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JOSÉ MARTÍ

IDEARIO PEDAGÓGICO

EDUCACIÓN Y NACIONALIDAD

Educación y nacionalidad (“El colegio de Tomás Estrada Palma en Central Valley”, en Patria, N. York, 2 de
julio de 1892)

Martí analiza la labor educativa del cubano Tomás Estrada Palma quien tiene una escuela en N York donde
educa a niños latinoamericanos. Destaca las virtudes del maestro al tiempo que advierte sobre los peligros de educar
a los niños fuera de su patria, aunque lo ve como una necesidad dada las falencias de la educación latinoamericana.
Sostiene que “…al árbol deportado se le ha de conservar el jugo nativo, para que a la vuelta a su rincón pueda echar
raíces”.

Ante los resultados obtenidos por los niños en distintas evaluaciones, afirma que está equivocado quien cree
que al hombre del sur le faltan las cualidades esenciales del hombre del norte. Pueden faltarle hábitos pues el
español los crió para servirle y no para servirse a ellos mismos. De ahí que falten hábitos políticos aunque no faltan
los personales pues no necesita lecciones de honradez, actividad ni inteligencia en el empleo de sus personas.
Advierte que “…los hábitos prolongados crían en los hombres, y en los pueblos, tal modificación en la expresión y
funciones de la naturaleza que, sin mudarla en lo esencial, llegan a hacer imposibles al hombre de una región, con
cierto concepto de la vida y ciertas prácticas, la dicha del contento y el éxito del trabajo en otra región de prácticas y
concepto de la vida diferentes. El mismo lenguaje extraño, que equivocadamente se mira sólo como una nueva
riqueza, es un obstáculo al desarrollo natural del niño, porque el lenguaje es el producto, y la forma en voces, del
pueblo que lentamente lo agrega y acuña; y con él van entrando en el espíritu flexible del alumno las ideas y
costumbres del pueblo que lo creó. Un país muy poblado y frío, donde la agria necesidad aguza y encona la
competencia entre los hombres, crea en éstos costumbres de egoísmo necesario que no se avienen con la franqueza y
desinterés propios e indispensables en las tierras abundantes, donde la población escasa permite aun el
acercamiento y grata obligación de la vida en familia. El fin de la educación no es hacer al hombre nulo, por el desdén
o el acomodo imposible al país en que ha de vivir, sino prepararlo para vivir bueno y útil en él. El fin de la educación
no es hacer al hombre desdichado, por el empleo difícil y confuso de su alma extranjera en el país en que vive, y de
que vive, sino hacerlo feliz, in quitarle, como su desemejanza del pañis le quitaría, las condiciones de igualdad en la
lucha diaria con los que conservan el alma de su país. Es espectáculo lamentable el del hombre errante e inútil que no
llega jamás a asimilarse el espíritu y métodos del país extranjero en grado suficiente para competir en él con los
naturales que lo miran siempre como extraño, pero que se ha asimilado ya bastante a ellos para hacerle imposible o
ingrata la vida en un país del que so reconoce diferente, o en el que todo le ofende la naturaleza inflada y superior.
Son hombres sin brújula, partidos por mitad, nulos para los demás y para sí, que no benefician al país en que han de
vivir y que no saben beneficiarse de él.”

Agrega que “…este peligro de la educación de afuera, sobre todo en la edad tierna, es mayor para el niño de
nuestros pueblos en los Estados Unidos, por haber éstos creado, sin esencia alguna preferible a la de nuestros países,
un carácter nacional inquieto y afanoso, consagrado con exceso inevitable al adelanto y seguridad de la persona, y
necesitado del estímulo violento de los sentidos y de la fortuna para equilibrar la tensión y vehemencia constantes de
la vida. Un pueblo crea su carácter en virtud de la raza de que procede, de la comarca en que habita, de las
necesidades y recursos de su existencia, y de sus hábitos religiosos y políticos. La diferencia entre los pueblos fomenta
la oposición y el desdén. La superioridad del número y el tamaño, en consecuencia de los antecedentes y de las
oportunidades, cría en los pueblos prósperos el desprecio a las naciones que batallan en pelea desigual con
elementos menores o diversos. La educación del hijo de estos pueblos menores en un pueblo de carácter opuesto y de
riqueza superior, pudiera llevar al educando a una oposición fatal al país nativo donde ha de servirse de su educación
- o a la peor y más vergonzosa de las desdichas humanas, al desdén de su pueblo - si al nutrirlo con prácticas y

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conocimientos ignorados o mal desenvueltos en el país de su cuna, no se le enseñaran con atención continua, en lo
que se relaciona con él y mantienen al educando en el amor y respeto del país a donde ha de vivir.”

