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Casi Ángeles:

"La Resistencia"

Published: 2021

Source: https://t.me/CasiAngelesTG
Bitácora personal de Bruno
Bedoya Agüero
 
Fecha Eudamónica: aquí y ahora
¡Ajáááá! No me tenían fe, ¿no? Pensaron que me iba a
distraer con algún menester exótico y fascinante de los que
nutren mi vida exótica y fascinante, y que iba a tardar otros
diez años humanos en continuar este relato. Bueno, no. Soy,
sobre todo, un ser de palabra y, por ende -me fascina la
expresión "por ende", "por ennnddde"-, cumplo mis
promesas. Les prometí que nos volveríamos a ver pronto y
henos aquí, listos para el desenlace de esta historia
fantástica en todas las acepciones de la palabra
"fantástica".
Cuántas intrigas, cuántos misterios por resolver. Les
anticipo que esta narración estará repleta de giros y
revelaciones inesperadas, así que pónganse cómodos en su
cama o sillón, hagan una rotación de cuello para aflojar
tensiones y arrójense conmigo en este tobogán hacia el fin
de los misterios, directo al corazón de la Resistencia.
Como recordarán, nuestros héroes estaban en el futuro,
en el año 2030. Habían realizado la epopeya de salvar a
Paz, egresaron del Colegio Mandalay y asistieron al
casamiento de Paz y Camilo. Cuando estaban a punto de
emprender el regreso a su tiempo, la historia y la Historia
dieron un vuelco sorpresivo: la Corporación de Gobierno
atacó a la población civil con misiles que esparcieron una
nube de humo blanco por todo el territorio. Quien ordenó el
ataque fue la jefa de Ministros, que resultó ser Luz, la
hermana menor de Cielo, a la que todos creían muerta.
Cuando los misiles impactaron en Bahía del Príncipe, todo
se volvió una confusión demencial, y la mayoría de los que
sobrevivieron fueron capturados por la Corporación. Los
soldados rastrillaron todo el predio buscando sobrevivientes,
especialmente a los señalados por la jefa de Ministros como
"targets prioritarios". Pero no eran tan buenos sabuesos
como la jefa hubiera esperado, por que pasaron junto a
Valeria, que estaba tendida en la playa, y no notaron que
estaba viva. Cuando los soldados se fueron, Vale se
incorporó y deambuló por el lugar, horrorizada por lo que
veía. Buscó sin éxito a alguno de sus amigos hasta que
encontró la cámara de video con la que pocos minutos
antes había estado filmando la boda de Paz y Camilo.
Esa filmación que Vale había hecho se subía
automáticamente a una web que otrora -me fascina esa
palabra.... ¡OTRORA!- había pertenecido a Cielo Abierto,
pero como esta agrupación se había desmantelado, la
usaron los chicos a modo de nube para guardar los videos y
que todos tuvieran acceso a ese recuerdo. A pesar del
aturdimiento que tenía, Valeria comprendió que la cámara
seguía subiendo imágenes, y que sería una buena manera
de comunicarse con sus amigos, si es que alguno había
sobrevivido, como ella. Dejó un mensaje desesperado, con
la ilusión de que alguien lo encontrara. Sin saberlo, Valeria
acababa de inaugurar un movimiento que haría historia y
que sería mundialmente conocido: la Resistencia.
Valeria no se equivocó. Luca, que también había logrado
escapar de los soldados, se había escondido en una casa
vacía. Desde allí entró a la web para ver si alguien había
dejado algún mensaje, y se encontró con el de Valeria. Luca
también grabó uno, en el que les reveló dónde estaba
escondido. Simón vio ambos mensajes, fue a buscarlos y los
llevó a un lugar seguro en el que se estaba escondiendo.
Les presentó a Jony, un alumno de otra residencia del
Mandalay que también había logrado escapar.
Thiago estaba en el lago cuando ocurrieron los ataques.
Desde allí tuvo una imagen panorámica del horror. Logró
huir de toda esa locura nadando y regresó a las pocas
horas, pero no pudo encontrar a Mar ni a ninguno de sus
amigos. Tuvo la misma idea que el resto y se encontró
virtualmente con sus amigos en la web de Cielo Abierto.
También Tefi y Melody habían dejado un mensaje, se las veía
aterradas y desorientadas. Se pasaron coordenadas para
encontrarse y así fue como se reunieron los siete, y ya no se
separaron más. Fue la primera célula de la Resistencia.
Perdieron la noción del tiempo -si tal cosa existe-, y
pasaron los días moviéndose de un lugar a otro, huyendo de
los soldados de la Corporación que los perseguían, y
buscando al resto de sus amigos. No sabían nada de Mar, ni
de Jazmín, ni de Rama, Tacho, Lleca, Nacho, Hope, Kika ni de
Teo. Tampoco sabían qué había ocurrido con Paz y Camilo.
Temían lo peor, pero los mantenía vivos y fuertes la
esperanza de volverlos a encontrar.
Bien, ahora que hemos recapitulado, estamos listos para
continuar el relato. Prepárense un té, háganse pochoclos o
el snack que prefieran. Lustren los cristales quienes usan
lentes y agárrense fuerte, porque esta última entrega viene
movida.
El desenlace se acerca, las líneas temporales se
entrelazan y se enredan cada vez más, y el mundo se volvió
un lugar peligroso y hostil donde lo único que queda es
resistir. Pero no se preocupen, porque ustedes tienen un
guía de lujo que los conducirá sabiamente para que puedan
desentrañar todos los misterios.
(Por si no captaron la metáfora, el guía de lujo soy yo).
Esta bitácora continuará...
El muro
 

La Resistencia llegaría a convertirse en un modo de vida,


pero en su comienzo fue una necesidad inevitable a la que
los empujó la realidad. El mundo tal como lo habían
conocido se evaporó en un segundo. Lo sólido se volvió
líquido, las certezas estallaron como un cristalero contra el
suelo. Los que un mes antes debían protegerlos, ahora los
perseguían. Salir a la calle podía ser letal. La nueva realidad
era peligrosa y difícil de comprender. Casi ciencia ficción, y
resistir era la única opción.
Thiago se dormía pensando en Mar, soñaba con ella y se
despertaba gritando como gritó aquel día cuando el humo
blanco y espeso de la explosión cubrió a Mar hasta
tragársela. Se aferraba a la llave que ella le había regalado
y que usaba como colgante. La apretaba con fuerza, como
si fuera su mano. Estaba semimuerto sin Mar, pero de ese
desasosiego sacaba su fuerza. Y no se equivocaba cuando
sentía que Mar estaba cerca.
En ese mismo instante, mientras Thiago, aún sudado por
la intensidad de una nueva pesadilla, lloraba en silencio
aferrado a la llave, a poco más de cinco kilómetros de la
guarida en la que se escondían Thiago y sus amigos, estaba
Mar. Inmóvil, con los ojos cerrados, recostada sobre una
camilla metálica. Una luz azulada recorría todo su cuerpo
como si fuera un escáner. Cerca de allí, en otra habitación,
una mujer de ojos azules muy penetrantes interrogaba a
Rama, que se veía muy nervioso. Y no muy lejos de donde
estaban Mar y Rama, Esperanza caminaba nerviosamente
por una calle cuando fue abordada por dos soldados de la
Corporación de Gobierno. Thiago no se equivocaba al
pensar que estaban vivos, lo que no imaginaba era lo que
les estaba ocurriendo.
La máquina en la que estaba metida Mar produjo un pitido
y se apagó la luz. Sarita, una joven algo nerviosa, anunció
que ya había terminado el proceso.
-¿Ya está? -preguntó Mar.
-Sí. Bronceado total, como querías -dijo la mujer y le
acercó un espejo.
Mar se miró largamente, su piel había adquirido un dorado
muy natural, como si hubiera pasado una temporada en
alguna isla del Caribe. Se acomodó un poco el flequillo,
sonrió y apreció el modo en que el bronceado resaltaba el
blanqueamiento dental que acaba de hacerse. También se
observó las uñas, que la empleada acababa de retocarle:
rojas, brillantes, laqueadas. Perfectas. Mar suspiró
satisfecha, era el look ideal para la gran celebración que
tenían ese día. Pagó la sesión apoyando una tarjeta
magnética sobre una pantalla de acrílico y antes de irse
preguntó si Ito le había llevado la ropa que había encargado
para ir al desfile, y la empleada le aseguró que no.
-¿No ves que no le llega la botamanga al ruedo al percho
este? -refunfuñó Mar y salió del spa llamando a los gritos a
Ito.
Mientras tanto, los dos soldados intimidaban con su
mirada a Hope. Como ella estaba algo aturdida y no
respondió a la pregunta, un soldado se la repitió.
-Te pregunté a dónde ibas, ¿querías salir?
-¿Quién quiere salir? -se oyó por detrás, y Hope se puso
más tensa de lo que estaba.
La voz era la de Teo, y todos en la Resistencia se hubieran
sorprendido muchísimo si lo hubieran visto usando un
uniforme de soldado de la Corporación de Gobierno. Sin
embargo, Hope no pareció sorprenderse al verlo vestido de
esa manera.
-En realidad los buscaba a ustedes. A los héroes-aclaró
Esperanza y les ofreció una bandeja que traía en las manos
y en la que ninguno había reparado. Le quitó la servilleta a
cuadros que cubría el bizcochuelo y se los acercó-. Es una
torta que hice para ustedes. Una torta típica croata. Es un
humilde «gracias» para nuestros héroes.
Al grupo de la Resistencia también le hubiera llamado
muchísimo la atención ver a Hope refiriéndose a los
soldados como «héroes». Y, sin dudas, los hubiera dejado
muy desconcertados escuchar cómo prosiguió la
conversación.
-¿Cómo te llamás? ¿De dónde sos? -preguntó Teo.
-¿No me sacás? -le dijo Hope, con una sonrisa. Teo la
observó como si su rostro le resultara vagamente familiar,
pero negó.
-Esperanza me llamo. Y soy del NE. Y me voy yendo porque
tengo que prepararme para el desfile. Vamos con carroza
propia.
-Nosotros también desfilamos -dijo Teo-. Vamos adelante,
pero te voy a estar mirando.
-Y yo a vos -replicó Hope, torpe y coqueta.
El NE al que se había referido Hope era el Instituto Nueva
Era, un colegio modelo que habían construido donde hasta
pocos meses antes había funcionado el Mandalay. Allí, en
una de las oficinas, estaba Rama frente a una mujer que lo
interrogaba. Había una pantalla de acrílico en la que se
proyectaban imágenes de Rama hablando a cámara, dando
su ubicación y pidiendo ayuda. Luego la imagen se
interrumpía y se veía a un grupo, integrado por Luca, Vale y
Simón, que habían acudido al lugar indicado por Rama, y
fueron emboscados por soldados. La mujer miró muy fijo a
Rama.
-Explicame eso, Ordóñez.
-Hice lo posible por colaborar, pero los salvajes escaparon.
Intenté perseguirlos, pero los oficiales no me lo permitieron.
-Suficiente, Ordóñez-lo interrumpió la mujer, ahora con
una sonrisa-. Arriesgaste tu vida por todos, y eso lo
valoramos por sobre todas las cosas. Bienvenido al NE, vas
a ser mi nuevo ayudante de cátedra. ¿Te pone contento
eso? -preguntó la mujer.
-Muy-dijo Rama con un tono seductor algo impostado que
sus amigos jamás habrían imaginado en él. Sobre todo,
porque eso significa que voy a pasar doce horas cátedra por
semana con vos. Podríamos empezar con una cena para
conocernos, ¿no, Uma?
Uma sonrió, atraída pero discreta.
Pocos minutos después, empezaron a congregarse todos
en la recepción de lo que poco tiempo antes era la
residencia Norte del Mandalay. Todo había cambiado mucho.
Un espacio que antes estaba lleno de color, bullicio y calidez
ahora era un ámbito de decoración ascética. Predominaba el
blanco y negro y los materiales fríos, como el metal o el
acrílico. Los alumnos que pululaban por el lugar vestían
exclusivamente de negro, blanco y gris, como sacados de
un aviso de una tarjeta de crédito exclusiva.
Esperanza, que regresaba de la calle, vio a Mar y lanzó un
grito.
-¡Me muerto muerta!
-Ay, las bucaneras de tu hermana-exclamó Mar,
tomándose el pecho, asustada.
-Sorry que te asusté, Mariacheta, pero te vi ese tanning
tan fashion y enloquecí.
-¿Lo viste a Ito? Tiene mi ropa y no lo encuentro por
ningún lado.
En ese momento, se les acercó Uma y se dirigió a ellas
dos y al resto de los jóvenes que estaban en la recepción.
-Chicos, quiero presentarles a mi nuevo ayudante de
cátedra: Ramiro Ordóñez.
Él apareció detrás de Uma y sonrió a todos. Mar lo
examinó de arriba abajo, algo atraída por ese nuevo
profesor. Sin dudas, Thiago y el resto de sus amigos se
hubieran sorprendido muchísimo al ver que ni Mar ni Rama
parecían reconocerse.
-¿Vos sos el nuevo ayudante? -preguntó Hope, algo
descolocada ante esa aparición.
-¿Por qué preguntás así? -dijo Rama con una sonrisa. ¿Te
parezco demasiado joven? ¿O quizás demasiado lindo?
-Demasiado agrandado-acotó Mar, y Rama se rió. ¡Ito!
¡Por fin, viejo! -exclamó Mar al verlo llegar. El famoso Ito no
era otro que Nachito Pérez Alzamendi, que se acercó a Mar
con una funda de tintorería.
-Acá estoy, mi reina -respondió él-. Qué ansiosa sos.
Nacho, o Ito, le dio la funda a Mar, que se fue y regresó a
los pocos minutos, ya cambiada. Se les unió Lleca, al que
nadie llamaba de esa manera, sino León, y cuando
estuvieron todos reunidos, Esperanza gritó, como tantas
veces había hecho antes.
-¿Estamos listos?
Mar, Rama, Ito y León sintieron un leve escozor al oír ese
grito, una especie de déjà vu, pero lo desestimaron de
inmediato y salieron de la residencia.
En el centro del antiguo campus del Mandalay, donde
antes estaba la Zamacueca, ahora había una plataforma
grande, con ruedas, sobre la que había dos enormes
parlantes y una consola en la que un DJ pinchaba música.
Mar, Hope, Ito, León y Rama se subieron a la carroza, que
comenzó a avanzar, acarreada por un cuatriciclo. Decenas
de alumnos del NE ca minaban junto a carroza. No había
absolutamente nadie que no vistiera de negro, blanco o
gris. Todos bailaban al ritmo de la música estridente y
pegadiza.
You can fool yourself. I promise it will help.
Now every single day I just wanna hear you saying...
Pantallas de led gigantes colocadas a lo largo del camino
dibujaban flores y fuegos artificiales, mientras se
subtitulaba la canción: «Podés engañarte a vos mismo, te
prometo que ayudará. Ahora, cada día quiero escucharte
decir...».
La carroza del NE se unió a otras formaciones que
avanzaban por el bulevar principal hacía un escenario
montado junto a un lago. Cientos de atletas avanzaban
haciendo acrobacias o bailando. El clima era
extremadamente alegre, festivo.
There's nothing you can do to keep it out.
There's nothing you can do, just scream and shout:
Saying I'm so lucky lucky, I'm so lucky lucky.
I'm so lovely lovely, I'm so lovely lovely.
«No hay nada que puedas hacer para evitarlo, solo gritar
y gritar: soy tan afortunado, tan afortunado. Soy tan
adorable, tan adorable». Por las pantallas gigantes pasaban
frenéticas las letras de los subtítulos de la canción. Las
carrozas llegaron al gran escenario junto al lago. En el
preciso instante en que la canción repetía cuán afortunados
y adorables eran, estallaron confetis plateados y desde el
fondo emergió, sonriente, sencilla y pletórica, la jefa de
Ministros. Todos los jóvenes estallaron en aplausos
enfervorizados. Luz era una mandataria amada e idolatrada.
La jefa subió al escenario, se paró frente al micrófono y
exclamó en un grito extasiado:
-¡Feliz Día de la Paz!
Los aplausos y vítores arreciaron como una tormenta de
felicidad.
-En este día radiante, conmemoramos la histórica jornada
en que recuperamos la paz -continuó Luz-. Pido un fuerte
aplauso para los héroes de la reconquista.
Todos giraron para aplaudir a los soldados que estaban
montados en sus camionetas, con uniformes de gala,
armados y muy serios. Teo, el líder, agradeció los aplausos
con apenas un gesto adusto.
-También pido un aplauso para los jóvenes del NE-
continuó la mandataria-. Ellos son el futuro. ¡Somos tan
afortunados! Nuestro estilo de vida está protegido. Nuestro
refugio es seguro. Nuestro futuro es seguro. Nuestro mundo
es seguro. ¡Y feliz!
Mientras la jefa continuaba con su discurso, Teo recibió
una información urgente y se puso alerta. Su segundo al
mando lo observó.
-Reportaron rebeldes en el área -informó Teo, y partió
junto con un comando de soldados rumbo a la puerta de
acceso a la urbe, como todos llamaban a la ciudad ahora.
Varios soldados fuertemente armados vigilaban los
ingresos y egresos. Teo se identificó como el jefe de la
cuadrilla. Los custodios le pasaron un escáner por la retina y
la salida fue autorizada. Un portón pesado se abrió y dos
móviles salieron al exterior. Un drone los seguía, se elevó
por el aire y la imagen que transmitía era la de una distopía
jamás imaginada por nadie. De un lado del muro, la urbe
perfecta, idílica, moderna, feliz. Del otro lado, bosques,
descampados y zonas arrasadas por las explosiones, donde
los sobrevivientes trataban de escapar al asedio de los
soldados.
El muro no solo imposibilitaba que los de afuera entraran
a la urbe, también impedía que sus habitantes salieran de la
burbuja.
Desde el día de las explosiones, Tacho había sobrevivido a
varios intentos de captura por parte del Gobierno y se había
convertido en uno de los rebeldes más buscados. Es que
Tacho no solamente había escapado, sino que había
desbaratado varios grupos comando, les había robado las
armas y los uniformes a los soldados, y en cada atraco que
hacía, dejaba un mensaje para la jefa de Ministros,
desafiándola, cargado de odio.
A Tacho, además de la impotencia y la indignación, se le
sumaba el dolor profundo por la muerte de Jazmín, que
había fallecido en sus brazos, tal como ella lo había
presagiado en sus visiones. Luego de su muerte, Tacho pasó
por todos los estados: culpa profunda por no haber podido
evitarlo, un desgarro inenarrable ante la idea de que Jaz, su
bonita, la Gitana, que había sido su amor desde que eran
apenas unos niños, ya no existía más. Y luego, todo ese
dolor y culpa se había transmutado en un odio profundo,
sordo, denso. Tacho no quería justicia, solo quería venganza.
En los meses que habían pasado desde las explosiones,
no se había cruzado con ninguno de sus amigos. Sólo tenía
un compañero, Martín, un ex alumno del Mandalay, que
había perdido a su hermano y estaba tan furioso como
Tacho.
Pero para llegar a la jefa primero debían atravesar el
muro. Ellos dos, y todos los que en la urbe llamaban
«salvajes», habían visto desde sus escondites cómo se
construía en tiempo récord un muro que rodeaba toda la
ciudad. Esa pared estaba fuertemente custodiada no sólo
por soldados, sino por sensores térmicos y de movimiento.
Las historias de los que habían intentado cruzar el muro
eran desalentadoras. O habían sido masacrados por los
custodios o habían recibido una descarga disparada por los
sensores. Y los pocos que habían logrado atravesarlo se
habían topado con otra pared, una virtual e invisible, que
producía una descarga eléctrica letal.
Tacho y Martín habían pasado el último mes observando
atentamente los movimientos en uno de los accesos,
tratando de encontrar una fisura en la extrema seguridad. Y
ese día, al escuchar el eco lejano de la voz de la jefa dando
su discurso, se decidieron a probar su suerte e intentar
atravesar el muro. Pero cuando estaban a punto de iniciar el
ataque, fueron abordados por un grupo de encapuchados.
Tacho y Martín creyeron que eran cazadores, como afuera
se llamaba a los soldados, y atinaron a defenderse, pero
uno de los encapuchados se descubrió la cara y gritó:
-¡Soy yo, Tacho! Thiago.
Tacho quedó sin palabras. Los otros descubrieron sus
rostros. Eran Luca y Simón.
-¡No lo puedo creer, Tachito, te encontramos! -exclamó
Thiago, emocionado, y le dio un fuerte abrazo. Tacho se
desarmó ante los abrazos de sus amigos que tanto
extrañaba. Thiago dijo que era mejor que se fueran a su
guarida, no era seguro estar ahí porque la zona estaba llena
de cazadores.
Martin se opuso.
-Nosotros vamos a entrar. A eso vinimos.
-Es imposible entrar -dijo Thiago - Nosotros tenemos un
plan para investigar qué pasa del otro lado del muro.
Vengan y les contamos en la guarida.
-Ustedes hagan lo que quieran, yo me cansé de esperar -
dijo Martín.
Y salió disparado hacia la garita de seguridad. Tacho atinó
a ir tras él para no dejar solo a Martin, pero los demás no lo
dejaron moverse. Desde allí, vieron cómo Martín se acercó
corriendo a los guardias que custodiaban el acceso del lado
de afuera. Antes de que pudieran reaccionar, les disparó a
ambos y los desmayó. Automáticamente, comenzó a sonar
una alarma, y los custodios que estaban montados en la
garita dispararon a mansalva. Martín se agazapó contra el
portón, para evitar los disparos, y fijó un pequeño
dispositivo electrónico al portón metálico. El dispositivo
emitió un sonido y generó una sobrecarga eléctrica. El
motor del portón produjo chispazos y un ruido extraño, y
comenzó a abrirse.
Martin se apresuró a dispararle a los custodios de la
garita, que cayeron desmayados también. Él agarró a uno
de ellos y lo llevó junto a un escáner. Le abrió un ojo, y el
lector reconoció la pupila del custodio desmayado y dejó de
sonar la alarma. Un silencio total. Luca y Simón miraron a
Thiago, al ver la oportunidad de actuar.
-¡Vamos! -propuso Luca.
-Esperen-ordenó Thiago, quien una vez más había
asumido el rol del líder.
Creyéndose a salvo, Martín avanzó hacia el interior de la
urbe, pero dio dos pasos y se detuvo en seco. Se tomó los
oídos como si un ruido insoportable lo estuviera acuciando.
Ni Tacho ni el resto de sus amigos vieron o escucharon
nada, pero advirtieron que Martín había quedado
neutralizado por algo invisible. El portón comenzó a
cerrarse, pero antes de taparles la visual por completo,
observaron cómo un láser rojo dio de lleno en la frente de
Martín, que se desplomó.
Tacho se desesperó, quiso ir a socorrerlo, pero ya no había
nada que hacer. Entre Thiago, Luca y Simón, se lo llevaron,
ya que era peligroso permanecer allí. Ahora que habían
detectado a un intruso, harían una búsqueda exhaustiva por
toda el área.
Muy a su pesar, Tacho se dejó conducir por sus amigos,
que atravesaron el bosque hasta salir a una antigua ruta en
desuso. Caminaron por el costado del camino hasta una
fábrica abandonada, donde había unos piletones. Tacho vio
como los otros tres descorrían una laja en el piso, dejando al
descubierto un pozo y una escalera de hierros incrustados
en el cemento.
Descendieron por la estrecha escalera y Luca, el último en
meterse, volvió a colocar la laja por encima del agujero
antes de bajar.
La escalera desembocaba en un túnel por el que corría un
muy escuálido hilo de agua. Caminaron por ese corredor
unos cuantos minutos. Tacho calculó que habían andado al
menos un par de kilómetros hasta que encontraron una
puerta en una de las paredes de concreto, que daba a una
escalera oscura. La parte alta de la escalera estaba cubierta
por un chapón que Thiago empujó con fuerza para abrirlo.
Salió a la superficie y ayudó a subir a Tacho, que estaba
asombrado por todo el recorrido.
Tacho se quedó muy sorprendido con lo que vio: una vieja
casa de campo cubierta casi por completo por la
vegetación. Las paredes y los techos de la construcción
estaban tapados por enredaderas y plantas salvajes. La
casa tenía una parte de material y otra de vidrio, parecía un
invernadero. Había una huerta muy cuidada y un silencio
idílico, como si estuvieran a cientos de kilómetros de la
civilización, no a unos pocos.
-Esta es nuestra casa -le dijo Thiago, a modo de
bienvenida.
Tacho no salía del asombro al advertir lo organizados que
estaban la supervivencia. Era evidente que no tenían luz
eléctrica, pero tenían de cenas de faroles de kerosene y de
velas apiladas. Había muchos recipientes para recolectar
agua de lluvia. Si no estuvieran en una situación de guerra,
Tacho hubiera pensado que era una casa sustentable y no
un refugio que habían construido por necesidad. Más allá,
divisó a un chico que no conocía trabajando sobre un
artefacto eléctrico. Thiago se lo presentó, era Jony, y era el
dueño de esa casa. En realidad, era una casa de sus abuelos
que hacía varios años estaba abandonada. Era indetectable
desde el aire porque estaba cubierta de vegetación, y todos
los accesos por tierra estaban cortados. Estaban muy
seguros y protegidos en ese lugar. De pronto, apareció Vale,
que venía desde el fondo con una canasta con verduras
recién cosechadas. Exclamó feliz al ver a Tacho y corrió a
abrazarlo.
-¡Tacho! Apareciste, gato. No sabés cómo te buscamos,
creíamos que estabas adentro.
-Ojalá-respondió, agrio-. Hace rato que intento entrar.
-Ya vamos a entrar -dijo Thiago-. Vení que te muestro la
casa. Pero mejor sacate las botas, nos ahorrarías un gran
problema...-agregó al notar que las tenía embarradas.
Tacho iba a preguntarle de qué hablaba, cuando se
escuchó un chillido muy agudo. La reconoció antes de verla:
era Tefi, que venía huyendo de una cabra que caminaba
cansina por la casa. Los pelos de Tefi eran una mata
vaporosa de cabello enredado. Su ropa, raída, era el rejunte
de lo que había podido encontrar, muy lejos del glamour
con el que solía vestirse.
Había cambiado mucho su aspecto, pero su esencia era la
misma.
-¡La yegua me quiere matar, Negri! No la soporto más, es
ella o yo.
-No trates así a Martita que nos da de comer todos los
días, dijo Luca.
Pero antes de que terminara de hablar, Tefi pegó otro
alarido. Acababa de ver el reguero de barro que había
dejado Tacho al entrar.
-¡¿Qué dije de las zapatillas?! ¿Para qué limpio todos los
días? Thiago, por favor decile a Tachito que no use zapatillas
adentro -exclamó, y de pronto se quedó paralizada-. ¡Tacho!
¡Estás vivo! Ay, gordo, las noches que te lloramos, te
dábamos por muerto, yo hasta quise hacerte una tumba
simbólica.
-Bueno, gracias -dijo Tacho, respondiendo al abrazo de
Tefi.
-Tefi, nadie lo daba por muerto-aclaró Thiago.
-¡Todos murieron! -gritó Tefi, histérica, y se apuró a
advertirle a Tacho-: No le digas que está gorda.
-¿A quién?-dijo Tacho, extrañado.
No hizo falta respuesta, acababa de entrar Melody,
elegante, a pesar de los pocos recursos con los que
contaban, y con una evidente panza de un embarazo
avanzado.
-¡Tacho! -exclamó al verlo, y corrió a abrazarlo,
emocionada.
René era la encargada de estudiar a los alumnos del NE
desde el modernísimo centro de monitoreo. Sobre todo,
debía vigilar a los targets prioritarios que habían sido
sometidos a un proceso llamado «reseteo», y Luz seguía
muy de cerca la evolución de cada uno.
-Vigilá la adaptación de Rama-ordenó-. Estate atenta a
cualquier efecto evocador.
Ramiro estaba en el comedor del NE cenando con Ito y
León. Más allá, Esperanza los observaba, codeó a Mar y le
preguntó si no le veía cara conocida. Mar observó a Rama.
-Ahora que me lo decís... No sé, quizás lo conozco, eh.
En el centro de monitoreo, la jefa estaba atenta a esa
reacción y se la señaló a René.
-¿Ves? De eso hablo. Esta relocalización de Ramiro es
importante para testear la eficacia del reseteo. Muy atenta,
y cualquier anomalía me avisás.
Luz se retiró. René sacó un recipiente plástico y cenó
mientras observaba a los chicos.
Esperanza y Marianella se unieron a los otros, que
estaban hablando de los salvajes.
-¿Viste a alguno? -le preguntó Mar a Rama al oírlo
mencionarlos.
-Participé en un operativo, pero son muy hábiles. Lograron
escapar.
-¿Es verdad que viven en cuevas, no se bañan y comen de
la basura? -preguntó Mar.
Rama afirmó que todo eso y muchas cosas más que se
decían eran ciertas, incluso que si alguien se acercaba
demasiado al bosque, lo atacaban con dardos envenenados.
-¿Dardos envenenados?-intervino Esperanza, ahogando
una risa-. My god, se quedaron en el siglo v?
-Acá no ponemos ni llaves en la puerta, man-dijo Ito, que
cada vez que hablaban de los salvajes se aterraba-. Mirá si
se mandan acá, ¿qué hacemos?.
-¿Es cierto que si encuentran a una chica, la secuestran, la
marcan con un hierro caliente como a la vacas y la hacen
trabajar para ellos?-dijo Mar, que tenía todo tipo de cuentos
terroríficos de los salvajes.
-Para mí, directamente las matan-acotó León.
La charla sobre las bestias que vivían más allá del muro
dejó bastante intranquila a Mar. Después de la cena, se
encerró en la habitación que compartía con Hope y trató de
continuar con sus rituales diarios y de no pensar en los
salvajes. Demasiado le habían arruinado la vida ya como
para seguir amargándose por ellos, pensó.
-¡Hay tal crisis!-exclamó Esperanza entrando desde el
baño-. Me comí una caja de chocolates en rama. ¿Oís? ¡En
RAMA! Toneladas, engordé.
Hope fue a apoyar su ropa sobre la cómoda y Mar advirtió
que había un poco de tierra en el piso, que seguramente
había traído Hope desde afuera.
-¡Tierra, gorda! Limpiá, que soy alérgica-suplicó Mar.
-Qué horror, ¿cómo llegó esto acá?
Hope buscó una pequeña aspiradora de mano y quitó la
tierra. Luego se fue a acostar y observó a Mar, que estaba
visiblemente inquieta.
-¿Qué te pasa? Te conozco, Mariacheta. ¿Te quedaste
pensando en los salvajes?
-No. No es eso. No sé qué es-dijo Mar, frotándose el
pecho, como queriendo quitarse la congoja-. Me pasa algo
raro, como cuando... No puedo encontrar la metáfora justa.
Es como cuando me voy a dormir, quiero dormir... y no me
duermo, ¿entendés?
Hope la miró, negando, como empujándola a hablar más.
-A ver-dijo Mar-, Yo soy feliz. RE feliz. Tengo todo lo que
quiero, quiero todo lo que tengo. Este es mi lugar, que es
divino. Tengo amigos, divinos. Tengo un futuro, divino. Una
fortuna, re divina. Puedo tener al chico que quiera...
Y se quedó callada, dejando en suspenso aquello que no
podía nombrar.
-Pero... -la empujó Hope.
-No sé. No me falta nada, pero yo siento como si me
faltara algo. Siento como un...
Se frotó el pecho, una vez más. No era que no encontraba
metáforas, era como si literalmente le faltaran palabras en
su vocabulario.
-¿Un vacío? -arriesgó Hope.
Mar asintió. Pero en el acto mismo de admitir que sentía
ese vacío, sintió el absurdo de estar sintiéndolo, y necesitó
justificarse.
-O sea, no es que me siento vacía, claro. Porque cómo me
voy a sentir vacía si tengo todo. ¿Qué será? Falta de sentido
no es, mi vida está llena de sentido. Pero es algo en la boca
del estómago, un dolor rarísimo.
-¿Angustia? -dijo Hope, que trataba de poner las palabras
que le faltaban a Mar.
-¿O hambre?-dijo Mar-. Sí, es eso. Es hambre.
Y, sin dilación, tomó el teléfono y pidió un bagel de
salmón y bocha una de helado de americana al servicio a la
habitación.
Media hora más tarde, Mar dejó el bagel por la mitad y no
pudo probar el helado.
-¿Era hambre? -preguntó Hope, piadosa, conociendo la
respuesta.
Mar intentó aseverar que sí, que era eso y que ya estaba
bien, pero ese vacío que sentía se impuso, ahora en forma
de sofoco. Se le cerró el pecho y sintió una creciente
dificultad para respirar. Hope se alarmó y quiso llamar al
médico, pero Mar le pidió en cambio que le alcanzara el
broncodilatador que a veces usaba cuando tenía ahogos.
-Seguro es el cambio de clima, que me cierra el pecho-dijo
Mar, recostándose.
-Seguro es eso -repitió Hope, escéptica.
-¡Noche! -gritó Mar, y las luces de la habitación se
desvanecieron lentamente.
René observaba a Mar con preocupación. Tomó su
teléfono y llamó a la jefa, que en ese momento estaba en el
altillo de la antigua mansión Inchausti.
-Disculpe que la moleste, pero usted pidió especial
vigilancia para Marianella. No es nada serio, pero volvió a
manifestar esa inquietud...
-El vacío... -dijo Luz, pensativa-. Otra vez. Sigan
vigilándola. Luz cortó y sonrió en dirección al centro del
altillo, justo debajo del gran reloj.
-Hola -dijo sonriente, perversa. Feliz Día de la Paz, Paz.
Frente a ella había una especie de bañadera de acrílico
repleta de un líquido viscoso. En su interior estaba Paz. Todo
su cuerpo, menos la cabeza, estaba sumergido en una
especie de gelatina chirla y transparente. Tenía electrodos
adheridos a su cabeza, con decenas de cables conectados a
un dispositivo electrónico. Paz tenía los ojos cerrados y
parecía dormir plácidamente. Era una bella durmiente
posmoderna.
En la guarida, los temibles salvajes acababan de cenar a
la luz de las velas. Mientras algunos se dedicaban a lavar
los platos y otros a calentar agua para un té, Tacho
observaba a Melody, que estaba destejiendo un pulóver
para usar la lana en una manta para su futuro bebé. Sin
mirarlo, Melody le dijo:
-Teo.
-¿Eh?-dijo Tacho, sin entender.
-La respuesta a la pregunta que no te animás a hacerme.
El padre de mi hijo es Teo.
-¿Y qué pasó con él? ¿Se sabe algo?
-La última vez que lo vi fue en Bahía del Príncipe. Lo vi
desmayar a Paz y después me desmayó a mí. No sé por qué
lo hizo. Todos piensan que es un traidor, pero yo creo que
estaba manipulado de alguna manera.
-¿Y cómo estás vos? Con el embarazo, digo...
-Bastante bien, mejor de lo que todos piensan. Me tratan
como una enferma, pero estoy EMBARAZADA -dijo elevando
la voz para que oyeran Luca y Thiago, que estaban
preparando todo lo que usarían para el operativo de esa
noche.
-Si estás esperando una respuesta, te aviso que sigue
siendo «no», no vas a venir con nosotros al operativo -dijo
Luca.
Habían ideado un plan que era mucho más creativo y
menos arriesgado que el de Tacho y Martín. Ninguno de
ellos tenía idea de qué ocurría del otro lado del muro. Cada
uno tenía su teoría, pero nadie tenía una certeza. Entonces,
antes de entrar necesitaban poder espiar y saber un poco
más con qué se encontrarían. Para eso, habían buscado en
una casa de cotillón abandonada varias cajas con globos
blancos gigantes y garrafas de helio para inflarlos.
Planeaban acercarse al muro y soltarlos cuando el viento
soplara hacia el otro lado. Estos globos tendrían una función
distractiva, pues el globo importante sería uno que
manejarían ellos con un control remoto y que tendría una
cámara con la que filmarían lo que había del otro lado del
muro.
Pasada la medianoche, se acercaron a un sector no tan
vigilado del muro, y se dedicaron un buen rato a inflar los
globos. Esperaron a que soplara un poco de brisa en la
dirección indicada y soltaron los globos al unísono.
Los guardias del puesto de control se desconcertaron
muchísimo al ver esas esferas blancas como lunas
fantasmagóricas que avanzaban hacia el interior de la urbe.
El jefe advirtió que no dispararan a los objetos voladores
porque podrían ser explosivos.
Entre el centenar de globos que avanzaban hacia la urbe,
iba el teledirigido por Thiago y Simón, que veían en la
pantalla de un celular lo que la cámara filmaba.
Entretanto, Mar no conseguía dormirse. El vacío que la
acuciaba se hacía cada vez más intenso. Se sentía ahogada,
y de un impulso se levantó de la cama y salió.
René, que había estado observándola atentamente, se
distrajo un momento porque se le cayó el recipiente con el
postre que se había llevado. Cuando terminó de limpiar y
volvió a su puesto, vio que Mar ya no estaba en su cama. La
buscó a través de las diferentes cámaras, hasta que la
encontró caminando por el parque, alejándose de la
residencia. Reportó de inmediato a la jefa ese
comportamiento inusual.
Mar no se dio cuenta de que se estaba alejando
demasiado. La noche era cálida, había una brisa suave y
ella caminó por el descampado adyacente a la residencia en
dirección al muro. No lograba entender qué le sucedía, por
qué todas las certezas que sostenían su vida se habían
vuelto endebles. Era millonaria, popular y muy querida, sin
embargo, a pesar de tener todo lo que una chica podía
desear, tenía una angustia creciente y una sensación
insoportable de pérdida, de que algo le faltaba.
De pronto, quedó perpleja al ver los cientos de globos
blancos que surcaban el cielo. Pensó que quizás
continuaban los festejos por el Día de la Paz. Reparó en un
globo que volaba más bajo que el resto y que avanzaba
hacia ella.
Thiago y Simón festejaron cuando el globo teledirigido
atravesó el muro y se dirigía hacia donde estaba parada
Mar. En pocos segundos, Thiago iba a poder verla, luego de
tantos meses de buscarla denodadamente. Pero la cámara
era demasiado pesada y el globo había perdido algo de
helio, así que no voló tan alto como debía y la cajuela que
sostenía la cámara se enganchó en los alambres de púa del
muro. Thiago y Simón mal dijeron, pero no podían
desperdiciar todo el operativo. Debían acercarse, aunque
fuera arriesgado, e intentar desengancharlo.
Mar observó ese globo que se había atorado y le dio
mucha curiosidad. Le parecía muy hermoso ese blanco
perlado. Sin pensarlo demasiado, se acercó hasta el muro y
buscó algo sobre lo que pararse para intentar llegar al
globo, a la vez que Thiago y Simón corrieron sigilosos y se
pegaron contra la pared, del otro lado. Thiago le pidió a
Simón que le hiciera pie para poder trepar y desenganchar
el globo, en tanto que Mar se subió a un tacho de basura
con idéntico objetivo. La cámara atada al globo filmaba de
manera cenital, y si alguien hubiera estado viendo el
monitor, hubieran visto que de un lado del muro estaba
Thiago y del otro Mar, uno la había buscado sin descanso
durante cuatro meses. La otra, por algún motivo, se había
olvida do de él, aunque nunca la abandonaba esa sensación
de pérdida.
Thiago intentó desenganchar al globo, pero estaba muy
entreverado entre los alambres de púa. Necesitaba algo con
lo que poder soltarlo y lo único que tenía a mano era la llave
que colgaba de su cuello, la misma que le había regalado
Mar. Se la sacó y con ella intentó alcanzar la soga
enganchada al alambre, pero en ese momento Simón perdió
estabilidad, soltó a Thiago, que cayó, dejando la llave sobre
el borde del muro.
Mar trastabilló y estuvo a punto de caer de bruces, pero
logró estabilizarse, se puso en puntas de pie y se asomó del
otro lado del muro. Por apenas un segundo no vio a Thiago,
que acaba de caer.
Simón volvió a ponerse en posición y Thiago calzó su pie
entre las manos de su amigo para alcanzar la cima del
muro. Buscó tanteando la llave que había dejado, y Mar
estiró su mano para tratar de alcanzar el globo. Sus manos
se rozaron y los dos sintieron un escalofrío tan intenso que
les recorrió todo el cuerpo varias veces. Fue una reacción
instintiva, de miedo a lo desconocido, de terror a lo que
había del otro lado del muro. Pero, también, una curiosidad
irresistible, como si un imán atrajera una mano hacia la
otra, como si se hubieran buscado incansablemente durante
todos esos meses.
La llave de tus recuerdos
 
Melody no aceptaba que sus amigos la sobreprotegieran por
su embarazo. Todos estaban en peligro y eran pocos para
luchar contra una amenaza demasiado grande. Ella sabía
que toda ayuda era imprescindible y, además, dentro de
unos años no quería decirle a su hijo o hija que mientras
todos luchaban ella se había quedado empollando. Por ese
motivo, y a pesar de la protesta de Tefi, Melody fue detrás
de los chicos para colaborar con el operativo. Tefi era muy
cobarde, pero no tuvo opción más que ir tras ella, no se
hubiera perdonado dejarla ir sola por el bosque y de noche.
Había algo que no se perdía ni siquiera en esta realidad
distópica: la tendencia de Tefi a arruinar los operativos con
sus gritos y torpezas. Una sombra que pasó cerca y un ruido
extraño bastaron para que entrara en pánico y profiriera
uno de sus alaridos que, obviamente, llamaron la atención
de los cazadores. De repente, en medio de la oscuridad del
bosque, restalló el sonido atronador del motor de una
camioneta y dos luces muy potentes las iluminaron. Eran
cazadores, el encuentro tan temido. Tefi huyó despavorida,
dejando rezagada a Melody, que por su panza no pudo
escabullirse con la misma rapidez. Quedó paralizada frente
a los soldados, como una liebre hipnotizada.
Ella, encandilada por los faros, no podía verles los rostros,
y por eso no advirtió que uno de ellos era Teo. Él, en
cambio, la veía con claridad, y aunque no la recordaba
porque había sido sometido al proceso de reseteo, algo de
esa salvaje le produjo una conmoción que no pudo
comprender. Quedó él también paralizado, como si los ojos
de ella fueran dos luces potentes e hipnóticas. De pronto,
advirtió que su compañero tenía el arma lista para
dispararle, reaccionó justo cuando el otro jaló el gatillo y en
un movimiento rápido logró desviar el disparo. El
compañero de Teo protestó por su interrupción.
-Está embarazada, ¿no te diste cuenta? -repuso Teo-.
Sabés que hay un protocolo.
Apenas con esas pocas palabras, Melody lo reconoció.
-¿Teo?-preguntó, incrédula.
Él se estremeció. ¿Por qué la salvaje lo conocía? ¿Por qué
le hablaba con esa familiaridad? ¿Qué era eso que sentía al
mirarla? Pero no pudo seguir haciéndose preguntas porque,
de pronto, de la nada, aparecieron otros dos salvajes que
saltaron encima de él y su compañero. Eran Tacho y Luca,
que habían escuchado los gritos de Tefi y Melody durante la
persecución y habían ido a socorrerlas.
Tacho y Luca redujeron a los cazadores, los desarmaron, y
Tacho estaba dispuesto a no tener ninguna piedad con ellos,
pero otro grito de Melody lo detuvo.
-¡Pará, Tacho, es Teo!
-¿Teo? -preguntó Tacho, impactado.
Le levantó la cara para poder verlo mejor y, al
reconocerlo, Luca y Tacho se quedaron sin reacción. Teo
aprovechó ese momento de perplejidad para defenderse. Le
dio un cabezazo a Tacho y se lo sacó de encima. Pero Luca,
rápido de reflejos, derribó a Teo y lo sujetó en el piso con su
rodilla. En ese momento, percibieron ruidos de cuatriciclos y
luces vacilantes que se acercaban.
-Nos tenemos que ir ya, esto está lleno de cazadores-dijo
Luca.
-Pero es Teo... -dijo Melody, que no podía creer que el
padre de su bebé fuera ahora uno de esos temibles
cazadores que los perseguían.
-Es uno de ellos -sentenció Tacho, y se fue, llevándose a
Melody de un brazo.
Teo se incorporó de a poco, mirándolos alejarse,
preguntándose por qué esos salvajes hablaban de él como
si lo conocieran.
Mar y Thiago respiraban agitados a cada lado del muro.
Simón no entendió la reacción de Thiago, que se había
retraído como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
-Hay alguien. ¡Toqué a alguien! -susurró Thiago, aún
impactado.
-Rajemos ya mismo de acá -propuso Simón, alarmado.
-No, mi llave quedó ahí arriba. Haceme pie de vuelta.
Simón sabía que esa llave era un regalo de Mar, así que ni
intentó convencerlo de irse sin ella. Entrelazó sus dedos
para hacerle pie. Thiago estiró su mano hasta la parte
superior del muro y tanteó por la zona donde había dejado
la llave. Del otro lado, Mar hacía exactamente lo mismo.
Intrigada -o tal vez atraída- por esa mano que había rozado,
se había puesto en puntas de pie para hurgar con sus
dedos. Thiago se estaba acercando a la llave, pero Mar fue
más rápida y la agarró antes. Thiago volvió a descolgarse
del muro, azorado.
-¡Se llevó mi llave!
-Miremos a ver si la cámara toma algo -propuso Simón.
Se apresuraron para agarrar el celular, en cuya pantalla
se veían las imágenes que la cámara sujetada al globo
seguía emitiendo. La cámara apenas capturaba un radio de
uno o dos metros. Mar estaba allí, casi al límite de lo que
tomaba la cámara, examinando con extrañeza esa llave, no
tanto porque el objeto le pareciera raro en la urbe no había
llaves como esas ya que todas eran magnéticas-, sino
porque esa pequeña pieza metálica le había potenciado esa
sensación de vacío que la había aquejado todo el día.
Thiago y Simón intentaron redireccionar la cámara para
poder verla y cuando estaban a punto de captar la imagen
de Mar, ella escuchó una voz que la sobresaltó.
-¿Qué hacés ahí?
Era la jefa de Ministros. Aún sorprendida, Mar sonrió y
caminó hacia ella, justo en el momento en el que Simón
logró mover la cámara. Alcanzaron a ver la silueta,
claramente de una mujer, que se alejaba, pero no pudieron
distinguirla.
Thiago y Simón se dieron cuenta de que ya se habían
arriesgado demasiado y que era peligroso permanecer más
tiempo allí. Se resignaron a abandonar el globo con la
cámara, recogieron sus cosas y se alejaron del muro, con la
esperanza de que la cámara hubiera registrado algo que les
ayudara a entender qué ocurría del otro lado.
Mientras tanto, la jefa, preocupada, indagaba sobre los
motivos de Mar para estar a esas horas de la noche tan
cerca del perímetro de la urbe.
-Salí a caminar, vi ese globo y me acerqué para ver qué
era-se justificó Mar.
-Marianella, ¿vos estás bien? -le preguntó la jefa.
-¿Yo? Bordada en canutillos estoy. ¿Por qué, se me ve mal?
¿Tengo algo? ¿Alguna reacción alérgica? Porque toqué algo,
¿sabés? -confesó, finalmente. Creo que... una mano. ¡Le
toqué la mano a un salvaje! ¡Mirá si me mataba! -dijo
horrorizada.
-¡Lo mismo digo yo! Volvé al NE. La Guardia Civil se va
ocupar del salvaje. Pero por favor, Mar, no trepes al muro
nunca más.
Mar se lo prometió y se fueron juntas en dirección al NE.
Mar no le dijo nada de esa llave que le había arrebatado al
salvaje y que apretaba en su puño.
Al día siguiente, Luz recibió en el centro de monitoreo a
un eminente científico, el doctor Kant, que se incorporaba a
su equipo de trabajo. Luz en persona le explicó en qué
consistía el Protocolo El Principito que habían iniciado a fines
del año anterior, a partir del cual habían logrado
transformar en tiempo récord el mundo en el que vivían. El
doctor Kant estaba interiorizándose sobre el proceso de
reconfiguración con el que le habían modificado los
recuerdos a todos los targets escogidos para formar parte
de ese mundo ideal que estaban construyendo.
-Lo que hemos creado, básicamente, es un mundo feliz-
declaró Luz, orgullosa, haciendo referencia al libro de Aldous
Huxley, libro que por supuesto no podía conseguirse en
ninguna urbe del mundo. Un mundo donde no existe la
angustia ni el dolor. La urbes han sido diseñadas con los
más sofisticados estándares urbanísticos. Seleccionamos a
los mejores hombres y mujeres para conformar nuestra
sociedad ideal, y tuvimos que hacer algunos ajustes en su
configuración personal.
En este punto, Luz lo invitó a sentarse detrás de René,
que tenía frente a sí seis pantallas en las que monitoreaba
cada rincón del NE, el centro de formación más importante
dentro de la urbe. Allí, en una de las aulas, se desarrollaba
la primera clase del ciclo lectivo. Uma, la docente, les daba
la bienvenida a los alumnos al Ciclo de Nivelación. Entre los
estudiantes estaban Marianella, Ito y León. La docente se
presentó y luego le pidió a su nuevo ayudante que hiciera lo
propio. Ramiro se adelantó con una actitud algo pedante,
que contrastaba mucho con el joven sensible que había sido
Rama.
-Me voy a presentar -dijo Ramiro, y extrajo del bolsillo de
su saco un pendrive que colocó en el puerto de la gran
pantalla de acrílico que oficiaba de pizarrón.
Este era el modo en el que se hacían las presentaciones
en el NE, no había curriculums o exposiciones orales, sino
un clip de treinta segundos, un spot publicitario en el que
cada uno se presentaba casi como un bien de consumo.
En su exposición, Ramiro contaba que había nacido en el
año 2010 en Barcelona. A los dos años, su madre se había
mudado a New York, donde habían vivido varios años. A los
siete años, Ramiro había ganado una beca que le permitió
ingresar al Instituto Internacional de Formación de la
Corporación de Gobierno. El joven prodigio se había recibido
a los dieciséis con honores y, desde entonces, había hecho
posgrados en diferentes universidades en Filosofía,
Psicología, Psiquiatría y Sociología. Luego, una secuencia de
fotos sociales mostraban a Ramiro en diferentes lugares del
mundo, un joven espléndido y evidentemente feliz. «Toco la
guitarra, juego al rugby y me encanta el cine», declaraba
Ramiro en su spot.
Un último dato de su biografía causó bastante impacto:
Ramiro no había conocido a su padre ya que había sido
asesinado por los rebeldes poco después de su nacimiento.
Mar se sintió conectada con su historia. Ella también había
sido víctima de los salvajes.
En el centro de monitoreo, la jefa de Ministros le explicó a
Kant que esa aversión que les generaban a los salvajes era
fundamental para crear una noción de pertenencia.
-Tener afuera un enemigo común es un pilar de nuestra
convivencia -sentenció Luz.
Luego de la presentación de Ramiro, Uma pidió a los
alumnos que mostraran la propia, y Marianella, que seguía
aturdida desde el día anterior, se dio cuenta de que no
había preparado la suya. Eso era algo muy extraño, ya que
Marianella era la chica más popular del NE, la persona más
influyente entre sus congéneres, y trabajaba con mucho
esmero para alimentar esa imagen día a día. Sin embargo,
Ito que en su nueva versión NE era una suerte de lacayo
enamorado de Mar, había preparado una para ella.
Marianella tembló, no imaginaba qué podía haber hecho Ito,
pero dejó que la mostrara.
Era una presentación hecha con la estética de un trailer
de cine. Una secuencia de fotos-apócrifas, por supuesto-
que ilustraban la vida de Marianella, mientras Ito, con una
locución hecha con acento castizo, narraba sus vivencias:
«De los creadores Juan Carlos Molina Prado y María Rojo,
llegó, en el otoño del 2013, Marianella Molina Prado Rojo.
Intrépida, inquieta, hermosa, millonaria. A los dos años,
descubre su vocación: bailarina clásica. Su padre asegura
sus piernas en dos millones. A los seis años, debuta en el
teatro, pero a los quince dejaría el escenario por la pasarela.
Fue la Lolita del verano 2028 y desde entonces su carrera
como modelo e influencer explotó».
Una serie de imágenes de Marianella en diferentes
campañas publicitarias y en desfiles, con una música pop
estridente, ilustraban la vida aspiracional de la joven.
«Polista. Políglota. Polifacética. Popular. Este año, vuelve
Marianella Molina Prado Rojo. ¿Te la vas a perder?».
Mar respiró aliviada, la presentación de Ito había sido algo
bizarra pero ocurrente.
-Qué vida apasionada... -comentó Rama.
-Sí, no sé cuándo viví todo eso...-dijo Mar-. Es como si no
fuera mi vida.
-Como todos saben -acotó Uma-, el de Marianella es un
caso conocido, los rebeldes mataron a toda su familia. Pero
ella es muy fuerte, ¿no? ¡Una líder nata!
Marianella recibió los aplausos de sus compañeros y se
secó las lágrimas casi inexistentes por el recuerdo algo
borroso de esos padres asesinados.
Luego fue el turno de Ito. La jefa había sido algo perversa
en la reconfiguración de Nachito: casi por diversión, le había
dado una nueva vida en la que el antiguo millonario
engreído ahora era un joven de origen humilde con
pretensiones.
En su video presentación, se veían los denodados
esfuerzos de Ito por proyectar una imagen exitosa aunque
no lo lograba del todo. Intentaba nombrar las cosas de tal
manera que sonaran sofisticadas, dignas del NE. Por
ejemplo, en lugar de decir que sus padres habían sido
peones en la estancia de los padres de Marianella, Ito decía
que habían sido asistentes especializados.
Luego de observar esas presentaciones que probaban el
éxito de los reseteos, Luz le advirtió a Kant sobre cuáles
eran los síntomas a los que había que estar atentos.
-Los olvidos, los actos fallidos, los sueños. Son hendijas
por donde se pueden colar los otros recuerdos. El pasado
real de cada uno de ellos estará siempre ahí, acechando.
Luz estaba muy atenta a esas señales porque no eran
infrecuentes las crisis de los targets reseteados. A veces
una imagen, una canción, un sabor, un aroma o cualquier
recuerdo asociado a una vivencia real desataba una
concatenación de imágenes que los dejaban en un estado
de confusión muy intenso. Los recuerdos reales luchaban
contra los implantados. Lo mismo que le había ocurrido a
Thiago cuando Juan Cruz le había implantado recuerdos
falsos. La Corporación de Gobierno, de hecho, se había
valido de la misma tecnología para hacer esa implantación
masiva de memorias.
Luz sabía que esa crisis se estaba a punto de producir en
Marianella. Primero, la angustia y la sensación de vacío del
día anterior; luego, su excursión de noche y sola hacia el
muro. No era cualquier excursión esa, porque Marianella
Molina Prado Rojo, con esa trágica historia implantada,
jamás se acercaría a los salvajes. ¿Qué fuerza atávica la
estaba llevando hacia el muro? Además, René había
reportado que Marianella había tenido un sueño la noche
anterior, y esa era una de las cosas más preocupantes,
porque uno de los efectos del reseteo era que los targets
dejaban de soñar. Si el inconsciente de Mar se las había
ingeniado para volver a producir un sueño, eso significaba
que una crisis era inminente. Y no se equivocó.
Mar intentó disimular durante todo el día esa congoja que
apenas la dejaba respirar. Nada de lo que a Mar le
interesaba y la desvelaba parecía importante ahora. Ni
pasearse por el NE para ser el centro de las miradas, ni
comprar ropa, ni el Fashion Contest en el que participaría
ese mismo día. Pero qué era eso que sentía. Tenía la
sensación de que había un mundo que alguna vez había
sido su mundo y ella lo había olvidado. Como si en su alma
hubiera un gran muro que encerraba a otra Marianella.
Aún tenía la sensación en la mano del roce con la piel del
salvaje. Y esa llave que se había traído del muro. Esa llave
la repelía y la atraía a la vez. No quería soltarla, pero sentía
que le quemaba. La crisis, finalmente, se desencadenó.
Empezó a sentirse ahogada, el aire parecía quedarse
atorado en sus pulmones. Se recluyó en la sala circular
porque no quería que nadie la viera así. En el NE nadie
quería dar señales de debilidad.
Se recostó e intentó normalizar su respiración, pero una
oleada de angustia la arrasó como un tsunami y empezó a
llorar sin motivo. No fue solamente el dique de lágrimas el
que se rompió, también se resquebrajó ese muro que le
habían implantado en el reseteo y que la mantenía aislada
de sus recuerdos. Por esa fisura se filtraron cientos de
imágenes de su vida pasada. Se vio a sí misma en ese
mismo lugar, unos meses antes, cuando era el Observatorio
del Mandalay y estaba lleno de réplicas de diseños de
Leonardo da Vinci; se vio allí con alguien con el pelo muy
corto y lunares en la mejilla, que le decía «mi amor»,
alguien a quien ella amaba con toda su alma.
Mar no podía moverse, ni respirar, ni pedir ayuda. Si no
fuera por Esperanza, que justo bajó a buscar algo, Mar
hubiera terminado inconsciente y sola en ese sótano.
Esperanza pidió ayuda y la trasladaron de inmediato a la
enfermería. Fue llamativo para todos que se presentara la
jefa de Ministros a informarse del estado de salud de Mar.
No eran infrecuentes las visitas de la jefa de Ministros.
Todos sabían la historia: ella se había criado en esa casa y
luego la había donado para fundar el NE, pero conservaba
un lugar, el altillo, para sí. Era bastante común verla
paseándose por el lugar, pero, aún así, a todos les
sorprendió verla tan preocupada por Mar.
Cuando lograron serenarla, Luz le pidió a Hope que las
dejara a solas y animó a Mar a contarle qué le había
ocurrido. Mar le refirió esa invasión de imágenes que la
aterraron.
-De pronto empecé a tener flashes, como si fueran
recuerdos, pero de cosas que no viví. ¿Cómo puede ser que
recuerde cosas que no viví, personas que no conocí?
-¿Tuviste algún sueño o algo raro?
-Sí, anoche tuve un sueño-confesó Mar, como si fuera un
crimen-. Pero eso no es todo. Hace días que siento que me
falta una parte, como si tuviera amnesia. Y lo peor es que
sin esa parte estoy vacía, como si me hubiera olvidado de
quién soy realmente, como si viviera en una mentira, como
si no fuera quien creo que soy.
-¿Tenés idea de qué fue lo que te provocó todo esto?
-Ya me venía sintiendo medio rara, pero creo que... fue
esto que encontré en el muro anoche-admitió Mar y sacó la
llave que le había arrebatado a Thiago.
Luz se desorbitó al ver la llave.
-Me agarró una cosa rara cuando la vi, con esta llave me
puse peor...
-Sí, fue la llave -sentenció Luz.
-¿Pero qué es esa llave? -preguntó Mar, asustada.
-No lo sé, pero si es de un salvaje, seguramente te
recordó el asesinato de tus padres. Todas esas imágenes,
ese sueño, esa cosa rara que sentiste, seguro fue esto. Esta
fue la llave de tus recuerdos raros y angustiantes. Pero
quedate tranquila, ahora un médico te va a revisar, vas a
estar bien.
Luz tomó la llave y se la llevó. Ingrid, la encargada de la
residencia, que en realidad era otra científica bajo las
órdenes de Luz, se quedó a solas con Mar y le hizo un
procedimiento de reajuste del reseteo. Mientras Mar se iba
quedando dormida, pensó en cómo podía ser posible que
uno anduviera feliz por la vida, creyendo saber quién es, y
de pronto una simple llave te abriera una puerta a un
mundo desconocido. Y aterrador.
Media hora más tarde, cuando Mar despertó, ya no había
ningún vestigio en ella de la angustia, ni del vacío, ni de esa
llave o su atracción por los salvajes. Ya era otra vez
Marianella Molina Prado Rojo, una chica feliz.
Luego del fracaso del plan para observar qué había detrás
del muro, la apatía y el enojo de Tacho habían recrudecido.
Thiago siempre se ocupaba de mantener la moral de la
Resistencia bien alta, pero con Tacho se le hacía difícil.
Thiago intentó explicarle que no había sido en vano la
excursión, la cámara algo había alcanzado a captar, y Jony
intentaba recuperar las imágenes. Pero Tacho ya había
perdido la fe, y la noche anterior había sido una
confirmación de que esa era una guerra que habían perdido:
Teo era un cazador, y esa, para Tacho, era la metáfora
perfecta del mundo en el que vivían. El ex líder de Cielo
Abierto, el activista rebelde, ahora era un soldado.
Luego del desayuno se distribuyeron las tareas. Algunos
debían ocuparse de buscar alimentos; otros, ropa; otros,
combustible. Thiago confeccionó un mapa de la zona para
que Tacho supiera cómo regresar a la guarida. A él le
encargó conseguir leña.
-¿Qué leña? -respondió Tacho, hosco, malhumorado-.
Necesitamos entrar a ese lugar ya y ver qué pasó con el
resto de los chicos.
-Ya vamos a entrar, Tacho, pero también necesitamos
comer, vestirnos, bañarnos.
Todos salieron en busca de provisiones, menos Tacho, que
se pasó el día tirado en una hamaca paraguaya, rumiando
sus odios. Cuando regresaron todos, celebraron la poca
comida, agua potable o ropa que habían con seguido. Tefi
había hallado en un basural un mandala de acrílico que
había pertenecido al Mandalay y a todos les pareció algo
hermoso y simbólico para tener en la guarida. Ese
entusiasmo irritó aún más a Tacho.
-¿Qué les pasa? ¿Qué es lo que festejan, como si esto
estuviera bueno? Vos, Melody, haciéndote la tarada como si
estuviera todo bien después de que viste que Teo es un
traidor que casi te caza.
-Eso seguro tiene una explicación, Tacho-dijo Mel,
conciliadora, para calmarlo.
-¡La única explicación es que esto es una bosta! Y
ustedes, contentos, jugando a la casita en el bosque.
-Tacho, bajá un cambio -le pidió Simón-. Sí, está todo mal,
pero estamos luchando para estar mejor.
-Ustedes no saben cómo luchar, solo saben sentarse a
cantar alrededor de un fogón.
-No seas imbécil-le dijo Luca, con muy pocas pulgas.
-¡Vos sos un imbécil! ¿Qué te pasó? ¿Jugando a la familia
Ingalls con la hueca de tu novia?
-Te estás zarpando, Tacho... -le advirtió Luca.
-Cómo se ve que no perdieron a nadie -dijo Tacho, que no
podía ni quería parar. Quería provocarlos, romper ese clima
bucólico en el que sentía que estaban los demás.
-Todos perdimos a alguien, gato-replicó Valeria.
-¡Mentira! ¡Yo perdí al amor de mi vida! Viven en una
burbuja, están todos estúpidos-gritó Tacho y se fue de la
casa.
Thiago agarró un melón que había encontrado en su
recorrida, un cuchillo y se fue detrás de Tacho. Lo encontró
en el jardín de la casa, golpeando el piso con un palo. Le
ofreció un poco de melón y Tacho lo rechazó.
-¿La filosofía barata de esta baticueva permite armas
blancas? Es peligroso -dijo Tacho con ironía, en clara alusión
a una de las primeras reglas que le habían explicado cuando
llegó: en la guarida estaban prohibidas las armas.
-Tacho, sé cómo te sentís... respondió Thiago, con
serenidad-. Entiendo la bronca, el dolor, la angustia.
Perdimos todo. Estamos en cero, volviendo a empezar, otra
vez.
-No me vengas con el discursito, Thiago, vos te ilusionas
con luchar porque tenés la esperanza de encontrar a Mar. Te
gusta esto, ¿no? ¿Te creíste lo del don del liderazgo? Te
encanta sentirte el líder de la Resistencia, jugar a los
revolucionarios, a la guarida secreta, dar órdenes. Sos un
nene jugando a los piratas. Pero no todo es lo que parece,
Thiago. No sos un líder, el resto te obedece porque son unos
cobardes.
Thiago soportó estoico las agresiones de Tacho. Dejó el
melón sobre una mesa y se fue de la guarida, sin decirle
nada. Unos minutos más tarde, Melody encontró a Tacho
juntando en un bolso sus pocas pertenencias y le preguntó
qué estaba haciendo.
-Me voy. Está claro que no tengo nada que hacer acá.
-Dejate de joder, Tacho-le dijo Luca, que vio la situación
desde la cocina.
-Justamente. No los jodo más. Pensamos muy distinto. Yo
lo único que quiero es vengarme. Ustedes... Ni sé qué están
haciendo acá.
-Estamos resistiendo-dijo Simón.
-Mira vos, te felicito, yo no quiero resistir. Por eso me voy.
Pero cuando estaba por salir, se topó con Thiago, que
entraba con una caja de cartón.
-Vos no te vas a ningún lado-dijo Thiago.
-Y vos dejame en paz-replicó Tacho.
-Está bien. Andate, pero antes mirá esto. Sería bueno que
todos miremos esto. Pasé por una oficina abandonada,
encontré una PC que todavía funcionaba y pude imprimir
unas fotos que tenía en mi mail.
Todos se acercaron curiosos y vieron las impresiones. Eran
fotografías que habían sacado el año anterior en el
Mandalay. Se los veía a ellos junto a todos los ausentes:
Mar, Hope, Rama, Lleca, Nacho, Paz, Camilo, Kika y por
supuesto, Jazmín. También aparecía Justina, Caridad, Torito,
todos los que eran, en definitiva, su familia.
-Sentí que necesitábamos recordar por que estamos
luchando -dijo Thiago, mientras todos observaban las fotos
con emoción.
Tacho tomó una foto en la que estaba junto a Jazmín,
besándose, sonrientes y felices. Se sentó en un banco de
madera, se cubrió la cara y comenzó a llorar. Lloró lo que no
había llorado en esos meses, sacó todo el llanto que había
taponado con odio y resentimiento. Los demás lo dejaron
descargarse, respetuosos, compasivos. Cuando por fin
Tacho pudo hablar, les pidió disculpas por haberlos
agredido. Los demás lo comprendían perfectamente, todos
habían pasado por lo mismo.
-Es que no puedo dejar de pensar en que la mataron-
explicó Tacho.
-No sabemos si está muerta, Tacho-dijo Mel.
-Sí, yo lo sé. Yo la vi caer, y cuando llegué ya no respiraba.
Después me desmayé, aparecí cerca del río y todo era un
caos. La busqué, pero no estaba más... Ella lo había visto en
sus visiones. Sabíamos que iba a pasar, y pasó. Y yo no hice
nada para evitarlo. La extraño tanto, concluyó Tacho,
llorando con un desgarro insoportable.
Todos sus amigos lo rodearon en un abrazo. No tenían
palabras para consolarlo. Solo podían abrazarlo para hacerlo
sentir menos solo.
Mientras Tacho lloraba por Jazmín, la jefa de Ministros
condujo a Kant hasta un sector donde completaban los
procesos de reconfiguración.
-Este prospecto que vamos a despertar fue reconfigurado
desde cero - anunció Luz con orgullo, señalando a una joven
muy bella dormida sobre una camilla-. Ella fue, en su
pasado, alguien que ya no existe. Va a presenciar el
nacimiento de su nueva identidad.
Uno de los científicos ejecutó unos comandos en la
consola y, poco a poco, la joven fue despertando. Movió los
dedos de su mano, luego abrió lentamente los párpados y
miró el mundo que la rodeaba con gran curiosidad.
-Hola -la saludó Luz, con una sonrisa dulce y plena.
-Hola-respondió Jazmín, la Gitana, quien no recordaba que
alguna vez la habían llamado de esa manera, y que ni
imaginaba que a unos cuantos kilómetros de allí alguien que
ella había olvidado la lloraba sin consuelo porque la creía
muerta.
Área de competencia
 
Jony pegó un grito eufórico. Había logrado desbloquear las
imágenes que la cámara del globo había almacenado en el
celular. Thiago y el resto de sus compañeros se
arremolinaron detrás de Jony para ver la grabación.
Primero se veía el paneo cenital de la cámara volando
sujetada al globo. Luego, el momento en el que estaba por
atravesar el muro, el movimiento bamboleante cuando el
globo quedó atrapado en el alambre de púas y, pocos
segundos después, la sombra y la silueta de una mujer que
se acercaba. Thiago estaba por enterarse de que había sido
la mano de su novia la que rozó por un instante a través del
muro. Pero, repentinamente, la filmación se interrumpió y
apareció la jefa de Ministros, sonriente, en su escritorio.
La noche anterior, René, mientras vigilaba el paseo
nocturno de Mar, notó la invasión de globos y lo reportó de
inmediato a la jefa. Le informó que Marianella intentaba
alcanzar uno de los globos que había quedado atascado,
pero, además, le advirtió que del otro lado había dos
salvajes que también intentaban alcanzarlo. Luz se dio
cuenta de que algo importante había en ese globo y ordenó
escanearlo con sensores térmicos. René detectó la cámara
de video atada al globo y Luz comprendió que era un
intento de los rebeldes de espiar, así que ordenó interceptar
la frecuencia para mandarles un mensaje. Y eso era lo que
estaban viendo en la guarida: la jefa de Ministros había
reemplazado la grabación original en la que se veía a Mar
por un mensaje suyo.
-Muy ingeniosos -dijo Luz, con una sonrisa de franca
admiración. Si tienen ganas de saber qué pasa de este lado
del muro, tendrán que venir a hablar conmigo. Todo lo que
ocurre acá es mi área de competencia. Los espero con los
brazos abiertos.
Jazmín iba despertando a su nueva vida, algo aturdida,
como intentando descifrar el mundo que la rodeaba.
-Es como una computadora-graficó Luz-, su disco rígido se
está iniciando y va buscando en sus archivos de memoria.
Pero lo que encuentra son los recuerdos que le hemos
implantado. Proceda, Kant.
El científico se acercó a Jazmín con una sonrisa amable y
le preguntó cómo se llamaba.
-Jazmín. Pero ¿qué me pasó?
-Te desmayaste en la calle. Te encontraron y te trajeron
para acá. Pero, tranquila, ya estás bien. ¿De dónde venías?
¿Te acordás?
Jazmín pensó un instante y toda la información que le
habían inseminado empezó a brotar de su memoria.
Aseguró que venía de Milán, donde había pasado el verano
cursando un máster en Diseño de Indumentaria, y que
acababa de llegar para presentar su colección en el NE,
donde terminaría de cursar algunas materias.
-¡Usted es la jefa de Ministros! -exclamó admirada Jazmín
al reconocerla.
-Decime Luz, y tuteame, por favor, que tan vieja no soy-
respondió, campechana. Kant se aseguró de que no hubiera
ninguna falla en su nueva configuración, y cuando Jazmín se
sintió recompuesta, un chofer la llevó al NE donde la
estaban esperando para participar en el Fashion Contest, un
concurso en el que los alumnos de diseño desfilaban sus
propias creaciones.
Marianella era la favorita para ganar el Contest, y aunque
ella estaba convencida de que no tendría competencia,
estaba histérica durante los preparativos. Porque si la Mar
del pasado era competitiva, Marianella Molina Prado Rojo no
contemplaba en lo absoluto la posibilidad de la derrota.
Tenía al pobre y obsecuente Ito corriendo de acá para allá,
ultimando detalles para la presentación. Hope intentaba
tranquilizarla.
-Easy, Mariacheta. No tenés competencia.
-No, ¿no?-dijo Mar, intentando mostrarse segura. ¿Quién
me puede ganar?
-¡Jazmín! -exclamó Hope, repentina, mirando por detrás
de Mar.
Mar giró y vio que dos empleados de mantenimiento del
NE estaban cambiando la foto de la gigantografía
retroiluminada que había junto a la puerta de la habitación.
Cada cuarto tenía una vitrina rectangular en la que se
colocaba una foto gigante de los ocupantes de ese cuarto,
posando como si fueran modelos. Los empleados habían
quitado la foto en la que estaban Mary Hope y la acababan
de reemplazar por otra en la que además de ellas estaba
Jazmín. Mar observó a esa rubia deslumbrante y luego miró
a Hope, que se había quedado petrificada.
-¿Qué pasa? ¿La conocés? ¿De dónde?
-De acá -dijo Hope, y mostró el programa del Fashion
Contest en el que Jazmín figuraba como una de las
concursantes. Y agregó, leyendo el brochure : Viene de
Milán. Jazmín Romero. Una diosa. Pero no te llega ni a los
talones -intentó tranquilizarla al ver la preocupación en el
rostro de Mar.
-¡Yo no le llego ni a los hombros! -dijo Mar, ya no tan
segura de no tener competencia.
-Tranquila, sos Marianella Picos Rojos.
-¡Marianella Molina Prado Rojo! -la corrigió Mar, irritada.
-Y a una Picos Rojos no hay mujer en la Tierra que la
opaque-afirmó Hope, y al instante se abrió la puerta y entró
Jazmín, esbelta, bellísima, magnética. Ingrid venía con ella.
Por detrás de ambas, en el pasillo, varios chicos, entre los
que se encontraban Ito, León y Rama, miraban embelesados
a «la nueva». Ingrid se las presentó a Hope y Mar, sus
compañeras de cuarto, y las dejó solas para que se
prepararan para el concurso.
-¡Qué diosa, qué divino tu vestido! -la elogió Mar, aunque
con un dejo de falsedad.
-¡Gracias! -respondió Jazmín, con una sonrisa forzada-. Tu
nombre es...
-Marianella Molina Prado Rojo -dijo Mar, grandilocuente,
como si es tuviera hablando en mayúsculas.
Esperanza observaba a una y a otra, las sonrisas tensas y
congeladas en un rictus artificial. El Fashion Contest había
estallado mucho antes de comenzar.
-Bueno, suerte-dijo Jazmín antes de salir.
-¡Suerte, vos! La vas a necesitar.
Las dos se rieron exageradas y cada una fue a prepararse.
Hope se la vio venir: la guerra entre Mariacheta y la nueva
estaba declarada.
Una hora más tarde, en la explanada principal del NE,
Ramiro, el maestro de ceremonia, dio la bienvenida a todos
los invitados al Fashion Contest 2031. Donde anteriormente
estaba el campus del Mandalay, lleno de colores y de
vegetación, ahora había varias plazoletas de cemento gris
en desniveles, pequeños livings con sofás y muebles
blancos distribuidos uniformemente por todo el predio.
Rama fue anunciando a las participantes, que descendían
desde lo alto de una gran escalera de madera. Mar, la más
popular y la favorita del NE, fue la que recibió la mayor
ovación en su primera pasada, pero la nueva, Jazmín,
deslumbró con sus diseños novedosos y su belleza fuera de
lo común.
Todo el glamour y la distinción que ostentaban en la
pasarela se perdía por completo en el baño de la residencia,
donde hacían los cambios de ropa. Entre pasada y pasada,
la tensión crecía. Esperanza, que asistía a Mar, no podía
creer las cosas que se decían.
-Quizás le falte un poco más de push up a mi make up,
¿no?-dijo Mar, insegura-. No sé, siento como que le falta
volumen, brillo, altura, personalidad.
-Cien por ciento de acuerdo -dijo Jazmín, insidiosa-. Altura
y personalidad son fundamentales en la pasarela.
-Tal cual, percha -dijo Mar, recogiendo el guante-. Actitud
y carisma, eso es todo. Nada peor que una modelo relajada,
así, sin energía. ¿No estarás anémica, vos? ¿O es la moda
europea, así, lánguida tipo actriz de película francesa?
-Es seguridad. La falta de talento se rellena con
entusiasmo. Pero si te pasás de entusiasmo, se te empiezan
a notar los nervios-dijo Jazmín, y salió.
-¿De dónde la sacaron a la teñida esta?-se descargó Mar
con Hope-. Es toda de mentira. Ni caminar sabe..
-Desfiló bárbaro, Mariacheta-deslizó Hope, pero como Mar
la fulminó con ojos electrizados, minimizó-: No como vos,
OBVIO.
-No la soporto, te juro que me da urticaria, es una
engreída -gruñó Mar, enfurecida, y golpeó uno de los
stilettos de Jazmín sobre la bacha, rompiéndole un taco.
Esperanza quiso arreglarlo o avisarle a Jazmín, al menos,
pero Mar estaba demasiado enojada porque se había
burlado de su altura, así que consideró que se merecía una
lección.
Una pasada más tarde, cuando Jazmín desfiló un vestido
de noche con los stilettos, el taco, que Mar había encastrado
provisoriamente, se rompió, Jazmín trastabilló y estuvo a
punto de caer de bruces, pero con mucha elegancia
recuperó el equilibrio, se sacó el otro zapato para
emparejarse y terminó la pasada descalza.
Momentos más tarde, cuando Mar desfiló su vestido de
noche, al hacer un giro en el borde de la pasarela, los
breteles que sostenían la parte alta del vestido se cortaron
dejando expuesto su brasier. Supo de inmediato que había
sido saboteada por Jazmín en represalia por lo del taco. Pero
también resolvió la situación con soltura. Se anudó el
vestido en la cintura y lució una versión alternativa mucho
más escotada.
Por supuesto, en el backstage, la tensión acumulada llegó
al clímax. Las dos se miraron con la respiración agitada y las
narinas infladas, como dos toros furiosos.
-Seamos cordiales, girls-intentó mediar Hope.
-¡Insegura!-le espetó Jazmín.
-¡Insoportable! -respondió Mar.
-¡Petisa!
-¡Teñida!
-Chicas, enfriemos un poco la cosa, ¿sí?-les rogó Hope.
-Sí, pongamos paños fríos -dijo Mar, y sacó una botella de
agua mineral de una frapera y volcó todo el hielo del
recipiente sobre Jazmín, que se quedó paralizada por la
sorpresa y el frío. Su respuesta no tardó en llegar: le
arrebató la botella de agua mineral y se la vació encima.
Esperanza miró a una y a otra en shock. Mar y Jazmín eran
dos cowgirls a punto de batirse a duelo en un far west
glamoroso.
Pero Esperanza logró llamarlas de vuelta a la racionalidad.
El NE se jactaba de ser un lugar civilizado, ellas no podían
desentonar. Hicieron una tregua y entraron a ducharse para
prepararse para la pasada final: el vestido de novia.
Mientras se secaba el pelo, Mar pensó en qué la había
motivado a pelearse con esa chica. Se había sentido
amenazada por una rival, pero, más allá de eso, sentía que
había algo que estaba mal. Algo le decía que no podía odiar
a Jazmín. Y a la otra le estaba pasando algo parecido;
registró una angustia rara por haberse peleado con esa
chica. Tomó el pote de crema que estaba usando y se lo
ofreció.
-¿Querés? Es para el pelo. Te da brillo-Mar la miró, con
cierto recelo-. Me pongo yo, mirá. No pasa nada.
Jazmín se puso un poco de crema en el pelo, y Mar
entonces hizo lo propio. Las dos se miraron, arrepentidas y
avergonzadas por su accionar.
-Esteee... ¿Qué te iba a decir? -dijo Marianella, a la que la
palabra «perdón» le costaba más que aprender a hablar
inglés-. Disculpame.
-Vos también-dijo Jazmín, sincera.
-No sé qué me pasó, por un momento como que perdí la
cabeza. O sea, las dos, porque vos también tuviste lo tuyo...
-Sí, aunque vos empezaste con lo del taco.
-No, te juro que eso no fue a propósito, se me rompió sin
querer. No fue de guacha.
-Me podrías haber avisado al menos.
-Bueno, ahí quizás si estuve un poquito guacha -admitió
Mar.
Jazmín se rió. Ninguna lo recordaba, pero Mar era la
persona que más hacía reír a Jazmín en el mundo entero.
-¿Sabes qué? Cuando llegaste y te vi entrar, dije «Esta
turra, ¡qué divina que es! Me va a ganar». Y a los dos
segundos te odié. Pero, a la vez, no me preguntes por qué,
apenas nos presentaron me caíste bien. Sentí algo raro,
como si nos conociéramos de antes...
-¡A mí me pasó lo mismo! -exclamó Jazmín sorprendida.
-Y, digo.... ¿será posible olvidarnos de todo esto y
empezar de cero? -propuso Mar.
-Y.... yo acabo de llegar. Una amiga voy a necesitar.
-¡Y no sabes lo buena amiga que soy yo!
Las dos sonrieron y sellaron la paz. Esperanza, que había
estado escuchando todo, como siempre, entró, contenta por
la reconciliación, y las apuró para hacer la última pasada.
Mar y Jazmín, rompiendo el protocolo del desfile, salieron
juntas con sus vestidos de novia. Todo el colegio las
ovacionó. Había solo una persona que no aplaudía, y no
porque no le gustara lo que veía, todo lo contrario.
Era Teo, que había quedado deslumbrado ante la belleza
de la recién llegada.
Pero, a pesar de que habían firmado la paz, el Fashion
Contest era un concurso, y debía haber una única ganadora.
Rama hizo el suspenso de rigor para anunciarla y dijo:
-¡Delfina Rouvier!
Mar y Jazmín se indignaron porque no consideraban justa
la elección, pero a la vez se tentaron mucho al recordar la
competencia encarnizada que habían tenido. La jefa de
Ministros en persona le entregó el premio a la ganadora, y
estaba felicitándola cuando una última modelo fuera de
concurso sorprendió a todos. Estallaron confetis y desde lo
alto de la escalinata descendió una adolescente de trece
años, de pelo muy rubio y ojos claros. Todos la miraron
sorprendidos, y pensaron que quizás fuera una hermana de
Jazmín, ya que se parecían, pero el misterio sobre la
identidad de la joven quedó resuelto enseguida, cuando la
jefa de Ministros exclamó, desencajada:
-¡Alai, hija! ¿Qué hacés acá?
Era la hija menor de Luz, y había decidido presentarse en
sociedad por su cuenta. A pesar de las protestas de su
madre, recorrió la pasarela con mucho desparpajo. Y así
como Teo se había quedado deslumbrado por Jazmín, hubo
otro enamorado: León, el protegido de la jefa de Ministros,
acababa de enamorarse perdidamente de Alai.
El mensaje que la jefa les había dejado era, de alguna
manera, el logro más importante que habían tenido en los
meses que llevaban resistiendo. Aunque se sentían
frustrados porque había malogrado sus planes, ese
mensaje, personalizado, convocándolos a cruzar el muro les
hizo saber que para ella eran importantes. Aunque su tono
fuera pedante y altivo, el hecho de que se hubiera tomado
el trabajo de grabarles ese video les daba la pauta de que
esa resistencia era mucho más fuerte de lo que pensaban.
Ellos pocos, con sus ropas raídas, sobreviviendo en esa casa
llena de goteras, eran una gran preocupación para el
Gobierno. Eso les dio fuerza y esperanza.
Tacho, desbocado e impulsivo como siempre, quería
cruzar el muro de inmediato, pero Thiago era de la idea de
que tenían que planear las cosas con más tiempo. También
acá se jugaba una suerte de competencia por el liderazgo
entre los dos amigos.
Pero, para cualquier incursión que quisieran hacer al otro
lado del muro, necesitaban equiparse. Sobre todo,
necesitaban vehículos. Así que se dividieron para buscar en
los pocos lugares abandonados que había fuera de la urbe y
que no habían sido saqueados por otros rebeldes que
resistían como ellos.
Thiago se subió a una moto para ir a un lugar un poco
alejado de donde vivían, y para no llamar la atención de los
cazadores cortó camino por el centro del bosque. A unos
quince minutos de la guarida, cuando el sendero se hacía
más despejado, aceleró, pero de repente salió volando hacia
atrás mientras la moto siguió de largo.
Tardó unos segundos en entender qué era lo que lo había
derribado: una soga atada entre dos árboles, a un metro y
medio de altura. Era una trampa, ¿pero para quién?
Intentó incorporarse, a pesar de que estaba muy dolorido,
cuando una silueta surgió de entre los árboles, se paró junto
a él y apoyó una bota sobre su pecho para mantenerlo en el
suelo. Era una mujer joven, morocha, de ojos claros y
tristes.
-¿Quién sos? -preguntó Thiago, con voz ahogada por la
opresión en el pecho.
La muchacha no respondió, solo lo observaba como
esperando a que el dijera algo más. Entonces, en un
movimiento rápido, intentando sorprenderla, Thiago la tomó
del pie, se lo hizo girar y la derribó, y cuando se incorporó
para correr hacia su moto, ella lo tacleó. Thiago cayó de
bruces, sumando un nuevo dolor a su cuerpo. Se defendió
como pudo de esa mujer ágil y fuerte, que seguramente era
una cazadora, pero ella sacó un pequeño dispositivo, se lo
aplicó en el cuello y Thiago cayó desmayado en el acto.
Despertó en un galpón húmedo y sucio. Estaba desnudo,
salvo por el boxer, y estaba atado a una silla. No sabía
cuánto tiempo había pasado desde que lo habían atrapado,
ni de qué lado del muro estaba. La mujer estaba sentada
frente a él.
-¿Quién sos?-volvió a preguntarle- ¿De qué lado del muro
estamos? ¿Sos cazadora?
Ella sacó de un bolsillo una especie de teléfono inteligente
bien delgado. Tipeó algo y le mostró a Thiago lo que había
escrito: «¿Quién sos?».
-VOS quién sos-insistió él. ¿Por qué escribís y no hablás?
Ella le acercó la pantalla de su dispositivo hasta casi
pegársela contra la cara.
-Está bien-dijo Thiago-. Me llamo Segundo. Ahora decime
si sos una cazadora.
Ella tipeó algo más en su dispositivo y esta vez, en lugar
de hacerlo leer. una voz robótica dijo: «¿De qué lado sos?».
-¿Por qué escribís en eso? ¿Sos muda? -preguntó Thiago,
ofuscado.
«Sos muy observador, escribió la muchacha, con ironía, y
se fue. Lo dejó solo varias horas, a pesar de que Thiago
gritó y pataleó. Fue bajando el sol hasta que se hizo de
noche, por lo que dedujo que había estado por lo menos
cinco horas secuestrado en ese lugar. Finalmente, en medio
de la oscuridad, se oyó un restallido y, a continuación, la
voz de Tacho, «Thiago, ¿me copiás?».
Era el handy de Thiago, que estaba en el bolsillo de su
pantalón. Dando pequeños saltitos con la silla, intentó llegar
hasta su ropa, pero antes de que pudiera alcanzarlo,
reapareció la joven, sacó el handy del bolsillo y le sustrajo la
batería. Thiago se ofuscó y perdió la paciencia, porque
esperaba que la situación se resolviera de alguna manera.
-Bueno, basta, flaca, me cansé. ¿Qué querés? ¿Para quién
trabajás?
Ella lo miró con displicencia y, sin decirle nada, conectó el
dispositivo con el que se comunicaba a un teléfono e hizo
una llamada. Se oyó una voz de hombre que atendió y ella
contestó tipeando: «Soy yo. Creo que encontré un topo».
-¿Qué es un topo? ¡Yo no soy ningún topo! -dijo Thiago sin
saber de qué hablaba, pero ella se fue, y volvió a dejarlo
solo en ese lugar que ya se había puesto bastante frío.
Tacho, que había estado llamando al handy de Thiago, le
comentó a Luca que no contestaba, y este decidió salir a
dar una vuelta para buscarlo. Tacho se quedó con Melody,
que ese día había estado teniendo dolores bastante fuertes.
Le ofreció hacerle algo de comer, o un té, pero Melody le
dijo que no necesitaba nada. Solo le pidió que se sentara a
su lado e hiciera algo de música para ella. Tacho sonrió, y
buscó una armónica que había visto en algún lugar de la
guarida.
En ese mismo momento, Rama caminaba por uno de los
pasillos del NE, sonriendo a izquierda y derecha a las chicas
que pasaban. Le llamó la atención un instrumento que había
en la sala de ensayo. Era un banyo. Rama se sentó en un
sofá y lo examinó. Había tocado muchas veces ese
instrumento. Con su banda, que él ni recordaba, hacían una
versión de uno de sus temas que comenzaba con los
acordes de un banyo. Puso las manos sobre las cuerdas y
estas se movieron solas, como si alguien las guiara. Tocó los
primeros acordes de una canción que ni siquiera recordaba
conocer.
Perfectamente sincronizado, Tacho empezó a tocar la
armónica para Melody. Las mismas notas, el mismo tema.
Rama fue tomando velocidad y, de pronto, la letra surgió
sola de su boca.
A ver si pueden.....
Jazmín se estaba terminando de cambiar en su habitación
cuando escuchó la música que tocaba Rama, y se sumó;
mientras, en el baño, Mar se estaba pasando crema por el
cuerpo, los escuchó y también se sumó a la canción.
A ver si hoy van por más.
A ver qué pasa, a ver qué sienten, si se animarán...
Thiago se había agotado de intentar soltarse. De puro
aburrido, empezó a dar saltos con la silla y se entretuvo
haciendo una base rítmica de percusión golpeando en dos
tiempos, con los pies primero y luego con las patas de la
silla contra el piso. Thiago si lo recordaba, la base rítmica
que hacía era la de A ver si pueden, un hit de su banda.
Nunca habían estado más separados. No solo por la
distancia, también por el extrañamiento. Mar, Jazmín y
Rama ni sabían de la existencia de Tacho y Thiago, y apenas
se conocían entre sí, pero en ese instante, durante unos
pocos minutos, los cinco estuvieron conectados como
siempre. Tacho con la armónica, Thiago haciendo la
percusión, Rama tocando el banyo y cantando con Jazmín y
Mar.
Dale, vos andá.
Vamos a bailar, vamos juntos hasta el final.
Hope estaba en el extremo del pasillo, fascinada,
escuchando ese show improvisado. Cuando terminaron,
Rama sonrió, apoyó el banyo y al incorporarse para irse, se
desplomó. Esperanza corrió hacia él, desesperada, e intentó
hacerlo reaccionar; de repente, Rama la tomó por los brazos
y como en trance, exclamó en un grito:
-¡Esperanza! ¡La salida!
Luz llegó al NE y subió directo al altillo. Puso su ojo
izquierdo frente al lector de retina y la puerta se abrió.
Ingrid le había mandado un mensaje advirtiéndole que algo
extraño ocurría con Paz. Seguía inconsciente en esa especie
de bañadera, pero ya no estaba tan plácida como antes.
Cada tanto, su cuerpo producía movimientos espasmódicos
que generaban ondulaciones en el líquido viscoso en el que
estaba suspendida.
-¿Cómo está el sistema inmuno-sensorial? -preguntó Luz,
preocupada.
-Debilitado. Y el grado de ondulación de los electrones
está en descenso-informó la científica, pragmática-. Todo el
sistema está deteriorado. El cuadro parece irreversible.
-Tenemos que encontrar a Estrella cuanto antes -dijo Luz,
se la veía preocupada. Luego cambió de tema. ¿El
transceptor de Jazmín?
-Está transmitiendo perfectamente -dijo Ingrid y le mostró
una pantalla que mostraba la actividad cerebral de Jazmín
gracias a un dispositivo que le habían colocado-. Cuando
tenga una de sus visiones será derivada a esta pantalla. Ella
no las verá, pero nosotros sí. De todas maneras, no sé si las
visiones son tan certeras. Se supone que ella vio su propia
muerte el día del protocolo, y sin embargo...
-Y no se equivocó -la cortó Luz-, porque ese día, la Jazmín
Romero que era murió, y nació una nueva. Ella vio bien, lo
que pasa es que no lo supo interpretar. Estate muy atenta a
sus visiones. Y no dejes de controlar a Paz.
Ingrid asintió, obediente, y Luz se retiró. En la recepción
se topó con Teo Gorki, y se extrañó de verlo allí. Él
argumentó que la estaba buscando, aunque no era cierto.
-Quería informarle que divisamos a una rebelde clase A:
Melody Paz.
-¿Y por qué no está acá, Gorki? -La dejé ir porque tiene un
embarazo bastante avanzado. No permití que le dispararan
el sedante, porque está prohibido. Escapó.
-La quiero acá, a ella y a su embarazo, ¿soy clara?
Él asintió. Ella sacó su celular y le mostró las imágenes
que las cámaras habían captado en el momento en el que
Thiago y Simón intentaban destrabar el globo.
-Estos rebeldes llegaron hasta el muro. Quisieron filmar.
Es importante capturarlos.
Él asintió, respetuoso, y ella se retiró del NE. Una vez solo,
Teo se dirigió hacia el sector de los cuartos para buscar a
Jazmín, el verdadero motivo por el que estaba allí. No tuvo
que caminar mucho, la encontró llegando al comedor junto
a Mar, Rama y Hope. Venían intrigados por esa canción que
acaban de cantar, porque aunque sabían la letra, no tenían
idea ni de qué grupo la cantaba ni por qué la conocían.
Hope, además, intentaba hablar con Rama sobre su
desmayo y sobre eso extraño que había dicho sobre la
salida, pero él no le dio ninguna importancia. En el NE nadie
quería mostrar debilidades, y un desmayo era una gran
debilidad.
-Debe ser hambre-dijo y se sentó a comer. Jazmín reparó
en que Teo la observaba fijo. Hope también lo notó y no
pudo evitar alterarse: nadie lo sabía allí, pero Teo había sido
el gran amor de su vida desde pequeña, aunque nunca
había sido correspondida. Y en esta nueva vida, una vez
más, Teo se fijaba en otra.
Jazmín pasó junto a Teo restándole importancia, pero el
cazador, hombre de acción, no demoró el encuentro y fue
directo a ella. Le dijo que la había visto en el desfile y que,
para él, ella era la ganadora indiscutida.
-Gracias -respondió Jazmín. De todas maneras, aunque no
gané, me fue bien porque vendí todos mis vestidos.
-Bueno, quizás yo tuve algo que ver con eso -dijo Teo, y
ella lo miró sin entender-. Yo fui quien los compró.
-¿Y para qué compraste mis vestidos?
-Para que te los quedes vos. Sería una locura que alguien
más los use. El vestido de noche te quedaría hermoso en
esta noche estrellada. Y el de novia guardalo, más adelante
ya lo usaremos.
Ella sonrió, halagada, aunque la audacia directa de él le
resultó un tanto ordinaria.
-¿Esa sonrisa es un sí? ¿Salimos?
-Voy a comer y me voy a dormir-dijo ella, evasiva.
-¿Decís que insisto un poco más y te convenzo?
-No creo que tengas algo que me interese -dijo ella y
empezó a alejarse.
-Tengo la posibilidad de salir de la urbe.
Jazmín se detuvo y lo miró.
Todos los que vivían allí sentían algún grado de curiosidad
por lo que había del otro lado del muro. Algunos tenían una
mezcla de terror y fascinación, pero todos, absolutamente
todos, tenían intriga. Y Teo lo sabía, por eso calculaba que
podía ser un arma de seducción una propuesta así.
-Hablo de conocer lo que hay afuera. ¿Te interesa? Si te
intriga, tanto como vos me intrigás a mí, te espero mañana
en la parada este y te llevo a dar una vuelta por el lado
salvaje-dijo Teo y se fue sin esperar una respuesta, porque
ya la conocía.
No se equivocó; al otro día, muy temprano a la mañana,
estaba tomando un café con otros cazadores de su
escuadrón cuando la vio llegar, tímida, aunque decidida.
-Bueno, logré interesarte con algo parece-dijo él,
sonriente.
-¿De verdad podés llevarme? Pero ¿es seguro?
-Conmigo siempre es seguro. ¿Tenés muchas ganas de ver
lo que hay afuera?
Jazmín asintió con una sonrisa pícara aunque temerosa.
Entonces Teo la invitó a subir a su camioneta. El custodio no
hizo ninguna pregunta cuando vio que Gorki salía con una
muchacha. Le abrieron el portón y salieron al mundo
exterior. Jazmín observaba todo con gran curiosidad. La
geografía no cambiaba tanto, después de todo, el muro solo
había dividido en dos un área, pero todas las ideas que
tenían implantadas sobre los salvajes hacían su trabajo: al
bosque lo veía más oscuro, denso y peligroso. Los sonidos
eran amenazantes. Hasta la temperatura parecía haber
descendido abruptamente.
-¿Nunca te pasó nada luchando contra los salvajes?
-Tengo varias heridas de guerra, pero no son tan
importantes como las heridas de amor.
Ella sonrió, negando, y volvió su mirada hacia el exterior.
-¿Y qué les hacen a los rebeldes?
-Los fusilamos.
Ella se quedó como golpeada por la violencia de esa
respuesta, pero él se rió.
-No, bonita... -dijo Teo, y notó algo en ella, como si esa
palabra la hubiera disgustado.
-¿Cómo me dijiste?
-¿«Hermosa» te gusta más? Era un chiste. Lo que
hacemos es rescatarlos. Ellos también están en peligro. Hay
algunos que son casos perdidos, muy violentos, extremistas.
Pero hay gente que está sola, desesperada, sin nada, y lo
que queremos es darles una esperanza, una vida mejor. A
esos los llevamos adentro.
-¿Y a los otros, a los violentos? -preguntó Jazmín,
temiendo la respuesta.
-De esos los protegemos a ustedes. Pero no somos como
ellos, no somos asesinos -Teo no terminó la frase porque se
puso alerta por algo que vio por el espejo retrovisor. Ella
notó su tensión y le preguntó qué ocurría.
-Vos tranquila. Quedate acá -dijo él mientras preparaba su
arma para bajar.
Teo se bajó de la camioneta y la dejó allí, sola y aterrada.
Él se acercó a una moto tirada en el piso. Eso era lo que
había visto y lo había puesto alerta. Era la moto de Thiago,
que había quedado allí el día anterior cuando lo atrapó la
muchacha misteriosa. Teo atinó a agarrar su handy para
reportar el hallazgo, pero se dio cuenta de que lo había
dejado en la camioneta. Regresó sobre sus pasos y cuando
estaba por llegar, advirtió un movimiento entre los árboles.
Esa mañana, Tacho, Luca y Simón habían salido a buscar a
Thiago, que no había regresado en toda la noche. Se habían
dividido por el bosque y Tacho acababa de encontrar la
moto tirada. Le había avisado a Luca por handy, e iba a
registrar la zona cuando divisó la camioneta que se
acercaba. Rápido de reflejos, se escondió entre los
matorrales y desde allí trató de espiar. No podía ver quién
estaba dentro de la camioneta porque tenía los vidrios
polarizados, pero reconoció a Teo de inmediato cuando se
bajó.
Tacho pensó qué hacer. Teo estaba armado y él no, pero
podía sorprenderlo y desarmarlo, aunque posiblemente en
la camioneta había uno o más cazadores que lo reducirían
de inmediato. Pero si Teo estaba solo, era una oportunidad
única de cazar al cazador. Estaba debatiéndose con ese
dilema, cuando se dio cuenta de que Teo se había puesto
alerta, era casi seguro que lo había visto, entonces Tacho
entendió que no tenía otra alternativa más que actuar. Se
impulsó con todas sus fuerzas y de un gran salto se arrojó
sobre Teo, que reaccionó rápido, pero aún así Tacho logró
arrebatarle el arma, que cayó unos metros más allá, y se
trenzaron en lucha.
Jazmín vio toda la secuencia desde la camioneta, y
además del terror que le provocaba haberse topado con un
salvaje real, había algo de ese rubio de pelo largo y
alborotado que le provocó una opresión en el pecho, unas
ganas profundas de llorar.
Tacho logró tomar a Teo por detrás, trabando sus brazos,
pero el cazador, entrenado para matar, le dio un cabezazo
en la nariz, haciendo retroceder a Tacho. Teo corrió hasta
donde había caído su arma, la levantó y apuntó para
dispararle, pero en ese momento pisó una trampa que le
enganchó el pie, lo elevó por el aire y lo hizo estrellarse
contra un árbol. La misma chica que había atrapado a
Thiago había infestado el lugar de trampas. Una de ellas
ahora acababa de salvarle la vida a Tacho.
Cuando él vio que Teo había quedado atontado por el
golpe, corrió a quitarle el arma. Como Teo estaba casi
inconsciente, Tacho se ocupó de la camioneta. Avanzó hacia
ella con el arma empuñada, para reducir a los cazadores
que pudiera haber allí.
Jazmín lo vio acercarse y se estremeció. Tacho llegó hasta
el vehículo y abrió la puerta del lado del conductor, al
mismo tiempo que Jazmín salía corriendo por la otra. Tacho
la vio huyendo y se sorprendió al notar que era una mujer.
-¡Quieta!-ordenó, apuntándole-. No corras más. ¡Quieta o
disparo! Jazmín se detuvo y alzó sus manos, tiritando de
miedo, de espaldas a él. Tacho avanzó hacia ella, sintiendo
que había algo muy familiar en esa silueta. Si no fuera
porque sabía que Jazmín estaba muerta, podría haberla
confundido con su novia. -No hagas ninguna pavada y date
vuelta despacio-ordenó. Y Jazmín obedeció. Lentamente,
comenzó a girar.
Resiste
 

Sarita era la encargada del Centro de Estética y Spa, uno


de los lugares más concurridos del NE, que estaba dentro de
la residencia Norte. Todos la conocían porque era quien les
realizaba los últimos tratamientos de belleza para
mantenerlos espléndidos. Desde hacía algunos días, varios
habían advertido que Sarita estaba un poco extraña. Algo
dispersa, incluso malhumorada, cuando siempre había sido
un cascabel.

Era la hora del almuerzo y los alumnos se empezaban a


arremolinar en la zona del comedor, hablando encimados de
los mismos temas de siempre. Sarita los observaba con ojos
profundos y ojeras oscuras desde la puerta del spa.

Ito se acercó a Mar, que charlaba con Hope. Él estaba


radiante.

-¡Por fin me desperté, man! ¡Se terminó! A vos te lo digo-


dijo señalando a Mar-. Tuviste tu chance, pero el tren Pérez
ya pasó para vos. Ahora es un tren de alta velocidad, el tren
de las nubes, un tren que escala bien alto. Igual si querés
ser mi amiga, todo bien, garpás como amiga.

-¿De qué hablás? ¿De qué habla? -le preguntó Mar a León
que venía con Ito.

-Se cree que la jefa de Ministros le va a dar bola.


-What?? ¿¿Te gusta Luz??-se escandalizó Hope.

-Están frente al futuro becario de la jefa -dijo Ito.

Todos se rieron, pero él explicó que había equivocado el


camino hasta ese momento volando bajo. Debía apuntar
bien alto y qué mejor que empezar a hacer carrera en la
política, y por eso se presentaría al concurso para ser
elegido como becario de la mandataria. Él hablaba muy en
serio, pero Hope, Mar y León no paraban de reírse y
burlarse. En medio de las risas se oyó un grito histérico.

-¡¡DESPIÉRTENSE!!

Todos giraron en shock, no era común que se levantara la


voz en ese lugar, y se sorprendieron mucho al ver que la
que gritaba era la dulce Sarita, que se paseaba por la
recepción entre los grupos de alumnos, tomándolos por los
brazos y sacudiéndolos.

-¿No lo ven?! ¡¿No se dan cuenta?! ¡Todo esto es una


mentira! ¡Despierten! De inmediato, apareció Ingrid desde
la planta alta, y dos guardias de seguridad se acercaron a
Sara por detrás.

-Tranquila, Sara -dijo Ingrid-. No se preocupen, chicos.

-¡Todos ellos son una mentira! Nos tienen engañados,


¡despierten, chicos, por favor! -les suplicó en un alarido, al
tiempo que los custodios la sujetaban y la metían en el spa.
Ingrid cerró las puertas y todos quedaron afuera, azorados
por el brote de Sarita.

Media hora más tarde, llegó una ambulancia y se la


llevaron. Estaba como anestesiada, con la mirada ida. Ingrid
se acercó a los alumnos, que seguían consternados, y les
explicó que la pobre Sarita padecía de una enfermedad
neurológica y que sería trasladada a una clínica
especializada. Los chicos se tranquilizaron, y siguieron
adelante con sus vidas. Salvo Mar, que no podía dejar de
pensar en la reacción de la pobre mujer. Esperanza se dio
cuenta de que Mar se había quedado rumiando algo y la
sondeó.

-¿Qué pasa, Mariacheta?

-Me preocupa Sarita. Para mí que Ingrid oculta algo.

-¿Por qué decís?-dijo Hope en confidente. ¿Sentís algo raro?


¿Algo no te cierra? No todo es lo que parece, ¿no? -Y le
guiñó un ojo de una manera un tanto extraña.

-¿Te pasa algo en el ojo?

-Ah, no, no. Pero, decime, ¿qué te preocupa tanto de Sarita?


¿Qué sospechás?

-¡Estoy desesperada! Tengo miedo de que se le haya soltado


el ruedo porque le pegó el químico del bronceado total,
¿entendés? -confesó Mar-. Ella está en contacto permanente
con eso, yo me lo hice el otro día, y esa noche me sentí mal,
¿te acordás? Mirá si me pasa lo mismo que a ella. ¡Me
muero!

-Tranquila, Mariacheta, estaría medio NE brotado si fuera


por eso.

-No me puedo quedar tranquila, necesito averiguar.

Jazmín, con sus manos en alto, tiritando de pavor, fue


girando lentamente, pero cuando Tacho estaba a punto de
ver su inconfundible perfil, Teo lo sorprendió arrojándose
encima de él. Había logrado zafarse de la trampa sin que
Tacho lo notara. Se trenzaron en una nueva lucha
encarnizada, pero Teo era un depredador y logró doblegarlo.
Lo apuntó con su arma, respirando agitadamente, dispuesto
a dispararle.

-Pará, Teo, ¡soy Tacho! -gritó él, con estupor.

Esa voz y ese nombre retumbaron en el interior de Jazmín


como una campana estruendosa. Teo también pareció
sorprenderse ante esas palabras, y Tacho aprovechó esa
vacilación para sacarse al cazador de encima. El arma por la
que se disputaban cayó a pocos centímetros de Jazmín. Ella
no supo qué hacer. Aunque uno era un cazador y el otro un
rebelde, ambos se peleaban como salvajes. Jazmín estaba
aterrada y confundida, pero primó el instinto de
supervivencia, tomó el arma, esperó a tener un blanco
despejado y jaló el gatillo. Tacho recibió la descarga
eléctrica y se desplomó en el acto. Nunca logró ver a
Jazmín. Teo se incorporó, aliviado, y le agradeció que
hubiera intervenido, pero ella estaba llorando, en un ataque
de nervios. Lo que había comenzado como una travesura
divertida terminó en un asesinato.

-Tranquila, linda. El arma estaba calibrada para desmayar.


Está vivo. Me salvaste la vida, y además me ayudaste a
cazar a uno de los salvajes más buscados.

Jazmín no dejó de temblar durante un buen rato. Lo vio


cargar al salvaje en la camioneta, y lo relojeó por el espejo
retrovisor durante todo el viaje de regreso. Qué era eso que
le ocurría al mirar a ese salvaje. Algo de su rostro le
producía una evocación, como cuando una canción o un olor
te transportan a otro tiempo. Ver a ese salvaje la trasladaba
a algo que no podía definir.
Regresaron a la urbe y Teo fue derecho hasta el centro de
monitoreo. Allí buscó una silla de ruedas y colocó a Tacho
sobre ella. Le pidió a Jazmín que guardara silencio sobre lo
que había ocurrido porque nadie podía saber que ella había
salido. Ella se lo prometió, pero no podía evitar sentir se
culpable por el destino del salvaje.

-¿Qué le van a hacer?

-Quedate tranquila que no le va a pasar nada.

Teo se alejó llevando a Tacho y no se dio cuenta de que se le


cayó una riñonera que el salvaje tenía colgada. Jazmín la
recogió y atinó a llamarlo, pero Teo ya estaba entrando en el
edificio. Ella la guardó y se alejó.
La misteriosa muchacha que había atrapado a Thiago
entró a la casa donde lo tenía secuestrado con una bandeja
con comida, pero apenas asomó a la habitación, vio que la
silla estaba vacía. Soltó la bandeja y salió disparada a
buscarlo.
Mientras tanto, en la guarida, ya estaban todos muy
preocupado ausencia de Thiago, pero ahora, además, los
inquietaba que Tacho comunicado para decir que había visto
la moto de Thiago, no había respondido más.
Estaban todos muy intranquilos, pero Tefi, pragmática,
dijo que en ausencia del líder deberían elegir uno nuevo.
Nadie le prestó atención, estaban todos discutiendo qué
hacer para encontrar a sus amigos, pero eso no detuvo a
Tefi, que tomó una ensaladera y anotó en varios papelitos el
nombre de cada uno de los miembros de la Resistencia,
menos el de Jony, porque según ella no tenía la antigüedad
necesaria. Asomó en medio de la discusión de los demás y
le pidió a Luca que sacara un papel para elegir
democráticamente al nuevo líder. Luca, sin prestarle
atención, metió la mano en la ensaladera y sacó uno. Tefi lo
leyó y pegó uno de sus alaridos.
-¡Ay! ¡Qué honor! Soy la nueva líder de la Resistencia.

-Por favor, Tefi, estamos con cosas importantes-le dijo Vale.

-Dirigir los destinos de la Resistencia también es


importante, gorda. Les quiero decir que acepto el cargo y
asumo el peso que esto significa.

Tefi comenzó con un discurso de estadista en el que hizo un


esbozo de los cambios que consideraba importante hacer.
Más que nada, de orden estético, porque no soportaba la
tendencia a la dejadez para vestirse de la mayoría de los
que vivían allí. Sin embargo, su mandato duró poco, porque
de pronto apareció Thiago, agitado, descalzo y en bóxer.
Luego de beber agua y vestirse, Thiago les contó todo lo
que le había pasado. Y ellos, a su vez, le contaron que
también Tacho había desaparecido. Tefi, ejerciendo su
autoridad, les ordenó que fueran a buscarlo. Melody le dijo
que ahora que había regresado Thiago, ya no era más la
líder. Tefi lo aceptó, recelosa, pero se autoproclamó
vicelíder, para evitar la acefalia en caso de que volviera a
pasarle algo a Thiago.

En el centro de monitoreo le hicieron estudios a Sarita para


entender la reacción que había tenido. Lo que descubrieron
le produjo mucha inquietud a Luz.
-¿Cómo que nunca estuvo reseteada?

-No. Analizamos sus patrones y descubrimos que por alguna


razón el procedimiento no funcionó en ella -le explicó Kant.

-¿Usted me quiere decir que Sara estuvo todo este tiempo


simulando estar reprogramada hasta que hoy no aguantó
más y explotó? Esto es gravísimo -dijo Luz-. ¿Existe la
posibilidad de que haya otros en la misma situación?
-Es una posibilidad remota, pero sí.

-Hay que hacer ya un relevamiento para descubrir si hay


otros-ordenó Luz-. ¿Qué recomienda hacer con Sara? ¿Si la
vuelven a resetear va a funcionar?

-No lo creo-consideró Kant-. Pienso que es inmune al


proceso. --Entonces, se va de viaje-decretó la jefa.

Mientras que en el último piso del edificio se sellaba el


destino de Sarita, en la planta baja un grupo numeroso de
gente se encontraba allí con el mismo objetivo: entrar, pero
por diversas razones. Mar y Hope habían llegado para
hablar con Luz y enterarse de primera mano qué le había
ocurrido a Sarita, para descartar que fuera un efecto
secundario del bronceado total. Al mismo tiempo, se
encontraron con Ito, que había llegado vestido con un traje
que le había robado a Ramiro, con la intención de pedir una
audiencia con Luz para ofrecerse como su becario. Rama
también estaba allí, pero con intereses secretos. Él había
visto a Jazmín cuando llegó con Teo, y fue testigo de toda la
secuencia. No le costó deducir los hechos: había salido de la
urbe con el guardia, y habían regresado con un salvaje.
Ramiro tenía una curiosidad especial, académica, por los
rebeldes, y le pareció que esta era una posibilidad concreta
para acercarse a uno. Por último, se toparon con León, que
llegaba muy elegante y con un gran ramo de flores para
ofrecérselas a Alai. Tenía el dato de que la hija de la jefa
estaba allí.

Cada uno manifestó el motivo de su presencia; y todos


tenían el problema en común de lograr entrar. Consideraron
que León, al ser el protegido de la jefa, podría tener algún
privilegio. León se ufanó de poder conseguirlo, pero lo cierto
es que no lograron atravesar ni la recepción.
Inesperadamente, la llave para entrar fue la propia Alai. La
hija de la jefa de Ministros atravesó el hall para ir a buscar a
su madre. León la vio y corrió a darle las flores. Alai ni
reparó en León, pero sí en todos los demás, y para hacer
ostentación de su influencia, hizo que los dejaran entrar a
todos con ella.

Pero mientras ellos subían por un ascensor, la jefa bajaba


por otro. Había salido corriendo hacia el NE por un mensaje
muy grave que le había enviado Ingrid: Paz había entrado
en crisis, y se estaba muriendo.

Melody estaba en el interior de la guarida, haciendo reposo


porque seguía dolorida, mientras que Tefi y Vale trabajaban
en la huerta. Jony intentaba conectar unos paneles de
energía solar para poder tener electricidad. Thiago, Luca y
Simón habían salido a buscar a Tacho. Melody se quiso
incorporar para buscar agua, cuando sintió un dolor agudo
en la zona baja del vientre. Se aterró e intentó pedir ayuda,
pero apenas si podía hablar. Cuando se dio cuenta de que
estaba en una casa perdida en el medio del bosque con un
embarazo avanzado, sufriendo dolores muy extraños, tuvo
una crisis de pánico.
Jazmín se encerró en su habitación para estar sola. Seguía
consternada. No entendía por qué se sentía tan culpable por
haber ayudado a atrapar a uno de los rebeldes más
violentos, según le había explicado Teo. Aún tenía consigo la
riñonera que se le había caído al salvaje. Estaba esperando
a reencontrarse con Teo para dársela, pero por supuesto le
ganó la curiosidad, y la abrió.

Encontró la vieja cédula de identidad de Tacho, algunas


fotos y un dispositivo pequeño, el handy. Jazmín tomó la
cédula, vio la foto y leyó el nombre en voz alta.

-Juan Morales -dijo, y ese nombre le produjo como una


descarga eléctrica.
También encontró un recorte de diario doblado. Lo desplegó
y vio una foto y un titular: «El casamiento del Ángel Rojo y
Caperucita Verde». En la foto se veía a un hombre con un
traje y una máscara roja, y a una mujer con un disfraz de
Caperucita, pero verde, besándose. Esa foto, las palabras
«Ángel Rojo» y «Caperucita Verde», todo le producía una
conmoción creciente, unas ganas de llorar inexplicables.
Teo siguió el protocolo que indicaba que se debía rastrillar
la zona donde se había encontrado a un rebelde porque
posiblemente habría una madriguera. Regresó al lugar
donde se había enfrentado con Tacho, que era el mismo
donde Thiago había sido capturado. Así que Thiago, Simón y
Luca, buscando a Tacho, siguieron la misma lógica: volver al
lugar donde Tacho se había comunicado con ellos por última
vez.
Y así se produjo el encuentro tan temido para los
rebeldes, tan ansiado para los cazadores. Teo, acompañado
de varios soldados, sorprendieron a Luca, Simón y Thiago
cuando rastrillaban la zona.
Luz regresó al altillo y se encontró con un panorama
preocupante: todos los monitores estaban emitiendo una
alarma. El sistema electromagnético al que estaba
conectada Paz había producido un fallo estructural. Ingrid le
estaba explicando lo que ocurría, cuando vio que Luz se
quedó petrificada viendo algo más atrás. Ingrid giró la
cabeza y vio a Paz de pie, parada fuera de la tina. Su mirada
era vivaz, serena, apacible.
-¿Qué hace? ¿Cómo salió de ahí?
-¡Movete! Hacé algo-ordenó Luz.
Ingrid atinó a acercarse a Paz, pero se detuvo porque el
reloj del altillo se iluminó como un sol y todo comenzó a
vibrar. Sin que Paz pronunciara una sola palabra, Luz oyó en
su cabeza su voz: «Soy la hija de un arqueólogo y de un
ángel de Eudamón. Siempre estuve entre dos mundos,
viviendo con intensidad mi vida en la Tierra, pero sabiendo
que tendría que ocupar mi lugar en el cielo. Mi tiempo en la
Tierra terminó. Hoy es tiempo de mirar al cielo. Pero mi
misión no termina. Mi misión recién empieza, es ahora
cuando mi alma brillará más. Mi cuerpo se entrega. Y mi
alma... resiste».
¿Para qué resistir?, preguntó Paz, y quien oyó sus palabras
fue Thiago, que estaba codo a codo con Luca y Simón,
rodeados de soldados. Resistir para encontrarse con uno
mismo o simplemente para sobrevivir. Thiago no estaba
seguro de si oía esas palabras o las imaginaba, de todas
maneras, decidió seguir el consejo de Paz.
-¡Corran! -gritó, y Luca y Simón respondieron en el acto,
sorprendiendo a los cazadores, que empezaron a
perseguirlos. Estaban armados, sí, pero tenían la orden de
llevarlos vivos. Y los rebeldes no estaban dispuestos a
dejarse atrapar así nomás.
Melody estaba aterrada. Sentía que se había precipitado
el trabajo de parto y era incapaz de proferir un grito para
pedir ayuda. También creyó oír las palabras de Paz como
susurradas en su oído: «Resistir es lo único que nos queda
cuando ya nada nos queda».
Tacho se despertó cuando Kant comenzaba a practicarle
el proceso de reseteo. Tenía la cabeza llena de electrodos y
un brazo robótico lo estaba escaneando. Kant se apuró a
dormirlo nuevamente. En ese momento, se abrió la puerta
del ascensor en el que llegaron Alai con el resto de los
chicos. No se suponía que estuvieran ahí ni que ninguno de
ellos viera lo que estaba por ocurrir. Tacho volvió a dormirse
antes de poder verlos, pero Hope, Mar, Rama, Ito y León se
quedaron muy impactados por ver a ese rebelde al que
estaban por hacerle algo. No era el procedimiento en si lo
que los impactó. Era el salvaje. Algo de ese rostro los
conmovió.
Thiago corría zigzagueando, tratando de evitar los
disparos de las armas de los soldados que querían
desmayarlos. En su mente no solo estaban las palabras de
Paz, también estaban todos los motivos que tenía para
resistir: Mar, sus amigos, su familia, el mundo que les
habían arrebatado. Todos esos motivos se habían convertido
en una canción que había estado componiendo en las
noches de desvelo. Una canción que soñaba algún día
cantar con su banda. Y ahora esa canción sonaba en su
cabeza mientras huía.
Después de un gran dolor siento que muero. 
Si daño lo que amo, voy perdiendo.
Melody usó todas sus fuerzas para caminar hasta la
galería, desde allí podría gritar y pedir ayuda. Cada paso era
una batalla.
No puedo seguir más, no tengo tiempo. 
Te quiero ver a vos en mis recuerdos.

Mar, Hope, Rama, Ito y León estaban paralizados. La puerta


del ascensor intentaba cerrarse, pero chocaba contra ellos,
que no se movían. Solo miraban a ese salvaje que,
indefenso e inconsciente, era sometido a algún tipo de
procedimiento.
Resiste, ya voy. 
Resiste, te veo...
Luz ni se movía, estaba como hipnotizada por la sonrisa
pacífica de Paz, que por fin abrió su boca y pronunció sus
últimas palabras en el plano terrenal.
-Solamente con un amor profundo el dócil presente
irradiará luz, enceguecerá al mal y cesará su karma. Tengan
fe. Dos alas gigantes y transparentes como el cristal se
desplegaron en su espalda, y Luz, rendida ante el milagro,
comenzó a llorar.
Resiste, yo estoy. 
Resiste, te siento...

Jazmín miró la cédula de Tacho y el recorte de diario, sin


saber que esa Caperucita Verde de la foto era ella misma.
Apoyó ambas cosas sobre su pecho, conmovida. De pronto,
una voz que ella no reconoció le dijo al oído, como un soplo:
"Resistí, Jaz".
Pueden vaciarte, pueden quebrarte, 
toma mi mano para aferrarte.

Thiago, Luca y Simón estaban agotados. Los cazadores eran


más, y aparecían por todos lados. Finalmente, los rodearon.
Pero, de pronto, una brisa los atravesó a todos, y los tres
amigos escucharon la inconfundible voz de Paz: «Resistí,
Thiago», «Resistí, Luca», «Resistí, Simón»>. Los tres se
miraron, y se entendieron sin palabras. Ya no tenía sentido
huir: había que defenderse. Tomaron palos, ramas, piedras,
lo que encontraron en el suelo, y salieron al ataque.

Pueden rodearte, pueden matarte, 


y dejarte a un lado, además.

Resiste. Resiste.

«Resistí, Tacho», susurró Paz, aunque él, inconsciente, no


podía oírla. «Resistan», les susurró a Mar, Hope, Ito, León y
Rama, aunque ellos no eran capaces de escucharla

Pueden robarte la memoria hasta inventar 


que hay otra historia escrita para no pensar.
«Resistí, Mel», susurró a su oído, y ella encontró la fuerza
que le faltaba para dar los últimos pasos y gritar por ayuda.
Tefi y Vale la escucharon y corrieron a asistirla.

Resiste... 
Resiste.

Las alas gigantes como todo el universo envolvieron a Paz


en un abrazo y Luz, maravillada, vio como el portal del reloj
se la llevó. Antes de irse, Paz dejó incluso un mensaje para
Luz, aunque ella aún no era capaz de escucharlo: «Resiste.
Con el alma, con el corazón, con tus ojos, con tus manos,
con todo tu cuerpo. Resiste. Con los pies en la tierra y los
ojos en el cielo. Resiste»
El valor de las palabras
 
Thiago, Luca y Simón lucharon hasta el último aliento, e
incluso lograron dejar a unos cuantos cazadores fuera de
juego, sin embargo, la diferencia numérica y de recursos se
hizo sentir y los cazadores lograron acorralarlos.
-Ya está, ya demostraron su valentía, los felicito-dijo Teo,
con ironía. Ahora entréguense o la van a pasar mal en serio.
-¿Qué te pasa, no nos reconocés?-dijo Thiago, azorado por
el cinismo de Teo.
-Claro que los reconozco. Si los estuve buscando todo este
tiempo. No saben la gran medalla que me voy a ganar por
esto.
-¡¡Basura!! -explotó Luca, y se fue encima de Teo, en un
acto temerario.
Thiago y Simón no lo dejaron solo, se sumaron a su
ataque, y Teo dio la orden de disparar para desmayarlos,
pero cuando estaban por hacerlo, los cazadores fueron
sorprendidos por un ataque inesperado. Dos personas,
trepadas a dos árboles, arrojaron sobre ellos redes de
pescador. Teo y los cazadores intentaron quitárselas de
encima, entre sorprendidos y furiosos. Los misteriosos
atacantes saltaron desde los árboles sobre los cazadores.
Thiago, Simón y Luca no se detuvieron a descubrir quiénes
eran esos salvadores inesperados, se sumaron a la lucha y
lograron, entre los cinco, reducir a los cazadores hasta
desmayarlos con sus propias armas.
Recién cuando Teo y sus soldados estuvieron tendidos en
el piso con las manos atadas en la espalda, los chicos
miraron a sus salvadores. Uno de ellos era una mujer.
-¡Gracias! ¿Quiénes son ustedes? -preguntó Simón.
-Ella es la que me secuestró-dijo Thiago, señalando a la
chica, y la miró-, Gracias. Ella tipeó algo en su dispositivo y
se oyó: «De nada, topo»>.
Luca revisó vehículo en el que había llegado Teo.
-En la camioneta no hay nadie. No está Tacho ahí.
-Buscamos a un amigo -le dijo Thiago a la chica y a su
compañero-. Es Rubio, de pelo largo. ¿Lo tienen ustedes, por
casualidad?
Ella negó con la cabeza, y su compañero, de unos veintiséis
años, flaco y de pelo largo y desprolijo, respondió,
contundente: Nosotros no somos cazadores, estamos en la
misma que ustedes
-¿Entonces por que ella me secuestró?-preguntó Thiago.
-Si fuésemos cazadores, no los hubiésemos salvado, ¿no?
-¿Cómo se llaman?-preguntó Luca. Aunque acababan de
salvarlos, se habían habituado a ser desconfiados. Era una
de las claves para sobrevivir.
-Yo soy Gonzalo. Y ella es Nina.
Thiago miró de reojo a Nina al enterarse de su nombre, y se
encontró con que ella también lo estaba relojeando.
-¿Y dónde paran?-preguntó Gonzalo. Todas las preguntas y
respuestas eran filosas, cautas, nadie confiaba en nadie.
-No importa dónde paramos-intervino Thiago-El asunto es
qué hacemos con ellos-dijo señalando a Teo y los cazadores.
-Son nuestros-dijo Gonzalo.
-Nosotros nos llevamos a aquel, al rubio. Ustedes llévense a
los demás.
-No, ese es el jefe, nos lo llevamos nosotros-dijo Gonzalo, En
ese momento se activó el handy de Luca y se oyó la voz de
Tefi.
-Negri, ¿me copas??
-Sí, te copio, Flaqui, ¿qué pasa?
-Mel está mal. No sabemos qué tiene, pero se parte del
dolor, para mi tiene fiebre. No sabemos si le pasa algo al
bebé o qué, ¡hay que conseguir un médico urgente!
-Está bien, tranquila, no la muevan de ahí que ya vamos
para allá.
Luca cortó y se miró con Thiago y Simón. Tenían que ir
rápido a ayudar a Melody, pero no podían dejar a Teo allí.
Observaron que Nina le hacía señas a Gonzalo.
-¿Qué dice?-preguntó Simón.
-Quiere que les diga que soy médico-explicó Gonzalo. Puedo
ir a revisarla.
Luca apartó a Thiago y a Simón y les dijo que de ninguna
manera podían llevarlos a su guarida. Podían ser cazadores
y que todo fuera una trampa. Pero Thiago argumentó que
Melody estaba mal y que si era cierto que él era médico,
sería imperdonable no llevarlo. Nina, a través de Gonzalo,
les aclaró que a ellos no les interesaba en lo absoluto su
guarida, solo querían tener la chance de interrogar al jefe de
los cazadores.
Entonces Thiago tomó una decisión: irían todos a la
guarida y llevarían a Teo. Al resto de los cazadores los
dejarían allí. Tanto Nina como Gonzalo y Teo irían con los
ojos vendados para no reconocer el camino. Nina y Gonzalo
estuvieron de acuerdo. Despertaron a Teo, les pusieron
vendas a los tres y se pusieron en marcha. Dieron algunos
rodeos para despistarlos, y cuando llegaron, Tefi, Vale y Jony
se sorprendieron al verlos llegar con dos desconocidos y con
Teo.
-Sí, cazamos a Teo-dijo Luca, viendo la cara de
desconcierto de todos.
-Un gusto-respondió él, despectivo.
Antes de seguir con las explicaciones, Thiago pidió que
llevaran a Gonzalo hasta la habitación donde estaba Melody
para revisarla.
Luz estaba en el centro de monitoreo, reportando a su
superior lo que había ocurrido con Paz.
-No, señor, no sabemos cómo lo hizo. Simplemente
despertó, se puso de pie y desapareció en el reloj. Claro, lo
mantengo informado -dijo, respetuosa, y cortó. Luego miró a
René y cambió por completo el tono-. Es fundamental
encontrar a los cinco elegidos. Gorki estaba por capturar al
quinto, pero todavía no se reportó.
-Eso le quería decir, señora -dijo René con timidez-. Algo
pasó con Gorki.
Los cazadores del escuadrón de Teo habían conseguido
soltarse las ataduras y se comunicaron con sus superiores
para informar lo ocurrido. Cuando Luz se enteró de que
habían capturado a Teo, se desesperó y le ordenó a René
que lo rastreara. Cada cazador tenía incorporado un
transceptor para ser localizado.
-¡¡Encontralo ya!!-ordenó Luz, exasperada- ¿Entendés que si
lo tienen ellos y le empiezan a hablar de su historia real
puede desprogramarse?
-Hay una interferencia, señora, no sé qué es, pero no logro
ubicarlo.
-Entonces desactivalo. Al menos podés desactivar el
implante, ¿no?
-Creo que sí-dijo René y empezó a tipear sobre la pantalla
táctil.
Al tiempo que Gonzalo revisaba a Melody en el interior de
la casa, en el jardín, Luca, Thiago y Simón se sentaron
frente a Teo, que estaba esposado. Thiago le habló calmo.
-Teo, ¿dónde tienen a Tacho?
-¿Cómo pueden vivir en este chiquero? -respondió en
cambio Teo.
-¿Por qué te diste vuelta? ¿Por qué hacés esto? ¿Te olvidaste
de Cielo Abierto?
Por primera vez, Thiago vio un sutil cambio en los ojos de
Teo. Ante esa mención, el cazador dejó por un instante de
lado el cinismo. Te olvidaste de luchar, de tus ideales? -
prosiguió Thiago-. Por favor, decinos lo que sepas. ¿Qué
pasó con Rama, con Lleca, con Mar? ¿Sabés donde está
Mar? Los agarraron? ¿Qué les hacen, Teo? ¿Qué hay del otro
lado del muo? ¡Hablá, por favor! Qué hicieron con todos?
¿Qué hicieron con Paz?! Y al oír ese nombre, Teo pareció
volver desde muy lejos, como si se despertara luego de un
largo coma. Miró a Thiago y no vio al salvaje más buscado.
Vio otra cosa.
-Thiago? preguntó, y todos se dieron cuenta de que ese si
era Teo Teo miraba a Thiago y a todos con extrañeza. Había
empezado a ver algo familiar en esos rostros y en esas
voces. Como si una imagen muy diferente se superpusiera
sobre la que tenía de esos indeseables.
-Teo, ¿qué te hicieron?-insistió Thiago..
A la vez que René se apresuraba por desactivarlo, se abrió
la puerta del ascensor y entró Alai, que se desplazaba por el
edificio como si fuera ella la jefa de Ministros.
-Alai, este no es un buen momento, que el chofer te lleve
a casa -ordenó Luz.
Pero Alai estaba histérica, afirmaba que le habían robado su
billetera, Luz no le dio importancia y volvió con René, quien,
agitada, apretó "enter" y miró la pantalla.
-¡Lo pude desactivar! -dijo la asistente, con evidente alivio.
Para todos en la guarida fue bastante impresionante ver el
cambio en Teo. Los miraba como reconociéndolos y, de
pronto, su mirada se volvió vidriosa y se desconectó por
completo. Ya no podía distinguirlos y lo que ellos hablaban
se volvió un rumor borroso.
-Teo, hablá por favor, decinos dónde podemos llevar a Mel
suplicó Vale-Tienen médicos atrás del muro?
-Teo, Melody está embarazada -le reveló Thiago, pero Teo
era indiferente a las palabras o a cualquier estímulo. Era
como un robot apagado.
-Déjenlo, no va a hablar-dijo Simón. Está con ellos, es un
traidor. De pronto, oyeron la voz azorada de Melody por
detrás de ellos.
-¿Teo?!
-Melchu, ¿qué hacés levantada?-dijo Tefi.
-¿Cómo nadie me dijo que estaba acá?-les reprochó Melody
y se acercó a él Teo la miró, alejándose un poco de ella,
como si tuviera algún problema para enfocar.
-Mi amor, ¿me escuchas? -insistió ella. Soy yo. Este que está
acá es tu hijo. Y te necesita. Los dos te necesitamos. Así que
por favor hablá, decime que estás con nosotros, que todo es
un plan, que por eso nos atacaste en el bosque. Decime que
vos también estás resistiendo. ¡Por favor!
Teo intentó hablar, moverse, pero era como si todo su
cuerpo estuviera paralizado. Tenía los ojos llenos de
lágrimas. Hizo un gran esfuerzo y logró estirar su mano,
temblorosa, pero de pronto se ladeó hacia su izquierda y
cayó, inconsciente.
Llamaron a Gonzalo, que lo revisó, pero no pudo
determinar qué era lo que le ocurría. Jony advirtió que
seguramente Teo tendría un transceptor que ellos no podían
detectar, y que era peligroso tenerlo mucho tiempo más allí,
la Corporación de Gobierno estaría rastreándolo y podrían
encontrar la guarida. A pesar de la oposición de Melody, que
no quería dejarlo ir, convinieron en que lo mejor era sacarlo
de allí. Nina y Gonzalo se ofrecieron a Llevárselo ellos, y
Melody, desgarrada, terminó aceptándolo.
Luz, más relajada luego de haber desactivado a Gorki,
mandó patrullas a buscarlo y se acercó al lugar donde
tenían a Tacho, ya listo para procesar. Le pidió a Kant que lo
despertara, y el científico le aplicó una descarga con un
dispositivo. Tacho abrió sus ojos y miró con extrañeza el
lugar. Al reconocer a Luz, forcejeó por soltarse.
-Te voy a matar, enferma-gritó. -Si, yo también te extrañé
mucho-dijo ella, sibilante, luego lo tomó del pelo y le gruñó,
bestial ¿Dónde está Estrella?
-¿Qué pasa? ¿No lo pudiste cazar? -la desafió Tacho.
-No, no lo pude matar como a tu gitana...
Tacho se retorció en la camilla e hizo un desparramo de
instrumental médico con el sacudón. Pero ella mostró su
cara más feroz y repitió:
-¿Dónde está Estrella?!
-No sé. Y si supiera, te diría «no sé»-dijo él.
-Ah, tenés ganas de pasarla mal. Deberías conocer el valor
de las palabras. Si hablás, podés mejorar tu situación. Si me
mezquinás palabras, uf, se puede poner feo esto.
-Sí, conozco muy bien el valor de las palabras -dijo
Tacho-. Decir algo puede ser muy potente. Pero más potente
aún es no decirlo.
-Muy bien, vos elegiste-dijo ella y ordenó a Kant-: Llévenlo
para terminar el proceso.
Kant volvió a dormirlo y lo trasladaron en una camilla. Lo
bajaron por el ascensor y lo llevaron hacia el
estacionamiento donde había una ambulancia esperándolo.
Luz reparó en que su hija seguía ahí.
-¿Qué hacés todavía acá, Alai?
-¡Te dije que me robaron la billetera y no hiciste nada!
-Pero quién te va a robar acá. La habrás perdido, como
perdés todo.
Madre e hija siguieron discutiendo, como lo hacían
permanentemente, pero Alai tenía razón, alguien le había
robado su billetera allí mismo. Ahora, la persona que la
había sustraído estaba usando la tarjeta magnética de
acceso de Alai para entrar en zonas restringidas del edificio.
Con la misma tarjeta, el misterioso ladrón se subió al
ascensor y marcó primer subsuelo. Descendió en el
estacionamiento, justo cuando dos guardias subían a Tacho
a la ambulancia. Los guardias miraron a la persona que
acababa de llegar, pero esta no les dio tiempo a nada:
apuntó a uno con un arma y lo desmayó.
Lobo, el otro guardia, alzó las manos. René estaba en la
máquina de café, preparando uno bien caliente, como le
gustaba a su jefa, cuando notó que los monitores de las
cámaras de seguridad del subsuelo estaban apagados. Era
evidente que alguien las había saboteado.
-¡Alguien desactivó las cámaras del garaje! -exclamó
René.
-¡El traslado! -dijo Luz, de inmediato. Chequeá la
ambulancia.
René lo hizo y descubrió que nunca había salido del lugar.
Tampoco Juan Morales estaba allí. Un guardia reportó que
habían sido atacados y habían desaparecido.
-Todos los puestos de control alerta. ¡Nadie cruza el muro! -
ordenó Luz.
Pero ya era tarde. Lobo, el guardia, manejaba la
camioneta. En el asiento trasero estaba Tacho, inconsciente,
y junto a él alguien encapuchado apuntaba con el arma al
guardia para obligarlo a manejar. Lobo llegó hasta uno de
los puestos de control y lo pasó sin problemas, justo antes
de que llegara la orden de la jefa de cerrarlos. La camioneta
salió fuera de la urbe y el encapuchado obligó al guardia a
internarse en el bosque. Una vez que estuvieron bastante
alejados del muro, lo obligó a detenerse,
-Es una locura esto, sabés que no vas a poder escapar...
comenzó decir Lobo, pero el encapuchado le disparó con su
arma y lo desmayó.
Luego, abrió la puerta de la camioneta, bajó a Tacho con
esfuerzo y lo apoyó sobre la gramilla. Recién ahí, el ladrón
de la tarjeta de Alai, el misterioso atacante de los guardias,
el temerario encapuchado se quitó la capucha: era
Esperanza.
-Resistí, tío -le dijo a Tacho, acariciándole la cara-. Por
favor, resistan. Te doy mi palabra de que nos volveremos a
ver. Le dio un beso, y volvió a la camioneta Movió al guardia
desmayado, se subió al volante y se encaminó nuevamente
hacia la urbe, mientras por el espejo retrovisor vio que
Tacho comenzaba a despertar.
Hope, la amenaza menos pensada, resistía en soledad.
Como con Sarita, por algún motivo, el reseteo no había
funcionado con ella. Y, fiel a su nombre, era la última
esperanza en el horror que vivían dentro de la urbe.
Fiesta
 
Antes de irse con Nina, llevándose a Teo, Gonzalo le dijo a
Melody que las contracciones durante el embarazo eran
frecuentes, aún así, debían hacerle una ecografía para
descartar que hubiera problemas. Obviamente, no había
ninguna clínica operativa fuera de la urbe donde hacerla. Lo
único a lo que podían aspirar era a conseguir un ecógrafo
que aún funcionara en algún hospital abandonado. Thiago la
tranquilizó y le prometió que conseguirían uno, e hizo un
nuevo intento de comunicarse con Tacho, llamándolo a su
handy.
Marianella entró a su cuarto, vio que estaba vacío y
aprovechó para espiar el vestidor de Jazmín. Envidiaba su
estilo para vestir.
-Qué turra, qué zapatos divinos tiene -dijo Mar para sí, y
tomó unos muy llamativos, pero al moverlos notó que algo
cayó de ellos. Era el handy que estaba en la riñonera de
Tacho y que Jazmín había escondido dentro del zapato. Mar
recogió el pequeño artefacto que tenía el tamaño y la forma
de un control remoto de un portón eléctrico y lo examinó,
intrigada, cuando de pronto el handy produjo un ruido y, a
continuación, una voz rasposa surgió del mismo.
-Tacho, ¿me copiás? -era Thiago, llamándolo desde la
guarida.
-¡A la pelotita! -exclamó Mar, asustada, y soltó el handy
como si quemara.
Thiago alcanzó a oírla, aunque con cierta interferencia.
Todos corrieron junto a él, esperanzados de que fuera Tacho.
-Tacho, Tachito, ¿sos vos? -insistió Thiago- ¿Estás bien?
¡Contestá, Tacho!
Mar miró el handy que había quedado sobre la alfombra.
Esa voz, aunque se oía algo entrecortada, le resultaba
familiar. No pudo explicarse el impulso que tuvo, pero
tampoco pudo resistirse: tomó el handy y respondió.
-Hola-dijo Mar, con la voz impostada, grave.
Todos se miraron extrañados en la guarida, esa no parecía la
voz de Tacho.
-¿Sos vos, Tacho?
-Sí... -respondió Mar, sin saber por qué.
-¿Dónde estás, Tachito?!-se tranquilizó Thiago.
-Acá.
Todos oyeron la voz real de Tacho, y no a través del handy,
sino detrás de ellos: Giraron y lo vieron en la puerta de la
casa. Corrieron a recibirlo, aliviados.
Thiago, aún perplejo, miró el handy y, muy tenso, preguntó:
-¿Quien sos?
-¿Vos quién sos?-retrucó Mar.
En ese momento, se abrió la puerta y entró Ingrid al
cuarto. Mar se abatató y, sin pensarlo, se metió el handy en
la boca. Ingrid estaba allí por orden de Luz, porque ya
habían descubierto que alguien había usado la tarjeta
magnética de Alai y había sacado a Tacho de la urbe. Ya no
había dudas, había un infiltrado y debían descubrirlo. Por
eso le ordenó a Ingrid que vigilara bien de cerca a todos.
-Marianella-dijo Ingrid-, no quiero asustarte, pero hubo
una situación. Se escapó un salvaje que habían atrapado y
puede estar en cualquier parte. Ingrid observó la reacción
de Mar, y ella, con el handy en la boca no pudo decir nada,
solo exagerar con las manos y los ojos una reacción de
miedo y espanto.
-Sí, es terrible-dijo Ingrid, sin dejar de observarla-. Vení
conmigo, por favor.
La tomó de la mano y se la llevó sin que Mar pudiera
sacarse el handy de la boca. Ingrid reunió a todos en la
recepción, les comunicó lo mismo y observó atentamente la
reacción de cada uno, intentando descubrir algún gesto que
delatara al infiltrado. La primera en reaccionar fue Hope, y
su miedo e indignación fueron escandalosos.
-¡Me muero muerta! Pero ¿qué pasa con la security en este
lugar, Ingrid?
Mar asintió exagerada, concordando con Hope. Se armó un
barullo general, todos se inquietaron con la noticia de la
fuga del salvaje e Ingrid les pidió que se tranquilizaran.
-¿Cómo querés que me tranquilice, man? ¡Hay un salvaje
suelto! Yo cero miedo-disimuló Ito-, pero mirá a las chicas,
están pálidas.
-¡Cero miedo! -dijo Jazmín. Mar está pálida porque el
bronceado total dejó bastante que desear...
Mar quiso retrucar, pero no podía abrir la boca. Se puso roja
de la impotencia.
-¿Y cómo escapó? ¿Se sabe? -preguntó Rama.
-Se está investigando-dijo Ingrid.
-¡Esto es indignante! gritó Hope, fingiendo pavor-. Decí algo,
Mariacheta.
Todos miraron a Mar, que nuevamente tuvo que expresarse
con todo el cuerpo Movió los brazos, los ojos, negó con la
cabeza, dando a entender que no tenía palabras. Ingrid no
vio nada que le indicara que el infiltrado estaba allí. Por
precaución, les ordenó que permanecieran encerrados en el
NE y se fue. Apenas quedaron solos, Mar, que ya no
aguantaba más, tosió y escupió el handy sobre la mesa.
¿Qué hacés con eso?-dijo Hope, asqueada. Mar lo guardó
enseguida y, en lugar de responder a la pregunta, le dijo a
Jazmín algo que le había quedado atragantado:
-Me quedó divino el bronceado total, turra!
-¿Nos tenemos que quedar todo el día acá adentro? ¿Y qué
hacemos?-se quejó León.
Y ante esa pregunta, Ito se iluminó. Poco antes, en clase de
música, habían estado estudiando ritmos brasileros. Y
repasando diferentes canciones, se había topado con el Rap
das armas. Él no lo recordaba, pero esa canción, en el
pasado, había sido como una llamada tribal de guerra para
Nacho. Apenas escuchó los primeros acordes, se despertó
en él el pirata que el reseteo había dormido.
-¿Cómo «qué hacemos»? ¡Una fiesta, man!
Luego de que Tacho les contara que había sido atrapado
por los cazadores, Jony lo escaneó para ver si le habían
colocado algún rastreador. Una vez que se aseguraron de
que estaba limpio, Tacho les contó que Teo lo había
desmayado, que luego despertó en una especie de clínica,
pero lo durmieron nuevamente y volvió a despertar en el
bosque.
-¿Qué hay del otro lado del muro? -preguntó Simón.
-No sé, no vi nada, entré y salí dormido. Ni siquiera sé si
estuve adentro. Supongo que sí porque estaba la jefa. Más
turra que nunca, me quiso hacer hablar, me preguntó por
Camilo.
-¡O sea que el pendejo no cayó!-se alivió Thiago.
-Se ve que no. Lo que no entiendo es por qué me volvieron
a dejar en el bosque.
Y para sumar más misterio, Tacho encontró en el bolsillo de
su pantalón una nota escrita a mano que le había dejado
Esperanza: «Resistan. Nos volveremos a ver». Todos la
leyeron intrigados, ninguno tenía una teoría de qué podía
significar eso. Thiago opinó que no debían descartar que
todo fuera una trampa y le hubieran implantado algún tipo
de rastreador que la tecnología de ellos no captara, y le
pidió a Jony que ampliara los sistemas de detección de
nanosondas que tenían. Mientras, él se comunicaría con
Nina y Gonzalo para ver si habían logrado hacer hablar a
Teo. Pero Simón lo detuvo.
-¿Y si nos relajamos un poco primero?
-Tenemos demasiados problemas como para relajarnos -
objeto Tacho.
-Por eso mismo-insistió Simón. Siempre hay algo que hacer,
una urgencia. ¿Por qué no hacemos una fiesta, nos
relajamos y nos divertimos un poco? Festejemos que Jony
logró conectar la energía solar.
Aunque todos estaban reticentes, Simón logró
convencerlos. Después de todo, esa era la filosofía
mandalaya que les habían inculcado: aún en los peores
momentos, siempre buscar el chubasco de felicidad, el lado
luminoso de la vida.
Tacho se acercó a Melody, que seguía haciendo reposo. Le
llevó un té de tilo.
-Me contaron que viste a Teo-dijo él, sentándose junto a
ella. ¿Qué onda?
-Fue hermoso y horrible a la vez. Ese no era Teo, no el que
yo conocí, deI que me enamoré. Yo quiero pedirte perdón
por lo que te hizo Teo...
-Vos no tenés que pedirme perdón por nada, qué decís. Ella
le sonrió triste. Y él le devolvió una sonrisa igual.
-Vos no estás bien, ¿no?-le preguntó ella.
-La jefa me confirmó que mató a Jazmín -dijo Tacho con la
voz quebrada.
Melody dejó el té y le hizo una caricia. De pronto, entró Tefi,
intempestiva.
-¿Alguien vio a mi Negri?
-Salió -dijo Tacho, recomponiéndose-, Dijo que necesitaba
relajarse un rato.
-¿Relajarse? -preguntó Tefi, como si fuera una palabra en
otro idioma. Luca, cada tanto, se alejaba de la guarida para
tener un poco de silencio. Se iba a un claro en el bosque y
practicaba tai chi chuan, una disciplina que lo ayudaba a
concentrarse. Se la había enseñado Franka en los tiempos
de la Corporación CC.
-¿Cómo relajarse?-insistió Tefi en la guarida, ya celosa.
Luca tenía razón. El taichi lo volvía más lúcido: mientras
hacía los movimientos pausados, recordó que el año
anterior, cuando era parte de Cielo Abierto, había un hangar
en el que se reunían y donde tenían un helicóptero. Y si
querían cruzar el muro para saber qué había del otro lado,
qué mejor que hacerlo por aire.
Luca se subió a su moto y se fue hasta el hangar. Abrió la
puerta, excitado, esperando toparse con el helicóptero, pero
se encontró con un palazo de frente que lo derribó. Luca era
duro, pero el golpe lo dejó atontado. Aún así, se tiró encima
de quien lo había atacado y rodaron por el piso, forcejeando,
hasta que, en eso, ambos se vieron las caras. Luca se
sorprendió mucho al descubrir que era Terra, una joven muy
atractiva y vehemente, integrante de Cielo Abierto. El
sonrió, feliz de volver a verla, y antes de que dijera algo,
ella le agarró la boca y empezó a besarlo.
-¿Que quiere decir «relajarse» exactamente? -pregunto
Tefi, ya muy insegura.
León buscaba cualquier excusa para acercarse a Alai, y
pensó que la fiesta sería una buena ocasión. La llamó y
apeló a todo su carisma para invitarla. Ella le pidió permiso
a su madre y la respuesta fue contundente y previsible: NO.
Entonces, Alai, sin protestar ni hacer berrinches, se acostó
luego de cenar. Luz la arropó y le suplicó que no siguiera el
ejemplo de Gianina, su hermana mayor, que era muy
rebelde y le traía muchos problemas. Alai, angelical, le
prometió que así lo haría. Luz le dio un beso amoroso,
apagó la luz y se fue a su cuarto. Alai espero diez minutos,
se levantó de la cama, se cambió, se maquilló y se peinó.
Antes de escaparse, revisó la cartera de su madre para
sacarle dinero y vio la llave que Mar le había sacado a
Thiago en el muro, y que luego Luz le había quitado a Mar.
Alai miró ese colgante y le pareció divino. Se lo puso, sacó
algunos billetes y se escapó por la puerta trasera.
En el NE, la fiesta estaba en su apogeo, Ito estaba en su
salsa. Pero Mar no estaba tan interesada en el festejo. Se
había quedado muy intrigada por esa conversación que
había mantenido a través del handy, así que apartó a
Jazmín y le preguntó qué era eso que había encontrado «sin
querer» en uno de sus zapatos. Jazmín le confesó toda su
excursión fuera del muro, el encuentro con el salvaje y le
dijo que eso era algo que se le había caído al rebelde que
Teo había capturado.
-¡Era un salvaje! -se estremeció Mar-. Me decía «Tacho».
Debe ser un código.
-¡Puede ser! -dijo Jazmín-. El rubio le dijo a Teo: «Soy Tacho»,
y eso no puede ser un nombre, quién se va a llamar Tacho.
Hay que darle esto a Luz, puede ser peligroso.
-¿Vos decís que nos pueden estar escuchando ahora mismo?
¿Qué es una trampa?
Jazmín ladeó su cabeza, era factible que fuera una trampa.
Pero, a la vez, ninguna de las dos podía disimular la intriga
que le generaba ese handy y los salvajes.
-¿Y si intentamos hablar por el cosito? -propuso Mar-. Mirá si
descubrimos algo, quedamos como re grosas, nos
condecoran y ¡nos dan la llave de la urbe!
-Ay, ya nos veo con la llave-dijo Jazmín, que en realidad
estaba más intrigada que interesada en condecoraciones.
-No se diga más-dijo Mar y se apartaron para hablar por el
handy.
Intentaron accionarlo, pero había estado varios minutos en
la boca de Mar y se había humedecido. Así que lo
desarmaron y lo secaron con un secador de pelo.
Finalmente, lograron encenderlo. Se miraron, nerviosas, y lo
activaron
-Hola-dijo Mar, y esperaron.
En la guarida, el handy de Thiago estaba apoyado sobre la
mesa, pero también allí había fiesta, y la música que sonaba
desde el tocadiscos impidió que escucharan el tímido hola
de Mar. Como no tuvieron respuesta Jazmín volvió a
accionarlo.
-Hola, hola-dijo la Gitana esta vez.
Tampoco las escucharon, porque en ese momento llegó
Luca, y Tefi, al notar que estaba con una mujer, pegó un
grito ensordecedor. Todos se sorprendieron mucho al verlo
acompañado, ya que tenían el acuerdo de no llevar a nadie
allí por seguridad. Luca les aseguró que Terra era de
confianza, y además la había llevado con los ojos vendados.
-¿Terra?-gritó Tefi, ya muerta de celos.
Luca contó que era una excompañera de Cielo Abierto a la
que había encontrado cuando fue a ver el helicóptero. Era
una buena alternativa para cruzar del otro lado del muro.
Thiago y Tacho coincidieron en que era una buena idea.
Terra les dijo que el helicóptero no funcionaba, pero que ella
ya había conseguido los repuestos para arreglarlo. Pero
entonces intervino Simón y les recordó que esa noche había
una fiesta, precisamente, para relajarse y distraerse.
Como no respondían, Jazmín concluyó que el handy
estaría roto, y volvió a la fiesta. Mar fue al baño, algo
frustrada, y ahí se topó con Alai, que acababa de llegar. Mar
se quedó dura al ver el colgante que la otra llevaba.
-Ese colgante -dijo Mar, algo estremecida. ¿De dónde lo
sacaste?
-Lo compré en la urbe de Miami mintió Alai y se fue a la
fiesta con León.
Mar ya había olvidado que había tenido ese colgante en
sus manos una vez y la angustia que le había provocado.
Miró el handy y decidió probar una vez más.
Thiago se había apartado un poco de la fiesta. Le parecía
bien la idea de Simón de intentar distraerse, pero a él no le
resultaba tan fácil. Se recostó en un sillón en la galería y se
quedó allí cavilando hasta que oyó que su handy hacía un
ruido. Y, a continuación, una voz distorsionada dijo hola. La
saliva de Mar había provocado algún desperfecto y por eso
su voz se oía muy rara. Thiago tomó el handy y respondió:
-¿Vos, otra vez ¿Quién sos?
-No, ¿vos quién sos? -replicó Mar- Sos un salvaje?
-¿Un qué?-dijo Thiago, extrañado.
-Un salvaje. ¿Estás afuera de la urbe?
-¿De la qué? ¿Estás adentro? ¿Sos un soldado?
-¡Soy mujer!-se indignó ella. ¿Vos cómo te llamás?
-Creo que sabés cómo me llamo. Y estás buscando la
manera de hacer me pisar el palito-dijo Thiago, que suponía
que era una trampa de la jefa de Ministros.
-Yo no quiero hacerte nada-dijo Mar- ¿Cómo te llamás?
-Thiago. ¿Y vos?
Mar lo dudó un instante, pero luego dijo:
-Yo me llamo Marianella. Pero me dicen Mar. Thiago se puso
de pie, el corazón se le aceleró de golpe.
-¡Demostrame que sos Mar!
-Yo no tengo que demostrar nada! Tacho salió del interior de
la casa y lo vio conmocionado.
-Estoy hablando con alguien que tiene tu handy. Dice que se
llama Mar-dijo Thiago.
En el pasillo del NE, Jazmín se acercó por detrás de Mar.
-¿Lo hiciste andar?
-Percha. ¡me asustaste! -gritó Mar, y luego le dijo en
confidencia: Estoy hablando con un rebelde, dice que se
llama Thiago.
-A ver, ¿dónde estás, Mar? -Esta vez la voz era la de Tacho.
-No soy Mar, soy Jazmín -respondió la Gitana.
Tacho se miró con Thiago, todo se volvía cada vez más
extraño. Por supuesto, los dos desconfiaban de cada palabra
que escuchaban.
-Ajá. Bueno, Mar y Jazmín, si yo digo «silencio...», ¿cómo
completaría la frase Justina?-dijo Tacho.
Mar se miró con Jazmín, sin tener la más mínima idea de
qué contestar. Se les acercaron Rama y Hope, que también
se habían escapado de la fiesta.
-Ramiro, Hope, vengan, hablamos con salvajes-les dijo Mar.
Thiago y Tacho se miraron al escuchar esos nombres.
Rama se preocupó, y le sacó el handy a Jazmín.
-Cómo van a hablar con salvajes, están locas.
-¿Qué pasa? -era Valeria, que había salido a la galería y
alcanzó a escuchar la voz distorsionada de Rama.
-Pará, Vale-le dijo Thiago.
Hope no podía creer lo que estaba escuchando. Ellos si
escuchaban bien las voces y ella reconoció perfectamente a
Thiago, a Tacho y a Vale, y apenas pudo disimular las
lágrimas de emoción que le provocó saber que estaban
vivos y juntos.
-Iaio...-se le escapó a Hope y, como la miraron raro,
disimuló-, sabía que andaban en algo raro. Es un peligro
esto.
En eso se escuchó un grito, y Hope reconoció a Tefi.
-Thiago, quiero a esa Terra sucia fuera de este lugar, lo exijo
como vicelíder
-Man, ¿qué hacen?-era Ito, que se sumó al grupo en el NE.
Así se fueron juntando todos. En la guarida, Thiago, Tacho,
Vale, Tefi,
Luca, Simón y Melody terminaron reunidos alrededor del
handy, escuchando las voces distorsionadas de los otros. En
el NE, Mar, Jazmín, Hope, Rama, Ito y León oían las voces de
los rebeldes. De alguna manera, todo el grupo había
terminado junto en medio de una fiesta. Como tantas veces,
Pero había alguien más que los escuchaba a todos. René,
desde el centro de monitoreo, había descubierto la
frecuencia y oyó la conversación. Lo reportó de inmediato a
Luz.
-¡Cortá esa comunicación ya mismo!-ordenó Luz. René tipeó
algo en su pantalla y, en el acto, ambos handys emitieron
un sonido de acople ensordecedor y quedaron como
muertos. En la guarida, todos se quedaron extrañados. Por
supuesto que no creyeron ni por un minuto que del otro lado
estaban sus amigos, aun así les dejó un sabor agridulce
toda la conversación.
En el NE, todos quedaron algo revolucionados, pero no
pudieron hablar demasiado porque de inmediato llegó
Ingrid, que había sido enviada por la jefa, Hope, para
disimular y que esa situación no despertara sospechas, le
entregó el handy a Ingrid y le aseguró que había sido solo
una travesura de los chicos.
La fiesta se terminó abruptamente, porque Luz, además
de la noticia de que se habían comunicado con salvajes,
descubrió que Alai se había escapado, y dedujo que se
había ido al NE, así que fue ella misma a buscarla. La
encontró hablando con León en un pasillo; se la llevó de un
brazo sin escuchar sus protestas y la subió al auto oficial.
Alai se quejaba porque de nuevo le habían robado, esta vez,
su colgante,
Había sido Mar. Vio que Alai se lo había sacado en el baño
y, atraída como un imán, se lo sustrajo. Mientras se
acostaban, Hope vio esa llave que Mar tenía en sus manos.
-¿Qué es eso, Mariacheta?-preguntó estremecida.
-Es un colgante. Se lo saqué a la hija de la jefa de Ministros,
no digas nada-dijo Mar guiñándole un ojo, pícara.
Hope recordaba esa llave porque ella misma la había
elegido y les había ingerido a Thiago y a Mar que se la
regalaran al otro. Hope estaba muy habituada a disimular,
pero esta vez no pudo ocultar el llanto. Mar se preocupó al
verla.
-Perchita, ¿qué te pasa?
-Nada, es que... es tan hermosa, y... tan.... como yo digo, el
rulo siempre vuelve.
Mar la miró descolocada y se miró con Jazmín, que estaba
en su cama y tampoco entendió ni una sola palabra, Hope
no pudo seguir hablando, había sido una noche demasiado
movilizante: había escuchado a sus tíos, que estaban juntos
y estaban bien, y, además, la llave había regresado a Mar.
Les dijo a las chicas que iba al baño, pero se encerró en el
spa. Tapó las cámaras de seguridad que había allí, fue hacia
la parte trasera, quitó la tapa del ducto de ventilación y se
metió reptando, como lo había hecho cada noche de los
últimos cinco meses.
Hope había estado consciente durante todo ese tiempo.
Vio cómo iban capturando a todos y cómo les iban lavando
el cerebro. Por algún motivo con ella el proceso se había
revertido, y para poder sobrevivir, disimuló. Jugó el juego y
asumió la historia que habían armado para ella. Sufría por
que sus seres más amados se habían olvidado no sólo de los
otros, sino de sí mismos. Desde entonces, Hope intentaba
despertarlos remarcando con intención palabras que
esperaba produjeran algún efecto evocador en ellos. Pocos
días atrás, Mar casi había despertado y eso le había dado
esperanzas.
Hope gateó por el ducto de ventilación durante unos
cuantos metros hasta que desembocó en una habitación
muy pequeña, que era parte de los sótanos laberínticos de
la antigua mansión Inchausti, que ella conocía muy bien. En
la remodelación que habían hecho cuando armaron el NE,
ese sótano había quedado sellado. Hope lo tomó como
búnker de su propia Resistencia. Allí había colocado fotos de
todos sus afectos, que había encontrado y rescatado de la
remodelación que habían hecho de su casa. Porque ese
lugar, que ahora se llamaba NE, era su casa, donde se había
criado.
Tenía fotos de todos, de los que estaban en la urbe y de
los que estaban afuera, de sus padres, de sus hermanos. De
todos por los que estaba resistiendo. Miró una foto de Paz,
su hermana, su otra mitad. No sabía qué le habían hecho,
pero sabía que la habían capturado. Se sentía medio muerta
sin ella, pero por ella también resistía.
Agarró un pequeño martillo y un pico que había en la
habitación. Estaba haciendo un boquete en las gruesísimas
paredes de ese sótano. Estaba segura que detrás de aquel
muro había un pasillo, y que por ese pasillo podría
conectarse a las cloacas y desde allí, rogaba al cielo,
encontrar una salida de la urbe. Sería una puerta de salida
para ella, pero también una puerta de entrada para los
otros. Esa ilusión la mantenía viva.
Luz le entregó a René el handy que Ingrid le había dado.
-Es el de los salvajes-dijo Luz-, Rastreá la señal. Es
bibanda, necesito usarlo como micrófono para escucharlos.
René se dispuso a hacerlo y Luz se acercó a Teo, que la
esperaba más allá. A pesar de que Luz había mandado a
buscarlo cuando pudieron localizar su transceptor, no hizo
falta rescatarlo, porque Nina y Gonzalo lo habían dejado ir.
Teo le contó todo lo ocurrido y ella lo escuchó muy
extrañada.
-¿Y quiénes eran estos otros salvajes? -No lo sé. Creemos
que se trata de otra facción.
-¿Y te soltaron sin interrogarte? Extraño, ¿no?
-¡Señora! -la llamó René Rastreé la frecuencia bibanda.
Además el handy tenía un desperfecto, ya lo arreglé.
-Dame audio-ordenó Luz, tomando el handy. En la guarida
se estaban por ir a dormir cuando, en el silencio de la
noche, irrumpió la voz clara, inquietante, de la jefa de
Ministros. Esta vez, sin distorsiones.
-Thiago. Thiago Bedoya Agüero, sé que estás ahí... ¿Me
copiás? Soy yo. La jefa de Ministros, pero estoy segura de
que ya me reconociste la voz.
-¿Qué querés?-dijo Thiago. Todos estaban en un silencio
total, tensos.
-Me enteré de que estuvieron hablando con personas que
ustedes conocen muy bien.
-No eran ellos, era una trampa-dijo Thiago.
-Ay, querido mandalayo. Tanto pensamiento lateral les hizo
mal. Cuando tienen las cosas frente a sus narices y piensan
que nada es lo que parece. Esto que parecía era.
-Por qué será que no te creo-dijo Thiago.
-Es el problema de la fe, creen tanto en lo que no ven que
cuando lo ven, no creen. Esperame un momento.
Luz cortó y le pidió a René que la comunicara por teléfono
con Mar, que la atendió preocupada porque pensó que la
llamaba por el colgante que le había robado a Alai.
-Disculpame que te llame a esta hora, pero necesito hablar
urgente con vos.
-Ah. Eh... ¿Por? O sea, si es por la.... por el...
-Un momento, por favor-dijo Luz, y la dejó en espera.
-¡El ruedo de mi tía! -dijo Mar para si-. Voy presa, se enteró
de la llave que le robé.
En la guarida, todos estaban muy tensos, suponían que
habían logrado rastrear su ubicación y que era inminente la
llegada de los soldados. Algunos decían que debían huir ya
mismo, pero con Melody, en su estado sería imposible
-¿Todavía te acordás de la voz de tu gran amor, Thiago?-
volvió a oírse la voz de Luz.
-No voy a entrar en tu juego-dijo él.
No es ningún juego-respondió Luz, y le pidió a René que
conectara la llamada de Mar en altavoz.
-Mar, ¿me escuchás? ¿Estás ahí?
-Sí, acá estoy, la escucho-dijo Mar cerrando los ojos,
temerosa de la reprimenda.
Thiago, y todos, escucharon la voz y no tuvieron dudas: era
Mar.
-Por favor, le pido que no me haga nada-se anticipó Mar-.
Fue todo un error yo...
Pero Luz volvió a dejarla en espera, y retomó la llamada con
Thiago.
-¿Escuchaste bien? ¿Era o no era Mar? -Puede ser un
modificador de voz-dijo él.
-Vos seguí pensando lateralmente, mientras, yo te digo que
tengo al resto de tus amigos. A los que siguen vivos, claro.
Por eso, vos y Tacho se van a entregar para salvarlos-dijo
Luz-. Se terminó el jueguito de los rebeldes. Thiago. Fin de la
fiesta.
Volver a casa
 
Vale y Simón no estaban en la guarida cuando llamó la jefa,
porque él, en medio de la fiesta, la había llevado hasta un
pequeño lago que quedaba no muy lejos de donde vivían,
para darle una sorpresa. Allí Vale vio una camioneta
estacionada.
-La encontré abandonada -explicó él.
-Está buenísima-dijo Vale-. La podemos arreglar y...
Pero al abrir la puerta, vio que estaba preparada como para
pasar una noche. Las butacas estaban bajas, había mantas,
almohadas y un ramo de flores silvestres.
-Tenías todo planeado, gato-dijo ella, perpleja.
-¿Y para qué te creés que armé la fiesta, si no es para
levantarme a una chica y traerla a ver el amanecer al lago?
Ella sonrió, enamorada. La relación de ambos había nacido
en medio del horror: él la rescató cuando el intendente
corrupto del pueblo en el que habían intervenido había
intentado matarla. Allí se dieron el primer beso, y luego de
eso ocurrieron las explosiones. Se reencontraron huyendo
de los cazadores. Desde entonces, vivían en comunidad y
las cosas eran cada día más duras. En ese contexto, era
difícil darle espacio al amor y hacer crecer una relación. Por
ese motivo, Simón le ponía mucho empeño a cada detalle
con Vale.
Se subieron a la camioneta y se recostaron sobre las
mantas. Desde allí se podía ver el lago y el sol que ya
empezaba a asomar. Era un oasis de belleza entre tanta
desolación.
-Es hermoso.
-Vos sos hermoso-dijo Vale.
Simón la besó. Era la primera vez que estaban realmente
solos, juntos, en intimidad.
-¿Te gustaría escuchar un poco de música?-dijo él.
-Mi amor, no quedó ni una sola radio -dijo Valeria-. Ya
intentamos varias veces.
-Nunca hay que perder las esperanzas -dijo Simón, encendió
la radio de la camioneta y trató de sintonizar alguna
emisora. Pero recorrió todo el dial y no encontró nada.
-Bueno, está bien-dijo Simón-. Imaginemos la música.
Siguieron besándose. La luz del amanecer pintó todo de
naranja.
-Es casi un milagro, ¿no?-dijo él. En medio de todo lo que
está pasando, ¿vos no sentís que lo nuestro nos salva todos
los días, que es como un regalo?
Ella asintió, conmovida. La luz dorada hacía fulgurar los ojos
claros de Simón.
-Amo estar con vos en este momento, Te amo, Vale.
-Yo también.
Los dos sonrieron, cómplices., y volvieron a besarse.
Comenzaron a sacarse la ropa mutuamente para hacer el
amor. Pero, de pronto, la radio produjo una interferencia.
-¿Escuchaste?-dijo Vale-. ¡Es la radio! ¡Está agarrando una
señal!
-La música romántica que nos faltaba-dijo él, pero más
interesado en continuar lo que habían empezado que en
sintonizar una radio.
-Pará, a ver si sintonizamos bien dijo ella, y se acercó a la
botonera y movió lentamente el dial, para un lado y para
otro, hasta que oyeron una voz de hombre. Primero, algo
lejana, y poco a poco se fue haciendo más nítida.
-Sé que somos muchos los que estamos resistiendo.
Algunos, solos; otros, en grupos, todos con miedo y con
muchas preguntas, pero resistiendo.
Los dos se miraron perplejos. Era un rebelde, como ellos.
-¿No te suena familiar esa voz?-dijo Simón
-Sí, estaba pensando lo mismo. Pero no me doy cuenta de
quién es.
-Llegó el momento de pasar a la acción. Hay que dejar de
esconderse, salir de las trincheras y luchar-dijo el locutor, y
comenzó a sonar Vuelvo a casa.
Valeria y Simón dieron un respingo, azorados. No solo les
sonaba familiar esa voz, acababa de poner un tema de
TeenAngels.
-Gato! ¡Es Camilo! -exclamó Valeria.
-Llegó el momento de derribar el muro y volver a casa -
concluyó el locutor.
Vale y Simón regresaron a la guarida a contar la novedad,
que entusiasmo a todos, aunque siempre tomaban las
noticias con cautela. Ya intentarían encontrar a ese locutor,
ahora tenían algo por delante. Pusieron al tanto a Vale y
Simón de la exigencia de la jefa. Debían entregarse Tacho y
Thiago para que no le hiciera daño a Mar ni al resto de los
chicos. Por supuesto que todos desconfiaban y sabían que
no podían negociar con la jefa, pero Thiago los sorprendió al
decir que tenían que entrar.
-No me parece, Thiago-dijo Luca-. Sé que fue fuerte para
vos escuchar la voz de Mar, pero esto puede ser una
trampa.
-Estoy seguro de que es una trampa-afirmó Thiago. Por eso
vamos a hacer una Intervención Creativa.
Jazmín terminó de ducharse y se apuró a llegar al
desayuno antes de ir a clase. Le pareció muy raro encontrar
a Teo en el comedor.
-¡Teo! Me alegra que estés bien. Me enteré de que te
habían agarrado los salvajes.
-Gajes del oficio-minimizó él y le sirvió un café.
Teo le contó que se iba a instalar en el NE para cursar unas
materias por un tiempo. La realidad era que la jefa había
decidido instalarlo allí para que descubriera quién era el
infiltrado que había ayudado a escapar a Tacho.
-Pero mejor hablemos de nuestra relación -dijo él,
cambiando de tema.
-¿Qué relación?-dijo Jazmín, tentada, aceptando el café.
-La nuestra, la que vamos a escribir juntos. Por lo que se ve,
va a ser una historia pasional, romántica, tierna, y con
mucha aventura.
Ella sonrió, pero, en eso, repararon en que en la recepción
estaban todos consternados viendo una noticia en
televisión. Los salvajes habían atacado de nuevo, esta vez,
habían asesinado a sangre fría a una chica de diecisiete
años cerca del perímetro de la urbe. Nadie salía del estupor
al ver las imágenes de una joven de rostro angelical que se
repetían en loop junto a la foto de uno de los asesinos, que
Jazmín reconoció enseguida: era el rubio que ella misma
había desmayado y que luego había escapado de la urbe.
Por supuesto que no había existido tal ataque. La jefa
consideró que debía mitigar de alguna manera la creciente
curiosidad que el grupo de que chicos del NE estaba
teniendo por los salvajes, y para eso construyó una noticia
falsa de la crueldad de los rebeldes. El terror a esos
enemigos siempre funcionaba. Hope no podía creer el
cinismo de la Corporación, y tuvo que fingir aterrarse por los
pérfidos salvajes con el resto.
-Y pensar que yo salí al bosque y estuve cerca de ese
salvaje-le dijo Jaz a Teo- Me siento una chiquilina
inconsciente. Y ahora tengo mucho miedo.
-Si buscas protección, estás con la persona indicada. Es lo
que más atrae de mí, lo sé, doy fuerte, protector. Papito, me
han dicho-bromeó Teo para distenderla.
-Sos un tarado-dijo ella, riendo.
-Pero te hice reír. En serio, no tengas miedo-dijo, poniéndose
serio. A vos no te va a pasar nada, yo te prometo que te voy
a cuidar.
-Gracias-dijo ella, arrobada por la mirada penetrante de él.
Teo recibió un llamado. Lo convocaban al ala oeste del
muro por una situación urgente. Él le hizo prometer a Jazmín
que la seguirían en una cena, y se fue, raudo, a su puesto.
A Teo lo había convocado la jefa porque, para sorpresa de
ella, Thiago había aceptado entregarse. Ella no pensó que
sería tan sencillo, sino que se necesitaría más tiempo para
ablandarlos. Sin embargo, Thiago dijo que él y Tacho se
entregarían, pero puso como condición que ella en persona
estuviera en el puesto de control cuando lo hicieran. Luz
pensó, por supuesto, que podrían intentar un atentado, sin
embargo, acudió en persona al puesto de control, aunque se
mantuvo a resguardo, a buena distancia del muro. A la hora
acordada, una camioneta se acercó por la calle exterior del
muro y se detuvo a unos cien metros. Escanearon el
vehículo y determinaron que había dos ocupantes.
-Que se identifiquen-ordenó Luz.
Desde el auto se escuchó la voz de Thiago, amplificada por
un megáfono
-Somos Thiago Bedoya Agüero y Juan Morales. Venimos a
entregarnos.
-Bajen del auto con las manos en alto-ordenó Teo.
-No. Sólo nos vamos a entregar cuando venga la jefa de
Ministros. Eso acordamos.
-Desde cuando imponen condiciones?-le preguntó Teo a Luz.
-Desde que se convirtieron en imprescindibles, Gorki.
¿Escanearon el auto?
-Sí, señora. No tienen ni armas de fuego ni eléctricas -
informó Teo.
-Muy bien, voy a salir-dijo ella, resuelta.
-Le sugiero seriamente que no lo haga. Para que salga
vamos a tener que desconectar todos los sistemas de
seguridad. Puede ser muy peligroso. Atrapémoslos. Están
ahí, a pocos metros. Es imposible que escapen.
-Ya han escapado otras veces. Y esta vez no me puedo
arriesgar. Los necesito en serio, así que voy a salir, Gorki.
Desconecten el sistema. Los guardias tipearon un código y
el zumbido del perímetro eléctrico que rodeaba el muro
cesó. Poco después, se abrió el portón con lentitud, y al
cabo de unos instantes salió Luz, fuertemente custodiada
por Teo y cinco guardias más.
-Muy bien, acá estoy. Ahora bajen y no intenten nada-gritó
ella.
-Que todos los guardias tiren sus armas-respondió Thiago.
-¡Basta de condiciones! se irritó Luz-. ¡Bajen del auto ya
mismo!
-O dejan las armas o te olvidas de nosotros le advirtió Tacho.
Luz maldijo en silencio, negó con la cabeza y luego le hizo
un gesto a Teo, que no tuvo otra alternativa que obedecer.
Los guardias dejaron sus armas en el piso. Por supuesto, del
otro lado del muro, había una docena más de guardias
armados.
-Ahora sí. Bajen del auto.
Pero en lugar de bajar del vehículo, este comenzó a avanzar.
Lentamente, fue ganando velocidad, los soldados
recuperaron sus armas, y Luz, desesperada, les ordenó:
-¡¡No los maten!!
Teo y sus soldados dispararon a las ruedas y al motor, no
a los ocupantes. La camioneta se deslizó unos metros más y
se detuvo. Se hizo un silencio total. Teo se acercó sigiloso al
vehículo, abrió una puerta y se llevó una gran sorpresa. Allí
no estaban ni Tacho ni Thiago, sino dos maniquíes.
Esa era la Intervención Creativa que había ideado Thiago.
Usaron la camioneta que Simón había encontrado y le
colocaron un sistema de conducción a distancia. Jony estaba
escondido entre los árboles, a unos cien metros, manejando
el auto a control remoto. Los maniquíes tenían ropa de
Thiago y de Tacho, pelucas similares a sus cortes de pelo, y
el de Thiago hasta tenía dos lunares en la mejilla, que Tefi le
había dibujado. Los sensores térmicos no habían notado que
eran muñecos porque los habían cubierto de bolsas de agua
caliente que simularon la temperatura corporal. Sus voces
se oían gracias a un teléfono celular pegado a un parlante.
Tacho y Thiago, en realidad, estaban en la otra punta de la
urbe, disfrazados con trajes de cazadores. Desde allí Thiago
hablaba por teléfono y su voz era amplificada por el
parlante. Todo había sido una distracción: obligaron a Luz a
desconectar el sistema de seguridad. Eso permitió que
Thiago y Tacho pudieran trepar el muro y atravesarlo por el
lado este.
Cuando Luz se dio cuenta de que había caído en una
trampa, ordenó que reconectaran la cerca electrificada,
pero ya era tarde, Thiago y Tacho estaban adentro, de
vuelta en casa, a punto de averiguar, por fin, qué ocurría del
otro lado del muro.
La llave maestra
 
Aunque Luz no le prestó atención a Alai cuando afirmó que
le habían robado en el NE, León si tomó nota de que alguien
le había sustraído el colgante. Por eso, cuando se lo vio
puesto a Mar, no le creyó sus excusas y mentiras, sabía que
esa llave era de Alai, y se la reclamó. Pero Mar, con un
capricho incomprensible para León, se negó a devolvérsela.
Él no entendía por qué se había obsesionado con esa
baratija. Ella era millonaria y podía comprarse miles, pero
Mar quería ESA. Y él se la hubiera dejado sin ningún
problema, pero Alai también quería ESA, y teniendo que
elegir entre contentar a Mar o a Alai, León no tenía dudas,
así que le exigió a Mar que se la devolviera, y ella
finalmente lo aceptó. Entró a su habitación a buscarla, pero
como tardó en regresar, León se dio cuenta de que había
huido por otra puerta, y fue tras ella. La alcanzó ya fuera del
NE, huyendo como una chiquilina.
-Negociemos-propuso Mar, que sabía que el dinero era el
punto débil de León.
-No quiero plata-dijo él. No tenés nada que me interese.
-Tengo conocimiento femenino. Sé qué le podés decir a
Alai para con quistarla.
-Te agradezco, pero con esta llave la conquisto.
-Y antes de que Mar pudiera reaccionar, León se la quitó
de las manos y se alejó.
No muy lejos de allí, Thiago y Tacho avanzaban por la
urbe, extrañados por lo que veían. Habían fantaseado
mucho con el otro lado del muro. Imaginaban que sería una
especie de campo de refugiados y que estaría todo
destruido. Pero lo que hallaron fue un barrio privado con un
silencio bucólico, prolijo, cuidado, próspero, perfecto.
Intentaron orientarse para ir al Mandalay, pero no
reconocían el lugar. De pronto, irrumpió velozmente una
patrulla de cazadores por el extremo de la calle. Aunque
Thiago y Tacho estaban vestidos con uniformes, no quisieron
arriesgarse demasiado. Era posible que ya hubieran
descubierto su maniobra y los estuvieran buscando, así que
se tiraron al suelo entre las ligustrinas, se escondieron y
dejaron pasar la patrulla.
Del otro lado de los arbustos apareció León y, más atrás,
Mar, persiguiéndolo.
-Pedazo de ruedo mal bordado, dame la llave o...
-¿O qué?-la desafió León, frenándose.
-O te la saco-dijo ella, rápida, y de un manotazo se la
arrebató León intentó sujetarla, pero ella tiró fuerte y la
cadenita salió volando, directo hacia los ligustros, y aterrizó
exactamente delante de Thiago, que no pudo creer lo que
acababa de caerle del cielo.
-¡Mi llave!-exclamó, boquiabierto, recogiéndola del piso-.
La que me regaló Mar, y que me sacaron en el muro el día
que hicimos lo de los globos. ¿De dónde salió?
Thiago atinó a pararse, y si Tacho no lo hubiera sujetado
del saco, Thiago habría visto a Mar que ya estaba muy
cerca, buscando la llave junto a León.
-Ojo, una patrulla-dijo Tacho señalando hacia la derecha,
pero sin ver que por la izquierda venía otra. El móvil se
detuvo frente a ellos, que estaban arrodillados entre
ligustrinas, en una actitud rara. Lobo bajó la ventanilla y los
miró.
-Hay intrusos en la urbe, ¿no escucharon?
-Sí, señor, estamos en eso, buscando disimuló Tacho.
-Suban al móvil.
-Es que tenemos la orden de revisar esta casa-dijo Thiago.
-Tenían-dijo Lobo- Ahora tienen orden de subir, ¡rápido!
Tacho y Thiago se miraron y rápidamente calcularon las
posibilidades. Huir ya no era una opción, así que se subieron
al móvil para ganar un poco de tiempo y pensar un plan.
Mar vio a esos guardias subiendo a la camioneta, algo le
llamó la atención en el de pelo corto, pero lo desestimó, y
siguió buscando la llave.
-¡La bucanera de tu hermana, León! Me perdiste la llave..
Thiago iba tenso, mirando al guardia, que lo relojeaba por
el espejo retrovisor, mientras sujetaba con fuerza en su
mano la llave que se había llevado.
-Unidad seis, ¿me copia?-se oyó.
-Te copio, Teo-dijo Lobo,
Tacho y Thiago se miraron, se suponía que Nina y Gonzalo
lo tenían prisionero.
-El perímetro está limpio, vayan fuera de la urbe-ordenó
Teo.
Tacho y Thiago se desesperaron. Tanto esfuerzo, tanto
tiempo planeando la entrada, para que a los pocos minutos
de haber logrado ingresar ya los sacaran otra vez.
-Nosotros tenemos orden de patrullar dentro de la urbe -
dijo Thiago, incorporando esa palabra que acababa de oír,
en un último intento por que darse allí.
-Cambio de planes, vienen con nosotros.
Lobo llegó al puesto de control en pocos segundos y los
guardias autorizaron la salida. A menos de quince minutos
de haber entrado, ya estaban saliendo otra vez y, encima,
en una camioneta con dos cazadores armados, buscando a
los dos salvajes, es decir, a ellos mismos. Thiago le señaló a
Tacho con un gesto las armas de los guardias, con la
intención de desarmarlos por sorpresa para poder huir, pero
cuando estaban a punto de hacerlo, se oyó una voz
estridente y conocida:
-Tacho, Thiago, ¿me copan?-ellos cerraron los ojos,
negando.
Lobo y su compañero miraron por el espejo retrovisor,
muy serios.
-Soy Tefi, la vicelíder de la Resistencia en funciones, les
ordeno responder, vamos, queremos saber si lograron
cruzar el muro -insistió Tefi, hasta que Tacho logró apagar el
handy, pero ya era tarde.
Lobo detuvo la camioneta y se produjo un silencio total.
Los guardias los miraron fijo a través del espejo retrovisor.
Ellos les sostuvieron las miradas. Thiago notó que Lobo
lentamente intentaba alcanzar su arma, se hicieron un
gesto con Tacho, dieron un grito, abrieron las puertas y se
lanzaron fuera del vehículo. Los cazadores tomaron sus
armas y bajaron de la camioneta. Pero no esperaban lo que
ocurrió a continuación: en lugar de huir, Thiago y Tacho se
habían quedado allí mismo, junto a la camioneta, y cuando
los cazadores bajaron, creyendo que estarían huyendo, ellos
los sorprendieron de un golpe, les arrebataron las armas y
los obligaron a tirarse al piso. Los cazadores obedecieron.
Cuando oyeron el motor de la camioneta y los vieron
alejarse en su propio vehículo, quedaron desconcertados, no
podían entender cómo los violentos rebeldes los habían
dejado con vida.
Todos los televisores de la urbe replicaban una y otra vez
las imágenes de la chica asesinada brutalmente por los
salvajes. Rama estaba en la recepción, impactado por esas
imágenes, cuando vio que Esperanza salía del spa con un
bolso y, de pronto, de este cayeron unas piedras, como
trozos de escombros. Esperanza se apuró a juntarlos,
nerviosa, y al chequear que nadie la estuviera mirando, se
topó con la mirada de Rama.
-¿Me podés explicar en qué estás vos? ¿Qué son esos
escombros?
-¿Perdón? ¿What? ¿Sos policía ahora?
-Dale, Esperanza. ¿En qué andás?-insistió Ramiro.
Por supuesto, Esperanza no podía decirle que lo que hacía
era sacar disimuladamente los escombros que iba a
removiendo para hacer espacio en el estrecho túnel que
estaba cavando. Le inventó que se le había caído una
escultura del spa. Rama pareció creerle, aunque había algo
en la actitud de ella que no le cerraba. Iba a seguir
preguntando, cuando los dos se quedaron paralizados al ver
a una chica que ingresó, con mirada lánguida y triste. Era la
chica asesinada por los salvajes.
-¡Me muero muerta! ¡La muerta!-exclamó Hope.
Todos la miraron sin atreverse a hablar, pasmados como
ante un fantasma. Pero enseguida llegó Ingrid, que les
explicó que se trataba de Valentina, la hermana gemela de
Solita, la chica supuestamente asesinada. Valentina iba a
incorporarse al NE, por eso Ingrid les pidió que la mimaran y
contuvieran para ayudarla a pasar ese trance doloroso.
Como todos los demás, Esperanza le dio la bienvenida, se
condolió por su pérdida y se alejó mientras todos rodeaban
a Valentina. Una vez en el spa, Hope descargó la bronca y
frustración que sentía. Estaba segura de que todo el asunto
de las gemelas era una farsa para mantener vigente el
miedo y el odio a los supuestos salvajes. Valentina sería un
recordatorio diario para los chicos de la crueldad de los
rebeldes.
Se metió por el ducto de ventilación y regresó al boquete
para canalizar su furia en algo productivo. Ese día picó y
martilló con más fuerza que nunca, llorando de impotencia.
Luego de varias horas, dio un último golpe con el resto de
fuerza que le quedaba y, cuando ya no lo esperaba, el cincel
atravesó la pared.
Hope se largó a llorar. Era lo primero bueno que le pasaba
en meses. Ese pequeño agujerito que se había abierto en la
pared era una luz de esperanza, un recordatorio de que la
frase que siempre repetía su padre-tras las nubes el cielo es
siempre azul- no había muerto con el mundo que ella había
conocido. Detrás de esa gran nube gris, blanca y negra que
era el NE, aunque no pudieran verlo, había un cielo
multicolor.
Ese pequeño hueco en la pared renovó sus fuerzas. Siguió
picando hasta que los ladrillos empezaron a ceder y pudo
hacer un agujero lo suficientemente grande como para
poder atravesarlo. Del otro lado estaban los viejos pasillos,
ese laberinto que el viejo Inchausti había construido, donde
la Esperanza del futuro, en otra línea de tiempo, había
formado su propia Resistencia de una sola persona
intentando cambiar el destino.
-¡Yo sabía! Sabía que esto estaba acá. ¡Yo sabía! -dijo,
dando saltitos de alegría.
Y vagó por esos pasillos interminables, fríos y húmedos,
pero que prometían la tan ansiada libertad. No había
recorrido ni cincuenta metros cuando, al doblar en un
recodo, se topó con una imagen aterradora: una figura
humana completamente cubierta con un traje antirradiación
avanzaba hacia ella con una linterna. Hope pegó un grito,
espeluznada, el otro reaccionó de igual manera y le dio un
empujón, que hizo que su nuca golpeara contra la pared y
cayó desmayada. Esa especie de extraterrestre que había
aparecido de la nada se sacó el casco y exclamó, entre
sorprendido y mortificado:
-¡¿Ricurita?!
Era Nerdito, el hijo de Nacho y Tefi, con el que Esperanza
tenía un romance y había extrañado todos esos meses.
Thiago y Tacho abandonaron la camioneta de los
cazadores una vez que estuvieron a salvo, y regresaron a
pie a la guarida. Les contaron a sus compañeros la manera
en que se había frustrado el plan y cómo habían logrado
escapar de los cazadores. Tefi, Luca, Mel, Simón, Vale y Jony
querían saber qué había del otro lado del muro, después de
todo, esa era la gran intriga, pero ellos les refirieron lo poco
que habían logrado ver, más que nada, la extrañeza de ese
lugar perfecto e idílico por el que habían caminado. Lo más
decepcionante era que no habían podido ver a ninguno de
sus amigos.
Todos notaron que Thiago estaba muy caído, sin energía,
y eso era raro, porque era el que siempre levantaba el
ánimo al resto. Por la noche, Simón vio que se había
apartado y creyó ver que estaba llorando. No se equivocó.
Tenía en sus manos la llave que había encontrado en la
urbe. Simón le preguntó cómo la había conseguido y Thiago
le contó, aún incrédulo, la misteriosa manera en que ese
colgante había vuelto a sus manos.
-Estábamos adentro, Saimon. Casi lo logramos. Ahora va a
ser imposible volver a entrar, ¿sabés cómo habrán reforzado
la seguridad después de esto?
-Le vamos a encontrar la vuelta-dijo Simón. Si Thiago se
había caído, asumió que el optimista debía ser él. Si
entramos una vez, vamos a poder volver a entrar.
Pero Thiago negó, escéptico, entregado. Había una
tristeza extra, una amargura que lo había apagado. Simón le
preguntó qué era.
-La escuché, Saimon-dijo, al fin, Thiago, con sus ojos
llenos de lágrimas-. La jefa me hizo escuchar la voz de Mar
por el handy. No sé si era ella de verdad, pero después de
tanto tiempo, escuché su voz, y me di cuenta de que la
extraño mucho más de lo que creía. La extraño y la
necesito. Encima, me cae esta llave de la nada, parece joda.
-O por ahí es una buena señal, Thiago, una señal de que
estamos cerca. Pero esta vez Thiago no podía ver señales ni
aferrarse a utopías. La aproximación a la urbe, lejos de
haberle dado esperanzas, lo había deprimido. Esa noche no
quiso cenar ni compartir nada con el resto, necesitaba estar
solo.
Se quedó dormido llorando y soñó que se encontraban en
el bosque con Mar, que se abrazaban, se besaban, y que
ella, acariciándole la cara le decía: ¿Qué esperas, perno? Ya
tenés la llave, ¡abrí la puerta!, y de pronto desaparecía.
Thiago quedó solo en ese bosque, llamándola, gritando
hasta que se le rompió la voz.
Y así despertó, agitado, con la cara mojada; había estado
llorando en sueños.
En ese mismo momento, Mar seguía sintiendo esa
angustia que no podía poner en palabras, ese desasosiego
que debía ocultar porque nadie entendería como una chica
que lo tenía todo sentía que no tenía nada. Tomo una revista
y se puso a hojearla para distraerse. Le llamó la atención un
modelo de una publicidad de pelo muy corto, y ella no lo
sabía porque no lo recordaba, pero era muy parecido a
Thiago. Tomó una lapicera y, sin saber por qué, pintó sobre
la mejilla del modelo dos lunares.
Thiago intentó volver a dormirse, tal vez podría soñar con
ella otra vez. Pero no lo consiguió, la angustia era tan
profunda que no se le calmaba ni con el llanto. Y, de pronto,
en medio del silencio total de la guarida, se escucharon los
acordes de una canción que Thiago amaba, La llave, de Abel
Pintos.
La soledad se hace carne en mí y la noche parece un
desierto, 
pero llegas tú con tu inmensa luz y te declaras dueña de
mis sueños.
Thiago pensó que alguien había puesto ese disco, sin
embargo, alcanzó a ver que el tocadiscos estaba apagado.
¿De dónde provenía esa música? Las luces de la guarida se
transformaron y se iluminó la escalera que conducía a la
planta alta con un gran seguidor blanco. Todos los chicos se
fueron asomando y observaron que en lo alto de la escalera
apareció la silueta de un hombre que cantaba la canción a
viva voz.
El tiempo viste un color azul parecido a un suspiro del
cielo 
de solo saber que te voy a ver y a regalarte todos mis
momentos.

