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CÓMO APRENDEN LOS NIÑOS, EN LA PERSPECTIVA DE DOROTHY COHEN

Agregar las preguntas de Kahoot en la presentación

LAS NECESIDADES INDIVIDUALES Y DE GRUPO TIENEN GRAN IMPORTANCIA

Desde una perspectiva sociopolítica, es necesario que los niños sean agrupados
heterogéneamente, de modo que todas las clases, colores y credos, compartan al menos una
fracción de la experiencia común de la niñez, desde el punto de vista de la necesidad de
interacción de la niñez, los grupos deben formarse de tal modo que no queden desequilibrados en
la cantidad de niños y niñas, o de niños con graves problemas.

Los grupos deben ser lo bastante numerosos para que cada niño tenga suficientes opciones de
amistad y de trabajo entre sus compañeros. Deben ser lo bastante reducidos para que los
maestros lleguen a conocer a cada niño y tengan contacto regular con cada uno.

En un grupo de la misma edad, los niños pueden aprender a ayudarse mutuamente sin una guía de
parte del profesorado, pero si es necesario mantener un tono de confianza y ayuda recíproca en
lugar de una competencia por las más altas calificaciones.

El grupo puede servir al aprendizaje de cada quien de muy diversas maneras. Percibido como una
sociedad en funcionamiento, puede establecer metas comunes y enfrentarse a los procesos de
comunicación y toma de decisiones en grupo inevitables en la convivencia estrecha. Se deberán
desarrollar problemas para su estudio, de modo que permitan a los niños hacer sus propias
elecciones y no limitarse a copiar resultados pre digeridos.

Los años intermedios

En el último decenio, algo ha estado ocurriendo con los niños, que hace muy difícil desarrollar un
programa escolar. Dejando aparte el hecho evidente de que el volumen del conocimiento ha
aumentado y la información avanza a un ritmo asombroso. Demasiados niños de hoy cuya edad
corresponde a los años intermedios no juegan después de la escuela ni gozan de los placeres de
hacer y modelar cosas con base en materias primas, lejos de ser organizadores de actividades
dirigidas por ellos mismos, lo más probables es que sean organizados y dirigidos en una serie de
lecciones, sobre pintura, música , danza, programas de televisión y tareas en el hogar que les
dejan muy poco tiempo para intereses de su propia elección.

Sin embargo, éste no es el meollo del cambio que nos preocupa. Los programas excesivamente
rígidos se podrían modificar si los padres ven la importancia de que sus hijos tengan algún tiempo
libre. Mucho más grave es el número creciente de niños que piden una satisfacción pronta y fácil
en cualquier cosa que emprendan, que tienen poca paciencia consigo mismos o con una tarea, y
cuya persistencia ante el fracaso es mínima.

El nuevo fenómeno es aquel en que aquellos se resisten al esfuerzo que se necesita para ser
productivos en términos infantiles. Éstos son los niños que rara vez muestran entusiasmo; en
cambio se quejan de hastío o indiferencia. Su actitud hacia la vida es apática. Sus maestros saben
que padecen de aburrimiento. Estos niños parecen haber adquirido un nuevo rasgo: La renuencia
a aceptar la autoridad de un adulto. La investigación acerca de tales cambios en niños de menor
edad señala la influencia de la sociedad misma. Pero hay otras facetas de la sociedad que pueden
ser igualmente responsables.

1. Están creciendo en una sociedad deliberadamente enfocada a una caducidad programada y


al constante remplazo de los bienes.

2. Las respuestas de los niños son controladas y codificadas de acuerdo con los valores adultos
de competencia y recompensas. El efecto directo de esto consiste en apartar a los niños del
trabajo y el juego internamente motivados e intrínsecamente satisfactorios, que constituyen su
línea vital hacia el crecimiento.

Para los niños de una etapa en que las habilidades personales del tipo de los adultos son
poderosamente deseadas, y que el poder de funcionar por sí mismo se logra con base en el
esfuerzo, existe una impaciencia muy normal contra el tortuoso aprendizaje que, poco a poco
finalmente resulta en una verdadera habilidad. En una sociedad en la que los mayores lamentan la
deshumanización y la enajenación, debemos preguntarnos si los niños de años intermedios que
abandonan los límites protegidos de la familia para actuar más por su cuenta, no estarán siendo
seducidos por sueños de un poder irreal e inalcanzable porque no tienen manera de desarrollar
auténticas habilidades de importancia en términos infantiles.

