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03 La Transposición Didáctica Libro
03 La Transposición Didáctica Libro
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Al Saber Elice
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LA TRANSPOSICIÓN
DIDÁCTICA
Yves Chevallard
Traducción: ”
Capítulo 1
¿Qué es la transposición didáctica? ......iiiaaaaaaa e 45
Capítulo 2
¿Existe la transposición didáctica?
O la vigilancia epistemológica .......c ciao 47
Capítulo 4
“Objetos de caber” y otros objetos ... aaa aaa as 57
Capítulo 5
© Copyright Aique Grupo Editor S.A. Saberes escolarizables y preparación didáctica ........... 67
Valentín Gómez 3530 (CLL91AAP) Ciudad de Buenos Aires
Tel. / Fax: 4865-5000
e-mail: aique@comnet.com.ar / http://www.aique.com.ar
Capítulo 6
El texto del saber y la estructura .
Hecho el depósito que previene la ley 11.723 del tiempo didáctico .......iciaaaaaaaaea 75
LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA
La transposición didáctica
1.8.B.N. 950-701-380-6
Primera edición 1997 Capítulo 7
Segunda edición 1997 El tiempo de la enseñanza como ficción:
Tercera edición 1998 CIONOgÉNESIS Y LODOBÉNESIS caes 81
Tercera edición. Primera reimpresión 2000
Capítulo 8
La reproducción total o parcial de este libro en cualquier forma que sea, idéntica o modilicada
y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, electrónico, informático, magnéticn El tiempo de la enseñanza como ficción:
y sobre cualquier tipo de soporte, no autorizada por los editores, viola derechos reservados.
preconstrucción y posterioridad .......iiaa
aaa 93
es ilegal y constituye un delito.
Documentos
1. Una escala colectiva de nivel individual ........-.--.-- 113
117 Prefacio
2 Parónyfómmula .....oaaaocorr
3. Multiplicación a la italiana, a la segunda edición
multiplicación per gelosía ...-.oraraarrrrrad 125
4. Autorregulación del sistema didáctico .....-.-..-- 127
La primera edición de esta obra apareció en 1985. En
5 FindeCE2 ...... coa ree 131
esta segunda edición, se ha conservado íntegramente el tex-
6. Una lista de procedimientos .....-o-orrraor creías 135
to inicial, pero el libro que se propone al lector actual inclu-
ye importantes agregados.
Posfacio a la sgegunda edición .....-.--uooocceree 139
La edición de 1985 reunía dos producciones de épocas
diferentes: notas redactadas en 1980 como preparación para un
Referencias .... ci ccaiaerreíe e 183
curso dado en el marco de la Primera Escuela de Verano de di
Notas ccc 187 dáctica de las matemáticas, y que constituían el núcleo del libro
(los capítulos 1 a 8); la adaptación del texto —que llevaba el tí-
Referencias bibliográficas .........oorooaroreee es 189 tulo ¿Por qué la transhasición didáctica?, redactado en 1982—, que
constituía la introducción de una comunicación presentada en
el Seminario de didáctica y de pedagogía de las matemáticas de
la Universidad científica y médica de Grenoble.
La presente edición se consagra en mayor medida aún a
esa tarea de apilamiento de textos, cosa que no desagrada al au-
tor. Porque el “texto del saber” nunca es otra cosa que una co-
lección de piezas y fragmentos cosidos más o menos prolijamen-
te. No parece inadecuado, incluso, mostrar aquí las costuras: de
ese modo, el medio será un poco, y a su manera, el mensaje.
A pesar del progreso de las investigaciones y la evolu-
ción de la teoría, no abjuramos del texto original: nos parece
Justificado conservar una construcción que provee, creemos,
los principios esenciales de la problematización y de la com-
La transposición didáctica
La transposición didáctica
La transposición didáctica
L a cransposiciónÍn dq didáctica
La transposición didáctica
que el concepto se difundió más allá de la comunidad de di
La transposición didáctica
q lidáctica
te encuentra el observador, ¿qué relación entabla con lo que
noscible, en el sentido en el que la actividad científica, en to- se proclama de él fuera de ese ámbito? ¿Y qué relación enta-
das las áreas en que se ha desplegado hasta ahora, pretende bla entonces con el “saber sabio”, el de los matemáticos?
transposici ON
conocer el mundo. Ese objeto—allí está el obstáculo con el ¿Qué distancias existen entre unos y otros?
que la investigación-acción tropieza— no es enteramente del Estas preguntas mínimas; empero, tocan un punto su-
orden de la naturaleza. Es lo que yo denominaría un objeto mamente importante: génesis, filiaciones, legitimidades, to-
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do esto mezclado y en forma de debate. ¿Génesis míticas? ¿Fi- ber enseñado, es necesariamente distinto del saber-¡nicial-
liaciones negociadas? ¿Legitimidades inciertas? El cuestiona- mente-designado-como-el-que-debe-ser-enseñado, el saber a
miento, es verdad, comienza por adoptar un sesgo de sospe- enseñar. Este es el terrible secreto que el concepto de trans-
cha: la investigación epistemológica se torna así fácilmente posición didáctica pone en peligro. No basta sólo con que se
policíaca y parece a priori hostil al funcionamiento feliz de la profundice una brecha: es preciso que esa brecha necesaria
institución. El concepto de transposición didáctica, en tanto sea negada y excluida de las conciencias como problema, s1
remite al paso del saber sabio al saber enseñado, y por lo tan- subsiste tal vez como hecho contingente. Puesto que, al mis-
‘to a la distancia eventual, obligatoria que los separa, da testi- mo tiempo, para que la enseñanza dada aparezca legitimada,
monio de ese cuestionamiento necesario, al tiempo que se es preciso que afirme fervorosamente su adecuación con el
convierte en su primera herramienta. Para el didacta, es una proyecto que la justifica y que la explicita. El caber enseñado
herramienta que permite recapacitar, tomar distancia, Inte- debe aparecer conforme al saber a enseñar. O mejor, la cues-
rrogar las evidencias, poner en cuestión las ideas simples, tión de su adecuación, no debe ser formulada. Ficción de iden-
desprenderse de la familiaridad engañosa de su objeto de es- tidad o de conformidad aceptable. El enseñante no existe,
tudio. En una palabra, lo que le permite ejercer su vigilancia porque la ensenñanza no existe sino al precio de esta ficción:
epistemológica. Es uno de los instrumentos de la ruptura que ésta vive de esa ficción, debe vivir de esa ficción. Por lo tan-
la didáctica debe ejercer para constituirse en su propio domi to, señalando un proceso que constituye el objeto de una ne-
nio; es aquel por el cual la entrada del saber en la problemá- gación tan vital, el concepto de transposición didáctica se
tica de la didáctica pasa de la potencia al acto: en la medida afirma primero como violencia ejercida contra la integridad
en que el “saber” deviene para ella problemático puede figurar, del acto de enseñanza, cuya identidad desdibuja en una inte-
en adelante, como un término en el enunciado de problemas rrogación a la que el docente no puede responder a priori si-
(nuevos o simplemente reformulados) y en su solución. no negándose a escucharla.
Pero para el docente las cosas ocurren de otro modo. Resistencia al concepto. El concepto, y la resistencia
En un primer momento, al menos, el reconocimiento de la con la que se encuentra, hacen visible otra verdad del funcio-
transposición didáctica supone resquebrajar su participación namiento didáctico: no se comprende lo que ocurre en el in-
armoniosa en el funcionamiento didáctico. El sistema didác- terior del sistema didáctico si no se toma en cuenta su exterior.
tico no es el efecto de nuestra voluntad. Su funcionamiento El sistema didáctico es un sistema abierto. Su supervivencia
—sin hablar siquiera todavía de su buen funcionamiento— su- supone su compatibilización con su medio. Esta le impone res-
La transposición didáctica
pone que la “materia” (enseñante, alumnos, saber) que ven- ponder a las exigencias que acompañan y justifican el proyec-
La transposición didáctica
drá a ocupar cada uno de los lugares, satisfaga ciertos requz- to social a cuya actualización debe responder. Hay allí, empe-
Sitos didácticos específicos. Para que la enseñanza de un deter- ro, una especie de paradoja: su respuesta consiste precisa-
minado elemento de saber sea meramente posible, ese elemen- mente en no prestar atención a la cuestión. La ficción de con-
to deberá haber sufrido ciertas deformaciones, que lo harán formidad se ¡instala y perdura debido a que el saber a enseñar
apto para ser enseñado. El saber-tal-como-es-enseñado, el sa- (y el saber sabio de donde éste deriva por designación) se en-
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Resiïistir no es rechazar. No siempre. Existe el rechazo
cuentra rápidamente olvidado en el curso del proceso de
del que no quiere escuchar. Existe el rechazo ultrajado de
transposición, en tanto que punto de partida, objeto de refe-
quien protesta: se denunciará entonces el exceso del análisis,
rencia, fuente de normatividad y fundamento de legitimidad.
Comúnmente (es decir, fuera de los períodos de “crisis”) per-
que se juzgará exagerado y ofensivo para el simple sentido co-
manece ajeno al campo de conciencia del enseñante como mún —eterno aliado de todas las malas causas. Nos escanda-
tal: la conciencia didáctica es cerrada porque el sistema didácti- lizaremos de la afrenta lanzada contra el orden y los valores
co es abierto. La clausura de la conciencia didáctica resgponde del mundo —quiero decir, de la institución. así el trabajo cien-
subjetivamente a la autonomía relativa del sistema didáctico; tífico está hecho de minúsculas revoluciones copernicanas,
es la forma vivida de la condición de posibilidad de la ense- que son a su vez pequeños escándalos. Es verdad, mientras
ñanza. ¡El sistema didáctico no existe sino para ser compatl- tanto, que los primeros usos de un concepto se consideran
ble con su entorno; y esta compatibilización pasa por una dis- frecuentemente como casos “patológicos”, porque se trata de
minución de la conciencia del entorno por parte de los agen- forzar las características con el propósito de ver o hacer ver.
tes del sístema! El destino del saber se juega en esta astucia De modo que la pertinencia del concepto, su utilidad o su ne-
del funcionamiento didáctico. Con respecto a él, sería inade- cesidad, aparecen ligados a casos límites y parecen no incluir
cuado hablar de génesis y filiaciones, de rupturas y reformu- más que lo aberrante o lo monstruoso. Si, pasando del hecho
laciones. Pues supondría dar cabida legítima a una cuestión al derecho, consideramos esos casos como los únicos a los
que no puede sostenerse. El saber que produce la transposl- que se aplica con justicia el concepto, también considerare-
ción didáctica será por lo tanto un saber exiliado de sus orí- mos exagerado e ilegítimo el uso sistemático del concepto —es-
genes y separado de su producción histórica en la esfera del ta ley de hierro del trabajo científico. (Aun en la década de
saber sabio, legitimándose, en tanto saber enseñado, como al- 1920, el hombre común podía llegar a aceptar que la repre-
go que no es de ningún tiempo ni de ningún lugar, y no legi- sión, concepto freudiano, se aplicara a los locos, pero objeta-
timándose mediante el recurso a la autoridad de un produc- ba que era falso querer someter a él a las personas de bien.)
tor, cualquiera que fuere. “Pueden creerme”, parece decir el Sin embargo, lo sabemos, la “resistencia” también puede in-
docente, para afirmar su rol de transmisor, que no puede vertir su curso, hacerse aceptación entusiasta, proselitismo
transmitir sino bajo la condición de no producir nada, “pue- ofensivo, ardor por propagar la “verdad”, y así es como se co-
den creerme porque no se trata de mí...” Aversión de los ma- rrigen las equivocaciones. Entonces, a la inversa, se asignará
nuales hacia todo lo que anclaría en una historia el saber que al concepto el territorio más vasto, la legitimidad más exten-
CC lidáctica
ellos promueven. Lo que ha sido y ya no es, no existe siquie- sa; y, en el mismo movimiento, se creerá obligatorio asignar
La transposición didáctica
ra en el recuerdo: ése es el secreto del funcionamiento sïn his- a lo patológico, que el concepto contribuyó primero a expli-
toria de la institución. El saber enseñado supone un proceso car, una extensión máxima. (Así es como el hombre común
La transposici ÓN
de naturalización, que le confiere la evidencia incontestable cultivado de nuestros días, henchido de psicoanálisis, procla-
de las cosas naturales; sobre esta naturaleza “dada”, la escue- mará que “todos somos neuróticos”). Existe una relación ar-
la espera ahora su jurisdicción, fundadora de valores que, en caica con el saber de la que sin duda no nos desharemos ja-
adelante, administran el orden didáctico.
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más completamente. Emocionalmente, vivimos toda conquis- zado... De hecho, el debate no es en este caso más que apa-
ta de la verdad como reparación de una privación inmemo- rentemente un debate técnico (¿Qué extensión conviene dar
rial, como una victoria obtenida, no sobre la ignorancia —que al proceso de transposición didáctica? ¿Hay que segmentar-
en definitiva es una cuestión de la que somos responsables—, lo? Y en ese caso ¿qué segmentación hay que mantener?). Ba-
sino sobre cierta voluntad de secreto, venida de nadie sabe jo la apariencia de una elección teórica, el enseñante no eli-
dónde pero evidente por su mismo misterio. ge, porque no tiene poder de elección. Retiene del proceso
Rechazo irritado, aceptación generosa: son las dos ver- el único momento en el que se sabe involucrado: la redacción
tientes de una misma emoción. En apariencia, también pue- del texto del saber —el cual, previamente, en la etapa de la re-
de prevalecer otro tono, caracterizado por una cierta Sangre dacción (realizada bajo la forma del manual o de notas del
fría, un laconismo en la confesión que deja poco espacio al profesor) no es más que un “metatexto”, que no está escrito
debate. Dos reacciones, de las que puedo hacerme eco aquí, definitivamente en ninguna parte, que es una matriz de va-
completan e ilustran los análisis precedentes. El “concepto” riantes que le darán forma concreta. Mediante esta cómoda
será, en apariencia, fríamente admitido, como sí fuera obvio. ignorancia, el enseñante aniquila las fases del proceso que no
Simplemente se considera que un día se ha agregado una sabe gobernar (y que, de hecho, gobiernan su “elección”). Y
nueva palabra a las palabras de la tribu. Simple agregado que ese movimiento de clausura de su campo de conciencia le
no altera la anterior economía del léxico. La “teoría” desem- permite sostener la ficción de la transparencia vivida —actua-
peña ahora el papel de homeostato. Operación de banaliza- da— del funcionamiento didáctico (es decir, de lo que perci-
ción, donde el concepto está vaciado, pierde su fuerza y, pues- be de éste), y de su capacidad de asumir su control a partir
to a funcionar en los enunciados más nimios, carece final- de las únicas variables directrices de las que dispone —en pri-
mente de objeto propio. En todo caso, sólo se impone el sig- mer lugar, el juego sobre el texto del saber.
nificante; es sólo el vocabulario lo que ha cambiado. Es ver- Pero también puede verse otra reacción, que en verdad
dad, se dirá, es verdad que hay transposición didáctica: iorga- no me esperaba, proveniente de otro campo, el de los didac-
nicemos pues esas transposiciones didácticas! El activismo tas. “De acuerdo”, dijeron algunos de ellos, “hay transposi-
obstruye el análisis y una cierta actitud reflexiva. Preparar ción didáctica”; y —también “de acuerdo”— hay que analizar
una lección sobre el logaritmo se vuelve, entonces, hacer la ese proceso (ya no se trataba aquí, por el momenio, y en con-
transposición didáctica de la noción de logaritmo. Sin embar- traste con la preocupación inmediata de los profesores, de
go, preparar un lección es sin duda trabajar con la transposl- “fabricar” transposiciones didácticas). ¿Pero por qué hacer
La transposición didáctica
La transposición didáctica
partir el análisis del análisis del saber sabio? Aquello que es-
más es hacer la transposición didáctica. Cuando el enseñante bocé a propósito de la resistencia al concepto permite, creo,
interviene para escribir esta variante local del texto del saber aclarar esta sorprendente respuesta. La exclusión del saber
que él llama 5u curso, o para preparar su curso (es decir, para sabio, que hace posible el desfase temporal e institucional
realizar el texto del saber en el desfiladero de su propia pala- que separa el saber sabio y sus avatares didácticos por parte
bra), ya hace tiempo que la transposición didáctica ha comen- del proceso de transposición, es aquello por lo cual el orden
[a]
a]
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didáctico se constituye como cerrado sobre sí mismo. Este sabio, suprimiendo uno de los términos del problema plan-
modelo en pequeño que desearíamos ver sometido a nuestra teado, borra el problema y prepara el retorno subrepticio y
Única legislación, manifiesto unicamente ante nuestra mira- obcecado de la ficción unitaria que el concepto de transposi-
da, adopta aquí su autonomía en la conciencia para alejarse ción didáctica denuncia a través de la separación que señala
de lo que, en última instancia, funda su legitimidad. La afir- tercamente en el interior régimen del “saber”. Por el contra-
mación del desinterés del análisis del saber sabio —arrojado rio, cuando se le asigna al saber sabio su justo lugar en el
así enteramente y sín pena a la historia y a la epistemología de proceso de transposición y, sin que el análisis de la transposi-
las matemáticas— manifiesta la infiltración, en la problemáti- ción didáctica sustituya indebidamente al análisis epistemoló-
ca del didacta, de los valores que organizan el punto de vista gico stricto Sensu, se hace evidente que es precisamente el con-
del docente. Nunca se insistirá demasiado al decir que la rup- cepto de transposición didáctica lo que permite la articula-
tura por la que se abre un nuevo espacio científico —el de la ción del análisis epistemológico con el análisis didáctico, y se
didáctica de las matemáticas, como espacio no reductible a convierte entonces en guía del buen uso de la epistemología
los diversos territorios ya delimitados (los de la psicología, la para la didáctica. De ese modo, los episttemólogos nos apor-
soOciología, etc.)— es una ruptura continuada, una operación tan el concepto de problemática. Pero éste se revela un arma
reiterada, que reencontramos en cada uno de nuestros gestos. muy útil para nuestro propósito: en el paso de tal elemento
Hijo pródigo, el didacta se siente permanentemente tentado del saber sabio al elemento que le resgponde —o mejor, del
de volver a la Morada del Padre y teme involucrarse con la cual él responde— en el saber enseñado, hay antes de nada un
problemática del enseñante. Más de una vez cae presa de la invariante (en general un significante: “conjunto”, “distan-
acuciante nostalgia del alma mater, de la que un día se apartó cia”, etc.) y hay una variación, una separación, que constitu-
porque se le hizo necesaria una cierta distancia epistemológi- ye toda la diferencia y que el examen de las problemáticas
ca y axiológica para poder reencontrarla finalmente de otra respectivas —la problemática del elemento de saber en el sa-
manera —para poder hacerse didacta. ber sabio, la problemática del elemento de saber puesto en
En sentido restringido, la transposición didáctica desig- correspondencia con el caber enseñado— hará surgir inevita-
na pues el paso del saber sabio al saber enseñado. Pero la es- blemente. El ejemplo de la reforma de las matemáticas mo-
pecificidad del tratamiento didáctico del saber puede com- dernas constituye un caso excepcional para desarrollar este
prenderse mejor a través de la confrontación de los dos tér- tipo de investigaciónes. Con mucha frecuencia, el caber ense-
minos, de la distancia que los separa, más allá de lo que los ñado se encontró profundamente modificado, en pocos
La transposición didáctica
La transposición didáctica
acerca e impone confrontarlos. En verdad, el “olvido” del sa- años, y hubo que transponer una inmensa cantidad de ele-
ber sabio no oscurece en absoluto el desarrollo atento del mentos tomados del saber sabio (de las matemáticas de los
análisis del saber enseñado: no es más que el primer tiempo matemáticos). Sin embargo, contrariamente a ciertos casos
de la sustitución, en el análisis del saber enseñado, del análi- de transposición, que el especialista de la disciplina identifi-
sis del saber sabio, en la ilusión reencontrada de una identi- ca con facilidad ya que proceden brutalmente de una descon-
dad feliz entre ambos. El distanciamiento ostentoso del saber textualización de los significantes (seguida de su recontextua-
“MER LEMT
IHUÉE E
BIBLIOTECA
lización en un discurso diferente), las numerosas transferen- tan completamente como durante el momento de la enseñan-
cias llevadas a cabo por la reforma permitieron conservar seg- za (“Pueden creerme, porque no es mío...”). Pero comienza
mentos lo suficientemente amplios del discurso sabio como indiscutiblemente en la comunidad académica. Ásume en
para desviar la atención de los matemáticos que apadrinaban ella, es cierto, modalidades y funciones diferentes. Según las
la operación. Pero, sí el contexto “discursivo” era de ese mo- condiciones de la exposición del saber, este proceso debe dar
do parcialmente conservado, en relación con otro contexto, la Jugar primero a la difusión y a partir de allí, a la producción
descontextualización efectivamente operada se volvía poco social de conocimiento. Más tarde, además, en la ¡intimidad
identificable y no se identificaba como tal porque trascendía del funcionamiento didáctico, cumplirá una función entera-
el texto del saber, la red de las problemáticas y de los problemas mente diferente: de reproducción y de representación del sa-
en la que el elemento descontextualizado hallaba original ber, sin estar sometido a las mismas exigencias de product
mente sus usos, su empleo, es decir, su sentido. Sabemos que vidad. El juego del saber adopta ahora un aspecto totalmen-
fueron necesarios algunos años para que los matemáticos te diferente.
percibieran este error.
