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*stfuizrn por reflejrrse en form¡ muy grtve .

tfoco, irremedi¡blemcnte, en lastre, en peso


en I¿ mi¡me posibilidad de conservar el pa- totelmente inútil, en obstáculo a tudo pro-
tri¡nonio del pasado. La hisrcria de la deca- ireso serio.
dencia científica hasta el siglo xr ofrece ---se- Toda construcción teórica o práctica será
tit¡ yt lo se¡ialamos al comienzo de este capi- verdaderamente onuestrat' ('humana") solo
tulo- una notable confirmeción de esta en la medida en que nosútros, hombres, seamos
verdad. capaces de obr¿r eficazmente con ella; de do-
Todo pcnsamiento cientifico eficiene ha minarla, no de ser dominados. El pensamiento
de s¿bcr cómo sopesar ambos impulsos, inte. científico no logrará sino perder su condición
grándolos mutuamente. Y ha de saber con tal de ciencia si pierde este carecterística de ins-
objeto cómo eliminzr delt conservación todo trumento humano. Para evitar que tal cosa
cericter de servidumbre al pasa{o y de la in- ocurra, debemos sobre todo preocuparnos de
novación, todo carácter de pura negetividad. que no se cristalice, que no se repita; debemos
Debe transformar la herencia científic¿ del derribar todas las barreras que lo estorban
pasado en instrumerrto de nuevos desarrollos. o limitan, debemos ponerlo en situación de
Todo aquello que no puede asumir una fun- renovarse constantemente y de profundizar
ción de inst¡umento positivo se convierte poco el sentido de tal renovación.

CAPfTULO VI

EL NACIMIENTO DE LA CIENCIA EXPERIMENTAL


(Galileo . Newton)

l. El rracimiento de la ciencia experimental caracterizando la nueva actitud de Desca¡


guarda relación con el descubrimiento tes-* (y podemos agregar: de Galileo y de los
-nada
simple, aunque hoy pueda parecernos obvio- demás creadores de la ciencia moderna) había
de que existen técnicas muy precisas para do- creído demasiado, confiaba en la palabra de
minar racionalmente el curso de la experiencia, Aristóteles, que Ia ciencia no debía ser sino
es decir, para provoc¿r ciertos fenómenos que una actividad del espiritu en si y por sí, por
pueden repetirse a voluntad y medirse con encima de fodas las demás, contemplación pu-
exactitud matemárica, en condiciones contro- ra, sin efecto práctico alguno.. La Edad
ladas por nuestro intelecto. Fue necesario un Media, en cambio, había creido sobre todo en
profundo c¿mbio filosófico para inducir a los el arte, en el gran artet arte secreto en el que
espíritus cultos e'estudi¿r ordenada y seria- no se temía la invocación de los podere5, so-
mente dichas técnicas, es decir, para superar brenaturales; el objeto ere actuar sobre la na-
el doble prejuicio de que tode ¿ctividtd púc- turaleza, transformar los cuerpos, acaso crear
tice resultase demasiado inferior para ser digna los. . . Pero se imaginaba que este objeto
de investigación racional, o demasiado recón- podia alcanzerse e tientas; se investigaba al
dite y misteriosa para ser accesible a las fuer- azat, sin método. Esto ocurria en todas las
zas humanas. artes particulares: cada una poseía sus propios
"La antigüedad -escribe Charles Adam procedimientos y sus ingredientes y, a veces!

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lograbe rcúiz* obras meestret' pero con mc- dt va más extensos, hacia las ncÍ¡s tierr¡s
üos cmpíricos; erl necese/io pare ello el genio recientemente descubiertas.
de un aitista o, por lo menos, la habilidad dc 2. P*z darnos una ideá erecte de los obs-
un ertesano. No se pensaba que la ciencia pu- táculos que debían superarse bastará refle-
diera prescribir reglas al trabajo humano, quo xionar sea brevemente- rcbre la
pudiera hecerlo al mismo tiempo más simple -aunque
complicada historie del ingreso del anteojo cn
y nrás fecundo, que 1o colocase, con un poco el mundo de le i¡vestigacién astronómica.
de estudio, al alcance de todos" (Oeuures de Las más minuciosas búsquedas actuales no
Descarteq ed. Adam-Tennery, vol. XII, Pa. permitieron establecer quién fue el primer in-
ris, Cerf. 1910). El ideal de Galileo, Descar-- ventor de les lentes; muy probablemente fuc
tes, etcéteri, 'será el de unir íntima y defini- algún oscuro meestro vidriero que las cons-
tivamente la concepción de le ciencia de le truyó por arz^r y también Eor advirtió
^zdr
su utilidad pare corregir los defectos más co-
antigüedad con la del arte de la Edad Media",
oEl nombre lentes <scrtbe
es decir, edifrcer un saber fundedo sobre nue- munes de la vista.
vas técnicas, racionales, válidas ya no sélo en Vasco Ronchi en su obra ya citaida (ver cap,
el campo de las ideas abstractas, sino en el fV), nombre que significa, justamente, la le-
campo mucho más ricq de las experiencix con- gumbre lenteja- es muy vulgar, y basta por
cretas. si solo para colocar fuera del ámbito culto el
No es difícil comprender el supuesto social origen del objeto indicadc con tal nombre.
que posibilitó este cambio filosóficó: se trate Para ser más precisos hay que observar que,
de la consolidación victoriosa, deci{lda, de en verdad, se trataba de la lente de uidrio o cle
nueves riquezas directamente vinculadas con la lente cristalina, pues si alguien hubiese ha-
el trabajo y tanto- del surgimiento blado de lentes, omitiendo la calidad del mace-
<le
-por
grupos cada vez más numerosos de cientí- rial empleado, todos habrían creído que se
ficos profundamente sensibles a los intereses trataba de lentejas. Pero la mejor demostra-
de la producción y capaces de darse buen¡ ción de que las lentes nacieron fuera del ámbi-
cuenta de la unidad indisoluble entre la prác- to culto la proporcior:a, justamente, el rnodo
tica y la teoria. Y la propia organización con que dicho ámbito las trató una vez intro-
nueva del mundo político-económico fue la ducido su uso: las juzgó indignas de ser toma-
que impuso originales problemas a la investiga- das en consideración, y no se habló más de
ción científica, apartándola de las discusiones ellas en ninguna parte por más de tres siglos.
generales, de orden metafísico, para vincularla Ninguna otra conjuración de silencio fue tan
a cuestiones concretas. 'Las obras de paz y de unánime ni duradera."'
guerra A. Banfi en su hermoso vo- Todevie a comienzos del siglo xvrr la igno-
-escribe
lumen sobre Galileo Galilei (Milán, 1949\-, rancia de¡los 'científicos" sobre las lentes era
la canalización de los ríos, la construcción de casi completa, y no debe asombrarnos ---<on
puentes, la excavación de puertos, la erección mayor rtz6n- su desconfianza respecto de
de fo*alezes, el tiro de la artillería, ofrecen a los. primeros anteojos construidos por simples
los técnicos una serie de problemas que no artesanos. 'El anteojo ---escribían- hace ver
pueden resolverse empíricamente y que exigen figuras rnás grandes o más cercanas de los
necesariamente un planteo teórico. Y los nue- objetos vcrdaderos, las hace ver coloreadas y
vos estudiosos no egresan de las aulas acadé- deformádas; por tanto, engaña y no hace co-
micas sino de los ambientes del humanismo nocer le verdad. No puede, entonces, ser uti-
libre, de las profesionep civiles." Una impor- l:¿,,edo como instrumento de observación."
tancia especial adquirieion los problemas prác- Fue necesario el genio y la energia de Ga-
ticos planteados por la navegación, que en lileo para sacudir este seüdorraciocinio. "Es
aquella época debía afrontar nuevos viaies, ca- cierto que el anteojo da figuras distintas de

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la realidad, por cuento las hace ver más grán- camente para producir objetos de uso y fun-
des o más pequeñas, más próximas o más dis- ción prácticos."
tent€s, coloreadas y e veces confusas, pero eso 3. ¿Podemos percatarnos de la transfor-
no quiere decir que engañe siempre, pues pue- mación que fue menester introducir en los
de ocurrir que, a través de las figuras vistas trabajos dc artesania para transformarlos en
en el anteojo se logre conocer la realidad mejor trabajo científico?
que a simple vista." Ya explicamos en el $ I que el primer im-
*Galileo
fue el primero en el mundo de la pulso para acometer seriamente los trabajos,
cultura y de la filosofia Ronchi- que habían sido hasta entonces prerrogativa
que llegó a la conclusión de-^grega
que se debia cree¡ de la artesania, los creadores de la éiencia ex-
en lo que se veía en el anteojo. Con est¿ pre- perimental moderna lo recibieron del interés
misa de orden filosófico dirige su anteojo al cade vez m^yor que la sociedad de la época
cielo y hace descubrimientos admirables, que manifestaba por la producción y, por ende, de
siembran la confusión en la astronomia, la fi- las exigencias siempre mayores de nuevas y
sica y la medicina de la época. Cuando los hizo más eficientes obras de paz y de guerra. Se
públicos. . . todo el ambiente académico, con ha demostrado, por ejemplo, que Leonardo da
unanimidad impresionante, enfrentó a Gali- Vinci, en virtud de las dificultades intrínse-
leo acusándolo de atribuir importancias a cier- cas de las tareas que se confiaban a su arte de
tas observaciones y de difundirlas como ver- ingeniero, se vio obligado a investigar de ma-
daderas a pesar de que, por haber sido hechas nera nueva y original los principios de la me-
solamente con el anteojo, instrumento f.aliz y cánica, de la dinámica y de la estática: los
misterioso, no podian ser sino ilusiones y qui- modelos muy ingeniosos que dibujó (y en
mer¿s. Pretender revolucionar la cienci¿ con parte construyó) de toda clase de máquinas
semejantes observaciones estaba completamen- ofrecen aún hoy un sorprendente testimonio
te fuera de lugar." del interés práctico que le guiaba en sus pri-
¡Sin embargo fue precisamente aquel acto meras investigaciones científicas. También en
de confianza de Galileo en los productos de la las investigaciones de.óptica y de anatomía se
industria de la artesania el que inició una de vio guiado, como es sabido, por las necesidades
Ias revoluciones cientificas más profundas! específicas de su propio oficio (en esre caso,
Aunque su origen obede- el oficio de pintor). Lo mismo podría repe-
-probablemente-
ció más a-una decisióri instintiva y valiente tirse de muchos otros: desde León Bautista
que a una mediuda conciencia critica, sin Alberti y \Tilliam Gilbert, Galileo, etcétera.
duda tomó aquella actitud como símbolo Frente á estas tareas prácticas, limitadas, de
de todo un'movimiento amplio y profundo nrda servían las concepciones generales de la
que transformó sustancialmente el vieio con- entigua filo¡ofía de la naturaleza. *La opinión
cepto de ciencia. ol-as lentes y la brújub, y de Aristótéles Dampier- servía
una cantidad {e instrum€ntos y de procedi- -escribe
muy poco para corregir la mala perspectiva de
mientos de las actividades prácticas. un cuadro, encauzar las aguas de riego o
-escribe
J. Dewey-, fueron utilizadas y adaptadas pa- construir una ciudad fortificada. Para estos
ra las exigencias de la investigacién cientifica. problemas el comportamiento de las cosas rea-
Aquellos procesos ordinarios que durante mu- les era mucho más importante que las opinio-
cho tiempo habían encontrado aplicación en nes del enciclopédico griego." Pero pi las cosag
la artesania e intensificer, combi- eran así y no resultaba posible utilizar la más
-debilitar
nar y separar, disolver y evaporar, calentar y antigua y respetada cultura en el estudio de
enfriar, s¡s{¡s¡¿- ya no fueron desdeñados. nuevos problemas, ¿a qué método podía acu-
Fueron adoptados para sustraer algún secreto dirse para diferenciar el trabajo cientifico del
a la natureleza, en lugar de empleárselos úni: trabajo ordinario de millares de artesanos?

