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2 Experiencias
Índice Página
Introducción………………………………………………. 5
La fuerza de Dios………………………………...……… 6
Hermoso sueño………………………………………...... 7
No sabía que era una experiencia espiritual…………. 8
Una milagrosa coincidencia………………………….…. 11
Ya tengo a mi padre…………………………………..… 14
Encontré el verdadero amor……………………………. 16
Humanidad……………………………………………… 19
Fe en Dios………………………………………….…….. 21
Dios, como yo lo entiendo…………………………….… 23
Mi llegada a Alcohólicos Anónimos………………….... 25
El despertar espiritual…………………………….…… 27
De muerto a la vida…………………………………...…. 28
Sí, soy alcohólico………………………………………… 30
Mi despertar espiritual…………………………………... 33
¿Alcohólico yo?.................................................... 35
Mi primera junta………………………………………… 37
Mi voluntad no era mía……………………………..... 38
Aceptar su voluntad…………………………….…….. 41
Milagro de Dios………………………………………… 43
Hasta que creí……………………………………....….. 45
Volver a empezar………………………………..…..…. 47
La nube rosa……………………………………..……... 49
Mi último juramento…………………………………..… 51
Acción……………………………………………….…….. 53
Empezó la fe……………………………………….…... 54
Cuando hablo…………………………………………… 56
Fue Dios, sí, existe………………………………..…... 58
Un premio……………………………………………..… 59
Valorar la libertad………………………………………. 59
Gracias, Dios mío………………………………………. 60
Volver a creer………………………………………….…. 62
Todo lo necesario………………………………………. 65
Y empecé a ver y oír: ¡Mira, aquí está tu hijo!......... 67
Me sentí cansado de AA…………………………….... 70
Mi relación con Dios…………………………..………. 76
Hacia una nueva vida…………………………..……… 79
¿Cómo harán sus fiestas?..................................... 81
Sección México 3
Índice Página
Mi experiencia espiritual………………………..……… 84
La grandeza de Dios………………………………….. 93
Dios abarca todo……………………………….……… 96
Creía que no existía Dios………………………..……. 100
Al fin libre…………………………………………………. 103
Por primera vez platiqué con Dios……………….….. 107
Fuente de vida……………………………………….…. 110
Mi reencuentro con Dios……………………………... 112
Pensamientos con Dios………………………….…… 113
¡Siempre anhelé un Padre!.................................... 115
¡En ese momento entró en mí la verdad!................ 118
La prueba…………………………………………….….. 120
Suceda lo que suceda…………………………….…… 122
No negaba ni aceptaba a Dios………………….……. 124
Los mejores días………………………………….…… 126
¡Dios mío, si realmente existes, ayúdame!.............. 128
Empecé a sentir algo hermoso……………………….. 131
La vida que me espera……………………..………….. 133
Ser libre equivale a decir la verdad………………….. 135
Pensaba durar tres meses y retirarme……………….. 137
Mi llegada…………………………………………..……. 139
Gracias a Dios por permitirme llegar y ya no estar
ciego a la vida…………………………………….……. 141
Me encontré con Dios, puse mi vida y voluntad al
cuidado de Él……………………………………….…… 143
Cuatro caminos: Alcohólicos Anónimos, la justicia, el
alcohol y la muerte…………………………………..… 147
Me tocó cuidarlo la noche que falleció……………… 149
La mano amiga de AA………………………….……… 151
Dios me hizo tres regalos……………………..……… 153
Como mujer soy muy importante; sólo soy un ser
humano que desea vivir………………………..……… 155
En ese momento me arrepentí del desafío hacía Dios 157
Sólo Él puede ayudarme a encontrar un cambio de
juicios y actitudes en mi vida………………………… 159
Todo hombre debe decidir una vez en su vida……. 162
¡Gracias a Alcohólicos Anónimos!......................... 164
4 Experiencias
Índice Página
Introducción
La fuerza de Dios
Anónimo
Sección México 7
Hermoso sueño
Ángel
8 Experiencias
Anónimo
Sección México 11
Santos
14 Experiencias
Ya tengo a mi padre
Anónimo
16 Experiencias
Juan
Sección México 19
Humanidad
Cuando llegué a Alcohólicos Anónimos estaba llena de
prejuicios de todo tipo; uno de ellos era de tipo religioso. De
niña, los adultos me advertían: “No digas mentiras porque
Dios te castigará”. “No rezongues porque te va a llevar el
diablo.
