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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

94 / El Viejo Topo
DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

¿Por dónde pasa hoy la


fidelidad al legado
político de Castoriadis?
texto de Amador Fernández-Savater

E
mpecemos por recordar una de las aportaciones teóricas más fecundas y radicales de
Castoriadis: su reflexión sobre la historia, sobre la naturaleza misma del proceso histó-
rico. La historia, según Castoriadis, no es la reproducción de lo mismo (en cualquiera
de sus variantes), sino el surgimiento de formas nuevas que no están inscritas ni son deduci-
bles de las condiciones presentes. Novedades radicales.

Por ejemplo, Castoriadis volvió una y otra vez sobre un serie de variables fijas en la historia que nos permitan
acontecimiento histórico muy preciso que tuvo induda- anticipar y determinar de ninguna manera lo que va a
ble impacto en su vida y su pensamiento: la revuelta del ocurrir en un futuro, su significado, expresión y desarro-
movimiento obrero húngaro, confundido con la pobla- llo. La historia es creación. Esa revuelta, y las formas y
ción (H. Arendt), contra la burocracia soviética en 1956. contenidos que produjo, fue una creación propia de la
Unas veces meditaba sobre la insurrección húngara para población húngara. No una novedad ex nihilo, sino la
sacar a la luz el potencial revolucionario de su “progra- elaboración creativa (y, por tanto, impredecible) de una
ma”, materializado en los hechos (Consejos Obreros, crí- experiencia de vida. Por tanto, las revoluciones no son,
tica del trabajo alienado, etc.). Y en otras ocasiones, vol- como se ha dicho a menudo, los momentos privilegiados
vía a 1956 para elucidar desde allí en qué consiste exacta- en los que la historia –concebida a menudo como un
mente la creación histórica. Siempre se preguntaba: ¿por corsé de monotonía y progreso– estalla y se abre a lo des-
qué se dio esa revuelta y esa innovación política (colecti- conocido. El modo de ser de la historia es precisamente la
va, existencial) tan poderosa en Hungría y no en otros explosión y la apertura a lo desconocido. Más o menos
países del Este, donde las condiciones de dominio y visible, más o menos imperceptible. Las revoluciones
explotación eran muy similares, donde la experiencia de representan condensaciones ejemplares de la misma
vida era parecida, donde el despotismo soviético se ejer- naturaleza del hecho histórico, porque muestran a quien
cía con igual brutalidad? tenga ojos para verlo –o, si uno es afortunado, cuerpo
Castoriadis concluía que la creación histórica no se para sentirlo– la creatividad instituyente en marcha, la
puede deducir de ningún sitio (mismas causas que con- disolución de lo instituido, el surgimiento de lo nuevo. A
l l e van inevitablemente mismos efectos). No hay una partir de ahí, de estas pinceladas sobre Castoriadis y la

