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Concuas ¥ caraco Y SEDENTARIOS EI TE DE MEXICO Maria Elisa Villalpando Centro ivan-Sonora ENFOQUE TEORICO La naturaleza de las interacciones entre diversas regiones en tiempos pre- hispanicos ha sido desde tiempo atras del interés de los arqueslogos, sin embargo, el mayor énfasis se ha puesto en el estudio de los intercambios de largas distancias entre sociedades de un nivel de desarrollo similar. La interaccién entre la Gran Chichimecat y Mesoamérica se ha discutido ampliamente, dando lugar a dos corrientes que han sido Iamadas “aisla- cionistas” e “imperialistas’. Los investigadores orientados dentro del primer grupo visualizan esta regién con elementos desarrollados in situ fuera de las influencias mesoamericanas, aunque estén de acuerdo con que el maiz y otros cultigenos, asi como la tecnologia cerémica y otros simbolos y bienes materiales se dispersaron hacia el Norte desde Mesoa- meérica. Lo que enfiticamente niegan es que Mesoamerica haya tenido una influencia directa en el desarrollo socio-politico de la regién y explican la presencia de elementos mesoamericanios como el producto de un intercam- bio interregional. Los seguidores de la corriente “imperialista” argumentan que lo que existi6 fue un contacto directo entre la Gran Chichimeca y Mesoamerica (Upham 1986). Aquellos que siguen esta perspectiva proponen una vatie- dad de niveles de interaccién, con un efecto ditecto sobre el desarrollo so- cio-politico del area y la naturaleza de la transmisién de un complejo de elementos mesoamericanos mediante un sistema de tipo pochteca: mer- caderes itinerantes que penetraban en el Notoeste sobre una base de co- mercio regular en la biisqueda de materias primas como la turquesa y otros recursos locales (Foster and Kelley 1992; Kelley 1966; Kelley y Ke- ley 1974), En Jos tiltimos afios, varios investigadores han puesto en duda la vali- dez de las reconstrucciones arqueologicas que enfocan las regiones como sistemas independientes y autosuficientes. Ellos han observado que en la ‘medida en que una sociedad prehispsinica tuvo que interactuar con la de ‘otras regiones, tanto en la produccién como en el consumo, ha sido nece- * Como denoting Charles Di Peso al espacio geogrifico correspondiente al norte de Méxt coy al actual sureste de los Estaos Unidos, y ha sido retomado por Beatriz Braniffen sus trabajos sobre esta area, Braniff, La frontera potohistorica pima-cpata, 1992, 525 6 sario considerar un sistema mayor de relaciones que nos pueda explicar realmente lo ocurrido. Esta observacién ha conducido a muchos investi- gadores a aplicar los postulados de la teoria de los sistemas mundiales (Wallerstein 1974 1978, 1980) en el estudio de los eventos prehispanicos (Braniff 1992, 1993; Plog et al. 1982; Whitecotten y Pailes 1986; Weigand 1982). Otros investigadores han utilizado un modelo alternativo basado en el concepto de “politica de interaccién” (peer polity interaction) (Minnis 1989; Renfrew 197). La aplicacién de la teorfa mundial de sistemas se ha utilizado como un intento de solucionar estas discusiones, argumentando que el suroeste de Estados Unidos en tiempos prehispanicos era una de las periferias del nucleo central mesoamericano dentro de una economia mundial. Estos investigadores proponen que el micleo o nuicleos mesoamericanos fueron los iniciadores de la explotacion de las materias primas que requerian, es- tableciendo la dependencia de los grupos nortefios de productos y relacio- hes mesoamericanas {Whitecotten y Pailes 1986; Weigand 1982} Sin embargo, el dilema actual en los argumentos de la consideracién de esta rea como una periferia de la economia mundial mesoamericana es la falta de consenso de los criterios de evaluaci6n. McGuire (r986] fun- damenta su critica a la aplicacin de este modelo, en el sentido de que enmascara importantes relaciones entre las periferias y nicga la explica- cidn de sus propios desarrollos y el efecto sobre las reas nticleos. Para la explicacisn de estos fenémenos prefiere una aproximacién teérica me- diante la combinaci6n de conceptos como economia de bienes de presti gio y modo de produccién, Estos conceptos también han sido usados en las recientes discusiones sobre las interacciones de los intercambios a larga distancia (Nelson 1986, 1991; Mathien 1986). La esfera del intercambio de bienes de prestigio in- cluye productos de estatus restringido que solo son intercambiados entre las élites (Nelson 1986). En el caso de las élites en desarrollo de los sitios del Noroeste, los productos intercambiados los podian haber hecho llegar 4 individuos particulares con cierta posicién dentro de tales sitios, el re- sultado era una mayor diferenciacién social dentro del grupo por el con- trol y distribucién restringida de bienes de prestigio, que les haria ganar mayor poder frente a la comunidad y que en relacién con individuos par- ticulares de otras comunidades, ayudaria a cimentar lealtades y obliga- ciones. Cuando esto ocurtia, la distribucion de dichos bienes