahí a Jerusalén? ¡Estupendo! ¿Y
de Belén! si lo ponemos al revés? Entonces Samuel y todos los otros seguirán por ahí, y
ZAMPABOLLOS. -No puedo ni un paso más. Llevamos 4 horas perdidos por nosotros por aquí..., pim-parn, piro-paro solitos a Belén los primeros. ¿Qué te
este bosque, y esto no se acaba nunca. parece la idea?
POLVORÍN. -EI rey Gaspar dice que al que llegue primero el Niño le POLVORÍN. - ¡Salomónica! Y manos a la obra, que ya llegan. ¡Pronto! (Se
concederá todo lo que pida. ¡Vamos! oye el canto de los pastores llegando. Ellos dan vuelta al indicador,
ZAMPABOLLOS. -Después. Primero tengo que comer algo para poder dejándolo como estaba, primeramente, y se frotan las manos abrazándose
andar. (Echa mano al zurrón. POLVORÍN se sienta junto a él, interesado.) y riendo maliciosos. Entran los pastores, como en los belenes. con sus
POLVORÍN. - ¿Comer?... Escucha, Zampabollos: de lo que hace falta para ofrendas de aves, cestas de huevos, corderos recentales cruzados al
comer bien tengo yo tres veces más que tú. Sin embargo, para que veas que hombro, zampoñas y guirnaldas)
soy un buen amigo, voy a proponerte una cosa. ¿Quieres que repartamos a
Dichos y PASTORES y una corona de flores.
CORO. ¿Y tú por qué me preguntas por quién suspiro?
CORO.
Ya se apagan las estrellas, VOCES. - ¡Muy bien! ¡Viva Marcela! ¡Viva Salicio! ¡Así se baila!
la luna muere también; ZAMPABOLLOS. -Yo lo hago mejor. ¿Vamos, Polvorín?
los pastores van cantando caminito de Belén..., POLVORÍN. - ¡Vamos! (Entre risas y algazara repiten la danza en
¡ay-le, ay-le, ay-le, leré-leré!... grotesco hasta caer rendidos. Llega ZABULÓN.)
los pastores van cantando caminito de Belén. SALOMÉ. -Por fin, ya está aquí Zabulón. ¿Seguimos?
SAMUEL. - ¡Andando! (Recogen todas sus cosas.)
SAMUEL. - ¡Alto aquí mis pastores! ¿Estamos todos? ZABULÓN. - ¡Ay mi pierna..., mi pierna!... ¡No me dejen atrás, por caridad!
SALOMÉ. -Falta Zabulón; el pobre, con sus piernas, siempre se queda el SAMUEL. -Nadie se quedará atrás ni nadie delante. Iremos todos juntos.
último. SALICIO. - Por allí se ve a los reyes, dando de beber a los camellos en el río.
SAMUEL. -Pero hay que esperarle, que si está cojo fue por defender nuestros MARCELA. - ¿Vamos a alcanzarlos?
rebaños. SAMUEL. -Vamos. (A POLVORÍN Y ZAMPABOLLOS, que están
SALICIO. - ¿y estás seguro, padre Samuel, de que éste es el camino? ¿No nos sentados en el suelo.) ¿Vosotros no venís?
habremos perdido otra vez? POLVORÍN. -Después. Nosotros no somos egoístas. ¿No dijo el rey Gaspar
SAMUEL. - Ahora, no. ¿No ves ahí el letrero? A Belén, por aquí. que al que llegara primero se le concedería todo lo que pidiera? Pues vayan,
ZAMPABOLLOS. - (Guiñando a POLVORÍN.) A Belén, por aquí... ¡Ji, ji, vayan los primeros. Nosotros iremos los últimos.
ji! SALOMÉ. - Mientras llega Zabulón podemos descansar aquí un poco. CORO.
REBECA. - ¿Quién habla de descansar, madre Salomé? ¿Estás cansada, ¿Y tú por qué me preguntas por quién suspiro,
Marcela? si todas las noches sueño, sueño contigo?
MARCELA. -Yo, nunca. Sueño contigo, zagala, sueño contigo.
REBECA. - ¿Y tú, Salicio? ¿Y tú por qué me preguntas por quién suspiro?
SALICIO. -Yo, menos.