Curiosamente hay que agregar, a los argumentos prece-
dentes, otro de sentido contrario. El saber sabio nos ¡interesa
porque ciertas exigencias que intervienen en la preparación Hay más de un modo en que un concepto pierde su
didáctica del saber, están ya influyendo a partir de la consti- carácter incisivo. Son los usos que sabemos darle y que le da-
tución del saber sabio o al menos a partir de la formulación mos los que le otorgan su fuerza explicativa, su valencia epis-
discursiva de ese saber. Esto ocurre particularmente en el ca- temológica. Un concepto puede gastarse a fuerza de usos in-
so de la exigencia de deshersonalización, a la que indudable- correctos. No basta, entonces, con plantear que hay transpo-
mente no hemos otorgado la merecida atención. Todo saber sición didáctica y dejar las cosas en ese punto. Preguntémo-
considerado ïn statu nascendi está vinculado a su productor y nos, más bien: “¿Por qué hay transposición didáctica?” La res-
se encarna en él, por así decirlo. Compartirlo, en el interior puesta —"Porque el funcionamiento didáctico del saber es dis-
de la comunidad académica, supone un cierto grado de des- tinto del funcionamiento académico, porque hay dos regíme-
personalización, que es requisito para la publicidad del saber. nes del saber, interrelacionados pero no superponibles”— ha-
Se olvida demasiado, por ejemplo, que lo que llamamos hoy ce surgir una nueva pregunta, que permite ampliar la temáti-
la mecánica clásica fue primero el saber personal, casi esoté- ca del cuestionamiento y profundizar el debate (para ahon-
La transposición didáctica
La transposición didáctica
rico, de Isaac Newton, y que fue de las presiones de su entor- dar en profundidad es preciso ahondar en amplitud). La
no que nacieron finalmente los Principia. Y sabemos también transposición didáctica tiene lugar cuando pasan al saber en-
que Cantor pagó muy caro ese saber tan extrañamente ligado señado elementos del saber. ¿Pero por qué son necesarios
a su persona —hasta la locura— que, menos de un siglo des- esos flujos? Comúnmente, el saber enseñado vive muy bien
pués y furiosamente transpuesto ya era moneda corriente. Sin encerrado sobre sí mismo, en una plácida autarquía, protegi-
duda el proceso de despersonalización no se realiza nunca do por lo que hemos llamado la “clausura de la conciencia di-
26 27
dáctica” —este distanciamiento, tan eminentemente funcional, signado ordinariamente por el programa) se forma un con-
del resto del mundo. Y cuando se lo observa, el funciona- trato didáctico que toma ese saber como objeto de un proyec-
miento didáctico revela incluso una verdadera capacidad de to compartido de enseñanza y aprendizaje y que une en un
producción de saber a los fines del autoconsumo. Esta creati- mismo sitio a docentes y alumnos. El entorno inmediato de
vidad didáctica introduce muchas variaciones sobre los gran- un sistema didáctico está constituido inicialmente por el sis-
des motivos de la más alta ascendencia (el único coseno de las tema de enseñanza, que reúne el conjunto de sistemas didácti-
matemáticas hace surgir dos, el grande y el pequeño, sín vio- cos y tiene a su lado un conjunto diversificado de dispositivos
lar en nada la legalidad matemática y con toda legitimidad di- estructurales que permiten el funcionamiento didáctico y
dáctica). Hasta cierto punto, el funcionamiento didáctico es, que intervienen en él en diversos niveles. Incluye, por ejem-
pues, capaz de proveer a sus propias necesidades en cuanto al plo, medios multiformes (oficiales y oficiosos) de regulación
saber que se va a enseñar. ¿Por qué, entonces, un día, en cier- de los flujos de alumnos entre los sistemas didácticos, asegu-
to momento de su historia, esta apacible economía debe rando (entre otras funciones) la formación del conjunto de
abrirse a aportes que no son de su elaboración? ¿Por qué ese los sistemas didácticos de modo viable. No nos detendremos
funcionamiento aparentemente armonioso y sereno llega a aquí en esas cuestiones, que se corresponden esencialmente
entrar en cris1s?. a otras áreas del análisis didáctico, en las que se plantean pro-
blemas igualmente profundos (que se refieren precisamente
a las condiciones de la constitución viable de los sistemas di-
dácticos tales como las de la heterogeneidad u homogenet-
dad de las clases). El sistema de enseñanza —la “miniatura” de
la que hablé anteriormente— posee a su vez un entorno, que
° le podemos denominar, sí lo deseamos, la sociedad, la sociedad
Figura 1 “laica”, por contraste con esa sociedad de expertos que es el
sistema de enseñanza/educativo. Ese entorno se caracteriza
Será útil, para responder a esas preguntas, utilizar un evidentemente por una estructuración en extremo compleja.
pequeño esquema teórico cuyo provecho no se limita cierta- Pero, en una primera aproximación, no podemos dejar de in-
mente al uso que haremos en esta ocasión. Ya me he referido troducir en él una especificación muy simple: retendremos
antes al sistema didáctico. Aquí está representado con sus tres de él solamente a los “padres” y los académicos (los matemáti-
La tr ansposición dq lidáctica
cos) —y luego, por supuesto, la instancia política, decisional y
La transposición didáctica
-
te, los sistemas didácticos son formaciones que aparecen cada el decorado sólo está parcialmente reconstruido.
año hacia el mes de septiembre*: alrededor de un saber (de-
La transposición didáctica
La transposición didáctica
¿Por qué, entonces, hay flujos de saber que van del en-
tantes del sistema de enseñanza, con o sin mandato (desde el
torno hacia el sistema de enseñanza pasando por la noosfera?
presidente de una asociación de enseñantes hasta el simple
El primer problema que debe ser resuelto para que exista el
profesor militante), se encuentran, directa o indirectamente,
sistema de ensenñanza, es decir, para que la enseñanza sea po-
(a través del libelo denunciador, la demanda conminatoria, el
Sible, es el de la compatibilidad del sistema con su entorno.
proyecto transaccional o los debates ensordecidos de una co-
Esta compatibilidad debe realizarse en múltiples y diferentes
misión ministerial), con los representantes de la sociedad (los
planos (aunque solidarios entre sí). Pero, en lo que respecta ción se revelen como falsos los resultados hasta entonces en-
al plano del saber, podemos caracterizarla simplemente por señados —situación que no es infrecuente en biología, por
una doble condición. Por un lado, el saber enseñado —el sa- ejemplo; o puede ocurrir ¡incluso que cierta cuestión, que
ber tratado en el interior del sistema— debe ser visto, por los ocupaba un lugar importante en los programas, bruscamen-
mismos “académicos”, como suficientemente cercano al saber te se considere carente de interés a la luz de nuevos desarro-
sabio a fin de no provocar la desautorización de los matemáti- llos o cambios en las problemáticas del campo científico con-
cos, lo cual minaría la legitimidad del proyecto social, social- siderado, etc. Por otro lado —envejecimiento “moral”— el sa-
mente aceptado y sostenido, de su enseñanza. Por otra parte ber enseñado se encontraría en desacuerdo con la sociedad
y simultáneamente, el saber enseñado debe aparecer como al- en un sentido amplio, aunque, llegado el caso, sí se lo juzga-
go suficientemente alejado del saber de los “padres” (0, al menos, ra estrictamente según los criterios de la disciplina corres-
de esas fracciones de clases que en una formación social se- pondiente no habría nada que reprocharle. En resumen, una
mejante ocupan el escalón más alto en materia de educación), cuestión de época o de estado de ánimo.
es decir, del saber banalizado en la sociedad (¡y banalizado En los dos casos, el desgaste del saber enseñado supo-
muy especialmente por la escuelal). En este punto también, ne como resultado la incompatibilización del sistema de en-
una distancia inadecuada llevaría a poner en cuestión la legi- señanza con su entorno. Los matemáticos se ¡nquietan por la
timidad del proyecto de enseñanza, degradando su valor —en falta de autenticidad de una ensenanza que para ellos es de-
ese caso, ¡los enseñantes no harían más que lo que los propios masiado ajena a las formas contemporáneas del saber de las
padres podrían hacer tan bien como ellos si simplemente dis- que se sienten responsables naturales. Los padres se conven-
pusieran del tiempo necesario! Pero, la distancia correcta que cen de la inadecuación del sistema de enseñanza, al que pron-
el saber enseñado debe guardar respecto del saber sabio y to reprochan sin mesura su arcaísmo y su falta de dinamismo.
también respecto del saber banalizado resulta poco a poco Los profesores se sienten afectados por el desprestigio que
erosionada. El saber enseñado se gasta. Se trata de un desgas- los alcanza y se irritan a causa de esa doble mirada de sospe-
te que podemos considerar “biológico” y que lo aleja dema- cha lanzada a sus espaldas y que atenta contra la autonomía
siado visiblemente del saber sabio. Desgaste “moral” tam- necesaria del funcionamiento didáctico —y que les impedirá,
bién, u obsolescencia, que lo acerca peligrosamente al saber tarde o temprano, realizar su trabajo... Para restablecer la
banalizado. Con el tiempo, el saber tratado por el sistema de compatibilidad, se torna indispensable la ¡instauración de una
enseñanza envejece; un buen día se percibe que se ha vuelto corriente de saber proveniente del saber sabio. El saber ense-
La transposición didáctica
ñado se ha vuelto viejo en relación con la sociedad; un nue-
La tr: ansposición didáctica
La transposición didáctica
rios. Pero cuando se estudia el mecanismo por el cual se rea-
te a los padres. Los padres —aquellos que forman parte de las lizan esas readaptaciones nos encontramos con lo siguiente:
clases medias y superiores, por lo menos— podían creer, efec- para modificar este enorme entrelazamiento de interaccio-
tivamente, partiendo de la amplia banalización social de la nes, todavía tan poco explorado y tan mal conocido, es posi-
técnica de las cuatro operaciones, que el profesor, en el fon- ble —incluso sí se trata de una operación delicada y que supo-
do, sólo estaba haciendo lo mismo que ellos habrían podido ne tantos riesgos (de los que hemos tomado conciencia tar-
que distingue por un lado los métodos y por otro lado los
34 reforma)— obtener
díamente, precisamente en relación con la contenidos. Ciertamente, la producción de la noosfera es
el saber. Obvia-
un resultado manipulando una sola variable: abundante, tanto respecto de los primeros como de los se-
nerse que al que-
mente puede invertirse el argumento y soste gundos. Para muchos de sus miembros la pedagogía es una
rendente que sur-
rer modificar tanto con tan poco, no Es sorp profesión —para otros, un comercio— y por ende elaboran
graves que los que
jan nuevos desajustes, eventualmente más doctrinas según una gama de lo más variada (aunque se pue-
necesario, de todos
se procuraban corregir. Sin embargo es de demostrar que la mayor parte de las doctrinas proceden,
er la acción de
modos —especialmente si queremos comprend a partir de una combinatoria muy limitada, de una temática
el medio puesto en
la noosfera—, subrayar la desproporción entre finita —“©‘motivación”, “esfuerzo”, “actividad”, “concreto”,
efecto buscado
funcionamiento (una modificación del saber) y el etc.— y que algunas son altamente irrealistas). Pero lo que dis-
iones entre —-
(una reestructuración del conjunto de las relac tingue esencialmente esas dos vías de acceso al cambio, es la
o puede ser 1n-
ma y entorno). La fiabilidad del procedimient relación costo/eficacia. El caber —los contenidos— ofrece una
suficiente. Su efectividad no es menos cierta .
variable de control muy sensible que permite obtener efectos es-
proceso de
La noosfera es el centro operacional del pectaculares con menores gastos y sobre la cual la instancia
respuesta al de-
transposición, que traducirá en los hechos la política tiene asegurado el contro! por medio de los progra-
por los matemá-
sequilibrio creado y comprobado (expresado mas y de sus comentarios oficiales y los manuales que los ex-
se produce to-
ticos, los padres, los enseñantes mismos). Allí plicitan. Contrariamente, los “métodos” que ocupan cierto
ntra su lugar
do conflicto entre sístema y entorno y allí encue lugar en el interior de la noosfera constituyen un medio de ac-
la noosfera desem-
privilegiado de expresión. En este sentido, ción muy poco efectruo. La inexistencia de canales seguros —que
dos de cr1is1s, Esta
peña un papel de tapón. Inclusive en perío serían, respecto de los métodos, equivalentes a lo que son los
nomía del fun-
mantiene dentro de límites aceptables la auto programas y su acompañamiento para los contenidos— a tra-
está en princl
cionamiento didáctico. El profesor en su clase vés de los cuales podría imprimirse un cambio a ese nivel en
se encontrará el
pio al abrigo de las dificultades con las que el sistema de enseñanza, implica un costo excepcionalmente
en la noosfera, par-
miércoles por la tarde*, cuando entrando alto para su operativización. La historia reciente de este siglo
sores de su discl-
ticipe, por ejemplo, en una reunión de profe muestra que sí bien pueden aportarse modificaciones nuevas
plina. Si en algún momento debe modificar su ensehanza, eso en este sentido, éstas siguen siendo sólo de orden local, inclu-
era —incluso SL,
se determinará por la mediación de la noosf s0O puntual, y a menudo se muestran lábiles. Existe algo así co-
insta ncia política-
administrativamente, recibe esa orden de la
La transposición didáctica
mo una “ergodicidad” del sistema de enseñanza que, a pesar
de los padres o
y no bajo la presión directa de las exigencias
La transposición didáctica
do con nuestra perspectiva, reconocieran finalmente en ese biar el saber. Así, el desgaste del saber se
La transposición didáctica
diagnostica simultá-
esquema no sólo una lectura verosímil de un escenario in- neamente (y dualmente), como crisis de
la enseñanza. Para el
consciente del que habrían sido, sin saberlo, los actores mis- enseñante, y para sus representantes en la noosfera, la refor-
tificados (todo habría ocurrido como s1...), sino el efecto real, ma debe apuntar a eso: a permitir que se respo
nda de manera
debidamente constatable (el saber enseñado se acercó real- satisfactoria a la “crisis de la enseñanza” que
él experimenta
mente al saber sabio, los padres fueron efectivamente pues- cotidianamente, y resolver el problema de las
dificultades de
38
aprendizaje —restaurar el deseo de saber (la famosa “motiva presenta la ocasión para una reforma de los programas, los 39
ción”) y darle los medios para contrarrestar la progresiva ne- medios, y con ellos las ambiciones, adquieren otra dimen-
crosís, a la que ve ganando terreno cada año... sión. Ya no se trata de una simple reorganización por permu-
Si nos deshacemos por un instante de la evidencia de tación sino de una verdadera refundación del conjunto de
los
una expectativa tan familiar, las razones de esta actitud resul- contenidos. Reelaborando el texto del saber, y especialmente
tan sorprendentes. ¿En qué sentido una modificación del sa- otorgando una existencia en el discurso a aspectos anterior
-
ber enseñado puede, por ejemplo, suprimir las dificultades mente no registrados, se procuran, simultáneamente, las he-
de aprendizaje? Descartemos, una primera respuesta, de apa- rramientas para un diagnóstico y una medicación. Veremos
riencia simplista pero en absoluto subestimable: sí surge una un ejemplo de ello.
dificultad, a propósito de tal o cual noción o tipo de ejerci- En los años cincuenta, al igual que en los ochenta, los
cio, es evidentemente posible suprimir esa noción o ese tipo alumnos escriben obstinadamente, no todos y no todo el
tiem-
de ejercicio. Ese mecanismo funciona precisamente en el cur- po, pero lo suficientemente a menudo como para que el
pro-
fesor se irrite y quiera remediarlo, la pseudo igualdad de este
s0 de la transposición didáctica, pero .permanece general
modo: 22. 2. S1 la delimitación de lo real matemático que
mente bajo una propicia falta de claridad que posibilita la au- C
sencia de una conciencia clara del fenómeno y de la asunción
realiza el texto del saber no permite nombrar este error,
de su intencionalidad. Incluso bloques enteros del saber ense- o in-
sertarlo en un conjunto significativo de prácticas, a título
ñados pueden resultar alcanzados por esta expulsión —fenó- de
desviación, es natural que resulte irritante —sín que se
meno de vaciamiento de contenidos que se observa en ciertas po-
sean siquiera los medios para referirse a ello. Pero, con
la in-
épocas de amplia apertura del sistema de enseñanza respecto troducción de la delimitación textual “moderna” (ley de com-
de nuevos flujos de alumnos (en las fases de democratización posición, elemento neutro, operación inversa, etc.), la sítua-
intensiva, por ejemplo), que suscita la inquietud y la oposi- ción se modifica. Se podrá nombrar el error, constituirlo
co-
ción de los “herederos” y que es correlativo, en períodos or- mo contratipo de un tipo de práctica legítima y autentificada
dinarios, a la constitución de las orientaciones “básicas” del por el discurso matemático de enseñanza. He aquí, por ejem-
sistema de enseñanza. Una segunda respuesta, de compleji- plo, cómo un autor contemporáneo del movimiento de refor-
dad superior, parece aquí más pertinente. Para darla debe- ma de los años sesenta aborda la dificultad que ácabo
de
mos partir de una comprobación: después de enfrentarse con mencionar: “El procedimiento de ‘simplificación’ —escribe—
se basa en la noción de operación inversa ‘en el interior
una dificultad repetida, el enseñante cree espontáneamente de
una familia’ y el resultado es el elemento neutro para
esta fa-
lidáctica
q lidáctica
milia”. (Las confusiones al respecto conducen a los errores:
tir de una reorganización del saber. En soledad, al frente de su
clase, el profesor pensará en retocar su curso, en general se- ab _— Da
b
L a transposición
» 7
La transposici On
gún una combinatoria simple (por ejemplo, alterará el orden atc CcC?a =0.)
-
de dos elementos —la continuidad antes que los límites, mien-
tras que hasta entonces hacía lo contrario—). Pero cuando se
40 etc.). A partir de allí, se hará que el alumno que incurra en
Esta breve cita es muy reveladora del trabajo operado
a el error preste atención a la regla transgredida para disipar la
en la noosfera. Afirma en principio la posibilidad de volver
confusión que se supone está en la base de su error. Es ésa la
rotular, en el lenguaje de las matemáticas modernas, la vieja
co- gran esperanza que permite confiar, en compensación por
noción de “simplificación”, mencionada solamente entre
las incertidumbres de un futuro aún incierto, en la perspecti-
millas, que se ha propuesto reducir a la noción de operación
va de las modificaciones aportadas al saber enseñado. ‘Toda
inversa (“en el interior de una familia”). Luego, la cita plantea,
reorganización del texto del saber lleva en sí, orgánicamente,
entre paréntesis (hasta tal punto la cosa parece darse por sen-
un reacondicionamiento de la noseografía en uso y abre de
tada), la virtud diagnóstica y la eficacia terapéutica de esta nue-
ese modo una vía de acceso, que se supone más eficiente, a
va lectura de las prácticas matemáticas en la clase. Por un la-
la patología ordinaria del aprendizaje. Obviamente, el texto
do, ésta permite identificar errores bien conocidos pero errá-
con las clasificaciones anteriores. (Así, el del saber define los principios que el alumno debe respetar y
ticos en relación
co- delimita entonces, en un momento dado, los errores que el
error que hemos tomado como ejemplo se presenta ahora
profesor podrá identificar y para los cuales dispondrá, con el
mo una transgresión de las reglas acerca de la operación inver-
um- diagnóstico de “confusión”, de la técnica del “ataque direc-
sa y el elemento neutro.) Por otra parte, esla transgresión se
to”; y los errores que deberá renunciar a elucidar, para los
puta a una confusión (por parte del alumno). Pero, a ese diag-
parte cuales no podrá pronunciar el veredicto de confusión —para
nóstico de confusión responde inmediatamente, por
ins1Stlr, a que haya confusión es preciso que haya también ¡dentifica-
del enseñante, la técnica curativa que consiste en
el princi ción de, al menos, una “ley”, y aplicación de ésta en un caso
través de la repetición y la exhortación verbales, en
ata- no pertinente— y para los cuales no habrá más recurso que
pio transgredido. El autor citado se refiere a ello como el
“Me parece, escribe efectivamente, formular un diagnóstico tan inespecífico como el de la “falta
que directo a los errores:
de atención”, exigiendo —medicación bien pobre— un poco
que los errores más graves provienen de la confusión entre
tam- más de atención, sin poder “atacar” nada más preciso. Así, el
las operaciones de adición y de multiplicación como así
iones. 50- nuevo texto del saber lleva en sí, intrínsecamente, los límites
bién de un desconocimiento del orden de las operac
su de las esperanzas que hace nacer y que, muchas veces rápida-
lamente un ‘ataque directo’ a esas faltas permitirá esperar
mente perdidas, se perpetúan sin embargo en una fe ingenua
corrección”.?
siempre dispuesta a reanudarse. No está entre mis propósitos
El trabajo que la noosfera realiza para elaborar el nue-
proceder a una crítica de esta expectativa indefinidamente
vo texto del saber se consagra así a una estrategia de ataque
La transposición didáctica
entre sOstenida: solamente se trata de reconocer su existencia, Su
de aquellas dificultades de aprendizaje cuya pregnancia
La transposición didáctica
La transposición didáctica
los y a conformarse a ellos. Una concepción semejante tiene
La transposición didáctica
si desde siempre hubieran estado allí. Misterios del orden di- 1.3. Un contenido de saber que ha sido designado co-
La transposición didáctica
dáctico del que hasta ahora, todavía, no scabemos demasiado. mo saber a enseñar, sufre a partir de entonces un conjunto de
transformaciones adaptativas que van a hacerlo apto para
ocupar un lugar entre los objetos de enseñanza. El “trabajo” que
transforma de un objeto de saber a enseñar en un objeto de
enseñanza, es denominado la transposición didáctica.
