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FEMINICIDIO EN CHILE
• Mauro Basaure / Manfred Svensson
(editores)
Las mujeres muertas, las quemadas, las desaparecidas, las
cortadas en trozos, prostituidas hasta el extermino ¿Quién canta
UNA REALIDAD FICCIONADA
Matrimonio en conflicto o escribe por ellas? ¿Qué velas se encienden en su memoria? AINHOA VÁSQUEZ MEJÍAS
¿Quién las llora y acciona la justicia? ¿Quién las recuerda como
FEMINICIDIO EN CHILE:
entre personas del mismo sexo
realidad ficcionada no solo es un ejemplo de valioso trabajo
• María Paz Peirano / Catalina Gobantes interdisciplinario que explora desde los estudios literarios la
CHILEFILMS, EL HOLLYWOOD CRIOLLO narrativa, las teleseries y la música popular en torno al asesinato
Aproximaciones al proyecto industrial por misoginia, abriendo con esto una nueva línea de investigación
cinematográfi co chileno (1942-1949) en el campo. Es, asimismo, esencial para aquellos que quieran
comprender cómo opera la violencia de género en la aceptación
• Mónica Szurmuk / Maricruz C. Ricalde social e impunidad estatal en estos crímenes hacia mujeres.
(coordinadoras) Este libro es canto, vela encendida y justicia para todas ellas,
Sitios de la memoria: México post 68 las muertas, una alerta para que ni una más y vida, para todas
nosotras.
• Enérico García Concha Ainhoa Vásquez Mejías es Doctora en
Todos los días de la vida. Recuerdos de Literatura por la Pontificia Universidad
un militante del MIR chileno Rubí Carreño Bolívar Católica de Chile y Magíster en Letras
Latinoamericanas por la Universidad Na-
•Martín Faunes Amigo cional Autónoma de México. Se ha espe-
Aulas que permanecerán vacías cializado en violencia de género, femini-
cidio y narcotráfico, publicando en libros
y revistas nacionales e internacionales.
FEMINICIDIO EN CHILE:
UNA REALIDAD FICCIONADA
Ensayo / Género
E D I T O R I A L
CUARTOPROPIO
FEMINICIDIO EN CHILE: UNA REALIDAD FICCIONADA
Impresión: Alfabeta
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS ..........................................................11
INTRODUCCIÓN .................................................................13
EL FEMINICIDIO EN CHILE ................................................ 21
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................271
A mi abuelo Volney Vásquez Sandoval,
a mi papá Alexis Vásquez Henríquez y a mi
esposo Sergio Bustamante Suárez.
Hombres que me han dado vida.
11
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
EL FEMINICIDIO EN CHILE
3 Una reflexión similar propone Jean Baudrillard respecto al temor de los hombres
hacia las mujeres, argumentando que no es que lo femenino sea superficial o que
carezca de profundidad, sino que, al contrario del sujeto masculino, habría en
ellas una indistinción de la superficie y de la profundidad, indiferencia entre lo
auténtico y lo artificial, característica que la haría insoluble, ambigua, incierta: “la
feminidad como principio de incertidumbre” (19).
4 Acerca de los distintos tipos de dominación que ejercen los hombres sobre las
mujeres, consultar el libro La dominación masculina de Pierre Bourdieu.
23
8 Para una completa tipología propuesta en los últimos años, Ver Diana Russell,
“Definición de feminicidio y conceptos relacionados” en Russell y Harmes. Tam-
bién la mexicana Julia Monárrez ha aventurado una tipología en el que distingue
el Feminicidio íntimo, Feminicidio familiar íntimo, Feminicidio infantil, Femini-
cidio sexual sistémico, Feminicidio por ocupaciones estigmatizadas. Ver “Una
mirada al feminicidio en México”.
29
10 Desde marzo del 2014 el diputado Hugo Gutiérrez junto con profesionales de
la Corporación Sofini, dedicada al Desarrollo y Promoción de la Niñez, Adoles-
cencia y las Familias Vulnerables, están pidiendo que el caso se reabra, puesto
que aseguran contar con antecedentes que revelarían la existencia de una red de
33
12 Este mismo hecho de no contar con una estadística adecuada, al excluir todos los
tipos de feminicidios no íntimos, hace responsable al Estado por no presentar las
medidas adecuadas para evitar los crímenes contra mujeres: “Un Estado que no
cuente con información estadística clara y suficiente sobre el índice y caracterís-
ticas del feminicidio o femicidio, difícilmente podrá cumplir con su obligación de
prevención de esta forma extrema de violencia contra las mujeres”. (Toledo, 41)
39
13 La Tercera. “Chile es el cuarto país con más casos de femicidio en América Latina
y el Caribe”. 2 junio de 2013.
14 Si bien este concepto se utilizó por primera vez con el fin de dar cuenta del asesi-
nato de mujeres hoy se aplica como homicidio tanto al género masculino como
femenino por dicha condición. Ver Warren, Mary Ann. Generocidio: las implicacio-
nes de la selección por sexo.
15 En términos de la abogada Carmina Vásquez: “Genocidio por la condición de gé-
nero: se mata por ser/estar hombres o ser/estar mujeres” (99).
40
18 Tales como Los intocables (transmitida desde 1959 hasta 1963) o El fugitivo (emi-
tida entre 1963 y 1967).
48
quien se casa con Julián. Esto se produce por el juego clásico del melodrama de
las falsas apariencias donde la promesa sólo puede ser destruida una vez que la
protagonista descubra que quien parecía querer ayudarla en realidad ocultaba un
secreto que le impide la felicidad.
55
24 La imagen de Piedad víctima y Rodrigo héroe se hacen patente al final del me-
lodrama: “la mujer debe ser buena, honesta, sumisa, aguantadora y con una in-
finita capacidad de sufrimiento. El hombre no debe dejarse usurpar su papel de
proveedor y sus deslices y defectos le serán perdonados, siempre que recapacite”
(Trejo, 49).
59
26 Fuenzalida, Corro y Mujica expresan que un rasgo típico del melodrama es que
“quienes buscan escapar de la insistencia del daño torturando a otros terminan
muertos o locos” (175). Tal es el caso de Julián que intentó sanar sus traumas oca-
sionando daño y muerte a otras mujeres.