se indicaria por un patrén nodal entre los sitios. La distribucién intra-sitio de los bienes de prestigio deberia entonces exhibir un contexto restringido y concentrado, Por otro lado, si lo que encontramos es una distribucién in- tra-sitio dispersa, esto hablaria de un acceso igualitario a tales bienes, € implicaria la ausencia de un control real de las élites sobre su distribu- ion [Vargas 1994). Los modelos de acceso diferenciado y de control de la distribucin se han utilizado para explicar la relacidn de intercambio en- tre la Gran Chichimeca y Mesoamérica, para elementos claves como la ‘turquesa (Weigand 1982} o los cascabeles de cobre [Vargas 1994]. Los modelos de sistemas mundiales y de politica de interaccién no son realmente enfoques tedricos contrapuestos, sino més bien argumen- tos para un andlisis a diferentes escalas (McGuire y Villalpando t994]. El enfoque tedrico que ha guiado las recientes investigaciones arqueol6gicas en Sonora se basa en un anilisis de lo ocurrido en tiempos prehispanicos a diferentes y miiltiples escalas. Pretende responder a interrogantes sobre cémo es que las relaciones ¢ interacciones a diferentes escalas convergen en casos especificos, creando los patrones que se observan en el registro arqueol6gico. Partiendo del postulado de que, dependiendo de la escala de nuestro analisis, el conjunto de relaciones que se observa es diferente, el patron que estas relaciones tienen entre si no podra ser apreciado en una escala diferente si lo que tenemos es un diferente patron de disparidad, Considerando que los grupos sociales acttian en un mundo de escalas di- ferentes, es concebible que la posicién de un grupo frente a otro cambiard conforme cambie su escala de referencia. Dentro del Proyecto Arqueolégico Cerro de Trincheras consideramos que el enfoque teérico mas oportuno es el analisis de escalas multiples, cambiando alternativamente hacia tna y otra escala para poder examinat ‘el mundo prehispanico como un producto complejo de la interseccién de diferentes escalas y procesos, interregionales, regionales o intrarregiona les y locales (McGuire y Villalpando, op. cit.|. Hemos propuesto que no se pueden explicar los cambios en la escala mayor de los patrones de dis- tribucién, por ejemplo de los productos exéticos [turquesa, aves, cobre, concha} a menos que podamos entender las relaciones de dependencia que existieron entre las sociedades de escala amplia y los sistemas pro- ductivos locales, Cuando los elementos de intercambio interregional se dan entre co- munidades vecinas, cada una de ellas conserva parte de los productos, in- tercambiando la que les resta con otras comunidades vecinas a mayor distancia del punto de origen. Este proceso es repetitivo y con cada inter- cambio sucesivo, una menor cantidad de elementos pasa a la comunidad siguiente, Este intercambio interregional puede tener como resultado el movimiento de elementos sobre distancias considerables y es una altet- nativa extrema al intercambio de larga distancia entre grupos separados por amplios espacios geogtaficos, El estudio de las relaciones entre grupos agricultores y cazadores re- colectores ha cobrado gran interés en tiempos recientes para el extremo oriental del suroeste de los Estados Unidos (Spielman 1983, 1991). No ha sucedido lo mismo respecto de los grupos costeros, aunque se han citado de paso las evidencias de tales interacciones [Villalpando 1988, 1989). En estas esferas de interaccién interregionales, que no necesariamente im- plican movilizacién a grandes distancias, sino mas bien un intercambio Con grupos vecinos de los bienes mas solicitados. Un elemento clave en estos intercambios han sido las conchas y caracoles del Golfo de Califor- nia, que han jugado un papel primordial tanto en las relaciones a larga es- cala como las intrarregionales, PROBLEMATICA Nuestra investigacién en el noroeste del actual estado de Sonora tiene como meta contribuir a la mejor comprensi6n del periodo prehispanico tardio del Noroeste, examinando la interseccidn entre las adaptaciones locales y las relaciones de intercambio a mediano y largo alcance dentro de la region Trincheras.* Cabe seftalar que el nombre Trincheras se refie- re tanto a una cultura prehispanica como a varios tipos cermicos, a un ti- po especial de sitio y al lugar mas impactante de esta tradici6n: Cerro de ‘Trincheras. El interés de McGuire y Villalpando por el estudio de esta rea tiene ya més de una década [McGuire 1985; McGuire y Villalpando 1993], pero hasta el otofio de 1991 se inici6 el estudio sistematico del sitio Cerro de Trincheras.3 El sitio Cerro de Trincheras se localiza en un gran certo volcénico aislado, a unos pocos metros al snr del actual poblado de Trincheras, en el municipio del mismo nombre (véase figura x]. El cerro cubre mas de cien hectareas y se eleva por mas de 160 m sobre la superficie del terreno adyacente. Los elementos arquitecténicos més obvios son mas de 800 te- mmazas construidas en las laderas del cerro, principalmente en la cara nor- te, Localmente y