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Cuando la pandemia estaba en su alto riesgo fui testigo presencial de cómo

familias con la tristeza en el rostro desalojaban y cerraban su negocio en el que


habían puesto su esperanza. Me pregunto en estos momentos cuál es su
sustento, no solo de estas familias sino de cientos que sufrieron estos calamitosos
eventos. Sufro con ellos porque, como maestro de posgrado, una de mis materias
favoritas fue la creación de empresas para alentar a los emprendedores a
desarrollar sus pequeños negocios. Medianas y grandes empresas que lucharon y
pudieron sortear las épocas críticas no parecen estar en un lecho de rosas, sus
problemas de operación son muchas veces continuos, no solo debido al
Covid, que aunque ha disminuido, si enferma a uno o dos empleados, barre con
muchos más, hay crisis obrera por una gran rotación de personal en las áreas de
servicio y producción.

Las causas pueden ser varias, partiendo de salarios bajos ante el alza de precios
en productos básicos para la alimentación, transporte y vivienda, deficiencias en la
capacitación de recursos humanos que se da preferencia a cursos de niveles
superiores y de aspectos técnicos con poco o nulo espacio a las dinámicas de
valores humanos como la responsabilidad, la empatía y la honestidad. Es
indudable que la pandemia de Covid ha sido sustituida por dos de tipo
económico, la inflación y la falta de crecimiento de la economía. Podemos, por
tanto, darnos cuenta de que la inflación es una epidemia que produce hambre y
ataca a todos de cualquier lugar, estrato económico y lo que sea. El otro elemento
económico que nos hace caer en un círculo vicioso es la falta de crecimiento
económico por no haber proyectos de inversión y generación de empleos que
están haciendo disminuir la demanda.

La pandemia de Covid que sufrimos nos ha dejado una gran enseñanza tanto a
nivel familiar como empresarial, debemos crear nuevas formas de blindar las
empresas ante todo tipo de epidemias que no se relacionan con la salud, de éste
tipo solo los médicos guiados por Dios nos pueden proteger. Sirva este espacio
para dar gracias a Nuestro Señor por habernos librado al menos por ahora de este
terrible mal y vaya mi reconocimiento hacia aquellos médicos que como grandes
seres humanos se pusieron al frente de esta terrible batalla.

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