27 El personaje de Benjamín puede asociarse al cómico del melodrama clásico “alia-
do del justiciero que en algún momento será providencial –se diría que tendrá
su ‘escena’ de lucimiento– pese a estar condicionado por una moralidad dudosa,
hecha de perversiones menores, atribuibles al medio” (Monterde, 62).
64
30 Ver Terra.cl. “Viera Gallo critica violencia en AlguienTe Mira: Cosas que ahí se ven no son las
más adecuadas”. 27 julio de 2007.
67
31 Tal como indican algunos comentarios recogidos del blog “Periodismo global”
se destaca que Alguien te mira rompe el prototipo de melodrama clásico y que
su calidad artística, estética y de contenido es muy superior a los culebrones
mexicanos o venezolanos: “Las telenovelas tienen el gran problema de la falta de
originalidad de las historias. Por eso se agradece cuando aparecen cosas nuevas
como Alguien te Mira de TVN” (Daniel)/ Hace poco tiempo terminó una teleserie
nocturna, Alguien te mira, que por la sangre y la violencia que contenía, fue criti-
cada hasta por personeros de Gobierno. Creo que eso nunca se había visto antes
(Gaby). Ver Meza. Telenovelas latinoamericanas. 1 agosto de 2007.
32 Resulta fundamental considerar que cada punto de rating equivale a 44.122 perso-
nas mayores de 5 años y 11.166 hogares, según la medición que realiza la empresa
TIME IBOPE (people meter) en la Región Metropolitana. Desconocemos, por el mo-
mento, cuántas personas habrán visto la telenovela también en regiones.
33 Podemos señalar, por ello, que la telenovela tuvo una explotación en 360 grados,
definido por Fuenzalida, Corro y Mujica como la explotación comercial que se
hace de un producto televisivo donde se agregan elementos de venta relaciona-
dos como CD, DVD y plataformas tecnológicas en red para llegar a distintos tipos
de mercado y diversos consumidores.
34 El término “glocalización” (global+ local = glocal) sugiere más bien un proceso de
negociación y acomodo que se inicia con una apreciación de lo local. Este térmi-
no revela también la simultaneidad o co-presencia de tendencias universales (el
héroe) y manifestaciones particulares (los protagonistas particulares de las tele-
novelas) (Quispe. “La telenovela latinoamericana frente a la globalización: roles
genéricos, estereotipos y mercado”).
69
35 Esta es una de las características positivas que podemos atribuir a los medios,
puesto que según indica la teórica Ana Uribe: “Las preguntas propias del ser ciu-
dadano (como por ejemplo derechos, obligaciones, sentido de pertenencia), son
mejor contestadas por el consumo privado de bienes y en los medios de comuni-
cación que en las reglas abstractas de la democracia” (59).
70
CAPÍTULO 2
FEMINICIDIO COMO TEMA EN OTRAS
TELENOVELAS NOCTURNAS
41 “Yo te saqué de la cárcel no para que me des opiniones sino para que obedezcas
mis órdenes. Ahora te vas a ir a terminar lo que empezaste porque apenas ter-
mines te voy a dar otra misión y después otra y otra y otra hasta que muera”, le
ordena Fernando.
88
42 “Elisa es mala conmigo. Me trata mal, se ríe de mí, me molesta. Dice que le da
vergüenza tener a una prima como yo”.
90
45 Algo similar ocurrió con la telenovela de la tarde El Regreso, transmitida por TVN
y que también jugó con el clishé de los hombres violentos. Luego de convencer
a los espectadores que el asesino de Claudia Larenas era Bulnes, su amante, o su
posible amante Diego, el melodrama dio un vuelco sorprendente al revelarse que
la asesina era Victoria. Otra feminicida dispuesta a todo por enamorar a Diego y
separarlo de Fátima, su mujer. Victoria, al igual que Consuelo Domínguez, utilizó
la violencia contra su propio género por celos: “No te acerques a él porque soy ca-
paz de matarte, mosquita muerta, perra, puta”, amenazó a Fátima. En este caso,
sin embargo, la telenovela dio un nuevo vuelco puesto que Bulnes, el amante de
92
47 Este mismo argumento de debilidad es el que utiliza Consuelo para librarlo del
presidio, recalcando su precariedad e incapacidad de defenderse, al señalar que
fue torturado por el comisario Rivas para obtener su confesión y que, luego de la
agresión sufrida, corrió a sus brazos llorando.
94
48 En Chile durante el año 2014 varias mujeres asesinaron a sus esposos o parejas,
mostrando un grado alto de violencia a la hora de cometer el crimen y argumen-
taron legítima defensa por vivir años de maltratos físicos y psicológicos, daño que
muchas de ellas nunca denunciaron ante la justicia. Asimismo, otras justificaron
su actuar demostrando cuadros de depresión o alteraciones mentales, como fue
el caso de Rossana Valdés quien asesinó a su pareja de un balazo, lo descuartizó
y luego lo cocinó. Otro de los episodios paradigmáticos es el de Karina Sepúl-
veda, quien en el año 2011 le disparó a su cónyuge mientras este dormía justifi-
cando que lo hizo luego de soportar 18 años de golpes. Karina fue absuelta por
ello en el año 2013. Para un estudio detallado de los masculinicidios en Chile ver
Vásquez, Carmina. “No me lastimes con tus crímenes perfectos: del genericidio
al masculinicidio”.
95
CAPÍTULO 1
FEMINICIDIO EN CONTEXTOS POLÍTICO-
IDEOLÓGICOS. LA VOZ DEL TESTIGO EN ESTRELLA
DISTANTE DE ROBERTO BOLAÑO Y LA PERSPECTIVA
DE LA VÍCTIMA EN JAMÁS EL FUEGO NUNCA DE
DIAMELA ELTIT
56 Este hecho puede ser analizado también como una metáfora de la desarticula-
ción, durante el período militar, de la actividad cultural que tuvo su auge bajo la
presidencia de Salvador Allende. Gilda Waldman indica: “casi todos los espacios
de libertad y pluralidad del quehacer artístico fueron anulados. La palabra fue
puesta bajo sospecha y el arte quedó fuera de circulación” (“Cuando la memo-
ria…”, 89), lo que podría encarnarse en el asesinato de mujeres poetas e intelec-
tuales, en la novela Roberto Bolaño. Una lectura similar a esta realizan Clemens
Franken y Magda Sepúlveda: “Bolaño inscribe alegóricamente en esta cripta la
desaparición de todo un campo cultural correspondiente a las mujeres que inicia-
ban sus publicaciones en la década de 1970” (266).
