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Grado de Seguridad Pública y Privada Antropología Social del Delito

Curso 2022-23

EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA

La Seguridad Pública como garante del Estado de Derecho

Trabado de Fin de Asignatura donde se desarrollarán los siguientes epígrafes del


temario:
6. De las estrategias de seguridad frente al riesgo delictivo.
6.1. La seguridad individual como derecho a la auto-defensa personal.
6.2. La seguridad comunitaria como expresión de la participación colectiva.
6.3. La seguridad pública como prerrogativa política de la autoridad del Estado.
6.4. La seguridad privada como solución de blindaje dentro del marco del mercado.
José Saiz Medina DNI 53050263G jose.saiz02@goumh.umh.es

Breve Currículum Vitae: Mi nombre es José Saiz Medina y soy padre de dos hermosas
criaturas y Policía. A mis casi 44 años ahora también soy estudiante del Grado de Seguridad
Pública y Privada, aunque a principios de siglo me formé con poco éxito como Técnico
Superior en Administración de Sistemas Informáticos.

En la actualidad ejerzo mis funciones en la población del área metropolitana de Valencia de


Alaquàs, donde además también colaboro en la instrucción del Tiro de la plantilla.

“And in the end


The love you take
Is equal to the love you make” The Beatles

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INDICE:
1. Prólogo ………………………………………………………………………Pág. 3

2. Resumen de la Asignatura “Antropología Social del Delito” ……………..Pág. 4-8

3. Introducción ………………………………………………………………….Pág. 9

4. La Seguridad como parte de la Sociedad. Seguridad individual Vs. Seguridad


Colectiva. ……………………………………………………………………….…..Pág. 10-13

5. Configuración actual de la Seguridad dentro de la Constitución Española. El


artículo 104. ……………………………………………………….………….…….Pág. 14-16

6. El Estado como garante del monopolio de la violencia. ………….…….Pág. 17-20

7. Conclusiones ………………………………………………………………..Pág. 21

Bibliografía …………………………….…………………………..………….Pág. 22

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1. Prólogo

En este trabajo de fin de asignatura quiero plasmar mis inquietudes del tema del “monopolio
de la violencia”, ¿quién vigila a los que vigilan?, ¿quién controla al controlador?, ¿son los
Estados garantes de ese monopolio?, ¿es legitimo el uso de la fuerza por parte del Estado?.

Estas son algunas de las preguntas a las que espero poder responder con este trabajo
enmarcado dentro de la Asignatura “Antropología Social del Delito” y más concretamente en
su epígrafe sexto dedicado a las estrategias de seguridad frente a los riesgos delictivos.

Espero que este trabajo sea de su agrado y su lectura no sea una pequeña tortura.

“Tu trabajo va a llenar gran parte de tu vida, y la única forma de estar verdaderamente
satisfecho es hacer lo que crees que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran
trabajo es amar lo que haces.” Steve Jobs.

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2. Resumen de la Asignatura “Antropología Social del Delito”

-¿Qué es la Antropología?-¿Qué es la Antropología Social?-¿Y qué es la Antropología


Social del Delito?

Con estas preguntas me gustaría iniciar este Trabajo Final de la Asignatura “Antropología
Social del Delito” un campo en el que antes de empezar a estudiar este grado, apenas era
conocedor de lo que era la antropología, hace unos años visionaba la serie televisiva “Bones”
en la que una de sus protagonistas era una antropóloga forense que ayudaba a resolver
crímenes al FBI, y como suele pasar con la ficción quizá no sea el mejor ejemplo para
hacernos una idea real del significado de la Antropología.

Siempre he pensado que la antropología era la ciencia que


estudiaba el pasado, a través de las pistas que nos daba el
presente, sin ver lo que realmente profundiza la
antropología con todas sus vertientes, en el estudio y la
interconexión de pasado y presente, ya que como hemos
visto a través de la asignatura la importancia del tiempo y del lugar de lo que se estudia
pueden ser factores determinantes para las conclusiones de lo que se está investigando.

Por ello, me gustaría hacer una pequeña introducción, con algo de ayuda de la Wikipedia
como la Bibliografía lo muestra, de lo que es la antropología, y más concretamente lo que ha
sido la antropología social como asignatura que hemos desarrollado en este primer
cuatrimestre, y en este primer año del Grado de Seguridad Pública y Privada; y es que la
antropología es una ciencia social que se dedica al estudio de todos los aspectos de
la naturaleza humana. Es un término de origen griego compuesto por las
palabras anthropos, que quiere decir hombre o humano, y logos, que quiere decir
conocimiento o ciencia, la antropología estudia los fenómenos humanos, por lo que toma en
cuenta tanto las sociedades y/o culturas originarias y antiguas como las presentes. Esta
ciencia toma en cuenta la evolución de la especie humana, la diversidad étnica, la diversidad
cultural, las costumbres sociales, las creencias, los procesos de transformación entre otros
ítems, teniendo diferentes ramas que la van desarrollando, ya que como ciencia social, la
antropología está abierta a la integración de varias disciplinas que tratan de reflexionar sobre
las dimensiones biológicas, sociales y culturales, tales ramas pueden ser la antropología
física, la antropología lingüística y sobre todo la antropología social, que es de la que hemos

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estudiado en esta asignatura.

