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( par dat & i | 123§ + LS we “BIBLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFIA E HISTORIA é LAAT Aninnnnnnnnnnen ~ XXX! ! -16 MANUAL DEL JUEZ PARA USO DE LOS JURCKS DE INSTRUCCION ¥ MUNICIPALES, GOBHRNADGRUS DE PROVINCIA ALCALDRS, ESCRIPANOS, OPIOIALES ¥ SUBALTERNOS DE LA GUARDIA OIVIL AGHNTES De POLIOEA, REC. RTC. POR EL Dr. HANNS GROSS, DE GRAZ traduecién dal alemén, préloge y notes POR D. MAXIMO DE ARREDONDO {TUHZ DB PRIMERA INSTANCIA FOR OFOSLOLON EX-SECRETARIO AUXILIAR POR IGUAL CONCERTO DRL TRIBUNAL DR LO CORTENCIOSO ‘Obra ilustrada con cuullitud de grabados MADRID LA ESPANA MODERNA Cuesta de Sto, Domingo, 16 Weléf. 260 ‘Re propiedad del Rditor, ‘BST. TR, VIUDA E HOS DE H. TELLO ©, de San Fronciaas, 4 PROLOGO DEL TRADUCTOR Tiempo ha sentiase en Espafia la necesidad de una obra, 4 la altura de los adelantos de la ciencia penal moderna, quo sirviera de consultor y de guia al fancionario encargado de la ardua cuanto im- portantisima misién de investigar la verdad en los hechos eriminosos, por medio de la insiruccién del sumario, piedra angular del edificio judicial en el orden de los procedimientos penales, cuyas deficien- ‘cias hacen, ya que no imposible, muy dificil al me- nos, la misién del juzgador, impidiendo no pocas veces la consecucién del fin que el Estado, en su alta estera, persigue, cual es el restablecimiento del de- recho perturbado, por la mala fe y las pasiones hu- manas. Pero si en todos los tiempos los Jueces de instruc- cidn, los Fiscales, los agentes de la policia judicial, y en una palabra, cuantos cooperan al fin juridico penal, han necesitado de obras de consulta que les ilustren sobre determinados puntos relacionados con las ciencias que pudiéramos llamar auxiliares, como son las médicas y antropoldgicas, ya que al 6 wANUAL DEL JUEZ Juez en ninguna parte, y mucho menos en nues— tro pais, se le puedo exigir que sea omnisciente y que retina un caudal tan vasto de conocimientos. que abarque en toda su extensién Jas de diversa y aun opuesta indole que reclama la dificil y abs— trusa misién que se le encomienda; si en todos los. tiempos han sido necesarias, repetimos, obras de esta naturaleza para el jurisconsulto y aun para el funcionario ajeno esta profesidn, tal necesidad se siente doblemente en los momentos actuales, en que, con el procedimiento acusatorio hoy vigente,. se entabla una lucha de habilidad entre el Juez y el criminal; lucha que se verifica con armas desigua- les, toda vez que el delincuente ha podido, antes y después de cometer el delito, utilizar cuantos medias. le sugiera su astucia 6 instinto de conservaciéu para burlar la accién investigadora del Esiado y eludir la pena; en tanto que el Juez, con los datos incom— pletos que Je suministra el hecho realizado, se ve en la necesidad de despejar la inedgnita del proce- 80, que cuidadosamente ocultan, de un lado Ja fata- lidad y de otro los esfuerzos del criminal, razén por la que, le es indispensable suplir estas deficiencias,. no.sdlo por el impulso poderoso de su talento, sino también por los consejos de la experiencia, propia 6 ajena, que 4 ésta tendrd que acudir en defecto de ja primera, ya que sin ella rara vez podra levar 4 término feliz la empresa que la sociedad le confia. Desgraciadamente para nosotros jtriste es confe- sarlo! en Espafia, en donde hay tantas ilustracio— POR EL Dr. GROSS 7 nes del Foro y de la Magistratura, son pocos, muy contados, los que se dedican 4 escribir obras juri- dicas, pues la inmensa mayoria de nuestras emi- nencias forenses consagran loda su actividad 4 la politica, y descuidan y tienen en menos la produc— cién cientifica. Esto explica Ja deficiencia de nues— tra literatura juridica en todos los ramos, pero muy particularmente en la esfera del derecho judicial 6 de procedimientos, como otros le designan- No existiendo, pues, en nuestro pais obra alguna que viniera 4 llenar el vacio de que antes hablaba- mos, no hemos vacilado en acudir 4 las literaturas extranjeras, y muy particularmente 4 la alema— na (1), que sabido es figura en primera linea en la evolucién juridica moderna; y entre los muchos li- bros que hubiéramos podido escoger, hemos dado la preferencia, por su modernismo y su mérilo in— discutible, 4 la obra del Dr. Gross, recientemenie publicada en Graz, Austria (Enero de 1893), y que tan justos y universales elogios ha merecido 4 la prensa europea. Noes el libro en cnestidn, segan podra demos— trar la simple lectura del indice, un comentario més 6 menos cientifico de la legislacién austriaca; antes ‘bien tiene un cardcter general que le hace igualmente aplicable 4 todos los paises, viniendo 4 ser un resumen magistral de cuantos conocimien— tos auxiliares necesita poseer el Juez, para el mejor (4) . Claro es que en la literatura alemana inelaimos la de Austria, 4 cuyo pais pertenece el autor. 