Melody se asomó por detrás de todos y preguntó si el que


cantaba era Jony, pero él mismo se dio vuelta y le dijo que
no. Todos observaron extrañados a ese misterioso cantante
que bajaba lentamente dando su gran show. Cuando estuvo
un poco más cerca, Thiago pudo reconocerlo. Debía de
haberlo imaginado, sólo él podía hacer algo así: era Tic Tac,
que se paró junto a él y le dedicó el estribillo:
Vas a verme llegar, vas a oír mi canción, 
vas a entrar sin pedirme la llave.
La distancia y el tiempo no saben 
la falta que le haces a mi corazón.
Thiago asintió, secándose las lágrimas. Tampoco él podía
poner en palabras el tremendo vacío que sentía, sólo una
canción podía expresar la falta que Mar le hacía a su
corazón.
Aunque todos estaban emocionados por el momento
delicadamente melancólico que se había creado, como de
costumbre, Tic Tac empezó a payasear. Había una antorcha
encendida, y fingió quemarse la cola con ella, luego, de la
nada, apareció en su mano un pincho con una salchicha
parrillera, y mientras cantaba la puso sobre la llama para
asarla. El contraste entre esa acción y la canción arrancó
carcajadas en todos. Cuando terminó, todos aplaudieron, y
Jony, que no lo conocía, preguntó:
-¿Y este quién es?
-Es Tic Tac-respondió Thiago, mirándolo con una sonrisa
cómplice. Todos lo rodearon y comenzaron a hacerle
preguntas. Era la primera vez en todo ese tiempo que
sentían que no estaban solos, que alguien los ayudaba
desde algún lugar. Entre todas las preguntas y pedidos,
sobresalió el de Tefi que le suplicó que hiciera desaparecer a
Terra.
-Tefi, no creo que él haya venido a solucionar tus problemas
de pareja -le dijo Simón.
-¿Y a qué viniste? -le dijo Tacho, ya impaciente, porque sabía
que Tic Tac nunca iba al grano, siempre hablaba
elípticamente y los dejaba más confundidos.
-Pero, che, uno los visita, les canta una canción y te
preguntan a qué viniste sin ofrecerte un vaso de agua-se
quejó Tic Tac, y recorrió la guarida-Linda la casita del
bosque, eh. El lugar está de rechupete. Rechupete... ¡cómo
me gusta esa palabra!
-¿Ya vas a empezar a hablar y no decir nada?-se quejó
Thiago.
Tic Tac se acercó a una viga de madera en la que había un
pequeño dispositivo del tamaño de un botón en el que nadie
había reparado. Era un micrófono que Gonzalo y Nina
habían instalado para espiarlos. Tic Tac hizo un movimiento
con su mano y en la guarida de aquellos, que estaban
escuchándolos, el parlante comenzó a hacer un ruido
insoportable y se apagó. Tic Tac no les reveló a los chicos
que había un micrófono oculto, él nunca debía intervenir,
pero tampoco quería que aquellos oyeran lo que había
venido a decirles.
-La verdad, esperaba un poquito más de emoción de verme,
alguna lagrimita, no sé.
-¿Por qué nos dejaron solos? -preguntó Simón.
-Ay, pobrecitos, ellos, solos y perdidos-se mofó Tic Tac-. Un
grupito de Hánseles y Grételes son... -Los miró, esperando
que le festejaran el chiste, y como nadie lo hizo, se
enfurruñó-. Qué decepción cuando veo que pierden el
sentido del humor.
-¿Dónde están Paz y Camilo? -preguntó Tacho.
-Están resistiendo desde su lugar-respondió Tic Tac.
-Su lugar es acá -protestó Thiago.
-No, su lugar es su lugar, y el de ustedes es el de ustedes,
eso es así por definición.
-¿Por qué tenemos que estar solos? -preguntó Mel.
-No están solos dijo Tic Tac y señaló las fotos que Thiago
había impreso y que habían colocado sobre una pared-.
Nico, Cielo, Paz, Camilo..... todos los que les marcaron
alguna vez el camino, están acá, con ustedes, en ustedes.
Desde que eran chicos que querían ser grandes, ahora que
son grandes, ¿van a llorar como chicos? ¿O qué creían que
significaba ser grande? Señores, bienvenidos al mundo real.
Les tocó lidiar con este mundo, y sí, no está fácil la cosa,
pero no están solos. Ni perdidos, ni vacíos.
-No jodas con tu discursito-se quejó Tacho, enojado-. Nos
persiguen, nos cazan, nos matan. Mataron a Jazmín.
Tic Tac hizo un silencio, y luego dijo, evasivo:
-Ustedes tienen que cruzar el muro, y para hacerlo tienen la
llave.
-¿Esta llave?-preguntó Thiago, extrañado, mostrando la que
había recuperado.
-¡Sí, esa! -dijo Tic Tac, y de inmediato agregó, entre
carcajadas : No. no, claro que esa no, mirá si con esa llave
van a entrar.
-Basta, sé claro, Tic Tac-gritó Thiago, irritado.
El mensajero de Eudamón comenzó a hablarles con una
inusitada emoción.
-Hablo de la única llave que abre todas las puertas, la llave
maestra. Esa que nos hace llorar cuando nos olvidamos de
que una vez que amamos a alguien no existe más la
soledad. La llave maestra es esa capaz de abrir el candado
más cerrado, de despertar hasta el corazón más dormido. Es
una llave que va a girar, una y otra vez, hasta abrir el
candado. Es la llave de los milagros-dijo, mirando a Mel y su
panza-. Nos vuelve osados. audaces, nos abre la puerta a la
rebeldía. Sé que están esperando de mí una gran
revelación, que les baje una verdad filosófica nunca antes
revelada. Pero esta vez, sólo por esta vez, los voy a
defraudar. Para decirles que esa llave ustedes la conocen, y
la tienen. Esa llave maestra, que abre todas las puertas, es
el amor-concluyó Tic Tac.
-¿Vos viniste acá a hablarnos del amor? -Ya se calentó
Tacho.
-Yo vine a hablarles del muro ese que tanto los hace sufrir. Y
a decirles que no hay puerta que no se pueda abrir, ni
cerradura que se resista a la llave maestra. «Todo lo que
necesitas es amor», decían los Beatles. Tan simple y tan
complejo como eso. Y yo vengo a traerles, como siempre, el
mensaje de lo obvio, de lo que tienen frente a sus narices y
no ven: tienen la llave maestra, que es el amor. Esa es la
gran respuesta a todos sus interrogantes. El amor por sus
amigos, sus novias, sus vidas, sus sueños... Es todo lo que
necesitan para abrir la puerta que lleve al otro lado del
muro,
Cuando Tic Tac terminó su frase, todos vieron, con estupor,
dos lágrimas perladas, cargadas, pesadas, que rodaron por
sus mejillas. Eso los asustó.
-Tic Tac, ¿qué te pasa? Vos no llorás...-dijo Thiago.
-Falta mucho amor en este mundo, chicos-dijo Tic Tac-.
Eudamón, mi plano, está muriendo. Están matando la vida,
la verdadera vida. Y la única esperanza son ustedes. La
única arma con la que cuentan es el amor. Sean fuertes en
su amor y serán poderosos. Todo lo que se necesita es
amor, y claro, un poquito de esperanza.
A pesar de que le hicieron muchas preguntas, no lograron
obtener nada más concreto que eso. Antes de despedirse,
Tic Tac quiso tener unas palabras a solas con Thiago, que no
salía de su asombro por ver tan emocionado a Tic Tac. Había
una doble emoción en el hombrecito de blanco, por un lado,
el dolor por lo que estaba ocurriendo, y por el otro, estar
parado frente a su padre siempre lo conmovía.
-No me gustan las despedidas-dijo Tic Tac, puchereando-. Yo
sé, es difícil, soy un tipo querible, re querible, y yo les tomé
algo de..., de afecto. Pero hay que ser fuertes.
Y le dio un abrazo, muy sentido. Thiago lo separó y lo miró
serio.
-Tic Tac, dale, ahora hablá.
-Ya hablé, Thiago. Me oíste, todos me oyeron, tengo una
oratoria envidiable.
-Estás moqueando como un nene, ¿qué pasa?
-Estamos al horno con papas, Thiago -reconoció Tic Tac, con
una seriedad que le puso la piel de gallina-. Esta gente logró
meter sus narices en Eudamón. Nunca nadie lo había
logrado. Ellos si. Y lo están destruyendo. No nos vamos a
ver por mucho tiempo.
-Vos dijiste que Paz y Camilo están donde tienen que estar...
¿Eso quiere decir que... Paz murió?-preguntó Thiago con
temor.
-¡No murió! No podría. Está luchando en Eudamón, y a la
vez esta acá... con ustedes
-¿Y Camilo? Vale creyó escucharlo en una radio.
-No era Camilo, Escuchame, no hay tiempo-dijo Tic Tac y le
tomó la cara- No los esperen, ¿me oís? Esto lo tienen que
resolver ustedes. Ustedes son los guardianes de Eudamón.
No se olviden de eso.
Le dio un fuerte abrazo, emocionado, y se fue. Pero volvió
enseguida.
-Una cosa más. Abran los ojos.
Thiago asintió, Tic Tac dio la vuelta para irse, pero
enseguida volvió sobre sus pasos, era evidente que estiraba
la despedida.
-Otra cosa más. Hay que saber en quién confiar.
Thiago, asintió, pensativo. Tic Tac volvió a hacer ademán de
irse, pero esta vez volvió y ya no se contuvo: le dio un
fuerte abrazo de despedida a su padre. Dentro de la
guarida, los chicos comentaban, no sin cierta frustración,
sobre el estilo de Tic Tac de hablar y hablar y no decir nada.
-Esta vez dijo bastante-dijo Thiago, regresando-. Me dijo que
Paz está en Eudamón. Y que no los esperemos más. Y otra
cosa, que hay que saber en quién confiar.
-Es lo que vengo diciendo hace días -dijo Tefi, mirando a
Terra que acababa de entrar.
Pero en ese momento Thiago se quedó callado, pensativo, y
Tacho lo notó. Sin decir nada, Thiago tomó el handy y se
comunicó con Gonzalo y Nina.
-Te copio, Thiago-respondió Gonzalo.
-Quería saber si Teo ya había hablado.
-No, lo estamos interrogando, pero no habló -mintió
Gonzalo, mirándose con Nina.
Y ante esa respuesta, Tacho y Thiago se miraron también.
Ambos habían escuchado a Teo en la urbe, al frente de los
cazadores como siempre. No sabían por qué habían mentido
Nina y Gonzalo, pero estaba claro que en ellos no podían
confiar.
Un nuevo camino
 

Mar estaba en su habitación, aburrida, poniéndole lunares a


modelos de pelo muy cortito, cuando vio algo en un objeto
de decoración del cuarto que le llamó la atención. Era como
una pequeña protuberancia que sobre salía del adorno. Se
acercó, extrañada, y la tocó casi con asco, pensando que
podía ser un bicho, pero resultó ser una especie de botón
metálico que cedió ante la presión y cayó. Mar lo tomó, lo
miró de cerca y se dio cuenta, escandalizada, de que era
una microcámara.
Varias veces ya se había sentido espiada. Y no era sólo
una sensación, claro, era lo que ocurría. Pero al encontrar
esa cámara, todas sus teorías conspirativas cobraron fuerza.
Corrió al comedor, donde Ito, León, Ramiro y Hope
almorzaban. Ellos la vieron llegar con lentes de sol enormes,
un pañuelo de seda cubriéndole la cabeza y parte de la
cara, y con una actitud paranoica. Por querer pasar
desapercibida, llamaba mucho la atención. Se les acercó,
subrepticia, y les dijo:
-En veinte más diez nos vemos con Marco Polo. Y amagó a
salir, pero todos la miraron desconcertadísimos, entonces
regresó y eligió otra frase en clave.
-En media can can, metemos cloro y antiparras. -Y como
ninguno captó tampoco ese código, aclaró: ¡En media hora
en la pileta, perchos!
Todos acudieron a la cita, y ella los obligó a meterse en la
piscina, porque si alguno tenía micrófonos encima, Mar
confiaba en que el agua los arruinaría. Cuando por fin les
explicó el motivo de su paranoia, todos desestimaron su
preocupación. Menos Hope, que sabía que los vigilaban las
veinticuatro horas.
Como, efectivamente, los monitoreaban, René ya había
advertido que Mar había descubierto la microcámara y
envió a Valentina, que trabajaba para ellos, a resolver la
situación. La falsa gemela les aclaró que las cámaras eran
para custodiarla a ella, ya que el Gobierno temía que los
salvajes quisieran matarla como a su hermana.
Todos tomaron esa explicación por válida, aunque Mar no
se quedó del todo tranquila. Quedaron solo ella, Jazmín y
Hope en el spa. Hope, de manera sutil, las fue acarreando
hasta un sillón circular, las hizo recostar junto a ella,
tratando de recrear las míticas rondas de amigas que antes
eran una costumbre diaria entre ellas.
Jazmín les contó las novedades con Teo: la había invitado
a cenar una comida que él mismo preparó, y habían
cantado juntos una canción que ella había escrito.
-¡Ay, escribiste una canción! ¿Cómo se llama? -se
emocionó Hope.
-Sí. No sé todavía si llamarla Cambiar de aire o Un nuevo
camino.
Jaz contó que él era muy seductor y siempre proponía
juegos. Sin embargo, cada vez que estaba por pasar algo
entre ellos, irrumpía un llamado de Luz que lo convocaba. El
colmo había sido cuando se hizo una fiesta de gala en el NE,
a la que Jazmín iba a ir con Teo, pero él apareció con Luz
como su cita. El luego intentó explicarle lo que había
ocurrido, pero Jazmín era demasiado orgullosa y no quiso oír
excusas.
Mar, por su parte, se remordía por no tener ninguna
historia de glamorosa que contar, ya que, a pesar de ser la
más popular y deseada, nadie la invitaba a salir, ni siquiera
había conseguido una pareja para ir a esa fiesta. Eso la
tenía mal porque llegaba el otoño, y Mar sostenía que en
otoño se usa novio.
Cuando quisieron saber sobre la vida amorosa de
Esperanza, ella les dijo que tenía un novio fuera de la urbe.
-¿Cómo se llama?-preguntó Mar, extrañada.
-Nerdito-respondió ella sin pensar.
-¿Nerdito?-respondieron las dos al unísono.
-Es italiano-se apuró a aclarar Hope. Se pronuncia Nerdetto..
Hope les habló de ese supuesto novio italiano del que debía
estar separada, sin revelar, claro, que en realidad Nerdito
estaba resistiendo en los sótanos. No pudo compartir en la
ronda de amigas su reencuentro con él, quien estaba
convencido de que en la superficie había habido una guerra
nuclear y que estaba todo contaminado, por eso andaba con
ese traje antirradiación cuando salía de su escondite. Hope
había intentado explicarle que esas explosiones no habían
sido nucleares, pero él seguía convencido Ella dejó que
creyera lo que quisiera, pero le suplicó que nunca subiera,
bajo ninguna circunstancia.
Pero, aunque no podía confesarse como hubiera deseado
en la ronda de amigas, Hope estaba feliz porque, de alguna
manera, se había recuperado esa costumbre.
En el mismo momento, a algunos kilómetros de allí, había
otra media ronda de amigas que hubiera completado la
típica ronda de seis. Melody, Tefi y Vale estaban tiradas
sobre una alfombra en la guarida. Tefi no paraba de hablar
de Terra y de la necesidad de la Resistencia de sacarse a
esa amenaza de encima. Aunque sus amigas trataban de
calmar sus celos, había algo que Tefi percibía bien. Terra
estaba obsesionada con Luca y las negativas de él a estar
con ella sólo la encendían más.
Valeria les contó, divertida, una conversación que había
tenido con Simón, quien aún en la incomodidad de la
guarida, siempre buscaba la manera de encontrar el espacio
para estar a solas con ella para tener un encuentro íntimo.
Valeria, bromeando, le había dicho que iba a tener que ser
paciente y esperar hasta el casamiento, y Simón había
recogido el guante y le dijo que si esa era la condición, él
estaba dispuesto a casarse con ella. Valeria les contó que
entonces respondió: ¿Así nomás? No, yo necesito pedido de
mano, compromiso, vestido blanco, fiesta..., y que Simón no
se tomó en broma el chiste, le dijo que si eso era lo que
quería, él se ocuparía de hacer una propuesta a la altura de
sus deseos. Las tres se rieron, ninguna pensó que Simón lo
haría.
Por su parte, Melody manifestó que toda su energía y
pensamientos estaban en su embarazo. Aún le dolía lo de
Teo y no podía pensar en el amor. De todos modos, Tefi y
Vale coincidieron en que era bastante evidente que entre
ella y Tacho estaba pasando algo. El rubio estaba
demasiado pendiente de ella, pasaban mucho tiempo
juntos, y se había ocupado de conseguir el ecógrafo que
necesitaban.
-Además, donde hubo fuego...-dijo Vale.
-Y son los dos viudos, gorda, qué mejor-agregó Tefi.
-Teo no está muerto-la corrigió Mel.
-Es como si lo estuviera, gorda, es un cazador. Melody
reconoció que ella y Tacho estaban bastante cercanos, pero
negó que tuviera una connotación amorosa. No fue del todo
sincera, ya que pocos días antes, una tarde en que habían
ido todos al lago a distenderse un poco, ella había tenido un
calambre y él le había masajeado el pie, y se había
producido un acercamiento. Probablemente se hubieran
besado si no hubiera llegado Thiago a buscarlos para irse.
Era irónico, y cruel, porque mientras Melody y Tacho, a
pesar de que lo negaran, estaban cada vez más próximos,
Jazmín y Teo también estaban en las vueltas preliminares de
un romance. Sus vidas habían tomado un nuevo camino,
amores genuinos aunque equivocados estaban naciendo
entre los cuatro, creando una tragedia que sin dudas
explotaría a futuro, cuando se reencontraran.
Thiago y Tacho solo compartieron con Luca sus sospechas
sobre Nina y Gonzalo. Más que sospechas eran certezas,
porque no había dudas de que habían mentido. Además, Tic
Tac había remarcado que abrieran los ojos. Sin embargo,
esa misma tarde, cuando estaban todos en el lago,
aparecieron Nina y Gonzalo heridos, montando un caballo.
Los tres amigos oyeron con desconfianza el relato de
ambos. Gonzalo explicó que habían sido asaltados por un
grupo de soldados cuando interrogaban a Teo. Ellos habían
alcanzado a huir, pero los cazadores se llevaron a Teo.
El cuento cerraba, explicaba por qué ya no tenían a Teo,
aunque una vez que la confianza cae, es difícil de restaurar.
Thiago les creyó, pero no así el resto de sus compañeros,
que ya no volvieron a fiarse de ellos y resentían la decisión
de Thiago de dejarlos estar en la guarida. Thiago hizo lo
posible por que los aceptaran, incluso Nina cocinó manjares
para ellos, pero todos le hicieron el vacío.
Como Mar había perdido el colgante de Alai, León se
obsesionó por encontrar otro similar para granjearse la
simpatía de la princesa. Sin embargo le resultó imposible,
ya que las llaves metálicas eran algo del pasado, le dijeron
que sólo podían conseguirse fuera de la urbe. León jamás
había atravesado el muro, ni sentía deseos de hacerlo.
Estaba muy confortable rodeado de esas paredes que lo
hacían sentir seguro. Pero estar enamorado a los catorce
años confiere una determinación y un arrojo nuevo. Si había
que salir de la urbe para conseguir la llave para conquistar a
Alai, cruzaría el muro.
No era tan sencillo, se necesitaba un permiso especial, y
aunque él era una suerte de ahijado de la jefa, ni siquiera
ese privilegio tenía algún valor en cuanto a permisos de
salida. Sin poder apelar a sus influencias, León apeló a su
recurso innato, en realidad, al de Lleca: la negociación. Se
acercó a Lobo e intentó encontrar algo que el otro
necesitara, con lo que pudiera negociar su salida. Lobo
parecía incomprable, sin embargo, León era un joven con
muchos recursos, tenía una gran cantidad de tarjetas de
descuentos y pases VIP a los lugares más exclusivos. Lobo,
inesperadamente, aceptó la coima de León y lo autorizó a
salir de la urbe sólo por media hora, también le indicó la
zona por la que debería moverse, que estaba libre de
salvajes.
León avanzó como si caminara sobre terreno minado.
Estaba muy decidido a encontrar esa llave, pero internarse
en el bosque lo turbaba, era un mundo nuevo para él, y la
incerteza de lo que podría hallar era a la vez atractiva y
aterradora.
A unos quinientos metros de la urbe encontró una casa
abandonada, con el techo semiderrumbado. Con mucho
sigilo, y asco, ingresó y revisó cada puerta rogando
encontrar rápido una llave. Halló algunas, pero ninguna se
asemejaba a la que quería Alai. De pronto, percibió un
movimiento por detrás. Giró, en guardia, temiendo que se
tratara de un animal, o peor, de un salvaje, pero no había
nada. Su corazón se aceleró, el arrojo que le había dado el
amor perdió impulso, y de pronto se dio cuenta del desatino
que estaba cometiendo, se había expuesto a un peligro
mortal por contentar a una chica. Pegó media vuelta para
irse, pero apenas salió de la casa, se topó con una
adolescente de aspecto algo desaliñado, con mirada
asustadiza y respiración agitada. Sin dudas era una salvaje,
pero, a pesar de eso, León pensó que era increíblemente
bella.
Se miraron unos instantes, aterrados por igual, hasta que
él se atrevió a preguntar:
-¿Sos una salvaje?
Ella salió corriendo, León ya no se sentía seguro allí,
pensó que quizás la salvaje había ido a buscar a sus amigos
salvajes para faenarlo, así que volvió corriendo a la urbe.
Por la noche, estaban preparándose para cenar cuando por
la escalera descendió Simón. Se había arreglado lo mejor
posible con lo que tenía, se había peinado y se había puesto
un saco. Vale, que estaba limpiando verduras, lo vio y no
pudo evitar reírse.
-¿Qué hacés, gato?
-Vos querías algo más romántico, ¿no?-dijo Simón, se
arrodilló y declaró, exagerado: He cruzado océanos y
tempestades. He peleado contra ejércitos, dragones y
bestias de todo tipo...
Se produjo un bache, era evidente que se había quedado sin
letra. Y Jony, que estaba más atrás, le apuntó en un susurro.
-Ah, no, te tiene que pasar letra Jony-protestó Vale,
divertida.
-Shh, vos escuchá la interpretación -dijo Simón, y retomó-: Y
todo eso, amada mía, para estar a tu lado, amada mía,
valga la redundancia. Y aquí, delante de nuestros amigos,
me rindo a tus pies y pido tu mano. Mi amor. ¿te queres
casar conmigo?
Ya todos se habían acercado a ver el show y aplaudieron y
silbaron el pedido de casamiento. Valeria estaba roja de
vergüenza.
-Y, tumbera, hacete cargo ahora, eh-la presionó Tacho.
-Todo bien, gato. Es meritorio lo de los dragones y todo eso,
pero como pedido de casamiento sigue siendo bastante
pobretón, te voy a decir.
Todos exclamaron un «uhhh» ante el nuevo rechazo de
Valeria.
-No te adelantes, teneme un poco más de fe. Esto recién
empieza, faltan muchas sorpresas -dijo Simón, y era
evidente que no tenía nada más que eso preparado.
-¿Ah, sí? ¿Por ejemplo...?-preguntó Valeria, divertida.
Simón miró a Tacho y a Jony, suplicando ayuda.
-Por ejemplo...-dijo Simón, inventando-, Por ejemplo la
serenata. Y ante un gesto de Simón, Tacho corrió hasta el
tocadiscos.
-Cuando me puse a pensar en un tema que represente
nuestra historia de amor, me dije: no puede ser cualquiera.
Así que por eso, elegí este -dijo Simón para ganar tiempo.
Tacho puso el primer disco que encontró y estalló un
clásico de Los Iracundos.
Por tu carita pintada, 
por tu carita que es de niña mimada, 
por tu carita que nunca dice nada
descubrí lo que es amor.
Tacho sumó a Jony y Thiago, y los tres secundaron a
Simón, haciendo los coros, mientras el galán iba tratando de
adivinar la letra de una canción que no había escuchado en
su vida. Los cuatro cantaron como pudieron el estribillo.
Y es por eso (por eso, por eso). 
Es por eso que estoy preso...
(por eso, por eso)...
de tu loco corazón.
Valeria, junto con las chicas, lloraban de risa. Simón
terminó de cantar y suplicó:
-Y, gatita, ¿ahora qué me decís?
-¡Sí, gato! Ahora sí. ¡Nos casamos! Los demás retomaron la
canción, bailando y cantando alrededor de Vale y Simón,
que se besaban, enamorados, presos de sus locos
corazones.
Una cuestión de confianza
 
Más tarde, esa noche, Nina y Thiago se encontraron en la
galería externa, buscando un poco de paz y silencio. Ella
aprovechó para agradecerle por haberla defendido cuando
todos desconfiaban de ella y la trataban con hostilidad. A
Thiago le costaba bastante entender las señas, pero poco a
poco iban logrando comunicarse mejor. Estuvieron un buen
rato charlando de esa manera, sobre todo, él le entendía
leyéndole los labios. Pero de pronto ella le dijo algo que él
no pudo comprender.
-No, ahí me mataste. A ver de vuelta?
Ella volvió a repetir las señas, pero él no consiguió
entenderla.
-No, ni idea. ¿Qué quiere decir? Dame una ayuda.
Y ella, convencida de que ambos estaban en la misma
página, le tomó la cara con suavidad y le dio un beso en la
boca. Thiago abrió grande sus ojos. Ese avance de Nina, tan
sorpresivo e inesperado para Thiago, fue un error de cálculo
de Nina. Si bien sabía que Thiago no dejaba de extrañar a
su novia, pasado un tiempo y luego del acercamiento que
había logrado con él, consideró que ya tenían cierto grado
de intimidad. Pero, aunque era muy diestra en casi todo, en
cuestiones del amor, Nina nunca sabía bien cuándo actuar y
cuando esperar.
Thiago la apartó, con delicadeza, y casi con culpa le dijo:
-No, Nina. Perdoname, pero no puedo.
Ella asintió, muy avergonzada, y quiso irse. Thiago no
quería lastimarla e intentó explicarle los motivos de su
rechazo, lo mal que seguía por su novia con la que no perdía
las esperanzas de reencontrarse. Pero Nina le dijo algo en
lenguaje de señas que por supuesto Thiago no entendió, y
se fue. Él se quedó algo angustiado por ella. En Nina, en
cambio, el dolor y la humillación pareció convertirse en otra
cosa.
Se fue de la guarida, se internó en el bosque y fue hasta
una casa abandonada ubicada en un paraje lejano, muy
cerca de un sector del muro. Ingresó a la casa, se desvistió
hasta quedar en ropa interior. Guardó toda su ropa de
salvaje en un cajón y de otro sacó ropa muy elegante, en
gama de grises. Se vistió, se peinó y maquilló. Se convirtió
en pocos minutos en una digna habitante de la urbe. Luego
se dirigió a unas chapas que había en el fondo de la casa,
las levantó y descendió por una especie de sótano que
conducía hacia un pasillo. Caminó unos pocos metros en
dirección hacia la urbe y salió del otro lado por una abertura
similar.
Una vez dentro de la urbe, se dirigió al NE, allí se detuvo
frente al bar y se quedó observando fijamente a Marianella,
que se estaba colocando unos rollers. Luego se puso
auriculares y salió a patinar. Nina, sin dejar de observarla,
fue tras ella.
El casamiento de Vale y Simón sería al día siguiente, y
todos ayudaban a Simón con los preparativos. De pronto,
Tefi reparó en algo que la inquietó: ni Luca ni Terra estaban
en la guarida. Las respuestas evasivas de todos no la
tranquilizaron, y menos la sosegó notar que se estaba por
desatar una tormenta y era de noche. Nadie se había
animado a contárselo a la vicelíder, pero Luca y Terra habían
ido al hangar a terminar los arreglos del helicóptero.
Terra quitó una plaqueta quemada y se la mostró a Luca.
-¿Tendrá arreglo esto?
-Y, hay que darse maña-dijo Luca, que estaba sentado en el
asiento del helicóptero, intentando arreglar otro repuesto.
-Hablamos de lo nuestro, ¿no?-dijo ella, sonriente, y lo
abrazó.
-Me vas a cansar con este jueguito, Terra-le advirtió él.
-Sí, la estrategia es ganarte por cansancio-admitió Terra,
que era muy desenfadada, pero como Luca la apartó y
siguió concentrado en el repuesto, ella lo provocó Esta
versión tuya es patética. Así, tan resignado.
-Enamorado-aclaró él.
-Aburrido-repuso ella-, vos necesitás diversión. Y empezó a
jugar con sus manos, acariciándole el torso. A Luca no le era
indiferente. Ellos habían tenido una relación fugaz, pero
muy pasional, cuando se conocieron en Cielo Abierto, y si
algo los había unido era la piel. Luca intentó poner un freno.
-Tefi es mi novia. Pasamos cosas terribles, resistimos juntos.
No le puedo hacer esto.
-Pero querés...-afirmó ella.
-Basta, Terra, termina con esto-le pidió él.
-Me callo, dejo de histeriquearte y te beso? ¿Eso decís? Y sin
dejarlo responder, hizo lo que propuso.
A Luca lo mortificaba la idea de serle infiel a Tefi, pero a la
vez sentía una suerte de mandato masculino que lo hacía
suponer que un hombre nunca podía negarse a una
propuesta así, y terminó accediendo a la insistencia de Terra
Apenas terminaron, Luca se enojó consigo mismo. Buscó su
ropa para cambiarse y regresar a la guarida, pero Terra le
señaló que estaba por largarse una tormenta de las fuertes,
y dijo que sería más prudente pasar la noche allí. Luca sabía
que eso lastimaría aún más a Tefi, así que quiso volver de
todas maneras.
-¿Desde cuando te enroscás tanto, Luca? Ya está, lo que
pasó acá, queda acá, ¿OK?
Estalló un temporal de viento y granizo, y Luca no tuvo más
alternativa que pasar la noche ahí. Logró comunicarse con
Thiago a pesar de la mala señal, y le aviso. Al día siguiente,
Terra despertó y lo encontró practicando tai chi chuan.
Estaba taciturno y malhumorado.
-Me dejaste durmiendo sola-le reprochó ella. ¿Intentás
canalizar tu culpa y calmar tus demonios? ¿Dio resultado?
-Terra, no jodas. Vos lo dijiste, lo que pasó anoche, quedó
anoche.
-Vos sabés que no aseguró ella.
-Vos sabés que sí-aseguró él y propuso regresar a arreglar el
helicóptero, pero en ese momento se comunicó Thiago y le
preguntó si Tefi estaba con él, ya que parecía haberse ido
durante la noche, posiblemente a buscarlo a él.

A la culpa que ya sentía, se le sumó una nueva, aterrado


por lo que le pudiera haber pasado a Tefi en el bosque con
semejante tormenta. Luca salió disparado a buscarla.
Todos en la guarida también salieron a rastrillar el bosque
para ubicarla, pero pasaron las horas y no había señales de
Tefi. Luca regresó a la casa, desesperado y mortificado,
convencido de que había sido capturada por cazadores. Pero
cuando ya todos estaban perdiendo las esperanzas,
aparecieron Gonzalo y Nina, trayendo a Tefi, que tenía una
herida en el pie. Luca corrió hacia ella, casi llorando de
alivio.
-¡Flaqui!
-No me toques, Luca-dijo ella, dolida y enojada.
Gonzalo explicó que la habían encontrado atrapada en una
trampa que los cazadores llamaban "jabalí". Era un
dispositivo que emitía una señal inmediata indicando que
había un salvaje capturado.
-Tuve suerte de poder liberarla antes de que llegaran los
cazadores, dijo Gonzalo.
-¿Cómo vas a salir de noche sola? -le dijo Luca.
-¿Y cómo vos te vas a ir a pasar la noche con esa... mujer? -
retrucó Tefi, con una angustia profunda.
-Solo fuimos a arreglar el helicóptero-dijo Luca, tratando de
sonar convincente.
-No confío en vos-dijo ella y se alejó de él. Luca, con una
mezcla de culpa y bronca, se descargó con Gonzalo.
-Y vos, qué casualidad que justo la encontraste.
-Pará, Luca, ¿encima que la salvó, lo bardeas? -intervino
Thiago.
-No confío en este chabón -dijo Luca, furioso.
-Yo confío más en él que en vos-dijo Tefi, desde su cama.
Luca intentó acercarse a ella durante el resto del día, pero
ella se rehusó y se mantuvo todo el tiempo flanqueada por
sus amigas. A fuerza de insistir, Luca logró que los dejaran a
solas. El se sentía una basura, no se perdonaría jamás
haberle sido infiel ni el peligro en que se había puesto Tefi
por él.
-Me quiero matar, Tefi. Esto pasó por mi culpa, por favor,
hablame, flaqui...
-Yo entiendo muchas cosas -dijo ella, finalmente. Estaba
demacrada, débil, con una tristeza que Luca no le conocía-.
Que te encuentres con ella. que la traigas a casa. Puedo
entender todo, hasta entiendo que soy una pesada y celosa.
Pero no puedo entender que vos me trates como una
pesada y celosa. Se supone que vos me amás y que me
amás como soy. Y que me respetás. Irte a pasar la noche
con una chica de la que estoy muerta de celos no es
respetarme. Me haces sentir que no te importo.
-Me importás mucho, flaqui... Y te amo, así, como sos,
porque sos así te amo.
-¿Y entonces por qué lo haces? ¿Por qué estas todo el
tiempo con Terra? ¿Es porque yo no quise hacer el amor
todavía? Luca negó con la cabeza y bajó la mirada. La
mención del sexo le removió la culpa que sentía por lo que
había hecho unas horas antes.
-No me podés ni mirar a los ojos, Luca. ¿Es por eso?
-¡No! Te imaginás cosas que no son.
-Yo necesito confiar en vos. Vos decime que no pasa ni pasó
ni va a pasar nada, y yo te creo. Pero mirame a los ojos y
decímelo.
-No pasó ni va a pasar nada con Terra-mintió Luca,
mirándola a los ojos.
Ella se abrazó a él, aliviada. Necesitaba desesperadamente
esa mentira.
Esa noche, Simón había organizado dos despedidas de
soltero, una para él y otra para Vale, porque se había
tomado muy en serio la propuesta de casamiento. Los
chicos se terminaron prendiendo porque nunca dejaban
pasar la posibilidad de una fiesta.
Tefi se fue animando poco a poco, y decidió darle otra
chance a Luca. También pensó que debía terminarla con los
celos y la obsesión con Terra, después de todo, esos temas
eran nimios al lado de lo que se vivía en la Resistencia. Así
que durante la fiesta, propició un acercamiento.
-Terra, ¿podemos empezar de vuelta? -dijo Tefi,
tendiéndole la mano. Terra se la estrechó, pero sin entender
a dónde iba. Me puse nerviosa, soy algo impulsiva, insegura
y desconfiada, pero Luca ya me explicó todo -aseguró Tefi.
Terra sabía que Luca no le había dicho la verdad. Que esa
reconciliación se sostenía en una mentira de Luca que Tefi
había elegido creer. Y a Terra le molestaba mucho que esa
pareja, que para ella no tenía ningún sentido, no se hubiera
roto.
-¿Sí, te explicó todo? Bueno, no te hacía tan liberal-dijo
calculadamente.
-Yo no entiendo nada de política -dijo Tefi, sin captar en su
inocencia la indirecta de Terra-, pero dale, sin rencores, ¿te
parece?
-Sí, me parece -dijo Terra, sonriente, y agregó: Y quedate
tranquila que fue sólo sexo.
Se fue hacia las chicas y se puso a bailar con ellas. Tefi se
quedó unos segundos procesando el misil que le había
disparado Terra. Era uno de acción retardada, sabía que en
pocos minutos, la relación entre Luca y Tefi estaría
dinamitada.
Cuando ya estaba terminando la fiesta, Nina se acercó
con Jony a Thiago y le dio algo que lo descolocó. Jony, que
era quien mejor entendía el lenguaje de señas, ofició de
traductor.
Nina dice que tiene un amigo, otro rebelde, que es
fotógrafo y saca fotos desde lugares altos para tratar de
captar qué hay del otro lado. Y dice que le mostró algunas
fotos. Nina sacó de un morral algunas impresiones, Eran
planos cortos de Mar en las calles de la urbe, aunque no se
distinguía bien el entorno. Thiago tuvo que sentarse por el
impacto de volver a verla, aunque fuera en una foto. Por
supuesto que el fotógrafo del que hablaba Nina era un
invento, esas fotos las había sacado ella misma,
persiguiendo a Mar por la urbe. Nina hizo más señas,
mientras Thiago miraba frenéticamente cada foto.
-Dice que cree que es tu novia-agregó Jony-, Y que está
adentro, ¡viva!
Thiago asintió, muy emocionado, queriendo besar cada foto.
El resto de los chicos también se emocionaron al verlas,
pero, como persistía la desconfianza a Nina y Gonzalo,
comenzaron las preguntas. Luca fue el más inquisitivo.
-Un amigo fotógrafo saca fotos desde lugares altos... Suena
raro.
Thiago le dijo que ya habían tenido bastantes pruebas para
confiar en ellos, sin embargo, Luca persistía en que para
poder confiar hacía falta conocer a la gente.
-Convengamos en que es raro. -Tacho estuvo de acuerdo
con Luca-.
-¿Justo a Mar le sacó fotos ese tipo? ¿Justo ahora aparecen?
-¿Y cómo sabia Nina que esa era Mar, o que Mar era tu
novia, eh? -agregó Luca.
A todos les pareció razonable el cuestionamiento de Luca,
entonces Nina fue hasta la pizarra donde tenían pegadas las
fotos y señaló varias de Mar, indicando que por eso la
conocía, la había visto allí. Para Thiago fue prueba
suficiente.
-Creo que hay que empezar a confiar-les dijo a Tacho y a
Luca.
Luego de ignorar a León durante días, Alai notó que ya no
necesitaba seguir haciéndolo porque él había dejado de
llamarla. Entonces comenzó a llamarlo ella, pero se
encontró con una situación insólita: ahora él le respondía
con cortesía y amabilidad, pero rehusaba cualquier
invitación, y siempre parecía no tener tiempo ni siquiera
para charlar con ella. Así como Alai había sido el capricho de
León mientras ella lo ignoraba, ahora ella se empecinaba
con él, a partir de sus desplantes.
El motivo de la indiferencia de León, además de que se
había cansado de los vaivenes de Alai, era que aquella
salvaje que había conocido fuera de la urbe le había
provocado una curiosidad irresistible. Había vuelto a esa
casa y había permanecido oculto algunas horas,
esperándola hasta que reapareció. Escondido, vio cómo ella
se las arreglaba para vivir en condiciones que a León le
resultaron penosas. Era evidente que comía lo que
encontraba, que no tenía agua corriente y que además
estaba sola. León que sintió que era un absurdo que afuera
hubiera gente como esa chica que pasara hambre cuando
en el NE tiraban cantidades obscenas de comida cada día.
Así que se le ocurrió ayudarla.
Le habían dicho infinidad de veces que no debía confiarse,
que los salvajes eran ladinos y traicioneros, pero él no podía
concebir que esa chica hermosa de ojos vivaces fuera una
amenaza. Siempre pagando el peaje requerido por Lobo,
volvió a salir, regresó a la casa y entró, tímidamente,
llamándola:
-¿Hola, estás? Mirá, yo no te quiero hacer nada. No soy
malo, solo me pareció que tenías un poco de hambre y te
traje comida. Lo que encontré... Algo de pollo al curry, lomo
al champignon, unas milanesas, varios chocolates, un par
de gaseosas. Bueno, no sé si te gustará, es lo que tenía a
mano. Te lo dejo, que lo disfrutes, ¡chau!
León fingió retirarse, pero permaneció escondido. Sin
embargo, ella, desconfiada como un gato, se quedó en su
propio escondite, y no salió hasta que él se aburrió y se fue.
Al día siguiente, León regresó, vio que la caja que había
dejado el día anterior estaba pelada y sonrió. Dejó otra que
había llevado, y nuevamente le habló al aire.
-Te traje más comida y también un poco de ropa. Me pareció
que andas medio cachuza de pilcha, y está empezando el
frío, así que... Bueno, nada, te dejo todo acá.
Apoyó la caja, sabiendo que desde algún lugar la salvaje lo
estaría espiando. Hizo el ademán de irse, pero volvió a
quedarse escondido. La salvaje seguía tan desconfiada
como el día anterior, y el anterior, pero por algo ese chico
seguía trayéndole comida. Si fuera un cazador, ya habría ido
con armas y con otros cazadores, pensó. Así que un poco
menos temerosa, salió del escondite y se acercó a la caja.
Se apresuró a agarrar las provisiones y atinó a irse, pero
cuando iba a salir, apareció León, que la sorprendió.
-Hola-dijo León.
-Hola-respondió ella, cauta.
-Todos somos desconfiados por naturaleza. Es nuestra
manera de protegernos. Hay que ser muy suave para
ganarse la confianza de alguien. Suave y paciente.
La que hablaba era Vale, bellamente ataviada con un
vestido de novia que Melody y Tefi habían confeccionado
con los mejores retazos que había en la guarida. Tenía una
corona de flores silvestres y estaba parada frente a Simón,
que vestía de blanco y la miraba sonriente y enamorado.
Había un altar de madera improvisado en un claro del
bosque, y los rodeaban todos sus amigos, que oficiaban de
testigos de esa boda que había comenzado como un chiste
pero se había transformado en algo muy serio.
Es que en esas circunstancias en las que vivían, cada
gesto tenía mucho valor. Los compromisos, la palabra
empeñada, tenía mucho más valor ahora para ellos que en
el mundo de antes, donde todo debía rubricarse con
papeles, firmas y sellos.
-Para mí, todo funciona por la confianza. La gente vive y
duerme tranquila en su casa porque confía en el arquitecto
que la hizo. O sigue las indicaciones de un médico porque
confía en la ciencia, y en ese médico. Todo es una cuestión
de confianza. La amistad y el amor se basan en la
confianza. Y yo confío en vos-concluyó Vale.
-Todo esto empezó como un juego-dijo Simón. Y quizás lo
siga siendo. En todo caso, es un juego en serio. Yo quiero
jugar a amarte toda la vida, a despertarme con vos, a tener
mi familia con vos, porque es un juego que me encanta, que
me conmueve, que me enamora, que me hace feliz. En este
juego tan peligroso que es la Resistencia, amarte a vos es la
mejor manera que encuentro para resistir. Entonces, acá,
ante nuestros amigos, te digo que quiero pasar el resto de
mi vida al lado tuyo. Todos estaban conmovidos. Melody y
Tacho se miraron con los ojos llenos de emoción. Thiago,
que oficiaba de juez, se dispuso a hablar, pero Vale retomó
la palabra.
-Perdón, me quedaron cosas por decir. Yo también quiero
resistir con vos y amarte toda mi vida. Yo empecé amarte el
día que me salvaste la vida. Y sé lo que significó eso para
vos. No pudiste salvar a tu hermanito, pero a mí si.
Simón asintió, tratando de contener las lágrimas, aunque
fue imposible.
-Mi amor por vos nació cuando tuviste mi vida en tus
manos. Y por eso te amo. Porque me enseñaste que podía
confiar en vos. Por eso sé que te puedo entregar mi vida,
sabiendo que la vas a cuidar como nadie. Me demostrás
todos los días que sos un alma pura, que puedo confiar en
vos. Porque sé que si me decís que vas a estar, ahí te voy a
encontrar. Porque tu palabra vale tanto como tus actos.
Porque sos verdad, Simón.
Mientras los novios intercambiaban sus votos, Luca
regresó a la guarida porque Tefi no había ido a la boda.
Tenía miedo de que le hubiera pasado algo otra vez. Pero la
encontró allí, sola, y llorando.
-¡Mi amor! Ya empezó el casamiento.
-Sí, lo lamento por los chicos, pero si encima iba a una boda,
me suicidaba.
-Ey, ¿qué pasa?
-Que fue sólo sexo. Eso pasa. Y ojalá hubiera sido algo más,
ojalá te hubieras enamorado de ella porque por lo menos
tendría algún sentido. Pero traicionarme así, sólo por sexo,
me hace sentir tan poca cosa que...
No pudo seguir hablando, se le estranguló la voz. Luca atino
a tomarla de las manos, pero ella lo repelió con asco.
-¡No me toques! Ni intentes otra mentira. Terra me contó
todo, se hizo la que se pisó, pero me lo dijo porque es mala.
Me rompiste el corazón, Luca. Con lo que me cuesta confiar,
¡y vos lo sabés!
-Flaqui, te juro que...
-No me jures más. Ya está. En una noche arruinaste un amor
de dos años-dijo Tefi, y se fue, llorando.
-Es muy difícil construir la confianza y es tan fácil perderla
-dijo Vale en su boda. Espero que todo lo que construyamos
a partir de hoy no se pierda nunca.
-Te lo prometo -dijo Simón.
Intercambiaron anillos, que el propio Simón había fabricado,
y luego habló Thiago.
-Bueno, primero quiero decir que nunca escuché hablar
tanto a Vale.
Todos se rieron. Era cierto, la Gata era lacónica y concreta.
Era la primera vez que se abría en público de esa manera.
-Y si lo hizo es porque te ama-le aseguró a Simón-. Y Saimon
hizo todo esto por vos, así que también te ama. Por lo tanto,
si nadie se opone, ¡los declaro marido y mujer!
Los novios se besaron, y los invitados les arrojaron pétalos
de flores y el confeti que habían podido fabricar en la
guarida. Y mientras celebraban, felices, emocionados y
relajados, la jefa de Ministros se relamía de la cacería que
estaba por hacer. Sería un safari del que sus cazadores
regresarían cargados. Una cámara de seguridad del bosque
que ninguno de los chicos había detectado estaba
transmitiendo las imágenes de la boda. En el centro de
monitoreo la jefa los observaba con una sonrisa satisfecha.
-Y sí, tenía que pasar-le dijo a René-. Se confiaron tanto en
su suerte que salieron del escondite. Y ahí se me ofrecen,
para hacerme un festín con ellos.
Tomó su handy, se comunicó con Teo y dio la orden de
capturarlos a todos.
La importancia de una bandera
 
Nerdito se despertó en su búnker y notó que Hope no había
regresado Ella bajaba algunas noches a dormir con él y le
repetía siempre que él no debía subir. A él lo preocupaba el
estado de ella, porque le decía que arriba había un mundo
totalmente cambiado, que a sus amigos les habían lavado el
cerebro y les habían cambiado sus historias de vida.
Claramente, su Hopita estaba afectada por la radiación.
Vio que era la una, pero no sabía si del mediodía o de la
noche. Hizo cálculos y dedujo que era la noche. Eran varias
horas sin ver a Hope, y temió que le hubiera pasado algo,
así que decidió desobedecer el pedido encarecido que ella
le había hecho.
Siguió el camino que ella hacía siempre hasta el agujero
que había abierto en la pared, luego reptó por el ducto de
ventilación y salió al spa, que en ese momento estaba
vacío, a pesar de que eran las trece horas, y no la una de la
mañana como él suponía.
Hope estaba más allá, en la recepción, tratando de
escuchar lo que Ingrid hablaba con Valentina. Estaba segura
de que esa falsa gemela estaba ahí para espiarlos, y quería
enterarse de cuáles eran sus planes. Por eso no advirtió
cuando Nerdito, fascinado con ese mundo nuevo, salió del
spa y avanzó hacia la salida. Nerdito reconoció el ex
Mandalay, pero estaba todo tan cambiado que temió que la
radiación lo hubiera afectado a él también y ya estuviera
delirando.
En una de las aulas se desarrollaba el examen a los
aspirantes a becarios de la jefatura de Ministros. El mejor
promedio sería galardonado con el puesto. Ese becariado
era la obsesión de Ito, hacía días que solo hablaba de eso, y
estaba dispuesto a todo para tener ese lugar en lo más
encumbrado del poder. Pero cuando Uma, la encargada de
examinarlos, le entregó el cuestionario, Ito sintió que era su
fin al leer las preguntas: «1) Protocolo de Kioto autoriza a: A.
Proteger a la jefa de Ministros; B. Destituirla; C. Convocarla.
2) ¿Qué artículo habilita los DNU? A. 666; B. 667; C. 668.
Ito comenzó a sudar. Jamás imaginó que para ser becario
tuviera que saber semejantes datos. Relojeó al resto de
chicos y chicas que hacían el examen y los vio contestar las
preguntas en velocidad; se dio cuenta de que estaba
perdido. Pero no había llegado hasta ahí para resignarse, así
que fingió una urgente necesidad de ir al baño.
-Andá, Pérez. El tiempo que perdés es tuyo.
Ito salió al pasillo y pensó rápidamente a quién podía
pedirle ayuda; deambuló por el colegio para ver si
encontraba a Ramiro. Por apenas dos segundos no vio a
Nerdito, que entró por el otro extremo. Ito por supuesto ni
recordaba que él era de otro tiempo ni que tenía un hijo
idéntico a sí mismo, pero con el cutis lleno de acné. Nerdito
avanzó por el pasillo sin salir del asombro, creyendo haber
entrado en otra dimensión, hasta que lo vio Uma. Ella se
extrañó mucho por su cambio de vestuario, pero,
conociendo a Pérez, le exigió que dejara de hacer pavadas,
se sentara y contestara las preguntas.
Nerdito, ante todo, era obediente, así que hizo lo que le
dijeron. Se sentó, tomó la tableta y contestó las cincuenta
preguntas sin dudar y en tiempo récord. Uma quedó muy
sorprendida al ver que Pérez había respondido todas las
preguntas correctamente.
-¿Ya me puedo ir, man? -preguntó Nerdito, y Uma lo
autorizó. La incursión de Nerdito en esa otra dimensión tuvo
un final muy afortunado para Ito y muy desafortunado para
él. Ito fue elegido becario, en tanto que su hijo fue
descubierto por Ingrid. Al advertir el parecido físico con Ito,
consultó con Luz, quien al verlo supo enseguida que se
trataba del hijo de Nacho, y calculó que él era el infiltrado
que venían buscando hacía tiempo. Ordenó que lo llevaran
al centro de monitoreo para someterlo al proceso, ya que
evidentemente no había sido reseteado.
Cuando Hope regresó al búnker y no lo vio, temió lo peor.
Fue corriendo a la recepción y ahí se enteró por Ingrid de
que ya habían detenido al intruso. Ella le aseguró que no
había de qué preocuparse, ya que sería trasladado a otra
urbe de la que nunca volvería.
Thiago, que estaba siempre pendiente de la seguridad de
todos, se daba cuenta de que se estaban exponiendo de
más. No era prudente mantenerse tanto tiempo en el
bosque, pero también resistían para eso, para luchar por sus
momentos de felicidad, por las cosas que le daban sentido a
la vida. Y ahora era momento de celebrar sin miedo.
Sin embargo, repentinamente, Nina sacó un arma y
apuntó en dirección a Vale y Simón. Tacho y Thiago gritaron
para detenerla, pero ella disparó. Y todos, pálidos, vieron
que en realidad acababa de aniquilar una cámara que no
habían detectado. Thiago la miró con agradecimiento, y de
inmediato emprendieron la retirada; la zona estaba vigilada
y sería inminente la llegada de los cazadores. Pero Nina se
detuvo, sacó un aerosol de su morral, se acercó a la tela
blanca que habían usado para cubrir el altar y grafiteó algo
con pintura anaranjada. Thiago se acercó para ver lo que
hacía y vio que estaba dibujando un símbolo de la paz con
dos alas a sus costados.
Se sonrieron, ese dibujo se había empezado a usar
espontáneamente entre distintos grupos de resistencia para
dejar señales por todos lados de que seguían allí, vivos,
aguantando. Y aunque estaban en peligro porque los
cazadores llegarían en cualquier momento, Thiago estuvo
de acuerdo con Nina en que valía la pena demorarse unos
segundos para dejar ese mensaje, que los dos comprendían
la importancia de una bandera.
Cada soldado tenía en su uniforme una microcámara que
registraba todo lo que veía. A través de estas, Luz
supervisaba el avance del operativo. Ya habían fracasado
varias veces en atraparlos, y aún tenía muy fresca la
humillación de la trampa que le habían tendido Thiago y
Tacho para entrar a la urbe. Esta vez, ella no aceptaría un
fracaso. Era un ave de rapiña hambrienta y no se quedaría
sin su presa.
León estaba hablando con la salvaje que había conocido.
En realidad no se habían dicho demasiado. Ella seguía
mirándolo con recelo.
-¿Cómo te llamás? Yo soy León. Ojo, soy León, pero no
mato ni una paloma-bromeó.
-Paloma-dijo ella.
León pensó que ella tendría algún tipo de dificultad para
comprender, y le confirmó:
-Sí, paloma es una forma de decir que soy bueno-explicó,
didáctico.
-No, que me llamo Paloma -dijo ella, pero de pronto se puso
alerta como un animal, salió disparada y se escondió. León
no entendió qué estaba ocurriendo, hasta que pocos
segundos después vio emerger de entre los matorrales a un
grupo de cazadores.
-¡Paren, soy del NE, no disparen! -gritó León, alzando las
manos. Lobo le ordenó que volviera de inmediato a la urbe y
que tuviera cuidado porque la zona estaba infestada de
salvajes. Los guardias siguieron de largo, en dirección a
donde habían sido visto los chicos. León, impactado, se
quedó observándolos.
Media docena de ramilletes de soldados avanzaban desde
diferentes lugares hacia el sector del bosque donde habían
sido visto los salvajes. Confluyeron casi al mismo tiempo en
el lugar, y Teo arrancó con bronca la bandera con el símbolo
de la Resistencia. Observó el suelo, lleno de huellas frescas,
y ordenó seguirlas.
Thiago sabía que los cazadores los rastrearían, de modo
que, llegado un punto, ordenó dividirse en dos grupos y les
indicó que unos metros más adelante volvieran a dividirse
en dos. De ese modo, serían cuatro grupos huyendo y
minimizarían los riesgos.
Thiago continuó camino con Nina, Simón y Valeria, y
corrieron hasta donde tenían escondidas las motos. Nina
había amarrado su caballo y el de Gonza en el mismo lugar.
Nina subió de un salto a su caballo y salió disparada. Simón
estaba por encender su moto cuando advirtió que un
cazador se acercaba a Thiago, al tiempo que otro avanzaba
sobre Valeria. Simón resolvió en velocidad: le pegó un grito
a Thiago, advirtiéndolo del peligro, y se abalanzó sobre el
cazador que ya había atrapado a Valeria.
Se produjo un doble enfrentamiento. Thiago, ya montado
sobre el caballo, peleó contra el cazador que intentaba
desmayarlo con su arma, en tanto que Simón se trabó en
lucha cuerpo a cuerpo con el cazador que había sujetado a
Valeria. Ella también ayudó a Simón en el enfrentamiento,
pero con el forcejeo cayeron los tres por una barranca y
Valeria dio un gran grito, se había lastimado el tobillo.
Thiago logró noquear de una patada al cazador y, ya
liberado, se apeó del caballo y corrió a asistir a Simón y
Valeria, que seguían luchando al pie de la barranca. Alcanzó
a correr apenas tres pasos cuando de la nada le salió al
cruce Teo, que disparó su arma y Thiago voló por el aire
hacia atrás por el impacto que le dio de lleno en el pecho.
Teo se acercó a él, lo miró con desprecio y le tiró encima
la bandera de la Resistencia.
Algunos minutos después, Thiago sintió un olor
penetrante, casi nauseabundo, y abrió los ojos. Uno de los
cazadores le estaba pasando un frasco por la nariz para
despertarlo. Seguían en el bosque, pero en un lugar
diferente a donde lo habían cazado. Thiago estaba sentado
en el piso, apoyado contra una camioneta. Miró a su
alrededor y vio que estaba custodiado por media docena de
cazadores. Teo se paró frente a él y lo miró altivo. Si bien
Thiago era uno de los targets prioritarios, Luz le dejó bien en
claro que el pez gordo era Camilo Estrella, a él lo necesitaba
más que a nadie, así que se dispuso a negociar con Thiago:
si él le entregaba a Camilo, podría obtener algunos
beneficios.
Thiago permaneció mudo y no respondió a ninguna de las
preguntas, en cambio, desvió la vista y percibió dos ojos
entre los matorrales. Era Simón, que estaba escondido y le
hizo un gesto para tranquilizarlo.
Cuando Teo había atrapado a Thiago, Simón acababa de
reducir al cazador que lo había atacado, y vio que cargaban
a Thiago en una camioneta y se alejaban. Justo en ese
momento, regresó Nina en su caballo, extrañada porque no
la habían seguido, y Simón le pidió que se llevara a Valeria,
que estaba herida, a la guarida. Él tomó la moto que había
quedado tirada y se fue detrás de la camioneta.
Se escondió y observó el escenario. Contabilizó a los
cazadores que rodeaban a Thiago y trató de detectar a
algunos más que podían estar ocultos.
Estaban en clara desventaja, de modo que mandó un
mensaje al resto de sus compañeros por handy. Les pasó las
coordenadas y les pidió refuerzos y algo más que
necesitarían para enfrentarlos.
Simón no era el único testigo del brutal interrogatorio de
los cazadores a Thiago A unos doscientos metros, estaban
León y Paloma, subidos al techo de la casa abandonada que
ella usaba de refugio, observando la escena con unos
binoculares que tenía. León estaba raro con lo que veía,
pero más raro le sonó lo que ella le dijo:
-Gracias por no delatarme con los cazadores antes.
-¿Cazadores?-se extrañó él, que no sabía que los llamaban
así, para el eran héroes-. No, ellos no cazan, son buenos
tipos, se arriesgan para atrapar a los salvajes.
-Sí. son buenísimos-dijo ella, irónica-. Mirá.
Y los señaló. León tomó el largavistas y vio cómo
maltrataban a Thiago, evidentemente, para hacerlo hablar.
Pero no fue solo la escena violenta lo que le impactó.
También algo de ese salvaje le produjo una sensación
desconocida.
-Ese flaco...-musitó- ¿Vos conocés a ese salvaje?
-No, ¿por qué? ¿Vos sí?
León negó, pero estaba extrañado, con un dejo de angustia
en la base del estómago. Claro que lo conocía, era a quien
había elegido como su hermano mayor, era su ídolo, su
referente. En otra vida.
-Bueno, pero si Teo lo agarró es porque seguro que es un
asesino-aseguró León.
-Asesinos son los soldados-afirmó Paloma.
León estaba muy desconcertado. Paloma le daba una
mirada de la realidad que para él era inconcebible. Su
tendencia natural era a descreer de lo que ella decía, pero a
la vez empezaba a ver las cosas a través de su mirada.
Tacho, Luca, Nina, Jony, Terra y Gonza llegaron sigilosos
siguiendo las coordenadas de Simón y se acercaron a él por
el camino que les había indicado. Se reunieron escondidos
entre matorrales para evaluar los pasos a seguir. Simón se
asomó hacia donde estaba Thiago y le indicó con una seña
que ganara tiempo, que distrajera a los cazadores. Thiago lo
comprendió y así lo hizo.
-Está bien, voy a hablar. Pero no me gustan tus
compañeros. Vos y yo solos.
Mientras Thiago distraía a Teo, Simón y el resto se pusieron
de acuerdo para atacar. Estaban por hacerlo cuando Simón
se desencajó al ver llegar a Valeria.
-¿Qué hacés aca? ¿Por qué la dejaron venir? ¡Está herida!
-¡No te iba a dejar solo, Simón! -susurró ella.
-Después lo discuten-propuso Luca-. Ahora ocupémonos de
Thiago.
Teo miraba con impaciencia a Thiago, que hablaba y
hablaba sin decir nada.
-¿Dónde está Estrella?-repitió Teo.
-Agua, ¿puede ser? -respondió Thiago.
Con fastidio, Teo le dio una cantimplora y Thiago se dispuso
a beber lentamente, sorbo a sorbo. Teo se la arrebató y lo
intimó:
-Basta. Hablá
-Es tan amplia la pregunta qué sé de Estrella. Sé todo, no sé
nada. Sé, por ejemplo, que no es un traidor. ¿Vos sabés de
eso?
-Vamos a trasladarlo-decidió Teo-. Parece que necesita un
poco de acción para hablar.
Los soldados se dispusieron a subirlo a la camioneta, pero
se quedaron al ver que más allá llegaban dos cazadores
trayendo a la rastra a Simón y a Tacho, que se resistían.
-Bueno, te llegó un poco de compañía, parece-le dijo Teo a
Thiago.
Los cazadores llegaron hasta ellos, pusieron a Simón y
Tacho de rodillas y explicaron que los habían encontrado
merodeando la zona. De pronto, del bolsillo de Simón surgió
la voz de Jony.
-Garfunkel, ¿me copiás?
Teo se acercó, le sacó el handy del bolsillo y le dio la orden
de que respondiera, amenazándolo con un arma.
-Sí, Travolta, te copio -dijo Simón, a su pesar.
-Rodeamos a los cazadores que tienen a Bedoya-dijo Jony.
De inmediato, Teo y sus soldados se pusieron en alerta y
miraron en todas las direcciones. Todo el bosque se les
volvió una amenaza.
-Apenas lleguen los topos de Fuerte Azteca, atacamos con
las granadas que traen-continuó Jony hablando por el handy.
No va a quedar ni uno vivo de estos giles.
-Tenemos que irnos ya-le dijo Lobo a Teo.
Teo no respondió, estaba sopesando la situación. En eso, se
activó otro handy, y la misma voz de Jony preguntó:
-Pink Floyd, ¿me copiás?
Teo miró a los presentes para ver de dónde venía esa voz.
Los cazadores advirtieron que el handy estaba en el bolsillo
de uno de ellos. Teo se lo sacó del bolsillo.
-¿Qué es esto?
El cazador estaba en shock, no tenía idea de qué hacía eso
en su bolsillo.
-Pink Floyd, ¿estás con los soldados haciéndote pasar por
cazador? - dijo Jony- Distraelos que llegamos en dos
minutos. Todos los cazadores apuntaron sus armas al
supuesto traidor, y este, en un acto reflejo, sacó la suya y
apuntó a sus compañeros.
-Así que un traidor... -dijo Teo con odio contenido. Los
soldados que habían traído a Tacho y a Simón detenidos
eran, en realidad, Luca y Gonzalo disfrazados de cazadores.
Con sigilo, Luca le había colocado el handy en el bolsillo a
uno de los cazadores para crear esa distracción. Pero Teo no
era tan fácil de engañar, y en un giro inesperado apuntó con
su arma a Luca.
Más allá, León los observaba con los binoculares, con una
extraña contradicción. Cuando veía fútbol eran claros los
bandos: había un equipo con sus colores y sus banderas, y
otro equipo con sus colores y sus banderas. Uno sabía por
quién hinchar, tu equipo era tu equipo y el otro, el rival.
Pero ahora León no tenía tan claro quién quería que ganara.
Cuáles eran los buenos y cuáles los malos. Una semana
antes, hubiera hinchado para los cazadores, sin dudas. Sin
embargo, ahora se estaba preguntando quién era realmente
la víctima y quién el victimario.
Lo mismo le estaba pasando a Teo, de repente no tenía
certezas de quién era traidor y quién era leal. ¿El traidor era
ese al que le habían encontrado el handy o esos soldados
que no conocía y que habían traído a los rebeldes? Y
mientras él se debatía con su contradicción, Simón gritó:
-¡Ahora, Jony!
Y estalló una balacera infernal. Los cazadores se arrojaron
al piso a pesar de que no se había disparado una sola bala.
Era solo sonido, que Jony, Terra, Nina y Vale amplificaban
con parlantes alrededor de los cazadores. Y como los habían
sugestionado haciéndoles creer que llegaba un batallón de
salvajes, nadie dudó de que estaban bajo ataque y
comenzaron a disparar al aire, a pesar de que Teo les
gritaba que se detuvieran. Una vez que generaron el caos,
los rebeldes atacaron. Gonza, Luca, Simón y Thiago se
pusieron de pie y se enfrentaron con los cazadores,
desarmándolos y reduciéndolos. Los ataron y los dejaron
sentados en el piso. Thiago, antes de irse, le devolvió la
gentileza a Teo y lo envolvió con la bandera de la
Resistencia.
Los chicos emprendieron la retirada, divididos, y
regresaron a la guarida. Pero Thiago vio que Simón se
detuvo con Valeria.
-¿Qué hacés, Saimon? Vamos.
-No, nos quedamos. Es nuestra luna de miel -dijo Simón,
sonriente.
-Pero es peligroso.
-Están lejos, atados, imposible que nos ubiquen. No te pido
permiso, solo te lo estoy comunicando. No nos esperen para
la cena-bromeó Simón Thiago supo que no lo convencería, y
pensó lo mismo que antes. Para esto resistían, para
defender la vida, para defender lo que amaban. Simón y
Vale se habían casado, un acto de resistencia era seguir
adelante con esa luna de miel. Thiago le dio un abrazo muy
sentido a su amigo, que le había salvado la vida.
-Gracias, Saimon. Te debo una.
-Ya me la voy a cobrar.
Simón y Vale se fueron juntos en un caballo, y Thiago se
fue en otro hacia la guarida.
Los recién casados eligieron el mismo lugar donde ya
habían visto el amanecer juntos, para pasar una noche de
bodas inolvidable al estilo Resistencia. Habían armado una
carpita junto al lago, llena de flores y velas, y Simón había
conseguido una botella de espumante que reservó para esa
ocasión. Para mantenerla fría, la había dejado sumergida en
el lago.
Brindaron, bebieron y, besándose, se fueron desnudando.
Era la primera vez que Simón y Vale iban a estar juntos, y
desde que vivían en amenaza constante, cada cosa tenía
otro valor, todo se vivía con mayor intensidad. Ya estaba
atardeciendo, y el arrullo suave del oleaje del lago fue toda
la música del encuentro. Pero eso que ambos habían
deseado tanto, una vez más, fue interrumpido. Y de la peor
manera.
Una sombra oscura irrumpió en la carpa y una mano
agarró a Simón del pelo. Era Teo, que había logrado soltarse
y estaba furioso por la humillación que le habían hecho vivir.
Los había rastreado como un sabueso. Valeria gritó
desesperada, le imploró a Teo, apeló a la vieja amistad que
tenían, pero el cazador tenía los ojos de hielo. Apuntó a
Simón y le disparó en el pecho, desmayándolo.
-Noooo!!!-gritó Valeria, desgarrada, y corrió hacia él, pero
con la misma frialdad Teo también le disparó a ella.
Cayeron uno al lado del otro y, durante unos segundos,
antes de rendirse al químico del disparo, se miraron a los
ojos, como despidiéndose. Teo los miró y sopesó qué
convenía hacer. Tenía únicamente el caballo de los chicos,
solo podría llevarse a uno.
-Hoy tenés suerte, Julieta -le dijo a ella.
Envolvió a Simón, que estaba semidesnudo, con la
bandera de la Resistencia, lo subió al caballo y se fue hacia
la urbe, al galope.
Poco después, Valeria despertó sacudida por Thiago. Él se
había quedado intranquilo, con un mal presentimiento, y
regresó hasta el lago. Cuando Vale logró aclarar su mente,
le confirmó que se habían llevado a Simón.
Se subieron ambos al caballo en el que había llegado
Thiago y salieron disparados hacia la urbe. Llegaron al
portón de acceso justo cuando se abrían las puertas para
dejar entrar a Teo con su presa. Vale y Thiago estaban a
unos doscientos metros, y Thiago comprendió que ya nada
se podía hacer por Simón. Vale se bajó del caballo, llorando,
desgarrada, y quiso correr hacia él, gritando, pero Thiago la
sujetó, le tapó la boca y la retuvo hasta que se cerraron las
puertas de la urbe. Simón, el payasito que trataba de
mantener la alegría en la Resistencia, el amigo sensible y
generoso de todos, el novio dulce y tierno de Vale, había
sido capturado por la Corporación de Gobierno.
Mirame
 
La primera etapa del reseteo se denominaba eraser y era la
parte más delicada del proceso porque implicaba disolver
una a una las conexiones neuronales para eliminar todos los
recuerdos previos. Apenas Teo llevó a Simón al centro de
monitoreo, el doctor Kant lo evaluó para ver si era apto para
el proceso y determinó que sí, ignorando que el año anterior
ya había sido sometido a otro eraser por Juan Cruz. Este
procedimiento era algo de lo que no podía abusarse porque
podía ocasionar daños irreversibles.
Mientras le borraban la memoria a Simón, no muy lejos de
allí, alguien intentaba hacer el proceso inverso con Mar, Jaz
y Rama. Luego de que capturaran a Nerdito y lo trasladaran
a otra urbe, Hope había entrado en una profunda depresión.
Además, a pesar de que había logrado acceder a los
túneles, no había podido avanzar mucho hacia el exterior de
la urbe porque se había topado con otro muro, así que debió
empezar de cero otro boquete. La había embargado un
pesimismo aplastante. Pero esa no era la naturaleza de
Hope, llamándose Esperanza estaba casi obligada a no
perderla nunca.
Una tarde, estaban en el antiguo Observatorio del
Mandalay y se sorprendió cuando Rama convocó allí a Mar y
Jazmín para proponerles algo. La primera en llegar fue Mar,
y Rama se impacientó porque Jaz no llegaba.
-No -dijo Mar-, la gitana esa andá a saber cuándo viene.
-¿Gitana le decís?-dijo Hope, quedada.
-Sí, porque anda siempre de un lado para el otro.
Cuando Jazmín llegó, Rama les propuso su idea: formar
una banda.
Una vez habían cantado juntos en un evento y consideró
que lo habían hecho muy bien, entonces se le ocurrió que
podrían hacer música juntos. A Mar y Jazmín les pareció una
idea divertida.
Hope los escuchaba sin poder disimular la emoción que le
producía ver que a pesar de que les habían borrado la
identidad, el rulo siempre volvía. Mar llamaba Gitana a Jaz y
estaban gestando otra vez una nueva banda. Y, de pronto,
tuvo un revelación: recordó que durante los pocos días que
había compartido con Nerdito, él le habló de un blog que
había armado con la idea de hacer una crónica de su
supervivencia en la era radioactiva. Nerdito era un genio de
la informática y su blog era indetectable. A Hope se le
ocurrió una nueva manera de resistir, muy mandalaya.
Ese mismo día, Mar, Jazmín y Rama recibieron un mail con
un link a un blog llamado El despertador NE. Intrigados,
accedieron y vieron que se trataba de relatos.
«Marianegra era una adolescente rebelde. Un hueso de
duro de roer, ese arranque ya cautivó a Marianella, que dejó
lo que estaba haciendo para leer el blog. Fuerte por fuera,
frágil por dentro, con un pasado triste y un futuro lleno de
sueños. Esta es la historia de una chica que siempre se
sintió el último orejón del tarro, hasta que al fin un día la
eligieron. La sacaron del reformatorio donde vivía para
llevarla a otra prisión: la Fundación BB. Mucho lujo y brillo,
pero no todo lo que brilla es oro, eso era algo que
Marianegra sabía muy bien. Siempre hay algo que te
empasta la bujía, se decía».
-¿Empasta la bujía?-dijo Mar, tentada-. Qué grasa, por
Dios.
Más allá, en su cama, Jazmín leía la historia de una gitana
hermosa a la que su tío le había arrebatado sus sueños, sus
esperanzas y su libertad. Y Rama también estaba cautivado,
no por la calidad literaria de esos cuentos, sino por algo más
que no podía precisar en la historia de Tronco y su
hermanita Alelí.
Y así, mientras a Simón le iban arrancando fragmentos de
su vida, en el corazón del NE, Esperanza les iba inoculando,
en forma de literatura, los recuerdos que les habían
arrancado a ellos. Mar leyó que Marianegra, por caprichos
del destino, escapando de la Fundación BB, cayó en una
fuente de donde la rescató él, con sus dos bellos lunares.
Jazmín siguió con atención la historia de la Gitana y
Juancito, el payo enamorado, con muchas ganas de ser
gitano para volverse digno de su amor, en tanto que Ramiro
leyó las desventuras amorosas de Tronco, que siempre
parecía elegir mal en el amor.
Hope los relojeó, y al ver que leían compenetrados esas
historias, sintió que por fin estaba haciendo una revolución.
El eraser había sido completado. Simón ya era una hoja
en blanco sobre la que podrían escribir una nueva historia.
Lo que seguía ahora era un proceso mucho más artesanal.
Alguien hacia un diseño de una nueva historia y le
empezaban a implantar recuerdos que fueran configurando
ese relato.
Entretanto, Teo se acercó a la oficina de Luz para dejarle
el informe del operativo. Aunque le reprochó que había
atrapado solo a Simón a pesar de haber tenido a todos casi
a su merced, Luz lo felicitó. Teo le agradeció e iba a
retirarse, pero ella lo detuvo.
-Esperá, todavía no te vayas, necesito que me ayudes con
algo más. Sentate, es largo. De hecho, pedí sushi. Te gusta,
¿no? Teo no contaba con esa demora, quería ir al NE porque
intentaba recomponer las cosas con Jazmín, quien desde el
último desplante lo ignoraba por completo. Pero no podía
desobedecer la orden de su jefa, así que se quedó a comer
con ella.
Pero tanto la cena como la charla estuvieron cargadas de
otra connotación. Luz parecía tener otra intención detrás de
ese despliegue, una intención que a Teo al principio no le
resultó tan clara. Cuando comprendió que Luz intentaba
seducirlo, la miró, impactado.
-¿Qué pasa acá? preguntó Teo, con una semisonrisa.
-Lo que está pasando acá es que tenemos una enorme
duda-dijo Luz, seductora. No sabemos si estamos ante un
hombre o ante un nene. Porque para jugar con una nena, un
nene está más que bien-dijo, en clara referencia a Jazmín.
Pero para una mujer, hace falta un hombre. ¿Tendremos un
hombre?
Él, intimidado por el avance de esa mujer tan poderosa,
no supo qué responder.
Kant, con su equipo, eran como escritores que iban
creando un complejo personaje. Todo adulto es producto de
lo que vivió en los primeros años de vida, así que crearon
para Simón una infancia que se ajustaría perfectamente al
plan que tenían para él. Lo fueron llenando de recuerdos de
una familia feliz, de una vida idílica, de un paraíso que luego
le sería arrebatado por los crueles salvajes.
En la guarida, los «crueles salvajes» estaban desolados.
La pérdida de Simón había generado en ellos una
conmoción profunda, un dolor del que no se podían
recuperar. Además, produjo una fractura entre Vale y
Thiago. Ella quería que contraatacaran de inmediato para
rescatarlo, pero Thiago sabía que eso sería un suicidio.
-Todos estamos mal por Simón, pero Jony está intentando
conectarse a la red de cámaras del Gobierno-dijo Thiago-. Si
logra pincharlas...
-¡Vayamos a buscarlo!-lo cortó ella- ¡No lo podemos
abandonar!
-Vale, Mar también está adentro, y que no me tiré de cabeza
a buscarla no quiere decir que la haya abandonado. Con la
data que consiga Jony más lo que nos diga el fotógrafo
amigo de Nina, vamos a poder armar un plan, cruzar el
muro y rescatarlos.
Pero Jony no lograba conectarse a la red, y el supuesto
fotógrafo amigo de Nina se negaba a verlos. La angustias y
las tensiones crecían y la Resistencia, antes tan unida,
ahora era un rejunte de malestares y acusaciones cruzadas.
Y ante una nueva acusación de Valeria que lo trató de
insensible, Thiago estalló
-¡Pensá lo que quieras, Vale. Todos me exigen, me
demandan, me reclaman. Digan lo que quieran, crean lo que
quieran, me hartaron! Me paso entendiendo el dolor de
todos, pero ¿alguien ve mi dolor? Mirame, Vale. Todos me
critican como si a mí no me doliera lo que pasa. A nadie le
importa si yo sufro o no, ¡nadie me ve!
Todos se impactaron ante el exabrupto de Thiago, quien
jamás levantaba la voz o perdía la calma. Valeria se fue,
llorando, sin decir nada, y Thiago se fue para el otro lado, a
exigirle a Nina que lo llevara con el fotógrafo de una vez por
todas.
El proceso de reconfiguración de Simón estaba terminado.
Antes de despertarlo, Luz se aseguró de que hubieran hecho
los ajustes pertinentes con los cazadores que habían
intervenido en la captura de Simón. Era importante que no
lo recordaran porque cuando Teo se topara con Simón, con
su flamante personalidad, notaría que le habían practicado
un lavado de cerebro y eso comenzaría a inquietar a la
gente. El procedimiento de las reconfiguraciones era una
información que muy pocos manejaban. Luz se paró frente a
Simón y Kant lo despertó. A él le tomó unos segundos poder
articular alguna palabra, todos sus sentidos trataban de
comprender dónde estaba.
-¿Cómo te sentís?-le preguntó Luz..
-Raro-dijo Simón. ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?
-Tuviste un accidente-dijo ella- ¿Vos recordás quién sos?
Simón pensó un instante en esa pregunta, y su mente buscó
la información en el laberinto de su cerebro. De pronto,
apareció la respuesta.
-Sí. Soy Simón Arrechavaleta, oficial de la Guardia Civil.
Mientras Luz se relamía por haberle ganado un soldado a
los rebeldes, ni imaginaba que, sin pretenderlo, los salvajes
le estaban conquistando uno de los suyos a ella. Y no
cualquiera, sino su preferido: León. El vínculo del joven con
la salvaje avanzaba. Cada vez que podía, él salía de la urbe
para verla y llevarle comida, medicina y ropa.
Ella le contó su historia su padre había sido guía de pesca
y su madre, maestra. De ellos había aprendido todo lo que
ahora aplicaba para poder sobrevivir.
-¿Y dónde están? -preguntó León.
-Los perdí el día de las bombas.
-¿Qué bombas?
-¿Me estás cargando? ¿No sabés de qué hablo?
León negó y ella vio que su desconcierto era genuino.
-A ver, ¿cómo llegaste a donde vivís ahora? -preguntó ella.
-Siempre viví ahí, desde chiquito.
-¡Qué decís! ¡Si hace seis meses no existía el muro!
A esa altura, los dos se miraban como si estuvieran
hablando con una persona loca. Como ella no paraba de
decir esos sinsentidos, León temió que necesitara ayuda
médica y le ofreció mover sus influencias para que pudiera
entrar en la urbe.
-No, gracias-dijo ella. Yo no quiero estar presa y con
cazadores dando vueltas.
Él insistió y ella persistió en su negativa. Pero antes de
despedirse, Paloma lo detuvo.
-¡Esperá! Vos siempre me traés cosas, y yo mucho no tengo,
pero quiero regalarte algo. Seguro lo leíste, pero bueno, es
mi preferido. Junto todos los que encuentro.
Paloma buscó en sus bolso y sacó un ejemplar de El
Principito. León jamás había sentido nombrar esa obra ni a
su autor. Ella le dio algunos libros más, y León regresó a la
urbe con materiales que allí no existían. Llevaba consigo el
germen de una rebelión.
La primera tarea de Ito como becario de la jefa de
Ministros fue organizar un homenaje a un héroe en la
explanada del NE. Él se estresó, no disponía de mucho
tiempo y quería impresionar a su jefa. Mientras se fue
corriendo para organizar todo, Luz llamó a Mar para hablar a
solas con ella. La solemnidad de Luz la inquietó un poco.
Quiero hablarte del héroe que vamos a homenajear hoy. Él
fue quien te salvó la vida el día que atacaron a tus padres.
Mar se puso seria de golpe. Ella tenía recuerdos confusos de
aquel día.
y Luz se encargó de iluminar las zonas oscuras de su
memoria.
-Nunca te hablamos de él porque al salvarte cayó en
coma y teníamos miedo de que muriera y eso te generara
un gran dolor y culpa. Ese muchacho era un joven guardia
recién egresado de la Academia. Los salvajes, cuando se
vieron acorralados, abrieron fuego. El se tiró encima de vos
para protegerte y lo hirieron en la cabeza. Por eso estuvo en
coma durante un año. No pudo salvar a tus padres, pero
casi muere por salvarte, Mar. Casi diría que es tu héroe
personal y quiero que lo conozcas.
-Sí, por supuesto-dijo Mar, conmovida- ¿Cómo se llama?
-Simón Arrechavaleta.
Valeria pudo canalizar todo su odio y su dolor en una
canción que escribió en una tarde, de un tirón. Luego le
pidió ayuda a Jony y la grabaron Tomaron uno de los globos
que había sobrado del primer operativo, lo inflaron con
helio, ataron en el extremo un pendrive y lo soltaron cuando
el viento soplaba hacia el interior de la urbe. Era una botella
lanzada al mar, pero Valeria no perdía la fe de que llegara a
destino.
No llegó a Simón, pero el globo impactó contra un árbol y
estalló, y el pendrive cayó prácticamente sobre Ramiro, que
se había sentado allí a tratar de componer una canción para
la banda. Cuando vio que se trataba de un pendrive, se
intrigó, buscó un adaptador y lo conectó a su laptop. Vio
que era un archivo de música y lo ejecutó. Quedó hechizado
de inmediato ante la dulzura de esa voz de mujer.
Abre tus ojos, mírame.Estoy perdida buscándote. Serás el
mismo, el que siempre amé.Abre tus ojos, tócame.
Tefi seguía dolida, esquivando a Luca que intentaba
acercarse a ella cada vez que podía. Pero la vicelíder estaba
decidida a no volver con él. Algo se había roto para siempre.
Huyendo de Luca, se topó con Tacho y Melody, que estaban
cada día más próximos. El había decidido canalizar su
propia angustia en la construcción de una cuna para el
bebé. Y Melody se lo agradeció con un abrazo emocionado.
-¡A mí me cuernean y a vos te aman! No es justo-se quejó
Tefi y se alejó.
Tacho y Melody se miraron y se sonrieron. Solo Tefi era
capaz de poner en palabras tan directas eso que estaba
pasando entre ellos, aunque ninguno se atrevía aún a dar el
paso.
Toco, siento, miro, y en tu piel se va el invierno esta vez.
Toca, siente, mira, ya lo sé, vuelvo a ser tuya otra vez.
León se encerró en su habitación a leer los libros que le
había dado Paloma. Él nunca había sido muy afecto a la
lectura, pero esas palabras que hablaban de mundos
diversos, de realidades tan alejadas, le produjeron un
impacto arrasador. La literatura fue la llave maestra con la
que Paloma ayudó a León a empezar a abrir sus ojos.
Abre tus ojos, búscame. Y estoy tan lejos sintiéndote. Si
estás perdido, sin saber de mí, abre tus ojos, estoy aquí.
Nina y Gonzalo intentaron poner excusas para dilatar el
encuentro con ese fotógrafo que había capturado imágenes
de Mar, pero Thiago ya no tenía paciencia y los presionó
hasta que tuvieron que dar una respuesta. Entonces
Gonzalo tomó su teléfono, se comunicó con alguien y
acordó un encuentro.
Una hora más tarde lo condujeron hasta un sector del
bosque al que nunca iban.
-Te mentimos-admitió Gonzalo-. No es fotógrafo. Es una
fotógrafa.
Gonzalo señaló hacia el bosque, donde apareció una chica
con una boina y anteojos oscuros. Thiago la observó y no
pudo creer lo que veía.
-i¿Kika?!
Ella se sacó los anteojos y se sorprendió al verlo tanto
como él.
Abre tus ojos para ver en mi miradala luz que hallé. Abre
tus ojos y podrás sentir que hay otro cielo por vivir.
Rama sintió una emoción que surgió de la boca de su
estómago. Se le puso la piel de gallina y se le llenaron los
ojos de lágrimas. ¿De quién era esa voz conmovedora?
Valeria regresó a la guarida y se tiró en su cama. Seguía
triste, pero esa canción que había enviado la hacia sentirse
conectada a Simón. Al menos ahora tenía una esperanza de
que él la escuchara algún día y supiera que ella no lo había
abandonado.
Pero Simón ya no era Simón. Ya no recordaba a Valeria ni
lo que sentía por ella. Ahora era un cazador que había
despertado luego de un largo coma, y que se preparaba
para recibir un homenaje. Teo estaba con él en un auto,
esperando a que comenzara el acto. Mar y Jazmín ya
estaban en el lugar.
-Ay, ¿no le tendría que haber comprado algo? Una
pavadita, no se el tipo me salva la vida y yo le digo gracias,
che ¿nada más?
-El no espera regalos. Es su deber-dijo Luz, que alcanzó a
escucharla y se alejó, Mar se quedó ahí, mirando para todos
lados, expectante por conocer a su héroe. Simón, mientras
charlaba con Teo, recorrió con la mirada el lugar y se
impactó al ver a Mar.
-Ahora vengo-dijo Simón, en un impulso.
-Pero ya empieza el acto-le advirtió Teo, de todas maneras
Simón se bajó y camino hacia Mar, que seguía ojeando para
tratar de conocer a su salvador.
-Medio embole el acto, ¿no?-dijo él.
Mar giró y se topó con un soldado alto, elegante y bello que
le sonreía.
-Bueno, no digas eso, es una condecoración -dijo ella,
impactada al verlo.
-¿Conocés al que condecoran?
-No. Sé que se llama Simón Arrechataneleta o algo así...
Simón se rió por la forma en que ella pronunció su apellido,
como se había reído dos años antes cuando ella lo había
pronunciado por primera vez en el campamento de verano
del Rockland.
-Debe ser medio goma, con ese nombre-bromeó él y los dos
se rieron-. Por la decoración, más que una condecoración
parece un casamiento esto, ¿no?
Mar observó las flores con las que Ito había hecho decorar el
lugar y concordó.
-Soy Marianella-se presentó- ¿Vos?
-Ah, sí, perdón. Soy Simón Arrechavaleta.
Ella se quedó muda. Ese Arratachancleta del que habían
estado hablando, el héroe que la había salvado, era ese
bombón de ojos claros que tenía una sonrisa imposible. Y
ella, que nunca se quedaba sin palabras, esta vez no supo
qué decir. Entonces él, sonriendo, tomó una de las flores de
la decoración e hizo el mismo chiste que había hecho dos
años antes, cuando se conocieron:
-Llega el cura y nos casamos.
Sin explicación
 
Valentina le provocaba curiosidad a Jazmín, le veía algo
extraño y quería averiguar qué era. Le propuso desayunar
juntas y charlar, pero en medio de la charla, Jazmín se
quedó congelada con una sonrisa, con la mirada
desenfocada. En ese mismo momento, en el centro de
monitoreo, René advirtió que la computadora que capturaba
las visiones de Jazmín se había activado. René se puso
alerta.
-¿Me decías? -dijo Jazmín, reaccionando luego de unos
instantes.
Jazmín no tuvo ningún registro de sus visiones, ya que se
las habían extraído, y René esperaba impaciente a que el
sistema procesara esa serie de impulsos neuroeléctricos y
los convirtiera en imágenes. En la primera se vio a Thiago y
Tacho vestidos como cazadores dentro de la urbe. También
se veía un helicóptero. En la segunda imagen, Mar y Jazmín
cantaban frente a una pantalla con un logo de TeenAngels.
En ese mismo lugar, Tacho atacaba a Rama. En otra imagen,
Tacho besaba a la rebelde Melody Paz, y Jazmín estaba en el
mismo lugar. Luego se veía a Thiago acercándose a
Marianella, bajo la lluvia, en la explanada del NE. Y, por
último, una imagen que sobresaltó a René: Luz avanzaba
con paso errático por la recepción, y ella, René, le disparaba
con un arma.
René apagó el monitor, sintiéndose culpable por un
crimen que no había cometido. Si el sistema había
capturado bien las premoniciones de Jazmín, en breve
habría un ataque coordinado de los rebeldes a la urbe, y ella
cometería un magnicidio.
Gonzalo y Nina miraban azorados cómo Thiago y Kika se
abrazaban efusivos y emocionados, hablando sin parar. Él
notó que estaba distinta, como más plantada, más fuerte y
decidida. Thiago quiso saber cómo se conocía con Nina y
Gonzalo.
-Ellos son mis ángeles de la guarda -aseguró Kika-.
Después de las explosiones quedé muy herida, y Gonza me
curó. Y Nina es mi gran amiga en este lío. En la guarida, Tefi,
Vale y Melody estaban en ronda de amigas, devenida en
ronda de lavanderas alrededor de un gran fuentón,
compartiendo sus desventuras amorosas. A cada una le
dolía su situación personal y preferían no hablar ni de Luca,
o de Teo o de Simón, entonces Tefi se pregunto de quién
podían hablar.
-Kika!-exclamó Melody.
-¿Kika?-se extrañó Tefi-. Una joda bárbara tu tema. Divina
con frisén, pero pobre Rama, qué mal partido se fue a
buscar, más aburrida ese que chupar un clavo, ojalá yo
hubiera tenido una rival así, cero competencia, cero
actitud...
Se cortó al ver a Kika frente a ellas, sonriente. Las tres
saltaron a abrazarla, alegres.
-¡Kikuchi, lo que te extrañé! -dijo Tefi, con total impunidad.
Por los gritos, se fueron acercando todos y le dieron una
bienvenida muy calurosa a Kika. Pasada un poco la euforia
del reencuentro, al tiempo que preparaban el almuerzo,
Thiago se apartó con Kika, Gonza y Nina.
-No puedo creer que fotógrafo eras vos-dijo Thiago- ¡Le
sacaste fotos a Mar!
Entonces Kika miró a Gonzalo y Nina y, culposa, negó.
-No puedo mentirle a Thiago, chicos. Yo no soy el fotógrafo,
era mentira.
Thiago se indignó, ya harto de los misterios y secretos de
ese dúo.
-¿Por qué me mintieron? estalló- ¿Quién sacó esas fotos de
Mar, entonces?
-Si te mintieron es porque también desconfían de ustedes,
Thiago-dijo Kika- Por las mismas razones que ustedes
desconfían de ellos. Pero ya es hora de que todos se relajen
y empiecen a confiar. Nina y Gonzalo son de los buenos. Y
los chicos también.
-Yo confío-dijo Thiago-, pero si me dicen quién carajo sacó
esas fotos. Nina y Gonzalo se miraron, como debatiendo si
sincerarse o no.
-Lo lamento, chicos, pero yo se lo voy a decir-dijo Kika-. El
fotógrafo no existe. La persona que consiguió esas fotos es
Nina, a través de un cazador, con el que se hace un poco la
linda para conseguir información del otro lado del muro.
A Thiago esa explicación pareció conformarlo, aunque pidió
datos de ese cazador. Kika, en cambio, propuso ir a comer
juntos y relajarse un poco. Al entrar en la casa, Kika se topó
con la pared repleta de fotos que los chicos habían armado.
Vio imágenes de Rama y sus ojos brillaron por un instante.
-Sí, ya sé-le dijo Thiago- Es durísimo extrañar.
-Yo te juro que vamos a derribar ese muro y vamos a llegar
a ellos-dijo ella. La nueva Kika era pragmática y optimista-.
Yo lo sé.
De pronto Thiago se quedó paralizado ante un pensamiento.
-¿Esa es información que tenés del futuro? ¿Vos sabés cómo
termina esto?
-No, se ve que esta parte de la película no estaba en los
planes, acá pasó algo que cambió el destino -dijo y se
acercó a Jony, que luchaba con la precaria tecnología que
tenía para conectarse a la red de vigilancia del Gobierno-. A
ver, nerd cibernético, hacé espacio que llegó una experta
bromeó ella y se sentó junto a él.
Luego de su encuentro con Simón, Mar corrió a buscar a
Jazmín y a Hope, y las recostó en el piso de la habitación
para hacer lo que ahora llamaba redondel de amigas.
Estaba muy excitada, segura de que ese encuentro había
sido el comienzo de una película romántica. Con una
tendencia a la exageración que ningún reseteo podría
modificar, les contó con lujos de detalles ese primer diálogo
entre su héroe y ella:
-«Apenas desperté del coma y me dijeron que estabas
bien, quise verte», me dijo. ¿Entienden? O sea, el tipo se
pasa un año en coma soñando conmigo, tratando de
despertar por mí. Despierta. Dice: YA quiero ver a Mar. Es de
película. Y escuchen esta, ¡se mueren! Me dice: «¿Estudiás
acá?». ¿Entienden? Lo primero que quiere saber es dónde
vivo, dónde encontrarme. ¡Más tierno!
Jaz y Hope no veían en esos diálogos toda la carga
romántica que le atribuía Mar.
-Chicas, crean, crean que cuanto menos lo esperás, aparece
el amor -concluyó Mar, quien ya se sentía en condiciones de
darles consejos amorosos.
Mar se levanto, atinó a salir al pasillo y lo vio venir. Se puso
nerviosa, cerró la puerta y les dijo a las otras que venía su
héroe.
-¿Qué les dije? Está desesperado -afirmó alterada mientras
se arreglaba.
Pero Simón, en realidad, buscaba el cuarto que le habían
asignado, ya que lo habían recompensado con una beca
honorífica para estudiar en el NE. Cuando entró al cuarto
que compartiría con Ramiro, Ito y León, se detuvo
impactado al oír una voz. Ramiro estaba escuchando otra
vez esa canción que le había caído del cielo.
Mientras Mar se perfilaba una ceja, le pidió a Jazmín que
pispeara hacia el pasillo para ver qué hacía su héroe. Jazmín
le dijo que había entrado al cuarto de los varones. Entonces,
Mar, algo decepcionada porque él no había ido a buscarla,
fue hasta el baño y se pegó a la puerta que comunicaba con
la otra habitación para escuchar.

-No te había visto-dijo Rama cuando terminó la canción y


advirtió su presencia
-Perdona, ni golpeé. Escuché ese tema y me mandé. ¿Quién
lo canta? -preguntó Simón
-La verdad, ni idea, lo encontré-dijo Rama, y se presentó. Y
apenas Simón dijo su nombre para presentarse, en la
grabación, que Rama no había detenido, se oyó la voz de
Vale, quien había dejado un mensaje que él no había
escuchado la primera vez que oyó la canción. «Simón, mi
amor: hace tres días que te perdí. Tres días, tres años, tres
vidas. Te amo y te voy a encontrar. Y sé, estoy segura, que
esto te va a llegar. Te amo mucho, Vale».
Simón y Rama se miraron desconcertados ante ese
mensaje que parecía ser para el recién llegado. También Mar
se miró desconcertada con Jaz y Hope, odiada de que ya
hubiera aparecido una tercera en discordia en su comedia
romántica. Pero Esperanza tenía un desconcierto distinto,
una angustia repentina al oír el nombre de Simón. Abrió la
puerta del cuarto, sintió que se moriría al verlo vestido
como un cazador, y corrió a abrazarlo, llorando. Todos,
incluso Simón, se desconcertaron mucho.
-¿Percha, se conocen? -preguntó Mar descolocada.
-Yo creo que no-dijo Simón, raro.
-Yo sí-disimuló Hope, abrazándolo con más fuerzas. Vos
salvaste a mi amiguísima de esos malditos salvajes.
Gracias, muchas gracias. ¡Gracias! Y huyó, directo al spa,
donde cerró las puertas, se escabulló por el ducto de
ventilación a su búnker secreto, y allí si, lloró, gritó y
pataleó, desesperada porque, uno a uno, iban atrapando a
todos sus seres queridos, convirtiéndolos en esas
marionetas sin alma.
Luz estaba exultante con la novedad de que por fin el
sistema había capturado visiones de Jazmín. René le enseñó
todas, excepto aquella en la que la mataba, que se había
ocupado de borrar. Luz, eufórica, informó a su superior el
hallazgo, y este le preguntó especialmente por la
adaptación de Simón.
-Simón ya se está integrando, señor. Y en breve
tendremos a todos - dijo ella, envalentonada por las
imágenes que veía.
Esa era información privilegiada. Podían ver lo que iba a
ocurrir para anticiparse, evitar ese ataque que harían los
salvajes y atraparlos. Se sacó el tailleur, se arremangó la
camisa y se dispuso a analizar cada fragmento de esas
imágenes.
-Se ve a Jazmín en un lugar que no conocemos. Podría ser
el escondite de ellos.
-Señora, esto es grave-dijo René, aterrada por la idea de
matarla.
-¡Esto es una oportunidad! Así que, helicóptero, mirá qué
equipados están. Qué tierno Bedoya, se va a encontrar con
Mar, ¡con lluvia y todo! Y esos globos que tiene ella en la
mano, ¿qué serán? ¿Cómo hará Jazmín para llegar a ese
lugar? Y ese cartel de TeenAngels... -Estaba acelerada, pero
de pronto se detuvo-
-Acá falta algo.
-¡No! -dijo René, casi en un grito, con cola de paja por lo que
había borrado.
-Falta el cuándo. Eso es lo importante ahora, descifrar
cuándo va a ocurrir esto. Por como están vestidos, pareciera
ser otoño, o comienzos del invierno... -Se quedó paralizada
en mitad de la frase. Sacó su teléfono y corroboró, con
horror, su temor.
-¡No lo puedo creer! ¡Me olvidé del cumpleaños de Alai! -dijo
Luz, mortificada.
La llamó de inmediato, y aunque ya eran casi las seis de la
tarde, le deseó feliz cumpleaños, como debió haber hecho
esa mañana, cuando desayunaron juntas. Alai le reprochó
su olvido, pero Luz le aseguró que eso no era así y que tenía
preparada una fiesta sorpresa. Apenas cortó con su hija,
llamó a Ito y lo reprendió.
-Qué mal comienzo para un becario, Pérez. ¡Me tenés que
llevar la agenda!
-¿A dónde? Se la llevo ya mismo.
-Llevar la agenda, recordarme eventos, citas. ¡Es el
cumpleaños de mi hija!
-¿Yo tengo que recordarle eso? Con todo respeto, pero qué
feito olvidarse...
-Eso no es respeto, Pérez. Y no me olvidé, pero ya que tengo
becarios quiero que se ocupen de agasajar a mi hija. Buscá
un ramo de flores y organizale una fiesta ya.
Pero aunque intentó disimular e improvisar un festejo. Alai
se dio cuenta de todo, y la relación entre ambas, que ya de
por si era complicada, se rompió un poco más.
-Ya sé que le pediste a tu becario que organice una fiesta. Ni
te gastes en pensar una excusa, te conozco, te veo mentir
todos los días, Luz.
-Mi amor, hay cosas que tenés que entender...
-¡No!-estalló Alai-. Hay cosas que VOS tenés que entender.
Por ejemplo, que nada puede ser más importante que tus
hijas. Te juro que hago esfuerzos para quererte, pero me la
hacés demasiado difícil, Luz-concluyó Alai y se fue con León,
quien, al saber que era su cumpleaños, le organizó un
festejo improvisado.
Luz se desmoronó. No mentía cuando decía que lo más
importante para ella eran sus hijas. Ya con Gianina tenía una
relación muy complicada, y acababa de romper el lazo débil
que la unía con Alai Se sintió sofocada, con una necesidad
imperiosa de huir, no solo del NE, no solo de la urbe, sino de
su vida.

Teo estaba con otros guardias en un puesto de control. Le


estaba mandando un mensaje a Jazmín, intentando
recomponer el vínculo entre ellos, aunque la rubia lo estaba
haciendo esforzarse demasiado. Todos se cuadraron al ver
llegar a Luz, con los ojos llenos de lágrimas y la respiración
agitada, y les ordenó que abrieran el portón. Los guardias
obedecieron, y ella salió de la urbe, como si esta fuera un
espacio cerrado en el que le costaba respirar. Aunque
ordenó que la dejaran sola, Teo se quedó con ella.
-¿Qué pasa, Luz?-preguntó el al verla llorar.
Ella lo miró, y finalmente cedió a la necesidad que tenía de
sincerarse.
-Soy un desastre, un fracaso. Y uno puede tolerar cualquier
fracaso, menos fracasar como madre. Mis hijas no me
quieren. ¡Me odian! -dijo llorando Gianina se fue a vivir con
el novio. Tiene dieciocho años y se fue a vivir con el novio
para no estar conmigo. Y Alai, no sé cómo acercarme a ella.
No sé ser mamá.
-No me parece, Luz-intentó consolarla él.
-¡Me olvidé de su cumpleaños. Teo! ¿Qué madre hace eso?
Mis peores miedos se hicieron realidad: no pude lograr que
me quieran. No es un gran secreto que para que tus hijos te
quieran tenés que estar cerca. El amor se trata de estar
próximos y yo estoy tan lejos de ellas. El amor es un
contrato y yo no cumplí con mi parte. Un corazón se rompe
con mucha facilidad. Yo les rompí el corazón a mis hijas
tantas veces...
Teo estaba conmovido por la catarsis de Luz, la vio
vulnerable por primera vez.
-No te castigues. Vos entregás tu vida por todos, tus hijas ya
van a valorar eso
-Mis hijas me necesitan junto a ellas, como madre, no como
jefa de Ministros. Y yo siempre se los prometo, soy una
promesa eterna de que próximamente voy a estar. Mi amor
es un futuro próximo que nunca llega.
En la guarida, Jony pegó un grito eufórico y todos lo
miraron.
-Señores, este nerd de la computación logró entrar al
sistema del Gobierno. Todos se alteraron, se tiraron encima
de él y lo abrazaron. Festejaban cada logro como una
batalla ganada. Jony les explicó que había logrado meterse
en la red, pero que por ahora había tenido acceso a algunas
cámaras perimetrales.
-Pero de afuera lo vemos todos los días al muro-se frustró
Tacho.
-Es un comienzo dijo Kika- Si pudo pinchar las cámaras de
afuera, vamos a poder pinchar las de adentro.
Todos miraron el monitor, donde iban viendo diferentes
cámaras a las que Jony iba accediendo. De pronto, Thiago lo
detuvo.
-¡Pará! ¿Esa no es la jefa?
-¡Y Teo!-dijo Tefi.
Todos se acercaron al monitor, y Melody, al oír el nombre
de Teo, se puso en primera fila. Vieron la conversación entre
ambos, aunque no podían escucharlos.
Luz estaba un poco más calmada, pero seguía tristísima.
-La ironía es que todo lo que hago lo hago para que me
quieran y logro lo contrario.
-Ellas, y todo el mundo, te quieren, Luz-afirmó él. Es
imposible no quererte a vos.
-No me quieren. Me respetan, me admiran, me temen....
pero quererme, no me quieren. Y está bien, yo no me hago
querer, yo jamás me permito siquiera pedir un abrazo, una
caricia, una sonrisa, un gesto de amor. Y no sabés cuánto
necesito algo de eso, Teo.
Teo se sintió conmovido por su confesión, pero también un
poco obligado a darle ese gesto de amor que ella estaba
pidiendo. Le hizo una suave caricia en la mejilla, que la
descolocó. No estaba nada habituada a la intimidad. Le
tomó la mano y lo miró a los ojos. Teo la miró muy fijo a los
ojos, y la besó.
Melody, y todos en la guarida, se quedaron petrificados.
Ya era incomprensible que Teo se hubiera convertido en un
cazador. Verlo besándose con la jefa de Ministros era un
absurdo total. Melody se alejó, y todos interpretaron que le
dolía demasiado lo que había visto y que quería estar sola.
Sin embargo, cuando media hora más tarde Jony la vio
aparecer en la misma cámara en la que antes habían visto a
Teo, dio la alarma.
-¡Se va a entregar! -gritó Tacho al verla parada frente a la
cámara haciendo señas.
Tacho no se equivocó, eso mismo fue lo que dijo Melody
cuando salieron dos guardias del interior de la urbe. Con sus
brazos en alto, Melody informó:
-Vine a entregarme. Solo quiero ver a Teo Gorki.
Pocos minutos más tarde, el asomó por el portón de acceso,
y la miró con frialdad.
-¿Acá estoy Viniste a entregarte?
-Antes quiero hablar con vos, los dos solos.
-Te escucho-dijo Teo haciendo una seña a los guardias para
que se alejaran.
-Vine a buscar una explicación. Porque le doy vueltas y no lo
puedo entender. Es un absurdo. Se te fue el amor, eso lo
puedo entender. ¿Pero como terminaste siendo esto? El la
miraba muy extrañado, sin entender desde la lógica lo que
esa salvaje le decía, sin embargo, en algún lugar sus
palabras resonaban, y con fuerza.
-¡Trabajando para la jefa de Ministros! -continuó Melody, con
dolor-¡La mujer que mató a tu hermano! ¿Es tu novia ahora?
El desconcierto de Teo crecía. El no tenía ningún hermano,
sin embargo ella afirmaba que Luz lo había matado y en
algún lugar de su mente, como el recuerdo esquivo de una
película que vimos hace mucho tiempo, asomaba una
reminiscencia vaga.
-Necesito entender qué te pasó-suplicó Melody- Por qué nos
atacas, por qué te llevaste a Simón, por qué este sin
sentido, ¿por qué? No hay pregunta que duela más que el
por qué. Y yo no puedo soportar ese dolor. No puedo vivir un
día más con esta duda, sin explicación. ¿No vas a decir
nada?
Ella esperó a que él emitiera algún sonido, pero estaba
mudo.
-Muy bien se resignó Melody-. Entonces tendré que aceptar
que simplemente sos un traidor. Está bien. Pero quiero que
sepas que además de traicionarme a mi y al resto de los
chicos, también traicionaste a tu hijo. Porque este es tu hijo-
afirmó, tomándose la panza-. Aunque no quieras escucharlo.
Es tu hijo. Ahora si querés disparame, matame, cazame a mí
y a tu hijo. Hacelo, si te da el estómago.
Melody dio media vuelta y empezó a caminar, internándose
en el bosque. Teo alzó su arma y la apuntó y le ordenó
detenerse, pero ella no lo hizo ni se giró a mirarlo. Ya se
había resignado a aceptar aquello que no tenía explicación,
ese desatino que amargaba su existencia, que la dejaba en
soledad, preguntándose una y otra vez por qué.
-¡Alto!-ordenó Teo, casi llorando y a punto de disparar.
Pero ella no se detuvo, porque cuando el absurdo es tan
absurdo, ya nada importa.
-¡¿Por qué?! ¡Te ordeno que me des una explicación ya
mismo!
La que profirió ese grito fue Luz, cuando vio llegar a Teo al
NE. ¿Por qué dejaste escapar a Melody Paz?! ¿Por qué,
Gorki?
-¡VOS sos la que tiene que hablar! respondió él en un grito
inesperado y bestial- ¡Porque acá el que necesita una
explicación soy yo!
Luz se quedó petrificada, vio en los ojos rojos inyectados
de lágrimas y en la respiración agitada de Teo que algo de
ese encuentro con Melody había transformado a Gorki en
alguien que ya no obedecía sin cuestionar, sino que exigía
una explicación.
Próximamente
 

Alai advertía que León andaba en algo raro. A veces no


estaba localizable, o no le daba tanta bolilla, y había
empezado a hablar como más reo, a veces decía palabras
como «boncha», o «nami», Algo pasaba y ella no se
quedaría con la duda. Por eso lo siguió cuando lo vio juntar
comida y zapatillas en una caja y salir del NE en dirección al
puesto de control. Cuando vio que el guardia a cargo lo
dejaba salir. Alai se indignó, y lo amenazó con contarle a su
madre esa irregularidad si no le abría el portón también a
ella. Lobo se sintió acorralado, y la dejó pasar. Ella fue hacia
donde había ido León. Pero luego de caminar un buen rato
se dio cuenta de que le había perdido el rastro y de que no
tenía la más mínima idea de cómo regresar. No muy lejos de
allí, Thiago y Tacho volvían a la guarida con Melody, a la que
habían ido a buscar cuando vieron que se había acercado a
la urbe. Tacho trinaba.
-¡No podés ponerte en riesgo vos y a tu hijo por ese tipo!
¡Por ese traidor! Vos te volviste loca?-le reprochó, indignado.
-Es el padre de mi hijo -dijo Melody, cabizbaja.
-¡Es una bosta!
-Bueno, Tacho, ya está bien-medió Thiago- Volvamos, mejor.
Tacho siguió refunfuñando hasta que a los pocos metros
se toparon con una nena que claramente no pertenecía a
ese lugar. La chica, al verlos, pegó un grito.
-¡No me hagan nada!
-No te vamos a hacer nada-le aseguró Thiago- ¿Cómo te
llamás?
-¡Son salvajes!-gritó Alai al reconocer a Tacho, cuya imagen
circulaba sin parar en la urbe.
-¡Pero qué salvajes ni qué salvajes! -dijo Tacho, acercándose
a ella.
Alai retrocedió, se le trabó el pie con una rama y cayó,
doblándose el pie. Y aunque estaba aterrada, se plantó,
cocorita:
-¡Ni se te ocurra tocarme! Soy la hija de la jefa de Ministros.
¡Me ponen un dedo encima y les juro que les hago cortar la
cabeza!
Thiago, Melody y Tacho se miraron, atónitos.
Luz condujo a Teo hasta el altillo para tener una
conversación. El la miraba, alterado e impaciente. Ella, en
cambio, nunca perdió su sonrisa: aún cuando él la había
increpado delante de todo el NE. Pero una vez que
estuvieron solos, la jefa explotó.
-¿Quién te creés que sos para increparme de esa forma?
¿Vos, pedirme explicaciones a mí? ¡Cuando acabás de dejar
escapar a una rebelde clasificada!
-¡Esa rebelde clasificada me dijo que me conoce, que soy el
padre de su hijo y que vos mataste a mi hermano!
-¡¿Y?! ¿Tengo que explicar los delirios de una salvaje? ¿Vos
tenés un hermano?
Teo se quedó confundido. El sentido común le decía que no,
sin embargo, la idea de haber tenido un hermano tampoco
le resultaba ajena. Pero Luz no lo dejó pensar, sabía que
tenía que actuar rápido para sellar esas grietas de la
reconfiguración.
-¿Entonces a qué hermano puedo haber matado yo?
¿Conocías a esa salvaje? Y no hablo de la otra vez que la
dejaste escapar. Hablo de tu vida personal. ¿Te acostaste
con ella? No. Entonces, me pregunto, ¿cómo podrías haberla
dejado embarazada?
-Luz, yo... -atinó a decir él, confundido.
-Vos dejás mucho que desear. Esto no es para aficionados, y
lo tuyo es... ni de amateur, lo tuyo es patético. Andá, ya te
van a comunicar tu sanción.
Mientras él se retiraba, sonó el teléfono de ella y vio que era
Alai. Se apuró a atenderla.
-Hola. -Era la voz de un hombre-. Soy Tacho. Juan Morales. Y
tengo a tu hija.
Luz se paralizó y detuvo con un gesto a Teo, que salía.
-Por favor, no le hagas nada-suplicó Luz.
-Eso va a depender de vos. Quiero a todos nuestros amigos
libres y te devuelvo a tu hija. En media hora, Mar, Rama,
Simón, Lleca, Nacho, Esperanza y todos los que tengas ahí,
libres, si querés volver a ver a tu hija-dijo Tacho y cortó.
Thiago lo miró, negando en desacuerdo. Claramente esa
reacción de Tacho había sido un impulso para nada
consensuado. Notó que Alai estaba muy dolorida frotándose
el pie y quiso acercarse a ella.
-¡No me toques! Me quebré, fractura expuesta, mínimo
dijo ella, escandalosa
-Pero callate, no tenés nada le dijo Tacho, haciéndose el
recio, y discutiendo con ella como si fuera otro chico. Y si te
duele, te la aguantás. Thiago agarró a Tacho y lo apartó.
-¿Qué haces, Tacho? No le hables así. Se dobló el pie,
necesita atención...
-La llevamos y que la revise Gonzalo -dijo Tacho.
-Es una nena -medió Melody, acercándose-. No la podemos
usar de rehén.
-No, pero usarla para apretar a la madre, sí-repuso Tacho.
-¡Eso es tenerla de rehén! -dijo Thiago.
-¿No querés recuperar a Mar? La jefa tiene a Mar, vos tenés
a su hija. ¿Está mal hacer un intercambio?
-Me niego rotundamente-dijo Thiago.
-Esto lo vamos a decidir entre todos -concluyó Tacho.
En la guarida se sorprendieron mucho al verlos llegar con
una adolescente, y mucho más aún cuando se enteraron de
quién era. Algunos dudaron de que en verdad fuera la hija
de la jefa, pero el carácter altanero y prepotente de la niña
no les dejó dudas. La llevaron con Gonzalo para que le
revisara el tobillo, aunque ella no pensaba dejarse poner
una mano encima, y se reunieron todos a debatir sobre el
hallazgo y los pasos a seguir. Tacho expuso su argumento y
Thiago el suyo, y cada uno tuvo sus apoyos.
-¡Es la chance de salvar a los chicos, Thiago! -dijo Valeria,
ilusionada.
-De verdad, no da meter a una nena en esto-insistió Melody.
Yo odio a su madre, pero de solo pensar lo que debe estar
viviendo ahora...
-Ya tenerla acá es como haberla secuestrado-agregó Kika.
-No es un secuestro-insistió Tacho-. Es sacar ventaja de una
casualidad.
-Ella no tiene la culpa de lo que es la madre -argumentó
-Y nosotros tampoco-repuso Luca.
-Bueno, está bien. Votemos-propuso Thiago.
Mientras se preparaban para votar, Tacho se acercó a Alai, a
quien Gonzalo ya había revisado y determinado que no
tenía nada. Tacho se paró al lado de ella y la miró.
-¿Te habló de nosotros tu vieja? Te compadezco, tenerla
como madre...
-¡Tacho! -lo retó Melody.
-Estoy charlando nomás. ¿Qué hay atrás del muro?
-Cruzalo y fijate-dijo ella, rápida.
-¡Encima me gasta! Mis amigos lo cruzaron y no porque
querían.
Tacho le señaló la pared donde tenían las fotos de sus
amigos. ¿Ves? Por culpa de tu vieja, yo no vi más a mis
amigos. ¿Vos los conocés, los viste?
-Dejala tranquila!-le ordenó Thiago.
-Solo le estoy preguntando. ¿Estás segura de que no
conocés a ninguno? ¡Mirá!
Y de pronto Alai abrió grande sus ojos al ver una foto de
Lleca.
-¡León!
Todos se quedaron mudos y se detuvieron a mirarla.
-¿Dijiste León, no? ¿Lo conocés? la increpó Tacho.
Pero ella no respondió, intimidada por la exaltación de
Tacho, y aturdida por ver una foto de León en ese lugar.
Melody intervino, agarró a la nena y la llevó lejos de Tacho.
-Votemos de una vez.
No era un decisión sencilla; cada uno, más allá de su
posición, entendía la postura del otro. Votaron todos menos
Nina, que no estaba en la guarida.
-Yo lo único que sé es que nosotros somos los buenos en
esta historia, ¿no?-dijo Tefi, anticipando su voto.
-No es cuestión de buenos y malos, Tefi-replicó Valeria.
-Sí, Vale-opuso Thiago-. Siempre es cuestión de eso. Esa
nena es tan víctima de su madre como nosotros. Y la
tenemos ahí, llorando asustada, pasando por algo que va a
ser el trauma de su vida. Quiero volver a ver a los chicos,
pero no a cualquier precio. Me daría mucha vergüenza
formar parte de un grupo capaz de algo así. Si tomamos de
rehén a esta nena, nos perdemos. Porque si por algo
estamos luchando, además de salvar a nuestros amigos, es
por salvar los valores que nos enseñaron.
Todos depositaron sus votos, muy serios y pensativos.
Estaban ante un verdadero dilema, difícil de resolver.
Hope también estaba ante su propio dilema, y quizás no
fuera tan serio como el de los otros, pero para ella era
importante. Veía cómo Mar y Simón estaban cada más
próximos. Veía la ilusión en los ojitos de ella, la veía sonreír
y suspirar luego de tantos meses de sentir ese vacío
insoportable, pero a la vez sabía que esa era una felicidad
artificial. Que si algún día ellos recordaban quiénes eran
realmente, sería una tragedia haber estado juntos. Se sentía
muy tironeada, porque esa es la complejidad del dilema.
Una elección es decidir entre dos opciones buenas, pero un
dilema es elegir entre dos males. ¿Qué mal toleraría más
Hope? ¿Arruinar esa felicidad que estaban viviendo? ¿O la
infelicidad que sentirían si algún día despertaban? Pero no
hubo mucho que Hope pudiera hacer, porque la atracción
entre ambos fue inmediata, y antes de que Esperanza
pudiera ejecutar algún artilugio de mala de telenovela para
separarlos, Simón y Mar ya habían arreglado su primera
cita.
Sin embargo, lo que no pudo interrumpir Hope lo
interrumpió una repentina y fortísima migraña que acució a
Simón. Ingrid advirtió que se estaba sintiendo mal y
llamaron al servicio de emergencia. Lo trasladaron al centro
de monitoreo, donde el doctor Kant descubrió un daño
neuronal debido a que le habían practicado el eraser por
segunda vez. Le dieron un analgésico y lo dejaron regresar
al NE sin decirle nada, y apenas se fue, Kant se comunicó
con la jefa de Ministros para darle el crudo pronóstico de
que a Simón le quedaban pocos meses de vida.
Tacho y Thiago condujeron a Alai con los ojos vendados
por el bosque. La votación había sido categórica y ellos
fueron los encargados de hacer lo que se había resuelto.
Cerca del muro, Tacho le sacó la venda y ella retrocedió,
asustada.
-¿Me van a matar?
-Vamos a hacer lo que te prometí. Dejar que vuelvas a tu
casa -dijo Thiago.
-Ojalá tu vieja hiciera lo mismo-deslizó Tacho.
-Basta, Tacho-le pidió Thiago y luego le habló a Alai-: Seguí
derecho y vas a llegar al puesto de control. ¿Podés caminar?
-Mal, después de lo que me hicieron-dijo ella, dramática.
-¡No te hicimos nada, te caíste sola, mentirosa! -protestó
Tacho.
-¡Bruto!
-¡Nenita caprichosa!
-Tacho, pará, sos más nene que ella-dijo Thiago.
Tacho le dio una cantimplora con agua a Alai y le dijo,
cariñoso, a su pesar:
-Tomá, no te deshidrates.
Alai no terminaba de creer que fueran a liberarla. Caminó
unos pasos y se dio vuelta para mirarlos. Ellos la saludaron,
ella giró y se alejó. Tacho la miró irse, negando.
-Ahí se va nuestra mejor chance de recuperar a los chicos.
-Hubo dos votos para que usemos a la nena, Uno, sé que es
de Vale, está resentida y dolida por Saimon, la entiendo...
-El otro no era mío-se adelantó Tacho, y Thiago sonrió.
-¿Te convencí, Tachito?
-No, vos me torraste. Me convenció Tefi cuando dijo que
nosotros somos los buenos. Thiago abrazó a su amigo y se
fueron caminando de regreso hacia la guarida.
Pocos minutos más tarde, le avisaron a Luz que su hija
había aparecido en un puesto de control. Ella hizo que la
condujeran de inmediato a su oficina, y la llenó de besos.
-¿Te hicieron algo, chiquita? ¿Te golpearon?-preguntó,
entre lágrimas.
-No me hicieron nada. Rengueo porque me caí, pero ellos
me curaron.
-¿Pero te trataron mal? ¿Te...?
-Me trataron bien. Solo discutían entre ellos. Decían que sos
mala.
-Pero no te hicieron nada-repitió Luz, desestimando el
comentario de Alai.
-No, y no parecían malos.
-¡Pero lo son! Por favor, hija, prometeme que nunca más vas
a salir.
Alai lo prometió y Luz la mandó con su chofer y custodia a
su casa. También mandó a León para que le haga compañía.
Cuando él llegó, Alai le contó que había visto una foto suya
en la guarida de los salvajes y que estos decían que lo
conocían. Lo llamaban «Lleca». Él, por supuesto, no tenía
idea de qué hablaba.
Teo le aseguró a Luz que revisaría quién había cometido la
torpeza de dejar salir a su hija, y quiso detalles sobre cierta
conversación que ella había tenido por teléfono mientras
rastreaban a Alai. Ella le dijo que era un informante que
tenía en el corazón de la Resistencia, y que le había
confirmado que los rebeldes tenían a Alai en su guarida. Ese
infiltrado había ofrecido revelarle la ubicación de la guarida
a cambio de dinero, pero luego los rebeldes habían liberado
voluntariamente a su hija.
-No fue un logro mío, yo no lo infiltré-aclaró ella. Se
comunicó conmigo desde adentro y me ofreció información
por dinero.
-¿Y qué esperamos para atacarlos?
-Me encantaría, pero se niega a decirme dónde se esconden
porque es su única carta para negociar. Si dice dónde están,
los agarramos y se le termina el negocio.
-¿Es hombre o mujer?
-No lo sé, llama con un modificador de voz.
Al día siguiente, Tefi salió a la galería de la guarida y se
sentó junto a Thiago, que estaba con la mirada ida,
evidentemente triste.
-Lo agrandada que debe estar la Morci-dijo ella y Thiago la
miró raro. Digo, hoy cumple dieciocho, ya es mayor de
edad. Te pensás que sos el único que se acuerda?
No terminó de decirlo que se largó a llorar. Thiago la abrazó.
Los dos estaban muy tristes por no poder estar ese día con
la persona más importante que tenían en el mundo.
-Tampoco es tan grave, pensá que te ahorraste un regalito-
dijo Tefi y él apenas sonrió. Vamos a pasar muchos cumples
con la Morci, porque la vamos a encontrar, ¿no?
-Ni el muro vamos a encontrar si seguimos esperando dijo
Valeria, que acababa de salir y no perdía ocasión de hacerle
reproches a Thiago Esa es la estrategia, ¿no, líder? ¿Esperar
a que nos cacen a todos?
-No podés culpar a Thiago, es muy injusto -replicó Tefi.
Decile algo, defendete.
Pero él no tenía ánimo ni energía para discutir ese día, sin
decir nada se levantó y se fue al bosque. Buscó un árbol en
una zona protegida y se sentó. Un año antes, Camilo le
había enseñado a tener sueños lúcidos, una técnica para
tomar conciencia durante el sueño y así poder decidir sobre
su contenido a voluntad. Ya que no podía estar con Mar ese
día, al menos, intentaría soñar con ella.
Tefi y Thiago no eran los únicos que recordaban que ese
día era el cumpleaños de Mar. Aunque a Marianella Molina
Prado Rojo le habían adjudicado otra fecha de nacimiento,
Hope sabía muy bien que su tía Mar cumplía los dieciocho
ese día, y de alguna manera se lo quiso festejar. La llamó al
spa, donde había tapado las cámaras de seguridad, y la
esperó con una pequeña torta y una velita dorada.
-¿Quién cumple años? -preguntó Mar cuando entró.
-Vos.
-¿Eh?
-Yo, Mariacheta, ¡quién va a ser! -disimuló Hope.
-¿En serio? ¿Y cómo no me acordé? Soy una percha mala
amiga.
-Sí, la verdad que estuviste floja, te merecés un tirón de
orejas-dijo Hope, y lo hizo-. Uno, dos, tres...-Y contando
rapidito llegó a dieciocho.
-Ay, para que me duele-se quejó Mar-. Pero hagamos ya
mismo una fiesta.
-No, no quiero fiesta. Prefiero low profile este año. ¿Te gusta
lo que me autoregalé?
Le mostró un vestido hermoso, pero la talla era más como
para Mar que para ella.
-¡Ay, me encanta! ¡Divino! ¿Pero te queda esto a vos?
-Mmmm, tenés razón -dijo Hope, fingiendo darse cuenta
recién en ese momento. ¿A ver, a vos? -Se lo probó sobre el
cuerpo y asintió. Sí, pintado, quedátelo.
Hope lo metió en la bolsa y se lo dio, acomodando el moño
-¿Eh? No, como para mí, cambialo...
-Olvidate, tampoco es que me gusta tanto. ¿Cantamos el
happy birthday!
Hope apenas podía contener las lágrimas, le daba mucha
pena que Mar se estuviera perdiendo ese día tan importante
para ella. Encendió la vela y cantaron juntas, y en el
momento de la canción donde se nombra al cumpleañero,
Mar cantó «Esperanza», pero Hope dijo, casi susurrado,
«Mariacheta». Mar esperó a que Hope soplara la velita.
-Acordate de los tres deseos.
-Eso, los deseos -dijo Hope- ¿Sabés qué? ¿Me querés regalar
algo? Pensalos por mí.
-¿Estás loca? Son tus deseos, yo qué sé lo que querés.
-Bueno, pensá en lo que querés vos y listo. Para mí no hay
mejor regalo en el día de mi cumpleaños que a vos se te
cumpla todo lo que vos deseas. Mar la miró raro, ya
desconfiada de la actitud de Hope.
-Dale, Mariacheta. No te acordás de mi cumpleaños, no me
traés regalo, ¡dame una!
-Bueno, bueno, está bien...
-Pero usalos bien, ¿eh? No pidas cualquier cosa,
concentrate, buscá en lo profundo. ¿Qué deseas de verdad,
Marianella?
Mar cerró los ojos, solo para complacer a Hope. Pero de
pronto el juego se fue volviendo más serio. Mar pensó en
esas palabras. ¿Qué deseaba realmente?
Thiago había logrado manipular su sueño para soñar con
Mar. Se encontró con ella en un bosque idílico. Corrió a
besarla, y le deseó feliz cumpleaños.
-Te extraño tanto.
-Me tenés acá.
-Esto es un sueño.
-Entonces no perdamos el tiempo-dijo ella, y se volvieron a
besar.
En el spa, Mar seguía con sus ojos cerrados, pero algo
empezó a angustiarla. No era una tristeza común, de esas
que uno podía entender por qué dolían. Era otra clase de
congoja, algo inexpresable. De pronto, Hope vio que Mar
lloraba derramando enormes lágrimas muy cargadas. Una
angustia que se desató como un temporal repentino.
-Mar, estás bien? ¿Por qué llorás?
-No sé...-dijo ella, extrañada de su propia tristeza.
-Me quiero quedar a vivir en este sueño confesó Thiago..
-Yo también le respondió Mar.
-Huyamos. A donde nadie me encuentre, donde nadie me
pueda despertar.
Pero en ese momento, una mano lo sacudió, Thiago abrió
los ojos y regresó al bosque, a la vigilia, a la realidad sin
Mar. Quien lo había despertado era Nina.
-¡No, no, no! ¿Por qué, Nina, por qué me despertaste? -se
ofuscó él.
Nina se sintió mortificada por su reacción, y le pidió
disculpas con señas. Venía a buscarlo porque en la guarida
había una buena novedad.
Thiago volvió con Nina a la guarida, donde estaban muy
excitados con el último logro de Jony, que siempre estaba
intentando vulnerar los sistemas de seguridad de la urbe.
-Nina me contó que adentro del muro hay un sistema de
parlantes-explicó Jony-. Si nos podemos meter en ese
sistema, podemos hablarles por ahí ¡y mandarles un
mensaje!
Thiago se miró con todos, que estaban bastante
entusiasmados con la idea. Kika y Jony, los dos expertos
tecnológicos, tipeaban las computadoras a gran velocidad.
Para confortarla, Hope animó a Mar a ponerse el vestido
que le había regalado, que le quedaba pintado, como si
hubiera sido elegido para ella. La peinó y maquilló.
-¡Diosa total! Hasta parecés vos la del cumple. ¿Querés
que hablemos de lo que sentiste?-deslizó luego, mientras
guardaba los maquillajes,
-En serio, ya estoy perfecta -pero ante la mirada descreída
de Hope, confesó: Los deseos me ponen triste. Me da miedo
de nunca encontrar lo que busco.
-¿Y qué buscás, Mar? ¿A Simón buscás? -preguntó Hope.
-No sé, un poco me mueve el piso el héroe, no te voy a
negar...
-Pero, Mar, cada tanto llorás sin saber por qué. ¿No será que
estás buscando un amor de verdad, un amor que te haga
vivir, despertar?
-Sí, bueno, ¿y qué es el amor? ¿Qué sabemos del amor? ¿Lo
que vimos en las pelis?
-Del amor sabemos todo lo que no sabemos. Pero yo sé, me
huelo, que vos quisieras vivir un amor como el de
Marianegra, la chica de esos cuentos misteriosos.
Mar bajó la mirada, ya sin poder disimular su angustia. Hope
había dado en la tecla
-Y por eso estás atrás de Simón, queriendo que sea él,
forzando las cosas para que sea él.
-Mirá, Mar, yo siempre fui la reina del «no hay tal crisis»,
pero por eso sé que el dolor no se va hasta que uno lo
puede nombrar con todas las letras.
Mar no dijo nada. Hope sabía que había logrado
conmoverla, pero también conocía cómo funcionaba esa
manipulación robótica que les habían hecho, estaban
programados para negar y desconectarse de sus
emociones. Una hora más tarde, Simón buscó a Mar y la
invitó a retomar la salida frustrada por su migraña, y Mar
aceptó sin dudarlo.
Simón y Mar fueron al bar del NE y pidieron algo para
tomar, mientras hacían tiempo para ir a cenar. Él había
reservado una mesa en un restaurante. Mar le había
gustado mucho apenas la vio, de eso no había dudas. Y a
Mar él le había parecido guapísimo. Además se caían muy
bien, eran perfectos el uno para el otro. Sin embargo, había
algo como forzado, como si se sintieran empujados a dar
ese paso. Como si hubiera un guionista tratando de producir
algo que naturalmente no hubiera ocurrido. Ella notó que él
estaba algo raro, como pensativo, y le preguntó qué
pensaba.
-Es que en mi cabeza ya busqué diez maneras de decirte
esto-confesó él.
-Entonces abrí la boca y decí una-dijo ella, sonriente.
Simón se acercó a Mar, y puso su boca muy cerca de la de
ella.
-¿Sí? ¿Lo digo?
En la guarida, Kika y Jony tipeaban, conectaban, hacían
pruebas, pero nada parecía resultar. El entusiasmo inicial
empezó a decaer. Tefi se desinfló, se había ilusionado con
cantarle el feliz cumpleaños a Mar. Pero, de pronto, Kika
tipeó una combinación de teclas, apretó enter, la pantalla
destelló y se oyó un ruido metálico.
-Creo que entré-dijo Kika, asombrada. Thiago se abalanzó
sobre el micrófono.
Esperanza, que se había ido a descargar su angustia al
boquete, encontró un pasadizo que creyó que era la salida
de la urbe y se ilusionó, pero al subir a la superficie vio que
había aparecido en el interior del local vacío donde antes
funcionaba el bar Julio Verne. Se volvió a pinchar, harta de
ese laberinto, y encima al salir del local se topó con Simón y
Mar que estaban en un sillón, muy próximos, mirándose a
los ojos. Hope no podía sumar más depresión a ese día, vio
que era inevitable y se fue, resignada.
-O mejor, sin palabras-dijo Simón, y acercó su boca como
para besarla, pero en eso la música funcional se detuvo, e
irrumpió una voz algo ronca, rasposa:
-Mar, mi amor, si me estás escuchando, soy yo.
Mar, Simón y todos los que estaban en el campus
empezaron extrañados a mirarse, tratando de entender qué
y de quién era esa voz que se oía.
-Desde que te perdí, estoy mudo-continuó Thiago. No puedo
nombrarte, no puedo ni decir tu nombre. No quiero decir
todo lo que te amo y te extraño si no te lo puedo decir a
vos. Me quiero guardar todos los te amo, los te extraño, los
te necesito... No quiero decirlos al aire, te los quiero decir a
vos. Porque ese muro va a caer, Mar. Yo sé que va a caer, y
te prometo que el próximo cumpleaños vamos a estar
juntos, y te voy a poder decir a vos, mirándote a los ojos,
feliz cumpleaños, te amo, te extraño y te necesito. Pero te lo
voy a decir solo a vos. No quiero nombrarte si no estás acá.
Pensar que ese día va a llegar próximamente es lo único
me da fuerzas.
Mar escuchó la voz emocionada de ese misterioso
enamorado, y notó que Simón y todo el NE la estaban
mirando, preguntándose quién le había hecho semejante
declaración.
No me sueltes la mano
 

Los más beligerantes de la Resistencia-Tacho, Luca y Vale-


decidieron tomar la iniciativa y hacer algo. Aprovechando
que Thiago estaba distraído intentando dejarle otro mensaje
a Mar, se escabulleron. Tefi notó que faltaban varios y
preguntó si alguien los había visto; sorpresivamente, fue
Terra quien le reveló que habían ido a grafitear el muro. Tefi
se alarmó y quiso avisarle a Thiago para que fuera a
detenerlos, pero Terra le dijo que a él no le harían ningún
caso, que era mejor que se ocupara ella, como vicelíder, y
se ofreció a acompañarla. Mientras caminaban por el
bosque hacia el muro, Tefi decidió generar un acercamiento
con Terra. Después de todo, más allá de que hubiera sido
una Terra turra, eran compañeras de resistencia, y era otra
mujer.
-Quisiera preguntarte por qué hiciste lo que hiciste. Eso no
se hace entre mujeres.
-Mi historia con Luca venía de antes-se justificó Terra.
-Y la mía, de muchísimo antes, temporadas enteras hace
que vengo con el Negri. Gorda, tenés una guarida llena de
solteros, ¿justo con Luca? ¿Por qué esa obsesión?
Terra la miró con odio, Tefi había arrancado una cascarita
dolorosa para Terra. Desde que Tefi y Luca se habían
separado, ella había intentado varias veces acercarse a él,
creyendo que ahora que ya no estaba de novio era natural
que volvieran a estar juntos. Sin embargo, Luca la ignoraba
y le había dejado en claro que lo único que le importaba era
arreglar las cosas con Tefi porque la amaba. Ese rechazo,
esa contundencia de que Luca no solo amaba a Tefi, sino
que decididamente no la amara a ella, había obsesionado
aún más a Terra, que no se resignaba así nomás a las
negativas.
-¿Quién es la obsesionada? -respondió con un odio negro.
¿No será al revés? ¿No será que no querés aceptar que no
es para vos, que no tienen nada que ver?
Tefi decidió que no tenía ningún caso hablar con ella y así se
lo dijo. Solo preguntó dónde estaban los chicos, y Terra le
señaló una dirección Tefi se adelantó unos pasos, y Terra,
llena de resentimiento, la atacó desde atrás y la desmayó.
-Yo tampoco quiero hablar más con vos le dijo, mientras Tefi
perdía el conocimiento.
Thiago y Jony se habían quedado vigilando las cámaras,
esperando alguna repercusión de su mensaje, y cuando
vieron a Luca, Tacho y Valeria acercándose al muro, Thiago
se indignó y salió corriendo para frenarlos. Llegó cuando ya
estaban pintando el logo de la Resistencia sobre el muro.
-¿Quién botoneó?-se ofuscó Tacho.
-Solos se botonearon. Si los vi yo, ya los debe haber visto
medio ejército. ¿Qué es esta idiotez? ¿Qué logran con esto,
a ver?
-Meterles un dedo en el traste! -repuso Tacho- ¡Que sientan
que estamos vivos!
-Ya nos cansamos de jugar a la familia Ingalls como si nada
pasara -dijo Valeria.
Pero la discusión se resolvió enseguida, porque, como había
advertido Thiago, divisaron a dos guardias que se acercaban
desde el norte. Los cuatro se internaron en el bosque y se
agazaparon allí, pero se desconcertaron al ver que los
guardias no venían hacia ellos, sino que iban hacia otro
sector, donde cargaron algo que parecía un trasto. De
pronto, Luca se puso pálido al distinguir que estaban
acarreando a una persona.
-¡Es Tefi!-exclamó, desesperado, y salió disparado en un
impulso. 
Los demás tuvieron que ir detrás para no dejarlo solo. No
estaban armados, pero eran más, y sorprendieron a los
guardias. Terra, que estaba cerca, no tuvo otra alternativa
más que sumarse a ellos, y cuando vio que un guardia
estaba por dispararle a Luca, tomó el arma de otro soldado
al que había reducido y con esta desmayó al que lo
amenazaba. En un operativo rápido, rescataron a Tefi, y
además Luca quedó agradecido con Terra porque le salvó la
vida. Al regresar a la guarida, Luca le reprochó a Tefi que se
hubiera lanzado al bosque de esa manera, y ella sostuvo
que lo que había ocurrido no era normal, que no se había
desmayado de la nada. Acusó a Terra. Creyó que apenas
oyeran su denuncia la pondrían de patitas en el bosque,
pero la acusación de Tefi era tan extrema que a todos les
costaba creerla. Además, Terra se había arriesgado para
rescatarla y le había salvado la vida a Luca. Para todos era
más fácil creer que se trataba de los celos de Tefi. Le dolió
tanto que ni siquiera su mejor amiga Melody le creyera que
sintió que no había lugar para ella en ese lugar, donde su
palabra estaba tan devaluada. Se sentía muy sola,
únicamente acompañada por Carlitos, un cerdito que habían
encontrado, pero que ninguno había tenido el coraje de
faenar para comer, y que había terminado por convertirse
en la mascota de la guarida En un impulso motivado por un
profundo dolor, escribió una carta para Luca, le puso una
correa a Carlitos y se fue con él de la guarida.
Mar, Hope y Jaz se extrañaron mucho al notar que Ito,
Simón y Teo estaban acelerados, hablaban como en cámara
rápida y no podían estarse quietos en ningún lugar.
En el caso de Teo, tenía que ver con un corticoide que le
habían aplicado por una reacción alérgica. Ya le había
pasado el día en que se besó con Luz. Comenzaba con un
cosquilleo en la nariz, una carraspera molesta y luego los
ojos rojos, irritados, y hasta la voz un poco aflautada.
Concluyeron que sería una reacción alérgica al perfume de
ella.
Pero aunque él coqueteaba con Luz, quien realmente le
gustaba era Jazmín, y no perdía oportunidad de acercarse e
intentar traspasar el muro que ella le había levantado.
Cuando Luz descubrió el doble juego de Teo, ordenó de
inmediato que lo retiraran del NE, donde estaba viviendo. Él
se molestó mucho por esa medida tan arbitraria.
-Me estaba ganando la confianza de los chicos, si había
algún infiltrado iba a ser el primero en saberlo-le reprochó
Teo.
-Estabas en un viaje de egresados, Gorki. Jugando al
príncipe con una nena.
-Ah, no lo puedo creer, es por celos...
-Te lo expliqué muy bien: yo me fijo en hombres. Yo soy una
mujer y soy poderosa. Vos te estarás preguntando «cómo le
digo que no a una mujer como Luz». Yo mejor me
preguntaría «cómo le digo que sí». Porque hay que estar a
la altura, Gorki. Hay que saber jugar con fuego. Te sentiste
muy hombre abrazándome en un momento de debilidad. Te
creíste el macho protector, y me besaste, dijiste «sí,
puedo», con tu ego infladísimo. Pero ahora no sabés si estas
en condiciones de sostener ese «sí»). Vos de verdad pensás
que entre nosotros puede haber algo, -Me aburren los
hombres que hablan demasiado. No hables más, hace algo.
Andate o quedate, pero lo que hagas, sabé hacerlo.
Entonces él, desafiado, jugó con fuego. Cerró la puerta de
la oficina y como un Valentino posmoderno, tuvo sexo con la
jefa de Ministros sobre su propio escritorio.
Media hora más tarde, no podía respirar por la alergia y
requirió aplicación de corticoides, por eso estaba así de
acelerado.
También Simón estaba en ese estado por los corticoides.
Luego del beso que se había frustrado con Mar por esa
declaración de amor misteriosa, él intentó retomar cuando
ella le aseguró que el mensaje tierno y hermoso de ese
percho seguro no era para ella, que había muchas Mar en la
urbe y que ella no cumplía años. Y se hubieran besado allí
mismo, pero Simón volvió a tener otra fuerte migraña.
Como el doctor Kant le había advertido que lo fuera a ver
ante el más mínimo síntoma, le hizo caso. El médico, sin
decirle que su cuadro era serio, le dio corticoides para
desinflamar su cerebro. Por eso ahora el ex payasito y
flamante héroe andaba como en cámara rápida, queriendo
vivir en un día todo lo que no había vivido en el supuesto
año que había pasado en coma.
En el caso de Ito, sus corridas no tenían que ver con
ningún químico. Simplemente, se había enterado de que el
evento «Un nuevo mundo», de cuya organización era el
encargado, sería en junio, con ene, no julio, con ele, como
había entendido. Por lo tanto, tenía un mes menos para
coordinar ese gran evento para postular a la urbe como
sede de las Olimpiadas. Era tan importante que hasta
vendría el señor Jay, que era el jefe de los jefes de Ministros.
Su becariado y toda su carrera política dependían de esto.
Pero luego de la etapa eufórica, tanto Teo como Simón
entraron en una fase casi angustiosa. Teo sintió la necesidad
de sincerarse con Jazmín contarle lo tironeado que estaba
entre lo que sentía por ella y esa trampa en la que se había
enredado con Luz.
-Tengo dos caras-le confesó, atribulado-. Una cara de Teo
es la del guardia frío que no vacila cuando tiene que cazar a
un salvaje. La otra, es la de un Teo sensible que no se atreve
a confesar su gran sueño, que es cantar en un escenario.
Jazmín lo miró sorprendida, jamás se hubiera imaginado que
él tenía esa inclinación.
-Un Teo hace lo que tiene que hacer, sin cuestionar. El otro
siente que hay algo que no está bien. Un Teo se murió con
vos la primera vez que te vio y lo único que quiere es
recostarse sobre tu falda y que le acaricies el pelo, mientras
te cuenta todo lo que sueña.
-Hacelo -dijo ella, conmovida, pero él siguió adelante con su
confesión.
-El otro Teo es un mentiroso que está involucrado en una
historia que no puede cortar, o no quiere. Un Teo siente
vergüenza del otro.
-Teo, ¿vos estás saliendo con Luz? -preguntó Jazmín,
pragmática, nombrando al elefante que había en la
habitación. Y él se lo confesó con un gesto. Sin decir nada
más, Jazmín le abrió la puerta y le pidió que se fuera de su
habitación.
En el cuarto contiguo, Mar estaba con Simón, al que había
llevado para que se acostara. Había pasado de la euforia a
cierta melancolía, y ahora había empezado a hablar raro,
parecía delirar. Mar le puso la mano en la frente y notó que
estaba hirviendo.
-¡Percho! Volás de fiebre. Quedate acá, voy a buscar a un
médico.
Pero, de pronto, el delirio de él se volvió frenético. Se
incorporó en la cama, como si acabara de despertar y la
miró.
-¡Mar!-exclamó, como reconociéndola- Thiago te está
buscando.
-¿Qué dijiste? -exclamó ella, impactada por ese nombre.
-Esto está mal, Mar. Tenés que buscar a Thiago. Tenés que
encontrarlo. Él es tu amor.
Simón cayó sobre la cama y se empezó a retorcer por las
convulsiones. Mar se sacudió del aturdimiento por lo que él
había dicho y pidió un médico, que llegó de inmediato y
decidió trasladarlo al ver que tenía cuarenta grados de
fiebre. Los que estaban en el pasillo se acercaron
impresionados. Simón parecía estar viéndolos por primera
vez. Divisó a Teo, que justo salía del cuarto de Jazmín, y
exclamó:-Teo. Melody... El bebé... Ella está embarazada... -Y
luego, al ver a Jazmín que asomó detrás de Teo, gritó-:
¡Estás viva! Tacho llora. A la noche... él llora.
Al salir al campus, miró ese lugar por el que había caminado
esos días, y exclamó:
-¡El Mandalay!
Hope, que vio cuando lo trasladaban, apenas pudo disimular
el dolor y la impotencia. Intuía que esas migrañas eran
producto de los experimentos que hacían con ellos. Casi
llorando, le gritó cuando lo subían a la ambulancia.
-¡Resistí, Saimon!
Él intentó hacer foco en ella, pero en lugar de Hope, vio a
Vale. Su mirada se dulcificó.
-Vale...
-Aguantá, mi amor, aguantá...-decía Vale, en su delirio
febril.
El estiró la mano y quiso agarrar la de ella, pero se volvió de
aire, y mientras se lo llevaban en la ambulancia, él gritó,
aún con la mano suspendida:
-No me sueltes la mano, mi amor. ¡No me sueltes!
No me voy porque no me crean. No me voy por la
humillación de que la persona que amaba haya metido a
otra mujer en nuestra casa, me haya engañado con ella, y
encima no me crea cuando le digo que me atacó. No me
voy porque mis amigos no me tomen en serio y no les
importe lastimarme. Me voy porque necesito encontrar a
alguien a quien amar, y mi corazón me dice que lo que yo
busco no está ahí. Necesito encontrar un lugar donde esté
el roto para esta descosida. 
Tefi.
Luca leyó la carta angustiado y preocupado. Y ella, que
había hecho una copia para releerla más tarde, se emocionó
con sus propias palabras. Estaba segura de que tenía que
tomar una resolución semejante, pero cuando empezó a
oscurecer y se vio sola con Carlitos en el bosque, consideró
que debió haber pensado mejor su movida.
Su fantasía era que todos irían corriendo a buscarla y a
pedirle perdón, pero no había ocurrido, y ahora sería
demasiado humillante regresar. Así que buscó un lugar
donde pasar la noche. Encontró un camión que estaba
abandonado en un paraje desierto, y se subió con Carlitos a
la parte trasera, se acurrucó entre unas cajas e intento
resistir a su impulso de tomar el handy y llamar a esa parva
de traidores. Mientras tanto, en la guarida, Luca no dejaba
de torturarse, releyendo la carta. Al principio pensó que Tefi
regresaría enseguida, que estaba haciendo uno de sus
berrinches, pero pasaban las horas y no tenían novedades.
Hasta que de pronto, se oyó la voz trémula de Tefi.
Obviamente, no había podido sostener su determinación de
no dar señales de vida: encendió su handy y los llamó. Luca
se abalanzó, aliviado para responderle.
-¿Me copan?
-¡¡Flaqui!! ¿Dónde estás?
-Con vos no voy a hablar, pasame con otro.
-Tefi, soy Tacho-dijo este, tomando el handy.
-Con vos tampoco, sos compañero de pirateadas del Negri y
no votaste por mí.
- Amiga, soy Mel.
-Con vos y con Vale tampoco. Ni con Thiago, todos traidores.
Voy a hablar con Jony, que es el único bueno ahí.
Jony, sorprendido y halagado, tomó el handy y le respondió.
-Hola, Tefi, te copo. Gracias por lo de el único bueno, yo sé
que soy...
-Callate y escuchame -lo cortó ella. Decile a los chicos que
estoy bien, que necesito distanciarme un poco nomás
porque estoy triste.
-¡Decile que vuelva, por favor!-suplicó Luca.
Esta es una charla entre vos y yo, Jony, no entre traidores y
yo. ¿OK? Deciles que no me busquen porque no voy a
volver. Y cortó, melodramática, esperando que ahora si
fueran a buscarla.
Más tarde, esa noche, el camión se puso realmente frío, y
Tefi se acurrucó con Carlitos para tratar de conciliar el
sueño, cuando volvió a sonar el handy, y era Luca.
-Sí no querés hablar, al menos escuchame. Yo te quiero
pedir perdón. Hice todo mal. No te respeté, y lo peor es que
tampoco me respeté a mí. Porque yo te amo, Flaqui, con
locura. Y daría lo que fuera por que me perdones. Pero si no
querés perdonarme ni vivir más conmigo, no sos vos la que
se tiene que ir, soy yo. Vos no podés estar sola por ahí, es
muy peligroso. Volvé, por favor. Volvé, mi amor.
-Voy a volver, Francini. Pero no te hagas ilusiones. No vuelvo
por vos.
-Sí, lo que vos digas, Flaqui. Pero dale, venite o decime
dónde estás y te busco.
-No es necesario, voy sola.
-Te quiero, flaqui.
-No te escuché. Chau.
Ahora que había escuchado su desesperación, ya se
sentía lo suficientemente digna como para volver, pero para
hacerlo sufrir un poco más decidió pasar la noche allí, y
regresar a primera hora de la mañana. Al otro día, la
despertó un ruido. Por la vibración, se dio cuenta de que el
camión se había puesto en marcha, y peor que eso, ¡estaba
en movimiento! Corrió a la puerta, intentó abrirla, y notó
que estaba cerrada por fuera. Intentó mandar un mensaje
desde su handy, pero la señal era muy mala y no logró
hacerlo.
En ese mismo momento, Jony, Tacho y Thiago estaban
observando en el monitor algo que Jony había descubierto
pinchando las cámaras del Gobierno. Había encontrado un
acceso a la urbe por donde entraban y salían camiones todo
el día. Trataron de adivinar qué entraban o sacaban esos
camiones. Arriesgaron hipótesis; algunas, truculentas y
escalofriantes, hasta la más simple y llana, que aportó
Tacho:
-Entran comida y sacan basura.
Se miraron satisfechos, habían descubierto una nueva vía
de acceso. No imaginaron que en uno de esos camiones,
estaba entrando Tefi con Carlitos a la urbe.
Kant le informó a Luz que no había nada que pudiera
hacerse, que el proceso de deterioro neuronal era
irreversible, y que a Simón le quedaban días de vida. La jefa
se preocupó mucho, y de pronto vio que Mar había ido a ver
cómo estaba Simón y había escuchado todo. La apartó de
inmediato para que Simón no la viera, y salieron al parque
del edificio. Se sentaron en un banco y Luz le confirmó que
había escuchado bien. Mar se largó a llorar, no solo por la
impresión de que ese chico joven y lleno de ganas de vivir
se fuera a morir, sino porque además estaba así por su
culpa.
-No ganás nada pensando así, Mar. Simón hizo su trabajo.
Los guardias son personas dispuestas a dar su vida por los
demás.
-¡Pero no tiene ni veinte años! Es muy chico, no se puede
perder todo lo que se va a perder. No es justo, Luz-dijo Mar,
muy acongojada.
-Ayudalo a que no se pierda algunas cosas. Y confiá, yo te
juro que existen los milagros. ¿Conocés a Gi, mi hija mayor?
Mar negó. No sabía que Luz tuviera otra hija, ni qué tendría
eso que ver con Simón. Luz le contó que había adoptado a
Gi cuando aquella tenía cinco años y que padecía una
enfermedad rarísima, de esas que los médicos ni siquiera
aciertan en diagnosticar.
-No le daban más de un año de vida-le confió Luz,
emocionada. Y acaba de cumplir dieciocho. Pasó toda su
infancia y su adolescencia de clínica en clínica. Pero hace
unos meses..., el milagro. Se curó. Cuando Gi llegó a mi
vida, yo sabía que le quedaban meses, y lo único que hice
fue darle mi mano, sostenerla. Hacerle saber que nunca la
iba a soltar. Dale la mano a Simón y no pienses en el futuro.
Hoy Simón está acá.
Las dos se recompusieron cuando lo vieron salir del edificio.
Se lo veía mejor. Él se sorprendió de ver a Mar allí, y aunque
no le habían dicho nada de la gravedad de su condición,
algo presentía y los ojos rojos de Mar se lo confirmaron.
Luz les facilitó un auto para que los llevara a donde
quisieran ir, y Mar. tomando el consejo de ella, decidió que
se dedicaría a darle todos los momentos felices que Simón
pudiera tener en el tiempo que le quedara de vida. Los dos
iban pensativos, mirando el paisaje, cuando pasaron por un
parque en el que había una fuente muy elegante.
-¡Qué lindo!-exclamó Simón.
-¿Te gusta? Pare-ordenó Mar al chofer.
El chofer lo hizo y caminaron hacia la fuente. Ella lo tomó de
la mano, bien fuerte. Había decidido que no se la soltaría
nunca. El la miró sonriente.
-En la vida hay que hacer lo que uno quiere. ¿Te gusta la
fuente? Vamos a la fuente.
-Sos impulsiva, ¿eh?
El se rió y reparó en que ella no le soltaba la mano en
ningún momento.
-¿Vamos a estar todo el día así? Ojo, me encanta, pero...
-Si nos encanta, no nos hagamos tantas preguntas, ¿no te
parece?
Se pararon frente a la fuente. Las esculturas de dioses
griegos entre lazadas como en una bacanal escupían agua
en todas las direcciones. El movimiento del agua emanaba
una frescura gratificante.
-¿No te dan ganas de meterte? -dijo Simón. Siempre que
veo una fuente me dan ganas de echarle jabón en polvo
para que haga mucha espuma. Y meterme.
-Lo de la espuma, te lo debo-dijo Mar-, pero si querés
meterte...
Y lo arrastró hacia la fuente, Él no esperaba que ella lo
tomara de forma tan literal.
-Era una forma de decir, Mar -dijo él, riendo.
-No hay que quedarse con las ganas, Simón -dijo ella y
metió un pie en la fuente.
Él, divertido, entró con ella, y se empaparon de inmediato
con los chorros entrecruzados. Se miraron, tentados, y él
levantó su mano, que ella no soltaba.
-No me vas a soltar, ¿no?
-Nunca. Salvo que vos quieras.
-No, no quiero.
-Entonces no te suelto. Nunca más-dijo Mar, y lo besó.
Ser o no ser
 
Terra entró en la guarida con una gran noticia que todos
esperaban hacía mucho tiempo.