REBECA. - ¡Pues a bailar todos! ZAMPABOLLOS. -Los primeros... ¡Ji, ji, ji!
VOCES. - ¡Los novios, los novios! ¡Que bailen los novios! (Hacen rueda. POLVORÍN. -(Bajo.) Silencio, bruto. ¡No te rías, que se van a dar cuenta!
MARCELA y SALICIO, en el centro, bailan una danza pastoril de SAMUEL. - ¡A Belén, pastores! ¡A cantar!
figuras. Dulzainas y panderos. Ritmo de muñeira) ZAMPABOLLOS. - ¡A Belén!... ¡Ji, ji, ji!... (Salen todos cantando como
Dos VOCES. llegaron. ZAMPABOLLOS contiene varias veces cómicamente una risa
No quiero ser flor de espino que le estalla. POLVORÍN le hace gestos imperativos de silencio,
ni tampoco flor de almendro, vigilando que los pastores no se den cuenta) ¿Puedo reírme ya?
quiero se rosa encarnada POLVORÍN. - (Sin volverse, vigilando.) Ahora, sí.
bordada sobre tu pecho. ZAMPABOLLOS. - (Ríe sonoramente) ¡Ja, ja, ja!... (El DIABLO asoma la
CORO. cabeza por detrás del peñasco y repite la risa, imitándola cavernosamente)
¿Y tú por qué me preguntas por quién suspiro,
si todas las noches sueño, sueño contigo? Dichos y el DIABLO
Sueño contigo, zagala, sueño contigo.
¿Y tú por qué me preguntas por quién suspiro? DIABLO. - ¡Ja, ja, jal... (¡ZAMPABOLLOS, asustado, mira en todas
Dos VOCES. direcciones! El DIABLO se oculta. ZAMPABOLLOS repite, con menos
La zagala que yo quiero entusiasmo)
tiene en los ojos dos soles, ZAMPABOLLOS. - ¡Je, je, je!...
y una risa de claveles, DIABLO. - ¡Je, je, je!... (Nuevo susto. Miradas. Empieza a temblar. Repite
muy bajito) amedrentado) Señor eco: ¿está bien asíííí?
ZAMPABOLLOS. - ¡Ji, ji, ji!... DIABLO. - ¡Síííí!...
DIABLO. - ¡Ji, ji, ji!... (ZAMPABOLLOS corre a abrazarse a POLVORÍ POLVORÍN. - ¿Lo ves? Gracias, Zampabollos. (Se come su parte.
N, aterrado.) ZAMPABOLLOS reacciona indignado.)
ZAMPABOLLOS. - ¡Socorro, Polvorín! ¡Aquí hay alguien invisible! ZAMPABOLLOS. - ¡Ladrón! ¡Suelta ese chorizo! ¡Suelta!
¡Socorro! POLVORÍN. - ¡Quieto, infeliz! ¿Sabes a lo que te expones si no obedeces al
POLVORÍN. - ¿Socorro, socorro? ¿Y tú eres el héroe? Aquí no hay nadie. señor del bosque? Verás. (Bocina) Señor eco: ¿está bien lo que dice este
ZAMPABOLLOS. -Te lo juro. Y además me hace burla. Si yo digo ja, ja, él animaaal?
dice ja, ja, y si yo digo je, je, dice je, je. DIABLO. - ¡Maaaal!...
POLVORÍN. - ¡Miedoso! ¿A que no se atreve conmigo? A ver. (Avanza al ZAMPABOLLOS. - (Furioso. Bocina.) Señor eco: ¡eres un embusteroooo!...
centro. Ríe sonoramente) ¡Ja, ja, ja! DIABLO. -(Ofendido.) ¡Y tú un idiotaaaa!...
DIABLO. - ¡Ja, ja, ja!... ZAMPABOLLOS. - ¿Un idiota yo? ¿Quién se atreve a insultarme? ¿Quién?
POLVORÍN. - ¡Demonio! (Repite más bajo.) ¡le, je, je! DIABLO. - (Asoma los brazos por los muñones del árbol) ¡Yo, miserable!
DIABLO. - ¡Je, je, je!... ¡Yo, que no te perdonaré nunca! (Asoma la cabeza por el tronco decapitado.