Anónimo
Sección México 21
Fe en Dios
Martín
Sección México 23
Lorenzo
Sección México 25
Toña
Sección México 27
El despertar espiritual
Enrique
28 Experiencias
De muerto a la vida
Anónimo
30 Experiencias
Ricardo
Sección México 33
Mi despertar espiritual
Enrique
Sección México 35
¿Alcohólico yo?
Juan
Sección México 37
Mi primera junta
Eran principios de 1993, un miembro de Alcohólicos Anónimos,
el compañero al cual conocí en la actividad, me pasó el mensaje
y por un tiempo estuvo tratando de convencerme de asistir a una
Reunión de AA.
Yo seguía bebiendo y, en los primeros días de marzo, viví
una experiencia que le dio un giro total a mi vida. Después de mi
última borrachera de varios días, viví una de las crudas físicas y
morales más pesadas; tenía insomnio y ansiedad. Durante una
noche de insomnio, aproximadamente a las dos de la mañana,
una sensación extraña me condujo hacia la televisión; la cual
tenía bastante tiempo sin ver. La encendí y estaban pasando
una película que me interesó y me atornilló al sillón. La primera
escena que vi mostraba a una persona delgada bebiendo en la
sala de su casa, alguien toca la puerta y pesadamente va a
abrirle. Se saludan amigablemente, lo pasa a su sala y le ofrece
de lo que estaba bebiendo. El recién llegado no acepta y le
empieza a hablar de cómo ha logrado dejar de beber.
José Luís
Sección México 41
Aceptar su voluntad
Alfredo
Sección México 43
Milagro de Dios
Elías
Sección México 45
Raymundo
Sección México 47
Volver a empezar
A mediados de 1981, llegué a Alcohólicos Anónimos por
primera vez. Fue la necesidad la que me llevó a acudir a un
Grupo. Mis conflictos sociales y familiares me llevaron a
tomar esta decisión; a buscar un refugio o ayuda para mi
problema de alcoholismo. Aun en esos momentos críticos,
no aceptaba ser un alcohólico. La curiosidad me hizo llegar
a la Agrupación, pues algunas personas, incluyendo mi
esposa, me sugerían incansablemente que en AA podría
encontrar la ayuda necesaria para mi problema. No recuerdo
lo que se dijo esa noche. Lo único que se me quedó grabado
fue que mantuviese mi mente abierta.
Esa noche llegué a casa, quería que todo el mundo se
enterara que ya pertenecía a AA; sobre todo mi esposa, mis
hijos, y mis jefes en el trabajo. Quería que se enteraran:
desde ese momento empezaba a dejar de beber. Recuerdo
que la emoción era verdadera porque, el parar esa carrera
tan desenfrenada hacia la locura o la muerte, era mi deseo
sincero.
Aproximadamente tres años después, tuve que trasladarme
a otra ciudad por motivos de trabajo. Esto fue motivo suficiente
para no asistir más a un Grupo. Creía que ya sabía como
mantenerme sin tomar y que ya podía solo con mis problemas.
Tuve que caer en el error de las fantasías de la autosuficiencia.
Mi soberbia me mantuvo año y medio más sin tomar una sola
gota de licor. Pero lo esperado y dicho por ustedes tuvo que
llegar: volví a beber.
Durante cuatro años y medio me mantuve seco hasta los
huesos; únicamente tapando la botella. Jamás presté atención al
Programa, jamás terminé ni consideré el Primer, Segundo y
Tercer Paso; mucho menos llegué a completar el Cuarto y
Quinto Paso o cualquiera de los siete Pasos restantes.
Todo lo que se había logrado hasta ese momento: la
recuperación de la confianza de mis seres queridos, una
estabilidad económica regular y algunos logros más, se
48 Experiencias
La nube rosa
Al llegar a Alcohólicos Anónimos se compuso todo: el trabajo, la
familia y la voluntad. Pude tener fuerza de voluntad y, por
primera vez, me sentía vivo. Tuve tres épocas en las que
recuerdo haber sido realmente feliz. La primera, fue cuando tuve
mi primera novia, el famoso primer amor. La segunda, fue
cuando el alcohol me abrió las puertas de una felicidad ficticia,
pero felicidad al fin. A pesar de todo, hubo una época de
bebedor en que disfruté la bebida. La tercera época feliz, fue mi
primer año en AA.
