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J . A . L A B U R U , S . I.

Jesucristo
Puntos sociales de su doctrina

Conferencias de San Ginés, dadas


en la Catedral de Madrid, y
transmitidas por. radio a la
iglesia parroquial de San-
ta Cruz
' ( A ñ o 1934)

EDITORIAL "ESPLENDOR"
DELICIAS 1626 -:- CA81LT.A 3746
SANTIAGO DS CHI1.E

1985
Primera Conferencia

(6 marzo 1934)

Una paradoja consoladora

EXCELENTISIMOS Y REVERENDISIMOS SEÑORES (*) :

SEÑORES:

Estaba Grecia amenazada y sus posesiones invadidas por


FIL1PO, que iba violando pactos y robando plazas de los do-
minios griegos
Ante ese desastre y aún mayor peligro para el f u t u r o de
Grecia, se dirigía DEMOSTENES al pueblo ateniense, invitán-
dole con sus discursos a poner remedio a aquellos enormes
desastres nacionales.
Y en primer lugar les echa en cara DEMOSTENES a los
atenienses su indolencia y su apatía y su desidia a no atajar
las invasiones de FILIPO.
" ¿ Q u é contestaríais, atenienses — arguye DEMOSTENES
— a los griegos que os preguntasen qué habéis hecho, fuera
de lamentaros, por libertar a Grecia del dominio del invasor?

(*) El Excelentísimo y Reverendísimo Monseñor Federico


Tedeschini, Nuncio Apostólico de S. S., y el Excelentísimo y Re-
verendísima Señor Doctor D. I/eopoldo Eijo y Garay, Obispo de
Madrid-Alcalá.
1 I'rimero Conferencia

"Atenienses, si esto nos dijesen los griegos, ¿qué les res-


ponderíamos? Y o confieso que n o hallo respuesta.
" H a y , .sin embargo, algunos entre vosotros, que se fi-
guran atajar al orador con sólo preguntarle: pues ¿qué se
ha de hacer ? A los cuales, con el mismo t o n o y con tant^ ra •
zón como justicia pudiera responderles: pues no hacer lo
que hacéis" ( 1 ) .
Y. en la FILIPICA TERCERA, vuelve DEMOSTENES a ha
blar a los atenienses, para incitarlos a salir de su desidia y po-
ner remedio a los males que FILIPO causaba a la patria.
"Ruégoos, atenienses, no me llevéis a mal que os diga
llanamente algo siquiera de la verdad"... " A q u í en vez de U
verdad no resuena ya sino la lisonja, y mientras vosotros m u v
a vuestro placer os estáis saboreando y regalando con su dul-
zura, vuestras cosas, a n d a n d o su camino, han llegado ya "¡l
borde del precipicio.
"Pues bien, si continuáis todavía en la misma disposición,
hemos concluido, no tengo qué deciros; pero si queréis oír sin
adulaciones lo que os conviene, aquí me tenéis dispuesto a pro-
ponerlo; que si bien el estado de las cosas es tan triste como he
dicho, con todo, abrigo la esperanza de que, si os resolvéis a
cumplir vuestro deber, todavía podrán enderezarse. Más aún,
y vaya una p a r a d o j a : lo peor que. habéis tenido hasta ahora,
eso es cabalmente lo que más debe alentaros para adelante Y
¿cuál es ello? El que los negocios anden mal parados por no
haber hecho vosotros nada, ni poco ni mucho, para remediar-
los: porque, claro está, que si así anduvieran después de haber
hecho cuanto estaba en vuestra mano, ni rastro de esperanza
nos quedaría de que pudieran mejorarse. Así que ¡ánimo!,
atenienses, que FILIPO sólo ha triunfado de vuestra negligen-
cia y descuido; de la ciudad no ha triunfado, ni de vosotros
tampoco: ;si ni siquiera ha logrado movernos!"
—i
(1) Discurso de Demóstenes sobre los acontecimientos del
Quereoneso.
IX

Señores: este mismo raciocinio de DEMOSTENES a los ate-


nenses. se puede aplicar hoy, en un orden más trascendental, a
los males espirituales y morales, y aún materiales, que a nos-
otros y al mundo entero oprimen y desgarran.
Católicos: ¿qué contestaríais a los que os preguntasen
que habiais hecho, fuera de lamentaros, por la libertad y la
vida de vuestra Fe y vuestra Religión?
¿Qué responderíais, católicos?
¡Ah, señores, se entristece u n o al ver que no es fácil res-
ponder a esta pregunta!-
Tial vez, alguno de este auditorio, de m o d o idéntico al
que DEMOSTENES suponía en el suyo, me ataje, preguntándo-
me, con un t o n o airado en su interior: "pues ¿qué debíamos
de haber hecho?"
Y no con ira, pero sí con toda valentía debo responder
a esa pregunta, que es queja, lo mismo que respondió DEMOS-
TENES a los atenienses: "Pues no hacer lo que habéis h e c h o . "
N o vivir, católicos, como habéis vivido

* & *

En el alma sentiría me llevaseis a mal lo que con t o d o


amor, y por nuestro bien y el de nuestra Fe, quisiera, señores,
deciros, con toda llaneza y claridad.
N o estamos, señores, viviendo momentos en que pode-
mos perder el tiempo con temas de erudición y de halago.
C u a n d o el enfermo se va en sangre, n o es hora de que
el cirujano nos venga con temas y discursos de biología de
laboratorio, y nos entretenga con asuntos de sutiles disquisi-
ciones biológicas. No, n o es hora de entretenimientos, sino
de suturas e intervenciones rápidas y precisas
Con toda franqueza y claridad, he de hablaros, seño-
res, para deciros terminantemente lo que DEMOSTENES a los
atenienses.
N o debemos vivir, católicos, como hemos vivido.
Si en adelante, continuamos con el mismo m o d o de
2»)
Primera conferencia

vivir individual, y sobre todo, social, no tienen remedio nues-


tros males.
Pero si reconociendo nuestros errores, nos decidimos a
vivir, en el orden individual, familiar y social, como debe vi-
vir un católico que lo sea de verdad, y no de nombre sola-
mente, os doy la garantía absoluta, salvaguardada p o r la
palabra de Dios, de que todos los males que nos acosan des-
aparecerán, y gozaremos de los bienes verdaderos por los que
anhelamos.
Más aún Y o también voy a argumentaros con la mis-
ma paradoja de DEMOSTENOS.
Nos debe servir de aliento y .de segura confianza, et¿
nuestro mal comportamiento que hemos .tenido como cató-
licos
Porque, señores, si los males que padecemos nos hubie-
ran venido después de haber nosotros hecho, para remediar-
los, t o d o lo que de nuestra parte estaba, ningún recurso ni
esperanza nos quedaba para poderlos remediar.
Pero precisamente aquí estriba nuestra esperanza. Y es
que si a tal situación hemos llegado, si así vivimos acosados
de tanto mal, es precisamente, porque poco o nada- hemos he-
cho para remediarlos
Esta situación en que vivimos, se nos ha venido enci-
ma por nuestra desidia, por nuestro mal comportamiento co-
mo católicos
Y esta es la gran confianza de nuestro infalible reme-
dio. Que podemos salir de esta situación y librarnos de los
males que en todo orden nos asedian, t r a b a j a n d o con activi
dad y viviendo con valentía la vida católica individual, fa
miliar y socialmente, como es nuestro deber

* * *

La eficacia de un tratamiento médico, no está en qu¿


sea especulativamente conocido, sino en (fue s?a realmente
aplicado.
La eficacia para el individuo y la sociedad, del catoli-
l'na paradoja consoladora 7

cismo no consiste, del mismo modo, en que el catolicismo sea


especulativamente admitido, sino en que sea sinceramente vi-
vido
Y, con dolor desgarrador del alma, hemos de confesar
que los males qtue nos aquejan y aquejan al mundo entere
tienen por causa el que no hemos vivido en toda su pureza
v con entera verdad el catolicismo, los que, al parecer, lo
admitíamos, por lo menos, de palabra.
No, señores; seamos sinceros. N o se ha vivido el ca-
tolicismo por los católicos, como se debiera haberlo vivido
Grandes masas, católicas por bautismo y de nombre, han
vivido sumergidas en el materialismo de la vida, con los mis-
mos vicios y en los mismos pecados qué aquellos que nada
querían saber del catolicismo.
He aquí, señores, la causa de nuestros males Y he aquí
también el remedio de los mismos. Instaurar en el orden in-
dividual, cada uno para sí, el vivir católico en su conducta
Hogares que se formaron uniéndose en católico por el
santo sacramento del matrimonio, han vivido en pleno paga-
nismo .
En esos hogares se ha tasado la natalidad, y se ha que-
rido gozar del placer, en plan de animalidad, cegando y es-
terilizando las mismas fuentes que Dios dispuso fuesen los
medios de vida.
En esos hogares se ha desarticulado el plan de Dios, en
el uso del Matrimonio.
En esos hogares han vivido tantos sumergidos en el
placer del desnudo y de la moda, y de los espectáculos y de
las diversiones y de las playas, de modo idéntico a como vi-
ven su vida otras uniones no sacramentales, que no tienen
más fin que el goce de la carne, más pervertido que el de las
bestias.
He aquí, señores, la causa de nuestros males. Y he aquí
también, el remedio de los mismos. Intaurar en el orden fa-
miliar, cada uno en su hogar, las prácticas y normas del ho-
gar cristiano, fuente puesta por Dios para que vengan al
mundo aquellos que han de ser moradores del Cielo.
IX

Católicos que han cumplido, tal vez, con sus deberes


individuales y familiares, esos mismos, señores, no se han
preocupado de vivir sus deberes sociales de católicos.
¿Han, por ventura, esos católicos, dado a sus obreros v
trabajadores de sus fábricas, de sus minas, de sus comercios,
de sus tierras, distintos salarios que aquellos que, n o siendo
católicos, no pretendían de sus operarios sino obtener el mo-
ximo rendimiento de utilidad monetaria?
¿Han llevado, por ventura, esos católicos, a sus nego-
cios y a sus campos y a sus fábricas, y a los Consejos de
sus empresas, el criterio católico, señalado expresamente por
el representante que JESUCRISTO tiene en la tierra?
A q u í está, señores, la causa de nuestros' males Y aquí
también el remedio de los mismos. Instaurar la vida cristia-
na en la vida individual, familiar y social, en toda su inte-
gridad y pureza
* * *

Somos católicos, se ha repetido; y hasta el que se to-


que el p u n t o que voy tratando, irrita y molesta a algunos,
porque se cree como una ofensa el mero hecho de plantearlo.
Es la hora de la verdad, señores, n o la hora de los
necies halagos
¡A cuántos de esos que se han llamado católicos, se Ies
podía carear con JESUCRISTO y su Iglesia, y se les podía ar-
güir diciendo:''JESUCRISTO, Iglesia, no les creas; ésos n o son
tuyos, ésos no son católicos más que de n o m b r e " !
¡Cuántos de los que se han llamado católicos, podían
oír la acusación que la Lujuria les hace ante JESUCRISTO,
diciendo: "JESUCRISTO, no le creas, ése no es tuyo; a ése le
tengo y o amarrado con el placer de la carne; ése se me ven-
de cuantas veces le ofrezco una ocasión de lujuria; ése viola
cuando puede, la fidelidad conyugal; ése desarticula tu plan,
JESUCRISTO, quedándose con el goce de la bestia, y esterili-
zando, al mismo tiempo, las fuentes mismas de la v i d a " !
A muchos de los que se llaman católicos, les podría acu-
sar la Avaricia ante JESUCRISTO, diciéndoles: "JESUCRISTO.
»

no le creas, ése no es t u y o . A ése le he comprado yo con


unos cuantos negocios que le ofrecí, y con unas posesiones
que le d i "
¡A cuántos de esos, que se llaman católicos, les podría
acusar la Soberbia ante JESUCRISTO, diciendo JESUCRISTO, no
le creas, ése no es tuyo. A ése le he inoculado yo mi espí-
ritu, y por eso se carea con tu autoridad y con la de tu Igle-
sia,y la discute y la critica, y siempre que le humilla el aca-
rarla, la desprecia A ése le tengo yo comprado por es;
cargo, ese puesto; a ése le tengo yo embriagado con unos hu-
mos de honores"!
¡A cuántos que se dicen católicos, les podría acusar an-
te JESUCRISTO el Respeto humano, diciendo: "JESUCRISTO,
n o le creas, ése no es t u y o . A ése le he dominado yo por
completa Esc se avergüenza de confesarte en público: ése
tiene sonrojo de que sospchen que es de los tuyos; a ése, un
"qué d i r á n " y una sonrisa y un guiño de o j o y un codazo
burlesco, le tienen vendido a tus enemigos"!
¡A cuántos que se creen católicos, les podría acusar la
Curiosidad ante JESUCRISTO, diciendo: "JESUCRISTO, no le
creas, ése no es t u y o . A ése,por saciar sus afanes irrequie-
tos de enterarse, le he hcho yo pasar por encima de tus pre-
ceptos, y despreciar las leyes de tus representantes"!
¡A cuántos que se llaman católicos, podrían la Desidia
y la Ignorancia acusarles ante JESUCRISTO, diciendo: JESU-
CRISTO, no le creas, ése no es t u y o . Ese ni siquiera conoce
los f u n d a m e n t o s de tu doctrina, ni sabe decir p o r qué es
católico, y no protestante ni ateo, ni se ha t o m a d o el más
m í n i m o tiempo de su vida, para enterarse de los f u n d a m e n -
tos esenciales de los d o g m a s " !
; C ó m o podrían clamar a voces Jos vicios y las pasio-
nes. a tantos que se creen católicos, diciendo: "Falso, no
sois católicos: sois nuestros: os tenemos, n o ya sujetos, sino
entregados voluntariamente a nosotros"!
Y aquí está, señores, el mal que padecemos Que gran-
des masas de católicos- han vivido habitualmente, h a n vivi-
do socialmente, fuera en absoluto del catolicismo,
2»)
Primera conferencia

Catolicismo nominal, y n o catolicismo real; aquí está


la raiz de nuestras desgracias.
U n a apostasía práctica de la doctrina de JESUCRISTO.
N o es la caída de u n o u otro; es algo colectivo.
N o es el resbalón momentáneo ante una tentación ante
la cual sucumbe; es el m o d o habitual y constante de vivir
caído, sin interés siquiera por levantarse.
N o queda, señores, otro remedio que el vivir de nuevo
socialmente, en toda su integridad, la doctrina de JESU-
CRISTO
# * *

Sí se viviera íntegramente el catolicismo, señores, ¡qué


paraíso sería esta tierra en que habitamos!
Imaginémonos una sociedad en la que cada u n o de sus
miembros viviera en toda su pureza la doctrina católica.
¿Qué sucedería en esa sociedad?
Si en ella se viviese por todos la práctica del catoli-
cismo:
N o habría ni hijos rebeldes, ni padres déspotas, ni ho-
gares sin cariño, ni infidelidades conyugales
Si se viviera el catolicismo:
N o habría crímenes, ni habría homicidios.
Si se viviera el catolicismo:
N o habría violaciones ni perversiones sexuales, ni ha-
bría adulterios.
Si se viviera el catolicismo:
N o habría estafas, ni habría robos; no habría fraudes
en el comercio, ni negocios ilícitos.
Si se viviera el catolicismo:
N o habría mentiras- ni habría calumnias, ni habría
envidias, ni habría odios.
Y, señores, suprimid de una sociedad los crímenes y los
robos, los hogares sin cariño, las infidelidades, las perversio-
nes del instinto, Jas calumnias y los odios... y esa sociedad
sería el Paraíso de la tierra
Y añadid, ahora, el que en esa sociedad reinase la
l'na paradoja consoladora 11

justicia la fidelidad y el amor, de modo que a todos amá-


semos como a nosotros mismos, y ese Paraíso pasaría a ser

^ e ' ° É s o sería el m u n d o en que se viviese prácticamente el


ideario católico.
Habría en esa sociedad enfermedades y muertes, que so-
mos hombres de carne y hueso, sujetos a los agentes pertur-
badores de nuestro vivir normal y fisiológico; pero, seño-
res, ¡en qué proporción tan considerable disminuirían esos
males fisiológicos!
Visitad esos lugares del hacinamiento de los detritos d¿
la personalidad humana T o d o ese cúmulo de dementes pa-
ralíticos generales; toda esa multitud de idiotas y débiles
mentales en todas sus gamas; toda esa masa enorme de epi-
lépticos y degenerados que tiene por causa próxima o remo-
ta- individual o hereditaria, los contagios sifilíticos del vicio,
o las embriagueces del alcohol, o los excesos de la pasión..,:
todo ello habría desaparecido, de vivirse prácticamente el ca-
tolicismo, en toda su pureza.
Visitad esos centros en que se anida el dolor y la enr
fermedad en sus más diversos grados y variedades.
T o d o ese número de heridos por las pasiones de los
hombres; todo ese ingente hacinado de los sellados con la
marca del contagio venéreo...; todo ello habría desaparecido,
de vivirse prácticamente el catolicismo en toda su pureza
Visitad esos orfanatos, en donde, como arrojados por
el oleaje de la borrasca desencadenada del placer sexual, se
recogen esos niños desgraciados que nunca podrán besar la
frente del padre que los engendró en plena saciedad bestial,
ni jamás podrán sentir el calor del cariño de la madre que
les dió el ser
Visitad esas casas de maternidad donde se refugia esas
infelices víctimas del engaño más vil o del soborno el más
infame, con que perdieron el honor de la dignidad de ma-
dre..., obligándoles, tal vez, a seguir forzadas el camino de
la prostitución y del venderse. T o d o ello habría desapareci-
do, de vivirse prácticamente el catolicismo, en toda su pureza.
12 Primero conferencia

Visitad esas cárceles y presidios en que desde el carte-


rista al homicida, se hallan recluidos quienes robando y es-
tafando, hiriendo y matando- perturbaron el vivir de la so-
ciedad...; todo ello habría desaparecido, de vivirse práctica-
mente el catolicismo, en toda su pureza
¡Señores, cuánto hay aquí para que mediten los hom-
bres pensadores'
* * *

Pero, señores, vuelvo a insistir, no se ha vivido el cato-


licismo integral; se ha desarticulado y violentado el plan de
Dios.
Y lo mismo que cuando se violenta y desarticula el vi-
vir fisiológico, se pagan las consecuencias del dolor, de ¡la
enfermedad y de la muerte, así también, al desarticular el
plan de Dios en el mundo, hemos pagado sus consecuencias,
que son los dolores y agonías en que nos hallamos
Y Jo tristemente doloroso del caso, es que este violar y
desarticular el plan de Dios, no ha sido consumado sola-
mente por los desgraciados que, envueltos en la ignorancia y
el error, desconocen y no acatan ni a Dios ni a su Iglesia;
sino que las Leyes de Dios y de su Iglesia han sido concul
cadas y violadas por los mismos que dicen y parece se pre-
cian de ser sus hijos y sus subditos
Se comprende que aquellos que no reconocen a Dios ni
la autoridad de su Iglesia- nada se preocupen de vivir con-
forme a sus leyes y preceptos.
A éstos, dignos de compasión por su ceguera, hay que
llevarles la luz de la verdad del Evangelio, antes, de que
pueda exigírseles la vida de sus máximas
Pero a los católicos que, aceptando las verdades de la
Fe y perteneciendo a la Iglesia, no viven conforme a lo que
piden sus creencias, es necesario exigirles el que vivan la Fé
que profesan
Un catolicismo solamente de nombre, no basta
Es menester un cristianismo vivido, actuado en todas
las esferas de! vivir
IX

Se ha buscado todo, dinero, placeres, política, comodi-


des, antes que el Reino de Dios y el servirle fidelísimamente.
Se ha alterado el plan de Dios en el m u n d o Y está
el m u n d o pagando sus consecuencias. Desastres económicos,
quiebras nacionales, odios y- guerras internacionales, proble-
mas sociales insolubles, delirios de ideas y ciclones de las más
bajas pasiones
Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia — nos
ha dicho JESUCRISTO» — y todo lo demás se os dará por aña-
didura
N o nos queda más remedio que reducir este dislocamien-
to de nuestra vida al plan indicado por JESUCRISTO. Que
primero y ante todo, vivamos conforme a su justicia, re-
gulando nuestra conducta, segúji las leyes que El nos dejó en
su Reino, de P a z y de Verdad
C o n ello nos vendrán, con los bienes del espíritu,
todos cuantos bienes sociales, familiares e individuales nos
sean necesarios * * *

Hemos vivido un catolicismo externo, y nos hemos con-


tentado con él, mientras descuidábamos el ejercicio de las ver-
dades católicas en toda su extensión
Y de! mismo m o d o que los colores de un rostro nc
indican salud del cuerpo, si son colores postizos y pintados:
así nos ha sucedido al vivir confiados en manifestaciones ex-
ternas de catolicismo, que no correspondían a una vitalidad
católica verdadera e interna
Colores sanos que proceden del organismo robusto, bue-
nos son y no mienten
Colores pintados y fisiologismo patológico, es aparien-
cia que miente y traiciona N o dejará de venir la muerte,
por más que en el exterior pareciere lo contrario
El principio del remedio en un enfermo, no es querer
ocultar y no saber de su enfermedad, que ésta no desapare-
ce. porque se h quiera ignorar.
Hemos, señores, de tener la sinceridad y valentía, de
2»)
Primera conferencia

n o ocultarnos a nosotros mismos la realidad de nuestros ma-


les
Si ni esto quesiéramos hacer, ya n o solamente demostra-
ríamos que estábamos gravemente enfermos, sino lo que es
aún peor, que no queríamos reconocerlo ni aplicar remedio
alguno para dejar de estar enfermos.

* * *

N o es este vuestro caso, señores.


A q u í habéis venido queriendo dedicar estos días para'
bien de vuestro espíritu.
Vosotros, que dedicáis lo restante del a ñ o a vuestros
asuntos y negocios, y los que para 'la salud del cuerpo de-
dicáis vuestros descansos y veraneos, queréis dedicar estos
días al tratamiento, de vuestro espíritu.
Y yo, por mi parte, quiero con toda mi alma ayuda-
ros en estos, vuestros deseos.
C o m o el año pasado os hablé de quién era JESUCRISTO,"
este año quisiera proponeros algunos puntos vitales de la doc-
trina de N . S.. JESUCRISTO.
P u n t o s vitales; puntos esenciales. Doctrina de JESU-
CRISTO que centrará a esta sociedad dislocada, y dará paz a
este m u n d o agitado en torbellino de calamidades.
Y o espero hablaros estas noches de la doctrina de JE-
SUCRISTO s°bre las riquezas; la doctrina de JESUCRISTO sobre
el uso de los medios h u m a n o s ; la doctrina de JESUCRISTO so-
bre la fraternidad; la doctrina de JESUCRISTO sobre las per-
secuciones
* * *

Y o sembraré estas noches la doctrina de JESUCRISTO.