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historia, yo empezaría por preguntarme cómo nos rela- lectura atenta y minuciosa, sino más bien un chispazo
cionamos entonces con el pasado y, en concreto, cómo existencial en el presente (nuevos problemas, nuevos
nos relacionamos con el legado del propio Castoriadis. desafíos, nuevas búsquedas) lo que abre de nuevo el
Es difícil, creo yo, que se consiga hallar algo significativo pasado a una exploración productiva. Sólo la creación en
en el pensamiento de un gran filósofo mediante un sim- el presente nos permite vincularnos de manera viva con
ple trabajo de comentario, de interpretación, de repeti- el pasado histórico, que también es creación. Hallamos
ción. A mi juicio, algo significativo sería una lectura del autonomía en las calles y recodos de la materia social
filósofo en cuestión que no sólo (asambleas barriales, piqueteros, clubes
comentase o contextualizase la obra, de trueque, etc.), buscamos herramien-
sino que la vivificase, le otorgara un tas conceptuales (imagen que hay que
nuevo sentido, la hiciera vibrar en el despojar de la carga instrumental que
roce con lo que pasa, con la historia. ¿Por qué resultaba porta) y de pronto nos topamos con la
Me apostaría cualquier cosa a que –y resulta– tan obra de un tipo calvo y malhumorado
Castoriadis estaría de acuerdo con difícil anudar que gira precisamente en torno a la po-
esto. Y como afirmaba Nietszche, es distintas luchas sibilidad y la capacidad humana para la
precisamente la creación en el presen- autonomía, esto es, la capacidad de
te lo que permite ver algo significativo
sociales? pensar por uno mismo y actuar concer-
en el pasado. Es decir, una sacudida en tadamente con otros (tan pre s e n t e,
el presente ofrece la posibilidad de un i n a d ve rt i d a m e n t e, en la misma vida
mirada nueva vuelta hacia el pasado y, cotidiana) y la posibilidad de vivir jun-
por tanto, de un pasado nuevo. tos sin necesidad de una geometría jerárquica que nos
Por ejemplo, yo mismo, durante muchísimo tiempo, organice –algo que Castoriadis llamó “proyecto de auto-
prácticamente los años 90 al completo, leí profusamente nomía”.
a Castoriadis, sin interrupción. Ahora sería largo recapi- Por tanto, no sólo creo que es buenísima la idea de son-
tular todo lo que me enseñó y hasta qué punto configuró dear el trabajo de Castoriadis a partir de la experiencia
mi mirada, mi discurso, mi práctica política. El valor fun- argentina de creación política de los últimos tiempos,
damental de la autonomía, la idea de creación contra como se ha propuesto en este encuentro, sino que pien-
todo fatalismo histórico, la primacía de la experiencia so que quizá este encuentro y el interés por releer colec-
contra la ideología y sus expertos, la convicción de que lo tivamente a Castoriadis es también un fruto rendido por
determinante en la vida social está en su base, de que no la experiencia argentina tras 2001 y no habría sido posi-
hay lugar privilegiado de lo político. Etc. Pero llegó un ble sin ella.
momento en el que ya no veía nada más en los libros de
Castoriadis, como cuando alguien repasa varias veces el Al pie de la calle y al pie de la letra
mismo texto para corregirlo. Nada que no fuera confir- Me vais a perdonar (espero) que a partir de aquí meta
mación de lo ya sabido. Y sin embargo, la aparición de un un poco el dedo en el ojo. Creo que durante estos días se
tiempo a esta parte de lo que se ha venido (mal)llaman- han contrastado (nunca suficientemente, pero sí bastan-
do “movimiento antiglobalización”, que no quisiera yo te) las reflexiones de Castoriadis y las experiencias socia-
que se identificase sólo con la gente que va de contra- les y callejeras de autonomía en Argentina, la invención
cumbre en contracumbre sino más bien como un movi- de nuevas formas de democracia, de deliberación públi-
miento telúrico o sísmico (Wu Ming) de nueva politiza- ca de masas, de horizontalidad. Hemos visto hasta qué
ción, nos permite vo l ver a Ca s t o riadis y encontra r l o punto los conceptos e imágenes de Castoriadis (“mag-
fecundo. ma”, “instituyente e instituido”, “autonomía”, “autoorga-
Algo nuevo que surge en y por la historia nos permite nización”, etc.) sirven, han servido o pueden servir para
hallar ri q u eza en muchas cosas de las que decía enriquecer la reflexión sobre lo que hacemos, sobre lo
Castoriadis (pero también límites, como desarrollaremos que pasa. Yo querría, desde esa tensión creativa entre el
más adelante). Es decir, no es un trabajo esforzado de trabajo filosófico de Castoriadis y la emergencia social de