-¡Arreglé el helicóptero! Ya lo probé, funciona perfecto.


Todos los que estaban allí estallaron en festejos, y Valeria
quiso correr a subirse a ese helicóptero para ir a rescatar a
Simón, pero Thiago dijo que debían pensar bien la
estrategia. Y, finalmente, la tensión que había entre ambos,
estalló.
-¡Basta, gato!-gritó Valeria-. ¡Simón está en peligro! Tengo
un nudo acá, yo sé que está mal. Hay que entrar ya.
-¡No podemos, Vale!
-¿Por qué no? ¿Porqué vos lo decís? ¿Qué vamos a esperar?
-Lo que haga falta hasta estar seguros para que no nos
bajen y nos maten.
-¿Y los que están adentro qué? Si no te importa el resto,
pensá en Mar, que tal vez cuando vos te decidas ya esté
muerta. Estoy harta de que le hagamos caso a un tipo que
lo único que hace es esperar, intervenir "creativamente"
mientras nos cazan.
-¿Y qué carajo querés hacer? -explotó Thiago también-
¿Matarte?
-¡Salvarlos quiero! -gritó Valeria-. Jugarme la vida, hacer lo
que sea que haya que hacer, pero no ser una cagona como
vos.
Y se fue, llena de bronca e impotencia. Thiago se quedó
pensativo unos segundos y luego salió tras ella. La vio en el
fondo del jardín. No supo si acercarse o dejarla sola. La
relación entre ellos se había deteriorado demasiado desde
que habían perdido a Simón, y aunque a Thiago le dolía, ya
no sabía qué hacer para que Valeria no lo culpara de todo.
Ella lo vio y en un impulso salió corriendo hacia él, sacada:
Thiago pensó que avanzaba para pegarle, pero, en cambio,
lo abrazó fuerte y se largó a llorar.
-¡Perdoname! -dijo ella, al fin, mientras lloraba desgarrada-.
Te traté muy mal todo este tiempo. Es que estoy furiosa con
vos, Thiago.
-Ya lo sé.
-Yo te quiero mucho, pero siento que le soltaste la mano a
Simón. Que todos le soltamos la mano. Se lo llevaron y todo
siguió igual, no hicimos nada.
-Te juro que vamos a entrar, Vale. Falta poco. Vamos a ir por
él y por todos. Te lo juro.
Ella asintió, y se quedó abrazada a él. Necesitaban los dos
tener esa crisis y atravesarla. Se quedaron juntos sentados
en un rincón del jardín. Reconciliándose luego de tantos días
de desencuentro. Estaban por levantarse para regresar a la
casa cuando vieron salir a Kika, que en actitud algo rara,
cerciorándose de estar sola, sacó su celular e hizo una
llamada. No los vio porque estaban detrás de unas plantas
grandes.
-Jueves 20 de mayo de 2031. Ya arreglaron el helicóptero.
Van a intentar entrar en breve -dijo Kika y cortó. Cuando se
dio vuelta para irse, se topó con Thiago y Valeria, que la
miraban serios.
-¿Con quién hablás?-dijo Thiago. Kika, paralizada, intentó
disimular, pero Valeria le arrebató el teléfono.
Llamaron al último número que había marcado y activaron
el altavoz. Atendió un contestador automático, sin mensaje.
Solo un beep.
-Hablá, Kika-exigió Thiago. ¿Qué es esto? ¿Dónde dejaste
ese mensaje?
-Chicos, ¡les juro por la memoria de mi mamá que no es
nada malo!
-Siempre fuiste una mosquita muerta vos -aprovechó Valeria
para sacar viejos trapitos sucios al sol-. Te la das de amiga y
sos la peor, roba novios, traicionera.
-Qué feo, ¿seguís resentida con eso? ¿No te acabás de casar
con Simón?
-¡Ahora ese no es el tema! -dijo Thiago. ¿A quién le avisaste
que vamos a entrar?
-¿Saben qué? Línchenme, échenme si quieren, pero no les
puedo decir nada-dijo con determinación, aunque le hizo
una serie de señas a Thiago, que a él le costó entender.
Finalmente, captó que ella quería hablar a solas con él y se
apartaron.
-Sos lento, ¿eh? ¿No te das cuenta de que no quiero hablar
delante de todos? Te voy a decir la verdad, pero solo a vos,
¿okey?
Kika le contó que ese teléfono se lo había dado alguien para
que ella le avisara las cosas importantes que ocurrieran allí.
Thiago se sorprendió mucho cuando le reveló quién.
-¿Cómo que Camilo? ¿Sabés dónde está?-se esperanzó él.
Kika le aclaró que no lo había visto, pero había hablado con
él meses atrás, poco después del día de las explosiones.
Kika había vagado en medio de la confusión y el caos hasta
que consiguió un teléfono e intentó comunicarse con alguno
de ellos, pero no logró que ninguno la atendiera. De pronto,
su teléfono había comenzado a sonar.
-Era él. En realidad tenía la voz rara, distinta. Pero era
Camilo, y me pidió que los buscara a ustedes y le fuera
contando todo. Y también me pidió que por nada del mundo
se los dijera. Yo se lo juré, y ya le fallé-se lamentó.
A Thiago todo le parecía muy raro y por supuesto no se
quedó solo con esa explicación. Le pidió el número de ese
teléfono a Kika y llamó.
-Pendejo, ¿estás ahí?-dijo luego del beep del contestador-.
Kika me dijo que te estaba dejando mensajes a vos y
necesito saber si es verdad. Y si es verdad, ¿por qué no nos
dijiste que estabas vivo? ¿Por qué no venís con nosotros?
¿Estás ahí?
-Hola, Thiago-respondió alguien del otro lado de la línea.
-¿Camilo? -exclamó Thiago, aunque si bien esa voz se
parecía a la de su hermano, no era exactamente la suya-
¿Sos vos?
-Soy y no soy Camilo -respondió la voz luego de un instante.
-¿Eh?-exclamó Thiago, confuso-. No me jodas, ¿sos Camilo
Estrella o no?
-Soy. Y no soy, te dije. Después de las explosiones, me
persiguieron Me querían con vida, pero un soldado me mató
por error y ocultó mi muerte. Estoy muerto, Thiago, pero
existo de una manera distinta. Por eso digo que soy y no soy
Camilo,
-Es una locura lo que decís.
-Sé que es difícil de creer, pero es así. Y ese crimen no
puede quedar impune, Thiago. Necesito que vengues mi
muerte-dijo la voz, y Thiago se estremeció.

-¿Por qué es tan importante Camilo Estrella?


-Pasá, Gorki. Para eso te traje acá.
Luz lo hizo entrar en el altillo. Teo tuvo como un súbito y
fugaz mareo al cruzar la puerta, como si un fantasma lo
hubiera atravesado. Era el fantasma de la memoria de los
momentos que había vivido allí con Paz en otra vida, en otro
mundo.
-Como sabrás, no hay nada más importante que la energía.
Es la verdadera crisis que debemos afrontar. Sin energía no
hay producción, no hay movimiento, no hay vida. A lo largo
de los años hemos ido devorando todas las fuentes
energéticas y nos vimos obligados a buscar fuentes
alternativas. Esta es una de ellas-dijo, señalando el portal.
-¿Ese reloj?-preguntó él, extrañado.
-No es un reloj. Los detalles técnicos no importan, pero se
trata de una fuente de energía muy poderosa. Si logramos
canalizarla, no hay de qué preocuparse, es inagotable. Pero
para eso necesitamos un catalizador. Lo teníamos, pero lo
perdimos-dijo Luz, refiriéndose a Paz-. Y aquí es donde cobra
vital importancia encontrar a Estrella, porque él sabe cómo
canalizar esta energía.
-Entiendo -dijo Teo, mirando el reloj.
-Te revelo esto porque confío en vos. Apuesto a vos. Y a
nosotros. Podemos llegar muy lejos juntos. Te estoy
invitando a una vida superior, llena de grandes proyectos, a
una vida en lo que todo lo que desees lo puedas tener.
¿Estarás a la altura de esta invitación?

Él, a modo de respuesta, la besó. Y aunque ella ese día se


había puesto un perfume hipoalergénico, él volvió a tener
una reacción alérgica.

Por pura maldad y divertimento, el Ito que Luz había


creado era una versión pobre y buscavidas de Nacho. Pero
ahora, con el becariado, era como si hubiera vuelto el viejo
Nachito Pérez Alzamendi. No el deconstruido post Paisa, sino
el de antes, el más rancio, el cheto de pura cepa. Ostentaba
el poder que él suponía le daba el becariado y trataba a
todos con altanería. Además estaba muy estresado por la
confusión junio-julio, así que decidió ocuparse él mismo de
las cosas importantes y por eso fue a la Urbe Agroindustrial,
un lugar que Nacho no tenía idea que existía, pero que era,
en verdad, uno de los distritos más importantes del
complejo, donde se producían los insumos que se
consumían dentro la urbe. Al llegar, se dirigió con
prepotencia a los guardias del puesto de control, que
demoraban en autorizarle el acceso.

-¿Podremos apurar, please? Soy el primer becario de la


jefa, man. Soy Nachito Pérez. ¿O querés que la llame? Dale,
man, apurá que nos comen los salvajes.
Una vez que logró entrar, se presentó ante el encargado,
todavía ofuscado por el trato que se le había dado a él, que
era prácticamente una extensión de la jefa de Ministros.
-Te explico, man-le dijo al encargado-. Tengo el evento acá,
en el hombro. Todo depende de mí, incluso, tu puesto, si no
me resolvés lo que necesito. Vamos, te estoy evaluando,
lucite.
El encargado lo condujo a una oficina para tomarle el pedido
de lo que necesitaba para la fiesta. Pasaron junto una fila de
camiones que esperaban para ser cargados. De uno de esos
camiones, sin que nadie la viera, se descolgó Tefi,
aprovechando que habían abierto la puerta. Miró a la
redonda y quedó totalmente desorientada.
-¿Dónde estamos, Carlitos? -le dijo al cerdo, al que llevaba
con su correa.
Pero antes de que pudiera averiguar más, vinieron dos
guardias que la detuvieron y la increparon. Como ella no
supo decir qué hacía ahí, los otros concluyeron que sería
una peona del tambo que intentaba fugarse, le quitaron al
cerdito, creyendo que se lo estaba robando, le pusieron un
overol y la reintegraron a su puesto de trabajo.
Cuando la sentaron en un banquito en un tambo y le dijeron
que debía ordeñar una vaca, sintió que se desmayaría. Pero,
antes que nada, ella era Nick Rivers, y entendía que estaba
en una situación delicada. Seguramente, había cruzado al
otro lado del muro y había llegado la hora de pasar a la
acción. De modo que se sentó, miró la ubre con
determinación y apretó. Más allá, entraron Ito con el
encargado; era evidente que no soportaba más al becario.
-Agregame veinte cajas de naranjas y veinte de limas.
-No es época de limas.
-Yo no te pido problemas, sino solucio...
Ito cortó la frase al ver a Tefi. Él era muy mujeriego, o eso
quería que creyeran los demás. Pero eso que le produjo esa
obrera que intentando ordeñar una vaca se había salpicado
toda, nunca le había pasado.
-¿Vas a encargar algún lácteo? -repitió el encargado.
-Sí. Quiero veinte hormas de queso azul, diez de brie. Y esa
chica.
El encargado se lo quedó mirando un instante, y luego se
echó a reír
-Muy gracioso, sí. Esperá que te voy a preparar el pedido -
dijo, y se alejó.
Ito no había hecho ningún chiste. De verdad quería llevarse
a esa chinita, y suponía que siendo becario no tendría
obstáculos para conseguirlo. Se sacó los anteojos de sol y
avanzó hacia ella, que luchaba con la ubre de la vaca. Se
paró detrás de ella y la observó, sonriente. Era flaca como
un espárrago, y tenía una cara de pícara que lo fascinaba.
Con su voz más ganadora, le dijo:
-Paisanita...
Tefi se dio vuelta y no pudo creerlo cuando lo vio. Y así, toda
salpicada con leche como estaba, de un salto se colgó de su
cuello y lo abrazó.
-¡Nach! -chilló, casi llorando de emoción.

Mar llegó al spa, donde estaban Hope y Jazmín, se tiró


sobre el sillón, pidió redondel de amigas y contó, no muy
entusiasmada, que se había besado con Simón.

-¡Matame!-se le escapó a Hope.


Jaz quiso saber todos los detalles, sobre todo por qué tenía
el pelo y la ropa húmeda y Mar les contó que ese primer
beso había sido dentro de una fuente.
-¡Encima en una fuente!-se lamentó Hope-. ¡Matame! Digo,
contame. Contá más. ¿Por qué esa cara? ¿No te gustó? Re
que no te gustó. Y no, cuando no va, no va, no hay que
insistir con el alisado si el pelo no toma.
-Sí, el beso estuvo bien. El es un divino, y es un caño.
-¿Pero qué pasa, por qué tenés esa cara entonces? -
preguntó Jazmín.
-Simón se está muriendo-dijo, finalmente, Mar.
Jazmín y Hope se incorporaron de golpe, muy
impresionadas. Y Mar les contó lo que se había enterado,
algo que Simón no sabía y les suplicó que no dijeran nada.
-Es tan triste... y es mi culpa.
-No digas bolideces-dijo Hope.
-Tal cual-concordó Jaz-. En todo caso es culpa de los
salvajes. Hope tuvo que contenerse para no gritar que la
única culpable era Luz. Pero en cambio preguntó si lo había
besado por la culpa que sentía. Mar lo negó enfáticamente.
-¿Entonces te encantó?-dijo Jazmín.
Mar tampoco pudo afirmar eso. En realidad, tanto Mar como
Simón se habían sentido raros luego de darse ese beso.
Ninguno lo confesó, pero ambos sintieron que había algo
que no estaba bien. Mar quiso sincerarse con sus amigas y
elaboró una de sus metáforas.
-El me encanta. De hecho, apenas lo vi, flasheé mal. Esa
carita, ese pelito, esa sonrisa; encima, ¡héroe salvador!
Cuando lo vi, dije: tiene que ser él. Viste cuando querés una
planchita, ESA planchita. La buscás, la buscás hasta que la
encontrás. Sos la más feliz del mundo... y al toque ya no te
sentís tan feliz. Bueno, algo así me pasó con el héroe.
-Mar, Simón no es un electrodoméstico. Pero bueno, por lo
menos sentiste culpa.-Y. ante la mirada extrañada de Mar,
Hope aclaró-: Digo que es un bajón sentir culpa cuando
besás a alguien, está claro que no es para vos.
-¡Clarísimo está! -admitió Mar-. Yo sigo tan vacía como
antes, pero ahora siento culpa porque lo hice ilusionar a él,
que se va a morir.
-¿Y qué vas a hacer?-preguntó Jaz.

Hope esperó la respuesta obvia: a pesar de la culpa y el


dolor, Mar no podría estar con Simón; sin embargo, ese
mismo día, y aunque ninguno de los dos estaba seguro de lo
que hacía, Mar y Simón decidieron ponerse de novios.

León, como de costumbre, le llevó la coima a Lobo, que lo


dejó salir para ir a visitar a Paloma. Pero al llegar a la casa
donde paraba, se encontró con un amigo de ella al que León
ya había conocido, quien le dijo que Paloma estaba en la
escuela; Lleca se extrañó mucho de que los salvajes
estudiaran. El amigo de Paloma le indicó dónde encontrarla.
Era una biblioteca abandonada. León no había visto jamás
un lugar así, con libros de verdad. Se asomó a la sala
central y vio a un grupo de chicos de edades variadas,
escuchando a un hombre de unos cincuenta años que daba
la clase.

-Hamlet. ¿Escucharon ese nombre alguna vez?-preguntó


el Profesor, y León se sorprendió cuando varios de los chicos
asintieron, porque él jamás había oído esa palabra-. Es una
tragedia de William Shakespeare. Cuenta la historia de un
príncipe al que se le aparece el fantasma de su padre
muerto, que le revela que fue asesinado por su hermano, el
tío de Hamlet. Y le pide a su hijo que vengue su muerte. La
obra trata sobre el dilema de Hamlet, que se debate entre
cumplir el mandato de su padre o no hacerlo. Un dilema
como el que tiene este muchacho entre sumarse o no a la
clase-dijo el Profesor, señalando a Lleca, y todos notaron su
presencia.

Paloma sonrió al verlo y le hizo una seña para que se


sumara. León, tímidamente, se acomodó junto a ella. El
Profesor, mientras hablaba, preparó una jarra de
chocolatada y untó panes con manteca, que fue repartiendo
entre los alumnos. 
-Yo sé que les digo Shakespeare y más de uno empieza a
cabecear, pero, chicos, en este mundo arrasado es vital
rescatar los tesoros de nuestra cultura. ¿Por qué
Shakespeare es tan importante para la historia de la
humanidad? Porque retrató como nadie la naturaleza
humana. El nos pintó como somos: sujetos divididos y
contradictorios. Antes de Shakespeare, el pensamiento
dominante era que el destino de los hombres estaba
determinado por los dioses. El hombre era un juguete del
destino y nada podía hacer. Todo cambió en el
Renacimiento. Con el avance de las ciencias se empezó a
cuestionar la existencia de Dios. Por lo tanto, el hombre
quedó solo frente a su destino. El hombre ya no era un
individuo, sino un sujeto contradictorio, dividido. Un hombre
ama a su mujer con locura, y en nombre de ese amor la
mata: Otelo -dijo, mostrándoles un libro. Luego tomó otro.
Un rey ama a su hija, pero la deshereda y la humilla para
terminar solo, pobre y loco: Rey Lear. Shakespeare lo sabía,
el hombre es contradictorio.
Cuando terminó la clase, León se acercó junto con Paloma al
Profesor para agradecerle. Eso que había experimentado
era muy diferente a las clases del NE. No solo por los
contenidos, sino también por la calidez y el clima fraterno
entre todos los alumnos.
-No te voy a preguntar de dónde venís, porque es obvio-dijo
el Profesor-. Pero te quiero regalar algo -y le dio varios CD y
un discman, objetos que jamás había visto.
-Gracias-dijo León, sorprendido, pero acépteme esto. Le
quiso dar dinero y el Profesor se echó a reír.
-Gracias, pero eso no sirve acá.
-Es que yo no puedo aceptar esto, tendría que ser al revés,
yo les tengo que regalar cosas, ustedes no tienen nada-dijo
León, lleno de culpa.
-Es cierto, nos falta casi todo, pero aún así, tenemos algo
para darte a vos-concluyó el Profesor, con calidez.

León lo aceptó, emocionado por el gesto de ese hombre


que era un desconocido y, sin embargo, lo miraba con
mucho afecto. Cada excursión al mundo exterior,
transformaba a León. El que salía de la urbe nunca era el
mismo que regresaba. Cada vez se sentía más a gusto allí
afuera que en el NE, y decidió quedarse un rato más con
ellos.

Thiago le contó solo a Tacho la historia del Camilo que era


y no era Camilo, y Tacho por supuesto no creyó una sola
palabra de eso. Sin embargo, Thiago consideraba que no se
podía descartar la hipótesis por absurda, ya que ellos
mismos estaban en el futuro, al que habían viajado luego de
abrir un libro dorado.

-Camilo, el mandalayo paz y amor, ¿pidiendo venganza?-


insistió
-Es Camilo, Tacho. Es mi hermano. No me puedo quedar con
la duda. Siento que tengo que llegar hasta al fondo. Y
necesito que me ayudes a encontrar a ese soldado, Tacho
-¿Qué sabemos del tipo?-dijo Tacho, accediendo al pedido
de Thiago. Thiago le refirió que el supuesto asesino del
supuesto Camilo supuestamente era un cazador llamado
Lobo. Demasiados supuestos, opinó Tacho; aún así, lo
acompañó hasta el muro. Al llegar, vieron que del lado de
afuera había un cazador de pelo largo, el mismo que los
había sacado de la urbe el día que habían logrado entrar.

Por la descripción que me dio Camilo, podría ser ese-dijo


Thiago. Se quedaron agazapados, espiando. El cazador iba y
venía, esperando que León regresara. Ya había tenido
problemas unos días antes por la fuga de Alai, si ahora le
había pasado algo a León, Lobo sabía que no tenía un buen
futuro por delante. Tomó su teléfono y lo llamó, pero atendió
el con testador.

-León, soy Lobo, ¿dónde carajo estás? Thiago y Tacho,


escondidos, lo oyeron y se miraron.
-¡Dijo Lobo!-se sorprendió Tacho.
-Y dijo León, ¿o no?-dijo Thiago.
-Creo que dijo Leo. Pero Lobo dijo seguro.
Lobo, cada vez más nervioso por la tardanza de León, se
internó un poco en el bosque para ver si lo veía, y esa fue la
ocasión justa para que Thiago y Tacho pudieran emboscarlo.
Lo sorprendieron desde atrás y lo redujeron rápidamente. Al
verlos, Lobo pensó que venían a terminar el trabajo que
habían dejado incompleto la última vez que se vieron. Sin
embargo, esos salvajes habían ido a hacerle un
interrogatorio.
-Camilo Estrella -dijo Thiago, y Lobo abrió los ojos al oírlo.
¿Te suena, no? ¿Es verdad que lo mataste?
El soldado permaneció mudo, y Thiago le enumeró los
detalles que su supuesto hermano le había dado-. Fue en el
cañadón, después de las explosiones, lo seguiste hasta un
lugar porque tenías que atraparlo vivo.
-¿Lo mataste o no lo mataste?-se impacientó Tacho.
E, inesperadamente, el cazador confesó.
-Fue un accidente, eso no tenía que pasar.
Thiago y Tacho no podían creer lo que oían. A Thiago se le
contrajo el corazón, todo ese delirio había terminado en la
confirmación de que su hermano estaba muerto. Lobo les
contó que había sido enviado a Bahía del Príncipe a capturar
rebeldes. Su target era Camilo Estrella, y pudo localizarlo
cuando Camilo se escondió en una casa.
-Había mucho humo, no se veía nada-recordó el soldado. Yo
sabía que él estaba ahí, pero era como si se hubiera
evaporado. Yo lo había visto entrar, tenía que estar ahí.
Tacho y Thiago adivinaron que Camilo se había vuelto
invisible usando sus habilidades. -De repente, sentí que algo
se movía. ¡Y disparé! No me di cuenta de que tenía el arma
calibrada para matar. Quería desmayarlo, tenía que traerlo
con vida-se lamentó Lobo.
-¡Lo mataste! -dijo Thiago, impactado. -¿Dónde lo
enterraste? -preguntó Tacho.
-Nunca encontré el cuerpo. No sé, se esfumó, desapareció.

Thiago y Tacho dejaron al cazador con las manos atadas y


se apartaron para pensar sobre el relato que les había
hecho. Todo corroboraba lo que había dicho esa voz en el
teléfono. Tacho pensaba que de todas maneras podía
tratarse de una trampa, incluso esa confesión del cazador,
al que JUSTO habían encontrado.

Mientras hablaban, Lobo aprovechó la distracción e


intentó llegar a su arma, que habían dejado alejada de él.
Aunque Tacho lo vio cuando estaba a punto de alcanzarla y
se tiró para evitarlo, el cazador la agarró primero y disparó,
pero había agarrado mal el arma y, por error, se
autodisparó. Cayó como una bolsa de papas sobre el piso.
Thiago y Tacho esperaban que estuviera solo desmayado,
pero Tacho notó que el arma estaba calibrada para matar.
Intentaron salvarlo, le hicieron técnicas de resucitación
durante unos cuantos minutos. No hubo nada que hacer,
Lobo estaba muerto. Ellos se tomaron de la cabeza, muy
impresionados, y debieron huir cuando vieron más guardias
que salían de la urbe. En el camino de regreso, Thiago fue
cayendo en lo que había ocurrido, y Tacho, viendo que
Thiago había comenzado a rumiar, tomó un camino
diferente.
-¿Dónde vas? -preguntó Thiago.
-Vos seguime, yo te juro que después de lo que vivimos,
necesitamos esto.

Thiago siguió preguntando, pero Tacho no dijo nada hasta


que llegaron a destino. En el medio del bosque había una
especie de cocina al aire libre, en la que un hombre
preparaba una comida que olía deliciosa. Thiago entendía
cada vez menos. Quién era ese hombre y qué era ese lugar
demasiado equipado como para una tienda de campaña.
Cuando el hombre vio aparecer a Tacho, dio un grito de
alegría.

-Profesor, él es Thiago, Thiago, el Profesor-los presentó


Tacho.
Thiago le dio la mano al Profesor, sin salir de su asombro, El
hombre era el mismo que había dado la clase sobre Hamlet
que León había presenciado.
-Mucho gusto, Thiago, Tacho me habló de vos. Y, ¿qué tal?
¿Sigue explosivo este, queriendo matar a todos? -le
preguntó a Thiago por Tacho
-A veces...-dijo Thiago, sonriendo.
El Profesor es más obsesivo que vos con el temita de la «no
violencia». El Profesor volvió a ocuparse de la cocina, y
Thiago le hizo un gesto por detrás a Tacho preguntando
quién era ese hombre. Tacho le contó que lo había conocido
poco después de las explosiones, cuando él estaba herido.
-Me curó una herida, me dio de comer, es muy capo, el
Profe.
-¿Qué hace acá solo en el medio del bosque? quiso saber
Thiago.
-Resisto a mi manera, le doy clases a chicos que quedaron
perdidos por ahí. Resisto con la cultura, como puedo, en la
biblioteca. De vez en cuando hago un programa de radio..
Thiago dedujo que seguramente sería ese el programa que
habían escuchado aquella vez Simón y Vale. El Profesor los
invitó a sentarse. Los chicos probaron la comida y se
deleitaron, hacía meses que no comían una comida de
verdad.
-Bueno, cuenten. ¿Qué pasó? ¿Porqué algo pasó, no?
Tacho y Thiago le refirieron todo lo que había ocurrido.
Sobre todo, habló Tacho, Thiago estaba más reticente
porque no lo conocía. Sin embargo, había algo en ese
hombre afable que le generó una confianza inmediata.
-Así que hablaste con el supuesto fantasma de tu hermano
muerto que pidió venganza -resumió el Profesor-. Un Hamlet
moderno. Y como ese guardia, queriendo matarlos, murió él,
vos te sentís culpable. Sentís que de alguna manera fue tu
deseo de venganza.
-Si siente eso es flor de tarado -dijo Tacho con la boca llena
de comida.
-No seas irrespetuoso con las atribulaciones de tu amigo.
Vos sos un tipo rudo, pero él es un ser sensible, ¿no, Thiago?
-No me siento culpable, pero no doy más con esta locura-
dijo Thiago, abatido.
-Sin duda, un perfecto Hamlet torturado. Bueno,
consultemos al oráculo-dijo el Profesor y tomó el viejo
ejemplar de Hamlet-. Para algo este gil escribió esto hace
quinientos años. -Y comenzó a leer-: "Ser o no ser, esa es
la pregunta". ¿Qué es más noble para el espíritu? ¿Sufrir los
dardos y golpes del destino? ¿O tomar las armas contra un
mar de angustias y terminar con ellas combatiéndolas?
¡Qué dilema!.
Thiago observó al hombre leyendo esos textos, y se dio
cuenta de cuanto necesitaba un referente, alguien que lo
ayudara a pensar las cosas desde otro punto de vista.
Cuando el Profesor terminó de leer, explicó su punto.
-Hay dilemas que ponen en juego al ser. Las opciones se
vuelven todo o nada. Blanco o negro. Ser o no ser. Porque
no se puede ser algo y hacer algo opuesto a lo que uno es,
¿no? -se preguntó, con ironía. Nos ahogamos en la pregunta
¿qué hago?, pero pocos se animan a la pregunta «¿quién
soy?». Porque ahí se juega el partido, muchachos, en el ser.
Y el ser, no es de una sola manera. No se es blanco o negro.
Se es gris. Se es contradictorio. Se quiere una cosa y la otra.
¿Por qué algunos eligen el fast food y otros cocinamos
durante horas un plato que vamos a comer en veinte
minutos?
-Porque estás al dope-dijo Tacho, sirviéndose otra porción. El
Profesor largó una carcajada estruendosa, Tacho lo divertía
de una manera especial.
-La respuesta es -continuó porque somos así. Está en el ser.
No te conozco, Thiago, pero veo que, aunque tengas
contradicciones, no sos un asesino vengativo. Así te lo haya
pedido el absurdo fantasma de un hermano muerto. Como
tampoco Tachito es un asesino vengativo. Aunque se haga
el cocorito y quiera matar a todos, solo es un nene tierno
que come el pollo con la mano.

Thiago observó a Tacho, que devoraba una pata de pollo


con toda la cara engrasada, y se rió. A él también Tacho lo
divertía de una manera especial.

El diálogo entre Ito y Tefi fue una verdadera conversación


de sordos. Ella habló sin parar, atropellada, contándole todo
lo que habían sufrido esos meses junto al resto, sin registrar
nunca que él le hablaba como si no la conociese. Ito, a su
vez, estaba cada vez más divertido con esa paisanita
graciosa que hablaba como un loro, suponía que era una
especie de dialecto del campo porque no le entendía una
palabra.
-¿Conocés a esta operaria?
Ito y Tefi giraron y vieron al encargado de la Urbe
Agroindustrial que los miraba.
-No, para nada-dijo Ito.
-Vuelva a su trabajo-le ordenó el encargado a Tefi, de mala
manera.
-Nacho, please-suplicó ella.
-Te conoce-dijo el encargado.
-¿Y quién no me conoce a mí?-dijo Ito, y se alejó con el
encargado.
Tefi lo miró extrañada, pero luego pensó que quizás Nacho,
junto con el resto, estarían también resistiendo y en un
operativo. Por eso vestiría así, tan caño y con el pelo tan
brilloso. Así que para no arruinarle el plan, volvió al banco
de ordeñe.
Unos minutos más tarde, él regresó.
-Paisanita...
-¡Dejá de decirme así!-se quejó Tefi, ya que le parecía
morboso que la llamara como a su ex novia muerta.
-Bueno-dijo él, extrañado. ¿cómo querés que te diga?
-Tefi, decime.
-Tefi, un gusto -dijo él y le guiñó un ojo.
Tefi, que estaba convencida de que todo era parte del
operativo y que Nacho hablaba en clave para disimular, le
guiñó también un ojo, dándole a entender que Nick Rivers
había comprendido todo. Él le volvió a guiñar, y luego se
dirigió al encargado, que estaba más allá con enormes
cajones con los productos listos.
-Esto mandámelo al NE ASAP, man. «ASAP» quiere decir YA.
Nacho se colocó sus anteojos de sol, se subió a un auto
lujosísimo y se fue. Tefi creyó entender perfecto el mensaje
en clave que él le había dado.
En la recepción del NE, Mar, Jazmín y Hope estaban
viendo las noticias sobre la muerte de Lobo, ese guardia al
que todos conocían. Con grandes titulares, la prensa daba
cuenta de otro ataque atroz de los salvajes. Y las tres
quedaron azoradas cuando vieron las fotos de los asesinos:
Tacho y Thiago. Hope dio un respingo al verlos, y se dio
cuenta de que todo sería una mentira. Jazmín estaba
impactada porque ese rubio era el mismo que ella había
ayudado a cazar, y en el que no dejaba de pensar. Y Mar
quedó muy impactada al ver al otro salvaje, el de pelo
corto, el que se parecía bastante a esos dibujos que ella
hacía poniéndole lunares a los modelos; pero, sobre todo,
porque ese salvaje llamado Thiago tenía una llave colgando
del cuello idéntica a la que ella había perdido. De pronto,
irrumpió Ito y de un grito mandó a Jazmín a terminar el
vestido para la jefa, el evento se les venía encima y estaban
en veremos.

Ito se puso a revisar el pedido de la Urbe Agroindustrial,


quería controlar él mismo cada caja porque no podía fallar
nada. Estaba en eso cuando oyó un ruido proveniente de
una de las cajas y temió que fueran ratas. Abrió la tapa con
aprehensión y asco. Casi se muere de un paro cardíaco
cuando vio asomar a la paisanita.

-¡Hola, gordi! ¡Qué suerte que me abriste vos! -exclamó


Tefi.
-¡¿Qué hacés acá?! -masculló él, tenso. -Estuve rebién, ¿no?
Re Nick Rivers. Me di cuenta del guiño que me hiciste
cuando me señalaste las cajas, y me metí en una.
Ito quiso volver a meterla en la caja, pero Tefi quedó
perpleja al ver el lujo del lugar donde estaban, aunque no
reconoció que era la antigua recepción del Mandalay.
-Jodeme-dijo Hope al verla
Mar también giró y la vio. Y Tefi reparó en las dos, vestidas
como diosas, con sus pelos vaporosos. Nacho miró a una y a
las otras, y los cuatro exclamaron:
-¡Jodeme!
El gran show
 
-Julián Lobomarcino, «Lobo» para sus compañeros y amigos,
era un guardia dispuesto a dar su vida por nuestro bienestar
-así comenzó el discurso emocionado de la jefa de Ministros
en cadena nacional, pero de pronto la emoción dio paso a
una arenga de tono bélico-. Los salvajes volvieron a atacar,
y con su desprecio por la vida mataron a Lobo a
quemarropa, con saña. Ahora van a conocer todo nuestro
poderío. Declaro el estado de emergencia. Nadie podrá
entrar ni salir de la urbe sin permiso especial. Nuestra paz
está amenazada. Estamos en guerra.

Teo estaba mirando el discurso en la oficina de Luz y la


esperó allí a que terminara.

-¿Qué hacés acá?-se sorprendió ella cuando entró-. Los


quiero a todos en el bosque, estoy negociando con el
infiltrado y me va a dar hoy las coordenadas de la guarida.
-Antes tendrías que ver esto-dijo él, y abrió su laptop.
Reprodujo las imágenes que había capturado la cámara que
Lobo tenía en su uniforme. Teo las había revisado porque
quería verle la cara a los salvajes que habían matado a su
compañero. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al ver
que ellos no le habían disparado a Lobo, sino que había sido
un accidente cuando él quiso matarlos a ellos.
-Sí, ya lo vi, Teo-dijo ella, inmutable. -¿Y esto también lo
viste? Intentaron salvarlo, Luz. No son unos asesinos
salvajes. Esto está mal, estamos contando mal la historia.
-Vos me vas a decir a mi el cuento que tengo que contar?
-¿Sabías esto pero hiciste ese discurso igual? -preguntó él,
sorprendido.
-¿Qué necesita una sociedad para avanzar? Un enemigo,
Gorki, y cuanto más fuerte, cruel y despiadado sea ese
enemigo, mejor para la sociedad. Una sociedad asustada se
pliega a su líder. Te dije que íbamos a hacer grandes cosas.
Este es el camino.
-¿Cuál es el camino? ¿Este show?
-¡Sí! El gran show es el camino. Todo es un gran show,
Gorki. Todos hacemos escenas, vos ahora me estás
haciendo la escena del «indignado», del hombre de «bien».
Sí, es todo un show, pero el fin es noble, es cuidar a los
nuestros.

Teo estaba aturdido, su contradicción crecía día a día,


pero ella no lo dejó pensar. Tomó su celular y leyó un
mensaje de texto que había recibido. El informante me
acaba de pasar las coordenadas de la guarida. Anda con
toda tu gente al bosque y traémelos a todos. Filmen el
operativo, que sea un gran show.

León escuchó la música que le había regalado el Profesor,


y le produjo un estado de conmoción. Llamó a Paloma, a la
que le había regalado un celular para poder comunicarse, y
le pidió que se encontraran en un sector del muro donde
había solo un alambrado y estaba poco custodiado. Luego
del ataque a Lobo, no podría salir.

Ella acudió rápido porque lo escuchó muy angustiado, y él


le habló de la ambivalencia que estaba sintiendo. Por un
lado tenía una vida feliz en el NE, llena de privilegios y
comodidades, pero por el otro sentía que la vida que ella
tenía ahí afuera, aunque llena de privaciones, era mucho
más verdadera que la suya. Y le manifestó que estaba
pensando en abandonar su lugar para mudarse con ellos.

-Acá afuera serías sapo de otro pozo. Como yo ahí adentro


-dijo ella.
-Lo que no entiendo es por qué hay un adentro y un afuera.
¿Por qué está este muro?-se lamentó él.
-No sé, pero bueno, nosotros igual le buscamos la vuelta
para encontrarnos, ¿o no?-dijo ella, y de pronto se puso
alerta y salió corriendo. León giró la cabeza y comprendió la
razón de su repentino escape: una patrulla, comandada por
Teo, avanzaba por el lado de afuera del perímetro.
Simón iba con ellos.
-¡No le hagan nada!-suplicó León-. Ella es buena, déjenla.
-León, ¿qué carajo hacés acá? -dijo Teo, preocupado-. Andá
para el NE, ¿querés?

Los soldados siguieron de largo, pero no iban detrás de


ella, sino en dirección a la guarida, siguiendo las
coordenadas que había dado el infiltrado.

Paloma alcanzó a esconderse en una hondonada, bajo


unos matorrales. Los cazadores avanzaron como buscando
un lugar preciso. Paloma sintió que alguien la tomaba desde
atrás. Le tapó la boca para que no gritara y con un gesto le
indicó que no hiciera ruido. Ella asintió. Era Luca, que
regresaba a la guarida cuando se topó con el grupo de
cazadores. Le susurro que se pusiera detrás de él, y ella lo
hizo.
Luca se preparó para atacar en el caso de que fueran
descubiertos. Teo se sentó sobre una piedra, muy cerca de
donde estaban escondidos, y comunicó con Luz.

-Señora, rastrillamos toda la zona y nada. Acá no hay


ninguna guarida. ¿Está segura de que ese infiltrado es
confiable?
-Sí, está con ellos en su guarida -afirmó ella, y Luca se
quedó duro. Pero en ese momento, Simón, que seguía
dando vueltas por el lugar buscando algún acceso a la
supuesta guarida, vio a Luca y se quedó duro. Paloma y
Luca notaron que Simón los miraba y se paralizaron
también. Luca no pudo creer ver a Simón tan distinto, con el
pelo corto y con uniforme de cazador.
-¿Qué hay, Simón? -preguntó Teo al notar que se había
quedado mirando algo.

Simón lo miró un instante, y finalmente dijo que no había


nada. Teo entonces dio la orden de avanzar hacia otra
cuadrilla. Una vez que estuvieron a salvo, Luca se presentó
y le preguntó dónde vivía. Paloma le aseguró que estaría
bien, le agradeció por haberla ayudado y se fue. Luca corrió
a la guarida, sin explicarse cómo no la habían encontrado.

Thiago había reunido a todos para contarles el plan que


tenía diseñado para ingresar a la urbe. Había hecho una
maqueta para ilustrarlo. A su alrededor estaban todos
atentos, menos Luca. El plan consistía básicamente en un
ingreso coordinado por tres accesos diferentes, para
sorprender a la seguridad y generar una ventaja que les
permitiera infiltrarse.
-Con el helicóptero arreglado, uno de los accesos sería por
aire. El segundo acceso va a ser por tierra. Descubrimos con
las cámaras; que hay un sector por donde entran los
víveres. -Tacho carraspeó, exagerado. -Bueno, Tacho se dio
cuenta de que los camiones entraban víveres. Así que
también vamos a poder cruzar el muro en uno de esos
camiones. Y la tercera vía de acceso será por agua, por el
río. Sabemos bien que los puestos de control tienen muchas
medidas de seguridad. Además del puesto de control, hay
una red de contención todo a lo ancho del río.
-Imposible entrar, entonces -dijo Mel.
Nina preguntó algo con señas y Kika tradujo.
-Pregunta cómo vamos a entrar sin armas y sin que nos
maten.
-Es que no vamos a entrar ni por tierra, ni por aire, ni por
agua. Todo eso va a ser una distracción.
-¿Y por dónde vamos a entrar? -preguntó Jony, descolocado.
-Por acá -dijo Thiago, señalando un alambrado-. Caminando
tranquilamente.
Todos lo miraron, quedados. Thiago también tenía pensado
montar un gran show. En ese momento llegó Luca, y como
lo vio hablando del plan delante de todos cuando acababa
de escuchar que había un infiltrado, lo interrumpió para
contar que venía de ver a un grupo de soldados entre los
que estaba Simón. Todos se alborotaron, especialmente,
Valeria, que lo acosó a preguntas.
-No sé-dijo Luca-, fue muy raro. Me vio escondido con una
chica que encontré y no nos delató. Pero estaba vestido de
cazador. Para mi estaba haciendo un acting.
-Pero Teo lo cazó-dijo Thiago-, no entiendo qué acting hace
Simón.
-Tal vez el mismo que Teo-dijo Melody, que no perdía la
esperanza de que también Teo estuviera haciendo un gran
show.
Luca no dudaba de que Teo no hacía ningún acting; sí, en
cambio, vio algo en Simón, era indudable, ya que no los
había delatado. Luego, con disimulo, apartó a Thiago y a
Tacho y les contó la otra novedad, la más grave y urgente:
tenían un infiltrado.

Tefi estaba harta. Ella era Nick Rivers y sabía


perfectamente comportarse en los operativos, pero esto era
demasiado. Había estado todo el día metida en esa caja,
yendo de acá para allá. Luego de asomarse en la recepción
del NE, Ito la había vuelto a meter en la caja y, sin dar
demasiadas explicaciones, se la había llevado de la
recepción. Hope no entendía bien cómo había llegado Tefi
allí, pero si entendía que era peligroso que alguien la viera,
así que lo ayudó a sacarla del NE.

Sin embargo, por el nuevo estado de alerta que había en


toda la urbe debido al supuesto ataque de los salvajes,
habían reforzado la seguridad, y se las vieron negras para
poder sacarla. Encima, la paisanita era inquieta, no paraba
de asomarse de la caja y exclamar a los gritos ante cada
cosa que veía: ante el lujo y el buen gusto en la decoración
del NE, ante los espléndidos looks de las chicas, los make
ups, los peinados. Todo la fascinaba, y chillaba al reconocer
a Mar, a Rama, a Hope.

Finalmente, Ito logró sacarla al exterior del edificio y


recién ahí la dejó asomarse.

-¿Cómo te vas a mandar así? -la reprendió-. Me ponés en


peligro. Estas paisanas, les sonreís un poco y te agarran el
codo, man-bufó él.
-¡No me digas paisana! -gritó ella- ¿Y qué era ese lugar?
¿Qué hacen las chicas así todas divinas? ¿Es una guarida
VIP? Yo quiero resistir acá, gordo. ¿Por qué la Morci está acá
si es más grasa que un corso? Yo debería resistir en este
paraíso.
-¿De qué hablas, lunática? ¿Y por qué conocés a todos acá?
Basta, terminala. Estoy haciendo todo impecable para
lucirme en el evento, y me venís con este escándalo?
-¿Evento sería tipo un operativo, una intervención creativa?
-Sí, ponele -dijo él sin entender una sola palabra de lo que
ella decía. Pero vos no podés estar acá, así que te vas.
-¿Cómo que no? Si soy Nick Rivers, soy un arma letal, gordi.
-No me digas eso que se me despiertan todos los soldaditos
-dijo él, algo cachondo, malentendiendo la metáfora de Tefi-.
Sos linda, paisanita. Y te maté, ¿no? Me viste y dijiste
«tengo que irme atrás de este chongo».
-¿Qué chongo? -dijo ella y cambió de tema. ¿De Nerdito
supiste algo?
-¿De quién?
-¡De nuestro hijo, tarado! O sea, de nuestro hijo, coma,
tarado. No «nuestro hijo tarado».
-Ah, no, lo chapa que estás. Fuera de joda te digo, ¿cómo
pasaste el psicofísico? No te queda un caramelo en el
frasco, pero me encantás.
-Cortala con tirarme los perros, Nach. Respetame, estoy de
duelo, corté con mi Negri.
-¿Tu novio? Buenísimo, si no tenés novio, puedo serlo yo.
-¿No ves que estoy mal, tarado? Y encima ni siquiera puedo
resistir acá con ustedes-dijo Tefi, y empezó a pucherear.
-No me llore. Qué cosita que sos... ¿Vos pensás que yo soy
de madera? Bueno, está bien, venga para acá-dijo Ito, la
tomó de la cintura y le encajó un beso apasionado.
Tefi al principio se sobresaltó, pero luego se fue entregando;
después de todo, entre ella y Nach era obvio que seguía
pasando algo. Pero, de pronto, él se retrajo y empezó a
bambolearse, mareado. Mientras se besaban lo asaltó una
secuencia de pensamientos raros, como si fueran de otra
persona.
-¿Qué pasó? ¿Culpa, no? Sí, está mal esto que estamos
haciendo, Nach. -
-Dejame respirar, te suplico-dijo él, aún mareado-. Basta,
tenés que irte, man.
-No, gordi, resistamos juntos, o sea, ahora hay algo entre
nosotros.
-Te juro que te visito en el tambo, te llevo galletitas, lo que
quieras, pero anda.

Ito volvió a meterla en la caja y finalmente pudo


despacharla en un camión, directo a la Urbe Agroindustrial.
No sabía si era algo de ese beso o el estrés de las corridas,
pero ese mareo que había sentido no era para nada normal.

Rama vio a León, que estaba en un sector apartado de la


recepción, recostado en un sillón bajo, escuchando música
con auriculares y un viejo dispositivo reproductor. Se intrigó
y se acercó para ver qué escuchaba. León respondió con
evasivas dónde había encontrado esos CD, pero a pedido de
Rama se los dejó para que los investigara.

Rama vio bandas y cantantes que desconocía, como Oasis


o Queen, pero lo que más le llamó la atención fue un CD en
cuya portada se leía «TeenAngels». Más allá del poder
evocador que esa palabra podía tener para él, le llamó la
atención por otro motivo.
Algunos días antes, luego de que él les insistiera a las
chicas para formar una banda, Ito los había invitado a
participar del evento. Ellos aceptaron, e Ito les dijo que
deberían buscarse un nombre para parecer más
profesionales. Mar, Jaz y Rama habían estado un buen rato
pensando, y Hope, que estaba con ellos, se había vuelto
muy insistente con que debía incluir la palabra teen. Mar y
Jazmín probaron diferentes opciones con esa palabra, como
«Los TeenNE», o «<Los TeenNeros», y Hope parecía
frustrarse ante cada propuesta.

-¿Y TeenAngels? -propuso Hope, con cara de nada, como si


acabara de ocurrírsele.

Pero ninguno de los tres compró la idea de Hope. Luego,


Rama encontró en ese blog misterioso que escribía alguien
anónimo, que Marianegra, la Gitana y Tronco tenían junto a
Iaio y el Vikingo una banda llamada, casualmente,
TeenAngels. Rama empezó a sospechar de que la autora de
ese blog era Esperanza, porque además solía adjetivar con
palabras como «bólida» y usar metáforas del estilo «el rulo
siempre vuelve» o la frase «no hay tal crisis». Y ahora, ese
CD con el mismo nombre. Rama lo colocó en el discman y
escuchó una canción llamada Vuelvo a casa.

Desde que había sido reprogramado, Ramiro había tenido


varios episodios de los que Luz llamaba «efecto evocador».
El primero, aquel desmayo en el que tuvo una serie de
visiones extrañas. Pocos días antes había logrado asomarse
al altillo, que era una zona vedada para todo el mundo y
que a él le producía mucha curiosidad. Apenas alcanzó a ver
el reloj porque sufrió otro desmayo, y durante los pocos
segundos de inconsciencia que tuvo, volvió a tener una
ensoñación, esta vez mucho más contundente: se vio en un
escenario junto a Mar y Jazmín y, algo muy extraño, con los
dos salvajes más buscados.
Pero lo que le ocurrió escuchando esa canción fue
infinitamente superior a todas esas evocaciones que había
sufrido antes. Porque la música tiene un efecto mil veces
más veloz y directo que otros estímulos. La música va
directo a la emoción sin pasar por el intelecto. Por eso, la
música del viejo mundo, como le llamaba Luz, estaba
prohibida, porque no había efecto evocador más potente
que ella. Quizás por esa misma razón el Profesor había
mandado esos CD a través de León, como pequeños misiles
en la guerra cultural que él estaba librando desde afuera.

Rama sufrió una conmoción, pero no solo por ese sacudón


emocional, además, lo impactó mucho cuando, entre las
voces de los cantantes, creyó reconocer la suya.

Ya había demasiadas cosas raras, y Esperanza y su


insistencia en que la banda se llamara TeenAngels fue lo
primero que recordó. Así que salió disparado hacia el spa
para increparla. El lugar estaba cerrado, pero él le sustrajo a
René una llave magnética universal y logró entrar al centro
de belleza, justo en el momento que Esperanza salía
reptando del ducto de ventilación.

Luca, Thiago y Tacho, apartados, observaron a cada uno


de los que estaba en la guarida y pensaron quién podría ser
el infiltrado. Dejaron afuera de toda sospecha a Mel y a Vale,
pero del resto no podían descartar a ninguno. Nina y
Gonzalo ya habían tenido varias actitudes raras. Terra era
vehemente, pero no parecía ser alguien que se vendiera al
Gobierno, sin embargo, Luca confiaba cada vez menos en
ella. Jony era la persona más bondadosa de la guarida, y de
los que más hacía por encontrar la manera de entrar a la
urbe, pero no lo conocían tanto. Ni siquiera a Kika podían
descartar, todo el asunto de los mensajes al fantasma de
Camilo había sido bastante extraño.

Decidieron dividirse los sospechosos y vigilarlos. Luca no


le sacó la mirada a Terra ni a Kika, Thiago se ocupó de
indagar a Nina y Jony, y Tacho investigó a Gonzalo.

Nina y Gonzalo, las noches que se quedaban en la


guarida, dormían en una especie de cobertizo que estaba a
unos metros de la casa principal. Tacho se aseguró de que
no estuvieran allí y se escabulló para revisarles las cosas.
Dentro de un bolso de Gonzalo encontró un dispositivo
extraño, moderno, una especie de transceptor. Intentó
encenderlo para ver qué era y de pronto fue descubierto por
el médico.

Los demás estaban en el patio cuando empezaron a oír la


discusión. Se acercaron todos. Gonzalo le reprochaba a
Tacho haberle revisado sus cosas. Melody se enojó mucho
con Tacho. No era la primera vez que desconfiaba de
Gonzalo, y a ella que él estuviera en la guarida le daba
mucha tranquilidad. Su hijo podía nacer en cualquier
momento y le era importante tener a un médico cerca.

-¿Qué hacías revisándole las cosas a Gonza? -lo increpó


Mel.
-Acá el que tiene que contestar las preguntas es él. Hablá,
¿qué es ese aparato?
-Ya me hartaron con la desconfianza-se quejó Gonzalo y,
ofuscado, manoteó el dispositivo de manos de Tacho y les
explicó a todos- Esto sirve para amplificar la voz. Es como el
que usa Nina para comunicarse, pero más moderno. De
hecho, es de ella. Lo tengo yo porque está fallando la
batería y quedé en arreglárselo. Probalo, encendelo. Sacate
la duda; si eso me convierte en un traidor, me entrego.
Nina dio fe de que el artefacto era de ella, y Jony lo revisó y
comprobó que era exactamente lo que había descripto
Gonzalo. Melody entonces miró a Tacho, y le exigió que se
disculpara con Gonzalo. Tacho lo hizo, a regañadientes.
-¿Querés que lo revise a ver si lo puedo arreglar? -le
propuso Jony a Gonzalo, para calmar los ánimos.
Media hora más tarde, Jony se acercó a Tacho y Vale, que
estaban comiendo manzanas. Con una sonrisa tensa, Jony
les pidió:
-Disimulen.
-¿Qué?-dijeron los otros, alarmados, sin disimular nada.
-Hagan de cuenta de que les estoy contando un chistazo. Y
ríanse -dijo Jony, y les mostró el dispositivo de Gonzalo-.
¿Ven ese chip coloradito que está ahí? Es un transmisor de
alta frecuencia. O sea, tiene la capacidad de emitir señal, y
acá viene la mejor parte: esa cajita negra que está ahí tiene
el historial de comunicaciones -dijo Jony y se rió exagerado,
siempre disimulando.
-Pará de reírte, marmota, y explicá-dijo Tacho.
-El que te jedi mandó las coordenadas de este lugar a
alguien con este aparato-dijo Jony, señalando a Gonzalo.
-¡Yo sabía! -dijo Tacho, y se puso de pie para ir a buscar a
los demás, pero se toparon con Gonzalo, que ya había
advertido que había sido descubierto, y había tomado a
Melody de rehén, amenazándola con un arma.
-Soltala, enfermo-gritó Tacho, rojo de furia.
-Tranquilo, Tacho-lo atajó Valeria, viendo cómo Melody
temblaba de miedo.
-Eso. Tranquilo. Ahorrate el héroe, mejor-dijo Gonzalo, al
tiempo que el resto de los chicos se fueron acercando y se
quedaron perplejos-. Bueno, bienvenidos todos. Paso a
comentarles la situación: perdieron.
Todos intercambiaron miradas rápidas, pensando qué hacer,
pero Gonzalo tomó el dispositivo que tenía Jony, y volvió a
comunicarse con Luz.
-Si van a venir, tiene que ser ahora. Esto no da para más.
-¿Qué hacés?! -gritó de pronto Nina, con una voz cascada
pero perfectamente audible. Todos se quedaron
boquiabiertos al oírla hablar, pero Gonzalo la ignoró y siguió
hablando con Luz.
-Si me das las coordenadas exactas, vamos-dijo Luz, con
ironía.
-¡Las coordenadas están bien! Busquen con los ojos
abiertos. Ahí las vuelvo a pasar.

Gonzalo digitó algo en el dispositivo y volvió mandar la


ubicación de la guarida. Todos lo miraron con mucha
impotencia y desesperación. Luz volvió a comunicarse con
Teo y le pasó las coordenadas. Teo regresó al lugar, y él y
sus soldados revisaron milimétricamente toda la zona, pero
no encontraron nada.

-Señora, acá no hay nada, es un descampado-informó Teo,


hastiado
-¿Es un chiste? -dijo ella, furiosa, y se comunicó con
Gonzalo- Una de dos: o todos nuestros GPS andan mal o me
estás tomando por idiota.
-¡Yo no miento!-se exasperó Gonzalo.
-Dos veces fue mi gente a ese lugar. Salí vos, hacelos salir a
ellos.
-No puedo hacerlos salir a todos -dijo Gonzalo, bajando la
voz- Me descubrieron.
-Ajá. Bueno, entonces escuchame lo que vas a hacer-le dijo
Luz.
Unos minutos más tarde, Teo se sorprendió al ver llegar a
Luz escoltada por soldados.
-¿Qué hacés acá? Es peligroso.
-Ya fallaste dos veces con esto. Quería asegurarme de que
no fallaras una tercera.
Teo se quedó perplejo al ver que más allá apareció Gonzalo,
trayendo a Melody. Ella lloraba, y ese llanto, como cada vez
que la veía, conmovió a Teo.
-No entiendo-le dijo Teo a Luz-. Estaban todos, podías haber
pedido que capturara a Bedoya o a Morales.
-Era solo una persona, no podía traer a tantos. Pero, ahora
sí, ninguno de ellos va a dejar sola a Melody y su bebé. Van
a venir a buscarla. Y los vamos a estar esperando dijo
sonriente, y ordenó que trasladaran a Melody al centro de
monitoreo.
Un nuevo mundo
 
Luz se cambió y se puso el vestido que le había diseñado
Jazmín para el día del evento. Tuvo que reconocer que era
precioso, aunque no le había colocado forro y le picaba
bastante. Cuando René la vio llegar al NE, se puso pálida, ya
que en la visión de Jazmín que ella había borrado, aquella
en la que le disparaba a Luz, la mandataria tenía ese
vestido. Eso indicaba que sucedería ese día, porque la jefa
jamás repetía modelos. Además, se estaba creando un
frente de tormenta, algo realmente inesperado, ningún
meteorólogo lo había previsto, y en las visiones también
llovía. Para René, eso tenía una explicación, y se la
comunicó a su jefa.
-Creo que sé lo que está pasando. El desmayo que tuvo
Ramiro en el altillo, lo de Simón, el malestar de todos los
chicos, creo que se debe a la descompensación del sistema
biométrico de la urbe.-Seguí-ordenó Luz, interesada. -Hace
semanas el sistema bioenergético quedó deteriorado
cuando perdimos al prospect Paz Bauer. A raíz de esa
descompensación, el portal está creando una zona de baja
presión encima nuestro. Se están creando las condiciones
para que tengamos un huracán. No una simple lluvia. Las
visiones de Jazmín están a punto de ocurrir.
Luz se puso alerta, no pensó que fueran a atacar tan
rápido, de modo que ordenó a Teo que reforzara la
seguridad en todos los accesos. Ella sabía que esas visiones
no podrían evitarse, que lo que Jazmín había visto ocurriría,
pero esa no era toda la historia, solo mostraban algunos
aspectos de la situación, que podría terminar bien para unos
o para otros. Y ella quería que terminara con todos los
rebeldes capturados.
Así que para estar lista y esperarlos, fue a hablar con el
infiltrado y le preguntó si sabía cómo planeaban entrar los
rebeldes. Gonzalo le dijo que claro que lo sabía y que por un
buen precio se lo contaría con todo gusto.
Luego de que Gonzalo se llevara a Melody, estalló la furia
y la desesperación en la Resistencia. Hubo acusaciones
cruzadas y autorecriminaciones por no haber visto lo obvio,
Gonzalo era un infiltrado. Y no solo él, posiblemente, Nina,
quien afirmaba que ella no sabía nada y se sentía también
traicionada. Pero como Nina había hablado durante el
ataque de Gonzalo, a la mayoría le costaba confiar en ella,
que les había hecho creer durante meses que era muda.
Kika intentó explicarles que el de Nina no era un problema
fisiológico, sino emocional. Que tenía la capacidad física de
hablar, pero que rara vez lo hacía. De todas maneras, nadie
se sentía muy a gusto con ella.
Por otra parte, estaban urgidos. Si los guardias no habían
podido llegar a la guarida a pesar de que Gonzalo les había
mandado las coordenadas, había sido por un golpe de
suerte, ahora la jefa no solo tenía a Melody, también sabía
dónde estaban. Los habían cercado y acorralado, y fue esa
sensación de no tener escapatoria lo que los impulsó a dar,
al fin, el ataque que venían planeando.
Se dividieron en tres grupos. Terra y Luca irían en el
helicóptero, y a ellos se les sumó Nina, que les suplicó que
la dejaran participar. Jony y Valeria harían el simulacro de
ingreso por el río, en tanto que Tacho, Thiago y Kika lo
harían por tierra, a través de los camiones. Pero las tres
acciones no serían más que simulacros, ya que Thiago y
Tacho entrarían por otro lugar aprovechando la distracción
que generarían.
Terra despegó el helicóptero y se dirigieron hacia el ala
este del muro. Sobrevolaron la zona y anunciaron que
estaban cargados de explosivos, por lo que debieron
movilizar una gran cantidad de soldados, brigada
antiexplosivos, bomberos, francotiradores. Buena parte de
la fuerzas de seguridad de la urbe fueron atraídas por el
helicóptero.
Mientras tanto, Jony y Vale montaron dos maniquíes en un
bote semirrígido, al que Jony le aplicó un sistema para
guiarlo a distancia, y repitieron el simulacro. Hablando con
megáfonos, afirmaron que el bote estaba cargado de
dinamita y que volarían todos por el aire si intentaban
detenerlos.
En tanto que Tacho, Thiago y Kika lograron meterse en la
Urbe Agroindustrial para sabotear un camión.
Inesperadamente, se encontraron con Tefi que seguía -
según ella-fingiendo ser una peona como parte del
«evento». Tefi les contó en apenas dos minutos, acelerada,
hablando a una velocidad imposible, toda su peripecia hasta
llegar a ese lugar: su encuentro con Nacho, su paseo por la
guarida VIP en la que había visto a la Morci, Rama y Hope,
todos hechos unos caños, e incluso les contó del beso con
Nacho que los había confundido a ambos. Thiago le pidió
que dejara para otro momento el aspecto romántico del
relato y le preguntó si podría llegar a uno de los camiones
para instalar un dispositivo. Tefi dijo que por supuesto, ya
que ella era Nick Rivers.
Tefi se las arregló para subirse a un camión y colocó un
megáfono conectado a un celular. De esa manera, cuando
media hora más tarde el camión intentó ingresar a la urbe
con víveres, Kika y Tefi, escondidas a distancia, amenazaron
con activar explosivos, fingiendo estar dentro del camión.
Así, mientras se movilizaban todas las fuerzas policiales
en los tres accesos, Thiago y Tacho se aprestaron a entrar
por otro lugar sin vigilancia, vestidos de cazadores.
-¿No deberíamos cambiar el plan? Estaba Gonzalo cuando
lo explicaste-dijo Tacho.
-Mentí-dijo Thiago-. Siempre sospechamos que podía haber
un infiltrado, ¿no?
-Ah, bueno-se ofendió Tacho- ¿Y no me podías avisar?
Gracias por confiar en mí, eh. ¿Y por dónde vamos a entrar,
a ver?
-Por acá -dijo Thiago y corrió unas ramas que ocultaban una
tapa de alcantarilla- Por el viejo sistema de cloacas: cruza el
muro justo por abajo del puesto de control.
-¡Pero deben tener sensores!
-Sí, pero van a estar ocupados con el helicóptero, el bote y
el camión, así que vamos a entrar tranquilamente por abajo.
-Sos groso-admitió Tacho- No tanto como yo, pero...
Thiago sonrió, tomó su handy y se comunicó con el resto de
sus compañeros.
-¿Me copian?
Todos respondieron que si, y Tefi dijo que lo copaba.
-Bien. Si me copan todos, quiere decir que estamos listos.
¡Qué empiece la intervención creativa! -gritó Thiago, como
tantas veces habían hecho Paz o Camilo.
-¡Bienvenidos a un nuevo mundo! -gritó Luz, inaugurando
el evento, y estallaron los aplausos-. Este año tendrán lugar
las Olimpíadas Mundiales, en las que centros de formación
como el NE de todo el mundo competirán en diferentes
disciplinas. Queremos ser la sede de las Olimpiadas y para
eso nos visita el comité de selección. Así que
deslumbrémoslos. ¡Comienza, oficialmente, nuestra
postulación!
Comenzó a sonar Vos ya sabés, y un gran grupo de chicos
y chicas aparecieron por todos los sectores y se reunieron
en la explanada. Eran al menos una centena de jóvenes,
vestidos de blanco y negro, bailando una coreografía
moderna, impactante.
Mientras Luz observaba con una amplia sonrisa el show,
se le acercó Rene y le informó que la guardia reportaba
alerta de intrusos en tres sectores. Luz ordenó retenerlos
pero no disparar, quería cazarlos a todos con vida.
Rama increpó a Hope con tanta vehemencia que ella
comprendió que ya no alcanzaba con hacerse la bólida y
meter excusas tontas, alguna explicación debía darle.
-¡Hablá! ¿Qué es ese agujero? ¿De dónde venís?
-Shhh, no grites. De revisar el aire acondicionado, vengo-
dijo ella.
-Dejá de tratarme como un idiota. Desde que llegué que te
veo haciendo cosas raras. Primero lo de los escombros,
ahora esto, insististe para que le pongamos TeenAngels a la
banda y ahora encuentro un disco de una banda que se
llama así. Y no solo eso, alguien que canta en esa banda
tiene mi voz y en la tapa del disco estoy yo con Mar, Jazmín
y los dos salvajes que mataron a Lobo. Algo raro pasa y vos
sabes qué es.
Esperanza balbuceó cosas sin sentido, hasta que vino Ito,
que estaba fuera de sí, alterado, histérico porque los ojos
del mundo estarían depositados en él.
-¡Vos! A cantar, ya mismo, ¿qué carajo hacés acá?
Y sin dejarlo protestar se lo llevó. Habían estado
ensayando con Mar y Jazmín para cantar, sin embargo, una
serie de circunstancias alteraron los planes a último
momento.
Por un lado, Mar seguía adelante con su noviazgo no tan
deseado con Simón, pero motivada por la culpa y la
compasión. Simón sabía perfectamente que, aunque se lo
ocultaban, su estado era grave, y había confeccionado una
lista de cosas que quería hacer antes de morir. Mar había
descubierto esa lista, y uno de los puntos era cantar algún
día en un escenario. Muy conmovida, se dijo que ese punto
de la lista podría cumplírselo, y lo invitó a participar del
show.
Por otro lado, Ito había recurrido a Teo cuando no
encontraba a Rama y sentía que peligraba su show. Le
pareció que el jefe de los cazadores cantando sería un
golazo, y ante la negativa del otro no tuvo más remedio que
extorsionarlo. Ito había accedido a información confidencial
de Teo: sabía que él se presentaba anónimamente en
castings como cantante, porque ese era su sueño secreto.
-Ah, veo que me vas a extorsionar -dijo Teo.
-Estoy dándolo todo por el NE y por la urbe-se justificó Ito.
Teo accedió a hacerlo, después de todo, le divertía mucho
cantar con Jazmín, que seguía mostrándose esquiva. Pero
hubo un cambio más a último momento: Rama, que estaba
muy alterado con su descubrimiento, quiso cambiar la
canción que cantarían. Y propuso, e impuso, que cantaran
Vuelvo a casa. Y no solo eso, le dio a Ito el logo de la banda
que estaba impreso en la tapa del disco, para que lo pusiera
en las pantallas gigantes. Si había un misterio detrás de
todo eso, Rama quería llegar hasta el fondo. De esa manera,
TeenAngels volvería a los escenarios, pero con dos de sus
miembros reemplazados nada menos que por Teo y Simón.
Thiago y Tacho ya estaban dentro de la urbe y avanzaban
hacia el Mandalay con la misma extrañeza que la vez
anterior ante ese lugar tan perfecto, tan contrastante con la
imagen que tenían desde afuera. Se comunicaron por handy
con los demás y les dijeron que ya estaban adentro, que
terminaran con los simulacros y regresaran a la guarida.
Desde allí, podrían seguir los detalles de la incursión a
través de microcámaras que Tacho y Thiago tenían en sus
uniformes.
Jony y Vale huyeron del río, justo al mismo tiempo que los
guardias descubrían que era una trampa. Kika y Tefi
también regresaron a la guarida corriendo, pero Luca, Terra
y Nina, cuando intentaron despegar, se dieron cuenta de
que ya no tenían el control del helicóptero. Lo estaban
manejando los guardias remotamente y no les permitían
despegar. En pocos segundos, estuvieron rodeados de una
decena de guardias armados.
Tacho y Thiago seguían internándose en la urbe. Cuando
llegaron al predio del Mandalay, se sorprendieron al verlo
tan cambiado, y más aún cuando empezaron a oír una
melodía familiar.
-¿Eso es Vuelvo a casa? -preguntó Thiago, extrañado.
-No puede ser.
Decidieron dividirse para ingresar al Mandalay: Thiago fue
por el acceso trasero, y Tacho fue por el frente. Ya no estaba
allí ni el cartel circular, ni el stud, ni el spa No Hay Tal Crisis,
ni la Zamacueca, ni el Julio Verne, ni todos los colores del
colegio. En su lugar, había mucho cemento y mucha gente
vestida de blanco y negro. Tacho, aturdido por tanto cambio,
avanzó hacia el tumulto de gente, que aplaudió cuando
terminaron de cantar. Tacho. llegó al escenario justo cuando
Jazmín se había retirado, por milésimas de segundo no la
vio. De pronto, otra voz familiar, la de Nacho, anunció:
-¡Ellos son mis amigos, they are my friends... ¡TeenAngels!
Y, ahora, una canción solista de otro gran amigo: Ramiro.
Tacho no pudo creer lo que vio. Rama estaba sonriente,
bronceado, vestido muy elegante. Detrás de él, en una
pantalla gigante, se veía el logo de TeenAngels. Esa había
sido una de las visiones de Jazmín que el sistema había
capturado.
-Voy a cantar una canción que literalmente me cayó del
cielo -anunció Rama, y comenzó a cantar Abre tus ojos.
-No puede ser-dijo Tacho, para sí.
Y en la guarida, donde ya se habían reunido Vale, Kika, Jony
y Tefi, todos vieron a través de la cámara de Tacho a Rama
en ese escenario.
-¡Está cantando mi tema! -exclamó Vale-. Es el que grabé
para Simón.
Thiago había logrado ingresar por la parte trasera, donde
antes estaba la piscina del Mandalay.
-Estoy adentro-reportó-. Pero está todo cambiado. Estoy
viendo a Simón. Él no me vio, pero voy a tratar de
acercarme para ponerlo al tanto de todo.
-Yo estoy viendo a Rama y a Nacho-dijo Tacho- ¡Rama se dio
vuelta, Thiago! A Nacho dale música y minitas y chau, no
me extraña, ¿pero Rama?
-¡No puede ser! Imposible. Debe estar infiltrado como
Simón-afirmó Thiago. Hablá con Rama, él te va a explicar. Yo
voy a intentar llegar a Saimon.
Thiago esperó a que Simón, que hablaba con otros
guardias, quedara solo: Apareció Mar desde otro sector, que
venía a buscarlo. Thiago, agazapado tras una pared, se
asomó y casi la vio cuando le tomó la mano a Simón, pero
solo alcanzó a verlo a él, que se alejaba en dirección al
campus, y fue detrás, tratando de pasar desapercibido.
Rama terminó de cantar y, al bajar del escenario, se le
acercó Luz, le dio un abrazo y lo felicitó. Tacho estalló de
furia al ver ese abrazo y esas sonrisas. Esperó a que Rama
se quedara solo, lo abordó por sorpresa, lo metió dentro de
un gazebo vacío y lo increpó:
-¿Qué estás haciendo, garca? -dijo Tacho, estampándolo
contra una pared. También esa secuencia la había
pronosticado Jaz con sus visiones.
-No me hagas nada -suplicó Rama, asustado, al reconocerlo:
era el salvaje asesino.
-¿Qué te crees que hacés? ¡Cantando como si nada!
¡TeenAngels, encima! ¿Cómo podés estar con la jefa de
Ministros, basura?! -estalló Tacho, cada vez más furioso y
angustiado. La de Rama no era cualquier traición, era su
mejor amigo-. ¡Nos vienen persiguiendo como ratas!
Mataron a Jazmín y vos te ponés de su lado? ¿Cómo nos
haces esto, Rama? -dijo, ya llorando.
-Te estás confundiendo-atinó a decir Rama, pero Tacho
empezó a pegarle, hasta que apareció Hope y no pudo creer
lo que veía.
-¡Tacho, no! -gritó ella.
-¿Vos también? -exclamó Tacho desolado al verla.
-Tacho, no todo es lo que parece, ¡calmate! Soltalo, tío,
soltalo. No lo odies, él no tiene la culpa -dijo ella, al borde de
las lágrimas.
Rama no podía creer ver Hope hablando con tal familiaridad
con ese salvaje enajenado. Tacho no sabía qué hacer, la
miraba a ella, a Rama, se lo notaba desbordado.
-Anda, Tacho, te van a agarrar, andate-le suplicó Hope.
-Esta me la vas a pagar, traidor -le advirtió Tacho a Rama, y
se fue corriendo.
-Tío le dijiste? -le preguntó Rama a Hope, muy confundido.
Ella, como siempre, intentó evadir, pero ya no había
manera de disimular. Rama había visto demasiado. Hope
aprovechó el gentío y la confusión para huir, y él fue tras
ella. En la guarida habían estado viendo todo lo que la
cámara de Tacho captó, y estaban igual de desconcertados
e indignados que el rubio.
-¿Cómo no se va a dar vuelta Rama?,¿no vieron ese lugar,
esas palmeras? Es un sueño-dijo Tefi, pero, como la miraron
mal, agregó: Tiene que haber una explicación, ¿no?
Alai estaba en la recepción del NE buscando a Teo; lo
encontró con Jazmín, hablando muy próximos. Luego de
haber cantado juntos, él le aseguró que se arrepentía de
haber sido tan cobarde con ella y que enmendaría el error
pronto. Alai los interrumpió, traía un mensaje para él. Y
aunque se apartaron un poco de Jazmín, ella alcanzó a
oírlos.
Alai le explicó a Teo que en el centro de monitoreo había
visto a una salvaje embarazada detenida, y que esa salvaje
le había pedido un favor.
-¿Qué te dijo? -preguntó Teo, intrigado.
-Que te pida que la vayas a ver. No le digas a mi mamá que
te dije.
Él se lo prometió, y luego se disculpó con Jazmín, le dijo
que tenía que hacer algo de trabajo y se fue hacia el centro
de monitoreo. Jazmín, que había alcanzado a escuchar algo,
intrigada y sin saber bien por qué, se fue tras él.
Alai deambuló por el NE buscando a León, pero se topó
con algo inesperado: Thiago estaba allí, tratando de
alcanzar a Simón que charlaba más allá con Mar. Thiago,
desde su escondite, no podía ver a Mar. Simón y ella se
fueron, y Thiago iba a ir detrás, pero fue detenido por Tacho,
que venía furioso de su encuentro con Rama.
-Rama se vendió. Y Hope también. Lo vi a los abrazos con
la jefa, están todos de joda. Mirá lo que es esto, parece un
all inclusive mientras nosotros nos jugamos la vida.
Pero Thiago persistía en que la explicación más lógica era
que ambos estuvieran infiltrados. No concebía que sus
amigos fueran traidores. De pronto, vieron a Alai.
-¿Me vinieron a buscar a mí?
-Te dejamos ir, ¿para qué te vamos a buscar?-le dijo Tacho,
ya peleándose con ella otra vez como dos chicos.
-¡Me tuvieron secuestrada dos horas!-exclamó ella,
melodramática.
-No te hicimos nada... Y mejor callate, no grites, o te juro
que te rapo.
-¡Bruto! -replicó ella.
-Basta-medió Thiago, y le dijo a ella-: No te vamos a hacer
nada, pero por favor no nos delates.
-¿Buscan a la embarazada?
-¿Dónde está?-dijo Tacho, rápido.
-Acá, no; pero te puedo mostrar dónde.
-Andá vos, yo sigo acá-propuso Thiago.
Tacho se alejó con Alai, discutiendo y haciéndose burla,
infantilmente. -
-¿Querías hablarme? -dijo Teo apenas entró en la celda
donde tenían a Melody.
Ella asintió. El se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de
la puerta.
-No voy a intentar conmoverte, Teo..., ya no tiene sentido.
Sé que no te importa lo que yo sienta, lo que sufra, ni que
este bebé sea hijo tuyo. Lo único que te pido es un gesto de
humanidad. En cualquier momento va a nacer y no sé qué
es lo que me van a hacer acá, ni a mí ni a él. Sos mi única
salvación. Si todavía te queda algo de dignidad, algo del Teo
que yo conocí, por favor, dejame ir.
Teo la miró, indescifrable, pero Melody sabía, porque ya lo
había visto en dos ocasiones, que por más que Teo fuera un
traidor, algo de ella lo conmovía. Si dos veces no había
podido cazarla, esperaba que ahora la ayudara a escapar.
René se estaba perdiendo el evento porque el sistema
biométrico estaba colapsando. Intentó compensarlo, pero
fue imposible. Una alarma estridente comenzó a sonar sin
parar. Ingrid entró al altillo, René la había llamado por
ayuda. Dejó su bolso en una silla y se puso a chequear el
sistema. René miró distraídamente el bolso de Ingrid y vio
que dentro de este había un arma, la misma que ella
sostenía en la visión de Jazmín que había borrado. Todo
parecía estar precipitándose. Aunque ella no tenía ninguna
intención de tomar ese revólver y dispararle a la jefa de
Ministros, se preguntaba con pavor qué trampa le tendría
preparada el destino.
Las alarmas se intensificaron, los monitores enloquecieron
y empezaron a arrojar datos sin sentido. Los mecanismos
del reloj se pusieron en movimiento, pero de una forma
extraña, como en reversa, y crujían con un ruido atronador.
Todo el altillo comenzó a tener una leve vibración que fue
creciendo hasta que, de pronto, cesaron el movimiento y los
sonidos. Todos los monitores estaban muertos.
-¿Qué fue eso? -exclamó René, pero Ingrid salió corriendo
sin decirle nada.
Buscó a la jefa, que estaba en el campus, charlando con los
veedores del comité olímpico, y la apartó con un gesto.
-Señora, tenemos un problema -dijo Ingrid, con una sonrisa,
disimulando-. El portal se cerró, se extinguió. Luz miró hacia
el cielo y vio como unos nubarrones oscuros se iban
arremolinando y salió disparada hacia el altillo. Al entrar,
sobre un escritorio vio unos anteojos de sol muy grandes
que reconoció enseguida, eran del señor Jay;
evidentemente, había estado allí y quería hacérselo saber.
Luz examinó el reloj y comprobó lo que le había informado
Ingrid, su gran temor había ocurrido: la energía del portal se
había consumido. Pero además tenía otra preocupación.
-Decime que tienen ese helicóptero-le dijo a René, quien
rápidamente tipeó en su computadora, y Luz pudo ver cómo
los guardias tenían rodeado al helicóptero. Luz se comunicó
con el guardia a cargo, que le informó la situación. Dicen
que tienen explosivos y amenazan con hacerlos estallar si
nos acercamos.
-Acercá la imagen-le ordenó Luz a René-. Más.
René la acercó lo que más pudo y Luz distinguió a Luca y a
otra chica que no conocía.
-Es Luca Francini, podemos prescindir de él. Si es cierto que
tienen explosivos y los van a detonar, no perdemos nada,
así que... Pero se detuvo al ver algo que la espantó y
ordenó-: ¡No hagan nada! ¡Déjenlos ir!
-¿Cómo dijo? -preguntó el guardia, confundido.
-Déjenlos ir, dije, imbécil. ¡Ahí adentro está mi hija!
¡Déjenlos ir! gritó. El helicóptero finalmente pudo levantar
vuelo y huyeron de la urbe.
Esperanza no estaba por ningún lado, y Rama adivinó
dónde podía estar. Se metió por esa rejilla de ventilación por
la que la había visto salir, y reptó por el ducto hasta que
desembocó en una habitación pequeña y oscura. Allí vio,
con estupor, que las paredes estaban cubiertas de fotos
viejas en las que se lo veía a él junto a gente que conocía,
como Mar, Ito, León, Jazmín, Teo, Simón o Esperanza.
También en las fotos había gente que conocía por las
noticias: los salvajes Tacho y Thiago. Se vio a sí mismo
abrazado a esos salvajes, sonriente, sobre un escenario,
cantando. Luego, había mucha gente que no conocía, pero
que le produjo una sensación extrañísima en el estómago:
eran fotos de Nico, de Cielo, de Paz, de Camilo, de Torito.
Una foto lo demolió, una que era más vieja que el resto, en
la que se vio a sí mismo abrazado a una niña pequeña. Él no
lo sabía, pero era su hermana, Alelí.
De repente sintió que no estaba solo, giró y vio que Hope
había entrado.
-¿Qué es esto? ¿Por qué conocés a ese Tacho? ¿Sos una
infiltrada?
Hope negó, con una sonrisa irónica, aunque angustiada.
Rama seguía revisando el centenar de fotos que
empapelaban las paredes de la pequeña habitación.
-¿Y estas fotos? ¿Qué hago yo con ellos? ¿Qué hace Mar
besándose con ese salvaje? ¿Jazmín con ese Tacho? ¿Qué es
esto, por Dios? Y comenzó a arrancar las fotos, como si
destruyéndolas pudiera borrar esos rastros de un crimen
que ni recordaba haber cometido.
-¡Pará!-le suplicó Hope, llorando-. Te voy a decir toda la
verdad. Esos desmayos en los que ves cosas, te ocurren
porque estás despertando. A mí me pasó lo mismo.
-¿Despertando de qué?!
-Vos no sos el Rama que creés que sos, al que los salvajes le
mataron al padre y vivió viajando por el mundo, vos sos
este-dijo Hope, señalando una foto-: Un chico huérfano que
se hizo cargo toda su vida de su hermanita, Alelí. Sos el
Rama sensible, no el casanova idiota que le tira onda a Uma
y a Valentina a la vez, que se hace el galán con todas. Sos el
mejor amigo de Marianella Rinaldi. El hermano de la vida de
Juan Morales, Tacho; el compinche de la Gitana, Jazmín; el
compañero de banda de Thiago, el otro hermano que te dio
la vida-dijo Hope a medida que iba señalando fotos El que
se enamoró de Vale, el gran amor de tu vida, y de Kika, tu
otro gran amor.
-No, no, no-balbuceaba Rama, llorando, ante la
contundencia de la información.
-Sos mi tío, Rama -dijo Hope, con un hilo de voz-. Sos mi
familia, todos somos familia. No nos conocimos acá, en el
NE. Nos conocemos de toda la vida. Ese es el verdadero
Ramiro Ordóñez, no este que te inventaron. Ramiro se
apoyó contra una pared, abrumado, y comenzó a llorar.
Jazmín había seguido a Teo hasta el centro de monitoreo,
y mientras esperaba a que saliera, vio aparecer a Tacho, ese
salvaje tan temido y que tanto la cautivaba. Él avanzó
directo a donde estaba ella agazapada, detrás de la
camioneta de Teo. No sabía qué hacer, iba a verla, así que
se subió a la camioneta y se escondió en la parte trasera.
Tacho miró el edificio al que lo había conducido Alai. Vio
pasar dos guardias y se parapetó contra la camioneta.
Jazmín en ese momento estaba pegada a la portezuela del
vehículo, y Tacho hizo lo mismo, pero del otro lado. Apenas
una puerta de hierro separaba a Tacho de Jazmín, a la que
creía muerta.
De pronto, vio salir a Teo con Melody en una silla de
ruedas. Teo les puso una excusa a los guardias que
custodiaban el acceso y llevó a Melody hacia la camioneta
para sacarla de la urbe, pero al llegar hasta el vehículo, se
toparon con Tacho, que, lleno de bronca como estaba, se
tiró encima de Teo sin mediar palabra y comenzó a pegarle.
Melody le gritó que lo soltara, que Teo la estaba dejando ir,
pero Tacho estaba imparable. Jazmín, que espiaba la pelea
desde la cajuela de la camioneta, estaba en shock.
Teo quedó tendido en el piso, y Tacho le sacó las llaves del
vehículo. Ayudó a Mel a subirse, y arrancó, sin advertir que
Jazmín viajaba con ellos en la cajuela.
Mar y Simón estaban en el cuarto de ella, celebrando que
le había cumplido uno de sus sueños, cantar en público,
cuando entró Ito, más histérico que nunca. Se estaba por
largar una tormenta no prevista por el servicio
meteorológico, y habían desaparecido Rama y Jazmín, que
harían el siguiente cuadro, así que los agarró a ambos y los
arrastró hacia el escenario. Ellos le dijeron que no tenían
nada preparado.
-¡Improvisan! -decretó él, y se los llevó a la rastra. Thiago
deambulaba por el campus, intentaba encontrar a alguien
conocido para entender qué había pasado con ese lugar. Vio
que Nacho subió al escenario y anunció una nueva
presentación. Y de pronto, lo que había esperado durante
meses, lo que había deseado y anhelado cada noche y cada
día: sobre el escenario estaba Mar, y Thiago sintió que el
corazón le explotaría de emoción. Estaba distinta. Tenía un
flequillo recto y estaba vestida con un estilo muy diferente
al de ella. Pero era Mar, su amor, su único y gran amor,
estaba ahí, viva, sonriente. Y con Simón. Thiago no entendió
nada cuando comenzaron a cantar juntos Me voy.
-¡Es Simón! -exclamó Vale, desde la guarida, viendo lo
mismo que veía Thiago, a través de la cámara. ¿Qué hace
con Mar?
En ese momento, llegaron a la guarida Terra y Luca. Kika
preguntó por Nina, y recién ahí Luca se dio cuenta de que
no los había seguido, y salió a buscarla.
Nina estaba en el bosque. Su teléfono sonaba sin parar. A la
décima llamada, atendió:
-¿Qué querés?
La que la llamaba era Luz, su madre, que estaba
desesperada desde que la había visto en ese helicóptero
junto a los rebeldes.
-¡Al fin, hija, por Dios! Te vi en ese helicóptero con esos
salvajes. ¿Te secuestraron?
-No. Estoy con ellos porque quiero.
-¿Qué? -exclamó Luz, dando un respingo-. Pero... ¿desde
cuándo? ¿No estabas viviendo con tu novio? ¿Qué te crees
que estás haciendo, Gianina?
-Nunca creí tu mentira, mamá.
-¿De qué hablás?-dijo Luz, con voz trémula. Su peor
fantasía, que sus hijas vieran su verdadero rostro, se estaba
haciendo realidad.
-Nunca creí tus cuentos sobre los salvajes. Me mezclé con
ellos para ver si era verdad lo que decías, ¡y es mentira!
¡Todo tu mundo es una gran mentira! -gritó Nina, llena de
bronca y dolor-. Esos «salvajes» son solo víctimas de las
cosas terribles que hacés vos.
Luz trató de explicarle, de justificase, pero sentía el odio y
la decepción en la voz de su hija, y eso significó su colapso.
Esa mujer fuerte, imponente, despiadada, era nada si no
tenía el amor de sus hijas.
Ito miró el cielo. La tormenta era inminente y ya se estaba
levantando un viento que arrasaría con la decoración y con
sus méritos como organizador de la fiesta. Miraba el reloj,
impaciente; la canción de Mar y Simón parecía no terminar
nunca.
Thiago los observaba entre la gente, confundido, pero
seguro de que sería una intervención creativa que sus
compañeros habían organizado. Sobre todo, estaba feliz por
haber vuelto a ver a Mar. Viva, sana, hermosa. Pero al
terminar la canción, Simón y Mar se miraron emocionados y
se besaron. Y en ese momento estalló el vendaval, tanto
fuera como en el interior de Thiago.
La tormenta fue tan violenta que todos corrieron a
guarecerse, menos Mar, que retuvo a Simón, para dejarse
mojar por la lluvia. Thiago, que observaba esa felicidad y
ese amor sin entender nada de lo que estaba ocurriendo,
sintió que todo por lo que habían luchado esos meses era
un sin sentido. Lo mismo sintió Vale, que vio ese beso a
través de la cámara. Se encerró en la habitación y ya no
quiso salir.
Simón agarró un manojo de globos con forma de
corazones rojos, se lo regaló a Mar y le dijo que iría a buscar
un paraguas, pero ella prefirió quedarse allí, bajo la lluvia.
En pocos segundos, habían quedado en la explanada del
NE solo Mar, que bailaba bajo el agua, y Thiago, que se
acercaba a ella lentamente, desolado, llorando sin entender
lo que estaba ocurriendo.
Luz estaba en un ataque de llanto, una crisis profunda
desatada por lo único que podía lastimarla: el desamor de
sus hijas. Seguía al teléfono con Nina, llorando y suplicando
como una condenada a muerte.
-Es un dolor insoportable este, hija. No me odies. Te amo,
todo lo que hice, lo que hago, lo hago por ustedes.
¿Gianina? ¿Hija? Pero Nina ya había cortado. Luz arrojó su
teléfono con furia desgarradora, y en eso notó que alguien
había entrado. Giró, era el señor Jay, quien solía entrar y
salir de los lugares como un fantasma. Tenía sus anteojos de
sol puestos y la miraba, con las manos en los bolsillos de su
impecable traje gris.
-Se terminó-anunció ella, destrozada. No puedo más. No
puedo seguir.
-¿Fracasaste, Luz?-dijo el señor Jay, con su voz profunda
como un sepulcro.
-Su nuevo mundo, el mundo feliz, el mundo perfecto es un
fracaso. No hay mundo perfecto para mí si mi hija me odia-
dijo Luz llorando; era el llanto de aquella niña que se había
criado en un sótano.
Salió del altillo y dejó la puerta abierta. Su renuncia sería
el final de su carrera política, y posiblemente el final de su
vida. En los parlantes de todo el NE comenzó a sonar una
balada muy dulce y triste, era otro de los temas prohibidos,
uno de los que el Profesor le había regalado a León y que Ito
había usado para musicalizar el evento. En todos lados, se
escucharon las palabras de Mika cantando Any other world.
In any other world you could tell the difference
Thiago avanzaba lentamente hacia Mar, llorando, sin
advertir lo que le decían las palabras de Mika: que en
cualquier otro mundo él podría notar la diferencia.
and let it all unfurl into broken remnants.
Rama, enajenado, sintiendo que su cabeza estaba por
explotar, se alejó de Hope, que permaneció en esa
habitación oscura, rodeada de todas las fotos que habían
quedado abolladas a su lado. El Profesor, a distancia,
musicalizaba el momento. La canción les decía que deberían
dejar que todo se desplegara entre los restos destrozados,
restos de ese mundo de plástico que se estaba haciendo
añicos.
Smile like you mean it and let yourself let go.
«Sonreí como si de verdad quisieras hacerlo, y permitite
dejarte ir», sugería la canción. Tacho sostuvo muy fuerte la
mano de Melody, que lo miraba aterrada. Se dirigían hacia
un puesto de control y él iba decidido a todo o nada.
Aceleró, ya no se trataba de salir de la urbe, de escapar. Se
trataba de dejar atrás todo por lo que creía estar luchando.
El sentido de su lucha, el mundo por el que peleaba. La
camioneta salió de la urbe en medio de una balacera
infernal. Detrás, Jazmín se sostenía como podía, mientras
los proyectiles impactaban todo a su alrededor.
'Cause it's all in the hands of a bitter, bitter man.
Luz abandonó el altillo ante el rostro adusto del señor Jay.
«Porque todo está en manos de un hombre amargado»,
decía la canción, y el señor Jay sospechó quién le había
mandado ese tierno mensaje.
Say goodbye to the world you thought you lived in.
Mientras Rama gateaba por los túneles, por las
profundidades de ese mundo de mentira, con la cabeza
bullendo y los ojos rojos de tanto llorar, la canción le sugería
que se despidiera de ese mundo en el que creía que vivía.
Take a bow, play the part of a lonely lonely heart. Say
goodbye to the world you thought you lived in.....
También a Thiago la canción le decía que hiciera una
reverencia, y que interpretara el papel de un corazón
solitario y dijera adiós al mundo en el que creía que vivía.
I tried to live alone but lonely is so lonely, alone...
Nina lloraba desgarrada. El suyo había sido un proceso
más lento, no tan abrupto como el de los demás, pero no
por eso dolía menos. El mundo en el que había creído vivir
durante toda su vida se estaba desintegrando. Y aunque
había intentado alejarse de su madre y de ese mundo, el
dolor seguía ahí. Su soledad era muy solitaria. Era absoluta.
So human as I am, I had to give up my defences.
Luz bajó las escaleras de la recepción llorando. Después
de todo, era humana, como decía la canción, y en algún
momento tuvo que bajar las defensas. René recibió un
llamado y comprendió por fin cómo cumpliría ella su parte
en esa tragedia. El señor Jay le dio una orden directa, y ella
debió obedecer: le disparó allí, delante de los alumnos. La
imagen que Jazmín había anticipado y que René había
borrado se había cumplido.
Hope sufría por Rama. Conocía el infierno de despertar de
un sueño feliz para descubrir que la realidad era la
pesadilla. Dolía como una muerte decirle adiós al mundo en
el que creían que vivían. Y mientras Hope lloraba por Rama,
él caminó bajo la lluvia hasta el muro, y por primera vez se
preguntó si esa curiosidad que sentía por los salvajes era
porque, como le había dicho Hope, él era uno de ellos. Si
ese vacío que sentía se debía a que todo su mundo era una
fantasía atroz. Comenzó a golpear el muro con sus puños
hasta lastimarse los nudillos.
Tacho dejó la camioneta abandonada en el bosque y
ayudó a Melody a caminar hacia la entrada en las
alcantarillas. Caminaron por los túneles, chapoteando sobre
el hilo de agua de lluvia que se iba acumulando, hasta llegar
a la escalera oculta que desembocaba en la guarida. No lo
notaron, pero durante todo ese trayecto, Jazmín los había
seguido sin entender exactamente por qué lo hacía. Algo la
atraía, pero era más que curiosidad o simple atracción, era
un impulso, una pulsión. Algo le decía que ahí, con ellos, en
ese inframundo, estaba la vida de verdad.
Tacho llevó a Mel hasta el interior de la casa, le buscó una
vaso con agua y se lo acercó. Ella no paraba de llorar,
todavía no se recuperaba del terror que había sentido.
-Ya está, ya llegamos. Tranquila, Mel, ya estamos en casa -
le dijo acariciándola.
Más allá, Jazmín se había asomado y observaba a ese
salvaje, ese su puesto bárbaro sanguinario que trataba con
ternura a una mujer embarazada, una mujer que había sido
evidentemente maltratada por los «buenos». Y ahí estaba
aquel rubio que le resultaba tan familiar, que le provocaba
tanta emoción, con el que había soñado tantas noches.
-Tuve mucho miedo, Tacho..., mucho-le dijo Melody llorando.
-Yo te prometí que te iba a cuidar, a vos y al bebé. Y no les
voy a fallar -aseguró Tacho, y la besó en la mejilla.
Apoyaron sus frentes, descansando uno en el otro, hasta
que, sin dejar de llorar, Melody acercó su boca a la de Tacho
y comenzaron a besarse.
¿Qué era esa angustia que sentía Jazmín? ¿Estaba
conmovida por una escena de la que era espectadora? ¿O
había algo más en ese beso que le provocaba tal dolor?
Mar disfrutaba como una niña de chapucear bajo la lluvia.
Tenía una sensación rara de libertad. Dio vueltas y vueltas
con los globos rojos que le había regalado Simón hasta que
se detuvo de golpe. Frente a ella, de la nada, había
aparecido el salvaje, uno de los asesinos de Lobo. Ese
salvaje que ella dibujaba como adivinándolo, con esos
lunares y esos ojos tristes. Estaba parado frente a ella,
empapado por la lluvia y llorando como un niño. En su
cuello tenía colgada la llave que Mar había perdido. Ella
quedó como hipnotizada. Aunque una parte de su mente le
decía que debía correr lejos de ese asesino, otra parte la
mantenía clavada frente a él. El salvaje dio un paso más
hacia ella, y Mar, temblando, pensó que iba a lastimarla
cuando alzó sus manos, pero él, en cambio, le dio un abrazo
fuerte y desesperado, y al pegar sus cuerpos ella notó que
él temblaba sollozando. Sin entender por qué, Mar también
empezó a llorar. Y de pronto oyó, muy suave, la voz ronca
de él, que entre llantos le preguntó:
-¿Por qué, mi amor? ¿Por qué? Mar cerró los ojos. Su
vacío, el que nunca dejaba de sentir, se sintió más vacío
que nunca. Los globos rojos con forma de corazón se
soltaron de su mano y se fueron volando hacia el cielo,
mientras el salvaje lloraba sin consuelo abrazado a ella.
Nunca volveré a amar
 
Había una incongruencia total entre la escena que se estaba
desarrollando y la música que retumbaba en el predio vacío
luego de que todos hubieran corrido a guarecerse del
vendaval. Mar y Thiago seguían abrazados, llorando bajo la
lluvia, mientras Lady Gaga anunciaba en su canción
Speechless «nunca volveré a amar». Pero no era la única
incongruencia. La rigidez que Thiago notaba en el cuerpo de
Mar, ese leve temblor era un sinsentido tan grande como
ese beso que había visto entre ella y Simón.
La puerta de la ochava se abrió y salió Simón, que se puso
tenso y alerta al verlo. Y cuando Thiago creía que el absurdo
no podía ser más grande, Mar se soltó de él y corrió a
protegerse detrás de Simón. ¡A protegerse de él! De su
novio que la había buscado y llorado durante meses. Vio
miedo en los ojos de Mar y odio en los de Simón. Dos
guardias armados se acercaron a detener a Thiago, pero él
los evadió y se arrojó sobre Simón, con un dolor furioso,
repitiendo «¿Por qué, por qué?».
La ferocidad de ese salvaje le confirmó a Mar todo lo que
alguna vez le habían dicho de ellos, y le suplicó a Teo, que
justo salió de la recepción, que lo frenaran. En ese mismo
momento, llegó Rama desde la calle, seguido por Hope, que
había ido a buscarlo al muro. Rama tenía los nudillos de sus
manos destrozados, y Esperanza estaba convencida de que,
aunque estaba atravesando la dura fase del despertar,
eventualmente sería una liberación para él. Sin embargo,
cuando vio a Thiago, gritó lleno de odio.
-¡Bajen a ese enfermo! ¡Dispárenle! -rugió Rama.
-¿What? -dijo Esperanza, desencajada, y al ver a Thiago se
le contrajo el corazón.
Mientras luchaba con Simón, Thiago notó que Teo se le
acercaba cauto, y con el rabillo del ojo detectó que un
guardia sacaba lentamente su arma. Ágil, se tiró sobre él y
se la arrebató, agarró a Mar y apuntó al resto con el arma.
-¡No se muevan! -ordenó, y todos obedecieron.
Thiago se metió dentro de la mansión por la puerta de la
ochava, y avanzó por los pasillos de la casa en la que había
nacido sin poder creer lo que habían hecho con ese lugar.
Habían transformado el colorido Mandalay en una especie
de hotel de lujo sin alma. Se encerró con Mar en la que
había sido su habitación, aunque ya era imposible de
reconocer, y buscó la manera de trabar la puerta que daba
al pasillo y la que daba al baño. Luego que giró hacia Mar,
que temblaba y lo miraba con pavor.
-Por favor, no me hagas nada-suplicó ella con un hilo de
voz.
-¿Cómo te voy a hacer algo, Mar?-dijo él, con una mezcla de
desconcierto y dolor por ver que ella le temía-. Solo quería
estar a solas con vos. Para que me expliques. Yo sé que
tiene que haber una explicación para esta locura. Thiago
echó una rápida mirada al lugar y vio la gigantografía con la
foto de Rama, Nacho, Lleca y Simón. Se los veía
espléndidos, elegantes, sonrientes.
-¿Qué hicieron acá? ¿Qué es esto? ¿Qué es NE? -preguntó
confundido al ver esa sigla por todos lados: en las botellas
de agua, en las carpetas escolares, en la gigantografía.
-Es el Instituto de Formación Nueva Era -dijo Mar, intentando
ganar tiempo. Para ella, él era como un perro rabioso al que
tenía que tranquilizar.
-¿Qué formación, qué nueva era? ¡Esto es el Mandalay! -dijo
él, exasperado, y su énfasis inquietó a Mar, quien para
tranquilizarlo le siguió la corriente.
-Sí, sí, claro, el Mandalay...
-Hablá, Mar, decime qué está pasando, por favor. ¿Están
disimulando? ¿Están amenazados? ¿Por eso besaste a
Simón?
De pronto, Thiago notó que intentaban abrir la puerta que
daba al pasillo, y se acercó a esta para advertir que tenía el
arma calibrada para matar y que la usaría si debía hacerlo.
Pero en realidad era todo una distracción, porque en ese
momento se activó el intercomunicador y Mar vio que
apareció Simón en la pantalla mostrando un cartel que
decía «Ponete los auriculares». Ella lo hizo,
disimuladamente.
-¿Me escuchás? No hables, asentí -ordenó Simón, y Mar lo
hizo. Tranquila, vamos a liberarte. Seguile la corriente.
Decile que sí a todo lo que te diga. No lo provoques.
Mar asintió una vez más, y se sacó los auriculares cuando
vio que Thiago se daba vuelta. Él advirtió movimientos en la
ventana que daba al jardín y tomó una decisión.
-Hay soldados afuera, nos vamos de acá, Mar-y luego gritó
hacia afuera-. Vamos a salir. ¡Quiero el pasillo libre! Teo dio
la orden de que hicieran lo que pedía y tuvo que contener a
Simón, que no se estaba comportando con la frialdad que se
requería para una situación como esa. Thiago se asomó al
pasillo, vio que estaba liberado y le dijo a Mar:
-No te asustes, mi amor, no te preocupes, yo jamás te haría
nada, lo sabés, ¿no?-Mar asintió, como le había indicado
Simón- Vos solo caminá.
La tomó por atrás, pasando un brazo por el pecho de ella, y
empuñando el arma salió al pasillo. Quería llegar al
Observatorio porque allí había una puerta trampa por la que
podría salir a los sótanos de la mansión. Descendieron
juntos por la escalera espiralada. Thiago no podía creer lo
que habían hecho también con ese lugar, tan hermoso
antes.
-Vení, hablemos tranquilos-le dijo Thiago y le señaló un
lugar junto a él en el sillón. Mar, que apenas podía contener
el miedo y la angustia, se sentó junto a él. Thiago tuvo el
impulso de hacerle una caricia, y ella se echó para atrás,
tensa.
-¿Qué pasa? ¿Por qué no me hablás? Esa turra de la jefa te
hizo algo, ¿no?
-No me hicieron nada -pudo decir ella, apenas audible.
-Entonces, ¿por qué me mirás como si no me conocieras?
Soy yo, Thiago.
-¡Sí! Ya sé...-dijo ella, siguiendo la directiva que le había
dado Simón.
-¿Y por qué besaste a Saimon? ¿Para disimular? ¿Es un plan,
un operativo?
-Sí, sí, es eso -dijo ella, y él sonrió, aliviado.
-¿Y era necesario el beso?-bromeó- ¿Teo se vendió? ¿Es un
cazador?
-Sí, es un guardia -dijo ella.
-Pedazo de bosta, traidor.
-Re. Un traidor, basura, alto vendido ese percho-dijo Mar, ya
exagerando.
-¿Percho? -dijo Thiago, riendo-. Ah, es para que te corrija,
¿no? Se dice «perno», mi amor -dijo él, sonriente, y le
acarició el pelo. ¿Me amás como siempre, entonces?
-Sí, sí, sí-dijo ella, casi tartamudeando-. Te amo.
-Mi amor, no sabés todo lo que te busqué. Cómo extrañaba
tu voz, tus ojos, tu mirada. Te cortaste el flequillo, te queda
hermoso-le dijo con mucha dulzura y ella sonrió. En medio
del terror que sentía, ese salvaje tenía algo magnético-. Ya
no podía vivir sin vos. Me faltaba el aire. No pasó ni un solo
día que no soñara este momento. Pensé tantas veces lo que
te iba a decir cuando te reencontrara y ahora no sé qué
decirte. Solo que te amo y que siempre supe que estabas
viva, buscándome vos también.
Thiago se acercó para besarla, pero lo interrumpió Simón,
que estaba viendo la situación junto a Teo a través de las
cámaras de seguridad del viejo Observatorio.
-Thiago, no tenés chance de escapar-dijo a través de un
megáfono, y ni vos ni yo queremos que alguien salga
lastimado. Negociemos, ¿si?
-OK, negociemos, basura. Bajá vos solo y desarmado,
¿estamos?-dijo Thiago, fingiendo, y luego le guiñó el ojo a
Mar, que le sonrió, como a un loco. Se abrió la puerta y bajó
Simón, lentamente. Mientras lo hacía, Thiago apuntó el
arma a la cámara que ya había localizado y disparó. Mar se
sobrecogió, y contuvo la respiración.
-No hay más micrófonos, ¿no? -preguntó Thiago y Simón
negó. Entonces Thiago le sonrió y le dio un abrazo que
desconcertó tanto a Simón como a Mar- Ya me explicó todo
Mar, Saimon. Disculpame por cómo te pegué arriba.
-Ya vamos a estar a mano -prometió Simón.
-Bueno, ¿cuál es el plan?-les preguntó Thiago, ya en
confianza.
-¿Podés bajar eso?-dijo Simón, señalando el arma. Thiago se
dio cuenta de que, por la tensión, seguía con el arma
empuñada, y la bajó, pero apenas lo hizo, Simón se
abalanzó sobre él para desarmarlo. Thiago reaccionó rápido
y empezaron a forcejear. Simón logró hacerlo soltar el arma,
que cayó al piso, y se trabaron en lucha. Thiago volvió al
desconcierto inicial, una doble traición demoledora. Empujó
a Simón, con furia, y cuando quiso recuperar el arma vio
que la había agarrado Mar y que le apuntaba a él, con los
ojos llenos de lágrimas.
-Mar, ¿qué hacés? -atinó a decir Thiago.
-¡Enfermo!-gritó ella, por fin liberada de tener que fingir, y le
disparó. Thiago cayó de rodillas al piso, y luego hacia un
costado. Y mientras se iba desvaneciendo, vio como Mar,
llorando, se abrazaba a Simón.
Luego de que René le disparara a Luz, la maquinaria de la
Corporación se puso en movimiento con diligencia. Ingrid
trasladó a la mandataria a un centro especializado, y René
se ocupó de los testigos, a quienes les hizo un rápido ajuste,
borrándoles la vivencia. Media hora más tarde, ninguno
recordaba haberla visto dispararle a la jefa de Ministros.
También Luz fue sometida a un ajuste; y luego fue
trasladada a su domicilio. Estaba exhausta. Dormitó unos
minutos, hasta que advirtió una presencia en su cuarto.
-Hijita-dijo extendiendo su mano hacia Nina, que acababa
de entrar Te juro que todo tiene una explicación, un por qué.
Confiá en mí, hija.
-No puedo, porque ya sé quién sos. Viví con ellos, son
buenas personas a las que vos perseguís y cazás. Sos un
monstruo, mamá. Me voy, este no es mi lugar.
-No, no, no-gritó Luz llorando, aterrada ante la idea de
perder a su hija-. Esta es tu casa, mi amor, acá, con mamá,
las tres juntas, como siempre.
-No. Mi lugar es allá afuera. Resistiendo a tu horror, Luz.
-Gi, yo te amo-gritó Luz a su hija, que ya abandonaba su
cuarto.
-Yo también. Eso es lo que más duele-le dijo Nina, y se fue.
Luz atinó a seguirla, pero en ese momento, como si
presintiera que su mejor soldado se estaba alejando de sus
filas, el señor Jay la llamó. Luz dudó, pero lo atendió.
-¿Te olvidaste de quién sos, Luz?-dijo la voz profunda de
su jefe-. ¿Cómo puede ser que alguien que sufrió lo que vos
sufriste lo olvide? No podés abandonar tu lucha, tu
reivindicación después de lo que te hicieron. Las palabras
de Jay eran como hilos sutiles que se iban enredando en sus
pensamientos. Luz había sido reseteada a los diez años,
cuando la secuestraron. Justina había intentado salvarla, la
había seguido hasta Bahía del Príncipe, donde la tenían
junto a otros niños, reconfigurándolos y preparándolos para
ser los futuros líderes del nuevo mundo. Habían creado en
Luz una base de resentimiento que sería su fuerza motriz
para llevar adelante su tarea. Y ahora que la humanidad de
Luz había emergido, el señor Jay intervino. No solo operaba
en las mentes a través de los reseteos, también era un
diestro manipulador.
-Gi es mi hija, yo juré que nunca haría lo que me hicieron,
nunca las voy a abandonar.
-Tu hija va a encontrar el camino. Pero vos no podés escapar
de tu misión.
Luz se levantó de la cama con un gran esfuerzo y pidió
que prepararan su auto para salir.
Mientras tanto, Nina fue hasta el NE, donde sabía que
podía encontrar a su hermana. Quería despedirse de ella
antes de regresar al bosque donde se exiliaría
definitivamente. Alai se angustió mucho cuando Nina le dijo
que por un tiempo largo no se verían. Su hermana era su
escudo protector cuando Luz tenía sus desbordes.
-¿Por qué te vas? ¿Te peleaste con mamá?
Nina omitió hablar de los motivos de su pelea, solo le dio
un abrazo, le rogó que se cuidara y le prometió que volvería
a buscarla en cuanto pudiera. Cuando estaba por irse,
escuchó un grito de júbilo. Era Rama, que desde que
Esperanza le había revelado la verdad de lo que allí ocurría,
en él se había producido el efecto opuesto al que ella
imaginaba: estaba más reaccionario y antisalvajes que
nunca.
-¡Cazaron al salvaje! ¡Esto hay que festejarlo! -anunció
Rama a un grupo de chicos.
Nina se inquietó al oír eso y le preguntó a Alai si sabía a
qué se refería.
Ella le confirmó que un salvaje llamado Thiago se había
metido en el NE y había tenido a una chica de rehén
durante un rato, pero que ya lo habían capturado. Nina se
puso seria de golpe, apuró la despedida con su hermana y
se fue corriendo del NE.
Thiago no se había movido desde que lo habían dejado en
la celda, no había aceptado agua o comida. Tenía una
expresión dura en su rostro: era el odio profundo que le
provocaba tanto dolor. Porque no era la traición de sus
amigos, ni la maldad gratuita, ni el ataque de Simón, ni el
disparo de Mar. No era eso lo que le dolía, sino su propio
amor, el amor que todavía sentía por su novia y sus amigos.
Porque la medida del dolor es el amor. Cuanto más se ama,
más grande es el dolor.
Desde su celda la veía a Mar, que estaba sentada más
allá, frente a una empleada, haciendo su declaración.
Thiago no oía del todo sus palabras, pero entendía que
estaba acusándolo de secuestro, de amenazas y que lo
llamaba salvaje. Cuando Mar terminó de hacer su
declaración, se acercó al ascensor para esperar a Simón,
que estaba dando su propio testimonio. No pudo evitar
relojear a Thiago, que la miraba fijo, con las arrugas de la
frente profundas y el entrecejo hundido. Ella, en un impulso,
se acercó a él.
-Esto no tendría que haber terminado así. -Mar pretendió
aleccionarlo, darle un correctivo moral para que aprendiera,
pero él la descolocó con su respuesta.
-Yo te amo. Y si tengo que morirme para arrancarme este
amor, lo voy a hacer. Me lo voy a arrancar y te voy a odiar
hasta que logre olvidarme de vos. Y cuando eso pase,
cuando ya no sienta nada por vos, te juro que nunca, pero
nunca más, voy a amar.
Ella negó con la cabeza, era un caso perdido, un loco sin
remedio, y se alejó hacia el ascensor, donde ya la esperaba
Simón. Thiago los vio darse un beso y también vio como Mar
volvía a relojearlo antes de que las puertas del ascensor se
cerraran.
Pero en el mismo momento en que ellos se iban, por el
otro elevador llegó Nina. Thiago se extrañó mucho al verla
dirigirse a la recepcionista. No pudo oír lo que hablaron.
-Me manda mi mamá a buscar algo de su oficina -le dijo
Nina a René, avasallante.
-Ah, ¿pero tenés autorización para entrar? Porque estamos
en una situación... -atinó a frenarla René, pero Nina pasó sin
esperar permiso. Se acercó hasta la celda y Thiago sonrió,
negando. Ninguna decepción ya lo sorprendía.
-Me iba a preguntar qué hacés vos acá, pero ahora
entiendo. Sos cómplice de Gonzalo, vos también eras una
infiltrada, ¿no?
Nina no respondió. Miró para todos lados, sacó de su
mochila un objeto metálico y lo arrojó en el recinto, que
rápidamente se llenó de humo.
Cuando los motores se encendieron y extrajeron los gases
de la bomba de gas, René notó que el salvaje ya no estaba
en su celda. Y tampoco la hija de la jefa de Ministros.
Simón se sumó al equipo de búsqueda a pesar de que no
lo habían convocado.
-Ese enfermo secuestró a mi novia, Teo. No voy a dejar
que se fugue.
-Por eso mismo te dejé afuera. Estás demasiado involucrado
en este asunto.
Pero no hubo caso, Simón desobedecería hasta a la jefa
de Ministros si fuera necesario. Se subieron a una camioneta
y salieron a perseguir al salvaje.
Luz entró hecha una furia al centro de monitoreo y exigió
a los gritos el nombre de la persona que había dejado entrar
a su hija a una zona restringida.
-René -dijo ella misma, mortificada-. Yo me hago el
sumario, no se preocupe. Ahora, ¿cómo voy a sospechar de
su hija? Señora, su hija...¿anda en algo raro?
La jefa ni le contestó, y se comunicó con Teo, que le informó
que tenían localizado el vehículo en el que huían, un
cuatriciclo de las propias fuerzas de seguridad.
-Los quiero con vida, Gorki -dijo Luz.
-Decile que no le prometo nada-dijo Simón, oscuro, denso.
-¡Tiene a mi hija, Arrechavaleta! No hagas locuras-le advirtió
Luz.
Teo le aseguró que nadie saldría herido y luego reprendió a
Simón. Nina conducía el cuatriciclo a toda velocidad. Thiago
iba detrás, mirando las camionetas de los cazadores que
estaban cada vez más cerca. No tenía idea de qué planeaba
hacer Nina, pero parecía muy decidida. De pronto ella
detuvo el cuatriciclo y corrió hacia una casa abandonada.
Era el lugar a través del cual entraba y salía de la urbe.
Thiago fue tras ella, pero antes de poder huir, les dieron la
voz de alto. Se detuvieron, perdidos, y giraron. Simón
apuntó a la frente de Thiago y le ordenó:
-Arrodillate.
-Nos están monitoreando, Simón, no hagas pavadas-le
advirtió en voz baja Teo, muy tenso porque veía que su
subalterno tenía demasiada violencia contenida.
-¿A dónde pensabas ir, Gianina? -dijo Luz para sí y ordenó :
Tráiganmelos, Gorki.
Thiago solo se miraba con Simón, había una guerra
silenciosa entre ambos. Pero, cuando un soldado fue a
esposarlos, Nina, en un rápido movimiento, le quitó algo
que el guardia tenía calzado en su cinturón y con su cuerpo
cubrió a Thiago.
-¡Todos para atrás! -dijo Nina, como si tuviera un arma
peligrosa en la mano, pero Teo al verla sonrió y le dijo, con
sorna: ¿Nos vas a matar a todos con un detector de
metales?
Ese era el objeto que Nina, calculadamente, le había robado
al custodio, y mirando a una cámara urbana por la que
sabía que su madre la estaría observando, dijo:
-No, a todos, no. Desde los siete años tengo un marcapasos.
Los detectores de metales pueden ser fatales para mí.
Thiago observó a Nina sin entender lo que hacía, pero
advirtió en la inquietud de los soldados que esa amenaza
absurda tenía un efecto en ellos.
-Dejen ir a Thiago. O la que se va soy yo -dijo, poniendo el
detector sobre su pecho.
Se produjo un largo silencio, hasta que se escuchó la voz
ahogada de Luz.
-Dejen ir al salvaje.
-Señora, no puedo obedecer esa orden-dijo Simón con su
dedo listo para gatillar.
-¡Vos vas a obedecer esa y todas las órdenes que yo te dé!-
gritó Luz, como un trueno.
Teo apartó a Simón, quien antes de retirarse le aseguró a
Thiago que se volverían a ver. -
-Espero que sea muy pronto -le dijo Thiago, con los ojos
clavados en los de Simón como dos navajas.
Nina le indicó a Thiago cómo atravesar el muro por el
pasadizo, y Thiago le pidió que se fuera con él, pero ella se
opuso. Ella era la única garantía de que lo dejaran ir.
-¿Quién sos? -preguntó Thiago. ¿Por qué les importás tanto?
-¡Andá! -ordenó ella.
Thiago siguió las indicaciones que le había dado Nina y
apareció en la casa abandonada del otro lado del muro. Nina
permaneció amenazando con matarse los minutos
suficientes como para darle tiempo a Thiago de huir. Luego
bajó el detector de metales y se dejó conducir al centro de
monitoreo, con su madre.
Media hora más tarde, Thiago entró corriendo, casi sin
aire en la guarida, donde todos sus amigos habían estado
desahuciados sin tener noticias de él, temían lo peor.
Apenas lo vieron llegar, corrieron a abrazarlo, emocionados,
llorando de alivio.
-¡Menos mal que llegaste, gordi! -exclamó Tefi-. Te juro
que sola no podía. Todo el día tratando de levantarles el
ánimo a estos. Les puse música, cociné, inventé juegos,
pero nada. ¡Era como se si se hubieran olvidado de que
somos la Resistencia!
-Y hacen bien...-dijo Thiago, y se acercó a la pared donde
tenían todas las fotos de sus amigos pegadas, y empezó a
arrancarlas con odio. Nadie dijo nada, todos tenían la misma
furia y el mismo dolor que él-. La persona menos pensada
me salvó la vida. Y los que más amaba nos traicionaron y
casi me matan. No sé ustedes, pero yo ya no tengo ningún
motivo para pelear. Para mí, se terminó la Resistencia.
Cuándo perder es ganar
 
Luego de la irrupción salvaje en el corazón del NE, se
esparció la inquietud entre los alumnos y recrudecieron los
discursos intolerantes y xenófobos. Ito se sentía culpable
por haberse involucrado con esa paisanita que sin dudas era
una rebelde. Lo mismo León, que empezó a responderle a
Paloma con evasivas, aunque la extrañaba.

Jazmín también estaba impactada, pero lo suyo era algo


más que esa histeria colectiva. La suya era una
contradicción compleja. Ella había hecho su propia
excursión al mundo de los salvajes y lo que había visto allí
distaba mucho del relato con el que los bombardeaban cada
día. A ese salvaje rubio, al que llamaban Tacho, lo había
visto comportarse de manera sumamente dulce y
contenedora con una mujer embarazada, muy lejos del
sanguinario que les decían que era. Pero además tenía otra
contradicción.

La aproximación a los rebeldes le había disparado un


recuerdo implantado. A Jazmín le habían creado un origen
peculiar: era la hija de un salvaje violento del que el
Gobierno la había rescatado. Pero ¿quiénes eran realmente
los salvajes? ¿Esos animales de los que el Gobierno la había
salvado? ¿O esos pobres chicos que se las arreglaban como
podían para sobrevivir en un mundo en guerra?
La única que no parecía estar afectada por el atentado era
la propia víctima. Estaba eufórica como en un día de fiesta,
a pesar de que ya había trascendido que el salvaje había
escapado. Solo quería hacer planes con su novio, pasear,
disfrutar; aunque él le recomendaba descansar para
procesar el trauma que había vivido. Pero, para Mar, eso ya
era pasado y pisado. De todas maneras, aunque le propuso
varios planes para hacer juntos, Simón dijo que tenía que
seguir buscando a Thiago, y se fue.

Mar ingresó en su habitación, protestando porque su novio


la había dejado sola, y se encontró con Jazmín, que recién
había regresado de su excursión y aún no salía del shock
que le había provocado.

-¡Harta me tienen los salvajes! Por suerte mi héroe los va


a exterminar a todos. Yo no sé qué haríamos sin la Guardia
Civil, te digo. Antes no me daba cuenta, qué grosos nuestros
héroes, y qué grosa yo, tener un novio héroe que me cuide
de esos asquerosos.
-¡Basta de hablar mal de los salvajes! -explotó Jazmín,
repentinamente.
-¡A la lentejuela! Mirate, defendiendo a los salvajes. ¡Te
enamoraste de uno! Ya te veo venir. Del rubio ese, ¿cómo
era que se llamaba? Tucho
-No me enamoré de nadie.
-¿Por qué esta defensa acalorada, entonces?
-Porque yo soy una salvaje-disparó Jazmín, y Mar, instintiva,
reculó unos centímetros.
-Te juro, percha, que todo lo que dije de los salvajes fue con
onda -dijo Mar cambiando el tono, ahora era todo candor-. O
sea, cuando dije que eran lacras...
-Mar, no soy una salvaje. Soy hija de salvajes-le aclaró
Jazmín.
-¡RE-salvaje sos! -se le escapó a Mar, escandalizada.
-Mis padres eran salvajes y la Guardia Civil me rescató de
chica.
-Bueno, técnicamente, sos. O sea, salvaje, ¿se hace o se
nace? Es un retema ese, ¿no?
-Te lo conté porque sos mi amiga, porque me siento mal.
Nunca lo hablé con nadie -le dijo Jazmín, en confidencia-. Yo
era muy chica cuando me rescataron, y tengo imágenes
confusas, no tengo ni sensaciones, ni olores de esos
recuerdos. Son como vacíos. O sea, lo que viví ayer, hace
una semana, hace un mes, lo recuerdo bien nítido. Pero los
recuerdos de cuando era chica son como descoloridos, sin
sensaciones.
-¿Será falta de calcio? -arriesgó Mar.
-Siempre quise olvidarme de dónde vengo, pero desde que
vi a Tacho me removió todo.
-¡Porque te gusta!
-¿Y a vos te gusta Thiago? -disparó Jazmín.
-¡¿Qué?!-se alborotó Mar.
-Digo, porque a vos también te removió todo.
-¡A mí no me removió nada! Si yo no tengo un pasado
oscuro que remover. Lo único que me pasa con ese salvaje
es que lo odio. Yo, cero salvajismo.
-Mar, no seas negadora. Al menos acepta que es raro lo que
nos pasa con ellos.
-¡No me pasa nada! Y vos deberías olvidarte del tal Tacho y
agradecer que el Gobierno te rescató de los salvajes. No
entiendo a la gente que se emperra en remover su pasado,
¿qué buscan? ¿Qué esperan encontrar? El pasado te
amarga, te da insomnio, te vuelve obsesivo. Hay que
soltarlo de una buena vez. ¡Lo mejor del pasado es que ya
pasó!

Jazmín se fue, molesta, y Mar quedó refunfuñando, irritada


por el descaro de Jazmín de atreverse a reconocer la
confusión que le generaban los salvajes. Pero, de pronto,
inesperado como un tsunami, todas las emociones que
había tapado desde su encuentro con Thiago la arrasaron.
Corrió al cajón de su mesa de luz y sacó la carpeta en la que
guardaba los recortes y dibujos en los que había esbozado
una y otra vez el rostro de ese salvaje inmundo en el que no
dejaba de pensar, ni de soñar, ni de fantasear. Ese salvaje
hermoso con lunares, ese asesino que llevaba colgada la
llave que la fascinaba.

Y aunque Mar sostenía que había que soltar el pasado,


parecía que el pasado era el que no la quería soltar a ella.
La acometió un ataque de llanto, y fue tan grande la
congoja que sintió que no podía soportarla en el cuerpo.
Necesitó romper todo, arrancó los prolijos acolchados de las
camas, empujó los colchones, arrojó objetos de decoración.
Quería destrozar la perfección de ese lugar y sacarse ese
dolor del cuerpo.

Con la misma exaltación, llegó a la oficina de la jefa de


Ministros y apeló a su triple apellido y a su relación personal
con Luz para que le permitieran llegar a ella. Luz la hizo
pasar. Le sirvió un vaso con agua y le preguntó qué la tenía
así.

-Me está por explotar la cabeza, Luz. El salvaje que me


secuestró, Thiago. Bueno, resulta que siento que lo conozco.
Y encima él me hablaba como si me conociera, me decía
que me amaba. Y yo hace rato que a veces me pongo a
dibujar lunares en fotos de chicos, o dibujo chicos con
lunares, ¡y este salvaje está lleno de lunares!
-Pero, Mar, eso no quiere decir nada -intentó minimizar Luz.
-¿Y lo que dijo Simón cuando le patinó la botamanga?
«Thiago es tu verdadero amor». «Thiago», como el salvaje.
Acá pasa algo muy raro, Luz, y yo necesito saber qué es.
Luz comprendió que había que obturar de inmediato esa
fisura, y le dijo:
-Tenés razón. Merecés saber la verdad. Es lógico que creas
conocer al tal Thiago, porque lo conocés. Cuando te
enteraste de la muerte de tus papás, tuviste un shock
emocional y olvidaste algunas cosas.
-¿Por eso no me acuerdo bien de lo que pasó?
-¡Exacto! Decidimos dejar que tu mente, sola, empezara a
reconstruir los hechos. Y por lo visto, ahora lo estás
recordando. Ese salvaje ya entró otras veces a la urbe. Ya te
conocía. Hace tiempo que está obsesionado con vos. Es un
loco, una persona enferma. Vos, por supuesto, lo
rechazaste, y eso lo desesperó más, entonces intentó
secuestrarte.
Mar la escuchaba aturdida. El relato de Luz se fundía con los
recuerdos implantados, provocando una serie de reacciones
confusas en ella.
-Tu papá quiso defenderte, y él lo mató, a sangre fría.
Primero a tu papá y después a tu mamá. Y en ese momento
llegó Simón, a rescatarte. El resto, ya lo sabés... Por eso
sentís que conocés a ese salvaje. Él es el asesino de tus
padres, mi amor.

Mar regresó al NE y rompió todos los dibujos que había


hecho de ese chico con lunares. Decidió aferrarse a lo único
cierto que tenía: su amor por Simón.

Luz sabía que el relato implantado en Mar estaba


crujiendo, y que estaba en serio peligro de colapsar, pero
ahora tenía un problema más urgente: su hija. Se acercó a
la celda donde la tenían demorada, se sentó junto a ella y,
con genuino dolor, le preguntó:

-¿Por qué lo hiciste, hija? Ayudaste a escapar a un salvaje


muy peligroso. ¿Qué te hicieron, Gi, te lavaron la cabeza?
-Soy una salvaje, Luz. Hacé conmigo lo que hacen con los
rebeldes.
Luz la miró con profunda pena y luego, casi sin transición,
empezó a gritarle, furiosa.
-¡Te enamoraste de él, idiota! ¿No te das cuenta de que te
está usando para atacarme a mí? Y todo por un poquito de
amor. Cómo se puede ser tan patéticamente estúpida.
-Ellos no saben quién soy. Y si estoy con ellos es porque
quiero, para luchar contra la mentira que sos vos, Luz.

La jefa la miró con ira y pena, se puso de pie, abandonó la


habitación y le ordenó al doctor Kant que comenzara el
proceso de reseteo con su propia hija.

La Resistencia estaba hundida en la más profunda


depresión y apatía. La única que se resistía a entregarse a
esa desidia era Tefi, que intentaba motivarlos para seguir
adelante a pesar del impactante revés que habían sufrido.

-¿Para qué querés que sigamos resistiendo, Tefi? Ya está,


perdimos - dijo Thiago-. Se terminó el grupo, la Resistencia.
Al menos para mí, no hay nada por qué luchar.
-Por ahí si hay-dijo Tacho.
-¡Eso quiero escuchar!-se animó la vicelíder-. Un mensaje
esperanzador, lleno de ilusión, ¡bien mandalayo!
-Vengarnos-completó Tacho-. Ahí tenemos un motivo para
luchar.

La propuesta de Tacho al menos logró encender un debate


sobre la utilidad o futilidad de poner la energía en vengarse.
De pronto, en medio de la discusión, se escuchó:

«Cambiamos las alas por banderas y nuestra libertad se


hizo trinchera. Salvamos nuestros sueños de esa guerra y
vamos al rescate de la Tierra».

En la puerta de la casa estaba el Profesor, sostenía un


papel en la mano en el que estaba escrita la letra de la
canción que había leído. Los que no lo conocían se
alarmaron, pero se tranquilizaron al ver que Tacho lo
saludaba amistosamente.

«Dejamos nuestra casa por la vida buscando una historia


sin mentiras. Queremos resistirnos al destrozo de ser
nosotros mismos los despojos» continuó leyendo el Profesor,
entusiasmado.

-¡Muy bueno, che! ¿Quién escribió esto?


-Todos, un día en un fogón -dijo Tefi, orgullosa-. Nosotros
somos así, chicos estimulados, creativos. Yo soy Tefi, la
vicelíder.
-Perdón, Tefi, no me presenté. Me dicen el Profesor, soy
amigo de Tacho, y conocido de Thiago.
-¿Y cómo conocías este lugar? -preguntó Valeria,
desconfiada.
-Yo sé muchas cosas... -deslizó el Profesor, con un halo de
misterio.
-No te hagas el misterioso -le dijo Jony-. El Profe conoce este
lugar porque él me ayudó a abrir el camino para llegar acá.
-¿Qué pasa, Profesor? ¿Por qué vino hasta acá? -preguntó
Thiago.

El Profesor les dijo que necesitaba ayuda con algo y no dio


más de talles. Pero no había demasiado ánimo en la guarida
para colaborar con nadie. El Profesor les leyó otro fragmento
de la canción:

«Ya es tu tiempo, sabemos todos que ya llegó el día».

-Cortala, ya sabemos la letra-le dijo Thiago, malhumorado.


-¿Sí? Yo creo que no tienen ni idea de lo que ustedes
mismos escribieron. Sé lo les que pasa. Vieron lo que pasa
del otro lado. Sé que vieron algo que no querían ver.
-¿Vos sabías lo que había del otro lado y nunca dijiste nada?
-le reclamó Tacho.
-¿Y qué importancia tiene que ahí adentro vivan en el lujo,
en iglúes o en celdas? Da lo mismo. Acá hay que hacer algo.
«Ya es el cambio» - agregó, parafraseando la canción. Los
que quieran venir a ayudarme son bienvenidos.
No logró sacarlos de la apatía, pero al menos consiguió que
lo acompañaran. En el camino, sacó un tema,
aparentemente inconexo. El Profesor convertía cualquier
momento en una clase.
-¿Ganar es la única manera de ganar? -preguntó, repentino.
-Y, medio que ganar se gana ganando-dijo Luca.
-O sea que no se puede ganar perdiendo-continuó el
Profesor- ¿Y qué me dicen de perder grasa abdominal? ¿No
gano en salud? O un señor que pierde un vuelo que se
estrella, ¿no ganó perdiendo algo ese señor? Perder la
inocencia, ¿no es una forma de ganar? ¿No ganamos cuando
perdemos el miedo a perder?
-Bueno, qué vivo -dijo Tacho-. Vos decís de perder todas
cosas malas.
-¿Y si te digo perder la ilusión? ¿Podemos ganar algo? No
hay que tenerle miedo a perder, muchachos. Solo hay que
distinguir cuándo perder es ganar.
Finalmente, llegaron a destino. Un campamento arrasado a
la vera del río.
-¿Qué pasó acá? -preguntó Vale.
-El Gobierno pasó. En este lugar vivía un grupo de gente
que resistía, como ustedes, pero hace unos días llegó la
Corporación, arrasó con todo y se llevaron a los hombres.
Las mujeres con sus chiquitos quedaron del otro lado del río.
Sin alimentos, ni techo. Usaban una balsa para cruzar, que
obviamente fue destruida. Por lo tanto, para eso estamos
acá, para rescatar a esa gente. ¿Alguien me quiere ayudar a
cruzar el río?
Todos, menos Thiago, se pusieron de inmediato a armar una
balsa. También se les sumó Paloma, a la que Luca reconoció
de aquel día en que se habían salvado de los cazadores.
Traía un carretel enorme de soga que atarían de extremo a
extremo del río para impulsar la balsa. Los chicos lo
ignoraban, pero la soga se la había conseguido Lleca dentro
de la urbe y se la había pasado a escondidas. El Profesor se
acercó a Thiago, que permanecía sentado aparte, con la
mirada fija en el agua.
-¿Qué pasa, Hamlet? ¿Para quién estás haciendo la escenita
del enojado, del furioso? Digo, no hay nadie que te mire,
¿eh? No está ni tu novia ni tu amigo el traidor, nadie te mira
y dice «ay, pobrecito Thiago, cuánta razón tiene en estar
furioso con la vida». Dejá de hacer la escena, es un esfuerzo
al cuete -lo provocó el Profesor.
-¿Por qué no te matás? -respondió Thiago, y el Profesor se
alejó riéndose.

Un par de horas más tarde, habían logrado armar una


balsa. Ataron un extremo de la soga a un árbol, Tacho cruzó
el río a nado y ató el otro extremo en la otra orilla. El
Profesor y Luca subieron a la balsa, y tirando de la soga se
desplazaron hasta el otro lado, donde media docena de
madres con sus hijitos salieron al encuentro del Profesor,
emocionados. Luego comenzaron a transportarlos en varios
viajes.

Thiago permaneció ajeno durante todo el rescate. Pero en


el último viaje una nena perdió su conejo de peluche en un
sacudón de la balsa, y Thiago, sin pensarlo, se tiró de
cabeza al río para rescatar el muñeco. Nadó hasta la orilla y
se lo devolvió a la nena, que había estado llorando
desesperada al haber perdido su única posesión en el
mundo. Cuando Thiago se lo dio, la nena lo abrazó fuerte y
esa ternura resultó irresistible para Thiago, que comenzó a
llorar todo lo que no había llorado desde que había
regresado del NE. Sus amigos lo miraron llorar, desgarrado,
y contuvieron su propia emoción.

Llevaron a las mujeres y sus hijos a la guarida, y se


acomodaron como pudieron. Era solo por una noche, ya que
al día siguiente el Profesor los llevaría a un lugar que les
había conseguido para asentarse. La guarida, tan silenciosa
y lúgubre a la mañana, ahora estaba bulliciosa y llena de
niños que corrían. Algunos cocinaban, otros preparaban los
colchones y mantas para pasar la noche. Una de las mujeres
estaba embarazada y charlaba con Melody de la
preocupación común que tenían: dónde tener el parto.
Melody dijo que pensaba hacerlo allí mismo, aunque le daba
pánico.

-Al menos tenés al papá con vos-dijo, señalando a Tacho,


que estaba junto a Mel.
-¡Yo no soy el padre! -aclaró Tacho, con demasiado énfasis-.
Ni el marido, ni nada.
-Quedó claro, Tacho-dijo Melody, molesta.
Luego de aquel beso que se habían dado, ella había
intentado hablar de eso, pero él siempre respondía con
evasivas. Melody se sentía bastante mal con su desplante.
Pero Tacho estaba muy lastimado por lo que había visto
dentro de la urbe y también él se había prometido nunca
volver a amar. El amor era algo que solo servía para
lastimarse, y él quería demasiado a Mel.
Por la noche, cuando ya se habían dormido todos los niños,
el Profesor se acercó a Tacho y Thiago, que conversaban en
el living, agotados.
-Hay que ser muy buena gente para tener ganas de ayudar
a alguien con la desolación que tienen ustedes -dijo el
Profesor, y los palmeó-. Yo sé lo que están sufriendo, pero
no son los únicos que sufren, muchachos, ni los únicos que
perdieron a sus seres queridos. Es una historia de pérdidas
esta.
-Nosotros no los perdimos. Ellos se perdieron -dijo Thiago.
-Para el caso es lo mismo. Se perdió el amor, la amistad, los
lazos. Pero, quizás, haya llegado el momento de que pierdan
algo más importante todavía: la ilusión. Es una palabra
edulcorada que sostiene al héroe de todas las películas que
hablan de alcanzar un sueño y blablablá. Pero la ilusión
puede ser una trampa. A veces es vital perder la ilusión
para poder ver la realidad. Un iluso es alguien que se cree
cualquier cuento, ¿no? Ustedes estaban en una película de
héroes, romántica, luchando por sus amigos y sus amadas.
Fin de la ilusión. La realidad es muy distinta. Pierdan la
ilusión y van a entender que no luchan por salvar a algunos,
sino a todos. Lloren, pataleen, díganle adiós a ese mundo de
ilusiones en el que vivían, y éntrenle de lleno a la realidad.
Este es el mundo que nos tocó reparar. En este mundo hay
que resistir. Soñar es querer cambiar una realidad. La ilusión
es negar la realidad. Y la desilusión no es otra cosa que una
bofetada que nos da la realidad, nos dice: «Ey, no seas
iluso, las cosas son como son». Y una vez que hayamos
perdido la ilusión, agarramos la realidad con las dos manos
y decimos: ¿qué hacemos con esto?
Y mientras hablaba, el Profesor eligió un disco entre la pila
de long plays y lo puso. Comenzó a sonar Don't dream it's
over, un lento ochentoso que pareció emocionarlo.
-Y cuando ya estemos bien pero bien desilusionados,
soñemos en grande con el mundo que queremos y por el
que vamos a luchar -concluyó el Profesor y agregó,
traduciendo la canción: «Aunque construyan un muro entre
nosotros, no ganarán». Hay que perder la ilusión,
muchachos, porque ahí, perder es ganar.

El doctor Kant le informó a Luz que su hija no era apta


para el proceso de reseteo. La enfermedad congénita que
tenía y el marcapasos volvían al procedimiento muy
riesgoso para Nina. Luz comprendió que debería dejarla ir.
La otra opción era mantenerla allí, presa, pero no estaba
dispuesta a hacerle eso a Gianina. La acompañó ella misma
hasta la salida y le advirtió que al cruzar ese portón pasaría
a ser una enemiga de la urbe.
-Esta urbe tiene una sola enemiga: vos -le dijo Nina, y se
fue.

Thiago tomó el consejo del Profesor y decidió enterrar sus


ilusiones en un acto simbólico. Juntó todas las fotos que
tenía de Mar y las llevó hasta el bosque, cavó un pozo en el
que depositó una a una cada foto, cada recuerdo, cada
testimonio de una vida que había terminado. De pronto, se
puso alerta al advertir que alguien corría entre el follaje. Era
Nina. Thiago sonrió feliz de volver a verla, y habiendo
enterrado sus ilusiones, se aferró a esa nueva realidad con
un abrazo fuerte.

Mientras ellos se reencontraban, Luz aún lloraba en su


oficina. Ella también tenía su corazón roto por una ilusión
perdida. Se acercó René y le informó que el transceptor que
Luz le había hecho colocar a su hija estaba transmitiendo, y
que estaba yendo directo a la guarida de los salvajes. Luz se
recompuso y dio la orden a Gorki de salir a cazar. Rota la
ilusión, Luz se había adaptado a la nueva realidad.
El sonido de la música
 
Hope esperaba que luego de la reacción inicial de Rama, él
comenzaría a aceptar lo que le había revelado. Entendía
perfectamente que estuviera en negación, después de todo,
ella era la reina del «no hay tal crisis». Pero la salvajefobia
de Rama no hacía más que crecer: daba clases enteras
sobre cómo reconocerlos y protegerse de ellos, y hasta llegó
al punto de inventar un sistema para que si alguien sabía
algo de algún salvaje pudiera denunciarlo anónimamente.
Hope, para provocarlo, se autodenunció, y aunque él la
amenazaba todo el tiempo con contar que era una
infiltrada, él mismo borró la denuncia.

Entraron al baño discutiendo, ella le suplicaba que abriera


sus ojos, ya que tanto le gustaba cantar esa canción, y él la
amenazaba con denunciarla si no lo dejaba en paz. De
pronto, Esperanza registró que la puerta que daba al cuarto
de los varones tenía un cartel de no molestar con un sticker
rojo, y se intrigó.

-Es un código que armamos con los chicos. Ponemos


cartelitos de distintos colores -explicó Rama-. Azul es «estoy
estudiando», verde es «pasen tranqui».
-¿Y rojo para qué es? -preguntó Hope con total inocencia, y
cuando Rama la miró con una sonrisa pícara, Hope sintió
que se descompensaba-.
-Please, decime que ahí está Ito o León, aunque tan chiquito
él...
-Depende para qué chiquito -dijo León entrando al baño
junto con Ito.
-¡Matame, está Saimon! ¡Con Mar! ¡No! ¡Cartel rojo, no! -
gritó Hope, y sin que pudieran frenarla, forzó la puerta e
ingresó en la habitación corriendo, justo cuando Mar y
Simón estaban en los preliminares de un encuentro
amoroso:
-¡No lo hagan!

Mientras Hope discutía con Simón, que les pedía que se


fueran, y Mar, pudorosa, aclaraba que no estaban haciendo
nada, Ito recibió una llamado de la paisanita, que no dejaba
de llamarlo. Él la atendió y, en un grito mordido, le ordenó:

-¡Te dije que no me llames más! -y cortó.

Pero no era Tefi la que lo había llamado, sino Tacho. Luca


había escuchado a Tefi hablando con Nacho y se habían
dado cuenta de que ella tenía su teléfono. Así que lo
estaban llamando para exigir explicaciones. Ito cortó, pero
no apretó bien el botón y el teléfono quedó encendido.
Todos en la guarida escucharon la absurda discusión que se
daba en el cuarto de los varones.

-Andate, Hope, quiero estar con mi novia-gritó Simón.


-Ustedes no pueden ser novios! -gritó Esperanza-.¡Nada de
sexo!
-Hope los quiere frenar, ¿no?-preguntó Luca, extrañado.
-No le den bola a esta loca -dijo Rama.
-Tal cual, man. Mar necesita diversión después de lo que
pasó con ese salvaje de Thiago-dijo Ito.
-Ni me lo nombres al enfermo ese, encima se escapó -dijo
Rama.
-¡¡Garcaaas!! -gritó Tacho y en un impulso arrojó el celular al
piso, rompiéndolo, justo cuando ingresaba Jazmín al cuarto
y preguntó qué ocurría.
Hope logró su objetivo cortando el clima. León aprovechó
que los tenía a todos juntos, y empezó a ofrecerles
mercadería, ya que se le había ocurrido algo para ayudar a
Paloma. Como los libros y la música que ella y el Profesor le
habían dado generaban mucho interés en la urbe, le
propuso a Paloma que le consiguiera todo lo que pudiera. Él
lo vendería y con lo recaudado compraría provisiones y
medicinas para darle a ella.

Jazmín le compró varios CD de música flamenca, una


pasión que había descubierto recientemente. Rama siempre
le compraba libros, y esta vez le compró uno llamado Un
mundo feliz, de Aldous Huxley. Y Hope, al verlo, suplicó al
cielo que ese libro lograra abrirle los ojos y desbolidizarlo un
poco.

Luz comenzó a dar gritos rabiosos cuando Teo le informó


que en el lugar que indicaba el transceptor que le habían
colocado a Nina no había nada. Era el mismo lugar en el que
ya habían estado, de hecho. Ella le ordenó que buscaran
bien debajo de cada piedra, seguramente debería haber una
puerta secreta, pero no encontraron nada. Cuando se dieron
vuelta para irse, se quedaron duros al ver a un hombre
sentado en un sillón antiguo, en el medio del bosque,
leyendo un libro. Teo y sus hombres se pusieron alertas. El
Profesor, que era el hombre sentado en el sillón, lo miró.

-¿Hablabas con Luz antes, no es cierto?


-¿Quién sos? -replicó Teo, tenso.
-Es de muy mala educación contestar una pregunta con
otra. Dale este mensaje a Luz, por favor. Decile que se
acuerde de El sonido de la música.
-¿Quién sos? -preguntó Teo, ya intranquilo.

Se oyeron ruidos de disparos y ladridos por detrás de los


soldados, que se dieron vuelta, en guardia. No vieron nada
extraño. Al volver a girar, el Profesor ya no estaba allí. Teo
miró el lugar extrañado, era imposible que hubiera huido sin
que lo vieran. Parecía simplemente haber desaparecido.

Jaz bajó hasta el Observatorio y puso uno de los CD que le


había comprado a León. Le llamó la atención la canción Ay,
qué dolor de un grupo español que jamás había escuchado
nombrar: Los Chunguitos. La colocó reproductor y sus
manos solas comenzaron a moverse como si estuvieran
programadas para hacerlo. Se dejó llevar por la melodía,
haciendo braceos y floreos, mientras sus dedos se abrían y
cerraban como las alas de una paloma. De pronto, se quedó
estaqueada por una imagen potente y clara, como si fuera
un sueño, pero despierta. Estaba teniendo una de sus
visiones, aunque ya no recordaba que las tenía. Esta vez
René no pudo capturarla porque por los problemas
bioenergéticos que experimentaba la urbe todos los
sistemas fallaban. Y así Jazmín pudo ver su premonición:
ella estaba en una casa abandonada, vestida con una capa
y una máscara verde, y se besaba con Tacho, el salvaje.

Luego del reencuentro, Nina y Thiago regresaron a la


guarida. Y aunque persistía en el resto la desconfianza
sobre ella por asociación a Gonzalo, Thiago había tenido una
prueba determinante de que era confiable, y así se lo
transmitió a sus compañeros. De todas maneras, apenas
estuvieron a solas, Thiago le pidió algunas explicaciones
sobre sus múltiples misterios. El primero, y más extraño, por
qué se había hecho pasar por muda. Ella aclaró que aunque
no tenía un problema orgánico, durante muchos años de su
vida, sobre todo en su infancia, no había hablado.

-¿Es un problema psicológico? -preguntó él.


-Algo así. Tengo etapas en las que no hablo. No sé cómo
explicarlo.
A Thiago también se le hacía difícil entenderlo, pero había
dos cosas que lo intrigaban aún más, primero, por qué lo
habían dejado escapar cuando ella amenazó con matarse,
pero Nina evadió dar esa respuesta. La otra gran intriga de
Thiago tenía que ver con ese pasadizo por el que ella lo
había hecho salir.

-Vos ya conocías ese acceso, ¿no? ¿Habías entrado ya? -


ella asintió, entonces a Thiago la duda se le fue
transformando en certeza-. O sea que las fotos aquellas de
Mar no las sacó ningún fotógrafo, fuiste vos, ¿no? - Nina
volvió a asentir. -¿Por qué lo hiciste?
-Porque estabas muy mal, Thiago. Quise tranquilizarte,
hacerte saber que estaba viva. Después de que se llevaron
a Simón, volví a entrar y los vi juntos. No sabía si decirte, si
no decirte. Me pareció que eso te iba a hacer sufrir mucho.

Pero las respuesta de Nina, además de aclarar algunos


misterios, le produjo otra certeza a Thiago y le renovó el
dolor. Esa desconocida había dado su vida por él, mientras
que Mar, el amor de su vida, le había disparado a traición.
Era un dolor muy difícil de asimilar, y decidió ir a visitar al
Profesor. Necesitaba su sabiduría y su contención.

Lo encontró, como de costumbre, cocinando en medio del


bosque y escuchando música clásica. Thiago atinó a
saludarlo, pero el Profesor lo calló con un gesto para no
interrumpir los movimientos finales de la pieza que estaba
oyendo, al tiempo que sirvió dos platos e invitó a Thiago a
sentarse.

-Canon de Pachelbel!-anunció el Profesor, apasionado.


-Debe ser riquísimo el canon, pero no tengo hambre-dijo
Thiago, con cortesía.
-Decime que me estás haciendo una broma. ¡Imposible que
no conozcas esa maravilla de la música universal que es el
canon de Pachelbel, Thiago! -Lo miró, negando, y señalando
el aire le dijo: Thiago, te presento al canon de Pachelbel.
Canon, Thiago. Thiago, Canon. Andá a describir todas las
sensaciones que genera esta música, ¿no? Andá a describir
todo lo que te está pasando.
Thiago empezó a hablar de las angustias, las propias y las
de todo su grupo. El dolor y la apatía que sentían, y cuánto
les costaba encontrarle un sentido a la lucha.
-Así se siente la muerte de la ilusión, Thiago -dijo el
Profesor, aireando el vino.
-Necesitamos hacer algo. No alcanza con palabras.
-Yo soy profesor de filosofía, lo mío es la palabra. -Y agregó,
señalando el tocadiscos, que había dejado de sonar-: Qué
cosa la música, ¿no? Mirá cómo cambió la escena sin
música. Esta charla, con el canon de fondo, era casi
dramática. En silencio, es densa. ¿Y qué pasa, por ejemplo,
si pongo esto? -el Profesor cambió el disco y comenzó a
sonar The sound of silence. ¿Qué te pasa con esta canción,
Thiago?
Thiago se emocionó instantáneamente. Era el tema
preferido de Bartolomé. Y aunque había sido un pésimo
padre y una peor persona, le resultaba inevitable extrañarlo,
a él y a toda la vida que habían perdido.
-No se puede extrañar tanto, Profe. Duele demasiado. Apagá
eso, por favor. El Profesor sacó la púa del disco. Volvió el
silencio y los sonidos silvestres.
-La música: el medio de transporte más rápido que existe-
concluyó el Profesor. Cambia la música y cambia todo.
¡Escuchá! El Profesor cambió de disco y comenzó a sonar
Una calle nos separa, la versión de Néstor en Bloque. Thiago
sonrió.
-¿Ves?-dijo el Profesor, exultante. Todo, hasta el paisaje,
todo se tiñe, se viste, con la música que escuchamos.-Puso
otro disco y sonó Time after time, de Cindy Lauper, y el
cambio fue abrupto. El estado de ánimo se modifica
automáticamente con la música. Mirá este cómo
melancoliza, pide lágrima, ¡pide llanto!
-Profesor, yo vine a preguntarle. Bah, vine para que me diga
algo...
-Y te estoy diciendo, Thiago. ¡Te estoy diciendo! ¿De qué se
trata esta historia? Si uno pudiera resumirla en una línea.
De derribar ese muro. Así de simple. Ahora supone que
tenés acá a uno de los tuyos, a tu novia, a tu amigo que te
traicionó, a cualquiera de ellos, lo tenés acá, ¿qué hacés?
-Me gustaría escuchar sus razones.
-¿Te parece que los podrías conmover con palabras si se
vendieron? Yo podría hablarte hasta mañana, Thiago, pero si
quiero conmoverte... -dijo y volvió a poner The sound of
silence. Solo hace falta poner la púa sobre el surco.

El Profesor le guiñó un ojo y Thiago se fue del almuerzo


con el Profesor con una idea.

-¿Quién es ese hombre? le preguntó Teo a Luz luego de


transmitirle el mensaje.
-Es el Profesor -respondió ella-. No le des importancia.
-Yo creo que sí es importante. ¿No es raro que estaba justo
ahí, en las coordenadas donde supuestamente está la
guarida? Además, sentado en un sillón antiguo, en el medio
del bosque. Me parece muy raro todo esto.
-Empezá a abrir tu cabeza, Gorki, empezá a entender en
qué mundo estás.
-¿Y qué es ese mensaje que te mandó? ¿Sabés qué
significa?
Luz sonrió, sus ojos brillaron con una candidez inusual en
ella. En su cabeza, comenzó a sonar Do-Re-Mi. Luz ya le
había contado parte de su historia, o la versión que ella
tenía. Teo sabía que Luz había sido criada en un sótano
hasta los diez años, y luego, había sido abandonada por su
familia y despreciada. Ese fue el reseteo que el señor Jay
había hecho con ella y, como la mayoría de los reseteados,
creía en esa versión.
-Mi madre me creó un mundo de ensueño, de película, me
crié en un universo de comedias musicales. El sonido de la
música, The sound of music, es una película. Acá se llamó
La novicia rebelde.
-¿Y ese hombre conoce tu historia? ¿Qué te quiso decir con
eso?
-No lo sé-dijo Luz, pensando no tanto en el misterio del
mensaje del Profesor, como en los recuerdos que ese
mensaje le había despertado.

Actualmente el mundo es estable. La gente es feliz; tiene


lo que desea y nunca desea lo que no puede obtener. La
gente está a gusto, nunca está enferma. No teme a la
muerte; ignora la pasión y la vejez. Nuestros hombres están
condicionados de modo que apenas pueden obrar de otro
modo que como deben obrar. Y si algo marcha mal, siempre
queda el somas.

-¡Ese libro es genial!-gritó Esperanza, y Rama, que estaba


leyendo se sobresaltó.
-Casi me matás de un susto, ¡loca! -se quejó él-. Sí, es muy
bueno.
-Lo que no me quedó muy claro es lo del «soma»-dijo ella,
haciéndose la tonta.
-Es un químico que les dan a los habitantes si se angustian
o empiezan a cuestionar el mundo en el que viven. El soma
los hace sentirse felices y se olvidan de todo.
-Heavy, ¿no? Digo, un mundo tan controlado, donde no
dejan que la gente se angustie o se cuestione cosas, que
dude de lo que lo rodea...
-¿Qué te hacés la sutil? ¿De verdad pensás que nosotros
vivimos en un mundo así? -De pronto, se le ocurrió una
idea-. Ah, ya sé. ¡Tu delirio lo sacaste de este libro! Vos
tenés que consultar con un psiquiatra, Esperanza. Te
armaste una realidad en tu cabeza.
-¿Sabías que hay cámaras por todos lados? ¿No te da un
poco raro eso?
-¡Cortala, Hope! Hartás con el delirio ya.
-Tenés razón, está mal lo que hago, te presiono para que
aceptes una verdad durísima y vos solo querés un poco de
soma. Una pócima mágica que te haga olvidar tus dudas y
te deje seguir viviendo feliz en esta mentira. No te juzgo. El
mundo está lleno de soma, todos de alguna manera
buscamos llenar el vacío para que no haya lugar para
ningún pensamiento ni sentimiento. Ninguna pregunta.
¿Pero qué pasaría si nos animáramos y, por un ratito al
menos, dejáramos de lado nuestro soma? Dolería,
seguramente. Porque debajo del soma, tapado, está lo que
somos y lo que sentimos. Nos guste o no. Y no sé vos, pero
yo creo que lo mejor es tratar de ser fiel a uno mismo.
Hope miró a Rama, sentía que sus palabras habían llegado
de alguna manera a él.
-Todo lo que decís me suena a pavada. Pero te confieso que
hay algo que no me puedo explicar. Esa canción que
encontré, la voz de esa chica... me produce un cosquilleo en
el estómago, no sé si es melancolía o tristeza, y no entiendo
por qué. Y aunque trate de olvidarme, esa voz vuelve... y
vuelve, y vuelve. Hope sonrió triste, compadecida de esa
parte de Rama que le habían robado.

Ito y León ayudaban a Mar y Jazmín en un concurso de


body painting que había organizado René para tratar de
alegrar un poco a los chicos, a los que la incursión de los
salvajes no había dejado indiferentes. A todos les parecía
raro ver a Ito tan caído, y pensaban que era porque el
evento no había resultado como esperaba, pero él lo negó.

-¿Y qué te pasa entonces? -preguntó Mar.


-Creo que me enamoré... -confesó Ito.
-Bueno-dijo Mar, en tono condescendiente, y ¿qué tiene de
malo eso?
-¡Me enamoré de una salvaje!
-Bueno... -repitió Mar en el mismo tono, hasta que cayó en
lo que él había dicho y pegó un grito-. ¡¿Qué?!
-Yo también -admitió León.
-¡¿Qué?! -gritó Mar escandalizada.
-Y yo -manifestó Jazmín, sumándose a las confesiones
colectivas.
-¡¡¿QUÉ?!! -gritó de nuevo Mar, que ya no sabía cómo
expresar la indignación que sentía-. No, no, matame por
tres. ¡No pueden estar los tres enamorados de salvajes!
-¡Yo no sabía, man, pensé que era una paisanita! -dijo Ito,
culposo-. Y ahora no puedo parar de pensar en ella, en su
vocecita, en sus patitas de tero, en su pelambre.
-Justo vos, Ito, que sos el más mata salvajes. Y vos de dónde
sacaste a una salvajita, León, a ver, decime. No, no me
cuentes, no me comprometas. Y vos.... enamorada del rubio
mal teñido ese, te juro que me dan ganas de...
-No sé si estoy enamorada, pero no me lo puedo sacar de la
cabeza. Recién tuve una imagen rarísima... Me vi
besándome con él, más que verlo ¡lo sentí!
-Ah, no, estás loca. Los tres, unos trastornados. No me
hablen más - dijo Mar, y se cruzó de brazos, escandalizada.

Y así, mientras Mar hacía su mayor esfuerzo gestual para


mostrar cuán en desacuerdo estaba con sus amigos, Rama
y Hope leían Un mundo feliz en un banco del campus del
NE. Y en ese mismo momento Teo estaba yendo a buscar a
Gonzalo para que los condujera hacia la guarida de los
salvajes, y Simón, a pesar de su suspensión, le insistía a Teo
para que lo dejara ayudarlo. De pronto, ellos y casi todos los
habitantes de la urbe se quedaron aturdidos por un sonido
de acople muy fuerte.

