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Ocnos, 1974
Andaba aún a tientas,
volvía aún del sueño,
toda traza perdida, toda huella,
como quien descendiera
de un desmedido empeño.
Recuerdo el implacable
cerco nocturno,
mano profunda en mí
empuñando mi mente,
y como en el verano
el baile de los poseídos
cada día era más
y más frenético.
Detrás de la colina
el camino desciende
lento hacia la ciudad,
y el aire, cálido y voraz, penetra
con violencia en el pecho.
Es de nuevo la vida.
EL POETA DESAPARECIDO
[…]
pensar en la hermosura cotidiana
de la ciudad que amamos, en las calles
recorridas sin fin, redescubiertas siempre,
y en la noche del mar que apaciguara.
[…]
Consciente y solitario
dejaste al fin este absurdo destino.
MORANDI
Naturaleza muerta
retrato de sí mismo.
DUEÑOS DE LO SEGURO
Me acerqué, vi el reflejo
de una vida deforme,
que por esta ciudad
he caminado tanto
que todo temor mío
encuentra aquí su nombre.
Tuve de mi existencia
la imagen que me daba
el temor de la muerte,
salí de un laberinto
donde todo era enorme.