Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No perdemos nuestra salvación por pecar. Si así fuera, ninguno de nosotros podría permanecer
salvo por mucho tiempo. Varios pasajes en las Escrituras afirman la realidad de la presencia del
pecado en todos nosotros — toda nuestra vida terrenal
El texto más sencillo del Nuevo Testamento a este respecto es 1 Juan 1:8, escrito a los creyentes
en Jesús: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no
está en nosotros”.
En el siguiente capítulo, el apóstol Juan continúa diciendo que la perfecta voluntad de Dios es que
Sus hijos no pequen: “estas cosas os escribo para que no pequéis” (2:1). Este es el deseo ferviente
y la meta de todo cristiano nacido del Espíritu. Pero todavía no llegamos ahí. El pecado ya no reina
en nuestras vidas (Romanos 6:12), pero aún permanece (7:17) en nuestros pensamientos (Marcos
7:21-23), palabras (Santiago 3:2) y/o hechos, ya sea por comisión u omisión (4:17).
Es por eso que 1 Juan 2:1 continúa diciendo: “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo”. Esa es también la razón por la que nuestro Señor enseñó a Sus
seguidores a orar: “Perdónanos nuestras deudas” con la misma frecuencia, al parecer, con la que
oramos por el pan de cada día (Mateo 6:11, 12). De este lado de la eternidad, los cristianos aún no
somos perfectos, ¡pero somos perdonados!
Jesús pagó por todos los pecados de nuestra vida con Su muerte en la cruz. Si los confesamos y
confiamos en Cristo como Salvador, “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús” (Romanos 8:1). El Salvador que murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras
(1 Corintios 15:3) es el mismo Señor resucitado y ascendido que ahora intercede por nosotros en
el trono de Dios en el cielo (Hebreos 7:23-27). Esto asegura a todos los que confían solo en Cristo
con una fe que obra a través del amor (Gálatas 5:6) que nos espera un resultado maravilloso
cuando estemos ante el tribunal.
Muchos más versos como los de arriba y abajo (¡búsquelos y léalos todos, por favor!), prometen
salvación a todos los que se aferran al Señor Jesucristo, y son sostenidos por Él, hasta el final. Ellos
señalan la verdad de que no estamos perdidos por ningún simple pecado de debilidad humana.
Por otro lado, nuestro rechazo voluntario y pecaminoso de confiar en Jesús como Salvador hasta el
fin, o de obedecerle como Señor, pone en riesgo cualquier reclamo que hagamos de la salvación
(Mateo 24:12, 13; Colosenses 1:23; Hebreos 2:2, 3; 3:12-14; 10:26-29, 35-39). Si nuestra salvación
se pierde, será solo al negar, deshacer y negar la fe y el arrepentimiento con los que la recibimos al
principio, es decir, por un rechazo total del Dios que una vez conocimos personalmente en Cristo.
Regresamos a 1 Juan 1:9 para el resumen final y la respuesta definitiva a su pregunta: “Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad”. Alabado sea Dios por Su maravillosa misericordia de amarnos, aceptarnos y
perdonarnos desde el principio, y Su gloriosa gracia por mantenernos amados, aceptados y
perdonados hasta el final (Judas 24, 25).
Calvin Burrell
Calvin Burrell is former editor of the Bible Advocate and former director of G. C. Missions. He
retired in 2015 and lives with his wife, Barb, in Stayton, OR. They attend church in Marion, OR.
Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail
EL CANTO DE WEALD
PREVIOUS POST
MARAVILLOSA GRACIA
NEXT POST
RELATED ARTICLES
Entiendo el concepto del “sueño del alma”, pero ¿no dice la Biblia que tengo un hogar en el cielo
(2 Corintios 5:1)? La creencia de que vamos al cielo cuando morimos está muy extendida dentro y
fuera del cristianismo. Esto en sí mismo ilumina una verdad enterrada en cada corazón humano,
que debe haber más en […]
¿De dónde viene el dicho “Estar en el mundo pero no ser de él” y qué significa? Esta familiar
expresión se deriva de la oración de Jesús por Sus discípulos en Juan 17: “Ya no estoy en el mundo;
mas estos están en el mundo . . . No son del mundo, como tampoco yo soy […]
ESTA EDICIÓN
English