Estimulado por la charla con el Profesor, a Thiago se le


había ocurrido una intervención creativa para hacer con sus
amigos. Habían colgado parlantes de los árboles rodeando
el muro, los conectaron a un amplificador e improvisaron un
recital en medio del bosque.

En toda la urbe comenzó a oírse Estoy listo. Para la gente


solo fue un fenómeno extraño, pero para Mar, Jazmín, Ito,
León, Teo, Simón, Rama y Hope fue otra cosa. Todos, menos
Hope, se quedaron como tildados, sin poder procesar lo que
el sonido de esa música les producía. Es como había
señalado el Profesor, la música es un medio de transporte
muy, rápido, y esa canción, que era casi un himno para
ellos, viajó directo a una época que no recordaban y chocó
contra el muro que habían creado en sus mentes,
sacudiéndolo. Había muchas maneras de derribar el muro, y
esa, sin dudas, era una.

La canción provocó cosas diferentes en cada uno: Teo


quedó como desconectado, en tanto que en Simón
recrudecieron sus dolores de cabeza. A Mar le produjo
angustia e irritabilidad. León sabía que esa música venía de
afuera, y una vez más sintió que pertenecía más a aquel
lado del muro que a este. Ito solo pudo pensar en la
paisanita. Rama, al menos por un rato, soltó el soma
tranquilizador y admitió que en lo que le provocaban esas
canciones había un misterio. Y Hope festejó esa pequeña
vacilación de Rama como si hubiera ganado un premio
internacional.

A Jazmín, en cambio, le provocó un deseo irresistible de


salir de la urbe para buscar al salvaje que la obsesionaba,
así que en un impulso agarró a Ito y le pidió un enorme
favor: que usara sus influencias como becario para ayudarla
a salir. Ito se negó porque le daba pavor, pero Jazmín sabía
ser muy persuasiva y él accedió.

-¿No te vas a sacar eso? -le preguntó Ito.


-No, no quiero que me reconozcan -dijo ella.
Jazmín aún tenía el maquillaje que le había hecho Ito en la
cara, una especie de fresco de mosaicos verdes que se
completaban con una máscara verde brillante. Y eso, junto
con un tapado con capucha, era como una versión
glamorosa de Caperucita Verde, la heroína que había
inventado Jazmín para jugar con Tacho. Veinte minutos
después, Ito la dejó en un sector del bosque, aterrado, más
por él que por ella, y ella le pidió que la esperara allí. Jazmín
bajó del auto y se internó en el bosque, tratando de
recordar el camino que habían hecho cuando salió de la
urbe con el salvaje y la embarazada.

Tacho y Melody regresaban a la guarida luego de haber


ido a ver al Profesor para pedirle ayuda con las vacunas que
tanto Melody como su bebé necesitarían. Los medicamentos
eran algo realmente prohibitivo fuera de la urbe. Sin
embargo, el Profesor les dio un dato de un amigo suyo que
podría ayudarlos. Tacho acompañó a Mel hasta la puerta de
la guarida, y luego él iría a buscar al amigo del Profesor.
Antes de despedirse, él se disculpó por su comportamiento
de los últimos días. Luego del beso, se había mostrado
esquivo, casi desconsiderado. Pero pocos minutos antes,
cuando estaban con el Profesor, en un momento en el que
Melody había ido al baño, el Profesor, que era medio
chusma y celestina, le preguntó qué pasaba con Melody y
Tacho le había dicho que se bancaban y contenían
mutuamente, sin embargo, creía que dar un paso más
estaría mal. «Tacho, las cosas no están mal o bien. Las
cosas hacen mal o bien. ¿A vos te hace mal Mel? - había
preguntado el Profesor, y Tacho negó, enfático. ¿Entonces?».
Las palabras del Profe le dieron a Tacho el impulso que
necesitaba.

-Todo bien, Tacho -dijo Melody-. No hace falta que me


expliques nada.
-No, todo bien, no, todo mal. Fui un salame. Tenía miedo,
pero hoy, cuando estábamos cantando, te miraba... y quería
decirte que ya estoy listo para cerrar una historia y abrir
otra. Y para ser el compañero que vos y tu hijo necesitan, es
decir, lo que quiero es...
Melody lo calló de un beso, porque sabía que el fuerte de
Tacho no era la palabra.
-Bueno, ¿quedamos así? -dijo Tacho, y ella sonrió.
-Quedamos así.

Tacho la volvió a besar y se despidieron, él quería ir a


buscar las vacunas antes de que se hiciera de noche. Tacho
avanzó por el bosque hacia el lugar donde guardaban las
motos, pero a los pocos metros se topó con una aparición
que al principió lo asustó. Por entre los árboles apareció una
mujer envuelta en una capa verde oscuro y con el rostro
cubierto por una especie de máscara. Tacho si recordaba a
Caperucita Verde, y esa mujer por supuesto le hizo pensar
en ella. Jazmín avanzaba concentrada, tratando de buscar el
camino a la guarida, cuando prácticamente se chocó con él.
Los dos quedaron paralizados. Solo se oía el sonido de sus
respiraciones agitadas y los pájaros del bosque.

-¿Quién sos? -preguntó él.

Pero ella, aturdida, y sin saber realmente qué hacía ahí ni


qué quería, reculó y salió corriendo. Tacho fue detrás.
Jazmín divisó una construcción desvencijada y se recluyó en
ella. Tacho la vio entrar y se asomó, cauteloso, consciente
de que podía ser una trampa, pero sin poder resistirse a ese
misterio. Jazmín lo espiaba desde adentro. Ella estaba
educada para ser una refinadísima chica NE, elegante y
distinguida, medida en las formas. Pero, a la vez, sentía en
su interior un fuego, una energía que bullía. Su sangre
gitana, su pasión inextinguible, una rebeldía. Algo más
fuerte que ella, unas ganas de meter las manos en el barro
y enchastrar todo.

-¿Dónde estás?-dijo Tacho, ingresando en la casucha,


cauto. ¿Quién sos? 

«¿Quién soy?», pensó Jazmín. Soy esa bella de cristal del


NE, o esta bestia que no puede resistirse a sus impulsos.
Salió de su escondite y fue hacia Tacho, sorprendiéndolo. Lo
dio vuelta, lo estampó contra la pared e hizo lo que había
querido hacer desde el primer día que lo vio. Le dio el beso
más apasionado de su vida, cumpliendo así la visión que
había tenido esa mañana.
Del otro lado del muro
 
León llamó a Paloma y le preguntó si ella conocía a la gente
que había cantado esa canción, y ella le dijo que sí, y no
solo eso, le dijo que ellos lo conocían porque tenían fotos de
él y lo llamaban «Lleca. León recordó que Alai también
había visto fotos de él cuando estuvo con los salvajes y se
inquietó más aún. León le pidió a Paloma que le dijera a
esos chicos que quería verlos, y ella le prometió que lo
haría.

En la guarida hubo algunos reordenamientos: Tacho y


Melody prefirieron no ponerle nombre ni darle un encuadre
a lo que había comenzado entre ambos, solo decidieron
acompañarse. Sin embargo, Tacho se sentía algo culposo
porque no dejaba de pensar en aquella mujer misteriosa
que lo había besado en el bosque y había huido.

Thiago y Nina estaban cada vez más próximos, aunque


ella persistía en la idea de ser solo amigos por ahora, ya
que sabía que él seguía sufriendo por Mar; en tanto que
Luca había dado un paso fundamental: le había pedido a
Terra que abandonara la guarida porque era muy incómoda
la convivencia. La joven se enojó mucho porque se sintió
usada, en todo sentido, y abandonó la casa, llena de
resentimiento, a pesar de que Tefi intentó tener palabras de
entendimiento con ella. De todas maneras, aunque el gesto
había sido una reivindicación para Tefi, ella le dijo a Luca
que necesitaba madurar y conocerse más en profundidad, y
para eso necesitaba estar sola.

Y si bien todavía no digerían la traición de sus amigos, los


chicos habían vuelto a creer que la lucha tenía un sentido.
Por eso cuando llegó Paloma y les dijo que León los quería
ver, aunque pensaron que podía tratarse de una trampa,
también era una ocasión para obtener algunas respuestas y
al menos, saber por qué se habían dado vuelta.

Así que a la hora convenida, Thiago, Luca, Tacho y Vale


concurrieron al sector de la alambrada en la que se
encontraban Paloma y Lleca, León se acercó a ellos,
trémulo, viendo esos rostros que lo miraban expectantes.
Había algo evidente en esas miradas: ellos lo conocían,
sabían quién era. ¿Cómo podía ser eso posible? Pero cuando
estaba por acercarse a ellos para hablarles, vio cómo los
rostros de ellos se desfiguraron. León giró y vio que detrás
suyo había aparecido una patrulla de cazadores.

Los otros lo insultaron, convencidos de que había sido una


trampa, y huyeron. León no entendió qué había ocurrido
hasta que vio a Alai, a la distancia. La joven, harta de los
desplantes de León, había investigado y descubierto su
amistad con una salvaje. Muerta de celos, lo había
denunciado con la Guardia Civil.

Los chicos regresaron a la guarida con el dolor


recrudecido por la traición, no podían creer que Lleca los
hubiera emboscado de esa manera.

-Es muy raro, León no es así -dijo Paloma, muy extrañada.


-Nosotros cantando como unos tarados para hacerlos
reaccionar, y él nos hace esto -dijo Thiago, muy frustrado.
Sonó el teléfono de Paloma y era León. Tacho le arrebató el
teléfono.
-Hola, garca, soy Tacho. ¿Así que nos hiciste una cama?
-¡No! Fue un error, yo te juro...
-No jures nada, garca. Vos y todos esos traidores la van a
pagar.
-No, por favor, no me hagas nada, yo todo bien con los
salvajes.
-¿«Salvajes» nos decís? Ahora van a ver lo salvajes que
somos -lo amenazó, y cortó.
León se quedó muy atribulado, y se sobresaltó al ver que
Jazmín estaba detrás suyo.
-¿Hablabas con tu novia salvaje? -preguntó Jazmín. ¿Pasó
algo?
-No es mi novia. Pero sí, me mandé un moco y ahora me la
tienen jurada. Recién hablé con ese Tacho y no te das una
idea de lo caliente que estaba.
-¿Hablaste con Tacho? -preguntó Jazmín casi en un grito-.
¿Tu novia está con él?
-No es mi novia, te digo. Pero sí, está con ellos. Jazmín le
manoteó el teléfono y empezó a tipear, divertida.
Tacho, que seguía teniendo el celular de Paloma en la mano,
vio que entraba un mensaje de texto: «¿Sos Tacho?». Tacho,
indignado, creyendo que era Lleca, tipeó: «Matate». Y
enseguida volvió a recibir otro mensaje.
-¿Pueden crecer a este pibe?-comentó Tacho indignado, leyó
el mensaje y se quedó duro. Decía: «Soy la chica que te
besó en el bosque».
-¿Qué dice?-preguntó Melody.
Tacho balbuceó algo inentendible, tenso. Y más
descolocado aún quedó con un nuevo mensaje: «Quiero
verte otra vez».

Dos camionetas avanzaban por el bosque en dirección a la


guarida de los salvajes. En la primera iban Teo, Gonzalo y
Luz, que había insistido en ir personalmente a esta cacería.
En la segunda iba Simón, que había sido readmitido en el
servicio, con otros cazadores. Llegaron al acceso a la
guarida y detuvieron los vehículos. Teo ordenó a todos sus
soldados que calibraran sus armas para desmayar, y se
aseguró de que Simón lo hiciera, ya que el joven cazador
seguía ciego de furia y deseos de venganza.

Gonzalo los condujo a través de la puerta trampa hasta


las alcantarillas, y luego de unos minutos llegaron a la
escalera que subía a la guarida secreta. Teo se impacientó
porque ya habían estado en ese lugar, sin resultados, pero
Gonzalo aseguró que había hecho ese camino muchas
veces. Sin embargo, al subir la escalera, aparecieron otra
vez en el descampado. Teo se enfureció y la jefa de
Ministros le prometió castigos muy penosos.

-¡No entiendo! -dijo Gonzalo, desesperado. ¡Les juro que


estaba acá!
-¿En este lugar apareció ese hombre? El Profesor -le
preguntó Luz a Teo, en un aparte.
-Sí, acá lo vimos. Esto es muy raro, Luz. Gonzalo no parece
estar mintiendo...

Recorrieron el lugar, cavilando, hasta que Teo advirtió que


Simón estaba doblado de dolor. Sus migrañas habían
regresado y más fuerte que antes. Luz ordenó la retirada,
era claro que allí no había ninguna guarida, pero sí un gran
misterio.

Al regresar a las camionetas, la migraña de Simón cedió


casi instantáneamente y quiso quedarse para rastrillar la
zona. Le aseguró a Luz que se sentía bien y ella lo autorizó.
Partieron todos menos Simón, que se dispuso a registrar la
zona. De pronto se quedó duro al ver a Valeria que llegaba a
la guarida. Ella lo vio y se paralizó. Luego de unos instantes
de mirarse sin hacer nada, ella, que seguía sin entender su
traición a pocos días de haberle jurado amor eterno en una
boda, avanzó hacia él sin miedo.

-¿Qué hacés acá, Simón? -preguntó.

Y creyó ver en sus ojos cierta emoción, como si lo hubiera


conmovido verla, pero se equivocó, y mucho, porque
cuando ella dio un paso, él alzó su arma y le disparó.

Sentía su cuerpo pesado como piedra y un rumor lejano.


Una voz conocida, una risa. Valeria fue reaccionando de a
poco y se dio cuenta de que estaba dentro de la camioneta
de Simón, con las manos esposadas. Adelante iba él,
conduciendo, mientras informaba a Teo por teléfono que
tenía a una salvaje. Valeria hizo un gran esfuerzo para
hablar.

-¿Qué estás haciendo?-Su voz salió ronca por efecto del


aturdimiento.
-Shhh, calladita -dijo Simón luego de cortar el teléfono-. Sos
demasiado linda para ser salvaje. ¿Cómo sobrevive una
chica dulce y frágil en el bosque?
Ella lo miró con desconcierto, no entendía de qué hablaba.
Él recibió otro llamado y atendió de inmediato, justo cuando
se había detenido en un semáforo.
-Mar, ¿cómo estás, mi amor? -
Cada palabra fue una daga para Valeria. Trabajando, pero
termino y voy para allá. ¿Me extrañás mucho? A pesar del
aturdimiento que aún tenía por la descarga del arma,
impulsada por una furia bestial, Valeria se incorporó en el
asiento, pasó sus manos esposadas por delante del cuello
de Simón y comenzó a ahogarlo.
-¡¿Querés saber cómo sobreviví en el bosque, basura?! Yo
viví en la calle, mirá si no voy a sobrevivir en el bosque. ¿Te
olvidaste de quién soy? ¡Te voy a matar, traidor!
Simón, ahogado, alcanzó su arma con dificultad y le
advirtió:
-Soltame o te voy a lastimar.
-No, vos ya no podés lastimarme más -dijo ella, y en un
rápido movimiento le arrebató el arma y le disparó,
desmayándolo. Luego, agitada y sin poder contener las
lágrimas, buscó las llaves de las esposas, se liberó, se bajó
de la camioneta, buscó su handy en el bolsillo y se
comunicó con sus compañeros en la guarida.
Mar, que había escuchado todo el griterío desde el NE a
través del teléfono, se horrorizó al oír la voz de la mujer que
dijo:
-Chicos, ¿me copian? Tengo a Simón.
En pocos segundos se organizaron dos búsquedas en
simultáneo. En la guarida, Jony y Kika intentaron rastrear el
handy de Valeria para determinar dónde estaba, ya que ella
no lograba orientarse. Y, al mismo tiempo, en el centro de
monitoreo, Teo y Luz ya estaban también rastreando a
Simón, alertados por Mar.
Mientras Valeria esperaba a sus compañeros, Simón
despertó y notó que ahora él era el esposado. El cazador
cazado, apeló a sus habilidades como negociador para
persuadirla.
-Por favor, hablemos. Sé que no te gustó que te desmayara,
y que te atrapara, pero quiero que sepas que lo hacía por tu
bien.
-¿Por mi bien, basura? ¿Cómo podés? ¡Y encima te pusiste a
hablar con ella delante de mí! ¿Por qué me hiciste esto?
¿Por qué me engañaste así? El no entendía de qué le
hablaba, solo intentaba distraerla y hacer tiempo.
-Lo mejor para vos es venir con nosotros. No tiene sentido lo
que hacen. ¿Resistir? ¿A qué, a estar mejor? ¿Luchar contra
la posibilidad de tener una vida feliz?
-Yo tuve una vida feliz. Y vos me la destruiste.
Se escuchó la voz de Thiago a través del handy de Valeria.
-Vale, no sabemos qué pasa, registramos todo el bosque,
pero no te podemos localizar Valeria, mientras lo
escuchaba, se había detenido a ver el entorno, en el que no
había reparado hasta entonces. Vio las calles prolijas, los
jardines parquizados. Se dio cuenta de que habían entrado a
la urbe cuando ella estaba desmayada, y se puso pálida.
-¡Estoy adentro, Thiago! ¡Estoy del otro lado del muro!
-¡Volá de ahí, Vale! ¡Ya! ¡Andate! -le ordenó Thiago-. Alejate
de Simón, que los guardias ya deben estar yendo a
buscarte.
Valeria le sacó el arma a Simón y corrió a esconderse.
Simón quedó golpeando el volante, furioso. Una vez a salvo,
Valeria volvió a comunicarse con sus compañeros y
evaluaron alternativas para escapar, pero salir de la urbe
era tan difícil como entrar. No podría acercarse a ningún
acceso, y el pasadizo que usaba Nina ya había sido
clausurado. A Valeria se le ocurrió una idea algo temeraria.
-Voy al Mandalay.
A todos les pareció una locura, pero el tiempo apremiaba y
seguramente estarían rastreando esa conversación, así que
debía deshacerse del handy. Entonces Thiago pensó en
velocidad un plan.
-Está bien, cuando cortemos, tirá el handy y andá al
Mandalay. Buscá ropa, todo el mundo se viste de blanco y
negro en ese lugar. Recogete el pelo, disimulá. Y una vez
ahí, buscá a Lleca y sacale el teléfono, desde su celular vas
a poder llamar a Paloma que está con nosotros, así nos
comunicamos. Mientras, vamos pensando cómo sacarte.
-OK, gato, hago eso -dijo Valeria, y destruyó el handy antes
de partir hacia el NE.

A alguien del otro lado del muro una de las cosas que más
le llamaría la atención en una primera visita a la urbe,
posiblemente, fuera la ausencia de animales. Salvajes y
domésticos. No había ni perros ni gatos ni canarios. No
había ninguna razón en particular, era un capricho del
diseño del mundo feliz del señor Jay. Por eso, cuando Rama
y Hope vieron aparecer a un perro que corrió directo hacia
ellos en la calle, se sorprendieron. Pero la más sorprendida
de los dos fue Esperanza, al reconocer que era Mina, la
perra de Rama. Varias veces Hope se había preguntado qué
habría sido de ella, que el día de las explosiones había huido
despavorida. Luego, cuando vio que en esa burbuja no
había mascotas, temió que hubiera tenido un destino fatal.
Pero ahí estaba, no cabía duda, por la forma en la que le
saltaba besaba a Rama, quien, si bien no la reconoció, se
puso a jugar fascinado con ella.

Por supuesto que Mina los siguió hasta el NE, y una vez
allí Rama se preguntó si podría conservarla. La respuesta de
René fue inmediata: NO. Pero Esperanza no dejaría que
René mandara a Mina a la perrera, así que decidió
esconderla en los sótanos, en el pequeño búnker que había
armado allí abajo, junto al boquete que estaba haciendo.

A pesar de que Rama desaprobaba por completo lo que


fuera que ella hacía ahí abajo, le gustó saber que la perrita
estaría ahí. Cubriendo las cámaras de seguridad del spa,
Hope le abrió el ducto para que Rama pudiera visitarla.
Mientras, ella fue a procurar agua y alimento para llevarle,
pero se topó con una situación extraña en el campus que la
demoró. Advirtió mucha presencia de guardias, y hasta la
propia jefa de Ministros daba vueltas por el lugar con Teo.
No tardó en enterarse de qué ocurría porque vio a Mar
colgada del cuello de Simón, aliviada de verlo vivo luego de
que hubiera sido atacado por una salvaje. Pero no solo con
eso se encontró, sino con algo que nadie más que ella
advirtió: en la explanada, medio camuflada entre la gente,
estaba Valeria, con una boina negra y ropa que había
sustraído a alguien del NE, viendo con odio cómo Mar
abrazaba y besaba a Simón. Beligerante como era, les
habría saltado como una fiera si no hubiera sido porque
Esperanza la agarró de un brazo y la alejó del lugar. Valeria
tampoco confiaba en ella, pero Esperanza se impuso:

-¿Qué hacés acá? Vení-dijo Hope, muy tensa.


-¿Vos qué hacés, basura? ¿La estás pasando bien?
-Puff, bomba, no te das una idea. Pero no hablemos ahora,
ya te voy a explicar todo. Vení conmigo -le ordenó Hope y la
arrastró hasta el local vacío, y le indicó que bajara al
sótano-. No digas nada, no me cuestiones, bajás por esta
escalerita, vas a ver un boquete en el sótano, te mandás
por ahí y me esperás.

Valeria no sabía qué pensar, pero instintivamente eligió


confiar en Hope, después de todo, podría haberla
denunciado y no lo hizo, así que bajó por la escalerita al
sótano, donde antes tenían el depósito del bar. Tras una
madera grande vio que había un agujero en la pared y lo
cruzó, salió a un pasillo estrecho que desembocaba en otra
pared con otro boquete. Se metió por el pequeño agujero y
se llevó una gran sorpresa cuando se le abalanzó un perro.
Tardó unos segundos en darse cuenta de que era Mina, que
la había reconocido y le estaba haciendo fiesta, como
siempre.

-¡Mina! -exclamó contenta, y enseguida percibió que había


alguien más, que la miraba serio. Ella también se puso seria
de golpe-. Rama. ¿No vas a decir nada? Claro, no creo que
tengas una explicación para lo hicieron. ¿Cuándo te
convertiste en esta bosta?
-No sé de qué hablás-dijo, aturdido, aunque a su lado, en la
pared, había una foto en la que estaba él con esa chica
rubia y esa misma perra. Sea lo que sea que estés
tramando, no te conviene hacerlo.
-¿Me estás amenazando? Vos sos una bosta, Tronco.
-¿Cómo me dijiste?
-¡Bosta! ¿O preferís que te diga garca, enfermo, lacra,
basura o...
-¿Por qué me dijiste Tronco?-dijo él, ese apodo le resultaba
inquietante.
Pero Valeria no respondió porque había notado la pared
llena de fotos de ellos y estaba cada vez más
desconcertada.
-¿Para qué tenés estas fotos?
-No son mías. Yo no tengo nada que ver con esto, ¡nada!
-Claro que no, ¡traidor! -dijo Valeria, llorando de furia y se le
fue encima. Rama atinó a cubrirse mientras ella le pegaba
en los brazos-. ¿Por qué nos hicieron esto?
-¡Vale, pará! -Era Esperanza, que había entrado por el ducto
de ventilación. Las cosas no son lo que parecen. Dejalo. Él
no tiene la culpa. Sé cómo te debés sentir, Vale, pero Rama
no es Rama. Al menos no el que vos conociste.
-¿Qué?-dijeron Valeria y Rama al unísono.
-Vos, Rama, te podés ir, porque le voy a contar a Vale justo
lo no te gusta escuchar.
-Quiero quedarme, a ver qué le decís a ella.
-Simón no es el Simón que vos conociste. Ni Teo, ni Nacho,
ni Mar. Nadie acá es quien era antes. Este Ramiro es una
versión trucha de Rama. Lleca no es Lleca, ni la Gitana es la
Gitana.
-¿Qué Lleca? ¿Qué Gitana? -volvió a meterse Rama.
-¡León y Jazmín! -le aclaró Hope, harta.
-¡¿Jazmín está viva?! -exclamó Valeria con mucha sorpresa.
-¡Jodeme que la creían muerta! -dijo Hope-. La Gitana está
vivita y coleando, Gata. No es la que conocimos, pero
bueno...
-¿De qué hablan, se puede saber? -insistió Rama.
-¿Qué le pasa al Tronco este? -dijo Valeria, también harta.
-Te dije, está más que bólido. Todos ellos están
completamente bolidizados, más que yo, imaginate la
paradoja, que soy la única lúcida en este mundo de mentira.
-No te entiendo un pomo, gata...-dijo Valeria, muy
confundida.
-Se les metieron en la cabeza a todos, les cambiaron las
historias, les manipularon los recuerdos, les cambiaron el
pasado. Por alguna razón conmigo no funcionó. No me
agarró la tintura, no sé, pero a estos.... olvidate. Viven en la
mentira que les metieron. A Rama ya le conté todo y
entonces me odia, me cree loca, delirante y fabuladora.
-¿Paz y Camilo también están acá?-preguntó Vale.
-No dijo Hope y se angustió, tenía la esperanza de que
estuvieran con ellos. No sé nada de ellos; ustedes tampoco,
veo.
Valeria se quedó unos segundos procesando toda la
información. Era difícil de creer, pero al menos ese delirio
tenía más sentido que la traición colectiva de sus amigos.
-Entonces, ¿no nos traicionaron, decís? ¿Simón no me
engañó con Mar?
-¡Me muerto muerta! ¿Vos salías con Simón? No te pongas
celoso, Rama. Él la miró como a una loca, ignorando que
Vale había sido uno de sus grandes amores.
-Después te cuento de Simón, pero entonces ¿no son todos
unos garcas?
-Víctimas, son. Vale, no estamos en distintos lados del muro,
todos estamos en el mismo, solo que ellos son pobres
víctimas. No los odien.
Vale miró a Rama, que escuchaba alucinado esa
conversación.
-Perdoname, Tronco. Yo no sabía. ¿Y tiene cura esto? -le
preguntó a Hope.
-Espero que sí -dijo Esperanza, y luego le preguntó con
mucha ansiedad-: ¿Y los tíos?
-Están desesperados. Estamos, bah. No entendíamos nada.
Cuando le cuente a Tacho que Jaz está viva, no lo va a poder
creer.
-No. No los mataron literalmente, pero casi. Miralo a este, si
no...
-Yo estoy vivo, terminala, ¡loca!
-¡Bueno, despertate de una vez entonces, bólido!
-¿Y vos por qué no te escapás? ¿Por qué no los llevás a
todos con nosotros?
-Sí fuera tan fácil ya lo hubiera hecho. Me destrocé las
esculpidas boqueteando.
-Bueno, pero ahora, sabiendo que vos estás resistiendo acá,
podemos armar un plan, ¿no? ¡Y sacamos a todos! Thiago
dijo que Lleca tiene un celu desde el que llama a Paloma,
me dijo que lo llame desde ahí porque a mi handy ya lo
rastrearon.
-¡Great! -dijo Hope, ilusionada con la idea de volver a
escucharlos. Busco a Lleca y llamamos. Acompañame,
Ramu. Vos no te muevas de acá Vale. No va a venir nadie,
pero si viene alguien....
-No te preocupes-dijo Vale, mostrando el arma que le había
robado a Simón.
-¡Great! Vamos, Rama. ¡Go!
-Esperá-le dijo a Hope y se acercó a Valeria-. Perdoname,
pero no me acuerdo de vos.
-Todo bien. ¡Ya te vas a acordar, Tronco! -le dijo conmovida,
y le hizo una caricia. Rama se estremeció ante el contacto
con Valeria, que le sonreía con ternura, pero a pesar de eso,
le arrebató el arma y le apuntó.
-Ustedes me creen estúpido, ¿no? No tengo idea de qué
quieren, pero yo las voy a frenar. ¡Me harté de tu delirio y tu
manipulación. Esto se terminó. Te voy a denunciar.
-Sí, sí, me imagino -dijo Esperanza sin darle importancia a
su amenaza, pero, inesperadamente, Rama desmayó a
Valeria. Hope se horrorizó.
-¡¿Qué hiciste?!
-Fin de tu locura, si sos del otro lado, te irás del otro lado,
pero te vas a dejar de joder de este lado del muro-concluyó
Rama y le disparó también a Esperanza. Las dos se fueron
desvaneciendo, y Rama salió, urgido, a buscar a las
autoridades.
La memoria inquieta
 
Esperanza reaccionó antes que Valeria, estaban sentadas en
el piso, una frente a la otra. Aunque pudieron abrir los ojos,
seguían con el cuerpo paralizado.

-No puedo creer que el Tronco esté tan turro, ¿cómo nos
va a hacer esto?
-Ya te expliqué, bólida, es él, pero no es el que era cuando
era él.
-Lo que no me entra en la cabeza es que no le quede nada
del Tronco que yo conocí.
-Alguna que otra astillita le queda.
-Les lavan la cabeza, OK, ¿pero el alma también? ¿No siente
nada cuando me ve?

Hope se encogió de hombros, no tenía una respuesta para


esa pregunta. Los chicos a veces sentían cosas extrañas,
angustias que no podían explicar, o reaccionaban ante
estímulos relacionados a su vida pasada, pero nada
indicaba, hasta ahora, que algo pudiera conmover a esas
máquinas sin sentimientos en las que los habían convertido.

Rama buscó a René, la llevó con discreción hacia el spa y


le dijo en voz baja:

-Tengo a la salvaje.
René lo miró seria, entró al spa y él cerró la puerta. Ella
relojeó el lugar vacío.
-¿Y la salvaje?
-Ahora la vamos a ver-dijo Rama-. Ella va a decir que no es
salvaje, pero es, y muy salvaje-agregó y le tendió la mano a
René.
René se ruborizó, ya que, como cada vez que Rama quería
conseguir algo se hacía el seductor, ella malinterpretó sus
palabras y, algo atrevida, dijo:
-¿Decís que me suelte y me deje llevar?
-Sí, sí querés -dijo Rama confundido, y amagó a llevarla
hacia el ducto de ventilación.
-Quiero, ¡quiero todo! -dijo René, ya desinhibida, y se acercó
como para besarlo.
-¿Qué hacés?-dijo él sorprendido, y se echó para atrás.
-Cierto, nos pueden ver -dijo ella, malinterpretando otra vez.
Corrió hacia donde estaban colocadas las cámaras ocultas y
las tapó-. Listo, relajá, ya no nos ven más.
Rama se quedó pensativo, porque ese día Hope le había
dicho que allí había cámaras con las que los espiaban y él
no le había creído. Ahora René decía lo mismo, y eso le
resultó raro.
-Ya estoy lista para liberar a la salvaje que hay en mí -
anunció René desatada, y se sacó las gafas, pero Rama la
tomó por los hombros y la empujó hacia la salida.
-No, tenés razón, acá no da. Después buscamos otro lugar.
La sacó del spa y cerró. Miró hacia las cámaras, confundido,
y luego regresó al sótano donde Esperanza y Valeria
seguían semiparalizadas.
-¡Sabía que no nos ibas a entregar, Tronco!-se alegró
Valeria.
-¡No me digas así! Y si no las entregué fue porque vi que
René sabe lo de las cámaras.
-Ah, ¿viste? ¿Ahora me creés que nos controlan y vigilan?
-¡No, loca! Lo que quiero saber es cuántos más además de
René son sus cómplices.
-¿Qué? -dijo Hope, desconcertada.
-Está claro que esa camarita la pusieron ustedes, los
salvajes y René es otra de ustedes.
-Ah, no, estás más tarado de lo que pensaba -dijo Hope, ya
superada.
Rama se agachó para volver a salir por el ducto, decidido a
buscar directamente a la Guardia Civil. Entonces Hope,
harta, se abalanzó sobre él como pudo, y Valeria la secundó.
Entre las dos lograron reducirlo y atarlo.
-Es horrible todo esto-dijo Valeria, espantada al ver a Rama
retorciéndose para soltarse y gritándoles «salvajes».
-Decímelo a mí que vivo con ellos y sus personalidades
todas bolidizadas, tía. ¡Tía! Ay, cómo extrañaba poder decir
«tía» tranquila. Tenemos que encontrar ya el celu de Lleca.
-Yo no puedo salir. Mi caripela debe estar plastificada por
todo el Mandalay.
-Vos quedate acá y vigilalo, yo voy a buscar ese teléfono.
Hope se fue y Valeria y Rama se quedaron mirándose. Él,
con desprecio.
-Rama, ¿de verdad no sabés quién soy? -dijo Vale, dolida-.
¿Te olvidaste del pelotero? Vos disfrazado de He-Man y yo
de She-Ra. ¿No te acordás?
-Flaca, no intentes manipularme como hacen ustedes, no te
va a resultar.
-Yo no puedo creer; pero es verdad, les lavaron el cerebro.
Ojalá puedas volver a recodar el día en el que nos
conocimos, cuando hice explotar el auto, nuestro primer
beso, cuando hicimos el amor y vos estabas ciego.
-¿Eh? Yo no hice nada con vos. Y jamás estuve ciego.
-Estás ciego-dijo ella, mirándolo con compasión, y de
pronto, recordó-: ¿Por qué cantaste mi tema?
-¿Qué tema?
-Ese día, en el show. Cantaste Abre tus ojos. Ese tema lo
grabé yo y lo mandé en un pendrive. ¿Cómo llegó a vos? ¿Te
acordás de qué tema digo?
Valeria le cantó suavemente el comienzo de la canción, y él
se estremeció. Era la misma voz que cantaba en esa
grabación que había encontrado. Era ella, sin dudas. Como
el Profesor le había explicado a Thiago, había lugares a los
que solo la música podía llegar. Algo ocurrió en Rama, como
si se le hubiera descorrido un velo: de pronto le pareció
verla por primera vez.
-Tronco, ¿me reconocés? ¿Empezaste a recordar?-dijo ella,
que algo advirtió.
Rama atinó a hablar, pero cayó boleado, de costado. Valeria
se alarmó e intentó hacerlo reaccionar, y justo en ese
momento regresó Esperanza.
-¡Hope! No sé qué le pasa, se desmayó.
-Ah, sí, le pasa seguido. Le da por desmayarse ahora-
minimizó Hope. 
-Pero creo que me reconoció. Como que me miró distinto,
gata, no fue un desmayo así nomás, ¡recordó!
-No te ilusiones, después se despierta y es como si nada.
Vamos, tengo un plan para que salgas a la luz sin que te
descubran.

Mar entró al spa y se encontró con Hope y una chica a la


que le estaba haciendo una máscara facial. Pensó que era
Valentina, pero en realidad era Valeria, a quien Hope le
había colocado una bata, cremas y un toallón en la cabeza
para que no la reconocieran.

-Necesito esfera de amigas declaró Mar apenas entró-. No


sos mi amiga, pero podés quedarte, Valen.
Valeria y Hope se miraron, tensas, y tuvieron que disimular,
pero Mar ni reparó en Valeria, sino que se arrojó sobre un
sillón y comenzó con su soliloquio.
-¿Qué otra cosa debería haber en el mundo más que yo
para Simón? OK, lo sé, soy la única mujer a la que mira, yo
le levanto el ruedo con solo tocarlo, pero no puedo competir
con el trabajo. Me ignoró porque está buscando a la salvaje,
¿pueden creer?
Hope tuvo que contener a Valeria, que apenas se aguantaba
la bronca que le daba escuchar a Mar hablar de su amor con
Simón.
-Además, no me parece que lo hagan trabajar tanto
continuó Mar-. La jefa sabe que el pobre se está muriendo.
-¿Muriendo?-exclamó Valeria, aterrada.
-Por hacer el amor con ella -dijo Hope, pero, tratando de no
angustiar a Vale con esa noticia, la angustió con otra
imagen.
-Bueno, no pareciera-dijo Mar-. Me está esquivando. ¿Qué
hago? Me muero por hacer el amor con Simón.
Hope directamente tuvo que meterle pedazos de algodón
en la boca a Valeria para que no gritara, pero, de pronto,
Valeria se quedó muda cuando vio entrar a Jazmín.
-¡Gitana!-se le escapó, feliz de verla viva.
-¿Por qué me decís así?-se extrañó Jaz.
-Y, porque como dice Mar, vas de un lado para el otro-
disimuló Hope ¿No, Valen?
-¡No las encontraba por ningún lado! -dijo Jazmín. Necesito
círculo de amigas. Tengo una bomba. ¿Te podés ir? -le dijo a
Vale creyendo que era Valentina.
-¡Estuvo con el rubio, el salvaje! -se adelantó Mar.
-¡Callate! -dijo Jazmín.
-¿Con Tacho?-se asombró Valeria.
-¿Y vos cómo sabés?-se extrañó Jazmín.
-De terror que te veas con ese tipo dijo Mar, que se airaba
mucho cada vez que Jazmín hablaba del salvaje-. Ese ruedo
mal cocido es muy peligroso.
-No mata ni una mosca Tacho-dijo Valeria, que no podía
contenerse las ganas de participar de la ronda de amigas
con ellas, aunque fueran otras.
-¿No mata ni una mosca?-repitió Mar-. Mató a tu hermana, a
Solita, ¿te olvidaste?
-Para mí no mató a nadie -dijo Jazmín-, para mi el violento
no es él, sino el otro, Thiago. Él sí vino, te secuestró, te
tomó de rehén.
-Todos los salvajes son peligrosos -dijo Mar- ¿Y cómo lo viste,
cómo te comunicaste?
-Lo llamé por teléfono desde el celular de León, la novia de
él está con ellos.
Vale y Hope se miraron.
-¿Y dónde está ese teléfono? ¿Lo tiene León? -preguntó
Hope.
-¿Para qué lo querés vos? -le dijo Mar. -Porque creo que
habría que destruirlo, ¿no?-disimuló Hope.
-Tiene razón. Entrega ese celular, Jazmín -ordenó Mar, y
Jazmín, a pesar suyo, se lo dio a Mar, pero lo manoteó Hope.
-Yo destruyo este veneno, ustedes vayan. No se preocupen.

Jazmín y Mar se fueron del spa aún discutiendo, y Hope y


Vale se apresuraron a llamar.

En la guarida, Paloma escuchó que sonaba su teléfono y


atendió, creyendo que era León; pero Tacho, temiendo, y
esperando que fuera otra vez la enmascarada que lo había
besado, lo agarró antes.

-¡Es para mí! -dijo y, al ver que Melody lo miraba raro,


agregó: Para mí que es Vale, digo. ¿Hola?
-¡Tío!-exclamó Hope, conmovida.
-¿Quién habla?-dijo Tacho, raro.
-Poné en altavoz -dijo Melody, y él lo hizo.
En la guarida estaban todos menos Thiago y Nina, que
habían ido a buscar algún otro pasadizo como el que ella
usaba para entrar a la urbe, para poder sacar a Vale.
-¿Me escuchás, rubio hermoso? -dijo Hope, pero no la
reconocieron porque se oía con interferencias.
-¿Quién te dice rubio hermoso?-dijo Melody, celosa.
-¡Soy Hope!
-¡Hope, pedazo de garca! ¿Qué haces llamando, traidora?-
dijo Tacho.
-Ay, tío, ¿con esa boquita me decías Hopy?
-Sí, y ahora te digo basura, traidora, cara de mármol.
-Hablale vos, mejor, Vale-dijo Hope y le pasó el teléfono.
-Chicos, ¡soy yo, Vale! Todos se alborotaron al oír su voz,
aliviados, y le hablaron a la vez. -Estoy bien. Hope me está
ayudando, después les cuento, pero tengo que salir de acá.
En media hora andá a la alambrada, donde lo vimos a Lleca
el otro día -dijo Tacho.
-Pero está electrificada y hay guardias-dijo ella.
-Yo la voy a desconectar. Vos andá. Nos vemos ahí en media
hora.

Mar y Jazmín siguieron discutiendo, y lo que comenzó


como una discusión de amigas en la que una desaconsejaba
a la otra seguir pensando en alguien inconveniente, se fue
convirtiendo en algo cada vez más profundo, una crisis
subyacente empezaba a asomar.

-¡Loca, estás! -gritó Mar, demasiado ofuscada-. Terminala


con esa pavada. Del muro para allá, son todos iguales:
¡salvajes y asesinos! Mirá, percha, no te voy a decir lo que
pienso de esta fiebre salvajil que te agarró por dos cositas:
una, que me das pena, y dos, me siento mal desde hoy y no
sé qué corno me pasa.
-¿Seguís con dolor en el pecho?
-Sí. No sé, es como si me arrancaran algo.
-¿Como cuando te depilás?
-No sé, jamás me depilé el pecho. Pero tengo un reguetón
en el estómago y no sé qué será; no sé si demasiado estrés
por estar tan expuesta, ser un referente a veces pesa. ¿O
será que le pasó algo a mi héroe? A lo mejor fue a buscar a
la salvaje y lo atacaron. Él y yo somos aguja y dedal: uno se
pincha, el otro lo siente. No sé, no sé qué es.
-Ese es el tema, Mar. No sabemos lo que nos pasa. Vos y yo
sentimos algo parecido, como si hubiéramos perdido algo y
no sabemos qué es. Y no hablo de una pulsera, hablo de
algo más importante, algo que tiene que ver con quiénes
somos.
Mar atinó a rebatir el argumento de Jazmín, solo por
discutirle, pero no pudo decir mucho porque la Gitana había
le puesto palabras exactas a lo que sentía.
-Y no sé vos-continuó Jazmín, pero yo necesito saber quién
soy para entender qué quiero. Hacemos de todo para sentir
algo, pero solo sentimos vacío. Cuando se te acaba el
perfume, el frasco está vacío y sabés lo que falta: perfume.
Pero nosotras ni sabemos qué es lo que falta. Y no me digas
que no, Mar. No lo niegues más. Estamos todo el día con el
llanto a flor de piel, con ganas de algo, con necesidad de
algo. Es desesperante.
-Y vos creés que un salvaje te va a llenar ese vacío-
contrapuso Mar, aunque indirectamente admitió la
existencia del vacío.
-Solo sé que eso que sentí cuando lo besé fue lo más real
que me pasó en mucho tiempo. Y ese dolor que tenés en el
pecho, Mar, es un grito desesperado para que te conozcas,
para que te des bola.
-Yo no siento lo mismo que vos, Jazmín. Yo tengo una
explicación simple, sencilla, sin tanta vuelta al ruedo sobre
lo que siento.
-Dejá de mentirte, Mar. Sos mi amiga, ¿no? O eso decimos.
Bueno, esto es lo que pienso, lo que siento, así me siento en
este paraíso. Te lo cuento para que me conozcas.
-Ya no sé si quiero conocerte.
-Yo no sé si vos misma querés conocerte.

Mar se fue, muy irritada por la discusión con Jazmín,


soliviantada por el atrevimiento de la otra de querer
compararla con ella, de justificar su locura por el salvaje ese
acusándola de sentir lo mismo. ¡A ella! A Marianela Molina
Prado Rojo, a una víctima de los salvajes enamorada del
héroe que la salvó de uno de ellos. Por favor, qué tupé.
Jazmín podía estar perdida, pero ella no, ella sabía muy bien
quién era.

Llegó a la clase unos minutos tarde. Uma estaba


recordándoles a los alumnos que ese día tenían examen
oral, y como Mar entró rezagada la hizo pasar primero a
ella. Se paró frente a la clase haciendo chistes, sintiéndose
la más graciosa y carismática del NE.

-Dispará. Estudié todo.


-Empecemos por una fácil. ¿Qué significa la sigla NE?
-Ah, bueno, ¿van a ser todas así de fáciles? NE significa «No
Entiendo».
Sus compañeros estallaron en carcajadas. Uma le pidió que
no hiciera chistes, y repitió la pregunta. Pero Mar no había
hecho un chiste, ella sabía perfectamente la respuesta y
había querido decirla, pero de su boca salieron otras
palabras.
-NE significa «Nueva Etapa». Dijo Mar, y todos volvieron a
reírse a carcajadas.
-Bueno, vino graciosa Marianella hoy -dijo Uma-. Asumo que
sabés que significa «Nueva Era», así que sigamos. ¿Cuál es
el fin del NE?
-Formar diptongos-respondió Mar, muy segura. Quería decir
«líderes », pero de su boca salía cualquier palabra.
-¿Quién fundó el NE?
-¿Juana de Arco?
-Ya no es gracioso-dijo Uma irritada, pero registró que Mar
se estaba sintiendo mal y le costaba respirar-. ¿Estás bien?
-Mi cartera, Raúl!-le gritó a Ito urgida.
-¿A mí me hablás? ¿Cómo me llamo yo?-dijo Ito, ya
preocupado.
-¡No sé, no me acuerdo!-gritó Mar, llorando, manoteó su
cartera y salió al campus. Sentía que le faltaba el aire. Se
apoyó contra una pared, rebuscó en su cartera el
broncodilatador y aspiró profundamente.

Hope y Vale se escabulleron del NE y avanzaron por la


Urbe tratando de no llamar la atención. Llegaron a la
alambrada y se mantuvieron a resguardo para no ser vistas
por guardias hasta que divisaron, del otro lado, a Tacho, que
había ido a buscarla. Hope se emocionó al verlo otra vez, lo
saludó y le tiró besos, pero Tacho la miraba con odio, y le
hizo señas a Valeria de que esperara unos minutos. Ellas no
entendieron qué debían esperar, pero Tacho tenía la
información que, convenientemente, les había deslizado el
Profesor, de que esa tarde se produciría un eclipse total: por
unos minutos se oscurecería todo. Ese sería el momento
ideal para sacarla.

Esperaron hasta que percibieron el fenómeno que


comenzaba. En pocos segundos todo se oscureció y Tacho
se aproximó a la cerca y produjo un corto circuito. Chequeó
que ya no estuviera electrificada y le indicó a Vale:

-¡Ahora!
Valeria corrió hasta la alambrada y comenzó a treparla.
-No sabés lo que tengo para contarte, Tacho. Jaz... -comenzó
a decir Vale mientras trepaba, pero Tacho la apuró, atento al
entorno.
-Después me contás todo, ahora trepá.

Valeria estaba por alcanzar la cima de la alambrada. Hope


miraba el escape muy tensa, a distancia, cuando de pronto
entre la penumbra del eclipse notó que alguien había
llegado. Era Simón, que había estado atento a las
comunicaciones entre celulares dentro y fuera de la urbe y
había detectado la llamada entre Valeria y Tacho. No la
había podido escuchar, pero si logró y rastrear el celular de
León, que seguía teniendo Hope, y así había llegado a ese
lugar. Aún en la oscuridad, distinguió la silueta de Valeria
trepando la alambrada y corrió al puesto de control a activar
un sistema alternativo.

Valeria ya estaba por cruzar al otro lado cuando sintió


como si mil agujas se le clavaran en sus manos. Salió
disparada hacia atrás unos cuantos metros.

Tacho se desesperó, y se alivió un poco al ver que Vale se


movía. Atinó cruzar él a buscarla cuando vio aparecer media
docena de soldados y advirtió que los habían emboscado.
Furioso, tuvo que huir al tiempo que se llevaban a Valeria.
Esperanza había visto todo escondida en la penumbra y
lloraba con desgarro por una nueva pérdida.

El eclipse que había anticipado el Profesor sorprendió a


Thiago y a Nina, que estaban buscando pasadizos
alternativos para acceder a la urbe Se detuvieron a
contemplarlo, fascinados. La maravilla del mundo seguía
sorprendiéndolos. Thiago aprovechó el clima que el
fenómeno había creado para acercarse a Nina, y ella,
percibiéndolo, le dio un empujoncito y le recordó su decisión
de no tener nada con él por el momento.

-No quiero ser un clavo que saque a otro clavo. Vos estás
mirando para atrás todavía. Cuando mires para adelante,
ahí voy a estar-le aseguró ella.
Thiago no respondió, volvió a observar el eclipse, pero
pensando en cómo se hace para mirar adelante cuando tu
vida quedó atrás. Nina tenía razón: aún le dolía Mar,
recordarla, pensar momento a momento en qué estaría
haciendo ella. Le dolía tener que arrancársela a la fuerza
cuando hasta hace unos meses eran inseparables. ¿Cómo
hacer para olvidarla si atardecer, fogón, chocolate, DVD,
perfume, medialunas... todo significaba Mar. ¿Cómo hacer
para arrancarla de cada cosa, de cada pensamiento?
-Es verdad que sigo mirando para atrás, pero quiero mirar
para adelante. Y adelante estás vos, Nina.
-Hablás como un galán de telenovela -bromeó ella. Pero yo
no soy la chica del galán. Yo soy la tercera, con la que te
consolás. Vos te aprovechás de lo que siento por vos, y yo
me aprovecho de que estás despechado con tu ex.
-Y bueno, aprovechémonos entonces-dijo Thiago- Mar es el
pasado y no va a volver. Yo quiero avanzar. Quiero seguir
adelante.
Nina no objetó nada más. Y Thiago, decidido a aferrarse a
ese futuro, la besó.

Rama forcejaba por soltarse mientras Mina le lamía la


cara. De pronto vio entrar a Esperanza. Tenía el maquillaje
corrido de tanto llorar.

-Ya está -dijo vencida-. La perdimos, ahora va a ser una


bólida más, como vos, como todos. Le van a inventar un
pasado divino, una vida glamorosa. Y yo no doy más. Es
demasiado despareja esta lucha. Y ni siquiera tengo alguien
que me diga: «Te entiendo, Hope, yo te entiendo, sé por lo
que estás pasando».
-¿Sabes qué, Hope? Yo te entiendo-dijo Rama, y luego
agregó, compasivo-: Tenés una condición psiquiátrica.
Hope negó con la cabeza, ya resignada a que no había nada
que hacer para despertar a Rama. Tomó una resolución. Se
acercó a él y lo desató.
-Ya está, me cansé. Entregame. No tengo más saliva para
convencerte.
-Yo no te voy a entregar, Hope. Te voy a dar la última
oportunidad para que muestres un acto de dignidad y te
entregues vos. Te doy hasta mañana, si no lo hacés, no me
dejás otro remedio que denunciarte.
-Gracias, sos recopado, Rama.
-Si estás sufriendo tanto y si es como vos decís, ¿qué mejor
que te laven el cerebro? Mente nueva, vida nueva-concluyó
Rama, irónico, y se fue. Al día siguiente, Rama entró en el
spa y encontró a Hope viendo un capítulo de su serie
preferida, una que León le había vendido. Tenía una caja de
bombones que iba comiendo mientras se maquillaba.
-¿Te vas a entregar o lo voy a tener que hacer yo? -preguntó
Rama.
-En eso estoy-dijo ella, abatida-. Ganaste. Todos me
ganaron. O todos perdimos, que sería la otra cara de la
misma moneda.
-Vamos, te acompaño.
-Todavía no. Dejame disfrutar de mi último capítulo de Sex
and the city, mis últimos bombones; dejame maquillarme y
ser yo por última vez -suplicó Hope.
Rama esperó con impaciencia a que terminara el episodio.
Hope comió el último bombón, dio el último retoque a su
maquillaje y se puso perfume.
-Ya estoy lista.
-Es lo mejor, Hope. Te van a ayudar. Si sos una salvaje, o si
tenés un trastorno, acá te van a ayudar, ¿sabes?
-Rama, aunque no lo creas, cuando me entregue, me van a
lavar el cerebro, y si esta vez funciona, seré una bólida más.
Si no funciona, si no hay caso y no me prende la tintura, no
sé qué harán conmigo. Temo que nada bueno. Pero sea
como fuere, esta Hope que hoy ves, no va a existir más. -Él
atinó a decir algo, pero ella lo calló con una caricia-. Esperá,
Ramu, vos escuchame, nada más. Quiero decirte que todo
lo que vivimos juntos fue maravilloso. Mi infancia, mi
adolescencia. Todo lo que vivimos el año pasado, cuando
llegaron al Mandalay asustados, desorientados... Todo fue
hermoso. Quiero que sepas que sos mi tío preferido, mi
Rama adorado, que te adoro tanto. A vos, y a todos. Y si
algo nos mantuvo fuertes fue la ilusión de volvernos a ver.
Así que Rama, ojalá que nos volvamos a ver. Y que seamos
los de siempre.
Lo abrazó, muy angustiada. Era una despedida cruel. Rama,
aunque estaba convencido del sinsentido de todo lo que le
decía Hope, no pudo evitar su propia emoción en ese
abrazo. Se recompusieron los dos y salieron a la recepción.
-¿La viste a René? -le preguntó Rama a Ito-. Hope tiene que
hablar con ella.
-Está ahí, con la bomba nueva-dijo Ito-. Parece que viene de
Francia, man. Y tiene una carita... Esta no se me escapa.
Desde el otro extremo de la recepción apareció René.
-Ah, Ramiro, Esperanza... les presento a una nueva
compañera, Valeria Gutiérrez Bleu. Por detrás de René
asomó Vale, sonriente, plena, hermosa. Rama se quedó
impactado, y Hope la miró con pena.
-Valeria viene de la urbe de Toulouse, donde estuvo
cursando seminarios de pintura y escultura. Además es
cantautora.
-¡Bonjour! -saludó Valeria Gutiérrez Bleu con una sonrisa
angelical.

Nina y Thiago regresaron a la guarida y se encontraron


con un clima de desolación y abatimiento renovado: habían
capturado a Valeria. Ya ni Tefi intentaba levantar los ánimos.
Ser parte de la Resistencia parecía consistir en ser testigos
de cómo uno a uno iban capturando a todos. Thiago tuvo
una reacción inusual: se enojó mucho, se descargó con
cualquier cosa, se llenó de odio. Entonces Nina, viendo que
este golpe podría ser fatal, tomó una resolución. Se apartó
de todos y llamó a su madre.

-Lo hiciste otra vez. Agarraste a Valeria. ¿Qué le hiciste?


¿Qué les hacés, mamá, para que se den vuelta y traicionen
a sus amigos?
-Simplemente les explico las cosas como son. Les muestro
que nosotros somos los buenos, y la vida que pueden tener.
Lo mismo que te explicaría a vos si me dejaras.
-Yo ya sé quién sos, mamá. Y mi vida allá se terminó.
-¿Y para qué me llamaste, Gianina?
-Para pedirte que dejes ir a todos.
-Mirá vos-dijo Luz, riéndose. ¿Y por qué haría eso?
-Porque supongo que algo me querrás todavía.
-Con toda mi alma, mi amor -dijo Luz, muy seria.
-Entonces liberá a todos los amigos de Thiago. Y yo vuelvo
con vos. Nina notó un movimiento detrás suyo, se apuró a
cortar, y vio a Thiago.
-¿Con quién hablás? -preguntó, extrañado.
-No te preocupes, Thiago. Está todo bien. Y no te enojes,
pero es un tema personal. Thiago no insistió, pero decidió
permanecer alerta. Sabía que algo tramaba Nina.

El médico del NE revisó a Mar y determinó que sufría una


dislexia temporal a causa del estrés, y le indicó reposo,
descanso, y que se dedicara a mimarse y relajarse.

-Ya lo escucharon al doctor, pernos -le dijo Mar a Jaz y a


Nacho-. Necesito muchos mimos, cuidados, masajes,
comida, golosinas, todos pendientes de mí.
-¿Pernoso nos dijiste?-dijo Jazmín, extrañada.
-¡Pernos!-quiso corregir Mar-. O sea, no quiero decir pernos.
Yo quiero decir pernos, pero digo pernos. ¡Ay!-se frustró, no
había manera de que pudiera decir «perchos».
En ese momento llegó René para buscar al médico, Simón
había vuelto a tener fuertes migrañas. Luego de resetear a
Valeria, habían tenido que hacer un ajuste con él también
para que no recordara haberla cazado, y eso había
agravado su condición. René quiso ser discreta delante de
los chicos, pero cuando Mar escuchó que algo pasaba con
Simón, se alarmó.
-¿Qué pasó con Ramón?
La tranquilizaron y le dijeron que solo se ocupara de
descansar ese día. El médico y René se fueron al tiempo que
llegó Esperanza. Estaba buscando a Rama, quien luego de
ver a Valeria se había ido y no lo podía encontrar por
ninguna parte. Le preguntó a Mar y a Ito si lo habían visto y
dijeron que no, aunque Mar no recordaba para nada quién
era Rama ni podía nombrarlo. Hope quiso irse a buscarlo.
-No te vayas, Ilusión -la frenó Mar-. Digo, Milagros. No.
Eutanasia. Ay, no sé, necesito memos ya.
Jazmín le acercó un plato con comida.
-Le falta cal, Pimpollo-dijo Mar al probarlo. ¿Habré perdido el
busto también? No, el «busto» no, el susto quise decir.
Tampoco eso, ¡lo que sentimos cuando comemos!
-¡Gusto! -dijo Hope.
-Yo estoy mal y encima me corregís, Eutanasia.
Mar salió hacia su cuarto, y Jazmín comentó:
-Pronto no va a saber ni quién es.
-Hace rato que no sabe-deslizó Hope y se fue a buscar a
Rama. La dislexia de Mar, lejos de mejorar, fue empeorando
con el correr de las horas. No solo confundía nombres, sino
que no podía recordar palabras comunes. Le aparecían
palabras sustitutas, pero no la correcta. Lo que empezó
como algo que despertaba cierta gracia se fue
transformando en una angustia creciente en Mar. Intentó
dormir, pero ese desasosiego de siempre, ese no sé qué que
Jazmín decía que les faltaba, estaba ahí. Eso que no se
podía nombrar. Como ahora, que Mar no podía ni siquiera
nombrar lo que veía. Ante esta dificultad, comprendió la
importancia de la memoria; por ejemplo, para regresar a tu
casa necesitás recordar la dirección, como necesitás
recordar tu nombre para saber quién sos. «Cuando te falla
la memoria, ¿qué es lo que falla?», se preguntó.

Entre todos los malestares que convivían en la guarida,


llamó la atención el de Tacho, que dio vuelta toda la casa
bufando, buscando las fotos que Thiago había despegado de
la pared cuando se habían enfurecido con sus amigos. Lo
increpó, creyendo que las había tirado, y Thiago afirmó que
solo se había desprendido de las de Mar.

-¿Y dónde carajo están? ¿Quién las agarró? Solas no se


fueron, eh dijo, sacado, hasta que apareció Melody con una
caja y se la puso delante.
-Acá están. Yo las guardé, Tacho. Estaban tan sacados con
los chicos que las escondí antes de que las rompieran a
todas.
Tacho, aún ofuscado, agarró la caja y se fue. Thiago fue tras
él.
-¿Por qué estás tan loco, Tacho?
-¡Porque acá faltan fotos! -gritó Tacho, con tanto enojo que
casi lloraba- ¿Quién te dio permiso para tirar las de Mar? No
la querés ver más, no la veas, pero las fotos son de todos. Si
yo quiero ver una foto de mi amiga Mar, ¿por qué no puedo?
-¿Qué foto buscás?-dijo Thiago viendo cómo revolvía
frenéticamente.
-La foto de Jazmín, busco; ya sabés, no te hagas el
detective.
Thiago manoteó la caja y entre las fotos sacó una de Jazmín.
Tacho la miró, y al contemplarla algo pareció serenarse de
golpe.
-Me estoy olvidando de la cara de Jazmín-confesó
finalmente Tacho-. Por momentos se me va. A veces quiero
pensar en ella y como que se me escapa. Me estoy
olvidando y no lo puedo creer, ¿cómo se me puede borrar su
cara?
-No sé. Tal vez la memoria sabe lo que hace. A mí me viene
la imagen de Mar todo el tiempo. Yo quiero arrancármela de
la cabeza y no puedo.

Mar había intentado todo. Puso las luces en modo noche,


puso esencias relajantes, música suave, pero nada lograba
aflojarla. Su memoria seguía jugando con ella. Porque,
aunque no quería admitirlo, entre todas las cosas que no
recordaba y no podía nombrar, había una imagen y un
nombre que no olvidaba. «¿Por qué hay cosas que
olvidamos y hay recuerdos que nos persiguen sin
descanso?», pensó.

Simón se estaba duchando. Cada movimiento le costaba


mucho, la cabeza le dolía tanto que hasta el más mínimo
roce de la piel lo afectaba. Pensó que una ducha caliente lo
relajaría, pero le había hecho peor. Se estaba secando
cuando entró Valeria, que al verlo semidesnudo atinó a
retirarse. Él apenas alcanzó a saludarla y cayó al piso,
apoyándose contra la pared.

Valeria corrió a asistirlo, mientras pedía ayuda.

-¿Qué tenés? ¡Mirame!


El abrió los ojos e intentó hacer foco en ella. Por un instante,
pareció reconocerla.
-Vale.

«La memoria es una boxeadora que pelea contra el olvido.


¿Es el pasado que quiere seguir siendo presente?», se
preguntó Mar. Hope bajó al sótano a llevarle comida y agua
a Mina y se encontró a Rama allí.

-¡El último lugar donde pensé encontrarte! Te busqué por


todos lados.
-Tenías razón sobre esa chica -dijo él, atribulado-. Es otra
persona, ¿qué le hicieron?
-Lo que te dije, Rama. Nadie se enteró de que vos la habías
visto, si no, te hubieran hecho algo a vos también para que
no la reconozcas. Esto que estás sintiendo ahora es lo que
vengo sintiendo yo con cada uno de ustedes. Vi cuando te lo
hicieron a vos, a Saimon. ¿Lo vas a aceptar? ¿O vas a seguir
mirando para otro lado?
Él la miraba negando con la cabeza, pero de pronto le dijo:
-Contame todo, Hope. Contame mi historia.
Hope se emocionó ante su pedido. Luego de meses de
intentar horadar la piedra del muro que habían puesto en su
cabeza, finalmente, había logrado resquebrajarlo.
-¡Claro! -se entusiasmó Hope y se sentó junto a él. ¿Por
dónde empezar? Bueno. Cuando tenías diez, y Alelí, tu
hermana tenía cuatro... -dijo señalando una foto.
-Es hermosa -dijo Rama conmovido.
-Tu mamá los abandonó. Sí, flor de turra, se fue a Miami a
buscar un futuro mejor, pero se quedó ella sola con el futuro
mejor. Vos te hiciste cargo de tu hermanita, la cuidaste, la
protegiste, tan peque que eras. Vivieron en la calle un
tiempo hasta que los encontró Bartolomé y los llevó a la
Fundación BB. Que era acá mismo, porque el NE, antes de
ser NE, fue el Mandalay, y antes era el Hogar Mágico, y
antes fue la Fundación BB.
-No me acuerdo de nada, Hope-dijo Rama, muy angustiado.
-No te preocupes. Por suerte me tenés a mí, Rama. Yo soy tu
memoria.

«¿Uno se aferra a los recuerdos o los recuerdos se aferran


a uno?», se preguntaba Mar. «¿Qué quieren los recuerdos?
¿Por qué insiste tanto la memoria?».

-¿Lo pensaste? -preguntó Nina cuando volvió a llamar a su


madre.
-Claro, vení y conversamos bien los detalles.
-¿Crees que soy estúpida?
-Creo que sos brillante, hija. Y sabés que no voy a dejar ir a
nadie. Salvo que me des muy buenas razones. Para eso vas
a tener que venir.
-Voy a ir-dijo Nina- Supongo que no atacarás a tu propia hija.
-Cuando llegaste a casa estuviste años sin hablar hasta que
un día hablaste. ¿Te acordás lo que dijiste? «Te quiero
mucho, mamá». Fue el día más feliz de mi vida. ¿Te
olvidaste de eso, Gi?
-No. Pero vos no te olvides de lo que hoy te digo: te odio
mucho, mamá. Nina le dijo que la esperaran en el acceso
oeste, donde se entregaría, y cortó. Luz cortó llorando,
angustiada por el odio de su hija.

«Todo lo que vivimos se muere. ¿La memoria es un


manotazo de ahogado para que esas cosas no mueran?»,
hipotetizó Mar y buscó la caja en la que guardaba sus
dibujos. Vio el retrato que había hecho de Thiago,
adivinándolo antes de conocerlo. El mismo que había hecho
trizas unos días antes. Con angustia creciente, empezó a
rearmarlo, pensando que la memoria era eso, un
rompecabezas, piezas sueltas que uno tiene que ir
reacomodando. Y, de pronto, en un impulso, abandonó el
cuarto y se fue del NE.

Thiago les preguntó a los chicos si habían visto a Nina. Tefi


le dijo que había salido y él salió corriendo tras ella. Estaba
seguro de que se iba a entregar, esa conversación que
había escuchado era bastante clara. No sabía con quién
hablaba, ni quién era Nina, pero a pesar de ese misterio no
estaba dispuesto a perderla, así que se fue tras ella.

Nina avanzó hacia el muro oeste, decidida, y Thiago iba


unos minutos detrás. Mientras tanto, Mar, siguiendo su
impulso, volvió al sector del muro por el que se había
asomado hacía algunos meses cuando se topó con el
salvaje. Ella no recordaba aquel día porque le habían
borrado ese recuerdo, pero la memoria es un órgano vivo,
incansable, persistente. Y muy inquieto. Arrimó un tacho de
basura contra el muro, exactamente como había hecho
tiempo atrás. Se subió, le agregó un cajón para tener más
altura y se asomó del otro del muro. Justo en el mismo
momento en el que Thiago, corriendo detrás de Nina,
pasaba por ese lugar. Thiago se detuvo en seco, se paró
frente a ella, que lo miraba fijo. Una vez más, los dos, frente
a frente. Aunque lo habían intentado, ninguno podía
olvidarse del otro. «Eso es lo peor, o lo mejor, de la
memoria», pensó Mar. «No solo es inquieta, sino que la
memoria inquieta».
Están golpeando el muro
 
Mar estaba paralizada, mirando esa llave plateada que
relucía en el pecho de Thiago.

-¿Qué mirás? -gritó él, lleno de resentimiento.


El bramido la sobresaltó, y los recuerdos implantados se
depositaron sobre ella como un manto invisible. Además, la
ira de Thiago confirmaba la versión de salvaje sanguinario
que le había construido Luz con sus relatos. Pero, a pesar de
eso, Mar no se movió.
-Te quiero hacer una pregunta -dijo ella, con voz temblorosa,
y con el corazón acelerado-. Solo quería preguntarte por
qué. ¿Por qué lo hiciste?
-¿Por qué hice qué? -preguntó Thiago, a su vez,
desconcertado.
-Todo. O sea, yo sé que vos estabas, o creías estar
enamorado de mí...
-¡No la puedo creer! -dijo Thiago, casi llorando de la
indignación.
-¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué tanta violencia?
-¡¿Cómo podés ser tan basura?! -gritó él, intempestivo y Mar
se aterró.¡¡Por qué hiciste vos todo lo que hiciste?!
-¡Yo a vos no te hice nada! -dijo Mar.
-¿Nada? ¡Me mataste, Mar!
-¡¿Qué?! ¡Vos los mataste! ¡Vos sos un asesino!
Y ante esa acusación, Thiago se acercó al muro, y Mar,
aterrada, se sentó sobre el tacho y apoyó la espalda contra
la pared, temblando. Desde allí, escuchaba a Thiago, que
rugía como un animal feroz.
-¿Qué te ofrecieron para que te convirtieras en esa bosta?
¡Da la cara, dale, basura! -Thiago tomó un hierro oxidado
que encontró tirado y con este comenzó a pegarle al muro,
descargando su ira y su impotencia por el descaro de Mar.

Luz estaba repantigada en su sofá, colocándose cremas


en el rostro, en un infrecuente momento de relax, cuando
irrumpió la voz de René con un tono que presagiaba alarma.

-Señora, están golpeando el muro.


Luz se paró casi de un salto de su sillón.
-¿Cómo que golpean el muro? ¡Explicate! ¿Quién y cómo
golpea el muro?
-Es que no es un «quién». Son varios. Le transfiero imagen.
Luz vio en su pantalla a Thiago golpeando la pared con el
caño, gritando, rojo de furia. Se arrancó la llave que colgaba
de su cuello y la arrojó al otro lado del muro.

-¡Y tomá! Te devuelvo esta porquería que me regalaste.


¡No quiero nada tuyo!
Mar vio la llave caer delante de sus ojos, sin entender por
qué la tenía el salvaje ni por qué decía que ella se la había
regalado.

-No entiendo por qué no hay una patrulla yendo a atrapar


a Bedoya en este momento-dijo Luz y René dio el aviso a la
guardia-. ¿Quién más golpea el muro?
René no se atrevió a nombrar a la otra persona que lo hacía,
solo le mostró la imagen de la cámara de seguridad del
portón de acceso en las que se veía a Nina golpeando la
chapa y desafiando a los soldados para que la dejaran
entrar. Luz negó con la cabeza y dio la orden de que la
condujeran a su oficina.
-¿Quién más golpea el muro, René?
-No lo sé, pero los sensores perimetrales detectan una
vibración. Es como si alguien siguiera golpeándolo, pero no
se ve a nadie más -dijo René, intrigada.
La causa de esa vibración era la facción de la Resistencia
infiltrada dentro del NE: Esperanza y su reciente
incorporación, Rama. Ahora que él había aceptado lo que
ella le había explicado, se había unido a su lucha y estaban
boqueteando juntos.

-No puedo creer que estés acá boqueteando conmigo, tío -


dijo, emocionada.
-Creeme que yo tampoco, ni sé qué estoy haciendo. Ni por
qué me decís tío.
-Ah, es que esa es una historia larga que incluye paradojas
temporales, fue re difícil de seguir esa temporada. Te la
cuento más adelante, si no, vas a volver a decirme loca.
-¿Y cuál es el plan? -preguntó Rama-. Si lográs cruzar el
muro, ¿la idea es escapar?
-Quiero encontrar a los chicos, Rama. Explicarles, contarles
lo que está pasando y después hacerlos entrar, para que
nos ayuden a terminar con esta locura.
-O sea que el plan es... ¿hacer una revolución?
-¿No sería genial?
Rama sonrió y siguieron picando, el sueño de la revolución
era cada vez más palpable.

Una hora más tarde, Mar encontró a Esperanza en el spa,


que había regresado para buscar provisiones, y a Jazmín,
que quería un turno. Las convocó, desesperada.
-¡Clavel, Ilusión! ¡Triángulo de chicas! Sí, sigo con
problemitas con la memoria aclaró. Resulta que yo, de
casualidad, estaba cerca de la cosa esa, la medianera...
-¿Medianera?-se extrañó Jazmín.
-¿El muro? -adivinó Hope, emocionada de que Mariacheta,
desmemoriada, hablara como Marianegra.
-¡Eso! Y bueno, me dije: ¿me asomo? Y me asomé, y no va
que lo veo a él, al rebelde way, al turro que mató a mis
padres, ¡a Thiago!
-Ah, mirá, del nombre de él si te acordás...-deslizó Hope.
-Ay, sí, perna, se ve que me acuerdo porque él fue el que
me empastó la bujía.
-¿Te empastó qué?-dijo Jazmín, cada vez más confundida.
-Ay, parezco una boxeadora hablando-se lamentó Mar-. En
fin, me dijo que me quería matar y casi tira abajo la
medianera. Y encima me revoleó esta llave volvedora.
Hope, que estaba urgida por regresar con Rama a
boquetear, le dijo que había que indagar ese misterio de por
qué se olvidaba de todo menos de ese nombre, y se fue.

Los meses en la Resistencia habían estado llenos de


dificultades y privaciones, pero una de las cosas que Melody
más extrañaba era la depilación, y sobre todo ahora, que en
poco más de un mes tendría el parto, necesitaba sus
tratamientos.

-Una vez con las chicas vimos un centro de estética


abandonado bastante cerca de acá. ¿Me acompañarías? -le
pidió a Tacho.
-¿Te parece? ¿Salir al bosque para eso?
Melody se lo suplicó, era muy importante para ella. Y él
aceptó. Fueron hasta el lugar, que no quedaba tan cerca
como ella había afirmado. Se aseguraron que estuviera
desocupado y entraron. Melody buscó elementos con los
que depilarse y Tacho juntó cosas que pudieran servirles
mientras la esperaba. Cuando ella terminó, estaba feliz y
aliviada, y Tacho se había hecho de unas cuantas toallas y
algunos productos. Emprendieron el regreso, y ya estaban a
una media hora de la guarida cuando de pronto Melody se
frenó en seco y acusó un dolor agudo en la parte baja del
abdomen.
-¿Qué? ¿Qué pasa?-se alarmó él, siempre muy pendiente de
ella.
-No, nada, sentí una puntadita, pero ya pasó-minimizó-.
Vamos, dale. Pero dio unos pasos más y se dobló de dolor.
-Ay, no, no puede ser-exclamó- Rompí bolsa, Tacho.
-¿Eh? ¿Qué bolsa?-dijo él, aturdido, torpe.
-¡Va a nacer mi hijo!
-Tranquila, vos respirá-dijo él intentando mostrarse sereno-,
Gonzalo nos preparó para este momento. Llamo a los chicos
para que vengan a ayudarme a llevarte a la guarida. -Pero
se desesperó al registrar que no tenía el handy, se lo había
dejado en la casa.
-¡Viene, Tacho, viene! -dijo ella, en un grito, ya muy
dolorida. ¿Seguro que no es una falsa alarma, no?
-No sé. Ojalá, nunca tuve un hijo. Pero este dolor no lo sentí
en mi vida. Melody dio un alarido que puso pálido a Tacho,
pero se sobrepuso al miedo y sacó las toallas que había
agarrado en el centro de estética. Las extendió sobre el
piso.
-Sentate acá, así no estás en contacto con la tierra.
Luego se sacó su campera y se la puso hecha un bollo
debajo de la nuca.
-Ahí va queriendo. Tranquila, solo hay que recordar las
clases que nos dio Gonzalo. Vos respirá profundo. Te voy a
tener que sacar la ropa, Mel.
-¡Más vale! -gritó ella, con una voz grave y profunda que lo
asustó Tenés que higienizarte primero -le advirtió cuando él
intentó sacarle el pantalón.
Tacho rebuscó en el bolso y solo encontró un frasco chico de
perfume.
-¡El perfume no sirve, Tacho!
-¡No sé como desinfectarme, no tengo nada! -se desesperó
él.
Los dos se miraron y se dieron cuenta de que no estaban
dadas las condiciones mínimas para tener el parto allí.
Tacho pensó rápido, se dio cuenta de que no tenía
alternativa.
-No tenemos nada, Mel, ni agua. Tenemos que ir a algún
lado. Vení, apoyate en mí.
-No me puedo mover-gritó ella, dolorida, entonces Tacho
tomó una resolución.
-¡Ahora vengo!
-¡No! ¿A dónde vas? -gritó ella, aterrada.
-Confiá en mí. Ahora vengo-repitió él, le dio un beso y salió
corriendo.

Kant se acercó a Luz, que lo esperaba fuera de la


habitación donde estaba internado Simón, y la miró con
preocupación.
-Kant, quiero buenas noticias, por favor.
-Lamento decepcionarte. Tuvo otra recaída, y esta vez es
mucho más severa que las anteriores. La situación es
irreversible, se está muriendo, Luz, es cuestión de horas.
-¿Pero cómo no pueden hacer nada para salvarlo?
-El reseteo consiste en ponerles diminutas barreras en los
neurotransmisores, como muros que bloquean los viejos
recuerdos. En su lugar implantamos los nuevos. Esos muros
son los que están matando a Simón, Luz. La única solución
sería removerlos.
-Me decís que para salvarle la vida hay que devolverle sus
verdaderos recuerdos?
-El organismo de Simón rechaza esas barreras, si no las
sacamos...
-Muere, ya lo entendí, Kant.
Kant la miró, expectante, esperando su decisión, y ella,
lamentándolo mucho dijo:
-No podemos devolverle sus recuerdos. Si no sobrevive,
será una pérdida lamentable.
Y se alejó porque los guardias ya habían traído a Gianina, a
la que condujeron a la oficina de Luz. La jefa se encerró allí
con su hija y la observó. Estás más flaca. Tenés que
cuidarte, Gi, podés tener una recaída.
-Estar cerca de vos me enfermaba.
-Si jugamos a ver quién es más cruel con las palabras, vas a
terminar perdiendo.
-Ya lo sé. Nadie es más cruel que vos, Luz.
-¿Y por qué te entregaste así tan tontamente a la mujer más
cruel del universo? Yo no te prometí que iba a liberar a
nadie.
-Pero lo vas a hacer-dijo Nina, con convicción, y sacó un
handy-. Hay alguien que quiere hablar con vos y no se podía
comunicar. Profesor, ¿me copia?-dijo al handy.
-Te copio, Nina-Luz oyó la voz del Profesor y negó,
asombrada.
-Retirate-le ordenó Luz a Nina y ella obedeció.
El Profesor estaba en el bosque, y mientras hablaba por
handy con Luz, descorchó una botella de vino y la volcó en
un decantador.
-Hola, Luz. Tenía tantas ganas de hablar con vos. Estuviste
muy ocupada los últimos meses, ¿no? Armando, finalmente,
el mundo feliz con el que soñabas. Pero te tengo malas
noticias: están golpeando el muro y lo van a derribar.

Teo estaba en un puesto de control reprendiendo a los


guardias porque Bedoya había estado cerca del muro y no
habían sido capaces de capturarlo, cuando empezaron a
escuchar golpes fuertes en el portón. Todos se alarmaron.
Teo miró un monitor y se quedó perplejo al ver que era
Tacho, pidiendo desesperado que abrieran la puerta.

-¡Abran! Estoy desarmado. Quiero hablar con Teo Gorki.


Teo ordenó que abrieran. Chequearon a Tacho y
comprobaron que no tenía armas.
-Vine a entregarme, Teo, pero Melody está por tener a su
bebé y necesita ayuda. Vos ayudala, y yo me entrego. Te lo
juro. -Y como Teo permaneció sin palabras, Tacho insistió,
suplicante-. Te lo pido por favor, por más basura que seas,
no podés dejar en banda a Mel. No te estoy pidiendo que te
hagas cargo del bebé, pero al menos ayudá a que nazca sin
problemas, ¡por favor!
-¿Dónde está ella? -preguntó Teo, atribulado.
-No te voy a decir hasta que me asegures que la vas a
ayudar. Lo hacés y me entrego.
-Esperame en el bosque, ahora voy-dijo Teo finalmente,
resolutivo. Tacho salió corriendo y lo esperó donde Teo le
indicó. Los guardias no entendían por qué Teo había dejado
ir a un salvaje clasificado y mucho menos por qué pidió que
borraran las imágenes de las cámaras de seguridad.
-Es una orden, no pregunten y hagan lo que les digo-gritó
Teo y se fue de la urbe.

-Alguien está golpeando el muro. Es la vida, Luz-dijo el


Profesor.
-Seguís tan soñador e iluso como siempre respondió ella,
riendo con sorna.
-No, en eso cambié, la ilusión ya la perdí. Ojo, tengo que
reconocer que hiciste las cosas bien, pero cometiste algunos
errores. No advertiste que la misma arma con la que
sometés a la gente se te va a volver en contra. Hablo del
miedo que utilizás para mantener al rebaño dentro del
corral. Podés aterrarlos, atontarlos, incluso anestesiarlos,
pero por un tiempo nomás. Después llega el momento en
que despiertan. Porque «miedo» es antónimo de «vida».
Simplemente, no se puede vivir con miedo.

En el último tiempo, en la guarida, todos habían notado


que Luca estaba algo raro, sobre todo Thiago, que estaba
pendiente de todos. Él lo había negado, pero era evidente
que no era el de siempre. Thiago un día lo había visto con
Terra y pensó que a eso se debía su cambio, que se había
involucrado otra vez con ella. Lo que no imaginó era que el
vínculo no era amoroso, sino de otro tipo. Terra se había
reconectado con ex integrantes de Cielo Abierto que
planeaban comenzar una lucha armada contra el régimen.
Habían conseguido armamento y estaban listos para dar el
primer golpe.

-Es así, Luz. Llega el momento en que se rebelan al miedo.


Como un resorte: la misma fuerza que tiene el miedo la van
usar para combatirlo. ¿No te da miedo?
-Vos no me conocés -dijo ella.
-Sí, mucho. ¿Sabés qué decía Da Vinci, Luz? «Aquel que más
posee, más miedo tiene de perderlo». Pero cuando ya
perdiste todo, ¿qué miedo vas a tener? Y no solo los de
afuera están golpeando el muro. También adentro, en tus
filas, están venciendo al terror.
Kant observó varios minutos a ese joven que se estaba
muriendo por una manipulación, por una aberración. El
médico, finalmente, había encontrado su límite, y aún
asumiendo un riesgo enorme, decidió desobedecer la orden
de su superiora. En secreto, removió todos esos «muros»
que estaban matando a Simón.
-Están golpeando el muro. Desde adentro y desde afuera.
Se están sacudiendo el miedo, se están despertando. Como
vos, Luz. ¿Te acordás de tu miedo? ¿De tu burbuja? Tu
sótano. ¿Recordás lo que hiciste cuando lo venciste, cuándo
te rebelaste?
-Vos no sabés nada de mí -dijo ella, tensa, apretando los
dientes.
-Sé que cuando alguien pierde el miedo, recupera su
racionalidad. Y puede ver. Y si puede ver, querida Luz,
puede descubrir la verdad. Todos están cerca de la verdad.
Incluso tu hija, Nina. Así que ahora vas a hacer lo que ella te
diga. Vas a tomar de tu propia medicina. Tal vez el miedo a
que tu hija llegue a la verdad te haga despertar.
El Profesor cortó la comunicación y Luz soltó el handy, su
actitud era iracunda, pero en realidad estaba muerta de
miedo. El Profesor sabía perfectamente que el fantasma
más temido por la jefa era que sus hijas conocieran la
verdad.
Nina regresó a la oficina, recuperó su handy y miró a su
madre, expectante.
-Desde cuándo conocés a ese hombre vos?
-Yo, hace poco. ¿Vos? Hace mucho, ¿no?
-No sé qué te contó de mí -dijo Luz, tratando sin éxito de no
mostrar su inquietud-, no sé qué te metieron en la cabeza,
pero ese hombre y todos ellos son unos fabuladores.
-El Profesor me dijo que tenía algo para decirte que te iba a
hacer cambiar de opinión y que después de hablar con vos
me ibas a dar lo que te pidiera. Lo que vine a pedirte es que
liberes a Simón, a Marianella, a Nacho, a Esperanza, a
Ramiro y a León.
-Mirá vos-se rió Luz, sarcástica-. Decile que no voy a liberar
a nadie.

En ese momento Luz recibió un mensaje que la preocupó.


El encargado de la guardia perimetral le informaba que Teo
Gorki había dejado escapar a Juan Morales y había ordenado
borrar las cámaras de seguridad. Luz. se paró, alerta como
un animal, ordenó a René que vigilara a su hija y pidió que
rastrearan a Teo Gorki.

Teo sabía que posiblemente el encargado de la guardia


perimetral lo denunciara, por eso desactivó el GPS de su
celular, para no ser rastreado, y condujo a Melody y Tacho a
una casa abandonada fuera de la urbe, a pesar de que
Tacho le pidió que la llevara a una clínica. Teo explicó que
los hospitales fuera de la urbe estaban abandonados hacía
meses y eran focos infecciosos. Lo mejor sería tener el parto
en una casa donde podrían asegurar un mínimo de medidas
de higiene. Entrar a la urbe era imposible.

-Fijate en el placar si hay sábanas. Acostala en la cama y


ponele esos almohadones en la espalda-ordenó Teo, con
celeridad y precisión.
-¡Por lo menos traé a un médico! -suplicó Tacho.
Pero Teo sabía que el parto ocurriría en cualquier momento
y no había tiempo para nada. De todas maneras, ya había
pensado una alternativa. Gonzalo estaba detenido desde
que había fallado dos veces en conducirlos a la guarida de
los salvajes y se extrañó mucho cuando un guardia lo
comunicó con Teo, pero lo que más lo sorprendió fue el
motivo del llamado: quería que lo guiara por teléfono para
atender un parto.
-Yo te prometo que te voy a liberar-aseguró Teo-, pero si no
me ayudás, te aseguro que me voy a encargar de que la
pases muy mal ahí adentro. Gonzalo repasó rápido sus
alternativas y decidió que lo mejor era colaborar con el jefe
los cazadores. Le pidió datos sobre cada cuanto se repetían
las contracciones y a qué dilatación había llegado.
Pocos minutos más tarde, René le comunicó a Luz que
habían logrado rastrear el teléfono de Teo y que habían
descubierto la llamada que estaba manteniendo con
Gonzalo, quien lo estaba guiando para atender el parto de
la salvaje Melody. Llena de ira, Luz ordenó triangular la
llamada para localizar a Gorki y mandar a la Guardia Civil.
Estaba tan furiosa que no advirtió que su hija se había
fugado otra vez.
Tacho no sabía cómo contener a Melody, que gritaba con
una voz que Tacho jamás había imaginado posible que
saliera de su boca. Las contracciones eran cada vez más
seguidas, pero no llegaba a la dilatación requerida para
comenzar a pujar.
-Teo, es imposible. No te puedo guiar por teléfono, ni puedo
decirte nada si no la veo. La tienen que trasladar-dijo
Gonzalo.
-No, tiene que ser acá. Vos guianos-decidió Teo, sereno.
-No doy más -dijo Melody, agotada, llorando.
-Aguantá, mi amor-dijo Tacho, asustado.
Teo, va a sufrir mucho insistió Gonzalo. Puede salir todo mal.
El bebé puede morir.
Te escucho respondió Teo, resolutivo, se arremangó, se miró
con Tacho y se entendieron con un gesto. Entre ambos
colocaron a Melody en la posición que Gonzalo les indicó y
le pidieron que empezara a pujar.

René le informó a Luz que habían podido rastrear el


celular de Gorki.

-Está fuera de la urbe, señora. ¿Y por qué no están yendo


veinte guardias a buscarlos? -dijo Luz furiosa. Tomó ella
misma su teléfono y le dio la orden a la Guardia Civil. En
todos los meses de su embarazo, Melody había pensado
todos los días en cómo sería el parto. Lo había imaginado
difícil y doloroso, pero jamás había imaginado un dolor
semejante. No podía compararlo con nada, y nunca había
tenido tanto miedo en su vida; sin embargo, un saber
atávico se había despertado en ella y, a pesar del temor,
supo perfectamente qué debía hacer. Tacho no le soltó la
mano en ningún momento, hizo fuerza con ella y le
recordaba cómo debía respirar y pujar.

Teo estaba serio, robótico, hasta que vio asomar la cabeza


del bebé y pudo tomarla con sus manos. Melody hizo su
último pujo y Teo recibió a su hijo. Recién cuando tuvo al
bebé en sus brazos, se aflojó, toda la frialdad de soldado se
desmoronó y comenzó a llorar. Tacho y Melody creyeron que
finalmente lo había impactado el nacimiento de su hijo, no
podían ni imaginar que para él era imposible que ese bebé
fuera suyo.

Tacho dejó al bebé apoyado sobre el pecho de Melody y se


acercó a Teo, que se estaba lavando las manos, aún
impactado. Tacho lo palmeó, muy conmovido por su ayuda.

-Gracias, en serio, no pensé que ibas a hacer algo así.


Estoy listo para entregarme.
Pero Teo ni le respondió, sabía que el llamado que debió
hacerle a Gonzalo los había puesto en riesgo y que era
inminente la llegada de los cazadores. Así que cuando
Melody logró reponerse un poco, junto con Tacho la llevaron
hasta la camioneta. Teo envolvió el bebé en mantas y se lo
alcanzó.
-Agarren para el este y no frenen por nada -ordenó.
-Se llama Amado -dijo Melody, y él la miró, quedado-. Vení
con nosotros. Es tu hijo.
-¿Por qué decís eso? -dijo Teo, que no podía dejar de llorar
mirando al bebé.
-Él te necesita, los dos te necesitamos-insistió ella.
Pero Teo se puso alerta, escuchó a la distancia motores de
vehículos que se acercaban.
-¡Ya! ¡Váyanse! Ya, ya, ¡ya!

Tacho subió de un salto a la camioneta y arrancó. Teo se


aseguró de que se alejaran y luego regresó a la casa. Sabía
que no tenía escapatoria. Pocos instantes más tarde, un
soldado abrió la puerta de una patada y media docena de
cazadores armados ingresaron.

-No entiendo por qué desobedecieron una orden directa -


dijo él, muy serio.
-Callate la boca, Gorki, y alzá las manos-ordenó uno de los
cazadores-. Quedás detenido por el delito de alta traición.
Underground
 
Simón regresó de su internación sintiéndose mucho mejor,
la gran opresión que sentía permanentemente en su cabeza
parecía haber cedido un poco. Se dirigió a la habitación de
Mar para buscarla, pero se encontró con Valeria, que lo
saludó sonriente al verlo recompuesto. El se la quedó
mirando como extrañado.

-¿Pasa algo? -preguntó ella.


-Sí, no sé, como que te veo cara conocida.
-Porque ya nos vimos-dijo ella-. Tal vez no te acordás porque
te descompusiste.
-Sí, sí, me acuerdo. Estaba medio mal, pero imposible
olvidarme de vos.
-En un sentido estabas medio mal, porque en otro sentido
estabas muy bien-dijo Valeria, que en su nueva versión
francesa era muy desenfadada.
-¿A qué te referís?
-Al privilegio de ver a un guardia civil en toallita -dijo ella y
él se rió, sorprendido.
-OK, empecemos de nuevo, entonces. Yo soy Simón -dijo él
y le dio la mano.
-Valeria-dijo ella, y yéndose se despidió en francés-: ¡À tout
à l'heure!
-Tu parlais français ? -preguntó Simón, sorprendido.
-Oui, bien sûr ! J'ai étudié en France. Au revoir, Simón -dijo
ella sonriente, y se alejó.
Simón, muy extrañado, tomó su teléfono y llamó a Kant. El
médico le había dicho cuando despertó que posiblemente
notara algunas cosas extrañas, como sueños raros o
recuerdos desconcertantes. No le dio detalles, pero eso
ocurriría porque al haberle removido los «muros» en los
neurotransmisores, los viejos recuerdos podrían mezclarse
con los nuevos, entonces el médico, temiendo que su
desobediencia fuera descubierta, le había pedido que
consultara con él y solo con él cuando sintiera algo extraño.
-Recién estuve charlando en francés con una alumna del NE,
doctor.
-¿Y cuál es el problema?
-¡Que yo no sé hablar francés, Kant!

Kant se sorprendió, la reaparición de los viejos recuerdos


de Simón fue más rápida de lo que había calculado. De
todas maneras, le dijo que no debía alarmarse. Una hora
más tarde, Mar regresaba de clases agarrada del brazo de
Jazmín. Estaba aterrada porque esa mañana había
aparecido una pintada en la puerta del NE con la bandera
de la Resistencia.

-Los salvajes caminaron por acá mientras dormíamos,


¿entendés? Seguramente me buscan a mí, ese Thiago me la
tiene jurada. Todo esto me remueve el pasado, que yo,
claro, no me acuerdo, pero que pasó, pasó. Para vos es
distinto porque sos descendiente de salvajes, como que te
tira la arpillera -dijo Mar, que no podía parar de hablar.
-¡Yo no soy una salvaje!
-No, obvio, vos sos como yo. Somos NE, re grosas; vos rubia,
yo morocha, vos alta, yo morocha. Pero bueno, en estos
momentos hay que aferrarse a los afectos. Yo, a mi héroe, y
vos deberías dejarte de joder con ese Tacho y también
engancharte a tu héroe. A Teo. Un héroe es todo lo que una
chica necesita, te hace sentir tan protegida, tan segura,
tan... -Se detuvo al escuchar que de su habitación provenía
una canción en francés.

Se extrañaron ambas y Mar se quedó muda al ver a Simón


y Valeria sentados en una cama cantando juntos Le plus
beau du quartier.
Regardez-moi. Je suis le plus beau du quartier. J'suis l'bien
aimé dès qu'on me voit on se sent tout comme envouté,
comme charmé.
-La bucanera de su herggmaná -dijo Mar entre dientes, ya
muy celosa de la francesita, y se sentó entre ambos y
abrazó a Simón, exageradamente- ¿Qué hacían?
¿Cantaban? ¿Qué cantaban? ¿Una que sabemos todos? No,
¿qué era eso?
-Nada, una canción en francés -dijo Simón, algo torpe, como
sorprendido in fraganti.
-Ah, no sabía que sabías francés, qué raro que no me dijiste,
vos que me contás todo.
-Yo tampoco sabía que sabía -dijo Simón, y Mar se extrañó.
-Tenés buen acento-opinó Vale.
-¡Tal cual!-dijo Mar, odiada-. RE-buen acento.
-Sí, colocás muy bien los labios.
-¿Qué le colocaste?-ya se ofuscó Mar.
Jazmín, más allá, observaba y se reía para sí de los celos
indisimulados de su amiga.
-La boca -dijo Vale, algo provocadora-. Para pronunciar el
francés, los labios se colocan de una manera especial, muy
sexi por cierto. Y vos lo hacés muy bien, Simón.
-A ver, poneme los labios sexis como se los pusiste a ella -
dijo Mar, hirviendo de celos-. Dale, a mí, que soy tu novia.
-¿Y desde cuándo son novios? -quiso saber Valeria.
-¡De toda la vida! -afirmó Mar, colgada a Simón-. Tenemos
una historia de novela, romántica, con escenas para llorar.
Yo, a punto de morir, en medio de un batallón de salvajes.
Él, que me vio, se le detuvo el mundo, amor a primera vista.
Él reacciona, y ahí nomás bajó a unos cien, ciento veinte
tipos, me salvó la vida y dio su vida por mí. Después cayó
en coma, y bueno, yo fui, lo besé y el bello durmiente se
despertó.
-¡Guau! Falta el altar, ahora-dijo Valeria, con cierta sorna
que Mar no captó-. Si alguien me salvara la vida, yo me
caso. Al decirlo, Vale y Simón se miraron extrañados. Ella
tuvo como un destello indefinible, pero él, en cambio, tuvo
imágenes muy claras del casamiento en el bosque que
habían hecho poco tiempo atrás. Removidos los muros de su
cerebro, sus recuerdos estaban emergiendo con la fuerza de
una inundación.

Luz entró a la celda donde tenían detenido a Teo y apoyó


frente a él un libro pesado.

-¿Sabes qué es esto, Gorki? Es el código penal especial de


la Guardia Civil. Ayudaste a una rebelde clasificada a tener a
su hijo y luego a escapar. ¿Sabes cómo se llama lo que
hiciste? Alta traición. ¿Sabés cuál pena es la que
corresponde? La pena capital -dijo y explotó en un grito
furioso-. Tenés cinco palabras para defenderte, así que
pensalas bien, va a ser tu única defensa antes de que
ordene tu condena.
-Tres alcanzan -dijo él, sin perder el aplomo-. Son-unos-
imbéciles. Y ante el estupor de ella, Teo dio sus argumentos.
Explicó que todo lo que había hecho, ayudarlos con el parto,
dejarlos huir de los cazadores, mostrarse como un aliado;
todo perseguía un único objetivo: que los otros se fiaran de
él para poder llegar a su guarida.
-Hay que ser muy brillante para mentirme a mí-le advirtió
ella. Pero Teo había tomado los recaudos necesarios para
sostener su mentira. En el mismo instante en que había
ayudado a escapar a Tacho y a Melody, y antes de que
llegaran los cazadores, le dejó un mensaje en el celular ella,
explicando su supuesta estrategia y pidiendo que no
intervinieran por nada del mundo.
-Te dejé un mensaje, ¿no lo escuchaste?
Ella tomó su celular y lo chequeó. Se quedó perpleja al oírlo.
Pensé que me conocías, Luz, yo no traiciono-dijo él, y ella
pasó de odiarlo a amarlo y desearlo más que nunca por su
brillantez
Media hora más tarde, ya liberado, Teo se comunicó con
Tacho al número de teléfono que le había dado. Teo quería
saber cómo se encontraban la mamá y el bebé, y Tacho le
aseguró que estaban bien aunque necesitarían un médico
para hacerles controles.
-Yo me puedo ocupar de eso. Díganme dónde y yo les llevo
un médico
-Lo hablo con los chicos y te digo dónde. Te llamo a este
número. -propuso a Teo.
-¡No! Yo los llamo, ustedes no me llamen.
Tacho cortó y comunicó al resto su conversación con Teo,
pero aunque estaban todos embobados con la presencia del
bebé, y se emocionaban y reían con cada sonido, cada
caquita, cada mueca que hacía Amado, justamente su
fragilidad los hacía sentir más responsables y, por ende,
más desconfiados de Teo y sus intenciones.
-No tenemos motivos para no confiar después de lo que
hizo-opinó Melody.
-No se habla más -dijo Tacho, ante la determinación de
Melody-. Vamos a arreglar con Teo un lugar de encuentro.
Tacho esperó a que Teo volviera a comunicarse, y mientras
tanto se mantuvo pendiente de Melody y de Amado. Sin
embargo, no podía dejar de notar que el encuentro con Teo
la había sensibilizado. Una charla que alcanzó a oír entre
Melody, Tefi y Kika se lo confirmó. Melody miraba
emocionada a su hijo, y Tefi la palmeó para consolarla.
-No llores, Melchu, si tiene orejitas grandes, se opera.
-Estoy sensible, me largo a llorar todo el tiempo, pero estoy
feliz -dijo Melody.
-Y, no es para menos. Además, lo de Teo también te puso
feliz, ¿no? -preguntó Kika.
-Yo sabía que iba a reaccionar -aseguró Melody-. Y que haya
estado en el parto, que ahora llame, se preocupe, me hace
feliz, por Amado, y también por mí. Siento que lo estoy
recuperando.
Tacho se alejó, algo cabizbajo. Pero un par de horas más
tarde, vio un movimiento extraño en la zona donde dormían
las chicas y Tefi le explicó que ella y Kika se mudaban para
dejarle espacio a Melody, para que tuviera más privacidad
con el bebé.
-Ahí dejamos todas tus cosas, Tachito-dijo Tefi y se fue.
Tacho se ofuscó mucho al ver que habían acomodado toda
su ropa en la habitación, y comenzó a juntarla. Así lo
encontró Melody, que ya había advertido su malestar.
-¿Te pasa algo, Tacho?-dijo ella.
-Nada, está todo bien. Ya saco mis cosas, eh.
-Estás raro, no te veo bien.
-Yo te entiendo, Mel, no pasa nada.
-¿En serio? ¿Qué es lo que entendés, a ver?
-Que nosotros en este último tiempo nos acompañamos, nos
ayudamos, nos queremos, pero bueno, vos amás a Teo y él
es el padre de tu hijo. Y ahora que da señales de
acercamiento, es lógico. O sea, si Jazmín viviera y yo me
encontrara con ella, me pasaría lo mismo. Te entiendo
perfecto. ¿Amigos como siempre?
-¿Me estás dejando, Tacho? -preguntó ella, dolida.
-No, no. No es lo que prefiero, eh, pero te escuché. Y si estas
feliz porque Teo...
-Yo estoy feliz de que Teo me haya ayudado -lo cortó ella-.
Me pone feliz que no se haya perdido el nacimiento de su
hijo, que Amado tenga a su papá me hace feliz, sí. Pero las
cosas cambiaron, y mucho. Yo ahora soy madre, no estoy
para chiquilinadas, y yo te quiero a vos. Y cuando digo que
quiero, lo digo de verdad. No es que te quiero pero si vuelve
Teo lo quiero a él. Me pone feliz que el padre de Amado no
sea una basura. Pero yo te elijo a vos. Así que mejor
dejamos tus cosas acá, ¿sí?
Tacho sonrió, aliviado, y se instaló junto a ella en la
habitación. Poco después, aunque pronto oscurecería, le
pidió a Thiago y a Luca que lo acompañaran a buscar un
lugar donde encontrarse con Teo y el médico. Aunque
Melody confiaba en él, Tacho no podía relajarse, así que
necesitaban un lugar del que fuera fácil huir en el caso de
que los emboscaran. Recorrieron y descartaron un galpón
abandonado porque era de difícil acceso. Thiago y Luca
propusieron irse, pero Tacho los retuvo porque había
encontrado varios bidones grandes de agua mineral y
quería llevarlos a la guarida,

-¿Para qué querés agua? La del arroyo es potable-dijo


Luca.
-Pero Amado necesita agua más pura todavía, no le
podemos dar agua del arroyo.
-¡Pesan un muerto, Tacho!-se quejó Luca-. No podemos
cargarlos.
-Relajen, los llevo yo solo -dijo él ofendido.
-Tacho, en serio, cargar tanto peso nos va a retrasar-
argumento Thiago.
-O me ayudan o se callan, pero yo los llevo-dijo Tacho
obstinado. Y no solo los bidones, también vio que dentro de
un auto abandonado había un asiento de bebé e intentó
forzar la puerta para sacarlo.
-¿Para qué querés una sillita si no tenemos auto?-dijo
-La adapto, no sé. Mal no va a venir-dijo Tacho.
-Tacho, por qué no te dejás de joder-se quejó Luca.
-¡Es un bebé, a ver si me entienden! ¡No es joda esto! -dijo
Tacho muy serio Hay que pensar dónde se va a sentar, qué
agua va a tomar, qué va a comer, ¡todo! Es una cosita así,
indefensa. Y cualquier cosa que le pase es nuestra
responsabilidad. Ropa, por ejemplo, ¿qué ropa le vamos a
poner ahora que se viene el frío? ¿Y si se enferma? Hay que
darle vacunas, conseguir remedios. Depende de nosotros
para todo. Ya no se puede boludear, chicos. Esto es serio-
dijo Tacho, decidido, e intentó armar un sistema para
enganchar varios bidones de agua y la sillita en un palo;
pero el palo se rompió y se cayó todo. Tacho no se rindió y
lo siguió intentando. De pronto registró que Thiago y Luca lo
estaban mirando y se reían. Eso lo ofuscó más. ¿De qué se
ríen?
-¡Sos papá, Tachito! -dijo Thiago, que acababa de tener esa
revelación observando a su amigo-. ¡Sos papá!

A Tacho lo emocionó la afirmación de Thiago, pero no


quiso demostrarlo. Thiago y Luca finalmente cedieron y se
dispusieron a ayudarlo a cargar todo. Ninguno de los tres
notó que a unos cien metros de allí se había abierto una
boca de alcantarilla, por la que asomaron Hope y Rama.

Luego de la pintada de la bandera de la Resistencia que


habían hecho Rama y Hope en secreto, se había iniciado
una exhaustiva investigación. Viendo las imágenes de
seguridad del momento del ataque, observaron que uno de
los activistas había recibido una llamada telefónica en ese
momento y dedujeron que podrían determinar de quién era
ese teléfono rastreando la llamada. Hope, que era quien
había atendido el teléfono, sintió que la descubrirían,
entonces decidió bajar a los túneles y no salir nunca más.
Pasaría el resto de sus días boqueteando hasta encontrar la
salida, declaró, dramática. Aún cuando Rama le aseguró que
nadie sospechaba de ella.

¡Se terminó mi vida en el NE! Ahora mi vida es esto, el


underground-declaró ella, trágica-. Traeme una revistita de
modas de vez en cuando, pero yo me quedo acá.
-Bueno, sigamos boqueteando-propuso él.
-Para allá no, porque boqueteé y nada, salí ocho veces al
bar del campus ya. Creo que se nos va a ir la vida
boqueteando, no doy más.
-Hope, justo vos no podés perder la esperanza-la alentó
él.
-¡Sí, justo yo! No se puede contra esta turra, Rama. Lo único
que logré es que vos me creas, pero no te acordás de nada
de lo que te digo. Y me mata que no tengas tus recuerdos.
¡No tenemos salida, Rama!
Se apoyó contra una pared, agobiada, y sin notarlo oprimió
un ladrillo que sobresalía. Se oyó un suave «clic». Los dos se
miraron y observaron ese ladrillo. Hope, intrigada, empujó el
ladrillo que se introdujo dentro de la pared, y se produjo otro
«clic» mucho más fuerte, y una puerta trampa se abrió. Era
otro pasadizo secreto de los laberínticos sótanos construidos
por el abuelo de Cielo, don Inchausti. Ambos se asomaron
por la abertura y vieron un larguísimo pasillo oscuro que se
perdía a lo lejos.
-Jodeme! -dijo ella-. La cantidad de esculpidas que me rompí
boqueteando y había una puerta trampa?
-¡Vamos! -dijo Rama, eufórico. Tomaron sus linternas y
cruzaron la abertura reptando.
Así fue como recorriendo ese pasillo desembocaron en la
antigua red cloacal, que, como había adivinado Hope,
estaba conectada a esos pasillos. Rama usó el GPS de su
celular para orientarse y caminaron hacia el sector más
cercano del muro. Cuando calcularon que ya estarían fuera
de la urbe, subieron por una escalerita de hierro, abrieron la
tapa de la alcantarilla y salieron en una zona desierta. Se
veía solo césped y árboles.
-No te digo-dijo Hope, pesimista-. Es un campo de golf,
seguimos en la urbe.
-No, no, no-dijo Rama y le mostró el celular. El GPS indicaba
exactamente dónde estaban-. ¡Estamos afuera, Esperanza!
Hope lo miró, unos instantes, hasta caer en que lo había
logrado. Y entonces comenzó a saltar, y a gritar, y a
festejar, casi llorando.
-¡Estamos afuera! ¡Te dije que no perdieras las esperanzas,
bólido! ¡Lo logramos, we did it! Freedom, Ramu.
¡Atravesamos el muro!
-Shh, no hagas ruido, puede haber salvajes-dijo él, algo
inquieto.
-Bólido, ¡buscamos a los salvajes! ¿Vos entendés lo que
significa este momento? Es histórico, tío, dejame decir unas
palabras alusivas, los logros hay que festejarlos.
-OK, dale, decí tus palabras, pero bajito-dijo él, sabiendo
que no podría callarla.

Cerca de allí, Thiago, Luca y Tacho ya habían cargado en


las motos varios bidones de agua y la sillita, y se disponían
a regresar a la guarida, mientras Thiago y Luca no dejaban
de bromear sobre la paternidad de Tacho.

-Ya te veo vistiéndolo de Angelito Rojo a los dos años-dijo


Thiago.
-¿Qué? ¿Está mal si le hago una máscara de Angelito?
-¿Escucharon?-dijo Luca, alerta. Se oía un rumor cercano.

El rumor era el discurso que estaba haciendo Esperanza,


emocionada.

-Tanto taco gastado, uña quebrada, rimel corrido, hoy


todo eso cobra sentido, porque hoy, ahora, soy la pionera
del underground, con tu ayuda, claro. Este día será
recordado como el día en que logramos cruzar el muro.
¡Matate muro!
-¿Terminaste?-dijo él, urgido.
-Sí, ex sensible, terminé -dijo ella, bufando-.
OK, dale, te sigo, ¿ahora qué? ¿No querías encontrar a tus
amigos?
-Nuestros amigos, Ramu. ¿Por dónde empezamos?
¿Ponemos carteles? ¿Gritamos?

Pero en ese momento oyeron el sonido de las motos que


se encendieron. Tacho, Luca y Thiago, creyendo que esas
voces serían de guardias, emprendieron la huida raudos. En
tanto que Rama y Hope creyeron que esos motores eran de
las motos de los guardias, así que volvieron a meterse en la
alcantarilla. Cerraron la tapa justo al tiempo que los otros
tres pasaron por encima, sin registrarlos.

El Profesor tenía razón: el miedo que había mantenido a


unos dentro del corral y a otros alejados, había empezado a
dejar de ser efectivo, y diferentes inquietudes estaban
impulsando a todos a atravesar el muro. Ito y León, aunque
intentaron olvidarse de sus respectivas salvajes, no lo
consiguieron. Y tuvieron que admitir que lo único que
querían era volver a verlas. Así que aprovechando que Ito,
en su condición de becario, iría a un estadio fuera de la
urbe, donde se haría un acto para anunciar que el NE sería
la próxima sede de las Olimpíadas, coordinaron un
encuentro con Paloma y Tefi. Ella, por supuesto, le comunicó
a Thiago esta llamada, y decidieron ir todos a ese encuentro
para intentar obtener información de qué había ocurrido con
Valeria.

Por su parte, Jazmín, enterada de que Ito y León saldrían


de la urbe, convenció a Ito de llevarla con él. Secretamente,
quería volver a ver a Tacho. Y Rama, adivinando su
intención, también se sumó a esa comitiva. Los cuatro se
subieron a una camioneta y un guardia los sacó de la urbe.

Una vez fuera, se toparon con Hope, que había salido otra
vez por la al cantarilla, en un nuevo intento de encontrar a
sus tíos. Hope dio una excusa muy endeble de por qué
estaba ahí afuera, y con la ayuda de Rama salió del paso. La
subieron a la camioneta y se encaminaron hacia el estadio.
Por otra parte, cumpliendo su promesa, Teo volvió a
comunicarse para llevarles un médico. Les dijo que fueran
en su camioneta, aquella en la que habían huido Tacho y
Melody con Amado recién nacido, y además les indicó cómo
desactivar el GPS de esta para que no fueran rastreados.
Tacho exigió que el médico no fuera Gonzalo, y Teo debió
buscar otro.

Mar no quería ni escuchar hablar de salir de la urbe, los


salvajes le daban escozor, pero cuando supo que Valeria
cantaría en el acto y que Simón la escoltaría hasta allí, se
sumó al grupo; no permitiría de ninguna manera que la
francesita siguiera mirando cómo su novio ponía los labios
para hablar en francés. Así fue como Teo, Simón, Vale y Mar,
junto con el médico, salieron de la urbe en otra camioneta.

En la guarida, todos quisieron acompañar a Melody y


Amado. Tefi debía ir además para encontrarse con Nacho. El
único que no estaba en la camioneta era Luca, nadie sabía
dónde estaba. Así fue como, luego de varios meses de
separación, todos los amigos volverían a reunirse, de una
manera inimaginada.

Thiago manejaba la camioneta de Teo e iba muy atento


mientras el resto parloteaba sin parar. De pronto, Thiago
clavó los frenos y todos protestaron.

-¡Cazadores! -informó Thiago.


Más adelante, una camioneta idéntica a la que manejaba
Thiago había salido al camino y avanzaba lentamente. Era
el vehículo en el que iban Ito, León, Jazmín, Rama y
Esperanza. El guardia que manejaba se extrañó de que el
rastreador no identificara la camioneta que estaba detrás de
ellos y mandó un mensaje.
-C314 al habla -dijo el guardia-. Protocolo 23, identifíquese.
En la camioneta de los rebeldes todos escucharon el
mensaje y se miraron nerviosos, sin saber qué hacer, hasta
que Nina, resuelta, le dijo a Thiago lo que debía decir.
Thiago tomó el handy de la camioneta y repitió lo que ella le
dictó:
-Protocolo 23, C420 rumbo E34-dijo Thiago y todos miraron
absortos a Nina. El guardia se tranquilizó al recibir ese
mensaje e informó al resto que la otra camioneta también
iba al estadio.
-¿Otro de tus secretos?-le dijo Thiago a Nina.
-Es largo de explicar. Ahora concentrémonos, baja un poco
la velocidad, y cuando estén más lejos, doblamos por un
camino y nos perdemos.

Thiago iba a hacer lo que Nina indicó, cuando de pronto


apareció otra camioneta idéntica, por detrás. La camioneta
en la que iban los rebeldes había quedado flanqueada por
otras dos. La tensión crecía segundo a segundo. En la
tercera de las camionetas iba Teo con el médico, Simón,
Valeria y Mar. Simón también se extrañó de que una de las
camionetas no figurara en el rastreador, pero Teo, que sabía
que en esa iban los salvajes, inventó que el sensor tenía un
desperfecto.

Las tres camionetas avanzaron relojeándose unas a otras,


cuando, de repente todos fueron sorprendidos por un
ataque inesperado: por el costado del camino surgió una
docena de salvajes con los rostros encapuchados, armados,
y abrieron fuego contra las camionetas. Se trataba de
Underground, una nueva facción de la ex Cielo Abierto, que
habían pergeñado el ataque cuyo objetivo era ingresar al
estadio donde hablaría la jefa de Ministros. Los activistas de
Underground hicieron detener a la primera camioneta que
quedó cruzada en el camino obligando a las otras dos a
detenerse. La del medio, donde estaban los rebeldes, con
Amadito, quedó atrapada entre ambas, y en medio del
fuego cruzado. Todos bajaron sus cabezas mientras los
disparos comenzaron a impactar contra los vidrios
blindados.
La solución
 
Todo ocurrió en pocos segundos, sin embargo pareció eterno
para cada uno de ellos. Y en esa especie de slow en la que
todo pareció ocurrir, hubo varios cruces de miradas y
revelaciones. Hope y Rama levantaron apenas las cabezas y
alcanzaron a ver a Thiago y a Tacho, que a su vez los vieron
a ellos, sin entender por qué también estaban siendo
atacados. Junto a Hope estaba Jazmín, a la que Tacho casi
ve, pero justo la Gitana bajó la cabeza por la balacera. Mar,
aturdida, intentó protegerse detrás de Simón, que había
sacado su arma y disparaba a los que los atacaban, al igual
que Teo. Mar miró la camioneta de adelante, que en ese
momento había acelerado para huir, y por un segundo Mar y
Thiago también intercambiaron miradas, con la misma
extrañeza de verse allí.

Pero la gran revelación y también decepción- la tuvo Tefi,


quien, mientras huían de la emboscada, alcanzó a ver que
entre los atacantes estaban Terra y Luca.

Lograron regresar a la guarida sanos y salvos, aunque


Amado no paraba de llorar. Algunos creían que había sido
todo una emboscada y que jamás debían haber confiado en
Teo, pero otros argumentaron que los atacantes también
agredieron a las otras dos camionetas, en las que iban
guardias y algunos de sus ex amigos. Todos estaban muy
desconcertados. Nina ofreció a ir a hablar con el Profesor
para ver si él sabía algo de lo que había ocurrido y se fue.
Un par de horas más tarde, Luca llegó a la guarida y fue
interceptado por Tefi en la galería externa. Le preguntó
dónde había estado.

-Fui a buscar fruta-mintió él con naturalidad.


-¡Deja de mandar fruta! -estalló ella, pero sin levantar la
voz-. ¡Te vi, Luca! Encapuchado, armado, haciéndote el
matón contra las camionetas.
-¿Y vos qué hacías ahí?-dijo él, impactado.
-¡Eras vos nomás! -dijo ella desolada, porque tenía una
mínima esperanza de haberse equivocado. Estábamos
llevando a Amadito y a Mel al médico ¡y casi nos matás!
-¿Pero cómo iba a saber que estaban ahí?-dijo él,
mortificado.
-¡Casi lastimás al bebé! ¿Estás loco? ¿Y quiénes eran los
otros? Terra otra vez, ¿no?
-Ya estoy harto de ser un mandalayo sumiso, no vamos a
ningún lado así. Hay que terminar con esa mina.
-Claro, te salió el matón oscuro de siempre, ¿matarla, decís?
-Nunca lo vas a entender-dijo él, mortificado, y atinó a irse.
-¿A dónde vas?
-Supongo que no soy bienvenido acá.
-Yo sola te vi y no dije nada. Si sos tan valiente les vas a
decir a los chicos que el que nos atacó eras vos -dijo Tefi y
entró a la casa. Segundos después entró Luca, y ella esperó
que él confesara, pero pasaron los minutos y Luca no dijo
nada. Tefi estalló.
-¡Decí la verdad, Luca!
-¿Qué verdad? -preguntó Melody- ¿De qué hablás?
-Me dijiste que era una decisión mía-le dijo Luca a Tefi, muy
serio.
-No me importa lo que dije, hablá, decí la verdad.
-¿Nos pueden decir qué carajo pasa? -dijo Thiago.
Y como vio que Luca no estaba dispuesto a confesar, no
aguantó más y lo dijo ella.
-Luca fue uno de los que atentaron contra las camionetas.
Todos miraron a Luca, entre el estupor y la furia. Luca
fulminó a Tefi con la mirada.
-¿Qué me mirás así? No soy traidora, soy leal a mi gente.
¡Vos sos un traidor!
-Fue un error-admitió Luca-. No sabíamos que ustedes
estaban ahí.
-¡Estaba el bebé, enfermo! -dijo Tacho y tuvieron que
frenarlo entre varios para que no le pegara a Luca.
-No me jodas, Tacho-dijo Luca-. Vos volaste camiones,
querías matar a la jefa, no resistir con cantitos y pintadas.
Yo no sirvo para poner la otra mejilla.
-¡Vos no servís para nada! -le gritó Tacho.
-Sí, no sirvo para esto-admitió Luca-. Lo probé, lo intenté,
pero no es mi palo. Yo creo en esto: la violencia de arriba
justifica la de abajo.
-¿Violencia de arriba, de abajo?-dijo Tacho, indignado-. Casi
lastimas a Amadito, ¡¿de qué carajo me hablás?!
-Les pido perdón. Perdón, Mel.
-Yo entiendo tu violencia, Luca, porque si le hubieras hecho
algo a mi hijo, yo misma te mataba -dijo Melody.-¿Por qué
no bajamos un poco?-dijo Thiago temiendo que la división
se profundizara.
-Chicos, tal vez ya no sea uno de ustedes-dijo Luca-. Tal vez
nunca lo fui, a pesar de las buenas intenciones. Así que lo
mejor es que me vaya. Tefi se angustió mucho y se sintió
culpable, pero nadie más que ella o Thiago intentaron
retener a Luca mientras armó su bolso. Antes de irse, miró a
todos y les dijo:
-Yo no soy el enemigo. Que quede claro: la enemiga es la
jefa de Ministros. Ser pacifista sirve a veces, pero no
siempre-dijo Luca-. Si la realidad cambió, a lo mejor todos
tenemos que cambiar.
-Hay cosas que nunca haríamos, como agarrar un arma y
lastimar a alguien-afirmó Kika.
-Ojalá algún día me entiendan dijo Luca y se fue.
Thiago no se quedó tranquilo, no podían dejar ir a Luca así
nomás, así que fue tras él. Pero no lo alcanzó directamente,
sino que lo siguió un trecho. Quería saber dónde paraba esa
facción de rebeldes, y de paso ver cuán armados estaban. A
unos veinte minutos de la guarida, vio que Luca se reunía
con media docena de jóvenes, entre los que estaba Terra.
Thiago se mantuvo a distancia y trató de oír lo que
hablaban.

-Por fin dejaste ese jardín de infantes-le dijo Terra cuando


lo vio llegar con su bolso.
-Estamos tratando de encontrar a un profesor de química -
explicó Foni, que era el líder. O alguien que sepa armar
bombas con los explosivos plásticos que tenemos.
-Bueno, vamos-dijo Luca.
-No, estamos esperando a Lautaro, que tiene una sorpresa
increíble. Dijo que encontró a Caperucita Roja caminando
por el bosque.
Luca miró a Terra extrañado, y se sorprendió mucho al ver
que Lautaro llegaba trayendo a Nina esposada. Thiago, que
espiaba todo, se alarmó. -
-No-dijo Luca-. Ella es Nina, está con mis amigos.
-¿No sabés quién es, no? -le preguntó Foni, sonriendo-. Te
presento a la hija de la jefa de Ministros.
-¿Qué?-dijo Luca, y lo mismo dijo Thiago, pero para si.
-Sí, ella es Gianina Inchausti, la hija mayor de la jefa de
Ministros-informó Foni y ni Luca ni Thiago lo pudieron creer.

Luz se preocupó mucho cuando Simón y Teo hicieron el


reporte del ataque que habían sufrido, porque los rebeldes
que ellos perseguían eran escurridizos pero no violentos. El
surgimiento de una facción armada la inquietaba.
-¿No pudiste identificar a ninguno? -le preguntó a Teo.
-Estaban con la cara cubierta, pero no eran los clasificados,
de eso estoy seguro.
-Uno tenía una remera de Cielo Abierto-aportó Simón y Luz
se descolocó.
-¿Cómo dijiste? ¿De qué hablás?-dijo Luz, extrañada.
-Cielo Abierto -dijo Simón, confundido. La organización de
activistas...
-Creo que te confundís. No tenemos ninguna organización
registrada con ese nombre, Simón -dijo Luz, preocupada de
que Simón recordara ese nombre.
-A mí también me suena de algún lado -dijo Teo, y era
irónico, porque era la agrupación que él mismo había
fundado.
-Bueno, tampoco es un nombre tan original -concluyó Luz-.
En fin, encuentren a esos salvajes, quiero sus cabezas en mi
escritorio, ¿estamos?

Teo asintió y se retiró urgido. Quería comunicarse con


Tacho para verificar si ellos lo habían emboscado, aunque
suponía que no. A pesar de que la desconfianza mutua
había crecido con el atentado, igualmente combinaron para
hacer un encuentro en el bosque con el médico. Cuando
estaba arreglándolo, Jazmín se acercó a Teo sin que lo
notara y descubrió lo que estaba haciendo.

-¿Vas a ayudar a los salvajes? -preguntó ella, extrañada,


aunque fascinada.
Por supuesto, Teo lo negó, muy tenso, pero ella había
escuchado todo. A Jazmín la preocupaba que en realidad
fuera una trampa de Teo y que intentara cazarlos cuando
había un bebé recién nacido de por medio, por eso insistió
con las preguntas hasta que él reconoció que sí iba a
llevarles un médico, y no quiso darle más explicaciones.
-¿Es un plan para atraparlos a todos? ¿O los vas a ayudar de
verdad?
-Los voy a ayudar, así que ni se te ocurra abrir la boca o
extorsionarme para entrar en la Guardia Civil-dijo Teo, ya
que Jazmín había intentado varias veces ser admitida como
cadete y había sido rechazada.
-¡Te quiero ayudar! -dijo ella.
-¿Por qué?-se extrañó él.
-Porque son seres humanos. Tienen un bebito recién nacido,
hay que ayudarlos.
-Sí, pero ¿por qué vos querés ayudarlos?-indagó él.
-Bueno, a mí me conmueve. Lo raro es que vos quieras. ¿Por
qué, Teo? El se quedó pensativo, y finalmente se abrió con
ella y le confesó en parte lo que le estaba pasando desde
que había asistido al parto de Amado.
-No sé, siento que es lo que tengo que hacer. A mí me
entrenaron para ser frío, objetivo, distante, racional. En mi
estructura mental no hay dudas, no hay grises. Todo es
blanco o negro, absoluto: ellos son los salvajes, malos,
violentos. Y nosotros somos los buenos. No sé qué me pasa,
pero por primera vez, ya no tengo certezas absolutas. Ahora
todo me parece relativo. y lo que me cambió la mirada fue
ese bebé-le confió-. Vi nacer un bebé salvaje. Y ese bebé no
puede ser un asesino cruel. Es inocente, puro. Entonces la
verdad absoluta de que todos los salvajes son asesinos ya
es relativa, ¿no? Por eso quiero ayudar a ese bebé. ¿Soy un
pésimo guardia, no?
-Me encanta lo que te pasa-dijo ella, emocionada.

Teo se despidió de Jazmín y se fue con el médico fuera de


la urbe para encontrarse con los salvajes. Teo estaba
realmente nadando entre dos mares, en aguas peligrosas.
Todo el sistema de creencias que le habían inculcado estaba
chocando con el que siempre había tenido. Y eso había
ocurrido, en parte, gracias al nacimiento de Amado.

Cuando llegaron al lugar acordado, Teo detuvo la


camioneta y descendió junto con el médico y dio un grito al
aire para avisar que había llegado. Tacho estaba escondido
entre la vegetación, asegurándose de que no fuera una
emboscada. Cuando comprobó que Teo estaba solo, salió a
su encuentro, junto con Melody y Amado. Buscaron un lugar
al reparo, pusieron una manta y el médico se dispuso a
revisar al bebé, pero en una rápida inspección se dio cuenta
de que estaba amarillo: tenía ictericia, algo frecuente en los
recién nacidos, pero que requería poner al bebé unos días
en incubadora. Tacho y Melody se desesperaron porque
fuera de la urbe iba a ser imposible encontrar una.
Entonces, Teo les ofreció entrarlo. Tacho y Melody se
miraron tensos, nunca terminaban de confiar en él, y más
aún cuando Teo agregó que solo uno de ellos debía entrar
porque sería imposible hacerlo con ambos. Pero Melody
priorizó la salud de su bebé y tomó una resolución: le
entregó a Amado a Tacho y, desgarrada por tener que
separarse de su hijo, le pidió que entrara con Teo a la urbe
para atenderlo.

Luego del encuentro con salvajes y la balacera, los más


aterrados y escandalosos eran Ito y Mar, que no lograban
serenarse. Hope, entonces, les propuso hacer una sesión de
Virtual Life para distenderse, y ambos aceptaron de
inmediato porque eran adictos a cualquier cosa que les
permitiera evadirse y no pensar.

-No puedo parar de temblar -dijo Mar, estresada-. Podría


haber sido una carnicería eso.
-Yo vi la luz, man -dijo Ito. Vi mi vida pasar en un segundo.
-Y sí, en un segundo porque casi no tuviste vida. Pero
imaginate yo con la vida intensa que tengo, todo lo que me
pasó por la cabeza -dijo Mar-. ¡No se puede vivir así!
-Ay, lo loco que es esto del Virtual Life, ¿no?-dijo Hope
mientras preparaba el equipo-. Te meten un chip, una
historia que no es real y vos te la re-creés, la vivís como si
fuera de verdad.
-Ojalá la vida fuera así, percha.
-¡Tal cual! -concordó Ito-. Ser otro, un sueño.

Hope negó para si y les entregó un equipo individual, y


cada uno programó el tipo de experiencia que quería
vivenciar a través de la realidad virtual. Ito, por supuesto,
eligió un programa en el que él era un sex symbol
musculoso por el que todas las mujeres morían, sobre todo
Marianella, que lo deseaba casi con locura. Ella, por su
parte, eligió un programa musical, una recreación de la
película Flashdance.

Dentro del programa, Mar era una operaria de una fábrica


que usaba el lugar cuando quedaba vacío para practicar su
verdadera pasión: el baile. El turno había terminado y todas
las empleadas se iban. Una compañera le preguntó a Mar si
la esperaba.

-No, anda yendo, Normita-le respondió Mar, asumiendo su


personaje-. Yo me quedo a retocarme un poco el flequi que
con el casco se me empasta como una bujía. Nos vemos el
lunes. Descansen de esta vida sacrificada de obrera
industrial.
Una vez sola, Mar se cambió de ropa, puso música y
comenzó a bailar al ritmo de What a feeling. Y al tiempo que
la esforzada obrera desplegaba su verdadera pasión con
arte y talento por toda la fábrica vacía, alguien la espiaba,
con una sonrisa enamorada. Mar lo advirtió: era Simón, su
héroe. Ella entonces bailó para él, sabiéndose mirada,
deseada, amada. Y cuando estalló el estribillo de la canción
e Irene Cara cantó Take your passion and make it happen,
su héroe salió de las sombras y corrió hacia ella para unirse
en la coreografía; pero al llegar junto a Mar, ella se dio
cuenta de que no era Simón. Inexplicablemente, Thiago, el
salvaje más buscado, el mismo que la había insultado en el
muro, el mismo que acababa de ver en la balacera, había
aparecido en su Virtual Life, la tomó por la cintura, la
levantó en el aire y le dio un tremendo beso salvaje.

Mar se quitó los anteojos de realidad virtual, se quejó con


Hope por haber alterado el programa y se fue, muy airada.
Aunque sabía que era imposible que Esperanza hubiera
manipulado el programa, le resultaba intolerable admitir
que su mente le había jugado esa mala pasada. Así que
para reafirmar quién era ella y a quién amaba, salió a
buscar a su verdadero amor, Simón Arrechavaleta, héroe
condecorado de la Guardia Civil.

El se sorprendió por la vehemencia de ella, que le dijo a


borbotones cuán segura estaba de él, cuán enamorada y
cuán decidida a dar ese paso para afianzar la relación.
Simón estaba con sus propias dudas. Desde la llegada de
Valeria no había podido dejar de pensar en ella. Sin
embargo, Mar fue tan avasallante, y él se sintió tan culpable
que accedió a sus deseos. Ella reservó la sala de estudios, y
allí dispuso todo para tener un momento intimo con él.
Estaba decidida a todo para demostrar que ella no era
ninguna amadora de salvajes, sino que era una chica NE,
enamorada de su héroe.

-¿Qué es todo esto, Mar? -preguntó él, algo abatatado.


-Esto es que no puedo dejar de pensar en vos, en mí, en él-
se le escapó, porque, en efecto, la imagen de Thiago
besándola no se le iba de la cabeza-. En el coso, digo, para
qué le vamos a poner nombre a algo tan hermoso como lo
que pienso.
-¿De qué hablamos precisamente? -quiso asegurarse él.
-Ay, percho. Eso no se dice, se hace. Porque yo te amo, ¿OK?
-afirmó, queriendo autoconvencerse-. No hay otro hombre
en mi cabeza, ni en mis fantasías, ni en mis sueños, ni en mi
vida, real o virtual. Yo te amo, ¿OK? OK??
-Sí, lo tengo claro-dijo él, abrumado.
-¡Te lo aclaro más! Quiero que sepas eso, que yo te amo,
vos me amás, nos amamos, no existe otra cosa-afirmó y lo
besó-. Te amo, Thiago.
Aunque Mar quiso convencerlo de que Thiago y Simón eran
nombres prácticamente idénticos, como Julián y Fabián,
Simón se ofuscó muchísimo.
Los salvajes, pero ese en particular, le provocaban una ira
demencial. Se levantó del sillón y se fue del lugar, sin darle
tiempo a explicaciones. Mar corrió tras él, desesperada.
-Héroe, mi amor, mi vida, te juro que no dije Simón, ¡dije
Thiago! -él la fulminó ante el nuevo lapsus- ¡Al revés! ¡Dije
Simón! Me pongo nerviosa y se me traba la lentejuela. ¡No
seas percho! ¿Cómo voy a decir te amo, «Thiago» si ese
enfermo es el asesino de mis padres? El tipo que te dejó en
coma, ¡lo odio con el alma!
-Mar, dijiste «Thiago», y me imagino que no estarás
enamorada de él, pero no estuvo bueno escucharlo dijo
Simón e ingresó a su cuarto.
-¡No dije Thiago!-gritó Mar a la puerta cuando él la cerró,
pero una vez sola, no pudo dejar de admitir ante sí misma-:
Sí, dije Thiago.
Y no fue ese el único misterio que no pudo explicarse Mar.
Tampoco entendió por qué estuvo el resto del día pensando
en esa escena de Virtual Life. Tanto tanto pensó que
finalmente regresó al spa, tomó el equipo y volvió a activar
el programa. No sabía qué era esa fuerza que la llevaba
hacerlo, lo único que tenía claro era que no podía resistirse.

Rama se sentía muy frustrado. Se le había ocurrido una


idea para tratar de despertarse, y, de paso, despertar a
Valeria. Le había preguntado a Esperanza, que era su
memoria, qué cosas hacían él y Valeria cuando eran novios.
Hope le contó que les gustaba salir de picnic, comer
sanguchitos de salame y queso, turrones de avena, e ir a
ver despegar aviones. Rama no entendió cómo esas cosas
podían gustarles, pero las recreó e invitó a Valeria a hacer
un picnic. A ella no solo que no le evocó nada la salida, sino
que se mofó de él por sus gustos extraños y rústicos. Como
eso no resultó, Rama probó con cantarle la canción que
ahora sabía que había grabado ella. Y si bien Valeria se
sintió algo tocada por esa melodía, tampoco funcionó como
despertador.

Entonces Rama hizo un último intento, algo desesperado:


un beso. Esperaba que, como en un cuento, un beso los
despertara como a bellos durmientes, pero no solo no les
trajo ningún recuerdo, sino que a partir de eso Valeria le
tomó un poco de aprehensión.

Hope intentó animarlo cuando lo vio tan caído.

-Lleva su tiempo, es un trabajito de hormiga, hay que ir


haciéndole un peeling al cerebro, sacando capita por capita,
ella ya va a ir recordando.
-No, Hope, no hablaba de ella. Hablaba de mí, no me pasa
nada, no sentí nada. Estoy vacío, borrado, en cero. Te creo,
racionalmente, porque tuve pruebas y me cerró todo, ¡pero
no siento nada que me despierte!
Ella, para animarlo un poco, le propuso volver al bosque
para seguir intentando buscar a sus amigos. Con cierto
vértigo, se internaron en el bosque ansiando encontrarlos.
-¿Sabés cómo volver, no? ¿Te ubicás? -preguntó Rama.
-Obvio, mirame, soy toda brújula-aseguró Esperanza.

Caminaron varias horas, pero no encontraron nada ni


nadie, y como estaba haciéndose de noche, Rama propuso
volver y seguir buscando al día siguiente. Antes de regresar,
él se internó entre los árboles para orinar, y cuando regresó
al sendero, Esperanza ya no estaba allí. Rama no podía
creer cómo podía ser tan bólida de perderse estando a
pocos metros de distancia. La buscó unos minutos,
llamándola sin levantar demasiado la voz.

Cuando ya era prácticamente de noche, desistió y regresó


a la urbe, muy preocupado.

Los integrantes de Underground llevaron a Nina hasta un


aguantadero y la dejaron atada mientras discutían cómo
usar de manera más conveniente esa presa. Luca no salía
aún de su asombro, ni él ni Terra podían creer cómo los
había engañado. Pero ahí la tenían y era la mejor arma para
negociar con la jefa de Ministros. Sin embargo, el
entusiasmo duró poco porque cuando fueron a buscarla,
Nina ya no estaba. Alguien la había liberado. Había sido
Thiago, que los había seguido durante un buen trecho hasta
que vio la oportunidad de rescatarla. Huyeron raudamente
sin hablar, y recién cuando estuvieron a salvo y cerca de la
guarida, Thiago le pidió explicaciones. Y esta vez, por fin,
Nina se sinceró y admitió su secreto.

-Claro-dijo Thiago, aún impactado. Por eso cruzabas el


muro, por eso me soltaron cuando amenazaste con matarte,
y sabías qué contestarle al guardia de la camioneta. Sos la
hija de la jefa de Ministros-dijo él aún sin poder creerlo.
-¿Me odiás?-dijo ella.
-No, Nina, te amo más -dijo él, y la besó.
-Pensé que me ibas a odiar -dijo ella, muy sorprendida.
-No me gusta que me hayas ocultado la verdad, pero creo
entender por que lo hiciste. Supongo que pensaste que si
sabíamos que eras su hija, nunca te íbamos a aceptar.
-Me da vergüenza ser su hija, me duele. Yo quiero que me
sigan viendo como una de ustedes, porque es lo que soy
Thiago.
-Sos mucho más que eso -afirmó él y volvió a besarla.

Rama se preocupó mucho cuando regresó al búnker de


Esperanza y tampoco estaba allí. Era ya muy tarde cuando
logró que ella atendiera el celular. Hope seguía extraviada
en el bosque y no había tenido señal hasta ese momento.
Sin embargo, Esperanza le dijo que había encontrado una
cueva muy confortable y que no le daba ningún miedo
pasar la noche allí, sola. Esperaría a que se hiciera de día
para regresar. En verdad, estaba muerta de miedo, pero se
dio ánimos pensando que allí afuera, entre salvajes, estaba
más segura que dentro de la urbe. Se acomodó lo mejor que
pudo e intentó dormir.

Se despertó cuando empezaba a clarear y salió del


escondite que había encontrado para regresar al NE, pero se
detuvo cuando vio que a unos cincuenta metros alguien
cruzó raudo y decidido. Lo reconoció de inmediato: era
Luca.

Hope empezó a llorar antes de poder decir algo y fue tras


él, caminando con dificultad con sus tacos sobre ese terreno
fangoso. Luca se metió por una hondonada, avanzó unos
cuantos metros y luego se metió por una especie de
hendidura disimulada en las paredes de las alcantarillas.
Ella apuró el paso para no perderlo de vista.

Luca entró en la guarida y fue directo a la casa. Estaba


furioso. Esperanza emergió en el jardín de la guarida pocos
segundos después y no pudo creer que había pasado la
noche a escasos metros de donde estaban sus tíos. Luca
entró en la casa, enfurecido, e increpó a Thiago porque
había adivinado que fue él quien rescató a Nina. Estalló una
discusión entre todos: Luca enteró al resto del secreto de
Nina, y Thiago a su vez les contó los planes que Luca y su
gente tenían con ella. Y en medio de esa discusión irrumpió,
como una aparición, Esperanza. Llorando, con todo su
maquillaje corrido, temblando sobre sus tacos. Todos se
quedaron mudos al verla. Y ella no podía creer que, después
de haberlos buscado durante meses, la solución a todos
sus problemas había llegado así, de improviso, casi de
casualidad.

-¡Los encontré! -gritó con la voz ahogada, y corrió a


abrazarlos.
Titanic
 
Mar pasó toda la noche «virtualizando», y cuando se hizo de
día, la luz del sol le provocó ardor en los ojos enrojecidos,
pero lo que peor la hacía sentir era que hubiera preferido
quedarse en esa realidad virtual en la que se encontraba
con ese salvaje. No era como otros programas de Virtual
Life con los que había jugado, que si bien tenían un alto
grado de realismo, no llegaban a recrear sensaciones
físicas. Este programa tenía una intensidad que ella nunca
había sentido. Podía percibirlo con todos los sentidos, no
solo con el de la vista, sentía el olor de ese salvaje, el roce
de sus manos, el sabor de sus besos. Hasta se sentían más
reales que los besos reales que se daba con Simón.

Avergonzada, y arrepentida, como quien estuvo un largo


tiempo por la mala senda, se recriminó a sí misma ese
desliz peligroso y se obligó a retornar a la cordura. Ella no
podía fantasear con el asesino de sus padres, debía amar al
héroe que la había rescatado de él. Y por eso fue en busca
de Simón, con una idea. Lo encontró en su habitación,
estaba con Valeria, muy próximos en verdad, pero eso no le
importó a Mar porque venía muy decidida. Simón,
igualmente, quiso dar explicaciones.

-¡Mar! Estábamos charlando. -Y agregó: ¡En castellano,


eh! Nada de francés, ni...
-Te necesito, héroe-lo cortó ella.
Valeria, discreta, los dejó solos, y Simón, muy culposo, juró
y perjuró que nada había pasado con Valeria, pero Mar ni se
detuvo en el asunto.
-Ya sé, percho, si lo nuestro es irrompible. Vos me amás a mí
y a nadie más que a mí, como yo te amo a vos y a nadie
más que a.... que a nadie -dijo, atribulada.
-¿Estás bien?-preguntó Simón, viéndola rara.
-No, pero se me va a pasar porque te tengo a vos, que te
amo con locura. Quiero estar con vos, casarme con vos,
vivir con vos, tener ocho hijos con vos, ¿querés?
-Obvio que quiero -dijo él intentando sonar convincente.
-No ves que somos almas gemelas. Nos tenemos que
comprometer, ponernos unos anillos, no sé, algo. Hay que
dar un paso más, percho, ¿no te parece?
-Totalmente de acuerdo.
-Ay. ¡qué lindo el amor! Bueno, ¿cómo hacemos? ¡Ya sé! -
dijo Mar como si acabara de ocurrírsele. En unos días se
hace la fiesta medibacha
-¡Medieval!-la corrigió él, divertido.
-Sí, esa, la fiesta donde se presentan las parejas más
importantes de la urbe. ¿Qué te parece si aprovechamos y
presentamos en sociedad nuestro noviazgo ahí?
-¿Vos decís?-preguntó Simón, algo dudoso.
-¡Sí! ¡Me encantó! ¡Sos un genio! ¿Lo hacemos?

Simón la miró un instante. El también había pasado una


noche atípica. Desde que había llegado Valeria él estaba
sintiendo algo que jamás había sentido, algo que iba más
allá de la atracción física. Y ella parecía estar sintiendo lo
mismo. Esa noche, mientras Mar estaba perdida en sus
virtualizaciones, Valeria había descubierto a Simón
escuchando aquella canción que ella había escrito para él y
que Rama había encontrado. Esa canción era un misterio
para todos, y ahora también lo era para Valeria, quien,
aunque reconoció esa voz como propia, por supuesto no
recordaba haberla grabado, mucho menos, escrito ni en qué
circunstancias. De todas maneras, lo que les provocaba la
canción a ambos iba más allá del raciocinio y la lógica.
Además, en Simón, seguían asomando recuerdos, sobre
todo, los relacionados con ella, que él los interpretaba más
como fantasías que como recuerdos. Arrobado por la
canción y por Valeria, Simón se animó a confesárselo.

-No sé qué me pasa, Vale, pero yo escucho esto, te miro, y


se me acelera el corazón, me sudan las manos, se me cierra
el pecho.
-A mí me pasa lo mismo-confesó ella.
-Me vienen imágenes, como si te conociera de otra vida. Es
una locura, lo sé, pero desde el primer momento que te vi
me estoy conteniendo de hacer algo, Valeria.
-¿Qué?-preguntó ella sabiendo perfectamente qué era.
-Esto-dijo él y la besó.

Ella lo correspondió, y durante unos cuantos segundos, o


quizás minutos, el mundo desapareció para ambos. Ese
beso no era solo un deseo prohibido, ese beso era lo
correcto y le daba sentido a todo lo que estaban sintiendo,
se los reafirmaba. Fue allí, mientras se besaban, que
irrumpió Mar, por eso ambos estaban tan incómodos cuando
ella entró, y por ese motivo Valeria huyó apenas pudo.

Simón había quedado muy atribulado, por el beso y por la


sensación desagradable de haberle sido infiel a su novia.
Cuando Mar le habló de amor y de su deseo de anunciar su
pareja a toda la urbe en la fiesta, Simón sintió que tenía que
tomar una decisión, y por esa razón, cuando ella preguntó
¿lo hacemos?, él dijo:
-Sí. Lo hacemos. No se habla más. Te amo.
-¡Yo más! -dijo Mar y le dio un beso, que no se parecía a los
que se daba virtualmente con el salvaje, ni al que Simón
acababa de darle a Valeria.

Hope no podía parar de llorar, emocionada, escandalosa,


ruidosa, mientras abrazaba y besaba y estrujaba a Thiago,
Luca, Tefi, Melody, Kika, que la miraban impávidos. Nina y
Jony observaban la escena con extrañeza.

-¡Ay, tíos, no lo puedo creer! ¡Meses esperando este


momento! -gritó Ilorando- ¡Qué lindos que están! Vos, Tefi,
necesitás un bañito de crema urgente, pero estás hermosa.
¡Abrazo general! -gritó y armó una montonera-. A vos no te
tengo, pero igual te abrazo-le dijo a Jony, y lo hizo. Luego
miró a Nina, algo extrañada-. A vos sí te tengo vista. No sé
si no te vi adentro, ¿puede ser? Guys, ¿están seguros de
que esta no es una infiltrada? Miren que esto está lleno de
traidores, eh.
-Ya lo sabemos. Empezando por vos-le dijo Thiago, muy
serio.
-¿Cómo te da la cara para venir así?-le reprochó Luca.
-Afuera están todos los cazadores esperándonos, ¿no?-dijo
Kika.
-Okey, time out -dijo Esperanza-. My mistake. Me olvidé de
que ustedes no... Me dejé llevar por la emoción y no les
expliqué. Ya sé lo que piensan, tíos. Estuve con Vale y vi el
odio que nos tienen, también vi la trompada que le pegó
Tachito a Rama. Sé que están furiosos y que no entienden
nada, y es lógico, porque hay algo que no saben. Los chicos,
los que están del otro lado del muro, son todos víctimas. Les
lavaron el cerebro. Todos la miraron con la misma extrañeza
con la que la había mirado Valeria cuando se lo contó. Hope
les refirió todo su periplo, cómo fue su despertar en ese
mundo divino, pulcro y minimalista en el que todos estaban
hechos unos bólidos.
-Mar ahora es Marianella Molina Prado Rojo. O Mariacheta,
como le digo yo. Una nena rica, espléndida y tonta.
Imagínense la paradoja: yo despierta, Mar millonaria,
Nachito pobretón. Le inventaron que era el hijo de los
peones de los padres de Mar, la millonaria. Igual, Nacho,
siempre con aires de grandeza, obvio. Se hace llamar Ito.
-Pero ¿por qué lo hacen? -preguntó Luca, aún sin poder
procesar la información.
-Porque así se divierte la jefa. De perversa que es, una turra.
Se apropió de todos, los bolidizó, les cambió la vida, ¡y
encima la aman! -dijo Hope, angustiada-. Pero, a pesar de
todo, Mariacheta sigue siendo Mar.

Marianella estaba intentando deshacerse de la llave


volvedora esa del salvaje, era una manera simbólica de
terminar con él. Sin embargo, la llave parecía no querer irse.
La había arrojado al inodoro, y por más que había hecho
correr el agua varias veces, la llave no se iba. Luego intentó
tirarla por la rejilla del desagüe, pero tuvo que venir el
personal de ordenanza por que se había tapado. Al remover
lo que lo bloqueaba, encontraron la llave y se la dejaron a
Mar en el baño. Incluso intentó arrojarla lejos mientras
ensayaban una coreografía para la fiesta medieval, pero el
propio Simón la encontró tirada y se la alcanzó, sabiendo
que era suya. Mar estaba frustrada con esa llave que volvía
hacia ella como una paloma mensajera.

-Está re bólida, superficial, negadora - continuó Hope-.


Pero algo de su esencia sigue ahí, intacto. En lugar de
«perno», dice «percho». Pero en el fondo sigue siendo la
Mar intuitiva y solidaria de siempre. Y cuando se estresa, se
pone disléxica, se olvida de los nombres. Pero del único
nombre que no se olvida es del tuyo, Iaio.
Thiago se secó una lágrima y sonrió. Ninguno podía salir del
impacto del relato que les estaba haciendo Hope.
-¿Y por qué está con Simón? -preguntó Thiago.
-¡Porque no tiene idea, tío! No sabe ni quién es, y él menos.
A Saimon lo convirtieron en un robotito. Igual, adentro de
ese freezer que armaron con Saimon, sigue estando el
payasito simpático, tierno y culposo. Él no sabe por qué,
pero le viene una culpa tremenda cada vez que está con
Mar, somatiza, se desmaya, levanta fiebre todos sonrieron
un poco, pero luego Hope se puso muy seria-. Simón está
muy enfermo, chicos. Le toquetearon tanto el cerebro que
se está muriendo. Y Mar, muerta de culpa, lo cuida, trata de
darle un poco de amor, de cumplirle los deseos... Todos
recibieron con mucho impacto la noticia.
-¿Y Vale? ¿Está ahí escondida con vos? -preguntó Kika.
-No-dijo Hope-. Sorry, tampoco la pude salvar. No saben lo
que es ahora, de tumbera pasó a francesita refinada. Igual
cuando vio a Saimon se murió muerta.
-Y sí, si es la esposa, ¡se casaron gorda! -le informó Tefi.
-Bueno, ahí está la pobre, sufriendo sin saber por qué. Todos
sufren sin saber por qué. Porque, chicos, ese mundo feliz
que ustedes vieron es una tremenda mentira, ahí nadie es
feliz, todos están perdidos, vacíos, llorando detrás de la
máscara.
Melody quiso saber de Teo, porque si bien todos esos meses
había sido su enemigo, ahora los había ayudado con el
parto y había llevado a Tacho y Amado dentro la urbe.
-Sí, ustedes lo deben odiar, pero Teo es otra víctima más. Lo
transformaron en cazador. No puedo creer que los haya
ayudado con el bebé. ¿Ven lo que les digo? En algún lugar
de su interior, ellos están.
-¿Y Ramita también está así? -preguntó Thiago.
-Sí, si lo vieran... Rama ahora es Casanovas, le tira los
perros a cuanta mujer pase. Sorry, Kiku, pero es así. Igual ni
él se la cree. Tiene un vacío, el pobre. Hace poco le conté la
verdad. Al principió entró en shock, en negación, pero me
terminó creyendo. Y ahora es de los nuestros.
-¿Recuperó la memoria?-se ilusionó Kika.
-No, no se acuerda ni de cómo se llama. Pero me cree. Y
boqueteamos juntos para salir de esa burbuja. Pobre
Ramus, está en una situación horrible. Los otros al menos
no se enteran de nada. Pero él sí, él sabe la verdad. Y sufre
horrores. Ahora me ayuda y hace lo mismo que hice yo todo
este tiempo, tratar de despertarlos.

Rama entró a la habitación de Mar, donde ella estaba a los


arrumacos con Simón, festejando que se comprometerían.
Como solía hacer Esperanza, Rama los separó, convocó a
Jazmín y les hizo escuchar Que nos volvamos a ver, para
proponerles cantarla en el próximo acto. Era una excusa
para ver si algo les despertaba esa canción.

-Esa voz...-dijo Mar, escuchándose a sí misma cantar.


-Sí, ¿qué tiene? ¿Qué sentís cuando la escuchás?-se
entusiasmó Rama.
-Dolor de oídos. Por favor, lo que desafina esa percha. ¿Y
ese percho?-dijo ella acercando el oído; era una parte donde
cantaba Rama.
-Sí, ¿te suena?
-Mal me suena, ¡es horrible! Ah, bueno, qué voz de rubia
teñida tiene esa-exclamó en la parte en la que cantaba
Jazmín. Luego volvía a cantar Mar. Mmm, otra vez la del
principio. Sorda es, pobre. ¡Epa! Ese sí canta bien-dijo
cuando oyó la voz de Thiago-. El único, porque los demás...
-OK, no te gustó-dijo Rama, algo ofendido-. Buscamos otro.
No, no, el tema la rompe. Ellos cantan como pollos afónicos,
pero el tema es un diez.
-Bueno, a mí se me ocurrió esta coreografía -dijo Rama, y
les mostró los pasos que a su vez Esperanza le había
enseñado a él.
-Ahí está Ramitis, tratando de despertarlos-continuó Hope .
Y de despertarse él, porque ni él mismo se acuerda de todo
lo que le cuento. Qué destino el nuestro, ¿no? Siempre
extrañando, siempre deseando que nos volvamos a ver.
-Y Lleca tampoco se acuerda de nosotros? Una vez nos
vendió con los guardias.
-Ustedes son los salvajes, chicos. Les hicieron creer a todos
que son asesinos, secuestradores. ¿Cómo no les va a tener
miedo Llequita? Si lo vieran... El boncha ahora es un chetito
refinado del NE. Pero el barro le tira, no hay caso, y se
enamoró de una salvajita, mi tesoro.
-¡Paloma! -dijo Tefi, que en temas de chismes amorosos
estaba siempre actualizada.
-¡Esa! No la conozco, pero por lo que contó, es una india
que juega al fútbol y que habla al vesre. Y a él se le pegó,
tienen que escucharlo.

Lleca en ese momento estaba llamando a Paloma por


pedido de Alai, que había dicho que necesitaba pedirle algo.
Paloma estaba enojada con él porque había desaparecido, y
además les había hecho una emboscada.

-No, no, lo de la otra vez fue un error, te juro -dijo Lleca,


pero Alai, impaciente, le robó el teléfono y se presentó.
-Hola. ¿Vos sos salvaje, no? preguntó Alai, altanera.
-No, ¿y vos?-respondió Paloma.
-Quiero decir, vivís afuera, en el bosque, eso me dijo León. Y
de paso, de curiosa, ¿cuál es tu relación con León? ¿Sos
novia, amiga?
-¿Podés ir al punto, por favor? -se puso nervioso León.
-El tema es el siguiente-dijo Alai-. Yo soy adoptada y estoy
segura de que mis papás biológicos viven ahí afuera, creo
que son salvajes. Y necesito encontrarlos.
-¿Sabés cómo se llaman?
-No.
-¿Tenés alguna descripción, algo?
-Tampoco.
-No sé, pensé que podías preguntar por ahí, si alguno había
perdido a una hija que ahora tendría trece años-dijo Alai,
con total inocencia.
-¿Y qué querés que haga? No entiendo.
-Disculpá. ¿Vos cómo te imaginás que es acá afuera? ¡No
conozco a todo el mundo!
-Bueno, bajando el tonito -respondió Alai, brava, y León
intervino e intento recuperar el celular antes de que la
discusión pasara a mayores.
-Y ahí está Llequita, tironeado entre esta salvajita que lo
vuelve loco y otra pendeja divina que también lo vuelve
loco-continuó Hope-. Una de las hijas de la jefa de Ministros.
La más chiquita; la más grande no aparece nunca, dicen
que es una tarada.
-La otra hija es ella, Nina-dijo Thiago, incómodo,
señalándola.
-¡Ah, encantada! -dijo Hope como si nada.
-¿Así que Alai vuelve loco a Lleca? -preguntó Nina,
enternecida.
-Sí, tremenda, brava como ella sola.
-Yo hay algo que no entiendo -dijo Melody-. Teo, yo le dije
mil veces que era el padre de mi hijo, y él...
-Es difícil de explicar. Vos les podés decir las verdades mil
veces, ellos las ven, las escuchan, y al segundo ya lo niegan
y se olvidan.
-¿Es el novio de la jefa de Ministros? -preguntó Melody con
temor.
-Novio, no. Pero algo así. Igual, si te sirve de consuelo, cada
vez que está con ella le agarra un ataque de alergia que no
puede parar de rascarse. Cuando vi a Teo convertido en
cazador, me di cuenta de que estábamos en problemas. De
líder de Cielo Abierto a cazador número uno. Pero, por
suerte, algo de su fuego todavía se mantiene vivo.
Teo y Tacho estaban metidos en un lío de pañales y
mamaderas en la casa de Teo, que había ocultado a Tacho y
a Amado allí mientras esperaban la incubadora, de la que se
estaba encargando Jazmín, ya que se había ofrecido a
ayudarlo. La llegada de Jazmín era inminente, aunque
Tacho, claro, lo ignoraba por completo. Se escuchó un ruido
y Teo pensó que llegaba alguien.

-¿Pipi?-preguntó, pero nadie respondió.


-¿Vivís con la jefa? ¿«Pipi» le decís?-preguntó Tacho
extrañado.
-La jefa no es mi novia. Y Pipi es la mucama. Llora, ¿tendrá
hambre?
-Ojalá, si come quiere decir que está mejor. Mel me dio una
mamadera -dijo Tacho-. Hay que calentarla.
-¿Para que hierva? -preguntó Teo, dudoso.
-No-dijo Tacho, y dudó-, Bah, no sé. Maso... -Bueno, vemos -
dijo Teo y fueron ambos a calentar la mamadera, mientras
Tacho sostenía a Amado. Eran dos padres torpes y
primerizos.
-Qué mejor para esta yegua que usar a Teo para su propio
plan, ¿no? -continuó Hope, descargando su bronca
libremente contra Luz-, Puedo decir yegua delante de ella,
¿no?
-Sí, podés-la autorizó Nina.
-Pero bueno, él no está enamorado de tu mamá. Y ahí hay
otro problema, porque Teo está enamorado de otra persona.
Yo les juro que intenté, boicoteé, me peleé, todo para evitar
que Mar estuviera con Saimon, pero no hubo caso. Y con Teo
lo mismo. Chicos, yo sé que creen otra cosa, pero tengo que
decirles algo muy importante: ¡Jaz está viva!Todos
recibieron la noticia con mucho impacto y a la vez alegría.
Toda la información de Hope los abrumó y los llenó de
nuevos sentimientos. En un tiempo imposible, pasaron de
sentir odio y bronca a sentir compasión por sus amigos.
Debieron reconfigurar sus sentimientos y sus pensamientos
a una realidad muy difícil de asimilar.-¡Qué divino cómo
armaron la casita del bosque! -dijo Hope para alivianar un
poco.
-Sí, divino para verlo por fotos, gorda, ¿sabés lo que es
bañarse en esa cosa todos los días? -le dijo Tefi.
-Olvidate, no duro ni dos segundos en la Resistencia-
reconoció Hope.
-¡Por fin alguien que me entiende! Te hago una preguntita:
cuando le hacen eso, el lavado de cerebro, ¿duele?
-Eh, no, no sé, no me acuerdo, ¿por?
-Por nada, por nada-disimuló Tefi-. Pero, o sea, te borran los
recuerdos y ¿te dejan vivir ahí, en ese lugar divino?
Tefi quería seguir investigando sobre la vida en el NE, pero
Hope vio a Thiago más allá y aprovechó para tener un
momento a solas con él, al que veía muy atribulado.
-Iaio, mi tío preferido -dijo y lo abrazó.
-Contame más, Hope. ¿Sufre mucho Mar?
-No es que sufra así de sufrir, pero tiene un vacío, un
agujero en el pecho que la está matando. Ahora es fashion,
¿sabés? -Thiago sonrió, aunque con tristeza. Le encantan los
lunares. Y se divierte dibujándole lunares a las fotos de
chicos en las revistas.
-Yo la odiaba, Hope-reconoció él, culposo. A todos, pero más
a ella. La odiaba, y el otro día la vi y le dije de todo.
-Todos somos víctimas. Incluso Luz.
-¿Luz? ¿Qué Luz?
-Ah, cierto, tampoco saben eso. Resultó que la jefa de
Ministros es Luz, la hermana de Cielo.
-¿Qué?-exclamó Thiago, en shock.
-Sí, es increíble. Pensábamos que estaba muerta, pero no,
es ella.

Luz se apuró a atender cuando vio que la llamaba el señor


Jay.
-¿No pensabas contarme que hablaste con él?-dijo Jay,
con severidad y sin responder al saludo de Luz.
-¿Se refiere al Profesor? Señor, no lo iba a molestar por esa
pavada.
-¿Qué te dijo?
-Me amenazó con contarle una verdad a mi hija.
-¿Qué verdad?
-Nada-mintió ella-. Me estaba desafiando, no sabe nada que
me pueda comprometer.
-¿Qué más te dijo?
-Me habló de El sonido de la música.
-Tenés que cazarlo, Luz. ¡Ya!
-Muy bien, señor, así será.

Cortaron la comunicación y Luz puso a René a investigar


el paradero del Profesor.

-¡Claro! Por eso Nina es Inchausti-dijo Thiago, atando


cabos. ¡No lo puedo creer! ¿Pero por qué Luz nos ataca a
nosotros?
-Yo calculo que ella también tiene su cerebro lavado-
especuló Hope-. A veces la perdono, pensando que también
es víctima. El culpable de todo esto es un tal señor Jay, con
el que ella habla siempre. Pero nadie lo conoce.
-¿Cómo seguimos, Hope? ¿Cómo arreglamos esto?
-laio, lo bueno de que yo haya logrado salir es que ahora
ustedes van a poder entrar -dijo y le guiñó un ojo. Thiago se
iluminó.
Se debatió brevemente quién debía ir en una primera visita
de exploración y se decidió que iría Thiago, aunque Luca
protestó con vehemencia porque él también quería ir. Pero,
desde que se había unido a Underground y había atacado
con armas, en la guarida no confiaban en él, y por eso se
trabaron en una discusión.
-Como verás, hay divisiones en la Resistencia, Hope-le
explicó Tefi.
Finalmente, Luca lo aceptó y Thiago y Hope fueron hacia la
alcantarilla por la que entraba y salía Hope. Pero no fueron
solos: Melody estaba desesperada porque su bebé estaba
allí dentro, así que quiso ir. Kika también estaba
desesperada, su novio estaba adentro. Y Tefi tenía su propia
desesperación, estaba Miami allí dentro. Así que las tres los
siguieron y se encontraron todos en el búnker secreto de
Esperanza.
Al ver a Rama, que los esperaba allí, se abalanzaron para
abrazarlo, y Rama los saludó como presentándose. Cuando
lo saludo Kika, nerviosa, él le sonrió
-Me dijo Hope que vos eras mi novia.
-Soy-dijo ella, cohibida.
Y como le ocurría cada vez que algo de su vida pasada
llegaba a él, Rama tuvo un vahido y cayó redondo. Todos se
alarmaron mucho, pero Hope minimizó.
-Don't worry, le da por desmayarse este año-dijo Hope, y lo
reanimó.

Todos estaban allí porque querían ver a los suyos, aunque


sería muy peligroso subir así nomás, entonces a Rama se le
ocurrió una idea: ponerse una microcámara en el botón de
su camisa y transmitir las imágenes a una computadora,
para que todos ellos pudieran verlos desde allí abajo.

Luz le hizo un gesto urgente a René para que rastreara la


llamada cuando vio que la estaba llamando el Profesor.
-Quería ahorrarte el trabajo de localizarme, sé que tus
técnicos estarán rastreando la llamada que te hice hace
unos días. Que rastreen esta así les es más fácil. O te digo
dónde estoy y venís a verme.
-Podés venir vos, me encantaría que me visites -dijo Luz,
haciendo tiempo para que pudieran rastrearlo.
-Te agradezco, pero me da alergia el plástico. Cuando
quieras, te espero acá. Tengo hasta cine, te invito a ver una
película si querés -dijo él, mientras revisaba una pila de
películas antiguas.
-¿Qué crees que estás haciendo, Profesor?
-Estoy tratando de salvar todo lo que pueda del naufragio
que estás por producir, Luz. Estás manejando un barco
demasiado grande, y lo vas a hundir. Dale, venite y vemos
una peli. ¡Titanic! El clásico en blanco y negro, no la última,
porque esa, la verdad...
-Jay quiere verte -lo interrumpió ella.
-Invitalo también, que venga. ¿Te acordás de Titanic, no?
Analizamos el fenómeno en una clase. Lo del Titanic fue una
gran bofetada de la naturaleza al corazón de nuestra
soberbia. El transatlántico más grande, más lujoso, más
veloz, más poderoso de todos los tiempos fue hundido por
un insulso pedazo de hielo. Y vos, Luz, estás conduciendo el
Titanic y, sin saberlo, ya entraste en zona de icebergs.

Jazmín había conseguido la incubadora y la mandó a la


casa de Teo.

Ellos la pusieron en funcionamiento y colocaron a Amado


dentro, siguiendo las instrucciones del médico. Se quedaron
los dos mirando al bebé, que no dejaba de llorar.
-Sigue llorando-dijo Teo.
-Y mecelo-dijo Tacho. Capaz la genética ayuda. Cantale,
hablale. Teo no entendió a qué se refería Tacho con lo de la
genética, pero se quedó meciendo suavemente la
incubadora y cantándole una canción de cuna, mientras
Tacho fue a preparar otra mamadera. Los dos se miraron, a
la distancia. Antes, enemigos acérrimos, ahora unidos en
esta extraña situación, enternecidos por la presencia de
Amado.
-Por aquí y por allá, están emergiendo icebergs-dijo el
Profesor-. Pequeños, tal vez, pero que pueden hundir tus
sueños de soberbia, ¿Sabías que lo que sobresale de un
iceberg es solo una octava parte de su volumen total? Vos
ya detectaste pequeñas puntas de icebergs que asoman,
imaginate todo lo que hay por debajo de eso, ¡y vos no lo
ves! Luz lo escuchaba con inquietud, retorciendo su
lapicera.

Hope salió a la recepción y habló con disimulo al botón de


la camisa de Rama, donde habían colocado la camarita.
Abajo, en el búnker, Thiago, Tefi, Melody y Kika miraban
ansiosos todo lo que la cámara captaba.

-Acá siempre hay gente re-lookeada, caminan como si


estuvieran en un desfile, los bólidos -explicó Hope.
-Sí, estuve ahí-dijo Thiago-. Horrible lo que hicieron en el
Mandalay.
-¿Horrible? ¡Es genial! -exclamó Tefi-. Re-Miami, un aplauso
para el arquitecto que recicló todo el Mandalay. Vos deberías
revisar tus gustos, Thiago. El Mandalay era un carnaval
colorinche y cachudo, esto es nivel internacional, ¡viajen,
please!
-Cortala, Tefi-interrumpió Melody-. Hope, ubicá a Teo,
llamalo, quiero saber cómo está Amado, por favor.
-Melchu, él no sabe que yo sé que tiene al bebé, tengo que
buscar la forma, ¿entendés?
En ese momento aparecieron Lleca y Nacho, y todos vieron
conmovidos y comprobaron exactamente lo que les había
contado Esperanza. No solo el cambio que habían sufrido,
sino el odio que Ito tenía por los salvajes. De pronto, todos
se quedaron mudos: por detrás de Esperanza, había
aparecido la Gitana.
-¡Jazmín! -exclamó Thiago, emocionado.
Era ella, más luminosa y bella que nunca. Hope la abrazó y
trató de ubicarla de frente a la camarita para que pudieran
verla bien.
-Con ustedes, la Gitana más bonita del mundo... ¿No está
divina?
-Tremenda diosa la muy turra-reconoció Tefi-. Cuando la vea
Tachito la chapa hasta el 2090. Es una forma de decir,
Melchu-le dijo cuando registró que ahora ella era la novia de
Tacho.
-Tengo que contarles algo que no debería contarles, pero no
puedo no contarles-les dijo Jazmín en confidencia a Rama y
Hope. ¿Vieron la salvaje esa que estaba embarazada?
Bueno, tuvo al bebé y Teo la está ayudando, no es un
tierno? Les juro que me mata cuando tiene esos gestos
sensibles, siento que lo amo.
-Bueno, que lo amás es una forma de decir. ¿no?-dijo Hope,
mirando a cámara, como si se tratara de un programa de
televisión.
-No, siento que lo amo de verdad, y vengo dando vueltas
con él como una histérica, así que ya lo decidí: ¡me lo voy a
chapar a morir!
-¿Y si lo pensás un poco mejor?-sugirió Rama, abatatado.
-Hace cuatro meses que le quiero comer la boca, Rama.
Además es lo que necesito para ordenarme, hace un
montón que vengo perdiendo el tiempo con el salvaje ese,
Tacho. Pero se terminó. Mi hombre es Teo. Así que estoy
yendo ya mismo para su casa.
En el búnker, Tefi quiso consolar a Melody, suponiendo que
le dolería que la Gitana fuera a estar con Teo, pero Melody
reaccionó y se dio cuenta de que si Tacho estaba en la casa
de Teo y Jazmín estaba yendo hacia allí, se encontrarían, y
eso sería demasiado fuerte para Tacho, ya que él aún no
sabía que ellos tenían sus cerebros lavados, ni que ella
vivía. De alguna manera tenían que decírselo antes de que
ella llegara.
-Tiene razón, Hope-dijo Thiago-. Tenemos que hablar con
Tacho, o ir a buscarlo... -Pero de pronto se detuvo, en la
cámara había visto algo que lo paralizó- ¡Mar!
Hope acomodó a Rama para que se viera a Mar, y Tefi y
Thiago sonrieron al verla.
-¡Morci! -exclamó Tefi.
-Mi amor -dijo Thiago, con los ojos llenos de lágrimas.
Mar estaba furiosa porque, una vez más, había intentado
deshacerse de la llave y había vuelto a sus manos.
-¡Esta llave volvedora del salvaje ese que me sigue por
todas partes! Ya no sé qué hacer para sacármela de encima.
¡La odio! Tomá, Hope, por favor, hacé desaparecer esto.
-No, tenela -dijo Hope, siempre mirando a cámara-. Si te
encanta.
-La odio. Además, no sé si les dije, pero Simón y yo vamos a
presentar nuestra pareja en la fiesta medibacha. Nos
amamos. Nunca amé así en la vida. Él es mi locomotora de
la felicidad, mi chuf chuf de la pasión, mi ferrocarril de...
de... de la vida-dijo Mar sin saber con qué otra metáfora
exagerar un amor que no sentía.