46
La transposición didáctica
Lat ransposición didáctica
su designación como objeto a enseñar: continúa el “trabajo” orden 2, en el segundo ciclo de la enseñanza secundaria; la
de transposición. noción de operador-máquina, en la enseñanza primaria.
(Aunque sólo se consideren estos ejemplos, se observa que ta-
-
2.5. En lo que respecta a la enseñanza de las matemát1i- 2.10. Así, cuando el docente diga: “Hoy, les he mostra-
cas, tenemos (en el siglo AVI) el testimonio —sín duda algo do a’ - b7”, el didacta se preguntará: “¿Cuál es este objeto de
singular— del propio Descartes: sobre ese tema, puede consul- ensenanza que el docente rotula como “a? - b2”? ¿Qué relación
tarse, por ejemplo, a Mesnard (1966) (especialmente pp. 6-7 y entabla con el objeto matemático al que implícitamente refie-
89-91). reo” Allí donde el enseñante ve la identidad del fin (el objeto
designado como enseñable) y de los medios (el objeto de la
2.6. En el período contemporáneo, evidentemente hay enseñanza, tal como lo ha moldeado la transposición didácti-
que mencionar la reforma de las matemáticas modernas, que se ca), el didacta plantea la cuestión de la adecuación: ¿no hay
proyecta a partir de los años cincuenta y va a realizar, en el acaso conversión de objeto? Y en ese caso, ¿cuál?
La transposición didáctica
La transposición didáctica
en
te (0 al menos, en tanto el alumno que ha sido). Puesta
transha-
cuestión sistemática que lo arranca de la ¿Zusión de la
rencia.
La transposición didáctica
La fransposición didáctica
más diversas del reconocimiento culpabilizado. una versión más o menos degradada de su génesis
La transposición didáctica
histórica y
de su estatuto actual (sin que hagamos referencia
aquí a un hi-
3.7. Es verdad que el didacta —o cualquier otro— puede potético isomorfismo de las génesis histórica y didácti
ca: es-
ponerse a revolver, a descubrir, con un fervor sádico; introdu- to requeriría un trabajo adicional, más preciso).
Frente a la
cir la sospecha de la mirada policial; escandalizar y obtener epistemología “natural”, la enseñanza propondría,
de facto,
cierto placer en hacerlo. Hay una manera de utilizar el análi- una epistemología “artificial”, de menor valor.
54
3.12. Las nociones que preceden pueden permitir que rado —es decir, dejando de lado los callejones sin salida, los
se conciba el paso de una reacción pesimista ante la transpo- fracasos, pero redesplegando toda la riqueza de desarrollos
sición didáctica (concebida por ejemplo como mal necesa- fecundos y a veces olvidados— de la construcción histórica
rio), a una actitud optimista y dinámica, dispuesta a la bús- del saber.
queda de una “buena” transhosición didáctica.
3.17. Otra línea de investigación consíste en dar cuen-
3.13. Una actitud tal impone en principio al enseñante ta de la eshecificidad del proyecto de construcción didáctica de
una cierta reserva deontológica, en virtud de su mismo optimis- los saberes, de su heterogeneidad a priori respecto de las prác-
mo: puesto que puede existir, para tal objeto de saber, una ticas académicas de los saberes, de su irreductibilidad inmedia-
buena transposición didáctica, debemos en principio abste- ta a las génesis sociohistóricas correspondientes.
nernos de enseñar temas, incluso “interesantes” (desde el pun-
to de vista del enseñante), para los cuales no se dispondría (0 3.18. En esta hipótesis, que funda la necesidad y la legi-
no todavía) de una transposición didáctica satisfactoria. timidad de la didáctica de las matemáticas como campo cien-
tífico, el estudio de la transposición didáctica supone el aná-
3.14. Esa consideración se halla bien expresada en la f1- Lisis de las condiciones y de los marcos en los que ésta se lleva.
na observación que citamos, perteneciente a sir Richard Li- cabo. Existencialmente, esta perspectiva es la de un optimis-
vingstone (The future of Education, 1941): “Se reconoce al mo moderado...
buen maestro por el número de temas valiosos que se abstie-
ne de enseñar”*.
La transposición didáctica
La transposición didáctica
La transposición didáctica
4.3. ¿Qué es un ‘objeto de saber”? Para el profesor de
matemáticas, ciertamente hay que incluir dentro de esta cate-
goría las “nociones matemáticas": por ejemplo, la adición, el
círculo, la derivación, las ecuaciones diferenciales lineales de
primer orden con coeficientes constantes, etc.
58 59
4.4. No hay que olvidar que los “ejemplos” precedentes —ya sea de una definición, en sentido estricto: “el círcu-
están dados a través de rótulos que “tienen sentido” en la co- lo de centro O y radio R es el conjunto de puntos M del pla-
munidad de los docentes de un mismo nivel del curso escolar. no tales que OM = R”;
El problema del análisis epistemológico y del análisis didácti- —ya sea de una “construcción”, seguida de operaciones
co de lo que contienen esos rótulos está planteado. del género: tómese (), tómense las series de Cauchy de Q,
muúestrese que forman un anillo conmutativo y unitario, tó-
4.5. Junto a las “nociones matemáticas” designadas arri- mense las series de Cauchy tendientes a 0, múestrese que for-
ba se ubican nociones que podemos llamar “paramatemáticas”: man un ideal del anillo precedente, obténgase el cociente del
por ejemplo, la noción de parámetro, la noción de ecuación, anillo por el ideal, múestrese que es un cuerpo. La construc-
la noción de demostración. ción se realiza por una “mostración”: un número real, es un
elemento de ese cuerpo.
4.6. Las nociones paramatemáticas sS0On nociones-herra-
mienta de la actividad matemática: “normalmente” no son obje- 4.10. Excepto una construcción (que es a veces una de-
tos de estudio para el matemático. Las nociones matemáticas finición), las nociones matemáticas poseen propiedades (‘el
son objetos de estudio (se estudia la noción de número, la no- cuerpo de los reales es tal que la ecuación x2 = 2 tiene al menos
ción de grupo, etc.) y herramientas de estudio (¡en principio!). una solución”). Tienen también ocasiones de uso (“para resol-
ver la ecuación 2*= 8, tómese el /ogaritmo x log 2 = log 8, lo
4.7. Obviamente, no hay estanqueidad absoluta entre los que conduce a una ecuación de primer grado en x que sabe-
dos campos: la noción de ecuación, la noción de demostra- mos .resolver”).
ción son actualmente objetos matemáticos en lógica matemática.
Por lo tanto, la distinción debe referirse siempre a una prácti- 4.11. En relación con los objetos de saber que son las no-
ca precisa de enseñanza (nivel en el plan de estudios, lugar, ciones matemáticas, el docente espera que el alumno sepa
tiempo, sector de las matemáticas, etc.). (eventualmente):
—proporcionar la definición (0 reconstruirla);
4.8. Las nociones paramatemáticas s0n generalmente pre- —proporcionar las propiedades (“principales”), demostrarlas;
construïidas (por mostración). Las nociones matemáticas s0n, —reconocer un cierto número de ocasiones de uso;
más a menudo de lo que imaginamos, preconstruidas: es el —etc.
La transposición didáctica
La tr ansposición didáctica
La tr ansposición didáctica
La transposición didáctica
ellas, he propuesto el calificativo de “protomatemáticas”. ſactorización, los entrenan para “reconocer los cuadrados”,
por ejemplo.
4.16. En 4.11. mencionamos, como desempeño del
alumno esperada por el profesor, el reconocimiento de ciertas 4.20. La identificación de las “capacidades” por parte
ocasiones de uso de las nociones matemáticas consideradas co- del docente (de la capacidad de “reconocimiento”, por ejem-
mo herramientas de la actividad matemática. Por ejemplo, en plo) se mantiene generalmente como “subliminal”, salvo
63
cuando se diagnostican negativamente, como ya se dijo. Contra- 4.23. Por debajo del acto de enseñanza, o paralelo a éÉste,
riamente, se consideran positivamente según ciertos puntos de se encuentra el punto de vista, constituido previamente al de
vista sobre el proyecto social de enseñanza, los cuales son distin-
la pedagogía por objetivos, de la orientación escolar; su técnica
tos de los del enseñante séricto sSensu. de los tests debe permitir evaluar la competencia (‘aptitu-
des”, en el antiguo vocabulario; “capacidades”, en el actual),
4,21. Por encima del acto de enseñanza, también está el
a través de la evaluación del desempeño.
punto de vista de la organización del acto de enseñanza según las
normas de la pedagogía por objetivos. Esta se ocupa precisamen- 4.24. Es por eso que numerosos tests suponen la utili-
te de definir las “capacidades” que el alumno debe poder zación de la capacidad de “reconocimiento”, es decir, del ma-
aplicar exitosamente en relación con tal o cual enseñanza. nejo de la dialéctica semejanza/diferencia: véase el Documento
N21.
4.22. Es así que, para tomar aquí un sólo ejemplo, el Na-
tional Council of Teachers of Mathematics (en abril de 1980), pre- 4.25. Numerosas “capacidades” así identificadas que-
sentando sus Recommendations for School Mathematics of the 19805 dan fuera del uniuerso del docente, especialmente porque no
y considerando como primera recomendación el hecho de que pueden, como tales (es decir, en su generalidad), constituir el
“la resolución de problemas constituye el foco de las matemáticas esco- objeto de una enseñanza. El docente puede entrenar a sus alum-
lares en los años ochenta”, se considera obligado a precisar que: nos para reconocer (por ejemplo) una diferencia de dos cua-
“Los programas escolares de matemáticas deben proporcionar drados; sin embargo no existe una enseñanza cuyo objeto sea
experiencia a los alumnos en las aplicaciones de las matemáticas, “la dialéctica scemejanza/diferencia”. Se puede concebir una
en la selección y adecuación de estrategias a situaciones concretas. enseñanza de ese tipo, pero su objetivo no sería la adquisición
Los alumnos deben aprender a de esa capacidad. Nos ensenñaría, por ejemplo las condiciones
—formular preguntas claves; históricas de emergencia y de racionalización de la dialéctica
—analizar y conceptualizar problemas; semejanza/diferencia en el pensamiento occidental, a través
—definir el problema y el objetivo; del desarrollo de la estadística, etc. En general, sí esas capa-
—descubrir pautas y similaridades; cidades, su adquisición y desarrollo pueden ser eventualmen-
—buscar los datos apropiados; te designados como objetivos de enseñanza, Éstas no pueden,
—experimentar; empero, considerarse parte del conjunto de los objetos de ense-
—transferir habilidades y estrategias a nuevas Situaciones;
La transposición didáctica
La transposición didáctica
ÑANnZA.
—utilizar sus conocimientos de base para aplicar las matemá-
ticas.” 4.26. De todos modos, el ejercicio de tales capacidades
La “capacidad de reconocimiento” está aquí formulada no se realiza en la enseñanza sino en contextos de Situación es-
»”
explícitamente: “Descubrir pautas y similaridades”. pecíficos. Q, al menos, sólo puede ser objeto de un reconoci-
miento (por parte del profesor, por parte del alumno) en esos
* N. del T. En inglés en el original.
SENTRA
G*
Gmuonos
65
64 4.29. Las nociones protomatemáticas, por ejemplo la no-
contextos. Ese reconocimiento está sometido al filtro de percep-
ción de “pattern”, se sitúan en un nivel implícito más profundo
ción definido por el contrato didáctico y su jerarquía de valores.
(para el docente, para el alumno). Ese carácter implícito se ex-
Para el docente es “¡interesante” que el alumno sepa recono-
presa en el contrato didáctico por el hecho de que estas nocio-
cer una diferencia de dos cuadrados; le parecerá “matemáti-
nes 50n obuias —salvo, precisamente, cuando se produce dificul-
camente carente de interés” que también sepa distinguir el co-
tad protomatemática y ruptura del contrato.
nejo intruso dentro de una serie de aves!1 (por supuesto, hay
allí un problema de “nivel”, pero hay tests análogos mucho
4.30. Nociones matemáticas, nociones paramatemáti-
menos evidentes, ¡incluso para un adulto...).
cas, nociones protomatemáticas constituyen estratos cada vez
más profundos del funcionamiento didáctico del saber. Su
4.27. La utilización de las “capacidades” debe pasar,
consideración diferencial es necesaria para el análisis didáctico:
efectivamente, por el filtro del contrato didáctico. De ese modo,
por eso el análisis de la transposición didáctica de cualquier
el alumno que ante la consigna:
noción matemática (por ejemplo la identidad a? - b2 = (a + b)
“Factorice 4x? - 36x”
(a - b)) supone la consideración de nociones paramatemáticas
respondiera:
(por ejemplo, las nociones de factorización y de simplificación),
“al - 30 40 - 2029) x+ 92-02
las que a su vez deben ser consideradas a la luz de ciertas no-
A(2x - 9° 79° = (2x -9+9) (2x-9-9)
ciones protomatemáticas (la noción de “patrón”, de “simpli-
= 2x (2x - 18)”
cidad”, etc.).
daría una respuesta “fFalsa” (por dos razones: 1. No ha hecho
lo que se esperaba de él; 2. La respuesta “justa” es 4x (x - 9).
4.31. A veces es posible llevar una noción de un nivel
De ese modo, habría demostrado:
dado a un nivel superior de explicitación. Es así como (tal
—una capacidad poco ordinaria (sí es un alumno de cuar-
cual se ha dicho ya), las nociones paramatemáticas de ecua-
to curso) para reconocer formas algebraicas;
ción o de demostración pueden ser objeto de definiciones
—una incapacidad para reconocer el tipo de situación-proble-
precisas en lógica matemática. Es así también como cualquier
ma al cual se le ha enfrentado (su comportamiento de res-
noción protomatemática puede volverse una noción parama-
puesta es no pertinente en relación con el contrato didáctico
temática, aflorando a la superficie del discurso didáctico
tan pacientemente elaborado por el docente).
explícito. Por ejemplo, en el estudio de las “identidades nota-
minado “dificultad protomatemática”. Una dificultad de ese@ “fórmula” paramatemática correspondiente al “patrón” pro-
tipo puede surgir de la falta de dominio de una capacidad reque-. * tomatemático: véase el Documento N°2,
rida por el contrato didáctico para su buen entendimiento. El: do-
minio en cuestión sería entonces un prerrequisito del contrato 4.32. Pero hay que destacar especialmente que, en relación -
didáctico. Su utilización pertinente, en última instancia, sigue con las ambiciones del análisis didáctico, ese proceso de ex-
La transposición didáctica
La transposición didáctica
La transposición didáctica
to oponiéndose a los procedimientos analíticos; sus aprendizajes se diferenciación entre aquello que, presente en el texto mismo,
resistirían también a las programaciones organizadas y en Secuen- constituye el objeto de su discurso (nociones matemáticas), y
cias progrestuas. aquello que, siendo necesario para la construcción del texto,
22° — los saberes personales, en tanto estarían consustancial- no es su objetivo (nociones paramatemáticas).
mente vinculados con personas, por definición insustituzbles.
32 — los saberes empíricos, en tanto su simcretismo los condu- 2.6. La conciencia de la delimitación de saberes parciales
ce precisamente a la adquisición global y personal, por los medios in- independizados (por el proceso de transposición didáctica)
pa a esía regla, incluso 51 se trata de una de las teorías físicas más
está a menudo presente en los agentes de la transposición di-
simples y que ha seruido de modelo a todas las teorías posterzores.
dáctica (en posición de desconocimiento): por eso los autores
El espiúritu humano no es apto, en efecto, para comprender de entra-
de manuales justificarán sus “elecciones” (condicionadas por
da toda la complejidad de un movimiento.
los requisitos estructurales del sistema didáctico) por medio
de razones contingentes del tipo “los límites estrechos de la
presente obra”, “el espíritu de esta colección”, etc.,
Una buena manera de abordar el estudio de una teoría fisi-
ca es comenzar por el examen de sus druersas teorías parciales. Ese
5.7. Contrariamente, la conciencia de lá desincretización
es el método que hemos seguido; comenzamos por el cálculo vecto-
no aparece prácticamente nunca. Por eso los “prerrequisitos” rial, la geometría de las masas, la cinemática, la cinética. Son teo-
son formulados en términos de elementos de conocimiento sÏ- rías parciales fáciles de comprender y que preparan para el estudio
tuados por parte del autor como anteriores a las nociones de la dinámica (...)’ (op. cit., pp.5-6)
presentadas (en una concepción progresiva legalista del pro-
ceso de aprendizaje, sobre la que volveremos más adelante). 5.9. El proceso de explicitación textual del saber (no-
A contrario, se puede jugar con esta situación de falta de con- ciones matemáticas) produce correlativamente un efecto que
ciencia para producir un efecto humorístico, como en el cé- lo hace implícito* (nociones protomatemáticas) que se basa
lebre “Modo de empleo” de los Elementos de matemática de N. en los prerrequisitos, en tanto no son reconocidos como ta-
Bourbalki: les. El efecto de delimitación produce además —hecho esencial
“El tratado considera las matemáticas en Sus COnrienzos y pro- desde el punto de vista de la epistemología— la descontextualización
porciona demostraciones completas. Su lectura no Supone, pues, en del saber, su desubicación de la red de problemáticas y problemas
principio, ningún conocimiento matemático particular, síno sola- que le otorgan su “sentido” completo, la ruptura del juego in-
mente un cierto hábito de razonamiento matemático y un cierto po- tersectorial constitutiva del saber en su movimiento de crea-
der de abstracción”. ción y de realización. No insistiré aquí sobre ese tema funda-
Por supuesto, el “sincretismo” es traicionado una vez mental. Para algunas observaciones generales, véase Cheva-
más: para poner en práctica el razonamiento matemático y el llard, 1980b.
poder de abstracción en cuestión, se dan por supuestas situa-
ciones y nociones matemáticas: es decir, conocimientos mate- 5.10. La textualización lleva a cabo, en segundo lugar,
máticos “anteriores”.
La transposici ón q lidáctrca
la disociación entre el pensamiento, en tanto que expresado
L a transposiciónón didáctica
La transposición didáctica
miento”: así se constituye el estudio de la heurística del sujeto como es el texto del sa-
ber en su dinámica temporal.
algo separado del resto de los actos de saber. Mediante esta disocia-
ción se perpetúa y se legitima retroactivamente la negación del Suje- - .
5.14. Señalemos ahora dos puntos sobre
to como productor de sentido: la “heurística” es una ideología de do- los que apare-
ce la ficción de semejante “teoría” del aprendizaje.
centes y un artefacto psicológico”. (Chevallard, 1978, pp.16-17). El texto
tiene un principio y procede secuencialmente.
