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Curso 2022-23
EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA
Breve Currículum Vitae: Mi nombre es José Saiz Medina y soy padre de dos hermosas
criaturas y Policía. A mis casi 44 años ahora también soy estudiante del Grado de Seguridad
Pública y Privada, aunque a principios de siglo me formé con poco éxito como Técnico
Superior en Administración de Sistemas Informáticos.
INDICE:
1. Prólogo ………………………………………………………………………Pág. 3
3. Introducción ………………………………………………………………….Pág. 9
7. Conclusiones ………………………………………………………………..Pág. 21
Bibliografía …………………………….…………………………..………….Pág. 22
1. Prólogo
En este trabajo de fin de asignatura quiero plasmar mis inquietudes del tema del “monopolio
de la violencia”, ¿quién vigila a los que vigilan?, ¿quién controla al controlador?, ¿son los
Estados garantes de ese monopolio?, ¿es legitimo el uso de la fuerza por parte del Estado?.
Estas son algunas de las preguntas a las que espero poder responder con este trabajo
enmarcado dentro de la Asignatura “Antropología Social del Delito” y más concretamente en
su epígrafe sexto dedicado a las estrategias de seguridad frente a los riesgos delictivos.
Espero que este trabajo sea de su agrado y su lectura no sea una pequeña tortura.
“Tu trabajo va a llenar gran parte de tu vida, y la única forma de estar verdaderamente
satisfecho es hacer lo que crees que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran
trabajo es amar lo que haces.” Steve Jobs.
Con estas preguntas me gustaría iniciar este Trabajo Final de la Asignatura “Antropología
Social del Delito” un campo en el que antes de empezar a estudiar este grado, apenas era
conocedor de lo que era la antropología, hace unos años visionaba la serie televisiva “Bones”
en la que una de sus protagonistas era una antropóloga forense que ayudaba a resolver
crímenes al FBI, y como suele pasar con la ficción quizá no sea el mejor ejemplo para
hacernos una idea real del significado de la Antropología.
Por ello, me gustaría hacer una pequeña introducción, con algo de ayuda de la Wikipedia
como la Bibliografía lo muestra, de lo que es la antropología, y más concretamente lo que ha
sido la antropología social como asignatura que hemos desarrollado en este primer
cuatrimestre, y en este primer año del Grado de Seguridad Pública y Privada; y es que la
antropología es una ciencia social que se dedica al estudio de todos los aspectos de
la naturaleza humana. Es un término de origen griego compuesto por las
palabras anthropos, que quiere decir hombre o humano, y logos, que quiere decir
conocimiento o ciencia, la antropología estudia los fenómenos humanos, por lo que toma en
cuenta tanto las sociedades y/o culturas originarias y antiguas como las presentes. Esta
ciencia toma en cuenta la evolución de la especie humana, la diversidad étnica, la diversidad
cultural, las costumbres sociales, las creencias, los procesos de transformación entre otros
ítems, teniendo diferentes ramas que la van desarrollando, ya que como ciencia social, la
antropología está abierta a la integración de varias disciplinas que tratan de reflexionar sobre
las dimensiones biológicas, sociales y culturales, tales ramas pueden ser la antropología
física, la antropología lingüística y sobre todo la antropología social, que es de la que hemos
La antropología se desarrolló como disciplina independiente a finales del siglo XIX y uno de
los factores que ayudo a su evolución fue la “Teoría de la Evolución” y los estudios
antropológicos se han encargado de mostrar la gran variedad cultural que ha existido durante
todos los periodos de la historia. El estudio de las diferentes sociedades y culturas a través del
tiempo y el espacio, de encontrar sus diferencias y similitudes es a gran escala lo que define a
la antropología.
La antropología social pone su énfasis en el estudio de las culturas y sociedades, y para ello
emplea un proceso en tres fases, la investigación de gabinete, el trabajo de campo conocido
como etnografía y por último el análisis de los datos recogidos en el trabajo de campo.