PRINCIPALES TAREAS DE DESARROLLO

Durante éstos años intermedios, se hacen más profundas y cobran forma 3 áreas importantes de
desarrollo cargadas de valores: el desarrollo moral y ético, asociado a cumplir las propias
responsabilidades hacia uno mismo y hacia los demás en el curso de la interacción social; las
actitudes y conductas relacionadas con la asimilación de la función del sexo asignada a varones y
mujeres en la sociedad. Y el estilo y calidad del aprendizaje por el cual nos volvemos cada vez más
objetivos y realistas en nuestro pensamiento del mundo exterior.

Para llegar a ser un adulto maduro es obvio que el niño necesita, desarrollar algunas preferencias,
intereses, valores, gustos y aversiones que no comparta con los adultos, algo que la mayor parte
de los adultos reconocerán como perfectamente razonable. Para lograrlo los niños deben
modificar sus sentimientos de dependencia hacia los adultos, así como la actitud de considerarlos
verdaderos dioses; de lo contrario no se liberarán nunca de su subordinada posición de niños.

¿CUÁNTO PUEDEN APRENDER?

En los años intermedios de la niñez, los niños de uno y de otro sexo están listos para examinar
muchas de las preguntas que el hombre se ha esforzado por contestar desde que existe la historia.
Al igual que los adultos, no siempre encontrarán respuestas completas. Sin embargo, el contenido
de su aprendizaje escolar puede y debe ser tan importante tanto en profundidad como en
amplitud. Al luchar por entender porque y como resolvió el hombre la necesidad social y
económica, las relaciones interpersonales, el lugar del ser humano en la cadena evolutiva y en ésta
tierra, aumentarán su capacidad y su entendimiento del mundo adulto.

Pero es importante que lo logren de una manera tal que les permita entrar en la corriente del
conocimiento humano con un respaldo total para que crezcan como seres humanos pensantes,
sensibles y actuantes.
DEL IMPULSO AL CONTROL

Los niños pasan poco a poco de un interés en lo puramente personal al interés en lo universal e
impersonal. Esto significa que la atracción que ejerce en ellos un nuevo conocimiento se
determinará cada vez menos en función de su relación con la experiencia personal y más como
lazo de unión en el mundo exterior. Aunque en ésta etapa los niños están en vías de manejar
abstracciones de experiencias y poco a poco dejan de depender de lo concreto como base para su
comprensión.

La trasposición de la comprensión abstracta a palabras es aún más lenta. Normalmente deben


desarrollar una creciente tolerancia al aplazamiento, aunque existen variaciones individuales y
cierta confusión ocasionada por la enseñanza social de la satisfacción instantánea. Pero pueden
proyectar al futuro y son capaces de elaborar algunos planes.

HACIA LA DIFERENCIACIÓN Y LA FLEXIBILIDAD

Éste es un periodo durante el cual los niños empiezan a superar su rigidez anterior y su búsqueda
de absolutos para lograr una creciente capacidad para observar una situación desde varias
perspectivas. Con el tiempo, estas perspectivas les permiten reconocer que las circunstancias
condicionan el juicio: valiosa ventaja en el estudio de la historia y en la respuesta a la literatura. A
medida que aumenta su capacidad de percibir los matices del significado, las posibilidades que les
ofrecen las alternativas empiezan a reemplazar la polaridad esto/aquello de sus años anteriores.
Hasta las apreciaciones "brillante" y "estúpido" tienen grados, y en su propia evaluación de sí
mismos se vuelven capaces de reconocer que no son ni todo lo bueno ni todo lo malo, sino más
bien "un poco bueno y un poco malo".

No parece haber diferencias sexuales en el funcionamiento intelectual, aunque pueden discrepar


las costumbres sociales de los varones y de las niñas, pero es posible que las expectativas sociales
que se tienen para los varones y las niñas influyan en lo que cada sexo considera un aprendizaje
apropiado para lograrlo y por consiguiente tal vez tiñen en cierta medida sus elecciones realistas
de actividad y de preferencia. Sin embargo, ambos sexos son igualmente capaces de lograr un
conocimiento diferenciado de sí mismos como trabajadores, estudiantes y miembros de un grupo.
Cuando la "identidad propia" puede cuestionar y elegir, y aceptar ayuda sin sacrificar su
independencia, se minimizan las desigualdades sexuales en la capacidad de aprendizaje.

Los adultos tienen un papel que desempeñar para ayudar a los niños a aprender. No es autoritario,
y sí es importante para los propios niños. Pueden desempeñar ese papel de manera más sensata
(en lugar de menos), al tener mayor información acerca de las necesidades del crecimiento y de las
capacidades de los niños antes de que intenten tomar decisiones acerca de lo que debería o no
incluirse en la educación primaria. Los adultos tienen sus preferencias hacia lo que debería
enseñarse; los niños tienen sus deseos acerca de qué aprender. Los adultos tienen sus propias
perspectivas, comprensiones y estilos de aprendizaje; los niños están intentando alcanzar
perspectivas y comprender por medio de un modo de aprendizaje que difiere del de los adultos en
aspectos importantes.
Es necesario que los adultos hagan nuevas preguntas y aprendan a pensar de manera diferente en
los niños. Deben preguntar, “¿Cuáles son los puntos fuertes de los niños de ocho a once años que
se prestan para el crecimiento intelectual y el saber? ¿Y cuáles son sus limitaciones?"