desde tiempos coloniales, a estas terrazas las han deno- minado “trincheras”, de ellas toma su nombre el sitio. Algunas de éstas tienen varios cientos de metros de largo, aunque la mayoria tiene una Jongitud promedio de 15 a 30 m, con un rango de altura que varia entre Jos 10 cm en aquellas localizadas en la base del cerro, hasta mas de 3 m las que se encuentran casi en la cima, Cuyo espacio gevgralico comprende, por el nore, desde aptoximadamente la frontera ac- tual con Arizona hasta Punta Tepoea como limite sur, y desde el Golfo de California por el oeste hasta el rio San Miguel. Quedan dentro de este espacio las cuencas fuviales del Asuncion, Madgalena, Concepeién y Altar * Con un mapa preliminat sobre fotografia aérea a una escala 1:20 amplificada, reconoci: ‘mos sistematicamente la superficie del sitio para obtener una cartografiadetallada que ‘nos permit postular conceptos sobre la naturaleza de las actividades en el siti, la croe ‘nologia de ocupacisn y el Ingar del mismo dentro de un sistema mayor regional e inter sional Fgura 1. Ceno de Wincheas, Sonora, 528 A 5 Conchas y caracoles 529 2 Maria Elisa Villolpando 350 estructuras circulares, En planta son de circulares a ovales, con mu- ros de piedra construidos sin argamasa, al igual que los muros de las te- rrazas, Con frecuencia se encuentran asociadas a las terrazas, aunque en ecasiones se hallen solas sobre la ladera y la cresta del cerro, Hemos con siderado (McGuire y Villalpando 1994) que podian haber sido usadas co mo cimientos o base de canastas de almacenamiento de gtanos, que en Hempos coloniales y aun recientemente, los grupos indigenas del Desiet- to de Sonora han elaborado grandes canastos, a veces de varios metros de didmetro, mismos que recubren con lodo para sellarlos y | bre un armazén de madera o sobre piedras. Otra propuesta colocan so que se trata de cuartos circulares con funciones habitacionales, tal vez usados en la temporada de invierno. Existen dos estructuras mas, de tinicas formas, que se encuentran en erro de Trincheras. La que hemos denominado Elemento 8, “La Can- cha" (véase figura 2), es de forma aproximadamente rectangular, con pa- redes de rocas apiladas sin enjarre y con una entrada en el extrem oeste, cen la parte central del eje longitudinal. Estructuras semejantes han sido Teportadas en otros cerros de trincheras (Braniff 1992:372-375; MeGuire 198s:12) y se les ha denominado como “corrales”, Su funcidn no es cla 3, se ha propuesto que podria haber sido una cancha de juego de pelota o un drea para la realizacin de eventos de cardcter comunitario, por su lo- calizacion en la base de la ladera norte del certo y por estar rodeado ha cia el sur, este y sureste por los cientos de terrazas de la eara frontal del sitio, lo cual crea el efecto de un anfiteatro. Ciertamente, es un espacio Publico en el que toda la comunidad puede presenciar las actividades a hechas. El Elemento 9 es conocido como “El Caracol” (véase figura 3). Tiene una ubicacién prominente en la cesta del cerro, en la parte central de una gran plaza rodeada por una diversidad de terrazas y estructuras circu lares, Los muros de esta estructura forman una espiral que parece la con. cha de un gasterdpodo cortada a la mitad. Se encontraron muy pocos ma- teriales arqueologicos en las inmediaciones y ninguna evidencia de fuego. Su ubicaci6n, forma y la gran calidad de la construccisn nos sugieren un uso especial, probablemente de caricter ritual. Como el acceso a esta pa te del sitio se vuelve dificil casi desde el ultimo tercio de la ladera norte es muy posible que las ceremonias que se realizaran en esta plaza de la cima fueran de cardcter restringido para sélo algunos miembros de la so- ciedad, iniciados, o pertenecientes a un grupo dominante. En Cerro de Trincheras hemos excavado y recolectado una gran can tidad de materiales arqueoldgicos, principalmente ceritica monoctoma, Jaseas trabajadas, metates, manos, restos de fauna y concha EI proceso de trabajo mas evidente en el sitio es la m, ufactura y ela: Figura 2. Cette de Tncheas. “La 2 Caliche & Roca ey Vilspand 532 q “9% ae ws, of? o Bo 2,69 Figure 3. Cero de Tincheras. "I Caracl”(mosiicado de McGuire y Villalpando 1996), boracién de ornamentos en concha; tanto la produccién de éstos como el intercambio parecen haber sido caracterfsticos de la tradicién Trinche- ras, desde su surgimiento hasta el periodo prehispanico tardio, cuando las, redes de intercambio se extendieron a través de todo el Noroeste (Braniff "393 McGuire y Howard 1987; McGuire y Villalpando 1993; Villalpando 1988 Para la asignacion cronoldgica de los materiales arqueologicos pre- sentes en el sitio, seguimos la secuencia temporal establecida para el va- le de Altar (MeGuire y Villalpando 1993}, que comprende seis fases: Ati Moria Elisa Villalpando (700-1150 d. C.}4 Altar [r130.1300 @ Cl) ET Realto [1300-1450 dC) Santa Teresa (1450-1690 d. C.),7 Oguitoa [1690-1840 4. C.)* y Tohono O’Odham [1840-1920 d. C.