109
57 Sergio González Rodríguez en su texto El hombre sin cabeza se refiere a las foto-
grafías de torturas sufridas por presos iraquíes, tomadas por militares estadou-
nidenses. Si bien, considera que estas imágenes fueron captadas con el fin de
realizar un acto de entretenimiento provocó indignación en la comunidad inter-
nacional: “fueron concebidas […] con el fin de divertir al público excepto que, al
tratarse de imágenes de tortura y humillación, se busca atraer la simpatía de al-
guien distinto de quien las realiza y lo que este espectador virtual puede proveer
a cambio: un juego complaciente de espejos. Se expresa así el énfasis coactivo de
la estupidez cuya materia se publicita con el fin de ser disfrutada y validada por
otros” (74). Entretenimiento que fracasa, tal como ocurre con las fotografías de
Wieder.
111
64 María Inés Lagos indica al respecto: “Si bien los episodios con los ancianos la sa-
can del encierro y le permiten recorrer la ciudad, estas visitas sirven de imagen
especular de su propio encierro junto al compañero inmóvil, reiterando la atmós-
fera de decadencia física. Mientras los ancianos enclaustrados se deterioran visi-
123
por ser un soporte del hombre con quien vive, sin alterar los pa-
rámetros de la hegemonía patriarcal65.
A la vez, en ambos lugares es maltratada, ya que también
los ancianos enfermos a los que limpia la insultan y golpean,
la rechazan. Ella justifica estos comportamientos al pensar que
se están muriendo. Cumple, de esta forma, a la perfección su
rol maternal extendido al ámbito público, tal como argumenta
Nattie Golubov:
que pensaras sin tregua que el niño era producto del horror,
de la locura, que el niño era una falla, mi falla, mi empecina-
miento, una malévola comprensión de la historia que echaba
por tierra el deber de nuestra militancia. (105)
2.3.Feminicidio íntimo
66 Consigno que Patricio Pron otorga una lectura diametralmente opuesta a la mía,
al asegurar que el hecho de que la protagonista quedara embarazada producto
de una violación y su posterior asesinato no es importante en esta novela: “Que
el hijo fuese el producto de las violaciones que la protagonista y narradora de esta
historia padeció en la cárcel importa poco, del mismo modo que tampoco tiene
128
mucha importancia que ella fantasee con haber sido la culpable de que su célula
cayera o que él la matara durante el parto: lo relevante aquí es el lenguaje que los
personajes emplean para narrar su experiencia, que es el lenguaje de la experien-
cia revolucionaria” (“Jamás el fuego nunca”. Marzo 2013).
129
67 María Inés Lagos relaciona la muerte del niño con el fracaso de la célula política:
“la célula clandestina cesa de ser viable y está a punto de desmoronarse, hecho
que coincide con el intento, aparentemente frustrado, de la narradora de dar a
130
luz” (90). Mario David también aporta una lectura de este hecho analizando el
filicidio en la obra de Eltit.
68 En su reseña, Javier Edwards lo afirma: “Jamás el fuego nunca es el relato, tras-
pasado el umbral de la muerte, de un proyecto revolucionario de izquierda derro-
tado […] una suerte de obituario definitivo para una experiencia compartida, un
fracaso en el que cohabitó toda una generación que creyó en un proyecto social
y revolucionario ahora definitivamente fallecido” (“Jamás el fuego nunca, de Dia-
mela Eltit. Obituario para una esperanza muerta”. 15 julio de 2007).
131
CAPÍTULO 2
LA VOZ DEL CÓMPLICE EN EL CASO DE ALTO
HOSPICIO
69 Uno de los blogs que mantiene hasta hoy Rodrigo Ramos Bañados lleva por nom-
bre: “En la frontera”.
137
71 Las víctimas de estos feminicidios fueron identificadas como Graciela Saravia (16
años), Sara Gómez (18), Ornella Linares (16), Daysi Castro (16), Ivonne Carrillo
(15), Macarena Sánchez (14), Angélica Alcayaga (24), Laura Sola (15), Katherine
Arce (16), Patricia Palma (17), Macarena Montesinos (15), Viviana Garay (16), An-
gélica Palape (45) y Gisela Melgarejo (36).
140
Porque son pobres sus hijas no pueden ser otra cosa que ¡pu-
tas! Por ser pobres, no tienen ninguna salida. Por ser pobres,
son enjuiciados de antemano. Ellos recibieron la sanción pú-
blica y publicitada a todo el país, de haber cometido el delito
de ser traficantes de la carne de sus hijas. Los padres de las
niñas serían proxenetas –en este caso– solo por el delito de ser
pobres. (Berenguer, “Dossier”, 133)75
75 Celina Tuozzo indica que esta asociación entre prostitución y pobreza tiene sus
antecedentes en los escritos del doctor Lucas Sierra quien, a mediados del siglo
XX aseguraba que la pobreza era la causa de que obreras y empleadas comercia-
lizaran con su cuerpo. Mujer popular era igual a sexualidad culpable.
76 La imagen de la mujer como “Ángel del hogar” del siglo XIX se contrapone a una
sexualidad avasalladora. Las mujeres de clases inferiores “son percibidas como
naturaleza primitiva capaz de destruir la civilización […] el oprimido adquiere per-
files bestiales y demoniacos” (Puleo, 168).
143
77 Se cuestionó que ella indicara que Pérez Silva se había autodefinido como “El psi-
cópata de Alto Hospicio”, título que le puso la prensa mucho después, ya que en el
momento en que ella lo denunció la hipótesis de la localidad seguía siendo que las
niñas eran prostitutas. Asimismo, aseguró que una niña vestida de blanco la sacó
144
del pique, lo que remite a supersticiones más que a hechos concretos. Finalmen-
te, su testimonio careció de veracidad para algunos que esperaban que Bárbara
estuviera en estado de shock, no obstante, la niña habló sin problemas con todos
los medios nacionales.
78 Ver Constenlla. “El enigma de Alto Hospicio”. 2004.
145
79 Este punto de la novela difiere con los hechos, puesto que Ceballos viola y asesi-
na a las jóvenes en la madrugada, cuando ellas salen de fiestas de regreso a sus
casas, no obstante, en la realidad la mayoría de las niñas fueron secuestradas y
desaparecidas a la salida del colegio, es decir, cuando aún era de día y enfrente de
la Comisaría de Alto Hospicio.