Porque, sin duda alguna, la escuela es un lugar para aprender. Pero, asimismo, aprender debe
tener sentido para quien aprende.

¿CUÁNTO PUEDEN ENTENDER?

Empecemos por considerar el desarrollo intelectual durante esta etapa en términos que no sean
los de las puntuaciones del CI, que empezaron a ser utilizadas en las escuelas hace unos cincuenta
años e impidieron desde entonces que consideráramos a los niños como tales.

La capacidad de los niños de ocho y nueve años para comprender ideas y conceptos es sin duda
superior a la de los menores. Sin embargo, se les dificultarán las abstracciones, porque o bien son
por completo ajenas a su experiencia o no las pueden comprender por analogía. Por ejemplo, el
concepto de necesidad les es más claro cuando se refiere al alimento o a que la maestra les pidió
que llevaran un lápiz, que cuando hace referencia a la libertad de las naciones, o se la describe
como la "madre de la invención": Los conceptos de tiempo, espacio y número se han
profundizado, pero a este nivel los niños sólo pueden ampliar su aprendizaje de uno de ellos a la
vez.

En su estilo de aprendizaje, los niños aún conservan mucho de los rasgos de personalidad de
cuando eran más pequeños. Todavía necesitan manifestar que han comprendido por medio de
movimientos físicos.

Según Susan Isaacs. 2 el desarrollo del pensamiento en el niño depende, pues, en gran medida de:
"a) el desarrollo de su capacidad para mantener unidos en un acto de comprensión un gran
número de hechos y de relaciones; y (aunado a esto)

b) la capacidad para pasar de relaciones sencillas entre las cosas a otras más sutiles y complejas".

El lenguaje de los niños de ocho y nueve años está bien desarrollado para el uso diario, pero en su
mayor parte el lenguaje abstracto Y de formación de conceptos que poseen surgió de la
comprensión que han adquirido por medio de la actividad y de la experiencia. (Son muy capaces
de emplear palabras que no comprenden, y en un tono muy conocedor.) No les es fácil manejar
solos pensamientos que implican palabras abstractas, aisladas de toda acción. Por consiguiente,
para lograr un aprendizaje eficaz durante la niñez, el contenido debe concordar con el nivel de
pensamiento abstracto que poseen durante esta etapa del desarrollo. Cuando el contenido es real
para los niños, sirve para estimular un mayor crecimiento de su capacidad de enfrentarse a
abstracciones. Una consideración básica para planear el programa de estudios es el grado en que
los niños deben depender de ilustraciones concretas a fin de comprender los conceptos.

EL PROGRAMA DE ESTUDIOS DEBE RELACIONARSE CON LAS ETAPAS DEL DESARROLLO

Para elaborar un programa de estudios de primaria que tenga en cuenta la capacidad intelectual,
el modo de aprendizaje y los sentimientos de los niños, debe darse un rompimiento completo y
tajante con la manera convencional de considerar a los niños en la escuela: es decir, como
resultados, como individuos con alto o bajo rendimiento, malo bien portados, y obedientes o
rebeldes a las reglas. Esto no quiere decir que el rendimiento como tal sea indeseable, que la
conducta socialmente constructiva sea innecesaria, o que las reglas sean un error temporal. Lo
que significa es que en la actualidad estas tres cosas se exageran llegando a ser caricaturas de su
verdadero significado en las genuinas experiencias del aprendizaje de los niños. Por desgracia,
todas ellas se relacionan sobre todo con los aspectos negativos de la vida y del aprendizaje, con los
aspectos destructivos de la competitividad, de la conformidad y de la obediencia, y con una
excesiva angustia por los exámenes. Éstos interfieren con la indagación intelectual sincera, que
necesita un entorno de apoyo en el que se puedan cometer errores sin miedo a reproches. Todo
debe ser revalorado antes de que podamos llegar a conceptos realistas de rendimiento, conducta,
normas de vida y evaluación de lo que aprende el niño de primaria.

Tanto el éxito como el fracaso en la escuela tradicional exigen que se pague un precio en esta
época de competencia frenética y ansiedad ante el futuro, porque los objetivos mismos, las
calificaciones, carecen por completo de significado. Las prioridades tergiversadas producen
expectativas distorsionadas y a su vez éstas pueden ocasionar relaciones injustas y hasta
deshonestas entre maestro y niño.

