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que se reuniera en Jerusalén; y era una jactancia de los rabinos la hospitalidad de los
judíos de Jerusalén, que, a pesar de las ingentes multitudes, nadie podía decir con verdad
a su compañero, «no he hallado en Jerusalén un hogar en el que asar mi cordero pascual»,
o «no he hallado en Jerusalén una cama en la que echarme», o «mi morada en Jerusalén
es mezquina»»
Es una lástima que el recién nacido Jesús, no haya encontrado un lugar en el mesón
donde quedarse, donde terminar su viaje. La razón la conocemos, había mucha gente
viajando con motivo del empadronamiento. Pero, ¿no se jactaban los rabinos de la
hospitalidad de los de Jerusalén?, ¿cómo es posible que todos haya encontrado un lugar
donde desatar sus sandalias, donde desempacar sus maletas y quedarse, y que Jesús el
Salvador del mundo no haya encontrado alguien dispuesto a recibirle? Quizás todos
estaban ocupados y preocupados en hacer los preparativos para el día del
empadronamiento. Quizás todos estaban atentos a sus propias preocupaciones, y nadie
se dio cuenta de que Jesús estaba buscando un lugar donde quedarse. Quizás había
fiesta y reencuentro de parientes que venían a empadronarse.
Todos los lugares de alojamiento estaban ocupados. Que desesperación habrá sido
para José y María. María embarazada, pronto a dar a luz, y no había lugar dónde
alojarse. Belén, a causa del censo, estaba repleta de gente, pero muchas de ellas no
sabían que iba a acontecer un evento mucho más importante que el censo.
Hoy podemos decir que en estas fiestas, tan ocupadas y llenas de otros significados, la
gente se ha olvidado de preparar lugar para recibir a Jesús. Nos ocupamos de la comida,
los regalos, de los invitados, de la ropa que vamos a lucir ese día, de llegar a tiempo a
las tiendas para hacer las compras de última hora, de ver que nos den el tiquete para
cambio… Tantas cosas en que nos ocupamos que llegamos a recrear el ambiente al que
vino Jesús a nacer. Jesús vino y nadie le dio un lugar cuando llegó.
Algo similar ocurre en las celebraciones de navidad. Hay lugar para todos y en las
mesas hay de todo, menos para el nacimiento del Salvador. Las mesas están muy
ocupadas así como los alojamientos de Belén. No debe faltar el lechón, el vino, la
sidra y el pan dulce.
No hay nada de malo celebrar la navidad en familia y con una linda cena. Lo malo en
las celebraciones de navidad es que se llenan las casas de tantas cosas y la mesa de
tantas comidas y las celebraciones de tantas preocupaciones que no dejamos lugar
para el salvador Jesús. Es más importante hincar el lecho, llenar el estomago que
juntar las manos llenar el ambiente con una oración de gratitud por el gran regalo
navideño.
Pero lo más triste es que muchos corazones están ocupados en tantas preocupaciones,
intereses personales y llenan sus tiempos libres en cosas que carecen de importancia.
Y se olvidan o no dan importancia a un nacimiento que cambió la historia de la
humanidad.
Pero podemos cambiar hoy mismo la situación. Aun estamos a tiempo. No le digo que
se despreocupe de todo lo demás…. Sino que le digo, ocúpese de lo primordial. Sin Jesús
no hay navidad.
¿Su corazón está listo para que Jesús llegue y desate sus sandalias y se quede?, ¿su vida
está lista para que Jesús abra las maletas llenas de bendiciones que ha traído para
usted?
Una sana actitud cristiana hacia las fiestas debe integrar tres elementos:
Conclusión.
Es bueno celebrar y regocijarnos en navidad, pero importante es permitir un lugar en
el corazón a Jesús. Porque no sólo quiere venir a tu vida a nacer, viene a traer la
salvación y a reinar en tu vida.
Si tu mesa está llena de comida y bebidas que no interese si bajo tu arbolito de navidad
está lleno de regalos que no sea lo importante. Lo que tiene que importar en esta
navidad es que tu oración de gratitud por el gran don de navidad esté presente antes
de cenar con la familia que la historia del pesebre de Belén esté presente bajo del
arbolito de navidad y que sobretodo, Jesús esté presente en tu corazón en esta
navidad y todos los días de tu vida, porque solo en él encontrarás salvación y podrá
reinar en ti el amor, la paz y la alegría, a la vez podrás compartirla.
Que este mensaje te fortalezca y te aliente. ¡Que tengas una feliz navidad! Amen.