A Thiago se le rompió el corazón, pero se recordó que esa


no era Mar, ni era su culpa, y que estaban allí para
ayudarlos. Así que le pidieron a Hope que les llevara ropa
del estilo NE: saldrían a la superficie e irían a buscar a Tacho
antes de que viera a Jazmín.
-Como bien decía Ovidio-continuó el Profesor mientras
colocaba la vieja cinta de Titanic en un proyector-, es como
la gota que orada la piedra, no por su fuerza, sino por su
constancia. Una pequeña y débil gota que con persistencia
va haciendo un agujero en la piedra. Estás muy segura de la
dureza de tu piedra. Y subestimaste la tenacidad de
nuestras gotas. Sos una Goliat que subestima a David. Pero
un agujero por acá, una caladura por allá, y tu Titanic
empieza a hundirse. «Niños y mujeres primero», esa es la
ley en un naufragio. Y vos, mi querida Luz, sos niña y mujer.
Salvate, y salvanos a todos-le imploró el Profesor. Luz no
pudo contestar.

Teo salió a hacer compras, y cuando regresó a la casa la


encontró limpia y ordenada.

-¿Vino Pipi?-preguntó.
-No, vino papi -dijo Tacho, señalándose-. Sos un bardo, me
cansé de barrer migas, sacarle la grasa a los platos, aspirar
pelusas. Y lavate las manos antes de sentarte a la mesa-dijo
Tacho-. Cociné goulash, es mi manera de agradecerte. Teo lo
miró extrañado, no recordaba, claro, que el goulash era su
plato preferido en su vida anterior. De pronto, se oyó el
sonido del handy de Tacho, era la voz de Thiago.
-Tachito, ¿me copiás?
-Te dije que apagaras eso-le dijo Teo-. Pueden rastrear tu
handy.
-Sí, ya lo apago, pará, a ver qué pasa. Te copio, Thiago.
Thiago y el resto estaban en ese momento en los ductos de
ventilación por los que Hope accedía a su búnker. Ya
estaban vestidos al estilo NE y apenas lograron tener señal
Thiago quiso comunicarse con él de alguna manera para
avisarle que Jazmín estaba yendo hacia allí.
-Tachito, ¡entramos! -le dijo Thiago.
-¿Qué dijo? -preguntó Teo, que algo alcanzó a escuchar.
-Nada, nada-evadió Tacho. Ya les corto. ¿Estás con Mel,
Thiago?
-Sí, acá estoy -dijo ella tomando el handy-.¿Y Amado?
¿Cómo está?
-Amadito está mucho mejor, mi amor. Lleva unas horas en
la incubadora y ya está recuperando el color. Mañana le
hacemos los análisis.
-Cortá, Tacho, los van a rastrear, no es joda esto -ordenó
Teo.
-Tacho, tengo que decirte algo-intentó hablar Melody.
-Esperá, Mel, yo te quiero decir algo vos: te extraño y cada
vez te amo más, ¿sabes? A vos y a Amadito los amo, y
vamos a estar siempre juntos, vamos a ser una familia.
Amado va a tener un mundo mejor porque nosotros se lo
vamos a dar, te lo prometo.
Melody, muy emocionada, no pudo responder porque se
largó a llorar, entonces Thiago retomó el handy.
-Tachito, escuchame, tengo que decirte algo... Pero en ese
momento sonó el timbre en casa de Teo, y este obligó a
Tacho a cortar y a apagar el handy, temía que los hubieran
rastreado ya. Tacho lo hizo. Teo le pidió que se escondiera
en el cuarto con el bebé y no saliera por nada del mundo.
Tacho arrastró la incubadora con Amado y se encerró en la
habitación. Teo fue a abrir, y ahí estaba Jazmín,
hermosamente vestida y con una botella de champagne en
la mano.
Thiago se dio cuenta de que el handy de Tacho estaba
apagado y se desesperó.
-Hay que decirle ya que Jaz está viva, no podemos esperar. -
Y comenzó a reptar hacia la salida.

Mar estaba en el spa, buscando a Hope, pero no la


encontró. Iba a irse cuando escuchó ruidos en el ducto de
ventilación y se extrañó. Primero pensó que podrían ser
ratas y se asustó, pero luego oyó murmullos y voces. Las
ratas no hablan, pensó. Entonces buscó una linterna y se
acercó al ducto. Abrió la tapa e iluminó el interior. No era
una rata, era algo mucho más grande, más lindo e
inesperado. Era el salvaje Thiago, y lo más increíble de todo
era que de su cuello colgaba la llave que ella le había dado
a Hope.

-¿Comiste? -preguntó Jazmín y entró, confianzuda, y


recorrió la casa con la mirada. ¿Dónde tenés al bebé?
-No sé de qué bebé hablás.
Ella tomó una mamadera apoyada sobre la mesa y se la
mostró.
-Está bien, entiendo que tengas que ser discreto. Es una de
las cosas que me gustan de vos. La sensibilidad es otra.
Quedate tranquilo, no pienso decir nada. Pero la mamá del
bebé, ¿está acá? ¿El papá?
-El salvaje, Tacho, no es el padre, si eso es lo que querés
saber-dijo Teo, y Jaz no pudo disimular la alegría que le dio
escuchar eso-. Hablemos en serio, Jazmín. ¿Qué onda con
Tacho?
-¿Con Tacho?-dijo ella, haciéndose la desentendida.
-Es evidente que ese delirio de querer entrar a la Guardia
Civil era para salir a verlo. Hay grabaciones que muestran
cómo saliste pintada al bosque. Y te interesás por él, por si
es el padre del bebé. ¿Qué te pasa con ese salvaje? La
verdad.
-La verdad-reconoció ella-es que no sé qué me pasa. Desde
la primera vez que lo vi, el día que lo atrapamos, sentí la
necesidad de acercarme a él.
-¿Pero por qué? Si sabés que es peligroso...
-Bueno, también es peligroso acercarse a Luz y vos lo
hiciste, ¿o no?
-Pero ese es otro tipo de peligro.
-No sé por qué lo hice, no lo podía evitar-reconoció ella.
-Entiendo -dijo él, celoso de ese salvaje que estaba en la
habitación contigua-. Yo no te puedo dar ese misterio que te
genera él, pero te puedo dar algo mucho mejor. Te puedo
dar algo mucho más real.
-Y por eso estoy acá. Lo que hiciste con esa salvaje y su
bebé, lo que estás haciendo, eso me conmueve. Me hizo
verte de otra manera. Lo que estoy intentando decirte es
que estoy enamorada de vos -dijo ella, directa, y Teo quedó
impactado.
Tacho estaba en la habitación, meciendo la incubadora para
que Amado no se despertara. Oía el murmullo de la
conversación: claramente, quien había llegado era una
mujer, y Tacho tenía mucho miedo de que fuera la jefa de
Ministros. Así que cuando se aseguró de que el bebé estaba
dormido, se acercó sigiloso a la puerta.
-¿No vas a decir nada?-le dijo Jaz a Teo, que se había
quedado mudo.
-No hay palabras reconoció él.

Entonces ella sonrió y le dio ese beso que tanto habían


ansiado ambos. Tacho maldijo esa urbe en la que no había
cerraduras para espiar como corresponde, así que tuvo que
entreabrir la puerta y vio a Teo besándose con la mujer. Ella
estaba de espaldas a Tacho, pero era rubia, de modo que no
era la jefa. Eso lo alivió, pero algo de la silueta de esa mujer
le produjo un extraño vacío en el estómago. Aunque no era
posible, esa mujer se parecía demasiado a Jazmín. No tuvo
que esperar más para confirmarlo: en ese momento, Teo y
Jazmín se separaron del beso, ella giró apenas y Tacho pudo
ver su rostro. Era ella, la Gitana, Jazmín, su bonita, la que
había llorado todos esos meses. La misma con la que
soñaba todas las noches. Ella, su novia, su mujer, su amor,
estaba allí, besándose con Teo Gorki.
Tacho abrió la puerta y avanzó como un fantasma
mientras los otros volvieron a besarse. Caminó hasta
pararse casi pegado a ellos, que percibieron su presencia,
se separaron y lo vieron. Jazmín se retrajo, sorprendida y
asustada. Y Teo fulminó a Tacho con la mirada por haber
salido. Tacho tenía su rostro contraído en un gesto de furia,
pero de pronto se desarmó por completo, sus piernas se
aflojaron, cayó sentado sobre el sofá, y se largó a llorar,
inconsolablemente.
Inmortal
 
Jazmín observaba a ese salvaje que lloraba con una tristeza
infinita, abrazado a sí mismo y con la respiración
entrecortada, y no lograba darle una explicación lógica ni a
lo que ocurría ni a lo que sentía. ¿Por qué no había podido
dejar de pensar en él desde el primer día que lo había visto?
¿Por qué había tenido ese impulso irrefrenable de salir al
bosque a buscarlo, a pesar del peligro, y besarlo, oculta
detrás de una máscara? ¿Por qué se había sentido
mortificada cuando pensó que Tacho era el padre del bebé
de la salvaje embarazada, y por qué se había aliviado tanto
al enterarse de que no lo era? ¿Por qué ahora sentía que se
iba a morir de dolor al verlo llorar de esa manera?

Tacho tampoco lograba salir de su laberinto. El mundo era


un absurdo desde el día de las explosiones, pero lo que
acababa de ver era más que absurdo. Jazmín había muerto
entre sus brazos. La había llorado cada día, y hasta había
puesto una lápida con su nombre en el bosque, para poder
hacerse a la idea de que ya no existía más. Pero ahí estaba,
viva. Y besándose con Teo. De todas las traiciones, esta era
la más letal.

Levantó la cabeza, los miró con odio y de un salto se


abalanzó sobre Teo. Tacho era un avezado luchador de
catch, y sus trompadas eran demoledoras, pero Teo tenía un
arma, y con una simple aplicación en el cuello lo desmayó.
Ambos miraron con estupor a ese salvaje tendido en el piso.
Teo se maldijo porque por un momento había pensado que
podía ayudarlos, olvidándose de la naturaleza ladina y
desquiciada de esos indeseables.

-¿Qué hacía en tu casa? -preguntó Jazmín cuando pudo


recuperarse del sobresalto.
-Lo estaba ayudando. Es verdad: tengo al bebé en el cuarto.
-Pero ¿por qué se puso así? ¿Por qué te atacó de esa
manera?
-No lo sé. Algo le pasa con vos, evidentemente. Tal vez me
usó, estas lacras son traicioneras. Su plan es matarnos a
todos y yo como un idiota me dejé conmover.
-Él parecía enojado, dolido. No lo justifico, pero no creo que
sea un asesino.
-Son manipuladores, Jaz. Me encantó lo que pasó hoy acá.
Hasta elmomento en que entró este loquito, claro. Fue
hermoso. Especial. Pero mejor andá ahora, ¿sí? Se dieron un
beso breve y ella se fue. Teo miró a Tacho, aún azorado por
su reacción.

Fue el llanto de Amado lo que minutos más tarde lo


despertó. Registró que tenía las manos atadas, una mordaza
y una tobillera. Teo estaba instalando un sensor en una
pared. Tacho, aún aturdido, le hizo gestos para que le
prestara atención a Amado.

-Sí, ya sé que le toca la mamadera, se la estoy


preparando -dijo y se acercó a Tacho, que forcejcó con furia
para soltarse. Teo, sin perder el aplomo, le advirtió: Si vas a
hacer un escándalo, no te saco la mordaza. ¿Te vas a
quedar calladito?
Tacho asintió, pero apenas Teo le sacó el bozal, empezó a
gritarle.
-¿No escuchás que llora? ¿Cómo lo vas a dejar solo?
¡Soltame!
-No te voy a soltar. Y no sé por qué no te entrego. Te
volviste loco.
-Yo no sé si a vos te lavaron el cerebro o te volviste así de
turro solito, como la otra.
Teo accionó el sensor y Tacho sintió una leve vibración en su
tobillo.
-Yo tengo que salir y no me puedo arriesgar con vos. Con
esto te vas a poder mover por el living y la cocina, para
darle de comer a Amado, pero no vas a poder salir.
-¿Qué hacés con Jazmín, basura? -preguntó Tacho.
-¿Ahora te tengo que dar explicaciones a vos? -se mofó Teo,
y juntó sus cosas para salir. Luego agregó: Ahí tenés todo lo
imprescindible para el bebé.

Cortó el precinto que sujetaba las manos de Tacho y salió.


Tacho corrió tras él, pero una pared invisible lo repelió.
Estaba preso entre paredes virtuales en la casa de Teo.

Ito y Simón disfrutaban de un infrecuente momento de


tranquilidad en el NE cuando empezaron a oír gritos
aterrados de Mar, provenientes del spa.

-¡Ausorro! ¡Soquilio! ¡El sodero!

Simón corrió de inmediato hacia allí. Ito fue detrás,


aunque temeroso. Mar los miró con desesperación y les
señaló el ducto de ventilación.
-Ramón, ¡llamen a los gordos! ¡Está el sodero! ¡Hagan
sonar la alergia!
-Se le trabó la cadena otra vez-dijo Ito- ¿De qué hablás?
-¡Thiago, el sodero! ¡Ahí, en el tubo de aspiración!
-¿El salvaje? -preguntó Ito, ya reculando.
-¡No seas cobayo, Raulito!
-Vayan para atrás -dijo Simón, y sacó su arma. Ito y Mar se
agarraron entre si, muertos de miedo, y Simón se acercó al
ducto. Los tres se llevaron un gran susto al ver aparecer a
Esperanza, riéndose, «tentada».
-Nah, nah, se mueren cuando les cuente -dijo Hope, e hizo
tiempo riéndose para pensar una excusa-. ¿Pueden creer lo
bólida que soy? Resulta que lavé mis push ups. OK, lo
admito, ¡uso push up! Cuestión que los colgué en la rejilla y
el ducto como que me los aspiró. Así que me metí a
buscarlos. Y cuando estaba llegando al final del túnel, se me
aparece Mariacheta con una linterna, imagínense el julepe.
-Ilusión miente, Ramón. Ahí estaba el sodero, yo lo vi, tenía
colgada la llave.
-¿Esta?-dijo Hope mostrándola. Antes de salir, para
disimular, se la había sacado a Thiago-. Me la diste para que
la tirara, ¿no te acordás?
-Y tirala, ¿qué esperas? -dijo Mar y la arrojó por el ducto. La
llave cayó frente a Thiago que seguía allí abajo, atento a lo
que pasaba en el spa. Viendo que Hope lo había resuelto,
agarró la llave y regresó reptando al bunker con Kika, Tefi y
Melody.
-Es horrible verlos así, con la personalidad cambiada-dijo
Thiago.
-Es que no son ellos-dijo Mel-, son como un hermano
gemelo.
-Un gemelo viviendo en Miami -agregó Tefi-. Sorry, chicos, a
mí me copa nuestra guarida hippie chic, pero el NE es otra
cosa.
-Lo importante es que la situación cambió -dijo Thiago. Ya
sabemos qué es lo que pasa acá, así que nuestro plan tiene
que cambiar. Ellos no están en peligro o sufriendo, ni en una
cárcel. ¿Cómo los ayudamos si no nos piden ayuda?
Tenemos que devolverles su identidad, y para eso tenemos
que entender contra qué peleamos, investigar la tecnología
que usan para hacer los reseteos, y ver si podemos revertir
ese proceso. Tenemos que estudiar cómo funcionan los
recuerdos, qué es la amnesia, tenemos que convertirnos en
expertos.
-¡Me copa! ¡Brain storming! -propuso Tefi, pero tuvieron que
aplazarlo porque llegó Hope con una noticia preocupante:
había regresado Jazmín y le había contado del brote que
tuvo Tacho en casa de Teo, y que ahora lo tenía de rehén en
su casa. Lo que habían querido evitar había ocurrido, así
que era imperioso ir a rescatarlo. Debían arriesgarse y salir
de los sótanos. Para eso, Hope les consiguió ropa y salieron
a las calles.

En ese momento en el NE, se desarrollaba el ensayo para


la fiesta de la noche siguiente. Decenas de parejas
practicaban un baile más bien de la época isabelina, con
máscaras venecianas, al ritmo de una canción estridente.
Un rejunte raro al que le habían puesto una marca y mucho
marketing: la Fiesta Medieval. Se suponía que tenía que ver
con el amor y con presentar en sociedad a los enamorados.
Y mientras Simón ensayaba la coreografía con Mar, se
preguntaba qué era el amor, aquello en nombre de lo que
bailaban. «Es algo volátil, hecho de aire, como decían los
griegos? ¿De qué está hecho? ¿Es causa o azar?», pensó, al
ver aparecer a Valeria en la sala. «¿Son dos cuerpos que se
encuentran? ¿O dos almas?».

Rama y Kika se habían quedado en el búnker. Como ella


era la experta en computación, intentaría conectarse desde
allí al servidor del NE para tratar de acceder a información
clasificada. Rama la ayudaba con el cableado, pero no
paraba de mirarla de reojo.

-¿Qué pasa, Choco? -preguntó ella, y como vio que él no


entendía, le explicó: Choco, por «chocolatito en Rama». Así
te decía yo. Pero no te angusties si no te acordás. A mí me
alcanza con saber que estás bien, ya iremos viendo.
-Debe ser horrible que tu novio no se acuerde de vos.
-Ya te vas a acordar. No hay disco rígido que se me resista. Y
no te sientas culpable. Aunque... hay algo que sí quiero
hacer, porque no me puedo contener-agregó con pudor-.
Besarte. Total, ahora que sos un Casanova, un beso más, un
beso menos...

Él se quedó mudo, tomado por sorpresa, pero sonrió, y


ella, impulsiva, lo besó. Rama cerró los ojos, intentando
sentir algo de su vida perdida. Pero no lo consiguió.

«¿Por qué cerramos los ojos cuando besamos a alguien


que amamos? ¿Amamos al otro o a la imagen que tenemos
del otro? ¿Por qué ese beso que antes te hacía temblar, hoy
no te produce nada? ¿Por qué se va el amor, y a dónde?»,
pensó Simón mientras con su mano apoyada contra la de
Mar, giraban, mirándose a los ojos.

Tacho intentó quitarse la tobillera, pero era indestructible.


De pronto, notó que se abría la puerta trasera de la casa y
se puso alerta. No imaginó que quien entraría sería Jazmín.

Ella no había podido pensar en otra cosa desde que lo


había visto. Ese salvaje lloraba por ella, le hablaba como si
la conociera; el desconcierto de él se había vuelto el
desconcierto de ella, y necesitaba entender. Por eso esperó
a que Teo se fuera para ir a verlo. Quedaron parados frente
a frente. Él la seguía mirando como a una aparición.

«¿El amor es una bendición? ¿O una maldición?», se


preguntó Simón mientras giraban en esa extraña danza. «Es
algo conveniente? ¿Es la unión de dos egoísmos? ¿Existe
una ecuación para el amor? Y si el amor es la unión de dos
almas, y esas almas son inmortales, entonces: ¿el amor es
inmortal?».

Jazmín estaba paralizada mirándolo, con iguales deseos


de huir que de besarlo.

-¿Es tu novio Teo? ¿Por qué, Jazmín? -preguntó Tacho, con


profundo dolor.
-¿Por qué qué?-dijo ella, desconcertada. -¡Por qué todo! ¡Yo
pensé que estabas muerta!
-¿Y por qué pensabas eso?-dijo ella, cada vez más
extrañada.
-¡Porque te vi morir! Porque me lo confirmó la jefa y... -Se
detuvo porque, de repente, una idea le dio cierta esperanza.
Quizás ella también lo creía muerto a él, y por eso había
intentado rehacer su vida, como él con Melody-¿Vos sabías
que yo estaba vivo?
-Sí -dijo ella, con naturalidad.
-¿Y por qué no me buscaste? -volvió a descorazonarse
Tacho.
-¿Para qué? -preguntó ella, que entendía cada vez menos.
-¿Qué pasó? ¿Se te fue el amor? ¿De un día para otro
dejaste de amarme, te vendiste a la turra y te olvidaste de
todo? ¿Así de simple? Me mataste, Jazmín. Estuve llorando
todos estos meses por vos y vos estabas feliz y de novia con
Teo.
Amado lloró, y ella, instintiva, se acercó para verlo y entró
en la zona de la que Tacho no podía salir, entonces él,
rápido, la agarró de una mano y la atrajo hacia si.
-¡¿Qué hacés?! ¡Soltame! -dijo ella, aterrada.
-¿Por qué, bonita? -dijo Tacho, casi llorando-. Yo te amo, Jaz.
Más que a mi vida.
Jazmín estaba temblando, pero aún así se dejó acariciar la
cara, la boca, y cuando él se acercó como para besarla,
cerró los ojos, entregada. Pero en ese momento se abrió la
puerta de una patada e irrumpieron dos guardias armados.
Tacho se sobresaltó y, en un impulso, agarró a Jazmín y
fingió tener un arma, para protegerse.
-¡Te acercás y la mato! -advirtió Tacho, y Jazmín empezó a
llorar.
Irrumpió la voz de Teo por el handy del guardia.
-¿Cuál es la situación?

Teo estaba en la oficina de Luz. Ella acababa de informarle


que habían estado vigilando sus movimientos ya que él le
había dicho que estaba haciendo gestiones para acercarse a
los rebeldes. Ya sabía que tenía a Morales y al bebé en su
casa y por eso había apostado guardias cerca del domicilio
de Teo, sin que él estuviera al tanto. Cuando vieron que
Jazmín había entrado y que podría estar en peligro, Luz dio
la orden de ingresar. Teo estaba desesperado, intentando
resolver la situación: quería asegurarse de que el bebé no
fuera atrapado, pero tampoco podía quedar expuesto frente
a Luz.

-Conectá la cámara que tienen los guardias en el uniforme


-le ordenó Luz a René, que lo hizo de inmediato, y tuvieron
imágenes de lo que ocurría en la casa.
-¡Suelten las armas! -gritó Tacho.
-¡Hagan lo que dice! -ordenó Teo y tanto los guardias como
Luz se sorprendieron.
-Que lo reduzcan, que tiren a la cabeza y lo desmayen,
Gorki-gritó Luz.
-Tiene a Jazmín, es peligroso-replicó él.
-No estás más a cargo -dijo ella, e intentó sacarle el handy,
pero Teo no se lo permitió.
-¿Qué hacés? -dijo Luz, estupefacta.
-Sé lo que hago-respondió él y ordenó a los guardias-:
¡Hagan lo que dice el rebelde!

Los guardias depositaron las armas en el piso, y Tacho les


ordenó que las patearan hacia él. Tomó una y sin darles
tiempo a nada desmayó a ambos. Jazmín ahogó un grito,
aterrada. Aprovechó que Tacho se acercó a los guardias
para chequear que estuvieran desmayados y huyó por la
puerta trasera.

En la oficina de Luz se habían quedado sin imagen porque


los guardias habían caído boca abajo. Ella miró con furia a
Teo.

-¡Traidor! -tronó ella. Él atinó a decirle algo, pero ella le dio


vuelta la cara de una bofetada-. Tenías a ese bebé
escondido en tu casa con ese salvaje y traicionaste a dos
subalternos tuyos para salvar a una alumnita del NE.
-¡Es un bebé que necesitaba ayuda y lo ayudé, ¿y? -estalló
él-. Me parece que un bebé queda afuera de esta guerra.
-¡Yo digo que queda afuera y qué queda adentro! -gritó, roja
de ira.
Mientras tanto, Tacho le disparó al sensor que había
colocado Teo y las paredes virtuales que lo aprisionaban se
desintegraron. Urgido, sacó a Amadito de la incubadora y,
aún empuñando el arma por temor a que hubiera más
guardias, salió de la casa, pero apenas abrió la puerta, se
topó con Rama, que llegaba. Frente a la casa estaban todos
sus amigos, que habían acudido a buscarlo, pero habían
mandado a Rama a tocar el timbre, por si estaba Teo. Al
verlo, Tacho se enfureció.

-La que me faltaba, otro garca traidor-dijo Tacho y lo


apuntó.
-Tacho, no! -gritó Hope, corriendo hacia ellos.
-Ah, están todos los garcas juntos acá-se indignó Tacho,
sintiéndose acorralado, pero de pronto vio llegar a Thiago y
detrás a Melody, que desesperada corrió a abrazar a su hijo.
Todos vestidos de blanco y negro como la gente de ese
lugar. Tacho no entendía nada-. ¿Qué hacen ustedes acá? ¿Y
así vestidos? Y con estos dos garcas?
-Ya te vamos a explicar, Tachito. Ahora nos tenemos que ir-
dijo Thiago.
-Pará, la incubadora, llevémosla -dijo Tacho.
-Yo te ayudo -le dijo Rama.
-¡Vos ni te me acerques! -le ladró Tacho.
-Rama es de los nuestros, Tacho-dijo Thiago-. Busquemos la
incubadora y volvamos a la guarida. Tenemos mucho que
hablar.

Les tomó todo el largo trayecto hasta la guarida explicarle


a Tacho lo que Esperanza les había revelado en su ausencia.
Tacho pasó por las mismas emociones que ellos y,
finalmente, por la noche, cuando ya estaban por acostarse,
Tacho pudo terminar de digerir la abrumadora verdad de lo
que habían hecho con sus amigos y con Jazmín.
-Cuando la vi sentí que me moría -le confesó a Melody
luego de dormir a Amado-. De alegría por un lado y de dolor
por el otro. La odié, Mel, con toda mi alma. Y ahora me
dicen que es una víctima. ¿Y vos qué sentís ahora que sabés
que Teo no es un traidor?
-La verdad, en algún lugar yo lo sabía. No entendía por qué
hacía lo que hacía, pero en el fondo, sabía que no era un
traidor. Me da mucha pena por él, pero me alivia pensar que
el padre de Amado no es una mala persona. ¿Y vos? ¿Qué
sentís?
-No sé. Tengo un huracán en la cabeza. Pero de lo único que
estoy seguro, lo único que sé, y te prometo, es que por más
que Jazmín esté viva yo no te voy a traicionar a vos.
-Jaz es el amor de tu vida, y está ahí. ¡Viva! No vas a ser un
traidor si volvés con ella.
-¡Sí! Porque te prometí que íbamos a formar una familia, y
además... yo te amo.
-Esto es una tragedia, acá nadie tiene la culpa de nada, si
vos volvés con Jazmín yo te juro que lo voy a entender, yo
sé que el de ustedes es un amor inmortal.
Tacho quiso negárselo y jurarle, pero ella no lo dejó
prometer cosas que ambos sabían que no podría cumplir. En
cambio, dijo que quería hablar con Teo para agradecerle por
lo que había hecho por Amado. Tacho le alcanzó un teléfono
seguro que Teo le había dado mientras estuvieron juntos
cuidando al bebé, para comunicarse.
-Yo también quiero hablarle; lo fajé, lo insulté....
-No le podés decir la verdad a Teo-le advirtió ella mientras lo
llamaba. Teo bajó un poco la voz cuando la atendió y le
preguntó cómo estaba el bebé.
-Mejor, ya volvimos y nos trajimos la incubadora. Teo, yo
quiero agradecerte por todo lo que hiciste. Yo sé que las
cosas están raras, pero cuando vos quieras, no sé, si tenés
ganas de ver a Amado, está todo bien.
-¿No te jode?-preguntó él.
-No. ¡al contrario!
-Con lo que pasó hoy en mi casa me están encima, pero
bueno, ya veremos.
-Cuando quieras y donde me digas, nos vemos. Quizás
podés venir acá.
-No creo que tus amigos confíen en mí como para llevarme
adonde viven.
-Yo sé que sos un tipo noble, yo sé quién sos, y los chicos
también.
-Gracias -dijo Teo, sonriente, y cortó. A su lado estaba Luz,
relamiéndose. Luego de la discusión que habían tenido,
naturalmente, lo habían sometido a un nuevo proceso de
reseteo. Teo se había olvidado de todo lo que lo había
acercado a Melody, a Tacho y al bebé. Era otra vez el
cazador gélido e impiadoso. Y en breve entraría en la
guarida.
El Despertador
 
Al día siguiente, durante el desayuno, el Profesor les explicó
algunos conceptos al tiempo que Jony intentaba captar
señal en un viejo televisor blanco y negro, para ver lo que
se veía por circuito cerrado en la urbe.

-Pensemos en lo que han hecho con los cerebros de la


gente- propuso el Profesor.
-Está de más aclarar que vos ya sabías esto, ¿no? -le dijo
Thiago con ironía. Y también está de más preguntar por qué
no nos dijiste nada.
-Por más que yo te diga que al lado tuyo hay un fantasma,
hasta que no puedas verlo, no me vas a creer-dijo el
Profesor y dibujó en un pizarrón dos círculos divididos por
una raya-. La psiquis humana funciona con este esquema:
por un lado, la conciencia y la preconciencia -dijo, señalando
el círculo de la izquierda. ¿En qué pensás Tefi?
-En que no engancha esa porquería -dijo ella por el televisor.
-Su conciencia, lo que piensa ahora -dijo el Profe.
-¿Cómo se llamaba tu papá, Thiago?
-Bartolomé
-Preconciencia. No está en tu conciencia, pero ante una
pregunta lo podés traer fácilmente. -Y luego apuntó al
círculo de la derecha, que era bastante más grande que el
otro-. Esto es el inconsciente, y todo lo que hay acá está
alejado de la conciencia por esta compuerta -dijo mostrando
la raya que dividía ambos círculos-. Y es acá donde está
nuestra identidad. ¿Cómo llegamos al inconsciente? O, más
bien, ¿cómo llega a nosotros? Hay momentos en que la
compuerta se relaja, se abre un poco y algo se filtra.

Simón sintió que una mano lo sacudía. Abrió los ojos y se


encontró con Octavio.
-Simón, ¡despertate! ¡Valeria se está ahogando!
Simón se despertó bañado en sudor, aún confundiendo
realidad con sueño. Cuando su mente se fue despejando, se
preguntó por qué había soñado con su hermano muerto,
cuando él no tenía hermanos.

-Cuando dormimos, la compuerta se entreabre un poquito


y el inconsciente se cuela en la conciencia, en forma de
sueño -explicó el Profesor.

Teo estaba en el centro de control esperando el llamado


de Melody para ir a ver al bebé, y así emboscarlos. Mientras
tanto, veía por televisión la apertura del acto en el que la
jefa anunciaría que el NE había sido elegido como sede para
las Olimpíadas. Jazmín participaba de la coreografía y él,
sonriente, le mandó un mensaje de texto: «Hermosa, me
encanta verte bailar». A los pocos segundos, recibió una
respuesta de Luz: «Supongo que con bailar te referís a lo
que pasó el otro día. A mí también». Ella se refería a un
encuentro íntimo que habían tenido, y Teo se quiso matar al
comprobar su error.

-Los actos fallidos: queremos hacer una cosa, pero,


involuntariamente, hacemos otra. Ese es el inconsciente
que se filtró-explicó el Profesor.
En ese momento, Jony logró sintonizar el televisor y vieron
la transmisión del acto que hacían por circuito cerrado. La
jefa de Ministros hablaba eufórica frente a un atril. ...
-El enorme privilegio de anunciar que nuestro querido NE
¡ha sido elegido como sede mundial de las Olimpíadas del
Nuevo Mundo! Es un orgullo que hayan reconocido a esta
institución donde se forman los líderes del futuro. Son ellos,
nuestros jóvenes, nuestro mejor capital. Ellos, que con sus
cerebros lavados...

La jefa se quedó petrificada. En la guarida todos se


miraron absortos.

-¡Privilegiados! Cerebros privilegiados, quise decir. -No


paraba de reír, nerviosa.
-Lapsus linguae!-anunció el Profesor, exultante-. Cuando
quiero decir algo pero digo otra cosa, y Luz nos acaba de
regalar un hermoso ejemplo-dijo riendo con ganas-. Sueños,
lapsus, fallidos... son señales que nos muestran cómo llegar
al inconsciente.
-Pero lo que está en nuestro inconsciente ¿es algo bueno o
malo?-preguntó Mel.
-Ni malo ni bueno, «es». Lo que la gente del Gobierno hizo
fue ponerles un muro entre su conciencia y su inconsciente,
y les bloquearon el acceso a su identidad.
-¿Y cómo se puede llegar hasta el inconsciente? -preguntó
Thiago.
-Hasta hoy, la práctica psicoanalítica ha sido el mejor
camino, pero ni somos analistas, ni tenemos diez años para
hacerles un tratamiento. Así que tendremos que inventar un
«psicoanálisis de acción», algo que pueda abrir esa
compuerta, algo poderoso, porque la jodita es que esa
compuerta, cuanto más la queremos abrir, más se cierra.
-¿Entonces?-dijo Tacho, impaciente y frustrado.
-Nadie dijo que iba a ser fácil, Tachito. Habrá que pensar
lateralmente, ¿no?

Ito estaba estresado, coordinando el acto, además de la


Fiesta Medieval con la que se cerrarían los festejos esa
noche. Cuando vio la decoración, estalló.

-Man, ¡esto está todo oxidado! Estas piedras parecen


roñosas, traigan algo más arriba, más moderno, la gente se
me va a deprimir con estos adornos viejos.
-Todo fue traído especialmente del Museo Medieval, Pérez-le
aclaró Rienda.
-¿Pero vos te pensás que los medievalenses siguen usando
estas cosas? Olvidate, si vas a Medieval ahora, están todos
en descapotables, alta tecnología, acrílico, leds...
-Pérez, ¿vos sabés que medieval no es un lugar, sino una
época, no?
-No me faltes el respeto, soy un tipo viajado, conozco el
medioevo, el evo entero, andá, no me hagas perder tiempo-
le dijo, y de pronto se quedó pálido al ver a León con Luz.

Unos días antes, la jefa había descubierto algunas


comunicaciones con salvajes a través del celular de León, y
ya sabía de su vínculo con Paloma y los materiales
prohibidos que había ingresado. Por esa razón, amenazó con
mandarlo a otra urbe, como castigo. León había apelado a la
solidaridad de su amigo, el becario, pero este, viendo en
desgracia a León, se despegó inmediatamente de sus
actividades prohibidas. Sin embargo, luego León tuvo su
oportunidad para vengarse.

El día anterior, mientras los chicos habían ido a la casa de


Teo a buscar a Tacho, Tefi no resistió más sus ganas de ir a
Miami, y se coló en el spa a hacerse tratamientos de
belleza. Ito la descubrió, y aunque al principio quiso echarla,
no pudo resistirse a esa paisanita y volvieron a los
arrumacos. León los vio y les sacó fotos, rencoroso.

Cuando Ito lo vio mostrándole unas impresiones a Luz,


pensó que lo había denunciado, y supo que debía huir de
inmediato, ya que la pena por vincularse con salvajes para
un funcionario eran severísimas. Metió algo de ropa en un
bolso, el poco dinero que tenía ahorrado, algo más que le
robó a Ramiro y a Simón, y se fue de la urbe. En realidad,
León no le había mostrado las fotos a Luz, sino que le
estaba pidiendo autógrafos para unos amigos; pero Nacho
ya estaba en medio del bosque.

No se había alejado ni un kilómetro cuando se dio cuenta


de que no tenía adónde ir ni recursos para sobrevivir. No
sabía qué mal elegir, si la cárcel en la urbe o ser la cena de
los salvajes. Pero no tuvo mucho tiempo para decidirlo
porque se topó con un rebelde.

-¡No me hagas nada, salvaje! Porfi, man, soy buen pibe,


re-prosalvaje.
-Callate-le dijo muy serio Luca, que era con quien se había
topado.
En la guarida estaban pensando en las palabras del
Profesor, y arriesgando ideas para derribar esa barrera en
las psiquis de sus amigos, cuando oyeron un grito
inconfundible:
-¡No me comas, man! Les sirvo más vivo que muerto, yo soy
el poder ¡Negociemos!
-¿Nach?-dijo Tefi, y en ese momento entró Luca, trayendo de
un brazo a Nacho, aterrado. Todos lo miraron impávidos. Ito
vio a Tefi y creyó comprenderlo todo.
-¡Ahora entiendo! Era una cama. Man, yo sé que me quieren
usar por que soy el becario de la jefa, pero les advierto que
ella no va a dar ni un centavo por mí.

Los chicos se miraron, la casualidad les había dado una


oportunidad única para intentar hacer lo que el Profesor les
había explicado. Quizás, si le encontraban la vuelta, podrían
lograr despertar a Nachito. Rápidamente intercambiaron
algunas ideas.

-Hay que pensar algo que llegue al inconsciente de


Nacho-dijo Thiago, y Tacho se rió.
-No, que dijiste «el inconsciente de Nacho», y nada, es
verdad.
-¡Ya sé! -dijo Thiago- ¿Qué identificó siempre al
«inconsciente» de Nacho? ¡La joda!

Ito los miró como si fueran una tribu africana haciendo un


ritual cuando pusieron música fuerte y comenzaron a bailar
alrededor suyo. Trató de seguirles la corriente, pero temía
que en cualquier momento el rito terminara con él dentro de
una gran olla de agua hirviendo. Los otros empezaron a
sentirse algo ridículos bailando alrededor de él, que los
miraba temblando. Entonces Thiago puso EL tema, el
llamado de guerra de Nacho. El Rap das armas volaría en un
segundo cualquier muro de su psiquis. Pero cuando todos se
pusieron a parrapapear como locos, Ito empezó a gritar y
quiso huir de esa macumba. Lo retuvieron y suspendieron la
fiesta.

Tefi, harta, se decidió por ir con la terapia de choque.

-Basta, Nach, vos no sos becario ni nada, a vos te lavaron


el cerebro.
-¿Qué? -dijo Nacho, perplejo.
Y como Tefi ya había hablado, decidieron revelarle todo lo
que sabían de los procedimientos que les hacían en la urbe.
El resultado fue que Nacho no pudo parar de reírse durante
veinte minutos.
-¡Lavaje de cerebros, bombas! Les falta hablar de viajes en
el tiempo y la completan, man-dijo entre risas-. Nah, me
matan.
-¿No escuchaste el discurso de la jefa, cuando dijo
«cerebros lavados»? -dijo Mel.
-Se equivocó, fue un error.
-No. Fue un «pitirosporum ovale»-le explicó Tacho.
-Lapsus linguae-aclaró Kika.
Thiago recordó algo más que les había dicho el Profesor
sobre el inconsciente.
-Lo curioso es que si queremos llegar a esa zona profunda,
la puerta se cierra. Pero si queremos darle la espalda, ella
viene a buscarnos. No se abre a la fuerza la ostra para llegar
a la perla, sino que es más bien como con el alcaucil, capa
por capa, hasta llegar al corazón había dicho el Profesor, y
Thiago pensó que decididamente la terapia de choque no
era la indicada. Sería preferible apelar a la emoción.
-¿Nunca sentiste algo así, raro, como un vacío? -le preguntó
Thiago.
-Man, no te quiero ofender, pero lo único raro para mí es
estar acá.
-No podés negarme que hay algo adentro tuyo que no te
cierra, ¿sabés que es? Vos mismo. Vos no sos el hijo de los
peones del papá de Mar. Vos sos el hijo del juez Adolfo Pérez
Alzamendi. Permitite dudar, aunque sea un segundo. Mirá
estas fotos. Nacho empezó a mirarlas, primero con
incredulidad, pero luego se fue estremeciendo
-Ella es Caridad. Por ella le decís Paisa a Tefi. Fue tu gran
amor -le contó Tacho. A Ito se le llenaron los ojos de
lágrimas, de pronto levantó la mirada y vio a esos chicos
que lo miraban llenos de afecto y ternura. Miró a Thiago y
casi llorando, le dijo:
-Thiago... ¡Me estoy acordando, man! ¡Me estoy acordando!
Todos comenzaron a festejar, entusiasmados. Habían
llegado al corazón del alcaucil.
-¡Despertaste! ¡Se despertó el cachetón!
Ito los abrazó, emocionado, como si se le hubiera descorrido
un velo y de pronto los hubiera visto. Estaban felices,
sentían que era una gran primera victoria sobre la jefa de
Ministros y su plan demencial. Sin embargo, cuando Ito
abrazó a Nina y le dijo casi llorando que no podía creer
haberse olvidado de ella, todos empezaron a sospechar. Y
cuando declaró que Jony era su gran amigo, ya todos se
dieron cuenta.
-No te acordás de nada, Nach-dijo Tefi. Estás mintiendo.
Y, acorralado, intentó huir hacia la salida, pero todos lo
detuvieron.
-¡Déjenme ir, salvajes sucios, villeros, ¡¡pobres!! -gritó, al
borde de las lágrimas.

Rama y Hope habían estado haciendo su propia terapia de


choque en el NE. Retomando el concepto de Un mundo feliz,
Rama consideró que la clave allí era que la gente no se
angustiara para que no se hicieran preguntas. Y eso era
palpable con Mar, que hacía esfuerzos demenciales por no
conectar con ese «vacío ». Decidieron que sería una buena
idea angustiarla. Probaron cantando canciones tristes,
infalibles, como Rasguña las piedras, o viendo películas
demoledoras como E. T., pero solo consiguieron profundizar
la propia angustia que sentían ellos, en tanto que Mar
seguía espléndida y haciendo sus tratamientos de belleza
para estar divina en la Fiesta «Medibacha». Sin embargo,
ocurrió algo ante lo cual Marianella no podría dejar de
angustiarse.

Simón estaba perturbado por esos sueños e imágenes que


lo asaltaban cada vez más seguido. No sabía, ni tenía cómo
saber, que eran sus verdaderos recuerdos emergiendo
desde su inconsciente. Pero en medio de esa confusión, lo
que surgió con más claridad, y con una contundencia ante
la que debió rendirse, fue el amor por Valeria. Y a ella le
pasaba algo similar. La atracción fue más fuerte que la
culpa o las buenas costumbres, y empezaron a besarse por
los rincones, buscando ocasiones para escabullirse juntos.
Así los encontró Mar: abrió la puerta de su cuarto y los vio
besándose. Con el mismo ímpetu con el que había entrado,
salió, sin que ellos hubieran notado que los había visto.
Rama y Hope, que habían sido testigos, la miraron
compadecidos. Lo que no había logrado Sui Géneris ni E.T.,
lo iba a producir la infidelidad de Simón.

-Mar, si necesitás llorar, nosotros te vamos a bancar-le


dijo Rama compasivo.
-Pobre de vos-dijo Mar, resuelta de pronto, y gritó fuerte
para que se oyera desde el cuarto: ¡Chau, Rama. Chau,
Hope, me voy a mi cuarto!

Rama y Hope se miraron con desconcierto al advertir que


Mar les daba tiempo a los otros para separarse. Luego entró
al cuarto, radiante y eufórica
-¡Héroe! ¡Qué bueno que estás acá! ¡Ya mismo nos
tenemos que ir a sacar la foto para la Fiesta «Medibacha»!
¿Estás nervioso? -Y de pronto pegó un grito, señalando el
televisor que estaba encendido. ¡No! ¡Me muero! ¡Salió!

Todos miraron lo que señalaba, era una publicidad de un


energizante que Mar había grabado pocos días antes. El
comercial era una seguidilla de situaciones en las que Mar,
interpretando a una colegiala, cometía muchas torpezas por
estar muy cansada. Derramaba el café con leche en el
desayuno, se dormía parada en el colegio, o de tan dormida
que estaba la encontraban intentando ducharse en la
cocina. Y cada vez que su amiga-personaje interpretado por
Alai-le preguntaba qué le ocurría, ella respondía:
-Ay, estoy RE-dormida.
-¿Por qué no probás con un Despertador? -le recomendaba
Alai y le ofrecía una lata de energizante.
Mar lo bebía, y partir de allí hacía todas las actividades con
un brío arrollador mientras una locución entusiasta de Mar
lo explicaba:
-¡Y mi vida cambió! ¡El Despertador es el energizante que
necesitaba! Lo podés tomar de día, de tarde, de noche,
cuando vos quieras. Es riquísimo y te estimula los reflejos
para estar despierta siempre y no perderte ni un solo
momento de tu vida. ¡Tené siempre a mano tu despertador
para vivir una vida bien despierta!
Mar miró a sus amigos, fingiendo taparse la cara por una
vergüenza que no sentía.
-¿Y? ¿No me van a decir nada? -preguntó ante el mutismo
de los otros cuatro. Están dormidos. ¡Necesitan un
despertador! -bromeó, y se llevó a Simón del brazo para
hacer las fotos para la Fiesta Medieval.

Hope y Rama se miraron resignados.

Harto de tanta mentira y falsedad, Rama necesitaba irse


un rato de la burbuja. Cuando Hope le avisó a Tacho que
Rama quería visitarlos, el rubio salió corriendo, feliz, a
buscarlo a la salida de la alcantarilla, para llevarlo a pasar
un día con ellos a la guarida. Rama llevó a Mina, que ya
estaba muy inquieta viviendo en los sótanos, y en la guarida
podría vivir en libertad. Rama además llevó todo para hacer
un asado, ya que sabía por Hope que hacía tiempo que no
comían carne.

Pero, al mismo tiempo que Rama llegaba a la guarida,


tuvieron que dejar ir a Nacho, al comprender que todos sus
esfuerzos eran en vano. No solo no pudieron despertarlo,
sino que habían logrado angustiarlo. Ito lloraba con
desolación, suplicando que lo dejaran ir. Thiago y Tefi se
acercaron a Nacho, mientras el resto mantenía a Rama, que
acababa de llegar, afuera, para que Nacho no lo viera.

-Man, por qué me hacen esto?-les dijo Ito, llorando-. Me


quiero ir.
-Yo sé que no te acordás, pero vos y yo nos conocemos
desde los cuatro años-le dijo Thiago, nostálgico-. Yo era
rubio y vos ya eras cachetón. Estuvimos juntos desde el
jardín. Siempre fuiste el chamuyero, el pirata, te gustaba la
joda, las minas. Tefi también te conoce desde los cuatro;
eran terribles los dos juntos, un par de chetos insoportables,
siempre refregándoles a todos que estaban forrados en
plata.
-¿Yo tenía plata?- se interesó de pronto Nacho.
-Mucha, gordo-le informó Tefi.
-Vos me bancaste cuando murió mi viejo. Y yo te banqué a
vos cuando murió la Paisa. Es una lástima que no te
acuerdes de ella, porque Caridad te cambió la vida.
-No sé de qué me hablan -dijo Ito, demasiado angustiado
ya- ¿Qué es esto, un juego cruel? ¿Antes de matarme se
divierten conmigo?
-No te vamos a matar, sos nuestro amigo, ¡te queremos!
¿No lo ves?-le dijo Thiago.
-¡No, man! -dijo Ito, estallando en un llanto desgarrador-. Me
están matando, mi vida esta allá. Déjenme ir, me quiero ir a
mi casa.
Debieron despedirse de él, con resignación, y Thiago lo
acompañó hasta la urbe.
-Yo te juro, salvaje, que voy a hablar rebién de ustedes, los
voy a defender cuando los traten de sucios y eso. «No a la
discriminación» va a ser mi lema.
-¿Te puedo dar un abrazo antes de que te vayas?-le pidió
Thiago, triste.
-¿Un abrazo y me dejas ir?
Ito accedió, solo por no contrariarlo. Pero ante el abrazo
afectuoso de su amigo, algo le ocurrió. No un recuerdo, no
un despertar, pero si sintió, por primera vez, que ese salvaje
no era su enemigo. Los interrumpió el teléfono de Ito, que al
estar más próximo a la urbe recuperó la señal. Era Mar
quien lo llamaba, alterada porque estaba por comenzar la
Fiesta Medieval y él no estaba allí y todo era un desastre.
Nacho le aseguró que estaba yendo. Pero Thiago, que había
visto que quien lo llamaba era Mar, había parado la oreja y
quiso saber de qué se trataba eso de la fiesta.

-Giladas, cosas nuestras. Nos disfrazamos así medio de


salvajes, y se presentan las parejas en sociedad. Y esta
amiga mía está histérica porque va a presentar a su pareja.
-Andá, Nachito-dijo Thiago, que se quedó pensativo
mientras Ito corría hacia la urbe. De pronto, negó con la
cabeza. Él no podía permitir eso, y salió disparado.

Hope se había recluido de la Fiesta Medieval en su búnker


con un pote de un kilo de helado, lamentando no tener ni
siquiera a Mina para charlar. De pronto se sobresaltó,
cuando llegó Thiago, agitado.
-¿Cómo no me dijiste de la Fiesta Medieval?-le reprochó
sin saludarla.
-Es una tontería, se ponen a bailar con máscaras, las
parejas están separadas y se tienen que encontrar mientras
bailan, se encuentran, presentan a su pareja en sociedad,
que acá adentro es como que están comprometidos, algo
así. Nada importante, olvidate-intentó minimizar ella-.
¿Vamos a la guarida? Hay asadito, ¿no?
-Conseguime una máscara, Hope-dijo Thiago, decidido.
-No vas a subir, Iaio, es muy peligroso.
-Hope, necesito despertar a Mar.

Un despertador, además de una bebida energizante, es


algo muy molesto que nos interrumpe el sueño, todos lo
odiamos, pero ¿qué sería de nuestra vida sin él? Si estamos
teniendo una pesadilla, vamos a agradecer que algo nos
despierte. ¿Pero quién quiere despertar de los sueños
felices? Y Mar estaba viviendo el suyo: una chica joven,
hermosa, rica, popular, amada por todos, se comprometería
con su héroe, un príncipe bello y elegante, que despertaba
suspiros a su paso. Era su noche.

La explanada del NE se había convertido en un castillo


medieval, solo iluminada por antorchas. Decenas de chicos
y chicas ataviados con trajes anacrónicos y máscaras
venecianas bailaban al ritmo de la canción marchosa y
ligeramente medieval. Los varones estaban en una fila y las
mujeres en otra, enfrentados. Girando y pasando de pareja
en pareja, cada enamorado debía encontrar a su par. Mar ya
había divisado a Simón, el más alto, el más lindo, el más
elegante, pero cuando se estaba aproximando a él, apareció
otro, de la nada, que la tomó de la mano y la apartó de la
ronda.

-No soy tu pareja, eh-le advirtió ella.


-Sos-afirmó Thiago y la llevó a un lugar apartado.
-¿Te conozco?-preguntó ella, algo estremecida al oír su voz.
-Soy tu Romeo, y vos mi Julieta.
-¡En tus sueños! -dijo ella, queriendo irse-. Tengo que volver
a buscar a...
-A mí me buscás, y yo a vos -la cortó él y la hizo bailar.
La música había cambiado, ahora se oía una suave melodía
algo melancólica.
-En serio, creo que estás confundido -dijo ella.
-Vos estás confundida. Ese «héroe» no es tu amor.
-Ojo, no te metas con mi héroe, que si se entera, te mata.
-Que me mate, no me importa. ¿Hice mal en sacarte de la
ronda? ¿Es un delito grave el que cometí? ¿Hay alguna
manera de que lo pueda solucionar?
-Y... dejándome ir-dijo ella, ya jugando.
-Mejor besándote.
-Ahí la que estaría cometiendo un delito sería yo, porque mi
pareja me está buscando.
-Sí, te está buscando, hace mucho, pero no allá. Tu pareja
está acá. Delante de ti.
Ella miraba los ojos de Thiago a través de la máscara, como
queriendo adivinar quién era ese atrevido que la subyugaba
de tal manera. Thiago avanzó un paso más hacia ella.
-Esto está mal -dijo de pronto, seria, poniendo distancia.
-¿Te gusta Romeo y Julieta? -preguntó él, y ella asintió,
entonces él le dio un beso suave que la estremeció-, «En tu
boca quedó el pecado de mis labios»-parafraseó a Romeo.
«Así que ellos mismos van a tener que retractarse, con otro
beso».
Y la volvió a besar. Ella cerró sus ojos y se perdió en ese
beso robado en la oscuridad de la noche. Luego de quién
sabe cuánto tiempo, Mar reaccionó.
-Pará. No, no, esto esta mal. ¿Quién sos?
-Soy el amor de tu vida.
-Dejame verte-le pidió ella, conflictuada. Y estiró su mano
para levantarle la máscara. Él la dejó hacer, y cuando ella
vio los lunares en su mejilla, se estremeció.
-¿Vos?-dijo impactada.

Él no respondió, solo volvió a besarla, hasta que se oyó la


voz de Simón, que la buscaba. Mar se separó de Thiago,
como volviendo en si. Él le robó un último beso, y le aseguró
que volvería, antes de irse corriendo y perderse en la
oscuridad.
Revolución Creativa
 
El asado ya estaba listo, y casi todos estaban al borde del
llanto por sentir ese olor luego de tanto tiempo de sopas y
ensaladas. Los inquietaba un poco que Thiago no regresara,
pero en verdad estaban más pendientes de la parrilla que
de su ausencia. Rama entró a la casa para buscar una
fuente y vio a Kika aderezando las ensaladas.

-Ya va a estar el asado, eh. A vos te gusta más jugoso o a


punto?
-Soy vegetariana yo-dijo Kika, tímida.
-Uy, perdoname. No sabía. Debe ser horrible que no sepa
nada de vos ¿No?
-No te metas presión. Ya vimos que cuanto más forzamos la
puerta, más se cierra.
-¿Por qué yo decía que vos eras mis ojos?
-¿Te acordás de eso? -se ilusionó ella.
Él reconoció que no, pero había estado hablando con Tacho
y aquel le había hecho un breve racconto de su historia
amorosa.
-Mina y yo te cuidábamos cuando quedaste ciego, éramos
tu guía. Un día te empezaste a olvidar de los colores, y
estabas muy mal. Entonces yo leí en un libro especializado
para no videntes unos ejercicios que recomendaban asociar
colores a sabores. -Arrancó una hojita de albahaca y se la
puso en la boca-. Te di menta, y te dije: ese es el verde. O te
puse harina en la cara y te dije: ese es blanco. ¿No te
acordás de nada, no?
-No-reconoció él, pero sonriente-. Igual, ya no pretendo
recordar, si viene, que venga solo. Más que recordar, lo que
espero es volver a sentir. Ella dejó lo que estaba haciendo,
conmovida, y se sentó junto a él.
-Desde hace rato, desde que me hicieron lo que me
hicieron, no siento nada. Estoy como vaciado, dormido. Y
me gustaría despertarme -le contó Rama.
-Sos como un bello durmiente-dijo ella, y le hizo una
caricia-. Ya te vas a despertar.
-Tal vez vos me abras los ojos otra vez, ¿no?

Ella sonrió, y Rama se acercó, tímido, y la besó. Ya no


pretendía recordarla, ni despertar. Simplemente se entregó
a sentir, y esa fue una revolución mucho más fuerte en él
que todos los intentos que había hecho hasta el momento
para recuperar su memoria. A partir de ese beso, no pudo
despegarse de Kika ni un instante.

Simón vio pasar a Mar corriendo hacia la residencia y


pensó que se había ofendido porque él se había quedado
bailando con Valeria, en lugar de buscarla a ella. La siguió
hasta su cuarto, pero ella se había encerrado y le gritó que
quería estar sola. El se quedó muy mortificado; ni imaginó
que en realidad ella estaba revolucionada por los besos que
le había dado ese salvaje shakespeariano. No dejó entrar a
Simón porque se sentía demasiado culpable por lo que
había hecho. De pronto, oyó golpecitos en la ventana, giró,
y vio al salvaje que le hacía señas desde allí.

-¡La bucanera de tu hermana! - ahogó un grito, asustada.


De todas maneras fue y le abrió. ¿Qué hacés? ¿Qué querés?
-Otro beso-dijo él, colgado de la ventana, era un Romeo en
el balcón.
-¡Estás loco! -dijo ella, ya reculando, pero atraída.
-Sí, por vos, mi amor -dijo él y se metió dentro del cuarto.
-No, vos me querés usar, sos el enemigo número uno de la
urbe, te querés aprovechar...
Pero él la calló de un beso. Ella se apartó un momento para
aclararle:
-No me gusta que me callen con un beso. -Y una vez
aclarado, le dio otro.
-Yo sé que pensás que soy un asesino -dijo él-, pero te voy a
demostrar que no es así. Yo te amo, y vos me amás a mí.
-¡Yo no te conozco, no te amo nada, percho!
-¡Perno, se dice! -la corrigió él, divertido.
-¡No me corrijas! -dijo ella, sin saber que lo mismo le había
reprochado infinidad de veces en el pasado.
-Qué linda sos-dijo él, muerto de amor, y volvió a besarla.
-No, basta, andá, te van a descubrir.
-Está bien, me voy, pero voy a mandarte un mensaje para
que nos volvamos a ver. ¿Vas a esperar mi mensaje
mañana?
-No. Chau-dijo ella y lo empujó hacia la ventana, pero antes
de que él se fuera le preguntó-: ¿Mañana a qué hora?
Él sonrió, le dio un último beso y se fue.
-¡Te metiste en el cuarto! -gritó Hope, escandalizada y
fascinada cuando él regresó al búnker y le contó- ¡Estás
crazy, Iaio! Contame ya qué hizo Mariacheta. ¿Recordó?
-Ni un poco, pero sintió lo mismo que yo, estoy seguro.
-Ay, Iaio, ¡le volaste las lentejuelas!
-¡Y ahora hay que volarles la peluca a todos! -dijo Thiago,
envalentonado. No puedo más, necesito tenerla de vuelta
conmigo, a Mar y a todos. Hay que aprovechar que ahora
podemos entrar. Hay que despertar a todos, no solo a los
chicos. Los pibes de acá viven en esta casita de plástico y
necesitan ver otras cosas. Nuestro error fue pensar que
había que hacerles recordar quiénes son, pero primero hay
que abrirles los ojos, que vean que hay algo más real que
esta vida artificial.
-¿Y cómo hacemos eso? ¿Con una intervención creativa?
-Hay que hacer algo más: una revolución creativa -
anunció él, tomó su handy y se comunicó con los chicos de
la guarida-. Chicos, tienen que venir para acá. Ya. Y anoten
lo que tienen que traer. Agarren un papel grande, porque es
mucho.

A la mañana siguiente, cuando los chicos del NE


despertaron, se encontraron con una situación muy
peculiar: toda la ropa de sus placares había desaparecido y
en su lugar les habían dejado ropa colorida, rara. Ropa de
salvajes. Como no tenían otra cosa, debieron vestirse con lo
que les habían dejado, y tampoco pudieron maquillarse,
porque se habían llevado todos los productos del baño.
Salieron a los pasillos a cara lavada y vestidos como
salvajes, y descubrieron que no solo sus guardarropas
habían sido intervenidos, sino que todo el NE estaba lleno
de colores. Las paredes grafiteadas, símbolos de la paz
multicolores hechos con tapitas de gaseosas. En los
televisores, donde siempre se veían imágenes sobrias y
frías, ahora transmitían el recital de Woodstock.

En el búnker de Esperanza, todos los chicos de la


Resistencia observaban divertidos las reacciones de los
alumnos del NE a través de microcámaras que Rama y Hope
tenían en su ropa. El Profesor estaba en la guarida,
designado de niñero de Amado, y mientras le cambiaba los
pañales, quería que le fueran transmitiendo minuto a
minuto todo lo que pasaba en el NE.

Ito, León y René miraban absortos lo que habían hecho en


la recepción. Aunque era evidente que había habido una
incursión salvaje durante la noche, nadie experimentó
miedo, como en otras ocasiones. Había algo agradable,
amable en lo que habían hecho. Como si les hubieran
preparado una sorpresa. De pronto, la música funcional
anodina e impersonal cambió. y comenzó a oírse a todo
volumen Revolution, de The Beatles.

-¿Y eso?-gritó Mar, aturdida.


-Muy pardo, man, muy salvaje, un horror-dijo Ito.
-No, che, está bueno, ¿o no?-dijo Rama, pero nadie pareció
secundar su opinión.
-Ahí está llegando Luz-les informó Hope con disimulo a los
chicos que estaban en el búnker-. Acá hay tal crisis, ¡y de la
buena!
-¿Qué significa esto?-dijo Luz, estupefacta, mientras leía
todas las frases mandalayas que habían grafiteado en las
paredes. En el centro de la recepción había una pila enorme
de libros, todos prohibidos. Había juegos antiguos: un sapo,
un balero, rayuelas dibujadas en el piso. Objetos antiguos
como máquinas de escribir, videocaseteras, cientos de VHS
de películas Los chicos se rieron y festejaron el gesto
desesperado de Luz, mientras esquivaba cachivaches para
subir las escaleras hacia el altillo.

Mar sospechaba que su salvaje besador algo había tenido


que ver con ese cambio. Y, como habían quedado, estaba
esperando que él se comunicara. Regresó a su cuarto, con
la esperanza de que entrara otra vez por su ventana, y se
encontró con un libro en su mesa de luz: Romeo y Julieta, de
William Shakespeare. Ella lo abrió, con el corazón acelerado,
y en la primera página había una inscripción con una letra
muy prolija: «Ya es hora de que Romeo y Julieta deje de ser
una tragedia». Mar sonrió, y al hojear el libro, descubrió un
agujero calado en el que había un pequeño handy
encastrado. Lo sacó, lo encendió y, tímida, dijo:

-¿Hola?
Thiago percibió que su handy vibraba y se alejó un poco del
grupo, se internó por los pasillos de los túneles y le
respondió, feliz.
-Hola. Te dije que me iba a comunicar.
-¿Por qué hacés esta locura?-dijo ella. -
-Porque el amor que siento por vos me saca todos los
miedos y la cordura.
-No, eso no es amor, no puede ser amor.
-Es. Y es un amor muy real, Mar.
-¿Y cómo sabés cuándo un amor es real?
-Simplemente lo sabés. Decime, cuando nos besamos, ¿Qué
sentís?
-Se me acelera el corazón, es como que mi sangre se
enloquece-reconoció ella. ¿Cómo se frena esta locura?
-No se puede, porque el amor es revolución.
-¿Esto es la revolución para ustedes? ¿Por qué lo hacen?
-Por amor.

Luz estaba recibiendo una reprimenda muy fuerte del


señor Jay. La seguridad del NE había sido vulnerada de una
manera risible, habían atacado la nave insignia. Luz intentó
mostrarse al mando, pero estaba muy lejos de poder
controlar la situación, porque pronto descubrió que habían
intervenido hasta su computadora personal, que
repentinamente se encendió y comenzó a proyectar un
fragmento de La novicia rebelde, el momento en que cantan
Do-Re-Mi, su canción preferida. Luz sintió la cachetada del
atentado en el corazón de su imperio, y para agravarlo,
recibió un mensaje de texto en su celular, de un número
desconocido: «Te espero en el Observatorio».

-La revolución es como el amor, a veces tarda en llegar,


pero cuando llega, no se puede frenar-le dijo Thiago a Mar.
-¿Y cuál es tu revolución? ¿Qué todos nos vistamos como
ustedes, que escuchemos lo que ustedes escuchan, que
seamos como ustedes?
-Nuestra revolución es que ustedes puedan elegir qué
escuchar, cómo vestirse y cómo ser. Ustedes viven en una
burbuja, una vida de película, sin saber que en las sombras,
por debajo, hay otra vida, latiendo. Y vos serías esa vida
que viene a sacarme de mi burbuja?
-Te da miedo la palabra revolución porque te suena a algo
que va a cambiar tu vida por completo. Pero en este caso,
revolución significa que todo vuelva a ser como debe ser.
Para empezar, vos y yo juntos.
-Basta, Thiago, me estás volviendo loca. ¿Qué querés?
-Verte otra vez. Si vos querés, claro. ¿Querés?
-Sí-respondió ella luego de una breve vacilación.

Luz llegó hasta la sala de estudios, sabía que a ese lugar


lo llamaban Observatorio cuando existía el Mandalay.
Atravesó la puerta, descendió la escalera espiralada y vio,
con estupor, que habían recreado con bastante fidelidad el
sótano en el que ella había crecido. Había un caballito de
carrusel, un pequeño escenario con un telón bien rojo.
Juguetes, pósters de sus películas preferidas. Durante sus
primeros diez años de vida, ella había vivido aislada con
Justina, que le había construido una burbuja, casi un
pequeño teatro; allí la niña creció en un mundo de
musicales y magia. Su madre la había mantenido entre esos
muros a fuerza de miedo al afuera, inventándole que en la
superficie había una guerra. Ese era el mensaje que los
rebeldes le estaban dando a la jefa de Ministros, ahora que
sabían que era Luz: «estás haciendo con el mundo lo mismo
que tu madre hizo con vos». Luz empezó a temblar, y el
golpe final fue cuando vio, entre todos los objetos, su
muñeca Alitas, su preciado juguete de la infancia. Luz se
sentó en el pequeño escenario. Junto a todos los objetos
pequeños, parecía un gigante vencido y triste, que comenzó
a llorar, con una tristeza para la que Luz Inchausti no estaba
programada.

Thiago regresó al búnker luego de hablar con Mar. Nina lo


miró y le preguntó dónde había estado. Él mintió que había
estado revisando los túneles por precaución, y ella fingió
creerle y volvió a mirar el llanto de su madre en el monitor.

-¿Cómo sabían que esto le iba a traer recuerdos de su


infancia? -preguntó Nina.
-Ya te lo vamos a explicar-dijo Thiago, evasivo. En ese
momento entró una llamada del Profesor, que estaba
ansioso por novedades.
-¡Lo logramos, Profe! -le dijo Thiago, exultante.
-Y sí, no esperaba otra cosa. Pero dame algunos detalles,
che. ¿Qué hace Luz?
-Está en el Observatorio -dijo Thiago-. Parece bastante
impactada.

El Profesor sonrió, tomó su celular y la llamó. En el


Observatorio empezó a sonar un viejo celular. Ella lo vio, y
atendió. Ya sabía quién era.

-Siempre te gustaron los golpes bajos. Sabía que estabas


atrás de esto.
-Es que sos muy intuitiva, Lucecita, el problema es que no
seguís tus intuiciones.
-¿Creés que mandándome mi muñeca y armando un collage
familiar vas a lograr algo?
-No sé, decime vos, ¿logré algo?
-¿Sabes qué lograste arrastrando a estos chicos a hacer
esta locura? Tragedia. Va a haber tragedia, Profesor. Y vos
sos el responsable de lo que va a pasar hoy. Luz le cortó,
furiosa. Ya era otra vez ella misma, no aquella, sino esta.

El Profesor, sonriente, volvió a comunicarse con los chicos.

-Muy bien, chicos. Vuelvan, nomás.


-No, qué volver -dijo Tacho. Recién estamos calentando
motores. ¡Hoy nos llevamos a todos despiertos!
-No, no-dijo el Profesor muy serio-. Retirada.
-No podemos retirarnos ahora, hay que aprovechar el golpe
de efecto -dijo Thiago.
-¡Dije retirada! -se ofuscó el Profesor, y gritó tratando de no
levantar voz para no asustar a Amado. Hay que conocer el
límite antes de que el límite te sopapee, no tentemos a la
desgracia, paso a paso. ¿Me escuchan?

Pero se produjo un ruido, una interferencia y perdieron


comunicación. El Profesor negó con la cabeza, muy
preocupado.

Desde que Thiago le había dicho que la visitaría, Mar


estaba ansiosa, en su cuarto, mirando por la ventana,
esperándolo. Se abrió la puerta y entró Simón. Tenía los ojos
rojos y un gesto de odio. La agarró de un brazo y la sentó
junto a él.

-Soltame, ¿estás loco, qué te pasa?


-¿A vos qué te pasa? -replicó él, sacado-. ¿Te encanta esa
ropa, no? Te encanta sentirte una salvaje más? ¿Por esto no
me querías hablar? Y le mostró su celular. Simón había
estado revisando las imágenes de las cámaras de seguridad
de la noche anterior para determinar cómo habían
ingresado los salvajes, y así había descubierto el momento
en el que Mar y Thiago se habían besado. Pausó la imagen
justo cuando ella le sacaba la máscara y lo señaló.
-Ponés como excusa lo del beso con Valeria, pero la verdad
es que sos la amante de un salvaje-dijo agitado, lleno de ira.
-Estás diciendo cualquier cosa. ¿No ves que me niego en el
video?
-Y por qué no lo denunciaste, por qué lo cubriste? ¿Vos
tenés algo que ver con esto que pasó en el NE? ¡Hablá!-
gritó, zamarreándola fuerte del brazo.
-¡Me estás lastimando, Simón! -gritó ella, sorprendida.
-¡Nunca imaginé que fueras una traidora! Y no te lo digo
como novio, te lo digo como guardia civil. Lo que estás
haciendo es traición.
-Soltame, me hacés mal -dijo ella, muy seria.

Él la soltó y se fue raudo. Mar se quedó impactada por el


modo en que la había tratado.

Rama entró al aula para dar su clase, aunque los alumnos


estaban muy inquietos por las acciones de los salvajes.

-¿Qué tema vamos a tocar hoy, profesor? -era la voz de


Kika.
Rama se dio vuelta y no pudo creer verla vestida al estilo
NE, sentada entre los alumnos.
-¿Y vos quién sos?-le dijo Valeria, algo hostil.
-Soy Francisca, de la urbe de Montevideo. Vine a tomar unas
clases por un intercambio.
-Exacto -dijo Rama. ¿Podés acercarte así intercambiamos
unas palabras? -Kika se acercó al escritorio y él le dijo por lo
bajo: ¿Qué estás haciendo? ¡Estás loca!
-Me divierto un poco, Choco, ¡estamos haciendo la
revolución! De pronto, una canción estalló en todos los
parlantes del NE, y los alumnos se miraron entre sí. Kika y
Rama, por supuesto, reconocieron las voces de sus amigos,
que estaban cantando Un día todo va a cambiar en el
búnker.

Simón y Teo estaban registrando el campus, para


determinar por dónde había entrado Thiago la noche
anterior, cuando escucharon la canción. Simón se oscureció
aún más.

-Ese enfermo la va a pasar muy mal cuando lo agarre.


-Tranquilo, Simón, estás muy sacado-le advirtió Teo.
-Esta vez te juro que no lo dejo ir-dijo, y salió hacia la parte
trasera. Jazmín y Mar estaban en su habitación, escuchando
la canción, y ahora los roles se habían invertido. Jazmín,
luego de haber visto el ataque de furia de Tacho, era la
asustada, y Mar era la que defendía a los salvajes.
-Tengo miedo, escondámonos, hagamos algo-dijo Jaz.
-Jazmín, cantan canciones, pintan cosas lindas, nos regalan
ropa, me parece que no entraron para matarnos.
-Tanto te puede cambiar un beso?-dijo Jazmín.
Por supuesto, lo primero que había hecho Mar luego del
beso fue contarlo en la aureola de amigas.
-Yo estuve tres meses escuchando tus cuentitos del bosque
con Tarrito, sin juzgarte, así que bajando la botamanga-se
quejó Mar.

Luz estaba en altillo, apretando los dientes de la furia. Ni


los guardias podían encontrar a ningún salvaje, ni los
técnicos informáticos podían determinar como intervenían
sus comunicaciones. Evidentemente tenían buenos hackers
trabajando para ellos, y, sin dudas, colaboradores internos.
De pronto, terminó la canción y en todo el NE se oyó la voz
de Thiago que empezó a hablarle a Luz.

-Sos vos la que tiene que despertar. ¿Te acordás del día
que saliste de ese sótano? De esa burbuja que te habían
armado. ¿Te acordás de quién estaba ahí? Nosotros. Y
ahora, cuando se pinche esta otra burbuja, también vamos
a estar nosotros, rescatándote.
Luz convocó de urgencia a Teo y a Simón en el altillo.
-Es grave y vergonzoso lo que pasó, ya va a haber tiempo
de buscar culpables. Ahora lo importante es sobreponerse a
esta imagen de debilidad que dimos. Así que encuentren a
alguno de los salvajes y, menos a Tacho y Thiago, que son
clasificados, mátenlo.
-Thiago es nuestro principal problema-dijo Simón.
-Vos vas a hacer lo que se te ordena, ¿está claro?
Encuentran a un salvaje que no sea ninguno de ellos, y lo
matan.
El Profesor no lograba comunicarse con los chicos y
conocía perfectamente el peligro que significaba tirar tanto
de esa cuerda. Por suerte, apareció Luca, lo dejó al cuidado
de Amadito y salió urgido hacia la urbe, para tratar de evitar
la tragedia que le había prometido Luz. El Profesor no se
equivocaba, los chicos estaban cada vez más
envalentonados con la revolución. Como Kika, que luego de
la clase, quiso ir por más.

-¡Estás loca! Es peligroso que andes así por el NE-le dijo


Rama.
-Para hacer la revolución hay que perder el miedo, ¿no? Y la
cabeza también-dijo, y lo besó.
Desde que se habían vuelto a besar no paraban de hacerlo.
-Ay, Choco, ¡hacía tanto que no me sentía así de viva!
-Me encanta, pero volvé al túnel, en serio, es peligroso...
-No, esperá, antes quiero hacer otra revolución. Necesito
perder la cabeza con vos. ¿Habrá algún rinconcito donde
podamos estar solos?-preguntó, y él sonrió.
Juntaron unas mantas y almohadones y se fueron a la
terraza. Se recostaron y ella le puso un auricular en el oído y
lo hizo escuchar Take my breath away
-Este es nuestro tema. Bah, el tema que yo escuchaba
cuando te extrañaba.
-Gracias-le dijo Rama entre besos. Por abrirme los ojos otra
vez. Gracias a vos por cambiarme la vida. Mi vida es un
antes y un después de vos.

Y entonces Kika, la tímida, la nerd, la lauchita de


biblioteca, enfervorizada por la revuelta que estaban
haciendo, comenzó a sacarle la ropa a Rama. Es que hay
muchas revoluciones, pero ninguna moviliza tanto como la
del amor.

No era Kika la única que había perdido la cabeza, también


Tefi venció el miedo y se fue en busca de su gran amor: los
productos de belleza. Se robó unos cuantos del spa y,
aprovechando la confusión que había, se escabulló hasta el
baño y se dio una ducha como la gente luego de meses de
bañarse con un balde. Así la encontró Ito, quien, aunque
estaba aterrado por el ataque, no pudo resistirse a la
paisanita.

Por su parte, Tacho tenía un sentimiento que lo estaba


carcomiendo. Desde que se había enterado de toda la
verdad, se sentía muy mortificado por cómo había tratado a
Jazmín el día que la había descubierto con Teo. Así que
cubrió su larga melena con un gorro negro muy NE, se
mezcló entre los alumnos que iban y venían y la buscó por
la residencia hasta que la encontró en su cuarto. Ella se
paralizó al verlo.

-Vos y yo tenemos una charla pendiente-le dijo él.


Esperanza agarró a Mar y, con la excusa de protegerla de la
amenaza salvaje, la llevó hasta la piscina, le dijo que se
quedara allí «por precaución» y fue a asegurarse de que no
hubiera salvajes en el campus. Pocos segundos después,
apareció Thiago.
-¡Vos! -exclamó enamorada, y luego intentó mostrarse
resuelta-. ¿Vos te volviste loco? No te puedo ver, ni tocar, ni
oler, ni menos que menos besar. Que te quede bien claro
que lo que pasó anoche...
Pero él la calló con un beso
- ¡Te dije que no me calles de un beso! Vos sos un salvaje
asesino, te debería denunciar. ¡Sos el asesino de mis
padres!
-Ya te dije que eso es lo que te dijeron, pero yo soy incapaz
de lastimar a alguien.
-¡No me enrosques! No me hagas sonrisita compradora, no
te aproveches de que estoy frágil y ¡pará un poco de
besarme, de besarme, de besarme!
-¡No puedo! -dijo él, besándola.
-Yo tampoco. Yo tampoco quiero, digo. ¿Y qué onda, Hope,
que me trajo acá, está entongada con vos? ¿Cómo hacés
para entrar a todos lados, percho?
-Tengo mis trucos -dijo él, la alzó y se tiró al agua con ella. Y
allí se besaron, sin miedo, sin conciencia de lo que hacían.
-Por favor, no me hagas nada-le dijo Jazmín a Tacho, que
estaba muy próximo a ella.
-Jamás te haría nada -dijo él, angustiado de ver que ella le
tenía pánico-. Solo quiero sacarme una duda: aquella vez,
en el bosque, ¿eras vos la que estaba pintada y me besó?
-No sé de qué me hablás -mintió mal.
-¿Segura? Tenía tu olor-dijo, acercándose a su cuello-.
Solamente quería disculparme por cómo te trate en la casa
de Teo. Algún día me vas a entender.
Él se separó de ella como para irse y ella lo detuvo.
-Tacho.
-¿Qué, bonita?
Ante esa palabra, ella se estremeció.
-¿Por qué llorabas tanto en la casa de Teo? ¿Por qué me
insultaste así?
-Porque estaba equivocado. Y te pido perdón. Yo quiero lo
mejor para vos. Tanto yo como mis amigos queremos lo
mejor para ustedes. Nunca te olvides de eso.

Se acercó, y le dio un tierno beso en la mejilla, muy cerca


de la boca. Los dos se quedaron así, unos instantes,
pegados, deseando besarse más que nada el mundo.

La revolución creativa había impulsado una verdadera


sublevación amorosa en el NE. Y así, al tiempo que Rama y
Kika tenían su primera vez en la terraza, Nacho y Tefi se
besaban bajo la ducha. Tacho y Jazmín no pudieron resistirse
a la atracción que sentían, y Thiago y Mar se besaron casi
con desesperación en la piscina.
Pero ninguna revolución es sin consecuencias. Simón, que
se había tomado como personal la cacería de los salvajes,
los rastreó como un sabueso revisando todas las cámaras
del NE, hasta que divisó a Mar y Thiago en la piscina.

Mar había salido del agua y estaba secándose a las


apuradas,

-Me tengo que ir. Salgo yo primero, vos esperá un poco.


No nos pueden ver juntos.
-Te voy a volver a visitar, lo sabés. ¿no?-le dijo él.
-Sí-dijo ella, le dio un último beso y se fue.
Thiago se quedó allí, secándose, con una felicidad que no le
cabía en el cuerpo, cuando de pronto escuchó:
-Se terminó tu revolución-era Simón, y lo estaba apuntando.
-Saimon-dijo Thiago-. Mirame, soy yo. Vos no sos así.
-¡Callate! Vos no sabés quién soy yo, pero yo sé quién sos y
sé qué tengo que hacer con vos. -Simón calibró su arma
para matar y volvió a apuntarlo. Thiago advirtió que Simón
no estaba alardeando y que iba a disparar, así que manoteó
un salvavidas y se lo arrojó, justo en el momento en el que
Simón disparó. Thiago se tiró sobre su amigo y comenzaron
a forcejear por el arma. Thiago no quería lastimar a Simón,
sabía que era una víctima, pero se había vuelto una lucha a
matar o morir. y Thiago peleó por su vida. Logró soltarle el
arma y patearla lejos, le dio un codazo y lo tiró al piso.
-Matame porque si me dejás vivo, te juro que te voy a matar
-le advirtió Simón.

Thiago ni siquiera respondió, lo dejó tirado y salió


corriendo.

Kika y Rama bajaron de la terraza como flotando,


riéndose, cómplices, plenos.
-¿Cómo pude vivir así todo este tiempo?-dijo Rama, y
aclaró-: Como muerto, dormido. Me sentí vivo otra vez,
¿entendés? Siento que tengo sangre corriendo por las
venas. No quiero estar más encerrado acá, me quiero ir con
ustedes.
-Choco, yo también quiero que vengas, pero vos y Hope
tienen que estar acá para ayudar al resto de los chicos, es
importante.
-Es que no soporto más. ¿Cómo hago para estar sin vos
ahora?
-No puedo creer escucharte decir eso -dijo ella, muerta de
amor-. ¡Estuve un año atrás tuyo! Y ahora te escucho y no
sé, me late que el nuevo Rama me ama más que el viejo.
-No sé cómo te amaba el viejo Rama, pero este está loco
por vos, te aviso. Y te va a estar agradecido por siempre por
hacerme sentir esto que sentí hoy. No sé si es muy pronto
para decirte esto, pero siento que te amo.
-Yo más-dijo ella y se besaron largamente. De pronto se
abrió la puerta de la piscina, y salió corriendo Thiago,
desesperado. Al ver a Kika, la manoteó de un brazo.
-¡Vamos a correr!
Rama se quedó confundido, viéndolos irse, hasta que salió
Simón del solarium; era un animal salvaje. Divisó a Thiago
corriendo más allá y apuntó. Rama se interpuso.
-¿Qué hacés Simón? ¿Cómo vas a usar armas en el NE?
-¡Correte!-le ordenó y corrió tras Thiago.

En la explanada estaban Mar y Jaz, sentadas en un banco,


comentando sus encuentros con sus respectivos salvajes.
Hope había agarrado a Tefi y Nacho infraganti y la llevó a
ella al depósito del bar para mandarla de regreso a los
túneles. Allí estaban Tacho, Melody y Nina, asomados,
preocupados porque los demás se demoraban en regresar.
De pronto, ellos y los demás chicos que había en el campus
vieron aparecer a Thiago y Kika corriendo. También los
vieron Teo y Luz, que estaban saliendo de la recepción, y
cuando apareció Simón con su arma empuñada
persiguiéndolos, comprendieron que desobedecería la orden
que le habían dado. Teo corrió para evitarlo, pero ya era
demasiado tarde. Simón los tuvo a tiro y disparó.

Rama, que venía detrás de Simón, palideció cuando vio


que Kika caía de rodillas. Thiago se detuvo y la vio tendida
en el piso, sus anteojos habían caído a su lado y se habían
roto los cristales. Thiago atinó a socorrerla, pero de pronto
una mano lo jaló de un brazo: era el Profesor, que se lo llevó
sin decirle nada hacia una puerta lateral. Thiago se resistió,
gritando y llorando, desesperado, no quería dejar a Kika ahí,
pero el Profesor se impuso y lo alejó.

Todo el campus se volvió una demencia. Los guardias


corrían para apartar a los alumnos que miraban la escena
impactados, al tiempo que dos paramédicos corrieron a
socorrer a Kika. Simón había quedado paralizado, su arma
humeante en la mano, miraba a esa chica que, aunque
intentaban revivir, ya estaba muerta porque el arma estaba
calibrada en su máxima letalidad. Mar y Jaz se largaron a
llorar, no lo sabían, pero esa desconocida que se estaba
muriendo había sido su amiga. Desde el depósito, Melody,
Tacho, Nina, Tefi y Hope observaron todo sin poder creerlo y
con la insoportable impotencia de no poder hacer nada.

Rama se acercó a Kika con paso errático. Al llegar vio una


semisonrisa en su rostro, mientras los médicos inútilmente
hacían maniobras de resucitación. Kika fijó los ojos en él,
que ya estaba llorando, en shock, recordando las palabras
que ella le había dicho pocos minutos antes, cuando le
contó quién era ella.

«Cuando era chica-le había dicho Kika-, la vida que quería


estaba del otro lado del televisor. El chico que amaba
estaba en una película. Y yo solo era una espectadora.
Hasta que apareciste vos y me revolucionaste. De mirar mi
vida con la nariz pegada la tele, pasé a ser yo la
protagonista. Dejé de esperar. Y salí a buscar lo que quería.
Salí a luchar. Porque de eso tratan las revoluciones, de
luchas. De sacrificios».

Rama vio como los médicos le cerraban los ojos a Kika y la


subían a una ambulancia, y lloró con una sensación de vacío
que no había sentido jamás. Todo su cuerpo estaba
paralizado, no podía caminar, ni mover un solo músculo,
solo podía llorar por el sinsentido de que Kika hubiera tenido
que ser el sacrificio de esa revolución. Pero Kika se había ido
con una sonrisa, porque solo ella sabía que había empezado
ese viaje con una valija, recortes de diarios y una vieja
Esperanza que le hablaba de una misión que iba a descubrir
viajando en el tiempo. Kika se iba plena, porque sabía que
ella había cumplido su misión. Era otra, había descubierto
qué deseaba y había aprendido a luchar por eso, y estaba
lista para seguir su viaje sabiendo tres cosas: que no hay
tiempo, que no todo es lo que parece y que el amor es la
más creativa de todas de las revoluciones.
Vacío
 
La muerte de Kika produjo un cataclismo tanto en la guarida
como en el NE. Aún los que no habían despertado quedaron
muy impactados. La imagen de Simón disparando y
matando a una chica no se les borraba, y aunque el discurso
oficial de Luz fuera que había sido el propio salvaje quien la
había usado como escudo a su compañera y la había dejado
abandonada, a todos ya les costaba seguir creyendo en ella.
Rama sentía un dolor insoportable, un vacío, que es algo
muy diferente a no sentir nada, sino todo lo contrario, es
sentir ese agujero en el centro del pecho que te absorbe
como una aspiradora. Se le hizo imposible seguir
disimulando en la urbe; por eso, y a pesar de que no era
conveniente, se fue a la guarida a instalarse con sus
amigos. Allí por lo menos no tendría que fingir indiferencia
ante la muerte de quien había sido su gran amor. Porque
aunque él no había recordado a Kika, lo que sintió esos
pocos días de romance que tuvieron no recordaba haberlo
sentido nunca.
En la Resistencia, además, todos se culpaban por haberse
quedado cuando el Profesor había ordenado la retirada.
-Igual, nadie tiene la culpa, ¿no, Profe? -le dijo Tacho al
Profesor, esperando su palabra reconfortante, pero el
Profesor no les quitó ese peso.
-¿Y desde cuándo es malo hacerse responsable de las cosas
que hacemos? Obviamente que todos tienen
responsabilidad. Se la creyeron, se cebaron y ahí tienen el
resultado.
-¡Los chicos no mataron a Kika! -saltó Luca en defensa de
sus amigos- Fue esa lacra de la jefa, ¡ella es la responsable!
-Y ustedes la conocen, y sabían que lo que estaban
haciendo era muy peligroso. Pero se creyeron poderosos,
sobrestimaron su suerte, le cantaron una canción, le
mojaron la oreja y pensaron que ya habían ganado. Se
excedieron y lo pagaron caro. Murió Kika, y todos, de una u
otra manera, somos responsables.
-Bueno, si nos vas a torturar con que somos culpables,
mejor andá-le dijo Tacho
-Responsables, dije, no culpables. De lo que hablo es de
hacerse cargo y, chicos, yo soy el más responsable porque
yo los mandé a hacer esa acción, los motivé y no los pude
frenar a tiempo. A veces me olvido de que son jóvenes
impulsivos. Los mandé a esta guerra sin chaleco antibalas. Y
la verdad es que esta guerra es mía.
-¿De dónde conocés tanto a Luz? -preguntó Thiago.
-Fue mi alumna, la conozco de chiquita -dijo el Profesor,
sorprendiéndolos, ya que siempre era evasivo en sus
respuestas.
-Ah, sos un capo como profesor entonces-dijo Tacho con
ironía.
-Yo daba clases en el Instituto de Formación para Jóvenes
Líderes. Luz sobresalía entre cientos de chicos brillantes. Ahí
la formaron para ser lo que es hoy.
-¿O sea que vos eras de la Corporación?-dijo Tacho,
sorprendido.
-Chicos, ahora hay que asegurarnos de no cometer dos
veces el mismo error y hacer que la muerte de Kika haya
tenido un sentido.
Pero de todas las personas a las que la muerte de Kika
había conmovido, el más afectado era el victimario. Luego
de haberle disparado, Simón había quedado como
catatónico y lo tuvieron que trasladar al centro de
monitoreo, donde permaneció casi una semana sentado
mirando a la nada. Casi no comía, y afirmaba no tener
recuerdos de lo ocurrido, solo un blanco total. Luz no le
creía, suponía que era un ardid para zafar del castigo por
haber desobedecido su orden, porque ella tenía muy claro
que ese disparo era para Thiago. Sin embargo, los mapeos
cerebrales confirmaban la conmoción que Simón expresaba
tener. Recién una semana después recobró cierta
normalidad y pudo articular una conversación con alguien.
Lo condujeron a la oficina de Luz
-Lo que tuviste fue una crisis nerviosa que se
desencadenó, obviamente, a raíz del «lamentable » episodio
que protagonizaste.
-Lo sé -dijo él, muy arrepentido.
-¿Por qué desobedeciste mi orden?
-No sé, le juro que no entiendo cómo me pudo pasar algo
así, me enceguecí.
-Vos entendés que yo no puedo correr el riesgo de tener a
un guardia civil con predisposición a enceguecerse, ¿no?
-Lo entiendo perfectamente.
-Por otro lado, todo el mundo te conoce como un héroe, sos
de los más queridos en nuestra Guardia Civil. Así que voy a
reincorporarte al servicio. Con algunas limitaciones -se
anticipó Luz al ver la cara de sorpresa de Simón. Vas a
permanecer confinado al NE, quiero que seas el encargado
de la seguridad, sin portar armas. Y también quiero que
investigues qué fue lo que pasó con Ramiro Ordóñez.
Desapareció el día de la muerte de la salvaje, pudieron
haberlo secuestrado. Encargate de eso.
-Entendido. Y gracias por darme esta oportunidad, prometo
no defraudarla.
Simón regresó al NE y se dispuso a investigar el misterio
de la desaparición de Ramiro; estaba seguro de que para
obtener esa información solo debía seguir a Esperanza. No
se equivocó, porque la descubrió encerrada en un cubículo
del baño, avisándole entre susurros por teléfono a Rama
cuándo y dónde se haría el entierro de Kika. Simón tomó
nota mental de lo que escuchó, fue a su cuarto y sacó un
arma que tenía escondida.
Thiago se estaba preparando para acompañar a Rama
junto con Tacho hasta el lugar donde enterrarían a Kika
cuando se le acercó Nina y le hizo una pregunta.
-Yo sé que quizás no es el momento, pero no aguanto más
y necesito saber la verdad. ¿Qué pasó con Mar?
Thiago se tensó ante su pregunta, y ella quiso sonar
comprensiva, después de todo, no podía juzgarlo-.
-Si pasó algo, lo entiendo, te lo juro, pero te pido que me lo
digas porque la duda me está matando y necesito saberlo,
Thiago.
Thiago le mintió porque sintió que Nina no se merecía un
dolor más, y le aseguró que no había pasado nada entre
ellos.
-¿Seguro? No es que no lo vaya a entender, pero no quiero
hacerme ilusiones.
-No pasó nada-aseguró Thiago, y se fue con Tacho y Rama.
Pero su mentira tuvo patas muy cortas, porque sin darse
cuenta se dejó el handy allí, y Mar, que hacía días que no
tenía noticias de él, no aguantó más y le habló.
-Hola..., vos, este..., Thiago, ¿me copiás? -dijo Mar en un
susurro. No es que te quiera hablar, pero necesito que me
expliques qué fue todo lo que pasó. Bueno, no sé si me
estás escuchando. Y tampoco sé por qué te busco si tendría
que odiarte, pero la verdad, necesito verte. Desde que nos
besamos que no dejo de pensar en vos.
 
Nina se sintió morir, apagó el handy cuando vio entrar a
Jony, muy preocupado, y ni oyó lo que dijo porque estaba
muy aturdida. Agarró su campera y se fue.
Lo que Jony le dijo y ella no oyó era que lo preocupaba la
excursión de Tacho, Rama y Thiago porque había
descubierto algo. El Profesor le pidió que se explicara.
 
-Con Kika nos habíamos puesto transceptores. Si algo salía
mal, podíamos rastrearnos, Kika lo tenía en un aro. Se ve
que no le sacaron los aros, porque sigue transmitiendo, y si
se lo hubieran sacado se hubiera cortado la transmisión. -
Nene, aprende algo: si vas a dar una mala noticia, ¡sé
breve! -le gritó el Profesor-
-¿Qué pasó?
-Pasó que el lugar donde están yendo los chicos no es
donde está el cuerpo de Kika.
El Profesor palideció e intentaron alertarlos, pero ya era
demasiado tarde Luz y Teo habían deducido que la incursión
de los salvajes no habría sido posible sin uno o más
infiltrados en el NE, y tomando esto en cuenta decidieron
dejar correr el rumor del falso lugar del sepelio de Kika,
suponiendo que harían lo que hizo Hope: comunicarlo a sus
cómplices. Por eso, cuando Rama, Tacho y Thiago llegaron al
lugar, se encontraron con una fosa vacía y un osito de
peluche. La advertencia de Jony y del Profesor llegó tarde,
porque ya estaba allí Teo, apuntándolos.
-Bienvenidos. Esta vez, por favor, sin pavadas, si no quieren
perder a otro.
Tacho vio que Teo era otra vez el cazador glacial de antes, y
dedujo que habrían descubierto que los ayudaba y le
habrían vuelto a lavar el cerebro.
-Teo, por favor, yo sé que vos creés que nos odiás... -atinó a
decirle Tacho, pero Teo les ordenó callarse de un grito y
avanzó hacia ellos para esposarlos. De pronto se oyó un
disparo, y Teo cayó como fulminado. Detrás de Teo estaba
Simón, que acababa de desmayarlo. Thiago, Tacho y Rama
no entendían qué estaba ocurriendo. Simón los miró muy
serio y, de pronto, soltó su arma y corrió, llorando, a
abrazarse a Rama.
-¡Perdoname, Rama, perdón! -le suplicó, y los tres se
miraron perplejos.
Toda esa semana que Simón había pasado como catatónico,
no mentía cuando decía que se sentía vacío. Su mente se
había vaciado de pensamientos y de emociones. Y desde
ahí, desde el vacío más profundo, su alma se había
empezado a colmar. Como un pulmón que se llena de aire,
su mente se había inundado de imágenes y sensaciones.
Las murallas de las que lo había liberado Kant colapsaron
del todo y volvieron todos sus recuerdos. En el instante
mismo en que mató a Kika, Simón comenzó a recordar, y
desde entonces había fingido frente a todos. Cuando
escuchó a Hope pasándoles las coordenadas, adivinó que
sería una trampa y fue a socorrerlos.
-Perdoname, Rama. Yo no quise, les juro que no era yo.
-¡Volviste, Saimon! ¡Volviste! -dijo Thiago, emocionado, y los
cuatro se abrazaron.
Simón comprendía que había estado vaciado, pero ahora, su
alma era suya otra vez.
En la guarida la sorpresa fue enorme cuando llegaron con
Simón, y celebraron al enterarse de que había despertado,
porque eso les daba esperanzas de que a todos los demás
pudiera pasarles lo mismo. Simón les contó que hacía
tiempo que había empezado a tener algunos flashes,
recuerdos breves, imágenes, pero que a partir de lo de Kika
todo se había vuelto vertiginoso, como una avalancha.
-Es raro lo que siento -les explicó. Como que se me mezcla
todo en la cabeza, tengo recuerdos de antes, de mi vida
real, junto con otros, de ahora, de la vida de guardia civil,
como si fueran dos películas mezcladas.
-No sabés lo que daría yo por recordar una sola escena de
mi vida real-le dijo Rama.
-¡Al menos vos te despertaste! -le dijo Simón. Es horrible
darte cuenta de lo que hicieron con todos. No sé si sabés,
Thiago, pero Mar y yo...
-No eras vos, Simón -dijo Thiago, comprensivo-. Ni Mar es
Mar. Por supuesto que me dolió, pero, bueno, sea lo que sea
que pasó entre ustedes, ya pasó.
-Sí, eso pasó, pero lo que hice con Kika no pasó, ni va a
pasar.
-Vos no la mataste-le dijo Rama, compasivo.
-¡Sí, yo la maté! -dijo Simón, ofuscado-. Y no me importa si
me lavaron o no la cabeza, fui yo, Rama, yo le disparé y me
estoy muriendo de la culpa. A vos intenté matarte, Thiago.
Sentía odio por vos, todavía lo siento, pero a la vez sé que
sos mi hermano, y te quiero. Es horrible esto, no sé cómo
explicarlo.
Luca los interrumpió y les dijo que Jony había descubierto
algo que quizás podría ayudarlos para terminar con esa
tragedia y despertar al resto. Todos miraron a Jony, que
explicó que, a través del transceptor que tenía Kika, había
logrado captar una señal del sistema encriptado de la
Corporación. Todos se preguntaron cómo era posible y
dedujeron que el cuerpo de Kika seguiría allí. En efecto, el
cuerpo estaba en un tubo metálico, y la jefa había ordenado
que le practicaran algo llamado Protocolo 187. Por esa razón
el cuerpo de Kika seguía en la oficina gubernamental y, a
través del chip que no habían detectado, Jony había logrado
meterse en la red.
-Es imposible seguirte, gordi-dijo Tefi Anda directo a lo que
descubriste.
-¡Lo que encontré es toda la data del Protocolo Strömer! Así
es como llaman al reseteo, Con esta data, podemos
descubrir cómo revertir el proceso chicos-dijo Jony,
eufórico-, O sea, usan una máquina, necesitaríamos la
máquina, obvio, pero al menos conocemos el
procedimiento.
-Es buena la noticia, ¿pero cómo vamos a conseguir esa
máquina? - dijo Rama.
-Kant-dijo Simón-, Es un médico de la Corporación. Siempre
que llega un salvaje, se lo llevamos a él. Tal vez él es quien
se ocupa de hacernos ese proceso.
Sin dilaciones, idearon un plan para secuestrar a Kant.
Simón seguiría fingiendo ser un guardia civil, y con una
excusa sacaría a Kant del edificio del Gobierno. Thiago lo
emboscaría en una bocacalle, secuestraría al científico y a
través de los túneles lo llevaría a la guarida. Y todo salió
bien, a excepción de un detalle.
Mar ya se había dado cuenta de que Hope era bastante
salvaje friendlys. Siempre que había una discusión sobre el
tema, ella los defendía, el día que Thiago la había abordado
en la piscina, ella prácticamente la había empujado dentro
de esta, y luego, cuando Simón había matado a la chica
salvaje, Mar vio a Hope muy afectada durante varios días.
Así que se había dedicado a observarla, y había notado que
muchas veces desaparecía en el spa y aparecía en el
campus saliendo del depósito. Dedujo que algo habría allí.
Se metió, bajó al sótano y encontró el boquete. Comenzó a
recorrer los túneles, muerta de miedo pero ganada por la
curiosidad, y fue allí, vagando por esos pasillos cuando se
topó con Thiago, que conducía a Kant con los ojos
vendados.
-¿Qué hacés acá? -exclamó Thiago, mortificado porque
ella lo viera en semejante actividad. Dejó a Kant y se apartó
unos metros con Mar.
-¿Qué hacés vos? -dijo ella, bajando la voz-. No me digas
que este es tu trabajo. ¿Vos hacés el trabajo sucio, percho?
Yo te hacía más líder, más dando las órdenes...
-No es mi trabajo... principal, digamos-dijo Thiago. 
-¿Tenés dos trabajos? ¿Paga mal el salvajismo?
-Mar, no te disperses-le pidió él. 
-Vos me dispersás y me hacés hacer cosas terriblemente
equivocadas, como, por ejemplo, no gritar al verte, besarte
al verte, seguirte al verte. Encima te llamé al handy y vos,
percho, ¡ni atendiste! Bueno, tal vez, estaba fuera del área
de cobertura.
-Mar, me tengo que ir, estoy con un asunto, ¿sabés?
Después te llamo.
-¿Y ese quién es? ¿Lo estás, así, secuestrando?
-No. Nada de eso -mintió él. Andá, ¿si? Y no digas nada de
estos túneles, ¿puede ser? 

Ella se lo prometió. El retomó su camino con Kant, pero no


pudo irse sin antes darle un beso. Ella lo vio irse y comentó
para si, preocupada: 
-¡Soy la amante de un secuestrador!
Una vez en la guarida, Thiago le sacó el vendaje a Kant,
que se había dejado conducir dócilmente, y le aseguró que
no le harían nada malo, que solo querían conversar, pero
antes de que siguiera hablando, Kant lo hizo callar y miró a
Jony.
-Vos sos el experto en tecnología, ¿no?
-Acá las preguntas las hacemos nosotros -dijo Tacho,
haciéndose el rudo.
-¿Tenés un destriangulador de baja frecuencia HM230 con
potencia exponencial?-le preguntó Kant a Jony, ignorando a
Tacho. 
-Eh, no-dijo Jony-, pero tengo un HM108.
-Invertile la frecuencia y traelo-ordenó Kant. 
-¿Te pensás que somos tontos?-dijo Tacho-. Querés que te
rastreen.
-Todo lo contrario-dijo Kant, se arremangó la camisa y les
mostró una pequeña protuberancia en su muñeca. Con este
transceptor me pueden localizar a larga distancia, incluso
pueden matarme. Si no quieren que los descubran, hagan lo
que digo.
Todos dudaron, pero Jony analizó el procedimiento que
indicaba Kant y consideró que era seguro, así que lo
hicieron y lograron inutilizar el transceptor con el que en la
urbe ya estaban tratando de localizarlo. Una vez
desactivado, Kant se dispuso a colaborar.
-Voy a decirles todo lo que quieran saber. En realidad
agradezco que me hayan sacado. Me estaban haciendo
participar de un horror ahí adentro y ya no lo aguantaba
más.
-Podías negarte, o escaparte también, ¿no? -le dijo Luca. 
-Bueno, resisto a mi manera, como puedo. Secretamente
trato de evitar hacer algunas cosas. Eso hice para salvarle
la vida a Simón y por eso él ahora recordó. Porque por algo
él los ayudó a secuestrarme, ¿no?
-Nosotros descubrimos que el proceso que le hacen a la
gente para lavarles el cerebro se puede revertir-dijo Thiago-.
Es así, ¿no?
-Sí, pero no es aconsejable-opinó Kant-. Miren. Permiso.
Kant se paró y agarró una pecera vacía que había sobre una
estantería. Quitó la tapa de vidrio de la misma y la colocó
parada, dividiendo la pecera en dos compartimentos. Luego
tomó una jarra con leche y la vertió de un lado. 
-Cuando hacemos un reseteo, lo que hacemos es poner
algo así como un muro que encierra a los viejos recuerdos
de una persona -explico Kant, didáctico- A veces algo se
puede filtrar, pero es momentáneo. ¿Me siguen? Por otro
lado, se vierten recuerdos nuevos-agregó, y tomó una jarra
con jugo de color rojo y lo vertió en el otro compartimento.
Estos nuevos recuerdos son los que mandan. Lo que pasó
con Simón es que el muro lo estaba matando. Y por eso se
lo quité, para salvarle la vida. Pero al revertir el proceso,
ocurrió esto -dijo y quitó la división entre ambos
compartimentos, la leche y el jugo rojo empezaron a
mezclarse. No es que Simón simplemente haya recuperado
su memoria, sino que en él se fundieron sus dos colores, sus
dos identidades. Aún viven en él los recuerdos que le fueron
implantados. El comportamiento de Simón de acá en más es
una gran incógnita-afirmó el científico.
En ese momento, Jazmín encontró a Mar en su habitación,
luego de buscarla por todos lados, y Mar le confesó que
había estado buscando a su salvaje.
-¿Y lo contraste? -preguntó Jazmín. 
-Sí, pero estaba ocupado, trabajando.
-¿De qué trabaja?
-Trabaja de... de salvaje. Quedamos en hablar después, me
va a llamar. Cuando salga del trabajo. Es más lindo ese
pelado...
-¡Te lo chapaste otra vez! Sos tremenda, no parás, no tenés
límites, ya te lo chapaste en la fiesta, en la ventana, en la
pileta, ¿piensan bautizar todos los rincones del NE? 
-Es que es muy chapador el pela.
Jazmín le aconsejó llamarse a recato y salió. Mar, en
cambio, prefirió mandarle un mensaje a Thiago, pero
cuando iba a hacerlo, irrumpió Simón, que la miraba con
ira.. 
-¿Así que es muy chapador el salvaje?
-Yo a vos no te tengo que explicar nada, después de que
te vi besándote con Valeria.
-¡Sí, vos me vas a explicar! -gritó furioso, pero también
confundido, porque no entendía por qué reaccionaba así-.
¡Estás besándote a escondidas con ese salvaje!
Mar lo miró aterrada, y Simón le dio una trompada a la
puerta. Mar ahogó un grito. Entró Hope, que vio el clima
enrarecido.
-¿Qué pasa acá?
Mar aprovechó la interrupción para huir, y Simón quiso ir
tras ella, pero Hope lo frenó. 
-¿Qué haces, estás loco?-preguntó ella, que ya estaba al
tanto de que había recordado. 
-¿Sabías que se anda besando a escondidas con ese
salvaje?-dijo él
-¿Estás disimulando?-preguntó Hope bajando la voz- ¿O
qué te pasa? 
Simón se empezó a angustiar, no podía responder a esa
pregunta.
-Saimon, ¿vos ya recordaste todo, no? -preguntó Hope,
preocupada. Ya sabes cómo son las cosas, ¿no? -Él asintió-
¿Entonces? 
-No sé, Hope. No sé qué me pasa -dijo y se largó a llorar. 
Los colores en Simón se estaban fundiendo de una
manera impredecible.
Mar escuchaba sus gritos y su llanto desde el baño, donde
se había recluido, sin entender qué estaba ocurriendo. De
pronto, oyó que el handy se activó. Era Thiago. 
-No puedo ahora, salvaje-dijo ella, hablando bajito, y se
encerró en un cubículo.
-Perdoname que antes me tuve que ir, lo que pasa es que
estaba ocupado con... 
-No quiero saber nada de tu profesión, me vas a
comprometer. ¿Por qué secuestrás?
-Mar, yo no secuestro-dijo él.
-Salvo que estuvieran jugando al gallito ciego, eso que vi es
secuestro. Estoy haciendo cualquiera, perdí la cabeza. Mis
amigos tienen razón, no puedo estar con vos, sos peligroso.
Secuestraste alguien y yo ahí con vos a los besos, soy tu
cómplice. 
-No todo es lo que parece, Mar. Miralo con otros ojos, con
tu corazón, y yo sé que ahí vos sentís lo mismo que yo. Yo
no puedo imaginarme esta vida sin vos, mi amor. 
-No puedo seguir viéndote -dijo ella, intentando
mantenerse firme. 
-Pero querés...
-No, no quiero -afirmó y cortó, aunque dudosa. Salió del
baño y se fue atribulada. Pocos segundos después, se abrió
la puerta de otro cubículo y salió Nina, que había escuchado
todo.

Las palabras de Thiago le dolían como una llaga. Comenzó


a caminar, errática, y salió del edificio al campus, casi
ahogada. Cuando estuvo al aire libre, empezó a respirar a
bocanadas, pero nada parecía suficiente. Sentía un
cansancio demoledor, le costaba caminar, como si cada
paso fuera una maratón.
Luz estaba en el altillo, asegurándole al señor Jay que
todas las fuerzas de seguridad estaban abocadas al rescate
del doctor Kant, cuando vio por la ventana que su hija
colapsaba en medio del campus. Soltó el teléfono y salió
disparada. Llegó a la explanada cuando ya se había
amontonado gente alrededor de Gianina. 

-¡¡Córranse!! Denle aire. Hija, ¿qué te pasa? ¿Dónde está


el médico?
Nina intentaba hablar, pero no tenía fuerzas ni para
pronunciar un sonido Llegó un médico, que le pidió a Luz
que se apartara. Ella le advirtió que su hija tenía un
marcapasos, y el médico comprobó que había dejado de
funcionar.
-Hay que trasladarla urgente. Está teniendo un paro
cardíaco-informó el médico, y Luz se tiró sobre su hija,
llorando. Sus gritos desgarradores se escucharon en todo el
NE.
Todo cambia
 
Teo estaba revisando las grabaciones de las cámaras de
seguridad, para detectar cómo y dónde habían secuestrado
a Kant, cuando recibió un llamado extraño de un custodio
del servicio secreto de la jefa de Ministros.
-Estamos en la clínica custodiando a la señora, que pasó
la noche acá porque tuvieron que operar a la hija para
cambiarle el marcapasos. Y recién llegó el padre de la chica.
La jefa lo dejó pasar y por lo que se ve se llevan bastante
bien. Estaban abrazados.
-¿Y cuál es el problema? -preguntó Teo extrañado. Te acabo
de mandar una foto del tipo. Cruzala con la base de datos y
vas a ver. Teo lo hizo, y el sistema arrojó un alerta rojo:
«Prófugo. Prioridad máxima».
En la clínica, luego de una breve visita a Nina, Luz sacó al
hombre de la habitación y lo llevó a otra contigua para
hablar. Los custodios se miraban sin saber qué hacer.
-¿Qué hacés acá? -le preguntó Luz al padre de su hija-.
Creía que estabas en África.
-Y yo creí que vos eras una buena persona-dijo él.
-Te van a atrapar.
-Vos no vas a dejar que eso pase.
-¿Para qué viniste? No voy a poder protegerte-le advirtió
ella.
-Quería ver a Gianina.
-La abandonás por años y ahora...
-¿Yo la abandoné? -levantó la voz él, indignado-. Eso le
habrás inventado vos. Por eso está enferma, por tus
mentiras. Como vos, vos también estás enferma de
mentiras. En ese momento entró Teo a la habitación, recién
llegado a la clínica.
-Perdón, ¿pasa algo acá?
-¡Teo! -exclamó el hombre, casi sorprendido de verlo.
-¿Nos conocemos?-preguntó Teo.
-¿Nos conocemos? -repitió la pregunta el hombre mirando a
Luz.
Luz omitió responder y miró a Teo.
-Luz, vos sabés quién es esta persona, ¿no? -le dijo Teo, con
intención.
-Sé perfectamente quién es, conviví varios años con él.
-Y sabés lo que tenemos que hacer, ¿no?-dijo Teo.
-¿Qué vas a hacer, Luz? -la provocó su ex marido.
-Andá, Gorki. Yo resuelvo esto -dijo Luz, y Teo salió a
regañadientes.
-Estás en un conflicto de intereses -le dijo el hombre a Luz.
-Yo no tengo ningún conflicto. Lo único que me importa es
nuestra hija.
-Gianina no es nuestra hija, Luz, ni mía, ni tuya.
-¡Callate la boca! -dijo ella, furiosa.
Teo estaba en el pasillo, hablando con los custodios. La
situación era complicada, ya que deberían detener a un
hombre que estaba hablando con la jefa de Ministros, pero
la orden que habían recibido venía de arriba, directamente
del señor Jay.
Un médico con cofia y barbijo pasó entre medio de los
guardias mientras hablaban y entró en la habitación
contigua. Nina se sorprendió mucho al ver que el médico
era Thiago, que se había enterado de su descompostura y
sin medir riesgos quiso ir a verla. Se sentía muy culpable,
había encontrado una nota que ella le había dejado en la
guarida, donde le decía que había descubierto su mentira.
Ella lo miró triste, sin hablar.
-Me enteré de que tuviste problemas con el marcapasos,
pero mis colegas médicos me dijeron que vas a estar bien-
bromeó él para descomprimir la situación-. Perdoname,
Nina, sé que te lastimé. Te mentí, no supe cómo manejar el
tema. Es muy difícil para mí. Yo te quiero mucho, pero esto
que pasó es una tragedia para todos.
Le hizo una caricia, ella lo dejó hacer, pero no respondió. No
podía hablar, estaba demasiado lastimada. De pronto, se
empezaron a oír gritos desde la habitación contigua. Luz y
su ex marido estaban discutiendo acaloradamente.
-Lo único que sabés hacer es mentir y mentir, como me
mentiste a mí y a esas nenas.
-¡Yo te amaba!-gritó ella.
-Entonces me hubieras dicho quién eras desde el principio.
-Me hubieras odiado.
-¡Te hubiera amado más!
Dos golpes fuertes en la puerta los sobresaltaron. Era Teo.
-Luz, abrí. Tenemos órdenes de Jay.
-Dale, abrile, que me detengan-la provocó él.
-Luz, abrí o la tiro abajo-advirtió Teo, y como no tuvo
respuesta, se dispuso a romper la puerta, pero esta se abrió
y salió Luz, muy seria.
-No te gastes, Gorki.
Teo la apartó y entró en la habitación, que estaba vacía.
Vio que se comunicaba con el cuarto contiguo e ingresó allí.
Pero estaba Nina sola.
Afuera, en los alféizares de las ventanas se encontraron
Thiago, que había huido alertado por los gritos, con el padre
de Nina.
-¡Thiago! ¡Saltá! -gritó el hombre y se arrojó al vacío
desde el primer piso. Thiago lo imitó, y el hombre le indicó
que lo siguiera.
-¿Quién sos? ¿Nos conocemos?
-¿Qué importa eso ahora? ¡Corré, pascual! -dijo el hombre y
subió a su auto descapotable de un salto. Thiago se subió al
asiento contiguo y el hombre arrancó, al tiempo que los
guardias salieron corriendo de la clínica y los persiguieron
unos cuantos metros, pero no pudieron alcanzarlos.
-¿Quién sos? ¿De dónde me conocés? -le preguntó Thiago,
mientras huían.
-Te juro que cuando tengamos un ratito te cuento todo lo
que quieras, ahora pensá dónde nos escondemos. ¿Tenés
algún lugar?
-Tengo. ¡Doblá!-ordenó Thiago.
Rama había regresado a la urbe; con Simón habían fingido
que este lo había rescatado del secuestro de los salvajes.
Aunque tanto él como Simón tenían ganas de irse de ese
lugar y quedarse con los otros, entendían que eran más
necesarios allí, en la urbe, que era donde se debía dar la
verdadera batalla. A Rama se le ocurrió reunir a sus amigos
e intentar armar una suerte de mitin. No intentaría siquiera
hablarles de los lavajes de cerebro ni nada por el estilo, solo
pretendía llamarles la atención sobre algunas cosas de ese
mundo que no cerraban, como la constante vigilancia o la
imposibilidad de salir de la urbe cuando lo deseaban. Sin
embargo, sus palabras no llegaron a ninguno. Nadie estaba
interesado en escuchar ese tipo de cosas. Hope, por su
parte, estaba a punto de explotar, había llegado a su límite.
Rama la vio paseándose por el NE gritándole «verdades» a
la gente. Cuando vio que la cosa se estaba por descontrolar,
la llevó al búnker.
-¡No aguanto más! -estalló ella-. ¡No soporto más ni este
lugar, ni tener que ver todos los días a mis amigos
bolidizados! ¡No me banco más esta mierda! Murió Kika, y
todos, como si nada. ¿Sabés cómo estarías vos si estuvieras
despierto? ¿Sabés cómo duele verlos así? ¡No aguanto más,
quiero prender fuego todo!
-¿Qué son esos gritos?-dijo Thiago, entrando con el hombre
con el que había huido.
-Jodeme! -dijo Hope al ver al hombre, y lo abrazó-
¡Cristóbal!
-¿Cristóbal? -repitió Thiago y recién ahí lo reconoció. Era el
hijo de Nico, el hermano mayor de Esperanza. La última vez
que Thiago lo había visto era un enano de diez años, con el
remolino del pelo indomable.
Cristóbal notó que Rama, a diferencia de Thiago, no tuvo
ninguna emoción cuando le dijeron quién era él. Cuando se
fue, porque debía volver a dar clases, preguntó qué le
pasaba, y Thiago comenzó a explicarle lo que les habían
hecho, pero Cristóbal lo cortó.
-Sí, ya sé que les lavan el cerebro. Pobre Rama.
-Ajá. ¿Eso te hicieron a vos también? ¿O sos estúpido
natural vos? Thiago captó la tensión entre los hermanos,
aunque no entendía qué ocurría. Cristóbal se acercó a su
hermana, comprador, y la quiso abrazar.
-Salí, no te voy a perdonar por más que esté feliz de verte.
Años sin saber nada de vos, ¡pensé que estabas muerto! No
te pienso perdonar, eso no se le hace a la gente que te
quiere, ¡idiota!
-¿Vas a seguir insultándome? Te va a dar mucha culpa
cuando sepas lo que me pasó.
-Qué te pasó, a ver...
Entonces Cristóbal les contó una historia que los sorprendió
en más de un sentido. A los veinte años se había ido de su
casa, necesitaba romper el cascarón; Bauer padre podía ser
muy sobreprotector, y eso lo ahogaba. El joven Cristóbal se
fue a viajar por el mundo hasta que conoció a una mujer.
-Fue un impacto. Amor a primera vista. Esa mujer era Luz.
-¿What? ¿Vos estuviste con Luz?
-No sabía que era ella. Nosotros pensábamos que Luz había
muerto. Conocí a una chica de mi edad, hermosa.
Fascinante. Nunca me dijo que era ella. Nos amábamos
tanto que nos casamos en secreto, una locura de pendejos.
Volvimos al país. A ella le habían ofrecido un puesto muy
importante en un ministerio.
-¿Por qué no nos avisaste?-le reprochó Hope.
-Mi vida era ella, necesitaba estar lejos de ustedes. Y ella,
claro, me apoyaba y me incentivaba con eso. Un día
apareció con una nena de cinco años y una beba. Nos las
daban en adopción. Así adoptamos a Gi y a Alai.
-¿Nina es tu hija?-preguntó Thiago, perplejo.
-Yo creí que la adopción era legítima, pero tiempo después
supe que no. Cuando descubrí que las chicas no habían sido
adoptadas, sino apropiadas, me puse loco, seguí
investigando y descubrí que Luz era Luz, nuestra Luz, mi
novia de cuando tenía diez años. La odié, pero a la vez no
podía dejar de amarla. Encima, empecé a enterarme de los
planes que tenían ella y su Corporación. Cuando quise
dejarla, me metieron preso, para que no hable; sé que a Luz
le dolió, porque me ama. Y ahí apareció papá y me ayudó a
escapar. Fue después de las bombas.
-¿Papá está bien? -preguntó Esperanza.
-Papá y Malvina están bien. De Cielo no saben nada.
-Todo es un horror-dijo Hope- ¿Y para qué viniste, si estás
prófugo?
-Quería ver cómo estaban Nina y Alai, pero además vine a
salvar a Luz.
-A salvarnos a nosotros de ella, querrás decir.
-A salvarla a ella de ella misma.
-Bólido... La seguís amando -dijo su hermana, apenada.
-La pregunta es -dijo Thiago- ¿tenés un plan para salvar a
Luz?
-Salvar a la turra, Dios mío, las cosas que hay escuchar-se
quejó Hope.
-Ella es tan víctima como cualquier zombi que está ahí
adentro -dijo Cristóbal. El gran titiritero de este cuento se
hace llamar señor Jay.
-¿Y vos lo conocés? -preguntó Thiago, interesado.
-Tengo la desgracia. Y no le caigo muy simpático. Es un
señor muy vanidoso, como toda persona a la que le gusta
jugar a ser Dios. ¿Venís conmigo, Thiago? Vamos a ver al
señor Jay. Te aseguro que lo vas a amar. Y lo vas a odiar.
Thiago lo siguió, con mucha expectativa. Durante el
camino aprovechó para preguntarle cosas de su vida y de
su familia, pero, aún en esas circunstancias, Cristóbal no
rompió la regla de no contarles cosas que pudieran provocar
una paradoja temporal. Salieron de la urbe y caminaron por
el bosque. Cuando llegaron a destino, Thiago se decepcionó.
-Me dijiste que íbamos a ver a Jay ¿y me traés con el
Profesor?
-¿No sabés quién es el Profesor? -preguntó Cristóbal,
extrañado.
El Profesor le hizo un gesto a Cristóbal, advirtiéndole que
estaba por hablar de más.
-No me reconoce. Pero hablemos de lo importante, de Jay.
-Para llegar a Jay hay que pasar por el Profesor. Nadie lo
conoce mejor que él -le dijo Cristóbal a Thiago.
-¿Te conocí antes? -preguntó Thiago, que se había quedado
intrigado.
-Ponele que sí, alguna vez nos conocimos-dijo el Profesor,
nervioso.
-¿Y cómo puede ser que no me acuerde, que no te
reconozca?
-Porque todo cambia, como decía Heráclito, y yo cambié
bastante.
-Ya me tenés las amigdalas infladas de tanta palabrita y
pensamiento lateral. Dame una respuesta concreta-se quejó
Thiago.
-Thiago, ustedes vinieron a hablar de Jay, no de mí. Y lo
importante es que, así como yo no me llamo Profesor, él no
se llama Jay.
-¿Vos lo conocés?-le preguntó Thiago.
-Fuimos muy unidos, pero tomamos caminos diferentes. Y
por más que lo busquen, nunca lo van a poder encontrar,
salvo que él quiera verlos.
-Entonces?-preguntó Thiago.
-Entonces va a haber que sacarlo de la madriguera.
Luz se sorprendió mucho cuando en la puerta del altillo
del NE se topó con Cristóbal.
-¿Qué hacés acá?-se escandalizó. -Tus guardias son unos
inútiles. Y esta es mi casa desde que tengo diez años,
conozco cada recoveco, cada pasadizo secreto.
-Deberías haberte ido muy lejos, Cristóbal.
-Sabés que me voy a quedar bien cerca.
-¿Qué querés? -preguntó ella, rendida, haciéndolo pasar.
-Hablemos -dijo él, tomándola de las manos-. No de lo que
pasó estos años, sino de lo que pasó hace quince, cuando
nos conocimos. O mejor dicho, cuando nos volvimos a
conocer. ¿Te acordás de esa Luz y ese Cristóbal? ¿No querés
volver a ese amor puro?
Ella lo besó, tiernamente y luego se apoyó sobre su pecho.
-¿Por qué las cosas no pueden ser así?-se lamentó Luz.
-Pueden ser como queramos.
-Yo sé que viniste a detenerme, Cris. Sé que huiste con
Thiago y ya debés ser parte de «la Resistencia». Debés
pensar lo mismo que ellos, que soy un monstruo.
-No, sé que sos una víctima más.
-¿Víctima? ¿Yo?-se rió Luz-. Yo tengo un sueño, y lo estoy
volviendo realidad. Yo te quise mucho, Cristóbal, y todavía
te quiero. Pero no puedo permitir que sigas adelante.
-Es una pena, porque yo no puedo permitir que vos sigas
adelante-dijo Cristóbal, y con suavidad, apoyó un artefacto
pequeño en el cuello de Luz y la desmayó.
-Ahí está despertando-era la voz de Tacho.
Luz intentó hacer foco, había una luz muy potente que la
enceguecía. Se dio cuenta de que era el sol, que se colaba a
través de un techo de vidrio. Fue pudiendo aclarar la vista, y
notó que estaba en un lugar muy extraño, rodeada por
Tacho, Thiago y Luca.
-Hola, Luz-le dijo Thiago, sonriente-. Bienvenida a nuestra
guarida.
Nadie sabe
 
-Así que esta es su guarida-dijo Luz, sonriente, muy
relajada-. Los felicito. No por el buen gusto, sino por la
osadía de secuestrarme. O cómo le llaman ustedes a esto?
¿«Una privación ilegítima de la libertad creativa»? ¿Cuál es
el plan? ¿Contarme historias del pasado, decorar la guarida
como mi sótano, darme muñecas, cantarme canciones?
-Solo te trajimos para hablar con Jay-dijo Thiago, que tomó
su handy y llamó a Cristóbal, que estaba en el NE. Era hora
de comprobar si habían logrado sacar a Jay de la
madriguera. Pero en lugar de la respuesta de Cristóbal, se
oyó una voz profunda:
-Dejen ir ya mismo a Luz.
-No nos interesa Luz-dijo Thiago-, queremos hablar con vos.
-Bedoya, si no dejan ir a Luz, cada hora que pase, va a morir
uno de sus amigos. Ya murió Cristóbal. En una hora morirá
otro-anunció Jay, y cortó. Tacho, Thiago y Luca se miraron
inquietos, y Luz lanzó una carcajada. Los tres amigos se
apartaron y evaluaron cuánto de cierto tendría esa
amenaza, pero no habían llegado hasta allí para retroceder
ante la primera intimidación. Decidieron seguir adelante.
Tacho y Luca irían a la urbe para proteger al resto de un
posible ataque de Jay, y Thiago se quedó con Luz. Era la
primera vez que podrían tener una charla frente a frente.
-No deberían perder este tiempo -le recomendó Luz. 
-¿Te sigue gustando la chocolatada? -preguntó él, yendo
hacia la cocina.
-No vayas por ahí, Thiago. ¿Pensás conmoverme con ese
tipo de cosas? 
-¿Qué cuento te metieron para que nos odies tanto? Sabés
que vos también estás reseteada, ¿no? ¿Qué mentiras te
contó Jay? Contame, cuál es tu historia, a ver.
-Vos estás viajando en el tiempo y no sabés cómo fueron las
cosas. Cuando vuelvas, vas a descubrir todo lo que me
hicieron.
-Contame vos. Lo que yo sé es que poco después de que
nosotros viajamos en el tiempo, te secuestraron. Te
buscaron, pero después, apareciste muerta.
-¿Eso te contaron Paz y Esperanza? se rió Luz, con sorna.
¡Eso no fue así!
-¿Y cómo fue?-Ella, por respuesta, le mostró su reloj,
recordándole que se le terminaba el tiempo. Thiago la
ignoró, y siguió preguntándole-. Lo que sea que creas que
pasó, te lo inventaron, así como vos le inventás historias a
los chicos, así como Tina te inventó una guerra a vos. Vivís
en una gran mentira.
-Vos idealizás a la gente. Pensás que tus amigos son nobles,
das tu vida por ellos. Si supieras lo que te van a hacer... No
sé si contarte, la paradoja puede ser terrible.
-No me interesa que me metas ninguna historia. Pero
contame, ¿qué estás haciendo, Luz? Dejame entenderte.
-Le estoy dando a la gente una vida digna, porque alguien
tenía que arreglar el desastre que hicieron ustedes. Fueron
la generación que arruinó el mundo. Lo llenaron de
corrupción, de pobreza, de delincuencia. Estoy arreglando lo
que ustedes destruyeron. Deberían agradecérmelo, sus
hijos van a vivir en un mundo feliz.
De pronto, Luz se puso pálida al ver que por la galería había
asomado Nina. Thiago giró, siguiendo la dirección de su
mirada, y la vio. Nina entró, furiosa.
-¿Qué te pensás que estás haciendo?-le reprochó a Thiago.
-¿Viste, hija? Este es tu novio, empezá a conocerlo, un
secuestrador, un manipulador...
Thiago intentó llevar aparte a Nina y le aseguró que lo único
que querían era llegar a la persona que estaba detrás de
todo el desastre que hacía Luz.
-No le creas nada, Gi, no tienen escrúpulos, son traicioneros,
ambiciosos, desalmados.
En ese momento volvió a oírse la voz densa de Jay a través
del handy de Thiago.
-Se te acaba el tiempo, Thiago, ¿qué vas a hacer?
-A mí no me vas a manipular, no vas a matar a nadie porque
nos necesitás vivos.
-No pretendas conocerme, no tenés idea de quién soy ni de
lo que soy capaz de hacer. En pocos minutos alguien va a
morir. La vida de alguien que amás está en tus manos. ¿Te
hace sentir muy poderoso eso, no? Dejá ir a Luz ahora-
ordenó Jay.
-Para eso vas a tener que venir vos-insistió Thiago. -¡Basta,
Thiago! ¡Dejala ir! -le gritó Nina, angustiada.
-No vas a hacer nada-dijo Thiago. Tengo experiencia con
manipuladores como vos.
-Thiago, vos te jactás de ser pacifista, de no ser un asesino.
Mirá el estás a minutos de convertirte en uno.
-¿Quién mierda sos?
-El tema es quién sos vos replicó Jay- ¿Sos alguien que deja
morir a los suyos? ¿Será Nacho? ¿Lleca? ¿O tal vez Tefi,
Luca, Rama, Valeria? ¿Tacho? El siempre coqueteó con la
muerte. ¿Será tu gran amor? ¿O tu sobrina Hope? ¿Melody?
¿Jazmín? ¿Será Amado? ¿O Nina? -preguntó Jay-.. Nadie
sabe lo difícil que es ser líder, ¿no? Porque hay que tomar
decisiones, como vos, que ahora estás decidiendo dejar
morir a alguien.
-No te creo una palabra-dijo Thiago, aunque estaba muy
contrariado.
-Hacés mal. El tiempo terminó. Acabás de matar a un ser
muy querido -dijo Jay. y Luz, que sonreía con sorna mientras
Jay torturaba a Thiago, de pronto se desplomó en el piso y
comenzó a convulsionar. Nina corrió a secorrerla -El tiempo
no para, Thiago. Salvo para Luz, que está muerta, porque
vos la mataste-dijo Jay, y cortó.
Una serie de hechos hicieron que Mar, Jazmín, Valeria, Ito
y León, que en un principio se habían mofado de los mitines
que había intentado generar Rama, de pronto aceptaran
que algo grave ocurría en ese mundo perfecto en el que
vivían.
En el caso de Ito y León, los convenció un suceso muy
extraño. Tefi y Paloma habían entrado a la urbe a través de
los túneles con el objetivo de ir a ver a una ginecóloga que
les había conseguido Hope porque Paloma, como no se
cansaba de vociferar Tefi, «se había hecho señorita». Pero
nunca llegaron a destino porque salieron a la superficie por
la alcantarilla equivocada y se toparon con cazadores.
Aunque entre ellos estaba Simón, no pudo evitar que Teo las
atrapara y las condujera al centro de monitoreo para
resetearlas. Simón logró junto a Kant, que ya había
regresado y se había reincorporado al servicio, simular que
se lo habían practicado a ambas. Kant les acercó un archivo
con la historia que supuestamente les habían implantado, y
ahora ellas debían seguir ese guión. Tefi estaba pletórica.
No hubiera lamentado demasiado que la resetearan si era el
precio a pagar para vivir en ese lujo, pero ahora tendría lo
mejor de los dos mundos: podría vivir en ese Miami y, a la
vez, seguir siendo ella misma. La parte difícil fue recordar el
personaje que le habían armado, se confundía todo el
tiempo con el de Paloma.
Cuando René las presentó en el NE y anunció que las
hermanitas eran las herederas de una de las fortunas más
grandes del país, recién llegadas de New York, Ito y León
quedaron pasmados. Al principio creyeron que era una
trampa de las salvajes, pero luego empezaron a admitir que
quizás ese mundo no era lo que pensaban.
El despertar de Jazmín, Mar y Valeria fue un poco más
violento. Jazmín, a fuerza de insistencia, había logrado que
la dejaran hacer la instrucción para integrar la Guardia Civil.
Y Teo le encargó una misión: como sabía que ella había
estado en contacto con salvajes, le ordenó comunicarse con
ellos para preguntar cómo estaba el bebé. Jazmín,
enternecida con ese aspecto sensible de Teo, le prometió
que lo haría. Poco después, Jazmín estaba con Hope y Rama
en el spa cuando se abrió el ducto de ventilación y asomó
Tacho, que estaba urgido por buscar a todos para alertarlos
de la amenaza de Jay. 
-Era esto, ¿no? Claro, por eso tu charlita revolucionaria del
otro día, Rama. ¡Se unieron a los salvajes! -dijo Jaz,
estremecida.
-OK, que se pudra la tintura-dijo Hope, ya harta de disimular
- Rama y yo nos juntamos en secreto con ellos, si, pero no
son salvajes, son buena gente y están sufriendo. Así que si
pensás denunciarnos, te pido que antes vengas y los
conozcas, ¿sí? 
Jazmín los observó a los tres y fingió dudar y temer,
aunque en realidad estaba demasiado intrigada. La
condujeron por el ducto hasta el búnker donde estaba
Melody con Amado, esperando a que Simón consiguiera
unas vacunas para aplicarle. Luca y Jony también estaban
ahí, y se apresuraron a sacar las fotos que quedaban en las
paredes cuando Hope les advirtió que venían con Jazmín.
Jazmín se sorprendió mucho cuando vio a toda esa gente
ahí abajo, pero al ver a Melody con su bebé, se dulcificó.
Había algo que le decía que Hope tenía razón: esos salvajes
eran buena gente. Luca y Jony se presentaron, aunque,
claro, Luca la conocía bien. Y Melody le presentó a Amado.
-Sí, ya lo conocí -le dijo Jaz-. Es hermoso. ¿Puedo? Melody
asintió, encantada, y se lo pasó. Jaz alzó al bebé y le hizo
unas morisquetas.
-Teo me dijo que quiere verlos-le dijo Jazmín.
-No me parece, es arriesgado-opinó Hope.
-Teo nos ayudó, Hope-dijo Melody.
-Y después casi nos caza-opuso Tacho, que no olvidaba ese
cambio abrupto de Teo.
-No sé qué pasó -dijo Jazmín-, pero Teo es un tierno. Es un
guardia, pero eso es una cáscara, ese no es el verdadero
Teo. Y este bebé lo conmovió un montón. Si quieren le
puedo decir a él para que consiga las vacunas.
-Dale, por favor, hacenos el contacto-le pidió Melody a
Jazmín. 
-Pero no lo traés acá. Nosotros llevamos al bebé-dijo
Hope-. Jaz, puedo confiar en vos, no es cierto? No vas a
contar nada de todo esto, ¿no? 
-Claro, quédense tranquilos-aseguró Jaz y, como habían
quedado, se comunicó con Teo, que le indicó un punto de
encuentro para llevar al bebé, y hacia allí partieron.
Mar y Valeria llegaron al mismo sitio por casualidad. A
partir de que Rama intentara advertirles que abrieran los
ojos a las cosas extrañas que ocurrían en la urbe, Mar había
decidido hacerlo desde el lugar por excelencia para
cuestionar al poder: el periodismo.
Mar era la notera invitada de Tipo NE, un programa muy
superficial sobre moda y lifestyle. Mar hacía las notas más
tilingas dentro de un programa muy tilingo. Pero, provocada
por Rama, ella le aseguró que podía ser una periodista muy
incisiva, y que, si quería, podía convertirse en un canutillo
en el zapato del Gobierno. Para demostrarlo le pidió a
Valeria que le hiciera de camarógrafa y detuvo a René, que
justo cruzaba el campus, muy nerviosa por la ausencia de
su jefa.
-René, una exclusiva para Tipo NE-le pidió - Mar.
-Estoy apurada Marianella, ahora no.
Pero como buena periodista de investigación, Mar no frenó
ante la negativa:
-¿Es verdad que te llamás René porque sos la más NE de
todos, porque sos «re-NE»? -dijo mirando a cámara con
gesto agudo-. Resistema, re cuida, retodo. ¿Es por eso? -
René siguió de largo sin contestar-. Cómo se pone nervioso
el poder ante una simple pregunta, ¿no?-cerró Mar su nota.
 
Y en su recorrida buscando notas para incomodar al poder,
divisaron a Teo, y decidieron seguirlo para hacerle
preguntas. Teo estaba yendo al punto de encuentro. Melody
llegó junto con Jazmín y el resto a través de los túneles.
Hope se quedó retraída porque Teo no podría verla con
ellos. Jaz. Mel y el bebé se acercaron a Teo, mientras que
Luca y Tacho se quedaron alejados, alertas. Mar, extrañada
por ese encuentro, se quedó a distancia y le pidió a Vale
que filmara.
-Hola, Teo-saludó Melody, siempre contenta de verlo.
Gracias por todo lo que hacés.
-No es nada -dijo él, mostrándose muy amable. ¿El bebé
cómo está?
-Bien. ¿Querés sostenerlo? -le dijo Melody y él asintió.
Teo recibió a Amado, y lo miró un instante. Tanto Melody
como Jaz se enternecieron al verlo con el bebé en brazos,
pero, de pronto, Teo sacó un arma y le disparó a Melody,
que cayó desmayada, y le ordenó a Jazmín:
-¡Detenela!
-¡¿Qué hiciste?!-gritó Jazmín, conmocionada.
-¡Esposala! ¡Hacé lo que te digo! -ordenó Teo, y se subió a la
camioneta con el bebé Luca y Tacho corrieron detrás del
vehículo que se alejó, llevándose al bebé, mientras Jazmín,
en shock total, asistía a Melody, sin entender qué había
ocurrido.
Hope corrió hasta ellos e increpó a Jazmín, furiosa.
-¿Qué hiciste, Jazmín?! ¡Nos traicionaste!
-Les juro que me engañó!-gritó Jazmín, llorando. ¡Perdón,
perdón! 
Hope se agarró la cabeza viendo cómo Tacho y Luca
corrían inútilmente a la camioneta. Mar y Valeria, pálidas,
muy impresionadas, habían visto todo. Y así fue como, con
esa escena violenta y cruel, todos tuvieron un despertar
abrupto, un baño de la realidad más despiadada que se
escondía detrás de la cáscara del mundo feliz.
Thiago salió corriendo al bosque, cargando a Luz en
brazos, sin saber qué hacer. Estaban lejos de la urbe, Luz se
ahogaba, estaba casi azul, y sería imposible encontrar un
médico, Nina gritaba, desesperada, y culpaba a Thiago. Jay
volvió a comunicarse.
-¿Cómo se siente ser responsable de una muerte?
-¡Por favor, pará esto! La dejo ir, pero no la mates-suplicó
Thiago.
-¿Aprendiste la lección, Thiago?
-Sí, aprendí la lección-dijo Thiago, conteniendo el odio.
¡Frená esto!
-Muy bien-dijo Jay-. Dejala ahí, ya van a ir a buscarla. Fin de
la lección. Jay cortó y, al segundo, Luz dejó de convulsionar
y volvió a respirar con normalidad.
-¿Cómo estás, Luz? -preguntó Thiago cuando la jefa abrió los
ojos, confundida.
-¡Salí de acá! ¡Ni la toques! -dijo Nina, furiosa-. Andate.
Thiago asintió, muy apesadumbrado, y se alejó. Pocos
minutos después, llegó una cuadrilla de soldados que
trasladaron a Luz y a Nina a la urbe, donde Luz se recuperó.
Encima, dos noticias que le comunicó René la hicieron sentir
espléndidamente bien: Gorki había capturado al bebé de
Melody Paz, y Cristóbal había sido detenido.
Thiago, por su parte, fue al búnker, muy frustrado, donde
se encontró con un panorama desolador. Allí estaban
Melody, llorando sin consuelo, Hope furiosa, junto a Jazmín
que seguía pidiendo perdón. Rama estaba con ellas, además
de Tacho y Luca, que tenían tanta furia que podrían haber
hecho un nuevo boquete con sus puños. A Thiago lo
sorprendió mucho ver también a Mar y Valeria, que luego de
registrar el secuestro del bebé, habían visto que los otros se
escabullían por una alcantarilla, los siguieron y
desembocaron allí. Ambas se asombraron mucho cuando lo
vieron llegar a Simón. El búnker era estrecho y ya estaba
atestado, sin embargo, todavía faltaba llegar gente: Paloma
y Tefi, que, luego de su incorporación en el NE, se habían
encerrado en el spa y desde allí habían bajado hasta el
búnker para reencontrarse con sus compañeros. Ito y León,
que ya sospechaban algo tarbio, las habían seguido. Y, de
esa manera, terminaron casi todos juntos otra vez,
apretujados en un sótano de tres por tres.
Ante las miradas cruzadas, el desconcierto de unos, y la
impotencia de otros de no poder hablar, Thiago consideró
que ya era hora de terminar con los secretos. 
-Creo que es hora de que hablemos todos, ¿no?-dijo
Thiago y los otros asintieron. 
-Bueno-comenzó Rama-. Con Hope les estuvimos
hablando de lo que pasa, y ahora creo que ustedes ya van
viendo que...
-¿Viendo qué, man? -saltó Ito, negador y nervioso Yo lo
que veo es un nido de rebeldes en el corazón del NE. Ojo,
recopados ustedes, pero...
-Ustedes ya vieron algunas cosas que hace el Gobierno-dijo
Tacho-. Vieron cómo le arrebataron el bebé a una madre.
¿Qué piensan que hacen con los salvajes que cazan?
-Qué me importa lo que hagan con esos sucios-bufó Ito.
-¡Callate, Ito!-se exasperó Mar-. Dejalos hablar.
-Es verdad, chicos-confirmó Simón y los otros se impactaron
mucho al escucharlo de un cazador-. Ellos solo quieren
ayudarnos a terminar con este mundo de mentiras en el que
vivimos, y les juro que no son violentos.
-Solo queremos ayudarlos a despertar -acotó Luca.
-¿Y qué sería despertar?-preguntó Valeria, escéptica.
-Que abran sus ojos y empiecen a ver lo que pasa a su
alrededor -dijo Thiago.
-¿Pero qué quieren de nosotros?-dijo Mar, que, como el resto
de sus amigos, estaba muy conflictuada-. O sea, ¿qué nos
están pidiendo?
-Que hagan el esfuerzo de entender que no somos el
enemigo -dijo Thiago-. Que empiecen a cuestionar la
historia oficial, que resistan y no se dejen manipular más.
Les pedimos que pierdan el miedo, porque esa es la única
manera de ser libres.
Se produjo un largo silencio. Y los rebeldes vieron cómo
los otros se incomodaron. Ya lo sabían: las verdades que
tenían para decirles no eran palabras que los otros quisieran
oír. Producían desconfianza, escepticismo, extrañeza. Y,
sobre todo, enojo. Un enojo profundo, porque nadie quiere
que le digan que todo lo que piensa y cree es una falacia.
Nadie quiere poner en duda el mundo que lo sostiene.
Más tarde esa noche, Thiago visitó a Mar en su cuarto. Ella
oyó los golpecitos en la ventana y ya no hubo adrenalina ni
excitación al verlo. Estaba demasiado abrumada.
-No, andate, dejame sola, por favor. Ustedes nos quieren
confundir, no sé por qué, pero nos están enroscando a todos
con esas mentiras, y yo no quiero saber nada.
-Mar, no empieces a negar, no hagas la fácil. Vos sos parte
de nosotros.
-¡No! Yo no soy una secuestradora y una asesina, te
confundís. Andate o grito.
Thiago vio con mucha decepción cómo Mar se había vuelto
a cerrar. Hope ya se los había advertido: podían tener
avances, pero luego todo volvía, como el rulo. Cuanto más
querían abrir la ostra, más se cerraba. Pero en ese
momento, Thiago recibió una llamada de Luz y allí encontró
la manera de confrontar finalmente a Mar con la verdad.
Puso a Luz en altavoz y habló con ella.
-Mi ingenuo y gentil amigo Thiago Bedoya Aguero-lo saludó
Luz.
-¿Para qué llamás, Luz? -preguntó él, y Mar lo miró, atenta a
la llamada.
-Para agradecerte por haberme salvado la vida. Se ve que,
después de todo, me querés. Ahora, si algo te querés a vos
mismo y a tus amigos, terminemos con esto de una vez.
Sabés que tenemos al bebé de Melody Paz, supongo...
Pobrecito, se lo ve tan débil, la va a pasar tan mal ese bebé
si no terminan con su Resistencia. Así que se acabó. Si no
quieren que algo muy feo le pase el hijo de Melody, van a
venir y van a entregarse al dulce olvido. No tengas miedo.
Mirala a Tefi, ya es una chica feliz en su nueva vida. Y eso
les espera a todos: vidas felices, sin preocupaciones, con
nuevas ilusiones. ¿Quién te dice que el nuevo Thiago
domesticado no pueda enamorar otra vez a su eterna Julieta
Marianella? ¿O voy a tener que amenazar con matarla a ella
para que lo consideres?
Luz cortó, y Mar se tomó la cara, aterrada. No daba
crédito a lo que acababa de oír. Una cosa era hacer oídos
sordos a todas las señales que había tenido hasta el
momento. O incluso, no pensar en que había visto a Teo
quitarle un bebé a su madre. Pero no podía ignorar lo que
acababa de escuchar de la propia boca de Luz.
-Me estoy volviendo loca -dijo Mar-. Ya no sé quién es el
malo, quién es el bueno...
-Vas a tener que guiarte por tu intuición, Mar.
-Yo tengo menos intuición que una estatua, percho.
-Vos sos pura intuición-dijo él riendo, recordando cuando
Mar se llamaba a si misma «llave intuición». Sé que adentro
tuyo oís una voz que te dice que es lo correcto.
-A veces, pero está más confundida que yo esa vocecita.
¿Qué es lo que quieren?
-Ya te dije, ir despertándolos a todos para que dejen de vivir
en la mentira. Nadie sabe la verdad, y nosotros queremos
ayudarlos a que puedan verla. Nadie sabe lo que nos vienen
haciendo, la cantidad de personas que murieron, ni la
cantidad de gente que resiste, que no aguanta más. Nadie
se imagina cómo Luz y su gente están destruyendo todo.
Nadie sabe lo que hicieron con las buenas personas, en qué
las convirtieron, las cosas que les obligan a hacer. Lograron
construir un mundo en donde nadie sabe nada. Pero
tampoco ellos saben que acá, en el corazón de este «mundo
feliz», estamos nosotros, resistiendo, bajo tierra. Y eso es
algo bueno...
-Yo no veo nada bueno en esto, veo odio, angustia, dolor...,
veo que todo está mal.
-Pero va a estar mejor, Mar-dijo él, acariciándola-. Estamos
haciendo algo para estar mejor, nos estamos uniendo.
Estamos luchando por nuestro futuro, Mar.
-¿Futuro? Tengo la cabeza hecha una licuadora. Me dicen
que este presente no es mío, y siento que no tengo ni
pasado. No puedo pensar en el futuro.
Ella no podía recordarlo, pero un año antes, habían tenido
una charla similar, en un lugar y un tiempo especial: en el
futuro arrasado en el que había resistido Esperanza. Aquel
día Mar estaba impactada, llorando por esa desolación, y en
medio de esa tristeza y ese dolor, habían tenido su primera
vez. Un año después, estaban en una nueva tierra arrasada,
ante una desolación distinta, pero las palabras eran
similares.
-El futuro depende de nosotros, Mar le dijo Thiago como le
había dicho aquella vez..
-Siento que esta pelea ya se perdió, percho.
-Vamos a poder, Mar. Y no por nosotros solamente, sino por
nuestros hijos y nuestros nietos. Ellos tienen el mismo
derecho que nosotros. No les podemos dejar un mundo
como este-le había dicho Thiago aquella vez, y ahora lo
reafirmó-. Sé que no lo sabés, pero una vez te prometí un
mundo mejor. Y te lo vuelvo a prometer.
-¿Cómo sabés que vas a poder cumplir tu promesa? Nadie
sabe lo que va a pasar.
-No, pero yo sé lo único que necesito saber: que el nuestro
es un amor único.
La besó, y ella, que no podía parar de llorar, se abrazó a él,
con mucha necesidad de aferrarse a la esperanza que le
transmitía. Besándose, se recostaron en la cama, y como
aquella vez, entre llantos, se aferraron a lo único cierto que
tenían: su amor.
Pero lo que nadie sabía, tampoco, era el infierno que
estaba viviendo Simón, que en ese momento estaba en el
baño, con el oído apoyado contra la puerta de la habitación.
Sabía, porque se lo había dicho Hope, que Mar estaba allí
con Thiago. Y aunque una parte suya había recordado todo,
y sabía que Thiago era su hermano y que él estaba
enamorado de Vale, otra parte, la que le habían implantado,
le decía que ese era su enemigo y que lo debía destruir.
Como había anticipado Kant, los colores de Simón se
estaban mezclando de una manera inquietante. Debió hacer
mucha fuerza por contener el impulso de entrar a la
habitación y terminar con ese salvaje. Se sentó en el piso,
sujetándose las manos y comenzó a llorar. Así lo encontró
Valeria.
-¿Qué te pasa, Simón?-se alarmó.
-¡Nadie sabe lo que me pasa, nadie lo sabe! -dijo él,
llorando, y se aferró a Valeria como si estuviera
hundiéndose en un mar tempestuoso.
Colores verdaderos
 
Luz entró en el altillo cuando recién estaba empezando a
clarear, y se indignó al ver que René se había quedado
dormida monitoreando. Fue a despertarla, pero se extrañó
ante algo que vio. Una de las cámaras de la habitación de
las chicas estaba parcialmente tapada, pero en un rincón de
la imagen se alcanzaba a ver la cama de Mar. Se veían sus
pies y los pies de un hombre, desnudos.
-¡¡René!! Despertate, ¿qué pasa con esa cámara?
-Señora, buen día. Yo... Eh....
-Espabilate, René, y dame un motivo para seguir teniéndote
como asistente.
-Mi elevado coeficiente intelectual, señora. Tengo un CI de
184.
-Bueno, movete, CI 184, y activame otras cámaras, quiero
ver quién está con Mar.
Thiago y Mar remoloneaban en la cama, no se podían
despegar.
-No sabés cómo te extrañaba, mi amor.
-¿Extrañabas qué? O sea, fue la primera vez. Y no es que yo
tenga muchas primeras veces por ahí, o sea... ¿Por qué
decís que me extrañabas?
-Se está haciendo de día -dijo él, evitando llevar la charla a
la parte de que ya se conocían, porque esos temas siempre
confictuaban a los que vivían en el NE, aún no estaban listos
para aceptar el tema de los reseteos Debería irme.
-¿Ya?-se entristeció ella.-Digo, ¿ya es de día? No, capaz es la
luz de neón de afuera.
-Romeo y Julieta-dijo él, riéndose y ella lo miró intrigada- ¿La
leíste?
-Obvio-mintió ella. Bueno, un poco. Un resumen leí.
-Hay una escena en la habitación, él le dice que ya es de
día, que debería irse, y ella le dice que no, que no es la
alondra la que canta, sino el ruiseñor...
-No sé quién es el señor Ruiz, ni la Alhambra, pero no es de
día, quedate.
-OK. no es de día -dijo él, y volvieron a abrazarse bien
fuerte.
-¡Todas las cámaras tapadas! Son desprolijas como ellas
solas estas malcriadas, y tiran la ropa así nomás y las tapan
sin querer. Pero todas todas tapadas es mucho -dijo René.
-Dame audio, CI 184 -dijo Luz, conteniendo su enojo. René
tipeó algo y pudieron escuchar la conversación de Mar y
Thiago.
-No, sí, es re de día ya, cantó la Alhambra, el señor Ruiz, el
coro entero cantó. Mejor andá, percho, si te ven acá, te
matan.
-«Si te encuentran acabarán contigo», le dice Julieta a
Romeo -dijo Thiago, divertido por la analogía con la escena,
y Luz, apenas lo escuchó, supo que era él. Tiró de un
empujón el café que le acercaba René, y salió disparada
hacia el cuarto de Marianella.
-Andate, ¡dale! -dijo Mar, empujando a Thiago de la cama. Él
se vistió a las apuradas, y, antes de salir por la ventana, ella
lo frenó- ¿Me amás?
-¿Por qué debo jurarlo?-dijo él, haciéndose el Romeo.
-Mejor no jures -dijo ella, y volvió a besarlo. Pero, por favor,
no me traiciones, estoy confiando en vos.
-Nunca te voy a traicionar, mi amor. Nunca. Y volvieron a
besarse.
Luz avanzaba por el pasillo con la furia retumbando con
cada taconeo. Indicó a René que llamara a todos los
soldados que hubiera en la zona e ingresó en el cuarto,
justo cuando Thiago acababa de irse. Mar fingió estar
abriendo la ventana.
-Luz, buen día. Estaba ventilando un poco porque...
Pero Luz no la dejó terminar, la agarró de un brazo, con
fuerza, y le gritó en la cara, mostrando todos sus dientes.
-¡¿Así que dormís con salvajes?! ¿Te gusta jugar a Romeo y
Julieta? ¿Sabes cómo terminan, Marianella? ¡Los dos
muertos!
Los guardias que había convocado Luz llegaron y ella hizo
trasladar a Marianella a su oficina, no quería ofrecer un
escándalo en el NE. En el trayecto, Mar trató de pensar
alguna excusa para dar, pero apenas llegaron, Luz la sentó
en una silla y no la dejó ni emitir un sonido. Comenzó a
atacarla como un perro rabioso.
-Todo te di, confié en vos, te cuidé, te protegí. Te traté como
una hija ¡y me traicionás! ¿Cuánto hace que te revolcás con
salvajes? ¿Cuánto hace que sos su cómplice? ¿Vos los
ayudaste a secuestrar a Rama? ¿A Kant?
-Luz, yo te juro que...
-¡No me jures nada! ¿Qué? ¿Vas a negar todo? Hay videos
donde se te ve besándolo en la Fiesta Medieval.
Interceptamos comunicaciones tuyas con ese asesino. ¿Qué
te pasa, Marianella? ¡Es el asesino de tus padres! ¡Sos una
cualquiera!
-¡No me insultes! -explotó Mar, pero, ante su grito, Luz la
calló cruzándole la cara de una bofetada.
-Cuando yo hablo, vos te callás, ¡arrastrada!
Simón escuchaba los gritos de Luz, que retumbaban en todo
el centro de monitoreo. Se apartó y le hizo un llamado a
Thiago.
-¡Fue una locura lo que hiciste, Thiago! La pusiste en
peligro, no te importa nada, ¿no?
-¿De qué hablás, qué pasa, Saimon?
-No puedo seguir arreglando los quilombos que hacés vos-
dijo Simón, que no podía salir del laberinto de sus
emociones encontradas, y le cortó, justo cuando Luz salía
de su oficina, agitada por la cólera.
-¿Cómo puede ser? -le dijo a Simón-. Se nos rieron en la
cara, a mí, a vos, a todos. Pero ya está, me cansé. ¿Quieren
jugar? Vamos a jugar.
-¿Qué vas a hacer? -preguntó Simón.
-Voy a usar a Marianella para atraer a Thiago y capturarlo
de una vez por todas.
Pocos minutos más tarde, Simón entró en la oficina en la
que Mar no paraba de llorar y se le acercó. Ella lo miró con
resquemor, no podía leer a Simón, el día anterior se había
manifestado como uno más de los salvajes, pero ahora
estaba allí, marcial y gélido como el guardia civil que era. El
se sentó junto a ella, muy serio, y le dijo:
-Tenés que llamar al rebelde Bedoya y decirle que se van
a encontrar. Hacé lo que yo te digo y va a estar todo bien,
¿sí?
Mar asintió, aunque la actitud de Simón era ambigua. Entró
Luz y preguntó si Mar estaba dispuesta a enmendar su error
y colaborar, y Mar, casi temblando dijo que lo haría.
-Así me gusta, Mar. Odio tener que ponerme tan cruel, pero
es mi deber. Y entiendo la travesura que hiciste, pero es
peligroso. ¿Vos me entendés no?
-Pero yo solo quiero que sepas que esto es un error, yo no
soy amante del salvaje-dijo Mar, con un temblequeo en la
voz.
-Pero estuviste en contacto con él, ¿o no?-dijo Luz, que
ahora era todo dulzura Esta es tu oportunidad de
reivindicarte, Mar. Es por el bien de todos.
 
Thiago se había preocupado mucho con el llamado que le
hizo Simón, así que había ido hasta el búnker, pero allí nadie
sabía nada. Poco después, recibió el llamado de Mar y se
alivió. Mar le dijo que estaba bien y que necesitaba verlo y
lo citó en su habitación. Thiago cortó, feliz, y fue a su
encuentro.
Luz se apostó en el altillo, desde donde podía seguir el
operativo para cazar a Thiago por las cámaras de seguridad.
Todos los pasillos de las habitaciones del NE estaban
atestados de soldados, y Simón estaba al mando. De pronto,
a través de las cámaras, vieron una sombra oscura que se
acercaba a la ventana de la habitación de Mar.
-Prevenidos para la bienvenida... -dijo Luz, muy atenta.
Alguien vestido de negro y con capucha abrió la ventana y
se metió dentro de la habitación, y apenas lo hizo, media
docena de soldados aparecieron desde todos lados y lo
detuvieron. Cuando le sacaron la capucha, Luz se quedó
pasmada al ver que se trataba de Marianella, que estaba
como poseída, y buscó con la mirada una cámara.
-Sí, qué sorpresa, ¿no? Soy yo. ¿O pensaste que te iba a
entregar a Thiago así de fácil? No, Luz, te equivocaste, ya
no soy tu robotito, así que si querés a Thiago, vas a tener
que arreglártelas sola. ¡A mí no me usás más, basura!
Luz pareció teletransportarse desde el altillo a la habitación,
llegó más rápido de lo físicamente posible. Marianella
seguía vociferando desaforada.
-¡Dictadora! -le gritó a Luz cuando la vio entrar en la
habitación-. Se te va a acabar este realismo mágico, este
zoológico de cristal, esta burbuja de algodones.
-¡Callate la boca!-gritó Luz, como un trueno.
-¿Y si no, qué? ¿Me vas a matar? ¿Me vas a meter cosas en
la cabeza, como hacés con todo el mundo?-la provocó Mar-.
No me callo nada, estoy harta de callarme, de no poder
decir lo que pienso. Estoy harta de vos, ¡genocida, tirana de
country!
Un soldado la durmió con un artefacto sin dejarla terminar.
Media hora más tarde, Mar estaba sobre una camilla, lista
para ser reseteada nuevamente. Luz la miraba, mortificada,
y comentó con Simón:
-No puedo creer cómo se nos fue de las manos.
-¿Pero qué le están haciendo?-preguntó Simón, disimulando.
-Ahora te voy a explicar lo que hacemos, Simón. Es un
protocolo e seguimos para recuperar a algunos salvajes
violentos. Marianella necesita que un pequeño ajuste
porque fue manipulada por esos salvajes. No te preocupes.
Esto es lo mejor para ella.
Cuando Mar despertó, se encontró con la sonrisa afable de
Luz, que le dijo que había tenido una leve
descompensación, pero que ya estaba bien. Entró Simón,
galante, y se ofreció a acompañarla hasta el NE. Antes de
irse, Mar giró, y miró a Luz.
-Luz, ¿a vos te molestaría si yo el domingo te hago un
regalo? Es el día de la madre, y bueno, vos, para mí, sos
como una mamá.
-Claro, querida-dijo Luz-. Pero el mejor regalo para mí es
verte así, tan feliz. 
Mar se fue con Simón, pero no fueron al NE. Los esperaba
Esperanza, que acompañó a Mar hasta las alcantarillas y la
sacó fuera de la urbe, donde la esperaba Thiago. Todo había
sido un plan orquestado por Simón, que le había pedido a
Mar que le siguiera la corriente, que fingiera emboscar a
Thiago y luego exagerara un brote con Luz. Eso haría que la
resetearan, pero, por supuesto, gracias a Kant, ese reseteo
no se llevaría a cabo. Luego Mar había fingido ante Luz para
asegurarle que ya no era una amenaza.
Thiago la esperaba ansioso y preocupado, y recién pudo
respirar cuando la vio aparecer sana y salva. Hope los dejó
solos.
-¿Cómo puede ser? -dijo Mar, ya rendida ante la evidencia
que le habían presentado. Por más que lo hubiera negado
una y otra vez, la verdad se había impuesto-. O sea, nos
hacen otros, se nos meten en la cabeza, nos cambian la
vida, ¿por qué?
-No lo sé, Mar.
-¿Todo, todo es una mentira? Todo lo que creí vivir, sentir,
soñar, hacer... ¿Todo es mentira? ¿Por qué Luz nos hace
esto? Es horrible. Me robaron mi vida, Thiago -dijo ella,
llorando, empezando a abismarse en la verdad.
-Sí, pero ahora la estamos recuperando. Es terrible lo que
ella nos hizo, pero más importante es que lo vamos a hacer
nosotros con eso.
-No-dijo Mar, pesimista-. Esto va a terminar mal, ella me lo
advirtió hoy. Vamos a terminar muertos, como Romeo y
Julieta.
-No, Mar, eso no va a pasar.
-¿Cómo luchamos contra Luz? ¿Cómo luchamos contra todo
esto? Ni vamos a poder. Esto va a ser una tragedia.
-Lo trágico de Romeo y Julieta es que no estén juntos-dijo
él-. Tal vez para algo Shakespeare la escribió, para evitar
futuras tragedias. Yo te prometo que nuestra historia no va
a terminar en tragedia. Vení, vamos.
-¿A dónde?
-A ser Romeo y Julieta, pero sin tragedia. Vení, ¿confiás en
mí?
-Más que en Luz, seguro, después de lo que vi.
Thiago la condujo por el bosque. Era la primera vez que
Mar salía de la burbuja. Una parte suya sentía que estaba
descendiendo a un mundo peligroso, pero otra parte lo vivía
como una liberación. Algo era claro: allí afuera no había
ahogo, allí podía respirar.
Luego de unos quince minutos de caminata, se toparon
con una pequeña mesa hecha de leños, con un mantel algo
rotoso. 
-¿Acá vivís vos? -preguntó ella, disimulando el impacto-
Está lindo, eh. Lindo, lindo. Poquitos muebles, pero lindo -
dijo ella, condescendiente.
-No, Mar, yo no vivo acá -dijo él, algo tentado-. Acá nos
vamos a casar, en secreto, como Romeo y Julieta. ¿Te
querés casar conmigo, mi amor? Mar se quedó muda, y eso
era algo infrecuente. Pasó por mil emociones, se enojó, se
indignó, se enterneció, se emocionó, pero no dijo una sola
palabra. Finalmente, sin poder creer lo que estaba haciendo,
le dijo que si. Pero, de pronto, pegó un grito y reculó,
aterrada ante alguien que se acercaba.
-¡Ay, la bucanera de tu hermana! ¡Un salvaje! -dijo,
señalando al Profesor.
-Tranquila, Mar, es el Profe, y es amigo.
-Yo vendría a ser el Fray Lorenzo de esta historia-dijo el
Profesor.
Mar asintió, como si hubiera entendido la metáfora, y
Thiago le tradujo.
-Fray Lorenzo es el cura que casa a Romeo y Julieta en
secreto.
-Ah, ¿es cura? No, percho, yo te dije que si pero como un
juego, como que jugamos a casarnos, unas palabritas
lindas, simbólicas, no casamiento oficial. No es que no
quiera, eh, pero pensé que esto era una travesura entre un
rebelde y una chica NE.
-Mar, no soy cura-le aclaró el Profesor, que la miraba con
una sonrisa y un brillo en sus ojos-. Solo soy alguien que
quiere mucho a Thiago y, por carácter transitivo, a vos.
¿Están listos para este importante paso?
-No diga así, «importante paso», suena como grande -dijo
Mar, algo fóbica.
-Es que esta unión, aunque sea simbólica, es una manera de
derribar ese muro. Es terminar con la división de Montescos
y Capuletos. Es el final del blanco o negro.
Más allá, escondida, estaba Nina, mirando la escena con
una pena insoportable.
-El casamiento es la unión de dos diferencias-comenzó el
Profesor. Un puente entre dos territorios, dos elementos que
al unirse forman un tercero...
-Bueno, percho, que para tener un hijo falta bastante-dijo
Mar.
- Metafóricamente, Mar. Imaginemos que se casan el azul y
el amarillo, ¿qué nace?
-El verde! -dijo Mar.
-Exacto. Y el verde tiene algo del azul y algo del amarillo,
pero es algo nuevo, es verde, es otro color que antes no
existía, y ahora, gracias a esta comunión, ¡existe! La
pregunta, entonces, es... Thiago, Marianella, ¿están
dispuestos a crear juntos colores nuevos, desconocidos,
colores no inventados ni descubiertos?
Los dos dijeron que estaban dispuestos, y el Profesor los
declaró marido y mujer.
Desde que Teo se había llevado al bebé, Jazmín lo había
intentado todo para recuperarlo. Al principio se había
enfrentado con él, habían tenido una discusión fortísima
porque no podía entender cómo ese hombre sensible, que
había ayudado a esa mamá y a su hijo, ahora se lo había
quitado con tanta frialdad. Pero luego pensó que el
enfrentamiento no era el mejor camino, e intentó con la
seducción, que era, hasta el momento, infalible con Teo. Él
se había mostrado dispuesto a arreglar las cosas entre ellos,
pero en ningún momento le dio información de dónde
estaba el bebé.
Jazmín se sentía cada vez más mortificada e impotente, y
fue a visitar los a la guarida. La recibió Tacho, le dijo que
Melody dormía, y se apartaron, para no despertarla.
-Perdón que caí así, pero quería saber si ustedes habían
tenido alguna novedad del bebé.
-No, ninguna. Simón está tratando de averiguar dónde lo
tienen. ¿Vos cómo llegaste hasta acá?-preguntó él,
extrañado.
-Una vez, hace un tiempo, los seguí -confesó ella. Yo ya
estuve acá.
Tacho la miró, muy sorprendido. -¿Hace mucho estás con
ella? -preguntó Jaz, señalando hacia el cuarto de Mel.
-No, un par de meses-dijo él, incómodo-. Y el bebé no es
mío. Es una historia larga.
-¿Me la querés contar?
Él buscó la manera de contarle una historia que la
involucraba, pero sin mencionarla.
-Melody tenía un novio, y yo una novia, pero los perdimos-
dijo Tacho. -Y bueno, en este tiempo nos contuvimos, y
ahora estamos juntos.
-¿Qué le pasó a tu novia?
-Murió-dijo Tacho, luego de un instante.
-Perdoname, no sabía.-dijo Jaz, impactada-¿Y cómo se
llamaba?
-Le decíamos Gitana-respondió él, elusivo.
-Gitana-repitió Jazmín, impactada por ese nombre que no le
era ajeno, era uno de los personajes del blog que leía -. ¿Y
cómo era ella?
-Hermosa. Increíblemente hermosa. Explosiva, un volcán-
agregó Tacho riéndose-. Éramos muy distintos, ella era
gitana, y yo, payo; ella era medio vueltera y yo era más de
ir de frente. Nos matábamos discutiendo, pero el amor fue
más fuerte.
-¿La extrañás?
-Muchísimo-dijo él con una tristeza abrumadora.
En ese momento, Mar y Thiago entraron en la guarida.
Ella había insistido en conocer la casa de su marido antes
de regresar al NE.
 