3t
No cs pocible establecer linea precisa dg labontorio, ocult¡ndo r los drmás las tena-
demarcación entre esros dos tipos de trabejos. tives,realizadas, hs métodos que hayan per-
Seria ¡bsurdo, históricemente, pretender in- middo algún éxito. Se reeliza el esfuerzó de
troducir entre ellos una discontinuidad nete. describir con rnáxima precisión el procedi-
Sin embargo, algo nuevo aportaban enron- rniento empleado y, si birn con cautela, se lo.
ces aquellos que, e siglos de distancia, llama- comunica e otros investigadores pare que tam-
mos hoy cientificos; pero no es un método bién ellos lo experimeriten con la intención
perfecto, válido para roda investigacién, cons- común de conocer la verdadera realidad del
ciente de sí mismo. En cembio, es, sobre todo, fenómeno. Esa colaboración depara inmedia-
'un nuevo espiritu, r¡na nueva
manert de en- tamente todas sus .ventajas, y se abren nuevas
carar el trabajo. sendas con posibüdades cade vez más amplias.
Quizá podríamos intentar su determinacipn ¿Será posible el ejémplo helénico
con los dos caracteies siguientes: l) introduc- de la matemática--según
construir también ahora
ción de un¡ instancia racionel en el estudio un lenguaje técnico preciso pel^a lt formul¡-
2) conciencia de la.necesid¡d
de los probleriras; ción de las teorías del enunciado de las leyes,
f9 logr1, para tal estudio, le más amplie co- de la descripción de los problemas?
laboración. En algunos campos de fenómenos como, por
' En cuento al primer carácter, debe recor- ejemplo, en la mecánica, esta teree se vio muy
darse en seguida que ya la filgsofia de. lr facilitada por Ia posibilidad, vislumbrada ih-
naturaleza griega y medieval habia tratado dc mediatamente y pronto ensayada con gran
insertar los fenómenos de ést¡ en un esquema , éxito, de aplicar a la ciencia experimental el
de conceptos racionales. Pero estc esquem¡ mismo lenguaje usado en matemática (fór-
era demasiado general; pretendia ser una ex- mulas, figuras geométricas, etcétera). Los pri-
plicación completa .de todo el curgo de l¡ meros resultados admirables de Galileo, Ke-
neturaleza; en cambio, ahora se introducian pler, etcétera, fueron logrados, precisamente,
esquemas limitados, se intentaban modelos mediante este camino.
t¡óricos de un campo circunscrito de fenóme- En otros campos, en cambio, la situacién
nos (la caída de los graves, Ia trayectoria de se presentabe muy distinte y más ardua. Así,
los proyectiles, el funcionamiento de las len- por ejemplo, en el de los fenómenos quimicos,
tes, la etracción magnética, etcétera) deduci- 'resultaba
donde no sólo cisi imposible aplicar
dos de la observación de relaciones precisas. inmediatamente la matemática a la natura-
Y esto no bastaba: apenas forrnulade una hi- leza, sino que era ante todo necesario.penetrer
pótesis, se ensayaba su validez, verificando si con valentía en la secular tradición de los tra-
las consecuencias que se deducian de ella ha- bajos de los alquimistas, luego liberar paula-
llaban o no confirmación en los hechos. Los tinamerl¡e sus métodos y conceptos de un
resultados de estas comprobaciones se explota- sinnúmero de preiuicios de toda índole que
ban a su vez p^ri retocar la hipótesis, forman- los eqvolvían y estorbaban, limitar las tareas
do así un cícculo ininterrumpido entre le teo- de la investigación y proceder con gran caute-
ria y la práctica. la y constancia.
En la solución de un problema particular Para captar en toda su complejidad esta
comi€nza a sentirse un interés que excede los fase primitiva de la ciencia moderna me pa-
límites del problema en sí. Ya no se trata rece de sumo interés recordar que hombres de
solamente de ejecutar bien una determin¿da tanto valor como Newton --que indudable-
"obra de arte", sino de arrancer un secreto e mente habian alcanzado alto nivel cientifico
le náturaleza. Y por eso se'difunde en las investigaciones mecánicas y ópticas-
con extremada lentitud- la convicción -aunque de tropezaban con enormes dificultades para di-
que es ab,surdo trabajar en'el secreto del propio ferenciar sus propias investigaciones quíriicas

t6
de las de los alquimistas; sin embargo, no de- preparación de estos instrumentos (clabora-
jaron de reconocer la impc'rtancia de estas in- ción del 'r'idrio, de los mer¡les, de los gcnera-
vestigaciones, muy alejadas,aún de la erlcti- dores de energía, etcétera).'
tud científica, y las continuaron tenazmente, 4. Flemos dicho antes que en rlqirnos clm-
de modo que sus largos y p:rcientes trabr.jos pos particularlnence simples de los fcnótlcnos
resultaron prcmisas indispensables pera l¡s es- n¡turllcs la frrctrrr¡ e ntrc cl tr,rbe j'r Ir:'ccicn-
pléndidos éxitos del siglo siguiente. Si los an- tifico y la ciencia pro¡ril'r, r'crtl¡.lcrr fue
tiguos his¡oriadores de la ciencia preferian señalada por cl uso sistem.ático dcl v de
'ilgcbr-l
pasar por alto esta actividad poco rigurose de la geometría. ¿Cómo justific.rr c.tr :rfit'r,r¡-
Newton, hoy semejante silencio sería inadmi- ción si acnbln.ros dc cx;'lic¡r- la
sible. En efecto: es muy cierto que dedicó., por -se¡;írnsc carectcriz:r por un lcn*uaie
ciencia natural
lo menos durante muchos años, más tiempo y propio, vincule<!c oper¡tivamcnte crrn ll expc-
energía a las investigaciones alquimísticrs q'.re riencia I, por t¡nto, irrcduciirle ¡l !cneuaje
d sus celebérrimas investigaciones matemáticas abstracto dc les disciplin¡s mltcnr.ític rs?
y mecánicas. Aludimos aqui a uno de hrs m.is gr,tndes
En conclusión: sería ridícula la pretensión problemas del pcnsamicnto cicntífico moder-
de establecer una fecha precisa para señalar el no: explicar cómo los conceptos y teoremas
pasaje del trabajo experimental precientifico matemáticos pueden utilizlrse con trrnto éxito
al propiamente digno de., entrar en la ciencia. en la teorización de los fenómenos n:ltur¡lcs'
Más que la fecha del nacimiento del pcnsa- Desde el punto de vista histórico, recorda-
miento cientifico moderno, podemos,estable- remos que lá confianza en el valor cognosci-
cer la época de su adolescencia,.es decir, el tivo de la matemática pudo sostencrse' en sus
momento en que, ya. afirmado ese pensamiento comienzos, sobre un postulado met¡f isico-
en algunos campos particulares, comenzó a religioso que, si hoy puede parcccrnos casi
desarrollarse con ritmo creciente, a adquirir pueril, poseyó seguramente máximr eficacia
cadavez mayor conf.ianza en sus propias füer- prácrici en tiempos de Galileo, Se tr:rtrr del
zas y a afrontar nuevos problemas cadl. vez postulado según el cual Dios mismo, en el rcto
más difíciles. creador, impuso al universo un sistcma dc le-
La técnica de la ciencia experimental mo- yes concebidas matemáticamente, es decir, que
derna no surgió de golpe; se formó poco a el gran libro de la naturaleza fue escrito por
poco y, a través de una larga serie de éxitos su creador en símbolos matemáticos, de rnodo
y de derrotas parciales, logró adquirir final- que para leerlo fuera necesario y suficiente
mente esa estructura sólida que constituye el conocer estos símbolos y trsarlos con rigurosa
nuevo tipo de racionalidad práctica caracte- precisión.
rística de nuestra era. Es una técnica aún hoy El resulqdo más importante de tal actitud
en continuo desarrollo, que se ramifica en un (desde el funto de vista general¡ es que el
número cada tez mayor de lenguajes particu- investigador ya no va en busct dc oscuras
lares (para la termología, la óptica, la elec- 'esencias" de los fenómenos, ni de remotas
tricided, la quíóica,'etcétera), todos vincu- causas metafísicas, ni de inverificebles causas
lados entre sí y relacionados con el lenguaje finales. El lenguaje matemácico no pucde crp-
matemáticó, pero manteniendo de tar sino relaciones entre los fenómcnos, pero
este último -respecto
característica bien deter- estas rclaciones son algo qüe puede medirsc, y,
-una
rninada: la caracteristica de que la precisión por lo tanto, algo que puede verificarse o falsi-
de los conceptos r¡tilizados aparece indisoluble- ficarse 1. Quien pretenda utilizarlo dcbe limi-
mente vinculada con la precisión de los ins-
trumentos experimentales y, por lo tanto, con I "Filsificar una proposición" significa el len-
el grado de perfección logrado en la compleja -cn es falsr.
guaje rnetodológico nrodcrnc- dcmostrat' que