La antropología criminal tuvo su época dorada tras su aparición a finales del siglo XIX y
principios del siglo pasado, con referentes como Cesare Lombroso (1835-1909) o Alphonse
Bertillon (1853-1914).
La antropología criminal se encarga del estudio de los fenómenos antisociales, desde una
perspectiva biológica y social. Desde un enfoque criminológico, la antropología criminal se
podría dividir en dos grandes campos: La Antropología Física, rama que trata la evolución
biológica y la adaptación de los criminales y de los aspectos del desarrollo físico de éstos, y
que fue perdiendo su auge quedando relegada casi al olvido o reinterpretada bajo otros
parámetros, ya dentro de la Antropología Forense o la Criminología. Tal como nos indica A.
Serrano en su obra sobre la Historia de la Criminología en España: “Hoy la acepción
Antropología criminal ha perdido su significado tradicional. Prácticamente ya no se utiliza
Pero además vamos a sumar a nuestra disciplina la Antropología Social el factor delictivo lo
que nos va a dar una disciplina completamente independiente y que la diferencia de sus
disciplinas hermanas. En primer lugar, creo que deberíamos intentar diferenciar la
antropología social de por ejemplo la antropología cultural, y es que esta aun distinguiéndose
de la cultural, se sucumbe en ésta última ya que la concepción que se tiene de la cultura es
solo una variante y no es su eje central. Sin embargo, aunque también se diferencia de las
ciencias políticas y de la economía por su visión holística y el particular enfoque de las
diferentes sociedades y culturas mundiales, es más notorio con la cultural ya que cada vez
más se incorpora una amplitud de temas con destacada connotación desde el ámbito cultural,
como la globalización, el transnacionalismo, el ciberespacio, la violencia étnica, entre otros y
sobre todo la delincuencia, el delito y el crimen.
La delincuencia puede explicarse por factores de naturaleza biológica en los seres humanos,
ecológica, social, estructural, cultural o penal. El modo en que se correlacionan estos factores
lleva a la construcción de teorías interpretativas, que sirven para explicar la realidad y
también para justificar determinadas políticas criminales para abordarla y es ahí donde la
antropología tiene su campo de actuación para el estudio y análisis de lo que sucedió y ha
sucedido y prever lo que va a suceder, ya que toda acción tiene una reacción.
que decir tiene que se trata de una ciencia social imprescindible a la hora de estudiar la
violencia y el delito, pues indaga en el significado de ambos fenómenos en el espacio y en el
tiempo, en diferentes culturas a lo largo de la historia o desde la prehistoria, profundizando en
sus aspectos simbólicos que son los más definitorios. Es por esto que la antropología ya que
estudia una parte de la violencia y el delito, sea una rama de los estudios de cronológicos.
La violencia ha estado presente en todas las culturas y sociedades desde tiempos ancestrales.
No todas las sociedades han entendido ni entienden de la misma manera la violencia, y es
aquí donde empieza el verdadero trabajo de campo del antropólogo social, estudiar,
comprender, observar, a veces con las dificultades de tener que estudiar sociedades ya
desaparecidas, los comportamientos humanos y luego plasmarlo en su trabajo para que el
resto de la humanidad se nutra de él. De hecho en este trabajo nos vamos a centrar en como
los Estados intentan monopolizar la violencia.
3. Introducción
Como miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a los que pertenezco hace ya más de
cuatro trienios, no puedo sino defender a la Seguridad Pública como la única a la que se
debería garantizar el uso legítimo de la fuerza, ya que para mí el resto de seguridades, tanto la
individual como la seguridad privada, deben enclavarse como parte de la Seguridad Pública;
y en este trabajo vamos a ver el porqué el Estado debe ser el único que pueda ejercer
legítimamente esta fuerza y/o violencia.