La antropología se desarrolló como disciplina independiente a finales del siglo XIX y uno de
los factores que ayudo a su evolución fue la “Teoría de la Evolución” y los estudios
antropológicos se han encargado de mostrar la gran variedad cultural que ha existido durante
todos los periodos de la historia. El estudio de las diferentes sociedades y culturas a través del
tiempo y el espacio, de encontrar sus diferencias y similitudes es a gran escala lo que define a
la antropología.

Sin embargo los orígenes de la Antropología y su motivo verdadero o la necesidad de buscar


las explicaciones de la antropología la tenemos que buscar mucho más atrás en la historia de
la humanidad. La reflexión sobre la sociedad, el hombre y su comportamiento tiene sus
antecedentes desde la Antigüedad Clásica a través del pensamiento de los grandes filósofos,
especialmente el griego Heródoto, considerado el padre de la historia y la antropología.
También pueden señalarse como antecedentes los relatos de viajeros, misioneros y
comerciantes sobre los hábitos de los nativos de las tierras descubiertas tras los viajes de
Colón u otros navegantes alrededor del globo, especialmente al denominado “nuevo mundo”.

Ya durante el siglo XIX la antropología general abarcaba


un numeroso campos de estudios, desde la paleontología
pasando por el estudio de los pueblos aborígenes. Pero es
ya cuando aparecen los modelos evolucionistas, dentro de
las distintas “familias” dentro de la antropología como la
mencionada evolucionista, los funcionalistas o los de la teoría del parentesco, y cuando se
desarrolla el modelo científico en las ciencias naturales, cuando mucho de los antropólogos
pensaron que los fenómenos históricos podrían seguir pautas deducibles por observación.

Como hemos comentado anteriormente, dentro del nacimiento de la antropología se podían


distinguir claramente cuatro ramas: la lingüística, la arqueológica, la biológica y la social;
esta última que es la que nos ocupa es conocida también como antropología cultural o
etnología en otros países.

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La antropología social pone su énfasis en el estudio de las culturas y sociedades, y para ello
emplea un proceso en tres fases, la investigación de gabinete, el trabajo de campo conocido
como etnografía y por último el análisis de los datos recogidos en el trabajo de campo.

Como predecesores en el campo de la antropología podemos citar a Emile Durkheim (1858-


1917) o a Max Weber (1864-1920) autor del que hablaremos más extensamente ya que este
trabajo analizará parte de su obra “La Política como Profesión” de 1919, que es un ensayo de
su discurso ante la asociación de estudiantes Freistudentischer Bund en Munich el 28 de
enero de ese mismo año.

Ya dentro de la antropología en sí como disciplina, podemos citar a algunos de los más


influyentes, a riesgo siempre de dejarnos a alguno en el tintero, siendo Edward B. Tylor
(1832-1917) uno de los primeros, o Franz Boas (1858-1942), Bronislaw Malinowski (1884-
1942) muy comentado en nuestro temario, o Claude Levi-Strauss (1908-2009) que quizá sea
el antropólogo más “famoso” o “mediático” de todos.

Para ir centrándonos en nuestra asignatura Antropología Social del Delito debemos


incorporar a este resumen el componente delictivo, el delito, el delincuente, el crimen.
Podríamos hablar también de la antropología criminal como rama de las ciencias
cronológicas y forenses, ya que al igual que otras ramas de la antropología se basa en los
estudios de los factores antropológicos en relación con la actividad criminal.

La antropología criminal tuvo su época dorada tras su aparición a finales del siglo XIX y
principios del siglo pasado, con referentes como Cesare Lombroso (1835-1909) o Alphonse
Bertillon (1853-1914).

La antropología criminal se encarga del estudio de los fenómenos antisociales, desde una
perspectiva biológica y social. Desde un enfoque criminológico, la antropología criminal se
podría dividir en dos grandes campos: La Antropología Física, rama que trata la evolución
biológica y la adaptación de los criminales y de los aspectos del desarrollo físico de éstos, y
que fue perdiendo su auge quedando relegada casi al olvido o reinterpretada bajo otros
parámetros, ya dentro de la Antropología Forense o la Criminología. Tal como nos indica A.
Serrano en su obra sobre la Historia de la Criminología en España: “Hoy la acepción
Antropología criminal ha perdido su significado tradicional. Prácticamente ya no se utiliza

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en Criminología; a no ser para referirse a la investigación en el positivismo criminológico,


especialmente a Lombroso” (Serrano Gómez, 2007: 291), y la Antropología Social que se
ocupa de las formas en que los criminales viven en sociedad, la manera en la que se adaptan;
es decir, las formas de evolución de su lengua, cultura y costumbres.

