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Primer parcial Fundamentos de Neurociencias.

Índice

Neurociencia: pasado, presente y futuro

o Orígenes de la neurociencia

o La neurociencia en la actualidad

Métodos y procedimientos de investigación

o Ablación experimental

o Registro y estimulación de la actividad neuronal

o Métodos neuroquímicos

o Métodos genéticos

Elementos fundamentales del sistema nervioso

o Plan general del sistema nervioso

o Sistema nervioso periférico

o Planos y términos

Desarrollo del sistema nervioso central

o Desarrollo

o Función prenatal del cerebro

o Desarrollo y crecimiento posnatales

o Maduración funcional

o Función posnatal del cerebro

o Mitos y realidades

o Envejecimiento

o Aplicaciones clínicas

Neurohistología

o Las células y sus características únicas

o Neuronas

o Neuroglía

o Espacio extracelular

o Ganglios

o Fibras nerviosas
o Sinapsis

o Órganos receptores de neuronas sensoriales

o Reacción de las neuronas a una lesión

Estructura y funciones de las células del sistema nervioso (En las guías de trabajo para este
contenido se indicó utilizar Carlson, Capítulo 5)

o Células del sistema nervioso

o Comunicación en el interior de la neurona

o Comunicación entre neuronas

Médula espinal

o Topografía externa

o Dermatomas y miotomas

o Meninges

o Topografía transversa

o Anatomía microscópica

Médula oblongada

o Topografía macroscópica

o Estructura interna

o Formación reticular ▪ Anatomía ▪ Funciones ▪ Correlaciones clínicas

o Pedúnculo cerebeloso

• Tronco encefálico

o Desarrollo del tronco encefálico y nervios craneales

o Organización del tronco encefálico

o Bulbo raquídeo

o Protuberancia anular

o Mesencéfalo
ORÍGENES DE LA NEUROCIENCIA

Probablemente usted sabe ya que el sistema nervioso (el cerebro, la médula espinal y los
nervios del cuerpo) es crucial para la vida y nos permite percibir, movernos y pensar. ¿Cómo se
llegó a esta concepción?

La evidencia sugiere que incluso nuestros antepasados prehistóricos apreciaron


que la función del cerebro era vital. En los registros arqueológicos abundan
calaveras de homínidos de hace más de 1 millón de años con signos de una lesión
craneal mortal, probablemente infligida por otros homínidos. Hace ya 7 000 años la
gente practicaba agujeros en los cráneos de otros (un proceso conocido como
trepanación), evidentemente con la finalidad de curar, no de matar (fig. 1-1). Estos
cráneos muestran signos de curación tras la operación, lo que indica que el
procedimiento se llevaba a cabo en sujetos vivos y no era un mero ritual realizado
tras la muerte. Algunos individuos aparentemente sobrevivieron a múltiples
cirugías craneales. No está claro qué intentaban conseguir estos antiguos
cirujanos, si bien algunos han especulado que este procedimiento pudo utilizarse
para tratar dolores de cabeza o trastornos mentales, quizá facilitando una ruta de
escape a los espíritus malignos.
Escrituras de médicos del antiguo Egipto, de casi 5 000 años de antigüedad, indican
que conocían muchos síntomas de daño cerebral. Sin embargo, está también claro
que era el corazón, y no el cerebro, el órgano considerado como asiento del alma y
el depósito de los recuerdos. De hecho, mientras que el resto del cuerpo se
conservaba con cuidado para la vida eterna, el cerebro del fallecido era
simplemente extraído a través de los orificios nasales y posteriormente, ¡era
desechado! La idea de que el corazón era el asiento de la consciencia y del
pensamiento no se cuestionó hasta la época de Hipócrates.
Concepción del cerebro en la Grecia Antigua
Considere la idea de que las distintas partes de su cuerpo son diferentes porque
sirven a propósitos diferentes. Las estructuras de los pies y de las manos son muy
distintas y desarrollan funciones muy diferentes: caminamos sobre nuestros pies y
manipulamos objetos con nuestras manos. Así, parece haber una clara correlación
entre estructura y función. Las diferencias en el aspecto predicen diferencias en la
función.
¿Qué podemos deducir sobre la función a partir de la estructura de la cabeza? Una
rápida inspección y unos pocos experimentos sencillos (como cerrar los ojos)
revelan que la cabeza está especializada en detectar el entorno por medio de los
ojos y las orejas, la nariz y la lengua. Incluso una disección cruda muestra que se
pueden seguir los nervios de estos órganos a través del cráneo hacia el cerebro.
¿Qué podemos concluir sobre el cerebro a partir de estas observaciones? Si
respondemos que el cerebro es el órgano de la sensación, nuestra conclusión es la
misma que la de diversos intelectuales griegos del s. IV a.C. El intelectual más
influyente fue Hipócrates (460-379 a.C.), el padre de la medicina occidental, quien
estableció la idea de que el cerebro no estaba sólo implicado en la sensación sino
que era además el asiento de la inteligencia.
Sin embargo, esta visión no se aceptó de forma universal. El famoso filósofo griego
Aristóteles (384-322 a.C.) se aferró a la creencia de que el corazón era el centro del
intelecto. ¿Qué función reservó Aristóteles para el cerebro? Propuso que era un
radiador para enfriar la sangre sobrecalentada por el corazón. El temperamento
racional de los humanos se explicaba por tanto por la gran capacidad refrigerante
de nuestro cerebro.
Concepción del cerebro durante el Imperio Romano
La figura más importante de la medicina romana fue el médico y escritor griego
Galeno (130-200 d.C.), quien recogió la concepción hipocrática de la función
cerebral. Como médico de gladiadores, debió presenciar las desafortunadas
consecuencias de las lesiones medular y cerebral. Sin embargo, las opiniones de
Galeno sobre el cerebro probablemente fueron influidas más por sus numerosas y
minuciosas disecciones animales. Al igual que fuimos capaces de deducir la
función a partir de la estructura de las manos y los pies, Galeno trató de deducir la
función a partir de la estructura del cerebro y del cerebelo. Al meter un dedo en el
encéfalo recién disecado se nota que el cerebelo es duro y el cerebro es blando. A
partir de esta observación, Galeno sugirió que el cerebro recibe las sensaciones y
el cerebelo controla los músculos. ¿Por qué propuso esta distinción? Consideró
que, para formar recuerdos, las sensaciones deben dejar una huella en el cerebro.
Naturalmente, esto debe ocurrir en el maleable cerebro.
A pesar de lo aparentemente improbable de su razonamiento, las deducciones de
Galeno no estaban tan alejadas de la verdad. El cerebro, de hecho, está implicado
de forma importante en la sensación y en la percepción, y el cerebelo es sobre todo
un centro de control del movimiento. Además, el cerebro es el depósito de la
memoria. Veremos que este no es el único ejemplo en la historia de la neurociencia
en el que se llegó a conclusiones generales correctas por razones equivocadas.
¿Cómo recibe el cerebro las sensaciones y cómo mueve las extremidades? Galeno
cortó el cerebro y encontró que está hueco (fig. 1-3). En estos espacios vacíos,
llamados ventrículos (como las cámaras similares del corazón), hay un líquido. Para
Galeno, el descubrimiento encajaba perfectamente con la teoría de que el cuerpo
funcionaba de acuerdo con un equilibrio de cuatro fluidos vitales o humores. Las
sensaciones se registraban y los movimientos se iniciaban por el movimiento de
los humores hacia los ventrículos cerebrales o desde estos a través de los nervios,
que se Creía eran tubos huecos como los vasos sanguíneos.
Concepción del cerebro desde el Renacimiento al s. XIX
La concepción del cerebro de Galeno perduró durante casi 1 500 años. El gran
anatomista Andreas Vesalio (1514-1564) añadió más detalles a la estructura del
cerebro durante el Renacimiento (fig. 1-4). Sin embargo, la teoría ventricular de la
función cerebral se mantuvo indisputada. Es más, el concepto se reforzó en su
totalidad a comienzos del s. XVII cuando inventores franceses comenzaron a
desarrollar aparatos mecánicos controlados hidráulicamente. Estos aparatos
apoyaban la idea de que el cerebro podría actuar a modo de máquina en su función:
el líquido expulsado de los ventrículos a través de los nervios podría tener un
«efecto de bombeo» y causar el movimiento de las extremidades. Después de todo,
¿no abultan los músculos al contraerse? Uno de los principales partidarios de esta
teoría de mecánica de fluidos de la función cerebral fue el matemático y filósofo
francés René Descartes (1596-1650). Aunque pensaba que esta teoría podía explicar
el cerebro y la conducta de otros animales, era inconcebible para Descartes que
pudiera explicar toda la gama de la conducta humana. Su razonamiento consistía en
que, a diferencia de otros animales, las personas poseen intelecto y un alma dada
por Dios. Así pues, Descartes propuso que los mecanismos cerebrales controlan la
conducta humana sólo en los casos en que esta conducta se asemeja a la de las
bestias. Sólo las capacidades mentales humanas existen fuera del cerebro en la
«mente». Descartes creía que la mente es una entidad espiritual que recibe las
sensaciones y ordena los movimientos comunicándose con la maquinaria del
cerebro por medio de la glándula pineal, la investigación moderna en neurociencia
apoya una conclusión diferente: la mente tiene una base física, que es el cerebro.

FIGURA 1-4
Los ventrículos cerebrales humanos dibujados en el Renacimiento. Este dibujo es
de De humani corporis fabrica de Vesalio (1543). El sujeto fue probablemente un
criminal decapitado. Se cuidó en extremo la corrección anatómica al dibujar los
ventrículos. (De Finger, 1994, fig. 2-8.)

FIGURA 1-5
El cerebro según Descartes. Este dibujo apareció en una publicación de Descartes
en 1662. Nervios huecos procedentes de los ojos se proyectan a los ventrículos
cerebrales. La mente influye en la respuesta motora mediante el control de la
glándula pineal (H), que trabaja a modo de válvula para controlar el movimiento de
los espíritus animales a través de los nervios que inflan los músculos. (De Finger,
1994, fig. 2-16.)
Por suerte, durante los s. XVII y XVIII otros científicos rompieron con la tradición de
Galeno de centrarse en los ventrículos y comenzaron a mirar más de cerca la
sustancia del cerebro. Una de sus observaciones fue que el tejido cerebral está
dividido en dos partes: la sustancia gris y la sustancia blanca (fig. 1-6). ¿Qué
relación estructura-función propusieron? Se creyó correctamente que la sustancia
blanca, por su continuidad con los nervios del cuerpo, contenía las fibras que
llevan la información a y desde la sustancia gris.
Afortunadamente, durante los s. XVII y XVIII otros científicos rompieron con la
tradición de Galeno de centrarse en los ventrículos y comenzaron a mirar más de
cerca la sustancia del cerebro. Una de sus observaciones fue que el tejido cerebral
está dividido en dos partes: la sustancia gris y la sustancia blanca (fig. 1-6). ¿Qué
relación estructura-función propusieron? Se creyó correctamente que la sustancia
blanca, por su continuidad con los nervios del cuerpo, contenía las fibras que
llevan la información a y desde la sustancia gris.
Hacia finales del s. XVIII, el sistema nervioso había sido disecado completamente y
su anatomía macroscópica se había descrito con detalle. Los científicos
reconocieron que el sistema nervioso tiene una división central que se compone del
encéfalo y de la médula espinal y una división periférica, que consta de la red de
nervios que se distribuyen a lo largo del cuerpo (fig. 1-7). Un importante avance en
neuroanatomía llegó con la observación de que en la superficie del cerebro de
todas las personas podía identificarse el mismo patrón general de protuberancias
(llamados giros) y ranuras (llamados surcos o cisuras) (fig. 1-8). Este patrón, que
permite dividir el cerebro en lóbulos, fue la base de la especulación de que
diferentes funciones podrían estar localizadas en diferentes protuberancias del
cerebro. Ya estaba la escena preparada para la era de la localización cerebral.
Concepción del cerebro en el s. XIX
Revisemos el estado del conocimiento del sistema nervioso al final del s. XVIII:
• La lesión cerebral puede perturbar las sensaciones, los movimientos y los
pensamientos y puede provocar la muerte.
• El cerebro se comunica con el cuerpo a través de los nervios.
• El cerebro tiene diferentes partes identificables, que probablemente realizan
funciones distintas.
• El cerebro opera como una máquina y sigue las leyes de la naturaleza.
Durante los siguientes 100 años se aprendió más sobre la función cerebral que lo
que se había aprendido en toda la historia previa. Esta época aportó los sólidos
fundamentos en los que se asienta la neurociencia moderna. En adelante
revisaremos cuatro avances clave logrados durante el s. XIX.
Nervios como cables. En 1751, Benjamin Franklin publicó un documento titulado
Experimentos y observaciones sobre la electricidad, que anunciaba una nueva
comprensión de los fenómenos eléctricos. En el cambio de siglo el científico
italiano Luigi Galvani y el biólogo alemán Emil du Bois-Reymond habían mostrado
que es posible hacer que los músculos se contraigan cuando los nervios son
estimulados eléctricamente y que el mismo cerebro puede generar electricidad.
Estos descubrimientos desbancaron finalmente la idea de que los nervios se
comunican con el cerebro por el movimiento de líquido. El nuevo concepto
consistía en que los nervios son «cables» que conducen señales eléctricas hacia y
desde el cerebro. Quedaba por saber si las señales que causan el movimiento
muscular utilizan los mismos cables que los que registran las sensaciones
procedentes de la piel. La comunicación bidireccional a través de los mismos
cables fue sugerida por la observación de que, cuando se corta un nervio del
cuerpo, habitualmente se produce una pérdida tanto de la sensación como del
movimiento en la región afectada. Sin embargo, también se conocía que en cada
nervio existen muchos filamentos finos, o fibras nerviosas, cada uno de los cuales
podría servir como cable individual que transporta información en direcciones
diferentes.
En 1810, el médico escocés Charles Bell y el fisiólogo francés François Magendie
respondieron a esta cuestión. Es un hecho anatómico curioso que, justo antes de
que los nervios se unan a la médula espinal, las fibras se dividen en dos ramas o
raíces. La raíz dorsal entra hacia la porción trasera de la médula espinal y la raíz
ventral lo hace hacia el frente (fig. 1-9). Bell analizó la posibilidad de que estas dos
raíces espinales transporten información en direcciones diferentes mediante la
sección de cada raíz de forma separada y observando las consecuencias en
animales de experimentación. Encontró que, al seccionar sólo las raíces ventrales,
se producía una parálisis muscular. Más tarde, Magendie demostró que las raíces
dorsales transportan información sensorial a la médula espinal. Bell y Magendie
concluyeron que en cada nervio hay una mezcla de muchos cables: algunos llevan
información al cerebro y a la médula espinal y otros a los músculos. En cada fibra
nerviosa sensorial y motora la transmisión se produce estrictamente en una única
dirección. Los dos tipos de fibras forman haces durante la mayor parte de la
trayectoria, pero se separan anatómicamente cuando entran a o salen de la médula
espinal.
Localización de funciones específicas en diferentes partes del cerebro. Si diferentes
funciones se localizan en diferentes raíces espinales, quizá también diferentes
funciones se localicen en diferentes partes del cerebro. En 1811, Bell propuso que
el origen de las fibras motoras es el cerebelo y el destino de las fibras sensitivas es
el cerebro. ¿Cómo probar esta propuesta? Una manera es utilizar el mismo
abordaje que emplearon Bell y Magendie para identificar las funciones de las raíces
espinales: destruir estas partes del cerebro y evaluar las deficiencias sensitivas y
motoras. Este enfoque, en el que unas partes del cerebro son destruidas
sistemáticamente para determinar su función, se llama método de ablación
experimental. En 1823, el famoso fisiólogo francés Marie-Jean-Pierre Flourens
utilizó este método en diversos animales (en especial pájaros) para demostrar que
el cerebelo efectivamente desempeña un papel en la coordinación del movimiento.
También concluyó que el cerebro está implicado en la sensación y la percepción, tal
como Bell y Galeno habían sugerido antes. A diferencia de sus predecesores, sin
embargo, Flourens aportó un apoyo experimental sólido para sus conclusiones. En
cuanto a las protuberancias de la superficie cerebral, ¿se ocupan también estas de
funciones diferentes? La idea de que lo hacen era irresistible para un joven.
Localización de funciones específicas en diferentes partes del cerebro. Si diferentes
funciones se localizan en diferentes raíces espinales, quizá también diferentes
funciones se localicen en diferentes partes del cerebro. En 1811, Bell propuso que
el origen de las fibras motoras es el cerebelo y el destino de las fibras sensitivas es
el cerebro. ¿Cómo probar esta propuesta? Una manera es utilizar el mismo
abordaje que emplearon Bell y Magendie para identificar las funciones de las raíces
espinales: destruir estas partes del cerebro y evaluar las deficiencias sensitivas y
motoras. Este enfoque, en el que unas partes del cerebro son destruidas
sistemáticamente para determinar su función, se llama método de ablación
experimental. En 1823, el famoso fisiólogo francés Marie-Jean-Pierre Flourens
utilizó este método en diversos animales (en especial pájaros) para demostrar que
el cerebelo efectivamente desempeña un papel en la coordinación del movimiento.
También concluyó que el cerebro está implicado en la sensación y la percepción, tal
como Bell y Galeno habían sugerido antes. A diferencia de sus predecesores, sin
embargo, Flourens aportó un apoyo experimental sólido para sus conclusiones. En
cuanto a las protuberancias de la superficie cerebral, ¿se ocupan también estas de
funciones diferentes? La idea de que lo hacen era irresistible para un joven
estudiante de medicina austríaco llamado Franz Joseph Gall. Creyendo que las
protuberancias de la superficie del cráneo reflejan protuberancias de la superficie
del cerebro, Gall propuso en 1809 que la propensión a ciertos rasgos personales,
como la generosidad, la discreción, la destructividad, podían estar relacionados
con las dimensiones de la cabeza (fig. 1-10). Para apoyar su propuesta, Gall y sus
seguidores recogieron y midiermonioon cuidadosamente los cráneos de cientos de
personas que representaban un amplio abanico de tipos de personalidad, desde los
más talentosos hasta los más dementes criminales. Esta nueva «ciencia»
consistente en correlacionar la estructura de la cabeza con rasgos de personalidad
se llamó frenología. Aunque la comunidad científica predominante nunca tomó en
serio las propuestas de los frenólogos, sí capturaron la imaginación popular de
aquel tiempo. De hecho, un texto sobre frenología publicado en 1827 vendió más de
100 000 copias. Uno de los más enérgicos críticos de la frenología fue Flourens, el
mismo hombre que había demostrado experimentalmente que el cerebelo y el
cerebro realizan diferentes funciones. Sus argumentos para la crítica estaban bien
fundamentados. Por una parte, la forma del cráneo no se correlaciona con la forma
del cerebro. Además, Flourens realizó ablaciones experimentales demostrando que
los rasgos particulares no se limitan a las porciones del cerebro especificadas por
la frenología. Sin embargo, Flourens también mantuvo que todas las regiones del
cerebro participan igualmente en todas las funciones cerebrales, una conclusión
que más tarde se demostró que era errónea.
La persona a la que suele atribuirse el cambio de la opinión científica firmemente
hacia la localización de la función fue el neurólogo francés Paul Broca (fig. 1-11). A
Broca se le presentó un paciente que podía comprender el lenguaje pero no podía
hablar. Tras la muerte del paciente en 1861, Broca examinó el cerebro y encontró
una lesión en el lóbulo frontal izquierdo (fig. 1-12). Basándose en este caso y en
otros similares, Broca dedujo que esta región del cerebro humano era responsable
de la producción del habla.
Pronto hubo apoyos experimentales sólidos en favor de la localización cerebral en
animales. Los fisiólogos alemanes Gustav Fritsch y Eduard Hitzig mostraron en
1870 que la aplicación de pequeñas corrientes eléctricas en una región circunscrita
de la superficie cerebral expuesta de un perro podía producir movimientos
discretos. El neurólogo escocés David Ferrier repitió estos experimentos con
monos. En 1881 demostró que la eliminación de esta misma región del cerebro
causa parálisis de los músculos. De forma similar, el fisiólogo alemán Hermann
Munk utilizó la ablación experimental para demostrar que el lóbulo occipital del
cerebro es necesario para la visión.
La evolución del sistema nervioso. En 1859, el biólogo inglés Charles Darwin (fig.
1-13) publicó sobre El origen de las especies. En esta obra clave articulaba la teoría
de la evolución: las especies han evolucionado a partir de un antepasado común.
De acuerdo con esta teoría, las diferencias entre las especies surgieron por un
proceso que Darwin denominó selección natural. Como resultado de los
mecanismos de reproducción, los rasgos físicos de la descendencia son a veces
diferentes de los de los padres. Si estos rasgos representan una ventaja para la
supervivencia, será más probable que la descendencia se reproduzca, lo que
incrementa la probabilidad de que los rasgos ventajosos pasen a la siguiente
generación. Durante el curso de muchas generaciones este proceso ha conducido
al desarrollo de rasgos que distinguen a las especies actuales: las aletas de las
focas, las patas en los perros, las «manos» en los mapaches, etc. Este sencillo
entendimiento revolucionó la biología. Hoy día, la evidencia científica en muchos
campos, desde la antropología hasta la genética molecular, apoya de manera
abrumadora la teoría de la evolución por selección natural.
Darwin incluyó la conducta entre los rasgos heredables que podían evolucionar.
Por ejemplo, se dio cuenta de que muchas especies mamíferas muestran la misma
reacción de pánico: las pupilas de los ojos se agrandan, el corazón se acelera, los
pelos se erizan. Esto ocurre tanto en un humano como en un perro. Para Darwin, las
similitudes de este patrón de respuesta indicaban que estas especies
evolucionaron a partir de un antepasado común, que poseía el mismo rasgo
conductual (ventajoso presumiblemente porque facilitaba la huida de los
depredadores). Como la conducta refleja la actividad del sistema nervioso,
podemos inferir que los mecanismos cerebrales que subyacen a esta reacción de
pánico son similares, si no idénticos, en estas especies.
La idea de que el sistema nervioso de diferentes especies evolucionó desde
antepasados comunes y tiene mecanismos comunes es la razón por la que se
extrapolan los resultados de los experimentos en animales a los humanos. Por
ejemplo, muchos de los detalles de la conducción del impulso eléctrico a través de
las fibras nerviosas se descubrieron primero en el calamar, pero ahora se conoce
que pueden aplicarse igualmente bien a los humanos. La mayoría de los
neurocientíficos actuales utiliza modelos animales para examinar el proceso que
quieren entender en los humanos. Por ejemplo, las ratas muestran claros signos de
adicción si se les da la oportunidad de autoadministrarse cocaína de forma
repetida. Por tanto, las ratas son un modelo animal valioso para la investigación
sobre el modo en que las drogas psicoactivas ejercen sus efectos sobre el sistema
nervioso.
Por otra parte, muchos rasgos conductuales están altamente especializados para
adaptarse al entorno en que cada especie se desenvuelve normalmente. Por
ejemplo, los monos que se desplazan de una rama a otra tienen un agudo sentido
de la vista, mientras que las ratas que se mueven por túneles subterráneos tienen
una visión deficiente pero un sentido del tacto más evolucionado mediante la
utilización de los bigotes del hocico. Las adaptaciones se reflejan en la estructura y
en la función del cerebro de cada especie. Comparando las especializaciones de los
cerebros de diferentes especies, los neurocientíficos han podido identificar qué
partes del cerebro están especializadas en las diferentes funciones conductuales.
La figura 1-14 muestra ejemplos en monos y en ratas.
La neurona: unidad funcional básica del cerebro. Avances técnicos en microscopía
durante el comienzo de los años 1800 dieron la primera oportunidad a los
científicos de examinar tejidos animales con grandes magnificaciones. En 1839, el
zoólogo alemán Theodor Schwann propuso lo que vino a ser conocido como teoría
celular: todos los tejidos están compuestos por unidades microscópicas llamadas
células. Aunque las células cerebrales se habían identificado y descrito, había
todavía controversia en aquel tiempo sobre si la «célula nerviosa» era realmente la
unidad básica de la función cerebral. Las células nerviosas suelen tener un cierto
número de proyecciones finas o procesos que se extienden desde el cuerpo celular
central (fig. 1-15). Inicialmente, los científicos no podían decidir si las
prolongaciones de diferentes células se fusionaban como los vasos sanguíneos del
sistema circulatorio. Si esto fuera cierto, la «red nerviosa» de células nerviosas
conectadas representaría la unidad elemental de la función cerebral.