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nuevos focos de autonomía y sentido, señalar algunos nada o a la combinación de variables y elementos de una
problemas que veo, algunos interrogantes que me susci- estructura “eterna”. En todo caso, aplicando sobre lo real
ta ahora su obra. Me vais a perdonar que aplique una esquemas que pre-comprenden lo que pasa y nos dan
mirada mayormente crítica sobre los límites de una gran- seguridad.
dísima meditación como es la de Corneille. Pero creo que Esta primacía de lo teórico es muy fácil denunciarla en
es importante abrir aquí un hueco para una reflexión con lo teórico, pero a veces parece más complicado evitarla
ese perfil. en la práctica, es decir, verdaderamente aplicar una mira-
¿Qué peligro corremos continuamente los que halla- da que no se limite a aplicar nuestros esquemas concep-
mos muchísimo placer en albergar en nuestra cabeza tuales sobre el desenvolvimiento de lo real. Es la misma
pájaros filosóficos de esos que siempre preocupan a la distancia que hay entre repetir la cita de Castoriadis
gente seria, realista y pragmática, “con los pies en la tie- sobre que nuestra libertad depende de que sepamos
rra”? Hallamos autonomía en las calles, buscamos imáge- mirar el abismo de nuestra existencia de frente y el hecho
nes teóricas que sirvan para darle profundidad a lo vivi- de encarar verdaderamente nuestra mortalidad y finitud.
do... y de pronto ya sólo interpretamos lo vivido según lo Abismal.
que leemos en los libro s. Como adve rtía Ig n a c i o Por ejemplo, durante los años 80 Castoriadis criticó
Lewkowicz, ya no usamos los libros para descifrar los mucho a los movimientos ecologistas y pacifistas por su
problemas y las potencias de una experiencia al pie de la carácter parcial, por no asumir el problema de la institu-
calle, sino que leemos e interpretamos las experiencias ción global de la sociedad. Le parecía absurdo un ecolo-
vividas al pie de la letra. gista preocupado por las reservas naturales sin compren-
Castoriadis advertía frecuentemente sobre esta tenta- der la cadena que une inextricalmente las reservas natu-
ción, que tenía según él un vínculo muy profundo (y no rales con nuestro modo de consumir, con el imaginario
se equivocaba) con las significaciones centrales del capi- del crecimiento, del progreso, del desarrollo. Era muy crí-
talismo y con la esencia del “pensamiento heredado”. tico de esa parcialidad, aunque disculpaba a los ecologis-
Primacía de lo teórico, advertía. Es decir, en la fábrica tas que asumían el problema con su cabeza (“eran cons-
unos “diseñan” (crean la imagen-modelo) y otros ejecu- cientes”) aunque no pudieran desarrollar ninguna res-
tan (la “materializan”). En el ámbito teórico, se juzga que puesta práctica (porque la dimensión del problema se les
“pensar” es una contemplación desinteresada del mundo escapase). Por supuesto, podemos estar de acuerdo “teó-
y “hacer” es una tarea técnica o instrumental. En el mar- ricamente” con Castoriadis en esa apreciación concreta
xismo “ortodoxo”, los dirigentes antici- del movimiento ecologista. La crítica
pan el devenir re volucionario de lo parece razonable.
social y las masas mudas y obedientes Pero si queremos evitar los deber-ser
entregan su vida a colmar la brecha en- que funcionan como requerimientos
tre el “deber ser” (la imagen-modelo) y
Socialismo o exteriores que tensionan estérilmente
el “ser” (lo que hay). Etc. Barbarie nos desde fuera una experiencia sin aferrar-
Por otro lado, las dos corrientes prin- lega sobre todo la ni conocerla, habría que plantearse
cipales del “pensamiento heredado” una cierta forma una serie de preguntas: ¿por qué ocu-
(materialista e idealista, o platónica y rría tal cosa? ¿se trataba sólo de una
hegeliana) comparten estrechamente
de mirar. comprensión deficitaria de lo social?
su profundo disgusto ante las ideas de ¿una cuestión de conciencia? ¿cómo vi-
c reación, de indeterminación, de es- vían ese problema los protagonistas de
pontaneidad, de imaginación, de expe- las luchas ecologistas? ¿no produjeron
riencia. Es decir, precisamente las categorías que Cas- también los movimientos ecologistas o pacifistas coordi-
toriadis trabajó. El pensamiento heredado ha tratado naciones a nivel internacional? ¿por qué resultaba –y re-
siempre de domesticar el hecho histórico, incapaz de afe- sulta– tan difícil anudar distintas luchas sociales? ¿cómo
rrar lo que surge en inmanencia, reduciendo cualquier se dan hoy las artículaciones políticas sobre el terreno de
novedad histórica a la dialéctica de una historia determi- la dispersión, de la disolución de un horizonte único o