}9 Las fases Altar y Realito son especialmente relevantes para nuestro estudio del Cerro de Trincheras, pues aunque Bowen (n. d.) sugirié que fue hasta 1150 dC. (Fase 3 de Bowen, Fase Altar] que empe26 la produc- ‘cin de ornamentos en concha y las cerimicas decoradas, ademas de la interaccién con los grupos de la tradicién Hohokam, los datos del valle de Altar nos permiten proponer que esto sucedié desde la Fase Atil (apro- ximadamente en el 700 d. C.), mientras que los cerros de trincheras em- pezaron a construirse desde la Fase Altar. Los fechamientos de C,, obte- nidos de las excavaciones recientes de Cerro de Trincheras nos indican 4 Conrespondiente con la Fase 2 de Bowen n.d), puede ser un poco més tardia de lo que Bowen sugiere, con una fecha de inieio alrededor del 700d. C.,siendo atin muy especul tiva su fecha terminal, Los sitios parecen ser idanticos alos sitios Cochise, excepto que tenellos aparece cetimica asociada, La localizacion de estos sitios a To largo del rfo Altar el conjunto de materiales asociados sugiere que sus ocupantes practicaban ya la agri ‘cura 5 Comesponde con la Fase 3 de Bowen ibid, 800-1300 dC. pero dentro de una eronolo sia entre el 800 el 1000 0 1500 d.C., usando tabulaciones eruzadas con el sur de Arizo pa. Esta marcada por la presencia de cerimicas decoradas con hematita especular (Trinche- as Ppura-Rojo y Café Alar Policroma y Nogales Policromal y el inicio de asentamientos ‘eas aderas de algunos ceros. Las investgaciones de Branilf en cl rio San Miguel encuen- {tau ceramica Trincheras Pirpura-Rojo asociada con fechas de radiocarbén para el siglo sx, lo que puede sugerir que fuera del area Trincheras, estos tipos continuaron en Uso hnast el tiempo dela dominacisn colonial, ‘© Semeia elconjunto de materiales del Periodo Clisico del sur de Arizona, y se ubica den- ‘0 de lo que Bowen (ibid) deseribié como Fase 4. La transicin esta marcada por la sustitucion de la técnica de elaboracion de Ta eeramica lisa por enrollado y raspado 21a técnica de paleteado, representado por los tipos Trincheras Lisa Tardia y Lisa Roja Las cerimicas intrusivas permiten situar esta fase en los siglos xiv y xv, aunque perma nce el problema sefialado por Braniff op. cit) Define el eonjunto de materiales protohistoricos que incluyen la ceramica Whetstone Li- ‘a, cierto tipo de puntas de proyectily cimientos cuadrangulares de piedras que eviden- ‘ian la presencia de casas de ramas, que han sido asociados con el patron de ocupacion (O’Odham del surde Arizona y norte de Sonora en el momento de la penetracion europea, Las fechas propuestas para esta fase quedan comprenildas entte el 1450 y 1690. CCorresponde al periodo de reducein de las comunidades indigenas de pimas. Los grupos Sopa O'Odham nativos fueron remplazados por Tohono O'Odham, que los espaiolestra- jeron del desierto hacia el norte y oeste del valle de Altay al final de esta fase, un gran _nimero de espatoles se habia asentado en el valle y se diseminé la poblaciGn nativa, EL rmarcador cerimico de esta fase es el tipo Oquitoa Lisa y Oquitoa Rojo-Caié. > Esta fase comprende desde el colapso de las misiones y su secularizaciin alrededor de 1840 hasta las primeras décadas de este siglo, cuando la poblacidn de Tohono O’Odham fue desplazada por completo del valle de Altar. E] complejo de materiales argueologicos ‘comprende cersmica Papago Roja y Papago Lisa, monticulos ovalados bajos de adobe, instrumentos laqueados en vidrio recipientes de Tata cotes 533 TUTTI gue ef itio corresponde « una sola fase de ocupaciOn, comprendida entre 534 los siglos xiv y primera mitad del xv. Conocemos por otros trabajos, como las excavaciones del sitio Vacas Muertas, en la cuenca de Tucson (Santa Cruz Bend, Marby 1994, comuni cacién personal) y los estudios de Howard (1987, citada por Doyel 1993:48 51} que la fabricacion de ornamentos en concha esté presente en Arizona desde el Arcaico Tardio, entre 1500 a. C. y 200 d. C. De igual manera, los reconocimientos de superficie recientes del sitio La Playa'® (Carpenter, Sanchez y Villalpando 1995}, nos permiten postular la existencia de orna mentos en concha desde épocas tempranas. El debate sobre la historia cultural de la tradici6n Trincheras ha teni- do varias implicaciones debido, por una parte, al papel que tal tradicion tuvo en las redes de intercambio de los ornamentos en concha. Como ya he mencionado, las conchas y caracoles marinos del Golfo de California fueron los elementos mas importantes intercambiados en todo el Noro- este, y se ha visto a los grupos de las tradiciones Hohokam, Anasazi y Ca- sas Grandes (Di Peso 1974, 6:383-526; MeGuire y Howard 1987, Nelson t991; Urban 1981} como los mayores prehispénico tardio, Para conocer las caracteristicas que existieron en las relaciones de intercambio entre los grupos de tradicién Trincheras y sus vecinos Hoh kam y Casas Grandes, asi como con los grupos costeros, hemos propues- to un modelo que debe contemplar varios elementos: 1] la esfera de pro- duccion, que incluye conocer el lugar de abastecimiento o las fuentes de materia prima, las rutas de transportacién de dichas