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tarse e estudiar las leyes de la experiencia y que la matemática comenzara a sugerir nuevoe
renunciar a interesarse por su pretendido sus- métodos (por ejemplo, el análisis infinitesi-
trato metafísico. "El método cientifico mal) y que estos métodos se ievelaran ex-
plica rnuy bien Banfi en su ya citada-ex- obra traordinariamente fecundos en la investigación
sobre Galileo- no es sino la extensión del mé- fisica, aun antes de encontrar una precisa jus-
todo matemático; y consiste en analizar un tificación lógica en el edificio de la matemática
fenómeno físico en sus varios momentos, de- clásica, sugirió la idea de interpretar el len-
terminando las relaciones tanto recíprocas guaje matemático no ya como el modelo per-
como constitutivas del propio fenómeno. Es fecto del saber científico, sino simple-
obvio que el f"'rómeno considerado no puede mente- como un auxiliar útil-más en el estudio
analizarse en su complejidad inmediata, en de la naturaleza.
todo el conjunto de las relaciones que lo cons- Rebajada al rango dc instrumento puro, la
tituyen, sino sólo paulatinamente según los matemática perdia gradualmente cl valor ab-
varios planos que se intersecan, de esas rela- soluto que le atribuyeron los griegos y termi-
ciones. El fenómeno sufre de tal manera un naba buscando su propia justificación sólo en
proceso de abstr¿cción; y sólo sucesivamente la amplitud de las aplicaciones logradas. Ya en
los distintos planos de abstracción, a los cuales Galileo (que para justificar su propio método
corresponde el sistema complejo de leyes, se habí¿ acudido al postulado de que Dios mismo
van sistematizando, unificando, y reciproca- había escrito en términos geométricos el gran
mente ordenando." libro de la natvraleza) la teoría matemática
¿Existirá un plano privilegiado de esas abs- de los infinitésimos, que apenas nacía enton-
tracciones en que sea más fácil la reducción ces, se considera no como un capítulo cabal
del fenómeno a las relaciones que lo determi- y propio de la ciencia, sino únicamente como
nan? La respuesta de los prirneros científicos un método útil para las ciencias físicas. Igual
modernos es positiva: el plano privilegiado es opinión sostendrá varios decenios después el
el de la mecánica, donde entran en juegos los gran Newton, que, rehusando publicar. sus
conceptos sugeridos más inmediatam€nte por grandes descubrimientos sobre el cálculo de
la técnica de las llamadas máquinas simples. las fluxiones 1 (inseguro sobre su valor teórico
Por lo demás, este plano tiene la ventaja de y deseoso de no dejarse arrastrar a discusiones
poderse determinar por relaciones expresa- largas y abstractas) los utilizará correctamen-
bles en forma matemática elemental, forma te en las investigaciones físicas, convencido de
que nos permite penetrar en las propie- que bastará el éxito de las comprobaciones ex-
dades más características del plano inclinado, perimentales pxra gúantizar el valor lógico
de las palancas, etc. El extraordinario éxito del procedimiento empleado.
logrado sobre este plano por la aplicación de
I E,l mútodo newtoniano de las fluxiones parte de la
las fórmulas matemáticas constituye
-según comprobación intuitiva de que las líne¡s "no se des-
el iuicio de los primeros investig¿dq¡ss- r¡¡¡ criben mediante la adición de sus prrtes, sino por el
confi.mación indiscutible del valor cognosci- movimiento continuo de puntos, las superficics por el
tivo del método adoptado, y les estimula para movimiento de lincas, etc." 'Llamendo, en gcnertl,
extender el modelo de la interpretación me- "flucntcs" a las c¿ntidadcs producidas por tales movi-
mientos continuos, Newton da el nombre de "fluxio-
cánica a todos los planos de las reláciones in-
nes" a las vclocid¿des de crecimiento de esas fluentes,
terfenoménicas. Se convierten así las leyes de pero. observa que no intcresan en si mismas, sino solo
la mecánica en los principios generales de toda en sus razon€s recíprocas. Las reglas a que obsdece el
teoria fisico-matemática del universo. cálculo de las fluxiones cuando se dan l¿s fluentes co-
rresponden a las rcglas del actual cilculo de derivadas;
f. Los desarrollos de la investigación ex- en cembio, aquéllas, prra el cálculo de las {lucntes,
perimental modificaron poco a poqo la visión curndo se dan las fluxiones, corresponden rl ¡ctuel
que acaba de mencionarse. El hecho mismo de cálculo integral.

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¿Estamos aún dentro de la tradición eucli- ceder ¿ priori un privilegio a uno respecto de
dea o nos hallamos más cerca de Herón que los demás no puede ser sino el fruto de un
de Euclides? No es fácil responder a esta pre- grave dogmatismo.
gunta, porque la concepción clásica de la geo- El criterio último, decisivo, para la adop-
metría como ciencia perfecca es aún admitida ción dc un tipo de funciones, de un grupó de
por varios contemporáneos de Newton y con- postulados, etc., será siempre, y solamente, la
tinuará su predominio en muchos espíritus experiencia. La más hermosa teoria matemá-
egregios. A su lado, sin embargo, nos hallamos tica, la más coherente, la más rica en desarro-
con algunas actitudes singulares que tienen ex- llos analíticos, carecerá de interés fisico si no
traordinario valor sintomático. Si bien falta logra vincularse de algún modo con los datos
todavía una conciencia metodológ{ca clara de empíricos.
la verdadera estructura de la matemática y 7. Lr aplictbilidad de los lenguajes mate-
de la fisica, Ia buena senda ya está individua- máticos (ya de uno, ya de otro de ellos) a la
lizada. Habrá que aprender r seguirla hasta teorización de los fenómenos es hoy un hecho
sus consecuencias extremas. indiscutible en ciertas ramas de l¡ ciencia na-
6. Hoy el físico sabe que nada garantiza tural. Para otros fenómenos, empero, la cues-
a priori la aplicabilidad, al tipo de fenómenos tión aún permanece sub iudice, y quizás aqué-
que estudia, de una determinada teoría ma- llos son justamente los más interesantes desde
temátice con preferencia a otra; por lo tanto el punto de vista metodológico.
siempre estará dispuesto --cada vez que ella En efecto: confirman lo que ya podemos
no logre la explicación buscada- a intentar descubrir mediante el estudio de la historia de
la aplicación de otra teoría. la ciencia, es decir que el uso de un lenguaje
Que cierto tipo de funciones o cierto gru- matemático constituye siempre, para cualquier
po de postulados geométricos o mecánicos teoria científica, un notable progreso en el
resulten útiles en el examen de este o de aquel rigor. O sea: emplear un lenguaje matemático
fenómeno no es para él sino una hipótesis de significa utilizar una técnica exposiriva parti-
trabajo, sugerida por el éxito ya comprobado cularmente controlada, donde cada término,
en fenómenos análogos. Ningún físico, para cada operación, cada regla, se define exacta-
aplicar determinado capítulo de análisis o mente; donde cad'a contradición surge eviden-
geometria o de cálculo de probabilidades, et- te, y cada tentativa de evadirse de ella ha de
cétera, necesita apelar al acto de fe según el revelar todos los instrumentos indispensables
cual Dios ha escrito justamente en ese lenguaje para tal objeto.
especial el libro de la naturaleza. Ensaya, y Sin embargo, todas las técnicas de las cien-
si un lenguaje no resulta útil, no se ofende ni cias de la n¡turaleza poseen algo irreducible
lo apostrofa (puede resultar útil en otras oca- a matemátita pura. Y este "algo" es la base
siones); se limita a buscar un nuevo lenguaje, fenoménica, es el llamado a'la experiencia, la
igualmente exacto pero estructurado en fbrma vinculación de las fórmulas con el dato ob-
distinta. ietivo.
Por otra parte, el desarrollo de la matemá- Esta vinculación surge a través de Ia pre-
tica más moderna ha demostrado, según ve- paración y ejecución del experimento, a tra-
remos en el capítulo IX, que no existe un solo vés de las mismas operaciones elementales im-
lenguaje matemático, como si debiera hacerse plícitamente envuelt¡s en lx determinación de
uso de él o renunciar a toda la matemática. los conceptos físicos, Extender sobre ella un
En verdad, los lenguajes rnatemáticos son mu- velo de silencio significaria desconocer la es-
chos, cada uno de ellos provisto de alguna tructura más íntima de tas ciencias de la natú-
característica peculiar gue pueda hacerlo ade- raleza. Reconocer su existencia, en cqmbio, no
cuado a un capítulo especial de la física. Con- significa aceptaúa tal cual eb, en su esponta-

t9
neidad intuitiva, sino corregirla, precisarla, quinas, de los materiales prácticos, de los apa-
pcrfcccionarlr. ratos de los artesanos. Estos ap¡ratos puditr.rn
La prrtida de nrcimiento de l¿ moderna ingresar en las técnicas cientificrs y somctcr'se
ciencir de la naturaleza aparece ligade al re- con ellas a un control continuo, a continuos
conocimicnto de qr.re la vinculación de que análisis 1' rccomposicicnes. Constitur-cron el
estamos h¡blando no constituve de por sí una punto de partida de nuevas invcsti.gacioncs y,
derrota de ta razón humana como, en cambio, a su \iez, fueron ¡rr¡strados por cl desarrollo
lo crci¡ Platón. Es dccir, aparece lig:rda al re- de estas investigacioncs.
con(jcimicnto de que lt razón humrna no La nucr'¡ scnda al¡iertl de cste rnancr¡ a la
renicga de sí misma, sino que se refucrza y se actividad humana logró t,rlcs úxicos quc ha
completa cuando intcnr¡ la consrrucción de demostrado a todos que acudir l clle signifrcr
teorias no ya dcsvinculadas cn¡re ¡bstraccio- una valorización dc l¡ raz.ón hum:rne, no un
nes puras, sino vinculedls por lr ri¡;urosl co- envilccimisnto. Los cscasos advers¡rios que htty
rrespondencir entre los pr<.,pios c()nceptos se atreven a estorbarla yx n() lo haccn en
(con sus reglas de aplicación) y los claros de nombre de la rrzón, sino en contrr dc ell,r: son
la rcalidad (con sus relacioncs empíricas). los denigredores del poder humano, son rque-
llos quc intentan sustraernos a l,r luch¡ activa
Galileo descubrió que el haccr descender los que tencmos la obligación dc emprendcr en
conceptos y los debetes cientificos dcl cielo de este mundo.
las abstracciones a la tierra concreta no equi- No obstantc todas las argumcntirciones ar-
vale a disminuir su r¿cionalidad viva. Sobre tificiales, anticientíficas, el hombre dc hoy
todo. dcscubrió que este dcscenso, cst¡ vincu- advicrte que ya no podrá renunciar a la sen-
Iación con la tierra, podía dominarse por obra de de !a ciencia experimentrl. Es la senda más
del hombrer / no constituía necesariemente idónea para la actuación dcl rci-no ccncrcto de
un hecho casual, como (,curríe con los expe- la humanided. Una renovación crític¡ dc esta
rimentos de los artesanos. cienci¡ sien'rpre podrá scr útil: srt abandono
Así fucron caycndo, uno por uno, los an- significaría una traición a lo quc constituye
tiguos prcjuicios contra el cstudio de las má- el fundrmento de nticstra civilización.