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hegemónico de lucha (la lucha en la fábrica del movi- ámbitos de lo social, mientras muchísima gente habla de
miento obre ro, por ejemplo)? ¿criticar a fondo una “impasse”, “reflujo” o “derrota”, quizá Castoriadis hubiera
dimensión esencial como la relación de una sociedad concluido que la fiesta estuvo bien mientras duró, pero
con el medio ambiente no altera la totalidad de su estruc- se acabó tan pronto porque no asumió el problema de la
tura? institución global de la sociedad, se buscó refugió en los
“islotes de horizontalidad” y no se elaboró un nuevo
¿Castoriadis argentino? “proyecto de sociedad (autónoma)”. Es lo que he escu-
Y ¿qué podría haber dicho Castoriadis del proceso de chado a alguna gente en este encuentro, muy marcada
creación histórica inaugurado de alguna manera por la por las ideas de Castori a d i s. Y podemos encontra r
insurrección de 2001? Está feo poner palabras en boca de muchísimas consideraciones así en la obra del último
alguien que no puede defenderse, pero me parece que el Castoriadis.
ejercicio especulativo podría ser útil para iluminar el pro-
blema que trato de exponer. Fidelidad es traición
Seguramente, en el rostro de Castoriadis se hubiera Daniel Blanchard, antiguo compañero de Castoriadis
dibujado una sonrisa enorme si hubiera vivido aquí du- en SouB, alguien que hizo de puente durante un tiempo
rante el proceso de autoorganización social que se abre e n t re la In t e rnacional Situacionista y el grupo de
en diciembre de 2001. Confirma una de sus principales Castoriadis, contaba en una entrevista a mitad de los 90
ideas-fuerza: la creación histórica como emergencia de algo que me dejó helado. Medio en broma, le sugirió a
algo que no estaba presente como tal en la sociedad. En Castoriadis que, tal y como estaban las cosas entonces,
este caso, me refiero a la cultura social de la autogestión, deberían rehacer SouB y Castoriadis respondió (sin
que anima la experimentación desde abajo de nuevas seguir la broma): “yo creo que todos los análisis que hici-
formas de consumo, producción, comunicación, organi- mos en Socialismo o Barbarie son todavía absolutamente
zación, etc. A mí, como a cualquiera en Europa, nos cues- pertinentes”. En algún momento de El ascenso de la insig -
ta horrores entender algo de lo que pudiera ser el pero- nificancia afirma lo mismo: los análisis que se hicieron a
nismo. Un amigo me decía estos días: “es una mezcla de finales de los años 50 sirven perfectamente para aferrar la
anarquismo y franquismo” (¡!). Pero mucha gente me situación social a mediados de los años 90. ¡Como si no se
repite lo mismo: lo único que no se puede decir que sea hubiera producido entre medias un hecho decisivo como
el peronismo es una cultura de la horizontalidad, de la la derrota catastrófica de los movimientos sociales de los
autogestión, de la autoorganización. años 60!
Esa cultura social y política es una A Blanchard esta anécdota le servía
novedad, una creación. Por supuesto, La dominación no es para reflexionar, abriendo vías muy fe-
esto no quiere decir que no hubiera clara y distinta cundas que exploramos y prolongamos
trazas de esa cultura de la autoorgani- por nuestra cuenta aquí, sobre una cu-
zación en Argentina. Raúl Zibechi ha
(unos mandan y otros riosa paradoja constituyente de la vida y
publicado Argentina: genealogía de la obedecen), sino que la obra de Castoriadis: un énfasis muy
revuelta, un libro muy interesante que se organiza como fuerte en la apertura (base de su refle-
precisamente asume la tarea de rastre- manchas en la piel de xión sobre la creación histórica) mezcla-
arlas. La creación política en Argentina do con momentos muy fuertes de cierre.
ha elaborado esas huellas, pero los
un leopardo (Virno). Apertura, cuando en 1965, mostrando
resultados no se hallaban inscritos en un coraje y una audacia que hoy nos
ellas: los efectos exceden a las causas. cuesta imaginar, rompe con las vulgatas
Castoriadis se hubiera alegrado enormemente también marxistas y las lenguas de palo ortodoxas que constituían
de la reactualización de la significación de autonomía. el horizonte mental y afectivo de tanta gente y emprende
Era el corazón de su trabajo teórico, de su apuesta políti- en solitario la tarea de reconstrucción de las categorías
ca, de su mismo estar-en-el-mundo. Pero hoy, con un filosóficas que nos sirven para pensar la sociedad y la his-
gobierno que vuelve a asumir la iniciativa en todos los toria. Cierre ante el pensamiento de “otros significativos”

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se repite y se mantiene viva cuando se


actualiza. Los análisis de Socialismo o
Barbarie son de una riqueza extrema para
pensar cierta experiencia de vida y de
luchas: la experiencia de dominación y
contestación del proletariado industrial.
Pero aplicarlo sobre el presente supone
dejar escapar su singularidad, potencia y
novedad. Esto es, traicionarlo. La fidelidad
a la experiencia de SouB no pasa por repe-
tir sus análisis treinta años más tarde, sino
por mantener su espíritu intrépido e inde-
pendiente de pensamiento, por continuar
la voluntad de desarrollar teorías conecta-
das a las prácticas políticas radicales.

El paisaje contemporáneo
¿Cómo van a ser válidos hoy en día los
análisis de SouB? En ellos no se menciona
la palabra precariedad, que marca hoy con
un zarpazo la vida social entera, ni se con-
sidera la realidad masiva del desempleo,
no como un intervalo entre dos trabajos,
sino como una condición permanente de
la vida del sujeto. La noción de red, otro
ejemplo, está completamente ausente: el
análisis gira en torno a las pirámides jerár-
quicas. El rasgo principal de la sociedad
criticada por SouB era la burocracia, la
división entre dirigentes y ejecutantes. No
sólo en el lugar de trabajo (aunque quizá
(citemos los nombres de Deleuze, Guattari, Foucault), originada allí), sino también en el Estado, la escuela, en la
cierre ante los procesos y los movimientos portadores de familia, en la investigación, etc. La burocracia era la
cambios esenciales a partir de los años 80. Etc. Un cierre “práctica dominante” de la sociedad fordista, es decir, el
rígido y arrogante de las categorías frente a lo desconoci- modelo general de todas las formas de dominación so-
do. Una dificultad para reinventarse a sí mismo como cial.
intelectual revolucionario (motivada sobre todo, según En ese sentido, SouB produce una descripción muy
Blanchard, por el deseo de entregarse a la filosofía). potente de su época y de sus contradicciones fundamen-
Seguramente, eso de “reinventarse a sí mismo” suena tales: racionalización del trabajo que acaba generando
hoy muy posmoderno: muchos lo traducen como un mayor irracionalidad al no contar con los sujetos que tra-
“cambio de chaqueta” oportunista. Sin embargo, la fide- bajan, etc. Podemos respirar también el aire de la época
lidad no significa repetición. De hecho, la repetición trai- leyendo a Althusser hablar sobre “aparatos ideológicos
ciona lo más profundo de un pensamiento que se nutre del Estado”, a Foucault analizar las “instituciones disci-
de prácticas creativas, que no asigna la primacía a lo teó- plinarias” o a Guy Debord radiografiar “la sociedad del
rico-especulativo. Socialismo o Barbarie nos lega sobre espectáculo”. El modelo de todas esas formas de domina-
todo una cierta forma de mirar, que se traiciona cuando ción es la imposición alienante de sentido total. Pero

