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Había una vez un pequeño ratón llamado Tito.

Tito vivía en un agujero en la pared


de una casa, en un pequeño pueblo. Era un ratón muy curioso y siempre estaba
buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el pueblo, descubrió una gran
casa llena de deliciosos quesos y golosinas.

Tito estaba tan emocionado de encontrar un lugar tan maravilloso para conseguir
comida, que decidió volver a casa y contárselo a su familia. "¡Vengan conmigo!",
exclamó. "Hay una casa llena de quesos y golosinas, ¡tenemos que ir a verla!"

La familia de Tito estaba un poco nerviosa acerca de la idea de entrar a una casa
habitada por humanos, pero Tito les aseguró que sería seguro si se mantenían alerta
y siguieran sus instrucciones. Así que, con mucho entusiasmo, la familia de Tito se
embarcó en la aventura.

La casa estaba llena de maravillas y los ratones estaban encantados con lo que
vieron. Había quesos y golosinas por todas partes, y los ratones se deleitaron con
cada bocado. Pero pronto, el dueño de la casa llegó a casa y los ratones tuvieron
que escapar rápidamente para evitar ser atrapados.

A pesar de que tuvieron que salir corriendo, la familia de Tito estaba agradecida
con él por haberlos llevado en esta emocionante aventura. A partir de ese día, los
ratones visitaron la casa con regularidad, siempre siguiendo las precauciones de
Tito y disfrutando de todos los manjares que encontraban. Y así, gracias a la
curiosidad y el valor de Tito, la familia de ratones vivió feliz y saciada para
siempre.

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