CAPÍTULO VII
t
LA CONFIANZA EN LA RAZÓN HUMANA
(Descartcs - Los iluministas)

l. En cuanto la cicncia dcmostró que podía ralczt part dominarla, trasformarla -,l' some-
inscrtarsc con éxito cn cl tipo dc investigrcio- terla al género humano.
nes quc durrnte milcnios habían qucdado rc- Pero cste programa cxigia, antc todo, que
servadas a las artcs secrctas y mistcriosas de la la propia ciencia se concibiera como una cons-
alquimia, astrología, etcétcra, t¡mbién hcredó trucción csencialmente humana, cs dccir, como
las ambicioncs dc esas artes y, cn primer tér- un instrumento creado Por nosotros Pare
mino, la de actuar sobre la marcha de la natu- nuestro uso y provecho; ya no como un ob.

40
sequio mas o menos gratuito de un intelecto car sobre un terreno totalmente mío. Y si,
superior, sino como una conquista gradual y por gustarme mucho, os muestro aquí mi la-
espontánea del hombre. Esta humenización bor como modelo, no pretendo con ello, sin
de la cicncia fue iniciada con gran energía embargo, aconsejar a nadie su imitación." Por
por los metodólogos del siglo xvrr parti- lo tanro, el nucvo método era considerado por
-en y con-
cular por Galileo, Bacon y Descartes- Descartes no como un canon absoluto que
tinuada y ampliada jactanciosamente por los debía imponerse a todo investigador, sino co-
iluministas dcl siglo siguiente. mo un ejemplo de una búsqueda de tipo nue-
Por no serme posible exponer detallada- vo que él ofrecía a los contemporáneos, bús-
mente el pensamiento de los tres autores men- queda cuya novedad debía consistir, ante todo,
cionados, y por haber ya hablado bastante en en el hecho de ser una construcción completa.
el capítulo anterior de la aportación de Ga- del hombre sobre un terreno totalmente suyo.'
lilco al descubrimiento de la nueva ciencia En este sentido asume particular significa-
experimental, me limitaré ahora a discutir do la célebre comparación del herrero; con la
brevemente la contribución metodológica de cual Descartes demuestra claramente el deseo
René Descartes. En efecto: a mi entender, la de vincular Ia labor del cientifico con la del
conccpción cartesiana necesita, más que otras, artesano y, precisamente, el propósito de va-
aclaraciones precisas, pues también ha sido, lerse de esta inscparable continuidad para po-
más que otras, redicalmente mal entendida. ner en claro el aspecto más característico para
La mayor parte de los intérpretes suelen é1, de la investigación cientifica. "Este método
presentarnos a Descartes como un convencido irnita aquellas artes mecánicas que no nece-
defensor de la validez absoluta y de la apli- sitan de auxilio ajeno, sino quc ellas mistnas
cabilid¡d universal del nuevo método que con- indican cómo debcn fabricarse sus instrumen-
trapuso al método silogistico de la vieja es- tos. Si uno deseara ejercitar una de esas arte!,
cuela aristorélica. Con tal presentación, sin por ejemplo la del herrero, y no dispusiera de
embaigo, se corre el riesgo de no advertir el las herrnmientos del oficio, al principio segu-
espíritu verdaderamente original del descubri- rxnrcnte sc vería obligado a utilizar una piedra
miento de Descartcs, es decir, el nuevo soplo drrra o algún tosco trozo de hierro como yun-
de humanidad viva que le anima en todo mo- qr¡e, tomar una piedra cotno martillo, adaptar
mento, v que constituye, sin duda, su mavor unos trozos de madcra como tenazas, v pro-
valor (valor reconocido aun por quien curxrse como puede otras cosas semejantes; v
-corno
el científico de hoy- está vx muy lejos de la finalmente, preparado todo esto, no tratará,
senda cartcsiana). en seguidr, de forilr pxr.r otros espad¡s o yel-
Si es verdad que el gran pensedor fran.:j. mos, ni ninguna de esas cosrs que se constru-
dedicó dos de sus obras principales /i¡- yen con higrro. sino que f¡bricará ante todo
gilac ad directionem ingcnii y el-las
Dlsc,, r,, martillos, vunques, tenazas y los demás obje-
del método- a la explicación de aquella nuer',r tos gue le son útiles." De manera análoga, la
senda que él había abierto, según entendír. a ciencia no es algo que pucda crearse de golpe;
la investigación cientifica, no es menos cic¡tir es uná. conguista gradual nueslra, y cada uno
que no deja de decirnos y repetirnos, con ir¡- de sus descubrimientos, en todo'caso, será vá-
labra.s mul' claras, que su intención no crl lido, antes que por su Valor intrínseco por su
'la de enseriar el mércdo que cada cual dcbe valor instrument¡l p?ra otras conquistas su-
seguir para bien ionducir su razón, sino sql:r- periores.
mente la de mostrar de qué manera yo (René 2. Dentro de este orden de ideas es neceserio
Descartes) he tratado de conducir la mia". incorporar la violenta rebclión contra la lógica
'Mi designio jamás fue más allá del propósito fsrmal (aristotélica) que proclamaron Des-
de reformar mis propios pensamientos y edifi- cartes y l,ts mejores científicos de su época.

41
Para los investigadores del siglo xvn aqublla de Ia tradición mística que dominaba en aque-
lógica se present*ba sólo bajo el aspecto de lla época; los metodólogos del siglo xvn no
un complicado aparato silogísgico desprovisto podían dejar de repudiarla, ya que sq m¿-
de con:xiones con las efectivas operaciones hu- nifestaba irremediablemente estéril ante los
manas de investigación, es dech, como una nuevos problemas, dirigidos sobre todo a au-
pesada armadura que no servía sino para suje- mentar el poderío del hornbre sobre la natu-
tar y sofocar la fértil originalidad de la labor raleza.
científica; un esgüematismo, en fin, derivado Conforme lo hemos dicho ya varias veces,
de viejos supuestos metafísicos ya superados e todo c,uanto se presenta con el carácter de una
impuesto a nosotros por algo extraño a nues- imposición extrínseca es, por definición, in-
tra mente. compatible con el pensamiento científico. En
Lalogicización de las teorías, para esos estu- cuanto la lógica formal adquirió tal carácter
diosos, no constituía un medio de adueñarnos (es decir, en cuanto pretendió imp_onersé a la
más de ellas, sino de convertirlas en algo ex- ciencia no por su reconocida utilidad, sino
traño a nosotros, revistiéndolas de piocedi- por la autoridad del nombre de Aristóteles, su
mientos artificiosos, perjudiciales para la in- fundador) se convirtió en un obstáculo para
vestigación. el progreso, y como tal fue combatida por las
"Alguno quizás se asombrará ---escribía inteligencias más abiertas y contraídas a la
Descartes- que en esta ocasión, cuando in- labor cultural. Si la situación hoy ha cambia.
vestigamos la manera de tornarnos más aptos do nuevamente, ello depende tan sólo del
para deducir verdades, unas de las otras, deia- hecho de que la lígicr ya no se presenta ante
mos de lado todos los preceptos con los cuales el estudioso moderno como un tropel de re-
los dialécticos estiman que debe dirigirse la glas silogísticas que es preciso tomar, ya ela-
razón humana. . . ; es que advertimos que a boradas, de los libros de Aristóteles, sino como
menudo la verdad se substrae a esos vínculos, un instrumento muy fino y muy variado que
rnientras que aquellos que los utilizan quedan nosotros mismos elaboramos, corregimos, mo-
atrapados en ellos." dificamos y construimos, pieza por pieza, se-
.Tomándo en consideración cuanto hemos gún nuestras necesidades.
explicado en el capitulo V, me parece opor- 3. Como consecu€ncia natural del planteo
tuno recordar que aquella misma lógica, a la programático de la labor cientifica que aca-
cual Abelardo y los demás lógicos medievales bamos de explicar se desarrolló la concepción
acúdían como precioso instrumento de inves- filosófica conocida históricamente con el nom-
tigación, era jtzgada por Descartes, y sus con- bre de <iluminismo>. Esta concepción no sólo
temporáneos, como un gstorbo meramente representa una importante tendencia del pen-
inútil. samientó que alcanzó notable gravitación en
Sería un error preguntarnos quién tenia el siglo xvlrt, sino que ¡¡i s¡¡s¡ds¡- ss
rczínt los lógicos medievales o los metodólo- uno de los aspectos más-a profundos de la acti-
gos del siglo xvn. Para jtzger con seriedad vidad científica, algo asi como uno de sus
ambas actitudes es necesario, ante todo, ubi- caracteres eternos.
carlas históricamerite, es decir, insertar la una La concepción iluminista generaliza, en el
y la otra en las respectivas épocas en que sur- plano filosófico, la confianza del científico en
gieron y se. afirmaron. 'Entonces será fácil le ra7ón, pero no la confianza de tipo meta-
comprender que los medievales no podían de- físico, fundada sobre la hipótesis, más o me-
jar de apreciar la lógica que, a sus ojos, cons- nos explicita, de que la rtzón constituya la
tituia un recurso realmente eficaz para desen- sustancia última de lo real, sino la confianza
volverse con sutiles distinciones entre los equí- de tipo operativo, fundada sobre los innume-
r'ocos, los sentidos traslaticios y las alegorías rables éxitos que el hombre ha logrado cada