LA NEUROCIENCIA EN LA ACTUALIDAD
Niveles de análisis
La historia ha mostrado claramente que el conocimiento de cómo trabaja el cerebro
supone un gran desafío. Para reducir la complejidad del problema, los
neurocientíficos lo dividen en piezas más pequeñas para un análisis experimental
sistemático. A esto se le llama enfoque reduccionista. El tamaño de la unidad en
estudio define lo que a menudo se conoce como nivel de análisis. En orden
creciente de complejidad, estos niveles son el molecular, el celular, el de sistemas,
el conductual y el cognitivo.
Neurociencia molecular. Se ha dicho del cerebro que es la más compleja pieza de
materia del universo. El cerebro está compuesto por una fantástica variedad de
moléculas, muchas de las cuales son exclusivas del sistema nervioso. Estas
diferentes moléculas desempeñan diferentes papeles cruciales para la función
cerebral: mensajeros que permiten a las neuronas comunicarse unas con otras,
centinelas que controlan los materiales que pueden entrar en las neuronas o salir
de ellas, conductores que orquestan el crecimiento neuronal, archivadores de
experiencias pasadas. El estudio del encéfalo en su nivel más elemental se conoce
como neurociencia molecular.
Neurociencia celular. El siguiente nivel de análisis es la neurociencia celular, que se
centra en estudiar cómo todas esas moléculas trabajan de forma conjunta para
aportar a las neuronas sus propiedades especiales. Entre las cuestiones que se
plantean en este nivel están las siguientes: ¿Cuántos tipos de neuronas diferentes
existen? ¿Cómo difieren en su función? ¿Cómo influyen unas neuronas a otras?
¿Cómo las neuronas terminan conectadas con otras durante el desarrollo fetal?
¿Cómo las neuronas realizan computaciones?
Neurociencia de sistemas. Constelaciones de neuronas forman complejos circuitos
que se encargan de una función común: la vista, por ejemplo, o el movimiento
voluntario. Así, podemos hablar del «sistema visual» y del «sistema motor», cada
uno de los cuales tiene su propio circuito dentro del cerebro. En este nivel del
análisis, denominado neurociencia de sistemas, los científicos estudian cómo
diferentes circuitos nerviosos analizan la información sensorial, forman
percepciones del mundo externo, toman decisiones y ejecutan movimientos.
Neurociencia conductual. ¿Cómo trabajan de forma conjunta diferentes sistemas
nerviosos para producir conductas integradas? Por ejemplo, ¿se encargan
diferentes sistemas de las diferentes formas de memoria? ¿Dónde actúan en el
cerebro los fármacos que alteran la mente y cuál es la contribución normal de estos
sistemas a la regulación del estado de ánimo y de la conducta? ¿Qué sistemas
neurales se encargan de las conductas específicas de cada sexo? ¿Dónde se crean
los sueños y qué nos revelan? Estas preguntas las estudia la neurociencia
conductual.
Neurociencia cognitiva. Quizá el mayor de los desafíos de la neurociencia sea la
comprensión de los mecanismos responsables de la actividad mental humana de
nivel superior, como la autoconsciencia, la imaginación y el lenguaje. La
investigación en este nivel, llamada neurociencia cognitiva, estudia cómo la
actividad cerebral crea la mente.
Neurocientíficos
Neurocientífico suena impresionante, como si se tratara de un «científico espacial».
Pero todos fuimos en su día estudiantes. Por alguna razón, quizá quisimos saber
por qué nuestra vista era deficiente, o por qué un familiar perdió el habla tras un
accidente cerebrovascular (ACV), y llegamos a compartir una sed de conocimiento
sobre la forma en que el cerebro trabaja. Quizás a usted también le suceda. Ser
neurocientífico es gratificante, pero no es fácil. Se requieren muchos años de
aprendizaje. Se puede uno iniciar ayudando en un laboratorio de investigación
durante los años de pregrado y obtener luego el título de doctor en ciencias o en
medicina (o ambos). Habitualmente se continúa con varios años de aprendizaje
posdoctoral para conocer las nuevas técnicas o tendencias bajo la dirección de un
neurocientífico establecido. Al final, el «joven» neurocientífico está preparado para
«montar su negocio» en una universidad, instituto u hospital. En sentido amplio, la
investigación en neurociencia (y los neurocientíficos) se divide en tres tipos:
clínica, experimental y teórica. La investigación clínica la desarrollan sobre todo los
doctores en medicina. Las principales especialidades médicas asociadas al sistema
nervioso humano son la neurología, la psiquiatría, la neurocirugía y la
neuropatología (tabla 1-1). Muchos de los que realizan investigación clínica
continúan la tradición de Broca, tratando de deducir de los efectos conductuales de
la lesión cerebral las funciones de las diversas partes del cerebro. Otros realizan
estudios para analizar los beneficios y los riesgos de nuevos tratamientos. A pesar
del valor obvio de la investigación clínica, el fundamento de todos los tratamientos
médicos del sistema nervioso ha descansado y sigue descansando en los
neurocientíficos experimentales, que poseen un título de doctor en ciencias o en
medicina. Los enfoques experimentales del estudio del cerebro son tan amplios que
incluyen casi toda la metodología concebible. La neurociencia es altamente
interdisciplinaria. Sin embargo, se puede diferenciar a un neurocientífico de otro
según la metodología particular que utilice. Así pues, hay neuroanatomistas que
utilizan microscopios sofisticados para trazar las conexiones del cerebro;
neurofisiólogos, que utilizan electrodos para medir la actividad eléctrica cerebral;
neurofarmacólogos, que utilizan fármacos para estudiar la química de la función
cerebral, neurobiólogos moleculares, que estudian el material genético de las
neuronas para encontrar pistas sobre la estructura de las moléculas cerebrales, etc.
La tabla 1-2 enumera algunos tipos de neurocientíficos experimentales. La
neurociencia teórica es una disciplina relativamente joven, en la que los
investigadores utilizan herramientas matemáticas y computacionales para entender
el cerebro en todos los niveles de análisis. Comparte la tradición de la física, en el
sentido de que los neurocientíficos teóricos tratan de interpretar las enormes
cantidades de datos generados por los neurólogos experimentales, con los
objetivos de ayudar a centrar los experimentos en las incógnitas más importantes y
de establecer los principios matemáticos de la organización del sistema nervioso.
El proceso científico
Neurocientíficos de todas las clases se esfuerzan por establecer verdades sobre el
sistema nervioso. Independientemente del nivel de análisis que escojan, trabajan
según el proceso científico, que consta de cuatro etapas esenciales: observación,
replicación, interpretación y verificación.
Observación. Las observaciones se realizan típicamente durante los experimentos
diseñados para evaluar una hipótesis determinada. Por ejemplo, Bell planteó la
hipótesis de que las raíces ventrales contienen las fibras nerviosas que controlan
los músculos. Para evaluar esta idea, realizó el experimento en el que seccionó
estas fibras y observó después si había ocurrido o no una parálisis muscular. Otros
tipos de observación provienen de la cuidadosa inspección del mundo que nos
rodea o de la introspección, o de casos clínicos humanos. Por ejemplo, las
cuidadosas observaciones de Broca le llevaron a correlacionar la lesión del lóbulo
frontal izquierdo con la pérdida de la capacidad para hablar.
Replicación. Cualquier observación, tanto si se obtiene a partir de un experimento
como de la clínica, debe replicarse. Sea la observación experimental o clínica, es
esencial repetirla antes de que pueda ser aceptada como un hecho por los
científicos. La replicación simplemente consiste en repetir el experimento en
sujetos diferentes o en realizar observaciones similares en pacientes diferentes
tantas veces como sea necesario para excluir la posibilidad de que la observación
ocurriera por azar.
Interpretación. Cuando el científico cree que la observación es correcta, realiza una
interpretación. Las interpretaciones dependen del estado del conocimiento (o de la
ignorancia) en el momento en que se hizo la observación y en las nociones
preconcebidas (el «estado mental») del científico que la realizó. Por tanto, las
interpretaciones no siempre perduran con el paso del tiempo. Por ejemplo, en el
momento en que realizó sus observaciones, Flourens no sabía que el cerebro de un
pájaro es fundamentalmente diferente del de un mamífero. Así pues, a partir de
ablaciones experimentales en pájaros concluyó erróneamente que no existía una
localización de ciertas funciones en el cerebro de los mamíferos. Por otra parte,
como ya se ha mencionado, su profunda antipatía por Gall seguramente influyó
también en su interpretación. El punto es que la interpretación correcta a menudo
no se alcanza hasta mucho después de realizadas las observaciones originales. En
efecto, en ocasiones los grandes avances son posibles cuando viejas
observaciones se reinterpretan a la luz de una nueva información.
Verificación. La etapa final del proceso científico es la verificación. Este paso es
diferente de la replicación realizada por el observador original. La verificación
significa que la observación está suficientemente fundamentada como para ser
reproducida por cualquier científico competente que siga con precisión los
protocolos del observador original. Una verificación satisfactoria suele significar
que la observación se acepta como un hecho. Sin embargo, no todas las
observaciones son verificables, en ocasiones por inexactitudes en el informe
original o por replicación insuficiente. Pero la falta de verificación habitualmente
proviene del hecho de que variables adicionales, como la temperatura o la hora del
día, contribuyeron a los resultados originales. Por tanto, el proceso de verificación,
cuando es afirmativo, establece un nuevo hecho científico y, cuando es negativo,
sugiere nuevas interpretaciones de la observación original.
A veces uno lee en la prensa sobre un caso de «fraude científico». Los
investigadores se enfrentan a una fuerte competencia por unos recursos de
investigación limitados y sienten la fuerte presión de «publicar o morir». Debido a
esta urgencia, algunos han llegado a publicar «observaciones» que nunca fueron
realizadas. Afortunadamente, los casos de fraude son poco frecuentes, gracias al
proceso científico. Pronto otros científicos descubren que no son capaces de
verificar las observaciones fraudulentas y se cuestionan cómo han sido obtenidas.
El hecho de que podamos recoger en este libro tantos conocimientos sobre el
sistema nervioso es una prueba del valor del método científico.
Utilización de animales en la investigación neurocientífica
La mayoría de nuestros conocimientos sobre el sistema nervioso provienen de
experimentos en animales. En casi todos los casos los animales son sacrificados
para poder examinar los cerebros desde el punto de vista neuroanatómico,
neurofisiológico y/o neuroquímico. El hecho de que los animales sean sacrificados
en beneficio del conocimiento humano plantea cuestiones sobre la ética de la
investigación con animales.
Los animales. Comencemos por poner el tema en perspectiva. A través de la
historia, los humanos han considerado a los animales y a los productos animales
como recursos naturales renovables que se pueden utilizar para lograr comida,
vestido, transporte, entretenimiento, deporte y compañía. Los animales utilizados
para investigación, educación y ensayos han supuesto sólo una pequeña }
proporción de los animales utilizados con otros fines. Por ejemplo, el número de
animales utilizados en EE.UU. para todos los tipos de investigación biomédica es
muy pequeño comparado con el número de animales sacrificados sólo par

alimento. El número utilizado específicamente para la investigación neurocientífica es todavía


mucho más pequeño. En neurociencia, los experimentos se realizan en muchas especies
diferentes, desde caracoles hasta monos. La elección de la especie animal depende en general del
asunto que se esté investigando, el nivel de análisis y la medida en que el conocimiento logrado en
ese nivel sea aplicable a los humanos. Como regla, cuanto más básico sea el proceso de
investigación, más distante puede ser evolutivamente la relación del animal con los humanos. Así
pues, experimentos destinados a comprender la base molecular de la conducción de los impulsos
nerviosos pueden realizarse en una especie distante, como el calamar. Por otra parte, la
comprensión de la base nerviosa del movimiento y los trastornos de la percepción en los humanos
ha requerido experimentos en especies más estrechamente relacionadas, como por ejemplo el
macaco. En la actualidad, más de la mitad de los animales utilizados en la investigación
neurociencias son roedores (ratones y ratas) criados específicamente con este fin.

Protección de los animales. En la actualidad, la mayoría de los adultos con cierta educación del
mundo desarrollado se preocupan por el bienestar de los animales. Los neurocientíficos
comparten esta preocupación e intentan asegurarse que los animales sean tratados
correctamente. La sociedad no siempre ha valorado el bienestar de los animales, como se refleja
en algunas prácticas científicas del pasado. Por ejemplo, en sus experimentos de comienzos del s.
XIX, Magendie utilizaba cachorros sin anestesiarlos (por lo que más tarde fue criticado por su rival
científico Bell). Por fortuna, recientemente una mayor conciencia sobre el bienestar de los
animales ha determinado unas mejoras significativas en el modo en que se trata a los animales en
la investigación biomédica. Hoy en día los neurocientíficos aceptan ciertas responsabilidades
morales hacia los animales:

1. Los animales son utilizados únicamente en experimentos importantes que prometen hacer
avanzar nuestro conocimiento sobre el sistema nervioso.

2. Se dan todos los pasos necesarios para minimizar el dolor y la incomodidad que sufren los
animales de experimentación (utilización de anestésicos, analgésicos, etc.).

3. Se consideran todas las posibles alternativas a la utilización de animales.

La adhesión a este código ético se controla de diversas formas. En primer lugar, las propuestas de
investigación deben pasar una revisión del Institutional Animal Care and Use Committee (IACUC),
tal como establece la ley federal de EE.UU. A este comité pertenecen veterinarios, científicos de
otras disciplinas y representantes no científicos de la comunidad. Tras pasar la revisión del IACUC,
las propuestas son evaluadas por un grupo de expertos neurocientíficos según su mérito científico.
Este paso asegura que sólo los proyectos que merecen la pena que se lleven a cabo. Después,
cuando los neurocientíficos intentan publicar sus observaciones en revistas profesionales, los
artículos son evaluados cuidadosamente por otros neurocientíficos en función de su mérito
científico y en lo concerniente al bienestar de los animales. Objeciones sobre cualquier tema
pueden implicar el rechazo del artículo, lo que a su vez puede provocar la pérdida de financiación
para la investigación. Además de estas medidas, la ley federal establece estrictos estándares para
el alojamiento y el cuidado de los animales de laboratorio.
Derechos de los animales. La mayoría de las personas aceptan la necesidad de la experimentación
animal para que el conocimiento avance siempre que se realice de manera humanitaria y
respetando el bienestar de los animales. Sin embargo, una minoría crecientemente violenta
persigue la total abolición de la utilización de animales al servicio de los humanos, incluida la
experimentación. Estas personas suscriben una posición filosófica llamada defensa de los derechos
de los animales. De acuerdo con esta manera de pensar, los animales tienen los mismos derechos
legales y morales que los humanos. Si a uno le gustan los animales, podría simpatizar con esta
postura. Pero hay que considerar las siguientes cuestiones. ¿Estaríamos dispuestos a privarnos y a
nuestras familias de procedimientos médicos que se han desarrollado utilizando animales? ¿Es la
muerte de un ratón equivalente a la muerte de un humano? ¿Tener una mascota es el equivalente
moral de la esclavitud? ¿Equivale el comer carne o pescado a cometer un asesinato? ¿Es inmoral
sacrificar la vida de un cerdo para salvar la vida de un niño? ¿Es comparable el control de la
población de roedores de las alcantarillas o la población de cucarachas de su casa con el
Holocausto? Si respondemos «no» a cualquiera de estas cuestiones, no suscribimos la filosofía de
los derechos de los animales. El bienestar animal, una preocupación que comparte toda persona
responsable, no se debe confundir con la defensa de los derechos de los animales. Los activistas
de estos derechos han seguido vigorosamente su programa contra la investigación animal, y en
ocasiones con éxito han manipulado a la opinión pública con alegatos reiterados de crueldad en
los experimentos con animales, que son generalmente distorsionados o simplemente falsos. Han
realizado actos vandálicos en laboratorios, destruyendo datos científicos logrados con años de
duro trabajo, y cientos de miles de dólares de equipo que los contribuyentes habían pagado. Con
amenazas de violencia, incluso han llevado a algunos investigadores a alejarse definitivamente de
la ciencia. Afortunadamente, y gracias a los esfuerzos de mucha gente, científicos y no científicos,
los alegatos falsos de los extremistas se han desenmascarado, y se han valorado los beneficios que
supone la investigación con animales para la humanidad (fig. 1-16). Considerando la cuantiosa
cuota que se ha de pagar en forma de sufrimiento humano a causa de las enfermedades del
sistema nervioso, los neurocientíficos hemos tomado la postura de que es nuestra responsabilidad
utilizar con sabiduría todos los recursos que la naturaleza nos ha dado, incluidos los animales, para
conocer cómo funciona el cerebro en condiciones normales y en la enfermedad.

El precio de la ignorancia: enfermedades del sistema nervioso La investigación neurocientífica


moderna es cara, pero el precio de la ignorancia sobre el cerebro es mucho mayor. La tabla 1-3
enumera algunas de las enfermedades que afectan al sistema nervioso. Probablemente su familia
ha experimentado el impacto de una o más de ellas. Detengámonos un momento en alguna de
ellas y examinemos sus efectos en la sociedad.

Tanto la enfermedad de Alzheimer como la de Parkinson se caracterizan ambas por la


degeneración progresiva de neuronas específicas del cerebro. La enfermedad de Parkinson, que
incapacita para el movimiento voluntario, afecta en el presente a más de 500 000
estadounidenses. 1 La enfermedad de Alzheimer lleva a la demencia, un estado de confusión
caracterizado por la pérdida de la capacidad para aprender nueva información y para recordar los
conocimientos adquiridos previamente. Se estima que la demencia afecta al 18% de las personas
de más de 85 años. 2 El número de estadounidenses con demencia supera los 4 millones. Se sabe
ahora que la demencia no es una consecuencia inevitable de la edad, como se creía antes, sino
que es un signo de enfermedad del cerebro. La enfermedad de Alzheimer avanza de manera
despiadada, desposeyendo a los afectados primero de la mente, luego del control de las funciones
corporales básicas y finalmente de la vida. La enfermedad es siempre mortal. En EE.UU., el coste
anual del cuidado de las personas con demencia es mayor de 100 000 millones de dólares y
aumenta a un ritmo alarmante. La depresión y la esquizofrenia son trastornos del estado de ánimo
y del pensamiento. La depresión se caracteriza por abrumadores sentimientos de desaliento,
desvalorización y culpa. Más de 30 millones de estadounidenses padecerán una enfermedad
depresiva grave en algún momento de sus vidas. Es la primera causa de suicidio, y acaba con más
de 30 000 vidas cada año sólo en EE.UU. 3 La esquizofrenia es un grave trastorno psiquiátrico
caracterizado por delirios, alucinaciones y conducta extraña. Esta enfermedad se presenta
frecuentemente en la flor de la vida, la adolescencia o la vida adulta temprana y puede perdurar
para toda la vida. Más de 2 millones de estadounidenses la padecen. El National Institute of
Mental Health (NIMH) estima que los trastornos mentales, como la depresión y la esquizofrenia,
tienen un coste anual superior a 150 000 millones de dólares sólo en EE.UU. Los ACV son la cuarta
causa de muerte en EE.UU. Las víctimas de un ACV que no fallecen, más de medio millón cada año,
frecuentemente quedan discapacitadas de por vida. El coste nacional anual del ACV es 54 000
millones de dólares. 4 La adicción al alcohol o a las drogas afecta a casi todas las familias en EE.UU.
El coste en términos de tratamiento, pérdida de sueldos y otras consecuencias alcanza 600
millones de dólares al año. 5 Estos ejemplos sólo arañan la superficie del problema. Se hospitaliza
por enfermedades neurológicas y mentales a más estadounidenses que por cualquier otro de los
principales grupos de enfermedades, incluidas las cardíacas y el cáncer. Los costes económicos de
la disfunción cerebral son enormes, pero palidecen al compararlos con las dramáticas
consecuencias emocionales en sus víctimas y en sus familias. La prevención y el tratamiento de las
enfermedades cerebrales requieren la comprensión de la función cerebral normal y este
conocimiento básico constituye la finalidad de la neurociencia. La investigación en neurociencia ha
contribuido al desarrollo de tratamientos cada vez más efectivos para la enfermedad de Parkinson,
la depresión y la esquizofrenia. Se están probando nuevas estrategias para rescatar las neuronas
que se pierden en las personas con enfermedad de Alzheimer y en las que han tenido un ACV. Se
ha hecho un gran progreso en la comprensión de cómo las drogas y el alcohol afectan al cerebro y
cómo producen la conducta adictiva. La información que se expone en este libro demuestra que se
sabe mucho sobre la función cerebral. Pero lo que conocemos es insignificante comparado con lo
que queda por aprender.

COMENTARIOS

Los fundamentos históricos de la neurociencia los establecieron muchas personas a lo largo de


numerosas generaciones. Hombres y mujeres de hoy trabajan en todos los niveles de análisis,
utilizando todo tipo de tecnología, para descubrir más funciones del cerebro. Los frutos de este
trabajo forman la base de este libro. El objetivo de la neurociencia es comprender cómo funciona
el sistema nervioso. Se pueden obtener muchos conocimientos importantes desde una posición
ventajosa fuera de la cabeza. Como la actividad cerebral se refleja en la conducta, las mediciones
conductuales cuidadosas nos informan sobre las capacidades y limitaciones de la función cerebral.
Modelos computacionales que reproducen las propiedades computacionales del cerebro nos
pueden ayudar a comprender cómo surgen estas propiedades. Podemos medir las ondas
cerebrales desde el cuero cabelludo, que nos informan sobre la actividad eléctrica de diferentes
partes del cerebro en diferentes estados conductuales. Nuevas técnicas de imagen asistidas por
ordenador permiten a los investigadores examinar la estructura del cerebro vivo dentro de la
cabeza. Y utilizando métodos de imagenología todavía más sofisticados, comenzamos a ver cómo
las diferentes partes del cerebro humano se activan en diferentes condiciones. Pero ninguno de
estos métodos no invasivos, viejos o nuevos, pueden sustituir por completo a la experimentación
con tejido cerebral vivo. No podemos entender señales detectadas remotamente si no somos
capaces de conocer cómo se generan y cuál es su significado. Para comprender cómo trabaja el
cerebro, debemos abrir la cabeza y examinar lo que hay dentro, desde el punto de vista
neuroanatómico, neurofisiológico y neuroquímico. El ritmo de la investigación neurocientífica
actual es realmente abrumador y genera esperanzas de que pronto tendremos nuevos
tratamientos para el amplio abanico de enfermedades del sistema nervioso que debilitan y dejan
imposibilitadas a millones de personas cada año. Sin embargo, a pesar de los progresos de las
últimas décadas y de los siglos precedentes, tenemos todavía un largo camino por recorrer antes
de que comprendamos plenamente cómo realiza el cerebro todas sus asombrosas funciones. Pero
esta es la gracia de ser un neurocientífico: como nuestra ignorancia de la función cerebral es tan
vasta, en cada esquina nos sorprende un nuevo y asombroso descubrimiento.

