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FILOSOFÍA DE LA NO VIOLENCIA: UNA REFLEXIÓN DESDE EL DERECHO PENAL

DEL ENEMIGO Y LA ÉTICA DE LA ALTERIDAD

David Esteban Franco Noreña

Estudiante de Derecho - Universidad Católica de Oriente

“El no mataras es la primera palabra del rostro”. (Lévinas, 1991, p. 75)

La existencia humana se ha visto perpetrada por la violencia y con ella el inevitable


fenómeno del conflicto humano. Esto ha conducido a que el hombre cansado de la
barbarie y la guerra busque no sólo una civilización no violenta, sino también una
educación, un trabajo, una diversión, una espiritualidad, una economía, una agricultura y
dietética no violentas, así como también una política, una cultura y, además, una filosofía
no violenta (Borda y Echeverri, 2011). Así, la filosofía de la no violencia se erige como una
alternativa necesaria para la construcción de una mejor sociedad, entendiendo que la no
violencia implica una reflexión ética desde la filosofía y el pensar la relación con el otro.

En este sentido, se pretende realizar algunas unas anotaciones entorno a una propuesta
conceptual planteada desde la disciplina del derecho, específicamente del derecho penal,
denominada derecho penal del enemigo. Es precio señalar que, el derecho es justamente
una disciplina que pretende que haya un control en la relación de las personas entre sí.
Es así como, Günther Jakobs, jurista alemán y profesor emérito de derecho penal y
filosofía del derecho de la Universidad de Bonn, introduce el concepto de derecho penal
del enemigo en el año de 1985; a partir del cual se ha entendido a quienes están o actúan
en contra o al margen de la ley y del sistema social como enemigos, por ejemplo, los
terroristas, narcotraficantes, violadores, secuestradores, entre otros. Por ello, estas
personas deben excluirse de la sociedad y han perdido todos o algunos de sus derechos,
dependiendo la postura filosófica que se acoja, por haber transgredido el pacto social.
Este planteamiento, lo realiza Jakobs siguiendo las posturas de Rousseau, Fichte,
Hobbes, y Kant. Distinguiéndose de ello, el jurista alemán nos presenta también la
concepción que se antepone a la anteriormente expuesta denominada derecho penal del
ciudadano, misma que por su parte, ha entendido al otro en la transgresión como
persona, como tal, conserva su estatus de ciudadano, así como sus derechos.
Ahora, desde un campo epistémico distinto al del jurista alemán Günther Jakobs,
Emmanuel Lévinas, partiendo de un abordaje filosófico, fenomenológico, ético y teológico
viene a traernos un concepto del otro ciertamente distinto a como puede ser entendido
ese otro generador de violencia desde el derecho penal del enemigo. El planteamiento de
Lévinas de la ética de la alteridad es previo a la reflexión filosófico-jurídica de Günther y
no permite colegir que se pueda considerar al otro como un enemigo, pues para esta
concepción se es responsable del otro a partir de una relación ética en la absoluta
desnudez del rostro, mismo que, como lo expresa Joan Charles Melich (2019), “no debe
entenderse como un rostro humano exclusivamente. Lo realmente decisivo es que
comunica lo humano, esto es, la precariedad y la vulnerabilidad”. (pp. 240-241).

Planteado el tema de la presente reflexión, se describirá el problema que se pretende


abordar, mismo que es orden sociológico, filosófico y ético, por cuanto se estudiará la
filosofía de la no violencia con el propósito de enmarcar la discusión en torno a la
comprensión del otro en la transgresión a partir de la concepción del derecho penal del
enemigo y la ética de la alteridad; en donde se advertirá que, a partir de los postulados de
la ética levinasiana, no es dado entender al otro en la transgresión como un enemigo, por
cuanto la violencia, según Lévinas, se da en un escenario en donde el rostro del Otro no
es revelado.