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Estado, escuela, fábrica, hospital, psiquiátrico, familia... tros pies. La sociedad no es “o bien autónoma o bien he-
¿son hoy moldes sólidos que formatean nuestra subjeti- terónoma” (como quizá podía juzgarse cuando la catego-
vidad? La burocracia, ¿cómo se reconfigura en la época ría de “totalidad” tenía un sentido efectivo e inmediato),
de la acumulación flexible, la globalización, la sociedad- sino un magma donde podemos hallar ambas cosas mez-
red? El espectáculo que describía Guy Debord como un cladas, fragmentos de libertad, recodos de autonomía,
poder que no admite réplica, simbolizado en la relación situaciones de horizontalidad, etc. Esa mutación radical
de un espectador con su televisión, ¿funciona hoy de la del paisaje que habitamos obliga a repensar también ra-
misma manera, cuando el espectador que consume pa- dicalmente las categorías que usamos para aprehender-
s i vamente imágenes alienantes se ha convertido un lo. Romper muchas inercias. Inventarnos lentes nuevas.
navegante de la red de redes? Y el Estado, ¿sigue siendo
soberano en la globalización? ¿es capaz hoy en día de La acción contemporánea
producir principios, valores, realidad y no sólo cárceles y Creo que el pensamiento de Castoriadis sobre la natu-
represión? raleza de la acción política quedó absolutamente marca-
Las cosas se han complicado terriblemente. “Autono- do por la lucha del proletariado industrial contra la
mía” es una palabra frecuente en los manuales contem- dominación burocrática (idéntica en muchos aspectos
poráneos de management, la lógica del beneficio ha fago- en el Este y en el Oeste). De alguna manera, el movimien-
citado en buena medida los discursos críticos del 68 to obrero sí cargaba “sobre sus espaldas” el problema de
(Boltanski/Chiapello), ha puesto a trabajar los valores de la institución general de la sociedad. ¿Por qué? Es una
creatividad, autonomía, realización, flexibilidad. La do- larga discusión: su centralidad en la estructura social y la
minación no es clara y distinta (unos mandan y otros forma misma de esa estructura, el alcance de su práctica
obedecen), sino que se organiza como manchas en la piel política y de las instituciones que creaba, el carácter
de un leopardo (Virno). Es decir, en el mundo actual “integrado” de la sociedad que habitaba, etc. Lo cierto es
podemos encontrar un mosaico de modalidades escla- que portaba una alternativa global de sociedad. Ya no, ha
vistas de trabajo (los inmigrantes sin papeles, por ejem- perdido la partida (Robert Castel). Pero si evaluamos las
plo) junto a formas sofisticadísimas de experiencias de lucha por contraste con
automovilización (en el sector de la la imagen-modelo del mov i m i e n t o
“nueva economía, sin ir más lejos). Un o b re ro nos perderemos su especifici-
mosaico articulado en red gracias a las Los movimientos dad, su potencia, sus problemas reales.
nuevas tecnologías de la comunicación sociales deliran No rescataremos más que sus aspectos
y la información. No hay oposición deficitarios con respecto a un deber-ser.
cuando se piensan
tajante entre dominación y autonomía, Ésa es la impresión que me deja en
entre el poder y la liberación de la crea- a sí mismos en mayor medida la lectura de los textos
tividad. No hay un modelo de dominio, términos de centros sobre luchas contemporáneas que es-
sino el mestizaje de todos los modelos jerárquicos cribió Castoriadis durante los años 80 y
históricos de opresión y explotación 90 (mucho más pobres que lo que po-
de sentido.
que ha conocido la historia. Incluida la demos leer en Deleuze, Guattari o
burocracia, claro. Foucault, que trataban de pensar esas
La fragmentación no es sólo un obs- luchas en inmanencia, sin modelo). El
táculo o una incapacidad de los movimientos sociales afecto que acompaña inevitablemente a esa mirada es la
para elaborar hipótesis globales de articulación. Los mis- tristeza, aunque en el caso de Castoriadis despojada de
mos movimientos sociales deliran cuando se piensan a sí huellas nostálgicas o de resentimiento (como en el caso
mismos en términos de centros jerárquicos de sentido de muchos post-situacionistas y otros).
(toma del palacio de invierno, representación del prole- Ca s t o riadis elaboró sus nociones sobre la acción polí-
tariado, etc.). La fragmentación es un dato básico, de par- tica transform a d o ra o antagonista en condiciones de
tida, que nos constituye. Es el suelo mismo que pisamos dominio burocrático generalizado que se trataba de de-
o, mejor aún, que se escapa incesantemente bajo nues- sarreglar, ro m p e r, subve rtir, agujerear e interrumpir