Pero además vamos a sumar a nuestra disciplina la Antropología Social el factor delictivo lo
que nos va a dar una disciplina completamente independiente y que la diferencia de sus
disciplinas hermanas. En primer lugar, creo que deberíamos intentar diferenciar la
antropología social de por ejemplo la antropología cultural, y es que esta aun distinguiéndose
de la cultural, se sucumbe en ésta última ya que la concepción que se tiene de la cultura es
solo una variante y no es su eje central. Sin embargo, aunque también se diferencia de las
ciencias políticas y de la economía por su visión holística y el particular enfoque de las
diferentes sociedades y culturas mundiales, es más notorio con la cultural ya que cada vez
más se incorpora una amplitud de temas con destacada connotación desde el ámbito cultural,
como la globalización, el transnacionalismo, el ciberespacio, la violencia étnica, entre otros y
sobre todo la delincuencia, el delito y el crimen.

La delincuencia puede explicarse por factores de naturaleza biológica en los seres humanos,
ecológica, social, estructural, cultural o penal. El modo en que se correlacionan estos factores
lleva a la construcción de teorías interpretativas, que sirven para explicar la realidad y
también para justificar determinadas políticas criminales para abordarla y es ahí donde la
antropología tiene su campo de actuación para el estudio y análisis de lo que sucedió y ha
sucedido y prever lo que va a suceder, ya que toda acción tiene una reacción.

Criminología y Antropología están íntimamente vinculadas, principalmente por el hecho de


que el crimen y el delito son acciones o comportamientos característicos del ser humano que
es objeto de estudio de la Antropología desde sus orígenes como ciencia social. La
Criminología, como un conjunto de ciencias y estudios forenses, necesita de la Antropología,
en la medida que ésta se ocupa de estudiar las diferentes formas de comportamiento social,
tanto los tipificados, según cada cultura, como más normales como también aquellos
tipificados como los desviados que estudiaba la rama del positivismo biológico de la
antropología criminalista. La Antropología, cuyo campo de estudio es por definición la
condición humana en el espacio y en el tiempo, como ya hemos comentado anteriormente, ni

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que decir tiene que se trata de una ciencia social imprescindible a la hora de estudiar la
violencia y el delito, pues indaga en el significado de ambos fenómenos en el espacio y en el
tiempo, en diferentes culturas a lo largo de la historia o desde la prehistoria, profundizando en
sus aspectos simbólicos que son los más definitorios. Es por esto que la antropología ya que
estudia una parte de la violencia y el delito, sea una rama de los estudios de cronológicos.

La violencia, en particular, es un fenómeno de múltiples caras y anclajes en las distintas


realidades históricas y sociales. Y en este trabajo nos vamos a centrar en unos de sus aspectos
más complejos, la violencia dentro del aparato del Estado. Para descifrar su complejidad, no
hay más remedio, que segmentarla es modalidades significativas. Hablamos con frecuencia,
por ejemplo, de la violencia juvenil, de la de género, la sexual, la étnica, la racista, la intra-
familiar, la endémica, la terrorista, la abierta o simbólica, la corporal o psíquica, la cotidiana
o estructural, violencia legítima o criminal, o víctimas y perpetradores de la violencia.
Usemos las categorías que usemos, al hablar de violencia nos referimos a relaciones de poder
y relaciones políticas necesariamente asimétricas, así como a la cultura y las diversas formas
en las que ésta se vincula con diferentes estructuras de dominación en los ámbitos micro y
macro-social.

La violencia ha estado presente en todas las culturas y sociedades desde tiempos ancestrales.
No todas las sociedades han entendido ni entienden de la misma manera la violencia, y es
aquí donde empieza el verdadero trabajo de campo del antropólogo social, estudiar,
comprender, observar, a veces con las dificultades de tener que estudiar sociedades ya
desaparecidas, los comportamientos humanos y luego plasmarlo en su trabajo para que el
resto de la humanidad se nutra de él. De hecho en este trabajo nos vamos a centrar en como
los Estados intentan monopolizar la violencia.

Para finalizar este pequeño resumen de la asignatura me gustaría citar a la antropóloga


estadounidense Margaret Mead (1901-1978) que decía que la “Antropología exige la
apertura de espíritu con la que hay que mirar y escuchar, grabar en el asombro y la
maravilla de la que no habría sido capaz de adivinar”.

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3. Introducción

Como miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad a los que pertenezco hace ya más de
cuatro trienios, no puedo sino defender a la Seguridad Pública como la única a la que se
debería garantizar el uso legítimo de la fuerza, ya que para mí el resto de seguridades, tanto la
individual como la seguridad privada, deben enclavarse como parte de la Seguridad Pública;
y en este trabajo vamos a ver el porqué el Estado debe ser el único que pueda ejercer
legítimamente esta fuerza y/o violencia.

Sin embargo, como persona crítica que me considero, es necesario establecer claramente los
límites del uso de la fuerza y perseguir firmemente a quien los sobrepasa o se extralimita. Es
por esto que para este trabajo no solo me he limitado a estudiar el histórico discurso de Max
Weber “La Política como Profesión” de principios del siglo pasado, o en recorrer la
legislación actual que nos habilita en nuestro país al uso de la fuerza por parte de las Fuerzas
y Cuerpos de Seguridad, he querido también ver con los ojos del “otro”, practicar algo tan
importante para el trabajo policial como es la empatía, y para ello he introducido en este
trabajo el documental de David Dufresne “El Monopolio de la Violencia” el cual muestra
desde varias ópticas los disturbios sufridos en Francia en el año 2018 por el colectivo llamado
“chalecos amarillos” y que cuestiona el uso legítimo de la fuerza y nos muestra la delgada
línea que separa el uso legítimo de la fuerza de la violencia policial o la violencia de estado.