Sin embargo, como persona crítica que me considero, es necesario establecer claramente los
límites del uso de la fuerza y perseguir firmemente a quien los sobrepasa o se extralimita. Es
por esto que para este trabajo no solo me he limitado a estudiar el histórico discurso de Max
Weber “La Política como Profesión” de principios del siglo pasado, o en recorrer la
legislación actual que nos habilita en nuestro país al uso de la fuerza por parte de las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad, he querido también ver con los ojos del “otro”, practicar algo tan
importante para el trabajo policial como es la empatía, y para ello he introducido en este
trabajo el documental de David Dufresne “El Monopolio de la Violencia” el cual muestra
desde varias ópticas los disturbios sufridos en Francia en el año 2018 por el colectivo llamado
“chalecos amarillos” y que cuestiona el uso legítimo de la fuerza y nos muestra la delgada
línea que separa el uso legítimo de la fuerza de la violencia policial o la violencia de estado.
Max Weber
En Roma, La República, ya contaba con cuerpos que ejercían las funciones de policía: los
ediles curules y plebeyos tenían asignadas funciones de vigilancia y mantenimiento del
orden público, ejerciendo misiones de policía urbana, y atribuyéndoseles el “ius mulctae
dicendi”, que les facultaba para imponer multas a aquellos que alteraran el orden público.
Los ediles perdieron fuerza al llegar el Imperio, atribuyendo Augusto la función de policía a
los “Praefectus Urbis”.
Ya en el Régimen Feudal se produjo una desmembración del poder; pues, ante la
imposibilidad del monarca de defender el territorio frente a las agresiones externas, se
crearon los feudos para detentarlo, contando éstos con sus propios ejércitos, sustentados por
los pagos de los ciudadanos a cambio de los privilegios que los señores feudales les
otorgaban. La necesidad de los monarcas de poner fin al dominio de los señores feudales, que
suponía, al fin y al cabo, un peligro para tus pretensiones, condujo a que se viera en la
creación de las ciudades el debilitamiento de los feudos. Además, la formación de las
ciudades medievales buscó superar los constantes problemas de seguridad a los que
contribuía la dispersión de los ciudadanos; favoreciendo la concentración en núcleos urbanos,
y la formación de cuerpos, sobre todo militares, para mantener la seguridad.
Con el nacimiento de los Estados modernos, llevo a una concentración del poder en manos
del monarca, absolutismo, rompiendo la dispersión característica del orden medieval feudal.
Del absolutismo se evolucionó hacia un despotismo ilustrado, en el que el Príncipe debía
asegurar el bien y la defensa de su pueblo. La función principal del Estado sería la garantía
del orden y de la seguridad.
La aparición del concepto Estado llevó a un cambio de paradigma en el campo de las milicias
y la seguridad, dejando de ser de titularidad privada para convertirse en propiedad pública.
Este fue, pues, uno de los ejes esenciales de la construcción de esta nueva estructura
administrativa: la desaparición de la privatización del poder y la atribución de su titularidad al
Estado. La Seguridad pasó, en consecuencia, a considerarse monopolio del Estado, de forma
que como expresará Max Weber éste tendría, también, el monopolio legítimo de la violencia.
De este punto hablaremos más extensamente en el sexto apartado de este trabajo.
La transición del Antiguo
Régimen a la Revolución liberal
supuso el fin del poder absoluto
de los monarcas, y con ello la
sumisión del Estado al Derecho.
De modo que, en el continente
europeo, el origen de unas
fuerzas públicas encargadas de la
salvaguarda de la seguridad se
puede situar en esta fase, cuando
a finales del Siglo XVIII germina el Estado Constitucional tras la Revolución francesa.
En esta época está datada el nacimiento de las primeras Escuadras de Paisanos Armados en
Catalunya (1719) que están consideradas el primer cuerpo de carácter civil europeo, y que
están consideradas el nacimiento de los Mossos d’Esquadra.
El artículo 12 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de los
Representantes del Pueblo Francés constituidos en Asamblea Nacional, de 1789 establecía
que: “La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza
pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el
provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada”.