8 MANUAL DEL JUEZ cumplimiento de su cometido; encerrando ademas una serie de consejos prdcticos, producto de la larga experiencia del autor, que ha consagrado la actividad de su vida entera 4 las funciones judi- ciales, El libro se divide en dos partes, una general y otra especial. En la primera se trata extensamente de cuanto se refiere al sumario, 4 la forma de ins— truir las primeras diligencias, al modo de apreciar el respectivo valor de los testimonios, segin las condiciones de quienes los prestan, ya sean éstos testigos 6 peritos, 4 utilizar de un modo convenien- te los servicios de estos ultimos; en una palabra, 4 servir de guia.al Juez poco practico, contribuyendo A formar su criterio. A continuacién se estudian detenidamente, todos aquellos puntos relacionados con la practica mecd- nica judicial, como son el levantamiento de planos, la forma de ejecutar los modelados y reproduccio— nes, de ciertos objetos que ofrezcan interés para la investigacion sumarial, y que conviene conser— var, etc., etc. Por ultimo, termina esta primera parte, con un estudio acabadisimo de la prensa, como medio auxi- liar de la funcién investigadora del Juez, determi— nando la forma mejor de servirse de su coopera- cién, que segin la mayor 6 menor discrecién con que se emplee, puede ser utilisima 6 on alto grado perjudicial, La segunda parte, que tiene el caracter de espe- POR EL Dr. GROSS 8 cial, pudiéramos titularla de conocimientos auai- fiares. Comienza estudiando detenidamente las lesiones y la forma de producirlas, haciendo un examen detenido de los distintos instrumentos y armas, ya blancas 6 de fuego, y determinando su uso, cons— truccién, clases y efectos que son susceptibles de eausar. No menos concienzudamente se estudian luego las huellas y rastros, punto de importancia capi- talisima para descubrir al delincuente y que por punto general se descuida bastante. Esto lleva como por la mano a! autor 4 tratar de las manchas de sangre, 4 la forma de determinar su existencia, el sér de quien proceden, etc. Después de ocuparse de estos puntos relacionados con los delitos contra las personas, pasa 4 efectuar el mismo estudio en los delitos contra la propiedad, determinando su forma de realizacién, instramen- tos usados por los criminales, etc. Finalmente, los chalanes, tahures, rufianes y de- mas gente de mal vivir, suministran materia abun- dante de estudio en los capitulos sueesivos. Y para que nada falte, aunque el autor, con su modestia habitual, diga en el epilogo que son mn— chas las deficiencias de su obra, concluye ésta eon un examen verdaderamente cientifico de las causas yefectosque pueden producir las explosiones de cal- deras y demas accidentes que 4 menudo ocurren en las fabricas modernas, cuyos aparatos, aunque 10 MANUAL DEL JUEZ maraviilosos por su complicacién y admirables por el bien que reporian, llevan también la mnerte en sus enlrafias, sacrificando 4 veces la vida del des~ graciado obrero que los maneja. Este ligero examen sera suficiente para probar la imporjancia de la obra cuya traduccién empren— demos, con el propésilo de facilitar su conocimien- to 4 aquélles de nuestros lectores que no conozcan: el idioma de Goéthe. Si tal sucede, nos considera— remos suficientemente compensados de las moles— lias que este género de trabajos ocasiona. Antes de concluir, permilasenos, sin embargo,. recomendarnos 4 la benevolencia de nuestros lec— lores por las deficiencias de que seguramente ha de adolecer la traduccion, dadas las dificultades que supone el trasladar de un idioma, 4 otro de origen completamente opuesto, pensamientos ajenos; por eso acudimos también 4 la bondad del autor, que no vacilé en confiarnos su obra para que la vertié- ramos al castellano, sin tener en cuenta que, quiza personas més habiles hubieran podido dar término feliz 4 la empresa, que nosotros temerariamente he- mos acometido.

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