147
81 En los medios se consigna, en cambio, que la madre de Pérez Silva cuida enfer-
mos y realiza labores domésticas, aunque se concuerda con el padre era alcohóli-
co y golpeaba a su madre, Elsa Silva.
149
Un Estado manco
83 Rodrigo Rojas Terán proporciona una lectura acerca de la maldad similar a la que
se ha realizado sobre Estrella distante, en la que refiere que los psicópatas: “es-
tán más cerca de lo que uno cree, ese vecino que se hace el buena tela, el que
con cueva sale a comprar el pan, el gueón que está todo el día viendo porno por
internet, ese quizás cuando se le presente el momento, desahogue sus instintos
con alguna cabra chica, o quiera meter tu cadáver al refri. No sé. Nunca hay que
creerse los cuentos, la maldad está en todos, y solo la revelaremos cuando se nos
presente la oportunidad” (“Alto Hospicio, la novela del atrevimiento”. 6 septiem-
bre de 2009).
84 Entre ellos el periodista Constenlla quien, luego de hablar con Nancy, la esposa
de Julio Pérez Silva, descubre “que Julio, o era un hombre muy ignorante o sufría
alguna deficiencia mental. Esto porque muchas de las historias de Nancy mues-
tran a un tipo lento de mente. Que no entendía las cosas a la primera” (“El enigma
de Alto Hospicio”. 2004). Una imagen contrapuesta del frío e inteligente criminal.
El mismo abogado defensor, Osvaldo Flores, aseguró que su cliente sufría de un
retraso mental.
154
85 Vecinos de Alto Hospicio afirman que en los años en que las niñas desaparecieron
existía un prostíbulo llamado “La Ponderosa”, frecuentado por policías que se al-
coholizaban e interactuaban con menores de edad.
86 Hugo Marambio podría ser el símil del suboficial Miguel Arriagada, quien fue el
primero en señalar que las jóvenes eran prostitutas y quien, una de las víctimas,
Viviana Garay, antes de ser asesinada aseguró que la perseguía en su auto de co-
lor blanco sin patente.
156
murió en el acto. Martín Larraín le pagó una gran cantidad de dinero a la viuda
para que retirara la querella, producto de ello, aunque fue declarado culpable por
el cuasidelito de homicidio y condenado a 540 días de presidio menor –junto con
una suspensión de su licencia de conducir por dos años– su condena la cumplirá
en libertad, sujeto a control de gendarmería. Por otra parte, Juan Acevedo Lazo
fue condenado a cinco años y un día de presidio por robar un serrucho y una pala.
160
90 Daniel Rojas Pachas alaba este formato virtual no sólo por la incertidumbre que
provoca el relato sino también por la posibilidad de experimentar con la inte-
racción con el lector, interacción que, finalmente, lo suma en el proceso creati-
vo: “más allá de lo anecdótico de diseñar una novela por entregas, a lo largo de
varios meses y siguiendo la estructura de bitácora a tiempo real […] vincula lo
mediático-tecnológico con su historia a fin de sacar provecho al máximo a las
posibilidades narrativas de interacción con el lector; ya que fácilmente cualquier
visitante podía con un simple comment tras la lectura, hacerse parte del proceso
creativo e ingresar a la historia como cómplice del testimonio del protagonista,
narrador-bloguero que confiesa su implicancia en los crimines de Alto Hospicio
día por medio y semana a semana a vista y paciencia de los internautas” (“Qui-
mantú y la publicación de la primera novela de Rodrigo Ramos Bañados”. 13 Feb.
2009).
161
CAPÍTULO 3
LA VOZ DEL FEMINICIDA EN NO ME IGNORES DE
NICOLÁS POBLETE
Civilización y barbarie
como cualquier animal que sabe que tiene que sobrevivir si otro
te amenaza, es instinto, es natural” (157). Sin embargo no lo
asesina. Su condición humana, en cambio, lo ayuda a mentir, a
manipular la situación de tal manera que su padre termina por
dejarlo en paz.
A pesar de que él se sabe diferente a los animales en el uso de
su voluntad e inteligencia, el discurso social intenta circunscri-
birlo en el terreno de la irracionalidad. Luego del asesinato de los
padres de su novia es catalogado como un enfermo, un hombre
que porta traumas de la infancia, producto de problemas con sus
progenitores e incluso se especula que pudo haber sido abusado
sexualmente cuando niño. Junto a ello los psicólogos señalan que
podría haber actuado bajo los efectos de alguna droga o que sufre
un desorden de personalidad esquizotípico, una psicosis border-
line. Reflexiones de las que el asesino se burla y contradice pero
que, inteligentemente, acata puesto que entiende que son su pa-
saporte de salida y perdón.
99 Jung llama colectivos a “todos aquellos contenidos psíquicos que son peculiares
no de un individuo, sino de muchos individuos a la vez, esto es, de una sociedad,
de un pueblo o de la humanidad” (499).
100 Romeo César asegura que las interpretaciones otorgadas por Nietzsche apuntan
la máscara como un “disfraz o mascarada mendaz del hombre civilizado […] o
como artificio para ocultarse que nace de la inseguridad; o como arma contra los
otros” (135). El ocultamiento del rostro de quien la porta como un mecanismo
para no ser reconocido.
178
101 Franz Kafka compartía la idea de que el sentimiento de culpa era una invención
que la sociedad introyectaba en los individuos para dominar sus conductas. Él lo
denomina mala conciencia: “La mala conciencia es tanto la conciencia de culpa
como la confesión que el individuo se hace a sí mismo de su propia esterilidad
“inherente”. Pero esta confesión no le viene ex nihilo, sino como parte del pro-
grama de sujeción del sistema dominante. La mala conciencia no es sino el punto
de llegada de la represión, a saber, la sustitución de la represión visible por la
autorrepresión de la conciencia” (Hopenhayn, 16).
102 Freud, en su libro El malestar en la cultura, también refiere a la culpabilidad como
el problema más importante de la evolución cultural, señalando que el precio
pagado por el progreso reside en la pérdida de felicidad por el aumento del sen-
timiento de culpabilidad: “El super-yo es una instancia psíquica inferida por no-
sotros; la conciencia es una de las funciones que le atribuimos, junto a otras; está
destinada a vigilar los actos y las intenciones del yo, juzgándolos y ejerciendo
una actividad censoria. El sentimiento de culpabilidad -la severidad del super-yo-
equivale, pues, al rigor de la conciencia; es la percepción que tiene el yo de esta
vigilancia que se le impone” (42).