I. Filosofía de la no violencia

Para iniciar, la no violencia implica una reflexión ética desde la filosofía. Esto por cuanto la
no violencia supone no sólo un práctica política o social, sino fundamentalmente ética. La
proyección de la filosofía de la no violencia es un control de la relación con el otro. Aquí es
donde cobra gran relevancia la ética de la alteridad de Emmanuel Lévinas dado que este
filósofo lituano de origen judío advierte la ética como filosofía primera, fundada en una
relación de responsabilidad por el otro a partir de la hospitalidad, la caridad, la
misericordia y la compasión. Este concepto de caridad viene a ser de gran relevancia en
la propuesta ética de Lévinas, misma que se abordará más adelante con mayor detalle.
Se hace referencia a ella sólo con el propósito de advertir que, en el marco de la filosofía
de la no violencia, la caridad y el amor resultan ser conceptos frecuentemente utilizados
en las reflexiones de diferentes filósofos para advertir que su práctica es necesaria para
combatir la violencia. Así, Borda y Echeverri (2011) en su texto Filosofía de la noviolencia
y crítica de la razón violenta advierten que: “el no agredir al prójimo se abre a la
posibilidad del amor al adversario en la caridad cristiana. La noviolencia convertida en
caridad se convierte en la fuerza del espíritu implementada en todas las esferas de la vida
como medicina de la violencia disolvente y destructora”. (p. 299)

Con lo expuesto, se evidencia que la filosofía de la no violencia nos conduce a repensar la


forma de relacionarnos con el otro. El derecho ha sido un instrumento que ha puesto en
evidencia que la regulación de las relaciones sociales, por medio de las normas, de la ley,
si bien ha logrado conservar la relación en sociedad, no deja de ser un instrumento que
presenta múltiples carencias para la construcción de una mejor sociedad. Los crímenes y
la transgresión han sido una constante en la historia de la humanidad y pensar en una
filosofía de la no violencia fundada en la hospitalidad, la caridad, la misericordia, la
compasión y el amor, tal vez ampliaría el campo de reflexión para repensar la
construcción de la sociedad ya no desde la regulación, sino desde la hospitalidad y la
responsabilidad por el otro.

II. Derecho penal del enemigo y derecho penal del ciudadano - Günther
Jakobs

Históricamente el derecho ha sido un instrumento utilizado por el hombre para regular las
relaciones humanas. Desde las teorías contractualistas se enuncia, con ciertos matices,
que el hombre ha decidido ceder algunas de sus libertades para gozar libremente de otras
con el propósito de superar el estado de naturaleza y dar un paso hacia el estado
comunitario legal fundado en un pacto social. Así, una de las ramas del derecho,
específicamente el derecho penal, ha pretendido proteger los denominados bienes
jurídicos más importantes de las personas, tales como la vida, la integridad personal, la
formación sexual, el patrimonio, entre otros, con el propósito de conservar la relación con
el otro en sociedad. Este instrumento de regulación de las conductas de las personas ha
sido dotado de coacción, lo que permite que aquellos que se encuentran en sociedad y
hacen parte del denominado contrato social se subordinen al él y al trasgredir ese pacto,
reciban su consecuencia, pudiendo llegar a ser tal la libertad o, inclusive, la vida.

El Jurista Alemán Günther Jakobs acudiendo como ya se anunció a propuestas de


filósofos de la ilustración y del idealismo alemán, introduce el concepto de derecho penal
del enemigo para referirse a que el Estado por medio del derecho penal, ya no se dirige a
ciudadanos para mantener la vigencia de la norma, sino que, por el contrario, combate a
sus enemigos, en otras palabras, combate peligros. Por lo tanto, se llega hasta el punto
de que la pena se dirige no hacia la sanción de hechos cometidos, sino hacia el
aseguramiento frente a hechos futuros de aquellos que, de manera reincidente, habitual y
por medio de estructuras y organizaciones delictivas no ofrecen garantías mínimas de
seguridad cognitiva de un comportamiento personal. En este sentido, tales individuos
deben ser tratados ya no como personas sino como enemigos.

Los postulados de algunos filósofos de la Ilustración y del idealismo alemán, bajo los
cuales Günther introduce el concepto de derecho penal de enemigo, tienen sus matices;
para Rousseau y Fichte todo delincuente es en sí un enemigo, para el filósofo inglés
Thomas Hobbes es enemigo el llamado reo de alta traición. Por su parte, Jakobs en su
texto titulado Derecho penal del enemigo, muestra el pensamiento de Kant al respecto,
señalando que:

En consecuencia, quien no participa en la vida en un «estado comunitario-legal» debe irse,


lo que significa que es expelido (o impelido a la custodia de seguridad); en todo caso, no
hay que tratarlo como persona, sino que se le puede «tratar», como anota expresamente
Kant, «como un enemigo». (Jakobs, 2003, p. 31).