El visionado de este documental ha despertado dentro de mí una serie de preguntas que


muchas veces dormitan en mi interior, ¿quién vigila a los que vigilan? Y ¿quién controla al
controlador? Y es este debate ético el que inspira este trabajo y que sin más dilación vamos a
empezar a diseccionar.

Max Weber

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4. La Seguridad como parte de la Sociedad. Seguridad individual Vs. Seguridad


Colectiva

El concepto de la seguridad y como garantizarla, se ha percibido como una necesidad humana


desde sus orígenes, dotándose ya en la antigüedad fuerzas a las que se confiaba este fin. En
Grecia, Platón proponía la división de las urbes en tres clases: los gobernantes, que ejercerán
el poder, los guerreros y auxiliares, dirigidos por los gobernantes, encargados de
defender la ciudad frente a los ataques externos y los desordenes internos, y los
ciudadanos. Y, aunque no puede hablarse propiamente de una policía en sí, tal y como la
entendemos hoy en día, si que existía, un sistema de control social basado en la iniciativa
privada, y, magistrados y funcionarios, que, actuando por cuenta de la polis, ejercían
funciones propias de garantes de la seguridad.

En Roma, La República, ya contaba con cuerpos que ejercían las funciones de policía: los
ediles curules y plebeyos tenían asignadas funciones de vigilancia y mantenimiento del
orden público, ejerciendo misiones de policía urbana, y atribuyéndoseles el “ius mulctae
dicendi”, que les facultaba para imponer multas a aquellos que alteraran el orden público.
Los ediles perdieron fuerza al llegar el Imperio, atribuyendo Augusto la función de policía a
los “Praefectus Urbis”.
Ya en el Régimen Feudal se produjo una desmembración del poder; pues, ante la
imposibilidad del monarca de defender el territorio frente a las agresiones externas, se
crearon los feudos para detentarlo, contando éstos con sus propios ejércitos, sustentados por
los pagos de los ciudadanos a cambio de los privilegios que los señores feudales les
otorgaban. La necesidad de los monarcas de poner fin al dominio de los señores feudales, que
suponía, al fin y al cabo, un peligro para tus pretensiones, condujo a que se viera en la
creación de las ciudades el debilitamiento de los feudos. Además, la formación de las
ciudades medievales buscó superar los constantes problemas de seguridad a los que
contribuía la dispersión de los ciudadanos; favoreciendo la concentración en núcleos urbanos,
y la formación de cuerpos, sobre todo militares, para mantener la seguridad.
Con el nacimiento de los Estados modernos, llevo a una concentración del poder en manos
del monarca, absolutismo, rompiendo la dispersión característica del orden medieval feudal.
Del absolutismo se evolucionó hacia un despotismo ilustrado, en el que el Príncipe debía

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asegurar el bien y la defensa de su pueblo. La función principal del Estado sería la garantía
del orden y de la seguridad.
La aparición del concepto Estado llevó a un cambio de paradigma en el campo de las milicias
y la seguridad, dejando de ser de titularidad privada para convertirse en propiedad pública.
Este fue, pues, uno de los ejes esenciales de la construcción de esta nueva estructura
administrativa: la desaparición de la privatización del poder y la atribución de su titularidad al
Estado. La Seguridad pasó, en consecuencia, a considerarse monopolio del Estado, de forma
que como expresará Max Weber éste tendría, también, el monopolio legítimo de la violencia.
De este punto hablaremos más extensamente en el sexto apartado de este trabajo.
La transición del Antiguo
Régimen a la Revolución liberal
supuso el fin del poder absoluto
de los monarcas, y con ello la
sumisión del Estado al Derecho.
De modo que, en el continente
europeo, el origen de unas
fuerzas públicas encargadas de la
salvaguarda de la seguridad se
puede situar en esta fase, cuando
a finales del Siglo XVIII germina el Estado Constitucional tras la Revolución francesa.
En esta época está datada el nacimiento de las primeras Escuadras de Paisanos Armados en
Catalunya (1719) que están consideradas el primer cuerpo de carácter civil europeo, y que
están consideradas el nacimiento de los Mossos d’Esquadra.
El artículo 12 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de los
Representantes del Pueblo Francés constituidos en Asamblea Nacional, de 1789 establecía
que: “La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza
pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el
provecho particular de aquellos a quienes ha sido encomendada”.
Este artículo ha sido objeto de diversas y antagónicas interpretaciones, al sorprender que un
texto que tenía como piedra angular la garantía de los derechos, al mismo tiempo, los anudara
a la existencia de una fuerza pública. Sin embargo, hay que entender el espíritu de dicho
precepto era, no tanto limitar los derechos mediante la fuerza pública, sino de como se puede