-¡¿Acá viven?! -dijo ella al entrar, con una sonrisa
indescifrable.
-No será impecable y modernoso como el NE, pero tiene su
onda, ¿o no?
-Sí, sí... -dijo ella disimulando la impresión que le daba.
-Todo lo que tenemos lo fuimos juntando nosotros, y
reciclando. ¡Acá no se tira nada! Mirá, allá tenemos nuestra
propia huerta...
-¿Y acá toman sol? Por eso la duchita, ¿no?
-No, Mar, acá nos bañamos, es una ducha africana, ya nos
vamos a duchar juntos.
-Cállate y dejá de mostrar la entretela, ordinario. Seguí
mostrándome la casita.
Jazmín y Tacho seguían charlando en el interior, los dos
conmovidos por la historia que él contaba, sin imaginar ella
que era la protagonista.
 
-Igual, mi historia con la Gitana está cerrada-dijo Tacho,
como pidiéndole disculpas. Yo tengo un compromiso con Mel
y con su bebé. Ellos me necesitan, y ahora más que nunca,
así que, de acá en adelante, voy a estar con ella. ¿Se
entiende? -le dijo, culposo.
-Obvio, es muy noble de tu parte-dijo ella, disimulando el
dolor que sentía.
-¡Percha! ¿Qué haces acá? -Jazmín giró y se sorprendió al
ver a Mar.
-¿Vos qué hacés acá?
-Me escapé un ratito de la urbe y fuimos a pasear por el
bosque-dijo Mar, pícara.
-Y ya que estábamos, ¡nos casamos! -dijo Thiago, aún
embobado.
-¡¿Qué?!-exclamaron Tacho y Jazmín a dúo.
-Bueno, fue un casamiento bajo perfil, bah, perfil salvaje,
simbólico, como que derribamos el muro-explicó Mar, pero,
de pronto, Tacho explotó, angustiado.
-Te vaciaron la cabeza a vos ahora, que estás tan estúpido?-
le dijo a Thiago.
-Pará, Tacho, ¿qué te pasa?-dijo Thiago, asombrado por su
reacción
-Sos de cuarta, loco. ¡Amado está secuestrado! ¿y vos jugás
al Romeo del bosque? ¿Qué obsesión tenés con casarte? ¿A
nadie le importa Amado, que está lejos de su mamá y solo?
¿A nadie le importa que Melody sufra?
-Tacho, no es así -dijo Thiago, sintiéndose culpable. Todos
estamos haciendo algo...
-¡Es así, y no hacen nada! ¡Son todos unos egoístas!
-Tacho, la jefa descubrió que Mar se veía conmigo. Tuvimos
que hacer algo para hacerla zafar. Me tuve que ocupar de
eso, no me quedó otra.
-Y después te fuiste a casar, en lugar de darme una mano.
-Venía a decirte que hablé con Saimon, que cree que puede
llegar a la información de dónde lo tienen. Mucho no
podemos hacer hasta no averiguar dónde está.
-¡Ese bebé tiene que ser nuestra prioridad! -gritó Tacho,
llorando-. ¡Y yo siento que nos dejan en banda!
-Tacho... -intervino Melody, que se había despertado y se
acercó. Le habló tranquila, para calmarlo-. Nadie nos deja
en banda. Todos hacemos lo que podemos. No te pelees con
Thiago. Tenemos que estar todos juntos en esto.
-Perdoname, no te quise despertar-dijo Tacho, serenándose
un poco.
-Me despertó Simón-dijo ella-. Me dijo que cree que
encontró a Amado.
Tacho y Thiago se miraron, esperanzados. Mar y Jazmín,
conmovidas, se acercaron a Mel y le hicieron un mimo,
cariñosas.
Esa noche, Luz entró en el altillo y se llevó una enorme
sorpresa. El Profesor estaba parado frente al reloj, limpiando
sus piezas con un pincel.
-Hola, Luz-le dijo, sonriente-. No voy explicar cómo entré,
tengo más derecho que vos a estar acá. Y no conviene que
avises a la Guardia Civil, porque vine a reparar este
desastre que hiciste con el reloj. ¿Creías que podías manejar
el portal? Deberías aceptar que no tenés el don. Un milagro,
una maravilla que nos regaló la vida, y lo destruiste.
Ella agarró su handy, como para llamar a los custodios.
-¿Vas a hacer que me detengan y te vas a perder la única
chance de reabrir el portal?
-Sin un catalizador no me sirve.
-De eso vamos a hablar después. No lo voy a arreglar por
vos. Este portal es necesario, vital, como el sol. No se puede
vivir sin él, Luz.
-Te doy una hora para que lo arregles, Profesor.
-Es gracioso que sigas creyendo que tenés algo de poder
sobre la gente, Lucecita-se rio el Profesor, sacó un
instrumento de un bolso y comenzó a manipular algunas
piezas del reloj- ¿Construis un muro en la puerta del
Mandalay? -preguntó el Profesor señalando por la ventana.
Afuera, varios albañiles habían estado todo el día
levantando un paredón que rodeaba el NE. A partir de que
descubrieron que Thiago se había metido en la habitación
de Mar, Luz había tomado medidas extremas para reforzar
las seguridad. El Mandalay ya no existe -dijo ella, seca.
-¿Y después qué? ¿Les vas a construir un muro en sus
propios cuartos, o encerrar a cada uno en un muro
personal? ¿Vos creés que eso va a servir para algo? ¿Vos
sabés cómo funciona este portal? ¿Lo viste alguna vez?
¿Viste cómo es?
-Sí, vi. Es una luz blanca, potente-dijo ella, casi con
impaciencia.
-No, señor. Lo que vos viste como luz blanca, en realidad, es
la suma de todos los colores. -El Profesor sacó tres linternas
pequeñas de su bolso-. Por ejemplo, si a este haz de luz le
pongo un filtro azul, tendremos luz azul. A esta otra le
ponemos un filtro rojo, y tendremos rojo. Y si a esta le
ponemos verde...
-Tendremos verde-dijo ella, hastiada.
-¿Y qué pasa si sumamos los tres haces de luz? Sostené
una, apunta para allá.
Ella lo hizo, reticente, y proyectó la luz roja sobre la pared.
El Profesor apuntó la verde y la azul sobre la roja, y al
confluir los tres colores, se formó un haz de color blanco.
-Primera lección: el blanco es la suma de todos los colores.
Cada persona tiene su propio color, único, irrepetible. Un
color que vino a este mundo para brillar y que vos quisiste
cambiar en la gente. Si ese color que trajimos deja de
brillar, si esa luz se apaga, nos hundimos en la oscuridad.
Que es donde estás porque la ausencia de color es el negro-
concluyó y retomó los instrumentos para ajustar el reloj.
Varios metros por debajo de donde estaban ellos, Thiago,
Tacho, Mar, Jaz y Mel habían llegado al bunker para esperar
las novedades de Simón. Tefi fue a buscar a Mel y la llevó
hasta el baño del NE, se merecía darse una ducha
reconfortante y un poco de mimos. Rama bajó para ver a los
chicos cuando supo que estaban ahí. Thiago y Tacho se
miraron y se sonrieron. Los otros tres no entendieron por
qué sonreían, y ellos no pudieron explicarles que era de
alegría porque, después de tanto tiempo, por fin, volvían a
estar los cinco TeenAngels juntos.
-¡No llama más Simón! bufo Tacho, mirando la hora.
-Ya va a llamar-lo calmó Thiago.
-¿Qué son estas cosas?-preguntó Mar, y señaló cajas y
bártulos que había en el bunker.
Rama les explicó que con el resto de los chicos habían
decidido filmar un corto que filtrarían en el circuito cerrado
de televisión, como una iniciativa creativa para provocar
algo. En esas cajas estaba la utilería que usarían. Entre
todas esas cosas, había varios instrumentos. Tacho vio una
armónica, la agarró y la hizo sonar. Al escuchar los acordes,
Rama manoteó el banjo que estaba apilado, y lo siguió,
tocando aquella canción que ya una vez habían cantado.
-¡Ese tema! -dijo Mar
-¿Lo conocen?-se extrañó Thiago.
-Sí, creo que si-dijo Jaz.
Rama empezó a tocar A ver si pueden en el banjo, Thiago
lo siguió haciendo percusión mientras Tacho sonaba la
armónica. Las chicas comenzaron a cantar, y los cinco
hicieron música juntos, luego de muchos meses de no
hacerlo.
-Vos quisiste armar un mundo monocromático, en blanco
y negro-le dijo el Profesor a Luz, mientras seguía arreglando
el reloj-. Negaste el color de cada uno, pero la esencia, los
colores verdaderos, tarde o temprano, brillarán. Y esos
colores se mezclan, se unen, se combinan, forman nuevos
colores, cada vez más brillantes.
El Profesor se detuvo, porque de pronto el reloj volvió a
funcionar. Y apenas lo hizo, una luz muy dorada comenzó a
crecer en su interior, al tiempo que los TeenAngels
cantaban, uniendo sus colores, y en toda la mansión
comenzó a sentirse un temblor. Primero, leve, pero fue
creciendo en intensidad. Todo tembló, y el murallón que Luz
había hecho construir alrededor del NE se derrumbó como
un castillo de naipes.
-No puede ser-exclamó Luz, agarrándose de la pared,
mientras el reloj volvía a brillar.
-¡Agarrate, Catalina! -exclamó el Profesor. Cuando los
colores de cada uno se mezclan, el resultado es una cálida y
potente luz blanca, que algunos llaman portal.
La oposición
 
Mientras Tefi y Paloma le hacían de campana, Melody se dio
una ducha en el NE. La había reconfortado un poco al
menos, en medio de la desolación de estar separada de su
bebé. Atendió urgida su teléfono al ver que era Simón, pero
él, apesadumbrado, le informó que no había encontrado a
Amado y le prometió que seguiría buscándolo, pero Melody
comprendió que era un camino sin salida y que debía tomar
medidas extremas. Sin decírselo a nadie, se vistió con ropa
de las chicas y se fue del NE.
Teo estaba en su casa teniendo una extraña conversación
con Sally.
-Mi amor, ¿cómo fue tu día? -preguntó el cazador,
sacándose los zapatos, agotado.
-Esperando instrucciones respondió Sally, con voz robótica.
Era la central inteligente que regulaba todas las funciones
de la casa.
-Temperatura, subir dos grados-ordenó Teo-. Programar
alarma. Ponete las pilas y despertame a horario. Si o si
necesito despertarme -dijo Teo, en un sentido literal,
ignorando que también lo necesitaba en sentido metafórico.
Recién había logrado conciliar el sueño cuando algo lo puso
alerta, ordenó a Sally que encendiera las luces y se quedó
atónito al notar que estaba esposado al barral de la cama, y
que frente a él estaba Melody, con una tijera en la mano.
-¿Qué es esto? ¿Qué hacés? -dijo, muy alterado.
-Vine a demostrarte que Amado es tu hijo-dijo Melody, se
acercó a él y con la tijera le cortó un mechón de pelo que
guardó en una bolsa plástica-. Ya que no me creés a mí,
tendrás que creerle a la ciencia. Vamos a hacer un análisis
de ADN. Vamos a ver qué decís cuando te demuestre que
secuestraste a tu propio hijo.
-Vos estás loca, ¡¿cómo va a ser mi hijo?! Para eso vos y yo
deberíamos haber estado juntos, y capaz lo soñaste, capaz
tenés fantasías conmigo, pero eso ¡nunca pasó!
Mel lo interrumpió poniéndole el celular frente a su cara,
muy resuelta.
-Llamá a alguien que pueda hacer un ADN.
Kant estaba trabajando cuando recibió un llamado con un
pedido muy extraño.
-Kant-dijo Teo-. Te pido máxima confidencialidad. Necesito
que vengas a mi casa y tomes una muestras para un
análisis de ADN, ¿puede ser? Minutos más tarde, Kant retiró
las dos muestras que Melody había dejado en la puerta, y
prometió que para primera hora de la mañana tendría los
resultados. Mientras tanto, Melody liberó a Teo, aunque ella
retuvo el arma, preventivamente.
-Yo, la verdad, creo que es patológico lo que les pasa a
varios de ustedes-dijo Teo-. Esos delirios que tienen.
Entiendo tu situación, traumática; al fin y al cabo, es tu hijo.
Pero ojalá entendieras que lo que hicimos es por el bien de
él.
-No creo que sea algo bueno para un hijo que el padre lo
separe de la madre.
-¿Por qué esta obsesión conmigo? Soy tu enemigo, ¿no te
parece enfermizo?
-No sos mi enemigo, y menos sos una obsesión. Yo te amé y
vos me amaste.
-Es una locura que jamás vi.
-Ya veremos-dijo ella.
Pasaron el resto de la noche sin hablar, hasta que se hizo
de día y sonó el timbre de la casa. Ella le indicó con un
gesto que abriera, suponiendo que era Kant, pero la que
llegó fue Luz, que estaba radiante. Melody corrió a
esconderse en la habitación.
-Vine a buscarte para mostrarte algo extraordinario. Nos
vamos, ¿estás listo?
-Me estaba por duchar -dijo él, aturdido.
-Servime una taza de café y duchate, yo te espero. Anoche
ocurrió algo maravilloso, Gorki. ¡El portal recuperó su
energía!
-Claro -dijo él, con su cabeza en otro lugar.
-¿Qué te pasa, Teo? Te estoy hablando de algo
importantísimo y ni reaccionás.
De pronto, el despertador que había programado la noche
anterior se activó, y la voz de Sally se oyó fuerte, justo al
lado de Melody, que se sobresaltó y dejó escapar un grito.
-¿Y ese grito?-dijo Luz, muy seria de golpe, y avanzó hacia el
cuarto ¿Quién está en el cuarto, Teo? ¿A quién estás
escondiendo?
-A nadie-dijo él y se paró frente a la puerta.
-Abrí ya esta puerta. Es una orden.
Melody se replegó, aterrada. Teo no tenía escapatoria,
esperaba que Melody hubiera huido por la ventana, pero
cuando estaba a punto de abrir la puerta, sonó su teléfono.
-No atiendas y abrí -ordenó ella.
-Puede ser urgente-dijo él, evasivo, y atendió.
-Tengo los resultados del ADN, Teo -dijo Kant-. El resultado
es positivo. «El resultado es positivo», repitió Teo en su
cabeza. Y eso bien podía ser una metáfora también.
En el NE estaba por ocurrir algo muy especial, un estreno.
Todos los chicos habían pasado la noche en la guarida
grabando el corto con el que intervendrían la señal del canal
oficial. Estaban todos sin dormir, pero felices. Sobre todo
Hope, que no podía creer que luego de tanto tiempo y
tantos sufrimientos, estuvieran casi todos juntos otra vez.
Los salvajes estaban en el búnker, mirando todo a través de
las cámaras, y los otros estaban en la recepción, en la hora
más concurrida del día, la del desayuno. El tema de
conversación era el temblor que se había sentido la noche
anterior.
-Decime que fue algo natural, que no fue un ataque
salvaje -le dijo Ito a René.
-Sí, Renu, se cayó ese muro perimetral del NE, ¡un horror! -
disimuló Hope.
-Aprendan a disimular -le dijo Mar a Hope y Jaz por lo bajo y,
muy sobreactuada, agarró a René por los brazos y exclamó :
Percha, qué fue el temblor, yo me muero si se viene abajo el
NE. ¡Yo soy re-NE! No «René»>, me muero si soy René,
quiero decir que soy «requete-NE», amo vivir acá, soy refeliz
acá, me siento atorada de felicidad.
René la miró extrañada, pero justo en ese momento Jony
logró pinchar la señal, cortó la programación y transmitió el
corto que habían grabado. Frente a un decorado dibujado de
una casa de clase media, había una familia tipo: papá,
mamá y dos hijos. Todos tenían máscaras blancas
sonrientes, en una mueca de felicidad. Una locución con la
voz de Thiago contaba la historia.
-Mi nombre es Benicio Muro, tengo la casa que siempre
soñé, el trabajo que siempre soñé y la vida que siempre
soñé. Tenemos todo lo que deseamos, somos una familia
feliz viviendo en un mundo feliz.
Sobre esa parodia de familia feliz, todos con sus máscaras
sonrientes, se sobreimprimía el título del programa: La
familia Muro y su mundo feliz. La familia Muro salía de la
casa y caminaban por el bosque, bailando una coreografía
al ritmo de una canción anodina, muy del estilo NE. En el
bosque había un muro de cartón, pintado en blanco y negro.
Los Muro se encontraban con otros integrantes de ese
mundo feliz, todos con sus máscaras sonrientes, y juntos
bailaban una coreografía. Pero, de pronto, aparecía un
salvaje-interpretado por Luca-, sin máscara, que trepado al
paredón observaba con curiosidad a los seres de ese mundo
feliz. De pronto, los Muro y todos sus vecinos veían a ese
salvaje que cruzaba el paredón y reculaban, espantados.
-¿Será este el fin de la felicidad de los Muro? ¿O el
comienzo de una felicidad distinta? -se preguntaba la
locución, y un cartel anunciaba que la historia continuaría.
Los chicos observaron atentos las reacciones. El material
sin dudas había generado cierto impacto, pero el impacto
que más le preocupaba a Tefi era que las chicas del NE
habían quedado fascinadas con el actor que hacía de
salvaje. René corrió a avisarle a la jefa lo ocurrido, sin
embargo, al enterarse, ella lo minimizó y hasta lo agradeció.
-Para construir poder es necesaria la oposición. Dejalos,
solos nos harán más poderosos -dijo Luz, cortó y miró a Teo,
que se había quedado petrificado con la noticia de Kant.
Abrió ella misma la puerta. En la habitación no había nadie.
Desestimó y se fue, sin esperar a que Teo se duchara. Tenía
que ocuparse de «la oposición».
Poco después, Melody regresó. Se había escapado por la
ventana y, cuando vio a Luz irse, volvió para enterarse del
resultado.
-No sé cómo hiciste para alterar el estudio -dijo Teo,
desconcertado.
-Entiendo que te parezca imposible. Ahora hacé lo que te
parezca, pero ese bebé que tenés no sé dónde, es tu hijo,
Teo. -Y se encaminó hacia la puerta.
-Vos no te vas.
-No tengo nada más que hacer acá. Si querés, frename-dijo
ella, y se fue.
La semilla de la duda ya estaba sembrada, y Melody sabía
que iría él mismo a hacer otro análisis. Efectivamente, Teo
fue al área restringida de Natalidad, donde tenían a Amado,
junto a varios bebés, todos recostados en huevitos
modernos y confortables, atendidos por niñeras muy
serviciales. ubicados como en un cine frente a una pantalla
en la que les proyectaban imágenes extrañas, varias horas
al día. Teo le cortó un mechón de pelo y fue hasta el centro
de monitoreo, le entregó la muestra a Kant, se cortó allí
mismo un poco de pelo suyo y le exigió al científico que
repitiera el análisis frente a él. Kant lo hizo, y una hora más
tarde la máquina arrojó nuevamente el resultado
inquietante: positivo.
Nadie percibía el infierno que estaba viviendo Simón. La
fusión de sus dos identidades se profundizaba cada día. Se
sentía feliz de estar con su novia y con todos sus amigos,
otra vez juntos, pero al mismo tiempo se superponían sobre
los rostros de los otros las caras feroces de los salvajes a los
que debía cazar. Requería de una gran voluntad resistirse al
impulso de ajusticiarlos y distinguir los recuerdos reales de
los implantados. Esa dualidad permanente en su mente lo
tenía exhausto. Valeria lo encontró recluido en el baño,
llorando, y quiso saber qué le ocurría, pero él no podía
explicarle, porque ella no sabía nada de los reseteos.
-Simón, si no me contás, no te puedo ayudar-le dijo ella.
-Es que ni vos ni nadie me puede ayudar.
-Bueno, pero al menos quiero entenderte-dijo ella, con
dulzura.
-Ni yo me entiendo, Vale. Te voy a necesitar mucho, ¿sabes?
-Por supuesto. Pero confiá en mí, contame, ¿qué sentís?
-Es difícil de explicar. Por momentos siento como que... -
Pero se detuvo porque oyó la voz de un hombre en el cuarto
de las chicas. ¿Qué fue eso?
-Nada-minimizó Vale-. Es Mar, con Thiago.
-¿Thiago? ¿El salvaje? -dijo él, de pronto enfurecido, y ella lo
miró muy extrañada. La noche anterior habían estado
grabando juntos el video y ella había visto cómo Simón y
Thiago se adoraban.
-Con Thiago está...-dijo ella, temiendo que él hubiera
entendido mal.
-¡Lo voy a matar! -dijo él, enceguecido, y entró a la
habitación furioso.
-Saimon, ¡casi me matás de un infarto! -dijo Thiago,
sobresaltado por su ingreso, pero Simón, sin decirle nada,
se arrojó sobre él y comenzó a pegarle con mucha violencia,
ante el estupor de Mar y Valeria. Thiago no respondió a las
trompadas que le daba Simón, solo se cubría e intentaba
hacerse escuchar.
-¡Simón, reaccioná! Soy tu hermano, Simón. ¡Soy Thiago!
Tuvieron que intervenir Hope, Ito y Rama para separarlos.
Nadie, salvo Hope y Thiago, entendían lo que ocurría. Ella le
pidió a Thiago que se fuera mientras ellos retuvieron a
Simón, que luego de un rato logró calmarse. Un poco más
tarde, Simón salió al bosque donde lo esperaba Thiago. Se
miraron serios. Simón vio las marcas en la cara de Thiago
de los golpes que le había dado.
-Thiago, perdoname, pero andate, no sé qué soy capaz de
hacer -le advirtió Simón.
-No me voy a ir -dijo Thiago, avanzando hacia él.
-¿No entendés que no doy más? Tengo una guerra adentro
de la cabeza y no sé quién va a ganar. ¡Andate! Dejame
solo, tengo que estar solo.
-Nunca me voy a ir, hermano. La lucha más difícil es contra
uno mismo, Saimon, contra tus propios demonios. Ya te
tocaron tanto el cerebro que nosotros no podemos hacer
nada. Estás solo en esta, solo contra vos mismo.
Simón lo miró, desolado e impotente.
Melody estaba con Tacho en el búnker. Tacho no paraba de
reprocharle la locura que había hecho la noche anterior sin
avisarle, pero ella estaba segura de que era la mejor
manera de encontrar a Amado. De pronto, en medio de los
reproches de Tacho, sonó el teléfono de ella. Era Teo, estaba
llorando.
-¿Por qué me hacés esto?! -gritó Teo, entre sollozos,
golpeando el techo del auto.
-¿Hiciste el análisis de nuevo, no? -preguntó ella, con
cuidado.
-¿Cómo puede ser? Es imposible que sea mío-dijo Teo,
apenas podía hablar.
-Vos no te acordás, pero nosotros estuvimos juntos y nos
amamos mucho.
-¡¿De qué hablás?! -gritó Teo- ¡Yo nunca estuve con vos!
-Sí, y por eso te quebraste cuando me ayudaste en el parto,
ese bebé es tu hijo y vos vas a ser un gran papá. Yo sé que
en el fondo estás vos, el de siempre. Sé que estarás
luchando en tu cabeza, debatiéndote. Pero te juro que ese
bebé que tienen secuestrado es tu hijo, y te necesitamos a
vos para que lo rescates, mi amor -dijo ella, conmovida. Y
Tacho, detrás de ella, acusó recibo de ese «mi amor».
-La vas a pelear y la vas a ganar, Saimon-continuó Thiago
y se acercó a él. Lucha contra esto que te pasa. Sé fuerte-le
imploró Thiago.
-¡Callate de una vez! -gritó Simón, sacó su arma y lo apuntó.
Luz entró en el altillo y miró el reloj, fascinada de que
estuviera funcionando otra vez. René le advirtió que algunos
dispositivos electrónicos estaban produciendo fallos por el
exceso de tensión producido por el portal. Luz quedó sola,
encendió la computadora, pero, como le había anticipado su
asistente, el sistema operativo no respondía bien y le costó
abrir las ventanas que deseaba. De pronto, se abrió el
reproductor de música y comenzó a sonar Against the wind.
Y una vez más, la música, el medio de transporte más
rápido que existe, según el Profesor, la llevó a un momento
terrible para Luz. Aquel día, lo recordaba bien, en la radio
sonaba ese tema de Bob Seger mientras lloraba y temblaba
frente a Cristóbal, que le reprochaba un engaño: acaba de
enterarse de que ella era Luz, la hermana de Cielo.
 
-¿Cómo pudiste engañarme así, Luz? ¿Cómo pudiste
engañarnos a todos? ¡Creíamos que estabas muerta!
-¡Mucho no les importó! -dijo ella, entre sollozos- ¡Tu familia
es una mentira, son todos una mierda, Cristóbal!
-¡Ellos te adoraban, Luz! Cielo lloró por vos durante años.
-¡¡Mentira!! ¡Mi propia hermana me abandonó!
-No, mi amor-dijo Cristóbal, condolido. ¿Quién te metió esas
pavadas en la cabeza?
-Todos ellos son unos traidores, ¡y todos van a pagar por lo
que me hicieron!
-Reaccioná, Luz. Ni Cielo, ni papá, ni nadie te abandonó,
todos sufrimos con tu muerte.
-¡¡Me odiaban!!
Cristóbal la tomó por los hombros, la obligó a mirarlo. Supo
que estaba luchando con un relato muy fuerte que Luz
había creído. Había dos verdades opuestas que se
chocaban, una guerra en su mente.
-Mi amor, ¡tenés que reaccionar! Vos sabés que nosotros no
te odiábamos, lo sabés.
-No sé, no sé nada -dijo ella, angustiada, pero ya dudando,
todas sus certezas empezaban a colapsar-. Yo sé que me
amaban, pero también sé que me odiaban. No sé cómo
explicarlo... Por momentos siento que son mi familia, por
momentos siento que son mis enemigos, tengo una lucha
interna que no soporto más, Cris.
-Tenés que ser fuerte y pelear contra esas ideas que te
metieron en la cabeza, Luz. Pero en eso, Cristóbal vio que se
acercaban cuatro soldados de la Corporación hacia el auto,
abrieron las puertas y lo sacaron a la fuerza.
-¡¿Qué hiciste, Luz?! ¿Me entregaste?
-¡No sé! -gritó ella, llorando-. ¡No sé qué hice!
Luz lloró amargamente mientras se llevaban a Cristóbal,
el único hombre que había amado, y ahora lloraba
recordando su traición de aquel entonces, sin poder acallar
la canción que sonaba a todo volumen.
-No importa lo terrible que sean tus demonios, vas a
pelear y vas a ganar-le aseguró Thiago a Simón-. Yo sé que
es difícil, porque tu enemigo interno tiene tu fuerza y tu
inteligencia. Pero vos tenés tu voluntad.
-¡Cortala, Thiago! -gritó Simón, era evidente que luchaba
contra sus fantasmas.
-Vos tenés la voluntad, vos sos el que decide. No te pido que
me escuches a mí, escuchate a vos mismo, Saimon, al
verdadero, al que bajaría esa arma ya mismo.
-Mi amor, por favor, peleá contra eso que no te deja ver
quién sos-le suplicó Melody a Teo-. Vos sabés que no sos
ese, sabés que sos alguien mucho mejor.
-¡Basta! -gritó Teo y cortó. Luego encendió el auto y salió a
toda velocidad.
El custodio de la sala especial de Natalidad se extrañó
cuando Gorki apareció, con los ojos rojos, e indicó que le
abrieran para retirar a uno de los bebés, pues nadie le había
avisado de ningún traslado. De todas maneras, como Teo
era un soldado de alto rango, lo dejó entrar en la sala. Teo
se paró frente a Amado, que seguía en esa especie de cine
donde les proyectaban imágenes absurdas. Miró a ese bebé
que lo miraba con curiosidad, lo alzó, como si fuera algo
sumamente frágil. El sentido común le decía que era
imposible que fuera su hijo, pero otro sentido, uno
extraordinario, le decía que sí lo era y que debía sacarlo de
ese lugar. Colocó a Amado en el huevito, y se lo llevó.
-Aunque te hayan borrado los recuerdos, tu identidad
sigue ahí adentro.
-Callate, Thiago-le suplicó Simón. Si bien lo seguía
apuntando, no dejaba de llorar.
-No me voy a callar, Simón. Y vos tampoco te calles. Gritá,
hacé callar esas voces en tu cabeza que te confunden-dijo
Thiago y lo abrazó, pero en ese momento se oyó el sonido
de un disparo, y Thiago cayó de rodillas, sorprendido.
Aunque entendía la confusión que tenía Simón, creyó que
había llegado a él con sus palabras.
Simón, muy atribulado, estuvo unos cuantos minutos
mirando el cuerpo de Thiago tendido en el piso, desmayado.
Un Simón quería llevarlo de inmediato al centro de
monitoreo para que se ocuparan de ese indeseable. El otro
Simón sabía que tenía que salvarlo. Thiago se lo había
advertido, no hay oposición más difícil que la de uno contra
uno mismo. Simón tomó su teléfono y llamó.
-Tengo a Thiago-informó.
Donde el camino acaba
 
Los chicos omitían hablar de los reseteos porque era una
verdad demasiado pesada para ser digerida. Las veces que
lo habían intentando, el efecto había sido el opuesto al que
esperaban. Incluso aquellos que habían tenido evidencias,
como Mar, Ito y León, siempre terminaban encontrándole
una explicación alternativa a eso que no cerraba.
Aconsejados por el Profesor, habían decidido dejar que el
proceso se diera naturalmente. Al fin, el momento llegó y
fue un cataclismo.
Teo le había dicho a Melody que le llevaría a su hijo, pero
luego se había ido con el bebé sin dar explicaciones. Tacho y
Melody regresaron a la guarida, desolados, e intentaron
comunicarse con él. Más tarde, Teo los atendió y, muy
alterado, les dijo que necesitaba una explicación coherente
para ese ADN positivo. 
-¡Nosotros nunca tuvimos relaciones! ¿Cómo hiciste? ¿Fue
una manipulación genética, estuviste haciendo
experimentos conmigo? Contestá, quiero la verdad. 
Tacho y Melody se preguntaron si la verdad lograría
calmarlo o empeoraría las cosas. 
En simultáneo, en el búnker, había estallado una
discusión. Simón, atribulado luego de haber desmayado a
Thiago, había recapacitado y había llamado a sus amigos.
Luca y Rama fueron a buscar a Thiago y lo llevaron al
búnker.
-Es Thiago, Simón, ¿estás loco?-le reprochó Luca al tiempo
que Thiago volvía en si.
-¡No lo puedo manejar! -dijo Simón, angustiado.
-Y bueno, man, después de todo, es un guardia, y Thiago,
el líder del terrorismo, ¿no? -opinó Ito. Terrorismo pacifista,
se entiende -aclaró cuando lo miraron mal.
-No se la agarren con Simón -dijo Thiago, aún boleado.
-Claro que me la voy a agarrar con ese percho, le voy a
dejar el ruedo en el escote-dijo Mar, bravísima. 
-Lo desmayó, sí, pero nos llamó a nosotros para que lo
busquemos -dijo Hope-. Le chifla el moño, OK, pero al final
le chifla bien.
-Yo me tengo que ir lejos, no puedo estar cerca ustedes,
soy un peligro-dijo Simón. 
-No es mala idea -dijo Rama, que no podía evitar los celos
que sentía por Valeria.
-Simón, vos decís que no podés controlar lo que te pasa,
¿pero qué es lo que te pasa? -preguntó Jazmín.
-Duda, man-creyó interpretarlo Ito-. O sea, de toda esta
movida salvaje. Me pasa lo mismo: hay días que los quiero
denunciar, después los ayudo, después los mandaría a
piquetear piedra a la urbe de Alaska...
-Ya no se puede dudar más-dijo Mar, muy enojada-. Ya
sabemos quién es quién acá, y Simón pareciera que sigue
siendo un guardia que defiende esta mierda.
-¡¡No!!-estalló Simón-. Yo no soy un guardia, yo era uno de
ellos, yo era el novio de Vale, el mejor amigo de Thiago, y
acá me lavaron el cerebro. Como a todos ustedes, como a
vos, Mar, a Nacho, a Rama, a Jazmín, ¡a todos! Acá nadie se
los dice, pero todos ustedes tienen el cerebro lavado, como
yo.
Todos miraron a Simón como a un loco, casi tentados por
su desvarío, pero cuando vieron la seriedad de los otros,
incluso la de Hope, se inquietaron.
-Creo que es hora de decirles toda la verdad-dijo Thiago.A
Melody y Tacho también les resultó muy difícil explicarle a
Teo por qué él había tenido un hijo con ella y ahora no lo
recordaba. 
-Vos eras uno de nosotros, Teo-le dijo Melody, con tacto. Y
éramos novios, hasta que te agarró Luz, se apropió de tu
vida, de tu cabeza. Luz te lavó el cerebro, por eso no
recordás nada.
-¿Vos pretendés que te crea esa pavada? 
-Teo-intervino Tacho-, ustedes tienen un científico ahí,
Kant. Él es el encargado de hacerles lo que te decimos,
hablá con él, te lo va a confirmar. 
-Lo que dijo Simón es verdad. Él era uno de nosotros. Y
vos también, Vale. Vos eras su novia. Pero antes, mucho
antes, fuiste novia de Rama. 
Mientras Thiago hablaba, Hope les fue pasando las fotos
de ellos que habían escondido. Valeria no daba crédito al
verse con Simón o con Rama, en un pasado que no
recordaba. Mar vio una foto de ella besándose con Thiago
en el Mandalay.
-¿Y esto? -preguntó confundida.
-Esos somos nosotros, mi amor. También fuimos novios. 
-Y vos fuiste el amor de Tacho, Jaz-le dijo Hope,
extendiéndole otra foto.
-No puede ser... -dijo la Gitana, estremecida. 
-Tefi fue el gran amor de Luca. Aunque también tuvo una
historia con vos, Nacho-le dijo Thiago.
-Jodeme...-dijo Ito, mirando las fotos.
-Nosotros éramos un grupo de amigos. Muy unidos. Hasta
que el Gobierno los atrapó y les hizo algo terrible-les
informó Thiago.
-¿Qué nos hizo? -preguntó Jazmín.-Ellos lo llaman
«reseteo» o «reprogramación» -le dijo Kant a Teo, cuando
este, por recomendación de Tacho, fue a pedirle
explicaciones. Básicamente consiste en intervenir el cerebro
de la gente y borrarle sus recuerdos y su identidad.
-Les robaron la vida. Esa es la verdad -dijo Thiago, y se
produjo un profundo silencio.
Las reacciones fueron muy disímiles, pero todos lo
vivieron como un gran impacto. La mayoría hizo un último
esfuerzo por negar, por no pensar, por evadirse de una
verdad imposible de aceptar. Ito quiso olvidar todo, la
verdad dolía y la mentira era más linda, solo deseaba poder
volver a la mentira. Valeria y Mar se fueron a su cuarto e
intentaron dormir, pero Hope las animó a hablar de la tal
crisis que estarían viviendo.
-A ver, Hope, si soy clara-dijo Mar, muy negadora-. Andar
mezclándonos con los salvajes buenos, vaya y pase. Hacer
cositas como el programa de los Muro para llamar la
atención sobre algún que otro problemita en la urbe, vaya y
pase..
-Comerte al «salvaje» Thiago... -sumó Hope a la lista.
-Recontra vaya y pase-admitió Mar-. Pero que me quieran
convencer de que yo no soy yo es cualquiera. 
-Es que vos sos vos, pero otra vos, ¿me captás?
-Yo soy muy yo, soy tan yo que no se puede ser más yo de
lo que soy yo-concluyó Mar y no quiso seguir hablando del
tema.
Jazmín, en cambio, salió corriendo con una idea en su
cabeza. Fue hasta la guarida. Ahí encontró a Tacho, que se
sorprendió al verla.
-¿Yo soy la Gitana? -preguntó ella, al borde de las
lágrimas, y él, conmocionado, solo pudo asentir. 
Jazmín comenzó a llorar, amargamente, y se abrazó a él.
Era un dolor insoportable, pero al menos ahora entendía por
qué esa obsesión con Tacho desde la primera vez que lo
había visto, por qué esos impulsos de salir a verlo, por qué
esa angustia en el pecho cada vez que estaban cerca.
-¿Y por qué me dijiste que se había muerto? -preguntó ella
cuando pudo reponerse. 
-Porque es lo que creí durante mucho tiempo. Pensé que
estabas muerta, Jaz.
-¿Fuimos felices? -preguntó ella. 
-Bastante-respondió él, emocionado.
Kant, además de revelarle la verdad, le pasó a Teo toda la
información clasificada que tenían sobre su vida anterior y
él pasó la tarde viendo esos archivos, enterándose de que
había conocido a todos los rebeldes a los que había cazado
o intentado cazar, que eran sus amigos, que había sido
novio de la hermana de Esperanza, que había sido un
activista de Cielo Abierto, una agrupación que se enfrentaba
a la Corporación y que incluso había atentado contra Luz
luego de que ella matara a Evaristo, su hermano. Teo no
podía recordar esa información que leía como si fuera de
otra persona, pero la mera idea de que él hubiera estado
trabajando e incluso siendo amante de la mujer que había
matado a un hermano que no recordaba le revolvió el
estómago.Cuando logró recomponerse de la conmoción,
llamó a Melody y le dijo que le iba a llevar a su hijo. Melody
lloró de felicidad al escucharlo, pero cuando Teo se dispuso
a salir, fue detenido por la jefa de Ministros, que ya estaba
al tanto de que se había llevado al bebé de Natalidad.
-Así que te atreviste a traicionarme, Gorki -le dijo Luz
cuando lo fue a ver a la celda. 
-Ya sé lo que hacés, basura -le dijo Teo-. Le lavás el
cerebro a la gente. ¿Para tener sexo también me
programaste? ¿Elegís al que más te gusta y lo programás
para que te desee? Muy buena técnica de seducción, si no,
te pudrirías sola. ¿Por qué no le lavás el cerebro a tus hijas?
A lo mejor así te quieren un poco -la provocó, pero no había
nadie mejor que Luz para las provocaciones.
-Es muy triste tu historia, ¿sabés? Arruiné tu vida, maté a
tu hermano, te lavé el cerebro, te usé y te manipulé a mi
antojo. Hice de vos un traidor a su propia naturaleza, te
privé de tu hijo. Hacés bien en odiarme. Pero lo mejor de
todo es que mañana, cuando te lave el cerebro otra vez, no
vas a recordar nada y vas a volver a ser mi leal servidor.
Hasta mañana, Gorki -dijo y lo dejó con los científicos para
que iniciaran el proceso.
Pero al llegar a su oficina, Luz tuvo una nueva
provocación, esta vez de alguien realmente experto. El
señor Jay la llamó, enterado de que el portal se había
reabierto. Luz le aseguró que ya estaba haciendo todo lo
necesario para capturar a Bedoya y Morales, los dos «alfas»
que les faltaban para tener a los cinco.
-Por eso te llamo, Luz dijo Jay, seco. Por tu incompetencia
decidí hacer un cambio. Voy a reemplazarte; en pocas horas
va a llegar Tamara, tu reemplazo. -Y cortó.
Luz recibió la comunicación como una bofetada. El señor
Jay era consciente de que Luz se había debilitado, los
salvajes habían logrado tocar sus fibras más profundas y
eso la había aturdido. Jay sabía que debía provocarla y
amenazarla con perder el liderazgo para que de una vez por
todas hiciera lo que debía hacer.A la mañana siguiente,
Melody y Tacho caminaban por el bosque de regreso a la
guarida, muy angustiados porque Simón les había
informado que Teo había sido detenido y que a Amado lo
tenía Luz. Estaban en estado de desesperación, temiendo
que nunca más volverían a verlo, cuando de pronto
comenzaron a oír gritos desgarradores, pidiendo ayuda.
Corrieron hacia el lugar de donde provenían los gritos, y se
sorprendieron mucho al ver a Luz, llorando, junto a un auto.
Ella corrió hacia ellos, en una crisis de nervios.
-Tacho! ¡Tachito! Perdón suplicó Luz-. Melody, perdónenme
chicos. Me desperté y me di cuenta del horror que hice.
Perdónenme, por favor... 
-¿Cómo que despertaste?-dijo Tacho desconfiado, mirando
a su alrededor. 
-Él me ayudó -dijo Luz, desgarrada-. ¡Él me
despertó!Corrió a la parte trasera del auto, sacó a Amado y
se lo entregó a su mamá. 
Melody comenzó a llorar, sin poder creer que había
recuperado a su hijo cuando menos lo esperaba. Mientras
ella lo abrazaba y besaba, Luz no dejaba de llorar y pedir
perdón.Tacho llamó a Jony para que acompañara a Melody y
Amado hasta la guarida, y a Thiago para analizar juntos el
supuesto despertar de Luz. La condujeron a una casa
abandonada, y en ningún momento estuvieron los dos
juntos con ella, porque sabían que los querían cazar a
ambos. Se turnaron para interrogarla. Ella les hizo a los dos
un relato de su propio lavado de cerebro y de lo doloroso
que había sido su despertar. No le creyeron una palabra,
pero les había devuelto a Amado, y eso, al menos, era algo
positivo.
-Si estás arrepentida, ¿por qué no volvés y terminás con
esta locura? -le dijo Thiago.
-Hay algo mucho más poderoso detrás mío. Tuve que huir,
si me quedaba, me iban a volver a resetear. Sé que no me
creen, y tienen todo el derecho. Pero, Thiago, tengo
información que los puede ayudar. Tal vez, juntos podamos
terminar con todo esto -dijo ella y estiró su mano para
tomar las de él.
Pero, por supuesto, todo era una trampa de Luz. Sin que
Thiago lo notara, ella lo había hecho aspirar un hipnótico
que tenía en una ampolla escondida en su mano. Doblegado
por el poder del químico, Thiago accedió a conducirla a la
guarida.Afortunadamente, en ese momento no había nadie
allí, salvo Tacho, porque el resto estaba en el NE. Tacho le
reprochó a Thiago la ingenuidad de creerle y llevarla allí y
aunque notó algo raro en él, no se percató de que estaba
bajo los efectos del hipnótico. Una vez en la guarida, Luz le
ordenó a Thiago que atacara a Tacho, y cuando este lo hizo,
ella atacó a Thiago. 
El señor Jay la había desafiado, había apuntado a lo único
capaz de ponerla en acción: su ego. Y había salido ella
misma a hacer lo que ningún soldado había logrado: cazar a
Bedoya y a Morales. Una vez que se aseguró de tenerlos
bien atados, salió de la guarida y llamó a los soldados, que
estaban en la zona, atentos a su llamado. Un escuadrón la
siguió, pero cuando Luz quiso volver a la guarida, al subir
por la alcantarilla, apareció en el descampado donde ya
habían estado varias veces.
-¿Qué es esto?-dijo desencajada, y más se sorprendió al
darse vuelta y ver que los guardias que venían detrás
habían desaparecido- ¿Dónde están todos? ¿Qué está
pasando acá? -Y divisó a pocos metros al Profesor, sentado
en un sofá, leyendo- ¡¿Qué hacés vos acá?! ¿Dónde
estamos?
-Es una muy buena pregunta, y te la voy a contestar. Pero
lo importante no es dónde estamos, sino adónde vamos.
¿Estás preparada para conocer el lugar donde el camino
acaba?
-¡No puede ser, acabo de salir de la guarida, hice el
mismo camino! ¿Dónde está?
-De donde estás vos, tres metros a la derecha -dijo el
Profesor-. ¿Te sigue gustando el pochoclo? Preparé un poco,
porque vamos a ver una película.
-¡Los guardias venían atrás de mí! -dijo ella, sin poder
explicarse lo que había ocurrido.
-Y vienen atrás de vos, unos añitos más atrás. 
-¿De qué hablás?
-¿No lo entendés, Luz? Me extraña que no lo hayas
deducido. La alcantarilla por la que saliste tiene un portal
temporal. Las personas que no son bienvenidas por los
chicos entran en él y acaban acá, que es el mismo lugar,
pero en otro tiempo. ¿Querés saber dónde estamos? O
mejor dicho, cuándo: 2 de julio de 2068. Bienvenida. Dale,
agarrá pochoclo que nos vamos al cine-le dijo a Luz, que
miraba todo pasmada.
El Profesor la condujo hasta un proyector que había frente
a una tela blanca.
-¿Y qué vamos a ver, un estreno o algún clásico, retro, en
blanco y negro?-dijo ella, con ironía, mientras se sentaba en
una silla junto a él.
-Tiene un poco de las dos cosas. Para vos va a ser un
estreno. Como estamos en el 2068, podemos darnos el lujo
de mirar el camino que hemos recorrido hasta acá. Podemos
ver qué fue de tu maravilloso mundo, o mejor dicho, lo que
hiciste vos con nuestro maravilloso mundo. Te llevaría a
verlo in situ, pero el alcance del portal temporal es limitado.
Si te alejás un poco, volvés a tu tiempo. Por favor, mirá tu
gran obra-dijo el Profesor, y comenzó a proyectar imágenes
desoladoras de un mundo arrasado-. Si estás orgullosa de tu
«nueva era» que da sus primeros pasos, ahora vas a ver a
dónde acaba ese camino. Tu mundo feliz no va hacia un
final feliz, Luz. ¿Sabes qué ocurre cuando uno quiere desviar
el río de la vida, cuando pone diques absurdos para
contenerlo? Eso ocurre-dijo el Profesor y señaló la pantalla
donde se veían ciudades enteras inundadas y otras
arrasadas por el fuego. El río desborda y destruye todo. Esa
es tu «urbe feliz» hoy, en el 2068. Cambio climático,
incendios, inundaciones, hambrunas, pestes. Esa
devastación es donde acaba tu camino.
La jefa de Ministros se quedó unos cuantos minutos
contemplando las imágenes, muy impactada, sin palabras.
Giró, para mirar al Profesor, pero este ya no estaba allí.
Manos frías
 
Cuando Thiago y Tacho lograron soltarse, quisieron huir de
inmediato, suponiendo que pronto regresaría la jefa con un
ejército, sin embargo, apareció el Profesor, que les hizo la
misma revelación que a Luz, les contó que estaban
protegidos por ese portal temporal y que por eso habían
zafado tantas veces, no porque fueran demasiado astutos.
El Profesor, además, había llegado con bolsas repletas de
ingredientes para hacer una gran comida, tenían un motivo
para festejar: por fin, después de tanto tiempo, podrían
estar todos juntos; incluso con Teo, al que, a pesar de que
Luz había mandado a resetear, gracias a Kant, no lo habían
hecho. Ahora él y Simón fingían ser los guardias leales de
siempre, aunque secretamente ya eran parte de la
Resistencia.
Lo primero que hizo Teo fue pedirles perdón a todos, se
sentía muy mortificado por lo que les había hecho, pero, por
supuesto, sus amigos lo comprendían. Melody lo llevó con
su hijo, y le propuso ayudarla a bañarlo. Tacho apenas se
podía contener de los celos que le daba, y se sintió muy
orgulloso cuando Amadito empezó a llorar y solo logró
calmarse cuando lo alzó él. De todas maneras, Mel notaba
algo distinto en su hijo, Teo consultó con Kant y este les dijo
que era posible que estuviera en una suerte de trance por
esas imágenes que les proyectaban a los bebés. Pero
confiaba en que sería algo transitorio, ya que no había
estado demasiado tiempo expuesto. Teo se sentía cada vez
más atormentado.
-¿Cómo fue lo nuestro? -le preguntó a Melody cuando
estuvieron un momento a solas.
-Intenso, hermoso. Imposible no amarte, Teo. Tenías todo
lo que buscaba en un hombre. Eras rebelde, dabas la vida
por tu causa, por tus sueños, tus ideales.
-Hoy estoy muy lejos de eso.
-Yo creo que estás muy cerca. Ojalá Amadito herede eso
de vos. 
Teo comenzó a llorar, en ese momento se sentía el peor
ejemplo que un hijo podía tener.
Rama, por su parte, estaba con un proyecto nuevo y le
pidió ayuda a Jony. Como en breve serían las Olimpíadas y
vendrían delegaciones de todo el mundo, se le ocurrió crear
una web para contactarse con rebeldes de otros países.
Suponía que habría gente como ellos en todos lados,
resistiendo. Y no se equivocó, pronto comenzó a recibir
mensajes de todas partes del mundo. Pero uno de los
mensajes que llegó le resultó muy inquietante. Alguien con
el alias Top Gun, lo saludó y lo llamó por su nombre. Rama,
extrañado, temiendo que fuera una trampa, tipeó: «¿Quién
sos?». Luego de unos segundos, Top Gun repitió: «¿Sos o no
sos Rama?». «¿Cómo te llamás?», tipeó Rama, sin revelar su
identidad. El cursor quedó titilando unos segundos y,
finalmente, Top Gun escribió: «Soy Kika».
Mar seguía reacia a que le tocaran el tema del lavado de
cerebro, aunque ya nadie negaba esa realidad. No tenía
ningún problema en estar con ellos, vivir con ellos, ser una
más de ellos, pero no quería ni escuchar hablar de su vida
pasada o de que ella había sido otra que no recordaba. Sin
embargo, Tefi se obstinaba en decirle hermana.
-No empieces con esas pavadas-advirtió Mar, sacada de
quicio.
-Sorry, te guste o no, sos mi hermana-dijo Tefi.
-¡Callate!
Pero Tefi, lejos de hacerlo, buscó entre sus cosas y regresó
hasta Mar con una foto de Julia. Mar la miró, algo extrañada.
-Esta es nuestra mamá.
Mar miró la foto tratando de encontrar algún parecido
entre ella y esa mujer. Mientras tanto, Tefi le preparó un
sándwich de mortadela.
-No, gracias, paso-dijo Mar con cara de asco-. Yo...,
mortadela...., no.
-Comé y callate, morcilla -dijo Tefi. 
-Es que no me va a gustar-dijo Mar, dando un bocado, y
enseguida le encantó- ¿Mortadela es esto, seguro? Y así, por
hablar de algo, ¿qué otra cosa me gusta?-se animó al fin a
preguntar.
-Te gusta el box, la plomería, la albañilería, la mecánica,
hablás con un lunfardo horrible y tu plato preferido es la
milanesa con puré. 
-Ah, soy regrasa-se lamentó Mar.
Tefi, viendo que Mar se había abierto un poco, le contó
parte de su historia: cómo había sido separada de su madre,
criada en orfanatos y reformatorios, y cómo había acabado
en la Fundación BB, donde había conocido a Thiago y a ella,
con quien luego resultaron ser hermanas. Una historia muy
parecida a la de Marianegra, el personaje del blog.
-¿Y qué, pegamos onda apenas nos vimos, no?-dijo Mar. 
-No, digamos que al principio te odié -reconoció Tefi-,
pero, bueno, con el tiempo, como que te fui tomando cariño.
Me pudiste, eras muy querible, Morci.
-Soy.
-Eras-dijo Tefi, con una sonrisa.
-¿Y qué más «era»? -preguntó Mar, dando otro bocado al
sándwich de mortadela.
-Una hermana de fierro, capaz de jugarse la vida por mí.
Esa sos, Mar.
-Era-dijo Mar, algo triste.
-Sos. Yo sé quién sos.
-Yo no, Tefi -dijo Mar, muy triste.
-Yo lo único que puedo decirte es lo que sos para mí: sos
mi hermana, sos lo más lindo que me pasó en la vida y voy
a hacer lo que sea para que recuperes lo que perdiste. Y si
eso llegara a ser imposible, hay algo que nunca vas a
perder: a mí.
Mar asintió; lagrimeando, le dio un abrazo fuerte. 
Interrumpió el Profesor, la comida ya estaba lista. Estaba
exultante con toda la Resistencia en pleno. Salvo Luca, que
recién en ese momento registraron que faltaba.Luca estaba
con Nina, Terra y sus compañeros de Underground. Nina
había acudido a él porque necesitaba ayuda y sabía que sus
amigos podrían asistirla. Ese día harían el traslado de su
padre a la penitenciaría, y ella quería rescatarlo. Luca
accedió a ayudarla, y la gente de Underground también,
porque sería una buena ocasión para hacerse de las armas
de los guardias. Se parapetaron en una parte del camino por
donde lo trasladarían y atacaron el convoy compuesto por
dos camionetas. En pocos segundos habían reducido a
todos los guardias, les quitaron las armas y se llevaron a
Cristóbal. Nina lo llevó directo a los túneles porque sería el
único lugar seguro. Y Cristóbal le pidió que llevara a Alai
hasta allí, necesitaba hablar con ella de algo muy
importante.Alai se sorprendió mucho de ver que Nina se
movía por esos túneles como si fuera una salvaje, pero se
olvidó de todo cuando vio a su papá, al que hacía mucho
tiempo que no veía. Saltó a abrazarlo, feliz. Luego de los
saludos, besos y abrazos, Alai notó que tanto Nina como su
padre se habían puesto serios.
-¿Qué pasa? ¿Qué hacemos acá?
-Papá quiere hablarte de algo importante, Alai-dijo Nina-.
De tus papás biológicos.
-¿Los encontraste? -preguntó la niña, interesada. 
-Alai-comenzó Cristóbal, con dificultad-. Yo nunca quise
engañarte, yo tampoco conocía la verdad, pero hay algo
que tenés que saber. Tanto tus papás como los papás de
Nina no las abandonaron, ni las dieron en adopción.
-¿Y entonces? -preguntó, y Cristóbal la miró, muy
compadecido. Le costaba mucho lo que había ido a decirle-.
Si no nos adoptaron, ¿qué? ¿Nos robaron? ¿Luz nos robó? -
preguntó Alai, como si eso fuera un absurdo. 
-Alai, nosotras siempre sentimos algo raro -dijo Nina-. Algo
nos hacía ruido...
-Pero contéstenme lo que les pregunté.
-Sí, mi amor -dijo Cristóbal-. Luz las robó. Y nos mintió a
los tres.
-No puede ser verdad-dijo Alai, muy nerviosa, queriendo
irse. 
-Mi amor, sé que duele, pero peor era que siguieras en la
mentira.
-¿Dónde están? Quiero ir a verlos, preguntarles qué pasó. 
-Tus padres están presos -dijo Nina.
-¿Presos por qué?-Suponemos que Luz no quería que te
encontraran-dijo Cristóbal.
-¿Y tus papás también viven? ¿Están presos? -le preguntó
a Nina. 
-De mis padres no sabemos nada todavía -dijo Nina-, pero
a tus papás los vamos a ir a buscar. Los vamos a sacar de la
cárcel.
-Te prometo que los vas a conocer aseguró Cristóbal, y la
abrazó.Al día siguiente, Thiago estaba solo en la guarida
cuando recibió un llamado de Luz.

-Hola, Iaio, una pena no habernos podido despedir-dijo


Luz. 
-Sí, una lástima, te fuiste y no volviste, ¿qué pasó, no
encontraste el camino de vuelta?-Una vez que había podido
manipular al gran líder de la Resistencia.... qué pena. -Será
la próxima. Vení cuando quieras, ya sabés dónde acaba el
camino -bromeó él.
-Sí, yo lo sé. Pero vos no. Para eso te llamaba, tenés un
informante en el NE, ¿no? Llamalo y preguntale por Mar-dijo
Luz, y Thiago se puso serio. Llamá a tu contacto y enterate
vos dónde acaba tu camino.
Thiago cortó, tratando de serenarse, sabiendo que no
podía entrar en las manipulaciones de Luz, pero cuando
logró comunicarse, se encontró con un panorama desolador.
Totalmente en shock, Tacho le confirmó lo que la jefa había
dejado entrever: esa mañana, mientras desayunaban, Mar
se había descompensado y había muerto.Por supuesto que
Luz no mataría a Mar, que era uno de los cinco targets
prioritarios, pero había decidido jugar una carta fuerte.
Inspirada por la analogía que ella misma había hecho con la
tragedia de Shakespeare, sabía que la mejor trampera para
ese Romeo sería su Julieta. Por eso, sin que Mar lo notara, le
aplicaron un químico que reducía al mínimo sus signos
vitales. Quería que todo el mundo en el NE viera y creyera
que estaba muerta para que la noticia llegara a Thiago.Kant,
apenas pudo, alertó a Simón y a Teo de que era una trampa,
y estos trataron de avisarle a Thiago, pero les fue imposible
encontrarlo. Atormentado por la noticia de que Mar había
muerto, Thiago había ido corriendo hacia la urbe, ya estaba
dentro y yendo al Panteón, donde habían trasladado su
cuerpo.Pero, para poder hacer esa trampa, Luz debió
hacerles creer a todos que Mar había fallecido y, en el NE
hubo una gran conmoción. Hope tuvo una crisis de furia y
destrozó el spa, en tanto que Tefi avanzaba como un
fantasma sin poder creer que había perdido a su hermana
luego de que la noche anterior, en la guarida, habían tenido
ese acercamiento. Encontró a Nacho llorando en el baño, y
se sorprendió, porque si bien él ya era parte de ellos, y era
muy amigo de Mar, era una amistad falsa, una amistad del
NE. Nacho no recordaba a Mar, no sabía quién era la
persona que acababa de morir.
-Tengo un frío que no se va con nada-dijo Nacho-. Hoy, en
el spa, me acerqué al cuerpo de Mar antes de que se lo
llevaran, le hice una caricia, y tenía las manos frías. Muy
frías, y yo no podía dejar de tocárselas. Pensaba en todas
las veces que no le había dicho cuánto la quería, en todos
los regalos o cosas lindas que no le dije, y pensé en por qué
tuvo que llegar ese momento, que sus manos estuvieran
frías para darme cuenta.
-No pienses en eso -trató de confortarlo ella.
-No es eso lo que me tiene así -dijo él-. Cuando le toqué
las manos, estaba para atrás, triste, con un dolor en el
pecho que jamás tuve. Y cuando sentía que se me rompía el
corazón, ahí me vino una imagen. Me acordé de Caridad.
-¿De la Paisa?-dijo Tefi, asombrada.
-Sí -dijo Nacho, llorando-. Me acordé de la Paisa y de su
cuerpo frío, como el de Mar, el día que murió. Y a partir de
ahí fue como una montaña rusa. Me empezaron a venir
todos los recuerdos. Todos, como cachetadas. 
-¿Despertaste, Nach? ¿Sos vos? -exclamó ella.
-Soy yo -dijo él, pero no estaba feliz-. El mismo de
siempre. La Paisa tenía razón: yo no cambio más, no puedo
cambiar, tengo que esperar a perder algo para valorarlo,
man. Soy patético. Necesité tocar las manos frías de la
petisa para despertarme otra vez, como necesité la muerte
de la Paisa para abrir los ojos. ¿Tan idiota puedo ser, Tefi?
El despertar de Nacho había sido amargo, pero la noticia
que no le había llegado a Thiago sí le llegó al resto. León
entró corriendo al baño y les informó que Mar no estaba
muerta. Ellos no podían entender de qué les hablaba, pero
cuando Vale y Rama se lo confirmaron, Nacho empezó a
saltar de alegría. Mar no se había muerto y él había
despertado. Y para coronar la situación, León le dio un
paquete que había llegado para él. Nacho lo abrió,
extrañado, y dentro de este había una llave plateada.
Teo y Simón se apuraron para llegar al Panteón antes que
Thiago, pero no lo consiguieron. Él había ido acompañado
por Hope, a quien le pidió que distrajera a los guardias para
poder meterse en el lugar y ver a Mar. Hope sintió que había
sido demasiado fácil, que al acercarse a los custodios estos
se habían alejado bastante de la puerta, y que le había
resultado muy sencillo a Thiago escabullirse. Algo la
inquietó.
Thiago entró al Panteón, que era un espacio enorme,
blanco, con una especie de altar en el centro sobre el que
reposaba el cuerpo inerte de Mar. Recién cuando se acercó
y vio su palidez, cuando la acarició y vio que tenía las
manos heladas, recién ahí, Thiago terminó de convencerse
de que era cierto. La jefa había cumplido su promesa y
había matado a Mar. La abrazó llorando y le pidió perdón
por haberle fallado. Ahora que ella no estaba, todo había
perdido sentido. Lo único que Thiago quería era irse con
ella.
-Te amo más que a mi vida-le dijo y le dio un beso en los
labios fríos.
-Hermosa escena escuchó, de pronto, detrás suyo.Thiago
giró y ahí estaba Luz, fingiendo estar conmovida.-Un Romeo
y Julieta posmoderno. ¿Sabés cómo sigue, no? Él se suicida.
Ella, que en realidad no estaba muerta, despierta, y al verlo
muerto también se quita la vida. Qué trágico. Pero vamos a
cambiar ese final, no te preocupes. No es necesario que
mueras.
-¡Te voy a matar! -gritó Thiago, y corrió hacia ella, que sin
inmutarse lo desmayó con un arma, al mismo tiempo que
Mar comenzaba a despertar. 
-Por fin te tengo, Principito-se relamió Luz.
Jay sabía muy bien lo que hacía. La había provocado
insinuándole que la reemplazaría, sabiendo que Luz, de una
vez por todas, despertaría y haría lo que hiciera falta para
capturarlo. Ahora, por fin, Luz había cazado al líder de la
Resistencia.
Los fuegos de la envidia
 
Cuando Teo y Simón llegaron al Panteón, dos guardias ya se
estaban llevando a Thiago desmayado, al tiempo que Luz
asistía a Mar, que estaba despertando, confundida.
-¿Qué pasó acá, Luz?-preguntó Teo. 
-Me tuve que encargar de lo que ustedes no pueden: cacé
a Bedoya. Y no te preocupes, Simón, Mar no estaba muerta.
Hope logró entrar, alarmada por el revuelo, y se aterró
cuando vio que se llevaban a Thiago, pero al mismo tiempo
lloró de alegría al ver que Mar estaba viva. Luz dijo que
suponían que el salvaje le había dado algún químico para
hacerla pasar por muerta y secuestrarla, pero por suerte lo
habían detectado a tiempo. Hope, Teo y Simón debieron
simular alegrarse por la gran astucia de Luz. Y Teo se ofreció
a trasladar él mismo al salvaje. Pero Luz lo detuvo.
-No, Gorki. Ustedes dos vienen conmigo. Y vos, Esperanza,
acompañá a Mar. Que revisen que esté bien, por favor. 
Hope tuvo que hacer un gran esfuerzo por no escupirle
todo el odio que sentía por ella. Aferró a Mar, que aún
seguía aletargada, y se fueron al NE, escoltadas por dos
guardias, en tanto que Luz regresó a su oficina con Teo y
Simón. Ninguno pudo hacer nada para evitar que se
llevaran a Thiago, pero confiaban en que Kant evitaría el
reseteo, como ya lo había hecho con Tefi, Paloma e, incluso,
con Teo. Sin embargo, se llevaron una desagradable
sorpresa. Estaban en la oficina de Luz cuando asomó Kant.
-Teo Gorki, ¿no es cierto? -preguntó Kant dirigiéndose a
Teo.
-¿Qué pasa, envejecí en este rato?-dijo Teo- ¿Tan
cambiado estoy?
-Tengo que aplicarte la batería de vacunas -dijo Kant, y sin
darle tiempo a decir nada, le inyectó algo con un artefacto
pequeño y se retiró.
-¿Qué fue eso? -dijo Simón, confundido.
-Nada, no se preocupen. Tranquilo, Gorki, no envejeciste,
Kant no te reconoció porque no se acuerda de vos. Ocurre
que, aunque yo sea la persona más astuta y perceptiva de
este lugar, a veces tardo en ver algunas grietas que
empiezan a abrirse en mi muro. Kant se me había dado
vuelta y estaba interfiriendo en los procesos. Incluso en el
tuyo, Teo. Pero ya le corregimos la falla, así que Kant volvió
a ser el de siempre.
-¿Y esto que me puso en el cuello? -preguntó Teo,
alarmado, ya algo mareado.
-Es un anestésico, nada grave. Como no te podemos
volver a resetear, vas a quedar detenido -dijo la jefa de
Ministros, a la vez que a Teo se le aflojaron las piernas y
debió sentarse. Luz lo miró muy fijo con una sonrisa pérfida.
Alrededor de diez guardias fueron asignados al traslado
de Teo al penal. Antes de que lo subieran al vehículo, se le
acercó Luz.
-No te hubieras molestado en venir a despedirme, me das
alergia- le dijo Teo.
-Vas a ir a Blackspot, donde a los casos perdidos los
convertimos en amebas. El cerebro frito, pero con apenas
un poquito de conciencia para comprender dónde están.
-Algo así como el NE, ¿no? Como tu cerebro también.
-EI NE es el paraíso. Donde vas es lo más parecido al
infierno que pudimos construir. Disfrutá de Blackspot-dijo
Luz y se quedó viendo cómo se lo llevaban.
Pero, gracias a ese destino que a veces parece estar tejido
por un aliado, en el mismo momento en que ingresaban a
Teo al penal, Cristóbal y Nina se estaban infiltrando en el
lugar, vestidos como guardiacárceles. Nina había
conseguido tarjetas de acceso y pretendían entrar al penal
para encontrar y liberar a los padres de Alai, que llevaban
trece años presos allí. Estaban esperando la ocasión para
ingresar cuando vieron el operativo del traslado de Teo,
quien decidió no hacerles tan fácil su detención y empezó a
pelear a las patadas y cabezazos contra los guardias.
Cristobal aprovechó el momento, se metió en medio de la
trifulca, sacó un arma y agarró a Teo por el cuello,
diciéndole por lo bajo que hiciera todo lo que le indicaba.
Teo se dejó conducir al interior del penal, y así Cristóbal y
Nina fueron pasando todos los controles de un lugar que
estaba prácticamente blindado por la seguridad. Llegaron
hasta una sala donde procesarían a Teo antes de ingresarlo
a su celda, y Cristóbal, con sigilo, le pasó un arma, al tiempo
que Nina le pedía información sobre ciertos detenidos al jefe
del penal. El guardiacárcel dijo que iría a buscar los datos,
sin embargo, la miró extrañado porque le veía cara
conocida.
En el NE, Jaz, Rama y Valeria esperaban novedades.
Estaban más aliviados porque ya sabían que Mar no había
muerto, pero no sabían aún que Thiago había sido
capturado. De pronto irrumpió Nacho, eufórico, a los gritos,
con Tefi y León, y anunció que había despertado. Valeria se
alegró muchísimo, y le preguntó cómo había sido, y cómo se
sentía. Nacho estaba muy agrandado, consideraba que ser
el primero en despertar estaba relacionado, básicamente,
con que era un capo. Jazmín sintió algo que venía sintiendo
hacía un tiempo y que odiaba: envidia. Y Rama, si bien se
alegró por él, no pudo evitar ofuscarse. No lo dijo, pero
consideraba muy injusto que Nacho, el más negador de
todos, el único que no quería despertar, lo hubiera hecho, y
en cambio él, que venía hacía tiempo en la Resistencia sólo
como un acto de fe porque no recordaba nada, aún siguiera
dormido. Así que con una excusa se fue a su cuarto y volvió
a conectarse a la web que había creado para contactarse
con otros rebeldes. Había varios mensajes, y a todos les
respondía con recaudos, porque podían ser espías del
Gobierno. Y de pronto, se abrió la ventana de chat y
apareció otra vez Top Gun afirmando ser Kika. Lo curioso era
que le decía Choco y le daba datos que hacían posible que
fuera ella. Rama le pidió pruebas, y ella le aseguró que en
breve le enviaría una. En ese momento escuchó voces en la
habitación contigua y fue a ver qué ocurría.
Habían llegado Mar y Esperanza, y si bien todos abrazaron
a Mar, la alegría por la resurrección de Mar y el despertar de
Nacho pasó a segundo plano cuando se enteraron de que
habían atrapado a Thiago. Mar llamó a Simón, para
enterarse de qué había ocurrido, pero este no la atendía.
También lo intentó Valeria, con el mismo resultado. Al quinto
llamado de Mar, él la atendió. Algo en su tono de su voz la
inquietó.
-¿Qué te pasa que no parás de llamarme? No sé dónde
está Thiago, además detuvieron a Teo y resetearon a Kant.
Cuando tenga algo para decirte, me voy a comunicar, pero
déjenme un poco en paz, estoy haciendo lo que puedo-
concluyó y le cortó.
Mar se miró con el resto y todos temieron lo peor. Con la
detención de Teo y la pérdida de Kant, dependían de Simón,
y no era precisamente alguien confiable. En ese momento
entro Luz, que quería ver cómo estaba Mar, y asegurarle
que los salvajes que le habían hecho esa aberración lo
pagarían caro.
-Sí. por favor. Esa gente enferma que es capaz de hacer
algo así tiene que terminar muy mal-le dijo Mar, apenas
conteniendo su odio, e indagó ¿Qué pasó con Thiago, el
salvaje? Porque siempre se termina escapando, tengo
miedo.
-El mejor de mis hombres se está encargando de que
Thiago no vuelva a molestar. No hay nadie mejor que Simón
para ocuparse de Thiago.
-¿Pero Simón está con él ahora mismo?-preguntó Hope,
tensa.
-Sí, y no se va a separar de Thiago por nada del mundo,
así que ustedes pueden estar tranquilos y retomar sus vidas
en paz -aseguró Luz y se fue.
Todos se miraron muy preocupados. Según la jefa, Simón
estaba con Thiago, y él les había dicho que no sabía dónde
estaba. Había mentido, y eso solo podía deberse a una
cosa: nuevamente estaba debatido por esa lucha interna, y
esta vez estaba ganando el cazador. Volvieron a llamarlo,
pero Simón ya no respondió.
Jony dijo que podía intentar rastrear a Thiago a través de
la intranet del Gobierno, pero para eso necesitaría un router
especial que él no tenía. Los chicos robaron uno del colegio
y Jazmín se ofreció a llevarlo hasta la guarida, pero cuando
entró, se encontró con una situación que le produjo una
sensación desagradable. Tacho y Melody dormían
abrazados, con el bebé en el medio. Esa escena tan
tiernamente familiar volvió a producirle ese sentimiento que
odiaba. Casi a propósito, pisó un sonajero, y Tacho se
despertó sobresaltado. Al verla, se paró y se acercó hasta
ella.
-Perdón, no los quise despertar-dijo Jaz, sin poder
disimular su enojo-. Solo vine a traerles esto. -Les dio el
router y se fue. Salió de la casa, muy ofuscada, y se topó
con el Profesor, que leía sentado al sol.
-Hola, Jazmín -le dijo, y ella le respondió el saludo con un
gruñido, porque, para empeorar su humor, se le había
atascado un taco en un agujero del piso de madera. -Lo que
te pasa es perfectamente natural -dijo el Profesor.
-¿Qué me pasa? No me pasa nada.
-¡Claro que te pasa! Envidia, eso te pasa.
-¡Cualquiera! se indignó ella.
-¿Por qué no hablamos de la envidia? Dale, necesito dar
clases una vez al día, ella no le respondió, pero tampoco se
fue. De a poco se fue acercando y se sentó frente a él-.
Mirá, Gitana, podríamos decir que hay dos grandes motores
que mueven a la humanidad: el deseo y la envidia, es decir,
el deseo de lo que tiene el otro. Nadie desea lo que nadie
desea, eso es así. "¡Qué suerte, qué guacho, qué tarro,
decimos cuando a alguien le va bien, expresiones
simpáticas que esconden gotitas de envidia. Nada grave.
Pero hay otro tipo de envidia más complicada, que es la
envidia del ser. Ya no envidio lo que tiene el otro, sino lo que
el otro es".
Thiago se despertó y registró que estaba atado a una
camilla, con decenas de electrodos conectados a su cráneo.
Estaban en pleno proceso de borrado de sus recuerdos, y él
había hecho una fuerza sobrenatural para despertarse,
luchó denodadamente contra esa fuerza que quería borrarle
su identidad. Vio que frente a él estaba Simón, atribulado.
Thiago le suplicó que lo ayudara, pero su amigo le dio la
espalda y Thiago comprendió que nuevamente estaba
atrapado entre sus dos fuerzas antagónicas. Le gritó, le rogó
que reaccionara, que se diera cuenta de lo que estaba
pasando, pero Simón, en un rapto de furia, se le acercó y le
dijo, con mucho resentimiento: ¿Por qué tenés que ser así,
Thiago? ¿Por qué tuviste que hacer esto? Hacerte el héroe,
el líder. ¿Por qué te metiste donde no te tenías que meter?
-No, Saimon, por favor, otra vez no. Sé fuerte. ¡Te necesito
más que nunca!
-No, vos necesitás otra cosa-dijo Simón, con los ojos
inyectados de resentimiento, y llamó al científico a cargo
para que volviera a dormir a Thiago
-Yo no envidio lo que tiene ni lo que es nadie le dijo Jazmín
al Profesor, irritada.
-Te encontraste con algo que te desagradó. Tacho
durmiendo con Mel y su hijo.
-No sé por qué me dice estas cosas, usted no me conoce,
no sabe nada de mí -dijo Jazmín, y se largó a llorar.
El Profesor la miró, compasivo.
Luz se sorprendió mucho cuando René le informó que la
buscaba Mar y la hizo pasar de inmediato. Mar tenía los ojos
llorosos y se la veía muy demacrada.
-Perdón que vine sin anunciarme, Luz, pero estoy muy mal
porque no entiendo como alguien puede hacer algo así.
¿Hacerme pasar por muerta? ¿Qué le pasa por la cabeza a
una persona así? ¿Está enferma de odio, de resentimiento?
No soporta ver la felicidad ajena? ¿Cómo alguien puede ser
feliz con la desgracia ajena, Luz?
-No lo sé, chiquita, no lo sé-dijo Luz, incómoda por las
preguntas de Mar, y ella, llorando, se abrazó a Luz, como a
una mamá.
-No llores, Gitana-dijo el Profesor, cariñoso, y señaló el
libro que tenía. Los fuegos de la envidia tienen eso: una
fuerza casi sobrenatural, son fuegos que pueden arrasar con
todo o pueden encender un motor. La envidia no es más que
un recordatorio de que algo no estamos haciendo para
cumplir nuestro propio deseo. Hay que luchar por lo que
deseamos, porque nuestro deseo es lo único capaz de
apagar el fuego de la envidia. Jazmín se secó las lágrimas,
se puso de pie y regreso a la casa.
-¡Jaz! Pensé que te habías ido -dijo Tacho, culposo ¿Estás
bien vos?
-Perdoname, pero no quiero hablar con vos, ¿no te enojás?
-él negó, confundido, y ella fue hasta el cuarto de Mel, que
ya se había despertado.
-Melody, ¿podemos hablar?
-Claro. Ayudame a cambiar a Amado y hablamos.
-Quería disculparme-dijo Jazmín mientras lo cambiaban.
Los vi juntos, tan... familia, y no sé, me puse mal. Sentí algo
horrible, algo que odio sentir. Perdoname, es que todavía no
termino de entender lo que está pasando.
-Esto es horrible para todos, Jaz, no te mortifiques-le dijo
Melody.
-Lo que me duele es que al verlos me di cuenta de que no
tengo nada. No tengo mis recuerdos, ni mi historia, ni mi
identidad, ni amor, ni nada.
-Nos tenés a nosotros, Jaz.
-Ojalá sintiera que soy parte de sus vidas, Melody, pero no
puedo.
-Yo siento envidia de vos, te lo tengo que confesar-le dijo
Melody. Porque Tacho nunca me miró de la manera que te
mira a vos, ni nunca se puso tan nervioso como cada vez
que te ve. Yo no sé cómo va a seguir esto, solo sé que jamás
te voy a odiar y que vamos a tener que ser adultos para
resolverlo.
Simón observaba muy serio cómo los científicos
procesaban a Thiago. De pronto, le entró un llamado de Luz,
y la atendió enseguida
-Luz
-No. soy Mar-dijo ella. Estaba en la calle, llamándolo desde
el celular de Luz, que le había robado cuando le dio el
abrazo, ese había sido el motivo real de su visita Supuse
que a Luz la ibas a atender. ¿Qué estás haciendo, Simón?
-Vos nunca entenderías, y no pienso ponerme a discutir,
así que lo lamento, chau.
-¡Pará! Los dos sabemos que te tira el ruedo para los dos
lados, pero tenés que resistir, tenés que ser fuerte. Thiago
es tu amigo, Simón, ¡tu hermano!
-Thiago es una lacra humana, es el culpable de todos
nuestros males.
-Vos sabés que no es así, en el fondo de tu corazón lo
sabés. Por favor, no lo destruyas. No te lo vas a perdonar
nunca. El te adora, y vos a él.
Las palabras de Mar eran como cachetadas para Simón,
que miraba a Thiago postrado en esa camilla, mientras dos
médicos trabajaban sobre el. Simón empezó a llorar, y Mar
notó que había logrado abrir una pequeña grieta en él.
-Simón, él prometió ayudarte, y vos prometiste ser fuerte.
¡Por favor resistí!
-¡¡Basta!!-gritó el, y por un instante Mar no supo si le
gritaba a ella o a si mismo.
En un impulso, Simón desmayó a los dos médicos que
reseteaban a Thiago y le desconectó los electrodos. Pero,
apenas lo hizo, Thiago empezó a convulsionar. Por detrás
suyo entró el jefe de los médicos y vio lo que Simón
acababa de hacer.
-¿Qué hiciste? ¡Lo mataste!
-¿Cómo? dijo Simón, perplejo ¿Thiago? ¿Me escuchás?
¡Thiago!
-No se va a despertar. Tenía su sistema neurológico
conectado, le causaste una necrosis múltiple-dijo el médico,
muy serio.
-¡Simón! ¿Qué pasa? grito Mar, al teléfono.
Simón tomó una decisión rápida. Desmayó al médico, y se
dispuso a cargar el cuerpo de Thiago.
 Antes le informó a Mar donde se encontrarían.
-¡No! ¡No confío en vos! -dijo ella, furiosa.
-Yo lo voy a salvar, te lo prometo-dijo Simón, y cargó el
cuerpo de Thiago.
Cuando la noticia llegó a la guarida y el Profesor se enteró
de que Thiago estaba muriéndose, tomó el handy, se
comunicó con Simón y se puso al frente de la situación.
Rápidamente urdió un plan. Fueron hasta la urbe y le dijeron
a Simón y Mar que tuvieran a Thiago cerca del NE listo para
ingresarlo cuando ellos dieran la orden, mientras tanto,
pidió que buscaran a Alai, que sería necesaria para el plan.
-Va a ser imposible convencerla de que colabore, es una
nenita caprichosa-dijo Tacho.
-Si Hope no logra convencerla, tráiganla que yo voy a
hablar con ella -dijo el Profesor.
-Pero es una nena dijo Jazmín, con ciertos reparos.
-Qué nena, es una pendeja maleducada-dijo Tacho.
-Y vos un groncho teñido-dijo Alai, que acababa de llegar
con Hope a los túneles donde estaban los otros. Lo voy a
hacer le anunció al Profesor.
-Soy la reina de la persuasión-dijo Hope.
El plan del Profesor consistía en fingir el secuestro de Alai
para atraer a la jefa y sacar a toda la seguridad del NE. Alai,
que estaba furiosa con su madre a partir de lo que le había
revelado Cristóbal, accedió de inmediato.
-Igual, aclaro que me llegan a faltar el respeto... A vos te
estoy hablando-le dijo a Tacho- No me dirigís la palabra, no
quiero que me hable este salvaje bruto y ordinario.
-Pero qué decís, ¡histérica! le dijo Tacho, haciéndole
montoncito con la mano.
-¡No soy histérica! -dijo Alai.
-No le digas histérica protestó Jazmín, al mismo tiempo.
-Suficiente, muchachos. No tenemos tiempo-dijo el
Profesor, y se pusieron en acción.
Tacho y Jazmín se fueron con Alai por los túneles, y desde
allí Tacho se comunicó con Luz y le hizo saber que tenían
secuestrada a su hija.
-Sabemos que tenés a Thiago, bueno, nosotros tenemos a
Alai: ¿No me crees? ¡Hablá! le ordenó, exagerando la
rudeza.
-Bajame el tono, querido, eh. Y aprendé a actuar, morocho
arrepentido le dijo Alai por lo bajo, y a continuación actuó el
miedo y el llanto para su madre.
El plan resultó, Luz salió disparada al rescate de su hija.
Como habían previsto, rastrearon el celular y determinaron
dónde estaban: bajo tierra, y bien lejos del NE.
Entretanto, el resto de los chicos desalojaron la recepción
e hicieron entrar a Simón y Mar, que traían a Thiago y lo
llevaron directo al altillo. El Profesor hizo que lo recostaran
en la cama junto al reloj, y luego hizo salir a todos, menos a
Mar. Simón quiso quedarse, y el Profesor le gritó, en un
rapto de enojo que jamás le habían visto.
-¡Vos te vas-y luego agregó, serenándose un poco-: Por
favor.
Todos se quedaron fuera del altillo, muy nerviosos, y
preocupados. Mar no entendía por qué el Profesor lo había
llevado allí en lugar de a una clínica.
-Si tiene alguna chance de salvarse, es acá-dijo el Profesor
mirando el reloj-. Mar, voy a ser lo más claro y sincero
posible: Thiago en este momento está entre dos mundos.
No está ni acá, ni allá. Su cerebro colapsó. Hay que traerlo
de vuelta.
-¿Y qué hacemos?
-Vos hablale. Decile lo que sentís. Buscalo donde sea que
esté y traelo. Thiago estaba en una especie de limbo. Como
encerrado en su propia mente. Había visto cómo uno a uno
se le iban apagando recuerdos y, de pronto, todo se había
puesto tan blanco que lo había cegado. Y en medio de esa
oscuridad blanca, oyó una voz:
-Thiago, Pela, Romeo.... yo sé que me estás escuchando.
Así como un día te metiste de sopetón en mi burbuja,
cruzaste el muro y me despertaste, ahora dejame entrar a
mí, dejame cruzar el muro para traerte de vuelta. Ahora yo
soy el mundo real, tu despertador. Necesito que vuelvas
conmigo porque tenés que cumplir una promesa. Vos me
prometiste un mundo mejor y no puede haber un mundo
mejor sin vos, Thiago..
En el pasillo, junto al altillo, Simón lloraba. Valeria
intentaba consolarlo.
-Thiago se muere y yo me muero atrás, Vale. No doy más.
¡Maté a Kika, te cacé a vos, a la mujer que amo! Ahora
esto... Estoy perdido, estoy en un infierno que no se termina
más, no hay salida.
-Hay salida, porque según me contaron, también fuiste
vos el que me salvó la vida. Cuando te sientas perdido,
pensá en eso, recorda eso. Pensá en ese Simón, en el que
da la vida por la gente que ama, ese es el verdadero, ese es
el que tiene que resistir.
-No podés confiar en mí, Vale. Nadie puede, ni yo confío
en mí. No voy a poder cumplir con nada de lo que prometí.
-Para cumplir una promesa, hay que resistir-le dijo Mar y
Thiago, desde su limbo, la escuchaba intentando descifrarla-
Así que ahora dejate de joder y volvé. Tenés un mundo que
mejorar. Vamos, Pela, no tires la toalla -dijo Mar, y lo besó.
Thiago sintió un suave calor en ese frío polar en el que
estaba, y de pronto, ese lugar de un blanco cegador se fue
llenando de colores, de imágenes, de sensaciones. Eran sus
recuerdos que volvían, su identidad que despertaba. Y,
sobre todo, era la voz de Mar, su razón más importante para
vivir. Thiago abrió los ojos y vio a Mar llorando, y al Profesor
detrás, que sonrió aliviado. Cuando les avisaron que Thiago
había despertado, Tacho y Jazmín dejaron el celular tirado
en las cloacas y regresaron al búnker con Alai, ya habían
cumplido su parte del plan. Alai, algo altanera, exigió que la
llevaran a un baño urgentemente.
-Y yo quiero que vos no seas una nenita caprichosa, pero
todo no se puede. Hacé en ese tarrito; si querés, no
tenemos baño en la Resistencia.
-Basta, Tacho-dijo Jazmín, que se divertía mucho viéndolos
pelearse y le indicó a Alai cómo salir al spa para ir al baño.
Quedaron solos Tacho y Jazmín y se miraron. Debían
esperar ahí a que trajeran a Thiago: Ella le hizo una
pregunta que los carcomía a todos los que seguían
desmemoriados: por qué Hope les decía tíos. El Profesor les
había dicho que la mejor estrategia era no contarles nada
que no preguntaran y responder a lo que si quisieran saber.
Para responder eso, Tacho tuvo que explicarle el asunto del
viaje en el tiempo, y para él, que no tenía mucha facilidad
de palabras, no resultó sencillo. Jazmín lo escuchaba entre
divertida y azorada, sin tomar en serio sus palabras.
-¿Abrimos un libro mágico y aparecimos acá? ¿Estamos
adentro de un cuento? se rió.
-No. Estamos en el futuro, nosotros venimos del pasado.
Salvo Jony y la chica que se murió, Kika. Y bueno, Amadito,
él está en una paradoja temporal.
-Ah, estás hablando en serio-dijo ella, incrédula.
-Te va a costar mucho creerlo, ya sé. Pero sí, en el 2008
viajamos veintidós años al futuro, al 2030. Hace un año que
estamos en este tiempo. Por eso Hope nos dice tíos. En el
2008 Hope recién nacía, y nosotros éramos... como sus tíos.
Cristóbal y Nina seguían en el penal, intentando averiguar
donde estaban los padres de Alai, Cristóbal revisaba una
computadora. Hay que apurar, creo que me reconocieron-le
advirtió Nina.
-En algún lugar tiene que estar el registro, los tengo que
encontrar. No le puedo fallar a Alai, Nina-dijo Cristóbal y
siguió buscando en la computadora, al tiempo que ella,
tensa, relojeaba a los guardias que los miraban.
-Si nosotros somos del 2008...-dijo Jazmín, siguiendo el
razonamiento de Tacho.
-Sí. Otra paradoja-se anticipó él-. Salvo que estemos
muertos, ahora, en este mismo tiempo, hay un Tacho y una
Jazmín de cuarenta, que debe estar buenísima, seguro.
-Suponiendo que te creo-dijo ella, nuestros otros yo, los de
cuarenta, ¿dónde están?
-¡Acá están! -dijo Cristóbal, había encontrado en la
computadora el registro. El está en el pabellón 8. Celda 814.
Ella, en el pabellón 7, celda 711.
-¿Juan Morales y Jazmín Romero?-dijo Nina, perpleja al leer
los nombres.
-Sí, ya te lo voy a explicar, pero Juan Morales, Tacho, y
Jazmín Romero, esos chicos que vos conociste, son los
padres de Alai. Nina lo miró sin reacción.
Igual de perpleja estaba Jazmín ante todo el relato de
Tacho.
-¿Y supuestamente en algún momento vamos a volver?
preguntó Jazmín.
-¿A volver? Vos saliste con este cavernícola? -dijo Alai, que
había regresado.
-¿Qué pasó? Te perdiste?-dijo Tacho, ya peleándola.
-¿Te está acosando el salvaje?-le preguntó Alai a Jazmín.
-Pero callate, malcriada...-dijo él, peleador.
Tacho y Alai volvieron a pelear como niños, y Jazmín se
rió. Ninguno sabía, ni podría sospechar, el vínculo que los
unía. Alai ni imaginaba que ellos eran los padres que
buscaba, y ellos jamás podrían haber pensado que Alai era
la hija que tendrían.
La verdad subjetiva
 
René se acercó a Luz con una cara que ya anticipaba las
malas noticias que traía. Luz estaba teniendo un día pésimo,
no soportaría nada que lo empeorara.
-¿Qué pasa, CI 184? ¿Te pensás que porque ponés esa
carita de consternada la noticia va a ser menos mala? ¿Pasó
algo con Alai? ¿Está en camino?
-Sí, está en camino, ella está bien. Pero Teo Gorki escapó
de Blackspot.
-¡¿Cómo que escapó?! ¿Qué tiene de máxima seguridad
ese penal si se le escapa un preso el mismo día que lo
ingresan?
-Esa no es la mala noticia. O es la menos mala. Lo grave
es quiénes lo ayudaron.
Luz vio, estupefacta, el registro de las cámaras de
seguridad donde se veía el motín que se había armado en el
penal, donde dos individuos vestidos como guardiacárceles
se enfrentaron a los policías, los desarmaron y se llevaron a
Gorki. Mientras se iban, la cámara los tomó perfectamente:
eran Cristóbal y Nina. Luz se echó para atrás en la silla,
pasmada. De Cristóbal no se sorprendía, pero la seguía
impactando ver que su hija era una activista. René, además,
le comentó las extrañas preguntas que habían estado
haciendo en el penal y dedujo que Cristóbal estaba
buscando a los padres de Alai, así que dispuso el inmediato
traslado de Juan Morales y Jazmín Romero a otra prisión.
Luego hizo pasar a Simón, que esperaba en el pasillo. Él se
sentó y ella sin hablarle le mostró las grabaciones de la
clínica, donde se veía a Simón desmayando a los médicos y
llevándose a Thiago. Luz no tendría ninguna compasión por
ese soldado que había arruinado esa cacería que le había
llevado tanto esfuerzo.
-¿Querés darme alguna excusa ridícula antes de que te
mande a reclusión perpetua?
-Retrocedé la grabación y mirá bien, Luz.
-Vi todo, Simón..
-Entonces habrás visto que me llamaron los salvajes por
teléfono, ¿no? Me dijeron que tenían a tu hija, a Alai, me
hicieron escucharla. Y yo no tenía tiempo para pedirte
instrucciones. Actué por convicción. Liberé a Thiago y lo
entregué donde me pidieron. Creo que hice lo correcto, ya
que la liberaron, ¿no?
Luz lo miró sin decir nada, estudiándolo, Simón resultaba
muy convincente.
-Supongo que la conversación con los salvajes quedó
registrada-dijo Luz.
-Espero -respondió Simón, que ya se había encargado de
borrarla-, porque noto que desconfiás de mí y eso me
ofende.
-No te ofendas, no le queda bien la susceptibilidad a un
guardia civil. Simón, debería sancionarte por actuar sin mi
consentimiento, pero salvaste a mi hija. Así que gracias.
Ahora te necesito para otra cosa. Gorki escapó del penal.
Necesito que lo encuentres. Simón asintió, aceptando su
misión.
Teo ya estaba en la guarida, a donde lo habían llevado
Nina y Cristóbal. Luca les reprochó que hubieran ido a sacar
a Teo sin pedirles ayuda a ellos.
-No fuimos a rescatar a Teo-confesó Cristóbal-. Lo
encontramos de casualidad.
-¿Y a qué fueron? -preguntó Tacho.
-A buscar a los padres de Alai, están detenidos en
Blackspot-dijo Cristóbal-. No pudimos liberarlos porque nos
descubrieron. Al menos pudimos sacar a Teo.
Tacho y Jazmín notaron que Nina los miraba un poco raro.
-¿Qué pasa? ¿Qué mirás?-dijo Tacho.
-No, nada-disimuló ella.
-¿Luz metió presos a los padres y se quedó con la hija
como si la hubiera adoptado? - preguntó Melody, que nunca
terminaba de sorprenderse con Luz-. Es un monstruo.
-Está reseteada-dijo Nina, que no podía evitar defender a
su madre.
-Lo importante ahora es sacarlos de ahí-dio Cristóbal-.
Seguramente, con lo que pasó hoy los van a trasladar,
habría que aprovechar ese momento.
-Cuenten conmigo-se ofreció Teo, y aprovechó el
momento para pedirles disculpas a todos. Era un hombre
abatido, no tenía fuerzas ni para pedir perdón. Yo no puedo
creer lo débil que fui, cómo dejé que me hicieran esto, que
me dejara manejar así. Fui amante de la mujer que mató a
mi hermano y que nos quemó la cabeza a todos, los ataqué
a ustedes, a mi propio hijo. No me lo puedo perdonar.
-Ya habrá tiempo para el perdón -dijo el Profesor, mientras
abría un vino. Lo importante es que ya estás acá, en la
Resistencia, donde tenías que estar.
-¿Me van a aceptar?-preguntó Teo.
-Vos sos de acá -le dijo Tacho, fraternal
Melody, para integrarlo, le pidió ayuda para bañar a
Amado. Jaz quiso colaborar, y fueron los cuatro, un cuarteto
que pronto tendrían algunos asuntos que resolver.
Cristobal aprovechó que Tacho y Jazmín estaban ocupados,
y llevó a Thiago a la galería para hablar a solas. Estaban
planeando un operativo para rescatar a los padres de Alai y
Tacho se había ofrecido a ser parte. Cristóbal le pidió a
Thiago que lo disuadiera, y Thiago dijo que sería imposible,
aunque se peleaban como dos niños, Tacho se había
encariñado con Alai, y además lo indignaban mucho esas
injusticias. Había dos personas injustamente presas hacía
trece años, no habría manera de convencerlo de no ir.
Cristóbal decidió romper una regla y le contó a Thiago que
esos dos detenidos eran Tacho y Jazmín. Thiago quedó
perplejo, pero no solo por el impacto de que Alai fuera la
hija que sus amigos tendrían, después de todo, ya se habían
asomado un poco al futuro y conocían a los hijos que
algunos de ellos tendrían. El impacto en Thiago fue, sobre
todo, porque esa era una nueva dimensión de la perversión
de Luz: había secuestrado a sus amigos y les había
arrebatado a su bebé recién nacido.
Simón se había reivindicado, había logrado superar el
momento de debilidad y había rescatado a Thiago. Seguía
siendo el aliado y amigo de sus amigos, sin embargo,
notaba que casi todos lo miraban con una mezcla de
desconfianza y compasión. Y no los juzgaba, él era el
primero en desconfiar de si mismo. Como veía que los
demás lo relegaban bastante, Valeria quiso darle pruebas de
que ella no le soltaría la mano.
-Yo creo que ya es tiempo de ir oficializando esto, ¿no te
parece? Porque, al final, Mar está con Thiago, y nosotros
seguimos disimulando por ahí. -Además, vos no lo recordás,
pero estamos casados -dijo Simón, y agregó sonriendo. Es
más, lo nuestro quedó pendiente justo cuando estábamos
por tener nuestra noche de bodas. Así que sí, oficialicemos,
y retomemos desde donde dejamos, ¿te parece?
Ella sonrió, enamorada, y él, divertido, la tomó de la mano
y la condujo a la planta alta. Cuando ella vio que él ponía su
ojo en el lector óptico de la entrada al altillo, comprendió lo
que pretendía hacer.
-¿Pero no es peligroso esto, mi amor?
-¡Eso es lo divertido! -dijo él, la puerta se abrió, comprobó
que no hubiera nadie y entraron. A Vale le daba más miedo
que vértigo la situación. -Vale, por favor, dame el gusto,
necesito un poco de locura-dijo él, suplicante.
-¿Más? -bromeó ella.
-Otro tipo de locura-aclaró él, no tan divertido por la
broma.
-¡Era un chiste! Para que te rías un poco.
-Sí, te juro que por dentro estoy tentadísimo de la risa -dijo
él, con sorna.
-Las cosas que se harán desde acá, ¿no? comentó ella,
mirando las computadoras que había allí. Se me pone la piel
de gallina.
-No vinimos a investigar nada, vinimos a buscar un poco
de alegría, nada más -dijo
Simón, tomo un acolchado de la cama que Luz había
hecho instalar allí, y lo puso en el piso. Luego colocó
almohadones, y reprodujo, de alguna manera, lo que habia
armado aquel día en la carpa junto al río, cuando debieron
haber tenido su noche de bodas. Se recostaron y,
finalmente, luego de tanta tragedia y sufrimiento, Valeria y
Simón lograron concretar su unión. Aunque ella no lo
recordaba, aunque la psiquis de Simón era un torbellino,
aunque el mundo era un lugar demencial, ellos encontraron
un momento para el amor. Como siempre, la proximidad al
portal del reloj tenía sus beneficios extra. Mientras hacían el
amor, Valeria abrió sus ojos muy grandes. Una imagen
clara, contundente, con la potencia del los recuerdo de una
vivencia real, emergió de las profundidades de su mente.
Valeria acababa de tener un recuerdo, precisamente, del día
del casamiento. No recordó todo, ni siquiera recordó mucho,
apenas eso, pero ya era mucho, porque una puerta se había
abierto.
Al día siguiente comenzaban las Olimpíadas y ya estaban
llegando las delegaciones extranjeras, Rama había estado
contactándose con activistas de Brasil, Uruguay, España,
Colombia, México, Perú y con una particular activista israelí,
cuyo alias era Tierra Prometida; hablaba un español rústico
que había aprendido viendo novelas argentinas y era muy
malhumorada. Aún antes de conocerlo, ya había empezado
a maltratarlo y lo llamaba tipesh, que en hebreo significa
«estúpido».
También se contactó con un rebelde de la urbe de Santiago
de Chile. que se hacía llamar Isla Negra, en homenaje al
poeta chileno. Todas las comunicaciones entre Rama y los
activistas eran anónimas, sin cámara y con oscuridad,
porque todos desconfiaban de todos. Rama no pudo seguir
hablando con Isla Negra porque recibió un nuevo mensaje,
inquietante, de Kika. La señal que ella había prometido al fin
había llegado: Rama encontró en el spa de Hope los
anteojos de Kika, los que tenía el día en que había muerto, y
que se habían roto, Ese misterio había ido demasiado lejos,
así que se fue a buscar a Simón, necesitaba llegar a la
verdad, y le pidió que lo llevara a la morgue donde
supuestamente estaba el cuerpo de Kika.
A pedido de Rama, Tefi continuó con la tarea de contactar a
los rebeldes, y apenas escuchó la voz de lsla Negra se
enamoró de él. Comenzó a llamarlo Isla Negri, y resultó ser
un romántico que se puso a recitarle poemas.
-Ay, recitame otro, Isla Negri, me mata Pablo Picasso.
-Es Pablo Neruda-le corrigió él.
-¡También me encantan sus poemas! Pero hay algo que
tenés que saber antes de seguir: no sos el único en mi vida,
hay un Negri y un Nach. Pero si me Seguís leyendo con esa
tonadita, me quedo con vos.
-Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. En mi
tierra desierta eres la última rosa-recitó lsla Negra, con voz
dulce y pausada.
-Ay, no entiendo mucho el chileno, pero seguí que me
encanta-dijo ella, estremecida.
-¡Ah, silenciosa!
-Se ve que no me conocés...
-Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. Ah,
desnuda tu cuerpo.
-Epa, bueno, vamos de a poco, Isla Negri. Mejor contame
cómo sos. Físicamente, obvio, el interior va y viene...
-Bueno, soy flaco, algo musculoso, ojos color café, pelo
castaño.
-Ay, sos flor de caño se entusiasmó Tefi.
Entró Valeria y la vio chateando, y le exigió que cortara la
comunicación.
-Es peligroso, mirá si es una trampa y te descubre le dijo
Valeria.
-No te preocupes, me puse un nick superingenioso:
«Nosoytefi», ¿no es lo más?
Mientras tanto, Simón y Rama habían llegado a la morgue.
Simón estaba arriesgando demasiado, porque era peligroso
que lo descubrieran hurgando donde no debería, pero
lograron acceder al lugar donde tenían los cuerpos. Donde
se suponía que estaba el de Francisca Zanata, había un
caliver, pero no era Kika, sino otra mujer. La esperanza de
que su novia no estuviera muerta se volvió bastante real.
Al día siguiente, la explanada del NE estaba rebosante de
gente por el acto inaugural de las Olimpíadas. Las
delegaciones estaban listas para hacer su desfile, y
esperaban a la jefa de Ministros para que hiciera su
discurso. De pronto, la mandataria apareció desde la
residencia con un andar errático. Le costó bastante llegar al
atril. Cuando comenzó a hablar, todos comprobaron lo que
habían sospechado: estaba ebria.
-Buenas tardes, mucho gusto -dijo patinando las palabras.
Es un honor...
Pero su discurso fue interrumpido por Rama, que acercó al
atril, furioso.
-¿Qué hacés Ramirordoñez? Bajá que le estoy dando la
bienvenida a las delegaciones extranjeras-dijo Luz, que
apenas podía hablar.
-Justamente -dijo Rama, furibundo ¡quiero que todas las
delegaciones extranjeras sepan la verdad sobre quién es
nuestra jefa de Ministros!
Ni bien terminó de decir eso, junto al escenario,
aparecieron Tacho, Teo y Thiago, con espaldares gigantes de
comparsa carioca, haciendo una batucada con redoblantes.
Y cuando la escena no podía ser más bizarra, el atril frente
al que estaba parada Luz comenzó a moverse y se rompió.
Todo el público pudo ver que detrás del atril estaban Mar y
Jazmín, esposadas una a la otra y vestidas con traje de baño
negro.
Un silencio total cayó sobre el público como una nevada, y
de pronto explotó el confeti que en medio de ese mutismo
retumbó como una detonación.
Toda esa secuencia se estaba viendo en un televisor. Simón
pausó la imagen y preguntó:
-¿Alguien me puede explicar cómo llegamos a esto? ¡Y
quiero la verdad! -dijo, y miró a sus amigos, que estaban
frente a él, en el búnker, mirándolo con cola de paja.
-Fue un accidente. Bah, varios accidentes -dijo Jazmín.
-¡Eso!-se sumó Mar, Un dominó de accidentes.
-¿Cómo terminaron en traje de baño y esposadas? -les
preguntó Thiago.
Mary Jazmín se miraron, y contaron todo el periplo que las
había llevado hasta allí. Mar confesó que, movida por los
celos que le había provocado cierta distracción que parecía
tener Thiago con la invasión de chicas de todo el mundo,
había decidido hacer junto con Jaz y Melody una coreografía
impactante de un tema de la gran Beyoncé para
demostrarles a esos perchos que la delegación local no
tenía nada que envidiarles a las extranjeras. Para la
coreografía, usaron esos trajes de baño negros, y eso
explicaba por qué estaban vestidas así.
-¿Y las esposas? -preguntó Rama, extrañado.
Mar y Jazmín contaron que cuando estaban yendo a
cambiarse, se habían topado con Luca, quien les había
advertido que Terra estaba pululando por la urbe con la
intención de atentar contra Luz. Mar y Jazmín no la
conocían, pero divisaron a una chica que estaba
descargando equipamiento de sonido para el evento, y
alcanzaron a ver algo que parecía ser un arma. Supusieron
que esa podía ser la tal Terra, y en ese momento, de la
nada, cayeron un par de esposas frente a ellas. No lo
dudaron: tomaron las esposas y fueron a detener a Terra,
pero esta fue mucho más rápida y diestra que ellas, las
esposó a ambas y huyó. En ese momento comenzó a sonar
la música, el acto estaba por comenzar, y se escondieron en
el primer lugar que encontraron: detrás del atril.
-Y el resto ya lo vieron todos-dijo Jazmín.
-¿Se puede saber qué hiciste vos?-le preguntó Simón a
Rama, que bajó la cabeza.
Rama contó que estaba en el campus, intentando
conectarse con rebeldes extranjeros, cuando lo chocó
Cristóbal, que huía de dos guardias. Cuando recuperó su
notebook, que se había caído por el choque, vio que había
aparecido nuevamente Top Gun, quien decía ser Kika, y le
solicitaba hacer una video llamada Rama la aceptó, pero por
el golpe que se había dado la computadora, la pantalla
estaba rota y no pudo ver bien a la persona que lo estaba
llamando. Rama ya no aguantaba más ese misterio, así que
decidió ir a la fuente, a la persona que podría saber qué
había pasado con Kika: Luz.
Para eso, le pidió a Nina que intercediera e intentara hablar
con su madre. A Nina no le había resultado demasiado difícil
obtener la información, porque Luz estaba borracha.

-Kika no murió le informó Nina a Rama. Mamá le hizo algo.


Me lo confesó recién. Dijo algo de Protocolo 187, no sé qué
es.
Rama había quedado muy impactado por esa revelación,
entonces llamó a Simón para preguntarle que era ese
protocolo del que hablaba Nina, y Simón le había revelado
que era algo que le hacían a los condenados a reclusión
perpetua.
-Están como muertos, en realidad. Los conectan a una
máquina y son como vegetales... No volvés de eso dijo
Simón.
Rama se enfureció y fue a increpar a Luz, que justo en ese
momento estaba bajando del altillo para ir a dar su discurso.
Rama le pidió explicaciones de que había hecho con
Francisca Zanata, y Luz, en su estado de embriaguez
pasmoso, habló:
-Murió. Bueno, técnicamente, no había muerto. Pero me
aseguré de freírle el cerebro, Ramirordoñez -dijo Luz,
patinosa. Pero vos relajá, esa salvaje no jode más...
Y era por esa indignación que tenía Rama que había
subido al palco en el momento en el que Luz iba a dar su
discurso y había intentado denunciarla en público.
-Igual, hay que ver si te dijo la verdad, estaba muy
borracha-dijo Mar, y preguntó:- ¿Alguien sabe cómo fue que
se puso así?
Esa respuesta la tenía Nina. Cristóbal había forzado una
reunión familiar entre Luz, sus dos hijas y él, con la
intención de que Luz les dijera la ventad sobre sus
adopciones, pero la jefa no solo se había negado a hablar,
sino que había alertado a los custodios para que detuvieran
a su ex marido. Huyendo de la policía fue como se había
chocado con Rama. Luego Luz, acuciada por Nina, que no
paraba de hacerle preguntas, había manoteado una botella
de agua y la había bebido de un sorbo, sin notar que era
vodka, un presente de la delegación rusa. En pocos minutos
ya estaba completamente borracha. Así había logrado
sacarle la información sobre Kika, y también en ese estado
había ido a dar el discurso inaugural.
-Bueno, todo aclarado dijo Tacho, evasivo.
Concentrémonos en lo importante.
-No. ¿qué todo? ¡Faltan ustedes! -dijo Mar ¿Cómo fue que
terminaron disfrazados de carnaval carioca y meta
batuquear en el escenario?
-Nada, una pavada-dijo Teo.
Entonces Thiago, Tacho y Teo contaron que, como el
búnker de Esperanza ya no era seguro, Thiago había abierto
la puerta trampa en el viejo Observatorio, que llevaba al
otro bunker, el que había usado la Esperanza de setenta
años, y que Thiago y Mar habían acondicionado para que
fuera su lugar distinto. Era más espacioso para albergar a la
Resistencia, que, por fortuna, era cada vez más numerosa.
Además, lo usarían para reunirse con los rebeldes de otros
países. Sin embargo, cuando habían querido regresar, la
puerta se había trabado, y René, que se había tomado el día
libre, harta de su jefa, había bajado al Observatorio con un
morochazo de dos metros de la delegación de Brasil con el
que pensaba intimar, y los había descubierto.
Ellos intentaron escapar, pero René le pidió a Ronaldo así se
llamaba el brasilero- que los detuviera, y ellos, a pesar de
que eran tres contra uno, no pudieron con la mole que era
Ronaldo, René salió corriendo para buscar algo con que
esposarlos, y una vez que se fue, Ronaldo se reveló como
un rebelde. Así, los cuatro se escabulleron y se dirigieron a
la residencia Beta, en donde se alojaba la delegación
brasilera, para conocer a José, el líder de la resistencia de
Brasil.
-Y bueno, después, Luca nos dijo que Terra iba a atentar
contra Luz, así que fuimos a hacer una distracción para
evitarlo-dijo Thiago, elipsando mucho la historia.
-Momentito, queremos detalles exigió Mar- ¿Cómo
terminaron disfrazados así?
Los chicos se miraron. El asunto era que el tal José no era
el líder, sino la líder de la resistencia brasilera, y era una
garota hermosa con el pelo afro brilloso, Los tres habían
quedado como idiotizados con la belleza de su par carioca y,
por la distracción, fueron detectados por un custodio. Para
huir, José había tenido la idea de que se vistieran con los
atuendos que usaban los músicos de la batucada, y así
habían escapado de la residencia, disfrazados y camuflados
entre los percusionistas. Contaron más o menos eso pero sin
revelar que José era mujer.
-Y bueno, ahí nos enteramos del atentado, y nos
mandamos así como estábamos al escenario. La idea era
proteger a Luz
Lo que ocurrió a continuación lo habían visto todos:
Thiago, Teo y Tacho, junto con el resto de la batucada,
coparon el escenario y cubrieron a Luz para que no pudieran
atacarla. Por esa razón Luz ahora estaba furiosa, no solo por
el papelón que había hecho, sino porque habían sido Gorki y
los dos salvajes más buscados quienes la habían salvado de
un atentado cuando tenía un batallón de custodios
incompetentes.
Quedaba un solo misterio, y era cómo habían caído las
esposas frente a Mar y Jazmín. Todos recordaron que René
había ido a buscar algo para esposar a los rebeldes. Nina
recordó que René le había mostrado esas esposas a Luz,
que, borracha, las había tirado por la ventana. Así quedaba
explicado cómo habían llegado a Mar y Jaz. ¿Pero de donde
las había sacado René? Hope puso tanta cara de bólida que
adivinaron enseguida que había sido ella.
-¿Vos le diste esposas a René, garca?-dijo Tacho.
-Pensé que eran para otra cosa, otro tipo de esposas... Y
se las presté.
-¿Y para que tenés esas esposas vos? preguntó Thiago, en
tío cuida.
Hope dio una explicación inentendible, y Mar la ayudó a
salir del atolladero
-Igual, tanto lío para nada-dijo Mar, porque al final nadie
atentó contra Luz.
-Claro que sí -dijo Tefi, la turra de Terra no cambia más.
Pero mi Isla Negri la detuvo.
Tefi contó, y con lujo de detalle-porque quería que tanto
su ex Negri como Nach se enteraran muy bien de la historia
de amor apasionada que estaba viviendo con Isla Negri-.
que no solo era bello por dentro, sino que también había
resultado ser un caño por fuera. Y muy diestro, porque fue
el quien divisó a Terra en un techo, con una escopeta, y
logró desarmarla.
-Que loco, ¿no? Cómo un hecho tiene tantas aristas,
tantas explicaciones y verdades-dijo Tefi con un tono
profundo y levemente chileno, ya se estaba mimetizando
con Isla Negri- No existe "la verdad", sino la verdad
subjetiva. Mientras haya un punto de vista, va a haber
subjetividad, y la subjetividad no es única.
-Perdón, Tefi-dijo Hope-, pero es obvio que lo que acabás
de decir no es tuyo. ¿De dónde lo sacaste?
-Me gusta cuando callas, Hope -concluyó Tefi,
parafraseando a Isla Negri, que a su vez parafraseaba a
Pablo Neruda.
-Bueno dijo Thiago, dando por concluidas las
explicaciones-, mañana comienzan las Olimpíadas y vamos
a salir de la clandestinidad. ¿Estamos seguros? ¿Estamos
listos?
Todos se miraron. Seguros no estaban, pero listos,
siempre estaban listos.
La fiesta de todos
 
En el medio del bosque, en el living en el que solían
encontrar al Profesor, se estaba dando un diálogo muy
extraño entre dos hombres, cada uno con una copa de vino.
-Un mundo para todos, esa es mi visión. La ecuación es
simple: que todos tengan acceso a todo. Y para eso, algunos
tienen que hacer sacrificios. El Estado de bienestar es el
resultado de la seguridad más el confort. Y eso, tiene su
costo.
-Entiendo tu punto -le dijo el Profesor con cierta ironía-. Es
la fiesta de todos y para eso debés sacrificar a unos
pocos, está claro. Entre vos y yo hay una diferencia
esencial. Y no es nuestra visión. Yo también sueño con un
mundo de igualdades. Pero vos, por ejemplo, si pudieras,
me matarías, en cambio, yo si pudiera, te salvaría, «señor
Jay» -dijo el Profesor, sonriente.
Jay también sonrió. Pero enseguida se puso serio, dejó la
copa de vino y se colocó los enormes anteojos de sol negros
que usaba.
-Sé que están adentro. Frenalos, sacalos de esta guerra,
no les corresponde.
-Por algo están acá. Estás desesperado, no sabés qué
están haciendo ni tenés cómo saberlo.
-Eso es porque vos estás interviniendo, y está mal, lo
sabés.
-Yo intervengo porque vos estás interviniendo.
-Me conocés, sabés que va a haber consecuencias si
siguen con esto.
-No, yo te conocía, que es distinto. Pero supongo que sí,
que algo vas..
-Te ahorro el trabajo de suponer. A vos, lamentablemente,
no te puedo a hacer matar, pero a cualquiera de ellos, sí.
-Los necesitás.
-Ya te lo dije: algunos sacrificios hay que hacer-dijo Jay, y
se fue.
El Profesor apuró su copa de vino, pensativo, y fue hasta
la guarida, donde algunos miembros de la Resistencia
estaban preparando la gigantesca Intervención Creativa que
harían. El Profesor pidió que se reunieran todos para una
conversación. Pocos minutos después, los que estaban en el
NE se juntaron alrededor de un teléfono, y los que estaban
en la guarida miraban al Profesor atentamente.
-Bien, muchachos, vamos a tener que tomar una decisión.
Hoy estuve con Jay.
-¿Qué? ¿Cómo que estuviste? -dijo Thiago, sorprendido.
-¿Y lo dejaste ir? ¿Cómo no lo agarraste? -se indignó
Tacho.
-No podría, Tachito. La cuestión es que vino a traerme una
advertencia. Él sabe lo que estamos gestando, y me avisó
que si no nos detenemos, alguien más va a morir. Y Jay no
habla por hablar. Si vino a decírmelo, es porque lo va a
hacer. Por eso la decisión es nuestra. ¿Qué hacemos?
¿Seguimos adelante y asumimos el riesgo?
Un silencio espeso recorrió ambos sitios. El Profesor no
aligeró la amenaza. Fue contundente, para hacerles
comprender la naturaleza de la guerra en la que estaban,
una guerra en la que habría bajas. Cada uno dio su parecer,
pero todos coincidieron en lo mismo: se morían de miedo y
ni siquiera entendían bien en qué estaban metidos, pero de
lo que único que estaban seguros era de que debían seguir
adelante.
-Muy bien. Seguimos con el plan, diga lo que diga el señor
Jay-concluyó el Profesor.
-¡Bienvenidos a los Juegos Olímpicos del Nuevo Mundo! -
anunció el locutor oficial del acto inaugural- Atletas y
artistas de todas las urbes, reunidos en la sede del NE para
competir en las más diversas disciplinas. ¡Bienvenidos,
jóvenes de todo el mundo!
Ante la mirada sonriente de la jefa de Ministros, fueron
desfilando delegaciones provenientes de los cinco
continentes. En la mayoría había infiltrados de la
Resistencia de cada país, con los que los chicos ya estaban
en contacto, y todos estaban listos para ser parte del plan
que tendría la mirada atenta del mundo entero.Luego del
acto inaugural, comenzaron las competencias en las
distintas disciplinas y todo se desarrolló en un clima de
camaradería. Las cuatro residencias del NE estaban
colmadas de extranjeros y todos parecían estar disfrutando
del intercambio. En la cuarta jornada de las Olimpíadas, se
hizo una gala especial en un teatro, donde hubo un show
artístico muy emocionante. La jefa presenció la exhibición
desde el palco oficial, llena de orgullo. Pero de pronto, en las
pantallas del teatro, así como en todos los televisores de la
urbe y del mundo en los que se estaba viendo la
transmisión, irrumpió un nuevo episodio de La familia Muro,
en el que los Muro estaban como atontados viendo una
competencia deportiva, mientras comenzaba a oírse una
locución -hecha por Teo-, que narraba los hechos con un
claro tono propagandístico.
-Día de gloria para nuestra urbe, cuando nuestra
benemérita jefa de Ministros, con la gracia y simpatía que la
caracteriza, dio la bienvenida a las delegaciones del mundo.
La locución iba montada sobre las imágenes de la jefa
sonriente saludando cariñosamente a los atletas y
recibiendo productos típicos de cada país como regalo.
-En un derroche de carisma y hospitalidad, combinando el
glamour de siempre con su sofisticación, lució atuendos
tradicionales, firmó autógrafos y degustó gran variedad de
productos regionales. Gracias por la caipirinha, el coco y el
maracuyá, hermanos de Brasil, pero nuestra copa, se mira y
no se toca.
En el teatro, el público se miraba extrañado, no
terminaban de entender si era algo en serio, si era parte del
espectáculo, o era una nueva intervención de los salvajes.
-Cuarenta mil personas trabajaron para esta fiesta de
todos, profesionales de primera línea, al servicio y las
órdenes de nuestra bienamada mandataria. Ella, la única, la
que nunca descansa, la que se desvela en pos de nuestro
bienestar, la que se ocupa de que, mientras los jóvenes se
divierten sanamente, las fuerzas de seguridad sigan
operando para protegernos.
Ahora, las imágenes se volvían dramáticas. Una secuencia
de operativos policiales muy violentos se sucedían. Los
habían conseguido gracias a Simón, que había accedido a
los registros. Se veían detenciones ilegales de disidentes,
procesos de reseteos, incluso el momento en el que Teo
desmayaba a Melody y le robaba a su hijo.
-Mientras la juventud disfruta los beneficios del fair play y
la competencia feliz, las fuerzas policiales se encargan de
que nada empañe esta fiesta de todos. Hermanos de todas
las urbes, acá pueden estar tranquilos: el Gobierno no
escatima en cuidados. El enemigo se puede esconder en
cualquier lado: ¿un pobre e inocente bebé? No, señores, un
futuro salvaje sanguinario. No se preocupen, la Corporación
se encarga de ellos.
Ahora se veía el escabroso lugar en el que mantenían a
los bebés sentados frente a una pantalla que los
bombardeaba con imágenes. El corto retomaba su tono
triunfalista, una música épica acompañaba imágenes de
deportistas corriendo, haciendo goles, festejando.
Hinchadas repletas de gente vivando a sus equipos, una
verdadera fiesta.
-Nadie nos va a robar nuestro sueño ni nos va a quitar
esta alegría. Así que, hermanos, disfrutemos de esta fiesta
de todos.
Terminó la proyección y se produjo un silencio total.
Lentamente todas las miradas fueron dirigiéndose hacia el
palco oficial, pero la jefa de Ministros ya no estaba allí. Esa
noche, todos estaban muy contentos por el resultado de la
primera parte de la Intervención, aunque recordaban que no
debían relajarse ni descuidarse, pues pendía una amenaza
muy seria sobre ellos. Al menos, sobre uno de ellos. Simón
estaba terminando de cambiarse, luego de darse una
ducha, cuando recibió un llamado.
-Simón, te habla el señor Jay. El Profesor había llamado a
Thiago varias veces, pero él, festejando con sus amigos, lo
había ignorado. Por fin, luego de muchos intentos, el
Profesor logró que lo atendiera.
-Thiago, por favor, ¡no podés ser tan irresponsable!
-No seas ortiva, dejame festejar un poco, ¿no viste lo que
logramos?
-Quiero que veas lo que podemos perder si no sos
cuidadoso. Jay está al acecho.
-Ya lo sé, y nos vamos a cuidar. Pudimos con Juan Cruz,
vos no lo conociste, pero...
-Juan Cruz es un nene de pecho al lado de Jay-dijo el
Profesor con gravedad- Thiago, tenés que pensar como Jay.
-No sé ni quién es, ¿cómo hago para pensar como él? Creo
que vos lo conocés muy bien, pensá vos como él.
-Jay no sabe qué están haciendo, ni dónde están, ni
quiénes están en esto. Y esa es la información que necesita.
Él sabe todo, pero esto se le escapa.
-¿Por qué?
-No importa, importa que no lo sepa.
-Ninguno de nosotros va a hablar-dijo Thiago.
-¡No lo entendés, Thiago!-se ofuscó el Profesor.
-No, no entiendo, hablá más claro -dijo Thiago, ya
fastidiado.
-No puedo intervenir tanto-dijo el Profesor, pero meditó un
instante su respuesta, y agregó: Tenés que cuidar a Simón.
-Disculpa que tardé tanto en hablarte, pero esperaba el
momento indicado -le dijo Jay a Simón-. Llegó tu hora.
¿Querés seguir escuchando?
Simón se encerró en un cubículo del baño, muy serio, y le
dijo:
-Te escucho.
-Jay sabe que Simón es vulnerable. A través de él puede
operar, y sabe muy bien cómo hacer para quebrarlo. Jay
conoce muy bien a Simón.
-¿Por qué?
-Olvidate del por qué ahora. Lo importante es él, Simón.
-¿Por qué decís que me conocés? -le preguntó Simón a Jay.
-Porque conozco tus sueños. Tus verdaderos deseos. Por
que sé que detrás de tu contradicción, está tu convicción. Yo
sé que vos, íntimamente, creés en este mundo. Hay que
salvar lo que amamos. Hay que defenderlo. ¿Qué se hace
con una manzana podrida, Simón? Se la saca, ¿no? Hay que
exterminar ese foco infeccioso. Esa o esas personas lo único
que quieren es arruinarnos la fiesta.
-Pensá como él, Thiago, sé su antítesis -dijo el Profesor-
-¿Vos agarrarías una manzana podrida y la tirarías con tal
de salvar al cajón? ¿Vos sacrificarías a una persona para
lograr ganar esta lucha?
-Pero ¿qué quiere con Simón?-preguntó Thiago,
confundido.
-Exterminarte, Thiago. Jay quiere matarte.
-Exterminarlo, Simón, de eso estoy hablando. De limpiar al
mundo de esa infección.
-¡No!-gritó Simón, en un enorme esfuerzo por resistirse al
poder hipnótico de las palabras de Jay.
Cortó la comunicación, y entró en su habitación. Al
hacerlo se quedó perplejo. Ahí, parado frente a él, había un
hombre de traje y gafas oscuras.
-Hola, Simón -dijo Jay.Simón reculó, muy impactado,
temblando. No porque ese hombre finalmente se le hubiera
presentado, sino por el estupor que le produjo descubrir
quién era Jay.
-¿Vos? No puede ser... ¿Vos sos Jay?
-Sentate, Simón. Tenemos mucho que hablar.
El mundo resiste
 
Teo se había instalado en la guarida porque quería estar
cerca de su hijo, y eso había alterado un poco la armonía
que habían logrado Tacho, Melody y el bebé. Tacho resentía
tener que dar un paso al costado porque estaba el papá, y
no podía dejar de ver que a Melody la presencia de Teo no le
era indiferente. Jazmín también se había instalado con ellos,
aunque no tenía demasiados motivos para estar allí, era
más necesaria en el NE, de hecho. Jazmín tenía sus propios
celos al ver a Tacho tan inquieto por la presencia de Teo, y a
la vez Tacho no podía evitar sentir celos cuando veía la
proximidad de Teo y Jazmín. Y esos celos de Tacho
inquietaban a Melody.
Los vínculos cruzados del cuarteto se estaban tensando,
aunque mantenían la camaradería a pesar de la
incomodidad, después de todo, eran amigos y se querían.
Jazmín consideró que lo mejor sería olvidarse de Tacho y
no hacer nada que pudiera romper con esa armonía
familiar, e hizo un intento de retomar la relación que Teo y
ella habían comenzado. Pero Teo, si bien seguía sintiéndose
atraído por Jazmín, ahora solo estaba interesado en
establecer un vínculo con su hijo e ir recuperando su
historia. Además, adivinó rápidamente que era un intento
de Jazmín por olvidarse de Tacho. La situación era compleja
para los cuatro, entonces, Teo, pragmático, tuvo una charla
con Tacho para tratar de llegar a una solución.
-Vos y yo tenemos que hablar -dijo Teo-. Del problema que
tenemos hablo. Jazmín es tu gran amor, pero no te
recuerda. Yo soy el padre del hijo de Melody, pero no la
recuerdo. En síntesis: es tiempo de resolver este quilombo.
-Bueno, sí, pero ¿cómo? -dijo Tacho, atribulado.
-Creo que está claro: vos tenés que volver con Jazmín, y
yo tengo que estar con Mel y mi hijo -dijo Teo.
Tacho, no del todo seguro, concordó en que quizás era la
mejor solución.
Más tarde esa noche, cuando Melody llamó a Tacho para
que la ayudara con el baño de Amadito, Teo le hizo un gesto
a Tacho para que le cediera ese lugar, y Tacho, nervioso,
puso una excusa y sugirió que quizás Teo podría ayudarla.
-Por supuesto -dijo Teo, en complicidad con Tacho-. Soy el
padre.
-Sí, Teo, pero pasa que Amadito, si no lo baña Tacho, llora
-dijo Mel, y Tacho sonrió, agrandado. Pero Teo lo fulminó con
la mirada, entonces, Tacho volvió al plan.
-Bueno, que se acostumbre, Mel, es el padre. Y yo estoy...
ocupadísimo.
Melody se los quedó mirando, y a partir de ahí comenzó a
notar cada vez más cosas raras entre ellos. Tacho, siempre
pendiente de ella y del bebé, ahora ponía excusas ridículas.
Y Teo no se despegaba un minuto de ella ni de Amado. Una
tarde, escuchó una conversación que confirmó sus
sospechas.
Teo se había quedado a solas con Melody en la guarida, y
había iniciado un acercamiento. Ella, algo incómoda, porque
estaba comprometida con Tacho, no sabía muy bien cómo
frenar ese avance. Por su parte, Tacho, aunque no estaba
del todo convencido, había hecho lo convenido con Teo y
estaba en el búnker del NE intentando su propio
acercamiento con Jazmín, contándole cómo había sido la
historia de amor de ambos, y se había ofrecido, torpemente,
a tratar de estimular su memoria como le había ocurrido a
Valeria, estando con Simón. Jazmín le dejó muy en claro que
ella no quería estar con él siendo ese robotito reseteado. Si
iba a volver a pasar algo entre ellos, antes quería volver a
ser la Gitana. Tacho se dio cuenta de que estaban haciendo
cualquier cosa, forzando todo de una manera muy poco
orgánica, llamó a Teo y así se lo dijo.
-Yo sé que lo hablamos, pero siento que esto no está bien.
-Tacho, ¿vos no estás muerto por Jazmín?
-Sí, pero también tengo algo muy fuerte con Mel y con
Amadito.
-Esto es lo mejor, y ya lo decidimos, vos vas por Jaz, y yo,
por Mel.
-¿Quiénes se creen que son ustedes para decidir por
nosotras y dictaminar quién tiene que estar con quién? -dijo
Melody, indignada por lo que acababa de oír.
-Mel, entendenos, es una situación complicada, Tacho y yo
consideramos...
-Me importa muy poco lo que consideraron. ¡Esto no es
matemática, Teo! No pasa por una decisión, es una cuestión
de tiempo, ¡¿no entendés?! Solo con el tiempo voy a saber
si quiero estar con vos, con Tacho o sola. Lo que hicieron es
de cuarta.
-Esta situación es complicada para los cuatro, los cuatro
estamos sufriendo. Pensé que esto era lo más conveniente,
perdoname -dijo Teo.
-Acá estamos hablando de amor. Y el amor no tiene nada
que ver con lo «conveniente».
Pero el enojo de Melody no quedó ahí, sino que llamó por
teléfono a Jazmín, que estaba con Tacho, y le contó lo que
acababa de descubrir, y la Gitana, lógicamente, se enfureció
con Tacho.
-¡Caraduras! ¿Nos repartieron como si fuéramos un botín?
-gritó Jazmín.
-No fue tan así-minimizó Tacho.
-Fue así-dijo Melody, aún al teléfono-. Faltó que tiraran
una moneda.
-Imbécil-le dijo Jazmín a Tacho.
-A ver, objetivemos. Pongamos en altavoz y hablemos los
cuatro -propuso Teo, pragmático-. Tacho está con Melody,
pero antes era novio tuyo, Jazmín. Y Amado es mi hijo, pero
Tacho es como su padre adoptivo, y bueno, vos y yo, Jazmín,
estábamos empezando algo.
-Esto es humillante-dijo Melody, y quiso cortar.
-¿Saben qué?-dijo Jazmín-. Nosotras tenemos otra
solución: dos morochos de la delegación italiana, bien
distintos a ustedes, y listo, tema resuelto.
-¿Qué tanos ni qué tanos?-dijo Tacho. Los de afuera son de
palo. Esto se resuelve entre nosotros cuatro, no entra ni sale
nadie.
-Sí, como vos digas -dijo Jazmín, con sorna, y se fue del
búnker.
Melody hizo lo propio, y Tacho y Teo quedaron con el
teléfono en la mano. El conflicto del cuarteto no solo no se
había resuelto, ahora los cuatro sufrían más que antes.
Pocos minutos después del encuentro de Simón con Jay,
Thiago, que seguía en el NE, oyó que su amigo gritaba y
entró en la habitación. Lo encontró tirado en el piso,
tomándose los ojos con dolor y volando de fiebre. También
entraron Valeria y Mar, y llamaron a un médico. Thiago
debió irse porque no podía ser visto allí, sin embargo, se
quedó pendiente porque Simón, en su delirio febril, había
dicho algo inquietante: "Jay estuvo acá, lo vi... No sabés
quién es... Estás en peligro, Thiago. Todos estamos en
peligro. Mar, Vale... Yo... Todos....".
El Profesor había sido muy claro: debía cuidar a Simón de
Jay, y este acababa de cumplir su promesa, lo había
atacado, en pocos segundos le había producido una fuerte
fiebre y le había dejado los párpados enrojecidos, como si
tuvieran una quemadura que el médico no pudo explicarse.
Simón pasó una noche espantosa, con temperaturas por
encima de los cuarenta grados, pero al día siguiente
despertó bien, sin rastros de fiebre, aunque con los
párpados enrojecidos. Sin embargo, no recordaba para nada
haber visto a Jay y mucho menos las cosas que había dicho
durante su delirio febril. Valeria se ofreció a hacerle de
comer, a cuidarlo y mimarlo, pero Simón estaba exhausto,
como saliendo de una convalecencia, y le dijo que solo
quería descansar. Ella le oscureció el cuarto, le dio un beso
y se fue, dejándolo solo. Simón se recostó y cerró los ojos.
Poco después, oyó una voz porosa.
-¿Ya estás mejor, Simón?
Simón se incorporó en la cama y vio que frente a sí estaba
otra vez Jay, con su traje gris impecable y sus anteojos de
sol enormes, aún en la penumbra en la que estaban.
-Esa fiebre fue una reacción a mí-bromeó Jay-, tus
defensas se pusieron alertas. Pero vos sabés que yo no soy
la amenaza, ¿no? ¿Estás dispuesto a escucharme ahora?
Esa noche hubo una reunión muy importante en el búnker
secreto de la Resistencia: los rebeldes locales se
encontraron con sus pares de las otras delegaciones. Fue
emocionante para ellos verse con chicos y chicas que
padecían las mismas atrocidades en otros puntos del
planeta, y todos con el mismo compromiso y la misma
convicción: aún cuando la irracionalidad y lo peor de la
humanidad hubiera avanzado en todo el mundo, aun
cuando todos los pueblos estuvieran sometidos, ellos, todos
jóvenes que no superaban los veinte años, se habían unido
para luchar.
Hubo un breve momento de tensión cuando Mar descubrió
que José no era «un» sino «una» bomba brasilera, una reina
carioca, la dueña misma del sambódromo; pero pasado el
ex abrupto de Mar, retomaron el asunto que los convocaba.
Al día siguiente, en el cierre de las Olimpíadas, darían un
paso muy importante. Saldrían a la luz luego de meses de
resistir en los sótanos. Se harían visibles, no solo los
salvajes, también los de adentro se revelarían como parte
de la Resistencia. Era un paso decisivo, sin retorno.
La primera acción de ese día fundacional para la
Resistencia fue una canción que Mar y Thiago cantaron
sentados sobre el muro. Poco a poco, chicos de todos los
países y habitantes de la urbe se fueron acercando. La
primera en notarlo desde el Gobierno fue René y tuvo la
ingrata tarea de informárselo a Luz, que arrancó el día
pésimamente. No imaginaba que lo terminaría aún peor.
Enviaron guardias de inmediato, pero dieron la orden de no
reprimir porque había muchos extranjeros y sería una
pésima imagen. Cuando terminaron de cantar, Mar dio un
discurso y Thiago lo tradujo al inglés . Mar se sorprendió
mucho de que él, siendo salvaje, hablara tan bien inglés-.
-Nosotros solo cantamos, ¿por qué creen que se llena de
guardias si este «salvaje» no me está haciendo nada? ¿Les
parece peligroso él? No sé cómo será en sus urbes, pero acá
estamos hartos del muro, de lo que nos dicen de los del otro
lado. No queremos vivir en un mundo dividido, fraccionado,
separado.
-Si dudan de nosotros, anímense a cruzar el muro -les dijo
Thiago en inglés-. Van a encontrar gente como ustedes, no
salvajes ni asesinos. ¡Anímense a derribar el muro!
Luz no daba crédito a lo que veía, y lo único que pudo
pensar era que también Kant le había hecho un falso
reseteo a Mar, y que seguía involucrada con Thiago. De
todas maneras, supuso que la Intervención Creativa
quedaría ahí, y no le dio más trascendencia, después de
todo, no había sido transmitido por televisión. Sin embargo,
se llevó otra desagradable sorpresa cuando vio que Jazmín y
otros chicos, al recibir las medallas que habían ganado, se
sacaban la casaca y debajo tenían una remera con la
inscripción: "Por un mundo sin muros".
Jazmín, además de mostrar la remera, dijo unas palabras al
recibir su medalla, llamando a derribar todos los muros del
mundo.
Pero la sorpresa mayor se la llevó en el acto de cierre de las
Olimpíadas. En el momento en el que debía llevarse a cabo
un número musical de cierre, vieron con estupor que
aparecieron cinco personas con las máscaras sonrientes que
usaban en el corto de La familia Muro cantando Quién, una
canción de TeenAngels. Esto sí podría tener graves
consecuencias, pues estaba siendo transmitido a todo el
mundo. Cuando terminó la canción, los cinco artistas se
sacaron las máscaras, y Luz vio, con horror, que eran Thiago
Marianella, Rama, Jazmín y Tacho. Detrás de ellos, sobre la
pantalla de led, cayó una bandera cosida a mano en la que
se leía: «El mundo resiste».
-¡Vamos! -arengó Thiago. ¿Quién más se anima a
mostrarse tal cual es?
-¡Eso! ¿Quién quiere terminar con esta mentira? -se sumó
Rama, para el estupor de Luz y René, sobre todo René, que
estaba enamorada de él.
Entre el público que rodeaba el escenario, surgió
Esperanza, que se sacó la campera y debajo tenía una
remera con el logo de la Resistencia.
-¡¡Yo!! -gritó Esperanza, con la voz tomada por la emoción.
¡Basta de mentiras!
Y detrás de Hope, hubo una avalancha: Valeria, Tefi, León,
Paloma, Pablo-o Isla Negri-, Tierra Prometida, Ronaldo, José
y decenas de chicos y chicas de todos las países mostraron
a las cámaras las remeras con el logo de la Resistencia.
-¿Qué hacemos? -preguntó René. ¡Los salvajes vinieron a
arruinarnos la fiesta!
Pero Luz ya no la escuchaba, había visto algo mucho peor
que todo lo anterior: entre los jóvenes que se estaban
rebelando, estaban Nina y Alai, también con remeras de la
Resistencia. René se alejó sutilmente unos centímetros de
Luz, temiendo su reacción. De pronto, en cámara, apareció
Nacho, intentando cortar la filmación, cumpliendo su
supuesto rol de becario. En realidad, habían decidido que él
y Simón siguieran fingiendo ser leales a Luz, para tener
infiltrados dentro del Gobierno.
-¿Quién lo hubiera dicho? El único sensato acá es Pérez -
dijo Luz.
De pronto, irrumpió Simón, seguido de cuatro soldados y
le informó que debían trasladarla al búnker presidencial
porque estaban ante una posible invasión. Luz se resistió,
ella quería estar al mando de esa situación de crisis, pero
Simón le dijo que ese era el protocolo. La llevaron al
subsuelo del edificio y la recluyeron en una habitación
completamente blindada. Desde allí siguieron viendo la
transmisión del acto, que no podían cortar porque la
Resistencia tenía un genio de la informática que había
intervenido la señal.
Luego de cantar, los TeenAngels compartieron un video
grabado que se vio en todas las pantallas de la urbe y del
mundo. Además de las otras ciudades que cometía el
régimen dentro de la urbe, también se veía cómo
sobrevivían los «salvajes» fuera de esta: los comedores
comunitarios con los que se paliaba el hambre, las
condiciones sanitarias deplorables, un mundo que
contrastaba fuertemente con las urbes. Todo intercalado con
mensajes de chicos de todo el mundo, a cara descubierta,
con la bandera de la Resistencia, y cada uno hablando en su
propio idioma.
-Pertenezco a un pueblo que ha resistido durante miles de
años. Nuestro orgullo es nuestra identidad. Nuestra fuerza
es la unión y la esperanza de que todos y cada uno
alcancen su tierra prometida -decía la líder de la resistencia
israelí en hebreo.
-Para construir el muro, el Gobierno mató a miles de
personas con explosiones químicas. Para que en estas
burbujas no nos falte nada, afuera, miles de personas pasan
hambre-afirmaba Mar.
-Para separarnos por un muro hizo falta inventar una
guerra entre el adentro y el afuera, entre salvajes y
urbanos, ricos y pobres-dijo Tacho.
Luego aparecía Thiago con Torito, que había llegado al NE
con su hermano Cristóbal.
-Él es Sebastián -lo presentaba Thiago, y ustedes lo verán
como alguien muy diferente porque nunca vieron a alguien
como él. Las personas como Sebastián fueron excluidas de
las urbes, porque así se construye el muro, discriminando, y
dejando afuera a los diferentes.
-Nuestros pueblos son hermanos desde el día en que un
hombre y su ejército cruzaron el muro más alto que ningún
humano podría construir - dijo Pablo abrazado a Tefi,
refiriéndose a Los Andes-. No existe muro que pueda
separar a los pueblos hermanos por siempre.
-Mi país pasó por momentos complicados, violentos, y
aprendimos que la única forma de resistir era uniéndonos -
dijo la representante de la resistencia colombiana.
-Resistencia es unión, perseverancia, alegría y fe en un
futuro mejor declaró José, la líder brasilera.
-Este Gobierno me persiguió, me robaron a mi bebé para
manipularlo -denunció Melody, con Amado en brazos-. El
Gobierno tiene a cientos de bebés secuestrados. Por ellos
también tenemos que resistir.
-Mi país es una isla, pero el océano nunca nos aisló del
mundo. Ningún muro podrá convertirnos en islas -afirmó
Akira, el representante japonés.
-Dominaron el mundo a partir de la ignorancia. Nos
robaron la música, los libros, el arte. Esa es nuestra lucha,
rescatar el arte, porque la cultura es resistencia-afirmaba
Gina, una rebelde italiana.
Luz comenzó a llorar cuando vio aparecer en pantalla a
Nina y Alai abrazadas.
-Ustedes nos conocen como las hijas de jefa de Ministros.
Todos saben que ella nos adoptó y nos crió con mucho amor
-decía Alai. -Lo que nadie sabe es que no fuimos adoptadas,
sino apropiadas. Y nuestros padres fueron detenidos.
Tenemos derecho a recuperar nuestra identidad y a conocer
a nuestros verdaderos padres. Por eso exigimos que los
liberen.
Apenas terminó la transmisión, sonó el teléfono de René.
Era el señor Jay.
-Pasame la comunicación a aquel teléfono -ordenó Luz,
abatida.
-No quiere hablar con usted -le dijo René, casi con pena, y
le pasó el llamado a Simón.
En el NE había estallado un pogo de festejo. Ya nadie se
acordaba de las medallas doradas o las competencias.
Incluso los que al principio se habían mostrado reacios se
fueron uniendo poco a poco a la causa común. Pero no
debían relajarse, porque temían la represalia del Gobierno.
Para eso, ahora que habían salido de la clandestinidad,
idearon un plan, para asegurarse de que no serían
atacados. Pusieron cámaras en cada rincón del NE con las
que transmitirían en vivo durante las veinticuatro horas por
un canal de televisión abierta; de ese modo todos los
espectadores podrían ser fiscales de lo que ocurría allí
dentro, para que no hubiera ningún tipo de atropello contra
los jóvenes que hacían una protesta pacífica. Además de la
declaración de principios de la Resistencia, llamaron a la
solidaridad y organizaron una colecta de donaciones de
alimentos y ropa para llevar a los comedores fuera del
muro, donde Torito venía trabajando hacía tiempo como
voluntario. La respuesta fue masiva: ciudadanos de toda la
urbe se acercaron al NE para dejar su donación. Y a última
hora del día, cuando habían cargado tres camionetas
repletas de ropa, medicinas y comida, y estaban por salir
del NE para llevarlos fuera de la urbe, vieron un escuadrón
de diez soldados apostados en el portón de acceso.
-Siento que algo va a salir mal-dijo Rama, inquieto.
-Teo se va a ocupar de los guardias-lo tranquilizó Tacho.
Teo se había acercado a sus excompañeros e intentaba
razonar con ellos.
-Ustedes saben que no soy un traidor. Si estoy con ellos es
porque vi lo que hace Luz y la Corporación.
-Ahorrate el discurso, Teo-lo cortó el guardia.
-¡Roban bebés, Lucio! Y no me lo contaron, yo lo vi, lo
hicieron con mi hijo. Yo sé las órdenes que tienen, pero no
tienen por qué obedecerlas. Nosotros vamos a salir de la
urbe con las donaciones, le vamos a llevar comida a gente
que se está muriendo de hambre, espero que no hagan
pavadas -dijo Teo y volvió con el resto, pero admitió que no
sabía cómo podrían reaccionar sus ex compañeros.
Thiago recordaba muy bien las palabras del Profesor. Jay
había advertido que alguien más moriría, y esta podría ser
una ocasión para eso; sin embargo, no habían dado ese
paso gigantesco para retroceder, así que se aprestaron a
salir. Thiago tomó un megáfono y les habló a los guardias.
-Vamos a salir. No hace falta llegar a la violencia. El
mundo nos está mirando. No creo que la jefa de Ministros
quiera que se vea cómo derraman sangre inocente.
Nosotros no vamos a oponer resistencia ni llevamos armas.
Pusieron en marcha las tres camionetas y comenzaron a
avanzar hacia la salida. Los guardias, finalmente, les dieron
espacio para salir. Pero, de pronto, apareció Simón y se paró
entre los cazadores. Tenía en sus manos un arma de grueso
calibre.
-Avanzan un centímetro más y doy la orden de disparar -
advirtió Simón.
-¿Está chiflete o es un acting? -se preguntó Mar.
-Espero que sea lo segundo -dijo Thiago, preocupado.
-Seguile la corriente-le aconsejó Tacho.
-Vamos a pasar-informó Thiago por megáfono.
-Va a correr sangre, Thiago. Vos elegís -dijo Simón.
De repente, Torito, que iba en la segunda camioneta con
Esperanza, abrió la puerta y bajó sin que su hermana
pudiera frenarlo. Sebastián avanzó hasta Simón.
-¿Qué hacés, Simón?-le preguntó desconcertado, con
inocencia.
Simón se alteró visiblemente al ver a Sebastián. El año
anterior, ambos habían desarrollado un vínculo muy fuerte.
Esperanza y el resto de los chicos le gritaban con
desesperación a Torito para que volviera al vehículo, pero él
no les hizo caso.
-No des un paso más, Sebastián -le dijo Simón, agitado.
-¡Tenemos que ir a darle de comer a los chicos, Simón!
¡Vení con nosotros!
-¡Quedate quieto, carajo! -gritó Simón. Pero Torito no lo
hizo; en cambio, avanzó hacia Simón, y este,
completamente enajenado, gritó:
-¡¡Fuego!!
Y él y el resto de los soldados comenzaron a disparar.
La muerte de un inocente
 
El Profesor estaba en la guarida, escuchando música y
preparando té, cuando llegó Thiago, agitado de tanto correr
y con los ojos bañados en lágrimas.
-Se murió, Profe -dijo Thiago, abrazándose al Profesor, que
cerró los ojos, impactado por la noticia.
Pero luego lo apartó, le ofreció un té y le pidió que le
contara exactamente qué había ocurrido. Thiago le relató
cómo Simón, enajenado, había abierto fuego contra Torito y
contra todos ellos; sin embargo, algo extraordinario había
ocurrido. Las descargas eléctricas de los disparos habían
sido repelidos por una suerte de escudo invisible y nadie
había salido herido.
-¿Un blindaje? -preguntó el Profesor, que siempre pedía
precisión en los detalles.
-Sí, algo así, era como que los disparos rebotaban, y
sentimos mucho calor.
-Quizás fue un simulacro de Simón-dijo el Profesor-, quizás
las armas estaban calibradas para ser inofensivas.
-No, Simón tiró a matar. Nos protegió otra cosa. Ya nos
pasó antes. Paz, Cielo y Camilo tenían esa habilidad de
volverse invisibles, o de desplazarse a supervelocidad, de
desviar disparos, algo así pasó.
Thiago continuó relatando lo ocurrido. Obviamente habían
abortado la salida del NE, habían cerrado el portón y los
soldados se habían replegado.
-Nadie entendía nada. Había mucha desesperación,
angustia, pero, sobre todo, pánico. Los chicos le tenían
miedo a Simón, y no los culpo, pero yo me acordaba de lo
que vos me habías dicho, que había que cuidarlo. La única
que lo defendía era Valeria, que estaba convencida de que
Simón nos había defendido y había desmayado a los
guardias, pero todos creían lo contrario, que los guardias se
habían desmayado porque los disparos habían rebotado en
ese escudo que nos protegió. Yo sabía que Valeria se iba a
comunicar con él, así que estuve atento.
Efectivamente, Valeria lo había llamado sin parar hasta
que Simón la atendió. Estaba deambulando por la calle,
como extraviado, sin saber muy bien qué había pasado,
como si hubiera estado en un trance hipnótico durante el
ataque. Valeria insistió hasta que él le dijo dónde estaba y
ella lo fue a buscar. Thiago había ido detrás.
Simón estaba muy afligido y solo quería saber si había
lastimado a alguien. Valeria le aseguró que no, sin embargo,
cuando Simón vio aparecer a Thiago, volvió a ponerse
rabioso en un segundo, sacó una pistola y lo apuntó. Al
acercarse a Thiago, Simón se expuso a la luz del sol directa,
que pareció cegarlo. La quemadura en sus párpados
persistía, Simón parecía tener una fotosensibilidad extrema,
tal que colapsó.
Valeria y Thiago llevaron a Simón hasta el búnker, y Rama,
Teo y Jony, que estaban allí revisando las cámaras de
seguridad para determinar qué había sido eso que los
protegió, se alteraron mucho al verlos aparecer con Simón.
-¿Cómo lo van a traer acá? -gritó Rama-. Este pibe está
loco, es una bomba de tiempo.
-Pará un poco Ramiro, ¿no ves que está mal? -dijo Valeria.
-Mal de la cabeza está -gritó Jony, que en general era el
más conciliador.
-Chicos, a Saimon le pasa algo-dijo Thiago, recostando a
Simón en un sofá-. Está como ciego, es rarísimo.
Decidieron buscar entre todas las delegaciones a algún
estudiante de oftalmología que pudiera revisarlo para ver
qué tenía. Tierra Prometida resultó ser una estudiante
avanzada y aceptó revisarlo. Lo que descubrió la preocupó
mucho: tenía una extraña lesión en la córnea producto de
radiación.
El Profesor, que escuchaba atentamente el relato de
Thiago, asintió.
-Sí, ¿qué? -preguntó Thiago, ofuscado.
-Que sí, te sigo -dijo el profesor.
-¿Por qué siempre te hacés el misterioso? ¿Vos sabés algo
de la radiación, no?
-¡Seguí contando! -se impacientó el Profesor.
-Tierra Prometida nos dijo que tenía contactos en la
delegación china, dos estudiantes de física nuclear que
podían ayudar, y los consultamos. Mi dieron el nivel de
radiación que tenía Simón y se pusieron muy serios. Dijeron
que por ese nivel, Simón debía estar muerto. Y todos
nosotros también.
-¿A alguien más afectó esa... radiación? -preguntó el
Profesor, preocupado.
-No. Pero estábamos desesperados, no sabíamos qué
hacer. Valeria lloraba.
-No disgregues, no hace falta tanto detalle -lo cortó el
Profesor.
-¿Me querés volver loco? Primero me decís que te cuente
los detalles y después me decís que no?
-Yo sé cuándo pedirte detalles y cuándo no. Seguí.
Thiago le contó que la fiebre de Simón había continuado
subiendo, y llegó hasta los cuarenta y un grados cuando
empezó a convulsionar. Nadie sabía qué hacer, atinaron a
llevarlo al altillo junto al reloj, pero ya era tarde. Simón
había muerto. Thiago no lo podía creer, Jay lo había
advertido, la muerte de un inocente iba a ocurrir, y había
cumplido. Pero el Profesor no pareció conmoverse con esa
noticia; en cambio, preguntó:
-¿Y qué hicieron con Simón?
-Lo dejamos en el búnker -dijo Thiago.
-¿Lo dejaron solo?-dijo el Profesor, alarmado.
-Con Jony-dijo Thiago, que no entendía.
-No, no, ¡no! -gritó el Profesor y se puso en marcha hacia
el NE.
-¿Qué pasa? ¿Por qué te ponés así?
-No preguntes y vamos, ¡rápido!
-No, ¡primero hablá! -se impuso Thiago-. ¡Lo que carajo
sepas de Jay, decilo!
-Lo que tiene Simón no es radiación, se parece pero no es.
O es otro tipo de radiación -dijo por fin el Profesor-. Es la
energía de Jay.
-¿Y quién mierda es Jay?
-No importa quién es, sino qué es. Jay viene de un tiempo
y un lugar en donde tuvo acceso a eso que vieron. Ese es su
poder.
-Entonces, si Saimon no murió de radiación, ¿de qué
murió?
-No lo vas a entender ahora, lo que importa es que todos
allá están en peligro. Simón no murió.
-¿Cómo que no? ¡Yo lo vi! ¿Por qué decís que no murió?
-¡Porque lo sé! -dijo categórico el Profesor, y salió
corriendo.
Thiago fue detrás, y cuando llegaron al NE, se encontraron
con un gran caos. Las chicas lloraban, Jony, León y Rama
estaban golpeados, recuperándose. Y el relato era
espeluznante: Simón se había despertado como luego de un
largo sueño, convertido en otro, en un animal con una
fuerza sobrehumana, había atacado a todos a su paso y se
había llevado a Valeria.
Mientras Thiago estaba contándole lo ocurrido al Profesor,
y todos aún creían que Simón estaba muerto, Luz se había
comunicado secretamente con Nacho. Ella le informó que
Simón le había hecho una suerte de golpe de Estado, que
ahora estaba confinada en el búnker secreto, y le pidió que
la ayudara a escapar. Nacho no supo qué hacer y lo
comentó con Teo.
-Yo puedo llegar al búnker secreto-dijo Teo-. Pero te voy a
necesitar a vos.
-¡No, no! Yo no voy a ningún lado -dijo Nacho, aterrado.
La situación política era impredecible, y él no sabía bien
cómo reacomodarse. Si Luz estaba detenida era porque Jay
le habría soltado la mano y, seguramente, la retenía para
que no pudiera dar la información que tenía. Por ese motivo
era importante que la rescataran, así que a pesar de la
resistencia de Nacho fueron al Edificio de Gobierno. Teo
necesitaba las credenciales de Nacho como becario para
poder ingresar, pero Teo era un fugitivo y Nacho estaba
seguro de que no podría ni caminar diez metros dentro del
edificio.
-Solo necesito llegar al ascensor-dijo Teo.
Se metieron en uno, y Teo lo detuvo entre dos pisos, en la
zona del subsuelo. Abrió una tapa en el techo, trepó con la
ayuda de Nacho y desde el hueco del ascensor accedió a un
ducto de ventilación por el que se desplazó hasta el búnker
secreto. Allí, dos soldados del ejército custodiaban a Luz e
ignoraban a René, que quería jugar al chinchón para matar
el tiempo. Luz vio, perpleja, cómo se abría la reja de un
ducto de ventilación y asomaba Teo, que le hizo una seña.
Sin que la vieran los soldados, Luz reptó por el ducto y se
unió a Teo y Nacho.
-Gorki, ¿quién si no?-dijo Luz, altanera-. ¿Tan
desesperados están que termino siendo la solución a sus
problemas? Si no, no vendrías a buscarme.
-¿Tan desesperada estás vos que yo termino siendo tu
salvación?
-Después la siguen, man. Vámonos de acá -dijo Nacho, e
hicieron el camino inverso reptando por el ducto hasta el
ascensor.
Thiago regresó al búnker, a revisar las cámaras de
seguridad, para ver el momento en el que Simón había
despertado, y se encontró con el Profesor, hundido en una
silla, llorando desconsoladamente. Era desconcertante y
angustiante ver llorar al Profesor, que siempre tenía la
palabra justa, la picardía, el temple, aún en los peores
momentos.
-¡Profe! -dijo Thiago, y corrió a abrazarlo.
-¡Perdón, Thiago! Perdónenme. Jay lo advirtió, alguien más
iba a morir...
-Pero no murió. No sabemos qué pasó, pero está vivo.
-Sí, murió, Thiago. El Simón que ustedes conocían, el
inocente, el amigo y compañero, murió. Este es otro Simón.
Esto no tenía que ser así, perdónenme-dijo el Profesor y
volvió a llorar, más compungido aún.
-Vos no tuviste la culpa de nada, Profe.
-Tuve. Tengo, claro que tengo. Yo quise evitar todo esto y
la embarré, empeoré todo.

-¿Por qué decís eso? ¿Por qué me pedís perdón?