Quisiera la escucharais- de modo que produjera gran f r u -
to en vuestras almas.
P u s o JESUCRISTO una parábola para indicar las diver-
sas clases de oyentes que pueden escuchar la palabra de Dios;
y quiso inculcar que el f r u t o que de su doctrina predicada
IX

se había de obtener, no dependía ni del sembrador ni de


la semilla, sino de la diversa disposición con que los oyentes
la recibieran. Supone .JESUCRISTO que los sembradores n o se-
rán tan criminales que en lugar de la palabra de Dios, va-
yan a sembrar vanidades h u m a n a s .
¡Qué escena, señores! U n a multitud ingente, ávida de
oír la doctrina de JESUCRISTO, le cercó, estrujándole para po-
derle escuchar mejor
Y del tal m o d o le oprimían, que t o m ó JESUCRISTO U
determinación de subirse a una barca, para desde allí, con
más libertad y sin aquellas apreturas, poder hablar a la mul-
titud
La gente se apretujaba en la orilla, los murmullos iban
ya cesando, cuando JESUCRISTO empezó a hablar, diciendo:
"Audite. Escuchad", excitando aún más la atención de su au-
ditorio
"Haced cuenta que salió un sembrador a sembrar" ( 7 ) .
Gente del campo, los oyentes- redoblaron su avidez p o r
escucharle, al ver que JESUCRISTO empezaba c<>n una escena
por ellos' conocida y de su vida ordinaria.
" Y al esparcir el grano, parte cayó j u n t o al camino, y
vinieron las aves del cielo y lo comieron
"Parte cayó en terreno pedregoso, en el que había p°ca
tierra, y luego nació
Más, calentando el sol. se agostó: y como no tenía raí-
ces, se secó
"Finalmente, parte cayó en buena tierra y d'ió f r u t o
erguido y abultado, cuál de treinta por uno, cuál de sesenta
y cuál de ciento.
" Y decíales: Quien tiene oídos para oír, escuche (y re-
flexione)" ( 3 ) .
Con lo cual quiso-.JESUCRISTO excitar más aún la aten-
ción de los oyentes, para que se interesasen por comprender
el significado de Ja parábola.
(2) Me., IV.
C i ) IM'C., I V , 3-9.
K5 l'rimeru conferencia

C u a n d o la gente se había retirado, d?spués de oír pre-


dicar a JESUCRISTO, quedó Este a solas con sus discípulos,
que le preguntar°n qué era lo que significaba la parábola
que íes acababa de proponer.
JESUCRISTO- con la paciencia de una madre que educa
a sus hijos, les dice: " ¿ C o n que vosotros n o entendéis esti
parábola? ¿Pues cómo entenderéis todas las d e m á s ? " .
' ( E s c u c h a d ) : El sembrador es el que siembra la pala-
bra (de Dios) .
" L o s sembrados j u n t o al camino son aquellos (hom-
bres) en que se siembra la palabra, y ,luego que la han
oído, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en sus co-
razones
" A ese modo, los sembrados en pedregales, 1 son aque-
llos que, oída la palabra (evangélica), desde luego, la reci-
ben con gozo
" M á s no echa raíces en ellos, y así dura muy poco, y
luego que viene alguna tribulación o persecución por causa
de la palabra (de D i o s ) . al instante se rinden-
" L o s otros sembrados entre espinas son los que oyen la
palabra:
"pero los afanes del siglo, y la ilusión de las riquezas
y los demás apetitos desordenados a que dan entrada, aho-
gan la palabra (divina) y viene a quedar infructuosa
" L o s sembrados, en fin, en buena tierra, son los que
oyen la palabra y la reciben (y conservan en su seno) > y
dan f r u t o , quién a treinta por uno. quién a sesenta y quién
a ciento". ( 4 ) .
* * *

Clarísima la explicación de JESUCRISTO. Quería JESU


CRISTO explicar lo que había de suceder con su doctrina
Quería inculcar que ni del sembrador ni de la semilla
era la culpa de la ninguna o poca cosecha, sino de las dis-
posiciones del alma de los oyentes que habían de recibirla

Me., IV, 13-20.


l'na paradoja consoladora 15

Dios reparte, con su doctrina, la gracia para hacerla


f unificar pero para ello es necesario, en el plan de su Pro-
videncia, la libre cooperación de los hombres a las luces y
mociones de la gracia divina. _
Y o iré estas noches sembrando, semen est verbum Dei ,
la semilla que es la palabra de D i o s .
La misma doctrina que JESUCRISTO en persona sembró
en el campo del m u n d o . Y o os hablaré de la doctrina con-
tenida en el Evangelio sobre las riquezas, el uso de medios
humanos, la fraternidad, las persecuciones.
Y esta semilla evangélica irá cayendo en los campos *d<
vuestros corazones.
Cayó parte de la semilla de la parábola j u n t o al cami-
no del campo apelmazado, duro, y vinieron las aves y SÍ
la comieron
¿ T e n d r é yo oyentes estas noches duros, insensibles a las
cosas de Dios, en los que la palabra de Dios n o penetre;
hombres de entendimiento pervertido y de voluntad obceca-
da- que hagan que la palabra de Dios no pase de sus oídos
a sus corazones?
N i n g ú n f r u t o sacarán de estas conferencias. Su durez*
de corazón n o permitirá que siquiera germine la semilla; y,
además, vendrán encima las tentaciones del enemigo, que, vi-
gilante. como ave que acecha, les arrebatará la buena semilla
Otra parte de la semilla cayó en terreno pedregoso, que
no tenía tierra p r o f u n d a ; por eso, apenas germinó, nació el
sol y se secó, porque no habían p r o f u n d i z a d o las raíces.
¿ T e n d r é yo oyentes estas noches, sensibles, pero débiles,
tipos superficiales que no ahondan en las verdades de la fe
tipos ligeros que se entusiasman mientras oyen, pero están
faltos de constancia? -
N o sacarán fruto de estas conferencias, porque en cuan
to venga la menor dificultad en el cumplimiento de la doc-
trina de JF.sXiCRISTO* la abandonarán y traicionarán
Cayó otra parte de la semilla en un campo de malezas
y zarzales, que la ahogaron una vez nacida, y no p u d o por
eso. dar f r u t o
je*. 2
2»)
Primera conferencia

N o era tierra estéril, ya que con tanta fuerza arraiga-


ron en ella las malezas, en vegetación exhuberante.
¿Tendré yo oyentes estas noches en los que caerá bien
la palabra de Dios, pero preocupados con los afanes del mun-
do, y atraídos por las riquezas, y seducidos por la sensuali-
dad, ahogarán apenas nacidas, las enseñanzas y los buenos
deseos y propósitos que germinaron en sus corazones?
N o recogerán f r u t o de estas conferencias, porque no han
roturado el campo de sus pasiones, ni se han preocupado de
arrancar las malezas que brotan de la concupiscencia del di-
nero. del mundo y de la carne.
Hubo, por fin, la semilla que cayó en buena tierra, y
ella dió f r u t o de treinta, sesenta y aún de ciento por uno- se-
gún la calidad de la tierra y la preparación de la misma
¿Tendré oyentes estas noches, hombres de buen entendi-
miento, de recta voluntad, que trabajen con diligencia por
preparar el campo de sus almas.
* i[c :¡t

Todos, señores, podéis ser buena tierra, para que en


ella produzca f r u t o abundante la palabra de Dios.
N o era mala tierra la tierra apisonada dol camino, ñe-
ro no era tierra roturada ni preparada por el arado
Ni era mala la tierra pedregrosa,, sino tierra descui-
dada .
Ni menos aún 'era tierra mala la que producía malezas
con tanta cxhuberancia, sino que era tierra abandonada..
¡Cuántos de vosotros tenéis un corazón bueno por na-
turaleza, pero que por vuestra incuria, y por vuestra.s pasio-
nes fomentadas lo habéis estragado para la palabra de Dios?
U n mismo terreno,con cultivo o sin cultivo, es bueno
o malo para la siembra.
A nosotros,los sembradores, nos toca sembrar la semi-
lla que es la palabra de Dios, y no otra de temas de erudi-
ción y de necedades vanas. Y a nosotros nos toca el sem-
17
l'na paradoja consoladora

brarla, como ministros de Dios, del m o d o más adecuad.)


para que sea comprendida y aceptada de los oyentes.
La semilla que es la palabra de Dios, siempre es santa
y eficaz, y siempre va acompañada de >la gracia d'ivina p a r í
fecundarla sobrenaturalmente.
N o queda más que vuestra libre cooperación a la gracia
preparando con diligencia el campo de vuestras almas
Cada u n o se hace a sí mismo buena o mala tierra, se-
gún la diligencia con que coopera a la gracia, dice SAN AGUS-
TIN .
T e m a n los que no preparan y cultivan la tierra de su
corazón, o los que n o arrancan la mala hierba de sus pasio-
nes, con lo que vienen a impedir o ahogar el f r u t o de la
gracia
" M u d á o s cuando aún podéis; voltead el d u r o terreno con
el arado; limpiad la heredad de piedras...; n o tengáis el .co-
razón endurecido, donde rebote la palabra de Dios...; n o os
dejéis sumergir por los cuidados temporales, de m o d o que
ahoguéis la palabra que os predicamos, ya que el Señor siem-
bra por nosotros, sus ministros. Sed tierra buena, os repeti-
mos h o y como ayer, de m o d o que llevéis f r u t o de treinta, de
sesenta y de ciento, u n o mayor, o t r o menor, pero todos f r u - .
tq digno de ser recogido en los graneros del cielo" ( 5 ) .
* * *

Acababa de hablar JESUCRISTO, y entusiasmada una


mujer del auditorio, prorrumpió, ingenua, en esta exclama-
ción llena-de colorido: "Bienaventurado el vientre que te Llevó
y los pechos que- a m a m a n t a r o n " Y JESUCRISTO respondió:
Bienaventurados, más bien, los que escuchan la palabra d"
Dios y la ponen en práctica" ( 6 ) .
Señores, en el ciclón de pasiones y torbellinos de ideas
que agitan aJ m u n d o , que como borracho anda de t u m b o en

(5) Seria. LXXIII. ML., XXXVIIi c. 471.


(6) L,c.', XI, 27-28.
2») Primera conferencia

tumbo, corriendo tras la felicidad, repito yo aquí la fórmula


para obtenerla:
"Bienaventurado el que oye y guarda en la práctica de
su vida, la palabra de Dios" .
Venid, señores, a oírla estas noches. Disponeos a prac-
ticarla .
Es la Infinita Sabiduría y la Infinita Verdad, la que
nos asegura que, si así lo hacemos, seremos bienaventurados.
Segunda Conferencia

(7 m a r z o 1 9 3 4 )

La doctrina de Jesucristo sobre las


riquezas

EXCELENTISIMOS Y REVERENDISIMOS SEÑORES:

SEÑORES:

Se había presentado JESUCRISTO en público, y con sus


milagros y sus enseñanzas en las sinagogas y conversaciones'
había preparado el camino para exponer diáfanamente su
doctrina.
Se había escogido sus apóstoles, y quiso ya, desde el
comienzo, darles claramente el contenido doctrinal que ha-
bían de predicar en su nombre y con su autoridad al m u n d o
entero
" Y estando rodeado — dice el Evangelio — de una gran
muchedumbre de gente de Galilea y Decápoli y Jerusalén y
Judea y de la otra parte del J o r d á n " que había venido ávi-
da por oírle y a ser por El curados de sus dolencias, se
subió JESUCRISTO a un monte "donde, habiéndose sentado,
levantando los ojos hacia los discípulos, decía..." ( 1 )

(1) Mt., IV, 25; V, 1; be. VI, 17.


22 Segunda conferencia

¿Qué decía, señores, JESUCRISTO, en la primera exhibi-


ción pública, de su contenido doctrinal a sus discípulos, aca-
bados de ser elegidos, y ante aquel enorme gentío que le ro-
deaba?
Señores, JESUCRISTO, sin rodeos, sin atenuantes, sin os-
curidades' en frases lapidarias, empieza su discurso con esta
palabra, con la que abre la promulgación de la Ley evangé-
lica: "Bienaventurados..."
"Bienaventurados, ¿quiénes, señores?
"Bienaventurados (vosotros) los pobres, porque vuestro
es el tvíno de los cielos" ( 2 ) .
O t r o que no fuera JESUCRISTO, hubiera halagado al au-
ditorio; o t r o que no fuera JESUCRISTO, hubiera prometido ri-
quezas y poderío a sus seguidores.
JESUCRISTO expone nítidamente el ideaJ cristiano, con-
tra todas las tendencias del instinto y la sensualidad, que po-
nen como fundamento de la vida las riquezas de los bienes
terrenos.
Así inaugura JESUCRISTO la promulgación de su doctri-
na al m u n d o : "Bienaventurados los pobres, porque vuestro
es e! reino de los cieJos".
Difícil de entender esta doctrina; por eso vuelve JESU-
CRISTO en el decurso de su predicación evangélica a insistir
sobre ella, y acomodándose a la psicología oriental de sus
oyentes, les hace ver de nuevo el concepto que deben tener dé
las riquezas.
" H u b o cierto hombre ( m u y ) rico..." ( 3 ) .
¡Con qué rasgos, señores, describe JESUCRISTO eJ con-
cepto cristiano de las riquezas!
Para el m u n d o , riqueza es sinónimo de dicha, de feli-
cidad. de goce; pobreza, en cambio- es idéntico a desgracia,
a miseria, a sufrimiento.
Y viene JESUCRISTO y dice: " H u b o cierto hombre ( m u y )
rico...".

(2) iL*¡.. VI, 20.


(3) ibc., XVI, 19-31.
IX

¿Quién fué este rico, señores?


N o lo dice JESUCRISTO; el rico, sólo por ser rico, si no
tiene honradez y virtudes, es un a n ó n i m o ante D i o s .
N o le n o m b r ó JESUCRISTO por n o difamar su nombre,
ya que su conducta f u é tan desgraciada.
De él nos dice JESUCRISTO que vestía de p ú r p u r a y de
lino, y que tenía cada día espléndidos banquetes.
En cuatro rasgos nos pinta JESUCRISTO al hombre con
ostentación y con soberbia, y al hombre del refinamiento
del placer y la sensualidad.
' Era el hombre que todo lo cifraba en lo material, y en
ello, solamente, tenía puesto su corazón.
" A l mismo tiempo — sigue JESUCRISTO hablando, —
vivía un mendigo llamado LAZARO, el cual cubierto de .llagas,
yacía a la puerta del rico" .
Al pobre le nombra JESUCRISTO; no es un a n ó n i m o pa-
ra Dios el pobre, aunque en el m u n d o sea despreciado.
Este es JESUCRISTO poniendo contrastes.
A la puerta del rico, por donde el rico tenía que pasar
necesariamente, vestido de púrpura, rodeado de criados, tra-
yendo invitados a sus banquetes, estaba echado, cubierto de
llagas, LAZARO, "deseando saciarse con las migajas que caían
de la mesa del rico, más nadie se las daba; pero los perros
venían y lamían las llagas..."
U n rico de corazón de piedra, que ni repara en las mi-
serias, ni se conmueve con la desgracia. D u r o , frío, que tie-
ne más cuidado de sus perros que de LAZARO, a quien ni
las migajas que caían de su mesa, le daba.
U n pobre LAZARO, en lo s u m o de Ja miseria terrena, en
la extrema pobreza y sembrado de llagas que atraían con su
podredumbre a los perros, que venían a saciar su hambre
en aquellas llagas sangrantes. Pero u n pobre,rico en el alma,
por su fortaleza en el sufrimiento, por su paciencia y su es-
peranza .
"Sucedió, pues, que murió dicho mendigo, y f u é Lle-
vado por los ángeles al seno de ABRAHAM. M u r i ó también
el rico, y fué sepultado" .
24 Segunda conferencia

Este, señores, es el tope inevitable, lo mismo para el ri-


co que para el pobre: la m u t r t e .
Transierunt omnia... Pasó todo pasaron las orgías y las
diversiones y... pasó t o d o .
Pasaron los dolores y las privaciones..., pasó t o d o .
Pasó t o d o : pero ¡qué cambio, señores! Y cambio eterno.
Puesto JESUCRISTO a pintar la desgracia del rico,, al tras-
poner esta vida con la muerte, ¡con qué enorme viveza la
dramatiza cuando, valiéndose de la ideología oriental pone
en lenguaje parabólico los, suplicios del rico que usó maí
de sus riquezas!
Dice JESUCRISTO: " M u r i ó también el rico y fué sepulta
d o . E n el infierno y cuando estaba en los tormentos, levan-
tó los ojos, vió a lo lejos a ABRAHAM, y a LAZARO en su se-
no. Y exclamó, diciendo..."
¿Qué decía al rico, señores?
Señores, cuando estaba entre tormentos, cuando estaba
"vidit a longe", lejos de la felicidad, tan lejos que jamás
por una eternidad ya la podría conseguir, empezó a clamar
pidiendo en el torbellino de su desgracia: "Padre (mío)
ABRAHAM, compadécete de mí y envíame a LAZARO, para qu?.
m o j a n d o la punta de su dedo en agua, me refresque la len-
gua, pues me abrazo en estas l l a m a s " .
Clama el rico que en vida fué un tirano, clama que-
riendo mover a misericordia llamando "Padre a ABRAHAM, y
rogándole, con aquel gemido, "compadécete de m í " .
Clama el rico que en vida n o se compadeció del men-
digo ulceroso que yacía a la puerta de su casa, y pide que
ese mismo mendigo, LAZARO, le socorra. Mendigó LAZARO en
esta vida, y el rico mendiga en da eterna.
Sufrió LAZARO en esta vida, y el rico sufre en la eterna.
Clama el rico que en vida a b u n d ó en goces y placeres,
y el que n o dió a LAZARO ni las migas que caían de su me-
sa, se ve obligado a pedir a ese mismo LAZARO una gota de
agua pendiente de la punta de un dedo, para con ella mi-
tigar los tormentos del fuego que Je abrasaba.
Pinta JESUCRISTO al rico mendigando del mismo pobre
IX

a quien n o socorrió y despreció. Y mendigando la suma pe-


quenez del alivio, una gota de agua solamente, que aunqu?
le hubiese sido concedida, en nada le hubiera alivado su des-

graC,
P o c o pedía el rico, y lo pedía clamando, y l o ped.a
excitando a compasión: "Padre ABRAHAM, compadécete de
m í : me abraso en estas l l a m a s " .
"Respondióle ABRAHAM: H i j o , acuérdate que recibiste
bienes durante tu vida, y LAZARO, al contrario, males. Y
así éste ahora es consolado, y tú atormentado. Fuera de que
entre vosotros y nosotros está de por medio u n abismo inson-
dable; de suerte que los que de aquí quisieran pasar a voso-
tros no podrían, ni tampoco de ahí pasar acá".
* * *

Esta es, señores, la doctrina que JESUCRISTO propuso


sobre las riquezas, en la parábola que acabáis de oír
U n rico que se condena, n o por ser rico, señores, sino
por ser un rico que n o ha usado bien .de sus riquezas
Ricos que estáis aquí, no os condenaréis por ser ricos,
pero sí por no haber usado bien de las riquezas
U n pobre que se salva, p o r sólo haber sido pobre, sino
por haber usado santamente de la pobreza.
U n rico que se condena, n o por haber robado, que eso
no aparece en la parábola de JESUCRISTO, sino p o r n o ha-
ber compartido con los pobres lo que no era suyo.
U n rico que puso su corazón en las riquezas que él
creía el único bien; un rico que sólo vivió para el dinero y
disfrutar de sus goces, y que ni se cuidó de los pobres, ni
le conmovieron sus desgracias, ni hizo nada por aliviarlís;
un rico que se creyó independiente en el uso de sus bienes, y
que no dispuso de ellos según la voluntad de D i o s .
Esta es la conclusión de la doctrina de JESUCRISTO en
esta parábola: se condenó «1 r^co por n o haber hecho buen
uso de las riquezas; por no haberlas comunicado con los po-
bres
24
Segunda conferencia

Quiere JESUCRISTO inculcar que para nada sirven las ri-


quezas en la otra vida.
* * *

¿ N o hay en el m u n d o ricos, idénticos en su conducta


al rico descrito por JESUCRISTO?
¿ N o hay ricos, duros, sin entraña de piedad para con Ion
pobres, y que usan de las riquezas a impulso de sus intintos,
sin tener en cuenta el uso que Dios manda se haga de ellas?
De antemano saben, deolarada por JESUCRISTO, la eter-
nidad que les espera
* * *

Y viene JESUCRISTO, e insiste sobre su doctrina acerca


de las riquezas.
Escena delicadísima.
U n joven de posición que se acerca a JESUCRISTO y le
pregunta qué tendría que hacer para ganar la vida eterna.
JESUCRISTO le responde: " Y a sabes los mandamientos:
n o hurtarás..." ( 4 ) , y se los enumera, recapitulándolos.
Respondióle el joven: "Señor, todos esos mandamientos
los he guardado desde mi infancia. ¿Qué más me f a l t a ? "
Al oír esto JESUCRISTO, "mirándole de hito en hito,
mostró quedar prendado de él" ( 5 )
¡Natural! Joven y rico, y decir con entera verdad que
todos los mandamientos desde su niñez los había guardado,
no es cosa que puedan decirlo los jóvenes, y menos los jó-
venes ricos_. Por eso le miró JESUCRISTO con una mirada Hi-
ña de cariño. Y viendo su buena disposición:
"Respondióle JESUS: Si quieres ser perfecto, anda y
vende cuanto tienes y dáselo a los pobres, y tendrás u n te
soro en el cielo. Ven después, y sigúeme" ( 6 ) .
Al oír esto, se entristeció el joven, porque era suma-

(4) Le., XVIII, 18-31.