42
vez que sustituyó un cornportlmiento dog- nidad, y por esta fe se les pueden perdonar
mático por un comportamiento racional; Es muchos pecados." (H. Hoffding).
une concepción en que la racionalidad no se 4. Los nombres y las obras de los grandes
admite como algo objetivo, casi como un su- iluministas franceses son muy conocidos: Vol-
premo principio de la naturaleza, sino como taire, Montesquieu, Helvetius, Diderot, d'
el principal elemento propulsor del progreso Alembert, Rousseau, etcétera. Su crítica com-
culrural de la humanid¿d. prende los más diversos problemas del-espíritu,
En el siglo xvm el impulso de b raz6n yt desde la economía a la educación, desde la
no opera sélo en el interior de la ciencia para religión a la física. A través de la gran Enci-
permitir a los investigadores la conquista de clopedia irradian su propia acción haci¿ es-
nuevos resultados; irrumpe en la ciencia del trados cada vez más amplios de la cultura,
mundo entendido en toda su amplitud de forman nuevas conciencias, alimentan orgu-
mundo cultural, civilizado, polírico. Los es- llosas esperanzas, preparan a Francia y a Eu-
piritus superiores se sienten en la obligación ropa par" la profunda renovación de la Re-
de no conservar pára sí lo que han apren- volución.
dido, de no concentrar todas sus energías en No es empero de nuestra incumbencie ex-
el desarrollo puro y simple de las verdades poner aqui, ni en sus grandes lineamientos, el
científicas, sino en el de divulgarlas de la ma- desarrollo de esta página que figura entre las
nera más comprensible para despertar, excitar, más hermosas de la historia moderna. A nos-
iluminai. No ha concluido aún Ia discusión otros el iluminismo nos inreresa exclusiva-
de una teoria'cientifice o filosófica en los ga- mente como exteriorización de un aspecto
binetes de los doctos, cuando ya se la discute fundamental del pensamiento cienrífico, as-
cn los salones yr poco después, en las calles pecto que es necesario absolutamente tener en
v en las plazas. cuenta si se quiere comprender la ciencia en
Esta vocación, que podríamos llamar 'mi- toda su real complejidad.
sionera", fue sentide sin duda con cierta inge. Seria con todo un error circunscribir al si-
nuidad yt para quien la contemple desde afue- glo xvllt la presencia --en la historia de la
ra, puede suscitar una impresión desfavorable. humanidad- de una actitud como la que
En efecto: detrás de tanto entusiasmo no es acaba de explicarse. Los estudios más moder-
difícil advertir un innegable dogmatismo, ex- nos hen comprobado, en efecto, el carácter
presión de una escasa conciencia íntima de la iluniinista de muchas tendencias del pensa-
cabal dificultad de los problemas. 'La falta de mientt. muy anteriores al siglo xvrrl; baste
preparación filosófica de las armas del pensa- pens.ir en el movimiento sofíscico-socrático en
mien-to con que se entró en la lucha no restó, la Arenas del siglo v a. C., o en la corriente
sin embargo, nada de su imporrancia a la mi- del pensamiento iniciada por Galileo. Además,
sión histórica de los hombres que iniciaron el el espíritü iluminista puede sin dudr encon-
combate. Cuando se trata de la vida se han de trarse nuevamente en much<¡s autores del si-
emplear las armas de que se dispone. Y aun glo xtx, y hoy mismo renace con grail energia,
cuando no siempre se tiene la impresión de si bic'n con algunas variaciones sustanciales.
que los filósofos franteses del siglo xvIn po- Expresa, como lo dice muv bien Banfi a
seían cabal superioridad intelectual, y aun propósito de Galileo, "el plano universal al-
cuando ellos, mediante su celosa preocupación canzado por Ia investigación científica, que
por simplificar y vulgarizar, empequeñecie- de los campos particulares . . . irradia a toda
ran ¿ veces lo grande y profanaran lo real- la realided física, como un¿ verdad infinite
mente sublime, detrás de su dogmatismo, de en progreso constante. Esto significa una tras-
la ceguera y angustia de sus menres, existía formación radicel del sentido de la vida, que
une fe ardiente 'en el progreso y en la huma- ya no se presenta predispuesta según un fina-

43
lismo ideal, sino que se revela como uni lucha aceptada antes como la más concordante con
activa en favor de la realización de un reino el dogma r.
concrcco de l¡ humanidad". iin otras palabras: No fueron, pues, las divergencias filosóficas
es Ia afirm¡ción yictoriose del hombre que, ni las científicas las que engendraron el choque
apoyándose cn las propias conquistas cientí' profundo entre el pensarnienro iluminista y la
ficas, seguro ya dcl poder de la propia razón, Iglesia católica. Su verdadera razón debe bus-
acepta v¡lientemente su lugar en'el mundo carse en el ambicioso programa de renovación
sin la ilusión de ser el 'centro natural" (es general que los iluministas prctendían extraer
decir, el ccntro por inescrutable predcstina- de su pensamiento científico-filosófico, es de-
ción del Creador), pero con la noción de tra- cir, en la carga de energía que se desbordaba
bajar con enereia revolucionaria para tras- de este pensamiento hacia todas las ramas de
fornrarlo y humanizarlo t part convertirse la vida civil.
efectiv¡rnente, por propia iniciativa y por su
denodedo csfucrzo, en el centro operarivo del
En el plano práctico, no en el teórico, tuvo
lugar el encuentro más áspero; y no por azar,
mundo renovado.
dade la energía con que los iluministas empe-
f . Después de lo que hemos dicho, en genc- ñaban su acción concreta sobre el mundo. Su
ral, sobre la actitud iluminista, es evidente que actitud científica era, como hemos tr¡tedo de
todos los movimientos que siguieron sus hue- ilustrrrlo, esencialmente extravertida de-
llas tenian que chocar, más tarde o más tem- cir, dirigida hacia el campo general de-es la cul-
prano, con les fucrzls conservadoras de su tura- y, por lo tanto, era fatel que eso les
épocr. Como en el siglo xvur las fuerzas con- lle.,':rra a luch¡r contra todos los mitos, en
servadoras se personificaban sobre todo en la ctrrlquier región de la cultura donde éstos se
Iglesia cacólica; contra clla, en particular, los anid¡ran. Su lucha fue una lucha dirigida ha-
iluministas dirigieron sus críticas. cia la humaniznción integral de la civilización
Pero hr de tenerse muy presente que, en y dc sus valores, y las zonas donde h¡llaron
verdad, no fueron las críticas filosóficas las resistencia mayor fueron, naturalmente, aque-
que determinaron la característica aspereza de llas de la vid¡ civil que hasta entonces se ha-
aquell.r polémica (la antitesis sobre filosofia bian sustraido en mayor grado al dominio del
racionalista y pensamiento cristiano es un he- hombre, al soplo renovador d,e la razón,
cho general, muy antiguo, ¡y de ninguna ma-
6. P*r dar un ejemplo de la posición ca-
nera especifico del siglo xvrn!), como tam-
rrcteristica de la mentrlidad iluminista ante
poco lo fue la imposibilidad de conciliar los
distintos dcscubrimientos de la nueva ciencia
el problema específico de Dios, puede ser
oportuno lugar de detenernos en los au-
tores más-en
con los dogmas de la religión. Respecto de esta
empeñados en la polémica antirre-
falta de conciliación considero útil observar t
que ella también debe ser considerada desde
l,Vale la pena recordar un caso perticularmentc sig-
un ángulo histórico, no desde un punto de nificativo. Hasta el siglo xvn la fe en la posibilidad
vista absoluto. La propia Iglesia vive en la de l¡ generación cspontánea estaba tan difu¡dida (por
historia, y puede, por lo tanto, transformar su cjemplo, se pensabe que las ranas pudiesen nacer del
patrimonio dogmático (o, por lo menos, mo- barro por le acción del sol). que las experiencias dc
dificar su interpreración) hasta conciliarlo Fr¡ncisco Radi, dirigidas a demostrar lo contrario, se
considcrero¡r incompatiblcs con las Sagradas Escritur¡r
con lo que a primera vista parece ser anties- y, por lo tanto, atacrdas por los teólogos. Menos de dos
tético. La alternativa de la condena del sis- siglos después (es d;cir en el siglo xtx) los pepeles
tema copernicano ofrece excelente ejemplo se h¡bian invcrtido completamcnt:: ahori los ceólogor
de cuan¡o se acaba de exponer. En algunos ca- estaban en contra dc la generación espontánea' y ctr
favor de ella csteban en cambio los materialistrs Vogt,
sos, por otra parte, el cambio es tan profundo
Hecckel, etc., que esperaban utilizarla para explicar cn
que tal vez resulte condenable le propia teoría términos natu¡¡lcs el origen de le vid¡.

44
ligiosa y que se vieron arrastrados pol e!l,r a -en su n<¡b!e brtrllx- es r.rnr fin¡lided ro-
actitudcs e-\trcm;rs-- menci<l.nrr :rlti:n otro t¡lnren¡c hurnen¡. 'r' Po. ctt.1 :.lii.rnz,r cl horn-
filisofo quc, .lun ,l¡ icnt.rcl,r indudrblemc:rte L-rs r¡o iric. LIL' r'1.r,-l¡ .ic sLl Prir:ri.i r:i-1.'1-tendcn-
haci¡ el ilr¡miirismo, afronró l:r cucsti,in.ccn ci,r, .rtlt, 1.,' siire ¡.tr'.t in1:Lr,l.l::j.: l,:n.rvide
ma\ror trrnquili<lad y cspíritu concili.rJor. e .rnti,tll-',t r ¡l l¡s l'rl'.ri:i.rs i,rr,l'¿ t-\ i cll lr pro-