Este artículo ha sido objeto de diversas y antagónicas interpretaciones, al sorprender que un
texto que tenía como piedra angular la garantía de los derechos, al mismo tiempo, los anudara
a la existencia de una fuerza pública. Sin embargo, hay que entender el espíritu de dicho
precepto era, no tanto limitar los derechos mediante la fuerza pública, sino de como se puede
de las fuerzas de seguridad, que dejaran de concebirse como elemento de represión, y pasaran
a ser, ineludiblemente, elemento de protección de los derechos.
La Creación de Naciones Unidas
inculcará en la Declaración
Universal de Derechos Humanos
(1948) como prioridad el
mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales, así como
el reconocimiento, fomento, y
promoción de los derechos
humanos.
La Resolución 34/169, de 17 de diciembre de 1979, de la Asamblea General de Naciones
Unidas, sobre “Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley”,
reafirma su sujeción a la protección de la dignidad humana, así como al mantenimiento y la
defensa de los derechos humanos.
En el marco del Consejo de Europa podemos destacar el artículo 3 del Convenio Europeo de
Derecho Humanos que establece la prohibición de la tortura o tratos inhumanos o
degradantes o la Resolución 690 de 1979, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de
Europa, “Declaración sobre la Policía”, que define unas reglas deontológicas de actuación
de la policía, en el marco del sistema europeo de protección de derechos.
Todos estos instrumentos vienen a delimitar los principios y el marco de actuación de las
Fuerzas de Seguridad que, en todo caso, ha de respetar y garantizar los derechos de los
ciudadanos a los que defienden y protegen.
Por otra parte el reparto competencial de los diferentes cuerpos de policía y seguridad que
coexisten en nuestro Estado, que perteneciendo a distintas administraciones, y encargándose
de un ámbito material y territorial concreto, comparten una misión común que es la del
artículo 104 de la Constitución, que no es otro que velar por la seguridad de los ciudadanos,
previniendo y persiguiendo el delito y las infracciones administrativas, siempre velando por
la Constitución, y salvaguardando la Ley y el Ordenamiento Jurídico.
El artículo 149.1.29 del texto constitucional dispone que el Estado tiene la competencia
exclusiva en materia de Seguridad Pública, pero lo entiende sin perjuicio de que las
Comunidades Autónomas puedan tener cuerpos policiales. A esto se uniría el artículo
Todo ello se hará, dice la Constitución, de acuerdo a lo que disponga una Ley Orgánica; que
se materializó con la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, que regula los tres grandes grupos policiales existentes, los cuerpos estatales, los
autonómicos y los locales, y las funciones y competencias que pueden tener estos cuerpos
policiales.
Para una completa delimitación competencial de estos cuerpos policiales, será preciso
examinar la competencia en Seguridad que han recogido los Estatutos de Autonomías en cada
región, y las Leyes Orgánicas de transferencia de competencias.
Volviendo a nuestro tema central, la Seguridad Pública es un concepto amplio, que abarca
desde la esfera policial a la Seguridad Ciudadana y Orden Público; abarcando y regulando el
campo de la Protección Civil, e incluso, la Seguridad Privada.
Si bien tanto la Protección Civil como la Seguridad Privada no tienen acogida en el texto
constitucional, desde el momento que es el Estado quien regula la Seguridad Privada, esta de
algún modo, queda encuadrada en la Seguridad Pública, siendo una pieza más del conjunto de
la seguridad de la población en general. La regulación actual sobre esta actividad tiene cabida
por una interpretación amplia de la noción de Seguridad Pública. Una de las primeras
sentencias en este sentido, es la Sentencia del Tribunal Constitucional 104/1989 de 8 junio
donde establece que la Seguridad Pública, y la Seguridad Privada comparten el mismo bien
jurídico protegido y por tanto la Seguridad Pública engloba en su sentido amplio los servicios
y actividades de la Seguridad Privada aunque tengan distintas funciones.
Por su parte la Protección Civil regulada en la Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema
Nacional de Protección Civil; y con una amplia vinculación tradicional al sistema público de
emergencias desde su creación a mitad del siglo pasado, está incardinada en el Sistema de
Seguridad Pública como reconocen las sentencias del Tribunal Constitucional 33/1982 y
123/1984 ofreciéndole dichas sentencias un marco legal en el concepto de Seguridad Pública
y permitiendo que haya una legislación estatal básica sobre Protección Civil.