Durante estas etapas de felicidad siempre vi al mundo más
hermoso, vi los colores más brillantes y sentía cómo mi sangre
corría alegre y vigorosa por mis venas. Pero este primer año en
AA me trajo algo más: un contacto extraño con algo extraño.
Percibía dentro de mí, mucho más lejos que mis entrañas, unos
ojos. Esos ojos eran raros, misteriosos y me veían durante casi
todo el día.
Siempre he tratado de compararlos con algo grato en un
intento por describirlos. Nunca comenté esto con nadie ni
traté de explicarme la razón de esta sensación tan extraña
que duró varios días.
Tiempo después de apagar la vela del pastel, que mi
Grupo había comprado para festejar mi primer año de
sobriedad, me regresó esa espantosa y desesperante sed
que solamente podía ser calmada con alcohol. Quería beber
alcohol, pero a la vez no quería. Pude soportar esta locura
sin beber durante un mes. Pero fue un infierno más grande
que el de mis peores tiempos de bebedor.
Había pedido ayuda a mis compañeros de Grupo, pero
nadie podía hacer nada por mí. Sus comprensivas palabras
y sus sinceros consejos rebotaban en mi mente porque tenía
ganas de beber hasta desmayarme de borracho o reventar.
Entonces, lleno de desesperación, por primera vez en mucho
tiempo, me arrodillé y le pedí ayuda a Dios. No quería regresar a
mi vida anterior, pero tampoco quería vivir como lo estaba
haciendo. Me sentí hueco e hipócrita al estar hablándole a algo,
o a alguien, en quien no creía mucho.
50 Experiencias
Anónimo
Sección México 51
Mi último juramento
Anónimo
Sección México 53
Acción
José
54 Experiencias
Empezó la fe
Carlos
56 Experiencias
Cuando hablo
Nací el 10 de febrero de 1962, en la ciudad de México.
Conocí poco a mi padre. Cuando cursaba el quinto año de
primaria, falleció. Sin embargo, recuerdo que él era un
bebedor social, que amaba a mi madre, era cariñoso,
respetaba a mis hermanos y a mí. Mi madre era modista,
trabajaba haciendo ropa y composturas.
Recuerdo que ella me decía que era buen estudiante, nos
sacaba a pasear a mi hermano menor y a mí, regularmente.
Sin embargo, veía que se inclinaba más por el menor y lo
consentía más. Al terminar la primaria me resentí con ella,
pues no me fue a ver bailar en el festival del día de la madre.
Sentí culpa (no me daba cuenta que lo hacía por su trabajo)
y tristeza. En la secundaria jamás se presentó a firmar mi
boleta, siempre lo hacía una hermana mayor.
Al terminar la secundaria fui rechazado al siguiente nivel. Sin
embargo, después logré ingresar y aquí fue donde comencé a
ingerir alcohol y drogas. Me di cuenta que las drogas no eran
para mí, pues me daba miedo, temor, frustración e inseguridad y
por lo tanto no lo volví a hacer. Con el alcohol era una persona
sociable, bailadora y no insultaba a la gente, me encantaba salir
a pasear, porque mi madre me daba dinero y además, era hábil
para sacarles el dinero a mis hermanos mayores. En esta época
llegué a conocer gran parte de la República Mexicana con mis
compañeros de clases, también ingeríamos grandes cantidades
de vino y cerveza.
Ingresé a la licenciatura en 1981, y en los tres años
siguientes aún me la curaba con refresco. Sin embargo, estuve a
punto de fracasar en mi carrera, pues ya tenía sentimientos de
culpa, vómitos por la mañana, náuseas, temblores...
Noté que yo no era el centro de atención en casa, que mi
madre siempre hablaba de mis cuatro hermanos y de mí,
nada. Terminé la carrera y tardé cinco años para titularme,
pues ingería alcohol casi toda la semana y empecé a tomar
con personas de cincuenta a sesenta años.
Sección México 57
Rogelio
Sección México 59
Un premio
Anónimo
Valorar la libertad
Anónimo
60 Experiencias
Roberto
62 Experiencias
Volver a creer
Rafael
Sección México 65
Todo lo necesario
Rosendo
Sección México 67
Gloria
70 Experiencias
Me sentí cansado de AA
Anónimo
76 Experiencias
¡Qué ciega he sido! ¿Por qué Señor? ¿Por qué tuve que
haber vivido mi pasado y sufrido tanto? ¿Por qué hubo tanta
inconsciencia en mí? ¿Por qué mi vida ha sido tan vacía e
inútil? Ahora que lo reconozco, me da mucha tristeza haber
sido tan ciega, tapada y estúpida. ¡Ya no lo puedo remediar!