Métodos y procedimientos de Investigación

En julio de 1982, empezaron a llegar a las consultas de


Neurología del norte de California talgunos jóvenes que
presentaban intensos y graves síntomas (Langston y cois.,
1983). Los pacientes más gravemente afectados estaban
casi paralizados por completo. No podían hablar de manera
inteligible, salivaban constantemente y tenían los ojos
siempre abiertos, con la mirada fija. Otros, menos graves,
andaban con un paso lento, vacilante, moviéndose
despacio y con gran dificultad. Los síntomas se parecían a
los de la enfermedad de Parkinson, pero este trastorno se
va manifestando gradualmente. Además, rara vez se da
antes del final de la vida adulta y los pacientes estaban
todos ellos entre los veinte y los treinta años de edad.
El factor común que relacionaba a estos pacientes era el
consumo de drogas por vía intravenosa: todos habían
tom ado una «heroína nueva», un opioide sintético
relacionado con la petidina (Demerol). Ciertas pesquisas
revelaron que la droga ilícita estaba contaminada con MPTP,
un químico tóxico que daña a las neuronas dopaminérgicas
y provoca los síntomas neurológicos. Dado que los síntomas
eran similares a los de la enfermedad de Parkinson, se trató
a los pacientes con l-DOPA [levodopa], el fármaco que se
utiliza en el tratamiento de dicha enfermedad, y todos ellos
mostraron una mejoría significativa de sus síntomas.
Lamentablemente, la mejoría fue temporal: la droga dejó
de ser eficaz.
El trasplante de neuronas fetales, un método
neuroquirúrgico experimental para tratar el parkinsonismo,
ha resultado hasta cierto punto prometedor. El fundamento
de este procedimiento es el siguiente: los síntomas
parkinsonianos, ya sean debidos a la enfermedad de
Parkinson o a los efectos tóxicos del MPTP, se deben a la
falta de dopamina en el núcleo caudado y el putamen. Por
el momento no se puede inducir el desarrollo de nuevas
neuronas dopaminérgicas en el encéfalo. Sin embargo, si se
pueden injertar neuronas secretoras de dopamina en el
núcleo caudado y el putamen, y si estas sobreviven y
secretan dopamina, entonces tal vez los síntomas
parkinsonianos disminuyan. Puesto que las neuronas
implantadas han de estar indemnes, ser resistentes y no
desencadenar la reacción del sistema inmunitario del
receptor, lo más razonable es obtenerlas de fetos humanos
abortados — o, quizá algún día, de cultivos de
hemocitoblastos (células madre) estimulados para
convertirse en neuronas secretoras de dopamina— .
Al menos a uno de los afectados por la intoxicación con
MPTP se le realizó este tipo de trasplante. (Llamémosle Sr. B.).
Antes de que tuviera lugar la intervención, se le inyectó
l-DOPA radioactiva, sustancia precursora de dopamina.
Luego, una hora más tarde, se le condujo a una pequeña sala
en la que había un equipo de TEP. Su cabeza fue situada
dentro del aparato y durante varios minutos la máquina
obtuvo datos de las partículas subatómicas emitidas a
medida que se degradaba la l-DOPA radioactiva en su
encéfalo.
Unas cuantas semanas más tarde, el Sr. B. ingresó en el
hospital para someterse a una intervención quirúrgica. El
equipo médico extrajo neuronas dopaminérgicas de la
sustancia negra de varios cerebros de fetos y las preparó
para implantarlas en el cerebro del Sr. B. Este estaba
anestesiado y el cirujano le hizo unas incisiones en el cuero
cabelludo para dejar al descubierto partes del cráneo.
Acopló el soporte de un instrumento estereotáxico a su
cráneo, tom ó algunas medidas y luego taladró varios
orificios. Utilizó el instrumento estereotáxico para dirigir la
inyección de las neuronas fetales al núcleo caudado y el
putamen del Sr. B. Una vez realizada la inyección, el cirujano
retiró el soporte estereotáxico y suturó las incisiones
realizadas en el cuero cabelludo.
La operación tuvo un éxito considerable: el Sr. B.
recuperó en gran parte el control motor. Poco más de un
año después se le volvió a inyectar L-dopa radioactiva y de
nuevo se le colocó la cabeza en el equipo de TEP. Los
resultados de esta segunda exploración indicaron lo que
significaba su recuperación: las células habían sobrevivido y
estaban segregando dopamina.
El estudio de la Fisiología de la Conducta implica el
esfuerzo de investigadores de muchas disciplinas científicas, incluyendo la Fisiología, la
Neuroanato- mía, la Bioquímica, la Psicología, la Endocrinología y la Histología. Llevar a cabo un
proyecto de investigación en Neurociencia comportamental requiere dominar
muchas técnicas experimentales. Puesto que diferentes procedimientos llevan a menudo a
resultados contradic- torios, los investigadores han de estar familiarizados con las ventajas y las
limitaciones de los métodos que emplean. En este sentido, la investigación científica conlleva un
proceso de cuestionarse cuál es la naturaleza de los fenómenos, y el método que se utiliza
enmarca la cues-tión. Con frecuencia se obtiene una respuesta que extra-ña, hasta que más tarde
se cae en la cuenta de que no se estaba planteando la pregunta correcta. Como se verá, las
mejores conclusiones sobre la Fisiología de la Conducta no se extraen de un único experimento, si
no de un programa de investigación que permite comparar los resultados de estudios que abordan
el mismo problema con métodos diferentes. Los investigadores disponen de una enorme —y sor
prendente— serie de métodos de investigación. Si se pre- sentara aquí tan solo un inventario de
ellos, no sería de sorprender que el lector se perdiera o, simplemente, per-
diera interés. En vez de ello, se presentarán únicamente los procedimientos más importantes y
utilizados con mayor frecuencia, estructurados en torno a unos cuantos problemas que han
estudiado los investigadores. De esta manera, deberá resultar más fácil darse cuenta del tipo
de información que aportan los diversos métodos de investigación y entender sus ventajas y
desventajas. Tam-bién permitirá describir las estrategias de las que se valen los investigadores
para diseñar y realizar un experimento basándose en los resultados del anterior.
Ablación experimental
Uno de los principales métodos de investigación utilizados para estudiar las funciones cerebrales
requiere destruir una parte del encéfalo y evaluar la conducta subsecuente del animal. Este
método se denomina ablación experimental (del término latino ablatus, «llevarsede»). En la
mayoría de los casos, dicha técnica no implica extraer el tejido cerebral, en vez de ello, el
investigador destruye algo de tejido y lo deja en su sitio. La ablación experimental es el más
antiguo de los métodos utilizado en Neurociencia y sigue utilizándose frecuentemente hoy en día.

Evaluación de los efectos comportamentales del daño cerebral

Una lesión es una herida o un traumatismo, y un investigador que destruye una parte del cerebro
por lo general describe el daño como una lesión cerebral. Los experimentos en los que se daña
una parte del encéfalo y después se observa la conducta del animal se llaman estudios de lesión.
Su fundamento teórico es que la función de un área cerebral puede deducirse basándose en las
conductas que el animal ya no puede realizar después de que se haya destruido dicha área. Por
ejemplo, si después de que se haya destruido parte del encéfalo de un animal este ya no puede
realizar tareas que requieren ver, se puede concluir que el animal está ciego y que el área dañada
desempeña alguna función en la visión. ¿Qué es en realidad lo que se puede aprender de los
estudios de lesión? Nuestro objetivo es descubrir cuáles son las funciones que cumplen las
diferentes regiones cerebrales y luego entender cómo se combinan estas funciones para dar lugar
a determinadas conductas. La distinción entre función cerebral y conducta es importante. Así, los
circuitos que hay en el encéfalo realizan funciones, no conductas. Ninguna región cerebral o
circuito neural es el único responsable de una conducta: cada región desempeña una función (o
una serie de funciones) que contribuye a la ejecución de la conducta. Por ejemplo, el acto de leer
implica funciones que requieren controlar los movimientos oculares, enfocar la lente del ojo,
percibir y reconocer palabras y letras, comprender el significado delas palabras, etcétera. No
obstante, algunas de estas funciones participan también en otras conductas. Por ejemplo, el
control del movimiento de los ojos y del enfoque se necesitan para cualquier tarea que requiera
mirar, así como los mecanismos cerebrales que se utilizan para comprender el significado de las
palabras intervienen también en la comprensión del habla. La tarea del investigador es
comprender cuáles son las funciones que se necesitan para llevar a cabo una conducta específica y
determinar cuáles son los circuitos de neuronas cerebrales responsables de cada una de esas
funciones.
La interpretación de los datos de los estudios de lesión se complica por el hecho de que todas las
regiones del encéfalo están conectadas entre sí. Supongamos que sabemos bien las funciones que
se requieren para que se lleve a cabo una determinada conducta y descubrimos que la lesión de la
estructura X altera una determinada conducta: ¿hemos de concluir forzosamente que los circuitos
neuronales localizados en dicha estructura cumplen una función esencial en esa conducta?
Lamentablemente, no. Puede que, de hecho, la función que nos interesa la realicen circuitos
neurales que se localizan en otra parte del encéfalo y que la lesión de la estructura X tan solo
interfiera en el normal funciona-miento de los circuitos neurales de la estructura Y.

Realización de lesiones cerebrales

¿Cómo se efectúan las lesiones cerebrales? Lo más frecuente es que la región que se quiere
destruir esté oculta en el interior del encéfalo. Las lesiones cerebrales de regiones subcorticales —
regiones localizadas debajo de la corteza— se realizan por lo general haciendo pasar una corriente
eléctrica a través de un electrodo de acero inoxidable que, salvo en la punta, está cubierto por un
barniz aislante eléctrico. Se guía el electrodo siguiendo un método estereotáxico, de modo que su
extremo llegue al lugar adecuado. (La cirugía estereotáxica se describe en el próximo
subapartado.) Luego, recurrimos a un instrumento para producir lesiones, que produce una
corriente de radiofrecuencias (RF)—corriente alterna de frecuencia muy elevada—. El paso de la
corriente a través del tejido cerebral produce una alta temperatura, que destruye las células
cercanas a la región que rodea la punta del electrodo (véasela Figura 5.1). Las lesiones producidas
con este método destruyen todo lo que se encuentra en las cercanías de la punta del electrodo,
incluyendo los somas neuronales y los axones de las neuronas que atraviesan la región. Un
método más selectivo de producir lesiones cerebrales es emplear un aminoácido excitador como
el ácido caínico, que destruye las neuronas estimulándolas hasta destruirlas.

A este tipo de lesiones se les llama lesiones excitotóxicas. Cuando se inyecta a

través de una cánula (un pequeño tubo de metal) un

aminoácido excitador en una región cerebral, este destruye los somas celulares vecinos, pero no
los axones de las diferentes neuronas que pasan por los alrededores (véase la Figura 5.2). Esta
selectividad le permite al investigador determinar si los efectos comportamentales de la
destrucción de una estructura cerebral concreta se deben a la muerte de las neuronas que allí se
localizan o a la lesión de los axones que pasan cerca. Por ejemplo, unos investigadores
descubrieron que las lesiones por RF de una región determinada del tronco del encéfalo abolían el
sueño REM, por lo tanto creyeron que esa región participaba en el establecimiento de dicha fase
del sueño. (El sueño REM es la fase del sueño en la que tienen lugar los ensueños). Pero estudios
posteriores demostraron que cuando se utiliza ácido caínico para destruir las neuronas que
contiene esa región, el sueño de los animales no resulta afectado, de modo que las lesiones por RF
debieron alterar el sueño al destruir los axones que atraviesan el área. Se dispone, incluso, de
métodos más específicos para marcar y lesionar un tipo determinado de neuronas. Por ejemplo,
los biólogos moleculares han ideado procedimientos para conjugar (combinar) saporina, una
proteína tóxica, con anticuerpos que se unirán a proteínas específicas presentes únicamente en
cierto tipo de neuronas encefálicas. Los anticuerpos marcan estas proteínas, y la saporina destruye
aquellas células a las que están unidas esas proteínas. Repárese en que cuando se producen
lesiones subcorticales mediante corriente de RF a través de un electrodo o por infusión de una
sustancia química a través de una cánula, siempre se causan daños adicionales en el encéfalo.
Cuando se introduce un electrodo o una cánula en el encéfalo para alcanzar el objetivo que se
pretende, inevitablemente se produce un cierto grado de lesión incluso antes de activar el
dispositivo de lesión o de iniciar la infusión. Por lo tanto, no podemos limitarnos a comparar la
conducta de los animales lesionados con la de animales de referencia, o controles, intactos. Puede
que, en realidad, la causa de alguna de las alteraciones comportamentales que se observan sea el
daño fortuito de las regiones cerebrales situadas por encima de la lesión. Lo que se hace,
entonces, es intervenir quirúrgicamente a un grupo de animales y producirles una lesión falsa.
Para ello, se anestesia a cada animal, se le coloca en el aparato estereotáxico (que se describe más
adelante), se le hace una incisión en el cuero cabelludo, se le trepana el cráneo y se inserta el
electrodo o la cánula, haciendo que penetren hasta la profundidad adecuada. En otras palabras, se
hace lo mismo que se haría para producir la lesión, excepto activar el dispositivo de lesión o iniciar
la infusión. Este grupo de animales sirve de grupo de referencia: si la conducta de los animales con
una lesión cerebral es diferente de la de los animales de referencia con una lesión falsa, se puede
concluir que las lesiones son la causa de las alteraciones comportamentales. (Como se puede
advertir, una lesión falsa tiene la misma finalidad que un tratamiento placebo en los estudios
farmacológicos.) La mayoría de las veces los investigadores producen lesiones cerebrales
permanentes, pero en algunas ocasiones resulta provechoso impedir temporalmente la actividad
de una determinada región del encéfalo. La forma más sencilla de hacerlo es inyectar un
anestésico local o un fármaco llamado muscimol en el lugar adecuado del encéfalo. El anestésico
bloquea los potenciales de acción en los axones que entran o salen de esa región y es eficaz para
producir una lesión temporal (llamada habitualmente lesión cerebral reversible). El muscimol, un
fármaco que estimula los receptores GABA, inactiva una región del encéfalo al inhibir a las
neuronas allí localizadas. (Se recordará que el GABA es el principal neurotransmisor inhibidor en el
encéfalo.)

lesión excitotóxica Lesión cerebral producida por la inyección en el cerebro de un aminoácido


excitador, como por ejemplo de ácido caínico.

Cirugía estereotáxica

¿Cómo se puede situar la punta de un electrodo o una cánula en un lugar preciso del interior del
encéfalo de un animal? La respuesta es mediante cirugía estereotáxia. Stereotaxis significa
literalmente «disposición sólida» y, en concreto, se refiere a la capacidad de localizar objetos en el
espacio. Un aparato estereotáxico consta de un soporte que inmoviliza la cabeza del animal en
una posición establecida y un brazo que desplaza el electrodo o la cánula en los tres ejes
espaciales a lo largo de distancias cuantificables. No obstante, para realizar una intervención
estereotáxica primero se ha de consultar un atlas estereotáxico.

EL ATLAS ESTEREOTÁXICO
No existen dos encéfalos de animales de una determinada especie que sean completamente
idénticos, pero la semejanza entre los individuos es suficiente para predecir la localización de una
estructura cerebral concreta respecto a las características externas de la cabeza. Por ejemplo, un
núcleo subcortical de la rata puede estar a tantos milímetros en los planos ventral, anterior y
lateral de un punto formado por la confluencia de varios huesos del cráneo.

lesión falsa Procedimiento placebo que reproduce todas las etapas para producir una lesión
cerebral, excepto la que en realidad la provoca.

cirugía estereotáxica Cirugía cerebral que utiliza instrumental estereotáxico para situar un
electrodo o una cánula en una posición específica del encéfalo.

cráneo se compone de varios huesos que crecen juntos y forman suturas (puntos de unión). En la
cabeza de los niños recién nacidos hay un punto blando en donde se unen las suturas sagital y
coronal, llamado fontanela. Cuando esta abertura se cierra, la unión se denomina bregma, de la
palabra griega que significa «parte anterior de la cabeza». También se observa bregma en el
cráneo de una rata, y sirve como un útil punto de referencia. Si el cráneo del animal está orientado
tal como se representa en la ilustración, una determinada región del encéfalo siempre se
encuentra en una posición bastante constante en el espacio, tomando bregma como referencia.
Un atlas estereotáxico incluye fotografías o esquemas que corresponden a secciones frontales,
tomadas a diferentes distancias rostrales y caudales a bregma. Por ejemplo, en la página
representada en la Figura 5.4 hay un esquema de una sección del encéfalo en la que se halla una
estructura cerebral (que se ve en rojo) que le interesa al investigador. Si este quisiera colocar la
punta de un electrodo en dicha estructura (un haz de axones denominado el fórnix), tendría que
perforar el cráneo justo por encima de ella (véase la Figura 5.4). Cada página del aüas
estereotáxico está identificada conforme a la distancia de la sección anterior o posterior respecto
a bregma, y la cuadrícula de cada página indica las coordenadas de las estructuras cerebrales en el
plano ventral a la parte superior del cráneo y lateral a la línea media. Para situar la punta de un
electrodo en el fórnix habría que hacer un taladro por encima del objetivo y luego bajar el
electrodo por el orificio hasta que su punta esté en la profundidad correcta, en relación a la altitud
del cráneo en bregma (compárense las Figuras 5.3 y 5.4). Así, localizando una estructura neural
(que no se puede ver en el animal de experimentación) en una de las páginas de un adas
estereotáxico, se puede determinar su localización respecto a bregma (que sí se puede ver). Hay
que tener en cuenta que, debido a variaciones en la cepa y edad de los animales, la localización
que proporcionan los aüas es solo aproximada, por lo que siempre hay que probar con una nueva
serie de coordenadas, seccionar y teñir el encéfalo del animal, comprobar la localización exacta de
la lesión, corregir los valores y volver a intentarlo.

EL INSTRUMENTO ESTEREOTÁXICO

Un instrumento estereotáxico funciona siguiendo principios sencillos. El dispositivo incluye un


soporte para la cabeza, que mantiene el cráneo del animal en la ubicación adecuada, un soporte
para el electrodo y un mecanismo de graduación por el que se mueve este último soporte en
distancias ponderadas a lo largo de los tres ejes espaciales: anterior-posterior, dorsal-ventral y
lateral-medial. En la Figura 5.5 se presenta un instrumento estereotáxico diseñado para animales
pequeños. Se pueden utilizar varios tipos de soportes de cabeza con el fin de adaptar este
instrumento a diferentes especies, como ratas, ratones, hámsteres, palomas y tortugas (véase la
Figura 5.5). Una vez que se han obtenido las coordenadas estereotáxicas a partir de un atlas
estereotáxico, se anestesia al animal, se le coloca en el instrumento estereotáxico y se le hace una
incisión en el cuero cabelludo. Se localiza bregma, se marcan los números apropiados en el
aparato de estereotaxia, se taladra el cráneo y se introduce el dispositivo en el encéfalo hasta las
coordenadas correctas. Ahora la punta de la cánula o del electrodo está donde se quería que
estuviese y se puede efectuar la lesión. Evidentemente, la cirugía estereotáxica puede utilizarse
para otros fines distintos que producir lesiones. Los electrodos situados en el encéfalo pueden
emplearse tanto para estimular neuronas como para destruirlas, y se pueden inyectar fármacos
que estimulen neuronas o bloqueen receptores específicos. También se pueden implantar cánulas
o electrodos permanentes, siguiendo un procedimiento que se describirá luego en este capítulo.
En cualquier caso, una vez finalizada la intervención quirúrgica, se cose la herida, se retira al
animal del instrumento estereotáxico y se deja que se recupere de la anestesia.

> bregma Unión de las suturas sagital y coronal del cráneo. A menudo se utiliza como punto de
referencia en la cirugía estereotáxica.

¡> atlas estereotáxico Recopilación de esquemas de secciones del encéfalo de un determ inado
animal, con medidas que proporcionan coordenadas para la cirugía estereotáxica.

Instrumento estereotáxico Dispositivo que permite a un cirujano situar un electrodo o una cánula
en una parte concreta del encéfalo.

Métodos histológicos

Después de haber producido una lesión cerebral y observado sus efectos en la conducta del
animal, hay que seccionar y teñir el tejido cerebral de modo que se pueda inspeccionar con el
microscopio y localizar el lugar de la lesión. A menudo, las lesiones cerebrales yerran su objetivo,
por lo que hay que verificar la localización exacta del daño cerebral después de examinar el
comportamiento del animal. Para ello se necesita fijar, seccionar, teñir y examinar el encéfalo.
Tomados en conjunto, estos procedimientos se denominan métodos histológicos. (El prefijo kisto-
hace alusión al tejido corporal.)

FIJACIÓN Y OBTENCIÓN DE CORTES HISTOLÓGICOS

Si se pretende estudiar el tejido tal como era en el momento de la muerte del organismo, se han
de destruir las enzimas autolíticas (autólisis significa «autodisolución»), o de lo contrario estas
convertirán al tejido en una masa deforme. También ha de mantenerse el tejido en buenas
condiciones para evitar que se descomponga por la acción de bacterias o mohos. Con el fin de
lograr estos dos objetivos, se sumerge el tejido neural en un fijador. El que más frecuentemente se
utiliza es el formol, solución acuosa de formaldehído, un gas. El formol detiene la autólisis,
endurece el tejido, que es extremadamente blando y frágil, y elimina cualquier microorganismo
que pudiera destruirlo. Antes de fijar el encéfalo (es decir, de ponerlo en una solución fijadora),
por lo general se perfunde. La perfusión del tejido (literalmente, «fluir a través de») supone
extraer la sangre y sustituirla con otro líquido. El encéfalo del animal se perfunde porque se
obtienen mejores resultados histológicos cuando no hay sangre en el tejido. El animal cuyo
encéfalo va a estudiarse se sacrifica humanitariamente mediante una sobredosis de un anestésico
general. Se abren los vasos sanguíneos de forma que se puedan vaciar de sangre, reemplazándola
por una solución salina diluida. Se extrae el encéfalo del cráneo y se coloca en un recipiente que
contiene el fijador. Una vez fijado el encéfalo, hay que seccionarlo en delgadas láminas y teñir
diversas estructuras celulares con el fin de examinar pormenorizadamente su estructura. Las
secciones se efectúan con un micrótomo (literalmente, «aquello que corta en finas láminas»). Las
secciones que se preparan para examinarlas al microscopio óptico suelen tener un espesor de 10 a
80 pm, y las que se preparan para el microscopio electrónico, por lo general menos de 1 pm. (Por
alguna razón, los cortes de tejido cerebral suelen denominarse secciones.) Un micrótomo consta
de tres partes: una cuchilla, una plataforma donde se coloca el tejido y un mecanismo que hace
avanzar la cuchilla (o la plataforma) lo justo después de cada corte, de modo que pueda cortarse
otra sección. En la mayoría de los casos, la plataforma incluye un accesorio que congela el
encéfalo, endureciéndolo lo suficiente para poder cortarlo en finas secciones. En la Figura 5.7 se
muestra un micrótomo. El soporte de la cuchilla se desliza hacia delante sobre un riel engrasado y
así se obtiene una sección de la parte superior del tejido fijado a la plataforma. Esta sube
automáticamente a una altura predeterminada cuando la cuchilla y el soporte son empujados de
nuevo hacia atrás, de manera que el siguiente movimiento hacia delante de la cuchilla corta otra
sección (véase la Figura 5.7). Tras haber cortado el tejido, las secciones se montan sobre
portaobjetos de vidrio y pueden entonces teñirse sumergiendo el portaobjetos en diversas
soluciones químicas. Por último, las secciones teñidas se cubren con una pequeña cantidad de
líquido transparente, conocido como medio de montaje, y se coloca una lámina de cristal muy fina
(cubreobjetos) sobre ellas. El medio de preparación mantiene fijo el cubreobjetos. @ > -£ R e p re -
sen te M é to d o s histoló gico s en M yPsychLab para ver vídeos de estos métodos.

»fijador Producto quím ico com o la form alina, que se utiliza para preparar y conservar los tejidos
del cuerpo.

I formol Solución acuosa del gas form aldehído, el fijador más habitual para tejidos corporales.

perfusión Proceso mediante el cual se reemplaza la sangre de un animal por un líquido, tal com o
una solución salina o un fijador, al preparar el encéfalo para un examen histológico.

micrótomo Instrumento que produce láminas muy finas de tejidos corporales.