Esta afirmación ya
75
74
deja de ser cierta respecto al saber del que el texto es explici-
tación discursiva. En efecto, es infrecuente que un saber sea
efectivamente inicializable y secuenciable. ‘Tomemos justamente
la intención de Bourbaki: “El tratado considera las matemáti-
cas en sus comienzos”, afirma el “Modo de empleo”. Sin em-
bargo, no es así en absoluto: este tratado se ocupa cuidadosa-
mente de la axiomática, pero las reglas de inferencia se mantie-
nenimplícitas: la noción de razonamiento no se encuentra cons-
truida, sino preconstruida (sobre esta noción, véase el capítu- Ll texto del saber y la estructura
lo 8). Hay, por tanto, como ocurre Siempre, algo que está antes
del tiempo didáctico
del “comienzo” ; algo que puede resultar pertinente para expli-
car lo que pasa “después” (por ejemplo, las “crisis” en la his-
toria de las matemáticas). La misma empresa fracasa igual-
mente en la secuenciación de las matemáticas: por más “objeti- 6.1. La producción de un s1stema didáctico a partir de un
vo” que sea un saber, no es verdad que pueda “explicarse” de proyecto social de enseñanza previo supone la producción de un
la A a la Z. A fortiori, es muy necesario que el proceso de texto del saber, y esta puesta en textos del saber engendra los
aprendizaje sea secuencial: pero el orden de aprendizaje no es efectos previamente mencionados (desincretización, desper-
isomorfo en relación con el orden de exposición del saber; el
sonalización) al tiempo que posibilita una relación eshecífica
aprendizaje del saber no es el calco del texto del saber: volveremos con el tiempo didáctico (programabilidad de la adquisición del
ampliamente sobre este punto más adelante. saber).
La tr ansposición didáctica
L a transposición Q lid Á ctica
-
6.3. A través de las notas precedentes (explicitadas más
-
cria orah
PA
cionamiento “laico” del saber correspondiente en la “comuni mas, es decir, en definitiva, de la praxis matemática. En el se-
dad académica”. En ésta, en efecto, el motor del avance (de la gundo caso, hay una equivocación con respecto a las condi-
progresión) en la construcción del saber, está constituido, en últi- ciones de posibilidad de una solución didáctica al problema de
ma instancia, por los problemas que se encadenan y se reprodu- los problemas subordinada a la contradicción principal, motor
cen, produciendo una historia intelectual de la comunidad aca- del proceso de enseñanza. Volveré sobre estas cuestiones más
démica en la que aparecen. Los problemas, decía Bachelard, adelante.
son el nervio del progreso científico. Una investigación se pre-
senta así, como una sucesión de carambolas, donde un proble- 6.6. ¿Como funciona entonces la contradicción
ma resuelto (0 provisoriamente abandonado) lleva a formular y re- anñtiguo/nuevo en el proceso de enseñanza? Para que un ob-
solver otros problemas. En este sentido, el proceso de enseñanza Jeto de saber pueda integrarse como objeto de enseñanza en
difiere fundamentalmente del proceso de investigación: en el prr- ese proceso, es preciso que su introducción, en un determi-
mero, los problemas no son el motor de la progresión. Esta está cons- nado momento de la duración didáctica, lo haga aparecer co-
tituida por una cierta contradicción antiguo/nuevo. mo un objeto con dos caras, contradictorias entre sí. Por una par-
te (es el primer “momento”, la primera “cara”) debe aparecer
6.4. Antes de desarrollar esa cuestión, destaquemos la como algo nuevo, que produce una apertura en las fronteras
existencia de dos actitudes diferentes, de intenciones opues- del universo de los conocimientos ya explorado; su novedad
tas, que se originan ambas en el desconocimiento del rol prin- permite que se establezca, al respecto, entre enseñante y
cipal de la contradicción antiguo,/nuevo y del carácter secun- enseñados el contrato didáctico: puede constituirse en objeto de
dario del rol que desempeñan los problemas en el proceso di- una enseñanza y campo de un aprendizaje. Pero por otro lado,
dáctico. Por un lado, nos encontramos con el oluido de los pro- en un segundo momento de la dialéctica de la enseñanza, de-
blemas: es el caso general, en el que el “curso” se reduce a ser be aparecer como un objeto antiguo, es decir, que posibilita
un simple discurso; por otro lado y como reacción contra lo una identificación (por parte de los alumnos) que lo inscribe
que es más un estado de hecho que el efecto de una actitud ¡in- en la perspectiva del universo de conocimientos anteriores.
tencional, tenemos las tentativas que procuran restituir un rol En un sentido, ese reconocimiento se halla necesariamente
central a los problemas en la enseñanza de las matemáticas. Esas mistificado (en caso contrario, el objeto no tendría el carác-
tentativas se encuadran generalmente en una perspectiva de ter de novedad): es la expresión subjetiva de la contradicción
Lat ransposición didáctica
La transposición didáctica
objetiva cuyo soporte es el objeto introducido.
del proceso de enseñanza. De allí puede resultar que se con-
ciba la transposición didáctica de manera reduccionista, co- 6.7. El objeto de enseñanza produce pues un “equili-
-
mo un calco fiel al espíritu de dicha praxis y simplificado, síin brio” contradictorio entre pasado y futuro: es un objeto transac-
adulteraciones, a partir de la observación y del análisis del cional entre pasado y futuro.
funcionamiento del saber “in vivo” (cf. 3.16).
evoluciona la contradicción antiguo/nuevo? 6.9. Se puede decir que la superación de la contradic-
6.8. ¿Cómo
o mejor dicho normativamente, esa contradic- ción antiguo/nuevo, a propósito de un objeto determinado,
Normalmente,
equivale al envejecimiento de ese objeto: los objetos de ense-
ción es superada en el éxito del aprendizaje. Pero puede producir-
ñanza son víctimas del tiempo didáctico, están sometidos a una
se un bloqueo de la dialéctica, sin verdadera superación. ¿Qué
erosión y a un desgaste “morales”, que presuponen su reno-
debe entenderse por ello? En realidad, la superación de la con-
vación en el curso de un ciclo de estudio. Podemos dar el
tradicción no puede medirse en términos cuantitativos de “éxi-
nombre de obsolescencia interna o relativa a ese fenómeno de
to en el aprendizaje”: en todo proceso didáctico hay una tasa re-
desgaste dentro de un ciclo de enseñanza, para oponerlo a la
sidual de fracaso que no es subestimable en términos absolutos.
ba- obsolescencia externa o absoluta, relativa a la sociedad en ge-
Pero existe, inscripto en el contrato didáctico, un “umbral”
neral (sobre la obsolescencia absoluta, véase el capítulo 7). La
jo el cual la tasa de fracaso será considerada “satisfactoria”, es
renovación se realiza en función de la estructura particular
decir, expresión de la superación de la contradicción anti
no de la dialéctica antiguo/nuevo, que produce esa renovación:
guo/nuevo. El mero análisis empírico del éxito y del fracaso
de ese modo se instituye la estructura del tiempo didáctico,
sirve, por tanto, para juzgar sl ha habido bloqueo o Superación.
- o más precisamente (para eliminar una ambigüedad even-
La enseñanza de un objeto de enseñanza se termina general
haya bajado a ce- tual), del tiempo de la enseñanza (por oposición al tiempo del
mente mucho antes de que la tasa de fracaso
aprendizaje), cuya versión consciente, intencional, es propor-
ro (pensemos por ejemplo en la multiplicación de los enteros
cionada, en el nivel de la administración del acto de ensSeñanza,
en la escuela primaria). En realidad, la situación de bloqueo de-
ado por la progresión establecida en los programas, los manuales,
be ser diagnosticada cuando el objeto introducido, demasi
tasa de fra- las “progresiones” que proponen los profesores y el IPR.
“nuevo”, en la medida en que tiende a suscitar una
-
caso demasiado elevada, es desnaturalizado (mediante procedt
la al 6.10. Al definir el tiempo de la enseñanza en su estruc-
mientos diversos, entre los cuales ocupa un lugar notable
tura propia, la dialéctica entre lo antiguo y lo nuevo, traba-
goritmización) para atenuar su carácter de “novedad” y es acen-
“anti jando sobre los saberes textualizados, organiza una duración
tuada su relación de continuidad con los conocimientos
su noveda d no reducid a, didáctica que llegará a ser un modelo de temporalidad dominan-
guos”. El resurgimiento ulterior, con
una te en la representación de las temporalidades (sin embargo)
del objeto así integrado en la duración didáctica, producirá
al enseña nte una varia- diferentes (como se subrayará en el capítulo 8) que coexisten
caída brutal del éxito, proporcionando
ndo y se compenetran sin igualarse jamás completamente, en el
ble de control en disminución sobre la tasa de éxito. Emplea
La transposición didáctica
ico en sistema didáctico. Es el modelo legalista de una duración pro-
esa variable, el docente podrá reafirmar su lugar específ
La transposición didáctica
7.2. El docente es, por tanto, aquel que sabe antes que
La tr ansposición c lidáctica
los demás, el que ya sabe, el que sabe “más”. Esto le permite
d lidá ctica
La transposición didáctica
contenidos del saber se encuentran desvalorizados y más o
lidáctiica
relación de enseñanza, el profesor no sólo se constituye en un concepción que hace derivar el conjunto de relaciones entre
“supuesto saber” sino también en un “supuesto anticipar’. enseñantes y enseñados —como especificaciones de una esen-
L e] 1 transposiciónÍn didáctica
que en suscitar la respuesta correcta, que designa implícita-
La transposición didáctica
La transposición didáctica
La transposición didáctica
los numéricos), el profesor “inferirá la ley general” (literal), aprender o mejor dicho “a saber”. Entre ambos, se da una he-
luego el alumno “aplicará” esa ley a casos particulares (numé- terogeneidad por naturaleza: así, el profesor “hará” la teoría de
ricos, más raramente parcialmente literales), etc. La transgre- los sistemas de dos ecuaciones lineales con dos incógnitas
Sión de los registros de actos epistemológicos así separados, la con parámetro; el alumno deberá resoluer tal o cual sistema.
infracción de ese código epistemológico es infrecuente, incluso sl
es posible o “fácil” de hacer: el enseñante, salvo excepción
* N. del T. Se refiere al examen para ingresar en el cuerpo de profesores
permanentes de la enseñanza pública.
89
88
La dicotomía de los lugares y su realización didáctica supone creta, de los registros de las tareas epistemológicas en la cons-
trucción didáctica del saber, sobre el eje continuo del “nivel de
una dicotomización del objeto de Saber: una versión para el
enseñante, una versión para el enseñado. La coexistencia y la los alumnos”, según un movimiento de reducción que, olv+-
articulación de esas dos versiones crea lo que podemos llamar dando la estructura (fijada) en provecho de sus variaciones
una situación transaccional: entre la versión oficialmente ense- (relativamente controlables), es efectivamente pertinente para
nada y la versión cuyo conocimiento se exige del enseñado. El el enseñante. Los “libros del docente” dan testimonio de esto
último:
objeto de enseñanza ha sido visto como objeto transaccional en-
En cada una de estas lecciones se alternan justificaciones y
tre pasado y futuro (en la cronogénesis); ahora se muestra co-
mo objeto transaccional entre los dos regímenes didácticos del saber comprobaciones numéricas. Según el nivel de la clase, se puede
acentuar uno u otro de esos dos ashectos. (Libro del docente del
(en la topogénesis). De esta exigencia que subyace a la trans-
Manual Magnard de cuarto curso, p. 17: el destacado es mío).
posición didáctica va a surgir un conjunto de limitaciones so-
No podemos ni desdeñar los logros ya realizados ni demos-
bre la posibilidad de enseñar los saberes y su preparación
trar todas las adquisiciones: se impone una elección. Esta depende
didáctica; e igual que en la “transaccionalización” entre pasa-
esencialmente del nivel y de las capacidades de los alumnos. (Libro
do y futuro, en la “transaccionalización” entre los dos regíme-
del profesor del Manual Hachette de cuarto curso, coll. M, p. 7:
nes epistemológicos, la algoritmización es una respuesta post-
el destacado es mío).
ble y frecuente.
En relación con la primera de las citas, se notará que
no parece necesario precisar cuál de los aspectos debería de-
7.12. La repartición en dos registros de los actos episte-
sarrollarse: la conclusión es obvia.
mológicos relativos a un mismo objeto de saber (compro-
bar/demostrar, demostrar/verificar, generalizar/aplicar,
7.13. Volvamos a Descartes: Respecto a la adición, cel
etc.) produce una diferenciación cualitativa de los lugares
alumno sabe tanto como el maestro (aquí y ahora), sí sabe ha-
(del enseñante y de los enseñados) que comporta un cierto
cer adiciones? A decir verdad, Descartes afirma solamente:
Juego cuantitatrvo: un poco más o un poco menos de teoría; o
“En cuanto a la suma que examinaba”. Pero de todos modos,
de aplicaciones numéricas, etc. Á través de ese juego cuanti-
se trata de un caso particular, en cuanto a que el objeto cuyo
tativo, evidentemente relativo, el docente tiene una posición
conocimiento se supone es la “versión para el alumno” de un
respecto a la situación didáctica del saber a enseñar que le
objeto de saber, la adición, reducido al algoritmo de la adición
aporta la conciencia de su pericia, de su lugar de poder en la
La transposición didáctica
XV, el método per gelosía se presentaba como demasiado sim-
la diferencia entre el saber “lego” y el saber de los “sabios”, lo
La transposición didáctica
El tiempo de la enseñanza
como ficción: preconstrucción
Y posterzoridad
La transposición didáctica
que la ficción del tiempo didáctico instituido no se presenta eshon-
táneamente al enseñante como tal: ficción (como vamos a mos-
trarlo), pero ficción necesaria, funcionalmente necesaria para el
proceso didáctico. Estamos aquí delante de un caso en el que
el desconocimiento de las condiciones reales de desarrollo de un pro-
95
ceso por parte de sus agentes (los enseñantes) constituye per se una señar las sutilezas del x2 y de la ¿ de Student, se equivocan
condición de ese proceso: el enseñante debe creer, de alguna ma- mayoritariamente (a la primera ocasión) al calcular el porcen-
nera, en la ficción de la duración didáctica que él programa. taje correspondiente a 12 por 87..., por ejemplo. El enseñan-
Deberá interpretar en registros explicativos diferentes, que no te debe, en esos casos, cerrar los ojos para no comprometer
invaliden la norma del modelo de temporalidad al que sirve el avance de su curso: decididamente a los estudiantes “les falta
el docente, los fenómenos que puedan interponerse a su cla- base”... Las observaciones que podemos encontrar —un
ra conciencia del tiempo que debe utilizar. Esos registros van ejemplo, entre otros— en un trabajo sobre las “estructuras
desde el psicologismo de las calificaciones escolares y de los multiplicativas” surgen de otro tipo de perspectiva. Los auto-
comentarios brutales del tipo “alumno perezoso”, “desaten- res escriben, especialmente:
to”, “lento”, etc., al psicologismo más elaborado, sentenciosa- “La enseñanza de las matemáticas en el primer ciclo del se-
mente ad hoc (es la “tipología” de los “slow learners”*, etc.) de gundo grado Supone que están adquiridas nociones y procedimien-
una cierta education research*. tos que en realidad no son asimilados por los niños al final de la
enseñanza elemental y cuya adquisición lleva un largo período que
8.3. Esa es la razón por la cual la puesta en evidencia se prolonga a veces hasta el final de la adolescencia”. (Vergnaud,
de una distorsión de la norma temporal a partir de la reali- el al. 1979, 1, p. 1)
dad de los aprendizajes emana sólo excepcionalmente de la ïns- Estudiando los conocimientos de los alumnos de sexto
tancia enseñante propiamente dicha: surge de una mirada que curso en relación con las “estructuras multiplicativas” ele-
enfoca la relación didáctica de un punto cercano pero exte- mentales, esos mismos autores anteponen a la presentación
rior: mirada que hace surgir la “inadaptación” del sistema di- de sus resultados (capaces de sorprender y desalentar a los
dáctico y que sustenta a partir de esa constatación una deter- docentes), un comentario que procura evitar interpretacio-
minada voluntad de reforma; mirada guiada por el análisis nes y pasos al acto demasiado precipitados:
científico (didáctico) y que pone en claro, eventualmente an- “Los resultados, que parecerán un poco brutales a ciertos lec-
te su propia perplejidad, esta distorsión. Del primer punto de tores, no deben llevarnos a una actitud pesimista del tipo: “¡Enton-
vista procede, por ejemplo, la comparación provista (en ces para qué! Si todos los alumnos de sexto curso no saben siquiera
1951) por una investigación realizada entre 30.000 alumnos resoluer problemas elementales” (...) Sería un grave error imputar
de la ciudad de Los Angeles: al final del ciclo de enseñanza la responsabilidad por las lagunas obseruadas a la reforma de la
secundaria, 1 alumno de cada 7 (con edades desde los 16 a enseñanza de las matemáticas y creer que un simple recurso a mé-
La transposición didáctica
los 18 años) no sabía calcular el 50% de 36 (citado en Hofs- todos anteriores permitiría llenar esas lagunas (...) El objetivo de es-
La transposición didáctica
tadter, 1963, p. 304). Una vez “establecido científicamente” el te artículo no es, por tanto, dar fundamento a la corriente que bus-
hecho, podemos ofrecer comentarios adicionales: yo puedo ca retornar a cierías didácticas caducas, sino por el contrario alen-
dar testimonio, ‘por ejemplo, del hecho de que-los estudian- tar a los docentes e investigadores a marchar resueltamente hacia
tes de segundo año de la universidad, a quienes he debido en- adelante.” (Vergnaud et al. 1979, II, pp. 2-3).
LDL,
T
99
98 día, se puede CONVET- tudia la adquisición (por ejemplo, se estudiará la adquisición
tiempo didáctico legal ¿cómo, un buen
tro epistemológico
tir un alumno sometido siempre al regis
de los “productos cartesianos”, etc.) sín preocuparse demasia-
sor de matemá- do por el fundamento epistemológico de las nociones que exa-
que define su lugar de enseñado, en un profe
Si el tiempo del mina. Si la temporalidad de la psicogénesis constituye un pro-
ticas (para elegir una pregunta ingenua)?
po simplemente greso en relación con el modelo didáctico del tiempo, sustitu-
aprendizaje fuera verdaderamente el tiem
mica de enseñanza, yendo una duración simplemente acumulativa por un sentido
progresivo, acumulativo, que fija la diná
o sería una estrati- integrador (en el que cada estructura integra la precedente
eso no sería posible: el saber así acumulad
as, que se verían como estructura subordinada), sobre todo mediante el juego
ficación de capas de saber cada vez más arcaic
ria didáctica del su-
remontándose temporalmente en la histo
del mecanismo de equilibración (que comporta realmente un
se percibe cuando aspecto retroactivo), lo cierto es que la psicogénesis no deja de
jeto. Pero contrariamente este fenómeno
untar a estudiantes plantear una temporalidad irreversible, mientras que el tiempo
en efecto, hay arcaísmos: es así que, al preg
duda con profeso- del enseñado parece estar constituido también por reorganizacio-
de matemáticas (y lo mismo ocurriría sín
de “qué es la regla de nes que anulan las representaciones anteriores para relnsertar
res debidamente recibidos), a propósito
n no se había vuel- los materiales en construcciones inéditas.
3”, las respuestas mostraron que Esa noció
la Época en que 6
to a trabajar desde la escuela primaria (en
era costaba 3 francos 8.9. Existe un modelo diferente de temporalidad en el
lapiceras costaban 18 francos, una lapic
que la plasticidad de la duración autoriza retornos reorgani-
y 10 lapiceras costaban 30 francos...).
zadores de tipo radical: es el concepto freudiano de posterio-
COTTESPON-
8.8. El problema que acabamos de plantear ridad. Se trata, según escriben J. Laplanche y J. B. Pontalis,
podido de-
de con lo que en la historia de las ciencias se ha de una:
ón”. No
signar con el nombre de “refundación” o “reelaboraci “Palabra utilizada frecuentemente por Freud en relación
aderamen-
me parece que el problema se haya formulado verd con su concepción de la temporalidad y de la causalidad psíquicas:
da por el
te porque estaba resuelto en forma ficticia de entra experiencias, imprestones y huellas mnémicas s50n modificadas ulte-
legal. En cuanto a la psicología, además, riormente en función de nuevas experiencias o del acceso a un nue-
modelo del tiempo
si tenemos En cuenta vo grado de desarrollo. Entonces pueden adquirir, a la par de un
parece que el problema ha sido evitado
zados: estudios de nuevo sentido, una eficacia psíquica.” .
dos restricciones de los estudios reali
ios de esquemas (ce (Laplanche y Pontalis, 1973, p. 33; p. 280 de
aprendizajes “cortos”, por un lado; estud
La transposición didáctica
conexiones, etc.) más que contenidos la traducción al español).
su génesis, evolución,
Ín didáctica
Correlativamente da la
de saber” particulares, por otra parte.
ha sido poco sensl-
impresión de que la psicología cognitiva
Para ¡ins1stir en el carácter determinante de ese con-
(cualquiera que fue-
ble a la existencia de una transposición
cepto, reproduzco también algunas líneas más de los autores
La transposición
La transposición didáctica
2) La modificación con posterioridad viene desencadenada
que sl, para tres
mo punto de partida y “motivación”, explicar
La cransposición q lidáctica
análisis didáctico, nos procuramos los medios para pensar lo es una necesidad que tiende a la construcción misma del saber,
- “
impensable” (para el enseñante) y para plantear de otro mo- más exactamente a lo que hemos llamado su preconstrucción.
do el problema de la enseñanza misma.