Eva
Sección México 79
Salvador
Sección México 81
Francisco
84 Experiencias
Mi experiencia espiritual
Eran las 9:00 horas y pensé que con media hora más que
durmiera sería suficiente. Me acurrucaba cuando, de pronto, el
cuarto empezó a oscurecerse poco a poco. Me quedé inmóvil y
tiesa, no podía ni parpadear. Todo quedó en una total
oscuridad. En ese momento, ante mis ojos, se abrió una
pantalla, aproximadamente de sesenta centímetros cuadrados,
e inició una proyección. Vi a una mujer saliendo por una puerta,
llevaba un abrigo oscuro, tenía el pelo enmarañado y llevaba
una botella de vino en la mano izquierda. De pronto se detuvo y
volteó: la sorpresa que llevé era indescriptible, ¡yo era la
actriz! Según la película, la puerta de la que salí, era la de mi
Sección México 91
Lourdes
Sección México 93
La grandeza de Dios
Ángel
96 Experiencias
Raúl
100 Experiencias
Claudia
Sección México 103
Al fin libre
Leonardo
Sección México 107
Recuerdo que pasé varios días con esa duda y al fin viví
una experiencia: fui de compras al centro de la ciudad y de
repente alguien me abrazó y me pidió que no gritara, porque
si lo hacía estaría cavando ahí mismo mi tumba. Volteé y
comprobé que tenía tres sujetos delante y tres atrás.
Alejandro
110 Experiencias
Fuente de vida
Ese día, para colmo de males, iba crudo como normalmente acontecía
los lunes; en otras ocasiones iba borracho. Me sentí muy nervioso y
con mucho miedo por lo que había pasado. Pero en esa
ocasión, por la mañana, se me había metido en la cabeza
visitar a un Grupo de AA, pues mi alcoholismo cada vez
avanzaba más y por ello mi familia estaba cada vez más
triste y desconsolada. Como ya sospechaba de la gravedad
de mi situación, cerca de mi trabajo había un hospital
antialcohólico particular y sin que mis compañeros de trabajo
se dieran cuenta fui a preguntar el costo del tratamiento. Me
informaron que el tratamiento era muy caro, por semana, y
de acuerdo como me fueran observando, sería el tiempo y
costo de mi tratamiento. De inmediato pensé: “Mejor sigo
tomando, me sale más barato”.
Tomás
112 Experiencias
Gusha
Sección México 113
¡Dios! Parece que fue ayer cuando te dije: “Que todo había
terminado para mí”. Todo lo tenía perdido con mi pobreza
económica, mi estado físico, moral y espiritual; además, con
una soledad interna, enfermedad del alma y sentimientos de
culpa que corroían todo mi ser.
Anónimo
Sección México 115
Raúl
118 Experiencias
Anónimo
120 Experiencias
La prueba
María Teresa
122 Experiencias
Salvador
124 Experiencias
Ana Luisa
126 Experiencias
Anónimo
128 Experiencias
por primera vez. De tal modo que los dos últimos años de
actividad alcohólica fueron los más difíciles. También tenía
una úlcera, los médicos decían que si seguía tomando ésta
podría reventar. No obstante, seguí bebiendo y brindaba por
mi úlcera, diciendo: “¡haber cuándo me revienta canijos!”
Poco antes de la reconciliación con mi esposa y un año
antes de llegar a Alcohólicos Anónimos, dejé la marihuana,
pero bebía diario. Cinco meses antes de llegar a AA, dejé de
beber quince días hasta que sentí que ya me merecía un
trago. Me lo tomé y no dejé de tomar hasta el 1 de enero de
1983. Nunca falté a mi trabajo en ese lapso. ¡Sólo Dios sabe
cómo lo logré y por qué no me corrieron! Mi esposa me
había amenazado con dejarme y pendía de un hilo mi
permanencia en el trabajo; me habían suspendido en tres
ocasiones. En esos días fue cuando nació nuestra primera
hija (16 de noviembre de 1982).