Con totlo, el dcsacuerdo sustancial entrc lr ni¡ ll-risi,,ir. l-.t er:r:t.nci.r .lc I)it,s si)lr) .ii\-c p1r¡-
posición iluminist:r y la de l;r tcologia trrdi- r:r .q,rr'.rr-rtiz.rrlc l¡ s,,li.i¡: id r.l .lc iorir'¡s los seres
cionrl, cs p¡rticularmente útil para acl¡r:¡r bttclittsi pe:-o l;r lrrcIr ¡r,t.:ririj y cr]ircL'r\-x los
la novedrd del ilrrminismo. atributos Cc unr lr.rcl:.r hrin-,.ur.1. cn I.r que
Me refcriré. par¿ elegir un ejemplo entre CliJ¡ uno de nostltros nt.r!rtii.rl iili.lctos !os
los más fáciles y sienificativos, a la posición irru¡tios dcbcrcs, I rs plor-. i.i. i!.|.rr,i.ibil idxdr.s.
de .John Stuart Mill, que, si bien vivió en el el propio intcr'/-is t rrndrmcni,,l.
siglo xtx, se mantuvo al problemr de f)e lr :rntigu:r :'cligii,n. crrn <,r'c pr,,hlcmas
Dios- más próximo-f¡s¡¡c al pens:rmiento cle los metrf ísicos rcspcct() clc lr rr.r, -'.-'rCencir. tle lo
iluministas quc al de l:rs filosofías ochcccn- abs..-,llrto, puecir-' ci:cii-sc iluJ l!r) h.r .-,rrc.J.rJo 1'a
tistas. Mill no nicgn, por principio, l:r existcn- n¡de. El ilunrinismo lr¡ c.rnfirr;.¡rdo unr vcz
cia de un ser supremo, sino que se limita a más su c¡rrrctc'. tot¡lme ntc hurn,rno, I logran-
estudiarlo de la manera más rigurosa en su! do humaniz¡r hrstr el cr)¡1cr-pro dc ser supre-
relaciones con el mundo. Y como los aconce- mo!
cimientos del mundo resultan, ante el examen 7. Quien examine, dcsdc rrn punto de vist,r
de un observador atento y honesto, evidentc- actual, los .grlndes tem¡s clcl iluminismo J'l
mente irreconciliables con el dogma rr¡dicio- siglo >llllt no ¡od¡¡ dej:rr dc scntir, como ya
nal del infinito poder v de lr infinitr bondrd he dicho, cierto fastidio nnte c! inqenuo opti-
del Creador, rechaz.a (sin ninguna preocupa- mismo de que cst¡ rendencia a1'rlrcce total-
ción metafísica) el primero de los dos atribu- mentc imprctnada. I-a cxccsiv¡ confirnza en
tos y conserva sólo cl scgundo. que se fund¡ l:¡ actitud iluministe tiene, en
Por r¡zoncs de espacio no pueclo derenermb efccto, aleo dc innegabl'.mente dogm:irico, y
e exponer la argumcntación precisr, v sin pre- nin¡runa filosofia serie pucde :rbrigar la ilu-
juicios, con quc Mill dcmucstra la insanable sión de logrrr su justificación.
contradicción entre el curso dc los sucesos más Pcro si no se Io pucde justificar, se lo debe
ordinarios del mundo naturírl y humano y la sin emb:rrgo comprcnder: sc"csplic:r como ma-
hipótesis de un Dios omnipotente e infinita- nifestación de lá exubcranci:r iuvcnil c{el pen-
mente bueno. Para mí el punto más caracte- srmiento hurnlno. cldrr vcz mis os¡do ante los
rístico es la conclusión lograda por Mill: Dios admirablcs óxitos dc l:r invcstigrción cicntífi-
existe, es bueno, pero precisamente por dis- ca, 1, cotcicntc de tencr ante sí inmensos
poner de un poder limitado neccsit¿ absoluta- crmpos que c\plomr y \:ílstos debcres que
mente de l¿ colaboración human¡. Surge asi cumplir.
fundamcntal en el gran clrrma cós- El postulado de l¡ infabilided de la razón
mico- la obra -hasta
dccisiva dcl hombre. El Dios no erxr sin dude, mis que una fe, no muy
de Mill no cs un 'principio del mundo", sino distintr, teóricanente, dc la fc reli.giosa en un
un ser totalmcnte inserto en el mundo, como mundo trasccndente, gonti¡ la cual combatía
lo están los demás seres y, en ptrticular, esos con jrctancios:r er¡'os:¡¡rcia. Pero en la l¡rbor
preciosisimos colaboradores de Dios que son concrctír dc los iluminist¡s l,r nuevr fc sc con-
los hombres. vertí¡ en una fuerza muy eficaz, tcnazmente
Profundiztndoel examen se ve luego que el dirigidr a iluminar y dirigir el mundo.
veidadero centro de esta lucha no es Dios, sino ¿Qué significa la palabra 'razón"? Seríe
el hombre, puesto que la finalidad de arnbos inútil exigir al iluminismo una respueste a
,+,
este pregunta. En verdad, tampoco llega a bre, no es una fuerza que debemos implorar
plantearse la pregunta. Lo cual no le impidió, a seres superiores. Constituye lo que hay de
sin embargo, hacer cumplir notables progre- más profundamente humano en nosotros, y
sos a la raz6n, del mismo modo que el desco- iamás nos dejará de la mano si sabemos movi-
nocimiento de la naturaleza de la poesia no lizar con toda sinceridad nuestras energias, siJr
impide en modo alguno la composición de titubeos, sin términos medios, sin detenernos
poemas admirables al poeta sinceramente ins- ante ningunabtrrera exterior. Cuanto mayor
pirado. sea el empleo que hagamos de la razón, tanto
Si en una época de desarrollo científico ma- más completo será el conocimiento que de
duro la reflexión crítica es indispensable tanto ella adquiramos.
al matemático, al físico y al biólogo, como al Al proseguir coherentemente el camino
filosofo, puede resultar un estorbo para quien abierto por el iluminismo, el pensamiento
se halle empeñado en los primeros pasos del científico logró hoy, como veremos,'una con-
largo y duro camino de la ciencia. Cuando las ciencia crítica que a primera vista puede con-
técnicas especiales son aún inseguras, conviene trastar netamente con la juvenil eonÍianze
arriesgarse con ellas, poner concretamente a inicial. Calando más hondo en las cosas, ad-
prueba su eficacia, confiar en el primer im- vertiremos, sin embargo, que en realidad no
pulso, en lugar de esterilizarse en un examen existe tal contraste; la conciencia de hoy no
demasiado'arduo y delicado de los fundamen- es sino el desarrollo de la energía de ayer.Lt
tos. Nada más expresivo, en esta etapa de lr herencia legada por el iluminismo no es pasiva!
investigación, que la célebre frase atribuida a en efecto, no es un conjunto sistemático de
d'Alembert: "¡Proseguid y la fe vendrá!" És- dogmas, sino una fverza de propulsión in:
ta puede elevarse a la condición del carácter vencible. Si la confianza, inicial de esta fverza
general del pensamiento iluminista: proseguid, pudo parecer el fruto de una actitud dogmá-
tened fe enlt raz6n, y lt razón os demostrará tica,, la fecunda capacidad operativa que r€-
con sus mismos éxitos el poder infinito que veló garantizahoy su plena eficacia en el ám-
encierra. bito de los valores relativos de que el hombre
Lt rtz6n no es algo que trasciende al hom- dispone concretamerite.

CAPÍTULO \/III
t
EL PELIGRO DE TRANSFORMAR LA CIENCIA EN METAFÍSTCE
(Et positivirmo)

l.
Durante el siglo xrx logró prevalecer en nere clar.t el núcleo más vivo del iluminismo.
gran part€ de los filósofos y de los científicos Nos proponemos ilustrar ahora esta nueva in-
(no en todos, como lo veremos en el capitulo terpretación y subral'ar sus grayes peligros.
siguiente) una interpretación del pensamiento Conforme lo hemos mencionado ya, la con-
cientifico que si por un lado se vinculaba con fianza iluminista en l¡¡ ciencia se fundaba en
concepciones y esperanzas del siglo anterior' el supuesto de la capacidad indiscutida, de la
por el otro terminaba por contradecir de ma- razón humana, pere desentrañar la estructur¡

16
profunda de los fenómenos. Es cierto que el ron leyes naturales c:rdr vez más eenerales,
iluminismo, en \ez de detenerse sobre las im- convencidos de que la tarea últime de la in-
plicaciones metafisicas de tal supuesto, prefe- vestigeción cientifica era, precisamente, la de
ría insistir sobre el aspecto humano, operativo, captar los principios constirutivos del univer-
concreto, de la razón (también dijimos que, so. Fruto dc tal mentl!idad son lls conocidas
a nuestro entender, éste es el aspecto mejor de {ormulaciones de los grendes plincipios d'e
la actitud iluminista); pero también es cierto conservación de la mlteria, de conservación
que la carencia de una justificación del poder de la energía, de evolución, etc. Aun abri-
de la razón constituía un punto bastantc dé- grndo la ilusión de no sufrir ningunr influen-
bil y una posible fuente de no leves equír'ocos ci¡ de la metafísico, csos estudiosos eceptaron
filosóficos. dogmáticamente, como realidad última de la
En verdad, el problema había sido afrontado naturaleza, el modelo que de ella habían for-
con gran profundidad filosófica jado sus propias construccio¡es científicas.
en el siglo.xvrll- por Immanuel-justamente
Kant; pero Hoy esos mismos principios se conciben
su pensamiento careció de influencia decisiva como leyes fundamentales que poseen una
hasta el siglo xrx. Sin detenernos analítica- función normativa muy importante en el ám-
mente en é1, bastará recordar que Ia crítica bito teórico y experimental, pero, por eso
kantiana, desarrollada y acaso parcialmente mismo, susceptibles de todas las precisiones
disfrazade por los idealistas, cortdujo a une críticas, ampliaciones y transformaciones que
concepción de la ciencia que puede resumirse cartcterizan el desarrollo histórico concreto
así: nuestra r^z6n logrx captar la profunda de las ciencias construidas por el hombre. Fn
estructura de los fenómenos porque coincide cambio, durante el siglo pasado no se esta-
con el principio racional constitutivo del uni- blecía ninguna distinción entre el modelo
verso. En otras palabras: la garantía filosófica científico y la realidad; no se tomaba en
del poder cognoscitivo de la ciencia reside en consideración la dialéctica interna de las teo-
la identidad dela razón humana se hace rias, su continuo proceso de modificación
-que con
explícita en la investigación científica- autocrítica, profundización de los propios
le razón universal que constituye la base mis- principios; en una palabra, se confundia el
ma del mundo. conocimiento científico real con el conoci-
Admito, con la más reciente historiografia miento metafisico ilusorio.
filosófica, que este concepción de la reciona- 2. Ya el desarrollo del pensamiento griego
Iidad podemos llamar G¡e¡¡i¡¡i6¿r'- habia demostrado la formación de la
-que no sólo las escuelas idealistas
haya dominado filosofía platónica -con
y su'influencia sobre am-
poskantianas, sino también, pero con ctra'c- plios estratos de investigadores (sobre el mis-
terísticas distintas, gran parte de las corrien- mo Euclide¡, por Io menos dentro de ciertos
tes positivistas que se desarrollaron en el si- límites, según lo vimos en el capitulo terce-
glo xx. Me parece que desde Fichte hasta ro)- Ie existencia en la mente humana de
Hegel, desde Comte hasta Spencer, todos los una irresistible tendencia a revestir de carácter
pensadores más representativos del siglo esta- absoluto las proposiciones científicas, el cual
ban convencidos de que la ingenua y dogmá- es, en verdad, totalmente ajeno al desarrollo
tica fe iluminista en la razón podía justificar- de nuestras investigaciones efectivas.
se, en un plano superior al operativo, por la Pero los griegos se habían limitado a in-
rustancial compenetración de la realidad con tentar este revestimiento en una sola rama
la racionalidad. Y es interesante observar que de la ciencia propiamente dicha (es decir, de
también los físicos, los biólogos, etcétera, se la ciencia distinta de la filosofía); en otras
dejaron guiar, en sus iespectivas ciencias, por palabras, en la rama matemática, única que en
une concepción anóloge fr por ende, busca- Ia antigüeded había logrado un nivel seria-