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p a ra crear otras formas de existencia colectivas más toria como creación, el sujeto como autoorganización y
allá. La crítica del 68 es anti-estatal, anti-jerárquica, an- el ser como multiplicidad? Nos toca a los demás verificar
ti-burocrática. Apuesta por la participación, el juego, la la potencia de esas categorías en el roce mismo con lo
experimentación, la liberación de la creatividad, la re a- real histórico –y, por tanto, con las prácticas de transfor-
lización, la comunicación. Se inscribe en una lógica de mación social.
enfrentamiento muy fuerte: happe -
n i n g, teatro-guerrilla, disturbios calle- Autonomía en 2005
j e ro s, interrupción del orden, del senti- El primer día de este encuentro se
do dominante. Los líderes más conoci- pasó el vídeo de una conferencia de
dos del 68 eran (entre otras cosas) La crítica del 68 Castoriadis aquí en Buenos Aires, en
maestros en el arte de la provocación: es anti-estatal, 1996. El vídeo transmitía una fuerza
Dani Co h n - Bendit, Tom Hayden, Ab b i e anti-jerárquica, enorme. Aunque las conclusiones de
Hoffmann, Jerry Rubin, Ma rk Rudd, Castoriadis sobre el presente eran pesi-
anti-burocrática.
René Riesel... Libertad era equivalente mistas. No sin razón, estábamos en
a liberación. Todo ese potencial de 1996, en plena época de “conformismo
conflicto quizá resuena hoy en nues- generalizado”, como llamó Castoriadis
t ros oídos con el sonido de los cacero- al proceso de neutralización de lo polí-
lazos. Pe ro, ¿en qué sentido resuena? tico tras el 68, el reflujo de despolitiza-
¿cómo debemos pensar las similaridades y las disconti- ción, privatización y “contrarrevolución” que solemos
nuidades? identificar con los gobiernos Thatcher-Reagan.
En nuestras condiciones de vida, el consumo, la flexibi- ¿ Podemos anunciar que esa época se ha acabado?
lidad, la precariedad, la inseguridad o la saturación infor- ¿que ha sido pulve rizada por la irrupción del mov i-
mativa no imponen un sentido (“rigideces”), sino que miento global, es decir, de la pro l i f e ración de luchas
impiden cualquier construcción de sentido (y, por tanto, que cuestionan la hegemonía del neoliberalismo y
de carácter, que como decía Nietzsche alude a una “expe- construyen “otros mundos posibles”? En absoluto.
riencia que se repite”). Funcionan a modo paródico de Se a t t l e, Génova, Argentina, Bolivia... no re p resentan un
“desarreglo de todos los sentidos” rimbaldiano: desarre- nuevo 68. El hilo rojo que enlaza a través del planeta
glan, rompen, subvierten, agujerean e interrumpen toda distintas experiencias no asume la forma de un mov i-
secuencia lineal, toda actividad a largo plazo, toda posi- miento articulado. No es un acontecimiento que cierre
bilidad de acumulación. Algo de eso percibió Castoriadis una fase (el “d e s i e rto que cre c e”) y abra una secuencia
cuando empezó a analizar “el ascenso de la insignifican- completamente nueva y pro g resiva de acumulación de
cia” o “el mundo fragmentado”. Pero de manera muy su- fuerz a s. No es posible pensarlo así. Más bien habría que
perficial y unilateral, a mi juicio. Generalidades sin carne pensar en términos de resonancias (como dicen los za-
y hueso, sin el trabajo empírico que había caracterizado a patistas), extraños ecos, parentescos insólitos, reactua-
SouB. No se analiza una “gran transformación”, sino sólo lizaciones constantes, “ra s t ros de carmín” (Greil Mar-
una “gran descomposición”: des-orientación social, des- cus). En ese común difuso que comparten las distintas
interés por lo público, des-integración de los mecanis- experiencias más radicales (en el sentido de “ir a la
mos de dirección, des-aparición del conflicto político, ra í z”) encontramos desde luego las significaciones de
etc. La disolución de un mundo. La caída del Imperio autonomía y hori zontalidad, como va l o re s, como pri n-
Romano por implosión. El porvenir de barbarie predicho c i p i o s, como hori zo n t e, como nombre otorgado por las
hacía tiempo por Castoriadis y sus compañeros si los p ropias experiencias a una serie de comportamientos
hombres y las mujeres no luchaban por instituir el socia- colectivos, políticos. Pe ro se reactualiza la noción de
lismo, la autonomía. autonomía en un contexto completamente cambiado.
¿Y si finalmente el legado político más importante de Por tanto, su significado efectivo cambia. Nos perd e re-
Castoriadis es su legado filosófico, es decir, las categorías mos eso si simplemente vemos la historia de la moder-
que aporta para pensar (entre otras muchas cosas) la his- nidad como una lucha entre Capitalismo y Au t o n o m í a