(o) ¡Mt., XIX, 20; Me., X, 21.
{6) Mt., XIX, ai.
l,si doctrina de Jesucristo soí»i*e las riquezas 27

mente rico, y se retiró de JESUCRISTO, alejándose apesadum*


brado. .
Y al verle que así sobrecogido de tristeza se alejaba,
"JESUS dijo entonces a sus discípulos: E n verdad os di-
go que difícilmente u n rico entrará en el reino de los Ícelos"
(7) •
SAN* MARCOS dice que, al oír esto, los discípulos pu-
sieron cara de admiración, como de que oían una cosa extra-
ña, una sentencia severa ( 8 ) .
Y para quitarles esta extrañeza, insiste JESUCRISTO de
un modo más acentuado, como diciéndoles: "y no es sólo
esto verdad lo que me habéis oído, sino que todavía os digo
más": "es más difícil el pasar un camello por el ojo de una
aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos" .
D a n d o JESUCRISTO a entender con este proverbio qu;
usaban los judíos para significar que una cosa era imposible
o dificultosa, que esa misma dificultad existía para la salva-
ción eterna de los ricos.
Era una hipérbole usada por los judíos en proverbio
cuando querían indicar que algo era imposible, el decir que
era más fácil que un camello entrase por el o j o de una agu-
ja; y este proverbio lo t o m ó JESUCRISTO para expresar lo
difícil que era a un rico entrara en el reino de los cielos.
" O í d a s estas proposiciones, los discípulos estaban muy
maravillados" ( 9 ) .
¡Natural! C o n el apego que todos los hombres tienen a
las riquezas, si es tan difícil por las riquezas entrar en el rei
no de los cielos, ¿quién se salvará?
" Y dijeron los que le escuchaban: "Pues, según estu
(que acabas de d e c i r ) " ( 1 0 ) , "¿quién podrá salvarse?" ( 1 1 ) .
"Respondióles JESUS: L o que es imposible a los h o m -
(7) Mt., XIX, 23-24.
4.S) Me., X, 14.
(9) (Mjt., XIX, 25-2*.
(10) ILc., XVIII, 26.
(11) Mt., XIX, 25-26.
26 Segunda conferencia

bres, a Dios es posible" "Para los hombres es esto imposi-


ble, pero para Dios todas las cosas son posibles"

A q u í está de nuevo manifestado claramente por JESU-


CRISTO el concepto que le merecen las riquezas materiales.
El rico es muy difícil que se salve.
Cierto que esto causa extrañeza. La causó ya desde eJ
m o m e n t o mismo que pronunció JESUCRISTO su dictámen so-
bre las riquezas Por eso los discípulos, al oírlo, quedaron
atónitos, preguntándose quién podría entonces, salvarse entn-
los ricos
A lo que respondió JESUCRISTO confirmando la dificul-
tad, pero no la imposibilidad absoluta.
"Para los hombres, es estq. imposible", dice JESUCRISTO.
Esto es, para los que se dejan llevar por las riquezas, ponien-
do en ellas, como único tesoro, su corazón, y usando de ellas
con criterio de carne, para ésos es imposible entrar en el
reino de los cielos
Pero n o es aJ rico imposible entrar en el reino de los cie-
los, si adquiere, posee y usa las riquezas según Dios, pues con
la ayuda de Dios, con la adquisición y el buen uso de las ri-
quezas, no son éstas obstáculo para entrar en el reino de los
cielos; antes pueden ser un gran medio para hacer muchísimo
bien y para ganar el rico grandes méritos para la vida eterna.
La riqueza, por sí sola, no es motivo de condenación.
Pero Ja. doctrina de JESUCRISTO es ésta: " E s . m u y difí-
cil que el rico se salve" .
Y es muy difícil, porque:
primero: ¡cuántos peligros para la vida eterna en el ad-
quirir las riquezas!, ¡cuántas injusticias por poseerlas!
segundo: ¡cuánta soberbia engendran las riquezas!
tercero: ¡cuántas ocasiones de pecado proporcionanI

(12) Le., V, 24

cuarto: y ¡qué costoso es cumplir el precepto que Dios


ha impuesto a los poseedores de riquezas!
Por eso, las riquezas, donde el m u n d o cree estar la fuen-
te de la felicidad, le hacen exclamar a JESUCRISTO:
" V a e vobis divitibus..." ¡Ay de vosotros los ricos, por-
que ya tenéis vuestro consuelo (en este m u n d o ) !
Peligros en la adquisición de las riquezas. ¡Cuántos hay
que, ante t o d o y sobre todo, quieren ser ricos, sin atender a
la voluntad de Dios, ni a los preceptos de su Vicario en !a
tierra!
¡Cuánta avaricia, cuánta fiebre de negocios, que opera-
ciones bancarias, qué tratos comerciales!
H a m b r e de dinero, dinero a toda costa
Así está el mundo, calenturiento, convulsivo, por el di-
nero.
" P o r q u e los que pretenden enriquecerse (dice el Espíritu
Santo por SI.N PABLO), caen en tentación, y en el lazo del
diablo, y en muchos deseos inútiles y perniciosos, que hunden
a los hombres en el abismo de la muerte y de la perdición,
Porque la raíz de todos los males es Ja avaricia: de la cual
arrastrados algunos, se desviaron de la fe, y se sujetaron (ellos
mismos) a muchas penas (y aflicciones)" ( 1 3 ) .
Que ha hablado el Vicario de JESUCRISTO en la tierra,
que determina el salario de los obreros, y Ja conducta social
de los ricos...
Y ¿se han enterado ellos siquiera? ¿ T e n g o yo aquí mu-
chos consejeros de empresas y de negocios, muchos industria-
les y terratenientes que llevaron soluciones y temas de estu-
dio a los consejos y a sus negocios, para poner en práctica
las normas del Papa?
Ante todo quisieron dinero, dividendos, rentas, y fue-
ron arrastrados por la avaricia, como dice SAN PABLO, hasta
desviarse de Jas doctrinas sociales de la Iglesia, a la que creían
pertenecer.
¡Cuántas injusticias, en muchos ricos, en el acaparar sus
(13) I Timot., VI, 9-11.
Soguwlii conferencia

riquezas! ¡Qué salarios, qué tratos, qué préstamos, qué explo-


taciones!...
Se les pudiera aplicar la frase del profeta HABACUC: " ¡ A y
de aquel que amontona lo que no es suyo!" ( 1 4 ) .
La frase de JESUCRISTO " m a m m o n a iniquitatis", rique-
zas inicuamente adquiridas, ¿a cuánto adinerado no alcan-
zará?
¡Cuánta soberbia engendran las riquezas: qué altanería,
qué engreimiento, qué desprecio, qué suficiencia!....
A él darle consejos, aJ potentado; a él hablarle de obli-
gaciones: a él venirle con normas...!
" N o n sum sicut ceteri homines" ( 1 5 ) .
¡Cuántos ricos, como el fariseo del Evangelio, se han
creído que ellos no son como los demás mortales!
¿Qué es para ellos un pobre sacerdote h a b l a n d o del em-
pleo de las riquezas?; ¿qué valor tienen para ellos las pasto-
rales de los Obispos ni las Encíclicas de los Papas?
A/1 aconsejarles que c u m p l a n ' c o n los deberes de católi-
cos en el uso de las riquezas, llenos de suficiencia y altanería
responden como aquél de la tribu de EFRAIN, que al oír las
reprensiones del profeta OSEAS a los judíos para que guarda-
ran su fe, respondía soberbio y engreído: "Dives effectus sum,
inveni idolum m e u m " . " E l l o es que y o me he hecho rico, y
he hallado ya mi ídolo, que son las riquezas" ( 1 6 ) .
P o r ese peligro de soberbia en los ricos, manda SAN PA
BLO a au discípulo SAN TIMOTEO: "A los ricos de este siglo
mándales que no sean altivos, ni pongan su confianza en las
riquezas caducas... (exhórtalos a obrar bien, a enriquecerse
de buenas obras, a repartir liberalmente, a comunicar sus bie-
nes, a atesorar un buen f o n d o para lo venidero, a fin de al-
canzar la vida verdadera" ( 1 7 ) .
¡Qué fuente y puerta de pecados son Jas riquezas!
(14) Habac. II, 6.
(15) Lc„ XVIII, 11.
(16) Oseas, XJI, 8.
(17) Timot., VI, 17-20.
l,si doctrina de Jesucristo soí»i*e las riquezas 31

^Cuánto vicio comprado con dinero! ¡Cuántas honras


mancilladas, cuánta lujuria desbordada, cuántas m;ujeres_ des-
graciadas, cuántos niños en la casa-cuna, cuánto refinamiento
de orgía!...
" H i j o del hombre — dijo Dios a EXEQUIEL, — hora-
da esa pared... y verás las abominaciones pésimas que cometen
éstos aquí" ( 1 8 ) . "Vade et adhuc conversus videbis abomi
nationes majores" . "Vuélvete a otra parte y aún verás abo-
minaciones peores" ( 1 9 )
;Ah, señores!, si se horadasen las pareces de muchas ca
sas, ;qué cosas se verían, qué lujo, qué refinamiento, qué des-
pilfarro, qué festines, qué bebidas, qué bailes, qué desnudos,
qué abominaciones!
En el siglo IV. cuando se habían pasado al catolicismo
muchos paganos, sólo por interés y adquisición de ¡puestos,
oara evitar con el catolicismo las molestias que se les pudie-
ran seguir de permanecer en el paganismo, escribe SAN AM-
BROSIO. aquel hombre y aquel santo, por familia, de lo más
distinguido del Imperio, y por su puesto de prefecto de Li-
guria, conocedor a fondo de la vida social de su tiempo, es-
ras amones'.aciones a los ricos de su tiempo, que tampoco ex-
presan mal los momentos sociales de nuestra época. N o son
dirigidas a todos los ricos, pero si a gran número de IOJ ri-
cos No a lodos, porque no todos vivían como SAN AMBRO-
SIO indica; sí a muchos, porque así lo daba la triste realidad:
"Decoráis las paredes y desnudáis a los hombres; tienes
ante tus puertas a hombres harapientos clamando por socorro,
y tu única preocupación es con qué clase de mármoles has de
hermosearlos pavimentos de tu casa; un hombre como tú te
pide pan, mientras tu caballo mordisquea un bocado (freno)
de oro; piensas en vestidos y joyas preciosas, mientras otros
ni siquiera tienen pan para comer; la muchedumbre se muere
de hambre, y tú cierras tus graneros para que suba el precio
del pan: el pueblo está sumergido en deplorable miseria, y tú
(18) Ezeq., VII, 8-9.
( 1 9 ) Ibid., 13.
30 Segunda conferencia

juegas con los reflejos de tus joyas. -Triste de tí, en cuya ma-
no está el poder de salvar a tantos de Ja muerte, pero te falta
la voluntad de hacerlo; bastaba una de las piedras de tu ani-
llo (de tus joyas) para salvar todo un pueblo..."
" L a posesión deber ser del poseedor, y no el poseedor es
clavo de la posesión..." ( 2 0 ) •
Es verdaderamente difícil no caer en los peligros que trae
•consigo la adquisición y el uso de las riquezas
P o r eso dice JESUCRISTO: " ¡ Q u é difícil es que el rico
entre en el reino de los cielos!"
* * *

Porque, además, señores, es muy costoso el cumplir con


los preceptos que Dios tiene impuesto a las riquezas.
Dios es D u e ñ o universal de todo lo existente, y Jos hom-
bres son los administradores de D i o s . Y JJSUCRISTO ha de-
clarado cómo se han de usar las riquezas por quiénes las po-
sean, y les ha impuesto el precepto de la limosna. Es el tri-
b u t o que Dios impone a las riquezas.
Y como tributo, es obligatorio; la limosna es deuda. Por
eso, al hacer la limosna, se ha de hacer sin ostentación, pues no
se hace sino cumplir con el precepto impuesto por D i o s .
"Y así, cuando das limosna — dice JESUCRISTO, — no
quieras publicarla a son de trompeta, como hacen los hipó-
critas en las sinagogas y en las calles (o plazas) a fin de ser
honrados de los hombres. En verdad os digo que ya recibie-
ron su recompensa. Más tú, cuando des limosna, haz que tu
mano izquierda no perciba lo que hace tu derecha, para que tu
limosna quede oculta, y tu Padre (Dios) que vé lo (más)
oculto, te recompensará" ( 2 1 ) .
Y tan encarecedor es JESUCRISTO de la limosna, que El
se identifica con aquellos mismos a quiénes se hace la limosna

(20) De Vubuthe Izraelit», cap. XII-XIII. ML.. XIV, c.


747-748.
(21) Mt„- VI, 2-3-4.
l,si doctrina de Jesucristo soí»i*e las riquezas 33

"Venid, benditos de mi Padre (será la sentencia del


juicio f i n a l ) , a tomar posesión del reino [celestial] que os
está preparado desde el principio del m u n d o . Porque y o tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y mié disteis de beber;
era peregrino y me hospedasteis; estando desnudo, me cubris-
teis: enfermo, me visitasteis; encarcelado, vinisteis a verme [y
consolarme] . A lo cual responderán los justos diciendo: Se-
ñor, ¿cuándo te vimos nosotros hambriento y te dimos de co-
mer, sediento y te dimos de beber? ¿ C u á n d o te hallamos de
peregrino y te hospedamos, desnudo y te vestimos?, o ¿cuán-
do te vimos en la cárcel y fuimos a visitarte?
" Y el Rey- [JESUCRISTO] en respuesta les dirá: E n ver-
dad os digo: Siempre que lo hicisteis con algunos de estos mis
más pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis" ( 2 2 )
Y al condenar a los reprobos, alegará para ello JESU-
CRISTO el que no cumplieron con estos mismos preceptos, que
son los que abren las puertas del cielo a los justos
Y al preguntar también los réprobos dónde le vieron
hambriento, o sediento, o peregrino, o desnudo o enfermo a
JESUCRISTO, entonces les responderá: " O s digo en verdad:
siempre que dejasteis de hacerlo con alguno de estos [mis] pe-
queños [ h e r m a n o s ] , dejasteis de hacerlo c o n m i g o " .
N o ha podido JESUCRISTO elevar más al pobre, que al
identificarlo consigo m i s m o . Ni ha podido encarecer más el
concepto- de la limosna
Y para que se evite el n o dar la limosna por avaricia y
deseo de acumular riquezas, dice expresamente JESUCRISTO:
" N o queráis a m o n t o n a r tesoros para vosotros en la tierra,
donde el orín y la polilla los consumen, y donde los ladro-
nes los desentierran y roban. Atesorad más bien para vos-
otros tesoros en el cielo, donde no hay orín ni polilla qui-
los consuman, ni tampoco ladrones que los desentierren r
roben. Porque donde está tu tesoro, allí está también tu co-
razón" (23) .

(22) Alt., XXV, 34-46.


(23) -Mr., VI, 19-22.
Jes. 3
34 Segunda conferencia

Consejo que en una forma más absoluta y tal vez, más


literal, pone SAN LUCAS ( 2 4 ) en boca de JESUCRISTOS "Ven-
ded fsi es necesario] lo que poseéis y dad limosna".
El rico debe dar limosna, "supla vuestra abundancia la
necesidad de los otros" ( 2 5 ) , según la doctrina de JESUCRIS-
TO
Los siguiente extractos darán una idea de este riguroso
e impresionante sermón del obispo V o N KETTELLERS " H a y
gente demasiado acostumbrada a considerar la limosna c o m o
una buena obra ciertamente, pero no como una estricta obli-
gación. Y o sostengo, por el contrario, con SANTO T'OMAS y
SAN LIGORIO, que, en general, el dar limosna es una obliga-
ción estricta, tan sagrada y apremiante como cualquier o t r o
deber, cuyo cumplimiento es necesario para la salivación. Es-
ta verdad, de que el dar limosna es una obligación, la inter-
pretan muchas veces los pobres de nuestro tiempo como si
ellos tuvieran derecho a exigir limosna del rico y a obtenerla
con extorsiones y violencias. De igual manera, la doctrina que
enseña que el dar limosna n o es deber de estricta justicia, es
interpretada por los ricos como una obligación nula, porque
no es obligación de justicia. Ambas ideas son igualmente fal-
sas. Dios ha puesto dos leyes supremas para regular la distri-
bución de los bienes temporales: la ley de justicia, en el or-
den natural, la ley que el Estado tiene obligación de exigir:
y !a ley de caridad, en el orden sobrenatural, ley a la que la
Iglesia está .llamada a imponer apelando a la conciencia indi-
vidual D a r limosna es una verdadera obligación, pero de
caridad. Puede imponerse solamente p o r u n llamamiento a
la conciencia, no por coacción. Quien quebranta una ley que
obliga en justicia, es un ladrón o un defraudador; el que
viola una ley de caridad es, no menos, u n pecador. De he-
cho, el precepto de la caridad ocupa u n lugar más alto en los
ojos de Dios, que el precepto de justicia. N o es el espíritu de
Dios, sino el del m u n d o , el que ha inspirado a los h o m b r e s
(24) iLc.,XII, 3.
(25) TI CO>\, VIII, 14.
l,si doctrina d e Jesucristo soí»i*e l a s riquezas 35

un fa5 s o concepto de la limosna. Mientras el m u n d o abo-


rrece y desprecia al ladrón, n o trata de la misma manera al
que infringe las leyes de la caridad. P e r o cierto que n o será
así el día del juicio".
E n las necesidades ordinarias, debe el rico dar de l o su-
perfluo, esto es, de todo aquello que n o es necesario para
mantener con decencia la condición y estado p r o p i o .
"No es mayor crimen — dice SAN AMBROSIO — quitar
riquezas al que las posee, que si tienes abundancia, negarlas
al que esté necesitado" .
* * *

—¡Padre!
—¿Qué?
— L o s tiempos son malos para dar limosna.
— S i son malos para vosotros, los ricos, ¿qué serán
para los pobres?
Los tiempos son malos, pero en Madrid solamente se
gasta en... ¡Oh, señores, qué n o se gasta en Madrid en ca-
fés, baríes, cines, teatros, toros, diversiones!.... Dinero derro-
chado para divertirse, y pobres que no pueden comer.
—¡Padre!
—¿Qué?
— ¿ N o podemos mejorar nuestra posición?
— S í : pero mejora en su proporción las limosnas a los
pobres.
—¡Padre!
—¿Qué?
— ¿ N o podemos gastar en diversiones, trajes, espec-
táculos?...
— S í : pero habiendo cumplido primeramente los pre-
ceptos primordiales de la riqueza. Sí: pero n o obteniéndola
indebidamente a costa del salario injusto, de las sobrecargas
del trabajo, deQ fraude en los negocios.
Ahora se comprende algo el por qué de la sentencia de
JESUCRISTO: " Q u é difícil es que el rico entre en el reino de
los cielos". Porque es m u y difícil al rico librarse de los pe-
ligros de la riqueza y cumplir con el precepto de la limosna
34 Segunda conferencia

M u y difícil. T a n difícil, dejado a las pasiones de los


hombres, que por eso se ha desarticulado, aún para muchos
católicos, el plan de Dios sobre las riquezas.
— ¡ Q u é negocios tan sucios, qué salarios tan injustos,
qué avaricia tan insaciable, qué altanería tan engreída, qué Ju •
j o tan ostentoso, qué comodidades tan refinadas, qué goce?
tan voluptuosos!
¡Qué mezquindades en las limosnas, qué categorías de
castas, qué alejamiento del "pobre, qué repugnancia a oír lo
que estoy predicando!
Sobre el castigo que recibirán los ricos avarientos, y no
cumplidores de su deber con los pobres, habla así el APOSTOI,
SANTIAGO ( 2 6 : "Agite nunc, divites... Ea, pues, ¡oh ricos!,
llorad, levantad el grito en vista de las desdichas que han de
sobreveniros [en castigo de vuestra avaricia] . Podridos es-
tán vuestros bienes: y vuestras ropas han sido roídas por la
polilla. El oro y la plata vuestra se han enmohecido, y el
orín de estos metales dará testimonio contra vosotros, y de-
vorará vuestras carnes como un fuego. Os habéis atesorado
ira para los últimos días. Sabed que el jornal que no pagas-
teis a los trabajadores que segaron vuestras mieses, está cía
mando [contra vosotros] y el clamor de ellos ha penetrado
los oídos del Señor de los ejércitos Vosotros habéis vivido
en delicias [y en banquetes] sobre la tierra, y os habéis ce-
bado a vosotros mismos [como las víctimas que se prepa-
r a n ] para el día del sacrificio".
Parece, s-iñores, que estamos en los tiempos predichos
por SANTIAGO, en ,1a hora del llorar y del clamar a gritos de
los ricos, al ver cómo desaparecen sus fortunas, y sus cam-
pos y sus posesiones.

* * *

Señores, es el castigo de Dios por el mal uso hecho so-


cialmente de las riquezas

(26) Iac., V, 1 - 6 .
ha doctrina, de Jesucristo s o b r e las riquezas 3»

N o dio el rico por Dios lo que era de justicia y de ca-


ridad, y se lo quitan los hombres con odio y con violencia
Es la hora del castigo de D i o s .
¡ C ó m o h a n desprestigiado a la Iglesia y la doctrina de
JESUCRISTO los malos ricos que se llamaban católicos, por el
pésimo uso de sus riquezas!
Echaron por la borda las normas pontificias, y la doc-
trina evangélica, y ahora se les han podrido sus bienes, y es-
tán como víctimas cebadas para que sobre ellos caigan las ma-
sas revolucionarias.
Es la hora del castigo de JESUCRISTO
N o se ha guardado su doctrina sobre las riquezas, y en
eV m u n d o entero, se han violado sus preceptos, y t o d o el m u n -
do está sufriendo las convulsiones económicas que le ahogan.
¡30 millones! de hombres que n o trabajan, y otros m u -
chos millones que trabajan para matarse; millones de h a m -
brientos en la miseria, y miles de toneladas de trigo y de maíz
que se queman, y de café que se echan a los mares.
Y en el siglo de los estadistas y de las cátedras de eco-
nomía, y de los adelantos de maquinaria y de los progresos
de Ja industria en ese mismo siglo, el paro, el hambre, las
crisis financieras y la bancarrota económica.
Está el mundo sufriendo las consecuencias de la desar-
ticulación y violación de la doctrina de JESUCRISTO sobre las
riquezas.
Y es que, alejado el m u n d o del ideario y de la prác-
tica de las doctrinas evangélicas, irremisiblemente brotan con
ímpetu irresistible las pasiones del d o m i n i o y del acapara-
miento y de la dureza del corazón.
P o r eso dijo JESUCRISTO que, dejados los ricos a los
simples impulsos de sus pasiones, no se salvarán: Impossibik
est apud homtnes...
Pero no es imposible el que se salven, si cumplen los
preceptos de las riquezas y evitan sus peligros, ayudados p o r
la gracia de D i o s . Omnta possibilia sunt apud Deurrí.
38 Segunda conferencia