En contraposición al derecho penal del enemigo, Günther siguiendo a Hobbes y Kant


expone el denominado derecho penal del ciudadano, mismo que comprende que aquel
que trasgrede el pacto social, el denominado delincuente, como persona, lo que significa
que, mientras en la concepción del derecho penal del enemigo se comprende al
delincuente como un enemigo, como un sujeto peligroso, la concepción del derecho penal
del ciudadano deja incólume el status de persona. Así, Günther (2003) advierte que:

Por consiguiente, Hobbes y Kant conocen un Derecho penal del ciudadano -contra
personas que no delinquen de modo persistente, por principio- y un Derecho penal del
enemigo contra quien se desvía por principio; éste excluye, aquél deja incólume el status
de persona. El Derecho penal del ciudadano es Derecho también en lo que se refiere al
criminal; éste sigue siendo persona. Pero el Derecho penal del enemigo es Derecho en
otro sentido. (p. 32)
III. La ética de la alteridad - Emmanuel Lévinas

Ahora, desde un punto de vista epistémico distinto al de Jakobs, Emmanuel Lévinas


propone la ética de la alteridad en la relación con el otro. Para comprender mejor en que
consiste, es preciso hacer una breve introducción al pensamiento de este filósofo. En
segundo término, se ubicará su filosofía en el marco de la filosofía de la no violencia.
Posteriormente, se expondrá por qué se considera que en la ética de la alteridad es
inconcebible ver en el otro un enemigo, finalmente, se plantearán algunas conclusiones
frente a la propuesta del derecho penal del enemigo de Günther Jakobs y la ética de la
alteridad de Emmanuel Lévinas.

Emmanuel Lévinas filósofo y escritor lituano de origen judío, nació en Kaunas, Lituania el
12 de enero de 1906 y falleció en París, Francia el 25 de diciembre de 1995. Fue
influenciado por filósofos como Heidegger, Husserl, Rosenzweig, Chouchani, Ricoeur,
Martin Buber, Gabriel Marcel, entre otros. El pensamiento de este filósofo bien puede
denominarse revolucionario y anarquista, pero es preciso señalar que tal anarquismo es
pacifista. Lo anterior, por cuanto en su pensamiento se encierra la posibilidad de construir
un nuevo modo de vivir y convivir con el otro. Lévinas centra su enfoque revolucionario en
la dimensión ética del ser humano advirtiendo que es la ética la filosofía primera, lo que
será determinante para comprender su pensamiento, sumado a que, este filósofo
esencial, como lo ha denominado Jean-Luc Marion (2016), señala que la filosofía no es el
amor a la sabiduría, sino la sabiduría del amor, lo que también tiene importantes
implicaciones en su pensamiento.

Lévinas estuvo marcado por una serie de sucesos de barbarie que fueron determinantes
para la configuración de su filosofía, pues consagró la reconstrucción del pensamiento
ético después de la Segunda Guerra Mundial en donde estuvo confinado en un campo de
concentración en Hannover, Alemania. Durante tal período casi toda su familia fue
asesinada por los Nazis. Con lo dicho, podemos comprender mejor el pensamiento
filosófico de Emmanuel Lévinas, pues lo que en gran medida lo convierte en unos de los
más decisivos filósofos del siglo XX no sólo es su fuerte denuncia contra la barbarie
humana y tampoco el hecho de haber advertido que el olvido de la alteridad abre el
camino hacia la violencia sobre el otro, sino, sobre todo, el rechazo del sesgo ontológico y
esencialista de la tradición filosófica occidental y la creación de un pensamiento que ya no
parte de la definición de la realidad esencial, sino del hecho ético básico de la relación
humana. (Solé, 2016).

Señala Lévinas que la ética es la filosofía primera, por cuanto entiende que el hecho base
del ser humano no es su capacidad racional, sino su naturaleza moral. Esto hace que el
encuentro con el otro no sea un asunto desnaturalizado en la conciencia, sino que, por su
parte, en ese encuentro con el otro en la relación intersubjetiva y en la conciencia de la
responsabilidad se hayan no sólo el principio del sujeto, sino además el sentido de la vida
y el núcleo de la filosofía. Al respecto, advierte Solé (2016) en su texto La ética del Otro
que:

«Filosofía primera» se entiende como la meditación que no requiere nada previo que lo
sustente. Hasta ahora la ética, una de las ramas de la filosofía, necesitaba para sostenerse
el robusto y central tronco común de la ontología, la meditación sobre el Ser: las Formas
ideales platónicas, la sustancia aristotélica, el Uno plotiniano, el Dios cristiano, el Dios (o
naturaleza) spinoziano, la voluntad de Schopenhauer, el impulso vital de Bergson... La
reflexión ética se producía a raíz y como consecuencia del análisis ontológico del principio
de la realidad, o Ser, no se sustentaba por sí misma. Con Lévinas la ética surge de sí
misma porque lo básico humano es lo moral. La ética es filosofía primera. Como tal,
alcanza a aceptar y posibilitar lo que el pensamiento ontológico y metafísico sobre el Ser —
que hasta ahora se ha afirmado como filosofía primera— rechaza por absurdo. Lo ético, no
el Ser, es lo primero que hay que pensar en filosofía. (p.11)