180
103 Gilda Waldman comenta en su artículo “Chile: indígenas y mestizos negados” que
la identidad nacional se construyó contraponiendo “lo blanco” de lo “no blanco”,
incluso después de que los mapuches fueran integrados como ciudadanos al Es-
tado nacional a fines del siglo XIX. Así, a diferencia de otros países vecinos, el
mestizaje se definió por la segregación: “De este modo, la construcción de la
“narrativa” en torno a la identidad nacional se ha sustentado en una mitología
fundacional: la predominancia de lo “blanco” sobre lo “no/blanco”, mitología que,
desde la exclusión de lo indígena y la negación del mestizaje, se tradujo en un
racismo encubierto, latente, disfrazado y ubicuo, presente en todos los niveles de
la sociedad y que ha acompañado permanentemente a la estratificación social”
(98). El hablante de la novela se hace tributario de esta segregación.
181
104 Este sentir respecto a la inferioridad del pueblo mapuche parece ser una cons-
tante en Chile. En el año 2013 la pintora Carmen Aldunate opinó en su cuenta
virtual que los mapuches eran “asesinos, cobardes, flojos y ladrones; además de
borrachos y aprovechadores”.
182
106 Esta precariedad identitaria se relaciona también con su máscara social de hom-
bre medio, puesto que, como diría Carl Jung, al no coincidir las circunstancias in-
ternas y externas del individuo, se vuelve evidente la carencia de autenticidad y,
por ende, la imposibilidad de tener una personalidad unificada. Nietzsche, por su
parte, también asocia el uso de máscaras con la falta de una identidad, argumen-
tando que cada persona porta infinidad de máscaras que ocultan su verdadera
personalidad, de tal forma que se pierde el carácter, el individuo, la esencia, en
una pura apariencia, ver Romeo César.
184
107 Este rechazo hacia lo femenino fue resumido por Robert Brannon como uno de
los principios de la virilidad: “¡Nada con asuntos de mujeres!” Uno no debe hacer
nunca algo que remotamente sugiera femineidad. La masculinidad es el repudio
implacable de lo femenino” (cit. en Kimmel). Monsiváis lo expresa de la siguiente
manera: “¿Qué tantas cosas es el sexismo? Es una ideología que se basa en las ne-
cesidades y valores del grupo dominante y se norma por lo que los miembros de
este grupo admiran en sí mismos y encuentran conveniente en sus subordinados:
agresión, inteligencia, fuerza y eficacia en el hombre; pasividad, ignorancia, doci-
lidad, “virtud” e ineficacia en la mujer” (Misógino feminista, 23). De ahí el rechazo
y odio hacia lo masculino feminizado en relación también a las mismas mujeres
vistas como seres inferiores.
108 “Los crímenes de odio se dirigen contra una persona y lo que simboliza, repre-
senta y encarna, y son, en este sentido, acciones de furia contra la especie. Los
185
110 Hasta hace muy poco tiempo en Chile la violencia y el asesinato de homosexuales
era escasamente investigado y, menos aún, penado. Fue recién en el año 2012
que se promulgó la Ley Antidiscriminación, bautizada con el nombre de Daniel Za-
mudio, luego de que varios individuos golpearan hasta matar al joven del mismo
nombre producto de su orientación sexual. La Ley actual busca frenar todo tipo
de discriminación arbitraria, siendo la violencia contra los homosexuales dura-
mente castigada.
187
111 Una conducta idéntica a la del asesino en serie estadounidense David Berkowitz,
quien declaró que “Tenía la determinación y estaba en total acuerdo conmigo
mismo de que debía asesinar a una mujer con propósitos de venganza y para
humillarlas por todo el sufrimiento que me causaron” (Russell, “Feminicidio: ‘La
solución final’ de algunos hombres para las mujeres”, 346).
188
112 Monsiváis explica el acto de la violación justamente como una afirmación del Yo
o como un desquite: “Educados en un penoso culto a la “hombría”, convencidos
sinceramente de que la mujer sólo eso desea, incapacitados para recibir crítica al-
guna o para enfrentarse verdaderamente a sus explotadores, abrumados por sus
dificultades, muchos recurren a la violación como el supremo acto de afirmación
del Yo o como el desquite” (Misógino feminista, 67).
190
113 A diferencia del narrador asesino, Doris sí podría ser definida y considerada un
ser inferior, siguiendo el planteamiento de José Ingenieros, ya que “El hombre
inferior es un animal humano; en su mentalidad enseñoréanse las tendencias ins-
tintivas condensadas por la herencia […] Su ineptitud para la imitación le impide
adaptarse al medio social en que vive; su personalidad no se desarrolla hasta el
nivel corriente, viviendo por debajo de la moral o de la cultura dominantes, y en
muchos casos fuera de la legalidad” (39). Doris, en contraste con el feminicida,
termina por alejarse por completo de la sociedad y su único vínculo lo genera con
su pareja.
192
116 El hecho de suicidarse mirándose en el espejo puede analizase como una rea-
firmación de una identidad precaria, ya que, tal como indica el antropólogo Da-
vid Le Breton “cuanto más importancia dé una sociedad a la individualidad, más
agrandará el valor del rostro, puesto que, en definitiva, la dignidad del individuo
entraña la del rostro” (cit. en Altuna). Visualizar el propio rostro impulsaría la con-
ciencia de un yo. Mirarse en el espejo durante su suicidio podría significar obtener
esa dignidad e individualidad, al menos, en el momento de su muerte.
195
con otros a diario. Nada hay en ellos que los diferencie sustanti-
vamente del resto de la humanidad.
El feminicida que Nicolás Poblete retrata en su novela es un
sujeto más de los muchos que han sido criados en un sistema
patriarcal y que, por ello, tienden a ver lo femenino como algo
inferior que debe ser controlado o eliminado. Un hombre misó-
gino y sexista que reproduce la concepción machista tradicional
de las mujeres asociadas a lo pasivo, lo subordinado, lo débil.