8.14. He tomado la palabra preconstrucción —sino el con-
8.12. Dicho problema ha sido formulado por algunos cepto, en su exacta medida— de la teoría de los discursos, tal co-
de nosotros, en términos de elaboración de situaciones y de se- mo la elaboran M. Pécheux, Paul Henry, etc. (la noción mis-
ries de situaciones apropiadas para la construcción de tal o cual ma fue introducida por P. Henry). Este préstamo estuvo mo-
concepto (cuya adquisición se procura). En la medida en que tivado por las dificultades del análisis del tratamiento didác-
hagamos depender ese proyecto de una concepción lineal del tico de ciertos conceptos matemáticos (los de polinomio y
tiempo, nos conderiamos a intentar respetar condiciones real- número real) en la enseñanza del primer ciclo (para el con-
mente insostenibles, proponiendo una definición demasiado cepto de polinomio, véase Tonelle 19/79). En realidad, el esta-
rígida de los procesos didácticos, concebidos según el mode- do de preconstrucción parece ser exactamente el componente
lo dominante de una flecha temporal irreversible. La cons- de base de nuestra ontología y de nuestra representación eshontá-
trucción de una teoría adecuada de las situaciones Supone un neas del mundo; pero sí ese componente existe en la construc-
cambio de temporalidad o más bien la asunción del problema ción científica de lo real, también existe (pero, en un momento
de la articulación entre muchas temporalidades no isomorfas. dado de la historia del saber se impone, de manera mucho
más pregnante) en la construcción didáctica del saber y desem-
8.13. La necesidad de reorganizaciones, de retomar
“las peña un papel esencial y específico en la economía del sistema
adquisiciones” anteriores a la luz de experiencias ulteriores didáctico.
puede situarse como formando parte de la actividad propia del
sujeto. La enseñanza tiende a proveer al alumno de “respues- 8.15. Para “hacer ver” con más claridad el tipo de fenó-
tas” a preguntas que él no se formula (sí han sido formuladas meno designado aquí como relativo a la preconstrucción, to-
por el enseñante); la actividad de apropiación consistiría enton- maré primero mis ejemplos, no de la vida cotidiana o de la
ces en elaborar preguntas, en formularse implícitamente /a construcción didáctica del saber, sino de la historia de las ma-
pregunta de las preguntas, y la actividad del enseñante consistiría temáticas. En su curso de análisis de 1821, Cauchy demuestra
por un lado en crear sítuaciones que favorezcan la actividad así el teorema de los valores intermedios:
La tr ANSPOSICIÓN C lidáctica
zonas de elaboración que autorizan la “Una propiedad notable de las funciones continuas de una
La transposición didáctica
cuestionadora, como
asunción (por parte del alumno) de la dinámica temporal ins- sola variable es poder servir para representar en geometría las orde-
Según una profunda observación, “El intelectual es nadas de líneas rectas o curuas. De esta observación se deduce fácil-
tituida.
aquel que convierte las resphuesías en preguntas”. (Hoſfstadter, mente la Siguiente proposición:
1963, p. 30).* Teorema IV. Sí la función f{x) es continua en relación con la
variable x entre los límites x = x0,x = X y 5í Se designa como b una
# N, del T. En inglés en el original.
COMER CE >>
BIBLIOTECA
104
cantidad intermedia entre f(x0) y y {%), se podrá satisfacer siempre 105
el cual como se ha visto se practica una activa “solidaridad de
la ecuación f(x) = b por uno o muchos valores reales de x compren- la carencia”. La ausencia misma del concepto de continuidad
didos entre x0 y X. es aquí solidaria de la ausencia del concepto de curva (cuya in-
Demostración. Para establecer la proposición precedente, bas- tuición se seguirá inmediatamente de la noción de continui-
ta con hacer ver que la curua que tiene por ecuación y = f(x) corta- dad surgida a partir del ejemplo de la curva de Peano).
rá una 0 varias veces la recta que tene por ecuación y =b en el ïn-
tervalo comprendido entre las coordenadas que correshonden a las 8.16. Esta “economía de la carencia” sólo es viable a
abscisas x0 y &; ahora bien, es evidentemente lo que ocurrirá en la condición de que existan importantes limitaciones: exige no
hipótests admitida”. aventurarse fuera del dominio en el que la carencia se elimi-
Para nosotros, esta demostración no es una demostra- na como tal, no corresponder a ninguna “necesidad” (vere-
ción. Los términos sintomáticos de su insostenibilidad son mos más adelante los efectos didácticos de ese tipo de situa-
“hacer ver”! y “evidentemente” indican que se recurre a una ción). Por ejemplo, la ausencia del concepto de número real
evidencia gráfica que actualmente ya no aceptamos, por lo en el siglo xIx (0 al menos que aparece tardíamente), permi
menos entre los matemáticos —es diferente cuando el mate- te otra “confusión”, la de la continuidad y la dertuabilidad (a
mático se hace profesor. La ausencia de demostración “real” través de la intuición geométrica de la curva). Ya no se trata
es aquí contemporánea de la ausencia del concepto de continut- de una laguna en la demostración sino de un resultado erró-
dad. Pero las ausencias se encadenan: lo que falta también es el neo. Ese “error” no es problemático en la medida en que uno
concepto de número real. Se produce una “circulación de la caren- se limita a considerar las funciones continuas que son de he-
cia”. Además, con anterioridad, Bolzano había proporcionado cho derivables (y aún más). El error se impone entonces, en
una demostración correcta del teorema de los valores inter- el campo restringido de la práctica matemática en la que se
medios (en su gran memoria de 1817), apoyándose en el “cri ha instalado como evidente, en tanto que equivocación (en el
terio de Cauchy” (enunciado por Bolzano muchos años antes sentido propio del término): así, en su curso en la Ecole Poly-
que Cauchy), que él consideraba haber demostrado “por un technique (publicado en 1815) Poinsot declara que:
razonamiento que, en ausencia de toda definición aritmética “Podemos inclustue decir que la relación entre dos cosas ho-
del número real, no era ni podía ser sino un círculo vicioso”2. mogéneas que no depende ni de su naturaleza ni de sus magnitu-
Es preciso notar en relación con esto, que sí en ese momen- des absolutas, por la definición misma de esa relación, la cantidad
to, falta (no está construido) el concepto de número real, se (Dy : Dx) tiene siempre el mismo límite; y eslo es lo que la conside-
La transposición didáctica
cuenta en cambio con una definición correcta de la continuidad. ración de una curva y de su tangente, cuya existencia está fuera de
La transposici án « licdláctica
Pero la ausencia del concepto de número real debilita el fun- toda soshecha, hace ver por otra parte con la mayor evidencia.”
cionamiento de la noción de continuidad: implica la ausencia (Citado en Delachet 1961, p. 56).
del concepto de continuidad. Y de paso se notará que una “de-
finición correcta” no basta para hacer un concepto: éste sólo
adquiere existencia en el marco de un sisiema de conceptos en
106
8.17. Debemos preguntarnos cuál es el estatuto de esos estrechamente definida; en otro jardín, que no conozco, du-
“objetos” (función continua, curva, etc.) cuyo concepto está daría: “¿Se trata de tréboles o de otra cosa?” Mi saber está es-
ausente. Lo que acabamos de afirmar permite percibir un trechamente ligado a un contexto; no tolera la descontextua-
cierto número de características de ese estatuto: el objeto no lización. Mientras que el saber científico —el del botánico, pa-
está construido sino presentado por una deixis que es una ¿la- ra este caso— se traduce tanto en aserciones como en negaciones:
mada a la complicidad en el reconocimiento ontológico; la exis- sin conocimiento empírico de las plantas, podría concluir
tencia del objeto se presenta ahora como evidente, sin dudas, que “no son tréboles”, con la planta en la mano. Lo precons-
más justamente, como no susceptible de duda; el objeto está ins- truido se aleja por lo tanto del saber científico, porque de-
talado, por la mostración que lo designa en su existencia obs- pende absolutamente del contexto, porque es absolutamen-
tinada, en un estado que elude el cuestionamiento, porque to- te no descontextualizable. En la otra cara de la moneda, a la
do cuestionamiento se da por supuesto: es un punto de apoyo preconstrucción se opone la algoritmización (como reducción
inatacable de la reflexión. Cuando reflexiono sobre el mundo del saber a algoritmos): en ese último caso, se produce una
sensible que me rodea (con vistas a actuar sobre él, por ejem- ruptura entre enunciados y Situaciones (de manera que el pro-
plo), no pongo en duda su existencia obstinada, opaca: esa pa- blema didáctico esencial se refleja en la pregunta: ¿qué enun-
red, esta puerta, mi mano que escribe. Lo mismo ocurre en la ciados son pertinentes para qué situaciones?). Entre esas dos
vida intelectual, colmada de preconstrucciones. En un texto figuras extremas del saber (preconstrucción, algoritmiza-
escrito hacia el final de su vida, De la certitude (Über Gewiss- ción), el saber científico se plantea como dominio de la dialéctica
hen), Wittgenstein realiza una profunda reflexión que, creo, entre enunciados y Situaciones (dialéctica que supone a su vez
podemos vincular ampliamente con nuestro tema: se puede la independización de los enunciados en relación con las sÏ-
recurrir a ella con gran interés (Wittgenstein, 1976). tuaciones, lo que la opone al estatuto de la preconstrucción,
y el establecimiento de relación pertinente de los enunciados y de
8.18. La preconstrucción designa sus objetos mediante las situaciones, lo que la opone a la algoritmización). Pero es
el lenguaje. Ese aspecta lingüístico es fundamental, especial- preciso insistir de todos modos sobre el hecho esencial de
mente porque posibilita la deixis, explícita (‘esta puerta”, que, en un momento dado, cualquier saber científico funciona
etc.) o implícita, mediante el mecanismo de la aposición, a tí- sobre un estrato profundo de preconstrucción.
tulo de presuposición. Pero el lenguaje funciona aquí de un
modo muy particular. La preconstrucción se establece efecti- 8.19. Ocurre que simplemente no lo percibimos en la
La transposición didáctica
actividad científica “corriente”, salvo precisamente cuando se
La transposición didáctica
tas son tréboles, porque yo sé que en ese lugar del jardín, en tica, la capa profunda de evidencias sobre la que se basaba el
esa época del año, siempre hay —siempre ha habido— trébo- edificio resulta afectada, no sin resistencias psicológicas:
les; mi saber está estrechamente subordinado a una situación “¿Cómo nos ha podido engañar hasta tal punto la intul-
108 109
ción?”, decía Henri Poincaré, Se hace acuciante la necesidad xx a - e) SL1x> 0
de una refundación, de una reelaboración del saber anterior, cuya Xx
La transposición didáctica
ansposición didáctica
transposición © lidáctica
La transposición didáctica
-
Li
113
Documento Ï
Una escala colectrva de nivel individual
Tomado de:
La transposición didáctica
114
UN ELEMENT DIFFERENT :
DOCUMENT 4-15
a. Forme non verbale (exemple tiré du cahier |I} :
Une échelle collective de niveau intellectual Dans chaque bande, composée de síix dessíns, cinq dessíns se ressemblent d’una certaine
maniere.
D’apres P. Bénédetto. Echelle collective de niveau intellectual, ,
in Enquéte nationale sur le niveau intellectual des enfants d'áge scolaire, Un seul est différent.
1tED, Travaux et Documents, n° 54, Paris, pur, 1969. Vous devez entourer d'un cercla le chiffre qui correspond á ce dessín.
Le cahier | est destiné aux cours préparatoires ; le Il aux cours élémentaires ; le [Il aux cours moyens .
le IV au cycle d’observation.
Exemples de questions :
5 ó
VOCABULAIRE (exemple tiré du cahier 11) :
de acullgno la mos qui complate les phlrasaos 2 b. Forme verbale (exemple tiré du cahier 11},
Loa .......... garde ses moutons sur la verte colline Je sauligna la mat quí na va pas avec les autres -
2 — berger 3 — gardien 4 — métayer S — bouvier $ — paysan 1 — Henri 2.— Gaston 3 — Frangois 4 — Denise S5S—Alain $ — Paul
1 — fermier
[ilſla2aſ3ſa4ſl5] f |]
O
[5 |7 || s[eſlel7zZ]ſ[elaſla4lsſ[s5ſael]
A B CG D E F
MATRICES :
a. Forme non verbale (exemple tiré du cahier 11).
2 [HA
Je fais una croix zous la dessÍn qui vient remplir la cazo vids.
l 2 3
TEBEOS
b. Forme verbale (l'épreuve prend ici le nom d’analogies verbales) (exemple tiré du cahier 1).
Jo sauligna la mat qui romplaca les palnes.
la ceariga — le corisier
la pomma — ......e ....
1 —la cerise 2-la poïre 3 — la péche
4 — la pommier 5S— le cerisier 8 — l'arbre
116 117
Documento 2
Pattern (patrón) y fórmula
Tomado de:
b. Forme verbale (exemple tiré du cahier 1H).
Je souligno le mot de la deuziómeo ligno quí va avoc los frois mots de la premiére ligas. 1) E. Galin, Mathématique 4°, OCDL Hatier,
Francois Jacques Andes
Paris (non paginé).
1 — Monique 2 — Jacqueline 3 — fillette 4 — Alain 5 — garcon 6 — homme
La transposición didáctica
118 119
By) 4 7 x +y+ 7
© Factorise les polynomes suivana :
Bu’ + léu 25xt + Jr + 9 ul—16
35 | —14 -a | 35 N+(—- láyp+(—2 3x* + Te + 13 u2 +9 —- á 16 — 25a*
ala? + 6) + 4 + 6) - TQre + el + 25 (x + 4° — 49
20 58 | -!2 20y° + (— 892 + (—= 12
© Pour dérvelopper (3x + 5)\(3x + 5) . qui sécrir aussí (34 + 57 . il est. plus rapido d’utiliser
le moule « curré-d’une-zomme » :
{(©+AaR= 07142024422
4. Dans R (O0+07
=0M +20x0+02
DES LETTRES.
(Q-0Y = a r20x0+0
HI — 0U L'ON CALCULE AVEC
(Q-0)(0+0)=50:-02.
3.7 Puissances. Voici un exemple d’utilication de la premiére de ces propriétés.
Soit x un réel. Soit u un réel. On se propose de développer {3u + 7},
S,xy Lo ; (59° ; (-40°. Développe et réduïis les expressions suivantes ; (lx + 3)? ; (x+m
7 Ss
f03-1202- ; (1-02; 242 ; (T=x) © +x) ; (3x+4) (3-4).
Gla-3)-15la+4)-0,4(a-2) +6(0,5-a) ; remarques que 25u? = {Su}? et que 36=62 ; c’'est pourquoi nous allons essayer d’utilissr une
; des propriétés démontrées au paragraphe 4.4 :
3(a? + 2a =5) -7(-3a2 + 2a=-1) +S(3a27 -4a+2)
Dans AR, B +2Xx0Xx0+02=(0+0,
4a? (Za - 2) -3a2(2 + 3a2)}- Sa(-a? + 2a2).
Pour cela, ¡| faut que 25u? + Edu + 36 puisse prendre la fome (MM +2xD0DX0+02
Développe et réduis les expressions suivantes.
3.
; Ba? -2a+1) (5-38) 5 On va mettre Su dans la bote [] : Eu: + 2x Ex
O +02.
la-7) (3a+1) ; Si2a-3){(-2+6)
On va mettre 6 dans la boſte O : Eu + 2x fulx©+@®:.
[-8a? -3a2) (1 + 2a+6a2) ¿ (Ga? -2a2 +9) (28? -3a-1).
ajo
Place les points dabscices
Ver SsImpbolos
c c
L ; Y2 ; 3 Ll. os, ; 2. :
Lo 12.
. 7 aga” = x arA=0
TS 20: a: 22; Lo: . 2: - Aa
log.(xy) = log.x + log.y log:(00) = log.O + log.O
Utitize ton dessínñ paur ranger ces nombres.
sín 2x = 2 sin x cos x sín 20 = 2 síinO cosO
Parmi les nombres précédents, quels sont ceux qui sont négatifs ? Posítifs ?
d du dv 4d =4L
zO+9=7 4
a+Fo
Comme en quatriéme, nous conviendrons que le nombre O n'est ni posíïtif, ni négatif. aut Dt
L’ensemble des réels posítifs ou nuls est noté IR, l’ensemble des réels négatifs ou nuls
est noté R_. Evidemmenmt R, UR_=R e R AR_={0}.
idea of using geometric shapes has been placeholders. Table 1 is a partial list of
used by most of the mathematics projects some basic forms using letters and geomet-
46 R.2 ordre dans |R that ushered in the new mathematics. rc shapes as placeholders. Although re-
I am certainly not suggesting that the use strictions on the domains of the placehold-
of letters should be discarded. It is much ers are not mentioned in the table, it is
easier to derive formulas using letters in- crucial to consíder them in a class dis-
stead of geometric shapes. Once they have cussion.
been developed, however, they seem to be Lawrence P. Bush
easily recalled and applied by students who Ohio University/ Belmont Campus
can visualize the formulas with shapes as St. Clairsville, OH 43950
Documento 5
Multiplicación a la italiana,
multiplicación per gelosïa
‘Tomado de:
La transposición didáctica
SE ABACO 17
@ 3 Vo)
La forma e maniera de totas 13233485867
eauaas graas aut petitas en
general multiplicar. 12334567
86419698
749397402
172838
4928268
27032701
245859134 Documento 4
2234867
Autorregulación del s¿5stema didáctico
Sumina 3824255677489
Aquesta satrana multiplicacion es per zeas eche nom aho ‘Tomado de:
Ea: tzair
los dezenals. vía
1) Aleph 1, classe de seconde A, Hachette,
4121314 /5/6/7|8 Paris, 1978, p. 42.
al° a “LIS ala a a |
al. 2, 31, #7 5,” e 1,” e 2) Aleph 0, classe de seconde ACT, Hachette,
5 CALLAN AS CL ALLA
La transposición didáctica
7 A LAA DS LAA
[iS [217191685181
Summa: 482445765 27968
129
Hachette 1978, p. 42. 3) Mathématlique, Seconde © D T, Delagrave, Coll. P. Vissio, 1973,p. 377.
1) Aleph 1, Mathématique, Seconde A,
1.152 1={-3,-1]; 1=]-2+=( 1.168 1<z<s et =1<z<3. (1) (*@:xER_[x|<37} (2) {x;xe&R,|x]|<s521}
(3) R—(3:+ al (4) R.. A {— 5.6:11.751
5>x>2 [4 ITpxaz-=1
L153 l=[=5-3; 1-]-=,-T 1.167
1.1454 [=10, Xd; 1=]=-5, 1. 1-168 =5S<x<3 e =<<xz<Q0.
TA-19 Si crest pagsiblo. écxriro saus forma d’intervallo qu de soegment :
1.155 1 =3]0, X: 1=1]-2 1.163 =lL<x<4 et =S<x<—2 (1) {=5:3.1]1 u (2.05:8.34] (2) J6:29.1{ n 17.2: 715.4(
(3) ]— es: — 23] u (—4:137 (4 ]— ca: 12] A {(— 4: aC
13-02, 1-470 Q<xa<s e =-2<x<0.
1.155 1=1-1,X; (5) ]— co; + 7] U (2:+ cal (8) 13:7.5C U]8.1:+ el
1163 l={=3+2(; l=]-a,5) & Détermminer Vinterzection des iatervalles fermáés (— 3, Sl, 2 TL (—+ 3)
T. Déázminer Punjon des intervalles du n° 6,
8. Déarmnine Vinterezian des incervalles 1— 3, SL {(—3, 4 TL
9. Détarminar union des inrerralles du a 2.
10. Determinar Vinterzection et lrunion des inmervalles (1, 2 ex Js 3.
11. bíéme quanion pour les intervalles
Hachette, 1960. po. 123-1242.