A q u í tenéis, en el Evangelio, la confirmación espléndida


de que, con la ayuda de Dios, se pueden d o m i n a r los vicios en
la adquisición y en el uso de las riquezas
H a b í a entrado JESUS en Jericó, y la muJtitud se agol-
paba en las calles, ansiosa de ver a quien iba sembrando e!
bien por dondequiera que pasaba.
" Y he aquí, dice el Evangelio — ( 2 7 ) que un hombre
[ m u y ] rico, llamado ZAQUEO, principal [o jefe] entre los
publícanos (todos los publícanos soJían ser ricos, y ZAQUEO
era riquísimo entre los publícanos; por eso era "princeps", el
que más entre ellos abundaba en riquezas) hacía diligencias
para conocer a JESUS de vista, y no pudiéndolo a causa del
gentío, por ser muy pequeño de estatura, se adelantó corrier-
do y subióse sobre una higuera silvestre para verle, porque
IJESUS] había de pasar por allí".
ZAQUEO era, pues, un hombre que ocupaba en la adua-
na de Jericó un cargo m u y importante: "jefe de publícanos".
Encargado de cobrar los impuestos a las mercancías que pa-
saban p o r aquella p l a z a .
Eran los publícanos odiados por los fariseos, que los te-
nían como hombres i m p u r o s .
Y por su oficio de cobrar impuestos — y más si se ex-
cedían en las tarifas a su discreción o arbitrio — eran ma'
mirados p o r el pueblo.
ZAQUEO, en el trato con los mercaderes y negociantes,
había oído muchísimo hablar de JESUCRISTO, de sus mila-
gros, de la doctrina que predicaba.
Y al oír que estaba en Jericó, t u v o deseo de conocerle.
P e r o las calles estaban invadidas por enorme gentío, que es-
peraba el paso de JESUCRISTO, Era m u y b a j o de estatura, y
aún poniéndose de puntillas, n o ilograba ver el camino por
d o n d e iba a JESUS a pasar.
T u v o la idea, que ejecutó al momento, de adelantarse
en el camino por donde iba a pasar JESUCRISTO, y para ase-
gurar el que no le quitaran la vista, dada su pequeña estatu-
(27) íLc., XIX.
ha doctrina, de Jesucristo sobre las riquezas 3»

ra, se subió a un árbol de j u n t o al camino. Rasgo de valen-


tía, e índice del verdadero deseo que tenía de conocer a JESU-
CRISTO-
Bien se lo pagó el Señor. Venía JESUS rodeado de la
muchedumbre, y al acercarse al árbol donde ZAQUEO estaba
subido, levantó los ojos, y al ver a ZAQUEO le d i j o : ZAQUEO,
baja p r o n t o , porque conviene que yo me hospede hoy en tu
casa".
¡Ya lo creo que convino que JESUCRISTO se hospedase
en casa de ZAQUEO: le convino a ZAQUEO y convino al
mundo entero, por la doctrina que se iba a desprender de lo
que con ese motivo iba a suceder.
B a j ó a toda prisa ZAQUEO y le recibió gozoso [a JE-
SUCRISTO] en su casa".
" T o d o el m u n d o , al ver esto, murmuraba, diciendo que
se había ido a hospedar en casa de u n h o m b r e de mala v i d a " .
Mala fama tenía ZAQUEO, rico, muy rico, con su cargo
odiado, y expuesto a grandes peligros en la adquisición y en
el uso de las riquezas.
Por algo d i j o JESUCRISTO que convenía que El se hos-
pedase en ca6a de ZAQUEO.
E n t r ó JESUCRISTO, y en el alma de ZAQUEO se p r o d u j o
u n cambio radical. T a l vez, mientras ZAQUEO le enseñaba
su casa y durante la comida, fué JESUCRISTO diciéndole la
doctrina que iba predicando sobre las riquezas: que eran bien-
aventurados los pobres, porque de ellos era el reino de los
cielos; lo que sucedió a o t r o hombre m u y rico, como lo era
ZAQUEO, y que por usar mal de las riquezas, se condenó pa-
ra siempre; que El le aconsejaba que atesorase, n o dineros y
f o r t u n a que podría ser robada o perderse, sino otra clase de
f o r t u n a de bienes que se nunca se pierden ni pueden ser ro-
bados, porque se depositan en el cielo; que para atesorar de
este modo, diese limosna abundante; y que ya que a El le
acogía con tanta amabilidad en su casa, supiese que t o d o lo
que se hacía por cualquier pobre o necesitado, lo tomaba E '
como hecho directamente a su misma persona; que El le ase-
40 Segunda conferencia

guraba que le pagaría espléndidamente en el cielo todo lo que


hiciese con los pobres.
Y omnia possibilia sunt apud Deum Verdaderamente
que todo es posible al que le ayuda la gracia de D i o s .
ZAQUEO, el muy rico, que así había atesorado tanta
fortuna, quién sabe cómo y con qué medios; ZAQUEO, el que
poco o nada debía de dar a los pobres de su inmensa f o r t u n a ,
por lo que se desprende del concepto en que la gente le tenía
como de un hombre de mala vida y pecador, sufrió una trans-
formación radical con la presencia de JESUCRISTO en su ca-
sa Y allí, delante de JESUS, le dijo: "Señor [desde a h o r a ]
doy yo la mitad de mis bienes a los pobres, y si he. defrau-
dado en algo a alguno, le voy a restituir cuatro veces má?
[de lo que d e f r a u d é ] " .
Al ver JESUCRISTO esta conversión de ZAQUEO, tan ca-
tegóricamente expresada, le respondió: "Ciertamente que e!
día de boy ha sido de salvación para esta casa". Porque Y o
he venido "a buscar y a salvar lo que había perecido".
Aquí tenéis,, señores, alabado el rico por JESUCRISTO.
Pero el rico que se acomoda en el uso de las riquezas a las doc-
trinas de! Evangelio
Y aquí tenéis, señores, en la conducta de ZAQUEO, la
norma de la conducta del rico, que puede huir del "¡qué di-
fícil es que el rico entre en el reino c!e los cieJos!", y puede
merecer oír de JESUCRISTO que en su casa ha entrado la ver-
dadera salvación
Si en el uso de las riquezas se guardase diligentemente ?.l
no adquirirlas defraudando a nadie — y devolviendo cua-
druplicado el dinero mal adquirido: — si en el uso de las ri
quezas se guardase el darlas espléndidamente a los necesita-
dos, incluso hasta la mitad de lo poseído, se habrían, $i n o
acabado, sí remediado los conflictos sociales, y se habría, si
n o terminado, sí mejorado este estado mundial de malestar y
de angustias.
* * *

Hombres adinerados que me escucháis, consejeros de


ha doctrina, de Jesucristo sobre lasriquezas3»

empresas bancarias e industriales, terratenientes y comercian-


tes: habéis oído la doctrina de JESUCRISTO, que las uséis bien-
dejadas a vuestras pasiones y miras h u m a n a s . Pero entonces,
también le habéis oído a El, que " m á s fácilmente entrará un
camello por el o j o de una aguja que un rico en el reino de
Jos cielos" .
Y además, señores, que en el mal uso de las riquezas, se
cumple !a palabra de Dios: " p o r aquello en que u n o pecó,
por eso mismo le vendrá el castigo". Y está el m u n d o ente-
ro sufriendo irremisiblemente el castigo tremendo del mal uso
que ha "hecho y hace de las riquezas, desarticulando su ad-
quisición y uso de las normas del plan d i v i n o .
ZAQUEO, disminuida su fortuna por haberla distribuí-
do ¡a mitad a los pobres, y mermada esa otra mitad p o r las
restituciones al cuádruplo de ,1o n o bien adquirido, quedó
henchido de contento, con una paz y alegría que nunca pu-
d o gozar cuando la poseía entera contra las normas evangé-
licas . Y diecinueve siglos hace ya que estará g o z a n d o de aque-
llos tesoros que depositó en los cielos, comprados con sus ri-
quezas
* * *

Estudiad las encíclicas del. Vicario de JESUCRISTO so-


bre la restauración del orden social; implantad sus contenido
ideológfico — que es el de JESUCRISTO — en todos vues-
tros negocios y empresas.
De haber hecho esto desde la aparición de la encíclica
de León X I I I Rerum novarun?, no hubiera el m u n d o llega-
do. a las convulsiones que estarlos sintiendo preludio de un
hecatómbito cataclismo social, justo castigo ,de la obstinación
en no querer oír ni'obedecer a Dios, a Aquel que es la Luz,
la Verdad y la V i d a .
Catolicisjno integral, señores, catolicismo integral. Lo
demás es fariseísmo e hipocrecía.
Catolicismo integral. Y piedra angular del catolicismo
integral, es el uso de las riquezas conforme a la doctrina de
JESUCRISTO y de su Representante en la tierra.
40
Segunda conferencia

Si hablase a mujeres, tal vez temería — no, temer no,


— tal vez dirían de m í : es comunista, es socialista, n o vol-
vemos más...
Es m u y fácil dar contra mí, cuando no se tiene osadía
para hablar claramente contra el Papa o contra JESUCRISTO.
La doctrina de JESUCRISTO es bien clara y terminante
respecto de las riquezas.
La de su Representante en la tierra, ahí está concluyente
en sus encíclicas.
Puede u n o n o ser católico y n o admitir la doctrina de
JESUCRISTO y su Iglesia.
Pero lo que no se puede consentir es, señores, que, lla-
mándose católicos, les moleste aún la oír la doctrina de JESU-
CRISTO, la que propone sobre las riquezas.
Lo que no se puede consentir es el que tantos católicos
usen de las riquezas en contra de .la doctrina de JESUCRISTO,
no importándoles ni el desprestigio, ni el odio que esta su
conducta acarrea a la Iglesia que ellos con su boca llaman Ma-
dre
Señores, instauremos nuestra vida católico-social res-
pecto al uso de las riquezas, tal como lo ha enseñado JESU-
CRISTO, y lo ha declarado su Iglesia.
Con ello libraremos a la sociedad y a nosotros mismos
de los castigos enviados por Dios p o r la violación reiterada
y pública de süs normas sobre el uso de las riquezas.
Con ello conseguiremos la paz social, que estriba en la
distribución y uso j u s t o de los bienes materiales.
C o n ello haremos amable a JESUCRISTO, y a su Iglesia
ser por todos venerada y amada como madre.
Con ello iremos depositando tesoros de bienes materia-
les que gocemos eternamente en el Reino de Dios Nuestro
Padre.
Tercera Conferencia

(8 m a r z o 1 9 3 4 )

La doctrina de Jesucristo sobre el uso


de tos dones humanos

EXCELENTISIMOS Y REVERENDISIMOS SEÑORES:

SEÑORES:

Las riquezas, son uno. n o el único, de los dones que


pueden los hombres poseer.
Y como JESUCRISTO ha expuesto en el Evangelio, la
doctrina sobre el tfso de las riquezas, también la ha manifes-
tado en lo referente al uso de todos Jos demás bienes que es-
tán a disposición del h o m b r e .
H a y que hacer recto uso de las riquezas. Vimos ayer
la doctrina de JESUCRISTO sobre este particular
Oigamos hoy a JESUCRISTO su doctrina sobre el uso
de los demás dones que nos ha concedido
* * *

Quiso JESUCRISTO inculcar que debemos ser fidelísimos


y diligentes en el hacer productivos todos los dones que nos
ha confiada, para que de ese modo podamos ser premiados
42 Tei-ceia conferencia

por E l . Y para poner de manifiesto esta idea, se sirvió de


.la parábola de los talentos.
" P o r q u e |el Señor obrará | (dice JESUCRISTO) como
u n hombre que, yendo a lejanas tierras, convocó a sus cria-
dos y les entregó sus bienes, d a n d o al u n o cinco talentos (en
moneda actual, unas 5 0 . 0 0 0 pesteas a la p a r ) , a o t r o dos
( 2 0 . 0 0 0 pesetas), y u n o solo al otro ( 1 0 . 0 0 0 pesetas), a
cada u n o según su capacidad, y marchóse inmediatamente
El que recibió cinco talentos, fué, y negociando con ellos, sacc
de ganancia otros cinco. De la misma suerte, aqueJ que ha-
bía recibido dos, ganó otros dos. Más el que recibió uno,
fué e hizo un h o y o en la tierra y escondió el dinero de su
señor
"Pasado mucho tiempo volvió el amo de dichos cria-
dos y llamólos a cuentas. Llegado el que había recibido
cinco talentos, presentóle otros cinco, diciendo: Señor, cinco
talentos me entregastes: he aquí otros cinco más que he ga-
nado con ellos. Respondióle su a m o : M u y bien, siervo bue-
no y fiel: ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo
mucho: ven y entra en el gozo de tu señor. Llegóse después
el que había recibido dos talentos, y d i j o : Señor, dos talen-
tos me diste: aqui te traigo otros dos que be granjeado m
ellos. D i jóle su a m o : M u y bien, siervo bueno y fiel; pues
has sido fiel en pocas cosas, y o te confiaré muchas más; ven
a participar en eJ gozo de tu señor. P o r último, llegando el
que había recibido un talento, d i j o : Señor, yo sé que eres un
hombre de recia condición, que siegas donde no has sembrado,
y recoges donde no has esparcido. Y así, temeroso [de per-
derlo], me f u i y escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo
que es tuyo Pero su a m o [cogiéndole] la p a l a b r a ' l e repli-
có y d i j o : ¡Oh siervo malo y perezoso! T ú sabías que yo
siego donde no siembro y recojo donde n o he esparcido. Pues
por eso mismo, debías haber dado a los banqueros mi dine-
ro, para que yo a la vuelta recogiese mi caudal con intereses
Ea, pues, quitadle aquel talento y dádselo al que tiene diez
talentos Porque al que tiene, dársele ha, y estará abundante;
más a! que n o tiene se le quitará aún aquello que parece que
SoJuf el oso ile io.s «Iones humanos 45

tiene. | A h o r a bien] ; a este siervo inútil arrojadlo a las t -


nieblas de afuera; allí será el llorar y crujir de dientes" ( 1 )
Este es, señores, el contenido de b parábola: El de un
señor adinerado que entrega a sus servidores, a u n o 5 0 . 0 0 0
pesetas, a otro 2 0 . 0 0 0 y 1 0 . 0 0 0 a otro, para que negocien
con illas a su nombre, mientras él vuelve del viaje que em-
prende .
Al volver de su viaje, llama a los servidores para que le
<len cuenta de sus gestiones. Los dos primeros han negocia-
do de tal manera con el capital entregado, que lo han dupli-
cado, pero el tercero lo ha tenido improductivo, escondido
en tierra
Premia el Dueño largamente a los dos primeros servido-
res. y los admite en su familia: mientras que al tercero le
despoja de! dinero improductivo y lo arroja fuera de su
casa .
Y con este contenido parabólico quiere JESUCRISTO d¿
clarar su doctrina sobre el uso de los dones que Dios ha con
cedido a los h o m b r e s .
* * *

El, JESUCRISTO, es el " H o m o peregre. proficiscens", <>1


Hombre-Dios, que parte de la tierra al Cielo, para volver de
nuevo a ella.
Y al partir, deja de sus bienes en depósito a los hom-
bres, y a unos les dió cinco talentos, a otros dos y a otros
uno.
Y como los hombres adinerados y libres de aquel tiem-
p o entregaban a sus servidores parte de su capital para que
en los negocios o en la Banca lo hiciesen productivo, Dios,
D u e ñ o y Señor absoluto, ha entregado a los hombres los
dones naturales, ya anímicos y psicológicos, ya corporales y
materiales, los dones del dinero, de la ciencia, de la elocuen-
cia, del prestigio, y todos los dones sobrenaturales, con la

( l ) Mt., XXV, H-30.


46 Tei-ceia conferencia

obligación de no tenerlos ociosos, sino de hacer negocio con


ellos y hacerlos productivos para Dios, su D u e ñ o .
Ante Dios, no se ha de engreír ni ensoberbecer el que
recibió más dones que otros. Si más dones recibió alguno, l o
único que se deduce es que es más deudor de D i o s .
Si más dones recibió, para negociar diligentemente con
ellos, no ha de engreírse ni ensoberbecerse, sino lo único que
de ello se desprende es que ha de andar con más solicitud y
con más cuidado que aquellas que menos dones recibieron.
Pues los dones que Dios da, no son para envanecimien-
tos y veleidoso uso de quien los recibe, sino para dar cuenta
•estrecha de cómo se ha negociado con ellos, según el plan de
su D u e ñ o
Vuelve el señor Señor de su viaje, y pide cuenta a sus
criados de cómo h a n negociado con sus bienes.
Como volverá JESUCRISTO, en la hora que menos pen-
samos — es su frase — a pedirnos cuenta de cómo hemos em-
pleado todo lo que en orden natural y sobrenatural nos dió
para que negociásemos mientras El volvía.
Los dos primeros siervos negociaron bien para su Due-
ño. El u n o ganó cinco talentos, 5 0 . 0 0 0 pesetas; el o t r o ga
n ó dos talentos, 2 0 . 0 0 0 pesetas A m b o s duplicaron el ca-
pital .
Y a los dos trató el señor con las mismas frases de
aliento y con el mismo premio.
Porque JESUCRISTO n o premia la diferencia de 5 0 . 0 0 0
pesetas y de 2 0 . 0 0 0 . N o considera la magnitud del lucro, si-
n o la buena voluntad y el trabajo, como dice SAN JERO-
NIMO .
N o premia el éxito, sino que premia el propio y personal
t r a b a j o e industria. " C a d a u n o — dice JESUCRISTO p o r el
Apóstol — recibirá el propio galardón, conforme al propio
f y personal] t r a b a j o " ( 2 ) .
Pero vino el tercer siervo, y declaró abiertamente que él n o
había negociado con las diez mil pesetas que le dió esu señor
(2) I Cor.; II, 8.
Sobi'i' el « s o tic los dones humanos 47

para ese fin. Sino que las escondió en tierra, y así enteras,
tal como se las había entregado, se las devolvió a su señor,
diciendo: "Ecce habes quod t u u m e s t " . C o m o diciéndole:
" ¿ Q u é más quieres que lo tuyo? A h í lo tienes t o d o entero".
Y para cohonestar su conducta, le echa en cara a su se-
ñor, diciéndole que sabía que era un hombre exigente y duro,
y que por eso, "temiendo las cuentas, se fué y guardó en tie-
rra el talento que le entregó".
Le respondió su señor: "Siervo malo y perezoso: de to-
mismo que te atreves a echarme en cara injustamente, te ar-
g u y o : "de ore tuo te judico", por tus mismas palabras te
j u z g o : si sabías-que y o era tan duro y exigente, lo que debie-
ras haber hecho es • depositar tranquilamente el talento, las
diez mil pesetas que te entregué, en cualquier casa de Banca,
y así al volver yo, me las pudieras haber devuelto siquiera con
algunos intereses, sin trabajQ, ni temor, ni responsabilidad
tuya".
" T o l l i t e ab eo t a l e n t u m " , y m a n d ó que le quitasen el
talento y le echasen fuera de su casa.
Este siervo, señores, n o dilapidó las diez mil peseta?
que le entregaron: enteras se las desvolvió a su señor.
¿Qué hubiese hecho su señor con él, si en lugar de te-
nerlas guardadas pero ociosas, las hubiera malgastado y
despilfarrado en vicios y diversiones, y más aún si las hu-
biera empleado contra su dueño?
Y si tan severamente trató el señor al que tuvo ocio-
so un talento, diez mil pesetas, ¿cómo hubiera tratado a los
que recibieron veinte mil y cincuenta mil, si las hubieran
tenido improductivas, y cómo les hubiera condenado si las
hubiesen despilfarrado y d i l a p i d a d o '
* * *

Diáfana aparece la doctrina de JESUCRISTO sobre el


uso de los dones que El nos ha concedido, en cualquier or-
den y grado.
48 Tercera ronfíMt'iieia

N o es suficiente n o malgastarlos. El castigará al q u ;


los tenga ociosos.
Exige Dios Nuestro Señor que pongamos en actividad
y hagamos rendir para su gloria — q u e será al fin de cuen-
tas nuestra felicidad— todos los dones que nos ha concedido.
Más castigo, ciertamente, dará ál que use contra su
voluntad de sus bienes, pero como esto es más fácilmente
comprensible, ha puesto JESUCRISTO una parábola para
darnos a entender que aún el tener ociosos e improductivos
sus dones, merece ante El la desaprobación y el castigo ma-
yor, como es el de ser excluidos de su Reino celestial y el ser
arrojados a los suplicios eternos.
Esta es, señores, la doctrina de JESUCRISTO sobre el uso
de los dones que poseemos.
* * s<

Y si del talento oculto ha de exigir Dios tan estrecha


cuenta, en t o d o tiempo, ¿qué cuentas n o ha de exigir cuan-
d o 'las apremiantes necesidades de los tiempos en que vivi-
mos, claman y exigen que nada de lo que Dios nos ha con-
cedido lo tengamos -inactivo y baldío?
Baldíos, inactivos, nunca quiere Dios que tengamos
sus dones; pero cuando se apostata de Dios, se le niega en
privado y en las sociedades, se maquina contra El y contra
su Iglesia, se le combate desde el manejo oculto a la pública
rebeldía, señores, tener en esos momentos ocultos los dones
de Dios, es más criminal que el no dar al grifo de agua cow
que se pudiera imfpedir el incendio que devora la casa sola-
riega de los antepasados.
Señores, cómo se trabaja contra JESUCRISTO y <u
Iglesia!
Ateísmo organizado y militante.
¡Con qué actividad, con qué disciplina, con qué p l a n !
Prensa, novelas, cines, pseudociencia, cátedras, diver
siones...
Como se trate de perseguir a JESUCRISTO y a su Igle- .
sia, ahí les tenéis a todos sus enemigos unidos, aunque ten-
Solm- el usa (te los d o n e s h u m a n o s 4W

gan por otra parte opiniones entre sí distintas, aunque ten-


gan que aceptar órdenes de rivales, aunque tengan que im-
ponerse verdaderos sacrificios.
T o d o s trabajando con diligencia y con odio contra
Dios.
Y, entre tanto, ¡qué multitud de católicos indolentes,
apáticos, creyendo haber hecho lo suficiente con una práctica
externa y parcial, y por lo tanto farisaica, de la religión á¿
JESUCRISTO.
Ya lo dijo JESUCRISTO: "Los hijos de este siglo son más
sagaces en sus negocios que los hijos de la l u z " ( 3 ) .
Estamos viviendo un momento psicológico idéntico a
aquel en que JESUCRISTO, sudando sangre en el Huerto, fué
a despertar por tres veces a sus discípulos dormidos, mientras
JUDAS el traidor, con los secuaces suyos, estaban con toda
diligencia preparando la traición y prisión de JESUCRISTO
para llevarlo al patíbulo.
¡Cómo nos podría hoy decir JESUCRISTO a los católi-
cos, como entonces a sus discípulos: "Vel J u d a m non vide-
tis quomodo non dormit, sed festinat me tradere judaeis?"
¿No veis cómo mis enemigos no duermen, sino que con to
da diligencia están trabajando para arrancarme de las nacio-
nes y de las familias y de los corazones de los hombres?
Ah, señores, si los hombres que aquí están y me escu-
chan, sintieran en el fondo del' alma esta pregunta de JESU-
CRISTO, que es queja do'lorísima: " N o veis cómo mis ene-
migos no duermen, sino que con toda diligencia están traba-
jando para arrancarme de las naciones y de "las familias y
de los corazones de los hombres?...", tal vez algunos, ojalá
todos, se animaran a no tener inactivos los dones que Dio?
les ha concedido.
Por algo JESUCRISTO puso tan claro en el Evangelio
el castigo enorme que sufriría aquel que tuviese improducti-
vos los dones recibidos de Dios. Porque de esa indolencia se
derivarán extraordinarios males, y por el contrario de la di-
( 3 ) IYC., XVI, 3.
Je*. 4
50 Tei-ceia conferencia

ligencia en poner todos los dones recibidos de Dios, a su


servicio, se habrían de seguir bienes grandísimos.
De n o tener baldío, sino puesto al servicio de Dios
t c d o cuanto El nos ha concedido, se seguirá con sólo ello 'la
renovación social del m u n d o .
* * *