Un hombre homofóbico que, como muchos, desprecia a los ho-
mosexuales porque los considera desviados, así como repudia a
los mapuches por ser parte de una raza diferente que piensa in-
civilizada, no evolucionada. Nada diferente a lo que se escucha
o evidencia a diario, nada ajeno a la realidad que como sociedad
vivimos.
La exclusión, la violencia, la discriminación es la norma
de lo civilizado. Este hombre asesino sólo lleva al extremo esta
idea al intentar eliminar de raíz lo que asume menor. Mientras
la mayoría margina, el personaje de Poblete asesina, una especie
de marginación excesiva pero que no se diferencia de la muerte
simbólica que se le impone a las minorías a diario. Al escudriñar
en la conciencia del asesino descubrimos una burla. El feminici-
da se ríe de las etiquetas con que buscan catalogar sus acciones
criminales, se ríe de los otros hombres a quienes considera me-
diocres porque sólo critican sin actuar, se justifica porque él es
el llamado a ser un hombre superior que extermine todo lo “no
evolucionado”.
Tal como señala Connell
118 Como indica Carolina Andonie la novela postula que lo cotidiano es una fuente
inagotable de violencia, discriminación y resentimiento.
198
119 Una comparación detallada entre el feminicidio y la “solución final” nazi ha sido
realizada por Diana Russell en el libro Feminicidio: una perspectiva global.
201
CAPÍTULO 4
LA VOZ DEL DETECTIVE TRAS LA PISTA DE
FEMINICIDIOS. EL LEVE ALIENTO DE LA VERDAD
DE RAMÓN DÍAZ ETEROVIC
120 Este tipo de novelas otorga gran importancia al intelecto del detective, acorde
con el momento histórico, puesto que como indican Guillermo García-Corales y
Mirian Pino: “en la labor del investigador se aprecia el predominio de una dosis de
202
123 Ver Corrales, Eduardo. “Es imposible desligar los factores políticos y sociales de la
criminalidad”.
124 La novela negra que surge en EEUU presenta elementos que pueden trasladarse
a una realidad chilena, tales como una atmósfera asfixiante, miedo, violencia, fal-
ta de justicia, corrupción del poder, inseguridad, elementos que en Chile se vivió
durante la dictadura y que hoy persisten, según Eterovic en el artículo “La novela
Negra: Crónica de la sociedad actual”.
125 En Latinoamérica se denomina con mayor frecuencia neopolicial, aunque Díaz
Eterovic generalmente se refiere a su literatura también como novela negra, to-
mando elementos que confluyen en ambas denominaciones como la pérdida de
credibilidad en la justicia y abusos del poder: “En la novela negra encontré los có-
digos para explorar la relación crimen-política-violencia, tan brutal y tristemente
común en los países latinoamericanos. Se trata en definitiva de abordar una lite-
ratura con acento realista a través de un género que se caracteriza por hurgar en
la mugre que suele esconderse bajo las alfombras del poder” (Díaz Eterovic, “A
propósito de Heredia”, 12).
205
126 Clemens Franken asegura que Díaz Eterovic “quiere entregar en sus novelas negras
una radiografía de nuestra sociedad actual y reflexionar acerca de la marginalidad
de una ciudad como Santiago y de la justicia en Chile” (Crimen y verdad, 57).
206
127 Pocos meses antes de la publicación de la novela, en una entrevista con Gonzalo
Hernández Suárez, Díaz Eterovic le comentó que El leve aliento… se relacionaba
con el asesinato de mujeres y recalcó que el paso de los años de Heredia va a la
par con el paso de la historia y los nuevos problemas de la sociedad chilena: “He-
redia se define como un testigo, y en ese sentido sigue observando la sociedad,
analizando sus carencias, asumiendo casos que tienen que ver con problemas
de atropellos presentes en nuestra realidad. Sus principios no han cambiado y
por lo tanto sigue siendo un resistente a todo tipo de injusticia y desigualdades”
(“Ramón Díaz Eterovic: Latinoamérica en su conjunto puede ser leída como una
novela negra”. 2 octubre de 2012). Asimismo, cuando el periodista Javier García le
pregunta de dónde salió la idea para esta novela el autor responde que la realidad
chilena “se presta para idear historias policiacas. Basta leer la prensa para pensar
en buenas tramas criminales” (“Díaz Eterovic publica novela sobre asesinatos de
mujeres”. 12 noviembre de 2012).
207
129 El cinematólogo inglés Raymond Durgnat declaró respecto a esta escena que se
trataba de un “asesinato pornográfico”: “demasiado erótico como para no disfru-
tarlo, pero demasiado espeluznante para disfrutarlo” (en Caputi, 412). A la par,
Vicente Sánchez-Biosca en el artículo “Despedazar un cuerpo” comenta que una
de las novedades de Psicosis fue mostrar evidentemente la relación entre sexo y
mutilación a través del montaje, permitiendo que el espectador se transformara
en autor del asesinato gracias a la mirada subjetiva: “vehiculado por el montaje
y sin mediaciones donde pueda sostenerse la mirada: demasiado cerca para no
estar interpelándonos a nosotros mismos, para no ser nosotros mismo incluso, en
nuestro imaginario, sus autores” (193).
130 Se puede encontrar en este hecho una relación con los cuerpos de los militantes
de izquierda durante la dictadura militar. Al igual que estas prostitutas, la iden-
tidad de los muertos durante el gobierno de Pinochet, ni siquiera constituía un
registro. Esto también es algo que ha rescatado la novela negra chilena, según
la opinión de Gilda Waldman “Como una radiografía del país, eficaz y sofisticada,
la novela negra sacaba a la luz los cuerpos muertos o torturados de los seres sin
nombre, dando espacio e identidad a los secretos escondidos” (“Cuando la me-
moria…”, 93). Sin la intervención de Heredia estas mujeres serían una extensión
de cuerpos desechables para el gobierno, tal como antes lo fueron los detenidos
desaparecidos, cuyos cuerpos muchas veces ni siquiera cayeron en fosas comu-
nes.
213
con él, puesto que ella es colombiana y trabaja sin visa de resi-
dencia. Acostumbrado a obtener favores con chantajes o dinero,
ante la negativa de Teresa para permitir que viole a su hermana
Beatriz, Gómez no tiene reparos en tomarla por la fuerza. Tam-
poco en eliminar a las mujeres testigo, con el fin de evitar una
acusación en su contra.