2) Alenh 0, Algebre l, 2e ACGT. 0,5 e RL
12. báme queunon pour le intervalle
Ln e ©
Quela zang las namárea
= tala que Pan aí¿ a la faïa :
Ses <3 e =< =—=27?
Ss <_—2 a -. 5< —5?
5-7 l<z=z<s5 as —Ll<e=z< +3?
$63 =$ <LES<LA#Ï Te 6 <-=<07
Documento 5
Fin de CEA...
expeprp uornisodsuen eT
] 133
1) Vénification de {(r+! 2. ml 2a an 2) Vénification de 1+2+3+...+n =- 2 2
A+2+3+u+5 <= 45
52... Sus = 25
== (+1)
A +4 Ba 123 29 Ader2le+dv e +A zm
Z
m=Ao RA =z or iz Ai
-=5 2. 22 = AS"
a=4,2,3, 4
Gi} = (ri)= hm m=400 monas 40
LL ec
4d
—————————
=
azs4 (ti) Za Acico Sare
a y . ==
Goma) *= 0-0
———
am=6,*+7,E,3,10
2 2
Documento 6
Una lista de procedimientos
‘Tomado de:
La transposición didáctica
136
13
#& Savoir factoriser les écritures proposóes en 3°
On te propose une écriture qui est une somme de produïts.
Ü Savoir « supprimer » los parenthasas dans une suite lsole et regarde chaque terme de cette somme.
d’additions at de soustractions
Exemptes:
81 x?— 64 =(9x—
8) (9x+8)
Sm +4x_12xp == (3y—- 2x2
#& Savoir développer un produït en utilisant une identité
ramarquable 2+47+ = (2+ y2P
a+2x-—a+14 a(x+1°-a
(26-302 = (2502-2025) 69 +(392 - =a(x+a+1) (x-a+1)
(a
— bY= 22 — 2ab + 0H
3° Qu bien tu as mal regardé ou bien il te faut pousser ton
d’oúü analyse.
(2b—-3e2= 402 — (4b)(3c) + Se
8) Le facteur cammun peut en effet Etre cachetiderriére une
(2b—3eo?= 402 — 12bc re. ge multiplication supplémentaïre; en particüher”
Regarde bien ce que nous avons fait : le «®@y» et le «®» de — | peut avoir été remplacé par son opposé dans certains termes.
lidentité remarquable ont été remplacés par des parentheses, — 1] peut ótre contenu dans un carré.
puis, nous avons rempli ces parentheses.
Exempies:
(x+1) (3x+1)— (2x+2) x =(x+1)(...-2...)
(x—1) (2x+3)+ (1—-x) (3—-x)= (x—1) (...—...)}
{® Savoir reconnaitre le développemant d'un produït 9Sx?—3x =(3x) (3Zx...)
ramarquable (x— 62 + (8—- x) =(6—x)(...)
Cherche les termes qui ont l’air d’átre des carrés et regarde de
2x2—25+ (x+ 5) =(x+5)(...)
quels nombres ils sont les carrés.
[b}) Un facteur peut Etre commun 6 certaïns termes Seulement,
Groupe ces termes. 1 s’agit peut-tre alors d’ün déveſoppe-
ment du type : -
(a+ b) (c+d) =2ac+bce+ad+
bd
38
139
138
Exemple:
1-a-b+ab=1—b—-a+ab
=(1—-56)-—a2(1-6)
Fosfacio
=(1—-5(0-.8)
10x-—2+5x-4y=
10 xp +5x—2-4y
=Sx(2y+1)—2(1+2y)
=(5x—2) (2y+1) a la sxegunda edición
Mais le nambre de facteurs n'est bien défini que pour des
variables littérales :
ainsi a? =axa
20=2x10 maisaussij 20=4*x$5 qu 2x2x5.
11 se peut aussí que des simplifications t'empéchent de
retrouver le chemin de la factorisation.
Exemple :
2x— °+xy == 7
Didáctica, antropología, matemáticas
En fait ;
(x+y) + ( 2x—y)=2x+2xy—xy—
y) y
cette símplification En la presentación de la primera edición de esta obra
rand le retaur
difficile. se deslizó una incoherencia evidente, que merecería, por sí
La transposición didáctica
aa 7307 )
Ex ax dx= 4x7 de verdad. El esbozo teórico propuesto, elaborado en rela-
EFE
$5 (2+ y) (23+x) =6+xy?
Sx+2 5x
EA a 0
= 7-20
9-4 0+2x02 ción con las matemáticas, excedía ya desde su impulso origi-
E MER DES ÉCRITURES
30
TRANSFOR
ALG-EBR nal los límites de lo matemático. Numerosos lectores que pro-
venían de otros campos de estudio no se equivocaron y lo vie-
ron como una mecha que proyectaba su débil claridad hacia
SUS propios territorios.
140
A la inversa, algunos, sin duda menos numerosos, Invo- tanto en el hipercriticismo vacío como en el préstamo intere- 141
caron la existencia de cierto particularismo culturalmente re- sado, se volvía insistente a un mismo tema. Era, en el fondo,
conocido de su objeto de estudio para justificar, sí no su re- el tema del “género próximo” y de la “diferencia específ
ica”.
chazo al esquema propuesto, al menos la libertad que podían Nadie parece haber formulado verdaderamente el
tomarse para redefinir sus contornos. (La cuestión principal, problema epistemológico que planteó, junto con alguno
s
piedra de toque de esa imaginación crítica conquistada a tan otros, el concepto de transposición didáctica. ¿Se tratará
sím-
bajo costo, fue ciertamente la del “saber sabio”, expresión que plemente de un concepto migrador —quizás un poco más que
a más de uno se le quedó atragantada.) los otros—, hábil para recorrer en un nomadismo más
o me-
Esa “teoría”, repitieron a gusto aquellos a quienes la en- nos controlado, el traje de Arlequino del campo de las
didác-
vidia volvía locuaces, puede parecer pertinente para las mate- ticas, cualificando obstinadamente una forma invaria
nte aco-
máticas que se enseñan en la escuela secundaria; es menos plada a sustancias cambiantes? ¿O acaso habrá encontrado,
pertinente o no lo es en absoluto para las matemáticas que se más allá del desmembramiento ferozmente afirmado
de un
enseñan en la Universidad, en las que el autor habría encon- campo plural, su lugar natural, su espacio vital, desde el cual
trado el prototipo de ese “saber sabio” para él ¡nsuperable. puede desplazarse fácilmente para adoptar una forma
con-
En definitiva, para algunos sólo se trataba de una descrip- creta aquí y allá? ,
ción, bastante azarosa y demasiado recargada para ser hones- Esta última hipótesis se ha enredado en una inadecua-
ta, de un episodio singular de la historia reciente de las instt- da polémica, que precisamente la teoría de la transposición
tuciones de enseñanza, que fueron testigos del florecimiento didáctica hubiera permitido esclarecer: la polémica entre
las
de la “reforma de las matemáticas modernas”, antes de que se didácticas “particulares” (disciplinarias) y una presunta
“di-
muriera a causa de sus propios excesos. dáctica general”. Aferrada a sus posiciones, para salvar
su al
En otras partes se llamó la atención sobre el hecho de ma, quiero decir su especificidad —ila palabra ha sido
final
que se trataba de una manera muy francesa de pintar una rea- mente soltada!— cada didáctica particular (la de las matemá
-
lidad también muy francesa. Realidad sin duda ¡innegable pe- ficas, la del francés, la de la física, etc.) se ha negado
a renun-
ro eminentemente lamentable. Se invocó la organización na- ciar a las fronteras rígidamente trazadas, garantes de
su exis-
poleónica del país, el carácter intacto del centralismo, la hete- tencia y legitimidad epistemológicas. Que haya intercambios
ronomía descaradamente revelada; en fin, la situación de to- y buenos procedimientos, como se acostumbra entre vecinos
,
do un pueblo secularmente consagrado al culto ¡impávido del ¡pues sí, naturalmente! Pero el individualismo epistemológi-
lid áctica
top-down*. Tal estado de cosas sirvió a esas opiniones para co, sello de la integridad científica y prenda de la supervi
La transposición didáctica
ven-
afirmar estentóreamente su preferencia por el bottom-up*, la cia social, parece desear que no haya nada más en común.
De
autonomía, la libertad de pensar y de vivir.? ese modo, cada cual conservaría la libertad para retomar
La tr ansposición
por
Sería vano pretender reducir a un Único principio esas su propia cuenta y para rechazar o acomodar a volunta
d
miles de variaciones. Sin embargo, sordamente, a través de aquello que otros sólo habrían producido para su propio
con-
entusiasmos y rechazos, de palinodias en todos los sentidos, SUMO.
La tr ansposición didáctica
n in- para apropiárnoslo de una manera eshecífica. Se puede decir
pa, a las matemáticas, trazaba una línea de demarcació
La transposición didáctica
La transposición didáctica
las matemáticas, ¿con qué se vinculan ustedes? ¿Dentro de qué
La transposición didáctica
que las didácticas (de las matemáticas, del francés, etc.) se si-
que no podría controlar sin incurrir en contrasentidos.) túan dentro de la antropología. ¿Encuentran allí algún obje-
¡Pero no hay ningún espacio común para albergar los to común al cual dedicarse? En otros términos, ¿cuál es el ob-
no de
debates necesarios! A falta de campo de batalla, ya que jeto de las didácticas? Para el que busque la respuesta a esta
combatientes, el combate —quiero decir el debate— no tuvo lu-
un com- pregunta, la cultura no le servirá de ayuda: sobre este punto
gar. Porque no hay lugar. O bien se trata entonces de
149
148
permanece muda. Porque la respuesta debía ser inventada. institucional de I con O, Rj (O). Notemos al respecto que un
un
Veamos esto. objeto existe —es un objeto— sí es un objeto al menos para
X cono-
No tendrán ustedes ningún problema para formular el sujeto X o una institución I. Dado ésto, diremos que
decir pues
objeto de la antropología religiosa, o el de la antropología po- ce O sí X tiene una relación con O (lo que significa
de una
lítica: para la primera, lo religioso (que excede “las religiones”, que O existe para X). Diremos que para el sujeto Z
de conform t-
pero de todos modos esto es aquí secundario); para la segun- institución I, X conoce O sí Z supone un juicio
da, lo político (que paralelamente va más allá de los “sistemas dad de R (XÑ,O) con RI(O).
políticos”). Y bien, tratándose de las didácticas, semejante ob- Esta avalancha de nociones no debe disimular lo esen-
entendido como existencia de rela-
Jjeto no existía en la cultura. Lo han creado precisamente las cial: “el conocimiento”,
existe en
didácticas, laboriosamente, contra todas las negaciones cultu- ciones (personales o institucionales) con los objetos
no lo
rales, y ésa es ya una manera de conmocionar la cultura ?. todo momento en lo real antropológico. Incluso allí donde
Entonces, podemos dar ahora su nombre a ese objeto, buscamos, un sólo objeto, un objeto cualquiera nos lo revela,
se pa-
lo cual es una manera de empezar la construcción: he nom- haciendo surgir conocimientos como la pisada de quien
salta-
brado lo didáctico. Lo didáctico, veremos, es una dimensión sea en el campo en verano hace surgir de la tierra a los
en el corazón de la antropología, ve-
de la realidad antropológica que la atraviesa de parte a parte. montes. De ese modo,
o-
Y que requiere la elaboración de una antropología didáctica, mos emerger una antropología del conocimiento, una antrop
subcontinente del mapa en el que las didácticas, tal como las logía cognitiva.
no nos encontramos, sin embargo, con nada
conocemos, representan las primeras bases e instalan una red Todavía
e
problemática de inteligibilidad. que sea del orden de lo didáctico. Hay objetos, hay sujetos
tam-
Este es el decorado propuesto. Habría que retomar aho- instituciones y relaciones entre éstos y los objetos. Hay
a exis-
ra más sutilmente esta génesis programática. Naturalmente, bién génesis y cambios y evoluciones. Un objeto llega
” de dicho objeto;
sólo la trazaré aquí a grandes rasgos, y simplificándola nota- tir para un sujeto: éste “Liene conocimiento
una relación, se fortifica, se reforma, se altera.
blemente: la construcción de su objeto ocupa enteramente a se establece
de los
una ciencia y la supone enteramente. Volvamos al punto de Fxiste de ese modo toda una vida del conocimiento y
objetos de
partida, la antropología. Presentemos sus personajes esencia- objetos —que son necesariamente, ontológicamente,
La fórmula poética, divulgada como una hermo-
les desde el punto de vista que nos ocupa (los tomaremos aquí conocimiento.
: el conoct
como términos primitivos). Serán pues las instituciones, los su- sa afirmación, debe ser tomada en sentido estricto
La transposición didáctica
el sujeto, el
miento es el co-nacimiento*; el objeto nace para
La tr ansPosIción didá clica
con el objeto O: designaré ese objeto, la relación de X con O, todavía en ellos porque
como R (2,0). Igualmente, el objeto O existe para la ¡nstitu-
la palabra con-
ción I —es un objeto institucional para 1— s1 existe una relación # N. del T. El autor realiza un juego de palabras: en el original
semánticos más discretos
naissance (conocimiento) es dividida en componentes
dar lugar a co-naissa nce (co-naci miento), que el autor propone como expli-
para
cación del sentido de connaïitre (conocer).
una intención: una intención didáctica, precisamente. Existe pertinencial, se nos gritaba. Se nos ¡instaba a hablar correcta-
lo didáctico cuando un sujeto Y tiene la intención de hacer mente, sin esos ¡imposibles desvíos que desacreditan nuestra
que nazca o que cambie, de cierta manera, la relación de un disciplina; se nos pedía: ¡hablen didáctica!, como antigua-
sujeto X con un objeto O. (Naturalmente, puede ocurrir que mente se ordenaba hablar en buen cristiano.
Y = &). Pero consideremos sobre todo que lo didáctico, me- Ahora bien, por ese medio, lo que hacíamos nosotros
dido con esta vara, sobrepasa el territorio familiar de nues- era recorrer libremente, según nuestras necesidades, un espa-
tras actuales didácticas, que sín embargo lo reencuentran cio más vasto, un espacio abierto, transitando al mismo nivel
inevitablemente a cada instante. Puesto que lo didáctico ha- nuestro universo encerrado en sí mismo, presto a abrirse por
bita en todas partes en la materia antropológica, está entera- poco que se empujara la puerta. Porque la realidad antropo-
mente presente —metáfora que toma prestada a los matemáti- lógica en la que nos sumergimos de esa manera, con su rique-
cos— en lo cognitivo y también en lo antropológico. Es pre- za familiar y su ordinaria mescolanza no destruye la unidad
ciso aprender a verlo, puesto que la cultura no nos ayuda pa- de nuestro objeto que, por el contrario, tiene allí sus fuentes.
ra nada en ese sentido: la “sensibilidad didáctica” es aquí la Las nuestras no eran “metáforas”, eran simplemente compara-
esencia de un oficio nuevo, el de antropólogo de lo didáctico. ciones, plenamente legítimas en el espacio antropológico.
En el seno de nuestra antropología del conocimiento se En resumen, vemos ahora que la objeción se invierte.
diseña de ese modo una antropología didáctica del conoci- ¿En qué se parecen el alumno frente al problema y el enamo-
miento. Conservemos la denominación: olvidemos el sustan- rado abandonado?, podría argüirse. Pero la diferencia que
tivo, sustantivicemos el adjetivo y sín olvidar jamás la “sensi- podemos ver ahora es cultural. El despecho amoroso, la acti-
bilidad antropológica”, hablemos sín rodeos de didáctica del vidad matemática: estamos frente a dos géneros que la cultu-
conocimiento o didáctica cognitiva. . ra no se atrevería a mezclar. Nos entrega un mundo ordena-
Hemos avanzado. Sin duda nos encontramos todavía a do y clasiïificado. Y ella nos lo entrega. Pero una ciencia no se
cierta distancia de nuestras didácticas; pero ya olfateamos el hace con lo que la cultura profusamente le ofrece. ¡Prueben
territorio aportando un hálito expansivo que abre los hori- más bien que dichos géneros no se parecen! La física no se
ZONtEs. edificó sobre la distinción, evidente para nosotros como su-
En el curso de estos años, algunos de nosotros —¿debo jetos de la cultura, entre los cuerpos blandos y los cuerpo du-
mencionar nuevamente a Guy Brousseau?— hallamos dema- ros. En el mejor de los casos, la reconstruye.
siado estrecho el ropaje que nos ofrecía la didáctica y provo- De modo que reencontramos, por lo tanto, la cuestión
La transposición didáctica
La transposición didáctica
camos escándalo por haber propuesto relaciones inespera- de la especificidad. La especificidad (de la didáctica de las
das: en nombre de una imaginación sin límites, comparamos, matemáticas, por ejemplo) se construye. No es un dato. O
por ejemplo, al alumno frente a un problema de matemáticas, bien es un paquete que la cultura ha atrapado, del que debe-
ibella y excelente promesa a nuestro esfuerzo!, con un pesca- mos aprender a cuidarnos y que tendremos que desactivar.
dor, un jugador de fútbol, un joven enamorado, una mujer Blasón irrisorio, en efecto: no nos justificamos por una distin-
acicalándose y muchas cosas más. ¡Metáforas! ¡Además, sín ción que sólo fundamenta la cultura. Esas pobres estratage-
1
mas terminan por no engañar a nadie y nos hacen dudar de que el lenguaje corriente se haga eco, un eco indefinidamen-
nosotros mismos. Es preciso, por tanto continuar avanzando. te reiterado y distorsionado de esas tensiones. Los saberes ¡n-
Se introduce, entonces, la noción de saber. Podemos troducen así una dinámica en la sociedad y la cultura. No in-
considerarla en principio como una noción primera, que de- sistiré mucho en el hecho de que son además objetos de deseo.
signa una cierta forma de organización de los conocimientos: Creo que eso sólo bastaría ya para reconocer en los sa-
las matemáticas son un saber, y también la física, etc. Pero no beres, tal como ellos emergen en el ámbito real antropológi-
todo conocimiento —en el sentido en que se esbozó más arri- co, un cierto tipo de objetos que sirven para designar, correlati-
ba— pertenece al orden del saber. La observación del lengua- vamente, en el campo de la antropología, el espacio de una
je corriente (que forma parte de los objetos de la antropolo- antropología de los saberes. Es allí donde, como se verá, debe-
gía y puede proveer al antropólogo de lo didáctico un mate- remos situar rigurosamente la teoría de la transposición di-
rial tan digno de atención como cualquier otro) nos ayudará dáctica (de los saberes).
a formular esta distinción. Pero preguntémonos sí semejante antropología “existe”
De cualquier persona que realiza delante de nosotros actualmente. Y para hacerlo, juguemos un poco con las pala-
una manipulación que juzgamos delicada, diremos gustosa- bras. Coloquemos el adjetivo cognitivo del lado del conoci-
mente que de eso sabe. Pero, sí le preguntamos cómo se hace, miento; el adjetivo epistemológico del lado de los saberes. En
nos dirá tal vez que en ello no hay nada que saber. Otro obser- lugar de antropología de los saberes, hablemos pues de antro-
vador podrá considerar, al contrario, que para lograr el mis- pología epistemológica. La sinonimia es concebible, puede
mo resultado, es preciso saber muchas cosas, afirmando así que aceptarse. Abreviemos nuevamente, según un procedimiento
ese simple “gesto” que se recorta de una práctica y nos sor- ya empleado, y digamos, entonces: antropología epzstemológi-
prende es un objeto de saber o, al menos, que pone ese tipo ca O... epistemología a secas. ¡La antropología de los saberes no
de objetos en juego. Yo diría que en un caso habría presunción sería otra cosa que la epistemología, esta vieja conocida!
de no-Saber y, en el otro, presunción de saber. Confesemos sin ambages que no se trata de un malaba-
Un cierto conocimiento, es decir, una cierta calidad de rismo sino de un desafío. Porque hacer de epistemología el si-
relación con un objeto se hace ver, mientras que un saber nónimo de antropología de los saberes significa polemizar ple-
sIempre es supuesto. Se presenta ante nosotros mediante sus namente contra la epistemología actual; significa “antropolo-
emblemas (su denominación, etc.) y lo reencontramos pre- gizar” la epistemología, tal como hemos “antropologizado”
sente 7n absentia, como una potencialidad o una carencia, cuan- más arriba las didácticas.
L a transposición « licláctica
En efecto, la epistemología actual nos proporciona una
La transposición didáctica
do queremos “aprenderlo”.
En ese sentido, los saberes son hipóstasis improbables. visión muy restringida de la vida de los saberes en la sociedad.