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hacer y decir. La libertad no es sólo liberación, sino aso-


ciación, recreación de lazo social, despliegue de una lógi-
ca de cuidados. No se agota en el “No”, sino que afirma
una construcción de redes altern a t i va s,de nueva subje-
tividad, de otras modalidades de autoayuda colectiva s.
No pivota en torno al “anti”, inventa una “n u e va geome-
tría de la hostilidad” (Vi rno) en la que el Estado puede
ser un recurso o un interlocutor, no sólo un enemigo
que nos define a la contra. En Eu ropa (hablo muy en
g e n e ral) la acción política sigue más pegada a la lógica
del enfrentamiento, la visibilización, la denuncia, la
reinvindicación. Ex p resa un “No” que aún no sabe bos-
quejar un “Sí” encarnado en experiencias altern a t i va s,
contra p o d e re s, etc.
A h o ra bien, ese “No” (“no a la guerra”, por ejemplo)
también nos ha permitido ver a su trasluz una afirm a-
ción previa, redes de sociabilidad difusas (afinitari a s,
é t i c a s, estéticas, existenciales) que se politizan de pro n-
to. No partimos de la nada, sino de un “n o s o t ros dislo-
cado” (Pre c a rias a la deri va). Es decir, ya no pertenece-
mos de entrada a estru c t u ras sólidas de sentido (mov i-
miento obre ro, nación, partido, etc.). No hay un “n o s-
(como significados dados) en épocas sucesivas. o t ro s” previo que “ l i b e ra r”. Estamos “conectados” a dis-
No hay cambio epocal, porque podemos rastrear ele- tintas re d e s, frágiles, efímera s, muy ambiva l e n t e s. El
mentos fortísimos de continuidad: privatización, despo- “nosotros” es un proyecto o una apuesta, no una heren-
litización, neutralización del conflicto político. Sin em- cia. No deberíamos pensar el proceso de reconstrucción
bargo, se abren nuevas “brechas” (por utilizar el término de lo “común” como el “re m a k e” con nuevo decorado y
que Castoriadis empleó para hablar de mayo del 68 en protagonistas (la multitud, el pre c a ri a d o, los exc l u i d o s )
Francia) en el muro del conformismo generalizado. ¿Se de la experiencia de autocreación del movimiento obre-
han “cocinado” esas fisuras durante los años más oscuros ro (que se dio igualmente en condiciones de dispersión
de las últimas décadas? A partir de ahí, podría hacerse muy fuertes). Ese imaginario funciona como bloqueo,
una relectura del pasado que cuestionase el poder omní- nos obliga a pensar el presente como reedición del
modo de la privatización y el conformismo durante cier- p a s a d o. Nos vuelve a someter a la primacía de lo teóri -
ta época. Quizá durante los años 70, 80 y 90 se dieran co-especulativo. Y como decía Lenin, la historia no
transformaciones subjetivas en la percepción de la ciu- reconstruye los platos ro t o s.
dad, la comunidad, la lucha política, el trabajo, el consu- En ese sentido, conviene asumir hasta el fondo la
mo y la educación que funcionaran como gérmenes (por –sana pero problemática– disolución de todo centro
usar otra palabra del gusto de Castoriadis) de lo que aho- j e r á rquico de sentido y, por tanto, de cualquier re s p u e s-
ra se elabora colectivamente e irrumpe en la superficie ta fácil sobre el problema de la institución global de la
social. Creo que no podemos entender las significaciones sociedad. El problema de la articulación política (entre
de las luchas contemporáneas sin atender a esa muta- distintas experiencias altern a t i va s, en relación con las
ción antropológica de las últimas décadas. instituciones) está abiert o. Es un problema crucial
En este vacío contemporáneo de significaciones, la ex- (como se ve en Ve n ezuela, en Bolivia, etc.). En t re la ten-
periencia argentina es altamente inspiradora y estimu- tación centralista y la tendencia “n a t u ra l” a la disper-
lante, porque precisamente se da ahí una lógica de cons- sión, ¿qué formas de vínculo, intercambio y coopera-
trucción de nuevos vínculos, nuevas formas de pensar, ción pueden darse? Una vez abandonado el imaginari o