Hugo
Sección México 131
Francisco
Sección México 133
Guillermo
Sección México 135
José Andrés
Sección México 137
Rogelio
Sección México 139
Mi llegada
José Luís
Sección México 141
Miguel
Sección México 143
Marco Aurelio
Sección México 147
los dos años que llevaba en AA, nada más había tapado la
botella; no había cambios, seguía actuando igual que antes.
Pensaba que con sólo dejar de beber, Dios me iba a
premiar, no había entendido lo que me decía el Tercer Paso:
“...Este es el camino hacia la fe que obra...”, se requiere de
una acción firme.
Fernando
Sección México 149
Rafael
Sección México 151
La mano amiga de AA
Javier
Sección México 153
Damián
Sección México 155
Juanita
Sección México 157
Raquel
Sección México 159
Isidro
162 Experiencias
Emilio
164 Experiencias
Adriana
166 Experiencias
Rosalío
168 Experiencias
Hugo
170 Experiencias
Mayra
172 Experiencias
Luis
174 Experiencias
Albino Antonio R.
176 Experiencias
Agustín G.
178 Experiencias
Anónimo
180 Experiencias
Raúl V.
182 Experiencias
Anónimo
184 Experiencias
Sandra Y.
186 Experiencias
trato, con la ayuda de AA, de ser mejor cada día con Dios y
con mis semejantes.
Rigoberto V.
Sección México 189
Alberto
192 Experiencias
Llegamos a creer
Santos G.
Sección México 195
Macario A.
Sección México 197
El Poder Superior
Anónimo
198 Experiencias
Filiberto L.
200 Experiencias
El Ave Fénix
Anónimo
Sección México 201
Un llamado de Dios
Alejandro R.
Sección México 203
Recordar y valorar
Francisco R.
Sección México 205
Sendero de vida
Tengo 44 años, provengo de una familia humilde, toda mi vida
fue de incertidumbre hacia Dios, si existía o no, siempre
pensé que todas las cosas buenas o malas provenían sólo del
ser humano, nunca había podido aceptar que hubiese un
Poder Superior, que era el que podría dirigir mi vida. Hasta la
edad de 43 años que ingresé a Alcohólicos Anónimos, me
sugirieron buscar un Poder Superior y poner mi voluntad y mi
vida al cuidado de Dios, como yo lo concibiera; seguía con la
misma tendencia a no querer aceptar que ese Poder Superior
fuera más fuerte que mis actitudes y mis pensamientos.
Soy chofer de un camión de ocho toneladas desde hace
diez años. En un viaje que hice el 20 de noviembre de 1998,
llegué bien a mi destino y al regresar, venía rebasando por el
carril izquierdo y de pronto salió una camioneta queriendo
rebasar también. Tuve que pisar el freno, pues del lado
contrario iba un tráiler y al frenar el camión se me jaló y giró al
lado izquierdo, sólo en dos llantas, ya casi para voltearme,
pensé en hacer un cambio, pero cualquier cosa terminaría en
un accidente. Al no poder controlar el camión, todo se me
oscureció. Por obra de Dios, sentí que las llantas bajaban a la
terracería, solté el freno impulsado no sé por qué; volvió la luz
a mi mente, vi una luz brillante, muy limpia y al detenerme, vi
por el espejo lateral la distancia que quedó del tráiler que
venía de frente, eran entre veinte y treinta centímetros. de la
plataforma del camión que conducía. En ese momento me di
cuenta de la existencia de Dios y de su grandeza. Después de
esta experiencia estoy cierto y seguro que Dios existe.
Me costó trabajo aceptarlo, pues siempre me sentí
autosuficiente y que todo lo que hacía era por mi capacidad
para controlar cualquier situación, ahora puedo decir que Dios
existe, sin temor a equivocarme. Ésta es mi experiencia,
espero que comprendan mi infinita alegría por haber
encontrado a Dios, si no lo has encontrado, búscalo porque sí
existe.
Anónimo
206 Experiencias
Un rayo de esperanza
Fui criado bajo el concepto de un Dios castigador. A la edad
de cuatro años, mis padres me decían que me portara bien
porque si no, Dios me iba a castigar y que me iba a ir al
infierno. Me imaginaba el infierno como un lugar donde las
llamas quemarían mi cuerpo. Sin embargo, ese Dios que
me imaginaba, no me cumplía mis deseos, por lo que
empecé a dejar de creer en Él y empecé a creer en ese Dios
material, el que todo lo podía; por lo tanto, me tracé un
objetivo, el de tener una profesión, el cual cumplí.