Y lo primero que debiéramos hacer productivo es el


"tiempo".
El tiempo, .eñores, que es como el sustentáculo de to-
llos los demás dones que poseemos. Estamos situados en e!
tiempo.
¡Cuánta pérdida de tiempo! ¡Qué despilfarro de tiem-
p o ! ¡Qué sangría de tiempo!
" T a n t o vale el tiempo cuanto vale D i o s " , ha dicho un
Santo, y da la r a z ó n : "porque empleado bien el tiempo, se
gana al mismo D i o s " .
Y ese tiempo es empleado por muchos en matarlo:
" V a m o s a matar el tiempo'.'.
Hombres anclados en casinos y tertulias, como barcos
amarrados a las boyas del puerto, que están " m a t a n d o e!
tiempo".
Jóvenes de ambos sexos y mujeres que en tés y juegos
de bridge, poker, y en exhiciones y en cines... ocupan su
tiempo en "matar el tiempo".
N o es el tiempo del descanso, ni el tiempo de justo
recreo y esparcimiento que supone previo t r a b a j o y f u t u r o s
quehaceres; es el tiempo que aburre a la generación que vi-
vimos, generación hastiada y enervada, generación decadentt
y degenerada.
¡Si ese despilfarro del tiempo fuese sustituido por el
diligente empleo del mismo! ¡En cuántas cosas buenas se
puede emplear perfectamente el tiempo!
* * *

Y primero y ante todo, un empleo del tiempo en et


cultivo de lo peculiar y distintivo del hombre.
Sobre el uso de i o s dones h a m a ñ o s 51

Por una gran masa del catolicismo, se vive u n catoli-


cismo de rutina, de esporádicas sacudidas afectivas en deter-
minadas festividades del a ñ o y de la vida.
U n catolicismo de media hora escasa a la semana, con
la asistencia casi de simple maniquí a la misa del domingo.
U n catolicismo de fiestas familiares en el casamiento y
en la muerte y en el bautizo; más bien impuesto t o d o ello
por el peso de prácticas seculares que por convencimiento y
conocimientos verdaderos de l o que se ejecuta.
U n catolicismo de un culto más veces espectacular y
aun de turismo lucrativo, que f r u t o de almas que externa-
mente manifiestan sus p r o f u n d o s sentimientos internos a su
Dios.
U n catolicismo, señores, parcialmente vivido, mecáni-
camente vivido, no es el catolicismo integral, que es el qus
JESUCRISTO vino a traer a la tierra, y el que quiere que vi-
vamos todos en privado y en público.
U n catolicismo cuyos mandatos son carga en la v i d í
matrimonia' y social, cuando urge sus preceptos.
Ese catolicismo, señores, para ser lo que JESUCRISTO
quiso, y producir los frutos sociales que de él se derivan, es
preciso cimentarlo en una fe sólida, maciza, roqueña, que,
para serlo, tiene que ser una fe instruida.
Y para ello, señores, u n empleo del tiempo en la f o r -
mación instruida de nuestra fe.
Cursos de apologética a obreros, a jóvenes, a hombres
de comercio, a gente de carrera.
Cursos de religión. Cursos de Liturgia. Cursos de M o
ral profesñmal.
Cursos de Sociología Cristiana.
Entonces sí, cuando la religión n o viniese impuesta tar.
sólo por herencia y por vía afectiva, sino por convencimien-
t o íntimo, entonces sería amada, entonces practicada en to
da su integridad y pureza.
Y solamente entonces podremos de ella esperar los
f r u t o s sociales del catolicismo.
IX

De u n catolicismo instruido y sólido nacería com»<


f r u t o natural y sazonado u n catolicismo vivido, practicado.
Porque el católico consciente, que ama su religión, ési
es el que siente en el alma tener baldíos los dones de Dios.
Ese católico es el que, valorando lo que es el poder coope-
rar, con sus cualidades y. dones, a la misión de JESUCRISTO,
siente potentes presiones internas que le impelen a poner
todo cuanto es a servicio de JESUCRISTO.
* * *

Utilización del apellido — o con su presencia o con su


asistencia—. D o n de Dios es. pues pudiste nacer de una in-
feliz de vida airada o de un padre desconocido.
¡Oh, si muchos apellidos se hubieran retirado a tiem-
p o o se hubieran colocado a tiempo, en campañas sociales,
de prensa... qué suerte t a n . d i s t i n t a para el mal o para el
bien!
La utilización del ejemplo.
Católicos de nombre, que en sus empresas y salarios
se han conducido de m o d o idéntico a los que, n o siendo ca-
tólicos. sólo se han preocupado de acaparar dinero aun a
costa de la justicia y de la caridad.
Católicos de nombre, que en sus diversiones y en sus
baños y en sus pasiones, se han portado como los paganos,
que sólo aspiran al goce de la carne.
Católicos de nombre, que impiden la generación y re-
calcitran contra las leyes impuestas por Dios al .matrimonio,
lo mismo que los que desconocen esas leyes, por negarlas c
no reconocer 3l autor de ellas.
Católicos de nombre, que han hecho caso omiso de la.?
legislaciones del Vicario de JESUCRISTO, y h a n bebido dia-
ria y continuamente el error en el periódico y en los libro»
portadores de los venenos más activos y corrosivos para h
fe que profesan.
Esos católicos, señores, ésos, han hecho más daño a la
Sofor.e el n w ele los dones Humanos 5»

religión, que todos los perseguidores francos y abiertamente


sanguinarios.
P o r eso es menester, señores, instaurar el catolicismo en
el ejemplo-
Católicos que, por serlo, pongan en práctica en sus ne
gocios y empresas, todo el contenido social católico man
dzdo por los Pontífices en sus encíclicas.-
Católicos que, por serlo, lo muestren en sus costum
bres y en sus diversiones, sin la hipocresía de buscar eufe-
mismos como el de " b a ñ o s de sol" para paliar los vulgares
provocativos desnudos.
Católicos que, por serlo, conozcan y practiquen su¿
obligaciones conyugales, no prostituyendo lo que JESUCRIS-
TO elevó a la dignidad de sacramento del matrimonio.
Católicos que, por serlo, acaten la Suprema Autoridad
del Representante de JESUCRISTO en la tierra, y jamás, en-
venenen su fe, ni perviertan sus inteligencias, con el error de
las doctrinas proporcionadas por las lecturas.
Con 'a utilización de este don de Dios, con el ejemplo,
se haría más bien social católico, que con demostraciones ex-
ternas y espectaculares de un catolicismo superficial y pos
tizo. * * *

La utilización, señores, de la ciencia.


D o n de Dios, el don de la ciencia. " D e tod:> ciencíj
es fuerte y origen Dios ' ( 4 ) , que por eso se le llama en la-;
Sagradas E r r i t u r a s ' D o m i n u s scientiarum" ( 5 ) , dice SAN
AGUSTIN.
"Así ÍÍS que toda ciencia es buena, y a ninguna tengas
por mala", dice HUGO de SAN VICTOR: Y SAN AGUSTIN,
" N i n g u n a ciencia puede ser mala, como sea verdadera" ( 6 ) .

(4) De uiplici habitáculo, cap. V. (Autor desconocido.>


ML.. XL, c. 390.
(5) .El testo de I lies-, 2. 3: "Quía Deus scfentiarimi, Do-
minus es..."
(6) MiL., XXXII. o. 1.221-1.223.
54 Tei-ceia conferencia

Esa ciencia, que en todos los ramos del h u m a n o saber


fué la Iglesia la única que la sostuvo y cultivó, en aquel cao¿
de guerras y barbarie de la Edad Media.
La ciencia, no sólo teológica y filosófica, sino la refe
rente a todos los conocimientos; que si es ciencia es verdad
y no ficciones de la necedad y de la soberbia humana.
La ciencia, que, de haber seguido los consejos de SAN
AGUSTIN, no la hubieran dejado muchos católicos casi ex-
clusivamente en manos de los que, prostituyéndola, la han
violentado y falsificado, para ponerla al servicio del error.
Oro y pedrería preciosa es la ciencia, en boca de SAN
AGUSTIN, pero que se ha dejado en poder de los enemigo";
del catolicismo, para que con ella construyan y adornen lo«
ídolo sdel error.
¡Señores, temer la ciencia!
T o d o su contenido " n o n solum formidanda non sunt,
seb ab eis etiam tanquam ab injustis possesoribus in usum
nostrum vindicanda" ( 7 ) -
Los enemigos de Dios, abusando de la ciencia, falsifi
cando la ciencia, "debet ab eis auferre christianus ad usum
justum praedicandi Evangelii" ( 8 ) .
¡Qué celo siente SAN AGUSTIN al ver la ciencia en ma-
nos de los no católicos, que la violentan y la torturan p a n
hacerla servir al error!
N o hay que temerla; hay que arrancársela de las ma-
nos a sus injustos poseedores, que así la degradan, para po-
nerla, en cambio, al servicio de su Autor, Dios, y al servicio
de la verdad de su doctrina.
Pero, señores, la ciencia no se arranca con un asalto, ni
con fuerza de violencia.
La ciencia se arranca con estudio, con trabajo, cor
constancia.
Jóvenes que me escucháis, que tenéis concedido por
( 7 ) S a n Rgiifttin, D e I t t c t Christ, I. II, c. XL. ML.,
XXXIV, c. 63.
( 8 ) ISan Agustín, ibád.
Sobre el a s o de i o s dones humanos 35

Dios el don de la inteligencia clara, despierta: no tengáis


ocioso ese talento que Dios os ha dado.
Arrancad a esos ídolos del error el manto de la ciencia
con que se cubren sus vaciedades, sus contradicciones, sus pe-
dantescas afirmaciones.
Pero arrancadles el m a n t o de la ciencia con estudio se-
rio, con labor metódica, con técnicas exactas.
[Señores, con el señuelo de la ciencia, se ha llevado a
a tantos hombres fuera del campo del catolicismo, para que
se posaran en el error!
Utilicemos, y no tengamos ocioso el don de la ciencia.
U n o s podrían hacerlo con sus dotes personales de inte-
ligencia, con su t r a b a j o individual.
Otros, con la fortuna que Dios les dió, o f u n d a n d o o
cooperando a la existencia de centros católicos de seria in-
vestigación científica.
¡Dichosos, señores, los que con la ciencia seria y ver-
dadera llevan las almas a Aquél que d i j o : "Yo soy la
verdad"!
El talento de comunicar la ciencia.
El gran don de Dios, con el que el hombre puede co-
municar a sus semejantes la L u z y la Verdad.
¡Cuan amargamente lo siente SAN AGUSTIN al ver
baldío e improductivo este gran don de Dios!
" C u m ergo sit in medio posita facultas eloquii.-." ( 9 ) .
" Y a que. la elocuencia está a disposición de todos y
valga t a n t o lo mismo para persuadir el mal como el bien,
¿por qué tjo la procuran con diligencia los buenos, para que
sirva a la verdad, ya que los malos la utilizan para las cau-
sas perversas y malas, y para la iniquidad y el error?"
¡Ah, señores, si para la difusión de la verdad se em-
pleara cón diligencia la elocuencia y la p l u m a !
¡Si para contrarrestar esas poderosísimass armas pues-
tas al servicio del error, con tanta actividad y con tanta di-

(9) IJ© Doct. Christ., 1. IV, c. 2. ML., XXX, c. 89.


56 Tei-ceia conferencia

fusión y eficacia, hubiese católicos que pusieran a rédito y cul-


tivasen ese talento y don de la palabra y de pluma!
Dice el Profeta, hablando de las angustias en que Je-
rusalén se iba a encontrar en el asedio: "Parvuli petierunr
panem,. et non erat qui frangeret eis". Que los pequeñitos
clamaban pidiendo pan, pero que se morían de hambre,
porque no había quien se lo distribuyera.
Así está el mundo, hambriento, famélico, pidiendo
pan, no tanto material, sino alimento de ideas: tiene ham-
bre de verdad.
Y, señores, también hoy faltan quienes distribuyan e'
pan de la Verdad a las inteligencias. Por eso está anémico el
mundo: le falta el alimento de la verdad. Por eso está en con
vulsión agónica, porque se le alimenta con veneno para el alma.
Señores, aquí estarán entre vosotros quienes pueden
personalmente poner al servicio de Dios su habla y su plu-
ma: no tengáis ociosos esos dones de Dios.
N o podéis otros hacer esto por no poseerlos, o estar
impedidos para aplicarlos; pero, señores, si todos los cató-
licos contribuyesen a la difusión de las ideas del Bien y h
Verdad, contribuyendo a la divulgación de las mismas en
bibliotecas populares, en la impresión y reparto entre el pue
blo de tanto bueno como escrito está y aún de nuevo pudie-
ra escribirse, no dudo, señores, de que, puesta la verdad e i
contacto de las inteligencias, no podrían menos de abrazarla
y verla, como puesta la luz ante los ojos, no se puede menoi
de percibir su resplandor.
La desintoxicación de las inteligencias. He *quí el pri-
mer problema.
El encauzarlas por la verdad y para el bien. He aquí o!
fruto que se desea.
Tiempo, crédito, ejemplo, ciencia, palabra, pluma.-.,
unos cuantos nada más de los talentos que Dios ha dado
al hombre.
Estos y todos quiere Dios que los pongamos a rédito
para su causa y para nuestra verdadera felicidad.
Soin-r el uso de los dones humanos 07

Y esto, y no otra cosa, es lo que tanto urge el actual


Vicario de JESUCRISTO,, a! reiterar instantemente sus man-
d a t . s sobre la Acción Católica, en ¡a que deben tom.'ü- parte
todos los catolices.
A !<¡s órdenes de los señores obispos, incorporados a U
jerarquía de la Iglesia, manda el Vicario de JESUCRISTO que
todo católico coopere con su actuación.
Por la apatía y desidia de los católicos, se han desplo-
mado tantos males sobre el mundo.
N o nos queda otra solución que hacer lo que hasu
ahora se ha descuidado, que es el poner a contribución to-
dos los dones de Dios nos ha concedido.

Compadecido un día JESUCRISTO de la multitud que le


rodeaba, d i j o a sus discípulos: "Messis quidem multa... Mi-
rad cuánta mies-..; opecacii autem pauci..., pero hay muy
pocos operarios para segarla; rogate ergo..., pedid pues a
Dios que envíe operarios a sus campos" ( 1 0 ) .
Quiso así JESUCRISTO estimularles al celo del trabajo.
Ponerles delante la mucha mies, j u n t o con la escasez
de operarios para recogerla.
Señores, mucha mies. T a n t o obrero, tanto joven, tan-
to estudiante, tanto comerciante, t a n t o hombre de carrera,
tantos que necesitan conocer la verdad de la Religión, para
que no la arrinconen y aun n o la odien.
Y por otra parte, tanto error, tanta mentira, tanta ca
lumnia, t n prensa y en libros, en cátedras y tribunas, contra
la Religión verdadera.
Messis quidem multa...
Ardiendo la casa del Padre, acometida con todo odio,
y quedamos cruzados de brazos, prorrumpiendo en ayes tan
quejumbrosos como estériles. Esa conducta, señores, se com-
prende l o - q u e merecerá ante JESUCRISTO, habiéndole oído-

(10) Mt., IX, 36-38.


58 Tei-ceia conferencia

en la parábola de los talentos el castigo que dará al que ten-


ga ociosos sus dones, aun sin reclamar su empleo las nece
sidades urgentes del Evangelio-
Ojalá, señores, que cada u n o determine en el f o n d o del
corazón no tener inactivos los dones que Dios les ha conce-
dido.
Entonces sí, entonces solamente podremos esperar una
renovación verdad y duradera.
T o d o lo que esto n o sea, es puro artificialismo estéril.
* * *

T r a b a j e m o s , pero teniendo en cuenta el "sin M í nada


podéis hacer", que nos dijo JESUCRISTO ( 1 1 ) .
Ni el que planta, ni el que riega es el que da el crecer
intrínseco a las plantas ( 1 2 ) .
Sin la gracia del Señor, todo t r a b a j o es estéril en el or-
den sobrenatural.
Se necesita la gracia de Dios, para hacer eficaces todos
nuestros trabajos en orden sobrenatural.
T r a b a j e m o s , pero suplicando a Dios la eficacia de
nuestros trabajos, por medio de la oración.
Vivimos m u y en pagano.
D a d m e una sociedad que trabaje y que ore, y os de-
vuelvo una sociedad feliz y perfecta.

(11) lo., XV, 5.


(12) I Cor., II, 6-7.
Coarta Conferencia

(9 m a r z o 1934)

La doctrina de Jesucristo sobre la


fraternidad

EXCELENTISIMOS V REVERENDISIMOS SEÑORES

SEÑORES:

Acababa de hablar JESUCRISTO tal vez en la Sinagoga


•de Jericó, cuando u n o de los doctores de la Ley, que le ha-
bía escuchado, se levantó y d i j o (a JESUCRISTO) con el fi*.
de tentarle: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la
vida eterna?" ( 1 ) .
JESUCRISTO disiipuló la intención que traía la pre-
gunta, y dado que el que la hacía era doctor de la Ley, le
preguntó-a su vez: "¿Qué es lo que se halla escrito en 1<«
Ley? ¿Qué es lo que en ella lees?"
Respondió él: " A m a r á s al Señor Dios tuyo, con todo
tu corazón y toda tu alma y con todas tus fuerzas y con to-
da tu mente, y al p r ó j i m o como a tí m i s m o " .
Replicóle JESUCRISTO: "Bien has respondido. H a z eso
y vivirás".

(1) 'Le., X, 25-37.


«o

Se portó JESUCRISTO delicadísimamente con el doctor


de la Ley.
Podría muy bien haberle dicho: " ¿ N o me preguntabas
que qué debías hacer para conseguir la vida eterna? — ¿ S í ?
— P u e s si tú mismo te has respondido, ¿por qué me pregun-
tabas? Si lo sabías, ¿qué intentabas al preguntarme?"
Nada de esto hizo JESUCRISTO. Solamente le preguntó
qué es lo que la Ley decía que había que hacer para ganar la
vida eterna. Y como le respondiese textualmente el doctor de
la Ley, se limitó a decirle: Bien has respondido: haz eso y
vivirás.
Comprendió el doctor de la Ley qué mal aparecía ante
JESUCRISTO, y para no quedar al descubierto, disimuló in-
sistiendo: " ¿ Y quién es mi p r ó j i m o ? "
C o m o quien dice: eso te preguntaba yo, qué significaba
e! precepto de amar al prójimo.
"¿Quién es mi prójimo? ¿Son solamente los de mi fa
mili a* son mis amigos, son los de mi nación judía? ¿Hasta
dónde se extiende el significado de prójimo?"
Entonces JESUCRISTO, tomando la palabra, dijo...
Quiso JESUCRISTO poner de manifiesto ante el doctor
de la Ley, con un ejemplo viviente, hasta dónde llega el
concepto de p r ó j i m o y cómo se debe cumplir el precepto de
amar al p r ó j i m o como a nosotros mismos.
Entonces JESUS, tomando la palabra, dijo:
"Bajaba un hombre de Jerusalcn a Jericó, y cayó en
manos de ladrones, que le despojaron de todo, le cubrieron
de heridas y se fueron, dejándole medio muerto-
" B a j a b a casualmente por el mismo camino u n sacerdo
te, y aunque le vió, pasóse de largo. Igualmente un levita, a
pesar de que se halló vecino al sitio, y le miró, siguió ade-
lante.
"Pero un pasajero de nación samaritana llegóse donde
estaba, y viéndole, movióse a compasión, y arrimándose ven-
dó sus heridas, bañándolas con aceite y vino, y subiéndole
en su cabalgadura, le c o n d u j o al mesón y cuidó de él (en ut<
t o d o ) . Al día siguiente sacó dos denarios (de plata) y dió-
03
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad

selos al mesonero, diciéndole: Cuídame este h o m b r e ; y todo


lo que gastares de más, yo te lo abonaré a mi vuelta.
"¿Quién de esos tres — p r e g u n t ó JESUCRISTO al doctor
de la L e y — te parece haber sido el p r ó j i m o del que cayó eti
manos de ladrones?"
" A q u e l — r e s p o n d i ó el d o c t o r — que usó con él de mi-
sericordia."
"Pues anda —dijole JESUS— y haz tú otro tanto."
Con el mayor contraste, y de la manera más nítida,
pinta JESUCRISTO en esta parábola quien fué el prójimo
para el samaritano; quién fué el prójimo del pobre herido en
el camino.
Pinta JESUCRISTO al pobre desgraciado, judío de na-
ción, que cae en manos de ladrones, le roban, le despojan,
le maltratan ferozmente, y le dejan medio vivo abandonada.
Y pasó u n sacerdote judío, y aunque le vió, pasóse de
largo.
Su profesión de sacerdote, el lugar solitario en el que
n o podía ser de otro socorrido, la circunstancia de ser de su
misma nación, el verle él mismo con sus propios ojos Y n a d i
de esto hizo al sacerdote que ayudara al infeliz herido y
a b a n d o n a d o en el camino.
N o fué aquel infeliz un p r ó j i m o para el sacerdote. N o
cumplió con él el precepto de amar al p r ó j i m o como a sí
mismo.
Igualmente un levita (diácono del sacerdote), a pesar
de que se halló vecino al sitio, y le miró, siguió adelante.
En contraste con esta conducta de! sacerdote y del levi-
ta con u n o de su misma nación y en extrema necesidad, pin-
ta JESUCRISTO esta escena: "Pero u n pasajero de nación sa-
maritana llegóse donde estaba (el h e r i d o ) , vendó sus heridas,
bañándolas con aceite y vino, y subiéndole-a su cabalgadura,
te c o n d u j o al mesón y cuidó de él (en un t o d o ) . Al di*
guiente, sacó dos denarios (de plata) y dióselos al mesonero
diciendo: Cúidame este hombre, y todo lo que gastes de más,
yo te lo abonaré a mi vuelta".
La fuerza enorme de esta parábola que JESUCRISTO
60 Cuarta conferencia

propuso al doctor de la Ley, se puede comprender teniendo


en cuenta el odio irreconciliable que mutuamente se tenían
los judíos y los samaritanos ( 2 ) .
Al cruzar aquel caminante samaritano por tierra judía,
ve tendido en el camino a un j u d í o despojado, herido y medio
muerto. Pasan al lado del herido, viéndoíe, y le dejan aban-
donado, el sacerdote y el ievita, ambos de la misma nación
que el maltratado por los ladrones.
Y a pesar del odio y rivalidad seculares entre samaritanos
y judíos, se acerca el samaritano al herido, él le cura personal-
mente, él le lleva al mesón, él paga su estancia, y él encarga al
mesonero, con un "cúidame a este h o m b r e " , con que significa
que ese herido es algo suyo, que le pertenece, y él dice al me-
sonero que cuanto gaste en el cuidado del herido, él se l o
abonar .
"¿Quién —— preguntó JESUCRISTO al doctor de la Ley — te
parece haber sido el p r ó j i m o del que cayó en manos de los la-
drones?"
Era de claridad tan meridiana la parábola, que el doctor
de la la Ley, a pesar del odio a los samaritanos, n o p u d o menos
de confesar que d samaritano aquel, y n o el sacerdote ni el le-
vita, habían sido el p r ó j i m o del herido. Así que respondió
JESUCRISTO: "Aquél ha sido el p r ó j i m o del que cayó en m a n j
de ladrones, que usó con él de misericordia".
"Pues anda — díjoíe JESUS — y haz tú otro tanto".
* * •

Se le había planteado a JESUCRISTO la cuestión de qué


había que hacer para conseguir la vida eterna.
JESUCRISTO contestó haciendo que el mismo que la pre-
guntó se respondiese con el mismo texto de la Ley, de la cual
era doctor.
En ese precepto de la Ley se obligaba al amor de Dio<;
¿obre todas las cosas, y al p r ó j i m o como a nosotros mismos.