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mente riguroso. Tentativas semejantes En cuanto al primero de ellos, ya dijimos
-ya€n
la época moderna- no demoraron en mani{es- que la tentativa de interpretar la ciencia 'en
tarse también respecto de las dcmás ciencias, .sentido absoluto guarda relación con la fallida
en cuanto éstas alcanzaron una madurez seme- distinción cntre principio cientifico y princi-
jantc. Fsta tendencia constitu,ve, a mi enten- pio metafísico, entre función reguladora del
der, un gravisimo peligro p:,ra el pensamicnto primero y pretendida función productiva del
humano, tsnto más amenazador cuanto que segundo (como es sabido, según la filosofia
parece irresistiblcmente vinculado cón cicrto tradicional, cl principio metafísico sería el
grado de desarrollo de la ciencia. Es dccir: sustrato de donde surge la realidad).
en cuanto ésta adquiere conciencia de su pro- En cuanto al segundo, es decir, a la univer-
pia autonbmia f¡ente a la'metafisica, parece salidad de las proposiciones, la tentativa de in.
sin embargo fatal que tienda a atribuirse csos troducir en la ciencia l¿ universalidad de
mismos caracteres que antes se atribuían úni- la metafisica sólo pudo nacer de un equivoco;
camente a las construcciones metafisicas. Es es decir, de la confusión entre universalidad
como si se temiera confesar su carácter de y generalidad. En otras palabras: se trata de
técnica en continuo desarrollo-, de complejo atribuir a las proposiciones cienríficas una
teórico-experimental determinado por su mis- generalidad siempre mayor, con la esperanza
ma historia de verdad esencialmente humana, de que, en el límite, esa generalidad se tras-
relativa y siempre retocable. Surge así un formara en la antigua universalidad de los
resultado hibrido que no es ni ciencia ni me- metaf isicos.
tafisica, sino una infeliz combinación de En verdad, empero, cuanto más se genera-
ambas. lizaba una ley, tanto más se estaba obligado
Este peligro hizo sentir toda su gravitación ¿ renunciar a la exactitud de su siggificado;
especialmente en el siglo xlx; más entonces que en mayor medida se debia acudir a la analo-
en los siglos anteriores y, también, más gía en su demostración. O sea: más se alejaba
que en la época actual. Podría encontrarse, de lo efectivamente verificable y más se per-
ante todo, en las llamadas "filosofías de la dia, por lo tanto, el contacto con la busqueda
natvraleza" de tipo idealista (Schelling, Hegel, viva del laboratorio, con los problemas con-
etcétera) ; pero para quienes se ocupan como cretos que habían constituido la verdadera
nosotros del pensamiento cientifico cabal y fuerza y la máxima fuente de satisfacción pa-
verdaderor'esta confusión entre ciencia y me- ra los iniciadores del pensamiento científico
tafísica, revelada por las vagas e imprecisas moderno.
filosofias de la natutaleza, es un hecho de En lugar de continuar la humanización de
escasa importancia. Nuestro interés debe diri- la ciencia iniciada en el si-
girse a las concepciones de los científicos o de glo xvlr-r,-humanización
la mentalidad positivista trató de
los filósofos-científicos que pretendieron ex- hacer revivir en la ciencia, casi sin modifica-.
presar, en esa misma época, el máximo rigor ción, las mismas exigencias en cuya virtud los
cientifico. Ahora bien, es un hecho incontras- antiguos pensadores habian creado la metafí-
table que también estas concepciones sica. Temióse, casi, vincular la ciencia con la
-preci-
samente las llamadas'positivistas"- aparecen realidad del hombre concreto, gue esforzada'
profundamente, teñides de metafisica, no obs- mente la elabora y gradualmená la desarrolla
tante su' aparente polémica antimetafisica. y perfecciona; prefirióse hacer de ella un mito,
Paraconvencerse de ello baste recordar los dos' sin advertir que los defectos de la antigua me-
caracteres netamente metafisicos que los po- tafísica se vinculaban precisamente con esta
sitivistas intentaron introducir en le ciencia: forma mitológica de sus concepciones, ¡ro con
el carácter absoluto y la universalidad de las el contenido particular de los distintos mitos.
proposiciones. 3. Llegado 'a este punto, preveo una ob-

,+8
jeción. ¿Cómo puedo ecuser de rcndencia do sostener que tales preguntas carezcen de
metafisica a la filosofia positivista, si ésta significado científico; sólo quiero subrayar
realizó el máximo esfuerzó para deparar el que no pueden tenerlo mientras se mantengan
propio lenguaje de algunos de los más anti- en lo vago y en lo genérico. En otros términos.
guos y equívocos términos metafísicos como, para p¡sar del nivel metáfísico al nivel cien-
por ejemplo, el de causa? tífico no basta sustituir la palabra ocausa"
La respuesta no es difícil. Efectivamente, por, la'palabra 'ley"; es necesario precisar el
el concepto de causa fue eliminado por Comte, sentido dc los términos, delimitar el ámbitc
pero en su lugar fue introducido el concepto de la pregunta, vinculándola directamenre con
de ley, entendido en sentido tan escasamente determinados medios de verificación. Si-di-
crítico que, bajo su bandera, se colocaron gamosJ se quiere discurir el valor del meca-
casi todos los equívocos que la metafisica ha- nismo, es necesario dar, ante todo, una defi-
bía legado e la noción de causalidad. nición clara de éste, por ejemplo, la siguiente:
Uno de los aspectos más incomprensibles 'Es mecanicista toda teoria que reduzca la
de Ia causalidad era el carácter necesario del explicación de los procesos naturales a mode-
vínculo que afirmaba. Y bien: ¡este carácter los mecanismos." Pero en seguida surge la
reaparece indéntico en el concepto positivista pregunta: ¿en qué sentido entendemos el tér-
de ley! Se recuerde la crítica de David FIume mino 'mecánicos"? ¿Es 'mecánica" solamente
a la'noción tredicional de causa, pero no se la teoria newtoniana de las fuerzas de la gra-
advierte que la necesidad de la ley es tan in- omecánicas"
vedad o son todas las teorias que
justificable como la de la relación causal. expresan sus leyes mediante cualesquiera ecua-
Otro punto débil de la antigua concepcción ciones diferenciales? Hoy podríamos preci-
met¡fisica de causa era la carencia de una sar: ¿'son mecánicas" también las llamadag
escrupulosa precisión de su significado. Los mecánicas modernas: la mecánica cuántica,
positivistas son claros, sin duda, al denunciar la relativista, etcétera? Pues, ¿de dónde resul-
el c¡rácter equívoco del término, por ejem- t*ía le superioridad de una respecto de las
plo, al acldrar la diferencia existente entre el otras? ¿No se oculta aquí cierto peligro de
sentido con que puede hablarse de causa en la que la palabra omecanicismo" no tiende sino
relación entre un fenómeno y otro, y el sen- e enmascarar el reconocimiento de un mayor
tido con que se hebla de ocausa primera" del valor racional de los conceptos cientificos más
mundo; pero no advierten que el mismo cerác- antiguos (como los de masa, fuerza, movi-
ter plurívoco puede encontrarse de nuevo miento) respecto de los más modernos (carga
en el concepto de ley, si se lo emplee como eléctrica, probabilidad, entropía, etcétera)?
concepto general. En una palabra: no tienen Sin sostener que ocurra siempre así, es necesa-
le valentía de dar-el salto completo, refiriendo rio reconocer con franqueza que el peligro
el concepto de ley lo, pro".ros ope.ati"os, de equívocos dd este tipo estí -oy iif,ttr-
" sentido preciso (pro-
únicos que pueden darle dido; y debe combatírselo con la mayor ener-
cesos operativos que resultan, con todo, dis- gía, pues constituye una rémora implícita
tintos de un tipo de ley a otro, y que aclaran, para la renovación de las teorías científicas,
con esa diversidad, lo infundado que resulta es decir, para el libre desarrollo de la in-
cualquier tentative grosera de unificación). vestigación.
Y así vuelven, encuadrados en el concepto 4. Los'positivistas acostumbraban a hablar
de ley en vez de estarlo en el de caus¿, los a cada rato de leyes naturales, de experiencia,
mismos problemas muy generales debatidos de ciencia. Pero es fácil convencerse de que
inútilmente por los metafísicos durante un trataban todos estos conceptos con escaso es-
milenio: ¿determinismo o indeterminismo?, píritu crítico. Ya lo hemos comprobado res:
¿mecanismo o vitalismo?, etcétere. No preten- pecto del concepto de 'ley"; ahora observa-