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afianzar la garantía de los derechos a través de una fuerza pública, en contraposición a la


privada que existía en el Estado feudal. Esta fuerza pública, sería como explicaba Rousseau,
un contrato social donde los ciudadanos entregan al Estado el monopolio de la violencia a
cambio de su seguridad y bienestar.
La explicación en la Declaración de una fuerza pública como garantía de los derechos, y no
como fuerza represiva, es la que se corresponde con los postulados del propio Estado
constitucional, que aparece configurado en el mismo artículo 16 de dicha Declaración, al
establecer como exigencias de la Constitución la división de poderes y el reconocimiento de
los derechos; que serán la finalidad primordial del Estado de Derecho. En efecto, como
literalmente expresaba dicho precepto: “Toda sociedad en la cual no esté establecida la
garantía de los derechos, ni determinada la separación de los poderes, carece de
Constitución”.
La vigilancia del territorio se encomendó, entonces, a cuerpos jerarquizados y disciplinados,
sujetos a la jurisdicción de las autoridades políticas y su dependencia del poder político
favorecieron su carácter eminentemente represivo. Además, dicha Fuerza pública tendría un
papel muy limitado, por las propias particularidades del Estado de Derecho, de cuño liberal,
caracterizado por la mínima intervención estatal; un Estado abstencionista que debía limitar
su actuación para preservar la libertad individual y la propiedad; y, por tanto, centrado en
asegurar el orden. Su crisis dará pasó a un Estado Social en el que se le exigirá al Estado que
intervenga.
El constitucionalismo posterior a la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, a la Segunda se
sustentará en valor fundamental de los derechos y en su ordenación como elementos
vertebradores del ordenamiento constitucional. Los poderes públicos, en consecuencia,
estarán vinculados por el respeto y la garantía de los derechos fundamentales, que
impregnarán la aplicación de todo el ordenamiento jurídico. En este contexto, las fuerzas
públicas no podrán actuar más que como garantes de los derechos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, además, abrirá paso al fenómeno de la internacionalización
de los derechos, mediante la creación de organizaciones internacionales como las Naciones
Unidas y Consejo de Europa, cuyos textos introducirán unos estándares mínimos de garantía
de los derechos. Serán textos que erigirán la dignidad de la persona en un mínimo
invulnerable, que, posteriormente se extenderá a las Constituciones que verán la luz en ese
momento histórico. Este nuevo constitucionalismo influirá decisivamente en la configuración

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de las fuerzas de seguridad, que dejaran de concebirse como elemento de represión, y pasaran
a ser, ineludiblemente, elemento de protección de los derechos.
La Creación de Naciones Unidas
inculcará en la Declaración
Universal de Derechos Humanos
(1948) como prioridad el
mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales, así como
el reconocimiento, fomento, y
promoción de los derechos
humanos.
La Resolución 34/169, de 17 de diciembre de 1979, de la Asamblea General de Naciones
Unidas, sobre “Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley”,
reafirma su sujeción a la protección de la dignidad humana, así como al mantenimiento y la
defensa de los derechos humanos.
En el marco del Consejo de Europa podemos destacar el artículo 3 del Convenio Europeo de
Derecho Humanos que establece la prohibición de la tortura o tratos inhumanos o
degradantes o la Resolución 690 de 1979, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de
Europa, “Declaración sobre la Policía”, que define unas reglas deontológicas de actuación
de la policía, en el marco del sistema europeo de protección de derechos.
Todos estos instrumentos vienen a delimitar los principios y el marco de actuación de las
Fuerzas de Seguridad que, en todo caso, ha de respetar y garantizar los derechos de los
ciudadanos a los que defienden y protegen.

Como vemos desde tiempos ancestrales la seguridad ha sido un concepto asociado a la


colectividad del grupo, la seguridad individual ha ido intrínsecamente ligada a la seguridad
colectiva; pero por otro lado el ser humano siempre ha tenido la característica de defenderse
ante las agresiones recibidas. La legítima defensa es un concepto regulado por ejemplo en
nuestro país en el artículo 20.4 del actual Código Penal, pero que siempre ha existido en casi
todas las sociedades.

Entonces, ¿es el Estado el único legitimado para ejercer la violencia?

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5. Configuración actual de la Seguridad dentro de la Constitución Española. El artículo


104

El marco constitucional de referencia es el artículo 104.1 referido a la Seguridad Ciudadana


“Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán como
misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad
ciudadana”, y el artículo 149.1.29 que establece que la Seguridad Pública es competencia
exclusiva del Estado.

Nuestra Constitución hace alusión a la labor de las


Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con tres expresiones:
Seguridad Pública, Seguridad Ciudadana, y Orden
Público. La doctrina y jurisprudencia no tiene una
postura unánime con respecto a la dimensión y alcance
de tales conceptos, por lo que existen posiciones doctrinales y pronunciamientos
jurisprudenciales contradictorios.

Por otra parte el reparto competencial de los diferentes cuerpos de policía y seguridad que
coexisten en nuestro Estado, que perteneciendo a distintas administraciones, y encargándose
de un ámbito material y territorial concreto, comparten una misión común que es la del
artículo 104 de la Constitución, que no es otro que velar por la seguridad de los ciudadanos,
previniendo y persiguiendo el delito y las infracciones administrativas, siempre velando por
la Constitución, y salvaguardando la Ley y el Ordenamiento Jurídico.