“Todo Estado está fundado en la violencia”. Así citaba Max Weber al revolucionario ruso
Leon Trotsky (1879-1940) y afirmaba el sociólogo alemán que cualquier Estado reclama
siempre para sí el monopolio de la violencia.
Weber defendía que el Estado debía ser la única fuente de violencia y que el resto de
individuos o de asociaciones de individuos tendrían derecho al uso de la violencia, en tanto
en cuanto, el Estado se lo permitiese.
Con esta teoría el Estado, a través del uso legítimo de la violencia, crea una sociedad segura y
un orden para todos los ciudadanos. Esta teoría no era nueva para Max Weber, es una
aplicación del contrato social de Rosseau, los ciudadanos entregan el monopolio de la
violencia al Estado a cambio de un bienestar y de una seguridad.
El monopolio de la violencia es por tanto un principio político que sostiene que el uso
legítimo de la violencia en una sociedad debe estar controlado por una sola institución,
generalmente el Estado. Este monopolio del uso de la violencia ayuda a asegurar la
estabilidad y la seguridad de la sociedad, al evitar que diferentes grupos o individuos se
enfrenten entre sí con violencia. Es un principio clave en el Estado de derecho y en el sistema
político liberal.
Existen varias teorías sobre el uso de la fuerza o la violencia en el contexto político y social.
Algunas de estas teorías son:
distribuir los recursos y las oportunidades en una sociedad. Se ocupa de determinar qué es lo
justo en términos de distribución de riqueza, poder y otras formas de bienes. Uno de los
principales teóricos en este campo es John Rawls, quien propuso la "teoría de la justicia como
equidad", en la cual se establece que una distribución de recursos es justa si y solo si es la que
se elegiría en un estado de "ignorancia original" en el que las personas no conocen su
posición en la sociedad.
La Teoría de la guerra justa sostiene que el uso de la violencia en una guerra es justificado
si cumple ciertos criterios, como ser declarada por una autoridad legítima, tener un objetivo
justo y emplear medios proporcionados. Esta teoría es un conjunto de principios y criterios
que buscan determinar cuándo es justificado recurrir a la guerra como medida para resolver
un conflicto. La idea es que hay ciertas condiciones bajo las cuales una guerra puede ser
considerada justa y, por lo tanto, moralmente defendible.
Los criterios tradicionales de la teoría de la guerra justa son que debe ser declarada por una
autoridad legítima. Además la causa de la guerra debe ser justa, es decir, debe buscar
defender un derecho legítimo o proteger a una comunidad de una amenaza real. Por otra parte
los medios utilizados en la guerra deben ser proporcionales al fin buscado y no deben causar
daño desproporcionado a civiles o al medio ambiente. Debe haber una posibilidad razonable
de que la guerra logre su objetivo y no sea desproporcionada en cuanto a los costos y
sufrimientos causados. La guerra debe ser un último recurso, después de haber agotado todas
las demás opciones de resolución pacífica del conflicto.
Sin embargo, estas teorías han sido criticadas por ser subjetivas y no tener un criterio
universal. Es importante mencionar que desde la Segunda Guerra Mundial, la comunidad
internacional ha tratado de regular la guerra mediante tratados internacionales y la creación
de la ONU, con el objetivo de evitar conflictos bélicos y promover la resolución pacífica de
los mismos.
Y por último la Teoría del monopolio del Estado, que es la que estamos viendo en este
trabajo, que sostiene que el uso legítimo de la violencia en una sociedad debe estar controlado
por una sola institución, el Estado, para asegurar la estabilidad y la seguridad de la sociedad.
La teoría del monopolio del estado se refiere a la idea de que el estado es la única institución
legítima que tiene el derecho a ejercer la violencia legítima en una sociedad. Según esta
teoría, el estado tiene el monopolio del uso de la fuerza y, por lo tanto, tiene el derecho
exclusivo de establecer y aplicar las leyes, mantener el orden público y defender la seguridad
nacional.