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remos que un carácter de generalidad aún tradicionales (de .'absoluto",'divino", etcé-
mayor se encuentra en el concepto positivista tera) iustamente Porque no sabía, despren-
de 'experiencia" o de 'hechos empiricos". derse del caricter abstracto de la filosofí¿ de
ohablaba" de
No vamos nosotros a negar la importancia peor tradición. En una palabra:
oexperiencia" en los experiencia, pero no se sumergía concreta-
del factor Procesos cog-
noscitivos, pero es evidente que este factor se mente en ella; "hablaba" de investigaciones
determina á. ttte distinta en los di- científicas fundadas,sobre hechos, Pero él mis'
-"ttera
versos campos de investigación (por ejeinplo, mo no realizebt ninguna efectiva investiga-
en la fisica, en la psicología, en la sociologí¿). ción de laboratorio.
Pretender insertai estas maneras en una sola Por lo demás, el propio concePto de ciencia
cetegoría es, pues, une Pretensión e-quívoca era, entre los positivistas, algo enormemente
qoe la incapacidad de captar las dife- impreciso, Exaltaban continuamente la supe-
"*pt"t"
rincias existentes entre los métodos de veri- rioridad del conocimiento cientifico sobre
ficación utilizedos en un campo de'investiga- todos los demás tipos de conocimiento' Pero
ción y los utilizados en otro, el distinto grado no se planteaban la pregunta: ¿qué distingue
de intersubjetividad, y así sucesivamente. al uno del otro?
Ya Galileo había comprendido muy clara- En este sentido su dogmatismo resultaba
mente la importancia de saber provocar los particularmente nocivo, pues en esos mismos
oleerlos" de
fenó'menos, saber v¿riarlos, saber años se estaban afirmando precisamente otras
una manera en lugar de otra (es decir, inser- muchas disciplinas o subdisciplinas nuevas,
tándolos en un lenguaje con preferencia a que aspiraban al nombre de ciencias (desde le
otro; por ejemplo, en un lenguaje puramente termología al electromagnetismo, desde la es-
cualitativo o en uno esencialmente cuantita- tedística ada psicología experimental, para no
tivo), saber rectificar' con instrumentos más mencionar la filologia, la lingüistica, etcétera).
o menos complicados (digamos, con el ante- ¿Debíase o no concederles el derecho que re-
ojo), las impresiones inmediatas de los senti- clamaban? Por otra parte, el desarrollo siempre
dos, etcétera. Ante esta rica ramificación de la creciente de la industria favorecía la forma-
búsqueda concreta en el laboratorio, ¿con q-ué ción de nuevas ramas de ciencias aplicadCI y,
detecho se pretenderá atribuir e todos los por lo tanto, era urgente decidir hasta dónde
hechos un modo igual de existencia y consi- esas investigaciongs prácticas debíen o no con-
derarlos indiscriminadamente como realidades siderarse, t¡mbién ellas, seriamente científicas.
últimas, absolutas, intangibles? Sin embargo, No sólo eso: la propia relación entre le ciencie
la actitud de los positivistas ante los 'hechos" del físico y la técnica del ingeniero reveleba
giraba precisamente alrededor de esta intan- una complejidad cada vez mayor. En efecto,
giUilia"a. No era.l¿ actitud del operario que por un ladg era evidente la dependencia de la
Je tl trozo de madera o de metal para técnica del ingeniero respecto de los descubri-
"""t""
trabajarlon plasmailo, transformarlo; sino la mientos científicos, pero, por el otro, no podía
del salvaje que se inclina per.a edorat. negerse que, a menudo, los descubrimientos
"El hecho tiene realidad de por sí -<scribe científicos aparecían precisamente condicio-
por ejemplo Roberto Ardigó-. Una realidad nados en form¡ íntima por los progresos técni-
inalterabie, una realidad que estamos obliga- cos. ¿Qué significado debía atribuirse enton-
ociencia", c*tcteñzeda en tel
dos a aceptar, tal cual está dada, tal cual la ces a-la palabra
enconffa;os: es absoluta la imposibilided de situación por un desarrollo tan tumultuoao
añadirle o de quitarle nada. Por lo tanto, el y caótico? ¿Con qué derecho los positivistas
hechb es divino." Leyendo estas palabras ocu- pretendían hacer palanca sobre un- té-rmino
rre espontáneamente Pensar que Ardigó se lan equívoco como ociencia", para-hallar fi-
veía en h obligación de acudir a loa atributos nalmente una solución única y définitiva ¡ las

t0
viejrr c intrinc¿das discusiones de lo¡ filósofoc? de les rel¡ciones entre un esl¡bón y otro de la
l. Las relaciones entre l¡s distint¡s cicnci¡s gran cadena; el claro rcconocimiento del valor
fue uno de los problemas más discutidos du- dc cada descubrimiento, que resulta del hecho
rane el período positivista.'Las tentativas p¡re de que éste constituye el instrumento indis-
lograr una solución están representadas por pensable en les investigaciones sucesivas ('los
los muy conocidos esquemes de clasificación resultados científicos de una ciencie se tras-
de las ciencias. forman en los recursos lógicos de otra"), et-
La primera y más célebre de esas clasifica- cétera. No obst¡nte, no es posible oculmr la
ciones es la de Comte. Se fundeb¡ sobre cri- peligrosa abstracción del esquema y su carác-
terios teóricos e históricos. En efecto, disponia ter irreconciliable con el verd¡dero desarrollo
l¡s ciencias en un orden que iba de l¡s ciencias del pensamiento cientifico. ¿Quién nos ta-
más simples (la matemática) a las que eran rentiz que las ciencias fundamentales sean
ceda vez más complejas, orden que, confir- verdaderamente es:ur seis gue considera Comte
m¡do por lo menos consideraba Comte- y no otras? Por ejemplor ipor qué la astrono-
-esi
por la correspondiente fecha de nacimiento, mía ha de ser más básica que la mecánica y
debia ser posterior el descubrimiento de las no éste más que aquélla? ¿Dónde deberán
ciencias que, por tener un objeto más corn- insertarse las nuev¡s disciplines que, por todas
plicado, estaban obligadas a utilizer en su pertes, apremian para obtener el titulo de
desarrollo los resultados de las ciencias más ciencias? ¿Cómo deberá iustificarse l¿ influen-
simples. cia ejercida tan a rirenudo obscrvada-
Sobre el fundamento de estos criterios,
-y superiores
por las ciencias sobre las llamadas
C-omte imaginaba la disposición de las seis inferiores?
ciencias fundamentales en el siguiente orden El problema de la clesificación de las cien-
jerárquico: l) matemática, dedicada a estu- cias preocupó, después de. Comte, a los más
diar el más elemental de los factores que cons- autorizados representantes del positivismd del
tituyen el mundo: la cantidad; 2) astronomía. siglo anterior (Spencer, Mill). Sin embargo,
que a la cantidad agrega el movi¡niento; 3) toda tentativa por encontrar una solución
física, que a los factores anteriores agrega las definitiva se reveló prácticamente inadecuada
propiedades mecánicas, térmicas, luminosas, y de ahi que los mejores y más modernos es-
eléctricas, etcétera, de los cuerpos y que estu- rudiosos tiendan hoy a reconocer que ese pro-
dia los fenómenos que no rlteran la neturaleza blcr-na estaba mal planteado. En efecto: adop-
de las sustancias; 4) química, que estudia en taba la forma de un problema de relacioneg
cambio., estas alteraciones de la sustancia; t ) cntre los resultados de las distintas ciencias,
biologir, que considera como objeto propio micntras que debió limitarse a estudiar las re-
de investigación los seres vivos, que añaden l¡ciones entre tps lenguajes científicos y las
una organización a l¿ materia bruta; 6) so- técnicas de investigación. El vicio original ra-
ciología, gue considera las relaciones entre los dicado en su base era !a prcrensión inconfesada
seres vivientes, y que por lo tanto comprende de iplicar al pensamienio científico una cate-
l¿ economía, la moral, el derecho y, sobre goria característica de la vicja merafísic¡: la
todo, el estudio de las leyes que regulan el' sistematización absoluta, la absolutr coheren-
curso de la historia. cia lógica de las investigaciones. Fn cambio, la
Algunos méritos de le clasificación que aca- historia humana, en su carácter concreto, de-
b¿ de mencionarse son evidentes: la unidad muestre que el pensamiento científico se ra-
entre les distintas cienci¿s que, ¿un dentro dc rnifica en nuevas formas relacionadas con
l¡ diferencia de los objetos relativos z ceda innumerables circunstancias, de hecho no pre-
invertigación, terminan --*gún C.omte- por visibles ni sintentizables en una única fórmule
form¡r un único árbol indivisible; le scncillez a prbri. La prctensión de dcscubrir una cl¡si'

'L
fic¡ción de todas las ciencias, sin advertirlo, critico exigíe el empleo de nuevos camiaos,
tendia e detener aquel desarrollo y a circuns- que el viejo positivismo, irremediablementc
cribirlo entre limites preconcebidos, y de ahí dogmático, no habí¿ sabido emprender. Sin
su fracaso, de ahí la imposibilidad de dar con embargo, alguna mención de estos nuevos ce-
una solución que no fuera irremediablemente minos pueden ya encontrarse en el propio si"
dogmática. glo xo<, no tanto en las discusiones generale
6. Si el positivismo del siglo xur fracasó de los filósofos (positivos o no) cuento er
completamente en su objetivo, logró sin em- las particuleres de los científicos. Estos, en
bargo aclarar la importancia, filoséfica tam- verdad, se vieron obligados, por las mismas
bién; del pensamiento cientifico. En efecto: exigencias de su labor técnica, a revisar el
demostró que toda filosofía seria debe refle- fundamento y el valor de las propias teorías
xionar muy escrupulosamente sobre la estruc- (matemáticas, físicas, biológicas), así como
tura de las efectivas investigaciones científicas, el significado de los conceptos de ley, ciencia,
pues no tendria sentido discutir en general y hasta de demostración. Fue precisamqnte
el problema de nuestra capacidad cognoscitiva, esta revisión, con sus enormes desarrollos, la
sin previo exem€n crítico preciso de todo que dirigió el pensamiento científico hacia
cuanto la humanidad logró alcenzer concreta- su íntima conciencia plena, que constituye
mente en el deserrollo de la ciencia. hoy su mayor mérito y su ceracterística más
Sin duda, le realización de este exemen destacada.

CAPTTULO Ix

LA NUEVA METODOLOGÍA

1. En los primeros capítulos trat¿mos de como ejemplo típico de una ciencia racional
explicar el proceso a través del cual se formó, perfecta. Es cierto que no todos sus axiomas
entre los antiguos griegos, el lenguaje exac- parecian demostrar la misma evidencia, pero
to de la matemática (que logró un grado existía la convicción de que aun el más dis-
de particular perfección en los Elementos de cutible de cllos (es decir, el quinto posrulado
Euclides). Y tratamos de aclarar cómo en es¡ de Euclides) habría podido reducirse a una
formación se. superpusieron dos influencias verdad más segura.
distintas: la de la critica sofístice y la de
Platón. O sea: mientras la primera tendía a ¿Qué afirma este postulrdol "Si dos rectas cortad¡s
presentar la matemática como una técnica por una transversal formen ángulos coniugados no su-
plementarios (en la figura los ángulos c y p) ambas
particulermente eficaz en la investigación de
rectas se cortln en el semiplmo respecto dc l. trans-
un determinado grupo de nociones, la segunda
versal que contiene los ingulos coniugedos cuy. sumt
tendía en cambio a interpretarla como un cs inferior a l80o (o menor de dos recrrs)." (Tradu-
seber absoluto. cido por Enriques Amaldi.)
Durante casi dos milenios prevaleció la in- Si, cn cembio, h suml dc c * p es 180o, la¡ dos
fluencia de Platón, y la matemátice --'+obre rectas serán prralclr. C.omo inmedi¡tamente sc dcducc
todo la geometría elemental- fue considerada dc él quc oor un punto cxterior de un¡ rectr r p¡s¿ una

t2

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