MARCADO DE AXONES EFERENTES

En última instancia, el HVM tiene que afectar a la conducta. Es decir, las neuronas de este núcleo
tienen que enviar axones a zonas del encéfalo en las que haya neuronas que medien los
movimientos musculares. Probablemente la vía no sea directa: lo más probable es que las
neuronas del HVM afecten a neuronas localizadas en otras estructuras, las cuales a su vez influyan
en las de otras estructuras, hasta que, finalmente, las neuronas motoras apropiadas sean
estimuladas. Por tanto, para poner de manifiesto este sistema se han de identificar las rutas que
siguen los axones que salen del HVM. En otras palabras, se pretende ahora marcar los axones
eferentes de dicha estructura.

método de marcado retrógrado método histológico que marca los somas celulares a los que
pertenecen los botones terminales de los axones que establecen sinapsis con las células de una
reglón concreta.

oro fluorado Tinción que sirve como m arcador retrógrado. Lo absorben los botones term inales y
lo transportan de vuelta al soma celular.
Estudio de la estructura del cerebro humano in vivo

Hay muy buenas razones para investigar las funciones del encéfalo de otros animales aparte de los
seres humanos, y una de ellas es que se pueden comparar los resul tados de estudios realizados
con diferentes especies para sacar algunas conclusiones sobre la evolución de varios sistemas
neurales. Aunque nuestro principal foco de interés sean las funciones del encéfalo humano,
obviamente no se puede pedir a las personas que se sometan a cirugía cerebral con el fin de
investigarlo. Pero, a veces, las enfermedades y los accidentes dañan el encéfalo humano, si se sabe
donde se a producido la lesión, se puede estudiar la conducta de esas personas e intentar hacer el
mismo tipo de inferencias que se hicieron respecto a las lesiones cerebrales producidas
intencionadamente en los animales de laboratorio. El problema es:

¿dónde se localiza la lesión? En el pasado, un investigador podía estudiar la conducta de una


persona con daño cerebral y no saber con exactitud su localización: la única manera de asegurarse
era conseguir el cerebro del paciente cuando moría y examinarlo al microscopio. Pero solía ser
imposible. En ocasiones, el paciente sobrevivía al investigador. Había casos en que el paciente
cambiaba de ciudad de residencia. Algunas veces (quizá demasiadas), la familia no concedía la
autorización para la autopsia. Debido a estos problemas prácticos, el estudio de los efectos
comportamentales del daño en regiones específicas del encéfalo humano progresó más bien
lentamente.

Registro de la actividad neural

Los axones producen potenciales de acción y los botones terminales provocan potenciales
postsinápticos en la membrana de las células con las que establecen sinapsis. Estos fenómenos
eléctricos pueden registrarse (como se ha mostrado en el Capítulo 2) y los cambios en la actividad
eléctrica de una región concreta se pueden utilizar para determinar si dicha región participa en el
control de diversas conductas. Por ejemplo, pueden hacerse registros durante la presentación de
un estímulo, el proceso de toma de decisiones o la ejecución de una actividad motora. Los
registros pueden realizarse crónicamente, durante un largo periodo de tiempo después de que el
animal se haya recuperado de la intervención quirúrgica; o de forma aguda, durante un periodo de
tiempo relativamente corto durante el cual el animal permanece anestesiado. Los registros
agudos, efectuados bajo anestesia, por lo general se limitan al estudio de las vías sensoriales y rara
vez se acompañan de observaciones comportamentales, ya que la capacidad comportamental de
un animal anestesiado es, cuando menos, limitada.

Registro de la actividad metabólica y sinóptica del cerebro

Las señales eléctricas no son los únicos signos de actividad neural. Si la actividad neural de una
región concreta del encéfalo aumenta, el índice metabòlico también lo hace, en gran medida
como consecuencia del mayor funcionamiento de las bombas iónicas de la membrana de las
células. Este aumento del índice metabòlico puede estimarse. Para ello, el investigador inyecta 2-
desoxiglucosa (2-DG) radioactiva en el torrente circulatorio del animal. Dado que esta sustancia es
similar a la glucosa (la principal fuente de energía del encéfalo), es transportada al interior de las
células. Así, las células más activas, que son las que consumen más glucosa, llegan a ser las que
alcanzan la mayor concentración de 2-DG radioactiva. Pero, a diferencia de la glucosa normal, la 2-
DG no puede ser metabolizada, de modo que queda dentro de la célula. Luego, el investigador
sacrifica al animal, extrae su encéfalo, lo secciona y lo prepara para la autorradiografía.
Estimulación de la actividad neural

Hasta aquí, esta sección se ha dedicado a los métodos de investigación que evalúan la actividad de
regiones específicas del encéfalo. Pero a veces se quiere cambiar artificialmente la actividad de
dichas regiones para observar qué efectos tienen estos cambios en la conducta del animal. Por
ejemplo, las ratas hembra copularán con ratas macho solo si ciertas hormonas sexuales femeninas
están presentes, pero si se extirpan los ovarios de la rata, la pérdida de esas hormonas suprimirá
su conducta sexual. En anteriores estudios, el autor halló que las lesiones del HVM alteran esta
conducta. Tal vez si se activa el HVM se compensará la falta de hormonas sexuales femeninas y la
rata volverá a copular.

ESTIMULACIÓN ELÉCTRICA Y QUÍMICA

¿Cómo se pueden activar las neuronas? Se puede hacer mediante estimulación eléctrica o
química. La estimulación eléctrica implica simplemente pasar una corriente eléctrica a través de
un cable insertado en el encéfalo, como se vio en la Figura 5.22; y la estimulación química se
efectúa por lo general inyectando en el encéfalo una pequeña cantidad de un aminoácido
excitador, como el ácido caínico o el ácido glutámico. Como se mostró en el Capítulo 4, el ácido
glutámico (glutamato) es el principal neurotransmisor excitador que se encuentra en el encéfalo, y
ambas sustancias estimulan los receptores glutamatérgicos, activando así las neuronas en las que
se localizan estos receptores. La inyección de sustancias en el encéfalo puede hacerse mediante
un dispositivo permanentemente unido al cráneo, de modo que la conducta del animal pueda
observarse en repetidas ocasiones. Se coloca una cánula de metal (la cánula guía) en el encéfalo
del animal y se fija con cemento su extremo superior al cráneo. Días después, se coloca una cánula
más fina de una longitud adecuada dentro de la cánula guía y luego se inyecta una sustancia en el
encéfalo.

resonancia magnética funcional (RMf) Método de neuroimagen funcional. Es una m odificación


del procedimiento de RM que permite calcular el metabolismo regional en el encéfalo, por lo
general detectando cambios en el nivel de oxígeno en sangre.

método optogenético Uso de un virus genéticamente modificado para insertar canales iónicos
sensibles a la luz en la membrana de determinadas neuronas encefálicas; puede despolarizar o
hiperpolarlzar a las neuronas cuando se aplica luz con la longitud de onda adecuada.

Métodos neuroquímicos

En ocasiones lo que nos interesa no es la actividad metabólica general de una determinada


región del encéfalo sino la localización de neuronas que tengan un tipo específico de receptor o
que produzcan un tipo específico de neurotransmisores o neuromoduladores. También
podríamos querer estimar la cantidad de aquellas sustancias químicas que segregan las
neuronas de una región determinada del encéfalo en determinadas circunstancias.

Detección de neuronas que producen sustancias neuroquímicas específicas


Supongamos que se averigua que una determinada sustancia química afecta a la conducta. ¿Cómo
se podría llegar a descubrir los circuitos neurales responsables de los efectos de la sustancia? Para
responder a esta pregunta, pondremos un ejemplo concreto. Los médicos revelaron hace varios
años que los granjeros que habían estado expuestos a determinados tipos de insecticidas (órgano
fosfatos) tenían ensueños particularmente intensos y extraños e incluso decían tener
alucinaciones cuando estaban despiertos. Una posible explicación de estos síntomas es que la
sustancia estimula los circuitos neurales que participan en el control de la fase REM del sueño,
aquella en la que ocurren principalmente los ensueños. (Al fin y al cabo, los sueños son
alucinaciones que se tienen estando dormido.) La primera pregunta a plantearse es cómo
funcionan los insecticidas organofosfatados, y los farmacólogos tienen la respuesta: estas
sustancias inhiben la acetilcolinesterasa (AChE). Como se vio en el Capítulo 4, las sustancias que
inhiben la AChE son potentes agonistas colinérgicos, y al inhibir la AChE, frenan la rápida
destrucción de ACh después de que haya sido liberada por los botones terminales, y así prolongan
el tiempo durante el que se producen potenciales postsinápticos en las sinapsis colinérgicas. Ahora
que entendemos la acción de los insecticidas, sabemos que estas sustancias actúan a nivel de las
sinapsis colinérgicas. ¿Qué métodos neuroquímicos se deberían utilizar para descubrir el lugar de
acción de estas sustancias en el encéfalo? En primer lugar, consideremos los métodos que nos
permiten localizar sustancias neuroquímicas concretas, como neurotransmisores y
neuromoduladores. (En este caso, nos interesa la acetilcolina.) Hay al menos dos formas básicas de
localizar sustancias neuroquímicas en el encéfalo: detectar las propias sustancias o bien ubicar las
enzimas que las producen. Los péptidos (o las proteínas) pueden localizarse directamente por
medio de métodos inmunocitoquímicos, que se describieron en la primera sección de este
capítulo. Se exponen secciones de tejido cerebral a un anticuerpo para el péptido, asociado a un
tinte (por lo general, uno fluorescente), y después se examinan las secciones al microscopio
usando luz de una determinada longitud de onda. Por ejemplo, en la Figura 5.32 puede verse la
localización en el prosencéfalo de axones que contienen vasopresina, un neurotransmisor
peptídico. En ella se muestran dos conjuntos de axones: uno, agrupado en torno al tercer
ventrículo en la base del cerebro, aparece en color pardo; el otro, disperso en el área septal
lateral, tiene el aspecto de cadenas de fibras doradas (como puede apreciarse, una sección
cerebral bien teñida puede ser bonita) Pero lo que interesa aquí es la acetilcolina, que no es un
péptido. Por ello, no se pueden utilizar métodos inmunocitoquímicos para localizar este
neurotransmisor, aunque pueden usarse para localizar la enzima que lo sintetiza. La síntesis de
acetilcolina se logra gracias a la enzima colina acetiltransferasa (ChAT). Por lo tanto, casi con toda
seguridad las neuronas que contienen esta enzima segregan ACh. En la Figura 5.33 pueden verse
neuronas colinérgicas de la protuberancia identificadas mediante inmunocitoquímica: el tejido
cerebral se expuso a un anticuerpo de la ChAT unido a un tinte fluorescente. De hecho,
investigaciones realizadas utilizando muchos de los métodos descritos en este capítuloindican que
dichas neuronas intervienen en el control del sueño REM.

Métodos genéticos

Toda conducta está determinada por interacciones entre el cerebro de un individuo y su entorno.
Muchas características comportamentales —como el talento, las variables de personalidad y los
trastornos mentales—parecen «venir de familia», lo que sugiere que los factores genéticos
pueden ser un factor importante en el desarrollo de diferencias fisiológicas que, en última
instancia, son responsables de dichas características. En algunos casos, la relación con factores
genéticos está muy clara: un gen defectuoso interfiere en el desarrollo cerebral y una anomalía
neurològica provoca alteraciones comportamentales. En otros casos, la relación entre herencia y
conducta es mucho más sutil y para evidenciarla han de emplearse métodos genéticos especiales.

Estudios con gemelos

Un método muy eficaz para evaluar la influencia de la herencia en un rasgo concreto consiste en
comparar el índice de concordancia de este rasgo en pares de gemelos monocigóticos y
dicigóticos. Los gemelos monocigóticos (univitelinos) tienen un genotipo idéntico: es decir, sus
cromosomas, y los genes que contienen, son idénticos. Por el contrario, la semejanza genética
entre gemelos dicigóticos (bivitelinos) es, por término medio, del 50%. Los investigadores estudian
las historias clínicas para identificar pares de gemelos en los que al menos uno de ellos tenga el
rasgo —por ejemplo, el diagnóstico de un determinado trastorno mental—. Si a ambos gemelos se
les ha diagnosticado este trastorno, se dice que son concordantes. Si solo uno de ellos ha recibido
este diagnóstico, se dice que son discordantes. Así pues, si un trastorno tiene una base genética, el
porcentaje de gemelos monocigóticos que son concordantes en cuanto al diagnóstico será
superior al de los dicigóticos. Por ejemplo, como se verá en el Capítulo 16, el índice de
concordancia para la esquizofrenia en gemelos es al menos cuatro veces mayor en los
monocigóticos que en los dicigóticos, dato que aporta una sólida prueba de que la esquizofrenia es
un rasgo hereditario. En estudios con gemelos se ha encontrado que los factores genéticos
influyen en muchas características individuales, entre ellas rasgos de personalidad, prevalencia de
la obesidad, incidencia del alcoholismo y una amplia serie de trastornos mentales.

Estudios sobre adopción

Otro método para evaluar el carácter hereditario de un rasgo de comportamiento concreto es


comparar personas que fueron adoptadas en una época temprana de la vida con sus padres
biológicos y sus padres adoptivos. Todos los rasgos de comportamiento están influidos en cierto
grado por factores hereditarios, factores ambientales y una interacción entre factores hereditarios
y ambientales. Los factores ambientales son tanto de tipo social como biológico. Por ejemplo, la
salud de la madre, su nutrición o el consumo de drogas durante el embarazo son factores
ambientales prenatales; y la dieta del niño, su atención médica y su entorno social (tanto dentro
como fuera del hogar) son factores ambientales posnatales. Si se adopta a un niño poco después
de que nazca, los factores genéticos estarán asociados con los padres biológicos, los factores
ambientales prenatales con la madre biológica y la mayoría de los factores ambientales posnatales
con los padres adoptivos. Los estudios de adopción requieren que el investigador conozca la
identidad de los padres de las personas que se están estudiando y pueda evaluar el rasgo
comportamental en los padres biológicos y en los adoptivos. Si los individuos estudiados se
parecen notablemente a sus padres biológicos, se llega a la conclusión de que el rasgo
probablemente esté influido por factores genéticos. Para asegurarse, se han de descartar posibles
diferencias en el entorno prenatal de los niños adoptados. Si, en vez de ello, los individuos se
parecen a sus padres adoptivos, se concluye que el rasgo está influido por factores ambientales.
(Habría que realizar más estudios para determinar cuáles podrían ser exactamente estos factores
ambientales). Por supuesto, es posible que intervengan tanto los factores hereditarios como los
ambientales, en cuyo caso los individuos estudiados se parecerán tanto a los padres adoptivos
como a los biológicos.

Estudios genómicos
El genoma humano está compuesto por el ADN que codifica nuestra información genética. Debido
a la acumulación de mutaciones a lo largo de las generaciones anteriores de nuestra especie, no
hay dos personas con la misma información genética, salvo los gemelos monocigóticos. La forma
concreta de un gen individual se denomina alelo (del griego altos, «otros»). Por ejemplo, los
distintos alelos del gen responsable de la producción del pigmento del iris producen pigmentos
con colores diferentes. Los estudios genómicos intentan determinar la localización en el genoma
de los genes responsables de rasgos físicos y conductuales. Los estudios de ligamiento identifican
familias cuyos miembros se diferencian en un rasgo concreto; por ejemplo, la presencia o ausencia
de una enfermedad hereditaria determinada. Se comparan distintos marcadores, secuencias de
ADN cuyas localizaciones ya conocemos, con las características del rasgo de un individuo
determinado. Por ejemplo, se descubrió que el gen responsable de la enfermedad de Huntington,
trastorno neurológico descrito en el Capítulo 15, estaba cerca de un marcador ya conocido, en el
brazo corto del cromosoma 4. Los investigadores estudiaron a una familia amplia en Venezuela,
con muchos miembros afectados por la enfermedad de Huntington, y encontraron que la
presencia o ausencia de la enfermedad se correlacionaba con la presencia o ausencia del
marcador. Los estudios de asociación en todo el genoma son posibles gracias al desarrollo de
métodos destinados a obtener la secuencia de ADN de la totalidad del genoma humano. Estos
estudios permiten a los investigadores comparar todo el genoma, o parte de él, de distintas
personas para determinar si las diferencias en los genomas individuales se correlacionan con la
presencia o ausencia de enfermedades (o de otros rasgos). Como veremos en el Capítulo 16,
dichos estudios están empezando a poner de manifiesto la localización de genes controladores de
características que contribuyen al desarrollo de varios trastornos mentales.

genoma Conjunto completo de los genes que componen el ADN de una especie determinada.

alelo Características de la secuencia específica de pares de bases de ADN que constituye un gen;
por ejemplo, los genes que codifican el pigmento azul o marrón del Iris son alelos distintos de un
gen concreto.

Mutaciones dirigidas

Un método genético desarrollado por biólogos moleculares ha puesto en manos de los


neurocientíficos un poderoso instrumento. Las mutaciones dirigidas consisten en genes
transformados que se producen en el laboratorio y se insertan en cromosomas de ratones. Estos
genes mutados (también llamados genes knockout) son defectuosos —no pueden producir una
proteína que sea funcional—. En muchos casos, el objetivo de la mutación es una enzima que
controla una reacción química específica. Por ejemplo, en el Capítulo 13 se verá que la falta de una
enzima determinada interfiere en el aprendizaje, dato que sugiere que la enzima es, en parte,
responsable de los cambios en la estructura de sinapsis necesarios para que tenga lugar el
aprendizaje. En otros casos, el objetivo de la mutación es una proteína que por sí misma
desempeña una útil función en la célula. Por ejemplo, en el Capítulo 18 se verá que un tipo
concreto de receptor para los opioides interviene en los efectos reforzantes y analgésicos de
estos. Los investigadores pueden incluso producir knockouts condicionales que provocan que los
genes del animal dejen de expresar un determinado gen cuando se le suministra una determinada
droga, lo que permite que el gen objetivo o sobre el que se actúa se exprese normalmente
durante el desarrollo del animal y posteriormente sea suprimido. Los investigadores pueden
asimismo valerse de métodos de ingeniería genética para insertar genes en el ADN del ratón,
genes que pueden dar lugar a un aumento de la producción de proteínas que se encuentran
normalmente en la especie «huésped» o pueden producir proteínas completamente nuevas.

Elementos fundamentales del sistema nervioso

Más que cualquier otro órgano, es el sistema nervioso lo que hace que los seres humanos seamos
especiales. El sistema nervioso central (SNC) humano, más pequeño y con menor peso que la
mayoría de las computadoras de escritorio, es el instrumento de computación más complejo y
elegante que existe. Recibe e interpreta una inmensa diversidad de informaciones sensoriales,
controla una variedad de comportamientos motores simples y complejos, y utiliza lógica deductiva
e inductiva. El cerebro puede tomar decisiones complejas, pensar en forma creativa y sentir
emociones. Es capaz de generalizar y posee una refinada capacidad para reconocer que no puede
ser reproducido incluso por las computadoras centrales más avanzadas. Por ejemplo, el sistema
nervioso humano puede identificar de inmediato un rostro familiar, sin importar el ángulo en el
que se presente, puede llevar acabo muchas tareas demandantes en forma casi simultánea. En
vista de la complejidad del sistema nervioso y la riqueza de sus acciones, uno podría preguntarse si
alguna vez llegaría a comprenderse. De hecho, la neurociencia ha comenzado a proporcionar un
entendimiento, en refinado detalle, de la organización y psicología del sistema nervioso y de las
alteraciones en su funcionamiento que ocurren en diversas enfermedades.

Esta comprensión tiene una base firme en una concepción de la estructura de este sistema y de la
interrelación entre estructura y función. La complejidad de las acciones del sistema nervioso es el
reflejo de una estructura rica y compleja; en cierto sentido, puede concebirse como una red
compleja y dinámica de computadoras entrelazadas. No obstante, la anatomía del sistema
nervioso se puede entender con facilidad. La comprensión de la neuroanatomía es obviamente
relevante tanto para la neurociencia básica como para la medicina clínica. La neuroanatomía
clínica (es decir, la estructura del sistema nervioso, considerada en el contexto de los trastornos de
este sistema) puede enseñarnos importantes lecciones acerca de la estructura y organización del
sistema nervioso normal y es esencial para comprender los trastornos de dicho sistema.

PLAN GENERAL DEL SISTEMA NERVIOSO

Divisiones principales

A. Anatomía

En un sentido anatómico, el sistema nervioso humano es un complejo con dos subdivisiones.

1. SNC—El SNC, que incluye al encéfalo o cerebro y a la médula espinal, está rodeado por hueso y
envuelto en capas protectoras (meninges) y espacios llenos de líquido.

2. Sistema nervioso periférico (SNP)—El SNP está formado por los nervios craneales y espinales
(figura 1-1).

B. Fisiología

En sentido funcional, el sistema nervioso se divide en dos sistemas.


1. Sistema nervioso somático—Inerva las estructuras de las paredes del cuerpo (músculo, piel y
membranas mucosas).

2. Sistema nervioso autónomo (visceral) (SNA)—El SNA contiene porciones de los sistemas
central y periférico. Controla las actividades de los músculos lisos y glándulas de los órganos
internos (vísceras) y los vas os sanguíneos y envía la información sensorial al encéfalo.

Unidades estructurales y organización general

La porción central del sistema nervioso consiste en el encéfalo y la médula espinal extendida
(figura 1-2 y cuadro 1-1). El encéfalo tiene una estructura escalonada y, desde un punto de vista
general, se puede subdividir en encéfalo, tronco encefálico y cerebelo.

La mayor parte del sistema nervioso (cerebro o prosencéfalo) es la más avanzada en términos
filogenéticos y es responsable de las funciones más complejas (p. ej., cognición). En un sentido
más caudal, el tronco encefálico, bulbo raquídeo y médula espinal cumplen con funciones menos
avanzadas, pero esenciales. El cerebro (prosencéfalo) incluye al telencéfalo y al diencéfalo; el
telencéfalo incluye a la corteza cerebral (la parte más evolucionada del encéfalo, llamada a veces
“sustancia gris”), la sustancia blanca subcortical y los ganglios basales, que son masas grises
profundas dentro de los hemisferios cerebrales. La sustancia blanca lleva ese nombre debido a
que, en un cerebro recién seccionado, tiene una a pariencia brillante como resultado de su mielina
suma mente rica en lípidos; la sustancia blanca consiste en fibras mielinizadas y no incluye cuerpos
de las células neuronales o sinapsis (figura 1-3). Las principales subdivisiones del diencéfalo son el
tálamo y el hipotálamo. El tronco encefálico consiste en el cerebro medio (mesencéfalo),
protuberancia anular y bulbo raquídeo. El cerebelo incluye al vermis y a dos ló bulos laterales. El
encéfalo, que es hueco, contiene un sistema de espacios llamados ventrículos; la médula espinal
tiene un canal central estrecho que se cierra en gran medida en la adultez. Estos espacios están
llenos de líquido cefalorraquídeo (LCR).

Unidades funcionales

El cerebro, que representa aproximadamente 2% del peso corporal, contiene muchos miles de
millones (quizá incluso billones) de neuronas y células gliales (véase capítulo 2). Las neuronas, o
células nerviosas, son células especializadas que reciben y envían señales a otras células a través
de sus extensiones (fibras nerviosas o axones). La información se procesa y codifica en una
secuencia de pasos eléctricos o químicos que ocurren, en la mayoría de los casos, a gran velocidad
(en milisegundos). Muchas neuronas tienen cuerpos relativamente grandes y largos axones que
transmiten los impulsos rápidamente a lo largo de una distancia considerable. Por otra parte, las
interneuronas tienen pequeños cuerpos celulares y axones cortos, y transmiten los impulsos en
forma local. Las células nerviosas que cumplen con una función común, a menudo con una meta
común, frecuentemente se agrupan juntas en núcleos. Las células nerviosas con una forma,
función y conexiones comunes, y que están agrupadas juntas fuera del SNC, se denominan
ganglios. Otros elementos celulares que sustentan la actividad de las neuronas son las células
gliales, de las cuales existen varios tipos. Las células gliales dentro del cerebro y de la médula
espinal superan en número a las neuronas en una proporción de 10:1.