materias primas, si los procesos de elaboracién no se dieron in situ, la distribucién de las ma- terias primas y la tecnologia de elaboracion desarrollada, y 2] la esfera de consumo, con sus variantes de uso omamental indiferenciado, uso ritual © como significado de estatus. Se ha seitalado que para el periodo colonial (750-950 d. C, dentro de la secuencia cronologica prehispanica Hohokam, el pattén cultural estaba plenamente distribuido sobre la mayor parte del sur y centro de Arizona y ya estaba firmemente establecida una red de intercambio de conchas, por o que se ha propuesto que los grupos Hohokam del oeste de la papagueria recolectaban su propia materia prima, elaboraban los ornamentos y los in- tercambiaban, al igual que la materia prima con los grupos asentados en el Gila Bend y la euenca de Phoenix; con esto recibian a suatios de concha para el periodo bio productos * Localizado entre los arrayos Roquillasy La Paya, en la cuenea del Madgalena y & unos 10 kilometros al norte del Cer de Trinchera, fue trabatado en los aos sesenta por John son. A partir del Proyeew Arqueokigico Certo de Trincheras, se n realizado salvamen ts de fines de semana eon arquedilogos voluntarios,enordinados por John Caspenter de ‘Tier Right of Wey Marta Elisa Villatpand Figuea 4. Cerro de Winches, Sonor. Fragmentos de brazalees y proceso de trabajo de Gheymeris agricolas (McGuire y Howard 1987:121-122). Durante el Clasico (1150- 1450 d. C], la organizacién Hohokam de la produccién de ornamentos en concha cambis significativamente, y parece ser que las élites dominantes tomaron el control de la produccién y distribucion de la concha, sugirién- dose, por las especies presentes, que una nueva fuente de aprovisiona- miento de materias primas fue explotada (ibid.:134-135) Para Casas Grandes, donde mas ampliamente se han estudiado estos ‘materiales, durante el periodo Viejo,"? aparentemente no existen eviden- cias de la manufactuta de los ornamentos en concha en el sitio. Aunque ‘su presencia sea en forma de cuentas, pendientes, cascabeles y brazaletes, se ha considerado mediante intercambio (Di Peso 1974, 6:385). No es si- no hasta el periodo Medio" que las conchas y caracoles del Golfo de Ca lifornia y de la costa del Pacifico cobran una importancia fundamental. Esta importancia radica tanto en la variedad de especies representadas como en la diversidad de artefactos y diseftos, cuyo consumo rebas6 las esferas locales destinandose, segtin Di Peso (ibid.), a una produccién con comerciales. a Peso propuso que durante el periodo Medio, el acceso de los Pa quimenses a las fuentes de materia prima fue de manera directa a través de las rutas conocidas como veredas Chuhuichupa y Tres Rios, pasando por la sierra Madre y cruzando a través del valle Chipajora a Ia actual Sa- hhauaripa y al valle de Nuri, descendiendo por el arroyo Cedros ala desem- bocadura del rio Yaqui o del Matape pata legar a la costa. Sin embargo, no se han registrado materiales malacologicos para esta area, con excepcién de los descritos por Pailes para la Cueva de la Colmena, en el somontano 1 Entre 650 1200 dC. , segtn las fechas corregidas por Dean y Ravesloot, 1993. "2 Entre 1200 9 1450 4.C, oP. cit Canchas y carecoles Fouad Vahas de Gyeymers 535 Be scores Pendienesen cara Coles pequenos de los generos Tere ta Ofvel Figura 6. Proceso de elaboracon de bajo (Pailes 1972:319-322) y por Alvarez Palma para Huatabampo en la planicie costera del sur del estado, con fechamientos mas bien correspon. dientes al periodo Viejo (Alvarez 1990; Alvarez y Cassiano 1989). La cos- ta sonorense del Golfo de California, en los alrededores de Guaymas es ciertamente muy rica en vestigios de conchas y caracoles como desechos de alimentacién, pero no encontramos ningtin indicador de que ésta fue ra a fuente de aprovisionamiento de materias primas para los grupos Ca sas Grandes, como Di Peso aseguré (ibid. 401]. El modelo de intercambio a larga distancia no resulta aqui el mis adecuado, por lo que debemos volver los ojos a los intercambios interregionales entre grupos vecinos. LOS NOMADAS. Las referencias histéricas de los grupos costeros indican que el uso de conchas y caracoles como elementos de decoracién se encontraba bastan- te difundido. Adam Gilg anots para 1692 que entre los seris "del cuello ‘cuelga una concha redonda hermosamente pulida, junto con toda clase de semillas, frutos, cuentas y otra clase de cosas sin valor” {Di Peso y Matson 1965:53-54). Bowen (1976:24, 31, 87) reporta el hallazgo arqueo- logico de un collar compuesto por 6 300 cuentas perforadas en forma de disco, de unos cinco milimetros de didmetto, asociado con un entierro de adulto cerca de Desemboque. Otros ornamentos han sido recolecta- dos de superficie en el area de Tastiota y Bahia Kino (Holzkamper 1965; Dockstader 1961) y otros mas se encontraron también en asociacién con enterramientos en una cueva en las inmediaciones de San Carlos, Nuevo Guaymas (Dixon 1985} Sin negar la importancia que las conchas y caracoles, como collares y pendientes, tuvieron para los nomadas de la Costa Central; los hallazgos ‘mds significativos dentro de las redes de intercambio interregional, es de- cit, la evidencia de manufactura de brazaletes en Glyeymeris, se ha locali- zado a pocos kilémetros al norte de Bahia Kino (Bowen 1969:316-317). Son varios los sitios descritos con cerimieas Trincheras Lisa, Puirpura-Rojo y Parpura-Café, ademas de fragmentos de brazaletes y tapas centrales de figue Co de Tinh Sonora. bsetos anos en Coe Bow V vars las valvas (Bowen 1976:65, 115, Robles 1973:4-8]. Aunque no difieren no- tablemente de los campamentos estacionales costeros, todos han sido des- critos como talleres de manufactura de brazaletes Trincheras [Son!