POLVORÍN. - (Abrazándose instintivamente a ZAMPABOLLOS. Muy Risa)
bajo.) ¡Ji, ji, ji!... ZAMPABOLLOS. -(Aterrado.) ¡Es la venganza, ¡Huyamos, Polvorín)
DIABLO. - ¡Ji, ji, ji!... POLVORÍN. -Espera. Escucha. (Le toma del brazo y le lleva a un costado
ZAMPABOLLOS. - (Rompe a llorar.) ¡Mamá, mamá!... para que el DIABLO no escuche.) ¿Sabes dónde tiene el Diablo todo su
POLVORÍN. - ¡Calla, tonto! Ahora me doy cuenta. ¡Es el eco! poder? ¡En el rabo! Si le cortamos el rabo, está perdido.
ZAMPABOLLOS. - ¿Quién? ZAMPABOLLOS. -Muy bien, sí, sí..., córtaselo tú. Yo te espero en casa.
POLVORÍN. -EI eco. Vas a ver cómo contesta a todo. (Grita hacia el fondo POLVORÍN. - ¡Quieto, cobarde! Nosotros somos pobres y no tenemos nada
haciendo bocina can las manos) ¡Zampabolloooos!... que llevarle al Niño de Belén. ¡Piensa qué regalo maravilloso si le lleváramos
POLVORÍN. - ¿Lo oyes? ¡Verás otra vez! (Repite el juego) el rabo del Diablo! Seríamos dos héroes famosos en el mundo entero...
¡Zampabolloooos!... (Tiende la mano.) ¿Juntos siempre?
ZAMPABOLLOS. -(Cavernoso.) ¿Quéééé?... ZAMPABOLLOS. -(Resuelto.) ¡Siempre jamás, amén! (Se la estrecha.
POLVORÍN. – Cállate estúpido. Es para que conteste el eco. (Vuelve a Entra el DIABLO.)
gritar) ¡Zampabolloooos!... DIABLO. -Así os quería yo pillar: juntos y solos. Vamos a ver ahora los
DIABLO. - ¡Bolloooos!... valientes. (Acercándose poco a poco.) ¿Conque quirilín quin puz, quirilín
POLVORÍN. - ¿Lo ves? ¿Es que no lo habías oído nunca? quin paz, eh? ¿Conque las manos en el cántaro y pucherazo en la cabeza, eh?
ZAMPABOLLOS. -Nunca. ¡Qué cosa más rara! Oye, y el eco, ¿qué es? ¡Y menos mal que tengo la cabeza dura, traidores!
POLVORÍN. -Es el señor del bosque. Lo que él diga hay que hacerlo siempre. POLVORÍN. -Precisamente de eso estábamos hablando. Zampabollos dice
Si no, trae desgracia. Escucha, se me está ocurriendo una idea. que tiene la cabeza diez veces más dura que tú con cuernos y todo.
ZAMPABOLLOS. - ¿Una idea a ti? ¡Zas, ya me quedé sin almuerzo! DIABLO. - ¿Más dura la cabeza que yo? ¿Ese?...
(Aprieta el zurrón entre las piernas) Dila ahora. ZAMPABOLLOS. - ¡Yo!...
POLVORÍN. -Tú llevas ahí un queso y un chorizo, y yo en cambio no tengo DIABLO. - ¡Ajá! ¿Es un desafío! ¡Pues vamos allá!
nada. ¿No será la voluntad del señor del bosque que nos lo comamos a medias? POLVORÍN. -Yo soy el árbitro. (Toca un silbato.) Pónganse los dos frente a
ZAMPABOLLOS. -Lo mío es mío. Tú ya comiste lo tuyo, y no tienes frente, como dos carneros. (Silbato.) Cuando yo diga a las tres, ala que libre.
derecho. POLVORÍN. - ¡Quién sabe! Vamos a preguntárselo al eco. (Alto) (Silbato.)
Señor eco: ¿tengo derecho yo también? DIABLO. - ¡Prepárate, bandido! ¡Vaya hacerte astillas la cabeza!