Con el total control sobre la situación y los cuerpos de estas
mujeres, Gómez le exige a su amigo Ferrara que las asesine. Una
exigencia que el actor cumple a cabalidad demostrando su expe-
riencia al momento de acabar con prostitutas, a quienes en otros
casos, había eliminado por placer132. La tipología otorgada por
Chacón del asesino apostólico cobra sentido en Ferrara cuando
le confiesa a Heredia: “Les hice el favor de sacarlas de la vida
que llevaban” (258) y se traslapa con la calificación de asesino
hedonista cuando asegura que a las primeras víctimas las asesinó
por placer:
135 Un rasgo que puede ser tomado del detective Philip Marlowe de Raymond
Chandler quien intenta resolver los casos criminales para cumplir con sus precep-
tos morales. “Su recompensa, más que el dinero, es una conciencia tranquila, lo
que muestra su superioridad moral”. (Franken, Crimen y verdad, 38)
219
136 “Heredia, siendo un héroe quijotesco que surge desde la marginalidad y soledad,
intenta rescatar valores que mantienen en pie a las personas tales como el amor,
la solidaridad, el compañerismo” (Franken, Crimen y verdad, 57).
137 Heredia presenta algunos rasgos característicos de Dupin, el detective de Poe, una
figura que está en conflicto con la policía: “El detective privado Dupin, libre del Es-
tado y de la familia, viene a decir que esa institución, en la cual se ha delegado la
problemática de la verdad y de la ley, no sirve” (Franken, Crimen y verdad, 23).
220
138 Este rasgo no sólo viene del neopolicial latinoamericano sino, como argumenta-
ba Raymond Chandler, estos elementos deben estar presentes en cualquier es-
critor del género policial que se preocupe por el realismo de su historia al relatar
“un mundo en el que los maleantes y matones pueden gobernar naciones y adue-
ñarse de ciudades […]; en que un astro cinematográfico puede ser el jefe de una
pandilla […]; en que todo alto cargo municipal puede tolerar un asesinato como
medio para ganar dinero, en que ninguno puede caminar tranquilo por una calle
oscura, porque la ley y el orden son cosas sobre las cuales hablamos pero que nos
abstenemos de practicar […]. No es un mundo muy agradable, pero es el mundo
en el que vivimos” (341).
221
139 Estos policías incorruptibles, no obstante, no son tan eficaces como el outsider
Heredia. Un rasgo propio de la novela policial que deja en evidencia la ineficacia
de los organismos con que cuenta un Estado de derecho, como remarca Alewyn:
“La policía trabaja casi siempre –en modo alguno siempre– honesta y fervorosa-
mente en la cosa, pero sus representantes no son en el mejor de los casos más
que eficientes routiniers, pero por lo demás ciegos, limitados y sin fantasía. Y
aunque la policía dispone un ilimitado aparato de personas y medios auxiliares,
rara vez pasa por alto un callejón sin salida o una falsa huella. De aquí no se puede
deducir realmente una alta opinión de la eficacia de los órganos del Estado de
derecho” (210).
140 Espejo de la imagen que se tiene de los elementos policiales en Latinoamérica
y que personajes como Wilmer Gómez refuerzan: “Los expertos generalmente
coinciden en que los jóvenes de muy bajo nivel de instrucción que se postulan
para ingresar en la policía, rara vez lo hacen impulsados por el deseo de prestar
servicios útiles a los ciudadanos y a la comunidad. Lo que los atrae, además de
una eventual tradición familiar, es, por un lado, la posibilidad de ejercer poder so-
bre sus semejantes y, por otro, la esperanza de lucrarse sin demasiado esfuerzo”
(Waldmann, 124).
223
141 Heredia nos hace caer también en el juego de creer que Lugano es el asesino,
tal como él mismo parece considerar en un principio. Este recurso es clásico de
la novela policial, que según Alewyn es denominado “falsa huella” y consiste en
que todos los indicios aluden insoslayablemente a una persona que en realidad
es inocente.
142 Chandler fue un pionero en este tipo de denuncia: “Chandler revela más nítida-
mente las relaciones sociales en el sistema capitalista que facilitan el crimen. La
corrupción y la violencia no están solamente presentes entre grandes grupos so-
ciales, detrás de los cuales se esconden los representantes del gran mundo polí-
tico y económico, sino que penetran […] en la vida cotidiana de los habitantes de
Los Ángeles”. (Franken, Crimen y verdad, 36)
225
143 Este es un tema recurrente en la narrativa de Díaz Eterovic, tal como lo nota Gilda
Waldman al referirse al personaje de Heredia: “Los nuevos tiempos de la demo-
cracia le parecen detestables: tras la nueva escena acechan los mismos culpables
de ayer, aún impunes”. (“Cuando la memoria…”, 95)
226
144 Este tipo de resolución –en que la justicia finalmente se impone– no se encuentra
presente en sus primeras novelas, contextualizadas y escritas en dictadura. En su
primera novela, La ciudad está triste, por ejemplo, a pesar de que Heredia devela
los misterios acerca de la desaparición de ciertos presos políticos, no es a él a
quien compete restablecer la justicia porque “esa justicia no está en ninguna par-
te. A saber, no se puede restablecer lo que no existe en un momento de supresión
de las garantías constitucionales para los ciudadanos” (García-Corales y Pino, 63).
227
146 Rodrigo Cánovas, por ejemplo, argumenta que Heredia, así como otros detecti-
ves de las novelas policiales chilenas de los noventa, tiene una “mirada gris sobre
el paisaje santiaguino, una constatación de la falta de vida, del desgaste, de la
tristeza y soledad de los chilenos” (83).
229
148 Danilo Santos agrega a esta descripción del neopolicial que “El Estado deviene
motor del crimen, de la corrupción y de la arbitrariedad política. La policía pasa
de resolutoria a fuerza caótica” (70). En este caso, si bien los órganos estatales
contienen elementos corruptos o ineficaces el Estado en sí no es el motor del
crimen, por el contrario, es quien finalmente castiga a los asesinos.
231
149 A esta misma conclusión llega Chandler al final de su ensayo, respecto a la novela
policial y la función del héroe-detective: “Si hubiera bastante hombres como él,
creo que el mundo sería un lugar más seguro y no tan aburrido como para que no
valiera la pena vivir en él” (342).