Cómputo en el sistema nervioso


Las células nerviosas transmiten señales entre sí en las sinapsis. L os transmisores químicos se
asocian con la función de la sinapsis: excitación e inhibición. Una neurona puede recibir miles de
sinapsis, que le llevan información de muchas fuentes. Al integrar la alimentación excitatoria e
inhibitoria que proviene de estas diversas fuentes y producir su propio mensaje, cada neurona
actúa como un dispositivo de procesamiento de información. Algunos comportamientos muy
primitivos (p. ej., la contracción refleja e inconsciente de los músculos alrededor de la rodilla en
respuesta a la percusión del tendón de la rótula) están mediados por una cadena monosináptica
simple de dos neuronas conectadas por una sinapsis. Por el contrario, las conductas más
complejas requieren circuitos neurales polisinápticos más grandes en los que participan muchas
neuronas interconectadas por sinapsis.

Tractos y comisuras

Las conexiones, o vías, entre grupos de neuronas en el SNC están en forma de haces de fibras, o
tractos (fascículos). Los agrupamientos de tractos, como se observa en la médula espinal, se
conocen como cordones (funículos). Los tractos pueden descender (p. ej., del cerebro al tronco
encefálico o médula espinal) o ascender (p. ej., de la médula espinal al cerebro). Estas vías son
conexiones verticales que en su curso pueden cruzarse (decusar) de un lado del SNC al otro. Las
conexiones horizontales (laterales) se denominan comisuras.

Múltiples tractos conectan muchas partes del sistema nervioso. Por ejemplo, una diversidad de
tractos ascendentes y descendentes conectan al SNP y los centros espinales inferiores con el
cerebro. Esto refleja el hecho de que el sistema nervioso extrae diferentes aspectos de su entorno
sensorial (p. ej., la forma, peso y temperatura de un objeto que toca el cuerpo) y los codifica en
forma independiente y controla aspectos específicos de la conducta motora (postura, tono
muscular, movimientos delicados) utilizando diferentes conjuntos de neuronas. La multiplicidad de
tractos también dota al sistema nervioso de un grado de redundancia: después de la destrucción
parcial del sistema nervioso, sólo se perderán algunas funciones; es posible que otras se
conserven, incrementando la probabilidad de que el organismo sobreviva.

Simetría del sistema nervioso

Un tema general en neuroanatomía es que, en un primer acercamiento, el sistema nervioso está


construido con simetría bilateral. Esto es más evidente en el cerebro y el cerebelo, que se
organizan en hemisferios derecho e izquierdo. Al observarlos inicialmente, estos hemisferios
parecen simétricos. Algunas funciones corticales superiores, como el lenguaje, tienen una mayor
representación en un hemisferio que en el otro, pero en términos generales, los hemisferios
tienen una estructura similar. Incluso en las estructuras más caudales, como en el tronco
encefálico y la médula espinal que no se organizan en hemisferios, existe simetría bilateral.

Representación cruzada

Otro tema general en la construcción del sistema nervioso es la decusación y representación


cruzada: el lado derecho del cerebro recibe información y controla el funcionamiento motor
relacionado con el lado izquierdo del mundo y viceversa. La información visual del lado derecho
del mundo se procesa en la corteza visual del hemisferio izquierdo. De manera similar, la
sensación de tacto, de calor o frío y el sentido de posición de las articulaciones del lado derecho
del cuerpo se procesan en la corteza somatosensorial del hemisferio cerebral izquierdo. En cuanto
al control motor, la corteza motora del hemisferio cerebral izquierdo controla los movimientos
corporales que atañen al lado derecho del mundo exterior. Esto incluye, por supuesto, el control
de los músculos del brazo y pierna derechos, como bíceps, tríceps, músculos de la mano y
gastrocnemio. Existen excepciones ocasionales para este patrón de “inervación cruzada”: por
ejemplo, el músculo esternocleidomastoideo izquierdo está bajo el control de la corteza cerebral
izquierda. No obstante, incluso esta excepción tiene sentido funcional: como resultado de su
biomecánica poco común, la contracción del esternocleidomastoideo izquierdo gira la cabeza
hacia la derecha. Entonces, aun para el músculo anómalo, el control de los movimientos
relevantes para el lado derecho del mundo se origina en el hemisferio cerebral contralateral
izquierdo, como se pronosticaría según el principio de representación cruzada. Existe una
excepción importante para la regla del control motor cruzado: como resultado de la organización
de las entradas y salidas de información cerebelosa, cada hemisferio cerebeloso controla la
coordinación y tono muscular del lado ipsolateral del cuerpo.

Mapamundi dentro del cerebro

En cada uno de muchos niveles, el cerebro crea mapas de diversos aspectos del mundo exterior.
Por ejemplo, consideremos los cordones dorsales (que transmiten información sensorial, en
particular con respecto a tacto y vibración, a partir de las terminaciones sensoriales en la
superficie corporal hacia arriba dentro de la médula espinal). Los axones dentro de los cordones
dorsales están dispuestos de manera ordenada, con fibras provenientes de brazo, torso y pierna
que forman un mapa que conserva la relación espacial de estas partes del cuerpo. Dentro de la
corteza cerebral también existe un mapa sensorial (que tiene la forma de un pequeño hombre y
que, por ende, se denomina homúnculo) dentro de la corteza sensorial. Existen múltiples mapas
del mundo visual dentro de los lóbulos occipitales y también dentro de los lóbulos temporales y
parietales. Estos mapas se llaman retinotópicos porque conservan las relaciones geométricas entre
los objetos cuya imagen se ha proyectado en la retina y, en consecuencia, proporcionan
representaciones espaciales del ambiente visual dentro del cerebro. Cada mapa contiene
neuronas dedicadas a extraer y analizar información sobre un aspecto particular (p. ej., forma,
color o movimiento) del estímulo.

Desarrollo

Los primeros tractos de fibras nerviosas aparecen aproximadamente en el segundo mes de vida
fetal; los tractos motores descendentes principales aparecen cerca del quinto mes. La
mielinización (formación de vainas de mielina) de las fibras nerviosas de la médula espinal
comienza aproximadamente a la mitad de la vida del feto; algunos tractos no se mielinizan por
completo durante 20 años. Los tractos más antiguos (aquellos comunes a todos los animales) se
mielinizan primero; los tractos corticoespinales se mielinizan principalmente durante el primer y
segundo años de vida.

Los axones en crecimiento se orientan a sus destinos correctos durante el desarrollo del sistema
nervioso mediante moléculas guía extracelulares (que incluyen las netrinas y las semaforinas).
Algunas de ellas actúan como atrayentes para los axones encrecimiento, guiándolos hacia un
destino particular. Otras actúan como repelentes. Existen muchos tipos de moléculas guía que
probablemente son cada uno específico para un tipo particular de axón y se encuentran en
gradientes de diversas concentraciones. En muchas partes del sistema nervioso en desarrollo, de
inicio existe una superabundancia de axones jóvenes, y aquellos que no llegan a sus destinos
correctos se pierden de manera subsiguiente debido a la poda.
Aunque la organización estructural del cerebro queda bien establecida antes de comenzar el
funcionamiento neural, el cerebro en maduración es susceptible de modificación si se aplica o
retiene un estímulo apropiado durante un periodo crítico, que puede durar sólo unos cuantos días
o incluso menos.

SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO

El sistema nervioso periférico (SNP) incluye los nervios espinales, nervios craneales y sus ganglios
asociados (grupos de células nerviosas fuera del SNC). Los nervios contienen fibras nerviosas que
conducen información hacia (aferente) o desde (eferente) el SNC. En general, las fibras eferentes
participan en las funciones motoras, como la contracción de los músculos o la secreción de las
glándulas; las fibras aferentes generalmente transmiten los estímulos sensoriales desde la piel,
membranas mucosas y estructuras profundas.

PLANOS Y TÉRMINOS

Los neuroanatomistas tienden a considerar al cerebro y a la médula espinal en términos de cómo


aparecen en rebanadas o cortes. Los planos de corte y los términos empleados en la
neuroanatomía se muestran en la figura 1-6 y en el cuadro 1-2.

Desarrollo del sistema nervioso central

La embriogénesis incluye tres acontecimientos del desarrollo: inducción, neurulación y formación


de vesículas.

Casi todo el sistema nervioso central se desarrolla por neurulación primaria. Los segmentos de la
médula espinal sacra y coccígea se desarrollan por neurulación secundaria.

Las anomalías disráficas (tubo neural) resultan de una neurulación defectuosa.

La histogénesis incluye dos procesos: diferenciación celular y maduración celular.

Las células migran de la zona ventricular a otras zonas del tubo neural mediante células gliales
como guía (glial radial).

La exposición del feto a la radiación o una infección temprana en el desarrollo causa defectos de
importancia en él.

La placa alar del tubo neural da origen a estructuras sensoriales de la médula espinal y el tallo
cerebral. La placa basal genera estructuras motoras.

Las capas II a VI del hemisferio cerebral se desarrollan a partir de la placa cortical por un proceso
de “adentro–afuera”.

Las comisuras cerebrales se forman a partir de la placa comisural, un área especializada en la


lámina terminal.

La mielinización sigue una secuencia caudal a rostral en la que se mielinizan los sistemas motor y
sensorial antes que las estructuras de asociación.

DESARROLLO

El desarrollo del sistema nervioso central ocurre en dos etapas: embriogénesis e histogénesis.
La EMBRIOGÉNESIS incluye los acontecimientos del desarrollo como sigue: inducción, neurulación
y formación de vesículas.

A. Inducción La inducción es un proceso de señalamiento de célula a célula mediante el cual


el mesodermo subyacente induce al ectodermo a tornarse en neuroectodermo y formar la
placa neural, que da origen a la mayor parte del sistema nervioso. Se piensa que la
inducción neuroectodérmica se debe a las acciones de hormonas, neurotransmisores y
factores del crecimiento. Se desconocen los mecanismos bioquímicos específicos. El
proceso de inducción se lleva a cabo en el ectodermo del proceso cefálico que recubre el
notocordio alrededor del decimoséptimo día de vida intrauterina.
B. Neurulación

El proceso durante el que se pliega la placa neural sobre sí misma y se fusiona en forma de
cremallera para transformarse en un tubo neural se conoce como neurulación (fig. 26-1). Existen
dos procesos de neurulación: primaria, mediante la cual se forma la mayor parte del tubo neural, y
secundaria, por la que se crea la parte más caudal del tubo neural.

1. Neurulación primaria. Es el proceso que forma el cerebro y la mayor parte de la médula


espinal (cervical, torácica, lumbar alta). Se inicia cuando el notocordio induce al
ectodermo embrionario suprayacente a formar una placa neural. Alrededor del día 18 de
la vida intrauterina comienza a engrosarse la placa neural en sus bordes laterales. El
crecimiento rápido de estos márgenes produce una elevación de ellos y la formación de
pliegues neurales, además de la invaginación de la placa neural para crear el surco neural.
A continuación, se aproximan entre sí en la línea media los márgenes laterales elevados
del tubo neural (pliegues neurales) y se funden para formar el tubo neural. En el embrión
humano, la fusión de los márgenes del surco neural se inicia al día 21 en la región de la
cuarta somita (mitad del embrión, presunta región cervical) y prosigue en ambas
direcciones; termina alrededor del día 25. El tubo neural terminado está delimitado por
dos orificios, uno en su extremo rostral (neuroporo anterior) y otro en el posterior
(neuroporo posterior). A través de estos orificios se comunica la luz del tubo neural (el
conducto neural) con la cavidad amniótica. El neuroporo anterior se cierra alrededor del
día 24 de la vida intrauterina y el posterior dos días más tarde. El conducto neural persiste
como el futuro sistema ventricular.

2. Neurulación secundaria. Es el proceso que lleva a la formación de las partes caudales de la


médula espinal (segmentos lumbar bajo, sacro y coccígeo). La neurulación secundaria se inicia
alrededor del día 26 de la vida intrauterina a medida que se cierra el neuroporo posterior.
Alrededor de ese lapso se desarrolla una masa de células en sentido caudal hacia el tubo
neural, la eminencia caudal. Luego crece esta última y forma una cavidad dentro de sí misma.
Por último, la eminencia caudal se une con el tubo neural y su cavidad continúa con la del tubo
neural. Los defectos de la neurulación primaria tienen como consecuencia un grupo de
malformaciones congénitas del sistema nervioso central que se conocen como defectos
disráficos. Pueden mencionarse la anencefalia, en la que no se forma el cerebro; encefalocele,
en el que se hernia el contenido intracraneal, incluido el cerebro, a través de un defecto en el
cráneo, y espina bífida quística, en la que se hernia el contenido del conducto raquídeo,
incluida la médula espinal, a través de un defecto en la columna vertebral. Los defectos
vinculados con la neurulación secundaria (mielodisplasias) incluyen el síndrome de médula
fijada, en donde el cono medular y el filum terminale se fijan de modo anormal a la columna
vertebral. Se han propuesto dos teorías para los sitios de fusión en la formación del tubo
neural. La tradicional (modelo del cierre continuo) sostiene que el tubo neural se cierra en un
proceso bidireccional continuo que se inicia en la región cervical. La otra teoría (modalidad de
cierre de múltiples sitios) postula que la funsión del tubo neural ocurre en diversos puntos a lo
largo del tubo neural.

3. Cresta neural. A medida que se forma el tubo neural, se separa un grupo de células
ectodérmicas que al principio se encontraban en los márgenes del surco neural a fin de formar
la cresta neural. Esta última da lugar a los ganglios de la raíz dorsal (espinales), incluidas sus
células satélites, los ganglios sensoriales de los nervios craneales V, VII, VIII, IX y X, los ganglios
parasimpáticos de los nervios craneales VII, IX y X, los ganglios autónomos (paravertebrales,
prevertebrales, entéricos), las células de Schwann, los melanocitos, las células cromafines de
la médula suprarrenal y las capas piamadre y aracnoides de las meninges.

C. Formación de vesículas

Después del cierre del neuroporo anterior alrededor del día 24 del desarrollo intrauterino, se
subdivide la porción rostral más grande del tubo neural en tres vesículas (fig. 26-2): el
prosencéfalo (cerebro anterior), el mesencéfalo (cerebro medio) y el rombencéfalo (cerebro
caudal). Alrededor del día 32, se subdividen de forma adicional el prosencéfalo y el rombencéfalo
en dos partes cada uno, en tanto que el mesencéfalo permanece sin división. El prosencéfalo se
divide en un telencéfalo anterior y un diencéfalo posterior. El telencéfalo se diferencia a su vez en
dos vesículas telencefálicas que se extienden más allá del límite anterior del tubo neural original
(lámina terminal) y al final se convierte en los hemisferios cerebrales. Del diencéfalo surgen dos
abultamientos secundarios (las vesículas ópticas), uno a cada lado. Estas estructuras se diferencian
para formar los nervios ópticos y las retinas.

El rombencéfalo se divide en un metencéfalo anterior y un mielencéfalo posterior. Por último, el


metencéfalo constituye el puente y el cerebelo, y el mielencéfalo se diferencia en la médulo
oblongada. Por consiguiente, las cinco vesículas que se desarrollan a partir de la porción rostral del
tubo neural dan lugar al final a la totalidad del cerebro. En el cuadro 26-1, se resume la secuencia
de acontecimientos que conduce al desarrollo de las diversas regiones del cerebro. Como
resultado del crecimiento desigual de las diferentes partes del cerebro en desarrollo aparecen tres
pliegues (fig. 26-3).

1. Pliegue mesencefálico. Se desarrolla en la región del mesencéfalo. Como resultado, se inclina


en el plano ventral hacia el cerebro anterior (prosencéfalo) hasta que su piso queda situado casi
paralelo respecto del piso del cerebro caudal (rombencéfalo).

2. Pliegue cervical. Aparece en la unión del cerebro caudal (rombencéfalo) y la médula espinal.

3. Pliegue pontino. Se presenta en la región del puente en desarrollo.

Los pliegues mesencefálico y cervical son cóncavos en sentido ventral, mientras que el pliegue
pontino es convexo.

D. Sistema ventricular

Después de aparecer las tres vesículas en la parte rostral del tubo neural, se desarrollan cavidades
dentro de ellas. Al inicio se observan tres, que corresponden a las siguientes vesículas: el
prosocele, la cavidad del prosencéfalo; el mesocele, la cavidad del mesencéfalo y el rombocele, la
cavidad del rombencéfalo. De manera simultánea con la división del prosencéfalo en dos vesículas
telencefálicas y la vesícula diencefálica, el prosocele sufre las divisiones correspondientes (fig. 26-
4), que dan por resultado la formación de las siguientes estructuras:

1. Dos cavidades telencefálicas, una a cada lado (teloceles laterales).

2. Una cavidad en la línea media entre las vesículas telencefálicas (telocele mediano).

3. Una cavidad diencefálica (diocele).

Los dos teloceles laterales forman los dos ventrículos laterales. El telocele mediano y el diocele
constituyen el tercer ventrículo. La cavidad del mesencéfalo (mesocele) permanece sin dividirse
(fig. 26-4) y al final se torna en el acueducto cerebral. Después de dividirse el rombencéfalo en un
metencéfalo y un mielencéfalo, se divide su cavidad (rombocele) en el metacele, la cavidad del
metencéfalo, y el mielocele, la cavidad del mielencéfalo (fig. 26-4). El metacele y el mielocele
constituyen el cuarto ventrículo.

MADURACIÓN FUNCIONAL

Consumo cerebral de oxígeno

El consumo de oxígeno es relativamente bajo en el cerebro del recién nacido y aumenta de


manera gradual con la maduración. Se aproxima a 5 mL/100 g de tejido cerebral por minuto, que
equivalen a 50% del consumo total de oxígeno del niño. Con el desarrollo normal disminuye el
consumo cerebral de oxígeno para llegar al nivel del adulto de 3.5 mL/100 g de tejido cerebral por
minuto. El consumo cerebral bajo de oxígeno del cerebro al nacer explica la capacidad del cerebro
del recién nacido para tolerar estados de anoxia. Esta tolerancia a la anoxia también se explica por
la dependencia del cerebro antes del nacimiento en la glucólisis anaerobia como una fuente de
energía. Justo antes de nacer aumenta la concentración de enzimas necesaria para la glucólisis
aerobia (succinodeshidrogenasa, succinooxidasa, adenilfosfatasa, etc.) en preparación para el
cambio del metabolismo cerebral de procesos anaerobios a aerobios.

Flujo sanguíneo cerebral

El flujo sanguíneo del cerebro del neonato es bajo. Aumenta con la edad para llegar a un máximo
de 105 mL/100 g por minuto entre los tres y cinco años de edad decrece para alcanzar el índice del
adulto de 54 mL/100 g por minuto. Índice metabólico cerebral de la glucosa Los estudios con
tomografía por emisión de positrones para valorar los índices metabólicos locales de la glucosa en
lactantes y niños demostraron un patrón de utilización de la glucosa del cerebro neonatal
notablemente diferente en comparación con el de un cerebro adulto. De manera característica
hay cuatro regiones cerebrales sobresalientes en términos metabólicos: corteza sensoriomotora,
tálamo, tallo cerebral y vermis del cerebelo. Alrededor del primer año de edad, los índices
metabólicos cerebrales locales de la glucosa se semejan en cantidad a los adultos jóvenes. Sin
embargo, desde el punto de vista cuantitativo, los índices metabólicos de la glucosa maduran con
lentitud. En un recién nacido, el índice metabólico cerebral local de la glucosa es 70% del total de
un adulto. Alrededor de los dos a tres años de vida aumenta y excede el índice de los adultos.
Permanece en estos valores elevados hasta los nueve a 10 años de vida y después decae para
llegar al índice de adultos entre los 16 y 18 años. La etapa de declinación del índice metabólico
cerebral de la glucosa entre los nueve y 18 años de edad corresponde a la etapa de una notable
disminución de la plasticidad del cerebro después de una lesión.

FUNCIÓN POSNATAL DEL CEREBRO

La función del cerebro después del nacimiento prosigue a través de varias etapas de creciente
complejidad. La primera etapa abarca los dos primeros años de vida. Durante esta época el
lactante cambia de un neonato sin reconocimiento del ambiente a un niño enterado del ambiente
y capaz de diferenciar entre diversos estímulos ambientales. La segunda etapa ocurre entre los
dos y cinco años de edad. Esta es una etapa de representación preconceptual en que el niño
desarrolla imágenes de cuadros como símbolos y comienza a utilizar el lenguaje como un sistema
de signos simbólicos. La tercera etapa se observa entre los cinco y ocho años de edad. Es una
etapa de representación condicional en que el niño se da cuenta que no está solo en el universo y
comienza a interactuar con otras características y fuerzas del mismo. La cuarta etapa, que se
extiende de los siete a los 12 años de edad, es una etapa de pensamiento operacional en que el
niño comienza a reconocer las relaciones entre los objetos y apreciar sus valores relativos: más o
menos, pesado o ligero y largo o corto. Además de estas etapas de desarrollo conductual, el niño
avanza a través de etapas de desarrollo motor y sensorial de complejidad creciente; en general, el
primero precede al segundo. Al principio, al mes de edad, es una criatura subcortical; luego el niño
procede a asir, levantar la cabeza, sonreír, enfocar sus ojos, escuchar, rodarse sobre sí mismo,
gatear, tomar objetos pequeños, ponerse de pie y caminar. A medida que prosiguen estos
desarrollos conductuales, motores y sensoriales, el sistema nervioso central forma procesos
neurales, sinapsis y vías mielinizadas. No obstante, es difícil equiparar cada una de estas etapas del
desarrollo con un cambio estructural definido. En el cuadro 26-4 se presenta un resumen
simplificado que correlaciona los desarrollos anatómico, funcional y conductual en el primer año
de vida. Los estudios de imágenes funcionales revelaron que la estimulación temprana incrementa
la función del cerebro, en tanto que la falta de ella conduce a la pérdida de la función cerebral. La
investigación sobre el desarrollo demostró que existen ventanas de oportunidad del desarrollo
para diferentes funciones cerebrales. Por tanto, las ventanas de oportunidad son cero a los dos
años para el desarrollo emocional, cero a los cuatro años para las matemáticas y la lógica, cero a
los 10 años para el lenguaje y tres a los 10 años para la música. Se ha reconocido quedespués de la
adolescencia media no es posible adquirir un segundo lenguaje sin acento. Otro ejemplo del
efecto del periodo crítico se relaciona con el tono absoluto, una habilidad importante para
músicos, que no es probable que se desarrolle si el entrenamiento musical se inicia después de los
10 años de edad.

MITOS Y REALIDADES

Los nuevos conocimientos han corregido varios mitos sobre el desarrollo del cerebro.

Mito 1. El cerebro se desarrolla a un ritmo constante durante toda la niñez. Realidad. El desarrollo
del cerebro no es lineal sino episódico, con ventanas de oportunidad.

Mito 2. El desarrollo del cerebro se afecta sobre todo por factores biológicos.

Realidad. El desarrollo del cerebro puede alterarse por abuso, negligencia, pobreza e
institucionalización.
Mito 3. El desarrollo del cerebro es muy lento antes de los tres años de edad. Realidad. El
desarrollo del cerebro durante los tres primeros años es rápido.

Mito 4. Los genes controlan el desarrollo del cerebro. Realidad. Al desarrollo del cerebro se
determinan por los genes y la experiencia.

ENVEJECIMIENTO

El envejecimiento del sistema nervioso se acompaña de alteraciones morfológicas y funcionales


características.

Alteraciones morfológicas

En el envejecimiento del sistema nervioso se han descrito las siguientes alteraciones estructurales:

1. Atrofia cortical manifestada por ensanchamiento de los surcos, disminución del tamaño de los
giros y crecimiento de las cavidades ventriculares.

2. Disminución del número y tamaño de las neuronas. Esto se observa en las neuronas más grande
como las células piramidales de Betz y las neuronas de Purkinje.

3. Menor cantidad de material de Nissl.

4. Engrosamiento y agrupamiento de neurofibrillas entre sí.

5. Aumento del número de cuerpos amiloides (cuerpos amiláceos), en particular alrededor de la


superficie ventricular. Aún no se establece con certeza el origen de los cuerpos amiloides, pero se
piensa que representan productos de la degeneración neuronal.

6. Incremento del pigmento lipofuscina en neuronas y la glial. En esta última se afectan en especial
los astrocitos, mientras que se conservan relativamente los oligodendrocitos y la microglia. La
afección predominante de astrocitos en este proceso de envejecimiento tiene un efecto
perjudicial en la función neuronal.

7. Engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos cerebrales.

Alteraciones funcionales

Se piensa que los siguientes cambios funcionales contribuyen a algunas de esas alteraciones
estructurales o resultan de las modificaciones estructurales.

1. Reducción del flujo sanguíneo cerebral. El menor flujo sanguíneo del cerebro es casi siempre la
consecuencia final del engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos, que a su vez puede
conducir a isquemia y desaparición de elementos neuronales.

2. Disminución de la utilización de oxígeno por los tejidos cerebrales.

3. Reducción del empleo de glucosa por los tejidos del cerebro.

4. Aumento de la resistencia cerebrovascular.


Neurohistología

LAS CÉLULAS Y SUS

CARACTERÍSTICAS ÚNICAS

Sinapsis de las neuronas

Una neurona o célula nerviosa (los términos pueden utilizarse de manera indistinta), tiene un
cuerpo celular, o pericarion (la parte que contiene el núcleo) y todos sus procesos (axón y
dendritas) en conjunto denominado neurópilo. Los nombres adjudicados a las neuronas los han
sugerido su tamaño, forma, aspecto, función o su descubridor (p. ej., célula de Purkinje [neurona]
del cerebelo). El tamaño y la forma de los cuerpos de las células neuronales son sumamente
variables. El diámetro del cuerpo celular puede ser tan pequeño como 4 μm (célula granulosa del
cerebelo) o tan grande como 125 μm (neurona motora de la médula espinal). Las células nerviosas
pueden tener forma piramidal, de redoma, estrellada o granular (fig. 1-1). Una característica
adicional de estos pericariones es el número y organización de sus procesos. Algunas neuronas
poseen escasas dendritas, en tanto que otras tienen múltiples proyecciones dendríticas. Con dos
excepciones conocidas (las células amacrinas sin axones de la retina y las células granulosas del
bulbo olfatorio), todas las neuronas muestran cuando menos un axón y una o más dendritas. En
general, se reconocen tres tipos básicos de neuronas:

1. Las neuronas unipolares o seudounipolares (p. ej., células ganglionares sensoriales [o raíz
dorsal]) que poseen un cuerpo celular esférico con solo un proceso que se bifurca (fig. 1-1H).

2. Las neuronas bipolares (p. ej., ganglios periféricos coclear y vestibular y células receptoras
olfatorias y retinianas) que tienen forma de huso, con un proceso en cada extremo de la célula (fig.
1-1I).

3. Las neuronas multipolares (p. ej., ganglios autónomos y la enorme población de células del
sistema nervioso central) que muestran un axón y muchos procesos dendríticos (figs. 1-1A-G).

La característica más importante de las neuronas la constituyen sus procesos. En el hombre, el


axón de una neurona, la parte efectora de la célula, puede tener un metro o más de longitud y
extenderse desde la médula espinal hasta los dedos de las manos o los pies o desde las neuronas
de la corteza cerebral hasta la extensión distal de la médula espinal. Las dendritas, el área
receptora primaria de la célula, son variables en cuanto a su número y patrón de ramificación y en
algunos casos incrementan en grado considerable el área de superficie de una neurona.

Pericarion

El pericarion, o cuerpo de la célula, contiene el núcleo y varios organelos El núcleo es redondo y


central. De manera característica, el nucleoplasma es homogéneo y se tiñe mal con colorantes
básicos (nucleares). Esto indica que el ácido desoxirribonucleico (ADN) está disperso y se halla en
su estructura funcionalmente activa. Se dice que el nucleoplasma se encuentra en su forma
eucromática. En contraste notorio cada núcleo contiene un nucleolo que se tiñe de forma intensa
(con colorantes básicos), compuesto en parte por ácido ribonucleico (RNA), que por lo regular
están dentro del núcleo. Una membrana nuclear precisa encierra el contenido nuclear. Los
diversos organelos e inclusiones llenan el citoplasma que rodea al núcleo. El organelo más notable
es la llamada sustancia cromófila (por su afinidad con los colorantes básicos), o cuerpos de Nissl
(en honor de quien los descubrió). Estos últimos (fig. 1-2A) son en particular notables en neuronas
motoras somáticas, como las que se encuentran en el cuerno anterior de la médula espinal o en
ciertos núcleos de nervios craneales motores (en este caso, el término núcleos se refiere a un
grupo de cuerpos celulares en el sistema nervioso central y no a los núcleos de las neuronas). Los
cuerpos de Nissl, que son abundantes, se componen de ribonucleoproteínas unidas a la
membrana (que también se conocen en conjunto como retículo endoplásmico granuloso).

El cuerpo celular sintetiza proteínas citoplásmicas y otros constituyentes esenciales, que se


distribuyen en la totalidad de la neurona para su conservación y las actividades funcionales que se
comentan más adelante.

Los cuerpos de Nissl no solo se hallan en el cuerpo de la célula sino también en las dendritas. Por
consiguiente, participan así mismo en la actividad de síntesis, y su presencia en las dendritas
confirma su identidad como tales, de otra manera sería imposible identificarlas en el estudio de la
mezcla densa de dendritas y axones en el neurópilo. Por otra parte, los cuerpos de Nissl no existen
en el cono axónico (parte del pericarion del cual surge el axón) y sufren cambios típicos
(cromatólisis) en respuesta a una lesión axónica (véase más adelante). Las numerosas
mitocondrias diseminadas en la totalidad del citoplasma tienen una función vital en la actividad
metabólica de la neurona.

El aparato de Golgi (fig. 1-2B), que se descubrió de manera original en las neuronas, es un sistema
muy desarrollado de vesículas aplanadas y vesículas granulares pequeñas, ovales y redondas, o
ambas. El aparato de Golgi es la región de la célula que recibe los productos de la síntesis de la
sustancia de Nissl para posibilitar una actividad de síntesis adicional. El aparato de Golgi es el sitio
en que se enlazan los carbohidratos a las proteínas en la síntesis de glucoproteínas. Las vesículas
pequeñas que surgen de este organelo pueden ser el origen de las vesículas sinápticas y su
contenido que se hallan en las terminales del axón.

En todas las neuronas se encuentran neurofibrillas (fig. 1-2C) que se continúan en la totalidad de
sus procesos. Se componen de subunidades (neurofilamentos) de 7.5 a 10 nm de diámetro y por
consiguiente abajo del límite de resolución de la microscopia de luz. En la enfermedad de
Alzheimer se acumulan en las neuronas agregados de neurofibrillas anormales (marañas
neurofibrilares). Además de los neurofilamentos, existen neurotúbulos con un diámetro externo
de 25 nm; estas estructuras son similares a las localizadas en células no neuronales. Los
neurotúbulos se relacionan con el transporte rápido de las moléculas de proteínas que se
sintetizan en el cuerpo celular y que se llevan a través de las dendritas y el axón. Los pericariones
neuronales contienen también neurofilamentos de 5 a 8 nm o filamentos de actina que integran
una red bajo la membrana plasmática.

Las células nerviosas de mayor tamaño contienen gránulos de pigmento lipocromo (fig. 1-2D). Al
parecer, estos gránulos se acumulan con la edad y son más obvios durante el envejecimiento del
organismo. Además, ciertas células nerviosas que se hallan en sitios específicos del cerebro
incluyen gránulos negros (pigmento de melanina) (fig. 1-2E). Todos estos organelos e inclusiones
son característicos del pericarion y se distinguen como el centro trófico de la neurona. La
separación de un proceso (axón o dendrita) del pericarion da lugar a la desintegración del proceso.
Neuroglia

Las células de apoyo entre las neuronas del sistema nervioso central se denominan neuroglia (fig.
1-7). Existen algunas variedades, que pueden organizarse del siguiente modo:

1. Astrocitos

a. Fibrosos

b. Protoplasmáticos

2. Oligodendrocitos

3. Células ependimarias

4. Microglia.

Los astrocitos y los oligodendrocitos se conocen también como microglía.

A. Astrocitos

Se identifican como las células más grandes de neuroglia. Además son células estrelladas
ramificadas. Los núcleos de estas son ovoides tienen una ubicación central y se tiñen mal porque
carecen de cantidades notorias de heterocromatina y nucleolos. Los núcleos contienen
eucromatina, que no se tiñe con los colorantes nucleares típicos y es característica de la actividad
nuclear activa en su función celular. El citoplasma de los astrocitos puede contener gránulos
redondos pequeños y filamentos gliales compuestos de la proteína glial fibrilarmente ácida
(GFAP). Los procesos de la astroglia se unen a la superficie externa de los capilares y la recubren
por completo (pies perivasculares finales o placas podálicas) y así mismo a la piamadre
(gliallimitante).

Durante el desarrollo, los astrocitos (glial radial) proporcionan un marco estructural que dirige la
migración neuronal.

a. Astrocitos fibrosos. Tienen procesos fusiformes finos que se irradian desde el cuerpo celular y
terminan con expansiones distales o placas podálicas, que también se encuentran en contacto con
paredes externas de vasos sanguíneos dentro del sistema nervioso central. Los procesos podálicos
forman una vaina glial continua, la llamada membrana perivascular limitante, que rodea a los
vasos sanguíneos (fig. 1-7C).

El citoplasma de astrocitos fibrosos contiene filamentos que se extienden en la totalidad de la


célula y así mismo en el grupo genérico de los organelos citoplásmicos habituales. Los astrocitos
fibrosos, que se hallan sobre todo dentro de la sustancia blanca, se relacionan con la transferencia
de metabolitos y la reparación de tejido dañado (cicatrización).

b. Astrocitos protoplasmáticos. Poseen ramas más gruesas y numerosas. Se encuentran en


relación estrecha con las neuronas y pueden envolverlas de modo parcial (figs. 1-7A y B). Debido a
que tienen un vínculo cercano con las neuronas, se localizan sobre todo en la sustancia gris, en
donde se encuentran los cuerpos celulares. Aún no se aclara del todo su función, pero sirven como
intermediarios metabólicos para las células nerviosas.

B. Oligodendrocitos

Se considera que tienen menos ramas que los astrocitos son más cortos (fig. 1-7D). Sus núcleos
son redondos y poseen nucleoplasma condensado y teñible (heterocromatina). El citoplasma está
lleno de forma densa con mitocondrias, microtúbulos y ribosomas, pero carece de
neurofilamentos.

Los oligodendrocitos se encuentran en las sustancias gris y blanca. Por lo general, se sitúan en
hileras entre los axones en la sustancia blanca. Los estudios de microscopia electrónica
relacionaron a los oligodendrocitos con la mielinización en el sistema nervioso central en una
forma similar con las células de Schwann en el sistema nervioso periférico. Dentro de la sustancia
gris estas células se vinculan de cerca con neuronas al igual que los astrocitos protoplasmáticos.

C. Células ependimarias Estas células revisten el conducto central de la médula espinal y los
ventrículos cerebrales (fig. 1-7E), además varían en su forma, de cuboidea a cilíndrica, y pueden
tener cilios. Su citoplasma contiene mitocondrias, un aparato de Golgi y gránulos pequeños. Estas
células participan en la formación del líquido cerebroespinal. En algunas áreas del sistema
nervioso, como en el órgano subcomisural, se encuentra una forma especializada de células
ependimarias.D. Microglia A diferencia de otras células nerviosas y gliales, la microglia es de origen
mesodérmico (fig. 1-7A) y penetra en el sistema nervioso central al inicio de su desarrollo.

Sus cuerpos celulares son pequeños, las más de las veces con escaso citoplasma, pero se tiñen de
forma densa y poseen núcleos algo aplanados y alargados. Estas células tienen pocos procesos
(dos de manera ocasional) en cada extremo. Los procesos son fusiformes y llevan espinas
pequeñas. La microglía tiene distintas funciones. En condiciones normales participan en el
mantenimiento del neuropilo. Cuando ocurren neuroinfecciones o lesiones destructuras en el
sistema nervioso central, estas células cambian su morfología y se tornan movibles y fagocíticas.
Por consiguiente, constituyen los macrófagos, o células basureras, del sistema nervioso central.
Las células gliales se describen como los elementos eléctricamente pasivos del sistema nervioso
central. Sin embargo, en cultivos se ha demostrado que las células gliales pueden expresar una
diversidad de canales iónicos controlados por ligando y voltaje que antes se pensaba que eran
propiedades de las neuronas. Aunque se han descrito numerosos canales de iones (sodio, calcio,
cloruro y potasio) es incierta su importancia funcional plena. Se demostró que los oligodendrocitos
modifican con rapidez el gradiente de potasio a través de sus membranas celulares, lo que da
lugar a un cambio de potencial; en consecuencia, sirven como amortiguadores muy eficientes del
potasio. Se demostró la presencia en células gliales, particularmente en astrocitos, de receptores
para múltiples neurotransmisores y neuromoduladores, como ácido gammaaminobutírico (GABA),
glutamato, noradrenalina y sustancia P. Los estudios de registro electrofisiológico en microáreas
de membrana (patch clamp) revelaron que estos receptores gliales son similares en muchos
aspectos a los que se encuentran en las neuronas.
GANGLIOS

Los ganglios se definen como acumulaciones de cuerpos de células nerviosas localizados fuera del
sistema nervioso central. Existen dos tipos de ganglios: craneoespinales y autónomos.

Ganglios craneoespinales

Se localizan en las raíces dorsales de los 31 pares de nervios raquídeos y las raíces sensoriales de
los nervios trigémino (nervio craneal V), facial (nervio craneal VII), vestibulococlear (nervio craneal
VIII), glosofaríngeo (nervio craneal IX) y vago (nervio craneal X) (fig. 1-1H). Los ganglios de la raíz
dorsal y los ganglios de los nervios craneales se relacionan con la recepción y distribución
sensoriales. Así reciben los estímulos de los ambientes externo e interno en sus extremos distales
y transmiten impulsos nerviosos al sistema nervioso central. Las células ganglionares del grupo
espinal se clasifican como neuronas seudounipolares, en tanto que las células ganglionares de los
nervios vestibular y coclear son neuronas bipolares (fig. 1-1I).

Las células de los ganglios craneoespinales varían de tamaño de 15 a 100 μm. En general, estas
células corresponden a dos grupos de tamaño. Las neuronas más pequeñas tienen axones sin
mielina, en tanto que las más grandes poseen axones mielinizados. Cada célula ganglionar está
rodeada por tejido conjuntivo y células de apoyo (las células satélites perineuronales o células
encapsuladas). De cada célula surge un proceso aislado que se bifurca y al llevarlo a cabo adquiere
una forma de T o Y invertidas (fig. 1-1H). Esta estructura parecida al axón se extiende a sitios
proximales y distales apropiados. El proceso intracapsular puede estar enrollado (llamado
glomérulo) o ser relativamente recto. Sin embargo, las células ganglionares bipolares de los
nervios craneales vestibular y coclear no están encapsuladas por células satélites.

Ganglios autónomos Se consideran grupos de neuronas que se hallan desde la base del cráneo
hasta la pelvis, en nexo estrecho con cuerpos vertebrales y dispuestos de manera bilateral
adyacentes a ellos (ganglios simpáticos) o localizados dentro del órgano que inervan (ganglios
parasimpáticos). En contraste con los ganglios craneoespinales, las células ganglionares del
sistema nervioso autónomo (simpático y parasimpático) son multipolares (figs. 1-1F y G) y reciben
aferencias sinápticas de varias áreas del sistema nervioso. Las células ganglionares autónomas
están rodeadas por tejido conjuntivo y células satélites perineuronales pequeñas situadas entre las
dendritas y en proximidad con el cuerpo celular. Las células autónomas varían de diámetro de 20 a
60 μm y poseen núcleos esféricos u ovales claros (eucromáticos); algunas células son binucleadas.
El citoplasma contiene neurofibrillas agregados pequeños de RNA, un aparato de Golgi, vesículas
pequeñas y mitocondrias. Con frecuencia, los procesos dendríticos de dos o más células
adyacentes parecen enmarañados y forman glomérulos dendríticos; estas células se encuentran
encerradas en una cápsula. Las arborizaciones terminales de los axones ganglionares hacen
sinapsis en estos glomérulos dendríticos y en las dendritas de células ganglionares individuales. En
general, la arborización preganglionar de un axón aislado lleva al axón a entrar en contacto
sináptico con numerosas células ganglionares. Los axones de estas células ganglionares tienen un
diámetro pequeño (0.3 a 1.3 μm). Las células ganglionares autónomas dentro de las vísceras
(ganglios parasimpáticos, intramurales) pueden ser muy escasas y mostrar una amplia
distribución. No son encapsuladas, pero están incluidas dentro de tabiques de tejido conjuntivo
del órgano que inervan. Las células de ganglios autónomos inervan efectores viscerales como
músculo liso, músculo cardiaco y epitelio glandular.

FIBRAS NERVIOSAS

Un nervio periférico se compone de fibras nerviosas (axones) que varían de tamaño, son
mielinizadas o amielínicas y transmiten impulsos nerviosos desde el sistema nervioso central o
hacia él. Muchas veces los nervios periféricos son mixtos porque se integran con fibras motoras y
sensoriales. Los nervios que solo contienen estas últimas se denominan nervios sensoriales; los
que incluyen únicamente fibras motoras se llaman nervios motores. La organización estructural
cambia en toda la longitud del nervio por la división y unión repetidas de diferentes fascículos
nerviosos, lo que crea formaciones fasciculares complejas. Las fibras nerviosas que constituyen un
nervio periférico se clasifican de acuerdo con el tamaño y otras propiedades funcionales (cuadro
1-1). Los axones denominados A alfa varían de tamaño de 12 a 22 μm, los A beta de 5 a 12 μm, los
A gamma de 2 a 8 μm y los A delta de 1 a 5 μm. Las fibras simpáticas preganglionares que tienen
menos de 3 μm de diámetro se designan como fibras B. Todas estas estructuras son fibras
nerviosas mielinizadas. Los axones más pequeños (0.1 a 3 μm de diámetro) se llaman fibras C y
carecen de mielina. Así que miles de axones pueden componer un nervio periférico, pero el
número de ellos en cada nervio periférico es variable. Algunos axones inervan muchas estructuras
terminales; otros, solo unas cuantas.

El examen del corte transversal de un nervio revela que la cantidad de tejido conjuntivo oscila
entre 25 y 85%. Esta cifra cambia de lugar y también de nervio. Por ejemplo, el tejido conjuntivo
aumenta en puntos en los que el nervio cruza articulaciones o cuando hay relativamente un gran
número de fascículos o haces nerviosos más pequeños dentro del nervio periférico. Los elementos
de tejido conjuntivo proporcionan la mayor fuerza tensiva de los nervios periféricos; debido a que
el tejido conjuntivo envaina a los axones e impide que se lesionen o dañen por estiramiento. Se
reconocen tres partes de la vaina de tejido conjuntivo (fig. 1-8). La vaina externa, el epineurio, es
relativamente gruesa y se compone de modo parcial de tejido conjuntivo laxo (areolar) y contiene
vasos sanguíneos y linfáticos. De igual modo, guarda contigüidad con la duramadre cuando el
nervio periférico sale del sistema nervioso central.

El epineurio proporciona al nervio su aspecto y consistencia parecidos a un cordón, lo separa de


los tejidos circundantes y actúa como un “amortiguador” que disipa las fuerzas que se establecen
en un nervio cuando este último se somete a una presión o traumatismo. Los nervios compuestos
de fascículos estrechamente empacados con poco tejido epineural de apoyo son más vulnerables
a una lesión mecánica que los nervios en los que los fascículos están separados de modo más
amplio por una cantidad mayor de tejido epineural. Las fibras colágenas epineurales se continúan
con el perineurio denso que separa y encierra grupos de axones en fascículos de distintos
tamaños. El perineurio también divide los fascículos y sigue las ramas nerviosas hasta la periferia,
en donde termina en cada axón individual (la llamada vaina de Henle). Los diversos vasos
sanguíneos pequeños pueden atravesar estas separaciones o tabiques y el perineurio se continúa
con la membrana piaaracnoidea. El perineurio también confiere fuerza tensiva y cierta elasticidad
al nervio.
El perineurio se considera también una estructura especializada que proporciona transporte activo
de materiales seleccionados a través de las células perineurales desde los fascículos del nervio y
hacia ellos. También actúa como una barrera de difusión (sangre–nervio) similar a la piaaracnoide,
con la que se continúa.

La vaina más interna de tejido conjuntivo es el endoneurio que reviste cada axón individual y se
continúa con el tejido conjuntivo que forma el perineurio y el epineurio. Este tejido conjuntivo
proporciona una vaina tubular protectora y resistente a los axones delicados. Dentro del
endoneurio, y alrededor de cada axón mielinizado o amielínico, se encuentran células de Schwann
que producen la vaina de mielina (fig. 1-6). Esta vaina nucleada de fibras nerviosas periféricas
también se conoce como neurolema.

En general, los axones grandes son mielinizados y los pequeños carecen de mielina. No se conocen
los factores que determinan la selección de fibras para mielinización, pero se han referido el
calibre del axón y las influencias tróficas en células de Schwann por el axón. La velocidad de
conducción de los axones se relaciona directamente con su diámetro y el grosor de lavaina de
mielina y aumenta con el diámetro creciente del axón y el grosor cada vez mayor de la vaina de
mielina. Un sistema anastomótico de vasos sanguíneos dispuesto en sentido longitudinal, que se
origina en arterias y venas más grandes, vasos musculares perforantes y vasos periósticos,
suministra buena irrigación a los nervios. Estos vasos se ramifican dentro del epineurio y se
extienden para llegar al perineurio y al endoneurio. Son comunes las anastomosis entre arteriolas,
vénulas y arteriolas y vénulas. Existen múltiples anastomosis entre arteriolas epineurales y
perineurales y capilares endoneurales.

La microscopia electrónica reveló diferencias estructurales entre los vasos epineurales y


endoneurales. Las células endoteliales que forman los vasos epineurales tienen uniones celulares
de la variedad “abierta”, que permiten la extravasación de macromoléculas de proteína. Pueden
difundirse cantidades pequeñas de proteínas séricas hacia el interior del epineurio, pero no pasan
a través del perineurio. En contraste, los vasos endoneurales poseen células endoteliales con
uniones estrechas que impiden la extravasación de proteínas dentro del espacio endoneural.

Fibras nerviosas mielinizadas

Los estudios de microscopia electrónica demostraron que casi todos los axones mayores de 1 μm
de diámetro están mielinizados. La vaina de mielina, un complejo proteofosfolípido, se forma con
muchas capas dobles concéntricas de membranas celulares de Schwann. La doble capa de
membrana celular, que está enrollada de modo estrecho, exprime el neuroplasma entre las capas
y se fusionan las superficies internas o protoplásmicas de la membrana celular para formar las
láminas densas, más gruesas, de la vaina de mielina (llamadas líneas densas mayores) que se
observan en la microscopia electrónica. Las láminas internas, menos densas (denominadas líneas
intraperiódicas), se constituyen con las superficies externas de la membrana celular. La vaina de
mielina no se continúa en toda la longitud del axón sino que está interrumpida en cada extremo
porque las células de Schwann son mucho más cortas que los axones. Por consiguiente, siempre
existe una brecha entre las células de Schwann adyacentes; esta brecha se conoce como nodo de
Ranvier. Se requieren muchas células de estas para mielinizar un axón aislado. Se sabe que en los
nodos de Ranvier están agrupados canales de sodio, pero también se encuentran en cantidades
más bajas en la membrana axónica internodal. La microscopia electrónica reveló que el nodo está
recubierto de manera parcial por procesos interdigitales de las células de Schwann. La distancia
internodal no es constante por las variaciones del tamaño de las células de Schwann y diferencias
del diámetro de la fibra y entre especies animales; puede variar entre 400 y 1500 μm. El axón en el
nodo de Ranvier muestra así mismo variaciones únicas de esta región. Por ejemplo, el número de
mitocondrias en el nodo es cinco veces mayor que el observado en otras áreas. En este sitio
también son más numerosas vesículas autofágicas laminadas, perfiles endoplásmicos lisos,
gránulos de glucógeno y gránulos parecidos a lisosomas. También existe una tumefacción relativa
del axón en el nodo. La organización ultraestructural notable del nodo de Ranvier sugiere que toda
la región paranodal, las membranas celulares de Schwann adyacentes y la región nodal del axón
pueden constituir o considerarse como una unidad funcional. En ocasiones, la mielina muestra una
fusión incompleta y localizada de la membrana celular de Schwann y es posible encontrar
cantidades pequeñas de protoplasma de las células de Schwann atrapadas entre las membranas.
Estas áreas de fusión incompleta se denominan hendiduras de Schmidt-Lanterman (fig. 1-6). No se
conoce su significado, pero pueden ser un remanente o representar un déficit por desgarro en la
formación de mielina o indicar tan solo una distensión de áreas de la vaina de mielina en la que
quedó rezagado de modo inadvertido el citoplasma de la célula de Schwann a medida que la célula
se enrolló alrededor del axón en el proceso de formación de la vaina de mielina. Una vez atrapado,
tal vez no es removible, pero no suscita cambios funcionales demostrables. La mielina axónica
termina cerca de la arborización final del axón. Algunas investigaciones establecieron que el axón
proporciona la “señal” para que se lleve a cabo la mielinización. Es probable que las moléculas de
la membrana axónica propaguen dicha señal.