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DOSSIER CORNELIUS CASTORIADIS

del universal-modelo, ¿puede refundarse un nuevo uni- carencia (“lo que fuimos y ya no somos”). Sin embargo,
versalismo emancipador, concreto y situado, que no me sorprendió la capacidad de toda esta gente de estar
funcione mediante el formateo de las diferencias, sino pensando qué arma y qué desarma hoy las experiencias
mediante el contagio tra sversal del ejemplo? de autonomía, en la nueva situación que nombramos
Y, ¿por dónde vendrán las nuevas formas de politici- “Kirchner”. Una situación (por lo que entiendo) de relati-
dad? ¿serán reinvindicación de derechos negados, con- va hegemonía cultural del gobierno, trabajada mediante
ciencia de la nueva explotación, encarnación de la una política de gestos simbólicos con escaso alcance
potencia del trabajo inmaterial hegemónico, expresión material (como en España con Zapatero). En esa situa-
del malestar difuso que recorre lo social? A veces pensa- ción, ¿cómo oponerse a la tristeza y la marginación y
mos por comodidad que las viejas for- seguir pensando, seguir conectando
mas de politización surgían en la “toma núcleos activos aunque minori t a rios
de conciencia” de la explotación, del de resistencia?
lugar que ocupaba uno en la estructura
¿Puede refundarse Castoriadis describía la democracia
social asimétrica. La obra de Castoria- un nuevo como un régimen político “trágico”.
dis demuestra abundamente hasta qué universalismo Trágico, porque histórico. La historia no
punto este planteamiento es pobre. La emancipador, que es el relato de la victoria progresiva de
autocreación del movimiento obrero es algún Sujeto (clase obrera o multitu-
una obra portentosa de elaboración
funcione mediante el des) que camina sin verdaderos extra-
c o l e c t i va de la experiencia (T h o m p- contagio trasversal víos hasta la reconciliación final, la vic-
son), transformación social y creación del ejemplo? toria. Volvemos al principio: si la histo-
cultural (Castoriadis). La “toma de con- ria es creación, también es destrucción.
ciencia” explica muy poco, a pesar de lo Crisis, calamidades, derrotas, pérdidas.
que creyera el marxismo más reduccionista. Hay que Du rante años, se han manejado distintas ilusiones deter-
mirar más bien la producción de formas de vida, de ministas sobre la historia entre los movimientos políticos.
deseos colectivos, de valores, de historias e imaginario “Bien está lo que bien acaba”, venían a decir. ¿Puede darse
alternativo. De otra manera no entenderemos nada. Nos una esperanza que no pase por mantener ilusiones sobre
quedaremos en lo ideológico. Juzgaremos a los movi- el futuro? El historiador Christopher Lasch rastreó entre
mientos sociales por su conciencia y no por su práctica los movimientos “populistas” nort e a m e ricanos (mov i-
efectiva. Creo que sigue siendo perfectamente pertinen- mientos de artesanos fundamentalmente, que defendían
te esa aseveración que hizo Castoriadis durante los años su autonomía frente al poder financiero y estatal) la pre-
70: “la transformación de la sociedad, la instauración de sencia de una esperanza “trágica”, que encuentra apoyo
una sociedad autónoma, implica un proceso de muta- más en el pasado que en el futuro. Una esperanza que
ción antropológica que, evidentemente, no podía y no funciona como motor en el presente, que incita a perse-
puede completarse ni única ni centralmente en el proce- verar. Debemos conservar esa esperanza, esa confianza
so de producción. O bien la idea de una transformación en los poderes de la imaginación humana, sin necesidad
de la sociedad es una ficción sin interés, o la contestación de creer que vamos a favor de la corri e n t e, sin ilusiones.
del orden establecido, la lucha por la autonomía, la crea- Porque, como se ha dicho, quien vive en la ilusión al final
ción de nuevas formas de vida individual y colectiva acaba muriendo en la decepción ■
invaden e invadirán en lo futuro (conflictiva y contradic-
toriamente) todas las esferas de la vida social”. Texto elaborado a partir de las notas leídas el último día del
“Encuentro Castoriadis” que tuvo lugar en mayo de 2005 en
Ayer mismo estuve en una discusión entre experiencias
Buenos Aires (http://www.castoriadis.com.ar/invitados.php).
alternativas de educación, de comunicación, de produc-
Copyright©2006 Amador Fernández-Savater. Este artículo ha
ción y de pensamiento. Me sorprendió mucho. Alguien
sido publicado bajo una licencia Creative Commons Reconoci-
que viene de Europa podría pensarse que la ola del 19/20 miento-NoComercial-SinObraDerivada 2.0. Eres libre de co-
está en absoluto reflujo. Por tanto, espera encontrarse piar, distribuir y comunicar este texto por cualquier medio, siem-
tristeza por doquier, un sentimiento de impotencia y pre que sea de forma literal y sin fines comerciales.

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