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Escepticismo

“Además, el SEÑOR tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al
SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.”
Deuteronomio 30:6

Cuenta cierta historia que un borracho fue convertido por el Señor y abandonó su vida
desordenada. Un día, después de su conversión, un escéptico hacia las cosas de la Biblia se mofó
de él diciéndole:
― ¿Crees tú que realmente Cristo hizo que el agua se volviera vino?
La rápida y acertada respuesta del que había sido un alcohólico fue:
― No sé qué decirte; pero lo que sí sé es que en mi hogar Cristo hizo que el vino se volviera pan.
Algo así de simpático se relata en la curación de un ciego por medio de Jesús. Puedes leerlo en
Juan 9: “Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron: ¡Da gloria a
Dios! A nosotros nos consta que ese hombre es pecador. Si es pecador, no lo sé, respondió el
hombre, lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo. (…) Y sabemos que a Moisés le habló
Dios; pero de este no sabemos ni de dónde salió. ¡Allí está lo sorprendente!, respondió el
hombre, que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos. (…) Si este
hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada. Ellos replicaron: Tú, que naciste
sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron. Jesús se enteró de que habían
expulsado a aquel hombre, y al encontrarlo le preguntó: ¿Crees en el Hijo del hombre? ¿Quién
es, Señor? Dímelo, para que crea en él. Pues ya lo has visto, le contestó Jesús; es el que está
hablando contigo. Creo, Señor, declaró el hombre. Y, postrándose, lo adoró”.
Es triste ver hoy día a escépticos que niegan el poder de Dios y la veracidad de las Escrituras
ante la evidencia contundente de tantas vidas transformadas. Que no sea este tu caso, amigo, más
bien reconócelo en todos tus caminos y serás salvo ahora y por la eternidad.
La prueba más grande del poder de Dios es ver millones de vidas transformadas.

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