El falso mito de la inferioridad latina (“Mente latina”, en La América, N. York, noviembre de 1884)
Martí analiza el catálogo de un colegio de N. york donde aparecen los logros de muchos niños
latinoamericanos junto a los de niños norteamericanos. Esto muestra que es falso que los niños de ambas regiones
tengan diferencias en su inteligencia. Afirma que: “No nos dio la naturaleza en vano las palmas para nuestros
bosques y Amazonas y Orinocos para regar nuestras comarcas; de estos ríos la abundancia, y de aquellos palmares la
eminencia, tiene la mente hispanoamericana, por lo que conserva de indio, cuerda; por lo que le viene de la tierra,
fastuosa y volcánica; por lo que de árabe le trajo el español, perezosa y artística. ¡Oh! El día en que empiece a brillar,
brillará cerca del Sol; el día en que demos por finada nuestra actual existencia de aldea. Academias de indios;
expediciones de cultivadores a los países agrícolas; viajes periódicos y constantes con propósitos serios a las tierras
más adelantadas; ímpetu y ciencia en las siembras; oportuna presentación de nuestros frutos a los pueblos
extranjeros; copiosa red de vías de conducción dentro de cada país, y de cada país a otro; absoluta e indispensable
consagración del respeto al pensamiento ajeno; he ahí lo que ya viene, aunque en algunas tierras se vea de lejos; he
ahí puesto ya en forma el espíritu nuevo.

Afirma que las diferencias entre los pueblos no se deben a deficiencias en la inteligencias sino en la
educación que cada uno recibe: “ ¡Oh! ¡Si a estas inteligencias nuestras se las pusiese a nivel de su tiempo; si no se
las educase para golillas y doctos de birrete de los tiempos de audiencias y gobernadores; si no se les dejase, en su
anhelo de saber, nutrirse de vaga y galvánica literatura de pueblos extranjeros medio muertos; si se hiciese el
consorcio venturoso de la inteligencia que ha de aplicarse a un país y el país en que ha de aplicarse; si se preparase a
los sudamericanos, no para vivir en Francia, cuando no son franceses, ni en los Estados Unidos, que es la más fecunda
de estas malas modas, cuando no son norteamericanos, ni en los tiempos coloniales, cuando están viviendo ya fuera
de la colonia, en competencia con pueblos activos, creadores, vivos, libres, sino para vivir en la América del Sur! Mata
a su hijo en la América del Sur el que le da mera educación universitaria. Se abren campañas de libertad política;
debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de
vivir.”

Educación y libertad (“Escuela de artes y oficios”, en La América, N. York, noviembre de 1883)


Martí celebra la inauguración de una Escuela de Artes y Oficios en Nicaragua y actos similares en otros países
de América Latina porque estas instituciones independizan a los hombres al permitirles vivir de su trabajo y con
hombres libres se crean naciones también libres. “Las Escuelas de Artes y Oficios ayudan a resolver el problema
humano, que se establece ahora con datos nuevos, desde que van faltando aquellos árboles antiguos, Monarquía e
Iglesia, bajo cuyas ramas tenían cómoda vida tantos hombres. Ya ni cortesanos, ni frailes. Los tiempos están
revueltos; los hombres están despiertos, y cada cual ha de labrarse con sus manos propias la silla en que se sienta al
festín de la fortuna. […] Ya cada hombre, al nacer, puede ver cómo flota sobre su cabeza una corona: a él, el
cernírsela. A los pueblos previsores, el poner los medios de conocimiento al alcance de estos nuevos ejércitos de
reyes. […] Un oficio o un arte, sobre traer al país donde se profesa el honor de la habilidad de los que en ellos
sobresalen; sobre dar a los que estudian conocimientos prácticos de utilidad especialísima en pueblos
semidescubiertos, casi vírgenes; sobre asegurar a los que no poseen, por ser constante el consumo de lo que
producen, una existencia holgada; - es sostén firmísimo, por cuanto afirma la independencia personal, de la dignidad
pública. La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes. Una nación

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libre es el resultado de pobladores libres. De hombres que no pueden vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los
favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos. Quien quiera nación viva, ayude a establecer
las cosas de su patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo y aplicable una situación
personal independiente.”

Enseñanza obligatoria ("El proyecto de instrucción pública”, en Revista Universal, México, 26 de octubre de
1875)

El 25 de octubre de 1875 la Cámara de Diputados de México sancionó el Proyecto de Instrucción Pública.


Martí saluda el proyecto que trastorna el orden de la enseñanza al establecer la enseñanza obligatoria y la libertad
de enseñanza ay que: “Cuando todos los hombres sepan leer, todos los hombres sabrán votar, y, como la ignorancia
es la garantía de los extravíos políticos, la conciencia propia y el orgullo de la independencia garantizan el buen
ejercicio de la libertad. Un indio que sabe leer puede ser Benito Juárez; un indio que no ha ido a la escuela, llevaren
cuerpo raquítico un espíritu inútil y dormido.”