Pensaba que todo se me había dado debido a mi intelecto
y al empezar a tener buenas entradas de dinero, me sentí el
propio dios de mi universo y debido a que durante mi niñez
tuve carencias económicas y un gran complejo de inferioridad, cuando
bebía entraba a un mundo de fantasías y era el reverso de la
medalla. Me volvía arrogante y sentía que la sociedad me
debía mucho, por eso surgía en mí un complejo de
superioridad. Sin embargo, al pasar la borrachera me hundía
en una depresión de la cual únicamente salía volviendo a
beber. En mi trabajo se acostumbraba que los viernes eran
sociales y nos íbamos a comer a una cantina, por la noche
nos íbamos a un centro nocturno a seguir la juerga, llegando
a mi casa a altas horas de la noche, a veces no sabía ni
cómo llegaba y empecé a tener lagunas mentales.
Así pasaron varios años, a veces tenía la intención de
dejar de beber, me hacía promesas de no beber en un mes,
pero no las cumplía. A pesar de tener un hermano que es
alcohólico y que ya nos empezaba a preocupar a toda la
familia, él ya tenía delírium trémens, incluso, una tarde al
llegar del trabajo, me informaron que no se sabía de él.
Me di a la tarea de buscarlo y lo encontré tirado en la calle, lo llevé a un
centro de tratamiento, en el que me aseguraron que ellos lo curarían en
quince días. Sin embargo, volvió a beber. Nuevamente lo llevé y les
reclamé, me dijeron que lo que pasaba es que no se había
tomado las pastillas y que lo tendrían otra semana sin
Sección México 207
José
208 Experiencias
Deseo de vivir
Adriana
Sección México 209
Ayuda en el servicio
Jaime
Sección México 211
Busco a Dios
Anónimo
Sección México 213
Mi mejor regalo
Héctor
Sección México 217
regala día con día; por estar en paz conmigo y porque hoy
valoro el sufrimiento. Por eso, deseo que todos experimenten
este cambio y este sentir, que sólo un Poder Superior a
cualquier cosa, puede brindarnos si se lo pedimos.
Felipe
220 Experiencias
Ánimo de vivir
Juan
Sección México 221
Francisco
224 Experiencias
El enviado de Dios
Lorenzo
226 Experiencias
La escalera
Jamás, dentro de mi vida alcohólica, me detuve a analizar lo
que observaba y escuchaba, mi mente siempre nublada y
obscurecida, no acataba las órdenes que mi cerebro dirigía a
mis sentidos (háblese de sentimientos).
Solamente vivía de manera mecánica, automática. Cierto día, después
de vivir la gran borrachera, y de haber destrozado las fibras morales de mi
familia, incluyendo por supuesto las mías, me observé con detenimiento,
caminando por una escalera. Iba con cuatro compañeros de Alcohólicos
Anónimos hacia la segunda planta de la casa de uno de ellos. La
finalidad era ver una gran película, en la cual Bill W. es el
actor o personaje principal.
Posteriormente, me senté al lado de mis compañeros, atento a lo que
en dicha cinta ocurría, me sentía aterrorizado, acabado, sin ánimos de vivir;
la espantosa cruda que vivía en esos momentos me mataba, parecía que
ahora sí, en esta recaída moriría.
Pero mi Poder Superior, con magnanimidad, iluminó al
actor principal, al que representaba a Bill, en cierta escena:
“en la escalera de una tienda departamental, Bill resbalaba y
caía con su regalo para Lois, que trabajaba en dicho lugar”.
La sensación que tuve en ese momento no la puedo
describir, yo era ese personaje; sentía, dolor, tristeza y
desesperación.
Pasando algunos segundos, me sentí diferente, con
ganas de dejar de beber, con ganas de vivir y reparar daños.
La escalera, en ese momento fue un signo hacia la felicidad
que andaba buscando; una escalera hacia arriba, hacia la
cúspide, hacia mi Poder Superior, hoy Dios.
Desde ese día no he hecho contacto con el alcohol, ni a
cuentagotas, ahí está la escalera hacia la sobriedad.
RG
Sección México 227
Dios es sabiduría
Anónimo
228 Experiencias
Mi experiencia espiritual
Anónimo
230 Experiencias
Anónimo
Sección México 231
Declaración de México