(2) Jo., IV, 9; Kcoli., XL, XL, 27.


lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad 03

Y viene la pregunta del doctor de la Ley, entre evasiva y


entre d u d a : " ¿ Y quién es mi p r ó j i m o ? "
Y JESUCRISTO, evitando disquisiciones sutiles sobre el con
cepto de prójimo, pone un hecho en que a la vista salta, si;i
poder huir la claridad de la luz del ejemplo, quién sea e!
prójimo.
El doctor de la Ley había preguntado: ¿quién es mí pró
jimo? Y JESUCRISTO, al acabar de poner la parábola, y como
la idea del p r ó j i m o es relativa, invierte los términos y le pre-
gunta al doctor de la Ley: ¿A ti quién te parece que fué el
p r ó j i m o del que cayó en manos de ladrones?
N o era posible huir la respuesta: el que a y u d ó a aquel
desgraciado, y solamente aquél, fué su prójimo. Solamente
?1 samaritano tuvo al herido por prójimo-
Y porque le tuvo como p r ó j i m o , se acercó a él y le curá
y le cuidó, sin atender a que era de nación enemiga, ni era de
su misma religión.
"Vete y haz tú o t r o t a n t o " , fue la respuesta de JESU
CRISTO a la pregunta del doctor de la Ley.
Vete, y sin exclusiones de ninguna clase, sin atender ni J
nacionalidad ni a religión, haz bien a todos, porque todos son
tus prójimos. " T o d o hombre es nuestro p r ó j i m o " .
* * *

Esta es la doctrina de JESUCRISTO: que n o hay que aten-


der a ninguna de amistad, ni de nacionalidad, ni de religión,
para hacer bien a los demás, y por eso puso al samaritano
compadeciéndose y a y u d a n d o al judío, que ni por religión, n :
p o r nacionalidad, ni por nada era su allegado.
Porqüe prójima, ante JESURISTO, es todo hombre, sea
de la .pación y de la condición que fuere.
Quería saber el doctor de la Ley quién era su p r ó j i m o ,
para cumplir con él el precepto de su Ley que le mandaba
amar al p r ó j i m o como a si mismo. Y a eso responde JESU-
CRISTO con la conducta del samaritano, que no tuvo en cuenta
ni patria, ni religión, ni amistad, para cuidar del desgraciado.
IX

P r ó j i m o también era el herido para el sacerdote y el


levita, pero con su conducta no lo demostraron.
P r ó j i m o s eran levita, sacerdote y herido, todos tres, por
religión y nacionalidad, pero con la sobras no se portaron el
sacerdote y el levita como prójimos del herido, sino como
enemigos.
Vete — le dijo JESUCRISTO al doctor de la Ley — y
pórtate tú con todo hombre como el samaritano se portó con
el judío herido de ladrones.
Y esta doctrina, explícitamente y con reiteración insis-
tente, nos la pone como precepto JESUCRISTO.
Andad, digo yo con JESUCRISTO, y haced vosotros otro
tanto. Tened un concepto cristiano de quién es vuestro pró-
jimo, y con vuestras obras mostrad ese concepto cristiano del
prójimo. s|c jfc 3¡C

T o d o hombre es nuestro p r ó j i m o porque todos los h o m -


bres somos hermanos-
Este es el concepto cristiano de la fraternidad, f u n d a d o ,
n o en ampulosidades verbalísticas, sino en realidades objetivas.
N o una fraternidad que arranca del odio y tiene por fin el
aniquilamiento de los que no coinciden con ellos zn el pens.i
miento- sino una fraternidad que se tasa en el amor, y tiene
por término la felicidad eterna.
La fraternidad f u n d a m e n t a d a en subjetivismos y huecas
palabrerías, es una fraternidad sin ninguna realidad, una fra-
ternidad de caricatura.
JESUCRISTO, reiteradamente, en su predicación, insistió
y enseñó detenidamente la verdadera fraternidad, dándonos la
razón del por qué todos los hombres, sin distinción de razas,
ni de ingenios, ni de fortuna, éramos todos hermanos.
T o d o s somos hermanos, porqu? todos los hombres te-
nemos un Padre común, que es Dios.
Y los hijos de un mismo Padre, éstos son hermanos en-
tre sí.
Se ha arrancado, se ha raído de' m u n d o esta ide.a, y se
03
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad

Se ha hablado de la paternidad del m o n o , y ha dado p o r


resultado la fraternidad de una carnada de tigres.
Preguntaron un día los discípulos a JESUCRISTO:
"Señor, enséñanos a orar" ( 3 ) . Y JESUCRISTO, a ellos soloi
en particular, les enseñó cómo habían de orar, diciendo'
"Cuando oréis, decid...", y les pone no las ideas, sino la fót-
m u h misma de la oración.
Y esas mismas ideas y el mismo modo de orar propuso
JESUCRISTO a la multitud, que aún no las había oído.
"Así habéis de o r a r " .
"Así".
¿Cómo?
"Padre nuestro, que estás en los cíelos..."
Y porque es la oración que enseñó JESUCRISTO se la lla-
ma la oración del Señor — D o m i n i — , la oración dominical.
La oración, que es compendio de t o d o el Evangelio, en
arase de Tertuliano.
La oración que la Iglesia ha recogido, palabra por pala-
bra, tal como salió de labios de JESUCRISTO, para concederla
primer lugar entre todas las oraciones privadas y públicas.
Y el "Padrenuestro", señores, es la oración de la Pater-
nidad de Dios y de la fraternidad de todos los hombres. " L *
oración de los hermanos", la llama San Agustín.
Dios "Padre"- T o d o s le debemos el ser que tenemos,
por ser nuestro Creador.
Dios " P a d r e " . A El le debemos el beneficio de la Re-
dención.
Ante este Padre, todos somos iguales, todos somos her-
manos.
Y m a n d ó JESURISTO que al orar le llamásemos " P a d r e " ,
añadiendo " n u e s t r o " ; no de u n o o de otro, sino " n u e s t r o " ,
de todos.
Quiere JESUCRISTO enseñarnos qué es la fraternidad,
m a n d a n d o que al orar, no sólo llamemos a Dios " P a d r e " ,
sino que añadamos "nuestro", de todos, porque quiere que

(3) Le., XI. 1 »q.


les. 5
64 Cuarta conferencia

ante Dios oremos, n o como individuos privados, sino c o m o


miembros de una familia, cuyo pa.dre es Dios.
"Padre nuestro, que estás en los cielos'-'.
He aquí, señores, cómo de nuevo inculca JESUCRISTO la
idea de la fraternidad.
T e n e m o s un Padre que está en los cielos, para indicarnos
que los cielos, la morada del Padre, ésa es nuestra casa, ése
nuestro destino. Allá en los cielos nos espera Dios.
Paternidad y fraternidad de felicidad eterna.
T o d o lo de aquí abajo, es u n estar de paso, u n caminar
y peregrinar a la casa del Padre. U n o s con un oficio, otros con
otro, unos con bienes de fortuna, otros sin ellos, unos con
más talento, otros con menos, pero todos con un mismo des-
tino, la casa del Padre-
¡Cuántas veces-repite JESUCRISTO en el Evangelio que
Dios es nuestro Padre!
"Bien sabe vuestro Padre lo que habéis menester, antes
de pedírselo".
" T a m b i é n vuestro Padre celestial os perdonará vuestros
pecados".
" T u Padre, que está presente a todo ( a ú n ) lo que hay
de (más) secreto".
" Y tu Padre, que (lo que pasa) en secreto, te dará p o r
ello, la recompensa" ( 4 ) .
Paternidad de Dios infinitamente bueno y poderoso: he
aquí el f u n d a m e n t o de la fraternidad h u m a n a .
Dios, Padre de todos los hombres: este es f u n d a m e n t o
de la verdadera fraternidad humana-
* * *

Pero, además es Dios Padre de m o d o especial de todos


los cristianos.
A todos los hombres creó Dios, a todos los conserva, a
(4) Mr., XI, 7, 14, 16, 17.
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad 03

todos los redimió; pero a los cristianos se aplicó la regene-


ración de la vida espiritual perdida.
Dios, Padre de los creyentes.
Padre nuestro con título especial, por habernos comu-
nicado JESUCRISTO 'la vida sobrenatural, dándonos con ella el
ser herederos de su gloria.
¿Qué sabéis, señores de esta vida de la gracia?
Vosotros, que dedicáis a vuestros asuntos, a vuestros
estudios, aún a vuestras diversiones, t a n t o tiempo, ¿me sa-
bríais decir qué es la vida de la gracia santificante?
Así es el aprecio que hacéis de ello.
El gran f u n d a m e n t o de la fraternidad cristiana: todos
regenerados por un JESUCRISTO; todos los participantes de la
vida divina; todos unidos a JESUCRISTO, cabeza mística, y
f o r m a n d o un cuerpo místico, pero real, con JESUCRISTO.
Aquí descansa, en base inconmovible, la fraternidad
cristiana.
" P r o invicem sollicita sint omnia membra, et si quid
patitur u n u m membrum, compatiuntur omnia membra"

Como los diversos miembros del organismo humano


forman un cuerpo, y si un miembro enferma, todo el cuerpo
enferma y sufre, así los cristianos, en la concepción del Após-
tol, formamos un cuerpo, y cada uno de nosotros es un
miem¡bro de ese cuerpo místico, cuya cabeza es JESUCRISTO.
Perseguía SAULO a la naciente comunidad, con la vio-
lencia propia del celo más ardiente por la religión judía. Iba
a Damasco para prender allí, sin reparar en condición ni se-
xo, a cuantos cristianos encontrase, para hacerlos desapare-
cer- Y en el camino le derriba JESUCRISTO preguntándole:
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" ( 6 ) .
Perseguía a los
cristianos, y JESUCRISTO, cabeza de
aquel cuerpo perseguido, le pregunta: Quid me persequeris?

(5) I Cor., XX, 25-26.


(6) Aet., XXII, 7.
68 Cnartii conferencia

¿Por qué me persigues? Porque JESUCRISTO y los cristianos


formamos un cuerpo.
Miembros de ese cuerpo todos los cristianos, todos uno
con JESUCRISTO, esa es la fraternidad y la igualdad suma:
suma en dignidad y suma en realidad.
Y por eso JESUCRISTO, estima en tanto esa fraternidad.
Por eso vela con tanto cuidado porque no se la viole ni
se atente contra esa fraternidad.
Lucha y antagonismo entre miembros de un mismo cuer-
po, sería la disgregación y la muerte.
Aún en el organismo fisiológico preside la correlación
funcional., para que en medio de la multiplicidad de fisiolo-
gismos parciales, resulte la unidad de la vida.
Y para asegurar esa unión y armónica relación de to-
dos los miembros de su cuerpo místico, ha dado JESUCRISTO
normas, y ha impuesto preceptos categóricos.

* * *

Hay, señores, en la vida, momentos imborrables.


Difícilmente, señores, se borrarán de vuestra memoria
las últimas palabras, los últimos consejos y mandatos oídos
a vuestro padre en los momentos mismos de morir.
Pues esos momentos excepcionales para el recuerdo, es-
cogió JESUCRISTO para hablarnos de! comportamiento que
debiéramos guardar mutuamente los cristianos. Esos momen-
tos y excepcionales circunstancias escogió para imponernos los
preceptos que habían de ser salvaguardia de la fraternidad.
Eran los últimos instantes que conservaba con los Após-
toles, momentos antes de comenzar la Pasión.
Y en aquella cena augusta, llena de predicciones y de
enseñanzas, en la cena rodeada del misterio y de la institu-
ción de la Eucaristía. JESUCRISTO nos deja en testamento la
esencia de su doctrina-
03
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad

"Este es mi precepto, que os améis los unos a los otros


como yo os he a m a d o " ( 7 ) .
N o es consejo, sino precepto.
Y precepto que vuelve a repetir en absoluto imperativo:
" E s t o es lo que os m a n d o : que os améis los unos a los
otros" ( 8 ) .
E insiste: " U n m a n d a t o nuevo os doy, el que os améis
los unos a los otros" ( 9 ) .
Y u n precepto suyo, tan peculiar y característico de
JESUCRISTO, que lo pone como distintivo de todos los cristia-
nos: " E n esto h a n de conocer todos que sois mis discípulos,
si es que os amáis los unos a los otros." ( 1 0 ) .
El m a n d a t o suyo por excelencia, el precepto nuevo, la
señal característica del cristiano, eso es ante JESUCRISTO el
amor m ú t u o de todos los hombres.
Esta es, señores, la doctrina de JESUCRISTO sobre la fra-
ternidad. A q u í tenéis lo que manda JESUCRISTO sobre la fra-
ternidad.
* * *

Y, señores, ¿poseemos los católicos esa fraternidad que


dice JESUCRISTO es el distintivo de sus seguidores?
Doloroso, costosísimo me es decirlo, pero n o puedo ha-
cer traición a la verdad.
Señores, esa caridad mandada con estricto precepto por
JESUCRISTO, no se la encuentra en gran parte de los que lle-
van el nombre de católicos
Señores, ¿no habéis visto envidias, calumnias, odios en-
tre los católicos?
; C ó m o se acometen, cómo se zahieren, cómo están al
acecho de sus defectos, cómo los publican, c ó m o se echan en-
cima, cómo se gozan en poderles señalar algo mal hecho

(7) Jo., XV, 12.


(8) Jo., XV, 17.
(9) XIII, 34.
(10) Jo., XIII, 3-5.
70 Cuarta conferencia

Dice el Evangelio que iban los fariseos a oír a JESUCRISTO:


ut caperent eum in sermone, con la taimada intención de ver
si le podían coger en algo de lo que hablaba- ¡Cuántos tie-
nen la misma conducta con sus hermanos!
¿Hay aquí el sello de la caridad de JESUCRISTO
N o me refiero a la conducta individual y particular del
católico; me f i j o sólo en sus manifestaciones sociales.
Diferencias accidentales de matices ideológicos, hacen sal-
tar la valle del precepto de JESUCRISTO sobre la caridad.
H a y católicos — dicen que lo son, — que por diferen-
cias de opiniones se odian cordialmente y se persiguen y se
acometen con obstinada persistencia.
¡¡Católicos!!
Por eso ha caído sobre nosotros la maldición de JESU-
CRISTO, por haber pospuesto su precepto del amarnos como
El nos amó, a las mezquinas y caducas pasiones terrenas.
Caridad fraterna,.el distintivo de los seguidores de JESU-
CRISTO.
N o vale llevar escapularios y medallas y....
"Si quis dixecit quoniam diligo JPeum..." ( 1 1 ) ; porque
"si alguno dijere que ama a Dios y odia a su h e r m a n o " , men-
dax est", ése es uno que miente-
* * *

Amaos los unos a los otros.


Va desapareciendo este distintivo del cristiano.
L o siento en el alma. A ú n cuando se ataca al error y
a las doctrinas opuestas a las verdaderas, hay t a n t o de in-
temperancia, t a n t o que suena como a odio, como a vengan-
2á, como a desahogo, que me pregunto, ¿hay en ello el sello
de la caridad de JESUCRISTO?
P o r eso, tal vez, tanta esterilidad en el apostolado.
P o r eso, tal vez, la apertura de abismos de antipatía y
repulsión en tantas almas desgraciadas, redimidas por JESU-
CRISTO .

(11) I Jo., IV, 20.


l i a doctrina de J e s u c r i s t o sobre l a fraternidad 7i

Celo sin caridad cristiana, n o es celo santo y benéfico: es


soberbia que repele.
* * *

La caridad fraterna es distintivo de los seguidores de JE-


CRISTO.
Y se está viviendo socialmente por legión de católicos
una vida diametralmente opuesta al amor mutuo que todos
nos debemos.
Socialmente, señores, socialmente, a trueque de satisfacer
las pasiones, y por cierto, las más idénticas a la animalidad
de los instintos más bajos, se pasa por encima, pisoteándolo,
el precepto de la caridad cristiana.
M a n d a JESUCRISTO que amemos al p r ó j i m o como El
nos ha amado. El nos ha amado de m o d o que, aún cuando
éramos enemigos suyos, dió la vida en Cruz, por darnos una
eternidad feliz.
Y legión de católicos, a esos hermanos nuestros a quie-
nes debiéramos amar hasta dar la vida por ellos, les quitan
la vida del alma.
Legión de católicos, destruidores de templos vivos de
Dios, asesinos de los hijos de Dios, ladrones de herencias,
de felicidades eternas. ¿Dónde aparece aquí el distintivo de los
seguidores de JESUCRISTO, el precepto de amarnos los unos a
otros?
Señores, ¡cuánto católico hay que socialmente peca gra-
vemente contra la caridad!
Manda JESUCRISTO amar, y el otro causa el mayor mal
al prójimo, que es el ponerle en ocasión de pecar.
T o d o s los pecados que se derivan del baile, y del des-
u d o , y las playas, y de los cines..., son además de pecados
individuales, pecados sociales en los que gravemente se viola
el precepto de JESUCRISTO sobre la fraternidad.
Son tropiezos que se ponen a las almas, que encuentran
«n elle» obstáculos para andar p o r el camino que les ha tra-
z a d o Dios. Son impedimentos que se ponen al f r u t o de U
72 Cuarta conferencia

Pasión de JESUCRISTO. Son lazos que se tienden para aprisio-


nar las almas en la desgracia eterna.
¡Y que esos tropiezos y esos lazos y esos impedimentos
se pongan por tantos católicos!
Señores, el gran pecado social contra la caridad, es este
del escándalo, con el que ya n o se deja de hacer el bien al
prójimo, sino con el que positivamente se k hace el may,or de
los males, por ser en el alma y por ser de eterna trascen-
dencia.
La vida pagana, vivida no por el pagano, sino por e'1 ca-
tólico, que a trueque de divertirse, de saciar sus pasiones, de
no negarse en sus tendencias, pasa por encima del precepto
que JESUCRISTO llamó suyo por antonomasia.
* * *

La caridad fraterna, el distintivo de los seguidores de


JESUCRISTO. El amarnos los unos a los otros, como a nos-
otros mismos. Más, como el mismo JESUCRISTO nos ha ama-
do a nosotros: esto es, hasta el sacrificio de los sacrificios, ¿I
de morir ajusticiado.
Y se está viviendo socialmcnte, aún por católicos, una
vida como de castas; perdida la noción de la fraternidad cris-
tiana.
Los obreros son algo antagónico a los ricos. Y un abis-
m o de odios y de rencores y de reivindicaciones separa a cía
ses sociales enteras.
Se perdió el concepto cristiano de hermano, el precepto
del amor- Y en cambio surgieron en la práctica las ideas dí
esclavos y los deseos de dominio explotador.
Y en las almas de los hombres, redimidos por JESU-
CRISTO, brotaron como con sacudidas de volcán que vierte con-
vulsivo sus lavas represadas, los odios de las luchas de cla-
ses.
El gran pecado social, de la violación social del precep-
to de JESUCRISTO sobre la fraternidad.
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad 03

Y el gran castigo social al mundo, por haber violado l o


que es básico en la doctrina de JESUCRISTO.
Ya no ha sido que no se ha a m a d o sacrificándose, a
ejemplo de lo que JESUCRISTO h i z o por nosotros, sino que no
se ha amado ni cumpliendo lo que era de estricta justicia.
U n a vida social a base de encumbramiento propio, sin
atender a que se pisotea lo justo para encumbrarse.
U n a vida social de ambición y a base de acaparamien-
to de riquezas y de goces, sin preocuparse si es a costa de!
bienestar ajeno, o de la ruina y desgracia de otros.
U n a vida social vertiginosa ha recorrido a la saciación
de todos los gustos, sin reparar en atropellos y violaciones
de los preceptos de JESUCRISTO y de sus Vicarios.
Doctrina del Evangelio, encíclicas de los Papas, pastora-
les de los obispos, predicaciones de los ministros de Dios sobre
la caridad cristiana..., arrollado, atropellado, pisoteado todo.
Y así se ha llegado al m o m e n t o en que vivimos.
Y así se ha llegado a estas convulsiones sociales, que
amenazan cuartear al m u n d o entero-
Multitudes amasadas con odio: odio al rico, odio al de
arriba, odio mutuo.
Y vivir en odio, es vida de tortura de infierno.
O d i o en el corazón, y dinamita en las manos.
Estos son los que más compasión causan, y por los qu¿
JESUCRISTO dijo que no saben lo que hacen.
Ignoran las verdades de la fé.
Más a ú n : también las odian....
¡Qué extraño, si las creen por su esencia opresoras del
pobre!
¡Si estos pobrecitos conocieran la doctrina del que fué
obrero como ellos, JESUS, y del que impuso a todos el precep-
to de la caridad!

Los dolores, señores, de unas articulaciones dislocadas,


sólo encuentran solución en la reducción anatómica perfecta.
Los trastornos provenientes de un fisíologismo patoló-
74 Cuarta conferencia

^ico, sólo en su vuelta a la normalidad fisiológica tienen su


remedio.
E n los males sociales que aquejan al m u n d o , estreme-
ciéndole en convulsiones desgarradoras, debidas al dislocamíen-
to del plan divino, especialmente en la idea y en la práctica
de la "fraternidad cristiana", n o nos queda más remedio que
implantar en nuestra ideología y en nuestra vida cuotidiana y
práctica, el precepto de JESUCRISTO de amarnos los unos a los
otros, así como El nos amó. C o n el mismo cariño, con el
mismo desinterés, y aun con los mismos sacrificios.
Señores, esta doctrina de JESUCRISTO — esto, que es la
esencia del cristianismo, — es para una gran masa de cató-
licos, algo que nada dice, son palabras que para ellos no tie-
nen significado- Por eso no conocen ni pueden estimar la fra-
ternidad.
Y si nada significa, pierden su eficacia.
Aquí, aquí, señores, está la raíz de nuestras desgracias:
en la ignorancia, en el descrédito, en el ningún apreció y, p o r
consiguiente, en la falta de vida del contenido doctrinal cris-
tiano.
T o d o s los preceptos, dice el Apóstol SAN PABLO, "es-
tán recopilados en esta expresión: amarás a tu p r ó j i m o como
a ti m i s m o " ( 1 2 ) .
Malos los tiempos actuales, pero peores fueron los del
advenimiento del Cristianismo.
El m u n d o de castas antagónicas; el m u n d o de los opre-
sores y de los esclavos más parias que pueda imaginarse; el
m u n d o en que los esclavos.eran menos que animales...
Y en aquella sociedad empezó a ser reconocida la doctri-
na de CRISTO; se oyó hablar de la fraternidad cristiana; se la
estimó, se la amó, se la practicó... y se llegó, señores, practi-
cando la fraternidad, a que "toda la multitud de los fieles
tenían un mismo corazón y una misma alma: ni había entre
ellos quien considerase como suyo lo que poseía, sino que te-

(12) Rom,, XIII, 9.


