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Es tarde para el hombre. Es interesante lo que el autor quiere plantear allí, se cuestiona,
y se pone en duda los beneficios del progreso y de la evolución, donde no se puede
negar que este los trae, donde también se dice que a causa de esta tendemos a perder la
pasión por las cosas y siempre lograr hacer las cosas de la manera más rápida y fácil
posible dejando en el lector una inquietud acerca de lo que se está haciendo
con la que nos alimentamos, nos vestimos, construimos las viviendas. Yerra cuando
pretende proponer soluciones al problema de sostenibilidad planetaria. No basta con
nuevos dioses americanos ni con un poco de austeridad. No propone una solución al
problema del sistema productivo y del poder político. Se queda en la pequeña sociedad,
en la vereda y el problema no está ahí. Es una excelente recopilación histórica, más la
propuesta futura está muy lejos de ser una solución a los retos de la actualidad.
Si queremos saber qué es el hombre para el positivismo basta mirar los exámenes
bacteriológicos, los cuadros hemáticos, las curvas de glicemia, los electrocardiogramas,
-las palabras son tan terribles como lo que describen- los electroencefalogramas. Ya no
queda en nosotros sino la materia cuantificable, el espacio medible, el tejido
desamparado de las células, el abismo vertiginoso de los átomos, idéntico al abismo
vertiginoso de los astros donde el ingenuo y obediente cosmonauta no pudo ver a Dios
¿Por qué es tarde para el hombre? Porque lo que hay que salvar no es al hombre. Acaso
hay que derrocarlo, someterlo a las verdaderas fuerzas que gobiernan el mundo de la
vida, despertarlo de su «sueño dogmático» y quitarle de una vez el cetro que a sí mismo
se dio para afirmar su superioridad por encima de lo vivo y lo muerto, por encima de lo
mortal y lo divino. (citado retratoliterario.wordpress)