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La Navidad es una de esas fechas donde pareciera que todo o casi todo ha sido dicho
ya, lo cual, en parte, es cierto.
Pero no por cierto es que podemos dejar pasar esta fecha sin que nos demos cuenta de
lo que estamos festejando, porque en una sociedad tan atada al consumo, parece que la
Navidad es sólo una oportunidad donde nos vemos casi obligados a consumir más que
en otras fechas, primando el tener por sobre todo lo demás.
A la gran mayoría de los que festejan la Navidad se les escapa por completo el
acontecimiento que dio nacimiento a dicho festejo, quedando el hecho divino de la
encarnación de Cristo como algo que difícilmente la gente ligue a esta fecha, mostrando
así el desconocimiento completo de lo que debiera ser la razón y el corazón de la
Navidad.
La Navidad es la llegada de todo el bien que Dios deseaba hacerle a una humanidad
necesitada de dicho bien. Por más auto suficiente que la humanidad se crea, desde la
perspectiva de la eternidad, es desdichada, desnuda y pobre, carente de todo lo que
pueda conducirla al bienestar verdadero y a una relación gozosa con la deidad.
Despreciar, ignorando, el regalo de Cristo llegando a nuestro mundo para compartir
nuestra experiencia humana, enseñarnos, dejarnos ejemplo y, sobre todo y ante todo,
para morir por nuestros pecados, hacer a un lado ese regalo es condenarnos a una vida
que apenas merece el nombre de tal.
Navidad es la llegada del Hijo de Dios a los hombres para ser su Salvador y Señor. Es el
hecho que abre las puertas para la salvación de todos los hombres y mujeres que crean
en él y lo reciban para llenar de sentido sus vidas, darles vida abundante y eterna y
llenarlos de una felicidad que vas más allá de lo que podamos experimentar fuera de él.
Para aquellos que hemos tenido nuestra Navidad, es decir el momento en que Cristo
vino a nuestros corazones, podemos decir que la luz llegó a nuestras vidas, que fueron
totalmente cambiadas por su llegada.
Hoy Cristo puede venir a tu vida también, para que compruebes por vos mismo que él es
realidad y que la Navidad no es un feriado más, sino que es el festejo del momento
donde la eternidad tocó la historia para hacerse carne por amor por cada uno de
nosotros.
En esta fiesta, ojalá que puedas festejar y pasarla bien, pero siempre tomado de la mano
de Cristo, el regalo que Dios te ofrece para tu bienestar.