03
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad

nían todas las cosas en c o m ú n " ( 1 3 ) . Leo, señores, el texto


sagrado.
La fraternidad cristiana y el comunismo, no de odios,
ni de venganzas, ni de violencias, sino de amor-
U n comunisipo cristiano, santo.
U n comunismo santo, cimentado en la doctrina de JE-
SUCRISTO, vivido en toda su perfección.
U n comunismo santo, sostenido p o r el p a n eucarístico.
que en convite fraternal diariamente recibían los cristianos.
" Y perseveraban — c o n t i n ú o leyendo el texto sagrado —
todos en oír las instrucciones de los Apóstoles, y en la comu-
nicación de la fracción del pan [o Eucaristía], y en la ora-
ción... Los creyentes, por su parte, vivían unidos entre sí, y
nada tenían que n o fuese común para todos ellos. Vendían
sus posesiones y demás bienes, y los repartían entre todos, se-
g ú n la necesidad de cada uno. Asistiendo asimimo cada día al
templo, unidos con u n mismo espíritu, y partiendo el pan
[distribuyendo la comunión del pan eucarístico] por las ca-
sas [de los fieles]. T o m a b a n alimento con alegría y sencillez
de corazón, alabando a Dios y haciéndose amar de t o d o el
pueblo. Y el Señor aumentaba cada día el número de los que
abrazaban el mismo género de vida para salvarse" ( 1 4 ) .
¡Feliz sociedad aquella primitiva cristiana!..-
En el mar de cieno y de odios y de venganzas y de san-
gre y de podre y de revolcamiento pasional, ¡feliz islote en
que reinaba la paz, la alegría, la sencillez, el a m o r !
La fórmula con que SAN AGUSTIN concebía el Cristia-
nismo era ésta: " L a H u m a n i d a d reunida en un cuerpo por la
fraternidad" ( 1 5 ) .
" L a sociedad de la caridad", como la llamó a la Iglesia
Romana, SAN IGNACIO, mártir.

(13) Act., IV, 33.


(14) Act., IV. 4 2-4 7.
(15) De moribus Ecclesiae cathollcae, 1. I. cap. XXX.. MI...,
XXXII, c. 1.336.
70 ("uaita conferencia

La fraternidad cristiana, que, según el racionalista HAR-


NAk, fué el secreto de la rápida extensión de la Iglesia p o r
el m u n d o : la mutua caridad que entre sí se tenían los cristia-
nos, los de un mismo amor.
* * *

He aque el m o m e n t o actual del m u n d o . Y be aquí el di-


lema.
O instauramos la vida de la fraternidad cristiana, o regre-
samos a la barberie y a la vida de fieras, de donde por ella nos
sacó JESUCRISTO.
Por eso he escogido este tema, señores.
Tema de predilección para JESUCRISTO, porque en él, en
frase de SAN' PABLO, están recopilados todos los preceptos
(16).
¿Qué sería del m u n d o si en él se llegase a saborear la ver-
dad de que Dios es nuestro Padre, y Padre que sabe lo que nos
conviene y lo que necesitamos, y Padre que todo lo ordena pa-
ra nuestro bien, y Padre que nos tiene preparada una felicidad
eterna?
¿Qué sería del m u n d o el día en que todos se reconocie-
sen como hermanos, se amasen como hermanos, se socorriesen
como hermanos?
Se acabaron las injusticias, se acabaron los odios, se aca-
baron las venganzas, se acabaron los crímenes, se acabaron los
robos, se acabaron las lujurias, se acabaron las infidelidades.
Y un m u n d o sin t o d o esto, y un m u n d o son las virtudes
contrarias, eso sería el m u n d o en que reinase el precepto de
JESUCRISTO sobre la fraternidad.
Ebrio de placeres, ciego de Dios, anda el m u n d o de tum-
bo en t u m b o , calenturiento detrás de la felicidad.
Teorías, hipótesis delirantes..-, y cada día, como sombra
perseguida huye más la felicidad de los hombres.

(16) Rem., XIII, 9.


03
lia doctrina <lc .Jesucristo sobre la fraternidad

Señores, se ha dislocado el plan divino en la H u m a n i -


dad.
El único remedio es crear y practicar la doctrina de J E -
SUCRISTO .
Señores, amad la fraternidad, vivid prácticamente la fra-
ternidad de Cristo.
Quinta Conferencia

( 1 0 marzo 1934)

Doctrina de Jesucristo sobre las


persecuciones

EXCELENTISIMOS Y REVERENDISIMOS SEÑORES:

SEÑORES:

Tenían los judíos un concepto erróneo sobre el reino de


Mesías. Creían que en él no podía existir maldad alguna y que
a todo pecador lo exterminaría el Mesías de su reino.
Para corregir este error de los judíos sobre el reino mesiá-
nico, y el de los futuros cristianos sobre el reino de la Iglesia,
explica JESUCRISTO en una parábola cómo en su reino de la
Iglesia, acá en la tierra, habrá siempre imperfecciones y mal-
dades.
Y en una parábola nos enseña cómo debemos moderar h
ira con apariencia de celo, y cómo debemos confiar en una pro-
videncia que vela especialmente sobre el campo de su Iglesia,
en la que, si temporalmente permite por sus justos fines esa
mezcla del mal entre el bien, ya tendrá ello su justo e irreme-
diable merecido cuando El venga definitivamente a juzgar a h
Humanidad.
J>octrina de Jesucristo «obre las persecuciones 79

Reunida la m u l t i t u d , ávida de oír a JESUCRISTO, les


propuso JESUS esta parábola ( 1 ) :
"El reino de. los cielos es semejante a un hombre que sem-
bró buena simiente en un campo.
" P e r o al tiempo de dormir los hombres, v i n o cierto ene
migo suyo y sembró la cizaña en medio del trigo, y se fué.
" E s t a n d o ya el trigo en hierba y a p u n t a n d o las espigas,
descubrióse asimismo la cizaña.
"Entonces los criados del padre de familia acudieron a
él, y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu
campo?; pues, ¿cómo tiene cizaña?
"Respondióles: Algún enemigo m í o la habrá sembrado.
"Replicaron los criados: ¿Quieres que vayamos a reco-
gería? A lo que respondió: No, porque no suceda que, arran-
cando la cizaña, juntamente arranquéis con ella el trigo.
" D e j a d crecer una y otro hasta la siega, que al tiempo
de la siega y o diré a los segadores: Coged primero la cizaña,
y haced gavillas de ella para el fuego, meted después el trigo
en mi granero"-
Y al acabar su predicación:
"Entonces JESUS, despedido del auditorio, volvió a casi,
y rodeándole sus discípulos le dijeron: Explícanos la parábola
de la cizaña sembrada en el campo.
"El cual les respondió: El que siembra la buena simien-
te es el H i j o del H o m b r e .
" E l campo es el m u n d o : la buena simiente son los hijos
del reino; la cizaña son los hijos del maligno (espíritu).
" E l enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin
del m u n d o : los segadores son los ángeles.
" Y así como se recoge la cizaña y se quema en el fuego,
así sucederá al fin del m u n d o .
"Enviará el H i j o del H o m b r e a sus ángeles, y quitarán
de su reino a todos los escandalosos y a cuantos obran li.
maldad.

( 1 ) Mr., XIII, 24-30; 36-43.


so Quinta conferencia

" Y los arrojarán en el h o r n o de fuego: allí será el llanto


y el crujir de dientes.
" A l m i s m o tiempo, los justos resplandecerán como el sol
en el reino de su "Padre. El que tenga oídos para entenderlo,
entiéndalo".
* * *

Tengamos nosotros esta noche oídos para entender el


contenido doctrinal expuesto aquí por JESUCRISTO-
JESUCRISTO es el sembrador de la buena semilla en el
campo del mundo; sembrador que para sembrarla vino del
cielo a la tierra, y con sus sudores y trabajos, sin tener dónde
redinar la cabeza, agotado de cansancio, fué predicando la doc-
trina evangélica, cansándose de fatiga por los caminos, y fe-
cundándola con el derramamiento de toda su sangre entre los
tormentos de la crucifixión en un patíbulo.
Buena semilla la doctrina de JESUCRISTO, porque a aqu£-
llos en quienes germina, los hace hijos de Dios y herederos del
cielo.
Buena semilla, que m a n d ó diseminar en todos los cora-
zones del m u n d o entero, omni creaturae. por medio de sus
Apóstoles y discípulos ( 2 ) .
Y en ese campo del mundo, en el que JESUCRISTO sem-
bró su buena semilla, germinaron, como en los trigales la ci-
zaña, las plantas malas, debidas a las semillas que el enemigo
de JESUCRISTO, ocultamente y acechando la ocasión fué es-
parciendo.
Señores, esta es la primera enseñanza de JESUCRISTO:
que en el campo de este mundo, habrá buenos y malos, los
habrá siempre juntos en el mismo campo.
Buenos, los nacidos de su semilla, los hijos del reino,
como los llama JESUCRISTO.
Malos, f r u t o de la semilla que el mal espíritu va espar-
ciendo por sus satélites en el mundo.

(2) .Me.. XVI, 15.


J>octrina d e J e s u c r i s t o «obre l a s persecuciones 81

¡Cuánta mala semilla, y con qué actividad y con qué míe-


dios, y por qué multitud de ministros la esparce el ene-
migo por el campo del m u n d o !
A favor de las tinieblas de las inteligencias, cegadas por
el error y las pasiones, deformando la Historia, prostituyendo
la ciencia, van los enemigos de JESUCRISTO, en la prensa y en
la novela, en el folleto y en el libro, en las discusiones y en
los espectáculos, en las escuelas y en las cátedras, van espar-
ciendo con frenesí de torrente desbordado, pero con organiza-
ción y táctica premeditada, la mala semilla en el campo del
m u n d o entero, que es la heredad del Señor.
* * ¿

Y al germinar esa semilla que produce frutos envenena-


dores de las almas, surgen en los siervos del D u e ñ o del C a m p o
impaciencias de arrancarla.
Impaciencias naturales, ímpetus de celo, sobre los cuales
quiere JESUCRISTO darnos su doctrina-
"¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña?", dijeron
los criados al señor de la heredad.
La misma situación psicológica y el mismo celo acome-
dor y airado que cuando los Apóstoles SANTIAGO y JUAN, al
ver que los samaritanos rechazan a JESUCRISTO, le d i j e r o n :
"¿Quieres que mandemos que llueva fuego del cielo y los de-
vore?" ( 3 ) .
Respondió JESUS a sus Apóstoles: " N o sabéis a qué es
píritu pertenecéis".
Que era decirles: N o conocéis el espíritu del Evangelio,
al cual os he llamado. N o es el espíritu de rigor y de seve-
ridad, como el de Elias en la Ley Antigua, sino el espíritu de
paciencia y de mansedumbre evangélica.
Y lo que a los siervos con la cizaña, y a SANTIAGO y
JUAN con los samaritanos, ocurre a tantos al ver los males q u í
causan a la Iglesia sus enemigos.

(3) Le., IX, 54.


Jes. 6
so
Quinta conferencia

Y es, señores, que no tenemos el mismo criterio de Dios


en sufrir a los malos.
Si por unas horas se entregase la omnipotencia divina a
no pocos de los hombres, ¡qué cosas n o sucederían, señores'
Cambiaría el m u n d o al revés. Fulminantemente mjorirían
multitud de perseguidores de la Iglesia; no pocos de éstos se
verían asometidos de los padecimientos más torturantes. Los
rombos de los pueblos dejarían no pocas veces de ser lo que
sen, para trocarse por los diametralmente opuestos.
Esto, señores, sucedería si, en una hipótesis soñada, se
viesen muchos con el poder de la omnipotencia de Dios.
Y, señores, ps para meditar y para aprender.
Dios N. S- es la Omnipotencia misma, y nada hace de
lo que los hombres harían, de poseer su omnipotencia.
Y es, señores, que los hombres usarían de la omnipoten-
cia, siendo hombres, con inteligencia y espíritu humanos, con
afectos humanos, con apresuramientos de hombres que viven
en el tiempo.
Y Dios usa de su Omnipotencia, siendo Dios, con I n -
teligencia Infinita, con Bondad Infinita y con esperas del Ser
que dispone de la Eternidad.
Aquí, señores, está la diferencia entre el criterio de Dios
y el de los hombres, en el pfermitir y sufrir los males de est".
mundo.
Que los hombres, miopes de inteligencia, no acertamos a
ver el conjunto del por qué de esos males; que los hombres,
de corazones de barro, raquíticos y mezquinos, prorrumpimos
al momento en rápida venganza; que los hombres, que vivi-
mos en momentos instantáneos, sentimos presiones de inme-
diatos y fulminantes castigos. T o d o ello, defecto proporcional
de nuestra pequeñez.
Y Dios, por e! contrario, con su Inteligencia Infinita,
abarca en el conjunto los bienes mayores que se seguirán de los
males permitidos con su Bondad Infinita; es paciente y lleno
de misericordia, y con su Eternidad ninguna prisa ni urgencia
tiene que le acose, y con su misma Omnipotencia tiene en su
J>octrina de Jesucristo «obre l a s persecuciones 81

mano, a la hora que le plazca, la absoluta y segura solución


de todos los sucesos.
N o es que JESUCRISTO prohiba reprimir y cohibir los
males. N o .
N o es que se haya de tolerar la maldad. N o .
H a y que procurar que desaparezca el mal fermento que
corrompe toda la masa ( 4 ) .
C u a n d o no hay peligro de dañar al trigo al arrancarla:
más aún, cuando de no arrancarla corre peligro el trigo, hay
que ser diligente en arrancar la cizaña ( 5 ) -
Interfice peccatum et dilige hominen, dice SAN AGUSTIN.
Intransigencia y rápida actuación contra el error, y paciencia
y gran caridad con el pecador.
El pecado y el pecador. ¿Quién como Dios puede aborre-
cer el pecado? Pero ese mismo Dios es el que dijo que no que-
ría la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva; ese
mismo JESUCRISTO es el que d i j o que n o había venido al
llamar a los justos, sino a los pecadores, porque el médico — es
de JESUCRISTO la comparación — n o es para los sanos, sino
para los enfermos.
N o contra el enfermo, sino contra la enfermedad que le
agobia, se aplica la actividad del médico.
T o d a la energía, toda la diligencia, toda la actividad que
sean posibles, se han de poner en actuación para impedir el
error, para impedir la siembra y germinación de la mala semilla
en el campo del m u n d o .
"Es fácil y natural odiar a los malos, porque son malo*,
pero es de almas escogidas y cristianas ser criminis persecutor,
ser perseguidores del crimen, ut sit, para que seambs, hominis
überator, salvadores del hombre criminal" ( 6 ) .
" T o l e r a al pecador, no para amar el pecado, sino para

( 4 ) I C o r . , V, 1 3 .
( 5 ) S . T h . , 2, 2, ,<j. 10, a r t . 8, ad 1; 2. 11, a r t . 3, ad,
3 . S . A g . , c o n t r a epie. P a r m . , lib. III, caí». 2 . M L : , X L I I I ,
c. 85-96.
( 6 ) S . A g . , EJpist. 153, M L . , XXXIII, c. 6 5 4 .
so Quinta conferencia

que por amor al pecado sé persiga al pecado. M a s : ama al


pecador, no en cuanto es pecador, sino en cuanto es hombre.
De igual m o d o al que por amor al enfermo ataca a la fiebre,
pues si no combatiese a la enfermedad, indicaría que no amaba
al e n f e r m o " ( 7 ) .
"Si al oír (la palabra) " p r ó j i m o " , la entiendes como si
se tratase de ti, perseguirás al pecado, y no al pecador. . . ;
(porque lo único que se pretende es) salvar al hombre al con-
cenar al pecado. Son dos palabras: hombre y pecado. Al
hombre lo hizo Dios; pecador se hace u n o mismo. Perezca,
pues, la obra del hombre y sálvese la de Dios. G u a r d a n d o en
nuestro corazón este m u t u o amor que nos debemos de hom-
bre a hombre, si te airas, áirate contra el pecado, n o contra el
hombre, e irrítate en o t r o lo que aún en. ti mismo te ofende,
y no lo que tiene el mismo origen que tú. Obras sois de la
misma oficina, obras sois de un solo Hacedor, hechos sois del
mismo barro... Apliqúese el castigo, no me o p o n g o a ello, pero
sta con corazón de quien ama, con corazón de quien quiere,
con corazón de quien corrige" ( 8 ) .

* * *

Por eso no es de espíritu evangélico el que se procede con


un celo intempestivo, precipitado, que por las características
de ira que le acompañan, más parece venganza y odio que celo
por la gloria de Dios: más parece satisfacción de pasiones re-
primidas, que cuidado y amor del bien de las almas.
Y es que la verdadera justicia y el celo verdadero están
impregnados de compasión, como la que JESUCRISTO tuve
siempre con todos los pecadores; y I3 falsa justicia y el celo
falso rompe en ira y en desprecio, como el que los fariseos t u -
vieron contra JESUCRISTO porque le veían rodeado de publí-
canos y pecadores.
Espíritu de mansedumbre y de perdón y de paciencia el
(7) s. AK., S e r m . , IV. ML., X X X V I I I , c. 43.
(S> S. A s . , S e r m . , XIII. MIL., X X X V I I I , c. 110-111.
J>octrina d e Jesucristo «obre l a s persecuciones 85

de JESUCRISTO, aún en los momentos de la traición y del beso


de JUDAS; aún en el torbellino de falsas acusaciones e injurias;
aún en los sarcasmos de la plebe, cuando, chorreando El san-
gre, pendía de la Cruz.
* * *

Quiere JESUCRISTO que, a ejemplo suyo, no nos pre-


cipitemos a arrancar la cizaña.
Al contemplar muchas almas los pecados y vicios que en
este mundo se cometen y se esparcen, prorrumpen com,o al uní-
sono,, con los criados del señor del compo de la parábola:
"¿Quieres, señor, que vayamos a arrancarlos de cuajo?"
" N o — responde JESUCRISTO — ; porque n o sea que.
arrancando la cizaña j u n t a m e n t e con ella arranquéis el trigo".
Es amor al trigo; n o es condescendencia con la cizaña.
Es por amor a las almas, por lo que JESUCRISTO quiere esperar
y que no se las arranque de su heredad. Es amor paciente a
¡os pecadores.
El que tiene celo airado y vengativo, es porque no le han
costado las.almas lo que a JESUCRISTO.
Si ese celo airado hubiera tenido JESUCRISTO, ¡ah, seño-
íes!, n o se hubiera convertido el Buen Ladrón, que momentos
antes blasfemaba de JESUCRISTO, ni hubiera entrado en el Pa-
raíso-
SAULO, perseguidor encarnizado, respirando odio contra
!a Iglesia naciente, n o hubiese llegado a ser el SAN PABLO
Apóstol de las gentes si JESUCRISTO le hubiera arrancado del
campo del m u n d o , cuando era cizaña devastadora de la here-
dad de la Iglesia.
AGUSTÍN, el hereje maniqueo y el encadenado con el vicio
de la carne, n o hubiese llegado a ser el santo obispo y el doctor
de la Iglesia, si se le hubiese arrancado de c u a j o :1a vida antes
de su conversión.
_ Y es, señores, que ve JESUCRISTO que lo que hoy es ci
zana, no para siempre es irremisiblemente cizaña, pues puede
convertirse en trigo que El recoja en los graneros de su gloria.
P o r eso la Iglesia, cuando se ve obligada a separar de su
so Quinta conferencia

cuerpo a los pecadores escandalosos, o que corrompen su doc-


rtina o atentan contra su unidad, aplicándoles las penas canó-
nicas y estigmatizándolos con la excomunión, n o lo hace de
una manera en absoluto irrevocable, pues son almas que, mien-
tras en este m u n d o viven, pueden arrepentirse y volver a in-
corporarse al cuerpo de la Iglesia, del que fueron separados.
Por eso SAN AGUSTIN, h a b l a n d o por propia experiencia,
exclama: "A vosotros os exhorto, los que sois cizaña; corre-
gios antes de que llegue el tiempo de la siega" ( 9 ) .
Para esta conversión en trigo de la" cizaña, dejó JESU-
CRISTO el sacramento de la penitencia.
Espera el Señor; no tiene las impaciencias que a nosotros
nos consumen; da tiempo a la conversión; pero hasta el tiempo
de la siega. Aguarda pacientemente, pero dispone de u n a eter-
nidad para los contumaces. Patiens quia aeternus, quia Omni-
potens...
Entonces, en la muerte de cada uno, y el día del juicio
final, es la hora definitiva de la definitiva separación del trigo
de la cizaña.
N o vencerá la maldad, sino que recibirá su justo castigo.
Habrá buenos y malos siempre en el m u n d o ; así lo ha
dispuesto la Divina Providencia; pero hasta el tiempo de la
siega, que entonces — termina gráficamente JESUCRISTO — diré
a los segadores: "coged primero la cizaña y haced gavillas de
ella para el fuego, y meted luego el trigo en mi granero"-
* * *

Esta es la doctrina, señores, que JESUCRISTO pone en el


Evangelio sobre la existencia de errores y maldades en el seno
dt su Iglesia, de su heredad en la tierra. Y en esa doctrina nos
da las normas de cómo debemos conducirnos, y el plan de la
Providencia al consentir esa mezcla de buenos y malos en su
Iglesia.
La Providencia, señores, en la existencia de la cizaña.

(9) Oerm. ILXXI1I. ML., XXXVIII, c. 471.


Doctrina de Jesucristo «obre las persecuciones 87

Opoctet haeceses esse, es necesario que haya herejías ( 1 0 ) ,


escribía SAN PABLO a los fieles de Corinto.
Dada, la malicia de los hombres, y la instigación del mial
espíritu, se forzoso que haya herejías.
Utamur isto divinae Providentiae beneficio, dice SAN
AGUSTIN. "Sepamos sacar provecho de este beneficio de la Di-
vina Providencia" ( 1 1 ) .
¡Increíble, señores; las maldades, las herejías, llamadas por
SAN AGUSTIN beneficio de la Divina Providencia!
Oigámosle a él cómo prueba que es beneficio de Dios el
permitir que haya herejías.
"Conviene que haya herejes. Sepamos sacar provecho de
este beneficio de la Divina Providancia. Porque los que pasan
a la herejía son tal clase de hombres, que aunque perteneciesen
a la Iglesia andarían, por su m o d o de ser, de error en error; y
en cambio, una vez ya fuera de la Iglesia, nos pueden ser ocasión
de grandísimia utilidad, n o enseñándonos la verdad que ignoran,
sino excitándonos a los católicos carnales a inquirir la verdad,
y a los católicos espirituales a darla a conocer. P o r q u e en la
Santa Iglesia de Dios hay innumerables insignes varones, gratos
a Dios, que pasan desapercibidos ante nosotros, porque en tiempo
de paz preferimos adormecernos blandamente en las tinieblas de
nuestra incultura espiritual a inquirir la luz de la Verdad. P o r
l e cual, muchos, para ver y gozar del día de Dios, necesitan que
los herejes les despierten y exciten.
"Así, qué aprovechémonos de los herejes, no asimilando
sus errores, sino haciéndonos más cautos y vigilantes contra sus
insidias, confirmándonos más en las enseñanzas católicas, aunque
con esto n o logremos traer a los herejes al verdadero camino"-
Este es, señores, el gran f r u t o que saca Dios Nuestro Señor
de la cizaña que permite exista en su campo: que se sirve el Señor
de los herejes para despertar a los católicos aletargados, y exci-
tarles a inquirir la verdad y fundamentarse diligentemente en las

(10) I C o r . , XI, 19.