El artículo 2 de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,


se encarga de empezar a desarrollar el artículo 149.1.29 de la Constitución, al regular las tres
esferas policiales existentes en el país, una a nivel Estatal, las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, otra autonómica en algunas Comunidades Autónomas, las policías
autonómicas, y otra local en las Corporaciones Locales de determinada población. Todos
estos cuerpos policiales que coexisten en el país se encuadran como componentes de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

El artículo 149.1.29 del texto constitucional dispone que el Estado tiene la competencia
exclusiva en materia de Seguridad Pública, pero lo entiende sin perjuicio de que las
Comunidades Autónomas puedan tener cuerpos policiales. A esto se uniría el artículo

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148.1.22, que señaló la competencia de las Comunidades Autónomas en materia de vigilancia


y protección de sus instituciones y edificios oficiales, y la facultad de coordinación de los
cuerpos de policía local de su territorio.

Todo ello se hará, dice la Constitución, de acuerdo a lo que disponga una Ley Orgánica; que
se materializó con la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, que regula los tres grandes grupos policiales existentes, los cuerpos estatales, los
autonómicos y los locales, y las funciones y competencias que pueden tener estos cuerpos
policiales.

Para una completa delimitación competencial de estos cuerpos policiales, será preciso
examinar la competencia en Seguridad que han recogido los Estatutos de Autonomías en cada
región, y las Leyes Orgánicas de transferencia de competencias.

Otro tema a tratar bien diferente es el


modelo de seguridad que se eligió,
tanto al redactar el texto
constitucional, como al redactar la
LO 2/86 de FFCCS, ya que a mi
entender tener dos cuerpos de
carácter estatal que se “pelean” por
sus competencias, varios cuerpos
autonómicos, algunos de ellos pseudo-autonómicos como el valenciano, donde un cuerpo de
carácter estatal realiza las pocas competencias que tiene asignadas, y un batiburrillo de
policías locales sin una coordinación nacional, y muchas veces sin una coordinación
autonómica, hace que la ciudadania tenga la sensación de no saber a quien dirigirse cuando
necesitan de la protección de sus fuerzas y cuerpos de seguridad. Pero esto es harina de otro
costal que daría para otro trabajo extenso del modelo policial actual en nuestro país y como
deberíamos reestructurar a todas nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Volviendo a nuestro tema central, la Seguridad Pública es un concepto amplio, que abarca
desde la esfera policial a la Seguridad Ciudadana y Orden Público; abarcando y regulando el
campo de la Protección Civil, e incluso, la Seguridad Privada.

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Si bien tanto la Protección Civil como la Seguridad Privada no tienen acogida en el texto
constitucional, desde el momento que es el Estado quien regula la Seguridad Privada, esta de
algún modo, queda encuadrada en la Seguridad Pública, siendo una pieza más del conjunto de
la seguridad de la población en general. La regulación actual sobre esta actividad tiene cabida
por una interpretación amplia de la noción de Seguridad Pública. Una de las primeras
sentencias en este sentido, es la Sentencia del Tribunal Constitucional 104/1989 de 8 junio
donde establece que la Seguridad Pública, y la Seguridad Privada comparten el mismo bien
jurídico protegido y por tanto la Seguridad Pública engloba en su sentido amplio los servicios
y actividades de la Seguridad Privada aunque tengan distintas funciones.

Otra sentencia más reciente es la Sentencia del Tribunal Constitucional 154/2005, de 9 de


junio que reconocía estos extremos de una forma más clara, estableciendo que “es posible
aceptar, de partida, que la prestación por personas privadas de servicios de protección de
personas y bienes sea considerada como actividad en cierto modo complementaria y
subordinada respecto de las de Seguridad Pública”.

Por su parte la Protección Civil regulada en la Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema
Nacional de Protección Civil; y con una amplia vinculación tradicional al sistema público de
emergencias desde su creación a mitad del siglo pasado, está incardinada en el Sistema de
Seguridad Pública como reconocen las sentencias del Tribunal Constitucional 33/1982 y
123/1984 ofreciéndole dichas sentencias un marco legal en el concepto de Seguridad Pública
y permitiendo que haya una legislación estatal básica sobre Protección Civil.

El Monopolio de la Violencia 16 José Saiz Medina


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6. El Estado como garante del monopolio de la violencia

“Todo Estado está fundado en la violencia”. Así citaba Max Weber al revolucionario ruso
Leon Trotsky (1879-1940) y afirmaba el sociólogo alemán que cualquier Estado reclama
siempre para sí el monopolio de la violencia.

Weber defendía que el Estado debía ser la única fuente de violencia y que el resto de
individuos o de asociaciones de individuos tendrían derecho al uso de la violencia, en tanto
en cuanto, el Estado se lo permitiese.

Con esta teoría el Estado, a través del uso legítimo de la violencia, crea una sociedad segura y
un orden para todos los ciudadanos. Esta teoría no era nueva para Max Weber, es una
aplicación del contrato social de Rosseau, los ciudadanos entregan el monopolio de la
violencia al Estado a cambio de un bienestar y de una seguridad.

La Declaración de Derechos de la Asamblea Nacional Francesa, al situar a la fuerza pública


como garante de los derechos, se hacía eco, asimismo, de las ideas de Locke y de
Monstesquieu sobre la necesidad de un pacto entre los hombres para conservar, con
seguridad, los derechos y los bienes, y dividir el poder, estableciendo pesos y contrapesos,
para limitarlo y evitar su abuso para garantizar la libertad.