DIABLO. - ¡Tambiééén! ZAMPABOLLOS. - ¡y yo la tuya, polvo! (Se han puesto a cuatro patas
POLVORÍN. - ¿Lo oyes? Parte en seguida ese chorizo en dos trozos. Ponte frente a frente. El DIABLO muge, piafa y escarba como un toro furioso.
uno en cada mano. (ZAMPABOLLOS obedece entre sorprendido y ZAMPABOLLOS lo imita grotescamente. Alzan las manos en falsa
embestida. Entre tanto, POLVORÍN ha traído al centro el tajo de leñador,
coloca sobre él la punta del rabo, acariciándolo tiernamente; se escupe las
manos y se prepara a cortar, levantando el hacha mientras cuenta
espaciadamente.)
POLVORÍN. - ¡A la una! ¡A las dos! ¡Y a las tres!... (Descarga el golpe.
Pero el DIABLO, siempre traidor, ha atacado antes de la señal y salva su
rabo milagrosamente. Al sentir el golpe del hacha en la troza se vuelve, se
da cuenta de la emboscada, y se levanta estremecido.)
DIABLO. - ¡Ah cobardes, criminales! ¡Querían cortarme el rabo a traición!
¡Socorro! ¡Asesinos! ¡Socorro! (Trata de huir espantado. POLVORÍN lo
sujeta por el rabo)
POLVORÍN. - ¡Quieto! ... ¡Ayúdame, Zampabollos!... ¡Sujeta fuerte!...
(Tiran a dos manos los dos. El rabo en litigio se tensa como una maroma,
y va estirándose dos varas, cuatro varas, seis varas) CUADRO 5°
DIABLO. - ¡No, por compasión! Todo lo que queráis, pero el rabo, no. (A
“PORTAL DE BELEN”
fuerza de tirar consigue salir de escena arrastrando a POLVORÍN
consigo, mientras ZAMPABOLLOS sigue sujetando la punta roja desde el
otro extremo del escenario) En el establo de Belén. Un «nacimiento» al gusto infantil y popular español.
POLVORÍN. - ¡No sueltes! ¡Tira más! ¡Más! ¡Así! Montañas nevadas de harina, riachuelos de papel de plata con patos y puentes
DIABLO. - ¡El rabo, no! ¡Mi rabito lindo..., mi rabito querido! ¡No, por de corcho, rediles de ovejas, musgo y escarcha. Alternando con los personajes,
piedad, no! ... (POLVORÍN vuelve a aparecer, siempre tirando del rabo. figuras de arcilla con zampoñas, ofrendas, corderos votivos cruzados sobre los
Sospechamos que durante esta astuta salida se ha hecho algún fraude con hombros.
la cola diabólica, que estira sin fin, pero tenemos la esperanza de que el Deberá haber en el conjunto un exacto sentido de la desproporción, y esas
público infantil no lo sospeche. Cuatro, seis, ocho diez varas de maroma perspectivas desaforadas gratas a los niños y a los primitivos. El vestuario,
roja, hasta que el DIABLO vuelo ve a aparecer traído materialmente a la como en el resto de la obra, no tendrá la menor pretensión de parecer oriental,
sirga por el rabo. Por fin ZAMPABOLLOS consigue acercarlo a la troza salvo en las figuras sagradas, en los Magos y en su séquito. Los demás, como
fatídica, y POLVORÍN, de un tajo, rebana el disputado trofeo. El en los “belenes” populares, son pastores totalmente a la española, con abarcas,
DIABLO lanza un alarido frenético y sale como si llevara su alma. Los dos correas en las piernas, anguarinas, zamarras o pellicos.
pastores se abrazan y besan triunfantes. Toda la situación-mugidos, Junto al pesebre, ante un bierzo rústico entre el Asno y el Buey (figuras
quejas, alaridos-ha sido subrayada grotescamente por la música.) sedentes de tamaño natural), MARÍA y José duermen al Niño con versos de
Lope de Vega sobre fondo de violines. Durante el intervalo se han oído
CUADRO CUARTO villancicos populares.
UTILERÍA MARÍA.
(Cada uno Pues andáis en las palmas, ángeles santos,
lo trae) ¡que se duerme mi Niño, tened los ramos!
Palmas de Belén, que mueven airados
los furiosos vientos que suenan tanto,
no le hagáis ruido, corred más paso.
MARÍA y JOSÉ. ¡Que se duerme mi Niño, tened los ramos!