}:6:1; Sons6:6, Son:}:13:9; Son:N:6:1; Son:N:6:6, Son:R:1:7; Son:R:1:12). Algunos de ellos se localizan sobre dunas en las margenes de antiguos esteros. Tan sélo en el sitio Gignac [SonJ:r3:9] se recolectaron, en la década de los se- tenta, 825 tapas y 531 fragmentos de brazaletes (Robles 1973). En un re- corrido reciente, pudimos atin observar en superficie bastantes fragmen- tos de brazaletes y tapas, ademas de cerémica Trincheras y Tiburon Lisa, Es interesante que en este sitio no sélo se encuentren conchas de especies utilizadas para la fabricacién de omamentos, sino varias de las especies uti lizadas en la alimentacin. Todos estos “talleres de brazaletes” de la planicie costera y los del drenaje del arroyo Bacoachi contienen ademas de la cerémica decorada ca racteristicas de la tradicién Trincheras, la cerdmica tipo de los grupos no- madas de la Costa Central (Tiburon Lisal, algunas veces cuentas de tur quesa y fragmentos de figurillas en barro (Robles, op. cit, Todo parece indicar que en las primeras etapas de produecién masiva de ornamentos de concha los grupos de la tradicién Trincheras entraron en una relacién directa con sus vecinos recolectores-pescadores, inter- cambiando las ceramicas decoradas Trincheras Pirpura-Rojo ¥ Piirpura- Café por valvas de Giycymeris para la preparacion inicial de los brazaletes en es0s sitios costeros. Esto debis suceder en el periodo correspondiente a la Fase Atil, pues dichas cerdmicas son caracteristicas de las aldeas que existieron antes de la ocupacién de los cerros de trincheras. Es muy posible que la ruta de movilizaci6n de la materia prima hacia el area de Trincheras fuera a través del arroyo Bacoachi [como ha sefiala- do Robles 1973), ya que éste se inicia en las montanas inmediatamente al sur del valle del Magdalena, justo frente a la planicie que domina el sitio Cento de Trincheras. Ademas de los sitios mencionados en la desemboca. dura hacia la planicie costera, un residente actual de Trincheras nos mos 6 unas sesenta tapas, recolectadas en la sierra en la cual se inicia dicho arroyo. Se considera que en tiempos prehispanicos el territorio de los grupos nomadas de la Costa Central se encontraba comprendido entre Punta San Antonio, cerca de Guaymas, y Punta Tepoca, cerca de Puerto Libertad. En 1a porcion superior del Golfo se han encontrado evidencias del acceso di recto de los Hohokam a la costa (Hayden 1972), pero desde la Bahia Adair hasta Desemboque existe un espacio que requiere mayor atencién. Bo- wen (n, d.) describié esta rea como la adaptacién costera de los grupos Trincheras. Actualmente sélo conocemos de manera superficial los sitios de las inmediaciones de Puerto Lobos, donde se han encontrado cerami- cas decoradas Trincheras, dentro de las acumulaciones de concha, como desechos de alimentaci6n, Esto difiere del territorio meridional donde los concheros contienen bésicamente cersimica Tiburon Lisa o Seri Historica y como intrusivas las cerimicas decoradas Trincheras (Bowen 1976, 5; tam ign véase figura 8), Resulta interesante también anotar que la cerimica de los grupos né- madas no se encnentra significativamente represent en los contextos Trincheras, pues en el valle de Altar solo se recuperaron tres tiestos Ti. buron Lisa y en Cerro de Trincheras no hemos encontrado ninguno. LOS SEDENTARIOS Considero que por las posibilidades diferenciales de acceso a las materias primas del Golfo de California tenemos que definir también, en el inte. ior de la propia tradicion Trincheras, el lugar que cada uno de los valles tuvo dentro de estas redes de intercambio con las otras regiones, ya que hemos notado que presentan diferencias significativas. La manufactura de ornamentos en concha del valle de Altar, por ejem- plo, presento algunas diferencias respecto de la de Cerro de Trincheras, Aungue en la totalidad de ornamentos en ambas areas predominan los fragmentos de brazaletes en Glyeymeris, la cantidad de pendientes, discos ¥ anillos fue significativamente menor en el valle que en el certo. En Alear, aunque no encontramos valvas completas sin trabajar que evidenciaran un transporte masivo de materia prima, mas de la mitad de la concha fue concha sin trabajar, lo que senala que los grupos Trincheras del valle de Altar tuvieron un acceso directo a las fuentes de aprovisiona- miento. Orra diferencia signiticativa fue una mayor variedad de especies e una seleccidn notable de las representadas, lo que indica que no existe una cae mnaterias primas (McGuire y Villalpando 1993). No ees olvid. 