El monopolio de la violencia es por tanto un principio político que sostiene que el uso
legítimo de la violencia en una sociedad debe estar controlado por una sola institución,
generalmente el Estado. Este monopolio del uso de la violencia ayuda a asegurar la
estabilidad y la seguridad de la sociedad, al evitar que diferentes grupos o individuos se
enfrenten entre sí con violencia. Es un principio clave en el Estado de derecho y en el sistema
político liberal.

Existen varias teorías sobre el uso de la fuerza o la violencia en el contexto político y social.
Algunas de estas teorías son:

La Teoría de la justicia distributiva sostiene


que el uso de la violencia es justificado en
casos en los que se busca rectificar
desigualdades sociales o económicas. Esta
teoría se refiere a la idea de cómo se deben

El Monopolio de la Violencia 17 José Saiz Medina


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distribuir los recursos y las oportunidades en una sociedad. Se ocupa de determinar qué es lo
justo en términos de distribución de riqueza, poder y otras formas de bienes. Uno de los
principales teóricos en este campo es John Rawls, quien propuso la "teoría de la justicia como
equidad", en la cual se establece que una distribución de recursos es justa si y solo si es la que
se elegiría en un estado de "ignorancia original" en el que las personas no conocen su
posición en la sociedad.

La Teoría de la defensa legítima sostiene que el uso de la violencia es legítimo si es


utilizado para defenderse a uno mismo o a otros de un ataque inminente que amenaza su vida
o su integridad física. Esta teoría se basa en el principio de que todas las personas tienen
derecho a la vida y a la seguridad personal, y que la legítima defensa es un medio necesario
para proteger esos derechos. En general, la legítima defensa se considera justificada siempre
y cuando la acción sea proporcional al peligro, es decir, solo se puede usar la fuerza necesaria
para evitar el peligro. El derecho penal de cada país regula en detalle las condiciones y
requisitos para que una acción sea considerada legítima defensa, en nuestro caso el artículo
20.4 del vigente Código Penal lo regula.

La Teoría de la no violencia sostiene que el uso de la violencia es siempre inaceptable y que


las soluciones pacíficas deben buscarse en todas las situaciones. Esta teoría es una filosofía y
un conjunto de técnicas que buscan resolver conflictos y lograr cambios sociales y políticos
mediante la resistencia pacífica y la negociación en lugar de la violencia. La no violencia es
una forma de luchar contra la injusticia y la opresión sin recurrir a la violencia física o la
guerra. Uno de los principales teóricos de la no violencia es Mahatma Gandhi, quien la utilizó
como una táctica política en la lucha por la independencia de la India de Gran Bretaña. Otros
líderes y movimientos que han utilizado la no violencia incluyen a Martin Luther King Jr. y
el movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos, y Nelson Mandela y el fin del
apartheid en Sudáfrica. La teoría de la no violencia es una forma de resistencia pacífica que
busca transformar la sociedad mediante el cambio de actitudes y comportamientos de las
personas, y no mediante la violencia.

La Teoría de la guerra justa sostiene que el uso de la violencia en una guerra es justificado
si cumple ciertos criterios, como ser declarada por una autoridad legítima, tener un objetivo
justo y emplear medios proporcionados. Esta teoría es un conjunto de principios y criterios
que buscan determinar cuándo es justificado recurrir a la guerra como medida para resolver

El Monopolio de la Violencia 18 José Saiz Medina


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un conflicto. La idea es que hay ciertas condiciones bajo las cuales una guerra puede ser
considerada justa y, por lo tanto, moralmente defendible.

Los criterios tradicionales de la teoría de la guerra justa son que debe ser declarada por una
autoridad legítima. Además la causa de la guerra debe ser justa, es decir, debe buscar
defender un derecho legítimo o proteger a una comunidad de una amenaza real. Por otra parte
los medios utilizados en la guerra deben ser proporcionales al fin buscado y no deben causar
daño desproporcionado a civiles o al medio ambiente. Debe haber una posibilidad razonable
de que la guerra logre su objetivo y no sea desproporcionada en cuanto a los costos y
sufrimientos causados. La guerra debe ser un último recurso, después de haber agotado todas
las demás opciones de resolución pacífica del conflicto.

Sin embargo, estas teorías han sido criticadas por ser subjetivas y no tener un criterio
universal. Es importante mencionar que desde la Segunda Guerra Mundial, la comunidad
internacional ha tratado de regular la guerra mediante tratados internacionales y la creación
de la ONU, con el objetivo de evitar conflictos bélicos y promover la resolución pacífica de
los mismos.

Y por último la Teoría del monopolio del Estado, que es la que estamos viendo en este
trabajo, que sostiene que el uso legítimo de la violencia en una sociedad debe estar controlado
por una sola institución, el Estado, para asegurar la estabilidad y la seguridad de la sociedad.

La teoría del monopolio del estado se refiere a la idea de que el estado es la única institución
legítima que tiene el derecho a ejercer la violencia legítima en una sociedad. Según esta
teoría, el estado tiene el monopolio del uso de la fuerza y, por lo tanto, tiene el derecho
exclusivo de establecer y aplicar las leyes, mantener el orden público y defender la seguridad
nacional.

