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RIVERO GARRE MAXIMILIANO

5TO 4TA SARMIENTO

La pandemia de gripe española

Hace 102 años ocurrió una de las crisis más graves de salud pública de la historia
moderna: la pandemia gripal de 1918, llamada coloquialmente “gripe española”. Fue la
primera pandemia causada por el virus A, del subtipo H1N1, y se convirtió en la tercera
más letal del siglo XX, ya que concentró una elevada mortalidad en un período corto de
tiempo.

La “gripe española” infectó a 500 millones de personas en todo el mundo, alrededor del
27% de la población mundial de entonces, con un saldo de muertos que se elevó a 50
millones. Por la cantidad de víctimas, fue superada por las pandemias de la peste negra
-entre 1347 y 1351 provocó 200 millones de muertes-, y la viruela, que en 1520 causó la
muerte de 56 millones de personas.

Síntomas, víctimas y mortalidad

A diferencia de otras epidemias de gripe, que básicamente afectaban a niños y ancianos,


muchas de las víctimas fueron jóvenes y adultos sanos de entre 20 y 40 años, y también
animales, fundamentalmente perros y gatos.

Los síntomas eran fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio corporal, diarreas y vómitos
ocasionales, y también a veces dificultades para respirar y hemorragias nasales. El drama
de la guerra también sirvió para ocultar la elevadísima cantidad de muertes que, en los
primeros meses, solían achacarse a neumonías bacterianas para las que no había
antibióticos disponibles.

Las personas y poblaciones más pobres sufrieron de forma especial las consecuencias de
esta gripe. Pero ni la realeza, gobernantes y celebridades de la época fueron inmunes a
esta pandemia. Entre los líderes mundiales que la padecieron estuvieron Guillermo II de
Alemania, el primer ministro británico Lloyd George y el presidente de Estados Unidos,
Woodrow Wilson. Edvard Munch, el artista noruego que pintó el “Grito”, realizó un
autorretrato de cómo superó la enfermedad y otros, como el austríaco Gustav Klimt, no
sobrevivieron.
La pandemia no dejó intacta prácticamente ninguna región del mundo: sólo en la India las
víctimas mortales alcanzaron entre 12 y 17 millones. En Gran Bretaña, murieron cerca de
250.000 personas, en Estados Unidos 675.000, en España 300.000 y en Argentina 36.000.
La mayoría de los estudios realizados dan cuenta de una tasa global de mortalidad de
entre el 10 y el 20 por ciento de los infectados.

Las medidas de salud pública

El uso de máscaras de tela se convirtió en obligatorio para todas las personas que
desempeñaban trabajos de atención pública. Esta recomendación sanitaria se extendió al
resto de la población para evitar que la enfermedad se propagara con tanta facilidad. Los
gobiernos tomaron medidas preventivas para intentar parar la crisis: se cerraron teatros,
circos, talleres, fábricas y locales públicos; se suspendieron eventos; se prohibió la
importación de mercancías desde Marruecos; se identificaron a los extranjeros que
ingresaban en las poblaciones y se prorrogaron clases, matrículas y exámenes.

Los periódicos de la época publicaban anuncios con remedios milagrosos: elixires, aguas
medicinales, tónicos y otros. Se recomendaba tomar analgésicos en dosis que ahora se
considerarían contraproducentes e incluso se sugería que la gente fumara porque se
pensaba que la inhalación del humo mataba a los gérmenes.

La tercera y última oleada fue más benigna. En la primavera de 1919 la pandemia


comenzó a mermar y la enfermedad terminó por sí sola. En el verano de 1920 el virus
había desaparecido: le ganó la batalla a los más débiles; el resto quedó inmunizado.

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