0, ene presentada una larga secuen embargo, que en el valle de Altar tenemos representada tn. cue. tia de ocupacién, y que Cerro de Trincheras al parecer sdlo fe 0 = el es : -1430 d. C.), La variedad de espe 1 el periodo prehispanico tardio (1300-145 Pe Stes eh in petodo de vcupacion muy lingo paste icaosclerentes ‘eferencias cronoligicas, ; Ne heres encanta que la tecnologia empleada para la elaboracién de los brazaletes se haya modificado a través del tiempo |véanse figuras 4 y 4'), aunque parece que los brazaletes del valle de ator oer Hos en su decoracion con disetios yeomeéticos simples, y en nas se- mean con Ios del ates Habokam, El proveso de tao de Js Reseees consste ene pido de a parte central de a valvaen varias facetas, con elfin de produc un adelgacamicnto que pernita su semen medians percusién para asi obtener un circulo formado con el borde exterior de la a, el cual se pule en su totalidad. tio Certo de Trincheras, podemos por ahora senalar que en es teriales del a profu- sitio encontramos un uso selectivo de materias primas, con una p sion en el wo de valvas del género Glveymeris (22.68 por ciento de total sin en € Y gasterdpo- erada en las excavaciones de 199: de concha por género recuperada en las © 8 c el total por género}, en correspon: dos del género Conus (38.35 por ciento del total por g dentin oy ton br de peo his (Neon 19 6 Ee contramos tambien fragments de Laevieardium (72 por cheno de por ciento} con la superficie ex total por genero]y Trchycardin 1.68 por cient) con a supestice ex terior pulida, probablemente para la elaboracisn de cuentas y pendient Fueron igualmente comunes los pequefios caracoles de los generos Co- Jumbella, Nassarius, Olivella, Turritella y Thais, que fueron usados en suspension (véase figura s]. La ausencia de grandes fragmentos de concha en estado natural y las dimensiones reducidas de los fragmentos no clasi- ficados nos parecen indicar que existié una preseleccion de las materias primas en los lugares de origen, y solo se transportaron los fragmentos necesarios para la elaboacidn de objetos especificos. Ademas, la mayoria de los fragmentos no identificados (27 por ciento del total] representa desecho de manufactura, lo cual sefiala que en Cerro de Trincheras existe un alto indice de evidencia de manufactura en rela- cidn con los objetos terminados, éste es un indicador mas de que los obje- tos se produjeron en el sitio Las categorias de anélisis para Cerro de Trincheras se establecieron para identificar, en primer lugar, los objetos, su condicion y las modifica ciones que sufrieron para convertirse en ormamentos. Pot lo general s6lo los pendientes en caracoles se encontraron enteros y ningtin brazalete {ni de superficie ni de excavacién} tuvo mas allé de la mitad de su didmetro, aunque en colecciones particulares de materiales del sitio hemos regis- trado varios completos, El uso de Conus es interesante ya que con este caracol se fabricaron anillos, cascabeles y cuentas (véase figura 6]. Varios de los anillos fueron decorados con disenos geométricos por esgratiado (véase figura 7], seme- jantes a los elaborados en los brazaletes (véanse figuras 8 y 8'|. Existen ejemplares de todas las etapas de manufactura, lo cual sustenta, una vez ‘mas, que fueron elaborados localmente. En Cerro de Trincheras se recuperaron varias figurillas elaboradas so- bre las tapas de Glycymeris o sobre fragmentos de umbo, lo que demues- tra que hubo una utilizacion exhaustiva de las valvas. La figura zoomorfa mis representada es la rana, aunque también se tiene un fragmento de tortuga marina o caguama y una cabecita de venado, Hasta ahora no han aparecido ni lagartijas ni pajaros caracteristicos de los diseftos Hohokam. En Cerro de Trincheras no se ha hallado hasta ahora un contexto res- tringido de los materiales malacoldgicos. Estos se encuentran en pricti- camente todas las terrazas, aunque la porcién central media de la cara norte del cerro presenta una cierta concentracién. Sin embargo, el patron especial del sitio es complejo, y todo parece indicar que existen diversas areas usadas diferencialmente de acuerdo con la produccién y el uso de la concha (Vargas 1995}. La presencia de cerdmicas decoradas de la tradicién Casas Grandes en Ja superficie, como resultado de las excavaciones de las terrazas del certo y del area de casas semisubterrineas, permite ligar este asentamiento con los grupos Paquimé del petiodo Medio de Casas Grandes. No solo hemos recolectado una cantidad significativa de fragmentos de cerimica policro- ‘ma chihuahuense (Ramos, 44.32 por ciento del total de las cerdmicas de- coradas; Bavicora, 22.51 por ciento; Carretas, s.4r pot ciento, Villa Ahu- mada, 2.52 por cientol, sino que hemos sido informados de que en décadas pasadas fueron encontradas por aficionados una o varias ollas policromas zoomorfas y antropomorfas con cremaciones. Es