En otras palabras, el estado es el único que puede legítimamente usar la violencia para
mantener el orden y proteger a los ciudadanos. Por lo tanto, el estado tiene el monopolio
sobre la fuerza y el poder, y los ciudadanos no tienen derecho a usar la violencia para resolver
sus conflictos o defenderse a sí mismos.

La teoría del monopolio del estado es un principio fundamental del estado moderno, y se
considera esencial para garantizar la seguridad y el orden en una sociedad. Sin embargo,
también se ha criticado porque puede dar lugar a abusos de poder y violaciones de los

El Monopolio de la Violencia 19 José Saiz Medina


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derechos humanos.

Es importante mencionar que cada una de estas teorías tienen sus propias críticas y
limitaciones, y en la práctica, la justificación del uso de la fuerza es a menudo un tema
complejo y controversial.

Sin embargo podemos llegar a la idea que quizá ninguna de estas teorías funcione por sí
solas, y es por esto que muchos de los Estados modernos utilizan varias de estas teorías para
aplicar y ejercer el uso de la fuerza, basando este ejercicio en la inclusión, por ejemplo, del
derecho a la autodefensa en la legislación penal del Estado; regulando cuando el Estado
puede entrar en conflicto armado con otro Estado, y siendo garante del correcto uso de la
fuerza por parte de los legítimos encargados de hacer cumplir la ley evitando abusos y que los
derechos de los ciudadanos sean respetados.

Las Naciones Unidas reconocen a los Estados el legítimo poder del orden público, y además
esta legitimidad es un derecho moral que los ciudadanos entregan a su Estado a cambio de su
seguridad (Contrato Social de Rosseau). Sin embargo no puede haber una fuerza legítima si
no hay un poder legítimo, es por esto que dependiendo del grado de democracia que haya
alcanzado cada Estado le hará ejercer este monopolio de una forma u otra.

El Monopolio de la Violencia 20 José Saiz Medina


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7. Conclusiones

En mi opinión y como cierre a este trabajo, desde una perspectiva legal, que se asemejaría
mucho a las teorías de Weber, los Estados monopolizan el uso de la violencia legitima. Sin
embargo esta pretensión va a estar siempre inacabada. Si entendemos por monopolio de la
violencia o de la fuerza, el control del acceso a las armas y el control de los comportamientos
violentos, esta monopolización por parte del Estado existe. Pero a su vez al existir
organizaciones criminales que trafican con armas, u organizaciones criminales dedicadas al
uso de estas armas para ejercer violencia, crímenes y asesinatos podemos asegurar que esa
monopolización no está acabada ya que de ser así no existirían ni el tráfico ilegal de armas ni
cierto tipo de delincuencias violentas.

Por otra parte en cuanto a su legitimidad, en ciertos casos y ciertos Estados han roto su
legalidad impunemente abusando de su poder y de su propia fuerza. Por tanto, no es cierto
que la violencia del Estado sea siempre legitima “per se” siempre y cuando no respete la
legalidad o entre en contradicción con otras legitimidades sociales que cuestionan esta
legitimidad y que tienden a desobedecerla si no la entienden como propia.

Como he podido observar en el visionado del documental de David Dufresne, y como he


podido ver tanto en las noticias, o personalmente desde mi puesto de trabajo, cuando uno solo
de los Agentes encargados de hacer cumplir la ley sobrepasa la delgada línea que separa el
bien del mal, hace un daño casi irreparable al conjunto de personas que trabajan para dar
seguridad a sus conciudadanos.

Por desgracia en la labor policial hay un mal entendido corporativismo que lleva a tapar estos
abusos o excesos por parte de algunos policías, y este comportamiento más que ayudar lo que
hace es pudrir el sistema desde dentro, la teoría de la manzana podrida.

Como hemos visto al final de este trabajo para que un Estado moderno consiga que la
ciudadania entregue el control del monopolio del uso de la fuerza, este “contrato” debe estar
basado en la reciprocidad y en la entrega de otros derechos a los ciudadanos, como el derecho
a la legitima defensa, para que estos ciudadanos se sientan seguros y defendidos por su
Estado.

El Monopolio de la Violencia 21 José Saiz Medina


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Bibliografía:

Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa

Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa_social

Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Antropolog%C3%ADa_criminal

Ø http://www.revistadeantropologia.es/Textos/N8/La%20Antropologia
%20Criminal%20dentro%20de%20la%20Antropologia%20Social.pdf

Ø https://es.wikipedia.org/wiki/Monopolio_de_la_violencia

Ø LA POLITICA COMO PROFESION. Max Weber (1919)

Ø EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA. Documental de David Dufresne


(2020)

Ø EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA COMO CONSTRUCCIÓN


JURÍDICA. ALGUNOS DESAFÍOS GLOBALES. Análisis político de José
German Burgos de la Universidad Nacional de Colombia

Ø SOBRE EL MONOPOLIO LEGÍTIMO DE LA VIOLENCIA. Gloria María


Gallego García

El Monopolio de la Violencia 22 José Saiz Medina

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