150 Clemens Franken en su artículo “Ramón Díaz Eterovic como representante de la
novela negra chilena” destaca ciertas características femeninas en Heredia que lo
asimilan al personaje de Philip Marlowe, que actúa: “más por sus sentimientos,
emociones y acciones que por sus raciocinios. Son más hombres sentimentales e
intuitivos que racionales” (18).
232
151 Para Guillermo García-Corales y Mirian Pino las mujeres ocupan un lugar impor-
tante para resaltar la personalidad sensible y enamoradiza de Heredia: “La mujer
ocupa el centro de interés en el relato de Heredia, como se aprecia en los amoríos
previos de éste con Andrea, Yasna, Fernanda, Griseta. La pasión aleja al sabueso
de la violencia del entorno, pero ésta a su vez provoca el distanciamiento de las
figuras femeninas” (159).
152 Florencia Barría Ugalde, por ejemplo, quiere encontrar a su hermana María José,
en la novela Legítima Defensa de Alejandra Rojas.
233
153 La detective Rosa Alvallay, por ejemplo, ayuda a la escritora Carmen L. Ávila a no
ser encontrada por su esposo que la busca. Respeta su deseo de soledad y guarda
en silencio la relación que ella mantenía con su amante. Ver Nuestra Señora de la
Soledad de Marcela Serrano.
154 Por el contrario, en algunos casos son las mismas mujeres las que se transforman
en agentes del patriarcado asesinando por amor o venganza, como es el caso de
la secretaria enamorada que le quita la vida a la esposa de su jefe en Noches de
estreno de Alejandra Rojas o la cuñada de Silvia Chibuis quien la mata por querer
abandonar a su hermano en la novela La mujer del policía de Sergio Gómez.
155 Clemens Franken indica que estas escritoras se valen del policial para presentar
crímenes pasionales privados, una utilización del género para indagar las relacio-
nes humanas, los grupos familiares o las relaciones de pareja y no para dar cuenta
de una crítica a la sociedad como país, como sí sería el caso de Díaz Eterovic. Ver
Crimen y verdad.
235
CONCLUSIONES.
DIVERSAS VOCES, DISTINTAS TIPOLOGÍAS Y UNA
MISMA IMPUNIDAD: LAS FORMAS DE PLASMAR EL
FEMINICIDIO
156 Concordamos con la visión de Carlos Monsiváis respecto a los violadores, a quie-
nes a menudo también se los considera enfermos mentales: “Desde mi punto de
vista, es infrecuente un violador que sea, clínicamente, un enfermo mental. La
mayoría de las veces son individuos que, sin una grave alteración de su sentido
de la realidad, creen ejercer prerrogativas naturales al disponer del cuerpo de una
mujer. Actúan dentro de los límites de lo permitido en su idea del mundo” (Misó-
gino feminista, 79). Lo mismo aplicaría para los feminicidas.
238
157 No deja de ser interesante el hecho de que también es un detective privado quien
finalmente hace pagar a Carlos Wieder en la novela de Roberto Bolaño.
241
158 Otra de las características que comparten estos jóvenes escritores con sus padres
literarios pertenecientes a la generación de la orfandad, es que “no se ficcionaliza
la gesta colectiva, sino que, a través del mundo de los marginados, se observa la
descomposición social por efecto del autoritarismo” (García-Corales y Pino, 38).
Sujetos marginados como los asesinos de Alto Hospicio y No me ignores, que pue-
den cometer sus crímenes en absoluta impunidad. Estos mismos personajes son
el ejemplo de esa descomposición social.
244
159 Esta contradicción también la visibiliza Carlos Monsiváis: “El sexismo, esta suerte
de imperialismo que se ejerce redobladamente contra –por lo menos– la mitad
de la humanidad, ha ido haciendo su historia con sometimientos, esclavitudes,
continuos ejercicios de mando y represión. El sexismo es un espejismo: aunque
la mujer resulta expuesta a la educación, la riqueza y la independencia, como si
fuese (exactamente) un ser autónomo y el igual del hombre, todas las influencias
genuinas en su vida le informan que su educación sólo se justifica si va a utilizarse
de un modo mecánico para el esposo” (Misógino feminista, 21-22).
160 Monsiváis reflexiona: “Lo inmaculado es el signo de las mujeres respetables: mi
madre o mi esposa o mi hija son, han sido y serán vírgenes perfectas, porque la
virginidad, más que una condición física, es un atributo de lo que me pertenece
[…]. La virginidad será sagrada por manifestarse como forma, compleja y eviden-
te a la vez, del derecho de propiedad” (Misógino feminista, 27).
245
163 Recordemos que este tipo de justificación para la violencia de género, no sólo
ocurre en el ámbito de la ficción, sino que, por el contrario, se ha vuelto un tema
recurrente en nuestro tiempo. Baste señalar que en el año 2000 el cardenal de
Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez, declaró que las violaciones y asesinatos a
mujeres en México eran instadas por ellas mismas al salir con ropa provocadora
y caminar con movimientos sensuales. Anteriormente, el Gobernador de Chihua-
hua, Francisco Barrio Terrazas, también había declarado que los feminicidios en
Ciudad Juárez eran culpa de las mismas mujeres por su forma de vestir y por salir
a trabajar en la noche. Ver Monsiváis, Carlos. Los mil y un velorios. Crónica de la
nota roja en México.
257
164 Todos los comentarios fueron recogidos de Youtube “Mátalas” Alejandro Fernán-
dez. 14 noviembre de 2010.
260
165 Ver La Estrella de Valpo. “Canción que ganó competencia folclórica está basada
en la historia de un asesino”. 23 febrero de 2004.
263
166 Ver Folclor argentino. “Así nació bailando con tu sombra”. 2013.
167 Ver Youtube. “Bailando con tu sombra - Víctor Heredia”. 1 diciembre de 2010.
265
168 Algo similar ocurre en la canción Used to love her del grupo estadounidense “Guns
‘n’ Roses”. En ella, el feminicidio puede ser justificado en la medida de que la cul-
pable de su propia muerte es la mujer. Culpable puesto que ha desafiado el poder
masculino, culpable por hacer valer su voz: “I used to love her, but I had to kill her.
She bitched so much. She drove me nuts. And now I’m happier this way”.
266
169 Ver Youtube. “Vicente Fernández - La tragedia del vaquero”. 2 octubre de 2009.
268
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