-Porque los estamos usando, Thiago. Estamos jugando con
ustedes. Esta guerra... es entre Jay y yo. Y los estamos
usando a ustedes como si fueran soldaditos de juguete. Vos
sos mi soldadito, y Simón, el soldadito de Jay. Perdoname -
dijo y lo abrazó.
Ante la mención de los soldaditos, Thiago recordó las
tardes que pasaban en la casa de Simón, cuando eran
chicos, jugando con los soldaditos de metal de aquel. Solo
que, ahora, el juego se había vuelto algo serio.
-¿Por qué decís que esta guerra es entre ustedes?
Hablame, por favor.
-No puedo, Thiago...
-¿Por qué no podés? ¿Por qué carajo no hablás y decís
todo lo que sabés de una vez?
-Sería peor, creeme. Solamente te voy a decir que vine a
tratar de cambiar las cosas, y él vino a frenarme. Y estamos
destruyendo todo. Captó a Simón, ¿entendés?
-¡No! ¡No entiendo un carajo! -dijo Thiago, angustiado-.
¿Quién es Jay?
-De eso se trata todo, Thiago. De quién es Jay. Pero no
puedo decírtelo.
En ese momento, Jay estaba frente a su soldadito, Simón,
en el living de un gran caserón. El lugar estaba en
penumbras, porque Simón, que tenía sus ojos quemados y
sus iris se habían vuelto azules muy claros, casi blancos,
casi no soportaba la luz.
-Ella se va -fue lo primero que dijo Jay, que no esperaba
que Simón hubiera ido con Valeria. Estaba inconsciente en
la planta alta de la casa.
-Ella se queda. Es mi novia, y se queda.
-Te dije que se va-dijo Jay, y fue concluyente. Lo que viene
ahora es muy importante.
Jay le extendió un estuche con lentes de contacto de color.
-Usá esto, ese color de ojos puede impresionar a la gente.
Recuperate, y esperá mis instrucciones. Y ya sabés... ella se
va.
Jay se puso de pie y se fue de la casa. Simón caminó hacia
la escalera para ir a buscar a Valeria, que ya había
despertado y estaba confusa.
-Simón, ¿qué pasó? ¿Qué hacemos acá?
-Perdoname, Valeria, pero mejor volvé al NE -dijo él,
obedeciendo la orden de Jay.
-Vamos juntos-dijo ella.
-Yo me quedo acá.
-Entonces yo también.
-Vale, andá, por favor-suplicó él, angustiado.
-¡No me voy a ir, mi amor! Contame qué te está pasando,
¿otra vez dudás?
-Ya no dudo. Y tengo algo muy importante que hacer.
-¿Es Jay, no? Él te está manipulando. No sé qué te dijo,
pero no le creas. Yo no voy a dejar que esto te gane, mi
amor -dijo Valeria, y lo besó, dulcemente.
-Es peligroso que estés conmigo. Vos viste lo que hice en
el NE.
-Nunca te voy a dejar, Simón-dijo ella, y comenzó a
besarlo.
Thiago intentaba sacarle un poco más de información al
Profesor cuando llegaron Nacho y Teo con Luz, que entró
mirando el búnker como con asco. Teo les informó a Thiago
y al Profesor que se suponía que Simón había destituido a
Luz. El Profesor se acercó a ella, que los miraba altanera.
-¿Qué te dijo Jay exactamente, Luz?
-¿Qué te hace pensar que voy a colaborar con ustedes?
-Luz, estás más sola que la luna, man -dijo Nacho, y por
las dudas de que ella recuperara su poder, agregó: Ojo, con
respeto de becario te lo digo.
-Luz, si te queda un aliado posible, somos nosotros -le dijo
Teo.
-Jay no habló conmigo -dijo Luz, casi bufando-. No le
interesó, solamente habló con Simón y no tengo idea de qué
le dijo.
Simón me encerró en el búnker y se fue.
-Lo que hizo Jay fue cambiar de caballo, ahora su títere es
Simón -dijo el Profesor-. Así que si él logro hacer cosas
terribles con Luz, imagínense lo que puede hacer con
Simón, con todo lo que sabe de nosotros.
-¡Hay que rescatar a Simón urgente, entonces! -dijo
Thiago.
-Perdón, man, pero, nosotros tenemos a la jefa de
Ministros-dijo Nacho-. Jay puede decir lo que quiera, pero el
jefe de Ministros es el que todos decidamos que sea, ¿o no?
-¿Y? -dijo Teo, sin entender.
-Y eso, man, o sea... ¡Nosotros tenemos a la mismísima
jefa de Ministros! Podemos volver a ponerla en su puesto y
así manejar a la Guardia Civil. ¿A quién va a responder la
gente, a Luz o a Simón?
-Tiene razón Nachito -dijo el Profe, reconociendo las dotes
de negociador del cachetón.
-¿Y quién les dijo que yo voy a colaborar? -dijo ella,
displicente.
-Luz, es simple: Jay te soltó la mano, sabés que ya no
tenés poder. Al menos usá ese odio y despecho que tenés
para algo positivo.
-Ahora resulta que ustedes son mi salvación -se rió ella.
-Necesitamos llegar a Jay, y vos nos podés ayudar, esa es
la «salvación», no nosotros -le dijo el Profesor.
Mar se había asomado al búnker y estaba viendo y
escuchando a Luz con esa pedantería, aun cuando ya no
tenía nada a qué aferrarse, y la Mar beligerante que ningún
reseteo podía eliminar surgió de lo profundo de su ser.
-¡Podés tragarte tu orgullo berreta y hacer algo bien? -
Todos, incluso Luz, se sorprendieron mucho por su
intervención. ¡Egocéntrica, testaruda! Vas a colaborar, vas a
decir todo lo que tengas para decir y vas a dejar de jodernos
la vida!
Luz la miró perpleja. Thiago sonrió al ver resurgir a Mar y
volvió a recordar los soldaditos de plomo con los que jugaba
cuando era niño con Simón; se dio cuenta de que todos
ellos hasta hace poco habían sido niños que jugaban, que
ensayaban con sus juegos para la vida futura, y de pronto
comprendió que ya eran adultos. Ahora ellos eran los
responsables, los que tomaban las decisiones importantes.
En la niñez, termina el juego y los soldaditos vuelven a la
caja y sirven para otra guerra. Pero en la adultez, el
resultado del juego es algo definitivo.
Simón regresó a la habitación con una bandeja con algo
de comida que había encontrado, pero al entrar vio que
Valeria ya no estaba allí. El señor Jay estaba parado en
medio de la habitación.
-¿Dónde está Valeria?
-Te dije que ella se iba, Simón. Te vas a olvidar de Valeria,
vas a llamar a Thiago y le vas a pedir que venga.
-No va a venir, después de lo que hice.
-Va a venir, ¿no lo conocés?
-¿Y para qué lo voy a citar?
Thiago recibió el llamado de Simón y, como había previsto
Jay, concurrió al lugar de encuentro sin decirle a nadie. Se
reunieron en una calle desierta. Cuando vio a su amigo se
dio cuenta de que había cambiado demasiado en muy poco
tiempo. El Profesor tenía razón, el Simón que todos conocían
había muerto.
-Saimon, no tengo idea de lo que te está pasando, pero
podemos encontrarle la vuelta...
Pero Simón, sin emitir sonido, sacó un arma y le apuntó.
-Pará, Simón, no hagas esto -le dijo Thiago, cauteloso; sin
embargo Simón, en lugar de disparar, le arrojó el arma a
Thiago.
-Thiago, yo me convertí en un peligro. Jay me está
manipulando y no sé qué puedo hacer. La única manera de
frenarme es matándome.
-¿Qué decís?
-¡Matame, Thiago! -gritó Simón, sacó otro revólver y lo
apuntó. ¡Matame o te mato yo! Matame si querés salvar a
todos. ¿O preferís morir como un héroe y dejar a todos en
banda? Matame si no querés que mate a todos, uno por
uno, hasta que solo quede Mar. La voy a hacer sufrir mucho
si no me matas...
Thiago no tuvo alternativa, y le disparó.
Pero, como Jay le había anticipado a Simón, Thiago era
noble y nunca lo mataría, había calibrado el arma para
desmayar. Simón despertó una hora después en el búnker,
rodeado de Thiago, Vale, Hope y Tacho, que lo miraban
preocupados. Cuando reaccionó, Valeria lo abrazó,
angustiada.
-Ellos son cálidos y cándidos, y te van a recibir con los
brazos abiertos. Van a pensar que te recuperaron. Que me
ganaron la batalla. Que me comieron la mejor pieza. Y
juntos, yo desde afuera y vos desde adentro, los vamos a
destruir-había dicho Jay.
-¡Perdónenme! ¡Por favor, perdónenme! -dijo Simón
llorando, mientras sus amigos lo abrazaban, cálida y
cándidamente.
Caballo de troya
 
Thiago entró en el altillo, se colocó un auricular inalámbrico
y comenzó dictar un mail que la computadora fue tipeando
sola, mientras él regaba a unas macetas en las que habían
sembrado semillas de malvón.
Querido Profe:
Tu plan Caballo de Troya avanza como lo planeamos.
Simón está mejor, parece no tener rastros de lo que le pasó,
pero por las dudas lo mandamos a la guarida con Vale,
Luca, Jaz y Jony. Le pusimos una tobillera para que no pueda
salir de la guarida si vuelve a flaquear. Saimon estuvo de
acuerdo con eso. Jay cree que nos engañó, que nos mandó
él su propio caballo de Troya, pero yo estoy seguro de que
Simón sigue ahí adentro, el verdadero Simón es nuestro
caballo de Troya, con él vamos a ganarle a Jay. Con Luz
hicimos lo convenido: la devolvimos a su puesto, ella es la
cara visible, pero los que tomamos las decisiones somos
nosotros. La primera medida fue llamar a elecciones. Nacho
y Teo son los que se están ocupando de todo, imaginate
cómo está Nachito, dando órdenes todo el día, se siente el
jefe de Ministros. Mientras, estamos tratando de volver a la
normalidad. Hope se empecinó en borrar todos los rastros
del NE y recuperar nuestro querido Mandalay, hasta
encontró el mandala y lo instaló de nuevo. Son demasiados
cambios para los chicos del NE, que se están poniendo algo
inquietos. Los chicos de las delegaciones extranjeras ya se
fueron, sin copas ni medallas, después del final abrupto de
las Olimpíadas. Así estamos, Profe, adaptándonos a nuestra
nueva vida. La verdad es que hay cuartos para todos, pero
se ve que después de estar tanto tiempo separados,
preferimos estar todos juntos aunque estemos apretados.
Hasta Alai y Nina se vinieron a vivir con nosotros al
Mandalay. Y Jay está igual que vos, desaparecido. Aparecé,
se te extraña.
Thiago.
Unos días después, Tacho entró al altillo a hacer el reporte
sobre el caballo de Troya. El lugar se iba pareciendo cada
día un poco más a cuando era la habitación de Paz. Se
colocó el auricular y comenzó a dictar mientras regaba las
plantas, que ya tenían pequeños brotes.
Chabón.
¿No pensás aparecer? No sé qué te pasa, pero vos
produciste...
La computadora emitió un sonido y apareció una leyenda:
«¿Quizás quiso decir produjiste?», a lo que Tacho respondió
que no, que había querido decir produciste, pero como el
sistema no le aceptó esa palabra, debió cambiarla por otra.
Bueno, vos armaste este plan ¿y después te vas? Va el
reporte: Seguimos trabajando con Luz pero sigue muy
subida al caballo. Vos decís que ya se va a quebrar, pero
probamos con todo y sigue guacha. Cristóbal intentó
rescatar a los padres de Alai pero ya los habían trasladado y
no saben dónde están. Quiere que Luz le diga dónde están,
pero ella dice que la adopción fue legal y no larga palabra.
También queremos derribar el muro, pero ella se opone,
dice que la gente no está preparada. Mientras, estamos
haciendo algo con lo que pasa afuera. Torito y su grupo de
voluntarios se instalaron en la zona de los comedores, y
nosotros les llevamos comida. ropa y remedios. Simón sigue
encanutado en la guarida. Lo tenemos todo el día cortando
leña o haciendo cosas para cansarlo, no sabemos si eso
sirve para algo. Yo igual, ya sabés, no confío. De Jay, sin
novedades. A ver si te copás y mandás un mail chabón, o
alguna comida casera, esto es un bardo.
Tacho.
Mar entró algo malhumorada a hacer el reporte semanal.
Regó los malvones, que ya habían florecido, mientras
dictaba la carta a tanta velocidad que a la computadora le
costaba seguirla.
Percho:
Claro, el señor arma el plan del caballo que trota y
después se borra. Así es fácil. Bueh, me encargaron
mandarte el informe semanal y acá estoy, total, no tengo
nada más divertido que hacer ahora que mi marido y los
otros perchos son «el poder», ni bola. Si no fuera porque sé
que están cambiando el mundo, pensaría que hay otra. De
la revolución se ocupan ellos porque se ve que los
«reseteaditos» no entendemos nada. Encima, me dejan
afuera de lo importante y de la pavada también, ¿podés
creer que hicieron un festival de cortos eróticos y los
estudiantes de cine llamaron a todas las chicas para actuar
menos a mí? Así que bueno, como parece que yo soy un
cero a la izquierda acá, me voy a ocupar de contarte la
pavada, ya que pediste detalles de todo. Melody: no sabés
cómo está, como loca, histérica. El otro día Teo le propuso
darle su apellido a Amado y ella se sacó, le gritó si se
pensaba que el nene era un auto, que lo quería poner a su
nombre para marcarle el territorio a Tarrito. A mí me parece
que ella está mal por que se da cuenta de que a Tarro la
que le vuela los flecos es Jazmín, y piensa que Teo solo está
con ella por el bebé. Jaz se instaló en la guarida, dice que
quiere ayudar a Vale, yo creo que se fue para alejarse y no
estar en el medio, pero le tiene unas ganas a Tarrito...Igual,
el otro día Teo la agarró a Melody y no sabés lo que le dijo.
No es que estuve chusmeando atrás de la puerta, pero él
tiene un tono de voz alto, así que no me dejó alternativa,
tuve que escuchar. Re dulce él, eh, le dijo que había sido un
imbécil tratando de arreglar con Tarrito el asunto del
cuarteto de ellos, pero que en realidad lo que él quería
medio que era barrerlo a Tarro, digamos. Le dijo que incluso
en la época en la que él era un tremendo cazador, algo le
pasaba con ella. Que por eso la había dejado ir varias veces,
como que se le fruncia el dobladillo cuando la veía. «Te
quería cazar, pero más te quería abrazar», le dijo. Más
tierno... Y que todo fue antes de que naciera el bebé, que
después la amó más todavía. Mirá, te lo cuento y piel de
gallina se me pone. Pero bueno, él se siente medio bajón
porque piensa que ella lo ama a Tarrito, y que a él lo quiere
porque es el padre del hijo y punto. En fin, esa novela
cambia todos los días, no sé, para mí tienen que terminar
los cuatro juntos. Después lo tenemos a Ramiro, que me
parece que el reseteo lo dejó más hueco que a mí, porque
está convencido de que la chica esta. Kika, la que murió, le
escribe por chat, le manda mensajes, y está queriendo
averiguar dónde la tienen, está convencido de que sigue
viva. Está más solo que la luna Ramiro, vamos a decir las
cosas como son. La que no está tan sola es Tefi, que, según
ella me cuenta, antes se la pasaba sufriendo por amor, y
entonces ahora como que se rebeló: de estar sola durante
meses pasó a salir con tres. Volvió con el ex, Luca; también
empezó a salir con Nacho, que ahora se la da de jefe de
Ministros y a ella le gusta más el poder que las cremas anti-
age, y sigue saliendo a distancia con el chileno poeta.
Bueno, ahí creo que te di un panorama más o menos
completo. Luz sigue dura como cierre oxidado, pero no le
quedó otra que llamar a elecciones, la gente va a votar si
quiere que siga el muro o que lo bajen. Vale dice que Simón
está bien, aunque lo vio un par de veces hablando solo, así
que no sé, decime vos si eso es estar bien. Jony descubrió
cómo hizo Jay para manipularlo, parece ser que le hizo un
tránsito hipnótico. Esperá que te leo el mensaje que nos
mandó Jony, mejor: «Chicos, lo que pensamos que era
radiación, en realidad es un fuerte hipnótico. Jay maneja un
sistema de hipnosis muy sofisticado, y parece que con eso
le quemó los ojos y le hacía ver cosas que no había».
Bueno, sí, más o menos lo que te dije: un tránsito hipnótico.
La mejor noticia, capaz tendría que haber empezado por
ahí: desmantelaron la máquina de reseteos. Pero no la van
a tirar, quieren hacer el museo del «no olvidar». También
pusieron a un científico a estudiar maneras de revertir el
reseteo, pero siguen diciendo que es peligroso. Yo, por mi
parte, sigo intentando despertarme. Pero nada, ni un misero
recuerdo. Bueno, a ver cuándo aportás por acá.
Mar.
Mar dejó el auricular e iba a salir del altillo cuando oyó
una notificación y vio que entró un mail del Profesor: «Es
mejor que no me vean por ahora ni les diga nada más, pero
pregunto: ¿alguien se está ocupando de controlar el reloj?».
Mar miró el mecanismo extrañada, ¿qué quería decir con
"ocuparse de controlar el reloj"?
Tacho y Jazmín estaban en el spa cuando sonó un
teléfono. Era el de Cristóbal, que lo había dejado ahí. Tacho
vio que era Teo y lo atendió, podía tener alguna novedad
importante. Teo confundió su voz con la de Cristóbal y le
contó, excitado, algo que acababa de descubrir.
-Cristóbal, busqué el registro de la cámara de los guardias
del día que detuvieron a Jazmín y a Tacho, se ve perfecto
cuando les sacan a la beba. Es la prueba que
necesitábamos. Luz no va a poder seguir negando. ¿Me oís?
Te estoy transfiriendo el archivo, miralo y decime si te
queda alguna duda.
Tacho miró el teléfono sin reacción. Jazmín lo miró
intrigada.
-¿Qué pasa?
Tacho ejecutó el archivo que acababa de mandarle Teo, en
el que se veía a un grupo comando que ingresaba a una
casa en la que estaban Tacho y Jazmín; no eran ellos, o sí,
pero unos diez años más grandes. Jazmín estaba en una
cama y Tacho tenía a un bebé recién nacido en los brazos.
Era evidente que Jazmín acababa de dar a luz. Los soldados
le arrebataban al bebe, y Jazmín, llorando desgarrada, les
gritaba: «¡Se llama Alai. Significa alegría, se llama Alai!».
Tacho y Jazmín no podían reaccionar al impacto de verse a
sí mismos en una situación tan extraña y violenta. El
soldado llevaba a la bebé hasta una jovencísima Luz, que le
sonreía a la beba con dulzura y luego miraba con desprecio
a Tacho y Jazmín, que eran arrestados por los soldados.
Cuando Cristóbal entró al spa con Thiago a buscar su
teléfono, se encontraron con los rostros consternados de
Tacho y Jazmín. Si la sola idea de que lo supieran era un
riesgo, el hecho que hubieran visto con sus propios ojos eso
tan atroz provocaría algo mucho peor que una paradoja
temporal. Tacho no terminaba de comprender lo que había
visto, y Cristóbal, con pesar, les confirmó la historia.
-En el 2018, cuando ustedes tengan alrededor de
veintisiete años, van a tener una hija.
-Y nos la va a sacar Luz -dijo Jazmín, que apenas podía
articular palabra.
Tacho, en cambio, era un volcán a punto de entrar en
erupción.
-En el 2018, Luz estaba iniciando su carrera política, y se
las quitó para criarla como si fuera su hija. Y sí, esa hija es
Alai-confirmó Cristóbal.
Thiago intentó decir algo que pudiera calmar el evidente
dolor que estaban sintiendo, pero Tacho dio media vuelta y
salió, decidido. Todos temieron su reacción, supusieron que
iría a buscar a Luz, pero en cambio fue hasta el búnker
donde Alai y León estaban viendo una película. Alai lo vio
entrar como desencajado.
-¿No te enseñaron a golpear, teñido? ¿Qué me mirás así?
Mirá, si viniste a pelearme...
Pero Tacho, en un impulso, la abrazó, muy movilizado. Alai
y León se miraron, sin entender, y mucho menos
entendieron cuando detrás de Tacho llegó Jazmín, que
miraba ese abrazo con lágrimas en sus ojos.
Una hora más tarde, Thiago y Cristóbal citaron a Luz en el
altillo, para confrontarla con las imágenes que había hallado
Teo. Jazmín y Tacho esperaban en el spa, aún
conmocionados por la noticia.
-Qué raro esto, ¿no? Digo, conocer a tu hija de grande sin
haber estado embarazada de ella-dijo Jazmín.
-Así son las paradojas.
-Pero bueno, lo que vimos quiere decir que en algún
momento vamos a volver a nuestro tiempo, y unos años
después, vamos a tener a Alai. O sea que vos y yo, en el
futuro...-dijo ella y dejó la frase en suspenso.
Tacho asintió.
-¿Y cómo será que terminamos juntos? Digo, vos estás
bien con Mel y...
-Esa es la parte que mejor no saber mucho, para no
condicionarnos.
-No sé, me angustia un poco, no quiero hacer nada para
que ustedes...
-¿Vos no fuiste a la guarida a cuidar a Saimon, no? -le
preguntó él, repentino. Fuiste para no estar en el medio de
Mel y yo. Eso es muy noble, bonita, pero no hace falta.
Pero para Jazmín sí era necesario, porque apenas podía
contenerse cuando estaba cerca de él, y más le costaría
ahora con lo que sabía. En ese momento les avisaron que
había llegado Luz y que le estaban por mostrar el video.
Ellos se acercaron hasta el altillo y escucharon tras la puerta
mientras Cristóbal y Thiago le mostraban las imágenes. A
Luz no se le movió un pelo y negó todo con absoluta
impunidad.
-¡Eso no prueba nada!
-¡¿Cómo que no?!-se ofuscó Thiago.
-Ellos fueron detenidos, sí, pero luego escaparon, y ese
bebé que se ve ahí fue dado en custodia a una familia, no
es Alai.
-¡Jazmín te dice claramente que el bebé se llama Alai! -
dijo Cristóbal.
-¿Y? Me gustó el nombre. Después, cuando adopté a Alai,
se lo puse. Alai no es la hija de Tacho y de Jazmín -afirmó
Luz, cruzada de brazos.
De pronto, irrumpió Tacho, sacado, y detrás, Jazmín. Luz
se inquietó al ver el odio de los jóvenes en su mirada.
-Se acabó -dijo Tacho-. No insistan con esta mina. Le voy a
contar todo a Alai, le voy a decir que Jaz y yo somos los
padres.
-¡Ni se te ocurra! -gritó Luz, desesperada.
-¿Ah, no? Frename -dijo Tacho y salió disparado.
Luz lo corrió y lo detuvo.
-¡Está bien! -dijo ella, angustiada-. Yo les voy a decir
dónde están Juan Morales y Jazmín Romero. Pero déjenme
decirle la verdad a Alai a mí. Por favor-suplicó.
Alai seguía en el búnker con León, mirando películas,
cuando entró Cristóbal y le dijo que Luz quería hablar con
ella.
-No quiero hablar con Luz, ya se lo dije -afirmó Alai.
-Es importante lo que te tiene que decir, mi amor -le dijo
Cristóbal e hizo pasar a Luz.
Alai ni miró a su madre, que se sentó junto a ella. León
salió con Cristóbal para dejarlas a solas. Permanecieron del
otro lado de la puerta del bunker, donde había un pequeño
recodo. Allí estaban Tacho y Jazmín, esperando nerviosos y
angustiados a que Luz hablara con su hija para que luego
les revelara dónde estaban detenidos sus alter ego. Sin
embargo, luego de dar vueltas y vacilar, Luz, en un
arranque repentino, cerró con llave la puerta del búnker y
arrastró a Alai por la otra salida, en dirección a los túneles,
con la descabellada idea de llevarse a la niña a la fuerza.
Estaba dispuesta a esa violencia antes que confesarle la
verdad.
Tacho, Jazmín y Cristóbal advirtieron que algo pasaba por
los gritos de Alai, intentaron ir detrás, pero advirtieron que
la puerta estaba trabada. Luz avanzó por los túneles
arrastrando a Alai, que lloraba.
-¿Qué estás haciendo, Luz?-gritó Alai.
-Te estoy salvando, hija. Vení conmigo, confiá en mí. Nos
quieren separar, hijita. Lo que te dijeron no es verdad, yo
sería incapaz de lastimarte, ¡yo soy tu mamá!
-Me asustás -le dijo Alai, viendo la expresión desencajada
de Luz en medio de la oscuridad de esos túneles
tenebrosos.
-Yo te amo -le dijo Luz, llorando y dándole besos con
desesperación. Sos mi chiquita, mi amor, y yo te voy a
cuidar siempre. Vamos. ¡Vamos te digo! -gritó Luz y empezó
a arrastrarla.
Alai se aferraba a lo que podía, mientras Luz avanzaba
tirando de sus brazos. Las voces de Tacho y de Cristóbal se
oían cada vez más lejanas. Se les sumó la voz de Thiago.
Todos le suplicaban que no hiciera más locuras. Alai se
estremeció cuando Luz comenzó a gritarles, llena de
resentimiento, de un dolor añejo y muy amargo.
-¡Ustedes lo único que quieren es matarme en vida, como
hicieron antes! ¡Me quieren ver muerta! -rugió y avanzó por
el túnel con Alai a la rastra. Estaba como poseída,
indiferente a los gritos y al llanto de Alai, que se tiró al piso
para resistirse. ¡Caminá! ¡Caminá te digo!
-Dejame, ¡vos no sos mi mamá! -gritó Alai-. ¡Me mentiste
siempre!
De repente, Luz se vio a sí misma, en un sótano oscuro
como ese, diciendo esas mismas palabras, pero a Justina. Y
a partir de allí, los recuerdos se sucedieron con violencia, en
tropel, y la arrasaron. Tuvo que sentarse en el piso. Alai
miraba muy impactada a su madre, que, si bien la miraba,
sus ojos parecían estar viendo más allá, mucho más allá.
Había atravesado su propio muro, y ahora estaba
distinguiendo, con horror, los recuerdos reales de los que le
habían implantado. Estaba despertando.
-¿Qué te pasa, mamá? -preguntó Alai, angustiada, al verla
desfigurada por el llanto.
Luz le aferró la mano, y sofocada por el llanto, le contó su
historia. Por primera vez, en muchos años, Luz dijo una
verdad:
-Cuando yo nací, un hombre malo me mandó a matar, y
una señora me salvó. Pero para salvarme, me encerró en un
sótano, un lugar así, muy parecido a este. Y ahí me crió,
como si fuera su hija, y trató de darme una vida feliz, pero
yo viví ahí, encerrada, y en la mentira, durante años. No sé
por qué tenemos esa maldita costumbre de repetir las
historias, pero terminé haciendo lo mismo que esa mujer
con vos, mi amor -reconoció Luz, quebrada-. Hace unos
años tuve que cumplir una orden y detener a tus papás. Y
no quise que hicieran algo horrible con vos, quise salvarte...
Darte una vida mejor, por eso te adopté, y te crié como mi
hija. Perdoname. Alai, no quise hacerte mal, no quise nada
malo para vos. Perdoname, por favor, necesito que me
perdones... -suplicó Luz.
-¿Y quiénes son mis papás? -preguntó Alai, llorando.
Luz la tomó de la mano y la condujo de regreso hasta el
búnker. Abrió la puerta que había trabado y dejó entrar a
Tacho, Jazmín, Thiago y Cristóbal.
-Ellos... van a... Ellos te lo van explicar mejor -dijo Luz,
vencida, y extendió hacia Jazmín la mano con la que
aferraba a Alai.
Jazmín tomó con delicadeza la mano de Alai y, junto con
Tacho, la sacaron de ese lugar, mientras Luz se derrumbó en
una silla, abrumada por las recuerdos que no dejaban de
aflorar. Un despertar más cegador que la primera vez que
vio la luz del sol. Un despertar imposible de soportar.
La liberación
 
Jazmín estaba en una habitación estrecha y fría. La
oscuridad y el silencio abrumador estiraban aún más el
tiempo eterno que llevaba allí. De pronto, ruido de pasos.
No era la comida, que llegaba dos veces al día. Era otra
cosa. Un zumbido eléctrico, y la puerta se abrió. La luz
artificial del pasillo la cegó, sus ojos no estaban habituados
ni siquiera a esa luz tenue. Pero detrás del oficial que abrió
la puerta, distinguió una figura familiar. La última vez que la
había visto tenía alrededor de diez años, pero supo
enseguida que era Esperanza, que antes de abrazarla fuerte
ya estaba llorando.
Tacho tenía más afectada aún la vista que Jazmín, pero
cuando la puerta de su celda se abrió, reconoció enseguida
la silueta de Thiago recortada en contraluz. No era el Thiago
de su edad, sino el adolescente. Thiago lo abrazó temblando
por la emoción, y le dijo:
-Nos vamos a casa, Tachito.
A Tacho le flaquearon las piernas, y solo pensó en una
cosa, en que luego de trece años volvería a ver a su bonita,
a Jazmín. Luego de su trágico despertar, Luz firmó una serie
de decretos, los últimos, pensó, antes de entregarse a la
tristeza infinita de contemplar todo el daño que había
ocasionado. Ordenó la liberación inmediata de todos los
presos políticos, y por eso Thiago y Hope fueron a buscar
corriendo a Tacho y a Jazmín. Los llevaron a la mansión y los
condujeron al altillo, que previamente habían oscurecido
para no lastimarles los ojos. Tacho y Jazmín se abrazaron
muchos minutos, sin hablar, solo acariciándose y secándose
uno al otro las lágrimas. Además de la conmoción del
reencuentro cuando ya creían que morirían en esa celda
fría, les habían dicho que allí, en esa casa, estaba Alai.
Había sido difícil para ellos, casi imposible, mantener la fe y
el espíritu optimista mandalayo. Ambos temían que jamás
llegarían a conocerla, sin embargo, estaba allí, y quería
conocerlos.
Esperanza entró con su valijita de maquillajes, y se sentó
frente a ellos. Quería hablar, pero no lo hacía porque si abría
la boca lloraría con ruido, y quería que ellos no perdieran un
día más de sus vidas sufriendo. Quería que desde ese día en
adelante, la vida de sus tíos fuera solo alegría. Alegría,
como el significado del nombre que le habían puesto a su
hija. Hope les cortó el pelo, les hizo un baño de crema y un
peinado primoroso. Les maquilló sus rostros pálidos y
ajados, y no pudo evitar lagrimear viendo las marcas que
les había dejado la crueldad de Luz. Sin embargo, ellos no
tenían odio en sus ojos, solo ilusión. La ilusión de volver a
ver a su hija.
Cuando estuvieron listos, Esperanza abrió la puerta y entró
Cristóbal con Alai, una adolescente de trece años, bella,
bella, bella, inconfundiblemente hija de Jazmín, con sus
mismos ojos, su misma nariz, pensó Tacho, mientras
abrazaron juntos a ese bebé que les habían arrebatado casi
al instante de nacer.
Luz también ordenó cerrar los centros de Natalidad. Mar
acompañó a Teo, Melody y un grupo numeroso de
voluntarios a relocalizar a los bebés. Mar no pudo dejar de
llorar mientras los alzaba para trasladarlos a un lugar
mucho más ameno, al tiempo que en el centro de monitoreo
Luca y Tefi intentaban localizar a los padres.
Más tarde, Thiago encontró a Mar ordenando el caos que se
había vuelto la habitación desde que el NE ya no era NE.
Tenía un enojo y una angustia difícil de explicar. Thiago la
vio llorando tan acongojada que se preocupó.
-Mi amor, ya pasó, todo se está arreglando. Tenemos que
estar felices.
-¡No puedo! Fue horrible, Thiago. Todos esos bebés...
¿cómo se puede hacer algo así ¿Cómo a alguien se le pudo
haber ocurrido semejante cosa?
-Pero ya está, Mar. Se terminó, pudimos hacer que Luz se
despierte. Después de tanto luchar, hasta logramos que Luz
cambie.
-Pero yo no me lo puedo perdonar-gritó Mar,
desconsolada. Tanto tiempo viviendo como una tarada. Mirá,
mirá toda esta ropa. ¿Sabés la plata que gasté en estos
vestidos? ¿Sabés cuántas veces usé este, por ejemplo?
¡Ninguna! ¿Y este otro? ¡Nunca! Porque ni siquiera me
importaba usarlos, lo único que quería era comprarme
cosas, hacerme tratamientos de belleza, viajar, conocer a
un chico lindo para mostrarlo como si fuera un trofeo. No
me puedo perdonar haber sido tan idiota mientras alrededor
mío pasaba todo este horror-dijo, y ni los abrazos ni los
besos de Thiago pudieron consolarla esta vez.
El dolor de Mar parecía no tener remedio, porque aunque
la liberación era un gran alivio, también era un dolor
profundo descubrir el horror con el que habían convivido sin
poder o sin querer verlo. Entró Hope, preocupada por el
llanto de Mar que se escuchaba desde el pasillo.
-Somos un horror. A mí no me entra mucho en la cabeza lo
del viaje, del futuro, del pasado y todo eso, pero en algún
momento va a pasar que les van a sacar la hija a Jazmín y a
Tacho, y los van a meter presos, y se van a oxidar en la
cárcel, mientras nosotros ¿qué? ¿Dónde vamos a estar?
¿Qué vamos a estar haciendo nosotros? ¿Probando el último
peeling ultravioleta?
-No hace falta castigarse, Mar-le dijo Hope-. Somos todos
víctimas.
-Sí, pero algunos son más víctimas que otros, y no es todo
lo mismo, Hope.. No es lo mismo la víctima Luz, que vos o
que Alai, que esos bebés que rescatamos. No es todo lo
mismo. ¡Y yo no me puedo perdonar haber sido cómplice de
esto!
-Por favor, mi amor. Hacé el esfuerzo de mirar lo positivo,
ahora tenemos la responsabilidad de sacar adelante esto.
-¿Y cómo hago para liberarme de esta culpa que me
retuerce el estómago?
-De a poco nos vamos a ir liberando, y liberando a todos,
eso nos va a sanar, Mar -dijo Hope.
-Pero yo necesito despertarme de una vez, abrir los ojos,
hasta que yo no sepa quién soy. ¡¿cómo hago para ayudar a
despertar al resto?! Yo sigo con mi cabeza frívola mientras
un montón de gente está sufriendo. Como Jaz y Tacho; son
nuestros mejores amigos, nuestros hermanos y les van a
arrancar a su hija. No se es culpable solo haciendo cosas
malas. Si dejás que pasen, también sos culpable.
-¿Sabés qué hacíamos en Mandalay cuando estábamos
así, desolados, sin fuerzas? -comenzó Thiago, pero Hope lo
frenó.
-Yo creo que no deberías decir eso, laio...
-Cantábamos completó Thiago.
-¿Vos me estás jodiendo?-dijo Mar, absorta.
-Te lo dije-dijo Hope.
-Te estoy hablando de que no soporto haber sido tan
superficial, ¿y me decís de cantar?
-Te digo que transformes eso que te está matando por
dentro en algo bueno. Sé que suena ingenuo, hasta cursi,
pero a veces la soluciones que te liberan son así: ingenuas y
cursis. Hagámoslo por ellos, por Tacho y Jazmín, los de
cuarenta. Démosles las bienvenida-propuso Thiago.
Alai no podía dejar de mirar a sus padres, que aunque
tenían evidentes rastros de trece años terribles,
conservaban aún el brillo en la mirada de los jóvenes que
ella conocía. De pronto, escucharon una canción que
provenía del campus. Jaz y Tacho la reconocieron enseguida,
era Vuelvo a casa. Se pusieron anteojos de sol y se
asomaron por la ventana. Allí abajo estaba su juventud, su
pasado, sus años dorados. Estaban ellos mismos junto a sus
amigos de toda la vida, cantando para ellos. La paradoja
temporal solía ser complicada y hasta dolorosa. Pero, a
veces, era pura magia. Más tarde, Tacho y Jazmín de
cuarenta se fueron a una casa que les habían conseguido
para recomenzar su vida. Los otros, los de veinte, no
pudieron resistirse a la tentación de espiarlos desde la
recepción, aunque estaba prohibido. Para Tacho era más
fácil de comprender todo, pero para Jazmín, que seguía sin
recordar su pasado, requería un esfuerzo extra. Seguían
impactados hablando de esa paradoja y evitando pensar en
lo que vendría, ya que era hermoso saber que darían a luz a
Alai, pero duro pensar, en lo que les ocurriría luego. Sin
embargo, no consideraron ni por un instante cambiar el
destino si eso podía implicar un riesgo para Alai. Llegó
Melody, y Jazmín se sintió un poco incómoda, porque
estaban hablando de la hija que tendría con su actual novio.
Los dejó solos, y Mel le pidió a Tacho que fueran a un lugar
tranquilo para charlar.
-Quería decirte que entiendo por lo que estás pasando y
que por eso te libero, Tacho.

-¿Eh?-dijo él, con una puntada de angustia en el estómago.


-Me cuesta, y me duele muchísimo, pero sé que es lo que
tengo que hacer. Liberarte de tu compromiso para que
puedas seguir adelante con Jazmín.
-Pero, Mel, escuchame...
-No me digas nada-lo cortó ella, con la voz tomada por la
emoción-. Yo te voy a querer siempre. Fuiste mi compañero
en el momento más difícil de mi vida, y eso no lo voy a
olvidar nunca. Y Amado va a estar unido a vos de por vida.
Pero te libero. Melody tomó de la cara a Tacho, que no podía
contener las lágrimas, y le dio un suave beso de
despedida...
León entró al búnker, donde estaba recluida Luz. Ya no
volvería a ocupar la jefatura de Ministros, ni real ni
nominalmente. León le dejó un café, bien caliente como le
gustaba a ella, y unas tostadas. Luz no había comido en
todo el día, levantó la mirada de la carta que estaba
escribiendo y le sonrió. El ya no sabía qué sentir por esa
mujer. La había querido mucho, pero ahora tenía una
mezcla de enojo y decepción.
-Perdoname, León -le dijo ella, cuando él estaba por salir-.
Me gustaría que me digas que va a estar todo bien, como
cuando era chica. Yo sé que vos no te acordás, pero me
decías Chapi, por chapita, porque decías que estaba loca
con mis historias de la guerra. Me desperté, ¿sabés? Me
acordé de todo. Vos me liberaste cuando yo era chica, tal
vez ya te lo contaron. Y ahora, me volviste a liberar.
-Bueno, de nada-dijo él, casi irónico.
-No te lo estoy agradeciendo -dijo ella, aunque sin
maldad-. Debería, ya lo sé, pero esta libertad... no la puedo
soportar.
León asintió, sin saber qué decirle, y salió. Luz tomó la
taza de café caliente. Se lo había hecho León, era el café
más rico de su vida. Y terminó de escribir la carta. Una hora
más tarde, Nina y Cristóbal la visitaron en el búnker, y se
alarmaron cuando vieron que no estaba y que había dejado
una carta.
Todos buscamos la libertad. Un adolescente piensa
«cuando crezca y no tenga que obedecer más a mis padres,
ahí sí, voy a ser libre». Pero ¿qué es ser libre? La libertad es
peculiar: angustia casi tanto no tenerla, como tenerla. La
libertad te da miles de opciones y te obliga a elegir. Una
libertad que obliga, eso es una paradoja. Ser liberado es
como abrir los ojos a la luz después de mucha oscuridad;
encandila. Libertad es mucho más que elegir, es hacerse
cargo de esa elección. Es más fácil hacerle caso a alguien
que hacerse caso a sí mismo. Porque eso es ser libre,
hacerte caso. Y ser libre es ser esclavo de las consecuencias
de tu elección. Otra paradoja. Pedir perdón no parece
suficiente para todo lo que hice. Ustedes me dirán que fui
una víctima, pero yo no tengo la inocencia del inocente.
Haber despertado me liberó, pero también me hizo caer al
vacío. Mi vida es un eterno despertar, es pasar de las
sombras a la luz y volver a las sombras. Es una ironía que
me llame Luz.
Fui el títere de un titiritero. Ahora me cortaron los hilos y no
soporto saber lo que hice. No puedo mirar a nadie a la cara,
ni puedo mirarme a un espejo. Y el amor que me tienen, a
pesar de todo, se me vuelve insoportable. Haberme liberado
de la mentira en la que vivía me encerró en una prisión
mucho peor. Una celda pequeña donde estoy yo frente a mi
misma. Yo soy mi propio infierno. Nunca entendí la
agorafobia. ¿Quién puede temerle a un espacio abierto,
luminoso?, pensaba. Ahora si que la entiendo. Crecí en un
sótano y es ahí donde me siento segura. En la oscuridad,
sometida a los límites. Ya no puedo resistir más, necesito
liberarme de esos fantasmas que me torturan desde
siempre. Necesito liberarme de mi misma, entregarme, y
dejarme ir.
Luz.
Cristóbal y Nina entendieron que era una carta de
despedida y salieron corriendo.
Luz estaba en un puente sobre un río rocoso. Confiaba, con
suerte, en tener un final sin dolor. Sin embargo, cuando
estaba a punto de arrojarse al vacío, sintió una mano que la
aferró de la ropa y la jaló hacia atrás. Al girar, vio a Nina
detrás suyo. No a su hija de veinte años, sino a la niña que
había criado. No era una presencia real, ni Luz estaba
viendo visiones, pero en el momento en que iba a arrojarse
al vacío, se dio cuenta de que aún tenía una asignatura
pendiente: no podía irse sin revelarle a Gi el secreto de su
identidad. Su teléfono estaba sonando y precisamente era
ella, desesperada tratando de frenarla. Luz la atendió.
-¿Dónde estás, Luz? ¿Cómo te vas a ir así?
-Acá estoy, hija. Antes de irme, tenemos que tener una
charla, vos y yo, tengo que hablarte de tu historia.
Esperame en el NE, voy para allá.
Pero cuando Luz se incorporó para regresar, se topó con el
señor Jay.
Horas más tarde, por la noche, encontraron a Luz tirada en
una calle. Había sufrido un ACV.
Réplicas
 
En la clínica donde llevaron a Luz, los desahuciaron: la
lesión era de masiado grave y no creían que pudiera
recuperarse. Pero Thiago y Cristóbal no se resignarían tan
fácil, así que decidieron trasladarla al altillo, confiaban en
que el portal podría ayudarla, aunque Nina no entendía
cómo. Mar, que estaba con ellos, y ya tenía cierta
experiencia, le explicó que por algún motivo ese altillo era
sanador. Cuando fueron a buscar su ropa, encontraron una
carta en el bolsillo de la casaca. Cristóbal vio que estaba
dirigida a Nina y se la dio. Ella la abrió con desesperación, y
la leyó. Era una breve nota que Luz había alcanzado a
escribirle.
Cuando Jay apareció en el puente, la llevó a una casa y, a
pesar de que Luz disimuló, él advirtió que ella había
despertado. Luz supo enseguida que su destino estaba
decidido, Jay no la dejaría viva, ya que conocía demasiados
secretos. Sabiendo lo que le esperaba, se las arregló para
dejarle esa nota a Nina en su bolsillo con las instrucciones
para acceder a una caja fuerte que había en su casa, donde
guardaba un escrito con toda la historia de Nina. Cuando
Nina iba a salir a buscar esa verdad, Mar la detuvo. Había
empezado a rumiar algo inquietante.
-¿Qué pasa, Mar? -preguntó Nina.
-No... que tu mamá te dijo que te iba a contar tu historia.
Y pensé que así como Alai es la hija de Jazmín y Tarrito, a lo
mejor vos podés ser... ¡hija nuestra! -dijo en tono cuasi
trágico.
-No digas pavadas, Mar-dijo Thiago.
-¡No son pavadas! Todo puede ser por la paradoja no sé
cuánto. ¿Qué loco, no? ¿Qué asquito, no? Digo, si Thiago es
tu padre, empezá a mirarlo bien de lejos...
-Gracias por ser tan respetuosa con mi historia, Mar -dijo
Nina, enojada, y se fue.
-¿Qué dije de malo? Puede ser, ¿o no? Es un horror, por
eso no nos podía mirar a la cara, me vio, dijo «mamá, me
chapé a papá». ¡Es una tragedia griega! ¡Deberías sentir
náuseas, Thiago! ¿Cómo te miro a la cara sabiendo que vos
sin saber te chapaste a tu propia hija? Para los griegos
hubiera sido normal, pero para mí, que no soy griega, pero
sí clásica, ¡es terrible! Ahora, ¿a quién se parece? De mí no
heredó nada, ni la onda, ni el glamour, ni la sensibilidad, ni
el don de gente, menos el sentido de la ubicación. No sé, tal
vez sacó mi flequillo, pero bueno, eso no es necesariamente
genético...
Y aunque Thiago le insistió en que era algo imposible, y
que de ser así ya seguramente se hubieran enterado, nada
pudo sacarle esa idea de la cabeza a Mar, que no podía
superar el horror griego que sentía.
Al día siguiente, Nina recibió un llamado de Cristóbal cuando
ella estaba frente a un clínica muy custodiada, viendo por
dónde podría entrar.
-Papá...
-Mamá, en todo caso-era la voz de Mar-. Ojo, no digo que
yo sea tu mamá, digo porque soy mujer y...
-¿Qué querés, Mar? -dijo Nina, impaciente.
-No, nada, le pedí el teléfono a Cristóbal para llamarte
porque, no sé, por ahí anoche no quisiste hablar porque
estaba Thiago y capaz te incomodaba. Y pensé que vos y yo
podíamos tener una charla de mujer a mujer.... de amiga a
amiga..., de... Contame.
-Perdoname, Mar, pero prefiero no hablar.
-No, sí, yo entiendo. Es tu vida privada. Pero, Nina,
querida... -dijo en tono maternal.
-¿Qué hacés, Mar? -preguntó Thiago cuando la oyó
hablando. Le sacó el teléfono, cortó y la reprendió por
meterse así en algo doloroso y privado.
-Pero ¿entendés que su «privado» tal vez es nuestro
«privado»? Y ya te digo que es así, no sabés cómo me
habló, tenemos la típica relación madre-hija adolescente.
Thiago desistió de convencerla, tenía otra cosa que hacer.
Fue hasta la guarida, de donde Simón no había salido en
casi dos meses. Cuando Simón lo vio entrar, no entendió su
gesto, muy serio. Pero de pronto Thiago sacó una corneta y
la hizo sonar.
-¡Feliz cumpleaños, Saimon!
Y lo abrazó. Luego notó cierta incomodidad entre Simón y
Vale, y se dio cuenta de lo inoportuno de su visita.
-¿Arruiné algo, no?
-No, te parece -dijo Simón, sonriente.
-Bueno, perdón. Es que estuvimos hablando de tu
situación con los chicos, Saimon, y creemos que ya podés
volver al NE. O ex NE, mejor dicho.
Simón lo miró algo extrañado.
-¿Qué pasa? ¿No te dan ganas de volver, mi amor? -le dijo
Vale.
-La verdad es que prefiero no ir-dijo él, incómodo.
-Pero, Saimon, aunque sea hoy, para festejar tu cumple
con todos, dale, ¿hace cuánto que no estamos todos juntos?
Te extrañamos mucho allá.
-Bueno, está bien-dijo al fin Simón.
Nacho estaba a sus anchas, ocupando la oficina de Luz en
el centro de monitoreo, dando órdenes sin parar con los
mismos modos altaneros de la antigua jefa de Ministros.
Junto con Teo y Luca se ocupaban de cosas importantes,
había mucho por hacer, sobre todo, mucho horror por
deshacer. Pero Nacho aprovechó su poder para dos asuntos
personales: puso a una monitora a trabajar exclusivamente
en averiguar quién había ganado La Nueva Ola y La Bestia
Pop. Y, por otra parte, Hope le había hecho un pedido
especial, que para él también era muy importante: rastrear
a Nerdito.
Lo último que sabían de él era que lo habían trasladado de
urbe. Y todo era tan caótico que le costó averiguar su
paradero. Pero cuando entró René, la información que le
trajo fue desoladora. Según los informes policiales, cuando
lo estaban trasladando a la urbe de Sudáfrica, Nerdito había
intentado fugarse del barco, se había arrojado al mar y lo
habían matado. Nacho se desmoronó, impactado por esa
noticia. Y aunque la información era veraz, no era del todo
cierto que Nerdito hubiera fallecido en esa huida. Había
sobrevivido y desde entonces estaba en una isla desierta,
como un náufrago, intentando volver a casa.
Pero Nacho no tenía cómo saber eso; creyó en el reporte
oficial y regresó al NE para darle la terrible noticia tanto a la
novia como a la madre. Pero al ver la cara de ilusión de
ambas, no pudo decirles la verdad. En cambio, le dijo a
Hope que Nerdito no regresaría porque había formado
pareja en otra urbe y ya tenía hasta hijos. Hope, sin pensar
en que era físicamente imposible que ya tuviera hijos por el
tiempo transcurrido, se enfureció con su novio, y consigo
misma, por haberle sido fiel todo ese tiempo. Así que
decidió recuperar el tiempo perdido y comerse a cada
chongo con el que se cruzara. Tefi, por su parte, se lamentó
de que su hijo fuera a heredar los genes piratas de su
padre, y de su madre, ya que ella misma seguía jugando a
tres puntas.
Cuando Thiago llegó al Mandalay con Simón y Valeria,
todos los chicos se alegraron mucho de verlo, aunque lo
miraban con cierta aprehensión, sobre todo Mar, que no
pudo evitar el grito cuando lo vio.
-¿Qué hace el desquiciado acá? Desquiciado con onda,
como una forma de decir. Loco lindo, desquiciado lindo...
-Mejor me voy dijo Simón, triste al advertir el miedo que le
tenían.
Pero no lo dejaron irse, tenían todo preparado para
festejar. Así que comieron, le dieron los regalos, bebieron y
se rieron juntos. Y cuando lograron relajarse, y Simón
también se pudo soltar, volvieron a ser los de siempre.
Simón se fue al baño, y todos aprovecharon para cuchichear
sobre él.
-Se lo ve bien, ¿no? -dijo Vale, ilusionada con que ya había
pasado la confusión.
-Sí. Es el Saimon de siempre opinó Hope.
-Espero...-dijo Mar.
En ese mismo momento, Simón acababa de entrar al
altillo, donde estaba Luz inconsciente y conectada a un
respirador. Se aseguró de que nadie viniera, se acercó a ella
y, con gran frialdad, la desconectó. Después, regresó a su
fiesta de cumpleaños y, en medio de las risas y las
anécdotas, Thiago recibió un llamado. Era Cristóbal, que
estaba en el altillo junto a Luz. Le había reconectado el
respirador y ella se había normalizado. Con dolor, le
comunicó:
-Thiago, pasó lo que pensábamos.
Thiago miró a Simón, que sonreía, y se angustió. Todo
había sido una prueba, traerlo de regreso a la mansión,
celebrar su cumpleaños, dejarlo acercarse a Luz, Querían
comprobar si efectivamente ya no estaba bajo la influencia
de Jay. Pero verificaron que eso no había cambiado, y no
solo eso, Simón, manipulado por Jay, era capaz de asesinar
a sangre fría. De todas maneras, y justamente por haber
averiguado que Simón seguía influenciado por Jay,
decidieron mantenerlo allí, ya que estar en la guarida no
había dado ningún resultado. Simón, o Jay, creía haberlos
engañado, pero en realidad ellos lo estaban engañando a él.
Simón le comunicó a Jay que Luz estaba muerta, cuando en
realidad la habían salvado y la llevarían a un lugar secreto
que solo tres personas conocerían.
Al día siguiente, mientras estaban grabando un spot
publicitario para la campaña por el Sí a derribar el muro,
regresó Nina. Thiago fue hacia ella.
Mar fue detrás.
-Abracémosla los dos juntos, percho-dijo Mar, en madre-.
Hola, chiquita, ¿cómo estás?
-Cristóbal está adentro, por si querés hablar con él.
-Vengan ustedes también. Quiero contarles a todos la
verdad -les dijo Nina, y Mar se puso pálida, temiendo a esa
verdad.
Fueron juntos hasta el altillo, donde estaba Cristóbal, y
Nina, conmovida aunque serena, les contó lo que había
estado haciendo en las últimas horas. Había retirado de la
caja fuerte de Luz la carta con todo el relato pormenorizado
de su historia. Nina se las entregó para que leyeran ellos
mismos la historia.
Mi amor:
Hace dieciocho años yo ya era la mano derecha y alumna
predilecta de Jay. Él había enviudado, y de su matrimonio le
quedó una única hija, llamada Rose, que tenía una
enfermedad muy severa. Esta hija era lo único que le
quedaba del gran amor de su vida. Jay hizo lo imposible por
salvarle la vida. Intentó de todo y nada le dio resultado. Al
fin, la única solución que encontró fue crear réplicas de
Rose. La idea era utilizar los órganos de las réplicas para
salvar la vida de su hija, y Jay me encargó esa tarea.
No me pude negar. Y no quería hacerlo. Pensé que era una
salida científica más. Una solución para Rose. Pensé que el
motivo era muy noble. Meses trabajamos en ese proyecto.
Experimentamos con todas las tecnologías disponibles,
hasta que finalmente lo logramos. Creamos una réplica
perfecta de Rose. Era una beba hermosa y sana. Pero, para
mí, hasta ese momento no era una beba, era una solución,
sus órganos iban a salvar a Rose. Solo había que esperar a
que creciera unos años para poder transplantarle sus
órganos. En cuanto a la réplica, luego de eso sería
descartada.
Mar, Thiago y Cristóbal se miraron tratando de comprobar
lo que significaba "descartada". Nina asintió, compartiendo
el horror. Thiago retomó la lectura.
Unos años más tarde, la réplica enfermó de la misma
enfermedad que Rose; ya no serviría para lo que fue creada,
y Jay ordenó eliminarla. Pero yo no podía dejar morir a esa
nena. Ya no era para mí una réplica, era un ser humano, y
supe que no la iba a dejar morir, nunca. Le ordené a mi
asistente que reseteara a la réplica para que no tuviera
recuerdos de sus días del laboratorio. Y la adopté.
Sabía que iba a ser difícil mantenerla con vida por su
enfermedad. No iba a ser fácil ni para ella ni para mí. Pero
ella me iba a tener a mí, y yo a ella. Y así, juntas, íbamos a
esperar el milagro, y el milagro llegó. Y así, vos, Gianina, mi
hija adorada, saliste adelante y te curaste.
Dejaron de leer la carta, procesando una información
demasiado compleja, casi inverosímil, aunque a la luz de las
atrocidades que Jay había cometido, nada era imposible.
Mar dudaba de su propio entendimiento y confirmó:
-Perdón, ¿entendí bien? ¿Esa nena...?
-Soy yo -dijo Nina, angustiada-. Soy una réplica de mi
hermana. Fui hasta la clínica donde la tienen. Está postrada,
y muy mal, muy delicada de salud. Pero es idéntica a mí, o
yo soy idéntica a ella.
-Hay algo que no entiendo dijo Thiago, luego de un
instante-. Si sos igual a la hija de Jay, ¿cómo puede ser que
él nunca se haya dado cuenta de eso?
-Luz no dice nada de eso en la carta. No lo sé. -De
repente, Nina comenzó a llorar, con una tristeza profunda-.
Yo la odiaba, y fue ella la que me salvó la vida. Por eso decía
que ella había repetido la historia de Tina. Hizo lo mismo.
Jay me mandó a matar, y ella me salvó en secreto.
Mar, conmovida, le ofreció a Nina a acompañarla a darse
una ducha, y Cristóbal fue con ellas. Thiago se quedó
rumiando y comprendió que, si Jay amaba tanto a su hija, la
visitaría seguido. Entonces, si él iba a esa clínica, en algún
momento Jay llegaría, y él, finalmente, podría conocerlo.
Más tarde, le preguntó a Nina la dirección de la clínica y, sin
decirle nada a nadie, salió rumbo a ese lugar.
A Tacho se le ocurrió que quizás mostrándole imágenes
Jazmín podría empezar a estimular sus recuerdos. Jony, que
ahora tenía acceso al gran servidor del centro de monitoreo
donde se guardaban todos los registros existentes,
consiguió algunas imágenes de la época del Mandalay. Se
instalaron en el búnker, y Jazmín pudo verse a sí misma en
intervenciones creativas, en shows, en el viaje de
egresados. Jazmín no sentía nada al ver esos videos más
que una extrañeza, como ver a una doble, como si todos los
que aparecían en esas imágenes fueran réplicas de ellos
mismos. Lo único que la impactó fue ver la personalidad de
Jazmín, la Gitana tenía una impronta muy clara, mucho más
fuerte y decidida que esta Jazmín versión NE. Sin embargo,
mientras hacía el esfuerzo por recordar, de pronto sus
pupilas se dilataron y se le puso la piel de gallina. Tacho la
miró, esperanzado.
-Me vino como un flash -dijo ella.
-¿Despertaste? -preguntó Tacho, feliz-. Decime qué
recordaste.
-No-dijo ella, impactada. No parecía un recuerdo, parecía
más bien una premonición.
Tacho la miró, preocupado. Él sabía perfectamente de sus
visiones, y cada vez que las tenía, no era nada bueno.
-¿Qué viste, Jazmín? Ella lo miró, incapaz de poner en
palabras al horror que había visto.
Thiago llegó a la clínica donde estaba internada Rose y
comprobó que más que un hospital parecía una fortaleza.
Estaba toda amurallada y había muchos custodios en la
puerta. Pero pensó que si Nina había podido inmiscuirse
dentro de la clínica para ver a su hermana, él también
encontraría la forma. Rodeó todo el predio y pudo cruzar en
una zona que estaba menos custodiada. Con mucho sigilo
avanzó entre los arbustos del inmenso parque que rodeaba
la casa colonial convertida en clínica especializada. Desde
allí, con binoculares, observó a los pacientes y al personal
de salud que estaban en la galería. Con mucho impacto,
divisó a una chica en silla de ruedas que era idéntica a Nina,
aunque estaba demacrada y era evidentemente algunos
años mayor. Era Rose, sin dudas. Así que se apostó allí,
sabiendo que en algún momento llegaría Jay a visitarla.
Y no se equivocó: tres horas más tarde, vio llegar un auto
negro, enorme, de alta gama. Se bajó un hombre de traje
gris que caminó hasta la galería en la que estaba Rose.
Thiago apuntó sus binoculares intentando ver el rostro de
ese hombre. Jay llegó hasta Rose, se agachó para darle un
beso, y Thiago estaba a punto de verle la cara cuando cayó
inconsciente. Detrás de él estaba el Profesor, con un arma
en la mano, con la que acababa de desmayarlo.
Veredas opuestas
 
Thiago escuchó un murmullo e hizo fuerza por abrir los ojos.
Notó que estaba en la guarida, recostado en el sofá, y que
unos metros más allá, en la galería, estaba el Profesor,
hablando por teléfono, aunque sin levantar la VOZ.
-¡Por fin atendés! ¿No se te ocurre que si yo te estoy
llamando, puede ser importante, Jay? Thiago descubrió la
clínica donde tenés a Rose, y casi te ve. Tenés que sacarla
de ahí o te van a ver la cara.
De pronto, el Profesor giró, y vio que tenía a Thiago
parado detrás, aunque bamboleante, que lo miraba muy
serio. El Profesor cortó enseguida.
-Mejor recostate, Thiago, estás mareado y te podés caer y
golpear.
-Te escuché, ¡hablabas con Jay! ¿Quién carajo sos?
-Vos sabés quién soy, Thiago. Y yo no hablaba con Jay.
-¡Te escuché! ¿Vos me desmayaste? No te hagas el
misterioso y hablá -dijo Thiago y tomó un palo con el que lo
amenazó.
-No sos un matón, Thiago -dijo el Profesor. Y yo estoy
haciendo lo que tengo que hacer. No puedo decirte más, vas
a tener que creerme. Yo estoy de tu lado.
El Profesor se quiso ir, pero Thiago, furioso, ya no confiaba
más en ese hombre, así que lo estampó contra una pared.
Pero apareció alguien por detrás que sujetó a Thiago por el
cuello. Thiago soltó al Profesor, y al darse vuelta vio que era
Foni, el líder de Underground.
-¿Este tipo está con vos? -le gritó Thiago al Profesor, cada
vez más indignado-. Sos un traidor, ¡sos una mierda!
-Thiago, por favor, no todo es lo que parece, ya lo
deberías saber.
Pero Thiago no escuchaba razones, estaba harto de las
traiciones y las trampas, se arrojó sobre Foni y empezó a
pelear con él. Poco después entró Cristóbal, quien con
mucho esfuerzo logró separar a Thiago de Foni. En ese
momento, Thiago se dio cuenta de que el Profesor había
desaparecido.
-¡¿Dónde se fue?! ¿En qué carajo andan el Profesor y vos?
-le gritó a Foni.
-Preguntale al Profe-dijo este, y se fue, sin responder a los
gritos de Thiago.
Cristóbal tuvo que frenar a Thiago, que quería tirársele
otra vez encima.
-¿Por qué me frenaste? El Profesor tiene que aclarar todo.
Estaba por descubrir a Jay y me desmayó. ¿Vos sabés algo,
no? ¿Quién es el Profesor? ¿Qué esconde?
-Perdoname, Thiago, no puedo decirte lo que sé -le dijo
Cristóbal.
Pero Thiago ya estaba harto de los misterios, así que se
sacó de encima a Cristóbal y se fue hacia el bosque, al lugar
donde solía parar el profesor.
Mar había estado llamando a Thiago sin obtener
respuesta, y eso la tenía muy inquieta. Para serenarse,
agarró uno de los libros que el Profesor había dejado en el
búnker y lo hojeó. Se trataba de Guerrero mental: poder y
control del samurai, y según su contratapa era la historia de
un samurai que le enseñaba a otro cómo dominar su mente.
Mar pensó que podía servir con Simón, que si algo
necesitaba era domar esa cabeza revuelta que tenía.
Se había enfrascado en la lectura cuando escuchó, muy
cerca de ella:
-¿Qué leés? -Era Simón, qué había entrado sin que lo
escuchara. Mar pegó un grito, aterrada. No podía disimular
el miedo que le generaba Simón. Perdón, no quise asustarte
-dijo él, apesadumbrado.
-No, es que estaba concentrada-dijo ella, pero era
evidente que le tenía pavor.
-Si querés me voy -dijo él.
-¡Sí! -se le escapó a ella-. Digo, estuviste tanto tiempo
refugiado en la guarida, por qué no salís un poco, te aireás,
te vas lejos... a charlar con gente, por ahí...
-Es que no tengo ganas de charlar. Bah, quería hablar con
Thiago, pero nadie me quiere decir adónde fue. Ojo, me
parece bien que no me cuenten todo, por seguridad.
-¿Por qué? ¿Seguís con el ruedo torcido?-dijo ella, medio
reculando.
-Dejá, Mar, me voy.
-No, quedate. Hablemos -dijo ella, juntando valor y
dejando el libro de lado. Todo este tiempo la verdad es que
te tuve terror, no te lo voy a negar, y tal vez debería
intentar conocerte más. Porque fuimos novios, pero no sé
mucho de vos antes del reseteo. Digo, ¿eras un turro como
sos a veces ahora o...?
Mar se cortó al ver que él metió las manos en el bolsillo y
que estaba por sacar algo y, en un impulso irracional, le tiró
el vaso con agua que tenía en la mano.
-¿Qué hacés, Mar?- dijo Simón, perplejo, y sacó un
pañuelo del bolsillo.
-Ah, estabas sacando el pañuelo, pensé que...
-¿Qué pensaste? dijo él, enojado-. ¿Qué?
Mar no respondió porque cuando él se secó el agua de la
cara, sin querer, se le descorrió la lente de contacto de color
que le había dado Jay, y ella pudo ver el iris de Simón,
blanco grisáceo. El notó que ella no podía dejar de mirarle el
ojo, se miró en un espejo y advirtió lo que ella había visto.
Clavó la mirada en Mar, siniestro, y ella comenzó a temblar.
Tacho llevó a Nina a la casa donde habían instalado a Luz.
En un espacio muy amplio, completamente vacío, habían
armado una sala de terapia, y el médico que la atendía casi
a tiempo completo decía que había comenzado a
recuperarse. Teo también se había instalado en la casa, para
vigilar su seguridad, porque aunque Jay la creía muerta, no
debían relajarse en ningún momento.
Mientras Nina se sentó junto a su madre y le hablaba,
haciéndole caricias, Tacho y Teo se apartaron. Estaban
charlando del extraño silencio de Jay ante todo lo que
estaban haciendo ellos. Habían desmantelado el NE y
estaban por hacer un plebiscito sobre el muro. Les costaba
creer que Jay los dejara hacer sin oponerse. De pronto,
ambos recibieron un mensaje de texto casi en el mismo
instante. Lo leyeron, ambos sonrieron y luego miraron al
otro, algo incómodos. Teo le comentó el contenido del
mensaje: Melody le avisaba que Amadito había comido su
primera papilla. Y Tacho, competitivo, le mostró su teléfono:
le había mandado el mismo mensaje. La endeble.
camaradería de ambos pronto se transformó en una
discusión.
-Sí, está bien, vos serás el padre y le habrás dado el
apellido, pero si Amadito hablara me diría papá a mí, no a
vos -dijo Tacho.
-Te diría «papa», no «papá», porque sos el que le da de
comer, nada más.
-¡Malísimo! -dijo Tacho-. Y si le preguntaras a quién quiere
más, olvidate, que me elige a mí.
-¿Vos pensás que por cambiarle dos pañales te va a
querer más a vos?
-Te «aprecia», como puede encariñarse con una niñera,
pero lo mío es incondicional, es sangre, es genética.
- ¿Se pueden callar? -era Nina, que intervino por los
gritos-. Ubíquense, está Luz acá. ¡Son dos pendejos! -dijo
Nina y encaró hacia la salida.
-¿A dónde vas? -preguntó Teo.
-A buscar al enfermo que dejó así a mi mamá -afirmó, y se
fue.
Tacho y Teo dudaron si seguirla o no, pero en ese
momento vino el médico y les informó que Luz acababa de
despertar.
Thiago llegó hasta el parador del Profesor, pero él no
estaba allí. Decidió esperarlo y se puso a hurgar entre sus
cosas. Ya no confiaba en ese hombre y quería llegar al fondo
de ese misterio. En un baúl encontró un libro de actas
antiguo. Lo abrió y sintió un escalofrío al ver que era un
registro de actividades, día por día, hora por hora, de todo
lo que hacía Thiago. Y mientras Thiago revisaba con estupor
ese libro donde estaba consignada su vida, el Profesor, muy
serio, lo espiaba a distancia.
Simón se acomodó la lente de contacto, y Mar, muy
asustada, intentó irse, pero él le suplicó que no le temiera.
-Sé que se ve medio raro, por eso me puse lentes de
contacto. Después de la quemadura en los ojos me
quedaron así.
-Ah, te quedan bien igual, eh -dijo ella, muy nerviosa-. Es
más, me dieron ganas de probarme unos celestes, ¿estará
abierta la óptica? -dijo, ya saliendo.
-Está bien, Mar, yo también tendría miedo en tu lugar.
Entonces ella se detuvo, regresó sobre sus pasos y se
sentó frente a él.
-Pero no quiero tenerte miedo, Simón. Me da bronca sentir
esto. Quiero entenderte. Decime, ¿qué es lo que te pasó
cuando hablaste con Jay? ¿Cómo hizo para convencerte de
que hagas todo lo que hiciste?
-Mientras Jay me hablaba yo iba sintiendo que él tenía
razón. Lo que él quiere, el mundo con el que sueña... es
algo bueno, importante.
-Uff, sí, buenísimos los sueños de tu Jay. Eso es lo que te
hace sentir a vos, Simón.
-Él dice que quiere un mundo mejor para todos, te hace
creer que tiene las mejores intenciones y te hace dudar,
Mar.
-Simón, ¿vos sabés quién es Jay, no?-dijo finalmente Mar,
sin preámbulos.
-No creo que sea bueno que ustedes sepan eso -dijo
Simón, y ambos se miraron, tensos.
-Tranquila Luz, te trajimos acá para salvarte -le dijo Teo a
Luz, que poco a poco iba recuperando la conciencia.
-¿Gianina? -fue la primera pregunta de ella.
-Nina estuvo acá hasta recién, acaba de salir, pero en un
rato vuelve. Quedate tranquila, ya sabe toda la verdad -le
aseguró Teo.
-¿Toda? -preguntó ella.
-Bueno, nosotros no sabemos qué es «toda» la verdad-dijo
Tacho-. Hay muchas cosas que nosotros no sabemos
todavía. Ella los miró. Aunque estaba débil, asintió,
dispuesta a sincerar lo que aún ocultaba.
-Voy a hablar, Tachito-dijo ella.
-Prefiero Tacho, ¿sabés? Yo no me olvido de lo que nos
hiciste, como sacarnos a Jazmín y a mí a nuestra hija,
pedazo de yegua. Así que no jodas, y decí toda la verdad.
-Alai es tan parecida a vos-dijo ella, débil, cansina-. Ese
carácter tosco, mal llevado, pero tierno... Es un elogio -se
apuró a aclarar cuando vio que él la miraba mal. ¿Qué
quieren saber?
-Todo-dijo Teo-. Empezá por Jay. ¿Quién es?
Nina fue en moto hasta la clínica donde estaba Rose.
Ahora que sabía la verdad sentía por ella algo parecido al
cariño fraternal. Y tanto ella como su hermana, o lo que
fuera que Rose era, eran víctimas de Jay. Así que estaba
decidida a llevársela de allí. Pero cuando llegó, vio que la
estaban trasladando. Luego del llamado del Profesor, Jay
había ido a la clínica a sacar a su hija de ese lugar que ya
había sido descubierto. Nina se apostó a distancia para
observar a ese hombre y conocerle, finalmente, la cara.
Thiago juntó todos los libros que encontró y se fue,
llevándoselos. Unos minutos más tarde, el Profesor regresó
a su lugar, miró el baúl abierto y negó, apesadumbrado.
-Me imaginé que estabas escondido, espiando -dijo
Thiago, que había regresado.
-Yo también, Thiago, imaginé que te habías quedado
escondido espiándome -dijo el Profesor sin mirarlo.
-Vas a terminar con tanto misterio, Profesor. Esta vez te
aseguro que vas a hablar -dijo Thiago, amenazante. ¿Quién
sos? ¿Por qué me desmayaste? ¿Por qué te acercaste, te
hiciste el aliado, el guía, después desaparecés, y ahora
volvés para traicionarnos? ¡¿Quién carajo sos?!
-Desaparecí porque ya había intervenido demasiado. Y eso
era y es peligroso. Por esa misma razón evité que vieras a
Jay, y le avisé que descubrieron a su hija. No es conveniente
que ustedes sepan quién es Jay -dijo el Profesor.
-¿Por qué? -preguntó Thiago-. Me importa un carajo lo que
conviene. Quiero saber todo. ¿Qué es este libro donde
anotás todo lo que hago?
-Error. No anoto todo lo que hacés-lo corrigió el Profesor y
abrió una lata de la que sacó galletitas rellenas de
chocolate-. ¿Querés? Creo que sabés cómo se comen. El
Profesor separó las tapas de una galletita y comió primero la
crema del relleno. Pero Thiago ni reparó en ese gesto,
estaba enfrascado en sus preguntas.
-¡Sí! Acá anotás todo lo que hago, día y hora, con lujo de
detalle.
-Fijate el día de hoy y leé lo que dice-dijo el Profesor.
Thiago lo hizo, y se extrañó al ver la entrada
correspondiente a ese día.
-¿Me teñí de rubio?-dijo extrañado.
-Por lo que veo, no te teñiste. Y seguro ni lo pensabas
hacer. -Y luego agregó, apesadumbrado: Eso no es lo que
hiciste, sino lo que deberías haber hecho, pero por mi
intervención cambió todo. Y por eso no tenés que saber
más, ¿estamos?
-¿De qué hablás? -preguntó Thiago, ya no estaba enojado,
estaba más bien aturdido.
-¿No te das cuenta, Thiago? -preguntó el Profesor, y
señaló las dos tapas de la galletita que sostenía en la mano.
Recién ahí Thiago reparó en eso. El Profesor comía las
galletitas exactamente como lo hacía él.
-Para entender quién es Jay, primero tienen que saber que
él, como ustedes, no es de este tiempo -les dijo Luz a Teo y
Tacho-. Él no viene del pasado, sino del futuro.
-¿Vos venís del futuro? le preguntó Thiago al Profesor, y
aquel asintió- ¿Vos sabés lo que va a pasar?
-Sé lo que IBA a pasar, y lo que cambié. Pero me
equivoqué y ahora todo va a ser peor.
-Te das cuenta de que necesito saber todo, ¿no?
-Ya sé lo que necesitás. Creeme, si hay alguien que sabe
lo que necesitás, ese soy yo.
Nina intentó ver al hombre que condujo a Rose hasta un
auto, pero no logró distinguirlo. El auto se puso en marcha,
y se fue de la clínica. Nina los siguió en su moto. No
perdería de vista a su hermana, ni se iría sin ver el rostro de
ese monstruo que les había arruinado la vida a todos.
-Si Jay viene del futuro, ¿viene o a cambiar algo o a
impedir que algo se cambie? -dijo Tacho, tratando de
razonar con la lógica temporal-. Y si nosotros vinimos con
una misión, ¿él vino a frenarnos a nosotros?
-Antes, quiero que me expliques algo-dijo Teo-. Si Jay es el
padre de Rose y Nina es una réplica de ella, y son idénticas,
¿cómo puede ser que Jay nunca se haya dado cuenta de
que Nina es igual a su hija?
-Porque nunca la vio-dijo Luz, categórica.
Thiago se había sentado junto al Profesor y lo escuchaba
atentamente.
-Sí, Jay y yo fuimos muy amigos, como hermanos,
compartimos los mismos sueños. Pero tomó otro camino,
uno muy diferente al mío. Es increíble en lo que se puede
convertir un joven hermoso, brillante, lleno de vida, lleno de
sueños, Thiago...
-Thiago dice que vos y él son como hermanos -le dijo Mar
a Simón. Confiá en él. Decíselo a él. El pela va a saber qué
hacer con eso, seguro te va a ayudar.
Mar notó que Simón parecía confundido. En realidad él
estaba haciendo esfuerzos por enfocarla y verla bien. Su
vista se deterioraba cada día, y le costaba verla
nítidamente.
-Mejor me voy -dijo él, e intentó pararse, pero se chocó
con un mueble al caminar.
-Simón, ¿vos tenés problemas para ver? ¿Me ves?
-Apenas-confesó él, angustiado.
-¿Cómo que nunca la vio a Nina? -dijo Tacho-. Mil veces la
tiene que haber visto.
-Jay nunca la vio porque él es ciego -les reveló Luz.
Tacho y Teo se miraron azorados.
Nina siguió al auto de Jay hasta una casa en la que
relocalizaría a Rose, y se asombró cuando vio bajar a un
hombre mayor, canoso, de unos sesenta años, con gafas
oscuras. Era claramente ciego, aunque se manejaba con
destreza al cargar a Rose en su silla de ruedas. Pero lo que
más asombró a Nina no fue el hecho de que fuera ciego,
sino el asombroso parecido de ese hombre con alguien que
ella conocía mucho.
El Profesor le extendió un vaso con limonada a Thiago,
que seguía ceñudo, procesando la información.
-Supongo que dedujiste todo, o estás a punto de hacerlo,
Thiago. Habrás notado que uso maquillaje, y no lo uso por
coquetería.
El Profesor tomó un pañuelo de papel, se quitó un poco de
maquillaje de la mejilla, y asomaron tres lunares. Thiago lo
observó, luego miró las galletitas que comieron-sus
preferidas-, y vio la limonada su bebida favorita-, y comenzó
a ponerse muy serio.
-Uso maquillaje por prevención. Para evitar que alguien muy
observador se dé cuenta de quién soy. Tenía que cuidar
hasta el mínimo detalle ¿no?
-Luz, soy corto, pero no tanto -dijo Tacho, descreído-.
Puede ser que Jay sea ciego, pero tiene gente que le pudo
haber dicho que su hija era igual a la tuya.
-Nadie conoce a Rose. Él no deja que nadie la vea. Y Jay
creía muerta a Nina, no dudó jamás de que yo cumplí su
orden. Pero eso no importa ahora. Lo que importa es que el
gran secreto de Jay es que es uno de ustedes, Tacho. Jay
será, o es, uno de ustedes en el futuro. Teo y Tacho cruzaron
miradas, perplejos.
-Lo que te está pasando a vos, ya me pasó a mí -le dijo el
Profesor a Thiago, que estaba cada vez más conmocionado-.
Yo tuve que ver cómo mi hermano del alma se fue
convirtiendo en Jay.
-Vos no podés ser yo-dijo por fin Thiago, en completo
shock.
-Yo fui vos, Thiago. Y vos vas a ser yo. -Y con profundo
dolor, agregó-: Y ese chico noble, esa alma pura, ese
hermano tuyo del alma, Simón, va a ser Jay. Como Thiago
no reaccionaba, el Profesor empezó a bromear. -Nos
mantengo en forma, ¿no? Intuitiva Mar, ya a tu edad me
decía Pela. Igual, mantengo las chapas bastante bien.
-No, no puede ser, yo no puedo ser vos-dijo Thiago,
tratando de reconocerse en ese hombre que le resultaba tan
diferente.
-Una de las razones por las que no te lo dije es porque
jamás lo ibas a creer.
-Ponele que yo soy vos y viceversa...
-No sos yo, vas a ser yo. Y yo fui vos. Y Simón será Jay.
Equivocó el camino, fue cambiando mucho, demasiado,
cruzó un límite, y quedamos en veredas opuestas.
Thiago no terminaba de entender ni de creer lo que le
decía el Profesor, pero este le pidió que se concentrara en la
historia de Jay, eso era lo importante. Ya que había tenido
que revelarle su identidad para que Thiago volviera a
confiar en él, ahora le contaría todo. Quizás fuera la manera
de resolver esa situación que se iba volviendo cada vez más
compleja.
-Como ya sabés, Saimon y vos viajaron al futuro, o sea, a
este tiempo, a cumplir una misión: salvar a Paz. Y lo
logramos. Después nos fuimos de viaje de egresados a
Bahía del Príncipe y volvimos a nuestro tiempo...
-No volvimos porque ahí ocurrieron las explosiones -dijo
Thiago.
-Esto es una gran paradoja, así que vas a tener que
escucharme sin interrumpirme-advirtió el Profesor-. Sí.
Volvimos a nuestro tiempo, o sea, nos unificamos con
nuestros yo del 2009, y empezamos a tener conciencia de lo
que vivimos en ambos tiempos. Al principio es un poco
confuso, pero te acostumbrás rápido.
-¿Volvimos todos, no?
-Ese detalle es irrelevante. Solo te voy a contar sobre lo
que pasó conmigo y Saimon. Me conocés, cuando decimos
no, es no. Salvo, cuando ella insiste.
-¿Ella? ¿Quién es ella? ¿Estoy con Mar en el futuro, no?
-No voy a hablar de nuestra vida íntima. Solo lo relevante
al relato. Te decía, cuando volví al 2009, empecé a
interesarme por la filosofía. Digamos que después de viajar
en el tiempo, uno se empieza a hacer preguntas más
metafísicas. Y Simón se empezó a interesar por las
tecnologías avanzadas. Al año siguiente, es decir, 2010,
Nico y Cielo, empezaron a planear los colegios Mandalay, y
nos mandaron a Uruguay, para que Simón y yo
organizáramos la apertura del de Montevideo. Liderar ese
proyecto nos unió más, crecimos juntos. Lo sabés, Saimon y
yo siempre fuimos como hermanos. Pero un día descubrí
que él la estaba pifiando. Encontré sin querer entre sus
cosas algunas armas y artefactos electrónicos que se había
llevado del futuro. Me dijo que lo había hecho con un fin
noble, para lograr avances en tecnologías, en medicina...
-¿Por eso estudiaba tecnología avanzada? -preguntó
Thiago.
-Demasiado avanzada -dijo el Profesor-. Utilizar en 2010
tecnología del 2030 podía generar algún tipo de paradoja
peligrosa, pero él estaba convencido de que podía ayudar a
mejorar la calidad de vida de muchas personas, como, por
ejemplo, su hermana. Tenía toda una lógica para justificarlo.
Decía que así como nosotros estábamos usando toda la
"sabiduría" que habíamos adquirido en el futuro, también
podíamos hacer lo mismo con la tecnología. Intenté
disuadirlo, pero no conseguí mucho. Y vi que Simón tomaba
un camino peligroso. Cuando volvimos de Uruguay, siguió
con sus investigaciones. Y se fue cerrando, aislando. Él y su
mujer se aislaron de todos.
-De eso tampoco me vas a hablar, ¿no? No me vas a
contar con quién se casó.
-Claro que no. Se casó, y algunos años después, tuvieron
una hija. Saimon le puso Rose, por la rosa de El Principito.
Simón amaba con locura a su mujer y a su hija, pero estaba
tan convencido de que realmente podía ayudar con sus
avances tecnológicos que se obsesionó. Hasta se armó un
laboratorio en el garaje de su casa. Estaba jugando con
fuego, no tenía idea de lo radioactivos que eran esos
componentes con los que trabajaba. Y un día se produjo un
accidente terrible en su laboratorio.
-¿Y qué le pasó?
-La explosión mató a su mujer, y enfermó a su hija por la
radiación. Él zafó por el traje, pero quedó ciego.
-¿Jay es ciego? -dijo Thiago, muy sorprendido.
-Es ciego, sí. Imaginate la depresión en la que cayó el
pobre Simón. La culpa y el dolor le fueron carcomiendo el
alma. No dormía pensando en cómo salvar a su hija, hasta
que creyó que vos eras la solución. Vos, o sea yo. Simón me
ayudó a descifrar las películas cuando viajamos en el
tiempo con Paz, ¿te acordás? Y recordó que yo sabía cómo
viajar, y creyó que volviendo el tiempo atrás podría salvar a
su hija. Cuando le dije que era imposible, que lo teníamos
terminantemente prohibido, se enfureció conmigo y se alejó
aún más de todos, se fue poniendo cada vez más hermético.
La vida de Saimon estaba arruinada por completo. Su hija
nunca se curó, vivió totalmente postrada. Simón se fue a
vivir solo, con su hija, y desapareció. Yo lo llamaba, lo
buscaba, y nada. Pasaron los años, llegó el 2030, el año del
viaje al futuro. Ustedes viajaron y nosotros sabíamos que
teníamos que tomar distancia, no dejarnos ver. Pero él
rompió esa regla y habló con Simón, lo supimos después. Y
creo que esa charla fue el germen de la decisión de llevarse
tecnología del futuro al pasado. Círculos paradojales
infinitos.
Thiago asintió, tratando de seguir el relato. Aceptó la
comida que el Profesor había servido mientras relataba.
-Al año siguiente, nos enteramos de que Rose había
muerto. Simón no podía perdonarse la muerte de su hija, ni
haberle provocado una vida postrada.
-¿Pero cómo que murió? Rose está viva. Nina la vio.
-Rose está por morir, Thiago. Eso va a ocurrir en cualquier
momento. A partir de la muerte de Rose, Simón
desapareció, no lo volví a ver durante muchos, muchos
años.
-¿Cuántos años tenés vos? se intrigó, de pronto, Thiago.
-¿Cuántos parezco?
-Cincuenta, ponele.
-¡Gracias! No sabés lo buenas que son las cremas en el
futuro. ¡Tengo muchos más! En fin, me dediqué a rastrearlo,
siempre me preocupó cómo podía estar. Un tiempo después
descubrí dónde había estado, y haciendo qué. Había vuelto
a su antigua casa, a su laboratorio y había empezado a
hacer algo terrible. De alguna manera, había descubierto
cómo hacerlo, y estaba viajando en el tiempo, manipulando,
cambiando el pasado.
-Pero Rose sigue enferma, no pudo cambiarlo.
-No. Por más que lo intentara, por alguna razón, nunca
pudo volver al día de la explosión, ni salvar a su mujer, ni a
su hija. Ya no quedaba nada del Saimon que vos y yo
conocimos. Se había vuelto una persona resentida, oscura,
comenzó a tener ideas mesiánicas, decía que éramos una
generación de fracasados, que habíamos arruinado el
mundo y que él debía cambiarlo.
-El delirio del NE y todo eso -adivinó Thiago.
-Exactamente. Simón tenía mucha tecnología y se había
vuelto un experto. Utilizando su capacidad para viajar en el
tiempo, empezó a hacer cambios. Y lo hizo muy desde el
comienzo: viajó al 2009 y secuestró a Luz.
-¿Y por qué a Luz?
-Él creía que, como le pasó a Cielo, Luz también sería una
elegida, quiso usar su potencial, pero se equivocó. Yo
empecé a notar que algo raro ocurría, comenzaron a ocurrir
catástrofes, el mundo estaba cambiando y convirtiéndose
en esto-dijo el Profesor y proyectó sobre una tela las
imágenes que ya le había mostrado a Luz. Thiago quedó
consternado al verlas. Finalmente, comprendí lo que estaba
pasando. El mundo cambiaba porque alguien estaba
cambiando el pasado. Ese era Saimon, viajando en el
tiempo y haciendo este desastre. Salí a buscarlo, y para eso
tuve que volver a viajar en el tiempo. Descubrí que había
creado el centro de formación de líderes. Seleccionó
profesores y armó planes de estudios. Hizo una búsqueda
de chicos con determinadas características emotivas,
intelectuales, físicas... Los preparaba para su nuevo mundo.
Simón estaba enceguecido, su plan era mesiánico. Decidí
intervenir. Él no veía, y conmigo hacía años que no hablaba.
Mi voz cambió bastante, así que era muy probable que no
me reconociera. Me postulé para dar clases ahí y quedé. Por
eso me conoce Luz, fui su profesor en ese lugar. Desde ese
entonces viajo en el tiempo evitando que Simón haga lo que
hace, pero estamos cambiando las cosas de maneras
impredecibles.
-Claro... Por ejemplo, cambió nuestro regreso a nuestro
tiempo. Debíamos haber vuelto el año pasado, pero las
explosiones nos retuvieron acá.
-Así es. Y ahora estamos inmersos en una gran paradoja.
El año pasado ustedes sabían que Paz iba a morir y que
debían evitarlo. Esta vez es muy distinto, porque ahora
nadie sabe qué va a pasar. Lo que pase de ahora en más,
puede cambiar todo, para siempre.
-¿Y por qué Jay se metió con Simón? ¿Por qué intenta
captarlo?
-Porque sabe que cambió el curso de las cosas y él
necesita que Saimon se convierta en él. El destino debería
ser lo más fiel a sí mismo posible, y Jay lo sabe. Por eso
intentó dejar ciego a Simón.
-¿Simón está ciego?
-Se está quedando ciego. Thiago, todo lo que hice, lo hice
para frenar a Jay, para salvar a Simón, y aún no lo logré. Sé
que tendrás muchas dudas, pero tenés que creerme. Yo no
debería estar acá, ni estar hablando con vos. Pero consideré
que la única manera de resolver esta gran paradoja era
creando otra. Por eso te conté todo, porque ahora va a
depender de vos frenarlos. Esa es tu misión. Tenés que
impedir que Simón se convierta en Jay.
Sin cura
 
Luego de hablar con el Profesor, Thiago regresó al NE y fue
directo al búnker, donde Simón se había recostado porque
estaba mareado por los problemas de visión que tenía.
Thiago se sentó en el sofá frente a Simón hasta que este
despertó.
-¿Thiago? -preguntó al verlo.
-Sí, soy yo, Saimon.
-Me cuesta verte, me estoy quedando ciego.
-Ya lo sé. De alguna forma vamos a curarte eso. Pero
antes tenemos que hablar de lo que va a pasar entre
nosotros dos.
-¿Qué va a pasar entre nosotros?
-Saimon, vos viste a Jay, y aunque no me lo quisiste decir,
ya sabés quién es, ¿no? Ya sabés que Jay sos vos, o mejor
dicho, vas a ser vos. De eso tenemos que hablar.Y Simón
asintió, muy angustiado.
En la recepción estaban casi todos los chicos reunidos,
esperando que pasaran un spot publicitario que habían
grabado para la campaña del Sí a derribar el muro, y ya
había cierta tensión con algunos chicos del NE. Cecilia, una
de las alumnas más prominentes del instituto, discutía con
Tefi.
-¿Qué es lo que les molesta tanto de este lugar, eh?
-Cero, yo también amo el NE, pero hay que derribar el
muro, gordi -dijo Tefi.
-¿Y por qué? -respondió Cecilia, alterada.
-Eh... Eso te lo van a poder explicar mejor los chicos, pero
ustedes voten SÍ, ¿OK?
-Si tanto odian el NE, ¿por qué no se vuelven al bosque?
La hicieron callar porque estaban pasando la publicidad
del SÍ. Con Imagine de John Lennon de fondo, se veía a Mar
caminando junto al muro y hablando a cámara en un tono
cálido, luminoso: «La libertad es una oportunidad para ser
mejores personas». «La libertad es el oxígeno del alma»,
decía Jazmín, también caminando junto al muro. «Imaginate
un mundo sin afuera y sin adentro, un mundo libre para
todos», decía Tefi, en un tono muy sobreactuado. «Podés
tener alas, pero nunca vas a poder volar si no tenés
libertad», decía Rama. Luego se reunían en uno de los
portones de acceso a la urbe, que comenzaba a abrirse. Del
otro lado del muro había decenas de «salvajes» que
entraban, y se integraban con los de adentro, fraternos,
sonrientes. Sobre esa imagen se sobreimprimía un slogan:
«Construyamos libertad. Derribemos el muro».
Todos los integrantes de la Resistencia aplaudieron el spot
y se felicitaron, tanto por las actuaciones como por la
profundidad del mensaje.
-Re-llega, ¿no?-dijo Tefi ante la mirada recelosa de Cecilia-.
¿Vieron cómo dije «sin afuera y sin adentro»? Porque yo
conozco los dos lados, yo estuve adentro y afuera.
-Ganamos seguro, perchos -se envalentonó Mar-, yo veo
esto y se me salta el ruedo por ir corriendo a votar por el SÍ.
Pero, de pronto, todos se quedaron mudos al ver otro spot
en el que dos adolescentes hermosas, angelicales,
charlaban sentadas sobre un prado muy verde, riendo,
hasta que se abría el portón e ingresaba una horda de
salvajes harapientos que perseguían a las chicas, que huían
gritando aterradas, mientras una locución grave advertía:
¿Pensaste cómo sería tu vida si votás SÍ? Por tu seguridad y
la de todos, votá NO.
-¡Ah, no! ¡Estamos todos locos! -exclamó Mar, indignada.
-Locos están los que piensan que pueden convivir con
salvajes-replicó Cecilia.
-¡Eso! No queremos vivir con asesinos y delincuentes -se
sumó otro alumno del ex NE.
-¿A quién le decís delincuente, gil? -saltó León.
-Yo digo lo que quiero, por ahora hay libertad de
expresión, ¿sabías?
-Sí, justo, libertad, eso es de lo que más hay acá -dijo
Luca, irónico.
La discusión siguió creciendo y la violencia también. Los
partidarios del NO se dedicaron a destruir stands en los que
los partidarios del Si repartían volantes, boicotearon sus
actos y vandalizaron las pintadas que habían hecho. Luz no
estaba tan errada cuando les decía que no sería sencillo
derribar el muro.
Los grandes anteojos de sol que usaba Jay, en realidad,
eran un modernísimo sistema de navegación conectado a su
cerebro, que le permitía percibir formas. Además, estaba
integrado a la base de datos general, y cuando veía a una
persona, Jay recibía información básica sobre ella. Con esa
tecnología, podía hacer prácticamente todo. Se subió a su
auto, que tenía un sistema de navegación autónomo, dictó
unas coordenadas y el vehículo lo llevó hasta una casa en
las afueras de la urbe. Se bajó del auto, ingresó en la casa y
avanzó por las habitaciones buscando alguna figura
humana. Apareció un hombre, y el sistema le informó que
era un tal Gervasio, un médico, y Jay lo desmayó de
inmediato con un dispositivo. Siguió buscando por el lugar,
hasta que los anteojos divisaron lo que estaba buscando:
Luz Inchausti. Ella venía del baño, seguía débil aunque
estaba bastante recuperada.Vio a Jay, que levantó su arma,
y supo que estaba calibrada para matar. Pero cuando estaba
por disparar, otra silueta se interpuso, y Jay leyó en sus
gafas: Sebastián Bauer.
-Saimon, ¿sos vos? -preguntó Torito al verlo cambiado, y
se le acercó. Jay reculó hasta quedar contra la pared. Torito
lo miró de cerca, le quitó las gafas y vio sus ojos de color
lechoso.
-¿Qué te pasó, Saimon? -preguntó condolido-. ¿Te duele? -
Y estiró la mano para tocarle los ojos, y ante eso, Jay se
estremeció hasta las lágrimas.
Muchos, muchos años atrás, cuando él aún era Simón y
tenía dieciocho años, había conocido a Torito y habían
desarrollado un vínculo muy especial. Luz observaba
perpleja esa reacción de su jefe, al que jamás le había visto
tener un gesto humano. De repente, aparecieron Tacho y
Teo, que vieron al médico desmayado y a Jay, cuya impronta
realmente impresionaba, junto a Torito, y creyeron que lo
estaba atacando. Tacho sacó un arma y gritó que lo soltara.
-No, Tacho, no-advirtió Torito, queriendo explicar que no
había ningún peligro, pero ya se había sumado Teo.
Jay volvió a ponerse sus gafas para reconocer quiénes
eran. Teo temió que fuera a atacarlos y disparó, justo
cuando Torito corría hacia ellos para que bajaran sus armas.
El disparo dio en Sebastián, que cayó desmayado. Tacho y
Luz corrieron a asistirlo, y cuando se dieron vuelta, Jay ya no
estaba. Como el lugar había quedado comprometido,
decidieron trasladar a Luz y a Torito al único lugar al que Jay
parecía no poder llegar: la guarida. Simón estaba muy
mortificado ahora que Thiago había descubierto el secreto
de Jay. Lo avergonzaba que su amigo hubiera visto esa
versión tétrica de sí mismo.
-Sé que se parece a mí, pero yo no siento que él sea yo.
-Saimon, te voy a ser muy directo: si no hacemos algo,
vos te vas a convertir en Jay. Y yo sé que ni vos ni yo
queremos convertirnos en enemigos.
-Yo no voy a ser como él -dijo Simón- Supongo que cuando
me convertí en él, no tuve la oportunidad de ver cómo iba a
ser. Pero ahora lo sé.
-Por eso tenemos que hablar. De cómo lo vamos a evitar.
Mar y Jazmín se encerraron en su cuarto para ver en la
televisión los otros spots de campaña. Mientras, Mar,
intentando ser disimulada, quiso sonsacarle información.
-Cómo es la tele, ¿no? Como que a veces evita el diálogo.
Y por ahí nos falta dialogar un poco, contarnos cosas, no
sé...
-¿Me querés contar algo?-preguntó Jazmín.
-No, tampoco quiero hablar siempre de mí. Hablemos de
vos, contame vos. ¿En qué andás, qué te pasa, que sueños
tenés, que «visión» tenés de futuro? ¿Visionás algo?
-¡Ya te fue con el cuento! -se enojó Jazmín.
-No, Tarrito no me dijo nada. Bueno, OK, sí, me dijo que
tuviste una visión, que te la sorsaque...
-Sonsaque, se dice, ¡y no voy a hablar!
-¡Contame YA, percha!
-No sé cuáles son los planes de Jay y su mundo feliz, pero
sé que no son los míos -le dijo Simón a Thiago, que acababa
de recibir un mensaje y lo estaba leyendo. Tampoco sé qué
es eso horrible que me va a pasar, pero después de conocer
a Jay, me mato antes de ser como él. Yo no quiero lavarle el
cerebro a la gente, ni secuestrarla, ni matarla. Así que sí,
hacé lo que tengas que hacer para evitar que yo me
convierta en Jay.
Thiago se lo quedó mirando, triste, y recordó el final de su
charla con el Profesor, quien luego de contarle toda la
historia de cómo Simón se había convertido en Jay, le dijo
cuál era la conclusión a la que había llegado: había solo una
solución para esa tragedia.
-Me da miedo contarte lo que vi-le dijo Jazmín a Mar.
-A mí me da miedo lo que puede pasar si no me contás.
Dicen que lo que ves pasa, pero se puede evitar. Por favor,
¡hablá!
-Vi que Thiago mataba a Simón-confesó Jazmín, torturada,
y a Mar se le cortó la respiración.
-Lo digo en serio, Thiago -insistió Simón-. Antes de
convertirme en ese tipo prefiero morirme. Por eso te pido
que hagas lo que tengas que hacer.
-Dejá de hablar así. Le vamos a encontrar la vuelta, como
siempre.
-Thiago, acabás de recibir un mensaje. Pasó algo en la
casa donde estaba Luz, ¿no?
-Sí, apareció Jay, intentó matarla, pero no pasó nada por
suerte. ¿Cómo lo sabés?
-Porque yo le avisé dónde estaba. Lo escuché a Jony
cuando les pasó las coordenadas de la casa donde la tenían
y le mandé un mensaje. No sé lo que me pasa, Thiago, es
más fuerte que yo. Creo que es algo sin cura. Y si me
pierdo, si no puedo zafar, si nunca más volvemos a ser vos
y yo, los amigos de toda la vida, por favor recordame como
fui. Odialo a Jay con toda tu alma, pero no odies a Simón.
-Jamás-le prometió Thiago, apesadumbrado, porque
aunque se resistía a la solución propuesta por el Profesor y a
la que el mismo Simón le estaba sugiriendo, tenía muy en
claro que había una sola cosa que no podía pasar: que
Simón llegara algún día a ser Jay.
Tacho corrió a preguntarle a Mar si había podido hablar
con Jazmín sobre sus visiones. Y Mar comenzó a responder
con evasivas.
-No insistas, Jazmín me hizo jurar que no iba a decir a
nadie que lo vio a Thiago.
-¿Qué me vio dónde?-dijo Thiago acercándose. ¿Tuvo una
visión?
-Conste que lo dijiste vos, eh. Yo ni mu.
-Mar, hablá, si sabés que vas a terminar contándome
todo, ahorrá el suspenso.
Mar los miró, estaba muy tentada de contarles por
supuesto, pero pesaba sobre ella una amenaza muy clara
que le había hecho Jazmín: «Vos decís una sola palabra de
esto y yo le cuento a Thiago lo que hiciste esa noche en las
Olimpíadas».
-¡Hablá de una vez!
-¡No puedo! -gritó Mar, tironeada, y antes de irse, le dijo a
Thiago-: Ah, y cualquier rumor que te llegue sobre cierta
noche durante las Olimpíadas, ¡es falso!
Tacho y Thiago se quedaron hablando sobre las visiones
de Jazmín, y Nacho y René, que llegaban juntos, los
escucharon.
-¿Romero tuvo otra visión?-preguntó René, curiosa.
-¿Vos sabés algo? se sorprendió Tacho.
-Sé cómo verlas-dijo ella y los tres la miraron perplejos.
René los llevó al altillo y les mostró el sistema a través del
cual capturaban las visiones de Jazmín. Los chicos no
terminaban nunca de sorprenderse por las aberraciones que
iban descubriendo de la Corporación.
-Por esto la Gitana jamás volvió a tener una visión. ¡Estos
turros se las detectaban!
-No soy turra -dijo René-. Si hice algo moralmente
cuestionable fue porque...
-¿Vas a votar SÍ O NO? -la increpó Nacho, y ella bajó la
cabeza, revelando su voto.
-Seguís siendo turra concluyó Tacho. Ahora explicá.
René les mostró cómo funcionaba el sistema, y como
nadie lo había desactivado, posiblemente habría captado
algunas visiones, así que se puso a descargarlas. Luz estaba
durmiendo una siesta en la planta alta de la guarida cuando
la despertó el estruendo de martillazos. Asomó a la planta
baja y vio que era Torito, que estaba clavando unos listones
de madera. Él la miró, sonriente.
-¿Y Saimon? El otro Saimon, el que está mal. ¿Qué pasó?
-No sabemos, desapareció.
-Ese va a cobrar... -dijo Torito, negando, y antes de volver
a clavar maderas, le preguntó: ¿Me hacés la leche?
-¿Yo?-dijo ella, descolocada.
-Tengo hambre dijo él.
Luz buscó algo para hacerle una merienda y se la acercó.
Torito dejó lo que estaba haciendo y se sentó a comer con
mucho apetito. Luego la miró.
-¿Por qué te hiciste tan mala?
-Bueno... -dijo ella, algo intimidada. Supongo que porque
viví muchos años en una mentira. Alguien me hizo creer una
historia que no era...
-¡Ya sé todo eso! Pero a todos les hicieron lo mismo, a
Mar, a Rama. Y ellos no se volvieron malos como vos. ¿Por
qué te hiciste tan mala?
-Yo no sentía que era mala cuando hacía esas cosas,
estaba convencida de que era por un buen fin.
-Bueno. Ahora, vos y yo vamos a hacer algo dijo Torito,
juntó las maderas y los clavos en los que estaba trabajando
y rumbeó hacia la salida.
-Yo no debería salir de acá -dijo ella.
-No se puede vivir escondido, Luz-dijo él, y salió. Luz dudó,
pero fue tras él.
En el bosque, Torito se reunió con sus compañeros
voluntarios, todos cargaban maderas, sogas, clavos,
martillos, y aunque miraron medio raro a la ex jefa de
Ministros no dijeron ni preguntaron nada al enterarse de que
los acompañaría. Caminaron hasta el muro, y allí Sebastián
y sus amigos se pusieron a construir algo que al comienzo
Luz no entendió, pero luego fue advirtiendo que se trataba
de un puente para cruzar al otro lado del muro, donde se
habían reunido casi todos los miembros de la Resistencial
para cerrar la campaña para el plebiscito. Había cámaras
que transmitían el acto y muchos simpatizantes. Thiago
estaba dando un discurso cuando llegó Cecilia con un grupo
grande de militantes del NO, que comenzaron a provocarlos.
El plebiscito había ocasionado una división brutal en la
sociedad, y la violencia escalaba a medida que llegaba la
hora de las elecciones. Finalmente, , estalló una gresca. Los
simpatizantes del NO, comenzaron a romper carteles y
arrancar las banderas de los otros. Thiago, Hope, Rama y
Mar intentaban calmar las aguas, pero algunos de los
partidarios del SÍ también respondieron con violencia a las
agresiones. Comenzaron los insultos y empujones. De
pronto, todos se quedaron al ver que Torito trepaba el
puente que habían construido sobre el muro. Extendió su
mano y ayudó a subir a Luz. Ambos bandos la miraron
extrañados, no entendían su presencia allí. Luz sintió que
debía decir unas palabras.
-Tal vez, no soy la más indicada para hablarles. O sí, tal
vez, porque fui yo quien los separó, quien los llevó a vivir
enfrentados, distanciados, por una causa que creía justa y
buena, pero no era ni justa ni buena, y nos llevó a esta
guerra. Pero ya no es tiempo de guerra, es tiempo de paz,
chicos. No es tiempo de divisiones ni de muros. Es tiempo
de construir puentes. Todos los presentes estaban
impactados por sus palabras, los partidarios del NO estaban
confundidos, ella era su referente. Los partidarios del SÍ
también estaban perplejos por su cambio. La jefa de
Ministros, la que había construido el muro, estaba llamando
a votar por su demolición.-Yo lo sé, es confuso que yo ahora
diga que los salvajes no son tales - dijo ella, leyendo los
rostros de desconcierto en la gente. Y la explicación no es
sencilla, y va a llevar mucho tiempo sanar algunas heridas.
Mañana vamos a elegir cómo queremos vivir. Espero que
sea sin miedos y en paz. El discurso de Luz había logrado
apaciguar los ánimos y cierto clima de tolerancia, aún en las
discrepancias.
Pero, de pronto, oyeron el sonido de las sirenas que se
acercaban a toda velocidad. Jay se había despertado y había
mandado a la Guardia Civil a reprimir. Luz ordenó bajar las
armas, pero los soldados ya no le reconocían autoridad. El
mitin se convirtió en pocos segundos en una represión
cruenta. Los guardias bajaron banderas, destruyeron el
puente de Torito y expulsaron con extrema violencia a todos
los partidarios del Sí. Tefi, León, Luca y Hope fueron
arrastrados hacia fuera de la urbe, junto con otros
partidarios. Nacho apeló a su lugar en el Gobierno, pero
también fue expulsado. Lo mismo Rama. Thiago vio cómo
agarraban a Mar para sacarla y quiso frenarlos, pero lo
sujetaron con fuerza. Los guardias sacaron a todos a golpes,
palos y empujones, solo dejaron a Thiago y a Luz,
arrodillados en el piso. De pronto, ambos vieron con
profundo estupor cómo de una camioneta descendía Simón,
con gafas oscuras y armado. Los guardias lo miraron,
parecían responder a él.
-Cierren el portón- ordenó Simón, gélido.
Sus amigos le gritaron furiosos por su traición, al tiempo
que el portón se cerraba. Simón se paró frente a Thiago y
Luz, arrodillados, y ordenó su detención. Mientras lo
arrastraban hacia una camioneta, Thiago miro Simón,
admitiendo lo que le había dicho el Profesor: lo de Simón no
tenía cura, y había solo una manera de terminar con Jay.
Dulces sueños
 
Thiago forcejeó y logró soltarse de los guardias. Corrió hacia
Simón, decepcionado de que hubiera sido débil ante la
manipulación de Jay. Sin embargo, cuando Thiago llegó
hasta él, Simón le dijo por lo bajo:
-Treinta y ocho con las chicas.
Thiago se detuvo. Era una clave que comprendió al
instante. Algunos años atrás, cuando jugaban al rugby,
tenían un sistema para indicar a dónde arrojarían la pelota
en el line. Si Simón decía un número par, significaba que
arrojaría la guinda atrás. Si decía un número impar, lo haría
adelante. Y si decía «treinta y ocho con las chicas», la
arrojaría atrás para abrir rápido. Esa clave que le acababa
de dar Simón indicaba que seguían siendo del mismo
equipo, y que estaban engañando juntos al enemigo.
Entonces Thiago se dejó conducir dócilmente hasta el móvil
policial.
Los trasladaron hasta el centro de monitoreo. A Luz la
metieron en una celda, y Simón pidió que lo dejaran a solas
con Thiago en una oficina. Thiago le siguió la corriente todo
el tiempo, disimulando, y cuando quedaron solos le
preguntó cuál era el plan.
-Se terminó la revolucioncita pacifista, Thiago. Jay los dejó
avanzar hasta acá, pero se acabó. Escuchame bien: después
de las elecciones, va a cambiar todo.
-Jay va a perder las elecciones-afirmó Thiago.
-A Jay no le importan las elecciones, ¿no lo entendés?
-Jay sos vos, Saimon.
-No, yo no soy Jay. Escuchame bien porque esto es lo
último que puedo hacer por ustedes. Después de las
elecciones, Jay va a eliminarlos a todos. Lo único que puedo
hacer es ayudarlos a huir. Se van a ir, y no van a volver
nunca más. Ahora te voy a trasladar, y vos vas a aprovechar
ese traslado para escapar, ¿estamos?
-Pero vos te venís conmigo -dijo Thiago, y Simón no
respondió.
Los chicos que habían quedado fuera de la urbe fueron a
refugiarse a la guarida, menos Mar, que no estaba dispuesta
a dejar a su marido allí adentro. Todos intentaron
convencerla de quedarse en la guarida, pero no hubo forma
de frenarla.
-El que está preso es mi marido-dijo Mar, decidida-. Ya me
cansé de que nos hagan cualquier cosa y no reaccionar. ¡Yo
no me escondo más! - dijo, y salió decidida.
Rama y Luca la acompañaron.
-Mar, si necesitamos refuerzos, te llamamos, pero volvé a
la guarida y quedate con el resto -le pidió Luca.
-A ver si te queda claro, Luca: acá el refuerzo son ustedes,
si los necesito, los llamo yo -dijo ella, brava, y caminó hacia
los túneles.
Cuando llegaron al búnker, se dividieron, Luca siguió hacia
la salida del bar para llegar al campus. Y Mar y Rama fueron
por el ducto hacia el spa, para buscar a Tacho, Jazmín, Teo y
Jony, que seguían en el NE.
Teo, Jony y Tacho estaban en el altillo con René, que había
logrado decodificar las visiones de Jazmín, y estaban
analizándolas. A diferencia de otras más truculentas que
había tenido, estas eran hasta casi ridículas. En la primera,
se veía a Thiago y a Simón, ambos embadurnados con
espuma de afeitar, frente al espejo del baño. La segunda, la
que más sorpresa causó: Tacho y Teo, disfrazados de mujer,
avanzaban sigilosos por un pasillo del NE. Luego, Mar y
Rama frente a alguien que no se veía. Mar le gritaba "¡Pujá,
perra!". Parecía ser que alguien iba a parir, asistidos por Mar
y Rama. En otra visión, estaba Tacho, subido al techo de la
guarida, gritando «Te juro que puedo volar». Y Jazmín, abajo,
le gritaba muy preocupada: «¡Es un sueño!». La última y la
más inquietante: Thiago golpeaba a Simón, que caía muerto
al golpearse contra una piedra.
-¿Alguno entiende algo? -preguntó René al resto; estaban
todos confundidos, pero la reunión se terminó
abruptamente porque llegó Jazmín a buscarlos.
Los vio analizando sus visiones y se enfureció, sin
embargo, debió aplazar el reproche porque el NE se estaba
llenando de guardias y ya no era seguro para ellos estar allí.
Bajaron las escaleras discutiendo y al llegar a la recepción
se toparon con Mar y Rama, que acababan de entrar. Pero
como ya se había llenado de guardias, Teo se enfrentó a
ellos para darles tiempo a huir. Tacho y Jazmín agarraron a
Mar y Rama y corrieron hacia el sector de las habitaciones.
Al llegar allí, se toparon con Simón.
-¡Ay, la lentejuela de tu tía! gritó Mar, pero detrás de
Simón apareció Thiago.
Ella casi lloró del alivio al verlo, y Thiago les explicó que
Simón había tenido que disimular en el muro, por eso lo
había detenido. Ahora lo estaba ayudando a escapar.
-Todos se tienen que ir ya del NE-advirtió Simón.
-¿Y qué hacemos? -preguntó Rama.
-Vengan por acá -dijo Simón y abrió la puerta del
Observatorio. Los cinco bajaron por la escalera espiralada, y
cuando intentaron abrir la puerta trampa para acceder al
búnker, notaron que estaba soldada.
-¡Está trabada! dijo Tacho, y miraron todos hacia arriba,
donde Simón acababa de ponerse una máscara antigas.
Thiago vio, con profunda decepción, como Simón arrojaba
una bomba de humo, con un gas que en pocos segundos los
durmió a los cinco. Finalmente, Jay había logrado su
objetivo: había cazado a los cinco targets principales.
Mientras tanto, el resto de los chicos estaban en la guarida
muy inquietos esperando novedades de los otros. Hope
deambulaba por la casa tratando de mantener la moral alta.
Pero cuando llegaron Luca y Jony y preguntaron por Mar,
Rama, Tacho y Jazmín, ya todos se empezaron a preocupar.
La única que seguía optimista era Valeria, que se negaba a
creer que Simón se estaba convirtiendo en ese monstruo.
León estaba abstraído del resto, mirando las fotos que
Melody había conservado en una caja. Él estaba en muchas
de esas fotos, pero miraba a ese otro casi con odio.
-¿Pasa algo, Lleca? -preguntó Hope, que lo vio raro.
-No soy Lleca-dijo él, hosco.
-Claro que sos. ¡Mirá! -dijo ella y agarró una foto en la que
estaba Lleca con Nico. ¡Ay, mirá qué caño mi papu! No
sabés cómo te adoraba a vos. Eran carne y uña, era como
tu papá, y vos...
-¡No me importa! -la cortó él, tan enojado que ella se
sorprendió. No me interesa nada de lo que me contás.
¡Estoy harto de todo esto! Me arrepiento de haberles dado
cabida a ustedes, a sus delirios. Yo tenía una vida, un futuro,
y ahora no tengo nada.
-Lleca, vivías en una mentira -dijo ella, con suavidad.
-¡No soy Lleca, soy León! ¡León! Y esa mentira era mucho
mejor que toda esta bosta -gritó y salió al patio de la casa
donde se quedó rumiando.
Estaba rabioso. Cuando los habían echado de la urbe y el
portón se cerró, sintió que caía por un abismo. Lo único que
tenía en el mundo era esa identidad. Qué le importaba si
era verdad o mentira. Era linda y era suya. «Yo soy NE,
transpiro NE, como NE, vivo NE. No soy salvaje, ni quiero
derribar el muro», se dijo, y en un arrebato se fue de la
guarida. Caminó solo por el bosque hacia el muro, rogando
que lo admitieran otra vez.
Llegó hasta el portón y comenzó a llamar a gritos para que
le abrieran, reclamando su derecho a estar del lado de
adentro. Pero no le abrieron; en cambio, salieron dos
guardias armados, que lo miraron muy serios.
-¡Por fin! -dijo León-. ¿Me van a abrir? -preguntó tenso al
ver que los guardias no lo miraban con gesto amistoso.
Cuando comprendió que iban a capturarlo, comenzó a
retroceder, y los guardias dieron la voz de alto. Pero en ese
momento apareció Torito montando un caballo y le gritó:
-¡Subí, pascual!
León dudó unos segundos, aturdido, y cuando vio que los
guardias sacaban sus armas, se decidió. Montó al caballo
con Torito, que salió a todo galope. Una vez a salvo, Torito
condujo hasta una casa abandonada que estaba cerca de la
guarida. Esperanza, que había notado que faltaban ambos,
había salido a buscarlos. Los encontró allí y les hizo un
escándalo de madre.
-¡Acá estaban! ¡Hace dos horas que los busco! Yo,
preocupada, y los bólidos se habían ido a dar una vueltita a
caballo...
-¡Bajá la voz que nos siguen! -dijo Torito.
-¿Quién? -dijo ella, pero Torito la agarró y la metió en la
casa. Lleca fue tras ellos, y desde adentro vieron pasar a los
guardias que patrullaban la zona, buscándolos. Cuando se
alejaron, Torito sonrió.
-Soy groso. Y vos vas a cobrar -le dijo a Lleca-. Este
pascual quería volver al NE.
-¿Vos sos bólido?
-¡Bólida sos vos que querés ser terrorista!
-¿Me prestan un celular?-dijo Torito.
León y Hope le dijeron que no lo tenían y siguieron
discutiendo. Cada vez que ella le decía Lleca, él le gritaba
que no era Lleca, sino León. Mientras tanto, Torito chequeó
el teléfono de línea de la casa y comprobó que tenía tono,
entonces hizo un llamado.
-Papá, soy Sebastián. Y, más o menos, acá todo bastante
fulero.
-¿Qué son esos gritos, hijo? -preguntó Nico.
-Es Lleca, que está medio loquito.
-Jodeme que es papá -dijo Hope, y le arrancó el tubo-
¡Hola, pa! ¡Soy Hope! Hace mil que no hablamos. ¿Por qué
no me llamás, papu?
León, al oír ese «papu» sintió algo extraño. No lo recordaba,
pero así era como Nico lo llamaba a él, y como él llamaba a
Nico. Sin saber bien por qué lo hacía, vio otro teléfono en la
casa, levantó el tubo y se quedó escuchando la
conversación.
-¿Me vas a dejar hablar o me preparo un café, leo el diario
y vuelvo cuando termines, bebu? -dijo Nico, y León sintió un
escalofrío al oír su VOZ.
-Ay, no me digas bebu que lloro. ¡Quiero abrazarte!
¿Mamá está bien?
-Bárbaro, rompiendo las pirámides para variar. ¿Vos? Te
extraño, ¿sabés? -de pronto se quedó callado, había
escuchado un ruido-. ¿Me parece o hay alguien más en la
línea?
Hope giró y descubrió que era León el que estaba
escuchándolos.
-Es Lleca, pa. Por hoy, solo por hoy, ¿te podés olvidar de la
paradoja y Please, hablarle? Te juro que necesita mucho
escucharte.
-Okey-dijo Nico luego de unos segundos. Hola, León, ¿me
escuchás?
-¿Quién sos?-dijo León, reacio.
-¿Cómo quién soy, boncha? Tu referente, tu guía, tu faro,
tu nueve de área, Lleca.
-Agrandado sos-dijo León, sonriendo.
-Soy consciente de mis fortalezas y también, bonchita,
soy consciente de las tuyas.
-Yo no sé ni quién sos, para mi sos un gil que no para de
hablar por teléfono.
-Epa, feo eso, dolió, pero bueno, lo sé, estás algo
desmemoriado, papu. Sé lo que les pasa a todos. Están en
la línea de fuego, y lo peor es que nadie les preguntó si
querían, los metieron ahí y ahora se sienten indefensos,
angustiados. Pero lo único que se puede hacer cuando estás
en la línea de fuego es resistir. Están desorientados, se
sienten caer al vacío, pero no es así. Yo sé que tienen un
hombro donde apoyarse, y tienen muy buenas razones para
seguir luchando. Y hay que resistir sin traicionar lo que son,
así no sepan quiénes son, así no entiendan porqué pasa lo
que pasa, resistan, juntos, porque si uno flaquea, si uno baja
los brazos, pierden todos..
-¿Por qué tenemos que resistir? -dijo León.
-Te conocí cuando tenías once años y querías ser grande.
Ahora tenés catorce, te sentirás muy grande ya. Entonces,
ahora que sos grande, podés saber que si todo lo que pasó
fue duro, lo que viene va a ser peor. Por eso, papu, querido,
tienen que resistir.
-¡Vos no sos nadie! -gritó León, angustiado. No te conozco,
no tengo por qué escuchar a un viejo que habla por
teléfono.
-¡Viejo las pirámides! ¡Estoy intacto! Y sí, ya sé que no soy
nadie para vos, pero vos sos tanto para mí, Llequita. Y te
podría contar cosas importantes que vivimos juntos; por
ejemplo, yo te enseñé a jugar al fútbol, papu. Vos no te
acordarás, pero yo siempre te decía: si por el centro se
complica, andá por la línea, Llequita; y no sabés los goles
que hiciste entrando por el lateral. ¡Glorioso! Vivimos tantas
cosas juntos, pero lo que más me acuerdo es de las
pequeñas cosas. Por ejemplo, el día que iba a casarme con
Cielo, vos me acompañaste en el descapotable, íbamos
juntos, impecables, hermosos, cantando mi tema preferido,
felices...
Nico no tuvo que decirlo, Lleca recordó perfectamente cuál
era ese tema: Al lado del camino: se vio a sí mismo junto a
Nico, cantando a los gritos en el auto. -Sabemos que no hay
pasado, ni futuro, ni distancias que nos separen. Papu,
llegaste hasta la mitad del río, podés volver a la burbuja o
seguir adelante. Y por más lavado de cerebro que te hagan,
vos sabés adentro tuyo quién sos y quiénes somos tu
familia. Vos sabés que sos Lleca, nuestro Llequita. Papu,
¿estás ahí?
-Sí, papu, acá estoy-dijo Lleca, como despertando de un
largo sueño.
Hope, que había oído toda la conversación, lo miró, tenía
los ojos llenos de lágrimas, y supo que Lleca había
despertado.
Jony a duras penas logró enlazar la señal al circuito
cerrado de televisión de la urbe. Habían retrocedido cientos
de casilleros. Hasta unas horas antes, vivían todos en el NE,
al que iban mandalizando de a poco. Estaban cambiando las
cosas en la urbe y ayudando a la gente a despertar. De
pronto, habían sido expulsados, habían perdido a Thiago,
Mar, Tacho, Rama y Jazmín, y la urbe se había vuelto más
violenta que nunca. La última esperanza que tenían era que
la gente hubiera votado por el SÍ. En ese caso, ni todo el
poder de Jay podría frenar esa revolución. Cuando logró
conectar la señal, Luz estaba dando un discurso. La habían
reinstaurado en su puesto, al menos como cara visible.
-Tengo en mi poder el resultado de los comicios. Hoy la
sociedad se ha expresado y ha decidido su destino y su
futuro. Con el 92% de los votos, la gente, nuestra gente,
¡votó por el NO! No a derribar el muro -anunció Luz,
henchida, y todos se miraron sintiendo que ese era el fin de
la Resistencia.
Tacho avanzaba por el bosque cuando fue emboscado por
un soldado enorme que lo arrolló e intentó matarlo con un
cuchillo, pero él, astuto, logró torcerle la mano, hacerle
soltar el cuchillo y lo doblegó con unos pocos y certeros
golpes de karate. Un título rojo se superpuso a las
imágenes: "Sueño mortal". Se trataba del trailer de la nueva
película que estaba presentando Tacho.
Estaba en un estudio de televisión, dando una nota con
motivo del estreno del film. La periodista que lo
entrevistaba afirmó que su actuación en esa película sería
consagratoria, el punto más alto de su carrera, y Tacho lo
agradeció con falsa humildad. Se fue del estudio radiante,
aunque en cámara se mostraba pudoroso ante los halagos,
no había nada que lo hiciera sentir mejor que ser admirado.
Y, por suerte, era muy admirado. Se subió a su flamante
descapotable rojo, puso un CD en el equipo de música y
comenzó a sonar Sweet Dreams, de Eurythmics. Con sus
pelos al viento mientras manejaba, llamó a Jazmín, pero lo
atendió el contestador.
-Ah, bueno, no solo no me llamás, ¿sino que encima no
me atendés, Gitana? Qué feo, tu chico está cumpliendo su
sueño y vos, nada...
Tacho entonces llamó a Thiago, para compartir su
felicidad con su amigo, pero tampoco lo atendió porque
estaba a los besos y arrumacos con Mar. Tampoco tuvo
suerte con Rama porque este estaba con Kika, muy
apasionados también. Tacho se enfurruñó con sus amigos
que le habían dado la espalda en ese día tan importante,
pero cuando llegó al Mandalay, que estaba aparentemente
vacío, bajó del descapotable y de pronto aparecieron los
cinco: Thiago, Mar, Rama, Kika y Jazmín, con tubos de
confeti que hicieron estallar sobre Tacho para festejar por su
éxito. Tacho sonrió, y entre todos lo alzaron y comenzaron a
tirarlo hacia arriba como a un novio en su casamiento. Tacho
estaba radiante, y todos estaban felices por él, que estaba
cumpliendo su sueños.
Pero Tacho, en realidad, estaba en el Observatorio, donde
habían armado un laboratorio. Habían dispuesto cinco
camillas concéntricas, y en cada una estaban acostados y
dormidos Tacho, Thiago, Mar, Rama y Jazmín, conectados a
una computadora que controlaba Kant. El sistema, a través
de impulsos nerviosos, producía esos sueños felices que los
mantenía en estado de éxtasis, generando la energía
necesaria para usarlos como catalizadores del portal. Cada
uno de ellos estaba en su propio sueño feliz, percibiéndolo
como si fuera la realidad, y de ese modo sus cerebros
generaban todas las reacciones químicas que permitían
canalizar la energía del portal. Simón estaba en lo alto de la
escalera, observando esa especie de estrella de cinco
puntas que formaban, y sonrió.
-Dulces sueños -dijo y subió lentamente las escaleras,
ahora que tenía a los cinco targets, podía dedicarse a
desbaratar la guarida y matar al resto de los rebeldes.
Luego de anunciar el triunfo del NO, Luz fue conducida a su
oficina en la que quedaría confinada, casi como si estuviera
presa. Su figura sería usada de manera puramente
testimonial. El que estaba al mando era Simón, el nuevo
ejecutor de las órdenes de Jay. René seguía trabajando
como monitora, y se acercó a la celda de Luz en cuanto
pudo, con una caja que había logrado ingresar al centro de
control.
-Le traje algunas de sus cosas. Unas cremas, perfumes,
libros, música, fotos. Tal vez esto la haga sentir un poco más
usted misma.
-Gracias, René -dijo Luz, conmovida. Por tu lealtad. Por tu
don de gente.
-Usted haría lo mismo, ¿no?
Luz sonrió amarga, en el fondo ella sabía que no hubiera
hecho lo mismo en el lugar de René. Cuando quedó sola,
Luz revisó las cosas que le había llevado y encontró el CD
del musical Los Miserables, uno de los preferidos de Luz y
de Tina. Colocó su canción favorita, I dreamed a dream, una
bella melodía melancólica, que hablaba de los sueños de
juventud arrasados por la vida, sueños de lo que podría
haber sido la vida, tan diferentes de ese infierno que
estaban viviendo.
René observaba desde lejos las lágrimas de emoción de su
jefa y mentora, ella también había creído en sus sueños. De
pronto, René advirtió que la estaba llamando Nacho. Lo
atendió y le habló urgida, porque sabía que controlaban
todas las llamadas. El quería novedades de sus amigos, y
René, que había sido asignada para controlar el flujo
energético, les contó breve y contundente lo que había
hecho Simón con ellos, y le advirtió, con vehemencia, que ni
intentaran entrar a la urbe a rescatarlos. Los estaban
esperando y había una sentencia de muerte sobre cada uno
de ellos. Muy impresionado, Nacho transmitió el mensaje a
sus amigos, que se descorazonaron. Hacía un día todos
pensaban que habían ganado esa guerra, y ahora estaban
más lejos que nunca de lograrlo.
-Miren si Simón va a atrapar a los chicos y los va a tener
conectados a una máquina-dijo Valeria, que no terminaba
de aceptar en lo que se había convertido su marido, e
intentó volver a llamarlo. Desde el día anterior Simón había
dejado de atenderla. Los demás le rogaron que aceptara de
una vez que Simón ya no era uno de ellos.
Se preguntaron qué hacer, la advertencia de René era
clara, y todos ya habían visto la violencia que se había
desatado en la urbe. Los soldados estaban más
sanguinarios que nunca, pero tampoco podían soltarles la
mano a sus amigos. Jony propuso analizar las imágenes de
las visiones de Jazmín, que había transferido a su
computadora antes de huir de la urbe. Quizás en esas
premoniciones había alguna clave para salvar a los chicos.
Algunos se pusieron con Jony a esbozar teorías sobre las
visiones, mientras Teo, Cristóbal y Luca salieron al bosque a
buscar al Profesor, con el que habían intentado
comunicarse, pero no habían tenido respuesta.
Fueron hasta el sector del bosque donde solía parar el
Profesor, pero no lo hallaron. Regresaron a la guarida, y no
notaron que varios soldados los seguían sigilosamente. Al
llegar a la alcantarilla, fueron sorprendidos por izquierda y
por derecha por una decena de guardias armados. Los tres
alzaron sus manos mientras pensaban una estrategia. La
mejor alternativa que tenían era escabullirse y cruzar el
portal temporal que protegía la guarida. Antes de que
pudieran hacer algo, apareció Simón.
-Esto puede ser por las buenas o por las malas. Ustedes
eligen.
-¿Dónde están los chicos? -lo increpó Teo.
-No vine a responder tus preguntas. Vine a darles una
chance, y espero que la tomen. -Simón les extendió una foto
donde se veía a los cinco Teens conectados a la máquina, lo
que confirmó la información que les había dado René-. ¿Los
quieren vivos? Entonces me van a llevar a la guarida.
-Sabés que no funciona así -le dijo Cristóbal.
-Sé que está protegida por un portal temporal que manda
a otro tiempo a los que no son bienvenidos. Pero nosotros
vamos a ser bienvenidos por ustedes, ¿OK? Si quieren
mantener con vida a sus amigos, van a querer que
entremos.
-Yo creo que vos necesitás a esos chicos vivos -dijo Teo,
calmo.
-Lo que vos creas me importa muy poco. No lo voy a
repetir, entramos o ellos mueren -dijo Simón, denso,
amenazante.
De pronto, en medio de la peligrosidad de la situación,
Luca avanzó hacia Simón y se paró frente a él, casi pegado.
-¿Te pensás que alguien acá te tiene miedo? Yo te vi llorar,
a mí me viniste a decir lo que sentías, cómo se te
mezclaban las realidades, ¿te acordás? Llorabas porque
tenías miedo de convertirte en esto, Saimon. ¿Tan gil sos
que fracasaste? Podés hacerte el todopoderoso, pero nos
conocemos hace rato. Matame, hacé lo que quieras, pero yo
no voy a entregarte a nadie, yo no respeto ni un poco a un
cobarde y fracasado como vos.
-¿Vos querés saber lo que es fracasar? -dijo Simón,
sacando su arma.
-Fracasar es creerte un cuentito, una mentira. Vos
fracasaste, porque aunque alguien te haya hecho esto y te
hayan quemado la cabeza, vos fuiste débil y te convertiste
en esta bosta. Dale, matame Saimon, porque yo jamás te
voy a entregar a mis amigos.
Simón alzó el arma y se la puso en la frente a Luca, que
no retrocedió ni un centímetro.
Entretanto, se sucedían las buenas noticias en el paraíso.
Mar y Thiago nunca habían sido tan felices y, para coronar
ese amor, ella le anunció que sería papá. Thiago recibió la
noticia con mucha emoción y coincidieron en que ese
tornillito o tuerquita que crecía en la panza de Mar sería el
primero de, por lo menos, doce. Corrieron a compartir la
buena nueva con sus amigos. Thiago se la comunicó a su
gran amigo, su hermano del alma, Simón, que llegó con
Vale. También allí había mucho amor.
Por su parte, Rama estaba eufórico porque habían
decidido volver con los Teens, y apenas se pusieron de
acuerdo, llamaron al Chango, su antiguo mánager, que en
cuestión de minutos les consiguió veinte shows. Ninguno
podía creer el golpe de suerte, y como finalmente las cosas
empezaban a salir bien. Rama lo festejó con Kika y con Alelí,
su hermanita adorada.
-Después de todo lo que pasamos, estamos todos juntos,
felices...-dijo Rama.
-Parece un sueño, ¿no? -dijo Kika, pero su gesto no fue
sonriente.
-Y sí... Tengo todo lo que siempre soñé, al fin estoy con mi
hermanita, con mi amor, volviendo con mi banda. Un sueño
hecho realidad -dijo Rama y la abrazó, aunque Kika no
estaba tan contenta como él.
Tacho y Jazmín estaban muy felices con la familia
ensamblada que habían armado. Si bien Melody estaba con
Teo, seguían compartiendo la crianza de Amado. Y además,
ahora que sabían que todo había terminado bien, en unos
años nacería Alai, y ellos podrían criarla y malcriarla. Serían
una familia ruidosa y feliz.
Por la noche, se juntaron a comer con el resto y
abundaron las risas, los gritos, la alegría de estar reunidos.
Sin embargo, Rama notó que Kika se apartó del grupo, y se
extrañó.
-Mi amor, ¿qué pasa? ¿Por qué te vas?
-Nada... Es que no quiero estar cerca de Simón.
-¿Pero por qué? -preguntó él, absorto.
-Choco... ¡porque Simón me mató!
-¿Qué?
-¿No te das cuenta, Ramiro? ¿No lo ves?
-¿Qué cosa tengo que ver? -dijo él, preocupado por los
delirios de Kika.
-¡Que estás soñando, Rama!
Rama la miró desencajado, y luego volteó la mirada hacia
el living: donde antes estaban todos comiendo y riendo,
ahora no había nadie. Solo sombras distorsionadas.
Una alarma le indicó a Kant que había una anomalía en el
sueño de Rama y la ajustó rápidamente. Sin embargo, no
pudo determinar de dónde provenía ese fallo. En el sueño,
Rama pasó por alto eso raro que había visto y volvió a creer
en la lógica del sueño, donde la que decía desatinos sobre
despertar era Kika. La buscó por todos lados y la encontró
en la terraza.
-Mi amor, me estás preocupando -le dijo él.
-Choco, vos ya pasaste por esto, ya estuviste ciego, ya
estuviste dormido. ¡Tenés que abrir los ojos de nuevo! Tenés
que despertarte de este sueño.
-¿De qué hablás? ¡No te entiendo!
-Nada de lo que te rodea en este momento es real. Ni yo,
ni este lugar, nada de esto existe. Estás en un sueño dulce,
feliz, pero sueño al fin. Y amo poder estar acá con vos, pero
no es real. ¡Tenés que despertar, Choco! Aunque te cueste,
aunque la realidad sea más dura, menos dulce, tenés que
salir de este sueño.
-Mi amor, vayamos a ver al médico.
-Yo no necesito un médico. Vos necesitás despertar. Un
sueño que te anestesia no puede ser bueno. Es un engaño,
una ilusión. Te la pasás diciendo que todo esto es un sueño
hecho realidad, y eso es una contradicción. Un sueño es
sueño. Y la realidad es real. ¡Tenés que distinguir sueño de
realidad, Choco! En tus sueños serás muy ganador, pero
estás perdiendo todo.
-Como broma, ya fue, Kika. Me estoy preocupando en
serio.
-Simón me disparó, vos me viste morir.
-Y se ve que resucitaste, lo cual es claramente milagroso -
respondió él, sin creerle.
-OK, si no es un sueño, ¿cómo es posible esto? -dijo Kika y
señaló hacia el piso.
Rama miró hacia abajo y notó que estaban flotando en el
aire, sobre el campus. Pero al advertirlo, Rama cayó
desplomado sobre el piso. Todos los que estaban en el
campus se acercaron a verlo. Un charco enorme de sangre
comenzó a esparcirse en el mandala de acrílico sobre el que
había caído.
En el laboratorio sonó una alarma que indicaba una
anomalía grave. El monitor que controlaba los signos vitales
de Rama estaba en rojo. Una línea horizontal indicaba
actividad neuronal nula.
La vida es sueño
 
Simón no podía dejarse desafiar por Luca frente a los
guardias, perdería todo el respeto. Pero Luca sabía que él no
mataría a ninguno de los cinco porque los necesitaba, y
estaba dispuesto a morir para defender al resto. Entonces
Simón decidió que debía darle el gusto, matarlo, para
amedrentar a los otros. Y estaba por hacerlo cuando, uno a
uno, todos sus soldados comenzaron a caer desmayados.
Luca aprovechó el segundo desconcierto de Simón y le pegó
un cabezazo. Simón retrocedió, aturdido.
-¡Corran! -gritó Luca, y él junto con Teo y Cristóbal se
escabulleron, urgidos por la entrada a la guarida.
Simón corrió tras ellos, disparando su arma, pero al
atravesar el límite del portal temporal, apareció en el
descampado del futuro. Gritó, furioso. Luca, Teo y Cristóbal
lograron entrar a la guarida, justo cuando Hope salía con
Lleca, que volaba de fiebre. A partir del despertar, había
entrado en un estado de agitación por los recuerdos que se
agolpaban en su conciencia, y le había provocado una fiebre
muy alta. Pero Cristóbal no permitió que salieran, estaban
atrapados en la guarida. Si salían, serían detenidos por los
soldados que seguramente Simón ya habría apostado
afuera.
Simón regresó a la alcantarilla y comenzó a zamarrear a los
guardias para despertarlos, sin entender qué había ocurrido.
En ese momento, recibió un llamado de Luz.
-¿Que querés, Luz?
-Ver a mi hija, pero creo que ya lo sabés.
-Ya hablamos del tema, ahora estoy ocupado -dijo él, y
quiso cortarle.
-Yo que vos sería menos omnipotente. Si no, tus guardias
van a seguir desmayándose.
-¿Fuiste vos? ¿Qué hiciste?
-Todavía cuento con la lealtad de algunas personas,
aunque me tengas en esta celda de cristal. Te creía más
inteligente, Simón. ¿No recordás que todos nuestros
hombres llevan un transceptor que manejamos a control
remoto? Podemos rastrearlos, desmayarlos, incluso
matarlos con solo apretar un botón. Así que si no me dejás
ver a Alai, en breve, va a caer un elemento muy importante
de la Guardia Civil.
-Guardate las amenazas, yo ya me extraje el chip-dijo
Simón.
-El ego es mal consejero, Simón. Me refería a Jazmín
Romero. Si algo me pasa a mí, o si no me dejás ver a mi
hija, mi gente tiene la orden de accionar el chip de Jazmín y
no para desmayarla, precisamente. Así que espero
novedades-dijo Luz, y cortó.
Simón dejó a los guardias apostados en la puerta de la
guarida y regresó a la urbe. Pocos minutos más tarde, entró
furibundo en la oficina de Luz.
-¿Vamos a negociar, Simón? -preguntó ella, dueña de la
situación.
-Yo no negocio, Luz.
-¿Trajiste a mi hija?
-Te traje algo mejor: tu cómplice. Luz se sintió morir
cuando vio a un guardia que entró trayendo a René.
-Perdón, señora -dijo René.
Simón sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo.
-Acá está el control con el que René manejaba a los
guardias. Ahora vas a hacer lo que yo te diga. Y sabelo, no
es una negociación, nunca lo fue. Y si no colaborás, Luz,
dudo que llegues a ver a tu hija con vida.
Dio la orden y los guardias se llevaron a Luz y a René a
una celda. Mar, Thiago, Tacho y Jazmín entraron al cuarto
donde Rama se recuperaba de su golpazo, cargados de
golosinas, globos, carteles con buenos deseos. Kika
observaba todo cada vez con más desesperación.
-El Choco se hizo torta-bromeó Mar-. Nada, será el
embarazo que me pone creativa, pero te hice una
«chocotorta» porque Choco-torta, ¿entienden?
-¡Cómo zafaste! -exclamó Tacho. ¡Te podrías haber roto
todo!
-Por suerte terminó todo bien, como siempre en este
lugar, ¿no?-dijo Kika.
No solo se había salvado milagrosamente, sino que estaba
listo para regresar a los ensayos. Y aunque todos notaron
que Kika estaba algo rara, no le prestaron demasiada
atención, estaban muy excitados con todo lo que tenían por
delante.
Kant estaba aliviado, había logrado sortear un fallo crítico
del sistema. Había tenido que reanimar a Rama con RCP, y
había logrado aislar el fallo, sin embargo, seguía sin poder
detectar qué era lo que producía ese desajuste. Decidió
entrar él mismo al sueño compartido de los chicos para
poder hallar la causa.
Kika intentaba por todos los medios alertar no solo a
Rama, sino a todos, de que estaban en una irrealidad. El
único efecto que lograba, por el momento, era la extrañeza
y la desconfianza de los otros. Como Rama estaba muy
preocupado por ella, llamó a un psicólogo, y lo llevó con
Kika.
Cuando ella lo vio entrar, se aterró: era el doctor Kant.
-Es el Licenciado Mario Calvo, es psiquiatra, psicólogo, con
él vas a poder hablar de lo que te está pasando, mi amor-le
dijo Rama.
-Hola, Francisca -dijo Kant, empezaba a descubrir cuál era
la falla del sistema.
-Choco, no te das cuenta de que él es... -intentó decirle
Kika por lo bajo.
-Él es lo que necesitás -la cortó Rama y salió, dejándolos
solos.
Kika se quedó frente a Kant, que la observaba pensativo,
y comprendió que la había descubierto y que pronto se
ocuparía de ella, así que recurrió a una acción desesperada.
En la guarida estaban contabilizando los víveres que
tenían, ya que deberían racionarlos porque los guardias
seguían apostados en la entrada. Jony tomó su
computadora para hacer el stock de todo lo que tenían y se
abrió una ventana con un chat extraño: Top Gun dice: Jony,
necesito ayuda. Soy Kika.
Jony llamó al resto y les mostró el mensaje. Por supuesto,
varios recordaron los mensajes que recibía Rama de la
supuesta Kika, y desconfiaron.
-Debe ser una forma para pinchar nuestras
comunicaciones y saber nuestros movimientos, así que no
respondas-dijo Teo.
-¿Pero si es ella?-dijo Jony- ¿Si no murió? ¿Si nos
mintieron?
Esa alternativa seguía siendo descabellada, así que por
precaución decidieron no responder y borrar el programa a
través del cual chateaban, en caso de que fuera un intento
de hackeo. Cuando estaba por hacerlo, Top Gun volvió a
escribir: «Solo yo sé que escondés alfajores dentro de tu
CPU. Soy Kika, creeme, necesito tu ayuda». Jony lo pensó
unos instantes y, al tiempo que sacó los alfajores que
escondía allí, para ponerlos junto al stock de comida,
respondió: «¿Qué necesitás?».
Kant estaba rodeando el nodo que producía el fallo, y eso
en el sueño se traducía como una sesión de psicoterapia
que el supuesto doctor Calvo quería tener con Kika.
-Si no me contás qué es lo que te pasa, no te puedo
ayudar -dijo Kant.
-¡No me pasa nada! Si acá a nadie nunca le pasa nada,
está todo perfecto siempre.
Mar estaba en el baño, tratando de oír la sesión de Kika.
Se le acercaron Rama, Tacho, Thiago y Jazmín y le dijeron
que eso estaba muy mal, pero Mar no quería escuchar de
chusma, había algo que la intrigaba. Como Kika no le dijo
demasiado, el doctor Calvo, o Kant, le recetó unas pastillas.
Kika sabía perfectamente que eran una especie de antivirus
que Kant debía estar aplicándole al sistema en ese
momento, así que apuró a Jony, con el que seguía en
contacto por chat, para que ingresara al servidor al que
estaban todos conectados. Kant se volvió más agresivo para
que Kika tomara las pastillas, y ella se resistió.
-¡No voy a tomar nada! -gritó Kika, enardecida.
Ante sus gritos, ingresó Rama, y detrás se asomaron el
resto de chicos, preocupados.
-Mi amor, ¿por qué no tomás lo que dice el doctor Calvo?
-¡No es Calvo, es Kant!
-¿Quién?-dijo Mar, extrañada.
-¿No lo reconocen? ¡Por favor, despierten! ¡Es el enfermo
que les lavaba la cabeza!
-¿De qué hablás, Kika? -preguntó Jazmín.
-¿No ven que él es Kant? ¿No ven que esto es el NE? ¿No
les parece raro que estamos supuestamente en el pasado y
no es el Mandalay?
El doctor Kant sacó una jeringa y le pidió a Rama que la
sujetara, debían inyectarle un calmante de urgencia. Kika
supuso que estaría por forzar el sistema con algún tipo de
software, y le suplicó a Jony que se apurara. En la guarida,
Jony hacía crujir el teclado tipeando más rápido de lo que le
permitían los dedos. Finalmente, exclamó:
-¡Tengo el control del sistema!
En el Observatorio, Kant, que estaba tratando de
neutralizar el fallo, vio como de pronto perdía la conexión de
los cinco targets. Los monitores se apagaron, y casi de
inmediato los cinco comenzaron a despertar.
El festejo de Jony duró muy poco, porque fue expulsado
del sistema. Lo mismo que el despertar de los chicos, ya
que rápidamente volvieron a dormirlos, y lo interpretaron
como un sueño que habían tenido dentro del sueño. Una
extraña pesadilla en la que despertaban en un laboratorio
donde los cinco estaban conectados a una máquina. Les
pareció tan absurdo el sueño que lo desestimaron, para
frustración de Kika, que sintió que sus minutos estaban
contados ahora que Kant la había descubierto.
Pero Mar se quedó intranquila por esa pesadilla, y además
tenía un recuerdo vago de lo que les había dicho Kika, así
que fue a verla y le contó lo que había soñado.
Kika la cortó para que no siguiera hablando, y comprendió
que había estado intentando despertar al Teen equivocado.
Rama era inteligente, pero era el más crédulo de todos. En
cambio, Mar era pura intuición, y muy desconfiada.
-Vení conmigo -le dijo, la agarró de la mano y la llevó a un
aula del colegio.
-¿Qué hacemos acá, fratacha?
Y de pronto, Mar se sorprendió al ver entrar al Profesor.
-Hola, Mar. Vine para que hablemos de esto-dijo el
Profesor y le mostró un viejo ejemplar de La vida es
sueño.
Lleca se había recompuesto luego de la fiebre de su
despertar, y le asignaron la tarea de cosechar la verdura de
la huerta. Mientras lo hacía, los recuerdos no paraban de
aflorar en su memoria. De pronto, la palita con la que
estaba cavando para sacar las papas hizo un ruido metálico.
Removió la tierra para ver qué había, y encontró una
pequeña llave plateada. Estaba tan maravillado con su
descubrimiento que no advirtió que Valeria, sigilosa, salió de
la casa y se fue de la guarida.
Apenas Valeria se asomó fuera del portal temporal, los
guardias la vieron y le dieron la voz de alto. Ella alzó las
manos.
-¡Solo quiero hablar con Simón! Díganle que Valeria quiere
hablar con él.
Los guardias reportaron la novedad a Simón, que la hizo
trasladar al centro de control. Cuando los dejaron a solas,
ella no supo si acercarse o no. No se resignaba a la idea de
que ya casi no había nada de Simón en él.
-Mi amor, ¿sos vos o...?
-¿Parezco otro?-dijo él, gélido. Sentate, Valeria...
-¿Es verdad que tenés secuestrados a los chicos? ¿Es
verdad que querías entrar a la guarida para matarnos?
-Dije: sentate.
-Simón, vos me pediste que te rescatara si te perdías, por
eso estoy acá. Porque te lo prometí. ¿O era todo mentira?
-La única verdad es que vos sos el elemento que me
faltaba para terminar con esa patética Resistencia.
Y, con una frialdad espeluznante, la desmayó. Cuando
notaron la ausencia de Vale en la guarida, adivinaron lo que
había hecho, y no se sorprendieron. Si era difícil para todos
aceptar que Simón se había transformado en el enemigo,
para ella lo era aún más. No podían dejarla sola, pero sabían
que si ponían un pie fuera de la guarida, correrían la misma
suerte. Sin embargo, Jony tenía un plan que aunque era
arriesgado era prometedor.
-El Profe, o alguien, puso este portal acá para que cuando
alguien que no somos nosotros lo cruce, lo mande a otro
tiempo -explicó Jony a Teo, Cristóbal y Luca. Yo lo estuve
investigando y creo que puedo reconfigurarlo para que el
que salga pueda ir a otro tiempo, por ejemplo, a unas horas
antes de que lleguen los guardias.
-¿Pero esto es seguro? -preguntó Cristóbal. ¿Tiene algún
riesgo?
-Que el que cruce termine partido al medio: la mitad en
2030 y la otra en 1918, ponele-dijo Jony.
-Yo me arriesgo -dijo Teo-. Hay que encontrar a Vale y a los
chicos, además no tenemos provisiones para muchos días, y
Amadito necesita de todo.
-¿Y si terminás partido al medio? -le dijo Luca.
-Trabajaré en algún circo, no sé -dijo Teo, resuelto, y le
pidió a Jony que hiciera los ajustes para intentarlo.
Unos minutos más tarde, Jony les avisó que ya estaba
todo listo. Aclaró que sus cálculos no eran exactos, pero
confiaba en que podría mandarlo una hora antes de que los
guardias y Simón llegaran. Teo se calzó su arma, juntó
coraje, y atravesó la puerta de la guarida. No sintió nada
especial, pero, efectivamente, cuando salió de la
alcantarilla, no había ningún guardia. Tomó su handy y
mandó un mensaje.
-Chicos, no sé si me copiarán, pero funcionó. Ni idea si
estoy en el 1700 o 3021, pero es otro tiempo, los guardias
no están-informó y avanzó por el bosque, fascinado.
Frente a la guarida, los guardias, lógicamente, no
advirtieron nada. Pero tuvieron otra visita. Esta vez fue
Nina, que se presentó sin armas y pidió mandar un mensaje
a Simón. El guardia a cargo se comunicó con este y dejó
que Nina le hablara,
-Simón-dijo Nina-. Decile a Jay que tengo a Rose, su hija.
-¿Qué?-dijo Simón, impactado.
-Si quiere volver a verla, que saque a esta gente de acá y
libere a los que tienen en la urbe-dijo Nina.
Simón, tironeado, ordenó que los guardias se replegaran y
que llevaran a Nina al centro de monitoreo.
En algún tiempo que todavía no sabía cuál era, Teo seguía
avanzando por el bosque, pero nunca llegó al muro. O ya lo
derribaron o aún no lo construyeron, pensó. Era otro tiempo,
sí, pero no unas horas. Había viajado por lo menos un año al
pasado o quien sabe cuánto tiempo al futuro. La respuesta
la tuvo muy pronto.
-¡Teo!-se escuchó.
Él giró y vio a un muchacho aproximadamente de su edad,
que le sonreía muy afectuoso, corrió hasta él y lo abrazó.
¡Yo sabía que no nos ibas a dejar en banda, carajo!
-¡Obvio! -dijo Teo, siguiéndole la corriente, sin tener idea
de quién era. Lo vamos a hacer ahora-le informó el otro, y
luego tomó un celular-.
-Paula, ¿me copiás? Soy Evaristo.
Ante ese nombre, Teo se puso muy serio. No lo recordaba,
pero sabía que ese era el nombre de su hermano, el que la
jefa de Ministros había matado un año antes.
-Estoy con Teo-informó Evaristo-. Sí, volvió, ¡está con
nosotros! Ya estamos listos.
Evaristo cortó la comunicación y lo abrazó. Unas horas
antes, había ido a buscarlo para dar ese golpe, y Teo, que
estaba muy deprimido porque había perdido a Paz, no había
querido acompañarlos. Evaristo se había ido muy
decepcionado, por eso ahora estaba feliz: su hermano y él,
allí, juntos como siempre.
-Te hago una pregunta... desopilante dijo Teo. ¿Qué día es
hoy?
-Hoy es 26, ¿por? -preguntó Evaristo, extrañado.
-¿Mes? ¿Año?
-¿Es joda? ¡26 de octubre de 2030! ¿Vos estás bien? Estás
raro, distinto. ¿Paz te hizo ese corte de pelo? Esa mina te
hace sufrir. Vos y yo no nacimos para el amor, sino para
esto. Esta es nuestra lucha, vos me enseñaste esto, Teo.
Papá estaría orgulloso de lo que vamos a hacer hoy. Por un
momento pensé que venías a frenarme, pero ahora que
estás acá, no le tengo miedo a nada -aseguró Evaristo- ¡Ahí
llegaron! Y fue al encuentro del resto de los activistas de
Cielo Abierto que se acercaban. Muchachos, ¡miren quién
volvió!
Pero cuando giró para señalarlo, vio que Teo no estaba allí.
Supuso que le estaba haciendo una broma, pero Teo se
había replegado y escondido.
No sabía qué era lo que iba a ocurrir, solo tenía claro que
él no podía formar parte de eso. Evaristo volvió a
decepcionarse de su hermano. Y todo el grupo se dirigió al
lugar donde harían el atraco. Sin embargo, era una
emboscada, y Teo, que los había seguido con sigilo, vio
cómo todo el grupo fue sorprendido por fuerzas policiales
que tiraron a matar. De un disparo hirieron a uno de los
activistas, y al ver eso, Evaristo salió a cubrirlo, y también lo
redujeron. El resto del grupo se desperdigó. Los policías
pusieron de rodillas a ambos detenidos y Teo vio, azorado, a
Luz, que bajó de un auto. No la apocada de ahora, sino la de
antes, poderosa y cruel.
-¡Vas a caer, enferma! -le gritó Evaristo al verla.
-Puede ser, pero vos vas a caer primero. Le dio una orden
a los policías, y Teo vio cómo ejecutaban por la espalda a su
hermano y a su amigo.
A partir de allí, todo fue una espiral descendente. Hasta
un minuto antes, ese hombre era un completo desconocido
en el que apenas podía ver un rasgo físico en común. De
pronto, se hizo palpable todo lo que había permanecido
invisible para Teo hasta ese momento. Ese era Evaristo, su
hermano, su socio. Y detrás de ese recuerdo, siguieron
todos los demás, que cayeron sobre Teo como una bomba
atómica. Su despertar fue trágico. En el mismo acto de
despertar, vio con contundencia quién era y cómo Luz había
jugado con él.
-Contale lo que soñaste, Mar-sugirió Kika, y Mar le relató al
Profesor el sueño que había tenido en el que despertaba
dentro del sueño y estaba dentro de otro sueño. Y el
Profesor volvió a mostrarle el libro.
-La vida es sueño, de Calderón de la Barca-dijo el
Profesor-, es una obra de teatro escrita hace casi
cuatrocientos años. Trata de Segismundo, un príncipe al que
encierran en una torre donde crece sufriendo por su
encierro, hasta que un día lo duermen, lo llevan al palacio y,
cuando despierta, le hacen creer que siempre fue un
príncipe y que lo de la cárcel fue solo un sueño. A
Segismundo le cuesta adaptarse a esa realidad, se vuelve
loco. entonces lo vuelven a dormir y a encerrar en la torre.
Cuando despierta de nuevo en la torre, ya no sabe qué es
sueño y qué es real.
-Ajá, ¿y?-dijo Mar, que estaba esperando LA revelación,
sin darse cuenta de que el argumento de la obra era la
revelación.
-¿No te das cuenta, Mar? -dijo Kika. El Profesor y Kika la
miraron, suspicaces, y de pronto Mar lanzó una carcajada.
-Nah... ¿Ustedes dicen que mi vida es sueño? -el Profesor
y Kika asintieron, juntos, y Mar volvió a reírse-. Me parece
que ustedes dos leen demasiados libritos.
-Es así, estás dormida, en algún lugar, conectada a una
máquina, y esto es un sueño.
-Claro... Y mi sueño es estar hablando de Sergimundo, de
Calderone de la Balza.
-Mar, si estás soñando con esto, es porque alguna vez lo
leíste.
-No leí tantos libros como para no acordarme. No tengo ni
idea la verdad.
-Lo has leído en el colegio seguramente, y esa información
te quedó, en algún lugar. Soñás con este libro para ayudarte
a vos misma a despertar.
-OK, entonces, si este sueño es mío, quiero soñar que
usted me tira la posta de cómo hacer para despertarme.
-El primer paso es distinguir entre sueño y realidad -
concluyó el Profesor.
Sin estar del todo convencida, Mar empezó a observar
todo lo que la rodeaba, y fue comprobando que, como decía
Kika, todo era demasiado bueno como para ser verdad. Así
que intentó despertar a los otros, que estaban viendo un
documental sobre TeenAngels. Mar se acercó a Tacho y a
Jazmín y les tiró del pelo con bastante fuerza, le dio una
cachetada a Rama y le arrojó un vaso con agua en la cara a
Thiago, pero lo único que logró es que todos la miraran
como a una loca. Kika se la llevó aparte y le dijo que no
funcionaba así.
-Ah, bueno -dijo Mar-, ¡ahora la soñada le enseña a la
soñadora!
-No los vas a despertar así, y no podemos llamar la
atención, hay policías del sueño que vigilan que nada los
altere y duerman todos como angelitos.
-Ay, percha, me estoy desesperando, decime cómo hago
para despertarme.
-Vamos a tener que hacer una intervención creativa, Mar-
le dijo Kika.
-Tranquila. Yo soy Mar Gyver, vamos a liquidar esto -dijo
Mar, resuelta.
Pero el sueño se volvía cada vez más satisfactorio, más
feliz. Los logros se sucedían, y ahora los TeenAngels estaban
por debutar en un teatro enorme. Las entradas estaban
agotadas. Cada uno tenía un camarín gigante, lleno de su
comida preferida, regalos, flores y golosinas. Era el sueño
del pibe. Pero Mar y Kika tenían un plan.
Thiago encontró en su camarín un regalo de Mar, y al
abrirlo se sorprendió de ver que era la espada de madera.
-¿La espada de Cielo?-dijo él, sin terminar de entender.
-Sí, estos cosos como que tienen mucho significado para
nosotros, ¿no? Usamos varias cosas, pero tu espada no.
-Por suerte no hizo falta -dijo él.
-Tal vez haga falta que la uses ahora, Pela-dijo Mar, y él la
miró extrañado.
En el camarín de Rama, él también acababa de recibir su
boomerang y tampoco entendió por qué Kika le regalaba
eso, pero de pronto, ella lo descolocó con un anuncio.
-Vine a dejarte, Choco-dijo ella, su verdadera intención era
perturbar su sueño feliz.
-¿Pero qué te pasa? estalló él. ¿A punto de empezar un
show me decís eso?
-Yo hice todo lo que pude por vos, y te ayudé a despertar
varias veces.
-Y por eso te amo y estoy muy agradecido, pero, ¿por eso
vas a terminar conmigo?
-Todo lo que va tiene que volver, Rama -dijo ella-. Eso
significa este boomerang. Vos estás dormido, Choco...
-¡Otra vez con eso!
-Estás dormido, y yo también. Hace meses que me tienen
encerrada en un lugar, dormida y conectada. Vivo en un
sueño. Ahora, necesito que vos me despiertes a mí, y para
eso vas a tener que despertar vos, Choco. ¿Sos capaz de
hacer eso por mí?
Mar estaba teniendo una charla similar con Thiago, que la
miraba extrañado.
-¿Te acordás de cuando me despertaste? Yo estaba
viviendo en una mentira, vos viniste y me dijiste que mi
vida era un engaño y que me querías rescatar. Y yo te creí.
-Costó, pero me creíste-dijo él, sonriendo.
-Pero te creí. Y no tenía motivos para creerte.
Simplemente te miré a los ojos, y te creí. Ahora necesito
que vos me mires a los ojos y me creas a mí.
-Siempre te voy a creer.
-Pela, ahora vos estás en una mentira. Esto es un sueño -
dijo ella y él la miró serio.
Por su parte, Tacho estaba entusiasmado con consumar
una fantasía: estar juntos en un camarín, pero Jazmín
registró un regalo que les había dejado Mar. Era el disco de
Tacho.
-Bueh, qué petisa amarreta-dijo Tacho-. No se gastó una
moneda.
-¿Qué hace un tocadiscos acá?-dijo Jazmín, observando
uno que antes no estaba.
-Bueno, si el regalo es el tocadiscos, ahí sí que se portó -
dijo Tacho y colocó el disco. Siempre suena un tema distinto.
A ver con qué nos musicaliza el rock and roll...
Comenzó a sonar Bring me to life, de Evanescence. A
Tacho no le pareció el tema más sexi del mundo, pero no le
importó. Sin embargo, Jazmín estaba sintiendo una rareza,
esa canción le estaba diciendo algo. Y así fue como las tres
mujeres fueron las encargadas de despertarlos a ellos.
-De eso se trata esta historia, Pela, de despertar -dijo
Mar-. De distinguir entre sueño y realidad. Hay que
distinguir entre vivir tus sueños y soñar con una vida irreal.
Sin sueños, la vida no tendría sentido, pero vivir en una
ilusión no es vivir. Vivir despierto significa que el dolor
duela. Y que la felicidad nos mantenga con los ojos abiertos.
-Despertate y despertame, Rama. Salvame vos a mí -le
suplicó Kika.
-Bonito, acá hay algo raro, ¿no lo ves? -dijo Jazmín y salió
al pasillo. Allí observó al representante que la miró y sonrió,
todo la gente que estaba allí parecía muy amable, había
custodios que les sonreían, incluso estaba el psicólogo de
Kika.
-¿Qué pasa, bonita?-dijo Tacho, saliendo tras ella.
-Esto no es real, Tacho -dijo ella, observando todo con
extrañeza.
También salieron Mar y Kika de los otros camarines,
seguidas por Rama y Thiago, igual de extrañados que Tacho
por las afirmaciones de sus novias. Sin embargo, a fuerza de
insistir, ellos empezaron a ver lo que ellas señalaban. Y
cuando esos policías del sueño de los que había hablado
Kika lo advirtieron, quisieron intervenir. Entonces las chicas
arengaron a los varones, que los enfrentaron. Pero no de
cualquier manera, usando las armas del sueño. Rama, por
pura intuición, arrojó su boomerang, y con este derribó a los
guardias. Lo mismo hizo Thiago, que de pronto vio que tenía
la espada en la mano. Miró a Kant, que se acercaba a él, y
se la clavó en el estómago, abriéndole un agujero de luz
muy blanca. La realidad del sueño se había vuelto irreal.
Thiago, Rama, Mar y Jazmín despertaron en el Observatorio,
y se dieron cuenta de la contundencia de la realidad.
Estaban en un ambiente gélido, conectados por decenas de
cables a un máquina. Kant bajó corriendo, alertado por la
alarma, y entre los cuatro lo redujeron. Les dolía el cuerpo,
habían pasado unos cuantos días postrados en esas
camillas. Jazmín corrió hacia Tacho, que aún no había
despertado.
El seguía en su sueño, donde todo se había restaurado, y
ahora había subido al escenario a cantar con sus amigos.
Tacho era el que más se aferraba a ese sueño feliz. Mientras
Mar, Rama y Thiago buscaban la manera de abrir la puerta
trampa soldada, Jazmín se arrojó sobre Tacho, para
despertarlo.
-Tacho! Bonito, ¡despertá! ¡¿Qué hago, chicos?!
-Si desconectamos todo puede ser peligroso -dijo Thiago.
-Bonito, por favor, despertate, necesito que vuelvas
conmigo, porque te amo, siempre te amé, cuando no me
acordaba de vos te soñaba, y desde que te vi solo pienso en
vos. Sos el único al que amé en toda mi vida. ¡Volvé! dijo
Jazmín, llorando, y lo besó.
Tacho estaba en el escenario, mirándose con Jazmín que
le sonreía mientras cantaba. Pero de pronto, vio que lo que
percibía como la realidad se arrugaba como un papel, y
sintió algo que lo succionó y lo llevó a un mundo mucho
más nítido. Un mundo donde el aire era aire. Abrió los ojos,
y ahí estaba la Jazmín real, llorando con lágrimas reales y
dándole un beso muy real.
"La vida real, la de verdad, empieza cuando abrimos los
ojos y dejamos de soñar", pensó Mar, mientras lograban
abrir la puerta trampa para huir por los túneles.
Todos juntos
 
Aunque no había demasiado espacio para los asuntos
amorosos desde que la guerra se había vuelto tan peligrosa,
de todas maneras ocurrieron muchas cosas. La mentira de
Tefi tuvo patas muy cortas, sus tres novios descubrieron el
engaño y la confrontaron; Luca y Nacho, en forma
presencial, e Isla Negri, en forma remota. Los tres le dejaron
en claro su profunda decepción y Tefi volvió
escandalosamente a la soltería.
Sin embargo, Nacho no se sentía tan autorizado para
condenarla por dos razones: él mismo había sido y sería un
bígamo, según la información que tenía, y por otra parte él
les había mentido tanto a Tefi como a Hope sobre lo que
había ocurrido con Nerdito. Así que, para equiparar las
cosas, ya que iban a sincerarse, sentó a Tefi y con mucho
dolor le contó que el hijo que tendrían en el futuro había
muerto. Ya no tenían espacio para más malas noticias, y Tefi
estalló en un llanto ruidoso, que llamó la atención de
Esperanza, y Nacho tuvo que reconocerle a ella también su
mentira.
-Te mentí, Hope, perdoname. Lo de Nerdito y su nueva
vida era mentira. No me animaba a decirte la verdad:
Nerdito murió, man.
Todos se condolieron mucho en la guarida al ver el abrazo
que se dieron suegro, suegra y nuera, llorando por el triste
final del vástago. Entonces Esperanza, desafiando todos los
peligros que los acechaban, decidió que había que despedir
a Nerdito como él lo merecía, con un responso. Luca y Jony
intentaron frenarlos, era peligroso salir de la guarida, pero
desde que Simón había retirado a los guardias, estos no
habían regresado, así que salieron a hacerle un entierro
simbólico en el bosque. Jony los acompañó y fue él el
encargado de hacer la tumba, ya que no tenían sepulturero.
Esperanza y sus suegros, todos con anteojos oscuros,
esperaban a que terminara.
-Gracias -le dijo Tefi a Jony cuando terminó de cavar-. Él
era como vos, así, nerd, y te reagradezco el gesto de venir
en representación de su secta.
-Él era un soñador -dijo Hope, tomando la palabra-. Un
niño en un cuerpo de un adolescente tardío. Se nos fue un...
un... una víctima del acné. Voy a extrañar tus granitos-
agregó, llorando, y tiró dentro del pozo una crema
astringente, luego tiró un frasco de champú y unos hisopos-.
También voy a extrañar tu pelo grasoso y tus orejitas. Él
aprendió a usar los hisopos conmigo.
-Y yo, como madre, te estoy tan agradecida-dijo Tefi, y
luego comenzó ella a tirar objetos al pozo. Un chupete, un
pañal, un globo. El primer chupete que no te di, el primer
pañal que no te puse, el primer globito que no te compré.
Nacho, cuando llegó su turno, tiró en la tumba un CD de
cumbia.
-Nunca entendí tu gusto por la cumbia, pero ahora lo
acepto, man dijo angustiado, y arrojó un rollito de dólares.
Los primeros dólares que no te di.
No pudo seguir hablando y se abrazaron los tres a llorar.
Cuando Jony se disponía a cubrir el pozo con tierra, Nacho lo
frenó y retiró los dólares, después de todo, Nerdito no les
podría dar mucho uso. Y, de repente, mientras se retiraban
desolados del responso, ocurrió algo que les devolvió la fe
en los milagros. Entre los árboles, apareció corriendo algo
que al principio pensaron que era un mono, luego creyeron
que era un linyera, y finalmente advirtieron que era Nerdito.
Había logrado hacer una balsa para abandonar la isla que lo
había cobijado, y había sido recogido por un buque
pesquero que acababa de dejarlo en el puerto. Nerdito
podría tener problemas de acné, pero era un genio de la
informática: había rastreado el celular de su Hopita y los
había encontrado allí. Jony no pudo creerlo cuando vio a
Nacho, Tefi y Hope llorando y abrazando a ese indigente que
olía como un basural.
Simón recibió a Nina en la oficina de Luz. Nina creía que
podría usar a su hermana para negociar con Jay, sin
embargo, se quedó pasmada cuando ante su negativa a
hablar, Jay ordenó, a través de un intercomunicador:
-Matala, Simón.
Ni Simón ni Nina pudieron creer que Jay fuera capaz de
perder la posibilidad de recuperar a su hija antes que ceder
a una extorsión, y Simón sabía que Jay no repetía las
instrucciones que daba. Simón ordenó que trasladaran a
Nina junto a Valeria, pero pocos minutos después recibió
dos informaciones que lo enfurecieron. La primera, los cinco
targets habían despertado, desmayado a Kant y escapado
del Observatorio. Y la segunda, no menos grave, Luz y René
habían escapado de ese mismo edificio, nadie sabía cómo;
evidentemente, la ex jefa de Ministros conservaba algunas
lealtades más.
Los guardias que trasladaban a Nina y a Valeria se
toparon con una novedad sorpresiva al llegar a su móvil: Luz
y René estaban paradas junto a este.
-Soltalas-ordenó Luz.
-Ya no cumplo órdenes suyas, señora -respondió el
guardia.
Entonces, Luz sacó un arma que escondía bajo sus brazos
cruzados, y con dos disparos certeros desmayó a ambos
guardias. Nina y Valeria exclamaron, sorprendidas.
-¡Corran! ¡Ya, a la guarida! -ordenó Luz.
-Pero, mamá -opuso Nina-, vení con nosotras.
-Después, mi amor. Ahora vayan. ¡Ya!
Valeria tironeó a Nina de un brazo y se fueron corriendo,
al tiempo que Luz le sacó las llaves del vehículo al guardia y
le indicó a René que se subiera.
-Señora, ¿cuál es su plan? -preguntó René. ¿Por qué no
huimos con las pibas? Por ahí en la guarida nos reciben y los
muchachos nos perdonan...
-Nosotras tenemos otra misión. Vamos a distraer a los
guardias para que puedan huir.
-¡Ay, refugitivas nosotras, re Thelma y Louise! -dijo René
subiendo al auto.
-¿Tenés mi caja con mis cosas, no? -preguntó Luz-. ¿Están
mis CD?
-¿Tiene la de Thelma y Louise?
-No, poné ese -dijo Luz señalando uno.
-Cómo le gusta esta gilada -dijo René, y puso la banda de
sonido de la película Grease.
Comenzó a sonar We go together, a todo volumen, y Luz
aceleró a fondo, al tiempo que varios móviles policiales
comenzaban a perseguirlas.
Y mientras las Thelma y Louise posmodernas distraían a los
policías, Nina y Valeria corrían por la urbe rumbo al muro. Al
mismo tiempo, algunos metros más abajo, Rama, Thiago,
Mar, Jazmín y Tacho huían de otros guardias que los
perseguían por los túneles. No iban tan rápido como podrían
porque Tacho, aunque había despertado, seguía medio
boleado, sin poder distinguir del todo si era un sueño o la
realidad.
En ese mismo momento, Jony intentaba arrear a Esperanza,
Tefi y Nacho, que no dejaban de abrazar a Nerdito, que les
contaba toda su travesía. Finalmente, cuando Jony les hizo
notar que se oían los motores de las motos de los
cazadores, los cinco salieron corriendo hacia la guarida, Teo
regresaba de su peculiar viaje temporal, aún conmocionado
por haber sido testigo de la muerte de su hermano y por la
avalancha de recuerdos que eso había traído. Avanzaba con
paso errático hacia la guarida. Se terminó el tema, y René
quiso cambiarlo por alguno más pesado, un heavy metal o
similar, pero Luz ordenó que pusiera otra vez el mismo.
-¿Otra vez?-se frustró René.
-Sí, soy retro y obsesiva. Y esta música me ayuda a
pensar -dijo Luz. René volvió a poner el tema y Luz hizo un
giro en U que desconcertó a los guardias.
Lleca aún estaba en el jardín de la guarida, mirando
absorto la llave que había encontrado, cuando se abrió la
puerta trampa y entraron Tefi, Hope, Nacho, Nerdito y Jony,
ruidosos y exultantes, y sin ver a Lleca corrieron a los saltos
al interior de la casa. Poco después, la puerta volvió a
abrirse, y entraron Nina y Vale, agitadas, casi sin aire,
habían corrido sin detenerse todos los kilómetros que
separaban la urbe de la guarida y, sin aliento, entraron a la
casa. Pocos minutos más tarde, volvió a abrirse la
alcantarilla y entró Teo, nublado, mareado por la conmoción,
avanzó hacia la casa, sin ver a Lleca. Y cuando él, muy
extrañado, iba a entrar, la puerta trampa volvió a abrirse y
entraron los cinco TeenAngels, aún vestidos con los
camisolines con los que los habían tenido conectados en el
Observatorio. Raudos, corrieron al interior de la casa,
arrastrando a Tacho que seguía como ido. Lleca fue tras
ellos, y al entrar a la casa se encontró con una fiesta. Allí
estaban todos, ruidosos, a los abrazos y los besos. En la
urbe, la huída de Thelma y Louise terminó abruptamente
cuando cuatro móviles policiales les cortaron el camino.
-Lástima que no llegamos al cañón del Colorado -dijo
René.
-¿Te hubieras tirado conmigo, René? -preguntó Luz, con
una sonrisa.
-¿Qué me pregunta, señora? Obvio, usted y yo juntas
hasta el final.
Y mientras las volvían a esposar y detener, Luz sonreía,
porque como rezaba la canción, ella sabía que en ese
momento, en la guarida, volverían a estar todos juntos.
En la guarida se entregaron a la alegría del reencuentro,
se armó una mesa muy larga, ruidosa y amena, como
siempre. Se divirtieron un poco con Tacho, que seguía sin
despertar del todo y estaba sufriendo una especie de
sonambulismo. El creía estar disfrazado de Ángel Rojo y veía
a Jazmín como Caperucita Verde. El único que se mantuvo
un poco al margen fue Teo, que permaneció callado y
pensativo, aunque nadie reparó demasiado en eso porque
estaban todos contando lo que les había ocurrido. Nerdito
contó su increíble peripecia de náufrago y los Teens
contaron la extraña experiencia que habían vivido. Lo
curioso era que, en el sueño, Mar, Jazmín y Rama
recordaban todo de su vida pasada, sin embargo, luego de
haber despertado, lo habían olvidado. De todas maneras.
Mar estaba agrandadísima porque ella había sido la única
despierta en ese sueño y había logrado, gracias a sus
recursos e intuición, despertar a todos. Rama deslizó que
también la Kika del sueño había tenido algo que ver, y Jony
les contó que se había comunicado con él y le había
indicado cómo conectarse al server para despertarlos. Ya no
había dudas, era muy probable que Kika no estuviera
muerta, sino que posiblemente estuviera conectada a una
máquina similar, aunque no entendían por qué ella había
ayudado a despertarlos a ellos pero no podía despertarse a
sí misma. Mar, que se consideraba una experta en sueño, se
ofreció a tirarse a dormir una siesta para intentar
comunicarse con Kika. Rama consideró que sería más
efectivo obtener la información de Luz o René. Pero ambas
habían sido detenidas otra vez y ahora compartían celda.
Para matar el tiempo jugaban a adivine el personaje. René
tenía una tarjeta pegada en la frente, en la que se leía
"Shrek".
-Me la complicó. Si no soy mujer, ni soy hombre, ¿qué soy,
¿un personaje de ficción? De pronto, Luz se largó a llorar.
René se desesperó, porque nunca la había visto llorar. -
Jugamos a otra cosa si no le gusta, pero no me llore, por
favor. Vamos, señora, no se me caiga. Estaremos presas,
pero seguimos juntas.
-René, sabés que vos también fuiste reseteada, ¿no? -le
dijo Luz, con culpa y dolor.
-Lo suponía, señora.
-¿Querés saber quién eras?
René abrió grandes los ojos y asintió. Y Luz le contó a
René quién era René.
-¿Yo inventé una red social?
-"My date" se llamaba. La inventaste para tener citas,
buscando un novio, y se trasformó en el sitio más visitado
de Internet.
-¿Un éxito? ¿Me puse de moda?
-¡Muy de moda! Eras la genio de las redes sociales, así
que la Corporación decidió resetearte para usar tu potencial
y tu conocimiento.
René estaba fascinada con su historia cuando entró
Agostina, otra monitora, compañera y amiga de René, a
traerles la cena. René le preguntó si podía hacer algo para
ayudarlas, y Agostina dijo que no podía liberarlas, pero les
dejó un teléfono celular.
-¿Y a quién llamamos? -preguntó René-. No nos quiere
nadie.
-Tenemos que llamar a los «salvajes», René.
René recordaba solo un número de memoria, y llamó.
Rama se sorprendió mucho cuando escuchó que era ella
quien la llamaba. Luz quería saber si Nina había logrado
escapar, y Rama le dijo que sí, que estaba con ellos. Solo
quedaba encontrar a Alai, que la tenía Simón en algún lado.
René le dijo a Rama que si bien tenían motivos para no
tenerles simpatía, no estaría de más si ellos iban a
rescatarlas, y Rama fue contundente.
-Nosotros podemos ayudarlas, pero antes me vas a tener
que decir dónde tienen a Kika.
-Muy bien-dijo Luz-, acepto el trato. Pero si van a venir, mi
hija Nina no viene. Ella queda afuera, ¿estamos?
-Estamos dijo Rama.
Cortaron y comenzaron a pensar un plan para sacarlas de
la cárcel.
Inesperadamente, se les acercó Teo, que había escuchado
y les dijo que él podía ayudar. Rama aceptó enseguida,
nadie mejor que el ex guardia civil para lograr llegar hasta
ellas.
La jornada terminó con un episodio algo bizarro, pero que
dejó a todos intranquilos. Tacho, que seguía en su raro
sonambulismo, se trepó al techo de la guarida, convencido
de que era el Ángel Rojo, y no solo de eso, sino también de
que podía volar.
-¡Te juro que puedo volar! -gritó Tacho.
-¡Es un sueño! -le advirtió Jazmín, pero Tacho se arrojó de
todas maneras.
El golpe no fue grave y lo ayudó a terminar de despertar,
sin embargo, advirtieron que se había cumplido la primera
de las visiones de Jazmín, y eso significaba que fuera lo que
fuere que iba a ocurrir, ya había comenzado.
Simón se había instalado en el NE, que estaba vacío. La
enormidad de la casa parecía caérsele encima, y creía
escuchar las voces de sus amigos llamándolo por su
nombre. Había un hecho que lo había perturbado mucho. No
era la frustración de las fugas, o la imposibilidad de
terminar con la Resistencia. Era algo que había encontrado
entre los objetos personales de Valeria cuando la habían
detenido.
Un tiempo atrás, cuando Simón había comenzado a sentir
esa dualidad alienante, donde el guardia civil se mezclaba
con su propia identidad, él había acudido a Valeria y le
había pedido ayuda. Le había dado un teléfono que
funcionaría como una alerta. Si él sentía que empezaba a
confundirse, le enviaría una señal a ella, para que fuera al
rescate. Nunca le había mandado la señal a Valeria, y él se
había perdido mucho.
Ese objeto lo sumió en una profunda depresión, porque
recordó la época en la que aún resistía, y comprendió lo
lejos que había llegado. Jay lo había manipulado, sí, pero él
no había sabido resistir. Pasó la noche en vela, torturado,
rumiando sobre su destino, y cuando comenzaba a
amanecer, tomó el handy y se comunicó con Thiago.
En la guarida todos dormían, y Thiago, sigiloso, salió al patio
para hablar con él.
-Saimon-respondió Thiago, contento de escucharlo.
-¡No me digas Saimon! ¡Odiame, por favor! Soy un
enfermo que te quiere destruir, ¿cómo podés perdonarme lo
que les acabo de hacer, Thiago?
-Tenés que venir con nosotros, Saimon, estamos todos
juntos y faltás VOS.
-Yo no soy parte de ustedes. Esta mierda me está
matando.
-Con más razón tenés que venir, te vamos a ayudar.
-¿No entendés que si voy los mato a todos? Thiago, vos y
yo sabemos en qué me voy a convertir. Hay una sola
solución y vos sabés cuál es.
-No, hermano, esa no es la solución-dijo Thiago,
palideciendo.
-Por todo lo que los quise, tengo que cortar con esto de
raíz -dijo Simón, y cortó.
Thiago, desesperado, corrió a despertar a Valeria y le
pidió que llamara a Simón.
-No me atiende, Thiago.
-Insistí hasta que te atienda. Y decile lo que sea, pero no
dejes de hablarle.
-¿Pero por qué? ¿Qué pasa?
-Simón se quiere matar, Vale -dijo él y ella se quedó muy
impactada-. Vale, Jay es Simón. Simón va a ser Jay, si querés
que sea más claro -dijo Thiago, al fin-. Y Simón sabe que va
hacia eso y piensa que la única solución es matarse. ¡Lo
tengo que frenar!
Valeria, aturdida, prometió intentarlo. Thiago despertó
también a Jony y le pidió que localizara el celular de Simón y
le pasara las coordenadas cuando las obtuviera. Jony le dijo
que lo haría y Thiago salió corriendo hacia la urbe.
En la guarida se fueron despertando todos por el alboroto.
Mientras Valeria llamaba a Simón, Jony intentaba localizarlo.
Cuando Mar supo que Thiago se había ido, lo llamó. Thiago
atendió, creyendo que era Jony. En simultáneo, Simón
atendió a Valeria.
-Atiendo solo para despedirme. Te amé, mucho, lo sabés,
¿no?-dijo Simón.
-No, no lo hagas, mi amor suplicó Valeria.
-Yo ya estoy perdido, Vale.
-¿Qué pasó, Mar? -preguntó Thiago, agitado, mientras
corría.
-¿A vos qué te pasa? ¡No tenés que hacer esto solo,
Thiago! ¿Por qué tenés que hacer lo mismo siempre? -le
reprochó Mar, llorando de bronca-. ¿Por qué tenés que ir
solo? ¿No era que estábamos todos juntos en esto?
-¡Nos tenés a nosotros! -le dijo Valeria a Simón-. Lo que te
pasa a vos nos pasa a todos. Y la solución está acá, entre
todos, todos juntos, como siempre.
-Hay soluciones que solo dependen de uno dijo Simón.
-Si cualquiera de nosotros termina mal, terminamos mal
todos dijo Thiago.
-Sí, todos, no vos solo. Todos. ¿Por qué sos tan egoísta? -
dijo Mar.
-Acá vinimos todos juntos, y de acá nos vamos todos
juntos, Mar. No lo puedo dejar atrás a Simón-dijo Thiago, y
cortó.
-Te amé mucho, Vale, pero no quiero convertirme en Jay -
estalló en llanto Simón y cortó.
-¡No! -gritaron Mar y Valeria al unísono.
Thiago miró su teléfono. Jony le había pasado las
coordenadas de donde estaba Simón, y corrió a ese lugar,
deseando con todo su corazón llegar a tiempo. Simón
caminó hasta el borde del muelle, programó su arma para
desmayar y se la aplicó en el cuello. Mientras caía, tuvo una
visión: se vio a sí mismo en el jardín de su casa de la
infancia, el día en que Octavio había muerto ahogado.
Simón había llegado justo en el momento en que su
hermano caía al agua, y él, instintivo, corrió a socorrerlo. De
pronto, sintió como si alguien lo tacleara y cayó sobre el
césped. Cuando Simón abrió los ojos, estaba otra vez en el
muelle. Thiago lo había sujetado antes de que cayera al
agua, donde Simón pensaba morir, casualmente, de la
misma manera que había muerto su hermano.
Como les había pedido Luz, Rama, Jony y Teo dejaron a
Nina fuera del operativo para rescatarla. Luz y René
apelaron una vez más a la lealtad de Agostina, que les
facilitó la fuga desmayando a los guardias. Teo se metió al
edificio por el estacionamiento, subió por el ascensor de
servicio y accedió hasta la celda a través de los ductos de
ventilación, por los que sacó a Luz y René. Antes de fugarse,
Agostina les pidió que la desmayaran para poder fingir un
ataque.
Se reunieron con Jony y Rama en el estacionamiento y
huyeron raudamente del edificio. Cuando estuvieron lejos y
a salvo, Luz les dio la dirección del lugar donde estaba Kika,
pero Teo ordenó que René fuera con Jony y Rama, mientras
él esperaría allí con Luz, como garantía. Rama lo miró, con
cierto reparo...
-Teo, ¿te parece?
-¿Vos confiás en Luz?-replicó Teo-. ¿Y si te usó solo para
escapar?
-Está bien, René, vayan -dijo Luz-. Yo me quedo acá con
Gorki.
René asintió y se fue con Rama y Jony. Luz se quedó con
Teo, que la observaba con una mirada inquietante. Ella lo
notó y lo miró a los ojos.
-¿Qué pasa, Gorki?
-Recordé todo, Luz. Quién soy, quién fui. Y quién sos vos -
dijo Teo, sacó su arma y le apuntó. Ella se estremeció, vio
los ojos de Teo inyectados de lágrimas y comprendió que
había llegado la hora de pagar por sus crímenes. Recordé
cómo mataste a mi hermano, cómo me robaste la vida y me
convertiste en un traidor. ¡Yo te entregué a la persona que
más amé en el mundo, a Paz! ¿Cómo vuelvo de eso, Luz? No
puedo ni pedir justicia, porque la justicia no me va a
devolver nada. Y tampoco la quiero, yo lo que quiero es
verte sufrir. Quiero verte morir-dijo él, llorando, casi sin
poder respirar, y calibró el arma para matar. Luz cerró los
ojos, era su fin. Pero, de pronto, se oyó:
-Teo, ¡no!
Teo se dio vuelta, y ahí estaba Melody. Se había enterado
de que Teo era parte de la misión de rescate de Luz y,
habiéndolo notado raro, adivinó sus intenciones.
Thiago regresó a la guarida muy preocupado. Luego de
salvar a Simón, este le había confesado que creía que en el
instante en que había estado desmayado había viajado en
el tiempo al día en que había muerto su hermano. Thiago
estaba seguro de que había sido un sueño, producto del
desmayo, pero advirtió que Simón estaba convencido, y
adivinó que ahora se obsesionaría con eso, y eso lo llevaría
a convertirse en Jay, pues así había comenzado su
derrotero. Era increíble cómo el destino buscaba su cauce.
Pero al llegar a la casa, debió olvidarse de sus cavilaciones
porque se encontró con Mar, que lo miraba muy enojada.
Era más que enojo, era una decepción muy profunda.
Thiago intentó dar sus razones para su actitud, pero ella lo
cortó, tajante.
-Te voy a ser muy directa, Thiago. Yo no puedo estar con
alguien que todo el tiempo se pone en peligro sin importarle
los demás.
-Mi amor, tenía que frenar a Saimon...
-¿Vos solo? ¿Y nosotros? Acá la Resistencia somos todos,
¿eh? Y las mujeres no somos solamente las que les hacemos
mimos cuando vuelven de luchar. ¡Nosotras también
estamos luchando, a ver si lo entendés!
-Está bien, Mar, pero calmate.
-¡No puedo y no quiero calmarme! Porque estoy harta de
perder. Perdí todo, perdí mi vida de verdad y mi vida de
mentira. Y lo único que tengo sos vos, y vivís poniéndote en
riesgo. Si te vas a arriesgar y exponerte a que te maten, al
menos hacelo conmigo...
-Tenés razón, pero no me pelees así -dijo él, comprador.
-¡Ya sé que tengo razón! Y no sé de qué te reís. No es una
travesura esto, ¿eh? Vos no me tomás en serio, Thiago, y
esto se terminó. No quiero ser más tu novia, tu esposa, tu...
lo que sea. Yo quiero estar con un hombre que me lleve a la
par, no un paso atrás.
-Mar, perdoname-dijo él, muy impactado. Yo te juro que te
entiendo, pero no me digas que me querés dejar...
-No te quiero dejar, pero te tengo que dejar. Por cómo sos.
Porque no pensás en los demás, y yo sufro.
-Por favor, Teo, no lo hagas -le suplicó Melody. Teo seguía
apuntando a Luz, mientras lloraba agitadamente, su psiquis
había estallado en mil pedazos.
-Lo tengo que hacer, Melody. Vos nunca lo entenderías. La
gente como ella tiene que tener un castigo, no pueden
quedar impunes. Me sacó todo, mi hermano, mi hijo, mi
mujer, mi dignidad. Me hizo secuestrar, matar, destruir, y
hoy soy un hombre quebrado. No puedo tener paz si ella
está viva.
-No vas a tener en paz si lo hacés, creeme. Pensá en
Amado, Teo. Teo se quebró aún más ante la mención de su
hijo.
-¿Cómo le cuento a mi hijo todo lo que hice, Melody?
-¿Cómo le vas a contar esto, si lo hacés? No estás solo en
este mundo. Lo que vos hacés afecta a los demás.
-Sé que pensás en todos, pero esa es una forma de no
pensar en nadie -dijo Mar-. Sé que no lo hacés de malo, al
contrario, tenés un corazón grande como esta guarida, pero
sos muy egoísta también, porque si vos caés, ¿qué pasa con
el resto? No se puede actuar sin pensar en los otros, porque
cada decisión, cada error, afecta a los demás.
-Yo entiendo tus razones, tu odio, entiendo todo. Pero
ahora sos padre, y eso quiere decir que hay alguien que
depende de vos, alguien que te espera, que espera que vos
le marques el camino, ¿este camino le querés marcar? ¿El
de un asesino?
-Somos verde, ¿te acordás? -dijo Mar, angustiada-. Vos sos
verde, yo soy verde, ¡no me podés dejar afuera de tu vida!
Si tirás de un punto del tejido, se desarman los otros. Todos
estamos hechos de la misma lana. Amar es pensar en los
demás, es tenerles consideración. Juntos, somos la
Resistencia. Solos, somos héroes suicidas-concluyó Mar, y
Thiago asintió, mortificado.
-Por más cuentas pendientes que tengas con ella, antes
está tu familia. Amadito, yo y todos nosotros. ¡Bajá el arma,
por favor! -suplicó Melody, y Teo, finalmente, le hizo caso.
Bajó el arma y se aferró Melody, y abrazándola a ella abrazó
a su hijo, los únicos bálsamos que tenía en medio de tanto
dolor.
Rama y Jony se desconcertaron mucho cuando René los
llevó hasta un galpón abandonado en el medio de la nada.
-Ese galpón no es lo que parece. Kika está ahí adentro,
Ramiro-afirmó René.
-El mapa satelital no muestra este lugar -dijo Jony.
-Y no, nerd, es un lugar clasificado -dijo René- ¿Se piensan
que éramos tan tontos?
Aunque René lo trataba mal, Jony percibió ciertas miradas
que ella le echaba. Algo estaba naciendo entre la genio
informática del Gobierno y el premio informático de la
Resistencia.
-El tonto fui yo -dijo Rama-, que te creí cuando me dijiste
que estaba muerta.
-Ay Ramiro, no me odies, yo cumplía órdenes.
-No puedo creer que Kika estuvo todo este tiempo acá.
Ella me lo dijo por chat, ¡me dijo que estaba atrapada y yo
dudé!
-Pero ¿cómo te va a chatear si está dormida?-dijo René.
-Conmigo también chateó-dijo Jony-, tengo mi teoría al
respecto.
-Entremos de una vez -dijo Rama.
-Así no, esto está lleno de guardias-dijo René.
- Pero nos tendrías que haber avisado que había guardias,
¿cómo carajo hacemos para pelear contra un ejército
nosotros tres?
-Son más que tres-dijo Luca, que acababa de llegar con
Nacho y Lleca.
-Sí, man, aprendé a contar. Igual, como que ahora somos
muchos, ¿no? Mejor me voy a cuidar la guarida-dijo Nacho,
cobarde, pero Lleca lo retuvo.
-Nos avisó Jony y vinimos. ¿Hay un plan? -preguntó Lleca.
No lo había, pero lo fueron improvisando. René aplicó
desde su celular el Protocolo Presidencial, con el que se
desactivaban todas las armas dentro del área donde estaba
la jefa de Ministros. De esa manera se aseguraron de que
los guardias no pudieran disparar. Luego ingresaron al
galpón, donde había una especie de ropero lleno de trajes
antirradiación. Cada uno se colocó uno. René digitó algo en
un teclado que había en el techo del ropero, y se
sorprendieron al ver que el fondo de este se abrió. Detrás,
había un modernísimo laboratorio, en el que varios
científicos vestidos con los mismos trajes trabajaban entre
una docena de personas metidas dentro de tubos de
acrílico, conectados a una computadora, como habían
estado los chicos en el Observatorio.
Una vez allí el plan fue simple, fue el de siempre, luchar
todos juntos por uno. Sorprendieron a los científicos y los
guardias no pudieron hacer nada porque sus armas estaban
desactivadas. Y mientras se enfrentaban cuerpo a cuerpo
con los custodios, Rama recorrió el galpón hasta que halló a
Kika, dormida y conectada a una máquina. Rama no supo
qué hacer, pero enseguida se le sumó René, que tipeó algo
en la computadora, y le aplicó una descarga con un
artefacto en el cuello a Kika, que repentinamente abrió los
ojos y dio una gran bocanada de aire. Rama no podía creer
lo que veía, se sacó la escafandra, y Kika sonrió, débil, al
verlo.
-Por fin, Choco...-dijo ella, y él se acercó a la bella que aún
durmiendo lo había despertado a él, y la besó. Y en ese
beso, una vez más, Kika volvió a despertarlo, porque fue allí
cuando Rama empezó a recordar.
Un paraíso para todos
 