MÚSICA
MARÍA.
El Niño divino, que está cansado
de llorar en la tierra por su descanso, MAGOS rodean al Niño en adoración, y recitan la glosa lopesca.)
sosegar quiere un poco del tierno llanto. GASPAR.
MARÍA y JOSÉ. ¡Que se duerme mi Niño, tened los ramos! Las pajas del pesebre, Niño de Belén,
MARÍA. hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.
Rigurosos hielos le están cercando; MELCHOR.
ya veis que no tengo con qué guardarlo. Lloráis entre las pajas de frío que tenéis,
MARÍA y JOSÉ. Ángeles divinos que vais volando, ¡que se duerme mi Niño, hermoso Niño mío, y de calor también,
tened los ramos! MARÍA.
Dormid, Cordero santo; mi vida, no lloréis;
MARÍA. - ¡Mírale! Se ha dormido, a pesar de este frío de nieve. que, si os escucha el lobo, vendrá por vos, mi Bien.
JOSÉ. -EI asno y el buey le han calentado con su aliento. Desde hoy el asno y JOSÉ.
el buey serán las dos grandes amigas de los pobres. Dormid entre las pajas, que, aunque frías las veis,
MARÍA. - ¿No oyes una música acercándose? hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.
JOSÉ. -Sí. ¿No serán los pastores? (Se asoma a mirar) BALTASAR.
MARÍA. -No. Es una música extraña..., como si viniera de lejos... ¿Viene una Las que para abrigaros tan blandas hoy
estrella guiándolos? se ven serán mañana espinas en corona cruel.
JOSÉ. -Sí, una estrella grande, muy baja, y con una cola de luz. ¡Cómo brilla TODOS.
todo! Parece un ejército. Las pajas del pesebre, Niño de Belén,
MARÍA. -No es un ejército, José. Es un cortejo. hoy son flores y rosas, mañana serán hiel.
JOSÉ. - Vienen delante tres capitanes con armaduras deslumbrantes. (Se oye el canto de los pastores llegando.)
MARÍA. -No son armaduras; son diademas de perlas y coronas de oro. Y no
son tres capitanes. Son tres reyes. El ángel me lo anunció: tres reyes viejos MARÍA. - ¿Oyes, José? ¡Son nuestros amigos los pastores!
vendrán a adorar al Rey Niño. (Crece la música acercándose, y llegan los JOSÉ. - (Saliendo a recibirlos.) ¡Silencio!... ¡Silencio!... El Niño duerme...
reyes con su séquito y la estrella guía, que se detiene ante el portal) SALOMÉ. - (Aparece sola la primera) ¿El Niño?... (Se vuelve jubilosa.)
¡Samuel! ¡Pastores! ¡Alegría! ¡El Hijo de María ha nacido en un establo!
Dichos, MAGOS y CORTEJO. VOCES. - (Según van entrando.) ¡Déjame verle! ¿Dónde está el lucero de
Belén? ¡Pobre, con este frío!... ¡Enséñanos a tu Hijo, María!
Los TRES. - ¡Salve, María, madre y doncella! MARÍA. -Más bajo, pastores, no lo despertéis.
MARÍA. -Salve, reyes de Oriente. Mi Hijo acaba de dormirse. Perdonad que MARCELA. -Toma, María, dale a tu Hijo mi corona de novia.
no tenga ni una silla que ofreceros. SAMUEL. -y mi zurrón cargado de panales de miel.
GASPAR. -Ninguno de nosotros se atrevería a sentarse aquí. ¡De rodillas! (Se RAQUEL. -Y estas palomas de mi palomar.
arrodillan los tres y el séquito.) Doncella María: cuando tu Hijo despierte, en SALICIO. -y mi cordero blanco.
señal de poder, entrégale mi cetro de oro. ESTER. -Y la fruta de mi huerto.
MARÍA. -Gracias, rey Gaspar. (José recoge las ofrendas) REBECA. -Y mi cesta de nueces y avellanas.
MELCHOR. -Doncella María: cuando tu Hijo despierte, en señal de MARÍA. - Gracias, pastores, todo lo tendrá ahora que ya está despertando.
sabiduría, entrégale este pomo de mirra. VOCES. -Se despierta. Ya se despierta el Niño.