Martí afirma que hoy “Los artículos de fe no han desaparecido: han cambiado de forma. A los dogmas del
católico han sustituido las enseñanzas de la razón. La enseñanza obligatoria es un artículo de fe del nuevo dogma.
[…] Y ¿qué fuerzas no se descubrirán en nosotros, arrojando los montones de luz de Víctor Hugo sobre nuestros ocho
millones de habitantes? Y como en nosotros en toda la América del Sur. No somos aún bastante americanos: todo
continente tener su expresión propia; tenemos una vida legada, y una literatura balbuceante. Hay en América
hombres perfectos en la literatura europea; pero no tenemos un literato exclusivamente americano… ¿Qué no hará
entre nosotros el nuevo sistema de enseñanza? Los indígenas nos traen un sistema nuevo de vida. Nosotros
estudiamos lo que nos viene de Francia; pero ellos nos revelarán lo que tomen de la naturaleza. De esas caras
cobrizas brotará nueva luz. La enseñanza va a revelarlos a sí mismos. No nos dará vergüenza que un indio venga a
besarnos la mano: nos dará orgullo que se acerque a dárnoslo. ”

Está de acuerdo con castigar con prisión o multas a quienes no envíen a sus hijos a la escuela porque, en esta
etapa, es la manera de crear hábitos ante el temor de verse perjudicados económicamente.

Educación popular (“De Guatemala”, México, Edición de El siglo XXI, 1878)


Martí alaba la tarea educativa llevada a cabo por el gobierno liberal de Guatemala: escuelas elementales,
Escuela Politécnica, Universidad, Escuela Normal, incorporación de maestros extranjeros que enseñan
conocimientos útiles, tolerancia religiosa y vulgarizan los más recientes sistemas europeos y norteamericanos. El
gobierno invierte mucho en educación así como en comunicaciones y subvenciones a empresas.

Afirma destaca las transformaciones que sobrevendrán por esta obra educativa: “Madura estaba la espiga
de aquellas inteligencias. En las tierras de América no cuesta mucho trabajo la sazón. Aindiados, descalzos, huraños,
hoscos, bruscos, llegan de las soledades interiores niños y gañanes, y de pronto, por íntima revelación y obra
maravillosa del contacto con la distinción y con el libro, el melenudo cabello se asienta, el pie encorvado se adelgaza,
la mano dura se perfila, el aspecto mohíno se ennoblece, la doblada espalda se alza, la mirada esquiva se despierta:
la miserable larva se ha hecho hombre. Poco después asaltan la tribuna los libros históricos, los libros de agricultura,
la flauta, el piano. Se dan a pensar cosas graves, a dudar, a inquirir, a examinar. Hablan de Bolívar, de los hombres
patrios, del buen gobierno que los educa, ¡del porvenir vasto que espera a su –como ellos dicen- querida Guatemala!
Yo los veo, yo los impulso, yo los aliento. De esos hombres saldrán, más tarde, algunos grandes hombres.”

La Universidad ha modernizado sus planes de estudio. Los alumnos se animan a discutir al texto y al maestro,
rechazan la magistral imposición, anhelan la verdad por la experiencia. Pero en los pueblos está la gran revolución

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pues allí se expande la educación popular: “Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber ascender. Pies, brazos,
alas, todo esto ponen al hombre esos primeros humildísimos libros de escuela. Luego, aderezado, va al espacio. Ve el
mejor modo de sembrar, la reforma útil que hacer, el descubrimiento aplicable, la receta innovadora, la manera de
hacer buena la tierra mala; la historia de los héroes, los fútiles motivos de las guerras, los grandes resultados de la
paz. Siémbrense química y agricultura, y se cosecharán grandeza y riqueza. Una escuela es una fragua de espíritus;
¡ay de los pueblos sin escuela! ¡ay de los espíritus sin temple!”

Imaginando cómo sería el regreso del joven maestro a su lejana aldea, Martí sostiene: “Se fue con sus
harapos y vuelve con sus sueños, con sus bancas, con sus instrumentos de alma, con sus riquezas espirituales, con sus
libros. Se fue burdo y viene afinado. Se fue tartamudo y vuelve elocuente. Antes soñaba en vacas; hoy en el porvenir,
en gran trabajo, en gloria, en cielos. Es el redactor de todas las cartas, el director de todos los amores, el sabio
respetado, el juez probable, el alcalde seguro, el constante maestro. A su calor, sin alejarse ya del hogar sabroso,
crecerán almas nuevas…Él fue hecho a semejanza de otras y él hará estas otras a su semejanza. La educación es
como un árbol: siembra una semilla y se abre en muchas ramas. Sea la gratitud del pueblo que se educa árbol
protector, en las tempestades y las lluvias, de los hombres que hoy hacen tanto bien. Hombres recogerá quien
sembré escuelas.”

Universidad hispanoamericana (De “Nuestra América”, en Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891)
Martí critica la deficiente formación de gobernantes que realizan las Universidades en América Latina: “En pueblos
compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las deudas
con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte de gobernar. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas
de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo
han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay Universidades en América donde se enseñe los
rudimentos del arte del gobierno, el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen
los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis y francesas, y aspiran a dirigir a un pueblo que no conocen. […] Viene el
hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada en los libros, porque no se le administra en
acuerdo con las necesidades patentes del país. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único
modo de librarlo de tiranías. La Universidad europea ha de ceder a la Universidad americana. […] Los políticos
nacionales han de remplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de
ser el de nuestras repúblicas.”

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