Hope encontró a Tefi en un rincón de la guarida muy
concentrada frente a un pizarrón en el que había formado
diferentes palabras que al principio Hope no comprendió. Le
preguntó qué hacía y Tefi le informó que desarrollaba
hipótesis para el futuro.
-¿Sobre las visiones de Jaz? -preguntó Hope.
-No, ¡sobre el amor! Por ejemplo, ¿«simeria» o «rameria»?
-preguntóTefi señalando ambas palabras en el pizarrón. ¿Vos
qué pensás, la tumbera se queda con Rama o con Simón? O
esta, esta me carcome. ¿«lucefi» o «nachefi»?
-¡No puedo creer cómo se te puede ocurrir algo así! ¡No
podés, Tefi! -dijo Hope-. ¿Cómo vas a separar a Tacho y a
Jazmín? Es obvio que terminan juntos, hello! El rulo siempre
vuelve.
-¿Y tachelody? -dijo Tefi señalando esa palabra en el
pizarrón.
-¿Y Alai? -retrucó Hope-. Alai es la prueba de que habrá
«tachmín»>, es la raíz crecida que te confirma la tintura.
-Eso no prueba nada, acá anda un Nerdito dando vueltas y
yo con Nacho no me pienso ni casar. ¿O sí? ¿Terminaré
«nachefi»?
-¿Por qué tiene que ser «tachelody» o «tachmín»? -dijo
Nerdito, sumándose.
Esperanza comprobó que Nerdito se había afeitado,
duchado y lavado los dientes, como le había exigido, y
recién ahí accedió a besarlo. Tefi se indignó antes ese beso.
-«Nerdanza», por favor les pido, un poco de respeto.
Decime, Nerdi, ¿vos creés que Tachito se va a quedar con
las dos, que van a armar una familia ensamblada?
-¿Nunca se les pasó por la cabeza que pueden haber otras
posibilidades, man? Hay que mezclar y dar de nuevo, esa es
la filosofía «naipe». ¿No conocen el poliamor? ¿O por qué no
pueden terminar juntos, por ejemplo, Jazmín con Thiago?
-¿«Jazmiago»?-dijo Tefi.
-¿«Thiazmín»? -dijo al mismo tiempo Hope, y las dos
negaron con la cabeza.
Sin embargo, la resolución de esa duda estaba próxima a
definirse. Desde que Tacho y Melody se habían separado, él
había empezado a acercarse a Jazmín, pero ella siempre
ponía distancia. Su argumento era que, si iban a estar
juntos, ella quería hacerlo siendo la Gitana, y eso aún no
había ocurrido. De todas maneras, Tacho no dejaba de
insistir. Y cuando ella le habló del sueño en el que los habían
mantenido, en el cual ellos eran pareja y se amaban, él
consideró que era el momento para un nuevo acercamiento
y le preguntó qué sentía ahora que estaban despiertos. Ella
volvió a las evasivas, y entonces él se ofuscó y consideró
que había regresado la vieja y conocida «histeria» gitana.
-Se ve que fui bastante histérica-dijo ella, porque me lo
dicen seguido. Pensá lo que quieras, Tacho, pero vos tenías
una familia con Melody y Amado, y yo no me perdonaría ser
la que rompió eso. Quizás si recordara me sentiría con más
derecho, porque vos eras mi novio antes de que pasara este
desastre, pero no me acuerdo. Y yo no le puedo hacer eso a
una mujer que acaba de tener un hijo. Y sí, te amo, te lo
digo si es lo que querías escuchar, pero no puedo ser
egoísta.
-Amar nunca puede ser malo, Gitana. Mirá... Amadito es lo
que me dio fuerzas todos estos meses, porque en el medio
de esta guerra crecía ese pendejo hermoso. Y yo me decía:
«Tengo que luchar por él, para dejarle un mundo mejor». Y
Mel me enseñó muchas cosas: con Mel aprendí lo que es
crecer, madurar, y me encanta cómo es. Pero vos sos el
gran amor de mi vida, Gitana. Por vos lloré todas las noches
cuando te creía muerta, por vos resisto desde que tenemos
diez años. Por más que quiera, no puedo dejar de sentir lo
que siento por vos.
-¿Pero y la gente que vamos a lastimar?
-¿Querés que piense en los demás? OK. Pienso en Mel,
que no me lo dice, pero quiere estar con Teo, y él con ella. Y
pienso en vos, que estás sufriendo porque me amás. Y tal
vez vos pienses en mí, que sufro porque no puedo besar a la
mujer que amo.
Tacho no pudo contenerse más, y la besó. Y Jazmín no se
despertó con ese beso como lo había hecho Rama, pero
volvió a sentir ese fuego que sintió cuando lo besó en el
bosque, el mismo fuego que sentían cada vez que estaban
juntos. Poco después, Tefi quitó «tachelody» de su lista, y
confirmó «thachmín» y «telody». La otra gran duda que la
carcomía era su propio ship. Luca le había perdonado su
triple affaire; después de todo, él había tenido su propio
desliz, del que aún se arrepentía. Y, en diferentes sondeos
que había hecho Tefi, Luca había dicho que si fuera por él,
volverían ya mismo. Sin embargo, había algo que no se
podía sacar de la cabeza, y era ese adolescente seborreico
que pululaba por la casa. Si Nerdito existía, era porque en
algún momento habría «nachefi».«¿Cómo puedo pensar en
volver con vos sabiendo que vas a terminar con él?», había
dicho Luca. Pero Nacho ofreció una solución al problema.
Porque, si bien la química «nachefi» era innegable, el
verdadero ship allí era «nachidad». Lo único que Nacho
deseaba era regresar a su tiempo para volver a ver a la
Paisa; sin embargo, los dos ya se habían encariñado con
Nerdito y no se permitirían cambiar ese destino y que el
pobre chico no existiera, privando también a Hope de
«nerdanza». Así que por eso Nacho, siempre pragmático,
propuso una idea: cuando volvieran al pasado, cada uno
seguiría su vida amorosa según lo dictara el corazón, es
decir, le darían rienda suelta a «lucefi» y a «nachidad». Y,
llegada la fecha en la que deberían encargar a Nerdito, lo
harían por inseminación artificial. Cero contacto «nachefi»,
solo un acto de amor paternal. Luca no había querido ni
hablar del tema, y Nacho estaba seguro de que la Paisa
pondría el grito en el cielo cuando se lo plantearan, pero él
estaba confiado en sus dotes de negociador. Luego Tefi
observó a Valeria, que estaba furiosa con Simón, y se la
pasaba todo el día escribiendo. Ella había espiado un poco
sus notas y eran todas cosas espantosas que le ocurrían a
Simón, así que había descartado «simeria», y se estaba
inclinando por «rameria», ya que ahora los dos estaban
solos. Sin embargo, cuando entraron en malón Luca, Jony,
Rama, Nacho, René y Lleca con Kika, Tefi, pasmada,
exclamó:
-¡«Ramika»!
Cuando pasó la impresión inicial de ver a Kika
nuevamente en el reino de los vivos, se reunieron a su
alrededor para escuchar su historia. Kika les contó que
luego del disparo que le había dado Simón, todo se había
oscurecido y que sintió que se moría. Sin embargo, tiempo
después, había despertado con Rama y todos los demás a
su lado, todos felices, viviendo una vida idílica.
-Al principio pensé que estaba muerta y eso era el
paraíso. Pero sentía que había algo raro. Y lo que me hizo
darme cuenta de que estaba en un sueño era que en esa
realidad Rama me amaba con locura y ni se acordaba de
Valeria. Yo sé que me querés, pero también sé que nunca te
olvidaste de Vale -le dijo a Rama.
-O sea, que no descarto «rameria», ¿decís? -acotó Tefi.
Kika retomó su relato. Cuando había advertido que estaba
en un sueño, intentó despertar, pero resultó imposible.
Entonces, recordó que tenía colocado el transceptor.
-Y como era un sueño, me dije: «puedo hacer lo que
quiera». Así que intenté usar el transceptor para
conectarme, porque suponía que debía estar conectada a
un server.
-Obvio-dijeron a dúo René y Jony, y Tefi, al ver esa
afinidad, anotó «reny».
Kika contó que se concentró en una sola cosa, en hablar
con Rama, y de alguna manera el transceptor la había
conectado con él, ya que logró entrar a un chat.
-No sabía si era cierto o era parte de mi sueño, pero un
día logré despertarme. Comprobé que tenía razón: ¡estaba
dormida y conectada! Fui hasta una PC y traté de
comunicarme para pedir ayuda. Ahí logré llamar por
videollamada a Rama, pero él no me veía bien, y luego me
descubrieron y me volvieron a dormir.
-Pero cuando le dijiste a Rama que le ibas a mandar una
señal, ¿qué le pensabas mandar y cómo? -preguntó Hope.
-Sabía que Rama quería creerme, así que cualquier cosa
que encontrara la iba a tomar como una señal, y me iba a
buscar-dijo Kika.
Los anteojos que había encontrado Rama estaban en el
spa porque Hope los había guardado. No los había enviado
Kika, sino que Rama interpretó eso como una señal por
sugestión. Kika había aprendido a desplazarse por esa
suerte de limbo, y así se había topado con ellos, y se dio
cuenta de que también estaban dormidos. El resto de la
historia la conocían todos. Y, para coronar el relato, Rama
les contó que durante el rescate había recordado todo, y no
solo eso, en el bolsillo del traje antirradiación que se habían
puesto, había encontrado una llave. Mientras todos
abrazaban y festejaban con Rama, Tefi borró rameria de su
lista y anotó ramika.
-Seguís con eso le dijo Hope más tarde, cuando la vio
pasar en limpio sus pronósticos amorosos.
-Sí, ahora que volvió Kika, las acciones «ramika» vuelven
a subir en la bolsa. Aunque «rameria» es un amor de
muchos años. Ahí hay alto culebrón, muchos capítulos
escritos. Ni ella ni él se olvidaron de ese amor...
-¿Podés ser tan superficial, Tefi? Con todo lo que pasa,
¿pensás en estas pavadas?
-Si a vos el amor te parece una pavada, no te quiero como
mujer para mi hijo -dijo Tefi, muy seria-. El amor es
fundamental, todos sufrimos mucho, y por culpa de lo que
nos hicieron, esto ahora es flor de lío. Por que imaginate que
queda «ramika», ¿qué pasa con la tumbera? Y si vuelve
«rameria», ¿qué pasa con Kika? ¿Una historia puede tener
un final feliz si hay alguien que sufre? Todos nos merecemos
un final feliz, lindo, rosa, con arcoíris. Merecemos un
paraíso para todos. Esto no es frívolo, Hope, sorry, pero
es algo muy importante, porque si uno, aunque sea uno solo
de nosotros termina mal, nadie puede terminar bien. El
paraíso no puede ser como un VIP donde solo entran
algunos. Esta es nuestra verdadera tragedia, la del amor, y
es lo que hay que resolver.
Y Hope asintió, reconociendo que había sabiduría en las
palabras de Tefi.
Dos visiones más de Jazmín se sucedieron casi en
simultáneo, y eso les dio a todos la sensación de que la
definición era inminente. Y el presagio no era nada
alentador. La primera fue el misterio de quién estaba
pariendo y a quién Mar le decía «Pujá, perra». Resultó ser
bien literal, la embarazada era Mina, nadie lo había notado,
pero estaba preñada, y dio a luz a cinco cachorritos, asistida
por Rama y Mar. La otra visión fue un poco más bizarra.
Tacho y Jazmín se seguían besando, cuando él recibió un
llamado de Alai, que había logrado hacerse de un celular
para avisarle que estaba encerrada en una habitación del
NE. No pudo decirle mucho más porque la descubrieron y le
arrebataron el teléfono. Tacho y Jazmín corrieron a la
guarida para buscar refuerzos, y allí se toparon con Luz, Teo
y Melody, que regresaban de la urbe. Además de salvarle la
vida, Melody había invitado a Luz a ir con ellos. Cuando
Tacho les dijo lo que habían averiguado, se pusieron de
inmediato en marcha hacia la urbe. En el camino diseñaron
un plan: Tacho y Teo irían al NE a buscarla, y Melody, Luz y
Jazmín, ayudadas por Lleca y Nerdito, que se les habían
sumado, colocarían parlantes todo a lo largo de los túneles,
para replicar voces y sonidos de disparos, para que los
guardias creyeran que había salvajes, descendieran y
dejaran el camino liberado a Tacho y Teo. Pero ellos no irían
así nomás al NE, debían camuflarse, y Tacho recordó que en
el depósito del bar habían escondido ropa del estilo del NE
para esas ocasiones. Pero cuando revisaron las cajas, se
encontraron con una vicisitud: lo único que había era ropa
de mujer y algunas pelucas. Y así fue como se cumplió la
tercera visión de Jazmín: Tacho y Teo, vestidos como dos
rubias coquetas, caminando por los pasillos del NE. No les
fue sencillo llegar hasta las habitaciones porque ese
atuendo, lejos de hacerlos pasar desapercibidos, los hizo
más llamativos. Cuando estaban llegando, fueron detenidos
por dos guardias. Sin embargo, la providencial aparición de
Paloma les salvó las papas, pudieron reducir a los guardias y
huir con Alai, llevando también a Paloma, que había
quedado a la deriva desde que se habían ido todos del NE.
Se reunieron todos en lo túneles y huyeron de la urbe sanos
y salvos. Y ahora sí, por fin, cuando llegaron a la guarida,
estuvieron todos juntos. Incluso Luz. Solo faltaba Simón, que
ese mismo día había comenzado un derrotero incierto que lo
llevaría a una crisis final. Luego del desmayo en el que
pensó que había logrado viajar en el tiempo, se había
obsesionado con volver a hacerlo. Y había pasado días
enteros tratando de regresar al día de la muerte de su
hermano. Fue el señor Jay quien lo arrancó de esa fijación
cuando lo llamó por teléfono. Olvidate de los viajes en el
tiempo, Simón. Creeme, ya vas a descubrir cómo viajar.
Ahora tenés que encontrar a mi hija. Simón acató la orden y
le pidió una foto de Rose para distribuirla entre los guardias
para organizar la búsqueda, pero Jay le dijo que no quería
que nadie más que él conociera a su hija. Y le envió una foto
de Rose.
-Perdón, pero te equivocaste -dijo Simón. Me enviaste una
foto de Nina, no de Rose.
-No, Simón, no tengo fotos de Nina. Es Rose-dijo Jay,
extrañado.
-Pero, no entiendo, ¿Nina es idéntica a Rose, entonces? -
dijo Simón, con desconcierto, y Jay se irguió en su asiento.
Comprendió en un segundo lo que había hecho Luz: lo había
engañado todo ese tiempo, no había. descartado a la réplica
y la había criado como a su hija. Lleno de furia, le ordenó a
Simón que encontrara a Nina y la matara.
-No, se impuso Simón. No voy a matar a Nina, no quiero
matar a nadie más. Yo solo quiero viajar en el tiempo y
arreglar lo que salió mal.
-¡Tenés que hacerlo! -gritó Jay.
-¡No! Cuando sea más grande, seré tan patético como
vos, pero todavía soy yo, gritó más fuerte aún, y cortó.
Esa noche, estaba solo en el altillo cuando vio que tenía
un mensaje de voz en el que no había reparado. Lo escuchó
y era de Valeria.
-Quería que sepas que tomé una decisión: me doy por
vencida. Decidí dejarte ir, renunciar. Y, junto con vos, dejo ir
todo el amor que siento. Me siento mal, triste,
decepcionada. A partir de ahora, vas a tener que salvarte
solo, porque ya nadie va a hacer nada por vos. Yo te amo, y
justamente por eso te tengo que dejar ir.
Ese abandono de Valeria le hizo sentir la profunda soledad
en la que estaba sumido y comenzó a llorar sin consuelo. Y
allí, en medio de esa de sazón, el reloj se encendió de un
color naranja amarillento y un calor muy intenso lo abrazó.
Simón abrió los ojos y notó que seguía en el altillo, pero no
era el mismo. O era el mismo, pero diferente, con una luz
muy cálida y el olor al perfume de Paz. De pronto, frente a
él, apareció Octavio, que lo miraba sonriente. Simón cayó
de rodillas frente a su hermano, llorando.
-No sabés cuánto te extraño, Octavio. Todos los días
pienso en vos. Quisiera pedirte perdón porque no pude
salvarte. Ojalá hubiera muerto yo. Te juro que una parte de
mí se murió con vos. -
Simón estiró la mano para tocar las de su hermano, pero
en ese momento una luz potente lo cegó, y al instante
estaba otra vez en el altillo, en el real. Confundido por lo
que había pasado, sin tener del todo claro si había sido un
sueño o si había estado en Eudamón, bajó a cenar al
comedor. El silencio de ese lugar que siempre estaba
repleto de gente era estremecedor. Sus pasos retumbaban
con eco. Al llegar a la planta baja, se topó con una nueva
presencia. Esta vez era alguien real: Torito.
-Sebastián.... ¿qué hacés acá?
-Vine a hablar con vos, Saimon.
-¿Viniste a convencerme para que reaccione?
-No vine a hablar de vos, egocéntrico, vine a hablar de mí.
Tengo un problema serio.
-A ver, ¿qué problema tan serio tenés?
-Me gusta mucho una chica.
-¿Y no se lo podés decir? ¿No te animás?
-Claro que le dije, zapallo.
-¿Y no te da bola?
-¡Más vale que me da bola! -dijo Torito, agrandado.
-Ajá -dijo Simón, sonriendo-. ¿Y cuál es el problema serio?
-No sé dónde está. Mi novia desapareció el día de las
bombas, y como vos ahora sos el jefe malo, por ahí sabés
dónde está.
Simón lo miró y dejó la comida, se le había cerrado el
estómago. Se puso de pie y le dijo que subieran al altillo, ahí
estaba la computadora central desde donde podría
buscarla. Torito se recostó en la cama, observando esa
habitación en la que había dormido tantas noches con su
hermana Paz, a la que extrañaba cada día más. Sin
embargo, sintió una fragancia que le hizo sentir que ella
estaba cerca. Mientras, Simón buscó en la computadora el
paradero de la novia de Torito.
-¿Encontraste algo, Saimon? -le preguntó luego de un
rato.
-Todavía no. Es un horror esto-dijo Simón, conmocionado.
-¿Qué cosa?
-Lo que pasó el día de las explosiones. El plan que tenían.
El «Protocolo El Principito». Así lo llamaron. Hicieron una
selección de personas, disfrazaron todo inventando una
campaña de vacunación. A los elegidos les inyectaron un
químico para poder captarlos.
-¿Y a los no elegidos? -preguntó Torito.
-Nada. El químico te salvaba de los gases de las
explosiones, o sea que los no elegidos, los que no recibían
el químico, morirían con las bombas. Cientos de miles de
personas murieron el día de las explosiones, Torito dijo
Simón, en shock.
-¿Eso hizo Jay?
-¿Vos sabías esto, no?-dijo Simón, dándose cuenta de la
treta de Torito-. Lo hiciste a propósito. ¡Querías que yo viera
todo lo que voy a hacer!
-Y sí, te mentí. ¡Nadie es perfecto!
Todo eso que le había hecho ver Torito fue el peldaño final
de la escalera descendente al infierno en el que se había
enterrado Simón. Esa misma noche tomó el teléfono e hizo
un llamado. A la mañana siguiente, Thiago llegó al NE por
los túneles y subió al altillo para reunirse con Simón, que lo
había citado.
-Sentate, Thiago-le pidió Simón-. Tenemos que hablar.
-¿De qué?
-Él te lo va a explicar mejor -dijo Simón, abrió la puerta e
ingresó el Profesor.
-Muy bien, muchachos..., terminemos con esto.
-¿Qué es esto? -dijo Thiago.
-Con Simón estuvimos hablando y tomamos la decisión de
poner en marcha un plan. Riesgoso, doloroso, pero
necesario -dijo el Profesor.
-Digan algo de una vez. ¿De qué plan hablan?
-De lo que vamos a hacer vos y yo para que yo no me
convierta en Jay-dijo Simón.
-Como ya te expliqué, Thiago, los viajes en el tiempo de
Jay y los míos produjeron cambios. El destino se torció, y Jay
hizo todo lo necesario para crear las condiciones para que
cuando Simón vuelva al pasado, con los años, se termine
convirtiendo en Jay. Si ustedes ahora vuelven a su tiempo,
Simón, por el estado de confusión en el que está, va a
terminar convirtiéndose en Jay, y nada de esto podrá
evitarse.
-Y si muero en este tiempo, también despertaría en el
2010, y lo mismo, nadie puede asegurar que no me
convierta en Jay.
-O sea, ¿no hay solución?-dijo Thiago.
-Sí. Hay una -dijo Simón, con gravedad-. La solución es
que yo no vuelva a nuestro tiempo. Que me quede acá,
escondido de Jay. Entonces, si yo no vuelvo, el Simón que
está en 2010 nunca se va a convertir en Jay.
-No, de ninguna manera. Vinimos todos juntos, nos vamos
todos juntos dijo Thiago.
-Ya pensamos todas las opciones y es la única, Thiago -
dijo Simón-. Es muy lindo pensar que todos podemos tener
un final feliz, pero es solo un dulce sueño. No va a haber un
paraíso para todos en esta historia, Thiago. Ustedes vuelven
a casa. Yo me quedo acá.
Un ladrillo
 
Luego de haber rescatado a Alai, todos consideraron que lo
mejor era que no permaneciera más tiempo con Tacho y
Jazmín, ya que esa paradoja podía traer consecuencias.
Además, en la guarida ahora estaba Luz, y Alai se
incomodaba con su presencia. Por otra parte, los otros Tacho
y Jazmín ya estaban recompuestos, y ayudados por Nico y el
resto de sus amigos, se habían instalado en una casa
segura y tenían muchas ganas de estar con su hija. Y Alai
tenía muchas ganas de estar con ellos. Se organizaron para
llevarla al punto de encuentro, y no hubo manera de
convencer a Tacho ni a Jazmín de que lo mejor era que la
acompañaran otros. Cuando estaban por salir de la guarida,
se les acercó Luz, que tímidamente la llamó.
-Hija... -Y enseguida corrigió. Alai... yo te prometo que voy
a hacer todo lo posible para reparar lo que hice, ¿sabés?
Voy a luchar con la Resistencia, y lo voy a hacer por vos y
por Gi. Siempre te amé con locura, y siempre vas a ser mi
hijita para mí.
-Luz, vos me robaste. Me cuidaste, me diste amor, pero
metiste presos a mis papás trece años. Dicen que hay que
perdonar, pero yo no sé, por ahora no puedo. Yo también
siento que te quiero, ¿pero cómo me puedo olvidar de que
me robaste?
-Que seas muy feliz con tus papás -le deseó Luz, y la vio
irse por la puerta de la guarida. No le importaba si ella tenía
un castigo o si Jay lograba matarla, ya estaba viviendo su
propio infierno.
Tacho y Jazmín acompañaron a Alai hasta un puerto
abandonado, donde se encontrarían con los otros. Como
llegaron temprano, se metieron en un yate para no estar tan
expuestos. Mientras esperaban, Alai los sentó, tenía algo
para decirles.
-No sé si está bien lo que les voy a pedir, pero yo, aunque
fui una nena mimada que siempre tuvo todo lo que quiso,
todas las noches me iba a dormir triste, porque sabía que en
algún lugar estaban mis papás. Ahora los encontré y ya sé
cómo fue todo. Jazmín y Tacho asintieron, con los ojos
brillosos. Los tres tenían la misma manera de llorar, dura,
contenida.-Por favor suplicó Alai-, ¿no pueden hacer algo
para evitarlo?
-No se puede cambiar lo que pasó, hermosa -le dijo Tacho.
-¿Por qué no? Por algo pasó esto, por algo nos enteramos -
insistió Alai-. A lo mejor ustedes pueden volver y evitarlo. Yo
no me quiero perder estos trece años con ustedes.
En ese momento vieron acercarse un auto. Allí venían sus
padres.
-Son ellos -dijo Tacho, tratando de mantenerse entero.
-Prométanme que van a hacer lo imposible por cambiar
las cosas, ¡por favor!
-A ver, pendeja -dijo Tacho, y le tomó la mano-. No sé lo
que va a pasar, pero te quiero decir algo. Tu mamá y yo
tuvimos una infancia muy dura, ¿sabés? A ella le mataron
los papás. A mí, mi familia me cambió por un televisor. Y
nos conocimos en un lugar horrible, donde estaban Rama.
Mar, Thiago. Todos teníamos una historia terrible. Pero ahí
aprendí algo: lo que nos pasó no se puede cambiar, pero la
historia sí.
-¿Qué estupidez decís, teñido?
-El tema no es lo que te pasó, sino cómo te contás tu
propia historia. Vos podés ver lo que te pasó de una manera
o de otra. Podemos ver que lo que pasó entre nosotros fue
una tragedia, pero también podemos ver que gracias a lo
que pasó, hoy hay un final feliz. Uno elige cómo contarse la
historia-le explicó Tacho.
-¿Me estás diciendo que me mienta?
-No, hermosa-intervino Jazmín. Te está diciendo que
aunque no puedas cambiar lo que pasó, podés cambiar tu
mirada sobre lo que pasó. Es como una canción, que tiene
su letra y sus acordes, pero mil personas pueden hacer mil
versiones distintas. Lo que importa es cuál es tu canción. Tu
manera de interpretar la historia de tu vida. Podés llorar
toda tu vida porque te separaron de tus papás y los
metieron presos. O podés estar orgullosa de ellos, porque
lucharon y dieron su libertad por vos.
-Tengo algo para ustedes-dijo Alai, secándose las
lágrimas-. Es para que lo abran después. Hagamos como
que nos vemos mañana, ¿sí?
-Chau, bonitita -le dijo Tacho.
-Chau, teñido-dijo ella, abrazándolo. Luego abrazó fuerte a
Jazmín.
-Chau, princesa -le dijo Jaz.
Los dos, muy acongojados, observaron como Alai se iba
con ellos mismos. Y, conociéndose como se conocían,
sabían la alegría que tendrían. Tacho abrió su regalo, era
una pulsera de la suerte. Se prometió que la usaría toda la
vida. Luego lanzó una carcajada estruendosa: Alai también
le había dejado una frasco de agua oxigenada.
-Tiene tu humor -dijo Jazmín, tentada.
-Abrí el tuyo, a ver qué te puso -dijo Tacho, pero Jazmín,
que se había mantenido estoica todo ese tiempo, se
derrumbó-. No, bonita, no llores. Alai va a estar bien.
-Es horrible lo que va a pasar.
-Tranquila, va a estar todo bien.
-¡No! ¡Va a estar todo mal! No me puedo imaginar pasar
mi vida presa, no puedo imaginar a mi bebé lejos de mí, de
nosotros. Es un horror.
-Gitana, no pensemos en el pasado, ni en el futuro.
Estamos acá, hoy, vivamos lo que nos toque vivir. No nos
queda otra que cantar nuestra canción.
Ella se abrazó a él llorando. Y él la llenó de besos, quería
arrancarle la tristeza con caricias, quería que ella no se
perdiera ni un instante de la felicidad que podrían tener,
ninguno de esos chubasquitos de los que hablaba Justina
siempre. Jazmín no lo recordaba, pero ellos habían tenido su
primera vez en un yate como ese. Y ahora estaban ahí,
tiempo después, ni siquiera eran los mismos, pero el amor
seguía intacto. Se miraron a los ojos y se entendieron sin
palabras. Se aferraron con desesperación a ese amor que se
tenían, por que amarse era su manera de resistir a ese
futuro aterrador que los esperaba. Empezaron a hacer el
amor, y mientras lo hacían, Jazmín volvió a tener visiones,
pero ya no premoniciones vagas, sino certezas
contundentes de quién era. La Gitana estaba de regreso.
Más tarde, cuando se estaban cambiando para irse, ella
abrió el regalo de Alai, y ambos vieron que era una llave
plateada. Nacho, Lleca y Rama ya habían despertado y
encontrado llaves; esas llaves eran como un diploma del
despertar, así había dicho Nacho. Y Tacho se iluminó:
-¿Vos... volviste, bonita?
-¡Cómo me pude haber olvidado de ese barco! -exclamó
ella, como respuesta. ¡Volví!
Thiago se había manifestado en contra del plan que
Simón y el Profesor le habían propuesto para evitar que
existiera Jay, pero prometió pensarlo. Horas más tarde, el
Profesor lo encontró en el búnker, y le preguntó si había
podido meditarlo.
-¿Por qué me dijiste que la solución era matar a Simón? Si
él muere en esta línea temporal, va a despertar en el 2010,
con la memoria de todo lo vivido acá -dijo Thiago.
-Porque te conozco, me conozco, y sé que jamás ibas a
aceptar eso. Solo te presione para que pensaras
lateralmente y pudieras encontrar alguna solución creativa.
-¿Y a vos te parece que esta es la solución?
-En teoría, sería efectiva.
-¿Fue tu idea? ¿Vos le propusiste esto a Simón?
-No, Thiago. Él me llamó, quiso saber las opciones, y él
solo tomó su decisión. ¿Qué es lo que no te cierra? -quiso
saber el Profesor.
-Supongo que lo mismo que a vos. La visión de Jazmín.
Ella me vio matando a Simón, y ya empezaron a cumplirse
sus visiones.
-Ya lo sé. Pero bueno, vos sabés que las tiene para
cambiar lo que va a pasar. La decisión es tuya, Thiago. Solo
vos podés hacerlo. ¿Qué vas a hacer?
Thiago se tomó la cabeza, abrumado.Poco después, se
reunió con Simón, que estaba esperando su respuesta.
Thiago no dejaba de mostrarse dudoso del plan. Pero Simón
estaba resuelto.
-Mirale el lado positivo, gracias a todo esto, comprendí
hacia dónde iba. Cada cosa que hacemos ahora está
definiendo nuestro futuro. Cada decisión es un ladrillo con
el que vamos construyendo nuestro destino. Imaginate que
vos ahora te hacés un tatuaje, al Profe le va a aparecer un
tatuaje, ¿no? Con cada decisión estamos haciendo al adulto
que seremos. Crecer tal vez sea darnos cuenta de eso,
Thiago, que ese paso que damos ahora nos puede llevar a
un lugar o a otro. Jay es un mal paso que voy a dar. El Profe
es un buen paso que vas a dar. Y yo creo que me merezco
algo mejor que ese futuro, ¿no?
-Obvio, Saimon -dijo Thiago, conmovido. Pero...
-Hoy tengo los ladrillos en la mano, Thiago. Y puedo
construir un castillo o una cárcel. Decime, el Saimon con el
que jugabas a los soldaditos a los cuatro, o el de quince con
el que salías a bailar, el Saimon con el que te ibas de
vacaciones a la costa, ese Saimon ¿merece terminar siendo
Jay?
-No.
-Entonces, me vas a tener que ayudar.
Finalmente, Thiago asintió, llevarían adelante el plan de
Simón. De todas maneras, debía ser Thiago el que
pergeñara los detalles sin revelárselos, ya que todo lo que
Simón sabía o vivía se convertía en un recuerdo para Jay.
-Tenemos que hablar con todos, ¿no? -dijo Simón.
-Sí, pero bañate, afeitate y cambiate de Saimon otra vez,
que vuelva Simón, por favor.
Simón sonrió y fue al cuarto, se quitó la ropa del uniforme
de guardia civil y entró a ducharse. Thiago hizo lo propio y
cuando se estaban afeitando, Simón lo miró muy serio y le
echó un chorro de espuma. Thiago respondió y comenzaron
una guerra con todo lo que encontraron en el baño. Otra vez
eran dos niños inmaduros jugando. Así los encontró Mar,
que últimamente se sobresaltaba por todo y todo la
angustiaba demasiado o la alegraba demasiado. Esto que
vio la aterró demasiado.
-¡La bucanera de tu hermana, perchos! ¡Repitieron la
visión!
Mar y Thiago se miraron inquietos, ya se habían cumplido
todas, quedaba solo una, y ambos sabían cuál era.
-¿Y ahora qué pasa? -dijo Mar-. ¿El Apocalipsis?
-No va a pasar nada-intentó tranquilizarla Thiago-,
ayudame a llamar a los chicos, tenemos que hablar todos.
Más tarde, se reunieron todos en el búnker, y los que no
pudieron llegar estuvieron presentes por teléfono o por
handy. A la única que no pudieron ubicar fue a Esperanza.
Todos estaban intranquilos, no les daba mucha confianza
Simón.
-Yo sé que les di motivos a todos para tenerme miedo
comenzó él-. Alguno me odiará y tienen razones para no
confiar en mí, porque hice cosas horribles. Lo que no saben
todos es que yo, en el futuro, me voy a convertir en Jay.
Hubo un gran estupor entre todos los que no sabían ese
dato, y un nuevo asombro cuando Simón afirmó que Thiago
se convertiría en el Profesor, sobre todo, en Mar, que tuvo
un pantallazo de cómo sería su marido en el futuro.
-Algunos lo sabían, otros lo adivinaron-continuó Simón-,
pero sí, Jay es Simón Arrechavaleta a los sesenta años. Ayer
Torito me abrió los ojos y me hizo ver algunas de las cosas
terribles que Jay va a hacer, que yo voy a hacer -dijo
mirando a Sebastián. Me voy a convertir en el monstruo que
todos combatimos. Y por mí y por todos ustedes, no puedo
permitirme eso. Necesito que me ayuden a resistir.
Pero las palabras de Simón no conmovían a nadie, todo lo
contrario, generaban desconfianza. Esa dualidad de Simón
había crecido hasta el paroxismo. Un día los ayudaba a huir,
al siguiente, los cazaba y los conectaba a una máquina
infernal.
-Muchachos -intervino el Profesor-. Tienen que entender
que están ante un joven que sabe en qué se va a convertir.
La mayoría de ustedes no saben qué será de sus vidas, pero
todos están en ese momento en que empiezan a tallar el
adulto que serán. Y Simón está en esa lucha, resistiéndose,
intentando torcer su destino. No sé ustedes, pero yo, a su
edad, no le hubiera soltado la mano a un hermano que
necesita ayuda.
-¿Qué es lo que querés que hagamos. Simón?-le preguntó
Rama, compasivo.
-Que me dejen resistir con ustedes-suplicó Simón, con los
ojos brillosos-. Quiero volver a ser parte de la Resistencia.
Lo aceptaron de regreso, y Simón fue con ellos a hacer la
Intervención Creativa que habían armado: todos juntos
fueron al muro a pegar fotos de las personas que había
matado o detenido ilegalmente el Gobierno.
Esa noche, el Profesor estaba buscando algo de comida
real en la heladera del NE cuando recibió un llamado.
-¿Vos los mandaste a hacer eso en el muro? -preguntó Jay.
-Es su lucha, no la mía. Quieren derribar el muro, no los
culpo -dijo el Profesor.
-Sacalos, Thiago-dijo Jay.
-Te pasa que de pronto tenés recuerdos nuevos, ¿no?
Porque esto que están viviendo ni vos ni yo lo vivimos.
Están cambiando el destino, y seguro recordaste esa charla
que hoy tuvieron Thiago y Simón. Es maravilloso de pronto
descubrir un nuevo recuerdo. Es increíble cómo se
construye la vida, ladrillo a ladrillo, como me dijiste hace
tantos años, Simón.
-Veo que lo que no cambia es tu tendencia a la bajada de
línea, a ese discurso trillado.
-Pensá en por qué te molesta ese discurso. Decime, ¿no
extrañás a Simón? ¿No tenés unas ganas desesperantes de
tirar a la basura toda esta locura, Jay? Largar todo y, no sé,
irnos juntos a hacer algo... Ya no estamos en edad de
bolichear, además yo ganaría mucho más que vos, y eso te
jodería. Pero vayamos a pescar. No te das una idea de lo
que extraño a Simón -dijo el Profesor, sensibilizado.
-Va a correr sangre, Thiago, lo sabés.
-Sí, lo sé, Simón. En definitiva, cada uno tiene la vida que
se construyó. Que disfrutes tu infierno, yo, al menos tengo
la esperanza de saber que todavía está ese Saimon de
veinte que no quiere esa vida para sí. ¿Escuchaste lo que
dijo Simón hoy en el acto en el muro? «La Resistencia busca
torcer el rumbo de algo que va directo al abismo». Eso dijo,
eso dijiste. El abismo SOS VOS.
-Sí, sí, ahora mismo estoy recordando cómo les hice creer
que era uno más de la Resistencia. Qué ingenuidad, ¿no?
-Ingenuidad es la tuya. Gracias a vos, ellos están
cambiando el destino.
-Thiago, sabés que moviendo nuevas piezas el destino
puede cambiar, ¿no? Por ejemplo, ¿qué pasaría si muere
Esperanza? Sería una gran paradoja para esta historia que
existiera un mundo sin Esperanza, ¿no? -dijo Jay y cortó.
Thiago estaba llegando al búnker por los túneles cuando
se encontró a Luz sentada en la penumbra.
-¿Qué hacés acá? -preguntó extrañado.
-Pienso. Se ve que en este tipo de lugares me siento más
contenida y pienso mejor. Me tienen que juzgar, Thiago.
-Esa no es la prioridad ahora. Antes tenemos que derribar
el muro.
-No lo pido para lavar mis culpas, sino porque yo fui la
cara visible de la Corporación, y aunque nosotros sepamos
que acá el villano es Jay, la gente no lo conoce, Jay no existe
para ellos, es un concepto. Y ustedes, como la Resistencia,
no se están oponiendo a nadie en concreto. Para la gente,
ustedes atacan un estilo de vida.
-¿Y necesitamos un enemigo para que nos crean?
-Y ese enemigo soy yo. Me tienen que juzgar y en ese
juicio tiene que quedar expuesta la cara siniestra contra la
que luchan.
Thiago la miró, pensativo, lo que Luz planteaba era una
manipulación, pero en definitiva sería necesaria para
desbaratar otra gran manipulación. De pronto, ambos
sintieron cómo todo empezaba a vibrar. Y aunque los dos
estaban acostumbrados a esos temblores, allí abajo eran
atemorizantes, sentían que la casa se les iba a caer
encima. 
Thiago corrió hacia el altillo, los temblores siempre tenían
que ver con el reloj, y allí estaba el Profesor, frente al
mecanismo que emanaba una luminosidad iridiscente.
-¿Qué pasa, qué hiciste? -preguntó Thiago.
La luz rojiza del reloj se volvió bien blanca, y luego todo
cesó. Simón también había llegado corriendo, y ambos
vieron con sorpresa que sobre el mecanismo del reloj habían
aparecido siete cerraduras.
-¿Y esas cerraduras? -preguntó Thiago.
-Eso significa que llegó la hora de volver a casa,
muchachos. Es así, estuvieron en este tiempo más de lo que
deberían haber estado. Ya es hora de volver.
-¡Pero no terminamos de hacer lo que tenemos que hacer!
No podemos volver ahora.
-Eso no lo deciden ustedes, Thiago. Así como el reloj los
trajo, los mandará de vuelta.
Simón se angustió, porque esa inminencia del regreso
precipitaba la despedida.
-Muchachos, avisenles a todos que llegó la hora de volver.
Que cada uno arregle sus asuntos recomendó el Profesor.
Cuando Melody y Teo se enteraron de la noticia, surgió
una angustia que venían tratando de evitar. Teo era de ese
tiempo y Melody debía volver. La gran incertidumbre era
qué pasaría con Amadito, que era hijo de esa paradoja.
Melody estaba aterrada de que cuando ella regresara, su
hijo quedara en el 2031. Le hizo jurar a Teo que si eso
ocurría, lo cuidaría con su vida. Rama y Kika tenían la
misma angustia, y ya la habían atravesado un año antes,
aunque Camilo, en aquel momento, les había dicho que
quizás Kika podría viajar con Rama.
Mar tenía una angustia muy particular, porque con la
aparición de las cerraduras en el reloj, quedaba claro que
esa sería la manera del regreso. Así como habían viajado al
futuro abriendo un libro de siete candados, ahora
regresarían al pasado abriendo siete cerraduras. Todo eso se
lo explicó Thiago, porque Mar seguía sin recordar ni una
anécdota insulsa de su vida pasada. Todos despertaban y
encontraban su llave, incluso Valeria había recordado de
una manera muy particular. Para evadirse de la angustia
que le generaba Simón, Valeria se había puesto a escribir
historias, y un día Rama descubrió que todo lo que escribía
había pasado, es decir, Valeria estaba escribiendo
recuerdos. Y así fue como la Gata recuperó su identidad.
Escribió febrilmente durante días, y mientras escribía,
recordó su niñez, su adolescencia, el día que conoció a
Rama, sus primeros días en el Hogar Mágico, su gran amor
con Rama, su tristeza cuando lo perdió, el día en que Simón
le salvó la vida y se enamoraron. Cada vivencia fue
renaciendo a medida que la escribía. No había encontrado
su llave, pero era obvio que el diploma estaba en camino.
Todos eran muy creativos para recordar, menos Mar. Thiago
notó su angustia e intentó consolarla.
-No aguanto más este zurcido en la panza. Todos
despiertan y yo ni mi segundo nombre recuerdo. -Y, por la
mirada de Thiago, se dio cuenta de que no tenía-. ¿Ves?
¡Estoy harta! Soy la Bella Durmiente, quiero que sean las
doce y esta carroza vuelva a ser calabaza.
-Estás mezclando cuentos -dijo él, sonriendo. No lo
podemos forzar, ya va a ocurrir.
-Me quiero despertar, necesito mi llave, es mi ticket.
Quiero viajar con vos, con todos, quiero volver a ser yo, no
me puedo quedar acá y sola. ¡Necesito mi llave! Y de
pronto, él se quedó mirando la llave que colgaba del cuello
de Mar.
-¡Esta es tu llave, Mar! -dijo él, fascinado.
-No, esta es la que me la regalaste vos, percho, es la que
fue y vino mil veces.
-¡Sí! ¡Y esta es tu llave! ¡La tuviste siempre con vos!
-Pero yo no recordé... -dijo ella, confundida.
-Ya lo vas a hacer. Pero confiá en mí, esta es tu llave para
volver a casa.
Ella quiso emocionarse, pero no pudo. Aún necesitaba
despertar. Y cierto libro que encontró en la guarida quizás
era la solución. Revisando entre unas cosas que había
dejado el Profesor allí, encontró un libro llamado Casi
Angeles, la isla de Eudamón. Apenas empezó a leerlo, se dio
cuenta de que eran las mismas historias del blog de Hope,
las mismas anécdotas que los «despertados» comentaban
entre «despertados», dejándola afuera. Ese libro era su
historia, y se encerró a leerlo con fervor.
Luca y Tacho advirtieron que el Profesor les hacía señas
desde la planta alta del NE, y como no entendían qué les
quería decir, subieron.
-¿Estás jugando a digalo con mímica?-preguntó Tacho.
-Pero no se dan cuenta de que los estoy llamando? No
quiero que los demás se enteren. Jay tiene a Hope.
-¿Qué?-dijeron a dúo Tacho y Luca.
-Shh, nadie más lo puede saber. Se van a poner como
locos y no podemos dejar de lado el plan. Falta muy poco
para la vuelta, y antes de irse hay que derribar el muro.
-¡Vos estás de la gorra! -dijo Tacho-. El enfermo tiene a
Hope ¿y pensás que vamos a seguir haciendo
manifestaciones?
-No seas básico, Tachito, lo que estamos haciendo es más
que una manifestación. Vamos a derribar ese muro de una
buena vez. Justamente, Jay quiere distraernos, embarrar la
cancha, por eso secuestró a Hope. Así que mientras ellos
avanzan con el muro, nosotros tres rescatamos a Hope,
¿estamos?
-Está bien. ¿Tenés un plan? -preguntó Luca.
El Profesor, por supuesto, tenía uno. Les contó que Nina
había llevado a Rose, la hija de Jay, a una casa segura, pero
que había tenido que devolvérsela a su padre porque la
chica había tenido una crisis, su estado de salud era muy
delicado, y Nina no sabía cómo ayudarla. En ese momento,
la gente de Jay estaría yendo a buscar a Rose; siguiéndolos,
llegarían hasta Jay, y por consiguiente, a Esperanza. Así lo
hicieron, y como el Profesor había presagiado, los guardias
fueron a buscar a Rose y la trasladaron a una casa. Los tres
permanecieron escondidos en un galpón a unos metros de
la casa, esperando a que Jay apareciera.
-Bueno, ahora esperamos -dijo el Profesor, que ya estaba
improvisando algo para hacer fuego y cocinar.
-Vos sos increíble -protestó Tacho-. En este momento Hope
puede estar hecha brochette, y nosotros acá «esperando».
-Jay la tiene solo para presionarnos cuando intentemos
tirar abajo el muro, no le va a hacer nada. Además Hope
está protegida.
Esperaron durante horas, hasta que, por fin, vieron
aparecer a Jay. Luca ya quería entrar en acción, sin
embargo, el Profesor indicó que debían seguir esperando.
Eventualmente, Jay los llevaría hacia Hope. Pero había cosas
que no cambiaban nunca, como la tendencia de Thiago, o el
Profesor, a pergeñar planes, o los impulsos de Tacho, o los
arrebatos de Luca. Otra cosa que no cambiaría nunca era la
costumbre de Tefi de arruinar los operativos. Llamó a Luca
durante la noche, mientras vigilaban a Jay, con una
revelación que acababa de tener.
-Negri, me acabo de dar cuenta de una cosa terrible.
¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Palo, Palomita, mi falsa
hermana... ¡es nuestra hija, gordo!
-¿Eh?
-Está clarísimo: Alai, hija de Tacho y Jaz, Nerdito, mío y de
Nach, y Paloma, mía y tuya. Tiene tus ojos, tu mirada.
-No, Flaqui, los padres de Paloma eran una maestra y un
guía de pesca. Yo ni sé pescar y a vos no te veo como
maestra.
Pero como Luca le dijo que ahora estaba ocupado y no
podía hablar, ella, que era Nick Rivers, se dio cuenta de que
algo ocultaba, y le pidió dos favores a Jony. Uno, que le
hiciera un ADN con Paloma, ella no sabía si en algún
momento no sería maestra. Y el otro, que rastreara al Negri,
porque la que se había quemado con Terra, escuchaba un
«ahora no puedo» y lloraba. Una hora más tarde, Tefi entró
al galpón donde se ocultaban; trastabilló con sus tacos,
pegó uno de sus gritos y alertó a los custodios de Jay, que
los atraparon de inmediato. Pocos minutos después, un
matón llevó al Profesor hasta la habitación de Jay, que
estaba en penumbras, recostado en su cama. Se lo veía por
lo menos diez años más viejo de lo que era.
-Nos descubriste-dijo el Profesor, resignado-. Tendrías que
agradecerle a Tefi y a sus tacos. ¿Viste? Algunas cosas no
cambian nunca...
-Murió Rose -dijo Jay, repentino.
El Profesor lo miró condolido, y se sentó junto a él. No era
que no supiera esa noticia, era algo que ya había ocurrido
para él, sin embargo, no dejaba de ser triste la muerte de la
hija de su amigo.
-Otra vez murió mi hija, Thiago -dijo Jay, con los ojos
blancos inundados de lágrimas-. Haga lo que haga, no la
puedo salvar.
-Fue un accidente, Simón, perdonate de una vez. No
podés volver al pasado una y otra vez. No podés cambiar
algo que ya pasó. Como no podés cambiar lo de Octavio,
por más que vuelvas todo el tiempo en tu cabeza a ese
momento.
-¿Cuándo deja de doler, Thiago? Tengo sesenta años y
sigo llorando por mi hermano que murió hace más de
cincuenta.
-Dejalos ir a los dos, Simón. Ese dolor te está matando.
Jay lloró amargamente varios minutos. Y Thiago, como
tantas veces, estuvo allí para contenerlo. Después de todo,
esa era la amistad que él había construido ladrillo a ladrillo.
No iba a soltarle la mano a Simón, aunque ahora fuera su
peor enemigo.
Lo que no se puede cambiar
 
Mientras el Profesor estaba con Jay, a Tacho, Luca y Tefi los
mantenían custodiados los guardias. Los liberaron cuando
regresó el Profesor, que les informó que Jay se había ido y
que en esa casa no había ni noticias de Hope. Así que se
dividieron: el Profesor se fue con Tacho, y Luca se fue con
Tefi, que estaba decidida a reivindicarse, Nick Rivers no
sería la causante de la viudez de su hijo. Luca aceptó ir con
ella, pero le pidió que hiciera todo lo que él decía. Sin
embargo, eso sería imposible. Caminaban por la calle,
cuando Tefi vio una publicidad, se leía «Clases de danza,
¿qué esperás?». Y abajo, una dirección.
-Esperanza está ahí-declaró Tefi, segura-. ¡Es una señal!
Cuando Juan Cruz secuestró a Hope, la Morci me contó que
la encontraron siguiendo señales.
-¿Qué señal ves en ese cartel que nos lleve a Hope,
Flaqui?
-Negri, ¡está clarísimo! «Esperás» más «danza», ¿qué da?
-Esperasdanza.
-Bueno, hay que ayudar un poco a las señales también,
esperasdanza, Esperanza...
Pero aunque Luca le dijo que debían seguir otro tipo de
técnicas de rastreo, Tefi se obstinó en seguir sus señales, y
él la siguió, más que nada para no dejarla sola. Fueron a la
dirección del cartel, pero la escuela estaba cerrada. Al lado
había un bar, y ella vio en un televisor imágenes de
disturbios y un zócalo que rezaba: «Crisis gubernamental»,
y Tefi lo interpretó como otra señal, debido al «No hay tal
crisis» que Hope siempre repetía. Entró al bar y otra señal le
confirmó que iba por el buen camino, casi todos los clientes,
incluido el mozo, todos, tenían rulos.
-¿Y?-dijo Luca.
-Ay, gordo, ¡qué lento estás! «El rulo siempre vuelve».
Está clarísimo, Hope está cerca.
Luca se quedó con ella, sabía que era todo un desatino,
pero no podía dejar de amarla. Pasaron una hora allí, Tefi no
volvió a ver señales, y se deprimió.
-Es muy tierna tu intención, Flaqui, pero no tiene sentido,
dale, acá no hay ninguna señal.
Ella lo aceptó, se paró y encaró hacia la salida. El mozo los
detuvo.
-¿Se van?
-¿No deberíamos? - preguntó rápida Tefi, que quería seguir
viendo señales.
-Sí, pero antes tienen que pagar la cuenta.
Y en ese momento recordaron que no tenían dinero. De la
vergüenza que sintió, Tefi se ofreció a lavarle las copas, y
pasó del otro lado del mostrador. Allí, bajo la caja
registradora, vio el monitor de una cámara de seguridad,
que mostraba un sótano, posiblemente el de ese mismo
lugar, donde estaba Esperanza, atada y amordazada.Tefi
apenas pudo disimular su emoción, y el orgullo que le dio
que Nick Rivers hubiera resuelto el misterio. Cuando el
mozo se alejó, le dijo a Luca lo que había descubierto, y él
comprobó, azorado, que era cierto. Bajaron al sótano y
juntos liberaron a Esperanza. En el NE, todos se
sorprendieron al ver aparecer a Luz en la explanada, donde
se había montado un tribunal. Un juez, con el que Luz había
arreglado previamente, ya estaba en el estrado. No se
trataba de un juicio con validez jurídica, pero sí tendría una
carga simbólica y sería transmitido por todos los portales.
Luz ocupó su lugar en el banquillo de los acusados, y todos
los chicos se acercaron, intrigados.
-Damos inicio al juicio popular contra la señora Luz
Inchausti, acusada de negligencia, mal desempeño de sus
funciones, abuso de poder y crímenes de lesa humanidad.
Sobre esta acusación, ¿cómo se declara la acusada? -
preguntó el juez.
-Inocente-dijo Luz, altanera y prepotente, como antes.
Mientras la parte acusadora se preparaba para comenzar
con el juicio público, los chicos se acercaron a Luz para
preguntarle qué estaba haciendo.
-El juez está retirado -dijo Thiago-. La Corporación salió a
decir que no los representás, y que este juicio no es para
nada vinculante.
-Chicos, es un juicio de conciencia. Nuestra Constitución lo
prevé. Que no sea vinculante, no quiere decir que no sirva
para algo -dijo Luz.
-Para lavar tu imagen sirve, por eso te declaraste inocente
-dijo Mar.
-No, chicos. Voy a ser la de siempre. Voy a ser la cara
visible del aparato represivo de la Corporación, y así van a
demostrar las cosas atroces que hice. Déjenme hacer esto,
por favor, les prometo que hoy van a derribar ese muro.
Los chicos tenían sus dudas, pero la dejaron seguir
adelante. Y tal como había anticipado, ante las acusaciones,
Luz, que se representaba a sí misma, comenzó a defender
cada acción de gobierno con convicción y contundencia.
Justificó la necesidad del muro como medida de seguridad y
argumentó que todas sus decisiones fueron tomadas
pensando en el bienestar de la gente.
-Acá existió y existe una guerra, y yo, como jefa de
Ministros, actué en consecuencia. Y en una guerra no hay
tiempo para negociar, es nuestra vida o la de ellos. Mi gente
o esos subversivos. Y elegí a mi gente. Ahora ellos quieren
derribar ese muro, ¿no se preguntan para qué? ¿Qué harán
esos salvajes cuando derriben el muro?
Luz, con su oratoria impecable, era convincente, pero
luego comenzaron los testimonios y las pruebas en contra.
Llegaron Tacho y Jazmín, los de cuarenta, y contaron el
horror al que los habían sometido. Luego se sentó Teo y
contó en detalle el proceso de reseteo que le habían
aplicado a él y a la mayoría de los habitantes de la urbe, y a
su declaración la acompañó de todas las pruebas que
tenían, ya que la Corporación documentaba todo. Se pudo
ver cómo habían capturado a Teo, cómo lo habían reseteado
y lo habían convertido en un guardia civil. Luz fingió
indignarse, e intentó oponer argumentos a las acusaciones,
pero los testimonios se multiplicaban, y cada nuevo alegato
descubría un nuevo aspecto de la maquinaria de terror que
había dirigido Luz. Declaró René, como mano derecha de
Luz, y confesó la enorme cantidad de delitos que habían
cometido. Por primera vez, alguien habló públicamente del
protocolo que habían aplicado un año antes, y todos los
habitantes de la urbe comenzaron a horrorizarse. Se
sumaron todos los chicos, cada uno dio su testimonio.
Valeria contó cómo fue cazada por su propio marido, al que
habían cooptado, y cómo la habían transformado en otra
persona. Thiago contó cómo los habían perseguido,
construyendo una historia falsa, acusándolos de crímenes
que no habían cometido contra personas que ni siquiera
existían. Melody relató el secuestro de su hijo y lo que
habían hecho con él y con otros bebés. Mar contó que le
habían dado un químico para hacerla pasar por muerta para
capturar a Thiago. Jazmín transmitió la desolación que había
sentido el día que despertó y le dijo a la gente, que seguía
el juicio con atención, que ese vacío que seguramente
sentían se debía a que también a ellos los habrían
reseteado. Kika contó cómo la habían mantenido dormida
durante meses para extraerle información. Se presentó Nina
y contó el delito que había cometido Luz con ella y su
hermana, al apropiarse de ambas. Y también declaró Simón.
Contó que era un rebelde al que habían cazado y convertido
en soldado, relató la desesperante sensación de ser víctima
y victimario a la vez, y apuntó al señor Jay, ese fantasma
del que nadie hablaba.
Se produjo un profundo silencio en todo el campus, y el
juez, consternado, retomó la palabra.
-Toda esta gente dio su testimonio, aportaron pruebas.
¿Qué responde a las acusaciones que acabamos de
escuchar?
-Nada dijo Luz, arrogante.
-¿Qué tiene para decir sobre los reseteos, señora
Inchausti? -preguntó el juez, ofuscado. ¿Es verdad que
privaban a las personas de su identidad, de su historia?
¡Conteste! ¿Usted se metió en la cabeza de esta gente, de
ellos, de nosotros?
-¡Sí, sí, sí! -estalló Luz-. ¡Es verdad! Era lo que había que
hacer, lo hice por el bien de todos. La gente necesitaba un
cambio radical. Las personas se estaban volviendo
autodestructivas, necesitábamos reprogramarlas. ¡Los
mejoramos! Aniquilamos esas identidades mediocres que
traían, que los hacían infelices, y las reemplazamos por
otras, más eficaces, más positivas, los llenamos de virtudes,
de capacidades, ¡les dimos un mundo feliz! ¿De qué se
quejan? -bramó. ¡Las gracias me tendrían que dar! ¡No
merecen ni la vida que les inventé! Luego de su exabrupto,
no hizo falta que el juez dictara sentencia. De manera
espontánea, todos los habitantes de la urbe salieron de sus
casas y caminaron hacia el muro. EI NE se fue vaciando,
mientras Luz permanecía en su lugar, incapaz de moverse.
Había hecho su último sacrificio, sobre todo, por sus hijas.
Después del horror, solo le restaba mirar cómo todo iba
cayendo lentamente. Había construido un muro tan alto que
se había convertido en su cárcel, y desde allí, solo se podía
caer. Y ahora, luego de que había mostrado la verdadera
cara del horror, el resultado era que, con su caída, también
caía el miedo y el sopor en el que vivían. Todo lo falso, lo
que estaba construido sobre mentiras, el engaño, los
secretos y la manipulación, todo estaba cayendo
lentamente. Y también caía el silencio.Torito estaba
esperando a todos en el muro y cuando llegaron, llamó a los
cinco TeenAngels y les pidió que cruzaran del otro lado con
una escalera. Se encontraron con un escenario que habían
preparado, con cinco micrófonos. Los cinco se subieron y,
luego de mucho tiempo, volvieron a cantar juntos, al tiempo
que el resto de sus amigos, junto a cientos de personas,
comenzaron a golpear el muro con martillos, con picos, con
lo que tenían. Dos camionetas de la Guardia Civil llegaron al
NE y se llevaron detenida a Luz, y mientras caía en el pozo
profundo y oscuro que ella misma había cavado, también,
por fin, caía el muro.
El Profesor estaba en el galpón vacío, con Luca y Tacho,
esperando a que apareciera Jay, para tratar de llegar a
Hope. De pronto, sintió una especie de déjà vu y se puso
pálido.
-¡Lo volvió a hacer! Nos tenemos que ir de acá, ya.
-¿Qué te pasa? -preguntó Tacho.
-Jay volvió a viajar en el tiempo, lo sé, porque esto es lo
que siento cada vez que el viaja a intentar cambiar algo. Y
si quiere cambiarlo es porque es algo malo para él y bueno
para nosotros.
-¿Y entonces qué hacemos? -preguntó Tacho.
-Si algo aprendí estos años es que cuando él hace esto, yo
no tengo que intervenir porque el destino siempre intenta
cumplirse. Hay que dejar que el destino haga lo suyo para
que Jay no pueda cambiar lo que no se puede cambiar.
¿Está claro?
El Profesor tenía razón, Jay había viajado al pasado y
había cambiado tres hechos. Había recuperado antes a Rose
y aún la mantenía con vida, alertó al mozo del bar donde
tenía secuestrada a Esperanza para que la cambiara de
lugar y cuando Luz se presentó en la explanada del NE para
ser juzgada, un grupo de guardias la detuvo para evitar el
juicio y, de esa manera, evitó la caída del muro. Sin
embargo, como había dicho el Profesor, el destino buscaba
su cauce. Mientras se llevaban a Luz, ella le avisó a Thiago
que, previendo que algo así pudiera pasarle, había dejado
su testimonio grabado. Los chicos lo pusieron al aire, era
una confesión completa de todo lo que había hecho: las
mismas cosas que se habían dicho en la otra línea temporal,
Luz las había dejado grabadas. Su testimonio impulsó a
todos a dar el suyo, y lo que Jay había querido evitar, igual
se cumplió. Los alegatos provocaron una indignación
popular, las calles se llenaron y el muro terminó cayendo,
otra vez. De igual manera, por azar, Tefi siguió a Luca,
desconfiada, y en esa búsqueda, terminó divisando a Hope,
cuando el mozo del bar la trasladaba. Juntos la rescataron y
huyeron los tres, hacia el muro, donde estaban todos
festejando y cantando su caída. Y, tristemente, Rose volvió
a morir.
El Profesor estaba en el galpón vacío, con Luca y Tacho,
esperando a que apareciera Jay, para tratar de llegar a
Hope. De pronto, sintió una especie de déjà vu y se puso
pálido. La situación volvió a repetirse más o menos como
antes, y esa repetición le produjo un nuevo déjà vu, que le
indicó que no era la primera vez que Jay intentaba cambiar
algo. Esta vez, Jay ordenó al mozo que cerrara el bar, que se
quedara vigilando y que matara a cualquiera que se
acercara al lugar. Volvió a mandar a detener a Luz, y cuando
los chicos estaban por poner al aire la confesión grabada,
Jay llamó a Thiago y le advirtió que si lo hacía, mataría a
Esperanza. Thiago no sabía que ella estaba secuestrada, y
no se dejó amedrentar, pero Jay le hizo escuchar a Hope.
Thiago estaba acorralado. Sin embargo, Nick Rivers estaba
caminando con Luca por la zona del bar cuando su taco, que
había arruinado tantos operativos, se rompió. Al tratar de
arreglarlo, escuchó los gritos de Esperanza, que estaba
encerrada en el bar. Luca se puso alerta, irrumpieron en el
bar, sorprendieron al mozo y volvieron a liberar a
Esperanza. Cuando Thiago supo que ya no corría peligro,
subió la confesión; entonces, Jay ordenó a sus soldados que
detuvieran a los activistas. Los mismos testimonios que
antes habían dado sentados frente a una cámara, ahora los
dieron a los gritos cuando se los llevaban detenidos, frente
a las cámaras. Esa violencia causó la misma sensación: la
gente se indignó y salió a las calles, caminaron hacia el
muro espontáneamente y, una vez más, lo hicieron caer. Y
Jay tampoco pudo evitar la muerte de su hija.
Estaban todos en el NE, Jay les acababa de decir que tenía
secuestrada a Hope y los presionaba para que no pasaran la
confesión de Luz. Y el Profesor, que estaba con ellos, volvió
a sentir el déjà vu, con mayor intensidad. Se dio cuenta de
que estaba ocurriendo algo importante que Jay se estaba
obstinando en cambiar. Thiago se debatía qué hacer, y el
Profesor intervino. Dejame a mí, Thiago dijo y le sacó el
celular-.
-Simón, estás intentando una y otra vez cambiar algo,
¿pero qué? Es el muro, ¿no? Está por caer y estás
desesperado por impedirlo. Estás extenuado, ¿no te das
cuenta de que se terminó? Pasó otra vez, ¿no? No pudiste
salvar a Rose, estás furioso y querés destruir todo. Es eso,
¿pasó otra vez?
Jay estaba hundido en un sillón, llorando, era un hombre
frágil, arrasado.
-Ella es mi rosa, Thiago, mi florcita.
-No podés hacer nada, Simón. No podés cambiar lo que no
se puede cambiar. Mil veces intentaste volver al día del
accidente y nunca pudiste. Podés ir al tiempo que quieras,
menos a ese día. ¿No te preguntaste por qué? Dejá al
tiempo en paz, terminá esto de una vez. ¿Querés volver
atrás? Entonces volvé a este Simón que tengo enfrente-dijo
el Profesor y Simón lo miró, conmovido-. A él tenés que
volver, al que todos amamos. Tal vez así puedas salvarla,
quién sabe. ¡Acordate por qué te dicen Jay, por Dios!
Todos los chicos estaban a su alrededor muy intrigados.
Thiago y Simón se miraban, era muy extraño para ellos
presenciar la conversación de sus versiones de sesenta
años.
-¿Recordás quién te empezó a decir Jay?, ¿no? Rose no
tenía ni tres años y vos te obstinabas en enseñarle a hablar
en francés. Querías enseñarle a pronunciar «J'ai» y a ella no
le salía -recordó el Profesor, emocionado, y decía «Shei».
Ella te seguía diciendo «shei» y vos insistías, e insistías,
para que dijera «J'ai». Te hiciste llamar como te decía tu
hijita, y en nombre de ella hiciste todo este desastre. Tenés
que volver a ese Simón que le enseñaba francés, a él sí que
podés volver. Y aceptá que sea lo que fuere que quisiste
evitar hoy va a ocurrir.
Jay no dijo nada más, entonces los chicos siguieron
adelante. Pasaron la confesión de Luz, dieron sus
testimonios, Nick Rivers volvió a rescatar a Esperanza, y el
muro cayó. Definitivamente. Y mientras todo eso ocurría,
Thiago y Simón, los viejos amigos, siguieron hablando.
-Nadie nos dijo cómo sería, Simón. Pero tal vez la vida se
trate de encontrar la fuerza para cambiar las cosas injustas
que nos tocaron en suerte. Para torcer un destino
desfavorable. Y por el otro, tener la templanza para aceptar
aquello que no se puede cambiar. Es como con Octavio, por
más que tu culpa te lleve una y otra vez a ese día, no se
puede cambiar lo que no se puede cambiar. Queriendo
cambiar tu destino, cambiaste el nuestro. Y el destino se
obstina porque hay cosas que deben ser como son. Hay
muros que no podemos cruzar. Hay que aceptarlo. Y hay
otros que necesitan ser derribados. También hay que
aceptarlo -dijo el Profesor, al tiempo que veía por televisión
las imágenes que recorrían al mundo del muro cayendo.
La fiesta popular duró varias horas. Todo el perímetro del
muro fue derribado, y el hecho repercutió en muchas otras
urbes. Los chicos estaban exultantes, regresaron al NE,
pusieron música y bailaron. Buscaron pinturas y
comenzaron a llenar de colores el lugar. Incluso los chicos
que antes se habían enfrentado a ellos y que habían sido
partidarios del NO estaban emocionados con la caída del
muro, y Cecilia, la más aguerrida defensora del muro, había
tenido su despertar viéndolo caer. El suyo no fue un caso
único, miles y miles de personas tuvieron el mismo efecto,
comenzaron a recuperar sus verdaderos recuerdos a partir
de la caída del muro. Eso era algo que los alegraba, pero
también los dejaba en una completa perplejidad. El Profesor
recorrió cada sector del Mandalay, feliz, viendo la felicidad
de esos jóvenes. Subió al altillo y desde ahí echó un último
vistazo al campus del Mandalay. Abajo todo era fiesta. ¡Qué
felices habían sido en ese lugar! Tomó una pava eléctrica y
se preparó un té, con un saquito de los de Cielo, que llevaba
en el bolsillo. Entró Thiago a buscarlo para ir a festejar, vio
el té y comprendió.
-¿Te vas?
-Y.... estuve bastante tiempo acá, ¿no? Ya está, ¡lo
lograron! Hoy, cuando hablaste con Jay, le dijiste que tiene
que aceptar lo que no se puede cambiar, y yo pensaba: lo
que estamos haciendo nosotros, ¿no es lo mismo? ¿No
estamos intentando cambiar algo que pasó? ¿Algo que tal
vez no se puede cambiar?
-Lo que pasó no era el destino, era un error y nosotros
intentamos corregirlo.
De pronto, se abrió una ventana de videollamada en la
computadora, y ambos vieron a Jay con sus gafas, una
imagen espectral.
-Qué tiernos, las dos versiones de Thiago, los dos igual de
patéticos, una vida dedicada al patetismo. Los felicito.
Derribaron el muro, parecía imposible, pero lo hicieron. Sin
embargo, como bien dijiste, Thiago -y aclaró, al profesor de
Filosofía le hablo, hay cosas que no se pueden cambiar.
Thiago y el Profesor comenzaron a sentir una vibración
extraña, no de las que producía el reloj, sino una que venía
de afuera. Y un ruido inquietante. -Es una gran verdad-
continuó Jay-. «Aceptar lo que no se puede cambiar».
Deberían aceptar que yo tampoco puedo cambiar, ni Simón
podrá cambiar. Yo lucho hasta el final, y el final es algo que
decido yo.
Los que estaban en la recepción vieron por televisión
cómo los soldados habían empezado a reprimir a toda la
gente que estaba en el perímetro festejando la caída del
muro, y los que estaban en el campus vieron, con horror,
unas bolas incandescentes en el cielo; parecían cometas,
pero no lo eran. Se abrió la puerta y entró Mar, aterrada por
los ruidos y la vibración. Los tres se miraron, paralizados, y
observaron la taza de té, en la que el agua vibraba cada vez
con mayor intensidad.
-No sé si en algún libro de filosofia aparecerá esta frase,
pero es una de mis citas favoritas-dijo Jay- «Nada termina
hasta que termina». Te la dedico, Thiago. Se las dedico,
porque eso que ya no se puede cambiar es, sencillamente,
el final.
Jay cortó, al tiempo que un misil impactaba sobre el
Mandalay.
Detenidos en un momento
 
Cuando la bomba impactó contra el edificio, el reloj produjo
una gran llamarada, como la onda expansiva de una bomba,
pero de luz. Se liberó una enorme cantidad de energía y
luego, como si el reloj fuera una aspiradora, absorbió toda la
luz. El reloj, literalmente, se tragó la bomba, y cuando todo
cesó, Thiago, Mar y el Profesor vieron que frente al
mecanismo había aparecido Paz, sonriente. Thiago se
sorprendió mucho al ver que Mar dio un paso hacia delante,
muy emocionada, y dijo:
-¡Paz!
-Hola, tía-respondió Paz, muy cálida-. ¡Iaio!Thiago fue a
abrazarla, pero se le adelantó otro laio.
-Creo que por edad me corresponde primero a mí -dijo el
Profesor y la abrazó.
-No lo puedo creer, pensé que nunca más te iba a ver, Paz
-dijo Thiago, abrazándola.
Los sacudió una nueva explosión, pero el portal volvió a
absorberla.Paz, serena, sin inmutarse, les dijo:
-No tengan miedo. -Y salió del altillo. Bajó a la recepción,
donde todos se habían recluido, aterrados y
desconcertados. Al verla, corrieron a abrazarla. Y ella le
dedicó un momento a cada uno, como si afuera no
estuvieran lloviendo bombas. Luego Paz miró a Simón, que
la miraba retraído-. ¿No me vas a saludar, Saimon?
Y él, que se mantenía apartado, muerto de culpa por lo
que Jay estaba haciendo, corrió a abrazarla, muy
conmovido..
-What?!-se escuchó, y todos giraron. Era Hope, que ya
estaba llorando, no podía creer ver a su hermana otra vez.
¡¿Paz?! Se abrazaron a los gritos, ruidosas, se apretaron los
cachetes como siempre. ¡Bólida! ¿Cómo me vas a dejar así?
-Siempre estuve con vos-dijo Paz, y como todos se
estremecieron ante una nueva explosión, ella los miró-. No
tengan miedo, ya vengo. Paz salió al campus, donde ya
varios soldados armados corrían hacia el NE, para hacer lo
que las bombas no habían podido. Pero Paz detuvo el
tiempo, y los soldados quedaron congelados. Regresó a la
mansión y les sonrió a todos, que la miraban expectantes.-
Listo, tíos, acá estamos.
-Extrañaba tus trucos, Maga-le dijo Teo.
-Vos también tenés los tuyos-dijo ella, con una sonrisa
pícara. Amado es hermoso, Teo. Los felicito, chicos-les dijo a
él y a Melody.
Thiago se acercó a Mar mientras todos rodeaban a Paz,
creía que ella había recordado. Sin embargo, Mar le dijo que
no, que seguía tan reseteada como siempre, aunque había
visto a Paz y supo que era ella, y que la quería mucho.
Nacho se había asomado a la calle y contó que todos los
soldados estaban congelados, y que Nerdito les estaba
escribiendo cosas en la cara con fibrón.
-¿Eso va a durar mucho? -preguntó Simón.
-Mucho, poco, no hay tiempo. Solo los detuve para hacer
lo que tenemos que hacer.
-¿Vengarnos? dijo Nacho-. No creo, porque somos
repacíficos, man, ¿no?
-Mandarlos a ustedes a casa, tíos. Pero acá falta alguien,
ahora vengo - dijo Paz, y se trasladó a supervelocidad hasta
el centro de monitoreo, donde estaba detenida Luz, que
quedó absorta al ver a los guardias congelados.Cuando vio
entrar a Paz, palideció.-Hola, Luz.
-Paz, estás tan hermosa, idéntica a tu mamá.
-¿Vamos?
-¿Vos y yo? ¿A dónde? ¿Vos hiciste esto con los guardias?
-Digamos que estamos jugando un poquito, apenas, con el
tiempo. La tomó de la mano y la llevó como volando al
Mandalay. Cuando la vieron llegar con Luz, todos se
extrañaron.
-Boncha, ¿ella va a viajar con nosotros? -preguntó Lleca.
-¿Entonces Teo también puede viajar? -se ilusionó Melody.
-¿Y Kika? -se sumó Rama.
-Luz no va a viajar-dijo Paz-, pero es importante que esté
acá. Chicos, llegó la hora de volver a casa. Han hecho un
viaje muy extraño. Aprendieron mucho de ustedes, a
trabajar en equipo, a ser solidarios, a pensar lateralmente, a
buscar soluciones creativas a los problemas. Aprendieron
que no hay tiempo, es decir, que las decisiones que hoy
toman definen al que serán dentro de diez, veinte o
cincuenta años. En nuestro interior, en lo profundo de
nuestro ser, no hay tiempo. Pero, ningún viaje esta
completo hasta no hacer un último aprendizaje. Para poder
partir, van a tener que hacer dos cosas muy importantes.
Todos saben por lo que estuvo pasando Simón. ¿Querés
contarles qué fue lo que te hizo reaccionar?
-Torito me hizo ver y entender lo que iba a hacer.
-¿Y qué más? - preguntó Paz.
-Bueno, tuve como un sueño donde me encontré con mi
hermanito...con Octavio.
-¿Y qué pasó con Octavio? -insistió Paz.
-Le pedí perdón, por no haber podido salvarlo.
-¿Y te perdonó?
-No me dijo nada-dijo Simón, apenado.
-Bueno, el que calla otorga, man-opinó Nacho.
-Todos, de alguna manera, estamos detenidos en un
momento, en algún hecho que nos marcó, todos tenemos a
alguien a quien debemos pedirle perdón o perdonar. Es la
primera de las dos cosas que tienen que hacer antes de
partir. Pedir perdón o perdonar.
-¿Y cómo hacemos eso? dijo Luz, algo escéptica.
-Bueno, pongamos un poco de magia -dijo Paz-. Cada uno
vaya al lugar que prefiera. Pueden ir a cualquier lugar que
quieran, ahora el tiempo está detenido para ustedes. No
hay tiempo. No hay espacio. Vayan a esa puerta que
necesitan atravesar, y allí se encontrarán con alguien a
quien necesitan perdonar o pedir perdón.
Sin terminar de entender del todo la consigna, todos se
pusieron en marcha. Thiago subió al altillo, y al cruzar la
puerta se encontró con Bartolomé. Valeria fue hasta un aula
del colegio y, al entrar, se encontró con Simón, sentado en
el piso. Teo bajó al búnker, y allí se encontró con la jefa de
Ministros, que lo miró altanera. Simón decidió ir al centro de
control: al bajar del ascensor, se encontró con Octavio.
Melody caminó hasta la guarida y en su cuarto se encontró
con Irma, su mamá. Nacho no quiso desplazarse mucho, de
la recepción caminó hasta el comedor, y allí se encontró con
su padre, el juez Pérez Alzamendi. Luca también fue a la
guarida, y en la planta alta se encontró con Franka. Tefi fue
a su lugar preferido del NE, el centro de estética, y se le
heló la sangre al ver a la señora Vaca, su madre biológica.
Lleca fue al playroom del NE, y allí se encontró con Luz.
Rama bajó al Observatorio, y allí estaba su madre, de la que
ya casi ni recordaba la cara. Tacho entró en el cuarto de
varones, donde estaba su hermano mellizo. Jazmín se
encontró con su tío Josemi, el asesino de sus padres, en el
baño. Y Mar entró a su habitación sin saber quién podría
estar allí, no tenía idea de a quién tendría que perdonar o
pedir perdón, ya que, básicamente, no recordaba nada. Se
sorprendió mucho al ver que allí la esperaba ella misma, la
versión más NE y flequilluda de si. Y Luz descendió a los
túneles, ya a esa altura aceptaba que los sótanos eran su
lugar en el mundo. Allí se encontró con su madre, de
impecable turbante negro.Y así, cada uno se enfrentó a su
propio demonio, y no se trataba del simple acto de pedir
perdón, o decir las palabras «te perdono». Se trataba de
resolver profundamente aquel dolor, aceptarlo, ponerlo en
algún lugar. Luz quedó apabullada ante la pérfida Justina,
que con sus erres rabiosas le espetó la horripilante madre
que había sido. Tefi, en cambio, se indignó con esa
presencia, sin terminar de entender si estaba allí o era una
suerte de terapia eudamónica.
-Mire, la verdad no sé qué quiere Paz con esto. Yo a usted
no tengo que perdonarle nada, y menos que menos pedirle
perdón. Es más, le daría las gracias por abandonarme. ¿Por
qué me hacés esto, Paz? -gritó al aire, furiosa.
Nacho también estaba desconcertado, no creía tener nada
para disculparse con su padre más allá de haberle
reventado alguna tarjeta de crédito; y tampoco tenía nada
que perdonarle. Ya estaba todo resuelto, tenía en claro que
su padre era un piratón, medio garca, pero cero rencor.
-Eras jodido, pelado, bastante garca. Pero todo bien, te
perdono. ¡Prueba superada, Paz! -anunció, y cuando atinó a
irse, una imagen apareció bien nítida en su mente. ¿Es por
lo del bosque, no? ¿Cuando me llevaste a cazar? ¿Te tengo
que perdonar por haber sido tan animal, por tapar la muerte
del hijo del peón?-dijo Nacho, recordando con mucho dolor
aquel episodio. Perdoname, pelado, pero eso no te lo
perdono.
Mar estaba muy fastidiosa en su cuarto.
-Cada vez me enredan más el ruedo a mí. ¿Me quieren
volver loca? ¿O estoy soñando? ¿Otra vez me conectaron al
sueño?
-Sí. Es un resueño esto, percha -dijo la otra Mar, muy
tilinga-. Alta costura este lugar, esta ropa, el catering. Hasta
las velas con perfume importado tienen.
-¿Podés ser tan hueca, vos? -se enojó Mar-. ¿Puedo ser tan
hueca? ¿Tan mal hilvanada? Con razón sos la última en
despertar, ¡hueca! ¡¡Dormida!! Ese flequillo te sacó el único
dedo de frente que tenías, ¿no? -le gritó, furiosa, a su
versión súper NE.
-¿Decís que cambie el look? ¿Un jopo, ponele? Me hice el
alisado, ¿se nota?
-¡Ignorante! Mientras te hacías peelings y cama solar, al
lado tuyo mataban gente, secuestraban bebés. ¿Sabés lo
que te merecés? Seguir dormida, tarada-reseteada. ¡Exceso
de crema de enjuague tenés! Alisadas las neuronas, tenés,
enferma, marmota dormida-gritó Mar, furibunda consigo
misma.
-Te traje un regalito-dijo la madre de Rama, y le extendió
un paquete. Rama tomó el presente y lo destrozó en mil
pedazos, y en un ataque de furia gritó al aire:
-¿Qué carajo es esto, Paz? ¿Se supone que esta mujer me
trae un regalo y la tengo que perdonar por abandonarme
cuando yo tenía diez años y Alelí cuatro? ¿Cómo carajo se
perdona eso?
Tacho, por su parte, estaba extrañado, pues creía ya
haber perdonado a su hermano mellizo, no le guardaba
ningún rencor.
-Pensé que iba a encontrar a otro, a papá o a algún otro
garca.
-¿Seguro que me perdonaste, Juancito? -dijo el Melli y
señaló el televisor blanco y negro por el que habían
cambiado a Tacho.
Teo, ahora que había recordado, no se sorprendía de esas
excentricidades de la Maga, lo que no entendía era qué
tenía que hacer con Luz, que de pronto lo empezó a insultar.
-Ególatra, arrogante y tonto como siempre, Gorki. Sí, soy
Luz, la verdadera, no esa versión lavada que anda dando
lástima por ahí.
-Maga, vos y tu psicoanálisis mágico-sonrió Teo-. Ya está,
ya saldé cuentas con esta mujer. ¿No, Luz, que hasta te
perdoné la vida? Eso es perdonarte bastante.
-Vos no me perdonaste la vida, Gorki, simplemente no me
pudiste matar porque no tenés los cojones para hacerlo. Si
Melody no te frenaba, tampoco lo hubieras hecho, ¿sabés
por qué? ¡Porque sos un cobarde! El día que tenías que
demostrar tu valentía, abandonaste a tu hermano, lo
dejaste ir solo y murió. ¡Y ni siquiera tuviste las agallas de
vengarlo! ¡Un pobre y patético cobarde, eso sos! -gritó Luz,
hundiendo su dedo en el pecho de Teo, que contenía
lágrimas de ira.
Jazmín había comenzado a llorar apenas vio a su tío, que
solo la miraba, impasible.
-Tantas veces te maldije, con el alma, deseaba con todo el
corazón que sufrieras, que pagaras en vida lo que habías
hecho.
Thiago, lejos de sentir rencor por su padre, atinó a
abrazarlo, pero Barto lo apartó.
-¡Salí, chambón! ¿Qué te hacés el buenito? Si atrás de ese
purrete pacífico y tolerante se esconde un monstruo lleno
de furia y rencor. Te conozco como si te hubiera criado,
Thiaguito. No tendrás mi sangre pero aprendiste lo peor de
mí, che. Sí, ya sé, después me morí, lloraste a moco tendido
y sentiste que me perdonaste. Pero tengo una lista larga de
cosas que te hice, che... Y no creo que me hayas perdonado
todas. Te separé de tu madre-dijo Barto, empezando a
enumerar con los dedos-. Te mandé a Londres para que no
vieras cómo explotaba purretes como la groncha de
Marianegra. ¿Te acordás cuando la envenené? ¿Y cuando me
hice pasar por muerto y me lloraste? Se sentía tan bien ver
cómo me llorabas. Después intenté matar a Cielo y quedé
turulo por el reloj este de porquería. Y vos me ibas a visitar
al hospital a pesar de todo. Claro, pensabas que si
despertaba iba a cambiar, pero no, desperté ¡y quise
matarlos a todos! Es un milagro que no estés loco, Thiago.
Pero en cualquier momento te salta la chaveta.
-Cortala, papá, ¡basta!
-¡Y dale con «papá»! No puedo creer que sabiendo que no
lo soy, y todo lo que te hice, me sigas llamando «papá», que
te emociones cuando escuchás El sonido del silencio. No te
hagas más el bueno, ¡y odiame como corresponde! Te
querés convencer de que a pesar de todo lo que te hice, vas
a poder tener una vida feliz, normal, con mujer, hijos... No.
Olvidate, che, no se puede salir adelante después de haber
crecido con este monstruo. Soy tu marca de por vida,
chambón.
Valeria se había quedado esperando a que Simón dijera
algo, pero él solo la miraba.
-¿No vas a decir nada, no? Para variar, te vas a quedar
callado, como no hiciste nada para frenar lo que te hicieron.
Ya sé cuál es tu plan. ¡Otra vez dejarme sola! ¿Por qué no te
animás a enfrentar la mierda que te pasa en vez de
escaparte, eh? ¿No entendés que esa no es tu mierda? ¡Es
nuestra! ¿Cuál es el sentido de una pareja si lo que te pasa,
te pasa a vos solo? Sos un cobarde, Simón, un traidor.
Luca, por un momento, olvidó que Franka estaba muerta y
que era de otro tiempo. Sintió que estaba allí, y de alguna
manera lo estaba, porque en su cabeza seguía viva.
-Todavía sueño con vos, ¿sabés? A veces miro a un nene y
pienso lo que se puede hacer manipulándolo, comiéndole la
cabeza. Son tan inocentes, los podés torcer para siempre. Y
yo todavía lucho contra lo que vos me hiciste, Franka. Vivo
caminando por una cornisa. Me cuesta mucho hacerme caso
porque siempre aparece una voz que me dice «matalos»,
«vengate», «son todos una bosta». Y esa voz es tu voz.
-Luca, acallá esa voz en tu cabeza, dejame ir de una vez-
le dijo ella, compasiva.
Lleca tenía muy en claro que no quería cumplir la premisa
y perdonarla.
-No entiendo un pomo de esto, pero no quiero perdonarte,
vos nos arruinaste la vida.
-León, necesitás perdonarme -dijo una versión de Luz más
cálida.
Melody comenzó a llorar apenas vio a su mamá, que solo
tenía ojos para Amado.
-Es tu nieto, mamá, ¿querés alzarlo?Irma lo alzó,
embobada. Melody le acarició las manos curtidas a su
madre, la piel ajada. -Yo sé por qué estás acá, no hay un día
en que no piense en vos. Cuando era chica, fantaseaba que
te morías...-dijo Melody, avergonzada.
-Ay, Melita... -dijo su madre, sin ofenderse, con un amor
infinito.
-Y que el embajador y la señora me adoptaban-continuó
Melody-, sentía vergüenza de vos, mamá. ¡Y no sabés cómo
me gustaría pedirte perdón!
Simón estaba arrodillado frente a su hermano,
abrazándolo. El desconsuelo no tenía fin.
-Te juro que intenté, Octavio. Intenté volver y salvarte.
Pero no pude, no puedo... Y ya no sé cómo pedirte perdón.
-Yo te marrrchité la existencia -le dijo Justina a Luz, que
lloraba como aquella niña del sótano. Planté en vos esa
semilla de obscuridad, pero no es a mí a quien estás
castigando con tu terrrquedad, es a vos misma, Lucecita.
Vos tenés que llorarme, pero llorarme bien. Para
reconciliarte con lo que sos. Empezá a llorarme, mi amor.
Ahora Tefi había pasado del enojo rabioso al llanto
desconsolado. La señora Vaca la miraba con su indiferencia
inmanente.
-¿Por qué me dio? ¿Por qué no me quiso? ¿Cómo una
madre puede abandonar a su hija? Qué importa si la
perdono o no, igual nada va a cambiar, voy a seguir
sintiendo que no valgo nada, porque eso me hizo, ¿sabe?
Siento que no valgo nada, que soy tan poca cosa que me
dejaron en un cesto de basura. ¡Hable, diga algo por lo
menos!
-¿Qué necesitás que diga, Estefanía?
-Que yo no tuve la culpa. Que el problema lo tenía usted,
que yo valgo, por favor, ¡dígame que yo valgo! -suplicó Tefi.
Nacho, por fin, había desatado toda la furia contra su
padre.
-¡Por tu culpa soy la bosta que soy, y por tu culpa seguro
que voy a criar a mi hijo mal!
-Nachito, la bosta soy yo. No quieras ser como yo.
Perdoname, dejame ir, y sé vos mismo.
Teo soportó estoico las provocaciones de esa Luz cruel, y
al final le dijo:
-Yo no puedo revivir a Evaristo. Ni voy a dejar de sentir
este dolor por más que te mate. Mi hijo es hermoso, ¿sabés?
Por él yo voy a seguir adelante, él me enseñó lo que es el
amor incondicional.
-¿Así nomás me vas a perdonar? -lo desafió Luz.
-Vos tendrás tus propios demonios. Yo no te perdono a
vos, me perdono a mí mismo por todo lo que hice, por lo
que no hice, por todo lo que hice mal.
-Pedime perdón, Franka-le suplicó Luca-. Necesito
escucharte pidiéndome perdón.
-Te pido perdón, con todo mi corazón, Luca.
Lleca seguía obstinado en su derecho a no perdonar.
-No se trata de mí, Lleca. Se trata de vos. Para volver a
casa sin ese dolor necesitás perdonarme -dijo Luz.
Melody no podía parar de llorar, aunque su madre, aún la
de su recuerdo, era piadosa e incondicional.
-Ahora que soy madre, no sabés cómo te entiendo.
Imagino todo lo que habrás tenido que sacrificarte por mí
mientras yo te despreciaba. Ojalá que algún día me
perdones.
-Hija, yo ya te perdoné hace rato. Sos vos la que se tiene
que perdonar.
Rama, el sensible Ramiro, estaba iracundo como jamás
nadie lo había visto.
-Esto es una estupidez, un sin sentido. ¿Así de fácil es?
¿Me arruinás la vida, y después me encuentro con tu
fantasmita y te perdono?
-No se trata de mí, Ramiro, sino de vos. De que por fin
puedas aceptar que nunca vas a tener la madre que soñás,
que yo soy esta triste y patética mujer que no supo querer a
sus hijos, que dejes de sentirte un despojo por lo que yo
hice, que dejes de sentir culpa, porque acá hubo una sola
culpable: yo.
Octavio acarició la cabeza de su hermano, que no dejaba
de llorar abrazado a él. Hasta que, al fin, le tomó el mentón,
le levantó la cara y le hizo una caricia.
-No te lastimes más. Perdonate vos, Simón.
La sangre gitana hervía en las venas de Jazmín. No sería
sencillo para ella perdonar.
-¿En la cárcel sufriste? ¿Pagaste algo de todo el dolor que
me causaste? Porque solo eso necesito escuchar. Decime
que sirvió todo lo que te maldije.
-Eso no te haría feliz ni te calmaría ese dolor.
-No tengo la obligación de perdonarte-dijo Jazmín,
resuelta.
-No. Claro que no. Pero tenés derecho a dejar atrás tanto
dolor, tanta maldición. Tenés derecho a rodar con la vida, a
seguir.
Tacho había destrozado el televisor, y ahora parecía
querer seguir con su hermano.
-¿Por qué? Explicame por qué. Vos y yo éramos
inseparables, eras mi otra mitad, y me dejaste en banda,
me engañaste. ¡La persona en la que más confiaba me
traicionó!
-Ya es tiempo de que me perdones, Juancito.
Mar estaba cada vez más furiosa, porque nada parecía
afectar a su otro yo.
-Vos no sos nada, sos... No sé, un organigrama trucho.
-¡Holograma! -la corrigió la otra.
-¡No me corrijas! Yo ya voy a despertar -dijo, orgullosa. Yo
luché por la Resistencia, no soy una hueca frívola como vos.
¡Yo voy a recordar!
-Mirame, ¿vos creés que yo soy culpable de algo de lo que
te pasó?
-No-dijo Mar, angustiada.
-Entonces perdoname, perdonate de una vez. Nada de
esto fue tu culpa.
Barto seguía parloteando como un loro, intentando ser
cada vez más hiriente. Thiago estaba desconcertado..
-No entiendo. Yo ya te perdoné. No siento rencor, ¿qué
hago acá?
-Y, eso tienen los traumas, purrete. Van, vienen, vuelven,
una y otra vez. Pensás que ya dejaste todo atrás, y de
repente, ahí los tenés, vivitos y coleando. Te hacés grande,
vas a tener tus hijos, y pensás «no voy a poder, yo soy el
hijo de un monstruo, de dos monstruos, lo llevo en la
sangre», y vuelve el rencor. Sos un Bedoya Agüero,
Thiaguito. No vas a romper el molde, ¿no?
-Es algo que jamás me perdonaría, Barto-dijo Thiago,
irónico y le sonrió.
Y así, con el mundo detenido, cada uno se enfrentó a
aquello que intentaba esconder bajo la alfombra, a ese
dolor que no quería sentir, al rencor que no se animaba a
reconocer. Volvieron todos al living, donde Paz los esperaba,
sonriente.
-Sé que habrá sido raro para algunos de ustedes dijo ella,
riéndose. Pero para avanzar, a veces hay que mirar atrás.
Castigarnos una y otra vez por algo que no podemos
cambiar nos detiene en el tiempo. Nos cuesta perdonarnos y
eso nos destina a quedarnos congelados en el error que
cometimos. Perdonar es dejar en el pasado lo que es del
pasado. Es acomodar ese trauma donde corresponde.
Perdonar y perdonarse es soltar eso que nos tiene
paralizados y, al fin, avanzar.
Y para aligerar los pesares con los que todos habían
regresado, Paz siguió la tradición Bauer: pidió una fiesta.
Mientras los demás la preparaban, tomó a Thiago de la
mano y salieron al jardín trasero de la mansión. Ahí estaba
el Profesor, mirando las estrellas.
-Para vos es fácil perdonar, Paz, sos un ángel, pero a
nosotros se nos complica un poco -le dijo el Profesor.
-No te creas, laio, yo también necesito perdonar a alguien.
Los tres necesitamos hacerlo. De él hablo-dijo Paz,
señalando a Lobo, el guardia, que caminó hacia ellos.
-Yo no lo maté se atajó Thiago, y no siento culpa de lo que
pasó, no me tengo que perdonar por lo que...
-Paz dijo que nosotros tres lo tenemos que perdonar a él,
Thiago-aclaró el Profesor.
-Lobo mintió cuando les contó lo de Camilo-dijo Paz. Es
mentira que desapareció. Lobo lo mató y lo ocultó porque
Camilo era un target clasificado y Luz lo iba a castigar. Me
sacó a mi marido, y a ustedes les sacó a su hermano. Hasta
para un ángel es difícil perdonar eso, pero hay que seguir
adelante. Es lo que hubiera querido Camilo.
Thiago y el Profesor miraron a Lobo. Thiago tenía un dolor
más reciente, el del Profesor ya se había hecho callo, de
todas maneras, ninguno dejaba de extrañarlo.
-Dijiste que teníamos que hacer dos cosas -le dijo Nacho a
Paz cuando regresaron-. La primera ya está, gracias, una
amiga, una joda bárbara. ¿Cuál es la segunda?
-Es más bien algo para mí, un gusto que me quiero dar, ya
que nos vamos a despedir...
-Naah, olvidate -dijo Tacho adivinando-. ¿Coreo?
-Lo hicimos durante cuatro años, ¿no lo vamos a hacer
ahora? -dijo Paz, compradora, y los arengó a bailar-. ¡Vamos,
arriba, en Mandalay se baila!
Estalló A ver si pueden y ninguno pudo negarse. Se armó
una gran coreografía grupal y bailaron toda la noche. O
apenas un instante, ¿quién puede medir el tiempo?
Finalmente, el hechizo se terminó, se descongeló el tiempo,
y cuando los soldados ingresaron al NE, dispuestos a atacar,
ya no había nadie allí.Paz los había conducido a la guarida,
donde siguió la fiesta, pero también, la ansiedad. Les habían
dicho que la hora de volver había llegado y todavía no
sabían cómo se resolvería el tema de Simón. Mientras todos
se organizaban para dormir en ese lugar que ya estaba
atestado, Thiago salió al jardín buscando a Paz. La encontró
sentada junto a un pequeño fogón.
-El Profe, o sea yo, te manda esto-dijo Thiago y le entregó
un plato de la comida que acababa de cocinar el Profesor.
-Gracias. Me moría de hambre. Y yo lo veo muy bien al
Profe, ¿eh?
-¿Y a Camilo? ¿Lo ves? O sea..., él también era como vos,
¿no son inmortales ustedes?
-Lo somos -dijo ella, sonriendo, pero de otra manera.
Como vos, como todos...
-Ya te contagiaste de Tic Tac.
-Es uno de los defectos de Eudamón- reconoció ella-.
Thiago, Camilo en tu tiempo está vivo. Resistí a la tentación
de ir a verlo, eso podría cambiar demasiado las cosas.
-Te lo prometo -dijo él, ya tenía suficientes pruebas de las
consecuencias de cambiar el destino.
-¡Cómo te extrañé! -dijo Paz, y lo abrazó.
-Apa, apa, apa... -se escuchó. Era Mar, que ya se había
puesto celosa al verlos abrazados. Se sentó entre medio de
ambos, separándolos- ¿Qué hacían?
-Si de alguien no tenés que estar celosa es de Paz -dijo
Thiago.
-¡Obvio que no! -dijo Mar, y comenzó a picarle del plato a
Paz, con un hambre voraz. Paz terminó dejándole el plato-.
Ahora, digo, fratacha, ya que sos tan maga, ¿podrías haber
venido antes a salvarnos, no?
-No podía intervenir.
-¿Por qué interviniste ahora en esta guerra? -preguntó
Thiago.
-No es en eso en lo que intervine. Digamos que ustedes lo
hicieron bastante bien. Y ustedes van a terminar esta
guerra. Yo tengo otra misión. Vine a proteger a alguien muy
importante-dijo Paz y les sonrió.
Mar, que estaba comiendo con fruición, pensó que
hablaba de ella, y se emocionó.
-¿A quién? -preguntó Thiago, intrigado.
-Ay, Pela... es... tan... claro, pero tan claro... -dijo Mar-
Gracias por proteger...
-No es a vos, Mar- dijo Paz, sonriente.
-Proteger-lo, al Pela-se corrigió Mar.
-Tampoco a Thiago, pero tiene que ver con los dos. Seguro
que Thiago lo sabe, pero yo estuve en muchos momentos
con ustedes.
-El día que Simón nos disparó en el campus -adivinó
Thiago. ¿Y por que ahí sí interviniste y otras veces no? se
intrigó aún más él.
-Porque no puedo cambiar el destino. Mi misión, como les
dije, es proteger a alguien. Y ese alguien estaba en peligro
aquel día, y también hoy cuando Jay arrojó esas bombas.
Ellos la miraban cada vez más desconcertados. Paz les
tomó las manos.
-Chicos, muy lindo su casamiento. Cuando el Profe los
casó, muy lindo lo que les dijo. La unión del azul y el
amarillo, ¿no?
-¡Esa la re-sé! -dijo Mar-. El verde.
-Claro -dijo Paz. Y bueno, digamos que el azul y el amarillo
saben cuidarse, pero el verde... Ese verde que se empezó a
gestar con la unión de ambos es muy importante.
-Con el verde te referís a...-dijo Thiago, cayendo en lo que
Paz quería decirles. ¡El verde, Mar!
-¡El verde! repitió ella, sin entender, y se metió más
comida en la boca.
-El verde es nuestro hijo, Mar.
-El increíble Hulk es nuestro hijo?
Paz estalló a carcajadas. Y Thiago le tomó la cara a Mar,
enamorado, y le tradujo la metáfora.
-Estás embarazada, mi amor.
Mar se tomo la panza, instantáneamente emocionada, y
miró a Paz, que se lo confirmó.
-Cuidar a ese hijo o hija que tendrán, esa es mi misión.
Aleluya
 
Jay sabía que Thiago había pergeñado un plan sin decírselo
a Simón para evitar que él lo supiera, y se había estado
ocupando de averiguarlo. Había hecho registrar todas las
cámaras de seguridad que había en el NE y había analizado
cada charla que Thiago había tenido allí con alguien.
Finalmente, había encontrado una conversación con el
Profesor, y Jay se la estaba haciendo ver al doctor Kant.
-¿Cuál es tu duda, Thiago? -decía el Profesor.
-Si hacemos eso, en el momento que todos volvamos,
menos Simón, ¿van a quedar dos Simones? ¿Uno en 2010 y
otro en otro tiempo?
-No, le va a pasar lo mismo que a ustedes, pero al revés.
Ustedes se unificarán en el 2010. Y él, en el tiempo donde
vos elijas esconderlo.
-Y si lo logramos, ¿después puedo ir a buscarlo a ese
tiempo y llevarlo con nosotros?
-No van a poder volver a viajar en el tiempo, Thiago. Esta
será la última vez. ¿Ya decidiste dónde lo vas a llevar?
-Sí-decía Thiago y luego, un silencio.
Jay, que no podía ver, adivinó que algo pasaba en ese
silencio.
-Thiago le dijo algo en secreto, ¿no es cierto?
-Sí, movió apenas sus labios -confirmó Kant.
-Necesito que descifres lo que dijo Thiago.
-Claro -dijo Kant, y se puso manos a la obra.
Mar y Thiago decidieron esperar un poco para contar la
noticia del embarazo, sin embargo, Mar no hizo más que
lanzarles indirectas a todos, pero nadie las captó, así que
terminó gritándolo. Todos se sorprendieron, y mientras los
felicitaron, alborotados, el Profesor se secó las lágrimas al
recordar aquel día en que había recibido la noticia de que
tendría su primer hijo, y también lo que había ocurrido años
después con él. Pero apartó esos recuerdos, ahora era
momento de festejar.
Antes de acostarse, las chicas hicieron ronda de amigas,
un estrella de ocho puntas. Era la primera vez en mucho
tiempo que estaban todas, pero tenían la tristeza
inexpresable de saber que sería la última. Por supuesto, Mar
monopolizó la ronda con su embarazo.
-Es una sensación rarísima, tener adentro un bebé que
tiene su corazoncito, su cabecita, sus pensamientos, todo.
Yo siento el retumbe de todo, si piensa, siente, llora, se
enoja, patea, siento todo.
-Yo no sentía tanto tan rápido -dijo Melody, descreída.
-¿En qué momento te hiciste el test? -le preguntó Kika.
-Me hice un Paz-test, en realidad-dijo Mar, y les explicó-.
Paz me dijo que estoy embarazada. Capaz me vio el bebé
con sus poderes.
-Hubieras empezado por ahí, Mar -dijo Tefi-. Sorry, pero
Paz está me dio turula. ¿Vieron el showcito del perdón que
nos hizo hacer? ¿Qué es eso? ¿Abro la puerta y te perdono?
Paz piró en Eudamón, chicas.
-¿Vos te acordás de que estoy acá, Tefi, no? -dijo Paz,
riendo.
-Turula bien, digo. Te quería decir que me encantó
encontrarme con la señora Vaca. Hope, le regalé una
cremita anti-age de las tuyas. Si te jode, abrí la puertita y
perdoname.
Todas se rieron. Hope relojeó a su hermana, a la que no
podía dejar de tocar y abrazar.
-Hablá, Paz, volviste muy callada de allá.
-Pensaba..., aunque alrededor nuestro están explotando
bombas, la vida se sigue abriendo paso. Se impone. Aunque
no quede nada, una vida que aparece es una celebración,
un milagro.
-Cuando vi las imágenes del nacimiento de Alai sentí que
el universo me había dado un premio-dijo Jazmín. Y cuando
la miré, la abracé... Es impresionante ver cosas tuyas en un
hijo. Es mágico.
-¿Por qué llorás, Hope? -preguntó Kika.
-No, nada... Pienso en todo lo que pasamos, y en todo lo
que vamos a tener que pasar. Pero siempre renacemos. No
sé, nunca fui muy creyente en las religiones, pero a veces
siento que hay un Dios, una energía, no sé, algo superior.
-Tenés una hermana ángela, ¿cómo no vas a creer? -le dijo
Tefi.
-Paz, ¿existe Dios? -preguntó Mar-. ¿Lo viste ahí en
Eudamón?
-No sé si existe, pero uno puede sentirlo, ¿no? Creas o no,
hay Dios, hay eternidad, hay algo inmenso sobre nosotros
que somos tan chiquititos.
-Hablá por vos, ¡yo soy gigante! dijo Mar y todas rieron,
quizás un poco más que la risa que les había provocado el
chiste. Era la necesidad de que el momento fuera ruidoso,
único, inolvidable. Era una despedida.
A la mañana siguiente, muy temprano, el Profesor se
levantó mientras todos aún dormían y les preparó un
desayuno abundante, sabroso, nutritivo. Un desayuno que
era puro amor. Era su propia despedida. Y luego, sigiloso,
avanzó por la casa observando por última vez a esos
jóvenes que eran parte de sus recuerdos imborrables. Pasó
junto a un colchón en el que dormían Luca y Tefi, abrazados,
tan distintos, tan tal para cual. Más allá, estaban Nacho,
Lleca y Jony, durmiendo en bolsas de dormir, todos
despatarrados. Luego se dirigió hacia el living, donde Tacho
y la Gitana dormían abrazados en un sofá. En el otro,
estaban Rama y Kika. Sus amigos adorados, sus
compañeros de aventuras. Sus hermanos, su sangre. Notó
que Jazmín estaba destapada, la cubrió con una manta.
Tacho, siempre alerta, abrió un ojo.
-¿Qué pasó?
-Nada, Tachito, dormí -susurró el Profesor.
-¿A dónde vas?
-No te preocupes. Lo único que te aseguro es que nos
volveremos a ver. Perdón, Ramita, te desperté-dijo al verlo
con los ojos abiertos.
-¿Volvés? -preguntó Rama, muy dormido.
-Yo siempre vuelvo, me extraña...
El Profesor avanzó hasta el sector donde dormían Melody,
Amado y Teo. Esa imagen lo enterneció hasta las lágrimas. Y
la de Nerdito haciendo cucharita con Hope le arrancó una
sonrisa. De pronto, notó que Hope se había sacado el
antifaz y lo estaba mirando. Él se le acercó y le dijo en un
susurro:
-Gracias, Hope. Por lo que hiciste, por lo que vas a hacer.
Vos sos nuestra esperanza.
-No quiero que nos despidamos-dijo ella, con el llanto a
flor de piel-. deberías saber que no me gustan las
despedidas. Encima, se me viene una so hard... Así que si te
vas a despedir, please, dejame dormir.
-Nos volveremos a ver, Hope.
-Típica promesa de hombre. No me alcanza.
Él se rió con ganas, le dio un beso y se fue. En la galería,
Valeria dormía en la hamaca paraguaya. Simón estaba
sentado a su lado, en un sillón, pero no dormía.
-Suerte, Simón -le deseó el Profesor sin levantar la voz.
-Espero que esto sirva de algo-dijo Simón.
-Yo también. No debería decírtelo, pero ¿sabés qué es lo
que nunca te perdoné cuando te convertiste en Jay? Que me
dejaste sin compañero de bochas. ¿Con quién voy a jugar a
los bochas cuando sea viejo si vos te dedicás a dominar el
mundo?
Simón se rió. El Profesor lo palmeó. Extrañaba tanto a ese
Simón. Le hizo una caricia a Vale, que, aunque ninguno lo
notó, no dormía, y salió al jardín, donde Mar y Thiago
dormían en una carpa. Le tiró unas piedritas a Thiago, que
se despertó.
-Dale, vestite y vení...
Thiago se vistió y se calzó, listo para irse, pero el Profesor
lo detuvo. Agarró un trozo de madera pequeño y se metió
dentro de la carpa, donde Mar dormía aferrada al libro La
isla de Eudamón, que leía obsesivamente tratando de
recordar. El Profesor se lo sacó y lo reemplazó por la
madera.. Ese libro tenía cierta información sobre el hijo que
tendrían Mar y Thiago, que convenía que no leyeran. Antes
de irse, él la miró con inmenso amor.
-Gracias por no cambiar nunca. Gracias por ser mi
compañera de toda la vida -le susurró, le hizo una caricia, y
se fue. Al salir de la carpa, sintió un tirón en la espalda. Miró
a Thiago y le recomendó: -Nunca te olvides de elongar. Se
fueron juntos por el bosque hasta el lugar donde el Profesor
tenía armado su living. El tema inevitable, por supuesto, era
la noticia del embarazo.-No sabés cómo te van a temblar las
piernas el día del parto anticipó el Profesor.
-Ya me están temblando. Pero no quiero que me cuentes
nada.
Mientras hablaban, el Profesor iba desmantelando su
lugar.
-Thiago, yo no sé qué consecuencias puede tener que nos
hayamos conocido, pero para mí fue como volver a mi
juventud, fue un viaje a la nostalgia. ¡Tenía tanto pelo! Todo
esto me hizo sentir la plenitud de mi vida. Me diste una
buena vida, ¿sabés? Ojalá te olvides de mí y te vayas
reencontrando conmigo con los años. No era mi idea
revelarte nada, ni siquiera cruzarme con vos, pero pasó. Así
es la vida, diría Torito...
-Yo creo que me sirvió mucho conocerte.
-¿Para empezar un tratamiento capilar? -dijo el Profe y
Thiago se rió.
-Para entender que cada día construimos nuestro futuro y
que siguiendo por este camino me voy a convertir en este
tipo inteligente, profundo y carismático que sos.
-Y te olvidaste de fachero...
-Viajar al futuro, más allá de todo lo que nos pasó y todo
lo que sufrimos, fue un privilegio que nadie tiene. Conocer
el final del camino sirve para doblar a tiempo y no terminar
dándote contra un muro.
-El futuro es una pregunta. Pero la respuesta, siempre, es
el presente -advirtió el Profesor.
-Lo que no entiendo es: si vos sos yo en el futuro, ya
deberías saber si logramos derrotar a Jay o no, ¿no? O sea,
si seguís vivo es porque yo sobreviví.
-Esa es una paradoja que difícilmente lleguemos a
entender, Thiago. Pero hoy están cambiando el destino.
Recordalo siempre: cada paso, cada elección, cada «te
amo» que decís o que callás, cada acto de arrojo o de
cobardía construye el futuro. Y bien, llegó la hora de partir,
yo soy el futuro y me vuelvo a mi tiempo; vos volvé al tuyo.
-Gracias, por todo, y por ser como sos -dijo Thiago,
abrazándolo.
-Soy como soy gracias a vos, ¡no me cambies!
En la guarida, cuando regresó Thiago, todos estaban
disfrutando el impresionante desayuno que les había dejado
el Profesor. Simón lo esperaba con su bolso listo.
-Perdón, ¿en algún momento nos van a decir cuál es el
plan? -preguntó Luca.
-Cuanto menos sepan, menos va a saber Jay-dijo Thiago-.
Pero va a estar todo bien, vayan preparándose para volver a
casa, ¿sí?
-Relajen, vamos y venimos -dijo Simón, sin poder
disimular la tristeza.
-¡No mientas más, Simón! -estalló Valeria. Simón no va a
volver con nosotros, ese es el plan. Thiago lo va a esconder
para que Simón no vuelva con nosotros y no se termine
convirtiendo en Jay-. gritó Valeria y salió de la casa.
Simón fue tras ella. Todos se quedaron pasmados, no se
esperaban esa noticia y no les cayó nada bien. Aunque
todos habían pasado por momentos de odiarlo, Simón era
uno de ellos, y nadie se sentía a gusto con la idea de dejar a
alguien atrás. Mientras tanto, Valeria le hacía los mismos
reproches a Simón en el jardín.
-¡Es cobardía pura! Irte solo para no enfrentar lo que viene
es de cobarde. Y no te lo voy a perdonar, ¿sabés? No puede
ser la única solución. ¡Volvamos juntos, por favor,
peleémosla juntos!
-No me puedo arriesgar a que pase lo que va a pasar.
-¿Y si no pasa?
-¡¿Y si pasa?! ¿Vos sabés quién era la mujer de Jay? ¿La
que maté con ese experimento? Eras vos, Valeria. Te voy a
matar a vos y voy a enfermar a la hijita que vamos a tener
explotó él, sollozando-. Yo no puedo arriesgarme a eso,
porque te amo, y aunque sea una solución desesperada, es
lo que tengo que hacer.
Cuando Simón regresó a buscar su bolso, notó que todos
lloraban. Y Mar, la que había sido siempre la más belicosa y
desconfiada con él, lo increpó y empezó a pegarle en el
pecho, con una mezcla de enojo y congoja.
-Es todo un plan tuyo para matar a Thiago, ¿no? ¿Por eso
te lo llevás, para terminar con él como quisiste terminar con
todos nosotros? ¿Por eso hacés esto?
-Lo hago porque los amo, Mar-dijo Simón, quebrado-.
Perdón por lo que les hice. Nunca quise lastimarlos. Yo los
amo.
Mar pasó sin escalas de pegarle a abrazarlo y llorar en su
pecho. Todos abrazaron a Simón, desgarrados. Otra
despedida imposible.
Cuando se fueron Thiago y Simón, Hope les pidió a todos
que prepararan sus cosas, solo podían llevarse unas pocas
pertenencias. Y como si no estuvieran rotos de tantas
despedidas, había llegado la definitiva. Mientras juntaban
sus cosas, encontraron una carta con la que Simón les había
dicho adiós.
Se supone que por desobedecer una ley nos expulsaron
del paraíso. Pero yo creo que fue mucho peor: no nos
expulsaron, nos dejaron en el paraíso pero ciegos. Nos
quitaron la capacidad de ver el paraíso en el que vivimos. Si
uno pudiera abrir los ojos y ver lo que nos rodea, los
milagros cotidianos, el milagro del amor, de la amistad. Si
pudiéramos ver la magia de cada día, los amaneceres y los
atardeceres, el poder de la naturaleza...
Thiago y Simón caminaron por el bosque llevando sendos
bolsos. Simón miraba los árboles, el rocío en la gramilla, la
luz del sol que se filtraba. Quería grabar esos recuerdos en
su retina. Thiago le preguntó si estaba listo, y él le pidió un
minuto más.
Si pudiéramos ser conscientes de la vida que siempre se
abre paso, si entendiéramos que existir ya es estar en ese
paraíso, diríamos todos los días «Aleluya». Aleluya por
poder ser testigos y parte de este milagro. Aleluya por
poder emocionarnos. Por ser los únicos seres capaces de
reír y de llorar. Pasamos nuestra vida intentando regresar al
paraíso cuando en realidad vivimos en él. No solo estamos
en el paraíso, sino que somos el paraíso. Aleluya, alabado
sea Dios, la vida, la energía o lo que cada uno crea. Aleluya
por eso. Aleluya por el amor, por la alegría y por el dolor.
Simón miró a Thiago y le dijo que estaba listo. Thiago
pasó su brazo por el hombro de su amigo e hizo lo que un
año antes le había enseñado a hacer Paz. Se concentró y
aparecieron en el lugar que Thiago había elegido para
esconderlo. Un lugar y un tiempo que solo él sabía. Era el
año 2068, y el mundo estaba destruido. Aparecieron en
donde había estado la urbe, ahora completamente
inundada, desierta. Un futuro arrasado.
Aleluya por los amigos, hermanos, padres, madres,
hijos.... Aleluya. Aleluya por ese paraíso en el que vivimos y
por el que vale la pena sacrificarse.
Simón.
El doctor Kant se acercó a Jay, que lo esperaba ansioso, y
le informó que había podido descifrar lo que Thiago le había
dicho en la grabación al Profesor. «Lo voy a llevar a este
mismo lugar pero en 2068», había dicho Thiago. Jay sonrió,
y fue tras ellos.
La Resistencia
 
Rama y Kika habían decidido no despedirse, casi como una
declaración de voluntad, y Melody y Teo estaban aterrados.
Él intentó hablar con Paz, como si ella fuera una suerte de
funcionaria mágica que pudiera tramitarle un permiso.
-Hay que confiar-fue la repuesta de Paz, que ya hablaba
en un tic tac fluido.
Tacho vio a Melody empacando las cosas de Amadito y
corrió a ayudarla. Ella lo miró, con un brillo en sus ojos, y no
quiso callarse lo que sentía.
-Yo no hubiera podido resistir si no fuera por vos, Tacho.
Quería decírtelo.
-Y yo sin vos tampoco.
-Nunca me voy a olvidar de cómo me cuidaste, cómo
estuviste ahí cuando nació Amadito. Vos te entregaste para
conseguirme un médico. Eso es algo que no se olvida,
Tacho. Ni voy a olvidar el amor que tenés por él, cómo se
adoran los dos. Me encantaría que con el tiempo seamos
amigos, mejores amigos. Quiero que seas el tío preferido de
Amadito, su padrino, su segundo papá. Quiero tenerte cerca
toda la vida porque sos la persona más buena y dulce que
conozco.
-Yo voy a estar ahí siempre, Mel-prometió él-. Mejores
amigos.
Tacho salió al jardín, donde Rama, ya listo para partir,
esperaba al resto, mientras se despedía de Mina, a la que
no podía llevar a su tiempo.
-Mi instinto me dice que va a estar todo bien-dijo Tacho-.
Thiago y Simon van, arreglan las cosas, Jay no existe,
volvemos a casa y final feliz.
-Obvio, va a estar todo bien-dijo Rama, pero no sentía ese
optimismo.
-Joya, me quedo tranquilo entonces, si instinto y
sensibilidad dicen que va a estar todo bien, apretá el pomo.
¿Vos tenés miedo?
-Salimos de cosas peores, ¿no?
De pronto, Rama se dio cuenta de que faltaban dos
cachorritos de Mina. Los había llevado Lleca, que se había
ido a despedir de sus dos "namis". Alai y Paloma ahora eran
amigas, y Tacho y Jazmín, los de cuarenta, habían invitado a
Paloma a vivir con ellos. Lleca, emocionado, le agradeció a
Paloma todo lo que había hecho para avivarlo cuando él era
un cheto logi del NE, y ella, a su vez, le agradeció su
enorme generosidad. Alai le agradeció haberla acompañado
en el momento más difícil de su vida, a enfrentar una
verdad dolorosa. Y él le agradeció por lo mismo.
Hope se hacía la distraída mientras todos ultimaban los
preparativos para el viaje de regreso. Rama la vio y se le
acercó. Habían sido una dupla única ese año.
-Gracias, Hope. Y perdón.
-Gracias, me imagino por qué, soy tan copada yo que,
nada, despierto gratitud. Pero "perdón" ¿por qué?
-Gracias, por intentar despertarme cuando estábamos en
el NE, y perdón, por habértela hecho tan difícil.
-Todo bien, bolidín, me hiciste más robusta la anécdota.
Mar los escuchó y aunque aún no había despertado,
también se sentía agradecida.
-Yo también te quería agradecer, Hope. Por resistir, por
escribir El despertador NE. De alguna manera, medio que
vos fundaste la Resistencia.
-No fue nada, chiquis. Me copa escribir blogs, despertar
gente, boquetear, hacerme la falsa bólida...
-Gracias. Te quiero -dijo Mar.
-Gracias a ustedes, tíos-dijo Hope-, tuve la mejor infancia
que se podía tener, rodeada de ustedes, y ahora, de grande,
pasé los dos mejores años de mi vida. ¿Sabés lo que fue
para mí pasar dos años con la adolescencia de mis tíos
adorados?
-Una sola cosa decime: mi tornillito, o tuerquita, ¿tiene
papá? Thiago se fue con Simón, y tengo miedo, Hope. Nadie
lo dice, pero Jazmín tuvo esa visión. Nada más quiero que
me digas si mi hijo tiene a su papá.
-Se supone que estamos cambiando el destino en este
momento, pero lo único que yo te puedo decir es que yo
tuve a mi tío laio.
-Gracias, fratacha -dijo Mar, aliviada, pero no del todo
tranquila.
El destino se estaba escribiendo en ese mismo momento.
Thiago y Simón caminaban por ese páramo donde el camino
terminaba, como lo había definido el Profesor.
-Lo que es seguro es qué voy a comer -dijo Simón
señalando las casas inundadas. Sushi todos los días, es un
lujo, no me digas...
-Dale, vamos... Busquemos un lindo PH para que te
quedes.
-Uno con vista al mar-pidió Simón, y Thiago se rió.
Avanzaron por el lugar, era inquietante el silencio y la
soledad que se respiraba. Sin embargo, dentro de una
construcción derruida, estaba Jay, que los había encontrado
y los observaba con unos binoculares especiales.
Valeria estaba apartada del resto. No podía hablar sin
llorar, así que había decidido descargar su tristeza en la
escritura. Levantó la vista y vio que Paz la estaba
observando.
-Te entiendo, tía. Yo sé lo que se siente que te saquen a tu
compañero.
-Pero vos sos especial, Paz.
-Y vos también, mi amor.
-No puedo dejar de pensar en lo que va a hacer, dónde va
a estar, cómo. Yo me casé con él, Paz, juramos cuidarnos y
amarnos toda la vida, y lo traicioné. Yo tendría que haberlo
seguido a donde fuera.
-Tía, cada uno escribe su destino, vos deberías saberlo
mejor que nadie -dijo Paz, con intención, aunque Valeria no
captó su sugerencia.
-¡Yo ya lo escribí, Paz! Me quedé acá en vez de apoyarlo,
en vez de seguirlo...
Entonces, como Valeria no captaba su indirecta, Paz
decidió ser más clara.
Thiago y Simón encontraron una casa cuya estructura se
veía bastante íntegra y decidieron que se instalaría allí. Lo
único inquietante era el nombre, un viejo cartel derruido
rezaba "Matadero".
-Alto rancho, Thiaguito, eh -bromeó Simón-. Vista al cielo,
agua corriente, corre por todos lados menos por la cañería.
El matadero es mejor que el NE. Un amigazo traerme acá, la
verdad, eh...
-No, Saimon, en serio, no da que te quedes acá.
Busquemos otro lugar -dijo Thiago.
-Acá voy a estar bien. Además, si sale bien el plan, esto va
a cambiar, ¿o no?
-Así va a ser, hermano-dijo Thiago.  Entonces, parece que
llegó la hora.
-Llegó...
-Saimon, vos sabés todo lo que yo...
-Los dos sabemos lo que tenemos que saber, no hace falta
decir nada -lo cortó Simón.
-Habrá que despedirse entonces...
Simón le dio un abrazo muy fuerte. Los dos estaban
temblando, aunque en ese lugar hacía un calor infernal.
-Te quiero, hermano. Cuidate -le dijo Thiago, y de pronto
abrió los ojos, sorprendido. Miró hacia abajo: Simón acababa
de clavarle una navaja en el abdomen.
Todos habían ido al Mandalay, allí esperarían el regreso de
Thiago para partir hacia su tiempo. Mar estaba muy
inquieta, tenía una sensación horrible en la boca del
estómago. Pensó que serían náuseas matinales, pero la
realidad era que no podía sacarse la imagen de la visión de
Jazmín de la cabeza. Subió al altillo, donde estaban Rama,
René, Jony y Luz, tratando de desactivar todas las armas de
los soldados de la urbe desde el servidor central. La
represión y el caos crecían, y Luz pensó que al menos podría
hacer eso por la gente, desarmar a los guardias. Kika y Jony
finalmente lograron neutralizar las armas, y bajaron todos a
la recepción. Luz reparó en la presencia de Mar y en su
palidez.
-¿Pasa algo, Mar?
-No sé, tengo como un pitucón retorcido en el pecho...
Siento angustia. como si algo malo fuera a pasar. Además,
no despierto, despiertan todos, menos yo. ¿Por qué soy tan
hueca? ¿Por qué todos despiertan y yo no?
-Hay una razón por la que no despertaste, Mar-confesó
Luz-. A vos se te hizo un reseteo especial.
-¿Por qué?
-Porque era imposible resetearte. Cuando te trajeron al
centro de control, después de atraparte en Bahía del
Príncipe, peleabas como un animal. Nunca vi tanta fortaleza,
tanta entereza. Te dormíamos para hacerte el proceso de
reseteo, y entre sueños seguías llamándolo. Llamabas a
Thiago. Nos ponías la piel de gallina. Completábamos el
proceso, despertabas, y eras la de siempre. Otra vez la
misma furia, apenas si podían sujetarte. Gritabas y pedías
por Thiago. No entendíamos qué pasaba. Cuatro veces te
repetimos el proceso, y las cuatro veces falló. Investigamos
qué era lo que fallaba y Kant encontró un recuerdo que no
se borraba, no había manera. Así que se aisló el recuerdo
que interfería y se decidió someterte a un reseteo extremo.
-¿Qué significa extremo? -preguntó Mar, conmocionada
por el relato.
-A vos te borraron todo. No te dejaron nada de nada.
Llevaron tu cerebro a cero. Pero así y todo...., aunque
estabas en blanco total, lo seguías llamando, seguías
recordándolo en sueños. Por eso es que te cuesta tanto
despertar, y tal vez no lo logres, nunca. Perdón, Mar.
Perdoname.
-¿Y cuál era ese recuerdo que no me podían borrar? -
preguntó Mar, sobreponiéndose al odio que sentía.
Luz lo buscó en la computadora y se lo mostró. Era el
momento en el que Thiago y Mar habían intercambiado sus
llaves en Bahía del Príncipe.
-Era esa llave, Mar. Nunca vi un amor tan grande. Un lazo
tan fuerte. Estabas unida a él, nunca lo ibas a dejar porque
era una parte tuya.
Pero Mar ya no la escuchaba, porque al ver ese recuerdo,
el blanco total de su mente se descompuso en millones de
colores y, poco a poco, chispas de su memoria se fueron
encendiendo. Luego de tanto dolor, Mar empezaba a
despertar.
-¿Por qué Saimon, por qué? -gritó Thiago, rengueando,
tapándose la herida del abdomen.
-¿No te cansás de hacer preguntas siempre? -rugió Simón.
-¡Teníamos un pacto, hermano!
-Mi hermano se murió, no me jodas más con eso de
«hermano». Y vos tenías un pacto, yo tenía un plan-dijo
Simón, mientras arrastraba a Thiago hacia el agua.
Jay observaba a distancia con sus binoculares.
Valeria siguió el consejo de Paz: tomó un cuaderno y
empezó a escribir frenéticamente. Escribía su deseo de
estar allí, con Simón, de no abandonarlo, de estar con él
pasara lo pasase. Melody entró en la habitación donde
estaba Valeria, y no la encontró. Solo había un cuaderno y
una lapicera. Paz le había dado la clave para viajar, y Valeria
apareció en el mismo lugar y el mismo tiempo en el que
estaban Simón y Thiago. Los distinguió a la distancia, y no
entendió lo que estaba ocurriendo.
Simón intentaba ahogar a Thiago en el agua. Thiago se
defendía, pero estaba muy débil.
-Saimon, por favor, hermano, no lo hagas-suplicaba.
-¿Qué pasa, Thiago? ¿No te podés escapar? ¿No podés
viajar en el tiempo? ¿Tan débil estás? ¿No vas a atacar?
¿Hasta cuándo vas a sostener ese personaje de héroe,
imbécil? ¿Todavía me querés salvar?-lo provocaba Simón.
-No te quiero lastimar.
-¿Vos? ¿A mí? -se rió Simón, y lo hundió en el agua.
Entonces Thiago, acorralado, con el resto de fuerzas que
tenía, se zafó de Simón y le dio una trompada. Valeria corría
hacia ellos y vio lo que habían visto tantas veces cuando
analizaban las visiones de Jazmín. Se desesperó y gritó para
frenar a Thiago, pero este volvió a asestarle otra trompada
a Simón, que cayó y golpeó su cabeza contra una piedra.
-¡No! -gritó Valeria, desgarrada, llegando junto a ellos. Se
arrojó sobre Simón.
Jay observaba la escena con sus binoculares. La silueta de
Simón, antes rojiza, se volvió opaca, gris. Y una leyenda le
informó: «Simón Arrechavaleta: fallecido». Jay sonrió, su
plan había resultado. Luego de morir, Simón estaría en ese
momento unificándose con el del 2010, y a partir de allí, se
encaminaría a ser Jay. Guardó sus binoculares y
desapareció, mientras Thiago y Valeria lloraban sobre el
cuerpo inerte de Simón.
Mar estaba en el campus del Mandalay, los recuerdos
seguían estallando en su cabeza como fuegos artificiales.
Era tan intenso que hasta se sentía un poco mareada. De
pronto, oyó un ruido como el de un motor roto, y vio una
bola de luz que cayó del cielo. Era Thiago, que volvía del
futuro, sucio, desgreñado, con sangre en las manos. Y solo.
Unos minutos más tarde, Thiago ya se había bañado y
cambiado y, un poco más repuesto, reunió a todos su
amigos para contarles lo que había ocurrido en el futuro.
-Con el Profesor pensamos un plan para engañar a Jay,
porque todo lo que Simón piensa, se convierte en recuerdo
para él. Igual suponíamos que cuando llegáramos a algún
lado, ni bien Simón viera el lugar, Jay nos iba a descubrir.
Por eso, dejamos que creyera que nos había descubierto.
Ese video que Jay le había hecho descifrar a Kant, en
realidad, había sido una trampa de Thiago y el Profesor, en
la que Jay había caído.
-Llevé a Simón al 2068, y Jay, por supuesto, nos siguió
continuó Thiago, y sacó de un bolso unos binoculares
idénticos a los que usaba Jay-. Como Jay es ciego, usa esto
para poder ver.
-¿Y se lo pudiste sacar? -preguntó Jony, azorado.
-No, este es otro. Me lo dio el Profesor. El Profe me llevó al
bosque esta mañana, antes de irse, y me dio algunas cosas
que me iban a servir. Con estos binoculares yo pude ver que
Jay estaba ahí, aunque estaba muy lejos de nosotros. Si yo
dejaba solo a Simón, Jay lo iba a matar. La única manera de
que no lo hiciera era que él mismo fuera testigo de la
muerte de Simón. Todos lo miraron muy impactados.
Cuando Jaz contó su visión en la que yo mataba a Simón,
me asusté continuó Thiago-. Pero después entendí que esa
era la solución.
-¿Matar a Simón?-preguntó Jazmín.
-Sí. Yo tenía un plan y, por supuesto, el Profesor supo cuál
era mi plan: hacer que Jay viera cómo mataba a Simón, pero
para eso iba a necesitar la complicidad de Simón. Tenía que
lograr que Simón siguiera paso a paso el plan, pero sin
saber lo que estaba haciendo. Y para eso usé esto -dijo
Thiago, mostrando otro dispositivo, pequeño, que también
le había dado el Profesor.
-¿Qué es eso? -preguntó Rama.
-Es lo que usa Jay para hipnotizar.
-¡Claro! -dijo Jony-. ¡Yo averigué que Jay manipulaba a
Simón con un hipnótico!
-Exacto. Era esto -confirmó Thiago-. Decidí usarlo para
manipular a Simón.
Thiago les contó que en el momento en que se estaban
abrazando para despedirse, le había aplicado el hipnótico y
le había ordenado clavarle la navaja, una que, por supuesto,
estaba trucada. Thiago le había ido dando órdenes a Simón,
que las había cumplido como un autómata. Así, lo había
golpeado y arrastrado hasta el río, con la supuesta intención
de ahogarlo. Como Simón estaba en trance, eso no se
convertía en un recuerdo para Jay, así que no sospechó.
-El plan era que Jay fuera testigo de la pelea, que viera a
Simón a punto de matarme y que viera cómo yo terminaba
matándolo a él, muy a mi pesar, en defensa propia.
-Pero si los binoculares captan la bioenergía -dijo Jony-,
¿cómo iban a hacer para que le apareciera que Simón
estaba muerto?
Thiago contó que había acudido a Luz para pedirle el
químico que habían usado aquel día en que hicieron pasar a
Mar por muerta.
-Ese químico vuelve imperceptibles los signos vitales.
Incluso para los binoculares de Jay.
En el momento en que Thiago le había pegado la
trompada a Simón, le había aplicado disimuladamente el
químico, y el efecto fue casi inmediato. Simón parecía haber
muerto por el golpe. Así lo creyó Valeria, y así lo creyó Jay,
que se fue satisfecho, sin saber lo que había ocurrido
porque Simón estaba dormido por el químico.
Cuando Thiago nombró a Valeria en su relato, todos se
sorprendieron y registraron además que no estaba ahí.
Thiago, entonces, les contó que Paz le había dado la clave
para que ella pudiera viajar en el tiempo para estar con
Simón. Valeria había tenido una crisis cuando lo vio muerto,
sin embargo, Thiago, una vez que Jay se había ido, le reveló
la verdad de su plan.
-¿Y ella? -preguntó Rama.
-Ella se quedó con Simón -dijo Thiago, y agregó que había
dejado a Simón dormido porque si despertaba y tomaba
conciencia de lo que había pasado, Jay lo sabría enseguida.
-Entonces, ¿Simón recién tiene que despertar cuando
volvamos a casa? -dedujo Rama.
-Así es-dijo Thiago.
-Pero todavía faltan dos llaves-dijo Hope.
Thiago metió la mano en su bolsillo y las sacó. Habían
encontrado ambas en el lugar en el que habían recluido a
Simón para dejarlo dormir junto a un fuego. En ese refugio,
junto a Simón, Thiago encontró una. Y Valeria descubrió la
otra.
-Gracias a ellos tenemos estas llaves, y podemos volver-
dijo Thiago.
-¿Y cómo sabemos que Simón se va a unificar en el futuro
y no en el 2010?-preguntó Rama.
-De eso se va a encargar él -dijo Thiago, señalando a la
planta alta.
Todos giraron y vieron a Tic Tac, que se sorprendió mucho
al sentirse mirado.
-¿Vos a mí...? Yo a vos, está claro, pero vos a mí... no
deberías. ¿Vos me ves como yo a vos?
-Todos te ven, Tic Tac -dijo Hope.
-A la marosssca... Pero qué vuelta de rosca, de tuerca, qué
punto de inflexión, qué atropello a la razón, ¿qué tal, che?
Un canto a la vida, veo. Bueno, yo me hago una pregunta,
ya que llegó la hora de volver, me pregunto: ¿están listos?
Todos gritaron que sí, que estaban listos, aunque estaban
muy tristes, también tenían muchas ganas de volver a casa.
FIN
Bitácora de Bruno Bedoya
Agüero
 
No, no. Una cosa más. La despedida no se las voy a contar,
imagínenla. Pongan Estoy listo e imaginen esa profusión de
llantos, esas mejillas empapadas, enrojecidas de tanto
berrear como ovejas o como se llame el animal que berrea.
En fin, lloraron los que se iban, lloraron los que se
quedaban. Mi Esperanza, mi Hopita linda, lloró hasta
deshidratarse, pero no importa, porque tendré toda la vida
para consolarla.
Y mientras todos berreaban como ovejas o cabras, yo subí
hasta el altillo y desplegué las siete llaves que cierto ser de
luz muy copado les había ido enviando, como un modo de
alentarlos a seguir. Sí, ya sé, no hay caso: soy groso. Puse
una a una las llaves en cada cerradura, las fui girando, y el
portal, mi amado reloj, mi puerta vaivén entre mi mundo y
el de ustedes, volvió a fulgurar, y toda la troupe volvió a su
tiempo.
FIN
Bitácora de Bruno Bedoya
Agüero
 
No, no. Otra cosa más. Porque ya los escucho berrear a
ustedes, lectores y lectoras. Sí, no los/las puedo dejar así,
quieren saber un poco más. Bien, acá va.
El reloj produjo algo así como un barrido de luz, y cuando
se apagó, en el 2031, habían quedado solo Hope, Paz,
Cristóbal, Nina, René, Jony, Torito y Luz. Paz, bueno, ya lo
saben, ahora es compañera mía de laburo, está de este
lado, ella tuvo la misión de cuidarme a mí cuando estaba en
la panza de mamá, y yo a su vez tuve la misión de cuidar a
Hope, y así nos vamos encadenando misiones nosotros,
porque somos recopados, regrosos.
Nina es un misterio paradojal, porque si Jay no existió,
tampoco existió la réplica. Qué fea palabra, por favor, a
quién se le ocurrió. En fin, Nina tenía su propia duda
existencial, que era básicamente "¿existiré o no existiré?".
Jony y René fueron felices y nerds toda la vida, se casaron
y tuvieron Renitos y Jonytas. Pero bueno, lo más relevante
aquí no es tanto quiénes quedaron en el 2031, sino quiénes
no quedaron, ¿me captan? Pues bien, vayamos ahora al
2010. A la reunificación. En el 2010 los TeenAngels, es decir,
mis padres y los locos lindos de mis tíos, habían decidido
irse de gira por el país con su música. Thiago estaba con
Simón, que lo ayudaba a cargar los instrumentos en la
pequeña camioneta en la que viajarían, cuando mi padre
«volvió». Lo aclaro una vez y de ahora en más cada vez que
yo digo "volvió" se entiende que es que regresó del futuro y
se unificó, ¿estamos? Pues bien, el Pela volvió y se
bamboleó un poco, porque sí, volver marea. Apenas volvió
se empezaron a mezclar los recuerdos de todo lo vivido en
esos dos años en ambos tiempos, y enseguida se dio cuenta
de que esa era la última vez real que vería a Simón. Ya se
había despedido en el futuro espantoso, pero Simón dormía
y no pudo escuchar las palabras sentidísimas que le dijo
Thiago. Así que no perdió el tiempo y le dio un abrazo, le
dijo cuánto lo quería y le agradeció el sacrificio que había
hecho por todos. De pronto, hubo un destello, y Simón
desapareció.
Como había dicho Thiago, yo, un servidor, me encargué
de que Saimon se unificara en el 2068. Y lo mismo pasó con
Valeria, aunque en el caso de ella fue más raro. Paso a
explicarles por qué. Resulta que en el 2010 no había pasado
nada de todo lo que pasó entre Rama y Valeria en el futuro,
y seguían juntos y enamorados. El 2010 era «rameria»,
digamos. Estaban chapando como locos cuando Valeria
desapareció. Y Rama no entendió nada, pero a los pocos
segundos «volvió» él, y enseguida comprendió todo. Y salió
corriendo a ver si Kika había podido subirse al colectivo
temporal, porque, claro, en el 2031 la posta era "ramika".
Mientras tanto, la tumbera del 2010 se unificó con la del
2068 y, aunque segundos antes se estaba besando con
Rama -que chanchada todo-, enseguida comprendió que
ahora la que iba era «simeria». Bien, dejemos por un
instante a Valeria y Simón en el 2068.
En el 2010 fueron volviendo todos: Nachito apenas llegó
corrió a buscar a la Paisa, que lo esperaba hacía casi dos
años y le desinfló los cachetes de un beso cuando se dio
cuenta de que había vuelto. Final feliz «nachidad».
Luca y Tefi se unificaron, ahí no hubo cambios, se fueron
«lucefi» y volvieron «lucefi». Melody tuvo su momento de
película de terror, porque apareció sola y salió corriendo por
todo el Hogar Mágico -todavía no se había creado el
Mandalay, aclaro, por si hay algún mareado por tanto viaje
en el tiempo-, hasta que encontró a Teo con Amado, que
estaban más perdidos que activista del 2031 en el 2010.Y
por supuesto también volvió Mar, que ya era ella misma, la
Molina Prado Rojo había quedado en ese futuro improbable.
Esta era la perna auténtica, la fratacha, mi mamá, y apenas
volvió se acordó de que llegaba con equipaje, es decir, con
un bello bebé en su vientre, es decir, con esta luminaria
extraordinaria y humilde gestándose en su interior.
Tacho y Jazmín volvieron también, por supuesto, ya eran
los mismos de siempre y nunca dejarían de serlo, por
fortuna. Lleca también volvió y notó que era el mismo
adolescente en la edad del pavo tanto en el 2031 como en
el 2010. La que no entendía nada, y nunca lo entendería,
era Malvina, que andaba de acá para allá como bólida sin
manija, sin entender a qué se referían todos que andaban
gritando como locos "¡volví, volví!".
Todos se emocionaron mucho al ver a Hope, mi Hopita, mi
bebecita, esa coshita linda, que en ese entonces tenía dos
añitititos, bebé. También estaban todos los otros, claro, que
no son menos importantes, a saber: Cristóbal, Monito, Alelí
y, por supuesto, Luz, y acá ya les di una pista, los más
avispados ya se dieron cuenta. ¡Exacto! Si estaba Luz, la
pequeña, claro, eso quería decir que nunca había ocurrido el
secuestro, y tampoco Tina había muerto; de hecho, ahí
estaba, aún de turbante, pero ahora con camisa blanca. Y si
Luz no había sido secuestrada, eso era por una simple
razón: ¡el plan había funcionado! Simón no se había
convertido en Jay y nada de todo lo que acaban de leer
pasó. O sí, pasó, pero luego hicieron algo para que no
pasara, entonces no pasó. Aunque pasó. Y luego lo
revirtieron, por ende, no pasó. Pero pasó. Y dejo ya esta
paradoja circular porque si no, no avanzamos más.
Simón y Valeria salieron del edificio donde estaban, y ya
no había allí ni ciudad inundada ni mundo arrasado. Había
un prado verde, caballos, flores y aves. El futuro era
brillante y era todo de ellos. Volviendo al 2010, estaban
todos juntos, a los abrazos, como si no se hubieran visto en
años cuando en realidad no se habían despegado en meses,
y de pronto se escuchó un grito:
-¡Familiaaaa!
Todos giraron y vieron llegar a Nico, que venía a despedir
a los Teens. Todos lo miraron sonrientes, felices de volver a
verlo. Lo habían extrañado y necesitado demasiado esos
dos años. Nico no entendía esas miradas, hasta que
comprendió.
-¿Volvieron? ¡Volvieron!
Y abrazó a uno por uno. Cuando llegó a Kika, a Teo y a
Amado, se desconcertó, y más aún cuando Teo, fascinado,
reconoció a Cielo, que acababa de llegar con Paz, que era
una bebé de un año y medio. Les llevó mucho tiempo
explicarle a Nico quién era quién y por qué Simón y Valeria
no habían regresado, y mucho más tiempo les llevó
explicárselo a Malvina. Todavía hoy se lo siguen explicando.
Cielo y Nico hicieron un pacto con los chicos: nadie contaría
nada de lo vivido en el futuro, era un misterio que debía
permanecer así.
En el 2031, mis chicas también están felices. Como nada
de lo que pasó pasó, ni Paz ni Camilo fueron atrapados por
ninguna Corporación que no existió, hoy están juntos y
felices, como Luz está feliz con Cristóbal, que acaba de
proponerle casamiento. Y Hope está con uno de los
Nerditos. Sí, hay tres, ya lo explicaré. Y bueno, pasada la
emoción del reencuentro, una nueva despedida, porque así
somos nosotros: vamos de reencuentro en despedida y de
despedida en reencuentro. Todos fueron a decirle adiós a los
Teens y a Kika, que se iban de viaje. Nico y Cielo dijeron
unas palabras, porque siempre alguien tenía que hacer su
discurso.
-Ustedes ya están listos para volar, chicos -dijo Cielo..
-Y no está hablando de velocidad, eh -advirtió Nico-.
Vivan, equivóquense, acierten, vuelvan a equivocarse,
crezcan y no tengan miedo de cambiar. Cambiar no es
traicionarse.
-Es crecer, es aprender -agregó Cielo-. Pero no pierdan
nunca su esencia.
-Confíen en ustedes mismos -dijo Nico-. Y si pasa algo,
creo que ya saben que... detrás de las nubes, el cielo es
siempre azul.
Los seis -y yo también, en la panza de mi madre- partimos
hacia el futuro, no el GRAN FUTURO, no veintidós años ni
cincuenta. El futuro inmediato, el ahora, el dentro de un
rato. En el camino, hicieron música, que era lo que más
amaban hacer, y nació una nueva canción.
No te digo adiós sino hasta siempre.
Y aunque hoy tenga que irme
sé que no te olvidaré.
Queda una canción que me habla de vos,
y por eso no te digo adiós.
Por supuesto, el viaje estuvo lleno de peleas y
reconciliaciones de la Gitana y Tacho, de siperonoes de
Rama y de falsas alarmas de parto de mi madre. Y, sobre
todo, se habló de una duda que tenía Mar.
-Pela, ¿vos sabés por qué Paz dijo que nuestro hijo va a
ser especial? (Se referían a mí, no sé si queda claro).
-No, pero ya nos enteraremos, ¿no? (Sí, y los deslumbraré
con mi genialidad).
-Aunque... -dijo mi madre, y sacó un ejemplar de La isla
de Eudamón, que se había llevado del futuro.
-¡Te lo trajiste! ¿Pero cómo? Si el Profesor te lo sacó.
-Había varias copias, perno..
-Igual el Profe arrancó las páginas que hablaban de
nuestro hijo.-Pero por ahí quedaron pistas, señales, viste
cómo son los escritores que te siembran misterios. OK, está
bien, no leo más. Otra cosita, estaba pensando en lo que
hicieron Simón y Vale, que fue muy loable -e hizo una
pausa-. ¿No me vas a corregir?
-Está bien dicho, mi amor -dijo Thiago, mientras
manejaba.
-¡Por fin pegué una! Bueno, metieron alto sacrificio por
todos nosotros y me gustaría, si nuestro hijo es nena, que se
llame Vale, y si es nene, Simón. ¿Te va?
-Me re-va, mi amor -dijo Thiago, y de pronto sonrió-.
¿Sabés cuál es el nombre completo de Saimon? Simón
Bruno.
Y ese fue el origen de mi nombre, sé que todos estaban
desesperados por saberlo.
Por todo lo que compartimos,
los momentos que vivimos,
nada nos va a separar.
Porque se abrieron los caminos
desde el día en que elegimos
ir a ver qué hay más allá.
No es un adiós crecer los dos,
es solo dar un paso más.
Y por eso no te digo adiós nunca más.
FIN
Bitácora de Bruno Bedoya
Agüero
 
Bueno, no. Otra cosa más. Porque ya los escucho no
berrear, remil berrear, porque ya me van a decir que hay
muchos misterios que no revelé, muchas dudas que no
aclaré. Así que acá hice una lista de aclaraciones y/o
revelaciones:
1. La tarjeta en la que Thiago y Jazmín invitaban al
bautismo de su hijo Bruno Bedoya Agüero. En la entrega
anterior ya les conté que «thiazmín» había ocurrido en una
línea temporal. Sin embargo, la existencia de esa tarjeta
tenía otra explicación. Ciro, el novio de Malvina, había
puesto una imprenta en el local donde antes funcionaba el
bar TeenAngels, y la bólida la atendía cuando él no estaba.
En el 2018, cuando nació Alai, Mar quiso hacerles un regalo,
y le encargó a Malvina las tarjetas del bautismo. Y también
le encargó invitaciones para el cumpleaños del Brunito, es
decir yo, el hijo de Mar y Thiago. La bólida hizo de las suyas,
mezcló todo, y así fue como esa tarjeta existió. Aunque
mamá la rompió apenas la vio para evitarse tanta angustia
en el futuro, Malvina había mandado a imprimir mil
cuatrocientas, y alguna de ellas, evidentemente, llegaría a
manos de Mar en el 2030.
2. En el 2018, cuando nació Alai, todos estuvieron un poco
tensos, porque aunque Simón no se había convertido en Jay,
Luz estaba desaparecida hacía un tiempo, y todos tenían la
inquietud de que reapareciera y de alguna manera se
cumpliera aquel destino fatídico. Pero eso no ocurrió, Alai
nació y vivió feliz con Tacho y Jazmín, que nunca fueron
presos, claro, y se crió con Amadito como su casi hermano
mayor.
3. Nacho logró convencer a Luca, Caridad y Tefi de la idea
de la inseminación. Lo cierto era que Luca y Tefi también se
habían encariñado con Nerdito, y no podían dejar soltera a
Hope. Caridad no lo había conocido, pero si ese gauchito
debía existir, ella haría de tripas corazón. Así que
procedieron. Y si bien lograron que el destino se cumpliera,
ya que nació Nerdito, un poco lo alteraron, porque la
inseminación fue muy exitosa y nacieron trillizos, y por eso
en el futuro hay tres Nerditos pululando por ahí.
4. ¿Quién ganó La Bestia Pop? El gran desvelo de Nachito.
Apenas volvió (es decir, se unificó), recordó quién había
ganado. La final se hizo en Bariloche, durante el viaje de
egresados. Y lo cierto es que la noche anterior ambas
bandas se descontrolaron un poco, hicieron un poco de
escándalo, las autoridades descalificaron a ambas bandas, y
el galardón se lo llevó un grupo de cumbia llamado Tintura
Loca. Los tres Nerditos, en el futuro, serán fanáticos de ese
grupo, para fastidio de Nacho.
5. En cuanto a La Nueva Ola, ese concurso quedó
atrapado en un bucle temporal, porque iban a anunciar los
ganadores el día de las explosiones, pero las explosiones no
ocurrieron, porque nada ocurrió, y si nada ocurrió, ¿ocurrió
La Nueva Ola? Sí, ocurrió, y la banda ganadora fue
TeenAngels. ¡Aguanten los Teens!
6. Otra pregunta que me hacen mucho es: ¿por qué le
dicen Tacho a Tacho? La versión que circula es tan procaz
que no me atrevo ponerla por escrito.
7. Y sí, la otra, la que todos están esperando: ¿qué hizo
Mar la noche de las Olimpíadas? Quiero recordarles que
estamos hablando de mi madre, para mí no es sencillo ni
cómodo hablar de estos temas. Es mi mamá, entiéndanme,
me da impresión. No la quiero exponer, pero también
prometí revelar todos los secretos. Así que les voy a dar
opciones:
a. Se robó las medallas de oro de la delegación Brasilera.
b. Le fue infiel a mi padre con el líder de la Resistencia
española.
c. Le robó las medallas de oro al líder de la Resistencia
española.
d. Se tomó unas copitas de más y se chapó al tío Rama.
e. Hizo obras de caridad.
f. Cocinó para todas las delegaciones.
g. Ninguna de las anteriores.
h. Todas las anteriores.
Bien, la repuesta está entre las opciones. ¿Ven que soy
groso?
Cumplí mi compromiso y a la vez no dejé tan mal parada a
mi madre.
8. Y ahora, el último misterio: ¿Cómo puede ser que
Valeria, que se quedó a vivir en el 2068 con Simón, haya
hablado con Rama en el 2030, cuando él la llamó? Pues
bien, hete aquí la respuesta. Simón y Valeria vivieron muy
felices en el 2068, tuvieron una vida plena, disfrutando de
las bondades del futuro. Incluso, rompieron un poquito las
reglas y fueron a espiar a sus amigos, que ya eran todos
unos setentones. Ella se dedicó a escribir, y Simón a dar
clases de francés y a hacer traducciones. Tuvieron dos hijas
mellizas: Rose y Gianina (fijense como el rulo siempre se las
arregla para volver, como diría mi Hopita). Pasaron doce
años en el futuro, es decir, llegaron al 2080, y consideraron
que ya era tiempo suficiente para estar tranquilos de que
Simón, definitivamente, no se había convertido en Jay. No se
había obsesionado con viajar en el tiempo, ni había armado
un laboratorio loco, ni había matado a nadie. Y, la verdad,
extrañaban mucho a sus amigos. Y Valeria tenía la clave, se
la había revelado Paz. A través de la escritura, podrían
volver. Así lo hicieron, los cuatro Arrechavaleta Gutiérrez
regresaron a su tiempo en el 2022, y fue una alegría
inmensa para todos reencontrarlos. Y cuando Rama, en el
2030, creyó ver a Valeria en la calle con un chico, no se
equivocó, era ella, la de cuarenta. Y también era ella con la
que habló por teléfono. Ahora, ¿ese vástago con el que
estaba Valeria, era un tercer hijo de ella y Simón? ¿O tenía
razón Tefi y el final de esa historia era «rameria»? Quién lo
sabe. Y eso, mis estimados y estimadas, es lo mejor de la
vida, que se va escribiendo día a día y todo puede pasar.
Somos una entre millones de posibilidades, ¡qué privilegio!
FIN
Bitácora de Bruno Bedoya
Agüero
 
No, bueno, una cosita más les quería decir. Yo sé que todos
estamos ocupados de nuestra pequeña vida, nuestros
triunfos y sinsabores, logros y frustraciones cotidianas,
pequeñas o grandes metas con las que le damos sentido a
nuestra existencia. Pero cuando la tragedia nos golpea, todo
pierde sentido. Eso que creíamos que era nuestra razón de
existir, se desvanece, se vuelve de aire, pierde consistencia
y nos encontramos frente al vacío del sinsentido.
Y cuando nos enfrentamos al sinsentido de la vida, uno se
pregunta: ¿para qué resistir? ¿Cuál es el propósito? ¿Salvar
qué y para qué del naufragio? Nos dicen que tenemos que
ser la Resistencia, ¿pero para qué? ¿Por qué resistir a los
dolores, a las tristezas? ¿Por qué nos dicen que debemos
resistir cuando el destino descarga toda su crueldad sobre
nosotros? Si la vida es una sucesión de despedidas, de
pérdidas, ¿para qué resistir? ¿Por qué levantarse cada
mañana aún cuando no tenemos motivos? Solo por un acto
de fe en que, resistiendo, algo mejor llegará. ¿Pero qué?
Hay un momento, un segundo contundente, en el que
todo ese sinsentido desaparece, se evapora. Y el corazón
grita ¡Gracias!, gracias a mí mismo por haber resistido.
Porque cuando todo se vuelve oscuro, uno sabe por qué
resistir: resistimos por los seres amados, para dejar un
mundo mejor del que recibimos a nuestros hijos. Y para eso,
tal vez, debamos aceptar que nuestra existencia tiene un
sentido superior. Resistimos, en definitiva, para poder
cumplir nuestra misión en este mundo. Lo sepamos o no,
existimos por una razón. Grandes o pequeñas misiones que
debemos llevar a cabo. Hacer feliz a una persona, a
algunas, a millones. Despertar conciencias o descubrir la
cura de alguna enfermedad o, simplemente, ser el ser
amado de alguien; todos tenemos una razón de existir, y
por eso hay que resistir. Tal vez tu misión sea traer una
nueva vida al mundo con su propia misión, o tal vez sea
escribir esa canción que hará vibrar a millones, o regalarle a
tu chica o a tu chico ese poema horrible que escribiste, pero
que la o lo hará sentirse amada o amado, y por eso, solo por
eso, vale la pena resistir. No me gusta dar consejos, pero
bueh, acá van tres: recordá que sos parte fundamental de
este ciclo sin fin, sabé que somos Casi Ángeles y que la
vida....es Resistencia.
FIN... ¿FIN?

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