MARÍA. -Gracias, rey Melchor. SALOME. -Cantemos para Él. Que oiga al despertar los villancicos de los
BALTASAR. -Doncella María: cuando tu Hijo despierte, en señal de glena, pastores. ¿Quién se atreve el primero?
entrégale esta naveta de incienso. SALICIO. - ¡Yo! (Avanza a recitar su villancico como la ofrenda.)
MARÍA. -Gracias, rey Baltasar. ¡Hagamos un pellico para
GASPAR. -Permítenos verle de cerca un instante. el Niño-Dios que nace
MARÍA. -Con cuidado; tiene frío y se está quejando entre sueños. (Los corderico, que vive
pastorcico y muere por SALOMÉ. - ¡Los reyes! ¿No saben versos los reyes?
amor! ¡Hagamos un TODOS. - ¡Los reyes! ¡Los reyes!
pellico para el Niño-Dios! GASPAR.
TODOS. Zagalejo de perlas, hijo del alba,
¡Que nace corderico, que ¿dónde vais, que hace frío, tan de mañana?
vive pastorcico, que Como sois lucero del alma mía, a traer el día nacéis primero.
muere por amor! Pastor y Cordero sin choza y sin lana,
(Al terminar cada villancico hay enhorabuenas, gritos de júbilo, ¿dónde vais, que hace frío, tan de mañana?
panderos) TODOS. ¿Dónde vais, que hace frío, tan de mañana?
SALOMÉ. - ¿Quién sigue a Salicio? MELCHOR.
MARCELA. - ¡A Salicio, siempre yo! (Avanza.) Perlas en los ojos, risas en la boca,
Soles claros son tus ojuelos bellos, las almas provocan a placer y enojos;
oro los cabellos, fuego el corazón. cabellitos rojos, boca de grana.
Rayos celestiales tienen tus mejillas; TODOS. ¿Dónde vais, que hace frío, tan de mañana?
son tus lagrimillas perlas críen BALTASAR.
cuales labios corales; tu llanto, canción. Que tenéis que hacer, Pastorcico santo,
TODOS. ¡Oro los cabellos, fuego el corazón! madrugando tanto lo dais a entender;
SALOMÉ. - ¡Muy bien, Marcela, ¡muy bien! ¿Y ahora? aunque vais a ver, disfrazado, el alma.
ZAGALAS. - Nosotras. TODOS. ¿Dónde vais, que hace frío, tan de mañana?
SAMUEL. - ¿Las tres juntas?
ZAGALAS. -Las tres. SALOMÉ. - ¡Miradlo! ¡Ya abre los ojos!
RAQUEL. SAMUEL. - ¡Ya se sonríe!
Portalico divino, MARCELA. - ¡Parece un clavelito rojo en el seno del establo!
¡qué bien pareces TODOS. - ¡Un clavel! ¡Parece un clavel! (José les hace un gesto de silencio.
con el Niño chiquito Están todos alrededor del bierzo, MARÍA, suavemente, comienza a recitar
bonito que nos ofreces! el villancico de Góngora como una canción de cuna. Música de fondo.)
ESTER. MARÍA.
Dulce portalico lleno de mil perlas, ¡Caído se le ha un clavel! hoy a la aurora del seno.
¡quién pudiera haberlas para quedar rico! ¡Qué glorioso que está el heno porque ha caído sobre él!
REBECA. Caído se le ha un clavel.
En tu cuadra bella nace el claro sol, Cuando el silencio tenía todas las cosas
que con su arrebol da gran luz en ella. del suelo y coronada de hielo reinaba la noche fría,
RAQUEL. en medio la monarquía de tiniebla tan cruel,
Con tan clara estrella cielo pareces, caído se le ha un clavel hoya la aurora del seno.
con el Niño chiquito bonito que nos ofreces. ¡Qué glorioso que está el heno porque ha caído sobre él!
ESTER. TODOS. Caído se le ha un clavel.
Niño-Dios divino vino a ti del cielo, SAMUEL.
debajo de un velo raro y peregrino. De un solo clavel ceñida la
REBECA. Virgen-aurora bella al mundo se lo dió
y en este camino el alma enriqueces. y ella quedó cual antes florida.
