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 Prevención de infecciones

La causa más frecuente es una mala limpieza de la misma. Por ello, la principal
prevención reside en una adecuada limpieza y eliminación de cuerpos extraños,
así como evitar el contacto con la suciedad. Ésta es la principal razón para
proteger o vendar una herida, sin que se produzca su maceración. Un ambiente
cerrado y poco transpirable puede facilitar el crecimiento de gérmenes más
agresivos, como ocurre cuando una herida se cierra en "falso" o está situada en
un pliegue de la piel.

La falta de oxígeno favorece el crecimiento de estos gérmenes denominados


anaerobios, y la maceración de la misma por humedad y secreciones, puede
facilitar el anidamiento de hongos sobre la misma. En todo caso, el tratamiento
pasa por una limpieza de la herida con eliminación de cualquier material o tejido
necrótico. Los antisépticos son útiles si son aplicados correctamente y durante un
tiempo suficiente (varios minutos). El agua oxigenada destruye gérmenes de forma
eficaz por la acción del oxígeno.

El alcohol es capaz de eliminar la capa protectora de muchas bacterias


debilitándolas y favoreciendo su destrucción. El empleo de antibióticos debe ser
evaluado por un facultativo, quien debe decidir la oportunidad de su utilización por
vía tópica (para infecciones leves o no complicadas) u oral (a veces la única forma
de que llegue correctamente a la zona infectada). La presencia de una infección
en la herida dificulta su cicatrización.

Deben ser especialmente cautas las personas inmunosuprimidas o con una mala
vascularización de la piel como los diabéticos. En estos casos, la prevención pasa
por evitar la aparición de cualquier herida, manteniendo en buen estado la piel
(eliminando durezas, hidratándola adecuadamente, etc...). 
 Apósitos mojados
Uno de los mayores avances en la investigación de la cura de heridas fue el
trabajo del doctor George D. Winter. En 1962, demostró que las heridas
superficiales cubiertas con una película impermeable epitelizaban más
rápidamente que las expuestas al aire libre. La hipótesis de la que partía Winter
fue que la epitelización se retrasaba por la costra seca que normalmente se
forman en ese tipo de heridas. Si se mantenían cubiertas con un cierto grado
de humedad, se prevenía la formación de ésta y se aceleraba el proceso de
cicatrización. Gracias a este estudio Winter es considerado el padre de la cura
húmeda.
Fue destacable el boom de los años 80, donde se desarrollaron los
principales apósitos de cura en ambiente húmedo y a día de hoy se continúan
investigando sus beneficios y desarrollando productos nuevos.
la cura en ambiente húmedo consiste en mantener el lecho de la herida aislado
del exterior proporcionándole un medio semioclusivo y húmedo, con el exudado de
la herida en permanente contacto con la misma. Gracias a ello, se consigue
mantener un pH levemente ácido, lo que produce un efecto bacteriostático, y una
baja tensión de oxígeno en la superficie que estimula la angiogénesis.
Además, manteniendo una temperatura y humedad adecuadas se favorecen las
reacciones químicas, la migración celular y el desbridamiento de tejido
desvitalizado. Todas las cualidades que aporta la CAH son las mismas que las
que poseen intrínsecamente las heridas agudas en las primeras etapas de su
evolución natural.