Con lo expuesto, vemos como el planteamiento de la ética levinasiana resulta ser


bastante revolucionario e inclusive anarquista, sus postulados conducen a entender la
relación con el otro de una forma ciertamente distinta a la que tradicionalmente ha sido
implementada por la sociedad. La reflexión del filósofo lituano de origen judío va más allá
del ser y la ontología, se centra en la ética y en el respeto absoluto por el otro, a tal punto
que, Lévinas desvalora todo tipo de normas morales y políticas para anteponer a todo ello
la ética como punto de partida y como filosofía primera.

En la filosofía de Lévinas encontramos términos a los cuales se les asigna una


significación que va más allá del sentido inicial y común de éstos. Algunos términos
esenciales son: otro, rostro y responsabilidad. En la ética de alteridad estos conceptos
cobran gran relevancia, por cuanto Lévinas advierte que en la relación intersubjetiva del
yo con el otro sé es responsable de ese otro a partir del encuentro con el rostro del Otro,
señalando que el encuentro con el rostro no es solamente un hecho antropológico, sino
que yace en el rostro un mandamiento: no matar. Al respecto Lévinas (2001) en uno de
sus mejores textos, La huella del otro, advierte que:

La absoluta desnudez del rostro, este rostro absolutamente sin defensa, sin cobertura, sin
vestimenta, sin máscara es sin embargo esto que se opone a mi poder sobre él, a mi
violencia, esto que se le opone de una manera absoluta, con una oposición que es
oposición en sí. El ser que se expresa, el ser que está frente a mí me dice no, por su
misma expresión. Este no no es simplemente formal, pero no es tampoco el de una fuerza
hostil o el de una amenaza; él es la imposibilidad de matar aquel que presenta este rostro,
es la posibilidad encontrar un ser a través de una interdicción. El rostro es el hecho por el
que un ser nos afecta, no en indicativo sino en imperativo, y es así exterior a toda
categoría. (p. 89)

Señala Lévinas (2001) que el no matarás es la primera palabra del rostro, pero es preciso
comprender de donde se deriva toda esa significación que le otorga Lévinas al rostro.
Para tal propósito, es importante señalar que el filósofo de la alteridad advierte que el
rostro reluce en la huella del Otro y que esta huella obliga en relación con el infinito, con lo
absolutamente Otro, sólo un ser que trasciende el mundo puede dejar una huella, por lo
que el rostro es por sí mismo visitación y trascendencia. Así, el rostro del Otro es el rostro
de aquel que pudo llevar a cabo el otro modo que ser, es decir, el no ser. Frente a lo
expuesto Lévinas (2001) advierte que:

El Dios que ha pasado no es el modelo del cual el rostro sería la imagen. Ser a imagen de
Dios no significa ser el icono de Dios sino encontrarse en su huella. El Dios revelado de
nuestra espiritualidad judeocristiana conserva todo el infinito de su ausencia que está
dentro del orden personal. Él se muestra solamente en virtud de su huella, como el capítulo
33 del Éxodo. Ir hacia Él no es seguir esta huella que no es un signo; es ir hacia los Otros
que se encuentran en la huella. (p. 74)

Con lo expuesto se evidencia con mayor claridad la importancia de la ética de la alteridad


en la filosofía de la no violencia. Emmanuel Lévinas, al entender la ética como filosofía
primera y comprender la filosofía como sabiduría del amor, plantea una relación con el
otro basada no en regulaciones, normas, leyes, códigos éticos o jurídicos, sino en la
hospitalidad, es decir, se comprende al otro como un sujeto carente, vulnerable, que
requiere caridad, compasión, misericordia y conmiseración a partir del encuentro con el
rostro del Otro. Lo anterior, hace que en la ética de la alteridad levinasiana sea
inconcebible pensar en un enemigo, pues la violencia sólo se da en un escenario en
donde el rostro no es revelado. Al respecto, dice Lévinas (1991) en su texto Ética e infinito
que:

La relación intersubjetiva es una relación asimétrica. En este sentido, yo soy responsable


del otro sin esperar la recíproca, aunque ello me cueste la vida. La recíproca es asunto
suyo. Precisamente, en la medida en que entre el otro y yo la relación no es recíproca, yo
soy sujeción al otro; y soy «sujeto» esencialmente en ese sentido. Soy yo quién soporta
todo. Conoce usted esta frase de Dostoievski: «Todos nosotros somos culpables de todo y
de todos ante todos, y yo más que los otros». No a causa de esta o de aquella culpabilidad
efectivamente mía, a causa de faltas que yo hubiera cometido, sino porque soy
responsable de/con una responsabilidad total, que responde de todos los otros y de todo
en los otros, incluida su responsabilidad. El yo tiene siempre una responsabilidad de más
que los otros. (pp. 82-83)

De este modo, luego de haber realizado una breve exposición del derecho penal del
enemigo de Günther Jakobs y la ética de la alteridad de Emmanuel Lévinas, se concluye
que el planteamiento que desarrolla Günther es una reflexión desde un punto de vista
epistémico distinto al que plantea Lévinas. Mientras el jurista alemán hace un
planteamiento filosófico-jurídico orientado a contenidos concretos y específicos, esto es,
frente a lo que se debe hacer respecto a una realidad ya dada ante un denominado
delincuente trasgresor del orden jurídico y generador de violencia que actúa al margen de
la ley y del sistema social; Lévinas realiza su planteamiento desde un punto de vista ético
y teológico, que se antepone a todo ello, centra su reflexión en el ahondamiento de la
dimensión moral del ser humano, donde la meditación sobre la naturaleza ética del
hombre es una reflexión primera, previa a lo empírico y ontológico, anterior a las
decisiones y a las acciones e incluso a la reflexión sobre estas decisiones y acciones
(Solé, 2016). Lo anterior, hace que la relación con el otro a partir de la desnudez de su
rostro se base en una responsabilidad absoluta y ello hace inconcebible ver en el otro un
enemigo desde la ética de la alteridad.

En conclusión, inicialmente se expuso la filosofía de la no violencia y como la ética de la


alteridad propuesta por Lévinas cobra una importante relevancia allí, al comprender que la
filosofía de la no violencia se erige como una alternativa necesaria para la construcción de
una mejor sociedad; en el entendido de que la no violencia implica una reflexión ética
desde la filosofía y la proyección de la filosofía de la no violencia es un control de la
relación con el otro. En segundo término, se expuso la concepción de derecho penal del
enemigo de Günther Jakobs con el propósito de evidenciar que a partir de tal concepto se
ha denominado enemigo a aquellos que están o actúan en contra o al margen de la ley y
del sistema social; así el Estado ya no se dirige a los ciudadanos, por el contrario,
combate a sus enemigos, en otras palabras, combate peligros. En tercer lugar, se
profundizó en la ética de la alteridad de Lévinas contraponiéndola al planteamiento de
Jakobs, con lo cual se pudo evidenciar que el filósofo lituano de origen judío parte desde
un campo epistémico distinto, en donde se aprecia la imposibilidad de ver en el otro un
enemigo, por tanto, su reflexión va más allá del ser y de la ontología, se centra en la ética
del respeto absoluto por el otro. A tal punto que, Lévinas desvalora todo tipo de normas
morales y políticas para anteponer a todo ello la ética como punto de partida y como
filosofía primera.

Con esta reflexión, la invitación es a replantear la forma en que nos hemos relacionado
con el otro. Los crímenes y la transgresión han sido una constante en la historia de la
humanidad y darle paso a una filosofía de la no violencia fundada en la caridad, la
misericordia, la compasión y el amor, tal vez nos ampliaría el campo de reflexión para
repensar la construcción de una mejor sociedad estructurada ya no desde la regulación,
sino desde hospitalidad, la responsabilidad y el amor por el otro; lo que permitirá que unos
y otros seamos responsables del otro y yo más que los otros.

Bibliografía

Borda, S. & Echeverri, M. (2011). Filosofía de la noviolencia y crítica de la razón violenta.


Tunja: Centro de investigaciones Universidad Santo Tomás.

Carles Mélich, J. (2019). Ética de la compasión. Barcelona, España: Herder.

Jakobs, G. (2003). Derecho Penal del Enemigo. [Trad. Manuel Cancio Meliá]. Madrid,
España: Thomson Civitas.

Solé, J. (2016). La ética del Otro. Editorial Titivillus.

Lévinas, E. (1991). Ética e infinito. [Trad. Jesús María Ayuso Díez]. Madrid, España: La
balsa de la medusa.
Lévinas, E. (2001). La huella del otro. [Trad. Ester Cohen, Silvana Rabinovich & Manrico
Montero]. México: Editorial Taurus.

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