En otras palabras, el estado es el único que puede legítimamente usar la violencia para
mantener el orden y proteger a los ciudadanos. Por lo tanto, el estado tiene el monopolio
sobre la fuerza y el poder, y los ciudadanos no tienen derecho a usar la violencia para resolver
sus conflictos o defenderse a sí mismos.
La teoría del monopolio del estado es un principio fundamental del estado moderno, y se
considera esencial para garantizar la seguridad y el orden en una sociedad. Sin embargo,
también se ha criticado porque puede dar lugar a abusos de poder y violaciones de los
derechos humanos.
Es importante mencionar que cada una de estas teorías tienen sus propias críticas y
limitaciones, y en la práctica, la justificación del uso de la fuerza es a menudo un tema
complejo y controversial.
Sin embargo podemos llegar a la idea que quizá ninguna de estas teorías funcione por sí
solas, y es por esto que muchos de los Estados modernos utilizan varias de estas teorías para
aplicar y ejercer el uso de la fuerza, basando este ejercicio en la inclusión, por ejemplo, del
derecho a la autodefensa en la legislación penal del Estado; regulando cuando el Estado
puede entrar en conflicto armado con otro Estado, y siendo garante del correcto uso de la
fuerza por parte de los legítimos encargados de hacer cumplir la ley evitando abusos y que los
derechos de los ciudadanos sean respetados.
Las Naciones Unidas reconocen a los Estados el legítimo poder del orden público, y además
esta legitimidad es un derecho moral que los ciudadanos entregan a su Estado a cambio de su
seguridad (Contrato Social de Rosseau). Sin embargo no puede haber una fuerza legítima si
no hay un poder legítimo, es por esto que dependiendo del grado de democracia que haya
alcanzado cada Estado le hará ejercer este monopolio de una forma u otra.
7. Conclusiones
En mi opinión y como cierre a este trabajo, desde una perspectiva legal, que se asemejaría
mucho a las teorías de Weber, los Estados monopolizan el uso de la violencia legitima. Sin
embargo esta pretensión va a estar siempre inacabada. Si entendemos por monopolio de la
violencia o de la fuerza, el control del acceso a las armas y el control de los comportamientos
violentos, esta monopolización por parte del Estado existe. Pero a su vez al existir
organizaciones criminales que trafican con armas, u organizaciones criminales dedicadas al
uso de estas armas para ejercer violencia, crímenes y asesinatos podemos asegurar que esa
monopolización no está acabada ya que de ser así no existirían ni el tráfico ilegal de armas ni
cierto tipo de delincuencias violentas.
Por otra parte en cuanto a su legitimidad, en ciertos casos y ciertos Estados han roto su
legalidad impunemente abusando de su poder y de su propia fuerza. Por tanto, no es cierto
que la violencia del Estado sea siempre legitima “per se” siempre y cuando no respete la
legalidad o entre en contradicción con otras legitimidades sociales que cuestionan esta
legitimidad y que tienden a desobedecerla si no la entienden como propia.
Por desgracia en la labor policial hay un mal entendido corporativismo que lleva a tapar estos
abusos o excesos por parte de algunos policías, y este comportamiento más que ayudar lo que
hace es pudrir el sistema desde dentro, la teoría de la manzana podrida.
Como hemos visto al final de este trabajo para que un Estado moderno consiga que la
ciudadania entregue el control del monopolio del uso de la fuerza, este “contrato” debe estar
basado en la reciprocidad y en la entrega de otros derechos a los ciudadanos, como el derecho
a la legitima defensa, para que estos ciudadanos se sientan seguros y defendidos por su
Estado.
Bibliografía:
Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa
Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa_social
Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa_criminal
Ø http://www.revistadeantropologia.es/Textos/N8/La%20Antropologia
%20Criminal%20dentro%20de%20la%20Antropologia%20Social.pdf
Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Monopolio_de_la_violencia