 Apósitos secos
La técnica consiste en mantener la herida limpia y seca para prevenir
infecciones, aunque se retrase la cicatrización. En este tipo de cura se debe
extremar el cuidado en el momento de la retirada del apósito, puesto que los
pacientes suelen referirse a esta situación como la más dolorosa de todo el
tratamiento. El uso de la cura seca debería reservarse para heridas quirúrgicas por
primera intención (aunque la CAH también ha demostrado claros beneficios) o
delimitar en zonas desvascularizadas que presenten claros signos de necrosis o
gangrena (infección del tejido necrótico). En este último caso, lo que se busca es
frenar la esa necrosis para posteriormente realizar la exéresis de las zonas
afectadas en el quirófano.
 Cuidado de heridas
el cuidado de las heridas es una técnica estéril, por lo que previamente a su
realización se deberá realizar lavado de manos y colocación de guantes. Además,
es fundamental informar al paciente sobre el procedimiento (que en ocasiones es
desagradable o doloroso) y preservar su intimidad (cortinas, biombos…).
El cuidado de la herida se realizará en la posición más adecuada para el mismo
(según la localización de la herida) y dependerá de las características de la lesión:
extensión, profundidad, zonas afectadas…
A lo largo 2016 se han impulsado cuatro formaciones a través de la unidad de
Docencia y Formación Continuada, relacionadas con el Cuidado de las Heridas.
 Heridas no quirúrgicas
El objetivo de la limpieza de heridas es retirar restos orgánicos e inorgánicos
presentes.
Existe un código de colores llamado RAN ( rojo-amarillo-negro) en cuanto al
cuidado de heridas:
1. Heridas con fondo rojo. Se trata de heridas limpias y con tejido de
granulación que se deben proteger y manipular poco. Se limpiarán con un
agente limpiador sin ejercer presión y nunca se retirarán los restos del
agente limpiador con gasas secas.
2. Heridas con fondo amarillo. Son heridas que tienen esfacelos y placa
semisólida. Se tomará cultivo si procede. Se limpiarán con suero fisiológio,
retirando el tejido no deseado y limpiando por arrstre con gasa seca.
3. Heridas con fondo negro. Indican rejido necrótico y deben ser desbridadas.

 Herida Quirúrgica
1. Dejar al aire la herida
2. Retirar apósito
3. Observar el aposito y la herida ( comprobando exudado, estado de la
sutura, separación entre los bordes, signos de infección, sangrado, etc.
4. Limpieza de la herida.
5. Desinfección de la herida con antiséptico indicado y aplicar fármaco o
tópico si está prescrito. Colocar apósito estéril.
6. La retirada de suturas y grapas se realizará de manera estéril. Entre las
suturas absorbibles encontramos el catgut, ácido poliglicólido y
polidioxanona, y entre las no absorbibles encontramos la seda, el nailon,
el polipropileno y el poliéster.
 Las úlceras por presión

son áreas de piel lesionada por permanecer en una misma posición durante
demasiado tiempo. Comúnmente se forman donde los huesos están más cerca de
la piel, como los tobillos, los talones y las caderas. El riesgo es mayor si está
recluido en una cama, utiliza una silla de ruedas o no puede cambiar de posición.
Las úlceras por presión pueden causar infecciones graves, algunas de las cuales
pueden poner la vida en peligro. Pueden constituir un problema para las personas
en los centros de cuidados especializados.

1. Grado I. Eritema cutáneo que no palidece en piel intacta. En pacientes de


piel oscura, observar edema, induración, decoloración, calor local.
2. Grado II. Pérdida parcial del grosor de la piel que afecta a la epidermis,
dermis o ambas, puede tener aspecto de abrasión, ampolla o cráter
superficial.
3. Grado III. Pérdida total del grosor de la piel que implica lesión o necrosis del
tejido subcutáneo, que puede extenderse hacia abajo, pero no por la fascia
subyacente.
4. Grado IV. Pérdida total del grosor de la piel con destrucción extensa,
necrosis del tejido o lesión en músculo, hueso o estructuras de sostén como
el tendón o la cápsula articular.
Limpieza y vendaje de las heridas

El cuidado médico de las úlceras por presión depende de la profundidad de la


herida. Generalmente, la limpieza y el vendaje de una herida incluyen lo siguiente:

 Limpiar. Si la piel afectada no está rota, lávala con un limpiador suave


y sécala con palmaditas. Limpia las llagas abiertas con agua o una
solución salina cada vez que se cambie el vendaje.

 Colocar una venda. Una venda acelera la cicatrización al mantener la


herida húmeda. También crea una barrera contra la infección y
mantiene seca la piel a su alrededor. Las opciones de vendas incluyen
películas, gasas, geles, espumas y coberturas tratadas. Podrías
necesitar una combinación de apósitos.
Extracción del tejido dañado

Para curarse adecuadamente, la herida necesita estar libre de tejido dañado,


muerto o infectado. El médico o la enfermera pueden extraer el tejido dañado
(desbridamiento) enjuagando suavemente la herida con agua o cortando el tejido
dañado.

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