El meollo del problema es el enfoque tradicionalmente limitado del programa de estudios como
simple etapa superior del aprendizaje. De este enfoque resultan los exámenes para evaluar la
cantidad y rapidez del incremento de conocimientos, y en estos exámenes constantes se originan
la presión y la competencia por puntos de diferencia. Debemos preguntar si todo esto es en
realidad tan importante para el efecto final en la edad adulta, como son las actitudes más vitales
hacia la propia personalidad y el aprendizaje que los programas escolares tradicionales y las
pruebas estandarizadas ni siquiera reconocen. Y mucho menos miden el estrés provocado por la
adquisición de conocimientos a costa del desarrollo social y emociona, esto ha sido criticado por
expertos en el desarrollo del niño y por psiquiatras.

No es accidental que estén apareciendo úlceras en niños pequeños, con un periodo máximo entre
los siete y los nueve años de edad. ¿No se debe esto a que se ejerce una enorme presión, tanto en
casa como en la escuela, para que se obtengan altas calificaciones? Sin embargo, aparte de la
evaluación de la salud mental, que es importante por derecho propio, existe el triste hecho de que
el programa escolar para los niños de ocho a once años, por simple respeto a los niños en esta
etapa del crecimiento, merece un fuerte enfoque en el aspecto intelectual. Irónicamente, el
desarrollo intelectual es en realidad más satisfactorio y estimulante cuando se aprovechan los
sentimientos e intereses de los niños, su etapa de pensamiento y sus relaciones sociales, como
apoyo a su deseo de saber. Pero todavía queda por reconocerse esto en la práctica escolar.
Cuando se ignora todo lo vital para los niños a favor de una exhortación que los presiona a dar
gusto a padres y maestros, repitiéndoles sin ningún sentido lo que hay en los libros, en realidad
ocurren deformaciones que destruyen la intelectualidad.

Este tipo de no inversión en el propio aprendizaje es demasiado común en las situaciones


educativas en que las recompensas no se relacionan con la satisfacción de saber y los niños no
pueden sentirse competentes cuando aprenden, sino sólo bien portados y dignos de aprobación.
Los niños de los años intermedios están listos para desarrollarse en varias direcciones al mismo
tiempo. Su escolaridad sólo puede servir de apoyo a ese desarrollo múltiple si las bases rígidas e
impersonales del aprendizaje de habilidades y hechos de las que ha partido la enseñanza primaria
se someten por fin a nuestra mayor comprensión de los niños.

Al mismo tiempo, tenemos que reconocer las complejas exigencias sociales que deben afectar su
educación. Si no lo hacemos en esta etapa de la historia, no sólo estaremos dando la espalda a las
exigencias de nuestra época y por consiguiente obstaculizando el futuro de nuestros niños, sino
que les estaremos negando, durante su niñez, los sentimientos de dignidad y la expresión de su
propia personalidad que acompañan la sensación de ser competentes, lograda por el desafío
percibido y dominado por sus propios esfuerzos.

¿QUÉ SEDEBERÍA APRENDER EN LOS GRADOS INTERMEDIOS?

Podemos empezar por el interés que ellos tienen en el hombre y el mundo, como punto de partida
global. De ahí, debemos reconocer su profunda necesidad de ordenar su entorno para que les
permita sentirse competentes e inteligentes. Y, después de eso, debemos actuar partiendo de la
hipótesis de que el ordenamiento del conocimiento del mundo es un proceso de clasificación y
reclasificación de las categorías de información, que dura toda la vida, a medida que la creciente
madurez y el aumento de conocimientos interactúan en la mente individual.

Desechemos primero la vieja noción de que es posible "completar" una educación durante los
años de primaria, o de "preparar el terreno". No es posible preparar todo el terreno durante un
periodo en que la rapidez de acumulación de información deja a todos exhaustos. Lo que es
mucho más importante durante la niñez es que cualquier búsqueda de información vaya de la
mano con la actitudes y capacidades de investigación que respaldarán su interminable aprendizaje
a lo largo de las muchas etapas escolares y en toda la vida.

En cierta medida, la selección del contenido debe ser determinada por los adultos, porque si sólo
se depende de lo que los niños desean aprender, se dejarán fuera del campo de su elección
demasiadas cosas de las que nunca han oído hablar. Un buen programa de estudios incluye la
búsqueda de respuestas a lo que los niños desean saber cómo cosa natural. Pero un adulto bien
informado toma algunas decisiones acerca de lo que puede ser útil, interesante o de gran valor
para los pequeños inexpertos.

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