¡Portalico divino, qué bien pareces! A la púrpura caída sólo el heno le fue fiel
TODOS. ¡Con el Niño chiquito bonito que nos ofreces! TODOS. Caído se le ha un clavel.
SALOMÉ. mejor regalo lo traemos nosotros!
El heno, pues que fue digno, SAMUEL. - ¿Mejor que las canciones de los poetas?
a pesar de tantas nieves, SALOMÉ. - ¿Mejor que el oro, la mirra y el incienso de los reyes?
de ver en sus brazos leves ZAMPABOLLOS. - ¡Mejor que lo mejor de lo mejor! ¡Tira, Polvorín, tira!...
este rosicler divino, para su lecho (Tira de la cuerda. POLVORÍN entra tirando también, y finalmente
fue lino y oro para su dosel. aparece un jaulón de madera con gruesos barrotes, montado sobre
GASPAR. Caído se le ha un clavel hoy a la aurora del seno. ruedas, donde viene el DIABLO con gran alharaca de bufidos y
MELCHOR. ¡Qué glorioso que está el heno! amenazas.)
BALTASAR. ¡Porque ha caído sobre él! VOCES. - ¡Es el Diablo! ¡Traen preso al Diablo!
TODOS. ¡Caído se le ha un clavel! ZAMPABOLLOS. - Preso y con el rabo cortado. ¡Este es el rabo!
TODOS. - ¡Vivan Polvorín y Zampabollos!
MARCELA. -Ahí llega Zabulón. ¡Siempre el último, el pobre! ZAMPABOLLOS. - ¡Viva Polvorín! ¡Viva yo!
TODOS. - ¡Vivan! (Los pastores se cogen de las manos y danzan en rueda
Dichos y ZABULÓN; luego, POLVORÍN Y ZAMPABOLLOS. alrededor del jaulón. Los reyes acompañan el ritmo con los panderos. El
DIABLO trepa por los barrotes como un mono, gesticulando y rugiendo
ZABULÓN. -No puedo dar un paso más. ¡Ay mi pobre pierna! ¡Y sin un mal amenazador, mientras el coro pastoril le responde imitándole
regalo que ofrecer al Niño! burlescamente y cantando entre risas y algazara.)
MARÍA. -Todos le han dedicado canciones. ¿No conoces tú ninguna? CORO.
ZABULÓN. -y o sólo sé una, pero no vale nada. Es la que cantaba mi madre Le han cortado el rabo al Diablo y ha perdido su poder,
para dormir. le han cortado el rabo al Diablo
MARÍA. - ¡Pues ésa, Zabulón, ésa! los pastores de Belén.
ZABULÓN. - (Se acerca al Niño. Se arrodilla y descubre.) ¡Ay-le, ay-le, ay-le, leré-le-ré!...
Este Niño chiquito no tiene cuna; ¡Le han cortado el rabo al Diablo los pastores de Belén!
su padre es carpintero (Un clamor gozoso de campanas sigue el ritmo de los panderos. Telón.)
y le hará una.
Duerme, Luz de mis noches; CUADRO QUINTO
duerme, Rayo de Luna. UTILERÍA
¡Tu padre es carpintero (Cada uno
y te hará una! lo trae)

TODOS. - ¡Bravo, Zabulón! ¡Muy bien!


MARÍA. -Es una canción preciosa..., tan sencilla. ¿Y esa rosa?
ZABULÓN. -Como no tenía nada que traer, la corté en el camino para el
Niño. MÚSICA
MARÍA. -El regalo de pobres es el mejor. Dámela, que la deshoje sobre tu
pierna. Así ¿Qué sientes ahora?
ZABULÓN. - ¿Ahora? ¿Qué siento ahora? Pues siento que..., siento que...
(Golpea el suelo, primero con temor, luego más fuerte.) ¡Siento que no
siento nada! ¡Estoy curado, pastores, curado! (Tira la muleta y baila loco de
júbilo. Exclamaciones y abrazos. Con la famosa maroma roja tirante al
hombro, aparece ZAMPABOLLOS jadeante, gritando.)
ZAMPABOLLOS. - ¡Alto, pastores, alto!... ¡Aunque somos los últimos, el

También podría gustarte