La mielinización en el sistema nervioso central la llevan a cabo los oligodendrocitos en una forma
similar a la que se describió para el sistema nervioso periférico. La principal diferencia en la
mielina del sistema nervioso central radica en que la distancia internodal y la brecha del nodo de
Ranvier son más pequeñas. Además, en el sistema nervioso periférico una célula de Schwann
produce mielina para una parte del axón aislada, en tanto que en el sistema nervioso central un
oligodendrocito elabora el segmento de vaina de mielina para un grupo completo de axones en su
proximidad, cuya cifra varía de tres a 200 axones.

Fibras nerviosas amielínicas

A diferencia de sus correspondientes más grandes, en la envoltura de una célula de Schwann


aislada pueden incluirse varios axones pequeños (ocho a 15) (fig. 1-5D) y separarse de ella por un
espacio periaxónico constante. En un corte transversal, el axón revestido parece estar suspendido
en el citoplasma por un segmento corto de la membrana externa invaginada, que después de
rodear el axón se dirige de nueva cuenta a la superficie en aproximación cercana a la membrana
incompleta. La similitud del aspecto de esta disposición con un corte transversal del intestino con
su mesenterio de apoyo llevó a utilizar el término mesaxón para los axones no mielinizados
suspendidos por la membrana celular y localizados abajo de la superficie externa de la célula (y
rodeados por neuroplasma). Los axones amielínicos no tienen nodos de Ranvier. Dentro del
sistema nervioso central, los oligodendrocitos tienen la misma función que las células de Schwann
porque envainan los axones no mielinizados.

Conducción de impulsos nerviosos

La membrana celular posee un papel fundamental en la transmisión neural. En fibras amielínicas,


el impulso eléctrico se conduce por el movimiento de iones a través de una membrana celular
iónica desestabilizada. El cambio de la permeabilidad membranosa permite la entrada de iones de
sodio y la salida de iones de potasio, lo que da por resultado una reversión localizada de la carga
de la membrana celular. A ello le sigue una desestabilización de segmentos adyacentes de la
membrana y el efecto es la propagación de un potencial de acción. A continuación se restablece la
diferencia del potencial de reposo entre el interior y el exterior del axón de la membrana antes
permeable. Las concentraciones de sodio y potasio dentro y fuera del axón vuelven a sus valores
en reposo. En fibras mielinizadas solo se observan cambios de la permeabilidad en los nodos de
Ranvier. El efecto aislante de la mielina entre los nodos impide la propagación del potencial de
acción a lo largo del axón; en lugar de ello, el impulso brinca de un nodo a otro. Este tipo de
conducción se conoce como saltatoria y es más rápida en grado considerable que el proceso de
conducción continua que se encuentra en fibras nerviosas no mielinizadas. La pérdida de la vaina
de mielina, que se denomina desmielinización, puede alterar la conducción. Las enfermedades en
las que ocurre lo anterior (p. ej., la esclerosis múltiple) producen déficit neurológicos notorios.

Transporte axónico

Las proteínas que se sintetizan en el pericarion se transportan en la totalidad de la célula y a través


del axón hasta su terminal. El transporte axónico fluye en dos direcciones: anterógrada, o hacia la
terminal del axón, y retrógrada, o de la terminal del axón al cuerpo celular (fig. 1-9).

El transporte anterógrado tiene sobre todo dos velocidades: una rápida (100 a 400 mm/día) y una
lenta (0.25 a 3 mm/día). El sistema de transporte retrógrado es muy importante para el
reciclamiento de proteínas y neurotransmisores intraaxónicos y el movimiento de sustancias
extraneurales de las terminaciones nerviosas a la neurona, lo que confiere un mecanismo que
permite a las influencias tróficas de órganos terminales tener un efecto en las neuronas. El
transporte axoplásmico retrógrado es rápido y ocurre casi a la mitad de la velocidad (50 a 250
mm/día) del componente anterógrado rápido. No existe un componente lento de transporte
retrógrado. Tampoco hay alguna diferencia en la velocidad de transporte de material entre axones
sensoriales y motores. En los transportes anterógrado y retrógrado rápidos participan los
microtúbulos; en consecuencia, los medicamentos que los alteran, como la colchicina y la
vimblastina, impiden el transporte axónico rápido. Se sabe que en el transporte anterógrado
rápido una proteína característica, llamada cinesina, suministra la fuerza motriz para impulsar
organelos a lo largo de microtúbulos. En el transporte retrógrado rápido interviene una proteína
diferente: la dineína. Las sustancias que se mueven se transportan en las mitocondrias o vesículas
pequeñas del retículo endoplásmico liso (REL). Las sustancias que se llevan incluyen enzimas del
metabolismo de neurotransmisores y péptidos neurotransmisores y neuromoduladores. El
transporte axónico rápido requiere energía en forma de compuestos de fosfato de alta energía
(trifosfato de adenosina [ATP]); por consiguiente, es necesario que la neurona esté oxigenada de
manera adecuada. Cualquier interrupción de la fosforilación oxidativa mitocondrial provoca la
supresión del flujo y transporte axoplásmicos. Las sustancias transportadas por el componente
lento incluyen proteínas estructurales como tubulina, actina y proteínas neurofilamentosas. Aún
no se precisa el mecanismo subyacente de la motilidad para el transporte lento.
SINAPSIS

La unidad más simple de función neural segmentaria requiere dos neuronas: una sensorial o
receptora y una motora o efectora. Esta disposición se encuentra en los reflejos más simples, por
ejemplo el del tendón patelar (sacudida de la rodilla). El acoplamiento estructural y funcional de
estas dos neuronas ocurre a través de lo que se conoce como una sinapsis. Las arborizaciones
terminales de las neuronas sensoriales (axones) están dilatadas en protuberancias o botones
pequeños (los llamados botones terminales [boutons terminaux], un concepto ideado por un
investigador francés), que se encuentran en contacto con dendritas, cuerpos celulares y axones de
neuronas efectoras (fig. 1-10). Estos bulbos pequeños contienen vesículas sinápticas que varían de
tamaño, de 300 a 600 nm, y pueden ser redondas o aplanadas en dos lados. Las vesículas parecen
vacías pero en realidad contienen neurotransmisores, por ejemplo acetilcolina. En otros tipos de
sinapsis, las vesículas pueden contener una partícula oscura electrodensa (núcleo o vesícula de
núcleo oscuro) que al parecer es la catecolamina. La acetilcolina y la catecolamina solo son dos de
varias sustancias químicas transmisoras que facilitan la transferencia de impulsos nerviosos de una
neurona a otra en la sinapsis y a través de ella o a un órgano efector no neuronal, como una
glándula o un músculo. La microscopia electrónica reveló la estructura especializada de la
sinapsis, que consiste en membranas presinápticas, postsinápticas, o ambas, engrosadas y
separadas por una brecha (o hendidura) sináptica de casi 20 nm. Aunque no todas las sinapsis son
idénticas en su estructura, se relacionan de modo notorio. Los engrosamientos de membrana de
las membranas presinápticas y postsinápticas representan acumulaciones de proteínas
citoplásmicas abajo del plasmalema (membrana celular). Además de las vesículas sinápticas, la
terminal sináptica contiene un conjunto de mitocondrias y algunos neurofilamentos. Cuando llega
un potencial de acción a la terminal de un axón (botón terminal), se despolariza la membrana de la
terminal, penetran iones de Ca2+ en la terminal permeable y promueven la fusión de vesículas
sinápticas con la membrana presináptica (membrana del botón terminal). El neurotransmisor
contenido dentro de las vesículas sinápticas, por ejemplo acetilcolina, se libera por exocitosis hacia
la brecha, o hendidura sináptica (un espacio de 20 nm), de donde se difunde hacia el exterior, se
une a receptores en la membrana postsináptica y promueve un incremento de su permeabilidad a
distintos iones, por ejemplo sodio. Aumenta la permeabilidad iónica de la membrana postsináptica
y conduce a la despolarización de la membrana y la generación de un potencial de acción en la
membrana de la célula blanco postsináptica (glándula, músculo o nervio).

El mecanismo por el cual la entrada de Ca2+ en la terminal produce la liberación de


neurotransmisores es complejo e involucra los cambios en distintas proteínas asociadas a las
vesículas que contienen a los neurotransmisores. Las principales proteínas sinápticas son las
sinapsinas, el complejo de proteínas SNARE y la sinaptotagmina. Esta última funciona como una
sensora de Ca2+ y al unirse con este ion desencadena una serie de cambios que permiten la fusión
de la vesícula con la membrana presináptica permitiendo la liberación de las sustancias
transmisoras.

ÓRGANOS RECEPTORES DE NEURONAS SENSORIALES


Los receptores sensoriales pueden clasificarse según sea su función, por ejemplo nociceptores
(dolor) o mecanorreceptores; estructura, como encapsulados y sin cápsula (llamados libres); una
combinación de la estructura y la función; o localización anatómica, p. ej., exteroceptores
(receptores cutáneos), propioceptores (receptores musculares, tendinosos y articulares) y
viscerorreceptores (receptores en órganos internos del cuerpo). Los receptores sensoriales
proporcionan información sobre la localización, intensidad y duración de un estímulo periférico.
Están adaptados para modificar (transducir) un tipo de energía en otro (es decir, tacto en impulso
nervioso electroquímico). Cada receptor posee una sensibilidad diferente y propiedades de
adaptación distintas basadas en su respuesta a una estimulación monotónica continua. Los
receptores pueden adaptarse con rapidez o lentitud. Los primeros o rápidos (receptores fásicos)
producen impulsos que disminuyen de potencia de manera gradual como reacción a estímulos
constantes e invariables. Los segundos (receptores tónicos) continúan su grado de respuesta
durante toda su activación y la duración de la estimulación. En consecuencia, los receptores de
adaptación rápida detectan estímulos transitorios que cambian con rapidez, en tanto que los
receptores de adaptación lenta reconocen un estímulo sostenido. Los receptores de adaptación
lenta son de dos tipos. Los receptores de tipo I no tienen descargas espontáneas en reposo y son
más sensibles al desplazamiento vertical. Los receptores de tipo II conservan una descarga regular
lenta en reposo y son más sensibles al estiramiento. En el capítulo 25 se comentan con más detalle
los tipos específicos de receptor.

REACCIÓN DE LAS NEURONAS A UNA LESIÓN

Si no mueren las células nerviosas, puede iniciarse la actividad regenerativa en forma de brotes
neurales que surgen del muñón proximal tan pronto como 24 h después de una lesión.

Cuerpo celular y dendritas

Cuando se secciona o machaca un axón es posible observar las reacciones siguientes en el cuerpo
celular (fig. 1-14C) y las dendritas proximales al sitio de lesión.

1. Tumefacción de la totalidad de la célula, incluidos el núcleo y el nucleolo; el núcleo cambia de su


posición central habitual a una parte periférica de la célula.

2. Los cuerpos de Nissl (sustancia tigroide) sufren cromatólisis (es decir, se dispersan y desaparece
el patrón de tinción preciso). Este proceso es más notable en la porción central de la célula
(localización perinuclear anterior) pero puede extenderse de manera periférica para incluir los
cuerpos de Nissl en las dendritas. El proceso de cromatólisis indica un cambio en la prioridad
metabólica encaminada a la producción de neurotransmisores necesarios para la actividad
sináptica por la relacionada con la elaboración de materiales que se requieren para la reparación y
el crecimiento axónicos. El cuerpo central de la célula debe sintetizar nuevo RNA mensajero,
lípidos y proteínas citoesqueléticas. Los componentes del citoesqueleto más importantes para la
regeneración axónica son actina, tubulina y proteínas neurofilamentosas. Estas proteínas se
desplazan por transporte axónico anterógrado lento a un ritmo de 5 a 6 mm/día.

Axón

Después de una lesión, el axón sufre degeneración retrógrada

(proximal) y anterógrada (distal). Este tipo de degeneración incluye solo un segmento corto del
axón (unos cuantos internodos). Si la lesión de la neurona es reversible, se inician los procesos de
regeneración con el crecimiento de un brote axónico tan pronto nuevo citoplasma se sintetiza y
transporta desde el cuerpo de la célula. El brote regenerativo del muñón proximal del axón
requiere el alargamiento de este último. Este proceso lo media un cono de crecimiento en la punta
de la fibra en regeneración. Ramón y Cajal describió por primera vez los conos de crecimiento y
comparó su avance a través de tejido sólido con un ariete. Los conos de crecimiento liberan una
proteasa que disuelve la matriz y permiten su avance a través de los tejidos; tienen filopodios
móviles (que salen de una hoja aplanada de lamelipodio), que les permite moverse de forma
activa y explorar el microambiente de un axón en regeneración. Los conos de crecimiento tienen
una función esencial en la orientación del axón y pueden responder a indicios de guía por contacto
proporcionados por laminina y fibronectina, dos componentes glucoproteínicos mayores de las
láminas basales de las células de Schwann. Poco después de una lesión neural y antes de iniciarse
la degeneración walleriana tiene lugar una degeneración grave de las puntas de los muñones
proximal y distal. Esta lesión es secundaria a una afluencia de sodio y calcio, así como una pérdida
masiva de potasio y proteínas. Los desechos axónicos y la cicatrización normal del tejido pueden
impedir que el cono de crecimiento del muñón proximal llegue a un muñón distal sano. Alejado
del sitio de la lesión (fig. 1-14C), el axón y su vaina de mielina seccionados se someten a lo que se
conoce como degeneración walleriana, o secundaria, denominada así en reconocimiento a la
descripción de Augustus Waller en 1852.

El axón, desprovisto de su continuidad con los materiales de apoyo y nutricionales del cuerpo
celular, comienza a degenerarse en el transcurso de 12 h. El axón se degenera antes que su vaina
de células de Schwann y en el transcurso de una semana tiene una apariencia arrosariada y
tumefacta de forma irregular. La reacción axónica se extiende en sentido distal para incluir la
sinapsis. Los macrógafos invasores fagocitan las porciones fragmentadas del axón. Este proceso
puede ser más prolongado en grado considerable en el sistema nervioso central. Además de la
degeneración del axón, la vaina de mielina comienza a fragmentarse y disolverse dentro de la
célula de Schwann. Los macrófagos también tienen una función importante en la eliminación de
los productos de la destrucción de la mielina. El proceso degenerativo ocurre dentro del
endoneurio y en poco tiempo se observa actividad mitótica en las células de Schwann, que forman
un manguito parecido a un tubo dentro del endoneurio en toda la longitud del axón degenerado.
Los tubos endoneurales persisten después de eliminarse los desechos de mielina y axónicos. Las
células de Schwann en proliferación se alinean de modo longitudinal dentro del tubo endoneural
y crean una columna continua de células llamadas bandas de Büngner. El crecimiento de los
axones a partir del muñón proximal se inicia en el transcurso de 10 h y puede atravesar la brecha
entre los extremos proximal y distal del axón y penetrar en los tubos de células de Schwann
(neurolema). Aunque es posible que penetren en un tubo muchos brotes axónicos pequeños, solo
uno desarrolla su diámetro normal y vaina apropiada los otros se degeneran. Por lo regular esto
ocurre en el transcurso de dos o tres semanas, ya que en condiciones normales el crecimiento
regenerativo se lleva a cabo a un ritmo de 1.5 a 4 mm/día. La falta de establecimiento de una vía
para el nuevo crecimiento de los brotes axónicos puede tener por resultado la formación de un
neuroma, que muchas veces es una causa de dolor. Cabe señalar que el azar juega un papel
relevante en esta actividad regenerativa. Si un axón sensorial penetra en una vaina ocupada con
anterioridad por un axón motor o viceversa, el axón en crecimiento no es funcional y la neurona se
atrofia. En consecuencia, el crecimiento y la inervación precisos del blanco distal apropiado tienen
una importancia crítica para el éxito de la regeneración neural. En este contexto, el blanco de la
inervación puede ejercer una influencia “neurotrópica” guía en el axón en regeneración. Forrsman
en 1898 y Ramón y Cajal de manera subsecuente demostraron que la punta de avance de un axón
en regeneración experimenta atracción quimiotrópica hacia su blanco neural distal adecuado y
estudios experimentales recientes confirmaron este hecho. Además, aunque el proceso de
degeneración es similar en los sistemas nerviosos central y periférico, existe una diferencia
notable en el éxito del proceso regenerativo en los dos sistemas. La descripción anterior se aplica
sobre todo a la regeneración en el sistema nervioso periférico. La degeneración de una neurona se
limita a su pericarion y procesos. Sin embargo, en ciertas áreas del sistema nervioso, la
degeneración de una neurona se transmite a la neurona con la que establece conexión. Este tipo
de degeneración, se conoce como transneuronal.

Estructura y funciones de las células del sistema nervioso


Las neuronas son las células más importantes del sistema nervioso. El sistema nervioso central
(SNC) comprende el encéfalo y la médula espinal; el sistema nervioso periférico (SNP) incluye los
nervios y algunos órganos sensoriales.

Las neuronas tienen cuatro partes principales: dendritas, soma (cuerpo celular), axón y terminales
nerviosas. Se comunican por medio de sinapsis.

Comunicación en el interior de la neurona


Esta sección se ocupa de la naturaleza de la comunicación dentro de una neurona, el modo en que
un potencial de acción se propaga desde el cuerpo celular por todo el axón hasta las terminales
nerviosas, informándolas de que liberen algún neurotransmisor. Los detalles de la transmisión
sinóptica (comunicación entre neuronas) se describen en la siguiente sección. Como veremos en
este apartado, un potencial de acción consiste en una serie de alteraciones en la membrana del
axón que permite que varias sustancias se desplacen entre el interior del axón y el líquido que lo
rodea. Estos inter cambios producen corrientes eléctricas. Para ver una animación interactiva de la
información presentada en la siguiente sección.

Comunicación neuronal: resumen

Antes de comenzar la exposición sobre el potencial de acción, volvamos hacia atrás para observar
cómo pueden interaccionar las neuronas para producir una conducta útil. Comenzaremos
estudiando un grupo simple de tres neuronas y un músculo que controlan un reflejo de retirada.
En las dos figuras siguientes (y en las figuras posteriores que representan circuitos neuronales
simples), se representan las neuronas multipolares de forma simplificada como estrellas de varias
puntas. Los puntos de estas estrellas denotan dendritas, y solo aparecen una o dos terminales
nerviosas al final del axón. La neurona sensitiva de este ejemplo detecta estímulos dolorosos.
Cuando sus dendritas son estimuladas por un estímulo nocivo (como el contacto con un objeto
caliente), envía mensajes por el axón hasta las terminales nerviosas, localizadas en la médula
espinal. (Reconocerá a esta célula como una neurona unipolar; véase la Figura 2.13.) Las
terminales nerviosas de la neurona sensitiva liberan un neurotransmisor que excita la
interneurona, haciendo que envíe mensajes por su axón. Las terminales nerviosas de la
interneurona liberan un neurotransmisor que excita la neurona motora, que envía mensajes por
su axón. El axón de la neurona motora se incorpora a un nervio y viaja hasta un músculo. Cuando
las terminales nerviosas de la neurona motora liberan su neurotransmisor, las células musculares
se contraen, haciendo que la mano se aleje del objeto caliente (véase de nuevo la Figura 2.13).
Hasta este punto, todas las sinapsis han tenido efectos excitadores. Ahora vamos a complicar un
poco el asunto para observar el efecto de las sinapsis inhibidoras. Imaginemos que acaba de sacar
una cazuela caliente del horno. Mientras empieza a andar hacia la mesa para dejarla allí, el calor
comienza a penetrar las manoplas protectoras, bastante delgadas, que lleva puestas. El dolor
causado por el calor activa un reflejo de retirada que tiende a hacer que deje caer la cazuela. Sin
embargo, consigue sujetarla el tiempo suficiente como para llegar a la mesa y ponerla encima.
¿Qué impidió que el reflejo de retirada le hiciera dejar caer la cazuela al suelo? El dolor por la
cazuela caliente aumenta la actividad de las sinapsis excitadoras en las neuronas motoras, que
tiende a provocar que la mano se aleje de la cazuela. Sin embargo, esta excitación se ve
contrarrestada por una inhibición, generada en otro punto, el encéfalo. El encéfalo contiene
circuitos neuronales que reconocen el desastre que sería dejar caer la cazuela al suelo. Estos
circuitos neuronales envían información a la médula espinal para impedir que el reflejo de retirada
provoque que tire la cazuela.

La Figura 2.14 muestra cómo llega esta información a la médula espinal. Como puede ver, un axón
de una neurona encefálica alcanza la médula, donde sus terminales nerviosas forman sinapsis con
una interneurona inhibidora. Cuando la neurona del encéfalo se activa, sus terminales nerviosas
excitan esta interneurona inhibidora. La interneurona libera un neurotransmisor inhibidor, que
redure la actividad de la neurona motora, bloqueando el reflejo de retirada. Este circuito es un
ejemplo de la competición entre dos tendencias contrapuestas: dejar caer la cazuela y seguir
sujetándola (véase la Figura 2.14).

Ciertamente, los reflejos son mucho más complicados que esta descripción, y los mecanismos que
los inhiben resultan incluso más complejos. Y en este proceso participan miles de neuronas. Las
cinco neuronas mostradas en la Figura 2.14 representan muchas otras: docenas de neuronas
sensitivas detectan el objeto caliente, cientos de interneuronas resultan estimuladas por su
actividad, cientos de neuronas motoras producen la contracción y miles de neuronas encefálicas
deben activarse para inhibir el reflejo.

