La peor experiencia gastronómica de mi vida en el Restaurant Edgardo en La Plata, o
lecciones a un tipo contento y snob que recibe su merecido. No por lo sucio, no por ser un bodegón -que me encanta-, sino por platos "tamaño gourmet" y el increíblemente exorbitante precio. Igual te pongo unas unas fotos del lugar, para que veas. Las tomé cuando recién había llegado, estaba contento y todo me parecía maravilloso en su desorden y suciedad de bodegón de antaño, pensando que los precios serían acordes, correspondientes a su nivel de mugre. Te paso, también, el detalle de lo que cenamos y los precios. A mi me parece una locura. No sé, ¿qué decís? Fui antes de anoche por primera y última vez. Mi cara final fue de un hola y adiós. Nos recibió un tipo joven, enorme en todas las dimensiones físicas, y simpaticón. Le dije que hacía 20 años que quería conocer el lugar. Me preguntó por la moto, que le gustaba. Qué el tenía una HD254. Simpático de verdad. Era Edgardo. Edgardo hijo. El papá, el fundador, era el encargado de cocinar. Hablamos también de la Estación Meridiano V, de qué lástima que no se recupera en su verdadera función. Yo digo que al menos, por suerte, se mantiene en buen estado como centro cultural. Dijo que funcionaba a medias y "lamentablemente muy politizado". Le pregunté si siempre con "politizados" de gobierno de turno, me dijo que no, lo que me pareció bueno, que "a veces se ven hasta banderas rojas, no se puede creer". A mí tampoco me gustan de base las banderas rojas, pero esto me olió a mal, y yo iba de buena de onda, que me cuesta tanto, preferí no preguntar más. Me dediqué a admirar el lugar, a descubrir un artículo sobre la Francesca da Rimini de nuestro Teatro y que había ido a comer esa maravillosa soprano -y tan bonita, además-, "germanaítalaibérica", Nicola Beller Carbone, con unas fotos y una de ellas autografiada en particular. "¿Les gusta la ópera?". No, pero ella vino a comer y, nos dijeron que era importante y nos sacamos una foto. Que no les gustaba la ópera quedaba en claro por la música funcional que empezó con un no desagradable Julio Iglesias y terminó dos horas después con un reggaetón muy de cuarta. Pero las quejas vinieron después, me estoy adelantando. Llegó la cena, aunque no era abundante como lo esperaba de un lugar de esas características, todo estuvo bastante bien hasta que llegó la cuenta. Ahí es donde se terminó lo bueno porque para una cena no demasiado abundante y para dos personas fueron 600 pesos. 600 pesos al 30 de noviembre de 2016. Mirá el detalle: 1 lomo con puré de papas 170 pesos 1 lomo con jamón, tomate, arvejas y papas fritas 190 pesos 2 servicios de mesa de 30 pesos. Ya iban 390 pesos, dentro de mi cálculo. Todo eso lo leí bien claro en la carta, no es barato, pero tenía tal berretín con conocer el lugar que no me importó. Se viene el aguinaldo, así que no me preocupó. Cuando me preguntaron qué queríamos tomar, algún vinito o qué, preferí que no, porque estaba en la moto, ya se habían llevado la carta, pero pedimos algo sano y que, por lógica, es barato: 1 botella de agua con gas 1 botella de agua saborizada Terminada la cena, pedíamos un postre para compartir. No trajo la carta porque no figuraban. No eran muchos, y nos lo dijo de memoria: había almendrado, bombón suizo, queso con dulce, flancito, o bochitas de helado. Helado de chocolate. No hay. Bueno, dos bochitas de frutilla. No sé si hay... no. Bueno, traé un almendrado y lo compartimos. Trajeron el almendrado... medía 13x7 cm. ¡Daba lástima! Entonces si todo lo anterior, los lomos más el servicio de mesa costó 390 pesos, ¿¡los 210 pesos restantes eran de dos botellitas de agua y un almendradito!? Estuve muy contento con el lugar tan característico -sucio, polvoriento en extremo y simpático-, hasta que llegó una cuenta propia, ¡y más cara!, de uno de los mejores restaurantes mexicanos de Palermo, como ser Xalapeño, de mucho mayor categoría y mejor comida, por no decir que plumereado, barrido y baldeado a diario. Esperaba, sinceramente, que la comida fuera abundante, como digno bodegón. Pero no. Realmente lamentable, por la locura del precio. No salgo de mi asombro. La sorpresa terminó siendo muy grande y desagradable. Me quedé sin habla y con un impulso asesino extremo. La sensación de indignación, de estafa, era total. ¿Soy el único que siente así? Pensé, sinceramente, que era un snob recibiendo su merecido. No quería arruinar la noche, sobre todo porque no estaba solo. Abandoné los 6 billetes sobre la mesa, dije "gracias" tratando de sonreír y salí casi corriendo. Era eso o dar rienda suelta a mis ganas de matar y clavarles los cuchillos. Tuve el impulso interno de verdad. Menos mal que no pedimos cualquier clase de vino, ya que hubiéramos llegado, tranquilamente, a los 800 pesos. La idea de restaurante una vez más traicionada, porque más que restauración, me acordé de Capusotto y su "¡Uy! ¡Nos rompieron el orto!". Sí. DATOS PERSONALES Nombre y apellido: Gustavo Fabián Monastra Domicilio: calle 61 Nº2831 e/151 y 152 – CPA 1900 - La Plata Teléfono: (0221) 15-615-8257 e-Mail: gfmonastra@yahoo.com.ar Seudónimo: Gustavo Meridiano Quinto