La cuestión de su existencia no está jamás enteramente asegu- Lo que caracteriza a los saberes es especialmente su “multilo-
rada, es siempre discutible y también un espacio de conflic- cación”. Un saber dado S se encuentra en diversos tipos de
tos. La didáctica de las matemáticas ¿es un saber? ¿y cómo se instituciones Ï, que son para aquel, en términos de ecología
podría asegurar que lo es? No nos sorprendamos entonces de de los saberes, respectivos hábitats diferentes. Pero, sí conside-
tudio casí excluyente de la producción de saberes y al estudio
ramos esos hábitats, percibimos inmediatamente que el saber
de sus productores; que haya olvidado tanto su utilización co-
en cuestión ocupa regularmente nichos muy diferentes. O, pa-
mo sUu enseñanza. Sin embargo, éstas no pueden ser expulsa-
ra decirlo de otro modo, que la relación institucional de I con
también la problemática de 1 en das de un estudio antropológico de los saberes. Sin duda, ca-
S, R4(S), a la que denominaré
ser harto diferente. Correlativamente, la da esfera posee su autonomía; pero esta autonomía es siem-
relación con $, puede
pre relativa. Para comprenderlo mejor, avancemos todavía un
manera en que los agentes de la institución van a “manipular”
ese saber también será variable. poco más en nuestro trabajo lexicográfico.
En el cruce entre la antropología de los saberes y la an-
En ese sentido, podemos distinguir cuatro grandes tipos
tropología didáctica del conocimiento, se ubica la antropolo-
de manipulación de S y por ende, cuatro grandes tipos de
gía didáctica de los saberes, cuyo objeto es la manipulación de
problemáticas relativas a 5; pero en principio sólo considera-
los saberes con intención didáctica y, en particular, la enseñan-
ré tres, aquellas con las que la cultura nos ha familiarizado.
za de los saberes. Abreviemos también aquí. Así como hemos
La institución [ puede tener, en relación con 5, una pro-
hablado de didáctica del conocimiento (0 didáctica cogniti-
blemática de utilización. Es así como el ingeniero, por ejem-
va), hablemos para resumir de didáctica de los saberes. Esta es
plo, y por supuesto, todo aquel “utilizador” en el sentido ha-
bitual del término, manipula las matemáticas. (En una misma a la vez una división de la antropología de los saberes o epis-
temología (en el sentido que le hemos dado) y de la didácti-
categoría, reúno aquí, subrayémoslo, ¿odas las manipulacio-
ca cognitiva. Denominaré en lo sucesivo a ésta —nueva abre-
nes de S que no entran en las otras tres categorías anuncia-
viatura— didáctica, sin más.
das.) La institución [ puede tener también, en relación con 5,
una problemática de enseñanza (incluso se hablará, en tanto Hecha esta observación, una de las más sólidas leccio-
nes provistas por la didáctica (veremos cómo se despliega
no haya ambigüedad, de problemática didáctica). En ese caso,
luego sobre las didácticas) es que la enseñanza de un saber,
los agentes de I[ manipulan a S al enseñarlo; o, más exacta-
mente, para enseñarlo. Finalmente, la institución Ï[ puede te-
más ampliamente, su manipulación didáctica en general, no
puede comprenderse en muchos de sus aspectos sí se igno-
ner, en relación con S, una problemática de producción. Sus
ran sus utilizaciones y su producción. (Veremos cómo se es-
agentes manipulan a S para producir el saber S.
Por lo tanto, un saber puede ser utilizado, enseñado, pecifica este principio en el caso del estudio de los fenóme-
nos de transposición didáctica).
producido. En todas esas modalidades, los saberes se distin-
Esa lección entiende que los modos de presencia social
guen de “los síistemas institucionales de conocimientos”, que
La transposición didáctica
de un saber nunca permiten que se los disocie completamen-
podríamos llamar —la expresión, según creo, pertenece a Pie-
La transposición didáctica
Se enTiquecen, sín ser Sin embargo utilizados, enseña- da: no hay, en ese aspecto, “referencia privilegiada” ni mun-
Se aprenden,
dos, producidos. do cerrado. Desde el punto de vista de la antropología, un sa-
Resulta ahora bastante claro que la epistemología, tal ber se presenta como una totalidad, cuyos diferentes momen-
tos son igualmente vitales.
como existe, se haya consagrado hasta ahora con pasión al es-
157
156 ción de los saberes, de su presencia confirmada en varios t1-
El olvido sobre el que se ha construido la epistemología
pos de ¡instituciones. Pero ¿de dónde provienen los saberes
actual debería también explicarse: puesto que no es más que
presentes en una ¡institución dada? Si fueron creados en ella,
un hecho cuya explicación corresponde a la antropología de
quiere decir que, cas siempre, se trata de una institución de
los saberes. Esto significa proponer un problema de epistemo-
producción de esos saberes.
logía —de epistemología (en el sentido que le hemos dado) de
Sin embargo, en la mayor parte de los casos, especial-
Ja epistemología (actual)— del cual sólo expresaremos aquí
mente en los de ¡instituciones “utilizadoras”, no ocurre de ese
unas pocas palabras.
el efecto de un cierto modo modo. Los saberes allí presentes son claramente exógenos. Vi-
Debemos ver en él, creo,
ven en la institución a través de los agentes de ésta, que han
que tiene la cultura de tratar a los saberes. Se valoriza y prio-
debido formarse en la institución para adecuar a ella sus ges-
riza su producción. Su utilización permanece opaca, ignorada.
que la utilización, es tos. Estos agentes deberán continuar su formación, formarse
Su enseñanza, más visible culturalmente
con arreglo a nuevos saberes, formar a otras personas. Lo ve-
sin embargo subestimada, considerada como una empresa
mos, estamos aquí en el corazón de la didáctica. En el cora-
contingente y un mal necesario. En ese sentido, la epistemo-
zón del territorio didáctico, incluso s1 hemos abandonado el
logía en la que pensamos registra pasivamente un juicio de la
terruño de las didácticas.
cultura y, lo que es peor, al ejercerlo, refuerza sus consideran-
Alejémonos ahora un poco de ese espectáculo, tome-
dos todavía más de lo que se acomoda a ellos.
mos distancia. Inmediatamente el paisaje cambia y nos en-
En la medida en que pretende ser ciencia, la epistemo-
en tan- contramos de pronto entre conocidos. La mayor parte de las
logía así concebida falta a sus principios. Pero además,
instituciones utilizadoras han segregado o suscitado, en su
to fuerza social, ahoga su potencial virtual y debilita su poder
s socia- entorno más o menos cercano, dispositivos de formación que
de liberación. En efecto, cada vez son más las práctica
mu- es correcto llamar, genéricamente, escuelas. Escuelas —escue-
les que funcionan “nn relación con saberes”; son todavía
de las profesionales, se entiende. Todavía no hemos llegado a la
chas más las prácticas sociales que estarían en condiciones
de enseñanza general—, es decir, instituciones que están exclusl-
recurrir a más saberes. Pero el enclaustramiento cultural
al que la epistem o- vamente consagradas a la enseñanza de los saberes requert-
los saberes en la esfera de su producción,
ins- dos. De modo que los saberes no son solamente susceptibles de
logía contribuye, no permite sino con dificultad que las
se desarrol lan, ser enseñados; se enseñan y cada vez más... Porque la utiliza-
tituciones en las que esas prácticas sociales
natura- ción social de los saberes se ve influida por su enseñanza.
identifiquen o reconozcan sus necesidades de Saberes, Su
La transposición didáctica
un Esa es la forma moderna de la aclimatación ¡institucio-
leza y grado. En este aspecto, al ubicarse de entrada en
La transposición didáctica
La transposición didáctica
é hasta qué
ción didáctica propiamente dicha; pero ya indiqu es el objeto esencial de toda enseñanza general.
La transposición didáctica
lmente a
punto toda transposición institucional tiende actua No significa que la formación —profesionalmente orde-
uno de sus
artícularse en una transposición didáctica, que es nada— con arreglo a un saber suponga un aprendizaje cada
—didácticos
momentos cruciales. Los procesos transpositivos vez más precoz. (En ese criterio hay mucho más que una fa-
como se imagt-
y más generalmente institucionales— son, tal bulación: un fantasma de nuestro tiempo). Porque la elección
su diseminación
na, el resorte esencial de la vida de los saberes, de de las materias, de las materias “fundamentales” sobre las
160 161
cuales habrán de erigirse las formaciones profesionales, es puesta que las otras a la cultura, a sus exigencias, a su control.
otra cuestión. Antropológicamente, hay en efecto un “sistema Por lo tanto, la noción de pertinencia epistemológica debe
de saberes”; pero ese sistema no tiene el alcance que le presu- ser sustituida por otras dos, o incluso tres nociones.
ponía Auguste Comte (quien, creyendo definir “lógicamente” En principio, por la de pertinencia cultural, que es una
la estructura a priori, sólo estaba registrando un cierto esta- forma debilitada (¿insulsa?) de la pertinencia epistemológica,
do histórico de cosas ). pasada por el filtro de la cultura. ‘Todavía ayer —me refiero al
Su forimación no se explica por medio de características siglo xvI1n— “el dibujo” (técnico y artístico); hace ya tiempo, y
“intrínsecas” de los saberes. Deriva de la estructura de la pro- mañana quizás, “la informática”, cuyo proyecto fracasó; hoy,
ducción, de la utilización, de la enseñanza de los diferentes sa- “la tecnología”, mezquinamente instalada en el Collége y cuyos
beres y también, por supuesto, de toda la red transpositiva las avatares sucesivos (“trabajos manuales”, “educación manual y
noosferas, sin la cual los saberes no podrían vivir. técnica”, etc.) confirman su inestabilidad esencial: tres “ma-
Cuando nos remontamos hacia arriba en los planes de terias” que le debieron su promoción, durable 0 pasajera? a
estudio, particularmente cuando llegamos a la enseñanza ge- dicha pertenencia.
neral —en cualquier nivel de que se trate, es decir, más arriba Pero esa pertinencia cultural en sí misma y por sí sola,
de cada uno de esos niveles en los cuales se forma una deriva- es impotente. Como sujetos de la cultura que somos, sabemos
ción con propósitos de profesionalización-, tiende a distender- bien, incluso sí nos disgusta, que ésta nunca podrá fabricar
se el vínculo, siempre ¡incierto y siempre polémicamente man- más que saberes (enseñados) “de bajo perfil”. Carece casl
tenido, entre necesidades de saberes de las profesiones —de las siempre de la legitimidad epistemológica que funda la confian-
prácticas sociales— y saberes efectivamente enseñados. za que podemos concederle a un saber en tanto que saber,
Ese vínculo puede deshacerse completamente. La ense- que le confiere su carácter de saber “auténtico”, que le otor-
ñanza general, en especial, es esencialmente frágil porque es- ga su credibilidad. ¿Qué legitimidad epistemológica le acor-
tá constantemente confrontada con una cuestión de pertinen- darían ustedes, actualmente, a la didáctica de las matemáti
cia epistemológica, que la histéresis institucional y las fuerzas cas, por ejemplo?
de la tradición no alcanzan a regular. Si se lo considera según Pero esa legitimidad, evaluada aquí en toda la amplitud
el lapso de algunas décadas, el mapa de los saberes “funda- del espacio social, y no en cualquier institución particular, se
mentales” —presentado ante cada generación de alumnos co- superpone generalmente, pero no siempre, como se verá, a la
mo menú ¡impuesto— no cesa de modificarse. Pero esos movi legitimidad cultural. Es entonces cuando reencontramos la no-
tica
La transposici ON QC licdláctica
ción de saber sabio, que ha hecho chirriar tantos dientes.
ac
cuyos criterios son a menudo indefinibles, debe ceder terre- máticas son ciertamente un saber sabio. Sin embargo, hemos
no en este caso. olvidado demasiado el hecho de que no siempre lo fueron.
La enseñanza general se distingue de las enseñanzas “Fango en el que se revuelcan los puercos”, las definió docta-
profesionales por su mayor visibilidad cultural. Está más ex- mente un profesor de la Universidad parisina en el último ter-
163
cio del siglo xv1. Pero saber, sín duda (la ambigüedad es el sig- ¡Empresa loable y que desde el principio entusiasma al
no entonces de que un cierto destino está en juego), y que círculo de los iniciados! Así, Comte, que entonces no tenía
pretende absorber completamente en tres meses, cuando lu- más de veinte años, y accedió en la Ecole Polytechnique a la en-
cha por obtener la cátedra de matemáticas del Collége Royal señanza que Monge creara, y que sueña con la América de
(nuestro actual Collége de France). Lo más interesante del caso Benjamin Franklin, a donde el nuevo saber todavía no había
es que el Colegio consiente, le concede el plazo de tres meses llegado, escribe febrilmente el 13 de octubre de 1816: “Lleva-
¡y la cátedra! 8 ré a esos republicanos una ciencia completamente nueva pa-
Convengamos en que no es fácil concebirlo, tan profun- ra ellos”. Pero la tentativa, tal como se pudo ver rápidamen-
da es la amnesia: las matemáticas no conquistaron en un día te fuera de Francia, resultó un fracaso a medias. Y hoy como
su legitimidad epistemológica; ni, con más razón, su actual le- ayer, con o sín geometría descriptiva, el dibujo se presenta
gitimidad cultural, que es una forma expandida de la anterior, culturalmente como un saber “medio”. Como lo son también
un poco vacía, ambigua. Por lo demás, esta legitimidad le lle- y a pesar de todo el bien que les deseemos, la informática 0
ga a las matemáticas en la época clásica, al mismo tiempo que la tecnología de nuestras escuelas. El saber sabio no puede
Éstas ganan su espacio en la enseñanza general, la de los co- autoproclamarse.
legios del Antiguo Régimen. Promoción cultural y promo- Indudablemente, el esquema presentado en la primera
ción social van aquí a la par. edición de esta obra y que se mantuvo sin modificaciones en
Vemos que el título de sabio no pertenece jamás intrín- las páginas reproducidas más arriba, no es el esquema más ge-
secamente a un saber. Es otorgado por la cultura y puede per- neral de la transposición didáctica de los saberes, incluso res-
derse. En resumen, un saber no es sabio porque sus produc- tringida a la enseñanza general. Como se ha ido viendo, esta
tores sean “académicos”: es exactamente lo inverso lo que es última parece mantener obstinadamente un nicho propio pa-
cierto. ra acoger los saberes medios. Pero sucede que los numerosos
A pesar de eso, ese título es valioso y trae consigo mu- comentadores, enredándose más que en argumentos en los
chos privilegios. De ellos se derivan las estrategias de acade- melindres ideológicos de estas últimas décadas, no han sabi-
mización, perceptibles, en ciertos casos, a simple vista. De esa do entender que el carácter académico o no (0 semiacadémi-
manera, cuando en los años que preceden a la Revolución, co, etc.) de los saberes a enseñar, es una condición crucial de
Gaspard Monge crea la geometría descriptiva, no busca otra co- la ecología didáctica de los saberes; que existe toda una patolo-
sa que “academizar”, coronar como verdadera ciencia, como gía didáctica específicamente asociada al carácter más o menos
La transposición didáctica
La transposición didáctica
ciencia indudable, ese monumento construido por los siglos, no sabio del saber que puede reivindicar una materia enseña-
el arte del dibujo (técnico), que ha obsesionado a la sociedad da, aunque más no fuera eligiéndola como epónima.
francesa como una promesa de futuro desde por lo menos la Es verdad que toda patología tiene sus beneficios se-
segunda mitad del siglo xv! y que Monge pretendía instalar cundarios. Todo triunfo tiene su costado sombrío. Pero,
duraderamente en la más alta cultura otorgándole sus blaso- después de todo, pensándolo bien, es preferible recurrir a un
nes de nobleza científica. saber sabio. Porque la presencia de un saber de nobleza cul-
¿ER CENTAD
3IBLIO TECA
164
tural incierta en la enseñanza general, se torna rápidamente ese punto de vista, no existe ningun derecho eternamente ad-
problemática. Y finalmente, la enseñanza de ese saber se vuel- quirido. Pero ese valor vital que, en el análisis objetivo de la
ve tan ¡incómoda que resulta casí imposible. ecología didáctica de los saberes es preciso reconocer al ca-
La razón esencial de ese tipo de “disfuncionamiento” rácter “académico” del saber a enseñar, revelará su verdade-
es, creo yo, simple y profunda a la vez. La enseñanza general ro alcance si examinamos el criterio esencial que subyace al
es una cuestión que no atañe a una institución particular —la principio de “elección” de las materias “fundamentales”.
de una “profesión”, por ejemplo— sino a la sociedad en su Ya he dicho que los vínculos funcionales entre saberes
conjunto; o al menos, en un momento dado de su historia, a y prácticas sociales tienden a disolverse cuando nos encontra-
todo cuanto para ella es importante, La escuela no se autoriza mos en el terreno de la enseñanza general. La distancia, al
a SÍ misma, y menos todavía el docente. Incluso sí se trata del mismo tiempo temporal y social, entre unos y otras no per
ejercicio de gestos de apariencia “técnica”. La sociedad .está mite que su relación se vuelva ostensible. Pero todavía hay al-
con ella (y con él) o bien contra ellos. (La cuestión no es pri go mejor, sí es que puede calificarse así.
vativa de la Escuela: el principio vale de manera similar para Los saberes que consideramos “fundamentales” —no sin
muchas otras de nuestras instituciones: la Policía, el Ejército, polémicas y riesgos de error, por supuesto— lo 50n ya, de una
la Justicia, por ejemplo.) cierta manera, fuera de la escuela, en cuanto a que, aun cuando
Lo que ocurre en la Escuela depende por tanto eminen- parecen indispensables para el funcionamiento de la sociedad,
temente de la legitimidad que la sociedad le concede o le nie- para su reproducción o para 'su producción a mayor escala, su
ga. Y es entonces cuando se dan a conocer las virtudes de un efectividad no nos resulta en absoluto socialmente visible.
saber sabio. Porque el carácter sabio de un saber posee en sí Cada uno de nosotros puede conocer la efectividad de
mismo, en ese sentido, un valor liberador. Da por cumplida la medicina o del derecho; pero no tratamos con el matemá-
una deuda de legitimidad “societal” del enseñante, aligera sus tico o el historiador como tratamos con el médico, el juez o
gestos, le provee de una seguridad cultural fácilmente recono- el abogado, cuyos “gestos” reenvían para nosotros a supues-
cible. Contrariamente, cuando la deuda se hace demasiado tos saberes, presentes :n absentia a través de ellos. En la medi-
pesada, alimenta una molestia evidente, difusa, inmanejable, da en que un saber no aflora en las prácticas sociales más ex-
que a veces se manifiesta en algunas disciplinas como un es- tendidas, en la medida en que la opacidad del funcionamien-
tado mental obsesivo que se expresa en profesiones de fe con to social nos oculta su efectividad, la cual síin embargo pre-
valor apologético, sempiternamente insistentes que algunas sentimos, lo consideramos como una de las piezas sobre las
La transposición didáctica
que se funda el juego social, como un fundamento.
La transposición didáctica
en el aula misma, entorpeciendo el gesto del docente. Desde lecerlos y ayudarlos a vivir. Porque la Escuela es ante todo
166
167
una vitrina de la sociedad, en la que ésta expone sus saberes agua y el fuego, la carpa y el conejo lo celebrar la boda del
“sensibles”; un hábitat con una ecología particular, priorita- paraguas y la máquina de coser!
riamente organizada en torno a ellos y que, contra los moder- Sin embargo —creo haber insistido bastante en ello—
nos adoradores de la Escuela-centrada-en-el-niño, nos recuer- eso no basta para fundar una especificidad didáctica. La que
da que los individuos somos antes que nada seres sociales y debe hablar aquí es, naturalmente, la teoría didáctica. Escu-
por ende “escolentes”* 10, chémosla un ¡instante.