Medición de los potenciales eléctricos de los axones

Vamos a examinar las características del mensaje conducido a lo largo del axón. Para hacerlo,
recogemos un axón lo suficientemente grande como para trabajar con él. Afortunadamente, la
naturaleza ofrece al neurocientífico el axón gigante del calamar (¡no el axón del calamar gigante!).
Este axón tiene un diámetro de 0,5 mm, aproximadamente, cientos de veces mayor que el axón
más grande de los mamíferos. (Este axón enorme controla una respuesta de emergencia, la
contracción súbita del manto, que rocía agua a través de un propulsor e impulsa al calamar lejos
de un peligro.) Colocamos un axón gigante de calamar aislado en una placa de agua de mar, en la
que puede sobrevivir 1 o 2 días. Para medir las cargas eléctricas generadas por un axón,
necesitamos un par de electrodos. Los electrodos son conductores eléctricos que proporcionan un
camino para que la electricidad entre o salga de un medio. Uno de los electrodos es un cable
simple que colocamos en el agua de mar. El otro, que empleamos para registrar el mensaje del
axón, tiene que ser especial. Como incluso el axón gigante del calamar es bastante pequeño,
tenemos que usar un electrodo minúsculo que registrará el potencial de membrana sin dañar el
axón. Para conseguirlo, empleamos un microelectrodo. Un microelectrodo es sencillamente un
electrodo muy pequeño, hecho de metal o vidrio. En este caso, utilizaremos uno fabricado con un
tubo de vidrio muy fino, calentado y rebajado hasta ser extremadamente fino, menos de una
milésima de milímetro de diámetro. Como el cristal no conduce la electricidad, el microelectrodo
se rellena con un líquido que sí la conduzca, como una solución de cloruro potásico. Colocamos el
electrodo cable en el agua de mar e insertamos el microelectrodo en el axón (véase la
Figura2.15a). En cuanto lo hacemos, descubrimos que el interior del axón tiene una carga negativa
respecto al exterior; la diferencia en la carga es de 70 mV (milivoltios, o milésima parte de un
voltio). Así pues, el interior de la membrana es de —70 mV. Esta carga eléctrica se denomina
potencial de membrana. El término potencial hace referencia a la fuente de energía almacenada,
en este caso, energía eléctrica. Por ejemplo, una pila de linterna que no esté conectada a un
circuito eléctrica tiene una carga potencial de 1,5 V entre sus extremos. Si conectamos una
bombilla a los extremos, la energía potencial es transformada en energía radiante (luz) (véase la
Figura 2.15b). Del mismo modo, si conectamos los electrodos, (uno dentro del axón y el otro
fuera) a un voltímetro muy sensible, convertiremos la energía potencial en movimiento de la aguja
del medidor. Por supuesto, la energía eléctrica potencial de la membrana axónica es muy débil
comparada con la correspondiente a la pila de linterna. Como veremos, el mensaje conducido por
el axón consiste en un breve cambio del potencial de membrana. Sin embargo, este cambio se
produce muy rápido, demasiado como para ser capaces de verlo usando un voltímetro. Por tanto,
para estudiar el mensaje emplearemos un osciloscopio. Este dispositivo, como el voltímetro, mide
voltajes, pero también genera un registro de esos voltajes, dibujando un gráfico en función del
tiempo. Estos gráficos se muestran en una pantalla, muy parecida a la de un televisor. El eje
vertical representa el voltaje, y el horizontal, el tiempo, en dirección de izquierda a derecha.
Cuando insertamos el microelectrodo en el axón, el osciloscopio dibuja una línea horizontal recta a
—70 mV, siempre y cuando no se altere el axón. Esta carga eléctrica a través de la membrana se
denomina bastante adecuadamente potencial de reposo. En este punto, vamos a alterar el
potencial de reposo y observar qué sucede. Para hacerlo, empleamos otro dispositivo, un
estimulador eléctrico que nos permite alterar el potencial de membrana en una localización
concreta (véase la Figura 2.16). El estimulador puede transmitir corriente a través de otro
microelectrodo que hemos insertado en el axón. Como el interior del axón es negativo, una carga
positiva aplicada al interior de la membrana produce una despolarización. Es decir, elimina parte
de la carga eléctrica presente a través de la membrana cercana al electrodo, reduciendo el
potencial de membrana.

Veamos qué sucede a un axón cuando modificamos artificialmente el potencial de membrana en


un punto. La Figura 2.17 muestra el gráfico dibujado por un osciloscopio que ha estado registrando
los efectos de estímulos despolarizadores breves. Los gráficos de los efectos de estos estímulos
individuales están sobreimpuestos en el mismo registro para poder compararlos. Aplicamos una
serie de estímulos despolarizadores, comenzando por un estímulo muy débil (número 1) y
aumentando gradualmente su potencia. Cada estímulo despolariza brevemente el potencial de
membrana un poquito más. Por último, tras la despolarización número 4, el potencial de
membrana se revierte súbitamente, de modo que el interior se transforma en positivo (y el
exterior, en negativo). El potencial de membrana vuelve a la normalidad rápidamente, pero
primero excede el potencial de reposo, convirtiéndose en hiperpolarizado.

Electrodo: Medio de conducción que puede emplearse para aplicar estímulos eléctricos o registrar
potenciales eléctricos.

microelectrodo Electrodo m uy fino, usado, por lo general, para registrar la actividad de neuronas
aisladas.
potencial de membrana Carga eléctrica a través de una membrana celular; diferencia en el
potencial eléctrico entre el interior y el exterior de la célula.

osciloscopio Instrumento de laboratorio capaz de representar un gráfico del voltaje como función
del tiempo en la pantalla de un tubo de rayos catódicos.

potencial de reposo Potencial de m embrana de una neurona cuando no está siendo alterada por
potenciales postslnápticos excitadores o Inhibidores; cerca de —70 mV en el axón gigante del
calamar.

despolarización Reducción (hacia el cero) del potencial de membrana de una célula respecto a su
potencial de reposo normal.

hiperpolarización Aumento en el potencial de membrana de una célula respecto al potencial de


reposo normal.

(más polarizado de lo normal) durante un breve espacio de tiempo. Todo el proceso tarda unos 2
ms (milisegundos) (véasela Figura 2.17).

Este fenómeno, una inversión muy rápida del potencial de membrana, se denomina potencial de
acción. Constituye el mensaje transportado por el axón desde el cuerpo celular hasta las
terminales nerviosas. La cuantía del voltaje que desencadena el potencial de acción (que solo se
consiguió con el estímulo despolarizador número 4) se llama umbral de excitación.

Potencial de membrana: balance entre dos fuerzas


Para comprender qué causa la producción del potencial de membrana, debemos conocer primero
los motivos de la existencia del potencial de membrana. Como veremos, esta carga eléctrica es el
resultado del balance entre dos fuerzas contrapuestas: difusión y presión electrostática.

Fuerza de difusión

Cuando se echa con cuidado una cucharada de azúcar en un recipiente con agua, se va al fondo.
Después, el azúcar se disuelve, pero sigue estando cerca del fondo del recipiente. Tras un tiempo
mucho más prolongado (varios días, probablemente), las moléculas de azúcar se distribuyen
homogéneamente por toda el agua, incluso sin remover el líquido. El proceso por el que las molé
culas se distribuyen homogéneamente en el medio en el que están disueltas se conoce como
difusión. Cuando no hay fuerzas o barreras que se lo impidan, las moléculas difundirán desde las
regiones con concentración alta hacia aquellas con concentración baja. Las moléculas se mueven
constantemente, y su velocidad de movimiento es proporcional a la temperatura. Solo en el cero
absoluto [0 K (kelvin) = —273,15 °C] dejan de moverse al azar las moléculas. A cualquier otra
temperatura, las moléculas se mueven, colisionando y desviándose en distintas direcciones, y
alejando así a otras. El resultado de estas colisiones en el ejemplo anterior del azúcar y el agua es
forzar a las moléculas de azúcar hacia arriba (y a las moléculas de agua hacia abajo), lejos de las
regiones en las que están más concentradas.

Fuerza de la presión electrostática

Cuando algunas sustancias están disueltas en agua, se dividen en dos partes, cada una con una
carga eléctrica contraria. Las sustancias con esta propiedad se llaman electrólitos; las partículas
cargadas en las que se descomponen son los iones. Hay dos tipos básicos de iones: los cationes
tienen carga positiva, y los aniones, negativa. Por ejemplo, cuando el cloruro sódico (NaCl, sal
común) se disuelve en agua, muchas de las moléculas se dividen en cationes sodio (Na+) y aniones
cloruro (Cl_). Como sin duda sabrá, las partículas con el mismo tipo de carga se repelen (+ repele a
+ , y — repele a —), pero las partículas con distinta carga se atraen (+ y — se atraen). Así pues, los
aniones repelen a los aniones, los cationes repelen a los cationes, pero aniones y cationes se
atraen. La fuerza ejercida por esta atracción o repulsión se denomina presión electrostática. Al
igual que la fuerza de difusión desplaza a las moléculas de las regiones con concentración alta a las
regiones con concentración baja, la presión electrostática mueve a los iones de un sitio a otro: los
cationes se expulsan de las regiones con un exceso de cationes, y los aniones se ven forzados a
abandonar las regiones con un exceso de aniones.

IONES EN EL LÍQUIDO INTRACELULAR Y EXTRACELULAR

El líquido del interior de las células (líquido intracelular) y el que las rodea (líquido extracelular)
contienen diferentes iones. Las fuerzas de difusión y presión electrostática a las que contribuyen
estos iones dan lugar al potencial de membrana. Como el potencial de membrana es el resultado
del balance entre las fuerzas de difusión y presiones electrostáticas, para comprender qué
produce este potencial es necesario conocer la concentración de los distintos iones en los líquidos
intra y extracelular. Hay varios iones muy importantes en estos líquidos. En esta sección
comentaré cuatro de ellos: aniones orgánicos (simbolizados por A- ), iones cloruro (Cl_), iones
sodio (Na+) e iones potasio (K+). En latín, sodio y potasio son natrium y kalium, de ahí sus
símbolos, Na y K, respectivamente. Los aniones orgánicos, proteínas y productos intermediarios de
los procesos metabólicos celulares con carga negativa, solo se encuentran en el líquido
intracelular. Aunque los otros tres iones están presentes en el líquido intracelular y el extracelular,
K+se encuentra predominantemente en el intracelular, mientras que Na+ y Cl_ están
mayoritariamente en el líquido extracelular. Los tamaños de los recuadros de la Figura 2.18
indican las concentraciones relativas de estos cuatro iones (véase la Figura 2.18). La forma más
sencilla de recordar dónde está cada ión es conocer que el líquido que rodea nuestras células es
similar al agua de mar, que consiste básicamente en una solución de sal, NaCl. Los antepasados
primitivos de nuestras células vivían en el océano; así pues, el agua de mar era su líquido
extracelular. Por este motivo, nuestro líquido extracelular se parece al agua marina, producido y
mantenido por los mecanismos reguladores descritos en el Capítulo 12. Vamos a estudiar los iones
de la Figura 2.18, analizando las fuerzas de difusión y presión electrostática ejercidas sobre cada
uno y razonando porqué cada uno se encuentra en su lugar. A- , los aniones orgánicos, son
incapaces de atravesar la membrana del axón; así pues, aunque la presencia de estos iones dentro
de la célula contribuye al potencial de membrana, se sitúan donde están porque la membrana es
impermeable a ellos. El ión potasio, K+, está concentrado dentro del axón; por este motivo, la
fuerza de difusión tiende a expulsarlo fuera de la célula. Sin embargo, el exterior de la célula está
cargado positivamente respecto al interior, de modo que la presión electrostática tiende a forzar a
este catión hacia el interior. Así pues, las dos fuerzas contrapuestas se equilibran, y los iones
potasio tienden a permanecer donde están (observe de nuevo la Figura 2.18). El ión cloruro, Cl”,
alcanza su máxima concentración en el exterior del axón. La fuerza de difusión empuja a este ión
hacia dentro de la célula. Sin embargo, como el interior del axón tiene carga negativa, la presión
electrostática lo expulsa fuera. De nuevo, dos fuerzas contrapuestas se equilibran entre sí (analice
otra vez la Figura 2.18). El ion sodio, Na+, también alcanza su máxima concentración en el exterior
del axón, de modo que, igual que el Cl- , es empujado hacia dentro de la célula por la fuerza de
difusión. Pero, a diferencia del cloruro, el ión sodio tiene carga positiva. Por tanto, la presión
electrostática no impide que el Na+ entre en la célula; más bien, la carga negativa del interior del
axón atrae al Na+ (observe una vez más la Figura 2.18). ¿Cómo es posible que el Na+ permanezca a
una concentración máxima en el líquido extracelular, a pesar de que ambas fuerzas (difusión y
presión electrostática) tienden a empujarlo hacia adentro? Esta es la respuesta:

otra fuerza, generada por la boviba sodicrpotasio, saca continuamente al Na+ del axón. La bomba
sodio-potasio consiste en un gran número de moléculas proteicas inmersas en la membrana,
alimentadas por la energía aportada por moléculas de ATP producidas por las mitocondrias. Estas
moléculas, conocidas como transportadores sodio-potasio, intercambian Na+ por K+, sacando tres
iones sodio por cada dos iones potasio que introducen (véase la Figura 2.19). Como la membrana
no es muy permeable al Na+, los transportadores sodio-potasio mantienen baja la concentración
intracelular de Na+ con gran eficiencia. Al transportar K+ al interior de la célula, también
aumentan ligeramente la concentración intracelular de K+. La membrana es unas 100 veces más
permeable al K+ que al Na+, de modo que el incremento es discreto, pero, como veremos cuando
nos ocupemos de la inhibición neuronal en otras secciones del capítulo, es muy importante. Los
transportadores que componen la bomba sodio-potasio usan una cantidad considerable de
energía: hasta el 40 % de los recursos metabólicos de una neurona se emplean en su función. Las
neuronas, las células musculares, la glía (de hecho, casi todas las células del organismo) tienen
transportadores sodio-potasio en la membrana.

líquido intracelular Líquido contenido dentro de las células.

líquido extracelular Líquidos corporales presentes fuera de las células.

Potencial de acción

Como vimos, las fuerzas de difusión y presión electrostática tienden a introducir Na+ en la célula.
Sin embargo, la membrana no es muy permeable a este ión, y los transportadores sodio-potasio
bombean continuamente Na+ hacia afuera, manteniendo baja la concentración intracelular de
Na+. Pero imaginemos lo que sucedería si la membrana se hiciera súbitamente permeable al Na+.
Las fuerzas de difusión y presión electrostática harían que el Na+ entrara rápidamente a la célula.
Este flujo repentino (hacia dentro) de iones con carga positiva cambiaría drásticamente el
potencial de membrana. Ciertamente, los experimentos han demostrado que es este mecanismo
el causante del potencial de acción: un breve aumento en la permeabilidad de la membrana al Na+
(permitiendo que estos iones entren rápidamente en la célula) se sigue inmediatamente de un
incremento transitorio en la permeabilidad de la membrana al K+ (permitiendo que estos iones
salgan velozmente de la célula). ¿Quién es el responsable de estos aumentos transitorios de la
permeabilidad? Vimos anteriormente que un tipo de molécula proteica inmersa en la membrana
(el transportador sodio potasio) bombea activamente iones sodio al exterior de la célula e iones
potasio al interior. Otro tipo de proteína constituye una apertura que permite la entrada y salida
de los iones. Estas moléculas forman canales iónicos, que contienen canales («poros») capaces de
abrirse o cerrarse. Cuando un canal iónico está abierto, un tipo concreto de ión puede fluir a
través del poro, y así entrar o salir de la célula (véase la Figura 2.20). Las membranas neuronales
contienen muchos miles de canales iónicos. Por ejemplo, el axón gigante del calamar tiene varios
cientos de canales de sodio por cada micròmetro cuadrado de membrana. (Hay un millón de
micrómetros cuadrados en un milímetro cuadrado; así pues, un trozo de membrana del tamaño de
la letra minúscula «o» de este libro contendría varios cientos de millones de canales de sodio).
Cada canal de sodio es capaz de admitir hasta 100 millones de iones por segundo cuando está
abierto. Por consiguiente, la permeabilidad de una membrana a un ion concreto en un momento
dado está determinada por el número de canales iónicos abiertos. Los siguientes párrafos
numerados describen los movimientos de iones a través de la membrana durante un potencial de
acción.

Cuando los canales iónicos están abiertos, los iones pueden atravesarlos, entrando o saliendo de
la célula.

ley del todo o nada Principio por el cual, una vez desencadenado un potencial de acción en un
axón, se propaga sin reducirse hasta el final de la fibra.

ley de tasa Principio que establece que las variaciones en la intensidad de un estímulo o de otra
información que se transmite en un axón están representadas por las variaciones en la tasa de
activación del axón.

conducción saltatoria Conducción de los potenciales de acción por los axones mielinizados. El
potencial de acción parece saltar de un nodulo de Ranvier al siguiente.

Comunicación entre neuronas


Ahora que conocemos la estructura básica de las neuronas y la naturaleza del potencial de acción,
es el momento de describir cómo se comunican entre sí las neuronas.

Estas comunicaciones posibilitan que los circuitos de neuronas recojan información sensitiva,
hagan planes y pongan en marcha conductas. El medio de comunicación primario entre las
neuronas es la transmisión sinóptica, la transmisión de mensajes de una a otra neurona a través
de la sinapsis. Como vimos, estos mensajes son portados por neurotransmisores liberados de las
terminales nerviosas. Estas sustancias químicas difunden a través del espacio lleno de líquido
existente entre las terminales nerviosas y las membranas de las neuronas con las que forman
sinapsis. Como veremos en esta sección, los neurotransmisores producen potenciales
postsinápticos (despolarizaciones o hiperpolarizaciones breves) que aumentan o disminuyen la
tasa de activación del axón de la neurona postsináptica. Para ver una animación interactiva de la
información presentada en la siguiente sección.

Los neurotransmisores ejercen sus efectos en las células uniéndose a una región concreta de una
molécula receptora denominada lugar de unión. Una molécula de la sustancia química encaja en el
lugar de unión como una llave en su cerradura: la forma del lugar de unión y la forma de la
molécula del neurotransmisor son complementarias. Una sustancia química que se une a un lugar
de unión se llama ligando, de ligare, «unir». Los neurotransmisores son ligandos naturales,
producidos y liberados por las neuronas. Pero otras sustancias químicas presentes en la naturaleza
(sobre todo en plantas o en los venenos de animales) también pueden actuar como ligandos.
Además, en el laboratorio se fabrican ligandos artificiales. Estas sustancias químicas se abordan en
el Capítulo 4, dedicado a los fármacos y sus efectos.

Estructura de las sinapsis

Como ya sabe, las sinapsis son uniones entre las terminales nerviosas de los extremos de las ramas
axónicas de una neurona y la membrana de otra. Puede haber sinapsis en tres lugares: dendritas,
soma y otros axones. Estas sinapsis se conocen como axodendríticas, axosomáticas, y axoaxónicas.
Las sinapsis axodendríticas están en la superficie lisa de la dendrita o en las espinas dendríticas,
pequeñas protrusiones que brotan de las dendritas de varios tipos de neuronas grandes en el
encéfalo (véase la Figura 2.26). La Figura 2.27 representa una sinapsis. La membrana presináptica,
situada en el extremo de la terminal nerviosa, se enfrenta a la membrana postsináptica,
perteneciente a la neurona que recibe el mensaje (neurona postsináptica). Estas dos membranas
están separadas por la hendidura sináptica, espacio de tamaño variable según la sinapsis, pero que
suele tener unos 20 nm de anchura (un nanómetro, nm, es la mil millonésima parte de un metro).
La hendidura sináptica contiene líquido extracelular, a través del cual difunde el neurotransmisor.
Una red de filamentos atraviesa la hendidura sináptica y mantiene alineadas las membranas pre- y
postsináptica (véase la Figura 2.27).

potencial postsináptico Alteraciones en el potencial de membrana de una neurona postsináptica,


producidas por la liberación del neurotransmisor en la sinapsis.

lugar de unión Zona de la proteína receptora a la que se une el ligando.

ligando Sustancia química que se une al lugar de unión de un receptor.

espina dendrítica Pequeña protuberancia en la superficie de una dendrita, con la que form a una
sinapsis la terminal nerviosa de otra neurona.

membrana presináptica Membrana de una terminal nerviosa situada adyacente a la membrana


postsináptica; el neurotransmisor se libera a través de ella.

Liberación del neurotransmisor

Cuando los potenciales de acción son conducidos por todo el axón (y por la totalidad de sus
ramas), algo sucede dentro de todas las terminales nerviosas: varias vesículas sinápticas situadas
inmediatamente por dentro de la membrana presináptica se fusionan con la membrana y a
continuación se rompen, derramando su contenido en la hendidura sináptica. La Figura 2.29
muestra una porción de una unión neuromuscular de rana, la sinapsis entre una terminal nerviosa
y una fibra muscular. El axón acaba de ser estimulado, y las vesículas sinápticas de la terminal
nerviosa están en el proceso de liberar el neurotransmisor. Obsérvese que algunas vesículas están
fusionadas con la membrana presináptica, formando una letra omega (íl) (véase la Figura 2.29).
¿Cómo hace el potencial de acción que las vesículas sinápticas liberen el neurotransmisor? El
proceso comienza cuando un grupo de vesículas sinápticas «atraca» en la membrana presináptica,
listas para liberar su neurotransmisor a la hendidura sináptica. El atraque se consigue cuando un
grupo de moléculas proteicas se une a otras proteínas situadas en la membrana presináptica
(véase la Figura 2.30). La zona de liberación de la membrana presináptica contiene canales de
calcio dependientes del voltaje. Cuando la membrana déla terminal nerviosa se despolariza por la
llegada de un potencial de acción, los canales de calcio se abren. Al igual que los iones sodio, los
iones calcio (Ca2+) alcanzan su máxima concentración en el líquido extracelular. Así pues, cuando
los canales de calcio dependientes del voltaje se abren, entra Ca2+ a la célula, propulsado por la
presión electrostática y la fuerza de difusión. La entrada de Ca2+ es un paso esencial: si las
neuronas están en una solución que no contenga iones calcio, el potencial de acción ya no causa la
liberación del neurotransmisor. (Los transportadores de calcio, que operan de un modo similar a
los transportadores sodio-potasio, retiran posteriormente el Ca2+ intracelular.)

Activación de los receptores


¿Cómo producen las moléculas del neurotransmisor una despolarización o hiperpolarización en la
membrana postsináptica? Lo consiguen atravesando la hendidura sinóptica y acoplándose a los
lugares de unión de unas proteínas especiales situadas en la membrana post sináptica,
denominadas receptores postsinápticos. Una vez producida la unión, los receptores postsinápticos
abren canales iónicos dependientes del neurotransmisor, que permiten el paso de iones
específicos al interior o exterior de la célula. Así pues, la presencia del neurotransmisor en la
hendidura sináptica permite que ciertos iones atraviesen la membrana, cambiando el potencial de
membrana local. Los neurotransmisores abren canales iónicos mediante al menos dos métodos
distintos, directo e indirecto. El método directo es más sencillo, de modo que empezaremos por él.
La Figura 2.33 muestra un canal iónico dependiente del neurotransmisor equipado con su propio
lugar de unión. Cuando una molécula del neurotransmisor apropiado se une a él, el canal iónico se
abre. El nombre formal de esta combinación de receptor/canal iónico es receptor ionotrópico.

Los receptores ionotrópicos se descubrieron por primera vez en el órgano que produce la
corriente eléctrica del Torpedo, la raya eléctrica, que contiene un gran número de ellos. (La raya
eléctrica es un pez capaz de generar una potente corriente eléctrica, no un arma de La guerra de
las galaxias.) Estos receptores, sensibles a un neurotransmisor denominado acetikolina, contienen
canales de sodio. Cuando los canales están abiertos, entran iones sodio en la célula y despolarizan
la membrana. El método indirecto es más complicado. Algunos receptores no abren canales
iónicos directamente, sino que ponen en marcha una cadena de reacciones químicas. Estos
receptores se llaman receptores metabotrópicos, porque activan procesos que exigen el gasto de
energía metabólica por parte de la célula. Los receptores metabotrópicos están situados muy
cerca de otra proteína unida a la membrana, la protema G. Cuando una molécula del neuro
transmisor se acopla al receptor, este activa una proteína G sita en la cara interna de la membrana
al lado del receptor. Al activarse, la proteína G activa, a su vez, una enzima que estimula la
producción de una sustancia química denominada segundo mensajero (el primero es el
neurotransmisor). Las moléculas del segundo mensajero se desplazan por el citoplasma,
uniéndose a canales iónicos cercanos y causando su apertura. Comparado con los potenciales
postsinápticos producidos por los receptores ionotrópicos, los generados por los metabotrópicos
tardan más en comenzar y son más duraderos (véase la Figura 2.34).

El primer segundo mensajero descubierto fue el AMP cíclico, un compuesto sintetizado a partir del
ATP. Desde entonces se han descubierto otros cuantos. Como veremos en próximos capítulos, los
segundos mensajeros son muy importantes en la comunicación sináptica y no sinóptica. Y hacen
algo más que abrir canales iónicos. Por ejemplo, pueden desplazarse al núcleo o a otras regiones
de la neurona y poner en marcha cambios bioquímicos que afectan a las funciones de la célula.
Incluso son capaces de activar o inactivar ciertos genes, iniciando o acabando así la producción de
determinadas proteínas.

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