(1) S. A g . : De vera religione, cap. V I I I . MiL., XXXIV c..
129 .
so Quinta conferencia

wrdades de su fe, que de m o d o rutinario profesaban y que en


vida práctica casi ningún i n f l u j o ejercían.
Este es el gran f r u t o , señores, que saca Dios de la cizaña de
los errores que permite germine en su heredad: que se sirve de
ella como estímulo para que los varones espirituales y doctos que
en su Iglesia existen se decidan a dar a conocer la Verdad, y acti-
vamente, con método e ingenio, se esfuercen en propagarla.
¡Y qué verdad, es, señores, que muchas veces es necesario el
ramalazo y el trallazo del error, para que se despierten y se acti-
ven los católicos!
Beneficio grande de Dios, que ha despertado de su le-
targo y euforia preagónica a t a n t o católico tibio e incumplidor
de sus creencias, y ante las sacudidas violentas del error, les ha
hecho interesarse p o r su fe, y querer conocerla y abrazarse a
ella como única tabla de salvación en la tormenta en que se
h a n visto repentinamente sumergidos.
Beneficio grande de Dios, que ha puesto en ejercicio t a n -
tas capacidades ocultas, que con la palabra y la pluma, en
círculos de estudio y en conferencias, en catequesis y en cur-
sos de Apologética, en hojas, en folletos, en periódicos, en
libros, van poniendo a la luz del día la verdad de la Religión,
que sea como el faro luminoso que oriente a los hombres aJ
puerto de la Verdad y de la Vida.
N o penséis que existen en vano los malos en este m u n d o ,
y que Dios no saca bienes de ellos. Pues todo hombre malo, o
vive para que se enmiende, o para que por su medio se ejer-
citen en las virtudes los buenos, dice SAN AGUSTIN.
( 'No habéis conocido, señores, épocas de la Historia en
que por la cizaña y la maldad del error ha sacado Dios Nuestro
Señor los bienes que acabo de enumerar?
* * *

Pero no sólo habrá cizaña en su campo, dice JESUCRISTO;


sino que asegura y anticipa la predicción de que los buenos
padecerán, precisamente por serlo, toda clase de persecucio-
nes.
J>octrina de Jesucristo «obre las persecuciones 87

Doctrina incomprensible a la naturaleza h u m a n a , el q u e


p e r ser buenos y seguidores de la Verdad, se tenga que padecer
persecuciones.
P o r eso JESUCRISTO, sin el velo de las parábolas ni de
las metáforas, sin rodeos ni eufemismos, clarísimamente, nos
ha dado su doctrina sobre las persecuciones.
L o buenos, precisamente por serlo, padecerán persecucio-
nes.
En frase suya a los Apóstoles, les envió al m u n d o a pre-
dicar su Evangelio, como a ovejas en medio de una manada de
Ic.bos ( 1 2 ) .
¿Extraño, señores, el que los lobos acometan a las ovejas ?
JPadecerán persecuciones los buenos, señores, p o r la mis-
ma esencia de ser buenos que viven en medio de quienes no lo
son.
¿Cómo no va a ser perseguido el h o n r a d o por el que n o
lo es? El sucio en los negocios, y el estafador, y el ladrón,
¿cómo no van a perseguir al cristianamente bueno en materia
de dinero?
El nacido en el lupanar y en los orígenes del vicio, y el
que se vende y prostituye, y el que viola y sacia sus apetitos
de fiera en época de celo, ¿cómo n o va a perseguir al cristia-
namente bueno en materia de sensualidad?
El degenerado y el ignorante, el que n o se ha aplicado al
corocimiento religioso, el que vive encastillado en la ignorancia
voluntaria y afectada para huir de obligaciones y deberes m o -
rales, ¿cómo n o ha de perseguir al hombre que es consciente
de sus deberes por conocer los cimientos inconmovibles en d o n d e
éstos descansan? * * *

Predice JESUCRISTO que los buenos padecerán persecu-


ciones.
Y con el ejemplo propio, El, el Santo, El Bueno, perse-
guido con el odio más refinado, y con los medios más calum-

(12) M r . , X, 16.
so Quinta conferencia

niosos, y con los tormentos de u n p a t í b u l o el más afrentoso,


se dirige a los suyos todos y les dice: " E n verdad, en verdad
os digo: n o es el siervo mayor que su. señor, ni el enviado
apóstol mayor que aquel que le envía" ( 1 3 ) -
¿Queréis saber por qué padecerán y serán perseguidos los
buenos?
Oídlo a JESUCRISTO:
"Si el m u n d o os aborrece, sabed que primero me abo-
rreció a mí. Si fuérais del m u n d o , el m u n d o os amaría como
cosa suya; pero como n o sois del m u n d o , sino que os entre-
saqué y o del m u n d o , por eso el m u n d o os aborrece. Acordaos
de aquella sentencia mía que (ya) os dije: n o es el siervo mayor
que su amo. Si me han perseguido a mí, también os h a n de
perseguir a vosotros; como han practicado ( o se h a n conducido
con) mi doctrina, del mismo m o d o practicarán ( o se condu-
cirán con) la vuestra. Pero t o d o esto lo ejecutarán con vos-
otros por causa y odio de mi n o m b r e " ( 1 4 ) .
"Estas cosas os he dicho para que n o os escandalicéis"
( 1 5 ) , les advierte claramente JESUCRISTO a los Apóstoles,
Ah, señores, el mismo JESUCRISTO tiene que salir al paso
al escándalo que puede causar esta doctrina suya. La doctrina
de que por ser suyos, por ser buenos, padecerán persecuciones,
por el odio que el mal y el error le tienen a El, que es el Bien
y la Verdad.
Por eso, todos los que quieren vivir virtuosamente según
JESUCRISTO, han de padecer persecución, o de lo$ enemigos de
la fe, o de los falsos cristianos, o de las propias malas inclina-
cienes, que es lo que lapidariamente anuncia SAN PABLO: "y
todos los que se determinan a vivir piadosam/ente siguiendo a
JESUCRISTO, padecerán persecuciones" ( 1 6 ) .

(13) Joan., XIII, 16.


(14) Jcen ., XV, 18-21.
(15) Joan., XVI. 1.
<16) II Tiraot., III, 12.
J>octrina de Jesucristo «obre l a s persecuciones 91

Pero lo s u m o de lo increíble al hombre carnal es la para-


doja de las persecuciones.
"Bienaventurados — dice JESUCRISTO — los que padecen
pasecución p o r ser justos" ( 1 7 ) .
Señores, ¿habéis encontrado en alguna escuela filosófica,
de las infinitas que han invadido el m u n d o , algo parecido?
Ante las ideas de Dios, queda perplejo el entendimiento
humano-
La preguntó un día PEDRO a JESUCRISTO qué recompensa
les iba a dar a ellos, los Apóstoles, que por seguirle habían de-
jado cuanto poseían.
Le respondió JESUCRISTO: " Y o os aseguro que nadie hay
que haya dejado casa, hermanos o hermanas, o padre o madre,
o hijos, o heredades, p o r mi amor y del Evangelio, que ahora
n r s m o en este siglo n o reciba el cien doblado p o r equivalente
de casas y hermanos y hermanas, de madres, de h i j o s y de he-
redades, cum persecutionibus ( j u n t a m e n t e con persecuciones) y
adfmás la vida eterna" ( 1 8 ) .
Entre las cosas que centuplicadas va a dar JESUCRISTO
como recompensa a sus seguidores, señala las persecuciones.
¡Qué e x t r a ñ o premio, señores, el que ofrece JESUCRISTO
a sus más fieles seguidores! Entre los premios, u n o de los prin-
cij ales es el que les regalará persecuciones.
"Dichosos seréis — dice JESUCRISTO, terminando su doc-
trina sobre las persecuciones — cuando los hombres por mi
caua os maldijeren y os persiguieren y dijeren con mentira —
men tientes — toda suerte de mal contra vosotros. Alegraos
(entonces) y regocijaos, porque es muy grande la recompensa
que os aguarda en los cíelos" ( 1 9 ) .
* * *

Señores, el cristiano, al ser calumniado, perseguido y odia-


do por causa de JESUCRISTO, debe alegrarse y ser feliz, porque

(17) Mt.. V, 10.


(18) Me., X. 29-30.
(19) Mt., V, 11-12.
IX

esa persecución es indicio de que es buen cristiano, de que es se-


g u i d o r de JESUCRISTO.
Si no siguiera a JESUCRISTO, ni le calumniarían, ni le odia-
rían, ni le perseguirían.
A los viciosos, a los degenerados, a los corruptores, a los
acaparadores, a.,., a ésos n o les odia, ni calumnia, ni persigue
e) mundo. " E l m u n d o — en frase de JESUCRISTO — les ama
a ésos como a cosa s u y a " ( 2 0 ) -
Son bienaventurados y dichosos, y deben alegrarse los per-
seguidos por causa de JESUCRISTO, porque esas persecuciones y
esos odios y esas calumnias, forman y robustecen a los seguido-
res d e JESUCRISTO.
¡Cuántos se han amortiguado en la fe; cuántos se han
debilitado en sus prácticas religiosas; cuántos h a n vivido un
cristianismo externo de sola apariencia, por los ocios de la paz
y por el enervamiento de las prosperidades!
Bienaventuradas las persecuciones, porque han obligado a
reavivar la vida del espíritu, han puesto en ejercicio virtudes
que estaban aletargadas, han robustecido la vida religiosa y han
t r a n s f o r m a d o el catolicismo f o r m u l a r i o y externo en catolicismo
dinámico que, arrancando de lo más p r o f u n d o del alma, por el
convencimiento de una fe ilustrada y consciente, ha hecho que s*
sienta el fuego devorador del celo, que ha impulsado a confesar
en público a JESUCRISTO y a darlo valientemente a conocer a
los hombres.
Bienaventuradas las persecuciones, porque a los perseguidos
por JESUCRISTO es m u y grande la recompensa que les aguarda
en el cielo ( 2 1 ) .
" E n verdad, en verdad os digo, que vosotros lloraréis y
pbñiréis, mientras el m u n d o se regocijará, pero vuestra tristeza
se convertirá en g o z o " ( 2 2 ) .

(20) J o . , XV, 19
(21) .\It., V, 16.
(22) J o . , XVI, 20.
Doctrina de J e s u c r i s t o s o b r e tas persecuciones
„ „ i

A la luz de la doctrina de JESUCRISTO sobre la persecu-


ciones, y solamente ante ella, se comprende la petición genuina-
mcnte evangélica que las almas íntimamente conocedoras del
Evangelio han dirigido a Dios para sus obras.
Si esas mismas almas se consideran compañeras de JESUS,
deben avergonzarse de ser mejor tratadas que su capitán. Al
meditar la frase de JESUCRISTO, que no son los servidores m a -
yores que su señor, viendo cómo le trataban a JESUCRISTO.-
E o n d a d y Bien infinitos, con calumnias, odios y persecuciones
hasta el patíbulo de la Cruz, piden esas almas como gracia es-
pecial para ellas y sus obras la de no ser tratados mejor que su
D u e ñ o y señor-
Por p u n d o n o r y nobleza, pid$n persecuciones.
Piden persecuciones para su obra, porque si la persiguen,
es señal de que n o ha separado del espíritu gnuinamente evan-
gélico: es señal de que es antagónica al espíritu de sus persegui-
dores: es señal de que n o ha abandonado su actividad por la
defensa de la Iglesia; es señal de que continúa d i f u n d i e n d o la
luz evangélica en todas las manifestaciones de la vida h u m a n a .
P o r eso piden persecuciones para sus empresas, para tener
la seguridad de la conservación perpetua del espíritu genuino de
JESUCRISTO.
Piden persecuciones, porque con ellas se obligan a andar
sizmpre vigilantes y n o dormirse en las victorias.
Piden persecusiones. porque con ellas se sujetan a un
ejercicio activo de virtudes y a no vegetar en la tranquilidad
del ocio.
Piden persecuciones, porque con ellas obtienen el estímulo
más potente del celo.
Piden persecuciones, porque así se descarnan de toda liga-
dura terrena que pudiera hacerles menos imitadores de Cristo-
Piden persecuciones, porque en ellas se templan los hom"
bres seguidores del Evangelio, tal como los habían concebido,
espíritus viriles, capaces de presentarse en el torrente de la vida
y de influir en sus cauces con la doctrina del Evangelio.
Piden persecuciones, porque así se valen de sus mismos más
encarnizados enemigos para conservar genuino el espíritu evan-
so Quinta conferencia

gélico y para que sus mismos enemigos eran los que, con los
golpes de sus odios, forjen voluntades férreas, que, libres de
ligaduras terrenales, y con el vencimiento de sí mismos, se o f r e n -
den sin reservas a la defensa y propagación del Evangelio de
Cristo.
Por eso pidieron los Santos persecuciones, para f o r j a r con
ei.las, constantemente, el espíritu de JESUCRISTO en sus obras.

* * *

Pero, señores, todos esos frutos de las persecuciones, es p o r


padecerlas por Cristo.
Persecuciones por causa de JESUCRISTO, n o por otras
causas.
Persecuciones por defender y propagar íntegra la doctrina
de JESUCRISTO, p o r ser leales hijos de la Iglesia, por seguir
en todo al Vicario de JESUCRISTO en la tierra.
Aquel PEDRO, el apóstol, que a pesar de sus promesas
de fidelidad a JESUCRISTO, le negó cobardemente y a n a t e m a -
tizando con juramentos de que ni le había conocido siquiera ,t
JESUS, y todo por las indiscretas y burlonas preguntas que par-
tieron de una mujercilla: ese mismo PEDRO, poco después,
cuando, iluminado y confortado del Espíritu Santo, entendió
lo que valían las persecuciones por Cristo, escribe en su carta
primera:
"Carísimos, cuando Dios os prueba con el fuego de las
tribulaciones, n o lo extrañéis como si os aconteciese una cosa
m u y extraordinaria.
"Antes bien, alegraos de ser participantes de la pasión
de JESUCRISTO, para que cuando se descubra su gloria, os go-
ct'ir también con El llenos de júbilo.
"Si sois infamados por el N o m b r e de Cristo, seréis bien-
aventurados: porque la honra, la gloría y la virtud de Dios,
y su Espíritu mismo, reposan sobre vosotros.
"Pero jamás venga el caso en que alguno de vosotros
padezca por homicida, o ladrón, o maldicente, o codiciador
de lo ajeno.
J>octrina de J e s u c r i s t o «obre l a s p e r s e c u c i o n e s 95

"Mas, si padeciere por ser cristiano, no se avergüence,.


antes alabe a Dios por tal causa" ( 2 3 ) .
¡Qué conciencia, señores, de la dignidad del padecer p o r
JESUCRISTO/
Nada de ocultar, como algo denigrante, el haber pade-
cido por JESUCRISTO. La frente muy en alto; el corazón hen-
chido de alegría-
Por eso SAN PABLO, al escribir a los de Corinto ( 2 4 ) ,
no les pone las utilidades humanas que ha obtenido por haber
sido seguidor y apóstol de JESUCRITO, sino que, como los tí-
tulos más gloriosos que posee, hace alarde de las persecucio-
m r que ha padecido por JESUCRISTO, y para probar que es más
apóstol que otros, tr¿ie como argumento que ha padecido más
que otros: " ( p u e s me he visto — les dice — en mjuchísimos
m)ás trabajos, más en las cárceles, azotes sin medida, en ries-
gos de muerte frecuentemente. Cinco veces recibí de los judíos
cuarenta azotes menos uno. Tres vecs fui azotado con varas,
una vez apedreado, tres veces naufragué, estuve una noche y un
día (como) hundido en alta m/ar (a p u n t o de sumergirme),
(me he hallado) en (penosos) viajes muchas veces, en peligros
de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación,
peligros de los gentiles, peligros en poblado, peligros en des-
poblado, peligros entre falsos hermanos: en (toda suerte de)
trabajos y miserias, en muchas vigilias y desvelos, en hambre
y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez".
Dignidad en el padecer, y esperanza, señores, esperanza,
"porque — continuó leyendo a SAN PABLO ( 2 5 ) — las aflic-
ciones tan breves y ligeras de la vida presente, nos producen el
eterno peso de una sublime e incomparable gloria, y así no
ponemos nosotros la mira en las cosas visibles, sino en las in-
visibles. Pues las que ee ven son transitorias: más las que no
se ven son eternas".

( 2 3 ) P e t . , IV, 1 2 - 1 6 .
(24) II C o r . , XI, 2 3 - 2 8 .
( 2 5 ) I I C o r . , IV. 1 7 .

Padecer por católicos las persecuciones, y sufrirlas en ca-


tólico. Porque, de lo contrario, señores, n o obtendremos los
frutos que Dios ha dispuesto saquemos de las persecuciones.
De sufrir las persecuciones en católico, han nacido esos
héroes del Cristianismo que se llaman mártires. " D i o s permi-
tió que se levantaran los perseguidores armados de público po-
der, para que hubiera quienes vencieran por Cristo... Quita tos
f, rseguidores, y faltarán los mártires" (26).
¡Cuánta gloría tendrán por una eternidad los que en
católico sufrieron las persecuciones que pasaron!.-.
Pero, en cambio, señores, ¡cuántos cristianos nos da la
Historia que, por venir las persecuciones, desertaron de su fe,
por temores y falta de firmes convicciones!
Es, para los malos católicos, la persecución l o que la
sacudida del viento en las ramas de los árboles frutales: que
l:rce que caigan a tierra los frutos que ya podridos colgaban
todavía de sus ramas.
El viento no los pudrió; podridos estaban. Pero él hura-
cán los arrancó, dejando al árbol sin fruta dañada.
Por eso, señores, como es la persecución fuente de gran-
des virtudes y merecimientos para los que en católico y por
católicos la sufren, es, en cambio, para los católicos podridos
en costumbres o de vida de fe insegura y vergonzante, el medio
de que el Señor se sirve para desprenderlos de su cuerpo, la
Iglesia, en el que quiere no pulule la hediondez y la gangrena.

* * *

Resumo, señores, la doctrina de JESUCRISTO sobre las


persecuciones.
• Está predicho por JESUCRISTO que los justos padecerán
perjecucionse.
Nada, por consiguiente, de extrañezas, cuando las tenga-
mos encima.
Y mucho de honra y frente levantada, el padecerlas por
Í26) San Ambrosio, Mí..", XV, c. 1.397.
J>octrina de Jesucristo «obre las persecuciones 97

causa de JESUCRISTO. Ello es señal de que somos suyos; que si


no lo fuéramos, en paz nos dejarían sus enemigos.
V e n d r á n persecuciones; no las temáis. " A vosotros, em-
pero, que sois mis amigos, os digo y o ahora — dice JESU-
CRISTO—: N o tengáis miedo de los que matan los cuerpos, y
esto hecho ya no pueden hacer más. Y o quiero mostraros a
quién, habéis de temer: temed al que después de q u i t a r la vida,
puede arrojar al infierno- A Este es, repito, a quien habéis de
temer" ( 2 7 ) .
V e n d r á n persecuciones, dice JESUCRISTO, y El las a n u n -
cia a sus más fieles servidores como u n o de los regalos a sus
más íntimos y como una recompensa a sus servicios-
V e n d r á n persecuciones, y cuando las experimentemos, es-
temos seguros de que cuanto sucede n o es al acaso, sino dispo-
sición de Dios, que así lo ordena o lo permite, y que todo viene
tamizado por su Divina Providencia, para que nos aproveche-
mos y saquemos bien de ellas.
El, infinitamente Bueno, Sabio y Poderoso, está velando
por nosotros, ¿qué temer?
" ¿ P o r ventura — dice JESUCRISTO — no es verdad que
cinco pájaros se venden p o r dos cuartos, y con todo ello, ni u n o
es olvidado p o r Dios? Hasta los cabellos de vuestra cabeza están
tedos contados- P o r tanto, no tenéis que temer que Dios os ol-
vide: más valéis vosotros que muchos pajarillos" ( 2 8 ) .
V e n d r á n persecuciones. C u a n d o nos acosen, dad valiente-
mente la cara p o r JESUCRISTO. " O s digo, pues — es JESUCRIS-
TO el que habla — que cualquiera que me confesare delante de
los hombres, también el H i j o del H o m b r e (El, JESUCRISTO le
confesará (o reconocerá por suyo) delante de los ángeles de
Dios. Al contrario, quien me negare ante los hombres, será ne-
gado ante los ángeles de D i o s " ( 2 9 ) .
Vendrán persecuciones, señores; que ellas sean porque sois
seguidores de JESUCRISTO, no por otros motivos, y cuando por
(27) Le., XII, 4-5.
(28) Le., XII, 6-7.
(29) Le., XII, S-9.
so Quinta conferencia

ser fieles a su Iglesia y a su doctrina las padezcáis, acordaos de


estas solemnes palabras de JESUCRISTO: "Bienaventurados los
que padecen persecución por ser justos, porque de ellos es el
reino de los cielos. Dichosos seréis cuando los hombres por mí
causa os maldijeren y os persiguieren, y dijeren con mentira
toda suerte de mal contra vosotros. Alegraos entonces y regoci-
jaos, porque es muy grande la recompensa que os aguarda en
i,.s cielos" ( 3 0 ) .

* * *

Señores, he procurado sembrar la semilla evangélica estas


cinco noches en vuestro corazón.
Dios quiera que haya caído en tierra en la que produzca
el treinta, el sesenta y el ciento por uno.
Si los católicos que aquí me habéis escuchado os decidís
a vivir socialmente un catolicismo verdad, acomodándoos a la
doctrina de JESUCRISTO en el uso de las riquezas y en el de
todos los dones h u m a n o s y en la práctica de la fraternidad
evangélica y en el n o temer las persecuciones p o r JESUCRISTO,
buscando, ante todo y sobre todo, el Reino de Dios y su jus-
ticia y o os aseguro con palabras de JESUCRISTO "que t o d o lo
demás se os dará por añadidura" ( 3 1 ) ,
Así, y sólo así, tendremos una sociedad que dé bienestar
social y económico tendrá t o d o cuanto le convenga para ser feliz
en esta tierra y en la vida eterna.

(30) Mt., V, 10-12.


(31) Le., XII, 31.

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