La Escuela, de la que decimos demasiado frecuente- En función de lo que precede, al menos, parece prect
mente que está fuera del mundo, se ubica así en el centro mis- samente que habría que comenzar por observar no una opo-
mo de la vida de las sociedades. La trayectoria escolar en ese sen- sición sino más bien una comunidad de destinos. Una y otra ma-
tido es una visita guiada, más o menos impuesta actualmen- teria, en efecto, se presentan en nuestra Escuela como mate-
te, a los fundamentos epistemológicos del todo Social; un tributo rias fundamentales y por lo tanto, materias “notables”. En
que pagamos colectivamente al funcionamiento de nuestras principio, es eso lo que las aproxima.
sociedades. Ustedes notarán quizás que he hablado de “materias”;
Llegamos así a percibir el tipo de aportación que pro- la variante terminológica me es muy útil aquí. Porque ¿aca-
mete a nuestro conocimiento de las sociedades —quiero decir, s0 podemos hablar verdaderamente de saber, a propósito
la manera en que los hombres viven— una antropología didác- del francés? ¿“El francés”, es un saber del estilo de las ma-
tica de los saberes. Vemos también que la variedad de los sa- temáticas?
beres, la fragmentación estructurada de los conocimientos Efectivamente, todo parte de allí. La lengua, “la lengua
que éstos instituyen, el sistema que forman y su grado de in- que hablamos”, es conocida por el hablante nativo, como una
tegración e inclusive su existencia misma, no se encuentran práctica social, a la que llamaré el habla utilizando la termino-
en absoluto programados en una presunta “naturaleza intrín- logía de Saussure pero sín estar enteramente de acuerdo con
seca” o preformados en una supuesta especificidad a priori dicha concepción. “La lengua” —el francés, por ejemplo— es
de los saberes. “Lo que es específico del conocimiento” no es aquí lo que llamo un dominio de realidad. Los actores de esa
un punto de partida del trabajo del didacta: es un centro de institución que es la sociedad francesa, poseen una cierta prác-
referencia. Y esa especificidad debe ser teóricamente conquis- tica social —"hablar francés”, es decir “hablar”, sirmplemente—
tada y elaborada. en relación con ese dominio de realidad que es “el francés”, “la
¿Qué diferencia hay en nuestra enseñanza general entre lengua francesa”.
La transposición didáctica
La tr ansposición didáctica
“las matemáticas” y “el francés”, por ejemplo? Culturalmente, Esa práctica pone en evidencia conocimientos, pero no
esta pregunta sólo podría formularse como una humorada, todavía un saber. ‘Todos scomos más o menos competentes en
hasta tal punto los consideramos absolutamente opuestos. nuestra lengua. Y cualquier hablante nativo podrá reconocer
Aproximar las matemáticas al francés, se dirá, es como unir el que tal otro es más competente que él. Uno puede arreglár-
selas más o menos bien con las palabras, pero allí no hay to-
* N. del T. El autor utiliza un juego de palabras juntando el prefijo “sco!” davía nada que saber.
(de scolaïire) con el sustantivo ¿tres (entes).
168 169
sólo se había ocupado del latín. Ahora desea trabajar para la
La situación no tiene nada de original, nada de especí-
construcción del francés, en la que otros trabajaron antes que
fico respecto de ese dominio de realidad y de esa práctica so-
él. “Por lo tanto, no sín tener en cuenta el ejemplo de muchos
cial relativa a ese dominio de realidad. Tampoco es original -
personajes excelentes —le escribe a su protector— emprendo
sin embargo se trata aquí del hecho esencial- que en un mo-
ese trabajo. El que (...) recibirás no como algo perfecto en la
mento dado de la historia de la institución considerada, naz-
demostración de nuestra lengua, sino solamente como un co-
ca un saber de ese dominio de realidad (en este caso, la lengua) y
mienzo de. Porque sé que cuando se ha querido tornar la len-
que sea, o se pretenda, congruente reshecto a una cierta práctica
gua griega y latina en arte, la tarea no fue en absoluto [reali-
social (en este caso, la del habla) de ese dominio de realidad,
zada] por un hombre sino por varios. Así se hará igualmente,
que organiza sus conocimientos e ¡nspira su ejecución.
para la lengua francesa; y poco a poco, por medio del traba-
Pero sín embargo podría ocurrir perfectamente que no
Jo de las gentes doctas, ésta podrá conseguir igual perfección
existiera un saber semejante. Áun si constituyera, si extendiera
que las lenguas antedichas”.
su imperio sobre el habla nativa, al cabo del tiempo también
Nos encontramos aquí, un ejemplo entre otros, con
podría deshacerse, perderse completamente para renacer, en
una declaración de nacimiento anticipada de nuestro “saber
otro momento, con diversa fortuna. Basta con pensar en esas
del francés”. Que se pretende académica. Y que deviene aca-
lenguas de Francia que llamamos regionales (o minoritarias,
démica. Efectivamente, abandonemos esos Preéemieres combats
marginales, marginalizadas, etc.), que al ser consideradas por
pour la langue francaise 11; y saltemos unos cuantos siglos.
Sus propios hablantes como simples dialectos, se refugian en
Ese saber del francés respeta la ley de todo saber; hace
una labor de resistencia, dejan de ser cultivadas, se evidencian
oír su diferencia, se establece a cierta distancia del habla fran-
como pura habla y experimentarán, algunas veces, en su hun-
cesa. Cuando el hablante nativo dice: “Ella se hizo llevar a ca-
dimiento, inciertos renacimientos letrados.
sa de su padre”, Dumarsais, en 1810, restablece doctamente
Volvamos al francés: ¿dónde se oculta el saber que yo
la verdad: “Ella ha hecho esto: alguien la conduce a casa de
evocaba?
su padre” 12. Poco importa cuán grotesca nos parezca esta ex-
Ese supuesto “saber del francés”, o mejor dicho ese “sa-
plicación: ¡la extrañeza misma del enunciado oficia como
ber del habla francesa” —volveré luego sobre esas expresiones
presunción de saber!
curiosas Y un poco torpes— no nace por sí mismo. Ha sido
Ese saber tendrá, además, sus partes, que lo estructuran
preciso alumbrarlo. Su nacimiento es una epopeya que une lo
de modo que pueda aprenderse por etapas: gramática, luego
político (Francisco I y la ordenanza de Villers-Cotteréts, el 15
retórica, al igual
La tr ansposición didáctica
que anteriormente, el álgebra sucedía a la
L a transposiciónÍn didáctica
-
rante largo tiempo y a partir de allí se impondrá. En adelan-
ber, una pulsión epistemofílica que busca su objeto bajo la
te, podremos “saber el francés” y no conformarnos con ser
sombra formidable de los modelos del griego y del latín.
simplemente más o menos buenos conocedores. También po-
En 1540 se suma Etiennne Dolet, quien hasta entonces
170
dremos enseñar el francés, es decir, enseñar ese “saber del fran- Enseñar el francés se torna poco a poco ¡mposible. El
cés” que varios siglos produjeron y que hemos visto vacilar. malestar se ¡instala. 'Tomará tiempo recuperarse. Sin embar-
Se trata de una larga saga que recientemente se ha ¡n- go, hay recuperación. Desde hace algunos años, la antigua re-
tentado “desinflar”, mostrando lo arbitrario de sus solapados tórica levanta cabeza y retorna a la Escuela13. Renace de sus
artificios. Dado que, súbitamente desde el final del xIx, en al- cenizas un saber del francés que busca hoy, quizás oblicua-
gunas décadas, la pertinencia cultural de esa gran construc- mente, una investidura espistemológica y cultural sín la cual
ción se derrumba. La retórica, que la “estilística” prolongará carecería totalmente de valor.
débilmente, se muere. La legitimidad epistemológica pronto
se resquebraja. Al ampliarse el imperio del continente de las No importa cuán pobre parezca a los ojos del especia-
ciencias, su imperialismo abre nuevos territorios; la ingüísti- lista mi breve crónica de los hechos, aquí la detendré, para
ca pretende instalarse en ellos, denunciar al intruso, expulsar volver a ocuparme de la enseñanza de una didáctica de los sa-
al falsario. Finalmente se desvanece la legitimidad cultural, beres. No hay nada de original en ello, repitámoslo una vez
que actualmente sólo conocemos fragmentariamente, del más. Dije que las matemáticas y el francés son materias nota-
“buen uso” caro a Vaugelas, herido de muerte desde hace bles. Como punto de partida están las prácticas sociales: prác-
treinta años por el relativismo lingüístico que convierte en pa- ticas matemáticas, por un lado; prácticas del lenguaje, por
res a todos los usuarios de la lengua. otro. Son prácticas que la Escuela, a través de los saberes que
¿Enseñar “el francés” a todos los niños franceses? ¿Qué procuramos enseñar en ella, tiene como misión mantener,
enseñar en lo sucesivo? ¿Un saber ilegítimo? ¿O bien un saber enriquecer, desarrollar, fortalecer, porque, digámoslo sin ver-
de reemplazo? ¿Acaso la lingüística, scienza nuova convincen- güenza, la Escuela ocupa el corazón de la sociedad.
te, dominadora y segura de sí misma? Saussure, el padre fun- Las prácticas matemáticas y las prácticas de lenguaje
dador, había distinguido la materia (el habla) y el objeto (la len- son igualmente ¡invisibles, pero por razones opuestas. En un
gua). Pero esa operación equivalía a designar una parte por caso, la no visibilidad deriva de la opacidad social de una ac-
el todo: la lengua saussureana está en la lengua pero no es lo- tividad rara, improbable y sin embargo esencial. En el otro,
da la lengua. En especial —Saussure, en un sentido, nos lo ha- se identifica con la transharencia, con la inmediatez de una ac-
bía advertido— “la lingüística” (con sus divisiones) no es un sa- tividad en la que, “hablentes”*, estamos todos sumergidos
ber del habla, sino en el mejor de los casos, un saber sobre el completamente y sin retorno. Pero ocurre que entre un saber
habla (veremos que la distinción no es oportunista). No pue- y una práctica hay una distancia nunca enteramente abolida.
de retomar por su cuenta, incluso sí es especificada como lin-
La transposición didáctica
La tr ansposición didáctica
La transposición didáctica
ica!*, ela- cuyas particularidades subsume en forma de universales que
que he denominado una contra-transposición didáct
La transposición didáctica
La trransPosición didáctica
infiltra la infinidad de los espacios en los que el saber mate- ¿Qué conclusión sacar? Esta afirmación se considerará
L a transposiciónÍn didáctica
mático es pertinente y se observa su manipulación. una provocación, tal vez se la experimentará como una agre-
En esa ampliación del campo de nuestro estudio, uno sión contra la cultura de numerosas instituciones, pero, a la
-
de los hilos conductores esenciales es el de los saberes con ma- luz de todo lo dicho, me parece absolutamente incuestiona-
ble. Plantearé por lo tanto aquí que la didáctica de las mate-
máticas es una levadura que de ahora en adelante debe intro-
“N. del T. En sentido equivalente a un dispositivo que funciona con o mediante las
matemáticas.
176 177
ducirse dentro de la masa de toda formación fundamental en la cual la vemos vacilar entre la emoción, la indiferencia y el
matemáticas. Naturalmente, en la formación del profesor de arrebato. ¿Deberíamos burlarnos o incluso irritarnos ante
matemáticas, pero también en la formación del matemático o una declaración de intención tan enfática y tan arrogante? ¿O
del usuario de matemáticas, especialmente en la formación simplemente sonreír ante su conmovedora y despreocupada
de los ingenieros. Incluso, más ampliamente, en la formación mocencia? Esa ambivalencia es un síntoma: la cuestión del lu-
de todos aquellos que algún día, de algún modo, tendrán que gar de las ciencias entre los saberes ha perdido actualmente
“manipular las matemáticas”. su pertinencia cultural. Yo afirmo aquí que en cambio con-
Eso significaría poner en marcha una vasta transforma- serva toda su pertinencia epistemológica. Se me perdonará
ción de las condiciones de vida y de desarrollo de las mate- sin embargo que sólo me explaye parcialmente sobre el tema
máticas en nuestras sociedades. Sin duda, la antropología de y sobre un punto en particular.
los saberes, la epistemología, tendrá algunas cosas que decir Este es el asunto, .condensado en una fórmula: la cons-
sobre esa conmoción que provoca en la cartografía de los sa- trucción de una ciencia implica que haya investigación, pero es
beres la emergencia de un saber nuevo, históricamente inédi- falsa la afirmación recíproca. El compromiso por el cual hubo
to, sobre su uso, su transposición, Su enseñanza, y también en un tempo personas que se dieron a elaborar una ciencia
por supuesto sobre su producción. Consagraré ahora algunas de lo didáctico, cualquiera fuera la incertidumbre de la empre-
líneas a ese último tema. sa, implicaba por lo tanto que se hiciera investigación; ¡y ade-
más entonces había que construirlo todo o cas! todo! Pero en
La institución que por consiguiente tomaré en conside- esa etapa del proyecto surge una divergencia. Sin duda, se tra-
ticas;
ración es la de la investigación en didáctica de las matemá ta de una diferencia pequeña y sumamente sutil. Pero que
-
institución en la que se manipula la didáctica de las matemá merece que nos detengamos en ella.
ticas y muchos otros saberes con la finalidad de producir d+ Efectivamente, existe una cierta investigación —<por qué
dáctica de las matemáticas. Pero antes de ir más lejos sobre negarle ese nombre?— sobre la enseñanza de las matemáticas,
ese punto, se hace imprescindible una observación. por ejemplo, que no se fija para nada como objetrvo la construc-
La didáctica de las matemáticas, tal como dije, es un sa- ción de una ciencia. Cuestión de reglas de juego, sin duda. Pe-
ber. Sin embargo, hay más. Algunos de sus mejores artífices ro las comunidades de investigación a las que me refiero aquí,
concibieron para ese saber que hemos visto crecer y fortalecer- no siempre supieron evitar la equivocación. No es seguro que
en-
se desde hace un cuarto de siglo, una ambición de mayor se hayan comportado en todo momento como comunidades
vergadura. Han pretendido que fuera un saber de un género
muy particular. Han querido que ese saber fuera una ciencia. Retomemos: investigación no implica ciencia. Esto no
Todo parece dicho con la palabra “ciencia”. Y sin em tiene nada de singular. Culturalmente, todo puede ser hoy
bargo todo queda aún por decir. Porque se trata de una pala- objeto de investigación, sí bien no de ciencia. Este fenómeno
bra que la cultura no comprende ya muy bien, una palabra cultural adquirió impulso a partir del modelo de las ciencias
ante
que no sabe ya si emplear con reverencia o con desdén, de la naturaleza, de las ciencias “históricas” a las que debe-
178 Por lo demás, el problema pierde su sentido cuando se
mos nuestra actual noción de cientificidad. Pero, poco a po-
con un tono moderado, se im- lo formula en relación con el investigador individual; pero
co, a semejanza de éstas pero
vuelve a adquirir toda su significación cuando se trata de co-
puso otro paradigma. Su pertinencia cultural es actualmente
munidades de inuestigación. Y será preciso, para combatir la hi-
prodigiosa. Como consecuencia de su hegemonía, multitudes
dra de una investigación seducida por ella misma, reanimar
de investigadores escrutan cada parcela del universo, para
la expresión investigación científica, devolverle su exacto va-
arrebatarle su opacidad, para echar sobre éste una luz indis-
su Introducción a la medicina lor, extraerle los depósitos exteriores, liberarla de la retórica
creta. (Ya Claude Bernard, en
interesada que la encierra en la ambivalencia cultural. Será
experimental se burlaba de los procedimientos de esa investiga-
preciso, contra los tabúes y la incomprensión que la cultura
ción, entonces y por mucho tiempo apasionada por las esta-
describe de forma caricaturesca nos infunde, recordar la regla que establece el objetivo —ha-
dísticas, que Bernard nos
cer ciencia— y señala la ambición. Investigación científica: in- -
buscando la clave de lo viviente en el análisis de la “orina eu-
vestigación, entonces, ordenada hacia la construcción de una
ropea promedio”, obtenida por extracción “en un mingitorio
ciencia. Es en ese sentido, cuando menos, en el que hablaré
de la estación de ferrocarril por donde pasan personas de to-
aquí de investigación.
das las naciones”.)
Esa investigación, por lo tanto, produjo estudios, pero no
Las relaciones que postulé más arriba entre la didácti-
ciencia. la cuadrícula perfecta, el entramado de la naturaleza y
son su hort- ca de las matemáticas y algunos otros saberes (antropología,
del mundo social que se estrecha incesantemente,
didáctica cognitiva, epistemología, epistemología de las mate-
zonte inalcanzable y su insuperable promesa. Estudios, otra pa-
máticas, didáctica de los saberes, otras didácticas) esbozan un
labra fetiche: así es que tenemos hoy estudios feministas *, no
esquema que puede ser objeto de una doble lectura.
una “ciencia de la mujer”. Pero Freud y Marx, que “investiga-
Por un lado, desde el punto de vista de la ecología de los
ron”, tuvieron ambos la intención de construir una ciencia. (Po-
saberes, ese esquema precisa el nicho de la didáctica de las ma-
co importa aquí que se haya podido rechazar esa común ambl-
temáticas, haciéndola aparecer como una punta del continente
ción). Porque ellos se inscribieron en otro paradigma, hoy par-
y cultivaron la discontinuidad, cuando el antropológico introducida en el “universto matemático”, carác-
cialmente olvidado,
ter que designa su especialización dentro de la antropología.
espíritu de los tiempos nos lleva a pensar en la continuidad.
de una ciencia, sín duda, se nutre de Por otro lado y recíprocamente, esas relaciones permi
La construcción
ten enunciar algunas de las condiciones de posibilidad de la
estudios, que proveen los materiales de la construcción. Pero
La transposición didáctica
didáctica de las matemáticas, en tanto representan algunas
los genetistas no estudian la drosophila por sí misma, como
La transposición didáctica
La tr ransposición q lictáctica
La transposición didáctica
Capítulo 2
A las referencias dadas en el texto, añado las siguien-
tes indicaciones:
- Sobre la noción de sustitución didáctica de objeto, véase
Verret (1975), pp. 176-182.
- Sobre la ilusión de la transharencia, véase Bourdieu et
La transposición didáctica
La transposición didáctica
Capítulo 3
- Sobre el análisis freudiano de la resistencia al psicoa-
nálisis, véase Freud (1933), pp. 137-147.
CONEA CEATR D
BIBLIOTECA
184 185
Capítulo 4 - Sobre el análisis, fechado, de la relación didáctica en
- Sobre la distinción objetos matemáticos/objetos para- términos de “relación enseñante/enseñado”, véase para un
matemáticos, véase Chevallard (1979b). ejemplo sintomático, Lourau (1969), pp. 27-30.
- Sobre el nivel protomatemático, véase Chevallard - Sobre la estructura del poder, véase Foucault (1977).
(1979a). - Sobre la “productividad” del poder, véase Foucault
- Sobre lo implícito en la lógica práctica, véase Bourdieu (1977).
(1980), pp. 24-29. - Sobre la situación de los docentes cuando se debilita
la legitimidad social del proyecto de enseñanza, véase Hofs-
Capítulo 5 tadter (1963), pp. 309-316, y Prost (1968) pp. 132-136.
- Sobre la aplicación de las condiciones de escolariza- - Sobre la “renovación” de las cuatro operaciones de la
ción de los saberes al campo de los “saberes del hombre”, véa- aritmética por la introducción de los “operadores”, véase
se Verret (1975), pp. 160-176. Mercier (1978).
- Sobre los rendimientos comparados del algoritmo or-
Capítulo 6 dinario de multiplicación de los enteros y del algoritmo per
- Sobre el poder productivo del tiempo escolar, véase gelosia, véase Brousseau et al (1973).
Verret (1975), pp. 100-105 y 109-123.
- Sobre la noción general de contradicción, véase Karsz Capítulo 8
(1974), pp. 131-138. - Sobre las nociones de refundación y reelaboración en
- Sobre la sobredeterminación de la contradicción princi- la historia de las ciencias, véase Bachelard (1934), pp. 175-177.
pal en el seno de un complejo de contradicciones, véase, en re- - Sobre la preocupación de la investigación educativa
lación con el análisis particular de una situación particular, por el problema del tiempo, en una perspectiva que queda fi-
Schneider (1979). Jada en la fascinación por la dirección progresiva del tiempo
- Sobre la noción de transacción, empleada en otro con- didáctico legal, al que se trataría de adaptar al alumno me-
texto diferente del que se ha considerado aquí, véase Eco diante una “ortocronía” individualizada, véase Begin (1980).
(1965), pp. 43-48 y 94-108. - Sobre la noción piagetiana de equilibración, véase por
- Sobre la “interpelación de individuos concretos como ejemplo Droz y Rahmy (1974), pp. 45-52.
sujetos”, véase Althusser (1976), pp. 110-116. - Sobre la estructura del tiempo en Piaget —especial-
La transposición didáctica
mente en contraste con la atmósfera temporal propia a la
La transposición didáctica
Capítulo 4
1: Véase el Documento 1.
La transposición didáctica
La transposición didáctica
Capítulo 8
1: En este caso, expresión muy concreta, diferente a su
uso metafórico ordinario.
2: Bourbaki (1969), p. 193.
3: A propósito de las funciones continuas que no admi-
ten derivada.
88 189
Posfacio
1: Véase Freudenthal (1986).
2: Ibid.
3: Véase Chevallard (1990).
4: Sobre estas nociones y su empleo, véase Chevallard
(1989c).
: Sobre este tema, véase Chevallard y Mercier (1987).
HS a
: Ibid.
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