muy posible que estas vasijas de Casas Grandes fueran intercambiadas por concha. El estudio sistematico de los materiales malacolégicos de los sitios de la tradicién Trincheras esta atin por elaborarse. Hace falta conocer de ‘manera detallada las caracteristicas de las adaptaciones costeras de esta tradicion y sus relaciones puntuales con los grupos no sedentarios. Sin embargo, nuestra investigacion actual confirma que Cerro de Trincheras fue un pueblo prehispénico con evidencias de estratificacion social, asen- tado sobre terrazas construidas en las laderas de un cetro prominente. La organizacién del sitio debié ser similar a la de otros lugares asentados s0- bre cerros, como La Quemada, con un centro administrativo y ceremo- nial en la cima; las residencias de las élites dominantes, en la porcion di- rectamente bajo la cima, y finalmente el resto de Ia poblacisn viviendo en las partes mas bajas. Se trat6 de una localidad muy importante en la produccién de orna: mentos en concha. Este trabajo de la concha incluye tanto artefactos ter- minados como desechos de fabricacién y concha sin trabajar. Es muy po- sible que algunas de las etapas iniciales de fabricacion de ornamentos se Mevaran a cabo en otras localidades y se terminaran de manufacturar en el sitio, pero ciertamente Cerro de Trincheras fue un lugar de elaboracion ¥y uso de ornamentos y no solamente un punto de transferencia. Lo que resulta cierto en el estado actual del conocimiento, es el hecho de que las conchas y caracoles del Golfo de California unieron a némadas y sedentarios durante la época prehispanica en el Noroeste de México de forma por demas significativa, Esta relacién no se sostuvo sin embargo ‘mais alli de las primeras décadas de la época colonial. A mediados del si- slo xvit, pescadores, recolectores y cazadores de la Costa Central del Golfo, conocidos a partir de entonces como seris, s6lo acudian con sus vecinos agricultores a intercambiar cueros de venado y sal por granos (Pérez de Rivas 198s, 11-198] hasta que finalmente, a consecuencia de su. condicién de no productores, fueron excluidos totalmente del sistema colonial. BIBLIOGRAFIA Atvanez, ANA Maria 1991 “Huatabampo: consideraciones sobre una aldea agricola prehisps- nica en el sur de Sonora”, Noroeste de México o:1-93, Hermosi: Mo, Centro Regional Sonora-tNat. Atvanez, ANA MARIA ¥ GIANFRANCO CASSIANO 1988 “Huatabampo: la explotacién de un litoral en época prehistéri- ca", Cuicuileo 21:74-81, México, Escuela Nacional de Antropolo- sia e Historia Bowen, Thomas, 1965 “A Survey of Archaeological Sites near Guaymas, Sonora”, The Kiva 31[tk14-36. 1976 Seri Prehistory. The Archaeology of the Central Coast of Sonora, ‘Mexico. 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COS DENTRO DE LA ZONA MEDIA POTOSINA ASPECTOS ARQUEO Monika Tesch Knoch Centro an-San Luis Potost Las investigaciones de los proyectos arqueoldgicos Alaquines y Alaqui- nes-Obreg6n se han realizado desde 1988 en la parte central de la zona ‘media potosina, en un inicio fueron auspiciadas por el Museo Etnol6gico de Berlin y también patrocinadas por la Fundacién Alemana para la In vestigacion Cientifica, Siempre se han realizado en cooperacién con el Centro 1vait en San Luis Potosi. Desde finales de 1989 son uno de los pro- ‘yectos especificos en el area de arqueologia de dicho centro. LOCALIZACION Se ha tomado como limite conjunto de ambos proyectos las estribaciones occidentales de la sierra Madre Oriental desde la cabecera municipal de (Cardenas hasta la de Alaquines y de alli hasta la colonia Alvaro Obregon por la actual carretera que Heva a Ciudad del Maiz, que al sur limita con el paralelo 22 (de Greenwich], mientras hacia el oeste el limite lo repre- senta el burdo. dese el poblado de Santa Rita, municipio de Rio Verde, pasando por Ia estacion de Tablas, hasta la colonia de la Morita, munici- pio de Ciudad del Maiz; hacia el norte lo conforma la terraceria que hay entre las colonias de la Morita y Alvaro Obregon (véase mapa de localiza- ion}; por lo tanto abarca casi todo el municipio de Alaquines, que le ha dado el nombre al proyecto, y parte de los de Cardenas, Ciudad del Maiz ¥y Rio Verde. Desde luego, los limites mencionados al igual que el nom- bre del proyecto son totalmente arbitrarios y de ninguna manera pueden considerarse de caracter cultural cuMA Seguin Vivo [1964; HMA Lor] y Gonzalez {1961: 11-128) el clima es semi rido, poco influido por los nortes de diciembre y enero. Los vientos del es- te que alcanzan la regién en verano generalmente han dejado ya sus aguas antes de cruzar la sierra Madre Oriental, de manera que no influyen mu cho sobre el clima de la regin. La mayor cantidad de Iuvias cae en sep- tiembre (aproximadamente, 1 000 mm], mientras que durante el mes de ‘marzo éstas son pricticamente inmedibles. Se considera que la media anual Lega a los 500 mm (Viv6, op. cit.: 200], mientras la maxima aqui, al norte del paralelo 22, comprende, 6oo a 1 000 mm (Puig, 1976: 48)

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